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Año 6, no. 29, diciembre de 2004
Boletín Informativo del Centro Universitario de Integración Humanística, A. C.
EL
HUMANISTA
EL OLVIDO
DESDE ADENTRO
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Del olvido y su recuperación
¿Y Dios?
Olvido, ¿privilegio o defecto?
La Condena
Tipos de olvido
Premio alpes
Poesía: Gustavo Viñas
La muerte
¿Qué pasó con la Convocatoria?
Desde el sótano
Palabras y pensamientos
Sabias savias
Editorial
DEL OLVIDO Y SU RECUPERACIÓN
Eché en la bolsa del tiempo todo lo que tenía y la cerré
con fuerza y la escondí cuidadosamente.
Nadie pudo encontrarla nunca.
Después de mil años la saqué de su escondite y la abrí
delante de todos, y no tenía nada.
Jaime Sabines
Uno de los parámetros de la cultura es la importancia que cada pueblo le concede a su memoria histórica. Desde tiempos tan inmemoriales como míticos, las comunidades se han esforzado en dejar testimonio de su quehacer humano para no ser
olvidadas. Hoy por hoy, somos testigos de la proliferación de medios para registrar y conservar la memoria; el concepto mismo
de “texto” o “fuente” abarca desde el manuscrito hasta la grabación, el microfilm, el vídeo, la fotografía, el CD y el DVD, por
citar algunos. Sin embargo, también es cierto que no hay memoria histórica libre de autocensura, por lo que siempre habrá
nombres y acontecimientos que serán condenados al olvido.
Un pueblo como el nuestro, que durante siglos ha practicado tan asidua como selectivamente el olvido, tiene mucho
que decirnos sobre esa actitud. Por encima de las leyendas negras (la nación que omite sus etapas históricas “vergonzosas”), los
lugares comunes de la pérdida de conciencia por la vía de la violencia y la enajenación (“quise hallar el olvido al estilo Jalisco...”)
y la satanización a priori de la palabra (a la que le son afines: descuido, distracción, omisión, extravío, pérdida de memoria, amnesia, inconsciencia, despiste, inadvertencia, equivocación, culpa, falta, negligencia, etc.), elaboremos hoy una revalorización de
esta palabra cuyo devenir en la cultura popular contemporánea, no por popular menos sabia, muestra tendencias contradictorias
a la vez que incluyentes. Prueba de ello es su afinidad, no menos importante, con la palabra perdón (clemencia, gracia, merced,
benevolencia, indulgencia, bondad, caridad, piedad, indulto, absolución, amnistía, misericordia, compasión, olvido, liberación,
libertad, etc.).
El olvido, como opuesto de la memoria, no está exento de reflexiones axiológicas. Hay por lo tanto, y debe de haber,
aún asumiendo el riesgo de caer en reduccionismos, un olvido que llamaremos tentativamente positivo y uno negativo, según
contribuyan a la realización de un proyecto de vida y creación, o de destrucción y enajenación. Sirvan como ejemplos el acto de
contrición de la liturgia católica, en el que se reconoce el pecado de “pensamiento, palabra, obra y omisión”, siendo éste el olvido negativo, que por otra parte encuentra su culminación positiva en el acto del perdón: olvidar la ofensa tanto para exculpar al
ofensor como para liberar al ofendido de lastres de su memoria espiritual. Un ejemplo más: en el psicoanálisis freudiano el olvido se convierte en uno de los numerosos mecanismos de defensa: la omisión.
