El Registro Electrónico de Hipotecas en USA: un reflejo de lo mucho que nos separa. Por José Manuel Pallì, Esq. [email protected] http://cubargiejoe.com/ Desde hace muchos años, rehúyo (a veces) la pregunta que me hacen los participantes en reuniones como ésta que celebramos hoy en la bellísima ciudad de Ibarra, sobre cual es el Derecho Registral Inmobiliario imperante en mi país, los Estados Unidos de América. Y rehúyo esa pregunta porque no resulta fácil comparar el modelo “americano” para la protección de la seguridad jurídica en el tráfico inmobiliario con el / los modelo(s), todos ellos más desarrollados que el mío, que ostentan muchos otros países y que discutimos y analizamos en reuniones como estas. Mi “salida” frente a esa pregunta es, invariablemente, que en USA no existe la noción del Derecho Registral (ni del notarial), aseveración que no por cierta deja de ser una evasiva. Vivimos en un mundo de percepciones, y muchas de esas percepciones están condicionadas y hasta determinadas por nuestras actitudes frente a las cosas, por nuestra mentalidad, la individual y la colectiva. Acabo de escribir que el sistema o modelo de los Estados Unidos para la protección de la seguridad jurídica en el tráfico inmobiliario es menos desarrollado que el que tienen muchos de los países representados en este foro, y supongo que a algunos de los presentes en esta reunión les pudiera parecer extraño mi comentario. Pero decir eso que acabo de escribir en mi país, los Estados Unidos, seria considerado no ya extraño sino anatema por la amplia mayoría de mis conciudadanos. Para el “americano” promedio, la percepción del mundo puertas afuera sigue siendo –y no lo digo como crítica, ya que entiendo que la auto-celebración tiene un alto valor cohesivo para una sociedad como la mía- poco menos que una confirmación diaria de que vivimos (quienes vivimos en USA) en el mejor país del mundo. 1 Y creo, aunque puedo estar equivocado, que es esa percepción del mundo y de cómo compara con nosotros la que lleva a mis paisanos (entre ellos a mis colegas, los abogados) a ignorar, e incluso a no sentir el menor interés en explorar otros modelos o sistemas usados por otros pueblos a la hora de proteger la seguridad jurídica en el tráfico inmobiliario (entre muchísimas otras cosas que no entienden necesario explorar desde una mentalidad que les dice que nada puede ser superior a lo nuestro). Esta humilde ponencia es el resultado de mi decisión de que es hora de dejarme de respuestas evasivas frente a quienes me preguntan por mi “derecho” registral. Pero mas que contestarles a través de una descripción de la mecánica registral existente en los Estados Unidos (porque si existe, claro está, un mecanismo de registro llamado el “public records system” cuyos detalles pueden encontrar en muchas otras fuentes), me pareció oportuno utilizar como ejemplo de lo que considero un modelo sub-desarrollado de seguridad jurídica en el tráfico inmobiliario a ese “otro registro” que es el Registro Electrónico de Hipotecas (“Mortgage Electronic Registration System” ) en adelante MERS por sus siglas en inglés. Y lo hago porque el MERS me permite, además de demostrarles que no es infundado lo que digo con respecto a que es mas desarrollado un derecho registral a la usanza de ustedes y al efecto positivo que ese mayor desarrollo tiene a la hora de mejorar la seguridad jurídica, me sirve también para explicar porque el tan admirado sistema de derecho anglosajón, el “Common Law”, afincado en un derecho que, en todas sus áreas y ámbitos, evoluciona a través de las decisiones de los tribunales, a veces amaña y apaña conductas que comprometen esa seguridad jurídica. Y lo hace, en mi muy personal opinión, impelido por la necesidad de preservar esa mentalidad y esa percepción de superioridad que comparten casi todos mis vecinos. I.- El porqué detrás del MERS El MERS difícilmente existiría si no fuera por el auge que tomó, a partir de la década de los noventa, la bursatilización masiva o “securitizaciòn” de créditos hipotecarios. Y es ese furor por los 2 productos financieros respaldados por créditos hipotecarios lo que lleva, en 1995, a una serie de bancos (Bank of America, JP Morgan Chase) y originadores de hipotecas, casi todos privados pero también a una serie de empresas paraestatales (como Fannie Mae y Fredi Mac) que garantizan el pago de un alto porcentaje de las hipotecas que se originan y circulan en los Estados Unidos, a crear un registro electrónico de hipotecas. El propósito detrás de la creación del MERS era facilitar y, sobre todo, acelerar vertiginosamente, la cesión de las hipotecas que aparecían empaquetadas dentro de esos productos financieros, con la excusa de que era imposible continuar manejando esas cesiones a través de los registros que las cortes en cada condado de los diversos estados de la unión americana mantenían y llevaban (lo que se llama el public records system), llegándose a hablar de dos años de demora en la inscripción de hipotecas y cesiones hipotecarias en algún caso, lo que, en mi experiencia personal es no solo una mentira descabellada sino un ejemplo mas de lo fácil que es manipular a la opinión publica en USA a través de los miedos infundados. En buen castellano, la idea era