Tendencias del pensamiento político en el siglo IV

Anuncio
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Tendencias del pensamiento político
en el siglo IV
por NuRIA ALBAFULL y EuGENIA PAGÉS
El principio del siglo IV esta marcada aún por el eco de la hegemonía ateniense. En política interior Atenas crea la democracia y en política exterior el
imperio, ambos estrechamente vinculados. Este último favorece las tendencias
democraticas en las ciudades aliadas y sirve de sostén econ6mico y política para
aquélla. La desmembraci6n no es el único factor, hay que enjuiciar este hecho
desde el punto de vista de la crisis general de la polis. El régimen oligarquico
conoce cierto auge con el dominio de Esparta, apoyando los partidos oligarquicos
en las ciudades de la Hélade puestas hajo su influencia. Mosse 1 hace notar que,
desde principios del siglo v, salvo en algunos casos aislados, en todas partes se
había establecido un régimen constitucional basado en la soberanía mas o menos
efectiva pero te6ricamente real de la xowmvía 'trov 'ltoÀ.Í'tmv. Bajo estas directrices
se llega al siglo IV. No obstante, este siglo conoce un resurgir de las tiranías,
algunas de las cuales tienen sus inicios en los últimos años del siglo anterior.
Este florecimiento de la tiranía contaba con hondas raíces en la historia
griega. Las tiranías en el siglo IV aparecen como consecuencia de la profunda
crisis econ6mica y de las turbulentas luchas sociales de ella derivadas.
Ya a fines del siglo v, en la democnítica Atenas se dieron dos revoluciones
(la del 411, y la del 404) que pusieron el poder en manos de los oligarcas. Otras
manifestaciones de estas turbulencias son la frustrada revuelta de Cinad6n en
Esparta y el caso de Argos. Al abrigo de estas luchas surge el tirano.
El de mayor resonancia en esta época fue, sin duda, Dionisio de Siracusa, si
bien efectúa su aparici6n a la vista de un problema exterior: el peligro cartaginés.
La inestabilidad social y política de Sicilia, agravada por la nueva aparici6n de
un ejército cartaginés, da a Dionisio la oportunidad de erigirse en estratega. Mane'ando las sospechas contra sus colegas y la doble política de obtener el regreso de
os exiliados pertenecientes a la clase acomodada y de prestar apoyo a la revoluci6n popular de Gela, se convierte en estratega autocrator. De ahí a la tiranía
no había mas que un paso. La simulaci6n de un atentado le permite disponer
de una guardia personal que, junto con el ejército mercenario, le brinda la
posibilidad de obtener la tiranía.
En política interior busca el apoyo de las clases altas, pero al propio tiempo
se atrae a la poblaci6n humilde dando la ciudadanía a gentes de condici6n servil,
que se convierten en neopolitai. Con su buen tacto política consigue el beneplacito
l
1.
La tyrannie dans la Grèce antique, Paris, P.U.F., 1969.
46
TENDENCI
NURIA ALBAFULL Y EUGENIA PAGÉS
de sus ciudadanos, como atestigua Diodoro. 2 La política exterior se concreta en
la lucha frente al cartaginés y en la expansión hacia Italia.
La autoridad de Dionisio fue constantemente sostenida por las fuerzas mercenarias. Tal vez éste sea el rasgo mas importante que le vincula al siglo IV.
Cierto es que con anterioridad se conocen tales ejércitos, pero es en este siglo
cuando cabran una importancia vital en política. Sin embargo, el sostenimiento
de las tropas suponía un problema económico que debía repercutir especialmente
en las gentes acomodadas. Es sintomatico que las sublevaciones contra el tirano
sean promovidas por la clase elevada.
Si, por el apoyo popular, Dionisio sigue la tradición de las tiranías anteriores,
hay dos aspectos que le distinguen de elias: en primer lugar, su jefatura de un
èjército mercenario, y en segundo, su amplitud política, pues no se conforma con
ser tirano de una ciudad. Por ello hay que situarlo en la coyuntura de las crisis
de la polis que estalla en esta época. Estos dos rasgos, junto con el boato de su
vida palaciega, implicau una novedad y aparecen como precursores del helenismo.
Otro gran tirana existió en el siglo IV que llamó la atención de los escritores
y de la opinión general, Jasón de Feres. El inicio de su dinastia había tenido
~ugar a .raíz de unas disensiones sociales. Al heredar el trono, y tal vez hajo la
mfluenc1a de la obra de Isócrates, concibe un vasto plan imperialista que Jenofonte describe a grandes rasgos.8 l!:ste apareda posible gracias a un enorme
e~ército constituido principalmente por mercenarios 4 y en menor cuantía por
cmdadanos de condición humilde. Pero la muerte violenta iba a impedir la reaHzación de su programa.
_ Sus planes expansivos, superando el marco de la ciudad, y el mercenariazgo;
senalan unos caracteres. coincidentes con los de la tiranía de Dionisio.
Existen otras tiranías de las que tenemos escasas referencias. Bastenos, sin
embargo, esta rapida visión de las dos mas relevantes del siglo, para deducir las
características mas destacadas de la tiranía en .esta época: su eclosión en el
seno de las luchas sociales, con el apoyo del tirano al sector humilde. En segundo
lugar, el tirano al frente de un ejército mercenario en el que basa su poder. Luego,
el intento de superar los marcos de la polis. Y, por último, en algunos casos
- Dionisio de Siracusa y C'learjo de Heraclea-, la majestad con que envuelven
sus personas.
A la existencia de estas tiranías y a las coyunturas que favorecieron la
eclosión de las mismas, hay que añadir otros factores que contribuyen a fomentar
las tendencias absolutistas, especialmente en Atenas: la experiencia histórica
representada por Pisístrato; los veinte años de prosperidad hajo el dominio de
un solo. hombre, Pericles; la admiración hacia los estrategas, jefes de mercenarios
que en realidad llevaban su pro.pia poLítica fuera de la ciudad; el ejemplo amenazador, aunque respetado, del rey de Persia. Por otra parte, el estallido del
individualismo favorecido por la sofística, el relativismo de las leyes iniciado
en el siglo anterior, que hace sentir la necesidad de un hombre superior que
las supla. La crisis de la polis hace pensar también en la necesidad de una nueva
constitución libre de las deficiencias de las existentes.
Algunos autores creeran ballaria en la idealización de constituciones anteriores (Isócrates) o de las exteriores (laconizantes, Jenofonte); otros, concibiran una
2.
3.
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4.
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47
monarquía absoluta libre de las arbitrariedades a que esta sujeta la tiranía va por
medio de la ley, ya a través de la educación (Platón); por último, algunos (Platón
en las Leyes, Aristóteles en la Política) pretenden encontrar la solución en la
fusión de elementos existentes en las constituciones conocidas.
A lsócrates no puede enjuiciarsele, desde el punto de. vista de sus tendencias
políticas, de una manera global, sino en su evolución y dentro del doble plan:
panhelénico y de conquista de Oriente. Su profunda ·convicción de que éste era
el único camino de salvar la crisis socioeconómica, le lleva, a partir de un momento
dado, a buscar, dentro o fuera de la Hélade, un posible pr6states capaz de realizar
su programa.
La formación filosófica así como las dotes diplomaticas y militares de su
discípulo Timóteo le hicieron concebir la esperanza de que Atenas pusiera en
manos de éste la dirección de la política, por lo menos exterior. Las trabas
constitucionales iban a impedir! o. 5
Cuando ya no ve posibilidades ·en las grandes potencias de Grecia, el autor
del Panegírico dirige su mirada a un hombre que promovía el interés de todos,
J asón. Existen dudas acerca de la propuesta del · rétor incitandole a realizar
su plan. Pero la primera obra política de Isócrates y sus relaciones personales con
él, iniciadas en 373, debieron de dejar mella en el tirano, cuyos proyectos quedaron cortados por su temprana muerte.
