DE REFORMAS A LOS ARTICULOS 1051 Y 363 DEL CODIGO DE

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DE REFORMAS A LOS ARTICULOS 1051 Y 363 DEL CODIGO DE COMERCIO
Iniciativa de reformas a los artículos 1051 y 363 del Código de Comercio
1. Reforma del artículo 1051 del Código de Comercio
Exposición de Motivos
Nos encontramos inmersos en un mundo de plena globalización y tratados multilaterales como es el Tratado de
Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, y seguimos aplicando una legislación de enjuiciamiento
mercantil del porfiriato (1890), la que establece que será supletoria la legislación procesal común de los
estados, de tal manera que en materia mercantil, eminentemente federal, se aplica en caso de lagunas u
omisiones del Código de Comercio, el Código de Procedimientos Civiles de cada Estado, produciendo un
sinnúmero de interpretaciones en la práctica de los tribunales.
La anquilosada situación del procedimiento mercantil en México, demerita el tráfico comercial que se ve
obstaculizado en la reclamación judicial del crédito con multiplicidad de procedimientos.
Se propone como medida inicial la reforma del artículo 1051 del Código de Comercio, para que se aplique
supletoriamente el Código Federal de Procedimientos Civiles, porque así como en el caso de la legislación
laboral -estrictamente federal- puede aplicarse por las juntas locales de conciliación -estatales-, también puede
aplicarse la legislación procesal civil federal, supletoriamente a la mercantil, por los tribunales civiles locales.
El texto en vigor dice:
El procedimiento mercantil preferente a todos es el convencional. A falta de convenio expreso de las
partes interesadas se observarán las disposiciones de este libro, y en defecto de éstas o de convenio, se
aplicará la ley de procedimientos local respectiva.
El texto propuesto es el siguiente:
El procedimiento mercantil preferente a todos es el convencional; A falta de convenio expreso de las
partes interesadas se observarán las disposiciones de este libro, y a falta de éstas se aplicará
supletoriamente el Código Federal de Procedimientos Civiles.
2. Adición del artículo 363 del Código de Comercio
Exposición de motivos
Por lo que atañe al anatocismo, es decir, a la recapitalización de intereses en los contratos de mutuo con interés
o préstamo de consumo mercantil, que autoriza el artículo 363 del Código de Comercio y que prohíbe el
artículo 2397 del Código Civil Federal, se puede afirmar que la misma conducta del ciudadano no puede
prohibirse y permitirse al mismo tiempo, máxime cuando no se es comerciante, pues el préstamo para el
mutuatario es un simple acto del derecho civil, ya que no está destinado a la realización de actos de comercio,
sino a la adquisición de bienes y/o servicios para consumo personal o familiar.
En la práctica judicial, el sistema del Código de Comercio se impone al sistema del Código, aún cuando el
consumidor haya obtenido el préstamo para fines civiles, de suerte que tanto los intereses ordinarios como
moratorios se convierten en capital y se incrementan desmesuradamente, resultando sumas exorbitantes cuando
al fin se ejecutan los créditos sobre los bienes del deudor o cuando se ve forzado a pagar.
La equidad constitucional se ve lesionada por la legislación mercantil vigente, pues se trata por igual al simple
consumidor civil que al comerciante que utiliza el préstamo para la especulación mercantil.
Fundamentalmente existen dos actos jurídicos de comercio: el puramente mercantil, o sea, el que se celebra
entre comerciantes, y el que se inscribe en el tradicional acto de comercio entre comerciantes y consumidores,
donde estos últimos realizan simplemente actos de naturaleza civil.
El mutuo con interés también participa de esta doble naturaleza del acto de comercio, y normalmente se
documenta por medio de títulos de crédito o con garantía hipotecaria, de tal manera que a pesar de haberse
celebrado en el concepto y con la expresión de que el préstamo se destinaría a fines civiles, el deudor civil no
puede reclamar la prohibición civil del anatocismo porque la vía es ejecutiva mercantil, haciendo nugatorio lo
previsto por el artículo 1050 del Código de Comercio, que ordena seguir el litigio en la vía civil cuando la parte
que celebró el acto civil sea la demandada.
En materia hipotecaria, la vía es civil aun cuando el banco sea el acreedor hipotecario, pues no hay vía
hipotecaria mercantil; sin embargo, paradójicamente, la prohibición del anatocismo no opera en la práctica,
porque el préstamo (contrato principal) que se garantiza con la hipoteca (contrato accesorio) es de naturaleza
mercantil, cuya legislación sustantiva lo permite (artículo 363 del Código de Comercio), de suerte que en la
propia vía civil hipotecaria, el deudor que no contrató el préstamo hipotecario para fines comerciales sino
exclusivamente civiles, no puede invocar la prohibición del anatocismo que consigna el artículo 2397 del
Código Civil. En general, no se puede hacer valer la prohibición de anatocismo contra cualquier prestamista
mercantil, aun dentro de los juicios ordinarios civiles, según esto, por ampararlos el artículo 363 del Código de
Comercio.
Como puede apreciarse, la redacción actual de este precepto origina consecuencias procesales que también
afectan el equilibrio constitucional, pues aún en la vía civil hipotecaria, donde a cualquier acreedor civil
hipotecario se le prohíbe la recapitalización de intereses, cuando el acreedor es un banco o cualquier otro
comerciante, entonces sí tiene derecho a percibir lo que para los demás es prohibido.
