GEORG HEGEL FILOSOFÍA COMO UNIDAD DE HISTORIA Y

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GEORG HEGEL
FILOSOFÍA COMO UNIDAD DE HISTORIA Y SISTEMA
Crescenciano Grave
Georg Wilhelm Friedrich Hegel (Stuttgart 1770-Berlín 1831) En 1788
ingresa a la universidad de Tubinga para realizar estudios de teología y,
sobre todo, de filosofía. Durante este periodo de estudios su mejor
amigo será el poeta Holderlin. En 1793 va a Berna y en 1797 a
Frankfurt: en ambas ciudades se desempeña como preceptor.
Entretanto trabaja en sus escritos teológicos que no serán publicados
sino hasta 1907. En 1801 llega a Jena y aparece su primera publicación,
La diferencia entre los sistemas de Fichte y Schelling, e inicia su carrera
como profesor. Entre 1802 y 1803 dirige, junto con Schelling, la Revista
crítica de filosofía en cuyos dos volúmenes aparecen varios artículos
suyos. En 1807 se publica su obra maestra y uno de los libros
imprescindibles de la historia de la filosofía: la Fenomenología del
espíritu, que había sido terminada, a excepción del importante prólogo, la
noche anterior a la victoria de Napoleón en la batalla de Jena, con lo cual
se pone fin al Sacro Imperio Romano Germánico fundado por
Carlomagno en el año 800. En 1808 asume la dirección del Gimnasium
de Nuren-berg y entre sus obligaciones está la de enseñar filosofía. Hegel
se dedica a esta tarea con tal ahínco que a través de sus lecciones,
continuadas después en Heildelberg y Berlín, contribuye decididamente a la fundación moderna de disciplinas como la filosofía de la
historia, la historia de la filosofía y la estética. Todos estos ciclos de
lecciones fueron publicados póstumamente. Se casa en
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Crescenciano Grave
1811. Entre 1812 y 1816 escribe y publica la Ciencia de la lógica.
En 1816 llega a Heidelberg y, para utilizarla como libro de texto
en sus lecciones, escribe la Enciclopedia de las ciencias filosóficas.
En 1818 se traslada a Berlín y en 1821 aparece la Filosofía del derecho. En 1830 es nombrado rector de la universidad de Berlín.
Hegel es el filósofo de la modernidad para el cual ha llegado el
momento de consumar las pretensiones de saber con que la filosofía se originó en Grecia. Esta consumación sólo es posible en el
sistema. Para Hegel, la forma sistemática es verdadera porque es
objetiva y concreta: conecta a las partes de la realidad efectiva —
de la que expresa a la Idea— en su unidad. Sólo la forma sistemática da cuenta de la verdad de Todo en tanto muestra al contenido de éste entrelazado en sus múltiples determinaciones. En la
forma sistemática, la filosofía se levanta hasta el saber verdadero.
Este afán de realizar la filosofía como sistema es indicativo de la
manera en que Hegel encarna el ethos del filósofo: para él, en el
sistema se conjunta la pluralidad del universo de la modernidad
y, por lo tanto, el filosofar sistemático es la actividad central de la
vida moderna.1
La pretensión de alcanzar el sistema se había manifestado ya desde la primera gran obra de Hegel: la Fenomenología del espíritu.
Aquí, Hegel es el novelista de la formación del espíritu que se aclara
a sí mismo como realidad histórica; desde su surgimiento frente a
la naturaleza para posesionarse de sí mismo y conseguir su despliegue como realidad subjetiva y objetiva, el espíritu se recoge a sí
mismo como rememoración reflexiva conceptual. Así, el espíritu
termina identificándose con el pensar que ha concebido las determinaciones de su formación. El arribo del pensar al conocimiento
de su constitución idéntica al ser acontece en la Ciencia de la lógica. El pensar se da a la tarea de fundar-se en el saber-se sin más
1
Cf. Terry Pinkard, Hegel. Trad. Carmen García-Trevijano Forte, Madrid, Acento Editorial, 2001, p. 133.
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determinaciones que su movimiento intrínseco. La Ciencia de la
lógica es el máximo monumento que el pensar que se piensa a sí
mismo se ha levantado. La Enciclopedia de las ciencias filosóficas
viene a ser la conciencia de la consumación de la filosofía como
sistema. De la introducción a esta obra proviene lo siguiente.
