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LA RAIGAMBRE MEDIEVAL
EN LA CULTURA MEXICANA*
Es Y A U N H E C H O INCUESTIONABLE que la c o l o n i z a c i ó n y el desarrollo
c u l t u r a l del continente latinoamericano surge de u n a base estrictamente medieval, caracterizada por u n sentimiento de militancia en
todos los ó r d e n e s de la vida que va desde el que participa en las
Cruzadas, hasta el que se inicia en los rigurosos h á b i t o s del capitalismo m o d e r n o , sin olvidar el surgimiento de las ó r d e n e s religiosas
con su enorme a p o r t a c i ó n al m u n d o de la ciencia y la t e c n o l o g í a
de la é p o c a .
E l M e d i e v o , u n periodo h i s t ó r i c o que abarca poco m á s de diez
centurias ha sido deficientemente estudiado en nuestro medio por
prejuicios heredados de los filósofos de la I l u s t r a c i ó n . Pensadores
como V o l t a i r e y Diderot juzgaron a las instituciones medievales por
el estado de decaimiento en el que s o b r e v i v í a n cuando ellos escrib i e r o n sus comentarios y t o m a r o n como p u n t o de partida para sus
severas críticas a l a ignorancia y la s u p e r s t i c i ó n populares que qued a b a n como u n resabio del esplendor medieval francés. D e modo
que al referirse a la alta Edad M e d i a , u n a é p o c a rica en avances
científicos, t e c n o l ó g i c o s y culturales, q u i z á s uno de los momentos
m á s grandes de la cultura europea, lo hicieron asegurando c a t e g ó ricamente que el M e d i e v o h a b í a sido u n a é p o c a de oscurantismo
y horror. E l deseo de los enciclopedistas de menoscabar la influencia
de las instituciones eclesiásticas en Francia los llevó a una obsesión
a n t i g ó t i c a que d e s t r u y ó edificios, instituciones y acervos documentales de esa é p o c a , que s e g ú n el filósofo norteamericano Lewis
M u m f o r d , h u b i e r a n evitado los enfoques de d e s h u m a n i z a c i ó n que
vive la sociedad c o n t e m p o r á n e a de haberse preservado y estudiado debidamente.
Si uno revisa con cuidado este periodo e n c o n t r a r á que las exploraciones y descubrimientos del llamado N u e v o M u n d o estuvier o n marcados por una nota de esperanza, de b ú s q u e d a feliz, de
asombro, de la m i s m a manera que los cohetes que se lanzan al es¬
* Dos reseñas sobre el libro de Luis WECKMANN, ha herencia medieval de México.
México, E l Colegio de México, 1984, 2 vols.: 837 pp.
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p a c i ó y los taxis espaciales Columbia y Challenger nos prometen, hoy,
el descubrimiento de vida en otros planetas. L a i m a g i n a c i ó n de la
mente medieval, plagada de s u e ñ o s y una luminosidad original que
aun sorprende a estudiosos que osan aventurarse en los viejos textos, no difiere en mucho del asombro que produce el avance científico que pretende la conquista del espacio sideral. Es irrefutable
que el h o m b r e del M e d i e v o como el de nuestros d í a s a ú n c o n t i n ú a
en la b ú s q u e d a de fantasías arcaicas y planea viajes futuros, en el
espacio c ó s m i c o .
L a conquista de A m é r i c a se c o n s i g u i ó por la a m b i c i ó n , audacia
y ferocidad de los conquistadores, magnificadas las h a z a ñ a s por la
superioridad de las armas, el refinamiento de su equipo frente al
de los i n d í g e n a s , pero sobre todo, por la rudeza de sus costumbres.
El desafío impuesto por la soledad y la lejanía de sus centros de
vida citadina o palaciega al estilo europeo, estuvo regido por la i m posición de una legislación cuidadosamente ortodoxa, al estilo de
la c a b a l l e r í a medieval a ú n vigente en las cortes de Castilla. Pero
la aplicación real de esta legislación estuvo a c o m p a ñ a d a de la dureza de c a r á c t e r conseguido d e s p u é s de los embates de fieras campañ a s en terrenos i n h ó s p i t o s y desconocidos. Por eso, la c o l o n i z a c i ó n
de A m é r i c a revive, con m á s s a ñ a que antes, una de las instituciones de la a n t i g ü e d a d que h a b í a fenecido durante la E d a d M e d i a
con el sistema feudal, la esclavitud.
