los conflictos internacionales en américa latina

Anuncio
LOS CONFLICTOS INTERNACIONALES
E N AMÉRICA L A T I N A Y L A AMENAZA
D E GUERRA*
JORGE I . DOMÍNGUEZ ,
DESDE EL TÉRMINO DE LA Segunda G u e r r a M u n d i a l hasta fines de los a ñ o s
setenta, A m é r i c a L a t i n a se h a b í a caracterizado por su experiencia extraordinariamente exitosa en la c o n t e n c i ó n y r e s o l u c i ó n de conflictos para prevenir
el estallido de grandes guerras y l i m i t a r las consecuencias de enfrentamientos
menores. D e s p u é s , algo c a m b i ó .
No hubo guerras convencionales entre los Estados sudamericanos entre
1942 y 1981. D u r a n t e esos a ñ o s , P e r ú y Ecuador entraron en guerra, v aunque el episodio de 1981 d u r ó sólo una semana, r o m p i ó la paz del continente.
Fue m á s importante, por supuesto, la lucha armada entre A r g e n t i n a y el Reino
U n i d o por la s o b e r a n í a de las Islas M a l v i n a s , en 1982. Ecuador y P e r ú tuvier o n otro breve enfrentamiento m i l i t a r en enero de 1984. Desde fines de ios
setenta, la situación era casi igual de desalentadora. P e r ú , Chile y Bolivia t e n í a n
u n a grave disputa en torno al acceso de Bolivia, país sin l i t o r a l , al O c é a n o
Pacífico, lo que representaba la amenaza de guerra m á s seria en varias generaciones. A fines de 1978, A r g e n t i n a y Chile m o v i l i z a r o n sus tropas hasta casi
llegar al conflicto abierto; sólo los esfuerzos del Papa pudieron disuadirlos, al
mediar por el C a n a l de Beagle, situado en la p u n t a meridional del continente.
L a guerra entre los países de A m é r i c a del Sur se hizo posible de nuevo p a r a '
fines de los setenta y fue una realidad a principios de los ochenta. Las normas
de l a m e d i a c i ó n d i p l o m á t i c a como alternativa a la guerra se han erosionado.
E n A m é r i c a C e n t r a l la naturaleza de los conflictos es diferente, pero t a m b i é n en esa r e g i ó n han proliferado las guerras, acarreando graves repercusiones internacionales. L a victoria insurgente de j u l i o de 1979 en Nicaragua así
como la intensificación de la guerra revolucionaria en E l Salvador — y en menor
grado en Guatemala— a fines de los setenta, han acaparado la a t e n c i ó n del
m u n d o de manera poco usual. Los conflictos internacionales entre los países
centroamericanos se han agudizado. E l gobierno norteamericano e n v i ó miles
de efectivos a maniobras militares en la zona que se han vuelto, de hecho, permanentes. E l gobierno cubano r e c o n o c i ó una nueva s i t u a c i ó n revolucionaria
en C e n t r o a m é r i c a a fines de 1977. Por p r i m e r a vez en los setenta, a d o p t ó una
p o l í t i c a de apoyo activo a las fuerzas revolucionarias en el hemisferio occident a l . ( H a b í a seguido apoyando a los movimientos insurgentes de A f r i c a y Asia
* Traducido del inglés por Santiago Quintana.
1
JORGE I . DOMÍNGUEZ
2
FI xxv-1
durante dicho decenio, pero no a los de A m é r i c a L a t i n a . ) E l gobierno cubano
reconoce que ha dado apoyo a la insurgencia en Nicaragua, E l Salvador y Guatemala en a ñ o s recientes; lo que sigue siendo objeto de p o l é m i c a es la m a g n i t u d e importancia de ese apoyo.
En el Caribe de habla inglesa, n i n g ú n gobierno h a b í a sido derrocado por
la fuerza hasta que en marzo de 1979 el N e w Jewel M o v e m e n t depuso a Sir
Eric G a i r y , Primer M i n i s t r o de Granada, y estableció un nuevo gobierno
revolucionario dirigido por M a u r i c e Bishop. E l uso de la fuerza se d i o nuevamente en las relaciones entre países del Caribe anglòfono a fines de los setenta.
M i e m b r o s del culto Rastafari i n v a d i e r o n U n i o n Island en 1979; el gobierno
de Saint V i n c e n t y las Granadinas c a r e c í a de los recursos necesarios para
expulsarlos y solicitó la i n t e r v e n c i ó n de fuerzas de Barbados, que d e r r o t a r o n
a los invasores. En mayo de 1980, la fuerza a é r e a cubana a t a c ó un barco guardacostas de las Bahamas que h a b í a capturado a pescadores cubanos cuando
operaban en aguas territoriales reivindicadas por las Bahamas. Era la p r i m e r a
vez que C u b a lanzaba un ataque convencional contra fuerzas de un vecino
a n g l ò f o n o . Si bien C u b a t e r m i n ó por presentar disculpas, d e s p u é s de cierta
resistencia, y p a g ó reparaciones a las Bahamas, el incidente a b r i ó un campo
de violencia internacional. Lo m á s d r a m á t i c o fue que en octubre de 1983
Estados Unidos invadiera Granada con el apoyo de algunas de las islas de habla
inglesa. Se d e r r i b ó del poder al gobierno revolucionario de Granada y se inst a l ó un r é g i m e n m á s aceptable para los países invasores, mientras se llevaran
a cabo elecciones. E n 1984, Estados U n i d o s y otras fuerzas a n g l o c a r i b e ñ a s
siguen vigilando en Granada.
E l gobierno de Reagan ha percibido las actividades de C u b a y la U n i ó n
S o v i é t i c a en estas zonas como un gran desafío a la política exterior de Estados
U n i d o s . El gobierno norteamericano, en consecuencia, ha movilizado efectivos
m u y considerables para realizar maniobras militares en A m é r i c a C e n t r a l , el
C a r i b e y el Golfo de M é x i c o , con el objeto de frenar las políticas soviéticas
y cubanas.
¿([)ue ha fallado y cjue puede hacerse al respecto.
LOS AÑOS DE PAZ
Se h a b í a prevenido o contenido los conflictos en el hemisferio occidental gracias
a políticas que los gobiernos acataban y se reforzaban mutuamente. A u n q u e
el hemisferio nunca se v i o , de hecho, libre de conflictos o de la amenaza de
guerras, diversos procedimientos h a b í a n servido para mantener los enfrentamientos en un nivel m u y inferior al que prevalece desde fines de los setenta.
