La Guerra de Sucesión en Menorca

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PROLOGO
I EL AUTOR
De pronto, la Prensa menorquina empezó a hablamos, el pasado verano, de un historiador casi desconocido.
Porque acababa de aparecer un libro suyo: "La Reconquista de Menorca por el Duque de Crillón".
José Luis Terrón Ponce, para llevar a cabo sus cuidados trabajos de investigación, tiene que quitar al descanso el
poco tiempo libre que le deja su profesión militar. Profesión que, antes, simultaneó con el estudio de una carrera
universitaria; es licenciado en Historia por la Complutense. Y, como consecuencia de ello, se dedica también a la
enseñanza.
¿No os parece que, además de voluntad de hierro, se necesita para hacer todo esto una irresistible vocación?
Sus estudios en la Península, y su alejamiento de Menorca, le hacen ver la isla bajo un punto de vista distinto al
de cuando vivía en ella. Y, al mismo tiempo, se siente más profundamente menorquín.
Porque tiene un mayor cariño a la isla y porque puede analizarla mejor y más a fondo desde Madrid, se va
dedicando, cada vez más, hacia el campo de la investigación histórica menorquina.
Ahora nos ofrece este nuevo fruto de sus investigaciones: "La Guerra de Sucesión en Menorca". Una obra
necesaria para que, como su autor os explica en ella, viene a complementar, el admirable trabajo de Micaela Mata.
La historia de Menorca necesitaba de personas que investigaran no sólo en la isla, sino además, y
preferentemente, fuera de ella, para aportar nuevos conocimientos, y nuevos puntos de vista a lo que ya habían
escrito los historiadores clásicos.
Terrón Ponce entra, por la puerta grande, en este grupo de nuevos investigadores. Y el producto de su búsqueda
paciente y de sus reflexiones sobre el tema es, en muchos aspectos, una visión desconocida de una etapa muy
importante de la historia de Menorca.
Ya no se puede hablar de la Guerra de Sucesión en nuestra isla sin hacer referencia a este nuevo libro.
Creo que veremos otras obras de este mismo autor. Por una parte su vocación sentimental hacia el estudio de
Menorca, continuará actuando. Por otro lado, las aspiraciones de José Luis Terrón Ponce, y sus posibilidades de
trabajo, no pueden limitarse a nuestra isla. Vendrán, sin duda, otras etapas.
La excelente calidad de la enseñanza que se da en Menorca, y el elevado nivel medio cultural que se vive en
nuestra isla, han sido las bases que facilitaron los estudios en Madrid de Terrón Ponce, según él mismo me decía
recientemente.
Y constituyeron el potencial de donde, un día, saltó la chispa que le mostró, en su camino de Damasco, su rumbo
verdadero.
II LA EPOCA
Al empezar el XVIII, está entablada una pugna de gigantes entre el Imperio Español, Francia y la Gran Bretaña.
Esta última necesita, de forma vital, desarrollar su comercio con Levante, a través del Mediterráneo, si quiere
continuar su ascensión. Pero carece de bases en nuestro mar, porque desde Italia hasta España los buenos puertos
están en manos enemigas. .
.Por ello, al aproximarse el invierno, la escuadra inglesa ha de abandonar cada
año el Mediterráneo, con todas sus consecuencias.
No es difícil imaginar con qué ojos mirarían los almirantes británicos el peñón de Gibraltar y nuestro puerto de
Mahón.
Pero, además, hay otra zona de rivalidad entre el viejo imperio español que declina y las dos naciones que
aspiran a ser una gran potencia: las costas de América y el Atlántico. El comercio americano es una enorme fuente
de riqueza y va a serio cada día más. La Gran Bretaña lucha por obtener su parte, lo mismo que Francia.'
Para alcanzar ambos objetivos, el del Mediterráneo y el del Atlántico, se necesitan buenas escuadras y bases
seguras.
Desde el final de su revolución de 1.688, Inglaterra, con sus asuntos domésticos arreglados, se vuelve hacia la mar,
viendo en ella el futuro de su grandeza. AII encuentra a España y a Francia. Por consiguiente, su objetivo es muy
claro: la lucha implacable hasta la destrucción de ambas marinas y la pérdida de sus respectivas colonias.
Por eso, en las guerras sucesivas de la Liga de Augsburgo, de Sucesión de España y de Austria, de los Siete
Alías y de la Independencia de América, no hay que ver más que capítulos correlativos de una misma guerra
general por la supremacía en el mundo.
Ni España ni Francia comprendieron la decisiva importancia que, en esta pugna, tenía el dominio de la mar. Y
por ello cosecharon la derrota, escalón a escalón, mientras Inglaterra iba ascendiendo a primera potencia mundial.
Hay que decir, en honor de Inglaterra, que desde el primer momento supo ver que la supremacía naval era la baza
que en definitiva zanjaría la cuestión. Y dedicó a su flota los hombres adecuados, el dinero necesario, su capacidad
organizadora y su energía tradicional.
La Historia, de todos conocida, nos cuenta lo que pasó: Inglaterra iba sangrando, cada vez con mayor eficacia,
nuestro comercio en ambas zonas. Y la Francia de Luis XIV ve esfumarse sus sueños de hegemonía. Ya en declive,
intenta crear el eje Madrid-París, como medio de equilibrar a Inglaterra.
Y los nubarrones se acumulaban.
En estas circunstancias, el testamento de Carlos II provoca el estallido del polvorín.
A nadie parece habérsele ocurrido, entonces, que, con esta Guerra de Sucesión, se produce un nuevo retraso de
años en algo que necesitábamos en el XVIII, y seguimos necesitando ahora: la unión de Europa. .
¿Qué habría pasado si, en lugar de pensar tanto en el famoso "equilibrio europeo" a base de mantener bloques
distintos, se hubieran unido todos en uno sólo?
Pero pudieron más las rivalidades. Y, sumergido en estas guerras intestinas, el Continente mejor preparado del
mundo de entonces, y el más poderoso, no se da cuenta de que deja pasar, una y otra vez, la oportunidad que se le
ofrece de cumplir una misión realmente histórica a escala mundial. No fuimos capaces de apoyar el desarrollo de
las zonas de nuestro planeta que lo necesitaban.
“...Ia paz de Utrech... (es) ...uno de los momentos decisivos en la organización de Europa como realidad
pluriestatal1.
De paso, al no unirse, la Europa fragmentada pierde también el tren de su posible ayuda cultural y económica a
América. Prefiere seguir, en pleno siglo XVIII, el mismo camino que marcaron en el Medioevo los reinos de
Taifas.
Y así empezó en España una lucha entre hermanos; que acumuló para nosotros todos los inconvenientes:
a) Soportar en nuestro territorio, es decir, a costa nuestra, una pugna internacional.
b) Perder Menorca y Gibraltar.
c) Perder en Italia el Milanesado, Sicilia, Cerdeña y Nápoles.
d) Perder los Países Bajos del Sur, y el Güeldres superior.
e) Dar en América una serie de ventajas a nuestros rivales. .
f) Recibir un duro golpe en las dos arterias principales de nuestro comercio internacional.
g) Dejar en nuestra patria un rescoldo de odios y divisiones.
1 Ubieto, Reglá. Jover y Seco. Introducción a la Historia de España. Barcelona,. 1963 (1ª. ed.),- 10 ediciones más hasta 1977.
España, como todos sabemos, sale exhausta de esta guerra, que podía haberse evitado, y baja un escalón más en
su penosa decadencia. Francia queda también malparada. La gran ganadora de Utrech es, claro está, Inglaterra.
Ahora, además de la flota, tiene ya las bases.
En este momento se han puesto los cimientos del Imperio Británico.
A la vista de tan catastróficos resultados, ¿valía la pena que los españoles lucharan por los motivos que para ello
se invocaron?
Y, si me apuráis un poco más: de verdad era por los motivos invocados por lo que se luchaba?
Los dos bandos en que se escinde España, ofuscados por la pelea, no tienen inconveniente en facilitar la llegada
a nuestro país de fuerzas francesas, holandesas y británicas.
El partido del Archiduque insta a la escuadra anglo-holandesa a que ocupe Menorca. Así empezó el aprendiz de
brujo. ¿Cómo no se dieron cuenta de que, luego, serían incapaces de detener la escoba?
Los territorios peninsulares, ocupados por ejércitos extranjeros, no corren tanto riesgo. Pero Menorca, la
codiciada Menorca, lejos de la Península, cuando España ya no tiene poderío naval suficiente, sí corre un gran
peligro al entregarla a los británicos: el peligro de que no nos la devuelvan.
Y eso es lo que pasó. Estoy convencido de que el Archiduque y sus consejeros obraron de buena fe. Pero esto,
en política internacional, no les absuelve.
¿Consecuencias para Menorca? Nuestros antepasados pasan a depender de una potencia extranjera, y 30.000
católicos quedan sometidos, en el mundo del XVIII a unas autoridades protestantes.
No haber previsto a tiempo que Inglaterra no soltaría su presa; he ahí la
tremenda responsabilidad de aquellos políticos.
Les queda el consuelo de saber que, antes y después, otros han jugado con el mismo fuego.
Y en cuanto a la unidad Europea, ya veis dónde estamos hoy, dos siglos y medio más tarde.
¿Qué culpa tuvieron las Autoridades menorquinas de la época en este error histórico? Sinceramente creo que
ninguna. El problema estaba planteado muy por encima de ellas, lejos de nuestra isla.
A los Jurados' de Menorca, no les quedaba otra opción que proclamarse "fidelissimos vazallos" del ocupante de
turno, pedir que fueran respetados nuestros fueros y privilegios... y correr a encargar un Te Deum en acción de
gracias por el "suave yugo"2 que les acababa de caer encima.
¿Y qué otra cosa podían hacer?
. De la actuación, del drama de nuestras Autoridades, sean civiles o militares, sean las normalmente instituidas o
las que surgen de las convulsiones, nos habla Terrón Ponce y, también en este punto, como en tantos otros, aporta
elementos nuevos.
Y despliega ante nosotros facetas inéditas sobre diversos sectores de la población menorquina.
III EL CASTILLO
Todavía en el XVIII, un intento de conquistar la isla pasaba forzosamente por la toma de San Felipe.
Mucho se ha hablado de esa fortaleza a lo largo de su historia, desde el XVI. Pero nos hemos ocupado menos de
los hombres que, sucesivamente, durante más de un siglo, fueron componiendo su guarnición española.
Es más; no siempre se les ha tratado con justicia. Incluso, ya en el siglo XX, hemos sido poco considerados con
ellos, al llamarlos en algunas ocasiones "presidiarios", sin cuidamos de la confusión que puede originar este
término, que, en la acepción más usual de hoy, nada tiene que ver con la guarnición de las plazas fuertes que, en su
día, se llamaban efectivamente "presidiarios".
Tampoco abundamos en elogios por su papel de escudo de Mahón ante los golpes de los berberiscos, apoyados a
veces no sólo por los turcos, sino, como todos sabemos, por países europeos. "S'any de sa desgrasia", el ataque que
martirizó y destrozó a Ciudadela iba dirigido previamente contra Mahón, y fue rechazado por el castillo. ¿Somos
conscientes de lo que nos quitaron de encima ese puñado de aguerridos veteranos que constituyen las primeras
"compañías viejas"?
¿De cuántos moscones más nos habrá librado, por su sola presencia, esta fortaleza?
En resumen; creo que la guarnición española de San Felipe, para muchos menorquines, es una gran desconocida,
especialmente en su aspecto humano.
Y sin embargo... su historia puede escribirse, desde Menorca mismo, revisando los protocolos notariales que se
2 Las frases entre comillas están copiadas literalmente de escritos oficiales.
conservan en el Archivo de Mahón.
He visto llevar a cabo este trabajo al Rvdo. D. Juan Gutiérrez Pons (q.e.p.d) Le debo muchísimos datos. Y las
partidas sacramentales correspondientes me las ha facilitado el Rvdo. D. Fernando Martí CAMPSA, Archivero de
la Curia Diocesana.
¿Qué se deduce de ello?
Para empezar, una gran parte de los militares profesionales que, desde el último tercio del XVI, forman la
guarnición de San Felipe, proceden de familias de la nobleza española. Lo cual no puede extrañamos, porque
milicia y nobleza, en dicha época, están fuertemente enlazadas.
Sus partidas sacra mentales nos prueban cómo esos linajes se van menorquinizando generación tras generación.
Los Dalmedo (de Olmedo), los Fuxá, Fluxá y Fluixá (Foxá), los Preto (Prieto), los Nussa y Lanussa (Lanuza),
los Cabedo (Quevedo), los Netto (Nieto), los Victori (Victoria), etc. etc., son en realidad ramas de antiguos troncos
de hidalgos, cuyas pruebas de nobleza se encuentran a veces en Menorca mismo, en los mencionados protocolos
notariales.
En las partidas de matrimonio o defunción se llama a estos militares "soldats", "caps", etc. Con nuestro concepto
actual de estos vocablos, no parecen personas de relieve.
Pero si se analiza con cuidado lo que realmente se entendía por "soldado" en el siglo XVI, nos damos cuenta
de quiénes eran en realidad.
¿Por qué, entonces, hemos olvidado su memoria?
Entre otras, creo que existe una razón principal: la mayor parte de estos militares tuvieron escasos (a veces muy
escasos) medios económicos.
En el siglo XVI, la España de los Austrias se desangraba en luchas lejanas y dispares en América, en Flandes,
contra los turcos. Las pagas, que ya sabemos eran parcas, llegaban con retraso, cuando llegaban. Podemos adelantar
que la guarnición, casi crónicamente, conoció un eterno sitio: el de la falta de dinero.
Las familias de estos soldados van poblando el Arrabal de San Felipe, que en los planos de la época vemos que
llega a ser mayor que Mahón, lo que no hay que olvidar para comprender ciertas rivalidades. Poco a poco, la isla va
absorbiendo a estas familias, imponiéndoles su personalidad. Lentamente, emparentan con linajes menorquines...
La vida de la guarnición es tranquila. No hay empresas guerreras de envergadura que renueven los laureles,
ganados lejos de Menorca, por los primeros que llegaron. Sus glorias se van olvidando en la paz... y en la penuria.
Por eso, muchos de los menorquines de hoy ya no saben que llevan nombres ilustres que no ceden en
antigüedad e importancia a otras casas que han sabido o podido conservar su prestigio.
En el protocolo del Notario don Francisco Abadía de 18 de Marzo de 1.618, se delega en el Padre Fray Miguel
Subirats, Definidor de la Orden de San Agustín, residente en la Corte, para que nombre y representación de los
artilleros del Castillo de San Felipe que figuran en la siguiente relación, pida y cobre del Sr. D. Pedro Messías de
Tovar, "pagador de los cargos del Rey Ntro. Sr.", las cantidades que siguen:
DiegoHernández................
AntonioForner................. .
FranciscoNieto.................
Pedro de Lanuca................
Jaime Izquierdo ................
199.677 maravedís
67.636 “
88.750 “
140.900 “
140.318 “
Otros peticionarios figuran en otra carta de poder de 12 de mayo del mismo año, redactada en términos
parecidos.
Más patético es el caso, que también aparece, del que, al hacer testamento, ha de disponer que las Misas por su
alma se celebren cuando se cobren sus atrasos.
Las partidas de defunción nos dan cuenta de que a algunos se les entierra "amore Dei", por ser absolutamente
pobres.
Arnaldo de Coarasa (en menorquín Arnau de Corassa) un gran apellido aragonés, casado con doña Margarita de
Trémol, de una distinguida familia menorquina, fallece en San Felipe el 1 de Abril de 1.601. En su partida de
defunción consta que no hizo testamento por ser hombre pobre.
Leyendo los de aquellos que lo hicieron, es decir, de los que tenían bienes, llama la atención la parvedad de los
mismos. Legan objetos personales, alguna "vinya ", algunas "tancas". No he visto ni uno, (entre los que he
estudiado), que poseyera una finca agrícola digna de este nombre.
Algunos, al hacer testamento, legan las cantidades que les debe el Rey.
En muchos casos esta profesión militar se transmitía de padres a hijos y llega hasta el XV 111, como n os señala
Terrón Ponce. Que nos dice además que, en ocasiones, para poder subsistir, tenían que trabajar como jornaleros en
las fincas vecinas.
Me es particularmente querido uno de estos viejos linajes, llegado a Menorca en el XVI, y que continuaba en el
servicio de San Felipe en la época que nos describe Terrón Ponce.
Además, creo que este caso es un claro ejemplo de cómo eran realmente esas familias de que hemos hablado.
El primero de ellos llega al castillo en 1575. Se llamaba Francisco Nieto. Un viejo apellido leonés-castellano que
tiene su lugar, repetidamente, en la historia de España y en la del Mediterráneo.
La Revista de Menorca, en su primera época, se ocupó del primer Francisco Nieto menorquín 3. Lorenzo
Lafuente Vanrell se sintió también atraído por su personalidad4. El Rvdo. D. Fernando Martí Camps escribe
igualmente sobre él en la Revista de Menorca5. Y, hace pocos años, uno de los mejores genealogistas de hoy, D.
Adolfo Castillo Genzor, le dedicó un artículo6.
Dña. Micaela Mata menciona a los Nieto que toman parte en Menorca en la Guerra de Sucesión 7.
Antes de llegar a Menorca, este Francisco Nieto había acompañado a D. Juan de Austria en la escuadra que iba a
formar parte de la Santa Liga. El hijo de Carlos V le encargó una misión en Venecia, de la que regresó con "el
collar de Eleonora", que Eleonora no llevó nunca, pero esta es otra historia.8
Luego participó en la batalla de Lepanto, y después, también a las órdenes de D. Juan de Austria, en la toma de
Túnez y La Goleta. Y fue de los que, luego, sufrieron la terrible derrota que, tras una resistencia encarnizada, echó
3 Comandante D. Juan Seguí y Rodríguez: El primer Nieto en Menorca. Rev. De Men. Tomo 1. Núms. 11 y 12 (1889).
4 D. L. Lafuente.- Las tres cruces. El Bien Público. 1933
5 D. Fdo. MarH Camps. Notas genealógicas de las Familias Quadrado y Nieto. Rev. de Men. Sepbre-Octubre 1946
6 D. A. Castillo Genzor. Cien sortijas para cien héroes. Rev. "12 de Octubre". IV Centenario de la batalla de Lepanto. Zaragoza.
7 Dña. M. Mata: Menorca. Franceses, ingleses y la Guerra de Sucesión.
8 D. L. Lafuen.te. Las joyas. La Vanguardia, Diciembre 1920. Barcelona.
de Túnez a los españoles.
En esta penosa odisea, don Francisco Nieto estaba de guarnición en el último
baluarte que se rindió: .
"Esta Torre estaba á cargo de Dn Juan Zanoguera Cavallero Valenciano, y famoso Soldado"9.
El momento de la rendición debió ser tremendo, porque:
“.as/ hizieron esclavos a todos quantos en la ysla hallaron, as/ ombres como mugeres, fuera de hasta quarenta
o cinquenta que por boca de don Juan Canoguera fueron señalados para yr con él en libertad"10.
Luego vino destinado a San Felipe. Allí casó11 allí está enterrado, en la iglesia del castillo, en "lo vas de Santa
Bárbara", con sus compañeros de la artillería.
Sólo conozco dos objetos que fueron suyos: el ya citado "collar de Eleonora" y la "sortija de Lepanto". La que
vi muchas veces en la mano de mi padre. La que, como descendiente de Francisco Nieto, llevo en mi anular
mientras escribo estas líneas.
Eusebio Lafuente.
Noviembre 1982
9 Manuscrito anónimo sobre los to. Colección de nuestra familia.
10 La Batalla Naval del Señor don Juan de Austria, según un manuscrito anónimo contemporáneo. Instituto Histórico de Marina. Homenaje
en el cuarto centenario de Lepanto. 1971.
11 EI 12 de Enero de 1584, con Antonina de Corasa. Fue padrino de boda el Alcayde del castillo, Cristóbal de Cáceres, que también hab(a
sido actor en la tragedia de Túnez: "El sargento mayor Utrobo era alferez de Christoval de Caceres; perdiose la compañía y murió Utrobo y
el Capitan estava esclavo en Argel". (Del manuscrito mencionado en (10): capítulo "Capitanes de infantería perdidos en el Fuerte").
PROLOGO DEL AUTOR
La guerra de Sucesión a la Corona española, que se desencadena como consecuencia de la muerte sin descendencia
del último Austria, Carlos 11, ha sido siempre un tema atrayente por las consecuencias de todo orden que acarreó
para las relaciones internacionales en general y la vida española en particular.
Sin embargo, cabe señalar que todavía se echa en falta un estudio globalizador del fenómeno histórico. Por ello,
este trabajo se enmarca en el contexto de los estudios especializados sobre el tema -es uno de los, en su caso
circunscrito al ámbito
menorquín-, por tanto, nuestra aspiración es la de contribuir, en alguna medida,
para que pueda servir de apoyatura a estudios más amplios, si alguien se decide a realizarlos. .
Se trata, pues de ofrecer una visión actualizada y personal de los hechos acaecidos en Menorca durante el bienio
1.706-8, que tengan relación con la guerra de Sucesión partiendo, para ello, del reciente estado de la cuestión.
Precisamente en este reciente estado de la cuestión, se enmarca el magnífico trabajo de la historiadora Micaela
Mata: "Menorca, franceses, ingleses y la guerra de Sucesión" (Mahón, Ateneo científico, 1980). El gran mérito de
esta autora es haber conseguido poner al día muchos aspectos del tema que, hasta hace poco, permanecían
estancados donde los dejaron los historiadores menorquines clásicos. Mata ha venido a satisfacer esta necesidad,
largamente sentida, de revisar muchos aspectos del asunto y rescatarlos de los lugares comunes en que se
encontraban, por ausencia de estudios actualizadores. Uno de los aspectos más interesantes del trabajo de Mata es
haber sacado el tema de su ámbito puramente menorquín. Para ello, esta autora ha recorrido los archivos de
Londres, París y Madrid, en la ingente tarea de sacar a la luz muchas cuestiones inéditas o parcialmente tratadas por
los historiadores antes citados.
La aportación fundamental de Mata es sobre todo erudita (ella misma nos confiesa en su prólogo la ausencia de
pretensiones analíticas en su obra) y este es su mayor mérito ya que, para abordar el tema desde un punto de vista
interpretativo, era necesario antes contar con el suficiente bagaje documental que lo posibilitase.
Por tanto, este punto de partida erudito y necesario que Mata nos ofrece, es el que hemos tomado para establecer
lo que, para nosotros, serán las causas y consecuencias de lo acaecido en Menorca entre 1706 y 1708, de
importancia tan evidente para comprender lo que Hernández Mora ha llamado "el siglo más internacional de
Menorca".
Sentadas estas premisas, vamos a tratar. ahora de definir en pocas palabras, las claves metodológicas utilizadas
para desarrollar este trabajo, desde la perspectiva que hemos considerado más adecuada.
La estructura del texto tiene una base histórico-cronológica. En un principio se relatan los hechos siguiendo un
orden estricto de fechas, eso sí, introduciendo donde nos parece más oportuno, una serie de interpretaciones
parciales y eligiendo los acontecimientos que creemos más adecuados en apoyo de nuestra tesis final que consiste
en tratar de averiguar las causas profundas de la polarización de la sociedad menorquina hacia los dos bandos
irreconciliables de aquella contienda: felipistas y carlistas. Sobre todo las referentes a la segunda opción, que fue la
dominante desde el punto de vista cuantitativo.
Sin embargo debemos señalar que a pesar de esta elección cualitativa de los temas en el desarrollo cronológico
de los mismos, a veces no hemos podido evitar ser reiterativos en relación al trabajo de Mata, pero lo hemos
considerado necesario para evitar, en muchos casos, perder el hilo de la narración.
El capítulo VIII que sigue al relato completo de los hechos, corresponde a un corte estructural efectuado en 1706
para, en función de los datos obtenidos, situar la coyuntura menorquina durante el bienio que nos ocupa, con el fin
de intentar establecer las posibles conexiones e interacciones entre las estructuras (políticas, sociales, económicas)
y los hechos, requisito necesario a nuestro entender, para poder verificar el grado de comprobación de nuestras
hipótesis de trabajo, a través de las cuales intuimos que, las causas de la división de la sociedad menorquina en dos
bandos irreconciliables, se encuentran en la conexión de determinadas estructuras socio-económicas con la
dinámica de los hechos.
Las conclusiones a las que llegaremos en el capítulo IX serán, pues, el resultado de la comparación factoestructural y nos darán el nivel de comprobación de nuestras hipótesis apriorísticas.
Respecto a las fuentes documentales consultadas para efectuar este trabajo, debemos señalar que hemos
utilizado principalmente las españolas, por considerar que en ellas se encuentra la base en que apoyar nuestras
conclusiones que, como ya se ha dicho, tienen que ver con el comportamiento colectivo de los menorquines.
Creemos que esta puede ser la novedad que aportamos en relación al trabajo de Mata, que se centra sobre todo
en la actuación de franceses y británicos (de ah í el título de su obra) y por tanto se apoya más en la documentación
de los archivos de París y Londres, utilizando la española como complementaria.
Por tanto, debido a nuestro especial tratamiento del tema, la documentación española nos ofrece una segunda
lectura que la convierte en fundamental para nuestro propósito y nos descubre elementos nuevos que Mata no
utiliza debido al distinto enfoque de su trabajo.
En este contexto, y para que sirva de ejemplo, se enmarca el -para nosotros importante manuscrito custodiado en
la Real Academia de la Historia (R.A.H. Col. Salazar N-47 pp. 231-324), en principio de autor anónimo y en el que
se relatan, de forma exhaustiva, los acontecimientos menorquines del bienio 1706-8.
Micaela Mata utiliza este documento, pero relaciona su autoría con algún miembro de la familia del gobernador
Dávila que pudiera haberlo confeccionado para justificar su no siempre clara actuación, en función de determinado
párrafo del mismo que, intencionadamente y para despistar, alude a ello. Es evidente que si así hubiera sido, esta
fuente podría ser considerada desde un punto de vista bastante secundario por su carácter subjetivo y distante, pero
después de una lectura atenta, hemos llegado a la conclusión de que el autor fue un testigo ocular de los hechos -no
podía ser de otro modo dada la exhaustividad y precisión con que los narra incluso nos atrevemos a decir que fue el
capitán de granaderos de la dotación de S. Felipe, Blas Jiménez de Mendoza y Lillo. A lo largo del relato de los
acontecimientos intentaremos probar este aserto.
Todo ello convierte el manuscrito "anónimo" en una fuente de primera mano (una vez desprovisto del evidente
bagaje subjetivo que contiene) para lograr nuestros propósitos interpretativos. Por esta razón rogamos al lector que
nos permita utilizar este documento desde el principio como si de Jiménez de Mendoza procediera y, más adelante
en su momento adecuado, probaremos esta autoría (desde ahora cuando hagamos alusión a este manuscrito
utilizaremos las siglas Msa).
También el resto de la documentación española existente en el Archivo Histórico Nacional y alguna del Archivo
General Militar de Simancas, ofrece testimonios de gran utilidad para hacer una valoración analítica del período
que nos ocupa. Por último, en cuanto a fuentes se refiere, es evidente que hemos tenido que contar con el enorme
caudal de documentos que aporta Micaela Mata, sin cuya consulta hubieran quedado incompletas muchas
cuestiones.
Esta es, en síntesis, la metodología seguida para el trabajo y sus fines, que ahora ofrecemos al juicio de los
lectores, quienes deben ser los que aprecien si hemos logrado nuestro propósito.
J. L. TERRON PONCE
CAPITULO 1
INTRODUCCION HISTORICA
La guerra de Sucesión a la Corona de España.
Es evidente que el acontecimiento más sobresaliente de la historia europea a principios del siglo XVIII, es la
guerra de Sucesión a la Corona Española, por las consecuencias tanto, en el ámbito nacional como internacional,
que se derivaron de ella.
Las causas próximas de la guerra son conocidas de todos: muerte sin sucesión de Carlos 11 de España y pugna
de los diversos pretendientes a la Corona para acceder al trono.
Las causas profundas tenían que ver con la situación internacional europea. Inglaterra temía que a la muerte de
Carlos 11, su herencia pudiera hacer surgir una nueva potencia hegemónica (Francia o Austria), lo que se oponía a
su concepto sobre las relaciones internacionales: el de equilibrio entre potencias.
Al fin, en el último de sus testamentos, Carlos 11 nombró heredero de la Corona al candidato francés, Felipe de
Anjou, presionado por el consejo de Estado, el de Castilla, Luis XIV y la Santa Sede.
Inglaterra considera, ante esta última decisión del rey español, que su concepto del equilibrio europeo está en
peligro y, aliada con Portugal y Holanda, decide apoyar al candidato Augsburgo, Carlos de Austria.
Pero la Gran Bretaña no apoyó al candidato austriaco solamente por evitar un posible eje Madrid-París, sino que
utilizó la guerra de Sucesión en su propio beneficio y aunque no consiguió instalar en el trono español a su
pretendiente, en el fondo será la gran vencedora de esta contienda en el orden internacional, y el tratado de Utrecht
con el que finaliza la misma, convertirá a Inglaterra en el árbitro de Europa y será el fundamento de la
preponderancia británica durante todo el siglo XVIII, gracias a sus anexiones territoriales en el Mediterráneo
(Gibraltar y Menorca) de gran valor estratégico y que previamente la Gran Bretaña se había apropiado, manu
militari, en nombre del Archiduque. Por otra parte los ingleses conseguirán dar un duro golpe al monopolio español
en América, con la introducción en el tratado de las cláusulas referentes al navío de permiso y el asiento de negros,
que favorecerán el desarrollo de un activo contrabando como base de penetración, cada vez más intensiva, de los
británicos en el Nuevo Continente.
En el orden interno español, la guerra de Sucesión dio como resultado el triunfo de la opción francesa. Felipe de
Anjou será reconocido por los Aliados como rey de España, después de que renuncie a sus posibles derechos al
tron9 de Francia por la muerte del delfín. Ello significará la introducción en la Península del centralismo
racionalista de cuño francés, cuya consecuencia más directa fue la supresión de los fueros de los reinos periférico s,
respetados por los reyes de la casa de Austria y que el Archiduque había prometido mantener si triunfaba su opción.
Cabe señalar, a este respecto, que Menorca se libró de esta limitación de soberanía, tanto por pasar al dominio de
la Gran Bretaña, como por el hecho de que el gobierno inglés consintió que la Balear Menor continuara disfrutando
de sus antiguos privilegios, que permanecieron en vigor hasta el siglo XIX, debido a que incluso en el corto dominio español entre los años 1.782 y 1.798, no fueron suprimidos.
Felipe de Anjou y el Archiduque Carlos de Austria
CAPITULO II
NUBARRONES
1/ CALMA TENSA.
Durante la primera mitad del año 1.706, el archiduque Carlos de Austria, pretendiente a la Corona española
juntamente con Felipe de Anjou, había conseguido resonantes victorias sobre su rival. La causa principal de estos
éxitos momentáneos, estribaba en la adhesión recibida de algunos reinos periférico s peninsulares, tales como:
Valencia, Aragón o el principado de Cataluña.
Por su parte, las islas Baleares permanecían aún fieles a Felipe V, pero los testimonios que poseemos prueban
que, en aquellas islas, se temía un inminente ataque de los austracistas. Efectivamente, muchos isleños eran
conscientes de que, la situación geoestratégicamente privilegiada del archipiélago, iba a atraer la atención de los
Aliados, tanto por la posibilidad de instalar una flota en sus abrigados puertos que defendiera el Levante peninsular,
como para establecer allí una cabeza de puente que pudiera servir de base a una posterior invasión de las costas de
la Provenza.
Este ambiente cargado de malos presagios favorecía la propagación de numerosos bulas entre la población
insular que aumentaban, si cabe, su desazón.
1 – l El estado de opinión en Mallorca.
En relación directa con lo que acabamos de señalar, el mes de marzo de 1.706 negó a la isla de Menorca una
carta, dirigida al gobernador de la Balear Menor por un fraile agustino, en la que le daba cuenta de la
caída de Mallorca en manos austracistas. Más adelante se comprobó la falsedad de esta noticia12 .
12 La carta del fraile agustino viene citada en un informe del gobernador de Menorca a la Corte. Vid. Carta del Gobernador de Menorca a
José Carrillo, Ciudadela 1 de Marzo de 1.706. A.H.N., Estado, Leg. 323.
En la misma carta antes citada, se hacía también mención de algunos sucesos acaecidos en la capital palmesana
que prueban que la tensión existente en aquella ciudad no provenía sólo de la temida invasión, sino que obedecía
también a causas internas.
Efectivamente, la opinión de muchos habitantes de Mallorca estaba dividida entre los partidarios del Archiduque
y los que habían abrazado la causa de Felipe V. Estas discrepancias se manifestaban hasta entonces a través de
pasquines que, esporádicamente, aparecían en las paredes de las distintas poblaciones de la isla. La carta del clérigo
reproducía uno de ellos que rezaba así:
"A pesar de Portilla y Ametller reinará Carlos Tercer" 13
1 - 2 La situación en Menorca
Tampoco la isla de Menorca, a pesar de su aislamiento, escapó a las controversias que dividían a la sociedad de
su vecina. Mientras los funcionarios reales - civiles y militares - eran todos fieles a Felipe V, los naturales
permanecían indecisos o indiferentes. Sin embargo los acontecimientos pronto obligarían a muchos de ellos a tomar
partido.
1- 2- La guarnición de S. Felipe y sus relaciones con la población isleña.
Como venía sucediendo desde largo tiempo, la guarnición de S. Felipe estaba formada por un contingente de
tropas no regladas al servicio directo del castellano. También haremos alusión en su momento, al carácter
endogámico de su comportamiento social y, por tanto, a su desvinculación casi total con el resto de la población
autóctona, a pesar de que la mayoría de ellos había nacido en la isla.
Enmarcada en los estrechos límites del arrabal y el castillo de S. Felipe, la guarnición garantizaba la sumisión de
13 Uno de los personajes citados en el pasquín, Francisco Antonio de la Portilla, era el obispo de Mallorca y ferviente partidario felipista.
Murió en 1.711.
Menorca al gobernador.
La dotación de S. Felipe, como así era llamada, había sido reforzada en el otoño de 1.705 por un contingente
francés de infantería de marina -al mando de Jean Jacques de Taffanel de la Jonquière- y por otro italiano del
regimiento de Milán. En marzo de 1.706, la guarnición estaba compuesta de 764 hombres distribuidos por toda la
isla de la siguiente manera:
El castellano de S. Felipe era entonces el brigadier Jerónimo Pérez de Nueros y Pueyo y había sustituido al
mariscal de campo Francisco de Luna y Cárcamo. El gobernador político era el teniente coronel de Infantería
Francisco Fa1có y residía en Ciudadela. "
La guarnición -por 10 menos la española- se encontraba casi siempre desatendida por el secular retraso de las
pagas. Precisamente en aquellos momentos cruciales llevaba largo tiempo sin percibirlas. Para paliar esta situación,
se permitía a los soldados ofrecerse como jornaleros en las huertas de los alrededores de Mahón como nos prueba
este testimonio:
"... Las quiebras que de ordinario padezcan en las pagas, Y tal hez de continuo, mantenían los oficiales con
quienes se componían porque les rrelevasen de las guardias dándoles tiempo para ir a buscar la vida que de
ordinario la solizitavan en lo interior de la isla cultivando los campos u en otros travajos... "14
Sin embargo parece ser que esto no era suficiente para sacarlos de la indigencia, lo que dio lugar a que muchas
veces cometieran actos de pillaje15
14 Vid. Msa. pág. 238. En este pasaje del manuscrito, Jiménez de Mendoza nos revela, no solo, la situación angustiosa de la dotación de S.
Felipe, sino la existencia en Menorca de relaciones de producción basadas en la prestación de un trabajo a cambio de un salario (fuera en
dinero o en especie) lo cual nos hace suponer que no eran ajenas a la estructura agraria del campo menorquín, lo . que, por otra parte, no
significa que fueran únicas ni dominantes en aquel momento.
15 Con evidente chauvinismo, Jiménez de Mendoza atribuye el pillaje únicamente a los franceses. Nos inclinamos a pensar que tanto los
Esta rapacidad incontrolada de la tropa tenía también su réplica, eso sí, más medida, más racional y calculada, en
la actuación de los dos mandos superiores del batallón francés: el coronel La Jonquière y el teniente coronel
Septemes quienes, no teniendo otra cosa mejor que hacer, se dedicaban a exportar productos agrícolas de la isla y
de cuyo comercio debían obtener pingües beneficios, malpagándolos a los agricultores del término de Mahón,
haciendo para ello uso -y abuso- de su autoridad . .
Para lograr sus propósitos, los oficiales franceses contaron con la colaboración de un rico hacendado de
Ciudadela, del que tendremos ocasión de hablar repetidamente: Guillermo Olives. quien, debido a sus extensas
influencias, sirvió de intermediario en los turbios manejos de los dos avispados sujetos, ora financiando sus
embarques, ora facilitándoles las transacciones con los agricultores 16
Ni que decir tiene que esta "dedicación" de los oficiales franceses a asuntos ajenos a su misión específica en la
isla, estaba, lógicamente, en contradicción con su exacto cumplimiento: 17
españoles como sus colegas galos, hubieron de cometer tropelías.
16 Guillermo Olives y Martorell, era el segundo hijo de Bernardo Magín Olives y Cardona, primogénito de la rama principal de la familia
Olives, y nieto de Bernardo Olives y Ametller, que fue ennoblecido el 23 de Noviembre de 1.634 por Felipe IV.
A pesar de ser un segundón, Guillermo Olives había sido proclamado "hereu" de todas las posesiones de su padre.