La filosofía puede determinarse, para empezar y en general, como
contemplación pensante de los objetos. Si por ora parte es verdad (y se verá
desde luego que lo es) que el ser humano se distingue del animal por el
pensamiento, resulta entonces que lo humano es humano por ser
causado por el pensamiento y sólo por esto. Sin embargo, siendo la
filosofía un modo peculiar de pensar, un modo mediante el cual el pensar
llega a ser conocer y precisamente conocimiento concipiente, este pensar
de la filosofía mantendrá una diversidad respecto de aquel pensar que
actúa en todo lo humano, es decir, del que causa la humanidad de lo
humano, por bien que siendo también [el pensar filosófico] un pensar
idéntico a éste, hay en sí sólo un pensar. Esta distinción enlaza con que el haber humano de la conciencia, fundado por el pensar, no aparece en primer
término bajo la forma del pensamiento, sino como sentimiento, intuición o
representación, formas que hay que distinguir del pensamiento en
cuanto forma.
G.W.F. Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas
pp. 100-101
Por otra parte, es igualmente importante que la filosofía se entere de
que su contenido no es otro que aquel haber que [fue] originariamente
producido y [continuamente] se produce en el campo del espíritu
viviente; haber que se ha hecho mundo, mundo exterior y [mundo]
interior de la conciencia; [es importante que la filosofía se entere de
que] su contenido es la realidad efectiva. Nosotros llamamos
experiencia a la conciencia más próxima de este contenido. [... ]
Siendo la filosofía un modo distinto de los otros
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modos de hacerse consciente de ese único haber, modo que
se distingue solamente según la forma, resulta necesaria su
conformidad con la realidad efectiva y con la experiencia. Es
más, esta conformidad puede verse como mínimo como
piedra de toque extrínseca de la verdad de una filosofía, de
tal modo que se puede considerar como la finalidad suprema
de la ciencia producir la reconciliación, mediante el
conocimiento de esa conformidad, de la razón
autoconsciente con la razón- que-está-siendo, es decir, con la
realidad efectiva.
G.W.F. Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas,
pp.l05-106.
Bajo la figura propia de la historia externa, el nacimiento y
desarrollo de la filosofía se representa como historia de esta
ciencia. Esta figura confiere a los grados de desarrollo de la
idea la forma de una secuencia contingente y de algo así como
una mera diversidad de los principios y de las realizaciones de
estos principios dentro de las filosofías correspondientes. Pero
el artífice de este trabajo de milenios es el espíritu viviente único
cuya naturaleza pensante consiste en llevar a su conciencia lo
que él es, y en tanto esto ha devenido así objeto, ha sido ya
elevado a la vez por encima de ello [mismo] y ha venido a ser un
peldaño más alto en sí mismo. Por una parte, la historia de la
filosofía muestra en las diversas filosofías que van apareciendo
una sola filosofía con diversos peldaños de formación y, por
otra parte, muestra que los principios particulares, uno de los
cuales subyace en cada una de las filosofías, son solamente
ramas de uno y el mismo todo. La última filosofía según el
tiempo es el resultado de todas las filosofías anteriores y ha de
contener por ello los principios de todas; por esta razón aunque es
filosofía de otra manera, es la más desarrollada, la más rica y la
más concreta.
G.W.F. Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas,
,p. 116.
Un filosofar sin sistema no puede ser nada científico; por lo
demás, porque tal modo de filosofar expresa de suyo más bien
un modo sub-
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jetivo de sentir, es él contingente según su contenido. Un
contenido sólo se justifica como momento del todo; fuera de
éste es una suposición infundada o certeza subjetiva; muchos
escritos filosóficos se limitan así a expresar solamente
pareceres y opiniones. Erróneamente se entiende por sistema
una filosofía con un principio limitado; por el contrario, es
principio de verdadera filosofía contener dentro de sí todos los
principios particulares.
G.W.F.HEGEL, Enciclopedia de las ciencias filosóficas
.,p. 117.
