migraciones internas en mujeres náhuatl y aymara

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MIGRACIONES INTERNAS EN MUJERES NÁHUATL Y
AYMARA: UN ANÁLISIS PSICOSOCIAL
Línea Temática 5: Educación y Sociedad: Innovaciones en el Siglo XXI
Vera Jiménez, Jesús Alejandro
Facultad de Psicología, Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Av. Universidad 1001. Col.
Chamilpa, 62209, Cuernavaca, Morelos, MÉXICO [email protected]
Ávila Guerrero, María Elena
Facultad de Psicología, Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Av. Universidad 1001. Col.
Chamilpa, 62209,Cuernavaca, Morelos, MÉXICO [email protected]
Musitu Ochoa, Gonzalo
Dpto. de Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Pablo de Olavide. Carretera
de Utrera, km. 1, 41013, Sevilla, ESPAÑA [email protected]
Amador Borrero, Marina
Dpto. de Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Pablo de Olavide. Carretera
de Utrera, km. 1, 41013, Sevilla, ESPAÑA [email protected]
Resumen: En este trabajo, se pretende estudiar los problemas psicosociales que tienen las mujeres
indígenas en sus procesos migratorios internos y en su integración en los lugares de destino,
principalmente cinturones de pobreza de las grandes ciudades. Para ello, se ha utilizado un enfoque
etnográfico y se han realizado entrevistas en profundidad a 10 mujeres migrantes de la etnia Náhuatl
y 10 mujeres migrantes de la etnia Aymara, procedentes de México y Bolivia, respectivamente. Se
constata que las mujeres migran, principalmente, por motivos de pobreza y exclusión social como
principales responsables de la provisión tanto económica, como emocional, social y educativa de las
familias, siendo cada vez mayor el número de mujeres que migran de forma autónoma, mientras que
disminuye su presencia como migrantes que siguen a sus maridos en el viaje migratorio. En este
proceso migratorio suelen carecer de apoyos y sufren un proceso de desvinculación con la
comunidad de origen. Sin embargo, estas mujeres consideran que la migración ha sido positiva, en la
medida en que les ha permitido mejorar la situación económica tanto de ellas como de sus hijos.
Finalmente, se señalan las similitudes y diferencias entre las mujeres de ambas etnias.
Palabras Clave: Mujer, Migración Interna, Estudio Etnográfico, Náhuatl, Aymara
-1729 -
Las transformaciones sociales acontecidas en el siglo XX propiciaron movimientos poblacionales
dentro de un país (internos) y entre países (externos). Las migraciones internas se produjeron del
campo a las grandes áreas metropolitanas, lo cual tuvo importantes efectos tanto económico, como
políticos y sociodemográficos tanto en los sitios de expulsión como en los de atracción (ChávezGalindo, 1999). Esta tendencia ha sufrido una importante transformación desde finales de siglo XX,
con el surgimiento de la globalización, que ha traído consigo el incremento de los desplazamientos
internacionales y transnacionales. Sin embargo, las migraciones internas, menos investigadas,
parecen seguir los mismos patrones de crecimiento que las internacionales. En este sentido, una de
las características más notables, común a ambos tipos de migración, es el crecimiento de la
migración femenina y el nuevo rol que las mujeres asumen durante la migración, lo que se ha
denominado feminización de la migración. En el caso de la migración interna, la Organización
Internacional de las Migraciones (OIM) (2009) señala que el número total de desplazamientos
internos en el mundo en 2008 se estimó en 27,1 millones y que en la mayor parte de América Latina,
las mujeres migran dentro de sus países en cantidades mayores que los hombres.
Esta feminización de la migración interna se puede observar en las mujeres indígenas de México.
Inicialmente estas mujeres seguían a sus maridos migrantes a las grandes urbes para la reunificación
familiar, reproduciendo la asignación de roles que tenían en sus lugares de origen, muchas mujeres
indígenas hoy migran de forma autónoma y utilizan, en muchas ocasiones, elementos externos de
identidad para afianzar un determinado espacio o actividad.
El impacto de la migración en las mujeres depende de numerosos factores, como el tipo de migración
(internacional o interna; regular o irregular; autónoma o “dependiente de”), la economía, política y
cultura en origen y destino y las relaciones de género dentro de la familia y la comunidad. El género
afecta a cómo los migrantes se adaptan al nuevo país o zona geográfica, el grado y la forma de
contacto con el país de origen y las posibilidades de retorno y de un reintegración exitosa (Boyd y
Grieco, 2003). De manera resumida, se recogen en la tabla siguiente las principales consecuencias
que tiene para las mujeres la experiencia migratoria.
