Un burka por amor; Reyes Monforte

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UN BURKA POR AMOR
Resumen de la historia:
MarÃ-a Galera es una joven mallorquina que vive en Londres. AllÃ- conoce a Nasrad, un hombre
musulmán procedente de Afganistán. Se enamoran perdidamente y acaban viviendo juntos y casándose.
MarÃ-a se convierte al Islam. Cuando están esperando su primer hijo, deciden viajar a Afganistán para que
MarÃ-a conociera a la familia de Nasrad. Aterrizaron en pakistán, lugar donde les esperaba el hermano de
Nasrad para llevarles a la frontera con Afganistán. En esa zona limÃ-trofe se encontraba su familia
esperándoles.
Durante un tiempo, MarÃ-a intentaba agradar a todo el mundo aunque se sentÃ-a incómoda al no conocer
nada de la lengua que ellos hablaban. Poco a poco iba sintiendo más y más molestias del embarazo.
Cuando ya no podÃ-a más, su cuñado, que trabajaba como médico, le dijo que no podrÃ-a viajar en ese
estado y que tendrÃ-a que dar a luz en Afganistán. A MarÃ-a se le vino el mundo encima, y más aún
cuando se enteró de que en aquel paÃ-s las mujeres no tenÃ-an derecho a asistencia médica y que tenÃ-a
que dar a luz en la propia casa de sus suegros; sin las condiciones sanitarias e higiénicas adecuadas.
A la hora del parto, las mujeres de la casa la ayudaron, sobre todo la madre de Nasrad. Tuvieron que rajarle
para que el bebé saliera con mayor facilidad. Era niño y le pusieron de nombre Abdulah.
DÃ-as después se celebró la llegada del niño a la familia. Aquel festejo consistÃ-a en degollar un
cordero y manchar de su sangre las manos, pies y la cabeza del niño y luego tocar la arena. A MarÃ-a le
pareció espantoso pero lo aceptó como un rito tradicional del lugar.
Cuando por fin volvieron a Londres MarÃ-a decidió organizar un viaje para visitar a su familia en Mallorca.
Pensó que lo mejor serÃ-a que Nasrad no la acompañase asÃ- que viajó con Abdulah. Su padre se puso
contentÃ-simo de conocer a su nieto y jugaba con él a todas horas. Lo que le gustaba un poco menos era el
hecho de que MarÃ-a se habÃ-a casado con un hombre musulmán pero lo llevaba con bastante humor.
Después de unas semanas MarÃ-a y su hijo regresaron a Londres.
Unos meses más tarde, Nasrad se enteró de que su padre estaba muy mal asÃ- que volvieron a
Afganistán. Esta vez el paÃ-s estaba peor por culpa del régimen taliban. Para pasar por la frontera entre
Pakistán y Afganistán tuvieron que dejar sus pertenencias a unos niños que las llevarÃ-an al otro lado ya
que los militares siempre les quitaban parte de lo que llevaban. Pero la suerte no estuvo de su parte y los
niños se llevaron todo su equipaje, documentación y dinero. Ya no podrÃ-an salir del paÃ-s.
Primero fueron a casa de la hermana de Nasrad, en Kabul. A mitad del camino se encontraron con ella. Esta le
dijo a Nasrad que su mujer debÃ-a vestirse con el burka si no querÃ-a buscarse serios problemas. Le compró
uno y MarÃ-a se lo puso. Se sentÃ-a ahogada y apenas podÃ-a ver a través de la rejilla. Se sentÃ-a torpe al
andar ya que tropezaba continuamente.
En casa de sus suegros las cosas no fueron mejor. Hicieron otra vez el ritual de bienvenida, esta vez para
MarÃ-a. Su suegra la obligaba a trabajar muy duro en las labores de la casa. AllÃ- no habÃ-a luz eléctrica
ni agua corriente. TenÃ-an llenar bidones de los pozos y el fuego era de leña. La ropa se lavaba a mano y
dormÃ-a muchÃ-sima gente en escasas habitaciones. El marido de MarÃ-a salÃ-a todos los dÃ-as con su
hermano y no volvÃ-an hasta la noche. La madre de Nasrad le hacÃ-a a MarÃ-a la vida imposible. Se enteró
de que le disgustaba muchÃ-simo que su hijo no se hubiera casado con la mujer que habÃ-an acordado. Las
mujeres de allÃ- estaban acostumbradas a trabajar en las tareas del hogar y por ello, eran muy eficientes. Eso
le molestaba a la suegra de MarÃ-a, que ella no trabajaba tan rápido y a todo lo que ella intentaba hacer le
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ponÃ-a pegas, le regañaba. MarÃ-a lo pasaba fatal pero no quiso contárselo a su marido para no
preocuparle y porque le costarÃ-a creerla ya que su madre era una santa cuando él estaba delante. Un dÃ-a
su cuñada se lo contó y Nasrad decidió que era hora de probar de nuevo en Kabul para conseguir los
papeles. No hubo suerte y al poco tiempo tuvieron que regresar.