No conocemos los motivos de esta decisión, lo cierto es que su hermano mayor, Bernardo Magín, había casado.con Margarita Quart y
heredó el extenso patrimonio de los Quart, que entre otras propiedades, contaba con varias cavallerías, por tanto no debió creer necesario
impugnar la decisión de no haber sido declarado "hereu ".
La herencia de Guillermo consistía en varias haciendas de realengo, entre las que destacaba sobre todo, la posesión predial de Torralba
(situada en el término de Ciudadela, no confundirla con la del término de Alayor). Olives, detentaba además, el cargo de consejero mayor en
la Universidad General en aquel año de 1706 Y tenía 27 años.
17 Micaela Mata no parece concederle demasiada importancia a estas actividades "mercantiles" de La Jonquière y Septemes, calificándolas
de: "pequeñas especulaciones (...) comparadas con las habituales de la época" (M.M. pág. 153). Pero no es en el aspecto cuantitativo donde
"El batallón de la Marina de Francia estava mandado por Mr. La Junquera con muy buenos oficiales al
principio, y por no aber sido su faczión ni quererse arreglar a sus dictámenes solizitó irlos mudando lo que
consiguió no haziéndose cargo de que S. Mgd. no le tenia allí para comerziar (que era su pasatiempo) si para
atender el rresguardo de aquella Plaza y con este exemplar lo haz(an otros ofiziales y particularmente su The.
coronel Mr. Setem, procurando para mantener este tráfico tomar los géneros de los labradores de la isla los
quales después de pagarlos mal los satisfazian en los géneros que más quenta les tenz'an sin atender a si se
despachavan o no, y como todo su septo eran sus gananzias teniendo su atenzión a ellas faltavan a tener sus
soldados en la disziplina y obedienzia que mandan los Prinzipes y los dejavan correr con livertad por todo el
pays del que venían continuadas quejas las que no se castigavan (...) antes sí se les tolerava y acariziava por
tenerlos gratos para quando se ofreziese empleados..." 18.
Es evidente que todos estos hechos no hubieron de contribuir, precisamente, a mantener buenas relaciones
entre la guarnición y la población autóctona, al margen de incidir negativamente en la ya de por sí escasa disciplina
de las tropas. Todo ello aumentaba las ya numerosas preocupaciones del castellano de S. Felipe.
1 -2 -b La cuestión de los gobernadores.
En 1706 existían en Menorca dos gobernadores como regía una ordenanza desde largo tiempo: el militar o
castellano de S. Felipe y el general de la isla, ocupado fundamentalmente en los asuntos civiles Ello provocaba,
algunas veces, conflictos entre ambos por cuestiones de competencia. Estas contradicciones, latentes desde el
principio, se superaron en 1706 con el nombramiento de gobernador único. ¿Pero cómo se desarrollaron los hechos
que provocaron esta decisión de la Corte de Madrid?
nosotros vemos su relevancia, sino en el cualitativo, es decir, el creciente malestar de muchos agricultores menorquines que, sintiéndose
estafados, acabarían abrazando la causa carlista, debido a la animadversión generada por las especulaciones de los oficiales franceses.
18 Vid. Msa. pp. 238v. y 239
Micaela Mata en su trabajo sobre la guerra de sucesión en Menorca trata de explicárnoslo19 pero, a nuestro
entender, la cuestión debe plantearse de otra manera. Esta autora utiliza como elemento principal de .su
argumentación las fuentes francesas y deja en un segundo plano la información suministrada por las españolas, que
si bien utiliza, no les concede excesiva importancia. Desde nuestro punto de vista, estas fuentes son fundamentales
para llegar al meollo de la cuestión.
Pensamos que el asunto debe abordarse desde la perspectiva que nos ofrecen los dos tipos de problemas con que
tenían que enfrentarse los gobernadores de "Menorca, es decir, los derivados de la duplicidad de mandos y los que
enfrentaban a la máxima autoridad de la isla con las universidades.
El primero de estos conflictos estribaba en la intromisión de un gobernador en los asuntos del otro, por la falta
de limitación estricta en las funciones específicas de cada uno. Por otra parte, ocurría a veces que el gobernador
general era un militar de menor graduación que el castellano de S. Felipe y esta irregularidad provocaba, de
ordinario, desavenencias entre ellos por las prioridades en el mando. Este caso se daba en 1.706, mientras Francisco
de Fa1có era teniente Coronel y Gobernador general, Pérez de Nueros, el castellano, era brigadier20.
Ya el historiador Ramis y Ramis hizo alusión a estos conflictos entre gobernadores, al transmitirnos un hecho
acaecido en 1700:
19 Mata opus cit. pág. 59
20 Vid. en la pág. 123 el cuadro de empleos del Ejército Español en 1.706.
"A principios de marzo de 1700, D. Juan de Zepeda su
castellano (de S. Felipe) puso preso en esta fortaleza al
patrón Roque Gahona. El gobernador de la isla en vista de
no haber podido obtener su soltura, usó de represalias
poniendo igualmente presos a algunos soldados y un alférez
de aquella guarnición. Esta providencia agrió tanto a su gefe
que se presentó en las cercanías de Mahón con un escuadrón
(..).
El gobernador a la sazón se hallaba en esta ciudad.
Alarmados los jurados y deseosos de evitar toda efusión de
sangre, salieron al encuentro del enunciado Zepeda como
mediadores, habiéndole pedido que desistiese de su intento y
no pudieron lograrlo hasta que el gobernador hubo soltado
primero los presos del castillo ".
Y Ramis añade:
"En 1603 se tratava de reunir la alcaidía al oficio del
gobernador principal de la isla (...). Si así se hubiese hecho
(..) no se hubiera ofrecido el apretado lance de que hemos
hablado" 21
El fuerte de San Felipe de Calvi
El problema que enfrentaba al gobernador con las
universidades, nos lo explica bien Micaela Mata:
21 Vid. RAMIS y RAMIS A., Fortificaciones antiguas de Menorca, Mahón, impr. de Pedro A. Serra, 1.832 págs. 46,47 Y 48.
"Hacía muchos años que la Universidad General intentaba conseguir de la Corte de Madrid un justo
arbitraje sobre las atribuciones de ambos gobernadores, tanto más necesario desde las últimas y violentas
discrepancias entre ellos. En realidad la insistencia de fa Universidad ciudadelana iba dirigida a restringir los
poderes del gobernador castrense que, con el tiempo, iba adquiriendo una peligrosa superioridad con el
consiguiente riesgo de que la ley fuera impuesta por una fuerza militar"22.
Pero debemos disentir de la opinión de esta autora cuando afirma que las autoridades de Madrid se ocuparon del
asunto inmediatamente, presionados además por las autoridades francesas. A nuestro entender la Corte de Madrid
se desentendió siempre del problema de fondo -la sustitución de dos gobernadores por uno solo- únicamente, en
último extremo y por necesidades del momento (en pleno asedio de S. Felipe por las tropas del carlista Saura)
acudieron a esta solución. Entretanto y para paliar las desavenencias provocadas por el contencioso, se limitaban a
destituir al gobernador de turno sin modificar en absoluto las instituciones.
Trasladando este asunto, tratado hasta aquí de forma abstracta, a
la situación concreta planteada en 1.706, las cosas sucedieron, desde nuestra perspectiva, de la siguiente manera:
1-2-c El relevo de mandos: la llegada de Diego Leonardo Dávila.
Ya conocemos la afición "comercial" de Mr. La Jonquière. Estas actividades provocaron más de un
enfrentamiento entre el coronel francés y Pérez de Nueros, debido a las continuas quejas de los labradores del
término de Mahón. La reacción de La Jonquière no se hizo esperar; escribió a las cortes de Madrid y París acusando
a Nueros de antiborbónico, proponiendo a continuación que se le destituyera de gobernador militar y se le "alejara"
a Ciudadela. Las autoridades centrales consideraron acertada esta medida; cesaron a Nueros como castellano de S.
Felipe. y le nombraron a su vez gobernador político, ordenándole que permaneciera en el cargo anterior, en tanto le
llegara su relevo23.
22 Mata pág. 59.
23 Esta es la explicación de por qué _Nueros se encontraba en S. Felipe en mayo de 1706 y aclara las dudas de Mata cuando dice: "Perez de
Nueras por su parte
En el ínterin, Francisco Falcó seguiría ejerciendo el cargo de gobernador general hasta que fuera relevado por
Nueros, pasando entonces a ocupar el cargo de "subalterno del político" o teniente gobernador, rebajándole de
categoría y provocando, lógicamente, su protesta por la medida que él consideró arbitraria.
Aquí es donde cobra verdadero sentido la carta de Falcó a la corte de Francia, en la que se resiente por haber
sido destituido24. E ningún momento el antiguo gobernador político cita la promulgación de un supuesto decreto de
unificación de mandos, ya que este hecho no se había producido aún. Falcó se quejaba, pues, de haber sido
destituido y rebajado a una categoría inferior a la que detentaba, exclusivamente, pues el gobierno de Madrid no
había efectuado ningún cambio sustancial ya que, la reacción de la Corte ante las quejas de La Jonquière, consistió,
simplemente, en destituir a Nueros como alcaide, nombrarlo gobernador político revocando a Falcó y, a
continuación, ocupar la vacante de S. Felipe con un nuevo oficial venido de la Península que, como veremos, será
Diego Leonardo Dávila.
Por otra parte y también en este contexto,. se enmarcaría la carta recibida por La Jonquière de sus superiores25
(14), la cual para nosotros no representa, en absoluto, una preocupación apriorística de la Corte de Francia por la
cuestión de fondo planteada aquí -la unificación de mandos- sino el intento de solucionar a posteriori el contencioso
planteado por las quejas de La Jonquière. La carta alude al problema de jerarquías antes citado (el suscitado por la
menor graduación del gobernador general) pero nunca al de la unificación:
"...al no poder descartar la posibilidad de que algún incidente aleje a estos dos oficiales, por falta de acuerdo
en sus pareceres, hace indispensable que uno sea superior al otro... "
Retornando la narración de los hechos vemos como, efectuado el relevo de Falcó por Nueros, restaba a la Corte
cubrir la vacante de castellano de S. Felipe. Para ello, se pensó en un militar, enérgico y de prestigio, que pusiera un
-instalado no se sabe por qué en S. Felipe- todavía tiene confianza en el mes de mayo .. "(M.M. pág. 78).
24 Citada por Mata pág. 59-60.
25 Ibid. pág. 61.
poco de orden en aquella, no por apartada, menos importante guarnición.
El nombramiento recayó en el coronel granadino Diego Leonardo Dávila, a la sazón teniente de gobernador en
la plaza de Badajoz y que se había distinguido en los dos sitios que había sufrido aquella ciudad, amén de poseer un
dilatado historial de servicios a la Corona 26.
Inmediatamente que Dávila recibió la noticia de su nombramiento, pasó a la Corte a recoger su patente de
gobernador. Lo primero que hizo al llegar a Madrid fue solicitar refuerzos para la guarnición que iba a mandar.27
Precisamente y en relación con esto último, quiso la suerte que en ese preciso momento se encontrara en la Corte
el capitán de milicias mallorquinas Gregorio Gual que mandaba, como oficial más antiguo, seis compañías de
milicianos provinciales. Había ido a Madrid para solicitar que se formase un regimiento reglado con el personal a
su mando.
La petición de Gual fue aceptada y por Real Orden se concedió el mando del citado regimiento -que desde ahora
se llamaría 3.° de Mallorca- a Gual con el grado de coronel. Asimismo se nombró a otros dos capitanes, Ramón
26 Diego Leonardo Dávila pertenecía a una familia hidalga que en palabras del manuscrito anónimo "gozaba del primer lustre en el Reyno
de Granada". Comenzó su carrera militar como soldado en la guardia real de Carlos 11 en 1673. Posteriormente pasó a Cataluña donde
participó en la defensa de Puigcerdá en 1675 y de Barcelona en 1697. Sirvió como sargento mayor a las órdenes de Francisco de Luna y
Cárcamo, que años más tarde sería alcaide de S. Felipe y antecesor de Nueros en el cargo. Después de una brillante trayectoria militar, fue
ascendido a maestre de campo (empleo equivalente a coronel antes de la reforma militar de Felipe V vid. pág. 129). Para su biografía
castrense vid. apéndice documental, documento núm. 1.
27 Como ya veremos, esta petición de refuerzos será una constante a todo lo largo del mandato de Dávila, como también lo será el no
enviarlos por parte del gobierno de Madrid. Todo ello condicionará en gran medida su gestión y de alguna manera influirá en el desarrollo de
los acontecimientos.
No ocurrirá lo mismo con la Corte de Francia, las peticiones de La Jonquière serán siempre -o casi siempre- atendidas, lo que prueba que en
París estaban más interesados por Menorca que Felipe V.
Puig y Gabriel Corbalán- para teniente coronel y sargento mayor, respectivamente.
Esta unidad fue asignada a Dávila para reforzar la guarnición de Menorca. Al mismo tiempo, se decidió también
dar calidad de regimiento a la dotación de S. Felipe, que en aquel momento no era, como sabemos, una unidad
reglada.
Proposición de regimiento reglado, hecha por el rey, para la-dotación de S. Felipe
Plana mayor compañías
1 coronel
11 de fusileros
1
de
1 tte. coronel
granaderos
1
sargento
mayor
1 comandante
1 subteniente
600 hombres, 48 sargentos y 48 oficiales.
Composición de cada compañía.
1 capitán
1 teniente
1 subteniente 1 alférez
4 sargentos 50 hombres
12
TOTAL
Fuente: A.H.N. Estado legº
Compañías
Hombres
323.
Dotación
7
350
Franceses
10
500
Italianos
1
64
Mallorquines 6
300
TOTAL
24
1.214
Fuente: Elaboración propia en base a datos del
Msa. y A.H.N. Estado L. 323.
Como en aquel momento la dotación solo contaba con 200 hombres, lo cual solo permitía la formación de cinco compañías, se
añadieron dos más, que debían pasar a Menorca con Dávila,
tomadas, una del regimiento del marqués, de Torrecusa y otra del
de D. Melchor de Montes, mandadas, respectivamente, por los
capitanes José Palomino y Lucas Sánchez Calvete. Por último se
ascendió a capitán al alférez Blas Jiménez de Mendoza y Lillo y se
le entregó el mando de la compañía de granaderos de la _Este
oficial también se encontraba entonces en Madrid. Por ultimo se
prometió a Dávila que se completaría su unidad en el momento que ello fuera posible (lo que por otra parte nunca
se hizo).
Así pues, el estado de la guarnición de Menorca a la llegada del nuevo alcaide a la isla, era el de la tabla adjunta.
El 8 de mayo de 1.706, Diego Leonardo Dávila desembarcaba en Mahón. Inmediatamente tomó posesión de su
cargo de castellano de S. Felipe y Nueros pasó a Ciudadela28.
La llegada de Dávila, si bien solucionaba momentáneamente el contencioso planteado entre Nueros y La
Jonquière, no iba a suponer ninguna mejora en las relaciones de los isleños con el gobernador. Siguiendo la
tradición de muchos de sus antecesores en el cargo, el nuevo alcaide no se mostraría muy partidario de mantener los
privilegios y franquicias que poseían los menorquines, lo que inclinaría a muchos de ellos a tomar partido por el
archiduque, como tendremos ocasión de comprobar más adelante.
Estas inclinaciones autoritarias del nuevo gobernador se reflejan en muchas de sus cartas, sobre todo en una de
ellas, escrita a la corte informando de las medidas punitivas tomadas después de sofocado el pronunciamiento
austracista de 1.706:
"...después mandé retirar todas las municiones que havía, que por privilexios antiguos heran los jurados las que
las tenían a cargo, no dejándoles éste ni otros de que usaran con demasiada authoridad, que cuasi soi de sentir
los havía ensobervecido la demasiada soveranía que gozavan..." (la negrita es nuestra).29
1- 2-d Las influencias externas.
Llegados a este, punto, cabe hacerse varias preguntas: ¿cuál era el nivel de conciencia de los menorquines en
relación con lo que estaba ocurriendo allende el mar? ¿cómo la sociedad isleña recibió el impacto de las luchas por
el Poder que, en aquel momento, se desarrollaban en la Península? ¿qué o quiénes establecieron la conexión entre
unos y otros, para que Menorca se situara de lleno en el contexto que marcaba la dinámica general de los
28 Vid. Carta de Dávila a Grimaldo 8/5/1.706, A.H.N. Estado, Leg. 323.
29 Dávila a Grimaldo 17/4/1.707, A.H.N. Estado, Leg. 323.
acontecimientos en el Mediterráneo occidental?
Por una parte, los menorquines poseían ya la experiencia de una serie de gobernadores borbónicos poco
dispuestos a transigir con las franquicias y privilegios locales30 y el nuevo alcaide no sería una excepción como ya
sabemos.
Pero hubo algo más, efectivamente, el archiduque Carlos de Austria, en su intento de atraer las Baleares a su
causa por las razones ya expresadas anteriormente, (vid supra) envió emisarios a las islas con el fin de hacer
proselitismo.
El principal argumento que esgrimían estos enviados, era la promesa formal de respetar los privilegios y
libertades de los que se sumaran a la causa austracista en caso de triunfar31. Bacallar y Sanna nos ilustra sobre la
gestión de estos emisarios del archiduque -enviados a crear una auténtica quinta columna- en su relato sobre la
caída de Mallorca en manos del Archiduque:
30 Annstrong (Ha. de la i. de Menorca, Nura, 1.978, pág, 106) nos ilustra al respecto, aunque su planteamiento sobre el asunto es bastante
subjetivo y tendencioso, no deja de reflejar parte de la verdad:
"La Corte de España, nunca ha sido demasiado celosa en la elección de las personas a quienes ha confiado el gobierno de sus provincias. El
vicioso favorito de un cortesano, gestado en la vil faena de la alcahuetería y la adulación, es recompensado por sus servicios con un honroso
retiro; un Grande que se ha empobrecido en espléndidas embajadas en varias Cortes Europeas, tiene una ocasión al fin de poder saquear a
todo un pueblo para restablecer o recuperar su quebrantada fortuna; o un viejo soldado, cuyo mérito y pretensiones han sido desde largo
tiempo inadvertidas y lo que es muy común en España, cuyos atrasos ascienden a una suma que su ministro no puede prontamente cubrir o
quizá no quiere en absoluto pagar, es enviado como gobernador para que él mismo cuide de reembolsarse. En todos estos casos, fácilmente
se vé lo que va a ser de sus súbditos: si son obedientes y paclficos, se les permite gozar tranquilamente de su propiedad; si se quejan no son o
idos y si se resisten, se les arruina".
31 Ejemplo de esto, es la proclama del Archiduque prometiendo toda clase de franquicias a los habitantes de Cerdeña después de la
campaña de Flandes en noviembre de 1706. Vid. Apéndice documental, documento núm. 2.
"El conde de Cervellón no tenía tropas para acabar esta oculta sedición, pero los ocultos emisarios de
Cathaluña y del Reyno de Valencia la mantenía viva... "32 .
En relación con Menorca, el enlace entre el partido del Archiduque y los notables menorquines, fue un
religioso agustino calzado del convento de Monte Toro, Fray Francisco Vergés, que, siendo natural de Barcelona,
debía tener importantes conexiones en la Ciudad Condal. Por su mediación, se puso en contacto una fracción de la
nobleza ciudadelana con las autoridades austracistas33.
Nótese que hemos aludido a una fracción de la nobleza ciudadelana La iniciativa, el protagonismo principal de
la adhesión de los menorquines a la causa austracista y posterior conjuración, partió de segundones de la nobleza de
más reciente encumbramiento o de miembros de ramas secundarias de la vieja, todos ellos de Ciudadela y,
generalmente, usufructuarios de haciendas de realengo. Los habitantes de Mahón, por su parte, no intervinieron en
los preparativos de la rebelión, solo ante los hechos consumados y después de sublevada Ciudadela, se incorporaron
-no sin grandes titubeos- al levantamiento.
Lo que sí parece quedar claro es que, una parte bastante numerosa de la nobleza se inhibió, permaneció al
margen del conflicto, sobre todo los que poseían una o más cavallerías y consideraban segura su posición. Después
del estallido de la rebelión se limitaron a aceptar la nueva situación como inevitable34.
32 Vid. BACALLAR y Sanna V., Comentarios de la guerra de España e historia de su rey Felipe V el Animoso, Génova, 1 725.
33 Probablemente una de sus conexiones debía ser el obispo de Solsona, de ascendencia menorquina y ferviente partidario de Carlos de
Austria.
34 Piénsese que estamos analizando actitudes de grupo, por tanto no nos extrañe que algunos miembros de la vieja nobleza feudal se
adhiriesen, a título individual, a la causa austracista, bien por motivos ideológicos o, en otros casos, por lazos de parentesco con los
principales carlistas menorquines.
Sin embargo entre los partidarios del Archiduque no aparece ningún represen tante de las familias, Quart, Olivar, Cardona (nos referimos
Haciendo estas distinciones cobran sentido –creemos- algunas opiniones sobre la actitud de la nobleza
ciudadelana, que reproduce Micaela Mata. Según estos testimonios, junto a la propia opinión de esta autora, parece
como si la actitud de la nobleza, a la que se define como un todo, fuera contradictoria: unas veces parece inclinarse
hacia el partido felipista y otras al del archiduque. Por tanto situando estas opiniones en un contexto adecuado,
pueden cobrar su auténtico sentido e incluso reforzar nuestro aserto de que muchos nobles se inhibieron.
Así cuando el cónsul francés Nieulón informa a su corte de que:
"La fidelidad de la mayoría de la nobleza Y su superioridad sobre los habitantes basta para dominar al
populacho faccioso" (M.M. pág. 69).
Y añade que, ante la actitud levantisca de Saura:
"La nobleza está un tanto abochornada" (M.M. pág. 84).
O el marqués de S. Felipe cuando asegura que:
"Los Martoreles y Esquellas eran parciales del Rey Católico".
Todos se están refiriendo a actitudes de las ramas primogénitas y principales de la nobleza que configuran -a
nuestro entender- la facción que se inhibió.
Incluso cuando la propia Micaela nos relata como Dávila reunió a los nobles de Ciudadela, después de sofocada
la revuelta y formó con ellos una compañía "claro indicio de que estos señores se habían desinteresado del
complot" (M.M. pág. 141), instintivamente se está refiriendo, precisamente, a los que se abstuvieron.
Retornando el hilo de la narración, el padre Vergés después de informar a la nobleza ciudadelana, pasó a
aquí a la ra.ma secundaria de la familia Cardona propietaria de la cavallería de Turmaden, no a Miguel Leonardo de Cardona barón de
Lluriach, que en 1.706 era teniente general de caballería del ejército Felipista en Almería), Carreras, Gomila, etc., etc.
Barcelona y Valencia a participar a sus superiores que un grupo de notables menorquines estaba dispuesto a
pronunciarse a favor de Carlos de Austria. Posteriormente una delegación isleña pasó a Barcelona. Allí acordaron
de firme levantarse en armas a favor del Archiduque a la primera ocasión posible. Ya entonces se repartieron los
cargos militares entre los conjurados, el mando supremo recayó en Juan Miguel Saura Morell, que además sería
nombrado gobernador de la isla en caso de triunfar el pronunciamiento 35.
El manuscrito anónimo nos ilustra sobre estas negociaciones previas:
"...A cuyos moradores (de Ciudadela) había movido Fray Francisco Bergés relixioso agustino calzado
ofreciendo les franquezas Y empleos siendo el primero que admitió este partido un cavallero de Ziudadela
llamado D. Juan Miguel Saura a él que se le confirió el govierno de la isla Y á otros encargos; los que mui de
antemano tenían ya por ser negoziado que av(an echo en Barzelona..."36
En un memorial de fecha muy posterior, el propio Saura nos confirma el importante papel que jugó Vergés en
la preparación de la conjura:
"...Fr. (José) Vergés natural de la ciudad de Barcelona (...) a cuya diligencia corrieron muchas operaciones del
Real Servicio..." 37
...Y así, poco a poco, parte de la sociedad menorquina fue tomando partido. Densos nubarrones se cernían sobre la
isla.
35 Juan Miguel Saura Morell era un miembro de una rama secundaria de la familia Saura, parece evidente que se erigió en líder carismático
de la facción carlista.
36 Vid. Msa. pp. 24Iv-242
37 Vid. OLEO y Quadrado R., Historia de la isla de Menorca, Ciudadela, 1.874, Tomo 1 pág. 581. Existe una copia manuscrita del
memorial en el archivo personal de D. Ramón de Delás que, gentilmente, me permitió consultar.
2. UNA DECISION DEL ARCHIDUQUE
2-1/ El consejo de guerra de Guadalajara.
En esta tesitura pasaron los meses de junio y julio de 1.706. Entretanto en los frentes de batalla de la Península
los acontecimientos se sucedían con rapidez. En junio el Archiduque había conseguido entrar en Madrid, donde fue
proclamado rey el 29, con el nombre de Carlos In. Esta ocupación, sin embargo, solo duró hasta Agosto del mismo
año en que fue expulsado de nuevo.
El 9 de Agosto, Carlos de Austria celebró un consejo de guerra en Guadalajara en el que sus consejeros le
propusieron lo siguiente:
"...Que haviendo Milord (Peterborough) puesto en execudón lo. que la Reyna (de Inglaterra) le mandara en
Italia, Huelba la Armada sin dilación alguna y aga la operación del Puerto de Mahón, juzgándose esta conquista
por sumamente necesaria en la positura presente quedando las costas de Cathaluña y Valencia siempre
expuestas a la invasión del enemigo a menos de ser resguardadas por la vecindad de la Armada a cuyo fín será
preciso se mantenga la Armada durante el hivierno (sic) en el referido puerto y se repitan las instancias con la
Reyna de Inglaterra sea servida ordenar que de su Armada por el hivierno en dicho parage; no pudiéndose
esperar de otra suerte la conservación de Cathaluña y Valencia (...)". (La negrita es nuestra).
El archiduque emitió su dictamen que, sorprendentemente por ser poco usual, es contrario a la propuesta de sus
ministros. Hemos ojeado muchas actas de consejos y ante la opinión de sus aliados y parciales, siempre aparece al
margen el "conforme, Yo el Rey". Este es un caso excepcional, en un horrible castellano, Carlos de Austria anotó de
su puño y letra, en el margen izquierdo del libro de actas, lo siguiente:
"Se me a parecido que la Achmada (sic) se empregace (¿emplease?) em facer la Maiorca en cuia loyaltad sicuro
(¿seguro?). Yo el Rey" 38.
Podemos observar aquí, cómo la voluntad archiducal cambió momentáneamente el destino de Menorca. Desde
este momento todos los esfuerzos de las tropas aliadas irían dirigidos a la conquista de Mallorca.
Los mallorquines fieles al Borbón permanecieron todavía algún tiempo ignorando lo que se les avecinaba. Así el
16 de Septiem5r_, el conde de Alcudia, virrey de Mallorca, escribía una carta a su corte diciendo que: "no hay
(todavía) señalp_ de invasión..."39.
2 - 2 La caída de Mallorca en manos del Archiduque.
Pocos días después de que Alcudia enviara su carta, la situación en Mallorca había cambiado por completo. El
6 de Octubre de 1.706, Dávila desde el castillo de S. Felipe de Mahón, envió una carta al ministro Grimaldo
anunciando la caída de Mallorca en manos carlistas y pidiendo refuerzos por lo que pudiera acontecer. Tres días
antes se había recibido una carta del teniente de baile de Capdepera, anunciando la llegada a Palma, el 25 de
Septiembre, de una escuadra aliada al mando del almirante Leake (el mismo que dos años más tarde conduciría las
tropas de Stanhope a Menorca). El baile se expresaba en estos términos:
"Las noticias que tenemos de Mallorca son que el día 25 de Septiembre llegó la armada inglesa a la baia de
38 Micaela Mata cita el documento correspondiente al consejo de Guadalajara (M.M. pág. 67-68), pero omite la nota autógrafa del
Archiduque, por lo que el sentido del mismo se pierde. Esto le hará decir más adelante que: "la laguna creada por los aliados al no intentar
ocupar la Balear Menor antes de conseguir la de Mallorca e Ibiza es incomprensible (pág. 88). No es incomprensible, el Archiduque se
opuso personalmente, aconsejado no se sabe por quien.
Lo que sí admitimos es que fue un error táctico, como argumenta Mata. Vid. Consejo de guerra de Guadalajara de f} de Agosto de 1.706,
A.H.N. Estado, Libro 993, fol. 3v.
39 Alcudia a Grimaldo 16/9/1706, A.H.N. Estado, Leg. 323.
Mallorca (donde se mantiene todavía) y es de 40 navíos y lo que la gente habla es que la tierra se habrá ya
entregado 6 está a punto de executarlo.
Cap de Pera 3 oct. 1.706 Matéo Melis40
No se engañaba Melis, Mallorca capituló el 4 de Octubre. En la carta antes citada -nos referimos a la que Dávila
envió a la Corte informando sobre los acontecimientos en la isla vecina- el gobernador no oculta su preocupación
por las consecuencias que ello pudiera traer para la Balear Menor:
"Como esta isla (Menorca) no puede vivir sin la de Mallorca, pues de ella traen el aceyte y otros géneros de que
aquí se carece, por cuia razón no auguro que Ciudadela y las demás villas se mantengan y que sigan las
pisadas de Mallorca".
Observación muy aguda de Dávila que pudiera, quizás, damos la clave de una de las causas que motivaron la
alineación de muchos
menorquines en el bando carlista, sumándose a los ya conjurados, cuando vieron cortados sus lazos comerciales con
la isla vecina. Su adhesión en este caso, vendría motivada más por intereses económicos que por principios.41
3/ SINTOMAS ALARMANTES EN CIUDADELA
40 Melis a Pérez de Nueros, 3/10/1. 706, Archivo y legajo cit. en la nota anterior.
41 En apoyo de esta tesis podemos probar que el comercio se restableció cuando Saura consiguió sitiar S. Felipe. Así el conde de Zevallá
(virrey austracista de Mallorca) pedía en una carta al Archiduque que se le enviaran algunos buques de guerra para limpiar las aguas de
Menorca "de algunos navíos y otros bastimentas que, asistiendo a la guarnición del castillo impiden la libre comunicación para el comercio
de aquellos naturales". El subrayado es nuestro).' Vid. Nota presentada por Zevallá en el consejo de guerra celebrado en Valencia el17 de
Enero de 1707. A.H.N. Estado, Libro 995 pp. 67-67v.
Durante la primera quincena de Octubre, la noticia de la caída de Mallorca se extendió como reguero de pólvora
por toda la isla de Menorca, los carlistas comenzaron a inquietarse y el ambiente se fue enrareciendo por
momentos. Así lo debió comprender Nueros cuando escribió una carta a Dávila desde Ciudadela diciéndole que:
". ..le parecía que sus naturales y a1gunos particulares habían hecho movimiento, el cual, no era tan silencioso
que no se supiese".42
Pero Nueros no podía intentar reprimir cualquier conato de rebelión dado que se encontraba enfermo; por cuya
razón Dávila le aconsejó que se trasladara inmediatamente a Mahón. Para proteger la retirada del gobernador, el
alcaide le envió dos compañías de sicilianos y algunos mallorquines, al mando del coronel Gual, que debían salirle
al encuentro.
42 Msa. pág. 241.
CAPITULO III
TORMENTA
1. CIUDADELA SE PRONUNCIA
Jerónimo Pérez de Nueros partió de Ciudadela rumbo a Mahón, el 18 de Octubre de 1.706. La noche le
sorprendió a la altura de Alayor y decidió pernoctar en aquella villa. Ya de madrugada se enteró que las
poblaciones de Mercadal, Ferrerías y Ciudadela se habían pronunciado a favor del Archiduque. Al frente de la
sublevación se puso Juan Miguel Saura quien, al día siguiente, sería proclamado gobernador y capitán general de la
isla en la capital ciudadelana.
Efectivamente, Saura, tomando la iniciativa, reunió a los jurados de la Universidad General y demás personajes
principales de Ciudadela y, apoyado por sus partidarios y gran cantidad de gente a la que previamente había
arengado, presentó a las autoridades una sola opción, la de los hechos consumados. El líder carlista les impuso su
autoridad emanada exclusivamente de la razón que proporciona la fuerza y de la coacción ,contenida en un
monitorio enviado por el virrey de Mallorca.
Los jurados aceptaron la nueva situación pasivamente (excepto el jurado mayor de la payesía -Domingo
Marqués- que era uno de los conjurados), aunque Hernández Sanz habla "de una débil si bien sensata oposición" 43.
Oleo y Quadrado reproduce un documento en el que el jurado Clavario de la Universidad General, eleva un
informe al General Consejo, donde relata cómo los jurados fueron convocados por Saura:
"Preséntase el Sr. Saura (...) manda que se lea un monitorio en el que exorta (...) nos restituyamos bajo el suave
43 Vid. HERNANDEZ Sanz F., Geografía e Historia de Menorca, Mahón, 1.908,
pág. 263.
yugo de su dominio ( el del archiduque) (...) del contrario seremos declarados por traidores y procederá contra
nosotros (...) destruyendo y asolando nuestras poblaciones y haciendo derramar la sangre de los que las
habitan..." (la negrita es nuestra).
Una lectura crítica de este documento puede llevamos a la conclusión de que, a pesar del contenido meramente
expositivo del texto, en él se esconden algunos matices que sacan a la luz la coacción utilizada por Saura, además
prueba, no solo, la inhibición inicial de los jurados ante el pronunciamiento -si hubieran estado implicados no
hubiera hecho falta amenazarIes- sino también su actitud pasiva ante la nueva situación:
"...Concluido esto, aclamamos en voz alta, sin contradicción alguna, por nuestro legÍtimo y natural Señor D.
Carlos III, como habíamos hecho anteriormente"44 (2).
También Jiménez de Mendoza (Msa. pág. 267 v.) nos ilustra a este respecto cuando dice:
", ..haviendoles hecho cargo en su primer revelión como avían faltado al juramento de fidelidad, se
descargaron en dezir que los avían desamparado y que ellos (los jurados) se avían rrendido a la fuerza que los
mismos naturales avían juntado... ".
Es decir, después de sofocada la rebelión, los jurados argumentan que no tuvieron más remedio que aceptar las
exigencias de Saura porque Nueras y sus tropas habían abandonado Ciudadela.
Por último queda claro cómo Saura, después de hacerse con la voluntad de las autoridades locales, tomó de
nuevo la iniciativa y decidió -con el consenso general- lo que había de hacerse.
Entretanto, Nueros había decidido mantenerse aquella noche a la expectativa, en espera de los refuerzos que
Dávila había prometido enviarle desde S. Felipe, porque no conocía la situación en Mahón. Por lo que pudiera
pasar ordenó colocar centinelas en las salidas de Alayor.
44 Vid. OLEO y QUADRADO, opus "cit. pág. 573.
A la mañana siguiente llegaron los refuerzos al mando del coronel Gual, éste anunció a Nueros que Mahón no se
había sublevado todavía porque las autoridades locales permanecían aún indecisas. pero era probable que acabaran
sumándose a la revuelta.
En esta tesitura el gobernador convocó un consejo de oficiales en el cual se decidió que, siendo grande el riesgo
de caer prisioneros de los sublevados, lo mejor sería partir para Mahón y allí decidir la conducta a seguir.
La comitiva llegó a Mahón el mismo día 19, encontrándose la ciudad conmocionada por las noticias que se
habían recibido del interior, pero los jurados seguían sin saber qué partido tomar.
Por lo que pudiera acontecer, Dávila envió otro contingente de tropas a la plaza formado por mallorquines,
italianos y algunos granaderos españoles y franceses.
Entretanto, en Mahón, Nueras se encontraba bastante desazonado, tanto por el estado de su salud, (que había
empeorado como consecuencia de su precipitada salida de Ciudadela) como por la desconfianza que le merecían las
gentes de la ciudad quienes seguían sin definirse intimidados, sobre todo, por las tropas enviadas desde S. Felipe.
Sin embargo los vecinos estaban cada vez más inquietos -se oían ya algunos vivas a Carlos III- de forma que las
tropas, con el gobernador al frente, tuvieron que abandonar precipitadamente Mahón y refugiarse en S. Felipe45.
Inmediatamente que Nueros abandonó la ciudad, Mahón se pasó a los sublevados. Se pusieron a la cabeza de la
sublevación, el jurado mayor, Bartolomé Montañés -propietario rural-, Vicente Carreras -baile de Mahón- y
Francisco Vidal, usufructuario de la posesión realenga de Rafalet.
A continuación Alayor siguió el mismo camino, acaudillando la revuelta Juan Pons Galinde. Se dice que
también apadrinaron esta sublevación "el jurado mayor, muchos eclesiásticos y hombres de cuenta y séquito”.
En ese momento ya sólo quedaban en manos borbónicas S. Felipe y el castillo de Fornells.
Inmediatamente que Saura tuvo noticia de la adhesión de todas las poblaciones de la isla, se encaminó a marchas
45 Tan precipitada fue su huida que hubieron de dejar en la ciudad a un hijo del teniente gobernador Falcó, que se encontraba enfermo y que
permanecería prisionero de los carlistas hasta su derrota. Vid. Nueros a Grimaldo 19/12/ 1.706, A.H.N. Estado Leg. 323. Apéndice
documental, documento núm. 3.
forzadas a Mahón con todas las tropas que pudo reclutar46.
2. LA ACTUACION DE GUILLERMO OLIVES
Días después del levantamiento por causas más o menos idealistas o interesadas, la mayoría de los estamentos de
la isla se habían inclinado por la causa austracista.
Sin embargo hubo un caballero ciudadelano que no hizo causa común con sus coterráneos contra Felipe V, se
trata de un viejo conocido nuestro, Guillermo Olives, el cual, pasó al lado de Nueros a S. Felipe cuando éste se
refugió en el castillo. Allí fue agasajado por Dávila y sus oficiales creyendo que abandonaba su casa y hacienda por
adhesión sincera a la causa Borbón, más tarde se comprobaría el oportunista doble juego de este personaje.