La fama, el poderío y la capacidad de Dionisio para llevar a término su
proposición, le impulsan a escribir al tirano siracusano. 6 La carta queda inacabada
debido, sin duda, a la muerte del monarca. No sabemos cual era la intervención
que Isócrates esperaba de Dionisio. Es probable que le encomendara una acción
inmediata con relación a la expansión tebana, pero cabe pensar también que el
rétor veía en el tirano la mano capaz de realizar la doble misión unificadora ·e
imperialista.
U nos años mas tarde (356) se dirige a un rey espartano, Arquidamos, incitlindole a librar a Grecia de las guerras· y demas males que la afligen e impedir al
barbaro su insolencia y poder, superior a lo justo y conveniente, 7 por medio de
la concordia, así como a la lucha contra el Rey y la liberación de las ciudades
de Asia. Sus proposiciones son mucho mas limitadas que las que expone en el
Panegírico o en el Filipo, sin duda para acomodarlas a la talla del rey espartano.
Son significativos los motivos que justificau su elección: la jefatura de los lacedemonios, el título del rey y su fama. La carta queda interrumpida probablemente a raíz de la paz que ponía fin a la guerra social. 8
Los discursos chipriotas nos ofrecen un aspecto distinto, dentro de lo que
podríamos llamar ideas monarquicas del rétor. Si en las obras anteriormente estudiadas y en el Filipo parte de un monarca con una realidad histórica dada, las
tres obras chipriotas tienden a trazar el retrato del monarca ideal y a caracterizar
la constitución monarquica como debía ser, indicando sus ventajas sobre las
demas constituciones e intentando librarla de los males que las tiranías conocidas
comportaban.
La autoridad del tirano no parece limitada por ley alguna. Él es el legislador
de la ciudad. 9 Pero hay mas, sus decisiones son la ley suprema. 10
5.
6.
7.
Fil., 14.
Carta I, 6, 7, 8.
IX, 19.
8. Drerup Ed., p. CLIX ..
9. A Nie., 17.
10. Nie., 62.
r
I
48
NURIA ALBAFULL Y EUGENIA PAGÉS
Ahora bien, este poder absoluto ofrece unas garantías de las que no gozan
las demas tiranías. De un lado la superioridad moral e intelectual del monarca,
cuya fuente esta en la educación; de otro, el amor a la humanidad, que debe
orientar su función primordial: la dirección de la masa. Esto solo, basta para
distinguirla de la concepción corriente del tirano.
La legitimidad del trono puede venirle por herencia, como es el caso de
Nicocles, o por conquista, mas honrosa que la misma herencia, en el supuesto
que se respeten los límites de la piedad, como Evagoras. Debe, no obstante, estar
sellada por méritos propios. De nuevo se alza la virtud del tirano como justifica·
ción del poder y garantía de equidad; junto a ella la de los súbditos, asegura la
benignidad del gobierno. Con ello, autoridad y obediencia forman un anillo en
torno a la virtud.
Podríamos considerar esta idea sobre la legitimidad del monarca, como un
precedente de la monarquía helenística, en que la herencia daba el derecho a la
sucesión, y en su defecto la capacidad era el criterio a seguir.
Frente a la restante obra de Isócrates, estos discursos sorprenden por su
marcada predilección por la monarquía, llegando a valoraria incluso por encima
de la oligarquía y democracia. Parece con ello pretender un régimen libre de los
defectos de que adolecían las constituciones existentes, en especial la democracia
ateniense. Por otra parte, hay que considerar estos discursos como ocasionales
y colocados en el escenario chipriota. A pesar de estas tendencias favorables a la
monarquía, el rétor no se decide nunca por ésta, al menos por lo que afecta
a su patria, como atestigua el Filipo, como prueban el Areopagítica y el Panatenaico.
Después de sus discursos sobre política interior ateniense, lsócrates hace la
última tentativa para ver realizados sus planes de conoordia helénica y de conquista de Oriente, que la situación de los Estados griegos hacía inminente. No
deja de ser significativa que la persona elegida sea un rey y ademas .el de
Macedonia, país algo marginado de la Grecia misma.
El poder y la fama de Filipo,11 así como su libertad de acción no coartada
por oonstituciones y leyes12 son las condiciones que determinan su elección. La
dificultad radica en el papel que Isócrates asignaba al monarca macedón con
relación a las ciudades helénicas. Su misión consistira en erigirse en benefactor
de los griegos 18 ganandose así su simpatía y confianza, pero el dominio de la
Hélade le esta vedado, 14 pues "es mas hermoso obtener la simpatía de los griegos
que tomar for la fuerza muchas ciudades". 15 Tal conducta sería vergonzosa. 16
Así pues, e puesto que le asigna es meramente honorífico, pero de este honor
derivara su influencia. 17
La segunda parte de la misión que le encomienda es la expedición al Asia.
En ello veía Isócrates la solución de los problemas político-económicos de Grecia.18
La situación social de Grecia facilitaba el reclutamiento de un imponente
ejército de mercenarios, con lo que aparece nuevamente el tirano como jefe de
mercenarios a semejanza de Dionisio. Para Isócrates, esto representaba al propio
tiempo la solución a la amenaza que suponía la masa de gentes sin trabajo.
11.
12.
13.
14.
Fil.,
Fil.,
Fil.,
Fil.,
13-15.
127.
36.
35.
15.
16.
17.
18.
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Fil.,
Fil.,
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73-77.
69-70.
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la garantía de la ejecución de !a empresa y al propio tiempo señala los rasgos oel
monarca del siglo IV. 19
Es de remarcar su insistencia en el respeto a la autonomía de las ciudades
griegas. En esta línea aparece el ejemplo de Caranos, fundador del imperio
macedón, que renunció a posibles ambiciones monarquicas sobre los griegos,
sabiendo que éstos no estaban habituados a soportar este tipo de dominio
(Fil. 106-107).
El pape! de Filipo queda expresado brevemente en los últimos parrafos:
bienhechor de los griegos, rey de Macedonia, dueño del mayor número posible
de barbaros.20 Interesa la determinación del tipo de gobierno sobre Macedonia:
BaatÀ.txÒlc; dUd tJ. ~ 1:upawtxií>:;.
Para Grecia sigue pensando en una federación de 1toÀ.Eiç con autonomía
unidas hajo la presidencia de Filipo, cuya influencia no sera material sino moral,
basada en su valía y autoridad superior, sellada por sus obras.
La idea de este hombre superior inspirado por la divinidad entra ya dentro
del campo del helenismo. 21 La divinización del monarca, no expresada todavía
en esta obra, la encontramos en una forma mas clara en su carta a Filipo escrita
poco después. 22
No podemos considerar a Isócrates como partidario decidido de la monarquía.
Si bien es cierto que se hace eco de las tendencias monarquicas que se iban
gestando en su época en vistas a la realización de su plan político.
En Platón hallamos unas tendencias momírquicas, junto con una rotunda
crítica de la tirania, considerando los orfgenes de ésta como enraizados en la
democracia. En ello estriba su originalidad.
