PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología EL MAGISTERIO DEL PAPA FRANCISCO Antonio Spadaro S.I. 1 «Evangelii Gaudium» Para Francisco una cosa es absolutamente clara: la Iglesia está llamada a anunciar la alegría del Evangelio, respondiendo a su naturaleza misionera. La palabra "alegría" (gozo) es una de los más recurrentes del vocabulario bergogliano. A la alegría del Evangelio le ha dedicado de manera específica incluso algunas meditaciones en sus tandas de Ejercicios Espirituales. Lo que es común a las tres encíclicas que consideramos aquí es, en primer lugar, que la alegría aparece en su título en diferentes formas: gaudium, laudatio, letitia. Y esta alegría está vinculada a una idea de las condiciones de la vida en común: la comunidad eclesial, el medio ambiente, la familia. Las raíces de una exhortación a la alegría Lo ideal sería que Evangelii Gaudium, la primera Exhortación apostólica del Papa Francisco, se conectara con la carta que el cardenal Bergoglio escribió a la diócesis de Buenos Aires para la apertura del Año la Fe, en la que, en las primeras líneas, habló de una Iglesia con las puertas abiertas «símbolo de la luz, la amistad, la alegría, la libertad, la confianza». Como se lee en la encíclica Lumen fidei (LF), la alegría cristiana es laetitia fidei, «la señal más clara de la grandeza de la fe» (LF, Nos. 47 y 53). El mismo título Evangelii Gaudium recuerda inmediatamente a otras dos grandes Exhortaciones apostólicas muy queridas por Francisco: Gaudete in Domino (GD) y Evangelii Nuntiandi (EN), firmadas ambas por Pablo VI, una el 9 de mayo y la otro el 8 de diciembre de 1975, la segunda de las cuales es el resultado del Sínodo de los Obispos de 1974, relativa a la 1 Original: italiano. Traducción: Emmanuel Sicre, S.I. 1 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología evangelización en el mundo de hoy. El título de la Exhortación recuerda también el discurso del Papa Juan XXIII en la apertura solemne del Concilio Vaticano II, Gaudet Mater Ecclesia, significativamente mencionada aquí dos veces (41 y 84). A estas es necesario agregar aquellas que están inmersas en el documento de Aparecida (2007), que respira en sus páginas a Bergoglio. Ahí, a menudo, se hace eco de la llamada a la alegría (alrededor de 60 veces). En el documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe, la alegría del discípulo tiene un impacto directo sobre la sociedad y la vida tanto social, como individual, tal y como se lee la exhortación. Estas conexiones entre los documentos de la Iglesia significan que el texto que nos ocupa es el fruto maduro de una reflexión que Jorge Mario Bergoglio ha llevado a cabo durante mucho tiempo, y expresan orgánicamente su visión de la evangelización y la misión de la Iglesia en el mundo actual. ¿De cuál alegría está aquí hablando el Papa Francisco? La alegría para Bergoglio es la «consolación espiritual» que menciona Ignacio de Loyola, la «alegría interna que llama y atrae a las cosas celestiales y a la propia salud de su alma, aquietándola y pacificándola en su Criador y Señor» (Ejercicios Espirituales, 316). Sólo el encuentro con el Señor puede dar esta alegría, no una decisión ética o la adhesión a una idea. Y la alegría se difunde por sí misma, es atrayente. El cristianismo no crece, entonces, por proselitismo, sino por «atracción» (14), escribe Francisco citando a Benedicto XVI. Crea un contexto en el que compartir una alegría «marca un horizonte bello, ofrece un banquete deseable» (14), y el núcleo del Evangelio ofrece «sentido, hermosura y atractivo» (34). 2 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología El sueño de la transformación misionera de la Iglesia La Iglesia entera es misionera, no sólo los pastores, y el Evangelio es para todos y para cada uno: debe llegar a todos, porque «todo el mundo tiene el derecho a recibir el Evangelio» (14); «Todo el mundo puede sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio» (114). Y así, la alegría es para todo el pueblo: «La alegría del Evangelio es para toda la gente, no se puede excluir a nadie» (23). La Iglesia, por tanto, no debe perder el contacto directo con la gente, no debe seleccionar a sus destinatarios, debe permanecer «en contacto con las familias y con la vida de las personas» y no convertirse en «un grupo de funcionarios electos que se miran a sí mismos» (28). Varias veces y en diferentes contextos, el Papa insistió en que la Iglesia no respira por pequeños grupos de personas seleccionadas, por comunidades de elite espiritual o cultural que «se miran el ombligo». Recordemos que en Río, en los discursos de la Jornada Mundial de la Juventud, surgió el retrato de una Iglesia samaritana, de la calle, del cruce de caminos y de frontera, lo contrario de la Iglesia como «una pequeña capilla que puede contener sólo un pequeño grupo de personas», como dijo el Papa a los jóvenes en la noche de la Vigilia en Copacabana. «Jesús ha continuado el Papa- pide que su Iglesia viva sea tan grande que puede acoger a toda la humanidad, es la casa de todos». Por lo que la Iglesia está en «dinámica de “salida”» (20), porque es motivada por el «poder liberador y regenerador» (24) de la Palabra de Dios. «La Iglesia debe aceptar esa libertad inaferrable de la Palabra, que es eficaz a su manera, y de formas muy diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas» (22). En el discurso de Francisco hay una tensión dialéctica dentro de la Iglesia entre la institución, por una parte, y