Tabla 1. Principales consecuencias de la migración en las mujeres
–
Durante el viaje migratorio están expuestas a riesgos específicos
–
Aumenta su empoderamiento por participar en la fuerza laboral
–
Mayor riesgo de ser explotadas en un mercado laboral segregado por sexo
–
Triple carga de trabajo
–
Vivencian situaciones de ansiedad y estrés
–
Mayor confianza en sí mismas y mayor autoestima
–
Choque generacional, fracaso escolar, etc., si sus hijos viven con ellas
–
Satisfacción por poder ofrecer a sus hijos un futuro mejor
–
Relaciones abusivas si son mujeres “dependientes de”
–
Mayor grado de autonomía, poder de decisión y libertad
–
Vivencias negativas sobre la separación familiar
–
Mayor probabilidad de regreso a países de origen de forma repentina
–
Cambios en las relaciones desiguales de género en países de origen y destino
Durante el viaje migratorio las mujeres son más vulnerables que los hombres a sufrir agresiones
sexuales (por parte de transportistas, compañeros de viaje o guardias en las fronteras), abusos
económicos (por no conocer las condiciones de las zonas de destino), manipulación en el acceso a la
información, a documentación importante como pasaportes o requisitos de entrada en las fronteras,
entre otros. Las mujeres, una vez instaladas en un nuevo país o zona, pueden sentirse empoderadas
por acceder al mercado laboral y ganar una independencia económica que les permitirá mantenerse a
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ellas mismas y enviar remesas económicas a su familia de origen. Sin embargo, en muchas
ocasiones las condiciones y remuneración económica del empleo al que acceden son precarias,
puesto que se incorporan al sector del trabajo no cualificado e invisible que tiende a aislarlas y a sufrir
más riesgos de explotación. Además, las mujeres migrantes pueden sufrir triple carga de trabajo. Es
decir, trabajan tanto en el ámbito productivo como en el reproductivo, con el agravante de no poseer
redes familiares donde transferir algunas de las responsabilidades reproductivas, a las que habría
que incluir la carga frecuente de sostener a su familia en el lugar de origen (Ramírez, García y
Míguez, 2005).
Estos factores propician que muchas mujeres experimenten ansiedad y estrés derivadas del
desarraigo personal, familiar y social, del choque cultural, del desconocimiento del medio en el que
viven y de la escasez de recursos económicos. Sin embargo, muchas de ellas muestran mayores
niveles de autoestima, mayor confianza en sí mismas y aceptación de sus vidas en el nuevo contexto
de migración. Este malestar tiene una estrecha relación con el hecho de estar sometidas a cuatro
tipos de exclusión social: de clase, de etnia, como migrantes y a las derivadas de su condición de
género (Sánchez y Barceló, 2007). Los indígenas generalmente pertenecen a los estratos sociales
más bajos de la sociedad siendo discriminados incluso por grupos tan empobrecidos como ellos pero
no pertenecientes a etnias indígenas. A estos dos tipos de exclusión hay que sumarle la
discriminación que normalmente sufren las personas por el hecho de ser migrantes, siendo
rechazadas en las sociedades de acogida por miedo, desconocimiento o racismo, y también la
exclusión o discriminación por razón de género que sitúa a las mujeres un escalón por debajo de los
hombres en cualquier sociedad y cultura en el mundo. En consecuencia, las mujeres migrantes
indígenas se convierten en uno de los grupos más vulnerables ante la exclusión.
A pesar de las discriminaciones de las mujeres migrantes, el nuevo rol de proveedoras juega un papel
fundamental en las transferencias de poder en las relaciones desiguales de género y es un factor
importante a la hora de considerar los procesos de cambio social en las relaciones de género en las
familias y comunidades, tanto en origen como en destino. Además, las mujeres que viven con hijos/as
menores se sienten más satisfechas consigo mismas por el hecho de poder ofrecer a sus hijos un
futuro mejor.
Partiendo de la revisión teórica, el objetivo general del presente trabajo es analizar las causas, las
consecuencias y las implicaciones de los procesos migratorios internos llevados en cabo por mujeres
indígenas en los países de Bolivia y México y en el marco de las culturas Aymara y Náhuatl.
Método
El presente estudio se llevó a cabo en los países de Bolivia y México con población indígena de los
grupos Aymara y Náhuatl. A continuación se describen la muestra, los instrumentos y el
procedimiento en ambos países.
Participantes
La parte del estudio realizado en Bolivia se llevó a cabo en la ciudad de El Alto, Departamento de La
Paz, en el contexto del Centro Comunitario de Desarrollo del Niño, Niña y Adolescente Tawantinsuyo,
dependiente de la Fundación La Paz. Participaron diez mujeres cuya edad promedio era de 42 años.
Todas ellas eran migrantes que se desplazaron desde diferentes ámbitos rurales (desde la zona del
altiplano paceño) con una antigüedad de al menos 20 años. La antigüedad de la migración era
suficiente como para que las entrevistadas hubieran completado el proceso de traslado (todas tenían
residencia permanente y definitiva en El Alto) y acumulado una completa experiencia acerca de las
vicisitudes de la migración. Todas las mujeres entrevistadas eran de origen indígena y hablantes de
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lengua aymara y estaban relacionadas con el Centro Comunitario de Desarrollo del Niño, Niña y
Adolescente Tawantinsuyo.
