20.3 © Xerri Youri 2010 # La r e v i s ta i n te r n a c i o n a l p a r a e l v e te r i n a r i o d e a n i m a l e s d e c o m p a ñ í a Veterinary Focus se publica en Inglés, Francés, Alemán, Italiano, Español, Japonés, Chino, Griego, Portugués, Ruso y Polaco. EDITORIAL Desde la perspectiva del siglo XXI puede parecer extraño que para muchas sociedades precristianas el hígado fuera tema no sólo de debate y conjetura, sino también de mito y misticismo. En algunas culturas, este órgano se consideraba una fuerza poderosa, una autoridad que controlaba el organismo y dirigía fuertes pasiones como la rabia, los celos y el rencor, mientras que, al menos para una civilización antigua, el hígado era un medio de adivinación y profecía. Aunque podemos desechar nociones tan fantásticas, hoy debemos recordar que existe todavía una idea persistente de que éste, el mayor de los órganos viscerales, dirige un poder impulsor en el individuo. En muchos países, para referirse a personas que molestan o irritan, se emplea el dicho « me pone del hígado », mientras que de una forma más positiva, en muchas otras lenguas, la palabra « hígado » es sinónimo de coraje, ánimo y valentía. Pese al hecho de que el misticismo ha dado paso al estudio científico, el hígado sigue fascinando y frustrando. Es el único órgano de los mamíferos con una capacidad tan importante de regeneración. Los antepasados tenían razón: es la central eléctrica del organismo, la central responsable de emprender literalmente centenares de procesos químicos a diario para asegurar la homeostasis del organismo y mantener la salud; un hígado enfermo o que falle puede ser un desastre para el individuo. En la actualidad nuestro conocimiento de la fisiopatología hepática es extenso, pero cuando nos enfrentamos al tratamiento satisfactorio de la disfunción hepática, el veterinario puede sentir que va por detrás de otras disciplinas veterinarias, en parte, porque hay muy pocos fármacos que puedan considerarse específicos para este órgano y en parte porque la omnipotencia del órgano hace muy problemática la resolución de la enfermedad. En esta edición de Veterinary FOCUS intentamos desenredar algo de lo desconocido de este órgano, pero reconocemos que, dado lo potente y esencial que es el hígado, no podemos abarcar el tema en su integridad. Dicho esto, los expertos que han contribuido a este número de la revista han realizado un trabajo de referencia que será de utilidad para todos los veterinarios de Pequeños Animales, y creemos que el lector se beneficiará de que el hígado sea algo menos misterioso que antes. Ewan McNeill Editor en Jefe CONTENIDO Enfermedad inflamatoria hepática felina: una visión general p. 02 Danièlle Gunn-Moore y Nicki Reed Shunt portosistémico en el perro: generalidades de diagnóstico y opciones terapéuticas p. 09 Kathryn Pratschke Manejo nutricional de la enfermedad hepática p. 16 Vincent Biourge Cómo abordar... La ictericia en el perro p. 17 Patrick Lecoindre y Colette Arpaillange Cirugía del sistema biliar extrahepático p. 25 Maria Elena Martinez y Rodolfo Bruhl-Day Pruebas laboratoriales en las patologías hepáticas p. 32 Robert Washabau Epidemiología clínica – análisis de enzimas hepáticas p. 38 Elizabeth Lund Tumores hepáticos: diagnóstico y opciones terapéuticas p. 41 Josep Pastor y Marta Planellas Bachs Guía para recortar y guardar... Toma de biopsias hepáticas p. 48 Davide De Lorenzi Veterinary Focus, Vol 20 n°3 - 2010 Puede encontrar los números más recientes de Veterinary Focus en la página web de IVIS: www.ivis.org Comité editorial • Dr. Denise Elliott, BVSc (Hons), PhD, Dipl. ACVIM, Dipl. ACVN, Health & Nutrional Sciences Director, Royal Canin, Francia • Dr. Philippe Marniquet, DVM, Scientific