privatizar esa función que hasta entonces realizaban los registros condales y, además, quedarse con los ingresos provenientes de los derechos de inscripción de una multitud de cesiones hipotecarias, abaratando, de paso, los procesos de bursatilización o “securitizaciòn”.. Supongo que a un registrador o notario del mundo jurídico civilista que se apoya en la calificación registral (y en la notarial), la primera pregunta que le viene a la mente es quien califica todas esas inscripciones en el MERS, y que grado de calificación es posible ante un modelo que prioriza la celeridad sobre todos los otros factores que hacen a la seguridad jurídica. Lo cierto es que en los Estados Unidos los registros públicos (el ya citado public records system) están sujetos a la normativa de cada estado o condado encargado de llevarlos, y aunque esa normativa puede ser ligeramente diferente entre un estado y otro, en algo son prácticamente uniformes, y ese algo es la falta de calificación registral (mas allá de la comprobación de ciertas formas que un documento debe reunir para ser incorporado al y publicitado a través del registro). Es esa ausencia de calificación registral, mas que ninguna otra cosa, la que explica la “necesidad” de recurrir al seguro 3 de titulación (pero ese es otro tema sobre el cual ya he escrito mucho en el pasado). Cuando en los años noventa se crea el MERS con la pretensión de utilizarlo como un registro centralizado para toda la nación, las autoridades de varios estados y condados cuestionaron su legalidad, por no ajustarse a las particularidades de las distintas normas sobre derechos reales de garantía (no es así como se llaman en USA, pero así los llamamos nosotros –no digo “ustedes” porque, en esencia, soy uno de ustedes- en el mundo civilista, sin pretender yo definir por mi cuenta si estamos frente a derechos reales o contractuales) vigentes en cada estado de la unión. Pero los tribunales, el Congreso de la Nación, y las autoridades federales, desoyeron los reclamos de quienes cuestionaban la legalidad del MERS, en medio del ambiente festivo de esa época en la cual la consigna era des-regular y privatizarlo todo. Cuando yo mismo, ligado como estaba por entonces a la industria del seguro de titulación inmobiliaria, compartía esa misma preocupación con mis colegas y amigos vinculados al mundo de la generación de productos financieros respaldados por hipotecas, invariablemente me decían que no me preocupara, que, y en la medida en que todos los originadores y empaquetadores de hipotecas que operaban en la nación se sumaran a este proceso de centralización y agilización del mercado hipotecario a través del MERS (que en sus mentes resultaba sensato y razonable), ningún tribunal osaría poner en riesgo la estabilidad del “sistema” cuestionando su legalidad. II.- La realidad: ese cementerio de las mejores (y de las peores) intenciones Muy brevemente, porque no quiero aburrirlos, paso al relato de lo que viene ocurriendo en mi país desde que estalló la “crisis financiera” y su resultante, el llamado “mortgage-gate” hace cerca de una década. La concepción misma del sistema o mecanismo de registro en el cual se basa el MERS, un registro privado que depende de la honestidad 4 y la diligencia de sus usuarios (los “miembros” del sistema, es decir, los bancos y otras instituciones originadoras y encargadas de manejar –loan servicers- prestamos hipotecarios, y de controlar el flujo de las cesiones de los mismos a nuevos acreedores), sin ningún otro control sobre ellos que el de ellos mismos (“self policed”, lo llamamos eufemísticamente) auguraba todo tipo de complicaciones. Pero esa concepción basada en la confianza en quienes, presuntamente, realizaban, ellos mismos, las inscripciones necesarias, se convirtió en algo muy parecido a una catástrofe cuando se comprobó, ante los tribunales federales de quiebras y ante las cortes estatales, que el MERS y sus miembros habían creado una mar de confusión, “perdiendo” o destruyendo documentos por error, y malamente podían acreditar quienes eran los dueños de los “mortgage notes”, el instrumento negociable imprescindible para ejecutar un préstamo hipotecario, conforme a las leyes estatales. En una multitud de casos resultaba imposible determinar quien tenia en su poder el “mortgage note” que lo acreditaba como titular del crédito que se pretendía ejecutar ante el tribunal. Ausente esa evidencia, muchos tribunales se negaban a ejecutar a los deudores fallidos a causa de la crisis financiera y el desempleo galopante (quienes no podían pagar sus hipotecas dada la precipitada caída de los valores inmobiliarios que produjo el reventón de una fantasiosa burbuja, que, al menos en Miami, hoy vuelve a estar tan “inflada” como lo estuvo hace diez años). Si uno buscaba en los registros llevados por los tribunales condales o “public records system”, el propio MERS aparecía como titular (por cesión) de muchos de esos créditos hipotecarios impagos, pero ni el MERS podía presentarle a los jueces la evidencia de que conservaba esa condición de titular presentando el “mortgage note” o pagaré hipotecario1, ni tan siquiera demostrar quien era su titular en ese momento en el que se pretendía ejecutar la hipoteca: el pagaré cedido no aparecía… Y como, además, el MERS no era parte en la relación hipotecaria (no tenia un solo centavo en juego), muchos jueces, con buen criterio, lo cuestionan como ejecutante de la hipoteca en cuestión. Detesto traducir de un vocabulario jurídico a otro, y por eso prefiero usar la terminología en ingles; hago esta excepción para que se me entienda mejor. 