Para el gran filósofo, la crisis sociopolítica es un refl.ejo de la operada en
el interior del alma, la anarquía de la vida instintiva tiene su réplica en la anarquía social. En las luchas derivadas de ella, el J?ueblo concede plenitud de poderes
a uno de sus dirigentes. Ha nacido la tirama. 28
El tirano empieza con la aureola de protector del pueblo, pero poco a poco
lo va esclavizando. Es una necesidad del poder. Para hacerse indispensable crea
nuevos confl.ictos, los gastos de la guerra y de su guardia personal recaen sobre
los ciudadanos. Como consecuencia surge el odio y el gobierno se hace duro.
El tirano se ve obligado a alejar los mejores elementos. La guardia personal va en
aumento y los gastos crecen. La masa se ve sumida· en la pobreza. El tirano no
respeta ya ni las fortunas privadas ni las sagradas.24
¿Por qué Platón ha trazado la gestación de la tiranía a partir de la democracia?
La experiencia histórica había mostrado la eclosión de la tiranía antigua en
el paso de la aristocracia a la democracia. Las tiranías del siglo IV aparecen como
consecuencia de las luchas sociales dentro de las constituciones políticas de
diferente índole, con frecuencia democraticas.
Pero Platón no se basa en la historia, sino en el principio de los contrarios:
todo extremo tiende a convertirse en el extremo contrario. Del exceso de libertad
19.
20.
21.
4.
Fil., 140.
Fil., 154.
Fil., 150-151
22.
23.
24.
Fil., III, 5.
Rep., 564 C, 6-565 D.
Rep., 566 A-E, 567 B-E.
50
NURIA ALBAFULL Y EUGENIA PAGÉS
encarnada por la democracia radical, se pasa a la falta completa de la misma
que se da en la tiranía. 25
Pero hay mas. Platón veía en la democracia de su tiempo la gestación del
alma tiranica. Los síntomas de anarquía aparecían en la democracia de la época.
El acendrada individualismo favorecido por la sofística prepara la formación del
hombre tiranico cuya norma es la ley del mas fuerte. Lo peor que podía ocurrir
es que· uno de ellos fuera elevado al poder. La coyuntura espiritual y social de su
tiempo hacía temer que pudiera darse este hecho según afirma Luccioni. 26 Tal vez
influyó en la imagen que traza del tirano su experiencia siracusana.
La visión de los Estados contemporaneos y de los trastornos sociales y
políticos le llevan a buscar, en la filosofía, la solución de todos los males. :Éstos
no finalizaran hasta que los filósofos se hagan cargo del poder o los soberanos
se transformen en filósofos. Una y otra posibilidad intentó realizarlas en las
personas de Dion y Dionisio.27
En la República aborda el estudio del Estado perfecta realizado gracias a la
filosofía, que permitira la génesis del filósofo, el perfecta gobernante.
El fundamento de este Estado radica en la justícia, la cual tiene una doble
vertiente: la del alma, que estriba en un equilibrio de sus partes, y la politica,
que consiste en una relación paralela entre las diversas clases.28 Esta virtud esta
íntimamente vinculada a la idea del bien, que es la que le confiere sentida.
El hombre que ha logrado la. contemplación de la idea del bien es el que puede
hacer partícipes a los demas y al propio Estado de la misma y de las otras
virtudes. Pero Platón sè da cuenta de la dificultad que representa la génesis de
este hombre. Para ello cuenta con dos factores: la naturaleza y la educación.
No es faci! el desarrollo de estos dos factores, pero aun dandolos por supuestos,
mayores son las dificultades ambientales que paralizan la actuación del filósofo.
Sin embargo, espera que se produzca un cambio en la masa por vía de la
persuasión y se ponga en manos de éste.
Ahora bien, el autor, después de trazar la imagen del filósofo y el proceso
formativa de la clase de los regentes, admite que el Estado perfecta puede estar
gobernado lo mismo por una élite de hombres o por una monarquía. 29 Es significativa que designe este tipo de Estado con el término "real".30 En el Político
toma ya partido decidida por el gobierno absoluta en manos de un hombre
"real dotado de sabiduría" ,31 cuya autoridad estara por encima de toda ley
escrita.32 El fundamento de ésta consiste en la ciencia, el conocimiento del bien.
Inclusa en las Leyes, donde renuncia a su Estado ideal y preconiza una
organización de tipo oligarquico, considera el momento mas propicio para una
ciudad la aparición de un tirano joven dotado de una serie de cualidades.33
Si llegata a producirse esta circunstancia, su autoridad estaría por encima de
la ley, porque "ninguna ley ni reglamento es superior a la ciencia".34 Pero
Platón 35 conoce las imperfecciones de la naturaleza humana, desconfía del poder
absoluto en manos de un hombre sin control alguno. Así pues, se ve obligado a
aceptar el segundo Estada hajo la dirección de la ley, la cual tendra la misión
25. Rep., 563 E- 564 A.
26. La pensée politique de Platon, P.U.F.,
París, 1958, pp. 75, 82.
27. Rep., 473, Carta VII, 326 A-B.
28. Rep., 368 E- 369 A- 436 C.
29. Rep., 445 D.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
Rep., 576 D.
Pol., 294 B.
Pol., 300 D.
Leyes, 709 E- 696 B.
Leyes, 875 C.
Leyes, 691 C, 693 B, 713 C, 875 A-E.
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393 B, 713 C, 875 A-E.
51
que antes asignara al monarca.86 Con todo, la labor del filósofo se hace indispensable, pues el establecimiento de una buena legislación se hace dificultosa, de no
contar con un hombre dotado de poder y sabiduria.87
También Jenofonte, como hombre del siglo IV, siente el impacto de las convul~
siones políticas y como solución a elias intenta trazar la figura del gobernante.
Es sorprendente que dirija su mirada a una personalidad política ajena a la
Hélade. Es precisamente la vida de un barbara la que sera fuente de su inspiración.
Esta desaparición de la barrera entre griegos y barbaros es un rasgo que preanun~
cia el helenismo. Varias razones explican tal elección: el canícter legendario de
la figura de Ciro, la constante interferencia de la monarquia persa en Grecia y,
por encima de todo, la experiencia asiatica del autor. Por otra parte, se encuentra
vinculada a la corriente intelectual del siglo IV, que cree hallar en la educación
la solución a los problemas sociales y políticos. A este respecto, el titulo de la
obra La educación de Giro es revelador. En el sistema educativa expuesto en
la obra se denotan el infiujo espartano y el socratico. El primero se pone de
manifiesto en la educación a cargo del Estado, orientada primordialmente a la
milícia, y el segundo en la enseñanza de la justícia, con lo que pretende la superación de los sistemas educativos de enseñanza, tanto ateniense como espartano.
Junto a este tipo de educación, Ciro cuenta, ademas, con una serie de factores
naturales que mas tarde se manifestaran en su personalidad de gobernante.
El grueso de la obra lo constituye la personalidad del rey conquistador y
organizador de un imperio. La figura de un rey convertido en general como lo
eran los reyes lacedemonios, tal como lo había visto en la rebelión de Ciro el
Joven, constituye una característica del monarca y muestra un paralelismo interesante con la tiranía de Dionisio. Ciro no sólo conoce las artes de la guerra, sino
que posee también una gran habilidad para dirigir a sus hombres. Las dotes
de Ciro no se ciñen a las de caracter estratégico. Como buen política, sabe
cómo conservar la fidelidad de la clase noble en la que basaba su poder. Así
queda trazada la figura de un monarca que domina. por la superioridad de sus
dotes; tanto políticas como estratégicas, y que atrae la fidelidad de sus súbditos
por su justícia y humanidad. La unión en una misma persona de la austeridad
persa y de la majestuosidad meda prefigura ya el monarca helenístico.