Las autoridades de S. Felipe creyeron poder utilizar a Olives como espía, así pues decidieran enviarle al campo
enemigo con la misión de obtener la máxima información.
Guillermo justificó ante Saura su presencia en S. Felipe, pretextando haber sido hecho prisionero y que;
aprovechando la primera ocasión, había conseguido escapar.
Antes de partir, Olives prometió a Dávila informarle de todo lo que los insurrectos trataran. Así fingió hacerlo al
principio, pero cuando se encontró perfectamente instalado entre sus compatriotas, se convirtió en su más acérrimo
colaborador, suministrando a Saura toda clase de datos sobre la guarnición de S. Felipe. También aconsejó que 'se
armaran embarcaciones con el fin de prevenir una posible. llegada de ayuda exterior a los sitiados.
Además, Guillermo, envió a su hermano Marcos a Barcelona para solicitar la venida de la flota aliada (de paso
solicitó para éste, que era sacerdote, la Pabordía de Ciudadela mediante la destitución del que la detentaba. Al
mismo tiempo y a sus expensas envió a su primo y cuñado Bernardo José Olives47 a Palma de Mallorca para prestar
46 En este sentido pensamos que hay que matizar cuando se habla de "tropas" entre los sublevados, teniendo en cuenta el heterogéneo
contingente que debían formar.
47 Bernardo José Olives era primo de Guillermo Olives por ser hijo de su tío Marcos Olives, además era cuñado suyo porque Guillermo se
había casado con su prima Francisca Olives hermana de Bernardo José, siguiendo la tendencia integradora que tuvo la familia.
juramento a Carlos III en nombre de los sublevados al virrey Zevallá.
Para mantener en secreto estos viajes por lo que en adelante pudiera suceder, se dijo que el primero pasaba a
Roma a resolver asuntos de su estado eclesiástico y que el segundo iba a la isla vecina para, a su vez, ordenarse
sacerdote.
Otra gestión que hizo Olives a favor de sus paisanos, fue entrar en negociaciones con los Vila, rica y numerosa
familia de comerciantes de Mahón que, hasta entonces, había suministrado víveres al castillo de S. Felipe y
consiguió que dejaran de hacerlo48.
48 Precisamente Dávila se quejará a la Corte de esta interrupción de suministros:
"A ssido precisso recogerme todos dentro del castillo y faltando todos los mantenimientos de la isla e mandado se dé ración de rreserva...
".
Vid. Dávila a Grimaldo 28/10/1.706, A.H.N. Estado, Leg. 323. Apéndice do cumental, documento núm. 4.
.
Cuadro comparativo de las fuerzas de Saura en el momento de la sublevación según los distintos autores que
han tratado el tema y las fuentes originales.
Poblaciones
M. Mata (1)
M. Mata (2)
Hernández Sanz
Msa.
Ciudadela
190
150
Mahón
100
100
Alayor
100
100
2.600
Mercadal-Ferrerias
50
50
Voluntarios
1.000
1.000
Mallorquines
e
(3) 200
italianos
Totales
1.800
1.440
1.400
2.800
NOTAS:
(1) Nos referimos aquí a la obra de M. Mata Conquestes i reconquestes de Menorca, Barcelona, Edicions 62, 1.964.
(2) Vid. M. Mata; Menorca... opus cit. esta autora cita aquí una carta de La Jonquière a su corte en la que da estas
cifras de los sitiadores de S. Felipe (pág. 87).
(3) Estos mallorquines e italianos son los desertores de S. Felipe que, vagando por la isla en busca de alguna
embarcación para trasladarse a Mallorca cuando conocieron su caída en manos austracistas, acabaron pasándose a
las fuerzas de Saura. No se cita aquí, pues, a los refuerzos mallorquines del capitán Net que Zevallá envió más
adelante.
3/ INDECISIONES
Cuando Sama llegó a Mahón con sus tropas, toda la guarnición se había refugiado en S. Felipe en vez de
presentar batalla, por lo que decidió someter la fortaleza a formal asedio.
Llegados a este punto cabe hacerse dos preguntas: ¿por qué Saura no atacó S. Felipe y decidió simplemente
asediarlo? y a su vez ¿por qué Dávila prefirió encerrarse en la fortaleza en vez de lanzarse a la batalla contra
irregulares fuerzas de Saura?
Respecto al primer punto Andrés Murillo argumenta lo siguiente:
las
"La indecisión de los menorquines cuando la sublevación de Juan Miguel Saura al no atacar el castillo de S.
Felipe, lo cual seria la causa de su posterior derrota, no tiene más explicación que la falta de ayuda en la hora
conveniente por parte de Mallorca y la imprevisión de los jefes de la revuelta, quienes sin tener presente la falta
de gente con experiencia militar se alzaron contra una guarnición de soldados profesionales a la que no osaron
embestir -no habrían sabido hacer 10- cuando se encerraron en el castillo de S. Felipe"49.
Estamos totalmente de acuerdo con la argumentación de Murillo. Por otra parte y en relación con lo segundo,
resulta desde todo punto injustificable, al menos en principio, la actitud de Dávila teniendo en cuenta que contaba
con fuerzas, si no superiores en número, sí en calidad. Para esta afirmación partimos de la base de que los datos
obtenidos en la documentación consultada, arrojan una cifra de 1.214 felipistas contra 2.600 austracistas.
Murillo, por su parte, critica la decisión de Dávila de esta manera: "En principio el gobernador se portó de
manera extraña, a pesar de las fuerzas superiores no pasó a la ofensiva, sino que permaneció recluido en el
castillo de S. Felipe". (AM. pág. 119).
Probablemente este autor ha utilizado las fuentes autóctonas que consideran superiores -numéricamente- a las
fuerzas de Saura. En este sentido discrepamos.
Sin embargo si al principio hemos criticado la actitud del gobernador, debemos tener en cuenta algunas
cuestiones en apoyo de la actitud de Dávila, quien no confiaba excesivamente en la calidad de su guarnición, como
él mismo nos confiesa:
"...que antes de aora prebía lo dañoso que era a S.M. mantener aquí esta gente (se refiere a los mallorquines) y
en mis antecedentes havía prebenido a V. S. (se refiere a Grimaldo) la desconfianza con que me hallava de ellos
para que se remediase con tiempo el daño que hoy se experimenta, los demás que han quedado (asea los que no
49 Vid. MURILLO A. El puerto de Mahón y las evoluciones menorquinas en: Revista de Menorca, Mahón, 11 semestre de 1.970 pp. 141-2
habían desertado) tengo orden que no salgan del castillo porque soy cierto se pasarían luego a los reveldes...".50
Si a esto añadimos la indisciplina reinante entre las tropas francesas por los motivos anteriormente citados y la
nula experiencia guerrera de los soldados de la dotación, obtendremos una visión más amplia del por qué Dávila
tomó la decisión de recluirse en S. Felipe.
Por otra parte queda por decir que a pesar de todas estas dificultades, Dávila hubiera atacado si a las dudas que
le asaltaban sobre la calidad de su guarnición, no se hubiera sumado la opinión desfavorable de sus oficiales como
él mismo nos relata:
"Quise declararles la guerra, que no se rresolvió por algunos botos que ubo en contrario, de no conbenir asta
que llegaran tropas. No teniendo los reveldes ningunas como no tenían hallava ser fácil haver quemado a
Mahón..."51.
Pensamos que estos votos contrarios al ataque debían provenir de La Jonquiére y sus oficiales aunque en el
informe que Dávila envía a Ponchartrain (M.M. pág. 88) no se menciona.
4/ EL ASEDIO DE SAN FELIPE Y LA CONQUISTA DEL FUERTE DE FORNELLS POR LOS
CARLISTAS
El 26 de Octubre, teniendo ya copadas las salidas de S. Felipe, Saura envió al castillo a tres síndicos de Mahón
(uno de ellos hacía las veces de notario y los otros dos de testigos) a entrevistarse con Nueros. Dávila se adelantó a
recibidos, bien por la enfermedad del gobernador general, bien porque hacía ya tiempo que había tomado la
iniciativa.
Aquí nuevamente se plantea la cuestión de las competencias. La prevalencia de Dávila sobre Nueros se nota
cada vez más, incluso en el hecho de que el gobernador político dejará casi instantáneamente de enviar informes a
50 Vid. Dávila a Grimaldo, 14/11/1.706, A.H.N. Estado Leg. 323. (9) Ibid.28/10/1.706.
51 Ibíd.. 28/10/1.706
Madrid. Desde entonces se inhibirá y es Dávila quien los envía, numerosos y precisos. Todos ellos reflejan un
carácter enérgico.
Todo ello debió hacer comprender a las autoridades de Madrid que el mando real lo tenía Dávila. Así pues, en
estas circunstancias excepcionales, como consecuencia de ellas y sólo de ellas, decidieron nombrar a Dávila
gobernador único, ascendiéndole a brigadier y reuniendo en su persona todos los poderes políticos y militares.
Retomado el hilo de la narración, encontramos a los síndicos exponiendo al gobernador sus exigencias, divididas
en tres apartados, dos referentes a la situación inmediata y un tercero con un sentido global.
1.° / Rendición incondicional de S. Felipe en el plazo de tres días. 2.° / Que los españoles deberían considerarse
como prisioneros de Estado y los franceses de guerra.
3.° / Se reiteraban exigiendo sus privilegios y la confirmación de los mismos.
El castillo de San Felipe desde la bocana norte del puerto de Mahón (Composición de Aguayo que obra en el
Museo Militar de San Felipe)
Los legados apercibieron al castellano de S. Felipe de que en caso de no acceder a sus pretensiones "conocerán
los rigores de la guerra", sin embargo la actitud de los oficiales de la guarnición ante estas peticiones hace pensar
que, la firmeza y contundencia del escrito presentado por los síndicos no estaba en relación directa con su actitud
personal, según se desprende del testimonio de Blas Jiménez de Mendoza:
"...Luego que acavaron (la exposición de sus pretensiones) se quedaron como corridos, porque los oficiales se
pusieron a reír de ver la confianza con que venían"52.
La reacción de Dávila no se hizo esperar y fue fulminante, mandó encerrar a los legados en una de las minas del
castillo y a la mañana siguiente les expuso a la vergüenza pública en la plaza de armas. Ante la tropa formada,
fueron obligados a arrodillarse y pedir perdón por su osadía mientras, en su presencia, se quemaban los papeles
("papelones" dice Dávila) que habían traído y la guarnición daba tres vivas a Felipe V.
Efectuada esta ceremonia, Dávila hubiera pasado a ahorcados pero se contuvo -como él mismo nos cuenta- por
temor a las represalias que los rebeldes pudieran tomar con el hijo de Falcó y otros oficiales que se encontraban en
su poder53. Seguidamente el gobernador ordenó disparar tres cañonazos en dirección a Mahón en señal de guerra
declarada y envió un destacamento a saquear y quemar unas casas que se encontraban cerca de S. Felipe, donde se
capturó algún ganado. Esto permitió paliar las deficiencias alimentarias de la guarnición ya que, desde que
comenzó el asedio, solo comían bizcocho y legumbres secas como consecuencia de la interrupción de suministros
antes citada.
Entretanto y el mismo día 27, llegó la noticia de la caída en manos de los rebeldes del castillo de Fornells,
Dávila lo comunicó a la Corte:
':..Acabo de tener noticia que el castillo de Fornells se perdió con poco crédito del que lo governava, el qual se
52 Vid. Msa. pág. 247v.
53 Dávila a Grimaldo 14/11/1.706. Apéndice documental, documento núm. 5. (l2)Ibid. 25/10/1.706.
ha quedado entre los reveldes para pasar a Barcelona"54 (12).
Por su parte, Saura, había desplegado sus fuerzas en torno a S. Felipe, formando un amplio arco desde el cerro
del Turco a Cala Figuera pasando por Biniatap, Toraxa y Binisaida.
El 31 de Octubre, los carlistas intentaron estrechar el cerco del castillo tomando el arrabal. Para ello lanzaron un
ataque contra la torre del Rey, que estaba defendida por ocho soldados al mando del alférez Alberto Rebons. Los
atacantes consiguieron prender fuego a la puerta de la torre pero los defensores consiguieron mantenerse, dando
tiempo a que se les auxiliase desde el castillo.
Efectivamente, Dávila mandó en su auxilio a dos compañías de granaderos españoles al mando de los capitanes
Jiménez de Mendoza y Nueros (éste era hijo del gobernador Nueros) y dos de fusileros, una española y otra italiana
mandadas, respectivamente, por las capitanes Palomino y Malvasía, que hicieron retroceder a los rebeldes. En la
escaramuza quedaron heridos los capitanes Jiménez de Mendoza, Malvasía y algunos soldados.
Después de esta acción, Dávila comprendió la necesidad de reforzar aquel puesto clave para la defensa del
Arrabal por ello envió al día siguiente al capitán de caballería e ingeniero Stevins55, con una compañía de zapadores
para construir un parapeto de protección. Los trabajos duraron desde las 7 de la mañana hasta la 1 de la tarde.
Terminada la fortificación se colocaron en ella 3 cañones pedreros con abundante munición y una dotación de 20
hombres al mando de un oficial.
Al atardecer del mismo día y teniendo noticias de que en un paraje llamado "las cuevas" había 200 cabezas de
ganado, se armaron dos barcas que consiguieron apresarlas e introducirlas en el castillo.
En el mes de Noviembre llegó a S. Felipe la corbeta francesa Abel Isaac al mando de Mr. de Gaponay, que
participó en una incursión contra la ciudad de Mahón56 y una flotilla de 5 navíos que, procedentes de Cerdeña,
54 Ibíd.. 25/10/1.706
55 Agustín Stevins era un flamenco al servicio del rey de España, en este momento era capitán de caballería y posteriormente fue ascendido
a coronel. Tuvo una actuación muy destacada en todos los acontecimientos subsiguientes.
56 Vid. Micaela Mata opus cit. pág. 93-95.
traían 900 quarteras de trigo enviadas por el virrey, marqués de Valero, en socorro de la guarnición sitiada.57
Sin embargo la. guarnición estaba inquieta, el viejo tema de las pagas volvió a plantearse, por lo que Dávila -muy a
pesar suyo- tuvo que pedir 200 doblones al intendente francés con el fin de acallar las protestas58.
Llegó Diciembre, al fin se recibió la notificación de la Corte con el nombramiento de Dávila como gobernador
único, en esta carta llegó también la confirmación de Falcó en su puesto de teniente gobernador y el ascenso de
Nueros a Mariscal de campo, destinándolo a mandar un ejército en la Península.
Entretanto la situación permanecía estancada, el 12, Dávila escribió a la Corte comunicando las novedades:
"S. Felipe sigue sitiado por los reveldes malcontentos les han llegado 150 hombres en v iodos desde Mallorca
por el conde de Zevallá...”.59.
Y más o menos así continuaron las cosas hasta el final de año de1.706. Los dos contendientes no se atrevían a
dar el paso decisivo; ambos esperaban socorros del exterior, uno y otro sabían que el primero que los recibiera sería
el vencedor. Efectivamente, Zevallá, desde Mallorca, había escrito a Valencia solicitando ayuda para las tropas de.
Saura, sin embargo esta carta no llegó a manos de las autoridades carlistas hasta el 16 de Enero de 1.70760 para
entonces los refuerzos borbónicos llegados de Francia ya habían dado buena cuenta de los rebeldes. El 1 de Enero
de 1.707 una flotilla francesa al mando del conde de Villars, enfiló la bocana del puerto de Mahón y se aprestó a
terminar con aquella situación de impasse.
57 Los envios de Valero fueron providenciales y se sucedieron durante los años 1.706, 7 y 8.
58 Vemos aquí, como a pesar de actuar conjuntamente los dos ejércitos, la administración francesa era independiente. Una vez más
podemos constatar que los franceses se encontraban siempre abastecidos y cuidados por su Corte, cosa que no ocurría con los españoles.
59 Dávila a Grimaldo 12/12/1. 706. Los 150 mallorquines llegaron comandados por Francisco Net y Juan Fuster.
60 Vid. Cartas de Zevallá presentadas en el consejo de guerra en Valencia del 17 de Enero de 1.707, A.H.N. Estado, libro 985, pp. 67, 67-v
y 68.
CAPITULO IV
LA DERROTA
1/ LOS SUCESOS DE LOS DÍAS 1,2,3 Y 4 DE ENERO DE 1.707
La escuadra del conde de Villars fondeó a la derecha de la isleta del Rey a las 11 de la mañana del día 1 de enero
de 1.707. Inmediatamente fue aprestada la fuerza de choque, formada por el batallón Foudroyant al mando del
caballero La Rochelard, que venía en socorro de los sitiados de S. Felipe.
Desde la fortaleza salió un destacamento francés, al mando de Mr. Goyón, que subió a bordo del buque insignia
Neptune a dar la bienvenida a sus compatriotas. Casi de inmediato se iniciaron una serie de operaciones de limpieza
en la costa norte del puerto de Mahón que duraron dos días 61.
Al día siguiente, dos de enero, se resolvió en consejo de guerra que desembarcara el batallón Foudroyant en las
calas Pedrera y Fons, donde permanecería hasta que se decidiera efectuar el ataque principal contra los rebeldes.
El día 3, a instancias de Villars, Dávila envió un ultimátum a los carlistas para que se rindieran como él mismo
nos relata:
..Escriví diferentes cartas a los comunes de esta isla amonestándoles se rindieran a la obediencia de S.M. que se
les perdonaría, y quando no experimentaban los rigores de la guerra. Las quales no llegaron a sus manos, por
aver dado en las del revelde Juan Miguel Saura que las ocultó".62
Una vez más podemos comprobar cómo Saura, para tomar sus decisiones, prescindía por completo de los
jurados. Esto refuerza n nuevamente nuestra opinión de que la rebelión se hizo al margen de las autoridades
61 Estas operaciones en S. Antonio y Binisarmeña vienen perfectamente descritas en la obra de Micaela Mata (pp. 111-116).
62 Dávila a Grimaldo 23/1/1.707 A.H.N. Estado Leg. 323.
ciudadelanas. El propio Saura nos lo confirma cuando, en su memorial posterior, no menciona para nada esta
ocultación63 .
El 4 de Enero, se celebró un consejo de guerra en el castillo de S. Felipe para decidir qué operaciones se
llevarían a cabo, con el fin de sofocar la rebelión. Al mismo asistieron Villars, Dávila y sus estados mayores.
La primera cuestión que se suscitó fue la adjudicación del mando supremo de las operaciones, asunto espinoso,
toda vez que el que lo detentara se llevaría todos los laureles de la victoria, que se daba por segura.
Como dice Micaela Mata (pág. 118), en las instrucciones que había dado Luis XIV a sus oficiales se recalcaba
que en todas las acciones que se emprendieran debían prevalecer las órdenes de los mandos españoles sobre los
franceses en caso de ser los oficiales de igual graduación, pero como Villars era mariscal de campo -rango superior
al de brigadier que detentaba Dávila- exigió el mando absoluto, a lo que el gobernador se opuso.
La presión de Villars venía refrendada, tanto en función al número de sus tropas -mayoritario con respecto a las
españolas- como por una cuestión de orden cualitativo: el papel de salvador de la situación que, obviamente, se
atribuía.
Al final Villars cedió, el mando estratégico general de la operación recaería en Dávila, pero con una condición:
este debería quedarse en S. Felipe. Jiménez de Mendoza nos lo cuenta:
"...que aviendose dado por D. Diego Dávila las ordenes generales por aver su Mg. conferidole el empleo de
gobernador superior de la isla... n. y en otra parte dice:"Sena inexplicable dezir las órdenes y providenzias que
D. Diego Dávila daba i inviaba desde la plaza (donde por el consejo se avia rresuelto quedase respecto de
tenerla jurada)"64.
Después de nombrado Dávila como comandante general de las operaciones, quedó establecido también que
Villars, por su parte, observaría todo el desarrollo de las operaciones desde el puente del Neptune. Ya solo quedaba
pues una cuestión a resolver: ¿quién detentaría el mando táctico de las tropas en el campo de batalla?
63 Oleo, opus cit. t. 1 pág. 588.
64 Msa. pág. 251v.
Villars como contrapartida a su cesión anterior, exigió que aquel fuera concedido a La Jonquière pero el coronel
Gual, jefe de los mallorquines, protestó alegando poseer más graduación. Al final y tras largas discusiones, la
cuestión se zanjó adjudicándose el mando táctico al propio Villars como oficial de mayor graduación (pensamos
que esto era lo que se había propuesto desde el principio al perder la primera baza). El conde desembarcaría en
Calafons después de que el ejército hubiera avanzado hasta aquella ensenada. Entretanto y provisionalmente, La
Jonquière mandaría las tropas65 (5).
En el fondo, Villars pretendía -creemos- acaparar el protagonismo de la acción y llevarse así toda la gloria.
Como veremos, las cosas no le fueron tan bien como pensaba. Lo que en principio parecía que iba a ser un paseo
militar estuvo a punto de convertirse en un rotundo fracaso: En ese momento Villars tuvo que devolver la iniciativa
a Dávila, intentando así descargar su responsabilidad.
2/ EL ATAQUE GENERAL 66
A las 8 de la mañana del día 5 de Enero, el ejército aliado se puso en marcha hacia las líneas enemigas en orden
de batalla (vid. gráfico en la pág. siguiente). Lo componían 1.200 hombres más 100 marineros que custodiaban la
artillería a retaguardia.
65 En el Msa. pág. 249v. Jiménez de Mendoza cuenta que el mando lo tomó Gual, creemos que D. BIas aquí ha sufrido un lapsus.
66 El desarrollo de las operaciones efectuadas el 5 de Enero, ha sido descrito minuciosamente por Micaela Mata en su libro. Esta autora ha
consultado todas las fuentes al respecto, tanto francesas como españolas, pero dado que su trabajo está abocado fundamentalmente a explicar
la actuación de los franceses (de ahí el título de esta parte del libro), hace predominar en el relato las descripciones que estos hicieron de la
batalla.
Desde estas páginas vamos a intentar dar la perspectiva española, en función de que, a nuestro entender, la información que nos ofrecen
Dávila y Jiménez de Mendoza en sus escritos, permite racionalizar mejor el suceso, descubriendo las claves de la estrategia utilizada,
mientras que las fuentes francesas tienen un matiz más descriptivo.
Las tropas franco-españolas avanzaban en un frente que abarcaba desde la torre del Rey a cala Pedrera. El flanco
izquierdo había sido reforzado, ya que se pensaba encontrar mayor resistencia por aquel lado (como así ocurrió). Al
frente iba la Jonquière como estaba previsto hasta el desembarco del de Villars.
A las 10 de la mañana, el ejército llegó a la vista de las posiciones rebeldes, éstos parecían muy numerosos67.
Saura había agrupado sus fuerzas formando un amplio arco desde Biniatap a cala Corp (no cala Figuera como
insinúa Mata).
El ejército en línea llegó a la altura de Calafons, donde el flanco derecho se colocó perpendicularmente al resto
de las tropas para proteger y facilitar el desembarco de Villars, que lo efectuó acompañado de 200 guardiamarinas al mando de La Valette- que pasaron a reforzar, más aún si cabe, el flanco izquierdo aliado de la compañía de
granaderos de Montlezun.
A continuación el ejército avanzó adelantando el flanco izquierdo en dirección a Biniatap formando, poco a
poco, una línea oblicua cuyo extremo derecho quedaba en Calafons.
La estrategia consistía en romper el frente de los carlistas en Biniatap y luego, realizando una maniobra
envolvente por su retaguardia, cogerlos entre dos fuegos.
El flanco izquierdo se fue acercando a Biniatap. Villars, al frente del cuerpo de batalla, había quedado ya algo
atrasado, a su lado iba el ingeniero Stevins que servía de intérprete entre el conde francés y los oficiales españoles
por dominar perfectamente los dos idiomas.
Por su parte el flanco derecho, que había avanzado de Calafons a Calacorp, quedó clavado allí por el intenso
fuego que se le hacía desde las alturas que dominan esta ensenada por la parte oeste. En este punto los rebeldes se
habían parapetado tras los muros de la
67 Dávila en el diario de operaciones- dice que los rebeldes pasaban de 4.000 y Jiménez de Mendoza en el Msa. habla de más de
5.000.Micaela Mata cita estas fuentes, que según ella coinciden con las de Villars. Estamos de acuerdo con esta autora en que parecen
excesivas por las mismas razones que ella aduce, además creemos que los tres tratan de potenciar el mérito de los 1.200 soldados victoriosos
ante fuerzas muy superiores.
casa de Juan Fábregas al comienzo de la llanura, que forma una pequeña meseta plana entre las calas Corp y
Figuera 68.
Jiménez de Mendoza, que mandaba este flanco, decidió permanecer a la defensiva en espera de que fuera roto el
frente y la maniobra envolvente proyectada cogiera a los rebeldes de Calacorp entre dos fuegos.
Entretanto el flanco izquierdo había alcanzado Biniatap apoyado por el fuego de la artillería de Caravallo y,
consiguiendo tomar la posición, puso en fuga a los carlistas. En esta refriega cayeron heridos el coronel Gual, los
capitanes Gabrieli, Hardy y Montlezun, esto permitió a los rebeldes contraatacar con éxito y recuperar la posición.
También contribuyó a ello el hecho de que el cuerpo de batalla de Villars no pudiera acudir en ayuda del flanco
izquierdo, por encontrarse encajonado entre los pequeños barrancos y quebradas del accidentado terreno.
Las tropas de Saura consiguieron, no sólo recuperar Biniatap, sino que, destrozando los cuadros del flanco
izquierdo aliado, pudieron avanzar hasta la retaguardia del ejército borbónico, apoderándose de la artillería después
de poner en fuga a Caravallo y sus marinos. Sin embargo de nada les sirvió hacerse dueños de los cañones porque
no consiguieron encontrar las municiones.
A continuación las tropas carlistas, en una maniobra envolvente, cargaron contra el cuerpo de batalla por detrás,
consiguiendo aislarlo del flanco derecho, hasta que pudo ser auxiliado por dos compañías de granaderos de dicho
flanco, que lograron hacer retroceder de nuevo a los carlistas hasta Biniatap.
El capitán Stevins, desafiando el fuego enemigo, corría de un lado para otro distribuyendo las órdenes de Villars.
Su valiente actuación fue decisiva.
Entretanto a los carlistas les llegaban continuos refuerzos desde Mahón. La situación de las tropas aliadas era
cada vez más insostenible. Los rebeldes seguían resistiendo, consolidadas sus posiciones primitivas. El padre
Vergés (el agente del archiduque en Menorca), acompañado de algunos sacerdotes, arengaba a las tropas de Saura
sosteniendo un crucifijo en alto. Su actitud elevaba la moral de los menorquines infundiéndo1es un valor suicida.
También se distinguieron por sus arengas Gabino Martorell, Bernardo Squella y nuestro viejo amigo Guillermo
Olives, que ahora jugaba decididamente la baza carlista69 .
68 El Msa. llama a esta llanura "la tierra Bermeja".
69 Esta información procedente del Msa. prueba como la batalla no fue un paseo militar como parece querer demostrar Dávila en su
En este momento la situación se encontraba como al principio de la batalla, la estrategia había fallado ante el
arrojo de que habían hecho gala los menorquines. Entonces Villars dudó, hasta aquel momento el conde había
protagonizado toda la iniciativa de las operaciones, desde su lugar privilegiado en el campo de batalla, pero cuando
las cosas se pusieron feas comenzó a flaquear, sólo en aquel momento recordó que el mando general lo tenía
Dávila. Temeroso de fracasar, envió al castillo a Stevins para solicitar el consejo del gobernador, intentando así
salvar su responsabilidad en caso de derrota.
Villars argumentaba que, siendo imposible por el momento desalojar a los enemigos de sus posiciones, podría
posponer se el ataque definitivo hasta el día siguiente, dando tiempo a que el viento mudara, lo que permitiría a los
navíos dirigirse a Mahón y bombardea_ la ciudad.
Enterado Dávila de la situación reaccionó con su acostumbrada energía (de la que parecía carecer en aquel
momento Villars) conminando al conde a que atacara de nuevo inmediatamente. Según el gobernador, había que
jugárselo todo a una carta ya que, si se retrasaba el ataque, los rebeldes tendrían tiempo de reagruparse y
aumentaría su . moral, además, soplando el Norte como soplaba, era factible que no tardarían en llegarles refuerzos
desde Barcelona70 .
Villars siguió los consejos de Dávila, a pesar de la oposición de La Jonquière y Falcó y se lanzó de nuevo al
ataque. Previamente, y acompañado de sus ayudantes, recorrió toda la línea arengando a las tropas y repartiendo
nuevas instrucciones.
Esta nueva tentativa se vio coronada por el éxito. El flanco izquierdo, reforzado de nuevo, atacó con brío la
posición de Biniatap, donde fueron desalojados definitivamente los rebeldes. Gracias a ello se desahogó el cuerpo
de batalla que pudo salir de las quebradas y avanzar logrando conectar con el flanco derecho, el cual, consolidado
informe. A pesar de la perfecta disciplina de las tropas borbónicas, no se puede dejar de tener en cuenta el "pathos" reinante entre los
menorquines defendiendo una causa que creían justa, al margen de excepciones interesadas, aderezado además por un profundo fervor
religioso, que alentado por los sacerdotes que intervinieron en la contienda, la convertía en una auténtica cruzada.
70 Dávila no se equivocaba, recordemos la carta de Zevallá pidiendo auxilios para los menorquines, que sin embargo llegó demasiado
tarde.
por la retaguardia de Simonet, consiguió a su vez desalojar a los carlistas de la casa de Juan Fábregas y se desplegó
por la "tierra bermeja" en dirección a Cala Figuera.
Desde las alturas de esta cala, los rebeldes se habían hecho fuertes gracias a tres cañones que habían emplazado
en aquel lugar y que hacían estragos entre las tropas aliadas, pero éstas consiguieron al fin tomar la posición
atacando de través.
Liberados los dos flancos (Biniatap y Figuera) el ejército aliado avanzó en toda la línea en persecución de los
carlistas que se refugiaron en Mahón.
Cerradas las puertas de la villa, los carlistas ofrecieron una gran resistencia, amenazando con causar más bajas al
ejército aliado que en toda la batalla. Villars dudó de nuevo y volvió a pedir consejo a Dávila. El gobernador envió
frente a Mahón una lancha cañonera con orden de batir la ciudad si no se rendían. Esto intimidó a los rebeldes que
se entregaron a las 9 de la noche. Por entonces ya Saura había huido con sus parciales camino de Ciudadela.
Al fin los carlistas habían sido derrotados, creemos que las dos intervenciones que tuvo Dávila en momentos
decisivos,- jugaron un papel fundamental y que Villars no estuvo a la altura de las circunstancias.
3/ LA ENTRADA DE LAS TROPAS BORBONICAS EN MAHON Y LA POSTERIOR PACIFICACION
DE TODA LA ISLA71
A las 10 de la mañana del día siguiente, 6 de Enero, las tropas aliadas entraron en Mahón. Pacificada la villa, se
cantó un Te Deum en la iglesia de Sta. María en acción de gracias por la victoria. Inmediatamente después
comenzó la búsqueda de presuntos rebeldes y se apresó a dos de ellos: el sacerdote Juan Costabella y el médico
Bartolomé Suau.
Al día siguiente, 7 de Enero, llegaron los jurados de Alayor a jurar obediencia a Felipe V, a continuación, ya
71 El relato de estos hechos no difiere sustancialmente del que de los mismos efectúa Micaela Mata en su libro (pp. 126-34), aunque hemos
matizado algunas cuestiones e interpretado otras. El hecho de incluirlos aquí estriba en permitir una ilación narrativa que en caso de
omitirlos quedaría cortada e incompleta.
anochecido, lo hicieron los de Mercadal y Ferrerías. Este mismo día se tuvo noticia por un fraile agustino que los
carlistas habían abandonado el castillo de Fornells. La Jonquière (que se había hecho nuevamente cargo del mando
por haberse retirado Villars a su nave) envió al sargento mayor Francisco Falcó con las compañías de Palomino y
Pelegrí a ocupar la fortaleza, lo que se ejecutó a las dos de la madrugada del 8.
A las 9 de la mañana del 8, partió La Jonquière con todo el ejército hacia el interior de la isla. A las 4 de la tarde
de dicho día llegó a Alayor, donde salieron a recibirle los jurados y el clero de la villa. Inmediatamente después de
obtener la sumisión, el coronel francés estableció su campamento en las inmediaciones de esta localidad, en espera
de los acontecimientos.
Entretanto habían llegado al castillo de S. Felipe el fraile y el médico apresados en Mahón, a quienes Dávila
sometió inmediatamente a consejo de guerra, y comunicándoles la sentencia de muerte fueron arcabuceados y luego
colgados de una horca.
El día 9 llegó a Alayor el prior del convento del Toro (a quien previamente había mandado buscar La Jonquière)
con toda su comunidad y reunidos junto a las autoridades locales, el coronel francés "les hizo una discreta y larga
oración (...) advirtiéndoles el herror (sic) que havian padezido en admitir al archiduque por dueño y que si no
fuese por la gran piedad y misericordia que tiene de sus vasallos el rey Ntr. Sr. quedarían todos destruidos, que
o(dos de ellas se postraron en tierra y pidieron perdón con grandes muestras de arrepentimiento el qual se les
concedió" 72.
Entretanto Dávila desde S. Felipe no permanecía ocioso; después de ajusticiar a los prisioneros como antes se ha
descrito, hizo rapar y condenar a galeras a todos los desertores de su ejército que había podido capturar73.
El ejército de La Jonquière permaneció aún en Alayor los días 10 y 11 por haberse recibido una carta de los
jurados de Ciudadela, contestando a una que les había enviado el coronel francés por medio del baile de Mahón y el
prior del Toro, conminándoles a que se rindieran. En ella comunicaban que se encontraban deliberando. Esto sirvió
para que Villars, que ya se encontraba preparado para partir desde Mahón con 300 hombres, se detuviera en espera
de los resultados de la negociación.
72 Dávila informe citado en la nota 2.
73 Ibíd.
El día 12,La Jonquière, ante el silencio de los jurados, decidió no esperar más y partió camino de Ferrerías,
donde llegó a las 4 de la tarde sin encontrar resistencia. Allí se detuvo de nuevo.
A las 2 de la madrugada del 13, llegaron al campamento de Ferrerías dos caballeros y dos ciudadanos de
Ciudadela. Eran Lorenzo Carreras (Jurado y Cavaller), Rafael Febrer. Lorenzo Arguimbau y, ¡cómo no!, el
inevitable Guillermo Olives. Estos emisarios traían consigo una carta de los jurados en la que además se adjuntaban
las capitulaciones de la ciudad.
Entretanto Saura y sus principales colaboradores habían huido a Palma, dejando como gobernador sustituto al
jefe de los mallorquines Francisco Net.
Las capitulaciones eran muy parecidas a las que había concedido el almirante Leake cuando tomó la isla de
Mallorca, añadiéndole algunos artículos más específicos de la situación. Esto nos hace suponer que Micaela Mata
no anda desencaminada cuando dice que Net jugó un papel importante en su composición (M.M. 129), ya que debía
conocer las mallorquinas 74.
Desmenuzando el contenido de las condiciones que solicitaban los menorquines para su rendición,
vislumbramos dos clases de peticiones, unas inmediatas, que tratan de evitar la represión de los vencedores y otras
mediatas que revelan -y confirman- la actitud de las clases dominantes de Ciudadela ante la rebelión y sus
planteamientos reivindicativos.
Antes de entrar en detalle sobre el articulado, nos parece interesante destacar el carácter agresivo y exigente de
las peticiones procediendo de los vencidos, lo que no fue óbice, en principio, para que se les aceptaran.
En las .peticiones más inmediatas, se solicita un perdón general (art. 2), que las tropas mallorquinas de Net
puedan pasar a Mallorca junto a desertores borbónicos y prisioneros carlistas que serían liberados previamente
(arts. 1 y 12), posibilidad de emigración de los menorquines que quisieran hacerlo con defensa de sus intereses y
libres de toda confiscación (arts. 7 y 11), no confiscación de bienes comunales (art. 10).
En relación con sus reivindicaciones seculares, se habla de mantenimiento de sus privilegios (art. 3). También
destaca un elemento que ya era -y seguirá siendo mucho tiempo- el caballo de batalla de los menorquines frente a la
administración foránea, nos referimos a la cuestión de las quintas (art. 6). Como colofón de estas peticiones, se
74 Actas de capitulación reproducidas en apéndice documental documento núm. 6. Vid. también en Micaela Mata, pág. 129.
solicitaba también el mantenimiento en sus cargos a las personas que lo detentaban antes del 19 de Octubre (art. 8).
Sin embargo y al margen de estas consideraciones, las capitulaciones revelan una vez más cómo las autoridades
legítimas de la isla no tuvieron que ver con la rebelión (si exceptuamos a Domingo Marqués). Cuando califican de
"error" el levantamiento de Saura, tratan de justificar verdaderamente el haberse visto obligados a aceptar las
exigencias del caudillo austracista.
Pero sí nos parece abyecta la actitud de Francisco Net, cuyo nombre encabeza la firma de las capitulaciones,
aceptando en ellas que se hable de error, como también la de los acreedores de Saura que intentan aprovecharse de
la coyuntura.
El peso principal de las negociaciones de paz de Ferrerías lo llevó el propio Guillermo Olives, auténtico
protagonista de la mediación y hombre puente entre los dos bandos, con la ambivalencia que caracterizó a todas sus
actuaciones:
"...Guillermo Olives haciendo de necesidad virtud, dispuso que se pidieran capitulaciones (...) ponderando lo
que se herraría (sic) en no considerarlas porque es tapan con ánimo de defenderse... "75 .
