Violencia doméstica

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Farmacia
Espacio de Salud
FA R M AC I A A B I E R TA
Violencia doméstica
Papel del farmacéutico
En este trabajo
se analizan las causas, las
consecuencias y el impacto
sanitario de la violencia
doméstica, así como
el papel que puede
desempeñar el farmacéutico
comunitario en la
prevención, detección
y abordaje de un problema
que, inevitablemente,
requiere un planteamiento
integral y la coordinación
con otros profesionales
e instituciones.
ADELA-EMILIA GÓMEZ AYALA
Doctora en Farmacia.
Máster en Atención Farmacéutica Comunitaria.
L
a violencia en la pareja es una de
las formas de violencia doméstica y, con frecuencia, sinónimo
de maltrato a la mujer. Los profesionales de la salud, entre los que se incluye
obviamente el farmacéutico, no pueden permanecer ajenos a este importante problema de salud pública.
La magnitud de la violencia contra
las mujeres llevó a que la Organización Mundial de la Salud la declarara
en su día problema prioritario de salud pública. Según los datos de la macroencuesta realizada por el Instituto
de la Mujer en el año 2000, este problema está afectando en España a 1 de
cada 7 mujeres y da lugar a más de medio centenar de muertes cada año. En
2005 y 2006, el número de mujeres
asesinadas fue de 88 y 96, respectivamente.
Vol. 21, Núm. 9, Octubre 2007
La violencia doméstica comporta
graves riesgos para la salud de las víctimas, tanto físicos como psicológicos,
y el impacto emocional que genera esta situación es un factor de desequilibrio para la salud mental, tanto de las
víctimas, como de los convivientes y
su entorno. La bibliografía muestra
consistentemente que las víctimas de
violencia doméstica presentan, en
comparación con las que no la sufren,
más problemas crónicos de salud como fibromialgia, trastornos gastrointestinales (síndrome del colon irritable) y ginecológicos (enfermedades de
transmisión sexual), así como trastorFarmacia Profesional 57
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FARMACIA ABIERTA. Violencia
doméstica
nos por estrés postraumático, ansiedad
y trastornos depresivos, entre otros. El
amplio rango de trastornos asociados
al maltrato conduce a pensar que las
víctimas harán uso de diferentes servicios sanitarios, entre ellos la farmacia
comunitaria, desde los cuales se puede
desempeñar un papel crucial para ayudar a estas mujeres y remitirlas a los
recursos asistenciales pertinentes.
Concepto y tipos
de violencia
Para contextuar la cuestión, se relacionan, seguidamente, algunas definiciones de los distintos tipos de violencia
doméstica.
El Consejo de Europa, en una declaración de 1987 definía como violencia familiar «todo acto
u omisión en el marco familiar por
obra de uno de sus componentes que
atente contra la vida, la integridad corporal o psíquica o la libertad de otro
componente de la misma familia, o
que amenace gravemente el desarrollo
de su personalidad».
Violencia familiar.
La Asamblea General de Naciones Unidas definió en 1993 la violencia contra la mujer como «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino
que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual
o psicológico para la mujer, así como
las amenazas de tales actos, la coacción
Violencia contra la mujer.
o privación arbitraria de libertad, tanto
si se producen en la vida pública como
en la vida privada».
La sentencia
568/199 del juzgado de lo penal número 1 de Sevilla, de 26 noviembre de
1999 describe la violencia de género
como aquélla «llevada a cabo por el varón contra la mujer (de ahí que se hable de violencia de género: masculino/femenino) para perpetuar una serie de roles y estereotipos creados por
el primero y asignados al segundo
con el fin de continuar con la situación de desigualdad, inferioridad y
sumisión que tiene la mujer en nuestra sociedad. Se trata de una agresión
contra las mujeres que no siguen la
norma o esquema del género, aquéllas que no se mantienen sumisas y
dóciles al varón».
Violencia de género.
Violencia doméstica. Según un informe
del Colegio Oficial de Farmacéuticos de
Valencia de 2004, se entiende por violencia doméstica «la violencia de género en el ámbito familiar, y abarca todas
las situaciones de amenazas, malos tratos físicos o psíquicos y agresiones sexuales ocasionadas a la mujer, dentro
del ámbito familiar, de pareja o de cualquier tipo de convivencia».