Communication Manager, Royal Canin, Francia • Dr. Pauline Devlin, BSc, PhD, Scientific Communications and External Affairs, Royal Canin, Reino Unido • Dr. Franziska Conrad, DVM, Scientific Communications, Royal Canin, Alemania • Dr. Laura Diana, DVM, Dipl. FCV, UBA, Scientific Communications, Royal Canin, Argentina • Dr. María Elena Fernández, DVM Scientific Communications, Royal Canin, España • Hervé Marc, Global Corporate Affairs Manager, Royal Canin, Francia • Giulio Giannotti, BSc, Product Manager, Royal Canin, Italia Control de traducción • Dr. Imke Engelke, DVM (Alemán) • Dr. Noemi Del Castillo, PhD (Español) • Dr. Carla Teixeira e Dr. Inês Barbosa (Portugués) • Dr. Giulio Giannotti, DVM (Italiano) • Prof. Dr. R. Moraillon, DVM (Francés) • Dr. Matthias Ma, DVM (Chino) • Dr. Ben Albalas, DVM (Griego) • Dr. Atsushi Yamamoto, DVM (Japonés) • Dr. Boris Shulyak, PhD (Ruso) Editor • Ewan McNeill, BVMS, Cert VR, MRCVS Secretaría de redacción • Laurent Cathalan [email protected] • Olivia Amos Material gráfico • Youri Xerri Publicado por Royal Canin Publicado por: Buena Media Plus Jefe ejecutivo y editor: Bernardo Gallitelli Dirección: 85, avenue Pierre Grenier 92100 Boulogne – France Teléfono: +33 (0) 1 72 44 62 00 Impreso en la Unión Europea. ISSN 0965-4577 Circulación: 80.000 copias Depósito legal: Octubre 2010 Los arreglos de licencia de los agentes terapéuticos propuestos para uso en especies de pequeños animales varían mucho a nivel mundial. En ausencia de una licencia específica, debe considerarse advertir sobre los posibles efectos secundarios, antes de la administración del medicamento. Enfermedad hepática inflamatoria felina: una visión general Danièlle Gunn-Moore, BSc, BVM&S, PhD, FHEA, MACVSc, MRCVS Facultad de Medicina Veterinaria, Universidad de Edimburgo, Reino Unido La Dra. Gunn-Moore se licenció con distinción en la Universidad de Edimburgo en 1991. Después de pasar un año en consulta de Pequeños Animales se incorporó al Centro Felino de la Universidad de Bristol, primero como asesora, y más adelante como miembro del grupo Feline Advisory Bureau. En 1997 finalizó su doctorado sobre Peritonitis Infecciosa Felina. Después de un breve periodo como profesora titular en la Facultad de Veterinaria de Bristol, volvió a Edimburgo para establecer la Clínica Felina. Actualmente es catedrática de Medicina Felina y dirige la sección de Ciencias de Pequeños Animales. Introducción En el sentido más amplio, las patologías que afectan al hígado pueden dividirse en enfermedades inflamatorias y no inflamatorias. A diferencia de los perros, en los que las enfermedades inflamatorias tienden a afectar al parénquima hepático, en los gatos, es el sistema biliar el que se ve afectado con más frecuencia, con extensión al parénquima hepático sólo en los casos más graves. Como consecuencia, los gatos con hepato- PUNTOS CLAVE En el gato, las enfermedades que afectan al hígado pueden dividirse en: enfermedades inflamatorias y no inflamatorias. Las causas de estas enfermedades en los gatos suelen ser diferentes a las de los perros. La presentación de la enfermedad hepática puede variar desde signos clínicos leves y vagos, hasta signos graves con múltiples complicaciones metabólicas. Ha de considerarse el diagnóstico diferencial de los signos clínicos más comunes (ictericia, ascitis y hepatomegalia). El diagnóstico específico de la enfermedad subyacente suele requerir biopsia. En los gatos anoréxicos es necesaria la alimentación mediante sonda nasoesofágica, esofágica o de gastrostomía. 