Cuando MarÃ-a se quedó embarazada por segunda no quiso contárselo a nadie ya que era consciente de
que a duras penas podÃ-an alimentarse los miembros ya existentes en la familia. Cuando la situación era
evidente se lo contó a su marido, el cual se alegró muchÃ-simo. Por el contrario, la madre no hacÃ-a más
que aumentarle el trabajo a MarÃ-a. Esta vez el parto fue en el apartado donde dormÃ-an los animales. Se
complicó un poco ya que el bebé no estaba en la correcta posición y para que saliera tuvieron que apretar
sobre el vientre de MarÃ-a con una piedra. Esta vez tuvo una niña y la llamaron Nuria. La cicatrización no
fue como la vez anterior ya que su suegra la mandó trabajar al dÃ-a siguiente del parto. Fueron unos meses
horribles de no parar de trabajar y apenas comer. Aquello no paraba de sangrar y tardaron meses en darse
cuenta de que podrÃ-a tener una infección y decidieron coserla para frenar la hemorragia. Su suegra
decidió que MarÃ-a solo podrÃ-a estar con la niña para darle de comer y el resto del tiempo la cuidarÃ-a
ella. Esto le hizo entrar en una profunda depresión hasta que por fin volvió su marido y tuvieron una
discusión con su madre. Decidieron partir al dÃ-a siguiente a Kabul pero aquella noche comenzaron los
bombardeos en el pueblo. En mitad de la noche todos salieron corriendo y se escondieron en un refugio
subterráneo.
AllÃ- vivÃ-an todos apretados. Los hombres salÃ-an durante el dÃ-a a buscar comida pero apenas habÃ-a y
todos pasaban hambre. Las condiciones higiénicas eran incluso peores. El olor de aquel lugar era hediondo.
AsÃ- pasaron mucho tiempo hasta un dÃ-a Nasrad le comunicó a su mujer que los bombardeos habÃ-an
cesado pero debÃ-an escaparse a Kabul. Pasaron unos dÃ-as en casa de sus padres y luego, con la excusa de
llevar a la niña al médico, se fueron a Kabul para no volver. AllÃ- les acogieron familiares de Nasrad
durante unos dÃ-as hasta que pudieron alquilar una habitación para ellos. En Kabul la situación para la
mujer era muchÃ-simo peor. No podÃ-an salir a la calle sin que les acompañara un varón y por supuesto,
no podÃ-an mostrar ni un centÃ-metro de su piel. De lo contrario se arriesgaban a ser torturadas, violadas o
matadas en público. Les estaba prohibido trabajar e incluso asomarse a la ventana.
Nasrad salÃ-a todos los dÃ-as a buscar a trabajo y MarÃ-a decidió lavar ropa con otras mujeres (aquello no
era considerado trabajo) para ganarse un dinero. AsÃ- podÃ-an más o menos vivir. MarÃ-a veÃ-a ya casi
imposible que alguien pudiera ayudarla a conseguir su documentación para salir del paÃ-s. Decidió llamar
a su hermana Rosie para pedirle ayuda. Esta se alegró mucho de saber de su hermana y se comprometió a
enviarle dinero hasta que pudieran arreglar la situación. Rosie se puso en contacto con un guardia civil
español que trabajaba en Kabul. Se llamaba Jose y prometió a ayudarla. Por si acaso, decidieron no
contarle a MarÃ-a que era guardia civil y le dijeron que era voluntario en la embajada española. Le
preguntó a Rosie por su padre pero esta no le daba una respuesta convincente asÃ- que decidió llamar al
hospital donde éste se encontraba y luego a su hermana Paquita, que le contó que su padre habÃ-a muerto.