En México, el estudio se realizó en una colonia denominada “Los Patios de la Estación” de la ciudad
de Cuernavaca (estado de Morelos) a través del contacto con la coordinadora encargada de un
proyecto comunitario dirigido a la mejora del bienestar de mujeres y niños. La muestra estuvo
integrada por diez mujeres cuya edad promedio era de 49 años de edad. El total de las mujeres eran
migrantes de origen indígena y hablantes de lengua náhuatl, todas en situación de exclusión social,
provenientes del estado de Guerrero y con más de 20 años viviendo en “Los Patios de la Estación”.
Todas ellas dejaron sus comunidades de origen para asentarse en la ciudad de Cuernavaca con el
propósito de mejorar sus condiciones de existencia. Todas las participantes se dedicaban a
actividades de la economía informal y tenían contacto con el proyecto comunitario de atención a
mujeres y niños.
Entrevista
Para obtener la información se realizó una entrevista en profundidad elaborada colectivamente entre
todos los miembros del equipo investigador. Se realizó un estudio piloto con el objeto de adaptar las
preguntas a los dos contextos del estudio. La entrevista se compone de una batería de preguntas
abiertas que se clasifican en las siguientes dimensiones o categorías: datos sociodemográficos,
causas y consecuencias de la migración. En estas dimensiones se exploran de manera transversal
los siguientes ámbitos: individual, familiar, laboral y socio-comunitario.
Procedimiento
El procedimiento seguido para obtener la información de las mujeres migrantes durante las
entrevistas fue el siguiente:
1. Las entrevistas se llevaron a cabo durante varios días consecutivos. Para ello se coordinaba con
la administración del Centro Tawantinsuyo el día y la hora de la entrevista, en Bolivia122, y con la
coordinadora del programa comunitario, en México123, dependiendo de la disponibilidad de las
mujeres participantes.
2. Las entrevistas se llevaron a cabo en un ambiente adecuado, sin interrupciones, preservando la
privacidad para el tratamiento de la información. La duración de cada entrevista fue de entre 60 y
120 minutos, procurando en todo momento respetar el tiempo de las entrevistadas y sus
informaciones, en ocasiones cargadas de emociones muy diversas.
3. Se intentó evitar una entrevista tipo interrogatorio y se fomentó un diálogo abierto y sincero. Para
lograrlo, muchas veces se tuvo que iniciar el contacto aludiendo a temas de conversación no
relacionados con el estudio, con la finalidad de relajar una situación que por su novedad podría
generar barreras de comunicación.
4. Se respetó siempre aquella información que la mujer no quisiera compartir, evitando ser
excesivamente insistente. En todo caso se buscó retomar el tema en otro momento,
modificándose el contexto de la conversación o reenfocándolo de diferente manera.
122
En Bolivia, las entrevistas fueron llevadas a cabo por Adriana Machicado, trabajadora del Instituto de Investigaciones en
Ciencias del Comportamiento, de la Universidad Católica Boliviana.
123
En México, las entrevistas fueron realizadas por Sinay del Carmen Valentín Guevara, tesista de la Facultad de Psicología
en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
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Resultados
En este apartado se presentan brevemente los principales resultados obtenidos en la investigación
distinguiendo la experiencia mexicana de la boliviana.
Datos sociodemográficos de la muestra
MUJER NÁHUATL
Los matrimonios se efectuaron a edades muy tempranas y, en un caso, la mujer fue obligada:
“Yo me casé muy chica… A los 13 años me casé con mi esposo y ya aquí me quede”
“A mí me tocó fue mi mala suerte de que me robó un fulano… ya después cuando mi mamá se dio
cuenta, en esos días mi papá murió y se quedó sola, y ya fueron a verla y ya se arreglaron con ella y
exigieron que me casara y me casé con él, me tuve que casar y yo lloraba con mi mamá yo le decía
que yo no me quería casar, pues yo era una chamaca yo no sabía hacer nada.”
El índice de natalidad es muy elevado:
“Tengo 7 hijos. La mayor tiene 25 y el que le sigue tiene 23, la que se sigue es mujer y tiene 20 años
y la de 17 años que es mujer también y el que se sigue es hombre y tiene 14 años, y el que se sigue
es niño y tiene 10 años, la niña más chiquita tiene 5 años.”
“…De aquel señor son 6 pero como después él encontró a otra mujer y se la llevó y me abandonó con
mis 6 niños… y ya me junté con este señor, con el que vivo y de este señor tengo 4 hijos.”
La mayoría de las mujeres migraron solas y encontraron a su esposo en la ciudad de acogida. La
tasa de analfabetismo es especialmente elevada. La formación reglada está poco valorada,
especialmente para las mujeres, incluso a veces castigada.
