Antonio Spadaro - Español - Conferencia principal

Anuncio
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
EL MAGISTERIO DEL PAPA FRANCISCO
Antonio Spadaro S.I. 1
«Evangelii Gaudium»
Para Francisco una cosa es absolutamente clara: la Iglesia está llamada a anunciar la alegría del
Evangelio, respondiendo a su naturaleza misionera. La palabra "alegría" (gozo) es una de los
más recurrentes del vocabulario bergogliano. A la alegría del Evangelio le ha dedicado de
manera específica incluso algunas meditaciones en sus tandas de Ejercicios Espirituales.
Lo que es común a las tres encíclicas que consideramos aquí es, en primer lugar, que la alegría
aparece en su título en diferentes formas: gaudium, laudatio, letitia. Y esta alegría está
vinculada a una idea de las condiciones de la vida en común: la comunidad eclesial, el medio
ambiente, la familia.
Las raíces de una exhortación a la alegría
Lo ideal sería que Evangelii Gaudium, la primera Exhortación apostólica del Papa Francisco, se
conectara con la carta que el cardenal Bergoglio escribió a la diócesis de Buenos Aires para la
apertura del Año la Fe, en la que, en las primeras líneas, habló de una Iglesia con las puertas
abiertas «símbolo de la luz, la amistad, la alegría, la libertad, la confianza». Como se lee en la
encíclica Lumen fidei (LF), la alegría cristiana es laetitia fidei, «la señal más clara de la
grandeza de la fe» (LF, Nos. 47 y 53).
El mismo título Evangelii Gaudium recuerda inmediatamente a otras dos grandes
Exhortaciones apostólicas muy queridas por Francisco: Gaudete in Domino (GD) y Evangelii
Nuntiandi (EN), firmadas ambas por Pablo VI, una el 9 de mayo y la otro el 8 de diciembre de
1975, la segunda de las cuales es el resultado del Sínodo de los Obispos de 1974, relativa a la
1
Original: italiano. Traducción: Emmanuel Sicre, S.I.
1
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
evangelización en el mundo de hoy. El título de la Exhortación recuerda también el discurso del
Papa Juan XXIII en la apertura solemne del Concilio Vaticano II, Gaudet Mater Ecclesia,
significativamente mencionada aquí dos veces (41 y 84).
A estas es necesario agregar aquellas que están inmersas en el documento de Aparecida (2007),
que respira en sus páginas a Bergoglio. Ahí, a menudo, se hace eco de la llamada a la alegría
(alrededor de 60 veces). En el documento conclusivo de la V Conferencia General del
Episcopado latinoamericano y del Caribe, la alegría del discípulo tiene un impacto directo
sobre la sociedad y la vida tanto social, como individual, tal y como se lee la exhortación.
Estas conexiones entre los documentos de la Iglesia significan que el texto que nos ocupa es el
fruto maduro de una reflexión que Jorge Mario Bergoglio ha llevado a cabo durante mucho
tiempo, y expresan orgánicamente su visión de la evangelización y la misión de la Iglesia en el
mundo actual.
¿De cuál alegría está aquí hablando el Papa Francisco? La alegría para Bergoglio es la
«consolación espiritual» que menciona Ignacio de Loyola, la «alegría interna que llama y atrae
a las cosas celestiales y a la propia salud de su alma, aquietándola y pacificándola en su Criador
y Señor» (Ejercicios Espirituales, 316). Sólo el encuentro con el Señor puede dar esta alegría,
no una decisión ética o la adhesión a una idea. Y la alegría se difunde por sí misma, es
atrayente. El cristianismo no crece, entonces, por proselitismo, sino por «atracción» (14),
escribe Francisco citando a Benedicto XVI. Crea un contexto en el que compartir una alegría
«marca un horizonte bello, ofrece un banquete deseable» (14), y el núcleo del Evangelio ofrece
«sentido, hermosura y atractivo» (34).
2
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
El sueño de la transformación misionera de la Iglesia
La Iglesia entera es misionera, no sólo los pastores, y el Evangelio es para todos y para cada
uno: debe llegar a todos, porque «todo el mundo tiene el derecho a recibir el Evangelio» (14);
«Todo el mundo puede sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida
buena del Evangelio» (114). Y así, la alegría es para todo el pueblo: «La alegría del Evangelio
es para toda la gente, no se puede excluir a nadie» (23).
La Iglesia, por tanto, no debe perder el contacto directo con la gente, no debe seleccionar a sus
destinatarios, debe permanecer «en contacto con las familias y con la vida de las personas» y
no convertirse en «un grupo de funcionarios electos que se miran a sí mismos» (28). Varias
veces y en diferentes contextos, el Papa insistió en que la Iglesia no respira por pequeños
grupos de personas seleccionadas, por comunidades de elite espiritual o cultural que «se miran
el ombligo». Recordemos que en Río, en los discursos de la Jornada Mundial de la Juventud,
surgió el retrato de una Iglesia samaritana, de la calle, del cruce de caminos y de frontera, lo
contrario de la Iglesia como «una pequeña capilla que puede contener sólo un pequeño grupo
de personas», como dijo el Papa a los jóvenes en la noche de la Vigilia en Copacabana. «Jesús ha continuado el Papa- pide que su Iglesia viva sea tan grande que puede acoger a toda la
humanidad, es la casa de todos». Por lo que la Iglesia está en «dinámica de “salida”» (20),
porque es motivada por el «poder liberador y regenerador» (24) de la Palabra de Dios. «La
Iglesia debe aceptar esa libertad inaferrable de la Palabra, que es eficaz a su manera, y de
formas muy diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas»
(22).