Dentro de la línea monarquica de Jenofonte se encuentra el Hier6n, obra
escrita en 358-357, dedicada tal vez a Dion, entonces exiliado en Atenas por Dionisio el Joven, desde donde preparaba la toma del poder. En este dialogo, Jenofonte sigue ciertas tendencias partidarias de una tiranía reformada, las cuales
Platón recoge en su Carta VII, al proponer para Sicília la transformación de
la tiranía en realeza.
Ahora bien, a pesar de estar situada la obra en Siracusa, son muchas las
referencias a los problemas con los que se enfrentaba Atenas y que inspiran
las Rentas y el Económico. Cabria pensar que el autor entreveía la posibilidad de
que un gobierno absoluta, como el descrita en el Hier6n, subsanara los problemas que la democracia era incapaz de resolver.
La figura del tirano es presentada hajo la concepción tradicional: esclavizado en medio del poder por las exigencias del mismo, obligado a valerse de
mercenarios, desconfiando de sus propios familiares y personas de valía, precisada
a actuar con dureza y a apoderarse de los hienes ajenos, inclusa de los sagrados.
36.
Leye8, 708 D.
37.
Leyes, 712 A- 714 A.
52
NURIA ALBAFULL Y EUGENIA PAGÉS
Jenofonte, por boca de Simónides, expone una serie de consejos con el fin de
hacer mas dulce y llevadera la tiranía, tanta para el soberano como para los súbditos. Entre ellos citaremos algunos: valerse de otras personas para las funciones
desagradables y reservarse, para sí, las gestiones que pueden atraerle la simpatía.
Promover, mediante premios, el desarrollo de la agricultura y del comercio.
Paner a los mercenarios al servicio del.pueblo, encargandoles la salvagúardia del
orden interno y externa, de modo que aparezcan necesarios no sólo para la
custodia exclusiva del tirana, sino también para la seguridad de los súbditos.
Procurar el embellecimiento de la ciudad, considerandolo mas digno que el
ornato de su propia casa y persona. Por lo que afecta a las rentas, debe tener
como productivos, no sólo sus hienes privados, sina los de sus súbditos. Con ello
lograra una ciudad próspera, el afecto de los ciudadanos y las mayores honras.
Se esta, pues, buscando la figura del buen tirano, cuya autoridad no se
basa en el temor sina en el servicio al Estado y en la simpatía de sus ciudadanos.
o
o
o
La Greda del siglo IV contaba con la experiencia de constituciones de tipo
oligarquico. El ejemplo de Esparta, que, tras el hundirniento de la primera Liga,
implanta su poder, aparece a los ojos de muchos como el reverso de los defectos
de la democracia radical a la que se atribuía la bancarrota del poder ateniense.
Por otra parte, Atenas tiene dos períodos, si bien breves, de régimen oligarquico.
En 411 se instaura el gobierno de los Cuatrocientos. lsócrates describe su
implantación en los siguientes térrninos: ¿no es a consecuencia de la perversidad
de los oradores populares que el pueblo deseó la oligarquía estab1ecida hajo
los Cuatrocientos?" 38 Es difícil saber cual fue la actitud del rétor con respecto
a este régimen. 39 Cloché no considera que esta frase defina su posición oligarquica en esta época; hace notar, no obstante, que se abstiene de toda crítica a la
oligarquía del 411 y balla una justificación en la revolución que la llevó al
poder, indicando asimismo la adhesión de Isócrates a una fracción de los Cuatrocientos, representada por Teramenes.
Al margen de la posición del escritor, lo cierto es que en el 411 existió entre
los ciudadanos de Atenas un partida oligarquico que gracias a la organización y
presión de sus asociaciones políticas logró imponerse.
Cuando unos años mas tarde tiene lugar la derrota de Atenas y la pérdida
del imperio, se culpa al régimen democratico. Pocos se acuerdan de los desórdenes que siguieron al establecimiento de la primera oligarquía y a los fracasos
especialmente sensibles en el Helesponto. Las clases acomodadas, que se creían
perjudicadas por la democracia, piensan que su momento ha llegado. De nuevo
la actuación de los clubs políticos en todos los terrenos (asambleas, juicios, elecciones) se hace patente.40 Al propio tiempo, el entendimiento con el vencedor
espartana no se considera vergonzoso. Entre los jóvenes de la aristocracia ateniense
algunos esperan de buena fe tomar parte en la política. Ahí esta el testimonio
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39. Isocrate et son temps, Paris, Les Belles
Lettres, 1963, pp. 72, 79.
40. G. CALHOUN: Athenian Clubs, cap. IV,
Roma, 1964.
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53
de Platón en su Carta VII y el pasaje de las Mef1UJrables entre Sócrates y
Glaucon (Mem. III. 6).
Pero la injustícia y el terror de este régimen iban a hacer desaparecer muy
pronto el optimismo con que fue recibido. Todos los autores del IV coinciden en
su condena a la tiranía de los Treinta, a la que se llegó a negar su caracter de
constituci6n.41 Es posible que la tiranía de los Treinta influyera en la crítica
platónica de la oligarquía.42
La dura experiencia de los Treinta no bastó para aniquilar los focos oligarquicos. El restablecimiento de la demacrada y su evolución cada vez mas
radical, así como su política exterior que comportaba cargas especialmente para
la clase adinerada, hizo resurgir las tendencias oligarquicas como prueba la frecuencia con que los oradores populares acusaban de afecto a la oligarquía a
cualquiera que se alzara con una proposición poco grata a la masa.
Simultaneamente funcionaba en Atenas el denominada Tercer Partida, definida como una democracia moderada, y al que es difícil enmarcar dentro de la
oligarquía o la democracia, mas próximo a aquélla que a ésta. En relación con
él, podemos situar las tendencias de algunos intelectuales y políticos de la
época.
Las tendencias oligarquicas de Isócrates aparecen manifestadas de un modo
explícita en el Areopagítica. Cree ballar la solución de todos los problemas internos y externos de Atenas en el restablecirniento de la constitución de Solón y
Clístenes sin hacer entre ellas ninguna distinción. Es innegable el caracter aristocratico de este régimen, aunque señale ya los primeros pasos hacia la evolución
democratica. El Areópago, era un Consejo enraizado en la aristocracia. En un
principio sólo tenían acceso a él los grandes propietarios; basta el 458-457 no se
da entrada a los zeugites. La reducción de sus atribuciones es uno de los logros
de la democracia. La misión educativa que Isócrates asigna a este consejo esta
imbuïda del concepto del aidos, basico en la educación de la antigua nobleza. 43
El caracter discriminatorio de la educación según la fortuna del individuo,
propuesto en la obra, debía forzosamente de redundar en las posibilidades de
ocupar cargos políticos. La proposición de reservar los cargos públicos a quienes
dispongan de tiempo y dinero reafirma su postura. 44
Tampoco podemos considerar como muy democratico el hecho de que conciba la división entre ricos y pobres como dada por naturaleza. Y mucho menos
que busque la solución a las tensiones sociales de su época en el sistema de otro
tiempo, basado en ayudas directas e indirectas a los pobres por parte de los
mas afortunados. Este proteccionismo encaja muy poco con la democracia, ya
que debería ser rnisión del Estada barrar las diferencias socioeconómicas y daries
solución.
El principio de igualdad según los méritos es preferida al absoluta de la democracia radical. Transferida al campo de la política, da paso al nombramiento,
por elección, en sustitución del basada en el sorteo, pretextando su caracter democratico por evitar que la suerte pueda recaer en un oligarca; sin embargo, es
lógico que tal procedimiento abría paso a la influencia de los clubs políticos.41i
41.