Desde los ámbitos de las Ciencias Humanas en tanto “cauce a la trascendencia”, es esencial el compromiso profesional
riguroso ante el derecho de ser o de no ser del olvido, porque la Historia y la Filosofía son columnas de objetividad que discriminan lo valioso de lo trivial e intrascendente, a la vez que la Literatura y el Arte (como la Música, la Fotografía y el Cine, etc.)
reconstruyen día con día el arte de narrar, de relatar con palabras, formas y sonidos todo aquello que no debe ser olvidado. Más
aún, frente a lo irrevocablemente olvidado (dado que no hay memoria que no sucumba al Tiempo), las humanidades reivindican
ferozmente el derecho a la interpretación a partir del texto mismo. Las Ciencias Humanas nos confrontan al mostrarnos que
hay cosas que no tenemos derecho a ignorar, mucho menos a olvidar. ¿Cómo ser indiferentes ante el sufrimiento y la violencia
de la guerra que nos denuncia el Guernika de Picasso? Por eso, exclamemos con el filósofo y estetólogo Theodor W. Adorno:
“¡Qué sería del arte en cuanto forma de escribir la historia si borrase el recuerdo del sufrimiento acumulado!”
¿Y la cultura popular, y sus derivados? Nos narran, a su modo y con sus propios recursos, la tragicomedia del combate
entre el recuerdo y el olvido, del que todos somos protagonistas que transcurren entre la sonrisa del gansito que nos implora:
“¡Recuérdame!”, el ramito marchito y oculto de flores “nomeolvides”, y la “calaverita” que nos regalaron hace unas semanas
como recuerdo jocoso de nuestro porvenir: “¡Pa’que no se te olvide que te vas a morir!”
Busquemos y encontremos un término medio: por encima de recuerdos de rencores ancestrales, sí, pero también de
omisiones y trivializaciones, la recuperación de lo olvidado puede ser valiosa si significa convertirlo en experiencia histórica y
axiológica que sustente y fertilice el presente para la construcción conciente, voluntaria y ética, por lo tanto libre, del futuro.
Para lograrlo es necesario que tanto el olvido como la recuperación de sus contenidos para el reino de la memoria, y ésta también, sean igualmente selectivos.
Sí, Maestro Sabines: en la bolsa del tiempo cohabitan la memoria y el olvido; pero aquélla como inquilina; y éste como
amo y señor. ¿Fatalidad? No: humildad.
Lic. C. Leticia Gámez Pérez
Directora Académica del CUIH
(1)Fernando Corripio: Diccionario de ideas afines. Barcelona, Herder, 1991, p. 641.
(2)Idem, p. 674.
2
Directorio El Humanista. Boletín informativo del CUIH. Publicación mensual, año 6, no. 29, diciembre de 2004.
Rectora: Lic. Ma. del Pilar G. L. P. de Cordero; Coordinación: Lic. Carmen Leticia Gámez P.; Dirección y Diseño editorial: Lic.
Ana Lourdes Ross A.; Editor Gráfico: Gustavo Gómez.
Consejo Editorial: Mariana Claverán, Jeremie Jácome Padilla, Mtra. María Elena Moirón Ll., Tiana Moreno Maldonado, Jocelyn
Rivera Salas, Alma Ruiz Morales.
Colaboradores en este número: Lic. Carmen Leticia Gámez P., Leslie Vivanco, Lic. Gustavo Viñas, Iris Santillán de Guadarrama,
Gustavo Gómez, Rosa E. Rojas, Adriana Alba, Lic. Ana Lourdes Ross, Magdalena Vega. Agradecemos la colaboración especial de
la alumna Rosa Elena Rojas para la edición de este volumen.
¿Y Dios?
Leslie Vivanco
Alumna del 3er semestre
de Ciencias Humanas
Pocas veces olvidamos
pensando en hacerlo, simplemente
sucede. Es como respirar; lo hacemos tan natural que perdemos la
importancia que tiene en nuestras
vidas, vamos un tanto dopados y
Joven a orillas del mar
otro tanto inconscientes.
¿Por qué recordar sucesos tan materiales? ¿Acaso sólo lo que tiene un peso
se recuerda?