V a r i o s factores c o n t r i b u y e r o n al m a n t e n i m i e n t o de la paz en S u d a m é r i ca. U n o fue la política exterior b r a s i l e ñ a . Brasil prefirió las negociaciones y
no la guerra para hacer frente a numerosos problemas territoriales y de l í m i t e s
que no se h a b í a n resuelto en las d é c a d a s anteriores. D a d o que Brasil tiene fronteras con todos los Estados sudamericanos excepto con dos, su conducta t u v o
g r a n influencia para mantener al continente al margen de la guerra. L a contin u i d a d de esta conducta es un signo alentador- para el futuro.
JUL-SEP
84
CONFLICTOS EN AMÉRICA LATINA
3
Se desarrolló varias técnicas para aplacar los conflictos fronterizos. Algunas
disputas permanecieron congeladas durante a ñ o s , como aquélla entre Venezuela
y G u y a n a , países que se comprometieron a no insistir en sus reclamaciones
entre 1970 y 1982. Otras disputas d i e r o n lugar a lentos procesos de negociac i ó n o arbitraje, como la de A r g e n t i n a y C h i l e respecto al Canal de Beagle.
U n a consecuencia desafortunada de estos procedimientos de c o n t e n c i ó n de
conflictos, por lo d e m á s valiosos, ha sido el que muchas de las disputas persist a n hasta nuestros d í a s .
Algunos conflictos se resolvieron, a menudo, con ayuda de una actividad
d i p l o m á t i c a ingeniosa. A r g e n t i n a y U r u g u a y , por ejemplp, acordaron demarcar el R í o de la Plata estableciendo u n l í m i t e para la n a v e g a c i ó n y otro para
la e x p l o t a c i ó n de los recursos e c o n ó m i c o s fluviales. Brasil cedió a Paraguay
varias p e q u e ñ a s islas en disputa en el río P a r a n á a cambio de la c o o p e r a c i ó n
paraguaya para el asentamiento h u m a n o en la frontera y el desarrollo de las
enormes instalaciones h i d r o e l é c t r i c a s de I t a i p ú .
H u b o mediaciones exitosas m u c h o antes de la f o r m a l i z a c i ó n de estos
procedimientos con la Carta de la O r g a n i z a c i ó n de Estados Americanos ( O E A )
y el T r a t a d o Interamericano de Asistencia R e c í p r o c a ( T r a t a d o de R í o ) , posteriores a la Segunda G u e r r a M u n d i a l . Por ejemplo, mientras hubo u n c l i m a
de exacerbados conflictos entre Estados de S u d a m é r i c a , de 1925 a 1942, en
diez casos treinta y cinco países sirvieron de intermediarios para aplacar o
resolver disputas fronterizas y territoriales. Países de A m é r i c a del Sur mediaron
dieciocho veces; M é x i c o y varios Estados centroamericanos y del Caribe, cinco;
Estados U n i d o s , siete; países europeos, otras cinco. Estos procedimientos
relativamente informales siguen siendo m u y importantes. Los cuatro p a í s e s
garantes del Protocolo de R í o — A r g e n t i n a , Brasil, Chile y Estados U n i d o s —
que en 1942 pusieron fin a los choques armados entre Ecuador y P e r ú , desemp e ñ a r o n u n papel semejante para l i q u i d a r una breve guerra entre ambos países
en 1981. A d e m á s , si la m e d i a c i ó n b r i t á n i c a sirvió hasta los setenta para calmar
las disputas territoriales entre A r g e n t i n a y Chile, la del Papa c u m p l i ó u n papel
comparable en los ochenta.
Los procedimientos del sistema interamericano (incluidos los de la O E A ,
el Tratado de R í o y el ahora inactivo C o m i t é Interamericano para la Paz) h a b í a n
servido para contener o resolver conflictos bélicos no convencionales en A m é r i c a
C e n t r a l y el Caribe, particularmente desde mediados de los cuarenta hasta los
sesenta. D e hecho, la eficacia en este campo del sistema interamericano superaba ampliamente a la de instituciones regionales comparables, como la O r g a n i z a c i ó n de la U n i d a d Africana ( O U A ) o la L i g a Á r a b e , y constituía u n obvio
adelanto respecto a una s i t u a c i ó n donde se dependiera exclusivamente de las
Naciones U n i d a s o de otras instituciones globales.
Estados U n i d o s se c o m p o r t ó , casi siempre, como el garante informal de
la paz en C e n t r o a m é r i c a y en aquellas á r e a s del C a r i b e independientes desde
h a c í a mucho. Se esperaba que Estados Unidos mantuviera una especie de orden
internacional en estas zonas, ya fuera directamente o apoyando las instituciones
y procedimientos interamericanos establecidos. E l Reino U n i d o , Francia y los
P a í s e s Bajos conservaban territorios en gran parte del Caribe. O p t a r o n por
4
JORGE I .
DOMÍNGUEZ
FI X X V - 1
no envenenar las disputas que h u b i e r a n surgido con anterioridad en dichas
á r e a s , y por confiar su s o l u c i ó n , desgraciadamente, a los que p r o n t o s e r í a n
Estados independientes.
LA DESCOMPOSICIÓN D E L SISTEMA INTERAMERICANO
Resulta afortunado para la causa de la paz el aue no todos los procedimientos
descritos se hayan desintegrado; hemos identificado ya algunos ejemplos de
su continua u t i l i d a d . Pero es u n hecho alarmante que en el hemisferio occidental ronde hoy d í a el fantasma de la guerra.
Algunos enfrentamientos internacionales han sido propiciados por los
efectos negativos, no intencionales, de ciertas políticas y transformaciones que
desde otra perspectiva son deseables. E l desarrollo de la capacidad de pesca
y el de tecnologías para la e x p l o t a c i ó n de hidrocarburos y recursos minerales
en el mar, j u n t o con la a c e p t a c i ó n generalizada, por parte de los Estados, de
la zona e c o n ó m i c a m a r í t i m a de doscientas millas, le han conferido actualidad
a la c u e s t i ó n de las demarcaciones de límites en los o c é a n o s . Estos descubrimientos tecnológicos deseables y las políticas que implican, se han vuelto fuentes
de inesperada acritud en las disputas en torno a las á r e a s m a r í t i m a s ricas de
recursos. Varios conflictos arrastrados desde hace tiempo se han exacerbado,
especialmente aquéllos entre A r g e n t i n a y Chile por el Canal de Beagle, y entre
Venezuela y C o l o m b i a a p r o p ó s i t o del Golfo de Venezuela. E l ú l t i m o caso es
ilustrativo: el tratado que demarcaba la frontera terrestre entre Venezuela y
C o l o m b i a no iba m á s lejos, como si el m a r no importase o no existiera. Estas
disputas se acentuaron solamente a r a í z de la c o m b i n a c i ó n de dos hechos, el
reconocimiento de amplias zonas e c o n ó m i c a s m a r í t i m a s y la disponibilidad de
nuevos medios técnicos para explotar los recursos del o c é a n o .