Platón, Carta VII, 325.
42. Rep., 544 C. Isócrate&, Panegírica, 113114, Paz, 108, Areopagítica, 58-59, 62, 65,
XXI, 12, Contra Erat6stenes, Contra Agorata,
43 ss. Jenofonte, Hel., 11, 3. Aristóteles, Const.
At., XXXV, 4.
43. }AEGER: Paídeia, México, 1961, p. 912.
44. ATeop., 26-27.
45. Panatenaica, 145.
54
NURIA ALBAFULL Y EUGENIA PAGÉs
Critica duramente la falta de efectividad de Ia ley, haluarte de la democracia, y p_ropugna la fu~rza d~ la educación en manos. del Areópago. Su juicio
contra el sistema de gob1erno v1gente no parece provemr de la pluma de un demócrata, mas aún al contraponerlos con el de los antepasados. 46 Consciente de
la escasa popularidad de su propuesta insiste en el caracter democnítico de la
misma 47 y siente la necesidad de ponerla a salvo de una posible acusación
que pudiera tacharla de oligarquica. Es mas, niega a sus tendencias políticas
cualquier vinculación con la oligarquía.48 Llegando incluso a afirmar que una
democracia deficiente es preferible a la oligarquía.49 Con esta reforma constitucional espera ballar la solución a los problemas político-sociales de su patria y
que ésta recobre el prestigio y el poder de antaño.
Las ideas constitucionales expresadas en el Panatenaica siguen la misma
Hnea que en el Areopagítica. En el presente discurso se propone cantar las excelencias de su ciudad frente a las de Esparta. El procedimiento era semejante al
empleado en el Panegírica; aunque la motivación era distinta, aquí quiere combatir las tendencias laconizantes generalizadas entre las gentes de su clase. El
punto clave en que basa la comparación de ambas ciudades es el aspecto constitucional. Pero en enanto a Atenas, no se refiere al régimen vigente, implantado por necesidades del imperialismo, sino al de los antepasados, al que define
como una democracia no dirigida al azar, sino la que se vale de la aristocracia.
Si en el Areopagítica rehúye este término, en esta obra no duda en emplearlo,
distinguiéndolo, no obstante, de la oligarquía. Las características mas reveladoras
del espíritu que anima el discurso son la cuidadosa educación, la elección de los
magistrados semejantes por su ideología a sus antecesores, el procedimiento mixto
entre el sorteo y la elección y el apartar al pueblo de las magistraturas. El paralelo con el Areopagítica es evidente.
Isócrates se inclina por la constitución que se mantuvo durante las guerras
médicas y en tiempos de Cimón, restaurada en la época de los Treinta hajo el
influjo de Teramenes y que se respetó en el momento de la restauración democratica.50 Se trata de una democracia moderada hajo el influjo de la clase acomodada. Es la defendida ~or el Tercer Partido dentro de cuyas tendencias hay
que situar a Isócrates. Platon parte de la idea de que las constituciones existentes
proceden por degeneración del Estado perfecto. No es por azar la situación
privilegiada de que goza el Estado espartano en la crítica platónica. En él persistían una serie de rasgos que Platón no podía menos que aprobar: la cuidadosa
educación a cargo del Estado, la especialización de los guerreros, el respeto a la
autoridad. Por tanto, cree ver en el Estado espartano ciertas supervivencias del
Estado ideal que en otro tiempo había existido.
En el hombre espartano se dan mezcladas la aspiración a la virtud y el aprecio de los hienes materiales; pero en él predomina la ambición por el honor. Por
un defecto de la educación aquélla se ve ahogada y sustituida por la codicia de
los hienes materiales. El defecto basico de la educación espartana esta en que no
se fundamenta en el convencimiento, sino en la violencia,51 así como tamhién el
escaso o nulo interés por la educación filosófica y la preferencia por el cultivo
del cuerpo al del espíritu. El Estado oligarquico hinca sus raíces en el interior del
46.
47.
48.
Areop., 15, 51, 53, 57.
Areop., 17, 21, 23, 26, 58, 59.
Areop., 60-70.
49.
50.
51.
Areop., 70.
CLOCHÉ: IsoCf'ate et son temps, p. 89.
Rep., 548, B 7.
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55. Leyes, 951 D56. Leyes, 966 A
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política esto implica que el criterio de selección de los gobernantes sea la hacienda
y no la competencia. Por consiguiente, la nota mas destacada en la pintura que
Platón traza del Estado oligarquico es el desequilibrio entre la población rica y
la masa pobre, que va tomando incremento.
Las críticas contra la oligarquía no impiden a Platón admitir en su Estada
perfecta una realeza o una aristocracia 52 con ciertas preferencias por la primera. Pero esta élite de gobernantes no tiene sus bases en la ambición por el honor
ni en la codicia, sino en la virtud alcanzada a lo largo de su formación filosó:fica. Es una aristocracia de nuevo cuño.
Y cuando en las leyes se dispone a trazar el Estado posible, busca un régimen que constituya el término medio entre monarquía y democracia, un equilibrio entre el principio de autoridad y el de libertad. El régimen tendra sus
orígenes a la vez en la monarquía y en la democracia: un rey establece leyes
destinadas a dirigir la vida del Estado, es decir, la misión del monarca termina
allí donde empieza la autoridad de las leyes admitida en la democracia. 53
Tanto los organismos estatales como los magistrados estan hajo la autoridad
de las leyes. En este sentido el autor busca una afinidad con la democracia. La
libertad balla sus límites en la ley, rasgo común a la democracia y a la consti"
tución espartana.
El principio democratico de igualdad es admitido con limitaciones, prefiriéndose la igualdad geométrica- según el mérito- a la aritmética. 54 Hace no obstante ciertas concesiones, implantando un sistema de designación combinada
entre la elección y la suerte. Sin embargo, las instituciones estatales nos llevan a
ver en el régimen de las leyes una organización de tipo oligarquico en el sentido
de que la vida del Estado esta en manos de un grupo.
El consejo nocturno tiene las atribuciones políticas y legislativas del Estado.
Su autoridad es absoluta. El paralelismo de esta institución con la Gerusía espartana es evidente. Sin embargo, la misión que le asigna es de tipo educativo. 55
La competencia de sus miembros esta basada en el conocimiento del bien y de lo
bello. 56 En últim o término, en las Leyes, se siguen los postulados de la República. A pesar del intento platónico de buscar un equilibrio entre la monarquía ·y
la democracia, el régimen de las leyes ha sido juzgado como: "une sage aristocratie".57 En realidad se trata de un gobierno de un grupo cuya selección no se
basa en el dinero sino en el conocimiento de la idea del bien. M. Genet 58
estudia una serie de puntos en los que Platón se inspira en la democracia
ateniense para su segundo Estado. Desde su retiro de ScUlonte y tras la experiencia de las instituciones espartanas y, en especial, las de caracter militar, Jenofonte se dispone a cantar la constitución de su segunda patria. (Para la datación
de la constitución de los lacedemonios nos remitimos al estudio de Delebecque.59) En ella estriba precisamente la razón de la grandeza de esta ciudad. 60
Es algo mas que un tributo de agradecimiento y de admiración a la ciudad
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52. Rep., 445, D.
53. Leyes, 712 a.
54. Leyes, 757.
55. Leyes, 951 D-E; 961 A-B; 965 D.
56. Leyes, 966 A.
57. SomLHÉ: La notion platonicienne d'intermédiaire, París, 1919, p. 166.
et son temps, p. s·g_
.