En efecto, Ciudadela era una plaza fuerte con ocho baluartes y más de sesenta cañones que hubiera, permitido
una muy dura defensa ya que sus habitantes contaban con abundantes víveres y municiones76.
Cuando Dávila recibió las proposiciones de los jurados, las sometió a consejo de sus oficiales77, "que dezian no
se devia atender ni ozeptar a quien con su Rey quisiere capitular con la desvergüenza que proponía el Olives. "78 .
Sin embargo el gobernador accedió a las susodichas capitulaciones, sin enmendar un ápice de ellas, porque tomó
en consideración las dificultades del asedio de Ciudadela antes citadas, lo que, por otra parte, retrasaría la total
75 Msa. Pág. 255.
76 Así describe Dávila a Ciudadela en su informe.
77 En contradicción con lo que dice M. Mala pág. 128, la decisión final de aceptar ono las capitulaciones corrió a cargo del gobernador.
78 Msa. pág. 255v.
pacificación de la isla, dando tiempo a los rebeldes a que pudieran recibir refuerzos del exterior. Pero el gobernador
se reservaba una baza:
".. .se les admitió por entonces (las capitulaciones) pues siempre le queda a S. Md. el camino abierto para
castigarlos..."79 .
Entretanto se recibió en S. Felipe una carta del prior del convento del Socós de Ciudadela en prueba de
sumisión. Al margen del carácter adulador de la misiva, en ella queda patente la división existente entre el elemento
eclesiástico de la isla 80.
Al fin las capitulaciones se firmaron el mismo día 12 en el campamento de Ferrerías. Al día siguiente La
Jonquière partió para Ciudadela con todo el ejército. A medio camino se encontró con los jurados que, después de
cumplimentarle, pasaron de nuevo a la villa a "mantener quieto al pueblo".
Llegando el ejército a la vista de la capital, La Jonquière mandó hacer alto, en ese momento llegaron unos
legados de los jurados pidiendo que no entrasen todos en la villa, sino 200 españoles, por temor a que los franceses
no mantuvieran lo capitulado.
La Jonquière prometió que se les respetaría lo acordado y, condescendiente, accedió también a que no entrara
todo el ejército. Parte de las tropas permanecerían acantonadas en las inmediaciones, si bien él entraría acompañado
de 100 franceses como escolta.
Los 300 hombres entraron en Ciudadela ya anochecido, este contingente estaba formado por las compañías de
Palomino, Zafra, Jiménez de Mendoza, Hueros, Morell y Carreras; los franceses eran granaderos de La Jonquière y
La Rochelard. Acompañaban a La Jonquiere, Stevins, Falcó, Ramón Puig y el coronel Gual.
Sobre la marcha se repartieron órdenes para que se respetara a toda persona y hacienda y que, a su vez, no se
insultase ni se llamara a nadie rebelde.
Las tropas llegaron a la plaza del Borne, la ciudad parecía abandonada, por las estrechas calles no circulaba
79 Dávila informe cit
80 Vid. apéndice documental doc. núm. 7.
persona alguna, el silencio era profundo y denso, sólo roto por el sonido de los tambores que marcaban el paso del
ejército aliado en perfecta formación, la luna contemplaba desde el cielo la escena... 81.
Frente a la casa de la General Universidad se encontraban, esperando los acontecimientos, las autoridades
presididas por Francisco Net, quien entregó las llaves de la ciudad a La Jonquière. A continuación las tropas fueron
acuarteladas en los lugares que se les asignó y tomaron los puestos clave de la muralla donde se revisó la artillería.
El resto del ejército que permanecía fuera, se le alojó en unas casas de campo, los jurados se encargaron de
suministrar víveres a los vencedores.
Al día siguiente, 14 de Enero, La Jonquiere reunió de nuevo a las autoridades ciudadelanas y después de
haberles echado una larga filípica, hizo que le acompañaran a la iglesia mayor (actual catedral) donde se cantó un
Te Deum.
Amanecido el día 15, salió del puerto de Ciudadela una embarcación rumbo a Palma de Mallorca, en su interior
iban Net y sus hombres como se había acordado en las capitulaciones.
Ese mismo día, Dávila había recibido una carta de los jurados, llena de frases aduladoras, en la que éstos
felicitaban al gobernador por su ascenso y nombramiento de autoridad única y suprema de la isla y por "la feliz
reducción de la isla a la obediencia que ha prestado a su lexitimo Rey y Señor Felipe V". Los jurados hablan de
engaños por parte de Saura; creemos nuevamente que esta afirmación no es una falacia, otra vez aparece aquí el
papel que jugaron los magistrados locales ante la imposición del cabecilla carlista82.
Pero si los jurados se limitaban, una vez más, a aceptar los hechos consumados, la actitud de Guillermo Olives sí
nos parece de nuevo equívoca. Inmediatamente después de estos acontecimientos se instaló de nuevo al lado del
vencedor. Aseguró haber sido retenido a la fuerza por los rebeldes (cuando ya sabemos el importante papel. que
jugó en la defensa de Biniatap entre otras cosas) y argumentando lo importante que había sido su mediación como
81 Esta descripción de la entrada de las tropas borbónicas en Ciudadela, no es un artificio literario nuestro para dar1e más ambiente,
coincide con la descripción detallada que hace en el Msa. Jiménez de Mendoza, que vivió el acontecimiento y nos transmite la impresión que
le produjo.
82 Vid. apéndice documental documentos núms. 8 y 9.
"hombre bueno" en las capitulaciones, consiguió ganarse otra vez a las autoridades felipistas.
Sin embargo y por sentido común, no parece lógico que a un hombre como Dávila pudieran convencer
argumentos como los de Olives. Probablemente la amistad de Guillermo Con La Jonquière influyera para que
fueran aceptadas sus explicaciones. Aunque, detrás de todo, creemos barruntar una maniobra de Dávila que,
conociendo las extensas influencias de Olives, pensara seguir utilizándolo. Por ello no sólo aceptó sus excusas sino
que pidió para él un hábito de Alcántara, que más adelante le fue concedido83.
Esta aspiración de Olives de entrar en una orden militar de caballería, encaja perfectamente con las aspiraciones
de los hidalgos de fines del s. XVII y principios del XVIII que, teniendo escasas posibilidades de escalar peldaños
en la pirámide social de su época -la concesión de un título de Castilla era una meta poco menos que inalcanzable
para ellos84 (24)- debían conformarse con un hábito castrense que, si bien no producía rentas, daba un cierto
prestigio al que lo detentaba.
Pero el gobernador, a pesar de halagar a Olives, guardaba una baza para tener a Guillermo en sus manos -nueva
prueba de su desconfianza-. En efecto, retuvo algunos documentos comprometedores para el noble ciudade1ano por
si era necesario utilizarlos en algún momento, lo que le traería consigo muchos perjuicios a la larga, como ya
comprobaremos más adelante85 (25).
4/ DAVILA LLEGA A CIUDADELA
Diego Leonardo Dávila pasó a Ciudadela a tomar solemne posesión de su cargo de gobernador general de
Menorca, el día 15 de Enero de1.707. Celebrada la ceremonia procedió inmediatamente -incumpliendo lo pactado83 Vid. apéndice documental doc. núm. 10. La concesión del hábito a Olives está documentada en A.H.N. Estado Leg. 323 y dice:"Viene S.
Mg. a conceder a Dn. Guillermo de Olives la merced de havito de Alcántara que solicita... " 2 de Abril del 1.707.
84 En Menorca tenemos una prueba de ello: En 1.668, Rafael Squell¡i Martorell solicitó el título de barón de Sta. Galdana, petición que fue
rechazada.
85 Vid. Msa. pág. 320 Y más adelante en el capítulo VIII, pág. 103.
a embargar y confiscar las haciendas de los principales implicados en la revuelta, también secuestró las rentas que
poseían algunos mallorquines en la i;}la y las de la Mensa episcopal y capitular86.
Conviene resaltar que la confiscación de haciendas efectuada por Dávila en aquel momento (y cuyo número irá
en aumento paralelamente al desarrollo de los acontecimientos del año 1.707) no suponía para el gobernador
ninguna fuente de ingresos, ya que todas eran de realengo y, tanto sus rentas como sus cargas, estaban
perfectamente controladas por el Real Patrimonio que se hizo cargo inmediatamente de las mismas. Las
confiscaciones, pues, suponían exclusivamente la separación del hacendado del dominio útil de la finca, quedando
así la Corona -que poseía el dominio directo- en disposición de concedérsela a otra persona en usufructo como
premio por algún servicio, hecho que ocurrirá repetidamente en aquella guerra87 .
Después de estas conclusiones a las que hemos llegado, nos parece inadecuada la interpretación de Micaela
Mata cuando asegura que Dávila hizo frente a sus gastos con el producto de las haciendas confiscadas, desde
nuestro punto de vista no lo hizo. Para hacer frente a los crecientes gastos de sus necesidades más perentorias,
impuso diversas multas a algunos hacendados, entre ellos a Bartolomé Seguí de Mahón 16.000 reales de plata (en
moneda de Castilla). Con ellos pudo pagar al ingeniero Stevins. el viaje que éste realizó a la Corte con la noticia de
la victoria felipista y al regimiento de Gual que, el 3 de Febrero, partió para el Rosellón88. Posteriormente a
primeros de Febrero, consiguió otros 43.232 reales de varios carlistas de Alayor.
Volvamos a retomar la narración de los hechos. Las medidas tomadas por Dávila a su llegada a Ciudadela, no
tuvieron un carácter indiscriminado (al menos de momento). Si bien castigó a los más señalados rebeldes, perdonó
86 Las rentas de la Mensa Episcopal representaban 1.399 libras 6 sueldos y 1 dine ro en moneda y 3.632 libras y 2 dineros en especie.
87 Efectivamente, las cantidades reflejadas en la relación que se enviará a la Corte quedan en manos del Real Patrimonio, además no
corresponden a la valoración de las ha'CÍendas confiscadas. sino a los Censos que cobran de otras tierras sus usufructuarios, como se verá
más adelante, Vid, capítulo Vlll, pág, 107. La relación de haciendas confiscadas se encuentra en A.H.N. Estado Leg.323. Vid. Apéndice
documental documento núm. 11.
88 Allí será disuelto.
a otros intentando no levantar demasiadas ampollas, con una actitud netamente diplomática. A continuación el
gobernador regresó a S. Felipe, no sin antes dejar a Falcó como primera autoridad en la capital. Pero Dávila no
quedaba muy tranquilo como él mismo nos relata:
".. .No temo buelban a solevarse (sic) pero si por aczidente se vieran protejados creo harían una segunda vileza
porque aunque abra se muestran afectos no lo son de coraçon, vien es verdad que he dado orden a D. Francisco
de Falcó, para que los obserbe sus movimientos y si en algo faltaran me los envíe presos á este castillo que en
él, yo les haré bien las cuentas"89.
Esta desconfianza se convertirá en una obsesión para Dávila, acabará viendo enemigos por todas partes y
creemos que esto condicionará en gran parte su posterior actuación.
Ultimados estos detalles Dávila se instaló definitivamente en S. Felipe90.A su llegada a Mahón, el gobernador se
encontró la ciudad sin jurados, ya que habían huido a Mallorca. Considerando que todos los que quedaban eran
sospechosos, determinó privarlos de sus cargos y, suprimiendo el sistema insaculatorio, obligó a que fueran
aceptados los que él nombrara. Así pues eligió 3 jurados y 12 consejeros (que en aquel momento eran el número de
los que correspondían a Mahón). Según el propio Dávila "fueron aquellos que en la revelión pasada antes se dejaron atropellar que faltar a su lealtad". Esto nos descubre la presencia en Mahón de un foco felipista que, como ya
veremos, tuvo un protagonismo bastante destacado en los acontecimientos posteriores.
Precisamente entre estos seguidores fieles, eligió el gobernador los cargos vacantes del funcionariado civil a sus
órdenes, destaca sobre todo la elección de Rafael Guardia como asesor y auditor de guerra. Este personaje y su
hermano Matías eran ricos propietarios plebeyos de Alayor y habían sufrido prisión por no acceder a pasarse al
bando carlista.
89 Dávila a Grimaldo 23/1/1.707, A.H.N. Estado. Leg. 323.
90 Desde ese momento se adivina una tendencia natural de los gobernadores de Menorca a residir en Mahón hasta que, finalmente, será
trasladada la capitalidad de la Isla a dicha ciudad en 1.722.
Después de todas estas medidas, la isla de Menorca quedó pacificada totalmente, al menos de momento...
5/ VILLARS REGRESA A FRANCIA
El 2 de Febrero, las tropas francesas de socorro regresaron a su país, con ellas partió también el regimiento de
mallorquines de Gual, que tantos quebradero s de cabeza había causado a Nueras en su momento y los italianos. En
S. Felipe quedó la dotación, el batallón de La Jonquière y algunas compañías de la Rochelard, en total y según
cifras suministradas por Mata, quedaron 1.500 hombres.
A pesar de todo, las ascuas de la rebelión no se habían apagado y hubieron de sofocarse durante febrero algunos
conatos, si bien individuales, de adhesión .a Carlos III. El 4 se ajustició en S. Felipe a un habitante de Mahón por
gritar vivas a Carlos nI los pocos días se puso en manos del verdugo a otro de Ciudadela por la misma razón.
CAPITULO V
PAROXISMO
1/ LA PRESUNTA SEGUNDA SUBLEVACIÓN
En Marzo de 1.707, casi dos meses después de la derrota carlista, el ambiente en Menorca no se había distendido
ni por parte de los menorquín es, todavía traumatizados por la derrota sufrida y la posterior supresión de sus
libertades y privilegios, ni por la del gobernador que, asistido de escasa guarnición y obsesionado por el temor de
un segundo levantamiento, permanecía tenso y expectante.
Dávila tenía el ánimo predispuesto y veía conspiradores por todas partes, por 10 que ordenó a los felipistas
locales fieles a su causa, que extremaran la vigilancia sobre sus coterráneos.
Uno de los que más mostraron su celo en este sentido fue el vecino de Alayor, Matías Guardia, hermano del
recién nombrado asesor de la Real Gobernación, Rafael Guardia. Ambos eran ricos propietarios rurales.
Así, el 23 de Marzo, Guardia anunció a Dávila que se estaba preparando un golpe de mano simultáneamente en
Ciudadela, Alayor y Mahón, para el 25 de marzo, día de la Encarnación. Este consistía presuntamente en
sorprender a las autoridades felipistas a la salida de los oficios religiosos que se celebraran en conmemoración de
dicha festividad y asesinarlas91.
Micaela Mata asegura que el cabecilla de la conspiración era Juan Pons Galinde, vecino de Mahón. Esta autora
hace esta afirmación en función de la documentación consultada, sin embargo para nosotros estos testimonios
91 Las noticias sobre la presunta 2ª. sublevación proceden de: Carta de Dávila a Grimaldo 17/4/1.707, Ap. documental doc. núm. 12. -Msa.
pp. 257-59.66
tienen una segunda lectura. El informe Dávila sobre estos hechos, no dice que el principal cabecilla fuera Galinde,
vecino de Mahón, sino que éste era uno de los principales en Mahón:
..Juan Pons Galinde que era el que en aquella villa (Mahón) avía de ser el caudillo de esta conjuración...".92
Teniendo en cuenta que la conjura (si la hubo) había de ser simultánea en Ciudadela, Alayor y Mahón, debía
tener -desde nuestro punto de vista- un carácter acéfalo. En cada población el cabecilla local debería tomar la
iniciativa coordinado con los demás, pero en ningún momento la cabeza del motín estaría en Mahón. Así pues para
nosotros no existió ningún desplazamiento geográfico del mando de la facción carlista.
Tampoco tendría, a nuestro entender, esta sublevación ningún elemento original, cualitativamente nuevo con
respecto a la primera, sino que estaría en relación directa de causa-efecto con aquella, con los mismos rasgos a los
que habría que añadir, únicamente, el encono producido por la derrota de Enero y posterior represión.
Recibida la delación de Guardia, Dávila no se detuvo a averiguar la verdad de los citados informes y actuó
inmediatamente con la contundencia que tendremos ocasión de comprobar.
Probablemente la situación psicológica del gobernador se encontraba mediatizada por el grado de tensión
existente y la poca guarnición con que contaba, lo que le hizo no parar en mientes si estas delaciones no tuvieron su
origen, exclusivamente, en la mala intención de Guardia que quisiera destruir a sus oponentes, al margen de obtener
con ello algún beneficio particular.
Es evidente que en este caso tuvieron que 'intervenir muchos factores de carácter subjetivo, relacionados con fobias
o intereses de los delatores lo que, por otra parte, quedará probado seguidamente.
Dávila hubo de tener todo ello en cuenta, pero nos da la impresión
que su estado emocional no le permitía detenerse demasiado a sopesar fríamente la situación y ello le llevó a
desencadenar una represión -a nuestro entender desproporcionada- y que en muchos aspectos parece obra de un
desequilibrado mental como afirma Murillo93 .
92 Msa. pág. 2S7v.
93 MURILLO A., El puerto de Mahón... opus cit.
El 24 de Marzo, Dávila envió a Mahón al capitán Lorenzo Carreras con la orden de detener a Galinde. Esta
decisión del gobernador pudiera reafirmar la tesis de que este sujeto fuera el cabecilla de la supuesta conjura, pero
en realidad su detención fue ordenada -creemos- porque era el que se tenía más cerca y porque de su confesión se
pensaba descubrir a los demás implicados, como así ocurrió.
Mal se le debió presentar la papeleta a Lorenzo Carreras para detener a Galinde, ya que éste era pariente suyo94 (4),
aun así cumplió con su misión y consiguió llevarlo preso al castillo, Cuando Dávila le amenazó con ajusticiarlo
inmediatamente si no revelaba la identidad de sus cómplices, Galinde confesó, aunque cabe preguntarse sí dijo la
verdad o por temor a la tortura reveló lo que sus captores querían oír. El caso es que dio los nombres de los
principales seguidores de Saura que habían quedado en Menorca después de la huida del caudillo austracista, como
implicados en la temida conjura.
La reacción de Dávila no se hizo esperar, a las 9 de la mañana del día 25 salió del castillo con 500 franceses y
200 españoles, le acompañaban La Jonquière, Simonet y Jiménez de Mendoza. Al llegar a Mahón mandó saquear la
casa de uno de los inculpados por Galinde (del que no se cita el nombre) y que posteriormente fue arcabuceado.
Casi de inmediato partió para Alayor donde llegó a las 6 de la tarde allí se enteró que muchos de los más señalados
carlistas habían huido por temor a represalias95 (5). Esa noche pernoctó en Alayor y a la mañana siguiente desarmó
a todo el pueblo y envió a los tres jurados presos a S. Felipe colocando en su lugar a otros de su plena confianza.
Llegados a este punto de la narración, conviene señalar una contradicción evidente que refleja las distintas
fuentes que nos relatan estos hechos (el informe Dávila y el manuscrito de Jiménez de Mendoza). En ellas se dice
que la conspiración estaba preparada para el día 25. También se relata que Galinde fue hecho prisionero
aproximadamente a primera hora de la mañana de ese mismo 25, que Dávila llegó a Alayor a las 6 de la tarde de
dicho día y que pernoctando allí no arribó a Ciudadela hasta el día 27. Por tanto si los atentados tenían que haberse
efectuado el mismo día 25, a Dávila no le hubiera dado tiempo a evitarlos por la poca prisa que se dio en acudir.
94 Lorenzo Carreras, capitán de la dotación de S. Felipe, es uno de los pocos menorquines autóctonos que formaba parte de la guarnición,
donde servía desde hacía quince años.
95 Estos eran Jaime Pons y Pedro Villalonga.
Todo ello nos hace dudar respecto a la credibilidad de la conjura y nos da que pensar que Dávila se lanzó a la
represión sin reparar demasiado en averiguar la certidumbre de las declaraciones de Galinde, más bien movido por
el deseo de quitarse de en medio a unos elementos molestos que le perturbaban.
Desde luego cabe también la posibilidad de que, alertados los presuntos conjurados de la confesión de Galinde,
desistieron de sus propósitos aunque, por otra parte, pensamos que existían pocas posibilidades que se enteraran a
tiempo (sobre todo los de Ciudadela) del peligro que se cernía sobre ellos, dado el intervalo de pocas horas
existente entre la detención de su compañero y el momento de llevar a cabo su presunta acción.
En fin, volvamos a los hechos: pacificado Alayor, Dávila pasó a Ferrerías donde llegó al anochecer del día 26.
Allí efectuó la misma operación que en la villa anterior. El 27 por la mañana partió para Ciudadela donde llegó a
las 3 de la tarde. Al entrar en la capital dispuso que las tropas guarnecieran puertas, baluartes y murallas,
inmediatamente después mandó desarmar a todo el pueblo sin hacer excepción con la nobleza y prender al sargento
mayor Sebastián Roselló, a su padre Miguel, al alférez Luis Delgado, al jurado Domingo Marqués y a algunos más
de los principales y reconocidos carlistas. Esa misma noche mandó saquear sus casas y las de algunos más que
habían conseguido huir.
En la mañana del 28 ordenó desmontar la artillería, quemar los afustes y clavar los cañones. Por la tarde de este
mismo día fueron ahorcados en la plaza pública el sargento mayor Sebastián Roselló y 0tro más sin especificar su
nombre, a la mañana siguiente a Miguel Roselló (padre de Sebastián) y a un capitán de milicias y el 30 y 31
otros dos fueron pasados por las armas. Después mandó derribar cuatro casas (entre ellas la de Saura) y en cada una
de ellas mandó colocar una inscripción: VIDE PADRÓN96 y lo mismo hizo debajo de la cabeza de Domingo
Marqués/al cual se la había hecho cortar después de ahorcarlo, colocándola, metida en una jaula, en una de las
paredes de la plaza del Borne97.
Después de esta masacre reunió a toda la población y les amenazó diciendo que: "lo mismo matarla a un clérigo
que a un seglar" y devolvió las armas a la nobleza (nueva demostración de que la aristocracia no participó al menos
corporativamente en ninguna de las acciones del bando carlista) previniéndoles que si les encontraba otras que no
96 Inscripción que significa "para que sirva de ejemplo ".
97 Dávila carta cit. en la nota l.
fueran las entregadas, mandaría apalearlos.
Después de pasar a sangre y fuego por Ciudadela, el gobernador regresó .de nuevo a Mahón dejando a su paso por
el interior de la isla arrasadas las casas y posesiones de muchos de los presuntos rebeldes, en particular, la de Juan
Pons Mercadal vecino de Ciudadela (Oleo dice que de Alayor) donde, según le había revelado Galinde, se
celebraban las reuniones preparatorias de la conspiración (nueva prueba de que la iniciativa no partió de Mahón) y
donde se recibían los avisos de Mallorca. Probablemente esto debía ser cierto, en la casa de Mercadal se debían
celebrar reuniones carlistas por ser aquel uno de los principales afectos a la causa del Archiduque, pero no creemos
que la cosa pasara de meras tertulias antifelipistas.
No contento con esto y llegando a Mahón, Dávila mandó quemar la casa de Bartolomé Seguí (el jurado mayor
que había pasado a Mallorca) y ahorcar a dos hombres más. La jornada sangrienta no acabó allí, el 9 de Abril se
ahorcaron en S. Felipe 3 de los presos que permanecían allí desde el 25 de Marzo. La noche de ese mismo día, se
apresó a Juan Valls, uno de los carlistas de Ciudadela que había cunseguido huir y que fue delatado por el baile de
Ferrerías José Coll, al que se le premió por su acción con 1.256 reales de plata. Dávila cuenta "que aunque ya era
cerca de la oración mandó que le ahorcasen". El 11 se apresó a su vez a Francisco Taltavull y se le ahorcó junto a
otros cuatro compañeros más.
El 12 trajeron a otro: Juan Morlá y habiendo sido señalado como otro de los cabezas de motín, Dávila lo sometió
a tormento y el pobre Morlá se declaró culpable denunciando a otros que aún estaban ocultos a los que a su vez
consiguió prender el gobernador. A pesar de su declaración, Morlá no consiguió salvar la vida, Dávila cuenta que
"a cavada su declaración le hizo confesar e instantáneamente morir en la horca ".
El 14 se apresaron otros tres de los que había denunciado Morlá y, después de ser también atormentados,
siguieron la misma suerte que su 'compañero. Con ellos se ejecutó también a Pedro Salvá, otro de los presuntos
dirigentes. A continuación otros fueron condenados a galeras o desterrados98.
Describiendo este horroroso panorama Dávila añade:
"Los que quedan fuxitivos que serán diez, he duplicado las tropas que los buscan para que quanto antes se
98 Ibíd.
apresen y en executándolo sean castigados con la misma pena con que vencido este inconveniente pudiera salir
fiador de lo restante de la isla".
Estas últimas palabras del gobernador revelan cuál era la verdadera intención de Dávila para desencadenar
tamaña represión.
Como colofón, no descuidó el gobernador al levantisco clero, escribió una carta a los priores de los conventos y
al Vicario General (o Paborde) para que procurasen mantener a raya a los más revoltosos. Estos contestaron
enviándole 11 agustinos y 11 franciscanos y dos clérigos seculares, a los cuales no se había desterrado por falta de
embarcaciones. Dávila los pasaportó para Tolón.
No tratamos aquí de hacer un juicio moral sobre la actuación del Gobernador, creemos que no es nuestra misión
como historiadores, lo que no quiere decir, por otra parte, que su acción no fuera reprobable, sin embargo nos
parece inadecuado juzgar su actuación desde una perspectiva actual. No hay que olvidar que los sucesos acaecieron
en 1.707 y en aquella época la pena de muerte era algo consustancial con el delito de rebelión, era la herencia de un
siglo XVII en el que la crueldad con el vencido era lo cotidiano, fenómeno que los historiadores han convenido en
llamar "guerra sucia ", en contraposición al concepto de "guerra limpia" utilizado para describir el caballeroso
comportamiento de los generales del XVIII.
Todo ello nos conduce a tratar de colocar a Dávila en su contexto adecuado, no olvidemos que el gobernador
hizo casi toda su carrera militar en el último tercio del s. XVII. Lo que sí parece objetivo reprobarle es, tanto la
desproporción entre un delito (cometido sólo en grado de presunción) y los medios represivos utilizados para
castigado. como la presumible intención del Gobernador de quitarse de encima una serie de elementos molestos,
utilizando la excusa de una simple delación -a todas luces interesada- y una serie de confesiones arrancadas bajo
tortura. .
Lo que sí queda claro es que Dávila asumió perfectamente sus actos, en el informe que envió a la Corte parece
completamente convencido de lo justificado de su actuación, sin argumentar pretexto alguno al relatar fríamente los
hechos. No creemos que el gobernador se arrepintiera nunca de su proceder aunque este fuera, quizás, provocado
por el desmedido interés en asegurar su posición.
Tampoco parece que en la Corte cayera mal su actuación. Cuando Dávila informó del ajusticiamiento del fraile
Costabella y el médico Bartolomé Juan después de la primera sublevación, Grimaldo le contestó que "el Rey dice
que se dé al público la buena nueva de la victoria y que solo se quite de ella la expresión del frayle y el médico
aorcados y se ponga la expresión de dos de los mas señalados reveldes". Es decir, el Rey aprobó la medida, el
cambio de matiz va únicamente dirigido a no soliviantar al clero.
Con respecto al informe Dávila sobre los ajusticiamientos de Marzo, la opinión real no varió un ápice:
“el Rey estimándole mucho su zelo y encargándole continúe en estas providencias (...) reconociendo su
fidelidad y acertada conducta"99.
2/BALANCE
Lo primero que parece claro en el desarrollo de los acontecimientos que acabamos de relatar, es que el elemento
desencadenante de los mismos fue la delación de Matías Guardia en colaboración con algunos destacados felipistas,
tales como Juan Carreras en Mahón y José con en Ferrerías.
Su intención, claramente interesada, queda bien de manifiesto después de conocer sus aspiraciones: José Coll
recibió una fuerte suma de dinero por su colaboración y Matías Guardia solicitó una ejecutoria de nobleza que le
fue concedida100, además Dávila le nombró baile de Alayor como premio a sus servicios.
Debemos señalar también que la conspiración ya existía en la mente de Dávila antes incluso de la delación de
Guardia, así que después de la confesión bajo tortura de Galinde, e1 gobernador encontró una excusa para
solucionar sus problemas. Temeroso de su seguridad por la escasa guarnición de que disponía y la tensión latente,
llevado de su carácter emocional, se lanzó a una furiosa represión predispuesto como estaba a ello, lo que, por otra
parte, le permitió asegurar la pacificación total de la isla.
99 Grimaldo a Dávila 23/3/1.707 A.H.N. Estado Leg. 323.
100
Dávila a Grimaldo 17/4/1.707, A.H.N. Estado Leg. 323, vid. apéndice documental doc. núm. 13. La ejecutoria de nobleza le fue
concedida a Guardia en Junio.
Vemos, pues, como el procedimiento represivo en aquella época es avalado por las más altas instancias del
Poder, lo que nos reafirma en la opinión de que aquél no debe ser juzgado con una perspectiva actual, máxime
cuando ante otras iniciativas tomadas por Dávila, que hoy parecerían justificadas, entonces le ocasionaron una
fuerte reprimenda. Nos estamos refiriendo a la medida tomada por el gobernador en Enero de 1.707 cuando
consideró necesario formar una nueva compañía para el regimiento de la dotación (que sería la 8.a) y sin contar con
Madrid la creó. Esta iniciativa fue considerada una ligereza por la Corte:
"El Rey aprueba esto, pero le previene que no lo haga otra vez sin orden expresa"101.
Está claro que la escala de valores de aquel momento no tiene nada que ver con la actual, a Felipe V le pareció
más injustificado que se formara una nueva compañía sin su consentimiento, a que se ajusticiara 33 rebeldes sin
comunicarlo previamente.
Concluyendo: Nos parece que la presunta segunda sublevación no fue más que una conspiración de salón, uno de
tantos proyectos descabellados y poco probables de llevarse a efecto que discutirían los carlistas en sus secretas
reuniones. Enterado Guardia de los mismos, los aprovechó para satisfacer sus aspiraciones y Dávila los utilizó para
solucionar sus problemas. Tampoco nos parece que esta hipotética conspiración arroje ningún matiz de tipo social
nuevo con respecto a la sublevación de Saura, como parece querer apuntar M. Mata (pág. 143) ya que, ni partió de
Mahón, ni significó ningún cambio el hecho de que entre los ajusticiados no hubiera ningún Don, Doncel o Mosen
ya que esto es debido a que la nobleza carlista había huido toda a Mallorca con Saura a la cabeza.
Así pues, la condición social plebeya de los ajusticiados no supone nada nuevo, eran elementos de segunda fila del
grupo de Saura y más que diferencias con respecto a la nobleza tenían elementos comunes: afán integrador, intento
de movilidad social e intereses económicos. En ningún momento forman un grupo burgués con conciencia de clase
frente a la nobleza, que es la característica de los protagonistas de la Revolución Francesa. Además casi todos ellos
son propietarios rurales de tierras de realengo y sus haciendas no son tan pequeñas como parece intuir M. Mata, ya
que el documento de las confiscaciones (vid. pág. 153) no refleja el valor global de sus propiedades, sino los
101
Grimaldo a Dávila 3/2/1.707 archivo y lego cit. en nota ant.
CENSOS que pagaban en dinero y en especie otros propietarios a la heredad que se cita como acreedora. Así sobre
la hacienda de Saura el documento dice:
"La hazienda de Juan Miguel Saura consiste en nobenta y una libras diez y nuebe sueldos y onze mis. que
pagan diferentes personas en dinero... ".102
Tampoco puede uno fiarse de las noticias que da Oleo sobre el origen social de los ajusticiados, ya que comparando
sus afirmaciones con varios documentos originales hemos podido comprobar que muchos que el afirma que son
carpinteros, herreros, etc. no son más que propietarios rurales. Quizás Oleo en un intento de involucrar a toda la
sociedad menorquina en la lucha contra el poder Central trastoca este origen, lo cierto es que sus fuentes son
dudosas (vid. cuadro comparativo al final de este capítulo).
Tampoco nos parece razón de peso el cargar la preeminencia a la iniciativa de Mahón o Alayor por el hecho que se
ajusticiaran más personas de estos términos. El argumento cuantitativo no aclara mucho, quizás el mayor número
de inculpados de la zona oriental de la isla estribaba en el hecho de que Guardia conocía allí a más carlistas.
Además hay que saber distinguir entre la masa y los que dirigen -verdadero elemento cualitativo que explica los
acontecimientos- que suelen ser cuantitativamente pocos.
3/ LAS TRIBULACIONES DE MATIAS GUARDIA
Es evidente que Matías Guardia no podía permanecer tranquilo después de la cobarde delación de sus
compatriotas, éstos se confabularon para matarlo y fue necesario mantener una permanente guarnición de 50
hombres en su casa para evitar este fatal desenlace. Viendo los carlistas la imposibilidad de sorprenderlo,
descargaron su furia sobre la hacienda de Guardia que fue sistemáticamente arrasada. Como consecuencia de esto y
102
Vid. capítulo IV nota 27 y ap. doc. doc. núm. 11: Los censos que pagaban unas haciendas a otras eran intereses vitalicios o
hereditarios sobre un capital prestado por un hacendado a otros y que estaba avalado por la heredad del deudor. Estos contratos eran muy
corrientes en Menorca como hemos podido comprobar en múltiples documentos de la época que lo avalan. Esta modalidad censual se
conocía con el nombre de "censo consignatiro ",
de las aportaciones que Matías hizo en dinero para la causa felipista, quedó en situación bastante precaria, al menos
esto aduce al solicitar el título de nobleza .103
103
Dávila a Grimaldo doc. cit. en la nota 9.
CAPITULO VI
DISTENSION104
1/ DAVILA PIDE AYUDA
Los problemas del gobernador no terminaron con la total pacificación de Menorca, evidentemente. La feroz
represión llevada a cabo por Dávila, había traumatizado a los menorquines y en cualquier momento podía esperarse
alguna reacción.
En vista de todo ello, Dávila escribió a Madrid y París solicitando el envío de, por lo menos, 2.000 hombres para
refuerzo de su guarnición. Sin embargo nadie pareció hacerle caso. Las dos Cortes se pasaban la pelota una a otra
sin resolver nada y, por si fuera poco, Dávila recibió una orden del conde de Pontchartrain para que el resto del
batallón Foudriyant, que había quedado en Menorca para reforzar la guarnición de S. Felipe, reembarcara rumbo a
Francia. El ministro francés hizo, sin embargo, una concesión: que algunos oficiales se quedaran, los que La
Jonquière estimara precisos.
Jiménez de Mendoza (Msa. pág. 259 v.) nos asegura que los oficiales que retuvo La Jonquière fueron los que
consideraba más adictos a sus intereses comerciales, como anteriormente ya había hecho. Por lo visto el coronel
francés continuaba realizando sus lucrativos negocios a pesar de todo lo ocurrido. Además, La Jonquière escribió
por su cuenta a Pontchartrain, asegurando que las tropas pedidas por Dávila no eran necesarias. Esta afirmación la
hacía en base a los informes que recibía de su amigo Guillermo Olives (nuevamente instalado aliado de su compinche como intermediario en sus negocios) quien le aseguraba que los isleños permanecían tranquilos y sin deseos
de nuevas aventuras.
Dávila molesto por esta intromisión de La Jonquière, cuyas opiniones eran siempre más tenidas en cuenta que
104
Mientras no se especifique lo contrario, todos los hechos que se narran en este capítulo han sido tomados del Msa.
las suyas, se quejó de ello a la Corte de París pero nuevamente resultó inútil, Pontchartrain le negó una vez más la
ayuda, argumentando esta vez que necesitaba las tropas para guarnecer la Provenza, la cual había quedado muy
amenazada desde el sitio de Talón. Por otra parte, el ministro francés aconsejó a Dávila que formara dos
regimientos con gentes del país, todo ello sin hacerse cargo de la situación real, que, después de 10 acaecido, no
permitía medidas de aquel tipo.
Este fracaso en sus peticiones, debió sumir a Dávila en un estado profundo de desaliento difícil de superar.
2/ EL ASUNTO DE LAS BULAS
Nuevos acontecimientos vinieron a aumentar, si
cabe, las preocupaciones del gobernador. Felipe V
había enviado a Menorca ejemplares de una bula
promulgada por el Papa Clemente XI, en la que se
prometían indulgencias a cambio de su adquisición o
compra, todo ello con la evidente intención de
recaudar fondos para la causa felipista. Naturalmente
y a pesar de la religiosidad profunda de los
menorquines, este segundo matiz no pasó
desapercibido a los carlistas y exacerbó una vez más
los ya exaltados ánimos.
Inmediatamente, los carlistas iniciaron una
campaña de difamación, corriendo la voz de que la
citada bula era falsa y que significaba, únicamente,
un pretexto para exprimir nuevamente las ya
exhaustas arcas de los menorquines.
El principal promotor de esta acusación fue el
vicario de Alayor. Este clérigo era pariente de
Guillermo Olives y había sido avalado por éste, ante
las autoridades felipistas, como un buen servidor de
la causa borbónica.
Inmediatamente que Dávila tuvo noticia de la
situación provocada por las críticas del vicario, envió
al capitán Jiménez de Mendoza a prender al
eclesiástico y 10 desterró a Mahón. No tomó el gobernador otra determinación más drástica por temor a una
reacción de los menorquines, teniendo en cuenta que los isleños se encontraban, en opinión de Jiménez de
Mendoza, muy envalentonados conociendo las dificultades del gobernador. .
Solucionado este problema sin que las cosas fueran a mayores, podemos comprobar una vez más, como
Guillermo Olives había quedado de nuevo en entredicho, protegiendo y avalando a un personaje que luego se
reveló como un activo carlista. Incluso el propio Olives se vio mezclado en el asunto de las bulas cuando se
averiguó que él tampoco la había comprado, sin embargo nadie tomó medidas contra él. Parece como si el poder de
convicción de Olives fuera ilimitado, es casi inverosímil como fue salvando los obstáculos que se le interpusieron
en su camino, debido a su comportamiento ambiguo a caballo entre los dos bandos. Su capacidad para el apaño y el
enredo debía ser ilimitada y su influencia y poder de. mediación también.
