Polineuropatía amiloidótica familiar La enfermedad de Andrade fue diagnosticada inicialmente en varias familias portuguesas y su foco endémico más importante está en Portugal. También se han descrito variantes en Suecia, Finlandia, Japón, Estados Unidos, Brasil y ciertas áreas del Mediterráneo como Italia, Grecia, Turquía e Israel. En España, la localización endémica más importante se concentra en la isla de Mallorca, siendo el quinto foco mundial con un caso por cada 2000 habitantes y un total de unos 500 casos. Valverde del Camino es, detrás de la isla de Mallorca, el segundo foco en España. Existen más de 70 mutaciones diferentes en el mundo y alrededor de 8000 pacientes en total. La enfermedad en Valverde El segundo foco más grande de PAF tipo 1 (o “portuguesa”), con mayor número de enfermos se encuentra en Valverde del Camino, siendo más de 30 las personas que han desarrollado la enfermedad. El motivo de este foco se desconoce realmente, aunque se cree que debido a la cercanía con Portugal, algún antepasado portugués que vivió en Valverde pudo ser el que transmitiera el gen mutado. La variante de la mutación en Valverde es la misma que la de Portugal y Mallorca (TTR Met 30). Si nos centramos sólo en Valverde tenemos que decir que la PAF tipo 1 no es una enfermedad rara en esta localidad, ya que supera con creces la cifra estimada de 5 casos por cada 10.000 habitantes para ser considerada rara. De los más de 30 casos que han aparecido en Valverde, tenemos que decir que algunos de estos enfermos ya han fallecido. El número de personas que han podido ser tratadas mediante el trasplante hepático dominó han sido 20, de las cuales 3 fallecieron al poco tiempo de ser trasplantadas. Los demás enfermos han tenido una evolución favorable, observándose con el tiempo una lenta pero progresiva regresión de la enfermedad. Hay que destacar que de estos enfermos trasplantados, 6 de ellos han sido intervenidos en el hospital de Bellvitge (Barcelona), 2 en el hospital Virgen de La Arrixaca (Murcia) y 12 en el hospital Virgen del Rocío (Sevilla). Y añadir que más de la mitad de ellos comenzaron con los síntomas antes de los 40 años. Cada año surgen de dos a tres nuevos casos. La mayoría de los que han aparecido en este pueblo provienen de familias distintas, lo que nos lleva a pensar que el número de portadores asintomáticos puede superar con creces el centenar de personas. Además de este foco de Valverde, dentro de la provincia han aparecido otros enfermos en Beas, Moguer, Nerva, etc… Como consecuencia del progresivo aumento de nuevos casos, el poder de transmisión de la enfermedad, la discapacidad que esta ocasiona, y los elevados costes sanitarios y de la seguridad social, la PAF tipo 1 constituye un problema de salud pública para la isla de Mallorca y para Valverde del Camino en España. Su origen El origen de la enfermedad de Andrade se debe a que el hígado produce una proteína anormal que se asienta en el sistema nervioso periférico como amiloide, una sustancia que se deposita entre las células de distintos tejidos y órganos del cuerpo, que provoca la atrofia de las células adyacentes a él. Esta patología fue descrita en 1952 por el doctor portuqués Corino Andrade y por ello su nombre común es enfermedad de Andrade. La enfermedad de Andrade se produce por la mutación, que se puede dar de varias formas, del gen TTR (localizado en el cromosoma 18q11.2-q12.1), que tiende a producir una proteína que se acumula en forma de fibra en las terminaciones nerviosas y en determinados órganos vitales, como por ejemplo, el corazón. La proteína transtiretina (tetrámero), conocida antigumante como prealbúmina, que es aquella que produce el gen TTR, tiene como función biológica normal transportar tiroxina y retinol en plasma. Cada monómero consta de 127 aminoácidos. “La afección es hereditaria. Mi padre era portador y a mí me la diagnosticaron con 30 años,” explica Carlos Arrayás, un valverdeño de 34 años que lleva desde el año 2006 luchando contra la enfermedad de Andrade. Lugares afectados por la enfermedad Órganos vitales y terminaciones nerviosas: corazón, pulmones, extremidades (inferiores principalmente). Síntomas de la PAF Este tipo de patologías suelen aparecer en la segunda o tercera década de la vida del paciente y sus síntomas pueden ser muy variados; desde la pérdida de fuerza, atrofia muscular y falta de sensibilidad, hasta el hormigueo en las extremidades inferiores. “Descubrieron que tenía la enfermedad gracias a una quemadura de tercer grado que me hice en la pierna. No me enteré de cómo pasó. Además, comencé a tener disfunción eréctil”, comenta Carlos. Lo peor de la enfermedad de Andrade no es el cansancio, ni el malestar, es el miedo con el que conviven los enfermos por la poca esperanza de vida que tienen. A los portadores que se les desarrolla, les aparecen los primeros síntomas entre los 30 y los 40 años aproximadamente, aunque existen casos más precoces y también más tardíos. El principal síntoma que afecta la calidad de vida de los pacientes es la pérdida de sensibilidad nerviosa, dolor y debilidad de las extremidades, generalmente las inferiores. Como consecuencia, tienen lugar el estreñimiento, diarrea, pérdida de peso, retención urinaria, etc. Si una vez que se detecta, la enfermedad está muy avanzada, el diagnóstico es más complicado, y se pierde la capacidad de caminar, a veces incluso de moverse. Esta fase terminal dura aproximadamente unos 10 años. El trasplante