“La misericordia para los Maristas hoy: Análisis de las circulares del

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UNIVERSIDAD RAFAEL LANDIVAR
FACULTAD DE TEOLOGÍA
LICENCIATURA EN CIENCIAS RELIGIOSAS
“La misericordia para los Maristas hoy:
Análisis de las circulares del Hno. Seán Sammon
sobre la identidad de los Hermanos Maristas
a la luz de textos bíblicos y teológicos”
TESIS DE GRADO
EDGARDO RAFAEL LÓPEZ RÍOS
Carné 20204-97
Guatemala de la Asunción, mayo de 2014
Campus Central
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
UNIVERSIDAD RAFAEL LANDIVAR
FACULTAD DE TEOLOGÍA
LICENCIATURA EN CIENCIAS RELIGIOSAS
“La misericordia para los Maristas hoy:
Análisis de las circulares del Hno. Seán Sammon
sobre la identidad de los Hermanos Maristas
a la luz de textos bíblicos y teológicos”
TESIS DE GRADO
TRABAJO PRESENTADO AL CONSEJO DE LA FACULTAD DE
TEOLOGÍA
Por:
EDGARDO RAFAEL LÓPEZ RÍOS
PREVIO A CONFERIRSELE
EL GRADO ACADÉMICO DE LICENCIADO EN CIENCIAS RELIGIOSAS
Guatemala de la Asunción, mayo de 2014
Campus Central
1
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
RECTOR:
P. EDUARDO VALDES BARRIA, S.J.
VICERRECTORA ACADÉMICA: DRA. MARTA LUCRECIA MÉNDEZ GONZÁLEZ
DE PENEDO
VICERRECTOR DE INVESTIGACIÓN
Y PROYECCIÓN:
DR. RAFAEL CABARRÚS PELLECER, S.J.
VICERRECTOR DE INTEGRACIÓN
UNIVERSITARIA:
MGTR. LUIS ESTUARDO QUAN MACK
VICERRECTOR
ADMINISTRATIVO:
LIC. ARIEL RIVERA IRÍAS
SECRETARIA GENERAL:
LIC. FABIOLA DE LA LUZ PADILLA BELTRANENA
DE LORENZANA
AUTORIDADES DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA
DECANO:
MGTR. RODOLFO ALBERTO MARÍN ANGULO
VICEDECANO:
MGTR. HECTOR ANTONIO ESTRELLA LÓPEZ
SECRETARIO:
LIC. GUILLERMO ENRIQUE TELLEZ IBARRA
NOMBRE DEL ASESOR DE TRABAJO DE GRADUACIÓN
LIC. MANUEL VALLEJO PLAZA
TERNA QUE PRACTICÓ LA EVALUACIÓN
LIC. GUILLERMO ENRIQUE TÉLLEZ IBARRA
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LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
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LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
4
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
5
A mi abuela, Carmen Granados Vda. de Ríos, QEPD,
porque al Padre Misericordioso de la parábola
se me hace más fácil imaginarlo
como una anciana bajita, de pelo blanco y camisón floreado
de pie junto a una puerta de aluminio.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
6
ÍNDICE
RESUMEN……....……….........................................................................................................
8
I. INTRODUCCIÓN.……........................................................................................................
9
1. LA MISERICORDIA EN LA BIBLIA…............................................................................
12
1.1. Vocablos y conceptos en el texto hebreo…..............................................................
12
1.1.1. Rhm….................................................................................................................
12
1.1.2. Hesed…............................................................................................................... 14
1.1.3. Rekham …........................................................................................................... 17
1.1.4. Khanan…............................................................................................................. 17
1.1.5. Hasid…................................................................................................................ 17
1.1.6. Otros términos hebreos.......................................................................................
17
1.1.7. En Zacarías 7:9-10…..........................................................................................
17
1.2. Vocablos y conceptos en el texto griego…..............................................................
18
1.2.1. Eleos, eleeo y eleemon…...................................................................................
18
1.2.2. Oikteiro, oiktirmos y oiktirmon…......................................................................
20
1.2.3. Splánjna y splanchnízomai….............................................................................
20
1.2.4. Otros términos griegos…...................................................................................
21
1.2.5. En Lucas 10:25-37….........................................................................................
21
1.2.6. En Lucas 15:11-32….........................................................................................
23
1.3. Síntesis del capítulo 1…..........................................................................................
25
2. LA MISERICORDIA EN LIBROS DE VARIOS AUTORES CONTEMPORÁNEOS.....
28
2.1. En La entraña del cristianismo…............................................................................
28
2.2. En El principio misericordia…................................................................................
32
2.3. En El Regreso del Hijo Pródigo…...........................................................................
37
2.4. Síntesis de los capítulos 1 y 2…...............................................................................
41
3.
LA MISERICORDIA EN LAS CIRCULARES DEL HNO. SEÁN SAMMON SOBRE LA
IDENTIDAD DE LOS HERMANOS MARISTAS.…………………………………….…..… 43
3.1. En Una Revolución del Corazón…..........................................................................
43
3.1.1. La misericordia, amor práctico….......................................................................
44
3.1.2. Como en Lc 15, el amor gratuito y misericordioso del Padre…........................
44
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
7
3.1.3. Como en Lc 10, el amor al prójimo…................................................................
45
3.1.4. La misericordia manifestada en la evangelización….........................................
45
3.1.5. La opción por los pobres, signo de la misericordia…........................................
46
3.2. En Compañeros Maravillosos…..............................................................................
46
3.2.1. El amor misericordioso vivido en comunidad…................................................
47
3.2.2. La acogida misericordiosa de los hermanos difíciles….....................................
49
3.2.3. Como en Lc 15, vivir el perdón y la reconciliación….......................................
50
3.2.4. La opción por los pobres, un signo de la misericordia…...................................
52
3.2.5. La misericordia manifestada en la misión comunitaria…..................................
53
3.3. En Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar…....................................................
53
3.3.1. Los Maristas han nacido de una experiencia de misericordia…........................
54
3.3.2. La misericordia, amor práctico….......................................................................
56
3.3.3. La misericordia manifestada en la evangelización….........................................
57
3.3.4. La misericordia manifestada en la solidaridad…...............................................
58
3.3.5. La opción por los niños y jóvenes pobres, un signo de la misericordia….........
60
3.3.6. Actuar movido a misericordia…........................................................................
64
3.3.7. La misericordia implica conversión…...............................................................
66
3.3.8. Como en Lc 10, responder a las necesidades del hombre a la orilla del camino 67
3.3.9. Como en Lc 15, vivir el perdón y la reconciliación….......................................
69
3.4. Síntesis del capítulo 3…........................……………………..……………….......... 69
3.4.1. La misericordia en el carisma y la espiritualidad marista……….………..…... 69
3.4.2. La misericordia y la vivencia comunitaria………………………………...…... 71
3.4.3. La misericordia y la misión marista……………………..…………………...... 72
4. PROPUESTA DE LINEAMIENTOS PARA LOS MARISTAS……………………..…... 75
4.1. La misericordia en el carisma y la espiritualidad marista………………..……..…... 75
4.2. La misericordia y la vivencia comunitaria……………………..………………...... 76
4.3. La misericordia y la misión marista……………………..……………………….... 77
II. DISCUSIÓN.……………..….…………………………………………………………….. 80
III. CONCLUSIONES…..………………..…………………………………………….…..… 83
V. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS……………….…………………………………… 85
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
8
RESUMEN
Este estudio, titulado La Misericordia para los Maristas Hoy. Análisis de las circulares
del Hno. Seán Sammon sobre la identidad de los Hermanos Maristas a la luz de textos bíblicos y
teológicos, tiene como objetivo ahondar en el contenido del concepto misericordia y descubrir
qué le tiene que decir la misericordia a los Hermanos y Laicos maristas del siglo XXI.
La misericordia se manifiesta en el ser y el obrar de Dios y de Jesús, y se encuentra en la
raíz del carisma marista. Para ahondar en ella, este estudio comienza repasando el significado y el
uso de los vocablos hebreos y griegos que subyacen al concepto misericordia en textos del
Antiguo y el Nuevo Testamento. Luego, se enriquece la definición de misericordia con los
aportes hallados en los libros de tres autores contemporáneos. Con toda esa información se llega
a una síntesis que servirá como criba para analizar los documentos maristas.
Los documentos seleccionados son tres circulares del Hno. Seán Sammon. Estos forman
una trilogía en la que Sammon aborda el tema de la identidad de los Maristas en este tiempo de
redefinición para la vida religiosa y laical marista. En ellas se encuentran pinceladas que
ayudarán a construir un mosaico de lo que puede implicar la misericordia para los Maristas hoy o
para cualquier persona que la quiere vivir.
Se presentan unos lineamientos para los diversos grupos que conforman la Familia
Marista. Los lineamientos abordan qué tiene que decir la misericordia respecto de la
espiritualidad, el carisma, la vida comunitaria y la misión. El estudio cierra con una discusión de
los hallazgos y unas conclusiones.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
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I. INTRODUCCIÓN
La vida religiosa nació en una época agrario-autoritaria con un esquema de ideología
religiosa, cuya función primordial era el adoctrinamiento religioso. En ese marco nace la
Congregación de los Hermanos Maristas1 en la zona rural del sur de Francia a inicios del siglo
XIX. La vida religiosa de hoy se encuentra en medio de “un cambio de época, y dentro de ella,
ante un cambio religioso que no conoce precedentes” (Martínez , 2010, 2). La forma de entender
la fe y, por ende, de vivir la religión ha sufrido transformaciones. Las formas y caminos
tradicionales no parecen cumplir su misión de ser mediación para el encuentro personal con
Cristo, con Dios, con el Misterio.
La fe ya no parte de afirmaciones que han de ser pregonadas, comprendidas, sostenidas y
ejercidas. Hoy en día la fe tiene más que ver con hacer camino, con hacer experiencia de
encuentro. Una propuesta de adoctrinamiento es insostenible en la nueva cultura emergente que
habla de pluralismo, diversidad y apertura a la búsqueda de la verdad. Para continuar siendo
relevante para el mundo de hoy, la vida religiosa debe recuperar los valores humanos
fundamentales que se encuentran en su génesis.
La misericordia es un valor que conecta con la sensibilidad de los seres humanos más allá
de cosmovisiones y paradigmas. La misericordia “no es lo único que ejercita Jesús, pero sí es lo
que está en su origen y lo que configura toda su vida, su misión y su destino” (Sobrino, 1992,
37). Se encuentra en la raíz del carisma marista. Es la experiencia del Buen Samaritano que no da
la vuelta ante el hombre apaleado, sino que atiende sus heridas. Y también es la experiencia del
Padre Bueno que espera a su hijo a la puerta de su casa con abrazo, con beso y con fiesta.
Las congregaciones religiosas, y el Instituto de los Hermanos Maristas de manera
particular, se encuentran en un tiempo de redefinición de su identidad de cara al futuro. La
experiencia de la misericordia puede aportar mucho a las búsquedas y respuestas que se den hoy.
En esa línea, el presente estudio persigue ahondar en el contenido de la palabra
misericordia, para los Maristas hoy, ver qué le puede decir ese vocablo –que había caído en
1
Congregación de los Hermanos Maristas de la Enseñanza: Instituto religioso laical o Instituto religioso de
hermanos fundado por Marcelino Champagnat el 2 de enero de 1817 en la Valla (Francia), con el nombre de
Hermanitos de María, y concebido en sus inicios como una rama de la Sociedad de María. Es aprobado por la Santa
Sede en 1863 como Instituto autónomo y de derecho pontificio. Respetando su nombre de origen, le da a la
congregación el nombre de Hermanos Maristas de la Enseñanza (F.M.S.: Fratres Maristae a Scholis).
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
10
desuso hasta que el Papa Francisco lo ha devuelto a la palestra 2 – a la vida y misión de los
Hermanos y Laicos maristas del siglo XXI3.
El estudio comienza (capítulo 1) estudiando los diversos vocablos hebreos y griegos que
subyacen al término misericordia en el Antiguo y el Nuevo Testamento, con su complejidad
significativa y la evolución del concepto a nivel histórico y teológico. El estudio se detiene en
algunos textos que arrojan particular luz sobre estos aspectos: Zacarías 7:9-10, Lucas 10:25-37 y
Lucas 15:11-32. Y se concluye el capítulo con una síntesis sobre lo que se expuso con más
detalle anteriormente.
El capítulo 2 busca profundizar aún más en el concepto de la misericordia de la mano de
varios autores contemporáneos. Estos han sido seleccionados tomando en cuenta que cada uno
ofrece una visión muy particular sobre la misericordia, marcados por sus diversas visiones y
puntos de partida. En La entraña del cristianismo, Olegario González de Cardedal (1997) parte
desde la teología y la eclesiología para acercarse a la misericordia como algo vital que brota de la
ternura intra-trinitaria. En El principio misericordia, Jon Sobrino (1992) parte desde los pueblos
crucificados para lanzar un llamado a la conversión y al compromiso con el Reino efectuando
cambios estructurales. En El regreso del hijo pródigo, Henri Nouwen (2011) parte desde la
contemplación del misterio que encierra el relato lucano y una determinada representación
artística para revelar a un Dios gratuito y misericordioso que actúa en su propia vida. Al finalizar
este capítulo se presenta una síntesis de los primeros dos que servirá a modo de criba para el
análisis que prosigue. Contiene varias acepciones de misericordia, las cuales, como un mosaico,
dan forma al concepto.
Ayudado por esta síntesis, se pasa a analizar unos textos maristas: la trilogía de circulares
que escribió el Hno. Seán Sammon4 con el fin de modelar una identidad para los Maristas que
esté acorde a los tiempos actuales y que apunte a lo esencial. Cada circular aborda una dimensión
de la vida de los Maristas: espiritualidad, vida comunitaria y vida apostólica, pensando en un
2
“La Iglesia, por lo tanto, está llamada a diseminar la levadura y la sal del Evangelio, y por lo tanto, el amor y la
misericordia de Dios que llega a todos los hombres, apuntando a la meta ultraterrena y definitiva de nuestro
destino…” (Papa Francisco, 2013).
3
Otra motivación para este estudio surge de mi interés por profundizar en cómo mi vocación personal a ser
misericordia participa de la vocación que nos ha legado Marcelino Champagnat y del llamado de Dios en Cristo
Jesús a –de alguna manera– ser signos de su misericordia.
4
Hno. Seán Sammon: Superior General de los Hermanos Maristas, 2001-2009, a quien conozco personalmente,
pues tuve la oportunidad de ser su traductor y guía en varias visitas que realizó a Guatemala. Lo considero un
hombre de fe y un pastor acorde al corazón de Dios.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
11
primer momento en los Hermanos, pero atento también a los Laicos que comparten el carisma de
Marcelino Champagnat5. A través de estas interpelaciones, el Hno. Seán intentó provocar una
necesaria “revolución del corazón” en el Instituto. De cada una de las circulares se extraen las
perspectivas que ofrece al respecto de la misericordia, y al final del capítulo éstas se recogen en
una síntesis, organizada por núcleos temáticos: la misericordia en el carisma y la espiritualidad
marista; la misericordia y la vivencia comunitaria; la misericordia y la misión marista.
El capítulo 4 contiene una colección de lineamientos para los Maristas hoy y, por ende,
para la humanidad. Estos están organizados usando los mismos núcleos temáticos del capítulo
precedente.
El trabajo termina con una discusión de los hallazgos y las conclusiones.
El presente estudio tiene una serie de limitaciones. Algunas provienen de los textos
seleccionados para estudio, otras tienen que ver con el alcance de este estudio.
Primero, al elegir para análisis las circulares del Hno. Seán Sammon, el estudio se enfoca
únicamente en la vida marista. Segundo, algunas secciones de las circulares están dedicadas a los
Hermanos Maristas y sólo por añadidura a los Laicos Maristas. Del mismo modo, este trabajo no
aborda suficientemente el tema del Laicado.
Tercero, el Hno. Seán Sammon escribió 5 circulares durante su mandato. El presente
estudio se enfoca en tres de ellas, las que fueron escritas como una trilogía. Un estudio más
amplio del pensamiento de Sammon sobre la misericordia debería incluir sus otras dos circulares
y sus numerosas cartas.
Cuarto, el mandato del Hno. Seán como Superior General concluyó en el 2009. Una
mirada actual supondría estudiar los escritos del nuevo Superior General, Hno. Emili Turú, pero
su única circular no ofrece suficiente material para este estudio.
Por último, en este estudio se menciona la importancia del silencio y de la alteridad para
entrar en relación y, en consecuencia, para vivir la misericordia. Pero, estos temas – silencio y
alteridad– no se han explicitado suficientemente en este estudio.
5
Marcelino Champagnat: Sacerdote rural, fundador del Instituto de los Hermanos Maristas, se apasiona por Dios y
se entrega con entusiasmo a favor de los niños y jóvenes, especialmente los más necesitados. Nace en una aldea del
sur de Francia el 20 de mayo de 1789 y fallece el 6 de junio de 1840. Es canonizado el 18 de abril de 1999.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
12
1. LA MISERICORDIA EN LA BIBLIA
En el proceso de acercarse al término misericordia se han de tomar en cuenta varios vocablos
hebreos que le subyacen. Y también los vocablos griegos que a partir del texto bíblico de los
LXX introducen nuevos matices, pero que en el fondo reflejan los vocablos hebreos. Esto
iluminará la riqueza que contiene y evidenciará la dificultad que enfrentan los traductores.
1.1. Vocablos y conceptos en el texto hebreo
1.1.1. Rhm
Las palabras hebreas más comúnmente usadas para expresar la idea de misericordia son el
verbo rakham y el sustantivo rakhamim (Tenney y Silva, 2009, 204). Estos términos se derivan
del vocablo rekhem, “vientre” (Gn 49:25), o también “vísceras, entrañas”, usado como metáfora
similar al uso actual de “corazón”6. El verbo y el sustantivo describen la misericordia que surge
de las entrañas7. Con frecuencia los términos de la raíz rhm son usados en el Antiguo Testamento
en conexión con el amor de un superior por su súbdito, y nunca por el de una persona hacia Dios
(Jenni y Westermann, 1997, 227). En algunos casos se vincula el vocablo rakhamim al verbo
kamar (“estar agitado”) para expresar los sentimientos que surgen del corazón (Gn 43:30; 1 R
3:26; Os 11:8).
a) El verbo rakham aparece en el Antiguo Testamento en unos cincuenta contextos y
consistentemente significa mostrar u otorgar misericordia o compasión. El término se usa tanto
para Dios como para los seres humanos.
Cuando aparece en relación con Dios, rakham se refiere a la manera en que Dios derrama
su misericordia sobre su pueblo (Dt 13:18; Isa 30:18; Sal 102:13); a veces en respuesta a la
miseria de su pueblo (2 R 13:23), y en otras porque ésa es su voluntad (Ex 33:19) (Tenney y
Silva, 2009, 204). Una expresión de la misericordia de Yahvé es la restauración de Israel,
garantía de la renovación de la compasión divina. En estos casos rakham es usado de forma
similar a la que se usa el término hesed, concepto ligado a la alianza (cf. Is 14:1; Jr 12:15; 30:18;
31:10; 33:26; Ez 39:25; y también Is 49:10, 13; Os 2:1; Mi 7:19). Por otro lado, en ocasiones
6
En el lenguaje actual tendemos a referirnos al corazón como el centro de donde brotan los sentimientos, pero en la
cultura hebrea los sentimientos más profundos brotaban de las vísceras, de las entrañas, centro de nuestra energía
sexual, de nuestro afecto, de nuestra ira. Y de ahí es desde donde salen espontáneamente actos de compasión o de
perdón (Sal 106, 43; Dan 9, 9).
7
La última edición de la Biblia de Jerusalén (2009) utiliza diversos vocablos en su traducción, según los textos y los
contextos: compasión, ternura, bondad, amor, misericordia.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
13
Yahvé amenaza con retirar su compasión al pueblo que le ha dado la espalda (cf. Is 9:17; Jr
13:14) (Renn, 2005, 634).
En Os 1:6 el profeta relata que le puso el nombre de “No Misericordia” a la hija ilegítima
de Gomer, como denuncia simbólica contra los israelitas. Debido a sus pecados, a ellos se les
negará el acceso a la compasión de Yahvé. En Sal 116:5, se halla una afirmación de la
misericordia divina, y en Ha 3:2, una súplica a Dios para que recuerde su misericordia.
Cuando se relaciona con los seres humanos, esta emoción sentida físicamente es
consecuencia de lo que Dios permite o se expresa en un contexto de lazos familiares. Es la forma
en que naturalmente actúa una madre con “su niño de pecho” (Is 49:15), un padre con su hijo
querido (Jr 31:20) o un amante con su amada (Os 2:23). Cuando esos lazos no existen, como en
el caso de un conquistador que muestra compasión hacia el vencido, las Escrituras le atribuyen la
motivación a Dios, cuya acción tras bambalinas genera compasión en un individuo de otro modo
inmisericorde (Is 13:18; Jr 6:23: 2:17; 1 R 8:50; Jer 42:12) (Tenney y Silva, 2009, 204). El
rechazo de la gente a mostrar misericordia es registrado en Is 13:18; 49:15; Jr 6:23; 21:7; 50:42
(Renn, 2005, 634).
b) El sustantivo rakhamim aparece aproximadamente sesenta veces con el sentido de
misericordia, que incluye el aspecto de la compasión. En la mayoría de los casos se refiere a
Dios, y cuando se relaciona con personas ocurre en contextos en los que Yahvé toma la iniciativa
de proveerla o en los que le pide a su pueblo que la manifieste.
El término rakhamim indica aquella emoción de compasión, lástima o amor
características de las relaciones familiares antes mencionadas (Renn, 2005, 634). Es una cualidad
propia de Dios en virtud de la cual los rebeldes presentan sus súplicas (Dn 9:9) y que se extiende
a quienes son rescatados por Yahvé como uno de sus beneficios (Sal 103:4) (Tenney y Silva,
2009, 204). La misericordia le da a un pueblo de creyentes en la alianza esperanzas de mantener
una relación continuada con su Dios. Al creyente se le pide que practique esta cualidad en su
relación con los demás, en especial con aquellos que se encuentran en necesidad (Za 7:9-10).
Del mismo modo que con la forma verbal, rakhamim aparece en Sal 119:77 como súplica
a Yahvé para que muestre su misericordia; en Sal 40:11, como súplica para que ayude a derrotar
al enemigo; y Dt 13:17; Is 54:7; 63:7; Jr 42:12 muestran ocasiones en las que Dios otorga su
misericordia a su pueblo.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
14
Os 2:21: “Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en
derecho, en hesed y en rakhamim” muestra que rakhamim es una de las cualidades en las que
Yahvé fundamenta la renovación de su alianza con una Israel adúltera. 2 S 24:14; Ne 9:19, 27ss;
Sal 51:1; 119:156; Dn 9:18 muestran la grandeza de la misericordia divina para con su pueblo y
Lm 3:22 atestigua que la misericordia de Dios no se agota jamás. Detrás de estas
representaciones se encuentra el cuidado de Dios por los seres humanos en su mezquindad y en
su creaturalidad.
En un sentido negativo, Jr 15:5 muestra que Dios le retira su misericordia a su pueblo
(Renn, 2005, 635). Y, de forma llamativa, en Dt 7:2 y Jos 11:20, Dios le dice a Israel que actúe
sin misericordia contra las naciones que debe echar de la tierra que va a habitar.
Cuando hesed y rakhamim aparecen juntos (Sal 103:4; Za 7:9; cf. Dn 1:9), hesed siempre
precede a rakhamim aún cuando aparezcan distantes el uno del otro (Sal 51:3; Jr 16:5; Os 2:21;
Za 7:9), lo cual sugiere que rakhamim demuestra cómo se expresa la actitud de hesed (Jenni y
Westermann, 1997, 1230).
1.1.2. Hesed
El vocablo hebreo hesed constituye uno de los términos teológicos más significativos del
Antiguo Testamento, ligado a la alianza. Se aplica mayormente a Dios, pero también se utiliza
para describir una cualidad humana, así como para expresar el compromiso humano con la
alianza 8 . En algunas traducciones de la Biblia aparece como “misericordia”; la Biblia de
Jerusalén alterna “misericordia”, “amor”, “piedad” y “lealtad”.
Cuando se aplica a Yahvé, hesed es fundamentalmente una expresión de su lealtad, de su
devoción y fidelidad a las exigencias de la alianza. Un número significativo de textos vinculan el
concepto de hesed a la alianza, confirmando que cuando ese amor es manifestado por Yahvé la
respuesta divina surge del compromiso solemne para con su pueblo (Ex 15:13; Esd 9:9; Sal 98:3;
Is 54:8,10; 63:7). En Os 2:21, Yahvé promete renovar su desposorio en base a un vínculo que no
se romperá jamás. Una de las características de esta nueva relación será el hesed de Dios (Renn,
2005, 633).
La “misericordia por mil generaciones” se manifiesta de forma particular a quienes aman
a Dios y siguen sus mandamientos (Ex 20:6; Dt 5:10; 7:9,12; 1 R 8:3; Ne 1:5; Sal 25:10; Dn 9:4)
8
Esta acepción refleja la aceptación del trabajo de Nelson Glüeck, quien argumenta que hesed está conectado con la
terminología de la alianza (Ex 20:6; Jos 2:12-14; cf. Tenney y Silva, 2009, 204).
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
15
(Renn, 2005, 633). Ese amor inmutable es el que Dios muestra a Abraham en Gn 24:27 y a José
en Gn 39:21. 2 S 7:15 presenta la resolución divina de no retirar su hesed de David como con
Saúl; y en Sal 51:1, David suplica a Dios que no le retire su hesed. A Dios con frecuencia se le
alaba con estas palabras: “Porque es eterno su hesed” (cf. 1 Cro 16:34; Esd 3:11; Sal 100:5;
106:1; 107:1; 118:1ss; 136:1-26; Jr 33:11; Lm 3:22) (Renn, 2005, 633).
En Ex 33:19 la misericordia divina es presentada no como una obligación, sino como una
elección de Dios, en consonancia con su naturaleza, puesto que Él es “misericordioso y clemente,
tardo a la cólera y rico en amor (hesed) y fidelidad” (Ex 34:6) (Powell, 2011, 570).
Hesed se halla con mucha frecuencia en la literatura narrativa y en los libros sapienciales,
especialmente en los Salmos. Se encuentra 127 veces en los Salmos; 12 en 2 Samuel; 11 en
Génesis, 10 veces en Proverbios y 2 Crónicas, 4 en Éxodo y en 1 Samuel; 3 en Deuteronomio,
Josué, Miquea, Job, Rut y Esdras; 2 veces en Números, Jueces, Jonás, Lamentaciones, Ester,
Dan; y una vez en Joel y Zacarías. Está ausente de los documentos P9 y no es muy común en los
profetas. Sin embargo, es teológicamente fundamental en Oseas, Jeremías, y en el Deutero-Isaías
con un sentido diverso. En los Salmos usualmente describe la actitud de Dios (Jenni y
Westermann, 1997, 449).
Cuando hesed se usa para seres humanos implica una decisión consciente e indica
“compasión”, “bondad” o “misericordia”. En Jb 6:14 se usa para la humanidad en general,
mientras que en Gn 19:19 una vida –la de Lot– es salvada debido a la intervención misericordiosa
de unos ángeles. Hesed también se refiere a “amor” o “bondad” en las acciones nobles de Booz
para con Nohemí y Rut (Rt 2:20); y de forma semejante en la amistad cercana de David y Jonatán
(cf. 1 S 20:8ss; 2 S 9:1ss). En todas éstas hay un compromiso con la relación respectiva. Dios
también le ordena a su pueblo a que demuestre hesed hacia su prójimo (Za 7:9). El hesed que
Dios pide del ser humano es el amor que se traduce en una alegre sumisión a la voluntad de Dios
y en la caridad con el prójimo. Éste es el ideal de los Jasidim (1 M 2:42), recogido en los libros
de los Macabeos.
En el contexto de una promesa solemne entre dos o más personas, hesed indica la
“bondad” y la “lealtad” requerida de los implicados. Por ejemplo, en Gn 47:29, Jacob hace que
José jure enterrarle en Canaán y no en Egipto. A José se le pide que con ello muestre hesed hacia
9
Documento sacerdotal. De acuerdo con la hipótesis documentaria el Pentateuco está compuesto por documentos de
cuatro diferentes tradiciones, una de las cuales es la sacerdotal o P.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
16
su padre. De igual modo, en Jos 2:12, Rajab le suplica a los espías que la traten con la misma
“bondad” con que ella les ha tratado. Su acción misericordiosa al prevenir que las autoridades de
Jericó les descubrieran sustenta su solicitud por un acto similar de “bondad”. (Renn, 2005, 634).
También en Jr 2:2 se reconoce la “devoción” y la “lealtad” de Israel hacia Yahvé en los inicios de
su relación establecida en el Sinaí. Allí hesed se refiere a la respuesta afirmativa de Israel a los
compromisos adquiridos por la alianza.
Os 6:6 busca resaltar que hesed hacia Dios y hacia el pueblo han de estar ligados: “Porque
yo quiero amor (hesed), no sacrificio, conocimiento de Dios mejor que holocaustos”. En este
oráculo, Yahvé revela con fuerza emotiva su proceder contra la falsedad del culto y la hipocresía
de la conversión del pueblo. Israel no ha aprendido la lección, pues continúa favoreciendo el
culto exterior sin someterse a su Dios. Oseas no rechaza todo sacrificio (cf. 9:4), sino que
denuncia un culto vacío. Contrasta misericordia y culto, pero de aquel culto que excluye la
devoción humana; pues devoción y culto han de tener unas consecuencias éticas que vinculan al
otro (cf. Am 8:4-6) (Jenni y Westermann, 1997, 459). El profeta propone hesed como la respuesta
fiel del pueblo de la alianza para con su Dios (Brown, Fitzmyer y Murphy, 2004, 332-333),
anunciando un futuro pleno de justicia y respeto por el otro, en el que el pueblo conocerá y
escuchará a Yahvé, el compasivo y fuerza de vida. (Brueggemann, 2003, 216).
Concluyendo con esta parte, el término hesed tiene muchas capas de significación. De
acuerdo a Glüeck (cf. Jenni y Westermann, 1997, 451), hesed no se refiere a una bondad
espontánea y gratuita, sino a un modo de comportamiento que surge de una relación definida por
derechos y deberes (esposo-esposa, padre-hijo, gobernante-súbditos). Sin embargo, en los
