Las Seis Palabras

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 SEPTIEMBRE 2004 Las biografías y autobiografías son una magnifica enseñanza tanto del proceso negociacional como decisional en la vida de personajes ilustres. En este número de nuestro Boletín de Septiembre, en BiM analizamos los hechos acontecidos en la gestión de Revolución Francesa. Nuestros textos están compuestos apoyándose en las magníficas referencias que aporta la obra María Antonieta creada por el insigne escritor Stefan Zweig. Hemos utilizado para ello un ejemplar de esta magnífica obra literaria e histórica que se encuentra en nuestra biblioteca privada publicada en español en enero de 1953 por la Editorial Juventud. La versión que ofrecemos se ajusta fielmente a la que Zweig ofrecen su composición sobre la vida de reina tan clave en el proceso de gestión, desarrollo y desenlace de la Revolución Francesa. Hemos tratado de combinar episodios de su vida privada o menos pública, enlazándolos con otros de impacto directo en los acontecimientos de la monarquía y el estado franceses. Al final en el apartado Comentarios del Texto, hemos incluido algunos puntos con recomendaciones, reflexiones e ilustraciones sobre algunas enseñanzas extraídas de la vida de reina y su familia, entorno cortesano, relaciones con el pueblo, el ejército, los políticos, el clero, etc. Los textos, entresacados de aquí y allá los hemos agrupado bajo tres titulares. El primero “Las Seis Palabras” se refiere a circunstancias negociadoras particulares se refieren a una menudencia que gestionada indebidamente llega a tener trascendencia internacional. Nos referimos al “choque relacional” con la Comtesse du Barry. El segundo epígrafe: “El Aliado Inoportuno”, relata el coste de las decisiones apasionadas en el mundo negociador. La prepotencia o el dimensionamiento reactivo desproporcionado pueden llegar a situar un conflicto fuera de control y producir los efectos relacionales opuestos a los deseados. El tercero titulado “El Arte en la Treta Negociadora” se refiere al embrollo en que los girondinos (republicanos radicales), sitúan a la familia real para conseguir decantar su enfrentamiento con el indeciso pueblo francés y cargarse de argumentos determinantes en la caída monárquica y el asesinato de las reales personas. 1
Seis palabras insignificantes y sin densidad alguna en su contenido pero que sin embargo ponen fin aparente a una tensa y delicada situación: “Hay hoy mucha gente en Versalles”. Con esas palabras María Antonieta, que luego fuera reina, consiguió la paz a corto plazo en lo que pudo llegar a ser no ya sólo un conflicto interno significativo en la vida de la corte francesa, sino hasta un choque diplomático internacional entre Francia y el Imperio Austríaco. La trascendencia de aquellas palabras no estaba en su significado sino en el “hecho formal” que dejaban traslucir. Mediante ese acto María Antonieta accedía a dirigir su palabra a la Comtesse du Barry, amante, y mediante el dominio de la alcoba, persona de extraordinaria influencia sobre la voluntad de Luis XV. La norma consuetudinaria de la corte francesa imponía que nadie pudiera dirigirse a alguien superior si antes la persona de mayor rango no le demostraba su acceso libre mediante el hecho de dirigirse verbalmente a ella. La Condesa sufrió durante meses la marginación de palabra por parte de María Antonieta y aquella, persona de influencia tan poderosa sobre la voluntad real y capaz de conseguir hasta los mas insignificantes caprichos en la corte, había visto reducida su notoriedad y poder con la actitud llevada a cabo por la quinceañera recién llegada. ¡Eso era algo que no podía soportar! Una herida en lo más profundo de su persona que no dejaba de manar sangre de modo ostensible y público ante toda la corte. La condesa, superado su margen de o tolerancia, se había quejado repetidamente ante el rey con tanta habilidad y “repiqueteo” que el propio Luis XV