L a dureza y falta de e s c r ú p u l o s de los aventureros que realizar o n la conquista e s t á a c o m p a ñ a d a de ese m u n d o de s u e ñ o s arcaicos que describe con detalle y e r u d i c i ó n el D r . W e c k m a n n . Pero
a la vez, libres de la s u p e r v i s i ó n real, los conquistadores, viven su
libertad con m á s fiereza. Legalmente se asientan en n o m b r e de sus
Majestades en las tierras conquistadas. De hecho, éstas son sistem á t i c a m e n t e requisadas por la fuerza y el fraude. L a sobrevivencia de las culturas a b o r í g e n e s constituye para ellos u n peligro. Los
ritos, guerras y antropofagia i n d í g e n a s e s t á n m u y lejos de ser aceptadas por el ideal del h u m a n i s m o que desplegaban ya las cortes
renacentistas de Carlos V y Felipe I I . Por eso, aprovechando la
" c r u z a d a " de la C o n t r a r r e f o r m a , se usa t a m b i é n la i m p o s i c i ó n de
la fe cristiana como una forma distinta de i n s t i t u c i o n a l i z a c i ó n de la
conquista.
Pocos son los estudiosos que se dedican a revivir desde el p u n t o
de vista de la c u l t u r a y la mentalidad (Kultur und geist geschichtes),
como lo hace en este l i b r o el D r . W e c k m a n n , la maravillosa sensación de e x p l o r a c i ó n , descubrimiento y encuentro de aquellas é p o cas cuando u n p u ñ a d o de hombres se a b o c ó al descubrimiento de
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la inmensa variedad cultural de la h u m a n i d a d , la vasta y m u y rica
c o m p o s i c i ó n de la historia del h o m b r e que casi iguala en abundancia y variedad original al m u n d o de la naturaleza. M i t o s , leyendas, formas e x t r a ñ a s que habitan las artes plásticas y gráficas de
la é p o c a , los sistemas de a n o t a c i ó n , la legislación y los rituales así
como las creencias religiosas y las interpretaciones cósmicas del M e dievo pueden permitirnos una revisión paralela con la que e s t á n
viviendo las generaciones c o n t e m p o r á n e a s . E l Yaldabaot —ese ser ext r a ñ o que parece lagartija con patas de rana y cuerpo de gusano—
y Chubaca —el lobo peludo— de la Guerra de las Galaxias difieren poco
de los animales fantásticos medievales como las quimeras y los u n i cornios. Igual que entonces, la mente humana, se mueve libremente
del pasado al futuro, y marca, escoge, anticipa y se proyecta liberada
de l a presencia provincial de lo que sería u n insistente a q u í y ahora.
De a h í la importancia de u n texto tan extenso como erudito, elaborado en tres d é c a d a s de paciente investigación del doctor W e c k m a n n .
L o que se hace patente d e s p u é s de leer este complejo, pero ameno
y a u n d i v e r t i d o texto, es la urgencia de una r e v a l o r a c i ó n del periodo medieval en nuestra e n s e ñ a n z a de la historia. Pero m á s que eso,
es la urgencia del h o m b r e de recobrarse de manera espiritual, i n dependientemente de la b ú s q u e d a científica de la fisiología del cuerpo h u m a n o que busca encontrar los componentes de la materia y
el funcionamiento de la mente. E l h o m b r e necesita conocer su hist o r i a para entender su presente, para conocer el p o r q u é de lo que
se proyecta como acción inmediata hacia el futuro. Esto quiere dec i r , u n recobrarse del h o m b r e , a p a r t i r de su creatividad como ente h i s t ó r i c o , y su t r a n s f o r m a c i ó n i n d i v i d u a l . E l hombre no es m á s
que la suma de sus acciones y sus instituciones, sus estructuras y
sistemas culturales, son, por lo m i s m o , la resultante inmediata de
estas acciones, en u n marco temporal específico. Pero como el h o m bre nace, crece, se reproduce y muere, las instituciones creadas
por el hombre t a m b i é n surgen, se transforman, decaen y acaban por
m o r i r . E n el caso de las instituciones medievales en nuestro p a í s ,
la base política en n ú c l e o s p e q u e ñ o s llamados municipios, es el i n dicio de la sobrevivencia de siglos de una estructura política i m portada directamente de la alta Edad M e d i a .