escritos tardíos del Antiguo Testamento, este término evoluciona de un sentido del deber a una
emoción que vincula a la vida del otro. Al mismo tiempo, del receptor del hesed se espera una
disposición y unas actitudes que van más allá de lo obligatorio (Jenni y Westermann, 1997, 456).
Esta manifestación de bondad y compasión, tanto de Dios (Jr 3:13) como de los seres humanos
(Za 7:9), hace difícil de distinguir hesed de rakhamim (en Za 7:9 aparecen en paralelo). Pero, si
bien hesed tiene muchos paralelismos con rakham, se distingue en que hesed no es tan sólo
unilateral sino también mutuo, así que en algunas ocasiones (pocas) el ser humano expresa hesed
hacia Dios (Jenni y Westermann, 1997, 450).
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
17
1.1.3. Rekham
El equivalente arameo de rakham sólo aparece en Dn 2:18, donde se refiere a “la
misericordia del Dios del Cielo”. En este episodio, Daniel y sus tres compañeros imploran a Dios
que le dé el conocimiento a Daniel para interpretar el sueño del rey, y así escapar de la muerte
(Renn, 2005, 635).
1.1.4. Khanan
Otro término ligado a la misericordia se encuentra en el verbo hebreo khanan, “que se
apiade, que muestre su favor y su misericordia” (Sal 57:1; 123:2-3). El concepto que está en la
raíz es el de “favor, gracia, aprobación” (hen), utilizado en la expresión “hallar favor a los ojos
de” (Gn 6:8), que si bien se refiere a la condición del que suplica (Jb 19:21), el énfasis está en el
éxito alcanzado por el necesitado. Esta respuesta no se limita a Dios, evidenciado por textos que
exhortan a mostrar khanan a los pobres, los huérfanos y viudas (Sal 37:21, 26; 112:5; Pr 14:21,
31; 19:17; 28:8, todos en el contexto sapiencial). En Dt 7:2 prevalece el sentido de lástima; a los
israelitas se les instruye así: “No harás alianzas con ellas, ni les tendrás compasión”.
1.1.5. Hasid
La palabra hasid aparece en unos treinta contextos, con el sentido principal de santo o
sagrado. Sin embargo, en tres ocasiones remite a la misericordia de Yahvé (cf. 2 S 22:6; Sal
18:25; Jr 3:12) (Renn, 2005, 635).
1.1.6. Otros términos hebreos
Otros términos hebreos que expresan la idea de misericordia o compasión son los verbos
hus y hamal (Jr 13:14, donde ambos verbos aparecen con rakham). También el vocablo hemlah,
un sustantivo que aparece sólo dos veces, en ambas refiriéndose a la misericordia de Dios. En Gn
19:16, esta misericordia se extiende a Lot, rescatado de Sodoma por dos ángeles (hesed aparece
en 19:19). Is 63:9 habla de Yahvé que rescata a su pueblo de antaño por su amor y compasión.
1.1.7. En Zacarías 7:9-10
En el libro de Zacarías, el autor imagina un mundo deshecho y rehecho por Yahvé, un
mundo que responde a las exigencias éticas de la fe y en el que se restablece la voluntad y el
poder divinos (Brueggemann, 2003, 256). La primera mitad de este libro post-exílico (1-8) resalta
la importancia de la reconstrucción del Templo y de la acción de Dios en la historia. La tercera
parte de ese segmento (7,1-8,23) reúne una serie de oráculos acerca de prácticas religiosas,
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
18
preguntas éticas, la búsqueda de la voluntad divina cuando la realidad no coincide con lo
profetizado, la conciencia histórica del pueblo y el rol del profeta como portador de esperanza.
En medio del desconcierto de la restauración los representantes del pueblo se acercan a
los sacerdotes y a los profetas con una pregunta sobre el culto (Za 7:2-3). Yahvé responde de
forma inmediata, apasionada y profética denunciando las motivaciones de estos representantes e
indicando el comportamiento justo (Za 7:9-10) (Brown, Fitzmyer y Murphy, 2004, 548). “Así
dice Yahvé Sebaot: Celebrad juicios justos, practicad entre vosotros hesed y rakhamim. No
oprimáis a la viuda, al huérfano, al forastero o al pobre; no maquinéis malas acciones entre
vosotros.”
Este texto presenta ambos vocablos, hesed y rakhamim, de forma paralela y casi
sinónima. Rakhamim caracteriza el modo en que se irradia la actitud de hesed. Para Zacarías el
interés por el culto y el Templo no excluye la dimensión ética; han de nutrirse el uno del otro. Por
eso en este texto, Dios ordena a su pueblo a ser misericordiosos con sus semejantes. La condición
de indigencia en que estos se encuentran no escapa a la mirada de Dios y de ahí es de donde
surge la misericordia.
1.2. Vocablos y conceptos en el texto griego
1.2.1. Eleos, eleeo y eleemon
a) Eleos (ἔλεος) es el vocablo griego más común para expresar “misericordia”, utilizado
para traducir las palabras hebreas rakham, khanan y hesed, con más frecuencia esta última
(Powell, 2011, 624-625). Su sentido es semejante al de hesed pero no expresa una situación
jurídica sino psicológica, “una profunda conmoción de ánimo, que se traduce en gestos de
compasión, bondad y piedad (Rossano, Ravasi y Girlanda, 1990, 1217). Se usa tanto para Dios
como para seres humanos y aparece en unos treinta contextos bíblicos.
En lo que respecta a la misericordia humana, Dios desea que su pueblo manifieste esta
cualidad. En Mt 23:23 Jesús condena a los escribas y fariseos por no mostrar “la justicia, la
misericordia y la fe” en su relación con los demás, y en St 2:13 a “quien no tuvo misericordia”
(Renn, 2005, 636).
En relación a Dios, en el texto lucano la misericordia es dada “a los que le temen” (Lc
1:50, 54; 1:72, 78) en el sentido de hesed ligado a rakhamim. Mientras que en las Epístolas eleos
se asemeja a “gracia”, pero se diferencia de ésta en que la primera es el amor divino expresado a
su pueblo en su miseria y la segunda es ese amor gratuito expresado a un pueblo pecador (Tenney
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
19
y Silva, 2009, 206). Son “objetos de misericordia” (Rm 9:23) quienes han sido destinados a
recibir su gracia y su misericordia, lo cual incluye a los gentiles (Rm 11:31; 15:9). En numerosos
textos se invoca la misericordia divina (Ga 6:16; 1 Tm 1:2; 2 Tm 1:2, 16; Judas 2; Tt 1:4; Hb
4:16; 2 Jn 3) y en otros se alaba como atributo de Dios (Ef 2:4; Tt 3:5; St 3:17; 1 P 1:3; Judas 21)
(Renn, 2005, 636). Finalmente, la misericordia es don indispensable para presentarse ante el
Señor en el último día (2 Tm 1:18).
Eleos sugiere bendiciones y compasión gratuita tanto como indulgencia, perdón, bondad,
fortaleza y aún salvación y generosidad. Es a lo que Jesús invita en Lc 10:37, donde cuenta la
parábola del buen samaritano para explicitar lo que actuar con misericordia puede significar. En
otra parábola, sugiere que Dios podría retener su misericordia de aquellos que no hayan sido
misericordiosos (Mt 18:23-25). La misericordia también juega un papel importante en la forma
en que Jesús interpreta la ley desde la ética, pues prioriza la misericordia de manera que
preocupaciones legítimas pasan a un segundo plano. En el evangelio de Mateo, Jesús cita Os 6:6
en dos ocasiones, para indicar que Dios prefiere la misericordia por encima de los sacrificios (Mt
9:13; 12:7).
b) Eleeo (ἐλέησον) es el verbo de eleos y aparece unas treinta veces en la Escritura, con el
sentido de “tener misericordia” o “mostrar misericordia”, acompañada por el sentido de
“compasión” y “piedad”. Es el verbo usado para traducir el vocablo hebreo khanan, aunque en
los profetas usualmente traduce rakham (Os 1:6) (Tenney y Silva, 2009, 205). La práctica de
“ejercer misericordia” aparece en Rm 12:8. La obligación de mostrarse compasivo es presentada
en la parábola del sirviente ingrato, quien fue objeto de misericordia por parte de su rey
cancelándole su deuda, pero que no se compadeció de su compañero que le debía muy poco (Mt
18:33).
En el resto de los casos en que se usa eleeo es en contextos en los que Dios o su Hijo son
la fuente de la misericordia. En numerosas ocasiones ciegos y leprosos le suplican misericordia a
Jesús (Mt 9:27; 20:30ss; Mc 10:47-48; Lc 17:13; 18:38-39); y otros suplican por sus hijos (Mt
15:22; 17:15). Entre los que reciben su misericordia también se encuentran el geraseno (Mc 5:19)
y el apóstol Pablo (1 Tm 1:13,16). Otros textos hablan de la soberana misericordia divina (Rm
11:30ss; 1 Co 7:25; 2 Co 4:1; Flp 2:27; 1 P 2:10) (Renn, 2005, 635) que inspira los ministerios en
la comunidad (2 Co 4:1) y permite que un pecador se convierta (1 Co 7:25) (Tenney y Silva,
2009, 205).
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
20
c) Eleemon (ἐλεήμων) es una forma adjetival de eleeo y eleos, que aparece sólo dos veces
en las Escrituras. En Mt 5:7 se refiere a la condición de bienaventurados de los
“misericordiosos”, quienes a su vez recibirán la misericordia divina. En Hb 2:17 se refiere al Hijo
de Dios como nuestro “sumo sacerdote misericordioso y fiel” (Renn, 2005, 635).
1.2.2. Oikteiro, oiktirmos y oiktirmon
a) Oikteiro (οἰκτίρω) es un verbo sinónimo de eleeo que significa “tener compasión o
piedad de alguien”. Es usado en Rm 9:15 para referirse a la voluntad divina hacia su pueblo:
“Seré misericordioso con quien lo sea”, que hace referencia a Ex 3:19.
b) Oiktirmos es el sustantivo derivado de oikteiro y traducido como “misericordia” o
“compasión” en los cinco contextos en que aparece; está relacionado al vocablo hebreo rakhamim
y también a splánjna o las “entrañas” de donde surgen los afectos (Renn, 2005, 636). Se refiere a
las “misericordias” de Dios (Rm 12:1; 2 Cor 1:3) y a la “entrañable misericordia” de Cristo (Flp
2:1). En Col 3:12 se pide al creyente que viva las cualidades de Cristo, una de las cuales es las
“entrañas de misericordia” (σπλάγχνα οἰκτιρμοῦ). Y en Hb 10:28 se comenta del uso de la pena
capital “sin compasión” contra quienes no cumplieran con la ley.
c) Oiktirmon es la forma adjetival de oikteiro y oiktirmos. Aparece sólo en tres lugares.
En Lc 6:36 se invita a ser misericordiosos como Dios es misericordioso; y St 5:11 declara que “el
Señor es compasivo y misericordioso”, en referencia a Sal 103:8 (Renn, 2005, 636).
1.2.3. Splánjna y splanchnízomai
En menor grado en el Nuevo Testamento se usa el vocablo splánjna (σπλάγχνα), el cual
equivale a rehamîm. Tal como la raíz hebrea, se refiere al lugar –las vísceras– de donde brotan las
pasiones instintivas, los sentimientos de amor, cariño simpatía, benignidad y misericordia
(Coenen, Beyreuther y Bietenhard, 1990, 104).
El verbo splanchnízomai (ἐσπλαγχνίσθη) designa el comportamiento de Jesús y el modo
de obrar de los protagonistas de tres de sus parábolas. Es usado en numerosas ocasiones para
expresar el sentir y actuar de Jesús que se conmueve ante la desgracia humana: ante la súplica del
leproso (Mc 6:4), al ver a la muchedumbre fatigada y decaída (Mt 9:36), ante los dos ciegos que
le ruegan (Mt 20:34), al contemplar a la viuda de Naín (Lc 7:13). También es utilizado en
parábolas para expresar un sentimiento muy fuerte de compasión o de amor que cambia
totalmente la situación: del rey ante el siervo que suplica (Mt 18:27) y del padre ante el hijo
pródigo (Lc 15:20). En ambos textos expresa la ilimitada misericordia de Dios. Mientras que en
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
21
el encuentro del samaritano con el hombre que halla en el camino (Lc 10:33) el verbo
splanchnízomai supone una actitud existencial que está dispuesta a ayudar al otro poniendo todos
los medios necesarios para ellos: tiempo, esfuerzos, la misma vida.
1.2.4. Otros términos griegos
a) Hilaskomai se encuentra en dos lugares. En Lc 18:13 se traduce como “ten compasión
de mí, que soy pecador” y en Hb 2:18 como “hacer expiación”.
b) Hileos es un adjetivo que aparece en dos ocasiones. En Hb 8:12, el Dios compasivo
declara que “me apiadaré” y me olvidaré de los pecados de mi pueblo (Renn, 2005, 636).
1.2.5. En Lucas 10:25-37
En el evangelio de Lucas, el largo viaje a Jerusalén de Jesús y sus discípulos (9:51-19:27)
presenta una serie de encuentros, sanaciones, instrucciones y parábolas que van educando a la
comunidad naciente. Lc 10:25-37 contiene una controversia entre Jesús y un legista, y la
validación de la respuesta del legista por parte de Jesús, además de una parábola –o más bien una
historia ejemplarizante—y la exegesis de ésta en boca de Jesús.
La controversia surge en el contexto de la pregunta por la vida eterna, tema debatido en el
Judaísmo del primer siglo (Míguez, 2003, 67) y que remite al sentido último de la vida. El legista
responde uniendo Dt 6:4-9 y Lv 19:18, y Jesús reitera que tendrán vida en plenitud aquellos que
“hacen” vida el amor por Dios, por el prójimo y por sí mismos (10:27-28). Sin embargo, el
legista, proveniente de un orden social lleno de reglas y delimitaciones (Tenney y Silva, 2009,
450) e incapaz de captar el espíritu de Lv 19:18, reta a Jesús a que defina los límites del ser
prójimo (10:29). Y es en este contexto en que Jesús rompe barreras respecto a quién es el prójimo
y cómo estamos llamados a vivir la misericordia desde el Reino.
Jesús no responde a la pregunta con una definición legal sino con una historia retadora
(10:30-35). El hombre herido no es definido por nombre, raza, edad, credo o nación, sólo por lo
que le acontece (Keck et al., 1995, 227); puede ser cualquier víctima inocente de la violencia.
Tras conocer la situación, la audiencia espera que alguien atienda al herido. Pero, el sacerdote y
el levita pasan de largo sin parar (10:31-32); no se da ninguna razón para ello, pero tampoco es
que exista justificación para ser indiferente ante un ser humano necesitado (Keck et al., 1995,
229).
El tercero que pasa sí hace algo, pero no es quien la audiencia esperaba. Al colocar a un
samaritano como héroe de la historia, Jesús cuestiona el prejuicio que les ve como impuros,
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
22
cismáticos y mestizos, y causa escándalo10. Basta ya de la discriminación por causa de la raza, la
procedencia o la religión, pues el hombre dejado a la orilla del camino no discrimina; quienquiera
que tenga misericordia de él y pare a ayudarle será su “prójimo” (Dunn, 2009, 665). El
samaritano se conmovió en sus entrañas (splanchnízomai). Luego “se acercó”, “vendó”, “vertió”,
“montó”, “llevó”, “cuidó” y mostró que sus bienes no son sus dioses pues pone su aceite, su vino,
su dinero y su animal de carga al servicio del hombre herido.
El legista evita usar la palabra samaritano en su respuesta (10, 36-37), pero en un giro
interesante define “prójimo” como “el que practicó la misericordia” (eleos). Lc 10:37 presenta
uno de los pocos textos bíblicos en que la palabra “misericordia” es usada para expresar una
cualidad o un compromiso humano11. Al final, tanto el herido como el samaritano son prójimos.
Y el que muestra misericordia será heredero en el reino, pero Jesús no le promete recompensa
pues su ser prójimo trasciende todo cálculo.
De este texto se pueden extraer varias lecciones que ayuden ahondar en el sentido de la
misericordia:
a) La vida eterna, el sentido último de la existencia, está ligada al reconocimiento del otro
e implica responder con misericordia al necesitado, expresar amor de forma concreta y compartir
los bienes.
b) El culto verdadero requiere atención misericordiosa al ser humano, en particular al
necesitado. El sacerdote y el levita parece que priorizan la pureza cultual, pero Jesús apunta en
otra dirección.
c) Jesús evita dar una definición o una sentencia, pues actuar como prójimo no es un
asunto de definición teórica sino de cómo comportarse ante el necesitado. Con la parábola Jesús
sugiere que quien pregunte por la definición de “prójimo” debe colocarse en el lugar de quien ha
sido apaleado, despojado de sus cosas y dejado medio muerto. La vida cotidiana y la misericordia
revelarán quiénes han de ser los prójimos.
10
Al inicio de su viaje a Jerusalén, Jesús, un judío, le enseña a sus discípulos, incluyendo a los setenta que envió a
Samaria, que un samaritano mestizo e impuro ha hecho la voluntad de Dios contenida en la Torá, amar a su enemigo
(Lv 19:18), y que el samaritano heredará la vida eterna, el don prometido al pueblo de la alianza (Lv 18:5), pero que
el sacerdote y el levita no han hecho “lo que estaba escrito en la ley” (Lc 10:26). Ciertamente, Jesús va camino a la
cruz (Lc 9:22, 43-45) (cf. Dunn, 2009, 665).
11
Algunos ejemplos: la llamada del profeta para que el pueblo de Dios muestre bondad y misericordia unos para con
los otros (Za 7:9); Jesús invita a ser misericordiosos (Mt 5:7; Lc 6:36) y renueva la llamada de Os 6:6 a la
misericordia (Mt 9:13; 12:7).
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
23
d) “Prójimo” y “misericordia” van íntimamente ligados: Ser prójimo y actuar como tal es
una decisión voluntaria y responsable que establece una conexión en la que el herido y el
samaritano se vuelven compañeros de camino. La projimidad 12 no existe antes de la acción
misericordiosa; surge de la relación.
e) Amor a Dios y amor al prójimo se implican y se necesitan mutuamente. Amar a Dios
sin amar al prójimo, o con una definición abstracta de Dios o del prójimo, se convierte en un
ejercicio teórico que niega al otro y al Otro. Pero, sin referencia a Dios, el amor al prójimo corre
el peligro de perderse en asistencialismo y de negar la alteridad del sujeto. Y, si la definición de
Dios es estrecha y exclusivista, entonces la pregunta por el prójimo es estrecha y exclusivista, y
viceversa.
1.2.6. En Lucas 15:11-32
En los episodios que preceden a Lc 15 Jesús va de camino hacia Jerusalén acompañado de
una gran cantidad de gente, mientras que va exponiendo una serie de condiciones para ser su
discípulo. Está rodeado de los indeseables de la sociedad —publicanos y pecadores—, que se
acercan para escucharle, y también por los considerados en más alta estima —los fariseos y los
doctores de la ley—, quienes critican su cercanía a los indeseables y que se siente a comer con
ellos.
Jesús sale al paso de estas críticas a través de tres parábolas que forman una unidad (15:132), por el énfasis que hacen en la misericordia y en el gozo por haber encontrado lo perdido. En
ellas Jesús transmite la misma idea que expresa sobre su misión en Lc 19:10, “El Hijo del hombre
ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.” En la primera el pastor celebra el gozo de
encontrar su oveja perdida, en la segunda la mujer se regocija con la dracma perdida y en la
tercera el padre sale al encuentro del hijo perdido. En estas parábolas se legitima el
comportamiento de Jesús con los pecadores, demostrando que con su actitud de acogida se
cumple la voluntad salvífica de Dios, mientras que se critica a los fariseos y los doctores de la ley
por ir en contra del plan de Dios. Si Jesús acoge a los publicanos y pecadores y hasta come con
ellos es porque Dios mismo los acepta y los quiere (Fitzmyer, 1987, 675); ellos son los
verdaderos extraviados.
La tercera parábola es comúnmente conocida como “La parábola del hijo pródigo”
(15:11-32), pero Fitzmyer prefiere el título conferido por Joachim Jeremias, el cual entiende que
12
Término acuñado por Olegario González de Cardedal (1997) para referirse a la cualidad de prójimo.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
24
se acerca más al sentido de la narración: “La parábola del amor del padre” (Fitzmyer, 1987, 672).
De modo que el padre es el verdadero personaje central. La parábola presenta al padre como
símbolo del amor propio de Dios: una misericordia incondicional, abierta, ilimitada, que no sólo
se vuelca sobre el pecador arrepentido –el hijo menor–, sino que también sobre el crítico
intransigente – el hijo mayor–, que se obstina en su incomprensión. Y al mismo tiempo, la
parábola ofrece una representación del mensaje de Jesús, y del Reino que predica (Fitzmyer,
1987, 672).
Este relato abre con el hijo menor solicitando su parte de la herencia y alejándose de la
casa paterna (15:13), con lo cual expresa su rechazo a ser hijo de su padre y su pretensión de ser
dueño de sí mismo, como hacen Adán y Eva en Gn 1. Debido a sus propias acciones su situación
se vuelve tan crítica que tiene que aceptar un trabajo vergonzoso para un judío: criar cerdos, un
animal que es considerado impuro (15:15-16).
El hijo menor recapacita y expresa en un monólogo el inicio de su arrepentimiento y el
deseo de regresar a la casa paterna (15:17-19). No más verle en la distancia (15:20), el padre le
reconoce. Se le conmueven las entrañas (σπλαγχνίζομαι, splanchnízomai), sale corriendo a su
encuentro, toma la iniciativa del perdón y muestra su cariño. Lo único que cuenta es el amor. Al
encontrarse con su hijo, el padre “se echó a su cuello y le besó efusivamente” (15:20). Éste no es
el beso convencional de bienvenida sino la manifestación afectuosa del perdón paterno.
El hijo confiesa su pecado (15:21), pero antes de que pueda hacer su petición el padre le
interrumpe y le llena con otros signos de perdón: la entrega del traje ceremonial, el anillo
familiar, el calzado de las personas libres. Y con la carne se marca el carácter extraordinario de la
ocasión, pues no era un alimento común en ese contexto cultural. El sacrificio de un ternero, y
más aún de uno cebado, es signo de fiesta excepcional, de la satisfacción del padre por haber
recuperado a su hijo sano y salvo.
Cuando el hijo mayor regresa, se da cuenta de que hay fiesta y se entera de lo que ha
pasado, se queda afuera irritado y sin comprender la actuación del padre ante el pecado del hijo
menor (15:28). “Para el hijo mayor el pecado es la violación de una estructura exterior, la
desobediencia de un precepto, es decir una “transgresión”, que se manifiesta visiblemente”
(Sabourin, 2000, 296). Para el padre, sin embargo, el pecado era la autosuficiencia que rechaza la
filiación; y el hijo ha retornado. Igual que con el hijo menor, el padre sale al encuentro del hijo
mayor. No desmiente a su hijo ni le reprocha, se enfoca en los vínculos afectivos: “Hijo, tú
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
25
siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo” (15:31). Luego corrige las palabras del hijo mayor
cambiando “ese hijo tuyo” por “este hermano tuyo” (15:30.32), recuperando el sentido auténtico.
Esta parábola del amor del padre revela cómo el padre de familia, Dios, ama al pecador
cuando aún es pecador, le da la posibilidad de arrepentirse y toma la iniciativa del perdón. Esta
iniciativa y perdón de Dios resultan ser un desafío a la falta de gratuidad humana, manifestada no
sólo en la postura del hijo mayor sino también en la convicción del hijo menor: “ya no merezco
ser llamado hijo tuyo” (15:21). Este amor divino incluso en la situación de pecado permite al hijo
menor descubrir el amor paterno y lo que es ser hijo. Es lo que realmente hace posible la
conversión (Fitzmyer, 1987, 676).
En la parábola del amor del padre, Jesús revela a un Dios que acoge a todos de manera
incondicional, tanto a quien se ha ido lejos de la casa del padre con su conducta como al crítico
intransigente que se sitúa fuera del círculo familiar. El padre actúa con misericordia y toma la
iniciativa del perdón puesto que se le conmueven las entrañas ante la condición del pecador. Ese
amor gratuito que posibilita la conversión del pecador, el retorno a casa, desafía los esquemas
humanos y los cortos sentidos de magnanimidad. Por encima del pecado está el amor del padre, y
Jesús es quien revela ese Dios misericordioso.
1.3.Síntesis del capítulo 1
Las Escrituras utilizan una rica variedad de vocablos e imágenes para expresar el
concepto “misericordia”. Estos términos contienen varias capas de significación que
evolucionaron a lo largo del desarrollo de los textos. El concepto “misericordia” aparece cientos
de veces en las Escrituras. En la mayoría de los casos se aplica a Yahvé o a lo que éste provoca
que el rey haga. Cuando se refiere a personas a menudo expresa cómo el enemigo o el pueblo de
dura cerviz actúan sin misericordia. Pero, hay ocasiones (pocas) en las que se refiere a personas.
Los vocablos de la raíz rhm expresan una misericordia que surge de las entrañas, una
emoción sentida físicamente propia de las relaciones familiares. Remiten a un Dios que cuida de
los seres humanos en su mezquindad y en su creaturalidad.
El vocablo hebreo hesed evoluciona: de estar ligado al deber y al compromiso con la
alianza a un concepto emocional que re-liga a la vida del otro. Del receptor de hesed se espera
que actúe con una actitud similar a la del emisor, con una disposición que va más allá del deber.
Esta acepción de hesed hace difícil distinguirle de rakhamim (de la raíz rhm). Pero, si bien hay
muchas similitudes, hesed no es sólo unidireccional sino también de dos vías; además, en algunas
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
26
ocasiones las personas muestran hesed hacia Dios. Mientras tanto, su uso en paralelo, en varios
textos, sugiere que rakhamim evidencia la actitud de hesed.
Para los Profetas el culto y la ética están íntimamente ligados; la misericordia hacia Dios
y la misericordia entre los seres humanos van de la mano. Y eso es lo que Yahvé urge a su pueblo
a vivir en Za 7:9, a expresar por medio de actos la misericordia de la que han sido objeto a lo
largo de su historia: don recibido, don compartido.
El vocablo griego éleos designa el hecho de enternecerse o conmoverse; oiktirmós señala
la exteriorización de la compasión ante el infortunio del otro; y splánjna se refiere al lugar donde
se experimenta este sentimiento. Estos sustantivos y sus variaciones tienen como trasfondo los
conceptos hebreos, en especial rehamîm y hesed. El verbo splanchnízomai usado en los
evangelios expresa el sentir y actuar de un Jesús que se conmueve ante la desgracia humana y
actúa en favor de la vida. Con el buen samaritano, invita a actuar de igual modo.
Algunas definiciones del término eleos enfatizan el sentido jurídico de su precedente
hebreo hesed. Sin embargo, es tal en cuanto se viva en conexión íntima a rakhamim. La
misericordia es respuesta emotiva que dispone a ayudar al otro. Esta disposición, aunque sentida
en el interior, se manifiesta externamente por medio de acciones. La persona que responde a Dios
se ve a sí misma como receptora de misericordia; por lo tanto, a su vez, derrama misericordia
sobre los demás.
El uso actual de la palabra misericordia la asemeja a la compasión, en el sentido de
voluntad para perdonar al ofensor y disposición para auxiliar al necesitado. La misericordia tiene
una fuerte carga emocional, usualmente identificada con la lástima, la compasión o el amor, pero
conlleva la demostración práctica de esa bondad en respuesta a la condición o las necesidades de
quien es objeto de la misericordia. Es tanto un atributo de Dios como una virtud que se
recomienda al ser humano.
Como enseña Jesús con sus palabras y actos, el culto verdadero requiere atención
misericordiosa al ser humano, y, en particular, al necesitado. “Prójimo” y “misericordia” van
íntimamente ligados. La projimidad no existe antes de la acción misericordiosa; surge de la
relación. Por ende, amor a Dios y amor al prójimo van unidos y se necesitan mutuamente.
Jesús revela a un Dios que acoge a todos de manera incondicional, tanto al que le da la
espalda a Dios con su conducta como el que, resentido, critica su actuación y olvida su condición
filial. Revela a un Dios que, conmovido en las entrañas por la situación del pecador, actúa con
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
27
misericordia y toma la iniciativa del perdón. Ese amor gratuito posibilita la conversión del
pecador. Esto desafía los esquemas humanos y los cortos sentidos de magnanimidad. Por encima
del pecado está el amor del Dios misericordioso que se ha manifestado en Jesús.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
28
2. LA MISERICORDIA EN LIBROS DE VARIOS AUTORES CONTEMPORÁNEOS
2.1. En La entraña del cristianismo
En este libro Olegario González de Cardedal intenta mostrar la esencia más íntima,
personal, humana y entrañable del cristianismo, contemplándolo desde lo histórico teológico, lo
comunitario institucional y lo subjetivo personal, acercando al lector a la Buena Nueva de la
Encarnación. En el camino toca numerosos temas bíblicos, cristológicos y eclesiológicos.
La forma en que González de Cardedal concibe la misericordia está relacionada con cómo
concibe la relación de Dios con los seres humanos. Para él lo primero en Dios es la ternura; la
misericordia viene después, lo cual se evidencia en las siguientes palabras en las que habla de
Dios: “Él mira en primer lugar a nuestro ser de hijos salido de sus entrañas y fruto de su amor; en
segundo lugar se compadece de nuestra pobreza y tiene misericordia de nuestra debilidad; en
tercer lugar nos ofrece perdón de nuestros pecados. Éste es el orden en que hay que pensar de
Dios: ternura, misericordia y compasión, perdón” (González de Cardedal, 1997, 48).
Para profundizar en la misericordia de Dios, González de Cardedal remite a Santa Teresa
de Lisieux, quien marca un hito en la historia de la espiritualidad, pues en el marco de una
Europa jansenista y racionalista señala que lo esencial de la Biblia es el Dios que es amor
misericordioso. Esta mujer sin mayor instrucción teológica invierte los énfasis de su época
trocando: la exigencia que Dios presenta por la gracia que brinda, la justicia humana por su
misericordia, la búsqueda humana de perfección por su santificación (González de Cardedal,
1997, 56).
En el escrito “Acto de ofrenda al amor misericordioso” de Santa Teresa de Lisieux se
puede encontrar una síntesis de estas mismas ideas:
En la tarde de la vida, apareceré en tu presencia con las manos vacías, porque no os pido,
Señor, que contéis mis obras. Todas nuestras justicias son manchas ante vuestros ojos. Yo
quiero revestirme de vuestra propia justicia, y recibir de vuestro Amor la posesión eterna
de Vos mismo.” “A fin de vivir en un acto de Amor perfecto, yo me ofrezco como víctima
de holocausto a vuestro amor misericordioso, suplicándoos que me consumáis sin cesar,
dejando desbordar en mi alma, las olas de ternura infinita que estén encerradas en Vos y
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
29
que llegue así a ser Mártir de vuestro Amor, ¡oh Dios mío! 13 (Teresa de Lisieux,
1898/1997, 318-320).
En este acto de ofrenda Teresa de Lisieux aborda, entre otros: la gratuidad divina que
Teresa reconoce en un Dios que no “cuenta las obras”, la magnanimidad de un Dios que es capaz
de darse a sí mismo en auto-donación, y la ternura que se halla en Dios.
Un tercer elemento que González de Cardedal resalta es la relación entre la forma de
actuar de Jesús y los vocablos griegos splanchna y splachnikso, que se pueden traducir como
entrañas, y por contexto se refieren a ternura, misericordia, compasión, conmoción de las
entrañas, compadecerse.
A Jesús se le conmueven las entrañas a compasión ante un enfermo, ante la madre que ha
perdido a un hijo o ante los dos ciegos de Jericó: “Ellos le dijeron: “Señor que se abran nuestros
ojos”. Jesús conmovido en sus entrañas (σπλαγχνισθεὶς), tocó sus ojos, y al instante recobraron la
vista y seguían en pos de él.” (Mt 20:34). En estos casos, los necesitados le piden a Jesús y él
