Buenaventura Báez

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Antecedentes Familiares
Los orígenes de Báez están teñidos de leyenda. Su padre, Pablo Altagracia Báez, fue un niño muy inteligente,
tal vez hijo del sacerdote Antonio Sánchez Valverde, recogido en el hospital de San Nicolás y adoptado por
un joyero que le enseño su oficio. Sin que se conozcan detalles de cómo acumuló fortuna, sobresalió como
uno de los hombres más ricos del país, estableciéndose en Azua, donde se hizo dueño de hatos, cortes de
madera, recuas, alambiques, comercios y panadería.
En la época de la España Boba, entre 1808 y 1821, cuando existía la esclavitud, Pablo Báez se enamoró de
Teresa Méndez, una joven mulata, esclava de un íntimo amigo suyo. Logró que este le vendiera su esclavita y
estableció con ella vínculos matrimoniales, siendo Buenaventura Báez, nacido en Rincón (hoy Cabral) en
1812, el primero de una larga lista de hermanos.
Los Primeros Pasos
Deseoso de labrar un porvenir brillante a su primogénito, Pablo Báez lo envió a estudiar a Inglaterra.
Buenaventura Báez no realizó estudios universitarios formales, pero desde joven sobresalió por su elevado
nivel cultural. Hasta el final de su vida fue un lector voraz, lo que le permitió conocer las principales teorías
sociales y políticas y estar al tanto de la evolución de los procesos internacionales.
Su prolongada estadía en Europa lo situó por encima de la media cultural de los jóvenes del sector social
superior, ya que la Universidad de Santo Tomás de Aquino había sido clausurada por las autoridades
haitianas y muy pocas personas disponían de los recursos para enviar a sus hijos a estudiar al exterior.
La riqueza de su padre y su talento le facilitaron la temprana incursión en la política haitiana como
representante de la región de Azua. Además de la afición por la política, Báez mostró interés por los
negocios, al igual que su padre. En los primeros tiempos de vida adulta, antes de dedicarse de lleno a la
lucha por el poder, ayudó a su padre en los negocios, contribuyendo a acrecentar la riqueza familiar.
La Constituyente Haitiana de 1843
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A inicios de 1843 estalló en Les Cayes, la tercera ciudad en importancia de Haití y núcleo del sector liberal
mulato, un movimiento armado que recibió el calificativo de La Reforma. El presidente Jean Pierre Boyer,
quien había gobernado como autócrata desde 1818, tuvo que abdicar al poco tiempo. Quienes derrocaron a
Boyer en teoría se proponían establecer un régimen democrático, para lo cual convocaron una asamblea
constituyente. Durante la segunda mitad de 1843 sesionó dicha asamblea y aprobó una nueva constitución
que sustituyó la de 1816. Gracias a sus dotes e influencia, Buenaventura Báez fue electo representante de
Azua a la asamblea constituyente. En ella comenzó propiamente su vida como político conspicuo, puesto que
hizo propuestas que llamaron la atención y lo situaron como una figura de los sectores dirigentes
dominicanos.
La propuesta más osada que presentó Báez esa ocasión fue que se derogara la cláusula constitucional que
estipulaba que ningún blanco podía ser propietario de bienes en territorio haitiano. Argumentó que eso
impedía el ingreso de capitales e inmigrantes de otros países, que resultaban imprescindibles para el avance
economico. Se advierte lo que sería el componente central de las preocupaciones de Báez: que el país entrara
en una senda de progreso parecida a la que estaban transitando os países de Europa Occidental y Estados
Unidos. La contrapartida de esta preocupación consistió en el convencimiento de que el país carecía de
medios para lograr por si mismo el progreso, de manera que estaba obligado a buscar la protección de una
gran potencia o, de ser factible integrase como parte de ella.
El Plan Levasseur
Los dominicanos que formaban parte de la Constituyente en Port−au−Prince, encabezados por Báez
establecieron vínculos con el cónsul general de Francia, André de Levasseur. El diplomático le propuso un
plan para que la separación de los dominicanos del estado haitiano se orientase al establecimiento de un
protectorado de Francia. República Dominicana estaría regida por un gobernador francés por un plazo de
diez años, le donaría a Francia la península de Samaná y estaría dispuesta a colaborar en el caso de que
Francia emprendiera una guerra para reconquistar a Haití. Esta propuesta, que recibió el calificativo de
Plan Levasseur, fue acogida por los representativos dominicanos en la capital haitiana, de lo cual se origino
el calificativo de afrancesados.