L a grandeza del texto, a nuestro modo de ver, es su universalid a d . Su abordamiento de Geistgeschichte y Kulturgeschichte, m á s que
el recuento m o n o g r á f i c o de sucesos en u n espacio de tiempo. Y a
pesar de que el título se refiere de manera específica a la raigambre
medieval de nuestro M é x i c o , el tema fundamental del libro, el M e dievo, visto a t r a v é s de sus instituciones políticas, j u r í d i c a s , m í t i -
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cas, socioculturales y artísticas, está tratado con p r o f u n d i d a d , u n
r i g o r científico poco c o m ú n en nuestro medio de t a l suerte que el
l i b r o m á s que una historia de la i n s t i t u c i o n a l i z a c i ó n de los arquetipos medievales en M é x i c o con la Conquista, parece una elucidación filosófica, sociológica, antropológica, j u r í d i c a y artístico-cultural
de la civilización occidental.
Por haber sido alumna del D r . W e c k m a n n y haber tenido el rar o privilegio de colaborar con él durante u n a de sus gestiones d i p l o m á t i c a s —en Israel—, conocemos, q u i z á s m á s que otros, su
a m o r por el tabajo, la p r e c i s i ó n con que lo realiza, su disciplina
de i n v e s t i g a c i ó n ; sentimientos que nos ha t r a n s m i t i d o con bastante generosidad y que h a n ayudado, sin duda, a nuestra f o r m a c i ó n
profesional como investigadores y escritores. Sabemos que es u n
enemigo a c é r r i m o de las distorsiones h i s t ó r i c a s que a ú n permanecen vigentes en algunos de los libros de texto. E l D r . W e c k m a n n
es u n historiador acucioso que rechaza las manipulaciones caprichosas de la i n f o r m a c i ó n . Busca, recaba fuentes, las ú l t i m a s p u b l i caciones, está al d í a en todos los temas de su i n t e r é s y éstos no son
pocos. A b a r c a n todos los aspectos del conocimiento y la cultura h u manas. Reflexiona, elucida, consulta a otros expertos en l a mater i a sin temores absurdos o envidias, sopesa su material, establece
comparaciones, aclara y al final produce el escrito en el m á s estricto r i g o r crítico. Le hemos visto trabajar y m u c h o es lo que hemos
aprendido de él. M u c h o es lo que le debemos. Sabemos que cuando escribe por r e d a general nos a l e j a r á de los estereotipos o falsos
mitos que aprendimos en la secundaria o que nos llegan por la v í a
de la c u l t u r a vieente en nuestra sociedad" estereotipos oue s e e ú n
él, no son m á s que la resultante de la pereza de quienes prefieren
l a ' p u b l i c a c i ó n r á p i d a de u n textito eme la i n v e s t i g a c i ó n formal v
seria versada en fuentes rigurosamente cotejadas y criticadas a la
luz del a n á l i s i s .
La herencia medieval de México por su e r u d i c i ó n no es u n texto
fácil para el neófito. Es agradable y claro para el estudioso, porque
arroja u n a luz sobre aspectos j u r í d i c o s , e c o n ó m i c o s y revisa con
u n gran sentido del h u m o r —aquella inefabilidad de las verdaderas obras de arte— la sobrevivencia de ciertas costumbres de nuestro folklore.
E l l i b r o , prologado por el maestro Silvio Zavala y presentado
por el historiador europeo Charles V e r l i n d e n , consta de dos gruesos v o l ú m e n e s , divididos para su manejo en cuatro grandes secciones: a) Descubrimiento y Conquista que revisa las ideas geográficas y
la f a n t a s m a g o r í a existentes en la é p o c a de las exploraciones, así co-
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LA RAIGAMBRE MEDIEVAL
m o la v i s i ó n medieval de los conquistadores a p a r t i r de los libros
de caballería; b) La Iglesia, lo sobrenatural en el f e n ó m e n o de la C o n quista, la d e v o c i ó n popular y las experiencias ascética y m í s t i c a así
como los milagros, prodigios y la doctrina, rito y l i t u r g i a que dan
fundamento a la estructura eclesiástica; c) El Estado y la Economía
que analiza las instituciones imperiales e s p a ñ o l a s a p a r t i r del Sacro I m p e r i o , los o r í g e n e s medievales de la encomienda y la haciend a , instituciones como el mayorazgo y el p a t r i m o n i a l i s m o — a ú n
vigentes—, las actividades e c o n ó m i c a s , el comercio y la n a v e g a c i ó n ,
el sistema de pesas y medidas, así como la moneda y los gremios
y cofradías. A t e n c i ó n especial merece el texto referente a l a esclav i t u d desde sus aspectos j u r í d i c o s , y d) La Sociedad, el Derecho y la Cultura que revisa la estructura urbana, la a d m i n i s t r a c i ó n de las ciudades, el sistema de derecho, la o r g a n i z a c i ó n social, los colegios
y el sistema educativo, la historiografía, la i m p r e n t a , la p o e s í a pop u l a r , el goliardismo, el teatro, la danza, las pastorelas y las luchas
de moros y cristianos, así como la danza macabra, la m ú s i c a en
sus formas sacra y profana, la magia y la ciencia ( a s t r o l o g í a , m e d i cina científica y popular y ciencias naturales), las construcciones
militares y civiles y las sobrevivencias r o m á n i c a s , ojivales y mudejares en la arquitectura religiosa. T a m b i é n se refiere a la p i n t u r a ,
l a escultura y las artes menores. U n a acuciosa bibliografía y u n índice o n o m á s t i c o cierran el trabajo.