había tomado el asunto como propio y manifestado, mediante terceros, su voluntad de que las cosas cambiaran. María Antonieta, persona preocupada casi en exclusiva de sí misma, irreflexiva y casi ajena a todo entorno que no fuera el de su diversión y caprichos, lejos de prestar atención a los intermediarios que la aconsejan, deja que el conflicto latente se vaya acrecentando. Adopta como solución el encastillamiento en su posición y se mantiene en el a toda costa convencida del poder tanto de su persona como del predominio de su mayor dignidad sobre la de su oponente. Llega a desatender las recomendaciones del señor Mercy, representante de su madre María Teresa de Austria. Una de las cuestiones mas interesantes de este “serio incidente” es que las razones para su actuación no son otras mas que las derivadas del hecho de haber prestado “oídos” a las hermanas del Rey, solteronas manipuladoras y subrepticias tras su propio interés personal. El conflicto, no controlado en sus inicios, va adquiriendo intensidad y se extrema cuando el propio Rey percibe que alguien desatiende sus deseos personales y desobedece la voluntad real. Aquella insignificante situación asciende inexplicable, ilógica y sorpresivamente de grado hasta tomar naturaleza capaz de contrariar la voluntad real. Luis XV provoca que sea la propia emperatriz María Teresa de Austria quien, incluso contra sus principios extremadamente píos y beatos, tenga que dirigirse a su hija con severos reproches. 2
A través de Mercy, al que el rey había expuesto: “Hasta ahora ha sido usted el embajador de la emperatriz, sea usted ahora mi embajador por algún tiempo, se lo ruego”. Mercy, comprometido informa con celeridad a Viena y vista a María Antonieta responsabilizándola de la discordia que puede producirse entre Habsburgos y Borbones y el riesgo de que la alianza se vea rota a causa de su conducta. Una vez convencida planifican con sumo cuidado la escena que llevarán a cabo en la función de gala de esa noche para complacer a su majestad. Sin embargo la noticia trasciende y otros interesados en la marcha de ese conflicto manipulan la escena interfiriendo en aquellos propósitos de forma sibilina y disuadiendo de hecho la propia voluntad ya de María Antonieta. La sombra oculta de Madame Adelaida, Madame Victoria y Madame Sofía es “larga, afilada y acerada” tras la apariencia de bondadosa ingenuidad. Interfieren el recorrido y provocan la imposibilidad de que el saludo llegue a producirse. Luis XV se siente aún mas airado y reprocha su “incapacidad para influir” al propio Mercy, llegando a intervenir por escrito ante la emperatriz. María Teresa se ve implicada sin escapatoria y escribe una severa carta para asegurarse de vencer la tozudez de la despreocupada María Antonieta. Llega en ella a echar mano de poderosos aunque insinceros argumentos desde la perspectiva de sus propias convicciones: “¡Ay, tanto miedo y tanta vergüenza para hablarle al rey, el mejor de los padres! ¡O para hacerlo con aquellas gentes a las que te aconsejan que hables! ¡Vaya un encogimiento para dar solamente los buenos días! ¿Cualquier palabra sobre un traje o sobre cualquier otra pequeñez te cuesta tantos aspavientos? Te has dejado coger en tal esclavitud que, visiblemente, la razón y hasta tu deber no tienen ya fuerza para persuadirte. No puedo guardar silencio por más tiempo. Después de la conversación con Mercy y de su comunicación acerca de lo que el rey desea y tu deber exige. ¿Has osado no obedecerle? ¿Qué argumento razonable puedes aducir para ello? Absolutamente ninguno. No tienes que considerar a la Du Barry sino como a todas las restantes damas que en la corte son admitidas en el círculo del rey. Como primer súbdito del rey, tienes que mostrar a toda la corte que eje cutas sin ambiciones el deseo de tu soberano. Naturalmente que si te pidieran bajezas o desearan de ti intimidades con ella, entonces ni yo ni ningún otro te lo aconsejaría; pero ¡cualquier