responde, pero en otras ocasiones no le han interpelado, como en el caso de la viuda de Naím que
ha perdido a su hijo: “Viéndola el Señor se conmovió en sus entrañas (ἐσπλαγχνίσθη),
compadeciéndose de ella, y le dijo: No llores” (Lc 7:13) (González de Cardedal, 1997, 61). De
modo que los signos que Jesús realiza son frutos de la misericordia.
Pero no es sólo la enfermedad o la muerte lo que remueve las entrañas de Jesús,
incitándole a la ayuda y a la curación. Es también la situación de cada hombre en soledad, de la
muchedumbre en desamparo, de la masa sin norte ni guía. Ante la indigencia de la multitud Jesús
responde con el anuncio de la misión apostólica: “Al ver tanta gente, sintió compasión
(ἐσπλαγχνίσθη) de ellos porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de
la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9:36-37) (González de Cardedal, 1997, 63).
A este respecto comenta González de Cardedal (1997, 366):
Esos signos – portentos – potencias no eran propuestos por Jesús con voluntad de
ostentación y de poder o como medios para conquistar prestigio o de hacer proselitismo,
sino como manifestación de la misericordia del Padre, de su compasión por el dolor y
carencias de los hombres, a la vez que como invitación a la conversión, y finalmente
como llamada de atención para posar la mirada en el que era su mensajero: Jesús.
13
Los subrayados son de la autora del texto.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
30
Esta praxis de Jesús va de la mano con su predicación. Y de acuerdo a González de
Cardedal: “La entraña de la predicación de Jesús era que el mundo estaba ante un acontecimiento
decisivo: una oferta de gracia, del perdón y de la misericordia de Dios invitando a los hombres a
un cambio radical o conversión” (González de Cardedal, 1997, 365). Este mensaje se halla de
manera particular en las parábolas del hijo pródigo y la del buen samaritano, puesto que
condensan el amor misericordioso de Dios manifestado en las acciones de Jesús.
En la parábola del hijo pródigo, cuando el Padre ve a su hijo que regresa se le remueven
las entrañas, la ternura se convierte en acogimiento gozoso y la alegría en perdón reconstructor:
“Estando él todavía lejos, lo vio su padre y se conmovió (se enternecieron sus entrañas,
ἐσπλαγχνίσθη), corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.” (Lc 15:20). Esta parábola va
más allá de la justicia que solicita el hermano mayor. Lo primero para el padre es la presencia, la
reintegración al hogar; lo demás vendrá después. “La parábola es una defensa de la actuación de
Jesús con los pecadores, hecha desde una definición de lo que es la hesed, el amor y la
misericordia de Dios. Si Dios tiene esas entrañas, Jesús tiene que reflejarlas así al mundo. Las
entrañas del Hijo son las entrañas del Padre, porque de lo contrario no sería el Hijo” (González de
Cardedal, 1997, 63). De esta parábola, González de Cardedal resalta que Jesús revela cómo es
Dios en su misericordia, cómo actúa él y qué están llamados a vivir sus seguidores.
En la parábola del buen samaritano, González de Cardedal identifica al samaritano con
Jesús mismo y resalta la forma en que éste mira al hombre que se encuentra a la orilla del
camino. “Todos los que han pasado delante del caído en manos de los ladrones le han visto con
los ojos del cuerpo. Sólo el samaritano se ha dejado conmover en sus entrañas y le ha ayudado
eficazmente. El levita y el sacerdote pasaron adelante” (González de Cardedal, 1997, 63). El autor
de La entraña del cristianismo comprende esta parábola como una auto-declaración de Jesús: él
es el verdadero samaritano, que viene de otra tierra, se acerca a los seres humanos caídos, cura
sus heridas y vela por su salud.
De esta manera, González vincula projimidad y encarnación. “Él es el prójimo absoluto
del hombre, el que siendo el más lejano se ha hecho el más cercano. Jesús es lo que es, porque en
él actúa Dios y él refleja el ser y el comportamiento de Dios con el mundo. La aproximación
absoluta de Dios al hombre (encarnación) nos ha hecho posible a los humanos descubrir la
projimidad y asumir sus consecuencias” (González de Cardedal, 1997, 64). Haciéndose cercano
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
31
en Jesús, Dios enseña al ser humano a ser prójimo misericordioso hasta las últimas
consecuencias.
Una última parábola que examina el autor en relación a la misericordia es la Parábola del
siervo sin entrañas (Mt 18:23-35). En un primer momento el rey busca ajustar cuentas y el siervo
suplica paciencia; “movido a compasión (σπλαγχνισθεὶς) el señor de aquel siervo, le dejó ir y le
perdonó la deuda.” (Mt 18:27). Pero, al encontrarse el siervo en una situación similar actúa sin
misericordia contra quien le adeudaba. Por un lado, esta parábola propone, según González de
Cardedal, que la misericordia es cualificación y exigencia para que sus seguidores puedan
ejercerla. La misericordia divina precede a la de los hombres para que puedan practicarla con los
demás. Y, por otro lado, la compasión y el perdón que Dios ejerce con el hombre, tiene él que
prolongarlos y recrearlos con su prójimo, hasta el punto de que no es posible contar con el perdón
de Dios si no se ofrece ese perdón al hermano. “El don de Dios funda y exige la misericordia
interhumana” (González de Cardedal, 1997, 65).
Un último aspecto de la misericordia que aparece en La entraña del cristianismo es la
experiencia que viven quienes siguen a Jesús. La misericordia de Dios se hace presente con
Cristo Jesús y transforma sus vidas, más allá de toda previsión:
El gran vuelco en la trayectoria intelectual de San Agustín, quien sabía todo de Dios por
sus lecturas de los libros platónicos, pero que en su ternura hubiera llegado hasta la
encarnación y su misericordia hasta la crucifixión, eso no lo encontró en aquellos libros.
Y justamente eso fue lo que curó, por un lado, su soberbia y, por otro, superó su
desesperación (González de Cardedal, 1997, 84).
Puede entonces el seguidor de Jesús irrumpir en canto a un Dios con “entrañas de
misericordia”, tal como en el Magníficat o el Benedictus y alabar a Dios por las maravillas que ha
realizado.
Resumiendo, en La entraña del cristianismo Olegario González de Cardedal resalta
algunos rasgos de la misericordia divina: que es la reacción de Dios ante la miseria humana y que
va precedida por la ternura de Dios; que es gratuita y sin medida, tal como su auto-donación; y
que ha mostrado su misericordia y cercanía encarnándose, haciéndose cercano, prójimo,
revelando así el camino para vivirla. La misericordia es cualificación y exigencia para que sus
seguidores puedan ejercerla.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
32
De la misericordia de Cristo Jesús, dice González de Cardedal, que es como la de su
Padre, y que se manifiesta en sus palabras y en sus actos: en cómo se le remueven las entrañas
ante la miseria humana, en los signos que realiza como manifestación de la misericordia divina, y
en aquellas parábolas que expresan el amor misericordioso de Dios. En éstas las entrañas de
ternura de Dios se manifiestan como acogimiento del lejano, como curación del enfermo y
también como perdón de quien no puede pagar sus culpas.
2.2. En El principio misericordia: Bajar de la cruz a los pueblos crucificados
En este libro Jon Sobrino recopila una serie de artículos en los que intenta: definir qué es
lo esencial de la misericordia, señalar la necesidad de que la misericordia configure el quehacer
eclesial y teológico, exponer la realidad crucificada del tercer mundo, y acercarse a
manifestaciones y testigos de esa misericordia. El autor pretende de este modo impulsar una
nueva comprensión de la misericordia (y por ende de Dios) desde la realidad de los marginados
de América Latina.
Sobrino acuña el término “principio-misericordia” para mostrar esta nueva comprensión,
puesto que el término “misericordia puede connotar cosas verdaderas y buenas, pero también
cosas insuficientes y hasta peligrosas: sentimiento de compasión (con el peligro de que no vaya
acompañado de una praxis), “obras de misericordia” (con el peligro de que no se analicen las
causas del sufrimiento), alivio de las necesidades individuales (con el peligro de abandonar la
transformación de las estructuras), actitudes paternales (con el peligro del paternalismo)…”
(Sobrino, 1992, 32).
Sobrino alerta de que si la solidaridad fuese sólo ayuda, no pasaría de ser una limosna
magnificada, con la que el donante da algo de lo que tiene, sin que por ello se vea comprometido
en lo más profundo suyo personal ni se vea urgido a mantener esa ayuda. La solidaridad
enraizada en la misericordia compromete a las personas a niveles más profundos que el mero dar,
convirtiéndose en un proceso continuado. Este proceso lleva a que la ayuda no sea en una sola
dirección, sino un mutuo dar y recibir. Esta solidaridad no se desencadena por una decisión
intencional o por imposición desde arriba, sino que ante la realidad de miseria los seres humanos
se han sentido interpelados, cuestionados y “movidos a misericordia” (Sobrino, 1992, 215).
Por principio-misericordia Sobrino se refiere a “un específico amor que está en el origen
de un proceso, pero que además está presente y activo a lo largo de él, le otorga una determinada
dirección y configura los diversos elementos dentro del proceso” (Sobrino, 1992, 32).Es una re-
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
33
acción ante el sufrimiento ajeno interiorizado, que ha llegado hasta las entrañas y el corazón
propios, en tanto y en cuanto que esta acción es motivada sólo por ese sufrimiento. Y ese
sufrimiento es, en el caso que expone Sobrino, el de todo un pueblo, un sufrimiento infligido
injustamente y que incide en los niveles básicos de su existencia (Sobrino, 1992, 33).
Sobrino entiende la misericordia como amor, pero puntualizando que es una específica
forma del amor: “el amor práxico que surge ante el sufrimiento ajeno injustamente infligido para
erradicarlo, por ninguna otra razón más que la existencia misma de ese sufrimiento y sin poder
ofrecer ninguna excusa para no hacerlo” (Sobrino, s. f.). Sobrino prioriza a los que sufren por ser
víctimas, respecto a cualquier otro tipo de sufrimiento.
Ese “principio-misericordia” es el principio fundamental de la forma de actuar de Dios,
“el principio que nos parece más estructurante de la vida de Jesús”, (Sobrino, s. f.) y por lo tanto
debe ser el principio fundamental de la actuación de la Iglesia de Jesús. “El lugar de la Iglesia es
el herido en el camino –coincida o no este herido, física y geográficamente, con el mundo
intraeclesial–; el lugar de la Iglesia es “lo otro”, la alteridad más radical del sufrimiento ajeno,
sobre todo el masivo, cruel e injusto” (Sobrino, 1992, 39). La re-acción de la misericordia es lo
que verifica si la Iglesia se ha des-centrado y en qué medida lo ha hecho.
En la elaboración de este principio, Sobrino parte de una serie de presupuestos:
a) Que la misericordia implica ultimidad, humana y cristiana, ante el pueblo crucificado.
b) Que la misericordia no es lo único, ni es suficiente por sí sola, pero que es
absolutamente necesaria en un mundo que hace todo lo posible por ocultar el sufrimiento y evitar
que lo humano se defina desde la reacción a ese sufrimiento.
c) Que lo que “está en juego en el principio-misericordia es la misma noción –y
posibilidad real– de formar todos una sola familia. En lenguaje cristiano, lo que está en juego es
poder rezar el Padrenuestro. Utopía, ya lo sabemos, y por ello sofocada y aún despreciada. Pero,
sin esa utopía, mal futuro nos espera a todos. Y esa utopía –creemos– pasa necesariamente por la
configuración de nuestras vidas y de nuestras instituciones por el principio-misericordia”
(Sobrino, 1992, 8-9).
d) Que la verdad más honda de nuestro mundo es que es un mundo de pecado y un mundo
de gracia, lo cual no interesa al Primer Mundo, pero que es evidente desde los pobres y las
víctimas.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
34
Para explicitar este “principio-misericordia”, Sobrino se acerca a la vida de Jesús, a sus
acciones y a sus palabras. En el fondo va buscando qué es lo que mueve a Jesús a misericordia,
qué es lo que mueve a los personajes de las parábolas, qué ha de mover a quien practique la
misericordia.
De Jesús se dice que hace curaciones, y a veces se le muestra entristecido porque los
curados no se lo agradecen; pero no aparece que Jesús realizara dichas curaciones para recibir
agradecimiento, ni para que reconocieran su poder divino, sino movido a misericordia. “La
misericordia no es lo único que ejercita Jesús, pero sí es lo que está en su origen y lo que
configura toda su vida, su misión y su destino” (Sobrino, 1992, 37). En los relatos evangélicos, a
veces aparece de forma explícita el término misericordia y a veces no, pero como trasfondo de la
actuación de Jesús con las mayorías pobres, débiles y privadas de dignidad se encuentran las
entrañas conmovidas. Y ellas son las que configuran a su vez su saber, su esperar, su actuar y su
celebrar.
De
acuerdo
con
Sobrino,
cuando
Jesús
proclama
en
las
Bienaventuranzas
“¡Bienaventurados los misericordiosos!” (Mt 5:7) no es por la recompensa que sugiere el
evangelio de Mateo “alcanzarán misericordia”, sino porque “quien vive según el principiomisericordia realiza lo más hondo del ser humano, se hace afín a Jesús y al Padre celestial”
(Sobrino, 1992, 37).
Ahondando más en el “principio-misericordia”, Sobrino utiliza las parábolas del buen
samaritano y del hijo pródigo –como González de Cardedal en el texto precedente.
De Lc 10:25-37 Sobrino señala que en esta parábola Jesús presenta al samaritano como
ejemplo consumado de quien cumple el mandamiento del amor al prójimo, pero que en el relato
no aparece para nada que el samaritano socorra al herido con el propósito de cumplir un
mandamiento, por más loable que sea, sino, simplemente, “movido a misericordia”
(ἐσπλαγχνίσθη). Esta re-acción evidencia la humanidad del samaritano puesto que “ser un ser
humano es, para Jesús, reaccionar con misericordia; de lo contrario, ha quedado viciada de raíz la
esencia de lo humano, como ocurrió con el sacerdote y el levita, que “dieron un rodeo” (Sobrino,
1992, 34).
En el encuentro con los heridos en el camino es donde se decide lo humano: o se da un
rodeo o se curan las heridas. Ese es el testimonio que han dado muchos de los mártires de estas
tierras centroamericanas. Por misericordia a las víctimas, tocaron a los ídolos que producen esas
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
35
víctimas, lo cual implica riesgo y cruz, lo cual significa arriesgar la vida y las instituciones. El ser
consecuentes en misericordia les llevó a dar la vida (Sobrino, 1992, 152).
De Lc 15:11-32 Sobrino examina qué mueve al Padre a la misericordia. Del Padre
celestial se dice que acogió al hijo pródigo; pero no se insinúa siquiera que aquello fuese una sutil
táctica que contemplaba conseguir que el hijo confesara sus pecados y pusiera en orden su vida,
sino que actúa simplemente “movido a misericordia”. Y la forma de actuar de Jesús es reflejo de
la del Padre:
En la dialéctica pecado-perdón, el polo teologal más primigenio está en el perdón. En la
lógica del Nuevo Testamento, la acogida del pecador es lo que le descubre como pecador,
le da fuerzas para reconocerse como tal y para cambiar radicalmente. En las escenas
sinópticas que Jesús “perdona” pecados (Mc 2,5; Lc 7,48) más que el perdón-absolución
aparece el perdón-acogida. La acogida incluye la absolución, pero es mucho más. Jesús
sale al encuentro sin esperar al pecador como juez; muestra misericordia antes que
justicia; ofrece dignidad y futuro a quien se siente sin posibilidades (Sobrino, 1992, 143).
Este perdón libera al hijo pródigo y a todo pecador para, a su vez, poder acoger y
perdonar a otros. “El perdonado gratuitamente es el agradecido. Ese agradecimiento de saberse
acogido es el que lleva al descentramiento de uno mismo, a la acción generosa, a vivir y
desvivirse para que el experimentado amor de Dios sea una realidad histórica en este mundo”
(Sobrino, 1992, 149). A su vez, dejarse acoger por Dios perdonadoramente significa creer en
Dios y esclarecer en qué Dios se cree, un Dios parcial para con el pecador.
Sobrino argumenta que el relato de Mc 3,4 revela la confrontación de la misericordia y la
anti-misericordia (Sobrino, s. f.). Jesús elige curar al hombre de la mano seca, por encima de las
prescripciones en torno al sábado, no por ser liberal sino por ser misericordioso. Al final del
relato, los adversarios de Jesús se confabulan para eliminarlo, revelándose la contraposición de
misericordia y anti-misericordia. Mientras la primera se reduzca a “obras” es tolerada, pero
cuando se convierte en “principio configurador”, la anti-misericordia reacciona erradicando a la
primera. “Jesús murió ajusticiado por ejercitar la misericordia consecuentemente y hasta el final”
(Sobrino, s. f.). Asumir la misericordia como principio configurador no sólo de la praxis a favor
de las víctimas, sino también del ejercicio teológico, la celebración, las relaciones, las prioridades
implica asumir que habrá cruz (Sobrino, s. f.).
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
36
Otro aspecto que explora Sobrino es la relación entre misericordia, fe y cruz. Las
situaciones de miseria en estas tierras centroamericanas claman al cielo y llevan al creyente a
preguntarse por Dios, tal como lo hizo Job y como Jesús en la cruz, porque ¿cómo es Dios un
Dios de vida si hay tanta muerte, tanto dolor, tanta injusticia, tanta pobreza? La realidad de
miseria lacerante cuestiona nuestra fe. Como dice Sobrino, partiendo de la experiencia personal y
comunitaria (1992, 24):
En esa situación, lo único que puede hacer el creyente es aceptar que Dios está en la cruz,
impotente como las víctimas, e interpretar esa impotencia como el máximo de solidaridad
con ellas. La cruz en la que está el mismo Dios es la forma más clara de decir que Dios
ama a las víctimas de este mundo. En ella su amor es impotente, pero es creíble. Y desde
ahí hay que reformular el misterio de Dios.
El Dios que se revela en Jesús es un Dios-con-nosotros un Dios-misericordia aún y
especialmente desde la cruz. Ante tantas situaciones de cruz que ha visto Jon Sobrino en El
Salvador y las experiencias de compromiso con los crucificados, el autor comparte algunas
lecciones sobre la misericordia (Sobrino, 1992, 26):
a) “Hay que historizar la misericordia según sea el herido en el camino” y en El Salvador
los heridos son pueblos enteros crucificados, así que desde la misericordia el llamado es a
trabajar por la justicia, a “bajar de la cruz” a quienes han sido injustamente oprimidos.
b) La misericordia que se torna en justicia es automáticamente perseguida por los
poderosos, y por ello la misericordia tiene que mantenerse con fortaleza.
c) Hay que anteponer la misericordia a cualquier cosa; hay que arriesgar no sólo la vida
personal, sino que también la institución.
d) El ejercicio de la misericordia da la medida de la libertad. Para Jesús nada se podía
convertir en obstáculo para el ejercicio de la misericordia; por ser misericordioso es que
transgredió las leyes y curó en sábado.
En síntesis, cuando Jon Sobrino explicita el principio-misericordia no se refiere a las
obras de misericordia, sino a la estructura fundamental de reacción ante las víctimas de la
injusticia. Esta estructura consiste en que el sufrimiento ajeno —fruto de la injusticia y que atenta
contra la vida— se interioriza en uno, y ese sufrimiento interiorizado mueve a una re-acción —y
configura un proceso—, sin más motivos para ello que el mero hecho del herido en el camino,
porque desde la propia humanidad se es “movido a misericordia”. Ese “principio-misericordia” es
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
37
el principio fundamental de la forma de actuar de Dios y de Jesús, y por lo tanto debe ser el
principio fundamental de la actuación de la Iglesia de Jesús. Lo que está en juego es la propia
humanidad, la vida de los pueblos crucificados y la posibilidad de que los humanos formemos
una sola familia. Pero asumir la misericordia como principio configurador del ser y el actuar
implica enfrentamiento con la anti-misericordia y, por ende, riesgo y cruz.
2.3. En El Regreso del Hijo Pródigo
Henri J. M. Nouwen escribe este libro a partir de su encuentro con el cuadro de “El
Regreso del Hijo Pródigo” pintado por Rembrandt, el cual captura la esencia de la parábola y le
revela a Nouwen sus anhelos más profundos. Meditar con este cuadro le llevó a un viaje al
interior de sí mismo, al encuentro de la reconciliación, el perdón y la cura interior, a descubrir y
dejarse abrazar por un Dios misericordioso (Nouwen, 1992/2011, 17). De este relato personal se
pueden extraer una serie de apuntes acerca de la misericordia:
a) La alegría y la compasión del Padre evocan el dolor previo. El cuadro retrata el
momento en que el hijo menor regresa al hogar tras haberlo abandonado. El padre sale al
encuentro del hijo, le acoge en su regazo y le da la bienvenida. La inmensa alegría al volver el
hijo perdido lleva detrás la inmensa tristeza de la marcha. Los ricos colores de la ropa del hijo
combinan con los rojos y mostazas de los ropajes paternos; pero, se ha de notar que el hijo va
vestido de harapos y que hay una historia de dolor detrás de ello:
En el contexto de un abrazo apasionado, nuestra ruina interior puede parecernos hermosa,
pero su única belleza proviene de la compasión que despierta... Para comprender el
misterio de la compasión en toda su profundidad, tengo que observar con honestidad la
realidad que evoca (Nouwen, 1992/2011, 39).
El joven le ha pedido al padre su herencia (lo cual equivale a desear que estuviera
muerto), y se ha ido a un país lejano –un corte drástico con la forma de vivir transmitida por la
familia y la comunidad. Para Nouwen esto equivale a negar la realidad de que se pertenece a Dios
con todo el ser: “de que Dios me tiene a salvo en un abrazo eterno, de que estoy grabado en las
palmas de las manos de Dios y de que estoy escondido en sus sombras” (Nouwen, 1992/2011,
42).
b) La acogida misericordiosa del Padre lleva al hijo menor a sentirse en casa. El hijo
va de camino pensando ofrecerse como “jornalero” y se encuentra con la total acogida del Padre
que le recibe en casa. Este hogar es el centro del propio ser, allí donde se puede escuchar la voz
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
38
que dice: “Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco” (Mc 1:11), la voz que libera de vivir en la
oscuridad, ayuda recuperar la propia identidad y a enfrentar libremente, sin temor, la cruz. Sin
embargo, esto no se da con un solo paso, aunque se sea acogido, otra cosa es aceptar la acogida
en el día a día, dejar de culpabilizarse por el pasado y de preocuparse por el futuro. De lo más
difícil en la trayectoria espiritual es dejarle a Dios ser Dios y acoger su perdón.
c) Al reconocer la propia miseria el hijo menor reconoce su identidad. El hijo menor
parece haber querido demostrarse a sí mismo que no necesitaba del padre, que podía ser
plenamente independiente. Sin embargo, se encuentra sin dinero, salud, honor, dignidad,
reputación. Lo ha despilfarrado todo; está rapado, abandonado de sus amistades y herido. Denota
miseria y sufrimiento. Al perder todo reconoce su identidad, que todavía era el hijo de su padre.
Al valorar el lazo que les unía decide regresar. Al regresar deja atrás su rebelión y su no al amor
paterno. “El “No” del hijo pródigo refleja la rebelión original de Adán: su rechazo al Dios en
cuyo amor hemos sido creados y cuyo amor nos sostiene” (Nouwen, 1992/2011, 48).
d) La ira del hijo mayor le impide participar de la acogida misericordiosa. La
parábola muestra que el hijo mayor no está en la casa cuando el padre abraza a su hijo y le
muestra su misericordia; más bien, cuando el hijo mayor llega del trabajo, la fiesta de bienvenida
en honor a su hermano está en su apogeo (Nouwen, 1992/2011, 69). Aún así, Rembrandt pinta al
hijo mayor observando el momento del abrazo. Pero este abrazo no se encuentra en el centro del
cuadro; el hijo mayor está de pie a la derecha, sin alegría, sin deseo aparente de acercarse, y en el
centro se encuentra un espacio abierto que genera una tensión que está esperando ser resuelta. De
este modo, Rembrandt resume su propia lucha espiritual e invita a sus espectadores a que tomen
una decisión personal sobre sus vidas (Nouwen, 1992/2011, 74). Resulta que no sólo se perdió el
hijo menor, sino que también el que se quedó en casa se perdió. Aparentemente hizo todo lo
correcto, trabajó duramente, pero en su interior se alejó del padre; la obediencia se convirtió en
carga y el servicio en esclavitud. Este extravío es más difícil de identificar; los demás le
consideran el hijo modelo, pero cuando vio la alegría de su padre por la vuelta de su hermano
menor, surge el resentimiento acumulado durante años, el cual le impide participar de la alegría
(Nouwen, 1992/2011, 78).
e) La parábola deja la pregunta abierta de si el hijo mayor acogió la misericordia del
Padre. La parábola no tiene un final feliz, sino que “nos pone cara a cara ante una de las
cuestiones espirituales más difíciles: confiar o no confiar en el amor de Dios que lo perdona
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
39
todo” (Nouwen, 1992/2011, 81). El abrazo del padre está lleno de luz. El hijo mayor está fuera
del círculo de amor, negándose entrar. Está llamado a participar de la fiesta pero el padre no le
fuerza. El amor del Padre no fuerza al amado. “Aunque quiere curarnos a todos de nuestra
oscuridad interior, somos libres para elegir permanecer en la oscuridad o caminar hacia la luz del
amor de Dios. El amor de Dios no depende de nuestro arrepentimiento ni de nuestros cambios”
(Nouwen, 1992/2011, 85). La parábola no cuenta si se reconcilió con su hermano y consigo
mismo.
f) La misericordia del Padre es tanto para un hijo como para el otro. El padre “sale” a
recibir al hijo menor y también “sale” (Lc 15:20.28) a encontrarse con el hijo mayor. Y le dice
“Tú estás siempre conmigo” (Lc 15:31). Esta declaración de amor incondicional del padre
confirma que el hijo menor no es más querido que el mayor. El hijo mayor no ha dejado nunca la
casa, y el padre lo ha compartido todo con él: “Todo lo mío es tuyo” (Lc 15:31). “No se puede
encontrar una afirmación más clara del amor sin límites del padre hacia su hijo mayor. Así pues,
el padre ofrece este amor sin reservas a los dos hijos, y por igual” (Nouwen, 1992/2011, 87).
g) El Padre en su misericordia asume el precio de la libertad. La parábola más que del
hijo en realidad trata sobre el amor del Padre: un anciano sereno, medio ciego, que reconoce al
hijo no con los ojos del cuerpo, sino con los del corazón, que acoge a su hijo y le bendice. Como
Padre, quiere que sus hijos sean libres, libres para amar. Esa libertad incluye la posibilidad de que
se marchen de casa, de que vayan a “un país lejano” (Lc 15:13) y de que allí lo pierdan todo. El
corazón del Padre conoce todo el dolor que traerá consigo esta elección, pero su amor no le deja
impedírselo. Como Padre, quiere que los que estén en casa disfruten de su presencia y de su
afecto. Pero sólo quiere ofrecer amor que pueda ser recibido libremente (Nouwen, 1992/2011,
104).
h) Al acoger la misericordia del Padre el hijo se abre a ser como el Padre. “Cuando el
hijo pródigo vuelve casa, vuelve no para seguir siendo un niño, sino para descubrir su condición
de hijo y convertirse él mismo en padre” (Nouwen, 1992/2011, 127). El viaje espiritual que
Nouwen comparte en este libro le llevó a reconocer que junto a su inmenso deseo de acercarse a
Dios se encontraba también el miedo al poder de Dios. Este proceso conllevó no sólo reconocerse
pecador, saberse perdonado y recuperar la felicidad, sino también acoger la invitación radical de
Jesús en Lc 6:36: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso.” Tanto el hijo
menor como el mayor están llamados a ser herederos, a ser como el Padre y a ofrecer la misma
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
40
compasión que Dios ofrece (Nouwen, 1992/2011, 134):
Para descubrir por mí mismo la paternidad espiritual y la autoridad misericordiosa que me
pertenece, tengo que dejar que el hijo menor rebelde y el hijo mayor resentido salten a la
plataforma para recibir el amor incondicional y misericordioso que me ofrece el Padre y
descubrir allí la llamada a “ser acogida” como mi Padre “es acogida”. (Nouwen,
1992/2011, 145).
i) A través de esta parábola Jesús revela un Dios de misericordia. Con esta parábola
—y las precedentes de la dracma y la oveja perdida— Jesús reacciona ante los fariseos que
reprueban sus encuentros con pecadores (Lc 15:1-3). Jesús les revela que Dios perdona a
pecadores arrepentidos, acoge a los pecadores en su casa, y es misericordioso con la gente de
mala reputación. Y que si Dios actúa así, entonces aquéllos que tienen fe deberán hacer lo mismo.
“Si Dios es misericordioso, los que aman a Dios deberán ser misericordiosos. El Dios que Jesús
anuncia y en cuyo nombre actúa, es el Dios de la misericordia, el Dios que se ofrece como
ejemplo y modelo de comportamiento humano” (Nouwen, 1992/2011, 135).
j) La paternidad misericordiosa implica dolor, perdón y generosidad. El dolor ayuda
a reconocer los pecados del mundo, a estremecerse ante ellos, a mirarlos a través de los ojos del
corazón de Dios y a llorarlos. El perdón constante permite llegar a ser como el Padre, con lo
difícil —casi imposible— que es perdonar de corazón, pues se puede perdonar de palabra y
continuar resentido buscando demostrar que se tiene la razón o dándole vueltas a ponerle
condiciones al perdonado (Nouwen, 1992/2011, 140). Y la generosidad ha de ser como la del
Padre, que cubre de regalos no solicitados al hijo menor y que no se guarda nada para sí con el
hijo mayor pues “Todo lo mío es tuyo” (Lc 15:31). “Para llegar a ser como el Padre, tengo que
ser tan generoso como Él” (Nouwen, 1992/2011, 142).
En síntesis, a través de su camino espiritual, en su relación con el cuadro de El regreso del
hijo pródigo, Henri Nouwen revela que: Ser misericordioso le implica al Padre dolor y asumir el
precio de la libertad de los hijos. Se desborda al ver al hijo menor llegar. La misericordia le hace
salir al encuentro tanto de un hijo como del otro. Y hace que el hijo menor —quien ha reconocido
su propia miseria y su identidad de hijo— se abra a esta misericordia y se sienta acogido en casa.
Por otro lado, el hijo mayor no goza de esta misericordia mientras se mantenga en el
resentimiento; la elección es suya. Al acoger la misericordia del Padre los hijos podrán ser como
el Padre misericordioso, lo cual implicará dolor, renovar el perdón y vivir con generosidad.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
41
2.4. Síntesis de los capítulos 1 y 2
Concepto de Misericordia