E l libro es una e x p r e s i ó n concreta, casi artística, del pensamiento
medieval. Su visión es serena, producto de una vasta experiencia
como investigador y como gestor —desde su puesto d i p l o m á t i c o —
de la historia. Esta obra magna, refleja la p r e o c u p a c i ó n del autor
p o r una r e v a l o r a c i ó n del m u n d o medieval y en especial de lo que
de ese m u n d o se r e e s t r u c t u r ó en M é x i c o . Concreto, vigoroso, terso de estilo, la obra del doctor W e c k m a n n nos recuerda ese algo
que p o d r í a m o s definir como " a u t o r i d a d " en la materia. M u c h a s
son las obras publicadas por el embajador L u i s W e c k m a n n M u ñ o z , pero b a s t a r í a é s t a para colocarlo definitivamente en u n lugar
sobresaliente entre los historiadores m á s distinguidos de nuestro
p a í s . Su lectura es indispensable para todo aquel que pretenda entender la m o d e r n i d a d de M é x i c o .
Ana
FLASHNER
A Q U Í TENEMOS U N ESTUDIO m u y ambicioso en su e x t e n s i ó n y pro-
p ó s i t o s . A b a r c a l a historia de l a N u e v a E s p a ñ a desde l a conquista
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CLARA BERGELLINI
hasta 1650, y aun se extiende algunas veces hasta la é p o c a contemp o r á n e a . Incluye m ú l t i p l e s aspectos, las ideas, la geografía, las instituciones militares, los juegos, la religión, el Estado, la e c o n o m í a ,
el derecho, la o r g a n i z a c i ó n social, la e d u c a c i ó n , la ciencia y la cultura (poesía, teatro, m ú s i c a , arquitectura, artes plásticas). M á s a ú n ,
la t e m á t i c a hace necesario tratar t a m b i é n la historia de E s p a ñ a y
hacer referencias doctas a Portugal, a Italia y a Flandes. A t r a v é s
de cuarenta c a p í t u l o s , organizados en cuatro partes, se nos inform a acerca de una infinidad de detalles de la vida novohispana. Es
u n a lectura llena de sorpresas y de tesoros, aunque algunas veces
pesada, cuando se vuelve casi una lista de ejemplos. E l p r o p ó s i t o
de tal despliegue es sostener la a f i r m a c i ó n de que los mexicanos
son " m á s 'medievales' que buena parte del O c c i d e n t e " .
A p a r t e el respeto ante la e r u d i c i ó n y la gratitud por el trabajo
paciente de tantos a ñ o s , el sentimiento que despierta este magnum
opus es sorpresa; sorpresa de ver publicada, en 1984, una obra hist ó r i c a donde se quiere decir p r á c t i c a m e n t e todo sobre una é p o c a
y sobre u n f e n ó m e n o . Vienen a la mente nombres como Jacob Burc¬
khardt o J o h a n H u i z i n g a , quienes, sin embargo, no t r a t a r o n de
i n c l u i r tantos elementos en sus obras, como los que incluye el D r .
W e c k m a n n . L o ambicioso del alcance de esta obra no se puede considerar como u n desacierto, pero tal vez no se puede deslindar de
algunos de sus problemas.
E n p r i m e r lugar, a pesar de que todos los esfuerzos del autor
a p u n t a n hacia la identificación y e x p l i c a c i ó n de lo " m e d i e v a l " en
M é x i c o , nunca se define q u é se entiende por " m e d i e v a l " . E l térm i n o en sí es simplemente c r o n o l ó g i c o , como todos sabemos, pero
aun a s í precisarlo es p r o b l e m á t i c o , en especial para el siglo X V I en
E s p a ñ a , porque allí la definición de " m e d i e v a l " tiene que hacerse
con base en consideraciones ya no c r o n o l ó g i c a s , sino conceptuales.