“Pues yo no estudié porque, en ese tiempo los papás no querían darnos estudio, y a mí me
regañaban porque me mandaban a la escuela mi mamá pero a escondidas, así que no terminé ni
primer año, porque mi papá se dio cuenta de que yo estaba yendo a la escuela y le pegó a mi mamá
y me pegó a mí, ya no seguí estudiando, ya no estudié ya ve que los padres eran muy delicados.”
“No, no fui, bueno porque no había ni maestros y ahora si ya tienen escuela.”
MUJER AYMARA
La mitad de las mujeres entrevistadas están casadas de primeras nupcias con parejas también
esposadas por primera vez. Ninguna mujer se ha separado legalmente de su marido. La tasa de
natalidad es elevada (4,2 hijos por hogar creado) y los hijos e hijas viven en el hogar actual
En cuanto a la ocupación, pasan de actividades básicas para la economía rural de sus familias de
origen a actividades de servicio en la ciudad. En relación al nivel de estudios, la mitad de las mujeres
participantes en el estudio no ha tenido ninguna experiencia formal educativa. La elevada tasa de
analfabetización se atribuye a: la discriminación en la familia, la presencia de sucesos familiares
traumáticos y la necesidad de apoyar económicamente a la familia.
“He estudiado hasta cuarto básico nomás, hasta ahí he llegado por falta de plata, éramos muchos
hermanos, somos 8 hermanos y hermanas, entonces no había plata, menos para las mujeres”.
“Hasta cuarto curso he pasado, pero mi mamá ha fallecido y no he podido entrar después.
-1733 -
“Yo aquí nomás he trabajado y no he estudiado, ya después con la familia así nomás no se puede,
hay que trabajar”.
Causas de la migración
A continuación nos detenemos en las motivaciones que propiciaron que las mujeres entrevistadas
tomaran la decisión de migrar o, en su defecto, lo hicieran sus padres y madres por ellas.
MUJER NÁHUATL
La mayor parte de las mujeres señalan la necesidad económica como principal causa de la migración,
seguida de las situaciones de vulneración de los derechos y, por último, la reunificación familiar.
“Está muy difícil allá porque allá no puedes ganar nada, no hay cómo ganar nada, nada más era
sembrar, cuanto le puede pagar una persona para que le vayan a ayudar, 10 o 15 pesos por día no
más porque no alcanza, es lo que pagan allá.”
“Nos venimos para acá porque era muy difícil a veces la verdad, porque mi mamá no tenía para mi
zapatos, no tenía ni para comprarme mis cuadernos, con trabajos, con mucho esfuerzo mi hermana
me compró mi uniforme, con eso pude seguir estudiando, me gusta mucho estudiar, pero mejor voy a
trabajar.”
MUJER AYMARA
Escasez de recursos del medio rural y la búsqueda de mejores opciones educativas parecen ser los
principales motores motivadores de la migración. Sin embargo, cuando profundizamos en las causas
económicas, observamos que subyacente se haya la inequidad de género. La mayor parte de las
mueres indican que la motivación familiarha sido fundamental para iniciar su proceso migratorio.
“Porque en el campo no hay plata, todo ahí es difícil, aunque ahora ha cambiado harto, creo que
hasta ahora hay luz y todo, pero antes no era así. No teníamos ni luz, era bien difícil”.
“Como le digo me he venido a la ciudad a estudiar”.
“Sí pues, nosotros allá donde antes estábamos no teníamos nada, mi mamá no tenía casa, entonces
se ha venido a esta zona porque ha conseguido un terreno para vivir, se ha venido por vivienda; no
tanto por trabajo”.
“Juntos, juntos nos hemos venido, mi papá más mejor vivía aquí, eso también me ha dicho “te voy a
dar un chiquitito terreno”, no me ha dado nada, así nomás me ha dejado”.
Consecuencias de la migración
MUJER NÁHUATL
Ámbito familiar
Se mantienen los roles tradicionales marido/esposa. La mujer asume como algo natural su rol de ama
de casa.
“No pues casi él no me ayuda, mis hijos sí me ayudan a lavar los trastes, si yo lavo los trastes ellos
empiezan a barrer.”
“Si tenía ganas de trabajar pero mi esposo no me dejaba, es que dice “se descuida muchos a los
niños cuando uno trabaja” a veces andan ahí todos sucios y feos porque ellos mismos se arreglan.”
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Las madres transmiten y enseñan a las hijas cómo desempeñar sus funciones en el ámbito familiar
“Como ahorita ya me voy y ya está lista la ropa del niño, la niña de 17 años se encarga de lavarse yo
no le lavo a ella. Ella me dijo “usted ya trabajó mucho, ahora nosotros la vamos a ayudar” ¡no, muy
bien hija!”
Ámbito laboral
El hecho de que la mujer tenga deseos de incorporarse al ámbito laboral no parece ser aceptado por
los hombres. Es común que les prohíban trabajar desde una concepción machista de la distribución
de roles en el hogar, mantenidos y sancionados por la propia comunidad.