Es difícil pensar que Dios ES, porque no podemos pesarlo y mucho menos medirlo. Dios es la incógnita más grande que ha trascendido a lo largo
de la existencia (curioso, Dios es la misma existencia), y que todo el tiempo
ha sido objeto de investigación, sin embargo es tan paradójico pensar que
en un parpadear puedes olvidar esos años de inquietud de dedicación; sólo
porque no cumplió un deseo somos capaces de echarlo al abismo del olvido. Cuántos de nosotros recordamos a Dios, no sólo lo recordamos sino
vivimos con Él, pensemos si es necesario olvidar para recordar. Me baso
en un ejemplo tan simple: si dejas tu celular en un restaurante, no lo recuerdas si no es porque no olvidaste.
De lo que estoy segura es que Dios no es un celular, no es una pluma,
no es un carro o una casa que sea tan fácil de olvidar o más bien no
debería de ser tan sencillo: cualquiera de los objetos mencionados pueden
ser reemplazados, pero Dios es indispensable para vivir. Aquí es en donde
toca la puerta la duda ¿por qué olvidamos a Dios y no somos capaces de
recordar en qué lugar, momento, estación, o
incluso segundo lo perdimos?
Habrá quienes piensen ¿de qué hablan, cómo
que olvidamos a Dios? Bush, los líderes de las
guerras, etc. Suena extraña la pregunta para
quien nunca lo ha conocido, entonces es imposible hablar de algo que perdiste, cuando nunca
ha existido en tu vida.
Todas las palabras deben de tener algún sentido, incluso vida propia. OLVIDO; es una palabra de tan sólo siete letras, y dentro de esas
siete letras está el mundo de las dudas convertido en torbellino imparable que está arrasando
con el mundo entero, tan sólo porque una simple duda nos arrastra hasta el extremo del olvido.
El olvido es solitario, no hay una “s” que lo
acompañe, los recuerdos son vastos, además de
completos, el olvido es la nada, es vivir, caminar, pasear sin un camino real, vamos tan cizallados que se nos olvidó a dónde íbamos.
¿Cuándo olvidamos a Dios?...
Olvido, ¿privilegio o defecto?
Iris Santillán de Guadarrama
Alumna de Computación
Uno de los mayores regalos que Dios haya
hecho al ser humano es el olvido; que puede
ser un privilegio o un defecto, un privilegio
cuando gracias a nuestro libre albedrío escogemos lo que podemos olvidar (momentos
dolorosos, tristes o situaciones que nos producen daño), y se convierte en defecto cuando
olvidamos nuestro lado humano y damos
cabida a banalidades y
utilizamos nuestra energía en modo negativo.
¿Por qué no aprovechamos nuestra condición de recordar lo bello y olvidar el egoísmo, el rencor y todo aquello que nos limita
para crecer y ser mejores? No podemos perder de vista que somos seres de doble condición; tenemos capacidad de recuerdo y simultáneamente estamos sometidos al inevitable proceso del olvido.
Explotemos al máximo nuestra capacidad de olvido para todo aquello que
sea negativo en cualquier circunstancia y no olvides decirle a quien amas:
“No quiero que tu olvido se acuerde
de mí”.
3
Al entrar
miro tu suéter
acostado en el sillón,
la cama destendida destendida
cómplice muestra
la caída de tu ropa
plena por el suelo,
Tu vista me acaricia
me levanta
los párpados
como labios
para pedir.
Sigue
sigue con deseo
cada paso,
cada objeto que levanto,
que intento ordenar,
Me tiendo a tí
a la insistencia
que nos domina alegre,
sonríes
tiemblas,
tus piernas
también bellas satisfechas,
te arrojas a mi
primero con lápices y hojas
después con cintura y brazos
sin máscara
me retas a beberte
a morderte.
Poesía
PICHÓN GRIS
Gustavo Viñas
Catedrático del CUIH
Guionismo
De un restaurante en Polanco
Rubias y canos salen
Cuentas no se discuten
Ellos no se comentan
Últimos modelo
Sus automóviles
Les devuelven a la calle
Casa y mundo
A cincuenta metros del lugar
Un pichón
Bello gris blanco
Muerto aplastado
En la calle
Tiene seis días
En la noche
regresas a casa
respetas su costumbre.