3/ LAS OBRAS EN SAN FELIPE Y EL ASUNTO DE LAS MURALLAS
A continuación y también en relación con la defensa de la isla, Dávila pensó que debía reforzar la muralla de S.
Felipe, por ello ordenó la construcción de una pared de piedra seca, rodeando el arrabal, jalonada por cuatro torres. .
Los trabajos se realizaron en el mes de junio de 1.707, para entonces el gobernador ya contaba con bastante
dinero para acometer la empresa, como consecuencia de las multas que había impuesto a los rebeldes y que
ascendían ya a la cantidad de 72 .032 reales de plata. Las obras fueron encargadas a algunos artesanos de Mahón e
importaron la cantidad de 27.390 reales y 11 maravedíes de plata, 24.444 para las torres y 2.946 para la pared105.
Las torres se artillaron con tres cañones de 4 libras y de. todo lo efectuado se dio cuenta a la Corte que lo aprobó.
Después de aquellos acontecimientos y ante una nueva negativa de las dos Coronas a enviar refuerzos a
Menorca, Dávila comprendió que estaba solo y por si esto fuera poco el coronel Stevins (había sido ascendido por
105
Gracias al testimonio de estas obras hemos podido constatar la existencia en Mahón de un gremio de "paredadores" es decir, de
constructores de paredes especialistas en este oficio, relacionados, evidentemente, con la costumbre inmemorial de parcelación de los
campos en Menorca a base de muros de piedra seca
su destacada actuación en la batalla de Biniatap) que había ido a Madrid a comunicar personalmente los sucesos de
Marzo, se atrevió a dar, por su cuenta, un dictamen favorable a una sugerencia hecha por Grimaldo de derribar las
murallas de Ciudadela .y Mahón, para evitar que sirviesen otra vez como protección a sus habitantes en caso de una
nueva sublevación. En vista de ello, trajo de Madrid una orden expresa del ministro felipista, para acometer su
demolición.
A su llegada a S. Felipe, el ingeniero recibió una fuerte reprimenda de Dávila. Ni éste ni La Jonquiére estaban de
acuerdo con la resolución tomada por Grimaldo. El brigadier y el coronel francés eran de la opinión que, si bien las
murallas de Mahón podían ser derribadas, pues en caso de ataque exterior la guarnición tenia la cobertura de S.
Felipe, no ocurría lo mismo con Ciudadela y, aunque su demolición pudiera servir para que los menorquines no se
sublevasen de nuevo, la capital quedaría a merced de cualquier ataque venido de fuera, amén de las esporádicas
razzias de los piratas berberiscos que frecuentemente pululaban por aquellas aguas.
En vista de todo esto, Dávila obligó a Stevins a redactar un memorial retractándose y asumiendo las opiniones
de La Jonquière y suyas. Este informe fue enviado a Madrid 106.
4/ NUEVAS REPRESIONES
En el mismo mes de Junio, Dávila seguía obsesionado con la posibilidad de que los menorquines intentaran
alguna nueva aventura, por lo que mantuvo la suspensión de los jurados en sus privilegios107 (4) y todavía se
permitió ajusticiar a seis personas más108. El motivo de esta desazón del gobernador seguía siendo él mismo: el
temor a ser rebasado dada su escasa guarnición.
106
Carta de Dávila a Grimaldo en la que se acompaña el memorial de Stevins y otra de puño y letra de La Jonquière. A.H.N. Estado
Leg. 323.
107
Esta suspensión continuó indefinidamen te como bien señala Mata (pág. 155).
108
Dávila a Grimaldo 4/6/1.707. A.H.N. Estado Leg. 323.
5/ LA LLEGADA DEL CONDE DE ALCUDIA
Si bastantes problemas tenía Dávila, éstos se vieron agravados con la llegada del conde de Alcudia el 3 de
Octubre de 1. 7 07.
Alcudia, como ya sabemos, había sido el último virrey felipista de Mallorca antes de la caída de la Balear Mayor en
manos del archiduque y había sido enviado a Menorca por Grimaldo para, desde allí, intentar crear una quinta
columna en la isla vecina y facilitar su recuperación.
El conde venía acompañado de dos frailes, Fr. Martín Frontín provincial de los franciscanos y Fr. Andrés Geri
de la misma orden, los cuales debían ser los emisarios que pasaran a Mallorca a efectuar la misión encomendada
109
.
Con Alcudia llegó también de forma inesperada un viejo conocido nuestro, Ramón Puig, el teniente coronel del
regimiento de Gual que, habiendo dejado aquella unidad cuando fue disuelta en Navarra110, pasó a Madrid donde se
encontró al conde. Allí y sin permiso del Rey, pasó con él a Menorca con la secreta intención de volver a su tierra,
Mallorca, en caso de ser recuperada.
Lo primero que exigió Alcudia al llegar a Mahón, fue su paga y alojamiento adecuado a su rango. Según las
109
Vid. Mata pág. 154.
110
Del regimiento de Gual no volveremos a tener noticias, pero sí de su coronel, así como del capitán del mismo Jaime Ballester.
Gregario Gual y Pueyo continuó en el ejército y llegó al grado de Mariscal de Campo. En 1.737 fue nom brado para formar parte del estado
mayor de un ejército que se preparaba en Barcelona con el fin de reconquisth Menorca (entonces en manos de los ingleses). Precisamente los
planos sobre la situación de S. Felipe, lugares de desembarco etc, fueron encargados a Jaime Ballester -que por aquellas fechas era ingeniero
jefe-. Ambos personajes debieron ser elegidos por su experiencia en relación con Menorca. Sin embargo aquel proyecto se abandonó y hubo
que esperar a 1.781 para que se volviera a intentar la recuperación de Menorca, esta vez con éxito.
Estas noticias las hemos extraido de una documentación encontrada por Andrés Murillo en el archivo histórico de Palma de Mallorca, al que
agradecemos su gentileza por permitimos examinarla.
instrucciones que traía se le debía abonar sus honorarios descontándoselos a la guarnición lo que, evidentemente,
produjo intenso malestar. Estos ascendían a 376 escudos, 4 reales y 24 maravedíes al mes.
Pero no fue este el único problema que trajo la llegada de Alcudia al gobernador, el conde, cuya misión era
exclusivamente coadyuvar a la recuperación de Mallorca (gestión en la que por cierto fracasó), se entrometió en las
funciones del gobernador en materia de competencias exclusivas de éste, lo que supuso una creciente
animadversión y enemistad entre los dos personajes, alimentada, día a día, por nuevas interferencias del noble
mallorquín.
Tampoco Ramón Puig era precisamente una hermanita de la caridad. Nada más llegar solicitó a Dávila que le
confirmara en su empleo de teniente coronel efectivo del ejército español (hasta entonces lo era de Milicias), a lo
que el gobernador se negó por no reunir los requisitos necesarios. Evidentemente Dávila acababa de ganarse otro
enemigo, lo que en el futuro le traería funestas consecuencias como ya veremos.
Ramón Puig, además, tuvo también problemas con un letrado en S. Felipe al que maltrató de palabra y de obra.
6/ LA CELEBRACION DEL NACIMIENTO DE LUIS I
El 25 de Agosto de 1707 nacía el príncipe de Asturias que luego reinaría con el nombre de Luis I.
En Octubre se celebraron en Menorca grandes fiestas en conmemoración de tan señalado nacimiento. Estas
revistieron gran solemnidad y estuvieron acompañadas de gran aparato y pompa, con fines evidentemente políticopropagandísticos. Francisco _e Falcó nos ha dejado testimonio de las mismas en un minucioso relato de los festejos
celebrados en Ciudadela los días 15, 16 y 17 de Octubre, el cual aparte de su contenido pintoresco, da una
excelente descripción de las clases sociales ciudadelanas.111
También en S. Felipe se celebró una parada militar en la que intervinieron las hijas de los soldados de la
dotación, que efectuaron la salva de honor.
111
Citado por M. Mata pág. 160. Vid. Apéndice documental documento núm. 14.
CAPITULO VII
DESENLACE112
1/ EL PRIMER SEMESTRE DE 1.708
Entre las tensiones y temores antes citados, pasó el resto del año 1.707 para los principales responsables del
gobierno de Menorca.
Durante los primeros meses de 1.708, Dávila siguió pidiendo refuerzos incansablemente. Estas rogativas
produjeron el mismo efecto que las del año anterior y por las mismas causas:
"Se prosiguió pidiendo gente (...) pero no tubo efecto que se inbiase, porque avía dado más crédito en Francia
(y aún algunos ministros en la corte de España) a las seguridades que de la isla dava Mr. La Junquera, que a las
evidentes desconfianzas que de ella tenía Dn. Diego Dávila"113 (2).
Pasó el tiempo y, en Julio, se supo que la escuadra angla-holandesa pasaba a Cerdeña después de haber dejado a
la archiduquesa en Barcelona. Esta noticia se conoció por un navío genovés que, habiéndose apartado de la flota
aliada, entró en el puerto de Mahón. Su capitán comunicó a las autoridades menorquinas que la escuadra, mandada
por el almirante inglés Sir John Leake, tenía orden de conquistar Cerdeña y pasar luego a Menorca.
112
Generalmente, y mientras no se especifique lo contrario, las fuentes de las que nos hemos servido para redactar este capítulo
proceden del Msa.
113
Vid. Msa. pág. 264v.
Paralelamente a estos acontecimientos, el 12 de Agosto se tuvo noticia de la llegada a la bahía de Palma de otra
flota inglesa, con las tropas que debían desembarcar en Menorca al mando del teniente general Stanhope. Allí
debían esperar la vuelta de Leake y, reunidas ambas flotas, lanzarse sobre la Balear Menor.
Pero estas noticias también llegaron a manos de los carlistas menorquines. Resulta efectivamente muy
significativa, la salida de Ciudadela de dos embarcaciones hacia Mallorca, pretextando un transporte de granos y
que probablemente llevaban noticias de Menorca al general inglés.
Todos estos acontecimientos hicieron crecer la desconfianza que Dávila tenía en los naturales, por lo que se
apresuró a proveer de víveres el castillo de S. Felipe y abastecer convenientemente de municiones torres y fortines.
También y en vista de esta situación, que comenzaba a ser crítica, el gobernador decidió, por fin, formar una
unidad militar con paisanos de la isla, como tiempo atrás le había sugerido Pontchartrain, por ello, pidió a los bailes
de las villas que señalasen las personas que pudieran parecer más idóneas. Los magistrados contestaron que harían
lo que pudiesen, pero que no confiaban encontrar demasiados entusiastas. Matías Guardia, por su parte, apuntó algo
muy significativo:
"Según los avisos que tenía y conversaciones en que avía visto a Guillermo Olives era necesario
asegurarse de él".
Otra vez vemos a nuestro personaje metido en extraños conciliábulos y comprobamos nuevamente cómo parecía
no poderse hacer nada en Menorca sin su mediación.
Al fin pudieron reclutarse 250 hombres y Dávila puso a Matías Guardia a su frente.
A continuación el gobernador y La Jonquière se plantearon la estrategia en caso de ataque. Debían contar con
dos posibilidades: la de una invasión exterior y, por otra, la consiguiente sublevación interior que provocaría
aquélla. Todo ello les llevaba a tener que decidir entre refugiarse todos en el castillo o guarnecer las poblaciones
para sofocar cualquier levantamiento. En principio se decidieron por lo primero y Guardia con sus 250 hombres fue
enviado a Ciudadela a proteger a Falcó. Sin embargo, estaba claro que, al final, debido a la escasez de tropas, se
verían abocados a refugiarse en S. Felipe y abandonar las poblaciones a su suerte.
2/ LEAKE LLEGA A MENORCA
En la madrugada del 5 de Septiembre de 1.708, los
centinelas de S. Felipe divisaron una escuadra procedente de
Levante que se dirigía directamente hacia la embocadura del
puerto de Mahón. Al salir el sol pudo comprobarse que
estaba compuesta por 40 navíos de guerra y 9 balandras. Ya
no cabía ninguna duda, era la flota de Leake que regresaba de
Cerdeña. .
Días más tarde se incorporaría la escuadra de Stanhope
desde Mallorca Y todo quedaría dispuesto para el ataque
definitivo contra la Balear Menor.
La población menorquina recibió la noticia con grandes
muestras de alegría. Dávila realizó un último intento para
evitar que los menorquines se pasaran en bloque al bando
carlista. Reunió a los jurados de las villas y les alentó a que
apoyaran a la guarnición en la defensa de la isla. Lo que les
dijo no tiene desperdicio, sobre todo después de todo lo
ocurrido anteriormente:
"(les dijo) que no se creiesen de los paraisos que los
enemigos les ofrecían pues vien presentes tenían que todos
avían buelto abrojos a los cathalanes, napolitanos, milaneses
ya sus vezinos y parientes los mallorquines y para más
alentarles a la junción y buena correspondencia les trajo a
la memoria el suave y manso dominio con que avían sido
gobernados y atendidos del rey ntro. Señor a quien sin
violenzia ni otra fuerza alguna avían admitido y jurado por lexitimo Rey en cumplimiento de la última boluntad
del Sr. Rei Carlos Segundo (que está en Santa Gloria) y de quien avían recivido tan copiosos dones pues
anteponiendo su paternal y real amor a la ingratitud con que en las pasadas ocasiones avían obrado no sólo no
los avía desechado de su piadoso regazo pero con mayor cariño que antes los avía admitido y conservado en la
integridad de sus privilexios aviendo despojado de ellos a Aragón y Valenzia (...) y que no les hiziera fuerza
quando no la obligazión ni la quietud el mantenimiento de la Santa Fé Catholica la que sin duda padezerla su
borrasca como a suzedido en todos los parages que an dominado ingleses y olandeses".114
Como vemos Dávila utilizó todos los tópicos al uso para atraer a los naturales: respeto a las libertades
menorquinas, defensa de la Fe Católica, etc., etc. olvidando todo lo acaecido anteriormente. Evidentemente se trata
de una actitud límite, un último intento para salvar lo salvable, pero como tal no dio ningún resultado:
"pero: ó malizia de los hombres. como avía días que abrigavan en el pecho el aspid de la rreveldía quisieron
más seguir las pisadas de Judas que no las de su Divino Maestro y así se entregaron al prezipizio respondiendo
con palabras equívocas haziendo grandes ofrezimientos que presto se vieron falsedades"115.
Entre el 14 y 15 de Septiembre, desembarcaron las tropas aliadas entre Alcaufar y la actual playa de Punta Prima
y comenzó el asedio de S. Felipe.
La resistencia de los felipistas duró hasta el día 29 durante el cual se rindieron a las tropas de Stanhope.
Creemos innecesario describir aquí las operaciones efectuadas por los dos bandos, desde que se avistó la flota de
Leake hasta el día de la rendición de la plaza, por considerarlo reiterativo con respecto al magnífico desarrollo de
los mismos efectuado por M. Mata quien, combinando perfectamente las diversas fuentes, nos ofrece un estudio
114
Vid. Msa. págs. 267 y 267v.
115
Ibid.
exhaustivo de dichos acontecimientos116 (5). Únicamente vamos a insistir en determinados puntos que, a nuestro
juicio, pueden aportar nuevos datos.
2/ 1) El consejo de guerra de oficiales en S. Felipe del 29 de Septiembre.
El 28 de Septiembre, la situación en S:-Felipe se había hecho ya insostenible, amén de las continuas deserciones,
los ingleses habían tomado por asalto el Arrabal y se encontraban a pocos pasos de la entrada cubierta. Las cosas se
habían complicado más si cabe, al irrumpir en la fortaleza las familias de los soldados huyendo de las tropas
enemigas. El patio del castillo se había llenado de mujeres y niños atemorizados y llorosos que había socavado al
máximo la ya de por sí deteriorada moral de la guarnición. Esta parece haber sido la causa que decidió a Dávila
para convocar un consejo de guerra de oficiales el día 29 por la mañana, con el fin de dilucidar qué debía hacerse.
Evidentemente sólo cabían dos alternativas: rendirse o resistir. En este punto retornamos la narración de los
hechos. Jiménez de Mendoza nos ofrece en su relato117 una descripción tan minuciosa de lo que ocurrió en la
reunión, que ello nos ha permitido reconstruirla como si de una representación teatral se tratara. Aquí intentaremos
recobrar para la Historia los diálogos, en base al informe de Jiménez de Mendoza, pero lo haremos en primera
persona (aunque D. Blas los describe en tercera). Pensamos que, con este pequeño artificio, conseguiremos darles
más viveza sin que por ello -creemos- disminuya su autenticidad.
Reunidos, pues, los oficiales franceses y españoles y con ellos el conde de Alcudia y Ramón Puig, Dávila comenzó
a hablar haciendo una exposición detallada de la situación:
DÁVILA: "A todos hago presente lo que cada uno en particular sabe, que es el mal estado en que se halla la plaza
la que no tiene paraje ninguno a prueba de bomba ni que la pólvora no lo está, que la plaza se ha llenado de gente
infructuosa, pero precisa de recoger, que los enemigos se hallan alojados debajo de la entrada cubierta, de la que
siempre que quisieran serán dueños respecto de no haber gente para guarnecerla, que aunque se han hecho las
precisas y prontas diligencias llamando el socorro, no solo, no se tiene noticia de cuándo vendrá, pero ni de que
116
Vid. Mata pág. 219-250.
117
Vid. Msa. 304-308v.
hubiesen llegado en Francia las embarcaciones que se han enviado y que, el comisario de la artillería, dice que no
se puede aguardar más por no haber quien sirva en los cañones.
A pesar de todo ello estoy pronto a defenderme si fuere conveniente, por cuya causa pido a Vuestras Señor las me
digan lo que debe hacerse en servicio de las dos Coronas".
CARAVALLO (comisario de la Artillería): "Es imposible disparar un tiro más, ningún soldado está dispuesto a
acudir a los cañones".
LA JONQUIÈRE: Intenta hablar y le interrumpe el conde deAlcudia.
ALCUDIA: "Permítame V. S hablar primero pues as( me corresponde por mi rango ".
LA JONQUIÈRE: "vs. no tiene aquí mando militar por lo que yo tengo prioridad". Alcudia no replica y La
Jonquière continuó hablando.
LA JONQUIÈRE: "Anoche me dijo Mr. Septemes que la situación no permitla otra cosa que capitular y que, sin
dejar de cumplir su obligación como caballero y buen vasallo de S Mg. Cristianisima, aceptando además todos los
riesgos a que hubiere lugar, le pareela que debía pensarse de forma prioritaria en preservar a la guarnición antes
que exponerla a una muerte cierta y que esperaba de unos oficiales de la categona y honor de D. Diego Dávila y
de la mía, que aquel no fuese mancillado por una decisión equivocada, pero como al fin y al cabo la determinación
última debería ser tomada por nosotros, Septemes deposita su honor en nuestras manos y espera que sepamos
devolvérselo intacto. Personalmente comparto la opinión de mi segundo".
DÁVILA: "Está bien pues vamos a votar y que la mayoría decida, escriban V SS. un papel cada uno con su
decisión".
LA JONQUIÈRE: "Creo necesario que los franceses escribamos un papel aparte, por lo que nos retiramos al
aposento contiguo a deliberar".
Poco después entra La Jonquiere y entrega una nota a Dávila firmada por él y sus oficiales118. Ante esta decisión
de los franceses habló el capitán Pedro García y dijo:
GARCIA: "No se cansen no nos podemos defender".
LOS OFICIALES ESPAÑOLES: (a coro): "Coronel Stevins qué opina V S al respecto, teniendo en cuenta la
118
Vid Mata pág. 242 Y apéndice documental documento núm. 15.
experiencia de V S. y su conocimiento del estado de la plaza".
STEVINS: "Ya lo han oído VV S.S de la boca del gobernador".
En ese momento entró en la habitación el teniente coronel Septemes (que hasta ahora había estado ausente de la
reunión) y dijo:
SEPTEMES: "No hay que cansarse en discutir, porque no se puede tomar otro camino que es el que nosotros
hemos tomado, que es el de capitular". .
Los franceses salieron de nuevo dejando que los españoles deliberaran otra vez. Habló entonces el capitán José
de Sandoval que, dirigiéndose a Dávila, dijo:
SANDOVAL: "Hablo en nombre de todos. incluido el conde de A Alcudia, creemos, definitivamente, que se debe
capitular".
DÁVILA: "Bien, si esta es la Última decisión de V. V. SS. firmemos un papel al respecto como ya han hecho los
franceses ".
SANDOVAL: (dirigiéndose a Jiménez de Mendoza) D. Blas ¿quiere v.s. redactar el papel por todos nosotros y lo
firmamos ya que V.S. tiene práctica por haber hecho algunos en otras ocasiones?119.
119
Esta afirmación de Sandoval sobre el que Jiménez de Mendoza hubiera redactado otros documentos nos dio que pensar y, como
veremos, será el eje central de nuestra argumentación sobre la autoría del manuscrito anónimo (Msa.) que nosotros atribuimos alpropio
Jiménez de Mendoza.
Ya sospechábamos anteriormente esta autoría en función, tanto del continuo protagonismo que en el manuscrito se da a Jiménez, como
por el énfasis qlJe pone el autor en procurar disculpar las actuaciones que parecen más discutibles de este capitán.
Sin embargo, esto último, no pasaba de ser una conjetura, pero, después de la afirmación de Sandoval, se nos ocurrió comparar la letra de
muchos de los documentos que Dávila había enviado a la Corte, en los cuales aparecía la firma autógrafa del gobernador, pero habían sido
confeccionados por un supuesto escribano. Cual no sería nuestra sorpresa al comprobar que la letra de muchos de ellos coincidía con la del
manuscrito anónimo. Deducimos pues, de todo ello, que Jiménez de Mendoza debió redactar muchos informes para Dávila y que ade_s es el
JIMÉNEZ DE MENDOZA: "Efectivamente he hecho algunos en otras ocasiones, pero esta no lo es, as( que cada
uno haga el suyo".
SANDOVAL: "Pero D. Blas, si redactamos cada uno el nuestro tardaremos demasiado, ruego pues a V. S. que
tenga la bondad de confeccionarlo ".
JIMÉNEZ DE MENDOZA: "De acuerdo lo haré".
A continuación Jiménez de Mendoza redactó el documento y los demás oficiales lo firmaron. Cuando le llegó el
turno al conde de Alcudia éste dijo:
ALCUDIA: "Ya que mi situación aquí( es especial, no pienso firmar con los demás, sin embargo haré mi propio
papel y se lo entregaré al gobernador" 120.
Más tarde Alcudia, probablemente arrepentido de lo que había escrito, pediría a Dávila que le devolviera la nota
a lo que éste se negó. Esto aumentó el rencor de Alcudia contra el gobernador con el que ya había tenido algunas
diferencias (vid. supra) y a la larga estos enfrentamientos le traerían malas consecuencias a Dávila.
También Stevins rehusó firmar el documento y dijo:
STEVINS: "No hay razón de capitular, ¡primero me mato!".
LA JONQUIÈRE: "¡Pero es que no veis cómo estamos!".
STEVINS: "Bien lo conozco".
Contestación de Stevins llena de doble intención, aunque, el ingeniero, rodeado de unos hombres dispuestos a
rendirse y encontrándose solo en su postura, optó al final por firmar como los demás.
Finalizado el consejo de guerra con el acuerdo casi unánime de capitular, se pasó a nombrar los legados que
deberían llevar las condiciones de rendición a Stanhope. En principio se pensó en Stevins, sin embargo el ingeniero
resentido por haber tenido que firmar a la fuerza, se negó:
STEVINS: "Creo no ser la persona más indicada por mi condición de flamenco y no dominar suficientemente el
autor del manuscrito, lo cual lo convierte en un documento de primera importancia -aunque evidentemente subjetivo- para conocer el
desarrollo de los hechos. Vid. fig. 95 en pág. 97v.
120
Vid. Msa. pág. 307.
idioma español".
Así pues fue nombrado para esta misión, Blas Jiménez de Mendoza.
2/2) La entrevista Jiménez de Mendoza-Stanhope.
Después de efectuado el cambio de rehenes, el general Stanhope recibió a Jiménez de Mendoza en su tienda y
comenzaron a tratarse las capitulaciones:
STANHOPE: "Los paisanos que están en el castillo y deban embarcar con V. merced deberán salir con la cabeza
cubierta para evitar cualquier alboroto, además deberán quedarse algunos pues los isleños así lo piden".
JIMÉNEZ DE MENDOZA: "Se engaña v.s., no solo no entregaremos ninguno, sino que todos deben salir con la
cara descubierta, sus armas y la ropa que tuvieren".
STANHOPE: "Esto no puedo concederlo".
JIMÉNEZ DE MENDOZA: "Lo siento pero no tengo atribuciones para autorizar eso, necesito volver a la plaza
para consultarlo con mis superiores ".
STANHOPE: "De acuerdo, pero en caso de no volver debe darmev.s. su palabra de caballero de enviarme
nuestros rehenes".
JIMÉNEZ DE MENDOZA: "Empeño en ello mi palabra".
D. Blas pasó al castillo y expuso lo hablado con Stanhope a Dávila quien le dijo:
DÁVILA: "Vuelva V. Merced al campamento inglés y diga a Stanhope que no debe enmendarse un ápice de
nuestras peticiones".
Jiménez de Mendoza regresó al campamento inglés, acompañado esta vez por Mr. Piusin (un capitán de La
Jonquière) y transmitió a Stanhope las órdenes que había recibido:
STANHOPE: "De acuerdo acepto sus pretensiones, pero el conde de Alcudia deberá quedarse como prisionero de
Estado ".
JIMÉNEZ DE MENDOZA: (dirigiéndose a Mr. Piusin) "¡Hemos concluido! vámonos de aquí, que estos caballeros
piden muchas gullerías (golosinas)".
STANHOPE: "Donde vais, esperad".
JIMÉNEZ DE MENDOZA: "Me vuelvo a mi plaza, dadme una guardia que venga con nosotros hasta que yo !zaga
una seña para que salga vuestro oficial".
STANHOPE: "Está bien, está bien, os concedo lo que pedís".
Terminadas estas conversaciones se firmaron las capitulaciones entre Stanhope y Dávila 121(10).
El texto de la rendición responde ya plenamente a la concepción
de guerra limpia característica del s. XVIII. Stanhope (que tenía a la sazón 36 ai1os) demostró plenamente ser un
hombre de su siglo y abierto hacia el futuro, tanto en las negociaciones como en las condiciones finales adoptó una
actitud tolerante y conciliadora.
3/ LAS CONFISCACIONES
A pesar de las promesas contenidas en las actas de capitulación de que no se confiscaría a nadie su hacienda, lo
cierto es que no se cumplieron, no era esa la política del Archiduque ya que éste premiaba a sus partidarios con
bienes confiscados a sus enemigos, sobre todo en momentos de precaria situación económica.
Menorca no fue una excepción en este sentido. hemos podido constatar la concesión, el 3 de Enero de 1.709 a un tal
Manuel Pascual de Bonanza y Girón de Rebolledo de:
- Una casa del Doctor Rafael Guardia.
-Una viña del Dr. Abadías.
- La heredad de Francisco Corbalán.
-2 viñas de Juan Safre situadas en Calafons.
-1 viña de Diego Fabregas.
121 Las actas de capitulación de S. Felipe las reproduce M.M. en las págs. 243 a 45, pero hemos querido dejar constancia aquí de los
acuerdos complementarios, de palabra, entre Stanhope y Jiménez de M. Vid. Msa. págs. 309-311 v. y Ap. doc. documento núm. 16.
Desde este momento el destino de Menorca estaba decidido. Por el tratado de Utrecht pasaría definitivamente a manos de Inglaterra en
1.713.
-1 viña de Francisco Salazar.
-1 viña de Sebastián Prats.
-1 viña del hermano del capellán Basilio Corqué122.
Algo de esto se debió temer Guillermo Olives, poco antes de partir de Menorca con los vencidos, cuando éstos
abandonaron la isla camino de Cartagena. Para evitar la confiscación de sus tierras, Guillermo se puso de acuerdo
con su primo Bernardo José Olives quien, a pesar de ser un activo carlista. tuvo aquí en cuenta más los intereses de
su familia que las de su bando y aceptó un trato con su primo y cuñado.
El acuerdo entre primos fue que Guillermo cedía a Bernardo José el dominio Útil de sus propiedades. pero a su
vez éste debía pasarlas en usufructo vitalicio a la mujer de Guillermo, su hermana Francisca, en ese momento
encinta del que luego sería el primogénito de Guillermo. A continuación, al año siguiente, Bernardo José (que era
clérigo y por tanto no podía esperar descendencia) testó a favor de su sobrino y así la herencia de Guillermo pasó
de nuevo a sus herederos al margen de que su mujer continuó disfrutándola en vida123 (12). Esta cesión que fue
avalada por Stanhope, le fue confirmada a Bernardo José por el Rey el 3 de Enero de 1.709.
4/ LOS VENCIDOS PARTEN
El 3 de Octubre de 1.707, se embarcaron el gobernador Dávila, los oficiales espai101es. los funcionarios civiles de
la Administración real, algunos clérigos, los bailes de Mahón y Alayor, el conde de Alcudia y Ramón Puig. Por su
parte la dotación de S. Felipe, fue enviada a sus casas del arrabal después de haber prestado juramento a Carlos III
En otra nave aparte se embarcaron los franceses con La Jonquière al frente.
Los buques que debían transportar a los vencidos a sus lugares de destino, hubieron de permanecer en el puerto
122
Vid. A.H.N. Estado Libro núm. 994.
123
Es decir que Olives hizo una donación simulada, este es el calificativo empleado por el fiscal encargado de averiguar el origen de las
propiedades de la familia Olives, cuando bastantes años más tarde un descendiente de Guillermo, Bernardo Ignacio Olives solicitará el título
de conde de Torresaura (1.817). Vid. A.H.N. Consejos Leg. 4178, y apéndice documental doc. núms. 17 y 18.
algunos días debido al mal tiempo. Al fin, el 5 de Octubre, amaneció bonancible y Stanhope ordenó que el navío
con los españoles partiera. No dio la misma orden con respecto a los franceses, que fueron retenidos en represalia al
mal trato que Francia había dado a los vencidos ingleses en Játiva y Tortosa.
Dávila intentó mediar en el asunto y envió al siempre providencial Blas Jiménez de Mendoza para que
intercediera por ellos. Cuando el capitán español llegó al puesto de mando inglés, se encontró que Stanhope no se
encontraba allí. Había ido en viaje de inspección por el interior de la isla y el brigadier que había quedado al mando
no pudo resolver nada al respecto, máxime cuando este oficial dijo a Jiménez que esta orden no procedía del
general sino que había sido comunicada a éste desde Barcelona.
Sin embargo poco tiempo después. el 17 de Octubre, se les dejaría marchar.
Inmediatamente que Jiménez de Mendoza regresó a la nave, su comandante recibió la orden de partir. Momentos
antes se había embarcado Guillermo Olives. Extraña conducta la de Olives si tenemos en cuenta que primero lo
había hecho en la de los franceses. Algo debía tramar, esta suposición quedaría pronto confirmada.
El 13 de Octubre, a las 4 de la tarde, llegó el navío con los españoles a Cartagena. Inmediatamente que atracó el
buque, Dávila envió al capitán Juan de Zafra para anunciar su llegada al gobernador. A la sazón gobernaba la plaza
un irlandés, Patricio Miset y era corregidor de la misma, Pablo de Ayuso y Garvia.
Miset comunicó a Zafra que no debía salir a tierra nadie excepto el conde de Alcudia. Este cumplió la orden,
pero por su cuenta se trajo consigo a Ramón Puig y Guillermo Olives. Estos tres personajes habían tenido largo
tiempo de cambiar impresiones durante el viaje, todos tenían motivos comunes para odiar a Dávila (vid. supra) e
inmediatamente este encono saldría a la luz. El corregidor Ayuso hospedó en su casa a Alcudia y sus amigos.
Inmediatamente que Olives se vio en tierra, comenzó a esparcir todo el veneno que llevaba dentro y se dedicó a
acusar a Dávila de tener la culpa de que Menorca se hubiere rendido a los ingleses y que, incluso esto, había sido
posible gracias a la traición del gobernador, que se había vendido a los británicos por cierta cantidad de dinero.
Esta actitud de Olives pudiera quizás explicar el motivo por el cual decidió a última hora embarcarse con los
españoles. Su misión era perder al gobernador. ¿Cuáles eran sus motivos? ¿podía el hacendado tener queja de
Dávila? creemos objetivamente que no. A pesar de la doblez demostrada por nuestro personaje, Dávila siempre
había acabado por aceptarle a su lado aun sabiendo sus manejos (aunque desde luego de forma interesada
conociendo sus influencias). Todo ello nos da que pensar si no tuvieron que ver con su actitud, las conversaciones
con su primo Bernardo José. Pensamos que quizás tuvo que comprometerse a pagar un precio por el favor que le
hizo su pariente en relación con sus bienes y éste sería vengar a sus coterráneos carlistas de las atrocidades
cometidas por Dávila.
Olives se aplicó con tesón a intentar implicar al gobernador, descargando sobre él toda la culpa de la pérdida de
Menorca. Gran conocedor de la psicología humana, Guillermo debió darse cuenta del carácter ambicioso del
gobernador Miset y procuró fomentarla diciéndole que Dávila tenía guardados más de 30.000 pesos de las multas
que había impuesto a los rebeldes, amén de la recompensa que había recibido de los británicos por entregar la isla.
También acusó al gobernador de haber sido el culpable de la retención de los franceses por temor que La Jonquiére
le acusara al llegar a Francia.
Estas y otras razones maliciosas, se veían corroboradas por Alcudia y Ramón Puig, confabulados con Olives
para perder a Dávila.
Tal como esperaban los conjurados. estimularon la codicia de Miset como nos relata Jiménez de Mendoza:
"Mui gozosos quedaron Dn. Patrizio Miset y Dn. Pablo Ayuso. de Dir estos informes el primero porque se
figuraPa ya dlleilo de los treinta mil pesos que suponían traía que era y a sido el motivo de su obrar pues la
publica voz de Cartagena dezía haver juntado Dn. Patrizio medio millon de pesos quitando arroso y velloso y
comerziando. el segundo por hazerse hombre memorable y gran servidor del Rei... " 124.
Inmediatamente Miset ordenó que se abriese una investigación al respecto. Los regidores mandaron llamar al
capitán inglés del buque que había traído al gobernador a Cartagena, para que les informara. Como el marino solo
hablaba inglés, el gobernador tradujo delante testigos lo que le interesó. Reunidos los da tos amañados por el
gobernador, se mandó un informe a la Corte solicitando que la causa que se instruyera fuera dirigida por Miset.
Entretanto Dávila había escrito a su vez a Madrid, solicitando permiso para trasladarse a la capital a explicar su
actuación, pero antes de que pudiera recibir respuesta, llegó la orden de que se le instruyera expediente sumarial
para aclarar los hechos.
Inmediatamente que Miset recibió esta orden, mandó abrir el equipaje del gobernador y le confiscó toda la ropa y
124 Vid. Msa. pág. 316v.
dinero dejándole sólo 100 doblones para su mantenimiento y le confinó en una torre del castillo.
Por su parte Olives no dejaba de atizar el fuego. De manera harto maquiavélica procuró que los oficiales de
Dávila acabaran acusándole. Guillermo les dijo que la culpa de la rendición de S. Felipe la habían tenido ellos,
porque habían obligado a Dávila a capitular y que así se veía reflejado en el papel que firmaron. Efectivamente es
así, ojeando el documento125 (14) podemos darnos cuenta que la argumentación de Olives es correcta, pero Jiménez
de Mendoza -que fue el que lo redactó- nos explica cómo al confeccionarlo reflejó los argumentos que eran los del
gobernador como si hubieran partido de los oficiales pero todo ello sin premeditación:
"D. Blas tomó la pluma y lo formó (el documento) equivocando la razones que al principio del consejo dijo el
governador. y suponiéndolas como de los oficiales pero esto sin malizia (ni cave porque lo firmó como los
demás) porque en la rresoluzión conque se cerrava el papel se conozía bastantemente ser una respuesta de
pregunta que se les havía hecho..." 126.
Lo cierto es que Olives sacó partido de esta ambigüedad y consiguió amedrentar a los oficiales que, temerosos
de ser inculpados, no vacilaron en acusar a su jefe.
En sus declaraciones ante el asesor fiscal casi todos dijeron haber firmado el papel, creyendo que era para ganar
tiempo pero en ningún sentido para capitular, lo cierto es que el citado papel no habla en absoluto de rendirse sino
de "entrar en tratos y buscar un medio honorable para solucionar la precaria solución de los sitiados" nueva
ambigüedad que fue aprovechada por muchos para exculparse.
Poco a poco, como vemos, el cerco se iba estrechando en torno a Dávila que cada vez se encerraba más en un
inquietante mutismo. Pocos días después ]e encontraron estrellado al pie de la torre donde permanecía confinado.
Jiménez de Mendoza intenta demostrar que no fue un suicidio:
"... y estando rrezando la novena de los siete dolores, sentado sobre un parapeto del castillo, se le desbanezió la
125 Vid. Apéndice documental doc. núm. 19. Vid. Msa. pág. 306v.
126
Vid. Msa. pág. 306v.
caveza y a con el dolor que rrecivió, o con la demenzia que padezía y caió a la Plaza de armas donde murió"127.
Pero este no es el único testimonio de la muerte de Dávila. Nicolás de Belando, historiador de la época dice al
respecto:
"Diego Leonardo Dávila fue puesto preso; en cuyo estado, haciendo memoria de su yerro, dixeron, que por si
mismo vengó la culpa, arrojándose temerariamente por un balcón de la torre, en donde estaba, y que se hizo
pedazos..."128.