“Yo me salí de mi trabajo porque me dijo él que me iba a ayudar, y fue al contrario me fue peor, ya ni
me ayudó era doble el trabajo, ahora mi familia le digo, me habla mi familia, y me decía la señora
cuando yo la iba a verla me dice “es que hablaron tus papás, dicen que sí puedes ir”, y ahora con qué
dinero me voy si ya no trabajo.”
“Sí se empezó a enojar él, y mejor yo ya dejé el trabajo, no voy a vivir así, y ya les dije a mis papás
pues ya no trabajo, ya no puedo dar dinero”.
“No ya no él nunca me dejó trabajar… me decía que no trabaje porque él es que va a trabajar dice
“no, no trabajes yo soy el que va a trabajar entonces para que vamos a estar aquí, luego la gente,
más la gente de mi pueblo es una gente muy criticona, no trabajes yo te voy a mantener yo puedo
mantenerte” y nunca me ha dejado trabajar, una vez sí, hace como 3 años yo empecé a trabajar a
escondidas de él porque ya no nos alcanzaba el dinero…No, no se molestó nada más me dijo “por
qué hiciste eso si estamos bien, ya no vayas dile a la señora que ya no puedes ir, yo voy a ver cómo
voy a conseguir dinero, pero no quiero que vayas para allá y más de que te llevas a los niños”.
Cuando las mujeres consiguen trabajar, lo hacen en el sector informal en cargándose de tareas
relacionadas con la limpieza, el mantenimiento y el cuidado de personas.
“No, ya cuando me abandonó (mi esposo), me fui a Acatlipa y allí encontré una señora y ella me dijo
que si yo quería trabajar, le dije que sí, me dijo “yo lo que me hace falta aquí es una para hacer el
aseo y para lavar” y yo le dije que sí, en ese tiempo la señora me pagaba 3 pesos y ya me iba a lavar
del diario del diario lavaba yo.”
La explotación laboral y la convivencia con expresiones discriminatorias verbales contra su origen
étnico son los dos elementos más frecuentemente reportados por las mujeres nahuas participantes
en la investigación
“Estuve trabajando con una señora en una fonda pero ella sí me trataba mal, como pues yo estaba
embarazada me decía “ándale, muévete, pareces tortuga”, me sentía muy mal yo.”
“Hacía tacos, como dobladita que le dicen taco de canasta con un señor… Sí era muy pesado
trabajar con él, este bien pesado porque te tienes que levantar a las 2 de la mañana y a dormir a las
10 de la noche”.
Ámbito comunitario
Tanto en la comunidad de origen como en la de destino, las mujeres náhuatl han contado con algún
elemento de apoyo importante para dar el paso migratorio. Destaca por encima de ningún otro el
apoyo emocional proveniente de figuras importantes de crianza en la familia de origen.
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“¿Qué cómo me apoyó mi familia? Solo diciéndome: hija si te vas a ir pues que Dios te bendiga
ándale si quieres ir ve pa que te vistas tan siquiera tú, te compras zapatos.”
“Todos juntos, mis hermanos me ayudaban con el pasaje para poderme venir.”
El lenguaje, con frecuencia, es un obstáculo que impide la comunicación e incide en su marginalidad,
dificultando la adaptación en la comunidad de destino y aumentando el impacto negativo de la
migración.
“Los hijos del dueño se burlaban de mí porque yo no sé hablar…me decían de cosas, que “una burra,
no sabes hablar” le digo sí porque yo no nací hablando español, yo nací hablando tlapaneco, yo no sé
hablar, a ver te voy a poner a hablar lo que yo hablo le digo no vas a entender no vas a saber hablar”
Sin embargo, en su mayoría las mujeres perciben una mejoría en el lugar de destino tanto en el
ámbito educativo, como en el laboral y económico comparándolo siempre con la escasez de recursos
y las dificultades de sus lugares de origen.
“Más difícil, más difícil porque o sea por allá no hay tantas cosas como acá, o sea vender algo por
ejemplo yo…vendo quesadillas, gorditas, el día que no tengo me pongo a vender algo y ya me hay
dinero para eso y allá en Guerrero es muy difícil no podrías darle a tus hijos.”
“…entonces yo me venía de vacaciones y los niños sí se acostumbraron porque comían bien y todo,
pero allá no se come muy bien, entonces nosotros veíamos que ellos bien contentos y ya me decían
mis hermanos “ya vente para acá, aquí los muchachos hasta pueden trabajar”, un estudio más pues
ellos veían que allá no había nada, entonces mi esposo dijo “mejor vámonos para allá” porque allá el
trabajo como quiera poquito pero seguro.”
MUJER AYMARA
Ámbito familiar
La mayoría de mujeres parten de sus hogares de origen solas y sin ningún tipo de apoyo. Muchas
dejan atrás graves historias de abandonos, de acogimientos en la familia extensa, de “olvidos
parentales”. La situación en el destino migratorio no es mucho más halagüeña a su llegada: los pocos
apoyos con los que cuentan son transitorios y provenientes de la familia extensa.