El cónsul francés sin autorización de su gobierno, concibió esto como el primer paso a que Haití volviera a
ser colonia francesa. Los conservadores dominicanos vieron la oportunidad de liberarse del dominio haitiano
y lograr la ayuda de una potencia extranjera para el despegue hacia el progreso. Consideraban que el
dominio haitiano constituían un estorbo para sus intereses, ya que los colocaba en una situación se
subordinación que les impedía el desarrollo de los negocios. La corriente antihaitiana fue tomando cuerpo a
causa de que la economía en la parte dominicana había experimentado dinamismo, mientras en la parte
haitiana se mantenía estancada.
Báez y los otros afrancesados lanzaron un manifiesto −cuyo texto se ha perdido− el 1 de enero de 1844, por
medio del cual llamaban a la fundación de la República Dominicana bajo la protección de Francia. La
progresión de los trabajos del grupo de Báez fue lo que impulsó a los trinitarios dirigidos por Francisco del
Rosario Sánchez a establecer una alianza con un sector de los conservadores encabezado por Tomás
Bobadilla; conjuntamente redactaron el manifiesto del 16 de enero, que también llamaba a la constitución de
la República Dominicana, pero como un estado plenamente soberano.
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Bajo La Sombra de Santana
Al saber de las gestiones de los trinitarios, Báez, quien tenía buenas relaciones con los funcionarios
haitianos, denunció a Gavino Puello, cuando este llegó a Azua con el manifiesto del 16 de enero. Puello.
Puello se libró de ser capturado por el aviso que le dio el futuro general valentón Alcántara. Como la
proclamación de la independencia chocaba con sus planes políticos, Báez intentó oponerse a ella en Azua,
razón por la cual fue apresado y enviado a Santo Domingo. A los pocos días fue liberado y retornó a Azua
con el cuerpo expedicionario, al lado de su jefe Pedro Santana, con quien estableció buenas relaciones.
Haciendo uso de sus facultades de general en jefe del frente sur, Santana designó a Báez con el rango de
coronel, participando con tal en la batalla del 19 de marzo. Cuando retornaron las tropas dominicanas Báez
se encontró con que las tropas haitianas, al pillar e incendiar a Azua, provocaron la destrucción de gran
parte de la riqueza de su familia; en los años posteriores, el activo protagonismo político de Báez le
depararía perdidas cuantiosas de sus bienes.
Santana y Báez coincidían en la conveniencia de buscar la protección francesa, ya que estaban convencidos
de que el país carecía de los recursos para enfrentar la amenaza militar haitiana. De ahí que cuando los
trinitarios destituyeron a los conservadores de la Junta Central Gubernativa −el gobierno colegiado
provisional instaurado el 27 de febrero−, Báez fue uno de los que tuvieron que ocultarse o pedir asilo en el
consulado francés.
Durante los primeros años posteriores a la independencia, a pesar de su capacidad, Báez fue una figura de
segundo plano, posiblemente debido a que quedó en el ánimo de muchos que había intentado oponerse al
nacimiento de la República.
Algunas versiones ulteriormente propagadas por sus enemigos indican que delató la conspiración dirigida
por los trinitarios. Aunque Santana lo consideró uno de los suyos, parece que lo mantuvo a cierta distancia,
ya que talvez lo consideró un individuo dotado de demasiada independencia personal.
Redactor de la Constitución de 1844
A pesar de su paso equívoco el 27 de febrero, Báez tuvo que ser tomado en cuenta por su talento. Fue electo
para la asamblea que sesionó en San Cristóbal y aprobó la primera constitución de la República
Dominicana, el 6 de noviembre de 1844. Siendo el más capaz de dicha junta constituyente, tomó las
principales iniciativas en los trabajos. Por ejemplo, por moción suya se acordó que las personas de los
constituyentes eran inviolables mientras se desempeñaran en sus funciones, una forma de tomar distancias
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frente a la influencia avasalladora de Santana. Por lo visto, se desarrollo una situación de tensión entre los
integrantes de la Junta Central Gubernativa y los constituyentes, a pesar de que ambas partes tenían posturas
conservadoras.
Gracias a que Báez había tenido la experiencia de la asamblea constituyente de Port−au−Prince, el año
anterior, los delegados reunidos en San Cristóbal acordaron que dirigiera la comisión encargada de redactar
el proyecto de constitución, y el grueso del documento parece haber sido obra de Báez. Entendiendo que
procedía el establecimiento de un orden político moderno, similar al existente en los países más civilizados,
Báez se inspiró sobre todo en la constitución de los Estados Unidos, aunque tomó en cuenta también la
haitiana. El documento aprobado todavía no tenía un carácter exactamente liberal −por ejemplo, estatuía
restricciones al derecho de elegir y ser elegido−, pero contenían muchos aspectos de la constitución liberal,
como la separación de poderes.
Santana fue nombrado presidente durante dos períodos consecutivos, pero se negó a tomar posesión bajo esa
constitución, exigiendo que se le reconocieran potestades absolutas. Los constituyentes se vieron forzados a
incluir el famoso artículo 210, que otorgaba al presidente facultades dictatoriales.