I
58. lntroducción a la ed. Des Places, Lois,
pp. CV, CXIX.
59. DELEBECQuE: Essai sur la vie de Xénophon, París, 1957, pp. 194-199, 329-331.
60 . . Const .. Lac., I, 1.
'
NURIA ALBAFULL Y EUGENIA PAGES
56
que le acogió y a la que dedicó parte de su vida. T ampoco es un estudio objetivo
sobre la constitución de Esparta. En esta obra aparece constantemente la superioridad de las instituciones espartanas en contraposición a las de las demas ciudades. Se adivinan claras alusiones a Atenas, especialmente en el aspecto educativa y en cuanto a la obediencia a los magistrados y a las leyes.
Siguiendo las corrientes de su tiempo, Jenofonte presenta la constitución espartana, fundada por Licurgo, como modelo de constitución ideal. El Estado
espartana, presidida por dos reyes con atribuciones religiosas y militares y cuya
autoridad esta mediatizada por los eforos y el consejo real, tiene una base social
claramente oligarquica. Es interesante la afirmación del autor según la cual el
eforado, considerada tradicionalmente como una institución popular frente a la
monarquía, fue instituido a instancias de los poderosos, subrayando así su caracter
oligarquico. Hemos de resaltar, asimismo, la base aristocratica del consejo suprema, la Gerusía. El autor señala, como rasgo óptimo, la igualdad de derechos
políticos sin distinción de fortuna, establecida por Licurgo. 61 Hay que notar, sin
embargo, la limitación de esta igualdad.
Según el testimonio de Aristóteles,62 ese derecho no correspondía a la realidad histórica. Michell lo considera valido basta la pérdida de Mesenia, fecha
anterior a la obra de Jenofonte. La notable influencia de los kaloikngathzoi basada
en la relevante virtud política, parece indicar la existencia de un estamento superior a los demas. Años mas tarde, 68 cuando escribe el capítula XIV parece
haberse retirada de su adhesión incondicional a la constitución espartana. Sin
embargo, su cambio de parecer no se refiere a la constitución de Licurgo, sino
a la evolución que ha sufrido el espíritu lacedemonio avido de riqueza y de
poder. La admiración por el régimen y la sociedad espartana se hace una vez
mas patente en la Ciropedia, en donde los homotimoi aparecen como una trasposición de los homoioi, el Consejo del rey un calco de la Gerusía, ofreciendo también paralelismos la organización militar y el sistema educativa. En realidad, se
trata de un régimen nuevo, inspirada en una Esparta idealizada, libre de los defectos que se hacían sentir en ésta y, a la vez, réplica a los de su patria.
Aristóteles, en la Política, estudia atentamente las formas de gobierno conocidas, para buscar elementos en ellas que permitan construir la mejor. Según
el Estagirita hay tres tipos de constitución justa a los que corresponden otros
tres desviacionistas. Estos tipos son: la monarquía o realeza, que se funda en
el gobierno de un solo hombre, aureolada de bondad y experiencia, atento al
bien de todos; la aristocracia, cuyo puntal es la virtud - no el dinero ni la sangre ni otro mi to cualquiera -, la virtud de una élite educada y culta, y, por
último, el gobierno constitucional, que se apoya en la libertad y en el mayor
grado posible de derechos entre los que forman el Estado. Los tipos desviacionistas tienden a preocuparse del bien particular de los propios gobernantes
o de las clases dirigentes, en lugar de atender al bien común; son, respectivamente,
la tiranía, la oligarquía y la democracia. 64
De entre estas formas, la que mas seduce a Aristóteles es una aristocracia
con algunos elementos de oligarquía y de gobierno constitucional. El interés del
Estado debe orientarse a la formación de una clase media, una no-clase de hecho,
Const. Lac., X, 7.
Pol., 1271 a.
ÜLLIER, pp. XIV-XV; Introd. et com.
à l'éd. de la Rep. des Lac. (Thèse compl.),
61.
62.
63.
Lyon, 1934: en 378; DELEBECQUE: Essai sur
la vie de Xén., pp. 329-331: en 369.
64.
Pol., III, cap. 2.
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57
lo mas próspera posible. Pretende fusionar elementos oligarquicos con democraticos, como el establecimiento de una tasa de propiedad reducida, que al producir el contento de la mayoría hara que sea mas estable; por otra parte, propone la
supresión de la designación de los magistrados por sorteo, sustituyéndolo por la
elección, sistema típicamente oligarquico. Establece ademas la necesidad de que
al comienzo de todo gobierno haya una ley, un orden, no una simple convención;
una ley que obligue tanto a los señores como a los esclavos, a los que mandan y a
los que obedecen. Es asimismo deseable, ventajoso y justo asegurar a todos los ciudadanos una cierta participación en el poder, para conciliar así el orden con la
libertad, evitando tratar a todos los ciudadanos como numéricamente iguales. De
ahí proviene, a juicio del autor, el fallo de la democracia desbordada, que sólo
tiene en cuenta el número, prescindiendo de los demas factores humanos. Debe
darse, pues, una participación proporcionada al mérito y capacidad de cada uno,
no a los valores impersonales del dinero, la valía de los antepasados, etc.
La educación es, por otro lado, el medio mas eficiente de perpetuar este
gobierno de la élite y hacer que esta porción escogida se amplíe mas y mas,
enseñando a los hombres a moderar sus· apetitos y deseos, que por naturaleza no
conocen Iímites. El estudio de los tipos de constitución y de las diversas fonnas
que cada uno de ellos admite - nos habla en efecto Aristóteles de cinco variedades de democracia, cuatro de oligarquía, tres de aristocracia y dos de gobierno
constitucional- cobra muy pronto unas dimensiones dinamicas y realistas al analizar los fenómenos sociales que dan Jugar al paso de unas formas a otras, así
como los medios que pueden garantizar su persistencia. Todo ello adquiere asimismo una decidida matización relativista, aceptando que cada forma es mejor
que otra en función de las circunstancias sociales y económicas de las diversas
gentes. A pesar de esta posición ecléctica, podemos observar que Aristóteles, por
las medidas económicas y políticas que propone, se inclina por una democracia
moderada con predominio de las clases medias o por una oligarquía bastante
amplia.
•rrespondía a la reali~a de Mesenia, fecha
kaloikagathzoi basada
de un estamento sucapítulo XIV parece
tución espartana. Sin
::ión de Licurgo, sino
-ido de riqueza y de
-ana se hace una vez
~en como una traspo"'USÍa, ofreciendo tam:ttivo. En realidad, se
!!:ada, libre de los de~ su patria.
:as de gobierno conoruir la mejor. Según
:l corresponden otros
za, que se funda en
'xperiencia, atento al
t el dinero ni la san~ada y culta, y, por
~rtad y en el mayor
-o. Los tipos desviapropios gobernantes
son, respectivamente,
Las tendencias de los autores que hemos estudiada han llevado a considerar
el pensamiento política del siglo IV como simpatizante de la oligarquía. Sin embargo, es difícil averiguar basta qué punto tales tendencias trascendían el pequeño círculo de los intelectuales. Después de la experiencia de los Treinta, el
partida oligarquico había sufrido un rudo golpe. Pero en el transcurso del siglo
afloran de nuevo, como se evidencia en las presiones contrarias al imperialismo
procedentes de las clases elevadas, así como probablemente en las controversias
acerca de Macedonia. Finalmente cabe recordar que la política de :Éubulo se
balla apoyada por estas clases hacendadas.