Esos factores han dado lugar a innumerables conflictos de j u r i s d i c c i ó n
m a r í t i m a entre las islas del Caribe y sus vecinos continentales. O t r o cambio
deseable, el advenimiento de la independencia en casi todas las islas del Caribe
angloparlante, a b r i ó t a m b i é n posibilidades de conflictos como los descritos al
p r i n c i p i o de este ensayo.
O t r a consecuencia negativa del progreso es que facilite la m i l i t a r i z a c i ó n .
E l grado en que se h a n m i l i t a r i z a d o S u d a m é r i c a , C e n t r o a m é r i c a y el Caribe
ha sido y sigue siendo bajo en t é r m i n o s comparativos. Los gastos militares de
A m é r i c a L a t i n a han representado cerca de 2 % de su producto nacional b r u t o ,
porcentaje que es menos de la m i t a d del promedio m u n d i a l y m u y inferior al
de otras regiones del Tercer M u n d o . E l r i t m o de crecimiento de esos gastos
desde principios de los setenta hasta los ochenta, a precios constantes, t a m b i é n
fue m a y o r en el oriente de Asia, África y M e d i o Oriente que en S u d a m é r i c a
y C e n t r o a m é r i c a (excluyendo a C u b a ) . Solamente el sur de Asia t e n í a u n r i t m o
de m i l i t a r i z a c i ó n inferior al de A m é r i c a L a t i n a en aquellos a ñ o s . Entonces,
la parte latinoamericana de los gastos militares del Tercer M u n d o ha c a í d o .
Sin embargo, esta s i t u a c i ó n alentadora de A m é r i c a L a t i n a , en t é r m i n o s
comparativos, no debe encubrir u n a tendencia evidente hacia mayores gastos
militares a precios constantes. E l producto interno bruto de toda A m é r i c a L a t i n a
JUL-SEP 84
CONFLICTOS EN A M É R I C A
LATINA
5
c r e c i ó 2 1 1 % entre 1960 y 1980. Eso p e r m i t i ó a muchos gobiernos latinoamericanos elevar sus gastos militares considerablemente sin aumentar en proporc i ó n , para ese fin, el uso de recursos nacionales necesarios a la continuidad
del crecimiento e c o n ó m i c o y al mejoramiento en los niveles de vida. Esta m i l i t a r i z a c i ó n " s i n d o l o r " fue posible sobre todo en países con acelerado crecim i e n t o , como Brasil, M é x i c o , C o l o m b i a y Venezuela. Hasta principios de los
ochenta, los tres primeros gastaron menos del 1 % de su producto nacional bruto
e n cuestiones militares y Venezuela u n poco m á s , pero la capacidad m i l i t a r
de todos ellos a u m e n t ó considerablemente en la d é c a d a pasada.
E l peso de los gastos militares en r e l a c i ó n con los recursos e c o n ó m i c o s ha
sido mayor en los países de crecimiento lento, sobre todo en P e r ú bajo el r é g i m e n
m i l i t a r (1968-1980). E l crecimiento del arsenal peruano —asociado a grandes
compras de armas a la U n i ó n S o v i é t i c a — p r o v o c ó , a su vez, u n aumento de
los esfuerzos militares de Chile y Ecuador. Esta "carrera a r m a m e n t i s t a " ,
modesta en t é r m i n o s mundiales, p r o p i c i ó conflictos militares entre dichos países
a fines de los setenta y principios de los ochenta.
T a m b i é n el esfuerzo m i l i t a r de A r g e n t i n a creció de manera clara a p r i n c i pios de los ochenta, p r i m e r o en p r e v i s i ó n , luego en respuesta a la guerra de
1982 en el A t l á n t i c o Sur. L a d e c i s i ó n de A r g e n t i n a de retar al Reino U n i d o
p o r la s o b e r a n í a de las islas en disputa, probablemente se t o m ó con poca antic i p a c i ó n . E l desarrollo m i l i t a r de A r g e n t i n a anterior al conflicto se remonta
al cambio de r é g i m e n en 1976, cuando u n gobierno m i l i t a r s u b s t i t u y ó a uno
c i v i l . N o obstante, la m i l i t a r i z a c i ó n de A r g e n t i n a desde fines de los setenta
fue considerablemente mayor y m á s r á p i d a que en los a ñ o s anteriores, e hizo
posible la guerra con el Reino U n i d o .
U n a ú l t i m a consecuencia inquietante de la prosperidad fue el desarrollo
de una industria bélica en varios p a í s e s latinoamericanos. Desde fines de los
sesenta hasta fines de los setenta, C o l o m b i a , M é x i c o , P e r ú y Venezuela desar r o l l a r o n u n a industria de armamentos incipiente, l i m i t a d a a la c o n s t r u c c i ó n
bajo licencias y al ensamblado de materiales importados. Estos países c a r e c í a n
a ú n de u n a capacidad independiente de i n v e s t i g a c i ó n y desarrollo. Fue m á s
significativo el crecimiento de la i n d u s t r i a bélica en A r g e n t i n a , y particularmente en Brasil. A principios de los ochenta, en el Tercer M u n d o la industria
de armas b r a s i l e ñ a era p r á c t i c a m e n t e insuperable. Si bien la capacidad de
p r o d u c c i ó n de la I n d i a p o d í a compararse con la de Brasil, este ú l t i m o era u n
exportador de armamentos m á s importante y eficaz. L a principal línea de prod u c c i ó n de Brasil ha sido la del carro blindado Cascavel, que se vende a los
Emiratos Á r a b e s U n i d o s , G a b ó n , N i g e r i a , T a i l a n d i a , I r a k , C h i p r e y C o l o m bia, entre otros. Brasil ha exportado diversos tipos de aviones a Francia, Bélgica, G a b ó n , Paraguay, C h i l e y B o l i v i a . T a m b i é n ha vendido misiles " a i r e
a superficie" y "superficie a superficie" a I r a k para su guerra con I r á n . Las
exportaciones militares de Brasil se h a n convertido en u n r e n g l ó n importante
de su comercio exterior- dados los severos problemas de balanza de pagos que
Brasil t u v o que enfrentar a principios de los ochenta, son m u y considerables
los incentivos para desarrollar t o d a v í a m á s esa industria competitiva en el
exterior.