palabrilla indiferente, no por la dama misma, sino por tu abuelo, tu soberano y bienhechor! El 1 de enero de 1772 se pone fin al conflicto que de insignificante y latente ha podido poner fin a una alianza política internacional. “Hay hoy mucha gente en Versalles”, acaba con un conflicto y con las “aspiraciones ocultas de muchos”. Las tres hermanas del rey junto a madame de Nouailles se ven “abatidas con la misma intensidad que la propia María Antonieta, aunque aquellas, hábiles en el manejo de la “apariencia y la maledicencia” no hayan aparecido en escena contenciosa alguna a ojos de la corte. Los cortesanos como “hábiles espectadores” se cruzan apuestas en su juego de un papel sin riesgos y lleno de mordacidad. Contemplan el enfrentamiento entre la soberana recién llegada (María Antonieta) y la de hecho (Comtesse du Barry). Personalizado en extremo el enfrentamiento el resultado de aquella “paz” no satisface internamente a María Antonieta que se siente vencida y humillada públicamente ni tampoco a la Du Barry. La condesa ha visto reforzada su posición por el peso de su alianza con el propio Rey de Francia y de este con la emperatriz austríaca pero no se siente triunfadora. Sabe que se ha granjeado una poderosa enemistad. El resultado llega a espantarla. Puede decirse que se encuentra avergonzada y atemorizada de su pública victoria. Sabe que su poder pende de algo 3
tan fútil y temporal como las goterosas piernas de Luis XV. La inteligencia le aconseja promover sinceras y leales tentativas de reconciliación y usa para ello a confidentes y emisarios para hacer saber a la delfina la sinceridad de sus sentimientos. Incluso llega a promover mercedes de su amante para la que fuera su adversaria. La falta de avances o resultados le hace sentir cómo su riesgo personal se acrecienta. Si María Antonieta no ha sido capaz de superar un conflicto de tan insignificante magnitud que se le ha escapado de las manos; ¿Cómo podemos suponer que podría acometer con inteligencia y habilidad los problemas a que habría de enfrentarse un reinado? ¿Cómo con aquella ligereza puede resolver las inmensas dificultades a las que la Corona de Francia necesariamente debiera responder? Su madre la emperatriz lo presiente y sabe. Por ello la insta a que adopte una mayor seriedad y rigor en los asuntos de estado. A que preste atención a sus súbditos, a su séquito y a sus cortesanos. Le alerta de los peligros que siempre “envuelven con carantoñas aparentes” al poder real. Los persistentes desafíos desde la inconsciencia de María Antonieta a personajes poderosos próximos y lejanos a su entorno, dan pie a que se urda una compleja madeja de intereses y alianzas que se ligan al descontento popular tanto por la displicencia real como por el desaforado gasto público, llegando incluso a unir clases sociales radicalmente distantes. Los escritos de J.J. Rousseau y los principios del nacimiento de una nueva nación americana que se pierden como colonias para la Corona francesa con una nueva forma de gobierno, alientan aún más el fuego incipiente. Los palacios reales de Luxemburgo, Palais Royale, Bellevue y el propio Versalles, todos propiedad de la Corona, sirven de acogida para los conspiradores cortesanos. Todos unidos y capitaneados por la “viejas tías” frente al Trianón residencia de la reina. Es la alianza que toma vida, rumbo y control propios entre los descontentos, los desatendidos, los dimitidos, los no recomendados y en definitiva por los menospreciados. Los “lentos venenos” se crean mediante la combinación de maledicencia, chismes, locuras y derroches, que se le achacan, con o sin veracidad. Las calumnias circulan en frascos mordaces con el propósito de erosionar cada día un poco al poder real con el fin de ganar adeptos contra la Corona entre la chusma. Se atenta contra la Reina e indirectamente contra el propio Rey. Y María Antonieta permanece ajena a los consejos de quienes realmente desean protegerla. Ella