Una emoción sentida físicamente propia de las relaciones familiares, que surge de las
entrañas y que religa a la vida del otro.

Se expresa por medio de actos: don recibido, don compartido. Es respuesta emotiva que
dispone a ayudar al otro. Implica tanto el enternecerse o conmoverse ante la desgracia
humana como el actuar en favor de la vida.

Del receptor se espera que actúe con una actitud similar a la del emisor, con una disposición
que va más allá del deber.

Voluntad para perdonar al ofensor y disposición para auxiliar al necesitado.

Relacionada con la lástima, la compasión o el amor, pero conlleva la demostración práctica
de esa bondad en respuesta a la condición o las necesidades de quien es objeto de la
misericordia.

Permite que surja la projimidad.

Es tanto un atributo de Dios como una virtud que se recomienda al ser humano. La
misericordia hacia Dios y la misericordia entre los seres humanos van de la mano.
Dios, rico en misericordia

Remite a un Dios que cuida de los seres humanos en su mezquindad y en su creaturalidad.

Un Dios que acoge a todos de manera incondicional, tanto al que le ha dado la espalda a Dios
con su conducta como el que, resentido, critica su actuación y olvida su condición filial.

La misericordia del Padre le implica dolor y asumir el precio de la libertad de los hijos. Le
hace salir al encuentro tanto de un hijo como del otro. Al acoger la misericordia del Padre los
hijos podrán ser como el Padre misericordioso, lo cual implicará dolor, renovar el perdón y
vivir con generosidad.

Revela a un Dios que, conmovido en las entrañas por la situación del pecador, actúa con
misericordia y toma la iniciativa del perdón. Ese amor gratuito posibilita la conversión del
pecador. Y a la vez desafía los esquemas humanos y los cortos sentidos de magnanimidad.
Jesús, imagen del Padre misericordioso

Dios ha mostrado su misericordia, gratuidad y cercanía encarnándose, haciéndose cercano,
prójimo, revelando así el camino para vivirla. La misericordia es cualificación y exigencia
para que sus seguidores puedan ejercerla.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY

42
La misericordia de Cristo Jesús es como la de su Padre: se manifiesta en sus palabras y en sus
actos: en cómo se le remueven las entrañas ante la miseria humana, en los signos que realiza
como manifestación de la misericordia divina, y en aquellas parábolas que expresan el amor
misericordioso de Dios.

En las parábolas las entrañas de ternura de Dios se manifiestan como acogimiento del lejano,
como curación del enfermo y también como perdón de quien no puede pagar sus culpas.
El principio-misericordia

Es la estructura fundamental de reacción ante las víctimas de la injusticia. Consiste en que el
sufrimiento ajeno —fruto de la injusticia y que atenta contra la vida— se interioriza en uno, y
ese sufrimiento interiorizado mueve a una re-acción —y configura un proceso—, sin más
motivos para ello que el mero hecho del herido en el camino, porque desde la propia
humanidad se es “movido a misericordia”.

