220 - Scherzo

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REVISTA DE MÚSICA
Nº 220 -Junio 2007 - SCHERZO
Año XXII - Nº 220 - Junio 2007 - 6,50 €
ENCUENTROS
Kazushi Ono
DOSIER
Música en peligro
ESTUDIO
La música española
fuera de España
ACTUALIDAD
Garrick Ohlsson
Steve Reich
REFERENCIAS
Il trovatore
El Camino
en
Castilla y León

The Hilliard
Ensemble

“El Camino de las luces
y las sombras”
Julio 2007
Jueves 19 • San Juan de Ortega
Iglesia de San Nicolás
Viernes 20 • Burgos
Iglesia de la Merced
Domingo 22 • Frómista
Iglesia de Santa María del Castillo
Lunes 23 • Carrión de los Condes
Monasterio de San Zoilo
Martes 24 • Villafranca del Bierzo
Iglesia de San Francisco
Miércoles 25 • León
Santa Iglesia Catedral
Todos los conciertos comenzarán a las 20.30 hs.
Entrada libre hasta completar el aforo
Diseño: Zubiria Tolosa
Información: www.fundacionsiglo.org • Tel. 983 213 886
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AÑO XXII - Nº 220 - Junio 2007 - 6,50 €
OPINIÓN
CON NOMBRE
PROPIO
2
Irán e Irak
Steve Reich
AGENDA
18
ACTUALIDAD
NACIONAL
44
ACTUALIDAD
INTERNACIONAL
60
ENTREVISTA
Blas Matamoro
126
Juan Antonio Llorente
134
ESTUDIO
Repercusión internacional
de la música española
Andrés Ruiz Tarazona
EDUCACIÓN
Mikel Cañada
JAZZ
Discos del mes
SCHERZO DISCOS
Sumario
DOSIER
113
122
Kazushi Ono
Ana Mateo
65
Javier Sánchez Ventero
ENCUENTROS
Vladimir Ashkenazy
64
118
Al mal tiempo, buena cara
Francisco Ramos
12
Arturo Escandón
Bach en el corazón de Ghana
Juan Manuel Viana
10
114
Medellín
Garrick Ohlsson
6
Guzmán Urrero Peña
148
Pablo Sanz
150
LIBROS
152
LA GUÍA
154
CONTRAPUNTO
Norman Lebrecht
Música en peligro
140
160
Colaboran en este número:
Javier Alfaya, Daniel Álvarez Vázquez, Julio Andrade Malde, Íñigo Arbiza, Emili Blasco, Alfredo Brotons Muñoz, José Antonio Cantón,
Mikel Cañada, Jacobo Cortines, Rafael Díaz Gómez, Patrick Dillon, Pierre Elie Mamou, Arturo Escandón, Iagoba Fanlo, José Luis
Fernández, Fernando Fraga, Joaquín García, José Antonio García y García, Carmen Dolores García González, Juan García-Rico, Antonio
Gascó, Mario Gerteis, José Guerrero Martín, Fernando Herrero, Bernd Hoppe, Paul Korenhof, Antonio Lasierra, Norman Lebrecht, Juan
Antonio Llorente, Fiona Maddocks, Santiago Martín Bermúdez, Leticia Martín Ruiz, Joaquín Martín de Sagarmínaga, Enrique Martínez
Miura, Blas Matamoro, Ana Mateo, Erna Metdepenninghen, Juan Carlos Moreno, Antonio Muñoz Molina, Rafael Ortega Basagoiti, Josep
Pascual, Enrique Pérez Adrián, Javier Pérez Senz, Paolo Petazzi, Francisco Ramos, Arturo Reverter, Barbara Röder, Jaime Rodríguez Pombo,
Leopoldo Rojas-O’Donnell, Andrés Ruiz Tarazona, Stefano Russomanno, Ignacio Sánchez Quirós, Javier Sánchez Ventero, Pablo Sanz,
Bruno Serrou, Carlos Singer, José Luis Téllez, Guzmán Urrero Peña, Asier Vallejo Ugarte, Claire Vaquero Williams, Pablo J. Vayón, Juan
Manuel Viana, Albert Vilardell, Carlos Vílchez Negrín.
Traducciones:
Rafael Banús Irusta, Blas Matamoro y Ruth Zauner (alemán) - Enrique Martínez Miura (italiano) - Barbara McShane (inglés)
Juan Manuel Viana (francés)
Impreso en papel 100% libre de cloro
PRECIO DE LA SUSCRIPCIÓN:
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Esta revista es miembro de ARCE,
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Esta revista ha recibido una ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España.
1
OPINIÓN
OPINIÓN
EDITORIAL
2
VIVIENDO LA MÚSICA
PELIGROSAMENTE
M
uchas veces se habla de la música como consuelo, como
remedio a los achaques de la melancolía. Y no sin cierta
mala conciencia, como minusvalorando los motivos de su
creación y la virtualidad de sus efectos. Pero también, en
ocasiones, la música sirve para algo tan elemental como sobrevivir,
enfrentar la cercanía del dolor o de la muerte, educar frente a una realidad que conduce a la marginación, convertirse en la única libertad
de quien ha sido privado de todo. Hay ejemplos tan emocionantes de
ello que hemos querido dedicarles este mes un dosier que trata de
situar la música en un contexto tan aparentemente desfavorable como
apasionante a la hora de indagar en su capacidad de resistencia o en
su esperanza de futuro. En la guerra de Irak, en la batalla ideológica
de Irán, en la pobreza de Ghana o en la violencia de Colombia la
música sobrevive, trata de consolar, sí —como lo hacía frente a las
dictaduras de Hitler o Stalin, evocadas también en nuestras páginas—,
pero también de educar, de hacer ciudadanía, de unir en definitiva en
torno a la belleza y a la necesidad de compartirla. A veces pareciéramos estar demasiado lejos de las cosas o preferir no pensar en ellas, lo
que no quiere decir que no sucedan.
Es una forma de vivir la música que, en un presente globalizado
pero en el que no dejan de ahondarse las diferencias, contrasta con
otros intentos por encontrar nuevos públicos y, en el fondo, también
nuevas empresas dispuestas a patrocinarlas. Una de los últimas ideas al
respecto ha sido la de tratar de ligar el mundo de la moda a la música
clásica. Así, hace sólo unas semanas se organizaba en los Milk Studios
de Manhattan una especie de concierto-party con la violinista Janine
Jansen como estrella invitada —antes lo había sido el pianista Yundi Li.
Su organizador decía tener “la esperanza de difundir la música clásica
entre una nueva generación”. De gente guapa, claro está. Como muestra de la sensibilidad de la audiencia, en el New York Times del día
siguiente podían leerse las opiniones de una modelo a la que el Concierto para violonchelo de Dvorák le parecía extremadamente sexy o de
una diseñadora que confesaba que el Réquiem de Mozart le sumía en
una especie de éxtasis. Sin complejos. Cada uno lo vive como puede.
La principal conclusión de las historias que cuenta nuestro dosier
probablemente sea la de la esperanza en la cultura como camino de
libertad, incluso sólo —y en determinadas circunstancias ya es
mucho— como pequeño placer frente a la dureza de lo cotidiano. Lo
que para nosotros es tan natural —ir a un concierto, comprar un disco, escuchar en la radio una ópera que se está cantando a miles de
kilómetros de distancia— es para nuestros protagonistas un anhelo
que les hace sentirse vivos, aunque les haya tocado —al revés que a
los de la moda— vivir la música tan peligrosamente como el resto de
sus cosas. Son diversos aspectos de una realidad también distinta que
hace de la música, según, una necesidad o un mero valor añadido. En
un caso salva con alegría y en otro se ofrece a ser salvada con cierto
sonrojo. El retraso de unos es tan asombroso que todavía quieren
nacer a la música, confían en ella. En el polo opuesto, el futuro obliga
a buscar nuevos públicos, patrocinadores que la amen aunque sea por
el interés y —a pesar del riesgo de que el arma se vuelva contra el
que la empuña— glorias de la banalidad que se dejen atraer por ella,
aunque les importe menos aún. En el justo medio, preparados para
recibir todas las bofetadas, los poderes públicos deben seguir dispuestos a que la música llegue a todos. Aquí, allá y en todas partes, como
decía aquella canción de los Beatles.
OPINIÓN
REVISTA DE MÚSICA
Nº 220 -Junio 2007 - SCHERZO
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Diseño
de portada
Argonauta
Foto portada:
Sasha Gusov / Decca
La música extremada
ENCUENTROS
Kazushi Ono
DOSIER
DE OTROS MUNDOS
Música en peligro
ESTUDIO
La música española
fuera de España
ACTUALIDAD
Garrick Ohlsson
Steve Reich
REFERENCIAS
Il trovatore
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por escrito del titular del Copyright.
L
as mujeres Wagogo sujetan entre
los muslos sus tambores en forma
de relojes de arena. Las niñas tocan
tambores mucho más pequeños,
como versiones de juguete de los que
manejan las mujeres: los sostienen por la
estrecha parte central con una mano, y
los golpean con la otra. Los hombres agitan sonajeros que no están hechos con
calabazas, sino con latas de conserva o
recipientes metálicos que se parecen a
las antiguas latas de Cola-Cao, y que
conservan sus dibujos de colores brillantes. Un hombre sostiene esa lata aplastada entre las dos manos, como si fuera
una bandeja. Al agitarla hacia delante y
hacia atrás las semillas secas o las piedras
diminutas que hay en su interior se mueven con un murmullo seco y rítmico.
Pero también baten palmas o golpean el
suelo con los pies descalzos o con bastones que a veces levantan sobre sus cabezas como si fueran lanzas, y mientras
tanto cantan, cada uno haciendo una voz
distinta, hombres, mujeres, niñas, urdiendo una polifonía que es tan imposible
como sus complejidades. Las mujeres
rompen al mismo tiempo a cantar y a
tocar los tambores, que no tienen la piel
demasiado tensa, de modo que su sonoridad es más honda, más carnal, sobre
todo porque los anchos muslos que los
sostienen modifican su resonancia. Un
momento más tarde se agregan las voces
y los tambores de las niñas, y las dos
edades de la vida se corresponden con
las dos formas distintas del sonido: tambores pequeños y tambores grandes,
muslos amplios y piernas muy delgadas
y casi infantiles todavía, manos de palmas anchas y seguras y manos rápidas,
nerviosas, con un punto de capricho y
de juego. Las voces ascienden en una
multiplicación resplandeciente de júbilo:
lo que estamos escuchando, lo que estamos viendo —la danza es inseparable
del canto y de los tambores— es una
celebración de bienvenida a la vida adulta para una niña a la que acaba de venirle la regla por primera vez.
Pero los cantores Wagogo no están
solos esta noche en el escenario, en esta
sala de arquitectura suntuosa y algo tronada del Círculo de Bellas Artes de
Madrid: cerca de ellos, observándolos
como desde otro mundo, aguardan su
turno los músicos del Plural Ensemble,
que tocarán dentro de un rato el Concierto de piano de Ligeti. En el mismo espacio se yuxtaponen tiempos y mundos
remotos entre sí. Asistiendo a esta extraña
disposición me acuerdo de la imagen con
la que comienza E. M. Forster su hermo-
so ensayo Aspectos de la novela: una gran
sala con pupitres en los que escriben atareados y absortos al mismo tiempo todos
los novelistas mayores, y en la que el visitante puede acercarse con sigilo a observar qué está escribiendo ahora mismo
James Joyce, y a continuación qué hace,
digamos, Charles Dickens, o qué es lo
último que acaba de anotar Gustave Flaubert, a quien sin duda habrá mirado antes
de sentarse en su pupitre Henry James…
La historia de la literatura, para quien
escribe y también para quien lee, es un
prodigioso presente simultáneo, no una
sucesión monótona de genealogías. Del
mismo modo, en la historia de la pintura
Picasso es contemporáneo de las máscaras africanas y de los bodegones de Sánchez Cotán, y las influencias no sólo circulan entre el pasado y el presente, sino
que van también del presente al pasado,
como nos enseñaron Eliot y Borges. La
música de los Wagogo viene de un pasado inmemorial, pero es estrictamente
contemporánea de Ligeti, que se dejó fascinar por sus intrincados patrones armónicos y rítmicos, igual que admiró tanto la
rareza de Thelonious Monk, que a su vez
había bebido de Satie y Debussy, y que
algunas veces se levantaba del piano y se
movía por el escenario en una danza
sonámbula, siguiendo una música que
sólo él parecía escuchar: también los
Wagogo danzan en silencio durante unos
segundos, un momento antes de que
empiecen las palmadas, los tambores y el
canto, y ese instante tan breve es un preludio de pura música callada.
Antonio Muñoz Molina
3
OPINIÓN
Música reservata
MÚSICA Y PUNTO DE VISTA
L
4
tan tardía como 1614, Monteverdi (a instancias, se dice,
de cierto patricio veneciano), produjo un ejemplo particularmente ilustre en su versión polifónica del Lamento
de Arianna, que si como monodia acompañada había
creado ya un género vocal múltiplemente imitado, al
reconstruírse a cinco voces a cappella rescataba una
música de lacerante individualidad proyectándola sobre
un universo provocativamente anacrónico: el canto se
reproduce en la voz superior y el bajo hace lo propio en
la inferior (aunque de un modo no enteramente literal,
ya que el madrigal tiene 64 compases más que la monodia: Monteverdi no la transcribe sino que la desarrolla y
amplifica), pero las otras tres glosan el material recurriendo a artificios imitativos
que enriquecen el cromatismo:
así, el dolorido intervalo de
segunda menor ascendente,
que en la versión monódica se
canta una sola vez, se desdobla
ahora, duplicado a la tercera
inferior e imitado especularmente por las voces intermedias en una exacta inversión
interválica: es como si la música se difractase, exhibiendo
todas las perspectivas de una
idea única al modo de las imágenes del cubismo pictórico.
Giovanni Battista Doni no dejaría de criticar lo que estimó
como un retroceso en la trayectoria del músico.
Pero también cabe pensar
ese retorno como un gesto
visionario. En el cine, el espacio se articula merced a una
sucesión de encuadres de diferente escala, lo que implica una
multiplicación potencial del
punto de vista, pero la enunciación fílmica de lo que, desde
Noël Burch, se denomina modo
institucional de representación, se cifra en la aptitud del
texto para captar la mirada del espectador y someterla a
un punto de vista único a despecho de la serie de fracturas generadas por la sucesión de encuadres: la flotabilidad de la escucha polifónica, correlativa con la ramificación del material, guarda cierta similitud con la aprehensión del cinema primitivo, cuyo encuadre fijo no privilegiaba una jerarquía de espacios (con el centro del cuadro como ámbito dominante) ni permitía una construcción en el tiempo del espacio ficcional. En Lassus, los
figuralismos son un recurso genérico que substituye la
perspectiva individual por un programa iconográfico: la
segunda forma del lamento desdeña tal retórica y, al
mantener íntegra la referencia de la música original, conserva el punto de vista unitario de su figura trágica. A la
postre, Monteverdi, al reasumir la prima prattica para
recrear la más ilustre de sus arias, no regresaba a un estilo obsoleto sino que, precisamente por hacerlo ocho
años después de la versión monódica, avistaba quizá una
línea enunciativa sin equivalencia en el arte de su época.
Gierszewski
a aparición del melodramma operó, como se sabe,
una transformación drástica en la textura de la
música pero ese paso de la prima a la seconda prattica produjo también una rotunda mutación enunciativa: la creación del punto de vista narrativo único a
partir del cual se articula la interpretación individual del
texto, como inevitable consecuencia del propósito de
recuperación de la poesía trágica (es decir: del nacimiento del drama cantado). Por su propia condición
polifónica, el madrigalismo asumía la impersonalidad
genérica del sujeto, cuyas palabras eran expresadas por
una multiplicidad vocal que disolvía toda apariencia de
perspectiva particular: podría decirse que el paso del
clasicismo renacentista al
expresionismo manierista se
refleja en ese cambio del punto
de vista que focaliza la expresión de los afetti y, a través de
ella, esculpe la figura del protagonista heroico.
Una chanson, como la
famosísima La nuict froide et
sombre, de Roland de Lassus,
pone en escena las exquisitas
palabras de Joachim du Bellay
mediante delicados e imaginativos figuralismos, como la
inflexión cromática sobre la
palabra “ombre” del segundo
verso, la carencia de bajo en el
ingrávido acorde correspondiente a la palabra “cieux” que
clausura el primer terceto, el
juego de imitaciones sobre la
melodía descendente asociada
al verso “fait couler du ciel le
sommeil aux yeux” y, en el
extremo de la alusión y la sutileza, la reducción de la textura
únicamente a dos partes (el
superius y el tenor) en la palabra final de tal verso, en
correspondencia con la propia duplicidad ocular: ya
que los ojos, izquierdo y derecho, corresponden, en el
saber antiguo, a la luna (femenina) y al sol (masculino)
respectivamente. La despersonalización enunciativa del
poema permitía así un copioso enriquecimiento del universo connotativo, y la neutralidad narrativa de la pieza
condice con la propia naturaleza descriptiva y estática
del texto.
Por supuesto, queda en alto la pregunta: ¿quién
habla la música? (es decir: ¿quién es su sujeto enunciativo?). La monodia acompañada (la ópera) se afirmaba
como liquidación definitiva de semejante ambigüedad, y
solamente Schoenberg habría de recobrarla en el
comienzo de Moses und Aron, cuando las palabras de la
zarza ardiente son enunciadas por doce voces simultáneas (seis cantantes y seis instrumentos) para expresar la
idea de una totalidad absoluta y omnímoda (Stravinski,
con mayor economía, aplicó idéntico principio al encomendar la palabra divina a un tenor y un bajo simultáneos en The Flood).
No obstante, esa impersonalidad de la polifonía no
vetó su uso para expresar una cuita individual: en fecha
José Luis Téllez
AP
GIENNI D
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Prismas
BEETHOVEN EN CINE
Eigentum des jeweiligen Studios / Vertriebes
A
poca gente le ha llamado la atención en los medios musicales la película de Agnieszka Holland Copying Beethoven. Sin embargo, es una de las escasísimas películas en
la historia del cine en la que la figura de un compositor genial
es tratado con dos cosas fundamentales: respeto y comprensión. Si uno de los grandes del cine actual, el austríaco Michael
Haneke dice que la música clásica es para él la más completa y
profunda de las artes, otro tanto podría decir la directora polaca. Estamos lejos aquí de las cursilerías fabricadas en Hollywood como aquella deplorable biografía de Listz que a pesar de
ser interpretada por un actor tan excelente como podía serlo
Dirk Bogarde y aquella hermosa mujer que fue la desdichada
Capucine, era un rídiculo despropósito desde el primer plano
hasta el último, o aquella otra, Rhapsody, que sacrificaba a otro
excelente actor, Vittorio Gassmann, haciendo de Latin lover y
violinista al mismo tiempo para tener acceso a los encantos de
una juvenil Elisabeth Taylor, que finalmente se iba con un píanista interpretado por el olvidado John Ericson. Incluso un
magnífico director como es Istvan Szabo resbaló en una película como Cita con Venus, ambientada en el mundo de la ópera
y con la gran Glenn Close.
En Copying Beethoven —es inexplicable por qué no se tradujo el título de esta película; nadie está obligado todavía, que
yo sepa, a leer inglés aunque sea práctico— hay una inteligencia rectora que ama la música y la comprende. Quien acuda al
cine para ver una biografía de Beethoven se llevará un chasco.
Pero quien quiera enterarse del sentido de su obra posiblemente saldrá satisfecho. Porque a la comprensión musical de la
señora Holland hay que añadir una prodigiosa interpretación de
ese fabuloso actor que puede ser Ed Harris bien dirigido, y una
excelente Diane Kruger. La historia que se nos cuenta no es real
pero podría perfectamente haberlo sido. El Bethoven que aquí
aparece no es un titán ni un soñador romántico. Es un hombre
corriente, de carácter inestable, brutal y tierno al mismo tiempo,
un genio absoluto acosado por la angustia y la soledad, un
hombre bueno que se defendía del mundo con su mal carácter.
Eso es lo que nos cuenta Agnieszka Holland. ¡Ah, y la música
que se nos sirve es excelente! La firman algunos de los mejores
intérpretes de Beethoven en la segunda mitad del siglo XX.
Javier Alfaya
5
CON NOMBRE PROPIO
PROPIO
CON NOMBRE
El pianista insaciable
6
GARRICK OHLSSON
S
i en el panorama actual de los
intérpretes, y dentro de él, quizá
pueda considerarse el de los pianistas como caso más representativo, existen velocistas —los que inmediatamente después de ofrecer un recital en cualquier parte del mundo
regresan al aeropuerto más próximo
para continuar su periplo planetario—,
corredores de medio fondo —aquellos
que acuden a un festival y, durante
dos o tres días, hacen partícipes a una
audiencia más numerosa de su sabiduría instrumental— y maratonianos —
un grupo reducido integrado por
aquellos que gustan de sumergirse en
proyectos más vastos o arriesgados—
no cabe duda que al norteamericano
Garrick Ohlsson habría que encuadrarlo en esta última categoría. Pero, aun
así, es posible que esa etiqueta resultara insuficiente para expresar las características que distinguen a este gigante
del teclado. Y es que este artista colosal en el sentido estricto del término
(1,94 de altura, más de 100 kilos de
peso y, como Rachmaninov, unas
manos enormes) puede considerarse
un caso aparte que sobrepasa cualquier apelativo.
A Ohlsson le gusta afrontar desafíos que serían inconcebibles para otros
músicos y ha alcanzado justa celebridad debido a su inclinación natural
por las series de conciertos monográficos consagrados a algunos de sus
autores favoritos. Así, los ciclos dedicados a la obra completa de Chopin
interpretados en Nueva York, Londres,
París y Varsovia entre 1995 y 1998, las
reveladoras series de conciertos temáticos Busoni al teclado celebrados en
el neoyorquino Lincoln Center durante
la temporada 2002-2003 o el ciclo consagrado al corpus completo de las
sonatas beethovenianas ofrecido
durante el verano de 2005 (ocho recitales en dos semanas) en el Festival
suizo de Verbier, repetido a lo largo
del verano de 2006 en los Festivales de
Tanglewood y Ravinia.
Para entender las razones de esta
incontenible bulimia, más propia de
un artista a la antigua usanza que del
ubicuo divo característico de los acelerados tiempos que corren, resulta
imprescindible remontarse a los orígenes musicales de Ohlsson, conocer un
poco mejor a los maestros con los que
el pianista americano comenzó a dar
sus primeros pasos sobre el teclado.
Primeros años
Nacido en White Plains (Nueva York)
el 3 de abril de 1948, Ohlsson pertenece a una familia de ascendencia europea: la madre, hija de emigrantes de
origen siciliano que atravesaron el
Atlántico a finales del XIX en busca del
“sueño americano”; el padre, sueco
afincado en Estados Unidos tras la
Segunda Guerra Mundial. Cuando su
hijo cumplió ocho años, el primer piano entró en casa. “Inmediatamente
quedé fulminado por el instrumento.
No podía dejar de tocar y mis padres
me empujaban sin éxito para salir a
divertirme con mis amigos”, declaraba
el músico recientemente a un periódico suizo. Thomas Lishman, antiguo
alumno de Busoni con quien el niño
trabaja en el Conservatorio de Westchester, será su primer maestro: “Él
fue la primera persona musicalmente
culta que conocí”, señala Ohlsson. Y
añade: “Cuando tenía nueve años, me
llevó al Carnegie Hall a escuchar un
recital de Artur Rubinstein enteramente
consagrado a Chopin”. Gracias a Lishman, Ohlsson comenzó a familiarizarse con las más escarpadas obras
busonianas (Fantasia contrappuntistica, Sonatina seconda) pero también
con las composiciones de Bach y Liszt
y las transcripciones que sobre ellas
elaborara el autor de Doktor Faust.
Formación
En 1961 Ohlsson ingresa en la Juilliard
School. El magisterio de dos eminentes profesores —Sascha Gorodnitzki y
Rosina Lhévinne— será trascendental
en su formación. El primero, nacido
en Kiev en 1905 y activo en la Juilliard
hasta su muerte en 1986, era el principal heredero de la escuela pianística
rusa del legendario Josef Lhévinne
(Moscú, 1874; Nueva York, 1944). De
él aprende a afrontar con las mejores
garantías de autenticidad el gran
repertorio romántico. Las cuestiones
de índole técnica (posición de las
manos, preparación de los dedos) y el
gusto por el orden y la disciplina forman parte del bagaje didáctico que
Gorodnitzki imparte a sus alumnos,
no sólo en las aulas de la Juilliard sino
también en los numerosos conciertos
privados que el ucraniano ofrece a sus
discípulos en su residencia de Central
Park West.
CON NOMBRE PROPIO
GARRICK OHLSSON
La influencia de la pianista y pedagoga Rosina (Bessie) Lhévinne (Kiev,
1880; Glendale, California, 1976) será
no menos decisiva en la carrera de
Ohlsson. Medalla de Oro en el Conservatorio de Moscú en 1898, casada con
el célebre virtuoso Josef Lhévinne —
alumno del mítico Anton Rubinstein y
compañero de estudios de Rachmaninov y Scriabin—, Rosina Lhévinne
concentrará sus energías en la docencia y en la carrera concertista de su
marido, residente en Nueva York desde 1919 y profesor también en la Juilliard. La belleza y redondez del sonido, el legato exquisito, la libertad en el
fraseo y una prodigiosa técnica que
parece surgir sin aparente esfuerzo son
parte de la herencia que Ohlsson recibe de su profesora.
Características a las que habría que
añadir una desusada energía; como es
fama, Rosina Lhévinne —que también
contó entre sus alumnos a Van Cliburn, Misha Dichter, Kun Woo Paik,
James Levine y el cinematográfico
John Williams— decidió no volver a
tocar en público tras la muerte de
Josef pero regresó a las salas de conciertos a los 75 años, debutando con la
Filarmónica de Nueva York, dirigida
por Bernstein, en enero de 1963. La
página elegida fue el Concierto nº 1 de
Chopin, la misma composición con
que se graduó en Moscú. No parece
casualidad que la obra del músico
polaco, trabajada minuciosamente en
las clases de su maestra, llegara a ser
una de las constantes en la carrera
interpretativa de Ohlsson, que ha
regresado a tan familiares pentagramas
una y otra vez.
Consagración internacional
Pero hay otra faceta que lo distingue
de tantos compañeros de generación
—su dedicación al repertorio contemporáneo— que en parte sería inexplicable sin mencionar a otra de sus profesoras, la rumana Irma Schoenberg
(1902-1983), esposa de Stefan Wolpe,
uno de los muchos compositores centroeuropeos afincados en Estados Uni-
Madrid. Auditorio Nacional. Ciclo
de Grandes Intérpretes. 5-VI-2007.
Garrick Ohlsson, piano. Obras de
Beethoven, Brahms y Chopin.
dos tras su marcha de la Alemania
nazi; infatigable defensora de la obra
de su marido, a sus master classes acudirían, junto a Ohlsson, Peter Serkin y
David Tudor.
En la primavera de 1966, Ohlsson
escuchó a Pietro Scarpini, junto a la
Orquesta de Cleveland dirigida por
George Szell, el monumental y entonces prácticamente olvidado Concierto
para piano de Busoni. La experiencia
para el joven pianista resultó imborrable. Ese mismo año, en la localidad italiana de Bolzano, Ohlsson obtuvo el
Primer Premio del Concurso Busoni, al
que se sumó dos años después el Primer Premio del Concurso de Montreal.
Aunque será la Medalla de Oro en el
Concurso Chopin de Varsovia —primera ganada por un americano— la
que confirme internacionalmente su
7
CON NOMBRE PROPIO
GARRICK OHLSSON
nombre en 1970 y abra de par en par
las puertas de su carrera como solista.
Tras el triunfo de Varsovia se produce el primer encuentro con otro de
los grandes, el chileno Claudio Arrau,
crucial para consolidar su madurez.
Seis veces al año, Ohlsson le visita
para asimilar sus consejos. “Las lecciones nunca duraban más de dos horas.
Arrau no tocaba ante sus alumnos
pues quería evitarles caer en la trampa
de la imitación. Lo importante para él
no era tanto la interpretación sino la
transmisión de los principios musicales. Sus clases exigían una concentración enorme; todo era muy importante, musical, humana y filosóficamente”.
Repertorio
Ancho y variado, el repertorio de
Ohlsson abarca desde el Barroco hasta
las últimas páginas contemporáneas y
su abecedario de compositores se
extiende de Bach a Wuorinen. Además
de las innumerables páginas a solo,
Ohlsson es un intérprete habitual de
música de cámara; ha colaborado con
Heinrich Schiff, Gil Shaham, los Cuartetos Emerson, Tokio, Takács y Cleveland y, junto al violinista Jorja Fleezanis y el chelista Michael Grebanier, es
miembro fundador del Trío FOG, establecido en San Francisco, su ciudad de
residencia.
Fruto de su curiosidad por las
“esquinas del repertorio”, como dijera
Busoni, entre las más de 80 obras
concertantes que frecuenta abundan
algunas poco visitadas por pianistas
de renombre. Como ejemplos, el citado Concierto de Busoni o el Concierto en sol menor de Dvorák, que antaño sedujo a maestros como Firkusny
o Richter y que tiene en el estadounidense a un impecable traductor que
lo ha tocado docenas de veces, incluso en Praga y otras ciudades checas.
A su lado, las grandes páginas del
Clasicismo (Haydn, Mozart, Beethoven), el Romanticismo y sus epígonos
(Brahms, Grieg, Chaikovski, Rachmaninov) y numerosas piezas de los
siglos XX y XXI, de Gershwin, Bartók
y Shostakovich a Copland, Lazarof,
Wuorinen o el joven Michael Hersch,
cuyo Concierto —encargo conjunto
del pianista y las Sinfónicas de Oregón, Pittsburgh y San Luis— estrenó
Ohlsson en esta última ciudad, en
noviembre de 2002, junto a Marin
Alsop.
pequeños sellos —la mayoría norteamericanos, de irregular distribución en
Europa—, y con buena parte de sus
registros efectuados para multinacionales actualmente descatalogados o
ilocalizables, ha dificultado una más
justa valoración de su categoría, al
menos a este lado del Atlántico.
Bridge, la discográfica que ha acogido al músico en sus últimos lanzamientos, publicaba hace unos meses
su lectura de las Variaciones Goldberg
acoplada con la haendeliana Suite nº 2
en fa mayor, HWV 427. En sus interpretaciones del barroco, Ohlsson evita
las repeticiones y sólo en ocasiones
echa mano de la dimensión sonora del
gran piano moderno, empleando con
moderación el rubato y el pedal.
El repertorio clásico cuenta con
aplicadas versiones de las Sonatas
Hob. XVI/50, 51 y 52 de Haydn (Arabesque) y cuatro volúmenes, publicados en los 90 por el mismo sello, consagrados a las sonatas beethovenianas,
de las que sobresalen sus lecturas de
las nºs 11, 13 “Quasi una fantasia” y
16. En lo que parece ser un nuevo
ciclo Beethoven para Bridge, que ya
cuenta con las tres primeras entregas,
Ohlsson modera los tempi, cuida los
matices dinámicos y aumenta la concentración y los contrastes dramáticos,
gustando de mezclar en el mismo
registro páginas de diversas épocas.
Si el doble álbum dedicado al marginado pianismo de Weber es un capítulo de interés en su discografía aún lo
es más su magno ciclo dedicado a
Chopin, posterior en dos décadas a los
anteriores Preludios, Nocturnos y Polonesas para EMI: más de una docena de
volúmenes editados por Arabesque
durante la década de los 90, en los
que Ohlsson se enfrenta a la obra integral —incluidas páginas camerísticas y
concertantes— del compositor que le
proporcionara fama mundial; a destacar, entre otras muchas piezas, sus elegantes y coloristas versiones de las
Mazurkas.
Debussy,
Prokofiev,
Bartók,
Webern, Barber y, sobre todo, Wuorinen se cuentan entre los autores del
siglo XX atendidos por Ohlsson. De
este último destacan sus versiones de
Blue Bamboula, Seis Piezas violín y piano y Fantasía y la Sonata para violín y
piano (New World Records). William
Hibbard —Handwork— (Music & Arts)
y Michael Eckert —Movement for 5 instruments— (Music & Arts) completan
sus grabaciones en torno a la reciente
creación made in USA.
Si como acompañante Ohlsson ha
prodigado el mejor de los apoyos a
Ewa Podlés en las canciones de Chopin, en sus registros con orquesta
figuran, junto a los dos conciertos del
polaco, el de Grieg, Primero de Chaikovski y Segundo de Rachmaninov
(los tres con Marriner; Hänssler),
Busoni —una de las interpretaciones
más admirables, por virtuosismo, claridad y sentido rítmico, de toda la discografía—, Gershwin —otra versión
de referencia— (RCA), Copland
(como el anterior, junto a Tilson Thomas; RCA), el Concierto nº 1 de Shostakovich (Arabesque), los Tableaux
(after Kandinsky) de Henri Lazarof y,
nuevamente, Wuorinen: On Alligators
y el Concierto nº 3 que Ohlsson estrenara en 1984.
Juan Manuel Viana
DISCOGRAFÍA SELECCIONADA
BACH: Variaciones Goldberg. HAENDEL: Suite nº 2.
BEETHOVEN: Sonatas nºs 4, 24 y 28. BRIDGE 9198.
BRIDGE 9193.
— Sonatas nºs 11, 13 y 31. ARABESQUE 6773.
— Sonatas nºs 16 y 29. ARABESQUE 6737.
BUSONI: Concierto para piano. ORQUESTA DE CLEVELAND. Director: CHRISTOPH VON
DOHNÁNYI. TELARC 80207.
CHOPIN: Mazurkas completas. 2 CD ARABESQUE 6730-2.
— Polonesas. Fantasía. Barcarola. 2 CD EMI 76930-2.
— Preludios. Nocturnos. 2 CD EMI 86507-2.
— Canciones. EWA PODLÉS, contralto. ARABESQUE Z6746.
CHOPIN, MUSORGSKI, RACHMANINOV: Canciones. EWA PODLÉS, contralto.
DUX 0405.
DEBUSSY: Estudios. Suite bergamasque. ARABESQUE 6601.
GERSHWIN: Concierto para piano. ORQUESTA SINFÓNICA DE SAN FRANCISCO. Director:
MICHAEL TILSON THOMAS. RCA 60862-2.
LAZAROF: Tableaux (after Kandinsky). ORQUESTA SINFÓNICA DE SEATTLE. Director:
Grabaciones
8
Garrick Ohlsson es un artista prolífico
en los estudios de grabación si bien el
hecho de que su considerable legado
discográfico se reparta por multitud de
GERARD SCHWARZ. NAXOS 8.559159.
WEBER: Sonatas completas. 2 CD ARABESQUE 6584-2.
WUORINEN: Blue Bamboula. 6 Piezas para violín y piano. Fantasía. BENJAMIN
HUDSON, violín. BRIDGE 9008.
WUORINEN: On Alligators. Concierto para piano nº 3. ORQUESTA SINFÓNICA DE SAN
FRANCISCO. Director: HERBERT BLOMSTEDT. TZADIK 8010.
La dirección de “Las Bodas de Fígaro” de Mozart, por el austríaco Nikolaus
Harnoncourt, recibió el pasado verano en el Festival de Salzburgo el reconocimiento del mundo musical. Con un reparto sobresaliente en el que destacan
la soprano rusa Anna Netrebko y los barítonos DʼArcangelo y Skovhus. Una
excelente grabación que aparece ahora en edición de lujo en cd y dvd + bonus
con making off. Lo encontrará en su espacio de música de El Corte Inglés.
CON NOMBRE PROPIO
La música en movimiento
Alice Arnold
STEVE REICH
L
10
a figura de Steve Reich ha alcanzado hoy día un reconocimiento
tal que lleva a comparar su legado con el de cualquiera de los
compositores más conspicuos de la
modernidad europea. Pero no siem-
pre fue así. Desde el viejo continente,
la propuesta de Reich, como la de sus
colegas del ámbito del repetitivismo,
sólo fue saludada, en un principio,
como una estética sin suficientes fundamentos como para perdurar, al pro-
piciar el movimiento del cuerpo y la
simplificación de materiales. Uno de
los primeros musicólogos en alertar
sobre el interés y lo insólito de tal
aventura fue Daniel Caux desde las
páginas de Musique en Jeu. Pero,
curiosamente, Caux reclamaba la
atención sobre las cualidades de las
primeras (y estructurales) piezas de
La Monte Young, como Composition
1960, antes que acerca de las particularidades propias de las músicas de
Reich o Glass. Otros estudiosos del
fenómeno en los años 70, como
Michael Nyman, quieren situar el
repetitivismo en la misma área de
influencia del arte conceptual. Pero
no será hasta mediados de los años
80 cuando el mundo musical, más
aún, el relacionado con la edición discográfica, prestará atención a alguien
como Reich. Será tras la disposición,
por parte del músico, de una orquesta
de mayores proporciones que su
ensemble originario en piezas como
Desert music o Four sections. Ha
hecho falta un pequeño gesto de
escritura a gran escala para considerar
a Reich “uno de los nuestros”.
Reich pertenece a una generación
de autores (los nacidos en América
después de 1930) para los cuales el
aislamiento personal y el apartamiento de las estéticas dominantes de
músicos visionarios como Harry
Partch, Conlon Nancarrow o Edgar
Varèse han sido determinantes. Los
minimalistas, los conceptuales, los
artistas plásticos y sonoros le deben,
por ejemplo, a Partch la práctica de
la música como un fenómeno ligado
a la improvisación, para lo que contarán, en lo posible, con agrupaciones
afines a las ideas del autor. Los
ensembles serán los encargados de
llevar la música propia a los escenarios. Abundando en las aportaciones
de Edgar Varèse, esta generación
abominará del material instrumental
convencional y de la idea tradicional
del concierto. Las performances que
llevarán a cabo a partir de los años
70 Steve Reich, pero también sus
compañeros de aventuras (Robert
Ashley, Annea Lockwood, Laurie
Anderson, Pauline Oliveros, Alvin
Curran, Alvin Lucier, Tom Jonson,
Phil Niblock) engloban un nuevo tratamiento del instrumento clásico,
soporte electrónico, proyección de
film o video, danza, mimo, un uso
CON NOMBRE PROPIO
STEVE REICH
de ceremonias.
gradual de materiales sonoros muy
revolucionario de la voz y un sentido
Reich, con el paso del tiempo, y la
restringidos (Violin phase, It’s gonna
desprejuiciado en el tratamiento de
elaboración de vídeo óperas (The
rain, Piano phase), se observa un
las diversas fuentes sonoras.
Cave, Three tales) no sólo ha abandopatrón especialmente rígido. En 1976,
Con el empleo de una rítmica
nado la elaboración sistemática de
con el estreno de Music for 18 musiconstante, inspirada en la pulsación
piezas exclusivamente abstractas a
cians, la carrera de Reich alcanza un
de la respiración humana y con un
favor de un material documentalista,
punto de inflexión. Como haría tamciclo pequeño de acordes como arsesino que se ha aproximado (y ése es
bién en Drumming, para ensemble
nal de partida, en desfase gradual, Stesu mayor signo de madurez), aunque
de percusión, Reich se adorna en
ve Reich potencia, como centro de sus
por una vía estética diferente, al lenMusic for 18 musicians de un aura de
primeras composiciones, los instruguaje basado en la melodía del habla
ritual que, con el paso de los años,
mentos de mayor presencia física y rítque con tanto magisterio desarrollara
abandonará para elaborar obras más
mica, los de percusión. Reich desarroen la Moravia de principios de siglo
complejas y con materiales más sofislla las primeras experiencias que
Leos Janácek.
ticados (Tehillim, Desert Music, Diffesobre el concepto de obra musical
rent trains). La clave quizás esté en
minimal practicara a principios de los
Francisco Ramos
el esquema rítmico que soporta
años 60 La Monte Young: rechazo de
Music for 18 Musicians, directamente
toda noción de composición intelecbasado en el gamelán balinés. Al
tual y toda relación entre las partes
Madrid. Teatro Albéniz. Reich,
igual que en las ceremonias balineinternas de la obra. Se reduce el mateDrumming. Bernat. Hinojosa,
sas, los cambios de una sección a
rial compositivo a un nivel mínimo,
Valero. 25-VI-2007.
otra de esta pieza los señala el vibraempleándose sistemas y estructuras
fonista, que aquí ejerce de maestro
extremadamente sencillos y de un
fácil reconocimiento por parte del
oyente. Se ignora cualquier referencia
externa que no contemple otro eleDISCOGRAFÍA SELECCIONADA
mento que el sonido mismo. Reich
opta por un proceso continuo, autóDrumming. ENSEMBLE ICTUS CYPRÉS CYO 5608.
nomo, lo que le permite un mayor
Music for 18 Musicians. ENSEMBLE MODERN RCA 68672 2.
acercamiento a elementos propios de
Tehillim. ORQUESTA SINFÓNICA DE LONDRES. MICHAEL TILSON-THOMAS. Elektra 79295.
la música de procedencia africana.
The Desert Music. L’ENSEMBLE-ORCHESTRE DE BASSE-NORMANDIE. DOMINIQUE DEBART.
En las distintas obras para conjunORNORM 1.
to instrumental de Steve Reich, comDifferent Trains. CUARTETO KRONOS. Elektra 79176-2.
puestas
la etapa de experimentaPhase.1 Pendulum. Four Organs. Phase Patterns. ENSEMBLE AVANTGARDE.
Scherzoen170x120.qxd
27/4/07 10:37Piano
Página
ción en torno al proceso de desfase
Wergo 6630-2.
Organizan
Asociación de Empresarios del Comercio
del Libro de Madrid (Gremio de Libreros
de Madrid)
Asociación de Editores de Madrid
Distribuidores de Libros de Madrid
(FANDE)
66
feria del libro de madrid
PARQUE DE EL RETIRO
© CARRIÓ SÁNCHEZ LACASTA
25.05.07 > 10.06.07
Colaboran
Ministerio de Cultura
Comunidad de Madrid
Junta de Castilla y León. Consejería
de Cultura y Turismo
Universidad Complutense de Madrid
Universidad Autónoma de Madrid
Universidad Politécnica de Madrid
Universidad Nacional de Educación
a Distancia
Universidad de Alcalá
Universidad Carlos III de Madrid
Universidad Rey Juan Carlos
Casa Árabe e Instituto Internacional de
Estudios Árabes y del Mundo Musulmán
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(CEDRO)
HP Invent
Frigo
ABC
EL PAÍS
EL MUNDO
LA RAZÓN
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Patrocinan
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11
AGENDA
AGENDA
Necrología
ADIÓS A CARMEN BRAVO DE MOMPOU
M
e explicaba Carmen
en una de sus
exhaustivas, íntimas
e inolvidables clases sobre la obra de su marido, Federico Mompou, que el
Pájaro triste —de las Impresiones íntimas para piano—
estaba inspirado en el tenue
canto, de tan sólo tres sonidos, que emitía el jilguero del
padre de Mompou. Y es que
Mompou tenía mucho en
común con ese pequeño y
frágil pájaro y Carmen Bravo,
también. Tras su aspecto de
mujer fuerte, temperamental,
apasionada y austera, Carmen
era un pequeño pajarillo de
sensibilidad exquisita. Dos
aves unidas en un mismo
vuelo incluso aún después de
la muerte del compositor.
Mompou era su vida. Carmen Bravo de Mompou era la
sombra fiel que un día colocaba sobre el piano del compositor una melodía popular
capaz de sacarle de su atonía
creadora y otro día, no
mucho antes de su muerte,
veía hecha realidad la Fundación Mompou, encargada de
preservar la memoria del
compositor. Carmen, un músico estupendo, una persona y
profesora cariñosa, sincera,
transparente, bondadosa, vitalista, infatigable, que consagró
su vida a la obra de su marido, a volar junto a él y a tratar
de hacernos volar a todos en
ese universo preciosista.
29 de abril de 2007. Ha
muerto Carmen Bravo de
Mompou. Arte y amor, más
allá de la muerte.
Luis Fernando Pérez
Pianista, acaba de grabar
Iberia de Albéniz para Verso
Grandes Intérpretes
EL BEETHOVEN DE ANDERSZEWSKI
P
iotr Anderszewski es
el encargado de cerrar
esta temporada el XII
Ciclo de Grandes
Intérpretes que organiza la
Fundación Scherzo. Tras un
extraordinario éxito en su
debut en la serie, en 2005, el
pianista polaco vuelve definitivamente asentado como
uno de los grandes nombres
de su generación. Con una
forma de hacer que aúna
una técnica irreprochable y
una musicalidad excepcional, el programa que trae a
Madrid, dedicado íntegramente a Beethoven es tan
original como apasionante:
Seis Bagatelas, op. 126 y
Variaciones Diabelli.
Madrid. Auditorio Nacional. 26-VI-2007. Piotr Anderszewski, piano. Obras de
Beethoven.
En su tercera edición
PAULO BRASIL GANA
EL GARCÍA ABRIL DE PIANO
E
12
l pontevedrés Paulo Brasil, 31 años, ha resultado
ganador de la máxima
categoría del III Concurso de Piano Antón García
Abril que se ha celebrado en
Teruel, dotado con un premio
de 6.000 ? y la realización de
una gira de conciertos Arcadi
Triboi ha ganado en la categoría para menores de 20
años y Fernando Huelín Alcu-
bierre se ha alzado con el primer premio en la categoría
infantil y con el premio especial Ciudad de Teruel para
concursantes nacidos o residentes en Aragón.
AGENDA
Freni, Domingo y Mehta entre los ganadores
SE CONSOLIDAN LOS PREMIOS
LÍRICOS TEATRO CAMPOAMOR
DOMINGO
L
os ganadores de los Premios Líricos Teatro Campoamor, que se concedían en su segunda edición convocados por la Fundación del mismo nombre, se han
hecho públicos en Oviedo. Se trata de galardonar, en
sus diversas categorías, a trabajos realizados en los teatros
españoles a lo largo del año y a aquellas trayectorias artísticas que han significado algo verdaderamente especial en el
mundo de la lírica. El jurado, presidido por Inés Argüelles
como presidenta de la Fundación y con Cosme Marina como
secretario, estaba integrado por Gonzalo Alonso, Manuel
Cabrera, Marcelo Cervelló, Luis Gracia Iberni, Pablo Meléndez-Haddad, Luis Suñén y Juan Angel Vela del Campo.
El premio para toda una carrera dedicada a la lírica fue
para Mirella Freni mientras el resto de las categorías se
repartían de la siguiente forma: Zubin Mehta como mejor
director musical por su trabajo en el Fidelio beethoveniano
del Palau de les Arts de Valencia; Robert Carsen por su
dirección escénica de Diálogos de carmelitas de Poulenc en
el Teatro Real de Madrid; The Turn of the Screw de Britten,
de la Ópera de Oviedo, fue la mejor nueva producción; Matti Salminen por su Rocco en el Fidelio del Palau de les Arts
fue el mejor cantante masculino, mientras Fiorenza Cedolins
obtenía el galardón en el apartado femenino por su Madama
Butterfly en el Gran Teatro del Liceu y en la temporada de la
ABAO; Ainhoa Garmendia obtuvo el premio a la revelación
de la temporada por su Servilia en La clermenza di Tito de
Mozart del Gran Teatro del Liceo; Carlos Álvarez fue el mejor
cantante de zarzuela por su Vidal en Luisa Fernanda en el
Festival de Perelada; Millán Salcedo fue el mejor actor de
zarzuela por Mochila en Los sobrinos del Capitán Grant en el
Teatro de la Zarzuela. El galardón a la institución que más
significativamente ha contribuido al mundo de la lírica fue
para el Concurso de Canto Operalia-Plácido Domingo. Y el
Premio Especial del Jurado para Radio Clásica de RNE. La
entrega de los premios tendrá lugar en el transcurso de una
gala lírica que se celebrará en el Teatro Campoamor de
Oviedo el 1 de julio.
Festival América España
Estreno en tiempos modernos
DE IDA Y VUELTA
LA FONTANA DEL PLACER
REDESCUBIERTA
L
D
a Orquesta Nacional de España parece tomarse en
serio la música que se hace al otro lado del Atlántico
con la organización de su Festival América España,
que presenta en una serie de tres conciertos sinfónicos, dos de cámara —con diversos profesores de la propia
ONE— y otro de órgano —a cargo de Adolfo Gutiérrez
Viejo— un panorama muy atractivo de la música actual en
cada una de las orillas del océano. Los compositores españoles a considerar serán Albéniz —orquestado por Francisco Guerrero—, Toldrá, Cuyàs, Sánchez-Verdú —con una
obra encargada para la ocasión: Elogio del horizonte—, De
Pablo, José Luis Turina, Dúo Vital, Oliver, Pildáin, Gutiérrez Viejo y Guridi. Y los americanos Golijov, Revueltas,
Villa-Lobos, Ginastera y Guinaldo. Los directores de la
sesiones sinfónicas serán Josep Pons, Miguel Hart-Bedoya
y Gloria Isabel Ramos. Una magnífica idea que responde a
una necesidad cierta y a una obligación de servicio inherente a sus promotores, quienes han manifestado su deseo
de que el Festival —que en esta primera edición se complementa con un par de mesas redondas en la Residencia
de Estudiantes de Madrid— se convierta en una cita anual
entre las músicas que le dan nombre.
Madrid. Auditorio Nacional. Festival América España.
7/18-VI-2007.
MIRELLA FRENI
MEHTA
entro de la idea de recuperar patrimonio que le ha
marcado desde sus orígenes, Música Antigua Aranjuez ofrecerá los días 23 y 24 la zarzuela de José Castel (1737-1807) La fontana del placer. Su libreto narra
las tribulaciones de los empleados de una fonda que intentan
medrar socialmente buscando la manera de concertar su
matrimonio con un personaje de la aristocracia. Según su editor, Juan Pablo Fernández Cortés, que ha realizado el trabajo
de recuperación de la obra, “la estructura dramática de La
fontana del placer muestra una notable influencia de los
innovadores modelos teatrales de la época con la concepción
de un libreto en el que las partes habladas se reducen y
pasan a tener un mayor equilibrio con las musicales, dando
lugar a una simplificación del argumento y consiguiendo, de
este modo, que en la representación alternen de forma regular los números hablados y los cantados. Se abandonan las
antiguas estructuras del aria da capo, y se introducen los finales concertantes habituales en las óperas bufas de la época.
Estos rasgos internacionales se fusionan hábilmente con piezas de carácter español como las coplas y seguidillas que
representan musicalmente el mundo de las clases populares”.
La versión de este reestreno estará dirigida musicalmente por
Pablo Heras y en la escena por Carlos Marchena.
Aranjuez. Capilla de Palacio. 23, 24-VI-2007. Castel,
La fontana del placer. Heras. Marchena.
13
AGENDA
Necrología
Rafa Martín
MSTILAV ROSTROPOVICH
P
14
uede pensarse que Mstislav Rostropovich rebasó los
límites de lo humanamente alcanzable. Recorrer tantos
ámbitos dejando huella en todos ellos es gracia reservada sólo a unos pocos. El suyo era desde luego uno de
esos casos en los que fama y admiración eran dos realidades
hermanadas, tan merecida la una como la otra, y gracias a
ellas su fallecimiento el pasado 27 de abril adquirió una relevancia que no se redujo a la a veces un tanto aislada alianza
de los fieles melómanos. Al menos ahora no hemos llorado
solos. Es cierto que casi se ha hablado más del hombre que
del músico, del apoyo que brindó en los setenta al escritor y
disidente ruso Alexander Solzhenitsin, lo que motivó su huida
de la Unión Soviética con su esposa, la soprano Galina Vishnevskaia, y la posterior negación de su nacionalidad, de su
concierto en Berlín tras la caída del Muro o de las tan recientes alabanzas de Vladimir Putin a su defensa de las libertades
y de los derechos humanos, pues al fin y al cabo todos somos
hijos y víctimas de nuestro tiempo, y es de recibo reconocer el
coraje de quienes en tan revueltas aguas no callaron ante lo
que creían injusto. Pero Rostropovich entra en la historia por
haber sido uno de los mayores artistas del siglo pasado, un
portento de inteligencia musical, siempre lanzado a los pentagramas con una entrega absolutamente desbordante.
Había nacido en Bakú, hoy la capital de Azerbaiyán, en
marzo de 1927, y pudo hacer carrera en su país sin sonreír
apenas al poder, en realidad también sin hacerle feos, pero
fue en Occidente donde público y crítica se echaron a sus
pies, viendo en el joven soviético un segundo Casals, fresco,
apasionado y arrollador. No fue un revolucionario, o lo fue a
su manera, pero marcó una época. Su violonchelo sonaba a
seda, una seda de rara suavidad, acariciante en los momentos
de calma, capaz de crecerse hasta lo impensable y de perderse en la bruma de un horizonte lejano. El fraseo era noble y
redondo, hecho como para los autores del XIX, si bien la
amplitud de miras del músico llegó hasta Bach, con unas fascinantes y algo románticas suites por las que hoy casi tendría
que pedir perdón, y por supuesto no escapó de una etapa
dominada por, entre otros, Prokofiev, Shostakovich, Britten,
Boulez, Lutoslawski, Holliger, Halffter o Berio, todos ellos y
más asomados en el legado del violonchelista ruso, respetuoso siempre con la letra de la partitura pero nunca privado de
aportar su cuidada e intensa fantasía a cada compás. Otra de
las grandes pasiones de Rostropovich, viva desde finales de
los sesenta, fue la dirección de orquesta; la última etapa de
su vida, mientras el paso del tiempo limitaba la agilidad de
unos dedos que durante muchos años se mantuvieron infalibles, lo ha conocido hasta más aferrado a la batuta que al
arco. En el podio solía dar rienda suelta a sus emociones,
maravillando en aquellos repertorios que le eran especialmente queridos, el ruso sobre todo, donde sin elevarse
demasiado de la tierra encontraba una intensidad y un lirismo en verdad envolventes.
Como tantas veces en estos casos, queda el disco para
asegurar su recuerdo, y aquí hay por fortuna mucho de donde
elegir. Por dar algunas ideas, las sonatas de Beethoven con
Richter, el Doble Concierto de Brahms con Oistrakh y Szell, el
Concierto en si menor de Dvorák con Talich o el Primer Concierto de Shostakovich con Rozhdestvenski son referencias
claras, pero de ninguna manera las únicas. Claro que la lista
no tendría fin. Y por más que el disco avale la inmortalidad
del maestro y le permita sobrevivir a su propia muerte, pronto
se echará de menos ese arte suyo tan emotivo y hermoso que
nos llevaba a estar siempre un poco más cerca de la música.
Asier Vallejo Ugarte
Del Liceu al Palau
GERONA BUSCA
NUEVOS PÚBLICOS
H
ay vida musical
fuera de Barcelona.
A veces nos ocupamos tanto del
Liceo, el Auditori o el Palau
que olvidamos los cada vez
más serios esfuerzos de crear públicos en el resto de las
tierras catalanas. La consolidación de la denominada
Orquestra Simfònica Juliá
Carbonell de las Terras de
Lleida —cierto, es un nombre imposible, pero así se
llama, y punto— dirigida
por Alfonso Reverté, está
abriendo, por ejemplo, nuevas perspectivas en la
demasiado conformista vida
musical de Lérida, cuyo
estupendo Auditorio acoge
también las periódicas visitas de la Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) —está visto
que lo de poner nombres a
las orquestas no es lo nuestro. Pero donde las cosas
han dado un cambio radical
es en Gerona, cuyo magnífico Auditorio-Palacio de
Congresos acaba de celebrar
su primer aniversario con un
notable respaldo del público
a su primera temporada.
El eclecticismo en la
oferta musical —casi una
plaga ya en la mayoría de
festivales de verano de la
geografía catalana, que buscan público desesperadamente— ha sido la nota
AGENDA
Una personalidad irrepetible
SLAVA
H
e tenido la oportunidad profesional y personal de
compartir algunos momentos de mi trayectoria con
el Maestro. Una personalidad irrepetible y un talento mágico para el violonchelo.
Profesionalmente, recibí de él un consejo que me ha
ayudado en muchos momentos: “De lo que dés a la música,
ella te devolverá diez veces más”. Siempre lo recordaré, hoy
más que nunca. Fue su respuesta cuando le pregunté cómo
hacía para mantenerse artísticamente en forma con la cantidad de horas de trabajo que exige la labor concertística.
Así descubrí, además de su genialidad, una personalidad
generosa, entregada y apasionada. Que había venido, desde
su Olimpo, a dirigirnos a los músicos de la Orquesta Joven de
la Unión Europea. Compartió con nosotros su inmensa capacidad de trabajo, amor por la música, talento y enseñanzas. Se
integraba con nosotros en los viajes y en los tiempos libres,
nos contaba anécdotas, charlaba con cada uno… Me resulta
difícil no emocionarme al recordar cómo una personalidad de
su relevancia, a todos los niveles, nos dedicaba su tiempo.
Mucho antes, desde mis inicios como estudiante, había
admirado su interpretación excepcional. Había estudiado sus
formas, sus movimientos, su sonoridad, su técnica. Yo tendría 16 años cuando, además, tuve la ocasión excepcional
de escucharle, con mi padre, en el Teatro Victoria Eugenia
de San Sebastián. Lástima que hoy, renovado el escenario, la
ocasión no se pueda repetir.
Y poco después, le descubrí con asombro entre las primeras filas de un concierto en el Festival de Perelada. Le vi
desde mi atril de solista. Sus elogios tras el concierto, su efusividad y cordialidad. No puedo explicar lo que para un
joven intérprete supone una actitud como ésa. Como mínimo, un ejemplo más. Un ejemplo grandioso.
dominante en su primer
año, lo que no es malo tratándose de un centro con
vocación de dinamizar la
vida cultural de la hermosa
y rica capital catalana en
muchos y variados frentes
artísticos. Su apuesta más
inminente es la celebración
del VIII Festival de Músicas
Religiosas y del Mundo, que
en su nueva etapa apuesta
por la diversidad, incorpora
nuevos espacios y potencia
las producciones propias.
Como muestra, el concierto
inaugural, el 30 de junio,
que rescata la música sacra
de Duke Ellington, en una
versión dirigida por Perico
Sambeat en la que participarán 200 cantantes y una
sólida big band y que pretende recordar el legendario concierto que Ellington
ofreció en 1968 en la barcelonesa basílica de Santa
María del Mar, donde estrenó su segundo The sacred
concert junto a la Coral Sant
Desde mi perspectiva profesional actual, además de su
genio interpretativo, es admirable no sólo la calidad y cantidad de obras que ha interpretado y grabado (con la preparación que ello requiere), sino la inspiración que ha supuesto
para muchísimos de los más relevantes compositores de su
generación que le han dedicado sus obras.
Siento que perdemos uno de los referentes artísticos más
relevantes de la historia de la música. Además de una impresionante herencia artística, nos deja una de las personalidades más comprometidas de la historia.
Quería destacar con estas líneas su humanidad. De su
talento, todos conocemos. Obviamente, dio mucho a la
música, porque ha recogido muchísimo. Desde estas líneas,
Mstislav, “Slava”, mi más reconocido agradecimiento.
Iagoba Fanlo
Catedrático de Violonchelo del RCSMM
Jordi y el inolvidable Oriol
Martorell.
El festival, que tras la
marcha de su director artístico hasta la pasada edición,
Josep Lloret, vive un tranquilo relevo bajo la dirección de Víctor García de
Gomar y David Ibáñez, responsables también del resto
de la programación musical
del Auditorio, ofrecerá 17
conciertos hasta el 15 de
julio con una saludable
combinación de estéticas y
estilos: desde la emoción de
las saetas en la honda voz
de la gran cantaora Carmen
Linares, al encanto nostálgico de Cesária Évora, la
pureza vocal de The Sixteen
y La Venexiana o la magia
espiritual de los Derviches
de Damasco.
La programación es un
escaparate abierto a la
diversidad: los ritmos del
senegalés Omar Pene, el
blues del guitarrista Taj
Mahal, o las fanfarrias gitanas de los Balcanes de
Kocani Orkesar. Las propuestas en el campo de la
música clásica son exquisitas: los Vespro della Beata
Vergine, de Monteverdi, por
La Venexiana; música de la
Capilla Sixtina interpretada
por The Sixteen; los sones
de Gaspar Sanz recreados
por el laudista Xavier DíazLatorre y el percusionista
Pedro Estevan (una maravilla); obras de la mística Hildegard von Bingen en las
voces de Mora Vocis y un
innovador concierto del pianista Francesco Tristano
Schlimé y la clavecinista
Beatrice Martin que combina obras de Bach y John
Cage, con escenografía del
artista plástico Antoni Llena,
autor del cartel del festival.
Javier Pérez Senz
15
SHI-YEON SUNG
AGENDA
Concurso Mahler de directores de orquesta
SOBRADAMENTE PREPARADOS
Peter Eberts
D
os horas más de espera sobre el tiempo previsto
para anunciar los nombres de los vencedores, son
la mejor prueba de que, en la segunda edición del
Concurso Mahler de Directores de Orquesta de la
ciudad alemana de Bamberg no ha sido tan fácil dar con el
candidato capaz de alzarse con el primer premio como en
la anterior ocasión cuando, desde el primer momento, destacó Gustavo Dudamel, el director venezolano cuyo nombre saltaba a los diarios del mundo mientras se decidían los
seleccionados para las pruebas finales de la nueva competición, por su nombramiento al frente de la Filarmónica de
Los Ángeles. No es que haya faltado calidad global. Por el
contrario, los 14 candidatos —de entre los casi 300 que
aspiraban al reconocimiento— que se batieron en las pruebas encajaban en aquella denominación que, tiempo atrás,
acuñó popularmente un anuncio televisivo. Todos ellos
eran jóvenes —entre los 34 y los 19 años— y , sin salvedad, con una preparación sobresaliente. Desde los vencedores en pugnas de similares características a los que ya
desarrollan una carrera de segundos de a bordo junto a
batutas citadas a la cabeza del ranking directoril, pasando
por los que han creado y dirigen sus propias agrupaciones.
¿Qué faltaba en ese juvenil Gotha de batutas? Valorando la
opinión de quienes vivieron la experiencia en 2004, como
el violinista mexicano Raúl Teo Arias, concertino de la
Orquesta de Bamberg, se diría que se ha echado de menos
aquel carisma que rebosaba Dudamel desde que pisó las
tablas. De ahí el retraso en el dictamen final del jurado,
encabezado por Marina Mahler Fistoulari en calidad de
miembro honorario y Jonathan Nott, titular de la Orquesta
de Bamberg como presidente del mismo, y en el que figuraban, entre otros, Herbert Blomstedt, director vitalicio de
la orquesta, Hans Graf, principal batuta de la Sinfónica de
Houston o el compositor Mark-Anthony Turnage. Y de ahí
también que, los 20000 euros destinados al ganador absoluto se quedasen sin adjudicar. El segundo premio, dotado
con 10000, le correspondió a la sudcoreana Shi-Yeon Sung,
mientras que dos de 5000 euros fueron a parar respectivamente al norteamericano Benjamin Shwartz y la polaca
Ewa Strusinska. Shi-Yeon Sung, de 32 años y alumna de
Jorma Panula, que fue ganadora en 2006 del primer premio
en el Concurso Solti y, desde septiembre, será asistente de
Levine en la Sinfónica de Boston, demostró su sentido de la
estructura frente al pentagrama; Shwartz, un pequeño
Bernstein nacido en 1979, su contagiosa energía en la
BENJAMIN SHWARTZ
EWA STRUSINSKA
comunicación con los músicos; Strusinska, el buen hacer a
la hora de acompañar voces, como demostró en los lieder
mahlerianos de la prueba obligatoria frente al excelente
barítono de origen húngaro Michael Nagy. Un cuarto candidato, el judío americano Yoel Gamzou, último alumno de
Carlo Maria Giulini, el benjamín de los candidatos nacido
en 1988, aun reuniendo en su persona las mejores virtudes
de sus compañeros, no fue distinguido con el máximo
galardón, tal vez por el miedo a su juventud que le inspiró
a los jueces que, no obstante, le otorgaron un Trofeo Especial sin dotación económica, como estímulo para que
regrese en la próxima convocatoria, en 2010. De aquí a
entonces habrá terminado la edición completa de la Décima Sinfonía mahleriana que, desde 2004, prepara para la
Mahler Society, y de rodar la International Mahler Orchestra, que fundó hace dos años.
Juan Antonio Llorente
La Fundación Albéniz en Cantabria
MÚSICA Y ACADEMIA
U
16
n año más, la Fundación Albéniz ha
organizado
su
Encuentro
de
Música y Academia que se
desarrollará en Santander —
Palacio de Festivales, Palacio
de la Magdalena— y otros
escenarios cántabros entre el
1 y el 25 de julio. Bajo la
dirección de Paloma O’Shea
y siendo su responsable
artístico Péter Csaba, el ciclo
ofrecerá más de sesenta conciertos cuyo contenido girará
en torno a diversos ejes
temáticos representados por
creadores como John Cori-
gliano —compositor en residencia—, Felix Mendelssohn
o Maurice Ravel.
Una actividad que se
complementará con las no
menos importantes del trabajo de los alumnos en peque-
ños grupos y las lecciones
magistrales de figuras como
las de Zachar Bron, Silvia
Marcovici, Jaime Martín,
Klaus Thunemann, Radovan
Vlatkovic, Marta Gulyás o
Rainer Schmidt.
Santander. Encuentro de Música y Academia. 1/25-VII-2007.
ACTUALIDAD
18
Claroscuros dramáticos
UNA NOCHE IMPORTANTE
Antoni Bofill
Gran Teatre del Liceu. 15-V-2007. Musorgski, Khovanchina. Vladimir Ognovenko,
Vladimir Galouzine, Robert Brubaker, Nikolai Putilin, Vladimir Vaneev, Elena
Zaremba. Director musical: Michael Boder. Director de escena: Stein Winge.
Coproducción: G. T. Liceu/La Monnaie-Bruselas.
Vladimir Galouzine, Elena Zaremba y Vladimir Vaneev en Khovanchina de Musorgski en el Liceo
BARCELONA
NAC I O NA L
ACTUALIDAD
BARCELONA
Es Khovanchina una
gran obra de Musorgski,
que quedó incompleta
en la parte de canto y
piano y tenía muy pocos
fragmentos orquestados.
Hubo primero la versión
de Rimski-Korsakov, luego la de Shostakovich y Stravinski puso su grano de arena en la escena final. Para
esta ocasión, y un poco en
función del montaje se han
hecho unos retoques especialmente en la escena final
por parte Guerassim Voronkov, que suprime las fanfarrias y quiere dar al drama
un mayor intimismo. Los
resultados obtenidos fueron
muy interesantes y en gran
parte fue debido a la calidad
de las masas estables y a la
interesante dirección de
Michael Boder, que estimuló
a la orquesta, que supo ser
incisiva, pero también matizada, resaltó los momentos
brillantes, de la misma forma
que el carácter oscuro de la
trama, con dramas políticos,
religiosos y personales. El
coro del teatro demostró
que su ritmo ascendente no
es casual y que se crece en
las obras de mayor dificul-
tad, como es la que comentamos, en las que el pueblo
es protagonista, con un canto valiente, siempre seguro y
con una cuidada ductilidad,
en la que fue una de sus
grandes prestaciones. La
puesta en escena de Stein
Winge, con unos decorados
genéricos, salvo en las escenas interiores, destacaba por
el buen funcionamiento
escénico, con movimientos e
iluminación muy bien definidos, con pequeños errores
místicos, con un vestuario
de Claudie Gastine, de épocas distintas que creaba una
cierta confusión. La coreografía de Inger-Johanne Rütter mantuvo un nivel aceptable, aunque faltaba algo de
sensualidad.
La interpretación vocal
alcanzó un nivel válido, con
la presencia de Elena
Zaremba, profunda Marfa,
que expresó el amor, el
dolor y el carácter visionario
de forma clara y densa, Vladimir Ognovenko, que dio
poderío a Ivan y plasmó su
estilo primitivo y en el fondo superficial. Vladimir
Galouzine, brillante y extrovertido, que reflejó la perso-
nalidad de Andrei, aparentemente valiente, pero en el
fondo un hombre sin valor,
con un canto expansivo y
Nikolai Putilin, que dio a
Shakloviti una variada gama
de matices, con su doble
moral, variable según las
circunstancias.
Vladimir
Vaneev, al que afeitaron la
barba que llevan los de su
condición, empezó bien,
pero a medida que el drama
era más tenso, a su voz le
faltaba una mayor rotundidad para expresar el pensamiento fanático de Dosifei,
sobre todo cuando predica.
Otros elementos importantes del reparto fueron
Robert Brubaker suficiente
Golitzin, Graham Clark,
impecable como Escribiente, dando una lección de
cómo debe desgranarse un
personaje para conseguir
una total identificación,
Francisco Vas, que mostró
su gran profesionalidad
como Kuzka, y Natalia Timtxenko, correcta Emma, a la
que quizá faltaba algo de
brillantez en los momentos
más dramáticos.
Albert Vilardell
ACTUALIDAD
BARCELONA
OBC
VIDA, MUERTE, RESURRECCIÓN, MEMORIA
Barcelona. L’Auditori. 13-IV-2007. Nathalie Stutzmann, contralto. Director: Eiji Oue. Obras de Takemitsu, Mahler y
R. Strauss. 20-IV-2007. Inger Dam-Jensen, soprano; Iris Vermillion, mezzosoprano. Orfeón Pamplonés. Director:
Ernest Martínez Izquierdo. Mahler, Sinfonía nº 2 “Resurrección”. 12-V-2007. Àlex Alguacil, piano. Director: Jacques
Mercier. Obras de Charles, Prokofiev y Roussel.
Assumpta Burgués
C
on el regreso del director titular Eiji Oue, después de su dolencia de
cervicales, nos llegaron sendas reflexiones sobre la
muerte: de Toru Takemitsu,
Réquiem para orquesta de
cuerda, de Gustav Mahler,
Kindertotenlieder. Mortecina
y sin brillo, la versión de la
primera no logró transmitir
toda la esencialidad de la
pieza. Íntima y recogida, la
magnífica interpretación de
la contralto Nathalie Stutzmann —bella voz e intencionada expresión— dio esplendor a la versión de la segunda. La explosión de vida la
aportó Richard Strauss con su
Vida de héroe (1897-1898),
que, pese a algunos desajustes y a la falta de más contrastes y matices, provocó el
entusiasmo del público. La
Nathalie Stutzmann y Eiji Oue con la OBC
resurrección nos fue evocada
por la Sinfonía nº 2 de Mahler, en la que nos pareció
percibir la necesidad de
algún ensayo más, que seguramente habría redondeado y
pulido la versión que nos
ofreció Ernest Martínez
Izquierdo. Notable la prestación del Orfeón Pamplonés y
hermosa la parte de la mez-
zosoprano Iris Vermillion. La
memoria ha sido tratada por
Agustí Charles (Manresa,
1960) con su estreno absoluto de Elapsed memories (El
transcurrir de los recuerdos),
obra de 2006, encargo de la
OBC, con la que el autor ha
querido “seducir, conmover y
provocar emociones” al
público. La obra, cierto es, no
deja indiferente. El lenguaje
ha sido dulcificado respecto a
composiciones anteriores del
autor, explica más, no rehúye
efectismos y la imbricación
cuerda-percusión-metales no
concede tregua al oyente.
Lástima que Jacques Mercier
dotara a su dirección, más
atenta a lo rítmico que a lo
melódico, de un excesivo
volumen sonoro. Lástima, asimismo, de los insuficientes
ensayos —mal del día—, que
hurtaron cosas en la memoria
del sonido del estreno, ocultaron el buen hacer del pianista
Àlex Alguacil en el Concierto
para piano y orquesta nº 3,
op. 26 de Prokofiev y dieron
prevalencia al trazo grueso
sobre el refinamiento en Bacchus et Ariane de Roussel.
José Guerrero Martín
Festival de Música Antigua
PURO ORO DE LEY
Barcelona. L’Auditori. 26-IV/20-V-2007. Les Sacqueboutiers de Toulouse. La Real Cámara. Orchestra of the Age of
Enlightenment. The English Voices. Freiburger Barockorchester.
E
l Festival de Música Antiga de Barcelona ha cumplido su trigésima edición —trece conciertos entre
el 26 de abril y el 20 de
mayo de 2007—, culminada
en esta ocasión por la reunión en la Ciudad Condal de
la Red Europea de Música
Antigua, dedicada a la difusión de la misma en nuestro
continente. A juzgar por la
abundante asistencia de
público y por sus entusiastas
reacciones, el género goza
de buena salud. Holborne,
Byrd, Weelkes, Gibbons,
Locke, Dering, Ward y otros
anónimos fueron los compositores ingleses encargados
de abrir el ciclo, con madrigales y recreaciones de las
voces callejeras del Londres
a caballo de los siglos XVI y
XVII, un programa un tanto
monótono y resentido de
encerrar las sensaciones de
la calle en una sala de conciertos pero servido por la
altísima calidad de Les Sacqueboutiers de Toulouse. La
Real Cámara, con Emilio
Moreno al frente, nos hizo
gozar con un programa
sobre Domenico Scarlatti y
su entorno hispánico (Antonio de Literes y José de
Nebra). Excelente la actuación de la soprano Raquel
Andueza. La gran decepción
del Festival fue la inasistencia de Gustav Leonhardt,
que fue sustituido por Robert
Howarth al frente de la
Orchestra of the Age of
Enlightenment y The English
Voices. Hubo también sustituciones en los solistas: can-
taron la soprano Malin Christensson, el contratenor
Robin Blaze, el tenor Charles
Daniels y el bajo Joan Martín-Royo. No fue lo mismo.
Con un director de oficio
pero sin la personalidad de
la luminaria ausente y
teniendo en cuenta que las
tres Misas luteranas de J. S.
Bach (BWV 233-234, 236),
con materiales reaprovechados y poca música nueva en
ellas, tampoco están a la
altura de las grandes obras
de su autor, el resultado fue
correcto y digno. Y llegó la
clausura a cargo de la Freiburger Barockorchester. Puro
oro de ley. Desde la Sinfonía
nº 1 del genio de Salzburgo,
aún niño, hasta el impresionante Concierto para clarinete y orquesta K. 622 escrito el
mismo año de su muerte,
pasando por el Concierto
para piano y orquesta nº 27
K. 595, todo ha tenido el
marchamo de excelso.
Hemos escuchado otro
Mozart. Delicada orfebrería.
Finura máxima; exquisitez en
matices y contrastes; valoración de los tempi, pausas y
silencios, que están ahí para
producir la emoción buscada
por el autor. Momentos
sublimes.
Magnífica
la
orquesta y sobresalientes los
solistas: Gottfried von der
Goltz (violín y director), Kristian Bezuidenhout (fortepiano) y Lorenzo Coppola (clarinete). A la mayor gloria de
la música y de los instrumentos de época.
José Guerrero Martín
19
ACTUALIDAD
BILBAO
Cierre de temporada
SIEMPRE MÁGICA
Si se tratase de escoger
una obra que representase lo mejor que la ópera
ha dado a la historia del
arte bien podríamos
optar por este singspiel
mozartiano, obra inmortal
donde las haya. Mas, como
todo, ésta necesita de vez en
cuando nuevos aires, refrescarse, y por eso la lectura de
Spinosi nos pareció muy
acertada, porque renueva la
tímbrica mozartiana casi en
cada compás, escogiendo
tempi nada convencionales,
ahora muy vivos, ahora muy
relajados, siempre con la
intensidad y el aliento teatral
que se le reconocen. La
cuerda
del
Ensemble
Matheus sonó a veces algo
ahogada, pero globalmente
el rendimiento fue excelente,
igual que el del Coro de
Ópera de Bilbao, que cierra
con esta Flauta otra temporada para enmarcar.
Tamino y Pamina fueron
propuestos por dos cantantes, Topi Lehtipuu y Anna
Chierichetti, de medios voca-
Moreno Esquivel
BILBAO
Palacio Euskalduna. LV Temporada de la ABAO. 5-V-2007. Mozart, La flauta mágica. Topi Lehtipuu, Anna
Chierichetti, Milagros Poblador, Franck Leguerinel, Kwangchul Youn, Marta Ubieta, Alfonso Echeverría. Coro de Ópera
de Bilbao. Orquesta Ensemble Matheus. Director musical: Jean-Christophe Spinosi. Director de escena: Daniele
Abbado. Dirección de escena en Bilbao: Boris Stetka. Producción del Teatro Carlo Felice de Génova.
les, línea y presencia adecuados, si bien ambos se revelaron algo distantes en lo
expresivo. Sarastro fue
Kwangchul Youn, un buen
bajo de graves algo tremolantes que dijo sus dos arias
con cuidada nobleza, mientras el Papageno de Franck
Leguerinel cantó siempre con
gracia y buen gusto, y tuvo
además un magnífico eco en
la Papagena de Marta Ubieta.
Ya se sabe que Milagros
Poblador tiene las notas de la
Reina de la Noche, pero no
el temperamento, ni tampoco
una voz de suficiente robus-
tez. El día siguiente, con las
entradas a mitad de precio,
otros artistas, jóvenes y sobre
el papel en alza, subieron al
tablado del Euskalduna, y
desde luego la Reina de
Gladys Rossi estuvo bastante
más acertada, que no afinada, que la de la soprano
madrileña en la temible escena del segundo acto. Aprovecharon su oportunidad sobre
todo José Luís Sola, Rodino
Pogossov e Itziar Fernández
de Unda, y en ambas las tres
damas de Rossella Bevacqua,
Alexandra Rivas y Francisca
Beaumont, el Monostatos de
Markus Brutscher y el Orador
de Alfonso Echeverría lucieron sus posibles para estos
cometidos, aunque pocos se
llevaron tantos aplausos
como los muchachos del
Coro de niños de Tölz, tan
tiernos, entonados y fieles al
estilo.
La producción traída de
Génova y firmada por Daniele Abbado, hijo de Claudio,
está pensada en apariencia
sólo para entretener, con una
escenografía más bien simplona que tiene algo de ingenua, como si esta ópera fuese sólo eso, un cuento de
hadas para deleite de los más
pequeños, obviando casi por
completo cualquier referencia a sus presupuestos históricos. Eso sí, hubo movimiento, color y vida, impulsada en parte por la energía
que llegaba del foso, y a
veces es bueno quedarse con
ideas que al menos no manchen, por más que limpien lo
mínimo o nada.
Asier Vallejo Ugarte
Orfeo en Bilbao
CÁLIDO Y LATINO
Bilbao. Sociedad Filarmónica. 3-V-2007. Monteverdi, La favola d’Orfeo. Furio Zanasi, Anna Simboli, Sara Mingardo,
Monica Piccinini, Sergio Foresti. Concerto Italiano. Director: Rinaldo Alessandrini. Versión de concierto.
E
20
ra de esperar que la visita de Alessandrini con su
Concerto Italiano se convirtiese en uno de los mayores acontecimientos de la
temporada. Venía con el
Orfeo de Monteverdi, el primer gran título del género
operístico, una puerta abierta a todo lo que vino después, hoy tan actual como
en la Mantua del recién inaugurado setecientos. Y tan
moderna, ¡qué bien lleva sus
cuatro siglos de vida la
madre de todas las óperas!
La habilidad con que
Alessandrini se mueve en
estos territorios nace de años
de dedicación en todos los
órdenes posibles, y los resultados son fascinantes. Música y palabra aparecieron en
relación íntima, como cuerpo y alma, cada una con sus
acentos y sus cadencias, perdidas en unas texturas muy
claras, de vivos y luminosos
colores. El director romano,
tan versado en las esencias
retóricas de estas músicas,
tan pendiente de las inspiraciones madrigalescas, acaricia en el bucolismo y emo-
ciona en lo desolador, en un
discurso de rasgos latinos,
cercano y cálido, nunca distante.
La fanfarria inicial ya
anticipaba una entrega total
por parte de los miembros
del Concerto Italiano a las
ideas de su líder, alcanzando
un nivel de excelencia que
en ningún momento de la
noche decayó lo más mínimo. Furio Zanasi hizo su
Orfeo desde dentro, sensible
y emotivo, bellamente delineado, con una voz flexible
que sólo en la zona alta pier-
de un punto de solidez. Brillaron con luz propia la
soberbia y conmovedora
Messagiera de Sara Mingardo, de una misteriosa y lacerante humanidad, y la angelical Proserpina de Anna
Simboli, sensacional en sus
súplicas a Plutón, si bien la
labor de conjunto fue siempre milagrosa. Al final todos
estábamos un poco en los
cielos, como Apolo y Orfeo,
maravillados ante tanta
belleza monteverdiana.
Asier Vallejo Ugarte
ACTUALIDAD
CASTELLÓN
Programa Checo
CUENTOS Y DANZAS
La prodigiosa cuerda de
la Filarmónica Checa
revalidó su gloriosa
fama, en su presentación
en Castellón en la sala
sinfónica del Auditori,
con un concierto de
autores patrios, conducido
por el titular de la orquesta
que fue, sin duda, el mayor
artífice del triunfo. Zdenek
Mácal es un director muy
sugestivo, de dicción especialmente poética y muy
válido, por eso, en el repertorio romántico. Preciso y
claro en el gesto y muy atento a los cambios de métrica,
fue es especialmente receptivo a los acentos paisanos (el
segundo tiempo del Cuento
de Suk o la Danza eslava de
Dvorák que sirvió de propina) no cayendo nunca en el
folclorismo banal, antes
bien, dando una dimensión
de gran estética a las citas
populares. El sonido denso
de los violonchelos que se
pudo oír en tiempos del glorioso Neumann (1989 en
Valencia) lo sigue conservando la centuria, con ese
carnoso acento baritonal que
se evidenció en los primeros
compases de la obra de Suk,
en la música fúnebre o en el
final, por no hablar del inicio
de la Octava Sinfonía de
Dvorák. Pero no quedaban
ahí las virtudes. El concertino respondió a las cuerdas
graves, con una cristalina
sonoridad y poético arrobamiento en el tema de amor
de Radúz y Mahulema,
seguido por el aliento coral
de todos los arcos, especialmente seductor en la música
fúnebre de esta melódica
obra (ignota por estos lares)
a la que el director (que le
tiene especial simpatía)
extrajo idílicos acentos.
Como hemos dicho, si elocuentes fueron los chelos en
la primera parte, se les esperaba en el inicio de la Octava Sinfonía de Dvorák y dieron la medida de su dicción,
como luego en la reexposi-
ZDENEK MACAL
CASTELLÓN
Carlos Pascual
Auditorio. 19-IV-2007. Filarmónica Checa. Director: Zdenek
Mácal. Obras de Smetana, Suk y Dvorák.
ción y en las semicorcheas
de la romanza del cuarto y
último tiempo. ¡Qué sonoridad más noble y más densa!
El maestro, en la concepción
de la obra estuvo más cercano al lenguaje de Dvorák
que al de Brahms, pero la
rotundidad de la instrumentación del hamburgués,
(maestro del bohemio, que
tanto le admiraba) estuvo
manifiesta en la opulencia
sonora que en todo momento lució la orquesta (por
más que los trombones en
algún momento pecaron,
muy venialmente, de agrios).
El sugestivo diálogo del violín, la flauta y el oboe, surgiendo de la espesura frondosa del tutti en el descriptivo e idílico segundo tiempo, fue otros de los muchos
momentos mágicos, aunque
posiblemente fuera el vals
del tercer tiempo el más
sugestivo. La sonoridad tuvo
raptos de ese erotismo que
manifiesta la música de
Richard Strauss, merced a la
dicción sensorial de la batuta, que quiso relamerse en la
melodía suave y cadenciosa.
No cabe sino hablar excelencias de la audición y del programa que pese a no ser
popular cuajó de inmediato
en la audiencia por su atractivo y por su sincera y legítima interpretación.
Antonio Gascó
21
ACTUALIDAD
GRANADA / JAÉN
Temporada de la Orquesta Ciudad de Granada
DÍA COMPLETO CON HAYDN
El décimo (y penúltimo)
programa sinfónico de la
Orquesta Ciudad de Granada tuvo como protagonista del Concierto para
oboe en re menor BWV
1059 de Bach al excelente Eduardo Martínez, oboe
solista de la OCG desde
1991. La legitimidad de la
reconstrucción de Arnold
Mehl para oboe es tan discutible como las otras versiones
corrientes para clave, dado
que sólo nos han llegado de
mano de Bach los nueve primeros compases de la versión para clave, coincidentes
parcialmente con el inicio de
la sinfonía de la cantata BWV
35, ésta con órgano “obligato”. Puede aventurarse que la
sinfonía de la segunda parte
de la cantata procede, si
aceptamos la hipótesis de un
concierto que precedería a la
cantata, del último movi-
miento de ese concierto
hipotético. Como segundo
movimiento del concierto,
Spitta propuso la primera
aria de la cantata, solución
contestada por Leonhardt en
su reconstrucción para clave
y aparentemente aceptada
por Mehl en su reconstrucción para oboe. En cualquier
caso, la única composición
enteramente de Bach es la
cantata BWV 35 Geist und
Seele Word verwirret (Espíritu
y alma se sienten confusos).
Las tres sinfonías de
Haydn que constituyeron el
grueso del concierto forman
el único “ciclo” sinfónico del
austriaco, excepcionalidad a
la que contribuyen los elementos de música programática en su apertura y cierre,
que anuncian el amanecer
de la Creación y la tempestad de las Estaciones. Con
toda seguridad constituyeron
KEES BAKELS
GRANADA
Auditorio Manuel de Falla. 18-V-2007. Eduardo Martínez, oboe. Orquesta Ciudad de Granada. Director: Kees Bakels.
Obras de Bach y Haydn.
su carta de presentación ante
sus patronos los Esterházy.
Dos son los elementos más
destacables: el primero, su
alejamiento del origen italiano en la obertura de ópera,
siendo las primeras sinfonías
en que Haydn se acerca a la
estructura de la sinfonía del
clasicismo vienés, de la que
él mismo establecerá el paradigma. El segundo, el deseo
de agradar también a sus
subordinados músicos, ofreciendo a los solistas de la
excelente orquesta de los
Esterházy múltiples oportunidades de lucimiento. Esto
último lo aprovecharon los
solistas de la OCG, de los
que cabe destacar al concertino, Peter Biely, así como al
segundo violín, Alexis Aguado, igual que Juan Carlos
Chornet a la flauta y Santiago
Ríos al fagot, todos destacados en la primera de las sinfonías del ciclo, Le matin.
Frano Kakarigi al contrabajo
protagonizó los tríos de los
tres Menuetti. La orquesta
confirmó su conocida afinidad con Haydn, a lo que
contribuyó un inspirado
Bakels, que bailó literalmente con la Tempesta que concluye Le soir, última sinfonía
del ciclo.
Joaquín García
Final del XLIX Concurso Internacional de Piano “Premio Jaén”
EQUILIBRIO DE FACULTADES
Aula Magna de la Universidad. 20-IV-2007. Miao Huang, Tomoaki Yoshida y Uki Ovaskainen. Orquesta de Córdoba.
Director: José Gómez. Obras de Chopin, Schumann y Beethoven.
JAÉN
El “Premio Jaén” de piano se va acercando a su
cincuenta aniversario
con gran vitalidad, dado
el prestigio adquirido por la
importancia económica de
sus premios y la calidad de
los componentes de sus jurados, en los últimos años presididos por el maestro Guillermo González, que suele
dotar con presencias relevantes su composición,
como ha sido en esta edición, entre otros, la del pianista israelí Ilan Rogoff, que
dio un interesante recital
inaugural, y la del crítico y
musicógrafo norteamericano
Jeremy Siepmann, gran
conocedor de la música para
este instrumento como editor de Piano, muy reconocida revista especializada.
22
La cada vez mayor presencia de concursantes asiáticos de extremo oriente se
ha manifestado en esta final
con la participación de la
china Miao Huang, que ha
quedado en segundo lugar,
con una versión del Concierto nº 2 de Chopin llena de
lirismo, desde una articulación clara y pulsación de
contrastada dinámica. En el
Larghetto central manifestó
sus mejores cualidades que
hicieron que se mantuviera
hasta el último momento
como firme candidata al primer premio.
Éste ha recaído en el finés
Ovaskainen, el concursante
de más sólida formación
como pudo apreciarse en su
interpretación del Concierto
nº 5 de Beethoven y especial-
mente en la magistral lectura
de la obra Tempo breve de
Joan Guinjoan, obra destinada
al concurso encargo del
CDMC y la Diputación de
Jaén, que le llevó a obtener
también el Premio de Música
Contemporánea. En el Emperador demostró su equilibrio
de facultades, mostrándose en
todo momento como un líder
ante la orquesta, que hizo en
esta obra su mejor lectura de
la velada. La pulsación heroica en el primer movimiento
mantuvo la tensión de su discurso. La conmovida concentración en el Adagio hizo que
manifestara su mejor delicadeza, para terminar con un
gozoso Allegro final lleno de
luminosa transparencia. El
arte de este pianista, que también obtuvo el premio del
público, subió enteros en la
bien concebida obra de Guinjoan, compuesta por una
introducción seguida de cuatro variaciones y un virtuosístico final, que cierra esta creación de gran musicalidad y
notables esencias pianísticas.
La correcta lectura del
Concierto de Schumann por
parte del japonés Yoshida fue
poco favorecida por la
orquesta en su más débil
interpretación en esta final,
siendo su tercer puesto compensado con la obtención del
Premio “Rosa Sabater”, como
mejor intérprete de música
española, auque con una versión plana y poco trascendente del Corpus Christi en
Sevilla de Isaac Albéniz.
José Antonio Cantón
ACTUALIDAD
JEREZ
Irina Mataeva se revela como Tatiana
TEATRO ESTREMECIDO
Teatro Villamarta. Chaikovski, Evgeni Onegin. Vladimir Chernov, Irina Mataeva, Ismael Jordi, Marina Pardo, Emilia Boteva,
Mabel Perelstein, Felipe Bou, Josep Ruiz, Miguel López Galindo. Coro del Teatro Villamarta. Orquesta Filarmónica de
Málaga. Director musical: Vladimir Ponkin. Director de escena: Horacio Rodríguez Aragón.
JEREZ
De las catástrofes y
estragos que la literatura
—tanto la buena como
la mala— puede suscitar
sobre determinadas sensibilidades contamos con testimonio abundante, ya sea
literario (Don Quijote o Ana
Ozores son tan sólo ejemplos particularmente prominentes y palmarios de ello),
ya emanado de la propia
biografía. “Busco un drama
íntimo, pero poderoso, que
se base en un conflicto de
situaciones que hayamos
visto o experimentado y que
consiga conmoverme en lo
más íntimo”, le escribía
Chaikovski a su ex-alumno y
ahora compañero Sergei
Taneiev a propósito del pushkiniano Evgeni Onegin, en
una declaración que trasluce
una confesión al par dolorosa y ardientemente sincera.
El estreno en Jerez del
emocionantísimo drama lírico chaikovskiano se saldaba
con un éxito atronador,
rotundo, rozando el absoluto, casi sin paliativo digno
de consideración. Ponerle
peros a una despampanante
belleza por apenas un lunarcito más parecerá absurda
racanería o pamplinería de
tiquismiquis que otra cosa.
Cuando casi tres horas de
teatro lírico se te pasan en
un suspiro, el corazón parece perennemente encogido
y te olvidas de que existen
los relojes es que algo grande está pasando allá arriba,
digo yo…
Y eso que no nos las
prometíamos demasiado felices: un mes antes de la cita,
enterados de la misteriosa
“caída de cartel” de Ainhoa
Arteta, no pocos nos dijimos: “¡Uf! ¡A ver a quién nos
‘cuelan’ ahora!”. Pues bien,
no estoy en absoluto seguro
de que saliéramos perdiendo con el cambio (¡y mira
que la vasca es grande, eh!);
pero es que lo de esta
muchachita rusa, Irina
Irina Mataeva en Evgeni Onegin de Chaikovski en el Teatro Villamarta
Mataeva, es que fue… sensacional. ¿Cabe imaginar,
acaso, una Tatiana mejor? Lo
dudo: por voz, por temperatura emocional, por talante
dramático, por presencia
escénica…, vamos, el misterio de la encarnación. Dueña
de una voz de lírico-spinto
cálida y poderosa, tímbricamente opulenta, la rusa tiene la pasta vocal, el imán
escénico y el genio interpretativo de una primerísima
figura, con lo que habrá de
llegar —ya lo está haciendo,
de hecho— muy lejos en su
carrera.
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Su escolta tampoco
anduvo desencaminada: Vladimir Chernov sacó adelante
su Onegin con general solvencia, pese a lo gris y desagradecido del rol, y particularmente en la escena final
estuvo inconmensurable. El
tenor jerezano Ismael Jordi,
por su parte, dejó bien claro
que éste puede ser uno de
sus caballos de batalla para
los próximos años, encarnando a un Lenski brillante
y pasional, alumbrado de
mediterránea luminosidad,
prácticamente inatacable en
lo vocal e inapelable en lo
actoral. A altura similar rayaron la Olga de Marina Pardo,
graciosilla, pimpante y
coquetuela, la matronesca
Madame Larina de Emilia
Boteva y el Príncipe Gremin
de Felipe Bou, sólido e inspiradísimo en su aria de
lucimiento. Vladimir Ponkin,
en el foso, demostró conocimiento, apasionamiento y
dominio, si bien no siempre
consiguió embridar dinámicamente a la aguerrida agrupación orquestal malagueña.
Muy acertada, asimismo,
la producción escénica y los
figurines de Jesús Ruiz, procedentes del Festival de
Ópera de Oviedo: tradicionales, bonitos y pulcramente
elaborados, de líneas clásicas, sin las estridencias ni
“desmadres del ingenio” hoy
tan en boga; y lo mismo
puede decirse del trabajo
direccional de Horacio
Rodríguez Aragón, ideado
con general olfato escénico
y, a veces, incluso con palmaria brillantez (así, por
ejemplo, en la escena del
desafío, resuelta con un fresco dinamismo bajo el que se
adivinaba la milimetrada
labor de “tiralíneas”). Una
velada lírica, en resumidas
cuentas, de las que hacen
afición y perduran en la
memoria.
Ignacio Sánchez Quirós
23
ACTUALIDAD
LA CORUÑA
Efemérides de la OSG
CONMEMORAR TRES LUSTROS
LA CORUÑA
Palacio de la Ópera. 20-IV-2007. Daniel Hope, violín. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Víctor Pablo Pérez.
Obras de Brahms y Zemlinsky. 26-IV-12007. Ana Häsler, mezzosoprano; Jorge Federico Osorio, piano. Real
Filharmonía de Galicia. Director: Jesús Amigo. Obras de R. y E. Halffter Poulenc y Braga Santos. 2-V-2007. Jean-Yves
Thibaudet, piano. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Víctor Pablo Pérez. Obras de Balboa, Saint-Saëns y
Berlioz. 5 y 6-V-2007. Ruth Rosique, soprano; Jordi Doménech, contratenor; Thomas Mohr, bajo. Niños Cantores,
Coro Joven y Coro Mixto de la OSG. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Víctor Pablo Pérez. Obras de Castro y
Orff. Teatro Colón. 24-IV-2007. Jorge Federico Osorio, piano. Obras de Beethoven, Brahms y Schubert. Auditorio
Caixa Galicia. 28-IV-2007. Grupos de cámara de la Sinfónica de Galicia. Obras de Shostakovich-Barshai y Reicha.
24
Una avalancha de conciertos ha ocupado el
último tramo de abril y
el comienzo de mayo. Se
concluía la temporada
de la OSG y además se
celebraba el XV aniversario de un proyecto que
es hoy esplendorosa realidad para La Coruña: la existencia de una gran orquesta
sinfónica con tres coros de
excelente nivel. El Concierto
para violín, de Brahms, y la
Sinfonía en si bemol mayor,
de Zemlinsky llenaron el primer acto musical. Hope,
polifacético y mediático,
obtiene del violín un sonido
hermoso pero pequeño y
además, con cierta incómoda frecuencia, las notas no
se sitúan en su sitio; por lo
demás, la versión del precioso concierto fue muy notable. Al igual que la sinfonía
de Zemlinsky, partitura estimable (tal vez no más que
eso), muy bien tocada por la
OSG y Víctor Pablo Pérez.
Nos visitó la Filharmonía sin
su director titular, Ros Marbà; Amigo es un profesional
serio y eficaz que sabe llevar
a buen puerto un programa;
lo cual no es pequeña cosa,
pero su técnica rectora no
arrebata. El programa, muy
bien elegido, incluía las canciones portuguesas de E.
Halffter; la mezzo cubana
Häsler gustó mucho por su
voz de timbre intenso y carnoso, que se proyecta admirablemente, aunque no se
halla exenta de ciertas irregularidades. Osorio estuvo
soberbio en el Concierto de
Poulenc —preciosa obra
que debería ser más conocida. Completaron el programa la Suite nº 1, de R. Halffter y Encruzilhada, suite de
ballet, de Braga Santos.
Lamento no poder emitir jui-
Daniel Hope y Víctor Pablo Pérez
Jean-Yves Thibaudet y Víctor Pablo Pérez
Concierto-proyección de la Sinfonía Fantástica de Berlioz
cio crítico del concierto en
que se escuchó la notable
música que el malogrado
compositor coruñés, Manuel
Balboa, escribió para el film
Canción de cuna; al parecer, Thibaudet tocó muy
bien el concierto de Saint-
Saëns; la interesante experiencia de interpretar la Fantástica, de Berlioz, con proyección de fragmentos cinematográficos de procedencia
diversa no acabó de resultar
del todo satisfactoria. El concierto conmemorativo del
cumpleaños de la orquesta
fue duplicado: sábado
noche, matinal del domingo; asistieron unas tres mil
personas, en total. La obra
de Castro, compositor
argentino de origen gallego,
es una excelente partitura
(una especie de rapsodia
sobre temas populares), que
tal vez necesite ser escuchada más veces para que gane
el favor del público. Soberbia interpretación de la
orquesta y el coro mixto. Es
preciso rendirse ante la
impresionante versión de
los Carmina burana, interpretada por los tres solistas
—excelentes los tres; atención al joven contratenor
Doménech—, los tres coros
y la orquesta en plenitud;
unos trescientos intérpretes
sobre el escenario.
Osorio aprovechó la
estancia en una ciudad que
le tiene en alta estima para
ofrecer un formidable concierto en el remozado Teatro
Colón: Beethoven (Sonata
nº 30), Brahms (Sonata nº 3,
opus 5), Schubert (Sonata D.
960); de regalo, Fuegos de
artificio (II, 12) y La catedral sumergida (I, 10), de
Debussy: asombroso. En el
auditorio de Caixa Galicia,
actuaron dos grupos de
cámara de la OSG: la
orquesta de arcos tocó la
Sinfonía de cámara para
cuerdas (versión autorizada
por el autor) del Cuarteto de
cuerda nº 8, de Shostakovich; trabajo extraordinario,
que roza la genialidad, de
Barshai. El Quinteto de
Viento (primeros atriles de la
orquesta: Walker, Hill,
Ferrer, Harriswangler, Bushnell) tocó el conocido
Quinteto op. 88, de Reicha.
Julio Andrade Malde
ACTUALIDAD
LAS PALMAS
XL Festival de Ópera “Alfredo Kraus”
DE NOVEDADES Y REENCUENTROS
LAS PALMAS
Auditorio Alfredo Kraus. 16-IV-2007. J. Strauss, Die Fledermaus. Yolanda Auyanet, Mariola Cantarero, Manuel Lanza,
Peter Edelmann, Nancy Herrera, Carlos Bergasa, Enrique Folger. Director musical: Eric Hull. Director de escena
escenografía y adaptación: Mario Pontiggia. Teatro Pérez Galdós. 13-V-2007. Cilea, Adriana Lecouvreur. Fiorenza
Cedolins, Giuseppe Gipali, Mariana Pentcheva, Juan Tomás Martínez, Elia Todisco, Juan Antonio Sanabria. Director
musical: Fabrizio Carminati. Director de escena y escenografía: Iván Stefanutti.
26
Dos producciones de
muy variada índole, en
cuanto a estilos, ubicaciones y planteamientos,
han constituido los títulos tercero y cuarto de
esta cuadragésima edición del Festival de Ópera de Las Palmas de Gran
Canaria: El murciélago y
Adriana Lecouvreur. En
efecto, de la chispeante,
optimista y hasta frívola
atmósfera de la opereta vienesa de Strauss al trágico
mundo quasi verista de
Cilea, pocos nexos comunes
podríamos hallar, salvo una
voluntad abiertamente coincidente en ambas producciones: la elegancia que sirve
de marco común en los
casos y que comprende tanto a los planteamientos escénicos como a los musicales.
Con este Fledermaus,
programado por vez primera
en este Festival, se producía
la despedida de la ópera en
el Auditorio Alfredo Kraus
toda vez que, una vez finalizadas las obras del Teatro
Pérez Galdós, vuelve el certamen a su espacio natural,
que en este caso se ha reanudado con Adriana Lecouvreur. Y para esta despedida
de la macrosala de la Playa
de las Canteras, Mario Pontiggia desarrolló una brillante realización escenográfica,
bellísima en lo estético y
plenamente funcional, amén
de una espléndida adaptación del texto hablado, traducido al castellano. Se dio
la feliz circunstancia, además, de que se ofreció la
obra en una versión fidelísima al original, hecho francamente inhabitual en el devenir de la magnífica opereta
straussiana.
Y si la hilarante puesta
en escena hizo las delicias
del público, no fue a la zaga
el mérito de lo musical, sustentado en un espléndido y
Fiorenza Cedolins y Giuseppe Gipali en Adriana Lecouvreur
compacto plantel vocal, sin
fisuras ni desequilibrios.
Extraordinaria en todos los
sentidos resultaron Auyanet
(especialmente brillante en
las difíciles Czardas), Cantarero (deliciosa Adele) así
como Herrera, todo un lujo
de Orlofsky, en los roles
femeninos principales. Lanza
estuvo magnífico en su tirante rol, al igual que Edelmann, de intachable estilo.
Bergasa volvió a demostrar
que no hay personajes
pequeños cuando se hacen
con tanta profesionalidad y
derroche de medios, lo que
es también aplicable al resto
del reparto, Folger, Navarro
y Castal. La grata sorpresa
del joven tenor canario Francisco Corujo así como la presencia de solistas del Ballet
de la Ópera de Viena, constituyeron las novedades de
la fiesta de Orlofsky, tras la
cual aún quedaría otra sorpresa digna de mención: la
espléndida actuación de Luis
Varela como Frosch. Eric
Hull dirigió con batuta perfectamente conocedora del
estilo vienés, haciendo gala
de elegancia y buen humor;
fue secundado con la solvencia habitual de una excelente Orquesta Filarmónica
de Gran Canaria al igual que
el brillante Coro del Festival
de Ópera, impecable en lo
musical y en lo actoral.
Digna de ser alabada así
mismo fue la dirección de
Carminati en la nada fácil
Adriana Lecouvreur, con
plausible búsqueda de equilibrio entre foso y escena, en
la reestrenada ubicación del
Pérez Galdós y las peculiaridades que en cuanto a condiciones acústicas conlleva.
La tragedia lírica de Cilea fue
ambientada en clave estética
Art nouveau, en abierto guiño a la época de Sarah Bernhardt, gran intérprete del
drama de Scribe y Légouvé
en que se basa la ópera. De
nuevo la sobriedad en lo
escénico y la refinada elegancia del vestuario, firmados por Stefanutti marcaron
la impronta en lo teatral. Sin
embargo, en lo vocal, a diferencia del título antes reseñado no hubo un equilibrio
similar. La gran Fiorenza
Cedolins marcó el punto de
mayor altura en lo canoro y
en lo interpretativo, con
momentos sobrecogedores
como el monólogo del tercer acto o el espléndido dúo
con la Princesa, bien encarnada por Mariana Pentcheva, de generoso y convenientemente oscuro instrumento. Muy solvente asimismo fue Juan Tomás Martínez
en Michonnet, impecable en
musicalidad e interpretación,
al igual que Juan Antonio
Sanabria, espléndido Abate.
Pero, dada su importancia
que juega el tenor protagonista, la no muy adecuada
vocalidad de Giuseppe
Gipali para las exigencias
que plantea Cilea, hicieron
que se resintiera el equilibrio general, pese a que el
tenor albanés exhibiera firmeza y seguridad en los
agudos. Todisco, Mª José
Suárez, Kenia Reyes, Francisco Navarro y Muruaga
completaron el reparto con
profesionalidad sobrada.
Como era previsible y de
justicia, la Cedolins recibió
las más calurosas ovaciones
tras su vibrante interpretación. Excelente la Filarmónica grancanaria en la que se
hizo de nuevo destacar la
concertino en sus magníficos
solos.
Leopoldo Rojas-O’Donnell
ACTUALIDAD
LUGO
Calidad e inteligencia
QUIEN QUIERE, PUEDE
Kasskara
Nueva edición del Festival Ciudad de Lugo, un
ejemplo de lo mucho
que se puede hacer en
una ciudad pequeña cuando
se tienen voluntad de hacerlo y todos los años, haya
elecciones o no. Su concierto inaugural corrió a cargo
de la soprano chilena Cristina Gallardo-Domâs con
Nauzet Mederos al piano,
que demostró ser un gran
acompañante. Toda una primera figura que atrajo a
mucho público de Lugo y de
otras ciudades gallegas. Las
canciones de Nin sirvieron
para la puesta a punto,
alcanzando ya un alto nivel
con las Tonadillas en estilo
antiguo de Granados, aunque hubiera sido deseable
una dicción más clara. Finalizó la primera parte con las
Cinco canciones negras, el
extraordinario ciclo de Montsalvatge, del que ambos
intérpretes ofrecieron una
lectura magistral con su punto culminante en la Canción
de cuna para dormir a un
negrito. Como era de esperar, a la cima se llegó en la
segunda parte, dedicada a
arias de óperas de Puccini,
compositor en el que la
soprano es, hoy por hoy,
imbatible. Cinco personajes
tan distintos como las protagonistas femeninas de Le
villi, Manon Lescaut, La
bohème y Gianni Schicchi
más la Liu de Turandot, fueron expuestos con toda la
requerida variedad de matices expresivos, con un fraseo y una plenitud vocal
excepcionales. Dos bonus
de Gounod y Catalani, cerraron su magnífico recital.
Acometer en una única
sesión la interpretación de
las tres últimas sonatas para
piano de Beethoven tiene
tela, que diría el castizo, por
la necesidad de concentración que tal densidad conceptual exige. Bien es cierto
CRISTINA GALLARDO-DOMÂS
LUGO
Festival Ciudad de Lugo. 21-IV-2007. Cristina GallardoDomâs, soprano; Nauzet Mederos, piano. Canciones de Nin,
Granados y Montsalvatge; arias de Puccini. 27-IV-2006. Paul
Lewis, piano. Beethoven, Sonatas nºs 30-32.
que, como cierre de su grabación de la integral de las
sonatas, Paul Lewis las está
ofreciendo en numerosos
auditorios de Europa y América y estupendo ha sido
que, gracias a una excelente
programación del festival, se
haya aprovechado la oportunidad de poder escucharle
en el Auditorio del Conservatorio. El joven pianista de
Liverpool puso su soberbia
técnica al servicio de una
visión seria y meditada,
compaginando sensibilidad
expresiva y sentido rítmico,
precisión y aparente espontaneidad, virtudes que se
resumieron en la forma de
exponer la maravillosa Arietta que cierra la última sonata. Muy gratificante resulta
comprobar que las grabaciones de los Arrau o los Richter no son la única visión
válida de las grandes obras
pianísticas, que en el presente hay jóvenes capaces
de aportar otras, dándoles
vida. En cuanto al público,
en el que había mucha gente joven, fue más numeroso
que el asistente al recital
dado por Nikolai Luganski
en la edición del pasado año
en el mismo local, una prueba de consolidación de este
festival, modesto, pero con
ejemplos de una calidad que
era impensable hace muy
poco tiempo.
José Luis Fernández
27
ACTUALIDAD
MADRID
¿Una antiópera?