Poco después llegaría la sentencia para los vencidos desde Madrid: A Dávila confiscación de sus bienes, al
sargento mayor Ramón Puig, a los capitanes Zafra, Corbalán Carreras, Baena y Caravallo suspensión de empleo y
sueldo por cuatro años; absueltos: José de Sandoval; Stevins y Jiménez de Mendoza, así como el comisario de
guerra Tomás Corbalán.
En la sentencia no se hizo ninguna mención ni al conde de Alcudia ni a Guillermo Olives. Este último tuvo una
azarosa trayectoria después de estos sucesos129
127 Vid. Msa. pág. 322.
128
Vid. BELANDO Nicolás de, Historia civil de España, sucesos de la guerra, y tratados de paz, desde el año 1.700 a 1.733. Madrid,
Imprenta y librería de Manuel Fernández, 1.740-44,3 vols. leL volumen pág. 357.
129
Hemos podido constatar en la documentación citada en la nota 123, que Guillermo Olives fue nombrado gobernador de Elche en 1.
711, poco después regresó a Menorca sin que nadie se lo impidiera. Más adelante enviudó y acabó ordenándose sacerdote, hemos podido
saber que en 1.734 bautizó a Gabriel Martorell hijo de Gabino. Por tanto Guillermo, como si nada hubiera ocurrido, pudo disfrutar de nuevo
de sus propiedades en vida y a su muerte pasaron a su hijo Bernardo como rezaba el testamento de su primo y cuñado.
.
CAPITULO VIII
LA COYUNTURA DE 1706 - 1708
Establecida la sucesión de los hechos acaecidos en Menorca durante el bienio 1.706-1.708 en los capítulos
anteriores, vamos ahora a efectuar un corte estructural para intentar, en la medida de lo posible, perfilar la
coyuntura y descubrir los cambios acaecidos en las estructuras de la sociedad menorquina hasta aquel momento,130
para, más adelante, establecer la posible correlación de estos cambios con el desarrollo de los acontecimientos.
Sin embargo, antes de abordar el problema, debemos hacer una precisión: los cambios estructurales unas veces son
causa y otras consecuencia de los hechos. Procuraremos matizar en su momento esta cuestión en cada caso. Todo
ello nos dará el nivel de verificación de nuestras hipótesis de trabajo, en relación con los datos disponibles.
1) LA COYUNTURA POLlTlCO-JURIDICO-ADMINISTRATIVA
a) Gobierno central.
A fines de 1.706, como ya sabemos, se solucionó definitivamente el contencioso, planteado desde tiempo
inmemorial entre el gobernador político y el militar de Menorca, por cuestiones de competencias. Dávila,
gobernador militar en un principio, fue nombrado gobernador general en lo político y militar, recayendo así en una
sola persona todos los poderes superiores de la isla, civiles y castrenses.
130
Para una descripción de la estructura global de la sociedad menorquina del antiguo régimen vid. mi trabajo: La reconquista de
Menorca por el duque de Cri
nón, Mahón, 1.981, capítulo Il.
Con respecto a la guarnición, el contingente militar en la época que nos ocupa estaba formado por tropas que no
estaban encuadradas en una unidad regular (reglada en términos de la época).
Los soldados al mando del gobernador militar formaban la llamada "dotación de S. Felipe" y estaban repartidos
por las distintas fortalezas que existían en la isla: S. Felipe, S. Antonio y S. Nicolás, estos últimos tenían además la
misión de proteger al gobernador general residente en Ciudadela131.
La dotación estaba mandada por oficiales salidos de sus propias filas si exceptuamos a los de la plana mayor
que, generalmente, procedían de la Península traídos por el gobernador de turno en el momento de su toma de
posesión.
Los soldados de S. Felipe residían con sus familias en el llamado Arrabal, que era un pequeño pueblo situado en
los aledaños del castillo. Formaban un grupo social aparte con respecto al resto de la población isleña, a pesar de
que muchos de sus componentes habían nacido en Menorca, y algunos casaron con menorquinas.
Debido a este carácter endogámico de su comportamiento social, y a otras causas ya establecidas anteriormente,
las relaciones de la guarnición con la población civil no eran precisamente óptimas, a pesar de que algunas veces, y
debido al secular retraso de las pagas, los soldados se ofrecían como jornaleros en las granjas vecinas.
En el momento que nos ocupa, algunos oficiales de la dotación pertenecían a la clase de propietarios rurales del
término de Mahón, tal es el caso de los capitanes Lorenzo Carreras y Alberto Rebons, así como el gobernador del
castillo de Fornells, Andrés Sans.
b) Gobierno local.
En relación con el número y calidad de los jurados de las universidades de la isla que se habían fijado en la
sentencia arbitral de Requesens132, encontramos a principios del XVIII algunos cambios.
131
Aunque no se menciona, conviene recordar la presencia de las tropas francesas de La Jonquiere y el contingente italiano, todos ellos
con la misión de reforzar la guarnición de S. Felipe.
132
Vid. MURILLO A. El puerto de Mahón y las evoluciones menorquinas en Revista de Menorca, Mahón 11 semestre de 1.970 págs.
En principio la clara preeminencia de la Universidad de Ciudadela sobre las demás había llegado a su fin, con 'la
completa independencia que gozaban las demás desde el año 1.639133, además, hemos podido comprobar que, en
1.706, los síndicos de las Universidades de Mahón, Alayor y Mercadal habían cambiado su nombre por el de
jurados así como su número. En este momento había en las universidades citadas tres jurados en vez de los seis
síndicos que fija la sentencia de Requesens.
Entre los privilegios que gozaban en este momento los jurados hemos podido constatar:
-El derecho de custodia de la artillería, armas cortas y municiones, en poder de las universidades para la defensa
de su término, sin tener que rendir cuentas de las mismas al comandante de la guarnición.
-El derecho a que no se efectuaran levas con los menorquines sin su consentimiento, previa aprobación de su
General Consejo.
-El derecho a reunirse sin la presencia del gobernador para tratar asuntos de su competencia.
2) LA COYUNTURA SOCIO-ECONOMICA
a) Los estamentos rurales.
La nobleza.
A principios del siglo XVIII. no existía en Menorca otro título de Castilla que el del barón de Lluriach, Miguel
Leonardo de Cardona, quien, además, no residía en la isla y era teniente general de caballería del ejército felipista.
El resto de la nobleza estaba formada por simples hidalgos o caballeros entre los cuales debe hacerse una
distinción. Mientras muchos de ellos pertenecían a familias cuyo título de nobleza y apellido se remontaba a los
tiempos de la conquista por Alfonso III, como las familias Quart, Martorell, etc., otros habían conseguido sus
ejecutorias de nobleza en época reciente, sobre todo durante el reinado de los Austrias Menores, como
141-42 y TERRON, La reconquista... capítulo 11.
133
MURILLO, opus cit.
consecuencia de la excesiva proclividad de que hicieron gala estos reyes, concediendo numerosos títulos de
hidalguía a cambio de compensaciones pecuniarias.
En 1.706 la nobleza formaba ya un grupo consolidado, no existían diferencias fundamentales entre nobleza vieja
y nueva en cuanto a su status social y político. Ambas ramas de la aristocracia menorquina detentaban
conjuntamente las más altas magistraturas del poder municipal (jurado cavaller, Baile general) y se habían
integrado mediante una hábil política matrimonial 134.
La mayor aspiración de la nobleza en aquel momento, era conseguir un título de Castilla o, en su defecto, un
hábito de alguna orden militar135.
En el aspecto económico todos ellos eran grandes propietarios terratenientes. Poseían, indistintamente, señoríos
en régimen feudal (cavallerías) -de las que detentaban el dominio directo- y el usufructo de muchas tierras de
realengo.
La propiedad de las cavallerías había sido heredada por los señores del s. XVIII de sus antecesores y procedía,
generalmente, de las donaciones efectuadas por Jaime II de Mallorca en época medieval136 a la vieja nobleza
menorquina.
En 1.706 muchos nobles nuevos también poseían cavallerías, en muchos casos como consecuencia de ventajosos
matrimonios con miembros de las familias nobles más antiguas137.
134
Ejemplo de ello es el matrimonio en 1.693 de Bernardo Olives con Margarita Quart así como, en fecha anterior, el de su padre
Bernardo Magin Olives con Paula Martorell, el 6 de octubre de 1.675.
135
Recordemos la petición de un hábito de Alcántara por Guillermo OJives. Así como la de Rafael Squella Martorell en 1,688 en la que
solicita, sin éxito, la baronía de Sta, Galdana.
136
Vid. SERRA BELABRE Ma. L. Distribución de tierras después de la conqu_,ta de Menorca por Alfonso In, Mahón, 1.967 y VIDAL
BENDITO T. Evoluclon de la agricultura y la propiedad rural en la isla de Menorca, Mahón R. M. 1.969.
137
Citemos aquí el caso concreto de Bernardo Olives, primogénito de los Olives y hermano de Guillermo que, por razones que no
conocemos, no recibió la herencia de su padre (que pasó a su hermano segundo) pero que al casar con Margarita Quart, heredera por
Las tierras de realengo, en lo que se refiere a su dominio útil, era poseído indistintamente por vieja y nueva
nobleza, como consecuencia de sucesivas transmisiones y adquisiciones de dominio a través del tiempo.138
Vistas las condiciones generales socioeconómicas de la nobleza en su conjunto, podemos ahora establecer
algunas diferencias entre aristócratas nuevos y viejos, relacionadas con la proporción de propiedades feudales o
realengas que detentaban unos y otros. Mientras la nobleza vieja basaba la mayoría de su patrimonio en cavallerías,
la otra facción era predominantemente propietaria de realengo.
También en el pago de los impuestos existían diferencias entre una y otra facción, ya que los nobles, cuyo
patrimonio era mayoritariamente de realengo, debían pagar al Real Patrimonio censos de los que estaban exentas
las cavallerías.
Los grandes propietarios plebeyos.
J unto a la nobleza, existía ya en Menorca en 1. 706, un estamento de grandes propietarios plebeyos de influencia
paralela a la de la aristocracia, poseedor de tierras de realengo y con un espíritu de integración, bien solicitando una
ejecutoria de nobleza, bien intentando emparentarse con la clase aristocrática mediante matrimonios139.
Los propietarios plebeyos solían vivir en las poblaciones y eran, al igual que la nobleza, absentistas140.
ausencia de sucesión masculina, recibió la extensa heredad de los Quart entre la que se encontraban varias cavallerías.
138
Debemos señalar que las tierras de realengo cuyo dominio directo era del rey, podían ser transmitidas o cedidas a otros propietarios
mediante el pago de un laudemio al real Patrimonio. Evidentemente nos referimos a la cesión del dominio útil (usufructo) sobre las mismas.
139
Respecto a la política matrimonial entre nueva y vieja nobleza ya hemos hecho mención, esta faceta se puede hacer extensible a la
clase propietaria terrateniente no noble, en su intento de escalar puestos en la pirámide social. También poseemos constancia de la petición
de ejecutoria de Mat!as Guardia.
140
Generalmente los absentistas, nobles y plebeyos, entregaban sus tierras a arrendatarios a cambio de un canon anual en dinero y en
especie. Tanto en lo que se refiere a las cavallerías como a las tierras de realengo.
Los pequeños propietarios plebeyos.
Las características generales de estos propietarios eran las mismas que los grandes, su única diferencia con
aquellos era de orden cuantitativo -la menor extensión de sus propiedades-, y de orden geográfico, mientras los
grandes abundaban sobre todo en el término de Ciudadela, los pequeños estaban repartidos fundamentalmente por
el resto de la isla. Pequeños y grandes propietarios plebeyos pagaban, además, impuestos a las universidades.
Las clases agrarias más desfavorecidas.
Se supone que debían existir, en 1.706, jornaleros que trabajaran las tierras de su señores, pero nada hemos
podido encontrar sobre su situación socioeconómica, ni sobre las relaciones de producción con sus amos. Sólo, y de
manera indirecta, hemos descubierto prestaciones de trabajo a cambio de una remuneración en salario o en especie,
que quizás (no lo sabemos) fuera el contrato normal de trabajo en Menorca en aquel momento141.
b) El clero.
Dividido en 1.706 en clero regular y secular. El clero regular dependía de los generales y provinciales de sus
órdenes y el secular del Vicario General residente en Ciudadela (paborde) quien, a su vez, estaba supeditado al
obispado de Mallorca.
El statu_ del clero era bastante influyente y su economía harto saneada, ya que recibían numerosas donaciones con
ocasión de bodas, bautizos, testamentos, censos y dotes de las clases privilegiadas.
c) Los estamentos urbanos.
La documentación consultada pone de manifiesto la existencia en Menorca, durante el período que nos ocupa,
141
Vid. capítulo II nota 3.
de: médicos, comerciantes, abogados, boticarios, etc., así como artesanos encuadrados en sus respectivos gremios
142
(13) entre los cuales destacamos:
En Ciudadela:
El gremio de los cereros (fabricantes de bujías)
herreros.
tejedores.
sastres.
zapateros.
albañiles.
carpinteros.
Peraires (curtidores)
En Mahón:
-El gremio de los albañiles.
parederos (constructores de paredes para "tanques").
sastres.
herreros.
carniceros.
carpinteros.
horneros y panaderos.
142
Así como los oficios urbanos encuadraban a sus miembros en gremios los del campo lo hacían en cofradías, en Ciudadela existían las
de: payeses, cultivadores y hortelanos.
d) Los esclavos.
Hemos podido constatar en la documentación consultada la existencia en Ciudadela de esclavos negros,
probablemente procedían de apresamientos, en aguas menorquinas, de navíos sarracenos.
3) La situación de la economía en la coyuntura 1. 706-8.
a) El agro menorquín. La producción, el comercio, los precios.
Durante este período se cultivaba en Menorca, entre otras cosas, judías, cebada, trigo, etc. , Del ganado se obtenía:
lana, carne, leche y
queso.
El comercio interior era escaso. los productos del campo se llevaban al mercado, los precios eran regulados por
los jurados y en aquel momento se encontraban un 30 por ciento por debajo de la valoración de los productos hecha
en los censos y arrendamientos. El intercambio no superaba apenas el nivel de subsistencia, sin embargo parece que
en 1.706 se produjeron algunos excedentes que pudieron exportarse a Mallorca, sobre todo de trigo que se
cambiaba por aceite. También parece que en 1.708 hubo una buena cosecha de cereales.
b) Los impuestos.
Los propietarios de cavallerías estaban exentos de toda clase de impuestos, mientras que los de realengo
pagaban un censo anual a la Corona a través del Real Patrimonio. A su vez los propietarios de realengo plebeyos
tenían que pagar un impuesto adicional a las universidades. Estos gravámenes se cobraban en dinero, especie o
ambas cosas a la vez. También todos los frutos de la isla, excepto los de las cavallerías pagaban el diezmo que se
repartía a razón de 55 por ciento para el Rey y 45 por ciento para la Iglesia.
CAPITULO IX
CONCLUSIONES
Confrontadas las hipótesis de trabajo con los datos empíricos disponibles, vamos ahora a tratar de establecer la
interacción de los mismos con los elementos de coyuntura, con el fin de averiguar las causas profundas que
originaron la polarización de la sociedad menorquina durante la guerra de sucesión.
a) Los elementos desencadenantes del conflicto.
1) Internos.
La clave de todo el movimiento de adhesiones a la causa austracista y posterior sublevación en favor del
Archiduque, se encuentra en la actitud de una determinada facción de la nobleza ciudadelana formada
principalmente por propietarios de tierras de realengo, que, con su caudillo Saura al frente, desempeñan el papel
principal en la conspiración que desembocó en la revuelta de octubre de 1.706.
Estos elementos destacados recibieron la adhesión del clero, sobre todo el regular, que erigiéndose en defensor
de las tradiciones locales y de sus propios intereses, toman partido por el Archiduque.
Todos ellos reivindican la continuidad de usos, costumbres, privilegios y libertades" conseguidas por sus
antepasados desde tiempo antiguo, que los Austrias habían respetado y que se veían amenazados por la actitud
"castellanizante" del primer Barbón español. Derechos enmarcados tanto en el ámbito público como privado,
político-sociales y económicos.
Desde el punto de vista geográfico el foco principal de esta actitud se localiza en Ciudadela y, generalmente, en
la zona más occidental de la isla. La actitud de Mahón y la zona oriental es diferente.
Los mahoneses -que al final acabarán por sumarse a la sublevación en favor del Archiduque- lo harán
arrastrados por la dinámica de los acontecimientos y muchas veces por cuestiones de coyuntura, como por ejemplo:
la interrupción de su activo comercio con Mallorca después de que esta isla cayera en manos austracistas, su
descontento por las continuas tropelías cometidas por la guarnición y los abusos personales del coronel francés.
También hay que constatar, y en este sentido nos referimos a las adhesiones locales a lo largo y ancho de la isla
y a los dos bandos, los intereses individuales motivados por el deseo de promoción y ascenso social.
No podemos descartar, por último, algunas actitudes que pudieran venir motivadas por sentimientos de tipo
idealista.
2) Externos.
Entre 'ellas la más importante y que sirvió como principal catalizador de la sublevación, fue el interés
demostrado por el Archiduque sobre las Baleares por los motivos antes señalados. Este interés y la introducción de
una quinta columna en las islas, desencadenaron la reacción de los elementos simpatizantes con su causa, sirviendo
así ésta, de enlace entre las causas externas e internas del conflicto aunque, estas últimas son, a nuestro entender,
las determinantes. Queremos decir que si no se hubieran oído una serie de condiciones objetivas internas, el
Archiduque no hubiera conseguido la adhesión de una facción importante -e influyente- de la nobleza menorquina.
b) El protagonismo de los personajes principales y su incidencia en el desarrollo de los hechos.
1) Felipistas.
Es evidente que el gobernador Dávila fue el principal protagonista de los hechos acaecidos durante el bienio
1.706-8. Poco partidario a priori de las libertades y privilegios que gozaba la isla, su actitud no suponía pues una
excepción con respecto a muchos de sus antecesores y, evidentemente, tuvo que chocar con las clases dirigentes
autóctonas proporcionándoles un motivo para oponerse a su gestión y al modelo político y social que representaba.
Como consecuencia de la sublevación de Saura, Dávila tuvo repetida ocasión de poner en práctica sus
procedimientos dictatoriales. Bien es cierto que toda su actuación se vio mediatizada por una serie de
acontecimientos ajenos a su voluntad, nos referimos al abandono en que le tuvo su Corte y la de Francia, las
contradicciones de la guarnición, la presencia del contingente francés y de su jefe La Jonquière, de quien nada hay
que objetar sobre sus aptitudes militares, pero al que debemos criticar su ambición, que trajo como consecuencia la
progresiva indisciplina de las tropas.
Sin embargo, y a pesar de sus problemas, Dávila contó con buenos colaboradores -Jiménez de Mendoza y
Stevins- pero esto no fue suficiente para solucionar los problemas que se le plantearon.
El primero de éstos fue la sublevación de Saura de Octubre del 1.706. Dávila se refugió en S. Felipe en vez de
atacar a los rebeldes, esta actitud no encajaba con la energía que demostró después a la hora de reprimir a los
sublevados cuando éstos fueron derrotados, e incluso ante la tibieza de Villars. Ciertamente no podía confiar ni en
su guarnición ni sus oficiales le secundaban y esto le condicionó bastante.
También en su contra hay que decir que no respetó las capitulaciones aceptadas a los carlistas vencidos, y que la
represión que llevó a cabo, con motivo de la presunta segunda sublevación, revela un carácter ambiguo y
contradictorio, es, a nuestro entender, lo que puede achacarse le en su actitud ante los problemas que se le
plantearon, ya que no se puede juzgar su actuación con una perspectiva actual, dado que Dávila era un hombre del
siglo XVII en el que el concepto de guerra sucia era el predominante.
Nuevamente aparece la contradicción en la actitud de Dávila ante el ataque de Stanhope en el año 8, la energía
desplegada en momentos anteriores se disipó y no supo superar con acierto el trance, el cual, objetivamente, tenía
visos de insuperable dadas las condiciones del mismo.
Resumiendo, la gestión de Dávila en el bienio de su mando refleja, desde nuestro punto de vista, una
personalidad ciclotímica parecida a la que acompañó a la actuación de un político de una generación anterior, nos
estamos refiriendo al Coride-duque de Olivares. ¿Qué son si no esas diferencias de talante ante los acontecimientos
que se le presentan? A veces Dávila se crece ante las dificultades, para caer más adelante en una profunda
depresión ante nuevos problemas de índole parecido.
Lo cierto es que esta actitud del gobernador determinó en gran parte el desarrollo de los acontecimientos y
contribuyó a exacerbar los ánimos.
Como ya hemos dicho, uno de los personajes que contribuyeron a sostener la autoridad de Dávila fue el capitán
de granaderos Blas Jiménez de Mendoza y Lillo, siempre presente; tanto en los lugares de peligro como en los
momentos que el gobernador flaquea, se encuer\.tra D. BIas, de quien todos respetan su experiencia y buen criterio.
No menos importante fue la actuación de Stevins, por su preparación técnica como por su valor.
Personaje nefasto en el bando felipista fue Matías Guardia, rico propietario rural de Alayor que, movido por sus
intereses y deseo de promoción social, no vaciló en delatar a muchos de sus coterráneos y fue el causante, en cierto
modo, de la represión de Marzo.
No menos inquietante fue la actitud de Guillermo Olives que, debido a su actitud ambigua y doble juego, influyó
decisivamente en el desarrollo de los acontecimientos, su destreza en el apaño y el enredo mediatizó en gran
manera la gestión del gobernador al que acabó perdiendo.
Pero Olives no hubiera podido llegar al final de sus turbios manejos, si no hubiera contado con la colaboración,
primero de La Jonquière y posteriormente la de dos personajes que acabaron de perturbar la cada vez más difícil
situación de Dávila: Ramón Puig y el conde de Alcudia.
2) Carlistas.
. Destaca sobre todo la figura de Saura como líder de la causa del Archiduque, cuyos motivos para sublevarse,
fueran idealistas o interesados, le llevaron a desencadenar los acontecimientos y que luego no asumió pasando a
Mallorca con sus principales partidarios, esto motivó que la peor parte la llevaran los que hubieron de quedarse.
Personaje destacado de final del período es Stanhope, el general británico que conquista Menorca para la causa
austracista (en un principio). El militar inglés es ya un verdadero hombre del XVIII, opuesto, por tanto, a Dávila
con el que contrasta, no solo en edad (tenía a la sazón 36 años) sino en sus concepciones sobre la guerra. Hombre
inteligente, racional, respetuoso y lleno de generosidad con los vencidos, es el prototipo del General del siglo
XVIII. Su concepción de los conflictos bélicos entra ya de lleno en el nuevo concepto de "guerra limpiar' típica del
naciente siglo.
c) Las causas profundas de la polarización de la sociedad menorquina durante la guerra de sucesión.
Todas las líneas de interpretación que se han abordado hasta ahora nos parecen válidas para explicar, en cierta
manera, la adhesión de muchos menorquines a la causa austracista que desembocó en la rebelión armada; tanto las
de caracter político, como las económicas o ideológicas, pero ninguna nos parece tan profunda y reveladora como
la que, a nuestro entender, está l_lacionada con los intereses de muchos - isleños en conexión con la peculiar
estructura de la propiedad agraria.
Sabemos ya que la propiedad agraria en la Menorca del Antiguo Régimen era de tres clases: señorío feudal (con
dominio directo y útil del propietario a cambio de una mínima prestación), tierras de realengo (con dominio directo
del rey y útil del usufructuario por tiempo inmemorial vitalicio y hereditario) y alodios (con dominio directo y útil
en' manos del propietario y sin ningún tipo de prestaciones). Conocemos, también, que las tierras de realengo
representaban el 80 por ciento de la propiedades agrarias de la isla y que, un tanto por ciento muy elevado de los
menorquines que se adhirieron a la causa austracista, eran usufructuarios de estas tierras que el rey poseía en
Menorca con dominio directo, por tanto sospechamos que pudiera existir una relación entre una circunstancia y la
otra.
Efectivamente, para poder descubrir la posible conexión entre los intereses de los usufructuarios de rea1engo y
su adhesión en masa a la causa austracista, debemos remitimos a una cuestión que nos parece fundamental:
recordemos cómo los presupuestos del racionalismo centralista de nuevo cuño, introducidos en España por Felipe
V, suponían la supresión de fueros, privilegios, libertades, usos y costumbres de los reinos periféricos de la
Península, en favor de una "-castellanización legal" de toda España.
Ampliando esta cuestión, conviene señalar que, cuando se aborda este tema se suele insistir, sobre todo, en la
incidencia que tuvieron estas medidas centralizadoras en relación con los privilegios públicos (supresión de fueros,
cortes, organización municipal, etc.) y sin embargo no se hace hincapié en la supresión de los de tipo privado, que
la amenaza de castellanización de la vida nacional traía consigo.
Si tenemos en cuenta que entre los privilegios privados que gozaba Menorca, concedidos por los reyes españoles
de la casa de Austria y en tiempos bajo medievales por los de la corona de Aragón, se encontraba la facultad de
poseer el usufructo por tiempo inmemorial vitalicio y hereditario de las tierras de realengo, donadas en censo
enfitéutico, bien pudieron los' usufructuarios de estas tierras sentirse amenazados sí Felipe V acababa por implantar
la castellanización en Menorca, lo que podía suponer la suspensión de este privilegio y, por tanto, la hipotética
confiscación de sus bienes, máxime cuando él rey, para hacer frente a los crecidos gastos que le suponía la campaña
contra el pretendiente austriaco, pudiera pensar en obtener saneados beneficios con esta medida, que de hecho
utilizó en Cataluña y Aragón.
Si tenemos en cuenta que, por su parte, el Archiduque había prometido reiteradamente mantener estos
privilegios, la elección de los menorquines no ofrecía duda: se pasaron en masa a la causa de Carlos de Austria y
por tanto esta es, a nuestro entender, la causa fundamental y más profunda de su elección.
Por otra parte, si la anterior argumentación la podemos considerar una prueba por exceso, también por defecto
podemos considerar una clave demostrativa de este fenómeno, la inhibición de la facción de la nobleza que,
poseyendo como parte fundamental de su patrimonio tierras en régimen feudal (cavallerías), cuya propiedad directa
y útil las protegía de la confiscación salvo delito de lesa majestad. Efectivamente, recordemos cómo muchos de
estos nobles no deciden qué partido tomar, prefieren esperar los acontecimientos para, al fin, vitorear al vencedor
desde la segura posición que les ofrece su patrimonio.
Otra prueba más del carácter eminentemente privado de la sublevación a favor del Archiduque, tiene que ver con
la no-adhesión a la misma de las principales autoridades públicas isleñas (los jurados), si exceptuamos la actitud
individual de Domingo Marqués.
Después de lo argumentado, parece claro que debió existir entre los propietarios menorquines de realengo un miedo
real a perder sus
haciendas, pero como ninguno de los documentos consultados lo refleja de forma explícita (todos ellos hablan de
reivindicaciones de carácter abstracto, como el mantenimiento de privilegios y libertades en general) pudiera
parecer, el resultado de una extrapolación nuestra, fruto más de una intuición personal que de un sentimiento real,
lo cual le quitaría peso específico. Sin embargo creemos poder reforzar nuestra opinión con el argumento que
pasamos a analizar a continuación.
"Que nos respeten nuestros derechos y libertades", dicen los menorquines; con esta afirmación nada nos revelan
sobre sus intereses privados, pero el miedo a perderlos tuvo que anidar en sus espíritus, ¿qué representa si no el
decreto promulgado por Felipe V en el verano de 1.707 que a continuación reproducimos?, ¿no responde acaso a
una actitud de miedo generalizado, por parte de muchos a perder sus bienes?, ¿no es, al fin y al cabo, la
contestación tranquilizadora (al menos de palabra) a esa preocupación que se iba extendiendo como reguero de
pólvora entre los estamento s agrarios de la periferia peninsular -.e insular- en relación con la estabilidad de su
status jurídico-económico?
El citado decreto decía lo siguiente:
"Nos D. Felipe, por la gracia de Dios, rey de Castilla (...). Por mi decreto de veinte y nueve de junio próximo
pasado de este año, fui servido derogar todos los fueros, leyes, usos y costumbres de los Reinos de Aragón y de
Valencia mandando que se gobiernen por las leyes de Castina, y respecto de que los motivos que en el citado
Decreto se expresan, suenan generalmente comprendidos ambos Reinos y sus avitadores por averlos
ocasionado la mayor parte de los pueblos, por que muchos de ellos y de las ciudades, villas y lugares, y demás
comunes y particulares assi eclesiásticos como seculares, y en todos los más de los Nobles Cavalleros,
infanzones hidalgos y ciudadanos honrrados, an sido mui finos y leales, padeziendo la pérdida de sus haziendas
y otras persecuciones y travajos que ha sufrido su constante y acrisolada fidelidad, y siendo esto notorio, en
cuio caso puede averse entendido con razón que mi Real Animo, fuese notar ni castigar como delinquentes a los
que conozco por leales, pero para que más claramente conste de esta distinción no solo declaro que la maior
parte de la Nobleza y otros buenos Basallos del estado general y muchos pueblos enteros han conserbado en
ambos reynos, pura e indemne su fidelidad, rindiéndose sÓlo a la fuerza incontrastable de los enemigos, los que
no han podido defenderse, pero también les concedo la manutención de todos sus privilegios, exempziones,
franquezas y libertades conzedidos por los Señores Reies mis antezesores o por otro justo titulo adquirido de
que mandaré expedir nuebas confirmaciones a favor de los referidos lugares, casas, familías y personas de cuia
fidelidad estoi enterado, no entendiéndose esto en quanto al modo de gobierno, leies y fueros de dichos Reynos
assi porque los que los gozavan y la diferencia. de gobierno fue en gran parte ocasión de las turbaziones
pasadas. como porque en el modo de gobernarse los reynos y los pueblos no debe aver diferencia de ¡des y
estilos que an de ser comunes a todos para la conserbación de la paz y humana soziedad. y porque mi Real
Intención es que todo el Continente de España se govierne con las mismas leies en que son los más interesados
aragoneses y valenzianos por la consecuzion que mi benignidad les franquea con los castellanos en los puestos
y onores y otros conbenientes a su cumplimiento.
En Madrid a veinte y uno de Jullio de Mill Setezien tos y siete.
Yo el Rey"
Está claro, Felipe V al margen de exponer las ventajas (?) que supondrá la unificación legal de España, sobre
todo para que aragoneses y valencianos puedan tener acceso al gobierno central, en el mismo grado de igualdad a
los castellanos, promete mantener los privilegios privados de los reinos periféricos aunque derogue los públicos,
para conseguir la adhesión masiva de la población, el la que supone fiel por principio y más preocupada por sus
propios intereses individuales, que por el mantenimiento del status político tradicional de aquellas regiones.
Creemos que esta iniciativa del rey confirma nuestras sospechas, el miedo real debió existir.
Por tanto, ya se puede afirmar que no existían intereses diferenciados entre la facción carlista de la nobleza
menorquina y sus seguidores plebeyos;'lil ehtre los de Mahón y Ciudadela, todos estaban unidos por un interés
común: el mantenimiento a ultranza de su patrimonio, eso sí, la iniciativa de adherirse al bando austracista partió de
Ciudadela y posteriormente los demás términos se unen espoleados por la propia dinámica de los acontecimientos y
por la serie de problemas coyunturales que anteriormente hemos señalado.
Queda por analizar la actitud del clero, sobre todo la parte de él que se significó por su militancia carlista. Ya
hemos señalado anteriormente el carácter de guardián celoso de la tradición del clero menorquín, pero además los
representantes de la Iglesia tenían también mucho que perder si sus feligreses veían confiscados sus patrimonios.
No olvidemos que las parroquias y conventos recibían importantes sumas de aquellos (está perfectamente
documentado) sea como donaciones a través de testamentos, bodas o bautizos, sea como concesión graciosa de
censos, gravados sobre las haciendas, a conventos e iglesias. Esta fuente de ingresos se hubiera perdido si las tierras
de sus donantes hubieran sido confiscadas en su totalidad. Ello tuvo que influir para que muchos eclesiásticos se
alinearan al lado de sus feligreses en defensa de su patrimonio.
Por último cabe señalar que la adhesión de algunos a la causa felipista, no rebate nuestra anterior argumentación.
Muchos lo hicieron después de que la situación se volvió favorable a la causa del Barbón y con el fin de obtener
algún premio por su fidelidad, el caso de Matías Guardia es uno de los más representativos.
ANEXO I
Grados, de menor a mayor, existentes en la dotación del castillo de S. Felipe en 1.706.
Soldado (fusilero, granadero o artillero)
Cabo
Sargento
Alférez
Subten iente Teniente
tapitán
Sargento Mayor Teniente Coronel Coronel
Brigadier
Mariscal de Campo.
NOTA: El régimen de ascensos no es lineal, hemos comprobado el ascenso de varios alféreces y mientras unos son
elevados al rango inmediato superior (subteniente) otros pasan directamente al grado de teniente o capitán.
Tampoco se asciende por el sistema de escala cerrada sino por méritos.
APÉNDICE DOCUMENTAL
DOCUMENTO Núm. 1
1.701, Abril, 30. Barcelona
RELACION DE LOS SERVICIOS DEL SARGENTO MAYOR DE INFANTERIA ESPAÑOLA DON DIEGO
DAVILA.
(Archivo General Militar de Simancas)
"Por fees de oficio consta, á servido a su Magestad veinte y siete años, siete meses, y siete días continuos de esta
manera. E un año, seis meses y nueve días, primeros en la Corte, y Regimiento de la guardia de su Magestad, de
Soldado con plaza sencilla, y sargento vivo desde diez y nueve de Setiembre de mil setecientos y setenta y tres,
hasta veinte y ocho de Marzo, de mil seiscientos y setenta y cinco, segun lo declara una nota que trajo en el asiento
del Alférez, con exercicio de la Compañía de D. Joseph de Ayala, del segundo cuerpo que vino á Cataluña para
refuerzo del Regimiento de la guardia que servía en este Exercito, que por su Reformación se agregó con ella al
Tercio del Conde de Palma, en la lista de ella que remitieron los Oficiales Reales de la Comissaría General de
España, que vale desde el citado día veinte y ocho de Marzo donde lo continuó diez años, tres meses y nueve días.
El un año, diez meses y seis días de Alférez de la referída Compañía y sueldo de quinze escudos al mes desde el
citado día veinte y ocho de Marzo de mil seiscientos y setenta y cinco, hasta cuatro de Febrero de mil seiscientos y
setenta y siete, que quedó reformado con los demás Oficiales de su Compañia de orden del Capitan General. Por la
que huvo de su Magestad, y el mismo día sentó plaza en la Compañia de Don Miguel de Castroviejo del dicho
Tercio, con los doze escudos que le correspondían de Reformado, y con ellos quatro meses y diez días hasta catorze
de Junio siguiente del mismo año, que se le hizo passaje á la Compañía de Don Juan de Villate y Bustamante del
mismo Tercio. A quien subcedieron por Maestros de Campo del Don Pedro de Villazis; Don Juan Bautista Moreno,
y Don Carlos de Eguía. Y en esta ocho años y veinte y tres días hasta siete de Julio de mil seiscientos y ochenta y
cinco, que marchó con su Compañía, Tercio á los Presidios del Reyno de Navarra, donde sirvió quatro años once
meses y veinte y quatro días. El un año, un mes y veinte dias, de Alferez Reformado en la referída Compañía, desde
ocho de dicho mes de Julio de mil seiscientos y ochenta y seis, que passó á ser Ayudante de Sargento mayor de
dicho Tercio, con los veinte escudos que le pertenecían, y con este exercicio tres años, diez meses y quatro días,
hasta dos de Julio de mil seiscientos y noventa, que volvió con su Tercio, al Exercito de Cataluña, y en el siete
años, nueve meses y tres días. El un año, nueve meses y quatro días, con el dicho empleo de Ayudante y sueldo de
veinte escudos al mes, hasta seis de Abril de mil seiscientos y noventa y dos, que passó a ser Capitán de la
Compañía, que fue, de Don Pedro de Espinosa del dicho Tercio a quien sucedió por Maestro de Campo del Don
Juan Bázquez de Acuña, y Don Estevan de Olalla. Con los quarenta escudos que le tocavan y con este empleo dos
años, y veinte y quatro días, hasta treinta de Abril, de mil seiscientos y noventa y quatro, que pasó a ser Sargento
Mayor de dicho Tercio, y se le formó el assiento en virtud de Titulo de su Magestad de veinte y uno de dicho mes.
Con los sesenta y cinco escudos que pertenecían a este puesto, y con el quatro años y tres días, hasta tres de Mayo,
de mil seiscientos y noventa y ocho, que se le sentó un escudo de ventaja particular sobre qualquier sueldo de que
su Magestad, le hizo merced por sedula de doze de Diziembre de mil seiscientos y noventa y siete, por haver sido
uno de los que se hallaron en el sitio y defensa de la Plaza de Barcelona, y en esta conformidad los dos años, onze
meses y veinte y cinco rifas restantes hasta veinte y seis de este presente mes de Abril de mil setecientos y uno que
lo queda. Continuando en Cataluña.
El Marqués de la Florida Maestro de Campo General del Exercito de Cataluña, el Maestro de Campo General
Conde de la Rosa Governador de Barcelona, el General de la Artillería Don Juan Bazquez de Acuña, los Generales
de la Artillería titulares, D. Lucas de Amesquita y Don Ramón Caldés, los Sargentos Generales de Batalla, D.