6
JORGE I .
DOMÍNGUEZ
F/xxv-l
Las fuerzas armadas de S u d a m é r i c a han gastado gran parte de sus energías en la competencia p o l í t i c a dentro de sus propios países. L a estructura de
cada ejército no le permite a ú n emprender guerras prolongadas, n i someter
a las fuerzas armadas de u n p a í s vecino para destruir sus intereses b á s i c o s .
Pero el problema central no radica en ello, sino en que la capacidad de las
fuerzas armadas ha crecido lo suficiente como para hacer posibles guerras
limitadas, m á s frecuentes ahora que en el pasado. Conforme se erosionan las
normas internacionales que preservaban la paz y se recurre cada vez menos
a la m e d i a c i ó n d i p l o m á t i c a , los conflictos internacionales se t o r n a n menos
manejables y propician m á s guerras limitadas.
Incluso las crisis centroamericanas se pueden comprender a la luz del gran
éxito material. Las e c o n o m í a s de los países centroamericanos (con la excepción de Honduras, en parte) crecieron a una tasa sorprendente desde fines de
los cincuenta hasta fines de los setenta. Se produjeron muchos cambios e c o n ó micos y sociales. E n cierta medida, el crecimiento e c o n ó m i c o a r a í z del auge
de la agricultura de e x p o r t a c i ó n —que en el norte de C e n t r o a m é r i c a d e p e n d í a
mucho, aunque no exclusivamente, de que se le dedicara mayor s u p e r f i c i e volvió m á s codiciables las tierras de los campesinos; esto pudo ser la causa de
que aumentara la p o b l a c i ó n r u r a l sin tierras, y de que d i s m i n u y e r a n los ingresos de rentistas y arrendatarios no ocupados en la agricultura de e x p o r t a c i ó n .
El crecimiento e c o n ó m i c o c r e ó una nueva y poderosa clase media u r b a n a de
profesionistas. L o que c a m b i ó m u y poco, durante estos a ñ o s de auge, fue el
sistema político de Nicaragua, E l Salvador y Guatemala. E l éxito en Centroa m é r i c a del crecimiento e c o n ó m i c o impulsado por las exportaciones, posiblemente n u t r i ó la hostilidad de u n sector importante de la p o b l a c i ó n r u r a l , y
tal vez creó y fotaleció u n liderazgo de clase media urbana dispuesto a retar
a quienes h a b í a n permanecido tanto tiempo en el poder y cambiado tan poco.
T a m b i é n la m i l i t a r i z a c i ó n de A m é r i c a L a t i n a a u m e n t ó considerablemente
en esos a ñ o s , a u n r i t m o m a y o r que en A m é r i c a del Sur. Conforme se intensificaban las revoluciones en el norte de C e n t r o a m é r i c a , los gobiernos a d q u i r í a n
m á s armamentos y destinaban mayores recursos a la lucha contrainsurgente.
L a victoria de la r e v o l u c i ó n n i c a r a g ü e n s e en j u l i o de 1979 y las disputas subsecuentes de Nicaragua con sus vecinos del norte y Estados Unidos, han generado
una carrera armamentista espectacular, modesta en t é r m i n o s mundiales pero
sin precedente en la historia de estos p e q u e ñ o s países.
El éxito no t e n í a por q u é conducir a u t o m á t i c a m e n t e a una tragedia. Los
gobiernos h a b r í a n podido destinar todas las ganancias del crecimiento e c o n ó mico a mejorar las condiciones de vida de sus pueblos, en vez de elevar los
gastos militares, y ser razonables y expeditos en el arreglo de disputas por las
nuevas demarcaciones de l í m i t e s m a r í t i m o s , sin llegar al borde de la guerra
por su causa. Los gobiernos centroamericanos h a b r í a n podido adoptar estrategias políticas y e c o n ó m i c a s diferentes. El fracaso del liderazgo político hizo que
prevalecieran, cada vez, las consecuencias negativas del é x i t o . D e cualquier
manera, el auge global sí creaba condiciones propicias para que los gobiernos
se comportaran como lo hicieron. Los avances tecnológicos aumentaron lo que
estaba en juego en las disputas por los recursos m a r í t i m o s . E l crecimiento
JUL-SEP 84
CONFLICTOS EN AMERICA
LATINA
7
e c o n ó m i c o hizo posible y fácil el aumento de los presupuestos militares. A la
larga, ese éxito —combinado con los fracasos a corto plazo del liderazgo
p o l í t i c o — c o n t r i b u y ó a generar conflictos y a incrementar las capacidades
militares, aumentando así las probabilidades de guerra.
L A GUERRA FRÍA E N A M É R I C A
E l triunfo de la r e v o l u c i ó n cubana en enero de 1959, la c o n s o l i d a c i ó n subsecuente del nuevo r é g i m e n en el poder y su alineamiento con la U n i ó n Soviética,
trajeron de lleno la guerra fría al hemisferio occidental. L a profunda escisión
entre C u b a y sus enemigos en A m é r i c a paralizó la m e d i a c i ó n de las instituciones
políticas h e m i s f é r i c a s , que comenzaron a funcionar como una alianza contra
C u b a y no como medio para resolver los conflictos en que este país se vio
implicado. Se i m p i d i ó a C u b a participar en las instituciones del sistema interamericano en 1962, y se le hizo objeto de sanciones h e m i s f é r i c a s colectivas en
1964. G r a n parte de la responsabilidad de esos hechos corresponde al gobierno
cubano, si se t o m a en cuenta que llevó a cabo esfuerzos para derrocar a otros
r e g í m e n e s en el hemisferio. L a i m p o s i c i ó n de sanciones en 1964, por ejemplo,
fue resultado de la a g r e s i ó n de C u b a contra el gobierno d e m o c r á t i c o de Venezuela. G r a n parte de la responsabilidad recae t a m b i é n sobre Estados U n i d o s ,
que durante muchos a ñ o s no estuvo preparado para, n i dispuesto a aceptar
u n r é g i m e n marxista-leninista en C u b a .