En el discurso de Francisco hay una tensión dialéctica dentro de la Iglesia entre la institución,
por una parte, y el espíritu por la otra La transición se profundizará allí donde Papa habla de la
Iglesia, «pueblo peregrino y evangelizador, lo cual siempre trasciende toda necesaria expresión
institucional» (111). Espíritu e institución: uno nunca niega a la otra, pero el primero debe
animar a la segunda de una manera eficaz, incisiva, con el fin de contrarrestar la «introversión
3
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
eclesial» (27), como la había llamado Juan Pablo II, que es siempre una gran tentación. El Papa
escribe: «No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una
maraña de obsesiones y procedimientos» (49).
La opción misionera, que es el verdadero «sueño» (27) de Francisco, es «capaz de
transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda
estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual
más que para la autopreservación» (27). Esto constituye un «proceso de discernimiento,
purificación y reforma» (30) que invalida «el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho
así”» (33). La raíz de este proceso se encuentra en el Concilio Vaticano II, que «presenta la
conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo»
(26).
Una pastoral no obsesiva: «la Iglesia no es una aduana»
Entrando en el fondo de la pastoral misionera, el Papa expresa una preocupación, «el mensaje
que anunciamos corre más que nunca el riesgo de aparecer mutilado y reducido a algunos de
sus aspectos secundarios» (34). Y prosigue afirmando que una pastoral en clave misionera «no
se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta
imponer a fuerza de insistencia». Cuando se quiere llegar a todos sin excepciones ni
exclusiones, el anuncio debe centrarse «en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo
más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario» (35).
Es necesario recordar que el corte típico de las Exhortaciones apostólicas, a diferencia de las
Encíclicas, es eminentemente pastoral. Y la preocupación pastoral empuja a Francisco a
solicitar actitudes y lenguajes que permitan experimentar la novedad del Evangelio. No es
suficiente la lealtad a las fórmulas, si después se pierde el sentido. No se justifica distraerse en
cosas importantes, pero secundarias.
4
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
De ahí procede también la necesidad de ser a la vez prudentes y audaces en la pastoral de los
Sacramentos. De esto el Papa está convencido y lo ha manifestado fuertemente, en particular,
en la encíclica Amoris Laetitia. En Evangelii Gaudium, escribe el Papa, con apoyo de las citas
de San Ambrosio y San Cirilo de Alejandría: «Todos pueden participar de alguna manera en la
vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad, y tampoco las puertas de los sacramentos
deberían cerrarse por una razón cualquiera. Esto vale sobre todo cuando se trata de ese
sacramento que es «la puerta», el Bautismo. La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la
vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento
para los débiles. Estas convicciones también tienen consecuencias pastorales que estamos
llamados a considerar con prudencia y audacia. A menudo nos comportamos como
controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa
paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas.» (47). En este, como en otros
puntos, la Exhortación abre un discurso sin cerrarlo inmediatamente con conclusiones
definitivas. Su objetivo es poner cuestiones relevantes en consideración.
Los desafíos del mundo de hoy
La Exhortación apostólica se enfrenta a los desafíos para la fe. Benedicto XVI, anunciando su
renuncia al ministerio petrino el 11 de febrero pasado, había previsto una Iglesia «vigorosa»,
por lo tanto valiente para hacer frente a los retos de los cambios rápidos (in mundo nostri
temporis rapidis mutationibus subiecto) y cuestiones de gran relevancia para la vida de fe
(quaestionibus magni ponderis pro vita fidei). Y he aquí que Francisco ofrece una mirada
pastoral sobre los que considera que son los mayores retos en este «giro histórico» en este
«cambio de época» (52). En la exhortación, el Papa describe los males del presente y luego a
continuación, se centra específicamente en los desafíos de las culturas urbanas (nn. 71-75), que
plantean nuevas posibilidades, pero también nuevas dificultades. El documento de Aparecida le
había dedicado a este tema una consideración especial (nn. 509 a 519) y el mismo cardenal
Bergoglio ha vuelto varias veces sobre él. Pero es interesante el enfoque positivo que marca la
5
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
actitud del Papa, como lo había sido en el pasado. Porque dice que «Necesitamos reconocer la
ciudad desde una mirada contemplativa, esto es, una mirada de fe que descubra al Dios que
habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas. » (71).
La lengua materna de la evangelización
Un tema decisivo de la Exhortación es, obviamente, el anuncio del Evangelio, el tema que
realmente vertebra y justifica todo el documento. Los conceptos claros desde el principio son la
definición de la Iglesia como «sacramento de salvación» (112) y como un «pueblo peregrino y
evangelizador, lo cual siempre trasciende toda necesaria expresión institucional» (111). Es
interesante destacar una fructuosa segunda tensión que anima el texto: la que existe entre la
Iglesia como «pueblo» y la Iglesia como «institución», que refleja las dos definiciones de la
Iglesia predilectas de Francisco, como también surgió en la entrevista a la Civiltà Cattolica:
«pueblo fiel de Dios en el camino» (cf. Lumen Gentium, 12) y «santa madre Iglesia jerárquica»
(cf. Ejercicios Espirituales, 353).