Báez fue destinado en 1846 a una misión a Francia e Inglaterra con el fin de obtener el reconocimiento de la
República Dominicana. Esa misión duró alrededor de dos años, tiempo en el que Báez estuvo alejado de los
asuntos del gobierno. Al retornar al país fue designado miembro del Consejo Conservador, nombre que en
ese entonces tenía la Cámara Alta, hoy conocida en nuestro país como Senado. En los debates en ese
organismo, se distinguió como exponente de propuestas tendentes a que el país adoptara preceptos que lo
prepararan para la vida moderna.
Primera Presidencia
Báez tomó posesión de su alto cargo el 24 de septiembre de 1849, y por primera vez el presidente de la
República ofrece un plan de gobierno entre cuyos puntos se encuentra la organización y disciplinamiento del
ejército, la reforma del sistema monetario y la incrementación de las gestiones tendentes a obtener la
protección e intervención de una nación fuerte. Báez seguía mirando hacia Francia. Santana, percatado de
que el logro del protectorado por parte de Báez convertiría al presidente en omnipotente, se encargó a su vez
de encauzar el protectorado norteamericano.
A pesar de su notoriedad, la actuación de Báez fue discreta en esos tiempos. Tal vez a eso se debió que
Santana no lo objetara cuando fue electo por los congresistas a la presidencia de la República el 24 de
septiembre de 1849, después de que Manuel Jiménez fue destituido. Además, Báez sido el promotor de la
designación de Santana como jefe supremo del ejército nacional en abril de 1849, cuando se temía que el
gobernante haitiano Faustin Soulouque llegara ante las murallas de Santo Domingo. Báez fue el primer
presidente que cumplió el período para el que fue nombrado, algo que, en el XIX, solo pudieron volver a
lograr él, en una ocasión, y los presidentes posteriores a 1880, Fernando Arturo de Meriño y Ulises Heraux.
Su administración contrastó con la de Santana, ya que mantuvo la postura de Jiménez de no incurrir en actos
represivos. Respetó la libertad de prensa y disminuyeron los rencores que había dejado la gestión dictatorial
de Santana.
Una de las notas distintivas fue el orden en el manejo de los recursos presupuestarios, los que permitió
limitar el daño que ocasionaba la circulación del papel moneda. Báez también introdujo una concepción
militar nueva, ya que con ayuda de oficiales franceses dispuso acciones marítimas ofensivas contra Haití. A
pesar de la escasez de recursos, se preocupó por el desarrollo de la educación fundándose el Colegio de San
Buenaventura que, aunque no tenía nivel universitario, reunió a los espíritus más selectos del país y
contribuyó a formar la generación de intelectuales jóvenes que siguió al nacimiento de la República. Logró
granjearse la adhesión de algunos intelectuales jóvenes, a los cuales asignó posiciones preeminentes, como
Manuel María Gautier, Nicolás Ureña y Félix María del Monte. Posiblemente esto provocó envidias entre los
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integrantes del círculo íntimo de Santana, quienes debieron sentirse desplazados por otro grupo. Al concluir
el período de los cuatro años, en febrero de 1853, traspasó la presidencia a Santana, quien había
manifestado interés en volver a ocuparla. Poco después, el nuevo presidente denunció acremente a Báez y
dispuso su expulsión del país, posiblemente porque temía que Báez pretendiera hacerse la figura dominante.
Logros Diplomáticos
• Báez logra la ambicionada mediación de las citas potencias extranjeras y se mejoraron notablemente
muchos aspectos de la vida nacional.
• Firmó tratados con Inglaterra, Dinamarca y Francia.
• Inició las gestiones para la firma de un concordato con la Santa Sede
Logros Institucionales
• Creó academias militares con entrenadores extranjeros
• Incrementó la marina de guerra,
• Creó dos colegios de carácter universitario, uno en la capital y otro en Santiago.
Logros Económicos
• Se ocupó del fomento agrícola y pecuario
• Ordenó a Francia el primer buque de guerra a vapor
• Dotó a Santo Domingo de un faro de hierro
• Tomó numerosas medidas progresistas.
Logros Legales
• Abolió la pena de muerte por robo.
Nacimiento del Baecismo
Desde el exilio, Báez preparó bases para la confrontación abierta con Santana. Afloraba así una división
profunda dentro del bando conservador, lo que no tenía precedentes, pues hasta entonces Santana había sido
reconocido como su jefe indiscutible. Las contradicciones de Santana con algunos conservadores no habían
conllevado la formación de una corriente rival. Báez, en cambio, reunía una voluntad política férrea,
inteligencia y dinero, y gozaba del ascendiente de haber realizado una gestión gubernamental muy superior a
la de Santana. Por lo tanto, todos aquellos que repudiaran las acciones de Santana no tuvieron otra salida
que alinearse detrás del liderazgo de su enemigo.