Es el principio fundamental de la forma de actuar de Dios y de Jesús, y por lo tanto debe ser
el principio fundamental de la actuación de la Iglesia de Jesús. Aunque asumirlo como
principio implicará enfrentamiento con la anti-misericordia y, por ende, riesgo y cruz.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
43
3. LA MISERICORDIA EN LAS CIRCULARES DEL HNO. SEÁN SAMMON SOBRE
LA IDENTIDAD DE LOS HERMANOS MARISTAS
3.1. En Una Revolución del Corazón
El Hno. Seán Sammon se propuso escribir tres circulares sobre la identidad de los
Pequeños Hermanos de María14 porque consideró que “modelar una identidad contemporánea y
sólida para el Instituto” era una tarea pendiente desde el Concilio Vaticano II y porque entendió
que ése era un momento oportuno “para afrontar el reto de soñar de nuevo la identidad de nuestro
Instituto” (Sammon, 2003, 7). Cada circular aborda una dimensión: oración, vida comunitaria y
apostolado, pensando en un primer momento en los Hermanos, pero atendiendo también a “los
seglares maristas, que se sienten atraídos por el espíritu del fundador y están igualmente ansiosos
por clarificar su identidad” (42)15.
El Hno. Seán considera esencial definir cuál es la manera particular de seguir al Señor de
los Maristas, cuál es su modo peculiar de buscar la trascendencia. Y el XX Capítulo General16
subrayó que la espiritualidad es el lugar donde se ha de comenzar si se quiere cambiar los
corazones (42). Por lo tanto, en esta primera circular Sammon intenta “resaltar el papel
primordial que debe ocupar la espiritualidad de Marcelino en la búsqueda de una identidad actual
para sus Pequeños Hermanos de María” (7): “Si tú y yo queremos emprender una revolución del
corazón, éste es el punto de partida” (42).
Para ello, comienza ubicando el tema de la identidad en un contexto (capítulos I y II).
Después (capítulo III), se acerca a la historia de Marcelino y de los primeros hermanos. Torna a
las fuentes para buscar respuestas a dos cuestiones medulares: “quiénes somos los maristas” y
“qué es lo verdaderamente importante para nosotros” (9). Las respuestas a estas preguntas,
entiende Sammon, les ayudará a forjar una identidad renovada y convincente, galvanizará sus
energías y les llevará a reafirmarse en sus compromisos.
14
Pequeños Hermanos de María o Hermanitos de María: nombre original que le dio el fundador a lo que hoy se
conoce como Instituto de los Hermanos Maristas de la Enseñanza.
15
Éste y el resto de los números en paréntesis de esta sección (3.1) hacen referencia a Sammon, 2003, la 1ª de las
circulares.
16
Capítulo General: “asamblea representativa de todo el Instituto. Expresa la participación de todos los hermanos en
la vida y en la misión del Instituto, así como su corresponsabilidad en el gobierno. El Capítulo ejerce la autoridad
suprema extraordinaria” (Hermanos Maristas, 138).
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
44
3.1.1. La misericordia, amor práctico
La espiritualidad de Marcelino Champagnat que presenta el Hno. Seán Sammon es “la
expresión de un cristianismo práctico, capaz de transformar a la persona y al mundo en el que
vivimos” (28). La expresión “cristianismo práctico” la volverá a repetir en la circular y a
explicitarla como “una espiritualidad profundamente encarnada” (49), una vivencia espiritual que
se hace visible en gestos de entrega y de misericordia, en la cual “toda persona que encontraba en
su camino se convertía para él en imagen de aquel Señor resucitado” (49). A su vez, la
espiritualidad encarnada supone pasión por el Señor y por la misión (54).
Como dice el título de la circular, Sammon invita a una revolución del corazón, a una
profunda conversión. Ella ha de impulsar a los Maristas a ser “memoria viva de la acción
salvadora de Dios a través de los tiempos” y a ser responsables en la “construcción de la
comunidad humana presente y futura” (8). La espiritualidad encarnada ha de llevar a acciones
salvadoras y a construir comunidad.
3.1.2. Como en Lc 15, el amor gratuito y misericordioso del Padre
Pero el Hno. Seán subraya que tanto la espiritualidad como las acciones salvadoras no son
fruto de la voluntad, sino que brotan del reconocimiento del amor gratuito y misericordioso del
Padre: Primero, “no tenemos que hacer nada para ser merecedores del amor de Dios. Se nos da
gratuitamente, sin condiciones” (67). Segundo, “la espiritualidad tiene que ver más con el
agradecimiento a Dios por el regalo de su amor incondicional que con cualquier práctica piadosa”
(51); y tercero, “la gratitud… es el fundamento del amor y la caridad. Marcelino lo entendió y
nos invita a nosotros a hacer hoy lo mismo” (51).
A pesar de esto, Sammon señala que al ser humano le cuesta aceptar ese amor gratuito de
Dios, que le cuesta creerlo posible: “nos resulta difícil creer que Dios nos quiere con un amor
incondicional… la palabra “pero” parece estar asomando ahí detrás, sin darnos lugar a concluir la
frase con convicción” (52) y especifica la razón por la cual a muchos les cuesta aceptar ese amor
gratuito de Dios: “porque nos da vergüenza esa pasión ilimitada de Dios por nosotros” (67).
Acoger el amor gratuito y compartirlo van íntimamente ligados en esta circular. Para
explicarlo, Sammon hace referencia a la parábola del hijo pródigo: “Jesús nos pide que no
imitemos a ninguno de los dos hermanos. Nos anima a seguir el ejemplo del padre, un hombre
abierto al agradecimiento y lleno de compasión” (71). El agradecimiento por el amor gratuito es
condición para un corazón compasivo, como el del padre misericordioso de la parábola, y como
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
45
el de San Marcelino. Las cartas escritas por el P. Champagnat son ilustrativas de su corazón. En
una nota dirigida al hermano Marie-Laurent, fechada el 8 de abril de 1839, escribió: “Su carta,
querido amigo, me inspiró mucha compasión. Desde entonces nunca me acerco al altar sin pedir
por usted a Aquel en quien no esperamos en vano y que puede ayudarnos a superar los mayores
obstáculos” (55).
3.1.3. Como en Lc 10, el amor al prójimo
La espiritualidad de Marcelino “descansó sobre cimientos sólidos: el amor a Dios y al
prójimo” (48). Tal como revela el texto evangélico de Lucas 10, el amor a Dios y el amor al
prójimo van unidos. De ese mismo modo lo vive el fundador: “Amaba la humanidad de Dios.
Consciente de que Dios se revela en las personas y acontecimientos de la vida, el fundador estaba
convencido de que el camino para una relación de amor con Dios implica una relación de amor
con los semejantes” (48).
Y de ese modo actuó Marcelino Champagnat en lo cotidiano de su vida. Le movía un gran
amor por las personas, y éste lo traducía en acción (63): “¿Estaba enfermo un hermano? El
fundador acudía sin dilación a visitarlo” (63). El episodio del Acordaos, cuando Marcelino estuvo
a punto de morir en una tormenta de nieve, ofrece una oportunidad para captar el corazón de este
hombre. Dadas las condiciones climáticas, es comprensible cuestionar que Marcelino saliera de
viaje: “¿Cuál fue la razón que movió a Marcelino para ponerse en camino? La preocupación por
un hermano enfermo. El amor a sus primeros discípulos fue uno de los rasgos más destacados del
fundador” (63).
Ese amor práctico, “la compasión por los demás”, lo aprendió de su padre, Juan Bautista
Champagnat (46). Es lo que transmitió a sus Hermanos, de quienes dice hoy Hno. Seán Sammon:
“la gracia de Dios nos empuja directamente al corazón del mundo” (61).
3.1.4. La misericordia manifestada en la evangelización
El amor de Marcelino por el mundo se hace patente en la forma en que orienta su corazón
y su vida en dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar (49). Fruto de años de encuentros con la
realidad de los niños y los jóvenes de las zonas rurales y de su reflexión a partir de ello, y a la vez
fruto de su disposición y su talento para entrar en relación de manera “espontánea y cordial” con
ellos (63), Marcelino se empeña en la educación y la evangelización de los niños y jóvenes. Y
con frecuencia declara: “No puedo ver a un niño sin que me asalte el deseo de enseñarle el
catecismo y de decirle cuánto lo ama Jesucristo” (63). Estas palabras resumen el reto de los
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
46
Maristas desde su fundación (79) y revelan el corazón misericordioso de su fundador que
contempla una situación (ver a un niño), se conmueve (asalta el deseo) y se pone en acción
(enseñarle, decirle).
3.1.5. La opción por los pobres, signo de la misericordia
Continuando con su exposición acerca de la espiritualidad de Marcelino Champagnat,
Sammon expresa que, al igual que Jesús con sus discípulos, Marcelino deseó para sus hermanos
la unión de vida interior y la integridad moral (69). En esa integridad moral destacan la pasión
por la justicia (69) y la opción preferencial por los pobres (12). A su vez, éstas respuestas
redundan en el fortalecimiento de la vida espiritual: “A nadie le debe extrañar que el trabajar por
la justicia y a favor de los pobres sea una de las actitudes que más redundan en el fortalecimiento
de la vida espiritual” (70).
Sammon, en línea con Mateo 25, une el amor a Dios y el amor al prójimo: “al final de los
tiempos seremos juzgados sobre cómo tratamos a las personas pobres. Ésa será la exacta medida
de cómo tratamos al Señor” (70) e invita a identificar a “los Juan Bautista Montagne17 de nuestro
tiempo” (12).
La espiritualidad no puede desentenderse de las situaciones de dolor:
Nos engañamos al pensar que podemos relacionarnos con Dios sin preocuparnos
constantemente por los miembros más débiles de la sociedad y analizar honradamente de
qué manera nuestro modo de vida contribuye a su dolorosa situación. Una espiritualidad
que se tenga por tal no puede desentenderse de las personas que sufren la pobreza. No
puede olvidarse de sus problemas ni dejar de cooperar para que la sociedad sea cada vez
más justa (70).
De acuerdo con estas palabras, opción por los pobres y lucha por la justicia van unidas a
la espiritualidad. Son signos de una espiritualidad encarnada y misericordiosa. Se implican y se
nutren mutuamente.
3.2. En Compañeros Maravillosos
La segunda circular de la trilogía de circulares sobre la identidad de los Maristas se llama
Compañeros maravillosos: La vida comunitaria entre los Pequeños Hermanos de María. Esta
circular retoma la discusión sobre la identidad, esta vez desde el punto de vista de la vida
17
Juan Bautista Montagne fue un joven a quien atendió Champagnat cuando el joven estaba moribundo. En el
análisis de la tercera circular se abundará al respecto.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
47
comunitaria. Siendo éste un tema tan amplio, Sammon se enfoca en los retos apremiantes que
afrontan los Maristas al vivir la vida comunitaria marista y en las cualidades “que cualquier
persona espera encontrar en una experiencia de vida en común que se precie de seguir la tradición
de Marcelino” (Sammon, 2005, 6). Esas cualidades inciden en la cuestión de la identidad, puesto
que “lo que atesoramos y apreciamos debe transparentarse no sólo en nuestra vida espiritual, sino
también en nuestra vida de comunidad” (6)18: en la sencillez de vida, en el estilo de oración, en
las relaciones interpersonales, y en el espíritu de perdón y reconciliación.
Cabe señalar que esta carta trata sólo sobre la vida en común de los hermanos, puesto que
la vida de los laicos maristas asume formas comunitarias muy diversas y se alargaría el
documento. Las aborda en una carta posterior.
La circular “Compañeros maravillosos” está dividida en tres partes. En la primera,
Sammon presenta varios artículos de las Constituciones que tratan de la vida comunitaria,
algunas diferencias generacionales y culturales que existen en la vida comunitaria marista hoy y
un modelo que se ha utilizado para describir la vida en común. En la segunda parte, analiza las
fases por las que pasan las comunidades en su formación y desarrollo. En la tercera, menciona
algunos desafíos concretos de muchas comunidades y sugiere cómo abordarlos. En la conclusión,
Sammon lanza a los Maristas unos retos y “señala las cualidades que caracterizan a una
comunidad que Marcelino acogería como suya” (16).
3.2.1. El amor misericordioso vivido en comunidad
Marcelino Champagnat valoraba grandemente la vida comunitaria, lo cual queda reflejado
en su Testamento Espiritual: “Os encarezco, muy queridos hermanos, con todo el cariño de mi
alma y por el que vosotros me profesáis, que os comportéis de tal modo que la caridad reine
siempre entre vosotros” (10). Consecuentemente le expresa a sus hermanos: “Sabéis que sólo
respiro por vosotros; que no existe ningún bien que no pida a Dios cada día para vosotros y no
esté dispuesto a conseguíroslo a costa de los mayores sacrificios” (75). Numerosos gestos en la
vida de Champagnat revelan su “preocupación por sus hermanos, su disposición a hacer lo que
hiciera falta en favor de ellos, su realismo y espíritu fraterno” (56).
En línea con el fundador, el Hno. Seán Sammon invita en esta circular a vivir el amor en
comunidad: “conseguir que nuestro corazón sea modelado y nutrido por la fuerza del amor” (10);
18
Éste y el resto de los números en paréntesis de esta sección (3.2) hacen referencia a Sammon, 2005, la 2ª de las
circulares.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
48
“que dentro de nosotros crezca un corazón amoroso” (11). Y a que ese amor refleje a “un Dios
que nos inunda de amor incondicional” (77). Ese amor brota de las relaciones intra-trinitarias: “el
amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es el manantial de toda vida comunitaria. Nuestra
unidad atestigua así que Dios es amor y que este amor, infundido en nuestros corazones por el
Espíritu Santo, es más fuerte que nuestras limitaciones humanas” (17). En la vivencia de ese
amor y en la escucha atenta del otro se podrá descubrir la misericordia de Dios: “podremos
entrever el amor que Dios siente por él y que le ha manifestado en el decurso de su vida, en los
momentos buenos y en los tiempos de dificultad” (26).
La imagen que pinta Sammon del amor vivido en comunidad es muy realista: “la vida en
comunidad hoy exige que estemos dispuestos a vivir un amor exigente y retador más que un amor
que sólo se produce en los sueños” (75), un amor a ser vivido “con gratuidad y generosidad,
incluso aunque no recibamos nada a cambio” (75). Sammon ha constatado que ese amor es
vivido por muchos hermanos “que se esfuerzan por vivir juntos en comunidad con generosidad y
espíritu de sacrificio” (67).
Para Sammon, la vivencia de este amor requiere una serie de cualidades: “el espíritu de
generosidad, la apertura a los otros, la pasión por el Señor, la inclinación a pensar bien de los
demás, el celo en la misión, la sencillez de vida” (79); “el interés por los hermanos, la aceptación
y el respeto hacia ellos, la preocupación por su bienestar” (79); estar “atentos para adivinar sus
dificultades y compartir sus alegrías” (19); la buena comunicación, el respeto a la diversidad y el
espíritu de tolerancia (30).
Esta reflexión de Sammon se ve enriquecida al citar el artículo 63 de las Constituciones
de los Hermanos Maristas:
La comunidad es una gracia del Espíritu Santo. Reunidos sin habernos escogido unos a
otros, nos aceptamos mutuamente como don del Señor. Por nuestro esfuerzo de
reconciliación y de comunión, renovado sin cesar, llegamos a ser signo de unidad para
quienes nos ven.
Pero comprobamos también el desfase de esta gracia, siempre ofrecida, y nuestra
vida consagrada. Por eso oramos para permanecer unidos, a pesar de las dificultades, en
nombre del Señor Jesús.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
49
Este artículo de las Constituciones presenta varios aspectos de la vida en
comunidad: comunidad como don y testimonio, que requiere aceptación, esfuerzo de
reconciliación y comunión, y realismo en afrontar las dificultades.
Sammon después cita el Mensaje del XX Capítulo General, el cual recuerda a los
Maristas que están llamados a construir comunidades en las que el crecimiento de cada uno sea
una preocupación de todos, en las que se transparente la confianza, las sanas relaciones
interpersonales, el respeto, el afecto, el perdón, la acogida del que llega y el espíritu de familia
(78) y cuestiona a los Maristas con hondura: “¿qué estamos dispuestos a sacrificar en favor de
nuestra comunidad, o de cualquier comunidad a la que hayamos de pertenecer?” (11).
Ninguno de estos textos utiliza el término misericordia, pero según lo expuesto
anteriormente en los capítulos 1 y 2 al hablar del amor vivido en comunidad esta circular recoge
muchos de los aspectos que la misericordia conlleva: acoger al otro en su realidad, afrontar las
dificultades que surgen como consecuencia, esforzarse en la reconciliación, sacrificarse, darse de
forma gratuita y generosa; y, además, brota del amor incondicional de Dios.
3.2.2. La acogida misericordiosa de los hermanos difíciles
El Hno. Seán Sammon aborda con valentía y objetividad “el eterno reto de la gente difícil
en comunidad: los que coleccionan injusticias, los plañideros crónicos, los negativos, los que
tienen reacciones fuertes, por citar algunos” (54), puesto que, aún cuando sean pocos, causan un
impacto grande en las comunidades. Y también aborda cómo situarse frente a hermanos que estén
viviendo con algún tipo de adicción o atravesando por un periodo particularmente confuso y
doloroso (54).
El asunto de la gente difícil en comunidad es complicado. Sammon invita a ser cautelosos
al calificar a alguien como difícil y a seguir unos pasos: reconocer que todas las personas tienen
etapas difíciles, examinar lo que uno mismo pueda estar aportando al tema, evaluar si se han
tomado todas las medidas para una sana comunicación fraterna y preguntarse por la causa de la
conducta difícil. Luego, propone que se cambie el tipo de reacción frente su conducta: ante un
quejicoso crónico, tratando de hacerle pasar de la queja a la resolución del problema; ante un
negativo crónico, manifestando con sencillez nuestro propio optimismo realista o preguntándole
qué es lo peor que podría suceder; ante un hermano adicto o que sufre trastornos psicológicos,
colaborar con los responsables de la Provincia para que esa persona se ponga en manos de los
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
50
especialistas (64-65). Con quienes tienen conductas destructivas que generan sufrimiento a los
demás pero escaso dolor a sí mismo, no disculparle sino construir soluciones junto con él (66).
Sammon subraya que a todos los hermanos se les debe la misma caridad. “En el caso de
los que son demostradamente difíciles, esa caridad nos llevará a cambiar el modo de reaccionar
ante su conducta y a dar pasos que vayan encaminados a conseguir la ayuda que les es necesaria”
(67). Un proceso vivido de esta manera inevitablemente llevará a vivir la misericordia, pues
implicará la acogida del otro en su verdad y el actuar en favor de la vida: la del otro, la de la
comunidad y la propia.
3.2.3. Como en Lc 15, vivir el perdón y la reconciliación
Sammon considera que la reflexión sobre el perdón y la reconciliación ha de ocupar un
lugar central en todas las comunidades (12, 30, 67) y que “una comunidad marista verdadera
tiene que estar impregnada de espíritu de reconciliación” (71). Por lo tanto, le dedica atención
particular a este tema en la circular y propone que cada comunidad se cuestione: “¿cómo
podemos construir una comunidad marista en la que el perdón sea un hábito y la reconciliación
no resulte extraña?” (15).
Sammon expone una serie de habilidades necesarias para la vida en común: “La
capacidad para discrepar, para dar y recibir la felicitación, sentirse a gusto con los sentimientos
de preocupación, afecto y ternura, hablar con sinceridad, y extender y aceptar el perdón con
espontaneidad” (69), respetar a los miembros de la comunidad, sacrificarse por el bien común y
trabajar para que haya buen entendimiento (71); tratar los conflictos de forma que al final el
grupo salga fortalecido, y aceptar cada uno la parte que le corresponde en los problemas que
surgen (15). Sammon insta a ser comprensivos unos con otros en la vivencia cotidiana de
desacuerdos, decepciones y susceptibilidades (14). “Si hemos obrado mal pedimos perdón y si
han obrado mal con nosotros somos los primeros en perdonar” (20).
Las comunidades maristas pueden llegar a ser iconos de reconciliación y paz para las
sociedades donde están insertas. “Muchos jóvenes manifiestan hoy su interés por esa posibilidad
radical que tienen los adultos de vivir juntos en comunidad para testimoniar la reconciliación y la
paz” (67). Para poder dar este testimonio Sammon subraya la importancia de la oración, puesto
que ésta ayuda a vivir las cualidades que fomentan el espíritu de reconciliación: “Si oramos
tenemos más capacidad de practicar la paciencia, ocultar la sabiduría, y amar con generosidad”
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
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(67) y también la oración vuelve a los seres humanos “más sencillos, más humildes y
compasivos” (67).
Luego, Sammon aborda de forma más detallada cómo vivir el perdón, el cual supone
opción y decisión, y conlleva un proceso (72). Primero, dice, se entra en “un proceso mediante el
cual optamos por impedir que la herida que hemos sufrido se interponga en el camino de nuestra
relación que debe continuar” (72). Segundo, “decidimos responder a quienquiera que nos haya
hecho daño en lugar de permanecer encerrados en nuestro sufrimiento. Aquello que pasó queda
perdonado en consideración de quien lo hizo” (72). Después, se ha de dar tiempo para que se cure
la herida y que la confianza traicionada sea reconstruida. En este proceso, es necesario reconocer
que hay factores que pueden dificultar el proceso: las diferencias culturales, la carencia de un
lenguaje emotivo adecuado o la influencia de experiencias dolorosas previas (72). Por último,
Sammon advierte que cuando se producen heridas a menudo todas las partes tienen algo de
responsabilidad: “Cuando repaso las circunstancias tengo que admitir que yo también contribuí a
ello. De esta forma el perdón verdadero se apodera de mi herida. Ya no puedo usarla en contra
del otro” (73).
El Hno. Seán Sammon concluye la sección sobre “Cualidades que se encuentran en una
comunidad marista sana” reforzando su defensa de la vivencia de la reconciliación en comunidad
con varios puntos:
a) Si cada uno está abierto a la gracia de Dios y dispuesto a concederse tiempo para la
reconciliación no hay herida o disgusto que sea imposible de curar (73).
b) La sanación que surge de la reconciliación puede ser una gracia no sólo para los que
están en conflicto sino que también para la comunidad entera (73).
c) “La reconciliación nos ayuda a situarnos ante nuestra propia debilidad, y de esa manera
crece en nuestro corazón la compasión y el amor” (73). El ejercicio de la reconciliación ensancha
el propio corazón de modo que se logra ver a cada miembro de la comunidad como un hermano,
el corazón va sanando y se hace luz en el interior de cada uno (73).
Al estilo del Padre bueno de Lucas 15, una comunidad en la que el perdón y la
reconciliación son temas de reflexión y esencial a su espíritu comunitario es indudablemente
misericordiosa. Recordando lo dicho anteriormente, la misericordia planteada en esa parábola
desafía los esquemas humanos. Hay voluntad para perdonar al ofensor – lo cual remite a la
opción y la decisión de la que habla Sammon. Y el hecho de que quien se conmueve ante el otro
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toma la iniciativa del perdón: “Aquello que pasó queda perdonado en consideración de quien lo
hizo” (72).
Sammon entra en una serie de elementos y pasos para llegar a la reconciliación que no
están explicitados en el icono del Padre bueno y los dos hijos, pero que sí forman parte de su
espíritu. Al dirigirse a un público específico que está viviendo unas situaciones muy concretas
puede detenerse a exponer situaciones y a recomendar medidas a tomar para que la misericordia
se haga vida en esa realidad, tales como: extender y aceptar el perdón con espontaneidad,
sacrificarse por el bien común, tratar los conflictos de forma que al final el grupo salga
fortalecido, aceptar cada uno la parte que le corresponde en los problemas que surgen, practicar la
paciencia, ocultar la sabiduría, orar…
Sammon no es ingenuo en su defensa de la reconciliación, sino muy humano, y por lo
tanto, muy divino, pues esto del perdón requiere que los seres humanos estén “abiertos a la gracia
de Dios” (73). Y esa gracia se hace extensiva a la comunidad entera. Liga no sólo a Dios y a los
seres humanos como individuos, sino que incluye a la comunidad, lo cual remite a la
comprensión de la misericordia en las Escrituras. Por último, Sammon señala que la comprensión
de la debilidad propia hace posible la compasión ante la debilidad del otro. Ayuda a ver en el otro
a un hermano, a ser prójimo del otro.
3.2.4. La opción por los pobres, un signo de la misericordia
Para vivir la opción por los pobres, Sammon contempla a Jesús y al Dios de Jesús: “el
Dios que contemplamos en Jesús es un Dios que nos inunda de amor incondicional, y cuya
fidelidad jamás podremos cuantificar. Sí, el nuestro es un Dios que camina en medio de su
pueblo” (77). Un Dios fiel, que ama incondicionalmente y que camina con su pueblo, de la
misma manera que lo hizo Jesús, quien fue condenando porque evidenció estar a favor de los
pobres y proclamarles la Buena Noticia: “El clamor de los pobres y de los que viven en la
marginación social eran tan grandes que Jesús no paró de predicar y anunciar la Buena Noticia,
incluso a costa de su vida” (77). Más aún, “los relatos del evangelio nos recuerdan que allí donde