El pensamiento es lo que distingue al hombre de los animales y,
por lo tanto, lo humano propiamente dicho es realización del
pensamiento. Éste tiene aquí, en primer lugar, un sentido amplio:
designa la esencia y la realidad humanas; lo que el hombre hace,
siente, quiere y, por supuesto, piensa son modos de manifestación de su esencia, es decir, el hombre objetiva y, mediante
esta objetivación, se representa lo que es. Lo humano que se realiza es aprehendido por la conciencia primeramente bajo la forma
de sentimientos, intuiciones y representaciones. A través de éstos
el hombre se instala conscientemente en el mundo que él mismo
ha realizado y en el cual se determina como tal. Por medio de la
reflexión y el razonamiento las primeras formas del pensamiento
se elevan y se transforman en conocimiento conceptual: en filosofía. En sentido general, la filosofía, como "contemplación pensante de los objetos", es la reflexión creadora de conceptos a partir de la objetivación de lo humano y de las representaciones
primarias que la conciencia forma.
Así, en la filosofía, la esencia que actúa en todo lo humano,
asume la forma del pensamiento conceptual. Sobre la realidad
objetivada y representada por el ser cuya esencia es el pensamiento se ejerce, en un primer momento, la tarea filosófica. La filosofía es el trabajo reflexivo formador de conceptos en los cuales la
realidad producida y representada por el hombre se convierte en
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realidad para sí misma; la filosofía se asume como la conciencia
de lo que el hombre es y hace, e incluso de aquello a partir de y
frente a lo cual ejerce su actividad realizadora, o sea, la naturaleza. El pensamiento filosófico establece como su contenido lo producido por la conciencia como objetivación adecuada y necesaria
de ella y, además, la labor en que ella misma interioriza, representándosela, esa misma realidad para conocerla y, a la vez, conocerse. El contenido de la filosofía es toda la realidad efectiva, es decir,
la que se manifiesta de acuerdo a la esencia, porque la filosofía es
esta misma realidad transformada en conceptos: éstos muestran
la constitución necesaria de lo real y prueban la esencia y los caracteres de los objetos. En la medida en que esto logre ensamblarse a tal grado que muestre la totalidad determinada como unidad,
se construye el sistema de la filosofía.
El sistema es resultado de la evolución concreta del espíritu
pensante; en la consumación del sistema este espíritu se eleva a la
apropiación consciente de su ser. Así, el ethos del filósofo, y de la
filosofía que se deriva de la voluntad sistemática que asume a la
Idea como principio de su despliegue histórico, es el arribo a la
realización más desarrollada y concreta del imperativo délfico:
"conócete a ti mismo" Este imperativo se interpreta como precepto para conocer lo verdadero del ser humano en tanto tal y, al
mismo tiempo, como conocimiento de la Idea como verdad en sí
y para sí. Aquí se deja de lado toda humildad en cuanto a la manera de asumir la facultad racional como capaz de iluminarlo todo: la razón, desde el concepto, muestra a la unidad de la totalidad en lo que ésta esencialmente es.
La Idea es la esencia única de la realidad efectiva de la naturaleza y de la historia humana en general, o sea, del espíritu. Y la filosofía sistemática aprehende conceptualmente lo que es el desarrollo de la idea tanto en la naturaleza como en la historia e,
inclusive, en la Idea en sí y por sí misma. De este modo, el ethos
del filósofo se levanta como pensamiento determinado en el cual
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se conoce reflexivamente la verdad única de la totalidad. Este
ethos se despliega desde sí mismo hasta lograr mostrar todo en la
luz del concepto pretendiendo así la realización última del imperativo délfico sobre la totalidad. En el ethos que se forja en la
construcción del sistema absoluto se muestra la hybris de la
razón moderna que se levanta como poder determinante de los
entes desde el concepto.
Bibliografía sugerida
GEORG WILHELM FRIEDRICH HEGEL, Gesammelte Werke. Ed. RheinischWestfálische Akademie der Wissenschaften, Hamburg, Félix Meiner
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KOJEVE, ALEXANDRE, La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel. Trad.
Juan José Sebreli, Buenos Aires, Editorial La Pléyade, 1975.
-—, La concepción de la antropología y del ateísmo en Hegel. Trad. Juan
José Sebreli, Buenos Aires, Editorial La Pléyade, 1972.
—, La dialéctica de lo real y la idea de la muerte en Hegel. Trad. Juan José Sebreli, Buenos Aires, Editorial La Pléyade, 1972.
WAHL, JEAN, La Lógica de Hegel como fenomenología. Trad. Alfredo Llanos, Buenos Aires, Editorial La Pléyade, 1973.
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