Fernando Piñatelo y Conde de Peñarrubia, y D. Estevan de Olalda, siendo Sargento mayor. Certifican en diez de
Febrero de mil seiscientos y ochenta, veinte y veinte y siete de Enero y quinze de Julio, de mil seiscientos y
noventa y tres. Tres, y seis de Noviembre de mil seiscientos y noventa y siete, seis de Marzo y dos de Abril de mil
seiscientos y noventa y ocho haverlo visto servir en el tiempo referido con gran crédito y aprovación de todos. Y
hallándose en las ocasiones y Campañas, que ha avido en Cataluña, y que el año de mil seiscientos y setenta y cinco
teniendo el Enemigo sitiada la Plaza de Puigcerdá se le encargaron diligencias del Servicio de su Magestad, de toda
consequencia por la satisfacción que teman sus cabos de buen obrar, y inteligencia. Y que en el renquentro que se
tubo el día quatro de Julio, de mil seiscientos y setenta y siete en el Varranco de Espolla, siendo Alferez Reformado
en el Tercio del Conde de Palma se señaló con gran bizarría y que con la misma igualdad lo hizo en el sitio que las
armas de Francia pusieron a esta ciudad de Barcelona, el año passado de mil seiscientos y noventa y siete assistió a
su defensa con su Tercio siendo Sargento Mayor, en la parte más peligrosa donde los Enemigos encaminavan sus
ataques. Y que quando abanzó a lá estrada encubierta se alió en su defensa resistiéndola con gran tesón, sin
embargo de heverle bolado una de sus puntas, y después lo continuó en el paraje que defendía la brecha que hizo en
la Muralla, manifestando en todo su gran zelo, aplicación, y bizarría y en una salida que el día veinte y siete de
Junio, se hizo de la Placa; en que fue nombrado por cabo de trescientos hobres (sic), elegidos de los Tercios de
Españoles á desalojar a los franceses, que se hav(an fortificado en las ruynas de unos Molinos fuera de la Entrada
encubierta, lo executó con todo acierto, y bizarría, y que en la mesma forma se portó el día onze de Julio de dicho
año, en otra salida que hizo de la Placa el Señor Principe de Armestat, siendo General de la Cavallería, á la parte de
la Marina á romper un quartel que el Enemigo tenía en aquel paraje, en que yba a su cargo la Infantería, y
havi_ndose executado antes de romper el día; y logrado el intento salió herido, y muerto el Cavallo, y que sin
embargo de esto lo continuó en las demás ocasiones que se ofrecieron durante el Sitio de Barcelona, y Campaña del
año passado de mil seiscientos y noventa y siete por cuyos motivos le hallaron todos digno de las honrras, y
mercedes que su Magestad (que Dios guarde) fuere servido hazerle.
El Señor Príncipe de Armestat, representa a su Magestad los servicios de este Sargento Mayor, en Carta de
veinte y quatro de Octubre de mil seiscientos y noventa y siete del tenor siguiente: SEÑO R. Desde que estoy en
este Exercito he visto servir a Don Diego Dávila Sargento Mayor del Tercio de Infantería Española del Maestre de
Campo D. Estevan de OIalla, haviendo cumplido con sus obligaciones, particularmente en el sitio de Barcelona,
pues en las ocasiones que se ofrecieron para la mayor defensa de aquella Placa, obró siempre con gran valor, y en
especial en la salida que hizo para desbaratar, y romper el cuartel que tenía el enemigo, por la parte de la Marina
donde yendo dicho Sargento mayor, por Cabo de Infantería se portó con el garbo que es notorio lo que pongo con
toda veneración, en la gran comprehensión de Vuestra Magestad, suplicando sea de su mayor agrado, tenerle muy
presente en las pretensiones que tuviere para que se reconozca que atiende Vuestra Magestad a sus méritos. Dios
guarde la Catholica Real Persona de V. Magestad, como la Christiandad á menester.
El Señor Conde de la Corzana Virrey y Capitan General que fue de este Exercito, representa assi mesmo a su
Magestad el mérito del dicho Sargento mayor, en Carta de primero de Noviembre de mil seiscientos, y noventa y
siete del tenor siguiente, SEÑ O R. De muchos años á esta parte sirve á Vuestra Magestad el Sargento mayor Don
Diego Davila con exercicio del Tercio Provincial, de que es Maestre de Campo Don Estevan Olalla con toda
aprovación, según se me a informado, y haviendo executado á mi satisfacción durante el sitio de Barcelona, y en
especial en la salida de la noche del d(a veinte y siete de Junio, al Puente de los Molinos, y en la que executó en
onze de Julio, antes de amanecer sobre el quartel que los enemigos tenían en la Marina, en que quedó lastimado en
una pierna, y le mataron el Cavallo, lo pongo en la Real noticia de V. Magestad á fin de que en inteligencia de lo
que este militar procura merecer en' servicio de Vuestra Magestad, se sirva de mandar se le atienda en sus
pretensiones; nuestro Señor guarde la Cathólica, Real, Persona de Vuestra Magestad, como la Christiandad á
menester.
Presenta una Carta del Señor Marqués de Gastañaga, Virrey y Capitan General que fue de este Exercito, de
fecha de veinte y nueve de Marco de mil seiscientos y noventa y cinco, en la que le da las gracias de los prontos
reparos, Cortadura que hizo en la Placa de Berga, estandola Governando dicho Sargento mayor Don Diego Davila.
Facosse de los papeles originales que se han presentado. Barcelona treynta de Abril de 1.701.
Josseph de Arrillaga
Al Sargento mayor Don Diego Dávila que lo es del Tercio Provincial de los Verdes que sirve en este Exército, he
hecho merced en attención a sus servidores, del empleo de Maestro de Campo del mismo tercio, que ha vacada por
ascenso de Don Francisco de Luna y Carcamo al puesto de castellano del castillo de Pamplona; tendrase entendido
en el consexo de Guerra y darase para su cumplimiento el título que se acostumbra".(Firmado: ilegible) En
Barcelona 24 de Noviembre de 1.701.
Sr. D. Joseph Carrillo de Torre
DOCUMENTO Núm. 2
1.706, Noviembre, 18. Valencia
Manifiesto del Archiduque Carlos de Austria prometiendo a los que acaten su autoridad, el respeto a sus
privilegios y libertades concedidas por sus antecesores.
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, Leg. 323)
"DON CARLOS por la Gracia de Dios Rey de Castilla L.). Por quanto el principal fin, y motibo de havernos
embarcado en la Armada de nuestro Aliado y pasado al Principado de Cataluña se fundó en el sumo deseo que
ocupaba nuestro RI. pecho, de rescatar en primer lugar los Vasallos de nuestra Corona de Aragón los cuales se han
singularizado siempre en su fidelidad, zelo, amor acia los Reyes predecesores de nuestra Augusta Casa. No puede
escusar el mesmo impulso de nuestro RI. afecto de notificar a los Arzobispos, Obispos, Títulos, Nobles, Ciudades,
Villas y Lugares, y generalmente a todos los Vasallos así eclesiásticos como seglares de nuestro Reyno de Cerdeña,
los felices sucesos que la provedencia de Dios, favoreciendo la razón, y Justicia de nuestras Armas nos ha
concedido, por cuya evidente asistencia, y por medio del valor y brío del exército Aliado, quedó la Campaña pasada
no solamente libre la Capital de Barcelona, y hechado de ella toda la fuerza del usurpador de nuestra Corona, pero
logro también todo el continente del Reyno de Aragón el goce de su antigua libertad, grangeandose la inviolable
lealtad de los Vasallos, el camino al desempeño de sus obligaciones y consecución de su deseada felicidad, siendo
no menos admirables los repetidos progresos que continuamente desde entonces nos dispensa la Divina clemencia
en los Estados de Flandes, hallándose en la presente coyuntura las Tropas de nuestros Aliados penetrando el interior
de la Francia, y en la Italia reducido a nuestro legítimo Dominio todo el Estado de Milán: Y dirigiéndose nuestro
principal cuidado y aplicación a proseguir en la incumbencia que pertenece a nuestra RI. Dignidad de sacar los
demás Vasallos a la servidumbre en que los arrebató la violencia de los enemigos, deseando que ese Reyno consiga
este común beneficio, de que gozan ya las Yslas Valeares; Mandamos, ordenamos y encargamos a los dichos
Vasallos nuestros del, nos presten la devida ovediencia reconociéndonos por su legítimo Rey y Sor. no dudando
que siguiendo el exemplar de sus Progenitores que tanto se señalaron en su leal zelo, se valdrán de la ocasión que
les ofrecemos muy favorable de bolber vajo el suabe dominio de nuestra Augusta Casa, como por todos los
derechos y Leyes Divinas y Humanas les toca hacerlo, pudiendo también estar seguros que siendo nuestra mayor
satisfacción de tener consolados y premiados los fieles Vasallos, recivirán de nuestra Al. venevolencia, no solo la
confirmación de sus Privilegios, Inmunidades y prerrogativas concedidas por los Reyes nuestros Predecesores,
hasta la muerte de Don Carlos Segundo, nuestro tío y Sor. que Santa Gloria aya, pero experimentarán siempre muy
propenso nuestro RI. Animo de conferirles nuevas mercedes de su mayor consuelo, y aumento. En contrario pero
faltando a la atencíon y rendimiento que deven al amoroso llamamiento que les hacemos sufrirán el merecido
castigo de las ruínas, incendios, efusiones de sangre, y demás calamidades que ocasiona la Guerra contra los
rebeldes; siendo preciso mantener la autoridad y derechos que incontestablemente nos pertenecen de toda la
Monarchía de España. Dada en nuestra Ciudad de Valencia a diez y ocho de Noviembre de mil setecientos y seis
años.
Yo el Rey
DOCUMENTO Núm. 3
1.706, Octubre, 28. Castillo de S. Felipe
Carta del gobernador Pérez de Nueros al ministro Grimaldo, informándole de los acontecimientos relacionados con
la rebelión de Saura.
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, lego 323)
Muy Sr. mío: habiendo dicho a V. Sa. diferentes veces lo poco que había que fiar en estos naturales, lo
manifestaron el día 18 del corriente y la noche, solebándose (sic) en Ciudadela, Ferrerías y Mercadal, y aliandome
yo en Alayor a una legua del referido Mercadal con 60 napolitanos, me mantube toda aquella noche en las abenidas
y habiendo abrigado el día siguiente (en el que me llegó el Coronel Dn. Gregario Gual con doszientos mallorquines
de su Regimiento, que en Mahón había conspiración, y que la alían del messmo modo que las otras villas, lo
consulté con los ofiziales que tenía conmigo, quienes fueron de parezer que si no acud íamos a Mahón quedábamos
cortados, y que nos podían (a mejor librar) coger prissioneros, por lo que tomé la marcha a aquella villa la que alié
de peores ánimos que ninguna, y escribiéndoselo a este governador y que lo participasse a Monsieur Viunquiera
(La Jonquiere) determinaron que me retirasse a esta fuerza, lo que egecuté el messmo día y prossiguiendo ellos con
su siniestra intencion me inbiaron el día 26 del corriente, un notario con dos forma de testigos a notificarme
diferentes papeles por parte del Archiduque, y entre ellos uno de su Caudillo Sáura en que me dize que dentro de
tres días naturales me había de entregar con toda esta Guarnizión y quando no, usaría de los rigores de la guerra a
cuya desberguenza passe a mandar se pussiesen pressos. Y el día siguiente 27, hile juntar toda la gente en la Plaza
de armas y después de haber les hecho arrodillar a los tres referidos en medio della, mandé quemar los otros
papeles en público. y mano del berdugo estrechándoles mas las prisiones; hab isandoles a los rebeldes que están en
Mahón con tres cañonazos con bala aclamando esta G uarnizión con grandissimas vítores a mi amo y Señor Felipe
Quinto (que Dios guarde) y hubiera passado a aorcarlos luego, sino que ay differentes officiales y soldados en la
isla que desean bolberse a esta guarnizión por haberles cogido este fracaso fuera de ella, por lo que se les permitió a
estos tres, escribiessen diziendo como se hallaban.
He sabido que se perdió el castillo de S. Antonio de Forneles, habiéndole puesto a aquel capitán víveres para
mas de tres messes pero dizen se alzó la mitad de su guarnizión y obligado a los demás a que egecutaran su
entriega.
El messmo día 19 y la tarde se egecutó el hazer un destacamento de 30 hombres de los deesta Dotazión a una
masería de las cercanías a este castillo y se trugieron todo el ganado, pues no podemos alcanzar carne fresca por
habérseles negado todo comercio con este castillo esperando en brebe que V. Sa. me aplicará el socorro mas
prompto para remediar esta necessidad y castigar a estos mal bassallos y rebeldes como en el conozido lelo de V.
Sa. lo passará a la nota. del Rey para que su Mag. mande se me suministre socorro de gente y dinero que es lo más
esencial.
Y en espera de ordenes del mayor agrado de V. Sa. Dios g. a. V. Sa. muchos años como deseo. S. Felipe de
Puerto Maon y Octubre a 28 de 1.706.
BI. m. de V. Sa. su mas seguro serbidor
Gerónimo Perez de Nueros
B. lom. de V. Sa. su mas rendido servidor
DOCUMENTO Núm. 4
1.706, Octubre, 28. Castillo de S. Felipe.
Carta de Diego Leonardo Dávila a José Grimaldo informando de los sucesos correspondientes a la sublevación de
Saura. .
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, Leg. 323)
Muy Sr. mío: En Carta de 18, dava a V.S. quenta como los naturales de esta isla, se hallavan con ánimo de
seguir el partido del archiduque a imitación de los de Mallorca y el día 19 me avisó Dn. Gerónimo de Nueros que
se hallava en un pueblo en medio de la isla como dos pequeños lugares avían empezado la rrevelión acaudillados de
D. Juan Miguel Saura el cual llegando a Ciudadela con sus secuazes fue rrezevido y jurado Capitan general de esta
isla que luego pasó a tomar possesión de toda ella (obligando la desconfianza que havía en los naturales a que On.
Gerónimo de Nueros se retirasse a este castillo donde queda, y aviendo llegado el rreferido Saura a Mahón fue
rrezevido con la misma tranquilidad que en Ciudadela, con cuya noticia quise declararles la guerra que no se
rresolbió por algunos botos que ubo en contrario de no conven ir asta que llegasen tropas no teniendo los reveldes
ningunas como no tienen hallava ser fácil haver quemado a Mahón por la cercanía en que se halla de este Castillo,
pero pasando su desberguenza a imviar el día 26 tres síndicos o envajadores con orden de hazer una notificación de
parte del Archiduque y aunque no me buscavan a mi si a Dn. Gerónimo de Nueros, me adelanté a rrezevirlos y
antes que acavasen su arenga los mandé poner en vien estrecha prisión de donde el día 27 los hile sacar y ten iendo
toda la guarnizión con las armas, puestos ellos en medio a la verguenza de rrodillas se quemaron en público los
papelones que traían y después se bolbieron a la prisión donde quedan y luego hile declarar la guerra mandando
saquear y quemar todas las casas de campo que se hallan en estas cercanías y si llegan con tiempo los socorros de la
Francia sin gran pérdida de gente se podrá rrecuperar la isla lo que no suzederá si tardan y ellos las rreciven antes.
A ssido precisso recojerse todos dentro del castillo y faltando los mantenimientos de la isla e mandado se dé
ración de la rreserva y espero que V.S. me hará la honrra de ponerlo en la notizia de S. Mgd. para que se den con
vrevedad las órdenes que mas condujeran a los prontos socorros de que nescesito assí de gente como de dinero y
víveres con alguna pólvora.
Acavo de tener noticia que el castillo de Fornells se perdió con poco crédito del que le governava el cual se a
quedado entre los reveldes para pasar a Barzelona. V. S. que tiene siempre a su dispossizión y pido a Ntro. Sor.
guarde a V. S. muchos años como deseo.
Castillo de S. Fhelipe de Puerto Mahón y Octubre 28 de 1.706.
D. Diego Leonardo Dávila
DOCUMENTO Núm. 5
1.706, Noviembre, 4. Castillo de S. Felipe" (La carta lleva fecha de octubre pero en realidad corresponde a
noviembre, se trata de un error del copista).
Carta de D. Diego Leonardo Dávila a José Grimaldo intormándole del desarrollo de los acontecimientos durante el
asedio de las tropas carlistas de Saura al castillo de S. Felipe.
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, lego 323)
Muy Sr. mío: por la vía de Francia y por dos tartanas francesas que pasavan a Málaga tengo dado quanta a V.
Sa. de el estado de esta isla que se reveló sin quedar pueblo alguno a deboción de S.M. y asimismo dava quanta de
haver el governadordel castillo de Fornells rendidole a los rebeldes sin ser attacado ni tener estos artillería con que
batirle. Y aora paso a noticia de V.S. que ha sido talla desberguenca deesta cañalla que nos tienen acordonados no
dejando pasar persona ni cosa alguna,por cuia racon carecemos de un todo, y se ba consumiendo en la manutención
de la guarnizión los víb¡¡res que están de reserba. Y el día treinta y uno de Octubre binieron sobre una casa de
campo llamada la torre del Rey a poco más de tiro de fusíl de esta Plaza donde hab ía puesto ocho hombres de
guardia y después de frozar lapuerta de la campaña pusieron fuego a la de la torre, desde donde los soldados hicieron una vigorosa defensa y dieron tiempo para que se les socorriese con tres compañías, dos de españoles, la de Dn.
Joseph Palomino y la de Francisco de N ueros y latercera de Italianos de D. Pedro Vizente Malbasia el qual quedó
herido en estafuncion y luego que llegaron empecaron a hacer fuego sobre los rebeldes y estos sepusieron en
precipitada fuga. El día siguiente reconociendo lo ynportante que heramantener este puesto para tener más a la larga
a los enemigos, mandé al ingeniero D. Agustín Estebins pasase a ponerle en defensa que lo executó lIebando
quatrocompañías, tres de españoles, dos las mencionadas arriba y Dn. Bias Jiménez deMendoza y Lillo y Dn.
Mateo Gergano de italianos, que todos tomaron sus puestos para sostener los gastadores que travajaban en la torre.
Este día los reveldes aunque vieron desde sus guardias el travajo que se hazía no se determinaron a salir de
susalojamientos, y luego que fue fenecido mandé poner un oficial con 20 soldados españoles y franceses los quales
a todas horas del día y de la noche hacen fuegosobre los enemigos. Esta facción y otras de tocar armas, todas las
noches las hanexecutado los rebeldes protejados de mas de 200 mallorquines e italianos con muchos tenientes y
sargentos de ellos que han desertado de esta placa que antes de aora prebía lo dañoso que era a S.M. mantener aquí
esta gente y en mis antecedentes havía prebenido a V.S. la desconfianca con que me hallava de ellos para que se
remediase con tiempo el daño que oy se experimenta. Los demás que han quedado de estas dos naciones (que son
bien pocos) tengo dado orden no salgan de el castillo porque soy zierto se pasarían luego a los rebeldes a los que
procuro ynquietar portodos los caminos, haviéndoles quitado los ganados de las casas de campo que estánen estas
cercan ías y quemado una.Día 4: a la nochecer entró en este Puerto la corbeta francesa llamada la Belisara (Abel
Isaac) mandada por Mr. de GaponeLquien traxo el abiso de que en Tolón se quedaban aprestando 4 nabios para
conducir _I socorro a este puerto y con la llegada de este nabichuelo se propuso a Dn. Geronimo Pérez de Nueros, a
Mr. La Junquera y demás oficiales maiores si sería alertado embiar a quemar algunas barcas que los rebeldes tenían
en Mahón, y combiniendo todos en que se executase se destacaron 60 franceses con sus oficiales y el ayudante
maior de este castillo Dn. Francisco Baena con 30 soldados de la Dotazión de él y este destacamento fue a cargo de
Mr. de Goyon, capitán de Granaderos del Batallon de Mr. de la Junquera el qual luego que llegó a la playa o muelle
debajo de la villa puso pie en tierra con algunos soldados y al mismo tiempo empecó el nabío a jugar su artillería
sobre la villa cuiO's moradores se hallaron en una gran confusión por ser a la una de la noche quando se executó la
interpresa, y muchos se pusieron luego en defensa y solo se oían vozes y llantos de mugeres que lo prebenía bien
Mr. de Goyón por averse mantenido a las puertas de la villa mis de media hora. Esta funcion fue bien lograda hasta
este punto no zesando el fuego de una y otra parte inzendiando al mismo tiempo algunas barcas y luego que las
llamas se apoderaron de ellas se empecaron a embarcar para retirarse abrigando siempre el embarco de nuestra
gente la Artillería del nabío cuio capitán se portó con mucho garvo, no haviendo hecho menos Mr. de Goyón que
siempre estubo a la testa de la gente, cuios oficiales y soldados hicieron prodigios. En la retirada, con la claridad
que davan las barcas que se quemaban, y el gran fuego que los rebeldes hacían no_ mataron unos de los
bombarderos franceses que había ido para poner el fuego a las embarcaciones y asimismo hirieron otros quatro
soldados, dos franceses y dos españoles que el uno murió de la herida al quarto día. Me ha parezído no pasar en
silencio a V.S. estas operaciones para que S.M. se sirba considerar lo inportante que será el que el socorro benga
con la maior brevedad que ser pueda, pues si un nabío tan pequeño y un destacamento tan corto puso en confusión
no solo esta villa, pero toda la isla, que será quando con maiores fuercas se les baja a buscar de día, que tengo por
seguro se les dará el castigo que merece su rebelde obstinacion.
Doy cuenta a V.S. como teniendo esta guarnizión bien atrasada de medios, pedí a Mr. de la Junquera me
prestase 200 doblones que me los dió con mucho gusto, y de ellos se dió un pequeño socorro a oficiales y soldados.
El día 12 se descubrieron por el lebante cinco nabíos los quales se fueron llegando a este puerto y luego que
estubieron a zinco millas de tierra embiaron un nabichuelo francés que traían de conserba cargado con poco más de
900 cuarteras de trigo que el virrey de Zerdeña enbiava de socorro a este castillo, y el comandante de los quatro
(que era Mr. de Buquer) embió a decir por el patrón del nabichuelo ten ía orden de curcar entre estas dos islas.
Participo a V.S. como los días pasados corrieron Vales de haver los enemigos apresado un pingue francés que
ignoral"!do estaba perdido Fornells le obligó un temporal a tomar aquí Puerto, y haviendo publicado los enemigos
traía muchas cartas, le prebengo a V.S. para si me mandava alguna me haga la onrra de duplicarlo, V.S. save me
tiene en todas ocasiones a su obediencia.
Dios guarde a V.S. los muchos años que deseo.
Castillo de S. Phelipe de Puerto Mahón y octubre 14 de 1.706 (*)
B. L. m. de V. Sa. su mas rendiDo servidor.
Diego Leonardo dávilla
DOCUMENTO Núm. 6
1.707, Enero, 11. Ciudadela
Artículos de la capitulación de los carlistas menorquines frente a las tropas felipistas después de la sublevación de
Saura.
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, Leg. 323)
"Los capítulos que se han resuelto por parte de Dn. Francisco Net Gobernador de las armas desta Ciudadela.
Magníficos jurados de la isla y Pueblo desta dicha Ciudadela oi 11 de henero de 1.707 para restablecer al suabe
dominio del Sr. Phelipe V. Rey y Sor. nro. que Dios gde. son los siguientes:
Primeramente que antes de prestar la obediencia y proclamar a S. M. el Sor. Phelipe V por Rey y Sor. se ha de dar
permiso al sobredicho Net de pasar a Mallorca con todos sus soldados Mallorquines y desertores del Castillo de Sn.
Phelipe, con embarcaciones y víveres, para que puedan restituírse a su Patria, como y también a los Napolitanos,
españoles y a qualquier otro que haia desertado del referido Castillo Sn. Phelipe, y siempre que haia alguno que
¡;¡uiera asentarse de nuevo en sus Compañías, deban ser admitidos como de antes sin darles castigo alguno,
asegurándoles hasta el Reyno de Mallorca, de que no serán apresados por ninguna embarcación francesa, vienes ni
armas.
2.°) Que se conceda un perdón general sin excempción de personas a todos los de esta Ciudadela de qualquier
grado o condición que sean, ecjan (1) que sean los que están presos, o, detenidos en las villas forenses, o, en
qualquiera parte de la isla, aunque haian cometido delito de los exzeptuados.
3.°) Que sean mantenidos todos los privilexios de la isla, demás gracias y mercedes concedidas por el Sor. Rey
Phelipe V y de sus antecesores, buenos usos y costumbres así en común como en particular a los Comunes e
indibiduos según y como se obserbava y se han obserbado hasta el día 19 de octubre del año passado de 1.7 06 en
que sucedió el engaño perpetrado por Juan P.1iguel Saura.
4.°) Que los moradores y vezinos desta Ciudadela y su término no sean desarmados antes bien mantenidos y
conserbados en las armas que de antes les hera permitido tener para su custodia.
5.°) Que no se pueda poner en esta Ziudadela Guarnizión que no sea Española y que los Cabos, como son:
Gobernador y demás superiores, y comandantes ayan de ser así mismo Españoles, y estos pagados de efectos del
Rey ntro. Señor.
6.°) (lue por ninguna vía, causa y racón, se pueda extraer de esta isla, lebas algunas, sin el consentimiento de los
Magníficos jurados de la isla; y su ordinario consexo.
7.°) Que a todos los vezinos y moradores desta dicha Ciudadela que quisieren mudar su domicilio y vivir fuera de
la isla, se les dé permiso de hacerlo dentro del término de seis meses, dejándoles líbremente veneficiar y aprovechar
sus vienes y llevarse el producto de ellos consigo, y así mismo, que todas las embarcaciones desta isla, Patrón y
marineros que se hallaren fuera de ella, por sus negocios o por qualquiera otra dilixencia que dentro del término de
seis meses siempre que quisieren, aián de ser admitidos a tener su domicilio en esta dicha Ciudadela y admitidos en
sus haciendas que antes gocavan, y comprehendidos en estos capítulos excepto Juan Miguel Saura Cavallero,
caveca de el herrar en que nos hallamos, su hermano Gabriel y los demás que constare haverse uído en su
Compañía.
8.°) Que todos los que gocan puestos y cargos así Reales, unibersales, como Políticos y militare_deben ser
mantenidos con sus mesmos salarios y onores que de antes gocavan, y los que serán perpetuos; se entiende por
gracias de los Sres. Reyes Phelipe V (Dios le guarde) y sus antecesores de felice recomendazión.
9.°) Que los acreedores de los dichos Juan Miguel Saura y su hermano Gabriel, a quienes constare lexitimamente,
estar deviendo, sean primeros en la solución que qualquier otra deuda fiscal.
10.°) Que no se deba pagar Cantidad alguno por racon de las Campanas Artillería y demás metales desta Ciudadela
o Isla, todo lo qual haya de quedar libre en poder de las yglesias y sus dueños.
11.°) Que todas las personas eclesiásticas que se hallan en esta Ziudadela puedan libremente si quieren yrse a vivir
en otra parte.
12.°) Que se ha de libertar al capitán Dn. Francisco Thomásy a los Alféreces, un sargento y den;¡ás soldados
mallorquines que se hallan prisioneros en esta isla, de las tropas que están a cargo de Dn. Francisco Net, pues se
deberán embarcar con los demás.
DOCUMENTO Núm. 7
1.707, Enero, 12. Ciudadela
Carta de sumisión del prior del convento del Socorro de Ciudadela al gobernador Dávila.
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, Leg. 323)
Jesús María y Joseph
Al Dueño y Sor. Coronel y Capitán General
Por los justos juicios de Dios veo que ha llegado ya en esta nuestra isla de Menorca el azote de la Justicia
Divina, de la guerra que experimentamos por nuestros pecados, tan merecido. Y por mi muchas veces pronosticado
por ver la poca enmienda de nuestras vidas. Sor. soy un Religioso del Abito de San Agustín (el más indigno) que
vino en este convento de la virgen del Socorro de Ziudadela; veo los pareceres de los que mor_n en esta República
encontrados, y que algunos no quieren dar la obediencia a ntro. gran Rey y Monarcha de las Españas Phe. V (que
Dios guarde) por otra parte veo que nuestro Pastor del Comvento el padre prior y algunos otros Religiosos se han
ydo. Ya mí el más inótil se me ha encargado el govierno del comvento, por tanto de mi parte, y de los pocos
religiosos que somos, me postro a los pies de V. Sa. dando la obediencia en nombre de todos al gran Monarcha Phe.
V reconociendolo por ntro. lejitimo Sor. y Rey de toda esta nuestra monarchia. Y suplico a V. Sa. quiera recivirnos
por sus súbditos y vasallos, sujetándole ntras. personas y todo el combento, y en su nombre a los piés de V. Sa. a
quien supplico no quiera castigar los inocentes con los culpados, pues no consiento yo con la rebeld ía de los otros.
Por tanto supplico a V. Sa. quiera mirar este pobre Combento con ojos de Padre, pues nos sujetamos todos como
hijos por las entrañas de piedad de ntro. Dios y de su madre la virgen Ssma. del Socorro; a quienes suplico quiera
guardar la vida y persona de V. Sa. como lo deseo, y le prospere felizmente: No es posible salir por aora para yrme
a poner a los pies de V. Sa. pero lo haré quando llegara en esta Ziudadela. Confiado de su benignidad y
misericordia.
El portador de esta, que es el P. Prior del Toro (hermano mío en voluntad) ya le dirá de palabra de mi parte mi
congoja y aflicción. Dios lo guarde desde Combento del Socorro y Ziudadela a los 12 de Henero de 1.707. El mas
humilde súbdito
de V. Sa.
Fray Antonio Andreu que s. m. b.
DOCUMENTO Núm. 8
1.707, Enero, 14. Ciudadela
Carta de los jurados de Ciudadela al gobernador Dávila ofreciéndole la sumisión.
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, Leg. 323)
Muy Ilustre Señor:
Damos a V. Sa. la enorabuena del nuevo empleo de Governador superior desta Isla y asimismo nos la damos a
nosotros de la feliz reducción de esta isla a la obediencia que ha prestado a su lexf\imo Rey y Sor. Phe. V (que Dios
guarde) Cuio día ha sido para todos el mejor pues deseavamos sumamente el que saliesen del engaño en que los
mal intencionados le hayían puesto, y así esperamos de la galanter ía de V. Sa. nos pondrá en la total grao de S.M.
considerando que no ha sido en nosotros ni en la maior parte de ntra. isla falta de cariño antro. Monarcha lexítimo
si no temor de las violencias que le amenazaron en la noche del infeliz suceso con falsa suposición de la zercanía
del enemigo, con numerosa armada de tropas y Baxeles, lo que acreditava la rendicion de la isla de Mallorca tal
facil e improvisa, con lo qual aseguramos a V. Sa. que procurará de oi en adelante dar de mano a siniestros informes y solamente atender a la precisa obligación de mantenerse en el suave dominio de ntro. lexitimo Rey y Sor.
afianzados en que con su paternal amor, ynformado de VS. (cuio favor ymploramos) nos mantendrá con la misma
filiazión que de antes, que es lo que rogamos a Dios, y el que conserbe a la persona de V. Sa. con los argumentos
que mere_en sus buenos méritos.
Ciudadela y Sala de la General Universidad 14 de Henero de 1.707.
Oi se ha celebrado el contento en que nos hallamos con un te deum y disparo de toda la Artillería desta placa.
B.l.m. de V. Sa. mui Atte. sus seguros servidores Don Miguel Carreras. Jacinto Liñá, Domingo Marqués, y por él
Antonio Aragonés Antonio Pons y Sintas
Jurados de la isla de Menorca
DOCUMENTO Núm. 9
1.707, Enero, 15. Castillo de S. Felipe.
Contestación de Diego Leonardo Dávila a la carta de sumisión de los jurados.
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, Leg. 323)
Sres. Magcos. Jurados de la Universidad Gral. desta Isla: Con particular regocijo y estimación recivo la de V.
mags. ha de aier, en que se sirven darme la enorabuena del nuevo empleo de Governador Superior desta isla, y de
haver buelto los naturales de ella a prestar la obediencia a su lex(timo Rey y Sr. Phe. V (que Dios guarde) a que
debo satisfalfer que además de enca"rgarme S.M. este castillo y sus tropas, lo hilfO también de los naturales desta
isla para que se mantengan en Justilfia, pazifica Paz y quietud, y que mi ánimo no ha sido, ni será otro que el cu
mplimiento dello sin faltar en nada, esperando yo que todos los naturales harán conolfer en adelant_ el engaño
manifiesto en que les pusieron los malyntencionados. Que aunque por el no deviera el Rey mi Amo, capitular con
sus propios vasallos, pero fiando yo de su Christiandad y paternal amor que tiene a todos, lo he executado en su RI.
nombre, con la certidumbre de que no dexan mas oídos los naturales a malos yntencionados ofreciendo yo dárselo a
entender a S.M. y en el ínterin deseo repetidas ocasiones del maior agrado de V. Magnificencias cuyas vidas guarde
Ds. m.a. como se lo supco.
Castillo de Sn. Phe. y Henero, 15 de 1.707 B. lom. de V. Mags. su mor. servidor
Dn. Diego Leonardo Dávilla
DOCUMENTO Núm. 10
S/F
Petición de un hábito de la Orden Militar de Alcántara, para Guillermo
Olives.
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, Leg. 323)
"Don Guillermo Olives vezino de Ciudadela de la isla de Menorca puesto a los Reales pies de V. Magd. dice que
durante la sublevación de dicha isla ha padecido muchos trabajos, injurias y menosprecios de los mal intencionados
y assí mismo en sus alquerías muchas talas y robos de ganado, y todo por ser fiel y apassionado vasallo de V.
Magd. y viniendo la ocassión en que se ha podido tratar de bolver esta Ciudadela al suave dominio y obediencia de
V. Magd. se ha aplicado insesantemente hasta averlo conseguido no sin riesgo de la vida como pueden informar a
V. Magd. los gobernadores de la Isla, por lo que suplica a V. Magd. sea serbido conceder le merced de un hábito de
la Religión Militar de Alcántara y suponiendo recibir esta merced de la grandeza de V. Magd. como á tan
remunerador de servicios suplica a si mismo a V. Magd. que por quanto el trato de Cathaluña y Mallorca está
impedido para tomar las pruebas se digne V. Magd. mandar se remitan a uno de los prelados de S. Agustín del
Convento de Ciudadela u de Nuestra Señora del Thoro que con el governador superior, y otro cavallero hagan la
diligencia que el suplicante lo recibirá á singular merced de V. Magd."
DOCUMENTO Núm. 11
1.707, Noviembre, 7. Castillo de S. Felipe
Relación en la que se detallan los censos que percibían
los carlistas menorquines a favor de sus haciendas, las
cuales, habían sido confiscadas por el governador Dávila.
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, Leg.
323)
"Relación executada por nosotros los infraescritos de el
importe liquidado de las haziendas confiscadas por el Aey
ntro. Sor. (que Dios guarde) a los prinzipales rebeldes y
ausentes de esta Isla de Menorca que residen en dominios
de enemigos, así eclesiásticos, como seculares en virtud
de la orden que para ello expidió el Sor. Dn. Diego
leonardo Dávilla, Gobernador Superior de lo Militar y
Político de la referida isla que es del thenor siguiente. Dn.
Diego leonardo Davilla Brigadier en los Exércitos de S.
Mg, de su consexo, Gobernador y Castellano
del Castillo de Sn. Phelipe de Puerto Mahón, en la isla de
Menorca y gobernador superior de ella, en lo Militar y
Político. Por quanto, siendo nezesario, y conbeniente al
Servicio de S.M. que se junten, el Dn. Aaphael Guardia
(asesor en interín) y el Dn. Pedro Antonio Carrió, (así
mismo abogado fiscal en interin) Dn. Thomás Corbalán y
Pardo, comissario de Guerra y fiscal de represalias, Dn.
Gabriel Perez de la Fuente, thesorero por S.M. en esta
placa y Andrés Pons, notario y escribano de la Governazión. Por tanto, les ordeno y mando que sin dilazión alguna
lo executen, y hallándose juntos, fenezcan, y liquiden el valor de las haziendas confiscadas a los rebeldes y ausentes
de esta isla, así las que pertenezen a eclesiásticos como a seculares, y formarán una relazión bien distinta de lo que
quedare líquido de las referídas haziendas a fabor de S.M. para ponerlo en su Al. noticia con-toda vrebedad. Dada
en este Castillo de Sn. Phelipe de Puerto Mahón a Veinte y ocho de Septiembre de mil setezientos y siete. Dn.
Diego leonardo Dávilla. En cumplimiento de la qual se han liquidado jurfdicamente dichas haziendas confiscadas,
que descontadas las Cargas que estas tienen sobre si, (según consta de las sentencias pronunciadas en las Causas
que contra las referidas haziendas se han fulminado a ynstancia de los acreedores) queda efectibo a fabor de la Al.
Hazienda las partidas siguientes:
Por manera que según pareze de las treinta y dos partidas de esta relazión importa al año lo liquidado a fabor del
Rey-de las haziendas confiscadas, tres mil y una libras, seis sueldos y un mrs. que se cobran en dinero, y tres mil
seiscientos treinta y dos libras y dos mrs. en frutos del país, como son lana, queso, trigo y zevada. En ynteligen_ia
que lo que se cobra en frutos se reputa en esta isla ha treinta de pérdida por cada ziento, por la diminucion y menos
valor en que se venden estos xéneros; de lo aforado en que se re_iven que rebajada la pérdida de las tres mil seiscientas treinta y dos libras y dos mrs: quedarían dos mil quinientas quarenta y dos libras doze sueldos y ocho mrs.
que juntas con las tres mil y una libras, seis ssdos. y un mrs. que se cobran en dinero, hazen la suma de Zinco mil
quinientas quarenta y tres libras, diez y ocho ssdos. y nueve mrs. que corresponden a mil du_ientos veinte y dos
doblones de a dos escudos de oro veinte y nueve Rs. y veinte y tres mrs. de plata castellanos. Que es todo lo que
hasta el dfa de la fecha se ha podido descubrir en crédito de las expresadas haziendas confiscadas; y para que conste
donde combenga damos la presente. Firmada de mas. manos, y refreendada deel infraescrito ssrio. en el castillo de
Sn. Phelipe de Puerto Mahón a siete de Novbre. de mil setecientos y siete.