Dios entra en una «dinámica popular», donde el sujeto es «el pueblo de Dios que camina en la
historia, con alegrías y dolores». Francisco entonces retoma los temas que han surgido en la
entrevista publicada en la Civiltà Cattolica, donde había dicho: «La totalidad de los fieles es
infalible en materia de creencias y muestra esta infallibilitas in credendo mediante el sentido
sobrenatural de la fe de todo el pueblo que camina».
Y aquí hay otra tensión creativa que surge en el texto: la que existe entre la diferencia cultural y
la unidad de la Iglesia. El Papa escribe: «Este Pueblo de Dios se encarna en los pueblos de la
tierra, cada uno de los cuales tiene su cultura propia» (115): «la diversidad cultural no amenaza
la unidad de la Iglesia» (117). Esto significa que evangelizar no quiere decir en absoluto
imponer ciertas formas culturales, por antiguas y refinadas que sean. El riesgo es sacralizar una
cultura, es caer en el fanatismo confundido con fervor (ibíd.).
6
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
La evangelización descrita en esta Exhortación es una forma de hacerse cargo de la persona a
quien se le anuncia el Evangelio, para que pueda expresarse y compartir «sus alegrías, sus
esperanzas, las inquietudes por sus seres queridos y tantas cosas que llenan el corazón» (128).
Sólo en este punto la Palabra de Dios puede tener sentido para la vida de una persona. El
anuncio del Evangelio es un compartir humilde y testimonial realizado por «quien siempre sabe
aprender, con la conciencia de que ese mensaje es tan rico y tan profundo que siempre nos
supera» (ibíd.). El anuncio, en definitiva, debe comunicar que la Palabra de Dios realmente
habla a la existencia de las personas.
Y esta atención personal se expresa también plasmando una «lengua materna» de la
evangelización, que se expresa en un «tono que transmite ánimo, aliento, fuerza, impulso»
(139). Se expresa no por ideas abstractas y silogismos conceptualistas o fríos, sino gracias a la
«belleza de las imágenes que el Señor utilizaba para estimular a la práctica del bien» (142). Y
sabemos cómo los discursos del Papa Francisco están llenos de tonos cálidos e imágenes que
tocan el corazón. Francisco define al predicador como «un contemplativo de la Palabra y
también un contemplativo del pueblo» (154). Él contempla la Palabra, pero también la
situación específica de las personas a las que se dirige, sus necesidades, sus preguntas: «nunca
hay que responder preguntas que nadie se hace» (155), escribe.
Los 4 pilares
En la Exhortación, el Papa indicó los cuatro pilares de su pensamiento: el tiempo es superior al
espacio, la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante que la idea, el
todo es superior a la parte. Estos cuatro principios, que a su vez requerirán un estudio por
separado, «orientan específicamente el desarrollo de la convivencia social y la construcción de
un pueblo donde las diferencias se armonicen en un proyecto común» (221). ¿Qué quiere decir
aquí el Papa Francisco?
7
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
Con el primer principio tiene la intención de decir que el tiempo comienza procesos que
requieren su tiempo: es necesario iniciar procesos más que ocupar espacios de poder. Es un
principio muy rico que dice mucho de la actitud del Papa ante la reforma. Está bien expresado
en la parábola del trigo y la cizaña (cf. 225).
Con el segundo principio, tiene la intención de decir que el ciudadano debe aceptar el conflicto,
y hacerse cargo sin lavarse las manos, pero sin quedarse atrapado: hay que convertirlos en
anillos entrelazados de nuevos procesos que permitan la comunión a pesar de las diferencias,
que deben ser acogidas como tales. El Papa había reconocido en la parábola del Buen
Samaritano un modelo de referencia, aunque no se la menciona en la Exhortación.
Con el tercer principio Francisco dice que la realidad «es», mientras que la idea es el resultado
de una elaboración que siempre corre el riesgo de caer en sofismas, separándose de la realidad,
hasta llegar incluso al totalitarismo, si quiere imponerse a la realidad. Para el Papa, la realidad
es siempre superior a la idea. En política a veces se corre el riesgo de formular propuestas
lógicas y claras, incluso seductoras, pero que no pertenecen a lo real y, por tanto,
incomprensibles para la gente. La encarnación (1 Jn 4,2) es el criterio rector de este principio.
Por último, el cuarto principio establece que debemos ampliar nuestra visión para reconocer
siempre un bien mayor. En este sentido hay que prestar atención a la dimensión global para
evitar caer en el localismo, pero al mismo tiempo no perder de vista la dimensión local de los
procesos y «caminar con los pies sobre la tierra» (234). Francisco tiene una visión no «esférica»
(en la que todos los puntos son equidistantes del centro), sino «poliédrica» en el sentido de que
el poliedro es la unión de todas las parcialidades, que en la unidad mantiene la originalidad de
todas las parcialidades singulares.