Conductas violentas
La violencia contra las mujeres generalmente se asocia a una violencia física grave, con palizas, agresión con ar-
Mitos
Al enfrentarse a mujeres víctimas de violencia doméstica, los profesionales de la salud deben rechazar algunos mitos o ideas que sólo aportan confusión:
– No cabe aducir falta de tiempo para negar asistencia a una víctima de malos tratos. Su vida puede estar en juego, de modo que debemos prestarle ayuda.
– La posible crisis emocional de la mujer no debe ser un impedimento para preguntarle sobre su situación y tratar de abordar el tema.
– Rechazar la idea de no hay nada que pueda hacerse para ayudar a la mujer víctima de malos tratos.
– No se debe temer que la mujer se ofenda si se le pregunta por la posible existencia de malos tratos.
– Es erróneo creer que las mujeres víctimas de malos tratos sólo pueden ser ayudadas por profesionales de programas específicos.
– Es irreal creer que entre nuestros pacientes no puede haber víctimas de malos tratos.
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mas o muerte. No obstante, no debe
olvidarse que hay otras formas de violencia además de la física, y que se relacionan con el maltrato psicológico,
sexual, el aislamiento y el control social. Lo más común es que estas otras
formas de violencia pasen más inadvertidas.
Las conductas violentas pueden incluirse en 4 grandes grupos:
– Mantenimiento de relaciones sexuales sin consentimiento o forzadas.
– Control de los movimientos de la
mujer, junto con dificultades para
que acceda a la información o a la
asistencia (impedimentos para estudiar, trabajar, control económico), y
aislamiento de sus amigos, familia y
relaciones sociales en general.
– Maltrato psicológico, que incluye
conductas de intimidación, desvalorización, desprecio y humillación, en
público y/o en privado.
– Agresión física propiamente dicha
(pellizcos, bofetadas, golpes, palizas).
En numerosos casos, el maltrato comienza con conductas de control y
desvalorización de la pareja, a lo que
sigue el maltrato sexual y si no se consigue la sumisión de la mujer, aparece
el maltrato físico. Es evidente, por
tanto, que en una misma relación de
pareja coexisten diferentes tipos de
violencia.
A la vista de lo anterior, parece claro que el maltrato a la mujer no suele
ser un fenómeno de carácter ocasional, sino más bien un proceso lento,
que tiende a cronificarse a medida que
pasa el tiempo. Es fundamental, por
tanto, una detección y un tratamiento
precoz, que evite el mantenimiento de
la situación, y sus consiguientes secuelas.
Origen y factores de riesgo
de la violencia de pareja
El desequilibrio en las relaciones de
poder entre varones y mujeres en los
diferentes ámbitos de la vida se halla
en la raíz de la violencia contra las mujeres, que desde tiempos ancestrales
han sido consideradas como propiedad
de los varones, quienes podían tratarlas como juzgasen más apropiado.
Afortunadamente, la historia reciente
ha evolucionado notablemente a este
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respecto y se han producido grandes
avances en la legislación nacional e internacional en favor de la igualdad de
derechos y obligaciones entre varones
y mujeres.
Algunos estudios han perfilado el denominado marco «ecológico», que incorpora todos los factores de riesgo que
pueden favorecer la violencia contra las
mujeres. En este sentido, y partiendo de
una base social que acepta el predominio del varón sobre la mujer y que acepta igualmente la violencia como forma
válida para la resolución de conflictos,
hay toda una serie de factores que interactúan y que pueden favorecer la violencia o proteger frente a ella.
Epidemiología
La incidencia real de este problema es
desconocida. A nivel internacional, los
estudios muestran prevalencias variables, que van desde el 10% a más del
40% en países de nuestro entorno.
Se conocen las cifras de denuncias
presentadas en los últimos años en España, que van desde las 43.313 en
2002 a las 59.758 en 2005. Este incremento en el número de denuncias presentadas puede no corresponder a un
aumento real de los malos tratos, sino
a una mejor información de la mujer, a
la mayor sensibilidad social ante el
problema y a un aumento de los recursos disponibles y del apoyo social para
la mujer maltratada.