la vida quedó dañada, vino Jesús y la restauró; donde el espíritu humano quedó aprisionado, Él
hizo sentir su presencia y lo liberó” (77). Dios, en su infinita misericordia, no puede sino
conmoverse ante la desgracia humana y actuar a favor de la vida.
Intentando desde su realidad hacer esto vida, Marcelino Champagnat funda a los
Hermanos Maristas en una Francia posrevolucionaria para evangelizar a los niños y jóvenes
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desfavorecidos (8), para “dar a conocer a Jesús y hacerlo amar entre los niños y jóvenes
desfavorecidos” (19). En el espíritu del fundador, las Constituciones en su artículo 34 instan a
hacerse “solidarios de los pobres y de sus causas justas”, darles preferencia, “compartir su
condición”, y ponerse “en contacto con la realidad de su vida cotidiana” (58). Champagnat y las
Constituciones exhortan a los Maristas a hacerse prójimo del necesitado.
Sammon añade que, en calidad de discípulos de Jesús, los Maristas han de evitar las
comodidades estériles y adoptar un estilo de vida sencillo, austero, que “no sólo nos libra de
nuestras preocupaciones inherentes a la posesión personal sino que nos capacita para ser más
efectivos en nuestro servicio entre los que son materialmente pobres” (59).
3.2.5. La misericordia manifestada en la misión comunitaria
Las comunidades maristas fueron fundadas con el objeto de vivir el Evangelio y
proclamar la palabra de Dios, lo cual Sammon recalca de diversas maneras: “Nuestra primera
misión es amar a Dios y hacerle conocer y amar” (36); “como comunidad, la tarea que tenemos
en nuestras manos: ser hermanos los unos para los otros y proclamar la Buena Noticia de Jesús a
los niños y jóvenes desfavorecidos” (50); “lo que tenemos que ser nosotros hoy: compañeros
maravillosos para una nueva generación de hermanos; hombres apasionados por la misión de dar
a conocer a Jesucristo y hacerlo amar entre los niños y jóvenes desfavorecidos” (80).
Por lo tanto, como María, “estamos atentos a las necesidades de la comunidad y del
mundo, imitando la generosidad de su corazón al visitar a Isabel y al asistir a las bodas de Caná”
(18). Y además “toda la comunidad se muestra solidaria, sosteniendo y estimulando a cada
miembro en su trabajo apostólico” (55).
El sueño es que la misericordia se viva hacia dentro de la comunidad y hacia los jóvenes
desfavorecidos. Ambos movimientos se nutren el uno al otro.
3.3. En Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar
Esta circular cierra la trilogía en la que el Hno. Seán Sammon aborda el asunto de la
identidad de los Maristas hoy, tanto de hermanos como de laicos. En ella examina el tema de la
identidad dentro del contexto de la misión de la Iglesia y de las tareas apostólicas del Instituto.
Esta tercera circular se enfoca en la misión porque ésta pertenece al núcleo de la vida consagrada
marista, porque a partir del Concilio Vaticano II en el Instituto y en la Iglesia se evidenció una
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baja en el compromiso con la misión ad gentes 19 , y para ahondar en qué significa para los
Maristas hoy las palabras de Marcelino Champagnat: “Amar a Jesús y darlo a conocer y amar,
ése es el fin de nuestra vocación” (Sammon, 2006, 9). Con esto, el autor se propone dilucidar la
naturaleza y los objetivos del Instituto en estos tiempos, para que en todo el Instituto se tomen
decisiones valientes sobre el apostolado y otros aspectos esenciales de la vocación.
La circular consta de cuatro partes. La primera recoge los fundamentos históricos y
teológicos de la labor apostólica marista, analiza el significado del carisma, la relación entre
consagración y misión, y lo que dicen Champagnat y las Constituciones al respecto. En la
segunda parte se contempla la identidad y la vida apostólica hoy: las semejanzas y las diferencias
entre las vocaciones de los Maristas laicos y hermanos, el lugar privilegiado de la escuela católica
y la necesidad de emprender nuevas iniciativas pastorales, situar las labores apostólicas en el
marco eclesial y a las instituciones maristas en el marco de la propagación del Evangelio. La
tercera parte está dedicada a reflexionar en torno al deseo de San Marcelino de dar a conocer a
Jesucristo y hacerlo amar entre los niños y jóvenes pobres. Por último, en la cuarta parte, se
encuentra una carta del Hno. Seán Sammon dirigida a todos los Maristas para que participen en
una nueva iniciativa misionera.
3.3.1. Los Maristas han nacido de una experiencia de misericordia
Antes de examinar el texto de la circular, vale la pena acercarse al encuentro de Marcelino
Champagnat con el joven Montagne, harto conocido por todos los Maristas y considerado por
muchos como el relato fundacional: sirviendo como sacerdote en una parroquia rural del
departamento del Loira en Francia, a Marcelino Champagnat le pidieron que fuera a un caserío
para confesar a Juan Bautista Montagne, un joven de 16 años que estaba gravemente enfermo.
Marcelino pasó dos horas al lado del joven hablándole de Dios, pues el joven no sabía nada sobre
el sentido de la vida y el amor de Dios. Champagnat salió de allí profundamente conmovido y
regresó un poco más tarde para preguntar por él, pero el joven ya había muerto (Furet,
1856/1989, 60-61).
Marcelino llevaba tiempo preocupado por la situación formativa de la juventud y la niñez
de la zona. Un informe de la época sobre la región del Loire, a la que pertenece La Valla,
“pintaba este inquietante cuadro sobre el estado de la educación: “Los jóvenes viven en la más
19
Esfuerzo misionero de intentar encarnar la propia fe en una cultura distinta, en donde se practica otro credo o
donde la Iglesia local no es suficientemente fuerte para sostenerse a sí misma, puede también referirse a quienes
salen en pos de los más marginados de su sociedad (Sammon, 2005, 107-108).
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espantosa ignorancia, entregados a un vagabundeo alarmante”.” (“Achievement from the depths”,
estudio citado en Sammon, 2006, 26). Tiempo atrás venía con la idea de convocar Hermanos y le
había expresado a sus compañeros de la Sociedad de María la necesidad de Hermanos (Furet,
1856/1989, 30).
En la circular Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar, el Hno. Seán Sammon
reflexiona sobre esta experiencia:
Estas circunstancias debieron pesar mucho en el corazón de Marcelino aquella mañana en
que le llamaron a la cabecera de la cama del joven Jean Baptiste Montagne, que se estaba
muriendo. De alguna manera, el encuentro con el muchacho moribundo ayudó a
Marcelino a ver más claramente la misión que el Espíritu había dispuesto para él. Tenía
ante sus ojos una víctima de la exclusión. Su necesidad de consuelo e instrucción en las
verdades de la fe determinaron la respuesta del fundador hasta consumir en ese empeño su
vida (26)20.
Marcelino, un hombre de profunda oración, contempla al joven que tiene delante de sí y la
situación en la que se encuentra, que es también la de muchos otros. Y sale estremecido por la
experiencia. Pero, Marcelino no sólo se conmueve ante la desgracia de un joven concreto, sino
que se siente responsable (Clark, 2008, 8-9). Este suceso conecta con sus preocupaciones previas
y con sus intuiciones sobre la necesidad de Hermanos (26) para atender estas situaciones. Éste es
el suceso que colma la copa y le confirma su intuición. Marcelino no sólo se siente responsable
sino que se pone a actuar efectivamente en favor de la vida.
Este encuentro, que cambia el rumbo de la vida de Champagnat y la de muchos otros,
contiene entonces todos los elementos que presentan las definiciones de misericordia de los
capítulos precedentes: un hombre dispuesto a la escucha y sensible ante la desgracia humana que
se encuentra con una persona concreta en situación de gravedad, que se conmueve ante ella, que
reflexiona, opta y actúa a favor de la vida, “hasta consumir en ese empeño su vida”.
A partir de ese momento, Marcelino Champagnat se empeña en congregar y formar a un
grupo de jóvenes dedicados a “inculcar en los niños espíritu, sentimientos y costumbres
religiosas, las virtudes del buen cristiano y del honrado ciudadano… auténticos educadores,
conviviendo con los niños el mayor tiempo posible” (Furet, 1856/1989, 547-548, citado en
20
Éste y el resto de los números en paréntesis de esta sección (3.3) hacen referencia a Sammon, 2006, la 3ª de las
circulares.
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Sammon, 2006, 27). Marcelino no quería que estos primeros hermanos fuesen solamente
instructores o que sólo fuesen catequistas, sino que se esforzaran en dejar una profunda huella en
la vida de los muchachos encomendados a sus cuidados. “Por eso les animaba a rezar por
aquellos a quienes estaban llamados a servir; les exhortaba a amarlos, a ganarse su respeto” (26).
Además, Marcelino veló porque el modo como vivían él y los primeros Hermanos transparentara
su preferencia por los niños necesitados (70).
3.3.2. La misericordia, amor práctico
En la síntesis del capítulo 1 se puntualiza que la misericordia está relacionada con el
amor, pero que conlleva la demostración práctica de ese amor en respuesta a las necesidades de
quien es objeto de la misericordia. En esta circular se encuentran palabras del Hno. Seán que van
en esa misma línea. Al comentar la importancia que le dio Champagnat a la preparación de los
Hermanos para sus tareas Sammon alaba su “amor práctico a los niños y jóvenes, en especial los
más desatendidos” (25). Y al exponer la importancia del carisma como un don que el Espíritu
concede para el bien de todos, enfatiza la importancia del amor: “un amor que se hacía más
visible en acciones que en palabras vacías.” (28)
La misericordia del fundador en el encuentro con el joven Montagne, continuará
informando su ser y su actuar de apóstol. De este modo, cuando Sammon habla del compromiso
de los Maristas con los pobres señala: “El fundador ardía en amor compasivo por los que sufrían
la necesidad. Por eso quería que nosotros les atendiéramos a ellos antes que a nadie” (79).
Además, a lo largo de la circular se encuentran textos que remiten a cómo vivir ese amor:
“constancia en la donación de sí” (29), “rezar por aquellos a quienes estaban llamados a servir;
les exhortaba a amarlos, a ganarse su respeto” (27), preocuparse personalmente por los alumnos y
ganarse su respeto (55). Y repite las afectuosas palabras del fundador recogidas en sus cartas:
“Digan a sus niños que Jesús y María los quieren mucho a todos” (24); “Para educar a los niños
hay que amarlos; y amarlos a todos por igual” (55); “Siempre que veo a los jóvenes me vienen
ganas de catequizarles, de hacer que se den cuenta de lo mucho que los ama Jesucristo” (112).
Ese amor tiene un origen, la experiencia del amor recibido gratuitamente de Dios: “Su
pasión nacía de una íntima convicción del amor que Jesús y María tenían para con él y todos
nosotros” (112). E implica conversión: “una vez que se haya obrado el cambio en nuestros
corazones nos veremos movidos por una mayor compasión hacia aquellos con quienes nos
relacionamos” (87).
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Ese amor práctico se hace realidad en el servicio, al cual Sammon invita en esta circular:
“Como religiosos apostólicos, estamos llamados a una vida de servicio… compartir nuestro
tiempo, talentos y preparación con los demás; mostrar un espíritu de generosidad; proporcionar
cuidado a los niños, los ancianos, los enfermos u otros grupos necesitados” (38); “ofrecer un
servicio generoso en nombre de Cristo” (42); “rezar por aquellos a quienes estamos llamados a
servir” (27). Y no sólo invita a servir, sino a reconocer que ése es el llamado central para un
Marista: “nuestra llamada a servir a los niños y jóvenes desatendidos” (9). Para vivir con actitud
de servicio, anima a contemplar el ejemplo de María en el encuentro con su prima Isabel: “En la
Visitación, ella fue la portadora de Cristo a Juan el Bautista, cuando acudió presurosa a ofrecer su
servicio con sencillez, generosidad y caridad” (10). El servicio implicará cruz y llevará a la
transformación: “Lo que sufrimos por los demás nos ayuda a definirnos y nos hace ser lo que
somos” (43).
Marcelino Champagnat se conmueve y se siente responsable ante la situación de la niñez
y juventud que le rodeaba. Descubre que hay jóvenes que no han descubierto el rostro del DiosAmor y el sentido de la vida. Decide formar a un grupo de jóvenes para que fueran Hermanos
dedicado a evangelizar, a “dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar” (35), frase usada por el
fundador para hablar de la misión evangelizadora del Instituto.
3.3.3. La misericordia manifestada en la evangelización
A lo largo de esta circular el Hno. Seán se refiere a esa misión evangelizadora de la
siguiente manera:
“nuestra misión es dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar” (35);
“evangelizar mediante la formación de buenos cristianos y buenos ciudadanos” (54); llevar “el
evangelio de Jesús a los niños y jóvenes necesitados” (43); “formar buenos cristianos y buenos
ciudadanos en medio de los niños y jóvenes pobres del mundo” (101); que los jóvenes cristianos
que confiados a los Maristas lleguen “de verdad a conocer y amar a Jesucristo” y que se
manifiesten “en sus vidas las enseñanzas y valores de la Buena Noticia” (43); y que los de otros
credos lleven “consigo la capacidad de dialogar, un espíritu de tolerancia y mayor estima de sus
propias creencias” (43); ofrecerles a todos espacios donde lleguen “a amar a Dios de todo
corazón” (72); “ayudar a los niños y jóvenes pobres de las aldeas a convertirse en buenos
cristianos y buenos ciudadanos” (43). Ampliando, el Hno. Seán cita a un ex alumno marista
ordenado sacerdote que le contó cómo los Hermanos “me ofrecieron mucho más que una
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educación. Sí, hicieron mucho más que eso; tus hermanos me abrieron las ventanas al mundo, a
mí y a muchos otros” (23).
Marcelino Champagnat entendió la educación como “una herramienta poderosa para
formar y transformar las mentes y los corazones de los niños y jóvenes” (26). Lamentaba las
tareas administrativas y añoraba el contacto directo con los pequeños: “Cuánto me gustaría tener
la dicha de enseñar, de consagrar de una manera más directa mis desvelos a formar a estos tiernos
niños” (23). E instruía a los Hermanos sobre lo que ese tipo de educación comprehendía:
“Nuestro propósito es más ambicioso; aspiramos a inculcar en los niños espíritu, sentimientos y
costumbres religiosas, las virtudes del buen cristiano y del honrado ciudadano”. Por lo tanto, se
quiso asegurar que las instituciones de los Hermanos fuesen lugares donde primordialmente se
proclamaba “el evangelio a los jóvenes de palabra y de obra”, que los Hermanos pasaran tiempo
con los niños con “una presencia marcada por el espíritu de fraternidad por encima de cualquier
otra cosa” y que tuviesen “una disposición a hablar del amor de Jesús y de María que se notara
con claridad” (27).
El deseo de Marcelino de evangelizar no surge de una necesidad eclesial por ganar
adeptos o tan sólo de su fervor apostólico; surge de la necesidad constatada en la región que
habitaba de que hay jóvenes que no han descubierto al Dios-Amor. El deseo de Marcelino de
servir no surge de una búsqueda de sí mismo ni de unos presupuestos morales sobre su rol
eclesial sino para dar respuesta a unas necesidades concretas que están frente a él. La respuesta
consiste en una vida de servicio y entrega generosa, con sencillez a favor de los niños y jóvenes
desatendidos, evangelizando a esos niños y jóvenes, dándoles a conocer a Jesucristo y haciéndolo
amar.
Hay rostros concretos de jóvenes que provocan su re-acción, y toda una serie de gestos
concretos que invita a sus Hermanos a vivir: inculcar sentimientos, costumbre y virtudes,
proclamar con la palabra y la obra, compartir en espíritu fraterno, formar, enseñar, dialogar,
consagrar los desvelos, rezar, servir, dejar huella… con el deseo de mejorar la situación del niño
y del joven.
3.3.4. La misericordia manifestada en la solidaridad
La solidaridad como se entiende en esta circular está muy cercana a la misericordia y
participa de ella. En el contexto de la circular y de la discusión sobre el carisma recibido de
Marcelino, el Hno. Seán define la solidaridad como: “una elección deliberada por nuestra parte
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59
para ir al mundo de los niños y jóvenes que viven en la marginación social” de modo que los
Maristas lleguen a “compartir sus luchas y frustraciones, así como sus gozos y esperanzas” (73).
Y cita las Constituciones de los Hermanos Maristas en su artículo 34:
Guiados por la Iglesia y según nuestra vocación propia, nos hacemos solidarios de los
pobres y de sus causas justas. Les damos preferencia allí donde nos encontremos,
cualquiera que sea nuestro empleo. Apreciamos los lugares y casas que nos permiten
compartir su condición y aprovechamos las ocasiones que nos ponen en contacto con la
realidad de su vida cotidiana.
Al comentar ese artículo de las Constituciones, el Hno. Seán expresa:
La solidaridad con los niños y jóvenes pobres puede llevarnos a una transformación del
corazón, moviéndonos por una parte a replantearnos los criterios que hemos asumido
sobre el uso de los bienes materiales, cosa que va unida a la sencillez de vida, y por otra a
recordar la obligación que tenemos de denunciar toda injusticia que veamos (74).
La sencillez de vida, señala el Hno. Seán, facilitará “ir al encuentro de los jóvenes allí
donde están, especialmente aquellos cuya necesidad de Jesús se manifiesta en su pobreza material
y espiritual” (112).
En estos textos citados se encuentran elementos propios de la misericordia: atención al
otro en situación de necesidad, opción, salir de sí para ir al encuentro del otro, empatía, situarse
como compañero en el camino, transformación a raíz del encuentro con el pobre, cambio en estilo
de vida y denuncia de la injusticia.
Dando un paso más, en la circular se invita a vivir esta solidaridad desde Jesús y al estilo
de Jesús. Resalta la relación entre la solidaridad y la encarnación de Jesús, de modo que comparte
la condición humana, asume la realidad de la gente sencilla que le rodea. El texto a continuación
puede iluminar este punto:
La idea de solidaridad nos ayuda a entender mejor que Dios envió a su Hijo a la tierra
para estar entre nosotros y así revelar el rostro divino, pero también para encarnarse
plenamente como ser humano. Jesús asumió la vida de la gente común y corriente que le
rodeaba. Compartía sus luchas por la supervivencia, sus desilusiones, sus celebraciones,
su sentido de la historia y su experiencia de pueblo amado y salvado por Dios (12).
Continuando con la relación entre solidaridad y encarnación, Sammon invita a los
Maristas a vivir según el modelo de Jesús, a “acoger la condición y las circunstancias de las
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personas a las que hemos sido llamados a servir”, lo cual está íntimamente ligado a esta cita de
Jon Sobrino sobre el principio-misericordia: “La misericordia no es lo único que ejercita Jesús,
pero sí es lo que está en su origen y lo que configura toda su vida, su misión y su destino”
(Sobrino, 1992, 37).
La misión de Jesús, por tanto, no fue algo que él superpuso a su condición de hombre; su
misión fue compartir la vida humana. Su camino estaba inspirado por la solidaridad con las
gentes sencillas de su tiempo. Siguiendo el modelo de Jesús, los Maristas están llamados a acoger
la condición y las circunstancias de las personas a las que han sido llamados a servir, persuadidos
de que compartir la vida de una comunidad no es una cuestión preliminar a la misión sino más
bien inherente a ella (13).
El anonadamiento de Jesús, quien “se vació de sí mismo y se hizo pobre, para que
nosotros fuéramos ricos” sirve de modelo para el Marista, puesto que Jesús “nunca tuvo
necesidad de demostrar que se solidarizaba con los marginados, porque él mismo era uno de
ellos. Él vivió en medio de los pecadores, los enfermos, los excluidos de la sociedad” (76).
3.3.5. La opción por los niños y jóvenes pobres, un signo de la misericordia
a) La misión Marista se caracteriza por la atención a los niños y jóvenes necesitados.
A lo largo toda la circular el Hno. Seán dirige la atención del lector a los niños y jóvenes
necesitados: “Continuar la misión que él nos encomendó de ayudar a los niños y jóvenes pobres
de las aldeas a convertirse en buenos cristianos y buenos ciudadanos” (34); “nuestro trabajo con
los niños y jóvenes desfavorecidos” (55); “de los niños y jóvenes necesitados que nos
corresponde atender” (102); “llevando el evangelio de Jesús a los niños y jóvenes necesitados”
(43); “aliviar el sufrimiento y la miseria de los jóvenes” (88); “los jóvenes que han sido confiados
a nuestros cuidados” (101); “preferencia de Marcelino por los niños necesitados” (70). Tanto la
mirada del fundador como la del Hno. Seán y la de Laicos y Hermanos Maristas hoy está atenta a
los niños y jóvenes en necesidad, lo cual no es sólo un rasgo de la misión, un deber, sino que
también del carisma, algo que brota del corazón marista. Esto lleva a Sammon a exclamar:
“¡Ojalá nuestras obras fuesen conocidas como lugares donde se acoge a cada uno de los niños y
jóvenes que llaman a la puerta!” (90).
b) El llamado es a atender de manera particular a los jóvenes pobres y marginados.
Sammon va más allá de poner su atención en los niños y jóvenes necesitados. Le dedica una
extensa parte de la circular a subrayar el valor de atender a los niños y jóvenes pobres, socio-
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económicamente pobres. Éste es, para el Hno. Seán, uno de los tres aspectos claves que están
claros desde los comienzos del Instituto: “demostrar una preocupación particular por los niños y
jóvenes pobres, los que viven en las orillas de la sociedad” (72). Además, expone que una
característica básica del carisma es: “dentro de los jóvenes estamos llamados a trabajar
específicamente con los pobres y marginados. Si nosotros no les llevamos la Palabra de Dios a
ellos, ¿quién lo hará?” (36). Enfatiza la importancia de este elemento en la misión Marista: “en
nuestra misión de preparar a los niños y jóvenes pobres para la llegada del Reino” (54);
“hermanos que han de proclamar la Palabra de Dios a los niños y jóvenes pobres” (37); “nuestro
objetivo son los jóvenes, y de entre ellos los desfavorecidos” (37); “para educar a los niños y
jóvenes pobres” (61); “para los jóvenes empobrecidos que estamos llamados a atender” (87); ser
“presencia visible en medio de los más abandonados” (90); trabajar directamente con los niños y
jóvenes que viven en los márgenes de la sociedad” (63); “vistas desde la perspectiva de los niños
y jóvenes pobres que estamos llamados a servir” (66); “decisiones que nos conducirán más
determinadamente hacia los niños y jóvenes en situaciones de marginación” (71); “el deseo
ardiente del fundador de dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar entre los niños y jóvenes
pobres” (11). Y cuando habla de la misión evangelizadora marista presenta a Jesús citando al
profeta Isaías (Lc 4, 18-19): “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para
anunciar a los pobres la Buena Noticia, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y
la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”.
Resulta llamativo el uso insistente de “niños y jóvenes pobres” en esta circular. El autor
explica por qué usa esta frase en lugar de la más comúnmente usada: “los niños y jóvenes, en
especial a los más desatendidos” (Hermanos Maristas, 2011, 2). Por un lado, “nuestro fundador
en sus cartas aludía con frecuencia a los niños y jóvenes pobres, textualmente, cuando se refería a
los fines del Instituto” (10) y, por otro, cuando “utilizamos expresiones como “los menos
favorecidos” y “una preferencial, aunque no exclusiva, opción por los pobres”, da la impresión de
que queremos suavizar un poco lo que ha sido una llamada inequívoca y rotunda por parte de la
Iglesia…” (11).
Sammon busca que no se diluya la llamada, para que no se diluya la respuesta. Aún así, el
Hno. Seán no excluye “la posibilidad de que se realicen otras tareas en determinados casos” (37)
e invita a “guardarnos de ser excesivamente restrictivos” (37), puesto que el mismo fundador
atendió otros destinatarios en circunstancias determinadas. Pero, se ha de tomar en cuenta que
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
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“sea cual sea el lugar donde los hermanos de mi Provincia o Distrito quieren que yo sirva, es
preciso que lleve conmigo un corazón inclinado hacia los pobres” (12).
c) La congregación y la Iglesia hacen un llamado hoy a optar por los pobres.
Acentuando la opción por los pobres, el Hno. Seán Sammon lanza un fuerte cuestionamiento y
una invitación a los Maristas. Primero, les invita a preguntarse “a la luz de nuestro carisma, del
voto de pobreza y las llamadas de la Iglesia y los Capítulos generales y provinciales a servir a los
marginados de la sociedad, ¿dónde hemos de invertir nuestras energías apostólicas como grupo
en estos momentos y en el futuro?” (63). Y luego señala que urge un consenso sobre el
significado de “la opción por los pobres” (67) puesto que esto ayudará a “acoger con más
autenticidad el mandato evangélico —nuestra inspiración fundante—, y las recientes llamadas de
la Iglesia en que se nos exhorta a dedicar nuestras fuerzas al cuidado de los niños y jóvenes
necesitados” (67).
Su llamada conecta tanto con la “inspiración fundante” como con las llamadas que ha
realizado la Iglesia, a raíz del Concilio Vaticano II, numerosos Capítulos generales y provinciales