Como político profesional, Báez se preocupó por ampliar lo más posible la base de apoyo que le debía
permitir regresar al poder. Por una parte, cuestionó el dominio de la reducida oligarquía que acompañaba a
Santana. Tal vez por su condición de mulato, hizo saber que se consideraba representante de los intereses de
la población de color, en contra del exclusivismo de los blancos, y se proclamó abanderado de la mayoría
pobre, sobre todo los campesinos. Lo cierto es que, pese a tales proclamas, nunca dejo de ser un conservador
que utilizaba la defensa de la población pobre como un recurso demagógico. El no creía en la realización
soberana del conglomerado nacional, sino en un progreso llamado a beneficiar fundamentalmente la porción
superior de la sociedad.
En su lucha contra Santana, además de postularse como un tribuno del pueblo, Báez procuró atraerse el
apoyo del mayor número de sectores. Fue muy hábil en presentar su propuesta como compatible con todos,
por lo que su popularidad fue creciendo.
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Primeramente, ofreció al clero compensaciones y un trato distinto del que le había estado dispensando
Santana. En segundo lugar procuró obtener el apoyo de los cónsules europeos, con el fin de cuestionar la
posición pro−norteamericana de Santana. Adicionalmente, atrajo el apoyo de la juventud liberal y culta de la
Ciudad de Santo Domingo, que abominaba el absolutismo de Santana.
De paso hacia Santo Domingo, Antonio María Segovia, primer cónsul español, se entrevistó con Báez en
Saint Thomas, isla donde este se encontraba exiliado. El diplomático llegaba con la misión de entorpecer el
avance de la influencia de Estados Unidos. Al instalarse, Segovia anunció que todos los dominicanos que lo
solicitaran recibirían la nacionalidad española, lo que aprovecharon los baecistas para oponerse a Santana;
este, ante una oposición creciente de tinte popular, opto por renunciar cuando los cónsules europeos
impidieron el arrendamiento de Samaná a Estados Unidos.
Segundo Gobierno, Devaluación Monetaria y Guerra Civil
Al poco tiempo de que Santana abandonara la presidencia, Báez retornó al país y retomó la presidencia el 8
de octubre de 1856.
El odio contra el vencedor de Las Carreras explotó en diciembre de 1856. Santana fue declarado "en estado
de acusación" por el Senado, en su calidad de ex−presidente y jefe del ejército. El 2 de enero de 1857 el
Consejo de Ministros presidido por Buenaventura Báez acusa a Santana de ser responsable de una tentativa
de revolución descubierta en Neiba; resuelve ordenarle presentarse en la capital. El cumplimiento del
mandato se le encarga al general José María Cabral. Las peticiones al gobierno a fin de que Santana fuera
enjuiciado por diversos motivos eran numerosas y provenían de importantes personajes. Cabral, con un
cuerpo de trescientos soldados de caballería, cumplió la orden gubernamental y trato a Santana prisionero.
La prensa del régimen se desbocó en insultos al caído: "Chacal de Guabatico", "antropófago", "pantera"...
Conducido a la fortaleza de Santo Domingo, la custodia de Santana fue encomendada al general Francisco
del Rosario Sánchez, comandante de armas, quien lo trató humanamente, alojándolo en una habitación de la
comandancia en lugar de recluirlo en una celda. Singular ejemplo de calidad humana y decencia. El 11 de
enero de 1857 Santana es embarcado en la goleta Ozama hacia Martinica, donde por no encontrarse el
contralmirante Gueydon no se le permite desembarcar. De regreso la Ozama a Santo Domingo con su
prisionero recibe órdenes del gobierno de mantenerse barloventeando sin sobrepasar la isla Saona hasta que
se decidiera qué hacer con el prisionero. El 7 de febrero llegó a Santo Domingo el contralmirante Gueydon a
bordo de la nave Cleopatra. El 9 desembarcan a Santana y lo encarcelan. Días después es trasladado a la
Cleopatra, desde donde es más tarde llevado al barco francés Acheron, que va rumbo a Guadalupe.
En esta segunda administración Báez tomó una medida trascendental, consistió en que Báez puso en
circulación una enorme cantidad de billetes de banco, mediante los cuales él y sus adeptos compraron todo el
oro y tabaco que pudieron en el Cibao principalmente, dando en cambio un papel moneda sin respaldo que
cayó hasta el punto de estar la equivalencia a tres mil y cuatro mil pesos nacionales por peso fuerte. Antes se
cotizaba a sesenta y setenta por peso fuerte. Esto se hizo supuestamente con la intención de proteger a los
agricultores. Este rubro era el que dejaba ya mayores sumas dentro de las exportaciones.