Y yo solo disfruto
el aroma de tus labios
que se abraza
entre mis manos.
Caspar David Friedrich.
Paisaje de la Isla de Rugen
¿Qué pasó con nuestro imagotipo?
En el número anterior lanzamos nuestro Primer Concurso para el Imagotipo del Boletín para conferirle identidad. Esperábamos
una respuesta abrumadora... ¡y aún seguimos esperándola! El plazo, ante tal respuesta, se ha extendido; recuerda:
Toda la comunidad universitaria puede participar
Los dibujos pueden presentarse en cualquier técnica
El plazo de entrega se amplía hasta la última semana de enero de 2005, de manera que en vacaciones puedas aprovechar para ensayar uno o varios diseños, o por qué no, hasta un collage.
Para mayores informes contacta a los responsables de esta publicación.
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4
La Condena
Lic. Ana Lourdes Ross A.
Catedrática del CUIH
Historia del Arte
Cuando en 1922 Manuel Gamio escribió La población del Valle de
Teotihuacán, tenía como objetivo vital la
aplicación de los conocimientos científicos en todos los campos de la nación
para ayudar a la solución de los problemas sociales; la antropología, su área de
conocimiento, fue efectivamente el
elemento del que se valió para, por
medio de “la recuperación de las aguas
de riego para las comunidades, de la
educación, del fomento a las artesanías
o de la asistencia médica”(1), poner en
práctica el desempeño adecuado del
buen gobierno. Quien gobierna guía,
dirige, apunta los elementos y recursos
La pirámide y su región
de una nación, hacia la finalidad
ética de proporcionar a los gobernados una vida digna.
Ahora bien, el trabajo que Gamio
realizara vio sus resultados en la
conformación del Valle de Teotihuacán como una región que, tras la
consolidación del periodo postrevolucionario y por medio de la recuperación de la zona arqueológica, se
afirmó como base tangible de una
herencia cultural que a la vez se convirtiera en baluarte del nacionalismo.
Teotihuacán es entonces patrimonio, no sólo por ser herencia del
México prehispánico, sino un receptáculo de los valores humanos. Como ejemplar en cuanto a la arquitectura con relación al espacio, ingeniería que realmente aplicara el ingenio
para mejorar los elementos de habitación y comodidad de sus habitantes, reflejo de una compleja concepción de la vida y la muerte, Teotihuacán es valiosa para el mundo.
Pero la querencia y el respeto hacia
esta zona así como hacia cualquier
producto de la expresión cultural de
un pueblo no se adquieren de improviso. La estima de los espacios
que son patrimoniales procede de la
(1) Hers, Marie-Areti, “Manuel Gamio y los estudios sobre arte prehispánico: contradicciones
nacionalistas”, en El Arte en México: autores, temas, problemas, Rita Eder (Coordinadora),
CONACULTA/Lotería Nacional para la Asistencia Pública/FCE, México, 2001, p. 38.
En esta constante guerra de empresas hoy en día es difícil tomar la
decisión de cuál compañía nos debe proporcionar el servicio de
Internet y cuál es el paquete más adecuado para nosotros; es por
eso que continuación queremos mostrarte los beneficios y desventajas de algunas de éstas:
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que no dañen el entorno ni modifiquen la percepción de un espacio
como unidad. Alterar el espacio arquitectónico de una zona arqueológica, así sea su periferia, implica como
consecuencia modificar por medio
del daño no tanto visual, perceptible,
como ético. Gamio pretendió respetar a la comunidad que heredara Teotihuacán en el mismo grado en que
valoró la zona arqueológica. El problema que en esto subyace no es si la
comunidad necesita o no un supermercado (cualquier zona que requiera
de un lugar para abastecerse tiene
justificación sin lugar a discusión),
sino en dónde se coloca.