hepático dominó El trasplante hepático es la única alternativa final para aquellos que sufren esta enfermedad. El diagnóstico precoz y el trasplante son fundamentales para ganar la carrera a la enfermedad y para mejorar la calidad de vida de los afectados. Pero un hígado nuevo no siempre es suficiente. “Lo bueno es que existe la posibilidad de ser trasplantado, pero antes de que se lleve a cabo, nuestro sistema nervioso ya está dañado y las secuelas permanecen toda la vida”, cuenta Carlos, quien, aparte de los inmunosupresores que toma, tiene que ingerir medicamentos para la diarrea crónica que le provocó la enfermedad. A José Cuesto, presidente de la Asociación Valverdeña de la Enfermedad de Andrade (ASVEA) no le dieron ninguna esperanza de vida cuando supo de su enfermedad. “A los 29 años me dijeron que sufría una polineuropatía amiloidótica. Ningún médico de Huelva me aseguraba la supervivencia, sólo me decían que lo llevara lo mejor posible el tiempo que fuese, ya que era el primer caso en el pueblo. Entonces supe de un médico mallorquín que me dio la solución del trasplante. Me trasladé a Barcelona y en el hospital de Bellvitge me operaron.” Lo cierto es que, gracias a un nuevo hígado y a pesar de las secuelas de esta afección, los enfermos realizan una vida normal. “El día a día es bueno. Lógicamente te cansas más que una persona normal, tienes problemas de sensibilidad, pero más gozamos de calidad de vida gracias a que somos trasplantados.” La descendencia de los enfermos “El diagnóstico precoz es vital dado que al ser degenerativa cuanto antes se frene su evolución, mayor calidad de vida tendrá el enfermo.” José tiene una hija, pero aún no le preocupa que pueda desarrollar la enfermedad, a pesar de que posee 50 % de probabilidades de ser portadora del gen. “Todavía no nos hemos planteado realizarle ninguna p, ni la analítica necesaria para saber si lo tiene o la biopsia de nervios.” Carlos, por su parte, no tiene hijos, pero sí tiene el miedo de que en un futuro puedan llegar a padecer esta patología. “Mi pareja y yo estamos intentándolo. Como primer paso hemos acudido a una clínica privada. Allí gracias a una selección genética, pueden controlar que nuestros hijos no tengan en el futuro esta peligrosa enfermedad de Andrade.” El estudio genético De momento el único procedimiento para evitar la extensión de la PAF es el consejo genético a los portadores. Así, una vez construido el árbol genealógico, se aconseja a los familiares consanguíneos seleccionados, la investigación de la mutación. Los que no sean portadores quedarán liberados de la angustia que conlleva pertenecer a una familia con enfermedad hereditaria. Si por el contrario dan positivo, se les informará sobre los tres siguientes aspectos: Ante todo, se le explicará la posibilidad, no cuantificada, de padecer la PAF, que podrá diagnosticarla en la fase inicial e incluso antes de presentar manifestaciones. La segunda información se plantea por ser la PAF una enfermedad dominante. Se le informará al portador y a su pareja de la posibilidad de transmitir la mutación a sus descendientes. En los casos que uno es portador heterocigoto (tiene un alelo sano y otro mutado) y su pareja sana, las posibilidades de transmisión son alrededor del 50 %. Si los dos son portadores heterocigotos la probabilidad llegaría al 75%. Y por último, si alguno de ellos es portador homocigoto (tiene los dos alelos mutados), todos los descendientes serán portadores. El último aspecto sobre el que se debe recibir información es la imposibilidad de inscribirse como donantes de hígado en una lista común, pues podrían originar el inicio de la enfermedad si el receptor fuera muy joven. A la hora de realizar un estudio genético, ha de tenerse en cuenta que mientras antes se detecte la posible enfermedad, más alto será el índice de pronósticos positivos que el posterior trasplante causará. Por el contrario, se ha averiguado que si esta se detecta a una edad tardía, gracias a síntomas graves, y se realiza el trasplante, la PAF se volverá a manifestar con una alta probabilidad en este tipo de pacientes. Estos estudios genéticos van destinados a individuos que muestren ya los síntomas típicos de la enfermedad de Andrade, y también a los familiares de ellos para, como se ha dicho, poder realizar un pronóstico positivo tras trasplante y descartar un nuevo desarrollo de la misma. Mediante un diagnóstico genético pre-implantatorio se pueden seleccionar embriones sanos para que la descendencia quede libre de la PAF. Solución: Nuestra solución consiste en un sensor de calor, mediante el cual los enfermos de Andrade evitarían quemaduras aunque su sistema nervioso se viera algo dañado. Los únicos materiales utilizados son las piezas del modelo de robot de LEGO NXT. Al no disponer de sensores de calor, nuestro sensor simula esta situación mediante un sensor de color. Mediante el sistema de programación del robot ideamos uno que provocaba que una luz (roja o verde, dependiendo del color que se detestase) se encendiera. El sensor consiste en la pieza denominada ladrillo (cerebro del robot), 3 cables para conducir la electricidad, 2 luces y 1 sensor de color. Al final quedaba un dispositivo, que al detectar un color rojo (simulando calor) encendía una luz roja y que al detectar uno azul (simulando frío) encendía una luz verde. · Sensor cuando detecta calor (luz roja encendida). · Sensor cuando no detecta peligro por calor (luz verde encendida).