Durante el período de cosecha, la cotización del papel moneda se revalorizaba porque aumentaba la
cantidad de oro en circulación por los envíos que realizaban los comerciantes extranjeros para comprar la
cosecha de tabaco. Los campesino vendían y compraban papel moneda; cuando ellos se endeudaban con los
comerciantes, al adquirir por adelantado bienes para la subsistencia, lo hacían a una tasa devaluada del
papel moneda, ya que había escasa circulación de monedas de oro; sin embargo, en el momento de la
cosecha, debían saldar de inmediato las deudas a una tasa revaluada a causa de la abundante circulación de
oro, lo que resultaba desfavorable para ellos. Esas diferencias estacionales de cotización del papel moneda
eran utilizadas por los comerciantes para acrecentar sus ganancias a través de los créditos a tasas de usura.
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Sin duda la emisión de papel moneda y su subsiguiente devaluación en lo inmediato beneficiaban a los
campesinos, que así podrían obtener mejor precio por el tabaco y pagar más cómodamente las deudas que
tenían contratadas con los comerciantes. Pero con esa medida el gobierno central entraba en conflicto
abierto con el sector comercial del Cibao, la zona más rica del país. Los comerciantes se veían ante el riesgo
de quiebra, no solo porque disminuían sus márgenes de ganancia, sino porque el gobierno despachó agentes
con fuertes cantidades de billetes con el fin de adquirir una porción considerable de la cosecha y,
probablemente también, con el fin de acaparar la mayor cantidad posible de pesos fuertes en oro.
La ruina a que Báez había llevado a los cibaeños llevó a los habitantes de estas ricas regiones a la
revolución, que estalló el 7 de julio de 1857 en Santiago. Ese mismo día se constituye un gobierno presidido
por José Desiderio Valverde. Benigno Filomeno de Rojas es encargado de la vicepresidencia.
El 13 de julio el gobierno de Santiago decide llamar al general Santana y demás desterrados. Mientras tanto
la revolución se extiende rápidamente. El gobierno de Báez dispuso la salida de los generales José María
Cabral y Francisco del Rosario Sánchez rumbo al este, a fin de sofocar a los revolucionarios. Entre las
tropas de estos generales hubo numerosas deserciones. Los soldados se pasaban a la revolución. Cabral y
Sánchez se vieron obligados a ordenar la retirada luego de varios fieros encuentros. En pocos días el
gobierno quedó reducido a la capital y Samaná.
El 24 de agosto Santana desembarcó en Puerto Plata acompañado por el general Manuel de Regla Mota, el
coronel Pedro Valverde y Lara y su sobrino, teniente coronel Manuel Santana. El día 1 de septiembre toma
posesión del cargo de general en jefe de los ejércitos en el asedio a la capital.
Los jóvenes ilustrados de Santo domingo prestaron apoyo entusiasta a Báez, sobre todo cuando Santana se
puso al frente de las operaciones contra la ciudad sitiada. El 26 de octubre de 1857 el gobierno de Santiago
eligió los miembros de un Congreso Constituyente que debía reunirse en Moca bajo la presidencia de
Benigno Filomeno de Rojas. El 7 de diciembre se iniciaron en Moca los trabajos para la redacción de una
nueva constitución que establecía entre otras cosas el sufragio universal y el sistema del voto directo.
Designaba a Santiago de los Caballeros capital de la República en lugar de Santo Domingo, y establecía el
período presidencia de cuatro años sin derecho a reelección.
Al cabo de once meses de cerco, el 12 de junio de 1858 capituló el gobierno de Báez, habiendo despachado
varios días antes diversos buques a Curazao cargados de riquezas y pertenencias suyas y de sus amigos. El
13 de junio, al día siguiente de su capitulación, embarcó Báez rumbo a Curazao. Casi todos sus oficiales y
amigos habían ya embarcado temerosos de las represalias de Santana. A las diez de la mañana del día 13
Santana tomaba posesión de un Santo Domingo casi desierto.
El 26 de julio Santana es aclamado en Santo Domingo general en jefe de los ejércitos "y por la soberana
voluntad de los pueblos, encargado de restablecer el imperio de la constitución y de las leyes". Al día
siguiente es desconocida la constitución de Moca de 1858 y se pide la restauración de la constitución de
1854. Santana asume el poder.
Queda así ilegalizado el gobierno de Santiago, que en el mes de agosto moviliza la guardia nacional. Pero no
habría lucha; el pueblo, desangrado con tantas guerras, va caminando hacia la aceptación de Santana, quien
como "hombre fuerte" contaba con mucha admiración. El 1 de septiembre Santana, reconocido en el Cibao,
entra en Santiago. Es de nuevo el amo del país. Los vencidos no fueron maltratados esta vez por el hatero.