L a o b s e s i ó n del gobierno de Estados U n i d o s de evitar una "segunda
C u b a " t u v o d r á s t i c o s efectos que contribuyeron a la d e s i n t e g r a c i ó n del sistema
interamericano. Tropas norteamericanas desembarcaron en la R e p ú b l i c a
D o m i n i c a n a en 1965 a r a í z del simple r u m o r —sin p r o b a b i l i d a d de llegar a
ser una realidad— de que ese país iba a convertirse en una "segunda C u b a "
Se p r o c u r ó componer esa decisión unilateral buscando u n aval del sistema interamericano para crear una fuerza de paz h e m i s f é r i c a en la R e p ú b l i c a D o m i n i cana hasta que dicho país pudiera tener de nuevo u n gobierno debidamente
constituido; los efectivos norteamericanos, por supuesto, formaban la mayor
parte de esa fuerza. L a consecuencia principal de estos sucesos fue la r u i n a
del sistema interamericano, pues p a r e c i ó que éste se h a b í a convertido en poco
m á s que u n m a n t o para encubrir la i m p o s i c i ó n de las preferencias norteamericanas. N o se p o d r í a establecer j a m á s una fuerza interamericana de paz formal
y permanente, y el sistema se vio imposibilitado de crear siquiera una fuerza
ad hoc para mediar en las ú l t i m a s semanas de la r e v o l u c i ó n n i c a r a g ü e n s e , en
1979.
Cuando empezaba la "Segunda Guerra F r í a " , a fines de los setenta, Cuba
intensificó su apoyo a las fuerzas revolucionarias en Nicaragua, E l Salvador,
Guatemala, y posteriormente H o n d u r a s . Estados U n i d o s a u m e n t ó su ayuda
— a l principio con renuencia y desde 1981 con entusiasmo— a los países que
enfrentaban insurgencias. Estados U n i d o s se volvió t a m b i é n la principal potencia subversiva en C e n t r o a m é r i c a al apoyar a las fuerzas antisandinistas que
p r e t e n d í a n derrocar al gobierno de M a n a g u a .
U n r é g i m e n internacional de s u b v e r s i ó n s u b s t i t u y ó al r é g i m e n anterior
8
JORGE I . DOMÍNGUEZ
F/xxv-i
de m e d i a c i ó n , que h a b í a servido para preservar la paz, contener y resolver
conflictos en A m é r i c a C e n t r a l . A s í como C u b a y Nicaragua respaldan a los
que quieren derrocar al gobierno de E l Salvador, Estados U n i d o s y H o n d u r a s
apoyan a quienes pretenden destruir al gobierno de Nicaragua.
L a O r g a n i z a c i ó n de Estados Americanos h a b í a d e s e m p e ñ a d o u n papel
importante en la p r e s e r v a c i ó n de la paz en C e n t r o a m é r i c a . Fue u n elemento
central para poner fin a la guerra de 1969 entre Honduras y El Salvador, y
p r o p o r c i o n ó u n marco para allanar las divergencias entre ambos países en la
d é c a d a siguiente. L a O E A y otros mecanismos del sistema interamericano
pudieron hacer frente a los conflictos convencionales y no convencionales en
C e n t r o a m é r i c a antes de la llegada al poder de la revolución cubana. L a experiencia de la O E A desde fines de los setenta, en C e n t r o a m é r i c a y en general,
ha sido bien resumida por el Secretario General de la O r g a n i z a c i ó n , Alejandro
O r i l l a , al anunciar formalmente su renuncia el 14 de noviembre de 1983:
Esta organización es el logro supremo de las naciones americanas. Fomentó el
desarrollo de muchas instituciones importantes y de ella han surgido doctrinas
y procedimientos que hoy son la herencia de la humanidad (. . .). Sin embargo,
se debe reconocer que la OEA ha estado alejada de, o comprometida sólo parcialmente con muchos de los asuntos fundamentales que afectan el presente y
determinan el futuro de América. En algunos casos, brilló por su ausencia; en
otros, peor aún, fue ignorada.
Esto nunca r e s u l t ó m á s claro que en la i n t e r v e n c i ó n de Estados U n i d o s
en Granada, en octubre de 1983, con la c o l a b o r a c i ó n de algunos países del
Caribe angloparlante. N o se c o n s u l t ó a la O E A n i antes n i d e s p u é s de la invasión de la isla. L a O E A no d e s e m p e ñ ó papel alguno en dicho acontecimiento;
n i n g ú n gobierno c o n s i d e r ó efectivo o ventajoso recurrir a ella.
N o hay mecanismo de m e d i a c i ó n o conciliación que pueda operar si los
principales actores en el hemisferio —Estados U n i d o s y C u b a — son potencias
subversivas. N i n g u n a o r g a n i z a c i ó n internacional puede funcionar si los gobiernos participantes deciden ignorarla o, como en el caso de la m a y o r í a de
los miembros centroamericanos y a n g l o c a r i b e ñ o s de la O E A , llevan a cabo
acciones que deliberada y abiertamente violan los principios y políticas consagrados por la C a r t a .
H A C I A EL FUTURO
Si el éxito a c a r r e ó consecuencias negativas inesperadas en muchos países latinoamericanos, que aumentaron las posibilidades de conflicto y guerra, el fracaso
p o d r í a tener t a m b i é n algunas consecuencias positivas imprevistas, capaces de
reducir la espiral de violencia internacional que ha marcado al hemisferio desde
fines de los setenta.
El colapso de p r á c t i c a m e n t e todas las e c o n o m í a s latinoamericanas a p r i n cipios de los ochenta, a c e l e r ó el retiro del poder de los r e g í m e n e s militares que
h a b í a n gobernado a Ecuador, P e r ú , Bolivia y A r g e n t i n a durante buena parte
JUL-SEP 84
CONFLICTOS EN AMÉRICA
LATINA
9
de los setenta. H u b o t a m b i é n una importante apertura política en Brasil, y
u n a menos notable en U r u g u a y . Venezuela y C o l o m b i a conservaron sus
gobiernos civiles. E n S u d a m é r i c a , sólo Chile y Paraguay avanzaron relativamente poco de un gobierno m i l i t a r hacia uno c i v i l . G u y a n a tuvo serias dificultades e c o n ó m i c a s y políticas pero no u n cambio de r é g i m e n , mientras que
S u r i n a m se ha h u n d i d o en una sucesión de golpes y contragolpes, con alineamientos internacionales que se modifican r á p i d a m e n t e .