FASCINACIÓN ENGAÑOSA
28
Fascinante Viaje; viaje
interior a través del espacio y del tiempo, hacia el
Simorgh, el rey de los
pájaros, analogía de la
divinidad, “origen y destino de todo viajero y de
cualquier buscador de la
trascendencia”. Un viaje
hacia un más allá a la frontera indeterminada entre la
vida y la muerte, hacia la
anhelada unión mística Amado-Amada. Cuestiones de
alto voltaje a las que siempre
ha sido proclive el compositor, que ha paladeado un
manjar como el de la narración poética de Juan Goytisolo Las virtudes del pájaro
solitario, a la que ha añadido
otras ideas y sugerencias
derivadas de una amplia
serie de fuentes.
Variado entramado distribuido en múltiples estratos
musicales y filosóficos con
inteligencia, servido con
música de gran refinamiento,
de inusitada calibración tímbrica, aquilatada, alquitarada, que no termina de ser
del todo eficaz en el esperado proceso de la inteligibilidad del mensaje. La narración se espesa y complica,
se oscurece; no prospera
adecuadamente. ¿Una antiópera? (eso se decía, salvando
distancias, de Pelléas). Una
nueva forma de teatro musical, no conseguida. Estamos
ante una partitura imposible
de conocer, de desentrañar
en una sola audición.
Giros modales, salmodias, divisis, sutilísimas
dinámicas, empleo de instrumentos inhabituales, cánticos de muecines, homofonías, contrapuntos, disonancias, consonancias, timbres
inauditos, continuas repeticiones… Todo ello va conformando un tejido envolvente pero casi siempre
difuso. No hay perspectiva
sonora para darse cuenta de
tantas vicisitudes, tantos
colores, alusivos por lo
Javier del Real
MADRID
Teatro Real. 9-IV-2007. Sánchez-Verdú, El viaje a Simorgh. Lucas Meachem, Ofelia Sala, Carlos Mena, José Manuel Zapata,
Marcel Pérès, Jesús Castejón, Celia Alcedo, Itxaro Mentxaca, Cesc Gelabert, Ara Malikian. Director musical: Jesús López
Cobos. Director de escena y escenografía: Frederic Amat. Figurinista: Cortana.
Ofelia Sala en El viaje a Simorgh de José María Sánchez-Verdú en el Teatro Real
general a acontecimientos
surgidos a lo largo de la no
acción. Las tres violas da
gamba que aparecen en instantes estratégicos, se ven
pero casi nunca se oyen,
con lo que se pierde uno de
los efectos más buscados y
teóricamente conseguidos.
El despliegue vocal es muy
amplio y en la escritura
vocal se dan cita parlato,
sprechgesang, vocalizaciones, respiraciones, ataques
súbitos, largas melopeas,
melismas… y silencios.
La puesta en escena es
fantasiosa, imaginativa y sirve propósitos tan trascendentes en un permanente
cambio de cuadros —son 14
las viñetas— que no dan respiro, aunque a veces esa
potencia y colorido acaban
por sepultar los juegos frágiles, los equilibrios de la partitura, que encuentra en las
manos de López Cobos desahogo, adecuada, pero insuficiente, gradación, planos
medidos y expresión alucinada; aunque no tanta que
nos llegue a penetrar el
mensaje profundo, el sentido
místico y la elevación. En
general, la orquesta funcionó
con la delicadeza pedida,
como el coro, que tenía asimismo una prueba dificilísima, entonando textos de las
más diversas culturas. Y
como la mayoría de los solistas. Mención especial a la
limpieza y afinación de Ofelia Sala, a la sonoridad
robusta encantadora del contratenor Carlos Mena, a la
finura y aérea facilidad del
tenor José Manuel Zapata.
Arturo Reverter
ACTUALIDAD
MADRID
Nueva producción de la zarzuela grande de Chapí
EL REY DE EXCURSIÓN
Jesús Alcántara
Madrid. Teatro de la Zarzuela. 20-IV-2007. Chapí, El rey que rabió. Jorge de León. Susana Cordón. Amelia Font. Luis
Álvarez. Emilio Sánchez. Lorenzo Moncloa. Francisco J. Jiménez. Francisco Latorre. Ismael Fritschi. Emilio García
Carretero. Celestino Varela. Coro del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director musical:
Miquel Ortega/José Miguel Pérez-Sierra. Director de escena: Luis Olmos.
P
resentó el Teatro de la
Zarzuela una producción distinta a la escenificada en la temporada lírica
1996-97. El rey que rabió,
denominada por sus autores
—Chapí, Ramos Carrión y
Vital Aza— zarzuela cómica
en tres actos, es una verdadera opereta que también puede calificarse de cuento fantástico. El Heraldo de Madrid
en su reseña periodística después del estreno del 21 de
abril de 1891, decía que Chapí tuvo que saludar más
veces que un cortesano en
día de besamanos, tal parece
ser el triunfo que obtuvo y
que en esta nueva producción, después de ciento dieciséis años justitos, parece
también haberlo conseguido.
Y no es de extrañar, ya que
su partitura es chispeante y
sobresale por su unidad llena
de matices dinámicos y
expresivos, además de ser
obra amena, llena de intenciones y una deliciosa sátira
de los malos gobiernos, los
malos médicos y los amantes
con prejuicios, por señalar
algunos de sus contenidos.
Casi todos los números
están plenamente logrados:
el delicioso minueto clásico
con su correspondiente trío
y coda, de orquesta sola (nº
1c); el cuarteto de la risa de
voces masculinas cómicas
en forma de polka rápida (nº
4); la arieta famosa de Rosa
Yo que siempre de los hombres me burlé, de estructura
tripartita (nº 9a) del segundo
acto; el coro de segadores,
página verdaderamente descriptiva, de corte popular (nº
10a); el célebre coro de doctores del tercer acto (nº 16),
que ha mantenido siempre
su popularidad por su indudable gracia y efecto cómico. No debemos olvidarnos
de un número realmente original y curioso como el breve, pero poético, Nocturno
instrumental para cuerda, a
El rey que rabió de Chapí en el Teatro de la Zarzuela
modo de intermedio dentro
del cuarto cuadro. De lo
dicho se desprende que nos
encontramos ante una
magistral partitura de la zarzuela grande, a la que, en
esta ocasión, se la ha sabido
tratar convincente y convenientemente tanto por el
equipo escénico como por
el musical. Luis Olmos plantea el espectáculo con cierto
carácter circense, con malabarismos y otras demostraciones habilidosas gracias a
la contribución de las escuelas municipales de circo de
Alcorcón (EMCA) y Carampa, pero situando todo en su
lugar, no dejando que todo
ello sobrepase lo que es la
obra en sí, dentro de un
planteamiento eficaz y ocurrente. La obra se desarrolla
como un fluido divertimento
al que contribuye un decorado y un vestuario muy colo-
rista que resulta original por
su cercanía con lo naíf y
algo de arte pop. Bravo por
el maestro Olmos.
Vocalmente destacan
cuatro personajes principales, el Rey, Rosa, su primo
Jeremías y el general, que
pertenecen a los tipos de
voces de tenor lírico, soprano, tenor cómico y barítono
lírico encarnados por Jorge
de León, Susana Cordón,
Emilio Sánchez y Luis Álvarez, respectivamente. Verdaderamente fue un reparto
homogéneo que hizo posible un mayor disfrute del
público asistente. Destacó la
tiple Susana Cordón que
lució un modélico equilibrio
expresivo y muy buena dicción, fue merecedora de
grandes aplausos. No deslució junto a ella Ricardo de
León y estuvieron a la altura
Emilio Sánchez y Luis Álva-
rez que demostraron sus
muchas tablas. Buena actuación del resto del reparto. Y
como ya se dijo anteriormente, el aspecto musical se
llevó en todo momento con
acierto por Miguel Ortega
que demostró seguridad en
la dirección tanto al Coro del
Teatro como a la Orquesta
de la Comunidad de Madrid.
Pudimos también contemplar gratamente la actuación,
en días posteriores, del
segundo director, José
Miguel Pérez-Sierra, de
dirección suelta y desenvuelta y que al igual que
Miguel Ortega supo dar
momentos de gran lirismo y
brillantez, dejando de manifiesto la frescura de la partitura. Satisfacción en general,
por la nueva producción,
por parte del respetable.
Manuel García Franco
29
ACTUALIDAD
MADRID
XIII Ciclo de Lied
EL DÍA Y LA NOCHE
MAGDAELNA KOZENÁ
V
oz diurna es la de
Kozená, una mezzo
ligera, lírica, clara. Se
nota su tesitura por el ancho
del centro y la morbidez de
su timbre, que se mantiene
en una generosa extensión.
Su canto es depurado y
seguro. Su dominio de las
lenguas, aun de aquéllas
que el suscrito no entiende,
suena límpido.
Del programa destaca
con derecho el capítulo
Schumann, vertido con
minucia poética, lirismo
seductor y reticente dramatismo, cuando cuadra (Oh,
vosotros, señores). El ciclo
bartokiano, de intención
popular y castiza, le permitió mostrar su talento para la
gracia. La primera mitad
estuvo dedicada al mundo
checo y eslovaco, con autores entre canónicos (Janácek, Novák) y meramente
Kasskara/DG
Madrid. Teatro de la Zarzuela. 23-IV-2007. Magdalena Kozená, mezzo; Malcolm Martineau, piano. Obras
de Kozeluh, Tomásek, Rössler, Novak, Janácek, Schumann y Bartók. 24-IV-2007. Matthias Goerne, barítono;
Pierre-Laurent Aimard, piano. Obras de Schumann.
históricos. Bella de sensualismo y melancolía fue la
lectura del segundo. Martineau resultó, en todo
momento, suntuoso de sonido, alerta y de variada imaginación, según exigió el
variopinto menú.
Goerne es más que conocido y admirado en Madrid.
Ahora su voz ha ganado
volumen, oscuridad y redondez, decantándose hacia la
tesitura del barítono bajo,
con una presencia imponen-
te y nocturna. Conformó una
velada schumanniana, con
tres piezas de intención religiosa y grave talante, que
anuncian al comparable
Brahms. El solista las leyó
con un recogimiento penumbroso de extrema autoridad.
Las siguió una intervención
curiosa, la serie Amor y vida
de mujer, escrita para voz
femenina por la insoslayable
letra de ciertos números.
Goerne supo interpretarla
sin travestismo y si, acaso,
las alusiones al tierno amor
y la maternidad sonaron
algo peregrinas, nunca estuvo ausente la propiedad del
artista.
Memorable y referencial
sonó la colección de doce
canciones con letras de Kerner, donde el cantante fue
desde la caverna más sombría hasta el delgado pianísimo servido con voz mixta,
de inesperada claridad, astro
en la noche. La concentración, el peso telúrico, el
carácter de cada frase se
escucharon como talladas en
la piedra de lo inconmovible. Será difícil que alguien
iguale las alturas de Goerne
en A la copa de un amigo
muerto y Viejos sones.
Aimard fue un merecido lujo
para tamaño señor y todo
está dicho a su respecto.
Blas Matamoro
Liceo de Cámara
PLANES Y RESULTADOS
Madrid. Auditorio Nacional. 18-IV-2007. Baiba Skride, violín; Lauma Skride, piano. Obras de Schnittke, Ysaÿe, BachBusoni y Franck. 4-V-2007. Cuarteto Arcanto. Obras de Bartók, Hindemith, Krenek, Dallapiccola y Mozart. 10-V-2007.
Leonidas Kavakos, violín; Péter Nagy, piano. Obras de Messiaen, Ysaÿe, Busoni y Bartók.
E
30
l Liceo de Cámara ha
atravesado tres de sus
programas más decididamente de tesis. Sesiones
volcadas hacia la innovación, pero en las que no
siempre el placer intelectual
por la novedad y el interés
se vio compensado con
resultados musicales sustanciosos. Es lo ocurrido por
ejemplo en las dos sesiones
escuchadas de Sonatas para
violín solo de Ysaÿe, piezas
sin duda importantes para la
técnica del instrumento pero
de cuestionable trascendencia artística y eso que se
oyeron en las magníficas
versiones de Skride y sobre
todo Kavakos, quien desde
luego le sacó el mayor parti-
do posible a la Segunda,
con su obsesiva reiteración
del Dies iræ. La propia obra
fue asimismo el problema en
la Sonata para viola de Hindemith, realizada por Tabea
Zimmermann de la mejor
manera imaginable. En el
concierto de las Skride,
sobresalió la extraordinaria
Quasi una Sonata de
Schnittke, página inaugural
de su personalísimo estilo,
mucho más que la anodina
visión de la Sonata de
Franck, en tanto que la pianista en solitario tendió a
percutir la Chacona de
Bach-Busoni.
El joven Cuarteto Arcanto
(fundado en 2004), integrado
por solistas reconocidos —
Weithaas, Sepec, Zimmermann y Queyras— es ciertamente prometedor, pese a
que su lectura del Quinto de
Bartók desarrollase un concepto algo limitado. Funcionó mejor el mozartiano K.
465. Queyras defendió muy
bien la seca obra de Dallapiccola —Ciaccona, Intermezzo
e Adagio— y tres de los
miembros del Arcanto expusieron con convencimiento la
tampoco demasiado atrayente Parvula corona musicalis
de Krenek. Volviendo a
Kavakos, violinista ciertamente de primera fila, fue un
tanto decepcionante escucharle enfrentado a un programa largo, difícil y escasamente gratificante. Tema y
variaciones de Messiaen se
revela como una pieza de
muy escaso interés, si se
piensa en la evolución posterior del compositor, mientras
que la Sonata para violín nº
2 de Busoni acaba siendo
una obra fallida, en la que el
autor del Doktor Faustus no
dio con las proporciones y la
arquitectura que hubieran
beneficiado a algunas de sus
por otro lado felices ideas
melódicas. Por fortuna, Kavakos y Nagy redondearon una
lectura sensacional en todos
sus aspectos de la Primera
Sonata de Bartók, con
mucho la obra más importante de la velada.
Enrique Martínez Miura
ACTUALIDAD
MADRID
Concierto-proyección
LA MÚSICA DEL SILENCIO
Madrid. Teatro de la Zarzuela. 15-V-2007. Gösta Berlings
Saga de Mauritz Stiller, con música de Carlos Galán.
Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director y pianista:
Carlos Galán.
E
l pasado 15 de mayo se
celebró en el Teatro de
la Zarzuela el “conciertoproyección” organizado por
la Orquesta de la Comunidad
de Madrid. Este año el compositor encargado de poner
música a las imágenes de
cine mudo fue el madrileño
Carlos Galán y la película
elegida Gösta Berlings Saga,
largometraje sueco de Mauritz Stiller estrenado en 1924,
de gran éxito en su época
pero ahora prácticamente
olvidado salvo por el hecho
de haber sido el pasaporte a
Estados Unidos de Greta Garbo. Película de enrevesado
argumento, basado en el personaje del díscolo Gösta Berling, un don Juan nórdico
que finalmente se ve redimido por el amor de la divina.
Carlos Galán, comprometido
con el encargo, para esta
ocasión ha tenido que renunciar a algunos de sus preceptos musicales, desarrollados
en los últimos años en torno
a la música matérica, esencialmente basada en las
características físicas del sonido, para construir una música que condujera al espectador a lo largo de una historia
y que acompañara a la historia alimentándola de nuevos
significados.
Si bien hemos escuchado
a un Galán alejado de la
música matérica nos ha permitido acercarnos a otra de
sus facetas, más lúdica, sin
por ello renunciar a una personalidad marcadamente
abstracta. Su experiencia
anterior en la sincronización
de música e imagen le ayudó a crear un ambiente
sonoro en el que, pese a la
independencia de la música,
había cientos de puntos de
conexión con la película y
los motivos ligados a personajes o lugares aparecían y
se modificaban con la evolución de la historia. Carlos
Galán, en su triple papel de
pianista improvisador, director y compositor, utilizó en
su composición referencias a
músicas históricas, un coral
luterano de Bach, un concierto de Haydn y en el clímax de la escena de amor
una aparición fugaz de Tristán e Isolda, también utilizó
referencias populares como
un fandango de Huelva,
pero sobre todo demostró
haber realizado un gran trabajo compositivo, adaptándose a la perfección a las
necesidades de la película
realizando una obra redonda, trabajo que el público
reconoció y disfrutó con él.
Leticia Martín Ruiz
31
ACTUALIDAD
MADRID
Cocina y ópera
VIANA SIN VIANA
Madrid. Teatro Real. 21-IV-2007. Rossiniana, alta en calorías. Mercedes Arcuri, soprano; Cristina Faus, mezzo; Mikeldi
Atxalandabaso, tenor; Enrique Sánchez Ramos, barítono; Pedro Llarena, bajo; Antonio Velázquez, Marco Magoa,
actores/bailarines.: Manuel Burgueras, piano. Idea, dirección escénica, escenografía y figurines: Enrique Viana.
Javier del Real
N
o hubo sorpresas,
salvo que Viana dejó
de lado su faceta
canora para centrarse de
lleno como responsable
todo terreno en un montaje
en la línea de los anteriormente disfrutados, donizettianos y belcantistas. Ya se
sabe que la afición que
Rossini tuvo a la buena
mesa, como catador y,
como tal hoy se nombra,
restaurador. En torno a
ello, en una cocina donde
fueron preparándose diversos platos, de la ensaladilla
rusa a la fabada asturiana,
Viana fue alineando diversos fragmentos ad hoc de
partituras del pesarense,
elegidas siempre con conocimiento y sagacidad, sin
pudor en traducir el texto al
español para que su razón
de ser resultara más efectiva, completando así un
espectáculo lleno de ideas,
inteligente y ágil, con un
sentido del humor exquisito
y con ese toque personalísimo que llevan todos los de
Escena de Rossiniana, alta en calorías en la sala Gayarre del Teatro Real
este tenor madrileño. Tan
exuberante muestra de
aciertos escénicos no ofuscó ni empequeñeció el
apartado musical ni canoro.
Dos actores/bailarines,
aprovechadísimos de movimientos que ellos también
supieron explotar, ampararon todo el rato a los cinco
solistas, uno por cada cuerda, todos en estilo y de los
que podría destacarse
muchos valores, como la
excelente emisión vocal y el
rico timbre del tenor (pese a
estar, como se anunció,
enfermo), la interesante
materia prima de la mezzo,
la musicalidad de la soprano, el lirismo instrumental
del barítono y la categoría
bufa del bajo. De nuevo el
piano de Burgueras fue un
elemento esencial del equipo. Dentro de toda la ilógica
lógica del espectáculo parecía flotar algo como igualmente muy rossiniano.
Seguro, se puede aventurar,
que el compositor hubiera
disfrutado como todos los
asistentes que aplaudieron
satisfechos.
Fernando Fraga
Musicadhoy
VIAJE AL EXTERIOR
Madrid. Auditorio Nacional. 12-V-2007. Kurt Azesberger, tenor. Proyecto Guerrero. Director: Hans Zender.
Schubert-Zender, Winterreise.
D
32
esde antiguo ha sido
relativamente normal
en la historia de la
música adaptar, trasladar,
arreglar, reorganizar y parodiar obras propias o de
otros. Los ejemplos serían
incontables. En este terreno
podemos situar el trabajo
que en 1993 practicó sobre
las 24 canciones de Viaje de
invierno de Schubert Hans
Zender (Wiesbaden, 1936),
“una interpretación compositiva”. En la línea vocal se
recurra a la repetición de
determinados versos y se
emplea con alguna frecuen-
cia el declamado, así en el nº
6, Wasserflut o en el nº 11,
Frühlingstraum. En el 13, el
famoso Die Post, y en el 18,
Der stürmische Morgen, la
voz se amplifica.
Zender incorpora, por
ejemplo, saxo, acordeón y
máquinas de viento al diversificado conjunto de cámara.
Ha de aplaudirse la variedad
de registros, la imaginación y
la fantasía en la búsqueda de
timbres en lo que Marco llama una “multicromía” de la
voz del piano, en una labor
que se aleja bastante del lenguaje schubertiano, que de
esta manera queda un tanto
edulcorado,
disimulado,
enriquecido epidérmicamente a través de procesos de
elaboración sofisticados,
aunque en todo momento
gratos al oído, pese al constante uso de disonancias. El
primer y el último lied están
muy ampliamente trabajados
y llevan incorporados todo
tipo de efectos.
Con todo ello, la obra se
sigue bien, se hace amena,
lejos de las impresionantes
negruras interiores del viaje
a ninguna parte que canta el
protagonista de los versos de
Müller. Los desentrañó con
habilidad, no siempre con
afinación, el tenor lírico-ligero, más bien corto en el agudo, afalsetado con frecuencia, Kurt Azesberger, que
dijo con limpieza y matizó
con propiedad. Sin embargo,
nos gustó más como Monostatos en La flauta mágica del
último verano en El Escorial.
Zender mantuvo el tempo, lo
varió con mesura y elegancia
e hizo que los componentes
del Proyecto Guerrero tocaran como los ángeles.
Arturo Reverter
ACTUALIDAD
MADRID
Temporada de la ONE
CARTA BLANCA A
DUTILLEUX
Rafa Martín
Madrid. Auditorio Nacional. 20-IV-2007. Hilary Hahn, violín.
Orquesta Nacional de España. Director: Josep Pons. Obras de
Smetana, Schoenberg y Dvorák. 27-IV-2007. Juana Guillem,
flauta. Director: Pablo González. Obras de Olavide, Mozart,
Del Puerto y Beethoven. 4-V-2007. Sergei Teslia, violín;
Barbara Hannigan, soprano; Marina Rodríguez Cusí, mezzo.
Director: Franck Ollu. Obras de Dutilleux, Debussy y Ravel. 13V-2007. Jean-Yves Thibaudet, piano. Director: Roberto
Abbado. Obras de Dutilleux y Liszt.
R
avel, Debussy Poulenc,
Milhaud, incluso Berg,
se esconden en los
pentagramas de Henri Dutilleux, demostrativos de un
exquisito arte de la modulación y una enorme habilidad para establecer el transcurso del tempo psicológico.
Todo dentro de una libertad
formal indiscutible y envuelto en un gran acabado instrumental. Refinados diálogos mantienen el violín
solista —impecablemente
tocado por el primer concertino Teslia— y el conjunto en L’arbre des songes, de
extraordinaria rarefacción
tímbrica, y los que tan alambicadamente se establecen
en Correspondances entre la
soprano —una demasiado
frágil Hanning— y la masa
orquestal en el servicio a
trascendentes textos de
diversa procedencia.
Al francés Ollu le falto
finura, tanto en estas partituras como en La demoiselle
élue de Debussy y en La valse de Ravel, en la que marcó
un tempo rígido, antimusical.
Abbado, en cambio, obtuvo
apreciables efectos en la
muy bella Sinfonía nº 2, La
Double, donde seguimos con
gusto las excelentes calibraciones, con buen trabajo de
los solistas, y en la atmosférica Mystère de l’instant. Thibaudet tocó el Segundo de
Liszt con precisión, limpieza
y pulcro sonido.
En las Variaciones in
memoriam de Olavide,
encargo de la ONE, Del
Puerto muestra su habitual
seguridad de pluma, orden
de ideas e imaginación
temática y tímbrica. Música
complementaria a la del
Dutilleux en el Auditorio Nacional
maestro, más austero, más
dramático; como en Orbe,
que plantea asimismo unas
variaciones, pero diseñadas
al revés: el tema base —que
Del Puerto aprovecha— se
escucha al final. Guillem
tocó correctamente el Concierto nº 1 para flauta de
Mozart y el director Pablo
González (Oviedo, 1975)
evidenció musicalidad y criterio firme, pese a no resolver del todo el problema de
los planos en la Segunda de
Beethoven. Nos gustó la afinación y la pureza del sonido de la violinista Hahn en
el Concierto de Schoenberg.
Pons desmenuzó con arte El
Moldava de Smetana y la
Sinfonía nº 8 de Dvorák,
dotada de nervio, de ímpetu
rítmico antes que de caleidoscópico colorido.
Arturo Reverter
33
ACTUALIDAD
MADRID
VII Ciclo de Jóvenes Músicos
TALENTO EN AGRAZ
Madrid. Teatro Monumental. 13-IV-2006. Alejandro Bustamante, violín; Alen Garagic, guitarra; Jie Zhou, arpa. ORTVE.
Director: Pablo González. Obras de Chausson, Arnold, De la Vega y Musorgski. 20-IV-2007. Alejandro Fiedhoff, violonchelo.
ORTVE. Director: Carlos Checa. Obras de Valero, Shostakovich y Dvorák. 27-IV-2007. José Vicente Castelló, trompa; Isabel
Villanueva, viola; Chiara Chialli, mezzo. OCRTVE. Director: Mariano Rivas. Obras de Hindemith, Bartók y Prokofiev.
E
n una obra con recovecos, a ratos vaporosa y
otros afilada, como es el
Poema para violín de Ernest
Chausson, Alejandro Bustamante exhibió un vuelo sostenido, generoso en matices
de intensidad y color, y
(pese a algún problema inicial de afinación), con estallidos vibrantes hacia la conclusión de la obra. Pablo
González fraseó con extrema morbidez y delicadeza,
disponiendo para el joven
violinista un buen acolchado
orquestal. Después, el ya
difunto autor Malcolm
Arnold nos atropelló con su
retahíla habitual de convencionalismos en un concierto
para guitarra de su catálogo.
Carlos Checa no es tan
suelto y plástico como González. Pero apechugó con un
programa que por su variedad implicaba patentes complejidades estilísticas. Lo
abrió un estreno de Andrés
Valero, Los fusilamientos de
Goya, obra de estructura
parabólica y aireadas hechuras, bien construida y pródiga en pequeños efectos. El
catalán labró la obra con
acierto, no menor al alcanzado durante el Concierto nº 1
de violonchelo de Shostako-
vich, que se benefició del
concurso de Alejandro Friedhoff, alumno de su padre —
no es una broma, pues su
padre es Paul Friedhoff—, y
de Janos Starker. Del gran
Starker ha heredado la
sobriedad, una cierta neutralidad en los momentos de
aliento romántico y la soltura a la hora de medirse con
tremebundas
cadencias
como la de este concierto.
Suya es del todo la admirable madurez ya alcanzada.
En el Concierto para
trompa de Hindemith —sólido autor, agudo polemista—
se lució José Vicente Caste-
lló, poniendo a prueba, además de su musicalidad, una
ejemplar firmeza. Pero
posee más interés el Concierto para viola de Bartók,
aunque Adorno —otro gran
polemista— la juzgara como
un acomodo de última hora
de perfil neorromántico. La
viola de Isabel Villanueva
conquistó de modo gradual
calidez y entonación. Mariano Rivas amparó a ambos
jóvenes con mimo, y luego
firmó un Alexander Nevski
de gran potencia y de gran
Prokofiev.
J. Martín de Sagarmínaga
Temporada de la ORCAM
JUEGOS A DOS
Madrid. Auditorio Nacional. 17-IV-2007. Nikolai Demidenko, piano. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: José
Ramón Encinar. Obras de Lacerda, Pérez Maseda y Brahms. 7-V-2007. Víctor Martín, violín. Orquesta de la Comunidad de
Madrid. Director: Isaac Karabtchevsky. Obras de Bernstein y Bartók.
D
34
entro de esa vena tardorromántica lusitana
que se tiende a recuperar desde hace no mucho
tiempo, la personalidad de
Francisco de Lacerda destaca
más como director de
orquesta que como compositor propiamente. Dos breves
cuadros sonoros, con un
lúgubre y romántico sentir,
Dos piezas para orquesta, de
las que la primera queda
como parte de un proyectado tríptico, iniciaron el programa. En él, el estreno de
Atalanta, de Eduardo Pérez
Maseda, meditación sonora
sobre el tiempo y su transcurrir, extensa y un tanto inexpresiva, con la concurrencia
de una orquesta que aumenta los instrumentos de madera y da entrada amplía a los
elementos de percusión.
Esbozos en la madera y
trompetas marcan un curso
sonoro intrincado sobre ese
devenir temporal más sugeri-
do que representado ostensiblemente. El clima sonoro es
escasamente cambiante y de
eso adolece el amplio y muy
elaborado discurso. Se
aplaudió, aunque los aplausos ardorosos fueron para la
intervención de Demidenko
como solista en el Concierto
nº 2 para piano y orquesta
de Brahms, donde el ruso
aplicó su dura pulsación con
acierto, sin que eso le impidiera ser musical y expresivo. Se adquirió esto y el
equilibrio con la entregada
labor de la orquesta a partir
del segundo tiempo, pues en
el primero hubo cierto desajuste con el solista y una
agresividad excesiva de las
trompas. Del otro lado, el
sonido dulcísimo de que
hizo gala Beate Altenburg en
su diálogo al chelo con el
solista, que fue muy aplaudido y concedió dos propinas
fuera de programa.
Emparentó con gran
I. KARABTCHEVSKY
acierto Muñoz Molina —con
el mismo que se realizó el
del concierto— en sus notas
al programa, a Bernstein con
Bartók. Acude el primero a
la evocación de la Grecia
clásica en su Serenata para
violín y orquesta en cinco
partes regidas por el nombre
de personajes de la época.
Obra varia y que es más fruto de la tendencia místicoclásica de su autor que de
una pretensión clasicista.
Importante y continuo el
papel del solista, que cumplimentó de forma admirable
Víctor Martín, con un precioso sonido, mecanismo sin
tacha, fraseo impecable y
virtuosismo suelto. La clase
de Isaac Karabtchevsky y la
eficacia de sus modos musicales se vieron ya en el
acompañamiento a Martín,
pero —como corresponde—
fue en el Concierto para
orquesta bartokiano donde
el maestro brasileño consiguió impactar con una interpretación personal, muy afirmada en las raíces folclóricas
de la obra, exquisitamente
detallada en lo sonoro y con
un dominio total de la partitura. La Orquesta de la
Comunidad de Madrid estuvo gloriosa, dominadora la
madera en el Gioco delle
coppie, cohesionada y sutil
la cuerda, sin mácula el
metal y exacta la percusión.
Así, el detalle en los diseños,
el fraseo, el color instrumental y los contrastes dinámicos
configuraron una versión
ejemplar.
José A. García y García
ACTUALIDAD
MADRID
Claves de acceso
A TRAVÉS DE ÁFRICA
HASTA LIGETI
Madrid. Círculo de Bellas Artes. 25-IV-2007. Plural
Ensemble. Director: Fabián Panisello. Los Wagogo de
Tanzania. Música tradicional africana y Ligeti.
E
l tercer concierto del
ciclo Claves de Acceso
del Círculo de Bellas
Artes estuvo protagonizado,
junto con el Plural Ensemble
dirigido por Fabián Panisello, por la presencia de los
Wagogo de Tanzania y las
palabras del compositor y
etnomusicólogo Polo Vallejo. Saliendo del formato
habitual de concierto la velada se desarrolló entre las
músicas tradicionales africanas y la contemporaneidad
de la mano de Ligeti. La sala
Fernando de Rojas, a pesar
de no tener la acústica más
apropiada para este concierto como quedó patente en
algunas de las intervenciones musicales, vivió momentos inolvidables para todos
los presentes.
Ligeti desarrolló su lenguaje no sólo a través de los
lenguajes de vanguardia sino
también con la aportación de
diferentes tradiciones. África,
junto a su Hungría natal, fue
fundamental, especialmente
a través de los estudios de
los pigmeos de Shima
Harom, también presente en
la sala al que tuvimos el placer de ver trabajando en
directo con los wagogo. El
concierto abrió con el repertorio de recibimiento de
autoridades y advertencia
wagogo, la musicalidad y ritmo demostrada por los intérpretes africanos sorprendió
por su dificultad y ambiente
festivo. Antes de entrar en la
interpretación de las obras
programadas fuimos descubriendo paralelismos entre
ambos repertorios de la
mano de los músicos tanzanos y los intérpretes del Plural Ensemble. Las músicas
wagogo crearon un entorno
perfecto para la escucha de
dos reducciones de los Misterios del Macabre, primero con
el trompetista Marco Blaaum,
solista del prestigioso Musik-
FABIAN PANISELLO
Fabrik de Colonia, y después
con la soprano Pilar Jurado.
El ambiente generado y la
influencia de ida y vuelta que
se produjo en nuestra percepción de la música hizo
que escucháramos a Ligeti
como nunca lo habíamos
hecho antes, escuchando
algunos detalles que de otra
forma habría sido imposible
percibir y nos hicieron sentir
la música más viva.
Los ritos de fertilidad, de
elección de marido, los ritos
para la liberación del dolor
fueron algunos de los elegidos para la ilustración musical wagogo, explicado siempre por las palabras de Polo
Vallejo, que nos adentraba en
la cultura de la tribu tanzana.
Para cerrar escuchamos
el Concierto para piano de
Ligeti, obra complejísima del
repertorio pianístico, en la
que Alberto Rosado dejó
patente una vez más que se
trata de uno de los mejores
pianistas especializados en
repertorio contemporáneo,
no sólo por su técnica impecable sino por su musicalidad innata.
Tener la oportunidad de
vivir la música como lo hicimos en este concierto nos
demuestra una vez más que
arriesgarse en la presentación al público y mostrar la
música desde otras perspectivas puede dar resultados
fascinantes.
Leticia Martín Ruiz
35
ACTUALIDAD
MADRID
Ciclo Sinfónico de Caja Madrid
DESEQUILIBRIOS
Serge Derossi
Madrid. Auditorio Nacional. 16-V-2007. Ensemble Matheus. Director: Jean-Christophe Spinosi. Obras de Mozart.
JEAN-CHRISTOPHE SPINOSI
E
ste músico francés (Córcega, 1964) ha adquirido
gran predicamento en
estos últimos años gracias a
sus electrizantes interpretaciones vivaldianas. La ópera
La verità in cimento, que ha
recuperado en unión del
excelente conjunto con el
que ahora se ha presentado
en Madrid, es un magnífico
ejemplo. Pero en este concierto lo que estaba en los
atriles era música de Mozart,
cuya estructura, estilo y contenidos difieren notablemente de los que definen los
pentagramas del Prete rosso.
Lo que hemos advertido
principalmente en esta
actuación dentro del ciclo
organizado por la Fundación
Caja Madrid, además de la
atractiva sonoridad de los
timbres de los instrumentos
de época de una agrupación
de alrededor de 40 instrumentistas, es la falta de equilibrio, la imperfección de los
balances entre voces, la
incorrecta planificación; al
menos para las condiciones
que exige la acústica de la
sala grande del Auditorio
Nacional. Se pudo observar
ya en la obertura de El rapto
en el serrallo, expuesta de
manera un tanto simplona,
con acusados contrastes forte-piano, sin casi intensidades intermedias. Las cuerdas,
particularmente las agudas,
sonaban apagadas, lejanas, y
Noches del Español
LA SABIA VETERANÍA
se veían sepultadas en los
acordes o en los juegos polifónicos por los vientos y
sobre todo por la percusión,
con timbales de baqueta
fina, y bombo inclemente. La
sequedad y los ritmos muy
marcados no es lo único que
define la música turca.
Hay mucho de ella en la
ágil animación y la espirituosidad de la Haffner, que
no tuvo la transparencia ideal y sonó descompensada.
En la Júpiter, tocada apresuradamente, nos complació,
tras un Allegro vivace de
poca entidad, en el que el
tema lírico tuvo un fraseo
alicorto, el tono neblinoso y
velado de las sordinas del
Andante cantabile, en donde, por fin, pudimos disfrutar de una cantabilità reconocible. El Menuetto nos
pareció más bien escuálido
y el Finale-Molto allegro,
bien planteado en un principio, con buen aire, quedó,
sin embargo, bastante diluido y en parte atropellado.
Los planos una vez más
estuvieron mal regulados,
cosa grave en ese juego permanente de fugatos. El
ímpetu ocasional no se
combinó adecuadamente
con la claridad pese a los
mandobles que, de un lado
a otro, administraba con su
batuta el animoso Spinosi.
Arturo Reverter
RAINA KABAIVANSKA
P
36
asados los setenta,
Kabaivanska mantiene
una carrera entre la
ópera y el recital donde
sigue explayando su vena
interpretativa de actriz-cantante, a la vez que exhibiendo una técnica vocal sana y
astuta. Su voz, ensanchada
en el vibrato por los años,
conserva esmalte y volumen,
a la vez que la cantante
maneja su aliento para sostener notas y regular volúmenes. Hubo momentos en
este programa donde se
pudo apreciar un contenido
y melancólico dramatismo
(el adiós de Manón, el adiós
de Tosti) o un picante efecto, como dos canciones
infantiles de Stravinski y la
escena de la borrachera de
la offenbachiana Périchole.
Encarnando a Butterfly y a
Adriana Lecouvreur volvió a
mostrar su capacidad para
crear y mantener en pie a
personajes de la cantera
operística, en especial los de
expresión verista.
La parábola de Kabaivanska es curiosa. Su tesitura, que ha transcurrido con
cierta comodidad entre lo
spinto y lo lírico, y su dominio de lenguas y estilos,
abrieron un ancho campo a
Javier del Real
Madrid. Teatro Español. 12-V-2007. Raina Kabaivanska,
soprano; Patricia Barton, piano. Obras de Rachmaninov,
Dvorák, Massenet, Chopin, Tosti, Puccini, Debussy, Stravinski,
Cilea, Gershwin, Lehár y Offenbach.
su repertorio. Si bien otras
colegas contemporáneas
impactaron más de entrada
por su rutilancia instrumental, pacientemente la soprano búlgara ha diseñado su
retrato personalísimo, fuerte
y astuto.
Entre canto y canto, la
acompañante se mostró
igualmente eficaz como tal y
como solista.
Blas Matamoro
ACTUALIDAD
MÁLAGA
Una función equilibrada
EL CANTO ROMÁNTICO
Pablo Asenjo Mota
Teatro Cervantes. 4-V-2007. Bellini, La sonnambula.
Maureen O’Flynn, Alejandro Roy, Sandra Pastrana, Xavier
Mendoza, Mireia Pintó y Felipe Bou. Coro de Ópera de
Málaga. Orquesta Filarmónica de Málaga. Director musical:
Marcello Panni. Director de escena: Alexander Herold.
MÁLAGA
Proponer una ópera
como La sonnambula
supone tener que contar
con voces que conozcan
y practiquen con solvencia el arte del bel canto.
Maureen O’Flynn ha destacado de manera significativa
sobre el resto del elenco de
esta producción, sencilla y
cuidada en lo escénico, y
tratada con solvencia en lo
musical, fundamentalmente
por el conocimiento y experiencia del maestro Panni,
que supo sacar el mejor partido de la OFM y el coro
malagueño.
El equilibrio de medios
ha sido otro de los puntos a
significar en esta representación, destacando el fino sentido de la puesta en escena,
que ha seguido el criterio
básico de la iconografía típica del mundo de la fábula
del siglo XIX, lo que cargaba
el escenario de un ambiente
de ingenuidad, uno de los
sutiles sellos de identidad de
esta ópera, ejemplo de melodrama sentimental con una
increíble y casi irreal historia
de sonambulismo, en la que
de forma casi exclusiva, y al
margen de lo intrascendente
de su argumento, busca realzar la voz, como máximo aliciente de expresión, que fluye de manera natural en su
fin de estimular la sensibilidad del oyente, siempre
envuelto en su melodía.
La actuación de la protagonista, como ha quedado
dicho anteriormente, llevaba a
imaginar la autenticidad del
canto romántico que se impuso en el primer tercio del XIX
en Europa. La elegancia de su
fraseo, su refinada coloratura,
lejos de los excesos barrocos
de un Rossini, y la ternura de
su mórbido timbre, creaban
máxima atención en el público que se sentía muy gratamente seducido ante tanta
belleza. El máximo exponente de su actuación se manifestó en el casi infinito legato
del aria Ah, non credea
mirarte, todo un prodigio de
apasionado lirismo.
El afilado timbre líricoligero de Sandra Pastrana,
como Lisa, sirvió para expresar el despecho que encierra
este papel, aunque lejos de
la soltura (sfogato) que en la
voz requiere aquí Bellini. Se
echó en falta un Elvino de
otro carácter vocal, con un
timbre más lírico, algo ligero
y de aterciopelado romanticismo. Alejandro Roy se
encuentra entre los tenores
dramáticos, con un registro
natural robusto, di forza se
podría decir, facultad que le
aleja del ideal de este personaje. Su seguridad escénica
compensó su actuación,
intensa en su línea vocal, lo
que aligeró el contraste que
debe producirse con el personaje del Conde Rodolfo
que, en Felipe Bou, tuvo
una acertada expresión.
José Antonio Cantón
37
ACTUALIDAD
SABADELL / SAN SEBASTIÁN
Fluidez y gracia
EL NIVEL SE MANTIENE
SABADELL
Teatre de la Farándula. 6-V-2007. Rossini, La Cenerentola. Natalia Gavrilan, Hans Ever, Lluis Martínez, Toni Marsol. Director
musical: Daniel Martínez. Director de escena: Pau Monterde.
Amics de l’Òpera de
Sabadell han propuesto
La Cenerentola, que ya
habían programado en
1994, con un montaje de
Pau Monterde, de corte
tradicional, pero con
detalles modernos, que daba
vitalidad a la escena, enmarcaba la acción de forma sencilla y movía a los cantantes
con fluidez y con detalles
humorísticos, sin perder el
estilo, siendo especialmente
destacable la calidad del vestuario. La parte musical estaba a cargo de Daniel Martínez, que también es el director del coro de la entidad
vallesana, y consiguió una
versión fluida, alcanzando
casi siempre el difícil equilibrio entre escena y foso,
consiguiendo de la Orquestra Simfònica del Vallès, un
sonido bello, con matices y
mantener el ritmo necesario,
Escena de La Cenerentola de Rossini en la ópera de Sabadell
que la obra requiere, al igual
que el coro que se movió
bien sobre la escena y cantó
con cohesión.
La obra estuvo protagonizada por Natalia Gavrilan,
con una voz algo lírica, que
es una cantante musical,
dotada de una buena técnica
que le hacía superar las agilidades, un buen trabajo como
actriz, completando su
actuación con una interesante aria final, cantada con
seguridad y aplomo. Hans
Ever es un tenor que acaba
de ganar el segundo premio
del Concurso de Canto
Manuel Ausensi, que patrocina Ámbito Cultural de El
Corte Inglés y es un cantante
que tiene posibilidades con
un timbre bello, una buena
dicción y una técnica cuidada, con tendencia a demostrar sus posibilidades en el
registro agudo, como ocurrió
en el final de su aria, sin
especial motivación. El resto
del reparto estaba integrado
por Lluís Martínez que estuvo correcto como Dandini,
Toni Marsol, que demostró
ser un interesante actor-cantante que sin exagerar puede
expresar la vis cómica de un
personaje como Don Magnifico, superando su visible
juventud, y Josep Pieres, en
Alindoro, al que se le abrió
el aria Vasto teatro è il mondo. También se dio el aria de
Clorinda Sventurata mi credea, que fue muy bien cantada por Elisa Vélez, mientras que en el papel de Tisbe
intervenía Susana Santiago.
Albert Vilardell
Temporada de la OSE
MANDÓ EL TRÍO SOLISTA
SAN SEBASTIÁN
Aditorio Kursaal. 23-IV-2007. Marta Zabaleta, piano; Lorenz Nasturica, violín; Asier Polo, violonchelo. Orquesta
Sinfónica de Euskadi. Director: Gilbert Varga. Obras de Beethoven y Shostakovich.
38
Siempre es de agradecer
que los gestores de las
temporadas musicales
apuesten por los de casa
y de ese modo el público
vasco sepa de lo que son
capaces algunos de nuestros músicos sin que para
ello tengamos que tomar
un avión y vernos obligados a hacerlo en otras latitudes. En ese sentido la pianista
legazpiarra Marta Zabaleta y
el violonchelista bilbaíno
Asier Polo son unos auténticos privilegiados puesto que
la Sinfónica de Euskadi sigue
apostando por ellos tras
varias temporadas compartiendo escenarios. En la ocasión que hoy nos ocupa se
unió al trío solista el violinista
rumano Lorenz Nasturica,
que es además concertino
permanente de la OSE. Vista
la selección de solistas todo
hacía indicar a priori que las
cosas saldrían según lo previsto, sin embargo se puede
afirmar que el trabajo final
obtenido en el Concierto en
do mayor para violín, violonchelo y piano op. 56 de Beethoven sonó estupendo, quizá con una tendencia hacia
un estilo más romántico, pero
con los suficientes atractivos
en cuanto a la intensa y detallada interpretación de los
tres músicos citados. Hubo
ocasiones en que aquello
parecía una pelea sana entre
el violonchelo y el violín, una
especie de ¿quién da más? Y
con Zabaleta al piano siempre pendiente de las entradas
de cada uno de ellos. La tarea
que tuvo que llevar adelante
el maestro Varga fue mucho
más complicada, puesto que
la sensación fue la de que los
solistas iban por un lado y la
orquesta por otro, con claros
desajustes entre unos y otros.
Lo dicho, el trío fue quien llevó a batuta y los aplausos
lograron que se animasen
con un trío de Mendelssohn.
Antes de la obra comentada, la sala vibró con la breve y colorida obertura beethoveniana de Las criaturas
de Prometeo, sin embargo, lo
mejor estaba por llegar a través de la redonda interpretación de la Sinfonía nº 10 en
mi menor, op. 93 de Shostakovich, que hizo poner en
guardia el sentido del oído.
Varga llevó la dirección de
un modo estupendo, sus
habituales maneras ultraexi-
gentes logran que los músicos no sólo estuvieran muy
atentos a lo que marcaba,
sino que se tiraron al barro
como demostraron las maderas con un oboe, fagot y flautas excelentes, y unos metales contundentes, redondos y
muy atinados. El resto de la
formación no fue a la zaga a
lo largo de los cuatro intensos movimientos, destacando
especialmente en el Moderato inicial. Sin duda, la versión
de la sinfonía compuesta tras
la muerte de Stalin sonó estupenda, con unas líneas
expresivas muy marcadas y
con un nivel en cuanto a su
ejecución técnica que evidenció el buen hacer de la
Sinfónica de Euskadi.
Íñigo Arbiza
ACTUALIDAD
SEVILLA
MItos sevillanos
AL FIN, FIDELIO
Guillermo Mendo
Teatro de la Maestranza. 11-V-2007. Beethoven, Fidelio. Lisa Gasteen, Robert Dean Smith, Alan Held, Brindley Sherrat, Elena
de la Merced, Agustín Prunell-Friend, Daniel Borowski. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la A. A. del Teatro de la
Maestranza. Director musical: Pedro Halffter. Director de escena: José Carlos Plaza.
SEVILLA
Alan Held, Lisa Gasteen y Robert Dean Smith en Fidelio de Beethoven en el Teatro de la Maestranza
La espera ha sido larga.
Desde la ya lejana
Expo’92, cuando se programó este mítico título
“sevillano” que no llegó
a representarse, aunque se
dio en versión de concierto,
excelente, por cierto, de la
mano de Christof Perick.
Pero la representación escénica era una exigencia
inaplazable y finalmente el
propio Teatro ha realizado
una nueva producción
enmarcada dentro del ciclo
Mitos sevillanos: Don Juan,
con la colaboración especial
del Ministerio de Cultura a
través de la Sociedad Estatal
de Conmemoraciones Culturales. Para la próxima temporada se anuncian los Donjuanes de Gazzaniga y
Mozart. Fidelio tiene su sentido en este ciclo, ya que la
ópera de Beethoven con su
idealismo amoroso de la
fidelidad conyugal es en
buena parte una réplica al
donjuanismo. Por de pronto,
el escenario es el mismo:
Sevilla, la ciudad sureña que
tanto se presta a ser el espacio para las intrigas de Fígaro, como para las aventuras
de Don Juan, el heroísmo de
Fidelio-Leonora, o las seducciones de Carmen, por mencionar sólo los personajes
más universales. Es consecuente, por tanto, que en los
últimos años el principal teatro de la ciudad haya querido dar sus propias versiones
de algunas de estas historias
y ya haya producido las de
El barbero de Sevilla, Las
bodas de Fígaro y ahora
Fidelio.
Esta nueva producción
ha contado con la dirección
escénica de José Carlos Plaza, la escenografía de Francisco Leal, el vestuario de
Pedro Moreno y la iluminación de Francisco Leal/Óscar
Sáinz. Un equipo coherente
que ha ofrecido un producto
sobrio y expresivo escénicamente. La producción ha
contado además con un
buen elenco de cantantes y
una orquesta y un coro bien
controlados por la batuta de
Pedro Halffter. Tal vez el
momento culminante de esta
versión haya sido el comienzo del segundo acto, tanto
por la introducción orquestal, como por el canto tan
prewagneriano de Florestán
y por el acompañamiento
del oboe en el pasaje de la
alucinación. Qué dramático
resultó el monólogo del prisionero interpretado por
Robert Dean Smith. Contribuyó a ello, aparte de la
orquesta, el desnudo decorado —las dos horizontales del
suelo y el techo—, con una
iluminación que recreaba
con veracidad la atmósfera
tenebrista. En general el
segundo acto estuvo mejor
que el primero donde no se
encontró del todo el tono de
la ópera, aunque contó con
una Marcelina de lujo, Elena
de la Merced, que fue la verdadera triunfadora de la
noche. Jaquino, Rocco, Don
Pizarro y Don Fernando
encarnaron sus personajes
con sobrada solvencia. En
cuanto a la protagonista, la
australiana Lisa Gasteen
defendió su dificilísimo
papel mejor hacia el final
que hacia el principio. Por
otra parte su vestuario no le
favorecía, lo que pudo distanciarla aún más del público. El final, demasiado
amplificado con la incorporación de la Leonora III.
Jacobo Cortines
39
ACTUALIDAD
TENERIFE
Dos caminos programadores
ADIÓS AL MAESTRO
40
La música programática
dirigida por Christopher
Wilkins, frente a la música absoluta de un programa monográfico de
Brahms dirigido por Víctor Pablo Pérez resume dos
de los conciertos que en
abril ofreció la Orquesta Sinfónica de Tenerife al público
del Auditorio, prácticamente
completo.
El director americano
Christopher Wilkins abordó
un programa de compositores muy distintos, cuyas
obras tienen en común su
inspiración en elementos del
folclore. La singular atmósfera oriental de Schelomo de
Ernest Bloch y Scheherazade
de Rimski-Korsakov, frente a
Malpaís con campanas del
canario Gustavo Trujillo, inspirado en el recuerdo de distintos toques de campanas y
el paisaje de lava canario,
confluyeron en un mismo
concierto.
Schelomo, obra del
“periodo judío” de E. Bloch,
inusual en los escenarios,
puso en manos de la orquesta y la chelista Anne Gastinel
el color exótico del orientalismo hebreo. Gastinel
comunicó con su violonchelo distintos momentos de
esta obra cargada de lirismo,
posiblemente por explorar.
Posteriormente, deleitó al
público con una zarabanda
que llenó el escenario de
silencio y concentración.
La batuta de Wilkins se
mostró coherente con los
elementos musicales evocadores de la figura de Scheherazade (tímbrico y sugerente
en la interpretación del concertino), el Sultán o el mar
embravecido en el que navega Simbad, los cuales concurrieron en un continuum a lo
largo de la obra cuya ejecución comulgó con el gusto
del público.
En Malpaís con campa-
CHRISTOPHER WILKINS
TENERIFE
Auditorio. 20-IV-2007. Orquesta Sinfónica de Tenerife.
Director: Christopher Wilkins. Anne Gastinel, violonchelo.
Obras de Bloch, Rimski-Korsakov y Trujillo.
27-IV-2007. Director: Víctor Pablo Pérez. Daniel Hope,
violín. Obras de Brahms.
nas de Gustavo Trujillo,
canario afincado en Holanda, participan vanguardia y
tradición. Vanguardia, por el
lenguaje utilizado (sonoridades inquietantes basadas en
su particular uso del timbre y
el ritmo insistente) y tradición, por la temática. Interesante uso de la percusión. Su
obra fue recibida con un
tibio aplauso que entusiasmó
al joven compositor, presente en el estreno.
El concierto del viernes
27 comenzó con la intervención del director honorario
de la orquesta, Víctor Pablo
Pérez, cuando al dirigirse al
público expresó su deseo de
dedicar este concierto a la
memoria de Rostropovich. El
Concierto para violín y
orquesta en re mayor, op. 77
con el polifacético Daniel
Hope como solista y la Sinfonía nº 3 en fa mayor desplegaron la moderación y el
anhelo de perfección de que
hace gala el romanticismo de
Brahms.
Lo mejor, el homenaje de
Daniel Hope a M. Rostropovich tras su intervención con
la orquesta. Como un “corazón vestido de difunto”, su
violín transportó la triste
melodía de Kaddisch de
Ravel al sentir de un adiós al
maestro.
Carmen D. García González
ACTUALIDAD
VALLADOLID
Orquesta, cámara, solistas
AVALANCHA MUSICAL
Valladolid, desde la inauguración del Auditorio,
en sus dos salas, se ha
convertido en la ciudad
de la música. Reseñar
todos sus conciertos no
es posible, pero sí dejar
constancia de lo que ha
pasado por aquí y destacar
lo más importante. En la
música de cámara, la oportunidad de escuchar el Italienische Liederbuch de Hugo
Wolf, fue todo un regalo.
Canciones intimas en una
interpretación magnífica,
posiblemente la mejor de
este tiempo. Dominio absoluto (las hicieron sin partitura), comprensión de los textos y adecuación de las
voces con una magnífica pianista. Minoritario y ejemplar.
Muy buena noticia la de
designar a Il Giardino Armonico, orquesta barroca en
residencia. En su concierto
de presentación mostró las
cualidades del grupo, su
vitalidad contagiosa, y la
excepcional clase de Giovanni Antonini con la flauta
y el flautín en los conciertos
de Telemann y Vivaldi. Todo
un virtuoso. La versión del
Cuarteto de Ravel por el
Casals fue modélica y marcó
el punto más alto del concierto prolongado por dos
piezas bailables de Shostakovich y Falla. El pianista
Nebolsin mostró su calidad
ya comprobada en su anterior visita con un programa
muy interesante y arriesgado
en el que los Preludios de
Rachmaninov culminaron el
recital.
El mayor numero de
público lo atrajeron los Carmina burana de Orff. La
pieza de estreno, doce minutos de duración, está bien
escrita, con prevalencia de la
creación de atmósferas y con
los solos de violín como
momentos más destacados.
Tanto el Coro como la
Orquesta, bajo la batuta
dominadora de Alejandro
Posada, respondieron con
una versión espectacular de
los Carmina. De los solistas,
hay que destacar a Raquel
Lojendio.
Sensacional el concierto
de la Filarmónica y el Coro
de Praga en la bella leyenda
musicada magistralmente
por Dvorák y que, curiosamente me recordó las películas góticas de Tim Burton. La
Orquesta en todos sus grupos mostró una gran musicalidad, del idiomatismo no se
habla, consiguiendo con el
magnífico coro una gran
emoción. Eva Urbanova
estuvo muy bien y bordó la
última aria, la canción a la
Virgen. También con nivel
suficiente tenor y bajo. Una
versión que no dudamos en
calificar de perfecta con un
Zdenek Macal capaz de
extraer todos los matices de
la cantata y su peculiar doble
estructura (bajo y coro
comentando la acción, tenor
y soprano viviéndola).
El tercer concierto de la
orquesta nos ofreció otro
estreno. La breve obra de
Jesús Rueda está bien
orquestada, sobre todo en el
último crescendo, y pertenece a ese género de partituras
teloneras que en nada benefician a sus autores. Un poco
corto el sonido de Papavrami, con excelentes hallazgos
líricos y una versión personal de la Cuarta de Chaikovski, contrastando los
momentos brillantes y los
íntimos con mención especial al segundo tiempo.
Uno de los mejores
logros de Alejandro Posada
fue la esplendida versión de
Los pinos de
Roma matizadísima en las gradaciones, con
pianísimos
extraordinarios
y con un deslumbrante final.
Fue precedida
por una buena
versión de Dafnis y Cloe, ¿quizá faltó un poco
de perfume?, y
traducciones
correctas de dos
estrenos
sin
especial trascen- KURT MASUR
dencia, dentro
de la tonalidad y con buen sólo es un excepcional piaoficio. Fuego y las Danzas nista, como confirmó en el
concertantes, que interpretó Segundo de Beethoven, sonibien Manuel Barrueco, no do precioso, pulsación exacpasarán a la historia precisa- ta, comprensión de la obra
mente, aunque se escucha- (finales del segundo y tercer
tiempos esplendidos) sino
ran con agrado.
Tres perlas han destaca- también un interesantísimo
do. En primer termino, la director. Sus versiones de la
versión de concierto del París y la Londres fueron
Orfeo monteverdiano. Rinal- personales, vivas, matizadas.
do Alessandrini tiene una Gran éxito.
Por fin, Kurt Masur.
visión dinámica, muy asequible, para el oyente desde su Estreno en Valladolid de la
particular ritmo que su gru- maravillosa Novena Sinfonía
po interpreta con adecua- de Mahler, concierto que
ción. Buen nivel de los can- pone en órbita a la ciudad
tantes, de los que sobresalió en la gran cultura musical, al
Sara Mingardo con una voz que se le da menos imporplena y un estar en escena tancia que al bochornoso
impactante. El barítono Furio bodrio de la Pantoja. Así van
Zanasi, que asume el prota- las cosas. Una grandísima
gonista, con sus largos versión de una estupenda
monólogos, cumplió aunque orquesta. Masur, a sus casi
se mostró un poco fatigado 80 años, dice la obra desde
al final. Sigue sin convencer- la vida interior del composime la asunción del coro por tor, con dureza y a la vez
los propios solistas, que se con un profundo lirismo.
Apoteosis justificada.
esta convirtiendo en moda.
Sorpresa ante la actuación de Murray Perahia. No
Fernando Herrero
Christophe Abramowitz
VALLADOLID
Auditorio. 16-IV-2007. Skovhus, Isokoski, Vitasalo. Wolf. Italienisches Liederbuch. 17-IV-2007. Il Giardino Armonico.
Antonini. Obras de Guerrieri, Purcell, Doni, Telemann, Goldberg y Vivaldi. 18-IV-2007. Cuarteto Casals. Obras de Mozart,
Ravel y Beethoven. 20-IV-2007. Eldar Nebolsin. Obras de Gubaidulina, Soler, Liapunov y Rachmaninov. 21-IV-2007.
Lojendio, Weller, Mohr. Coral “Gavriil Musicescu”. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Posada. Obras de Bellino y Orff.
22-IV-2007. Urbanova, Lehorsky, Mikulas. Coro Filarmónico de Praga. Orquesta Filarmónica Checa. Macal. Dvorák, La novia
del espectro. 28-IV-2007. Papavrami. OSCL. Posada. Obras de Rueda, Barber y Chaikovski. 10-V-2007. Barrueco. OSCL.
Posada. Obras de Fernández, Sierra, Respighi y Ravel. 2-V-2007. Giordani, Zanasi. Concerto Italiano. Alessandrini.
Monteverdi, Orfeo. 11-V-2007. Orquesta de St. Martin the Fields. Perahia. Obras de Mozart, Beethoven y Haydn. 13-V2007. Orquesta Nacional de Francia. Masur. Mahler, Novena.
41
ACTUALIDAD
VALENCIA
Tetralogía furera
UN WAGNER VIRTUAL
Hacia el final de su primera temporada, el
Palau de les Arts ha
montado el prólogo y la
primera jornada del Anillo, dejando Sigfrido para
el año que viene y El ocaso
de los dioses para dentro de
dos. La dirección escénica de
la formidable empresa, acometida además tras la avería
que a las primeras de cambio sufrió una plataforma
escénica desde entonces fija,
se ha confiado a Carlos
Padrissa (La Fura dels Baus),
y la musical a Zubin Mehta.
En ninguno de ambos respectos ha salido todo a pedir
de boca, pero tampoco ha
sido un descalabro.
Lo más sorprendente de
la producción ha sido la
apuesta por la virtualidad de
las proyecciones sobre una
pantalla gigante. Lo más
reprochable, la sumisión a
esa de todas las demás componentes, visuales y musicales. Otro pie forzado, la ubicación de los dioses en grúas desplazadas de acá para
allá por operarios, acabó por
Tato Baeza
VALENCIA
Palau de les Arts. 28, 30-IV-2007. Wagner, Das Rheingold, Die Walküre. Matti Salminen, Peter Seiffert, Franz-Josef
Kapellmann Juha Uusitalo, Ann Larsson, Jennifer Wilson, Sabina von Walther, Catherine Wyn-Rogers, John Daszak.
Director musical: Zubin Mehta. Dirección de escena: La Fura dels Baus.
Escena de El oro del Rin de Wagner en el Palau de les Arts de Valencia
reducir al mínimo las posibilidades de acción auténticamente dramática, un perjuicio lógicamente de especial
gravedad en El oro. De
hecho, los momentos más
satisfactorios en ese sentido
fueron por lo general aquellos en que los personajes
echaban pie a tierra y se
introducían objetos sólidos
en la escena: el fondo del
Rin y la visita al Nibelheim
en El oro, la batalla y el final
de La walkyria. El manejo
de las grúas sólo resultó eficaz en la cabalgata.
Los repartos vocales
combinaron juventud y veteranía, con triunfo de ésta.
Matti Salminen (Fasolt y
Hunding), Peter Seiffert
(Siegmund) y Franz-Josef
Kapellmann (Alberich) ganaron claramente la partida,
aunque
Juha
Uusitalo
(Wotan) y Ann Larsson (Fricka) demostraron poseer suficiente materia para con el
tiempo, es decir, una vez
refinada, llegar muy lejos en
este repertorio. De momento, les llevan cierta delantera
Jennifer Wilson (Brünnhilde)
y Petra Maria Schnitzer (Sieglinde). Con todo, la gran
lástima fue que muchas de
las cosas más interesantes se
aportaran en papeles menores y breves, como el Mime
de Gerhard Siegel (para mí
el cantante más en forma y
ajustado a su personaje) o la
Freia de Sabina von Walther.
Por su parte, Catherine WynRogers hizo una Erda tan
estimable como pudo con
unos medios a los que, más
que potencia, faltó anchura.
En el polo opuesto, también
el Loge de John Daszak
pecó de excesivo lirismo.
En El oro, Zubin Mehta se
mostró muy conservador:
tempi cómodos y escasa fuerza en el subrayado de motivos clave. En La walkyria, en
cambio, buscó y encontró
más calor expresivo, sobre
todo en una orquesta admirable por la rapidez de su crecimiento pero que todavía
dista de rayar a la estratosférica altura de los elogios que
sus responsables y parte de
la crítica le dedican y casi
exigen de los demás.
Alfredo Brotons Muñoz
Veinte años del Palau
ALQUILERES Y PRISAS
Valencia. Palau de la Música. 20-IV-2007. Eva Urbanova, soprano; Jane Irwin, mezzosoprano; David Rendall, tenor;
Peter Mikulas, bajo. Coro Filarmónico de Praga. Orquesta de Valencia. Director: Walter Weller. Dvorák, Misa de
Réquiem. 25-IV-2007. Orquesta de Valencia. Director: Yaron Traub. Chaikovski, Quinta Sinfonía.
D
42
esconectado el Cor de
València de la Orquestra de València como
daño colateral de la creación
del Palau de les Arts, se ha
buscado remedio en el
alquiler de coros. Menos mal
en esta ocasión que el Filarmónico de Praga es un coro
magnífico. La orquesta rayó
también a una muy elevada
cota de calidad tanto en sus
familias como en sus individualidades. Por desgracia,
éstos fueron momentos
excepcionales: en primer
lugar, porque se hace difícil
concebir una dirección más
aburrida que la aplicada por
Walter Weller; en segundo,
porque del cuarteto solista
sólo Peter Mikulas estuvo
muy correcto. A Eva Urbanova le faltaron medios y
estilo. La mezzo, Jane Irwin,
se mostró muy irregular. No
así el tenor David Rendall,
siempre con la voz abierta y
la entonación incierta.
La celebración de los
veinte años del Palau de la
Música se preparó a última
hora y a la carrera. La
orquesta estaba enfadada
por considerarse plato de
segunda mesa en su propia
casa. A falta de tiempo para
ensayar debidamente siquiera la Quinta de Beethoven,
se optó por la de Chaikovski, por supuesto a palo
seco. Los aciagos augurios,
sin embargo, no se cumplieron, y lo que se oyó fue
una versión estupenda, con
el centro de gravedad buscado y encontrado en un
Andante muy sentido, tri-
vial donde debía, intenso
en los clímax, doliente en
la conclusión. Del Allegro
moderato admiró la habilidad de todos los instrumentistas pero especialmente
de las cuerdas para resultar
rumorosos en semicorcheas
indicadas staccato. En el
final, la solemne introducción andante maestoso dio
paso a un Allegro vivace
vertiginoso sin atropellos ni
estridencias.
Alfredo Brotons Muñoz
ACTUALIDAD
VALENCIA / ZARAGOZA
Una comedia musical montada por Milos Forman
BROADWAY A LA CHECA
Valencia. Palau de les Arts. 16-V-2007. Slitr, El paseo bien pagado. Bohus Matus, Dása Zazvurková, Petr Pisa, Jirí Surchy,
Jitka Molavcová. Director musical: Libor Pesek. Director de escena: Milos Forman.
E
sperábamos de Un paseo
bien pagado una óperajazz al estilo de Porgy
and Bess, en menor escala
West Side Story o tal vez
Jonny spielt auf. El prestigio
del oscarizado Milos Forman
así nos lo hacía concebir.
Más de uno se relamía pensando en una especie de
Wozzeck territorialmente
checo, con implicaciones
autobiográficas del cineasta
del periodo soviético, pero
desde el inicio el ritmo de la
música nos dio a entender
que estábamos ante un
musical tipo Broadway. El
libreto, con ribetes vodevilescos y cierto (aunque muy
discreto) erotismo podría
resumirse en una de las frases del texto adjudicada a un
joven matrimonio en vías de
divorcio: “¿Qué son nuestras
disputas comparadas con un
millón de libras?”. Pues ahí
estaba la clave argumental.
La codicia capitalista. Ese
tema que en la Checoslovaquia de finales de los sesenta del pasado siglo (época
del momento de la primavera de Praga) podía tener una
sugestión indudable, deriva
a la comedia de enredo del
género Alfonso Paso. El propósito temático, eminentemente cómico, funcionaba
con no poca ironía social y
cinismo, tal vez con una pretendida dualidad que por
igual podía (en ese tiempo)
contentar a tirios y troyanos.
Precisamente la producción de Forman situó
ambientalmente la escena en
ese período gestando una
serie de situaciones, con un
propósito de realidad y presunta fantasía, llevadas a
una velocidad escénica trepidante, siempre al ritmo de
la música swing, el fox,
algún toque de blues y hasta
tangos. Lo teatral, con un
montaje escénico bien llevado y efectos escénicos elogiables, implicaba el patio
de butacas (la pasarela y el
descenso del escenario es
muy frecuente en la comedia musical y en nuestra
revista del los años cicateros
de la dictadura) con presencia de la acción fuera del
escenario.
Es indudable que el
elenco, muy amplio, estaba
bien elegido y que los cantantes, actores y bailarines
supieron dar vida a los per-
sonajes, sin que molestase
cierto ribeteado de histrionismo, que es muy acostumbrado en el vodevil. El hacer
comedia musical no es fácil:
hay que cantar, bailar (con
ritmos muy diversos) hay
que actuar (y a veces sobreactuar) y tener una especial
vis cómica muy singular. En
esta tesitura la realización
fue irreprochable y pudo
gustar a los amantes del
musical, pero ¿era el Palau
de les Arts el lugar para este
espectáculo?
Antonio Gascó
XIII Temporada de Grandes Conciertos de Primavera
CON PERMISO DE LOS ASTROS
ZARAGOZA
Auditorio. 16-IV-2007. Filarmónica de Viena. Director: Georges Prêtre. Obras de Brahms y Beethoven.
Un día después de la
fabulosa Salomé de la
Wiener Staatsoper (véase SCHERZO n.º 219), la
Wiener Philharmoniker
aparecía en Zaragoza
con su nombre por
excelencia —nunca mejor
dicho— y a las órdenes del
vivaracho octogenario que,
tras dilatada carrera como
secundario, dirigirá el próximo Concierto de Año
Nuevo con permiso de los
astros rutilantes que durante años lo han copado.
Debutante aquí hace ocho
años con el Strauss más
garboso y excitante nunca
oído, Prêtre propuso esta
vez un programa clásico
que tradujo con romanticismo inflamado.
Dirigiendo con manos y
rostro los movimientos de
vuelo lírico, armado de batuta sólo en los briosos, firmó
una Cuarta brahmsiana de
inesperada
originalidad;
menos por la vehemencia
del Andante molto que por
el arrollador Allegro, auténti-
camente giocoso, y por el
Allegro energico e passionato final, impetuoso y arrojado; nada que ver con el tan
frecuente Brahms testador y
cansino.
Y una Séptima de Beethoven en que el pasmoso
éxtasis lírico alcanzado en el
Allegretto contrastó con dos
tiempos finales arriscadamente vertiginosos sin merma de la belleza y claridad.
Tantas luminarias se han visto en sesiones de trámite
que algunos auguraban: no
será para tanto. Pues la centuria vienesa sí lo es, y la
prueba desbordó el programa; luciendo en la Danza
húngara nº 1 de Brahms la
asombrosa opulencia sonora
de la cuerda, y coronando
cimas de frenesí expresivo y
precisión instrumental en la
Tritsch-Tratsch-Polka de
Johann Strauss II.
¡Qué
maravilla
de
orquesta! ¡Y qué sabio y
valiente es el añoso Prêtre!
Antonio Lasierra
43
ACTUALIDAD
Glamour sin sentido
HOLLYWOOD EN PARÍS
Monika Rittershaus
Staatsoper. 29-IV-2007. Massenet, Manon. Anna Netrebko, Rolando Villazón, Alfredo
Daza, Christoff Fischesser. Director musical: Daniel Barenboim. Director de escena:
Johannes Leiacker.
INTERNACIONAL
ACTUALIDAD
ALEMANIA
BERLÍN
Anna Netrebko y Rolando Villazón en Manon de Massenet
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En una doble trasposición, tan propia de estos
tiempos, la Ópera Bajo
los Tilos ha puesto una
coproducción con Los
Angeles de la massenetiana
Manon. Ocurre en el Hollywood de los cincuenta y en
un estudio de cine. La dirección correspondió a Johannes Leiacker y el vestuario a
Susan Hilferty, y así vimos a
la protagonista corriendo
hacia San Sulpicio con boina roja y calcetines blancos.
Al fondo de los Campos Elíseos se alza la torre Eiffel,
los interiores están ornados
con picassos, el Hotel de
Transilvania es un casinocabaret y abunda el lamé
dorado como emblema del
glamour.
La proliferación de Diors
y Saint-Laurents propició el
exitoso debut de Anna
Netrebko, con su tersa piel
y sus estupendas piernas. Su
Manon careció de temperamento, placer de vivir y soltura, en favor de la muñeca
de lujo, seductora y calculadora, que acaba sus días
como un desecho crepuscular, callejero y solitario. Su
canto de elevada profesionalidad, flair francés y refinamiento, seguro de agudos, bello y cálido, se mezcló con una ausencia de
color y momentos de vulgaridad. Rolando Villazón hizo
un Des Grieux en clave de
austero izquierdista que se
vuelve apasionado y desilusionado amante para acabar
en hombre atormentado.
Estuvo calculado y frío en la
primera mitad, para encenderse en el cuadro de San
Sulpicio, con desmedida
entrega de pasión y medios
vocales. Ha de cuidar el
esfuerzo, pues su registro
alto ha perdido brillo y definición. En Lescaut oímos al
sensible, sonoro y encantador barítono Alfredo Daza.
En el señor Des Grieux, al
pregnante y expansivo bajo
Christoff Fischesser.
La Orquesta de la Capilla
Estatal de Berlín fue preparada por Bertrand de Billy
pero la première estuvo conducida por Daniel Barenboim, quien jugó en favor
de una lectura dramática
que sonó con frecuencia a
militarismo prusiano, disipando toda nube de perfume francés, arrobo decadente y encanto sublime, o sea
Massenet. No obstante, un
clamor jubiloso saludó al
final a todo el elenco.
Bernd Hoppe
ACTUALIDAD
ALEMANIA
Fotos, tiros...
DESCONCERTANTE Y TOCANTE
Berlín. Komische Oper. 22-IV-2007. Gluck, Ifigenia en Táuride. Geraldine Mac Greevy, Kevin Greenlaw, Peter Lodahl,
Ronnie Johansen. Director musical: Paul Goodwin. Director de escena: Barrie Kosky.
Monika Rittershaus
L
a Opera Cómica ha
repuesto Ifigenia en
Táuride de Gluck con
dirección escénica de Barrie
Kosky. Ve a la protagonista
como una sacerdotisa de la
muerte y lo expresa con
medios tan drásticos que
parece llevarnos a un matadero. La escenografía de
Klaus Grünberg consta de un
fondo de cerámica negra y
una suerte de piscina que
evoca un crematorio, pues
allí arden cadáveres rociados
con bencina. Arcaica, una
roca encuadrada avanza
sobre las acciones de la
obra. Las luces de Franck
Evin juegan con ella. Pasan
soldados disparando sus pistolas y fotos de muertos y
torturados. Orestes y Pílades
soportan quemaduras de
cigarrillos y cascadas de orina. Es cuando estallan en la
sala las protestas del público.
Geraldine Mac Greevy es
una Ifigenia de voz dramática y flamígera, que resuelve
los desgarros de su personaje a través de sus contradicciones. Permite olvidar el
atroz vestuario de Alfred
Geraldine Mac Greevy y Kevin Greenlaw en Ifigenia en Táuride
Mayerhofer: ropa de trabajo
azul a la que faltan guantes
de látex para retratar a una
perfecta carnicera. Inmejorable es la pareja de Orestes,
un barítono arrollador y
heroico, Kevin Greenlaw, y
Pílades, Peter Lodahl, un
tenor lírico sensible y dulce,
capaz de dramáticos acentos
en su aria del tercer acto.
Fracasa, en cambio, el Thoas
de Ronnie Johansen, abrupto y basto en una suerte de
canto hablado. Nada digamos del aria de Pílades del
segundo acto, con dos
ancianos desnudos representando a Clitemnestra y
Agamenón. También hay un
grupo senil de semidesvestidos, las Euménides, que persiguen a Orestes por su
matricidio. De golpe, el final
es consabido: Diana baja a
la tierra y arregla el embrollo
con un deus ex machina,
gracias a la bella voz de Elisabeth Starzinger. Enseguida, no obstante, los griegos
liberados se vuelven conquistadores y quieren ejecutar a Ifigenia, Orestes y Pílades, que acaban inmovilizados en el suelo, imagen de
la sinrazón y el vacío.
La dicha musical de la
noche la aportó Paul Goodwin conduciendo orquesta y
coros con tensión y excitante carga emocional, que en
la escena del ballet tuvo
marcialidad agresiva. La
dirección coral estuvo a la
altura del compromiso, a las
órdenes de Daniel Mayr.
Bernd Hoppe
Baile y patinaje
EL VIAJE DE FAUSTO EN EL TIEMPO
DRESDE
Semper Oper. 19-IV-2007. Berlioz, La condenación de Fausto. Vinson Cole, Kristinn Sigmundsson, Sophie Koch. Director
musical: Marc Albrecht. Director de escena: Keith Warner.
Esta nueva puesta de
Keith Warner con escenografías de David Fielding narra el viaje en el
tiempo de Fausto de
1924 hasta nuestros días,
con escala en 1946. En el
tablado hay un tubo envuelto en una retícula de números y letras. Al fondo, una
indicación digital: 19:14. A
ambos lados, estructuras de
metal soportan cuatro niveles de coristas vestidos de
blanco, luego de negro y de
rojo, con cascos protectores, diseñados sus vestua-
rios por Emma Ryott. Hay
proyecciones de vídeo que
incluyen un jardín frutal,
bombardeos, la bandera
norteamericana, paisajes
surreales y fantásticos. Fausto avanza hacia un llameante abismo infernal, siempre
como un enfermo seguido
de médicos, y acaba agonizando en una cama con
Margarita y el doctor Mefisto a la cabecera. Las danzas
coreografiadas por Nora Sitges-Sardá y Claudi Bombardo resultaron clásicas y convencionales soluciones de
ballet, o bien girls de cabaret o bien patinajes de hockey sobre hielo. Las mezcolanzas se correspondieron
con las propuestas por Berlioz en esta ópera-oratorioleyenda dramática.
Preciso, gigantesco y
bello de sonido sonó el coro
dirigido
por
Matthias
Brauer. Vinson Cole deslumbró con su sensible lirismo tenoril, tanto en las
secuencias apacibles como
en las dramáticas. Kristinn
Sigmundsson cantó con un
registro de bajo voluminoso
y amenazante, y una expresión de mordiente burla.
Sophie Koch expuso su
soberana presencia de mezzo, aunque no siempre
demasiado refinada y con
turbios agudos en su famosa
escena. Marc Albrecht condujo a la Capilla Sajona del
Estado de Dresde con inspiración y decoro, maravillosas atmósferas y delicadezas
camerísticas, sin desfallecer
en los momentos de ímpetu
dramático o marcial.
Bernd Hoppe
45
ACTUALIDAD
ALEMANIA
Udo Samel dirige escénicamente las dos óperas de Zemlinsky
UNA MIRADA PELIGROSA
París, 1900: muere Óscar
Wilde. Viena, 1900: aparece La interpretación de
los sueños de Freud.
Tánatos y Eros festejan
estrenos en el mundo de
la música y la poesía. Y
Alexander Zemlinsky,
nacido en 1872 en Viena,
conoce a Alma Schindler/
Mahler. Ambos crecen como
hijos intelectuales del fin de
siglo. A principios de 1900,
Zemlinsky se deja inspirar
por el exaltado universo
sonoro de Richard Strauss.
Con Arnold Schoenberg,
quiere respirar el aire de
otros planetas.
En 1917 estrena su Tragedia florentina. En 1922, su
Enano. Zemlinsky escribe el
texto para la tragedia. Oscar
Wilde es el padrino también
del libreto de la ópera en un
acto El enano. Pero el clima
político en el ámbito germanoparlante impide que el
lenguaje sonoro del compo-
Monika Rittershaus
FRANCFORT
Oper Frankfurt. 11-V-2007. Zemlinsky, Una tragedia florentina, El enano. Claudia Mahnke, Robert Haywart, Carsten Süss,
Juanita Lascarro, Sonja Mühleck, Florian Block, Peter Bronder. Director musical: Paul Daniel. Director de escena: Udo Samel.
Peter Bronder en El enano de Zemlinsky en la Ópera de Francfort
sitor judío Zemlinsky pueda
florecer después de 1933.
Ahora, la Ópera de Francfort,
tras una larga abstinencia ha
incluido en su repertorio
estas obras del fin de siglo.
El director de escena
Udo Samel ha montado Una
tragedia florentina en un
acto, de sabor ligeramente
amargo, y El enano como
intensas obras de cámara.
Como una visión minimalista
y pura del alma.
En Una tragedia florentina hay que destacar la inter-
pretación llena de matices
de Claudia Mahnke en el
papel de la dedicada e
intensa Bianca. Con gesto
sosegado, construyó el personaje interlocutor del cruel
Simone. El Simone de
Robert Haywart sonó metálico y oscuro. Libre, relajado y
con belleza vocal configuró
Carsten Süss su Dandy Guido. Un papel que se adapta
bien a su voz, que manejó
con suficiencia.
Juanita Lascarro, con su
vibrante timbre mostró acen-
tos claros. Su princesa se
convirtió en la encarnación
de la ignorancia y la soberbia. Al mismo nivel estuvo
Sonja Mühleck como Githa.
Cantó con calidez cordial,
oscura y profundamente
sentida. También el desastrado, narcisista Don Esteban
de Florian Block provocó
más de una risa. Grandiosa,
sin duda, fue la emocionante
interpretación que del enano
hizo Peter Bronder.
La Ópera de Francfort
puede darse por satisfecha.
Una tragedia florentina y El
enano han celebrado su
regreso tras sesenta años. Sí,
ambas óperas fueron aplaudidas frenéticamente por el
público, Gracias a la emocionante y sensible dirección de
escena de Udo Samel y el
sonido sutil y pleno de la
Orquesta del Museo de Francfort que dirigió Paul Daniel.
Barbara Röder
Radamisto vuelve a Hamburgo
COMO UN ANIMAL DE PRESA
HAMBURGO
Staatsoper. Haendel, Radamisto. 15-V-2005. Tim Mirfin, Florian Boesch, Maite Beaumont, David DQ Lee, Inga Kalna, Hellen
Kwon, Aleksandra Kurzak. Director de escena: Martin Haselböck. Director de escena y escenografía: Marco Antonio Marelli.
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Desde su estreno en
Hamburgo (1722) no se
había repuesto en la ciudad Radamisto de Haendel. Ahora la ha exhumado la Ópera Estatal
bajo la dirección escénica de Marco Antonio
Marelli, diseñador de la
escenografía, que trabajó
con el vestuarista Dagmar
Niefind bajo sus órdenes. El
espacio, blanco y con arañas
de cristal, estuvo ornamentado con fragmentos de espejos encuadrados de oro,
mariposas y pieles de jaguar
en paneles móviles, que
cambiaban continuamente
de lugar. Puertas que se
abrían y cerraban daban
paso a un incesante movi-
miento de gentes, en una
turbulencia de sorprendentes efectos. La trama fue leída en clave actual y cómica
y la caída del tirano fue celebrada con un ballet en ropa
interior colorida y shorts de
boxeo, como si la guerra
fuera un deporte.
El preludio fue insonoro
y la obertura se escenificó:
un rey vestido de armiño
(Tim Mirfin, bajo resonante
con agudos inciertos) tronaba sobre una ciudad de
juguete, llena de casitas
blancas. Tiridate, vestido
con piel de leopardo, amenazaba a la familia regia con
un revólver. Lo encarnó con
convicción brutal el barítono Florian Boesch. En su
miniada aria Alzo al volo di
mia fama estuvo con grandeza de poderoso gozador,
de cuero y armiño ante el
espejo, digno de una estrella del rock. Como Zenobia
Maite Beaumont sirvió con
su bello sonido y peculiar
color de mezzo a una presencia central y rígida, de
expresión verista, vertiendo
con dramático aplomo Son
contenta di morire y honda
conmoción mezclada con
triste intensidad Quando
mai spietata sorte. Conmovedor resultó el dúo de
reencuentro con el esposo
Se teco vive il cor. En el protagonista triunfó el debutante canadiense David DQ
Lee, contratenor de extraor-
dinaria tesitura suave y cálida, y sensible sonoridad,
especialmente en su célebre
Cara sposa. Su aria final fue
de suprema belleza y sus
pasajes de bravura, de una
deslumbrante acrobacia.
Inga Kalna estuvo tensa e
intensa en su Polissena.
Hellen Kwon, versátil soprano en Tigrane, luchó con
sus estridentes agudos.
Aleksandra Kurzak lució
una brillante coloratura en
Fraarte. Dirigió la orquesta
un especialista en música
antigua, Martin Haselböck:
sonido auténtico, afectuoso,
musicalmente culto y fresco
de timbre.
Bernd Hoppe
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47001 Valladolid • Tel. 983 213 886 • www.fundacionsiglo.es
ACTUALIDAD
ARGENTINA
Inicios de temporadas
REPERTORIO ITALIANO
Teatro Avenida. 13-IV-2007. Verdi, Il trovatore. José Azócar, Svetlana Volosenko, Alejandra Malvino, Omar Carrión,
Carlos Esquivel. Orquesta y Coro de Buenos Aires Lírica. Director musical: Carlos Vieu. Director de escena, escenografía y
vestuario: Marcelo Perusso. La Plata. Teatro Argentino. 22-IV-2007. Bellini, Norma. María Pía Piscitelli, Carlos Duarte,
María Luján Mirabelli, Carlos Esquivel. Director musical: Antonio María Russo. Director de escena, escenografía e
iluminación: Roberto Oswald. Vestuario: Aníbal Lápiz.
BUENOS AIRES
María Pía Piscitelli en Norma de Bellini en el Teatro Argentino de Buenos Aires
48
Con dos títulos bien
conocidos dieron comienzo a su programación del presente año la
pujante asociación privada Buenos Aires Lírica,
creada en 2002 y el Teatro Argentino, la segunda sala lírica oficial del
país. La propuesta porteña
tuvo sus mejores bazas en
una sanguínea y vivaz versión musical, muy bien conducida por Carlos Vieu, con
tiempos sumamente ágiles (a
veces hasta algo demasiado
veloces) y adecuadas dosis
de garra y tensión, con lo
que la ópera ganó en urgencia y arrebato, así como en
una puesta de lineamientos
tradicionales, pero con
toques innovadores, como
las reminiscencias de la quema en la hoguera de la
madre de Azucena, que es el
desencadenante de todo el
drama. Los ocho cuadros
que componen la partitura
se ofrecieron en dos grandes
bloques en los que no se
interrumpió la continuidad,
gracias a acciones mudas
que tenían lugar en la parte
frontal, mientras detrás se
realizaban —a la vista— los
cambios, muy acotados y
rápidos, de una escenografía
escueta pero coherente con
la acción. Detalles que hay
que consignar en el haber
de Marcelo Perusso, un
joven director de escena de
prometedora trayectoria.
La parte vocal resultó,
por el contrario, más despareja. Sobresalió Alejandra
Malvino, que compuso una
Azucena digna de elogio
tanto en lo escénico como
en lo canoro, con fuerza y
expresividad.
Bien en sus roles Carlos
Esquivel, un competente
Ferrando y Omar Carrión,
cuyo Conde de Luna tuvo
aceptable línea de canto. La
ucraniana Svetlana Volosenko sólo cumplió como Leonora, sin llegar a lucir,
mientras el tenor chileno
José Azócar resultó un pálido Manrico, pobre en lo
actoral y apenas discreto en
lo vocal. Buena la participación del coro de la entidad
organizadora.
La Norma platense resultó bastante más equilibrada
en sus resultados. Tuvo una
excelente puesta en escena,
poética, velada y con cierto
dejo nostálgico, del multifacético Roberto Oswald, en la
que cobraron especial
importancia el omnipresente
bosque, la tonalidad pastel
del vestuario (sólo rota en la
escena final) y una sugerente iluminación. Antonio
María Russo dirigió a los
conjuntos del Teatro con su
reconocida
musicalidad,
tiempos adecuados y pulso
firme, cuidando tanto el
ajuste y la precisión como el
equilibrio entre foso y escenario. En el elenco cabe destacar el refinado trabajo de
la soprano italiana María Pía
Piscitelli, componiendo con
meritorios recursos al personaje central, en el que tuvo
oportunidad de exhibir la
perfección de su legato y la
dulzura de sus medias voces
y pianísimos. Fue bien
secundada por Carlos Esquivel, aquí encarnando a un
expresivo Oroveso; María
Luján Mirabelli, que compuso con acierto y buenos
medios vocales —aunque
denotando cierta escasez de
volumen— a Adalgisa, mientras Carlos Duarte se enfrentaba, con algunas tiranteces
en el agudo y un timbre no
del todo homogéneo, al
ingrato rol de Pollione.
Carlos Singer
ACTUALIDAD
BÉLGICA
Libertino de cine
SIN PROFUNDIDAD
Bernard Foccroulle, el
director saliente del teatro de La Monnaie,
encargó su ultima producción al versátil artista
canadiense Robert Lepage (actor, director, dramaturgo, cineasta), la puesta en
escena de The Rake’s Progress, una coproducción con
las óperas de Lyon, San
Francisco, el Covent Garden
y el Teatro Real, y con la
colaboración de Ex Machina
de Quebec.
Como Lepage opina que
la música de Stravinski y la
época a la pertenece (hay
elementos de jazz) eran más
importantes que los dibujos
de Hogarth en los que se
inspiraron Auden y Kallmann para escribir el libreto,
situó la acción en los Estados Unidos en la década de
los cincuenta y en el mundo
del cine.
El resultado fue todo un
espectáculo visual lleno de
referencias cinematográficas
que arranca en la llanura de
Texas (con cielos cambiantes) donde, al parecer, Trulove padre busca petróleo.
El burdel de Mother Goose
parecía salido de una escena
de las tradicionales películas
del oeste americano, filmada
por Nick Shadow con Tom
como su personaje principal.
Más tarde, aparece la caravana remolque de Tom que
surge por el escotillón del
escenario y se infla, un efecto especial muy aplaudido
por el publico. Y sucedieron
otras escenas con efectos
similares, por ejemplo en la
que Anne conducía un
coche por las carreteras y las
calles en busca de Tom y su
lujosa casa con piscina (en
la que desaparece la parlanchina Baba la Turca), y la de
la vista de un mar que se
mueve. El cementerio donde
Tom y Nick disputaban una
Johan Jacobs
BRUSELAS
La Monnaie. 19-IV-2007. Stravinski, The Rake’s Progress.
Andrew Kennedy, Laura Claycomb, Darren Jeffery, William
Shimell, Dagmar Peckova, Julianne Young. Director musical:
Kazushi Ono. Director de escena: Robert Lepage. Escenografía:
Carl Fillion. Vestuario: François Barbeau. Iluminación: Etienne
Boucher. Vídeo: Boris Firquet.
partida de cartas con la propia vida de Tom en juego se
convirtió en un destartalado
local de Las Vegas, y la casa
de locos en un pabellón psiquiátrico. Pero a pesar de
todo, era imposible involucrarse en las acciones y los
destinos de los personajes.
Fue un brillante espectáculo,
una serie de efectos visuales
que cautivaron pero no
impresionaron en un sentido
profundo.
Se puede decir lo mismo
de la dirección musical de
Kazushi Ono, que optó por
una interpretación muy
objetiva y clara de la partitura, bien tocada por la
Orquesta de La Monnaie
pero sin salero ni chanza.
Esto abrió muchas posibilidades a los cantantes, pero
la mayoría sonaron bastante
débiles y a veces apenas se
les oía. ¿Fue culpa de la
orquesta que tocó demasiado fuerte o de los vastos
espacios del escenario?
Andrew Kennedy cantó el
papel de Tom con tiesura,
Laura Claycomb fue una
valiente y vocalmente refinada aunque liviana Anne, y
Darren Jeffery un refrescantemente sonoro Trulove.
William Shimell (Nick Shadow), Dagmar Peckova
(Baba la Turca) y Julianne
Young (Mother Goose)
actuaron mejor que cantaron. Los papeles secundarios
y el coro fueron buenos.
Erna Metdepenninghen
49
ACTUALIDAD
ESTADOS UNIDOS
Jack O’Brien monta la trilogía de Puccini
TRÍPTICO A LA ANTIGUA
Ken Howard
Metropolitan Opera. 20-IV-2007. Puccini, Il trittico. Maria
Guleghina, Barbara Frittoli, Olga Mikitenko, Stephanie Blythe,
Salvatore Licitra, Massimo Giordano, Juan Pons, Alessandro
Corbelli. Director musical: James Levine. Director de escena:
Jack O’Brien. Escenografía: Douglas W. Schmidt.
Barbara
Frittoli
en Suor
Angelica
NUEVA YORK
Sobre el escenario la
nueva producción de Il
trittico de Puccini pareció una plétora resucitada de una época pasada:
la época anterior a Peter
Gelb, cuando Franco
Zeffirelli y su escuela
escénica desbordaban el
proscenio con llamativos
decorados realistas que decían mucho de una forma de
consumo capaz de conquistar al público. En las tres
óperas que lo integran —Il
tabarro, Suor Angelica y
Gianni Schicchi— la dirección de O’Brien fue sencilla
y con buenos detalles, pero
había poco en su escenografía que reflejara al hombre
cuya producción de otra trilogía, The Coast of Utopia,
un trozo de la historia intelectual rusa escrito por Tom
Stoppard, le había convertido en el escenógrafo preferido de esta temporada de
Broadway entre los cerebrales aficionados al teatro. Y
cuando, durante los últimos
tres minutos de Schicchi la
enorme alcoba de Buoso
Donati se hundió en las profundidades del escenario del
Met para dejar espacio libre
para unos decorados totalmente nuevos —una vista
panorámica de jardín, con
Florencia haciendo seductoras señas desde lejos— el
gesto pareció no sólo gratuito sino desagradable. ¿No
era el viejo Trittico del Met,
una producción muy sencilla
de hace 30 años, suficientemente adecuado? ¿Y realmente hacía falta este susti-
50
tuto hiperbólico? It trittico
de la New York City Opera
de hace unas temporadas
ofreció un drama más convincente gastando, me imagino, mucho menos dinero.
Musicalmente, el tríptico
estaba en buenas manos.
James Levine cuidó muchísimo las sonoridades de Puccini, aunque sólo pareció estar
totalmente sincronizado con
el drama de Schicchi. En Il
tabarro, las voces de Maria
Guleghina, Salvatore Licitra y
Juan Pons llenaron la sala
causando sensación, y
Guleghina incluso consiguió
unas tonalidades que aligeraron los fortes. Barbara Frittoli, en el papel de Sour Angelica, pareció tensa y forzada
en los agudos pero estuvo
encantadora en todo lo
demás. El Schicchi de Alessandro Corbelli fue (lo que
se espera de este espléndido
artista) de una deliciosa astucia y Massimo Giordano
saludó a Florencia con un
soberbio y sonoro lirismo
como su futuro yerno. Todo
el clan Donati recibió su
merecido y el único otro
Schicchi, Olga Mikitenki,
desinfló un poco las cosas al
cantar sin magia la parte de
más éxito de la ópera.
(James Levine, inusitadamente no supo aprovechar al
máximo este momento) Y
Stephanie Blythe —espectacular— hizo que sus tres
papeles secundarios parecieron un reproche a tan inflado entorno.
Patrick Dillon
ACTUALIDAD
ESTADOS UNIDOS
David Daniels como Orfeo
ESPECTÁCULO VIVO
Marty Sohl
Nueva York. Metropolitan Opera. 5-V-2007. Gluck, Orfeo
ed Euridice. David Daniels, Maija Kovalevska, Heidi Grant
Murphy. Director musical: James Levine. Director de escena y
coreógrafo: Mark Morris. Escenografía: Allen Moyer.
Maija Kovalevska y David Daniels en Orfeo ed Euridice de Gluck
E
s difícil escuchar Orfeo
ed Euridice de Gluck sin
pensar en el amor y la
pérdida; y es aún más difícil
contemplar la nueva producción de Orfeo del Met sin
pensar en la persona que
tenía que haberla cantado,
Lorraine Hunt Lieberson, una
artista que transformaba con
facilidad la admiración en
amor y cuya muerte el verano pasado fue una gran pérdida para el mundo de la
música. ¡Ojalá que, como
Orfeo hizo con Eurídice, el
Met hubiera podido bajar al
infierno para recuperar a esta
maravillosa cantante y colocarla de nuevo en su lugar
merecido en el escenario! Lo
que el Met ofreció con David
Daniels tenía poco que ver
con el original. Con un tono
hueco que fue débil en los
graves y tenso en los agudos,
la interpretación de Daniels
podía haber sido superado
por una docena de mezzos y
probablemente por unos
cuantos contratenores también. Su mejor momento llegó con Che puro ciel, pero
incluso esa parte también
careció de belleza tonal,
enfoque, y el sentido del
reposo que le dio en su grabación de hace unos años.
Al menos la producción
ofreció algunas compensaciones. Mark Morris, que
hizo su debut como director
de escena y coreógrafo, optó
por presentar la versión original vienesa de Gluck de
1762. Creó un espectáculo
vivo, enfrentando un coro
casi inmóvil que abarcaba
culturas y milenios, desde
Shakespeare a la Princesa
Diana pasando por Gandhi.
Aparte de Daniels, las voces
eran soberbias. Heidi Grant
Murphy, un encanto en su
papel de Cupido, merece la
medalla al valor por haber
hecho su entrada bajando
por un cable desde lo alto
del escenario y haber cantado una gran parte de su primer aria suspendida entre el
cielo y la tierra del escenario.
Y la hasta ahora desconocida
Maija Kovalevska —una
alumna de Mirella Freni—
fue una espléndida Eurídice,
alta, espigada y físicamente
expresiva, con un hermoso
timbre y un rápido vibrato
que recuerda a aquella otra
soberbia Eurídice, Pilar
Lorengar. James Levine dirigió, como siempre, con
mucho cuidado, hermosura
y matices; pero se echaba en
falta el punto rítmico y contraste de timbres que un
“auténtico”
especialista
hubiera podido dar a la
música de Gluck.
Patrick Dillon
51
ACTUALIDAD
FRANCIA
Tragedias florentinas
DOS ACTOS DE AMOR
Opéra. 17-IV-2007. Sciarrino, Luci mie traditrici. Zemlinsky, Eine florentinische Tragödie. Maria Riccarda Wesseling,
Otto Katzameier, Matthias Koch, Johann Werner Prein, Hugh Smith. Director musical: Jonathan Stockhammer.
Director de escena e iluminación: Georges Lavaudant. Decorados y vestuario: Jean-Pierre Vergier.
LYON
Para evocar el crimen
pasional, la Ópera de
Lyon ha reunido dos
obras concebidas en los
extremos del siglo XX con la
Florencia renacentista como
marco. La primera, Una tragedia florentina, de Alexander von Zemlinsky (18711942) según el drama de
Wilde (1903); la segunda,
Luci mie traditrici, de Salvatore Sciarrino (n. 1947)
según Giacinto Cicognini
(1664). Confiada al norteamericano Jonathan Stockhammer y al francés Georges Lavaudant, esta producción presenta dos obras
maestras del siglo pasado,
una lujuriosa y expresionis-
ta, la otra deudora de los
misterios de la naturaleza y
de la noche. La unidad de la
velada quedó asegurada por
la radiante presencia de la
mezzosoprano Maria Riccarda Wesseling y la escenografía de Jean-Pierre Vergier,
muros inclinados atravesados de sombríos vídeos y
horadados por dos vastas
puertas que refuerzan el
sentimiento de claustrofobia
que la dirección de actores
de Lavaudant intensifica.
Luci mie traditrici se inspira en el trágico destino del
príncipe músico Gesualdo,
aquí Duque Malaspina, traicionado por su esposa. De
una escritura densa y refina-
da donde susurran los hombres y los pájaros, la partitura, que se abre con una canción de Claude Le Jeune, reúne cuatro cantantes y una
orquesta extraordinariamente
parca en timbres, dinámicas
y matices. El conjunto engendra una música impalpable
que sugiere la impresión de
una superficie de agua en
reposo turbada esporádicamente por alguna piedra. La
vocalidad fluye con naturalidad, pese a una escritura en
los límites de lo ejecutable.
La Orquesta de la Ópera de
Lyon se muestra precisa, con
ataques firmes creando un
tejido evanescente anclado
en los firmes cimientos de un
excelente reparto, en el que
destaca la bella figura de la
duquesa a cargo de Maria
Riccarda Wesseling y, sobre
todo, el duque desgarrador
de Otto Katzameier.
Con excepción del estridente tenor Hugh Smith,
Una tragedia florentina
estuvo brillantemente servida. Al lado de Maria Riccarda Wesseling como sensual
Bianca, Johann Werner Prein
es un Simone alucinante de
energía y de sufrimiento. La
dirección de Stockhammer
resulta tan apasionada y
voluptuosa como precisa y
lírica en la obra de Sciarrino.
Bruno Serrou
Imágenes desmesuradas
HAENDEL CANTADO Y DANZADO
Opéra Garnier. 23-IV-2007. Haendel, L’Allegro, il Penseroso ed il Moderato. Kate Royal, Toby Spence, Roderick
Williams, Eric Price. Ballet de la Ópera Nacional de París. Orquesta y Coro Les Arts florissants. Director musical:
William Christie. Coreografía y vídeo: Robyn Orlin. Vestuario: Olivier Bériot. Iluminación: Marion Hewlett.
PARÍS
Compuesto en Londres
en 1740, L’Allegro, il Penseroso ed il Moderato no
es una ópera sino un
oratorio profano. Concebido
por la coreógrafa sudafricana
Robyn Orlin, el espectáculo
propuesto asocia ópera y
ballet. No es la primera vez
que Gérard Mortier confía
esta obra a un coreógrafo; ya
lo hizo en 1988 en La Moneda de Bruselas con Mark
Morris. Alegoría de los caracteres humanos, la partitura
de Haendel proporciona a
Orlin la ocasión de tratar la
actualidad y los problemas
del mundo contemporáneo,
en concreto de las heridas
del apartheid y los estragos
del SIDA, partiendo de un
material barroco que posibilita una desmesura imaginativa, en especial la unión de
géneros, conjugándose aquí
movimientos, textos, vídeos
y artes plásticas. Al mezclar
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bailarines y cantantes que se
mueven sobre el escenario y,
en ocasiones, en el foso,
integrados a veces en el
vídeo constituido por imágenes rodadas en Sudáfrica por
Philippe Lainé, el espectáculo se pretende total.
Tras un comienzo prometedor (el estanque de Neptuno en Versalles), se hace una
burla de la danza barroca de
Luis XIV, encarnada por el
bailarín-estrella Nicolas Le
Riche, con peluca pero con
short y botas doradas, seguido de un león virtual y de
una corte de raperos. Más
tarde, los bailarines se
envuelven con cintas adhesivas sobre un fondo de tumbas africanas; luego hay imágenes de festines de fieras en
la sabana, seguidas de vistas
de Johannesburgo filmadas
desde un vehículo, que insinúan la violencia urbana subyacente. En el Moderato final,
Toby
Spence en
L’Allegro...
Orlin, que no teme a la
redundancia, multiplica más
allá de lo razonable las imágenes espantosas de la actualidad más candente, desde
Jerusalén víctima del terrorismo hasta Asia sacudida por
el tsunami, pasando por Nueva York en la mañana del 11
de septiembre de 2001.
Por fortuna, la música
está soberbiamente interpretada por un reparto perfectamente curtido en Haendel.
William Christie dirige con
nervio y un magistral senti-
do del color y de los contrastes una partitura rica en
intenciones, explotando plenamente los recursos de un
conjunto coral e instrumental que responde al menor
de sus requerimientos. En
cuanto a los solistas, Kate
Royal impone su resplandeciente voz de soprano, sólo
igualada por su presencia
radiante, al tiempo que Toby
Spence y Roderick Williams
le dan una réplica idónea.
Bruno Serrou
ACTUALIDAD
FRANCIA
E.M. DESLUMBRA PARÍS
A PESAR DE TODO
París. Opéra Bastille. 27-IV-2007. Janácek, Vec Makropulos.
Angela Denoke, Charles Workman, Vincent Le Texier, Paul
Gay, David Kuebler, Karine Deshayes, Ales Briscein. Coro y
Orquesta de la Ópera Nacional de París. Director musical:
Tomas Hanus. Director de escena: Krzysztof Warlikowski.
París. Théâtre du Châtelet. 10-V-2007. Bizet, Carmen. Sylvie
Brunet, Nikolai Schukoff, Genia Kühmeier, Teddy Tahu
Rhodes, Gaële Le Roi. Coro y Orquesta Les Musiciens du
Louvre-Grenoble. Director musical: Marc Minkowski.
Directores de escena: Martin Kusej-Elena Tzavara.
M
T
akropulos al fin. Han
hecho falta ochenta
años para que París
descubra por fin El caso
Makropulos. Ciertamente, la
heroína de la penúltima
obra escénica de Janácek
tiene como preocupación
principal el elixir de la
juventud puesto a punto por
su padre que le ha permitido
durante tres siglos no envejecer antes de tener la oportunidad de morir, desengañada del amor hasta el punto de no querer saber nada
de su numerosa descendencia. En realidad, ¿qué es todo
esto en comparación con
ochenta años…? Janácek ha
tenido que esperar mucho
antes de ser programado en
Francia, pero también es el
caso de todos sus compatriotas, de Smetana a Martinu,
pasando por Dvorák del que
se han representado sólo
algunas de sus óperas. Pues
bien, queda comprobado
que la música del moravo
cada vez provoca más unanimidades. Lo que explica el
rápido triunfo de El caso
Makropulos, a pesar de la
complejidad de su libreto, la
práctica ausencia de línea de
canto y de tratarse de una
partitura extraordinariamente
moderna y profundamente
original.
Todo se ha reunido en la
Bastilla para que El caso
Makropulos lograra el triunfo. Empezando por la dirección idiomática del joven
director
checo
Tomas
Hanus, que modelo una
sonoridades exuberantes y
carnosas, subyugando a una
orquesta maleable a voluntad y sustentando con ímpetu y firmeza a un equipo de
cantantes
sobresaliente,
encabezado por la deslumbrante Angela Denoke en el
papel protagonista, auténtico animal de escena dotado
de una voz dúctil y sólida
Angela Denoke
como la roca, cuya presencia y soltura actoral hacen
de la tricentenaria Emilia un
ser alucinado y terriblemente seductor. Vincent Le
Texier (Jaroslav Prus) le da
una excelente réplica, así
como Charles Workman
(Albert Gregor) y, sobre
todo, David Kuebler, Vítek
instintivo.
A pesar de algunos lugares comunes y unas referencias demasiado insistentes
con respecto al cine americano de los años sesenta
(Marilyn Monroe, aunque
también King Kong o Sunset
Boulevard), la puesta en
escena de Krzysztof Warlikowski, que para su debut
parisino había firmado la
pasada temporada una sorprendente Ifigenia en Aulide
de Gluck en el Garnier, es
juiciosa y sirve eficazmente
al propósito de la obra que
suena así acorde con las preocupaciones de nuestro
tiempo, en el contexto de
una escenografía de gran
belleza (incluso el empleo
decididamente obligado de
unos aseos públicos se ve
sin problema) realizada por
Malgorzata Szczesniak.
Bruno Serrou
ras un primer proyecto
confiado a John Eliot
Gardiner, considerado
demasiado costoso, Marc
Minkowski ha dirigido su primera Carmen. Solicitada para
la puesta en escena, la joven
Sandrine Anglade fue despedida poco antes de los ensayos en razón de unos decorados presentados muchos
meses antes pero que se consideraron demasiado caros y
voluminosos. Desde entonces, la directora de escena
está en pleitos con la dirección del teatro. Last but not
least, el tenor italiano Giuseppe Filiatoni acabó retirándose. Al final la Staatsoper
Unter den Linden de Berlín
se hizo cargo de la producción. Pero como el autor de
la puesta en escena, el austríaco Martin Kusej, felizmente
para él, estaba comprometido, ha sido su asistente Elena
Tzavara la encargada de
reponer esta Carmen estrenada en diciembre de 2004.
Con excepción de los
toreros del final, es inútil
buscar a España en esta Carmen sangrienta de pulsiones
teutonas. La escenografía de
hormigón y piedra sumerge
el primer acto en un blocao
semienterrado en la arena
cuyo techo sirve de cuartel y
donde trabajan y se prostituyen unas cigarreras ligeras
de ropa que provocan un
fastidioso desfile de lencería.
Sigue un arca de agua a
modo de taberna de Lillas
Pastia, una iglesia en ruinas
como guarida de los bandidos y un desierto cegador
como plaza de toros de Sevilla… En el tercer acto la
escena de sexo sobre el altar
es inútil, mientras el final no
es más que vacío sideral. Se
ve a Escamillo chorreando
sangre, corneado por un
toro en el momento mismo
en que Carmen es apuñalada, muerte asombrosamente
M.N. Robert
Sangre y arena
Eric Mahoudeau
Asombrosa Denoke
Sylvie Brunet en Carmen
precedida por la de Micaela,
abatida al final del tercer
acto por Don José de una
bala perdida…
Este último está encarnado por el tenor austríaco
Nikolai Schukoff, cuya voz
se despliega poco a poco,
sin abrirse del todo, pero
recreando bien al hombre
humillado víctima expiatoria. En Escamillo el barítono
neozelandés Teddy Tahu
Rhodes tiene la voz tan
rotunda como su impresionante estatura pero su dicción resulta incomprensible.
Genia Kühmeier es una
Micaela radiante y conmovedora. Gaële Le Roi y Nora
Sourouzian son gitanas vivarachas y resultan perfectos
los papeles secundarios.
Queda la Carmen de Sylvie
Brunet. Su actuación es algo
tosca por culpa de la puesta
en escena pero la voz es
sólida y cálida sin ser hermosa. En el foso, Les Musiciens du Louvre suenan con
escasa presencia y algo faltos
de sensualidad. La dirección
de Minkowski se hace
pesante y fría, amplificada
por la gestualidad sobrecargada de un director que quizá busca imponerse como
protagonista del espectáculo.