La realidad política del siglo IV estuvo marcada en Atenas por la democracia. La restauración de este régimen en 403 dio paso a un gobierno de caracter moderada. Pero en los años subsiguientes fue adquiriendo un matiz
cada vez mas radical. Tanto es así que Aristóteles pudo considerar esta fecha
como punto de partida de la evolución que acabó por dar plenos poderes a la
mas a, especialmente a través de los decretos y tribunales. 65
La soberanía del pueblo se ejercía por medio de las instituciones, que basicamente eran las mismas que en época de Pericles, pero que con el tiempo
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58
NURIA ALBAFULL Y EUGENIA PAGÉS
experimentaran ciertos cambios ya en sus atribuciones, ya en su funcionamiento.
El organismo clave de la democracia era la ecclesia, definida como el demos
cuando ejerce su soberanía. Por derecho tenían acceso a ella todas las personas
de padre y madre ateniense o aquellas que hubiesen recibido la ciudadanía y
no hubieran sido gravadas con la atímia. Se calcula que en esta época serían unos
veinte mil o treinta mil.66 Sin embargo, no todos hacían uso de este derecho.
Prueba de ello es la dificultad que hallaban los puritanos en reunir suficientes
miembros para dar validez a los votos. 67 El misthos ecclesiasticos no bastó para
que la asamblea representara auténticamente la totalidad de los ciudadanos. Los
mas ricos, ocupados en sus negocios y movidos por razones de índole psicológica,
declinaban su asistencia, y los mas pobres se veían obligados a ganar su vida
por otros medios mas seguros y efectivos que el misthos. Ello ha llevado a pensar
que sólo los indigentes, los que no tenían otra fuente de ingresos, irían en pos
de aquella cantidad casi insigníficante. Pero el testimonio de los autores coincide
en que la asamblea estaba representada por pequeños artesanos y comerciantes.68
Con todo cabe suponer que en aquellas sesiones en que se ponían en juego los
intereses de los ricos no faltaría una representación de éstos, con frecuencia organizada desde las hetairiai que se hace patente, en especial, en las votaciones sobre
impuestos y en las tensiones en tomo a la política belicista.
Entre las atribuciones de la asamblea, muy amplias en política exterior así
como en el aspecto financiero y judicial y en el nombramiento y control de los
magistrados, tiene especial interés su poder legislativa.
El pensamiento democratico balla su fundamento en la autoridad de la ley.
En ella basa Demóstenes la condición democratica y libre de una ciudad 69 y
cifra en el criterio de la estabilidad de las leyes la oposición entre democracia
y oligarquía. 70 Una contraposición parecida entre tiranías y oligarquías frente al
régimen democratico expresa Esquines. 71 También Hipérides 72 hace res altar la
importancia de la soberanía de las leyes en los Estados democraticos. Ahora bien,
el ejercicio del pueblo reunido en asamblea de su poder legislativo es blanco de
las críticas por parte de los escritores. De un lado, la falta de respeto a las leyes
establecidas; 73 de otro, la creación de leyes cada vez mas numerosas y con
frecuencia contradictorias, problema agravado por los decretos. 74
Probablemente, para frenar los abusos del poder legislativa de la asamblea
y reorganizar la legis1ación, se creó en 403 la nomothesia. 75 El consejo de nomotetes que actuaba a modo de tribunal era una representación democratica, por
cuanto que su número era designada por la asamblea. Los autores modernos no
estan de acuerdo acerca del pape! efectivo de los nomotetes frente al poder
de la ecclesia. 76 Sin embargo, parece que los nomotetes constituían una limitación
66. A. W. GoMME: The population of Athens
in the fifth and fourlh centuries B. C., Oxford,
1933; C. GLoTZ, R. CoHEN: Histoire Grecque,
Paris, 1941".
67. Arist. Ath., Pol., 41-3.
68. Jen., Nem., III, 7, 5 y 6; Platón; Rep.,
557 A; Arist., Pol., IV, 4, 1- 1291 b, 17-28.
69. Dem., XXIV, 5.
70. Dem., XXIV, 75-76.
71. I, 4; III, 6.
72. III, 5.
73. Arist., IV, 4, 5 (1292 a); Isócrates, Paz,
50; Aristóf., As. de mujeres, 218-220; Platón,
Rep., 557 E, 563 D; Demóst., XX, 91; Esq.,
III, 3.
74. Is., Paz, 50; Dem., XX, 91-92, III, 31.
75. Andoc., 1, 81-83; Tuc., VIII, 97.
76. V. ICAHRSTEDT: "Untersuch. zur athen.
Behorden: Il. Die Nomotheten und die Legislative in Athen". Klío, t. XXXI, 1938; M. T.
ATKINSON: "Athenian Legislative Procedure and
revision of laws", separata del Bulletin of the
]ohn Ryland Library, vol. 23 abril 1939.
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TENDENCIAS DEL ·. PENSAMIENTO POLÍTICO EN EL S. IV
59
a las atribuciones legislativas de la asamblea en lo referente a la abrogación y
modificación de leyes, pero no a su creación.
Mas serio debió de ser el freno representado por la grafé paranomon, pues
afectaba a la formulación de decretos. No obstante el uso, no siempre recto, de
ella, "le hace perder su eficacia en esta época". 77 En íntima relación con la vida
de la ecclesia estaban los oradores populares. Ellos eran quienes, en realidad, dirigían la vida política de la ciudad. Las plumas de los escritores se alzan con
frecuencia contra ellos. Isócrates les echa en cara su afan de complacer al pueblo
y buscar aquellos discursos que puedan ser gratos a la masa y no los que hubiesen ·de redundar en beneficio de la ciudad, así como el procurar su éxito personal
y beneficiar sus propios caudales. Por un camino parecido van ciertas alusiones
de Platón a los políticos en el Gorgias. La acción corrosiva de estos "zanganos"
es puesta de manifiesto en su estudio sobre el nacimiento de la tiranía. EI Sócrates
de Jenofonte intenta disuadir a un joven de sus aspiraciones de dedicarse a la
política, basandose en su carencia de formación en este sentido. No es difícil
ver en esta anécdota una crítica callada contra la falta de competencia de ciertos
demagogos. Sea como quiera, el pape! de los oradores populares fue decisivo en
esta época; ellos orientaron y aun forzaron las decisiones de la asamblea. Su
enfrentamiento con los defensores de las clases acomodadas pone de manifiesto
su papel de representantes de la voluntad de la masa.
Al lado de la ecclesia existía la bulé, a este consejo tenían entrada los ciudadanos mayores de treinta años que hubiesen superado el examen de dokimasia.
La percepción del misthos bouleutik6s 78 estaba destinado a permitir el acceso al
mismo a todos los ciudadanos, pero la obligatoriedad de asistir durante la décima parte del año representaba una limitación para las gentes humildes que se
veían obligadas a ganar su jornal diario. No obstante, en el tono de los oradores,
la bulé aparece junto con la ecclesia y el tribunal como un organismo democratico.79 En el siglo IV, este consejo ve reducidas considerablemente sus atribuciones, sobre todo las de caracter judicial, según el testimonio de Aristóteles 80 y
de Lisias. 81 En el sistema político de la democracia, junto a los cuerpos que hemos
citado existían una serie de personas encargadas de las diversas tareas de los negocios públicos. A estas magistraturas podían aspirar todos los ciudadanos. El principio de igualdad, tan defendido por la democracia, era el fundamento de este
derecho. La paga de que estaban dotados estos cargos estaba destinada a ponerlos
al alcance de todos.