La c o m b i n a c i ó n de dos factores, la llegada al poder de r e g í m e n e s civiles
y l a profunda crisis e c o n ó m i c a , plantea la necesidad y ofrece la oportunidad
de l i m i t a r las compras de armamento al extranjero. A r g e n t i n a hizo muchos
pedidos de armas d e s p u é s de su derrota ante el Reino U n i d o en 1 9 8 2 , pero
la política del gobierno civil de R a ú l Alfonsín ha sido la de cancelar o escalonar
las adquisiciones como medio de proteger la e c o n o m í a argentina y l i m i t a r el
poder de las fuerzas armadas.
Estas políticas requieren, a su vez, que el gobierno de Alfonsín busque
m á s activamente la reconciliación con Chile y el Reino U n i d o como alternativa
a l a guerra. E l fracaso e c o n ó m i c o puede t a m b i é n proteger a ciertos r e g í m e n e s
civiles de golpes militares, ya que las fuerzas armadas no d e s e a r í a n gobernar
en é p o c a s tan poco propicias.
Empero, u n gobierno civil no es en sí g a r a n t í a contra la guerra. Los conflictos entre P e r ú y Ecuador en 1 9 8 1 y 1 9 8 4 se d i e r o n bajo r e g í m e n e s civiles.
Fue precisamente la compleja naturaleza de la política d e m o c r á t i c a civil la que
i m p i d i ó al gobierno del presidente Luis Herrera Campins, en Venezuela, ejercer
u n a presión para lograr la ratificación de u n acuerdo sensato y equitativo sobre
d e m a r c a c i ó n de límites m a r í t i m o s con C o l o m b i a . Pese a todo, puede ser que
la c o m b i n a c i ó n de gobiernos civiles y crisis e c o n ó m i c a vuelva menos probable
la guerra en S u d a m é r i c a .
El fracaso e c o n ó m i c o no tiene, sin embargo, muchas consecuencias maravillosas. Los profundos problemas e c o n ó m i c o s de Brasil y A r g e n t i n a pueden
llevarlos a fomentar m á s que nunca la e x p o r t a c i ó n de armas. E l fracaso t a m b i é n
ha conducido a los países centroamericanos y c a r i b e ñ o s a fortalecer sus alianzas
con potencias fuera de la r e g i ó n , la m a y o r í a con Estados U n i d o s , C u b a y
Nicaragua con la U n i ó n Soviética. Esto ha exacerbado el ambiente de guerra
fría y aumentado las probabilidades de conflictos severos. S e r í a imprudente
depender sólo de la " m a n o i n v i s i b l e " del fracaso para rescatar a A m é r i c a de
u n a m a y o r m i l i t a r i z a c i ó n y de m á s guerras. ¿Se dispone de las bases de u n
futuro m á s esperanzador?
En tiempos de esta "Segunda G u e r r a F r í a " , los esfuerzos de paz deben
concentrarse p r i m e r o en la r e l a c i ó n central de seguridad en el hemisferio, a
saber, el t r i á n g u l o Estados U n i d o s - U n i ó n S o v i é t i c a - C u b a . Esta relación ha sido
bien manejada, en gran parte, como resultado de entendimientos entre Estados
U n i d o s y la U n i ó n Soviética en torno al aprovechamiento soviético de Cuba;
los elementos clave de esta relación adquirieron su forma actual durante la crisis
de los misiles en 1962, y se modificaron en 1970 (crisis de Cienfuegos) y 1979
(crisis de la brigada soviética). L a esencia del acuerdo de 1962 era que cada
parte i n t e r r u m p i r í a las acciones que la otra considerase m á s objetables. Ello
10
JORGE I . DOMÍNGUEZ
FI xxv-1
significaba, en ese contexto, que la U R S S r e t i r a r í a de C u b a todas las armas
estratégicas y no las r e e m p l a z a r í a en el futuro, y que Estados U n i d o s desistiría
de su esfuerzo por derrocar al gobierno cubano. E n 1970 y 1979, el pacto
informal se i n t e r p r e t ó en el sentido de que la U n i ó n Soviética no u s a r á a C u b a
como base naval e s t r a t é g i c a , y de que el personal m i l i t a r soviético en C u b a
t e n d r á una función de entrenamiento pero no una capacidad a u t ó n o m a de
combate. Estos acuerdos han servido mucho a los intereses de seguridad
fundamentales de Estados U n i d o s , la U n i ó n Soviética y C u b a .
Dichos principios b á s i c o s p o d r í a n extenderse al resto del C a r i b e y a Cent r o a m é r i c a . L a U n i ó n Soviética y C u b a se c o m p r o m e t e r í a n a no desplegar
armas e s t r a t é g i c a s o convencionales en estas regiones y a no cambiar las
funciones del personal m i l i t a r que cualquiera de estos países pudiera tener en
Nicaragua. Estados U n i d o s , la U n i ó n Soviética, C u b a y todos los gobiernos
de C e n t r o a m é r i c a p o d r í a n comprometerse t a m b i é n a no i n t e r v e n i r en los
asuntos internos de otros países del á r e a , siempre y cuando los otros cumplieran
con su parte del compromiso; p r o m e t e r í a n no abastecer a los movimientos
revolucionarios o contrarrevolucionarios que intentaran derrocar gobiernos,
y no p e r m i t i r el uso de sus territorios para desestabilizar a otros r e g í m e n e s .
Esta propuesta se b a s a r í a en el principio antes mencionado de que cada
Estado deje de hacer lo que los otros j u z g u e n objetable, pero m o d i f i c a r í a los
pactos informales entre Estados U n i d o s y la U n i ó n Soviética de 1962, 1970
y 1979 en tres sentidos. C u b a sería u n participante activo en el proceso, no
u n mero observador; los nuevos acuerdos c u b r i r í a n actividades no convencionales, a diferencia de los entendimientos previos que no tomaban en cuenta
las de C u b a y la U n i ó n Soviética; todos los gobiernos en la r e g i ó n , no sólo
los de las superpotencias, a c a t a r í a n ciertas normas.