Bruno Serrou
53
ACTUALIDAD
GRAN BRETAÑA
Sube a escena la ópera televisiva de Britten
AGONÍA DE UN PACIFISTA
LONDRES
Bill Cooper
Linbury Studio. 25-IV-2007. Britten, Owen Wingrave. Jacques Imbrailo, Steven Page, Elizabeth Woollett, Toby Spence.
Director musical: Rory Macdonald. Director de escena: Tim Hopkins.
Como parte de la serie
de óperas de cámara, la
Royal Opera ha puesto
en escena esta obra
infravalorada
desde
siempre que es Owen
Wingrave, con una nueva
escenografía y dirección de
Tim Hopkins. Aunque
parezca sorprendente ahora,
el compositor escribió la
pieza en 1971 para la televisión de la BBC, donde fue
recibida con respeto pero
frialdad. Britten, que nunca
fue devoto de la televisión,
siempre creía que tendría
éxito en el escenario.
Sin embargo, eso no ha
pasado, incluso considerando que el tema, los insultos
y las agonías del pacifismo
en una familia militar, tiene
una relevancia que se reanu-
da continuamente. Si la acritud de la contienda de Vietnam fue lo que más preocupó a Britten, la obra también
explora su otro tema esencial, el de ser un marginado.
La partitura, en una reducción de David Matthews
para 14 músicos de la City of
London Sinfonia, aunque no
es la mejor que escribió Britten, está considerada un
modelo de ingenio. Los
estruendos y bramidos de la
guerra encuentran una amarga expresión en las ráfagas
de los métales, los gemidos
de los oboes, y las quedas y
desquiciadas escalas del piano. Cantada con gran emoción e interpretada por un
reparto encabezado por Jacques Imbrailo en el papel de
Wingrave, esta representación ganó cada vez más en
intensidad neurótica. Steven
Page y Elizabeth Woollett
como los Coyle y Toby
Spence en el papel del
Narrador (una grabación)
estuvieron soberbios. El
joven director de gran talento talento Rory Macdonald,
permitió de vez en cuando
que el entusiasmo de los
músicos disputara el protagonismo con los cantantes
pero en su conjunto dirigió
una conmovedora representación. Los negros decorados
abstractos parecían al principio demasiado recargados,
con su trabajo temblón de
cámara en mano y el desorden de detalles minuciosos.
Pero en el momento de la
crisis final resultaron ser persuasivos y aplastantes.
Fiona Maddocks
Calidad musical, decepción escénica
DEBUSSY EN COLORES
Londres. Royal Opera House Covent Garden. 14-V-2007. Debussy, Pelleas et Melisande. Simon Keenlyside, Angelika
Kirchschlager, Gerald Finley, George Longworth. Director musical: Simon Rattle. Director de escena: Stanislas Nordey.
E
54
l equipo de producción,
bajo la dirección escénica de Stanislas Nordey,
recibió unos cuantos silbidos
al bajar el telón al final de la
nueva Pelleas y Melisande de
la Royal Opera House, ya
estrenada en Salzburgo. Pero
los aplausos para el director
Simon Rattle y el reparto
estrella fueron abundantes y
sinceros. Porque en esta
velada fue la calidad musical
la que dominó, a pesar de
que la pesadez de la producción intentó por todos los
medios distraernos y aplanar
nuestras imaginaciones.
Que las soberbias fuerzas
musicales fueron defraudadas de esta forma ha sido
una desilusión. Desde su
estreno en París en 1902, la
obra maestra del simbolismo
de Debussy, basada en la
obra teatral de Maeterlinck,
ha tenido que luchar contra
varios malentendidos, el
mayor de todos es que esta
obra dinámica y apasionada
es de una forma u otra, estática, pálida e incomprensible.
La puesta en escena de
Nordey, un juego de cajas
que se abrían, cerraban y
giraban sin cesar, ha confirmado ese prejuicio. ¿Necesitamos ver árboles, agua o
cabellos —las tres potentes
imágenes de la obra— para
estar satisfechos dramáticamente? No. El único imperativo es que literal o simbólicamente, comprendemos
estos elementos. Las confusas abstracciones del escenógrafo Emmanuel Clolus
resultaron ser coercitivas en
el peor sentido, ya que no
permitieron ninguna libertad
de respuesta y dejaron a los
cantantes desamparados.
El Pelleas de Simon
Keenlyside mostró una ener-
gía evocadora y vivaz y
Angelika Kirchschlager, no
totalmente adecuada para el
papel, optó por interpretar
una Melisande desconcertante y autónoma. El Golaud
de Gerald Finley rebosó
aflicción e ira, y George
Longworth en el papel del
niño Yniold fue impecable.
Todos buenos actores, tuvieron que moverse a veces
con solemnidad y otras con
naturalidad, pero tantas idas
y venidas llegaron a resultar
molestas. Todavía peor fue
el vestuario de la familia
Golaud-Pelleas, que consistía en enjoyados monos
blancos que les hacían parecerse a fontaneros gorditos a
lo rococó. A diferencia de
ellos, Melisande llevó puesto
un vestido rojo para mostrar
que no tenía nada que ver
con esta familia disfuncional.
Desde luego, si no fuimos
capaces de entender un elemento tan básico del argumento sin un código de
colores, ¿para qué esforzarse
en absoluto?
Afortunadamente, Simon
Rattle quiere mucho a esta
luminosa partitura y la conoce al dedillo. Debussy decía
a sus primeros intérpretes
que tocaran suave, cada vez
más suavemente. Los músicos de la Royal Opera evocaron algunos susurrados
pianissimos pero también se
lanzaron con desenfreno en
escenas como la de los sótanos del castillo cuando un
aterrorizado Pelleas sale disparado al aire libre, que produjo un estallido de brillantez de la orquesta. Los
momentos así fueron los culminantes de una decepcionante tarde.
Fiona Maddocks
ACTUALIDAD
HOLANDA
Problemas con el estilo de canto
HAENDEL EN LA
ENCRUCIJADA
ÁMSTERDAM
Ruth Walz
Het Muziektheater. 17-IV-2007. Haendel, Hércules. Ann
Hallenberg, Ingela Bohlin, Charlotte Hellekant, Ed Lyon,
Nathan Berg, Simon Kirkbride. St. James Baroque. Director
musical: Christopher Moulds. Director de escena: Luc Bondy.
Decorados: Richard Peduzzi. Vestuario: Rudy Sabounghi.
Con cinco producciones
de sus óperas durante los
últimos cinco años,
Haendel parece haberse
convertido en el compositor dramático más
popular de la Ópera de
los Países Bajos, sólo
superado por Wagner. Es
difícil saber si el publico
comparte el entusiasmo del
director artístico, Pierre Audi,
ya que se representaron tres
de las producciones en un
pequeño teatro municipal.
Sólo pusieron Sansón y Hércules en el gran Muziektheater, pero ninguna de las dos
fue recibida con gran entusiasmo y no sólo porque los
dos oratorios carecieron de
tensión dramática.
Se puede decir de Sansón que tiene algunos de los
mejores momentos dramáticos que se encuentren en la
obra de Haendel y también
Hércules tiene varios, sobre
todo en el segundo acto. Los
problemas fueron otros,
empezando con el hecho de
que la Ópera de los Países
Bajos decidió representar los
dos primeros actos sin pausa. Eso resultó agotador y
desgraciadamente el público
terminó algo hastiado en el
momento más importante
del drama, cuando la mujer
de Hércules, Dejanira,
empieza a sentir celos de la
joven Iole.
Otros problemas surgieron con la puesta en escena
de Luc Bondy, ensayada por
Sven Nielsen, que careció de
color y detalles, y la mala iluminación de los decorados
de Richard Peduzzi. Tampoco fueron bien dirigidos los
personajes. Si la orquesta
hubiera tocado con más diligencia y precisión en su ataque y tono, las otras dificultades hubieran quedado compensadas, pero no fue así.
Ingela Bolin y Ann Hallenberg
Hasta era difícil entender por
qué se trajeron a Ámsterdam
al director musical Christopher Moulds y el Ensemble of
St. James Baroque.
Una ópera de Haendel,
incluso si es un oratorio
inglés, sólo puede ser convincente si se trata como
obra de bel canto, respetando su estilo y la técnica
vocal de la época. Aunque
tanto la mezzo Ann Hallenberg (Dejanira) como el bajo
Nathan Berg (Hércules)
hicieron unas sólidas interpretaciones, redujeron el
efecto con elementos de
verismo que hizo que su
estilo vocal pareciera anticuado, una forma de canto
que se aceptaba hace
mucho tiempo pero no desde los tiempos en los que se
sabe cómo interpretar la
música de Haendel con sus
da capos y ornamentos.
Como siempre la mezzo
Charlotte Hellekant (Lichas)
hizo una excelente interpretación, igual que el joven
tenor Ed Lyon (Hyllus) y
sobre todo la soprano Ingela
Bohlin (una encantadora
Iole), pero por desgracia no
fueran capaces de salvar la
representación.
Paul Korenhof
55
ACTUALIDAD
ITALIA
Brauenfels llega a Italia
EN LA REPÚBLICA DE LAS AVES
CAGLIARI
Teatro Lirico. 27-IV-2007. Braunfels, Die Vögel. Katarzyna Dondalska, Lance Ryan, Giorgio Surian, Markus Werba, Petri
Lindroos. Director musical: Roberto Abbado. Director de escena: Giancarlo Cobelli. Decorados y vestuario: Maurizio Balò.
El Teatro Lírico de
Cagliari, fiel a su propia
tradición de abrir la temporada con una ópera
rara u olvidada, ha presentado por primera vez
en Italia Die Vögel (Las aves)
de Walter Braunfels (18821954), que tuvo un enorme
éxito en Múnich en 1920,
bajo la dirección de Bruno
Walter, y luego notable difusión hasta 1933, cuando los
nazis la prohibieron. Desde
el punto de vista musical, de
hecho, Die Vögel está profundamente ligada a la tradición alemana postwagneriana, entre Tristán, los Maestros cantores y algunos
aspectos del Strauss posterior a Elektra (el virtuosismo
del Ruiseñor, soprano de
coloratura, hace pensar de
inmediato en Zerbinetta).
Braunfels tiene una posición
conservadora, totalmente
extraña a la Escuela de Viena
y a las nuevas tendencias de
los años veinte. De la célebre comedia de Aristófanes
toma cosas libremente, dándole la vuelta a la conclusión
en clave religiosa (Zeus destruye la ciudad de las aves
como castigo por su rebelión
y el delirio de poder de Ratefreund queda así frustrado).
En medida limitada a Aristófanes, y bastante más a la
noche de Tristán, se conecta
el clímax musical de la ópera, la escena en la que Hoffegut (que sólo en parte se
rable Ruiseñor), Lance Ryan,
autorizado Hoffegut, Giorgio
Surian (Ratefreund), Markus
Werba (Upupa), Petri Lindroos (Prometeo). El director Giancarlo Cobelli y el
escenógrafo Maurizio Balò
se atuvieron a una línea de
sobria y elegante esencialidad, con algunos felicísimos
toques grotescos (Ratefreund toma el poder como
un ridículo Nerón con la lira
en la mano) y con una cierta
tendencia a los colores sombríos que parecía sugerida
más que por la música por
el contexto histórico, por la
reflexión sobre lo que pasaría entre 1933 y 1945.
corresponde con el Evélpides griego), a través del beso
y el canto del Ruiseñor, vive
una experiencia profunda e
inolvidable de comunión
con la totalidad de la naturaleza. Muchas otras son las
páginas felices de una ópera
rica sobre todo en encantamientos líricos, de atmósferas leves, de aéreas fantasías
en los límites entre realidad
y sueño.
La magnífica dirección
de Roberto Abbado ha mostrado de manera ejemplar
todos los caracteres y la fascinación ligera de la ópera.
El reparto era bueno, incluso
en los numerosos papeles
menores. Recordemos a
Katarzyna Dondalska (admi-
Paolo Petazzi
Fedele recupera el tema de Antígona
BÚSQUEDA COMUNICATIVA
FLORENCIA
Gianluca Moggi
Teatro Comunale. 24-IV-2007. Fedele, Antigone. Monica Bacelli, Chiara Taigi, Roberto Abbondanza. Director musical: Michel
Tabachnik. Director de escena: Mario Martone. Decorados y vestuario: Sergio Tramonti. Electrónica en vivo: Thierry Coduys.
56
El espectáculo inaugural
del LXX Mayo Musical
Florentino ha sido una
ópera nueva encargada
para la ocasión, Antigone de Ivan Fedele
(1953), uno de los compositores italianos más asentados de su generación.
Fedele ha escogido el mito
de Antígona con la declarada intención de enfrentarse
a un arquetipo, y se ha servido exclusivamente del texto de Sófocles, reducido a lo
esencial por Giuliano Corti,
que ha preparado un libreto
sobrio y depurado, articulado según la división de la
tragedia en prólogo, cinco
episodios y éxodo (se omiten, por lo tanto, los estásimos), un texto que no intenta proponer una lectura nueva del mito. Fedele, en
cuyos trabajos instrumentales hay siempre una clara
evidencia discursiva, narrativa, se ha valido de este
aspecto de su poética para
crear una música de inmediata eficacia teatral, con un
lenguaje nítido y controlado,
caracterizando a cada personaje con trazos vocales reconocibles y buscando, sobre
todo por medio de la
orquesta, una “atmósfera al
mismo tiempo arcaica y contemporánea”: las percusiones afinadas, junto al piano,
el cymbalon y el arpa tienen
un papel privilegiado. Algunos motivos, sobre todo de
las cuerdas y los vientos,
retornan en diversas ocasiones para dar relieve y evidencia a las situaciones teatrales, la relación voces-
orquesta se articula de
modos variados, porque la
propia orquesta amplifica de
diversos modos la parte
vocal, la electrónica en vivo
y la sonorización envuelven
en una atmósfera sonora
particular a todos los intérpretes. El público ha apreciado este controlado deseo
comunicativo, gracias también a la excelencia de
todos los intérpretes y al
sobrio y nítido espectáculo
de Mario Martone y Sergio
Tramonti. En este caso era
determinante la idea de una
escena que, para evocar el
interior y el exterior de la
ciudad de Tebas, aparecía
dominada por una gran
estructura de cañizo que
cortaba oblicuamente el
espacio partiendo del fondo
de la escena en lo alto y
descendía hasta el patio de
butacas, cuyas primeras filas
estaban ocupadas por el
coro. La sobria dirección
hacía girar a los cantantes ya
a la derecha detras del cañizo (que evocaba las murallas
destruidas de la ciudad), ya
por delante (cuando la
acción es en el exterior).
Excelente protagonista fue
Monica Bacelli, secundada
por la estupenda Chiara Taigi (Ismene), y Roberto
Abbondanza (sensacional
Creonte). No menos convincentes Martín Oro (Tiresia),
contratenor para el que
Fedele ha ideado un estilo
vocal particular, Mirko Guadagnino (Emone) y Bruno
Lazzaretti (un guardia).
Paolo Petazzi
ACTUALIDAD
ITALIA
Janácek se va imponiendo en Italia
ANTINATURALISMO
Marco Brescia
Teatro alla Scala. 29-IV-2007. Janácek, Jenufa. Anja Silja,
Emily Magee, Miro Dvorsky, Ian Storey. Director musical:
Lothar Koenigs. Director de escena y decorados: Stéphane
Braunschweig.
MILÁN
Emily Magee e Ian Storey en Jenufa de Janácek en el Teatro alla Scala
En la Scala, la representación de la primera
obra maestra de Janácek, Jenufa, ha señalado
uno de los mejores momentos de la temporada (como
ocurriera el año pasado con
Katia Kabanova): el retraso
del conocimiento de Janácek
en Italia comienza ahora a
ser superado, con total éxito. En el caso de Jenufa,
además, la originalidad y la
personalísima fuerza expresiva de Janácek se imponen
con inmediatez, más allá de
las dificultades de la lengua.
La dirección de Lothar Koenigs evidenciaba la potencia
trágica, quizá más en los
momentos de violencia dramática que en los encantamientos de abandonos líricos, pero en todo caso era
de alto nivel, como el reparto, dominado por las dos
protagonistas, por Anja Silja,
que interpretó el tremendo
personaje de la madrastra
con autoridad, medida e
intensidad ejemplares, y la
dulcísima Jenufa de Emily
Magee. Contribuciones válidas de Miro Dvorsky (Laca)
e Ian Storey (el fútil seductor
Steva); estupendos también
los comprimarios. De gran
relieve la dirección y la
escenografía de Stéphane
Braunschweig, en su presentación scalígera, con un
espectáculo bellísimo. La
escenografía renuncia radicalmente al naturalismo y al
color local, y aun a la variedad cromática, todo es de
estilizada y eficaz simplicidad y esencialidad, y el
espacio está definido con
geométrica limpieza. Sólo al
inicio y en el momento del
descubrimiento del infanticidio el girar de aspas de
molino alude concretamente
al lugar en torno al cual se
desarrolla la acción, con un
efecto que por lo demás no
tiene nada de realista. La
dirección fue siempre convincente en su intensísima
medida. La concepción de
Braunschweig muestra con
claridad cómo Janácek en
Jenufa es independiente del
naturalismo, que, desde fuera, pareciera caracterizar la
trama (una muchacha seducida y abandonada y un
niño muerto por salvar el
honor de la familia), cuenta
el túnel de la interioridad, la
afirmación de un mundo
moral libre y auténtico, la
movilidad nerviosa y la trituración del originalísimo lenguaje musical.
Paolo Petazzi
57
ACTUALIDAD
LUXEMBURGO
Estreno mundial de Jonathan Harvey
HARVEY, ENTRE BUDA Y WAGNER
Cuando trabajaba todavía
en Parsifal, Wagner, que
había soñado desde 1848
con
un
Jesús de
Nazareth, vislumbra un
proyecto también antiguo, Los vencedores. El
músico poeta se inspira
para esta obra en la
Introducción a la historia del
budismo indio de Eugène
Barnouf. Éste refiere la leyenda de Prakriti, doncella
candâla, que se consume en
un amor apasionado por un
discípulo de Buda, Ananda, y
que, para entrar en la misma
orden religiosa que su amado, hace voto de castidad.
Buda les invita a renunciar a
los placeres de la carne para
alcanzar la perfección. La
particularidad del texto, que
asocia pasado y presente,
corroboraba la idea wagneriana de la reminiscencia fundada sobre el sistema del leitmotiv. Ideas queridas del
compositor británico Jonathan Harvey (n. 1939), que se
reclama cristiano budista.
Wagner Dream (El sueño de Wagner), imaginado
por Harvey y su libretista
58
Jean-Claude Carrière, es el
que todo moribundo tiene
cuando su alma está a punto
de separarse del cuerpo. El
de Wagner se desarrolla esa
tarde del 13 de febrero de
1883 en que, fulminado por
una crisis cardíaca, se tiende
sobre la tumbona de su estudio en el entresuelo del
palacio Vendramin-Calergi,
en el Gran Canal de Venecia. Mientras Wagner y los
que le rodean en sus últimos
momentos están representados por actores, su sueño y
lo que guía a su espíritu hasta el umbral de la muerte lo
encarnan cantantes.
Harvey ha compuesto la
tercera de sus óperas entre
2002 y 2006. Su libretista,
Jean-Claude Carrière, conocido mundialmente por sus
guiones para Buñuel, también fue autor de un libro de
entrevistas con el Dalai
Lama en 1994. Sin embargo,
su texto, escrito en inglés,
está trufado de clichés dignos de la prensa popular,
sin ningún alcance significativo espiritual o filosófico, lo
que menoscaba la dimen-
J. HARVEY
LUXEMBURGO
Grand Théâtre. 28-IV-2007. Harvey, Wagner Dream. Claire Booth, Gordon Gietz, Catherine ten Bruggencate,
Matthew Best, Dale Duesing, Johan Leysen. Ensemble Ictus. Director musical: Martyn Brabbins. Director de escena:
Pierre Audi. Decorados e iluminación: Jean Kalman. Vestuario: Robby Duiveman. Técnica IRCAM.
sión de la obra, aunque sin
perjudicarla en lo fundamental, ya que la música es suntuosa. Las transiciones entre
teatro y música, palabra y
canto, el tiempo histórico
confiado a los actores y el
sueño confiado a los cantantes discurren con naturalidad, la electrónica live realizada en el IRCAM es de una
precisión nunca alcanzada
aún en el terreno de la ópera, lo que incita al oyente a
dejarse arrastrar al corazón
del espacio sonoro que le
rodea y no cesa de sorprenderle, diseminándose furtivamente por la sala.
La puesta en escena de
Pierre Audi, que le encargó
la obra como director de la
Ópera de Ámsterdam, es
sobria y pertinente, desplegándose en una escenografía
de Jean Kalman que separa
el mundo real del soñado,
situando el primero sobre el
proscenio mientras el segundo está suspendido sobre la
orquesta, situada ésta entre
los dos universos; los músicos con tocados en la cabeza
y trajes de época (hermoso
vestuario de Robby Duiveman). El reparto es de todo
punto destacable, tanto en lo
relativo a los actores (brillante Wagner de Johan Leysen,
Cosima
extremadamente
verosímil de Catherine ten
Bruggencate), como a los
cantantes, con el impresionante Buda de Dale Duesing
y el omnipotente Vairochana
de Matthew Best, así como la
pareja de amantes formada
por Claire Booth (Pakriti) y
Gordon Gietz (Ananda). Dirigido con arrebato y rigor por
Martyn Brabbins, el Ensemble Ictus de Bruselas sobresale en esta partitura, de fuerza
y densidad singulares, que
confirma a Harvey como uno
de los compositores más destacados de su generación.
Bruno Serrou
ACTUALIDAD
SUIZA
Vesselina Kasarova protagoniza un divertido Rossini
GAGS Y PIROTECNIAS
VOCALES
Susanne Schwiertz
Opernhaus. 22-IV-2007. Rossini, L’italiana in Algeri.
Vesselina Kasarova, Carlo Lepore, Javier Camarena, Carlos
Chausson, Christiane Kohl. Director musical: Paolo Carignani.
Director de escena: Cesare Lievi. Decorados: Luigi Perego.
ZÚRICH
Vesselina Kasarova, Javier Camarena y Carlos Chausson
No hay duda alguna: la
divertida obra maestra
del veinteañero Gioachino Rossini es teatro
absurdo del mejor. No
hay ninguna lógica en esta
historia de una temperamental italiana que se va a África
a buscar a su amado, y el
director de escena Cesare Lievi tampoco ha intentado tratar una línea argumental en la
enloquecida trama. Como
hiciera ya hace algún tiempo
con Il turco in Italia, ha recurrido a una puesta en escena
plagada de grandes y pequeños gags, siendo los personajes estúpidos y engañados los
que se llevan la parte más
brillante de la producción.
Todo ello, por supuesto (y
gracias también al refinado
vestuario), presentado de una
manera altamente estética. La
acción transcurre en un bar
de playa con elementos art
déco. Mustafà —que, en el
original, es un potentado
oriental— es su rico propietario. Los invitados de un crucero de lujo se ponen nerviosos tras el ataque de unos
corsarios. Entre ellos se
encuentra también una compañía de varietés, cuya principal atracción es la famosa
estrella italiana Isabella.
E Isabella es también el
centro de la representación.
Vesselina Kasarova despliega
una auténtica artillería vocal
en el más puro estilo belcantista, con fabulosas coloraturas y una infinita paleta
expresiva. El oscuro timbre
de la mezzosoprano búlgara
le permite introducir también,
por debajo de las bromas,
momentos de auténtico sentimiento. Ante los encantos de
esta soberbia prima donna
sucumben todos los demás,
aunque hubo un verdadero
descubrimiento: el joven
tenor mexicano Javier Camarena, que entró hace un año
en el Opernstudio y ya destacó como el perfecto cantante
rossiniano. Posee una extraordinaria facilidad y no se
arredra ante los más brillantes
agudos. A su lado, Carlo
Lepore —que se alterna con
Ruggero Raimondi— fue un
Mustafà bastante monocolor.
La función estuvo dirigida
musicalmente por Paolo
Carignani, Generalmusikdirektor de la Ópera de Francfort, quien brindó un trabajo
refinado, mezclando cuidadosamente los colores orquestales, aunque, después de
quince años de abstinencia
rossiniana, no siempre
encontró el impulso necesario para poner en marcha la
implacable maquinaria del
compositor.
Mario Gerteis
59
ENTREVISTA
VLADIMIR ASHKENAZY
V
60
ladimir Ashkenazy cumple setenta años el próximo mes de julio. Para conmemorar esta fecha su casa
discográfica, Decca, ha preparado dos colecciones. La primera de ellas, A personal collection, es una
semblanza musical del músico ruso; la segunda, es una integral de las Sinfonías de uno de sus compositores
favoritos, Dimitri Shostakovich. Decca publicará también una grabación de las Variaciones Diabelli de
Beethoven, obra exigente donde las haya y a la que el pianista se acerca por primera vez. Honesto y sincero,
Vladimir Ashkenazy ha sabido mantenerse fiel a sí mismo a lo largo de su dilatada carrera. Ha vivido y vive al
servicio de la música, e insiste en ser considerado simplemente como un músico. Magnífico pianista que nos ha
dejado momentos inolvidables, titular de la NHK de Tokio y de la Joven Orquesta de la Unión Europea, es también
principal invitado de las Sinfónicas de Cleveland y de Islandia, y de la londinense Philharmonia. Además, acaba de
ser nombrado titular a partir de enero de 2009 de la Sinfónica de Sydney. Un músico nada más. Y nada menos.
Decca/Wilhelm Frohling
“LA MÚSICA CLÁSICA NO
MORIRÁ JAMÁS”
ENTREVISTA
VLADIMIR ASHKENAZY
Acaba usted de ser nombrado Director Musical y Consejero Artístico de la Orquesta Sinfónica Nacional de Sydney a partir del año
2009 y durante tres años. Conoce ya la
orquesta pues la ha dirigido en dos ocasiones. ¿Qué espera de este nombramiento?
¿Qué espera poder trabajar en esta orquesta?
Lo primero de todo es que se trata
de una orquesta con un altísimo nivel.
Tenemos además ya desarrollada una
extensa política de grabación con una
compañía japonesa. Así que es una
colaboración muy importante con proyectos como la grabación de casi toda
la música de Elgar, las Sinfonías de
Mahler, casi todo Prokofiev… Tenemos también previstas varias giras
internacionales.
¿Y tiene también allí la posibilidad de desarrollar proyectos como los que ha realizado
en otras ocasiones para la TV o programas
educativos?
Los programas educativos no
dependen de dónde nos encontremos.
Dependen de que las personas adecuadas estén interesadas en la educación. A veces alguna cadena de televisión por alguna razón propia decide
hacer algo. Así que insisto en que no
depende del lugar en que uno se
encuentra. Nunca sé si me van a pedir
que haga algo, no depende de la posición geográfica.
Pero, en cualquier caso, usted siempre ha
mostrado interés en este tipo de proyectos.
Mi actitud hacia lo que está sucediendo con la llamada música seria es
la de ayudar y contribuir a su proyección siempre que las circunstancias lo
permiten. Siempre que puedo ayudar a
la música seria lo hago, ya sea mediante programas educativos o gracias a la
presencia de la televisión en mis conciertos. Creo que es muy importante
que la música seria pueda llegar a tantas personas como sea posible y no hay
un medio mejor que la televisión para
ello, es el más popular. Lo que sucede
es que, en este momento, el interés de
las cadenas de televisión por este tipo
de música es cada vez menor. Así que
la situación no es la que sería deseable,
pero cuando es posible me siento feliz
de poder cooperar en la difusión de la
música seria. Intento ayudar siempre
que puedo.
Lo que también ocurre a veces es que las
televisiones pueden estar interesadas, pero
terminan por convertir la música en algo
banal en su intención de acercarla al público.
La pueden trivializar, sí. Por eso
cuando acepto una propuesta de una
televisión, es para mí muy importante
que se acepten mis condiciones.
En cualquier caso, vivimos en un momento
en el que la obsesión por conseguir más
público llega también a las orquestas, que
optan incluso por prescindir del frac para
tocar con indumentarias más informales.
¿Cree que este tipo de medidas acercan
realmente la música al público?
No hay nada malo en llevar o no
llevar frac, mientras no salgan a tocar
en bañador. Lo que de verdad importa
es lo que pueden comunicar. Evidentemente, deben llevar una indumentaria
decente y apropiada, pero no me
importa si es o no un frac. El mensaje
es lo importante y no lo banal. Por
ejemplo, si se hace un programa acerca
de un ensayo de orquesta, no se esperará que los profesores vayan vestidos
con traje o con frac, pero sí y eso es lo
importante, que hagan buena música,
que el público pueda escucharla y
apreciarla.
Usted ha dirigido orquestas por todo el
mundo. ¿Cree que cada orquesta tiene una
personalidad propia? ¿Cree que la química
que a veces se da, como en su caso con
Sydney, entre orquesta y director se debe a
esa combinación de personalidades de una
y otro?
Primero, es básico el nivel artístico
de la orquesta y de cada músico en
particular. Segundo, es también importante la premisa de que la orquesta tenga mucha experiencia y un vasto repertorio. Estas dos cosas son muy importantes. Después, y una vez dicho esto,
saber por qué se produce la química es
imposible, porque depende de circunstancias que no podemos controlar. A
veces una orquesta disfruta tocando
contigo, otras no, y por razones que a
veces son menos evidentes que otras.
Es imposible ser preciso en esto y es
difícil hablar de ello, porque no se puede saber por qué o de qué modo se
desarrolla una relación. Es un asunto
nebuloso. Lo único que puedo decirle
es que cuando he tenido un buen contacto con una orquesta me siento muy
gratificado, muy feliz y deseoso de volver a trabajar de nuevo. No hay una
receta para esto.
Y en este momento de crisis en el que tantas orquestas americanas y europeas tienen
serias dificultades presupuestarias, en el
que la nueva ley inglesa sobre músicos
autónomos [free-lance] supuso toda una
tormenta en la vida musical londinense,
¿cómo ve usted el futuro de las orquestas?
¿Cree que están en peligro?
Tal y como nuestra sociedad se
mueve, es muy difícil predecir hacia
dónde vamos. Por un lado, desde el
fondo de mi corazón, estoy convencido
de que la música clásica jamás desaparecerá, porque nos da tanto, nos enriquece tanto. Así que no creo que desaparezca. No sé qué nivel alcanzará en
un momento dado si no recibe el apoyo suficiente desde arriba, desde los
gobiernos, desde las autoridades. Si
esto llega a suceder, entonces la música
seria se verá restringida en cierto grado.
Pero hasta qué punto, es imposible
saberlo. Y además, no olvide que también la financiación privada es muy
importante. Si hay un número suficiente de personas adineradas que muestran interés por algo tan fundamental
como la música seria, eso también ayudará. Así que, en otras palabras, predecir algo sobre esto sería temerario.
Como decía un filósofo, las predicciones son cosa de locos o de niños y no
soy ninguna de las dos cosas. Lo que sí
puedo decirle es que seguirá habiendo
gente suficiente que apoye la música
seria. Cuántos y hasta qué punto, eso
ya no se puede calcular, pero dado que
significa mucho para muchas personas,
siempre permanecerá. Simplemente, no
sé hasta qué punto.
Usted dice que se siente satisfecho de ser
conocido y valorado simplemente como
músico y, de hecho, usted ha dedicado su
vida a transmitir y a hacer inteligible la
música. Cuando mira hacia atrás, ¿en qué
cree haber triunfado? ¿qué cree que nos ha
dejado?
Nunca se sabe. Siempre he intentado hacer las cosas lo mejor posible, dar
lo mejor de mí. He intentado hacer algo
que mereciese la pena, transmitir algo
que para mí es muy importante. Pero
¿cómo puede uno mismo juzgar sus
resultados? Es imposible. Espero haber
contribuido a algo, pero quién sabe.
¿Y de qué modo cree que ha evolucionado?
Cuando dirige o toca de nuevo una obra,
¿qué permanece siempre? ¿qué cambia?
¿Cómo puedo juzgarlo? Sólo espero
que, en mi contrato permanente con la
gran música, haya sabido transmitir el
mensaje de la forma más elocuente y
comunicativa posible. Espero haber
sabido entender lo que el compositor
quería decir, haber sabido mejorar cada
día, cada semana, cada año en lo que
hago y en mi forma de entenderlo. Esto
es lo que he buscado, lo que he intentado, pero no puedo juzgar el resultado. El resultado deben juzgarlo quienes
han escuchado lo que hago. El resto
está en el aire. ¿Qué es lo que sé?
Debes intentar hacer las cosas lo mejor
posible y mejorar, intentar llegar al
nivel más alto, si puedes. Es lo único
que puedes hacer.
Usted trabaja también desde el podio con
muchos otros pianistas, algunos consagrados como Maria João Pires, y otros muy
jóvenes como Lukas Vondracek. ¿Puede
usted elegir sus solistas? ¿Le gusta trabajar
con jóvenes?
La elección depende de varios factores. Con muchos de los solistas con
los que trabajo la elección va ligada a
su disponibilidad. También hay factores
clásicos: cuando planificamos una temporada, por ejemplo, y hablamos con
diferentes orquestas que me han invitado a dirigir me dicen: “Para esta semana tenemos a tal persona. ¿Le parece
61
ENTREVISTA
bien?”. Y son solistas excelentes, así
que estoy contento de trabajar con
ellos. Otras veces me piden que sea yo
quien les sugiera a alguien porque no
han conseguido encontrar a nadie. Así
que se trata de una clásica evaluación
de la situación. Tengo muchos amigos
pianistas, violonchelistas, violinistas,
cantantes y me encantaría trabajar con
todos ellos, pero a veces no es cuestión
de elección porque, simplemente, no
están disponibles. Son problemas prácticos. Y siempre es interesante trabajar
con los jóvenes que están empezando
su carrera. Cualquier músico que tenga
alguna capacidad de ayudar ayudará a
un joven con talento. Creo que en eso
somos todos iguales. Todos mis colegas
siempre intentan ayudar a los músicos
con talento que están empezando y yo,
por supuesto, no soy una excepción.
También ayudó a unos jóvenes que en
1969, cuando usted era ya un pianista
famoso, decidieron abrir su agencia de
representación artística. Y con ellos ha
seguido hasta el día de hoy en que son una
de las agencias más importantes del mundo. Hablamos de Terry Harrison y Jasper
Parrott. ¿Ha cambiado su forma de trabajar
con ellos desde entonces? ¿Cómo cree que
ha evolucionado el star system en estos
casi cuarenta años?
Nunca pienso en mi trabajo como
el desarrollo de la carrera de una estrella. Soy un músico que intenta hacer su
trabajo lo mejor posible. Mi mánager, el
señor Parrott, es fantástico y con él
mantengo una relación muy clara. Es
muy fácil: me aseguro de que sabe lo
que me gusta hacer, cuál es mi repertorio, dónde y qué me gustaría dirigir o
tocar y él intenta conseguir lo que le
pido. En ocasiones es él el que propone ideas y algunas me parecen bien. Es
una relación muy amistosa.
Actualmente es usted titular de la Orquesta
Sinfónica NHK de Tokio y de la Joven
Orquesta de la Unión Europea. ¿Qué diferencias encuentra entre trabajar con profesionales o con una orquesta de jóvenes?
Hay una diferencia importante y es
que la Joven Orquesta se reúne dos
veces al año durante unas semanas. La
segunda diferencia es que los músicos
en esta orquesta cambian cada año
porque tienen que pasar una audición
para permanecer en ella. A veces se
quedan hasta tres o cuatro años, otras
veces sólo uno, así que la orquesta
nunca es la misma de un año a otro.
Estas son las diferencias básicas. Si
hablamos de calidad, sobre todo en
estos últimos años, la Joven Orquesta
ha alcanzado un alto nivel que puede
ser comparado favorablemente con
muchas orquestas profesionales.
¿Qué es lo que intenta transmitir a estos
jóvenes con su trabajo?
62
A veces es muy difícil decirles nada
Decca/Jim Steere
VLADIMIR ASHKENAZY
porque tocan francamente bien. Lo que
sí necesitan es algo más de experiencia.
Así que intento conseguir que centren
su atención en ciertos aspectos de la
orquesta. En los ensayos me aseguro de
que comprenden lo que quiero hacer
con la música, pero lo hago dirigiendo.
No hablo demasiado. Se trata de contribuir a su experiencia dentro de una
orquesta sinfónica, algo que están deseando adquirir. Cuando hablamos de
enseñanza, en ocasiones se les puede
sugerir que hagan algo de una forma
diferente que puede gustarles más.
Nunca insisto demasiado, pero intento
desarrollar en ellos una mente creativa,
que es lo que necesitan, del modo más
amable y con la mayor camaradería
posible. Y eso es lo mejor. Además de
ellos aprendo muchísimo. Algunos son
músicos excelentes y cuando tocan una
frase me sorprenden y me digo a mi
mismo: “cielos, esto no lo olvidaré nunca”. La frescura de la juventud es maravillosa y, en ocasiones, inolvidable. Es
una situación muy especial.
Usted dirige desde el piano conciertos de
Mozart o de Beethoven, pero, ¿vuelve al
piano, al recital de tanto en tanto?
Básicamente me dedico a grabar.
En estos momentos no dispongo de
mucho tiempo para preparar conciertos
porque la dirección apenas me deja
periodos libres. Pero no dejo de grabar
y disfruto mucho con ello.
De hecho sale ahora en mayo al mercado
su última grabación, las Variaciones Diabelli. Es la primera vez que las graba. ¿Por qué
ha esperado tanto?
Jamás las había tocado así que
empecé a estudiarlas un año antes de
entrar en el estudio. Disfruté muchísimo. Es una obra de gran dificultad, con
muchos retos y problemas pianísticos y
musicales. Es una obra monumental y
lo pasé muy bien. Pensé que era mag-
nífico tener la oportunidad de estudiarla y grabarla. Para mí, insisto, supuso
una satisfacción enorme.
¿Nunca estuvo tentado de acercarse a esta
obra?
Sí, claro, pero no se pueden hacer
dos cosas a un mismo tiempo. No olvide que he grabado muchísimo durante
toda mi vida, así que nunca encontré el
momento de poder abordar esta obra,
o alguna otra, porque aunque he grabado mucho, no lo he grabado todo. El
caso es que otras cosas iban interfiriendo y siempre iba posponiendo las
Variaciones hasta que por fin me dije:
ahora ha llegado el momento, basta de
esperar.
Realmente su actividad es asombrosa. Dirige en Australia, en Asia, en Estados Unidos,
en Europa; graba, tiene tiempo para desarrollar sus proyectos de televisión. Parece
que su vida podría ser muy caótica y sin
embargo no es así. ¿Cómo se organiza?
Bueno, todos nos organizamos.
Usted también, ¿verdad? Debe decidir
cuándo hace esto, cuándo lo otro… A
mí me sucede lo mismo. Cuando llegan
las ofertas o los proyectos valoro cuidadosamente qué debo aceptar y si podré
estar preparado para ello. Intento no
tomar decisiones espontáneas y miro el
calendario para estar seguro de que
podré prepararme. Realmente no es
organización. Se trata más bien de estar
atento a lo que debes hacer. De este
modo se consigue concentración y espacio y tiempo suficientes para hacer lo
que se debe. Si no se piensa bien lo que
se quiere hacer y se aceptan compromisos que se solapan uno lo acaba lamentando. Por supuesto, se aprende de los
errores. Eso es lo que intento hacer, porque al final, lo más importante es la calidad de aquello que hacemos.
Ana Mateo
D I S C O S
EXCEPCIONALES
LOS DISCOS
XCEPCIONALES
DEL MES DE JUNIO DE 2007
La distinción de DISCOS EXCEPCIONALES se concede a las novedades discográficas que a juicio
del crítico y de la dirección de la revista presenten un gran interés artístico o sean de absoluta referencia.
BACH: Cantatas BWV 4, 6, 31, 134 y
145. GRUFFYDD JONES, KEITH, TAYLOR.
MONTEVERDI CHOIR. ENGLISH BAROQUE
SOLOISTS. Director: JOHN ELIOT GARDINER.
2 CD SOLO DEO GLORIA SDG 128.
El ciclo de cantatas de Gardiner se
está instalando como uno de los más
logrados. E.M.M. Pg. 81
SAINT-SAËNS: Sinfonía nº 3.
POULENC: Concierto para órgano.
BARBER: Toccata festiva. OLIVER LATRY,
órgano. ORQUESTA DE FILADELFIA. Director:
CHRISTOPH ESCHENBACH.
ONDINE ODE 1094-5.
La combinación global de todos los elementos es excepcional. J.G.-R. Pg. 96
C. P. E. BACH: Sonatas para flauta y
bajo continuo. BARTHOLD KUIJKEN, flauta;
EWALD DEMEYERE, clave y fortepiano.
SAINTE COLOMBE: Conciertos a
2 CD ACCENT 24171.
2 CD ATMA ACD 2 2278.
Interpretación de Kuijken y Demeyere, exquisita, como es de esperar.
J.R.P. Pg. 82
Sonido profundo, a la vez que cálido
y envolvente, equilibrio extraordinario entre los dos instrumentos. Recomendable sin reservas. P.J.V. Pg. 97
BEETHOVEN: Sonatas opp. 27, nº 2,
53, op. 81a y 110.
NELSON FREIRE, PIANO.
SHOSTAKOVICH: Cuarteto nº 8. e.a.
AUERBACH: Cetera desunt. e.a.
DECCA 475 8155
CAPRICCIO 71 104.
Su Beethoven, dotado de una sutil y
rica paleta de colores, abarca todo un
mundo de sensaciones. E.B. Pg. 83
Unas interpretaciones penetrantes y
un sonido espléndido hacen de éste
un disco de calidades insuperables.
S.M.B. Pg. 98
BUXTEHUDE: Obras vocales I.
WEBER: Obras para clarinete.
STAM, VELEZ ISIDRO, ZOMER, BLAZE, KARASIAK,
MERTENS. CORO Y ORQUESTA BARROCOS DE
ÁMSTERDAM. Director: TON KOOPMAN.
MARTIN FRÖST, clarinete. TAPIOLA SINFONIETTA.
Director: JEAN-JACQUES KANTOROW.
2 CD CHALLENGE CC772241
Koopman acierta de pleno en una lectura de gran categoría que hace justicia a la obra. E.M.M. Pg. 86
dos violas iguales. Vol. IV: Conciertos
LI-LXVII. LES VOIX HUMAINES.
SORIANA KUSHPLER, mezzo. CUARTETO PETERSEN.
BIS 1523
Lo que se le escucha a Martin Fröst en
esta grabación no parece de este
mundo. J.A.G.G. Pg. 101
GUERRERO:
EMIL GILELS. Pianista.
Motetes, canciones y villanescas.
LA COLOMBINA.
Las primeras grabaciones. Obras de
Schumann, Mendelssohn, Prokofiev, Chopin,
Liszt, Beethoven, e.a.
K617 196 .
La interpretación de La Colombina es
un prodigio de refinamiento y delicadeza. P.J.V. Pg. 90
NEBRA: Miserere a dúo. Escena de El
diablo mundo. LOS MÚSICOS DE SU ALTEZA.
Director: LUIS ANTONIO GONZÁLEZ.
MÚSICA ANTIGUA ARANJUEZ MAA 005.
2 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00289 477 6370.
Gilels fue, sin lugar a dudas, uno de
los más grandes pianistas del pasado
siglo. R.O.B. Pg. 102
VOYAGES. Obras de Hosokawa, Berio y
Schoeller. PASCAL GALLOIS, fagot. ORQUESTA
FILARMÓNICA DE RADIO FRANCE. Director:
DANIEL KAWKA. Director: LOÏC PIERRE.
STRADIVARIUS STR 33736.
Estupendas versiones, llenas de detalles dinámicos y de fraseo y con un
equilibrio ideal para las voces. P.J.V.
Pg. 94
PETTERSSON: Concierto para violín
nº 2. ISABELLE VAN KEULEN, violín.
ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO SUECA.
Director: THOMAS DAUSGAARD.
CPO 777 199-2.
Isabelle van Keulen suda para hacer
accesible esta partitura, y lo logra.
Una versión de diez. J.C.M. Pg. 68
64
Una espacialización del sonido que
alcanza lo ideal. El logro de Stradivarius es total. F.R. Pg. 107
EL FESTIVAL DE SALZBURGO.
Film de TONY PALMER con comentarios y
entrevistas.
DIGITAL CLASSICS C DC10016.
Un magnífico documental-reportaje
sobre la historia del Festival de Salzburgo. Vean este DVD, disfruten y
mediten. J.G.M. Pg. 110
DISCOS
Año XXII – nº 220 – Junio 2007
VINCENT DUMESTRE
VIVICA GENAUX
OTTAVIO DANTONE
EMMANUELLE HAÏM
Sasha Gusov
Nuevos registros
INAGOTABLE VIVALDI
SUMARIO
ACTUALIDAD:
Inagotable Vivaldi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
REFERENCIAS:
Verdi: El trovador. F.F. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
ESTUDIOS:
Universo Pettersson. J.C.M. . . . . . . . . . . . . . . 68
Más Günter Wand. E.P.A. . . . . . . . . . . . . . . . 69
Todo Chopin en Brilliant. R.O.B. . . . . . . . . . . 70
REEDICIONES:
Rostropovich en DG. A.V.U. . . . . . . . . . . . . . 71
Hyperion: Gothic Voices. A.B.M.. . . . . . . . . . 71
BBC Legends. C.V.N. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72
Berlin Classics Basics. J.G.M. . . . . . . . . . . . . 74
Arthaus. E.P.A. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
United Archives. E.P.A. . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Decca y Philips Classic Opera. R.D.G.. . . . . . 76
Membran. B.M. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Biddulph. A.V.U. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Profil Hänssler. E.P.A. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
Naxos Great Opera Recordings. B.M. . . . . . . 78
Berlin Classics Reference. D.A.V. . . . . . . . . . . 79
Naxos Historical. B.M. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
DISCOS de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . 80
DVD de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . . . 108
NEGRO MARFIL. P.E.M.. . . . . . . . . . . . . . . 111
ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS . . . . . 112
R
ecién editado el primer volumen programado de conciertos
para violonchelo —a cargo de Christophe Coin y Giovanni
Antonini al frente del grupo Il Giardino Armonico— que la
monumental edición Vivaldi de Naïve dedica al más universal
de los músicos venecianos, ya se anuncia la publicación de un
nuevo título operístico. Se trata esta vez de L’Atenaide o sia Gli
affetti generosi, cuya dirección correrá a cargo de Federico Maria
Sardelli, quien ya había registrado anteriormente para el sello
CPO las también vivaldianas Arsilda Regina di Ponto y Tito
Manlio en compañía de su grupo Modo Antiquo. En el reparto
destacan las voces de Sandrine Piau, Vivica Genaux, Guillemette
Laurens, Nathalie Stutzmann y Paul Agnew.
Naïve anuncia también más cantatas vivaldianas a cargo de
Sonia Prina y Ottavio Dantone y Virgin hace lo propio con otro
inencontrable título lírico del “cura pelirrojo”, Ercule sul Termodonte, que Fabio Biondi añadirá a su discografía en torno a la
obra del músico italiano. Tras su reciente Amor sacro, Andrea
Marcon, la Orquesta Barroca de Venecia y Simone Kermes volverán a Archiv para registrar un Amor profano con más piezas
vocales vivaldianas, al que se unirá más tarde en Deutsche
Grammophon un recital del propio Marcon y Magdalena Kozena, consagrado asimismo al autor de Juditha triumphans.
Entre el repertorio vocal antiguo de próxima publicación ha
de destacarse el espectacular reparto vocal convocado para el
próximo disco de la directora y clavecinista Emmanuelle Haïm
(Virgin), reciente aún su haendeliano Il trionfo del Tempo e del
Disinganno con Natalie Dessay y Sonia Prina. Dedicado a diversos Lamentos de Monteverdi, Strozzi, Cavalli y Carissimi, incluirá
entre su lujoso plantel de solistas a Susan Graham, Nathalie Dessay, Véronique Gens, Patrizia Ciofi, Philippe Jaroussky, Topi
Lehtipuu, Rolando Villazón y Laurent Naouri.
Y para terminar otros tres interesantísimos registros líricos,
dos de ellos relacionados con el mito de Orfeo, un tema recurrente en este año de celebraciones alrededor de la fundacional
ópera monteverdiana: L’Orfeo de Belli, que Alpha ha encomendado a Vincent Dumestre y su Poème Harmonique, La Morte
d’Orfeo de Stefano Landi que François Lasserre, el Ensemble
Akademia y los solistas Gillemette Laurens, Dominique Visse,
Cyril Auvity y Jan van Elsacker defenderán en Zig Zag (sello que
deja Diverdi y pasa a ser distribuido por Harmonia Mundi) y la
ópera cómica de Telemann Der geduldige Sokrates (El paciente
Sócrates) que René Jacobs ha revisado por completo y exhumará el próximo mes de agosto en el Festival de Música Antigua de
Innsbruck (Harmonia Mundi, naturalmente, será su editora).
65
D D
I SI CS O
C O
S S
REFERENCIAS
Giuseppe Verdi
EL TROVADOR
66
i la mayoría de las óperas
de Verdi necesita un buen
plantel de intérpretes, Il
trovatore parece exigirlo aún
más. En ella, siendo una “partitura de cantantes”, los cuatro
solistas —Leonora, soprano;
Azucena, mezzo-contralto;
Manrico, tenor y Luna, barítono— exponen al máximo sus
posibilidades instrumentales,
expresivas y dramáticas. Se
podría añadir también a
Ferrando, bajo, aunque menos
apremiado, si es de calidad
S
sa Azucena de Irene MinghiniCattaneo. En 1998 el Festival
de Martina Franca retomó la
versión francesa en una
honesta lectura dirigida por
Marco Guidarini (Dynamic). La
aparición del microsurco,
como con otros tantos títulos
operísticos, supuso una amplitud de versiones, multiplicándose posteriormente con la
aparición de las grabaciones
“piratas”, inundando el mercado con lecturas para todos los
gustos.
do lirismo. Leonard Warren no
sugiere ninguna reserva, tan
grande es su interpretación.
Vocalmente glorioso, es capaz
de plegar los soberanos
medios, ricos de color y proyección, a un íntimo y emocionante Il balen del suo sorriso, probablemente el mejor de
toda la discografía. Fedora
Barbieri extrae de Azucena su
lado más enérgico y extravertido, amparada en una voz de
enorme belleza y sugestión,
pero no pasa por alto dotar al
personaje más que sin embargo nunca entorpece, al contrario, potencia la participación
de las voces. Y aquí aparece la
segunda perla de la grabación:
Maria Callas. La Divina, con
precedentes interpretaciones
en vivo (México, 1950, con la
Azucena grandiosa de la
Simionato; Nápoles, 1951, con
Lauri-Volpi, sesentón aún en
forma; Scala de Milán, 1953, al
lado de otra importante Azucena pero de interés puramente instrumental: Ebe Stignani)
redondeará resultados. Verdi
se dejó llevar por las pasiones
que mueven a los personajes
hispanos (los de la obra del
primer romántico nacional,
García Gutiérrez) más que por
las situaciones más o menos
creíbles o enrevesadas que
soportan y esa desmedida
emocional la plasmó con
generosidad en el pentagrama,
en situaciones tensas, de arrojo, entreveradas por instantes
de reflexivo y arrollador lirismo. Es obra de continuada
presencia en los escenarios,
desde su estreno en 1853 y, en
consecuencia, objeto constante de grabación discográfica
casi desde los primeros años
del invento, tentando a todos
los solistas de cualquier generación. Así ya en 1912 la Pathé, dentro de la serie El teatro
en casa lanzó una versión
francesa de la ópera, con el
ballet y un nuevo final, dirigida por François Ruhlmann y
en 1930, ya grabaciones eléctricas, aparecen dos lecturas al
completo. Ahora en italiano
desde luego, y dirigidas con
oficio por las batutas oficiales
de las discográficas de entonces, Lorenzo Molajoli y Carlo
Sabajno, con Francesco Merli,
Manrico aguerrido en una y en
otra el gran Aureliano Pertile,
beneficiado éste por la suntuo-
Renato Cellini. RCA/
Naxos, 1952. Si existe una
singular personaje de la necesaria dosis de misterio y magnetismo. Estas cualidades
serán más evidentes en otra
intérprete posterior, Marilyn
Horne (Decca, 1976), supliendo con ello la carencia de
unos auténticos medios para
tan soberano papel. Nicola
Moscona da el suficiente relieve a Ferrando. A propósito de
relieve, es de notar el que
consigue la Coral Robert Shaw
en una ópera con numerosas
ocasiones para que un coro
destaque.
parece encontrar aquí, la voz
ya no tan opulenta, la esencia
del personaje. Es un meollo al
que sólo ella podría llegar,
logrando para cada instante la
intención o la intensidad que
el color vocal se encargaba
luego de plasmar en toda su
plenitud dramática. Baste
escuchar su recitativo de presentación, jamás escuchado
con tanta variedad expresiva;
basta comparar cómo define la
diversa situación de Leonora
en el patético D’amor sull’ali
rosee y el siguiente desgarrador Miserere, el más impactante de los que escucharse puedan. Por primera vez, en la
discografía oficial, se canta la
cabaletta Tu vedrai d’amore in
terra que culmina esa onerosísima escena que vive Leonora
en el acto IV, poco antes de
enfrentarse al tenso dúo con el
barítono, donde Callas por
supuesto encuentra matices
nuevos e inimitables. Como
los que traduce, otro ejemplo
más de inteligencia músicodramática, en la emocionante
escena de la muerte, rara vez
escuchada con tan sencilla
pero escalofriante realidad.
Barbieri, respecto a la grabación anterior, parece ofrecer
un retrato menos poderoso
pero algo más interiorizado de
Azucena. Giuseppe Di Stefano
versión trovadoresca con las
voces más cercanas, por color
y dimensión, al espíritu de la
obra verdiana es ésta, dirigida
con un especial mimo por
Cellini que se deja arrebatar
por esas cuatro impactantes
voces a las que arropa, destaca, secunda. Con un centro
amplio, un colorido instrumental fastuoso, Zinka Milanov no está exenta de adversidades. Canta con estilo y fluidez y su interpretación, cálida
siempre, de tintes oscuros y
apasionados, da lugar a una
Leonora aristocrática pero ciertamente monótona. Aquel mismo bagaje instrumental le ocasiona algunos problemas evidentes en las partes de agilidad, a menudo de chapucera
caligrafía, pero es tal el sonido
que surge de garganta tan privilegiada que el oyente puede
sentirse recompensado. Jussi
Bjoerling puede ser acusado
de algunas torpezas, con el
añadido de una dicción nunca
del todo bien resuelta, pero es
imposible dejar de asombrarse
ante medios tan personales,
opulentos, al servicio de un
fúlgido Manrico claro y directo
siempre, tanto en los momentos de mayor énfasis vocal
como en los de más encendi-
Herbert von Karajan.
Teatro alla Scala. EMI, 1956.
En conjunto esta versión no es
de las que merecen echar
campanas al vuelo. Pero evidencia varias virtudes. En primer lugar la dirección de Herbert con Karajan, capaz de
hacernos pensar que Trovatore
es también una ópera de
director, tales son los matices
que logra. Siempre atento al
solista (algo que en sucesivas
lecturas no será tan reconocible), la batuta en ósmosis
milagrosa con el cantante,
parece construir un edificio
sonoro nuevo, variado para
cada escena y situación, si se
le compara con versión anteriormente comentada y no
pocas posteriores. La orquesta,
en suma, parece un efusivo
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REFERENCIAS
y Rolando Panerai, Manrico y
Luna, están un poco excedidos por el respectivo papel.
Pero no es difícil entusiasmarse por el entregado canto del
primero y por el cuidadoso
concepto del segundo. Nicola
Zaccaria es un Ferrando bien
expuesto y por tanto suficientemente eficaz.
Herbert von Karajan.
Filarmónica Viena. Staatsoper. DG, 1962. El director
austriaco mantuvo un interés
constante por la obra verdiana
dejando otros documentos oficiales (EMI, 1977) y “piratas”
(especialmente el de Serenissima, 1977, con la exótica Azucena de Christa Ludwig). En
1962 en su feudo salzburgués,
reunió un cuarteto vocal deslumbrante, coherente, encabezado por Leontyne Price, suntuosa de medios como siempre, más cuidada la dicción,
sensual y soñadora protagonista, aunque siempre tendiendo a cantar más que a interpretar, como ya demostrara en
lectura anterior frente al
inmenso Manrico de Richard
Tucker (RCA). Franco Corelli
es el Manrico soñado donde
medios deslumbrantes y cuidada personificación producen un efecto imponente,
imborrable. El tenor, con
varias interpretaciones más en
vivo, dos años después será
un más sofisticado protagonista para EMI, bajo la fogosa
batuta de Thomas Schippers y
con otro de los Lunas destacados del periodo: Robert
Merrill. Segurísimo, espectacular vocalmente el Luna de
Ettore Bastianini que expone
más la rudeza que la disposición sentimental del personaje. Giulietta Simionato se
encuentra entonces en el
momento vocal idóneo, con
una experiencia envidiable
tras con Azucena. No asombran por tanto los fenomenales resultados que obtiene,
tanto vocal como dramáticamente. Zaccaria sale adelante
de nuevo con valentía. Todos
amparados por la soberbia
Filarmónica de Viena y el Coro
de la Ópera vienesa.
Tullio Serafin. Teatro alla
Scala. DG, 1962. Un director
de la experiencia de Serafin,
con una orquesta y un coro
tan bregados en la obra verdiana como los de la Scala
milanesa, no podían dar de sí
más que un sobresaliente
resultado, que redondearon
los cuatro solistas principales
(el Ferrando de Ivo Vinco es
de rutina y gracias), a más del
siempre excelente equipo de
comprimarios del teatro milanés. Bastianini reitera su Luna
imponente y aristocrático.
Cossotto inicia la serie de Azucenas que la convertirán en la
mejor de su generación y en
una de las grandes de la historia grabada. Por la categoría
instrumental, desde luego, y
por el apasionado concepto, a
veces, todo hay que decirlo,
cercano a la vulgaridad. Antonietta Stella es la sólida profesional de siempre, capaz de
sacar adelante con provecho
todas las partes escabrosas de
la partitura y lucirse en la línea
de la más genuina soprano de
corte y modales italianos. Bergonzi, cuya falta de squillo
puede obrar en su contra en
puntuales momentos de la
ópera (especialmente el Di
quella pira), frasea con tanta
intención y es su estilo tan
depuradamente verdiano que
aquel posible reproche se
hace añicos. En una palabra:
insuperable.
Zubin Mehta. Nueva
Filarmonía. Ambrosian. RCA,
1969. Esta década ha sido rica
en grabaciones de Trovatore,
culminando con esta lectura
que reúne la experiencia de la
soprano, Leontyne Price, algo
descuidada la dicción y como
siempre algo distante la intérprete (empeora en otras de
estudio o vivo), pero con un
aliento y una sonoridad aún
impactantes. Cossotto vuelve a
confirmar su adecuación al
papel, pese a la claridad tímbri-
ca, algo que no era tan evidente en los casos de sus colegas
Barbieri y Simionato. Sherrill
Milnes sigue el modelo de
Warren y, aunque el bagaje
instrumental siendo muy
importante no se corresponda
con el modelo, es capaz de dar
un provechoso perfil. Bonaldo
Giaiotti resulta un rotundo y
destacable Ferrando. Plácido
Domingo, con el entusiasmo
singular que caracteriza sus
interpretaciones, en esta ocasión agudizado por una juventud que arrasa, logra dar a
Manrico el color, la pasión, la
musicalidad y uno de los retratos más “simpáticos” que permite disfrutar el disco. Frutos
de experiencia serán otros
gracias al medio menos apurada en papeles que pueden
hallarse más allá de sus posibilidades, exhiben el charme
que les caracteriza y, por parte
del tenor especialmente su
categoría de artista, capaz de
despertar siempre interés y
emoción. Así, Roberto Alagna
saca de su Manrico todo el
necesario bagaje musical para
hacerlo rescatable, desde el
punto de vista de su apasionada juventud, pese a caer a
veces en la previsible tentación
de engrosar artificialmente sus
hermosísimos medios. Registro
exhibe el suficiente (escúchese
el esperado agudo de la Pira,
tenido “a lo Pavarotti”) y desborda lirismo, por ejemplo, en
Manricos de estudio de años
después (DG, 1983, con Carlo
Maria Giulini y Sony, 1991, con
una interesante Aprile Millo y
la dominadora Azucena de
Dolora Zajick), pero el ardor y
la dorada belleza de su voz son
más evidentes en esta lectura
primeriza que dirige Mehta con
cálida sonoridad y complaciente acompañamiento. Como
Domingo, los otros tenores,
Carreras (Philips) y Pavarotti
(Decca) plasmaron en disco su
Manrico. El catalán con su
ardor habitual; el italiano con
su lirismo arrollador; y ninguno
con compañeros a su altura.
un modélico Ah, si ben mio.
Gheorghiu supera las pruebas
vocales que Verdi impone a la
soprano, caracterizando a una
sobria pero intencionada Leonora de la que matiza su lado
más femenino y seductor.
Larissa Diadkova, del cuarteto
la más afín con el papel, es
una Azucena muy apropiada,
que aporta al conjunto su considerable experiencia escénica.
Hampson, voz muy clara, con
un señorío de fraseo pocas
veces escuchado con tanta
precisión, compensa en parte
la falta de medios típicos de un
barítono verdiano, demasiado
evidentes en el dúo con Leonora. Pocas veces se escuchará
más desmenuzado el Ferrando
de Ildebrando D’Arcangelo.
El vídeo o el DVD pese a
su juventud refleja ya la popularidad de la ópera: RAI de
Milán, 1957, Previtali, Fino
(Hardy Classic); Salzburgo,
1978, Karajan (TDK); Sydney,
1983, Bonynge, Moshinsky
(Visual); Verona 1985, Giovaninetti, Patroni Griffi (NVC Arts);
Metropolitan, 1988, Levine,
Melano (DG); Londres, 2002,
Moshinky (BBC); Bolonia,
2005, Rizzi, Curran (Hardy Classic). Su pormenor formaría parte de otra posible o futura nota.
Antonio Pappano. Sinfónica de Londres. London
Voices. EMI, 2001. De las últimas grabaciones oficiales (tres
del 2000: Sony con Riccardo
Muti, Foné de Daniele Callegari y Dux con Ewa Michnik,
además del registro Decca,
2001, de Steven Mercurio al
servicio del popular Andrea
Bocelli), ésta puede considerarse, pese a las detectables
carencias, la más lograda. A
partir de la minuciosa dirección de Pappano que impone
a los solistas una unidad de
criterio y meticulosa riqueza de
fraseo, incluida la grabación
completa de la partitura con la
repetición de las cabalettas.
Además, la pareja protagonista,
Fernando Fraga
67
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ESTUDIOS
Alun Francis, Isabelle van Keulen
UN MUNDO TORTURADO
PETTERSSON: Sinfonías nº 216. Movimiento sinfónico.
JOHN EDWARD NELLY, saxofón. CORO
DE LA RADIO SUECA. CORO DE CÁMARA
ERIC ERICSSON. ORQUESTA SINFÓNICA
DE LA BBC ESCOCESA. ORQUESTA
SINFÓNICA ALEMANA DE BERLÍN.
ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE
SAARBRÜCKEN. ORQUESTA FILARMÓNICA
DE LA NDR. ORQUESTA FILARMÓNICA
ESTATAL DE HAMBURGO. ORQUESTA
SINFÓNICA DE LA RADIO SUECA.
Directores: ALUN FRANCIS, MANFRED
TROJAHN, THOMAS SANDERLING, JOHAN
ARNELL, PETER RUZICKA, GERD
ALBRECHT Y MANFRED HONECK.
12 CD CPO 777 247-2 (Diverdi). 19842004. 756’. DDD. R PM
P
68
or su propio devenir histórico, el siglo XX ha propiciado algunos ciclos
musicales
particularmente
oscuros y dramáticos. Ahí
están, por ejemplo, los cuartetos de cuerda de Shostakovich
o las sinfonías de Schnittke,
dos compositores de una
expresividad a flor de piel que
hicieron de su música una válvula de escape de sus tormentos, miedos y fobias. Sin
embargo, y aunque parezca
imposible, la negrura de sus
pentagramas queda en nada
ante los escritos por un compositor aún, si cabe, más
“negro”, deprimente y depresivo… Un compositor que llega
incluso a rechazar un elemento que los dos maestros rusos
compartían y que, aunque
derivara generalmente en una
mueca cruel, en otras contribuía a aligerar la carga dramática: el humor. Ni rastro de ese
elemento hay en la música de
Allan Pettersson, que así se llamaba nuestro hombre. Como
tampoco hay espacio para
nada que pueda estorbar o
dificultar aquello que realmente le interesa, que no es otra
cosa que una voluntaria y
dolorosa puesta negro sobre
blanco de su propia vida…
Nacido en Västra Ryd, Suecia, en 1911, Allan Pettersson
conoció sin duda una existencia terrible ya desde su nacimiento. Su padre, el herrero
del pueblo, era una persona
dada a dirimir los problemas
familiares a golpes y en alcohol. Así, casi debió ser una
liberación para el futuro compositor que unos pequeños
hurtos lo llevaran al reformatorio, donde pudo poner en
práctica su pasión por la música. En plan autodidacta,
aprendió a tocar el violín. Ya
libre, amplió estudios en Estocolmo y en París, donde tuvo
como maestros a uno de los
gurús del serialismo, René Leibowitz, y a otro de la tonalidad más clásica, Arthur
Honegger. Sin embargo, no
fue su infancia lo que tiñó de
oscuro su música, sino la
enfermedad. En 1963 se le
diagnosticó una artritis reumatoide progresiva, que lenta
pero implacablemente, iba a
minar su existencia y a marcar
toda su producción sinfónica… Así, hasta su muerte, provocada por un cáncer en 1980.
Diecisiete son las sinfonías
de Pettersson, un autor que
sólo tardíamente se introdujo
en el género, pero al que se
iba a dedicar en cuerpo y alma
a lo largo de tres décadas. La
primera de esas obras fue escrita a principios de la década de
1950, y fue retirada de catálogo
por su propio creador, de ahí
que no se encuentre en esta
integral; la última, quedó inacabada a su muerte, por lo que
tampoco aparece. Nos quedan,
pues, quince sinfonías, quince
expresiones de un compositor
al margen de las corrientes de
su tiempo, huraño, arisco,
misántropo, aunque también
capaz de mostrar una gran
humanidad. Un compositor
que definía su obra como “una
voz que grita, hundida en el
ruido de los tiempos…”.
Vaya por delante, Pettersson es un sinfonista de raza,
de la misma estirpe que los
Bruckner y Mahler, cuyas sombras aletean entre estos pentagramas. Eso hay que reconocerlo. Es un autor difícil, y ya
no sólo por la dificultad que
puede tener para alguien ajeno a su mundo identificarse
con una música que, en el
fondo, es pura expresión egocéntrica. También lo es por su
técnica, en la que tonalidad y
un dodecafonismo heterodoxo
se dan la mano de una forma
personal e inclasificable; por
su construcción, en función de
grandes bloques sonoros,
adustos, labrados a martillazos; por su ambición, pues
estamos ante partituras de
grandes proporciones, algunas
de las cuales sobrepasan la
hora de duración. Y siempre,
en todo momento, están esas
obsesiones, reflejadas en breves y angulosos motivos que
van atravesando la obra…
Pero, dicho esto, hay que
decir también que es una
música sobrecogedora, que se
aconseja administrar a pequeñas dosis, pues puede llegar a
ser peligrosa…
El Pettersson definitivo, el
autor con una voz propia e
inconfundible, lo encontramos
por primera vez en la monumental Sinfonía nº 5, acabada
en 1962. Antes tenemos una
pieza magistral, la Segunda
Sinfonía (1953), en la que ese
estilo está ya latente, sobre
todo en lo que se refiere al
espíritu y a la construcción en
un único movimiento. Tenemos también la Tercera
(1955), la única estructurada
en cuatro tiempos, y la Cuarta
(1959), un compacto bloque
del que empiezan a surgir las
“islas líricas”, tan caras a este
maestro. Pero, como decíamos, es la Quinta la obra verdaderamente fundacional, y lo
es por la unidad del material
empleado y por la fuerza
demoledora de su música. Por
ello, y también por inaugurar
una serie de sinfonías que se
extenderán hasta la Novena
(1970) y que pueden considerarse como un ciclo o como
una monstruosa única obra,
pues son numerosos los materiales compartidos por cada
una de esas composiciones.
Prácticamente todas son de
grandes proporciones, definidas por cierta tendencia a la
introspección, a la búsqueda
interior, sólo interrumpida
aquí y acullá por bruscos estallidos de violencia. La misma
que copará todo el protagonismo en las posteriores obras…
El agravamiento de la
enfermedad crónica de Pettersson, unido a complicaciones renales debidas a los
medicamentos que se veía
obligado a tomar, llevaron al
músico al hospital durante
nueve meses, en los que,
como él dice, se vio “en el
túnel de la muerte”. Esa larga
estancia provocó un cambio
radical en su producción. Si
hasta entonces ésta se había
caracterizado por cierta tendencia contemplativa, ahora
será la rebelión, una lucha a
muerte “contra el mundo exterior”, como definía el compositor a su Sinfonía nº 10
(1972), la que se adueñe de
sus pentagramas. La Undécima, por el contrario, escrita el
mismo año y también en el
hospital, sería “una confrontación con el mundo interior”,
de ahí un tono más interioriza-
PETTERSSON:
Concierto para violín
nº 2. ISABELLE VAN
KEULEN, violín. ORQUESTA
SINFÓNICA DE LA RADIO SUECA.
Director: THOMAS DAUSGAARD.
CPO 777 199-2 (Diverdi). 1999. 55’.
DDD. N PN
do, aunque no menos tenso ni
dramático. Una excepción,
pues será la violencia la que
caracterizará sus siguientes
incursiones en el género,
todas ellas labradas a partir de
descarnados arrebatos de cólera, que apenas incluyen alguna que otra “isla lírica” que,
lejos de apaciguar nada, son
simplemente un punto donde
retomar nuevas fuerzas expresadas en ácidos estallidos de
decibelios y salvajes paroxismos rítmicos. Otra excepción
será la Duodécima Sinfonía
(1973), obra vocal sobre textos
del Canto general de Pablo
Neruda, que aparece como
más convencional, como si
Pettersson sólo fuera capaz de
expresar un drama a través de
su propio ser, no sobre la base
de lo escrito por otro…
CPO ha necesitado veinte
años para poner en pie esta
integral. No sólo eso: también
seis orquestas y siete directores, como si nadie se hubiera
atrevido a afrontarla solo. De
todos ellos, es Alun Francis el
que ataca más obras (nueve
en total) y el que parece más
imbuido del espíritu de esta
temible música, al lado de un
Gerd Albrecht que sólo se
acerca a la extraordinaria Séptima (1967), pero lo hace con
absoluto fervor, y un Thomas
Sanderling que traduce todo el
morboso desasosiego de la
Octava (1969). El resto, salvo
quizás Johan Arnell en una
Decimocuarta (1978) cuya
tensión no siempre sabe mantener, tampoco desmerecen. El
sonido es excelente o muy
bueno, y las notas son impecables, con buenos análisis de
D D
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ESTUDIOS
las partituras a cargo de
Andreas K. W. Meyer, ejemplos musicales y citas de textos del propio Pettersson.
Mas el revival Pettersson
no acaba aquí, pues CPO acaba de publicar también la versión revisada del Concierto
para violín nº 2 (1978) del
maestro sueco. Se trata de una
obra de nuevo en un único
movimiento que por poco no
alcanza la hora de duración, lo
que supone un auténtico tour
de force para el solista. Aunque de su última y colérica
época, y de evidente inspiración expresionista, en ella brilla también un deseo de lirismo, de expresividad. Hay conflicto, sí, pues Pettersson consideraba al violín como un
símbolo del individuo enfrentado a un mundo mecanizado
que quiere aniquilarlo, pero
también unos remansos de
paz que permiten al solista
explayarse y, casi casi, cantar… Isabelle van Keulen suda
para hacer accesible esta partitura, y lo logra gracias a la
transparencia y calidez de su
sonido, la pureza de su fraseo
y el vigor de sus ataques. Una
versión de diez.
En resumidas cuentas, una
integral dura y difícil, de un
autor no menos difícil y duro.
Hay momentos en que dan
ganas de tirar la toalla, de pensar que la vida no es tan
monstruosa como Pettersson
quiere hacernos creer, pero
incluso en esos momentos
resulta difícil restar impasible
ante el temperamento dramático de este hombre, que supo
poner en papel pautado un
sufrimiento que, posiblemente, y caso de no haber estado
dotado para ello, le habría
conducido al suicidio. El que,
por nuestra parte, queramos o
no intentar, siquiera pálidamente, compartir su experiencia es algo que cada cual ha
de decidir por su cuenta y
riesgo. Para los que se arriesguen, será todo un descubrimiento. Doloroso y arduo,
pero descubrimiento con
todas las letras…
Juan Carlos Moreno
Edición Günter Wand
BRUCKNERIANO Y MODERNISTA
P
rofil (distribuido por Gaudisc) ha diversificado en
dos colecciones distintas
la primitiva Edición Günter
Wand, quedando ahora de
esta manera: una dedicada a
las orquestas de las diversas
Radios europeas que Wand
dirigió frecuentemente a lo largo de su carrera, y la otra consagrada a la Filarmónica de
Múnich con los conciertos que
este director dio sobre todo en
los últimos años de su vida (ya
comentados desde estas páginas los dos primeros volúmenes de Múnich dedicados a la
Incompleta de Schubert y a las
Sinfonías Quinta y Octava de
Bruckner).
Radios de Baviera, Colonia y
Hamburgo
Prosigue esta serie con los
volúmenes 9, 11 y 14, al
menos éstos son los que nos
han llegado. El primero de
ellos (PH 05042) contiene
obras de Stravinski (Concierto
para piano con Magaloff y la
NDR, 1985), Zimmermann
(Sinfonía en un movimiento,
NDR, 1987), Fortner (Sinfonía
para gran orquesta, WDR,
1960) y Ligeti (Lontano, NDR,
1987). Pocos conocen el entusiasmo de este bruckneriano
excepcional por la música de
nuestro tiempo. Recordemos
que Wand dirigió noventa
estrenos mundiales a lo largo
de su vida, llevando las obras
del siglo XX hasta sus últimos
años en la NDR de Hamburgo.
Del catálogo de Stravinski,
tenía una docena de obras en
su repertorio que tocaba a
menudo; el Concierto para
piano e instrumentos de viento
interpretado aquí por el brillante Nikita Magaloff, recibe
un magnífico tratamiento
orquestal con una memorable
claridad contrapuntística y un
férreo ritmo caracterizado por
cambios de tempo y síncopas
en el estilo del rag-time y el
jazz. También son novedades
relativas (absolutas en España)
las páginas de Zimmermann y
Fortner que Wand interpretaba
frecuentemente a pesar de las
airadas protestas que solían
provocar en el público asistente a sus conciertos (las técnicas postmodernistas del primero y una muy personal forma de serialismo del segundo,
no eran bien acogidas a pesar
del entusiasmo de Wand por
darlas a conocer). Asimismo es
memorable la recreación de
Lontano, la obra de Ligeti donde se hace hincapié en una
nueva forma de articular el
sonido de los instrumentos tradicionales. Un atractivo y sorprendente disco, en suma, con
excelentes comentarios sobre
las obras y el director, y además muy bien grabado.
Los volúmenes 11 y 14
están compuestos por obras
de Mozart y Beethoven. El primero (PH 05043) contiene las
Letanías K. 243, las arias de
concierto K. 369 y K. 528 con
la soprano Margaret Marshall,
y las oberturas de Bodas de
Fígaro, Così y Flauta mágica,
todas ellas igual de convincentes (para Wand no había un
“Mozart menor”, como ya
hemos apuntado en alguna
otra reseña), con transparencia, agilidad, animación,
impulso y acertada profundidad espiritual. Marshall canta
con gusto y su bello timbre y
variedad de matices convienen
especialmente a las dos arias
que se incluyen en el registro
(Misera dove son y Bella mia
fiamma, addio). El siguiente
volumen, el 14 (PH 060001),
también tiene una página religiosa de Mozart, las Vísperas
K. 321, de modestas dimensiones pero adecuadamente
recreadas por Wand, que pone
de manifiesto su riqueza de
invención y su elegante sentido del estilo. El CD se completa con la Misa en do de Beethoven, página característica de
su período medio, traducida
por Wand con fervor, claridad
de texturas y cálida expresividad, a pesar de otras versiones
inolvidables (Beecham, Giulini, Gardiner en nuestros días)
que también han rendido plena justicia a la obra. Como en
el caso anterior, excelentes
grabaciones y magníficos
comentarios (sólo alemán e
inglés) de Wolfgang Seifert.
Filarmónica de Múnich
Dos volúmenes más, tercero y cuarto, de esta colección.
El primero contiene la Novena
de Schubert (concierto del 28
de mayo de 1993) y el segundo (PH 060014) la Cuarta de
Bruckner procedente de tres
tomas distintas de los días 13,
14 y 15 de septiembre de 2001,
su penúltimo concierto (el último fue celebrado los días 28 y
30 de octubre de ese mismo
2001 con la Quinta de Schubert y de nuevo la Cuarta de
Bruckner pero con la NDR de
Hamburgo, grabado y comercializado por RCA e igualmente comentado desde estas
páginas. Algo más de tres
meses después, el 14 de febrero de 2002, el maestro fallecería en su casa de Ulmiz, Suiza,
a los 90 años). Tanto Schubert
como Bruckner siguen en
estos registros el característico
modus operandi de Günter
Wand ya visto y analizado en
numerosas ocasiones en
SCHERZO: transparente claridad de texturas, sobria expresividad, notables matización y
profundidad, perenne intensidad en el discurso, atractivo
colorido orquestal, equilibrio y
coherencia constructiva, todo
ello, en fin, con una orquesta
que no era la habitual con la
que trabajaba, aunque ésta
tuviese una óptima preparación tanto técnica como estilística y expresiva (su titular de
tantos años, Sergiu Celibidache, acababa de dejarnos hacía
pocos años). Sonido excelente
en ambos casos y buenos
comentarios en alemán e
inglés firmados por Wolfgang
Seifert. La Cuarta de Bruckner,
especialmente y a despecho de
estar por debajo de la versión
del propio Wand con la Filarmónica de Berlín (RCA), merece la mayor de las atenciones.
En fin, excelente Edición
dedicada a uno de los últimos
grandes de la dirección de
orquesta y de la que impacientes esperamos nuevas entregas.
Por su alta calidad técnica y
por el precio medio, todos
merecen atenta audición. Para
el que suscribe, los dedicados a
Mozart, Beethoven y Bruckner
son imprescindibles, aunque
no hay que dejar atrás el loable
interés de Günter Wand por la
música de nuestro tiempo.
Enrique Pérez Adrián
69
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ESTUDIOS
Brilliant
CHOPIN DE AHORA Y SIEMPRE
CHOPIN: Las obras completas
para piano. VARIOS PIANISTAS Y
DIRECTORES.
30 CD BRILLIANT 93217 (Cat Music).
ADD. N/R PE
T
ras la edición de DG dedicada a Chopin (ya fuera
del catálogo) y algunos
acercamientos de otros sellos
(la singular selección de Opus
111, la edición de Forlane a
cargo de El Bacha, más las cuasi integrales de Ashkenazi en
Decca, Magaloff en Philips y
Rubinstein en RCA, entre
otras), Brilliant propone un
nuevo integral Chopin, presentado en una de esas cajas que
serían probablemente inabordables si no fuera por el precio
al que se ofrecen. En este caso,
este todo Chopin ocupa treinta
discos y no llega a los cuarenta
euros, o sea que la cosa sale a
apenas algo más de un euro el
disco, o lo que es lo mismo, un
chollo se mire por donde se
mire. La caja incluye un folleto
de 84 páginas íntegramente en
castellano (tomen nota algunas
multinacionales de campanillas, de las de los discos a 20
euros), que incluye un estudio
de Ates Orga sobre la obra del
polaco y breves biografías de
los intérpretes, tanto de los que
son bien conocidos como los
que no. Por lo demás, la música propiamente dicha se divide
en dos partes bien diferenciadas. La primera es el integral
de la obra del polaco propiamente dicha, que ocupa los 17
primeros discos. En ella se dan
cita intérpretes de diversa con-
70
dición y los resultados tienen
parejo nivel de variabilidad,
como cabe esperar (pero eso
también ocurría en integrales
de más ambición, como la precitada de DG). Encontramos
nombres bien conocidos, como
Bella Davidovich (interesantes
Baladas, Impromptus y Preludios), Louis Lortie (que se hace
cargo con su característica brillantez algo sosa de los Estudios), Adam Harasiewicz (muy
competente en los Nocturnos),
Kissin (la famosa grabación de
su debut para los Conciertos,
cuando era un adolescente) o
Zoltán Kocsis (no siempre del
gusto general, aunque técnicamente sobresaliente, en los
Valses). Hay también alguna
gratísima sorpresa, como la
Sonata nº 2 por Gilels (1949).
El resto de la edición se
encomienda a perfectos desconocidos para el firmante, como
Alwin Bär (un tanto lineal en
Scherzos, Fantasía, Barcarola
y Berceuse), Cor de Groot
(Mazurkas), Folke Nauta
(Polonesas), y Alexandra
Ammara, Artur Moreira, Frank
van de Laar o Marian Mika, por
citar algunos de los nombres.
Ninguna de estas contribuciones resulta especialmente destacada o interesante teniendo
en cuenta la inmensa discografía chopiniana existente, aunque siempre puede servir de
primer acercamiento a las
obras si el ansia de conocimiento aprieta y el bolsillo
también.
Pero si sólo tuviéramos
esta primera parte la cosa no
tendría especial atractivo, precio aparte. Es en la segunda
parte de la edición donde nos
aguarda el verdadero interés.
Subtitulada Colección Histórica, esta sección comprende 13
discos que contienen joyas
bien conocidas de la discografía no ya chopiniana sino pianística en general, y que abarcan la primera mitad del siglo
XX, en concreto desde 1903 a
1956. La nómina de esta parte
de la edición es formidable.
Repasemos brevemente: Solo-
mon (Fantasía, Scherzo nº 2, 3
Estudios, Berceuse, Nocturno
op. 9, nº 1), Lipatti (Nocturno
op. 27, nº 2, su legendaria
Sonata nº 3, Vals op. 34, nº 1),
Moiseiwitsch (dos discos impagables de este sensacional pianista, con los Scherzos, Barcarola, 4 Estudios, Baladas,
Impromptus nº 1 y 4, Polonesa
op. 71, nº 2, Preludios op. 28),
Godowski (el irrepetible polaco-americano en una selección
de Nocturnos y en su tan atípica como movida y sorprendente Sonata nº 2), Rachmaninov
(otra lectura de la Sonata nº 2
bien diferente de la de
Godowski, pero verdaderamente apasionante), Brailowski (Écossaises, Sonata nº 3), el
siempre elegante aunque algo
estirado Rosenthal, el joven
Horowitz (selección de Estudios y Mazurkas más el Scherzo nº 4 grabados en 1930-36,
donde se aprecia la asombrosa
perfección técnica y la inmensa riqueza tímbrica de este
maestro del color), el arrebatador Friedman (qué forma de
tocar el Revolucionario), Cortot (inolvidables Sonatas nºs 2
y 3 y Baladas), Pachmann
(libérrimas y curiosísimas, aristocráticas grabaciones de 19079; qué distinto es su Revolucionario, que parece una meditación frente al de Friedmann),
Raoul Pugno (grabaciones de
1903 de este parisino que también se tomaba libertades sin
límite: la escucha del Vals op.
34, nº 1 nos hace sonreír hoy,
pero eso es historia del piano;
y el tempo lentísimo del Nocturno op. 15, nº 2 seguro que
les deja boquiabiertos, igual
que su flexibilidad, pero el
resultado tiene indudable
encanto), Barere (un virtuoso
algo lineal, pero espectacular:
pocas veces habrán escuchado
un Impromptu nº 1 a una velocidad tan endemoniada como
el de este hombre) y, cómo
no, Rubinstein (sus legendarias
grabaciones para EMI en la
década de los treinta de
Mazurkas y Polonesas). Junto a
ellos, un par de nombres
menos conocidos pero no
exentos de interés. Así Edward
Kilenyi (1910-2000), americano
de origen húngaro que estudió
con Dohnányi. Sus grabaciones aquí incluidas, realizadas
entre 1937 y 1939, testimonian
un estupendo control técnico y
una notable elegancia. El ruso
Anatole Kitain (1903-1980)
estudió con Blumenfeld, ganó
el Concurso Liszt de Budapest
y más tarde se estableció en
EEUU. Pese a su indudable
talento, nunca gozó de la fama
de su compañero de clase
Horowitz. Se retiró pronto (en
1963) y murió en el anonimato. Las grabaciones presentadas aquí (Baladas nºs 2 y 3,
Scherzo nº 1, cinco Estudios)
testimonian un dominio técnico sobresaliente, aunque sin la
perfección, dominio del color
y la intensidad de Horowitz.
Todas estas grabaciones
han estado disponibles con
anterioridad en otras ediciones
y sellos (como siempre en Brilliant), en muchas —por no
decir que en todas— ocasiones
a precios bastante menos asequibles que el que tiene esta
caja. En fin, como habrán
podido comprobar, los nombres que protagonizan estos
trece discos históricos son verdaderas leyendas de la historia
del piano, y sus contribuciones
a la interpretación de Chopin
son no sólo documentos de
obligado conocimiento para
quienes desean profundizar en
la obra del polaco, sino auténticos referentes de la historia
del instrumento que hoy, con
sobrada razón, nos siguen
impresionando y enseñando.
Por sí sola, esta parte de la edición ya justificaría la adquisición de la caja (y aún saldría a
un precio plausible), de forma
que huelgan más comentarios.
Incluso si tiene alguna de las
ediciones modernas citadas al
principio, e incluso si sólo le
interesa la parte histórica de
ésta, la cosa no ofrece demasiadas dudas: yo iría a por él.
Rafael Ortega Basagoiti
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Deutsche Grammophon
EN LA LEYENDA
E
l pasado marzo, que dio a
Mstislav Rostropovich su
octogésima primavera, el
presidente Vladimir Putin alababa en una recepción de
honor la “firme defensa de los
derechos humanos y de la
libertad del espíritu” del músico. El artista, pálido y de
aspecto muy cansado, vencido
por una vida en absoluto tranquila, ya bastante enfermo,
apenas perdió la sonrisa en la
recepción ofrecida en su
honor en el Kremlin. Sólo un
mes después nos llegaba la
triste noticia del fallecimiento
del artista, ante la que sólo
cabía llorar, con o sin lágrimas. Slava nos dio mucho.
Una parte de su legado entra
—y eso es lo que aquí y ahora
nos ocupa— en el bonito estu-
che que Deutsche Grammophon preparó para ese mismo
cumpleaños, y que bajo el título La gloria de Rostropovich
(477 6579) acoge ocho discos
que recogen grabaciones que
el violonchelista de Bakú
hiciese durante más de tres
décadas para el sello amarillo.
Disfrutándolas, a uno le queda la impresión de que estamos ante uno de los músicos
más completos del siglo, algo
así como un Plácido Domingo
del violonchelo, que se movió
por los más dispares terrenos;
mas, a diferencia del tenor
madrileño, llegó lejos en todo
cuanto hizo, en parte porque
el fin de su ambición nunca
fue pasar a la historia, sino
hacer las cosas bien y servir a
la música con respeto y lealtad. Tenía medios para ello,
así una sólida formación, una
noble y elegante sensibilidad,
una capacidad de comunicación sin igual, una mente lucidísima y un exquisito instinto
musical.
En el podio dirigía siempre
con los pies en la tierra, sin
desvaríos metafísicos ni fantasías alocadas, tampoco sin el
vuelo lírico que se pueden
pedir en las suites de los
ballets de Chaikovski (El lago
de los cisnes, La bella durmiente y El cascanueces) y
Prokofiev (Romeo y Julieta),
incluidas en la compilación.
Pero en la Quinta Sinfonía de
Shostakovich, con la Orquesta
Sinfónica Nacional, Slava nos
habla con el corazón y crea
tensiones de terribles acentos
trágicos, sobre todo en el apoteósico movimiento final, donde el músico se crece de
manera casi terrorífica.
Ahora bien, el verdadero
reino de Rostropovich fue el
del violonchelo. Tuvo rivales
importantes, algunos a su altura, pero es probable que en
unos años la historia lo reconozca como el más grande. Su
mágico legato y el bellísimo
sonido que extraía de su Stradivarius, de claroscuros muy
humanos, forman parte de la
leyenda. A veces da la impresión de que el músico convertía sus interpretaciones en verdades irrevocables; es así en
las dos Sonatas para violonchelo y piano de Brahms, en
las que se sienta al lado de
Rudolf Serkin, un artista de
similares modales, serio, delicado, moderado y exigente
consigo mismo. Muy otra era
la arrolladora y explosiva personalidad de Martha Argerich,
a la que Slava se adapta de
forma muy natural en obras de
Chopin y Schumann. Las referencias siguen con un matizadísimo Concierto en la menor
del propio Schumann, con el
Concierto en si menor de Dvorák, donde Herbert von Karajan se encuentra camino del
hedonismo sonoro con un
chelo capaz de hallar aromas
checos casi en cada compás,
con las Variaciones rococó de
Chaikovski, en compañía también de Karajan y en las que el
arco se erige ágil y poderoso,
con las intensas Tres meditaciones de la Misa de Leonard
Bernstein, que ponen a prueba la concentración y el juego
rítmico del instrumentista, o,
en fin, con el Segundo Concierto de Shostakovich asistido
por Seiji Ozawa, otra verdad
absoluta.
Quedan Vivaldi, Tartini,
Boccherini, Messiaen, Glazunov y Schubert para completar
la variada carta y decidir así
un precioso retrato del músico, parcial pero fascinante, por
desgracia demasiado oportuno. El adiós del maestro lo
hace aún más recomendable.
Qué pena.
tribuciones tanto a la monografía dedicada a la música de
la época de la Guerra de los
Cien Años (El servicio de
Venus y Marte. CDS44252)
como a la que repasa la música producida en Italia de la
misma época (Una
canción para Francesca. CDS44253).
En
éstas,
sin
embargo, aparte
consabidas virtudes
colectivas como
son la amplia variedad cromática y el
control estricto de
la entonación, cabe
destacar la posibilidad de oír de lo
que, casi en los inicios de sus carreras, eran ya capaces tenores con
tanto
recorrido
posterior
como
Andrew
Parrott,
Rogers
Covey-
Crump o John Mark Ainsley.
Imprescindible en la discoteca
de cualquier melómano, en
especial de los entusiastas de
la música medieval.
Asier Vallejo Ugarte
Hyperion
BATALLAS Y VISIONES
F
undado en 1980 y aún
dirigido por Christopher
Page, durante las dos últimas décadas del siglo pasado
el grupo británico especializado en el repertorio vocal
medieval The Gothic Voices
estuvo publicando discos a
una media aproximada de uno
por año.
Tras un compás de espera
de más de un lustro, parece
que vuelve a la carga con fuerzas y ganas renovadas. Como
avanzadilla que prepare el
camino refrescando el recuerdo de pasadas glorias, aparecen reeditados en un solo
álbum tres grabaciones en
Hyperion (CDS44251/3) (distribuidor: Harmonia Mundi)
que en los años ochenta obtuvieron los más altos reconocimientos que concede la revista
Gramophone. Con todo lo que
ahora ya se sabe de Hildegard
von Bingen (Una pluma movida por el aliento de Dios.
Secuencias
e
himnos.
CDS44251), debe de resultar
muy satisfactorio para sus
“descubridores” constatar la
vigencia que todavía conserva
aquel planteamiento inicial lleno de espontaneidad en el
acceso al éxtasis y con una
Emma Kirkby en plenitud de
facultades.
Otro intérprete de nombre
ya legendario, el arpista
Andrew Lawrence-King, aporta igualmente estupendas con-
Alfredo Brotons Muñoz
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BBC Legends
CLÁSICOS INÉDITOS
L
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a serie BBC Legends (distribuidor: Diverdi) continúa deparándonos muchas
sorpresas en cada lanzamiento.
En esta ocasión son 20 los discos editados en los que, como
siempre, podemos encontrar
grandes tesoros. Uno de ellos
es la apabullante lectura
de la Séptima Sinfonía
de Bruckner
a cargo de
John Barbirolli (BBCL
4186-2). Una interpretación de
una intensidad poco común,
de perfecta planificación sonora y discursiva en la que nada
se deja al azar a pesar de la
naturalidad con la que fluye.
El maestro inglés impone un
férreo control dinámico que
permite desarrollar una fuerza
increíble. Tal es el caso, por
ejemplo, del Scherzo, endemoniadamente turbador. La
Sinfonía discurre de forma
coherente, clarividente y ortodoxa. Y un punto alucinada.
Perfecta. Complementan el
disco unas vibrantes oberturas
Egmont y Las criaturas de Prometeo. El mismo Barbirolli
repite con las Quintas de
Beethoven y Shostakovich
(BBCL 4193-2), unas lecturas
elegantes, matizadas, de grandes contrastes expresivos
(sobre todo en el caso del
ruso). La Quinta de Beethoven resulta explosiva y precisa. Su legendario perfeccionismo se ve reflejado aquí con
claridad. La de Shostakovich
es reflexiva e intensa. No da
tregua a un oyente que se ve
arrastrado por la fascinación
que desprende.
J a s c h a
Horenstein
es otro de
los mitos de
la dirección
representados (BBCL
4191-2). Su
programa incluye la Sexta Sinfonía de Mahler, la Quinta de
Nielsen y la obertura de Semiramide de Rossini. Del Mahler
de Horenstein poco nuevo se
puede añadir a lo comentado
desde estas mismas páginas en
numerosas ocasiones. Su rigor,
expresividad y capacidad de
descripción son mayúsculos.
Esta Sexta es desoladora,
vibrante. Deja al oyente sin
aliento en una especie de tour
de force al que la Orquesta
Sinfónica de Bournemouth, sin
ser de las mejores, responde
con total entrega y calidad.
Esta versión es comparable, sin ningún género de
dudas, a la legendaria versión
con la Filarmónica de Estocolmo (Unicorn). Lo mismo le
ocurre a la Quinta de Nielsen,
cuya complejidad es diseccionada con maestría por el
director ucranio. La obertura
de Semiramide es una curiosidad discográfica. Otro disco
que no se deben perder.
Carlo Maria Giulini es uno
de los fijos de esta serie. En
esta ocasión, la pieza central es
una hermosa y lírica versión de
la Séptima de Dvorák (BBCL
4194-2) en la que el maestro
italiano muestra su profunda
humanidad y humildad al
enfrentarse a la música. Una
Séptima que anticipaba ya las
magníficas versiones en estudio de años posteriores para
EMI y Sony (la primera de ellas
con la misma orquesta, la Philharmonia). Dicha humildad
provoca una profundidad
expresiva que tiene su máximo
exponente en la Música de
concierto para cuerdas y metales de Hindemith, poseída por
un hondo sentido analítico.
Completa el disco una clara y
concisa obertura Egmont, en la
que hace buena la frase de
menos es más. Contención,
soltura, transparencia…
Rudolf Kempe es otro de
los históricos representados
(BBCL 4188-2). La Sinfonía nº
104 de Haydn es de la máxima
ortodoxia. Delineada a la perfección y de la vieja escuela,
sobresale por su musicalidad y
el sentido de la rítmica. Los aficionados a los instrumentos
originales no simpatizarán con
ella, pero sus cualidades puramente musicales permanecen
intactas. A los Cuatro interludios marinos de Britten quizás
les falte algo de misterio, algo
de poder descriptivo que nos
retrotraiga a la intención original de Britten (perfectamente
entendido por directores como
Barbirolli, Davis o el propio
compositor). Por último, la Primera Sinfonía de Shostakovich, tan germana ella, goza de
una lectura muy civilizada.
Equilibrio y orden. Ésa parece
ser la máxima.
La furia la pone Rozhdestvenski con una incandescente
lectura de la Quinta Sinfonía
de Prokofiev (BBCL 4184-2).
Todo en ella respira el carácter
tan particular del director ruso,
para bien o para mal. Aquí
encontramos energía e impulso
por encima de finuras. Tensión, furia en muchos momentos (Allegro Marcato) y búsqueda de contrastes. La Guía de
orquesta para jóvenes de Britten resulta, cuanto menos,
curiosa. No es una obra que
parezca especialmente adecuada al director, pero la resuelve
con pericia y soltura. Otro ruso
representado es el casi olvidado Evgeni Svetlanov, encargado de dirigir una de las especialidades de su colega anterior: la Octava Sinfonía de
Shostakovich (BBCL 4189-2). Al
frente de la Sinfónica de Londres, el ruso no se anda con
contemplaciones y apuesta por
una lectura seca, muy parca en
medios, de gran intensidad
narrativa. No es una versión
tan redonda como las de su
colega Rozhdestvenski (Melodya), más arrolladora pese a su
desapego por el detalle, o Mravinski (BBC Legends), por citar
a dos compatriotas, pero funciona por su dramatismo, su
ausencia de sentimentalismo y
por su coherencia.
Ansermet es
otro de los
directores
asiduos de la
colección.
En esta ocasión se edita
un doble CD
con un repertorio que va desde Haydn a Bartók, además de
una entrevista sobre Debussy
realizada en Ginebra en 1969,
días antes de fallecer, de trece
minutos de duración (BBCL
4202-2). Tal variedad (Haydn,
Beethoven, Debussy, Bartók)
conforma un retrato de uno de
los grandes agitadores musicales de la primera mitad del
pasado siglo. Los Nocturnos y
la Iberia de Debussy son de
libro. Perfecta planificación y
desarrollo, exquisito tratamiento de las texturas y sutilidad para la descripción
ambiental. La Sinfonía nº 85
de Haydn, al margen de su
concepción desfasada, resulta
ligera y juguetona. El segundo
disco fue grabado en Edimburgo en 1958 y contiene una
acelerada Cuarta de Beethoven que pese al endiablado
ritmo mantiene un pulso envidiable, y un simplemente
correcto
Concierto para
orquesta de Bartók, muy alejado de su sentido estético.
Tennstedt fue el último de
los grandes kapellmeister del
siglo XX. Un director muy
apreciado en los países anglosajones y con escaso predicamento en los latinos. De principio de los ochenta datan estas
grabaciones al frente de una de
sus orquestas de siempre, la
Filarmónica de Londres (BBCL
4195-2). Tres obras de la gran
tradición germánica, obertura
de Oberón de von Weber, la
Novena de Schubert y la Obertura trágica de Brahms, conforman un programa resuelto
con oficio, pero sin grandeza.
Su Schubert se guía por el
manual. Todo está en su sitio y
de forma solvente. Pero no
busquemos nada más. Lo mismo se podría decir de las dos
oberturas que le acompañan.
El último de los directores
incluidos es el modesto y también eficiente Constantin Silvestri, quien tenía fama de
poseer una memoria fabulosa
y que hizo carrera en Inglaterra con un repertorio amplísimo. El doble disco recoge
interpretaciones de cuatro
conciertos distintos entre 1966
y 1968 al frente de la que sería
su última orquesta, la Sinfónica de Bournemouth (BBCL
4182-2). La selección se adapta
muy bien a lo mejor que controlaba el director rumano:
Elgar, con la obertura Cockaigne y la Primera Sinfonía,
Arnold con Beckus the Dandipratt, y Chaikovski con la
Segunda Sinfonía. Tres autores con los que daba lo mejor
de sí con interpretaciones
nada superficiales (como si le
ocurre en Juegos de Debussy y
los Cuatro interludios marinos
de Britten) y plenamente arraigadas en el romanticismo.
En el campo
concertístico,
de Mstislav
Rostropovich
se presenta
una rareza:
el Concierto
para chelo
de Elgar, una de las pocas
grandes obras para su instrumento que nunca grabó en
estudio (BBCL 4198-2). Y
escuchando el resultado tiene
cierta lógica. No logra conectar del todo con la pieza, mostrándose excesivamente distante cuando lo que de verdad
requiere es una verdadera
implicación (por eso siempre
se encuentra presente du Pré).
No es que la lectura sea mala,
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es que le falta alma. Mejor el
Primero de Saint-Saëns junto
(como el anterior) a Rozhdestvenski. Más ajustado y con
una resolución vibrante, con
un Rostropovich en su mejor
momento técnico. Lo mismo
se puede decir el Primer Concierto de Haydn, aunque el
estilo esté superado. Rubinstein tenía alrededor de 70 años
cuando interpretó los conciertos de Brahms y Mozart que
recoge este disco (BBCL 41872). Tanto el Primero de
Brahms como el nº 23 de
Mozart están dirigidos por un
atento y diligente Colin Davis
al frente de la Sinfónica de la
BBC y de la English Chamber.
Y era en concierto donde el
pianista polaco-norteamericano daba lo mejor de sí, como
atestiguan estas dos lecturas
que destacan por su exquisito
equilibrio y profunda musicalidad. Es cierto que ya los
dedos no le respondían como
en los mejores tiempos, pero
la clase al teclado la mantenía
incólume. Su Brahms es musculoso y recio, a pesar de que
al final sucumbe un poco al
cansancio, mientras que el
Mozart es elegante y matizado.
John Ogdon fue un pianista sin suerte a quien una terrible enfermedad truncó su
carrera. Pero sus años de lucidez le permitieron mostrarse
como un músico de indudable
calidad. En 1966 grabó en los
estudios de la BBC el Segundo
Concierto de Brahms junto a
John Barbirolli y la Orquesta
Hallé (BBCL 4183-2). Una
interpretación volcánica en la
que el pianista británico vertió
de forma torrencial todo un
despliegue técnico. Es cierto
que se le podría pedir un
poco más de detenimiento y
sutilidad en los movimientos
lentos, pero todo se encuentra
bajo control gracias también a
la excelente labor de Barbirolli, siempre atento al matiz y a
formar parte activa de la interpretación. El disco se completa con la Sonata nº 32 de
Beethoven en la que vuelve a
mostrar sus principales virtudes y defectos.
Dennis Brain ha sido uno
de los escasos trompas solistas
con estatus de estrella, pese a
su temprano fallecimiento. De
él nos llegan varias actuaciones de los años 50 con una
amplia variedad de compositores (BBCL 4192-2), entre los
que se incluyen Mozart (Concierto para trompa nº 3 y
Divertimento nº 14), de impecable factura, Britten (Serenata
para tenor, trompa y cuerdas,
del que era su máximo traduc-
tor), Schumann (Adagio y allegro junto a Britten), exquisitamente tratado, o Fricker
(Quinteto op. 5), obra de un
autor olvidado junto al Dennis
Brain Wind Quintet que no
plantea excesivos retos.
En el apartado de recitales solistas
destaca,
como casi
siempre, el
gran Sviatoslav Richter.
Y nada menos que con la
Sonata D. 960 de Schubert
(BBCL 4196-2). Richter fue
uno de los dos o tres mejores
schubertianos del pasado
siglo, y he aquí el porqué. La
interpretación es, sencillamente, perfecta. El complejo entramado estructural, y la complicada traducción del lenguaje
schubertiano, no plantean problemas en una lectura fluida,
de muchos contrastes expresivos y de gran equilibrio. Papillons, de Schumann, posee la
sutilidad necesaria, haciendo
de estas miniaturas una amalgama de colores y sensaciones. Finaliza el disco una
vibrante lectura de Introducción y Allegro appassionato
para piano y orquesta junto a
la English Chamber Orchestra
y Benjamin Britten que no
hace sin redundar lo anteriormente expuesto.
Myra Hess fue una de las
pianistas más respetadas en el
Reino Unido, aunque su figura
haya quedado oscurecida con
el paso del tiempo. Las tres
obras que contiene este disco
(BBCL 4201-2) fueron grabadas en sus últimos diez años
de vida, en plena madurez, en
la que destilaba una sensibilidad extraída de la economía
de medios y la simplicidad
expresiva. Esto queda patente
en la Segunda Suite inglesa de
Bach, ejecutada primorosamente, con transparencia y
claridad de líneas. Es necesario abstraerse del estilo, pero
merece la pena. La Sonata nº
62 de Haydn se mueve entre
el clasicismo puro y el primer
Beethoven, en un terreno que
le permite avanzar muchos
aspectos sin definir un estilo
excesivamente encorsetado.
Termina con una sensible lectura de Carnaval, de Schumann, en la que se deja arrastrar por un universo casi naíf.
Annie Fischer comienza su CD
con la misma obra, aunque
desde una perspectiva mucho
más romántica, menos contenida (BBCL 4199-2). Parece
inexplicable que ya casi nadie
se acuerde de ella, una intérprete con tanta personalidad y
calidad técnica. Como la que
exhibe en las Sonatas nºs 7 y
16 de Beethoven, grabadas
cuando ya contaba 73 años de
edad, aunque no se note. Son
lecturas apasionadas, de un
lirismo arrollador, sin exageraciones, sin concesiones.
Shura Cherkaski eligió,
para un recital en el Festival de
Aldeburgh de 1974, un programa muy disperso con obras de
Rameau, Beethoven, Mendelssohn, Chopin, Scriabin, Chaikovski y Liszt (BBCL 4185-2).
Su temperamento meramente
romántico le lleva a dar lo
mejor de sí en las Reminiscencias de Don Juan, de Liszt, en
el Nocturno y el Scherzo de
Chopin, en el Nocturno op. 19,
nº 4 de Chaikovski o en los
dos Preludios de Scriabin.
Correctas la Fantasía op. 28 de
Mendelssohn y la Sonata
“Patética” de Beethoven y
olvidable la Gavota con seis
Variaciones de Rameau.
Los dos últimos volúmenes
de este lanzamiento son recitales vocales a cargo de Kirsten
Flagstad y Janet Baker. La primera, con la compañía de la
Orquesta de la BBC y de Malcolm Sargent, interpreta una
selección de canciones de
Grieg, y los Wesendonk-lieder
y la Muerte de Isolda de Wagner (BBCL 4190-2). Pese a que
la toma sonora no es de gran
calidad, se aprecia su brillo y
su prestancia vocal, su dominio de todos los registros y el
profundo magnetismo de su
voz. Tanto en la música de su
compatriota como en la de
Wagner, del que fue máxima
traductora durante décadas, se
mueve con soltura y extremada flexibilidad para los matices. Y todo ello sin encontrarse ya en su mejor momento
vocal para Wagner (en 1953
contaba con 56 años). La
dirección de Sargent resulta
tan eficaz como neutra.
Janet Baker, una de las
mejores liederistas de su tiempo, dedica a Brahms esta serie
de grabaciones en estudio que
datan de 1960, 1961 y 1968
(BBCL 4200-2). Junto a los pianistas Ernest Lush y Paul Hamburger, desgrana un exquisito
recital en su mejor momento
vocal. Su voz de extraordinaria
capacidad para expresar todas
las posibilidades que permiten
estas canciones, unido a su
belleza intrínseca de su instrumento convierten este ejemplo
de inteligencia musical en
imprescindible.
Carlos Vílchez Negrín
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Berlin Classics Basics
JOYAS DE LA OTRA ALEMANIA
L
a caída del muro de Berlín
tuvo también sus consecuencias en el mundo de
la cultura. La apertura de un
sinfín de archivos sonoros procedentes del Este, hasta entonces ignorados o sólo parcialmente conocidos, ha hecho
aflorar un importante cúmulo
de joyas o joyitas. Un festín
musical que cabe ir degustando despaciosamente. Dentro
de la llamada República
Democrática Alemana, Leipzig
y Dresde fueron ciudades clave. El sello Berlin Classics
(Gaudisc), en su serie Basics,
recupera ahora un conjunto de
grabaciones de los años sesenta a ochenta a un precio económico y con una esmerada
presentación, aunque sin la
más mínima información sobre
obras, autores, orquestas,
directores e intérpretes, un
inconveniente para el no avisado, para los nuevos públicos, que por suerte también
los hay.