el espíritu por la otra La transición se profundizará allí donde Papa habla de la Iglesia, «pueblo peregrino y evangelizador, lo cual siempre trasciende toda necesaria expresión institucional» (111). Espíritu e institución: uno nunca niega a la otra, pero el primero debe animar a la segunda de una manera eficaz, incisiva, con el fin de contrarrestar la «introversión 3 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología eclesial» (27), como la había llamado Juan Pablo II, que es siempre una gran tentación. El Papa escribe: «No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos» (49). La opción misionera, que es el verdadero «sueño» (27) de Francisco, es «capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación» (27). Esto constituye un «proceso de discernimiento, purificación y reforma» (30) que invalida «el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”» (33). La raíz de este proceso se encuentra en el Concilio Vaticano II, que «presenta la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo» (26). Una pastoral no obsesiva: «la Iglesia no es una aduana» Entrando en el fondo de la pastoral misionera, el Papa expresa una preocupación, «el mensaje que anunciamos corre más que nunca el riesgo de aparecer mutilado y reducido a algunos de sus aspectos secundarios» (34). Y prosigue afirmando que una pastoral en clave misionera «no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia». Cuando se quiere llegar a todos sin excepciones ni exclusiones, el anuncio debe centrarse «en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario» (35). Es necesario recordar que el corte típico de las Exhortaciones apostólicas, a diferencia de las Encíclicas, es eminentemente pastoral. Y la preocupación pastoral empuja a Francisco a solicitar actitudes y lenguajes que permitan experimentar la novedad del Evangelio. No es suficiente la lealtad a las fórmulas, si después se pierde el sentido. No se justifica distraerse en cosas importantes, pero secundarias. 4 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología De ahí procede también la necesidad de ser a la vez prudentes y audaces en la pastoral de los Sacramentos. De esto el Papa está convencido y lo ha manifestado fuertemente, en particular, en la encíclica Amoris Laetitia. En Evangelii Gaudium, escribe el Papa, con apoyo de las citas de San Ambrosio y San Cirilo de Alejandría: «Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad, y tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera. Esto vale sobre todo cuando se trata de ese sacramento que es «la puerta», el Bautismo. La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles. Estas convicciones también tienen consecuencias pastorales que estamos llamados a considerar con prudencia y audacia. A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas.» (47). En este, como en otros puntos, la Exhortación abre un discurso sin cerrarlo inmediatamente con conclusiones definitivas. Su objetivo es poner cuestiones relevantes en consideración. Los desafíos del mundo de hoy La Exhortación apostólica se enfrenta a los desafíos para la fe. Benedicto XVI, anunciando su renuncia al ministerio petrino el 11 de febrero pasado, había previsto una Iglesia «vigorosa», por lo tanto valiente para hacer frente a los retos de los cambios rápidos (in mundo nostri temporis rapidis mutationibus subiecto) y cuestiones de gran relevancia para la vida de fe (quaestionibus magni ponderis pro vita fidei). Y he aquí que Francisco ofrece una mirada pastoral sobre los que considera que son los mayores retos en este «giro histórico» en este «cambio de época» (52). En la exhortación, el Papa describe los males del presente y luego a continuación, se centra específicamente en los desafíos de las culturas urbanas (nn. 71-75), que plantean nuevas posibilidades, pero también nuevas dificultades. El documento de Aparecida le había dedicado a este tema una consideración especial (nn. 509 a 519) y el mismo cardenal Bergoglio ha vuelto varias veces sobre él. Pero es interesante el enfoque positivo que marca la 5 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología actitud del Papa, como lo había sido en el pasado. Porque dice que «Necesitamos reconocer la ciudad desde una mirada contemplativa, esto es, una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas. » (71). La lengua materna de la evangelización Un tema decisivo de la Exhortación es, obviamente, el anuncio del Evangelio, el tema que realmente vertebra y justifica todo el documento. Los conceptos claros desde el principio son la definición de la Iglesia como «sacramento de salvación» (112) y como un «pueblo peregrino y evangelizador, lo cual siempre trasciende toda necesaria expresión institucional» (111). Es interesante destacar una fructuosa segunda tensión que anima el texto: la que existe entre la Iglesia como «pueblo» y la Iglesia como «institución», que refleja las dos definiciones de la Iglesia predilectas de Francisco, como también surgió en la entrevista a la Civiltà Cattolica: «pueblo fiel de Dios en el camino» (cf. Lumen Gentium, 12) y «santa madre Iglesia jerárquica» (cf. Ejercicios Espirituales, 353). Dios entra en una «dinámica popular», donde el sujeto es «el pueblo de Dios que camina en la historia, con alegrías y dolores». Francisco entonces retoma los temas que han surgido en la entrevista publicada en la Civiltà Cattolica, donde había dicho: «La totalidad de los fieles es infalible en materia de creencias y muestra esta infallibilitas in credendo mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo que camina». Y aquí hay otra tensión creativa que surge en el texto: la que existe entre la diferencia cultural y la unidad de la Iglesia. El Papa escribe: «Este Pueblo de Dios se encarna en los pueblos de la tierra, cada uno de los cuales tiene su cultura propia» (115): «la diversidad cultural no amenaza la unidad de la Iglesia» (117). Esto significa que evangelizar no quiere decir en absoluto imponer ciertas formas culturales, por antiguas y refinadas que sean. El riesgo es sacralizar una cultura, es caer en el fanatismo confundido con fervor (ibíd.). 