se mantiene desimplicada e inconsciente de la trama política. Al duque de Orleáns, María Antonieta le ha ofendido negándole el nombramiento de Gran Duque y atentando así contra su deseo de “medrar en representación”. Poderoso y rico, no teme reacciones y se convierte en protector de los descontentos. Alimenta un club multiforme compuesto por liberales, constitucionalistas, volterianos, filántropos, francmasones, deudores, aristócratas marginados, burgueses sin cargo, abogados en paro, demagogos y periodistas. Todos empiezan a conformar la tropa de asalto de la revolución. ¡Contra el Rey a través de la Reina pasa a ser su clave de unión! El conde de Provenza, hermano del Rey, acecha perfectamente informado. Dispuesto a aprovechar su oportunidad. No se vincula a nadie. Permanece oculto y entre tinieblas. Intriga usando de unos y otros. Excava las invisibles galerías de su poder. 4
Desde niño había albergado el deseo de ser él, el Rey. Los siete años sin descendencia de Luis XVI acrecentaron y acortaron en un grado las posibilidades de su deseo que vio totalmente truncado con el nacimiento del delfín. Su oposición es la de la envidia. Su trama pasa incluso por una sospechosa participación no demostrada en la muerte de Luis XVII; niño muerto en el Temple al que se hace enterrar con honores de rey bajo ese nombre. En 1785 María Antonieta se ve acechada por todos lados. Ha perdido el respeto de la corte y todos parecen esperar la consigna a la menor oportunidad. Cada vez se le cercenan más y más las oportunidades de reaccionar. Y la reina asume el papel del avestruz ante el peligro. Se concentra y encierra cada vez más y más en su Trianón ensayando El Barbero de Sevilla en el que ella misma protagonizará el papel de Rosina. Una reina amante de la teatralidad se verá atrapada en ella a través de la escena ficticia que en torno a un collar de diamantes tramarán unos estafadores profesionales y en cuyo proceso embarcarán así mismo al torpe cardenal de Rohan al que detendrá la policía real ante la presencia de la aristocracia que se enojará por el proceder tan deshonroso tras verse envuelto en la falacia por la inventada Condesa de Valois. La serpiente de la vanidad, ofendida en tantas y tantas personas, espera ahora para insertar sobre la reina su letal aunque lento veneno. El proceso será el lugar idóneo para concretar su picadura, quedando inerme ante el odio acumulado. La larga relación familiar del cardenal se le alía como poderosa protección y del mismo modo el clero ante la ofensa de la formal detención. Por otro lado las letras más afiladas disponen de una excusa soberbia para su inteligencia: ¡Iglesia y Realeza envueltas en algo tan escandalosamente turbio como una estafa! El proceso, iniciado precipitadamente por la reina se vuelve contra ella misma de forma incontrolada alimentada por sus enemigos. ¡Es la excusa que muchos esperaban! La terrible deuda real y del estado acabará de cerrar el círculo de la agitación social sobre quien de forma irreflexiva ha renunciado sistemáticamente a cumplir con la obligaciones de su cargo y creado con ello un monstruo voraz que saciará su sed con la vida de muchos de los que le ayudaron a nutrirse y crecer. La familia real va a dar con sus huesos en Las Tullerías. EL ALIADO INOPORTUNO Fersen, amante de la reina mantiene contacto con ella a través del correo. En la carta de la reina del 1 de agosto se puede comprobar el estado de desesperación extrema: La llegada de unos seiscientos marselleses y de gran numero de otros diputados de todos los clubs jacobinos aumenta mucho nuestra inquietudes, por desgracia demasiado bien fundadas….. . Desde hace ya algún tiempo los facciosos no se toman ya ninguna molestia para ocultar su proyecto de aniquilar a la familia real…… si no llega pronto ayuda, sólo la Providencia podrá salvar al rey y a su familia. El amante recibe en Bruselas estas cartas de la amada… Desde la mañana hasta la noche lucha contra la inercia, la indecisión de los reyes, de los jefes del ejército, los embajadores,…. El jefe militar de los ejércitos, el duque de Brunswich declara que hasta la mitad de agosto no puede traspasar la frontera… 5