La serie presenta obras del
gran repertorio, verdadera
apoteosis del melodismo. Una
apuesta sobre seguro. En versiones de gran calidad, de gran
pureza estilística, para disfrutar
y para comparar. Versiones a
cargo de históricas orquestas y
de grandes directores, con un
espléndido sonido pese a ser
forzosamente en ADD. Pero lo
que aquí importa es la orientación de las interpretaciones, la
fidelidad a los autores, el estilo, la rigurosa concepción de
los directores. Estamos ante
unas lecciones prácticas de historia musical.
Certificado de calidad y de
rigor de las Sinfonías Quinta y
Sexta de Beethoven (0185332
BC) y de las Quinta y Octava
de Schubert (018562BC) lo
aporta la Staatskapelle Dresden (Orquesta Estatal Sajona
de Dresde), una orquesta fundada en 1548 y modelada por
directores como Weber, Wagner, Richard Strauss, Böhm,
Kempe, Sanderling, Sinopoli y
Haitink, entre otros. De 1975 a
1985, Herbert Blomstedt, estadounidense de padres suecos,
fue el responsable de esta formación musical, con la que
grabó más de 130 obras, entre
las cuales todas las sinfonías
de Beethoven y de Schubert.
De 1979 data el registro de las
de Beethoven aquí incluidas y
de 1982 las de Schubert. Versiones matizadas, transparentes, sobrias, ortodoxas, con
esplendor de los instrumentos
solistas y belleza de sonido
global.
Del clasicismo, al romanticismo. La Gewandhausorchester Leipzig, fundada en 1743,
tuvo a Mendelssohn como
director entre 1835 y 1843.
Kurt Masur lo fue entre 1970 y
1996 y se distinguió precisamente por su dedicación al
repertorio romántico y tardorromántico. Seguimos, pues,
en la línea de ortodoxia y de
máximo conocimiento de los
autores interpretados, en este
caso del propio Mendelssohn,
Melusine, obertura de concierto op. 32 y Obertura de concierto, op. 27 (0185532BC); de
Schumann, Concierto para
piano y orquesta, op. 54, Introducción y Allegro appassionato para piano y orquesta, op.
92 y Allegro con Introducción
para piano y orquesta, op. 134
(0185642BC); y de Chopin, los
dos Conciertos para piano
(0185402BC). De Mendelssohn, la Staatskapelle Berlin
(titular de la Ópera Estatal de
la capital alemana), y Günther
Herbig (actual principal director invitado de la Orquesta
Filarmónica de Gran Canaria)
abordan Sueño de una noche
de verano, op. 61, potenciando
sobriamente las luminosas
visiones de oníricas transparencias tímbricas contenidas
en esta fantasía romántica.
Lucimiento por todo lo alto de
dos grandes pianistas: Peter
Rösel y Annerose Schmidt.
Del romanticismo, al
nacionalismo. El checo Václav
Neumann dedicó especial
atención a compositores como
Smetana, Dvorák y Mahler. Y,
en efecto, al frente de la
orquesta de Leipzig, nos ofrece aquí primorosas versiones
de Mi Patria (0185652BC),
Danzas eslavas (0185422BC) y
Quinta Sinfonía (0185502BC),
respectivamente (como inciso,
la Novena de Dvorák está a
cargo del austriaco Otmar Suitner, al frente de la Staatskapelle Berlin). Escuchen atentamente el célebre Adagietto de
la Quinta de Mahler, más
solemne y profundo que emotivo en esta lectura de Neumann. Sendos Conciertos para
piano, el nº 1 en si bemol
menor, op. 23 de Chaikovski y
el Opus 16 de Grieg, ambos
dirigidos por Kurt Masur (con
la orquesta de Leipzig el primero y con la Dresdner Philharmonie el segundo), sirven
de nuevo para las sobresalientes actuaciones de Peter Rösel
y de Annerose Schmidt, respectivamente. En un mismo
CD (0185682BC).
Aparece otra vez Peter
Rösel en el
disco dedicado a Sergei Rachman i n o v
(0185582
BC), abordando la célebre Rapsodia
sobre un tema de Paganini
para piano y orquesta, op. 43 y
el Concierto para piano y
orquesta nº 2 en do menor, op.
18. Aquí con la Berliner Sinfonie-Orchester, bajo la dirección del alemán Kurt Sanderling, un especialista precisamente en el compositor ruso.
Virtuosismo y elocuencia
romántica se aúnan en un
planteamiento melódico de
brillante colorido nacionalista,
que director y solista potencian con su arte.
Herbert Kegel, al frente de
la Orquesta Sinfónica y Coro
de la Radio de Leipzig, obtiene
una notable versión de Carmina Burana, de Carl Orff
(0185572BC), en una grabación de 1960, la más antigua
de cuantas comentamos.
Correcto el nivel de los solistas, estupendo el empaste de
voces y orquesta, en su punto
el desarrollo rítmico. Y para
fin de fiesta, un Concierto de
fin de año (0185822BC), grabación de 1973, con obras
archiconocidas de Johann
Strauss hijo, Joseph Strauss,
Franz von Suppé y Franz
Lehár. De nuevo la Staatskapelle de Dresde, pero aquí con el
desaparecido gran wagneriano
Rudolf Kempe al frente. Magníficas versiones de una música más ligera pero magistralmente elaborada.
guna personalidad expresiva y
con un aburrido discurso que
en ocasiones duerme a las ovejas. Los cantantes en líneas
generales son profesionales a
carta cabal (Silja, Cassilly,
Popp, Adam, Tozzi, Wohlfahrt,
Kozub, Frick, Mathis, Blankenheim y muchos otros que mantienen un buen nivel, a pesar
del play back y de ocasionales
desajustes entre voz e imagen).
De todas formas, a los aficionados de hoy es difícil hacerles
picar con estas películas
que dan la
impresión
de
estar
algo apolilladas en el
aspecto musical y artístico (y
además comercializadas a precio de oro). O sea que como
no sea usted nostálgico de esos
años hamburgueses (lo que ya
es difícil), lo mejor que puede
hacer es pasar de largo mirando hacia otro lado.
José Guerrero Martín
Arthaus
ÓPERA DE LOS SESENTA
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stá visto que la industria
del DVD aprovecha cualquier material, incluso
estas tres óperas que se
comentan provenientes de la
Ópera Estatal de Hamburgo filmadas en estudio por Rolf Liebermann durante los años 1968
y 1970 (recuerdo que algunas
de ellas fueron proyectadas en
cine en el Instituto Alemán de
Madrid hace muchos años),
originalmente en blanco y
negro y ahora coloreadas para
su comercialización a precio
carísimo, en la mejor línea de
los productos del sello Arthaus
(distribuidor: Ferysa). Da la
impresión de que en conjunto
son versiones un tanto provincianas por las que ha pasado
mal el tiempo. La dirección
musical en todas ellas (Fidelio,
Cazador furtivo y Maestros
cantores 101 275, 101 271 , 101
273) está protagonizada por el
tan correcto como poco inspirado Kapellmeister Leopold
Ludwig, sin ningún error clamoroso, pero también sin nin-
Enrique Pérez Adrián
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REEDICIONES
United Archives
SZELL INÉDITO
N
ueva edición dedicada a
George Szell con registros no publicados anteriormente en CD (y en España
tampoco editados nunca en
ningún soporte), provenientes
de sus primeros años en Cleveland y de varios conciertos
que dio con la Filarmónica de
Nueva York. United Archives
(que distribuye Diverdi), responsable de esta publicación,
ha cuidado sobremanera su
presentación, sonido y textos,
anunciando ya, además de los
cuatro CDs que comentamos,
los cuatro volúmenes más
que completarán esta mini
edición con obras de Dvorák
y Smetana (3 CDs), Beethoven (1), Mendelssohn (1), y
Weber, Wagner y Strauss (1).
Repasamos ahora los cuatro
primeros.
Haydn, Sinfonías nºs 88,
92 y 104. Orquesta de Cleveland. Grabaciones de 1949 y
1954 (UAR0009). Szell grabó
siete de las Sinfonías Londres
de Haydn (de la nº 93 a la nº
99), más la Sinfonía “Oxford”
en la década de los sesenta
con su conjunto de Cleveland
y en estéreo, pero estas tres
que se comentan en sonido
monofónico de finales de los
cuarenta y principios de los
cincuenta son novedad por
estos lares, y creo que también
en el resto de Europa. El sonido de la orquesta en sus
manos es inconfundible, su
refinada elocuencia, su homogeneidad absoluta en la forma
de frasear y articular, su pasmosa claridad y su rítmica viva
y brillante (escúchense los
últimos movimientos de la nº
88 y la nº 92), hacen de estas
versiones un verdadero placer
sonoro para los buenos catadores de música sinfónica o
para amantes del padre de la
sinfonía, o sea, para todo el
mundo. Magníficos reprocesados y excelente y claro sonido
muy mejorado respecto a las
primitivas ediciones en LP.
Beethoven,
Sinfonía nº
6. Orquesta
Filarmónica
de
Nueva
York. Grabación de 1955
(UAR010).
Conocemos su versión en
estéreo con Cleveland de esta
misma obra (grabada en
1962), tachada frecuentemente
de demasiado distante, cerebral y analítica, pero que vuel-
ta a oír nos ha parecido de
incuestionable interés y perfectamente integrada en el
estilo del ciclo Beethoven que
Szell grabó en esos años con
su conjunto de Cleveland (disponible actualmente en Sony).
La que ahora comentamos,
muy bien grabada en el Carnegie Hall de Nueva York (no se
especifica si es en vivo), quizá
sea todavía más atractiva que
la citada más arriba, si bien el
refinado mensaje orquestal y
el sobrio discurso musical
sean prácticamente idénticos
(desde luego se adivina perfectamente que es el mismo
director quien interpreta
ambas versiones). A pesar de
lo mal aprovechado del CD
(en el que hubiesen cabido
muchas más cosas), la versión
en su estilo objetivo y brillante, vivo, refinado e intenso,
merece toda la atención.
Schumann,
Sinfonías nºs
2 y 4. Orquesta
de
Cleveland.
Grabaciones
de 1947 y
1952 (UAR
012). Como en los casos que
acabamos de ver, Szell también grabó varias veces las
Sinfonías de Schumann, aunque son sus registros en estéreo de 1958-1960 los más
conocidos y los que han pasado a formar parte de la leyenda (publicados la última vez
en la fenecida y magnífica
colección Sony Masterworks
Heritage). En ellas, como el
mismo Szell apuntaba, trató de
plasmar “la originalidad de su
pensamiento y de su visión, su
imaginación y su calor, su ternura y su fuego, su solemnidad e igualmente su divertida
turbulencia, la infinita variedad de temperamentos que
poblaban su universo musical”. Las dos aproximaciones
que ahora nos llegan no se
diferencian mucho de las posteriores: orquesta espectacular,
equilibrada, virtuosa y de pasmosa precisión, todo con el
proverbial orden y absoluta
claridad, a veces con los metales (trompetas) un poco agrios
y con el discurso musical más
proclive a aspectos técnicos
que a esa ‘infinita variedad de
temperamentos’ de la que
hablaba el propio director. De
cualquier forma, dos excelentes versiones que reflejan claramente la personalidad de
este gran maestro.
Brahms,
Sinfonía nº
1. Variaciones sobre un
tema
de
H a y d n .
Orquesta de
Cleveland.
Grabaciones de 1955 y 1957
(UAR011). La Primera de
Brahms fue el segundo registro estereofónico que Szell
hizo para el sello Epic (una
división de CBS) en marzo de
1957 (el primero había sido la
Heroica en febrero de ese mismo año), mientras que las
Variaciones Haydn fueron
grabadas para un club de venta por correspondencia, The
Book on the Month Club, en
octubre de 1955; en esa ocasión, como la Orquesta de Cleveland estaba bajo contrato
con Epic, pasó a llamarse The
Music Appreciation Symphony
Orchestra. Ambas grabaciones
en estéreo es la primera vez
que aparecen en CD y ya con
el nombre de la orquesta
correcto, ya que el ciclo
HAYDN: Sinfonías
nºs 88, 92 y 104.
ORQUESTA DE CLEVELAND.
Director: GEORGE SZELL.
UNITED ARCHIVES UAR 0009
(Diverdi). 1949-1954. ADD. H
PM
Brahms de este director en
Sony data de diez años después. Las diferencias entre
ambas interpretaciones de la
Sinfonía son prácticamente
inexistentes, en las dos brilla el
sentido constructivo de Szell,
su impulso, tensión y línea
objetiva y noble, mientras que
las dos versiones de las Variaciones, impecables desde cualquier aspecto a considerar,
gozan las dos de una convicción y ejecución perfectas.
En suma, magníficos estrenos en CD de grabaciones de
Szell todavía desconocidas en
este soporte. Quizá Haydn,
Beethoven y Brahms, tengan
más interés que Schumann,
donde Szell consiguió resultados mejores y de mejor sonido
algunos años después. De
cualquier forma, interesante
colección de la que esperamos
impacientes el segundo lanzamiento. Imprescindibles para
seguidores de este maestro y
de mucho interés para el resto.
Enrique Pérez Adrián
C/ Blasco de Garay 47 - 28015 Madrid. Tel.: 91 543 94 41. Fax: 91 543 94 74
[email protected]
www.elargonauta.com
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Decca y Philips Classic Opera
GRANDES NOMBRES Y UN DEGENERADO
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s lo que nos ofrecen Decca y Philips (Universal) en
una serie de reediciones
de algunas de sus más aparentes grabaciones operísticas.
Los grandes nombres a los
que nos referimos son mitos
(voces y batutas) de la interpretación musical de la segunda mitad del pasado siglo. El
degenerado es un compositor.
Pertenece, pues, a otra categoría. Lo juzgamos por su creación. Incluso ahora, ni más
ni menos que ochenta años
después del estreno de su
obra. Mientras, a los cantantes
y directores los valoramos por
sus dotes interpretativas
(Perogrullo). Y haríamos bien
en no dejarnos impresionar
por la aureola de sus apellidos
en un mercado que, además,
ofrece tantas alternativas.
Aunque tampoco deberíamos
dejar de reconocer que gracias
a los ingresos obtenidos a través de esos grandes nombres
se ha dado a la luz la obra del
degenerado.
Todos los
registros que
repasamos a
continuación
se presentan
con libreto
(sólo traducido al inglés) y casi siempre
con algunas notas, más extensas donde sin duda son más
necesarias, es decir, en el primero y último de los títulos,
mucho menos frecuentados
que sus compañeros. Es lo
que ocurre con Agrippina de
Haendel. Estrenada en 1710 en
Venecia, cuenta esta ópera
con un más que hábil libreto
(ágil, rítmico, siempre tenso) y
una música que anuncia la
espléndida madurez de su
compositor. La partitura proyecta el texto a través de unos
plásticos recitativos y de unas
arias que saben penetrar con
maestría en los caracteres de
cada personaje. Hogwood,
McGegan y Gardiner la han
grabado. Este último lo hizo
para Philips en 1991. Si su
dirección es un punto exangüe, las voces están, por el
contrario, magníficas, tanto
por su profundidad dramática
y su acierto prosódico, como
por su bella línea de canto.
Son ellas, y de qué manera, las
que evitan la monotonía. Es
una delicia alternar la escucha
de los tres estupendos contratenores (D. Lee Ragin como
Nerone, J. Meter Kenny en el
rol de Narciso y M. Chance, un
gran Ottone) y perderse en las
coloraturas de Della Jones
(Agrippina) y Donna Brown
(Poppea), brillantes e incisivas
ambas. Algo más desigual,
aunque por momentos fraseado con exquisitez el Claudius
de Alastair Miles. Y para que
no falte de nada hasta la von
Otter se marca un cameo en el
papel de Juno. Se localiza en
la referencia 475 8285.
Decca presentó en 1963 la
primera grabación en estéreo
de L’italiana in Algeri de Rossini. Teresa Berganza, siempre
una excelente Isabella, muestra en este registro su técnica
impecable, aunque quizá le
falte algo de la chispa que con
los años sabrá darle al personaje. Luigi Alva completa un
Lindoro correcto, ligero y suelto, pero no del todo emocionante. Fernando Corena,
como Mustafà, a duras penas
supera el escollo de las agilidades, mientras que Rolando
Panerai compone un Taddeo
lírico y vocalmente apuesto. La
Orquesta y el Coro del Maggio
Musicale Fiorentino son dirigidos por Silvio Varviso con
ajuste y viveza, eso sí, sin arrebatar (475 8275).
El trovador
de Decca de
1977 tiene
un brillo superficial
atractivo. Y
por lo tanto
no llega a calar. Entre otras
cosas porque quienes son el
principal reclamo de la grabación resultan los menos ajustados. Sutherland parece que
cante con el piloto automático:
exhibe desde descuidos en la
dicción (por lo demás, habituales en la soprano), hasta
cierta dejadez expresiva, lo
que no impide que podamos
disfrutar de detalles muy gratificantes. Por su parte, Pavarotti
nunca calzó un Manrico enteramente satisfactorio, y aquí su
suficiencia se traduce en una
voz en algunos episodios
demasiado golpeada y con
pocas ganas de matizar, colorear y profundizar. A Marilyn
Horne, con su mordiente habitual, podemos situarla en el
otro polo: su Azucena cumple
con las exigencias de la partitura y es servida con la entrega que acostumbraba la mezzo
norteamericana. Y para seguir
compensando, maravilloso,
arquetípico, se nos antoja el
Ferrando de Nicolai Ghiaurov.
Correcto el Conde de Ingvar
Wixell. La batuta de Richard
Bonynge frente a la National
Philharmonic Orchestra no
parece muy comprometida
con la sutilidad. Se ha de tener
en cuenta que esta reedición
(475 8281) ofrece en un tercer
CD la música para ballet escrita por Verdi para las representaciones de París en 1857.
Más satisfactorio globalmente es
el Macbeth
que Sinopoli
comandó
para Philips
en
1984.
Algo hay en la dirección del
maestro veneciano (tensión,
casi crispación, gusto por el
claroscuro, por los contrastes
notables y expresivos) que le
va bien al carácter de la obra.
Por lo demás, Renato Bruson
canta fantásticamente su Macbeth (merece la pena conocer
su trabajo). Poniéndonos muy
quisquillosos, si algún pero ha
de adjudicársele al barítono,
quizá sea precisamente el que
hace de Mara Zampieri una
Lady Macbeth interesante, es
decir su capacidad actoral.
Gracias a este compromiso
histriónico podemos obviar
sus agudos hirientes y un timbre no siempre grato (que, no
obstante, elude en una estupenda Escena del sonambulismo). No debe ser casualidad
que el canto de la soprano se
torne más amable cuando se
emplea junto a Bruson. Robert
Lloyd es un digno Banco y
Neil Shicoff un no del todo
convincente Macduff. La
orquesta y coro, los de la Ópera Alemana de Berlín, y referencia, 475 8393.
Solti grabó
para Decca
Un ballo in
maschera en
1962 y en
1985. La segunda de las
versiones se tiene por una de
las ejemplares de esta ópera
verdiana. Esa es una de las
razones por las que la primera,
que es la que ahora se reedita
(475 8278), pasa más inadvertida. La otra es que los solistas
principales también registraron
su papel varias veces, y aquí y
allá se les puede encontrar en
interpretaciones en conjunto
tanto o más felices. Tal es el
caso de Carlo Bergonzi, quien
a pesar de todo no deja de
sentar cátedra en esta su primera grabación comercial de
uno de sus papeles más admirados (Riccardo). Su falta de
carnosidad y de potencia es
superada con una elegancia
tan exquisita que magnetiza
cualquier oído. La Nilsson no
redondea su Amelia por la fría
belleza, un tanto distanciada,
de una voz no del todo adecuada al carácter del personaje. Tampoco llega a conquistar
el rol de Ulrica, a cuatro años
de su retirada, la gran Giulietta Simionato, y eso que una
de sus grandes creaciones es
otra de las gitanas de Verdi:
Azucena. Por su parte, el
Renato de Cornell MacNeil es
más que aceptable, aunque se
echa de menos mayor espesura y registros agudos no tan
forzados. La dicción de Sylvia
Stahlmann (Oscar) es mejorable, pero su intervención
resulta atractivamente fresca.
El sonido, no del todo limpio,
pone en más de una ocasión a
la orquesta por encima de las
voces, orquesta (Academia de
Santa Cecilia de Roma) que
Solti maneja quizá con demasiado efectismo.
Y llegamos
ya al degen er a do,
Korngold, y
su fantástica
ópera
en
tres
actos
Das Wunder
der Heliane. Obra estrenada
en 1927, muy exigente para
los intérpretes, con una
orquestación suntuosa, hiperexpresiva, y una línea de
canto de una belleza extraña y
casi devastadora (¡qué sutil
melodista era Korngold!), se
vuelve a presentar ahora en la
versión que John Mauceri dirigiera en 1993 a la RSO de Berlín, con una estupenda Tomowa-Sintow en el papel de la
protagonista y con unos compañeros de reparto como
Nicolai Gedda y René Pape
que no le van muy a la zaga.
Si entonces no se hicieron con
estas bellezas, no dejen pasar
ahora la ocasión (475 8271). Y
demos las gracias a Decca por
el gran servicio que, sin alharacas, le hizo a la música con
su serie Entartete Music (la
música prohibida por el Tercer Reich), a la que este registro pertenece.
Rafael Díaz Gómez
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Membran
EL PERDURABLE AYER
M
ediado el siglo XX, alejada la criminal depuración nazi e impuesto el
microsurco, Europa pudo brindarse algunas grabaciones hoy
referenciales que Membran
(distribuidor: Cat Music) ahora
recupera en versión digital. La
mera enumeración de los nombres reunidos basta para acreditar lo que siguen valiendo.
Erich Kleiber con la
Filarmónica
de
Viena
conjuntó en
1955
las
mozartianas
Bodas de Fígaro (3 CD 222932370). Es una lectura vienesa
clásica, de la que vale, por una
vez, escuchar los tiempos ajustados, la riqueza tímbrica, el
brío y la decisión estilística
que pone en juego el maestro.
Cantantes de distinto origen y
comprimarios de la casa son
armonizados para hacer un
mismo Mozart, ejemplar de
vivacidad y matiz intencionado: Lisa della Casa (Condesa),
Suzanne Danco (Querubín),
Hilde Gueden (Susana), Cesare Siepi (Fígaro), Alfred Poell
(Conde), Fernando Corena
(Don Basilio).
De Ferenc
Fricsay, otro
mozartiano
de fuste, que
aprovechó
una carrera
relativamente breve y dejó una espléndida
discografía, se rescatan La
flauta mágica (2 CD 223249311) y El rapto en el serrallo (2
CD 222935-311), datadas
ambas en 1954, sustentadas en
la RIAS de Berlín y con elencos similares. Maria Stader es
Pamina y Constanze, Rita
Streich es la Reina de la Noche
y Blonde, Ernst Häfliger es
Tamino y Belmonte, Josef
Graindl es Sarastro y Osmin,
Martin Vantin es Monostatos y
Pedrillo, en tanto en la primera
hay algunos lujos como Dietrich Fischer-Dieskau en Papageno, Kim Borg en El Orador y
Lisa Otto en Papagena.
La Filarmónica vienesa
obedeció en
1955 a la
enérgica
dirección de
Josef Krips,
plena de carácter para Don
Giovanni (3 CD 223479-370),
concebido como drama jocoso
con fantasmas góticos e intervenciones de amor galante, y
en el que destellan un par de
mozartianos de la cantera: Lisa
della Casa en Elvira y Anton
Dermota en Octavio. Siepi es
un protagonista de un erotismo intenso y refinado, en tanto Suzanne Danco dota de
sensibilidad especial a Doña
Ana, a la vez que Hilde Gueden puede ser la Zerlina ideal,
aunque carnosa. Un papel
menor como Masetto es servido por el entonces inicial Wal-
ter Berry, en tanto Corena se
pone las botas del bufo calificado como Leporello.
Por fin, otro
ejemplo de
mozartismo
vienés brinda
Karl Böhm
en 1955 en
una de sus
afortunadas
Così fan tutte (2 CD 222937311), donde reaparecen especialistas como della Casa, Dermota, la pimpante soubrette
Emmy Loose y el autorizado
Guglielmo de Erich Kunz, que
reúnen la juventud de Christa
Ludwig con la autoridad de
Paul Schöffler. Sin duda, un par
de años felices para la discografía de Mozart, en los umbrales de su segundo centenario.
Sin extravagancias puristas ni
abusos rutinarios, siguen en pie
como ejemplos de buen hacer
y mejor escuchar.
Kreisler es asombroso, el fraseo bien articulado, emotivo
—atención a la transcripción
del Abendlied de Schumann— y el sonido denso,
cálido, muy hermoso. A su
lado, músicos como Albert
Sammons, y Ethel Hobday
desempolvan este tesoro
escondido en las oscuridades
de la discografía. No obstante,
es inevitable que cierta falta
de fantasía en el decir del viola, sobre todo en las sonatas
de Brahms y Grieg, impida un
envejecimiento idóneo de sus
lecturas.
Algo similar ocurre
con
los
Cuartetos de
Beethoven a
cargo
del
Budapest;
dos discos
acogen cinco de ellos, a
saber: Segundo, Tercero,
Décimo (80221-2), Octavo y
Decimotercero
(80222-2).
Estamos ya en la década de
los treinta, Emil Hauser, líder
del cuarteto desde sus inicios,
recién había abandonado el
grupo, que afrontaba con el
ruso Joseph Roisman a la
cabeza una etapa de renovación de valores y criterios en
busca de cierta modernidad.
Quizá estos registros llegaron
demasiado pronto, y queda
de las audiciones la impresión de que la agrupación
aún trataba de encontrarse a
sí misma. Claro que hay un
respeto reverencial, casi dogmático, a lo escrito por el
autor, decidido con una claridad meridiana, mas sin los
colores, el juego rítmico y el
ímpetu que el cuarteto adquiriría con el tiempo. ¿Aburren
los músicos? No, por cierto.
La expresividad contenida
expresada en el Molto adagio
del Octavo Cuarteto, el divertido y variado fraseo propuesto en el Allegro assai del
Op. 130 o, en fin, el ánimo
descubierto en el Presto del
Op. 74 son logros destacables
de unas propuestas que, en
cualquier caso, fijaron importantes pilares sobre los que
después se pudieron erigir
interpretaciones
señeras,
suyas incluso, del enorme
corpus beethoveniano.
Soberbia desde la primera
nota hasta la última es la lectura del Concierto para violín en
re menor de
Sibelius
a
cargo
de
C a m i l l a
Wicks
en
1952 con la
Orquesta
Sinfónica de
la Radio de Estocolmo y Sixten
Ehrling en el podio (80218-2).
La violinista, estadounidense
de nacimiento, escandinava de
adopción, pone en la sartén el
fuego de sus veinticuatro años
para cerrar de manera fulgurante el primer movimiento,
pero inmediatamente se vuelve en el segundo a un lirismo
hecho de poesía; es difícil cantar más bellamente. Casi al
final del concierto, la intensidad parece insostenible y la
tensión amenaza con no acabar nunca, tal es el nervio con
el que la artista navega por
estos pentagramas. Vartein
Valen, Prokofiev, Shostakovich, Stravinski y Sarasate,
entre otros, también tienen su
espacio en este precioso disco,
arquetipo de arquetipos, silencioso en su historia, un rubí de
muchos quilates.
Blas Matamoro
Biddulph
PIONEROS
D
urante mucho tiempo la
viola se hubo de mover
en el terreno de los
patitos feos, conformada con
el papel de tercer espada
dentro de la
familia de la
cuerda. Si
hoy la realidad es distinta es en
parte gracias
al
violista
británico Lionel Tertis, quien
en el amanecer de la historia
de la música grabada dejó
constancia de su arte en sus
registros para Vocalion (4 CD,
80219-2) recogidos aquí por
la casa Biddulph (Diverdi).
Hablamos de los primeros
años veinte, la calidad del
sonido es más bien precaria y
se han cortado o perdido
pasajes de ciertas obras, pero
no cuesta ceder al vigor del
violista, un virtuoso de los de
antes, en unos repertorios
variados (que van desde Bach
y Haendel hasta autores coetáneos al violista, como Benjamin Dale o Thomas Dunhill)
a los que sirve con una entrega absoluta. El despliegue
técnico en las páginas de
Asier Vallejo Ugarte
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REEDICIONES
Profil Hänssler
STAATSKAPELLE DRESDEN III
T
ercer lanzamiento de la
colección dedicada a la
sensacional orquesta sajona, publicada por Profil Hänssler (Gaudisc) en buenos discos
de serie media, de excelentes
cualidades técnicas y en esta
ocasión sin las chapuzas que
anteriormente hicieron acto de
presencia en algún que otro
CD de esta serie. El primero de
los seis volúmenes que nos
han llegado es la Novena de
Beethoven dirigida por Karl
Böhm, grabada en la Semperoper de Dresde en 1941 por
Electrola, acompañando los
coros de la Ópera y los solistas
Teschemacher, Höngen, Ralf y
Herrmann (PH06035). La proverbial claridad de Böhm y su
tensión dramática ya se dejan
sentir en esta notable versión,
de similares características a su
segunda lectura con la Filarmónica de Viena para DG y
preferible a su mortecina tercera aproximación con esa misma orquesta y para el mismo
sello. El siguiente CD, protagonizado asimismo por Böhm y
un desconocido Kurt Striegler,
también contiene grabaciones
de esos años (1939, 1941 y
1944) con obras de Pfitzner
(Sinfonía) y Strauss (Don
Juan, Till, Danza de Salome y
Preludio festivo), en las que
brilla el buen hacer de Böhm
en los dos compositores, con
amplia dinámica, adecuado
control y absoluta claridad.
Kurt Striegler sale airoso con
su interpretación del retórico
Preludio festivo (PH07010).
El siguiente CD con obras
de Reger (Variaciones sobre
un tema de Mozart), Schumann (Pieza de concierto para
cuatro trompas y orquesta),
Weber (Oberon) y Naumann
(Te Deum) procedentes de
diversos conciertos (1980,
1981 y 1990) dirigidos todos
ellos por Herbert Blomstedt,
es un atractivo e infrecuente
programa caracterizado por el
brillo de la orquesta y el firme,
detallista e intenso quehacer
de este director, excelente
Kapellmeister, músico sólido y
racional, y titular durante
muchos años de este conjunto
envidiable (PH070003).
Tampoco es muy frecuente el Te Deum de Berlioz dirigido en el siguiente CD por el
eminente Sir Colin Davis en
un concierto de 1998 completado por el Kyrie K. 341 de
Mozart. La
monumental
y tremenda
composición
berliozana
encuentra en
Davis su traductor idóneo, el más elegante, fogoso y
carismático, y los más de 400
ejecutantes de esta interpretación, muy bien captados por
los ingenieros de la MDR y
perfectamente aglutinados por
la batuta del británico, realzan
la obra y la elevan a una de
las mejores interpretaciones
que hoy se pueden encontrar
en la discografía de esta obra.
Si les gusta Berlioz, éste es el
CD más atractivo del lanzamiento (PH06039). Más convencional es el siguiente CD
con la archigrabada Grande de
Schubert, también por Davis
en un concierto en vivo de
1996, impecablemente tocada
y siguiendo la senda de la tradición, pero sin una personalidad interpretativa muy definida (PH06038).
Algo decepcionante y
caprichosa la Novena de Mahler, completada en un álbum
doble por el poema de Strauss
Muerte y transfiguración,
ambas obras dirigidas por
Sinopoli en conciertos de 1997
y 2001 y una especie de premonición a la despedida del
director italiano de este mundo. La primera de ellas, más
pendiente de la letra y de las
intervenciones instrumentales
que de otra cosa, se hace lenta, alicaída y tediosa para el
oyente, mientras que la página
de Strauss recibe un tratamiento orquestal brillante, cálido,
persuasivo y profundo como
sólo la Staatskapelle es capaz
de dar en las páginas del compositor
bávaro
(2CD
PH07004).
En suma y como han visto,
nuevo lanzamiento dedicado a
la Staatskapelle de Dresde en
el que destaca a juicio del firmante el Te Deum de Berlioz
por Davis y Muerte y transfiguración por Sinopoli. Los
demás, sobresalientemente
interpretados, no pasan la
barrera que separa lo muy
bueno de lo excepcional. En
todos los casos, buen sonido y
adecuados e informativos textos en alemán e inglés.
Dejo para el final a Serafin,
director de cantantes, escucha
de cantantes, maestro de estilo
y tradición, un ejemplo de
perdurable solidez por donde
se lo considere.
Para comparar se tiene la
Aida de buena factura directorial, la del rumano Jonel Perlea
(3
CD,
Roma,
1955,
8.111042/4) con un elenco de
suma suntuosidad, encabezado por Zinka Milanov, de la
que apenas digo: su tercer
acto es una escuela de canto
verdiano, útil para la remembranza y para la didáctica. Jussi Björling, más lírico que Tucker y de metal más bello, es
uno de los grandes, vaya
novedad. Lo mismo cabe decir
de Leonard Warren en Amonasro y de la Amneris de Barbieri, que corría de Roma a
Milán para repetirse. Completan el lujoso cortejo Boris Cristoff, Plinio Clabassi y Bruna
Rizzoli, ésta como Sacerdotisa.
Para los memoriosos cabe
subrayar que por las mismas
fechas se grabaron dos Aidas
con Renata Tebaldi, una para
un filme donde hacía play
back Sophia Loren (pintada de
cacao, naturalmente) y otra
para la Decca.
En 1954 Gabriele Santini,
buen maestro concertador, dirigió Don Carlo (3 CD 8.
111132/4) con las masas romanas. Tres figuras brillan al
máximo aquí: Cristoff como
Felipe II, Antonieta Stella como
Isabel (una cantante de primera calidad, a la cual le tocaron
tiempos de difícil competencia)
y Elena Nicolai, en una arrojada Eboli. Gobbi, aunque desprovisto de la nobleza tímbrica
verdiana, da realidad dramática
a Posa, en tanto Giulio Neri, de
carrera pronto truncada por la
muerte, ofrece un memorable
Inquisidor, dando al dúo de los
bajos la estatura musorgskiana
que Verdi era capaz de inventarse. Mario Filippeschi es un
correcto protagonista.
Enrique Pérez Adrián
Naxos Great Opera Recordings
EVOCANDO
L
78
a liberación de los derechos por grabación permite
a Naxos (distribuidor: Ferysa) nutrir su serie Great Opera
Recordings con impresiones
otrora producidas por EMI y
RCA en los albores del microsurco y la alta fidelidad, que
conservan toda su vigencia
sonora, mejorada por el relieve
presencial de la digitalización.
Un par de
verdis tiene
por protagonista a Maria
Callas. Sería
impertinente
detenerse en
la figura de
la gran griega nacida en Nueva
York y aquerenciada en Milán.
En Rigoletto (2 CD 8.111242/3,
grabación de 1955, con la Scala bajo la dirección de Tullio
Serafin), Callas rescata lo dramático de Gilda, tras su aparición ensoñada y lírica, rayana
en la ligereza, abriendo una
tradición que también comprende a su Lucia, su Elvira y
su Sonámbula. Tito Gobbi es
uno de los más característicos
contrahechos de la historia y
en este papel cumple una de
sus faenas favoritas. Giuseppe
di Stefano, al margen sus errores técnicos, está cálido,
seductor y convencido. Nicola
Zaccaria es un Sparafucile de
lujo y Adriana Lazzarini, una
Maddalena de calidad. En
Aida (2 CD 8.111240/1, 1955,
mismas masas que la anterior,
misma dirección), Callas especula con la tensión que desgarra a la protagonista, entre el
querer y el deber, más allá de
que otras colegas puedan ofrecer mejor metal y una línea
más homogénea. Richard Tucker, el Radamés de Toscanini,
es uno de los mejores de la
discografía, especialmente en
el talante heroico. Tito Gobbi
diseña un feroz Amonasro y
Fedora Barbieri, una Amneris
carnal y de agrio y eficaz fraseo. Dos bajos de noble cantar
y decir completan el cast: Zaccaria y Giuseppe Modesti.
Blas Matamoro
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REEDICIONES
Berlin Classics Reference
EXCELSOS CUADROS
D
e las siete entregas que
recientemente ha editado el sello Berlin Classics (distribuidor: Gaudisc)
con reediciones de su fondo
de catálogo, y dentro de la
colección que denomina Reference, una destaca muy por
encima del resto; se trata del
registro que en 1958 realizó la
Orquesta de la Gewandhaus
de Leizipg dirigida por Igor
Markevich de los Cuadros de
una exposición y de
Una noche
en el monte
pelado de
Musorgski
(0013832).
Las versiones son extraordinarias, tanto
en la parte orquestal, brillante,
flexible y con un sonido
espléndido, como en el concepto que transmite el ilustre
director: en los Cuadros conjuga a la perfección el carácter
descriptivo general con la
monumentalidad de muchos
pasajes, siempre dentro de
una visión de la obra como un
todo que va desarrollándose y
progresando de forma lúcida y
coherente; en la otra pieza del
disco, la intensidad expresiva
y los acentos poderosos dominan el discurso. Bajando ya
bastantes peldaños, tenemos
dos grabaciones con música
de Shostakovich (0013782), de
1963, la Sinfonía nº 1 a cargo
de la Sinfónica de la Radio de
Leizipg con Herbert Kegel al
frente, y de 1969, el Concierto
para piano, trompeta y orquesta de cuerda, en el que intervienen Günter Kootz (piano),
Willy Krug (trompeta), y Sinfónica de la Radio de Berlín,
dirigidos por Rolf Kleinert.
Hablamos aquí de lecturas
estimables, muy profesionales
y solventes, aunque lejos de
los más idiomáticos Rozhdestvenski o Kondrashin, por citar
a dos clásicos de las sinfonías
del compositor. En los dos discos dedicados a la música
camerística de Joseph Haydn:
Las siete últimas palabras de
Cristo en la cruz, op. 51 a cargo del Cuarteto Gewandhaus
(0013702), y los Cuartetos op.
76, nº 3 “Emperador”, op. 64,
5 “Alondra”, y op. 74, 3 “El
jinete” interpretados por el
Cuarteto Rosamunda (0013
842), de 1994, se refleja una
cierta similitud en el tipo de
lectura ofrecida, con diálogos
instrumentales muy equilibra-
dos y una apreciable tendencia a las tonalidades más grises; el concepto es apropiado
a la primera, aunque no tanto
a los cuartetos. En cualquier
caso, son versiones correctas.
También lo son, con el interés
añadido de las escasas referencias discográficas existentes,
las Sonatas para oboe de
Johann
Friedrich
Fasch
(0013852) interpretadas por
los oboístas Burkhard Glaetzner e Ingo Goritzki, a los que
acompañan varios instrumentistas que se alternan en las
diferentes piezas; son grabaciones de 1987, al servicio de
un barroco alemán poco
difundido, aunque es verdad
que les falta algo de vitalidad
y color. La otra incursión
barroca de los discos comentados se acerca también a diversos Conciertos para oboe, ahora de Telemann y Vivaldi
(0013862), nuevamente con
Burkhard Glaetzner como
solista, junto al clave de Walter
Heinz Bernstein y la Orquesta
de Cámara de Berlín, dirigidos
por Hartmut Haenchen; este
registro, de 1978, a pesar de
que muestra a Glaetzner como
un excelente oboísta, es con
diferencia el más prescindible
de toda la entrega; lecturas
lentas, plomizas, con unos
modos que recuerdan a las
habituales versiones de los
años 50 de la música barroca.
Por último, un doble CD con
cuatro Sonatas para piano de
Beethoven (0013672): op. 31
nºs 2 y 3, op. 78 y op. 106
“Hammerklavier”, interpretadas por Peter Rösel en 1979 y
1984. El pianista alemán no
logra aquí más que sumar otra
grabación a las muchas que
existen de estas obras capitales en la historia del piano;
profesionales, en general bien
resueltas técnicamente y con
un carácter poco definido, se
muestran por tanto aptas para
coleccionistas o devotos del
intérprete, ya que la lista de
competidores discográficos
que le superan es bastante
amplia: Gilels, Kempf, Arrau,
Barenboim…
Resumiendo, entre el
excelso Musorgski de Markevich y los trasnochados Telemann y Vivaldi de la Orquesta
de Cámara de Berlín, tenemos
toda la gama intermedia de los
Shostakovich, Fasch, Haydn y
Beethoven.
Daniel Álvarez Vázquez
Naxos Historical
PARA CREER EN LOS GRANDES
L
a serie Naxos Historical
(Ferysa) persevera en
ordenar y clasificar, convenientemente digitalizados hasta
obtener presencias vocales que
sorprenderán a quienes, como
el suscrito, han escuchado
durante décadas estas tomas
en baquelita y vinilo, a los
grandes de anteayer. Primero,
las damas: Rosa Ponselle en el
inicial volumen de sus registros americanos (8.111138)
permite suscribir el clásico juicio de Tulio Serafin: es uno de
los tres monstruos del canto,
junto con Caruso y Ruffo. En
estas incursiones (1923-1929),
la hermosa omnipotencia instrumental y musical de la
soprano ítalo-americana puede
cortar el aliento en la Elvira del
verdiano Ernani (en este CD
con una toma duplicada, inédita). No menos impresionante
se la oye en Aida (a veces con
la gloriosa compañía de Giovanni Martinelli), la Leonora de
La forza del destino y Desdé-
mona. De postre, un par de
canciones digestivas y la nana
de Brahms.
Otro incomparable, el
tenor danés
Lauritz Melchior, muestra sus registros americanos de 1946/
7 (8.111239). Normalmente
asociado a Wagner, en ellos
recorre en cambio un repertorio poco habitual en él: numerosas canciones en inglés,
opereta vienesa, páginas religiosas (Bizet, Bach-Gounod),
canzoneta napolitana, un inesperado Stravinski y dos personajes de ópera italiana: Cavaradossi y Canio.
Culminando la edición de
Beniamino Gigli, el volumen
14 (8.111103) reúne sus grabaciones de Milán, Londres y Río
de Janeiro datadas entre 1949
y 1951, y el volumen 15, sus
recitales de despedida en el
Carnegie Hall de Nueva York,
en 1955 (8.111104). La veteranía no dañó los medios del
tenor marquesano, sobre todo
porque mantuvo su timbre de
privilegio y su ductilidad para
ensanchar o adelgazar el volumen. Su repertorio va de las
arias clásicas a la canzoneta
popular, momentos poco trajinados de Gomes y Giordano,
más dúos con su hija Rina
(Desdémona, Adina en L’elisir
d’amore, Suzell en L’amico
Fritz de Mascagni, la Margarita
de Boito, Leila en Los pescadores de perlas) y un memorable
encuentro con Dusolina Giannini en Cavalleria rusticana.
En el adiós neoyorkino la
mezcla es amplia: en ópera, se
va desde Mozart a Puccini y,
entre medias, caben arias clásicas, canzonetas y romanzas
en inglés, sin evitar un estudio
de Chopin con palabras francesas y un Lohengrin italiano.
A su ilustre manera, sesentón,
único y sabio, Beniamino se
las sabe todas como para despedirse con briosa dignidad.
El cuarto
volumen
dedicado a
John McCormack nos lleva a grabaciones acústicas de 1913/
4 (8.110331). La recuperación
sonora de la voz es notable,
como la moderna lectura, objetiva y elegante, que el tenor
irlandés hace de una variedad
con músicas de su tierra, arias
de ópera (Massenet, Verdi), un
dúo de Bizet con la inesperada
soprano Lucy Isabelle Marsh,
canzonetas y romanzas, más
cinco placas donde se da el
lujo de contar con Fritz Kreisler
como obbligato de violín en
señaladas versiones de las dos
avemarías clásicas (Schubert y
Gounod según Bach) y la nana
de Godard.
Blas Matamoro
79
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CRÍTICAS de la A a la Z
DISCOS
BACH
BACH:
Variaciones Goldberg BWV 988.
HAENDEL: Suite nº 2 en fa
mayor HWV 427. GARRICK
OHLSSON, piano.
BRIDGE 9193 (Diverdi). 2006. 60’ DDD.
N PN
E n 1741 se
publicó este
monumento
de la literatura
musical
para teclado,
y con espíritu
más cercano a aquella fecha que
a estas actuales se enfrenta a la
obra el intérprete que nos ocupa.
Serena contemplación, claridad
meridiana, moderado uso del
pedal, con una sonoridad sobria
y gran claridad entre las voces.
Así empieza Ohlsson, para embellecer algo más el timbre suavizando la pulsación en la lenta y
muy bellamente expuesta variación nº 4. No repite, no expone
adornos no escritos, y aunque sin
cambiar de criterio, muestra la
agilidad de sus dedos en la sexta.
Rotundo en la número 11. En la
nº 14 el uso del pedal se acentúa,
quizá para que no nos choquen
tanto los juegos de artificio de la
siguiente, para serenarse otra vez
en la 16. Más agresiva en su primera parte la nº 17, hasta llegar
al fugado contrapuntístico. Aguerrida e impecable en la digitación
y las intensidades la rápida nº 21,
con otra lección “de dedos” en la
vigésimo séptima, y así hasta llegar a la serenidad de la reexposición del Aria.
Le ayuda para esa impresión
general de sobriedad el empleo,
añadido a su criterio expositivo,
del piano Mason y Hamlin (de
1917) que emplea, aunque no
esté recogido con refinado esmero el sonido del instrumento.
El tiempo se para en el Adagio con que empieza la Suite de
Haendel, que data de 1720 agrupada en las ocho Grandes Suites,
y que sigue la forma de la “sonata
da chiesa” con sus tiempos lentos
y rápidos alternantes. Los criterios
del intérprete vienen a ser los
mismos, y nos deja un disco que
se deja escuchar y re-escuchar sin
cansancio ante la eficacia y la
probidad de su labor.
José Antonio García y García
BACH:
Sonatas para flauta y clave
BWV 1016-1017, 1030 y 1032.
RONALD MOELKER, flauta; RIKO
FUKUDA, clave.
ALIUD ACD HA 007-2 (Gaudisc). 2005.
64’. DDD. N PN
Cuatro sonatas a dúo de
J. S. Bach nos
presentan el
flautista
holandés
Ronald Moelker y la clavecinista japonesa
Riko Fukuda, dos de ellas originalmente escritas para flauta
(BWV 1030 y 1032) y las otras
dos adaptaciones del original
para violín (BWV 1016 y 1017).
Estas dos últimas han sido además transportadas de sus tonalidades originales en mi mayor y
do menor a fa mayor y re
menor, respectivamente, facilitando así la labor técnica a la
flauta dulce. Son dos sonatas
estructuradas formalmente por
Bach siguiendo el modelo sonata da chiesa, a la manera de
Corelli, y de muy expresiva línea
melódica. Una intención melódica que no se limita al instrumento solista (se trata de Bach, compositor de ilimitada capacidad
creativa) sino que, concebidas
casi como sonatas en trío, a
menudo la mano derecha del
clave propone diálogos y contrapuntos a la voz solista mientras
la izquierda se centra en la labor
de bajo continuo. Gran parte de
esta potencial riqueza y expresividad melódica se deja perder
en esta grabación. La interpretación de Moelker, para las cuatro
sonatas, es técnicamente solvente pero expresivamente plana (y
sabemos que, para dos de ellas,
los recursos dinámicos y tímbri-
cos de la flauta dulce no son los
del violín). Se echa en falta claramente algo más de intención,
de dirección, de emoción. A
veces tengo la impresión de que
algunos intérpretes plantean
intencionadamente a un Bach
rígido y aséptico, alejado de lo
italianizante (sentir musical por
el que mostró gran interés y
admiración), a tenor de no sé
qué idea sobre lo germánico y
su complejidad técnica. Flaco
favor se le suele hacer a su
música con ello. En fin, una grabación poco más que correcta.
Jaime Rodríguez Pombo
BACH:
Suites para orquesta nº 1 en do
mayor BWV 1066 y nº 4 en re
mayor BWV 1069. Sonata para
violín y clave nº 4 en do menor
BWV 1017. Sinfonía de la
cantata BWV 21. AMANDINE BEYER,
violín. LE CONCERT FRANÇAIS.
Director y clave: PIERRE HANTAÏ.
MIRARE MIR 017 (Harmonia Mundi).
2006. 69’. DDD. N PN
L as dos suites orquestales
menos
populares de
Bach reciben
una interpretación puntillista, de ataques secos y articulación muy marcada, tempi rápidos y tímbrica agreste, muy disfrutables por su vitalidad y su
contagioso vigor rítmico, aunque un poco secas en los aspectos expresivos. Amandine Beyer
y Hantaï ofrecen una Sonata
para violín de extremo refinamiento y gran lirismo, con un
Siciliano de apertura de sonido
aéreo en el violín de Beyer y un
impecable ostinato en el clave
de Hantaï. Los movimientos
rápidos están trazados con gracia y ligereza, mientras que en el
Adagio del tercer tiempo la
joven violinista francesa muestra
la firmeza de los graves de su
instrumento. Elegantísima y
TIPO DE GRABACIÓN DISCOGRÁFICA
N
H
R
Novedad absoluta que nunca antes fue editada en disco o cualquier otro soporte de audio o vídeo
Es una novedad pero se trata de una grabación histórica, que generalmente ha sido tomada de un concierto en vivo o
procede de archivos de radio
Se trata de grabaciones que ya han estado disponibles en el mercado internacional en algún tipo desoporte de audio o de
vídeo: 78 r. p. m., vinilo, disco compacto, vídeo o láser disco
PRECIO DE VENTA AL PÚBLICO DEL DISCO
PN Precio normal: cuando el disco cuesta más de 15 €
PM Precio medio: el disco cuesta entre 7,35 y 15 €
PE Precio económico: el precio es menor de 7,35 €
80
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C O
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BACH
John Eliot Gardiner
LO MEJOR DE SÍ
BACH: Cantatas BWV
4, 6, 31, 134 y 145.
ANGHARAD GRUFFYDD
JONES, GILLIAN KEITH, sopranos;
DANIEL TAYLOR, contratenor; JAMES
GILCHRIST, tenor; STEPHEN VARCOE,
bajo. MONTEVERDI CHOIR. ENGLISH
BAROQUE SOLOISTS. Director: JOHN
ELIOT GARDINER.
2 CD SOLO DEO GLORIA SDG 128
(Diverdi). 2000. 121’. DDD. N PN
El ciclo de cantatas de Gardiner, aun con los altibajos normales en empresa de tal envertransparente la Sinfonía de la
BWV 21, con un tratamiento
más reposado y expresivo que
en el caso de las suites y un
magnífico Alfredo Bernardini en
el oboe solista.
Pablo J. Vayón
BACH:
Cantatas BWV 16, 65, 153, 154.
ELISABETH HERMANS, soprano; PETRA
NOSKAIOVÁ, contralto; JAN KOBOW,
tenor; JAN VAN DER CRABBEN,
barítono. LA PETITE BANDE. Director:
SIGISWALD KUIJKEN.
ACCENT ACC 25304 (Diverdi). 2006.
61’. DDD. N PN
P rosigue
el
particular
proyecto de
cantatas
bachianas
debido
a
Kuijken. Su
recorrido, como se sabe, va a
completar únicamente un año
litúrgico. Este volumen cuarto
contiene las cantatas de Año
Nuevo (BWV 16), primer domingo después de esa fiesta (BWV
153), Epifanía (BWV 65) y primer domingo luego de la misma
(BWV 154). El planteamiento es
minimalista, pero sin llegar a la
tesis de un músico por parte de
Rifkin —hay pares de violines o
de oboes—, aunque los cantantes hacen de solistas y de coro,
con las ventajas e inconvenientes bien conocidos. Ese punto
de partida funciona bastante
bien, por ejemplo, en el coro
inicial de la BWV 16, pero el
recitativo inmediato tropieza con
una dura dicción del bajo. Excelente, en cambio el tenor en su
aria. Se escoge como acompañamiento de este número la violetta —magníficamente tocada, por
cierto— de la segunda versión
en vez del oboe da caccia de la
gadura, se está instalando como
uno de los más logrados, tanto
por responder a un solo impulso, extendido a lo largo de un
año, como por el elevado nivel
de las interpretaciones. Hay
alguna oscilación en el rendimiento de los cantantes —con
casos de presencias muy ocasionales de ciertos nombres—,
pero coro y orquesta dan lo
mejor de sí mismos. No hay
sino que escuchar la maravillosa
transparencia del primer coro
de la BWV 4. La urgencia de
primera. El bajo tiene ocasión de
resarcirse en su aria Gold aus
Ophir ist zu schlecht de la BWV
65. Algo extraño, finalmente, el
fraseo escogido por Kuijken
para el coral Jesu, mein Hort
und Erretter de la BWV 154.
Versiones musicales y que no
carecen de interés, pues, pero
debe tenerse en cuenta que el
repertorio empieza a presentar
cierta inflación de versiones de
gran altura.
Enrique Martínez Miura
BACH:
Misa en si menor BWV 232.
Misas BWV 233-236. Sanctus
en re mayor, BWV 238. C. P. E.
BACH: La resurrección y
ascensión de Jesús. BARBARA
SCHLICK, CATHERINE PATRIASZ, AGNES
MELLON, HILLEVI MARTINPELTO,
sopranos; CHARLES BRETT, GÉRARD
LESNE, contratenores; HOWARD
CROOK, CHRISTOPH PRÉGARDIEN,
tenores; PETER KOOY, PETER HARVEY,
bajos. CORO DEL COLLEGIUM VOCALE
DE GANTE. ORQUESTA DE LA EDAD DE
LA ILUSTRACIÓN. Director: PHILIPPE
HERREWEGHE.
5 CD. VIRGIN 372856 (EMI). 195’.
1988-1991. DDD. R PM
C uatro de
estos discos
reúnen
las
grabaciones
que, en el
paso de la
década de los
ochenta a los noventa, llevó a
cabo Herreweghe con sus conjuntos habituales de las cinco
misas de Bach: la “católica” en si
menor, y las llamadas “breves”
por no contener más que el
Kyrie y el Gloria, como exige la
liturgia luterana. Son magníficas.
Desde luego lo es la de la Misa
en si menor, aunque sólo fuera
por las mejores condiciones
Erfreut euch, ihr Herzen con
que se abre la BWV 66 se beneficia de una asombrosa vitalidad
en la orquesta. Doliente coro
acústicas muy preferible en cualquier caso a la realizada en 1996
con el siempre eficaz Peter Kooy
como único solista repetido
(véase SCHERZO, nº 123, pág.
71). Aquí el coro suena con una
calidez que se aviene estupendamente con los tempi escogidos por Herreweghe, más
expansivos aún que reposados.
En este sentido se han de considerar asimismo como muy estimables las contribuciones de la
orquesta, tanto las colectivas
como las individuales; entre
estas últimas, el dúo para soprano y tenor Domine Deus (disco
1, pista 7) resulta ejemplar: la
música, literalmente, flota sobre
el tenue sostén que le prestan
las delicadas intervenciones de
Schlick, Crook y Patrick Beuckels (flauta).
Los dos discos dedicados a
las otras misas ya las califiqué
también de preciosas en su día
(véase SCHERZO, nº 125, pág.
67), un juicio en el que me reafirmo con base en las mismas
razones: emoción sin merma de
la fidelidad estilística y valiosas
aportaciones de los solistas,
sobre todo de Agnès Mellon y
Gérard Lesne.
Pocas veces sería más injusta la asignación del papel de
complemento que en este caso a
la cantata dramática La resurrección y ascensión de Jesús, de
Carl Philipp Emanuel Bach. La
obra es una maravilla: escalofriante en su cultivo de la Empfindsamkeit con una combinación muy personal de recitativos
apasionados, arias de tremenda
fuerza, escritura instrumental
inteligentísima y movimientos
corales perfectamente equilibrados. En cuanto a la interpretación, nada que añadir a la valoración hecha por Enrique Martínez Miura (véase SCHERZO, nº
64, pág. 88) de la vitalidad global, la rica sonoridad del coro, la
inicial de la BWV 6 y punzantes
timbres en el acompañamiento
del aria de tenor de la BWV
134. Los solistas vocales se sitúan a excelente nivel en esta
entrega, basta con oír los intercambios de contratenor y tenor
en el dúo previo al coral de cierre de la BWV 66. El álbum contiene una sensacional versión
de la BWV 145, dotada de una
telúrica aria de bajo y un contundente coral conclusivo.
Enrique Martínez Miura
flexibilidad de la orquesta y el
excelente trabajo de unos solistas entre los que destaca un
Christoph Prégardien sencillamente deslumbrante.
Alfredo Brotons Muñoz
BACH:
Misa en si menor. DOROTHEE
MIELDS Y JOHANETTE ZOMER, sopranos;
MATTHEW WHITE, contratenor;
CHARLES DANIELS, tenor; PETER HARVEY,
bajo. THE NETHERLANDS BACH SOCIETY.
Director: JOS VAN VELDHOVEN.
2 SACD CHANNEL CCS SA 25007
(Harmonia Mundi). 2006. 106’. DDD.
N PN
E n tiempos
de crisis, hay
discográficas
conscientes
de que al
comprador
hay que ofrecerle productos globalmente
atractivos. Es lo que viene
haciendo Channel con las grabaciones bachianas de la Netherlands Bach Society, acompañadas siempre por pequeños libros
ilustrados primorosamente con
una riquísima iconografía, que
en este caso se centra en la orfebrería (cálices, candelabros,
incensarios, misales, atriles…).
El texto que se acompaña, que
firma Pieter Dirksen, es también
de interés y hace un recorrido
por el proceso de construcción
de esta obra única del catálogo
bachiano, la monumental y
maravillosa Misa en si menor.
La Misa ha sido grabada
infinidad de ocasiones por los
bachianos más conspicuos.
Dura competencia pues para
Veldhoven, que sirve una interpretación equilibrada, refinada y
elegante, de sonido suave,
redondo y envolvente, acaso
algo falta de ímpetu y pasión en
81
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C O
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BACH-BEETHOVEN
los coros esenciales de la obra,
como el Gratias agimus tibi, alicaído, el Crucifixus, menos contrastado de lo necesario con el
Et incarnatus est que lo precede, o el Sanctus, sin la claridad
de otras versiones. Bien conseguida en cambio la fuga del
Cum Sancto Spiritu, con una
intensidad en continuo crecimiento, muy bien planificada. El
equipo de solistas es notable y
trabaja también como coro, que
refuerzan hasta dos cantantes
más por voz (salvo en el Credo
in unum Deum, a voz por parte). Especialmente brillante
resultan Johanette Zomer en un
Laudamus te delicado y muy
expresivo y Matthew White en
un Agnus Dei conmovedor.
Espléndido equipo instrumental,
salvadas las exigencias obligadas de las arias con carácter,
garra y distinción. En definitiva,
una opción musicalmente muy
interesante y editada de manera
espectacular.
Pablo J. Vayón
BARTÓK:
Kossuth. El príncipe de madera.
ORQUESTA FILARMÓNICA NACIONAL DE
HUNGRÍA. Director: ZOLTÁN KOCSIS.
HUNGAROTON HSACD 32502
(Gaudisc). 2005-2006. 72’. SACD. N PN
82
E n Kossuth
está presente
el
Bartók
j u v e n i l
nacionalista
a ultranza. Es
un compositor todavía inmaduro y una
persona sin hacer del todo. Ya
vendrán los desengaños, en
especial los patrióticos con el
hundimiento del proyecto húngaro. Ya vendrá la madurez,
con la superación de los modelos, la creación del propio estilo y la caída de la venda nacionalista. No desagrada la escucha de Kossuth. Sigue las pautas de la tradición del poema
sinfónico romántico y tardorromántico, sin que pueda decirse
que esto suene demasiado a
Liszt o a Richard Strauss. Además, aquí viene el programa de
los diez submovimientos (continuos) en los que se dividen
estos dieciocho minutos de
música, y la pieza sinfónica se
sigue con más detalle. El ballet
El príncipe de madera forma
parte del tríptico escénico de la
década de la guerra, desde
1910 a 1918; es una obra de
altura, acaso relativamente
menos interesante que la ópera
El castillo de Barbazul y la
pantomima El mandarín maravilloso, pero en cualquier caso
Kuijken y Demeyere
CREACIÓN Y CARÁCTER
C. P. E. BACH:
Sonatas para flauta y
bajo continuo.
BARTHOLD KUIJKEN, flauta; EWALD
DEMEYERE, clave y fortepiano.
2 CD ACCENT 24171 (Diverdi). 2006.
105’. DDD. N PN
Impecable edición de Accent
en dos discos de las Sonatas
para flauta y bajo continuo de
Carl Philipp Emanuel Bach.
Comenzando por su presentación física, un desplegable que
ilustra y detalla el conocido
cuadro —del que llevo enamorado desde que lo vi por primera vez— del alemán Adolph
von Menzel y que representa a
Federico el Grande en palacio
tocando el traverso acompañado por una pequeña orquesta,
Emanuel Bach, presuntamente,
al clave. Las notas del interior,
de la mano del propio Kuijken,
realmente interesantes. Y la
música, la interpretación de
Kuijken y Demeyere, exquisita,
como es de esperar. Han decidido los intérpretes prescindir
del acostumbrado violonchelo/viola da gamba para la elaboración del bajo continuo
con el fin de acentuar, según
escribe Kuijken, el carácter
íntimo de las obras y apoyándose también historiográficauna propuesta de primera
madurez. Excelente, en cualquier caso, con algunos
momentos tan violentos que no
parecen corresponder al cuento
planteado por Béla Balász. El
excelente pianista Zoltán Kocsis tomó la batuta hace tiempo.
Y si dio una integral pianística
magnífica de Bartók, ahora
parece embarcado en un proyecto orquestal de mucha
ambición. A juzgar por esta
entrega, los resultados pueden
ser esplendorosos. El dramatismo y el lirismo de la versión de
Kossuth contrasta con la lectura
tensa y con garra del ballet. Un
disco bartókiano de mucho
interés.
Santiago Martín Bermúdez
BAX:
Sonata para violín y piano nº 1
(versión definitiva y
movimientos descartados de la
primera). Sonata nº 3. LAURENCE
JACKSON, violín; ASHLEY WASS, piano.
NAXOS 8.557540 (Ferysa) 2004-2005.
76’. DDD. N PE
mente en un escrito del propio
compositor que dice que en
1740, año en el que fue contratado como músico de corte,
tuvo el honor de acompañar al
recién nombrado rey de Prusia
“al clave solo”. Otra peculiaridad del acompañamiento es
que para dos de las once sonatas que presenta la grabación
se escoge el fortepiano, instrumento que en esta época
comienza ya a ser de común
conocimiento y uso (se sabe
que el propio Federico II compró varios a Silbermann para
su uso en corte). Con muy
buen criterio tímbrico decide
Kuijken utilizar, para estas dos
sonatas, un traverso diferente
al utilizado con el clave, una
flauta de color más opaco y
amaderado (sobre todo en su
registro grave). Estas sonatas
para flauta y continuo de C. P.
E. Bach no son, si recordamos
por ejemplo algunas de sus
maravillosas sinfonías o conciertos, su más conseguido
ejemplo del llamado empfindsamer stil, del cual es él uno
de sus más ilustres representantes. Son obras de carácter
más amable y apaciguado (en
esto influye también la forma,
la mayor limitación de recursos
expresivos que puede suponer
El bosque de
la gran música orquestal
de
Arnold
Bax no deja a
veces ver los
árboles de su
quehacer camerístico. Tras la
recuperación de su obra para
piano llega ahora la espléndida
Sonata nº 1 para violín y piano
(1910-1945), una muestra de su
vuelo lírico, de la hondura que
era capaz de alcanzar, de su
gusto por la descripción del paisaje interior con el que se
enfrentaba este hombre de corazón fácil pero intenso en esos
amores con los que su minerva
tiene tanto que ver —aquí un
Moderato inicial que es arrebato
puro y al que se volverá al
final— y al mismo tiempo de
sus piruetas formales representadas en el Allegro vivace. Se
incluyen las versiones originales
de los movimientos segundo y
tercero, también puro Bax pero
menos expresivos al fin que los
definitivos. La Sonata nº 3
(1927) —en dos movimientos—
es más breve pero no menos
la sonata a dúo), sin el Sturm
und Drang de algunas otras.
El genio compositivo de Emanuel Bach no deja, sin embargo, que caigan en el exceso
de afabilidad y en la predictibilidad con la que algunos de
sus coetáneos estaban escribiendo. En ellas encontraremos también personales y
expresivos momentos de contraste tonal y originalidad
melódica. Kuijken y Demeyere han sabido sacar buen partido a esos momentos de
carácter y creatividad así
como enriquecer con su virtuosismo, matizado timbre,
sensibilidad agógica y clara
dicción esos otros momentos
no tan brillantes. El resultado
de tan infrecuente habilidad,
impecable, como decíamos.
Jaime Rodríguez Pombo
interesante, y si en el primero el
apasionamiento de la Primera
cede su lugar a lo meditativo, el
segundo incluye algo tan próximo a Bax como las citas —transidas de un punto de alucinación y diluidas luego en un
devenir melancólico— de la
música de Irlanda, una tierra a
la que este londinense amaba
apasionadamente. La impecable
versión de Jackson y Wass aporta un valor añadido a este par
de obras magníficas.
Claire Vaquero Williams
BEETHOVEN:
Sonatas para piano opp. 13, 49,
nº 1 y 106. FRANÇOIS-FRÉDÉRIC GUY,
piano.
NAÏVE 5023 (Diverdi). 2006. 73’. DDD.
N PN
Naïve
presenta un disco
que protagoniza el pianista FrançoisFrédéric Guy
en el que
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BACH-BEETHOVEN
BACH-BRAHMS
interpreta a Beethoven en unas
versiones la mar de interesantes.
Este pianista, muy completo
tanto a nivel musical como instrumental, presenta un Beethoven en general electrizante, muy
vivo, e introspectivo también, si
se hace necesario. Guy es cuidadoso, aplicando a sus interpretaciones un sonido generoso, que lejos de tímido, acecha
a la música creativamente,
dotándola de poesía. Su virtud
consiste en unas interpretaciones comedidas, de gran fuerza
interior, sin alardes ni fuegos de
artificio, en las que la música se
desarrolla con naturalidad. Así
pues, el tocar de este pianista
nos acerca a un Beethoven sentido, honesto y sincero. La
visión de estas sonatas, tan dispares en cuanto a fecha de
composición, alcanza momentos de gran intensidad expresiva
que efectivamente llegan al
oyente en forma de un potente
lirismo. Guy nivela sus emociones y consigue creatividad en
las obras, garantizando su personalidad, tarea nada fácil. Lo
dicho, versiones dignas de ser
consideradas
Emili Blasco
BEETHOVEN:
Conciertos para piano nºs 1 y 3.
MIKHAIL PLETNEV, piano. ORQUESTA
NACIONAL RUSA. Director: CHRISTIAN
GANSCH.
DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 6415
(Universal) . 2006. 68’. DDD. N PN
La verdad es
que cualquier
disco
que
provenga de
las manos del
pianista Mikhail Pletnev
es ya por sí solo prometedor.
Pero si además se trata de interpretaciones sobre Beethoven…
Vayamos punto por punto. El
potencial del músico es indiscutible; musicalmente y pianísticamente el ruso se posiciona fuera
de lo esperable; su talento creativo, bien canalizado, resulta
sorprendente, ya que sus interpretaciones siempre brillan con
el mismo sello de inquietud.
Esto ante todo. Y en lo concerniente a este disco, de entrada
ya calificado como superlativo,
decir que el resultado conjunto
es más que sobresaliente,
pudiéndose atribuir el mérito
tanto al solista como a la orquesta, que sin duda también merece
justo reconocimiento. Ésta, brillante y extrovertida, ilumina un
Beethoven nervudo, lleno de
vida y detalles positivos en el
que tanto las cuerdas como los
András Schiff
INCONFORMISTA
BEETHOVEN: Sonatas opp.
14, 22, y 49. ANDRÁS SCHIFF,
piano.
ECM 1943 (Nuevos Medios). 2006 74’.
DDD. N PN
Y a está a la venta la tercera
entrega de la integral de las
Sonatas de Beethoven que está
llevando a cabo András Schiff,
con la interesantísima peculiaridad que ya hemos comentado en anteriores ocasiones:
son registros del vivo. Hay que
reconocer que a medida que la
colección avanza, el interés
crece con ella ya que el pianista nos desvela y confiesa sus
diferentes perspectivas, disímiles maneras de abordar las
tan diferentes obras. Así pues,
puede sorprender este disco
por la multitud de licencias
que el húngaro se permite
especialmente en algunas
reexposiciones: notas con morvientos (estos francamente sorprendentes) dan color a las partituras con extraordinarias calidades. Y Pletnev, en su línea
ofrece una visión escrupulosa,
con bastantes añadiduras de
cosecha propia (articulaciones,
arpegiados, matices, rubatos no
convencionales), que en algún
momento llegan a cansar, todo
hay que decirlo, pero cuyo interés es innegable. Aquí llega
cuando hay que diferenciar
entre interpretaciones interesantes e interpretaciones emotivas, de las que estremecen al
escucharse. Las interesantes
provocan eso, sugestión, atracción, admiración… Pero las
emotivas, comunican la emoción sensible, la verdadera palpitación que enaltece el espíritu
y turba el alma, el poderoso
deseo interior. Pletnev, volvemos a subrayar, superior en sus
quehaceres, ofrece un Beethoven lleno de interés, cuyas principales virtudes son las de querer ofrecer lo diferente, pero
eso sí, falto de la emoción natural, mancado de sencillez e
ingenuidad. El vínculo entre
solista y orquesta es perfecto,
las sensaciones del vivo son
exquisitas, aunque se trate
indiscutiblemente de unas interpretaciones “sobreinterpretadas”. De innegable interés.
dentes añadidos, apoyaturas y
diferentes ornamentos de cosecha propia que en definitiva
enriquecen unas músicas que
en realidad no necesitan ser
enriquecidas. Pero ésta era una
práctica habitual de la época y
tiene sus puntos positivos; sensación de espontaneidad y
naturalidad, fluidez y proximidad con la música, mayor
implicación creativa del intérprete. Evidentemente Schiff
defiende su visión desde el
máximo respeto y bajo una
absoluta responsabilidad estilística con unos resultados
también sorprendentes y para
nada gratuitos. El pianista
aborda toda esta serie de sonatas con inquietud, desde su
peculiar y conocido cuidado
del sonido que destila su instrumento, pasando por unos
tempi atractivos y en general
vivos. Estas versiones se des-
marcan y pretenden innovar,
ser personales, y sin duda lo
consiguen. Schiff renueva el
repertorio con emoción e
intenso lirismo; su despreocupación a nivel técnico repercute en una total desenvoltura
que propicia un discurso trabajado, que aunque a veces es
rebuscado, consigue gran
naturalidad dialogante. En fin,
para dejarse y disfrutar.
Emili Blasco
Nelson Freire
UN ESPÍRITU GENEROSO
BEETHOVEN:
Sonatas opp. 27, nº 2,
53, op. 81a y 110.
NELSON FREIRE, piano.
DECCA 475 8155 (Universal). 2006.
69’. DDD. N PN
El maestro Nelson Freire posa
su mirada en estas cuatro
sonatas de Beethoven con
seriedad y un rigor que asombra. Disciplina que no impide
el disfrute y la recreación de
las partituras con un talento
apabullante. Su Beethoven,
dotado de una sutil y rica
paleta de colores, abarca todo
un mundo de sensaciones,
fruto de un gran control y
seguridad estilística que
impactan por su sencillez y
emoción. Porque sí, además
Freire es totalmente personal
y diferente, sin ánimos raros
ni búsquedas embrolladas. La
fuerza de su recital radica en
el poder sincero de su fraseo
y en una inmensa generosidad
traducida en un sonido elaborado: esplendidez que recae
sobre todo en el espíritu con
el que se abordan las partituras. Su culto hacia la poesía
sonora es honesto, su solución, extraordinaria. El pianista transita por estas obras con
delicadeza y humanidad, tradición y un amplio abanico de
bondades entre las cuales se
cuentan una extrema sensibilidad canalizada hacia la máxima sublimación con prudencia y vehemencia, excitación y
sentido. Porque estas son unas
sonatas por encima de todo
vivas, sentidas, auténticas, en
las que la llama de la emoción
está latente y escalfa los deseos más íntimos. Sus sentimientos son depurados con el filtro
de la lírica más inspirada.
Imprescindibles.
Emili Blasco
Emili Blasco
www.scherzo.es
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BERNSTEIN-CAGE
BERNSTEIN:
BRAHMS:
Dybbuk. Fancy Free. MEL ULRICH,
barítono; MARK RISINGER, bajo; ABBY
BURKE, voz; STEPHEN KUMMER, piano;
ROGER SPENCER, contrabajo; SAMUEL
D. BACCO, percusión. SINFÓNICA DE
NASHVILLE. Director: ANDREW
MOGRELIA.
Concierto para piano nº 1 en re
menor op. 15. JOACHIM:
Obertura Demetrius. SILKE-THORA
MATTHIES y CHRISTIAN KÖHN, pianos.
NAXOS 8.559280 (Ferysa). 2005-2006.
74’. DDD. N PE
Concierto
para piano nº
1 de Brahms
se estrenó en
1855. En su
novena entrega
(véase
SCHERZO, nº 183, pág. 81), la
estupenda integral brahmsiana
del dúo Matthies-Köhn ya lo
abordó, en la versión para piano
a cuatro manos de 1864. En la
decimoséptima vuelve al escenario del crimen con la que nueve
años más tarde preparó también
el compositor para dúo de pianos. Entre las considerables diferencias que se pueden apreciar,
la más conspicua al tiempo que
interesante es el contraste entre
la autonomización de la obra en
el arreglo más temprano y la
mayor proximidad a un simple
reparto de los papeles de solista
y acompañamiento en el posterior. Lógicamente, las posibilidades del doble teclado debieron
de facilitar la tarea de Brahms,
pero para la audición resultaba
más rica la ilusión producida de
que se estaba asistiendo a una
obra sin precedente. De cualquier modo, se trata de dos enfoques que no admiten más que
preferencias subjetivas, pues los
intérpretes siguen mostrando una
perfección técnica y una profundidad musical tan extraordinarias
como siempre. En este sentido, el
mínimo aumento en la velocidad
de los tempi no pasa de ser una
mera anécdota. Como complemento, la transcripción, igualmente de Brahms, de la obertura
escrita por Joachim para el drama
Demetrius de Hermann Grimm
(hijo de Wilhelm y sobrino de
Jakob) prosigue el recorrido,
abierto en el decimosexto volumen de la integral, por incluso
las transcripciones brahmsianas
de obras ajenas.
T reinta
años
separan estos
dos ballets. Si
Fancy Free
tiene mucho
de
experimental para
1944, Dybbuk tiene muchísimo
de riesgo para un compositor y
director tan consagrado como lo
era Bernstein en 1974. Dybbuk
pertenece a ese lado especialmente profundo del compositor,
el de los Chichester Psalms, el de
sus tres sinfonías (sobre todo, la
Segunda y la Tercera), el de la
Misa de 1971. Un dybbuk es, en
la mitología israelita, el diablo
que intenta y a menudo consigue
habitar un cuerpo humano, obligándole a eso, a hacer diabluras.
Este ballet, que dispone enfrentamientos sonoros entre lo serial y
lo tonal, celebró los 25 años de la
fundación del Estado de Israel, y
contiene elementos judíos en su
desarrollo dramático y en su
secuencia musical. El ballet
Nancy Free, de treinta años antes,
es del Bernstein que tanto dará
de sí en obras más populares, y
no por ello menores, como la
inevitable West side story, pero
también con On the town: aquí,
en Fancy Free, ya tenemos a los
tres marineritos desembarcados
en Nueva York, intentado ligar
con las chicas de la ciudad. Es
interesantísimo comparar ambos
Bernstein, que no son diferentes
por llevarse treinta años, sino
porque, siendo el mismo, se trata
de dos Bernstein diferenciados.
Para el aficionado riguroso hay
que advertir que se trata de versiones íntegras de ambos ballets,
lo cual no es fácil de conseguir
por ahí. Dos cantantes se turnan
en el foso de Dybbuk, el excelente barítono Mel Ulrich y el
espléndido bajo Mark Risinger.
Abby Burke canta, con voz natural, en Fancy Free, al comienzo,
como en una gramola. Buenísima prestación, rigurosa e inspirada, de Andrew Mogrelia frente a
la Sinfónica de Nashville. Estamos ante un disco generoso que
tiene mucho de novedad. Y que
no hay que dejar escapar, porque quién sabe cuándo vamos a
disponer de estas dos contrastadas, excelentes obras. Muy, muy
recomendable.
84
Santiago Martín Bermúdez
NAXOS 8.555849 (Ferysa). 2001. 66’.
DDD. N PE
El
Alfredo Brotons Muñoz
BRAHMS:
Sonatas op. 120. REINECKE:
Sonata para flauta y piano
“Undine” op. 167.EMMANUEL
PAHUD, flauta; YEFIM BRONFMAN,
piano.
EMI 3 73708 2 . 2006. 63’. DDD. N PN
E s mucha la gente, expertos y
aficionados, que opina que es
en la intimidad y sobriedad de la
música de cámara donde la inspiración, la delicada y vigorosa
Cuarteto Emerson, Leon Fleisher
EXPRESIONISTA
BRAHMS: Cuartetos de
cuerda. Quinteto con piano.
CUARTETO EMERSON. LEON FLEISHER,
piano.
2 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON
477 6458 (Universal). 2005-2007.
142’. DDD. N PN
L a música de cámara de
Brahms cierra y abre caminos;
lo primero, en cuanto a la
herencia de Schumann; lo
segundo, el hilo que lleva a
Schoenberg. Sin cargar las tintas en ningún aspecto, los
Emerson atienden tanto a la
vertiente sentimental como a
la expresionista, o al menos
anuncio de tal posibilidad. El
Op. 51, nº 1 posee nervio; el
Allegro molto moderato semeja una visión obsesiva —asombrosa la sonoridad de la viola— y el Finale se ve dominado por una urgencia febril. Las
texturas se benefician de cualidades poco menos que táctiles. Precisamente la frontera
cantable nunca traspasada por
Schumann delimita el terreno
en el que se adentra el Emerson en el Andante moderato
del Op. 51, nº 2, página extrañamente desanimada en el primer Allegro y de nostalgia
creatividad
de Brahms
mejor
han
sabido manifestarse. A los
cincuenta y
siete años de
edad Johannes Brahms, agotado
y suficientemente reconocido,
decide retirarse como compositor. Afortunadamente para nosotros, relajó lo suficiente tan
meditada determinación como
para crear todavía alguna música
de cámara que, con el tiempo,
había de convertirse en obras
maestras de este tipo de repertorio. Fue durante estos últimos
años de su vida y tras escuchar
la excelencia interpretativa del
clarinetista Richard Mühlfeld
(también reputado violinista y
director de orquesta) que el
compositor alemán decide escribir dos sonatas para clarinete y
piano. En ellas se constata con
abrumadora claridad su ya veterana destreza compositiva y también la solidez de algunos elementos característicos de su personal lenguaje musical de madurez. Elementos como pueden ser
el pródigo uso de la técnica de
la variación y desarrollo de los
entremezclada con modernidad en el Quasi minuetto. Un
mundo muy distinto es el del
Tercer Cuarteto, jubiloso, casi
bucólico en el Vivace, donde
cada instrumento parece entregarse a un canto independiente. En el Andante se torna protesta, quebrada por la dramática figura rítmica. El Brahms
otoñal hace acto de presencia
en el Agitato. El Finale aporta
un gratificador tono primaveral. Un ciclo, en suma, muy
digno de tenerse en cuenta. El
Quinteto con piano, aun con
su dinamismo y pureza camerística, no está probablemente
a la misma altura por la dureza
de sonido del teclado, sobre
todo en el Scherzo.
Enrique Martínez Miura
temas melódicos y también la
adopción de formas propias del
Clasicismo para la estructuración de los movimientos de sus
obras. No en vano se considera
a Brahms uno de los compositores más clásicos del Romanticismo. La versión que esta grabación propone de las sonatas
es una transcripción para flauta. El propio compositor llevó a
cabo una adaptación para viola
y se cree que autorizó otra para
violín. No parece pues que
hubiese objetado nada al uso
de la flauta, instrumento que,
aunque resulte mucho más cercano al clarinete (especialmente si se obvia el vibrato) que la
cuerda, añade una nueva
dimensión tímbrica a las obras.
La grabación incluye también la
sonata para flauta y piano llamada Undine de Reinecke que,
coincidencia, arregló también
para violín y para clarinete.
Basada en la romántica leyenda
publicada en 1811 por Friedrich de la Motte Fouqué, la
música de Reinecke ilustra
sugestivamente la historia de
amor y desesperación de esta
ninfa del agua, lirismo y arrebato que en manos del flautista
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BERNSTEIN-CAGE
Emmanuel Pahud resulta de lo
más evocador.
Jaime Rodríguez Pombo
BRAHMS:
Trío con clarinete op. 114.
Sonatas para clarinete y piano
op. 120, nºs 1 y 2. ARTHUR
CAMPBELL, clarinete; FRANCES RENZI,
piano; JEAN-PASCAL MEYER, piano;
DANIEL RACLOT, violonchelo.
AUDITE 92.554 (Diverdi). 2005. 70’.
DDD. N PN
El clarinete es
el instrumento
de la madurez
de Johannes
Brahms, aquel
al que, como
Mozart hiciera
décadas antes, dedicó algunas de
las páginas más hermosas y personales del final de su vida.
Como las tres que aquí podemos
escuchar, tres maravillas de poesía, en las que el instrumento
muestra sus acentos más cálidos e
íntimos. Nos las sirven unos jóvenes solistas que, con el clarinetista Arthur Campbell como a la
cabeza, secundado por los pianistas Frances Renzi, en el trío, y
Jean-Pascal Meyer, en las sonatas,
han sabido captar su esencia más
profunda. El secreto en estas
obras es simplemente dejarse llevar por su canto, por una melodía
que fluye incesantemente, a
media voz, sin grandes tormentas
románticas, sino más bien con
austeridad. Y eso es algo que
estos músicos consiguen plenamente. La calidad de la toma de
sonido, de una gran pureza y
proximidad, acaba de hacer plenamente recomendable este bello
trabajo.
Juan Carlos Moreno
BRAHMS:
Sinfonía nº 3. Variaciones sobre
un tema de Haydn. ORQUESTA
SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART.
Director: HANS KNAPPERTSBUSCH.
HÄNSSLER 93177 (Gaudisc). 1963. 65’.
ADD. N PM
Falta la Obertura trágica
para completar este concierto dirigido
por
Knappertsbusch el
11 de noviembre de 1963 en
Stuttgart, pocos meses antes de su
desaparición. A pesar de ello, una
excelente oportunidad para disfrutar de la inspirada e infalible
intuición del maestro, que con
tempi amplios (nunca alicaídos) y
fraseo espontáneo y natural, des-
grana con auténtica delectación
estas dos obras brahmsianas tan
queridas para él. La Orquesta de
Stuttgart le responde milagrosamente precisa (¡y sin ensayos!),
con radiantes colores y detalles
de acentuación y matices más
propios de un director objetivo
que de esta inspirada batuta. Dos
solemnes, grandiosas y románticas aproximaciones que puede
que suenen extrañas para los
oyentes de hoy, pero que supondrán un verdadero placer para los
conocedores de estas obras de
repertorio. Sonido excelente y
acertados comentarios en alemán
e inglés. No se lo pierdan a pesar
de lo trillado del repertorio.
Enrique Pérez Adrián
BRAHMS:
Sinfonías. Oberturas. Concierto
para violín. THOMAS ZEHETMAIR,
violín. ORQUESTA DE CLEVELAND.
Director: CHRISTOPH VON DOHNÁNYI.
4 CD WARNER 2564 64159-2. 19861989. 248’. DDD. R PE
Con un buen
nivel general,
la honradez
artesanal de
estas interpretaciones nos
ofrece
un
Brahms solvente y bien cimentado. Carecen del toque genial
necesario para convertirse en
cimas del olimpo brahmsiano,
pero como puerta de entrada a
este mundo pueden jugar un
papel interesante. Von Dohnányi
opta por la objetividad, atendiendo más a la solidez del marco formal clásico de estas obras que a
su altísimo contenido romántico.
Como veremos, se distancia lo
necesario para evitar que el ardor
apasionado pueda emborronar su
deseo de continuidad y precisión.
Ahí es donde el gusto del oyente
deberá definirse a favor o no de
una opción de estas características. Las tomas sonoras nos ofrecen un sonido orquestal equilibrado con el que Cleveland, sin llegar a ser la que ha sido con otras
batutas, demuestra su valía, pese
al rendimiento muy justito de los
metales —emisión irregular— en
las dos primeras sinfonías.
De éstas, una granítica Primera —primer movimiento con
la frecuente no-repetición de la
exposición—, acierta en la distinción de planos tímbricos,
mientras que anhelamos una
mayor explotación de los reguladores dinámicos que hacen
cobrar vida al fraseo. Resulta
destacable la buena estructuración y la garra del cuarto movimiento a cuya coda, sin embargo, le falta el ímpetu que nos
haga contener la respiración.
Semejantes observaciones
definen su Tercera, donde el
buen rendimiento y transparencia orquestal —pese a ciertos
desajustes no admisibles en grabaciones en estudio: golpe de
timbal en c. 3 y violines I/II en c.
81 (corte 1: 6’38’’) del primer
movimiento; trompas/violines I
en c. 198 del cuarto movimiento
(corte 4: 4’51’’)— nos ofrece una
visión heroica de esta obra de rítmica compleja. La cortedad de
fantasía aludida respecto a las
oscilaciones dinámicas, así como
un rubato excesivamente parco,
resta expresividad a numerosos
pasajes del segundo y tercer
movimientos que se alejan de la
pasión en pos de la linealidad.
La escasez de indicaciones
agógicas en la partitura de la
Segunda resulta propicia para el
director alemán. En su primer
tiempo, la sutileza dinámica —
aquí sí— y la riqueza de arcos,
desde el legato al detaché, nos
depara un agraciado carácter
bucólico para su inmensa riqueza melódica. La joya contrapuntística que le sigue alberga una
expresividad sombría que fluye
sin ensimismarse para, tras un
tercer tiempo rítmico y ligero,
concluir triunfal y brillantemente el que, sin duda, es el punto
más alto del ciclo.
No lejos, una Cuarta concentrada, profunda y elegante,
consigue transmutar objetividad
en misticismo gracias a detalles
como la delicadeza del final del
desarrollo en su primer movimiento. Con gran virtuosismo
orquestal —escuchen, por ejemplo, esos pizzicati— se destaca
el maravilloso contrapunto tímbrico del segundo movimiento.
Un lúdico tercer tiempo precede
a una Passacaglia sobresaliente.
Muy bueno, asimismo,
resulta el Concierto, donde la
precisión de la batuta realza la
sensacional actuación de un
Zehetmair pulcro, afinado y efusivo. Las oberturas, previsiblemente firmes, complementan la
solidez del conjunto.
difícil cometido siempre y
cuando
no
molestásemos
demasiado a
la orquesta.
Pero Brahms,
ya lo decíamos en el reciente
comentario a la Cuarta Sinfonía
dirigida por Kent Nagano, requiere bastante más que técnica y no
es suficiente con tocar las notas o
tener una orquesta fabulosa. La
asepsia en una obra como ésta es
letal (escúchese el maravilloso y
pastoral cuarto movimiento, tratado aquí como una lección de solfeo; o el profundo y trascendido
final, tocado y cantado por Rattle
y sus berlineses con absoluta y
profesional corrección, pero sin
pasar de ahí). Los solistas vocales
prestan sus competentes medios
a esta lectura en vivo, coro y
orquesta responden sin ningún
problema a los dictados de Rattle,
y éste, la verdad, podría haber
profundizado aunque hubiese
sido solamente un poco en esta
obra cuya discografía goza de
excelentísimas versiones (desde
el viejo Furtwängler hasta Giulini
pasando por Celibidache, Kempe, Klemperer, Karajan, Schuricht
y muchos otros, hay interpretaciones de sobra para elegir sin
temor a equivocarse y que les
mostrarán perfectamente la trascendencia musical y expresiva de
la página). En suma, no podemos
decir que Brahms no sea un
músico para este director (su
reciente versión del Primer Concierto con Zimerman (DG) es una
piedra de toque en la discografía
de esta obra); simplemente parece que no le ha dedicado el suficiente tiempo a esta bella obra
coral y los resultados no han sido
todo lo satisfactorios que hubiese
sido de desear. Nuestro consejo
es que mejor que gastarse el
dinero en este CD, se compren
cualquiera de las versiones citadas anteriormente, y como les
sobrará algo, lo pueden invertir
yendo a ver la excelente película
La vida de los otros. Seguro que
nos lo agradecen por partida
doble.
Juan García-Rico
Enrique Pérez Adrián
BRAHMS:
Un Réquiem alemán. DOROTHEA
RÖSCHMANN, soprano; THOMAS
QUASTHOFF, barítono. CORO DE LA
RADIO DE BERLÍN. ORQUESTA
FILARMÓNICA DE BERLÍN. Director:
SIMON RATTLE.
EMI 3 65393 2. 2006. 67’. DDD. N PN
Ya imaginarán que esta versión
está impecablemente leída y tocada, faltaría más, con esos medios
hasta usted y yo, querido lector,
podríamos defendernos en este
CAGE:
Concierto para piano
preparado y orquesta.
Concierto para piano y
orquesta. Fourteen.
DAVID TUDOR, STEPHEN DRURY,
pianos. ENSEMBLE MODERN,
CALLITHUMPIAN CONSORT OF NEW
ENGLAND CONSERVATORY. Directores:
INGO METZMACHER, CHARLES PELTZ,
STEPHEN DRURY.
MODE 57 (Diverdi). 1997. 74’. DDD.
N PN
85
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C O
S S
CAGE-CHAIKOVSKI
86
Este ya veterano registro
de Mode, que
ahora se distribuye
en
España, contiene las tres
obras que John Cage compuso
para piano solista acompañado
por una orquesta de cámara. La
palabra “acompañado” no sería
aquí tal vez la más apropiada,
pues en estas obras la orquesta
asume un papel tan importante
como el del solista, incluso habría
que decir que en el Concierto
para piano preparado y orquesta
y en el Concierto para piano, es
la orquesta la que “conduce” al
pianista. La gran novedad aportada por Cage es que en ambas
obras la orquesta consiste, en realidad, en un conjunto de solistas.
Se trata, en las obras aquí convocadas, de un programa “a la carta”, de manera que los intérpretes
puedan elegir la duración de sus
prestaciones. Cada músico de la
orquesta construye independientemente su participación a partir
del material puesto a su disposición para su instrumento. Cage
propone un abanico de sonoridades extraordinariamente grande,
recurriendo no sólo al repertorio
de técnicas habituales (trémolos,
sordina, ciertos movimientos de
la lengua), sino también extrayendo otras posibilidades al instrumento. Al mismo tiempo, no
existe una partitura que abarque
al ensemble. El intérprete puede
comenzar a tocar en el lugar de la
partitura que le parezca oportuno,
según un empleo del tiempo personal e intransferible. En el concierto “en vivo”, el ejecutante no
sabe de antemano qué sonidos va
a producir y cómo van a coincidir
y sucederse con los sonidos emitidos por el resto de músicos. Serán
finalmente las indicaciones del
director las que determinen la
duración con la que contará cada
intérprete para realizar cada
secuencia de sonidos.
El silencio se siente más presente en la obra que cierra el
programa, Fourteen, que pertenece al grupo de piezas que
Cage compusiera en el tramo
final de su vida y donde el tranquilo discurrir de las secuencias
temporales va creando una
atmósfera embotante. Es este un
Cage mucho más atrayente, en lo
sonoro, que el de las dos piezas
para orquesta, que, defendidas
de un modo ejemplar por los
pianistas Tudor y Drury y el
Ensemble Modern, ofrecen hasta
cierto punto el lado menos entrañable del mundo sonoro de
Cage: son piezas de los años cincuenta, donde el autor empieza a
alejarse del tejido instrumental
estático de influencia oriental del
Ton Koopman
UNA PIEZA CLAVE
BUXTEHUDE:
Obras vocales I.
CAROLINE STAM, ORLANDA
VELEZ ISIDRO, JOHANNETTE ZOMER,
sopranos; ROBIN BLAZE, contratenor;
ANDREAS KARASIAK, tenor; KLAUS
MERTENS, bajo. CORO Y ORQUESTA
BARROCOS DE ÁMSTERDAM. Director:
TON KOOPMAN.
2 CD CHALLENGE CC772241
(Diverdi). 2005. 137’. DDD. N PN
El magno proyecto de Opera
Omnia de Buxtehude emprendido por Koopman —de auténtica dimensión cultural, tanto
por lo desconocido de gran
parte de este repertorio como
por su calidad intrínseca— se
adentra en la obra vocal y lo
hace con un oratorio de vastas
proporciones, Wacht! Euch
zum Streit gefasset macht (Das
Jüngste Gericht) BuxWV Anh.
String quartet in 4 parts, para
entrar en un tratamiento más
áspero del material; incluso en el
extenso Concierto para piano
preparado no son pocos los
momentos en los que el receptor
se verá sorprendido por los fogonazos imprevistos de la masa
orquestal y por un piano que
pareciera estar amplificado.
Francisco Ramos
CARISSIMI:
Jonas. Dixit Dominus.
Magnificat. Judicium
Extremum.CAPELLA ANGELICA.
LAUTTEN COMPAGNEY. Director:
WOLFGANG KATSCHNER.
COVIELLO COV 20602 (Gaudisc). 2005.
62’. SACD. N PN
Este SACD
grabado en
vivo en la
catedral de
Halle con ocasión del Festival Haendel
del año 2005, recoge un programa
dedicado a obras de Carissimi.
Oportuna inclusión, dado que el
compositor italiano fue considerado por los primeros estudiosos
de su obra como “el Haendel
del siglo XVII” y sin duda es uno
de los primeros y el más grande
de los iniciales creadores del
género oratorio, afirmación que
podemos hacer a pesar de
haberse perdido una gran parte
de sus composiciones manuscritas, que se conservaban en la
romana iglesia de San Apollina-
3. Es ésta una obra que se revela como importantísima, muy
probablemente una pieza clave
entre los oratorios de Schütz y
los de Bach, mas también como
resumen y superación de la vía
del concierto sacro germano.
Pero el camino hacia Bach no
confunde a Koopman, quien se
está probando como un intérprete de Buxtehude de primer
orden. El tratamiento de los
recitativos es, en tal sentido,
crucial para el despliegue de un
idioma distintivo. Sensacional el
coro y buen nivel de los solistas, si bien éstos presentan
alguna desigualdad, caso de la
soprano Johannette Zomer que
con sus problemas con la entonación estropea un número
como Liebe Seele del Actus II.
Notable, en cambio, el contratenor Blaze, que destaca sobre el
re, perteneciente al Collegio
Germanico de la Compañía,
donde fue maestro de capilla
durante cuarenta años, hasta
que desaparecieron tras la disolución de la orden de los jesuitas. El programa del disco recoge dos obras pertenecientes a la
liturgia de vísperas, el salmo
Dixit Dominus y el Magnificat y
dos oratorios que están incluidos entre lo más notable de su
producción en este campo:
Jonas y Judicium Extremum.
Desde este punto de vista, el
disco ofrece el interés de mostrar dos estilos diferentes de su
arte compositivo. Las intervenciones del coro son de capital
importancia en estos dos oratorios y en todos los que conocemos de Carissimi, como ocurre
también en los de Haendel y los
componentes de la Capella
Angelica, así como la bien dotada instrumentación acompañante a cargo de la Lautten Compagney ofrecen una excelente
interpretación, que sobresale
especialmente en la terrorífica
visión que del Juicio Final ofrece
Carissimi, muy acorde con la tradicional doctrina jesuítica. En
cuanto a los solistas, destaca el
barítono Matthias Gerchen, también muy acorde en el papel de
un Cristo poco misericordioso,
aunque los demás ofrecen algunos momentos de inseguridad,
pero no hay que olvidar que se
trata de una grabación en vivo.
En la parte central del concierto
se incluyó una breve sonata instrumental a dos coros de Giovanni Gabrieli, justificada por
buen hacer general del resto.
Pero el gran protagonista es el
propio Koopman que acierta
de pleno con las especiales
retórica y poética de la extraordinaria composición, equilibrando narración, voces e instrumentos en una lectura de
gran categoría que hace justicia
a la obra.
Enrique Martínez Miura
ser práctica habitual la interpretación de piezas instrumentales
intercaladas entre las obras corales que se interpretaban en alguno de los oratorios romanos fundados por San Felipe Neri, de
los que tomó su nombre este
género musical.
José Luis Fernández
CHAIKOVSKI:
Las estaciones op. 37.
RACHMANINOV: Sonata nº 1
op. 28. OLLI MUSTONEN, piano.
ONDINE 1082-5 (Diverdi). 2006. 71’.
SACD. N PN
Las estaciones y otras obras
para piano. LEV VINOCOUR, piano.
MDG 604 1397-2 (Diverdi). 2006. 77’.
DDD. N PN
D os discos dedicados básicamente a Chaikovski, dos ejemplos de diferentes recreaciones
sobre la obra pianística del autor
del Lago de los cisnes. Y un
común denominador: Las estaciones op. 37. Esta partitura nace
en 1875 del deseo de plasmar
los diferentes cambios naturales
que se producen en la naturaleza a lo largo del año; doce
meses, doce situaciones, doce
piezas. Son éstas unas piezas
amables, preciosistas algunas de
D D
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CAGE-CHAIKOVSKI
Alberto Zedda
ENTRE MOZART Y ROSSINI
CARNICER: Il dissoluto
punito ossia Don Giovanni
Tenorio. DIMITRI KORCHAK (Don
Giovanni), WOJTEK GIERLACH
(Commendatore), ANNAMARIA
DELL’OSTE (Donna Anna), JUAN
LUQUE CARMONA (Don Ottavio),
ENRICA FABBRI (Donna Elvira), JOSÉ
JULIÁN FRONTAL (Leporello). CORO Y
ORQUESTA SINFÓNICA DE GALICIA.
Director: ALBERTO ZEDDA.
2 CD AUTOR-ICCMU SAO1270.
2006. 150’. DDD. N PN
E ntre Mozart y Rossini se
mueve esta atrayente ópera
“española”. Mozart, a través
de Da Ponte, cuyo libreto
sigue muy de cerca el mismo
autor de la música según
suponen los autores de la edición de Ramón Sobrino y
María Encina Cortizo. Porque,
aunque la obra tiene distinta
estructuración, con la muerte
del comendador al final del
primer acto y no al principio
ellas, cuyos valores líricos y sus
pocas dificultades técnicas (aparentemente, ya que nada es fácil
si se quiere hacer bien) acompañan para que formen parte del
repertorio de muchos estudiantes en las escuelas de música. El
compositor escribe estas miniaturas elaboradas con tesón y
minuciosidad. Las dos versiones,
aunque parecidas entre sí, distan
en cuanto a cualidades. Mustonen (Ondine) ofrece unas versiones atrevidas, bravías, dotando a la música de gallardía y
nobleza. Su trato de las partituras es atento; les imprime un
sello personal, sobre todo muy
extrovertido, con unos tempi
claramente al alza, y un sonido
brillante. En cambio, Vinocour
(MDG) ofrece unas versiones
más reposadas y serenas, más
sedimentadas y calmadas. Esto
implica que su sonido sea más
mate, pero entregado a una
paleta sonora de muchas más
gradaciones. La sensibilidad de
este pianista tocando Chaikovski
es refinada; busca lo recóndito,
encuentra lo fino. Vinocour
paladea y siente estas músicas
como el reflejo del agua en la
naturaleza. En sus interpretaciones hay vida interior. Su disco se
complementa con algunas otras
obras del mismo compositor
(Polonesa, Berceuse y Perpetuum mobile, entre otras) en las
que también muestra sus vínculos emocionales en torno a ellas.
Hay que comentar que el disco
del mismo como ocurría con
Mozart (oportunidad para que
el personaje y su hija tengan
tiempo para un dúo de gran
altura vocal y musical), el aria
del catálogo de Leporello lleva
prácticamente el mismo texto
dapontiano y la escena de la
muerte del Don Juan casi
idéntica. Doña Elvira queda
aquí reducida a nada y Zerlina
brilla por su ausencia, llevándose consigo lógicamente a
Masetto, centrándose la participación femenina en Anna,
con un aria espectacular muy
bien resuelta en toda su complicada y variada complejidad
por una brillante Annamaria
Dell’Oste, faena que esta
soprano en ascenso repite en
las demás intervenciones. Por
la música se pasea sobre todo,
no podía ser otro, Rossini y
algunas de sus obras parecen
insinuarse o hasta citarse, algo
que enseguida el oyente ave-
zado podrá reconocer, con su
similar ligereza melódica y
equiparable brío rítmico. Sin
embargo, Carnicer, en la página de Anna antes citada parece seguir modelos de la mejor
inspiración seria cimarosiana y
en el importante quinteto del
acto I hace emerger de pronto
ciertas ráfagas inequívocamente hispanas. El Tenorio de
Korchak está un poco verde,
según delatan lo apurado de
algunos agudos y la tosquedad con que resuelve los
pasajes de coloratura, pero da
cuenta en su favor de unos
medios de una sonoridad y
colorido interesantes. El recuperado tenor cordobés Juan
Luque Cardona, que hace
años había iniciado una muy
prometedora carrera precisamente como intérprete rossiniano, tiene clase y estilo tal
como demuestra en su bonita
página solista con una cabaletta que es puro Rossini, aunque deje traslucir algo como
de demasiado prudente o
comedido. Lo mismo que el
Leporello de Frontal, vocalmente impecable. Discreto el
Comendador de Gierlach.
Zedda dirige con su habitual
pulso, claridad y pulcritud,
dada su disposición rossiniana, con una orquesta que
sigue demostrando su excelencia toque lo que toque.
Fernando Fraga
Konstantin Scherbakov y Dimitri Yablonski
ENTREGA Y FONDO
CHAIKOVSKI: Concierto
para piano nº 2 en sol mayor
op. 44. Fantasía concertante
en sol mayor op. 56.
KONSTANTIN SCHERBAKOV, piano.
ORQUESTA FILARMÓNICA RUSA.
Director: DIMITRI YABLONSKI.
NAXOS 8.557824 (Ferysa). 2005. 69’.
DDD. N PE
Tan sólo dos aspectos privan
a este disco del máximo galardón que SCHERZO reserva a
los excepcionales. Por un
lado, la toma sonora que, aun
siendo buena, posterga ligeramente a la orquesta frente al
solista, velando, en algunos
pasajes de difícil equilibrio
dinámico, algunos subrayados
instrumentales —por ejemplo
los pizzicati de la cuerda en el
c. 192 (corte 1: 5’41’’)—; por
otro, el hecho de que se trate
de dos obras que acaso resulten algo menores en el catálogo del autor. Estructuralmente,
este Segundo Concierto peca
de cierto desequilibrio, más
evidente en el primer movimiento por la excesiva fragmentación episódica de sus
materiales temáticos, que va
desapareciendo según avanza
la obra. Sin embargo, la entre-
ga sin ambages de estos artistas logra minimizarlo, haciendo su escucha muy disfrutable.
Yablonski expone el inicial
Allegro brillante con una grandeza impetuosa, afirmativa, de
acentos rotundos y articulaciones bien diferenciadas. El
hallazgo de tempi óptimos
para cada sección, con oscilaciones agógicas sutiles, y el
resalte analítico del tenue contrapunto le otorgan un movimiento vital interior que le
permite subsanar las caídas de
tensión de la partitura. El comportamiento de la orquesta
nos deja detalles magníficos
como, por ejemplo, esas
maderas a dos absolutamente
empastadas —cc. 323 a 365
(corte 1: 9’28’’). El Andante,
con sus originales solos de
violín y chelo, consigue alcanzar en muchos momentos una
belleza camerística que nos
hace olvidar el corte final de
17 compases que infringen a
la partitura. Concluyen con
precisión en un difícil ejercicio
de virtuosismo concertante en
el Allegro con fuoco, donde el
solista mantiene un staccato
de vértigo hasta el espectacular final, poniendo a prueba su
poderoso mecanismo muscular. Scherbakov muestra virtudes idóneas para este repertorio. Gradúa el peso con un
control extraordinario, consiguiendo una gama sonora desde el brillante e incisivo martellato prestissimo a una ligereza de filigrana. Fiel a lo escrito, tan sólo en el uso del pedal
central muestra algún capricho
puntual —cc. 267-283 (corte 1:
7’33’’). Su fraseo, flexible y
elocuente, dosifica un rubato
perfectamente adaptado a la
intensidad
emotiva
del
momento. Finalmente, con la
infrecuente Fantasía, este
segundo volumen concluye
una integral que puede codearse con las mejores. Sin duda.
Juan García-Rico
87
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I SI CS O
C O
S S
CHAIKOVSKI-HERZOGENBERG
de Mustonen es un SACD y que
se completa con la Primera
Sonata op. 28 de Rachmaninov,
partitura que se ajusta quizás
más a las potencialidades del
pianista. Eso sí, sin menospreciar en absoluto su Chaikovski.
Emili Blasco
CODAX:
Cantigas de amigo. FIN’ AMOR
ENSEMBLE.
MUSICA FICTA MF 8002 (Diverdi).
2004. 73’. DDD. N PN
88
E ditado por
el
selecto
sello belga
Musica Ficta,
nos
llega
ahora
este
disco conteniendo las célebres Cantigas de
amigo de Martin Codax, más
otros tres ejemplos de este singular género poético y musical
característico de Galicia y Portugal en el siglo XIII. De Martin
Codax no se sabe casi nada, salvo que tuvo que vivir en Vigo y
puede que naciera allí. En cuanto al género cantigas de amigo
no tiene paralelo foráneo y
parecen ser de origen popular
frente a las cantigas de amor,
cuya pertenencia es aristocrática,
al igual que ocurre con la cansó
provenzal trovadoresca. En sus
textos es frecuente que aparezca
una relación con el mar, lo que
no es de extrañar en poetas
gallegos y portugueses, pero su
singularidad reside especialmente en el protagonismo femenino,
pues los autores o autoras
ponen en boca de una mujer los
sentimientos amorosos manifestados, inversamente a lo que
caracteriza la lírica trovadoresca.
La mayoría de las conservadas
se hallan en el Cancionero de
Ajuda y en el Cancionero de la
Vaticana pero, las más notables
se encontraron por el librero
madrileño Pedro Vindel en un
manuscrito, utilizado como
encuadernación de un libro,
conteniendo siete cantigas de
Martin Codax y en otro manuscrito descubierto en 1993 conteniendo siete cantigas del rey
portugués Dom Dinis. Notables
por ser los dos únicos ejemplos
hallados hasta ahora que incluyen la música correspondiente a
los poemas, aunque en el caso
del manuscrito Vindel falta la de
la sexta cantiga.
La interpretación que hace
el grupo belga Fin’ Amor es muy
atractivo. Cuentan con la adecuada voz de Carole Matras, dulce y profunda, acompañada por
unos notables instrumentistas
que utilizan variadas combina-
ciones, aunque quizás demasiado inclinados a la elección de
los procedentes de culturas
musulmanas como el oud, el
riqq o la darabukka. Pero cualquiera sabe lo que es riguroso y
lo que no lo es para tocar la
música de aquellos tiempos,
caracterizados por la interculturalidad entre cristianos, musulmanes y judíos. Lo que sí podemos asegurar es que la versión
del grupo encabezado por Bernard Mouton resulta muy sugerente y tan válida como otras
instrumentaciones utilizadas por
otros grupos especializados.
Para la sexta cantiga han recurrido a un acompañamiento
improvisado, aunque otra
opción hubiera sido omitirla por
no existir la más mínima indicación sobre su contenido musical.
José Luis Fernández
entendido los responsables de
esta versión de Mode, con Juan
Pablo Izquierdo al frente, que
en su tratamiento del tercer ciclo
de Makrokosmos, demuestran
una sensibilidad muy especial
para captar todos los matices
que aquí se conjugan. Saben
transmitir, en efecto, cuanto hay
en el pensamiento de Crumb de
evocación de la naturaleza (cantos de pájaros, ruidos de insectos, campanas). Es en la soberbia espacialización de esos sonidos donde el logro en esta producción es total.