8
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
«LAUDATO SI»
La segunda encíclica de Francisco comienza con una pregunta que se está expandiendo en el
mundo: «¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están
creciendo?». Esta es la cuestión central de la carta encíclica de Francisco Laudato Si’. Sobre el
cuidado de la casa común (LS). No es una cuestión ideológica, o «técnica», sino un fuerte
interrogante que sitúa la cuestión ecológica como elemento central de nuestra humanidad. Y
así, continúa el Pontífice: «Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque
no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario. Cuando nos interrogamos por el
mundo que queremos dejar, entendemos sobre todo su orientación general, su sentido, sus
valores. Si no está latiendo esta pregunta de fondo, no creo que nuestras preocupaciones
ecológicas puedan lograr efectos importantes». (LS 160; la cursiva es nuestra).
Digámoslo ya: la perspectiva de esta encíclica no sólo es «ecológica» en el sentido de que su
contenido no se limita a los fenómenos -también muy importantes- tales como el cambio
climático. Laudato Si’ es verdadera y propiamente una encíclica social en todos los ámbitos.
Y es una encíclica teológica que vive la misma inspiración de Evangelii Gaudium porque
implica dejar salir todas las consecuencias del encuentro con Cristo en las relaciones con el
mundo que nos rodea.
Una perspectiva de Francisco holística, global, amplia
La perspectiva de Francisco es holística, global, amplia. El Pontífice presenta una creación que
es «casa común», ambiente de vida y no un simple «objeto» de uso. Tenemos delante un
universo visto como un lugar donde se puede encontrar «la multiplicidad y variedad» y donde
todo está relacionado, unido por lazos invisibles y todo «conectado» (ver LS 16; 86; 89; 92;
138). El mundo es una red de relaciones.
9
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
Las preguntas que motivan la redacción de la encíclica son el sentido de la vida y de nuestro
habitar la tierra: «¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para qué vinimos a esta vida? ¿para qué
trabajamos y luchamos? ¿para qué nos necesita esta tierra?» (LS 160).
En este sentido, Francisco recoge y relanza la propuesta de sus predecesores, al establecer el
motivo por el cual un Pontífice no sólo puede, sino que debe ocuparse de la ecología. La
pregunta ya no es si los católicos deben abordar los aspectos de la ecología desde una
perspectiva de fe. La verdadera pregunta es acerca de cómo debemos hacerlo. Es a estas
preguntas que Francisco busca responder con su Encíclica.
«Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba» es la invocación de San Francisco en el
Cántico de las criaturas. El énfasis en la alabanza es una confirmación de la aproximación
global e indica la actitud del espíritu a mantener. Nos recuerda que la tierra «es también como
una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge
entre sus brazos» (LS 1).
Desde el escenario luminoso de alabanza, en el comienzo del gran aire fresco que abre esta
encíclica, se siente el grito de la madre tierra que protesta por el daño que le causamos, y se une
al de los pobres, cuestionando nuestra conciencia e «invitándonos a reconocer los pecados
contra la creación» (LS 8). El Papa nos lo recuerda al tomar las palabras del Patriarca
ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, de modo que se conviertan en una parte integral del
magisterio de la Iglesia Católica: «Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en
la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al
cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas
húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son
pecados» (LS 8). La sentencia dura y dramática del Patriarca es pronunciada, pero a partir de
una visión del mundo como «sacramento de comunión, como modo de compartir con Dios y
con el prójimo en una escala global. Es nuestra humilde convicción que lo divino y lo humano
10
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
se encuentran en el más pequeño detalle contenido en los vestidos sin costuras de la creación de
Dios, hasta en el último grano de polvo de nuestro planeta» (LS 9).
Una «ecología integral»
El camino de la encíclica Laudato Si’ se construye alrededor del concepto de «ecología
integral», y se describe casi al principio (Ver LS 15) como una especie de «mapa». El Pontífice
mismo ilustra el camino en seis etapas que se propone transitar.
En primer lugar, toma un camino corto a través de los diversos aspectos de la presente crisis
ecológica con el fin de asumir los mejores frutos de la investigación científica disponible hoy
tocándolos en profundidad. A partir de esta visión general, retoma algunos argumentos que
surgen de la tradición judeocristiana, para dar una mayor coherencia a nuestro compromiso con
el medio ambiente. A continuación, trata de llegar a las raíces de la situación actual, con el fin
de captar de raíz no sólo los síntomas sino también las causas más profundas. Así, podrá
proponer una ecología que integra el lugar específico que ocupa el ser humano en este mundo y
sus relaciones con la realidad que lo rodea. A la luz de tales reflexiones da un paso adelante en
algunas grandes líneas de diálogo y de la acción que implican también la política internacional.
Finalmente, propone algunas líneas de maduración humana inspiradas en el tesoro de la
experiencia espiritual cristiana.
Cada capítulo aborda su propio tema con su método específico, pero el texto en su conjunto
está atravesado por algunas líneas temáticas fundamentales que le dan una fuerte unidad. Estas
son resumidas y presentadas por el mismo Papa, «la íntima relación entre los pobres y la
fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo
paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros
modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido
humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de
11
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de
vida» (LS 16). Éstas son las líneas fundamentales que inspiraron los comentarios que aquí
publicamos.
Si la ciencia es la solución preferida para escuchar el grito de la tierra, el método de Francisco
está también fuertemente impregnado del diálogo amplio. Primero y ante todo el académico.