Dn. Raphael Guardia
Assor. Into.
Thomás Corvalán y Pardo Gabriel Pérez de la Fuente
Dr. Pedro Antonio Carrió 'Rgte, de Abdo. fiscal
Andres Pons, notrio. Escrno.
DOCUMENTO Núm. 12
1.707. Abril, 17, Castillo de S. Felipe
Carta de Diego Leonardo Dávila a José Grimaldo informándole de los sucesos referentes a la presunta segunda
sublevación.
Muy Sr. mío: En 2 de Marzo di quenta a V. Sa. de haver hecho la visita en esta isla y aunque todos sus
moradores demostravan gran sentimiento del yerro que havían cometido contra S.M. no obstante, dejé en ella
personas de mi satisfacción que me informasen de lo que subcedía en los pueblos y casas de campo, como lo han
hecho con puntualidad por cuios avisos me he governado para mantener esta isla en quietud, pero haviendo rezivido
uno, el día 23 del pasado, como se havía formado segunda conspiración y que ten ían día y ora señalada para
executarla aun mismo tiempo en Ziudadela, Alayor y Mahón, haviendo el día 24 preso a Juan Pons Galinde, vecino
de Mahón, y uno de los principales en la conjuración, le ofrecí la vida si me confesava quienes heran sus
compañeros, que lo hizo sin ocultar ninguno, con cuia declaración salí de este castillo el 25 con 200 españoles, y
500 franceses y Mr. La Junquera. Y llegando a Mahón se prendió otro, que hera el que combocava al pueblo a el
qualluego al punto hice arcabucear y mandé saquear su casa y tomando la marcha para Alayor, llegué a esta Villa a
las 6 de la tarde, donde acavé de saver la trayción, y hallé haverse ausentado de ella Juan Pons Mercadal, su hijo,
Jaime y Pedro Villalonga y otros que heran las cavecas de la sedición. La mañana del 26 desarmé todo el pueblo y
su término y imbié a este castillo algunos presos, y entre ellos los tres jurados y al mismo tpo. elexí otros en su
lugar; de quien tenía entra satisfación, acavada esta función passé a Ferrerías donde iiegué al anochecer, y el27
desarmé sus moradores y me llevé tres presos que con ellos tomé la marcha para Ziudadela; donde llegué el mismo
día, a las tres de la tarde y al entrar en la villa dispuse que las tropas guarneciesen puertas, baluartes y murallas,
luego que todos los puestos estubieron ocupados, desarmé todo el pueblo sin reserbar a los cavalleros y mandé
prender a el sargento major Sebastián Rosellón, y a su padre, al alférez Luis Delgado (que havía hecho capitan en la
revelión pasada el intruso governador Juan Miguel Saura) y ya estava preso el jurado tercero, de aquella villa por
orden que para ello yo havía embiado a Dn. Francisco de Falcó, Y al mismo tpo. se prendieron otros, haviendo
hecho fuga tres o quatro, por que tubieron notizia de ser descubiertos, esta misma noche mandé saquear las casas de
los presos y de los que se havían ausentado.
La mañana del 28 mandé desmontar la artillería, quemar los afustes y clavar los cañones, que con ellos querían
los traydores batir los dos baluartes que ha_en espalda a las casas del governador los quales ya havía dispuesto
antes de aora se les cortase la comunicación con la muralla de la villa para ha_er la casa más fuerte.
La tarde deste día se ahorcaron en pública plaza el sargento maior y otro y la mañana siguiente su padre, el jurado y
un capitán de milicias y el 30 y 31 se ahorcaron otros dos.
Luego mandé derribar quatro casas que heran de los reveldes que pasaron a Mallorca, y en cada una se puso una
inscripción (V. padrón) para que quedase memoria de la trayción, y lo mismo se executó devajo de la caveza del
jurado que se la hize cortar y poner en una jaula de fierro, fixada en una pared de la plaza; después mandé retirar
todas las municiones que havía que por privilexios antiguos heran los jurados los que las tenían a cargo, no
dejándoles este ni otros de que usavan con demasiada authoridad, que cuasi soi de sentir los havía ensoverbecido la
demasíada soveranía que goçavan; Y al mismo tiempo junté los comunes, así eclesiásticos como seculares y
haviéndoles hecho una oración bien dilatada les dije que la misma manera haría morir a un clérigo u. religioso
como un seglar, y haviénles despedido llamé los cavalleros a quien despues de haverlos hecho otro razonamiento
formé una compañ ía de ellos y les bolví las armas quedándome con una memoria de las que les entregava pero les
previne que a qualquiera que se le encontrara otras armas que las que havía manifestado le haría dar un garrote. Y
haviendo dejado esta villa bien castigada salí de ella para la de Ferrerías y en el camino hice saquear las casas y
possesiones que havía en aquel término de los que andavan fuxitivos haciendoles demoler y en particular una casa
de campo fuerte que era de Juan Pons Mercadal donde se hacian las juntas y donde ven ían los avisos de Mallorca;
y de esta villa passé a la de Mercadal donde hice executar los mismos estragos, y de esta me restituí a Alayor donde
hice saquear y demoler algunas casas dentro de la villa y quemar otras en el campo.
En Mahón mandé asimismo demoler la cassa del jurado mayor que se passó a Mallorca y hice ahorcar dos,
dejando esta villa assimismo sin las armas exzepto de algunos que por ser del servizio de S.M. el que las tengan se
las bolví; Y haviendo salido de ella el día 9 del presente llegué a este castillo a las quatro de la tarde, donde
instantáneamente h ice ahorcar tres de los presos que en mi yda havía remitido y zerca de la noche me trajeron a
Juan Balls uno de los tres principales de Ziudadela que le havía visto un paysano esconderse en una cueba y avisó a
las tropas que tengo por la isla siguiéndoles y al vaile de las Ferrerías (que es un fiel vasallo) los quales fueron y le
prendieron y aunque hera ya zerca de la oración mandé que le ahorcasen.
El día 11 de Abril se cojió otro de los que hacían caveza en el motín, llamado Francisco Tartabull y acompañó a
otros quatro que se havían ahorcado este día de los presos que de Alayor y Ferrerías havía embiado a este castillo.
Día 12: trajeron otro de los que andavan fuxitivos, llamado Juan Morlá y haviendo muchos de los delinquentes
declarádole por uno de los primeros en la trayción le hice poner a questión de tormento que luego la declaró entera
y descubrió otros que aun estavan ocultos a los quales he enbiado a prender acavada la declaración le hize confesar
y instaneámeamente morir en la horca.
El día 14 llegaron presos a este castillo tres de los que havía declarado por cómplices en la trayción Juan Morlá
y aviéndoles convencido con la misma declaración fueron condenados a muerte de horca, que se executó a tres oras
de haver llegado y con ellos fue muerto así mismo Pedro Salvá que en la revelión pasada quiso ser governador de
Ziudadela y en esta conspirazión hera de los prinzipales y uno de los que han pasado por este xenero de muerte, con
estos son 26 sin quatro que al principio de la recuperación de la isla fueron condenados a ella y de los que no son
tan culpados van a las galeras, y desterrados 9 frailes de agustinos y 7 de S. Francisco y un clérigo que hera maestro
de capilla.
Los que quedan fuxitivos que serán diez he duplicado las tropas que los buscan, para que cuanto antes se apresen
y en executándolo serán castigados con la misma pena, con que venzido este inconveniente pudiera salir fiador de
lo restante de la isla si estubiera seguro de que la armada de los enemigos no viniese a ella. Y no ofreciéndose que
añadir si repetirme a la obediencia de V. Sa. Pido a Ntro. Sr. me g. a V. Sa. mas. años como deseo.
Castillo de S. Phelipe de puerto Mahón y Abril 17 de 1.707
B.L.M. de V. Sa.
Su m. rendido servidor.
D. Diego Leonardo Davilla
DOCUMENTO Núm. 13
1.707, Abril, 17. Castillo de S. Felipe
Carta de Diego Leonardo Dávila a José Grimaldo en la que solicita título de nobleza para Matías Guardia.
(Arcllivo Hi_tórico Nacional, Secciónde Estado, Leg. 323)
Señor:
Mathías Guardia, a quien después de haver rrecobrado la isla, di el empleo de Vayle, (u correjidor) de la Villa de
Alayor, a servido a V. Mag. tan a mi satisfación, que puedo assegurar a V. Mg. se deve a su cuiqado y solicitud la
noticia de la segunda conspiración que se formava en esta isla que me la dió luego que lo supo sin perder nada de
tiempo y en la passada estubo obligado a mantener a su costa dentro de su casa sesenta hombres armados para
rresguardo de su persona que por ser buen vasallo de V. Mag. le quisieron los reveldes matar, porque además de su
grande afecto, conozían les hacía grande embaraozo para sus designios y desbergüenzas y aviéndose rrendido
Mahón, fue bastante el solo para que las demás villas (eceiJto la de Ciudadela) prestasen la obedienzia y después de
haver yo hecho la visita en esta isla, le encargue develase sobre los malcontentos que avían quedado perdonados de
cuia incumbencia se a desempeñado con bastantes rriesgos de su persona pues juntándose los sediciosos en paraje
oculto para disponer su segunda conspiración determinaron que para hazerla ma su salvo, era preciso matar primero
a Mathias Guardia y para hejecutarlo le pusieron en diferentes parajes gente armada con sus espías y no haviéndolo
podido lograr por la gran precaución con que siempre handava, descargó la yra de estos rreveldes sobre la hazienda,
de este Cavallero y le derrotaron mayor parte de ella, de manera que assí por este aczidente como por los muchos
gastos que a tenido para mantener el partido de V. Mg. se halla vien atrasado y no siendo su deseo, otro que el de la
honrra, suplico a V. Mg. con todo rrendimiento sea servido honrrarle, mandando se le despache tít(,llo de Nobleza
para él. sus hijos y deszendientes con la libertad de ser esemptos de pa\1ar impuestos rrepartimientos y de otro
cualquier gravámenes que pagan los vezinos de las Villas por sus haziendas a las Universidades Y aunque le juzgo
de mayores honrras, las dejo de proponer a V.Mg. por que soy cierto que de su Real y liveral mano, quedaran vien
premiados los servicios de este afectissimo vassallo.
Dios gde. la C. R.P. de V. Mg. como la Christiandad a menr.. Castillo de S. Phelipe de Puerto Mahón 17 de Abril
de 1.707.
D. Diego Leonardo Dávilla.
DOCUMENTO Núm. 14
S/F Ciudadela
Carta del gobernador Falcó a José Grimaldo en la que le informa de los festejos celebrados en Ciudadela para
conmemorar el nacimiento del futuro Luis I.
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Estado, Leg. 323)
Relación de lo que en los tres días festivos: 15, 16 Y 1.7 de Octubre del corriente año 1.707, se obró en esta
Ciudadela de la isla de Menorca por el nominamiento de nuestro Príncipe y Señor de las Asturias Luys primero
(que Dios guarde) de orden del coronel Dn. Francisco de falcó subalterno en lo militar y político en la mesma isla,
es en la forma siguiente:
Todos los tres dÍas .en la parrochial Yglesia donde estubo patente mientras se celebró el oficio mayor el Ssmo.
Sacramto. (que para siempre sea alabado) se predicó publicando quan manifiestamente declaran los fieles
pertenecer la Corona a nuestro Monarca Phelipe V. Rey y señor de las Españas (que Dios guarde) concediéndole
tantas vitorias y agora el fruto de bendición; en los portales de cuya iglesia fueron cada día de los tres, dos mangas,
una de españoles y la otra de franceses donde con sus fusiles hizieron tres descargas, la una al manifestarse
sacramentado el Divino Señor; la otra al levantar la Hostia; y la tercera al encerrarse en su custodia, y después de
celebrada la Misa Mayor, acudieron los Religiosos de Sn. Francisco y S. Agustín; y juntamente con los clérigos
cantaron el Te Deum, y el último día se hizo por las calles una processión general del Divino Señor Sacramentado;
siendo assí que luego que dicheLcoronel de Falcó tuvo la noticia (por cartas del Castillo de Sn. Phelipe sus fechas
de 18 de septiembre) de haver parido la Reyna nuestra Señora mandó disparar la Artillería y en las quatro Iglesias
de Sacramento se celebró una Misa Solemne, estando patente el Ssmo. Sacramento; y en cada una de ellas assistieron todas las comunidades donde después de acabado el officio cantaron en Te Deum en hazimiento de Gracias; y
por otra parte los Cavalleros en manifestación'
del gozo de este natalizio representaron después de algunos días en este Real Alcázar una comedia, y los soldados
Españoles de los que están de guarnisión en esta Pla..J otra de las más famosas, y alegres, donde assistió el clero;
magcos. Jurados,! demás nobleza.
2.º) En el cabo del Borne cerca del Portal de Palacio se plantó de madera un suntuoso teatro, sobre del qual
esta!Ja pintado en un cuadro nuestro príncipe y Señor con su dócel y cortinas de seda, partiendo desde el suelo,
hasta el referido cuadro una escalera redonda también de madera cubierta de alfombras, que la hermoseaban
diferentes palatllganas, "Salvillas y platos de plata. La lu minaria de antorchas y velas que se encendieron al
anochecer teniendo dicho edificio a acada uno de sus lados dos balcones (donde se assomaron las damas y para ver
la representación de la comedia de que haze mención el núm. 8. y las corridas de toros de que la haz e el núm. 9, y a
las partes extremas de dichos balcones una capilla también de madera compuestas (sic) cubiertas de ramos y en
ellos fixadas algunas pintadas estrellas, y e'n medio de cada capilla una fuente, la una brotava agua y la otra vino
estando fijados en el frontispicio algunos versos y gerogl(ficos en alabanca de los señores Rey Reyna y Pr(nt:ipe.
3.°) En el Borne se hizieron apariencias de dos fortines con sus vanderas, el uno cerca del Portal del ijeal
Alcazar y el otro apegado a la pared del Convento de Sn. Francisco y como á enemigos al entrar en la noche iban
disparando bombas y fusilassos uno, contra el otro.
4.°) Sobre sobre (sic) del portal primero por donde se entra a Palacio estava el quadro de nuestro Rey y Señor de
las Españas con su docel y differentes cuadros con sus cortinas y lu minaria.
5.°) Por toda la redondel del Borne se plantaron pinos y lo mismo hizieron todos los vezinos desde el mayor
hasta el menor a las puertas de sus casas cuyos portales cubiertos con los ramos de pino, laurel, cañas romero etta.
parecían unas capillas muy bien dispuestas en muchas de las quales colgaron quanta molinera de fruta se halló en
aquella sazón y la gente de suposición fijaron a las paredes cuadros é hizieron capillas en forma con su luminaria y
gero!llfficos; y generalmente todos al anochecer hizieron fuegos, y encendieron luzes, cada uno según su
posibilidad.
6.°) Los conventos de Sn. Francisco y Sn. Agustín hizieron cada uno un altar muy adornado de figuras y cuadros
de Santos; de Reyes y Reynas que ha havido en España con su luminaria cuyos conventos el Jlía último y tercero
hizieron un combite dando a comer a todos cuantos pobres hay en Ciudadela.
7.°) La Universidad puso sobre del portal las Armas de su Magd. y al mismo frontispicio el cuadro de su Real
Persona con sudocel y luminaria.
8.º) El día primero se representó por la tarde en el borne enfrente el mencionado teatro la mesma comedia que en
Palacio por los soldados Españoles, y después empecaron la cavalgada los Cavalleros con los Magnificos Jurados y
demás Ministros Universales cada pareja vestidos de diferente manera con una antorcha en la mano; y entre dichos
Cavalleros y el Regimiento Universal llevaron un carro triumfal en que iva uno que representava el Rey y bajo sus
pies los músicos cantándole la gala y teniendo instrumentos músicos, cuya cavalgada passó por delante los retratos
de nuestro Príncipe y Señor su Padre con la devida reverencia y con voz alta diziendo: Viva Phelipe V ntro. Rey
que Dios guarde.
9°) El día segundo por la mañana se hizo en el Bmne con dos toros el ensayo de sus corridas; y por la tarde
donde concurrió casi todo el pueblo se torearon por los soldados Españoles, y mataron los demás que fueron 8; y a
la una de la mesma tarde salieron los Estudiantes de San Agustín y los de San Juan a cavallo vestidos cada pareja
de una igual conformidad, passeando la Ciudadela toda aquella tarde aclamando por su legítilJ}o Rey y Sr. Phelipe
V; y al añochecer salieron la congregación de los MédiCos, Sirujanos, Boticarios y Serenos a cavallo ordenados
como los demás de dos en dos vestidos todos de diferentes invenciones con sus antorchas en la mano, y delante de
ellos una vandera con las armas de su Magd. y detrás quatro negros lIebaban un tabernáculo muy bien dispuesto en
que estaba sentado un niño que representaba el PrÍmipe. En seguimiento de los referídos iva la congregación de los
Pageses y cultivadores también a cavallo, los quales vestieron un Personaje de Dama y a esta la acompañaron doze
vestidos de muger con sirios en las manos, y taniendo diferentes instrumentos y los demás cada uno iva vestido de
diversa manera y llevaban también sus sirios. En cuyo seguimiento entró también a cavallo el officio de herreros
vestidos cada qual como mejor pudo con sirios en las manos, y ordenados todos en procesión passaron assí mesmo
por delante los retratos de dichos Señores Padre e Hijo reverenciándolos y con altas Vales diziendo: Viva Ntro. Rey
y el Príncipe.
10.°) El día tercero al anochecer salieron los demás officios todos a cavallo, el de pelayres vestidos del mejor modo
que cada uno imaginó, los dos mayordomos con las antorchas y los demás con sirios en las manos. .
-El officio de texedores llevó las armas Reales acompañadas de dos antorchas y con sirios los demás vestidos
cada uno a su gusto.
-El de sastres cada uno vestido de la manera que le pareció, llevando los mayordomos dos antorchas; y los
demás sirios en las manos.
-El de capateros salieron la mitad vestidos de hombre, y la otra mitad de muger con dos antorchas los
mayordomos, y con sirios los demás.
-El de albañiles y carpinteros, vestidos cada uno diferente mente llevando los quatro Mayordomos sus antorchas y
los demás sirios en medio de los quales dos negros lIebaban dos cavallos fantásticos y con una mano la antorcha y
la congregación de hortelanos ivan revestidos de ramos y hojas verdes de sus huertas con sus luzes y todos los
referidos oficios hizieron la misma función que los demás, y diziendo: Viva ntro. Rey.
Esta última noche se dispararon diferentes fuegos artificiales en medio del borne y todos los tres días por la
mañana, al tocar Santhy y Ave María se disparó la Artiller ía.
y después defenecido todo lo expresado, se constituhieron en este Real Alcá-. zar las damas, Cavalleros, Capitanes,
Officiales y los Musicos y se dió fin a estas fiestas baylando y cantando".
DOCUMENTO Núm. 15
1.708, Septiembre, 29. Castillo de S. Felipe
Documento firmado por los franceses en relación con la actitud a tomar ante el ataque de Stanhope.
(Micaela Mata, opus cit. pág. 242)
"El veinte y nueve de septiembre, Don Diego Dávila, gobemador del Castillo y de toda la isla, habiendo hecho
reunir consejo general sobre el mal estado de la plaza, el número de familias que se encuentran en ella y los pocos
víveres protegidos para alimentarlas a todas, y la declaración que el comisario de artillería ha hecho tanto sobre sus
cañones como de los pocos artilleros de que dispone en estado de tirar una sola descarga y los enemigos dueños de
las cuatro torres y ocupando el Arrabal al pie de la empalizada, todos los señores ofi_jales abajo firmantes h1i'n
acordado que es en interés del servicio conservar esta guarnición y tratar de conseguir una capitulación lo más
honrosa que se pueda. Hecho en el castillo de S. Felipe, mil setecientos ocho;
La Jonquiere, Marcellanges, du Pestrin, el caballero de Villages, Le Vasseur, el caballero Septemes, el caballero de
Piosin, Morant, Neiran Segoigne, S1. Aubin y Saligny".
Tanbién conzedió que las tropas Ynglesas que quedasen en el Castillo no se opondrían a que los vezinos del arraval
asistiesen a los oficios divinos cotidianamente como tenían de uso y costumbre permitiendo les sus prozesiones y
demás fiestas que los fieles Chatólicos zelebran al año.
Quedó D. Blas (Giménez de Mendoza) obligado por su palabra en nombre del gobernador de que a los navíos
que condujesen las tropas a los puertos señalados se les avía de dar pasaporte para que volviesen seguros de los
armadores de las dos Choronas asta Puerto Mahón a cuia razón replicó Dn. Bla_ diziendo que el pasaporte se
conzedería solo para 18 leguas a la mar desviados de los puertos donde se hiziese el desembarco porque de darle
para pu erto señalado se segu ían muchos in con benientes de hacer el corso u otro daño en las embarcaciones
menores de las dos Choronas y con el pasaporte podían tener seguridad por uno o más meses diziendo avía tenido
tiempo contrario y no avían podido hazer su viaje con cuio reparo se conformó y pidió que aquella tarde se le avían
de entregar los fuertes de S. Carlos y Sn. Phelipete de la Marina y el día siguiente la Puerta del Castillo lo que D.
Bias no conzedió asta dar aviso y dejando a Mr. Piusin pasó al castillo (...)"
DOCUMENTO Núm. 17
1.708, Septiembre, 30. Castillo de S. Felipe
Documento de donación, por parte de Guillermo Olives, de todos sus bienes a su primo y cuñado Bernardo José
Olives.
(Archivo Histórico Nacional, Sección de Consejos Leg. 2162)
"En el castillo de S. Felipe del puerto de Mahón de la isla de Menorca a 30 de septbre. año del nacimiento de N.
Sr. Jesuchristo 1.708.
Pareció ante mi Juan Seguí y Pons por authoridad Real Notari Publico de la vila de Mahón de dicha isla, vecino
y morador hallado en el mismo castillo. El Noble Sr. Dn. Guillermo Dlives y Martorell vecino de Ciudadela el qual
dijo que estando resuelto de dexar la Isla y atendiendo a la benignidad que el Excmo. Sr. General Dn. Diego
Stanhope ha usado en las capitulaciones hechas en la rendición de este castillo, concediendo a todos los naturales
de la Isla que en el se hallaban al tiempo del sitio de disponer y beneficiar libremente sus bienes dentro el término
de quatro meses, usando pues de este beneficio atendiendo al cariño y amor que siempre le ha tenido y tiene su
primo hermano y cuñado Dn. Bernardo José Olives y de Nadal Presb ítero y que el mismo mantiene a su hermana
Dña. Francisca O lives su Esposa confiado de su cristiandad y lelo, que no solamente asistirá a dicha Dña,
Francisca recibiéndola en su casa con la decencia correspondiente a su calidad, sinó también satisfará a todas sus
deudas y cu mplirá sus obligaciones. Por tanto de grado y espontánea voluntad hace donación universal de todos
sus bienes presentes y venideros derechos, voces y acciones que le competen y puedan competir a favor del Noble
Dn. Bernardo José Olives Presbo. su cuñado aunque de este auto ausente presente y aceptan te el notario abaxo
escrito de cuyos bienes podrá disponer el donatorio según su voluntad haciendo la referida donación universal con
aquella mejor forma que de derecho puede tener lugar. Reservándose dicho Dn. Guillermo Olives y Martorell 20
Libras censales para disponer de ellas y hacer a sus voluntades formando la misma donación con las mismas
cláusulas acostumbradas poner y particularmente con las de constitución y obligación de bienes y renunciación de
las causas de ingratitud y a la ley que dispone que la gen!. renunciaciónno valga. Ego el notrio. sudodicho accepto
la donación referida por el ausente y obligaciones que en ella se refieren. Siendo presentes por testigos a este
llamados Juan Sintes y Mascaró y Antonio Carbonell y Ros de la villa de Mahón vecinos y moradores. En la Villa
de Mahón de la isla de Menorca a cuatro de Octubre de 1.708 ante mi dicho notario infraescrito pareció el noble Sr.
D. Bernardo José Olives t de Nadal Presbo.' en la misma villa personalmente hallado el qual dixo que habiendo
entendido la donación universal hecha a su favor por el Noble Sr. D. Guillermo Olives y Martorell su cuñado el
último, del mes passado de septiembre con los motivos atentos obligaciones y reservaciones que en ella se
expressan, y contienen la qual se me ha leido. Por tanto y para su valididad y firmeza la accepta la misma forma
que se ha echo. Siendo presentes' por testigos llamados para este efecto, Juan Sintes y Juan Pons Pelayre vecinos y
m'oradores de dicha Villa. Sigo núm. meum Joannis Seguí e Pons Autore. Regia No1.' Pub!. Minor. Vile Mahonis
Domiciliatique hic duo Ins1. rogatus et requisitus recepi feci et comprobavi.
DOCUMENTO Núm. 18
1.708, Octubre, 16. Castillo de S. Felipe
Refrendo de la donación de sus bienes efectuada por Guillermo Olives a su cuñado Bernardo José 01 ives, firmado
por el general Stanhope. (Archivo Histórico Nacional, Sección de Consejos, Leg. 2162)
"Dn. Diego Stanhope senador de la Gran Bretaña, General Mayor y Comandante G efe de las tropas de su Magd.
Británica en este Reyno enviado extraordinario y plen ipotenciario al Rey Cathóljco y teniente general de los
Exercitos de su Mag. Cathólica et1. por quanto por parte del Lizdo. Dn. Bernardo José Olives se me ha
representado que en la consequencia de la capitulacion concedida a la guarnición y naturales del Castillo, se les
concede cuatro meses de término para que se puedan vender sus haciendas y que habiéo.dolo executado su primo
Dn. Guillermo Olives haciendo le donación de todo como constaba de infraescrito auténtico me ha pedido le diese
despacho para que pudiese gozar libremente dicha hacienda sin experimentar molestia alguna. He venido en
concederselo en virtud de lo qualle doy el presente firmado de mi mano y refrendado de mi infraescrito secretario.
Castillo de S. Felipe a 16 de Octubre de 1.708
Diego Stanhope
Por mandato de su Excia. D. Francisco de Luna Secretario.
Per tant dessitjant usar de la facultat a mi atribuída en forse de dita donació universal y decret aprobatori de dita su
Excma. passo a dispondrer de dits bens en lo modu y forma que es sigueix:
Primerament de dits bens a mi donats vull y dispon que en cas de faltar y morir jo dit Dfl. Bernat Joseph Olives y
de Nadal Prevere, testador de mon dit, que dita Dña. Francisca Olives me jermane y muller de Dit Dn. Guillem
Olives si será viva tinga lo us de fruit de tota la universal heretat de dit Sr. son marit y mon cuñat sens obligació de
haver de donar compte y rahó a persona alguna salvo raonem semper in ius reru m substancia. Y esto pero tant si es
viu dit Dn. G uillem com si no lo es en cuyo cas de manten irse Viuda vivint esta y sens marit, gaudirá també de
tots los bens de fru it com de sobre se expressa con vo/anse, pero a segonas nu pciasen tal vas haurá finit dit us de
fruit y Iy asseñalo are per las horas 200 lIiuras moneda de Mallorca cens y 25 quarteras blat en especie bo nou net
ett. aportadas a la sua propia habitació dins peride la present Isla en u sobre la dita universal Heretat ab la cuals y
son dot se consolidera per considerar tindrá lo bastant per viu rer segons son estament. Apres empero de sun obit o
de convolarse a nupcias en qualsevol de dits casus, nom pro hereu meu universal y propietari en tots los referits
bens a mi donats per dit On. Guillem Olives y Martorell mon cuñat y cusijermá, instituisch al fetus y fill mascle
major posthomo y medio témpore naxador de dit Dn. Guillem y Dña Francisca qui se atrobe embergade actualment
y a títula sua descendencia y linea masculina Ilegítima y natural per línea recta usque in infinitum succesive et non
simul servant sempre lo orde de primogenitura masculinitat y majoritat sens atendre a premoriencia ni caducacións
de grau algunas per quant vull que el major en edad prevalesca al menor y lo propie sucsehesca en los descendents
IIegitims y naturals per línea recta masculina y fels dames fills mascles quo tenir puga la dita Oña. Francisca me
jermane y sus descendents, y que los per mi de sobra cridats y vocats sucsehescan de pla y de fet encare que posats
sota alguna condició sens que me voluntad sie el que puga espirar ni caducar substituo alguna de la vulgar fideicomissaria ni qualsevol altre que de dret estilo consuetut".
DOCUMENTO NUM. 19
1.708, Septiembre, 29. Castillo de S. Felipe
Documento firmado por los oficiales españoles en relación cón la actitud a tomar ante el ataque lIe Stanhope.
(Micaela-Mata,Opuscit. pág. 241)
"He dado orden a los oficiales mayores y capitanes, como también rogado al señor Conde de Alcudia asistan a la
junta y consejo que se ha resuelto celebrar para resolver la manera de defender esta plaza y examinar el estado de la
guarnición, y los víveres que se encuentran en ella, y habiéndolo propuesto todo a cada uno en particular y a todos
en conjunto, sobre lo cuill los oficiales españoles, habiendo razonado y dado sus votos. A saber: o. José Sandoval,
teniente del Rey, O. Agustín Stevins, coronel e ingeniero de este castillo, O. Pedro García, sargento mayor, o.
Tomás Cor(ba)lán Pardo, comisario de Guerra, O. Bias Xime'nez de Mendoza y Lillo, capitán de granaderos, y los
capitanes D. Francisco Cor(ba)lan Pardo, Don Juan Zafra, O. Pedro José Pelegrí, D. Jaime Ballester, D. Lorenzo
Carreras, D. Francisco Baena, ayudante mayor, D. Antonio Caravallo, comisario de la Artillería. Habiendo los
susodichos dado su voz y razonado y hecho reflexión, en primer lugar: que la guarnición es pobre, la esperanza de
ser socorridos escasa puesto que los enemigos se han adueñado de toda la isla y que la entrada del puerto ha sido
también tomada, y habiendo igualmente perdido las torres y la línea que encierra el Arrabal, adueñados los
enemigos de todas las casas de dicho Arrabal, sometiéndolas al pillaje, lo que ha obligado a las mujeres y niños a
retirarse al castillo donde solamente pueden tenerse derechos, y habiendo los enemigos avanzado ya al pie del
camino cubierto: por dichas razones, como por estar los víveres todos a descubierto no habiendo lugar a prueba de
bomba, y habiendo reconocido que en tirar solo cuatro cañonazos del castillo quedaría sin parapeto, y considerando
también el desorden y la sangre que las primeras bombas hubieran vertido considerando la cantidad de mujeres y
niños que tenemQS aquí y los inconvenientes que llegarían cuando los padres vieran sufrir a sus hijos y los maridos
las mujeres por todas dichas razones se concluye que esta plaza no es defendible y que está en gran peligro, y para
prevenir mayores males que se podrían remediar es necesario entrar en tratos y buscar un medio honorable, por
cuya razón han firmado en este castillo de S. Felipe de Puerto Mahón el 29 de septiembre de 1.708".
DOCUMENTO Núm. 20
S/F
Descripción del castillo de S. Felipe realizada por Gimenez de Mendoza
en el manuscrito anónimo.
(Real Academia de la Historia, Col. Salazar, N-47, falso 231v-236v)
"El castillo de S. Phelipe está situado a la voca del Puerto, sujeto o dominadode la colina u zerro llamado de
Vinisaire por la parte de poniente y por la de lebante. de otro llamado el clot de la Mala y torre del señal. Sin estos
dos padastros tiene otro entre norte y poniente llamado la calera de la torre del Rey y barranco del Rey por donde
sin ser descubierto un exército puede llegar asta tiro de fusil del castillo;tiene así mismo entre norte y levante otro
padastro en otro barranco llamado elangel a el que se puede venir desde la villa de Mahón con toqa seguridad y este
se dala mano con el barranco d.el Rey de manera que por la parte de la campaña es llana su entrada y salida pa_a 'el
castillo seguro la salida por no ser registrada del, por parte alguna. .Es el castillo un quadrado con cuatro baluartes
tan rreduzido que en la plaza de armas con dificultad se esquadronaran 200 hombres y siendo su rrezinto tan corto,
por consequenzia lo son sus baluartes pues son tan escasos y en cada cara nopuede aber más quatro cañones y en
sus flancos seis u ocho fusileros, corto númeropara hazer el fuego nezesario y el que se rrequiere para impedir a los
enemigos losavanzes a la entrada cubierta.No tiene la plaza magazen ni quartel alguno a prueba de bonva ni se
puedeponer por que la pared que haze frente a la plaza de armas y espalda a las cortinas ybaluartes es un
encajonado de tierra y tan endeble que los ingenieros no se determinaron a cargarla y particularmente el coronel
On. Agustin Stevins dijo no se determinaría a ponerle peso porque luego se bendría a tierra rrespecto de no ser
sólida yestar las bovedas que en ello están formadas pasadas del tiempo pues en lloviendoquatro gotas se mojaban
los quarteles como _i estubiesen descubiertos.En las golas de los tres baluartes avía construídos tres magazenitos
para ponerla pólvora capazes cada uno de 300 barriles y estos a tejabana (sic) Y considerandoel mariscal de campo
On. Jerónimo Perez de Nueras lo espuesta que estava la pólvora a qualquier aczidente dispuso se hiziesen unas
minas o soterranos y aunque selogró hazerlos no se encontró .J:J benefizio que se deseava porque salieron tan u medos que a quinze días de estar la pólvora en ellos salió amasada como si fuese barro con que en lugar de hazer algoo
benefizio a S. Mag. se les seguía maior gasto y no solo se experimentó en la pólvora este menoscavo pero asta en el
fierro pues le sacaron de suerte que no podía aprovechar ni aun hazer clavos del, y sin este grave incombeniente
padezían estas minas otro mayor y más peligroso y era que por la plaza de armas pasava un ramal y las comunicava
el qual era tan endeble que sin dificultad penetraría su cuvierta una granada rreal quanto y mas una bonva que rreventando dentro sin disputa inzendiaría la pólvora dejando al discurso natural la ruyna y destrozo que ocasionaría
semejante aczidente y no obstante que se conozió de la poca utilidad que serían estos subterráneos se hejecutaron
porque los injenieros Castellón, Juan Bautista Leiba y el coronel O. Agustin Stevins representaron que dentro del
castillo no se pod ían costruir magazenes por su estrechez.Los quarteles para su guarnizión serán asta 40 casernas
capazes de diez hombres cada una y estos an de vivir bien estrechos y tan endebles de bóvedas que en tajando
quatro gotas de agua en la muralla se calan todos y no se pueden rremediar sin lebantar la fortificación por cuja
rrazón no pueden estar seguros los soldados ni ay en todo el castillo donde puedan estar a descanso los que salieron
de las fatigas del travajo como es estilo en todas las plazas preservar a cuvierto el quarto que sale de operazión.Asi
mismo no ay en la plaza paraje alguno seguro ni no seguro donde poder poner ospital para que a los pobres heridos
y enfermos se les subministre el alivio de que nezesitan en tales casos. El foso es bueno i profundo pero muy
estrecho y incapaz de defensa por la falta de fuegos que tienen las cortinas y flancos de los baluartes a los quales
como a la muralla desde la contra escarpa de el se pueden echar las granadas con la mano a este desembocan dos
comunicaciones de las minas donde estava la pólvora y assimismo otras dos de dos revellines (S. Gabriel y S.
Jeronimo) que trabajó la miseria pues con la misma espensa que hizo S. Mag. pudieran averlos hecho muy capazes
y aunque On. Gerónimo de Nuevos (y el mariscal de campo On. Francisco de Luna y Carcamo (que de orden de S.
Mag. pasó a gobernar las armas de la isla y halló hecho el uno y empezado el otro) hizieron presente al injeniero
Juan Bautista Leiba lo infructuosos que serían los tales revellines por su pequeñez pues beinte hombres no pod ían
estar en cada uno rrespondió que el avía tomado las medidas, según buena mhatemática arreglándose a la
fortificación antigua como si el arte no arrJ1trara que quando la obra interior es pequeña y sin defensas las
exteriores que se aumentaren sean capazes y quando no lo ordenase el propio discurso lo devía dispensar aunque
quedasen yrregulares.La entrada cubierta es buena aunque con muchos enfiladeros y para quitarle algunos dispuso
el coronel O. Agustín Stevin_ hazerle unos traveses o cortaduras en las plazas de armas de los angulos salientes de
ella los que le aumentaban su bondad pero faltando Quarnizión que la defienda toda ella es de mayor daño a la
plaza. A esta entrada cubierta tienen los dos rebellines dos comunicaziones tan mal disimuladas que con fazilidad
se pueden enseñorear dellas los que la atacaren.Este es el castillo de S. Phelipe tan nombrado por la Europa pero
avía conservado el nombre de fuerte (sin serio) porque desde que se hizo no solo no avía sido atacado pero ni aun
notizia de gerra se havia tenido en Menorcha y aun que los que en el avían mandado av[an representado su
estrechez y devilidad la disposizión de las cosas y atrasos de los tiempos avran sido motivo para no averle
fortificado yestándolo corresponderían los efectos a su fama y solo se pensó en guardar la boca del puerto en la que
se constrieron dos fuertes y otras baterías deviendo antes precauzionarse de la tierra que no de la mar pues regla
general es que ninguna armada forzara puerto ni entrará en él a meno:. que antes no sean dueños de la tierra".
INDICE DE FUENTES CONSULTADAS
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Colección Salazar, N-47, fols. 231-324
Archivo General Militar de Simancas
Expediente personal de Diego Leonardo Dávila
APENDICES BIBLlOGRAFICOS
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