1 5 El caos llegó a un punto tal que la industria del seguro de titulación amagó con negarse a asegurar los títulos emergentes de las ejecuciones hipotecarias (se sabia que en muchos de los casos en que se presentaba el “mortgage note” debidamente cedido a favor del acreedor ejecutante, la cesión podía ser fraudulenta, a pesar de las certificaciones de los fedatarios) ante el riesgo de tener que indemnizar eventualmente al adquirente del inmueble en cuestión. Pero ese amague no duró mas de 36 horas, ya que a las compañías aseguradoras de títulos “se les hizo entender” que no era permisible zarandear el bote (rock the boat) al extremo de poner en riesgo la estabilidad de un mercado de (de una industria del) financiamiento inmobiliario que se apoya en las garantías (que eso son, mas que seguros) que otorgan esas compañías y sin las cuales ningún banco le prestaría dinero a quien quiere comprar un inmueble. Volviendo a la pregunta que se haría un registrador de cualquier otro lugar del mundo, quien inscribe y califica esas inscripciones de cesiones hipotecarias, la respuesta es penosa e inverosímil. El directorio (board of directors) de la corporación, del MERS, facultó a su Vicepresidente Primero para nominar y designar un numero ilimitado de personas que trabajaban en el mercado hipotecario (y propuestas por las instituciones miembros o socios del MERS) “vicepresidentes” y “secretarios adjuntos”, entregándoles a cada uno de ellos un sello de la corporación (entiendo que el costo era de 25 dólares) convirtiéndoles de esa forma en oficiales del MERS (tiene sentido explicarle a quienes tienen esta visión del mundo y de la seguridad jurídica en el tráfico inmobiliario como funcionan las oposiciones para convertirse en registrador en España, por ejemplo?). Todas esta personas –frente a mas de un tribunal se le ha preguntado a los representantes del MERS a cuantos se designó de esta manera y ni ellos saben el número- podían inscribir cesiones hipotecarias en el registro electrónico y hasta iniciar ejecuciones hipotecarias a nombre del MERS. Como consecuencia de todo este enredo, la confianza del pueblo americano en cuanto a que, para saber quien es el propietario de un inmueble que uno quiere adquirir, lo mejor es revisar los registros de la corte del condado respectivo para determinar quien es el acreedor hipotecario con derechos sobre el mismo, se ha perdido en una gran medida. 6 III.- El “estado (actual) de(l) derecho”, o buscando a “Mister Good Rule of Law” En el momento en que se comenzaba a vislumbrar la punta de este iceberg (que permanece aún mayormente sumergido), me resultaban tragicómicos los razonamientos de muchos de mis colegas en la Florida que, se declaraban espantados ante la situación, pero confiados, en su gran mayoría, en que “como siempre pasa con estas cosas, los tribunales le encontrarán la solución al problema”… Esa dependencia –idealizada, entre muchos otros, por Hayek- que muchos ven como un blasón que distingue al modelo jurídico anglosajón de los demás modelos, es en casos como este, su talón de Aquiles. Llevamos años tratando de encontrar la regla que permita homogenizar las decisiones de los tribunales (muchas a favor del MERS, y muchas otras en su contra) a lo largo y ancho de los Estados Unidos. 2 Cuando parece que el MERS subsiste gracias a aquel argumento según el cual desconocer al MERS seria letal para la estabilidad del mercado hipotecario en los Estados Unidos, surge un nuevo fallo en su contra (ocurrió hace pocos días con un tribunal federal de Filadelfia). Tengo grandes amigos y colegas, que son también grandes abogados, y que han litigado a diestra y siniestra durante estos últimos años defendiendo la viabilidad y los derechos del MERS. Mi intención era traer a alguno de ellos a esta reunión, y quizás lo haga para la reunión del año próximo en La Habana. Pero los quiero aquí no para que ustedes aprendan de ellos, sino para que ellos aprendan de ustedes y de los sistemas registrales que ustedes manejan. Para que entiendan porque es necesario tener un mejor marco jurídico para sus registros, es decir, un verdadero Derecho Registral. En mi ordenamiento jurídico, el juez debe mirar no solo al derecho mismo, a la letra de la ley, sino que puede también dejar de lado esa letra decidiendo ciertos casos con base en la equidad, en lo que cada magistrado entienda como justo. Por ejemplo, la equidad no debiera estar del lado de un deudor hipotecario que no ha pagado su crédito pero cuyo acreedor no puede demostrar que tiene el derecho a ejecutar la hipoteca. Y, sin embargo, han existido casos en que la sentencia es a favor del deudor, que se queda con la casa a pesar de no haber pagado el crédito hipotecario. 2 7 Registro Electrónico de Hipotecas USA Ponencia presentada por José Manuel Pallì En el XXVII Encuentro del Comité Latinoamericano de Consulta Registral Ibarra, Ecuador, julio de 2014 8