Mariscal de Campo
Cuando se proclamo la anexión a España en marzo de 1861, Báez se encontraba en Europa y no interfirió en
la postura tomada por sus partidarios en el exilio de oponerse al hecho. Báez no desautorizo a sus
partidarios de realizar movimientos anti−anexión, pero mantuvo distancia de sus gestiones. Y cuando el
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régimen anexionista se consolidó, Báez brindó sus servicios a la monarquía española, seguramente
Reina Isabel II
Calculando que no tardarían en venir conflictos entre Santana y los españoles, lo que en tal caso le
permitiría convertirse en la figura dominante de la administración española. En retribución a su adhesión a
España, la reina de España, Isabel II, lo nombró Mariscal de Campo, equivalente hoy a mayor general. Ante
esta postura de su líder, los baecistas del exterior se apartaron de las gestiones patrióticas. Cuando estalló la
guerra de la Restauración, Báez adoptó una postura prudente y decidió establecerse en París, pero en ningún
momento renunció de su cargo en el ejército español.
El liderazgo que detentaba Báez queda evidenciado por el hecho de que, a pesar de su adhesión a España, el
presidente salcedo se propusiese gestionar su retorno al país para entregarle la presidencia. Esa fidelidad a
su líder fue una de las razones de la destitución y fusilamiento de Salcedo, ya que el jefe del ejército
restaurador, Gaspar Polanco, había sido partidario de Santana, y las cabezas civiles del gobierno en
Santiago habían dirigido la rebelión contra Báez en 1857.
Retorno a la Presidencia
Báez renunció a su rango en el ejército español solo después que las tropas peninsulares abandonaron la
isla, y ponderó que su apoyo al gobierno español había sido un error que lo mantendría alejado del país por
largo tiempo. Se instaló en curazao para esperar pacientemente el desenvolvimiento de los acontecimientos,
de seguro calculando que a la larga, contaba con factores a su favor pese a su error. Lo primero que debió
sopesar es que, desaparecido Santana, no había otro dirigente con experiencia capaz de reunir fuerzas para
instaurar un gobierno estable. En medio de la irrupción desordenada de los caudillos, a secuela de la
Restauración, podía esperar que entre ellos siguieran aflorando conflictos que, más tarde o más temprano,
rescatarían la vigencia de su persona.
Los generales de la Restauración, en efecto, carecían de cohesión y de un proyecto acabado de gobierno.
Esto le dio lugar a una corriente liberal que adoptó el nombre de Partido Nacional, aunque no era un
verdadero partido en sentido como hoy se entiende, y fue conocida como partido Azul. Se proponían
instaurar un régimen democrático institucionalizado que garantizara la soberanía nacional y la marcha del
país hacia el progreso. Las concepciones de los liberales chocaban de frente con las aspiraciones personales
de Báez. Sin embargo, en un principio, no estaban del todo deslindadas las posiciones, lo que explica que
varios generales restauradores del Este seguidores de Báez, encabezados por Pedro Guillermo, armaran en
octubre de 1865 un movimiento para derrocar a Cabral, quien no los enfrentó, sino que aceptó traspasar la
presidencia a su antiguo jefe Buenaventura Báez, a quien fue a buscar a Curazao en noviembre.
Recibe juramento constitucional el 8 de diciembre, de parte del presidente de la Asamblea Nacional,
Fernando Arturo de Meriño.
En ese solemne acto, Meriño pronunció un punzante discurso cuyas palabras han sido muy significativas
para nuestra historia.
En dicho discurso Meriño expresa, entre otras cosas:
"Profundos e inescrutables secretos de la providencia!!
"Mientras vagabais por playas extranjeras, extraño a los grandes acontecimientos verificados en nuestra
patria; cuando parecía que estabais más alejados del solio y que el poder supremo sería confiado a la diestra
victoriosa de algunos de los adalides de la independencia o la Restauración.... tienen lugar en este país
sucesos extraordirios...
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"Vuestra estrella se levanta sobre los horizontes de la República y se os llama a ocupar la silla de la Primera
Magistratura. Tan inesperado acontecimiento tiene aún atónitos a muchos que contemplan!!
Empero, yo sólo debo hablaros el lenguaje franco de la verdad que he sido como voz aleccionado en la
escuela del infortunio, en la que se estudian con provechos las raras vicisitudes de la vida, no prescindirá de
deciros que no os alucinéis por ello, que EN UN PUEBLO COMO EL NUESTRO, VALIENDOME DE LA
EXPRESION DE UN ORADOR AMERICANO, TAN FACIL ES PASAR DEL DESTIERRO AL SOLIO, COMO
DESCENDER DE ESTE ANTE LA BARRA DE SENADO!"