Perder de vista los valores de un espacio significa olvidar las herencias,
orígenes y, en el fondo, perder el sentido de pertenencia a un pueblo y a
una comunidad humana. Gamio, a
principios de los años veinte pudo
verlo así; hoy a inicios del veintiuno,
la condena mayor para una sociedad
por la ausencia de memoria, es la
pérdida del sentido a través de la afirmación de los errores.
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5
Tipos de Olvido
Adriana Alba
Estudiante del 3er. semestre de
Ciencias Humanas.
Hablar sobre el olvido no es nada sencillo; en el
transcurso de nuestras vidas vamos dejando recuerdos, la mayoría son de la infancia y uno que otro de
momentos dolorosos; nos podríamos preguntar
¿por qué? La palabra olvido encierra misterio y al
mismo tiempo no deja de ser un arma poderosísima,
que nos ayuda a seguir adelante dejando en resguardo aquello que nos daña.
Entre los olvidos, hay uno que lo llamaría olvido
cotidiano, es aquel que se alimenta de la falta de
atención que ponemos a las cosas que hacemos: a
cuántos no nos ha pasado que no recordamos dónde pusimos las llaves o un papel, etc. esto nos hace
reflexionar un poco y nos obliga a poner un alto,
vivimos de prisa y hacemos muchas cosas por inercia; este tipo de olvido tiene solución.
El olvido necesario es aquel que lo traemos a nuestras vidas como defensa, aunque recordar es volver
a vivir, ninguno de nosotros pretende vivir las cosas
que nos dañaron en su momento. Hemos escuchado decir que olvidamos lo que nos conviene: es una
frase muy sabia y sobre todo es medicina para subsistir.
El olvido injustificado provocado por el exceso de
alcohol no tiene cabida, éste no lo recordamos
nosotros, nos lo recuerdan siempre y trae por consecuencia vergüenza y pena sin bien nos va; hay
quienes amanecen el la cárcel por haber cometido
un delito.
Olvidar o no depende solamente de nosotros, nadie nos obliga a hacerlo, solo tu decides qué y cómo lo haces y sobre todo porqué: para lograrlo
sólo hay que ocupar la mente en otras cosas.
Frida Kahlo
Accidente. 1926
Tus colaboraciones son bienvenidas. Te rogamos contactar al Consejo Editorial para conocer
las características de los escritos, o bien pedir informes a la directora de la publicación; también
puedes enviar tu participación a través del correo electrónico [email protected] con el título
“Aporte al Boletín”. Con tu apoyo mejoraremos esta publicación, y haremos de ella una expresión de nuestra comunidad universitaria. Recuerda, el próximo número estará dedicado a los
valores. Gracias.
6
El pasado 18 de noviembre se llevó a cabo la ceremonia de entrega del Premio ALPES (Alianza para la Educación Superior) a la Excelencia Estudiantil 2004. La estudiante galardonada por parte de nuestra Universidad fue Rosa Elena Rojas ,
quien nos proporciona a continuación un fragmento del discurso que presentó en nombre de los dieciséis alumnos premiados.
Premio ALPES a la Excelencia
estudiantil 2004
ALPES se identifica con el
lema "Unidad en la Diversidad";
si te interesa indagar más, su
sitio en Internet es http://
alpes.edu.mx/index2.html, sitio
en donde conocerás cómo
funciona esta Institución y qué
beneficios puede traerte. O
también puedes acudir a nuestra
Dirección Académica, donde
con mucho gusto se te
proporcionará más y mejor
información; como ejemplo te
mostramos algunos de las
ofertas de ALPES:
- Convenios con la Crepuq
Instituciones Educativas
Superiores para estudios de
Licenciatura en Canadá.
- Convenio con la Fundación
para el Desarrollo
E m p r e s a r i a l
(FUNDESEM) para el
estudio de posgrados en
Alicante, España.