“Yo vivía con mi abuelita en allá, mi papá me ha regalado a mi abuelita, mi abuelita ya era mayor y no
me gustaba vivir con ella porque era mala […] porque mi abuelita tenía su marido, el último y mi
abuelita quería que lo trate como si fuera mi abuelito y yo no quería eso […] entonces me pegaba y
de ahí yo me quería alejar”.
“Mi tío me ha llevado a una casa a trabajar desde mis 14 años y ahí no más he estado 6 años,
trabajando como empleada doméstica”.
“Con mis tíos estábamos pero nos han dejado en ese trabajo con una señora y entonces mi tío se ha
perdido, no sabíamos donde estaba, ellos tampoco tenían casa propia, vivían de inquilinos; se han
ido de ahí y ya no sabíamos”.
Hay, sin embargo, un área muy sana en el contexto familiar creado por la mujeres aymara: el ajuste
biopsicosocial de sus hijos e hijas. Se sienten orgullosas con sus logros como madres y perciben que
han criado a hijos sanos, con los que se comunican, que tienen oportunidades de estudiar, con los
que no hay diferencias por ser hombre o mujer. Algunas de las frases usadas por las mujeres aymara
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entrevistadas fueron las siguientes: “son buenas”, “es estudiosa”, “es sana”,” tiene sus amigas”, “con
mi hijo mayor puedo hablar”, “mi hijo me ayuda”, “me apoya”.
Ámbito laboral
Casi todas las mujeres aymara evalúan positivamente la decisión de migrar. Las oportunidades para
trabajar y estudiar en la ciudad son mejores que en el campo.
“Sí, me ha ido bien, no tan bien que digamos pero bien. Aquí también es más fácil porque se puede
trabajar, estudiar”.
Ocho mujeres reconocen haber sufrido discriminación. La mitad no tuvo “derecho” a la educación por
ser mujer.
“La primera vez que he venido como empleada, me trataban bien mal. Yo creo que porque he sido
pues chica del campo digamos ¿no? se aprovechaban yo pensaba eso, porque no sabía nada, no
sabía lavar ni cocinar”.
Todas las mujeres se hacen cargo de la economía familiar en la actualidad, ayudadas por sus
maridos y parejas en el 80% de los casos. Este es un dato significativo que refleja la inclusión de las
mujeres en el tejido productivo de la ciudad y la alteración de los roles definidos más rígidamente en
sus propias comunidades de origen.
Ámbito comunitario
La tónica general con respecto a las comunidades de origen es la desconexión, el debilitamiento de
las relaciones y el olvido. Atrás dejaron en casi todos los casos experiencias muy dolorosas,
carencias de apoyos y de afecto, y la propia red social en la que pudieron estar insertas se ha ido
desmantelando con el paso del tiempo siguiendo en la mayoría de los casos caminos parecidos al de
las mujeres aymara entrevistadas.
“Yo ya me he olvidado realmente de donde yo vivía, ya estoy acostumbrada, normal nomás estoy”.
Lo más difícil para la integración cultural en la comunidad de destino ha sido el uso del castellano
como lengua de inclusión social y la utilización de ropa diferente a la propia. Sin voz y sin ropaje en
un lugar desconocido y desafiante. Sin embargo, los recursos personales de las mujeres aymara y
sus extremas dotes de adaptación han permitido que estas experiencias que podrían considerarse
como traumáticas no hayan podido borrar sus elementos culturales identitarios.
“No he tenido que cambiar nada, yo uso las dos cosas vestido y pollera, cuando voy allá uso polleras;
como dicen “transformer””.
A pesar de que en muchos casos algún hermano o hermana vive en la ciudad y esto puede suponer
un apoyo, se indagó a través de la entrevista acerca de la existencia de otros apoyos comunitarios
con los que las mujeres hubieran contado y que les hubieran permitido adaptarse satisfactoriamente a
su nuevo contexto socio-comunitario. En este caso, el Centro Tawantinsuyo supone un punto de
inflexión en la vida de seis de las mujeres entrevistadas. La actividad asociativa les ha permitido
trabajar para dar mejores oportunidades y cuidados a sus hijos, para transformar su comunidad, para
tejer una red social de madres, y en muchos casos, para demostrarse a sí mismas que eran personas
dignas de ser reconocidas y con capacidades para intervenir sobre sus propias vidas.
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“Aquí en el Centro participo, pero después no tengo nada, aquí nada más es que hemos ido a
desfiles, hay reuniones, vamos al mercado y a veces pan hay que hacer, nada más”.
“Aquí en el Centro nomás estoy, el año pasado me han nombrado de la Directiva, soy Presidenta y
como presidenta yo digo “haremos reunión”, tengo que ir abajo a la Fundación La Paz”.