Meriño termina su histórica pieza literaria expresando:
"Concluyo, ciudadano Presidente: quedáis sometido a una dura prueba. Si durante el período administrativo
que os señala la constitución, lográis, como lo espero, proporcionar el bien al país, de todos será la
satisfacción, de vos especialmente la gloria".
La popularidad de Báez se recuperó con facilidad, ya que el sentir del pueblo no tomó en cuenta su anterior
adhesión a España. Desde luego en todo momento Báez se preocupó de retroalimentar la imagen de que era
un protector del pueblo de los liberales azules, quienes concedieron prioridad a la protección de la elite
comercial, sector al que veían generador del progreso.
Guerra con los Azules
En 1866 todavía no se había recuperado del todo la preeminencia de Báez a causa de que la mayor parte de
los generales de la Restauración −principal sector dirigente de los asuntos públicos− no habían tenido
participación previa en la política nacional y, por ende, no habían sido baecistas. Esta situación permitió que
alguno de los
Gregorio Luperón (Jefe azules)
Prohombres de la Restauración se coaligaran contra Báez, al parecer porque calibraron que trabajaba para
adquirir prerrogativas absolutas. Primeramente Cabral marchó al exterior, se pronunció contra el gobierno
y preparó una expedición en Haití. Luperón desembarcó en Puerto Plata, donde el gobernador Manuel
Rodríguez Objío dio la espalda al gobierno, y el movimiento se extendió por el Cibao. El gobierno se destinó
a Pedro A. Pimentel, secretario de interior para aplastar la insurrección, pero al llegar al Cibao se cambió
de bando. Báez cayó en pocos días y abandonó nuevamente el país. Esta vez duró en el poder alrededor de 5
meses, es decir hasta mayo del 1866.
Más adelante en el partido baecista hubo ciertos roces, para restar divergencias entre los liberales se
designó un triunvirato provisional, pero finalmente la presidencia recayó en cabral, el más influyente de los
tres generales. El país se dividió entre los que gritaban Viva Báez y quienes se le oponían. Se retomaron los
colores rojo y azul, usados en la guerra civil del 1857 y 1858.A pesar de contar con gran parte de los
intelectuales, la ineptitud de los Azules en el manejo de los asuntos públicos fue aprovechada por Báez. En
poco tiempo tuvo la adhesión de casi todos los caudillos que participaron en la Restauración. El retorno de
Báez era un reclamo de la mayoría de la población, por lo que los caudillos, que lo idolatraban, se
levantaron en armas. En octubre de 1867 estalló una revuelta en Monte Cristy, dirigida por varios caudillos
rojos, que ya no pudo ser contenida.
Los Seis Años de Báez
El 2 de mayo del año 1868 se inaugura el Gobierno de los Seis Años de Báez, el cual se extiende hasta 1874.
En este período Báez acentúa su ideología anexionista, que llevaba consigo y que había manifestado de una u
otra forma, en otras oportunidades. El gobierno de Báez comienza a comprometer la soberanía del país, a
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través del Empréstito Hartmont con la casa que lleva el mismo nombre, y que estaba radicada en Londres el
cual ascendía a una suma de 420.000 Libras Esterlinas.
Este gobierno de Báez se caracterizó por una fuerte represión y terror, con el objetivo de aniquilar a los
opositores, a los "azules", y así poner en marcha el punto principal del programa de su gobierno: la anexión
de la República a los Estados Unidos de América. Báez intentó anexar la República a los Estados Unidos en
el año 1871, y a cambio de la misma pedía un millón y medio de dólares.
Este plan fracasó, pues fue rechazado por el Congreso Norteamericano gracias a la oposición encabezada
por el senador liberal Charles Summer, no obstante el gran esfuerzo desplegado por el Presidente
norteamericano, el General Ulises Grant y un grupo de sus más cercanos colaboradores. Sin embargo, no
sólo debemos atribuirle al Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica, el que no se haya llevado a
cabo dicho acto antipatriótico, sino también, y con mucho más razón, a la actitud decidida que tenía el
pueblo dominicano, encabezado por un grupo de patriotas, como eran Cabral, Luperón y Pimentel, los
cuales, desde que Báez se propuso vender la Bahía de Samaná, comenzaron a gestar un movimiento
patriótico con el objetivo de impedirlo, y, principio de junio del mismo 1868, comenzó a circular una
"Proclama" que llamaba a las armas en contra del gobierno de Báez, para impedir dicha negociación.
La aludida "Proclama" al final expresaba que: "Báez es el verdadero causante, será por consiguiente el
responsable de la sangre que una vez más empape el suelo de la Patria ¡Vivan todos los héroes de la
Restauración! Este será el grito que darán las primeras y todas las guerrillas;...".
Sin embargo, el proyecto de venta o arrendamiento de la Bahía de Samaná, no era más que una forma de
cubrirse, para el caso de que no fuera posible el plan principal, que era la anexión.