Esta propuesta es congruente con las ideas planteadas por el G r u p o C o n tadora ( C o l o m b i a , P a n a m á , M é x i c o y Venezuela), pero difiere de ellas en la
medida que es mucho m á s modesta y, por consiguiente, de m á s fácil aplicación. Ciertos planteamientos de Contadora r e q u e r i r í a n que los gobiernos
modificaran su comportamiento interno, lo cual sería probablemente i n a d m i sible para Nicaragua, o bien t e n d r í a n consecuencias que a l t e r a r í a n el equilibrio
de fuerzas en la r e g i ó n y que resultan inaceptables para Estados U n i d o s y sus
aliados (por ejemplo, la i n t e r r u p c i ó n del suministro de equipo bélico y de
asesores militares a E l Salvador). E n vista de las dificultades políticas para
aplicar las recomendaciones de Contadora en su totalidad, resultaría m á s factible
insistir en aquellos puntos —contenidos en la propuesta a q u í esbozada— que
sean p o l í t i c a m e n t e aceptables para todos los gobiernos interesados. Si se aceptara este modesto proyecto, los planteamientos de Contadora p o d r í a n aplicarse
d e s p u é s . E l proceso de C o n t a d o r a s e g u i r í a siendo esencial como medio para
hacer efectivos los acuerdos de no i n t e r v e n c i ó n . S i m u l t á n e a m e n t e , una serie
de negociaciones entre Estados U n i d o s y la U n i ó n Soviética, y entre Estados
Unidos y C u b a , a b o r d a r í a n otras cuestiones.
U n arreglo de esta naturaleza es coherente con los principios del sistema
interamericano y de las Naciones U n i d a s . Sólo bajo tales circunstancias puede
uno esperar que recuperen u n m í n i m o de eficacia las instituciones i n t e r a m e r i -
JUL-SEP 84
CONFLICTOS EN AMÉRICA LATINA
11
canas para garantizar, a largo plazo, la vuelta a u n orden internacional en el
hemisferio. Acuerdos de esta naturaleza s u b s t i t u i r í a n al r é g i m e n internacional
de s u b v e r s i ó n por uno que pudiera construirse sobre las bases anteriores m á s
firmes del sistema interamericano. Éste no b a s t a r í a , sin embargo, para enfrentar
todas las dificultades de la "Segunda Guerra F r í a " . L a U n i ó n Soviética no
es m i e m b r o de la O E A ; C u b a sí lo es, pero su m e m b r e c í a c o n t i n ú a suspendida;
y Nicaragua desconfía de las instituciones de u n sistema donde tiene pocos
amigos. Es, por lo tanto, indispensable que se utilice procedimientos informales
ad hoc como el que hemos descrito, j u n t o con los de Contadora, para reforzar
las acciones en el marco del sistema interamericano. Las declaraciones y la
conducta reciente de los gobiernos de Nicaragua y C u b a p e r m i t e n esperar u n
cambio en el sentido de una mayor conciliación. L a principal incertidumbre
es si el gobierno de Estados U n i d o s se encuentra preparado para convivir con
u n gobierno revolucionario consolidado en Nicaragua.
*
En r e l a c i ó n con las disputas territoriales y limítrofes, las bases para un
acuerdo en t o r n o a dos de los principales conflictos e s t á n dadas desde hace
a l g ú n tiempo. De hecho, Colombia y Venezuela han llegado a u n acuerdo sobre
la d e m a r c a c i ó n de sus jurisdicciones m a r í t i m a s ; necesitan ahora una voluntad
política para obtener la a p r o b a c i ó n de sus respectivos sistemas políticos. S e g ú n
parece, la m e d i a c i ó n papal en la disputa sobre el C a n a l de Beagle otorga a
Chile s o b e r a n í a sobre tres de las islas disputadas, siempre y cuando este país
acepte tener m u y pocos derechos m a r í t i m o s sobre el A t l á n t i c o Sur y no obtenga
derechos adicionales sobre la A n t á r t i d a . Estas propuestas creativas separan los
problemas de límites de tierra y límites de mar, y en parte distinguen t a m b i é n
la cuestión de la s o b e r a n í a de los asuntos relativos a recursos naturales. Menos
seguro, pero t a m b i é n factible, es el arreglo de las reclamaciones de Guatemala
sobre la totalidad de Belice. A u n q u e resulta m á s difícil, separar las cuestiones
territoriales de las m a r í t i m a s le p e r m i t i r í a a Guatemala aceptar la integridad
territorial de Belice a cambio de ganancias en j u r i s d i c c i ó n m a r í t i m a y sobre
recursos. E n la disputa entre Venezuela y G u y a n a , desde hace tiempo hay
condiciones para que Venezuela ceda ante G u y a n a ; el problema principal ha
sido separar este asunto del acuerdo sobre límites entre Venezuela y Colombia,
v obtener en Venezuela el apoyo político necesario para reconocer la integridad
territorial de G u y a n a .
Son m á s complicadas la c u e s t i ó n del acceso de Bolivia al m a r y la disputa
de límites entre P e r ú y Ecuador. N i n g u n o de estos problemas se presta claramente a u n intercambio de concesiones sobre límites territoriales y m a r í t i m o s ,
pero ambos p o d r í a n dar lugar a la c e l e b r a c i ó n de acuerdos de e x p l o t a c i ó n
conjunta de recursos. U n corredor hacia el m a r para Bolivia es imaginable
y factible, pero r e q u e r i r í a m á s voluntad política de Bolivia, Chile y P e r ú que
en otros casos.
El hemisferio conserva algo de su capacidad de m e d i a c i ó n , concretada en
la O E A pero no l i m i t a d a a ese organismo. Las t é c n i c a s de c o n t e n c i ó n de
conflictos p o d r í a n incluir m á s acuerdos sobre políticas militares. S u d a m é r i c a
ha producido varias declaraciones sobre control de armamentos (por ejemplo,
la de A y a c u c h o ) , pero ha sido débil en lo que se refiere a su aplicación real
12
JORGE I . DOMÍNGUEZ
FI
xxv-í
(los signatarios de la D e c l a r a c i ó n de Ayacucho siguen envueltos en carreras
armamentistas). C o m o en el caso de las posibles soluciones a las disputas centroamericanas, se puede buscar procedimientos menos ambiciosos pero m á s p r á c ticos que sirvan a la c o n t e n c i ó n y solución de los conflictos, y q u i z á t a m b i é n
a la l i m i t a c i ó n de los presupuestos militares.
U n a estrategia posible es fomentar la confianza militar. Las fuerzas armadas
de A m é r i c a L a t i n a no hacen tanto como el Pacto de Varsovia y la O r g a n i z a c i ó n
del T r a t a d o del A t l á n t i c o N o r t e ( O T A N ) en lo que se refiere a medidas para
crear esta confianza. A l igual que estas alianzas, los ejércitos latinoamericanos
p o d r í a n comprometerse a notificar voluntariamente, con v e i n t i ú n d í a s de
a n t i c i p a c i ó n , cualquier m a n i o b r a importante que realizaran en u n a franja de
ciento cincuenta y cinco millas a p a r t i r de la frontera de u n p a í s vecino. Las
fuerzas armadas latinoamericanas p o d r í a n incluso a m p l i a r el plazo de notific a c i ó n a cuarenta y cinco d í a s , i n v i t a r a observadores a las maniobras, intercambiar i n f o r m a c i ó n sobre la o r g a n i z a c i ó n y localización de efectivos m i l i t a res así como programas anuales de ciertas actividades militares, y organizarse
para supervisar y verificar el cumplimiento de cada uno de estos acuerdos. Estas
propuestas se asemejan a las que ha hecho la O T A N al Pacto de Varsovia.