- Convenio con el Banco
Santander-Serfin para
obtención de donativos,
para becas y proyectos de
estudios de posgrados para
impartir en ALPES.
Rosa Elena Rojas
Estudiante del 9o
semestre de Ciencias Humanas
“Mi nombre es Rosa Elena Rojas y curso
actualmente el noveno semestre de la Licenciatura en Ciencias Humanas en el Centro Universitario de Integración Humanística. Es para mí un honor expresar en nombre propio y de mis compañeros nuestro
agradecimiento al distinguirnos con el Premio a la Excelencia Estudiantil ALPES
2004. Esta es una ocasión muy especial ya
que en los años de existencia de ALPES
por primera vez se otorga este galardón que
nos llena de orgullo.
Instituir un premio a la Excelencia permite
a quien lo recibe recorrer en un acto de
humildad todos los momentos gratos que el
conocimiento nos concede. En la quieta
tarde de la reflexión vemos desfilar por
nuestra mente los trabajos y vigilias que se
han consagrado al estudio y, una vez salvada la distancia, no podemos más que sonreírnos ante el poder paralizante de batallas
que hoy hemos ganado para regocijo de
nuestro entendimiento.
Con la noticia de la distinción, concluimos
que aprender y enseñar es prodigarse un
abrazo mutuo: en cada clase, en una suerte
de ceremonia, el profesor destapa poco a
poco una caja de perfumes esmaltada y co-
mienza a esparcir su aroma. Quienes
aprendemos, permanecemos ahí, expectantes en el asiento, embriagando
nuestras sensaciones con un verso o
una fórmula, con un planteamiento
filosófico o una ecuación matemática,
mientras vamos despejando una a una
cada incógnita hasta que en un mágico
momento, conocimientos y reflexión
terminan por perfumar la cátedra.
Y entonces nos abrazamos. Nos estrechamos con la mirada en una suerte
de complicidad indestructible que hermana a profesor y alumno y cada uno
obtenemos así suficiente recompensa.
Así, agradecemos en todo lo que vale
este premio, que subraya nuestro pacto para convertirnos en los profesionales integrales que requiere el país,
objetivo propio y de ALPES. Escuchar pronunciar nuestro nombre nos
deja un eco de responsabilidad renovada con México y con los nuestros,
que se queda reverberando sin fin,
mientras llega otro momento de reflexión como éste.
Por la Unidad en la Diversidad, muchas gracias.”
Palabras y pensamientos
Aunque no debiera seguir el camino recto debido precisamente a su rectitud, lo seguiré porque he descubierto por experiencia que, cuando todo está dicho y hecho,
es, por lo general, el más feliz y el más útil.
Michel Eyquem de Montaigne
7
La Muerte
Ma. Magdalena Vega López
Egresada de la Licenciatura en Turismo Cultural
“No morimos porque estemos enfermos,
sino porque estamos vivos”
Montaigne
Si atendemos a la palabra muerte en el diccionario[1]
es cesación o término de la vida. Asimismo, dice que
en el pensamiento tradicional es la separación del
cuerpo y el alma. Pero lo que es un hecho ineluctable,
es que la muerte es algo irremediablemente personal,
ya que no la podemos vivir por nadie, más que en carne propia. Tomamos conciencia de la muerte desde
que somos niños y ello nos hace madurar y humanizarnos a la vez. Entre los griegos, “humano” y
“mortal”, se decía con la misma palabra, como debe
ser. [2] No es mortal quien muere, sino quien sabe que
morirá. Sabemos que en algún momento dejaremos de
vivir y en eso consiste la vida. Pero resulta que es la
muerte prevista la que, al hacernos mortales (es decir,
humanos), nos convierte también en vivientes. [3]
La certeza de que vamos a morir es lo que hace nuestra vida única e irrepetible. De hecho todos nuestros
esfuerzos en la vida por crecer como personas y como
seres intelectuales significan empeños por resistirnos
ante la muerte. Si la muerte no existiera, quizá habría
muy poco qué hacer.