Sin embargo, no se alcanza
ese mismo nivel de excelencia
en Black Angels, la pieza más
difundida del autor. A pesar de
la opción de los músicos por
ampliar la plantilla de esta partitura, pasando del cuarteto
amplificado a un grupo numeroso de cámara, el resultado final
no supera, en intensidad y penetración, la eléctrica versión del
Cuarteto Kronos.
CRUMB:
dedos mesurados y de artista de
Planès su pequeño toque de
sugerencia, o de casticismo
inventado (las Pagodas, la Granada imaginaria). Como lo tienen de humor retenido páginas
como La plus que lente, mientras
un virtuosismo sin alharacas preside el recital de punta a punta.
Con lentitud, con parsimonia
incluso, nos ha ido entregando
Planès este ciclo Debussy para
Harmonia Mundi, con entregas
anteriores como los CDs presididos, cada uno de ellos, por un
ciclo importante: Children’s corner, Estudios, Preludios. Ahora,
de pronto, nos entrega doble
ración. No se saciará el aficionado. Pero se calmará su sed de
reconocer a Debussy, ese compositor que creemos conocer
tan bien, y que artistas como
Planès nos descubren de nuevo.
Hasta un próximo descubrimiento que, lógicamente, todavía desconocemos.
Santiago Martín Bermúdez
Francisco Ramos
Makrokosmos III. Black Angels.
LUZ MANRIQUE, WALTER MORALES,
pianos. CUARTETO LATINOAMERICANO,
THE CARNEGIE MELLON PHILHARMONIC.
Director: JUAN PABLO IZQUIERDO.
DEBUSSY:
MODE 170 (Diverdi). 2003. 51’. DDD.
N PN
Obras para piano. ALAIN PLANÈS,
piano.
U no
de los
más
finos
analistas de
la música de
G e o r g e s
C r u m b ,
Richard Wernick, asegura que el compositor
norteamericano habita un mundo
musical particular, un “universo
paralelo al mundo real, pero del
que no forma parte verdaderamente”. La frase resume el estilo
de este músico original como
pocos y cuya obra atrae por
igual a todo tipo de públicos. Es
un caso de modernismo musical
de cierta radicalidad, pero marcado por rasgos que son universales. La música de Crumb, que,
en realidad, no se fabrica, en la
partitura, con elementos exclusivamente de vanguardia (recurre
a procedimientos de la música
medieval, se cita en ella a los
románticos, se emplean técnicas
orientales), despierta nuestra
atención principalmente a través
de la escucha. La importancia
del sonido y de la espacialidad
ha preocupado tanto a Crumb
que en cada obra se asiste a un
trabajo de alquimia en donde el
cúmulo de detalles y las ínfimas
relaciones entre los timbres son
los que dan lugar al subyugante
acabado final. Crumb habita un
mundo aparte, pero el resultado
sonoro corresponde plenamente
a nuestra época. Así lo han
DVORÁK:
2 CD HARMONIA MUNDI HMC
901947.48. 2006. 134’. DDD. N PN
C ontinúa
Planès dándole vueltas a
Debussy.
Ahora regresa
a
páginas
conocidas
como las Estampas, como los Epígrafes antiguos, como el tríptico
Pour le piano, como piezas sueltas tan “favoritas” como La plus
que lente. Pero también hay aquí
piezas poco oídas, como la llamada Pour l’oeuvre du vêtement du
blessé, miniatura tardía de 1915
con objetivo benéfico; y no es la
única. Y si es ésta una pieza de
circunstancias, hay otras a lo largo de este doble álbum de ese
mismo carácter: la Berceuse héroïque, el Homenaje a Haydn, etc.
En esto que parece culminación y fin de su ciclo Debussy
(sumaría ya cinco discos), Planès
sigue por donde solía, esto es,
por un toque que no pretende la
sutileza a toda costa, que desde
luego tampoco es contundente,
unas lecturas que huyen de lo
“misterioso”, de lo huidizo y lo
etéreo; y que parecen optar por
una objetividad de línea y, de
paso, de limitación de sonoridades suspensas (pedal, sólo el
imprescindible). Ciclos como
Pour le piano o Estampes, mas
también las tempranas Imágenes
inéditas de 1894 tienen en los
Sonata op. 57. Nocturno op. 40.
Danzas eslavas nºs 1, 2 y 8 (arr.
Kreisler). SUK: Cuatro piezas
op. 17. PAVEL SPORCL, violín; PETR
JIRÍKOVSKY, piano.
SUPRAPHON SU 3884-2 (Diverdi).
2006. 60’. DDD. N PN
P etr
Sporcl
es un violinista checo
que ya nos
ha dado unas
cuantas alegrías. Ahora
vuelve a hacerlo, con el pianista
Petr Jiríkovsky, en un recital
delicado, que se deja oír con
mucha facilidad, un camerismo
sin grandes complicaciones en
el que destaca la Sonata op. 57
de Dvorák, pero en el que están
muy en su sitio las bellas Piezas
de Suk y los arreglos de Kreisler
de tres de las Danzas eslavas de
Dvorák, que de esta manera se
diría que resultan más agradables, más soportables. Sporcl es
un violinista de gran virtuosismo, sutileza y sentido camerístico. No estamos ante los grandes
Cuartetos del gran compositor
checo, pero sí ante una Sonata
tan bien tocada, tan espléndidamente leída, con tal cantidad de
detalles virtuosos (ralentandos
cargados de tensión, adelgazamientos del sonido como si fuera canto, cosas así) que hará las
delicias de quien la conozca de
sobra. Y, desde luego, de quien
no la haya oído nunca.
Santiago Martín Bermúdez
D D
I SI CS O
C O
S S
CHAIKOVSKI-HERZOGENBERG
DVORÁK:
Trío op. 90 “Dumky”.
JANÁCEK: Pohádka para
violonchelo y piano. Sonata
para violín y piano. SUK: Elegía
para violín, violonchelo y piano
op. 23. DRESDNER KLAVIERTRIO.
HÄNSSLER 98.463 (Gaudisc). 2005. 67’.
DDD. N PN
Este
Trío se
proclama de
Dresde. Lo es,
desde luego.
Pero en este
recital
se
muestra chequísimo. Y desde el principio
advertimos que son músicos
cameristas de primer orden. La
motivación del pequeño estallido
al final del Maestoso del Dumky
es ya una lección, como la lentitud tensa del Adagio inmediatamente posterior. Estamos advertidos desde los primeros minutos, y después todo el CD es una
prueba de sentido de la medida,
de construcción de atmósferas
tensas, de gracia y de sugerencia. Sí, de sugerencia, porque
aunque no es precisamente el
Op. 90 de Dvorák lo más dado a
sugerir sin afirmar, los de Dresde
lo consiguen como si eso no
costara ningún trabajo. Después,
se desdoblan: Roglit Ishay, al
piano, acompaña a Kai Vogler,
violín, y a Peter Bruns, violonchelo, en las dos piezas de Janácek, obras de madurez, obras de
tiempos ya plenamente operísticos, que el Trío de Dresde aborda con igual delicadeza y acaso
mayor intensidad, porque las
obras mismas lo permiten. A
modo de propina de fin de recital, nos ofrecen la Elegía op. 23
de Suk, una página bella y
romántica, lánguida, que rebaja
un poco los humos de las piezas
de Janácek. Con lo cual se consigue un muy interesante equilibrio. Y un espléndido disco.
Santiago Martín Bermúdez
DVORÁK:
casi nunca. Lo segundo, las
duraciones. Al Zemlinsky le
duran los primeros cuartetos
mucho menos que al Cuarteto
de Praga o al Panocha. El caso
del Tercer Cuarteto es muy
sobresaliente: 69:42 al de Praga,
56:43 al Panocha… y 35:30 al
Zemlinsky. La solución nos la
dan las notas interiores: “…el
presente programa respeta, por
primera vez, además de las
revisiones emprendidas por el
propio compositor, aunque no
se llevaran a término, las sugeridas por los distintos musicólogos, así como los cortes recomendados por la Comisión [de
musicólogos, entre ellos Jarmil
Burghauser, autor del catálogo
de toda la obra de Dvorák] para
hacer que estas piezas tengan
una densidad y una duración
compatibles con su programación en un concierto”. Las obras
juveniles de Dvorák se dieron
por desaparecidas durante
mucho tiempo, al menos algunas de ellas; y los manuscritos
que aparecieron no incluían las
revisiones a las que sin duda
alguna las hubiera sometido el
compositor.
Lo tercero que choca es la suavidad, a veces excesiva, de
todas las interpretaciones, que
ganan en dulzura, en canto, lo
que pierden en garra. Se trata,
en cualquier caso, de un
comienzo muy bello de integral
de los Cuartetos de Dvorák,
una rareza que incluye estas
obras de 1862 (año en que el
compositor cumplía 21) a 1874,
mas el Fragmento de 1881.
También se incluye el absoluto
Op. 1, el Quinteto de cuerda.
Según se anuncia en el mismo
álbum, ya están preparados los
cuatro discos que contendrán
los Cuartetos nºs 8 a 14, más
los Cipreses. Cuando los recibamos, será el momento de intentar una comprensión total de la
propuesta del Zemlinsky. Por el
momento, lo que escuchamos
es muy satisfactorio.
Santiago Martín Bermúdez
Cuartetos de cuerda nºs 1-7.
Quinteto op. 1. Dos Valses op.
54. Fragmento de cuarteto en fa
mayor B. 120. Movimiento de
cuarteto en la menor B. 40a.
CUARTETO ZEMLINSKY.
4 CD PRAGA PRD 350 028 (Harmonia
Mundi). 2006. 268’. DDD. N PN
Lo
primero
que llama la
atención de
este álbum
cuádruple es
que contenga
los Cuartetos
considerados de juventud de
Dvorák, porque no se graban
FELDMAN:
Three voices. MARIANNE SCHUPPE,
voz.
COL LEGNO WWE 20249 (Diverdi).
2006. 50’. DDD. N PN
El
poema
Wind,
de
Frank O’Hara, aporta los
cuatro versos
que Morton
Feldman utiliza como único material vocal
de la obra: Who’ have thought
/ that snow falls / snow whir-
led / nothing ever fell. Three
Voices está pensada más para la
interpretación de Joan La Barbara, la cantante destinataria de
la obra, que como una creación
del propio universo estético de
Feldman. Aunque el discurso
guarde, absolutamente, los elementos característicos del
autor, quizás nunca como en
esta obra, Feldman haya tenido
tan presente el destino último
de una composición, esto es, la
voz de Joan La Barbara, esta
formidable cantante y performer, presente en numerosas
obras de Reich, Glass y Ashley,
esposa del compositor Morton
Subotnick y también autora de
un interesante grupo de piezas
electroacústicas. Se da la particularidad de que, a medida que
avanza el discurso ante nosotros, se tiene la impresión de
que la obra pertenece más a la
intérprete que al autor, tal es el
magnífico trabajo de asunción
del estilo más claramente minimalista por parte de Feldman y
tal es también el grado de libertad con que la cantante asume
su papel de protagonista. La
cantante americana fue la primera en grabar la pieza en disco, con la poca fortuna de que
el sello New Albion implantara
su molesto tono new age en la
toma de sonido. Tras la no muy
convincente versión aparecida
en 2003 en el sello L’Empreinte
digitale, a cargo de tres voces
femeninas, comandadas por
Françoise Kubler, es bienvenida una grabación que situa
Three Voices en su auténtico
contexto: obra feldmanina en
lo que hace al manejo de un
material restringido y que se
inicia con dos notas solamente,
un intervalo de segunda menor
que se repite dentro de un
campo de gestos ínfimos, pero
también obra “de la cantante”,
toda vez que el autor le brinda
un ámbito especialmente diseñado para su labor “performativa”: las tres voces del título son
en realidad las de una misma
cantante, situada cerca de dos
altavoces que reproducen dos
cintas con su voz pregrabada,
con las que ella canta de forma
sincrónica. Marianne Schuppe
asume de manera ideal su
papel de transmisora de esta
pieza en la que no desaparece
el habitual tono de misterio de
todas las obras de Feldman,
quien, como queda dicho,
parece transformarse aquí en
un autor que, como Reich o
Ashley, piensa de modo minimalista para que la voz se convierta en soporte perfecto de
una larga, eterna nana.
Francisco Ramos
FRANÇAIX:
L’horloge de Flore. Cuarteto
para corno inglés, violín, viola y
violonchelo. Trío para oboe,
fagot y piano. Cuarteto de
cuerda. LAJOS LENCSÉS, oboe. TRÍO
FRANÇAIX. CUARTETO PARISII.
ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE
STUTTGART. Director: URI SEGAL.
CPO 999 779-2 (Diverdi). 1983, 19982000. 60’. DDD. R/N PN
Hay compositores que, al
margen de
modas
y
movimientos,
conciben su
arte como un
regalo. Son compositores que no
se plantean innovar, ni crear
grandes partituras que sobrecojan y estremezcan de admiración
a los oyentes. No, se trata de
maestros para los que la música
es algo más sencillo y natural, un
modo de evadirse por unos instantes del mundo y acceder a
una realidad dominada por la
simple belleza. Jean Françaix
pertenece a esa categoría de
maestros. Todas las composiciones recogidas en este disco son
una muestra de ese ideal: una
música que no plantea dificultades a la escucha, que toma forma en pequeños movimientos
dominados por la economía formal, por una armonía diáfana,
por una instrumentación tan refinada como fantasiosa y por unas
melodías amables, pero sin caer
en convencionalismos ni concesiones. De este modo, la audición de estas cuatro partituras es
un pequeño placer, un oasis de
alegría y felicidad del que siempre sobresale alguna idea ingeniosa, algún chispazo de humor
o incluso alguna fugitiva lágrima.
Obras pequeñas en ambición, sí,
pero también gigantescas, pues
el arte de que da cuenta aquí
Françaix es algo que no se
aprende; es algo con lo que se
nace. Salvo en la última de ellas,
el Cuarteto de cuerda, en el resto
es el oboe el protagonista, un
instrumento, como el resto de
los de madera, que el compositor apreciaba especialmente. No
conviene perdérselo.
Juan Carlos Moreno
HERZOGENBERG:
El nacimiento de Cristo. CORO
ECUMÉNICO DE LA ALTA ESCUELA DE
WÜRZBURG. ORQUESTA HERZOGENBERG
DE WÜRZBURG. Director: MATTHIAS
BECKERT.
CPO 777 211-2 (Diverdi). 2005. 79’.
DDD. N PN
Uno de esos registros que nos
permiten acercarnos a lo genuino
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o tener esa
sensación,
que para el
caso viene a
ser lo mismo.
El registro en
directo tiene
una calidad que no se consigue
muchas veces en el mejor estudio, y los elementos concertados
se unen en la misión común. Así
que hablar de los ejecutantes instrumentales o corales sería dedicarles el máximo encomio: en los
vocales, mención especial para
los tenores.
La obra es una delicia fruto
del austríaco (Graz, 1843) de
ascendencia francesa Heinrich
von Herzogenberg (¡nadie lo
diría al ver su nombre!). Gran
amigo de Philipp Spitta, biógrafo
destacadísimo de J. S. Bach,
estudió a fondo la obra del Kantor y ¡qué mejor influencia! No lo
disimula, y aunque fuese también buen amigo de Brahms, la
obra es rotundamente bachiana.
Y es una obra que en su acepción más elementalmente perceptiva está en la vía narrativa
del oratorio protestante, cuya
audición no desdice las palabras
que escribió con ocasión de su
estreno —seis años antes de la
muerte del autor y dirigiéndola
él— uno de los miembros del
coro, pronosticando que “…alegrará y elevará el alma de miles
de personas”. A lo largo de sus
tres partes (La promesa, El cumplimiento, La adoración) nos
permite disfrutar en forma reducida, no por eso menos satisfactoria, de lo que Bach hiciera en
sus propios oratorios). Así que
no hay que perder la ocasión.
José Antonio García y García
La Colombiana
CONMOVEDOR GUERRERO
GUERRERO:
Motetes, canciones y
villanescas. LA
COLOMBINA.
K617196 (Harmonia Mundi). 2006.
69’. DDD. N PN
Notable reactivación la que se
viene produciendo en la discografía consagrada a Francisco
Guerrero. Fresca aún la extraordinaria lectura de canciones
y villanescas realizada por La
Trulla de Bozes para Almaviva
(ver SCHERZO nº 214) y recién
aparecido el segundo volumen
que Raúl Mallavibarrena y su
Musica Ficta dedican a la misma colección en el sello
Enchiriadis, K617 edita este
CD que supone la vuelta de La
Colombina al mercado del disco en su tradicional formación
de cuarteto vocal, tras los
cambios sufridos por el grupo
en las voces superiores
(Raquel Andueza y José Hernández Pastor han sustituido a
María Cristina Kiehr y Claudio
Cavina).
Quirinus’ Liebeskuss. Serenade.
Doppelsextett. SCHOENBERG
ENSEMBLE. NEDERLANDS KAMERKOOR.
Director: REINBERT DE LEEUW.
WINTER AND WINTER 910126-2
(Diverdi). 2002. 70’. DDD. N PN
O bras
90
todas
compuestas
inmediatamente después del ciclo
Stücke
der
Windrose, las
tres piezas que integran el presente CD de Mauricio Kagel en
Winter & Winter contienen un
material muy similar al de La rosa
de los vientos e, incluso, la sonoridad de una obra como el Doppelsextett no se entendería bien
sin su ilustre predecesora. Como
en aquella, en este sexteto los
instrumentos cobran un papel de
gran relevancia, reafirmando este
se enfatiza especialmente esta
dulzura, transmitida a lo largo
de todo el CD merced a una
claridad polifónica extraordinaria y a la personalidad tímbrica de los cuatro voces del
grupo, individualmente de
mucha calidad. Los matices
textuales de los temas en castellano están trabajados con
gran detalle, alcanzando acaso
el máximo de su potencia
expresiva en Vana sperança,
que suena con una hondura,
un refinamiento y una nobleza
conmovedores.
Pablo J. Vayón
Cuarteto Pavel Haas
MAESTRO Y DISCÍPULO
JANÁCEK: Cuarteto nº 2
“Cartas íntimas”. HAAS:
Cuarteto de cuerda nº 2
“Montaña de los monos”.
CUARTETO PAVEL HAAS.
SUPRAPHON SU 3877-2 (Diverdi).
2006. 58’. DDD. N PN
KAGEL:
El conjunto fundado hace
ya 15 años por Josep Benet y
Josep Cabré hace aquí un
amplio recorrido por la música
de Guerrero: parte de las
Sacræ cantiones publicadas en
Sevilla en 1555, pasa por los
Motetta (Venecia, 1570) y termina en los Motecta liber
secundus (Roma, 1589) y las
Canciones y Villanescas Espirituales (Venecia, 1589). La
interpretación es un prodigio
de refinamiento y delicadeza.
El tono resulta en general
meditativo e introspectivo, en
especial en las antífonas marianas, que suenan lentas y
majestuosas pero intensas, sin
grandilocuencia ni caídas de
tensión. Aunque el carácter se
aligera un poco en villanescas
y canciones, La Colombina
mantiene en todo momento el
control y la uniformidad métrica. La ternura de la música ya
estaba en Quæ est ista o en
Dulcissima Maria, así que en
Antes que comáis a Dios o en
¡O qué mesa y qué manjar! no
El Cuarteto Pavel Haas es
reciente. Los músicos que lo forman se unieron en 2004. Son las
violinistas Verónika Jarusková y
Katerina Gemrotová, el viola
Pavel Nikl y el chelista Peter
Jarusek, todavía bastante jóvenes. Invocan el nombre de
Pavel Haas, de Brno (1899), discípulo de Janácek, deportado a
Terezín en 1941 y asesinado en
Auschwitz en 1944. Corta carrera, pero brillante, que tanto
podría haber dado de sí. Su
Cuarteto nº 2 es de 1926, una
obra de primera madurez de un
compositor muy joven que acababa sus estudios con Janácek.
También el Cuarteto “Cartas
íntimas” del maestro es de por
entonces, apenas dos años posterior, obra final, casi un testamento. Dos compositores checos de generaciones muy leja-
nas con lenguajes rabiosamente
modernos ajenos tanto a la
Escuela de Viena como al neoclasicismo, imperantes por
entonces. El Cuarteto Haas contrapone ambas obras, o las compara, como si Janácek introdujera a su joven discípulo. Pero
estamos ante inspiraciones distintas. El conjunto plantea un
Janácek encendido, lírico, excelente traducción sonora de esos
amores ocultos en sus cuatro
inflamados movimientos, con su
toque tardorromántico inevitable, que no traiciona, sino que
matiza el discurso del gran
maestro checo. Hay al menos
otro registro del Segundo Cuarteto de Haas, el del Hawthorne
para Decca (serie Música degenerada), que incluía el Tercero y
último, más el cuarteto de otro
deportado, Hans Krása, nacido
también en 1899 y asesinado en
1944 en Auschwitz. Este Segundo Cuarteto es obra de pretexto
paisajístico, y se llama Montaña
de los monos, como denominaban los checos a cierto lugar de
veraneo. El paisaje, los veraneantes, la luna, la noche son los
pretextos para este cuarteto
unas veces denso y otras humorístico, que incluye percusión
en su último movimiento, un
Vivace que desborda lo nocturno que invoca y se introduce en
un auténtica rumba (el Hawthorne utilizaba una versión posterior, sin percusión). No en
vano Haas es uno de los músicos checos que se inspiraron en
lo que se creía entonces que era
jazz. El Cuarteto de su nombre
se esmera en traducir esta lectura en sonidos intensos y bellos,
y hasta en acercarlo al discurso
del maestro. El resultado es un
acoplamiento sorprendente,
bello y penetrante.
Santiago Martín Bermúdez
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estilo tardío en Kagel, en el que
el sentido del conjunto instrumental moderno (el marcado por
las necesidades expresivas de la
vanguardia) da paso a una
pequeña “orquesta de salón”, tal
es la devoción por la interpretación misma que la obra transmite. Este sello del último Kagel se
extiende a las dos obras restantes
del CD. Si bien en el Doppelsextett el arsenal instrumental se
comporta trazando innumerables
arabescos y saltos de ritmo, en
Serenade, el tono pretendidamente festivo, con su repertorio
de flautas, cuerdas pulsadas y
exótica percusión, no conduce,
obligatoriamente, a hacer de ésta
una pieza relevante: domina
sobre el conjunto, una molesta
uniformidad tímbrica. Y en cuanto a Quirinus’ Liebeskuss, el
exceso de guiños a músicas pretéritas, hace que la obra no sostenga sucesivas escuchas.
Todo el material de este programa se basa en el divertimento.
La fragilidad del propósito se torna más cruel con una pieza como
Quirinus’ Liebeskuss, la más desarrollada y que parte de un texto
escrito por el poeta alemán Quirinus Kuhlmann, que plantea un
juego barroco de técnicas complementarias que conforman el
devenir dinámico del universo.
Kagel se mueve entre la tensión
del lenguaje propiciada por un
uso de disonancias que retrotraen
al empleado por Schoenberg en
su segunda Kammersymphonie y
por la inserción de ritmos y melodías que evocan el desenfado de
un Weill: objetos sonoros dispuestos por Kagel que parecen
pertenecer a su particular folclore
imaginario. El empleo de un coro
hierático y una masa instrumental
a la que se le agota demasiado
pronto la inventiva tímbrica, dan
como resultado una obra fallida
en su conjunto. Queda la sensación, en efecto, de que ninguna
de las obras alcanza la plenitud,
gustándose Kagel en el simple
ejercicio de la interpretación y en
la complicidad que pueda ejercer
en el receptor, quien tiene por
delante, indudablemente, la faceta más extrovertida del autor.
Francisco Ramos
KALKBRENNER:
Conciertos para piano y
orquesta nºs 1 y 4. HOWARD
SHELLEY, director y piano. SINFÓNICA
DE TASMANIA.
HYPERION 67535 (Harmonia Mundi).
2005. 59’. DDD. N PN
Kalkbrenner (1785-1849) fue un
músico reputado en su época.
Este pianista, profesor y compositor francés de origen alemán se
estableció
definitivamente en Paris en
1824, donde
se asoció con
la casa Pleyel
hasta tal punto de ser el promotor años más
tarde del primer concierto parisino de Chopin, presentación que
catapultaría al de Zelazowa Wola
hacia las salas más importantes,
por cierto. La literatura de este
autor está dedicada principalmente a su instrumento, además de
distintas obras de cámara. Su estilo descaradamente virtuosístico,
dramático, extrovertido y bastante
intrascendente lo sitúa hoy día
como autor menor; ésta es una
buena ocasión para conocer los
dos conciertos incluidos en el CD
de Hyperion. La interpretación
que nos brinda Howard Shelley y
la Tasmanian Symphony Orchestra es efervescente, impactante,
deslumbrante como la misma
música. Shelley, sólido de conceptos, suma a éstas músicas
dosis de nobleza intercambiadas
con bastante liviandad. Su enfoque es enriquecedor y para nada
banal, tal y como bien podría
desprenderse de las partituras.
Éstas, representativas del talante
del compositor, son dos ejemplos
de música grandilocuente y
romanticota (incluso un tanto
novelesca), llena de progresiones
y efectos que surcan el teclado de
arriba abajo y viceversa. Sin duda
que la influencia del lenguaje
chopiniano está presente, basta
escuchar un instante para corroborarlo, pero a diferencia de éste,
Kalkbrenner no se adentra en los
terrenos superiores de la expresión, solamente reservados a
unos pocos. Interesante y relevante el trabajo que se ha hecho
de reconstrucción del Concierto
op. 127 para este registro, precisamente grabado en disco por
primera vez, y buenas interpretaciones que sobre todo, suman.
Emili Blasco
KILAR:
Bogurodzica para coro mixto y
orquesta. Concierto para piano
y orquesta. Siwa Mgla para
barítono y orquesta. Koscielec
1909. WALDEMAR MALICKI, piano;
WIESLAW OCHMAN, barítono. CORO Y
ORQUESTA FILARMÓNICA NACIONAL DE
VARSOVIA. Director: ANTONI WIT.
NAXOS 8.557813 (Ferysa). 2002. 69’.
DDD. N PE
W ojciech
Kilar (n. 1932), al
igual que otros compositores
polacos de su generación, superó con el tiempo un periodo
vanguardista y experimental
juvenil para optar después por
mantenerse
fiel a la tradición,
con
influencias
evidentes de
la música religiosa más o
menos tradicional y de la romántica, como Penderecki, que es el
caso más conocido. En Bogurodzica, una especie de fantasía
para coro y orquesta basada en
un antiguo himno polaco, apreciamos lo que debe ser una pieza crucial en el desarrollo de su
autor, algo así como una obra de
transición entre la vanguardia de
su juventud y la estética posterior. Lo mismo podríamos decir
de Siwa Mgla, para barítono y
orquesta, de una tensión tremenda, acaso mayor que en la incisiva composición anteriormente
mencionada, y del poema sinfónico Koscielec 1909, ésta marcadamente pendereckiana y que,
aunque tres años anterior a las
dos restantes —ésta de 1976,
aquellas de 1979— resulta algo
más “tradicional” y más relacionada en lo estético —no en su
dramatismo, que es tremendo—
con el casi amable Concierto
para piano y orquesta de 1997.
Este concierto empieza al modo
de un minimalismo cercano al
Nyman de la banda sonora de la
película El piano y termina con
una toccata que recordará a
muchos algún momento de las
óperas de Glass. Desde luego,
del Concierto para piano y
orquesta podemos prescindir,
pero el resto de las obras merecen atención. Versiones de gran
nivel.
Josep Pascual
KOSMA:
Chansons. FRANÇOISE MASSET,
soprano; CHRISTINE ICART, arpa.
ZIG ZAG TERRITOIRES ZZT 061001
(Harmonia Mundi). (+ DVD). 2005. 62’.
DDD. N PN
T reinta
canciones
de
Joseph Kosma,
entre
ellas, y como
cierre,
Les
feuilles mortes, el gran hit de este compositor, con poema de Prévert,
cuyos poemas abundan en la
selección de letras de este recital. Nada que ver con los chansonniers y chansonnières tipo
Juliette Gréco. Françoise Masset
utiliza su voz delicada y frágil
con comedimiento extremo, se
apoya en el micrófono, susurra,
y ese susurro resulta ser un canto muy bello. Este repertorio,
que tiene un pie en la mélodie
de concierto y otro en la chanson popular y ligera, se convierte con Françoise Masset en una
secuencia rica en sugestiones,
algo doliente, algo ensoñadora.
Atención, el acompañamiento
no es al piano, sino al arpa, que
tiene algo de mágico en estos
cantos y que desgrana como en
suspenso Christine Icart. El CD
añade un DVD, algo así como
el “cómo se hizo este disco”,
obra de Stéphan Aubé. Vemos
los preparativos, las prisas, la
manera de levantar una pequeña obra de arte como ésta, y la
vemos en la parisiense iglesia
del Bon Secours, en el Onzième. CD y DVD se potencian el
uno al otro. Detrás de la voz
doliente de Françoise, detrás
del exquisito acompañamiento
de Christine, resulta que estaba
todo eso. Todo ese tinglado
que nos nuestra la película. Y
todo eso sirve para este disco
bello, diferente, algo ligero,
pero (insistamos) auténtica obra
de arte.
Santiago Martín Bermúdez
MADERNA:
Conciertos para oboe. FABIAN
MENZEL, oboe. RUNDFUNKSINFONIEORCHESTER SAARBRÜCKEN.
Director: MICHAEL STERN.
COL LEGNO WWE 1CD 20037
(Diverdi). 1994-1996. 56’. DDD. N PN
El
oboe
representó
para Bruno
Maderna la
encarnación
de un aliento
lírico intemporal, que unía el espíritu de la
antigua aulodia griega con las
experimentaciones del lenguaje
más contemporáneo. Prueba de
ello son los tres conciertos que
para el instrumento escribió
entre 1962 y 1973: páginas dotadas cada una de un carácter propio, pero íntimamente conectadas entre ellas. El Primer Concierto es una gran exploración
de las posibilidades líricas presentes en el serialismo. El
Segundo tiene rasgos más dramáticos, con un importante
papel concedido a las percusiones. El Tercero se acerca al
talante contemplativo y metafísico de las últimas obras madernianas. Obras espléndidas (aquí
bien interpretadas por Menzel y
Stern), que gracias al sello Col
Legno vuelven a estar presentes
en el mercado discográfico tras
llevar varios años descatalogada
la versión de Holliger/Bertini en
Philips.
Stefano Russomanno
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MARTINU-NYMAN
MARTINU:
MARTINU:
Música para piano completa,
vol. 1: 8 Preludios H. 181,
Fenêtre sur le jardin H. 270,
Fables H. 138, 3 Esquisses H.
160, Le Noël H. 167, Esquisses
de danses H. 220, Foxtrot H.
126. GIORGIO KOUKL, piano.
Sonatas para violonchelo y piano
nºs 1- 3. TILMANN WICK,
violonchelo; PASCAL DEVOYON, piano.
NAXOS 8.557914 (Ferysa). 2004. 57’.
DDD. N PE
done el lector,
si insistimos:
cuánto compuso Martinu
para el violonchelo.
Cámara y piezas concertantes,
desde luego. Como estas tres
sonatas de épocas de plena
madurez, 1939, 1941 (ya en América) y 1952. Siempre hay un
encargo detrás, y acaso esto
explique que el violonchelo
abunde en la obra de Martinu; no
se trataría de un amor especial
por ese instrumento, sino una
acumulación de demandas por
parte de artistas del mismo. O,
como dijo el otro: lo más seguro
es que quién sabe. Recibimos
nuevas lecturas de esas bellas
Sonatas en las que Martinu es
plenamente Martinu, clasicista y
lírico al tiempo, profundo y de
episódicas levedades que propician el equilibrio. Una espléndida
pareja artística recrea esta música
que figura entre lo más importante del compositor checo. Son el
violonchelo Tilmann Wick y el
pianista Pascal Devoyon, cuya
vocación camerística se ha abierto paso a través de dos brillantes
carreras como solistas, en especial en salas sinfónicas, sin olvidar
los correspondientes registros. Si
Martinu sugiere sus propios equilibrios, Wick y Devoyon despliegan los suyos. Sobre todo entre
delicadeza en la frase y potencia
en el crecimiento (sobre todo, en
el ápice de los crecimientos, para
decirlo con rigor). Atención, por
ejemplo, al Largo de la Segunda
Sonata, a ese contener el aliento
del que escucha para ofrecerle
muy pronto un Allegro tripartito
con pinta de Scherzo, pero que
es un alivio de ese mantenerse en
vilo. Por proponer una secuencia.
Así, todo lo demás. Un buen disco de Martinu, de nuevo. Ese
Martinu que ya está entre nosotros de manera natural, habitual,
no como invitado de excepción.
Martinu crece y crece. El
sello Naxos
lo ha comprendido
hace tiempo,
y le dedica
un buen ciclo de discos, con piezas de cámara, orquestales y,
ahora, pianísticas. Es éste el primer volumen de una serie que
se compromete a ser completa.
La mayor parte de estas obras de
este primer CD son de los felices
y menesterosos años veinte de
nuestro compositor checo, aquella primera década parisiense en
la que todo era aún posible.
Alguna pieza, como Esquisses de
danses (1932) o Fenêtre sur le
jardin (1938) son bastante posteriores. Es una música que podríamos considerar pura sin menoscabo ni retranca. Todo el mundo
sabe a estas alturas que Martinu,
en su clasicismo y en sus coqueteos nunca falsificadores con los
restos del naufragio romántico,
fue un representante no exclusivista de eso que llamamos música pura. Cuanto circunloquio,
¿verdad? Pero a veces hay que
aclarar las cosas así para sugerir
de qué estamos hablando. No
valoramos lo puro, sólo lo señalamos para que el lector sepa de
qué música se trata. En qué consisten estos Preludios, tan bellos,
tan poco chopinianos, tan poco
debussyanos, no realmente
nacionalistas, sino forma pura, y
no por ello fría y distante, sino
cálida y sugestiva. Y, como esa
pieza de 1929, todas las demás,
casi siempre anteriores. También
es cálido, también es sugerente
el piano del checo italianizado
Giorgio Koukl. Es como si el pianista se planteara una secuencia
de miniaturas y en ellas predominara la forma, pero no estuviera ausente un toque de subjetivismo. Un bello disco.
AUDITE 92.523 (Diverdi). 2005. 56’.
SACD. N PN
Que nos per-
El disco de
Alpha presenta un repertorio bien acotado, música
francesa de
dos autores
pertenecientes a la época romántica, con sus respectivos estilos
musicales que difieren entre sí, y
hasta con la música de la época
que se cultivaba en otros países.
Vayamos por partes. Las capacidades de Massenet como compositor son harto conocidas y valoradas (principalmente un sinfín
de óperas, además de algunas
partituras orquestales, ballets, oratorios, cantatas y canciones) pero
en este caso la escucha de su
Concierto para piano puede
resultar un tanto irritante si no se
está prevenido, ya que sin ningún
tipo de duda esta obra no está
entre sus mejores logros. De
hecho, Massenet no dedicó al
piano demasiada energía creativa.
Música de poca profundidad y sí
de muchos efectos, principalmente fantasiosos (octavas, arpegios
desplegados, trinos…), todos
ellos destinados a llenar la falta
de contenido de la música, eso sí,
plagada de giros armónicos por
doquier. Demasiadas progresiones de dudoso sentido musical
que no acaban de ser necesarias
y se pierden en el camino. De
hecho, son las Variaciones sinfónicas de Franck las notas que llenan realmente este compacto, ya
que el poema sinfónico Les djinns
de Franck tampoco eleva demasiado al oyente. Franck practicó
mucha más sinceridad y nobleza
en su música, heredera ésta del
mundo germánico. Lo mejor de
todo ello son las interpretaciones,
especialmente la de la pianista
Idil Biret, que defiende las partituras con tesón, corrección y
mucha solvencia. Biret ilustra las
músicas con su conocido buen
gusto y la orquesta también cumple lo esperado: el equilibrio y
los diálogos entre ambas partes
son gratificantes, beneficiando a
las partituras. El sonido de la formación es brillante y próximo. Es
decir, se trata de un compacto
con buenas versiones de unas
obras que salvo la anteriormente
citada, producen más humo que
fuego.
Santiago Martín Bermúdez
Santiago Martín Bermúdez
Emili Blasco
MASSENET:
Concierto para piano y
orquesta. FRANCK: Variaciones
sinfónicas para piano y
orquesta. Les djinns, poema
sinfónico para piano y orquesta.
IDIL BIRET, piano. SINFÓNICA DE
BILKENT. Director: ALAIN PARIS.
92
ALPHA 104 (Diverdi). 2005. 58’. DDD.
N PN
MCCARTNEY:
Ecce Cor Meum. KATE ROYAL,
soprano. LONDON VOICES. BOYS OF
MAGDALENE COLLEGE CHOIR, OXFORD.
BOYS OF KING’S COLLEGE CHOIR,
CAMBRIDGE. ACADEMY OF ST. MARTIN IN
THE FIELDS. Director: GAVIN
GREENAWAY.
EMI 9463704232. 2006. DDD. 57’. N PN
Nueva “obra
clásica” de (?)
Paul McCartney. La primera —o al
menos una de
las
primeras— fue el Oratorio de Liverpool
y en su creación participó de un
modo más que decisivo Carl
Davis. Después llegaron otras,
todas ellas con versión discográfica de lujo, como Standing Stone, que reunió a “colaboradores”
de prestigio como Richard Rodney Bennet, John Harle, David
Matthews y Steve Lodder. Por
cierto, esta obra se llamaba Paul
McCartney’s Standing Stone, título similar a otras del mismo
“autor” dado que no podía titularse de otro modo habida cuenta de que McCartney, stricto sensu, no era su único artífice pero
sí su —llamémosle— inspirador.
Ahora la cosa ha cambiado: Ecce
Cor Meum es el título, que va por
un lado, y el nombre de su
“autor” va por otro —pero es evidente que McCartney no la ha
“escrito” solo. En anteriores ocasiones se nos dijo hasta la saciedad que McCartney no tenía ni
las más mínimas nociones de lenguaje musical, que era incapaz
de leer o escribir música y que su
talento —indiscutible, eso sí—
como creador de melodías precisaba del concurso de ayudantes
para poner orden. Gracias, entre
otros, a Georges Martin, The Beatles pasaron a la historia, pues
este gran músico se percató de la
frescura de las creaciones de los
cuatro muchachos de Liverpool
y no hizo más que adecentarlas
sin traicionar su esencia. Así, las
canciones de The Beatles merecen todavía escucharse con atención. Otra cosa es esto: casi una
hora de música pretenciosa y
vacía que sólo brilla cuando el
gran melodista que es McCartney
asoma la cabeza, aunque lo haga
en un segundo plano, tras la
sofisticación de “arreglos” muy
trabajados en los que puede
reconocerse ni podemos reconocerle. La verdad, al que suscribe
no le interesa este “compositor”
y sí, y mucho, aquel otro compositor que formó parte de The
Beatles que creó canciones inolvidables desde la más absoluta
honestidad. Quizá aquel fuera
más modesto, pero era más
auténtico.
Josep Pascual
MENDELSSOHN:
Sinfonías nº 3 “Escocesa” y nº 4
“Italiana”. PHILHARMONIA DE PRAGA.
Director: JIRÍ BELOHLÁVEK.
SUPRAPHON SU 3876-2 (Diverdi).
2006. 70’. DDD. N PN
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MARTINU-NYMAN
En el número
de septiembre de 2006
apareció en
esta misma
revista
un
artículo firmado por Norman Lebrecht titulado El hombre que está cambiando el sonido de la BBC. El
hombre en cuestión era Jirí
Belohlávek, merecedor de todos
los elogios del famoso y controvertido crítico británico, quien se
refiere a él como alguien que
“hace su trabajo sin ostentación.
No le gusta nada ser el centro de
atención y las ovaciones le incomodan”. Y eso a pesar de ser
“internacionalmente aclamado”.
Por supuesto, también es “aclamado” desde publicaciones
como ésta, en la que las grabaciones de este moderno kapellmeister ajeno a todo divismo
pero músico de pies a cabeza
han sido alabadas como merecen. Y la grabación que hoy nos
ocupa no va a ser una excepción. Belohlávek en su salsa,
con el gran sinfonismo clásicoromántico y al frente de una
orquesta con la que mantiene
una relación cordialísima y con
la que ha conseguido magníficos
resultados en forma de discos
que todo buen aficionado conoce. Mendelssohn auténtico es el
que escuchamos aquí, vivaz y
un punto clásico, con líneas y
planos claramente diferenciados
—Belohlávek subraya con excelente criterio la riqueza contrapuntística de la escritura mendelssohniana— y con una admirable visión de conjunto que se
expresa de diversos modos, uno
de ellos con un control dinámico que es fiel reflejo de un gran
trabajo y un gran entendimiento
entre orquesta y director. En
estos tiempos de ciertas inercias
y también de actitudes rompedoras al abordar el repertorio
“de siempre”, se agradece la
frescura y el buen sentido de
Belohlávek y los músicos de
Praga. Un Mendelssohn de los
que cautivan.
Josep Pascual
MOZART:
Sonatas K. 279-281. ROBERT
LEVIN, fortepiano.
DEUTSCHE HARMONIA MUNDI 82876
84237 2 (Sony-BMG). 2005. 55’. DDD.
N PN
Las tres primeras sonatas de
Mozart conocen en este
disco
(que
podría ser el
primero de
una integral en curso) unas versiones algo atípicas. Es curioso,
pues mientras el propio Robert
Levin defiende en las fenomenales notas el reflejo en estos pentagramas de la evolución del austriaco como compositor de música vocal, como intérprete tiende
más a percutir, en el mejor sentido del término, que a cantar,
dibujando unas líneas melódicas
que en otras versiones tienen
mucho más de líricas. Lo animado de los tempi, lo variado del
fraseo (adaptado necesariamente
a las limitaciones del fortepiano,
en este caso una copia de un
Stein) y lo revelador de ciertos
acentos y detalles sirven a la
riqueza expresiva del músico,
quien vuela por los aires casi
improvisatorios de la Sonata K.
279 con rigor rítmico y sensibilidad, para llegar pronto a un
intenso segundo movimiento de
la K. 280 y a un Presto leído con
un sentido del humor no demasiado desinhibido. La elegante
interpretación de la Sonata K.
281, con unos contrastes bien
marcados en el Rodeau final, termina de decidir un registro interesante en el que no se mira ni al
barroco que quedaba atrás ni al
romanticismo que aún tardaría en
llegar, sino al clasicismo que se
imponía allá por 1775, cuando las
diecinueve primaveras de Mozart
vieron florecer estas pequeñas
joyas.
Asier Vallejo Ugarte
MOZART:
Concierto para piano nº 9 en mi
bemol mayor K. 271
“Jeunehomme”. Concierto para
piano nº 25 en do mayor K.
503. Rondó en la mayor K. 386.
PASCAL ROGÉ, piano. ORQUESTA
SINFÓNICA DE INDIANAPOLIS. Director:
RAYMOND LEPPARD.
ONYX 4013 (Harmonia Mundi). 2006.
75’. DDD. N PN
Más allá del
empacho producido en torno a la figura
de Mozart con
motivo
de
cualquiera de
sus aniversarios, acontecimientos
que nadie parece querer dejar
escapar si ello puede contribuir a
engordar a discreción las arcas
correspondientes, queda la música del genio de Salzburgo, que
nos es servida continuamente en
interpretaciones que pretenden
ser distintas de las demás. Ahora
es el pianista Pascal Rogé (París,
1951) quien, dentro de su propia
edición, invita a Raymond Leppard, director al que siempre ha
admirado, a que comparta con él
su visión de los Conciertos para
piano y orquesta nºs 9 y 25, dos
obras capitales —si se quiere eludir el calificativo de maestras, tan
manoseado y devaluado de un
tiempo a esta parte— correspondientes a dos momentos bien distintos de la madurez mozartiana:
1777 y 1786, respectivamente. El
primero, pleno de hallazgos y
sorpresas, empapado de un frescor juvenil que se enriquece con
el sorprendente patetismo del
magistral segundo movimiento
(Andantino); el segundo, el más
sinfónico de todos los conciertos
de Mozart. Y entre uno y otro, el
Rondó K 386, compuesto en Viena en 1782. Rogé opta por huir
de las visiones románticas y se
aplica a hacer aflorar, en su más
pura desnudez, lo más espiritual
y poético de las partituras. La
Orquesta Sinfónica de Indianapolis le hace una buena cobertura,
aunque su sonido no exceda en
brillantez ni su trabajo pueda
equipararse al de las mejores.
Diríase que lo más relevante es la
búsqueda por parte del pianista
de la pureza del alma mozartiana,
dentro de una línea caracterizada
por una notable finura.
José Guerrero Martín
MOZART:
Misa en do menor K. 427.
HAYDN: Escena de Berenice.
BEETHOVEN: Ah, perfido!
CAMILLA TILLING; SARAH CONNOLLY,
sopranos; TIMOTHY ROBSON, tenor;
NEAL DAVIES, bajo. GABRIELI CONSORT
AND PLAYERS. Director: PAUL
MCCREESH.
ARCHIV 00289 477 5744. (Universal).
2005. 74’. DDD. N PN
Curioso programa
que
reúne
la
incompleta
Misa en do
menor mozartiana con dos
escenas dramáticas de carácter
totalmente profano. Tal vez sea
un indicio de por dónde va la
interpretación de la obra religiosa, cargada ciertamente de grandeza dramática, de tintes incluso
trágicos en el Gratias agimus tibi
del Gloria. No es ése el único
hilo conductor, pues McCreesh se
acoge también al contrapunto
bachiano como eje. El tenso
Benedictus es un final que redondea una estupenda versión, que
cuenta además con magníficas
prestaciones de los solistas y de
los componentes de los Gabrieli.
Connolly está soberbia en la Escena de Berenice, pero no alcanza
—ni tampoco la batuta— a la
electrizante versión de Bartoli y
Harnoncourt (en DVD). Muy
variada y teatral la interpretación
de Ah, perfido!, con Tilling como
solista. Al furioso comienzo le
sigue una tierna segunda parte
(“Per pietà, non dirmi addio”).
Bajo los tópicos del tema late un
cierto sentido psicológico que
soprano y director saben sacar a
la superficie.
Enrique Martínez Miura
NYMAN:
Six Celan Songs. The Ballad of
Kastriot Rexhepi. HILARY SUMMERS,
contralto; SARAH LEONARD, soprano.
MICHAEL NYMAN BAND. Director:
MICHAEL NYMAN.
MN MNCD108 (Galileo MC). 2006. 54’.
DDD. N PN
Música compuesta, dirigida y producida por Michael Nyman. E
interpretada
por su propio
conjunto, la Michael Nyman
Band. Todo queda en casa, a la
mayor gloria del autor, émulo de
Juan Palomo. Sin embargo, justo
es reconocerlo, ello redunda en
favor del buen resultado final.
Media docena de poemas de Paul
Celan, poeta de la peregrinación
al fondo del infierno contemporáneo (sus padres desaparecieron
en un campo de exterminio y él
mismo se suicidió en París en
1970), sirvieron de base para la
obra Six Celan Songs, que Nyman
escribió en 1990 para Ute Lemper. Un hecho ocurrido en 1999
(un niño albanés fue dado por
muerto por su madre en la guerra
de Kosovo y después fue rescatado con vida por los serbios) fue
utilizado por la artista estadounidense Mary Kelly para escribir un
texto e idear una performance.
Nyman le añadiría la música
correspondiente. La dureza traumática de ambos puntos de partida es interpretada por el compositor con mayor dulzura de la que
cabría esperar. En el seno de una
estructura que bebe del minimalismo, el lenguaje empleado tiene
una marcada impronta melódica.
En la búsqueda de efectos tímbricos, tan cara al autor londinense,
el tratamiento de las voces no presenta mayores dificultades para
los intérpretes ni el más mínimo
problema para la asimilación por
parte del oyente. Estupenda la
contralto Hilary Summers en la
primera obra y peculiar el color
de la voz y el estilo de la soprano
Sarah Leonard en la segunda. Idónea la prestación del conjunto de
Nyman, difícilmente superable en
este cometido.
José Guerrero Martín
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PARERA FONS-RACHMANINOV
PARERA FONS:
El darrer viatge. JOAN PONS,
barítono; JOANA PONS, piano.
BLAU CD 451. 22’. DDD. N PN
Guillem D’Efak fue un
artista polifacético, pero
además un
hombre comprometido,
pero ya se sabe que si no hay
un componente mediático, la
historia y la gente olvida. Estuvo
vinculado a la Nova Cançó, fue
actor y poeta, además de otras
profesiones para poder sobrevivir. Había nacido en Rio Muni
en 1920, pero vivió su infancia y
juventud en Manacor (Mallorca),
estuvo muchos años en Barcelona y murió en Palma en 1995.
Su poesía se sitúa entre las
corrientes renovadoras de los
años cincuenta y el realismo
social de los sesenta y sus textos
son de una sensibilidad que
impacta. Antoni Parera Fons ha
querido rendirle homenaje, definido como El último viaje,
poniendo música a algunos de
sus versos y lo ha hecho con
unas partituras que intentan
recrear su figura y con unas
melodías llenas de melancolía,
pero también de alegría con
aires de habanera, de estilo a
veces romántico, pero en otros
narrativo, con un alto contenido
poético. El recuerdo adquiere
una mayor fuerza con la presencia de Joan Pons, que nos
muestra su capacidad de fraseo,
su sutileza y capacidad de contraste, contribuyendo a la mejor
comprensión del texto, cuya traducción al castellano puede
leerse en la página www.lebalearics.org., acompañado al piano
con gran cuidado, por su hija
Joana Pons, Lástima que el disco sea tan corto.
Albert Vilardell
PETRASSI:
Sestina d’autunno. Seconda
Serenata Trio. Dialogo
Angelico.
DALLAPICCOLA: Quaderno
musicale di Annalibera,
Tartiniana seconda. Parole di
San Paolo. ENSEMBLE DISSONANZEN.
Director: CLAUDIO LUGO.
MODE 166 (Diverdi). 2005. 65’. DDD.
N PN
94
E l conjunto
napolitano
Dissonanzen,
encargado de
llevar al disco
el presente
programa
“doble” Dallapiccola-Petrassi,
Luis Antonio González
NEBRA A DÚO
NEBRA: Miserere a
dúo. Escena de El
diablo mundo. LOS
MÚSICOS DE SU ALTEZA. Director:
LUIS ANTONIO GONZÁLEZ.
MÚSICA ANTIGUA ARANJUEZ MAA
005 (Harmonia Mundi). 2006. 68’.
DDD. N PN
José de Nebra (1702-1768) es
uno de los grandes beneficiados de la ola de recuperación
de música antigua española.
Los Músicos de Su Alteza le
rinden tributo en este disco
que incluye un Miserere a dúo,
que no ha sido datado, y una
escena de El diablo mundo,
auto sacramental de Calderón
al que puso música Nebra para
una representación madrileña
de 1751. La música, sacada de
los archivos de la Catedral de
Zaragoza, es de una calidad
extraordinaria. En el Miserere
el característico estilo napolitano (de Scarlatti a Pergolesi, las
trazas de cuyo Stabat Mater
son fáciles de apreciar) conviestá integrado fundamentalmente por un cuarteto de saxo, flauta, piano y guitarra que tanto
abarcan el repertorio moderno
como la experiencia de la
improvisación y la performance
(colaboraciones con Alvin
Curran o Steffano Scodanibbio).
Para este registro, se agregan al
grupo hasta doce músicos, entre
los cuales la arpista Antonella
Valenti juega aquí un papel
especial, pues será quien aporte
el signo distintivo de una pieza
como la Seconda Serenata de
Petrassi. La sonoridad cuasi
impresionista, cercana al tratamiento de un Caplet, es aquí
fácilmente reconocible. Se trata
de un color sonoro poco habitual en alguien como Petrassi,
del que la fonografía sigue rindiendo magníficos homenajes.
Es el grupo Dissonanzen, con
su particular modo de tratar
estas delicadas partituras, el que
consigue realzar el valor de
obras poco escuchadas, como
es el caso de la Sestina d’autunno, un Petrassi de especial y
remarcada abstracción y que
aleja al autor de ese marchamo
de neoclásico que hay sobre sus
espaldas. A su lado, el Dallapiccola de la Tartiniana seconda
no resiste comparación. Es una
obra que ha envejecido mal y el
referente clásico es tan obvio
como molesto. Sin embargo, las
otras piezas que se contienen
ve con rasgos galantes y clásicos, con unos contrastes y una
expresividad que por momento suenan casi prerrománticos.
El auto sacramental se ha conservado sólo parcialmente
(voces y continuo). De él se
ofrece una escena con la parte
instrumental (un oboe se añade a la cuerda del Miserere)
reconstruida por Luis Antonio
González.
El director aragonés firma
unas estupendas versiones, llenas de detalles dinámicos y de
fraseo, con articulaciones muy
marcadas y un equilibrio ideal
para las voces, con Raquel
Andueza asumiendo la mayor
parte del peso de las obras y
mostrando un estado vocal
excelente, tanto en los pasajes
de agilidad, que solventa con
facilidad pasmosa y elegantísima realización de los peliagudos adornos, como en las más
delicadas y expresivas, en las
que cautiva con el uso de
reguladores y de medias voces
aquí del autor de Il prigioniero,
conservan aun perfectamente
ese tono de ambigüedad en el
que el compositor italiano se
mantuvo siempre. Es una práctica serial la suya que se alimenta
de gestos tomados del romanticismo. El pianista, Ciro Longobardi, se beneficia, en el Quaderno musicale di Annalibera,
de una cristalina toma de sonido para vertebrar las doce secciones de esta obra que, compuesta en 1952, parece flotar
entre la nebulosa debussysta y
el rigor schoenbergiano. La concentración en el material del
Quaderno se hace más ostensible en la pieza que cierra el CD
y que resulta una sorpresa,
sobre todo por lo infrecuente:
Parole di San Paolo, basada en
la Epístola a los corintios, de
1964, y que merecería una
mayor fortuna en el repertorio.
Sus escasos siete minutos y la
disposición de la plantilla (mezzo-soprano, 2 clarinetes, 2 flautas, viola, chelo, arpa, percusión
y piano), quizás juegue en su
contra, pero se trata de una
notable muestra del género cantata hecha a partir de una caligrafía de gran refinamiento. La
gran expresividad de la pieza,
su sincera religiosidad, no están
lejos de la esencialidad del
mejor Schoenberg.
Francisco Ramos
(maravilloso, por ejemplo, un
Sacrificium Deo en el que el
tiempo parece detenerse). Más
joven y menos experimentada,
la murciana Olalla Alemán
demuestra magnífica línea y
sobrado dominio de las exigencias melismáticas de sus
dos arias, resultando especialmente brillante en Quoniam si
voluisses, si acaso falta de un
poco más de intensidad la
cadencia final. Otro disco
importante para la música
española.
Pablo J. Vayón
PIERNÉ:
Música de cámara, vol. 1. PHILIPPE
KOCH, violín; CHRISTIAN IVALDI, piano.
SOLISTAS DE LA ORCHESTRE
PHILHARMONIQUE DU LUXEMBOURG.
2 CD TIMPANI 2C1110 (Diverdi). 20052006. 141’. DDD. N PN
Este primer
volumen de la
música
de
cámara
de
Gabriel Pierné
(1863-1937)
viene a poner
las cosas más en su sitio que hasta ahora. Ya las pusieron discos
como el dedicado por Timpani a
su ballet Cydalise et le chèvrepied. Hacía falta conocer su música de cámara para trascender el
etiquetado de Pierné como director famoso porque estrenó en
junio de 1910 para los Ballets
Rusos el primer ballet de Stravinski, El pájaro de fuego. En estos
dos CD conviven el Pierné de
corte franckiano del denso Quinteto op. 41, de 1917, y de la honda y bella Sonata para violín y
piano op. 36, de 1900; y el camerista para instrumentos de viento
de otras obras que enriquecen el
álbum y que se reparten a lo largo de toda su carrera creativa (a
menudo descuidada por la del
intérprete). Atención a la inevitable españolada de un francés, La
danseuse espagnole, de 1925,
para violín y piano, con las tam-
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PARERA FONS-RACHMANINOV
bién inevitables imitaciones de la
guitarra. Y Giration, un ballet de
menos de nueve minutos, para
cuerdas, maderas y metales, con
piano, una belleza para once
músicos. Una rareza como la
miniatura Nuit divine, para recitador, violín y armonio, cierra este
excelente recital dominado por el
excelente pianista Christian Ivaldi,
generoso habitual de estos repertorios. Philippe Koch al violín y
unos cuantos instrumentistas de
viento (maderas y metales) completan el elenco de este recital
que colmará a los aficionados por
la novedad del repertorio y el
considerable nivel de una música
poco menos que desconocida. En
el próximo y último doble CD de
la música camerística de Pierné
nos esperan platos fuertes, densos y nada indigestos como el
Trío con piano y la Sonata para
violonchelo, obras de comienzos
de la década de 1920. Sabemos
que ese álbum ya ronda por ahí.
Algunos aficionados lo esperan
inquietos y llenos de curiosidad;
y también de agradecimiento,
sobre todo a Timpani.
Santiago Martín Bermúdez
RACHMANINOV:
Danzas sinfónicas op. 45. Suites
nºs 1 y 2 opp. 5 y 17. PETER
DONOHOE Y MARTIN ROSCOE, pianos.
NAXOS 8.557.062 (Ferysa). 2002 y
2004. 78’. DDD. N PE
C omentaristas y musicólogos occidentales han
tendido
a
subestimar a
Sergei Rachmaninov, considerándolo un epígono romántico sin demasiado
relieve propio. Se le suele acusar
de obvio y monótono. El público
de países como el suyo pero también de Gran Bretaña y Estados
Unidos ha persistido, sin embargo, en una admiración que seguramente es la responsable de la
reiterada grabación de sus obras.
Reúne el presente CD tres composiciones para dos pianos —una
combinación ya grabada con
anterioridad en otros sellos— de
las cuales el Opus 45, Danzas
sinfónicas, figura entre lo más
destacado del compositor ruso,
siendo seguramente su producción para piano lo mejor suyo.
Virtuosismo indiscutible, deslumbrante técnica, influencia de Chaikovski, melodismo empapado de
aromas heroico-románticos son
características que se asocian con
la música de Rachmaninov. De
todo lo dicho hasta aquí encontrará el oyente en el CD que nos
ocupa, con preponderancia mani-
Angela Hewitt
PERSUASIÓN
RAMEAU: Suites en mi
menor, sol menor y la menor.
ANGELA HEWITT, piano.
HYPERION 67597 (Harmonia Mundi).
2006. 78’. DDD. N PN
La obra para clave de Rameau representa una de las
cimas de la literatura para
teclado de la historia de la
música francesa. Y es una
suerte que últimamente pianistas que están demostrando
un nivel interpretativo muy
elevado tomen el compromiso de tocar estas músicas, claro está escritas para clave,
pero que al piano resucitan
con la multiplicidad de recursos que éste puede ofrecer.
Angela Hewitt es uno de estos
casos, ya que la conocida pianista ofrece en este disco lo
que son unas interpretaciones
“modélicas”, mesuradas y fantasiosas de la música del francés, aprovechando las posibilidades de su instrumento
(pedales, doble escape de las
teclas, extrema matización de
la paleta sonora, etc.). La
artista escoge para el disco
tres suites pertenecientes a la
tercera colección del autor;
las que fueron publicadas en
1728 acompañadas de un prefacio del compositor, donde
se daban consejos sobre su
interpretación. Probablemente
pertenecen a la etapa más inspirada del autor. Sus recursos
son su uso del contrapunto
elaborado, audaces progresiones armónicas, cromatismos y
variedad de modulaciones, y
un trabajo en las ornamentaciones que combina sencillez
con la extraordinaria inventiva. Hewitt sobresale con
homogeneidad y racionalidad,
su tocar es fino y matizado,
sus interpretaciones no avasallan pero sí convencen. Su
poder de persuasión radica
en su propia convicción. Ella
es natural y lógica. Especial
mención a las articulaciones
desarrolladas y empleadas;
tienen en su haber equilibrio
y honestidad, necesidad
noble de iluminar las partituras. Éstas, sutiles y a menudo
casi inadvertidas tienen la
fuerza expresiva requerida. Su
nervio parece callado, su instinto domado, pero son éstas
unas versiones que siguiendo
los consejos del autor, pasan
imprimiendo huella profunda,
aunque sea a través de la discreción y las buenas maneras.
Rameau en su prefacio ya lo
apunta: “recordad siempre
que más vale, en general,
pecar de ser demasiado lento
que rápido”.
Emili Blasco
Hugo Reyne
PASÁNDOLO EN GRANDE
RAMEAU: La naissance
d’Osiris. LA SIMPHONIE DU MARAIS.
Director: HUGO REYNE.
MUSIQUES À LA CHABOTTERIE
MC002 (Diverdi). 2005. 61’. DDD.
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Con ocasión del décimo aniversario del festival de música
barroca en la Logis de la Chabotterie, se ha creado este
nuevo sello discográfico con
la intención de dar a conocer
los mejores momentos de
dicho festival y su comienzo
es realmente prometedor.
Este disco incluye la grabación en vivo del ballet alegórico en un acto titulado La
naissance d’Osiris ou La fête
Pamilie, en su versión íntegra. Este ballet fue compuesto
por Rameau en 1754 con
motivo de la celebración por
la corte en Fontainebleau del
nacimiento del que sería futuro Luis XVI. Teniendo en
cuenta que Osiris murió asesinado y luego fue despedazado, no podían saber ni Rameau ni su libretista Cahusac lo
excesivamente alegórico que
resultó tal ballet. Una obra
con solistas, coro y orquesta
perteneciente a un género
híbrido característico del
barroco francés, en la que brillan el gran sentido de la
armonía y la colorista instrumentación habituales en el
gran compositor, que para
entonces había llegado ya a
los 71 años. Partiendo de una
brillante obertura tripartita, se
continúa con una alternancia
de intervenciones de solistas
vocales, coro y partes orquestales, en ocasiones con gran
aparato de tormenta o con
números de danza en los que
no puede faltar la musette o
las tambourins, instrumentos
tan queridos de Rameau. Alegre unas veces, tierna otras,
majestuosa en ocasiones y
siempre amena, su música
aúna perfección y delicia.
La Simphonie du Marais,
sus solistas y su coro, todos
bajo la dirección de su creador Hugo Reyne, que es también el director artístico del
sello discográfico, dan la sensación de pasárselo en gran-
de, a lo que contribuye sin
duda el hecho de ser una
toma en vivo y en lo que
podríamos llamar su festival.
Como la calidad de la grabación es muy buena y envolvente, el oyente recibe esa
misma sensación y se lo pasa
también en grande. Total, un
disco excelente en calidad
sonora e interpretativa, que
da a conocer en las mejores
condiciones una de las obras
menos difundidas del gran
Jean-Philippe Rameau. De
audición inexcusable para los
amantes del barroco.
José Luis Fernández
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RACHMANINOV-SCHUMANN
fiesta de la ostentación técnica.
Peter Donohoe y Martin Roscoe,
excelentes intérpretes, sirven con
pasión al virtuosismo contenido
en las partituras pero sin eludir el
componente expresivo, lo que
además de ser de agradecer enriquece las versiones, en ocasiones
dadas a una grisura plana. En
consecuencia, la pirotecnia formal no oculta el lirismo y los
reflejos del alma humana cuando
procede, y no sólo en las Danzas
sinfónicas sino también en las
dos Suites.
José Guerrero Martín
ROSSINI:
Torvaldo e Dorliska. HUW RHYSEVANS (Torvaldo), PAOLA CIGNA
(Dorliska), MARIO UTZERI (Giorgio),
MICHELE BIANCHINI (Duca D’Ordow),
GIOVANNI BELLAVIA (Ormondo), ANNARITA GEMMABELLA (Carlotta). CORO DE
CÁMARA ARS BRUNENSIS. SOLISTAS DE
LA ORQUESTA CHECA DE CÁMARA BRNO.
Director: ALESSANDRO DE MARCHI.
2 CD NAXOS 8.660189-90 (Ferysa).
2003. 151’. DDD. N PE
96
B asándose
en que en
cierta ocasión
fue Rossini su
cliente por
motivos de
salud, la ciudad balneario alemana de Bad
Wildbad viene organizando desde no ha mucho un festival dedicado a su obra, en muchas ocasiones adelantándose en la recuperación de títulos raros del compositor al propio Festival de
Pésaro. Naxos, fiel a la cita, nos
rescata algunas veladas, normalmente decorosas, sobre la base
siempre de una cuidada preparación y a un buen trabajo de equipo. Tal es el caso del presente
registro, inmediatamente destacable por la sólida concepción
directorial, capaz de dar homogeneidad y vivacidad a un equipo
vocal, en el que destaca la Cigna
por su acertada caracterización
de la protagonista. Dotada de
musicalidad y de suficientes
medios, dentro de los que exhibe
especialmente una generosa
capacidad en el registro agudo, la
soprano es una Dorliska impecablemente cantada y definida.
Rhys-Evans, superada con cierta
dificultad su cavatina de presentación, por supuesto muy exigida, va mejorando una actuación
globalmente positiva, con base
en un bonito timbre y una cuidada disposición estilística. Bianchini tiene en contra una voz decididamente fea, lo cual ensombrece
una prestación bastante diligente
en conjunto. Utzeri, con posibles
y conociendo la psicología de su
Cuarteto Maggini
UN OUTSIDER
RAWSTHORNE: Tema y
variaciones para dos violines.
Cuartetos nºs 1-3. CUARTETO
MAGGINI.
NAXOS 8.570136 (Ferysa). 2005. 61’.
DDD. N PE
Este disco es todo un retrato,
coherente y bien trazado, de
una personalidad muy atractiva
en la música británica del siglo
XX. La obra para cuarteto de
cuerdas de Alan Rawsthorne
(1905-1971) muestra parte de
lo mejor de su personalidad,
su pertenencia a una modernidad de amplio espectro expresivo, ligada a su época a través
de una herramienta formal
homologable con la que
entonces caracterizaba parte
del panorama continental y
experimentando muy seriamente ya en la que sería su
primera obra en lograr la consideración crítica, su Tema y
variaciones para dos violines
(1937). Los tres cuartetos
representan una evolución
apasionante de casi treinta
años de creación —de 1939 a
1965— profundizando en el
dominio de sus voces y en una
suerte de concentración lírica,
con apelaciones a un cierto
expresionismo a veces y otras
a un lirismo de inevitable cita
dada la procedencia del autor.
Si hubiera justicia en el mundo, los cuartetos de Rawsthorne debieran figurar mucho más
en los programas, ser un com-
plemento muy interesante a las
cimas que representaron en su
siglo Bartók y Shostakovich. El
Maggini se entrega a fondo,
con su maestría habitual, a esta
labor impagable. Un disco que
ilumina un mundo.
Claire Vaquero Williams
Christoph Eschenbach
IRRESSISTIBLE
SAINT-SAËNS:
Sinfonía nº 3 en do
menor op. 78.
POULENC: Concierto para
órgano, cuerda y timbales.
BARBER: Toccata festiva para
órgano y orquesta op. 36.
OLIVER LATRY, órgano. ORQUESTA
DE FILADELFIA.
Director: CHRISTOPH ESCHENBACH.
ONDINE ODE 1094-5 (Diverdi). 2006.
80’. SACD. N PN
Este fantástico disco recoge el
concierto inaugural del majestuoso órgano Dobson instalado
en el Verizon Hall de Filadelfia.
Es, por tanto, el órgano el nexo
común entre las tres obras grabadas: como solista, en dos de
ellas —Poulenc y Barber—, e
integrado en el tutti, en SaintSaëns. El resultado de la combinación global de todos los
elementos que conforman la
grabación es excepcional. Se
inicia con una Toccata de Barber brillante e intensa, donde
empezamos a presentir lo que
nos aguarda. Y las expectativas
se confirman en el Concierto
de Poulenc. Con su colorido
personaje bufo, demuestra su ya
considerable experiencia en este
tipo de personajes. Bellavia y
Gemmabella redondean eficazmente el voluntarioso más que
brillante equipo.
Fernando Fraga
diáfano, esta página basa su
encanto en la combinación de
toques exóticos de bimodalidad simultánea, dulces series
de séptimas mayores, y suaves
disonancias, dentro de un proceso armónico cadencial plenamente tonal. A estas características, la adecuación tímbrica de
los registros escogidos por
Latry, dentro de la opulenta
oferta del nuevo instrumento,
resulta óptima. Sabe extraer de
su infinita tubería una gama
sonora múltiple, manteniendo
en todo momento una difícil
definición articulatoria incluso
en los pasajes de figuración
rápida. Junto a Eschenbach, al
mando de una cuerda suntuosa
y densa, nos va ofreciendo el
encadenado de los distintos
episodios contrastantes de la
obra, firmando una versión de
referencia. En la Sinfonía, la
personal firma de la batuta traza con precisión cada sección,
desde el bellísimo comienzo
hasta el fugato final. La delicadeza sutil con la que maneja
los reguladores dinámicos proporciona una flexibilidad y
SCHENCK:
Baco, Ceres y Venus. JASPER
SCHWEPPE (Baco), HIEKE MEPPELINK
(Ceres), RENATE ARENDS (Venus).
CAMERATA TRAJECTINA. Director:
LOUIS PETER GRIJP.
GLOBE GLO 6060 (Diverdi). 2006. 70’.
DDD. N PN
plasticidad al fraseo, que lleva
al primer plano cada detalle
con inusitada elegancia. Soslayando algún ligero desajuste en
la quisquillosísima escritura del
pasaje en semicorcheas a contratiempo que inicia el Allegro
del primer movimiento, el rendimiento orquestal es otro de
los lujos que nos regala este
disco. Entregados y precisos,
empastados a la vez que transparentes en las texturas que
tejen, los de Pensilvania son
recogidos con honores por una
toma sonora espectacular en su
espaciosidad y definición. Un
placer irresistible.
Juan García-Rico
E l musicólogo y profesor
de la Universidad
de
Utrecht (Trajectum para
los romanos)
Louis Peter Grijp y su conjunto
D D
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C O
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RACHMANINOV-SCHUMANN
Camerana Trajectina están especializados en música holandesa
desde la Edad Media hasta el
siglo XVI, así como en el análisis
de los lazos entre la música y los
acontecimientos históricos o las
manifestaciones artísticas de
dicho país. En este disco han
plasmado el trabajo de reconstrucción de la primera ópera
holandesa representada, lo que
tuvo lugar en Ámsterdam en
1686, aunque no fuera la primera compuesta. Se trata de la prosaicamente titulada Sin alimentos y vino, es imposible el amor y
cuya música corrió a cargo de
Johannes Schenck. En vista del
éxito obtenido, el propio
Schenck realizó una selección
de varios números que publicó
al año siguiente con el título de
Varias canciones de la ópera
sobre Bacchus, Ceres y Venus. El
tema de la relación entre estos
tres personajes mitológicos
debía estar por entonces bastante de moda, pues fue tratado por
varios pintores holandeses de la
época, entre ellos Rubens en un
célebre cuadro que se reproduce en la carpetilla del disco. Disco que es una interesante curiosidad bajo un punto de vista
musicológico, particularmente
para los holandeses, pero que
no pasa de ahí. El dominio de
Schenck no era la música teatral
sino la instrumental y a la historia ha pasado como uno de los
más destacados intérpretes y
compositores para viola da gamba. La reconstrucción de la totalidad de la ópera realizada por
Grijp utilizando temas de otras
obras suyas para suplir las partes
perdidas, deja al final un sabor
de pura arqueología musical
carente de emotividad, lo que
tampoco es de extrañar con
semejante tema tratado sin
humor.
Los cantantes e instrumentistas son aceptables profesionales
pero su aportación se limita a
ser acorde con lo que parece
perseguirse con la grabación,
una reconstrucción informativa
sobre como pudo ser la primera
ópera holandesa que se representó, aunque como ya se indicó no fue la primera que se
compuso, pues este honor le
corresponde a otra titulada El
amor triunfante, compuesta por
Carolus Hacquart en 1678, pero
que no llegó a interpretarse nunca y se ha perdido.
José Luis Fernández
Les Voix Humaines
FIN DE TRAYECTO
SAINTE
COLOMBE:
Conciertos a dos violas
iguales. Vol. IV: Conciertos LILXVII. LES VOIX HUMAINES.
2 CD ATMA ACD 2 2278 (Gaudisc).
2004. 101’. DDD. N PN
C ompletan Les Voix Humaines (esto es, Susie Napper y
Margaret Little) su recorrido
por los conciertos para dos
violas de Monsieur de Sainte
Colombe con los últimos diecisiete de la serie. Como en
anteriores casos, hemos de
aclarar que un concierto es
aquí una suite de entre uno y
ocho movimientos que incluye
danzas y piezas de carácter sin
orden ni esquema fijo. Los más
extensos son en este caso el LI
(Rougeville) y el LIV (La
Dubois), con ocho y seis movimientos
respectivamente,
mientras que a partir del LVIII
todos los conciertos se estrucSCHUBERT:
Sonata para piano en do menor
D. 958. Allegrettos D. 900 y D.
346. Andantino D. 348.
Gesänge des Harfners D. 478.
Pflicht und Liebe D. 467.
Tottengräbers Heimweh D. 842.
Lebensmut D. 937. Johanna
Sebus D. 728. IAN BOSTRIDGE,
tenor; LEIF OVE ANDSNES, piano.
EMI 3 84321 .2 2006. 60’. DDD. N PN
Cuarto y aparentemente
último de los
discos
de
schubertiadas
que Andsnes
y Bostridge
ofrecen alternando las últimas
Sonatas de Schubert con Lieder
y otras obras, algunas sólo fragmentos que el compositor dejó
incompletos. No he tenido ocasión de escuchar los anteriores,
pero éste tiene sin duda interés.
Aunque Andsnes lleva la parte
del león y, en cierto modo “preside” el disco, lo cierto es que lo
que más llega son las canciones,
en las que se funde en un tándem idóneo con Bostridge. Por
poner sólo un ejemplo, la oscuridad que éste despliega en Tottengräbers Heimweh es admira-
turan en uno o dos tiempos.
El magnífico dúo canadiense mantiene las constantes
interpretativas que han hecho
de esta serie una de las más
elogiadas internacionalmente
de las publicadas por el sello
Atma: sonido profundo, a la
vez que cálido y envolvente,
equilibrio extraordinario entre
los dos instrumentos, tratamiento muy contrastado de
cada número, que resulta perfectamente individualizado en
materia tanto rítmica como de
color o expresión, así como
cierta austeridad ornamental,
bien compensada por la exquisitez musical y la fluidez del
tempo… Dominan en este
volumen las danzas rápidas
(bourrées, gavotas, gigas,
minuetos, correntas), que suenan ágiles y muy articuladas,
pero nada rutinarias ni aceleradas y siempre bien diferenciadas (escúchense la sucesión de
blemente secundada por el pianista noruego, y pone literalmente los pelos de punta. Esa
intensidad emotiva es extrapolable al resto de las canciones
ofrecidas, aunque me temo que
no tanto a la Sonata D. 958.
Ésta, pese a estar estupendamente realizada y sólidamente
construida, con matices exquisitos, bello sonido e indudable
conocimiento y elegancia, adolece de cierta frialdad, por otra
parte característica de este por
lo demás sobresaliente pianista.
Se echa en falta la intensidad
dramática de Richter, Arrau o,
más recientemente, Leonskaia,
pero también, dentro de parámetros más objetivos, el irrepetible desparpajo vienés de Brendel (que canta esta música de
forma maravillosa y es de una
vitalidad irresistible) o el exquisito cantable de Zacharias o
Kempff. En cualquier caso, este
disco no admite comparación
con ningún otro, por su propia
concepción de recital que mezcla el piano solista con las canciones. Y tiene otro gran punto
de interés en que pone a nuestra
disposición obras y fragmentos
muy raramente escuchados, tanto en la parcela pianística como
minuetos del concierto LVII, Les
menuets). Como hasta ahora,
Napper y Little se muestran
especialmente acertadas captando la retórica de las piezas
de carácter, de la regularidad
métrica de Le Constant a la
solemnidad en absoluto grandilocuente de Le majesteueux, el
sentido de urgencia de Le précipité o el diálogo excitado y algo
subido de tono de L’infidelle.
Recomendable sin reservas.
Pablo J. Vayón
en la liederística (qué pena comprobar cómo se corta la hasta
entonces inspiradísima Johanna
Sebus). Disco, pues, con alguna
limitación, puede considerarse
globalmente interesante, especialmente por la parcela vocal y
los fragmentos y obras poco frecuentados. Impecable toma de
sonido.
Rafael Ortega Basagoiti
SCHUMANN:
Sonatas opp. 105, 121.
Romanzas op. 94. BRAHMS:
Sonatas op. 120. FABIO DI CÀSOLA,
clarinete; ALENA CHERNY, piano.
SONY 88697 00025 2 (Sony-BMG).
2006. 99’. DDD. N PN
Las casualidades no existen, y será por
algo que en
las mismas
fotos de la
portada y de
la contraportada, nuestro intérprete aparece bien claro, mientras que la pianista que le
“acompaña” está difuminada,
como quien no quiere la cosa.
Decimos esto, porque básicamente las interpretaciones aquí
encontradas adolecen de lo mismo: demasiada presencia del
clarinete, y un lejano piano que
en todo momento cumple con
su erróneo cometido: acompañar. Se ha dicho muchas veces,
97
D D
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C O
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SCHUMANN-TELEMANN
pero no nos cansaremos de
repetirlo: Schumann, Brahms y
en general los románticos escribían para el piano y otro instrumento, pero no al revés, tal y
como se nos quiere hacer creer.
Estas partituras están llenas de
diálogos y contrapuntos, motivos que trabajan los dos instrumentos, música de cámara en su
estado más puro. Así pues, y
aclarado esto, lamentar el siempre curioso malentendido (o
esta forma más de egoísmo del
ser humano) que sin duda merma al arte de los sonidos de su
sentido más auténtico y hermoso. Lo dicho. El clarinete de
Fabio di Càsola es virtuoso, surca las obras con extroversión,
con un sonido voluptuoso que
parece poderlo todo. Las dificultades técnicas no existen para el
instrumentista, que se entrega
con vehemencia a las partituras.
Alena Cherny cumple con su
misión, y siempre por debajo de
su compañero muestra talento
en las amortiguadas intervenciones. Versiones compenetradas y
sinceras, impetuosas y apasionadas, aunque no existan prácticamente los diálogos reales en esta
música de tanto calibre.
Emili Blasco
SCHUMANN:
Adagio y Allegro op. 70.
Fantasiestücke op. 73. Cinco
piezas en tono popular.
Märchenbilder op. 113.
SCHUBERT: Sonata
“Arpeggione”. ANTONIO MENESES,
violonchelo; Gérard Wyss, piano.
AVIE AV 2112 (Gaudisc). 2006. 79’.
DDD. N PN
I natacable
98
la
musicalidad y
toda la integridad musical de Meneses, el chelista
brasileño
desarrolla con su ocasional compañero al piano una labor muy
cantable en conjunto, dominada
por la amabilidad para quien
escucha, y si prende por algo es
por eso. Acompaña Wyss en
equilibrio. Y resultaría una labor
teñida de cierta monotonía si no
estuviera impregnada de la
inmarcesibilidad de las obras,
tanto de Schumann como de
Schubert.
La intención de los dos compositores, por descontado que no
es parigual a la hora de orientar
la intención de sus creaciones. En
Schumann nos encontramos —en
esta grabación— ante formas
menores, pero que soportan toda
la esencia del romanticismo musical pleno. La Sonata “Arpeggione”
Cuarteto Petersen
DESOLACIONES
SHOSTAKOVICH:
Cuarteto nº 8. Seis
poemas de Marina
Tsvietaieva op. 143, arreglo
de Lera Auerbach para
contralto y cuarteto de
cuerda. AUERBACH: Cetera
desunt. Soneto para cuarteto
de cuerda (Cuarteto de cuerda
nº 3). SORIANA KUSHPLER, mezzo.
CUARTETO PETERSEN.
CAPRICCIO 71 104 (Gaudisc). 20052006. 61’. SACD. N PN
Junto al cuarteto de cuerda más
conocido de Shostakovich, este
CD nos presenta dos novedades. Por una parte, la adaptación para voz y cuarteto del
bello y tardío ciclo de Poemas
de Marina Tsvietaieva, la enorme y desdichada poetisa rusa
que regresó a su país justo
cuando no debía. Por otra, los
ocho breves y densos moviestá en el mismo costal pero es
harina de distinto molino.
El sonido que se recoge está
definido aunque parece que
podría estar recogido de alguna
cinta de grabación de radio o
similar. No lo refleja así la carpetilla, pero no se corresponde con
las calidades que hoy día suelen
escucharse. En suma, un disco
amable y grato con obras, si no
sustanciales todas, de contenido.
José Antonio García y García
SCHUMANN:
Cuartetos de cuerda op. 41.
CUARTETO FINE ARTS.
mientos del Tercer Cuarteto de
cuerda de Lera Auerbach, compositora rusa muy joven, nacida
el mismo año 1973 en que concluía Shostakovich su ciclo de
Tsvietaieva. Lera Auerbach, pianista, escritora y compositora,
se siente muy cerca del mundo
de Tsvietaieva, de Ajmatova, de
los grandes poetas de la Rusia
del siglo XX. Y se niega a dar
explicaciones sobre su propia
música. Nos informa de que
compuso este Tercer Cuarteto
al mismo tiempo que el Segundo, el año pasado. El Petersen
era el destinatario del que aquí
oímos. Son ocho movimientos
con título poético en latín, y
casi todos son lentos, y de gran
intensidad y expresividad que
no descree de lo tardorromántico ni lo evita. Hay en todo este
programa una densidad fuerte,
a veces terrible, desde esa
Aparte de otras consideraciones, cuartetos interesantes y
de conocimiento obligado, aunque no sean incluidos en concierto con la frecuencia de los
“muy grandes” en el género.
Necesitan en su ejecución claridad de líneas, impulso, y no
poca sutileza en el manejo instrumental. Excelente el registro
de este cuarteto americano, que
satisface con holgura las exigencias técnicas, y además siente y
dice con calor en la sangre estas
obras, dando versiones muy considerables, incluso preferibles a
otras de bastante más precio.
José Antonio García y García
NAXOS 8.570151 (Ferysa). 2006. 79’
DDD. N PE
De 1842 son
estos Cuartetos, año en el
que
Schumann compuso más piezas
de cámara, y
afloran a la creación como consecuencia del estudio por parte del
compositor, de los grandes cuartetos que se habían creado con
anterioridad. Son, pues, obras
con herencia y con influencias,
¿cómo no? Aunque desprenden
un hálito romántico que no es
igual en los tres. Porque hay
diversidades evidentes entre
ellos, en las que ahora no podemos entrar. Podría decirse que
son más sueltos, más personales
—dentro de lo que cabe— los
impares.
SHOSTAKOVICH:
Concierto para violonchelo op.
126. PROKOFIEV: Sinfoníaconcerto para violonchelo y
orquesta op. 125. LYNN HARRELL,
violonchelo. REAL ORQUESTA
FILARMÓNICA DE LIVERPOOL. Director:
GERARD SCHWARZ.
espléndida lectura del Octavo
de Shostakovich, que incluye
desolaciones; pasando por la
desolación de Marina y concluyendo con la honda dramática
de Lera Auerbach. Unas interpretaciones penetrantes y un
sonido espléndido, además de
las novedades reseñadas, hacen
de éste un disco de calidades
insuperables.
Santiago Martín Bermúdez
mera al jovencísimo protector de
los mayores puestos en cuarentena; la segunda al amigo y marido
de Galina, que en esos momentos
termina de rodar la película de
Mijail Shapiro Katerina Ismailova.
Ambas piezas son de un atractivo
sutil, nada comparable a piezas
concertantes para violonchelo
como la de Dvorák, pero con
momentos líricos de una altura
sorprendente (el bellísimo
momento lento del Allegro giusto
central de la pieza de Prokofiev,
por ejemplo). Lynn Harrell le
echa valor a la vida y se mide con
su colega Rostropovich. Se mide,
y sale airoso. Puede estar junto a
Slava, faltaría más. Queden estas
dos obras grabadas con Gerard
Schwarz y la Royal Liverpool para
demostrarlo, por si no lo sabíamos por otras presencias y otros
registros suyos. Un bello disco
que merece más de una escucha,
más de un repaso. Dos interpretaciones señeras.
Santiago Martín Bermúdez
AVIE AV2090 (Gaudisc). 2005. 62’.
DDD. N PN
D os
obras
concertantes
de madurez,
de
última
época o poco
menos, de lo
dos grandes
compositores de la Unión Soviética. Ambas, desde luego, destinadas a Rostropovich (la de Prokofiev como reescritura tras algún
que otro fiasco anterior), la pri-
SHOSTAKOVICH:
Música de películas vol. 3.
Suites de Hamlet, Cinco días y
cinco noches y La joven
guardia, fragmentos de El
inolvidable año 1919. MARTIN
ROSCOE, piano. FILARMÓNICA DE LA
BBC. Director: VASILI SINAISKI.
CHANDOS CHAN 10361 (Harmonia
Mundi). 2004. 80’. DDD. N PN
Cada vez cobra más importancia
—al menos para la discografía—
D D
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SCHUMANN-TELEMANN
la amplísima
obra de Shostakovich para
el cine. Un
género que él
no apreciaba
especialmente, y para el que sobre todo en
épocas tempranas se vio obligado
a trabajar. Nos llega ahora el tercer volumen dedicado por Chandos Movies, Sinaiski y la BBC a
nuestro querido Dimitri, y se trata
de obras no precisamente juveniles; conocíamos el excelente trabajo del primer volumen, y desconocemos el segundo, que ya
llegará. La parte más amplia de
este CD es la dedicada a Cinco
días y cinco noches (1960), el tercer film en el que Dimitri colabora con su viejo compañero del
Conservatorio, el cineasta Leo
Arnstam. Esta suite incluye
momentos estremecedores como
el Largo Dresde en ruinas. Casi
media hora dura la suite de esa
obra maestra musical que es el
Hamlet de Shostakovich para el
film de Kozintsev. Como sabemos, Iablonski grabó para Naxos
la música íntegra compuesta para
esta película. La breve suite de La
joven guardia era para el film de
Sergei Gerasimov del año terrible
de 1948, el de la condena de los
músicos. No importa, al año
siguiente la película obtuvo el
Premio Stalin, y Jrenikov elogiaba
la partitura: así hay que componer, camarada.
Un Allegro de poco más de
siete minutos (en realidad, un
concierto para piano al estilo del
Concierto macabro y el Concierto
de Varsovia, esto es, muy a lo
Rachmaninov) marca la presencia
de otra película bélica (aquí lo
son todas, menos Hamlet), El
inolvidable año 1919 (1951), realizada para demostrar que el Ejército Rojo lo dirigía al principio
Stalin, y que no existía un tal
Trotski. Esta pieza suena tan
poco a Shostakovich que incluso
parece mimesis burlona. Eran, en
fin, los años de megalomanía
total del dictador, que hizo que
Mijail Chaureli dirigiera dos films
apologéticos para él, éste y La
caída del Berlín, que demostraba
que la guerra se ganó gracias a
Stalin, no a los Aliados ni al pueblo ruso. Las partituras de ambas
fueron cosa de Shostakovich,
recién condenado, recién rehabilitado. No será necesario ponderar la habilidad de contrastes, el
arte de las sugerencias, la capacidad de crear atmósferas de nuestro compositor. Valga toda esta
información como incitación a
este CD en el que reconoceremos
a nuestro músico, pero en el que
encontraremos matices de él que
no son exactamente los de su sinfonismo, y que no se limitan a ser
música descriptiva. Sinaiski acierta de lleno, y lleva a cabo esta
meritoria serie dentro de un sello
muy exigente dedicado a la música fílmica. Un buenísimo recital,
en el que no hay que olvidar la
parte que le toca al excelente pianista Martin Roscoe en el Allegro
de El inolvidable año 1919.
Santiago Martín Bermúdez
SIBELIUS:
Obertura en mi mayor. Scène
de ballet. Kullervon Valitus.
Serenata para barítono y
orquesta. I natten. Impromptu
op. 19 (dos versiones). Pan y
Eco op. 53. Höstväll op. 38, nº
1. Hertig Magnus op. 57, nº 6.
Luonnotar op. 70. Väinön Virsi
op. 110. JYRKI KORHONEN, bajo;
TOMMI HAKALA, barítono; HELENA
JUNTUNEN, soprano. DOMINANTE
CHOIR. ORQUESTA SINFÓNICA DE
LAHTI. Director: OSMO VÄNSKÄ.
BIS CD-1565 (Diverdi). 2004-2005. 77’.
DDD. N PN
C
uriosa
panorámica
de la música
orquestal de
Sibelius, con
y sin participación vocal,
que abarca desde los inicios casi
brahmsianos hasta obras de
madurez en las cuales su estilo es
inconfundible —y nada de Tapiola, ni Finlandia, ni el Vals triste,
ni, en general, lo más conocido—
; una antología, digamos, original.
Sibelius puede resultar académico, como en la Obertura en
mi mayor que abre el programa,
pero no necesariamente previsible; lo mismo que puede parecer audaz pero nunca un vanguardista ni tan sólo un creador
especialmente osado ni originalísimo. Sibelius evolucionó a
partir de sí mismo y de la música de su tiempo hasta que optó
por el silencio, quizá por creer
que su presente no era realmente suyo: se le consideró como el
no va más del conservadurismo.
Un error. Y es que Sibelius puede resultar audaz en ocasiones,
sobre todo en su juventud,
cuando decidió ir más allá de los
modelos que le sirvieron de
ejemplo, y muestras de ello
podemos encontrarlas en esta
grabación.
Bastaría para percatarse de
ello la segunda obra que escuchamos aquí, Scène de ballet, de
1891, a años luz de la sin embargo contemporánea Obertura en
mi mayor. Hay en esta Scène de
ballet algo que nos evoca a la
todavía no compuesta La valse
del posterior Ravel, del mismo
modo que en la Serenata encon-
tramos ecos wagnerianos. El
Kalevala y la música nórdica tradicional aparecen, como siempre en Sibelius, a veces de un
modo velado, también en este
repertorio como no podría ser
de otro modo en este compositor. Evidentemente, todo lo que
encontramos en este compacto
no es del mismo nivel ni tiene el
mismo interés, aunque por tratarse de Sibelius todo ello
merezca atención. Además, las
versiones son magníficas y no
falta algún atractivo añadido,
como nada menos que cinco
primicias discográficas.
Josep Pascual
STOELZEL:
Te Deum. Oratorio de Navidad
(cantatas nºs 2, 4 y 6). Cantata
Gehet zu seinen Toren ein. UTE
SCHULZE, soprano; SCHIRIN PARTOWI,
contralto; ANDREAS POST, tenor;
KLAUS MERTENS, bajo. CORO DE
CÁMARA DE LA MARIEN-KANTOREI DE
LEMGO. HANDEL’S COMPANY.
Director: RAINER JOHANNES
HOMBURG.
MDG 605 1369-2 (Diverdi). 2005. 61’.
DDD. N PN
A
medida
que se van
conociendo
nuevas obras
de Gottfried
Heinrich Stoelzel (16901749) más admiración causa la
figura de un músico que había
sido extrañamente relegado a un
papel muy secundario, cuando la
perfección formal de sus creaciones, la originalidad de sus soluciones armónicas, la audacia en
el variado uso de la tímbrica y la
fuerza expresiva de su música lo
colocan como un maestro de primerísimo nivel en el contexto en
el que desarrolló su carrera. Este
disco es prolongación de uno
anteriormente aparecido y nos
ofrece la segunda parte de un
Oratorio de Navidad escrito en
1728 (cantatas nºs 2, 4 y 6) más
una cantata para el día de año
nuevo de 1721 y un magnífico Te
Deum (en alemán) que no ha
sido datado con certeza, aunque
es posible que pertenezca a sus
primeros años de maestro de
capilla en Gotha, puesto que
ocupó desde 1719 hasta la fecha
de su muerte.
Rainer Johannes Homburg
concierta admirablemente a
unos conjuntos que suenan
empastados y brillantes, especialmente los instrumentos de
Handel’s Company, cuyos solistas están especialmente inspirados en las arias que incluyen
pasajes obligados. El coro suena
bien equilibrado y con aceptable
claridad. Klaus Mertens da prestancia y solidez a un cuarteto
solista en el que el resto de las
voces se ajustan a su cometido
sin deslumbramientos pero con
notable intensidad expresiva.
Pablo J. Vayón
TELEMANN:
Sonatas metódicas. BARTHOLD
KUIJKEN, flauta; WIELAND KUIJKEN,
viola da gamba; ROBERT KOHNEN,
clave.
2 CD ACCENT 94104 (Diverdi). 1994.
137’. DDD. R PN
Afirmó Telemann en su
autobiografía: “Quien
es capaz de
componer en
beneficio de
muchos, lo hace mejor que
aquél que escribe solamente
para unos pocos”. Semejante juicio de valor, éticamente cacofónico desde hace ya afortunadamente mucho tiempo, nos puede ayudar a entender mejor la
intención creativa y sentido contextual del legado musical del
compositor alemán. Su vastísima
producción ha sido frecuentemente despreciada y tachada de
mecánica, repetitiva y desprovista de inspiración (acusación
similar a la que reciben también
los conciertos de ese otro caso
barroco que es Vivaldi). Y lo
cierto es que Telemann compuso muchas de sus obras con
fines fundamentalmente prácticos, ajenos en gran medida a esa
idea de originalidad e irrepetibilidad con la que a partir del
siglo XIX se iba a condicionar
fuertemente casi todo acto musical creativo. Buena muestra de
ello son las numerosas piezas de
intención pedagógica que nos
dejó: Fantasien für flöte solo,
Duetti, Essercizzi Musici, Der
Getreue Music-Meister… Una de
ellas es la que esta cuidada edición de Accent nos presenta, las
Sonatas metódicas. Publicadas
en 1728, fueron la primera de
tres colecciones compuestas con
la intención de instruir en el arte
de la ornamentación a músicos y
aficionados. De hecho, los ornamentos para los primeros movimientos de estas sonatas (en
diferentes estilos —francés,
inglés…— lo cual constituyó
una originalidad en su momento) fueron escritos en una página diferente, para mayor claridad pedagógica. En esta grabación Kuijken no se ha limitado a
esa ornamentación melódica
escrita por el autor para los primeros movimientos y ha aportado también lo que su sensibili-
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-TELEMANN-WOLF-FERRARI
dad y amplio conocimiento de
la música barroca le ha sugerido. Para los demás movimientos, y vigilando no caer en el
exceso, también ha elaborado
Kuijken una interesante ornamentación del fraseo, según fue
costumbre. Y esto, junto a su
delicado y flexible color instrumental, consumado virtuosismo
para lo rápido y equilibrada
visión global de las obras, hace
que estas nuevas Sonatas metódicas resulten ciertamente atractivas para los amantes de la
música de Telemann, seguramente todo lo atractivas que
pueden llegar a ser.
Jaime Rodríguez Pombo
TESSIER:
Carnets de voyages. LE POÈME
HARMONIQUE. Director: VINCENT
DUMESTRE.
ALPHA 100 (Diverdi). 2005. 59’. DDD.
N PN
100
El número
100 de la
colección Ut
pictura musica de la editora Alpha es
todo un ejemplo de lo perseguido con ella:
comenta un cuadro de Claude
Lorraine con uno de sus característicos temas portuarios que
recoge un pasaje de la Odisea y
el disco contiene quince obras
sacadas de los Carnets de voyages de Charles Tessier, compositor nacido en el Languedoc
sobre el año 1550 y empedernido viajero por una buena parte
de la Europa musical de transición entre los siglos XVI y XVII.
Parte de lo aprendido e incorporado a su técnica lo incluyó en
dos colecciones editadas, una en
Londres en 1597 y la otra en
París en 1604. Y en ellas hay de
todo, desde unas supuestas
chansons turquesques cantadas
en un idioma que ni es turco ni
es nada conocido, hasta refinadas airs de court francesas,
pasando por el delicioso aire
español No ay en la tierra, villanelle italianas y una supuesta
canción suiza que es una derivación chusca de la Matonna, mia
cara de Orlando de Lasso, ayres
de John Dowland y así hasta
quince ejemplos totales incluidos
en el CD. Por otro lado y como
es de suponer, tal variedad temática está acompañada por una
gran variedad de recursos interpretativos, desde la canción a
voz sola con acompañamiento
de laúd hasta las jocosas canciones a varias voces con acompañamiento de un variado instrumental de viento (flautas, bom-
Petra Müllejans
UN TELEMANN GRANDE Y ESPONTÁNEO
TELEMANN: Sonata y
conciertos con viola da
gamba. HILLE PERL, viola da
gamba; CHRISTA KITTEL, violín.
ORQUESTA BARROCA DE FRIBURGO.
Directora y violín: PETRA
MÜLLEJANS.
DEUTSCHE HARMONIA MUNDI
82876850552 (Sony-BMG). 2006. 71’.
DDD. N PN
Aunque la tarea todavía pendiente en el conocimiento de
su ingente producción es seguramente mucho mayor que la
ya realizada, lo que a estas
alturas se sabe de Telemann
basta para descartar definitivamente su consideración como
una figura menor, con respecto a Bach por ejemplo, en el
panorama del Barroco alemán.
Se trata, simplemente, de otra
cosa: otro enfoque, otros talentos, otras herencias. En el
terreno de la música concertante y, más en concreto, por
lo que a la influencia de los
compositores italianos se refiere, si el Cantor se miró en el
espejo de Vivaldi para superarlo, Telemann tomó como punbardas, dulzainas, sacabuche,
etc.). Una gozada.
Vincent Dumestre y su conjunto Le Poème Harmonique han
tenido ocasión de demostrar en
anteriores ediciones de Alpha la
extraordinaria calidad de sus propuestas y ejecuciones y aquí vuelven a dar nuevamente en el clavo. Unos excelentes cantantes,
entre los que es obligado destacar
a la exquisita soprano Claire Lefilliátre, aunque sólo sea por su
intervención en No ay en la tierra
y un conjunto instrumental que
borda sus variadas intervenciones
con la propiedad que los distintos
caracteres requieren. Está visto
que viajar ilustra mucho, tanto,
que un desconocido como Tessier nos hace pasar una hora deliciosa contándonos musicalmente
lo que escuchó en sus viajes, aunque alguno de ellos fuera un tanto imaginario.
José Luis Fernández
URTEAGA:
Obras para órgano. ESTEBAN
ELIZONDO, órgano.
AEOLUS 10581 (Gaudisc). 2006. 65’.
DDD. N PN
Luis Urteaga Iturrioz, nacido en
Ordizia en 1882 y fallecido en
to de partida a Corelli y, naturalmente, tampoco se limitó a
imitarlo. Sea cual sea el epígrafe (concierto, sonata o suite) y
el número o la naturaleza de
los instrumentos presentados
como solistas y a pesar de que
la primera mitad del siglo
XVIII constituye el período de
definitiva decadencia de la viola da gamba, las cinco obras
reunidas en este disco pertenecen sin excepción a una fase
muy avanzada en la evolución
de la forma concertante, como
por supuesto demuestra no
sólo el hecho de que en una
sola ocasión (el Concierto en
mi) se respete el modelo rápido-lento-rápido.
En la carpetilla, Hille Perl
resalta lo bien que ella y sus
acompañantes se lo han pasado
durante las sesiones de grabación haciendo música con
aquella espontaneidad sin la
cual este arte perdería una parte muy considerable de su
encanto. Los resultados son
prueba fehaciente de esta
declaración así como del logro
de una perfección técnica en
San Sebastián
en 1961, dedicó su vida al
órgano, bien
como intérprete, como
docente
o
como compositor. En las notas al
programa, Esteban Elizondo cifra
en 88 el número de obras para
órgano escritas por el autor, de
las que destaca su carácter litúrgico (Urteaga era un hombre de
convicciones religiosas) en tanto
defiende su divulgación por tratarse de un corpus importante
cuyo desconocimiento minimiza
la figura del creador guipuzcoano.
La variedad melódica y
armónica de las obras, publicadas casi todas a lo largo de la
primera mitad del siglo XX en
lugares diversos como Madrid,
Barcelona y Leipzig, lleva a una
variedad de caracteres que pasa
de la solemnidad del Allegro
maestoso en mi menor que da
inicio al disco al bucolismo de la
Pastorela en mi mayor, reparando en la hondura de Tu gloria
Jerusalem, en la complejidad de
la Marcha religiosa en fa sostenido menor, o en el intimismo del
Responso en mi mayor, dedicado
a la memoria de Claude
Debussy. Elizondo, el gran músico donostiarra, se sienta al órga-
las ejecuciones a la altura de lo
esperado de tan excelentes
músicos. Perl hace además gala
de un sonido noble y carnoso,
ideal para los diálogos que en
los movimientos lentos entabla
con el perlado esmalte que
Petra Müllejans extrae de su
violín (el Andante de la Sonata,
pista 3, como muestra), pero
también para no quedar ni relegada ni rezagada en momentos
de desmelenamiento tan contagiosos como la Bourrée de la
Suite (pista 16). Tomas impecables por ajuste del espectro,
profundidad de campo, detallismo y fidelidad cromática.
Alfredo Brotons Muñoz
no de la iglesia de San Vicente
de San Sebastián, construido en
1868, para frasear, matizar y
exprimir al máximo las posibilidades de estas partituras, dándoles una importante entidad y
encontrando en ellas la humildad, la honestidad, la profesionalidad y, desde luego, el talento de la pluma que las escribió.
Asier Vallejo Ugarte
VIVALDI:
Conciertos para cuerdas RV 151
Alla rustica, para flauta dulce
RV 441, para viola d’amore RV
392, para viola d’amore y laúd
RV 540, para laúd y dos violines
RV 93 y para dos oboes RV 535.
ACADEMIA MONTIS REGALIS. Director:
ALESSANDRO DE MARCHI.
BERLIN 0017882BC (Gaudisc). 2005.
60’. DDD. N PN
Un
bonito
programa con
obras
muy
populares de
Vivaldi
en
versiones realizadas con
un instrumento por parte, ágiles,
claras y brillantes, sin que los
contrastes resulten especialmente
forzados ni exagerados en cues-
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TELEMANN-WOLF-FERRARI
tiones dinámicas ni agógicas. Son
interpretaciones de gran naturalidad y elegancia en el fraseo, ejecutadas con precisión y buen
gusto. Expresivamente podría
haberse esperado un poco más
de hondura y de calor en algunos tiempos lentos, especialmente en el Largo de RV 540, que
Alessandro Tampieri toca de forma demasiado contenida con la
viola d’amore. Muy peculiar y
arrebatada suena en cambio la
cadencia que el propio Tampieri
interpreta con el mismo instrumento en el primer tiempo de RV
392. El RV 535 es posiblemente
la obra menos conocida de la
recopilación y se convierte en
uno de sus puntos álgidos, merced a la belleza del empaste
entre los oboes solistas de Paolo
Pollastri y Gilberto Caseiro de
Almeida y una cuerda que suena
de forma especialmente lírica,
delicada y sedosa.
Pablo J. Vayón
tal y como demanda el carácter
general de la obra, y en algún
momento se toman algunas licencias en el ornamento y en el timbre que, acordes con la intención
de explorar nuevos recursos
expresivos, resultan ciertamente
sugestivas. Y es que Laurin es,
además de intérprete de música
antigua, un enamorado de la
música contemporánea y su
riqueza en matices de color instrumental (ha sido premiado
como mejor intérprete de música
contemporánea sueca). La
orquesta de instrumentación de
época Arte dei suonatori, en fantástico entendimiento con el solista, interpreta también con carácter y extraversión, alcanzando
momentos de extasiante frenesí
en esas dos joyas del derroche y
la enajenación musical que son el
Verano y el Invierno. El disco
incluye los sonetos, frecuentemente atribuidos a Vivaldi, en los
que se inspiró el compositor para
la creación de tan afortunada
obra, temprano ejemplo de música programática.
VIVALDI:
Las cuatro estaciones. Concierto
en re mayor para cuerda RV
124. Concierto en sol mayor
para flauta y cuerda RV 437.
Concierto en do menor para
flauta y cuerda RV 441. DAN
LAURIN, flauta. ARTE DEI SUONATORI.
BIS CD-1605 (Diverdi). 2005. 66’. SACD.
N PN
Seguir
grabando y repitiendo obras
que ya han
sido profusamente registradas y que
muchísima gente conoce de
memoria desde su primera hasta
su última nota podrá ser, quizá,
económicamente rentable pero
supone también correr el fatal
riesgo, fatal porque se trata de
arte, de crear un nuevo producto
comercial neutro y desprovisto de
valor creativo. Cuando tuve en
mis manos esta nueva versión de
Las cuatro estaciones de Vivaldi
no pude evitar pensar, con cierto
recelo, ¿otra? Afortunadamente, la
versión que nos presenta Dan
Laurin y el conjunto Arte dei Suonatori no es “otra más”. Ya desde
el primer momento de la escucha
queda suficientemente claro que
se trata de una altamente personal y novedosa interpretación de
la obra (novedad que se ha querido sugerir incluso con la original
presentación física del disco). La
versión de Laurin es una adaptación para flauta de pico como
solista, plausible posibilidad si
tenemos en cuenta que se trata
de música barroca. Su interpretación es eminentemente enérgica,
Jaime Rodríguez Pombo
VRANICKY:
Sinfonías. ORQUESTA DE CÁMARA
DVORÁK. Director: BOHUMIL GREGOR.
2 CD SUPRAPHON SU 3875-2
(Diverdi). 1988, 1990. 112’. DDD. R PM
L as notas de
carpetilla se
refieren
a
este moravo
nacido
el
mismo año
que Mozart
como uno de los “pequeños
maestros”, aquellos absolutamente necesarios en un período
artístico para bien asentar las
bases de la evolución en el mismo y hacer de lanzadera para el
gran genio creador, si surge.
Las Sinfonías que incluyen
estos dos discos, aunque no
datadas exactamente, van en la
autoría de 1790 a 1805, y le
dieron fama como sinfonista en
Viena. Además, como director
que era del Teatro de la Corte,
Haydn le encomendó el estreno de La Creación y Beethoven
el de la Primera Sinfonía. Así
pues, lo de “pequeño” no hay
que tomarlo muy al pie de la
letra. Si bien no posee la
importancia rompedora de
Beethoven, la inventiva y maña
supremas de Haydn ni la
inmarcesibilidad y soltura
increíbles de Mozart, dentro del
clasicismo vienés es una figura
a considerar seriamente, con
vitalidad sin desmayo en estas
obras y una elaboración musical que deja constancia de su
Fröst y Kantorow
LOS DETALLES Y EL TODO
WEBER: Obras para
clarinete. MARTIN FRÖST,
clarinete. TAPIOLA
SINFONIETTA. Director: JEAN-JACQUES
KANTOROW.
BIS 1523 (Diverdi). 2005. 74’. SACD.
N PN
Ú ltimamente
se percibe un
aluvión de magníficos clarinetistas en grabaciones de aquí y
de allá. Aun dentro de la calidad de otros colegas, lo que se
le escucha a Martin Fröst en
esta grabación no parece de
este mundo: habilidad instrumental, regulaciones dinámicas al filo de lo imposible, ataques en pianissimo increíbles,
dosificación de los reguladores
pasmosa y musicalidad y
belleza como consecuencias
finales: los detalles y el todo.
Por señalar algo a los más
impacientes, escuchen el Adagio ma non troppo del Quinteto. Podría irse a otro corte, a
otro lugar del disco: es igual.
Todo no arropado sino compartido con una Tapiola Sinfonietta en estado de gracia,
aunque se escuche en —ya
modesto— estéreo.
Las obras tienen una factura que no “carga”. Quiero
decir: no son esas obras concertantes donde la orquesta
hace de telón para que la
luminaria solista anonade con
sus habilidades. Equilibrio
entre partes, buena factura y
contenido musical.