El acceso tanto a los organismos antedichos como a las magistraturas estaba
basado en el mismo principio democratico de la igualdad, mediante el procedimiento del sorteo. Hay que remarcar que el nombramiento para ciertas magistraturas a raíz de la restauración democratica no se hizo a partir del demos,
sino de la tribu, con el fin de evitar las posibles irregularidades. Contra este
sistema de designación se manifiestan los pensadores políticos de la época, según
veremos. Conviene tener en cuenta, no obstante, que el procedimiento del sorteo
gozaba de ciertas garantías dada la existencia de un examen previo necesario para
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grecque, París, 1953, p. 385.
78. Arist., Const. At., 43, 3; 62, 2.
79. Dem., XX, 100; XXIII, 97; XXIV, 9,
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60
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NURIA ALBAFULL Y EUGENIA PAGÉS
Para aquellos cargos en que se requería una competencia especial, el sorteo
era sustituido por la elección. El caso mas notable es el de los estrategas, pues es
obvio que la responsabilidad que sobre esta magistratura pesaba en el siglo IV
hacía imposible confiaria al azar. Este último sistema cuenta con el apoyo de la
mayor parte de los escritores contemporaneos, inclinandose algunos de ellos por
un procedimiento mixto del sorteo y la elección. Al margen del caracter mas o
menos democratico de uno y otro procedimiento, es triste comprobar que su
funcionamiento se vio empañado por manejos inmorales con frecuencia promovidos por los grupos políticos.
La coyuntura económica en el campo agrícola, comercial e industrial tiene
como inmediata consecuencia una crisis social que provoca el aumento de una
masa pobre y aun indigente frente a una minoria rica, en la que cabría distinguir
una ciase tradicional acomodada y otra que iba acumulando grandes capitales.
La ciudad se encontró con el problema financiero de atender a las necesidades
de la masa indigente. Las tensiones sociales no sólo se desencadenaran en el
interior de la ciudad ante los tribunales, sino que repercutieron en el desacuerdo
de las clases en política exterior frente al problema del imperialismo.
El Areópago, que, a raíz de la restauración democratica, había recobrada
gran parte de sus atribuciones, ve reducido su poder a principios de siglo. Sin
embargo, a lo largo de éste, su actividad llega a trascender al campo de la política.
Su actitud ponderada, al margen de cualquier partidismo, merece los elogios de
los pensadores de todas las tendencias. 83
Una de las instituciones mas democraticas con que contaba Atenas era el
Helieo. A él tenían acceso todos los ciudadanos. La edad constituía la única limitación. El testimonio de los autores parece indicar el predominio del elemento pobre
en su composici6n. 84 Los textos reflejan a menuda la parcialidad de los tribunales
populares en los procesos contra las personas de clase acomodada instados por
el beneficio que se podía obtener del producto de multas y confiscaciones. Sin
embargo, en otras ocasiones el tribunal se dejaba coaccionar por las presiones
de personas influyentes y de los clubs políticos que, si bien no obtenían siempre
una sentencia favorable, a menuda por el mero hecho de entablar un proceso
contra algún político no grato lograban ponerle fuera de combate.
No obstante, a diferencia de la sesión de la ecclesia, las audiencias de los
tribunales observaran mayor seriedad. Por otra parte, hay que tener en cuenta
que la reorganización realizada a principios del siglo hizo mas difícil la corrupción, según atestigua Aristóteles 85 y el propio detractor de la democracia.86
En relación con los tribunales hay que mencionar la actuación de los sicofantes. Su origen esta vinculado a la democracia, pues era preciso que un ciudadano pusiera en conocimiento de las autoridades competentes las infracciones
de la ley. Pero el abuso de esta institución se convirtió en una verdadera plaga
que hizo perder la tranquilidad a las personas acomodadas. Aunque es cierto que
la ley ponía freno a las falsas acusaciones y la equidad de los tribunales contribuía a ella, la coyuntura económica incitaba a buscar posibles y aun frecuentes
irregularidades en la clase pudiente. Por otra parte, Iueron utilizados por los
clubs como arma política.
83. Areopagítica, Demóstenes, XVIII, 134;
XIX, 64, Esquines, III, 115, I, 92.
84. Isócr., Contra Loquites, 15; Areop., 54;
Aristófanes, Avispas, paginas 660-662, 605 ss.
85. Const. At., 63-69.
86. Pseudo-Jenofonte, Const. At., III, 6-7.
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En este aspecto es elocuente el discurso de Isócrates sobre la paz. El hecho
de que en el siglo IV el juicio de la democracia provenga, en general, de fuentes
contrarias a elias, puede llevarnos a una idea parcial de las corrientes políticas
en esta época. Los escritores contemponíneos manifiestan su oposición a la democracia en un doble aspecto: por un Iado, atacan al principio mismo del régimen
la igualdad de todos, los buenos y los maJos, los ricos y los pobres, las personas
cultas y la masa ignara: por otro, el funcionamiento de la democracia radical
que entregaba el poder en manos de una mayoría pobre y carente de criterios
políticos y que comportaba una pesada carga para el Estado. En esta crítica
de la democracia la posición de los teóricos aborda angulos distintos. El punto de
vista de Platón esta determinada por su concepción de que la ciencia política
esta reservada a una élite instruïda illosóficamente en la idea del bien. Por ello
jamas la masa inculta sera capaz de alcanzar este conocimiento y hacer triunfar
la justícia y la felicidad en el Estado.
Menos tajante es la actitud de Isócrates. La dura crítica del régimen de su
tiempo contrasta con el vivo elogio de la constitución de Solón y Clístenes a la
que define como una democracia que se valía de la aristocracia; en realidad, una
democracia en sus primeros balbuceos que otorgaba las magistraturas a las personas de clase acomodada, pero que reservaba al pueblo el derecho de juzgarlas.
Jenofonte, en parte hajo la influencia de Sócrates y en parte debido a su posición social, se inclina a limitar los derechos políticos del pueblo. Las tendencias
políticas de Isócrates y Jenofonte pueden considerarse en la línea del llamado
Tercer Partido, el de Tenímenes.
Entre los pensadores del siglo IV, Aristóteles es el único que justifica la
soberanía del pueblo basandose en el criterio de que si bien los componentes de
una asamblea individualmente pueden no tener la competencia suficiente, en
conjunto pueden aventajar incluso a un hombre superior. 87 No obstante, tiende a
limitar la incumbencia de la asamblea y a apartar al pueblo de las magistraturas
importantes. Al restringir los poderes de la masa, pretende evitar la identificación
de la democracia con el gobierno de los pobres.
Pese a las críticas formuladas por los teóricos, sabemos la existencia de una
fuerte corriente democratica en el sentir de los ciudadanos atenienses, representada por los oradores populares y_ cuya expresión hallamos en las obras de Hipérides, Esquines y Demóstenes, si bien la atención de estos últimos se centra en el
problema macedón.
Hemos visto a lo largo de este estudio que las tendencias de los pensadores
políticos surgen a raíz de la crisis de la polis. Su orientación adopta las formas de
una monarquía, una oligarquía o una democracia moderada, estando marcada
por dos constantes: su caracter teórico, ya que ninguno de ellos sueña con verlas
realizadas, y su encuadramiento dentro de los estrechos límites de la polis, que
sólo seran superados en la época helenística. Al margen de estas formulaciones
teóricas, existían ciertas ideas momírquicas, a las que el pueblo ateniense siempre
fue reacio, un partido oligarquico y una realidad democnítica enraizada profundamente en el alma de Atenas.
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