La administración de justicia en la República

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La administración de justicia en un Estado de Derecho
Declaración de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Argentina,
Buenos Aires, 23 de abril de 2013
"Administrar justicia es una de las más insignes tareas que el hombre puede ejercer".
Con estas palabras el Papa Francisco se dirigió al Presidente de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación (23/03/2013). Nos recuerdan la vital importancia que la tarea
judicial cumple en la vida social. De allí que toda decisión institucional concerniente a
esta noble misión necesita contar con tiempo suficiente para una prudente y profunda
reflexión que preserve en toda su extensión la independencia e imparcialidad de los
jueces. La Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino, en su declaración del 16 de
abril de 2013 dijo que “los proyectos de ley que se encuentran en el Poder Legislativo
en orden a regular el ejercicio de la Justicia, presentan aspectos que merecen un
profundo discernimiento por la importancia de la materia que tratan. Por ello se
requiere de amplias consultas, debates y consensos previos en consonancia con la
magnitud de los cambios propuestos”1.
En este sentido, la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Argentina
quiere expresar su parecer sobre la reforma judicial que actualmente debate el Congreso
de la Nación, a partir de los seis proyectos de ley presentados por el Poder Ejecutivo el
día 8 de abril de 20132.
La administración de justicia en un Estado de derecho, para ser tal, tiene que ser
necesariamente independiente, tanto de todos los poderes económicos y corporativos o
sectoriales como de los otros poderes políticos. Al mismo tiempo, debería ser idónea,
rápida y eficiente en el cumplimiento de su finalidad, sirviendo al bien común y
cuidando especialmente a los más débiles. Hoy el reclamo social apunta especialmente a
este punto, a una mayor celeridad y a una respuesta eficaz contra la impunidad. Pero la
reforma propuesta en su parte principal no recoge tanto estos reclamos sociales y en
Declaración “Justicia, Democracia y Constitución Nacional”, 105º Asamblea Plenaria Conferencia
Episcopal Argentina, Pilar, 16 de abril de 2013.
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En la Cámara de Diputados de la Nación, ingresaron los expedientes:
 001-PE-2013 sobre regulación del ingreso democrático e igualitario de personal al Poder Judicial
de la Nación y al Ministerio Público de la Nación (40 artículos)
 002-PE-2013 sobre las Declaraciones Juradas Patrimoniales en el ejercicio de la función pública
(10 artículos)
 003-PE-2013 sobre publicidad de las sentencias y causas en trámite en el Poder Judicial de la
Nación (7 artículos).
En el Senado de la Nación ingresaron los siguientes expedientes:
 PE-005-2013 sobre modificación de la ley del Consejo de la Magistratura nro. 24.937
(compuesto por 38 artículos)
 PE-006-2013 tendiente a regular el recurso de casación y a crear las Cámaras de Casación en lo
Contencioso Administrativo Federal, del Trabajo y la Seguridad Social y en lo Civil y Comercial
(16 artículos)
 PE-007-2013 sobre regulación de las medidas cautelares en los procesos en los que el Estado
Nacional o sus entes descentralizados sean parte (21 artículos)
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cambio entendemos que constituye un avance del poder político sobre el poder judicial
que corre el serio riesgo de avasallar su independencia, en contra de lo dispuesto por
nuestra Constitución Nacional.
Para ser más concretos en nuestro aporte al debate público, podemos señalar lo
siguiente:
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La reforma de los mecanismos de selección de los miembros del Consejo de la
Magistratura puede conducir a una indeseable partidización de los jueces,
incompatible con la independencia e imparcialidad que es propia de la alta
función que cumplen, y en contra a lo establecido por el artículo 114 de la
Constitución Nacional. Los términos del texto son claros cuando diferencian a
"los órganos políticos resultantes de la elección popular", de los "jueces de todas
las instancias" y los "abogados de la matrícula federal".
Igualmente preocupante es la modificación de las mayorías necesarias para la
toma de decisiones del Consejo de la Magistratura en temas tan trascendentes
como el nombramiento y remoción de magistrados. En este punto, reducir la
mayoría especial de dos terceras partes de los miembros a mayoría absoluta (la
mitad más uno del total de los miembros) privaría de hecho al organismo de los
diálogos necesarios para arribar a más amplios consensos que aportarían mayor
legitimidad a las decisiones.