Hay muchas referencias a las enseñanzas de sus predecesores y otros documentos del Vaticano
(en particular el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz). Al igual que ocurrió en la
Evangelii Gaudium (EG), son citadas las posiciones adoptadas por numerosas Conferencias
Episcopales de todos los continentes. Sin embargo, el diálogo también es ecuménico e
interreligioso. Por lo tanto, además del Patriarca Bartolomé, el Papa se encuentra en diálogo
con el gran pensador protestante francés Paul Ricoeur (ver LS 85) y con el mística islámico Ali
Al-Khawas (cf. LS 233). Por último, tomamos nota de la referencia a p. Pierre Teilhard de
Chardin, pensador jesuita que había recibido una «amonestación» del Santo Oficio en 1962,
pero ya Juan Pablo II y Benedicto XVI lo han mencionado en los textos de menor importancia
magisterial (ver LS 83).
Una visión antropológica, pero no antropocéntrica
No podemos «entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco
de nuestra vida» (LS 139). La visión de Francisco es, por tanto, antropológica, pero no
antropocéntrica. El Papa discierne un fuerte vínculo entre las cuestiones ambientales y sociales
y los problemas humanos que no pueden nunca romperse: «Hoy el análisis de los problemas
ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales,
urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma» (LS 141); por lo tanto es
«fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas
naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra
social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental» (LS 139).
12
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
¿Qué es lo que podemos y debemos hacer? Los análisis no son suficientes: quisiera avanzar en
algunas líneas amplias «de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros
como a la política internacional» (LS 15), y «que nos ayuden a salir de la espiral de
autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo» (LS 163). Es esencial el diálogo, pilar de
la acción.
Pero también es necesaria una verdadera «conversión ecológica» (LS 216-221): «la crisis
ecológica es un llamado a una profunda conversión interior» (LS 217). Esto «implica dejar
brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo
que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una
existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia
cristiana» (ibíd.). Sobre todo en la Eucaristía «lo creado encuentra su mayor elevación» (LS
236).
Una de las páginas más densas espiritualmente de la encíclica es la relacionada con la
Eucaristía. Usando acentos que recuerdan la memoria de Pierre Teilhard de Chardin y su Misa
sobre el Mundo, escribe Francisco: «El Señor, en el colmo del misterio de la Encarnación,
quiso llegar a nuestra intimidad a través de un pedazo de materia. No desde arriba, sino desde
adentro, para que en nuestro propio mundo pudiéramos encontrarlo a él. En la Eucaristía ya
está realizada la plenitud, y es el centro vital del universo, el foco desbordante de amor y de
vida inagotable. Unido al Hijo encarnado, presente en la Eucaristía, todo el cosmos da gracias a
Dios». (LS 236). Y continúa: «La Eucaristía une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo
creado. El mundo que salió de las manos de Dios vuelve a él en feliz y plena adoración».
(ibíd.). Es por eso que «la Eucaristía es también fuente de luz y de motivación para nuestras
preocupaciones por el ambiente, y nos orienta a ser custodios de todo lo creado» (ibíd.).
A partir de la Eucaristía el discurso de Francisco se vuelve ascensional: una ruta que tiene tonos
que recuerdan a Dante Alighieri, y que se menciona explícitamente (ver LS 77). Mirando a la
Trinidad, el Papa declara que también la persona humana está llamada a asumir que «ese
13
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creación. Todo está conectado, y eso
nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la
Trinidad» (LS 240). En este sentido, una voz preciosa y especial que registramos en este
volumen es la del Metropolitano ortodoxo Ioannis Zizioulas, quien el 18 de junio de 2015 fue
llamado para presentar oficialmente la encíclica en el Aula Nueva del Sínodo, en el Vaticano.
Su presencia era una clara señal de atención ecuménica. Con él tuvimos un amplio diálogo que
resulta esclarecedor para la mente y nutritivo para el espíritu.
***
Agregando a la voz de sus predecesores la suya -y en la forma específica de la encíclica-,
Francisco plantea preguntas y argumentos respecto de la casa común que es la creación.
Confiamos en que muchos, aceptando el desafío en términos de fe y de decisiones operativas,
serán profundamente inspirados a la acción por el hecho de que un líder mundial como lo es
Francisco haya tenido el valor de llamar a todos a un futuro más sostenible e inclusivo.
"AMORIS LAETITIA"
El tercer pasaje que examinamos aquí es el entorno familiar. La familia es un viaje difícil,
como lo es toda la vida, por otra parte. Y son incalculables la fuerza, la carga de humanidad
contenida en la misma: la ayuda mutua, las relaciones que crecen con el crecimiento de las
personas, la generatividad, el acompañamiento educativo, el compartir las alegrías y
dificultades. La familia es el lugar donde se vive la «alegría del amor». Hay muchas señales
que hablan de la crisis del matrimonio, pero, no obstante «el deseo de familia permanece vivo,
especialmente entre los jóvenes, y motiva a la Iglesia». (AL 1, RS 2).
La primera tarea de los pastores debe ser la de cuidar esta alegría y valorar lo que es atractivo
en la vida familiar. Esa familia es también un ecosistema. Es una experiencia frágil y compleja
-y por eso rica- que pone en juego no las ideas, sino las personas involucradas. Por otra parte,
14
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
«ninguna familia es una realidad celestial y confeccionada de una vez para siempre, sino que
requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar» (AL 325).