De todo esto resulta un problema a la luz de la Constitución -la que trata igual a los iguales y desigual a los
desiguales-, pues la legislación mercantil grava con el mismo rigor a los ciudadanos que obtienen préstamos
para fines estrictamente civiles, como a los comerciantes que dedican el préstamo para especular con el
producto del mutuo.
Rompe el anatocismo y su singular manera de hacerlo valer -imponiéndose la regla mercantil aún en la misma
vía civil hipotecaria u ordinaria- con el principio de equidad que informa a nuestra Constitución, y afecta
seriamente a la justicia social.
No es argumento suficiente el que los bancos a su vez paguen intereses sobre intereses, cuando en las
inversiones (préstamos que hace el público al banco) se recapitalizan los intereses que no son retirados por los
inversionistas, porque ese es el justo precio que tienen que pagar los bancos por capitalizar, para sus fines
mercantiles, los ahorros del público.
El principio de equidad se ve afectado cuando el mutuo impone las mismas cargas a los ciudadanos que
destinan las cantidades prestadas para fines estrictamente civiles -y así se asienta en los contratos- que a los
comerciantes que solicitan el préstamo para especular.
Si se quiere dar pervivencia al anatocismo, que se aplique exclusivamente a los comerciantes o a los que
destinen el importe del mutuo a la práctica de actos de comercio, aunque sea transitoriamente. Sin embargo,
para los que contraten el importe del mutuo para fines estrictamente civiles, debe prohibirse el anatocismo, en
los términos del artículo 2397 del Código Civil Federal, pues los bancos ya tienen su paga bien pagada con los
intereses ordinarios que genera de por sí el mutuo.
El interés ordinario precisamente es el pago que recibe el prestamista por su dinero, de suerte que es la forma
como se calculan las ganancias del capital con motivo del préstamo, y para el caso de incumplimiento, tiene sus
muy bien calculados intereses moratorios, por lo que es injusto e inequitativo que además se agobie a los
deudores civiles con la recapitalización de intereses, haciendo que sus deudas crezcan desmesuradamente.
La actividad comercial es uno de los pilares fundamentales de la sociedad, no tan sólo en lo económico sino en
lo social y político, sin embargo, consideramos no solamente inequitativo que los simples deudores civiles sean
agobiados con deudas que continuamente crecen en virtud del anatocismo, sino que también ponderamos que
no es sano para la economía de una sociedad que los ciudadanos tengan deudas impagables de por vida, como
sucede con muchas hipotecas, las cuales normalmente derivan de créditos bancarios.
En consecuencia, se denuncia la contradicción constitucional de dos leyes: el porfirista Código de Comercio de
1890 y el Código Civil de 1928 nacido al amparo de nuestra actual Constitución, que son completamente
contradictorios en materia de anatocismo, por lo que se propone la prohibición definitiva de esta perjudicial
práctica cuando el préstamo se destine a fines civiles.
Al efecto, se propone la adición del artículo 363 del Código de Comercio con un segundo párrafo, para quedar
como sigue:
Los intereses vencidos y no pagados no devengarán intereses. Los contratantes podrán, sin embargo,
capitalizarlos.
Cuando el mutuo no se realice entre comerciantes o para dedicarse a la realización de actos de
comercio, es decir, cuando su importe se destine para fines estrictamente civiles, en ningún caso se
podrán capitalizar intereses.
Por último, podemos decir que la legislación sustantiva mercantil con que contamos se basa principalmente en
la italiana anterior a la segunda guerra mundial, y si bien tiene muchos aciertos, requiere de una actualización
inmediata, que procure armonizar con la de los países integrantes de los tratados internacionales de libre
comercio que tiene celebrados la Nación.
Esta área del Derecho es una de las que más requieren de una profunda revisión, pues muchas disposiciones
provienen del siglo pasado y su codificación se encuentra dispersa.
Debemos incorporar los avances y adecuaciones necesarias a nuestra legislación civil lato sensu así como a
todos aquellos ordenamientos que tengan relación con los tratados y negociaciones internacionales, para
armonizar nuestras relaciones comerciales y económicas con el resto del mundo, de manera que se regulen
nuevas figuras jurídicas, como son: algunas formas de arrendamiento y compraventa, ciertas variedades de
seguros y del transporte marítimo, sociedades unipersonales, patrimonio-afectación, turismo sustentable, entre
otros.
Respetuosamente exhorto a esta representación nacional a que nos propongamos una acuciosa revisión de
nuestra legislación, no tan sólo aquella que tiene que ver con la actividad económica y comercial, sino con los
asuntos, los reclamos y las necesidades más sentidas y demandadas por la ciudadanía; cumplamos
históricamente con el compromiso de legislar, aún tenemos tiempo en esta trascendental Legislatura, si
apuramos el paso, si privilegiamos la inteligencia y el sentido común y patriótico, y si anteponemos el interés y
caro valor de lo colectivo y general a lo sectario y particular.
México espera mucho de nosotros, no lo defraudemos ni nos defraudemos a nosotros mismos.
En virtud de lo anterior y con fundamento en el artículo 93 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, los suscritos diputados integrantes de diversos grupos parlamentarios de esta H. LVII Legislatura,
solicitamos a propuesta del diputado federal Domingo Yorio Saqui, la reforma de los artículos 1051 y 363 del
Código de Comercio.
Palacio Legislativo, a 17 de noviembre de 1998.
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