En cuanto a la cuestión relativa a la administración de los aspectos
presupuestarios, económicos y de personal del Poder Judicial de la Nación, el
proyecto transfiere al Consejo de la Magistratura funciones que actualmente son
ejercidas por la Corte Suprema. Entendemos que es necesario un mayor debate
para clarificar las competencias entre la Corte Suprema de Justicia de la Nación
y el Consejo de la Magistratura.
Las reformas propuestas en el proyecto de creación de las Cámaras de Casación
plantean dudas, en cuanto agregan otra instancia que podría significar un nuevo
e inadmisible retardo en la administración de justicia (en contra del reclamo
social al que hicimos referencia). Nos preocupa que esto sucedería
especialmente en las causas que afectan a los más vulnerables, como son las
referidas a trabajadores y jubilados. También introducen nuevos y complejos
institutos como los "recursos de casación" y "recurso de inconstitucionalidad y
de revisión" (art. 11 del proyecto PE-006-2013, que reforma el Código Procesal
en la materia), que ciertamente requieren un reposado y agudo análisis que no
puede concretarse en el escaso tiempo planteado. Al respecto hay que recordar
que larga jurisprudencia y una vasta experiencia comparada acompañan la
actuación de los jueces nacionales en esta materia.
La modificación que se propone respecto al alcance de las medidas cautelares
podría conducir, en los hechos, a nuevas formas de indefensión que afectan
derechos y garantías constitucionales. También es cierto que la utilización de la
medidas cautelares por parte de los jueces debe hacerse con prudencia para
evitar un eventual “gobierno de los jueces” que avasalle a los otros poderes.
Ahora bien, en este sentido debería ser la propia justicia, a través de la vía
jerárquica, la que haga compatible las mismas con la Constitución, el bien
común y la tutela de los derechos de todos.
Para ser objetivos y justos también podemos señalar ciertos aspectos positivos en
algunas de las reformas propuestas, como ser:
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Es muy valiosa la iniciativa de dar mejor y mayor publicidad a las sentencias y a
las causas en trámite ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación y los demás
tribunales inferiores que integran el Poder Judicial de la Nación.
En cuanto al ingreso del personal del Poder Judicial de la Nación y el Ministerio
Público de la Nación, la finalidad de garantizar un ingreso en condiciones de
igualdad resulta realmente loable, siendo especialmente valiosa la inclusión de
un cupo para personas con discapacidad. Sin embargo, a la luz de la redacción
del artículo 113 de la Constitución Nacional, habrá que ponderar que la ley
promovida no sea una injerencia en atribuciones constitucionales de la Corte
Suprema.
Igualmente es bueno impulsar medidas para una mayor transparencia en torno a
los patrimonios de los funcionarios judiciales, hecho que contribuirá a una
mayor confianza en la justicia. Sin embargo, la propuesta legislativa concreta, en
debate en el Congreso, está atravesada por complejas cuestiones técnicas sobre
los alcances de la información que será publicada en el sitio de internet de la
Oficina Anticorrupción (art. 6 del proyecto 002-PE-2013). Simultáneamente se
propone la eliminación de la Comisión Nacional de Ética Pública (art. 8 del
proyecto 002-PE-2013) que funciona en el ámbito del Congreso, pero que está
integrada por ciudadanos de reconocidos antecedentes y prestigio público que no
integran el órgano que los designara. Esto no parece enmarcarse en los
principios republicanos que animan a nuestra Nación.
Para terminar esta declaración, citamos un pasaje del discurso de Benedicto XVI ante el
parlamento Alemán: “La política debe ser un compromiso por la justicia, y crear así las
condiciones básicas para la paz. Naturalmente, un político buscará el éxito, que de por
sí le abre la posibilidad a la actividad política efectiva. Pero el éxito está subordinado
al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del
derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la
desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia”3
Agradecemos la difusión de esta información
Contacto de prensa
Natalia Ramil
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Cel: + 54 11 6357.6293
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http://www.uca.edu.ar
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Benedicto XVI, Discurso ante el Parlamento alemán, 22 de septiembre de 2011. www.vatican.va
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