En una macroencuesta realizada por
el Instituto de la Mujer en el año 2000,
el 14,2% de las encuestadas reconocía
recibir algún tipo de trato vejatorio,
aunque no se consideraba mujer maltratada. La percepción subjetiva de malos tratos por parte de las mujeres en el
año 2003 fue del 4,2%. Estas mujeres
presentaban una mayor gravedad en las
formas de maltrato. La diferencia entre
las mujeres objetivamente maltratadas
y las que se consideraban a sí mismas
objeto de malos tratos indica que para
muchas mujeres el hecho de estar sometidas a humillación, desprecio, abuso sexual y control de sus vidas por parte de sus parejas forma parte de la cotidianeidad y no tienen conciencia de
estar siendo agredidas en su dignidad y
en sus derechos ni de hallarse inmersas
en relaciones destructivas.
La citada macroencuesta muestra
que la violencia doméstica no está conVol. 21, Núm. 9, Octubre 2007
Sociales
Comunitarios
Normas que dan por
sentado el control de los
varones sobre las mujeres
Pobreza, estatus
socioeconómico bajo,
desempleo
Aceptación de la violencia Aislamiento social
como vía de resolución de y familiar de las mujeres
conflictos
Formar parte de grupos
Noción de la masculinidad violentos
unida al dominio, honor o
agresión
Relacionales
doméstica
Individuales
Conflicto de pareja
Ser testigo o víctima
de vilencia en la familia
Control del dinero y toma de origen
de decisiones por parte
del varón de la familia
Padre ausente o que
rechaza
Consumo de alcohol
(varones)
Interiorización de los valores
y papeles tradicionales
(superioridad del varón
e inferioridad de la mujer)
Roles de género rígidos
Figura 1. Modelo ecológico de factores asociados con la violencia de pareja.
finada a un determinado ámbito (rural
o urbano), ni a una clase social específica. En este sentido, se trata de un
problema que se pone de manifiesto
independientemente de la clase social,
el nivel económico y educativo, y el
ámbito, ya sea rural o urbano.
Por otra parte, los varones que ejercen violencia sobre sus parejas tampoco tienen ninguna peculiaridad en
lo que respecta a su edad, nivel educativo y situación laboral. La única
característica común a buena parte de
ellos es su relación con el alcohol, ya
que el 37% de las mujeres que denuncia malos tratos indica que su pareja
bebe o bebía demasiado. También se
ha evidenciado que los procesos de
ruptura generan más violencia; así un
26% de las mujeres que se separa refiere haber sufrido amenazas, mientras que un 19% revela haber sufrido
acoso.
Consecuencias
de los malos tratos en
la salud de las mujeres
Estudios llevados a cabo durante las
2 últimas décadas demuestran que la
mujer que está sometida a una relación
de violencia ve mermada su salud, tanto a largo, como a corto plazo.
El maltrato, además de las lesiones
físicas, lleva asociados numerosos síntomas físicos y psicosomáticos, así como un enorme sufrimiento psíquico,
que se traduce en disminución de autoestima, ansiedad y depresión.
El maltrato implica la existencia de un
estrés crónico, que favorece la aparición
de diferentes patologías y el agravamiento
de otras ya existentes. Es relativamente
común que se entremezclen síntomas psíquicos con síntomas físicos de carácter
crónico e inespecífico, como cansancio,
dolor de espalda y cefaleas, entre otros.
Siete reglas fundamentales
En su dossier sobre violencia doméstica, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia apunta 7 reglas fundamentales que conviene observar cuando se trata de intervenir en un posible caso de violencia doméstica:
1. Escuchar con atención la experiencia de malos tratos que relata la paciente o
usuaria.
2. Asegurarle que no está sola y que no es culpa suya.
3. Defender su derecho a vivir sin el temor a la violencia.
4. Aplazar la prescripción o recomendación excesiva de medicamentos sedantes.
5. Animarla a buscar servicios de apoyo en la comunidad.
6. Responder a sus necesidades de realizar un plan de seguridad.
7. Apoyarla y asistirla en sus decisiones.
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FARMACIA ABIERTA. Violencia
doméstica
Tabla I.