Esta falta de claridad por parte del autor lo lleva a proposiciones
curiosas y tal vez falaces. T a m b i é n lo lleva, algunas veces, a perder de vista su propio objetivo. Por ejemplo, al t e r m i n a r la parte
del p r i m e r v o l u m e n dedicada a la iglesia, queda la i m p r e s i ó n que
para el autor cualquier f e n ó m e n o religioso es esencialmente medieval. Hasta Erasmo es medieval. D e acuerdo que muchos cultos,
p r á c t i c a s v creencias que t u v i e r o n sus o r í g e n e s en a l g ú n m o m e n t o
de la E d a d M e d i a pasaron a N u e v a E s p a ñ a , pero ¿ p o r q u é afirmar
que la d e v o c i ó n a los santos o las experiencias m í s t i c a s , por ejemplo, son medievales? Son igualmente renacentistas, barrocas o aun
c o n t e m p o r á n e a s . Y ¿ p o r q u é debemos aceptar que por la presencia de estos f e n ó m e n o s M é x i c o es medieval? C o n la m i s m a lógica
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p o d r í a m o s decir, y no ha faltado quien lo haya dicho, que M é x i c o
es barroco. L a confusión aumenta cuando el D r . W e c k m a n n explica que ciertos elementos medievales de la religión son de origen
helenístico. Entonces, ¿somos helenísticos? Pregunta absurda, tal vez,
pero no se puede dejar de hacer cuando se nos presentan ejemplos
y explicaciones en u n contexto de b ú s q u e d a de una herencia medieval y donde se hace la d e c l a r a c i ó n que " s o m o s " medievales. E n
el fondo hay, d e t r á s de toda la e x p o s i c i ó n de este estudio, una fe
en c a t e g o r í a s y entidades fijas y objetivas en la historia. Esto es lo
que lleva a convertir la presencia de u n a herencia medieval, de
l a que nadie d u d a r í a , con una definición de identidad nacional.
E l segundo problema serio de la obra, éste sí probablemente inevitable en u n estudio de t a l alcance, se manifiesta al examinar uno
de los temas en detalle. Es imposible que u n a persona, por culta
que sea, con la proliferación actual de estudios especializados, pueda
t r a t a r de todo con la misma profundidad y p r e c i s i ó n . Tengo la i m p r e s i ó n , aunque me falta la competencia para j u z g a r , que la parte
dedicada al derecho es la de mayor profundidad. T e n í a que ser por
la p r e p a r a c i ó n y experiencia del autor. Sin embargo, donde sí puedo
j u z g a r , en el campo de las artes p l á s t i c a s , veo insuficiencias. V o y
a enumerar algunas, sin afán de denigrar, pero con la i n t e n c i ó n
de indicar el tipo de dificultad que encuentra u n autor que hoy pretende abarcarlo todo.
Q u e lo pretendiera B u r c k h a r d t al escribir del m u n d o y del arte
del R e n a c i m i e n t o en 1860, no sorprende. Sus notas, de hecho, nos
i n d i c a n , si no lo s u p i é r a m o s , que sobre arte sólo existían las obras
de los autores de la m i s m a é p o c a estudiada — A l b e r t i , Vesari, Cel¬
l i n i , etc. E n l a actualidad hay u n a bibliografía i m p o r t a n t e , por estudiosos de la envergadura de E r w i n Panofsky y otros, sobre la definición de renacimiento, donde se trata t a m b i é n , por supusto, el
p r o b l e m a de definir lo medieval. N o nos enteramos de esto por el
D r . W e c k m a n n . D e hecho, por lo que respecta a las artes plásticas, la b i b l i o g r a f í a del D r . W e c k m a n n es curiosamente dispareja.
H a y m u c h o de M a n u e l Toussaint, pero falta la igualmente indispensable Historia del arte hispanoamericano de Diego A n g u l o . T a l vez
m á s grave es el hecho que de títulos actuales sólo hay seis publicaciones de los a ñ o s 70, abarcando temas mexicanos y universales.
L a m á s reciente es el l i b r o sobre X o x o t e c o de J u a n Benito Artigas
de 1979.
Las referencias al arte en el texto son igual de h e t e r o g é n e a s y
a m e n u d o contradictorias. Por ejemplo, aunque lo diga Francisco
de la M a z a , los grabados de Schongauer y las pinturas de Beccafu-
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C L A R A BERGELLINÍ
m i ( a l r e v é s de como lo tiene el texto, p . 213) no son medievales.