MarÃ-a se puso muy triste y le costó un tiempo recuperarse del golpe
Después de muchos meses, por fin Jose le dio buenas noticias a MarÃ-a. HabÃ-a tramitado no solo su
pasaporte, sino también la nacionalidad española de sus dos hijos para que pudieran irse con ella. De esta
forma, Jose le dio instrucciones a MarÃ-a para que se fueran a vivir a un hotel hasta que él le llamara para
viajar de vuelta a España. MarÃ-a no podÃ-a creérselo. Cuando se lo contó a Nasrad éste se puso
muy contento y decidieron que en cuanto él pudiera salir del paÃ-s, se reunirÃ-an de nuevo.
Una vez en Mallorca MarÃ-a iba todos los dÃ-as a Inmigración para solicitar información de cómo sacar
Nasrad de Afganistán. Los intentos fueron nulos y ella no podÃ-a seguir más tiempo sin su marido asÃque compró tres billetes para volver allÃ-, a pesar de los reproches de sus hermanos.
Cuando llegó, Nasrad le contó que en todo ese tiempo la gente le habÃ-a criticado mucho porque su mujer
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se habÃ-a ido con sus hijos. Volvieron a casa de sus padres por cinco dÃ-as y toda la familia se alegró
muchÃ-simo.
En Kabul MarÃ-a encontró por fin la embajada española y allÃ- también encontró trabajo como
limpiadora durante unas semanas. Consiguió mediante la embajada ayuda económica para sus hijos pero no
consiguió la repatriación de su marido. Le pedÃ-an muchas cosas y le hacÃ-an muchÃ-simas preguntas
sobre su relación con su marido. Un dÃ-a habló con Rosie, que le dijo que una mujer irÃ-a a visitarla.
MarÃ-a también le contó a su hermana que estaba embarazada.
La mujer que iba a visitarla resultó ser de una ONG y les proporcionó ropa a ella y sus hijos. Le dijo a
MarÃ-a que la mejor forma de ayudar a su marido era volviendo a España, ya que desde allÃ- podÃ-a hacer
más fuerza. Le dijo también que insistiera en la embajada española, la cual no dejó de pedirle papeles
para mantenerla entretenida. MarÃ-a ya no aguantaba más. Rosie, que ahora trabajaba en un bar para poder
tener tiempo de tramitar el asunto de su hermana, hizo que la historia se supiera. Esto hizo que muchos
periodistas se interesaran y llamaran a MarÃ-a para preguntar detalles. En una de estas MarÃ-a recibió una
llamada del programa Cinco Lunas de Punto Radio. Relató su historia y pidió dinero para pagar su billete
de vuelta y el de sus hijos. En menos de 24 horas un empresario mallorquÃ-n se encargó del asunto
económico, lo cual MarÃ-a no podÃ-a creer y se sintió profundamente agradecida. Al poco tiempo
consiguió regresar a España.
AllÃ- sintió que su vida volvÃ-a a ser normal, salvo porque manchaba sangre del embarazo. Visitó un
ginecólogo el cual le dijo que debido a las infecciones producidas en los anteriores embarazos,
probablemente abortarÃ-a. Y asÃ- ocurrió casi enseguida. Pero MarÃ-a no se hundió y comenzó a
trabajar como cocinera en el puesto de su hermana. A los tres meses de su llegada a España, Nasrad le
llamó diciendo que por fin podÃ-a volver el también. Ella decidió que nunca más volverÃ-a a separarse
de él. Y todo eso por amor.
Opinión personal:
Es un libro realmente conmovedor en el que podemos darnos cuenta de las dificultades que pueden
presentarse en un paÃ-s gobernado por una cultura interpretada de una manera radical y extremista. Es
increÃ-ble como nadie puede hacer nada para acabar con esa situación tan denigrante para la mujer.
Por otra parte, podemos reflexionar y darnos cuenta de que todo lo que nosotros consideramos necesidades
básicas, para muchÃ-sima gente siguen siendo lujos impensables e inalcanzables.
Me sorprendió muchÃ-simo que alguien pudiera amar tanto a una persona como para cambiar su vida entera
solo por ella. Renunciar a su vida como alma libre sin dueño, para adaptarse a una cultura que la obligaba
casi a la esclavitud y a vivir en el anonimato.
RecomendarÃ-a este libro a todas aquellas personas que sufren por banalidades ya que crean necesidades que
en realidad no lo son, para que se dieran cuenta de lo afortunados que son, simplemente por poder salir a la
calle sin miedo a ser asesinado o bombardeado.
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