(71). Por un lado, es parte esencial de la herencia recibida: “El fundador ardía en amor compasivo
por los que sufrían la necesidad. Por eso quería que nosotros les atendiéramos a ellos antes que a
nadie” (79). Y, por otro, la Iglesia en los últimos años se ha empeñado en: invitar “de modo
especial a los religiosos a poner su atención en los pobres y necesitados” (68), “animar a los
religiosos a dirigir sus esfuerzos principalmente hacia los que viven en condiciones de pobreza”
(71), “a unirnos a sus filas con la sencillez de vida y el testimonio profético” (77), y “atender
cada vez con más entrega a los que están excluidos de la sociedad en que nos toca vivir” (83).
Los miembros del XX Capítulo General de los Hermanos Maristas —en el año 2001— “nos
animaron a emprender nuevas acciones en las que se manifieste nuestra opción preferencial por
los pobres” (82).
Por lo tanto, dice el Hno. Seán Sammon, los Maristas han de dejar de un lado los debates
y la retórica para pasar a la creación: “empezar a imaginar qué respuesta creativa e ilusionada
podemos dar a ese reto en las situaciones concretas que se presentan ante nosotros. Ha de ser una
respuesta audaz y a largo plazo...” (83).
d) Esta opción por los pobres ha de ser visible en gestos concretos. El Hno. Seán
señala que “una preocupación apasionada por los pobres y marginados… debe traducirse en
conductas que otros puedan ver y entender” (39); “Nuestro empeño en responder con valentía a
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
63
esa invitación —a trabajar con los más necesitados— debe manifestarse no sólo en los
documentos, sino también en todo lo que decimos y hacemos” (72); “con el deseo de sentirnos
más solidarios con los necesitados, podemos optar por tomar sólo una comida al día durante un
determinado periodo de tiempo” (80); e insta a realizar “…una seria evaluación de sus recursos
apostólicos con la mirada puesta en ir encarrilando los esfuerzos hacia los que sienten la
necesidad y la exclusión” (88). Los planes, los gestos, los movimientos que se realicen han de
abordar, de acuerdo al Hno. Seán, preguntas de fondo tales como: “¿Promueven (nuestras
prácticas actuales) una pasión más grande por el evangelio y por el servicio a los pobres?” (41).
e) La opción por los pobres conlleva grandes retos. En la circular se reconoce que una
opción por los pobres comporta retos para las personas y para las instituciones. Por lo tanto,
primero, invita a identificar qué dificulta hacer de esta opción una realidad: “¿qué escollos
tenemos que sortear para poner la preocupación por los pobres de Dios en el centro de todas
nuestras tareas?” (11). En algunos lugares éstas provienen de entender la llamada a los pobres
como “una muestra de desprecio hacia todo lo que se ha venido haciendo hasta el presente” (63);
en otros “los hermanos parecen haberse eximido de una seria reflexión sobre su dedicación a los
niños y jóvenes pobres” (64); y a veces las quejas surgen de los apostolados que se ven
desplazados cuando una orden religiosa ha buscado “enderezar sus pasos hacia el servicio directo
de los económicamente desfavorecidos” (82). Segundo, aceptar que “hacernos presentes entre los
marginados es fundamentalmente un cambio de corazón” (12). Tercero, invita a reconocer que
“nos conducirá, con el tiempo, a los límites de la sociedad” (89). Por último, plantea que “vivir
plenamente nuestra opción preferencial por los pobres es una tarea inacabada” (66).
f) La opción por los pobres implica reconocerles como instrumentos privilegiados de
Dios. “La idea de optar por los pobres encierra dentro de sí la convicción bíblica de que los que
viven en la marginación son los instrumentos privilegiados de la providencia de Dios” (65). En
sintonía con la paradoja de la encarnación, “una y otra vez Dios ha escogido a los débiles para
sorprender a los fuertes, a los locos para confundir a los sabios” (73). Y en este punto, el Hno.
Seán cita el final del artículo 34 de las Constituciones: “Por fidelidad a Cristo y al fundador,
amamos a los pobres: son bendecidos del Señor, atraen sobre nosotros sus bondades y nos
evangelizan” (74).
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
64
Después advierte que la solidaridad es un regalo, que no se ha de dar por supuesto:
…la solidaridad no es un derecho que podamos exigir o dar por garantizado. Es, más bien,
un regalo que nos ofrecen los que sufren la pobreza, los que están arrinconados por la
sociedad en la que viven. Y lo dan a su propio tiempo y manera, y sólo a los que vienen a
ellos despojados de actitudes de paternalismo y superioridad. Si le tuviéramos que poner
envoltorio de obsequio al regalo de la solidaridad, la tarjeta que lo acompañaría llevaría
este mensaje: a pesar de las diferencias de procedencia, color de la piel o lengua, vemos
en ti a alguien que está unido en espíritu y corazón a los que somos pobres (74).
Su experiencia le hace atestiguar que como fruto de esa vivencia de encuentro gratuito los
corazones de quienes van hacia los pobres son “transformados por aquellos a quienes han ido a
servir” (87). Esta solidaridad se asienta sobre un mutuo dar y recibir.
Tanto la mirada del Marcelino Champagnat como la del Hno. Seán y la de Laicos y
Hermanos Maristas hoy está atenta a los niños y jóvenes en necesidad. Éste es un rasgo esencial
del carisma, algo que brota del corazón Marista. Y de entre los niños y jóvenes, de manera
particular, a los pobres y marginados, por la sola razón de estar en mayor necesidad. Motivados
por las grandes urgencias que se constatan en el mundo de hoy, los llamados de la Iglesia y la
congregación, y la inspiración fundante, el Hno. Seán invita a renovar la opción por los pobres.
Propone pasar de la retórica a las respuestas audaces y los gestos concretos. La misericordia es
amor práctico que responde a las necesidades de quien es objeto de la misericordia.
La opción por los pobres conlleva sobrepasar grandes retos personales e institucionales.
También implica reconocer a los pobres como instrumentos privilegiados de Dios: “La idea de
optar por los pobres encierra dentro de sí la convicción bíblica de que los que viven en la
marginación son los instrumentos privilegiados de la providencia de Dios” (65). Esto llevará a
reconocer que la solidaridad es un regalo, que no se ha de dar por sentado, y que la otorgan los
marginados a quienes llegan despojados de paternalismo y superioridad. Quienes salen al
encuentro de los pobres son transformados por ellos, en un mutuo dar y recibir. De la acción
misericordiosa surge la relación, y de ésta, la projimidad.
3.3.6. Actuar movido a misericordia
Jon Sobrino define el Principio-Misericordia como el sufrimiento interiorizado que mueve
a una re-acción y configura un proceso, como “el principio fundamental de la forma de actuar de
Dios y de Jesús, lo cual implica enfrentamiento con la anti-misericordia y, por ende, riesgo y
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
65
cruz” (Sobrino, 1992, 152). “La solidaridad enraizada en la misericordia compromete a las
personas a niveles más profundos que el mero dar, convirtiéndose en un proceso continuado”
(Sobrino, 1992, 215). Lleva a “vivir y desvivirse para que el experimentado amor de Dios sea una
realidad histórica en este mundo” (Sobrino, 1992, 149). Lo que propone el Hno. Seán Sammon en
esta tercera circular está en línea con esa comprensión de la misericordia: analizar la situación
para descubrir sus causas, buscar soluciones junto con los que se encuentran en necesidad y
organizar planes a largo plazo.
El primero de estos puntos es el de analizar la situación para descubrir sus causas. La
dimensión analítica de la opción por los pobres se encuentra en el artículo 34 de las
Constituciones:
La preocupación por los pobres nos impulsa a descubrir las causas de la miseria y a
liberarnos de todo prejuicio o indiferencia respecto de ellos. Por lo mismo, nos sentimos
más responsables de los bienes que están a nuestro uso y que debemos compartir con los
más necesitados. Evitamos ofenderlos con un nivel de vida más holgado de lo necesario
(77).
El trabajo de análisis comienza con un proceso de discernimiento y reflexión. Se han de
plantear preguntas tales como: “¿por qué razón han sido marginados estos niños y jóvenes?,
¿cuáles son las consecuencias que han sufrido?” (77). Y se ha de examinar cómo participa uno en
esta situación de injusticia que se está enfrentando: “¿qué estamos haciendo nosotros para que los
que se ven confinados en los límites de la sociedad sigan estando en ese lugar?” (77).
Segundo, el Hno. Seán propone que los Maristas han de comprometerse a trabajar junto
con los que sirven para encontrarle salida a la situación en que se encuentran. Esto a su vez
logrará que las soluciones propuestas sean útiles y se puedan poner en práctica (77), y que los
destinatarios descubran su propia capacidad de salir adelante: “Para liberarse de sus sentimientos
de desesperanza, los que viven en la penuria y la exclusión deben poder hablar y actuar en
nombre de ellos mismos” (78). En definitiva, “estos dos pasos, encontrar los remedios y
conseguir la ayuda de los demás para aplicarlos, se recorren mejor con aquellos cuyos derechos
han sido pisoteados” (78). Además, como atestiguan las Escrituras, hemos de creer confiada y
humildemente que “los que están a la orilla del camino tienen un especial regalo que darnos a los
demás” (81). Por consiguiente, el Hno. Seán invita a los Maristas a cambiar la forma de ofrecer
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
66
su tiempo y atención a los niños y jóvenes marginados para encontrar la manera de que ellos sean
parte de la solución (81).
El tercer punto, realizar planes a largo plazo, se subdivide en una serie de pasos que
detalla el Hno. Seán Sammon: examinar las iniciativas previas (83); reconocer desde el principio
que no existen soluciones ideales para estos desafíos (83); trazar líneas estratégicas de largo
alcance con la participación de todos (84); y examinar rigurosamente los motivos que llevan a
servir a los que menos tienen (86). Habrá algunos que “están bien dotados para trabajar en
contacto con los niños y jóvenes desfavorecidos”, pero la llamada del Hno. Seán es a que todas
las personas, comunidades e instituciones sean parte, de alguna manera, de un plan integral.
Varios textos extraídos de la circular tratan de estos aspectos:
Las Constituciones nos retan a dar preferencia a los pobres, a vivir con sencillez, a buscar
las raíces de la pobreza y a desprendernos de todo prejuicio e indiferencia hacia los menos
favorecidos. Teniendo en cuenta la estrecha vinculación que hay entre evangelización y
promoción humana, hemos de ayudar a quienes padecen la necesidad, a la vez que
cooperamos con los que se afanan por la justicia y la paz en el mundo (113).
Por eso nos reta a nosotros a luchar constantemente en las circunstancias del día a
día para reparar los agravios de los que sufren el abandono, la soledad, la alienación; para
proteger la dignidad de los desfavorecidos y hacer causa con los oprimidos que luchan por
alcanzar su libertad (76).
Como Instituto tenemos que actuar con eficacia en nombre de ellos en dos frentes
interrelacionados: el servicio directo a los que padecen la marginación, y el empeño por
erradicar las causas que la provocan (88).
Estos textos señalan acciones en las que se hace vida la misericordia: ayudar a quienes
padecen la necesidad, proteger su dignidad, desprenderse de prejuicios e indiferencia hacia ellos,
hacer causa con los oprimidos que luchan por alcanzar su libertad, buscar las causas de la pobreza
y empeñarse en erradicarla, y cooperar con quienes se afanan por la justicia y la paz.
3.3.7. La misericordia implica conversión
El Hno. Seán invita a los Maristas a la conversión. Esto conllevará el ejercicio diario de
cuestionarse a uno mismo y el hacer opciones audaces que le lleven al contacto directo con los
marginados. Primero, ha plantearse cada día la siguiente pregunta: “¿Hay espacio (dentro de
nosotros) para aquellos a los que casi siempre se les mira como intocables en el mundo en
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
67
general, en esta sociedad global en la que nos encontramos cada vez más inmersos?” (81). Y lo
otro que propone es no limitarse al conocimiento teórico de datos y estadísticas que no cambian
los corazones, sino que tener la experiencia del encuentro con el otro: “Vivir y trabajar en medio
de los niños y jóvenes que sufren la necesidad, o colaborar en los esfuerzos que van hacia esa
meta, puede llevarnos a una transformación que nos haga reconducir nuestras energías hacia un
empeño en favor de la justicia” (86).
Para ilustrar este punto, usa el ejemplo de Monseñor Óscar Romero, quien sabía sobre la
realidad de los pobres en El Salvador antes de entrar en contacto con ellos. “Pero su corazón sólo
empezó a cambiar cuando compartió de cerca las vidas de aquellos hombres, mujeres y niños
cuya miseria ya era evidente, lo mismo que la causa que la producía” (86). De ese mismo modo,
los corazones de los Maristas que entren en contacto con los pobres se irán transformando por
aquellos a quienes han ido a servir (87).
En este asunto, Sammon invita a tener cautela, pues “la decisión de ir a trabajar entre los
desfavorecidos es otra de las experiencias donde hay peligro de autoengaño” (87). Esto requiere
examinar concienzudamente las motivaciones a lo largo del camino para no actuar partiendo del
orgullo (87). La conversión de los corazones conllevará en definitiva que “nos veremos movidos
por una mayor compasión hacia aquellos con quienes nos relacionamos” (87).
3.3.8. Como en Lc 10, responder a las necesidades del hombre a la orilla del camino
En la introducción a la carta el Hno. Seán Sammon plantea una pregunta que se ha venido
debatiendo en las congregaciones religiosas desde el Concilio Vaticano II: “¿A quiénes hemos de
atender, dónde tenemos que hacerlo?” (13). Estas preguntas han generado tensión en numerosas
Provincias y Distritos del Instituto, puesto que tocan temas sensibles tales como las diversas
concepciones de misión, el carisma, la herencia recibida, el futuro del Instituto y de las personas
que le rodean. Sammon propone que se dé respuesta a las “nuevas necesidades que han surgido”
puesto que éstas son “el hombre a la orilla del camino” (9). Esto implica “apertura y sensibilidad
a los signos de los tiempos” (25). Sin embargo, no es posible dar respuesta a todas las
necesidades del mundo hoy, lo cual implica tomar opciones. Como pista, propone que los
Maristas han de “dar una respuesta generosa a las urgentes necesidades humanas que tienen que
ver con nuestro espíritu fundacional” (89). Con esto, no quita que las respuestas sean nuevas,
inusitadas, puesto que “el carisma no se puede reducir a la herencia que se recibe en un momento
dado, sino que es portador de vida nueva y por ende reta a ir más allá” (35).
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
68
Sammon considera esencial para la vitalidad y viabilidad del Instituto promover
“proyectos orientados a atender necesidades humanas urgentes y descuidadas, necesidades
parecidas a las que golpearon el corazón del fundador y le movieron a entrar en acción” (57).
El documento invita a fijar la mirada en la situación de millones de niños a nivel mundial:
“Actualmente hay en todo el mundo cerca de 200 millones de niños excluidos de la educación
básica y más de 800 millones de adultos que son analfabetos” (16); “…la educación presenta
todavía un extraordinario desequilibrio dentro de la población mundial, con el “abismo de la
calidad” agrandándose entre las escuelas a las que asisten los pobres y las que tienen alumnos
más favorecidos” (16). Y después lanza una provocación y varias preguntas: “Las dificultades
que tenemos ante nosotros, por tanto, están bien claras. Lo que ahora queda por resolver es la
naturaleza de nuestra respuesta” (17). “¿Será innovadora? ¿Entraremos en ambientes
inexplorados?.. ¿Qué acciones hemos de emprender en nombre de la justicia con la generación
que ahora está surgiendo?” (17). “¿Qué respuesta podemos dar a las nuevas circunstancias que
acompañan a los niños y jóvenes necesitados, los sin techo, los que no tienen familia, los
excluidos de las sociedades, los que viven esclavizados, explotados, sin esperanza?” (17).
El Hno. Seán propone para la congregación una nueva ola de espíritu misionero, vivido
tanto dentro de cada unidad administrativa como a nivel global. Y lanza una invitación al
proyecto de Misión Ad Gentes en Asia, la región más pobre del mundo en los segmentos de
juventud, de acuerdo a las Naciones Unidas, y donde habita dos terceras partes de la población
mundial (106).
Están los que en su mismo país asumirán misiones “en medio de los niños y jóvenes que
se ven excluidos de la sociedad a la que pertenecen. Su casa está en medio de los más
abandonados, aquellos que no tienen a nadie que los atienda” (108). Y un segundo grupo que deje
su país natal “para proclamar la Buena Noticia en lugares en que aún no ha sido escuchada o
donde la Iglesia no es suficientemente fuerte para sostenerse a sí misma… su donación total es un
gran ejemplo para todos nosotros” (108). A unos y a otros invita a prestar particular atención al
“compromiso con los derechos humanos a escala planetaria, disposición a trabajar con los demás
en favor de un orden mundial equitativo en lo político y lo económico, y velar por la integridad
de la creación” (108).
En sintonía con la “Parábola del amor del padre”, Sammon declara que “el hombre a la
orilla del camino” en el siglo XXI son las víctimas de nuevas formas de marginación y exclusión.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
69
Invita a contemplarles con ojos de misericordia y a “dar una respuesta generosa a las urgentes
necesidades humanas que tienen que ver con nuestro espíritu fundacional” (89). Considera que es
esencial para la vitalidad y viabilidad del Instituto promover “proyectos orientados a atender
necesidades humanas urgentes y descuidadas, necesidades parecidas a las que golpearon el
corazón del fundador y le movieron a entrar en acción” (57). Esa será la forma de hacer actual el
carisma y de hacer presente el amor misericordioso del Padre.
3.3.9. Como en Lc 15, vivir el perdón y la reconciliación
El Hno. Seán Sammon también aborda en esta circular, aunque brevemente, el tema de las
comunidades maristas. Reitera que están formadas para la misión y anima a dar pasos para
renovarlas “de manera que se conviertan en lugares de perdón y reconciliación, escuelas de fe
para nosotros y para los jóvenes empobrecidos que estamos llamados a atender” (87).
3.4. Síntesis del Capítulo 3
Con esta trilogía de circulares sobre la identidad el Hno. Seán Sammon se propuso
sacudir a los Hermanos Maristas y a quienes comparten el carisma de San Marcelino
Champagnat, retando a plantearse “¿en quién o en qué ponemos nuestro corazón?” (Sammon,
2003, 13; 2005, 6), y cómo se transparenta eso en la vivencia comunitaria y en la misión. De
forma más específica, pregunta a los miembros de comunidad “¿qué estamos dispuestos a
sacrificar a favor de nuestra comunidad…?” (Sammon, 2005, 9) de modo que arda en cada uno
un corazón amoroso y que las comunidades respondan al sueño de San Marcelino; y en la misión,
reta al Instituto a plantearse hoy, a la luz del carisma heredado, de las llamadas de la Iglesia, del
mundo, y de los niños y jóvenes marginados del siglo XXI, “¿qué respuesta hemos de dar…?”
(Sammon, 2006, 9).
Con estas interpelaciones, Sammon sacude al Instituto y busca mover a misericordia, a
mayor fidelidad, a conversión, partiendo con frecuencia de la experiencia personal y colectiva del
amor incondicional de Dios y de la experiencia fundacional, por la cual los Maristas han nacido
de una experiencia de misericordia. Si bien la palabra misericordia no aparece en las circulares,
hay conceptos y experiencias muy ligadas a la misericordia que se registran en estas páginas y
eso es lo que se documenta en forma de síntesis a continuación.
3.4.1. La misericordia en el carisma y la espiritualidad marista
Marcelino Champagnat, sacerdote rural de la Francia posrevolucionaria, un hombre de
profunda oración, conmovido ante la situación de indigencia, ignorancia y desconocimiento de la
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
70
experiencia de Dios de los jóvenes de su tiempo, se encuentra un día ante un joven moribundo.
Contempla al joven que tiene delante de sí y la situación en la que se encuentra, que es también la
de muchos otros. Y sale estremecido por la experiencia. Pero, Marcelino no sólo se conmueve
ante la desgracia de un joven concreto, sino que se siente responsable. Este suceso conecta con
sus preocupaciones previas y confirma su intuición sobre la necesidad de Hermanos: “Tenía ante
sus ojos una víctima de la exclusión. Su necesidad de consuelo e instrucción en las verdades de la
fe determinaron la respuesta del fundador hasta consumir en ese empeño su vida” (Sammon,
2006, 26).
Este encuentro, que cambia el rumbo de la vida de Champagnat y la de muchos otros,
contiene todos los elementos que presentan las definiciones de misericordia de los capítulos
precedentes: un hombre dispuesto a la escucha y sensible ante la desgracia humana que se
encuentra con una persona concreta en situación de gravedad, que se conmueve ante ella, que
reflexiona, opta y actúa a favor de la vida.
La misericordia del fundador en el encuentro con el joven J. B. Montagne ilustra la
manera en que vive su ser y su actuar de apóstol: “El fundador ardía en amor compasivo por los
que sufrían la necesidad. Por eso quería que nosotros les atendiéramos a ellos antes que a nadie”
(Sammon, 2006, 79). Vive un amor práctico que busca dar respuesta a las necesidades de quien
está en necesidad. Descubre que hay jóvenes que no han descubierto el rostro del Dios-Amor y el
sentido de la vida. Decide formar a Hermanos que se dediquen a “dar a conocer a Jesucristo y
hacerlo amar” (Sammon, 2006, 35). Por ende, la espiritualidad de Marcelino Champagnat es “la
expresión de un cristianismo práctico, capaz de transformar a la persona y al mundo en el que
vivimos” (Sammon, 2003, 28), una espiritualidad encarnada, que lleva a acciones salvadoras y a
construir comunidad.
Pero, tanto esa espiritualidad como esas acciones salvadoras no son para Marcelino fruto
de la voluntad, sino que brotan del reconocimiento del amor gratuito y misericordioso del Padre.
La gratitud ante esa “pasión ilimitada de Dios por nosotros” (Sammon, 2003, 67) es “el
fundamento del amor y la caridad” (Sammon, 2003, 51). El agradecimiento por el amor gratuito
es condición para un corazón compasivo, como el del padre misericordioso de la parábola, y
como el de Marcelino.
Marcelino Champagnat vive en lo cotidiano el amor a Dios y el amor al prójimo. “Amaba
la humanidad de Dios. Consciente de que Dios se revela en las personas y acontecimientos de la
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
71
vida, el fundador estaba convencido de que el camino para una relación de amor con Dios implica
una relación de amor con los semejantes” (Sammon, 2003, 48). Le movía un gran amor por las
personas, y éste lo traducía en acción (Sammon, 2003, 63): “¿Estaba enfermo un hermano? El
fundador acudía sin dilación a visitarlo” (Sammon, 2003, 63).
3.4.2. La misericordia y la vivencia comunitaria
Al hablar del amor vivido en comunidad, Sammon recoge muchos de los aspectos que la
misericordia conlleva: reconocer el amor incondicional de Dios, acoger al otro en su realidad,
afrontar las dificultades correspondientes, esforzarse en la reconciliación, y darse de forma
gratuita y generosa. Propone el ejercicio de contemplar al hermano de comunidad, al otro, en
quien se podrá captar la misericordia de Dios: “podremos entrever el amor que Dios siente por él
y que le ha manifestado en el decurso de su vida, en los momentos buenos y en los tiempos de
dificultad” (Sammon, 2005, 26). Invita a vivir la caridad con todos los hermanos, incluso con
quienes son demostradamente difíciles. En estos casos, acoger al otro en su verdad y actuar en
favor de la vida implicará cambiar el modo de reaccionar ante su conducta y dar pasos para
conseguir la ayuda que necesiten.
La vivencia de la misericordia en la comunidad supone optar una y otra vez por la
relación con el otro por encima de la herida causada y el propio orgullo herido, y esto conlleva un
proceso. Dirigiéndose a un público específico –los Hermanos Maristas– y habiendo contemplado
diversas situaciones alrededor del mundo, Sammon enumera una serie de elementos necesarios
para llegar a la reconciliación, para que la misericordia se haga vida en las comunidades:
extender y aceptar el perdón con espontaneidad, sacrificarse por el bien común, tratar los
conflictos de forma que al final el grupo salga fortalecido, aceptar cada uno la parte que le
corresponde en los problemas que surgen, practicar la paciencia, ocultar la sabiduría, orar, y
aceptar la propia miseria y la propia responsabilidad. Más aún, la comprensión de la propia
debilidad hace posible la compasión ante la debilidad del otro; ayuda a ver en el otro a un
hermano, a ser prójimo del otro.
Sammon no es ingenuo en su defensa de la reconciliación, sino muy humano, y por lo
tanto, muy divino; entiende que la vivencia del perdón requiere que los seres humanos estén
“abiertos a la gracia de Dios” (Sammon, 2005, 73). La gracia que surge de la reconciliación se
hace extensiva a la comunidad entera, tal como lo reflejan las Escrituras.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
72
La misericordia que se vive dentro de la comunidad se ha de transparentar en la vivencia
de la misericordia en medio de los jóvenes desfavorecidos. Y se han de nutrir mutuamente. Las