Sabido es que esta forma
concertante para clarinete y
preparación musical impecable.
Las grabaciones poseen un
sonido totalmente disfrutable.
De eso se trata, y como además
la orquesta y su director ponen
justeza, ímpetu y alma en la ejecución, me parecen discos muy
interesantes.
José Antonio García y García
WOLF-FERRARI:
Il segreto di Susana. JUDITH
HOWARTH, ÁNGEL ÓDENA. OVIEDO
FILARMONÍA. Director: FRIEDRICH
HAIDER.
PHIARTIS PAV 008 (Diverdi). 2006. 44’.
DDD. N PN
Ermanno Wolf-Ferrari es hoy un
compositor bastante olvidado y
sus obras, algunas de las cuales
poseen calidad, suben al escenario en pocas ocasiones. Se trata
orquesta arranca de finales del
siglo XVII, y he aquí que más
de cien años después un
romántico pleno escribe en
esa forma. Tal vez el porqué
de la existencia de estas obras
resida como, por otra parte,
tantas veces sucede, en el
encuentro con una determinada persona. En este caso, el
clarinetista Heinrich Josef
Bauermann, y Weber empieza
por escribirle el Concertino,
breve, pero su estreno, en
1811, promueve la solicitud de
dos conciertos para clarinete,
que son estrenados en junio y
noviembre del mismo año.
El Quinteto, más tardío,
que escuchamos aquí con
acompañamiento de orquesta
de cuerda debido a Kantorow,
fue ya orientado por su autor,
desde la forma primera para
clarinete y cuarteto de cuerda,
para ser transcrito a otros instrumentos. Arropado aquí con
primor, el clarinete raya a la
misma sideral altura que en los
conciertos.
José Antonio García y García
de un músico
que
vivió
entre 1876 y
1948, con una
ambivalencia
en su formación, con un
buen dominio orquestal, por su
procedencia germana y una bella
capacidad melódica, fruto de su
ascendencia italiana.
Dentro de su producción,
son más interesantes sus óperas
con temática más fluida, como
es el caso de I quattro rusteghi y
Il segreto di Susana, cuyo nuevo
registro comentamos, donde
desarrolla una temática tan de
moda en la actualidad como la
lucha contra los fumadores, ya
que la historia describe a una
pareja con la esposa que tiene
un secreto, fuma, y el esposo
que pertenece al grupo contra el
tabaco. Las situaciones son flui-
101
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WOLF-FERRARI-RECITALES
das y la partitura las desarrolla
con gracia y un estilo con
momentos muy inspirados. La
grabación tiene el interés especial de permitirnos oír la obra,
cuando las versiones existentes,
incluida la magnífica prestación
de Renata Scotto y Renato Bruson, dirigidos por Pritchard, no
son fáciles de encontrar. La versión cuenta con Judith Howarth,
muy musical, pero falta de
mayor picardía y Ángel Ódena,
correcto profesional, bajo la
batuta de Friedrich Haider, con
una visión sutil y elegante.
Merece destacarse la versión
castellana del libreto.
Albert Vilardell
ZUMMO:
Song IV. Instruments. Lateral
pass. BILL RUYLE, viola; ARTHUR
RUSSELL, violonchelo; PETER ZUMMO,
trombón; GUY KLUCEVSEK, acordeón;
MUSTAFA AHMED, percusión.
NEW WORLD 80656-2 (Diverdi). 1985.
65’. DDD. R PN
E n su línea
de recuperación de material previamente grabado (y ya descatalogado)
de música norteamericana del
último tercio del siglo XX, el
sello New World incorpora a su
catálogo un disco que en soporte LP tuvo una cierta repercusión
en los años 80 (es citado en el
libro New Music, de John Schaefer, en el apartado Miscelánea,
como ejemplo de trabajo en el
que confluyen un cierto jazz, un
minimalismo suave y ligeras pinceladas de origen folclórico),
Zummo without an X, producción del trombonista Peter Zummo (n. 1948) en la que se asiste
a una sorprendente mezcla de
instrumentistas y de estilos, de
entre los cuales el acordeonista
Guy Klucevsek y el chelista Arthur Russell son los más renombrados. Zummo se encuentra en
una “tierra de nadie”, en la que
también se situarían músicos
como el trombonista Stuart
Dempster (el habitual colaborador de la artista Pauline Oliveros
y su particular Deep Listening
Music) y el creador de música
electroacústica con base minimalista Paul Lansky.
El disco, que goza de una
grabación espléndida, presenta,
pues, un material de gran ambigüedad estilística, pero siempre
con un buen trato con el sonido,
lo que es muy común entre este
tipo de músicos de la escena
norteamericana. Zummo crea un
ambiente atractivo, en gran complicidad con el oyente poco exigente, en una pieza como Song
IV, para tabla, trombón, violonchelo y voz, que sirve de obertura y de cierre del CD, en este
último caso, como sección final
de la pieza Lateral pass. La sencillez de planteamientos y el
tono improvisatorio tienen más
que ver con las largas seudo
ragas de un Terry Riley que con
el mundo del jazz (universo
estético que está más presente
en las breves secciones del ciclo
Instruments). La versión de cierre de Song IV arroja unas sonoridades subyugantes, las aportadas por el acordeón de Klucevsek y la obsesiva rítmica de la
marimba y la tabla. El tono festivo general hace pensar que este
CD de Zummo más parece destinado a ser emitido con éxito por
las ondas de una emisora sin
grandes pretensiones, como
RNE, Radio 3, que a ser escuchado con la máxima atención.
Francisco Ramos
RECITALES
MARÍA BAYO. Soprano.
Arias de ópera y canciones de
Haendel, Mozart, Rossini, Martín
y Soler, Toldrà, Granados, Ravel,
Montsalvatge, Ovalle y
Canteloube. MALCOLM MARTINEAU,
piano. Varias orquestas y directores.
NAÏVE E 8907 (Diverdi). 1997-1999,
2001-2003. 68’. DDD. R PN
Este disco es
102
una recopilación de los
que
María
Bayo grabó
en los años
citados y son
una muestra de su arte y musica-
lidad. En 1999 registró un disco
con Capriccio Stravagante, dirigido por Skip Sempé, dedicado
a arias de Haendel, del cual se
ofrecen tres ejemplos de Giulio
Cesare, Rinaldo y la cantata
HWV 140, cantadas con gran
precisión y dominio del estilo.
En 2003, editó otro disco con
arias de zarzuela barroca, acompañada por Les Talens Lyriques,
al mando de Christophe Rousset,
entre las que se incluía la seguidilla de La Madrileña o el tutor
burlado, de Martín y Soler, del
que se acaba de celebrar su aniversario, a la que dota de un
estilo alegre y desenfadado.
Emil Gilels
¡QUE VIENE GILELS!
EMIL GILELS. Pianista.
Obras de Mozart. ELENA GILELS,
piano. ORQUESTA FILARMÓNICA DE
VIENA. Director: KARL BÖHM.
2 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON
00289 477 6373 (Universal). 19701973. 118’. ADD. R PE
Las primeras
grabaciones. Obras
de Loillet-Godowski,
Rameau, Schumann,
Mendelssohn, Prokofiev,
Chopin, Liszt, Scarlatti,
Beethoven y Medtner.
2 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON
00289 477 6370 (Universal). 19351952. 99’. Mono/ADD. N/H PE
E n sus interesantes notas al
segundo de estos álbumes,
Jeremy Siepmann nos recuerda una anécdota según la cual
Artur Rubinstein escuchó a
Gilels en Odessa en 1932, y
cuando volvió a su casa dijo,
admirado: “si este muchacho
viene por aquí alguna vez,
igual hago las maletas y me
voy yo a otro sitio”. El polaco
era proclive a las exageraciones, pero desde luego estos
dos álbumes confirman hasta
qué punto Gilels fue, sin lugar
a dudas, uno de los más grandes pianistas del pasado siglo.
La gran novedad es el álbum
dedicado a las primeras grabaciones, con registros de procedencia soviética realizados
entre 1935 y 1952. Encontramos aquí rarezas como la
incursión en la música de
Rameau (expuesto por cierto
con una sutileza expresiva
exquisita), una imponente,
arrolladora Toccata de Schumann, el brillante arreglo de
Tausig de El contrabandista
de Schumann, o la deliciosa
Romanza op. 38, nº 6 de Mendelssohn, que nos hace
lamentar que este pianista
grandioso no llevara más
música de este autor al disco.
Exquisitas también las Sonatas
de Scarlatti, quizá sin el singular toque de Horowitz o el
magnético ritmo de Zacharias,
pero con una articulación y
elegancia expresiva extraordinarias. No menos pasmosas
sus interpretaciones lisztianas,
brillantísimas en lo técnico, y
su dramática visión de la Primera Balada de Chopin. El
segundo disco de este álbum
se abre con una estupenda
versión moscovita de la Tercera Sonata de Beethoven, de
un ímpetu, poderío y amplitud
dinámica y expresiva asombrosos, aunque de todo ello
dejaría testimonio en el “casiintegral” ciclo registrado en
mejores condiciones para el
sello amarillo años después.
En cualquier caso, un Beethoven electrizante que sin
embargo no pierde un átomo
del carácter tardoclásico que
le corresponde a esta obra. El
disco se cierra con una también portentosa lectura de la
Tercera Sonata de Medtner,
también demostrativa de la
riquísima paleta expresiva y
sonora del artista. Menos
novedoso, que no menos
atractivo, es el contenido del
álbum mozartiano, ya que
todo él ha estado disponible
con anterioridad. Si alguien
aún no posee estas grabaciones mozartianas (todo, excepto los Conciertos, grabado en
vivo), aquí tiene la ocasión de
no perderse por más tiempo
estas auténticas joyas de la
discografía. Difícilmente se
encontrará una lectura más
dramática de la K. 310 o una
elegancia mayor en la K. 281.
En una palabra, cuatro discos
que demuestran hasta qué
punto este artista era capaz
del poderío más titánico, del
virtuosismo más arrollador, y
de retratar con la mayor delicadeza y cristalina claridad las
elegantes sutilezas de la más
sencilla de las miniaturas. No
se lo pierdan.
Rafael Ortega Basagoiti
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WOLF-FERRARI-RECITALES
Bayo es también una gran especialista en Mozart y Rossini y del
primero hizo en 1996 una muestra de su afinidad, como
demuestran los fragmentos de
Idomeneo, Zaide y el aria de
concierto Voi avete un cor
fedele, apoyada por la Orquesta
Sinfónica de Galicia y Víctor
Pablo Pérez, y del segundo con
Concerto Italiano, dirigido por
Rinaldo Alessandrini, un disco
del que ahora podemos oír partes de La gazza ladra y La scala
di seta, en las que es patente su
sensibilidad y espíritu. El mundo
de la canción está representado
por tres Chants d’Auvergne, con
la Orquesta de Tenerife, y nuevamente Víctor Pablo Pérez y
por otro disco de canciones, con
Malcolm Martineau al piano, a
las que la artista navarra aporta
su capacidad expresiva.
Albert Vilardell
SOILE ISOKOSKI. Soprano.
Canciones de Sibelius, Berg,
Strauss, Gershwin y Merikanto.
MARITA VIITASALO, piano.
WIGMORE HALL Live WHLive 0011
(Diverdi). 2006. 54’. DDD. N PN
Dos grandes
intérpretes
finesas nos
traen, en esta
ocasión, casi
una hora de
magnífica
música felizmente conservada y
procedente de un concierto en
vivo. Una y otra no necesitan
presentación y en más de una
ocasión, y en estas mismas páginas, han sido alabadas sus grabaciones. Viitasalo es mucho más
que una acompañante incluso
cuando está al lado de una
auténtica diva como es Isokoski,
de modo que ambas nos brindan
un recital que es un auténtico
dúo, un modo de entender el
lied realmente camerístico.
Impresionantes las seis canciones de Sibelius con que
empieza el programa, un inicio
genuinamente nórdico también
en lo interpretativo, poético y
cálido —lo nórdico puede ser
cálido, y lo es muy a menudo
más allá, por supuesto, del clima— sugerente, luminoso… Por
muchos adjetivos que pongamos
no servirá de nada: hay que
escuchar esta maravilla que para
muchos será reveladora. Después, siete lieder juveniles de
Berg que dan paso a cinco joyas
straussianas. Romanticismo de la
mejor especie en ambos casos y
el punto álgido, evidentemente,
la siempre emotiva Morgen en
versión inolvidable. Después, un
breve Strauss más, Cäcilie, para
dejar bien claro que el programa
termina y ahora toca aplaudir.
De modo que pasamos a los
bises: primero, un Summertime
auténticamente gershwiniano,
con inflexiones y libertades casi
jazzísticas en la voz y en el teclado; y después, una breve pieza
de Oskar Merikanto, un pedazo
del más genuino romanticismo
nórdico de la mano de un ilustre
contemporáneo de Sibelius.
Josep Pascual
EVGENI KISSIN. Pianista.
Archivos Históricos de Rusia.
Las grabaciones tempranas.
Obras de Mozart, Bach,
Schumann, Rachmaninov,
Szymanowski, Chopin, Scriabin,
Schubert, Liszt, Brahms y
Prokofiev. VIRTUOSOS DE MOSCÚ.
Director: VLADIMIR SPIVAKOV.
ORQUESTA FILARMÓNICA DE MOSCÚ.
Director: ANDREI CHISTIAKOV.
5 CD BRILLIANT 8528 (Cat Music).
1984-1990. 288’. ADD. N PE
A los admiradores de
Evgeni Kissin
( M o s c ú ,
1971), se les
hará la boca
agua con este
álbum que ahora edita Brilliant,
más aún cuando vean que les
sale a unos tres euros el disco.
El álbum se centra en la época
comprendida entre su debut
(1984) y 1990, justo antes de su
emigración definitiva a Occidente y su “inmersión” en los grandes sellos discográficos. Las grabaciones, de procedencia rusa,
son técnicamente muy decentes,
perfectamente aptas para el disfrute de la época en la que el
talento natural de este artista
estaba, si bien aún inmaduro, en
su fase más espontánea y natural, sensación reforzada por la
toma en vivo. Hablando de
tomas, naturalmente las hay
mejores y peores (¿por qué tan
metálica la del Vals op. 34, nº 3
de Chopin?) y además a los
rusos les pasa de vez en cuando
lo que últimamente también
vemos, por cierto, en el Auditorio Nacional (con total pasmo y
notable irritación por mi parte,
dicho sea de paso); léase, el piano se desafina con mirarlo (obra
citada de Chopin, Estudio de
Szymanowski). Por lo demás,
hay en el joven Kissin sus
pequeñas —y en ese momento
lógicas— rigideces (en Mozart,
donde por ejemplo; por cierto
que en el último tiempo del K.
466 los Virtuosos de Moscú se
hacen un lío de consideración y
la música casi se para: sorprende ver qué bien sale del trance
el joven Kissin, que en ese
momento apenas contaba 19
años y ya mostraba buenas
tablas), pero también, especialmente en el repertorio romántico, una fuerza y poderío, una
pasión y sensibilidad notables
(estupendo Scriabin), y una flexibilidad que le permitía afrontar
con absoluta garantía tanto la
endemoniada y cruda música de
Prokofiev (vaya Sexta Sonata
que se marca el muchacho con
quince primaveras: asombra la
carga dramática y oscuro colorido que alcanza en esta primera
de las tres “Sonatas de guerra”)
como el mundo más lírico de
Schubert o de los Nocturnos de
Chopin. Un álbum, pues, muy
interesante para conocer y apreciar mejor las primeras etapas de
la carrera de este supertalento
ruso hoy tan conocido como, en
ocasiones, fuente de controversia. A este precio, yo no lo dejaría pasar.
Rafael Ortega Basagoiti
GIDON KREMER. Violinista.
The many musics of Gidon
Kremer. Obras de Brahms,
Mozart, Mendelssohn, Glass,
Schnittke, Lourié, Beethoven,
Schubert, Milstein, Strauss,
Desyatnikov y Piazzolla. Varios
directores y solistas.
2 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 477
6534 (Universal). 1982-2006. 159’.
DDD. R PM
Este retrato
del violinista
Gidon Kremer
se pincela con
músicas de
todos los signos, de anteayer, de ayer y de hoy mismo. Al
músico letón se le pueden reprochar, y no sin razón, ciertas
cosas, así un fraseo demasiado
afectado, especialmente en los
momentos más líricos, y un sonido un tanto áspero, estridente,
muy singular en todo caso; pero
es la suya una mente inquieta
capaz de lanzarse a cualquier
repertorio asumiendo todos los
riesgos permitidos por su asombrosa técnica. Y ahí, en el terreno de lo arriesgado, es donde se
encuentra con Martha Argerich,
y aunque Kremer no es tan
explosivo, tampoco tan sensible,
como la pianista argentina, de la
interpretación que ambos firman
de la Sonata para violín y piano
en do menor de Beethoven sale
puro fuego. Coinciden también
en un animadísimo tercer movimiento del Concierto para violín,
piano y orquesta de Mendelssohn y en un vertiginoso final
del Cuarteto con piano en sol
menor de Brahms, junto a Yuri
Bashmet y Mischa Maiski. Por
cierto, de este compositor alemán se incluye la versión completa del Concierto para violín
con un brioso Leonard Bernstein
al frente de la Filarmónica de
Viena, misma orquesta que
lidera Nikolaus Harnoncourt en
el Andante de la Sinfonía concertante de Mozart, con la violista Kim Kashkashian al lado de
Kremer.
Pero donde más brilla este
discípulo de David Oistrakh es
en el repertorio más cercano a
nuestros días, ese que representan aquí Philip Glass, Alfred Schnittke, Nathan Milstein, Leonid
Desyatnikov y Astor Piazzolla. Y
nos detenemos en este último,
pues en alguna ocasión Kremer
ha reconocido sentirse hechizado por la lánguida nostalgia que
llena la música del autor bonaerense. La lectura que el violinista
hace de una de sus obras, Oblivion, ve la luz por primera vez,
y por toda la tristeza que se
absorbe a cada nota, por toda la
melancolía perdida en sus líneas, tal vez los mejores momentos
del álbum estén en ella.
Asier Vallejo Ugarte
FRANCESCO TRISTANO
SCHLIMÉ. Pianista.
Obras de Ravel, Prokofiev y
Schlimé.
ORQUESTA NACIONAL RUSA. Director:
MIKHAIL PLETNEV.
PENTATONE PTC 5186 080 (Diverdi).
2005. 65’. DDD. N PN
F rancesco
Tristano Schlimé (n. 1981),
luxemburgués
de nacimiento
y actualmente
vecino
de
Barcelona, es uno de los novísimos valores del piano. Música
de múltiples intereses, amplias
capacidades y excelente formación, su currículum contiene
noticias tan sorprendentes como
la presentación en 2004 de una
versión para piano y cuerdas de
su autoría de Las cuatro estaciones de Vivaldi al lado de creaciones jazzísticas y la fundación
en 2001 de “su” orquesta, New
Bach Players, con la que ha realizado diversas grabaciones.
Entre sus maestros se cuenta
Mikhail Pletnev, quen en este
compacto le acompaña al frente
103
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RECITALES-VARIOS
de la Orquesta Nacional Rusa en
dos conciertos tan cercanos
entre sí en el tiempo como alejados en su concepción —aunque
ambos en sol mayor. Y sobre
materiales melódicos y armónicos de ambos conciertos, Schlimé improvisa en los últimos
quince minutos de este compacto que no pasará inadvertido.
El programa empieza con el
encantador Concierto en sol de
Ravel y continúa con el Quinto
de Prokofiev, entre tenso y grotesco, virtuosísticos y frescos tanto uno como el otro, antirrománticos y vitales. Uno y otro nos
muestran a un pianista de técnica
segura y sobrada para este repertorio —no precisamente fácil—
apoyado además en una musicalidad espontánea y estudiada a
un tiempo, que le permite sentirse tan libre ante lo que han dejado escrito dos genios como Ravel
y Prokofiev, del mismo modo
que lo hace cuando improvisa.
Pletnev y la orquesta, como
siempre, magníficos. Un excelente disco, que para muchos será el
primer acercamiento a un músico
predestinado al éxito y que, a
pesar de su juventud, ya vive una
primera madurez.
Frank Peter Zimmermann
EL PASADO COMO REFERENCIA
FRANK PETER
ZIMMERMANN. Violinista.
Un exquisito recital para violín y violonchelo por dos artistas de auténtica altura. No es
insólito el repertorio camerístico para ambos instrumentos
juntos y solos, pero no es habitual. La obra más conocida de
este CD es la Sonata en dúo de
Ravel, una de sus piezas más
exigentes… y de las menos
conocidas del autor de La valse. Por cierto, qué lectura la
que aquí escuchamos, tan
penetrante y tan futurista, tan
más allá de la propia conciencia raveliana (la verdad, esta
pieza se presta a ello). Las
obras del joven Martinu parisiense y de Honegger resultan
casi ignotas para el público aficionado a este repertorio y
este período, no digamos para
el gran público melómano. La
pieza de Matthias Pintscher,
Study I for “Treatise on the
Veil”, nacido en 1971, es la
gran desconocida del recital,
porque es de hoy, de ahora
mismo, de 2004. Ella potencia
a los otros clásicos del siglo
XX por la continuidad de un
discurso que incide de manera
especial en las gamas dinámicas inferiores; esto es, aquí los
pianissimos abundan. Pero no
sólo, también los sonidos
espectrales que resultan del
roce del arco en los extremos
agudos de los instrumentos. El
título alude a una serie de pinturas de comienzos de los
setenta del estadounidense Cy
Twombly, que a su manera
recrea en sonidos Pintscher,
entonces un bebé, en otra
serie de piezas. Todas las
obras del siglo XX de este disco se apoyan en los cánones
de Bach, que proceden de El
arte de la fuga, y que pueden
ser para este dispositivo o para
totalmente novedoso, al menos
en lo que respecta a la edición
fonográfica.
Los compositores Schweitzer,
der Aa, Vassena, Klein y Saunders, todos nacidos en torno a
1970, tuvieron que asistir durante
un tiempo a los ensayos y el trabajo diario del grupo de Friburgo
hasta familiarizarse con la especial sonoridad de una formación
exclusivamente consagrada al
repertorio barroco, para, a partir
de ahí, concentrarse en unas
obras de nueva creación que asumieran esas características. El
resultado, como suele ocurrir en
este tipo de propuestas colectivas, es desigual. Los cinco autores coinciden en arrancar cada
una de sus piezas con una sonoridad muy clara y fácilmente distinguible entre las formaciones
barrocas. Más aun, en el caso de
Benjamin Schweitzer, en Fleckkicht, parte de un diseño barroco
muy fácilmente perceptible, con
un clave de aparatoso timbre.
Nadir Vassena lo hace desde el
contrabajo y Juliane Klein, con
una presencia muy tenue de las
cuerdas. La obra de Klein, Und
folge mir nach, casi dubitativa
entre unos sonidos pertenecientes al pasado y su traslación a un
discurso moderno, tiene momen-
tos de gran belleza. No es el caso
de las dos piezas antes reseñadas
y que abren el programa, las de
Schweitzer y Vassena, que se
quedan más en el puro adorno.
El arsenal más austero lo dispone
Rebecca Saunders en Rubricare:
un órgano y una sección de cuerdas. Es sorprendente aquí que
Saunders prácticamente se transfigure en Sofia Gubaidulina. Hay
todo ese fulgor expresivo propio
de la autora rusa, llevando a una
crispación total el discurso. Saunders conduce el material hacia un
tono de lamento al que parecía
poco proclive su estilo.
Del muy laureado Michel
van der Aa, uno de los autores
emergentes de este inicio de
siglo en Europa, es la pieza
más notable del lote, Imprint.
Aunque parte de una serie de
breves insinuaciones a cargo
del solista (aquí, el violín),
poco a poco el conjunto toma
forma y se asiste a una especie
de reconversión o puesta al día
del esquema del concerto grosso en lo que tiene de material
monolítico, monotemático y
sin descuidar una aportación
virtuosística nada desdeñable.
A destacar la inserción, hacia la
mitad de la pieza, de un órgano que actúa como continuum
Obras de Honegger, Martinu,
Bach, Pintscher y Ravel.
ECM New Series 1912 (Nuevos
Medios). 2004-2005. 63’. DDD. N PN
otro. Es decir, se trata de un
recital en el que el pasado es
referencia, y en el que el siglo
XX desfila como en miniatura,
parcial y recortado, pero significativo en esa instantánea de
una hora que nos proponen
Zimmermann y Schiff con todo
el arte de su sutileza, de su
refinamiento, de su capacidad
de crear atmósferas y sugerir
ideas. Otro excelente disco de
ECM, sello que cosechó su
buena recompensa en la última edición del MIDEM.
Santiago Martín Bermúdez
Josep Pascual
VARIOS
ABOUT BAROQUE.
Obras de Schweitzer, der Aa,
Vassena, Klein y Saunders.
ORQUESTA BARROCA DE FRIBURGO.
Director: GOTFRIED VON DER GOLTZ.
2 CD HARMONIA MUNDI HMC
905187.88. 2006. 95’. DDD. N PN
A
104
iniciativa
de la división
artística de
Siemens, se
les ha encargado a cinco
compositores
actuales escribir una pieza a partir
de las características propias de
un grupo especializado en la
interpretación de música barroca,
en este caso el Freiburger Barockorchester. La normalidad hasta
la fecha, en este tipo de experiencias, era el encargo a un autor
vivo de un conjunto de variaciones a partir de un tema del clasicismo, como ocurrió en 2004 en
el caso del encuentro In Nomine
(sello Kairos), en el que una
treintena de músicos fueron invitados a trabajar sobre ese tema
tan extendido en la práctica musical inglesa en los siglos XVI y
XVII. Pero lo que propone el
ensemble de Friburgo y que recoge el sello Harmonia Mundi en el
doble CD About Baroque, es
y que logra un efecto de colchón sonoro sorprendente. La
febril intensidad de toda la
zona final viene servida por
una orquesta de Friburgo en
plena forma.
Francisco Ramos
EL ARTE DE CLARA
HASKIL.
Obras de Mozart, Bach,
Beethoven, Schubert y
Schumann. ORQUESTA SINFÓNICA DE
LA RADIO DE COLONIA. Director:
FERENC FRICSAY. GÉZA ANDA, piano.
ORQUESTA STUDIO BEROMÜNSTER.
Director: PAUL BURKHARD. ORQUESTA
SINFÓNICA DE VIENA. Director:
HERBERT VON KARAJAN. ORQUESTA
MUNICIPAL DE ESTRASBURGO. Director:
CARL SCHURICHT.
3 CD TAHRA TAH 601-603 (Diverdi).
1952-1956. 175’. Mono/ADD. R PN
L a faena de
este álbum
de Tahra es
que los admiradores de la
rumana posiblemente ya
tendrán los dos primeros discos,
editados en su día en este mismo sello (Tahra 483 y 523) y
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RECITALES-VARIOS
que, según dicen los propios
editores, se vendieron como
rosquillas. Por eso justifican su
recuperación junto a un tercer
disco que contiene fragmentos
inéditos de un recital de la Haskil en la Tonhalle de Zúrich en
mayo de 1956, además de la
grabación del Concierto de
Schumann de 1955 junto a Carl
Schuricht. Por tanto, quienes
compraran en su día los dos
discos mencionados y quieran
conocer el último están abocados a la repetición de dos terceras partes del álbum, lo que
no parece muy buena perspectiva. Para quienes conozcan el
arte de Haskil huelga decir que
el primer disco, centrado en
Mozart, es oro puro. Esta aparentemente frágil mujer tenía
un don especial para este
repertorio, que recreaba con
una elegancia, colorido, sencillez y gracia formidables. Del
segundo destaca un dramático
e intenso Cuarto Concierto de
Beethoven junto a Karajan
(qué pareja más atípica, y sin
embargo, según parece, qué
bien se entendieron). Y el último disco, de sonido bastante
pobre y soplido muy intenso,
contiene una interesante, aunque quizá algo en exceso
inquieta (pero siempre con ese
estupendo cantable que era
marca de la casa) Sonata D.
845 de Schubert y un estupendo, apasionado Concierto de
Schumann. En resumen, álbum
de sonido entre discreto y
mediocre, pero con interpretaciones estupendas. Los pianófilos en general y los admiradores de Haskil en particular
no deben dudar lo más mínimo. El problema lo tienen
quienes ya adquirieran los dos
primeros discos, ya que la
redundancia a la que se les
obliga ahora parece excesiva.
Rafael Ortega Basagoiti
CONCIERTOS DE
GUITARRA FAVORITOS.
Obras de Rodrigo, Ponce,
Carulli, Vivaldi, Fasch, Krebs,
Giuliani y CastelnuovoTedesco. ALFONSO MORENO,
guitarra. ORQUESTA SINFÓNICA DE
MÉXICO. Director: ENRIQUE BÁTIZ.
Josef Szapka, guitarra. ORQUESTA DE
CÁMARA ESLOVACA. Director:
BOHDAN WARCHAL. CLAUDIO
MACCARI, guitarra. PAOLO PUGLIESE,
guitarra. ENSEMBLE OTTOCENTO.
Director: ANDREA ROGNONI.
LORENZO MICHELI, MASSIMO FELICI,
guitarras. ORQUESTA SINFÓNICA
ABRUZZESE. Director: MICHAEL
SUMMERS.
5 CD BRILLIANT 8395 (Cat Music).
325’. ADD/DDD. R PE
E l título de
Favourite
Guitar Concertos que se
ha dado a
estos cinco
discos no es
del todo afortunado. Dejando
de lado que falta algún que otro
concierto que sí se cuenta entre
los favoritos —como el de VillaLobos— es verdad que hay
obras realmente célebres, pero
también otras que no lo son tanto e incluso alguna que otra que
no es ni mucho menos habitual
ni en conciertos ni en la discografía. En todo caso, se trata de
obras destacadas y destacables
entre las que forman parte del,
todavía no muy numeroso, catálogo de conciertos para guitarra
verdaderamente importantes.
Aunque no se trate en general
de versiones de campanillas, el
resultado global es más que digno. Por supuesto, la defensa
que de las obras de Rodrigo y
Ponce hacen Alfonso Moreno y
Bátiz destaca por encima del
resto. Los dos conciertos de
Vivaldi a cargo de Josef Szapka
y la Orquesta de Cámara Eslovaca a las órdenes de Warchal se
dejan escuchar, a pesar de no
ser especialmente interesantes,
pero es que se trata de un par
de obras realmente encantadoras. Un poquito pesada la visión
del barroco de estos intérpretes,
con un continuo ausente en el
primer concierto vivaldiano y
exageradamente presente en el
segundo. Estos mismos músicos
mejoran un poco en un Carulli
fresco aunque no en un Fasch
directamente olvidable por
desacertado en lo expresivo y
con unas sonoridades extrañas
—el clave realmente molesta en
muchos momentos, como sucede en el segundo Vivaldi. Y lo
mismo con Krebs, y eso que se
trata de obras que, aunque evidentemente menores, tienen su
interés y su gracia.
Con Giuliani y CastelnuovoTedesco la cosa vuelve a mejorar aunque ni los intérpretes son
los de las obras de Rodrigo y
Ponce ni lo interpretado tampoco puede comparársele. Así
pues, volvemos a música menor
pero no exenta de interés, sobre
todo en Giuliani, autor clásico,
casi romántico, que conoce aquí
la interpretación más abiertamente historicista y por momentos deliberadamente arcaizante
del conjunto de los cinco discos,
lo cual no deja de resultar chocante cuando encontramos aquí
versiones barrocas de esas que,
como se dice en ocasiones, no
son de recibo.
Josep Pascual
UNE FLUTE INVISIBLE.
Musique française à l’aube du
XXe siècle. SANDRINE PIAU,
soprano; HERVÉ LAMY, tenor; GILLES
DE TALHOUËT, flauta; ARTHUR
SCHOONDERWOERD, piano.
ALPHA 096 (Diverdi). 2004. 73’. DDD.
N PN
M úsica
vocal, pianística y camerística, con presencia habitual de la flauta: tal es la
propuesta de este recital de música francesa sensual, sugestiva,
suave, que en ningún momento
eleva las dinámicas demasiado
por encima. Pero el cuarteto protagonista de este CD no coloca los
ciclos en secuencia, sino que altera el orden para “darlo de otra
manera”, para hacer que las piezas “dialoguen de otro modo”.
Los Seis epígrafes antiguos y las
Tres canciones de Bilitis, de
Debussy; más los Dos poemas de
Ronsard, de Roussel, se entreveran con piezas de Caplet, Godard,
Pierné y Saint-Saëns, en especial
con diversas traducciones sonoras
de Viens! Une flûte invisible soupire, poema de Victor Hugo que ha
inspirado a algunos de estos compositores. Secuencia, pues, de
música siempre bella, pero sólo a
veces de grandes nombres, como
el de Debussy. Secuencia, sin
embargo, con una plausible y hermosa lógica que da mucho de sí,
que nos ofrece un recital bello,
delicado, a veces en exceso; una
música refinada que agradará
enormemente a muchos aficionados, y no sólo a los “locos de la
música de cámara”. Excelentes las
voces bellas, exquisitas, a veces
con su pose de frágiles, de Sandrine Piau y Hervé Lamy, soprano y
tenor; imprescindibles los timbres,
los sonidos, la inspiración, el virtuosismo de Gilles de Talhouët y
Arthur Schoonderwoerd, flauta y
piano. Un equipo de mucha excelencia para un disco que sugiere
monografía y que posee una lógica evidente y de enorme atractivo.
Santiago Martín Bermúdez
FROM THE NEW WORLD.
Rassegna di Nuova Musica Vol.
1 Obras de Cage, Cowell,
Druckman, Feldman, Ives, Riley
y Sessions. FAUSTO BONGELLI, piano;
FRANCESCO DILLON, violonchelo;
TERRY RILEY, piano; STEFANO
SCODANIBBIO, contrabajo; PETER
SÖDERBERG, laúd; MIKE SVOBODA,
trombón. BANDA COMUNALE GIUSEPPE
VERDI DI POLLENZA. Director:
FERNANDO SILEONI.
STRADIVARIUS 33737 (Diverdi). 20042005. 59’. DDD. N PN
E s Rassegna
di
Nuova
Musica
di
Macerata el
nombre del
festival musical, fundado
y dirigido por el contrabajista Stefano Scodanibbio, que se celebra
anualmente en esta localidad italiana desde 1983. Dice Scodanibbio, en las notas que acompañan
al CD, que la intención del festival durante estos tres últimos
años (las obras que recoge la grabación son de febrero del 2004 y
del 2005) ha sido la de centrarse
en la música altamente experimental creada en Norteamérica
desde principios del siglo XX, esa
música concebida a partir de la
voluntad de comenzar de cero,
de romper con/ignorar la tradición musical europea en aras de
una mayor libertad personal y
artística. Y bueno, la verdad es
que el disco no constituye una
muestra demasiado homogénea
de tal intención. En él encontraremos varias obras breves de Charles Ives (en versión para banda y
trombón solista de Mike Svoboda) y de Roger Sessions, autores
ambos de fuertes y evidentes vínculos estilísticos con la tradición
musical europea. Encontraremos
incluso una sorprendentemente
tonal/modal y melódica obra para
laúd y violonchelo llamada Dream (originalmente para piano) de
John Cage, precisamente el compositor experimental más emblemático e influyente de la segunda
mitad del s. XX en Estados Unidos. Y junto a estas obras otras,
más distintivas de la corriente
propiamente experimental americana: los agresivos clusters y los
evocadores efectos de cuerda de
Henry Cowell, la riqueza tímbrica
—instrumentista incluido— de
Jacob Druckman, la conceptualmente frágil incorporación de elementos propios de la música clásica indostaní al jazz de Terry
Riley… Así que el disco supone,
más bien, una pequeña pero significativa muestra de la pluralidad
de intenciones y suertes creativas
que en música han convivido en
Estados Unidos desde los inicios
del siglo pasado.
Jaime Rodríguez Pombo
GLOSAS NUEVAS SOBRE
VIEJAS DANZAS.
CINCO SIGLOS. Director: MIGUEL
HIDALGO.
FONORUZ CDF-1803 (Gaudisc). 2006.
57’. DDD. N PN
El conjunto cordobés Cinco
Siglos se sale de su hábitat natural, la música medieval instrumental, y hace un recorrido de
105
D D
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VARIOS
glosas por los
temas
más
populares del
Renacimiento
y el Barroco:
chacona,
p a v a n a ,
mariona, folías, jácaras, vacas,
zarabanda, villano, etc. El conjunto instrumental empleado se
compone de violín, flautas dulces, guitarras, bandurria (barroca,
para la que habitualmente se utilizan los términos ‘mandora’ o
‘vandola’ tratando de evitar su
asociación con el instrumento
actual, vinculado a las orquestas
de pulso y púa y las estudiantinas) y percusión. Las glosas están
planteadas con la fantasía y la
libertad rítmica adecuadas, bien
marcado el contraste tímbrico y
de colores, y las ejecuciones son
más que correctas, dominando en
ellas el tono popular antes que el
cortesano. La grabación tiene un
molesto e incomprensible (para
la fecha en que se realizó) soplido de fondo.
Pablo J. Vayón
MACMILLAN Y SUS
CONTEMPORÁNEOS
BRITÁNICOS.
Obras de Anderson, MacMillan,
Dove, Wigglesworth, Weir,
Holloway, Grier, O’Regan,
Wishart, Joubert y Jackson. CORO
DEL NEW COLLEGE DE LONDRES.
Director: EDWARD HIGGINBOTTOM.
AVIE AV 2085 (Gaudisc). 2006. 64’.
DDD. N PN
106
Este disco
demuestra,
ante todo, la
vitalidad de la
música coral
británica a través de obras
de autores que abarcan, cronológicamente, de 1921 —Peter Wishart— a 1979 —Ryan Wigglesworth. El nombre de James MacMillan es una suerte de reclamo,
pues se trata del más famoso de
ellos y, además, de uno de los
que mejor ha tratado el canto
coral, desde su punto de vista,
además, de católico militante. Su
Christus Vincit es muy emocionante y En la Anunciación de la
Santísima Virgen María revela su
excelente pericia para el género.
El resto muestra una parecida
intensidad, una unción que se
diría casi impensable en un mundo como el nuestro, donde la
exposición de las creencias profundas a través del arte no está
precisamente de moda. Lo hacen
todos los demás con parigual inspiración, incluyendo a una Judith
Weir que logra un curioso ejercicio de simplicidad con un poema
de George Herbert. Ryan Wigglesworth parece basarse en
fuentes primitivas para su Libera
Nos, de enorme efecto. Julian
Anderson es todo frescura, como
siempre, mientras Robin Holloway es más, por así decir, hímnico, pero con variaciones expresivas de gran interés, como ocurre
en el caso de Tarik O’Reagan.
Francis Grier trabaja muy bien las
texturas de las voces, como sucede en la simple y eficaz propuesta de Peter Wishart, en la fluidez
de John Joubert o en el lirismo de
Gabriel Jackson. Un disco estupendo, maravillosamente interpretado por el fabuloso Coro del
New College de Oxford, que
debiera atraer a todos los interesados en la música coral, aficionados y profesionales.
nentes del conjunto de voces
masculinas llamado Cinquecento
Renaissance Vokal (dos contratenores, dos tenores, un barítono y un bajo) creado en 2004 y
que persigue la interpretación
de obras importantes del siglo
XVI pero poco transitadas. Aquí
lo han conseguido plenamente,
pues no se trata de una mera
labor de arqueología musical, ya
que la elección tiene un indudable interés por su calidad, particularmente en lo que se refiere a
Jacobus Vaet y, además, Cinquecento posee unas jóvenes y bien
timbradas voces, una línea de
canto transparente, tan esencial
en estos repertorios y una excelente conjunción no carente de
una cierta emotividad, reflejada
particularmente en el Continuo
lacrimas de Vaet.
Claire Vaquero Williams
José Luis Fernández
MÚSICA PARA LA CORTE
DE MAXIMILIANO II.
CINQUECENTO RENAISSANCE VOKAL.
HYPERION CDA67579 (Harmonia
Mundi). 2006. 68’. DDD. N PN
Cuando Carlos V se retiró
a Yuste, dejó
la corona del
Sacro Imperio en la
cabeza de su
hermano Fernando I, que la
pasó a la de su hijo Maximiliano
II tras su muerte. Maestro de su
capilla imperial de éste fue Jacobus Vaet, un gran músico cuya
temprana muerte impidió pudiera alcanzar quizás las alturas de
un Orlando de Lasso. Cinco
motetes de su autoría están
incluidos en este disco dedicado
a la música para la corte del
sobrino de Carlos V, juntamente
con otro del gran Lasso. Entre
aquellos destacan Ascendetis
post filium, una obra alegórica al
ascenso de Maximiliano al trono
de Bohemia y el emotivo motete
llamado Continuo lacrimas, un
lamento por la muerte del compositor Clemens non Papa,
cuyas relaciones con los compositores integrantes de la capilla
de Maximiliano II derivan de
haber estado Clemens al servicio
de Philippe II de Croÿ, lugarteniente de los Habsburgo en los
Países Bajos. De Jacobus Galli,
otro miembro de la capilla imperial, se recoge la obra más
extensa grabada aquí, la Missa
Ascendetis post filium, obra
paródica cuyo tema básico procede del citado motete de Vaet.
El muestrario de obras
correspondiente al título del disco es muy apropiado y responde plenamente al mismo. Sus
intérpretes son los seis compo-
EN EL SCRIPTORIUM.
Cantigas de Alfonso X el Sabio.
ARTEFACTUM.
PASARELA CDP6/1043. 2006. 57’. DDD.
N PN
El
grupo
sevillano
Artefactum
edita este su
primer disco
dedicado a
Cantigas de
Santa María después de haberlo
curtido en una serie de actuaciones en vivo. Comienza con una
cantiga de loor, la 160, y contiene otras nueve cantigas más de
carácter narrativo. Por los
comentarios de la carpetilla y lo
que podemos deducir de lo
escuchado, lamento no haber
tenido hasta ahora ocasión de
oír a este grupo en alguna de
sus interpretaciones en vivo,
pues da la sensación de que el
estudio les hace perder, lógicamente, el atractivo derivado de
su espontaneidad y un cierto
desenfado. En el disco, sus versiones son muy atractivas, pero
la posesión de un peculiar estilo
diferenciador no está reflejado
tan claramente como se anuncia.
En la misma tanda he tenido que
comentar este CD y el de Eduardo Paniagua llamado Cantigas
de Bizancio. Coinciden ambos
en una cantiga, la nº 34, que se
desarrolla en Constantinopla.
Hay diferencias, como siempre
ocurre en estos casos, pero no
tan grandes como me esperaba
después de leer el folleto y,
curiosamente, la más notable se
encuentra en el texto utilizado.
La voz de Mariví Blasco sí que
es difícilmente confundible, un
tanto aniñada, pero muy adecuada para este repertorio,
cuyas historias son propias de
una desbordante imaginación
que sólo parece estar ya al
alcance de los niños. Estupendo
que haya cada vez más conjuntos españoles interesados y
capaces de interpretar el repertorio musical peninsular.
José Luis Fernández
LA SPAGNA.
Danzas del Renacimiento
español. CAPELLA DE MINISTRERS.
Director: CARLES MAGRANER.
LICANUS CDM 0718 (Diverdi). 2006.
72’. DDD. N PN
Vuelven Carles Magraner
y su Capella
de Ministrers
a deleitarnos
con otro estupendo disco
de su propia editora Licanus conteniendo música española y dedicado esta vez a danzas cortesanas
del siglo XVI, la mayoría de ellas
incluidas en recopilaciones editadas en Italia, donde comenzaron
bastante antes que aquí las actividades de edición musical. Entre
las dotes del buen cortesano
habrían de figurar las habilidades
para cantar y tañer, lo que trajo
como consecuencia un importante desarrollo de las ediciones de
música instrumental y particularmente de aquellas destinadas al
laúd y, en España, a la vihuela. El
presente disco toma su nombre
de una danza entonces muy
conocida llamada La Spagna,
incluida en el primer libro impreso de música para laúd, que vio
la luz en Venecia en 1507. Bajo
este título genérico tan oportunamente puesto, recoge el CD
un abundante muestrario de
músicas anónimas con tema
español editadas en Italia o que
forman parte del Cancionero de
Palacio, así como otras de Diego Ortiz, Luys de Milán, Antonio
de Cabezón o Miguel de Narváez. Por otra parte, pueden ser
danzas compuestas específicamente como tales o intabulaciones para laúd de canciones polifónicas. En cualquier caso el
conjunto es una verdadera delicia y la Capella de Ministrers,
que viene obteniendo excelentes críticas desde la publicación
de su primer disco, aunque sea
difícil creer que hayan transcurrido ya veinte años desde
entonces, puesto que cada disco
parece siempre el primero por el
entusiasmo que trasluce, ha
adquirido con el paso del tiempo una solvencia total y una
viveza interpretativa que alcanza
aquí una de sus cimas, en versiones dotadas de una rica y
D D
I SI CS O
C O
S S
VARIOS
adecuada variedad instrumental
y una grabación que posee un
excelente sonido.
José Luis Fernández
STRANA ARMONIA
D’AMORE.
Música italiana del Seicento.
ENSEMBLE L’ALBERA.
LA MÀ DE GUIDO 2075 (Gaudisc).
2004. 64’. DDD. N PN
Colección de
breves obras,
para voz y
acompañamiento o instrumentales,
de
varios
compositores italianos de finales
del siglo XVI y principios del
XVII, época de esencial trascendencia para la historia de la música occidental. Son la mayoría de
ellas un buen ejemplo de ese
cambio de mentalidad estética y
de técnica compositiva, el progresivo abandono de la compleja y,
según esta nueva forma de entender la música, confusa polifonía
imitativa en favor de un acompañamiento armónico más modesto
y funcional al servicio de una preeminente línea melódica superior
de mayor claridad expresiva. La
grabación lleva por título el de
una obra de Francesco Capello,
incluida en el disco, extraída de
sus Madrigali et arie que ejemplifica en sus sorprendentes momentos de contraste armónico y cromatismo cómo algunos compositores de esta época experimentaban con las posibilidades expresivas que este nuevo idioma musical brindaba. Tres obras también
de Girolamo Frescobaldi, gran
nombre para el desarrollo de la
música instrumental en la primera
mitad del siglo XVII, que irá progresivamente ganando independencia y desligándose de la música vocal. Y piezas también de Falconiero, Caccini, Calestani, Notari… Todas ellas interpretadas con
frescura y ganas por el Ensemble
l´Albera, de instrumentación de
época. Sin que ello suponga desmerecer a ninguno, encontramos
especialmente notable a la flautista Sara Parés, de muy conseguida
expresividad en los matices de
color instrumental y en la agógica,
y su interpretación de la Canzona
passaggiata de Angelo Notaria es,
por ejemplo, buena muestra de
ello. Muy buen equilibrio también
en las dos voces, Jordi Domènech
contratenor y Salvador Parrón,
tenor, evitando la exageración en
la dicción del texto y muy divertidos en el grotesco dúo La vecchia
innamorata de Biagio Marini.
Jaime Rodríguez Pombo
Daniel Kawka
SONIDOS ESPECTRALES
VOYAGES. Obras de
Hosokawa, Berio y
Schoeller. PASCAL GALLOIS,
fagot. ORQUESTA FILARMÓNICA DE
RADIO FRANCE. Director: DANIEL
KAWKA. CORO MIKROKOSMOS.
Director: LOÏC PIERRE.
STRADIVARIUS STR 33736 (Diverdi).
2001, 2003, 2005. 52’. DDD. N PN
E l programa propuesto en el
presente disco por Stradivarius
está centrado en el gran intérprete de fagot Pascal Gallois y
en la fuerte abstracción que se
deriva de cada una de las obras
aquí convocadas, las compuestas por Hosokawa, Berio y
Schoeller. Llama la atención, en
la pieza de Philippe Schoeller
(n. 1957), Cantate Isis, la tremenda vigencia que aún tienen
las técnicas que dieron a conocer músicos como Penderecki y
Ligeti en el fulgor de la vanguardia. El estatismo de la obra
de Schoeller no viene impulsado desde el fagot, a fin de
cuentas, un instrumento secundario en esta pieza, sino por la
elegante, enormemente plástica
disposición del coro mixto en
uno de los planteamientos más
sugestivos que nos ha dado la
reciente música instrumental
(en el cuadernillo no figura la
fecha de composición de la pieza; tampoco en el catálogo de
obras del autor). Si el legado de
un Ligeti planea en la escucha
(el Ligeti de las masas vocales
del Réquiem), la disposición en
capas de esta Cantate Isis y el
uso del fagot como un instrumento “en la distancia”, que
refuerza el color sonoro, hacen
que el sentido de espiritualidad
de la pieza cobre una dimensión extraordinaria. En Cantate
Isis, Schoeller (del que ya Stradivarius editara tres interesantes
obras en 2002 en otro volumen
TUDOR ORGAN MUSIC.
Obras de Redford, Blitheman,
Tallis, Tomkins y anónimas. CARL
SMITH, órgano.
NAXOS 8.570142 (Ferysa). 2006. 63’.
DDD. N PE
El disco incluye un repertorio no demasiado frecuentado, como es
el de los
pequeños
arreglos de himnos, antífonas y
otras piezas sacras, especies de
preludios de coral a la inglesa,
a cargo de Gallois: Dialogues),
logra evocar con éxito los rituales de encantamiento que tenían lugar en el antiguo Egipto
en honor de la diosa Isis.
Si la obra de Schoeller destaca sobremanera por lo
imprevisto de su radiante
belleza, el resto del programa
pone de manifiesto las excelencias técnicas de la grabación, un auténtico tour de force, teniendo en cuenta, además, que se trata de tomas en
“vivo”. Se puede apreciar aquí
una espacialización del sonido
que alcanza lo ideal. La alta
tecnología actual se pone
admirablemente aquí al servicio de una música que, por su
alta dosis de abstracción, necesita de un fino tratamiento en
la restitución de las condiciones de escucha dadas en el
concierto. El logro, pues, del
sello Stradivarius es total y una
pieza como Voyage II, de Toshio Hosokawa se beneficia de
este buen trabajo del ingeniero
de sonido. La obra de Hosokawa brilla por la sabia, ritualista
disposición de los timbres de
una inspirada orquesta, la
Filarmónica de Radio France,
que despliega una delicadísima
gama de sonidos, a veces bordeando el ruido leve y el silencio, capaces de crear una
atmósfera de ensoñación como
nunca antes habíamos contemplado en el autor japonés.
La dimensión, por decirlo
así, espectral de todo el programa, toca techo en la versión
que hace Gallois de la Sequenza XII de Luciano Berio, de
1995, y que queda para la historia. Al lado de esta inquietante, abrasiva lectura, la versión
que se recogía en la integral de
las Secuencias de Berio en DG
(1998), a cargo, precisamente,
que se han conservado en diversas fuentes, como The Mulliner
Book, que es crucial referencia
del CD. La selección que presenta el estadounidense Carl Smith
incluye algunos grandes nombres de la música británica,
como los de Tallis y Tomkins, y
otros menos habituales como los
de John Redford (?-1547) y John
Blitheman (c.1525-1591). Sus
del fagotista francés, queda
ahora casi como una anécdota,
tal es el dominio que ha cobrado el intérprete a la hora de
aproximarse a esta formidable
página del Berio maduro, justamente, la más larga de todo el
ciclo, con sus casi 19 minutos.
Desde ese 1998 y hasta poco
antes de la muerte del compositor, Gallois ha tenido la oportunidad de encontrarse en diferentes ocasiones con el músico
para incorporar los pequeños,
pero sustanciales cambios que
Berio ha ido introduciendo en
la partitura de la Sequenza XII.
El resultado es una obra de alto
calado, a la que Gallois, en la
Iglesia de San Nicolas de Blois
(lugar del concierto recogido
por Stradivarius), aporta mucho
más que el toque funcional que
se desprende de la lectura en
DG, como es otorgar a la obra
de una coloración tímbrica
insospechada, en lo que pareciera que el fagot (gracias a
procedimientos como la respiración circular) se multiplicara
en varios instrumentos. La sensación de dominio del espacio
sonoro es brutal. Casi estamos
en una atmósfera más típica de
Scelsi y su profundidad del
sonido que del Berio virtuosista. Gallois alcanza aquí la obra
maestra.
Francisco Ramos
interpretaciones en dos pequeños órganos modernos de Tennesse son solventes por claridad,
detalle y regularidad rítmica,
aunque la sonoridad de los instrumentos parece, pese a sus
dimensiones, demasiado brillante, monumental y robusta para
este programa.
Pablo J. Vayón
El tablón de
www.scherzo.es
107
D VDDV D
CRÍTICAS de la A a la Z
D
V
D
BUXTEHUDE-VARIOS
BUXTEHUDE:
LEONCAVALLO:
Membra Jesu Nostri. MARIA
CRISTINA KIEHR, ROSA DOMÍNGUEZ,
sopranos; ANDREAS SCHOLL,
contratenor; GERD TÜRK, tenor;
ULRICH MESSTHALER, bajo. SCHOLA
CANTORUM BASILIENSIS. Director: RENÉ
JACOBS. Director de vídeo: THOMAS
GRIMM.
Pagliacci. ROBERTO ALAGNA
(Canio), SVETLA VASSILIEVA (Nedda),
ALBERTO MASTROMARINO (Tonio),
ENRICO MARRUCCI (Silvio), FRANCESCO
PICCOLI (Beppe). CORO Y ORQUESTA
DE LA ARENA DE VERONA. Director
musical: VJEKOSLAV SUTEJ. Directores
de escena: DAVID Y FREDERICO
ALAGNA. Director de vídeo: GEORGE
BLUME.
HARMONIA MUNDI HMD 9909006.
2004. 53’. N PN
E mpieza
a
notarse en la
discografía
que 2007 es
año Buxtehude. Harmonia
Mundi, recién
abierta
su
línea
de
publicación
de DVDs, ofrece ahora una interpretación dirigida por René
Jacobs de Membra Jesu Nostri,
posiblemente la obra más conocida del compositor. Jacobs tenía
ya en la multinacional francesa
una de las versiones más intensas
de toda la discografía y su nueva
visión es diferente, pero también
de alto interés. La grabación se
hizo en 2004 y Jacobs volvió a
reunir para ella al equipo vocal
que registró el disco en 1990, con
la sola excepción de la soprano
Martina Bovet, sustituida aquí
por Rosa Domínguez.
En los 14 años pasados
parece que el director belga ha
cambiado su concepción del
ciclo de Buxtehude. Su interpretación se ha hecho más ligera y
luminosa, mira más a Italia que
a Alemania; el brillo de los dos
violines (Chiara Banchini es la
concertino) manda sobre el
patetismo que crean las violas;
los tempi son en general más
rápidos, la expresividad resulta
más leve y directa que profunda
y majestuosa. Jacobs ha conseguido un magnífico equilibrio
entre todos los elementos, con
una presencia muy efectiva del
continuo y una bella sonoridad
del cuarteto de violas en Ad cor.
Los cantantes rinden a gran altura, sin excepción, tanto en las
partes solistas como en los concerti, destinados en principio
para un coro a cinco partes. La
realización visual, debida a Thomas Grimm, es tan eficaz como
bella y elegante. Sorprende y
resulta difícil de entender que
Harmonia Mundi no ofrezca sus
DVD con subtítulos en español,
sobre todo, si tenemos en cuenta que en España mantiene una
de sus más activas filiales.
Pablo J. Vayón
DEUTSCHE GRAMMOPHON 983 926-6
(Universal). 2002. 79’. N PN
Se veía venir.
Alagna en un
curioso disco
de muestra de
cómo se grababa al principio
del
invento,
al
celebrar su
centenario en
1997, ya se enfrentaba, Pappano
al piano, a Non, pagliaccio non
son. Antes ya había cantado la
serenata de Arlequín con sus hermanos a la guitarra. En 2001 en
recital ofrecía, con su ya proverbial meticulosidad y derroche, el
Vesti la giubba seguido de la citada serenata. Todo ello como un
preludio a su presentación escénica en Verona (en el Teatro
Filarmónico) con un Canio completo, una de las metas tenoriles
de quien se precie de serlo. Asumido en medio de Manrico y de
Radamès, otros dos personajes
que en principio pueden exceder
a sus posibilidades de tenor lírico, los males presagios de los
siempre bien dispuestos a adelantar acontecimientos y a no
perdonar deslices se van al traste
aquí, siendo los resultados más
que notables. Obran el milagro la
belleza de la voz que aunque
puede a veces sonar algo forzada
sigue manteniendo toda su riqueza y atractivos. Luego, la categoría del artista, que frasea y dice
con intención, a partir de un concepto personal pero completamente válido. Salvo la parte final,
más exigida, donde quizás al
intérprete algo cansado por el
indudable esfuerzo es fácil detectarle algunas leves debilidades. Si
distancia las interpretaciones o
dosifica la entrega puede sin
duda seguir manteniendo el personaje en repertorio. La Vassilieva da más gusto verla que escucharla, con un timbre de cierta
dureza que va encajándole mejor
a Nedda según avanza la obra.
Mastromarino da cuenta de una
voluminosa voz que le permite
otorgar así cierto relieve sobre
todo sonoro a Tonio. Digno Piccoli y solvente Marrucci, un barí-
tono dentro de la tesitura exigida,
con un físico capaz de hacernos
creíble el adulterio de Nedda. La
puesta en escena de los hermanísimos, que durante el prólogo
hacían prever cierta originalidad
de planteo, se sume luego en un
muy convencional pero eficaz
montaje que acerca a nuestros
días, muy bonito y muy acorde
con la obra, en el que los cantantes parecen ser dejados un poco
a su aire. Sutej cumple.
Fernando Fraga
LORTZING:
Zar y carpintero. RAYMOND
WOLANSKY (Pedro el Grande), PETER
HAAGE (Iván Ivanov), HANS SOTIN
(Van Bett), LUCIA POPP (Marie). CORO,
BALLET Y ORQUESTA DE LA ÓPERA DE
HAMBURGO. Director musical:
CHARLES MACKERRAS. Director de
escena: ROLF LIEBERMANN. Director de
vídeo: JOACHIM HESS.
ARTHAUS 101269 (Ferysa). 1969. 131’.
R PN
En un filme
para televisión,
con
reconstrucciones de estudio
de un verismo
que imita a las
localizaciones
naturales (astillero, taberna,
muelles del puerto), valiéndose
de una cámara vivaz que circula
entre coristas, bailarines y figurantes, elementos de la escenografía y tomas de conjunto, se
ofrece al espectador de hoy esta
comedia que cuenta entre las
obritas maestras del período Biedermeier. Trama vodevilesca,
personajes prototípicos, acción
bien arquitrabada, humor popular, exaltación de la bonhomía y
la dicha de trabajar, todo está servido por una música simple y eficaz, de un melodismo nítido y
pegadizo, a veces entremezclado
con danzas paisanas y polifonía
marca Rossini.
La versión es un total acierto
visual y sonoro. Mackerras conduce con brío y humor jocundo,
sin perderse los toques sentimentales. El reparto es de pareja
competencia, destacando la
joven y guapa Lucia Popp, sobrada de voz y musicalidad, seductora y pizpireta. A los cantantes
enunciados cabe añadir, en
pequeñas partes, a voces notables como Ursula Boese en la
viuda Browe, Noël Mangin en
Lord Syndham, Horst Wilhelm en
el Marqués de Chateauneuf y al
www.scherzo.es
108
D V D
BUXTEHUDE-VARIOS
joven Franz Grundheber en Un
Oficial. También cabe elogiar la
marcación de actores en las
abundantes escenas habladas,
tan decisivas en tomas de cercanía como la presente.
Blas Matamoro
MENOTTI:
Help, help, the Globolinks! EDITH
MATHIS (Emily); ARLENE SAUNDERS
(Euterpova); RAYMOND WOLANSKY
(Stone); URSULA BOEHSE (Miss
Penelope). CORO DE NIÑOS, BALLET Y
ORQUESTA DE LA ÓPERA DE HAMBURGO.
Director musical: MATTHIAS
KUNTZSCH. Director de escena:
GIANCARLO MENOTTI. Adaptación
televisiva: JOACHIM HESS. Director
artístico: ROLF LIEBERMAN.
PUCCINI:
STRAUSS:
Turandot. LUANA DEVOL
(Turandot), FRANCO FARINA (Calaf),
BARBARA FRITTOLI (Liù), STEFANO
PALATCHI (Timur). CORO Y ORQUESTA
DEL TEATRO DEL LICEO. Director
musical: GIULIANO CARELLA.
Directora de escena: NÚRIA ESPERT.
Director de vídeo: PIETRO
D’AGOSTINO.
Daphne. JUNE ANDERSON
(Daphne), BIRGIT REMMERT (Gaea),
ROBERTO SACCÀ (Leukippos), SCOTT
MACALLISTER (Apollo), DANIEL LEWIS
WILLIAMS (Peneios). CORO Y
ORQUESTA DEL TEATRO LA FENICE DE
VENECIA. Director musical: STEFAN
ANTON RECK. Director de escena:
PAUL CURRAN. Director de vídeo:
TIZIANI MARCINI.
TDK DVWW-OPTUTL (JRB). 2005.
151’. N PN
como ópera
infantil para
televisión y
estrenada en
Hamburgo en
1968,
esta
obra reúne las
habilidades
de Menotti
más los sonidos electrónicos y los
trucos visuales que convienen a
los Globolinks, monstruos extraterrestres vulnerables a la música.
Una partitura en la que se combinan las influencias de la ópera
verista, la comedia musical americana y un peculiar sentido de la
recitación (aquí en alemán con
subtítulos en español) siempre
resulta, en manos de Menotti, un
instrumental de convicción teatral. Su talante precisamente histriónico brilla en el personaje de
Madame Euterpova, que da lugar
a rápidas parodias de ópera seria,
cargadas de erudita comicidad.
La versión es histórica y
extraída de la cantera. Se nota
por las propiedad de los escenarios, de cuento infantil inglés, la
marcación de los actores y el ritmo adecuado de la narración.
Un elenco brillante acolcha la
tarea, a la que se suma el equipo
técnico televisivo, que aporta
sobreimpresiones, juegos de
luces y persuasivas realizaciones
escenográficas. A la hora de destacar nombres, vaya el exquisito
trabajo de Mathis haciendo de
nena violinista, y de Saunders
que resuelve su parte como un
traje cortado a su medida.
E spectáculo
de reapertura
del Liceo barcelonés tras
el incendio,
con reposiciones sucesivas, permitiendo
sin
duda reunir
en algunas funciones un equipo
superior al presente. En este
destaca la impecable Liù de
Frittoli, con los medios justos
para el papel, que comienza
algo fría pero que deja de sí un
imborrable recuerdo en la escena de la muerte. DeVol plantea
inteligente el exigido papel y
frasea con certeza, pero sus
importantes medios se ven lastrados en la octava superior por
sonidos calantes y notas de a
menudo difícil definición. Problema muy similar al planteado
vocalmente por Farina, un
Calaf monocorde de viril y
atractivo centro. Palatchi da
cuenta de su experiencia sin
problemas de ningún tipo y el
resto del equipo demuestra
solidez y profesionalidad, todos
bajo la minuciosa y vigilante
batuta de Carella que saca a
una orquesta y coro entregados
el tan esencial juego sonoro y
contrastado que necesita esta
obra. Los decorados formidables de presencia y volumen y
el magnífico vestuario de Frigerio-Squarciapino (cuyo más
cercano valor, en parte, se
pudo apreciar en una reciente
exposición madrileña) permitieron escenas de bellísima
plástica y fueron aprovechados por la Espert con un buen
movimiento de masas y actores y algunos detallitos inteligentes, pero como es habitual
en ella tuvo que “dar la nota”
haciendo que Turandot se suicide al final, desvirtuando
escandalosa e inconsistentemente el significado de la
ópera.
Blas Matamoro
Fernando Fraga
ARTHAUS 101 281 (Ferysa). 1969. 71’.
R PN
C oncebida
DYNAMIC 33499 (Diverdi). 2005. 114’.
N PN
P ertenece
Daphne
al
último periodo compositivo de Strauss,
en el que
podemos
encontrar las
páginas más
inspiradas de
esta época. El libreto de Joseph
Gregor es bastante estático,
situación que supera la producción dirigida por Paul Curran
presentada a veces con un aire
atemporal, tanto en la escenografía, simple pero clara, como
en el vestuario, pero que cuenta con una magnífica iluminación, donde la gama de colores
refleja las situaciones de la
acción y ayuda claramente a
expresar el clímax, donde compagina el mundo de los dioses
y el real. También es muy interesante el trabajo de los cantantes y del coro, consiguiendo dar
a June Anderson ese carácter
soñador y algo etéreo, claramente expuesto en la escena
final.
La parte musical ya fue
comentada cuando esta representación fue editada en CD
(véase nº 211) y la visión incrementa la calidad de June Anderson, con su gran musicalidad,
su fraseo cuidado y su técnica
segura, alcanzando su gran
momento en la escena final.
Birgit Remmert es una cantante
de bella voz y línea adecuada,
el tenor americano Scott MacAllister da carácter a Apollo,
Roberto Saccà con su timbre
cuidado da vitalidad a Leukippos y Daniel Lewis Williams es
un correcto Peneios.
Albert Vilardell
VERDI:
Otello. JOSÉ CURA (Otello), LADO
ATANELLI (Jago), KRASSIMIRA
STOYANOVA (Desdemona). CORO Y
ORQUESTA DEL LICEO. Director
musical: ANTONI ROS MARBÀ.
Director de escena: WILLY DECKER.
Director de vídeo: ÁNGEL LUIS
RAMÍREZ.
2 DVD OPUS ARTE OA 0963 D (Ferysa).
2006. 151’. N PN
Escenario sin
apenas elem e n t o s ,
dominado
por paneles
de
colores
agresivos
(negro, rojo,
especialmente) que van
acotando, ampliando o reduciendo la acción, con una gran
cruz blanca omnipresente y de
recurrente utilización, reflejando
sin duda el calvario del protagonista. Con tan escasos recursos,
al que hay que añadir un concienzudo uso de la luz, además
del preciso movimiento del coro
y el elaboradísimo marcaje escénico de los solistas, Decker
construye una producción logradísima, tan moderna como fiel a
la obra. Stoyanova es una impecable, sólida y emotiva Desdemona, pese a carecer de cierto
charme digamos latino que tanto juego puede permitirle a la
veneciana. Ataneli, un Jago de
impresionante y a veces poco
dúctil vozarrón, da al personaje
un poderoso pero algo monocorde perfil. Cura podría mejorar
un fraseo a menudo algo rudo y
un apreciable recato en algunos
agudos, evitando igualmente
cierta pomposidad de emisión,
pero da a Otello una presencia
notable, muy matizada por
momentos (Dio mi potevi!: ejemplar), marcando como pocos su
evolución psicológica. Un gran
equipo apoya al terceto, en el
que merecen la cita todos pero
en especial, por físico, entrega y
medios, el atlético Cassio de Vittorio Grigolio y la emocionante
Emilia de Ketevan Kemoklidze.
Todos bajo la batuta magistral
sin ninguna duda de Ros Marbà.
Fernando Fraga
VARIOS
CONCIERTO DE BERLÍN.
Paginas de Verdi, Bizet, Cilea,
Puccini, Massenet, Rossini,
Grever, Lehár, Mascagni,
Sorozábal, Curtis, Rendine y
Bernstein. PLÁCIDO DOMINGO,
tenor; ANNA NETREBKO, soprano;
ROLANDO VILLAZÓN, tenor. ORQUESTA
DE LA DEUTCHES OPER DE BERLÍN.
Director: MARCO ARMILIATO.
DEUTSCHE GRAMMOPHON 073 4302
(Universal). 2006. 110’. N PN
Concierto veraniego en el gigantesco recinto berlinés del Waldbühne al aire libre, donde el terceto vocal interpreta un popular
programa, en el que sólo Villazón
se sale un poco de las normas al
109
D VDDV D
VARIOS
proponer la
insólita página
de Zarastre en
Le mage de
Massenet, ya
grabada por
él dos años
atrás.
Así
vemos desfilar
conocidos
momentos de Traviata, Gianni
Schicchi, Bohème, Cavalleria o
Nabucco, entremezclados con
canciones populares (como Júrame de la Grever que en esta ocasión Domingo cede a Villazón
casi como en traslado de poderes
hereditarios) y de comedia musical u opereta (con un Dein ist
mein ganzes Herz con el que se
cierra ¡a tres voces! el acto).
Domingo, en plena forma a sus
envidiables 65 años ya cumplidos, arrasa y, especialmente, con
la romanza de Leandro de La
tabernera del puerto despierta el
habitual y merecido entusiasmo.
Villazón no se queda atrás, en
atractivos vocales, entrega y carisma, exhibiendo todas sus capacidades y simpatía natural en La
danza rossiniana sobre todo.
Encanto y buen hacer, musicalidad y frescura desgrana la
Netrebko en extremos tan considerables como la Desdemona
verdiana, la pucciniana Musetta y
la lehariana Giuditta. Lo más pintoresco: los dos tenores en el
bellísimo dúo Nadir-Zurga de Los
pescadores de perlas (por supuesto, Domingo canta la parte baritonal) y en el napolitano Non ti
scordar di me de De Curtis. Armiliato es un avezado acompañante
que cuando es único protagonista
con la orquesta (oberturas, intermedios) demuestra capacidad y
experiencia.
Fernando Fraga
UNA VELADA
PIANÍSTICA CON
MARTHA ARGERICH.
Obras de Prokofiev, Schumann y
Beethoven. RENAUD CAPUÇÓN,
violín; GAUTIER CAPUÇÓN,
violonchelo. ORQUESTA SINFÓNICA DE
FLANDES. Director: ALEXANDRE
RABINOVITCH-BARAKOVSKI. Director de
vídeo: FRÉDÉRIC LE CLAIR.
TDK DVWW-COMARG (JRB). 2005. 87’.
N PN
110
C uando uno
tiene ocasión
de ver documentos como
el que se
comenta se
da cuenta de
hasta
qué
punto es una
pena que no
podamos tener más acceso a la
Tony Palmer
INTELIGENTE Y DELICADO
EL FESTIVAL DE
SALZBURGO
y delicadamente
envuelto en la idea contenida
en el título, expresada por
uno de los numerosos entrevistados, este filme de Tony
Palmer, de tres horas y cuarto
de duración, es un magnífico
documental-reportaje sobre la
historia del Festival de Salzburgo. Historia que, a la vez,
es parte de la historia de la
ciudad, del país y, por extensión, de Europa. La plena disposición del rico fondo de los
archivos del Festival y la total
ayuda del gobernador del
land de Salzburgo han hecho
posible este modélico trabajo,
en el que se utilizan documentos filmados inéditos y
otros ya conocidos, que unidos a los testimonios de
numerosas personalidades y
artistas conforman un valioso
material de gran utilidad tanto
para el conocimiento y goce
inmediato del aficionado
como para el registro y su
conservación históricos.
Experiencias, anécdotas,
reflexiones, datos, juicios, sentencias… Todo eso y mucho
más va transcurriendo gracias
a un montaje —verdadera clave y supremo mérito del filme— ágil, fluido, de ritmo
vertiginoso y sin tregua merced al cual el tiempo no es en
ningún momento una carga.
Junto a los máximos responsables políticos y administrativos de la región, de la provincia, de la ciudad y del teatro
del Festival, desfilan ante
nosotros viejas y nuevas glorias de la música y de otras
artes: Plácido Domingo, Peter
Sellars, Ann Murray, Anna
Netrebko, Valeri Gergiev,
Claudio Abbado, Mitsuko
Uchida, Luis Lima, Giorgio
Zancanaro, Maximilian Schell,
Klaus Maria Brandauer, Lotte
Lehmann, Sena Jurinac, Wilma
Lipp, Elisabeth Schwarzkopf,
Dietrich
Fischer-Dieskau,
Christa Ludwig, Maurizio
Pollini, Alfred Brendel, Mirella
Freni, Grace Bumbry, AnneSophie Mutter, Thomas Hampson, Ingmar Bergman, Renée
Fleming, Lang Lang… Pero el
de Salzburgo ha sido, sobre
todo, el Festival de los directores: Toscanini, Knappertsbusch, Walter, Solti, Krauss,
Böhm, Furtwängler, Barenboim, Muti, Ozawa, Mehta,
Jansons, Rattle, Levine… Y,
naturalmente, la figura grandiosa de Karajan, de declarado pasado nazi, personaje que
vemos a través de él mismo
pero también a través de
otros, la viuda y la hija incluidas. La guerra europea (mundial), la dominación nazi, la
desnazificación, la reconstrucción, el esplendor y las galas,
la borrachera de millones de
visitantes y de euros que llegan continuamente a la ciudad de Mozart…
descomunal pianista que es Martha Argerich. Porque tras una confusa y superficial Sinfonía Clásica de Prokofiev dibujada con trazo más que grueso por el tosco
Alexandre Rabinovitch Barakovski al frente de la mediocre Sinfónica de Flandes, la argentina
ofrece un fulgurante, arrebatador,
irresistible Primer Concierto del
mismo compositor. Una interpretación que es justamente lo contrario de lo ofrecido en la Sinfonía: fuerza, elegancia, ácido
humor, riqueza de colorido… en
fin, todo lo que uno espera de
esta música. También tiene una
eléctrica intensidad la Sonata nº
1 de Schumann, aunque el gesto
de Argerich apenas revela otra
cosa que relajación, concentración y sencillez. Capuçon ofrece
pasión, elegancia y entrega en
esta atractiva versión. Su enten-
dimiento con Argerich es perfecto, pero su arco es a veces algo
más áspero de lo que sería deseable (tercer tiempo), y uno termina echando de menos la superior prestación de Kremer en la
versión discográfica de DG junto
a la propia pianista argentina. El
Triple Concierto de Beethoven
junto a los hermanos Capuçon
goza de un brío y frescura envidiables, aunque Renaud muestra
algún que otro portamento algo
amanerado, sensación que también producen algunos detalles
de articulación de ambos hermanos, que también tienen en
común un vibrato de recorrido
excesivamente amplio, al menos
para quien esto firma. Gautier,
por su parte, no siempre evidencia una afinación perfecta. Argerich muestra una vez más un
dominio insultante del instru-
Film de Tony Palmer
con comentarios y entrevistas.
DIGITAL CLASSICS C DC10016
(Harmonia Mundi). 2006. 195’. N PN
I nteligente
Todo ha dejado su profunda huella en un Festival que se
ha convertido en una gigantesca máquina de hacer dinero.
Gérard Mortier, una persona
decisiva en la época actual —
como en la pasada lo fueron
Max Reinhardt, Richard Strauss
y Hugo von Hofmannsthal—
ha puesto el dedo en la llaga al
plantear cuál debería ser el
futuro del Salzburgo musical.
Otros como Hampson, Brandauer o Rattle también manifiestan parecida preocupación.
El peligro es el peso de la tradición y de la rutina. El desafío, y seguramente la solución,
es el cambio, la innovación
permanente, el estar siempre
en el propio papel. ¿Conservar
o progresar? De la acertada
resolución de esta ecuación
dependerá la supervivencia del
Festival. Vean este DVD, disfruten y mediten.
José Guerrero Martín
mento (incluso en el tempo endemoniado al que lleva el Rondó
final, verdadera marca de la casa
en cuanto a voltaje), y una energía y magnetismo irresistibles, y
Rabinovitch confirma la tosquedad y escaso interés como director. La filmación, tomada al aire
libre durante el Festival La Roque
d’Antheron 2005, está muy bien
dirigida por Frédéric Le Clair y se
ofrece en tres formatos de sonido
(Stereo, Dolby Digital 5.1 y DTS
5.1), pero ello no evita el intenso
y molesto ruido de fondo que
procede de las condiciones en
que se realizó la grabación. Con
todos sus defectos, este disco es
sobre todo Argerich, y sólo por
sus contribuciones, muy en especial por el Concierto de Prokofiev, merece la pena.
Rafael Ortega Basagoitii
NEGRO MARFIL
KAFKA ALREDEDOR DE BACH
E
scucho la música filtrada por el coladero de la distracción,
originalidad, el gusto por la diferenciación… Importan las
voy al cine de la misma manera: tamizo las imágenes, los
uniones y las transiciones para que la sucesión de esos instansonidos y pienso en otra cosa; del Casanova de Fellini,
tes musicales no sature la atención ni edulcore la sorpresa
no me acuerdo sino de la sala, suntuosa, italiana, y de un
que su brevedad prepara. Esa acaso frívola recolección de
pájaro mecánico que repetía y variaba (música de Nino Rota,
estallidos puede crear una sensación de inquietud, o de
supongo) las notas sib-la-do-si, es decir B-A-C-H.
inquietudes intermitentes. Joseph K vagando por la calle BerEscucho la música por fragmentos, no tanto la música sistramka no conocía de otra manera la realidad de los delitos
temáticamente compuesta de manera fragmentaria sino las
de los que se le acusaba, y ese conocimiento fragmentario, la
grandes obras, las obranacondas, cuanto más largas mejor.
violencia que conlleva, amenaza con desagregar esa realidad
Escucho así, soñando, la obra de Schnittke hasta toparme con
o la escucha. Luego conviene introducir una suerte de punB-A-C-H (por todas partes, o en su Tercer Cuarteto) que me
tuación, en esas fracturas del cuerpo musical, migajas, convuldevuelve a la realidad, o al contrasiones o espasmos.
rio penetro por esa puerta de las
Algunos compositores siguen o
cuatro notas en la jungla angloincrean esa estela: Oscar Strasnoy
dia del Opus clavicembalisticum de
junta una cantata de Bach con una
Sorabji (otra vez por todas partes, o
cantata suya; o la inserta en la
en la triple fuga). A veces hay una
suya, o inserta la suya en la de
antecámara, re-mib-do-si que conBach. Consigue una obra bipartita
duce a sib-la-do-si, D.S.C.H a B-Acomo La novia desnudada por sus
C-H: Ronald Stevenson empieza su
solteros de Duchamp: la novia en
Passacaglia sobre el nombre de
un espacio con nueve agujeros,
Shostakovich y tras 60 minutos,
única traza dejada por sus solteros
suenan los tambores africanos
condenados a permanecer en el
(siempre en el piano) y es el nomsegundo espacio entregados a los
bre de Bach que nutre y consume
placeres solitarios de la trituradora
un Dies Iræ para los seis millones
de chocolate. Esas reflexiones
de judíos gaseados durante la
sobre la dificultad de amar se reflesegunda guerra…
jan en el texto de la cantata de
Esta escucha distraída no obeStrasnoy, basada en el Diario (fragdece a una variedad sin control,
mentos, claro está) de Kafka refletampoco es una escucha por capíxionando a su vez sobre su impositulos cuyo suspense mantiene mi
ble boda, texto que a su vez refleja
deseo hasta la vez siguiente; no
o es reflejado por el texto de la
busco o no encuentro una obra
cantata de boda de Bach. Los fragrehecha a partir de argumentos,
mentos de una y otra cantata se
temas, contrastes anhelados o simicontestan o se ignoran, sin fusión,
litudes añoradas; no es sino una
están inmaculados (o casi) en la
suite de momentos nada apareaescucha (al principio, por lo
dos, piezas sueltas… pero la mezmenos). En la lectura, los límites
cla de las músicas, de sus épocas,
son más ambiguos: (en cursiva el
el paso de una a otra crea un efectexto de una cantata, el otro en
to de extensión, de lejanía; impide
caracteres normales): …calmaos,
al oyente este asimilarse, acostumhuid… rozaba yo el hombro de la
brarse a un estilo peculiar, una culmuchacha… el amor también quietura, y esa lejanía da una pátina a
re su placer… simplemente para
esos fragmentos, los envuelve en
acariciarla… ella le gusta tanto…
una bruma ligera, y los sitúa en
nadie se había fijado en mi amor…
una perspectiva en la que la jerarsí, le gusta tanto… cógeme en tus
quía de los parámetros (el estilo, el
brazos… quiero ser capaz de seduconocimiento, la relación entre las
cirla, si no ahora, hazlo más tarSTRASNOY: Hochzeitsvorbereitungen (mit B
voces o entre la melodía y el acomde… quiero ejercerme al amor,
und K). Preparativos de boda (con B y K).
pañamiento, la calidad del sonido,
cógeme… allá corren las ondas,
Cantata profana sobre el Diario de Kafka en
el buen hacer o el buen gusto…)
surgen los vientos… nadie se había
diálogo con la Cantata de boda Weichet nur,
sufre, cambia e incluso desaparedado cuenta de mi amor… huid…
betrübte Schatten de Bach. MONIKA MEIERce… En esa escucha, por trozos de
Las gotas de lluvia tras el aguacero
SCHMID, soprano; DANIEL GLOGER, contratenor. ENSEMBLE
obras o frases, adquieren una
reflejan cada una un fragmento de
2E2M. Director: PIERRE ROULIER.
importancia insospechada la unión
cielo. El amor, dice Strasnoy, es un
LE CHANT DU MONDE LDC 2781150. 49’. 2006. DDD. N PN
y las transiciones: superposición,
tema personal, banal e incomunifundido encadenado, eliminación,
cable
STEVENSON:
olvido… En esa escucha, ganan
Passacaglia on D.S.C.H. MURRAY MCLACHLAN, piano.
acaso la irregularidad, una cierta
THE DIVINE ART 25013. 75’. 1999. DDD. N PN
Pierre Élie Mamou
111
ÍNDICE
ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS
112
About baroque. Von der Goltz.
H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . . . . 104
Ansermet, Ernest. Director. Obras de
Debussy, Haydn y otros. BBC. . . 72
Arte de Clara Haskil. Obras de
Mozart, Bach y otros. Tahra. . . 104
Bach, C. P. E.: Sonatas para flauta.
Kuijken. Accent. . . . . . . . . . . . . 82
Bach. J. S.: Cantatas BWV 4, 6, 31,
134, 145. Gardiner. SDG. . . . . . 81
— Cantatas 16, 65, 153, 154.
Kuijken. Accent. . . . . . . . . . . . . 81
— Misa en si menor.
Herreweghe. Virgin. . . . . . . . . . 81
— Misa en si menor.
Veldhoven. Channel. . . . . . . . . . 81
— Sonatas para flauta.
Moelker. Aliud. . . . . . . . . . . . . . 80
— Suites para orquesta 1, 4.
Hantaï. Mirare. . . . . . . . . . . . . . 80
— Variaciones Goldberg.
Ohlsson. Bridge. . . . . . . . . . . . . 80
Baker, Janet. Mezzo. Obras de
Brahms. BBC. . . . . . . . . . . . . . . 73
Bartók: Kossuth. Kocsis. Hungaroton.82
Bax: Sonata para violín 1.
Jackson/Wass. Naxos. . . . . . . . . 82
Bayo, María. Soprano.
Arias y canciones. Naïve. . . . . 102
Beethoven: Conciertos para piano 1,
3. Pletnev/Gansch. DG. . . . . . . . 83
— Cuartetos. Budapest. Biddulph. 77
— Fidelio. Ludwig. Arthaus. . . . . . 74
— Sinfonías 5, 6. Blomstedt. Berlin.74
— Sonatas para piano 7 y 16.
Fischer. BBC. . . . . . . . . . . . . . . . 73
— Sonatas para piano opp. 31, 78,
106. Rösel. Berlin. . . . . . . . . . . . 79
— Sonatas para piano opp. 13, 49,
106. Guy. Naive. . . . . . . . . . . . . 82
— Sonatas para piano opp. 14, 22,
49. Schiff. ECM. . . . . . . . . . . . . . 83
— Sonatas para piano opp. 27, 53,
110. Freire. Decca. . . . . . . . . . . 83
Bernstein: Dybbuk. Mogrelia. Naxos.84
Brahms: Concierto para piano 1.
Rubinstein/Davis. BBC. . . . . . . . 73
— Concierto para piano 1.
Matthies/Köhn. Naxos.. . . . . . . . 84
— Concierto para piano 2.
Ogdon/Barbirolli. BBC. . . . . . . . 73
— Cuartetos. Emerson. DG. . . . . . 84
— Réquiem alemán. Rattle. EMI. . 85
— Sinfonía 3.
Knappertsbusch. Hänssler. . . . . . 85
— Sinfonías. Dohnányi. Warner. . 85
— Sonatas op. 120. Pahud. EMI. . 84
— Sonatas op. 120.
Campbell. Audite. . . . . . . . . . . . 85
Brain, Dennis. Trompa. Obras de
Mozart, Britten y otros. BBC. . . . 73
Bruckner: Sinfonía 7. Barbirolli. BBC.72
Buxtehude: Membra Jesu Nostri.
Jacobs. H. Mundi. . . . . . . . . . . 108
— Obras vocales I.
Koopman. Challenge. . . . . . . . . 86
Cage: Conciertos para piano.
Tudor/Metzmacher. Mode. . . . . 85
Carissimi: Jonas. Katschner. Coviello.86
Carnicer: Don Giovanni.
Zedda. Autor. . . . . . . . . . . . . . . 87
Chaikovski: Concierto para piano 2.
Scherbakov/Yablonski. Naxos. . . 87
— Estaciones. Mustonen. Ondine. 86
— Estaciones. Vinocour. MDG. . . 86
Cherkaski, Shura. Pianista. Obras de
Rameau, Beethoven y otros. BBC.73
Chopin: Obras para piano.
Varios. Brilliant. . . . . . . . . . . . . . 70
Codax: Cantigas.
Fin’Amor. Musica Ficta. . . . . . . . 88
Concierto de Berlín. Domingo/
Netrebko/Villazón. DG. . . . . . . 109
Conciertos de guitarra favoritos.
Brilliant.. . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Crumb: Makrokosmos.
Izquierdo. Mode. . . . . . . . . . . . . 88
Debussy: Obras para piano.
Planès. H. Mundi. . . . . . . . . . . . 88
Dvorák: Cuartetos 1-7.
Zemlinsky. Praga. . . . . . . . . . . . 89
— Obras para violín.
Sporcl. Supraphon. . . . . . . . . . . 88
— Sinfonía 7. Giulini. BBC. . . . . . 72
— Trío Dumky. Dresde. Hänssler. 89
Elgar: Concierto para chelo. Rostropovich/Rozhdestvenski. BBC. . . 72
Fasch: Sonatas para oboe.
Goritzki. Berlin. . . . . . . . . . . . . . 79
Feldman: Three voices.
Schuppe. Col Legno. . . . . . . . . . 89
Festival de Salzburgo. Digital. . . 110
Flagstad, Kirsten. Soprano. Obras de
Grieg, Wagner y otros. BBC. . . . 73
Flûte invisible. Piau/Lamy. Alpha.105
Françaix: Cuartetos. Parisii. CPO. . 89
From the New World.
Sileoni. Stradivarius. . . . . . . . . 105
Gigli, Beniamino. Tenor.
Arias y canciones. Naxos. . . . . . 79
Gilels, Emil. Pianista. Obras de
Mozart, Rameau y otros. DG. . 102
Glosas nuevas sobre viejas danzas.
Hidalgo. Fonoruz. . . . . . . . . . . 105
Gothic Voices. Hyperion. . . . . . . . 71
Guerrero: Motetes.
Colombina. K 617. . . . . . . . . . . 90
Haendel: Agrippina. Ragin,
Kenny/Gardiner. Philips. . . . . . . 76
Haydn: Siete últimas palabras.
Gewandhaus. Berlin. . . . . . . . . . 79
Herzogenberg: Nacimiento de
Cristo. Beckert. CPO. . . . . . . . . . 89
Hess, Myra. Pianista. Obras de Bach,
Haydn y otros. BBC. . . . . . . . . . 73
Isokoski, Soile. Soprano.
Obras de Sibelius, Berg y otros.
Wigmore. . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Janácek: Cuarteto 2.
Haas. Supraphon. . . . . . . . . . . . 90
Kagel: Quirinus.
De Leeuw. Winter & Winter. . . . 90
Kalkbrenner: Conciertos para piano
1, 4. Shelley. Hyperion. . . . . . . . 91
Kempe, Rudolf. Obras de Haydn,
Shostakovich y otros. BBC. . . . . 72
Kilar: Concierto para piano.
Malicki/Wit. Naxos. . . . . . . . . . . 91
Kissin, Evgeni. Pianista. Obras de
Mozart, Bach y otros. Brilliant. 103
Korngold: Wunder der Heliane.
Gedda, Pape/Mauceri. Decca. . . 76
Kosma: Canciones.
Masset/Icart. Zig Zag.. . . . . . . . . 91
Kremer, Gidon. Violinista. Obras de
Mozart, Brahms y otros. DG. . . 103
Leoncavallo: Payasos. Alagna,
Vasilieva/Sutej. DG.. . . . . . . . . 108
Lortzing: Zar y carpintero. Wolansky,
Popp/Mackerras. Arthaus. . . . . 108
MacMillan y sus contemporáneos
británicos. Higginbottom. Avie.106
Maderna: Conciertos para oboe.
Menzel/Stern. Col Legno.. . . . . . 91
Martinu: Obras para piano.
Koukl. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . 92
— Sonatas para chelo.
Wick/Devoyon. Audite. . . . . . . . 92
Massenet: Concierto para piano.
Biret/Paris. Alpha. . . . . . . . . . . . 92
McCartney: Ecce cor meum.
Greenaway. EMI. . . . . . . . . . . . . 92
McCormack, John. Tenor. Obras de
Massenet, Verdi y otros. Naxos. . 79
Mahler: Sinfonía 5. Neumann. Berlin.74
— Sinfonía 6. Horenstein. BBC. . . 72
Melchior, Lauritz. Tenor. Obras de
Bizet, Stravinski y otros. Naxos. . 79
Mendelssohn: Sinfonías 3, 4.
Belohlávek. Supraphon. . . . . . . . 92
— Sueño de una noche de verano.
Herbig. Berlin. . . . . . . . . . . . . . . 74
Menotti: Globolinks. Mathis,
Saunders/Kuntzsch. Arthaus. . . 109
Mozart: Bodas de Fígaro. Della Casa,
Siepi/Kleiber. Membran. . . . . . . 77
— Conciertos para piano 9, 25.
Rogé/Leppard. Onyx. . . . . . . . . . 93
— Così fan tutte. Della Casa,
Dermota/Böhm. Membran. . . . . 77
— Don Giovanni.
Siepi, Danco/Krips. Membran. . . 77
— Flauta mágica. Stader,
Haefliger/Fricsay. Membran. . . . 77
— Misa en do menor. McCreesh.DG. 93
— Rapto en el serrallo. Stader,
Haefliger/Fricsay. Membran. . . . 77
— Sonatas K. 279-281.
Levin. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . 93
Música para la corte de Maximiliano
II. Cinquecento. Hyperion. . . . 106
Musorgski: Cuadros de una
exposición. Markevich. Berlin. . . 79
Nebra: Miserere. González. MAA. 94
Nyman: Canciones.
Summers/Nyman. MN. . . . . . . . 93
Orff: Carmina burana. Kegel. Berlin.74
Parera Fons: Darrer viatge.
Pons. Blau. . . . . . . . . . . . . . . . . 94
Petrassi: Sestina. Lugo. Mode. . . . 94
Pettersson: Concierto para violín 2.
Keulen/Dausgaard. CPO. . . . . . . 68
— Sinfonías. Francis. CPO. . . . . . . 68
Piernè: Música de cámara.
Koch. Timpani. . . . . . . . . . . . . . 94
Ponselle, Rosa. Soprano. Obras de
Verdi y Brahms. Naxos. . . . . . . . 79
Prokofiev: Sinfonía 5.
Rozhdestvenski. BBC. . . . . . . . . 72
Puccini: Turandot.
DeVol, Farina/Carella. TDK. . . 109
Rachmaninov: Concierto para piano
2. Rösel/Sanderling. Berlin. . . . . 74
— Danzas sinfónicas.
Donohoe/Roscoe. Naxos. . . . . . 95
Rameau: Naissance d’Osiris.
Reyne. MC. . . . . . . . . . . . . . . . . 95
— Suites. Hewitt. Hyperion. . . . . . 95
Rawsthorne: Cuartetos 1-3.
Maggini. Naxos. . . . . . . . . . . . . 96
Rossini: Italiana en Argel.
Berganza, Alva/Varviso. Decca. . 76
— Torvaldo e Dorliska.
De Marchi. Naxos. . . . . . . . . . . 96
Rostropovich, Mstislav.
Violonchelista. DG. . . . . . . . . . . 71
Saint-Saëns: Sinfonía 3.
Eschebach., Ondine. . . . . . . . . . 96
Sainte-Colombe: Conciertos a 2
violas. Voix Humaines. Atma. . . 97
Schenck: Baco, Ceres y Venus.
Grijp. Globe. . . . . . . . . . . . . . . . 96
Schubert: Sinfonía 9. Tennstedt. BBC.72
— Sonata D. 958. Andsnes. EMI. . 97
— Sonata D. 960. Richter. BBC. . . 73
Schumann: Adagio y Allegro.
Meneses. Avie. . . . . . . . . . . . . . 98
— Cuartetos. Fine Arts. Naxos. . . . 98
— Sonatas para clarinete.
Càsola. Sony. . . . . . . . . . . . . . . . 97
Scriptorium. Artefactum. Pasarela.106
Shostakovich: Concierto para chelo.
Harrell/Schwarz. Avie. . . . . . . . . 98
— Cuarteto 8. Petersen. Capriccio.98
— Música de películas.
Sinaiski. Chandos. . . . . . . . . . . . 98
— Sinfonía 1. Kegel. Berlin. . . . . . 79
— Sinfonía 8. Svetlanov. BBC. . . . 72
Sibelius: Concierto para violín.
Wics/Ehrling. Biddulph. . . . . . . . 77
— Obras orquestales. Vänskä. BIS. 99
Silvestri, Constantin. Director. Obras
de Elgar, Arnold y otros. BBC. . . 72
Spagna. Magraner. Licanus. . . . . 106
Staatskapelle Dresden. Obras de
Reger, Webern y otros. Profil. . . 78
Stoelzel: Te Deum. Homburg. MDG.99
Strana armonia d’amore.
L’Albera. Mà de Guido. . . . . . . 107
Strauss: Daphne. Anderson,
Remmert/Reck. Dynamic. . . . . 109
Szell, George. Director.
Obras de Beethoven, Haydn y
otros. United Archives. . . . . . . . 75
Telemann: Conciertos para oboe.
Glaetzner/Haenchen. Berlin. . . . 79
— Obras para viola da gamba.
Müllejans. Deutsche H. Mundi. 100
— Sonatas metódicas.
Kuijken. Accent. . . . . . . . . . . . . 99
Tertis, Lionel. Violista. Obras de
Bach, Haendel y otros. Biddulph.77
Tessier: Carnets. Dumestre. Alpha.100
Tristano Schlimé, Francesco.
Pianista. Obras de Ravel, Prokofiev
y otros. Pentatone. . . . . . . . . . . 103
Tudor Organ Music. Smith. Naxos.107
Urteaga: Obras para órgano.
Elizondo. Aeolus.. . . . . . . . . . . 100
Velada pianística con Martha
Argerich. TDK. . . . . . . . . . . . . 110
Verdi: Aida.
Tucker, Callas/Serafin. Naxos. . . 78
— Aida. Milanov,
Björling/Perlea. Naxos. . . . . . . . 78
— Ballo in maschera.
Bergonzi, Nilsson/Solti. Decca. . 76
— Don Carlo.
Christoff, Stella/Santini. Naxos. . 78
— Macbeth. Bruson,
Zampieri/Sinopoli. Philips.. . . . . 76
— Otello. Cura,
Atanelli/Ramírez. Opus Arte. . . 109
— Rigoletto.
Gobbi, Callas/Serafin. Naxos. . . 78
— Trovador. Varios. . . . . . . . . . . . 66
— Trovador. Ghiaurov,
Horne/Bonynge. Decca. . . . . . . 76
Vivaldi: Conciertos para cuerda.
De Marchi. Berlin. . . . . . . . . . . 100
— Cuatro estaciones. Laurin. BIS. 101
Voyages. Pierre. Stradivarius. . . . 107
Vranicky: Sinfonías.
Gregor. Supraphon. . . . . . . . . . 101
Wagner: Maestros cantores.
Ludwig. Arthaus. . . . . . . . . . . . . 74
Wand, Günter. Director. Obras de
Bruckner, Schubert y otros. Profil.69
Weber: Cazador furtivo.
Ludwig. Arthaus. . . . . . . . . . . . . 74
— Obras para clarinete.
Fröst/Kantorow. BIS. . . . . . . . . 101
Wolf-Ferrari: Secreto de Susana.
Howarth, Ódena/Haider.
Phiartis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
Zimmermann, Frank Peter.
Violinista. Obras de Honegger,
Martinu y otros. ECM. . . . . . . . 104
Zummo: Song IV.
Zummo. New World. . . . . . . . 102
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
ería tan presuntuoso como erróneo suponer que la música orquestal y su
práctica son un patrimonio exclusivo del próspero Occidente. De igual manera,
casi cualquier melómano podría refutar la idea de que el repertorio culto
prospera con mayor brío en tiempos de bonanza económica, como si éste
dependiera de un impulso enteramente aburguesado. A decir verdad, la música es un
principio vital que también mide el peso del mundo en sus peores facetas. Como
veremos, el mensaje sonoro se extiende mucho más allá del goce estético, y muestra
su radical significado en tiempos de alambradas y ametralladoras, frente al poder y la
injusticia, allí donde el crimen, la pobreza o la persecución policiaca alcanzan a crear
un clima de pesadilla. Merece, pues, la pena acercarse a territorios donde dicho arte
parece suspenderse sobre el vacío. En otras palabras: lugares donde una orquesta o un
coro se imponen por pura rebeldía, con un sesgo liberador.
S
Guzmán Urrero Peña
113
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
IRÁN E IRAK: BAJO EL SIGNO DE MARTE
En apariencia, la música culta desempeña sólo una parte menor en la tragedia de Irán e Irak. La piedra de toque en
su bélica argumentación es de otro orden, y queda al alcance de un comentario secular —la lucha territorial entre
acadios y babilonios, entre árabes y persas— o religioso —el asalto musulmán al imperio sasánida y las cíclicas
fricciones entre suníes y chiíes. Con todo, a los músicos les corresponde estilizar ese violento espectáculo, liberado
de su servidumbre histórica, para convertirlo en un territorio de exploración y conquista poética. Hay quien resiste al
viento de la locura, celebra hazañas surrealistas o —según la fórmula empleada por Marcel Raymond— comprueba
durante el periodo de terror la firmeza de la voluntad humana. Otros, en cambio, se contagian de entusiasmo
guerrero y, sin perder la cara, lo aceptan como fuente de inspiración.
114
Fotos: Susana García. Imágenes Teherán.
C
omo veremos, existen ejemplos de ambas tendencias a lo largo de las tres últimas décadas. Al primer
nivel pertenece el iraní Loris Tjeknavorian, quien
escapa del tira y afloja con un cosmopolitismo natural, propio de su linaje armenio. En el segundo estrato
encontramos a su compatriota Shahin Farhat, cuya Décima
Sinfonía “Mártires” (2006), glorifica a quienes cayeron
defendiendo a su país frente a las tropas iraquíes. ¿Requerimiento de los clérigos? ¿O simple exceso de patriotismo? En
todo caso, no es casual que Farhat, ligado a la Organización para la Diseminación de la Doctrina Islámica, recuerde
1979 como un año memorable.
Fue entonces cuando el Sha abandonó su trono y
Jomeini llegó a Teherán. Si hablamos de la resaca fundamentalista, podemos decir que en Farhat hay un muecín;
un muecín que recuerda con los ojos encendidos la verdad
del Profeta —dicho con sus palabras: “Si Bach compuso a
la gloria de los santos cristianos, ¿por qué no he de hacer lo
mismo con los héroes del Islam?”. A un tiempo, sin contradicción, el compositor describe sus años de estudio en la
Sorbona, en Estrasburgo y en Nueva York, sus nostalgias
de la música radif, y también su nacionalismo, exacerbado
por un vecino que le hace rechinar los dientes. Proximidad
obliga: Saddam Hussein llegó a la presidencia en 1979, y
un año después, en septiembre, declaró esa guerra que
desangró a iraquíes e iraníes a lo largo de casi una década.
De aquí se sigue un punto de no inferior importancia, y
es que el fracaso definitivo de la estabilidad en la región
suscita una apología de la muerte. La estadística nos convence de ello: un millón de cadáveres en el frente, sumados a los quinientos mil iraquíes que perecieron por represalias y saqueos internos. En definitiva, cifras de las que
deriva un impulso cainita de difícil manejo, tan combustible
como un río de sebo.
Ni que decir tiene que la Guerra del Golfo (1990-1991)
y su secuela invasora de 2003 han perjudicado en mayor
grado a los músicos de Irak. Pese a su costumbre de sortear rompientes, éstos se han visto sobrepasados por los
acontecimientos —a la dictadura y los efectos del embargo
le sigue ahora la violencia desencadenada tras la ocupación—, y a duras penas logran escurrirse de un escenario
deplorable.
En un superficial contraste, los compositores y las
orquestas iraníes reciben las primeras bendiciones de su
Gobierno, antaño desdeñoso e incluso hostil a la música
clásica, y ahora convencido de que ésta puede comulgar
con las ideas de los ayatolás. ¿Dónde buscar el truco? Por
ejemplo, en la Sinfonía Nuclear (2007), ideada por Behzad
Abdi a instancias del presidente Mahmoud Ahmadinejad,
empeñado en buscar una justificación sonora para su programa atómico. Habida cuenta de que Abdi es un ortodoxo, parece inevitable interpretar bajo el mismo sesgo otro
de sus proyectos, una suite dedica a Jomeini, de cuya vida
espiga dos periodos épicos: la Revolución Islámica y la
Sagrada Defensa contra Irak.
El pacto fáustico y otras indecisiones
En principio, Shahin Farhat escribió Mártires con la idea de
que dicha sinfonía fuese estrenada por la Orquesta Nacional
Armenia, bajo la batuta de Loris Tjeknavorian. La promesa,
pues, resulta unilateral, y se ve que los compromisos de
Tjeknavorian impidieron que éste brindase su prestigio a
una obra sometida a los viejos ideales (o al clero que los
anuda). No resulta extraño, dado que el maestro armenio
asistió al auge y deflagración de un Irán mundano, laico y
fiscalizado desde el aparato imperial. Una sociedad injusta,
de ello no hay duda, pero que dio lugar a creadores como
él: formado musicalmente en Viena, profesor titular en el
Conservatorio de Teherán, director del Archivo Nacional de
Música de Irán y autor de una ópera nacionalista, Rostam y
Sohrab, cuyo lustre anima su expediente como director de
orquesta.
Dado este perfil, el elocuente regreso de Tjeknavorian al
solar patrio precisa anotaciones al margen. En 2000, el presidente Muhammad Jatami lo recibió en audiencia privada,
y de ahí en adelante, Tjeknavorian accedió a dirigir a la Sinfónica de Teherán en ocasiones muy señaladas. Incluyámoslo entre los gestos de apertura de un régimen al que
seguramente agradó una de las obras estrenadas en 2003
por el homenajeado: el oratorio chií Josuf: los últimos días
del imán Hussein, de Said Sharifian.
En diciembre del mismo año, el auditorio del Centro
John F. Kennedy para las Artes Escénicas congregaba a un
público muy distinto. Recibía esta vez los aplausos la
Orquesta Sinfónica Nacional de Irak (OSNI), presentada por
Colin Powell. Con lo que ya sabemos algo importante: la
velada incluyó —sobra aclararlo— un desafío propagandís-
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
tico, al que se vino a sumar el inevitable tintineo de condecoraciones frente al palco de Bush. En todo caso, personalidades de tanta confianza como Leonard Slatkin y Yo–Yo Ma
cedieron al magnetismo de Mohammed Amin Ezzat, titular
de un conjunto que llevaba once años sin cruzar la frontera
iraquí. Lo que es la vida: algunos melómanos de Washington se creyeron obligados a citar a Ezzat y al gerente de la
orquesta, Hisham Sharaf, como un irreprochable ejemplo de
entrega. Desde las páginas de The Independent, el británico
Andrew Buncombe subrayó este rasgo biográfico de Ezzat:
en tiempos del embargo americano, fue obligado a musicalizar la adaptación teatral de una novela de Saddam Hussein, La puerta de la ciudad. Cumplió el encargo, sí, pero
decidió exiliarse inmediatamente en Alemania.
Duelo a la antigua
En la primavera de 2003, la Fundación Juan March, dentro
del ciclo Flautas, del barroco al siglo XX, programó una pieza del iraní Nadir Mashayeji, Duell (1990), en la que dos
flautas ponían a prueba su capacidad para disentir. No es
una imagen ociosa. Aquellos que tienen apego a la antigua y
verificable idea de que Jomeini detestaba la música, elogian
con entusiasmo a rebeldes como Mashayeji, un melómano
discutidor y ajeno a la volubilidad del capricho clerical.
Desde el atril de la Sinfónica de Teherán, Mashayeji se
empeñó en demostrar a los ungidos de su tierra que Haydn
no era un depravado ni Chaikovski un corruptor —hay que
ver cómo pasan los siglos. Así lo confirmó en 2006, cuando
actuó junto a su orquesta en el Festival Oriental de Osnabrueck. Por supuesto, los veintiocho años que Mashayeji
pasó en Viena contribuían a ese gesto diplomático. Lo mismo vale para sus músicos, sin otro estímulo que una vocación berroqueña. Pueden imaginarse que les hablo de pluriempleados, carentes de buenos instrumentos, acaso nostálgicos de aquellos tiempos en los que el Sha patrocinaba
festivales de vanguardia.
Según cuenta la periodista Susanne Koelbl, los metales
se oxidaron con la revolución, y muy pronto engrosaron las
bandas militares que amenizaban con marciales sonsonetes
el frente irano-iraquí. Y por cierto, nada de percusión contemporánea. A fin de cuentas, los redobles ya sólo eran útiles para mantener a las tropas en un estado de belicosidad
razonable.
Podríamos seguir enumerando calamidades. Con todo, y
al hilo de lo que cité más arriba, el régimen de los ayatolás
aligera a veces sus barreras y aborda la modernidad con
infinitos circunloquios.
A primera vista sorprende, claro. Acostumbrado como
está Mashayeji a esos cambios de tercio, ha sabido aprovechar cada oportunidad que se le brinda para hacernos creer
en un Irán renovado.
En prudente expectativa, el director y compositor persa resume la paradoja de un país absorto en secretas meditaciones. Como si volviera en lugar de ir. Me limito a aceptar algo que también supo ver Alex Ross, crítico del New
Yorker. En opinión de este último, Mashayeji, el hombre
que interpretó en Osnabrueck las Dog Breath Variations,
de Frank Zappa, no es un conservador. Muy al contrario.
¿Que si existen indicios de rebeldía? Evidentes. Sin ir más
lejos, el pasado 7 de marzo dirigió a una orquesta de estudiantes en el Salón Beethoven del Foro de Artistas Iraníes,
y para amenizar la velada escogió la pieza Four to the
Sixth Power, de Cage. La entidad encargada del acto, la
revista literaria Bojara, planteó ese espectáculo como el
colofón de un valioso festejo, rotulado Una noche con
John Cage. Pueden comprobar el empuje de Mashayeji en
este recorte del Tehran Times: “Las obras de Cage —
dice— alumbran una esperanza y una perspectiva filosófica de la vida. Ese punto de vista es de gran ayuda, y realmente necesitamos esa esperanza en Irán. Su música genera joie de vivre”.
¿Cumplirá este personaje admirable sus planes? Imagínense el reto: desde 2003, y tras la renuncia de su predecesor Ali Rahbari, Mashayeji trata de conseguir que ni el Consejo de Guardianes ni otros doctores de la sharía frenen su
proyecto de patrocinios privados para la orquesta.
Por caminos solapados, los músicos de Irán vienen a
desembocar en problemas similares a los que padecen sus
colegas iraquíes. A saber: imposibilidad para otear el futuro,
bloqueo financiero, reticencia popular, silencios administrativos, interdictos de los iluminados y otras lindezas de similar calibre. Como si un enemigo moviera la tramoya.
Y, sin embargo, algo queda en pie.