El desafío pastoral
Esta exhortación es ante todo un mensaje de fe en un momento en el que el «jugársela» en la
vida familiar se ha convertido en algo complejo. El hombre y la mujer se están interpretando a
sí mismos de una manera diferente a la del pasado, con diversas categorías. La antropología a la
que la Iglesia se ha referido tradicionalmente y el lenguaje con el cual la expresa siguen siendo
una referencia sólida, fruto de la sabiduría y la experiencia secular. Sin embargo, parece que el
hombre a quien la Iglesia se dirige hoy en día ya no es capaz de entenderlos como antes, o, en
todo caso, no los tiene en cuenta suficientemente, o no advierte el poder de laetitia. ¿Cómo
actuar correctamente, esto es evangélicamente, ante estos desafíos?
Por esto Francisco abrió un «proceso sinodal», que se compone de dos Sínodos: uno
extraordinario y otro ordinario. El primero fue dedicado al tema Los desafíos pastorales de la
familia en el contexto de la evangelización (del 5 al 19 de de octubre de 2014). De hecho, fue
un hito en un proceso más largo que comenzó en noviembre de 2013, cuando se difundió un
«documento preparatorio» que incluía un extenso cuestionario para los fieles y las Iglesias
locales. El documento, muy ágil, reemplazaba los Lineamenta y tenía el objetivo de involucrar
al pueblo de Dios de la base en el proceso sinodal. A la Asamblea Extraordinaria se hizo más
tarde (del 4 a 25 de de octubre de 2015) una Ordinaria, con el tema de Jesucristo revela el
misterio y la vocación de la familia.
15
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
Una estructura arquitectónica poliédrica
Debe precisarse bien, en primer lugar, el tema de la Exhortación. Esto es, como certifica
claramente el subtítulo, «sobre el amor en la familia». Por lo tanto, no es la enseñanza sobre el
matrimonio y la familia. Esta es una clave importante para leer el documento. Aquí nos
centramos en lo que realmente importa: el amor.
La Exhortación Apostólica se divide en nueve capítulos y más de 300 párrafos. Es sorprendente
por la amplitud, lo que puede explicarse por la riqueza de los dos años de reflexión que ha
aportado el camino sinodal.
La Exhortación se abre inmediatamente afirmando que las intervenciones de los Padres
sinodales han compuesto un «precioso poliedro» (AL 4), que debe ser preservado. En este
sentido, el Papa escribe que «no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben
ser resueltas con intervenciones magisteriales» (AL 3). Así que para algunos problemas «en
cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a
los desafíos locales». De hecho, «las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio
general [...] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado» (ibíd.). Este principio
de la inculturación es muy importante incluso en la forma de configurar y entender los
problemas, que, más allá de las cuestiones dogmáticas claramente definidas por el magisterio
de la Iglesia, no puede ser «globalizado».
En el séptimo capítulo, completamente dedicado a la educación de los niños, hay un parágrafo
especialmente significativo y fundamental desde el punto de vista pedagógico en el que
Francisco afirma claramente que «la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control
de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo». (AL 261). Por tanto «aquí
vale el principio de que “el tiempo es mayor que el espacio”. Es decir, se trata de generar
procesos más que de dominar espacios. Si un padre está obsesionado por saber dónde está su
hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no
lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que interesa sobre
16
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de
capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía». (ibíd., la cursiva es
nuestra). Este principio podría aplicarse por analogía a la preocupación que tiene la Madre
Iglesia por todos sus hijos a quienes educa en la fe y por la fe.
La Exhortación apostólica Amoris Laetitia tiene la intención de reafirmar enfáticamente no el
«ideal» de la familia, sino su realidad rica y compleja. Hay, en sus páginas, una mirada abierta,
profundamente positiva, que es alimentada no con abstracciones o proyecciones ideales, sino de
una atención pastoral a la realidad. El documento es una lectura densa de puntos espirituales y
de sabiduría práctica, fruto de la experiencia concreta con las personas que realmente saben lo
que son las familias y el vivir juntos durante muchos años. La Exhortación habla el lenguaje de
la experiencia y de la cotidianidad vivida.
El discernimiento, la profundidad, la cercanía compasiva
Una palabra clave de la Exhortación es el «discernimiento». Y el discernimiento hace
referencia directa a la conciencia y la historicidad. Francisco repite varias veces que un peligro
que hay que evitar, y en el que en realidad se cae con frecuencia, es el ser abstractos, teóricos,
idealistas. A veces, escribe, «hemos presentado un ideal teológico del matrimonio demasiado
abstracto, casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades
efectivas de las familias reales. Esta idealización excesiva, sobre todo cuando no hemos
despertado la confianza en la gracia, no ha hecho que el matrimonio sea más deseable y
atractivo, sino todo lo contrario». (LA 36).
No sólo eso, sino que «durante mucho tiempo creímos que con sólo insistir en cuestiones
doctrinales, bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia, ya sosteníamos
suficientemente a las familias, consolidábamos el vínculo de los esposos y llenábamos de
sentido sus vidas compartidas». (LA 37). Sería una ilusión creer que las personas se sienten
17
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
seguras y se consolidan sólo en valores porque insistimos en la predicación de la doctrina sin
dar adecuado «espacio a la conciencia de los fieles, que muchas veces responden lo mejor
posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante
situaciones donde se rompen todos los esquemas. Estamos llamados a formar las conciencias,
pero no a pretender sustituirlas». (AL 37, la cursiva es nuestra).