2 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 Nicki Reed, BVM&S, Cert VR, DSAM (Feline) Dipl. ECVIM-CA, MRCVS Facultad de Medicina Veterinaria, Universidad de Edimburgo, Reino Unido La Dra. Reed se licenció en la Universidad de Edimburgo en 1988 y trabajó en una clínica mixta antes de volver a la Universidad en 1999, donde comenzó en clínica de Medicina General de Pequeños Animales, y posteriormente en 2004, aceptó el puesto como asesora de Feline Advisory Bureau Senior Clinical Scholar. En la actualidad, la Dra. Reed es profesora titular de Medicina de Pequeños Animales en la Universidad de Edimburgo, con un interés particular en el área de Cuidados Intensivos y Medicina Felina. patía presentarán a menudo ictericia (Figura 1), pero rara vez desarrollarán cirrosis. Así, en el paciente felino, excepto en el caso de shunt portosistémico, es poco común encontrar un hígado pequeño. También debe recordarse que las enfermedades sistémicas, como la peritonitis infecciosa felina (PIF), pueden afectar al hígado. En este artículo se revisa el complejo grupo de las enfermedades que constituyen la enfermedad hepática inflamatoria felina. Fuera del alcance de este artículo, pero mencionadas cuando se considera apropiado al abordar el diagnóstico diferencial, se encuentran las enfermedades no inflamatorias, de las cuales la más importante es la lipidosis hepática (LH). Otras causas de enfermedad hepática no inflamatoria son la neoplasia hepática, los shunts portosistémicos, la amiloidosis y la enfermedad hepática poliquística. Enfermedad hepática inflamatoria Dado que la enfermedad hepática inflamatoria felina afecta con más frecuencia al sistema biliar, su denominación más adecuada debería ser colangitis. En el Reino Unido la colangitis es la enfermedad hepática felina diagnosticada con más frecuencia. Las diferentes formas de colangitis pueden identificarse mediante el estudio histopatológico de biopsias hepáticas. Por desgracia, se han utilizado numerosas terminologías diferentes a lo largo de los años en la bibliografía veterinaria, motivo por el cual la WSAVA ha elaborado unas directrices en un intento de normalizar el diagnóstico (1). ENFERMEDAD HEPÁTICA INFLAMATORIA FELINA: UNA VISIÓN GENERAL El complejo de la colangitis abarca la colangitis linfocítica (CL), la colangitis neutrofílica (CN) y la colangitis crónica asociada a la fasciola hepática (1). La hepatitis portal linfocítica leve no debe sobreinterpretarse, ya que se considera un cambio reactivo inespecífico que posiblemente refleje una enfermedad extrahepática o una hepatitis en fase de resolución. En un estudio se comunicó que más del 80% de los gatos mayores de 10 años presentaban estos leves cambios (2). Antes se denominaba colangitis/colangiohepatitis no supurativa o linfocítico-plasmática. Se desconoce la etiología de esta patología, pero puede que exista un mecanismo inmunomediado. Presentación Pueden verse afectados los gatos de cualquier edad, pero lo más habitual es que sean gatos jóvenes o de mediana edad. Los gatos de raza Persa pueden tener un mayor riesgo (3). Los signos clínicos suelen ser crónicos y de naturaleza insidiosa, pero también pueden ser agudos. Los gatos afectados normalmente están ictéricos, aunque parecen encontrarse clínicamente bien y, a menudo, manifiestan polifagia. Puede observarse pérdida de peso pese al buen apetito. También puede observarse anorexia, al igual que vómitos o diarrea. Los gatos pueden mostrar mediante palpación, un hígado de tamaño aumentado y linfonódulos mesentéricos aumentados; también puede observarse linfadenopatía generalizada leve. La enfermedad puede progresar hasta provocar cirrosis biliar crónica con ascitis, encefalopatía hepática y tendencia al sangrado. En las presentaciones de curso agudo también puede aparecer ascitis debido a exudado hepático (lo que puede dificultar diferenciar esta enfermedad de la peritonitis infecciosa