Si b i e n es de notar el paralelismo entre la i m p o r t a n c i a dada a la
imagen respecto a la palabra por algunos teólogos medievales y por
los frailes misioneros en la N u e v a E s p a ñ a , no viene al caso la comp a r a c i ó n con "las pinturas y retablos y los e s p l é n d i d o s vitrales de
las iglesias g ó t i c a s " (p. 288). L a génesis de las obras góticas europeas r e s p o n d í a a otras necesidades que la e v a n g e l i z a c i ó n . Y u n
ejemplo en materia de i c o n o g r a f í a , Dios Padre sí aparece en la icon o g r a f í a medieval, en especial dentro de una de las tradiciones pict ó r i c a s de la i l u s t r a c i ó n del A n t i g u o Testamento, como es lógico.
D e s p u é s de afirmar lo contrario (p. 362), el D r . W e c k m a n n recuerda
el Dios Padre de u n a de las capillas posas de H u e j o t z i n g o , así refutando su p r o p i a insistencia sobre el c a r á c t e r medieval del arte del
siglo X V I en N u e v a E s p a ñ a .
L a falta de bibliografía actual y —hay que d e c i r l o — , adecuada,
se hace, en especial, sensible en las secciones dedicadas, de manera específica al arte en el segundo v o l u m e n . Se dan listas de m o n u mentos tomando por seguras, fechas que no lo son. Se afirma sin
titubeos que "los monasterios-fortalezas n o v o h i s p á n i c o s del siglo
X V I . . . eran refugios y bases militares operativas" (p. 706). C o m o
ejemplo de o r n a m e n t a c i ó n r o m á n i c a se cita l a capilla abierta de
T l a l m a n a l c o ( p . 702) y como ejemplos del gótico se d a n las iglesias
de A c o l m a n y A c t o p a n ( p . 704). Es inexplicable la d e c l a r a c i ó n que
las iglesias de C u i l a p a n , Tecali y Z a c a t l á n son de una nave ( p . 702)
cuando de hecho son de planta basilical. T r a t á n d o s e de arte medieval
es incongruente hablar de artes mayores y artes menores ( p . 721),
categorías que son definitivamente postmedievales. A l pronunciarse
sobre p i n t u r a , el D r . W e c k m a n n hace h i n c a p i é en la influencia flamenca en el siglo X V I , naturalmente ( p p . 723-724). Esta es otra
o c a s i ó n en la que surgen problemas por la falta de definición de
lo medieval. A u n q u e no lo dice con claridad, el autor parece creer
que la escuela flamenca es medieval. ¿ Q u é p e n s a r í a n S i m ó n Pereyns y M a r t í n de V o s de tal suposición? T o t a l m e n t e confuso es
el tratamiento que se le da al relieve en piedra de la Adoración de
los Reyes Magos en Churubusco (p. 724). A p a r t e el error de describ i r l o como si fuera p i n t u r a , la c o m p a r a c i ó n con Nicola Pisano es
formal i c o n o g r á f i c a e h i s t ó r i c a m e n t e i n v e r o s í m i l .
N o vale la pena abundar con m á s ejemplos de problemas cronológicos, estilísticos e iconográficos. N o se trata de corregir la obra
de W e c k m a n n , sino de comentarla. T a m p o c o la presencia de
errores y omisiones nos debe de distraer del reto que representa
este tipo de trabajo para los estudiosos especializados de hoy, n i
L A RAIGAMBRE M E D I E V A L
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nos debe llevar a menospreciar la riqueza del material que nos ofrece
o a negar la i m p o r t a n c i a de herencias medievales en M é x i c o . A u n que el D r . W e c k m a n n pudiera haberse apoyado en fuentes y met o d o l o g í a s m á s adecuadas en el caso de las artes plásticas — y en
otros casos t a m b i é n , supongo— hay que reconocer que faltan m u chos estudios que le h u b i e r a n podido servir. ¿ C ó m o determinar,
p o r ejemplo, q u é t a n góticas son las iglesias conventuales del siglo
X V I , si no existe t o d a v í a u n análisis detallado de las b ó v e d a s " g ó t i c a s " novohispanas? Las riquezas que se encuentran en esta obra
d e b e r á n fructificar en estudios que profundicen sus m ú l t i p l e s p u n tos de análisis.
Clara BERGELLINI
Instituto de Investigaciones
Estéticas,
UNAAÍ
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