6 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología La evangelización descrita en esta Exhortación es una forma de hacerse cargo de la persona a quien se le anuncia el Evangelio, para que pueda expresarse y compartir «sus alegrías, sus esperanzas, las inquietudes por sus seres queridos y tantas cosas que llenan el corazón» (128). Sólo en este punto la Palabra de Dios puede tener sentido para la vida de una persona. El anuncio del Evangelio es un compartir humilde y testimonial realizado por «quien siempre sabe aprender, con la conciencia de que ese mensaje es tan rico y tan profundo que siempre nos supera» (ibíd.). El anuncio, en definitiva, debe comunicar que la Palabra de Dios realmente habla a la existencia de las personas. Y esta atención personal se expresa también plasmando una «lengua materna» de la evangelización, que se expresa en un «tono que transmite ánimo, aliento, fuerza, impulso» (139). Se expresa no por ideas abstractas y silogismos conceptualistas o fríos, sino gracias a la «belleza de las imágenes que el Señor utilizaba para estimular a la práctica del bien» (142). Y sabemos cómo los discursos del Papa Francisco están llenos de tonos cálidos e imágenes que tocan el corazón. Francisco define al predicador como «un contemplativo de la Palabra y también un contemplativo del pueblo» (154). Él contempla la Palabra, pero también la situación específica de las personas a las que se dirige, sus necesidades, sus preguntas: «nunca hay que responder preguntas que nadie se hace» (155), escribe. Los 4 pilares En la Exhortación, el Papa indicó los cuatro pilares de su pensamiento: el tiempo es superior al espacio, la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante que la idea, el todo es superior a la parte. Estos cuatro principios, que a su vez requerirán un estudio por separado, «orientan específicamente el desarrollo de la convivencia social y la construcción de un pueblo donde las diferencias se armonicen en un proyecto común» (221). ¿Qué quiere decir aquí el Papa Francisco? 7 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología Con el primer principio tiene la intención de decir que el tiempo comienza procesos que requieren su tiempo: es necesario iniciar procesos más que ocupar espacios de poder. Es un principio muy rico que dice mucho de la actitud del Papa ante la reforma. Está bien expresado en la parábola del trigo y la cizaña (cf. 225). Con el segundo principio, tiene la intención de decir que el ciudadano debe aceptar el conflicto, y hacerse cargo sin lavarse las manos, pero sin quedarse atrapado: hay que convertirlos en anillos entrelazados de nuevos procesos que permitan la comunión a pesar de las diferencias, que deben ser acogidas como tales. El Papa había reconocido en la parábola del Buen Samaritano un modelo de referencia, aunque no se la menciona en la Exhortación. Con el tercer principio Francisco dice que la realidad «es», mientras que la idea es el resultado de una elaboración que siempre corre el riesgo de caer en sofismas, separándose de la realidad, hasta llegar incluso al totalitarismo, si quiere imponerse a la realidad. Para el Papa, la realidad es siempre superior a la idea. En política a veces se corre el riesgo de formular propuestas lógicas y claras, incluso seductoras, pero que no pertenecen a lo real y, por tanto, incomprensibles para la gente. La encarnación (1 Jn 4,2) es el criterio rector de este principio. Por último, el cuarto principio establece que debemos ampliar nuestra visión para reconocer siempre un bien mayor. En este sentido hay que prestar atención a la dimensión global para evitar caer en el localismo, pero al mismo tiempo no perder de vista la dimensión local de los procesos y «caminar con los pies sobre la tierra» (234). Francisco tiene una visión no «esférica» (en la que todos los puntos son equidistantes del centro), sino «poliédrica» en el sentido de que el poliedro es la unión de todas las parcialidades, que en la unidad mantiene la originalidad de todas las parcialidades singulares. 