Consecuencias de la violencia en la salud de las mujeres
Psicológicas y conductuales
Sexuales
Reproductivas y ginecológicas
Físicas
Lesiones físicas traumáticas
Depresión y ansiedad
Disminución
Embarazos no deseados
Dolores crónicos
Fracturas
Sentimientos de culpa y vergüenza
de la libido
Embarazos de alto riesgo
Cansancio
Contusiones y hematomas
Baja autoestima
Anorgasmia
y complicaciones
Síndrome del colon irritable
Rotura de tímpano
Trastornos psicosomáticos
Falta de
Enfermedades de transmisión sexual,
Funcionamiento físico reducido
Crisis de pánico y fobias
autonomía sexual
incluida la infección por el VIH
Fibromialgia
Conductas sexuales inseguras
Abortos en condiciones inseguras
Problemas gastrointestinales
(no protegidas)
Infecciones urinarias de repetición
(dispepsias, etc.)
Trastornos de alimentación
Dolores pélvicos crónicos
(bulimia, anorexia)
Trastorno de estrés postraumático
Abuso de drogas, alcohol, tabaco
Escaso cuidado personal
La tabla I muestra las consecuencias
para la salud de la mujer, recogidas en
las diferentes investigaciones.
El profesional de la salud
ante la violencia doméstica
Las mujeres que son madres, estando
sanas y sólo por su condición, suelen
tener un contacto más asiduo con los
servicios sanitarios que los varones a
su misma edad. Embarazos, crianza de
los hijos, revisiones ginecológicas y
pediátricas, etc., determinan ese contacto. Dado que la violencia doméstica
en numerosísimas ocasiones acaba
acarreando problemas de salud, es más
que evidente que los profesionales de
la salud, y entre ellos el farmacéutico
comunitario, pueden desempeñar un
papel fundamental en la detección y
ayuda a las mujeres víctimas de este
problema. El primer paso para abordarlo es, obviamente, su detección,
que no siempre resulta fácil, ya que las
víctimas no suelen hablar del tema espontáneamente. Como no hay unos
indicadores específicos que lo identifiquen, las situaciones de maltrato son
difíciles de detectar, a no ser que haya
lesiones físicas.
Consejos para la atención
a las mujeres víctimas
de violencia doméstica
Algunos consejos para atender a las
víctimas de la violencia doméstica son
los siguientes:
60 Farmacia Profesional
– Es fundamental una escucha atenta y
activa.
– Es conveniente valorar los sentimientos de las mujeres, con objeto
de que aumenten la confianza en sí
mismas y alberguen la esperanza de
poder modificar su realidad.
– Conviene hacerles entender que su
malestar, así como sus problemas de
salud, están íntimamente ligados a la
violencia y al miedo.
– Las mujeres maltratadas deben entender que el maltratador se comporta según unos patrones de conducta
más o menos fijos. Deben aprender a
conocerlos y analizarlos de forma
objetiva para poder distanciarse y
aprender a liberarse de su posible dependencia emocional.
– Si la situación lo permite, se debe dar
a la mujer información legal sobre
sus derechos.
– Es importante no victimizar más a
las mujeres adoptando actitudes o
haciendo comentarios que traten de
infravalorar la violencia o culpar de
ella a la mujer.
– Si es posible, se debe proporcionar
información sobre los recursos públicos disponibles para ayudarlas a
superar su situación.
– Es importante que la víctima sea
consciente del peligro real que corre
y de la necesidad de protegerse.
– Evitar un lenguaje en el que se empleen palabras técnicas o etiquetas.
– Intentar lograr el desahogo emocional de la mujer, evitando realizar juicios de valor.
– Hacer saber a la víctima la existencia
del secreto profesional y la obliga-
ción de mantenerlo que tiene el profesional de la salud.
– El profesional sanitario debe incrementar sus conocimientos sobre la
violencia doméstica. ■
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