El Papa insiste en una «pastoral positiva, acogedora, que posibilita una profundización gradual
de las exigencias del Evangelio». (AL 38, la cursiva es nuestra). En cambio, «muchas veces
hemos actuado a la defensiva, y gastamos las energías pastorales redoblando el ataque al
mundo decadente, con poca capacidad proactiva para mostrar caminos de felicidad. Muchos no
sienten que el mensaje de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia haya sido un claro reflejo
de la predicación y de las actitudes de Jesús que, al mismo tiempo que proponía un ideal
exigente, nunca perdía la cercanía compasiva con los frágiles, como la samaritana o la mujer
adúltera». (ibíd., la cursiva es nuestra). Así, discernimiento, conciencia, profundidad, cercanía
compasiva son las palabras clave de la Exhortación Apostólica.
Vidas heridas y situaciones «irregulares»: «discernir bien»
Acerca de situaciones heridas y las conocidas como «irregulares», la Exhortación refleja de la
Relación Final del Sínodo Ordinario el criterio general expresado por san Juan Pablo II en la
Familiaris Consortio con una fórmula feliz: «discernir bien las situaciones» (FC 84). De hecho
«hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y
han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un
matrimonio canónicamente válido» (FC 85 [sic. 84]). Francisco asume plenamente esta
perspectiva, que fue reiterada y confirmada en la Relatio Synodi: «el discernimiento de los
pastores siempre debe hacerse «distinguiendo adecuadamente», con una mirada que «discierna
bien las situaciones». Sabemos que no existen «recetas sencillas» (AL 298).
18
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
Pero también están «los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los
hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio,
irreparablemente destruido, no había sido nunca válido» (FC 84; AL 298). El Sínodo afirmó
que es la tarea de los sacerdotes «acompañar a las personas interesadas en el camino del
discernimiento de acuerdo a la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo» (AL
300). Este itinerario requiere un discernimiento pastoral que refiere a la autoridad del pastor,
juez y médico, quien es ante todo un «ministro de la misericordia de Dios», como está escrito
en Carta apostólica en forma de motu proprio del Papa Francisco Mitis et Misericors Iesus.
La exhortación reanuda del documento sinodal el camino del discernimiento de los casos
individuales sin limitar la integración, como aparecía en el pasado. Asimismo, declara que no
se puede negar que en algunas circunstancias, «la imputabilidad y la responsabilidad de una
acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas» (AL 302; cf. CCC 1735) debido a
varias limitaciones. «Por esta razón - escribe Francisco - un juicio negativo sobre una situación
objetiva no implica un juicio sobre la imputabilidad o la culpabilidad de la persona involucrada.
En el contexto de estas convicciones, considero muy adecuado lo que quisieron sostener
muchos Padres sinodales: «En determinadas circunstancias, las personas encuentran grandes
dificultades para actuar en modo diverso. [...] El discernimiento pastoral, aun teniendo en
cuenta la conciencia rectamente formada de las personas, debe hacerse cargo de estas
situaciones. Tampoco las consecuencias de los actos realizados son necesariamente las mismas
en todos los casos» (AL 302). La conclusión es que el Pontífice, al escuchar a los padres
sinodales, toma conocimiento de que no se puede hablar más de una categoría abstracta de
persona y encerrar la práctica de la integración en una regla del todo general y válida en cada
caso.
Por tanto, concluye el Pontífice, si se tiene en cuenta la innumerable variedad de situaciones
concretas, «puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una
nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo
aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, que
19
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
debería reconocer que, puesto que «el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos»,
las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas»
(AL 300, la cursiva es nuestra).
Esto no tiene nada que ver con una cierta «ética de situación» o con un individualismo ético
que desafían cada criterio ético de la conciencia individual, celosamente cerrada en sí misma y
que queda como árbitro absoluto de sus propias determinaciones. La referencia a «las
exigencias de verdad y de caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia» (AL 300) es esencial
para el Papa: jamás esas exigencias pueden ser sustituidas por los términos o las circunstancias
reales y concretas en las que se debe actuar. En todo caso, Francisco dice que es necesario
recordar que «la Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y
circunstancias atenuantes. Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en
alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de
la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual
desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran
dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones
concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva
culpa. Como bien expresaron los Padres sinodales, «puede haber factores que limitan la
capacidad de decisión». (AL 301, la cursiva es nuestra)
Por lo tanto, las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente tienen que ser
siempre las mismas, «tampoco en lo referente a la disciplina sacramental, puesto que el
discernimiento puede reconocer que en una situación particular no hay culpa grave» (AL 300,
n. 336). «A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de
una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de
modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la
vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia». (AL 305). Y –se
precisa- esta ayuda «en ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos. Por eso,
«a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar
20
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
de la misericordia del Señor». Igualmente se señala «que la Eucaristía “o es un premio para los
perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles”» (AL 305, n 351).
La gradualidad en la pastoral y la centralidad de la conciencia
«A partir del reconocimiento del peso de los condicionamientos concretos –escribe el Pontíficepodemos agregar que la conciencia de las personas debe ser mejor incorporada en la praxis de
la Iglesia en algunas situaciones que no realizan objetivamente nuestra concepción del
matrimonio». (AL 303, las cursivas son nuestras). Este es el ápice de la Exhortación
Apostólica, ya que atribuye a la conciencia -«el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en
el que este se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella»
(GS 16; AL 222)- un lugar fundamental e insustituible en la valoración de la acción moral.