comunidades han de ser, en palabras de Sammon, “lugares de perdón y reconciliación, escuelas
de fe para nosotros y para los jóvenes empobrecidos que estamos llamados a atender” (Sammon,
2006, 87).
3.4.3. La misericordia y la misión marista
Para hablar de la misión, Sammon invita a los Maristas a comenzar por contemplar al
Dios fiel, que ama incondicionalmente y que camina con su pueblo, de la misma manera que lo
hizo Jesús, quien fue condenando porque evidenció estar a favor de los pobres y proclamarles la
Buena Noticia. Jesús, como el Padre misericordioso, se conmueve ante la desgracia humana y
actúa a favor de la vida, allí donde ésta se ve amenazada.
Luego relata cómo Marcelino Champagnat, intentando desde su realidad hacer esto vida,
funda a los Hermanos Maristas en una Francia posrevolucionaria para “dar a conocer a Jesús y
hacerlo amar entre los niños y jóvenes desfavorecidos” (Sammon, 2005, 19). En el espíritu del
fundador, las Constituciones en su artículo 34 instan a hacerse “solidarios de los pobres y de sus
causas justas”, darles preferencia, “compartir su condición”, y ponerse “en contacto con la
realidad de su vida cotidiana” (Sammon, 2005, 58). Champagnat y las Constituciones exhortan a
los Maristas a hacerse prójimo del necesitado.
El deseo de Marcelino de evangelizar surge de los rostros concretos de jóvenes
marginados que no han descubierto al Dios-Amor. Su respuesta consiste en una vida de servicio y
entrega generosa, sencilla y dedicada a los niños y jóvenes desatendidos, dándoles a conocer a
Jesucristo y haciéndolo amar: “No puedo ver a un niño sin que me asalte el deseo de enseñarle el
catecismo y de decirle cuánto lo ama Jesucristo” (Sammon, 2003, 63). Estas palabras revelan el
corazón misericordioso del fundador, que contempla una situación (ver a un niño), se conmueve
(asalta el deseo) y se pone en acción (enseñarle, decirle).
En esta misma línea Sammon propone al Instituto elegir deliberadamente ir al mundo de
los niños y jóvenes que viven en la marginación social de modo que llegue a “compartir sus
luchas y frustraciones, así como sus gozos y esperanzas” (Sammon, 2006, 73). Esto conllevará
atención de quien está en situación de necesidad, opción, salir de sí para ir al encuentro del otro
allí donde está, empatía, situarse como compañero en el camino, transformación a raíz del
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
73
encuentro con el pobre, el compartir sus condiciones, la elección de un estilo de vida sencillo y la
denuncia de la injusticia.
Tanto la mirada de Marcelino Champagnat como la del Hno. Seán y la de Laicos y
Hermanos Maristas hoy está atenta a los niños y jóvenes en necesidad. Éste es un rasgo esencial
del carisma, algo que brota del corazón Marista. Y de entre los niños y jóvenes, de manera
particular, a los pobres y marginados, por la sola razón de estar en mayor necesidad. Motivados
por las grandes urgencias que se constatan en el mundo de hoy, los llamados de la Iglesia y la
congregación, y la inspiración fundante, el Hno. Seán invita a renovar la opción por los pobres, y
a pasar de la retórica a las respuestas audaces y concretas. La misericordia es amor práctico que
responde a las necesidades de quien es objeto de la misericordia.
La opción por los pobres conlleva sobrepasar grandes retos personales e institucionales.
También implica reconocer a los pobres como instrumentos privilegiados de Dios, y que la
solidaridad es un regalo que pueden otorgar los marginados a quienes llegan despojados de
paternalismo y superioridad. Quienes salen al encuentro de los pobres son transformados por
ellos. Esta solidaridad se asienta sobre un mutuo dar y recibir. De la acción misericordiosa surge
la relación, y de ésta, la projimidad.
En la circular sobre la misión el Hno. Seán Sammon hace una serie de propuestas a los
maristas que están en la línea del Principio-misericordia de Jon Sobrino: ayudar a quienes
padecen la necesidad, proteger su dignidad, desprenderse de prejuicios e indiferencia hacia ellos,
hacer causa con los oprimidos que luchan por alcanzar su libertad, buscar las causas de la
pobreza, empeñarse en erradicarla, y cooperar con quienes se afanan por la justicia y la paz. Todo
esto remite al Principio-misericordia: el sufrimiento interiorizado que mueve a una re-acción y
configura un proceso, el cual lleva al enfrentamiento con la anti-misericordia, de modo que el
amor de Dios que se ha experimentado sea una realidad histórica.
Sammon propone que “el hombre a la orilla del camino” en el siglo XXI son las víctimas
de las nuevas formas de marginación y exclusión, y que los Maristas han de re-accionar con
“proyectos orientados a atender necesidades humanas urgentes y descuidadas, necesidades
parecidas a las que golpearon el corazón del fundador y le movieron a entrar en acción”
(Sammon, 2006, 57).
Vivir de ese modo requiere hacer opciones audaces que lleven al contacto directo con los
marginados, tal como lo vivió Monseñor Romero, de quien dice el Hno. Seán: “…su corazón sólo
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
74
empezó a cambiar cuando compartió de cerca las vidas de aquellos hombres, mujeres y niños
cuya miseria ya era evidente, lo mismo que la causa que la producía” (Sammon, 2006, 86). Y
también requiere conversión y el ejercicio diario de cuestionarse a uno mismo: “una vez que se
haya obrado el cambio en nuestros corazones nos veremos movidos por una mayor compasión
hacia aquellos con quienes nos relacionamos” (Sammon, 2006, 87).
La vivencia de la opción por los pobres y la lucha por la justicia irá unida a la sencillez de
vida y a una espiritualidad encarnada y misericordiosa.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
75
4. PROPUESTA DE LINEAMIENTOS PARA LOS MARISTAS
Con el deseo de hacer presente la misericordia en el mundo, se propone a continuación
una serie de lineamientos que surgen de los descubrimientos presentados en este estudio. Están
dirigidos a los Laicos, Hermanos, Agentes (aquellos adultos que laboran en la misión marista en
ámbitos formales y no formales, sin ser Laicos maristas) y Jóvenes maristas (niños y jóvenes de
ambos sexos, destinatarios principales de la misión marista). Los lineamientos están organizados
utilizando las mismas clasificaciones del resultado del análisis de la trilogía de circulares del
Hno. Seán Sammon.
4.1. La misericordia en el carisma y la espiritualidad marista
Para Hermanos, Laicos, Agentes y Jóvenes:
a) Inspirados por la llamada de los Profetas a mantener íntimamente ligados el culto y la ética,
revisar en qué medida la forma en que se celebra la fe (en las comunidades, en los
movimientos pastorales y en los centros educativos) responde a la vida o a un deber ser.
b) El saberse receptor del amor gratuito de Dios, de su “pasión ilimitada por nosotros” –como
dice el Hno. Seán Sammon–, es condición para estar en disposición de compartirlo con otros.
Reconociendo que don compartido y don recibido están ligados, potenciar la vivencia de la
gratitud por medio de talleres y de pequeños gestos.
c) Profundizar en la misericordia por medio de la contemplación de la auto-donación divina en
Cristo Jesús y los sacramentos. Esto ayudará a vivir la projimidad y a asumir sus
consecuencias.
d) Potenciar el acercamiento al Jesús de los Evangelios en su ser y en su hacer, que revela cómo
es el Padre y cómo están llamados a vivir sus seguidores.
e) Escuchar –Hermanos y Laicos– las lecturas desde la vida que realizan las comunidades
pobres cuando están unidas y comprometidas en luchar contra la marginación. Acompañar a
los Agentes y a los Jóvenes que deseen vivir estas experiencias
f) A la luz del camino espiritual relatado por Nouwen en su libro, de las parábolas del Buen
samaritano y del Padre bueno, y del relato fundante marista, recuperar la importancia de los
relatos, los cuales pueden reavivar las brazas del fuego vocacional y encender otras.
g) Cultivar el silencio en todos los ámbitos y edades, de modo que se esté dispuesto a la escucha
y la contemplación del otro y del Otro.
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h) Como colectivo, tomar conciencia de las palabras del Hno. Seán Sammon de que para
cambiar los corazones la espiritualidad es el lugar donde se ha de comenzar.
i) Con el fin de que en cada uno arda un corazón amoroso plantearse a todos los niveles “¿en
quién o en qué ponemos nuestro corazón?” (Sammon, 2003, 13; 2005, 6).
Para Hermanos y Laicos:
j) Realizar procesos que ayuden a Hermanos y Laicos a reconocer la propia miseria y a
descubrirse receptores de la misericordia divina.
k) Si para Dios lo primero es la ternura –como señala González de Cardedal– entonces se ha de
prestar atención para captarla. Realizar itinerarios que ayuden a reconocer la presencia de
Dios en la propia vida y en la vida de la comunidad, así como su actuación. Realizar
ejercicios de relectura de la vida.
l) Preparar los corazones para asumir las situaciones de riesgo y de cruz desde la contemplación
del Crucificado y Resucitado, y el compromiso cercano con las causas justas del pueblo.
Para los destinatarios:
m) A imitación de Nouwen en su contemplación del cuadro del cuadro de Rembrandt,
aprovechar las posibilidades que ofrece el arte y la estética para conectar con lo más profundo
de los Jóvenes y disponerles a la experiencia espiritual.
n) Potenciar todos aquellos espacios que ayuden a que la espiritualidad de Agentes y Jóvenes
sea más encarnada.
4.2. La misericordia y la vivencia comunitaria
Para Hermanos y Laicos maristas:
a) Potenciar el reconocimiento de que todos los humanos son hermanos unos de otros para
renovar la acogida gratuita e incondicional del otro.
b) Recordar repetidamente, como lo hace el Hno. Seán, la importancia de vivir en permanente
espíritu de conversión.
c) Incluir en itinerarios el crecer en libertad en las relaciones interpersonales, de modo que el
amor sea libremente dado y recibido.
d) Vivir procesos de sanación y reconciliación con uno mismo para acoger la misericordia de
Dios.
e) De forma asidua orar por los miembros de la misma comunidad o Fraternidad y reflexionar
juntos el Padrenuestro, con el deseo de que el ser hermanos unos de otros se vaya haciendo
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realidad. Contemplar a cada Hermano intentado captar la acción de Dios en su vida y verles
como Él les ve.
f) Iluminados por González de Cardedal, estudiar Laicos y Hermanos las relaciones intratrinitarias como fuente de vida para la comunidad.
Para las comunidades de Hermanos y para las Fraternidades maristas:
g) Dar pasos en el crecimiento de los niveles de comunicación, con la ayuda de fichas, talleres y
facilitadores externos. Además, empeñarse en procesos de autoconocimiento para
desenmascarar las tretas que dificultan las relaciones interpersonales.
h) Realizar celebraciones de la reconciliación.
i) Promover que los miembros de las comunidades y Fraternidades se planteen la pregunta que
propone el Hno. Seán Sammon (2005, 9): “¿qué estamos dispuestos a sacrificar a favor de
nuestra comunidad…?” de modo que las comunidades respondan al sueño de San Marcelino.
Para las comunidades de Hermanos:
j) Asignar tiempos cada semana para el compartir en comunidad de forma distendida. Además,
que cada miembro de comunidad le dedique tiempos gratuitos al compartir en comunidad.
k) Que a nivel personal, comunitario y regional se reflexione sobre diversos aspectos de la vida
comunitaria de modo que las comunidades caminen en el espíritu fraterno que soñó el
fundador: relaciones interpersonales, vida de oración, sencillez de vida, el perdón y la
reconciliación.
l) Tomar conciencia de que la actuación a favor de la vida no ha de ser solamente en la misión,
hacia fuera de la comunidad, sino que ha de comenzar por la vivencia comunitaria.
m) Donde haya un Hermano demostradamente difícil, dialogar con el animador comunitario
sobre el tema para examinar lo que cada uno puede estar aportando, evaluar las medidas
tomadas, preguntarse por la causa de la conducta y acordar unas estrategias, que
probablemente implicarán cambiar el modo de reaccionar ante su conducta y dar pasos que
vayan encaminados a conseguir la ayuda que necesite.
4.3. La misericordia y la misión marista
Para todos los ámbitos:
a) Cuestionarse a todos los niveles lo siguiente: a la luz del carisma heredado, de las llamadas de
la Iglesia, del mundo, y de los niños y jóvenes marginados del siglo XXI, “¿qué respuesta
hemos de dar…?” (Sammon, 2006, 9).
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
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b) Como congregación, provincia, centros, personas… renovar la opción por los pobres, optar
por identificarse con sus causas, abrir obras en zonas donde la vida se ve amenazada,
denunciar las injusticias.
Para Laicos, Hermanos, Agentes y Jóvenes:
c) Puesto que la misericordia es cualificación y exigencia para ejercerla, realizar ejercicios que
ayuden a tomar conciencia de cómo y cuándo se ha experimentado la misericordia.
d) Reconocer que los Maristas han nacido de una experiencia de misericordia y potenciarlo en la
reflexión y la oración.
e) Orar con los rostros concretos de aquellos con quienes se entra en contacto.
f) Ayudarles a pasar del voluntarismo a descubrir al otro, y a eventualmente sentirse
responsables por el “herido a la orilla del camino”, como lo hizo Champagnat.
g) No limitarse al conocimiento teórico de datos y estadísticas, sino que entrar en contacto con
la experiencia de quienes viven en situaciones de marginación.
h) Aprovechar toda oportunidad que le sitúe a uno en contacto respetuoso con quienes están en
situaciones de necesidad, y hacer a los jóvenes partícipes de ello.
Para Laicos y Hermanos:
i) Retomar los propios relatos vocacionales. Ofrecer experiencias que ayuden a discernir la
llamada de cada uno.
j) Potenciar la inteligencia emocional en los jóvenes para que sepan reconocer lo que
experimentan en el encuentro con los otros y para que aprendan a verbalizarlo y a pasarlo al
nivel consciente.
k) Que un mayor número de Hermanos y Laicos maristas tengan la oportunidad de acercarse a
las realidades crucificadas de nuestros pueblos, de conocer y reflexionar sobre su realidad.
l) Tomar medidas para compartir las condiciones de vida de aquellos a quienes se está llamado
a servir.
m) Estar conectados a los documentos de la Iglesia universal que hablan de la misión, a los
esfuerzos que se realizan a favor de los pobres en la Iglesia local y a las llamadas que surgen
desde la realidad nacional.
n) En espíritu de realismo y humildad, cooperar con otros en las luchas por la justicia y la paz.
o) Cuando se acompaña a personas en situaciones de marginación, potenciarlas para que
descubran sus propias capacidades para salir adelante.
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Para los destinatarios:
p) Apoyar y acompañar las iniciativas solidarias que surgen de los jóvenes de modo que
descubran que tienen la capacidad de actuar a favor de la vida.
Para los Equipos de Pastoral:
q) Revisar los planes de la pastoral solidaria para reconocer las insuficiencias y desenmascarar
posibles actitudes paternalistas. Estudiar las causas que se encuentran detrás del sufrimiento
de los marginados.
r) Analizar los planes pastorales con la ayuda de agentes externos a la propia obra, centro,
provincia, de modo que se cuestionen las prioridades y se tomen decisiones audaces.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
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II. DISCUSIÓN
Detrás del término misericordia yace una gran riqueza histórica y teológica. Recorrer el
desarrollo del vocablo a lo largo de la Escritura ha significado, a su vez, abrir una ventana a la
historia de la concepción del hombre y de Dios. Además, ha ofrecido la oportunidad de captar
interrelaciones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, ver cómo Jesús se nutre de la sabiduría
de textos proféticos, tales como Lv 19:18 y Za 9:7.
Al profundizar en el concepto acompañado de varios autores contemporáneos –con
visiones y puntos de partida muy diversos– se ha evidenciado la importancia de acoger diversas
perspectivas. Cada autor enfatiza un aspecto de la realidad, de Dios y, por ende, de la
misericordia. Al priorizar unos rasgos, deja otros atrás. Al mirarlos en conjunto, las visiones se
complementan. Junto con esto, es importante reconocer el paradigma desde el cual escribe cada
autor, para asegurarse de que se está ampliando la visión. Habiendo nacido los Maristas dentro de
un paradigma pre-moderno es importante acercarse a autores que elaboren teología desde otras
comprensiones de la persona y de Dios, que indudablemente supondrán otras conceptualizaciones
de misericordia.
Este estudio se ha visto enriquecido por varios relatos: las cautivantes parábolas lucanas,
el camino espiritual de Nouwen en relación al cuadro de Rembrandt y el relato fundacional
marista. Vale la pena subrayar el valor de los relatos en la transmisión de valores universales más
allá de credos e ideologías.
La misericordia como concepto encierra una gran complejidad de capas de significado. Es
una emoción profunda que lleva al movimiento: desde captar la miseria del otro hasta
conmoverse; desde sentirse impulsado en favor del otro hasta efectivamente actuar en favor de la
vida. Requiere una disposición que va más allá del deber, en respuesta a la condición de quien es
objeto de la misericordia. Está muy ligada a otros conceptos: compasión, comprensión, perdón,
reconciliación, ayuda, protección, conversión, amor. No es igual a ellos, pero los supone. Lleva a
la projimidad, a descubrir que con el otro se comparte una misma humanidad, y a vendar las
heridas del necesitado.
En Jesús, Dios se hace cercano, prójimo, y revela así el camino para vivir la misericordia.
Jesús de Nazaret experimenta hasta el fondo la miseria de la humanidad y responde con su
misericordia compasiva, hasta el punto de dar la vida. Dios entrega a sus hijos la posibilidad de
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
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corresponder a la misericordia recibida y, a la vez, la responsabilidad de actuar en consecuencia.
La misericordia es, por tanto, respuesta agradecida de quien se vuelve hacia los que están
necesitados de misericordia. Esta respuesta, a la luz de la miseria de los pueblos marginados,
consiste en que el sufrimiento ajeno se interioriza, y éste mueve a una re-acción, sin más motivos
para ello que el mero hecho del herido en el camino. Desde la propia humanidad se es movido a
misericordia.
La misericordia, entendida de esta manera, está en la raíz de la herencia marista. Es la
experiencia de Marcelino Champagnat ante el joven moribundo que ignora el sentido de su vida y
el amor de Dios, encuentro que le confirma su intuición de “Necesitamos Hermanos” (Furet,
1856/1989, 30) y le lleva a actuar. Marcelino reconoce el amor gratuito de Dios en su vida; esto
fundamenta su vivencia del amor y la caridad. Su amor práctico busca dar respuesta a las
penurias de quien está en necesidad, un cristianismo que transforma a la persona y al mundo. De
suerte que decide formar a Hermanos que se dediquen a “dar a conocer a Jesucristo y hacerlo
amar” (Sammon, 2006, 35); y de esta forma multiplicar la misericordia.
Del mismo modo, la misericordia se encuentra en la espiritualidad heredada de Marcelino.
Su vida habla de un hombre de profunda oración e intimidad con Dios. Remite a un Dios que
acoge a todos de manera incondicional. Ese amor gratuito desafía los esquemas humanos,
posibilita la conversión de los implicados y es fuente de entrega.
Esta entrega se ha de transparentar tanto en la vida apostólica como en la comunitaria.
Sammon propone que las comunidades sean lugares de perdón y reconciliación, donde se viva el
espíritu del fundador y los primeros hermanos. Invita a vivir la caridad con todos los hermanos,
incluso con quienes son demostradamente difíciles. La vivencia de la misericordia en la
comunidad supone optar, una y otra vez, por la relación con el otro por encima de la herida
causada y el propio orgullo herido. Esto conlleva proceso, paciencia, decisión, autoconocimiento,
oración y apertura a la gracia de Dios. El ejercicio de contemplar a cada hermano ayudará a
captar cómo se ha manifestado la misericordia de Dios para con él.
En relación a la vida apostólica, Sammon invita a los Maristas a contemplar al Dios fiel
que camina con su pueblo y a Jesús, su Hijo, quien se conmueve ante la desgracia humana y
actúa en favor de la vida, allí donde ésta se ve amenazada. De los rostros concretos de jóvenes
marginados que no han descubierto al Dios-Amor surge el deseo de Marcelino de evangelizar. En
esta misma línea Sammon propone al Instituto elegir deliberadamente ir al mundo de los niños y
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jóvenes que viven en la marginación social, por la sola razón de estar en mayor necesidad. Esto
conllevará grandes retos para los Maristas: salir al encuentro de los marginados, ser
transformados por ellos, situarse como compañeros en el camino, hacer opciones audaces y
denunciar las injusticias, entre otros.
Los lineamientos ofrecidos en torno a la espiritualidad y el carisma apuntan hacia cultivar
la relación entre fe y vida, descubrir la acción de Dios y desde ahí, potenciar la gratitud y la
ternura. Invitan también a acercarse a Jesús y a contemplarle en el Pesebre, en el Altar y en la
Cruz. Acercarse también a la vivencia de la fe de los pobres, y a cultivar el silencio, la escucha y
la contemplación.
Los lineamientos sobre la misericordia y la vivencia comunitaria tienen un componente
personal y otro grupal. A nivel personal llaman a la conversión, a crecer en libertad en las
relaciones interpersonales, a vivir procesos de sanación y reconciliación, y a reconocer la común
humanidad compartida. A nivel grupal, invitan al crecimiento de los niveles de comunicación, a
dedicar tiempos gratuitos al compartir en comunidad, a reflexionar juntos y a celebrar la fe en
comunidad.
Los lineamientos ofrecidos sobre la misericordia y la misión marista tienen diversas
dimensiones: personal, comunitario e institucional. En un primer momento, invitan a tomar
conciencia de cómo y cuándo se ha experimentado la misericordia. También a orar con los
rostros concretos de los marginados y a crecer en sencillez de vida. A nivel institucional, los
lineamientos proponen que se los Maristas reconozcan que han nacido de una experiencia de
misericordia, que renueven la opción por los pobres, aumenten la conexión con otros agentes de
cambio, entren en mayor contacto con los marginados y que les potencien. Así mismo, invitar a
otras personas a que descubran su propia capacidad de actuar a favor de la vida.
LA MISERICORDIA PARA LOS MARISTAS HOY
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III. CONCLUSIONES
El aporte más significativo de este estudio es el producir una criba, un cedazo desde el
cual releer los documentos maristas. Quienes deseen profundizar en el tema de la misericordia
pueden utilizar la síntesis realizada y aplicarla a los documentos de sus congregaciones, grupos o
instituciones, tanto de vida religiosa como laical.
El otro aporte de peso es el de resaltar el tema de la misericordia. En el proceso de los
Hermanos Maristas de redefinición de su identidad y en el proceso de los Laicos Maristas de
búsqueda de su identidad, la misericordia ha de marcar la manera particular de seguir a Jesús de
los Maristas. Y esto ha de darse en cada uno de los niveles hacia los que apunta este estudio:
espiritualidad, vida comunitaria y vida apostólica.
Marcelino Champagnat vive en lo cotidiano el amor a Dios y el amor al prójimo. Su
espiritualidad es expresión de un amor práctico que busca dar respuesta a las necesidades de
quien está en necesidad. Ese amor es respuesta agradecida a un Dios que se ha revelado como
misericordia y que le invita a ser signo de su presencia. Para que haya conversión en el Instituto a
todos los niveles y se crezca en misericordia, se ha de comenzar por la espiritualidad. Se ha de
clarificar en quién o en qué se está poniendo el corazón.
El Hno. Seán Sammon no es ingenuo en su defensa de la vivencia de la misericordia en la
comunidad, sino que parte de una larga experiencia en acompañar procesos personales y
grupales. Reconoce que la vida en comunidad requiere optar una y otra vez por la relación con el
otro por encima de la herida causada y el propio orgullo herido, y esto conlleva un proceso. La
comprensión de la propia debilidad hace posible la compasión ante la debilidad del otro; ayuda a
ver en el otro a un hermano, a ser prójimo del otro. Para que las comunidades respondan al sueño
de San Marcelino y la misericordia se haga vida en cada miembro de comunidad, se debe estar
claro qué se está dispuesto a sacrificar en favor de la comunidad.
Tal como hace el hno. Seán Sammon, para examinar la labor apostólica se ha de
comenzar por contemplar al Dios fiel que camina con su pueblo y a su hijo Jesús. Es desde ahí, y
de los rostros concretos de los marginados, desde donde se pueden hacer opciones valientes y
arriesgadas a favor de la vida, allí donde ésta se ve amenazada. Esto podrá llevar al Instituto a
elegir deliberadamente ir al mundo de los niños y jóvenes que viven en la marginación social y
compartir sus luchas y sus esperanzas. Para ser fieles al carisma heredado, a las llamadas de la
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Iglesia, del mundo y de los jóvenes marginados del siglo XXI, las comunidades, obras y regiones
han de discernir qué respuesta han de dar a las necesidades del mundo hoy.
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IV. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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