En un artículo escrito el 12 de junio de 2005, Sabrina
Tavernise, del New York Times, describe un concierto de la
Orquesta Sinfónica Nacional de Irak. Pese al fuego cruzado,
sus profesores quieren que la música de Beethoven y Schubert continúe sonando en el Teatro Nacional de Bagdad.
Dentro del turno de valientes, los melómanos locales asisten al espectáculo, y estremece pensar que su gesto va
mucho más allá de la cultura o el placer. El chelista Karim
Wasfi, formado en la Universidad de Indiana, se lo expone
a Tavernise como una campaña —y ojo, que no es puro
idealismo—: “Hemos decidido plantear un desafío. No todo
son coches bomba. Queremos probar que estamos vivos”.
La tarea es peligrosa, pero imprescindible. Subversivamente originales, muchos de los músicos que integran las
formaciones de Bagdad y Teherán quieren desempolvar la
fascinante cultura sonora de sus países, atando cabos con el
acervo orquestal europeo. Un ir y venir que, dicho sea de
paso, proyecta novedad sobre la pantalla islámica y desencadena diálogos de feliz secuencia y traducción. Lo demás
se sobrentiende.
115
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
La guerra de los hojalateros
116
En nuestro privilegiado mundo, probablemente nos parezca
que esa ambición de la Orquesta Sinfónica Nacional de Irak
se limita a llevarnos por el sendero de una loable excentricidad. Después de todo, su entusiasmo se desarrolla a temperaturas demasiado bajas, con dos embarazosas carencias: el
apoyo social y el respaldo gubernativo. Pero no hay que ir
tan aprisa. En ocasiones, la historia va y vuelve, y de ella
podemos extraer connotaciones esperanzadoras.
Fundada en 1959, la orquesta tiene su origen en el Instituto de Música de Bagdad (1936), llamado desde 1941 Instituto de Bellas Artes. Dentro de esa entidad, surgió una
agrupación de cámara cuyo debut se celebró en la Real
Academia de Medicina. El primer director fue Hanna Petros,
quien tuvo la última palabra en el desarrollo de la Sociedad
Filarmónica de Bagdad (1948). En lo que a fundaciones se
refiere, Petros fue un visionario que entendió la música
como una herramienta modernizadora. Para reforzar su
compromiso, inauguró el Departamento de Música Militar
(1923), el Conservatorio (1936) y la Banda de Música de la
Policía (1941). Como una consecuencia natural de todo ello,
inició su andadura la Orquesta Sinfónica de Bagdad, integrada por músicos del Instituto y voluntarios formados en
bandas militares. Al profesionalizarse, la OSB cambió su
rótulo por el de Sinfónica Nacional de Irak.
Desde luego, hay paradojas que no deben ser subestimadas en su largo periodo de crecimiento y maduración —
un ministro llegó a desmantelarla, Tariq Aziz la apoyó, y
Saddam Hussein, con cerril intransigencia, malinterpretó o
desdeñó su labor. Sin embargo, ello no impide apreciar en
la plantilla fuertes personalidades, capaces de llegar a un
equilibrio entre lo posible y lo necesario. No tengo intención de extenderme en sus preferencias: si hubiera que
hacer una edición conmemorativa de ese desempeño colectivo, nos encontraríamos con un repertorio amplio, que
transita por el clasicismo occidental sin olvidar a los compositores de Oriente Medio.
En la propaganda, casi todo botín es legítimo, y hoy una
orquesta iraquí desliza implícitamente ideas de modernidad
y apertura que deben ser rescritas. Bien lo sabía Colin
Powell cuando dijo frente al atril de Ezzat lo que a continuación se cita: “Somos testigos del regreso de la cultura
iraquí al escenario internacional. Esta maravillosa orquesta
simboliza el retorno de la normalidad a la vida de Irak”.
Ojalá eso llegue a ser cierto. Pero el alto mando, parece
lógico pensarlo, siempre es maniqueo. Así pues, no me
demoraré en el difícil engarce que, en tiempo de trincheras,
suele haber entre realismo, retórica y opinión publicada. Ya
lo ven: apenas caben sutilezas cuando los uniformes de
camuflaje y las bombas —que Dios reconozca a los suyos—
arruinan la perspectiva. Al final, conviene preguntarse de
dónde arrancarán las líneas convergentes entre quienes
aplauden al maestro Ezzat —una elite, ante el porche de la
modernidad— y los hojalateros que rebuscan entre los
escombros de Kerbala.
La cuestión exige un análisis escrupuloso que, por falta
de espacio, debo ahorrar al lector. Pese a que en el país
existen odios enquistados irremediablemente —el radical
suní siempre cargará contra el chií—, una mayoría respetable se manifiesta propensa a la democracia. De acuerdo con
una encuesta de la Universidad de Oxford, esta misma
mayoría recela de las tropas de la coalición, y en general,
de los calamitosos gestores de la posguerra. Lo cual me lleva a creer que ese ilustrado iraquí que acude a los conciertos de la Sinfónica teme al terrorismo yihadista y a su vivero
de fantasmas, pero desde luego, también desearía no ver a
los soldados americanos en la primera fila de butacas.
Quien deje volar el optimismo podrá pensar que los exiliados pueden introducir una nota de cordura en el Irak
post–baasista. Pienso, sin ir más lejos, en personalidades
como Munir Allahwerdi, veterano maestro del Instituto de
Bellas Artes de Bagdad y promotor de la Orquesta Nacional,
desterrado en Viena desde 1985.
Es muy productivo admitir que figuras como Allahwerdi
pueden servir de modelo en un país que ha puesto en marcha mecanismos de autodestrucción. La pregunta resulta
por entero inevitable: ¿servirá la música como estímulo para
ejercer la tolerancia o, simplemente, distraerá a unos cuantos de los gemidos y explosiones?
Historias de clérigos y resistentes
Como representante cultural, Tjeknavorian revela grandes
dotes de traductor. Frente a un régimen con todos los rancios ingredientes de una teocracia, es capaz de situarse junto a los políticos avanzados, alzando su batuta sin originar
excesivo revuelo entre quienes prefieren el paño negro.
Dije traductor y lo aclaro, pues aggiornamiento es la palabra que él introduce y repite en el léxico iraní. En cualquier caso, no es sólo una cuestión personal, sino también
colectiva. Hay de todo, por supuesto: mientras los ulemas
siguen en aguas medievales, jóvenes, intelectuales y profesionales distinguidos prefieren comunicarse sin censura
impuesta a golpes de pecho. Dicen los analistas que esta
distancia entre los ayatolás y su público descifra el espasmo conspirativo del Gobierno, empeñado en buscar el
enfrentamiento con Occidente, como si el nacionalismo
reflejo pudiera sustituir al deseo de apertura que caracteriza a bastantes ciudadanos.
Es, en cierto sentido, inevitable que la música culta florezca en un país cuyo patrimonio sonoro es tan opulento.
Busque o elija cada cual su estribillo: como se sabe, el capital de los músicos persas, acorde con la historia de su país,
sabe hacerse eco de muy variadas tradiciones. Así lo
demostró Ali Rahbari cuando era titular de la Sinfónica de
Teherán. En 1980, presentó una serie de grabaciones, Symphonische Dichtungen aus Persien, luego reeditada por el
sello Colosseum. Dicho registro abarca la música persa para
orquesta desde distintas perspectivas, y descubre al público
de este lado del mundo un tesoro que se reparten creadores
como Ahmad Pejman, Aminollah Hossein (padre del actor
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
Robert Hossein), Emanuel Melik-Aslanian, Gholam-Hossein
Minbashian, Hossein Dehlavi, Hossein Nassehi, Houshang
Ostovar, Mohammad Taghi Massoudieh, Morteza Hannaneh, Parviz Mahmoud y Samin Baghtcheban.
Cuadra la misma confianza si hablamos de la música
occidental que circula al calor de la nueva tolerancia. ¿Será
una ligereza suponer que ello supone una brecha abierta en
el consenso revolucionario? ¿En qué medida son los aperturistas quienes le encuentran respuesta a esa duda? No puedo decir quién se apunta esa baza, pero el hecho es que las
orquestas han mejorado su dotación durante los últimos
años. Para buscar una continuidad a este florecimiento
deben bastar precedentes como la Filarmónica de Tabriz
(1946), fundada por encargo de Stalin; la Orquesta Farabi
(1963), cuyo origen se atribuye a Morteza Hannaneh; la
Orquesta de la Jefatura de Bellas Artes, dirigida en los años
sesenta por Hossein Dehlavi; y por supuesto, la Orquesta
de la Radiotelevisión Iraní (1972).
Admitimos que, frente a la puesta en escena de los
jomeinistas, la música culta se vio relegada a un tercer plano. Pero estos cálculos han variado. Si preguntáramos a
intérpretes y compositores cuáles fueron los acontecimientos que marcaron la salida de la crisis, con toda seguridad
mencionarían dos: la creación de la Orquesta Iraní para la
Nueva Música (1995) por parte de Alireza Mashayekhi, y la
puesta en marcha de la Orquesta Nacional de Irán (1998),
en cuyo origen pesó el criterio del Ministerio de Cultura y
Orientación Islámica. A su lado, el papel de la Orquesta
Filarmónica-Sinfónica de Teherán y la Orquesta Sinfónica
de Persépolis pierde cierto brillo, por más que el enorme
territorio por explorar, a medio camino entre Mozart y los
maestros persas, permita un margen de gloria para éstas y
otras agrupaciones de menor entidad.
No es precisamente un motín cultural, pero puede valer.
El caso es que el gusto de los clérigos aún se inclina por el
lado de la doctrina. Que se lo pregunten a Shahin Farhat,
autor de la Sinfonía del Gran Profeta Mahoma, estrenada
en febrero de este año en presencia del ministro de Cultura,
Saffar Harandi, el mismo que juzga intolerable que una
mujer cante sola en público.
Por desdicha, es probable que la piadosa dedicación de
Farhat no despierte tantos recelos como la actividad de su
colega Hisham Sharaf, director de la Orquesta Sinfónica
Nacional de Irak. Poco antes de que esta formación actuase
en Washington, Sharaf fue tiroteado en Bagdad. ¿Cómo
hemos de interpretar las razones de su agresor? Tal vez la
respuesta esté en las críticas recibidas desde medios como
Al Yazira. Ya hemos hecho notar que aunque Sharaf y los
suyos tuvieran como objetivo mostrar el nivel cultural de
su tierra, los integristas más feroces tomaron buena nota
cuando el Departamento de Estado financió a la orquesta
durante su gira estadounidense. Sólo podemos imaginarnos
por conjeturas el alivio de Sharaf tras sobrevivir al atentado. Peor suerte corrieron algunos instrumentos de la
orquesta, destrozados por los radicales en la Escuela de
Música y Ballet.
En última instancia, sin perder de vista la intervención
exterior, éste de los reformistas y los reaccionarios es un
diálogo clave, no sólo para comprender el aliento de los
músicos iraquíes sino también las incertidumbres de sus
vecinos. Y fíjense. A nadie se le oculta que esa coexistencia
entre novedad creadora, libre pensamiento, autismo extremista y censura religiosa es intrincada, o algo más. Pero la
metonimia es clara, si uno sabe advertirla, y permite interpretar, a través de la música, las consignas que debieran
permitir el ingreso del mundo islámico en esa zona permeable que llamamos modernidad.
Guzmán Urrero Peña
117
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
MEDELLÍN: COROS, ORQUESTAS Y
ARMAS DE FUEGO
Nicole Bucher
¿Puede la música culta redimir a muchachos que, de otro modo, se verían abocados al crimen callejero? ¿Sirve el
repertorio clásico como un puerto de refugio? En busca de respuestas a preguntas como ésas, algunos profesores e
instrumentistas colombianos exhiben una formidable iniciativa, y se lanzan a un cometido que pudiera parecernos
ilusorio, pero que ya está mostrando sus frutos. Como se verá en las próximas páginas, hay hazañas sociales para las
que bastan una viola y un esfuerzo callado.
Nicole Bucher durante sus clases de viola
La maestra que llegó desde Suiza
118
El solo del Concierto para viola y orquesta en re mayor de
Franz Anton Hoffmeister resuena en la casa de Nicole
Bucher, en Medellín. Esta voluntaria suiza, maestra de viola, de 31 años de edad, interpretará esa pieza dentro de
unos días, en el Teatro Camilo Torres Restrepo, de la Universidad de Antioquia. Actuará junto a ella la Orquesta
Juvenil de la Ciudad de Medellín, compuesta por ciento
ochenta músicos.
Bucher lleva ya nueve meses en esta ciudad colombiana, la segunda en tamaño del país, y ha conseguido
hacer lo que le había resultado imposible en Lucerna:
dedicarse exclusivamente a la enseñanza de la viola a
niños y jóvenes.
Los muchachos demuestran un particular interés por
este instrumento, tantas veces desestimado por quienes inician una carrera como músicos profesionales. Con su
adquirido acento colombiano, Bucher detalla este prejuicio:
“Yo misma pensé, como muchos otros, que los violistas
eran los más bobos de la orquesta. Pero en un momento de
crisis, a los quince años, después de haber tocado durante
seis años el violín, mi profesor me puso enfrente una viola
y me enamoré de su timbre y grave tonalidad”.
El encuentro con dicho instrumento la salvó de relegar
la música a un segundo plano. A los veinte años, empezó a
estudiar viola en el Conservatorio de Lucerna para graduarse cuatro años más tarde, y coronar su aprendizaje con un
diploma en enseñanza musical.
A continuación, completó un postgrado en comunicación intercultural, y el contacto con algunos colombianos
desperdigados por Suiza la indujo a acercarse a tierras
sudamericanas. Primero como turista, y luego como profe-
sora de viola, en el marco del programa de la Red de
Escuelas y Bandas de Música del Municipio de Medellín,
consolidado por la Fundación Amadeus y la Universidad de
Antioquia, con el patrocinio de un puñado de instituciones
suizas que financian su viaje y estadía en Colombia.
La orden de los sicarios
El concierto es una entrañable conjunción de elementos.
Nicole tocará la obra de Hoffmeister acompañada de ejecutantes jovencísimos, muchos de los cuales son sus propios
alumnos. Se trata de muchachos que hasta hace tres lustros
eran carne de cañón del crimen callejero desatado en los
barrios de Medellín, que a la sazón recibía el miserable título de capital mundial de la violencia.
Eran aquéllos los años de Pablo Escobar, el capo del
Cartel de Medellín, cuyos tentáculos de narcodólares y pólvora estrangulaban a numerosos inocentes, degenerando la
convivencia cotidiana no sólo de la capital del departamento de Antoquia, sino la de Colombia entera y mucho más
allá, en un circuito de corrupción que también iba desde
Miami hasta Madrid.
Hablo de días en que Escobar pagaba, en efectivo, mil
dólares estadounidenses por la muerte a tiros de un policía.
El crimen era cometido por sicarios de corta edad, procedentes de las calles arreboladas de Medellín, donde la lucha
armada entre pandillas de distinta indumentaria iba trazando con sangre el mapa adulterado de un nuevo orden geopolítico. Un orden que respondía en mayor medida a la
lógica de la guerra civil o el caos hobbesiano que al mandato o consenso administrativo de un Gobierno republicano. En la “capital del odio”, como era conocida entonces la
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Sicoactiva
MÚSICA EN PELIGRO
Historias de redención
El lema de la Red de Escuelas y Bandas de Música fue, por
mucho tiempo, “Un niño de Medellín que empuña un violín nunca empuñará un arma”. La idea originaria se debe al
músico y emprendedor medellinense Juan Guillermo
Ocampo, quien, en 1996, constituyó la Fundación Amadeus, organización nodriza de escuelas de música que se
extendió por todos los barrios pobres de la ciudad con el
apoyo del equipo municipal. La iniciativa fue la adaptación
de una red similar que la vecina Venezuela venía desarrollando con éxito.
Jorge Melguizo, secretario de Cultura Ciudadana de la
Alcaldía, responsable de la Red, recuerda haber conocido a
un muchacho del programa de reinserción de jóvenes con
pasado violento. Ese programa, por cierto, funciona con el
lema “Ser bueno, sí paga”, que compendia todas las secuelas de la espiral de terror y pobreza en la que había caído
Colombia en los ochenta y noventa.
“La madre de este chico —comenta Melguizo— ejercía
la prostitución. Había sido reclutado por una de tantas pandillas que dominaban las calles, y pronto aprendió a manejar armas de fuego. A los veintidós años, ya había sufrido
tres heridas de bala en el torso, y tenía una cicatriz de 48
puntos en el cuello, producto de un machetazo. Un día, le
pedí que me escribiera una lista con los nombres de los
amigos y compañeros de colegio que había perdido durante su niñez y juventud. Al recogerla, no pude contener la
emoción: sólo había en ella cincuenta y cuatro nombres. A
su edad, el muchacho había despedido a más amigos que
un hombre longevo al final de sus días”.
En la década de los ochenta, Melguizo emigró a España
en busca de horizontes más ciertos para su hijo, y llegó a
ocupar la dirección de cooperación internacional de la
ONG vasca Edex, que atiende a menores en situación de
dificultad social. Consciente del alcance de su cometido en
Medellín, me indica que la Red de Escuelas y Bandas ha
permitido unir zonas urbanas divididas por el territorialismo
pandillero.
Cada una de las veintiséis escuelas que forman la Red
nutre orquestas y conjuntos de cuerdas y viento en las distintas barriadas. El dispositivo abarca asimismo agrupaciones que se dedican, por ejemplo, a la música de cámara,
más algunos coros, todos ellos distribuidos en las zonas
más vulnerables de la ciudad. En ocasiones, se une un grupo de cuerdas con su par de vientos, provenientes de sitios
alejados, para sacar adelante alguna actividad o para ensayar, permitiendo así la comunicación de lo que, en otros
tiempos, eran zonas herméticas, amuralladas por la violencia de distinto cuño.
Los niños de un distrito visitan a los de otro, y de esta
forma, gracias a la música, Medellín ha vuelto a ser una
urbe de vasos comunicantes, donde la inclusión es posible.
Educación musical y progreso
No es raro ver a los padres de estos niños integrándose en
coros y agrupaciones de música clásica en áreas donde,
tiempo atrás, reinaban el tango o la ranchera y, por supuesto, silbaban las balas. El secretario de Cultura Ciudadana
asegura que, antaño, la asistencia a una escuela de música
era considerada por los progenitores como una suerte de
seguro de vida: “Las familias enviaban a los pequeños a las
escuelas de música —dice— con el fin de alejarlos de la
calle, donde eran presa fácil de las pandillas, verdadera carne de cañón del crimen”.
En la actualidad, las necesidades y las opciones son
otras bien distintas. Nicole Bucher tiene ideas muy claras al
respecto: “La violencia —comenta— ha retrocedido. Tanto
es así, que puedo vivir cómodamente en Medellín sin preocupación alguna”.
Las estadísticas refuerzan esta observación informal: el
número de muertes violentas descendió el pasado año a
seiscientas. Es decir, se trata de apenas un diez por ciento
del récord histórico registrado en 1991. Por supuesto, la
cifra aún queda muy lejos de los 59 crímenes contabilizados en Madrid en 2006, que la supera por un tercio en
población. No obstante, la Alcaldía se siente orgullosa de
Nicole Bucher
ciudad en los círculos periodísticos, se registraron, sólo en
1991, seis mil quinientos homicidios. Es decir, unos 381 por
cada cien mil habitantes. Medellín enterraba diariamente a
dieciocho víctimas. La mayoría no había cumplido los treinta años de edad.
Las calles eran un semillero de traficantes y asesinos, y
no era raro que un niño de apenas siete años abriera una
funda negra y acto seguido blandiera un arma. Los alumnos
de Nicole Bucher y otros cuatro mil niños más, en cambio,
abren hoy en día el estuche de forro aterciopelado para
empuñar un instrumento musical.
119
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
los arreglos necesarios para que puedan continuar su formación como becarios.
Nicole Bucher
Nuevos públicos, nuevos desafíos
120
sus planes. No en vano, por esa vía, se han alcanzado niveles de desarrollo social y cultural que hace unos años
hubieran parecido una quimera.
El programa musical cumple la función de aliviar las
carencias de una estructura que mantiene en la marginalidad a muchos críos y adolescentes. “Tengo una alumna de
dieciocho años —me dice Bucher— que es dependienta
de un puesto de ropa, en un almacén popular de uno de
los barrios pobres. La chica trabaja nueve horas diarias, seis
días a la semana. Vende ropa a precios muy bajos, pero
también le pagan una miseria, algo que ni siquiera se equipara el sueldo mínimo. Ella sabe que no tiene el talento
suficiente para ser concertista… pero estudia con devoción
la viola. Viene a clase por la mañana, muy temprano, y
después se va a trabajar. Los domingos, ensaya por la tarde
con la orquesta juvenil. Suele llegar a clase apesadumbrada. No es para menos: su familia está destrozada y sus
perspectivas son inciertas. Sin embargo, una vez que
empezamos y nos adentramos en el ejercicio, los ojos de
esta chica vuelven a brillar. Cuando tiene tiempo, nos
tomamos un café, charlamos y ella se marcha, contenta, a
su lugar de trabajo. No sé qué sería de ella sin esta experiencia, que es como una isla de estabilidad en un mar de
preocupaciones y desilusión”.
Si agregamos los efectivos de la Red de Escuelas y Bandas de Música a las orquestas sinfónicas Juvenil e Infantil
de Medellín, más un par de coros polifónicos, reunimos a
cerca de cuatro mil niños y jóvenes entre los siete y los diecinueve años de edad. En este despliegue, ejercen su labor
más de ochenta docentes, activos gracias a un convenio
suscrito entre el Municipio y la Escuela de Música de la
Universidad de Antioquia, dependiente de su Facultad de
Artes. Dicha universidad se encarga de la administración
de las escuelas de música, y la Fundación Amadeus coordina las orquestas y los coros.
No deja de ser importante el hecho de que el 65% de
esos ochenta profesores sean antiguos alumnos de las
escuelas en las que ahora enseñan. Lo cual quiere decir
que este programa ha puesto la docencia al alcance jóvenes que, de otra manera, nunca habrían conocido la música clásica, y mucho menos hubieran podido hacer de ésta
un estilo de vida.
Por si ello no fuera bastante, de entre los ex alumnos
de la última década, hay ochenta que se encuentran cursando estudios musicales en establecimientos de educación
superior, nacionales y extranjeros. Todos ellos aspiran a
convertirse en músicos profesionales, algunos con proyección internacional, sobre todo en Italia, donde Fernando
Botero, el ilustre pintor y escultor medellinense, ha hecho
Nicole Bucher cree que sus estudiantes colombianos superan
en muchas facetas a los helvéticos. “Mis estudiantes de viola
—dice— están más motivados, se concentran más, aun cuando la infraestructura de las zonas donde viven sigue poniendo obstáculos serios al desarrollo normal de sus actividades.
Aquí cae un aguacero, las calles se inundan y los alumnos no
pueden venir a clase. Por el contrario, en Suiza todo funciona
con precisión de relojería, pero lo que escasea es el interés.
Hay demasiadas actividades, y los estudiantes no saben qué
elegir, y acaban escogiendo y abarcándolo todo, sin hacer
nada en concreto, guiándose en mayor medida por la voluntad y designios de sus padres que motu proprio”.
En Medellín, admite la maestra, es necesario adaptarse a
un ritmo de vida más pausado y tener paciencia. Con todo,
Nicole Bucher ha aprendido a adorar a la ciudad y a sus
gentes. Antes de que concluya su visita programada de un
año, se las ha arreglado para que los patrocinadores suizos
le permitan quedarse otro año más.
A decir verdad, le sobran razones para el orgullo. Sus
alumnos no sólo leen las partituras que les corresponde
interpretar. Además se instruyen devorando las referencias
de cada periodo. La música les abre la ventana de todo un
panorama intelectual, y por medio de aquélla, alcanzan a
entender la historia mundial. Cuando interpretan la Misa de
Réquiem mozartiana, una sinfonía de Haydn, la Obertura
1812, de Chaikovski, o La walkyria, de Wagner, los pupilos
de Nicole acceden a una perspectiva novedosa del pasado,
apoyada en la sensibilidad artística de cada compositor.
De manera periódica, a través de recitales y conciertos,
éstas y otras piezas llegan a las comunidades urbanas, contribuyendo así a la difusión cultural en Medellín. El teatro de
la Universidad, donde se realizan los conciertos mensuales,
tiene un aforo de mil setecientas personas, y se abarrota
cada fin de mes. ¿Y quién forma parte de esa audiencia? De
forma primordial, familiares, amigos y conocidos de los
miembros de la orquesta. Casi todos ellos provenientes de
los estratos más inermes de Medellín. En cierta medida, también asisten a estas convocatorias ciudadanos de clase
media y alta. Pero la cosa no acaba ahí: que circule el repertorio concertístico implica, desde luego, que muchos marginados lleguen a ser melómanos.
Por otra parte, y pensando en los pupilos, no debemos
olvidar la valiosa disciplina que implica el aprendizaje de un
instrumento. Es ésta una disposición que nunca desaparece,
y que repercute de forma sumamente beneficiosa en la vida
académica y laboral de los estudiantes. Nicole Bucher cree
que, si bien muchos de ellos jamás llegarán a ser concertistas
profesionales, el adiestramiento recibido les servirá durante
el resto de sus vidas. En todo caso, la finalidad del programa
no es la simple promoción de instrumentistas sino la mejora
del orden social. Felizmente, la alta calidad interpretativa de
las orquestas juveniles parece refutar ese principio fundacional, y depara sorpresas como las previamente comentadas.
Por medio de esta experiencia, se demuestra que la dignidad humana puede imponerse a los avatares de la violencia (Al decir esto, pienso en una película como El violín, del
mejicano Francisco Vargas, que conjuga algunos de los elementos que arriba mencioné). Paradójicamente, la viola, un
instrumento que antaño animaba fiestas y tertulias en las
casas europeas de cierto abolengo, viene a ser, cinco siglos
más tarde, un emblema de los aires democratizadores que
hoy soplan en Colombia.
Arturo Escandón
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
BACH EN EL CORAZÓN DE GHANA
Hablar de música culta en zonas donde escasea lo más elemental parece una incongruencia, y sin embargo, puede
que las próximas líneas demuestren que ambos conceptos —la práctica orquestal y el avance de una sociedad— no
son excluyentes ni se limitan a la retórica de los utopistas sociales. Hay otros escenarios con los que podría ilustrar
este planteamiento, pero hablaré del país africano que mejor conozco, Ghana, adonde llegué como director de
operaciones en proyectos de cooperación internacional.
122
Fotos: Javier Sánchez Ventero y Ricardo Cendoya
A
sumo que, en estos tiempos, es toda una curiosidad
hallar en Ghana a un conjunto de profesores interpretando música de Mozart. A decir verdad, ignoro
cuántas orquestas sinfónicas hay en África. Ojalá fueran más. Es importante subrayar, por ejemplo, que Suráfrica
dispone de algunas agrupaciones significativas. La Orquesta
Nacional Sinfónica de Suráfrica acumula cierto prestigio, al
igual que la Orquesta Filarmónica de KwaZulu–Natal, cuyo
concierto inaugural en el Pietermaritzburg City Hall, el 22
de octubre de 1983, fue todo un acontecimiento para los
melómanos sureños. En ese catálogo —improvisado, y por
consiguiente, repleto de lagunas— no me olvido de la
Joven Orquesta Filarmónica de El Cabo, y tampoco de la
Orquesta Nacional de la República Democrática del Congo,
tan inesperada en su circunstancia política.
Con razón se ha sugerido que, por su irregular discografía y la medianía de sus giras, tales formaciones adquieren
un rasgo esforzado y admirable. Como si su empeño estuviera acosado por infinidad de problemas, y por ello fuera
más acuciante su protección.
A esa misma categoría, heterodoxa y problemática, pertenece la Orquesta Nacional Sinfónica de Ghana. Su fundador, el líder independentista Kwame Nkrumah, divulgó el
sincretismo como filosofía aglutinante. A su modo de ver, el
repertorio occidental y los ritmos y melodías locales podían
hallar un punto de encuentro. También le interesaba difundir los hallazgos de los escasos compositores africanos que
ahondan en las complejidades del pentagrama. Todo ello se
ceñía a su programa político: panafricanista, socialista y volcado en el desarrollo cultural del continente. No andan
desencaminados, como se ve, aquellos que ven a Nkrumah
como una suerte de padre de la patria ghanesa.
Para tristeza de sus profesores, la orquesta no obtuvo la
necesaria financiación, y llegó a permanecer casi ocho años
sin director titular. Algo similar, desde luego, hubiera sido
impensable en un conjunto europeo. Cuando en 2004 Lahnor A. Adjei asumió el cargo de director artístico, la esperanza era poca, y los fondos, aún más escasos.
Nadie niega que dicha agrupación despierta simpatías
entre los ciudadanos mejor formados de Accra, pero su
futuro depende de un dinero que no termina de llegar. A
este drama le añado una obviedad y es que, en este margen
de actuación, la ayuda internacional es bien recibida —volveré sobre este tema—, y de hecho, la cooperación alemana permitió que se renovara parte de los instrumentos de la
orquesta. En esto, como en todo, tiene su importancia la
amistad (al hilo de ese donativo, conviene recordar que
existe una gran colonia ghanesa en Alemania).
No obstante, promover la música culta en Ghana no es
tarea fácil. Para empezar, el gusto por el repertorio clásico
compite con una rica tradición folclórica, mucho mejor
asentada. Y además, cualquier intento divulgativo requiere
una fina comprensión de la actitud ghanesa frente a las instituciones, los negocios y las iniciativas de intercambio.
Teniendo en cuenta esos factores en discordia, me propongo iniciar aquí un relato, a ratos digresivo —espero que
Infraestructura de la Universidad de Nyankpala-Tamale
el lector sepa disculparme por ello—, de mi experiencia en
ese país. Como se verá, es éste un cuento en el que se
entremezclan las viejas costumbres, el bullicio, las casualidades, y desde luego, la música.
Una mirada al pasado
África me enseñó paciencia. Un tipo de paciencia muy
especial, que tal vez me vuelva a ser útil en el futuro. En
cualquier caso, parece obvio que allí hay muchas razones
para aprenderla.
La paciencia africana es un símbolo de respeto. Del respeto que quien espera muestra a quien le hace esperar. Así,
cuanto más importante es la persona a la que aguardamos
más se hará de rogar. Nadie que se precie nos recibirá
inmediatamente. Sin esa certeza, el europeo de Blackberry
en mano iniciará una posible reunión de negocios molesto
e indignado, y el sitio al que quiere llegar le costará más
(en esfuerzo y en otras magnitudes). Por el contrario, quien
nos quiera homenajear nos recibirá inmediatamente. Saldrá
de su despacho para recibirnos e insistirá en entrar el último. Situará a su huésped en el mejor lugar, y se disculpará
mil veces por tener que sentarse al otro lado de la mesa, al
no haber sitio en ningún otro lugar.
¿Y qué tiene que ver esta peculiaridad antropológica
con lo musical? Ya les comenté que el atril de la Sinfónica
estuvo vacío por un largo tiempo. El ritmo, también en ese
terreno, tiende a la dilación. En cierto modo, la música ghanesa del siglo XX parece un ir y venir de visitantes que
aguardan su momento, y finalmente se instalan en la melodía colectiva. Vean de qué les hablo: dicen los folcloristas
que el género predilecto durante el periodo colonial era
una mezcla, a partes desiguales, de música para bandas,
himnos cristianos, ashiko de Sierra Leona y dagomba liberiano.
Dicho sincretismo tiene su explicación histórica. Ghana
fue la primera colonia africana que logró su independencia,
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
hecho que sucedió en 1957. Hasta ese momento,
fue regida por los británicos, que compusieron
sus límites a base de conquistar y comprar tierras.
Algunos territorios de Ghana fueron antes portugueses o franceses. A principios del siglo XX, éste
ya se podía interpretar como un país completo, al
que llamaban Gold Coast, que era el nombre de
la región desde tiempos inmemoriales.
La moderna designación de Ghana se adopta
en los años de la independencia, y proviene de
un gran imperio que floreció entre los siglos III a.
C. y VIII d. C. Aquella Ghana legendaria se
encontraba a unos ochocientos kilómetros al este
de la actual, y ocupaba zonas que ahora forman Grupo folclórico de Ghana
parte de Malí, Senegal y Mauritania. Dicho de
te y el resto de las tribus. Lo cual, dicho sea de pasada, tamotro modo: no tenía nada o casi nada que ver con la joven
bién tiene un correlato musical.
nación, pero el uso de un nombre con prestigio en las crónicas era una forma de obtener una Historia, y lo que es
más importante, de cohesionar a un país que no tenía una
Acción y expresión folclóricas
verdadera conciencia patriótica (Como casi ninguna colonia
africana en aquellos días, por otra parte).
La historia que ahora voy a contarles sucedió frente al hotel
¿Quieren otra equivalencia sonora? Entonces les hablaré
Golden Tulip, de Accra. Me encontraba allí en el desempedel highlife, un estilo popular que aquí me sirve de símboño de la actividad que los cabilderos, los jugadores de venlo cultural. Surgido en la década de 1920, su fundamento
taja y los directores de proyectos de cooperación internaera la música festiva que interpretaban las bandas militares
cional cumplimos habitualmente en los lobbys. En mi caso,
nativas. En porfía con el ritmo autóctono, el highlife se tiñó
también me estaba desalojando, porque el proyecto que
con la contundencia del kpanlogo, y aquella música ligera
nos llevó hasta Ghana tenía su punto de destino en las
hizo disfrutar a las clases populares, sobre todo a quienes
regiones del norte. El caso es que en el hotel festejaban a
pertenecían a la etnia Fante. Con el tiempo, lo que había
dos huéspedes ilustres: Lula da Silva, por entonces en viaje
sido música de germanías se trocó en ritmo nacional.
oficial, y el presidente J. A. Koufour. Cerca de nosotros, los
Interpretado con guitarras, y repleto de adornos provejefes de seguridad de ambos mandatarios intercambiaban
nientes del jazz y el swing, el highlife tuvo su apogeo en
cromos (curiosamente, ambos hablaban en portugués).
tiempos de la independencia. De hecho, suele repetirse
Pero no le dediqué mucha atención a ese diálogo. Me
que funcionaba a modo de himno presidencial, y es casi
distraía un grupo folclórico que, inevitablemente, retenía la
seguro que aquello agradó a Kwame Nkrumah. Claro que
memoria de Sowah Mensah, aquel etnomusicólogo y percucon esta música sucede algo similar a lo que ocurre con el
sionista que, además de prestar su arte a la Sinfónica de
sistema político local: libertad y tradición se solapan sin un
Ghana y a otras orquestas africanas, formó un ensemble
criterio definitivo.
prestigioso y modélico: Sankofa.
Aunque delata una propensión democrática heredada
En este caso, el ensemble que atraía nuestra atención
de la presencia sajona, el Gobierno de Ghana respeta la
lucía un nombre muy poco sugerente: Africa Traditional
organización vernácula de las grandes regiones que comDancers. Ni que decir tiene que la importancia de la visiponen el país. Esto quiere decir que se acepta la existencia
ta oficial iba en consonancia con el interés del aquel
y convivencia de unos cinco grandes reyes y unos trescienespectáculo.
tos o cuatrocientos jefes. Incluso existe una Casa de los
Los músicos de un ensemble ghanés son una mezcla
Jefes que interviene en cuestiones políticas y disputas interentre intérprete y atleta. Además de lograr que su armonía
nas, y cuyo criterio se tiene en cuenta a la hora de tomar
innata se transmita a través de un instrumento de caracterísciertas decisiones estatales.
ticas irregulares, las exigencias de ese arte ancestral demanEllo incide en la vida tribal. Y asimismo en un pequeño
dan resistencia y fortaleza. En este caso, los ejecutantes
impuesto de paso que los diversos monarcas recaudan a los
aguardaron a lo largo de una hora a sus homenajeados —
automóviles de carga que pasan por sus tierras. Diez cénti¿recuerdan mi reflexión sobre la paciencia?—, y debo recomos de cedi por vehículo. Lo cual es mucho menos que
nocer que en el transcurso de ese tiempo fueron incansauna miseria, incluso para un ghanés…
bles. Cuando no estaban tañendo sus artefactos sonoros, se
Como pueden observar, no se trata de un Estado sanrelevaban para danzar de un modo sumamente sugestivo.
grado por cientos de reyezuelos. El palacio del rey de
El espectáculo era un muestrario del folclore local, y
Wechiau —doy fe de ello— es ligeramente más grande que
permitía al lego conocer los instrumentos típicos del país.
el salón y el dormitorio de mi casa. Pero tengo que reconoEntre los habituales, citaré el yembé, la trompeta tradicional
cer que es muy llamativo y original en el entorno donde se
y el balafón o incuso balafonte. Ninguno de ellos puede
encuentra.
considerarse específicamente ghanés. De acuerdo con el
Dentro de ese austero equilibrio de poderes, el highlife
sincretismo que ya mencioné, todos ellos proceden de disfunciona como una música de concordia, abierta a las meztintas regiones de África Occidental.
clas. Algo hay de ello en la vida del país. La estabilidad de
Si hay algún instrumento que represente al territorio con
Ghana y la bonanza económica que ésta le proporciona
todas sus tonalidades, éste es el yembé, cuyas diversas
han diluido los conflictos tribales más intensos, que podrívariantes permiten tocarlo sentado, entrecruzando las pieran haber tomado un cariz distinto en condiciones económinas a su alrededor; medio erguido, sujetándolo entre las
cas desfavorables. Aún más: éstas podrían haberse tomado
rodillas; y de pie, utilizando una sola mano y recogiéndolo
como excusa para lanzar una nueva guerra de codicia,
con el brazo opuesto.
como el resto de las que asolan la región. De otra parte, es
El balafón es una especie de xilófono imperfecto que
ya habitual el litigio entre los Fante (que cooperaron con
reproduce una escala dórica. Lo construyen en madera; de
los colonizadores) y los Ashanti. O más bien entre los Fanhecho, en casi cualquier madera. En Ghana, la abundancia
123
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
de ébano y de acacia hace que se fabriquen algunos a
modo de souvenir, para satisfacer esa poco intuitiva necesidad humana de materializar nuestras memorias en un
objeto.
En más de un sentido, este xilófono tiene una sonoridad
muy especial. A pesar de un aspecto frágil, emite un sonido
que se eleva por encima del potente latido de cuatro yembés. Su melodía discontinua evoca una naturaleza acuática.
Se dice que, por vía poética, el yembé es el sonido de la
guerra y el balafón, el de la poesía recitada en el vano de
una cascada.
Escuchar a aquel ensemble fue revelador, y me descubrió la riqueza sonora de Ghana. Acompañando a los instrumentos, y no al revés, un coro femenino interpretaba sus
canciones en lengua twi. No había solistas, y su nasalidad
recordaba la de las voces búlgaras. Los hombres no intervenían, excepto para aullar o fingir súbitos ladridos, al estilo
de una haka maorí. Imposible no evocar los cantos de ida y
vuelta: aquellos aires me recordaron el origen de las músicas de toda Afroamérica, sobre todo las del norte de Brasil
y el Caribe.
Entonces aún no lo sabía, pero esa fuerte identidad de
los conjuntos tradicionales no era, ni mucho menos, la última sorpresa musical de mi estancia en Ghana.
Música, pobreza y desarrollo
124
Las ciudades como Accra, afeadas por la suciedad, resultan
impersonales, monótonas y peligrosas. Hace décadas, guiados por el discurso políticamente correcto, debíamos decir
que estas características eran responsabilidad de nuestra
herencia colonial: un modelo de sociedad portador de
ambición y de corruptelas. En la actualidad, tales componentes se han vuelto estructurales, y están profundamente
arraigados en la sociedad local. Por desgracia, esto último
no es discutible. En todo caso, el debate comienza cuando
nos planteamos qué hacer para ayudar a países en la situación de Ghana. Y créanme, la donación de violines para su
agrupación sinfónica no es la prioridad más acuciante, aunque no discuto la oportunidad de dicho gesto.
Salir de Accra es complicado a cualquier hora del día.
No hay muchas carreteras y las que hay están llenas. Además, para viajar al norte es inevitable pasar por Kumasi,
que es la segunda ciudad del país, por lo que la carretera es
una pesadilla. O una nueva lección de paciencia.
La salida de Kumasi está adornada por un desfile imposible de piezas de reparación de automóviles. En realidad,
es un mercadillo de apariencia improvisada, pero que se
extiende a lo largo de cinco kilómetros por la carretera. Por
todas partes hay gente husmeando entre miles de parachoques, volantes, llantas, puertas… El trueque es el sistema
económico que allá impera. Como una peculiar banda
sonora, se oyen voces, cantinelas y otros ecos del bullicio
que se suman al trajín metálico.
¿Qué sentido tiene la música clásica —al cabo, un placer refinado— en un escenario de tanto deterioro y desolación? Pienso en programas tan loables como el de Joven
Orquesta Filarmónica de El Cabo, cuyos integrantes provienen de zonas desfavorecidas. A través de cursos y talleres,
los niños descubren la música y una posibilidad de progreso. Por otro lado, esto sirve para que la orquesta arraigue
como institución, alejada de prejuicios elitistas. Obviamente, la situación es distinta en Sudáfrica, y por eso no esperaba hallar una experiencia similar en lo más recóndito de la
geografía ghanesa.
Beneficios sociales del clasicismo
Sentí que mi auténtico viaje empezaba tras las montañas
que acotan ese torbellino urbano e impersonal. En algunos
tramos de la carretera, al menor descuido del mantenimiento, la exuberancia tropical se apoderaba del asfalto. La
oscuridad iba tragándose poco a poco la jungla, y también
mi atención. Mis últimos esfuerzos por mantener una charla
fracasaron entre cortas cabezadas.
Cuando desperté, la noche era oscura y cerrada. De
pronto, una sucesión de destellos azulados se abrió paso en
el cielo. Aquello era una típica tormenta en la sabana, que
primero nos cautivó por su belleza y luego nos atrapó con
una pluviosa ferocidad.
Desde Tamale nos dirigimos hacia Wa, en el extremo
más noroccidental del país. Pequeñas chozas de adobe y
cañas se asomaban entre las acacias. Cruzamos Larabanga y
dejamos atrás dos misterios de los que se trata en los cánticos locales: la mezquita voladora y la piedra mística.
Nuestro proyecto consistía en la construcción y equipamiento de tres edificios para la University for Development
Studies, con sede principal en Tamale. El campus se extiende por todo el norte del país y abarca diversas ciudades:
desde Navrongo hasta Wa. Los estudios fundamentales de
la UDS se basan en el desarrollo agrario, tanto en lo que
concierne a técnicas de cultivo como de producción. En
consonancia con esa especialidad, cada uno de los futuros
edificios debía incorporar aulas informáticas, una sala de
audiovisuales y uno o dos laboratorios de química agraria.
Alrededor de ese centro, caminos y carreteras se llenaban de niños, en una especie de éxodo que los conducía
desde el hogar hasta la escuela o la universidad. He visto
esto en otros lugares: en Marruecos, Ecuador, Perú… Los
chicos recorren kilómetros, y lo hacen porque tanto ellos
como sus padres saben que sin educación jamás serán ciudadanos. Es penoso comprobar que ese empeño, demasiadas veces, acaba perdiendo fuerza. La duda es obvia: ¿en
qué punto del sendero que los lleva a la vida adulta se corta ese entusiasmo por la cultura?
La emigración se convierte en necesidad imperiosa, y
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
Piedra mística de Larabanga
126
por un camino oblicuo, tiene un efecto en la música. No
me refiero tan sólo a los profesores de la Sinfónica formados en el exterior. Hablo también de los intérpretes de
highlife que descubrieron esa música en los barrios pobres
de Londres o Berlín. No en vano, desde Alemania llega el
llamado burgher highlife, y desde Estados Unidos, el
hip–life, que entusiasma a los jóvenes por su equívoca
modernidad. En cierto sentido, esta mescolanza no es muy
distinta a la que se dio en otro tiempo en Ghana gracias a
los coros protestantes o a las bandas militares que improvisaban un fox–trot o una rumba. Piezas ligeras que, por lo
demás, no hubieran desentonado en el repertorio de Eric
Coates, Trevor Duncan o Frederic Curzon.
Pero hablábamos de desarrollo y me estoy desviando
del tema. La idea de la UDS consistía en llevar los estudios
a la gente y evitar que la gente tuviera que llegar a la ciudad, porque la ciudad, desde la perspectiva local, genera
confusión, codicia y corrupción. Sólo con dicha mentalidad
podía entenderse que de un lugar como ése emanara la
música que tuve la suerte de apreciar.
Mientras esperaba en Wa, algunos jóvenes se encontraban de exámenes. Me paseé entre ellos, y comprobé que
los pupitres se hallaban en el porche del edificio y en el
patio. No pude averiguar por qué estaban ahí, pero es muy
probable que las últimas lluvias hubieran destrozado los
tejados, dejando las aulas inservibles.
De pronto, reparé en una música especial. Se filtraba
por las ventanas altas de un edificio que parecía un almacén. La resonancia era imperfecta, con los ecos de un auditorio de hormigón y uralita. Pese a mi interés, tardé en
reconocerla.
¿Ich will hier bei dir stehen? ¿Bach? ¿En Wa?
Enseguida pude comprobar que aquello no era una
grabación. El coro, de no más de diez voces, se detuvo
bruscamente. Alguien habló en inglés. Acto seguido, la
interpretación se reanudó con más fuerza, y la nasalidad de
las últimas notas quedó corregida.
Ya ven qué extravagancia más formidable. En el aire,
un pasaje de La pasión según San Mateo interpretado en un
almacén. A mi espalda, la sabana, inclemente, y a su modo,
bulliciosa. Bestias del cuaternario. Cigarras sobrealimentadas, actuando como un novedoso bajo. Y sobreponiéndose
a ese fondo silvestre, voces jóvenes, haciéndose con la
música y la letra de una composición magistral.
De alguna manera, los componentes del coro se las
habían apañado para seguir fonéticamente el alemán. El ritmo también era más lento que el canónico, pero la magia
de aquel sonido era inefable. Créanme: aunque quise
aplaudir, me contuve.
Más tarde, el vicerrector me explicó que uno de los profesores, de los que habían vuelto tras años de estudios en
Europa (supongo que en Inglaterra), era muy aficionado a
la música culta y se había empeñado en transmitir no sólo
sus conocimientos, sino su melomanía. La UDS no podía
darle gran respaldo, más allá del tiempo necesario para
organizar la actividad y un sintetizador Korg, procedente de
un donativo.
Describiendo la doctrina que imperaba en el campus, el
vicerrector me comentó los efectos de aquella iniciativa.
“Apoyo actividades musicales como ésta con la esperanza
de que ensanchen el espíritu de nuestra juventud, y así produzcan mejores ciudadanos”.
Ahora pienso que no lo decía con mucho convencimiento. Digámoslo de este modo: si bien el rector creía en
los efectos benéficos de un coro o una orquesta estudiantil,
su desgaste en aquella lucha era evidente, y lo más natural
es que frunciera el ceño con preocupación.
Diez alumnos y un maestro no cambian una universidad ni sumen a un país en una ensoñación optimista, pero
suponen el comienzo de un itinerario prometedor. Al fin y
al cabo, quién sabe qué lograrán el profesor melómano o
los esforzados músicos de la Orquesta Sinfónica.
Mientras imagino un futuro propicio, recuerdo que
aquella estancia en Ghana —conradiana en muchos sentidos— cambió mi forma de interpretar la realidad africana.
Tal vez porque, con todas sus crisis, contradicciones y
retrocesos, estos países buscan respuesta a preguntas que
aquí ya hemos olvidado.
Javier Sánchez Ventero
Semyon Bychkov
“Los cuentos de Hoffmann”
Christoph Eschenbach
Boston Ballet
Martha Argerich
68 quincena musical de san sebastián
6 agosto - 4 septiembre 2007
AUDITORIO KURSAAL
1/4 septiembre
11/13 agosto
Semyon Bychkov, director
Johan Botha, Nucia Focile, Carlo Guelfi, Paul Charles Clark,
Marianna Pizzolato, Alfred Walker…
Orquesta Sinfónica y Coro de Radio Colonia-WDR
Orfeón Donostiarra (J. A. Sáinz, director de coro)
(ópera en versión concierto)
“Otello”, G. Verdi
“Los cuentos de Hoffmann”, J. Offenbach
David Parry, director musical
Lindsay Kemp, director de escena
Aquiles Machado, Mª José Moreno, Giuseppina Piunti,
Annamaria dell’Oste, Felipe Bou, Annie Vavrille…
Orquesta Sinfónica de Euskadi
(Coproducción de Quincena Musical de San Sebastián, Palacio de
Festivales de Cantabria y Festival Castell de Peralada)
• Precio: 75 / 60 / 48 / 38,40 / 10 euros
• Precio: 60 / 48 / 38,40 / 30,70 / 10 euros
3 septiembre
Orquesta Sinfónica de Radio Colonia-WDR
Semyon Bychkov, director
Igor Tchetnev, piano
“Till Eulenspiegels”, R. Strauss; “Concierto nº 1 para piano y
orquesta”, P. I. Chaikovsky; “Sinfonía Alpina", R. Strauss
16 agosto
Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky
de San Petersburgo
Valery Gergiev, director
“Preludio del I Acto de Lohengrin”, R. Wagner; “Concierto para
piano y trompeta”, D. Shostakovich; “Sinfonía nº 5”, G. Mahler
• Precio: 50 / 40 / 32 / 25,60 / 10 euros
• Precio : 60 / 48 / 38,40 / 30,70 / 10 euros
TEATRO VICTORIA EUGENIA
21/22 agosto
6 agosto
Boston Ballet
“L’Ottavia restituita al trono”, D. Scarlatti
“La Sylphide”
August Bournonville, coreografía ( adaptado por Sorella Englund)
Hermann Lovenskjold, música
Peter Cazalet, escenografía y vestuario
Mikko Nissinen, director artístico
Antonio Florio, director de música
Francisco López, director de escena
Vivica Genaux, Ruth Rosique, Mª Gracia Schiavo, Maria Ercolano,
Cecilia Lavilla, Giuseppe de Vittorio, Paolo López
Cappella della Pietà de’Turchini
• Precio: 45 / 36 / 28,80 / 23 / 10 euros
(Producción de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales)
• Precio: 40 / 32 / 25,60 euros
23 agosto
22 agosto
Orquesta de Cámara de Ginebra
María Bayo, soprano
Capella Glynka de San Petersburgo
Vladislav Chernoushenko, director
“Las Bodas”, I. Stravinsky;
“La Liturgia Demestvennaya”, A. Gretchninov
Rubén Gimeno, director
“La Reina del Sur: de Bizet y Berlioz a la zarzuela”
• Precio: 45 / 36 / 28,80 / 23 / 10 euros
• Precio: 30 / 24 / 19,20 euros
24/26/27 agosto
25 agosto
Orquesta Nacional de Rusia
24: Charles Dutoit, director
Martha Argerich, piano
“Russlan y Ludmilla: Obertura”, M. Glinka; “Concierto para
piano nº 1”, L. v. Beethoven; “Sinfonía nº 4”, P. I. Chaikovsky
26: Mikhail Pletnev, director
Coro de Ópera de Bilbao (Boris Dujin, director de coro)
“Aleko”, S. Rachmaninov (ópera en versión concierto)
• Precio: 50 / 40 / 32 / 25,60 / 10 euros
29/30 agosto
Orquesta de París
29: Christoph Eschenbach, director
Orfeón Donostiarra (J.A. Sáinz, director de coro)
“Nänie”, “Canto del Destino (Schicksalslied)”,
“Sinfonía nº 1”, J. Brahms
30: Christoph Eschenbach, director
“Iberia”, “La Mer”, C. Debussy;
“La consagración de la primavera”, I. Stravinsky
• Precio: 50 / 40 / 32 / 25,60 / 10 euros
e
Obras de Ch. Avison, J. S. Bach, J. Haydn y D. Scarlatti
• Precio: 40 / 32 / 25,60 euros
28 agosto
Joaquín Achúcarro, piano
Obras de E. Grieg, F. Chopin, I. Albéniz, C. Debussy y M. de Falla
• Precio: 35 / 28 / 22,40 euros
31 agosto
Homenaje a Nicanor Zabaleta (1907-1993)
Orquesta Sinfónica de Euskadi
Andrei Boreyko, director
Frédérique Cambreling, arpa
“Une Sourire”, O. Messiaen; “Concierto para arpa y orquesta”,
X. Montsalvatge; “El pájaro de fuego (3ª suite, 1945)”, I. Stravinsky…
• Precio: 40 / 32 / 25,60 euros
OTROS CICLOS
Cámara: Ainhoa Garmendia, Carlos Mena, Ensemble Dialogos…
Antigua: Kenneth Weiss, Capilla Peñaflorida, María Espada…
Contemporánea: Ensemble Recherche, Alberto Rosado…
Jóvenes Intérpretes, Órgano…
www.quincenamusical.com Tel.: 943 00 31 70 [email protected]
Ayuntamiento de San Sebastián
Diputación Foral de Gipuzkoa
Gobierno Vasco
Ministerio de Cultura
VENTA DE ENTRADAS / A partir del 9 de julio
estudio lanzagorta
27: Mikhail Pletnev, director
“Los Preludios”, “Orfeo”, “Prometeo”, F. Liszt;
“Sinfonía nº 11”, D. Shostakovich
Orchestre de Chambre de Lausanne
Christian Zacharias, director y piano
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MÚSICA EN PELIGRO
AL MAL TIEMPO, BUENA CARA
Alguien dijo que el nazismo tuvo una retórica atlética y una sensibilidad diabética. Hitler lagrimeaba de emoción
ante una ópera de Wagner de la que Wagner renegó y que admite deudas con el judío Meyerbeer: Rienzi. Adolfito
siempre llevó como única condecoración la Cruz de Hierro que le habían dado en la Primera Guerra Mundial. Se la
colgó en la chaqueta un oficial judío del ejército imperial austrohúngaro. A menudo, en sus variables refugios, el
Lobo se hacía pasar películas con operetas y revistas abundantes de azúcar sentimental. Las letras de sus canciones
favoritas (He perdido mi corazón en Heidelberg, Tuyo es todo mi corazón —extraída de una opereta de Lehár—,
¿Qué haces con la rodilla, querido Hans?) estaban firmadas por un enigmático Beda, el más famoso de su profesión.
Era judío, se llamaba Fritz Löhner, germanización de su verdadero apellido: Löwy. Como otros colegas, disimuló su
origen religioso con un pseudónimo ambiguo y despistador. Hoy volvemos, por ejemplo, a sus libretos para el citado
Franz Lehár: El país de las sonrisas, Friederike, Giuditta, Bello es el mundo.
L
128
Cantor, como sus colegas, de un mundo risueño,
a serie de artistas judíamable, levemente cínico, suavemente picante y
os que ganaron el
encarnizadamente sentimental, acabó sus días en ese
favor de los públicos
submundo donde, como dice Primo Levi, la condieuropeos en el mundo
ción humana es capaz de esfumarse. Recordarlo es,
del espectáculo hasta el
para nosotros, hombres orgullosos de nuestra civiliadvenimiento del nazismo
zación europea, tan necesario como repugnante.
en 1933 y que apelaron a la
Beda y los suyos, sin embargo, pusieron buena
pseudonimia, es cuantiosa:
cara a esos pésimos tiempos. Formó parte de un
Victor Leon, el escritor de la
comité clandestino donde convivían socialistas y
aplaudidísima La viuda alecomunistas, arios y judíos, por más que a éstos se les
gre, se llamaba Hirschfeld,
prohibiera el contacto con los internos de otra raza.
Bruno Walter (Schlesinger),
Siguió escribiendo poemas y letras de canciones,
Leo Stein (Rosenstein), Felix
algunas destinadas a su
Salten, el de Bambi (Siegfamilia, como aquélla en
mund Saltzmann), Richard
que su hijo pregunta si Papi
Tauber (Carl Ernst Seiffert),
volverá pronto. Otras, patéJean Gilbert, el de Amorcito
ticas y austeras, tal El prisioeres la pupila de mis ojos
nero, donde se autorretrata:
(Max Winterfeld, fallecido
“Soy un prisionero, aunque
en su exilio porteño), Lotte
FRANZ LEHÁR
no sea nadie, no tengo
Lenya, mujer y musa de
nombre, sólo el número X”.
Kurt Weill y, con los años,
El superviviente Curt Poseenemiga temible de James Bond (Karoline
ner recuerda que consiguió
Blamauer) y suma y sigue. La lista se comprestada una guitarra y dio
pleta con dos añadidos: el destierro y el
pequeños conciertos en los
exterminio.
distintos bloques, con obras
Vuelvo a Beda, que sigue haciéndode Beda. A veces, los buenos cantar y silbar sus versos. Sabedor de
nos guardianes ponían la
que el Führer amaba sus obras, cuando la
radio y aplaudían a Beda
anexión de Austria, se quedó en Viena.
cuando oían por ella alguna
No fue el único judío famoso que confió
de sus piezas. Él agradecía,
en su prestigio social como blindaje. Se
optimista e irónico, pensanequivocó, se equivocaron. En 1939 fue
do, tal vez, en la posguerra.
internado en Dachau, luego en AuschEn otras ocasiones, los comwitz, no lejos de la encina plantada por
pañeros lloraban al escuGoethe en 1775 y que fue alcanzada por
char ¿Quién llorará cuando
una bomba aliada en 1944. Beda murió
se hayan ido?
allí el 4 de diciembre de 1942, por estrés
No se trata de un caso
debido a debilidad senil, según reza el
aislado. Pavel Haas, muerto
certificado pertinente. Tenía 59 años. No
FRITZ LÖHNER
en Terenzin en 1944, un ex
era un viejo. Le tocó integrar el llamado
alumno de Janácek, compu“Comando de la mierda”, con Fritz Grünso en la prisión sus cuatro canciones sobre poemas chinos,
wald, encargado de limpiar las letrinas y bacinillas del camuna de sus obras maestras. Erwin Schulhoff, su paisano,
po y de castigar a quien sobrepasara sus bordes con un verque finó su tiempo en Würzburg en 1942, solía evocar, acatido de su interior. Así de horrenda era la existencia de los
so en un desvencijado piano —muchos de sus verdugos
presos que desempeñaban alguna función en los Lager, los
seguían practicando la proverbial melomanía germánica en
llamados Kapos. Su mujer y sus hijos fueron deportados al
todas partes— alguna de sus jocundas ocurrencias de jazz,
Este, a barrer los escombros de las ciudades destruidas. Él
compuestas en los años veinte.
nunca lo supo, aunque dejó de recibir sus envíos de dinero
El bando de desjudaización de la música germánica
y alimentos. Lehár medió ante Hitler para conseguir su libecontiene una estremecedora lista de nombres, algunos de
ración pero fue en vano.
D O S I E R
MÚSICA EN PELIGRO
Casasola
no es de lo mejor suyo y tampoco alguna otra partitura de
ellos popularísimos en la opereta, como Emmerich Kálmán,
efecto oficial, como la Sinfonía nº 12, subtitulada El año
Paul Abraham, Ralph Bodanzky. Nada digamos del atonalis1917 y que más parece un poema sinfónico que narra en
mo de Arnold Schoenberg y los suyos, con la demás música
cuatro episodios aquellos diez días que conmovieron al
degenerada, entre Paul Hindemith y Erich Korngold. Pero
mundo y que propiciaron uno de los más bellos comics
ni siquiera la batuta de Otto Klemperer ni el violín de Fritz
heroicos de la historia, el filme de Eisenstein El acorazado
Kreisler se salvaban, aunque fueran ejecutores de BeethoPotemkin. A la vuelta de años y bobinas, el mismo Shostaven. En las representaciones teatrales, se borraban los nomkovich se encargó de musicalizar la película. Personalmenbres de los libretistas semitas —Stefan Zweig para La mujer
te, me sigue gustando más la música ideal que sugieren sus
silenciosa del intocable Richard Strauss, cuya nuera era tamimágenes impetuosas y carnales, suerte de ballet unanimisbién judía— y cuidado con que en los bailes se deslizaran,
ta, que cualquier fondo sonoro que se le añada.
aunque
anónimas,
El arte es siempre histórico, lo cual no quiere
músicas de los estigdecir que siga la deriva, a menudo repetitiva y
matizados.
Lehár,
sinuosa, de eso que llamamos hechos históricos,
obsecuente y mimado
los titulares “en letra grande” de la memoria hispor el régimen, no evitórica. Baste una anécdota sudamericana, a protó algunas pullas, pues
pósito de lo anterior. Hacia 1930, el presidente
se le echó en cara
Yrigoyen inició tratos con la URSS, que sólo conhaber colaborado con
taba en la Argentina con un despacho comercial.
escritores judíos. Tras
A poco lo echaron los militares golpistas del
el nazismo, no volvió a
general Uriburu. El parvo resultado de aquellas
componer ninguna de
negociaciones fue un barco ruso que llevó monsus esperadas y segutones de armónicas y algunos ejemplares de El
ramente exitosas opeacorazado Potemkin. La ignoretas. Su mudez, acaso,
Día de La Revolución, Octubre de 1938, URSS
rancia protegió al filme, que
fue su respuesta.
no fue visto ni prohibido. En
¿Qué permitió a los
una ferretería cualquiera, el
concentrados de Auschwitz conserjoven León Klimovsky descuvar su buen humor, su melancolía, su
brió unas cajas que lo contenícapacidad de inventar? No ignoraban
an. Las compró y les puso de
la cotidiana humillación, la suciedad,
fondo Finlandia de Sibelius.
el hambre, el frío y la enfermedad,
Así se conoció este clásico en
desde luego. Pero, sin embargo, no
el Cono Sur, más o menos por
puede evitarse comprobar que su
la época en que los rusos —
enconada persistencia fue una forma
los soldados y marineros revode resistencia, un modo de decir que
lucionarios ensalzados por la
el omnipotente represor no podía
imaginación de Eisenstein—
con ellos. Quizás algo más fuerte:
invadían Finlandia y esa músitomar el castigo como un estímulo,
ca era una forma impotente y
negarlo como penalidad, porque
dulce de patriotismo.
aceptarla sería legitimar al verdugo.
Estamos ya en territorio
No se callaron, como el favorecido
revolucionario. Cito a su proLehár. Los efectos de la dictadura,
pósito a un revolucionario tan
según se ve, resultaron inversos.
obviamente tal como el Che
Guevara: “Las revoluciones
Guerra y revolución
son feas”. Se refería a que
propician guerras, muertes,
Algo similar se puede ir observando
hambrunas, ruinas, desabasteen las épocas convulsas de la histocimientos, emigración, pestiria, que son casi todas, especialmenlencia, para luego recrear a la
te para quienes las viven. Me refiero
humanidad y encender la
a las guerras y a las revoluciones. La
aurora del Tiempo Nuevo. Me
leyenda quiere, por ejemplo, que
Revolucionarios de Mexico
quedo con el adjetivo “feo”
durante el asedio napoleónico a Vieporque es estético. Sin adverna, Haydn se defendió de las explotirlo, tal vez, el Che quiso decir que las revoluciones no son
siones y los derrumbes, desde su lecho de enfermo, tocanbuenas para el arte, que no son bellas.
do con trémulas manos, en algún teclado, el Adagio de su
Octavio Paz ya meditó acerca de la figura circular que
Cuarteto “Emperador”, actual himno nacional alemán. El
señala la palabra “revolución” y que explica la mezcla de
maestro no había preservado su arte respecto a lo bélico.
traumáticos avances y burdas reacciones que encierra
Para probarlo están su Misa en tiempos de guerra y otra
como fenómeno histórico. Si evocamos la Revolución Frandedicada al almirante Nelson, que no era un pacifista, precicesa, tan prototípica en varios sentidos para Occidente,
samente. En cuanto a Beethoven, sordo como una tapia,
podemos observar que, siendo tan removedora en lo social
contaba con una defensa natural contra los explosivos. Tal
y lo político, resultó académica y retrógrada en materia
vez vio caer muros y murallas y se revolvió pensando a
artística. Los músicos como Grétry, Méhul, Gossec y demás
quién admirar en lugar del Bonaparte que, según es fama,
parentela, practicaron un arte cristalizado durante el Antile inspiró su Sinfonía “Heroica”. Un siglo más tarde, Shostaguo Régimen, cuyos poderes sociales y económicos había
kovich supo honrar a los defensores de Leningrado, que
intentado destruir el movimiento de 1789. No quita que los
soportaron hasta cuarenta horas seguidas de bombardeos
hijos del proceso, los artistas nacidos con él, recibieran su
nazis, con su Séptima Sinfonía, ornada con uno de los cresimpacto histórico y dieran frutos revolucionarios en la
cendi más memorables del género. El conjunto de la obra
129
D O S I E R
Golden Distribución
MÚSICA EN PELIGRO
Imágenes de la película mejicana El violín (2006), de Francisco Vargas.
música (Berlioz), la pintura (Delacroix), las letras (inmensa
nómina), las ideas (lo mismo), pero los dieron durante la
Restauración, es decir cuando el proceso contrarrevolucionario por excelencia.
El otro gran ejemplo, el ruso, se le parece sugestivamente. La Revolución de Octubre se da paralelamente a
una eclosión de vanguardia literaria (el futurismo), musical
(Stravinski), pictórica (el constructivismo), teatral (Stanislavski, Meyerhold) y con el nacimiento del cine mudo
(Eisenstein, Pudovkin, Vertov). La dictadura emergente abolió, con buenas y malas maneras, toda esta floración artística, e impuso un arte que volvía a Chaikovski, al realismo
decimonónico y al monumentalismo imperial, o sea a los
gustos del sistema que había hecho desmoronar. Músicos
mimados y maltratados como Prokofiev y el citado Shostakovich tuvieron que hacer su obra sometidos, a veces, a
humillantes tribunales, a pesados encargos de propaganda
y abiertas prohibiciones. Stalin se encargó de vetar y luego
reparar la obra del segundo nombrado, mientras Mussolini
recibía con alborozo la admiración de Stravinski, al que no
molestaban las comisiones mecenáticas de los ricos y cultos
millonarios americanos.
Arte y libertad
130
Menos sencillo es el proceso de la revolución mexicana
(1910-1930: un millón de muertos). Careció de intelectuales
al comienzo, y esto fue favorable a la creación, aunque en
condiciones económicas y políticas difíciles. Luego, el Estado del PRI desarrolló una política protectora que, como
todas ellas, trazó senderos ambiguos. México produjo por
entonces a un músico de avanzada como Julián Carrillo,
que trabajó microtonos y cuartos de tono en los años veinte, cuando la vanguardia poética estridentista. Si, por un
lado, el gobierno propuso una estética de vindicación indigenista y folclorismo un tanto charro (Blas Galindo,
Domingo Moncayo), Silvestre Revueltas y Carlos Chávez
hicieron una síntesis muy peculiar de métodos vanguardistas y evocaciones primitivas (de nuevo: Stravinski) de
peculiar calidad.
¿Por qué esta ambivalencia estética de las revoluciones
y su fiel compañera, la violencia belicosa? Por una parte se
debe al autoritarismo, a veces totalitario, que generan. La
guerra impone jerarquías rígidas, obediencias que convierten al disidente en enemigo del Estado y proponen un
orden que, más o menos nuevo que sea, es eso: un molde
para la vida social. Por otra parte, las revoluciones son doctrinarias —o, como en el caso mexicano, se tornan doctrinales— y aplican ese talante intervencionista y dirigista en
contra de la libertad inventiva. Las sociedades consolidadas
son más liberales y, en el ejemplo contemporáneo, honda-
mente indiferentes a lo que se diga en sede artística. La
represión es excepcional y suscita escándalo porque se ha
institucionalizado la oposición. Si hubo un arte oficial con
la dictadura franquista, es difícil pensar que Suárez, Felipe,
Aznar o Zapatero propicien algo parecido. Más bien, lo
contrario. Nati Mistral se quejó divertidamente de esta situación: “Me voy a hacer roja, a ver si el gobierno de la derecha me da algún premio”.
La resistencia es creadora. No la opresión que la genera
sino el hacer desde la imaginaria libertad del arte. El barroco corresponde a tiempos de pesada represión religiosa.
Entre sus metafóricas volutas se enmascaró mucha heterodoxia. Buena parte del mejor cine español se hizo contra la
estética oficial en tiempos de Berlanga, Bardem y la etapa
española de Ferreri. Lo mismo durante la última (cruzo los
dedos) dictadura argentina. Tras la espantosa crisis del
corralito se repitió el fenómeno y, en plena crisis de subsistencia argentina, he podido comprobar que, entre Buenos
Aires y La Plata (sesenta quilómetros de distancia), funcionaron y funcionan siete temporadas de ópera, cuatro de
ellas privadas. En Bolivia, uno de los países con menor renta por habitante de América, cada dos años se celebra el
Festival Barroco de Santa Cruz de la Sierra, uno de los más
lucidos del mundo en dicha materia.
Podríamos decir, una vez más, y con carácter de principio irrenunciable, que no hay arte sin libertad y, más afinadamente, sin un excedente social que lo financie. Ahora
bien: el excedente puede ser abundante o magro. No creo
que —ejemplo extremo— el pintor de las cuevas de Altamira nadase en la holgura ni le sobraran pinceles ni pinturas. Pero la libertad no es algo que se da sino que se toma
y se ejerce. La vanguardia musical italiana, a contar desde
Dallapiccola, se formó durante el fascismo. La rusa, en un
país cuyas mayorías campesinas estaban sometidas al hambre y la servidumbre. La mexicana, entre las balaceras de
los generales enfrentados. Beethoven sobrevivió a la censura maoísta en sótanos donde los pianos carecían de
pedales para que apenas se los oyera. Y Beethoven, como
sabemos, es siempre un artista de avanzada. Se dice que
Cervantes pergeñó su —nuestro— Quijote en un calabozo
porque en su pluma cabía el ancho universo. No estamos
ante la oscuridad de los misterios sino en la complejidad
de los enigmas, y el arte es uno de los mayores. Mantenerlo enigmático es mantenerlo libre, así sea entre los muros
de una cárcel, donde Juan de Yepes, a pan y agua, se recitaba sus versos para fijarlos de memoria y poderlos escribir
algún día. Gran parte de su obra fue quemada por los mandones de la verdad consagrada por el poder. Su Cántico
espiritual, acaso impregnado de sufismo oriental, sigue
cantando. Corrijo: lo seguimos cantando hoy en día. Asegura Borges que a todos los hombres nos toca vivir malos
tiempos. Me permito una coletilla que quizá no disgustaría
al explorador de los laberintos: porque a los malos tiempos
solemos ponerle buena cara, así sea enmascarada por el
antifaz del arte.
Blas Matamoro
« T R A Z O S
Jueves, 20. Teatro Principal. 20:30 horas.
Ananda SUKARLAN, piano; Mercedes
CARRETERO, flauta; Dagmar RENTOVA,
violonchelo; Alfredo ANAYA y Javier
BELINCHÓN, percusión. Chendra
PANATAN: coreografía y danza. Bianca
S. PULUNGAN y Naree KIM, danza. (Solistas
del Jakarta Dance Center). METADOMUS:
viento y percusión tradicional
PROGRAMA
Ernesto HALFFTER: 3 piezas indonesias **
Mekelá
Nang-Matchá
Legende cambodgiene
Danzas y música tradicional de Sumatra
Viernes, 21. Teatro Arniches. 20:30 horas.
PLURAL ENSEMBLE
Director: Fabián PANISELLO
PROGRAMA
Malika KISHINO: Vers le ciel
Toshio HOSOKAWA: Vertical Time Study
Misato MOCHIZUKI: Voilages
Hiroyuki ITOH: In the dim light
Toshio HOSOKAWA: Drawings
Sábado 22. Teatro Principal. 20:30 horas.
ORQUESTA DE GRANADA
Director: José María SÁNCHEZ VERDÚ
Carolin WIDMANN, violín
PROGRAMA
J. Mª. SÁNCHEZ VERDÚ: Elogio del aire,
concierto para violín y orquesta * +
Iluminada PÉREZ FRUTOS: obra estreno * +
Iannis XENAKIS: Syrmos
Toru TAKEMITSU: Rain Coming
Domingo, 23. Teatro Arniches. 20:30 horas.
SPANISH BRASS LUUR METALLS.
AMORES GRUP DE PERCUSSIÓ
PROGRAMA
Daniel FLORS: Cosmogonía *
ESTRENOS ENCARGOS DEL CDMC
J. Mª. Sánchez Verdú: Elogio del aire *+
Iluminada Pérez Frutos: obra estreno +
Sofía Martínez: obra estreno * +
Carlos Satué: Laberinto de la noche * +
José Luis Greco: Concierto para viola y
ensemble * +
Miguel Gálvez: obra estreno * +
Creación radiofónica (dos obras)
D E
O R I
Lunes, 24. Casino. 18:00 horas
Manuel GUILLÉN, violín
Miércoles, 26. Arniches. 20:30 horas
XENIA ENSEMBLE / Liu FANG, pipa
PROGRAMA
PROGRAMA
Jesús RUEDA: obra estreno *
David DEL PUERTO: obra estreno *
Zulema DE LA CRUZ: “Romanza” y Danza nº 7
“Recuerdo” *
Carlos CRUZ DE CASTRO: Pieza para violín
Ramón BARCE: Sonata (Lento-Vivo)
Joan GUINJOAN: Tensió
Musica Tradizionale per pipa solo
Chen YI: At the Kansas City Chinese New Year
I) The Talking Fiddle
II) Making looped noodlest
III) Dragon Sword Dance
Melissa HUI RUSH: per pipa e quartetto
Zhou LONG: Song of the Ch’in
Tan DUN: Concerto per pipa e quartetto d´archi
Lunes, 24. Teatro Arniches. 20:30 horas.
Eiko SHIONO, piano. ELECTROACÚSTICA LIEM
PROGRAMA
Sofía MARTÍNEZ: obra estreno * +
Jean-Marc CHOUVEL: obra estreno *
José Manuel LÓPEZ / VARÈSE: Octandre
(versión para piano)
Yassen VODENITCHAROV: 4 études
Rika SUZUKI: …à l’infini…
Yoshihisa TAIRA: Shô-Rô
Martes, 25. Casino. 12:00 horas
CREACIÓN RADIOFÓNICA. Mercè CAPDEVILA *+
Jueves, 27. Teatro Arniches. 20:30 horas
ENSEMBLE ENIGMA
Director: Juan José OLIVES
Josetxo SILGUERO, saxofón. Julia MALKOVA,
viola. ELECTROACÚSTICA LIEM
PROGRAMA
James MACMILLAN: Three Dawn Rituals
Carlos SATUÉ: Laberinto de la noche * +
José Luis GRECO: Concierto para viola y
ensemble * +
Toru TAKEMITSU: Tree Line
Martes, 25. Teatro Arniches. 20:30 horas
Ricardo DESCALZO, piano; Eva NAREJOS, danza
Viernes, 28. Teatro Arniches. 20:30 horas
“RESIDENCIAS” EN ALICANTE. TRÍO ARBÓS.
NEOPERCUSIÓN
PROGRAMA
PROGRAMA
“AQUA”
Martin BUTLER: On the rocks
Luca BELCASTRO: …y negro el mar
Salvatore SCIARRINO: Perduto in una cittá d’aque
Karen TANAKA: Crystalline II
Gabriel ERKOREKA: Nubes I
Jesús TORRES: Wasserfall *
Maki ISHII: Black intention III
Toru TAKEMITSU: Rain Tree Sketch II
Miguel GÁLVEZ: obra estreno * +
Fernando GONZÁLEZ PASTOR: obra estreno
Isang YUN: Trío
Yoshihisa TAIRA: Trichromie
Frederic RZEWSKI: Les moutons de Panurge
Sábado, 29. Teatro Principal. 20,30 horas
THEATRE CRYPTIC / T'ANG QUARTET
(UK/Singapur)
PROGRAMA
Miércoles, 26. Casino. 12:00 horas
CREACIÓN RADIOFÓNICA
Ganador Premio Creación Radiofónica Radio
Clásica / CDMC *+
“Optical Identity” **
Kevin VOLANS: White Man Sleeps
Franghiz ALI-ZADEH: Mugam Sajahy
Rolf WALLIN: Phonotope 1
Joby TALBOT: por determinar
ESTRENOS ABSOLUTOS
Daniel Flors: Cosmogonía *
Jesús Rueda: obra estreno *
David del Puerto: obra estreno *
Jean-Marc Chouvel: obra estreno *
Jesús Torres: Wasserfall *
Fernando González Pastor: obra estreno
DIRECTORES
Fabián Panisello (día 21)
José María Sánchez Verdú (día 22)
Juan José Olives (día 27)
Fotografía, Isabel Muñoz
E N T E »
D E L
2 0
A L
2 9
D E
S E P T I E M B R E
ENCUENTROS
KAZUSHI ONO
“LA MÚSICA CONTEMPORÁNEA VIVE
CON NOSOTROS”
K
Johan Jacobs
azushi Ono (Tokio, 1960) ha heredado de su padre el concepto de la estructura; de su madre, la idea del ritual.
Ambas cosas se transmiten en la actitud que adopta frente a la orquesta después de haber sido titular de la
Filarmónica de Tokio y director musical de la Ópera de Karlsruhe, el mismo cargo que, desde hace un lustro, ocupa
en el Teatro de la Monnaie de Bruselas, con cuyos músicos hacía una corta gira recientemente por nuestro país, tras
haber medido su talla en los pasados años con las fuerzas al completo de su coliseo en sendas producciones operísticas en
Bilbao (Peter Grimes) y Barcelona (Wintermärchen). Como invitado en solitario también se le ha podido ver por estos pagos:
a comienzos de los 90, para dirigir la Sinfónica de Sevilla un programa con tres B (Bernstein, Bartók, Brahms) y, hace unos
días, para combinar en su primera comparecencia ante la Orquesta Nacional de España “el misticismo simbolista de
Szymanowski y la poesía de las Primera Sinfonía de Schumann, llena de minimalismo, por así llamarlo, en su conjunto”,
comenta con una frase que da idea de la capacidad sintética de este amante de Falla, que califica El sombrero de tres picos
como una de las obras fundamentales del siglo XX.
En sus biografías se dice que descubrió la
música clásica a los tres años. Algunos llegan a asegurar que desde ese momento
pensó en dirigir. A esa edad, ¿le atraía más
la batuta que un instrumento?
134
Claro está que en mi formación,
estudiar piano fue el principio de
todo. Pero es cierto que en mi casa
decían que, cuando a esa edad escuchaba la música en el equipo estéreo
que teníamos, empezaba a bailar con
una barrita en la mano, moviéndola
como si se tratase de una batuta. Son
esas cosas que les gusta contar a los
padres.
¿Su aproximación a la música llegó por
ellos?
No, ellos no tuvieron nada que ver
con esto. Mi padre es ingeniero y mi
madre se especializó en la enseñanza
de la ceremonia del te aunque, al margen de sus dedicaciones, les gustaba
mucho escuchar música. Sobre todo a
mi padre, que empezó a comprar discos de Beethoven, Schubert, Chaikovski. Eso es lo primero que, siempre con
él, empecé a escuchar.
De su madre asimiló el ceremonial que
preside su modo de hacer en el podio.
Ese es el trabajo de un director de
orquesta que, sin hablar, sabe transmitir con el lenguaje del cuerpo. Lo más
importante es que se trata de un idioma inexplicable; de algo meditativo. Y
que en esa conversación sin palabras
se puede transmitir una obra musical
al público.
Decía que en sus orígenes musicales está
el piano.
ENCUENTROS
KAZUSHI ONO
Hasta que decidió “oficialmente” que lo
suyo era la dirección.
Eso llegó más tarde. Con 13 años,
empecé a estudiar composición, y a
los 16 es cuando me centré en la
dirección desde un punto de vista
técnico.
Que luego forjaría con Sawallisch, Bernstein, Patané… ¿qué le debe a cada uno?
Mi primera idea fue trabajar en mi
país en el campo de la ópera, porque
me di cuenta de que mis preferencias
comenzaban a apuntar por afinidad
hacia la música con texto; con todo lo
que tuviese que ver con la escena, en
pocas palabras. Pero la eliminé al
constatar que en Japón no existían
salas adecuadas en aquel momento. Y
como aquello era algo que había provocado mi imaginación, es por lo que
decidí formarme de un modo sistemático en la ópera. El lugar idóneo para
hacerlo era Múnich, donde tenía la
posibilidad de trabajar con Sawallisch
y, de la noche a la mañana me vi
como su asistente en el Teatro de la
Ópera de la capital de Baviera, donde
también estaba Patané. Antes de eso
pasé por Tanglewood, solamente dos
meses, y en ese tiempo tuve la gran
suerte de conocer a Leonard Bernstein.
También coincidiría con Ozawa.
Naturalmente, y ahora es un director con quien mantengo muy buena
relación.
¿Le ayudó en aquel momento, siendo
ambos japoneses?
Más o menos. Como todos los
jóvenes directores de orquesta a los
que invitaba a trabajar en Tanglewood,
yo puedo considerarme uno más de
los que tuvieron aquel privilegio,
puesto que fue él quien me convocó
allí. Y también el de haber sido yo el
primer director de orquesta que enton-
Yamaguchi
Mi primer contacto físico con la
música fue a través de ese instrumento. Pero en mi memoria los recuerdos
más antiguos que conservo son de
cuando escuché por primera vez la
Tercera Sinfonía de Beethoven, de la
que se me quedaron grabados los dos
primeros acordes: pam, pam… aquí
tengo aún [señala a la cabeza] esos
sonidos desde entonces. Habré olvidado muchas cosas, pero en mi memoria
quedan aún esas notas… pam, pam.
Poco después comencé a estudiar piano, aunque mi interés se orientaba
hacia la música orquestal, que era la
que más escuchaba, y que luego intentaba trasladar al teclado, centrándome
sobre todo en las posibilidades que
me brindaban los sonidos que producía mi mano izquierda. Me olvidaba de
la música vital de Liszt, por ejemplo,
para ejercitarme sobre todo en las
notas lentas, graves, que me parecía
poseían mayor profundidad.
ces designó en calidad de director
invitado para la Saito Kinen Orchestra.
De lo que admiró de esas grandes batutas,
¿qué ha incorporado —o le gustaría
hacerlo— en el modo de trabajar con los
músicos?
Todo lo que tenga que ver con la
organización, la construcción de la
música y también con su aspecto técnico, puedo decir que lo traía aprendido desde mis tiempos de Japón. A partir de ese momento es cuando me
planteé la necesidad de profundizar en
el mundo de la dirección desde un
punto de vista más intelectual y espiritual. Y decidí trasladarme a Europa y,
como decía, con la inmensa fortuna de
desembarcar en Múnich, donde Sawallisch era el director principal de la
Bayerisches Oper. Eran los tiempos en
que Carlos Kleiber dirigía aún allí con
cierta frecuencia y, por su parte, Giuseppe Patané se responsabilizaba de
todas las obras importantes del repertorio lírico italiano. Y por si fuese
poco, en la Filarmónica estaba Sergiu
Celibidache. ¡Qué momento aquel!
¿Asistía a los conciertos de todos ellos?
Naturalmente que iba a sus ensayos cada vez que podía. A escondidas,
eso sí, puesto que oficialmente no era
posible. Pero siempre estaba allí, porque me gustaba verlos.
A partir de sus propias vivencias, ¿cómo
compararía las distintas lecturas de los
pentagramas que podían realizar Kleiber y
Celibidache?
Desde el punto de vista de su estilo, debo decir que siempre me he sentido muy influenciado por Kleiber y
por su extraordinaria imaginación, tratando de explicar qué significaba cada
sonido y cada una de las frases. O de
qué modo era preciso tocar para conseguir dar con el color, porque en
cada frase musical veía una relación
con determinado texto. De tal modo
que, cuando estaba sobre el escenario,
todo el mundo se preguntaba qué
estaba ocurriendo allí; qué pasaba. Y
él se encargaba de exponerlo como lo
haría un poeta y con sus explicaciones, inmediatamente los músicos reaccionaban y cambiaban el sonido tal y
como él sugería. De ese modo conseguía establecer una idea de unidad
entre los cantantes y los profesores de
la orquesta. Era formidable. En mi
memoria conservo una Creación que
dirigió en la que, después de algunos
compases, detuvo la orquesta para
advertir al segundo clarinete que aquello debía tocarlo en si, no en si bemol
como estaba haciendo.
¿Y Celibidache?
A Celibidache lo recuerdo en el
último periodo de su vida haciendo
Bruckner, o las Images, de Debussy.
Tal vez por el momento mismo había
algo de especial, por las condiciones
en las que trabajaba, cuando por su
enfermedad no era capaz de mantenerse en pie frente al atril. Dirigía a los
músicos desde la silla en la que estaba
sentado, y era impresionante ver cómo
mantenía toda la concentración de la
orquesta simplemente con la mirada.
Había algo de magia, de increíble, en
todo aquello. Daba la impresión de
que estaba sucediendo algo irreal.
135
ENCUENTROS
KAZUSHI ONO
¿Serían dos modelos referenciales por
encima de otros directores que ha tratado?
Sí, pero al margen de esto debo
decir que veía tanto a Sawallisch como
a Patané como auténticos gigantes. Por
otra parte, en todos estos maestros
detecto una cosa en común, y es que
cada cual recurría a su propio camino
a la hora de escalar una misma montaña. Pero al final, todos ellos eran capaces de encontrar el sentido de la música por su propio instinto para llegar a
la cima que había marcado el compositor. A veces la dirección es así.
Llegar al mismo punto por esos senderos
distintos.
Eso es lo que aprendí de todos
ellos. Como el hecho de que el Celibidache que conocí jamás se valiese de
la música en su propio provecho. Por
el contrario, se entregaba a ella por
completo, como lo hizo a lo largo de
toda su existencia, para extraer la verdad de la música.
¿La constatación vivencial de la ópera la
tuvo ya en Europa?
La primera ópera de mi vida la vi
en Japón con diez años aproximadamente. Fue una Traviata.
¿En concierto?
136
Representada. Decía que en Japón
no había teatros de ópera, pero de vez
en cuando se programaban en salas de
concierto convencionales, de las que
retiraban unas cuantas filas de asientos
para hacer el foso. Pero se contaba
con decorados normales. Lo que ocurre es que las oportunidades de ver
espectáculos de ópera eran bastante
escasas. Por aquellos tiempos también
tuve la oportunidad de ver algunos
espectáculos de Butoh e incluso óperas japonesas, de las que no recuerdo
ninguna como especialmente interesante. Esto que cuento sucedía poco
antes de trasladarme a vivir a Europa.
Para entonces yo mismo había empezado a dirigir allí algunas, como Bohème, La traviata o L’elisir d’amore.
Aquellas experiencias me llevaron a
pensar que era realmente necesario, si
es que quería seguir por ese camino,
venir a vivir a este continente. Para
estudiar a fondo la técnica de los ensayos con cantantes, por ejemplo. Y así
llegamos otra vez a ese momento en
que llegué a Múnich, Sawallisch me
admitió para trabajar con él y me contrataron como su ayudante. Viendo trabajar a Lucia Popp, a Peter Seiffert o a
Jan-Hendrik Rootering, con quien
casualmente coincidí en mi anterior
visita en el Auditorio de Madrid. Yo
dirigía mi Orquesta de la Monnaie, y él
estaba cantando las Escenas del Fausto
de Schumann, invitado por la ONE,
como yo hace unos días. Cuando le
conocí, cantaba el Hans Sachs de Meistersinger, y allí estaba yo.
¿No coincidió entonces con españoles?
Recuerdo a Juan Pons, con quien
trabajé en un Falstaff y más tarde,
estando ya en Bruselas, lo llamé para
que hiciese con nosotros Canio, de
Pagliacci. Juan es un cantante excelente, que se mantiene muy bien.
En La Monnaie le quedan dos temporadas
de contrato. ¿Qué piensa hacer después?
¿Después? Mi calendario al día de
hoy está lleno de actividad hasta 2010.
¿No ha pensado en dirigir otro teatro de
ópera dentro de sus cálculos?
Hay algunas instituciones que me
han pedido que trabaje con ellas, pero
por ahora estoy centrado en mi actividad en Bruselas, y necesito encontrar
tiempo para pensarme la respuesta.
Porque son casi dos años aún los que
me quedan.
Su primera ópera en Bruselas fue Elektra,
de Strauss, uno de los compositores con
quien se siente más familiarizado.
Eso parece. Cada año desde que
estoy en el teatro he querido trabajar
con la orquesta, el coro y los solistas
una de las obras fundamentales del
repertorio alemán, ya sea de Richard
Strauss o de Richard Wagner. Tras
aquella Elektra inicial, al año siguiente
hice Tannhäuser, después vino Frau
ohne schatten, luego El Holandés
errante y este año le ha tocado el turno a Tristán.
Su antecesor, Antonio Pappano, ¿le dio
algún consejo de amigo cuando se fue?
Nuestra amistad venía de años
atrás. Nos conocimos en el año 2000,
cuando estuve dirigiendo la ópera de
cámara de Sciarrino Luci mie traditrice
y un concierto en la misma temporada.
Regresé un año antes de sucederle con
la Séptima Sinfonía de Mahler, y desde
ese momento empezamos a hablar con
bastante frecuencia de miles de cosas
hasta la fecha. Cuando se me ocurre
algo en lo que pueda ayudarme, tomo
el teléfono para consultarle, y él hace
lo mismo conmigo.
Pero no para invitarle a dirigir en el
Covent Garden.
Por ahora no.
¿A qué se debe?
La verdad es que no lo sé. Toni me
ha dicho que está buscando para mí la
obra que mejor cuadre con el repertorio en el que yo me muevo. De todos
modos, tal vez le resulte complicado
invitarme directamente desde La Monnaie para dirigir en el Covent Garden,
y prefiera esperar a que me vaya de
Bruselas, porque todo sea más fácil
desde ese momento.
Podría invitarle a hacer Wagner, un compositor que les gusta a ambos, y que para
usted parece tener algo de tótem.
Así es. En el tiempo que estuve en
Múnich estudié mucho a Wagner, y
dirigí también su obra. Wagner y Ver-
di eran mis compositores más familiares. Sobre todo el primero, cuando
Sawallisch dirigió allí su último Anillo
en la producción de Nikolaus Lehnhoff. Hablo del año 1986, cuando yo
iba a todos sus ensayos. Recuerdo
bien la fecha, porque acababan de
cumplirse tres años antes el centenario de la muerte de Wagner, razón por
la que Sawallisch decidió programar
todas la óperas de este compositor,
incluyendo los títulos menos habituales como Rienzi o Die feen. Por
supuesto que invitó a otros directores,
pero él dirigió Meistersinger y ese Anillo al que me refería, además de Parsifal y otras óperas suyas. Aquella experiencia fue muy importante para mí
por el hecho de verle trabajar con los
cantantes y con la orquesta. Recuerdo
cuando llegó un nuevo Wotan, que ya
había cantado el papel en Estados
Unidos con distintos directores de
orquesta. Inmediatamente después de
comenzar los ensayos, Sawallisch
ordenó parar y le preguntó si comprendía el subtexto que estaba escondido tras las palabras escritas. Lo volvieron a ensayar de cabo a rabo y,
finalmente, quedó con él para el día
siguiente en el camerino, donde le
explicó toda la historia del Anillo desde sus orígenes, para después razonar
cómo esa música se integraba con el
texto de Wagner, y el modo en que
era preciso sacarlas a la luz en nuestros días. Se lo iba desmenuzando, le
cantó las partes de su papel, y aquel
Wotan americano consiguió redondear un trabajo perfecto.
¿Hace usted lo mismo con los cantantes?
A mí también me gusta trabajar
con ellos cuando es necesario. Si no lo
es, perfecto. Pero cuando considero
que hay que insistir en algún punto,
me siento al piano y trabajamos conjuntamente siempre, eso sí, con mucho
respeto hacia el cantante.
De Múnich salta a Karlsruhe, donde hizo
todo Wagner.
Dejémoslo en casi todo.
¿Cómo es que, estando en ese punto de
especialización, no le han llamado nunca
de Bayreuth?
Lo ignoro. Naturalmente que me
gustaría dirigir allí, pero esas cosas no
soy yo quien las decide, sino la organización del Festival. Y por la razón que
sea, desde allí no han pensado en mí.
¿Lo ha fijado entre sus metas?
Para mí no hay ningún sitio concreto en el que aspire a dirigir. El único punto de vista por el que me rijo es
el modo en el que creo que el trabajo
debe ser hecho. El dónde me da lo
mismo. Lo fundamental es regirme por
la frase de Mahler: “No hay orquestas
malas, pero sí directores de orquesta
que lo son”. No me importa el lugar
ENCUENTROS
KAZUSHI ONO
donde trabaje, ya sea Pekín, Madrid,
Tokio o Berlín. O Bayreuth, claro está.
Lo más importante es el modo en que
se hace la música.
El Rake’s progress que acaba de dirigir en
La Monnaie está coproducido, entre otros,
por el Real. Ese podría ser un buen debut
madrileño.
Claro que sí. Y me lo pidieron,
pero desafortunadamente en las fechas
en las que se ha programado en el
Teatro de la Ópera de Madrid yo no
estaré libre.
De aquí hasta su salida de la Monnaie tiene prevista su presencia, no obstante, en
lugares de mucho peso, como la Scala,
donde debuta este mismo mes.
Lo haré dirigiendo Lady Macbeth,
de Shostakovich, y en septiembre, ya
dentro de la temporada 2007-2008,
debuto también en el Metropolitan de
Nueva York con Aida. Después, en
enero, le toca el turno a Bastille de
París con un Cardillac, en Glyndebourne dirigiré Hansel y Gretel…
Eso supone mucho tiempo porque, ¿cuántos días de dedicación le pide a cada ópera?
Para cada producción reservo habitualmente a los ensayos cinco o seis
semanas de mi agenda antes del estreno. Claro está que en ese periodo hay
algunos días que se los queda por
completo el director de escena. Que
son los que yo tengo libres para cumplimentar algunos compromisos con
orquestas.
Porque usted no se ha planteado borrar el
apartado sinfónico de su actividad.
Porque me interesa mucho. En primer lugar porque, si bien desde el
punto de vista de la construcción parece que hablamos de una música muy
difícil, lo cierto es que sólo lo parece.
Pensando que es la música que está
naciendo en nuestro tiempo, te das
cuenta que es más sencillo aproximarse a ella que si te planteas hacerlo al
mundo de Schubert, donde te encuentras con la dificultad de dar con el
camino que te descubra lo que él quería decir, porque el mundo de hoy es
muy distinto a aquel en el que a Schubert le tocó vivir. Para descifrar su
obra es preciso conocer la historia, y
saber las cosas que pasaron en aquellos tiempos, la filosofía del momento
y todo lo demás. Porque frente a una
obra hay que considerar muchas circunstancias y, en ese sentido, la música contemporánea vive con nosotros.
Incluso se ha atrevido con óperas contemporáneas, como Hanjo, de Toshio Hosokawa o Julie de Philippe Boesmans, apuntándose el estreno mundial en su teatro.
¿Habló con los compositores para que le
Mattias Ahlm/SR
Claro que no.
Y dentro de él, seguir defendiendo el
repertorio contemporáneo, en el que tanto ha militado.
allanasen el terreno?
Sobre todo durante el periodo de
la creación, que considero es el
momento más interesante para hacerlo. Porque ya ha acabado la obra, pero
es cuando surgen nuevas situaciones a
resolver con la puesta en escena y los
cantantes. Es entonces, en el intervalo
en que se deben barajar muchas soluciones para adaptarlas a la situación,
cuando se genera un auténtico clima
de elaboración conjunta.
También ha hecho encargos sinfónicos a
compositores como Turnage.
A finales de los años 90, cuando
era director titular de la Filarmónica de
Tokio, diseñé un programa con música
en torno a la Segunda Guerra Mundial,
y para esa ocasión le encargué a Mark
Anthony Turnage Silent Cities, en
homenaje a Michael Tippett, a través
de su obra A child of our time. Turnage recurrió para ello a un tema de
John Scoffield y lo tituló con unas
palabras de Rudyard Kipling. El resultado fue muy emocionante.
¿Ha hecho más encargos de obras a otros
compositores?
Estando en Karlsruhe le pedí dos
piezas a Wolfgang Rihm, que nació en
esa ciudad.
¿Nunca a japoneses, como Takemitsu?
A Takemitsu no, porque yo era
muy joven cuando lo conocí. Pero
Hosokawa me dedicó su ópera Hanjo.
Le interesa el mundo discográfico?
Sí, pero ante todo, las grabaciones
en directo. Tengo también la experiencia de las de estudio, pero no soy muy
partidario de lo de unos cuantos compases y una parada, otro poco de
música y vuelta atrás… Eso me parece
otro mundo. Para mí lo mejor son las
grabaciones cuando están vivas. Como
mucho, rematadas con algunos fragmentos obtenidos durante los ensayos.
Juan Antonio Llorente
137
ESTUDIO
REPERCUSIÓN INTERNACIONAL DE LA
MÚSICA ESPAÑOLA
Hace unas semanas, un miembro de número de la Real Academia Española publicaba en El Cultural (suplemento del diario
El Mundo) un artículo titulado La cultura cenicienta. Poco después de afirmar que “si algo destaca a España en el mundo de
hoy es su potencial cultural” daba numerosos nombres de novelistas, poetas, pintores, científicos, dramaturgos, arquitectos,
directores de cine… pero no citaba compositor alguno (sólo el nombre de dos cantantes). Después de mostrar su cultura en
dicha enumeración, añadía: “Nos falla en España hoy como siempre a lo largo de la historia cultural de Occidente, la
música. Ni siquiera Falla, Rodrigo o Albéniz se encuentran en el circuito internacional”.
A
venturada afirmación, pues por fortuna la música
española ha despertado siempre un gran interés en
todo el mundo, y para demostrarlo cumplidamente se
podría escribir un grueso volumen. Voy a obviar los
nombres de los musicólogos de Iberoamérica, porque es
lógico que se ocupen de una cultura que ha nutrido en buena medida la suya. Sólo voy a intentar, dentro del escaso
margen que permite un artículo y sin entrar en muchos detalles, trazar la repercusión que hoy tiene en el mundo la
música culta española.
140
lo Gilardino, Randy Pile, R. Maycock, J. D. Kramer, etc. Uno
de los grandes especialistas en el maestro saguntino es el británico Raymond Calcraft. En cuanto a sus intérpretes extranjeros, ¡uf!, asusta ponerlos “in lista”. Si citáramos tan sólo a los
guitarristas japoneses (Kaori Muraji, etc.), imagínese el lector,
pero Rodrigo ha sido interpretado por grandes guitarristas
(John Williams, Julian Bream. Siegfried Behrend…), por
insignes directores (André Previn, Colin Davis, Eugene
Ormandy, John Eliot Gardiner, Neville Marriner…) o por
solistas de la talla de J. Lloyd Webber (violonchelo), James
Galway (flauta), Geoffrey Parsons (piano), Christian Ferras
(violín), Catherine Michel, Gwyneth Wentink, arpa), etc.
Siglo XX
Otros compositores importantes en la transición del siglo
Ya la figura de Isaac Albéniz (1860-1909) reclamaría un libro XIX al XX, como Enrique Granados (1867-1916) y Joaquín
Turina (1882-1949), suscitaron atención
entero, pues de él se han ocupado desforánea, reflejada en libros y discos. El
de George Bernard Shaw, pasando por MANUEL DE FALLA
brillante y en cierto modo malogrado
Henri Mollet, Raux-Deledicque, Marliacompositor ilerdense, tiene ahora un
ve, Gauthier, Pola Baytelman, Gabriel
gran paladín en el pianista y musicólogo
Laplane, Vladimir Jankelevitch, hasta
estadounidense Douglas Riva, como lo
Walter A. Clark. De los intérpretes
tuvo antes en la griega Rena Kyriakou, en
extranjeros de Albéniz es imposible
el húngaro Thomas Rajna o en el suizo
hablar aquí, pues ya los tuvo en vida.
Ernest Schelling. Hace cuatro años, su
Empiezan con Blanche Selva y acaban
ópera María del Carmen se representó,
con un “desconocido”, el inconmensuracon todo lo que eso implica, en el Festible Daniel Barenboim. Su más encendival de Wexford, en Irlanda, y no hace
do admirador y mecenas de su productampoco mucho, la pianista alemana Uta
ción operística fue un aristócrata ingles,
Weyand le ha dedicado un disco comFrancis B. Money Coutts, poeta y banpacto entero, por no citar más grabacioquero. Bruselas, Londres, París aplaudienes de sus obras pianísticas, vocales y de
ron su arte cuando él vivía. Uno de los
cámara que circulan hoy en el mercado
mayores músicos del siglo pasado, el
discográfico, buena parte grabados por
francés Olivier Messiaen consideraba la
grupos extranjeros.
Iberia de Albéniz por encima de cuanto
En cuanto al compositor sevillano Joase ha concebido para piano en el siglo
quín Turina, figura entre los más interpreXX. Enescu, Peter Breiner, y Shchedrin,
tados fuera de España por todo tipo de
entre otros, han orquestado obras de
grupos y orquestas. Ahí está la versión
Albéniz.
histórica de su Trío op. 35, nada menos
El musicólogo francés Roland-Manuel
que por Jascha Heifetz, Leonard Pennario
escribió la biografía de Manuel de Falla
y Gregor Piatigorski; sus obras vocales
(1876-1946) cuando el gran maestro gadipor Regina Resnik, Gloria Davy y Shirley
tano vivía en las proximidades de Córdoba (Argentina). ¡Han sido tantos los que fuera de España se Verrett; obras sinfónicas dirigidas por Leopold Stokowski,
han sentido fascinados por él! Desde Walter Starkie, pasando Walter Süsskind, Antal Dorati, etc., o tocadas al piano por
por el sabio Massimo Mila, Suzanne Demarquez, Wanda Lan- Moura Limpany, Brailowski y tantos otros.
Entre las grabaciones recientes con música de Turina,
dowska, A. Gautier, Darius Milhaud, E. Evans, Alfredo Casella,
Harold Schonberg, Gilbert Chase, Ronald Crichton, D. N. figura un CD de la Orquesta de Bamberg íntegramente dediNorrison, A. Budwig, I. Martynov, Ian Gibson, T. Garms, etc. cado a su obra sinfónica dirigida por el francolusitano AntoEn la actualidad, uno de los mayores especialistas es Yvan nio de Almeida, o su Quinteto op. 1 y el Cuarteto op. 4 por el
Nommick. De sus intérpretes es imposible hablar aquí, pero Greenwich String Quartet y el pianista Brenno Ambrosini.
Otros maestros, como Oscar Esplá, Andrés Isasi, Jesús
me gustaría decir que, desde Ansermet hasta Charles Dutoit o
Seiji Ozawa, los directores y las orquestas que interpretan las Guridi, Conrado del Campo, el Padre Donostia, Joan Manen,
Eduard Toldrá, Xavier Montsalvatge, Francisco Escudero,
obras de Falla son innumerables.
En cuanto a Joaquín Rodrigo (1901-1999, el tercero de los Manuel Palau, etc., han sido interpretados y grabados por
citados por nuestro académico, podemos recordar a musicó- solistas y orquestas extranjeras. En los sellos Naxos y Marco
logos como Larry Newcomb, Suzanne Rodes, Draayer, Ange- Polo, comercializados por todo el mundo, se encuentran dis-
ESTUDIO
MÚSICA ESPAÑOLA
cos monográficos dedicados a su producción.
No hace mucho, el violinista Mark Kaplan ha sido solista
del Concierto español, op. 18, de Juan Manén (1883-1971). El
Cuarteto Brodsky ha grabado, por ejemplo, un disco con
cuartetos de cuerda de Conrado del Campo. Otros autores
del siglo XX como Joaquín Nin (padre e hijo), Fernando
Remacha, Ernesto Halffter, Federico Mompou, sobre el que
han escrito notables volúmenes Kastner, Prevel, Bastianelli,
etc., Manuel Blancafort, Manuel Infante, de quien no hace
mucho la pianista Eugenia Gabrieluk ha lanzado en un sello
discográfico alemán sus piezas para piano, junto a otras de
Ángel Barrios. Fernando Obradors, del que nos hemos enterado que era un notable sinfonista gracias a una grabación
dirigida por Adrian Leaper. Julián Bautista (ganador con su
espléndida Segunda Sinfonía del premio Ricordi) Salvador
Bacarisse, Roberto Gerhard, Carlos Palacio, Martín Pompey,
Joaquín Homs, etc., han sido estudiados, grabados e interpretados por musicólogos, casas discográficas, e intérpretes
extranjeros. Y no hablo de compositores que viven por no
dejar fuera nombres que no me gustaría omitir. Es el caso de
los estudios musicológicos de Christiane Heine sobre Bacarisse y Martín Pompey, el de Karen Willems sobre Esplá, las
decenas de estudios sobre Roberto Gerhard, etc., etc.
Es bien conocida, por ejemplo, la cruzada en favor de la
paz y las libertades democráticas emprendida por Pablo
Casals en medio mundo, con su oratorio El pessebre, y la
audición del mismo ante la Asamblea de las Naciones Unidas
en Nueva York, el 24 de octubre de 1963 bajo su dirección.
Y hablando de este grande del violonchelo, recordamos
también a otro similar, Gaspar Cassadó. ¿Qué violonchelista
, en cualquier lugar del mundo, no ha tocado alguna de sus
obras, Requiebros, las Sonatas, la Suite para violonchelo
solo?
No voy a referirme aquí a los grandes ejecutantes surgidos en el seno de la música española (desde Gayarre, y
Monasterio hasta Andrés Segovia, Victoria de los Ángeles, o
Nicanor Zabaleta, ni a la repercusión que la misma ha tenido
en la obra de tantos compositores extranjeros, desde Mozart
o Gluck a Shostakovich, pasando por Boccherini y Domenico Scarlatti, “quasi” españoles, Rimski-Korsakov, Bizet, Chabrier, Lalo, Ravel, Balakirev, Glinka, Chaikovski, Minkus,
Debussy, Schumann, Saint-Saëns, Glazunov, Fauré, Hahn,
Stravinski, Shostakovich, etc.
Siglo XIX
Sigo hacia atrás en el tiempo. Nos vamos al denostado siglo
XIX, donde Juan Crisóstomo Arriaga (1806-1826) suena en
todas partes y tiene actualmente en maestros de la talla de
Paul Dombrecht, excelentes defensores. Sus cuartetos se
tocan por doquier y el año de su segundo centenario ha sido
fructífero para darle aún más prestigio del que ya tenía, pese
a su breve estancia en este mundo. Carnicer también ha
aumentado su fama al ejecutarse en versión de concierto y
ser representadas algunas de sus mejores óperas. Ahora ha
aparecido, dirigida por un rossiniano de pro, el maestro italiano Alberto Zedda, la ópera Don Giovanni Tenorio (1822),
representada el pasado año en el Festival Mozart de La Coruña. El ilustre profesor alemán Jurgen Mehder, del Institut für
Musikwissenschaft de la Frei Universität de Berlín, trabaja en
este momento en la edición de la obra de Ramón Carnicer
Cristoforo Colombo. “Su música —me dice en una carta— es
encantadora, especialmente en los pasajes en que cede al
color local español…”.
El pianista Patrick Cohen ha puesto su nombre junto a los
ya numerosos españoles que interpretan a nuestros compositores románticos. A Marcial del Adalid, Martín Sánchez Allú,
Adolfo de Quesada, Eduardo Ocón; María Luisa Chevalier,
Vicente Zurrón, etc. Cohen recibió de manos de André Mal-
raux la medalla de Oro PABLO
del Royaume de la Musi- SARASATE
que en el Théâtre des
Champs Élysées, pero
donde se merece un reconocimiento oficial es
aquí.
Otro gran romántico,
Pablo Sarasate, asombró
con su violín al mundo.
Compositores de la talla
de Max Bruch, Camille
Saint-Saëns, o Antonín
Dvorák le dedicaron
obras importantísimas.
Se escribió fuera y dentro mucho sobre él. Pero
además, sus composiciones son repertorio de los
violinistas más relevantes, que las han grabado
para los sellos discográficos internacionales.