8 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología «LAUDATO SI» La segunda encíclica de Francisco comienza con una pregunta que se está expandiendo en el mundo: «¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?». Esta es la cuestión central de la carta encíclica de Francisco Laudato Si’. Sobre el cuidado de la casa común (LS). No es una cuestión ideológica, o «técnica», sino un fuerte interrogante que sitúa la cuestión ecológica como elemento central de nuestra humanidad. Y así, continúa el Pontífice: «Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario. Cuando nos interrogamos por el mundo que queremos dejar, entendemos sobre todo su orientación general, su sentido, sus valores. Si no está latiendo esta pregunta de fondo, no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan lograr efectos importantes». (LS 160; la cursiva es nuestra). Digámoslo ya: la perspectiva de esta encíclica no sólo es «ecológica» en el sentido de que su contenido no se limita a los fenómenos -también muy importantes- tales como el cambio climático. Laudato Si’ es verdadera y propiamente una encíclica social en todos los ámbitos. Y es una encíclica teológica que vive la misma inspiración de Evangelii Gaudium porque implica dejar salir todas las consecuencias del encuentro con Cristo en las relaciones con el mundo que nos rodea. Una perspectiva de Francisco holística, global, amplia La perspectiva de Francisco es holística, global, amplia. El Pontífice presenta una creación que es «casa común», ambiente de vida y no un simple «objeto» de uso. Tenemos delante un universo visto como un lugar donde se puede encontrar «la multiplicidad y variedad» y donde todo está relacionado, unido por lazos invisibles y todo «conectado» (ver LS 16; 86; 89; 92; 138). El mundo es una red de relaciones. 9 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología Las preguntas que motivan la redacción de la encíclica son el sentido de la vida y de nuestro habitar la tierra: «¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para qué vinimos a esta vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? ¿para qué nos necesita esta tierra?» (LS 160). En este sentido, Francisco recoge y relanza la propuesta de sus predecesores, al establecer el motivo por el cual un Pontífice no sólo puede, sino que debe ocuparse de la ecología. La pregunta ya no es si los católicos deben abordar los aspectos de la ecología desde una perspectiva de fe. La verdadera pregunta es acerca de cómo debemos hacerlo. Es a estas preguntas que Francisco busca responder con su Encíclica. «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba» es la invocación de San Francisco en el Cántico de las criaturas. El énfasis en la alabanza es una confirmación de la aproximación global e indica la actitud del espíritu a mantener. Nos recuerda que la tierra «es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos» (LS 1). Desde el escenario luminoso de alabanza, en el comienzo del gran aire fresco que abre esta encíclica, se siente el grito de la madre tierra que protesta por el daño que le causamos, y se une al de los pobres, cuestionando nuestra conciencia e «invitándonos a reconocer los pecados contra la creación» (LS 8). El Papa nos lo recuerda al tomar las palabras del Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, de modo que se conviertan en una parte integral del magisterio de la Iglesia Católica: «Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados» (LS 8). La sentencia dura y dramática del Patriarca es pronunciada, pero a partir de una visión del mundo como «sacramento de comunión, como modo de compartir con Dios y con el prójimo en una escala global. Es nuestra humilde convicción que lo divino y lo humano 10 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología se encuentran en el más pequeño detalle contenido en los vestidos sin costuras de la creación de Dios, hasta en el último grano de polvo de nuestro planeta» (LS 9). Una «ecología integral» El camino de la encíclica Laudato Si’ se construye alrededor del concepto de «ecología integral», y se describe casi al principio (Ver LS 15) como una especie de «mapa». El Pontífice mismo ilustra el camino en seis etapas que se propone transitar. En primer lugar, toma un camino corto a través de los diversos aspectos de la presente crisis ecológica con el fin de asumir los mejores frutos de la investigación científica disponible hoy tocándolos en profundidad. A partir de esta visión general, retoma algunos argumentos que surgen de la tradición judeocristiana, para dar una mayor coherencia a nuestro compromiso con el medio ambiente. A continuación, trata de llegar a las raíces de la situación actual, con el fin de captar de raíz no sólo los síntomas sino también las causas más profundas. Así, podrá proponer una ecología que integra el lugar específico que ocupa el ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea. A la luz de tales reflexiones da un paso adelante en algunas grandes líneas de diálogo y de la acción que implican también la política internacional. Finalmente, propone algunas líneas de maduración humana inspiradas en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana. Cada capítulo aborda su propio tema con su método específico, pero el texto en su conjunto está atravesado por algunas líneas temáticas fundamentales que le dan una fuerte unidad. Estas son resumidas y presentadas por el mismo Papa, «la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de 11 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida» (LS 16). Éstas son las líneas fundamentales que inspiraron los comentarios que aquí publicamos. Si la ciencia es la solución preferida para escuchar el grito de la tierra, el método de Francisco está también fuertemente impregnado del diálogo amplio. Primero y ante todo el académico. Hay muchas referencias a las enseñanzas de sus predecesores y otros documentos del Vaticano (en particular el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz). Al igual que ocurrió en la Evangelii Gaudium (EG), son citadas las posiciones adoptadas por numerosas Conferencias Episcopales de todos los continentes. Sin embargo, el diálogo también es ecuménico e interreligioso. Por lo tanto, además del Patriarca Bartolomé, el Papa se encuentra en diálogo con el gran