Otra reflexión en torno a la muerte: es lo más individualizador y a la vez lo más igualitario, ya que todos
moriremos en algún momento. Al morir somos nosotros mismos y nadie más, por ello la muerte es intransferible y siempre lleva nombre y apellidos. No podemos morir por alguien, si esto se efectuara, sólo retrasaríamos su muerte, pero nunca podríamos evitarla.
La muerte es perpetuamente inminente. Desde que
Sabias savias
La conmemoración del nacimiento del Redentor es una tradición que proviene del año
1223, cuando una Navidad en la
villa italiana de Grecio, San
Francisco de Asís reunió a sus
habitantes para celebrar la misa
de medianoche. En torno de un
pesebre que contenía la figura
del Niño Jesús y que fue resultado del trabajo del santo, se cantaron alabanzas al Misterio del
Nacimiento; desde entonces, es
costumbre en casi todo el mun-
comenzamos a vivir, estamos listos para morir. La muerte nos
acecha todo el tiempo. Muchas religiones han servido para darle sentido a la muerte. Sin la muerte, no habría dioses, y quizá
seríamos nosotros, los humanos mortales y quizá viviríamos en
el ateísmo.
Un punto interesante sobre la reflexión de la muerte es lo que
nos inquieta la misma. En muchas ocasiones nos da miedo
pensar que no estaremos en el mundo, sin embargo, no estuvimos también mucho tiempo y lo interesante e incluso tranquilizador es que no coexistimos con la muerte, o estamos vivos o
estamos muertos. Pero llegar a pensar que no estaremos en un
futuro, quizá no sea doloroso. Este es el modo en el que lo ve
Savater, por ejemplo, no nos dolió no haber vivido siglos atrás,
y quizá tampoco nos duela no estar en lo sucesivo. Independientemente de las creencias religiosas, nadie ha vivido la muerte desde adentro, ni ha regresado de donde sea, para contarlo.
Tras la muerte iremos (en el supuesto de que el verbo “ir” sea
aquí adecuado) al mismo sitio o ausencia de todo sitio donde
estuvimos (¿o no estuvimos?) antes de nacer. [4]
Savater destaca una reflexión importantísima sobre el hecho de
haber nacido, que es tan grande como el asombro de la muerte,
y subraya que si la muerte es no ser, ya la hemos vencido una
vez: el día que nacimos. Concluyo con lo siguiente:
Sea temida o deseada, en sí misma la muerte es pura negación,
reverso de la vida que por tanto de un modo u otro nos remite
siempre a la vida misma, como un negativo de una fotografía
está pidiendo siempre ser positivazo para que lo veamos mejor.
Más allá de cerrar los ojos para no ver la vida o dejarnos cegar
estremecedoramente por la muerte, se nos ofrece la alternativa
mortal de intentar comprender la vida. [5]
[1] Proviene del latín mors, mortis, Diccionario de la Lengua Española, Real Academia
Española, Vigésima Segunda Edición, 2001, p. 1550.
[2] Savater, Fernando. Las preguntas de la vida, Ariel, España, 1999, p. 32.
[3] Ibidem.
[4] Ibid., p. 41
[5] Ibid., p. 44
A propósito de la Navidad
do recordar esta fecha colocando los llamados
“nacimientos”.
La festividad de San Francisco de Asís se celebra el
día 4 de octubre.
Al llamado Santo Seráfico se le representa con
hábito sencillo, capucha, crucifijo, calavera, bola
del mundo, globo imperial, casa en ruinas, vara con
lirio, lobo, cordero, con los estigmas, predicando a
los pájaros.
Por su ideal de vida basada en el amor El Boletín El Humanista te desea una Navidad llena de caridad, dicha y sabiduría, así
hacia los animales y la naturaleza, en
como un año pleno en gracias y salud.
1980 el Papa Juan Pablo II lo procla¡Felicidades!
mó patrón de los ecologistas.
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