Tampoco se queda
muy atrás Fernando Sor,
el insigne guitarrista y
compositor clásico, prerromántico y hasta plenamente romántico. Los
guitarristas siguen aprendiendo con él y son
aplaudidos allá donde lo
toquen (bien, se entiende). El británico Brian Jeffery escribió
un gran libro sobre Sor y otros musicólogos, Richard Long,
Matanya Ophee, Michael Christoforidis, Elisabeth Kertesz, Sandra Noll Hammond, Denis Collins, Marco Riboni, Jennifer
Thorp, Bruno Marlat, Stanley Yates, Paul Sparks, Tom Schuttenhelm, David Buch, etc., se han ocupado de los múltiples
aspectos de su producción; por ejemplo, la que puso al servicio de la danza, ignorada entre nosotros. Entre los guitarristas
compositores del siglo XIX destaca, además de Sor, Francisco
Tárrega, fundamental en el repertorio de cuantos guitarristas
de cualquier país (y son miles) actúan por el mundo.
Nos alegra y reconforta ver en casas discográficas internacionales óperas de Bretón, Penella, Albéniz y Roberto
Gerhard. Y escuchar los cuatro cuartetos de Chapí en los dos
compactos del Brodsky, o un cuarteto y el Trío de Bretón
por el New Budapest Quartet.
En cuanto a la zarzuela, género difícil para los extranjeros, los cantantes de Latinoamérica hacen mucho por ella.
Además, la afición crece en lugares como Nueva York,
Zúrich, Roma, Londres, Berlín, Edimburgo, París, Milán, o
Viena. Por otra parte, libros como el de Volker Klotz, Operette (Múnich, 1991) dedican parte de sus páginas a la zarzuela
española. He dejado para el final la enorme figura de Manuel
García, el ilustre cantante y compositor sevillano cuya personalidad arrolladora se impuso en muchos lugares de Europa
y de América. Tanto él como sus hijas María Felicia Malibrán
y Pauline Viardot, son artistas universales. La obra de García
tiene relación con personalidades como Rossini, Liszt, Berlioz
o Schumann. El musicólogo norteamericano James Radomski
ha publicado recientemente un libro extenso sobre este gran
músico que, como ha explicado muy bien la historiadora Carmen Reparaz llevó por primera vez la ópera a Nueva York. Y
hablando de libros es bueno recordar que José Melchor
Gomis (1791-1836), uno de los músicos españoles establecidos en París, estrenó en la Ópera Cómica de la capital francesa y recibió la Legión de Honor. Su primera biografía se debe
a John Dowling.
141
ESTUDIO
MÚSICA ESPAÑOLA
Siglo XVIII
142
encuentran grabados por Jean-Patrice
Brosse y Concerto Rococo y de los
Nuestro siglo XVIII musical tiene tamConciertos para dos teclados disponebién evidentes repercusiones en el
mos de varios registros, fuera de nuesexterior, al margen de la presencia en
tro país, como el de los pianistas
la corte de Madrid de músicos como
Goldstone y Clemmow.
Henry Butler, Giacomo Facco, Scarlatti,
Andreas Staier al clave ha grabado
Falconi, Conforto, Mele, Brunetti, Corel célebre Fandango de Soler, pero
selli, Boccherini, etc.
también obras de Sebastián de Albero,
El segundo centenario de la muerte
de Josep Gallés, José Ferrer y Félix
del operista valenciano Vicente Martín
Máximo López. Las de este último, de
y Soler ha relanzado su obra en toda
quien el Museo del Prado conserva un
Europa, Rusia en primer término, donexcelente retrato de Vicente López,
de murió. Todos los aficionados saben
han sido bien analizadas por la musique rivalizó con Mozart en Viena, tras
cóloga estadounidense Alma Espinosa.
haber triunfado en lugares como
El resurgir del órgano español en el
Nápoles, Roma, Turín y Venecia. Sus
siglo XVIII nos lleva a decir que orgaintérpretes extranjeros son innumeranistas extranjeros como Francis Chapebles, destacando grupos como Les
let, Kimberly Marshall, Bernard FocTalens Lyriques y Octophoros.
croulle, Guy Bovet, Lionel Rogg y Elisa
Los musicólogos extranjeros que se
Freixo, han grabado una muy amplia
han ocupado de él y de sus obras son
colección acerca de la producción
numerosos, desde Ulisse Prota-Giurleo
organística española que abarca los
hasta Leonardo J. Waisman; recordasiglos XVI, XVII y XVIII en órganos
mos ahora a Irina Kriajeva, a R. A. Retrato del operista Vicente Martín y Soler
históricos de nuestro país.
Mooser, a Christophe Rousset que, tras
Los libros y artículos que abordan
estudiar y grabar La capricciosa corretta dijo que “Martín y cuestiones generales sobre la música española también
Soler es una gloria nacional para España”; a Karl Friedrich cuentan. Recordemos el de Mary N. Hamilton sobre la músiRudolf, y a Giuseppe De Matteis y Gianni Maratta, autores ca del siglo XVIII en España, el trabajo de Jambou sobre el
de una excelente biografía que los musicólogos italianos han órgano en la Península Ibérica, el artículo de Beryl Kenyon
ilustrado con numerosos testimonios gráficos.
sobre los instrumentos musicales en el Madrid ilustrado, los
Los hermanos Plá, y particularmente Juan Bautista, han del belga Robert Pourvoyeur sobre aspectos de nuestro
recibido también atención de la musicología extranjera, y su género lírico, el libro de Linton Powell sobre la historia del
obra se ha grabado por orquestas como la English Chamber piano en España, el trabajo de Louise K. Stein sobre el
y la Franz Liszt de Budapest, en este caso con un solista de Manuscrito de la Novena de la madrileña iglesia de San
la talla de Jean-Pierre Rampal (flauta).
Sebastián o A History of the Spanish Stage from Medieval
Francisco Javier García Fajer, conocido como El Spagno- Times until the End of the Seventeenth Century (Oxford,
letto, ostenta el honor de haber sido cantado por Johann van 1967) de N. D. Shergold.
Beethoven, padre del gran compositor cuando estrenó su
Son relativamente abundantes las historias generales de
ópera La finta schiava en Bonn. Ha sido estudiado, entre la música española: Albert Soubies, Gilbert Chase, Ann Liverotros, por Lynne Kurzeknabe, musicóloga que descubrió a more, Walter Starkie, Christian le Bordays, etc.
los santanderinos la obra de García de Carrasquedo, maestro
El órgano español figura también en el gran trabajo de
de capilla en su catedral; también se ocupa de él Joyce L. Michel I. Wilson sobre las cajas del órgano en la Europa
Johnson en su obra sobre el repertorio de Santa Maria in Occidental. Gérard Béhague dedica una gran parte de su
Vallicela en Roma.
libro Music in Latin America a la presencia de la música
El sinfonismo español comenzó a despertar, como en el sacra española en los siglos de oro. Muy notables nos pareresto de Europa, durante el siglo XVIII. También ese mundo cen las aportaciones de Benjamin Lipkowitz, de Margarita
ha interesado fuera de España a la musicología y basta escu- Torrione, de Andrea Sommer-Mathis, de Michael F. Robinchar grabaciones como las del grupo Concerto Köln, dirigido son, de Gerhard Dodeder, de George Truett Hollis, de David
por Guy van Waas, con diversas sinfonías de Francisco Wyn Jones, de Reiner Kleinertz, editor de un libro (Berlín,
Javier Moreno, José Pons y José Nonó, o la espléndida gra- 1996) sobre diferentes aspectos de la música del siglo XVIII
bación de los London Mozart Players dirigidos por Matthias en España, principalmente a la música teatral.
Bamert de cuatro de las sinfonías de Carlos Baguer.
José de Nebra, nacido en Calatayud el año 1702, es el
Mucho más estudiado y grabado ha sido el fraile jeróni- último gran “descubrimiento” en Europa entre los muchos
mo de San Lorenzo de El Escorial Antonio Soler Ramos compositores del barroco español. Ya el ilustre Herreweghe
(1729-1783) que recibió enseñanzas del Padre Martini de interpretó en 1989 su Réquiem a la muerte de Bárbara de
Bolonia en la misma época que las impartía a Mozart. Musi- Braganza, pero en tiempos recientes un músico como Chriscólogos como los estadounidenses Frederick Marvin o Gro- tophe Rousset al frente de Les Talens Lyriques nos ha ofreciver Wilkins han estudiado o publicado su obra y ambos han do muy bellas arias de sus zarzuelas del maestro bilbilitano,
llevado a cabo registros discográficos de la música de este puestas en circulación por maestros españoles como López
ilustrado maestro. Sus sonatas de teclado son celebérrimas y Banzo y Emilio Moreno. Christophe Coin grabó su hermosa
el clavecinista holandés Bob van Asperen ha realizado para zarzuela Viento es la dicha de amor y R. L Kleinertz ha estuel sello Auvidis francés una espléndida grabación integral de diado su zarzuela Iphigenia en Tracia.
tan eximia colección. Al piano encontramos versiones excelentes, como las de la japonesa Miyuki Jamaoka y la de la Siglo XVII
alemana Marie-Louise Hinrichs, ciertamente excepcional.
El holandés Jacques Ogg ha publicado un disco con Si a un español de cultura media, incluso alta, se le pregunvillancicos del Padre Soler al frente de la Lyra Baroque tase acerca de nuestra música en el siglo XVII, probablemenOrchestra; sus Quintetos para clave y cuarteto de cuerdas se te no sería capaz de darnos un solo nombre. Y sin embargo,
ESTUDIO
MÚSICA ESPAÑOLA
144
es un siglo que se inicia con los últimos coletazos del llamado siglo de oro y con autores que aún producían, como
Pedro Ruimonte y Tomás Luis de Victoria, y termina con
música que supone la plenitud de nuestro barroco, como la
de Sebastián Durón y la de Santiago de Murcia, al que, por
cierto, Stevenson dedicó un excelente trabajo.
De Santiago de Murcia se han publicado discos muy
valiosos del Ensemble Kapsberger, con Rolf Lislevand, y de
Richard Savino. Sobre Sebastián Durón, uno de los más
geniales compositores de nuestro barroco, encontramos las
del grupo Janas Ensemble, dirigido por la clavecinista sarda
Paola Erdas, y las del conjunto Accentus Austria que dirige
Thomas Wimmer. Son espléndidos los estudios sobre la guitarra barroca de Craig H. Russell.
Otra figura extraordinaria es la de José Marín, la mayor
parte de cuya música se halla en Inglaterra. Las canciones
del músico madrileño, personaje de vida airada, son uno de
los mejores ejemplos de nuestra más genuina tradición. Lo
ha grabado el Ensemble Private Musicke de Pierre Pitzl, el
citado Accentus Austria, The Extempore String Ensemble que
dirige George Weigand, Private Musicke, etc.
Private ha grabado también a Guerau, a Ruiz de Ribayaz
y a Gaspar Sanz. Este último maestro aragonés, nacido en
Calanda como Buñuel, ha pasado al disco innumerables
veces. Destaco aquí el monográfico que le dedicó a la guitarra barroca, el famoso Hopkinson Smith.
El Empire Brass estadounidense ha grabado a Gabriel
Díaz, músico del duque de Lerma. Otros grupos extranjeros
incluyen en sus discos a Lima Serqueira, Juan de Navas,
Tomás de Torrejón… Torrejón tiene uno monográfico por el
Ensemble Elyma; su ópera La púrpura de la rosa, texto de
Calderón de la Barca, es la primera que se representó en el
continente americano. Hay una versión de René Clemencic
al frente de su Consort. La Hispanoflamenca que dirige Bert
Vandewege tiene en el mercado discográfico esa maravilla
polifónica que son las Lamentaciones (1607), de Pedro
Rimonte. Otro grande, Juan Hidalgo de Polanco (1614-1685)
lo encontramos en disco gracias al Alessandro Stradella Consort que dirige Estevan Velardi, o al The Newberry Consort
dirigido por Mary Springfield.
Este grupo ha grabado también a Bartolomé de Selma
y Salaverde, madrileño que
sirvió al archiduque Leopoldo de Austria y compuso muy hermosa música
instrumental. El conjunto
Tripla Concordia de Sergio
Ciomei se ha ocupado de
grabar piezas de Selma. El
Janas Ensemble lo ha hecho
con obras de Juan de Navas,
de Bartolomé de Selma y de
Juan del Vado. El Choeur de
Chambre de Namur tiene en
su haber registros de varias
obras importantes de Mateo
Romero, maestro de capilla
de Felipe III, entre ellas su
Missa bonæ voluntatis. También el reputado Ensemble
Currende, que dirige Eric van
Nevel, ha puesto a disposición de los aficionados de todo el mundo obras sacras y profanas del que fue llamado “maestro Capitán”.
La famosa, por la polémica que despertó, Missa Scala
Aretina, del catalán Francisco Valls, figura en un disco del
Koor & Barokorkest van der Nederlandse Bachvereniging al
frente del cual está el insigne Gustav Leonhardt, y junto al
Réquiem, nada menos, del gran Heinrich von Biber, director
musical de la corte de Salzburgo.
Por su parte, el famoso organista sevillano Francisco
Correa de Araujo, es interpretado en todo el mundo a partir
de su fundamental libro Facultad orgánica. Otros músicos del
siglo XVII que se han internacionalizado son, por ejemplo, el
extremeño Juan de Araujo, el aragonés Juan Blas de Castro,
quienes junto a figuras como la de José de Torres, una de
cuyas fuentes es la colección Mackworth de Cardiff (Gales);
Juan del Vado, Álvaro de los Ríos, Juan de Palomares, Juan de
Lima, Joseph Peyró, Manuel Correa, Gabriel Díaz, Sebastián
Durón, Manuel Machado, José Marín, Juan Hidalgo y otros,
han sido estudiados por Louise K. Stein en su espléndido
Songs of Mortals, Dialogue of the Gods: Music and Theatre in
Seventeenth-Century Spain (Oxford University Press, 1993).
Sobre las óperas de Hidalgo hay además destacados trabajos; así, el que hace años editó Matthew D. Stroud sobre
Celos aun del aire matan, la primera ópera conservada de
un autor español. La profesora Danièle Becker, de la Sorbona, ha publicado numerosos trabajos sobre el teatro musical
español y particularmente sobre Hidalgo.
Tenemos además el libro de Jack Sage sobre la zarzuela
Los celos hacen estrellas, basado en un texto de Juan Vélez
de Guevara (Tamesis Books Limited, Londres, 1970). Son
también notables los trabajos sobre música teatral española
del siglo XVII, del polaco Casimires Sabik, los de Jambou
sobre figuras como Andrés Lorente y el órgano de su época;
los de Kastner, W. Apel y Klaus Speer, relacionados con la
música para teclado de un siglo donde las capillas catedralicias españolas dieron músicos del fuste de Irízar, García de
Salazar, Jerónimo de Carrión, Teodoro Ortells, Ruiz de Samaniego, Vaquedano, Pablo Bruna o Cabanilles. La obra vocal
y organística de este último ha interesado a los más grandes
intérpretes, como Ton Koopman o Gustav Leonhardt.
Siglo XVI
El siglo XVI es el gran siglo de la música en España, como lo
fue en tantos aspectos del arte y de las letras. Aquí intérpretes y musicólogos extranjeros se han volcado. La
polifonía sacra, la canción y el villancico profanos, la música instrumental, bien la de teclado
en figuras como Antonio de Cabezón o Sebastián Aguilera de Heredia, la de cuerda en el
célebre Tratado de glosas del toledano Diego
Ortiz, o la escrita para vihuela sola o para voz y
vihuela por músicos como Narváez y Mudarra.
Todo ello bastaría para confirmar el brillo musical
de un país que fue visitado entonces por compositores de la talla de Agrícola, Gombert, Urreda, Turnhout, George de la Hèle, Pierre de Manchicourt,
Philippe Rogier, Peter Philips, Cornelius Canis, Pierre de la Rue, Alexander Utendal, Mabriano de
Orto, Joan Brudieu, Philippe de Monte, etc.
El número de estudios musicológicos debe ir
encabezado por el monumental Spanish Cathedral
Music in the Golden Age (University of California
Press, 1961), del ilustre Robert M. Stevenson, donde
presenta un panorama formidable de lo más granado
de la polifonía española del siglo XVI: Cristóbal de
Morales, Francisco Guerrero, Alonso Lobo, Sebastián
Vivanco, Juan Esquivel de Barahona, Juan Navarro y
el gran Tomás Luis de Victoria. Victoria, el genial
músico abulense, ha sido objeto de gran atención desde que
Pedrell publicase sus obras entre 1901 y 1913, por autores
como Raffaele Casimiri (que también estudió a Melchor
Robledo y a Sebastián Raval), pasando por Henry Collet y
Hans von May, hasta las modernas publicaciones de Eugen
Casjen Cramer, J. B. Trend y B. A. Walter, se han ocupado de
ESTUDIO
MÚSICA ESPAÑOLA
146
aspectos de la obra de Cristóbal de Morales, de quien el australiano Michael Noone ha realizado importantes hallazgos.
Noone, además, lo ha grabado con su Ensemble Plus Vltra. Es
magnífico el libro de M. Santiago Kastner (1908-1992) sobre
Antonio de Cabezón, el organista de la capilla española de
Felipe II, recientemente traducido al castellano por Antonio
Baciero. Es también importante la aportación de Tess Knighton sobre la música en la capilla del príncipe Felipe (15431556) dentro del volumen colectivo Aspectos de la cultura
musical en la corte de Felipe II, y anteriormente los trabajos de
Paul Becquart sobre las relaciones musicales entre los Países
Bajos y España en tiempos de los reyes Felipe II y Felipe III.
El musicólogo estadounidense Robert J. Snow publicó
dos libros sobre Esquivel Barahona y Rodrigo Ceballos
(Detroit, 1978 y 1980), y Bruno Turner ha trabajado incesantemente sobre la polifonía española del XVI, tanto en su
faceta de musicólogo como en la de intérprete, al frente de
Pro Cantione Antiqua. Owen Rees ha estudiado las relaciones musicales entre España y Portugal en esa época, y
François Reynaud la polifonía en Toledo.
La célebre escuela de vihuelistas españoles también ha
generado numerosos escritos, buena parte de autores extranjeros. Citaré aquí los de Jack Sage, Charles Jacobs (editor del
libro de Fuenllana, Orphénica Lyra en Oxford University
Press), y sobre todo John Griffiths, de la Universidad de Melbourne (Australia), autor de decisivas aportaciones sobre la
vihuela española, la principal de las cuales versa sobre el
libro de música en cifras intitulado El Parnaso, (1576) del
vallisoletano Esteban Daza.
Douglas Kira, por ejemplo, publicó en la prestigiosa revista Early Music, el año 1995 un trabajo sobre la música instrumental en la capilla del duque de Lerma hacia 1608. Y resulta
curioso ver que siete años después Paul McCreesh, al frente
de los Gabrieli Consort and Players, presentó dos discos compactos (más de dos horas de música) bajo el título Music for
the Duke of Lerma, editado por el más conocido sello discográfico para la llamada música antigua, Archiv Produktion, de
la Deutsche Grammophon Gesellschaft (Hamburgo).
En él se incluyen obras de Urreda, Cabezón, Mateo
Romero, Guerrero, Lobo, Roger, Gombert y Tomás Luis de
Victoria. Este último, acaso el mayor músico que ha dado
España a la Humanidad, tiene numerosas grabaciones en el
mercado internacional. Citaré, y entre ellos van los mejores
grupos del mundo, unos cuantos que lo han grabado con
frecuencia repetidas veces: The Tallis Scholars dirigidos por
Peter Phillips, cuya versión de los Responsorios de tinieblas
no ha sido superada; The Sixteen, de Harry Christophers, a
los que tuve el privilegio de escuchar esos Tenebræ Responsories, en la catedral de Tampere (Finlandia); Schola Cantorum Copenhagen, de Bernhard Lewkovitch; Oxford Camerata, de Jeremy Summerly (“de” y “con” significa aquí “dirigida
por”); Westminster Cathedral Choir, con Hill y con O’Donnell; Mixolydian, de Piers Schmidt; Festina Lente, de Michele
Gasbarro; Gabrieli Consort, de Paul McCreesh; Pro Cantione
Antiqua, de Bruno Turner (junto a The London Cornett and
Sackbut Ensemble); The Monteverdi Choir, de John Eliot
Gardiner; Ensemble Vocal Jean-Paul Gipon, de quien le da
nombre; La Stagione Armonica, de Sergio Balestracci; The
Hilliard Ensemble; Choir of King’s College de Cambridge, de
Stephen Cleobury; In illo Tempore, de Alexandre Traube;
Musicale Collegium, de Alessandro Galluccio; Les Petits
Chanteurs de Sant-Croix de Neuilly; Le Parlament de Musique, de Martin Gester; The Concord Ensemble; Orchestra of
the Renaissance, con Richard Cheetham; Magnificat, de Philip Cave; The Cardinall’s Musick, de Andrew Carwood; Christ
Church Catedral Choir de Oxford, de Stephen Darlington;
Kamariherrat; The Chamberlains, etc.
Si miramos a Francisco Guerrero encontraremos buena
parte de los citados y alguno más, como la Chapelle du Roi
dirigida por Alistair Dixon, que ha grabado las Vísperas de
todos los Santos y la Missa Pro Defunctis publicado en Sevilla
en 1582 por el gran polifonista andaluz.
También Cristóbal de Morales ha sido grabado por los
mejores grupos, algunos ya citados y otros como el Ensemble
Plus Vltra de Michael Noone; Orpheus Chor München y Lyra
Ensemble, de Gerd Guglhör; Consortium Carissimi, de Vittorio Zanon; Doulce Mémoire, de Denis Raisin Dadre, y Freiburger Vokalensemble y Ludus Venti, de Wolfgang Schäfer.
Otros polifonistas han pasado al disco por importantes
grupos corales. Fernando de las Infantas por I Fagiolini; Bartolomé Escobedo por A Sei Voci, de Bernard Fabre-Garrus;
Ambrosio de Cotes, Mateo Flecha, Hernando Franco, Gaspar
Fernández, Juan Vásquez, Gutiérrez de Padilla, Rodrigo de
Ceballos (por medio del Ensemble Gilles Binchois dirigido
por Dominique Vellard) gracias a diversos grupos, entre
ellos el del King’s College de Londres que dirige David Trendell, el cual ha dedicado un compacto a Alonso Lobo y otro
al muy excelso, pero menos conocido Sebastián Vivanco.
La música instrumental también goza de la mirada de
grandes figuras y grupos europeos y americanos. Clavecinistas como Gustav Leonhardt, Ilton Wjuniski, Ton Koopman,
Guido Moroni, Paola Erdas, Paul Nicholson, Marie Nishiyama, Enrico Baiano, Claudio Astronio, etc., han realizado grabaciones de la música para teclado de Cabezón, Aguilera de
Heredia, Correa de Arauxo, etc. De los organistas ya hemos
hablado y habría que citar los discos dedicados al quinientos
español por el arpista Andrew Lawrence-King, los violagambistas Paolo Pandolfo, Reiko Ichise, etc.; y por grupos como
el Amsterdam Loeki Stardust, que han grabado a Diego
Ortiz, Clavijo del Castillo, Cabezón, Victoria, Correa de Arauxo, adentrándose en el siglo XV con Francisco de la Torre,
Pedro de Escobar, Johannes Cornago…; el grupo inglés Fretwork, La Moranda, dirigida por Astronio, Charivari Agréable
con la soprano Nicky Kennedy; o el Ensemble Clément Janequin que dirige Dominique Visse, que nos acerca obras de
Flecha, Brudieu, Mudarra, Valderrábano y Vásquez. A la
obra de Cabezón está dedicado un compacto del Ensemble
Accentus de Viena, dirigido por Thomas Wimmer.
Es enorme también el número de vihuelistas de hoy, que
realizaron registros, incluso a la guitarra y al laúd, dedicados
a los maestros de la vihuela del siglo XVI.
Recordaré los nombres de Hopkinson Smith, Rolf Lislevand, Christopher Wilson, Paolo Rigano, Massimo Lonardi,
Shirley Rumsey, que además canta, etc.
Siglo XV y la Edad Media
La musicología extranjera ha tenido en cuenta muy a menudo,
cono no podía ser menos, a la música que surgió durante el
siglo XV en la Península Ibérica. Por entonces nacieron y
vivieron durante el reinado de los Reyes Católicos, dos de los
más grandes músicos españoles de la historia: el vasco Juan
de Anchieta y el castellano Francisco de Peñalosa. Tampoco
hay que dejar al margen figuras tan notables como la del castellano Juan del Enzina, el portugués españolizado Pedro de
Escobar y el andaluz Francisco de la Torre. Los cinco tienen
numerosas grabaciones en el mercado, españolas y extranjeras. Sobre éstas, que ahora nos ocupan, basta decir que son
protagonizadas por grupos de fama mundial, como puedan
ser The Hilliard Ensemble que, además de los ya citados, ha
grabado a Rivaflecha, Luchas, Millán, Alonso, Urreda, Mondéjar, etc. The Orlando Consort añade otros, como Pedro de
Lagarto o Pedro Díaz, en su magnífico compacto The Toledo
Summit (La cumbre de Toledo). Otros grupos se han ocupado
de estos compositores y del Cancionero de Palacio en general. Así, el Huelgas Ensemble, de Paul van Nevel; Gothic Voices de Christopher Page; Ancient Consort Singers, de John
Alexander; la Corale Universitaria di Torino, de Dario Tabbia;
ESTUDIO
MÚSICA ESPAÑOLA
The Dufay Collective; Musica Reservata, de John Beckett, His
Majesty’s Clerkes, de Paul Hillier, grupo que junto a The Newberry Consort, de Mary Springfield, protagoniza un compacto
formidable dedicado a otro gran músico, en este caso riojano,
que brilló en el Nápoles del siglo XV: Johannes Cornago;
Musica Antiqua of London, de Philip Thorby, con piezas de
Román, Garcimuñós, Vilches, Gabriel, Juan Ponce, etc. Los
Ministriles y Piffaro, que dirigen Joan Kimball y Robert Wiemken; Ensemble Cantus Figuratus, de Dominique Vellard; Live
Oak and Company; el siempre admirable Ensemble Gilles
Binchois, que añade nombres como Badajoz y Espinosa; La
Morra, dirigido por Michal Gondko y Corina Marti; el trío integrado por la mezzosoprano Margaret Philpot y los vihuelistas
Shirley Rumsey y Christopher Wilson…
Por supuesto, disponemos también de imprescindibles
publicaciones musicológicas sobre el siglo XV, como el
grueso volumen Música y músicos en la corte de Fernando el
Católico, 1474-1516 (Zaragoza, 2001), de Tess Knighton, y
otros trabajos sobre la época, como el Juan del Encina de
Henry W. Sullivan (Boston, 1976), o Luis Milán and the
vihuelists, de John B. Trend, o el Josquin in the Music of
Spain and Portugal de Robert Stevenson y otros de Marius
Schneider, Manfred Schuler, Norma Klein Baker, Manuel
Morais, James Crawford, Henri Collet, Mabel Dolmetsch,
Theodor Göllner, Clemente Terni, Jack Sage, Alan Ryder, etc.
Hace tres años, apareció el libro de Kenneth Kreitner The
Church Music of Fifteenth-Century Spain (Woodbridge,
2004) que estudia, entre otros temas, a los compositores
Urreda y Cornago y el Cancionero de la Catedral de Segovia.
El número de medievalistas musicólogos especializados
en lo español es también considerable. Recordemos a J. Claire, D. M. Randel, estudioso de nuestro canto mozárabe, como
M. Ferotin y L. Brou; G. E. Grünebaum, I. Levi, P. Wagner, T.
Karp, F. Reynaud, G. V. Huseby, R. B. Donovan… eruditos en
aspectos como el drama litúrgico, la música arábigoespañola,
los trovadores, las Cantigas de Alfonso X el Sabio, el Llibre
vermell, el Códice de las Huelgas, el Misterio de Elche, la patrística, los antifonarios, la música sefardí, los instrumentos, las
fuentes, los tropos, la teoría… Las grabaciones además, se
multiplican. El Codex Las Huelgas ha sido atendido fuera de
España por el grupo Sequentia que dirigían Barbara Thornton
y Benjamin Bagby. También por Theatre of Voices dirigido
por Paul Hillier. El grupo Dialogus ha grabado piezas trovadorescas, entre ellas la del trovador gallego Martín Codax. El
Ensemble Gilles Binchois nos ha dado su versión de la música
del Misterio de Elche… en fin, habría que decirle a nuestro
amigo académico que el “circuito internacional” está lleno de
gente no española interesada en nuestra música. Pero él insiste en El Cultural (18 de enero de 2007) y escribe que “aquí
seguimos anclados en la cultura decadente, el arte deshilachado, la música de pandereta”. Debería saber que la Sociedad
Española de Musicología (SEdeM), con su impresionante
Revista de Musicología, es la más potente de Europa. Y no
hemos dicho nada aquí de lo que actualmente, dentro y fuera
de nuestro país, graban los intérpretes españoles.
En cuanto a los extranjeros… ¡si hasta el más conspicuo
estudioso del cuplé hispano es el catedrático de la Universidad de París Serge Salaün!
Sin los musicólogos, un elevado porcentaje de la música
universal permanecería en silencio. Por eso he de agradecer
desde aquí al académico el desconocimiento que me ha permitido rendir homenaje a todos aquellos que, movidos únicamente por un sincero aprecio, han extendido por el mundo
la presencia de nuestro patrimonio musical, mucho más rico
de lo que —¡ay!— entre la mayoría de nosotros, los melómanos, se cree.
Andrés Ruiz Tarazona
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147
EDUCACIÓN
Proyecto Educativo y de Difusión de la Orquesta Sinfónica de Euskadi
TEMPO DI MARTXA!
La Orquesta Sinfónica
de Euskadi cumple 25 años
La Orquesta Sinfónica de Euskadi celebra durante el año 2007 su 25 aniversario. Dentro de las diferentes actividades que viene realizando para conmemorar esta significativa fecha, se
encuentra Tempo di Martxa!, un proyecto educativo y de difusión gestado
para difundir la realidad de esta
orquesta en gran número de municipios vascos.
El conjunto de las actividades programadas tiene como objetivo poner
en valor una vez más, y coincidiendo
con los 25 años de historia, los principios establecidos ya desde la constitución de esta institución en 1982 y que
han venido siendo su eje fundamental
desde entonces: contribuir a la educación y difusión cultural tanto dentro
como fuera de nuestras fronteras, servir de estímulo y plataforma a los
intérpretes y compositores vascos o
constituir un fondo documental que
recoja la producción musical de nuestros compositores.
La atención al mundo infantil ha
quedado patente en este año de aniversario, a través de otras actividades,
como la programación del espectáculo
Romeo eta Julieta de la compañía de
marionetas Per Poc, la edición, por primera vez en euskara, del libro-CD que
reúne dos obras maestras de la música
clásica: Pedro y el lobo de Sergei Prokofiev y El carnaval de los animales
de Camille Saint-Saëns y también, la
realización y grabación de El Conciertazo, el célebre programa de Televisión Española que conduce Fernando
Argenta.
Tempo di Martxa,
un proyecto innovador
148
El proyecto Tempo di Martxa se gesta
en mayo de 2006, y es el resultado de
seis meses de profundo trabajo previo
de reflexión y profundización en las
diferentes posibilidades y estrategias a
la hora de realizar propuestas innovadoras sobre cómo difundir la realidad
de una orquesta sinfónica.
El punto de partida fue transmitir
la información sobre la realidad de la
orquesta al mayor número de municipios vascos y al mayor número de
niños y niñas. En este periodo de
reflexión, liderado por el Director
General de la Orquesta Sinfónica de
Euskadi, Íñigo Alberdi, se barajaron
muchas opciones, hasta llegar al proyecto actual, proyecto que se puede
considerar como central dentro de las
diferentes iniciativas que la Orquesta
de Euskadi ha organizado con motivo
de su 25 aniversario.
Se consideró que la etapa educativa que más nos interesaba era el tercer
ciclo de Educación Primaria, principalmente por la concordancia entre nuestra propuesta y el currículo de música
que se estudia en esta etapa educativa
en el País Vasco. Por otro lado se decidió que la herramienta más adecuada
para transmitir la información que queríamos comunicar tenía que ser una
herramienta familiar para los niños y
niñas, por lo que nos centramos en las
posibilidades que ofrecen las nuevas
tecnologías. Ya que no era viable llevar a los casi cien músicos que componen la Orquesta de Euskadi a cada
centro educativo, habría que crear una
realidad virtual que nos permitiese que
la orquesta estuviese presente, de
alguna manera, en cada centro, cada
municipio.
Bajo estas premisas nace Tempo di
Martxa!, un proyecto cuyo continente
es un autobús especialmente construido para esta actividad, un aula de
música itinerante, con una exposición
de instrumentos sinfónicos, 24 puestos
informáticos, y toda la información
sobre la Orquesta de Euskadi.
Un proyecto singular, en el que
música y nuevas tecnologías se dan la
mano para introducir al alumnado en
el mundo sonoro de la música sinfónica de una forma lúdica y amena a través de un programa interactivo espe-
cialmente diseñado por un equipo de
profesionales para esta ocasión.
Finalmente el autobús se preparó
también para personas adultas que
deseasen acercarse a él, ya que, en su
largo viaje, se previeron estancias en
plazas públicas de algunos municipios y ciudades, para disfrute de los
viandantes.
Los materiales didácticos
El programa Interactivo se planteó
como una excusa para introducir al
alumnado en el mundo sonoro. A lo
largo del programa, el alumnado puede escuchar hasta 32 obras de diferentes géneros, épocas y estilos. En un
esfuerzo para que nuestros niños y
jóvenes conozcan el importante patrimonio musical vasco, de estas 32
obras, 20 pertenecen a compositores
vascos, interpretadas por nuestra
orquesta, y, con frecuencia, por solistas vascos.
El programa incorpora además
diferentes actividades y juegos de
escucha, que les permitirán desarrollar
su capacidad auditiva y aprender a discernir mejor el timbre de cada instrumento sinfónico.
A través de los contenidos del programa, el alumnado puede conocer a
cada miembro de la Orquesta de Euskadi, visitar los espacios donde realizan sus actividades, el repertorio que
interpretan, pueden aprender lo que
significa orquestar una melodía ya
escrita o reírse con algunas de las bromas musicales que los compositores
de todos los tiempos introducen a
EDUCACIÓN
veces en sus obras. Pueden acercarse
además a nuestros compositores, nuestros solistas y también, por qué no,
conocer nuestra discografía.
La guía didáctica consta de diez
fichas didácticas, que pretenden apoyar la labor del profesorado de música
de los centros educativos. Todas las
fichas se basan en contenidos que
podemos encontrar en el programa
interactivo, y pretenden estimular y
desarrollar la escucha activa, a través
de diferentes ejercicios y explicaciones.
En cada ficha, el alumnado
encuentra información sobre cada uno
de los temas, ejercicios para realizar en
la propia ficha y material gráfico, además de un glosario de términos musicales que aparece en la misma.
La actividad en los centros educativos
La actividad que se propone con cada
grupo de alumnos se divide en dos
sesiones de treinta minutos cada una.
La primera parte consiste en una actividad preparatoria en el aula en la que
uno de los monitores realiza una primera presentación de quiénes somos y
por qué venimos a visitarlos. Posteriormente se realiza un sencillo trabajo
sobre la función del director de
orquesta, realizando diversos ejercicios
rítmicos, utilizando la batuta como eje
de la actividad.
Posteriormente la clase se traslada
al autobús, donde se realizan diversos
ejercicios a través del programa interactivo sobre la colocación de las diferentes familias instrumentales dentro
de la orquesta, así como diversos ejercicios de discernimiento auditivo.
También en el autobús, se muestra
la exposición de instrumentos sinfónicos ordenados por familias, y al final
de la visita cada alumno o alumna
podrá “tocar” un violín y experimentar
con él.
Finalmente, los monitores entregan
el CD con el programa interactivo y la
guía didáctica, para que el profesorado
pueda continuar profundizando sobre
los contenidos que se desarrollan en el
mismo.
Es destacable en este sentido que,
habiendo considerado que este proyecto constituye una aportación muy
importante como herramienta educativa, el Departamento de Educación,
Universidades e Investigación del
Gobierno Vasco se haya adherido a
este proyecto.
Los resultados del proyecto
En una mañana lluviosa, fría y oscura,
típica del invierno donostiarra, nuestro
llamativo autobús, con una tripulación
formada por dos monitores especialis-
tas en educación musical y un experimentado chófer, emprendió su periplo
un 8 de enero de 2007, en el Colegio
Sagrado Corazón de San Sebastián.
Han pasado seis meses desde
entonces y hemos recorrido 6.500 kilómetros y ya el final del viaje se aproxima, haciéndose inevitable echar la vista atrás y evaluar los resultados.
Nuestro autobús ha visitado hasta
el momento más de 150 centros educativos del País Vasco y Navarra y por
él han pasado 15.000 personas aproximadamente, entre niños, niñas, jóvenes, curiosos, estudiantes y profesores
de música, jubilados… Hemos viajado
por centros públicos y privados, por
escuelas de música y conservatorios,
hemos descansado en plazas de
pequeños pueblos y grandes ciudades.
La pregunta fundamental para
nosotros es conocer cómo ha recibido
el mundo educativo este proyecto en
el que una institución alejada por lo
general de la educación se aproxima y
se introduce en un aula de Educación
Primaria, armada, eso sí, de una batuta
y mucha música.
Quizás lo más prudente sea dar la
palabra a los protagonistas de la experiencia. Alumnado y profesorado han
valorado nuestra visita, a través de una
ficha de evaluación, en la que hemos
podido comprobar que el proyecto,
globalmente, ha tenido una gran aceptación. Si algunos docentes nos manifestaron sus temores previos de que
nuestra visita fuese aburrida —un rollo
en lenguaje coloquial—, lo cierto es
que ésta ha sido valorada siempre
como divertida, amena y bien estructurada. Algunas frases como estas que
reproducimos a continuación, dan fe
de ello: “¡Nos ha gustado mucho la
exposición de los instrumentos!”, “¡Gracias por venir!”, “En la clase de hoy nos
ha dado tiempo para todo, el ritmo es
rápido y correcto, bien dirigido por los
monitores”, “Entre la teoría y la práctica
ha quedado completo. Me ha gustado
todo el multimedia en general”.
La crítica más frecuente ha sido la
brevedad de la visita, que ha sido generalmente de una hora por cada grupo.
En este sentido es necesario decir que
para todo el equipo que ha trabajado e
impulsado este proyecto, ha sido siempre una prioridad llegar al mayor
número de personas posible, siempre
ofreciendo una actividad de calidad. Sin
embargo, destacamos que el CD interactivo permitirá a los centros educativos continuar la actividad iniciada.
La participación del Departamento
de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno Vasco, que se
sumó al proyecto con el autobús en
marcha, garantizará que todos los centros de Educación Primaria del País
Vasco reciban el CD del programa
interactivo y conozcan un poco más a
la Orquesta Sinfónica de Euskadi.
Llega el final del curso académico
y ya niñas y niños, maestras y maestros comienzan a pensar en dónde
pasar las vacaciones, signo inequívoco
del final de nuestro viaje. Nuestro
autobús volverá a las cocheras de donde salió, para ser desmontado y reutilizado en otros proyectos, pero la
Orquesta Sinfónica de Euskadi sigue
adelante con los preparativos de su
gira por Suramérica en septiembre y
una nueva temporada llena de novedades, entre las que no faltarán nuevas
iniciativas relacionadas con el mundo
educativo.
Mikel Cañada
Coordinador del proyecto
Tempo di Martxa!
Orquesta Sinfónica de Euskadi
149
JAZZ
Jimmy Katz
ANDREW HILL,
UN JAZZISTA A LOS PIES DE MONK
S
150
u despedida ha sido apenas un
desgarro. Y poco más. Ha sido
uno de los grandes intelectuales
del jazz moderno y uno de sus
mayores creadores durante los años
sesenta. Sin embargo, este monumental
jazzista con cara y oficio de profesor
nos ha abandonado con la misma y
silenciosa elegancia con la que transitó
por la vida. Se llamaba Andrew Hill y la
temporada pasada recuperaba cierta
notoriedad pública al entregarnos uno
de los álbumes del año, Times Lines.
Aun así, durante mucho tiempo algunos
de nosotros le dimos la espalda, más
que injustamente, inmerecidamente,
porque a este pianista musical sólo le
importaban la certeza de sus ecuaciones
armónicas. En nuestro caso, y lo confesábamos recientemente en voz alta, fue
nuestro compañero Federico González
quien nos renovó la mirada en 2002,
cuando Andrew Hill fue llamado por el
director del Festival de Jazz de Donostia-San Sebastián, Miguel Martín, para
lucir un pequeño rincón del majestuoso
Kursaal donostiarra. Un año antes, el
programador nos había anunciado
reservadamente el cartel de su 37ª edición a lo largo de un recitado que
incluía nombres mayores de la modernidad jazzística, caso de Dave Douglas o
Uri Caine, que fueron recibidos imperturbablemente por Federico. Sólo un
nombre hizo que su correcta escucha se
descompusiera, Andrew Hill. “Ojo, puede ser el concierto del festival”. Y lo fue.
El pianista fallecía el mes pasado víctima de un cáncer de pulmón a los 75
años y su larga contribución pianística y
musical al jazz apenas quedó resumida
en una cuantas líneas de obituario.
Andrew Hill fue el intérprete que
más cerca estuvo de Thelonious Monk
y no tanto ya porque ambos compartieran instrumento como por sus afinidades creativas. Cada uno a su manera, la pareja hizo gala de un compromiso artístico que les situaba siempre
ante el cuestionamiento de todo,
replanteándose constantemente cada
lectura que hacían de los lenguajes
dominantes del jazz mediado el siglo
pasado. Los dos eran mucho más que
jazzistas, porque en sus partituras iban
más allá de los lenguajes de bebop o
la improvisación. En el caso de Hill,
además, su piano tenía algo de todos
los teclados, desde la vanguardia de
Cecil Taylor al lirismo de Lennie Tristano o Abdullah Ibrahim, pasando por la
corpulencia de McCoy Tyner, Así, uno
entiende que lo “peor” para Hill fue
JAZZ
ANDREW HILL
que antes de él ya existiera un Monk.
Hasta la firma en 1999 por el sello
Palmetto, el pianista había peregrinado
discográficamente por los setentas y
ochentas de manera intermitente. Sin
embargo, la llegada a esta pequeña
compañía independiente parece que sirvió de justo estímulo a un músico que
en su primera entrega, Dusk, sentó las
bases del sexteto que ya lo acompañaría
hasta el final de sus días, y en el que se
integraban jazzistas audaces como el
trompetista Ron Horton, los saxofonistas
Greg Tardy y Marty Ehrlich, el contrabajista Scott Colley y el baterista Billy
Drummond. Con ellos publicaría después el directo A beautiful day (2002),
registrado en el neoyorquino Birdland,
y ya el año pasado el mencionado
Times Lines, en lo que supondría el
reencuentro con el sello que mayor gloria le dio, Blue Note, y uno de sus fieles
cómplices en el pasado, el trompetista
Charles Tolliver. A estos títulos hay que
sumar una pieza para coleccionista, The
day the world stood still (2003), registrada en el sello Stunt con motivo de la
concesión del Nobel del Jazz, el Danish
JazzPar Award.
No obstante, queda claro que la
gran década dorada de Andrew Hill
fue la de los sesenta, en la que el pianista entrega 14 vibrantes títulos a través de Blue Note y el productor Alfred
Lion, que en su momento aseguró:
“Andrew será mi último protegido”. Al
primero de esta serie discográfica,
Black Fire (1963), le siguieron otros
exitosos trabajos como Smokestack,
Judgment, Andrew!!, Compulsión,
Dance with death, One for one, Judgment!, Grass roots, Lift every voice o
Point of Departure, que dio nombre a
un sexteto histórico en el que concurrían, nada menos, que el trompetista
Kenny Dorham, los saxofonistas Eric
Dolphy y Joe Henderson, el contrabajista Richard Davis y el baterista Tony
Williams. Esta etapa culminaría en
1969 con el último lanzamiento para
Blue Note, Passing Ships, en el que los
créditos arrojaban nombres igualmente
poderosos: los trompetistas Woody
Shaw y Dizzy Reece, el intérprete de
trompa Bob Northern, el flautista Joe
Farrell, el clarinetista y tubista Howard
Johnson, el contrabajista Ron Carter y
el baterista Lenny White. A lo largo de
este fructífero periodo el artista fijó las
esencias de un jazz que, aun mirando
al pasado, se reconocía en el futuro,
gracias el empeño creativo de un compositor que se retrata a sí mismo en
piezas tan complejas como New
Monastery, una obra mayor de siete
minutos incluida en el célebre álbum
Point of Departure de 1964.
Durante las dos décadas siguientes,
el pianista amplió su reputación con
varios doctorados universitarios y su
discografía con nuevos audaces registros, grabados para sellos como AristaFreedom, Steeple Chase o Black SaintSoul Note. Tras residir en otros estados
como California, el artista regresó a
Nueva York a comienzos de los
noventa, coincidiendo con su primer
reencuentro con Blue Note, donde firma otros dos excelente títulos (Eternal
Spirit y But not farewell) junto a leyendas como el vibrafonista Bobby Hutcherson, el trombonista Robin
Eubanks y el baterista Ben Riley y nuevas amistades como el altosaxofonista
Greg Osby. Posteriormente, en 2000,
reestructura su grupo, mientras prosigue su labor educativa, desarrollada en
las universidades de Portland y Nueva
York, principalmente. Su última actuación tuvo lugar el pasado 29 de marzo
en la Iglesia de la Trinidad de Manhattan y hoy ya se sabe que el prestigioso
Berklee College of Music de Boston le
ha concedido un doctorado honorífico
a título póstumo.
Probablemente ya señalado por la
muerte y con motivo de su último disco, Times Lines, Andrew Hill confesó
haber cerrado el círculo, un pensamiento que ahora parecía un vaticinio:
“Tras todos estos años nada ha cambiado y todo es distinto. He vuelto a
los valores tradicionales del jazz, pero
con mi nuevo grupo toco de otra
manera.¡Qué se yo! El jazz es como el
amor, lo sientes, pero no se puede
explicar. Ni yo siento la necesidad de
explicarlo”. Ahí queda. Para más información, sus discos. Hasta siempre.
Pablo Sanz
ECM SACA BRILLO A SUS ESTRELLAS
E
l sello que dirige el productor Manfred Eicher ha
saludado a la primavera con lo mejor de su particular
semillero. La escudería alemana, fundada en Múnich
en 1969, se ha convertido en refugio del jazz creativo
más personal, dando cancha a algunos de los mayores
improvisadores del género. Así, estos días han salido a la
venta las obras de autores señeros como Louis Sclavis,
Paul Motian o John Abercrombie, mientras se espera las
últimas propuestas de otros de sus artistas representativos
como Keith Jarrett o Jan Garbarek. Lo nuevo de Paul
Motian, Time and time again, supone además el segundo
encuentro entre lo que va camino de convertirse en uno
de los tríos más felices del jazz moderno. El baterista llamó
a filas al guitarrista Bill Frisell y el saxofonista tenor Joe
Lovano para firmar un lote de diez canciones definidas
entre la contemporaneidad jazzística y las improvisaciones
más subjetivas. Motian igualmente protagoniza estos días
en ECM el lanzamiento de la pianista y compositora israelí, afincada en Nueva York, Anat Fort, A long story, a cuya
inspiración clásica y jazzística se suman el clarinetista
Perry Robinson y el contrabajista Ed Schuller.
Por su parte, en L’imparfait deslangues, el clarinetista
francés Sclavis ataca de nuevo los flancos vanguardistas
del jazz, apoyado en un quinteto en el que lucen también
ideas y respiraciones propias el alto saxofonista Marc
Baron, el guitarrista Máxime Delpierre, el teclista Paul
Brousseau y el baterista François Merville. Del mismo
modo, el guitarrista neoyorquino John Abercrombie afila
sus cuerdas en torno a un disco con título revelador, The
third quartet, ya que se trata de la tercera entrega de un
grupo completado por el violinista Mark Fedman, el contrabajista Marc John Johnson y el baterista Joey Baron. El
álbum supone otra reflexión más sobre los valores contemporáneos y futuristas del jazz, ofreciendo un paquete
de excelsas composiciones propias y un par de versiones
sublimes: Round trip, de Ornette Coleman y Epilogue de
Bill Evans. Otro de los artistas carismáticos de la compañía, el bandoneonista argentino Dino Saluzzi, ofrece su
particular visión arrabalera del jazz. Aquí comparece a dúo
junto a la violonchelista Anja Lechner en un disco nada
fácil, Ojos negros, el tema de Vicente Greco.
Por último, otra de las glorias de la música libre, el saxofonista Roscoe Mitchell, rubrica una suite vanguardista de
nueve movimientos grabada en directo junto a su poderoso
The Transatlantic Ensemble, cuya primera línea de saxofones codirige el tenorista británico Evan Parker. Una obra
ambiciosa resuelta entre arreglos y desarrollos complejos, a
cuya escucha se acogerán los oídos más arriesgados.
151
LIBROS
Apasionado y personal
AQUELLOS POLVOS TRAJERON
ESTOS LODOS
N
orman Lebrecht ha sido siempre
un provocador. Dos de sus
libros —El mito del maestro y
¿Quién mató a la música clásica?— se han publicado en España y
generaron en su momento una polémica
entre las gentes del oficio y afines que
consideraban al crítico inglés una suerte
de Pepito Grillo incómodo que se dedicaba a romper imágenes bien asentadas
—y que hacía que el aficionado debiera
separar una vez más vida y obra de sus
ídolos— y un agorero que echaba sombras de duda sobre el porvenir de un
arte que quisiéramos siempre bien vivo.
Su último libro hasta la fecha —
Maestros, Masterpieces and Madness—
insiste en algunos aspectos de la industria del disco que Lebrecht había tratado antes en artículos diversos. La tesis
que sostiene —como siempre en él,
basándose en una documentación
exhaustiva y comprobable— es la de
que a la crisis actual de las grandes
multinacionales se ha llegado a través
de políticas que podríamos calificar de
suicidas. La apuesta por nombres que
nada tenían que ver con la cultura y sí
con un espectáculo que prometía pan
para hoy y hambre para mañana, los
altísimos sueldos de los ejecutivos
mientras no había dinero para nuevos
proyectos, las enormes cantidades
pagadas a los artistas por proyectos
poco rentables, las malas formas con
las que casi todos fueron despedidos
de sus casas de discos de toda la vida o
la ceguera de algunos directivos ante
los nuevos soportes son algunos de los
elementos clave de esta situación a la
que se suman, como elemento renovador, los pequeños sellos especializados.
La historia del sonido grabado se lee
aquí como una novela casi negra, perfectamente trabada, en la que los protagonistas se mueven por ella a veces
como héroes, otras como espectros de
una pesadilla, servidores de la música
unos, títeres de los negocios otros. El
libro se complementa con una apasionante, discutible, siempre razonada
selección de los cien mejores y los
veinte peores discos de la historia en lo
que para unos constituirá un complemento personal a esta revisión de la
industria fonográfica y, para otros, una
NORMAN LEBRECHT: Maestros,
Masterpieces and Madness. Londres,
Allen Lane, 2007. 324 págs.
ominosa lista de admiraciones y manías. Pero así es Lebrecht, tan brillante
como apasionado.
Claire Vaquero William
Se publican en castellano por vez primera los textos de las canciones de Schubert
TODAS LAS PALABRAS
H
ace unos meses aparecieron,
editados por Hiperión, tres
gruesos tomos en los que se
podía leer: “Los Lieder de
Schubert. Textos en alemán y castellano, recopilados, traducidos y presentados por Fernando Pérez Cárceles”.
El suceso no ha tenido excesiva
repercusión; ni siquiera la editorial,
en contra de lo que se había planeado, llegó a realizar ningún acto de
presentación que habría podido darle
un cierto realce. Lo que está detrás de
la escueta noticia es muy importante.
Es la primera vez, que sepamos, que
se publican en nuestro idioma todos
los poemas sobre los que el compositor vienés edificó una de las grandes
summas del arte musical de la edad
moderna, que sobrepasa las 700 canciones. Ahí es nada, poder tener en
las manos la traducción de esos textos nunca plasmados en castellano en
152
los ya innumerables discos que recogen el corpus schubertiano. Sólo era
posible hallar aquellos poemas de
autores conocidos, como Goethe, Heine, Schiller y otros, en ediciones referidas a ellos como creadores literarios.
El trabajo practicado por el ingeniero y profesor murciano Pérez Cárceles, que enseñó hasta su jubilación
matemáticas y que ha estado durante
años conectado con actividades teatrales y musicales, es admirable y
supone un esfuerzo imponente, una
dedicación de años; y, por supuesto,
una amor desmedido por la poesía y,
sobre todo, por la música que la sirve. Su labor posee una relevancia
cultural indudable. Los que no sepan
alemán no tendrán ya que recurrir a
las traducciones paralelas en inglés o
francés o que buscar antiguos libros
en los que se tratan los poemas de
los grandes vates germánicos. Ese
placer que es el de seguir la música
conociendo en paralelo el significado
de las palabras cantadas, que es similar al que se siente cuando se escucha con la partitura en la mano, se
nos ofrece ahora a través de estos
tres volúmenes, que se venden a un
precio medio y que incluyen también
las pocas canciones que Schubert
escribiera sobre textos italianos o
franceses.
El trabajo de Pérez Cárceles es
notable, lo hemos dicho, ya que además viene completado, antes del texto bilingüe, con unos precisos, concisos y útiles datos de carácter musical,
poético y discográfico, que sitúan
convenientemente al lector. Es cierto,
y este es un reparo que no debe desconocerse, que las versiones son
generalmente algo chatas, planas,
desde un punto de vista poético, lo
que indica por un lado una falta de
LIBROS
En torno a Schubert
SOÑADORES ERRANTES SOBRE EL DULCE RUMOR
DE LA VIDA
E
l subtítulo anuncia el color: “Personajes, historias y digresiones fantásticas sobre la vida de Franz
Schubert”. No es una biografía
basada en documentos más o menos
conocidos sino un libro, quiero decir el
libro de un autor, preciso, de un autor
que sabe escribir, es decir, una rareza.
Schubert escribió un poema (¿su
biografía? ¿la intuición de su biografía
mezclada con recuerdos pánicos?), lo
llamó Sueños. Anna Rastelli no nos
da la conferencia sobre Sueños de
Schubert, prefiere soñar y darnos la
mano y su verso suena a Schubert,
casi a Mozart: “Afferrate la mano e
venite con me”. Posee al escribir esa
urgencia necesaria para pegarse a la
sensación sin precisarla, “Buon giorno mia dolcezza”, para pegarse a ella
e imitar la variación imperceptible de
la melodía que crea en ese despertar,
imitarla hasta callarse para prolongar
su silencio, “Taci, non ci sono parole
in amore”, en la calma, la convulsión
o el desmayo.
La autora no evita algunas reflexiones sobre la creación artística,
pero, felizmente, desde que los italianos escriben y mezclan la evocación
de la realidad con la realidad de sus
deseos (la ciudad-mujer libertada y
conquistada del Tasso, los personajes
en busca de su Pirandello, el viajero
nocturno de Calvino perdiéndose en
sus destinos cruzados), se sabe que
las ficciones hacen los mejores documentales, y Anna Rastelli inventa
siempre y puede así ofrecer un Schubert verdadero, un Schubert tan real
como esquivo: “…se dice en Viena,
que un hombre huyó de la ciudad
para vivir en el bosque. Y en el bosque —añaden los que lo cuentan— el
hombre se ha convertido en un árbol”.
Al hablar de Viena, esa ciudad que
estuvo poblada por las ratas brunas de
la peor especie (o para otros “Viena
amada”, según escribe Schubert a su
hermano y da título al libro; la autora,
como un viajero insomne cuando el
tren se para un instante percibe de
noche el suspiro —Vienna, con la ene
doble para el canto— de una ciudad,
y se enamora), al hablar de Beethoven, de Mozart, de Salieri, Haydn o
fantasía y por otro un deseo de establecer un respeto máximo a la idea del
poeta. Ha elegido por ello un servicio
que puede parecer demasiado literal a
las palabras originales y ha prescindido
de tal forma de una línea interpretativa
más elegante, más alada, más imaginativa, que habría sin duda enriquecido
los poemas; pero que también, y este
es una de las dudas tradicionales de la
labor del traductor, habría propiciado,
como ha sucedido en otras ocasiones,
una pérdida de fidelidad. En todo caso,
aun admitiendo esa limitación, que se
revela importante en poemas más
valiosos, el trabajo es muy plausible y
da vía libre al disfrute, a través del
entendimiento, de las más bellas melodías y los más expresivos acentos pianísticos, imbricados en un solo cuerpo
en los lieder de Schubert; a partir de
ahora ya no serán un arcano, una caja
cerrada para nadie. El autor ha seguido
cuidadosamente para establecer el
orden y la numeración las habituales
y más manejadas ediciones de este
totum: Otto Deutsch (1951), Gesamtausgabe de Breitkopf & Härtel de
Leipzig (1857-1929), la Nachglass de
Diabelli (1830-1850) y la Neue Schubert Ausgabe, de la Bärenreiter, que
se inició en 1969 y se piensa concluir
en 2016. Algunos lieder, incompletos,
fueron finalizados por el reverendo
Reinhardt von Hooriks, lo que se
recoge en estos tomos, que mantienen en general la ordenación de la
integral discográfica para el sello
inglés Hyperion de Graham Johnson.
Aparecen asimismo los lieder sin
número de Deutsch. Miguel Zanetti,
pianista experto y conocedor de este
universo, es el autor del conciso y
bello prólogo.
Arturo Reverter
ANNA RASTELLI: Amata Vienna.
Zecchini Editore, Varese, 2005.
162 págs.
Napoleón, de Esterházy o de Lichnowski, Chamisso o Mahler el hermano en la sombra del mismo tilo, Anna
Rastelli no habla sino de Schubert, y
Schubert impregna su escritura,
impregna la estructura de su libro,
cuando nos propone un viaje en veintidós etapas o capítulos y aparecen los
amigos del amado, allí están Spaun,
Schober, Kenner, y Teresa Grob, la
delicada… Amigos o amantes, novias
o amigas, los personajes, el olor del
café que acompaña la composición de
un lied y el color —Grün ist meine
Farbe— verde tan amado de Schubert,
el color verde tan odiado por Franz
enamorado de la bella molinera… son
fragmentos, intermitencias, de obras
que acompasan las páginas y esbozan
y abandonan el retrato del compositor
con los ojos hacia sus lejanas orillas.
Pierre Elías Mamou
LOS LIEDER DE SCHUBERT.
Traducción y recopilación de Fernando
Pérez Cárceles. Prólogo de Miguel
Zanetti. Madrid, Hiperión, 2005. 3 vols.
660, 621 y 619 págs.
153
GUÍA
LA GUÍA DE SCHERZO
NACIONAL
Costa, violín. Fernándes, Freitas
Branco.
ARANJUEZ
GRANADA
CASTELLÓN
MÚSICA ANTIGUA ARANJUEZ
WWW.MUSICAANTIGUAARANJUEZ.NET
2-VI: Al Ayre Español. Eduardo
López Banzo. Carlos Mena, contratenor. La cantada española en América.
3: Ensemble Plvs Ultra. Michael Noone. Victoria, Morales.
9: Ex Cathedra. Jeffrey Skidmore.
Música en las misiones.
10: Paseo musical. Los Ministriles.
16: Cor Madrigal. Mireia Barrera.
Cererols, Bach.
17: Paseo musical. Flanders Recorder
Quartet.
LA FONTANA DEL PLACER (Castel).
Heras. Marchena. Hinojosa, Lario,
Infante, Noval-Moro. 23,24-VI.
BARCELONA
1,2,3-VI: Orquesta Nacional Santa
Cecilia de Roma. Antonio Pappano.
Sayaka Shiji, violín. Berlioz, Paganini,
Respighi.
(Auditori
[www.auditori.org]).
13: Joan Plana, violín; Jordi Humet,
piano. Turina, Bolcom, Beethoven.
(Auditori).
28: Rafal Blechacz, piano. (Auditori).
30: Mireia Vendrell, piano. Berg,
Webern, Debussy. (Auditori).
AUDITORI
6-VI: La Petite Bande. Sigiswald Kuijken. Bach, Conciertos de Brandemburgo.
15: Raina Kabaivanska, soprano;
Nicoletta Mezzini, piano. Rachmaninov, Dvorák, Massenet.
27: Orquesta de París. Christoph
Eschenbach. David Grimal, violín.
Ravel, Saint-Saëns, Albéniz- Arbós.
CÓRDOBA
KHOVANCHINA (Musorgski). Boder.
Winge. Ognovenko, Galouzine, Brubaker, Putilin. 1,3-VI.
LE VOIX HUMAINE (Poulenc). LE
PORTRAIT DE MANON (Massenet).
Nézet-Séguin. Ivars. Blancas, Rey,
Croft, Gietz. 2-VI.
MANON (Massenet). Pérez. McVicar.
Dessay, Villazón, Lanza, Ramey.
21,24,25,27,28,30-VI.
BILBAO
SINFÓNICA DE BILBAO
WWW.BILBAORKESTRA.COM
1-VI: Jerzy Semkow. Stephen Hough,
piano. Chaikovski, Brahms.
7,8: Sociadad Coral de Bilbao. Juanjo Mena. Jane Irwin, mezzo. Ravel,
Berlioz.
FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA Y
DANZA
WWW.GRANADAFESTIVAL.ORG
IL CALIFFO DI BAGDAD (García).
Rousset. Simonnet. Zapata, Storti,
Chiericchetti, Custer. 22,24-VI.
23,24: Ensemble Organum. Canto
mozárabe. / Monodías y polifonías
romanas.
23,25: Ballet de la Ópera Nacional
de Burdeos.
24,25,26: Cámara negra. Flamenco
de las cuatro estaciones.
ORQUESTA DE CÓRDOBA
www.orquestadecordoba.org
Telf. 957 491 767
Director Titular y Artístico
Manuel Hernández Silva
Cristina Llorens Esteve, marimba
Narración: fernando palacios
Día 7 de junio de 2007
Día 21 de junio de 2007
11º Concierto Temporada de Abono
12º Concierto temporada de abono
Gran Teatro de Córdoba 20:30 h.
Gran Teatro de Córdoba 20:30 h.
Concierto para violín y orquesta R. Schumann
Marco Rizzi, violín
Concierto clausura de temporada
ORQUESTA DE CÓRDOBA
Director: Karl Anton Rickenbacher
Manfred, obertura R. Schumann
Concierto para piano y orquesta R. Schumann
Jean-Won Julius Kim, piano
Sinfonía nº 3 “Renana” R.
Schumann
Día 9 de junio de 2007
ORQUESTA DE CÓRDOBA
Concierto Extraordinario
Director: Andrés Orozco-Estrada
Festividad del Corpus Christi
Día 29 de junio de 2007
Concierto extraordinario
Sinfonía nº 3 A. Bruckner
GRAN TEATRO DEL LICEO
WWW.LICEUBARCELONA.COM
(7: Vitoria).
Iglesia del Salvador y Sto.
Domingo de Silos ˆ 21:00 h.
CORO DE ÓPERA CAJASUR
XX ANIVERSARIO DEL CORO
GRAN TEATRO CORO DE ÓPERA CAJASUR
ORQUESTA DE CÓRDOBA
Gran Teatro 21:00 h.
Director: Luis Bedmar
Coro de Ópera Cajasur
Orquesta de Córdoba
Día 12, 13 y 14 de junio de
2007
Ciclo de conciertos didácticos
Isel Rodríguez Trujillo, violín
Juan M. Morat Pomar, trombón
Directores:
I parte: Javier Pérez Batista
II parte: Diego González Ávila
SOCIEDAD FILARMÓNICA
4,5-VI: Cuarteto Mosaïques. Mozart,
Arriaga, Schubert, Beethoven.
CÁCERES
ORQUESTA DE EXTREMADURA
WWW.ORQUESTADEEXTREMADURA.COM
15-VI: Jesús Amigo. Alexandre da
154
EUSKADI
ORQUESTA DE EUSKADI
WWW.ORQUESTADEEUSKADI.ES
1-VI: Christian Mandeal. Radu Lupu,
piano. Beethoven, Bruckner. (San
Sebastián. 2: Bilbao).
6: Christian Mandeal. Leonidas Kavakos, violín. Shostakovich, Bruckner.
26: Orquesta Ciudad de Granada.
Jean-Jacques Kantorow. Renaud
Capuçon, violín; Jonathan Waleson,
piano. Saint-Saëns, Paulet, Bizet, Lalo.
27,28,29: Serge Hureau, voz; Olivier
Hussenet, voz; Cyrille Lehn, piano.
Poulenc, Auric, Milhaud.
27: Philippe Jaroussky, contratenor;
Jérôme Ducros, piano. Berlioz, Viardot-García, Massenet.
28,29: Aracaladanza.
28,29: Orquesta de París. Christoph
Eschenbach. David Grimal, violín.
Ravel, Saitn-Saëns, Albéniz-Arbós. /
Josep Pons. De Pablo, Stravinski,
Falla.
30: Le Poème Harmonique. Vicent
Dumestre. Moulinié, Martín y Coll,
Sanz.
— Gala Flamenca.
JEREZ
TEATRO VILLAMARTA
WWW.VILLAMARTA.COM
9-VI: Orquesta Barroca de Sevilla.
LA CORUÑA
FESTIVAL MOZART
WWW.FESTIVALMOZART.COM
1-VI: Dezsö Ránki, piano. Haydn,
Schumann.
2,3: Orquesta Barroca de Sevilla.
Coro Barroco de Andalucía. Monica
Huggett. Andueza, Bordas, Boix,
Guillon. Purcell.
3: Trío Quiroga. Bach, Variaciones
Goldberg.
7: Patrizia Ciofi, soprano; Carmen
Santoro, piano. Giordani, Mozart,
Rossini.
9: Ainhoa Arteta, soprano; Roger Vignoles, piano. Gounod, Bizet, Debussy.
10: Orquesta de Cámara de la Sinfónica de Galicia. Alexander Lonquich,
piano y director. Mozart.
— Joaquín Torre, violín; Kennedy
Moretti, piano. Beethoven, Mozart,
Turina.
14,16: Sinfónica de Galicia. Coro de
Cámara de Praga. Alberto Zedda.
Antonacci, Barcellona, Bros, Pertusi.
Rossini, Stabat Mater. / Rossini, Semiramide (Selección).
15: Cuarteto Belcea. Natalie Clein,
violonchelo. Beethoven, Schubert.
17: Massimo Spadano, violín; Luca
Guglielmi, clave. Bach.
— Grupo Instrumental Siglo XX. José
Luis Temes. Flavio Oliver, contratenor. Balboa, Schoenberg.
21: Sinfónica de Galicia. Coro de
Cámara del Palau de la Música Catalana. Alberto Zedda. Barcellona, Ciofi, Tarver, Orfila. Alberto Zedda. Rossini, Adelaide di Borgogna.
29,30: Camerata Salzbourg. Hansjörg
Schellenberger. Bach, Haydn.
LAS PALMAS
FESTIVAL DE ÓPERA
WWW.FESTIVALDEOPERA.COM
LA TRAVIATA (Verdi). Ajmone-Marsan. Pizzi. Amsellem, Valenti, Alexeev, Lanza. 19,21,23-VI.
MADRID
1-VI: Sinfónica de Londres. Daniel
Harding. Javier Perianes, piano.
Rameau, Ravel, Berlioz. (Ibermúsica
[www.ibermusica.es].
Auditorio
GGUUÍ A
ÍA
UNIVERSIDAD AUTONOMA
DE MADRID
Centro Superior de Investigación y
Promoción de la Música
XXXIV Ciclo de Grandes Autores e
Intérpretes de la Música
Auditorio Nacional de Música
Sala Sinfónica
8 de junio de 2007 a las 22,30
horas
La Petite Bande
Sigiswald Kuijken
Johann Sebastian Bach
Integral de los Conciertos de Brandemburgo
Venta de localidades: Auditorio
Nacional de Música de Madrid,
telefono: 91-3370100.
Venta Telefónica: 902332211
TEATRO DE LA
ZARZUELA
Jovellanos, 4. Metro Banco de
España. Tlf.: (91) 5.24.54.00.
Internet: http://teatrodelazarzuela.mcu.es. Director: Luis
Olmos. Venta localidades: a través
de Internet (servicaixa.com),
Taquillas Teatros Nacionales y
cajeros o teléfono de ServiCaixa:
902 33 22 11. Horario de Taquillas: de 12 a 18 horas. Días de
representación, de 12 horas, hasta
comienzo de la misma. Venta
anticipada de 12 a 17 horas,
exclusivamente.
Las Bribonas de Rafael Calleja
y La Revoltosa de Ruperto
Chapí. Del 22 de junio al 22 de
julio, a las 20:00 horas (excepto
lunes y martes). Miércoles (día
del espectador) y domingos, a las
18:00 horas. Dirección Musical:
Enrique Diemecke y Ramón
Torrelledó. Dirección de Escena:
Amelia Ochandiano. Orquesta de
la Comunidad de Madrid. Coro
del Teatro de La Zarzuela.
XIII Ciclo de Lied. Lunes 11 de
junio, a las 20 horas. Sophie
Koch, mezzosoprano. Sophie
Raynaud, miano. Programa: G.
Fauré, H. Duparc, F. Schubert y
R. Strauss. Coproducen: Fundación Caja Madrid y Teatro de La
Zarzuela.
Nacional
[www.auditorionacional.mcu.es]).
1,2,3: Coro y Orquesta Nacional de
España. Coro del Conservatorio y
Coral de Bilbao. Josep Pons. Karlsen,
Nisula, Monar, Vermillion, Parry,
Phjonen, López, Sumegi. Mahler,
Octava. [ocne.mcu.es]. A.N.).
5: Garrick Ohlsson, piano. Beetho-
CDMC
TEATRO REAL
Información: 91/ 516 06 60.
Venta Telefónica: 902 24 48 48.
Venta en Internet:
www.teatro-real.com.
Visitas guiadas: 91 / 516 06 96.
ÓPERA
IL TROVATORE (EL TROVADOR) de Giuseppe Verdi. Junio:
7, 9, 11, 13, 15, 17, 19, 21, 23, 24,
26, 29. 20:00 h., domingos a las
18:00 h. Director musical: Nicola
Luisotti. Director de escena: Elijah
Moshinsky. Escenógrafo: Dante
Ferretti. Figurinista: Anne Tilby.
Solistas: Anthony Michaels-Moore
(7, 11, 13, 15, 19, 24, 26, 29)/
Roberto Frontali (9, 17, 21, 23),
Fiorenza Cedolins (7, 11, 15, 19,
23, 26, 29)/ Michèle Capalbo (9,
13, 17, 21, 24), Dolora Zajick (7,
11, 15, 19, 23, 26, 29)/ Irina Mishura (9, 13, 17, 21, 24), Roberto Alagna (7, 11, 15, 19, 23)/ Francisco
Casanova (9, 13, 17, 21, 24, 26,
29), Raymond Aceto, Amparo
Navarro, Eduardo Santamaría. Coro
y Orquesta Titular del Teatro Real
(Coro y Orquesta Sinfónica de
Madrid).
CENTRO PARA LA DIFUSIÓN DE LA MÚSICA CONTEMPORÁNEA
AUDITORIO 400 MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA
SOFÍA
Ronda de Atocha (esquina c/ Argumosa). Teléfonos: 91 774 10 72 / 73
Web: http://cdmc.mcu.es
Todos los conciertos son con acceso libre hasta completar el aforo.
Lunes, 4 de junio. 19:30h.
Solistas de la ORCAM
Director: José Ramón Encinar
PROGRAMA
Monográfico Agustín Charles
Unstable surface, Cants (Libros I * y
II), Cielo de ceniza, Piano quartet,
obra encargo del CDMC *+
_________________
Lunes, 11 de junio. 19:30h.
Ciclo Residencias (III)
Trío Arbós. Neopercusión.
Juana Guillem, flauta; José Luis
Estellés, clarinete; Paul Cortese, viola; Iñaki Alberdi, acordeón.
(Jesús Torres, compositor residente)
PROGRAMA
ÓPERA EN FAMILIA
IL TUTORE BURLATO (EL
TUTOR BURLADO) de Vicente
Martín y Soler. Junio: 14, 16, 18,
20. 20:00 h. Director musical:
Lorenzo Ramos. Director de escena: Ignacio García. Escenógrafa:
Ana Garay. Figurinista: Antonio
Belart. Solistas: Susana Cordón/
Maite Alberola, José Ferrero/ Juan
Antonio Sanabria, Beatriz Díaz/
Cristina Obregón, Federico Gallar/
Xavier Mendoza, Xavier Galán/
Marc Canturri, Gerardo López.
Orquesta-Escuela de la Sinfónica
de Madrid.
ACTIVIDADES PARALELAS
DOMINGOS DE CÁMARA.
Concierto nº 5. Solistas de la
Orquesta Titular del Teatro Real
(Orquesta Sinfónica de Madrid).
Junio: 24. 12:00 h. Obras de M.
Ravel, C. Debussy y D.
Shostakovich.
JAZZ
CHARLIE HADEN QUARTET
WEST. Junio: 22. 20:00 h.
Franco Donatoni: Arpège
Magnus Lindberg: Metal Work
Kaija Saariaho: Trois rivières
Jesús Torres: Manantial de la luz
*+
(estreno absoluto, encargo CDMC)
______________
Lunes, 18 de junio. 19:30h. Berliner Solisten
Director: Martín Baeza
Soprano: Pilar Jurado, soprano
PROGRAMA
Luis de Pablo: Anatomías *+
Morton Feldman: The viola in my
life II **
Harrison Birtwistle: Secret Theatre **
_______________
Miércoles, 27 de junio. 19:30h.
Conciertos JIEM
Las grandes figuras del GRM
Difusión de sonido en el Acousmonium
Pierre Schaeffer “Trés incunables” **
Etude pathétique - Sphoradie – Masquerage
François Bayle La Main Vide **
La fleur future - Bâton de pluie
Luc Ferrari Étude aux accidents
Étude aux sons tendus
Bernard Parmegiani
Signe de vie
________________
Jueves, 28 de junio. 19:30h.
Conciertos JIEM
El GRM de hoy y de siempre
Difusión de sonido en el Acousmonium
Beatriz Ferreyra Dans le point infini
** Christian Zanési 2006, l’aube
rouge Mario Mary Signes émergents
Daniel Teruggi Birds **
_______________
Viernes, 29 de junio. 19:30h.
Conciertos JIEM
El GRM invita a autores españoles
Difusión de sonido en el Acousmonium
Monográfico Pilar Jurado
Los silencios de la Luna. Vértigo.
Ámbar en tiza. Kammermusik nº 4.
Tentaciones de Cristal.
_______________
Lunes, 25 de junio. 19:30h.
Modus Novus
Director: Santiago Serrate
Solista: Maurizio Barbetti, viola
PROGRAMA
Gonzalo de Olavide: Alternante
Juan Hidalgo Étude de stage
Gabriel Brncic Des être
Eduardo Polonio Improvisación con
formas frías
Emiliano del Cerro On the stillness
of water
Adolfo Núñez Quimera en danza
Ramón González Arroy A media
luna
———————
* estreno absoluto
** estreno en España
+ encargo del CDMC
++ realizada en el LIEM
JAN GARBAREK QUARTET.
Junio: 25. 20:00 h.
ven, Brahms, Chopin. (Grandes Intérpretes.
Fundación
Scherzo.
[www.scherzo.es]. A.N.).
6: Christian Tetzlaff, Antje Weithaas,
violines. Bartók, Ysaÿe. (Liceo de
Cámara
[www.fundacioncajamadrid.es].
A.N.).
— Il Fondamento. Coro de Cámara
de Namur. Paul Dombrecht. Mozart,
Réquiem. (Cajamadrid. A.N.).
26: Piotr Anderszewski, piano. Beet-
ORQUESTA SINFÓNICA DE MADRID
www.osm.es
91 532 15 03
Auditorio Nacional de Música
14 de junio de 2007 a las 19,30
horas
ca, de L. Bernstein
Prism Rhapsody II para dos marimbas y Orquesta de K. Abe
Director: José Ramón Encinar
Juan Jose Rubio y Esaú Borreda,
marimbas
Programa:
I. On the waterfront. Suite Sinfóni-
II. Danzas sinfónicas, op. 45 de S.
Rachmaninov
155
GGUUÍ A
ÍA
SANTIAGO DE COMPOSTELA
TENERIFE
ORCAM
ORQUESTA Y CORO DE LA
COMUNIDAD DE MADRID
www.orcam.org
Auditorio Nacional. Sala Sinfónica
Martes, 12 de junio de 2007, 19, 30
horas
Eldar Nebolsin, piano
Jordi Casas Bayer, director del
Coro
Helmuth Rilling, director
REAL FILHARMONÍA DE
GALICIA
Auditorio de Galicia
www.realphilarmoniagalicia.org
www.auditoriodegalicia.org //
Teléfono: 981 55 22 90
Jueves, 7 – 21:00 h Concierto de
abono
Real Filharmonía De Galicia
ORQUESTA SINFÓNICA DE
TENERIFE
Orquesta Sinfónica de Tenerife
http://www.ost.es
Información: 922 239 801
Auditorio de Tenerife
F. J. Haydn Sinfonía nº 44 en fa
sostenido menor “Fúnebre”
W. A. Mozart Concierto para piano
y orquesta Nº 27, en si bemol
Mayor, K 595
Sábado, 9 – 21:00 h Ciclo sons da
diversidade
Dominique A (Francia)
1-VI: J. J. Kantorow/M. Rossi.
Obras de Mozart y Weber.
8-VI: Lü Jia/F. Say. Obras de Satue,
Rachmaninov y Sibelius.
15-VI: M. Valdés/B. Douglas.
Obras de De Monasterio, Chaikovski y Prokofief.
22-VI: E. Colomer/R. Lojendio.
Misa de la Coronación KV.317
Jueves, 14 – 21:00 h Concierto de
abono
Real Filharmonía De Galicia
Magma, Arte y Congresos (Adeje)
7-VI: Lü Jia/F. Say. Obras de Satue,
Rachmaninov y Sibelius.
Antoni Ros Marbà, director
Frank Peter Zimmermann, violín
Entre el 28 de junio y el 6 de julio
la OST estará de Gira en EEUU,
bajo la dirección de Edmon Colomer y con la participación de la
soprano Raquel Lojendio.
Frans Brüggen, director
Schubert, Beethoven]
ABONO 18
hoven, Brahms, Chopin. (Grandes
Intérpretes. Fundación Scherzo. A.N.).
TEATRO ALBÉNIZ
WWW . MADRID . ORG / CLAS _ ARTES / TEA -
Busoni, Offenbach - Rosenthal
SEVILLA
TROS/ALBENIZ
LES CENCI (Battistelli). Pfaff. Lavaudant. Orquesta de la Toscana. Wilms,
Kogan, Bas, Arbona. 2,3-VI.
ZANGEZI (Parra). Pienz. Caleya,
Aguilera. 22,23-VI.
DRUMMING (Reich). Bernat. Hinojosa, Valero. 25-VI.
MÁLAGA
ORQUESTA FILARMÓNICA DE MÁLAGA
WWW . ORQUESTAFILARMONICADEMA LAGA.COM
1-VI: Juanjo Mena. Guridi, Ravel,
Poulenc.
15,16: Aldo Ceccato. GranadosFerrer, Shostakovich, Brahms.
PAMPLONA
BALUARTE
WWW.BALUARTE.COM
1-VI: Sinfónica de Navarra. Carl
Davis. Joan Enric Lluna, clarinete.
Barber, Copland, Gershwin.
LA BOHÈME (Puccini). Rubio. Trevisi. Ruiz, Quilza, Munck, Sánchez. 5VI.
7,8: Sinfónica de Navarra. Arthur
Fagen. Angelina Ruzzafante, soprano.
Mozart, Mendelssohn.
21,22: Sinfónica de Navarra. Ernest
Martínez-Izquierdo. Orfeón Pamplonés. Piscitelli, Podles, Schukoff,
Silins. Verdi, Réquiem.
VALENCIA
PALAU DE LA MÚSICA
WWW.PALAUVALENCIA.COM
156
1-VI: Orquesta de los Campos Elíseos. English Voices. René Jacobs. Fink,
TEATRO DE LA MAESTRANZA
www.teatromaestranza.com
Teléfono: 954 223 344
Ópera para escolares y familias
José Hernández Pastor, Javier
Días 11, 12 y 13 junio, 6 sesiones
Galán, Beatriz Lanza, Arantxa
Armentia, Sandra Ferrández
matinales para escolares
Día 12, a las 19,00 horas para
Coproducción del Teatro de la
familias
Maestranza / Teatro Real / Gran
DULCINEA de Mauricio Sotelo
Teatro del Liceo / Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera / Ópera
Director musical Joan Cerveró
Director de escena Gustavo Tamde Oviedo / Palau de les Arts de
bascio
Valencia / Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales.
Principales intérpretes
Joshua, Cangemi, Brownlee. Rossini,
Tancredi (versión de concierto).
2: Orquesta de Valencia. Yakov
Kreizberg. Julia Fischer, violín.
Mozart, Shostakovich.
5: Christian Tetzlaff, violín; Antje
Weithaas, violín. Leclair, Bartók,
Beriot.
15: Orquesta de Valencia. Coro de la
Generalitat Valenciana. Yaron Traub.
Dinner, Davislim, Vermillion, Lukas.
Mendelssohn, Beethoven.
VALLADOLID
AUDITORIO
WWW.AUDITORIODEVALLADOLID.ES
1,2-VI: Sinfónica de Castilla y León.
Dimitri Sitkovetski. Bella Davidovich,
piano.
3: Dimitri Sitkovetski, violín; Bella
Davidovich, piano.
7: Sinfónica de Castilla y León. Giovanni Antonini. Alexei Volodin, piano.
8,9: Orquesta de Valencia. Yaron
Traub. Jian Wang, chelo.
14,15: Sinfónica de Castilla y León.
Alejandro Posada. Julian Rachlin, violín.
21: Sinfónica de Castilla y León. Ton
Koopman, Tini Mathot, clave.
25: Cuarteto Aron.
28: Sinfónica de Castilla y León.
Dimitri Sitkovetski, violín y director.
30: Rafal Blechacz, piano.
ZARAGOZA
AUDITORIO
WWW.AUDITORIOZARAGOZA.COM
9-VI: La Petite Bande. Sigiswald Kuijken. Bach, Conciertos de Brandemburgo.
FILARMÓNICA DE BERLÍN
WWW.BERLINER-PHILHARMONIKER.DE
1,2,3-VI: Simon Rattle. Daniel
Barenboim, piano. Brahms, Weill.
7,8,9: Pierre Boulez. Bartók, Schoenberg, Webern, Berg.
29: Simon Rattle. Gambill, White,
Johansson. Wagner, Walkyria (versión de concierto).
DEUTSCHE OPER
WWW.DEUTSCHEOPERBERLIN.DE
IL TRITTICO (Puccini). Bareza. Wagner. Nizza, Williams, Taigi, McCarthy.
1,5,9,15-VI.
DER ROSENKAVALIER (Strauss).
Albrecht. Friedrich. Stemme, Montalvo, Peacock, Williams. 3,10,14-VI.
DER TRAUMGÖRGE (Zemlinsky).
Lacombe. Schloemer. McCarthy, Kaune, Wagner, Uhl. 4,12,16-VI.
CARMEN (Bizet). Fournillier. Beauvais. Zaremba, Andersen, Kemp,
Michailov. 8,13,17-VI.
STAATSOPER
WWW.STAATSOPER-BERLIN.ORG
LA CLEMENZA DI TITO (Mozart).
Jordan. Lowery. Saccà, Diener, Schwartz, Garanca.
3,7,10,13,16,19,22-VI.
SALOME (Strauss). Jordan. Kupfer.
Goldberg, Lang, Nylund, Rügamer.
3,5-VI.
DON CARLO (Verdi). Carignani.
Himmelmann. Pape, Richards, Trekel, Youn. 8-VI.
ELEKTRA (Strauss). Boder. Dorn. Ejsting, Polaski, Schwanewilms, MüllerBrachmann. 9,14-VI.
FIDELIO (Beethoven). Salemkour.
Braunschweig. Kataja, Fritz, Libor.
12,18-VI.
FAUSTUS, THE LAST NIGHT (Dusapin). Boder. Mussbach. Nigl, MüllerBrachmann, Wörle, Stein. 15,17-VI.
PARSIFAL (Wagner). Barenboim.
Eichinger. Müller-Brachmann, Fischesser, Pape, Fritz. 24,29-VI.
BRUSELAS
LA MONNAIE
WWW.LAMONNAIE.BE
INTERNACIONAL
DIE
ZAUBERFLÖTE
(Mozart).
Maxim. Kentridge. N’Kosi, Poblador,
Ovenden, Piau.
8,9,10,12,13,14,15,16,19-VI.
ÁMSTERDAM
DRESDE
DE NEDERLANDSE OPERA
SEMPEROPER
WWW.DNO.NL
WWW.SEMPEROPER.DE
DIE GEZEICHNETEN (Schreker).
Metzmacher. Kusej. Wegner, Hendricks, Schöne, Michael. 3,6,9-VI.
WAGNER DREAM (Harvey). Brabbins. Audi. Booth, Gietz, Bayley,
Angas. 6,8,9,11,12,13-VI.
DOCTOR ATOMIC (Adams). Renes.
Sellars. Finely, Jepson, Owens, Fink.
10,13,17,19,23,25,27,29-VI.
CARMEN (Bizet). Delacôte. Lauterbach. Porretta, Vondung, Marquardt,
Atanasov. 2,4,7-VI.
AIDA (Verdi). Delacôte. Samel. Belobo, Fujimura, Lister, Tanner. 3,6,9-VI.
DER FLIEGENDE HOLLÄNDER
(Wagner). Märkl. Wagner. Rydl, Anthony, Vogt, Mayer. 5,10,20,23-VI.
LA CENERENTOLA (Rossini). Halffter. Piontek. Brownlee, Capitanucci,
Eder, Incontrera. 13,15,17-VI.
BERLÍN
Diseño: Zubiria Tolosa
 30 junio • 21.00 h.
Guy Bovet
S. I. B. Catedral
Salamanca
 14 julio • 20.00 h.
Francesco Cera
Iglesia de Santa Marina
la Real • León
 28 julio • 21.00 h.
Roberto Fresco
Iglesia de San Eutropio
El Espinar (Segovia)
 5 agosto • 21.00 h.
Silvia Márquez
Iglesia de la Asunción
El Barco de Ávila (Ávila)
 18 agosto • 19.00 h.
Magdalena Malec
Iglesia de San Juan
Castrojeriz (Burgos)
 1 julio • 20.00 h.
Lorenzo Ghielmi
Parroq. San Juan Bautista
Santoyo (Palencia)
 15 julio • 20.00 h.
Luis Dalda
Col. San Pedro Apóstol
Lerma (Burgos)
 29 julio • 20.30 h.
Rui Paiva
Iglesia de la Asunción
La Seca (Valladolid)
 10 agosto • 20.30 h.
Johan Hermans
Iglesia de San Andrés
Valladolid
 19 agosto • 20.00 h.
Slava Chevliakov
Parroq. de San Ildefonso
Zamora
 7 julio • 20.00 h.
José Luis Echechipía
Monasterio de las Huelgas
Valladolid
 21 julio • 21.15 h.
Trío “Ars Eolo”
Convento PP. Carmelitas
El Burgo de Osma (Soria)
 3 agosto • 20.30 h.
Luca Scandali
Iglesia de la Merced
Burgos
 11 agosto • 20.30 h.
Miguel Bernal
Iglesia de San Martín
Cevico de la Torre (Palencia)
 25 agosto • 21.00 h.
Elisabeth Ullmann
S. I. B. Catedral
Salamanca
 8 julio • 20.30 h.
M. González/A. Frolov
Parroquia de Lourdes
Salamanca
 22 julio • 20.30 h.
Heinrich Walther
Iglesia San Andrés • Carrión
de los Condes (Palencia)
 4 agosto • 21.00 h.
Miquel Benassar
S. I. Catedral • Ciudad
Rodrigo (Salamanca)
 12 agosto • 20.00 h.
Saskia Roures
Iglesia de San Andrés
Palacios Rubios (Salamanca)
Arte Organica (Scherzo).indd 1
Información: Fundación Siglo • c/María de Molina 3 - 1º • 47001 Valladolid • Tel. 983 213 886 • www.fundacionsiglo.es
15/5/07 18:10:44
GUÍA
DER ZAUBERFLÖTE (Mozart). Seibel.
Freyer. Worting, Butter, Eder, Rasmussen. 14,16,17-VI.
MADAMA BUTTERFLY (Puccini).
Barbacini. Jahns. Mescheriakova, Liebold, Todorovich, Ihle. 22,24-VI.
COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Mühlbach. Jenor. Selbig, Papoulkas, Butter, Homrich. 25,27,29-VI.
FLORENCIA
MAGGIO MUSICALE
WWW.MAGGIOFIORENTINO.COM
DAS RHEINGOLD (Wagner). Mehta.
Fura dels Baus. Uusitalo, Villar, Salminen, Larsson. 14,19,23,27-VI.
DIE WALKÜRE (Wagner). Mehta.
Fura dels Baus. Seiffert, Salminen,
Uusitalo, Larsson. 16,21,25,29-VI.
FRANCFORT
OPER FRANKFURT
WWW.OPER-FRANKFURT.DE
SIMON BOCCANEGRA (Verdi).
Carignani. Loy. Lucic, Szabo, Kränzle,
Raspagliosi. 1,14,17,22,30-VI.
DEATH IN VENICE (Britten). Shanahan. Warner. Jonsson, Webster,
Wächter, Leky. 2,16,21,23-VI.
ARIODANTE (Haendel). Venanzoni.
Freyer. Suguladze, Pini, Kang, Doneva. 3,7-VI.
TANNHÄUSER (Wagner). Carignani.
Nemirova. Baldvinsson, Sterey,
Marsh. 15,20,24,28-VI.
IL RITORNO D’ULISSE IN PATRIA
(Monteverdi). Carignani. Hermann.
Rice, Marsh, Spicer, Carlsson.
23,25,30-VI.
UN BALLO IN MASCHERA (Verdi).
Franci. Guth. Dussmann, Ventre,
Lucic, Pinter. 27,29-VI.
GLYNDEBOURNE
FESTIVAL OPERA
WWW.GLYNDEBOURNE.COM
COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Ticciati.
Hyntner. Breslik, Degout, Antoniozzi,
Harnisch. 2,5,8,10,16,22,25,30-VI.
MACBETH (Verdi). Jurowski. Jones.
Valayre, Dobber, Shvets, Autry.
3,6,9,15,18,23,29-VI.
LA CENERENTOLA (Rossini). Jurowski. Hall. Mironov, Spagnoli, Corbelli,
Azzaretti, Cirillo. 17,21,24,27-VI.
LONDRES
THE BARBICAN CENTRE
WWW.BARBICAN.ORG.UK
9-VI: Deborah Voigt, soprano; Brian
Zeger, piano. Mozart, Verdi, Strauss.
12: Maurizio Pollini, piano. Chopin,
Liszt.
13,14: Sinfónica de Londres. Valeri
Gergiev. Vadim Repin, violín. Stravinski, Prokofiev, Debussy.
26,29: Coro y Sinfónica de Londres.
Colin Davis. Sabbatini, Claycomb,
Pertusi, Kennedy. Berlioz, Benvenuto
Cellini (versión de concierto).
158
THE SOUTH BANK CENTRE
WWW.SBC.ORG.UK
1-VI: Filarmónica de Londres. Ola
Rudner. Pekka Kuusisto, violín. Mendelssohn, Schubert.
5,7,10: András Schiff, piano. Cuarteto Takács. Bartók.
12: Orquesta Philharmonia. Esa-Pekka Salonen. Christian Tetzlaff, violín.
Knussen, Mahler.
13: Filarmónica de Londres. Vladimir
Jurowski, Imogen Cooper, piano.
Schnittke, Mozart, Prokofiev.
14: Alfred Brendel, piano. Mozart,
Schubert, Beethoven, Haydn.
15: London Sinfonietta. Stefan
Asbury. Turnage, About Water.
24: Orquesta Philharmonia. Charles
Mackerras. Mitsuko Uchida, piano.
Wagner, Mozart, Janácek.
27: Nelson Freire, piano. Bach, Beethoven, Albéniz.
28: Orquesta Philharmonia. Christoph von Dohnányi. Alfred Brendel,
piano. Adès, Beethoven, Brahms.
ROYAL OPERA HOUSE COVENT GARDEN
WWW.ROYALOPERAHOUSE.ORG
FIDELIO (Beethoven). Pappano.
Flimm. Wottrich, Mattila, Stensvold,
Lloyd. 5,9,12,14,16,18,21-VI.
DON GIOVANNI (Mozart). Bolton.
Zambello. Schrott, Hagen, Netrebko,
Schade. 11,13,15,17,20,24,26,30-VI.
LYON
OPÉRA NATIONAL
WWW.OPERA-LYON.COM
THE RAKE’S PROGRESS (Stravinski).
Lazarev. Lepage. Jeffery, Claycomb,
Kennedy, Shimell. 1,3-VI.
LE NOZZE DI FIGARO (Mozart).
Christie. Noble. Werba, Banse, Dahlberg, Fallot. 24,26,28,30-VI.
MILÁN
TEATRO ALLA SCALA
WWW.TEATROALLASCALA.ORG
LEDI MAKBET MTSENSKOGO
UYEZDA (Shostakovich). Ono. Jones.
Kotscherga, Herlitius, Ventris, Kravets. 4,6,9,11,13,15,19,21-VI.
CANDIDE (Bernstein). Axelrod. Carsen. Burden, Christy, Wilson, Criswell. 20,22,26,28-VI.
MÚNICH
FILARMÓNICA DE MÚNICH
WWW.MPHIL.DE
2,3,5,6-VI: Christian Thielemann.
Deborah Voigt, soprano. Strauss,
Wagner.
17,18: Jukka-Pekka Saraste. Coro
Filarmónico. Kringelborn, Hynninen.
Sibelius, Kullervo.
25,26,27: Peter Ruzicka. Ruzicka,
Mahler.
Colombara, Vargas, Zeppenfeld,
Gavanelli. 1,6,9,12,16-VI.
LA TRAVIATA (Verdi). Armiliato. Krämer. Harteros, Aronica, Vassallo,
Humes. 2-VI.
LA BOHÈME (Puccini). Armiliato.
Schenk. Harteros, Arellano, Aronica,
Giordano. 7,10-VI.
DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Netopil. Everding. Moll, Kim, Kühmeier.
14,17,24-VI.
NÁPOLES
TEATRO DI SAN CARLO
WWW.TEATROSANCARLO.IT
LA TRAVIATA (Verdi). Abel. Filianoti,
Schmunk, Hvorostovski, Devia.
19,21,23,24,26,27,28,29-VI.
PARÍS
6,7-VI: Orquesta de París. Christoph
Eschenbach. Ravel, Saint-Saëns,
Debussy. (Sala Pleyel [www.sallepleyel.fr]).
13,14: Orquesta de París. Christoph
Eschenbach. Tzimon Barto, piano.
Dalbavie, Chaikovski. (S.P.).
17: Orquesta Sinfónica de la Radio
de Baviera. Mariss Jansons. Strauss,
Brahms. (Teatro de los Campos Elíseos).
18: Maurizio Pollini, piano. Schumann, Chopin. (Châtelet. [www.chatelet-theatre.com]).
26: Evgeni Kissin, piano. Schubert,
Beethoven, Brahms, Chopin. (T.C.E.).
OPÉRA BASTILLE
WWW.OPERA-DE-PARIS.FR
LOHENGRIN (Wagner). Gergiev. Carsen. Rootering, Heppner, Delunsch,
Lafont. 2,5,8,11-VI.
UN BALLO IN MASCHERA (Verdi).
Bichkov. Deflo. M. Álvarez, Tézier,
Brown, Tilling.
4,7,10,13,16,19,22,25,28-VI.
PALAIS GARNIER
WWW.OPERA-DE-PARIS.FR
DA GELO A GELO (Sciarrino). Ceccherini. Brown. Radziejewska, Mayer,
Uehlein, Hofmeister. 2,5,8,10-VI.
LA TRAVIATA (Verdi). Cambreling.
Marthaler. Schäfer, Kaufmann, van
Dam, Lagrange. 16,19,24,27,30-VI.
THÉÂTRE DES CHAMPS ÉLYSÉES
WWW.THEATRECHAMPSELYSEES.FR
PELLÉAS ET MÉLISANDE (Debussy).
Haitink. Martinoty. Kozena, Naouri,
Kissin, Reinhart. 14,16,18,20,22-VI.
TURÍN
TEATRO REGIO
WWW.TEATROREGIO.TORINO.IT
ERNANI (Verdi). Campanella. Alli.
Armiliato, Dessì, Prestia, Borin.
20,21,23,26,27,28,30-VI.
BAYERISCHE STAATSOPER
WWW.STAATSOPER.DE
VENECIA
LUISA MILLER (Verdi). Zanetti. Guth.
LA FENICE
WWW.TEATROLAFENICE.IT
SIEGFRIED (Wagner). Tate. Carsen.
Vinke, Grimsley, Mechelen, Bullock.
14,17,20,23,26-VI.
VIENA
MUSIKVEREIN
WWW.MUSIKVEREIN.AT
2-VI: Filarmónica de Viena. Maurizio
Pollini, piano y director. Mozart,
Wolf, Stravinski.
4: Clemencic Consort. René Clemencic. Monteverdi.
13,17: Patricia Petibon, soprano;
Susan Manoff, piano. Poulenc, Hahn,
Falla, Turina.
14: Ensemble Wien. Prokofiev, Elgar,
Stravinski.
16: Il Suonar Parlante. Vittorio Ghielmi. Marais.
16,17: Filarmónica de Viena. Ingo
Metzmacher. Britten.
18: Ensemble Kontrapunkte. Peter
Keuschnig. Feldman, Kurtág, Mahler.
STAATSOPER
WWW.WIENER-STAATSOPER.AT
BORIS GODUNOV (Musorgski). Gatti. Borodina, Furlanetto, Holl, Forbis.
1,5,9,13,17-VI.
ANDREA CHÉNIER (Giordano). Armiliato. Urmana, Licitra, Álvarez. 2-VI.
DON CARLOS (Verdi). De Billy.
Tamar, Krasteva, Miles, Farina.
3,6,10-VI.
OTELLO (Verdi). Gatti. Frittoli, Botha, Struckmann. 4,8,12,16-VI.
LES CONTES D’HOFFMANN (Offenbach). Haider. Petibon, Stoyanova,
Merbeth, Haddock. 7,11,15,19-VI.
WERTHER (Massenet). Armiliato.
Kasarova, Tonca, Shicoff, Eröd.
14,18,22,26,30-VI.
LOHENGRIN (Wagner). Soltesz. Merbeth, Baechle, Youn, Heppner.
20,23,27-VI.
DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Jones.
Archibald, Reinprecht, Anger, Dickie.
25,28-VI.
ZÚRICH
OPERNHAUS
WWW.OPERNHAUS.CH
MANON LESCAUT (Puccini). Santi.
Asagaroff. Gallardo-Domâs, Shicoff,
Davidson, Chausson. 1,5-VI.
FRANCESCA DA RIMINI (Zandonai).
Santi. Del Monaco. Magee, Kohl,
Peetz, Giordani. 6,9,14,17,21-VI.
ARABELLA (Strauss). Welser-Möst.
Friedrich. Fleming, Kleiter, Kallisch,
Hampson. 16,19-VI.
LE NOZZE DI FIGARO (Mozart).
Welser-Möst. Bechtolf. Hartelius, Janková, Schmid, Schrott. 22-VI.
SZENEN AUS GOETHES FAUST
(Schumann). Welser-Möst. Nitsch.
Hartelius, Pesatti, Liebau, Keenlyside.
24,26,28,30-VI.
AIDA (Verdi). Fischer. Joel. Stemme,
D’Intino, Pisapia, Pons. 27-VI.
DER ROSENKAVALIER (Strauss).
Welser-Möst. Bechtolf. Stemme, Breedt, Kleiter, Kohl. 29-VI.
CONTRAPUNTO
LA REVOLUCIÓN MUSICAL CHINA
L
160
a Orquesta Sinfónica de Londres ha actuado en China
intentando forjar óptimas relaciones y hacerse un
nombre en un mercado en plena expansión. Los chinos parecen tener sed de la música clásica de Occidente. Millones de niños pagan por aprender a tocar el
piano y millones más por tocar el violín. Las cifras pueden
variar, pero se calcula que son unos 40 o 50 millones de
jóvenes, lo que equivale a la población total de Inglaterra.
Muchos chinos perciben la música clásica como una
distinción de calidad. En una nación de mil trescientos
millones de habitantes, la calidad es lo contrario de la
cantidad —la afirmación de una precaria individualidad—
y la música un medio para expresar añoranzas y emociones que no se podían manifestar con palabras en una
sociedad comunista totalitaria.
Sea cual fuere la razón, sólo hace falta que un niño en
un bloque de pisos empiece a aprender al piano la cancioncilla más fácil para que todos los vecinos tengan uno
vertical y suenen en cada planta los ejercicios de escalas a
la hora de dormir. Y esos pianos ya no son, como antes,
de una calidad ínfima. La importante marca norteamericana Baldwin ha comprado y mejorado la fabrica de la ciudad de Yingkou que produce ahora 30000 pianos verticales al año. Steinway y Bechstein han puesto en marcha
empresas mixtas con fabricantes chinos. Al parecer, todas
las familias de clase media quieren tener un piano.
La calidad a la hora de tocar es competitiva, por no
decir otra cosa. Una veinteañera, amante de la música, me
contó que había estudiado el violín en Shanghai durante
diez años antes de darse cuenta de que no era lo suficientemente buena. Los periodistas culturales que me encontré en Beijing recitaban de un tirón números de Opus
como si nada. Hay dos revistas para un publico que se
interesa cada vez más por la música clásica, y la inglesa
Gramophone produce una tirada aparte. Un mar de rostros jóvenes llenan las salas. “Mis forofos en Occidente
tienen entre 60 y 70 años de edad” —dice Fan Jingma, el
tenor que estudió en Nueva York— “pero aquí todo el
mundo tiene entre 20 y 30”.
Dos pianistas, Lang Lang y Yundi Li, disfrutan del
prestigio de las estrellas del pop. El llamativo Lang Lang
tocará diez conciertos con las orquestas invitadas esta
temporada y tiene un disco en Deutsche Grammophon
de unas sentimentales canciones chinas, muy populares,
que es un gran éxito de ventas. Yundi Li, ganador del
Concurso Chopin de Varsovia, grabó los conciertos de
Chopin en Watford con la Philharmonia y Sir Andrew
Davis. Ambos esperan causar gran sensación en el nuevo
país de Jauja, la celestial tierra prometida de la música.
Pero antes de que alguien se deje entusiasmar en
demasía con sueños de hacerse rico de la noche a la
mañana, que eche un vistazo a las advertencias escritas
en grandes caracteres en la Gran Muralla. Hábleles a los
chinos de la visita de la Orquesta Filarmónica de Berlín
con Sir Simon Rattle en noviembre de 2005, y le contarán
con desdén. “¿Sabe lo que cobraron por una entrada? Mil
yuanes (92 euros) la más barata y cuatro mil (450 euros)
la más cara. Ni siquiera en Japón la gente paga estos precios. ¿A qué han venido aquí? ¿A explotarnos?”.
La gente de la Orquesta Sinfónica de Londres, cuyas
entradas se vendían a partir de 20 libras (30 euros) —más
que en Londres—, insisten en que quien pone los precios
es un promotor local, controlado por el gobierno, y ellos
no tienen nada que decir sobre el asunto. “¿Entonces, por
qué no hacen ensayos abiertos al publico?”, preguntan los
amantes de la música. En un país donde 800 millones de
chinos ganan menos de un dólar diario la diferencia es
extrema.
Un desencanto parecido se ha producido con muchos
de los sellos discográficos, que cobran precios occidentales para los nuevos CDs. ¿Por qué voy a pagar 150 yuanes
(18 euros) por un CD de Lang Lang en DG o 60 yuanes (8
euros) por uno de Naxos cuando puedo comprar lo mismo en una tienda pirata por seis yuanes?”, pregunta un
serio escritor joven. “Pero no me diga que no sabe que la
piratería es un robo”, protesto. “De acuerdo —responde—, pero la piratería es culpa de los sellos. Aquí tenían
que haber puesto precios que la gente pudiera pagar”.
La petición más insistente que oí de los jóvenes músicos chinos fue que los instrumentistas y los directores de
las orquestas occidentales deben aceptar ser músicos residentes con grupos chinos que —con la excepción de
Hong Kong, donde el holandés Edo de Waart es el rey
supremo— necesitan preparación intensiva para subir de
nivel y competir en el mundo. No olviden que estos son
músicos a cuyos predecesores les rompieron los dedos
los Guardias Rojos durante la Revolución Cultural de los
años 60 de Mao Zedong, cuando las artes extranjeras fueron brutalmente extirpadas. Ahora se esfuerzan por conseguir el dominio perdido y un sonido consistente.
Hablé de esa propuesta con Kathryn McDowell, la ejecutiva principal de la Orquesta Sinfónica de Londres, y
me contestó que la estudiaría. Me contó que el joven
director invitado de la Sinfónica de Londres, Daniel Harding, daría en Beijing una clase magistral abierta a la que
todos los estudiantes de música matriculados estaban
invitados. Y al final de la clase, tres de ellos tendrían la
oportunidad de dirigir la orquesta durante unos minutos.
La Sinfónica de Londres ha estado en China antes en 2004
y aprendió mucho con la experiencia. Quiere colaborar
con la nueva China, al igual que la Royal Opera House,
que ha establecido un nuevo programa de intercambio y
preparación con el vistoso Gran Teatro Nacional de Beijing cuyo nuevo edificio se inaugura este verano con —
no podía ser una elección más conservadora— una puesta en escena organizada por el Estado del musical de
Abba, Mamma mia. “Dinero, dinero, dinero”, pronto estarán cantando, al lado de la Plaza de Tiananmen y a la vista del Gran Salón del Pueblo de Mao.
China, se descubre pronto, es un país de infinitas contradicciones. El gusto por la música clásica en las grandes
urbes es genuino e intenso, pero los forofos y activistas
que yo conocí estaban recelosos de la explotación occidental y los regalos de gobiernos extranjeros, sobre todo
de los franceses y los rusos. Hay una revolución musical
de base y los chinos, con mucha cautela, piden ayuda y
consejos de fuera. Aquellos artistas y organizaciones que
se relacionan directamente con la enorme reserva de
talento de la nueva generación china tienen una posibilidad extraordinaria de generar un futuro musical. Pero la
parte de la industria que intenta colonizar China como un
mercado de desechos occidentales está ensuciando los
ideales clásicos y abriendo la puerta a una arremetida sin
fin de obras a lo Abba patrocinadas por el Estado.
Norman Lebrecht
www.scherzo.es
MADRID, 2007
Organizado por la
FUNDACIÓN SCHERZO,
con el patrocinio
del diario EL PAÍS
y la colaboración del
Ministerio de Cultura (INAEM)
y la Fundación Hazen-Hosseschrueders
ORGANIZA:
GARRICK OHLSSON
piano
PATROCINA:
7
CONCIERTO
Martes, 5 de junio
19:30 horas
LV. BEETHOVEN
Sonata nº 1 en fa menor, op. 2, nº 1
J. BRAHMS
Variaciones sobre un tema de Haendel, op. 24
F. CHOPIN
Barcarola en fa sostenido menor, op. 60, KK 807-814
Mazurca en do sostenido menor, op. 50, nº 3, KK. 708-722
Sonata nº 3 en si menor, op 58, KK 783-790
PIOTR ANDERSZEWSKI
piano
LV. BEETHOVEN
6 Bagatelas, op. 126
Variaciones Diabeli, op. 120
AUDITORIO NACIONAL
DE MÚSICA
sala sinfónica
8
CONCIERTO
Martes, 26 de junio
19:30 horas
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