pensador protestante francés Paul Ricoeur (ver LS 85) y con el mística islámico Ali Al-Khawas (cf. LS 233). Por último, tomamos nota de la referencia a p. Pierre Teilhard de Chardin, pensador jesuita que había recibido una «amonestación» del Santo Oficio en 1962, pero ya Juan Pablo II y Benedicto XVI lo han mencionado en los textos de menor importancia magisterial (ver LS 83). Una visión antropológica, pero no antropocéntrica No podemos «entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida» (LS 139). La visión de Francisco es, por tanto, antropológica, pero no antropocéntrica. El Papa discierne un fuerte vínculo entre las cuestiones ambientales y sociales y los problemas humanos que no pueden nunca romperse: «Hoy el análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma» (LS 141); por lo tanto es «fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental» (LS 139). 12 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología ¿Qué es lo que podemos y debemos hacer? Los análisis no son suficientes: quisiera avanzar en algunas líneas amplias «de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la política internacional» (LS 15), y «que nos ayuden a salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo» (LS 163). Es esencial el diálogo, pilar de la acción. Pero también es necesaria una verdadera «conversión ecológica» (LS 216-221): «la crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior» (LS 217). Esto «implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana» (ibíd.). Sobre todo en la Eucaristía «lo creado encuentra su mayor elevación» (LS 236). Una de las páginas más densas espiritualmente de la encíclica es la relacionada con la Eucaristía. Usando acentos que recuerdan la memoria de Pierre Teilhard de Chardin y su Misa sobre el Mundo, escribe Francisco: «El Señor, en el colmo del misterio de la Encarnación, quiso llegar a nuestra intimidad a través de un pedazo de materia. No desde arriba, sino desde adentro, para que en nuestro propio mundo pudiéramos encontrarlo a él. En la Eucaristía ya está realizada la plenitud, y es el centro vital del universo, el foco desbordante de amor y de vida inagotable. Unido al Hijo encarnado, presente en la Eucaristía, todo el cosmos da gracias a Dios». (LS 236). Y continúa: «La Eucaristía une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado. El mundo que salió de las manos de Dios vuelve a él en feliz y plena adoración». (ibíd.). Es por eso que «la Eucaristía es también fuente de luz y de motivación para nuestras preocupaciones por el ambiente, y nos orienta a ser custodios de todo lo creado» (ibíd.). A partir de la Eucaristía el discurso de Francisco se vuelve ascensional: una ruta que tiene tonos que recuerdan a Dante Alighieri, y que se menciona explícitamente (ver LS 77). Mirando a la Trinidad, el Papa declara que también la persona humana está llamada a asumir que «ese 13 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creación. Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad» (LS 240). En este sentido, una voz preciosa y especial que registramos en este volumen es la del Metropolitano ortodoxo Ioannis Zizioulas, quien el 18 de junio de 2015 fue llamado para presentar oficialmente la encíclica en el Aula Nueva del Sínodo, en el Vaticano. Su presencia era una clara señal de atención ecuménica. Con él tuvimos un amplio diálogo que resulta esclarecedor para la mente y nutritivo para el espíritu. *** Agregando a la voz de sus predecesores la suya -y en la forma específica de la encíclica-, Francisco plantea preguntas y argumentos respecto de la casa común que es la creación. Confiamos en que muchos, aceptando el desafío en términos de fe y de decisiones operativas, serán profundamente inspirados a la acción por el hecho de que un líder mundial como lo es Francisco haya tenido el valor de llamar a todos a un futuro más sostenible e inclusivo. "AMORIS LAETITIA" El tercer pasaje que examinamos aquí es el entorno familiar. La familia es un viaje difícil, como lo es toda la vida, por otra parte. Y son incalculables la fuerza, la carga de humanidad contenida en la misma: la ayuda mutua, las relaciones que crecen con el crecimiento de las personas, la generatividad, el acompañamiento educativo, el compartir las alegrías y dificultades. La familia es el lugar donde se vive la «alegría del amor». Hay muchas señales que hablan de la crisis del matrimonio, pero, no obstante «el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y motiva a la Iglesia». (AL 1, RS 2). La primera tarea de los pastores debe ser la de cuidar esta alegría y valorar lo que es atractivo en la vida familiar. Esa familia es también un ecosistema. Es una experiencia frágil y compleja -y por eso rica- que pone en juego no las ideas, sino las personas involucradas. Por otra parte, 14 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología «ninguna familia es una realidad celestial y confeccionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar» (AL 325). El desafío pastoral Esta exhortación es ante todo un mensaje de fe en un momento en el que el «jugársela» en la vida familiar se ha convertido en algo complejo. El hombre y la mujer se están interpretando a sí mismos de una manera diferente a la del pasado, con diversas categorías. La antropología a la que la Iglesia se ha referido tradicionalmente y el lenguaje con el cual la expresa siguen siendo una referencia sólida, fruto de la sabiduría y la experiencia secular. Sin embargo, parece que el