Pero Fersen a quien perturban el alma los clamores de angustia de La Tullerías, sabe que no hay tiempo para tanto. Hay que hacer algo para salvar a la reina. En su turbación apasionada, realiza precisamente el amante lo que debe perder a la amada. Pues justamente con la medida con que pretende detener el ataque del populacho a La Tullerías, sólo consigue acelerarlo. Hacía tiempo que María Antonieta había solicitado de los aliados la publicación de un manifiesto. Su razonamiento, muy justo, era que con este manifiesto se debía tratar de separar visiblemente, la causa de los republicanos y de los jacobinos de la nación francesa, y, de este modo, infundir valor a los elementos franceses bienpensantes (desde el punto de vista de la reina) e infundir temor a los “gueux”; a los bribones. Ante todo deseaba que en este manifiesto no se tratara de las cuestiones internas de Francia y “se evitara hablar demasiado del rey, lo mismo que dar a comprender con demasiada claridad que, en realidad, se pretendía sostenerlo”. Soñaba con un manifiesto de amistad hacia el pueblo francés y de amenaza contra los terroristas. Fersen, apasionado, sabiendo que hasta que haya un apoyo real de los ejércitos aliados pasará una eternidad, pide que el manifiesto se redacte en los términos más duros. El mismo redacta el proyecto y está redactado en términos como si las tropas de Brunswich estuvieran ya victoriosas a las puertas de París y contiene todo lo que quería evitar la reina. Se habla de la persona sagrada del rey cristianísimo, acúsase a la Asamblea nacional de haberse apoderado, contra todo derecho de las riendas del poder, los soldados franceses son invitados a someterse inmediatamente al Rey, su legítimo monarca, y la ciudad de París, para el caso de que el palacio de Las Tullerías sea tomado, amenazada con una venganza ejemplar. Es espantoso el éxito de esta amenaza sobre el papel. Hasta los mismos que hasta entonces se habían mantenido leales al rey, vuélvanse republicanos tan pronto como saben lo querido que es su rey por los enemigos de Francia…. La mano de Fersen, la mano del amante, ha prendido fuego, con esta loca amenaza, a una bomba cargada de metralla. Y con este idiota desafío. Estalla la cólera de veinte millones de franceses. En los últimos días de Julio es conocido en París el texto del desdichado manifiesto del duque de Brunswich. La Marsellesa, himno de la revolución, compuesto por un oficial desconocido arrastra a las hordas tras los sones de “Allons, enfants de la patrie…”. “ARTE” EN LA TACTICA DE LA TRETA Es un a receta antiquísima y muy conocida que cuando los estados y gobiernos no saben como dominar las crisis internas, tratan de desviar su atención hacia fuera. Tenemos muchas muestras históricas al respecto, algunas de ellas bien recientes como la misma guerra de las Maldinas entre Argentina y Gran Bretaña. De esta misma ley echaron mano los directores de la Revolución Francesa cuando comprobaron que se les escapaba de sus manos y control. Para tratar de librarse de la guerra civil que se venía encima inevitablemente, exigen meses y meses la guerra contra Austria. 6
Algunos espíritus cándidos como La Fáyete creen que la Revolución debía haber finalizado ya. Sin embargo los girondinos, partido dominante en la elegida Asamblea Nacional, son republicanos de corazón. Quieren encontrar argumentos para fundamentar la supresión de la monarquía. Y encuentran en la razón de Guerra el mejor medio para poner a la familia real en una situación que inevitablemente les ponga en conflicto con la nación. Hay que tener en cuenta que los ejércitos de vanguardia en el extranjero, los conforman los dos bulliciosos hermanos del rey, y el Estado Mayor del más poderoso