Discusión y conclusiones
A modo de síntesis, tras el análisis detallado de las entrevistas y después de haber entrado en
contacto con las experiencias que han vivido las mujeres náhuatl y aymaras migrantes, proponemos
extraer algunas conclusiones generales que podrían ayudar a comprender mejor la feminización
migratoria en México y Bolivia. En primer lugar, las experiencias migratorias de las mujeres indígenas
que abandonan el medio rural están caracterizadas por su carácter definitivo. Al contrario de lo que
ocurre con las migraciones transnacionales en las que existe una posibilidad de volver, un deseo de
reencuentro e, incluso, un retorno de ganancias económicas, inversión en patrimonio en origen, etc.,
las migraciones intranacionales de estas mujeres se caracterizan por una desvinculación con el
origen. La migración ha supuesto un punto de no retorno con respecto a la vida anterior, no sólo
entendida desde el punto de vista de la actividad laboral (pastoreo, agricultura) sino sobre todo
relacional. No quedan atrás apenas familiares, ni propiedades, ni elementos vitales importantes por
los que “merezca la pena volver”. La migración supondría un comenzar de nuevo con un lema
importante: cada paso que se da, aleja más de la posibilidad de volver atrás, justamente porque el
atrás se va difuminando hasta casi desaparecer. Hay presente en el caso de las mujeres náhuatl un
sentimiento de nostalgia y añoranza que sí parece mantenerse en el tiempo y que no se aprecia entre
las mujeres aymara.
En segundo lugar, es importante destacar la carencia de apoyos a la hora de tomar la decisión de
migrar en las mujeres aymara. Nadie en el origen les ha apoyado para migrar ni de modo
instrumental, ni material ni emocional. No se relaciona ni con la edad de la mujer a la hora de migrar
ni con cuál sea la motivación de la misma, simplemente se encuentra sola ante la empresa migratoria.
Incluso cuando la motivación para migrar es en parte familiar, la percepción y el sentimiento de no ser
apoyadas por su propia familia es la vivencia primaria experimentada. Esta ausencia de red de apoyo
se compensa en cierta medida en el lugar de destino, aunque más que red de apoyo podríamos
hablar de “figuras temporales de apoyo”. A pesar de ser familiares cercanos, el sustento brindado por
estas personas suele ser muy definido en el tiempo y con una duración breve. Pasarán algunos años
antes de que las mujeres aymara puedan hablar de una red de apoyo y sentirse seguras en ellas. De
hecho, en la mayoría de los casos estas redes coinciden con la constitución de la familia creada.
Serán la pareja y los hijos e hijas los encargados de crear un entramado interpersonal de soporte
para sus propias vidas, formando parte del mismo pocas personas extrafamiliares. Tan sólo el Centro
Tawantinsuyo ha servido para abrir las puertas a un mundo social del cual nutrirse a la hora de
establecer relaciones de ayuda y de amistad.
Este punto es una importante diferencia con las mujeres migrantes náhuatl. Ellas sí sientes y perciben
un apoyo para ellas fundamental a la hora de migrar. El apoyo emocional de sus familias de origen.
La pobreza, la carencia de recursos y de oportunidades, las necesidades de su familia de origen son
los elementos impulsores del movimiento migratorio femenino náhuatl, por lo que una parte de ellas
mismas no quieren dar ese paso.
Por otro lado, y de acuerdo con lo que afirma la Organización Internacional para las Migraciones
(OIM, 2003), la mujer en general, y la mujer náhuatl y aymara en particular, migran cada vez más
frecuentemente de un modo autónomo, sin tanta presión desde sus familias de origen o fruto de una
discriminación machista exacerbada. La mujer migrante tiene motivaciones individuales que le
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impulsan a buscar un futuro mejor en las grandes ciudades. No buscan hacer fortuna o convertirse en
personajes famosos de su comunidad. Buscan sencillamente tener una vida más digna, donde
puedan ejercer el derecho a acceder a la educación, a trabajar honradamente para alimentar a sus
hijos e hijas, donde puedan construir su futuro de forma autónoma. Y estas motivaciones se reflejan
en sus familias creadas. Todas ayudan a mantener a sus familias con una actividad económica
basada en el sector servicios o vendiendo manufacturas o productos en la calle, son los pilares
básicos en la crianza de la prole, manejan la economía doméstica, participan en su comunidad a
través de organizaciones locales de mujeres y es la protagonista en la defensa de los valores
culturales de su pueblo (Mamani, 2000).
Como reflejan los datos obtenidos y los informes de la Red de prevención y atención de la violencia
intrafamiliar El Alto (2003), todas las mujeres han superado adversidades muy importantes (malos
tratos, abandonos, abusos, explotación), sin grandes apoyos, y han sabido crear en sus familias, y en
concreto con sus hijos, un espacio sano para el desarrollo donde no estuvieran presentes las
carencias que en muchos casos padecieron. Son mujeres resilientes (Rutter, 1993), que tienen
estrategias para afrontar los momentos más difíciles, y que han sabido generar bienestar donde los
demás sólo verían campo yermo. Sus hijos e hijas son percibidos como uno de los aspectos más
sanos de su vida, siendo uno de los pilares de la funcionalidad del funcionamiento familiar (Beavers y
Hampson, 1995).