Los militares latinoamericanos p o d r í a n acordar, igualmente, reducir las compras de armamentos modernos, y coordinar los programas de a d q u i s i c i ó n y
p r o d u c c i ó n de armas. Estas ú l t i m a s propuestas resultan m á s complejas, sin
embargo, y sólo puede esperarse que su a d o p c i ó n siga a la de medidas m á s
simples. '
A corto plazo, a pesar de los obvios costos p r e s u p u é s t a l e s , es posible derivar
aunque sea logros modestos del mantenimiento de ciertas p r á c t i c a s . É s t a s
incluyen el entrenamiento de oficiales de los países latinoamericanos, de preferencia vecinos, en varias academias militares nacionales para disipar sospechas de
hostilidad. Maniobras militares conjuntas de los ejércitos de países limítrofes, sin
la participación de fuerzas norteamericanas, t e n d r í a n el mismo efecto de generar
confianza. Si bien puede parecer que estas medidas f o m e n t a r í a n una mayor m i l i tarización, de hecho p o d r í a n infundir bastante confianza m u t u a en las fuerzas
armadas para facilitar cierta desmilitarización a mediano y largo plazo.
Los avances recientes en el desarrollo de la e n e r g í a nuclear en Brasil, y
especialmente en A r g e n t i n a , requieren que se le preste m a y o r a t e n c i ó n a las
cuestiones de no proliferación nuclear. E l 18 de noviembre de 1983, la C o m i s i ó n
de E n e r g í a A t ó m i c a de A r g e n t i n a a n u n c i ó que t e n í a capacidad suficiente para
el enriquecimiento del u r a n i o y h a b í a completado el ciclo de p r o d u c c i ó n de
e n e r g í a nuclear. Por l o tanto, es m á s urgente que nunca que A r g e n t i n a acceda
a poner todas sus instalaciones nucleares bajo la plena salvaguardia internacional de la Agencia I n t e r n a c i o n a l de E n e r g í a A t ó m i c a ( A I E A ) . L a cooperac i ó n en materia de e n e r g í a nuclear entre Brasil y A r g e n t i n a , que ha producido
confianza m u t u a , se debe impulsar en el futuro y complementar con las medidas
necesarias para la plena a p l i c a c i ó n del T r a t a d o de Tlatelolco, d i s e ñ a d o por
latinoamericanos para establecer u n a zona libre de armas nucleares: A r g e n t i n a
ha firmado el T r a t a d o pero no lo ha ratificado; C u b a debe firmarlo y ratificarlo;
Francia debe firmar y ratificar el Protocolo I , que a ñ a d i r í a sus territorios en
JUL-SEP
84
CONFLICTOS EN A M É R I C A
LATINA
13
el hemisferio occidental a la zona libre de armas.
L a guerra no es inevitable en A m é r i c a del Sur y la intensificación de los
conflictos en C e n t r o a m é r i c a se puede detener y revertir. Los mecanismos
políticos e institucionales del hemisferio occidental han sido golpeados duramente en a ñ o s recientes pero siguen dando señales de vida, ya sea en el G r u p o
Contadora en C e n t r o a m é r i c a o en los continuos esfuerzos de m e d i a c i ó n en
A m é r i c a del Sur. Alejarse de la guerra exigirá, no obstante, u n autocontrol
que los gobiernos no han sabido tener recientemente, y r e q u e r i r á t a m b i é n una
confianza audaz —de la que desgraciadamente se ha carecido— para correr
los riesgos necesarios en pro de la pacificación. A u n q u e la esperanza de paz
no se ha extinguido, aumenta la probabilidad de guerras'limitadas y de una
m i l i t a r i z a c i ó n m á s profunda.
Las principales fuentes bibliográficas sobre ejércitos y armamentos en A m é rica L a t i n a son las mismas que para el resto del m u n d o : los anuarios de la
A r m s C o n t r o l and D i s a r m a m e n t Agency de Estados U n i d o s (World Military
Expenditures and Arms Transfers), del International Institute for Strategic Studies
(TheMilitary Balance) y del International Peace Research Institute de Estocolmo
(Yearbook). El Aspen Institute ha realizado u n estudio sobre las instituciones
interamericanas. E l reporte del C o m i t é D i r e c t i v o norteamericano que presid i ó V i r ó n P. V a k y (Governance in the Western Hemisphere), contiene abundantes
recomendaciones basadas en ponencias sobre diversos temas. H a y dos reportes
que se refieren a las cuestiones de seguridad en general pero con particular
a t e n c i ó n a C e n t r o a m é r i c a , el del I n t e r - A m e r i c a n Dialogue que d i r i g i e r o n Sol
L i n o w i t z y Galo Plaza (Americas at a Crossroads), y el de la N a t i o n a l Bipartisan
Commission on C e n t r a l A m e r i c a , de Estados U n i d o s , encabezada por H e n r y
Kissinger. Son m u y útiles trabajos a c a d é m i c o s : Joseph S. N y e , Peace in Parts:
Integration and Conflict in Regional Organization, Boston, L i t t l e - B r o w n , 1971; J o h n
C h i l d , Unequal Alliance: The Inter-American Military System, 1938-1978, Boulder,
Westview Press, 1980; M i c h a e l M o r r i s y V í c t o r M i l l á n (eds.), Controlling Latin
American Conflicts: Ten Approaches, Boulder, Westview Press, 1983. M e b a s é
t a m b i é n en los resultados de mis investigaciones previas: " T h e U n i t e d States
and its Regional Security Interests: T h e Caribbean, C e n t r a l , and South A m e rica" Daedalus 109 n ú m 4Í1980) pp 115-133- " I t W o n ' t G o A w a y C u b a
on the U S Foreign Policy A g e n d a " International Security 8 n ú m 1 (1983)
pp. 113-128; " C u b a ' s Relations w i t h Caribbean and C e n t r a l A m e r i c a n C o u n t r i e s " , Cuban Studies 13, n ú m . 2 (1983), pp. 79-112.
Descargar