enemigo, está sometido al hermano de la Reina. La “treta” diseñada por los enemigos de la monarquía consiste en construir un apretado “nudo corredizo” en torno al cuello de la familia real. Así, si los ejércitos revolucionarios ganaran la guerra, Francia no consentiría soportar a un tirano emparentado con los vencidos. Y si fueran las potencias extrajeras las vencedoras, el populacho excitado y manipulado se dispondría sin duda a cobrar venganza de su ofensa haciendo responsables a los prisioneros de las Tullerías. María Antonieta sólo puede confiar en la ecuanimidad de su hermano Leopoldo, y por carta le insta a que se mantenga distante, confiando para ello en sus profundas convicciones antibelicistas. Pero el 1 de marzo de 1792 todo se trastoca al morir Leopoldo de una enfermedad repentina. Y el 16 del mismo mes es asesinado Gustavo de Suecia, el mejor baluarte de la monarquía. En ninguno de los dos casos sus sucesores tienen ni las ideas ni el temple de sus antecesores. El emperador Francisco II, personaje joven, frío e interesado, sólo piensa en su ambicioso proyecto sin atender el riesgo de María Antonieta y entra en todas las provocaciones que se le tienden. El 20 de Abril de 1792 el rey Luis XVI se ve obligado a declarar la guerra a Hungría. Las estratagemas girondinas han logrado sus propósitos. La trampa ha estrechado su cerco. 7
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COMENTARIOS SOBRE EL TEXTO Algunas, probablemente muchas de las “actuaciones personales cotidianas” conforman lo que luego ha de ser el Panorama Relacional de un Negociador. A veces situaciones “aparentemente intrascendentes” son las gestoras de la construcción o debilitación de alianzas negociadoras. La Inconsciencia Negociadora y la Prepotencia son “enemigos letales” del negociador. El dibujo de un “favorecedor Panorama Negociador “es una “clave del éxito” Las “Alianzas de Intereses” son “herramientas imprescindibles “a considerar en el Juego Negociador. La eficacia de una alianza es el resultado de saber escoger las personas indicadas en los momentos oportunos. La Calumnia es un arma Inmoral como tantas otras, pero de “uso habitual” en muchos de los “contendientes negociadores” para la satisfacción de sus ambiciones. La “excesiva tolerancia y la falta de reacción” (caso de Luis XVI), ante los caprichos, la falta de responsabilidad en el cargo, el imparable gasto y la displicencia ante el pueblo y la nobleza, se urdieron en una mala gestión familiar y una inconsciencia negociadora en la vida privada que trascendió hasta lo público. (Ver comentario punto 1) La “treta” es el arte en situar al oponente en una encrucijada sin salida, en la que cualquiera de sus movimientos son, a corto o largo, debilidades en su posición y crecimiento de enemistades. El Poder aparente puede ser inoperante frente al Poder Subterráneo. La gestión del “tema de fondo” en el largo plazo hace aparecer oportunidades insospechadas. El tiempo, el tempo y la paciencia son herramientas del buen negociador. Las decisiones tácticas negociadoras requieren “frialdad cerebral” mas que apasionamiento impulsivo. Las respuestas posibles a ¿qué puede hacer la otra parte?, y el árbol de opciones decisionales son siempre un eficaz orientador de la determinación a adoptar. Toda negociación está unida a la toma de decisiones, y estas significan un riesgo. No obstante la decisión, incluso la de no hacer, es mejor que la indecisión sostenida. La bondad (caso de Luis XVI) no es suficiente. Un negociador precisa además “toma de decisiones” y “capacidad de reacción” Nuestro proceso ético personal o cultural puede no siempre ser correspondido con reacciones idénticas o similares siquiera por las contrapartes negociadoras. Las “Reglas del Juego Relacional” son a veces requerimientos imprescindibles a establecer previamente si se desea tener controlado y progresar en el proceso negociador. 8
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