Sin embargo, el sabor que deja la migración es en cierto modo agridulce. La percepción de “haber
mejorado, pero no tanto” es una expresión que refleja muy bien las profundidades del ser-mujer
migrante. No se relaciona tanto con el tener una casa más grande, o más dinero, o hijos/as en la
universidad. Hace referencia al hecho de ser feliz, de encontrarse satisfechas con sus vidas, de ver
que con la decisión de migrar consiguieron dar un cambio a sus vidas y sentirse personas más
plenas. Sin embargo, la pobreza, la exclusión social, la desigualdad y la discriminación por ser mujer
y por ser indígena son elementos que no permiten mejorar ni acabar con la cadena de necesidades
no resueltas de las que estas mujeres provienen.
Referencias Bibliográficas
-
-
BEAVERS, W. R. y HAMPSON, R. B. (1995). Familias exitosas: Evaluación y tratamiento e
intervención. Paidos. Buenos Aires.
BOYD, M. y GRIECO, E. (2003). Women and migration: incorporating gender into International
Migration Theory. Disponible en: http://www.migrationinformation.org.
CHAVEZ-GALINDO, A.M. (1999). La nueva dinámica de la migración interna en México de 1970
a 1990. Centro Regional de Investigaciones Mulstidisciplinarias, UNAM: México.
MAMANI, V. (2000) Identidad y espiritualidad de la mujer aymara. La Paz: Misión de Basilea/
Fundación SHI.
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL PARA LAS (OIM) (2003). World Migration Report 2003:
Managing Migration - Challenges and Responses for People on the Move. Ginebra: OIM.
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL PARA LAS MIGRACIONES (OIM) (2008). World Migration
Report 2008: Managing labour mobility in the evolving global economy. Ginebra: OIM.
RAMÍREZ, C., GARCÍA, M. y MÍGUEZ, J. (2005). Cruzando fronteras: remesas, género y
desarrollo. Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitaciones de las Naciones Unidas
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en: http://www.un-instraw.org.
RUTTER, M. (1993). Resilience: Some conceptual considerations. Journal of Adolescent Health,
14, 626-631.
SÁNCHEZ, G. M. y BARCELÓ, Q.R. (2007). Mujeres indígenas migrantes: cambios y
redefiniciones genéricas y étnicas en diferentes contextos de migración. Amérique Latine Histoire
-1739 -
et Mémoire.Les Cahiers ALHIM, 14/2007 [En línea] <http://alhim.revues.org/index2292.html>
[Consultado el 14 de enero de 2011].
Reseña Curricular dela autoría
Jesús Alejandro Vera Jiménez es Doctor en Psicología por la Universidad de Valencia.
Actualmente es profesor a tiempo completo e investigador de la Facultad de Psicología de la
Universidad Autónoma del Estado de Morelos (México). Ha participado como investigador en diversos
programas de investigación e intervención interuniversitarios, gubernamentales y no
gubernamentales. Es autor y co-autor de varias publicaciones en temas relacionados con la
Psicología Comunitaria, la Investigación-acción participativa y la Intervención Psicosocial con
adolescentes.
María Elena Ávila Guerreroes Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Pablo Olavide de
Sevilla. Actualmente es profesora a tiempo completo e investigadora de la Facultad de Psicología de
la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (México). Ha participado como investigador en
diversos programas de investigación e intervención psicosocial, así como en el diseño, coordinación y
evaluación de programas de formación dirigidos a promotores comunitarios y educadores de adultos.
Ha sido autora y co-autora de publiaciones relacionadas con la Psicología Comunitaria y la Educación
Popular.
Gonzalo Musitu Ochoa esCatedrático de Psicología Social de la Familia en la Universidad Pablo de
Olavide. Ha dirigido numerosas tesis doctorales en universidades nacionales y extranjeras y es autor
y coautor de numerosos libros y artículos científicos relacionados con la Psicología Comunitaria, la
escuela y la familia que pueden consultarte en (www.uv.es/lisis). Es responsable del Grupo LISIS,
uno de los grupos de investigación más importantes e influyentes en el ámbito antes mencionado. Ha
recibido tres premios nacionales de investigación. Ha dirigido proyectos I+D+I, proyectos AECID, así
como diversos convenios de investigación.
Marina Amador Borrero es Doctoranda en Desarrollo y Ciudadanía: Derechos Humanos, Igualdad,
Educación e Intervención Social por la Universidad Pablo de Olavide ylicenciada en Traducción e
Interpretación por esta Universidad. Ha realizado diversas traducciones publicadas en diversos
medios: conferencias, capítulos de libros, relacionadas con la educación, el género y la migración. Ha
colaborado en proyectos relacionados con la Prevención Social y la Realidad Social de la Violencia y
la Delincuencia. Doctoranda.
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