hombre a quien la Iglesia se dirige hoy en día ya no es capaz de entenderlos como antes, o, en todo caso, no los tiene en cuenta suficientemente, o no advierte el poder de laetitia. ¿Cómo actuar correctamente, esto es evangélicamente, ante estos desafíos? Por esto Francisco abrió un «proceso sinodal», que se compone de dos Sínodos: uno extraordinario y otro ordinario. El primero fue dedicado al tema Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización (del 5 al 19 de de octubre de 2014). De hecho, fue un hito en un proceso más largo que comenzó en noviembre de 2013, cuando se difundió un «documento preparatorio» que incluía un extenso cuestionario para los fieles y las Iglesias locales. El documento, muy ágil, reemplazaba los Lineamenta y tenía el objetivo de involucrar al pueblo de Dios de la base en el proceso sinodal. A la Asamblea Extraordinaria se hizo más tarde (del 4 a 25 de de octubre de 2015) una Ordinaria, con el tema de Jesucristo revela el misterio y la vocación de la familia. 15 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología Una estructura arquitectónica poliédrica Debe precisarse bien, en primer lugar, el tema de la Exhortación. Esto es, como certifica claramente el subtítulo, «sobre el amor en la familia». Por lo tanto, no es la enseñanza sobre el matrimonio y la familia. Esta es una clave importante para leer el documento. Aquí nos centramos en lo que realmente importa: el amor. La Exhortación Apostólica se divide en nueve capítulos y más de 300 párrafos. Es sorprendente por la amplitud, lo que puede explicarse por la riqueza de los dos años de reflexión que ha aportado el camino sinodal. La Exhortación se abre inmediatamente afirmando que las intervenciones de los Padres sinodales han compuesto un «precioso poliedro» (AL 4), que debe ser preservado. En este sentido, el Papa escribe que «no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales» (AL 3). Así que para algunos problemas «en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales». De hecho, «las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general [...] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado» (ibíd.). Este principio de la inculturación es muy importante incluso en la forma de configurar y entender los problemas, que, más allá de las cuestiones dogmáticas claramente definidas por el magisterio de la Iglesia, no puede ser «globalizado». En el séptimo capítulo, completamente dedicado a la educación de los niños, hay un parágrafo especialmente significativo y fundamental desde el punto de vista pedagógico en el que Francisco afirma claramente que «la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo». (AL 261). Por tanto «aquí vale el principio de que “el tiempo es mayor que el espacio”. Es decir, se trata de generar procesos más que de dominar espacios. Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que interesa sobre 16 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía». (ibíd., la cursiva es nuestra). Este principio podría aplicarse por analogía a la preocupación que tiene la Madre Iglesia por todos sus hijos a quienes educa en la fe y por la fe. La Exhortación apostólica Amoris Laetitia tiene la intención de reafirmar enfáticamente no el «ideal» de la familia, sino su realidad rica y compleja. Hay, en sus páginas, una mirada abierta, profundamente positiva, que es alimentada no con abstracciones o proyecciones ideales, sino de una atención pastoral a la realidad. El documento es una lectura densa de puntos espirituales y de sabiduría práctica, fruto de la experiencia concreta con las personas que realmente saben lo que son las familias y el vivir juntos durante muchos años. La Exhortación habla el lenguaje de la experiencia y de la cotidianidad vivida. El discernimiento, la profundidad, la cercanía compasiva Una palabra clave de la Exhortación es el «discernimiento». Y el discernimiento hace referencia directa a la conciencia y la historicidad. Francisco repite varias veces que un peligro que hay que evitar, y en el que en realidad se cae con frecuencia, es el ser abstractos, teóricos, idealistas. A veces, escribe, «hemos presentado un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales. Esta idealización excesiva, sobre todo cuando no hemos despertado la confianza en la gracia, no ha hecho que el matrimonio sea más deseable y atractivo, sino todo lo contrario». (LA 36). No sólo eso, sino que «durante mucho tiempo creímos que con sólo insistir en cuestiones doctrinales, bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia, ya sosteníamos suficientemente a las familias, consolidábamos el vínculo de los esposos y llenábamos de sentido sus vidas compartidas». (LA 37). Sería una ilusión creer que las personas se sienten 17 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología seguras y se consolidan sólo en valores porque insistimos en la predicación de la doctrina sin dar adecuado «espacio a la conciencia de los fieles, que muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas. Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas». (AL 37, la cursiva es nuestra). El Papa insiste en una «pastoral positiva, acogedora, que posibilita una profundización gradual de las exigencias del Evangelio». (AL 38, la cursiva es nuestra). En cambio, «muchas veces hemos actuado a la defensiva, y gastamos las energías pastorales redoblando el ataque al mundo decadente, con poca capacidad proactiva para mostrar caminos de felicidad. Muchos no sienten que el mensaje de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia haya sido un claro reflejo de la predicación y de las actitudes de Jesús que, al mismo tiempo que proponía un ideal exigente, nunca perdía la cercanía compasiva con los frágiles, como la samaritana o la mujer adúltera». (ibíd., la cursiva es nuestra). Así, discernimiento, conciencia, profundidad, cercanía compasiva son las palabras clave de la Exhortación Apostólica. Vidas heridas y situaciones «irregulares»: «discernir bien» Acerca de situaciones heridas y las conocidas como «irregulares», la Exhortación refleja de la Relación Final del Sínodo Ordinario el criterio general expresado por san Juan Pablo II en la Familiaris Consortio con una fórmula feliz: «discernir bien las situaciones» (FC 84). De hecho «hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido» (FC 85 [sic. 84]). Francisco asume plenamente esta perspectiva, que fue reiterada y confirmada en la Relatio Synodi: «el discernimiento de los pastores siempre debe hacerse «distinguiendo adecuadamente», con una mirada que «discierna bien las situaciones». Sabemos que no existen «recetas sencillas» (AL 298). 18 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología Pero también están «los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido» (FC 84; AL 298). El Sínodo afirmó que es la tarea de los sacerdotes «acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento de acuerdo a la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo» (AL 300). Este itinerario requiere un discernimiento pastoral que refiere a la autoridad del pastor, juez y médico, quien es ante todo un «ministro de la misericordia de Dios», como está escrito en Carta apostólica en forma de motu proprio del Papa Francisco Mitis et Misericors Iesus. La exhortación reanuda del documento sinodal el camino del discernimiento de los casos individuales sin limitar la integración, como aparecía en el pasado. Asimismo, declara que no se puede negar que en algunas circunstancias, «la imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas» (AL 302; cf. CCC 1735) debido a varias limitaciones. «Por esta razón - escribe Francisco - un juicio negativo sobre una situación objetiva no implica un juicio sobre la imputabilidad o la culpabilidad de la persona involucrada. En el contexto de estas convicciones, considero muy adecuado lo que quisieron sostener muchos Padres sinodales: «En determinadas circunstancias, las personas encuentran grandes dificultades para actuar en modo diverso. [...] El discernimiento pastoral, aun teniendo en cuenta la conciencia rectamente formada de las personas, debe hacerse cargo de estas situaciones. Tampoco las consecuencias de los actos realizados son necesariamente las mismas en todos los casos» (AL 302). La conclusión es que el Pontífice, al escuchar a los padres sinodales, toma conocimiento de que no se puede hablar más de una categoría abstracta de persona y encerrar la práctica de la integración en una regla del todo general y válida en cada caso. Por tanto, concluye el Pontífice, si se tiene en cuenta la innumerable variedad de situaciones concretas, «puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares, que 19 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología debería reconocer que, puesto que «el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos», las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas» (AL 300, la cursiva es nuestra). Esto no tiene nada que ver con una cierta «ética de situación» o con un individualismo ético que desafían cada criterio ético de la conciencia individual, celosamente cerrada en sí misma y que queda como árbitro absoluto de sus propias determinaciones. La referencia a «las exigencias de verdad y de caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia» (AL 300) es esencial para el Papa: jamás esas exigencias pueden ser sustituidas por los términos o las circunstancias reales y concretas en las que se debe actuar. En todo caso, Francisco dice que es necesario recordar que «la Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y circunstancias atenuantes. Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa. Como bien expresaron los Padres sinodales, «puede haber factores que limitan la capacidad de decisión». (AL 301, la cursiva es nuestra) Por lo tanto, las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente tienen que ser siempre las mismas, «tampoco en lo referente a la disciplina sacramental, puesto que el discernimiento puede reconocer que en una situación particular no hay culpa grave» (AL 300, n. 336). «A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia». (AL 305). Y –se precisa- esta ayuda «en ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos. Por eso, «a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar 20 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología de la misericordia del Señor». Igualmente se señala «que la Eucaristía “o es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles”» (AL 305, n 351). La gradualidad en la pastoral y la centralidad de la conciencia «A partir del reconocimiento del peso de los condicionamientos concretos –escribe el Pontíficepodemos agregar que la conciencia de las personas debe ser mejor incorporada en la praxis de la Iglesia en algunas situaciones que no realizan objetivamente nuestra concepción del matrimonio». (AL 303, las cursivas son nuestras). Este es el ápice de la Exhortación Apostólica, ya que atribuye a la conciencia -«el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que este se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella» (GS 16; AL 222)- un lugar fundamental e insustituible en la valoración de la acción moral. El discernimiento al que el Papa se refiere está modelado por «las exigencias de verdad y de caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia» (AL 300). Dice que «hay que alentar la maduración de una conciencia iluminada, formada y acompañada por el discernimiento responsable y serio del pastor, y proponer una confianza cada vez mayor en la gracia». (AL 303). Por esto no cae en la «gradualidad de la ley» (AL 295; cf. AL 300). Pero esta conciencia «puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo». (AL 303, la cursiva es nuestra). Este pasaje de la Exhortación abre la puerta a una pastoral positiva, acogedora y plenamente «católica», lo que hace posible una profundización gradual de las exigencias del Evangelio (cf. AL 38). En otras palabras, aquí no se dice en ningún sentido que haya que asumir la propia 21 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología debilidad como un criterio para determinar lo que es bueno y lo que es malo (esto sería la llamada «gradualidad de la ley»). Sin embargo, se establece una «ley de la gradualidad», es decir, una progresión en el conocimiento, en el deseo y en hacer el bien: "Tender hacia la plenitud de la vida cristiana no significa hacer lo que es abstractamente lo más perfecto, sino lo que concretamente es posible" [Conferenza Episcopale Italiana, Catechismo degli adulti, 919]. Esta gradualidad no puede de ninguna manera confundirse con el relativismo. Es necesario dejar abierto el ejercicio «prudente» del acto libre de un hombre pecador que, salvo por una gracia excepcional, no se realiza moralmente de una sola vez. Así dice el Papa, refiriéndose al n. 44 de Evangelii Gaudium: «sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día», dando lugar a «la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible» (AL 308, la cursiva es nuestra). Con la humildad de su realismo la Exhortación Amoris Laetitia se encuentra dentro de la gran tradición de la Iglesia, de hecho, refiriéndose de nuevo a una antigua tradición romana de la misericordia eclesial hacia los pecadores. Un magisterio de discernimiento pastoral El discernimiento es un proceso constante de apertura a la Palabra de Dios para iluminar la realidad concreta de cada vida: un proceso que nos lleva a ser dóciles al Espíritu, que anima a cada uno de nosotros para actuar con amor, en la situación concreta y en la medida posible y nos empuja a crecer de bien en mejor. Es aquí donde encontramos el núcleo central de la enseñanza de Francisco. Lo dijo muy claramente hablando en una reunión privada con un grupo de jesuitas polacos en Cracovia. El texto lo publicamos en la Civiltà Cattolica con el permiso del Papa. Así habló Francisco teniendo en cuenta la formación de los sacerdotes: 22 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología «La Iglesia de hoy necesita crecer en la capacidad de discernimiento espiritual. Algunos de los planes de formación de los sacerdotes están en peligro de educar a la luz de las ideas demasiado claras y distintas, y luego actuar con límites y criterios rígidamente definidos a priori, y que prescinden de las situaciones específicas: «Se debe hacer esto, no se debe hacer esto... ». Y entonces, los seminaristas, convertidos en sacerdotes, se encuentran con la dificultad en el acompañamiento de las vidas de muchos jóvenes y adultos. Debido a que muchos se preguntan: ¿Esto se puede o no se puede? Aquí está todo. Y mucha gente sale del confesionario desilusionada. No porque el sacerdote es malo, sino porque el cura no tiene la capacidad de discernir situaciones, para acompañar en el discernimiento auténtico. Él no ha tenido la formación necesaria. Hoy la Iglesia necesita crecer en el discernimiento, en la capacidad de discernir. Y sobre todo los sacerdotes lo necesitan de verdad para su ministerio. Para ello tenemos que enseñar a los seminaristas y a los sacerdotes en la formación: habitualmente ellos reciben las confidencias de la conciencia de los fieles. [...] Hay que formar a los futuros sacerdotes no en ideas generales y abstractas, que son claras y distintas, sino en esta finalidad del discernimiento de los espíritus, para que realmente puedan ayudar a las personas en su vida concreta. Es necesario realmente entender esto: en la vida no todo es negro sobre blanco o blanco sobre negro. ¡No! En la vida predominan los tonos grises. Por tanto, debemos enseñar a discernir en este gris». La preocupación pastoral por tanto, no debe interpretarse como contrapuesta al derecho. Por el contrario: el amor a la verdad es el punto de encuentro fundamental entre el derecho y la pastoral; la verdad no es abstracta y se integra en la trayectoria humana y cristiana de cada creyente. Esa pastoral no es una mera aplicación práctica contingente de la teología. No se trata de adecuar una pastoral a una doctrina, sino de no arrancarle a la doctrina el sello pastoral original y constitutivo. La preocupación del Papa es la de recontextualizar la doctrina al servicio de la misión pastoral de la Iglesia. La doctrina debe interpretarse en relación con el centro del kerygma cristiano y a 23 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Teología la luz del contexto pastoral en la que se aplica para la salus animarum. Y este es el corazón del Magisterio de Francisco. 24