El discernimiento al que el Papa se refiere está modelado por «las exigencias de verdad y de
caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia» (AL 300). Dice que «hay que alentar la
maduración de una conciencia iluminada, formada y acompañada por el discernimiento
responsable y serio del pastor, y proponer una confianza cada vez mayor en la gracia». (AL
303). Por esto no cae en la «gradualidad de la ley» (AL 295; cf. AL 300).
Pero esta conciencia «puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a
la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad
aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con
cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la
complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo». (AL
303, la cursiva es nuestra).
Este pasaje de la Exhortación abre la puerta a una pastoral positiva, acogedora y plenamente
«católica», lo que hace posible una profundización gradual de las exigencias del Evangelio (cf.
AL 38). En otras palabras, aquí no se dice en ningún sentido que haya que asumir la propia
21
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
debilidad como un criterio para determinar lo que es bueno y lo que es malo (esto sería la
llamada «gradualidad de la ley»). Sin embargo, se establece una «ley de la gradualidad», es
decir, una progresión en el conocimiento, en el deseo y en hacer el bien: "Tender hacia la
plenitud de la vida cristiana no significa hacer lo que es abstractamente lo más perfecto, sino lo
que concretamente es posible" [Conferenza Episcopale Italiana, Catechismo degli adulti, 919].
Esta gradualidad no puede de ninguna manera confundirse con el relativismo. Es necesario
dejar abierto el ejercicio «prudente» del acto libre de un hombre pecador que, salvo por una
gracia excepcional, no se realiza moralmente de una sola vez. Así dice el Papa, refiriéndose al
n. 44 de Evangelii Gaudium: «sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar
con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van
construyendo día a día», dando lugar a «la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el
bien posible» (AL 308, la cursiva es nuestra).
Con la humildad de su realismo la Exhortación Amoris Laetitia se encuentra dentro de la gran
tradición de la Iglesia, de hecho, refiriéndose de nuevo a una antigua tradición romana de la
misericordia eclesial hacia los pecadores.
Un magisterio de discernimiento pastoral
El discernimiento es un proceso constante de apertura a la Palabra de Dios para iluminar la
realidad concreta de cada vida: un proceso que nos lleva a ser dóciles al Espíritu, que anima a
cada uno de nosotros para actuar con amor, en la situación concreta y en la medida posible y
nos empuja a crecer de bien en mejor. Es aquí donde encontramos el núcleo central de la
enseñanza de Francisco. Lo dijo muy claramente hablando en una reunión privada con un
grupo de jesuitas polacos en Cracovia. El texto lo publicamos en la Civiltà Cattolica con el
permiso del Papa. Así habló Francisco teniendo en cuenta la formación de los sacerdotes:
22
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
«La Iglesia de hoy necesita crecer en la capacidad de discernimiento espiritual. Algunos de los
planes de formación de los sacerdotes están en peligro de educar a la luz de las ideas demasiado
claras y distintas, y luego actuar con límites y criterios rígidamente definidos a priori, y que
prescinden de las situaciones específicas: «Se debe hacer esto, no se debe hacer esto... ». Y
entonces, los seminaristas, convertidos en sacerdotes, se encuentran con la dificultad en el
acompañamiento de las vidas de muchos jóvenes y adultos. Debido a que muchos se preguntan:
¿Esto se puede o no se puede? Aquí está todo. Y mucha gente sale del confesionario
desilusionada. No porque el sacerdote es malo, sino porque el cura no tiene la capacidad de
discernir situaciones, para acompañar en el discernimiento auténtico. Él no ha tenido la
formación necesaria. Hoy la Iglesia necesita crecer en el discernimiento, en la capacidad de
discernir. Y sobre todo los sacerdotes lo necesitan de verdad para su ministerio. Para ello
tenemos que enseñar a los seminaristas y a los sacerdotes en la formación: habitualmente ellos
reciben las confidencias de la conciencia de los fieles. [...] Hay que formar a los futuros
sacerdotes no en ideas generales y abstractas, que son claras y distintas, sino en esta finalidad
del discernimiento de los espíritus, para que realmente puedan ayudar a las personas en su vida
concreta. Es necesario realmente entender esto: en la vida no todo es negro sobre blanco o
blanco sobre negro. ¡No! En la vida predominan los tonos grises. Por tanto, debemos enseñar a
discernir en este gris».
La preocupación pastoral por tanto, no debe interpretarse como contrapuesta al derecho. Por el
contrario: el amor a la verdad es el punto de encuentro fundamental entre el derecho y la
pastoral; la verdad no es abstracta y se integra en la trayectoria humana y cristiana de cada
creyente. Esa pastoral no es una mera aplicación práctica contingente de la teología. No se trata
de adecuar una pastoral a una doctrina, sino de no arrancarle a la doctrina el sello pastoral
original y constitutivo.
La preocupación del Papa es la de recontextualizar la doctrina al servicio de la misión pastoral
de la Iglesia. La doctrina debe interpretarse en relación con el centro del kerygma cristiano y a
23
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Teología
la luz del contexto pastoral en la que se aplica para la salus animarum. Y este es el corazón del
Magisterio de Francisco.
24
Descargar