En la medida que se incrementaban las gestiones y diligencias, tanto en el país como en los Estados Unidos
de Norteamérica, para avanzar las negociaciones de la anexión, en esa misma medida se organizaban los
patriotas dominicanos para evitar la concretización de tan antipatriótico acto, de forma tal, que la situación
se le fue tornando tan difícil al gobierno de Báez, que se vio en la necesidad de solicitar ayuda militar al
gobierno norteamericano; ayuda que le fue concedida, enviando dicho gobierno una flota naval que para la
época era bastante contundente.
Mientras en los Estados Unidos el Presidente Grant trataba de persuadir al influyente senador Charles
Summer, "en territorio dominicano la guerra contra Báez continuaba con mayor crudeza. Las persecuciones
del gobierno contra sus opositores, las prisiones y vigilancia se hacían cada día más severas. Apoyado en la
presencia de los buques de guerra de la armada norteamericana en aguas territoriales dominicanas y muchas
veces atracados en sus puertos naturales, el presidente dominicano y su camarilla esperaban con ansiedad la
decisión de las autoridades estadounidenses. Pero el caso dominicano se había convertido, para esos
momentos, en un escándalo internacional.* Sepultado el proyecto de anexión en los Estados Unidos la
situación del gobierno de Báez entró en una etapa difícil. No valieron gestiones, ni cartas del mismo Báez o
de Gautier al presidente Grant u otros funcionarios del gobierno estadounidense".*
Al presentarse esta situación, la guerra, tanto en el Sur como en la Línea Noroeste, tomó mucho más fuerza.
La ayuda del gobierno de Norteamérica se fue retirando paulatinamente, de forma tal que para finales del
año 1872 el gobierno de Báez "había sido dejado a su suerte por la administración del presidente Grant".
* Cfr. Euclides Gutiérrez Félix, La Guerra de los Seis Años Parte VI y XV, Periódico El Nacional, 24 de
Abril de 1994.
Y es así como algunos de sus propios funcionarios le fueron dando la espalda, de tal manera, que "el 25 de
noviembre de 1873, en el Distrito Marítimo de Puerto Plata, el general Ignacio María González, gobernador
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de esa demarcación, iniciaba un levantamiento militar contra el gobierno baecista. Los jefes militares y
políticos de la región del Cibao Central, apoyaron de inmediato la insurrección
del llamado "Movimiento Unionista", conformado por los más con notados jefes del baecismo de la región
norte y el Cibao"*
Se forma en Puerto Plata un Gobierno Provisional que queda presidido por el General Ignacio María
González, el cual, dicta, el 1ro. De diciembre, un decreto desconociendo la autoridad de Báez y cualquier
acto de carácter político, administrativo o de otra naturaleza que emanara de su autoridad. El levantamiento
de los baecistas encabezado por Ignacio María González, vino a poner fin a la larga pesadilla de sangre,
dolor y luto que representó el gobierno de los Seis Años del llamado "Partido Rojo". Báez, ante tal realidad,
y sin ninguna otra alternativa, se ve en la obligación de renunciar al poder, hecho que se produce el 2 de
enero de 1874.
* Ibid.
El Declive (Quinto y Último Período)
Pero, Báez parece que vino al mundo destinado a llevar en su pecho la Banda Presidencial, pues, cuando en
el período 1874−1879 se produce la gran inestabilidad política, en la cual se sucedieron 13 gobiernos,
vuelve Báez a ocupar la Primera Magistratura de la nación, aunque fuese de manera provisional. Esto ocurre
durante diciembre de 1876 a marzo de 1878. Político inteligente Báez se dio cuenta que en poco tiempo las
condiciones del país habían experimentado cambios, que la independencia nacional no se podía poner en
duda y que la opinión pública demandaba un clima de paz. Emitió un manifiesto en el cual se autocriticaza
por actuaciones previas, declarando que la democracia y la independencia nacional serían en lo adelante sus
banderas. De inmediato, recibió el respaldo de connotados intelectuales de la corriente liberal Azul, quienes
deseaban por encima de cualquier otra cosa que se implementara la paz y el orden.
Pero los Azules consideraron que el presidente tenía el propósito de establecerse de nuevo como dictador y
que por lo bajo desplegaba gestiones anexionistas. A inicios de 1878 estalló una rebelión dirigida por Benito
Monción y Máximo Grullón, que fue seguida por otros dirigentes. Al poco tiempo, Báez se vio forzado a huir
del país, esta vez para siempre. Es así como concluye Báez vida política.
Buenaventura Báez muere con 72 años de edad en su casa de Hormiguero, Mayagüez, en el occidente de
Puerto Rico, en el año 1884.−
Historia y Gobiernos de Buenaventura
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