felina húmeda). En la presentación crónica la ascitis se desarrolla como consecuencia de la hipertensión portal provocada por fibrosis y cirrosis periportal. © Danielle Gunn-Moore Colangitis linfocítica Figura 1. Gatos con enfermedad hepática e ictericia. ecogénico. La histopatología muestra normalmente infiltración linfocítica periportal. También puede observarse fibrosis portal y proliferación de los conductos biliares. Diagnósticos diferenciales Los diagnósticos diferenciales en un gato que se presenta con alguno o todos los signos anteriores son numerosos y se resumen en las Tablas 1 a 3. Los principales diagnósticos serían la peritonitis infecciosa felina (en especial si hay ascitis), la colangitis neutrofílica, la lipidosis hepática, el linfoma y, si hay pérdida de peso con buen apetito, el hipertiroidismo y la insuficiencia pancreática exocrina. Tratamiento El tratamiento es en gran medida empírico, ya que es importante recordar que NO hay tratamientos específicos para las enfermedades hepáticas. El tratamiento sintomático de enfermedad hepática puede ser beneficioso (ver Tabla 4). Diagnóstico La bioquímica sérica a menudo revela un aumento de leve a moderado (en ocasiones severo) de las enzimas hepáticas, aumento de los ácidos biliares, hiperbilirrubinemia, hiperglobulinemia e hipoalbuminemia. La hematología revela anemia leve, linfopenia o linfocitosis, monocitosis o trombocitopenia. Los tiempos de coagulación sanguínea suelen estar prolongados. El líquido ascítico, si hay, suele tener un contenido elevado de proteínas. La ecografía puede mostrar un parénquima hepático heterogéneo, que a menudo es hiper- • Prednisolona (1-2 mg/kg cada 12 h PO). Debido a la sospecha de una etiología inmunomediada la inmunosupresión se considera apropiada. Una vez lograda la remisión de los signos clínicos, la dosis debe reducirse de manera gradual a lo largo de 6 a 12 semanas hasta 1 mg/kg cada 48h y mantenerse en días alternos, si fuera necesario. • Pueden considerarse otros inmunosupresores: por ejemplo, metotrexato (0,13 mg/gato PO cada 8-12 h Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 3 Tabla 1. Diagnósticos diferenciales de ictericia. Prehepática • Infecciosa - M. hemofelis - M. hemominutum - M. turicensis - B. felis - FelV • Inmunomediada - AHIM primaria - Fármacos - metimazol - Toxinas - Paracetamol - Propofol - Cebollas - Azul de metileno • Metabólica - Hipofosfatemia - Cetoacidosis diabética • Anomalías - Carencia de la piruvato quinasa (Abisinio, Somalí) - Porfiria - Fragilidad eritrocitaria (Abisinio, Somalí) Hepática • Colangitis - Linfocítica - Neutrofílica aguda - Neutrofílica crónica - Lipidosis hepática • Toxinas - Fármacos - Metales pesados Poshepática - Colelitiasis - Rotura de los conductos biliares o de vesícula biliar - Neoplasia - Pancreatitis - Lesiones pancreáticas en masa - Obstrucción del conducto biliar común por enfermedad duodenal Septicemia - Salmonella - E. coli - Especies de Streptococcus - Especies de Staphylococcus • Neoplasia - Carcinoma hepatocelular - Hepatoma - Carcinoma biliar • Infecciosa - PIF - Toxoplasmosis • Amiloidosis (Siamés) • Enfermedad quística y 3 dosis administradas cada 7 a 10 días), clorambucilo (2-5 mg/m2 PO distanciando hasta una vez cada 48 h ó 2-4 mg PO cada 1-3 semanas) o ciclosporina A (medir los niveles séricos, empezar en 2 mg/kg PO cada 12 h). Nótese que todos estos fármacos son potencialmente hepatotóxicos. No se debe administrar azatioprina, ya que es tóxica para los gatos. tubo digestivo. La infección puede ascender también hasta el conducto biliar pancreático, de ahí la frecuente asociación entre la colangitis neutrofílica y la pancreatitis. La enfermedad inflamatoria intestinal está también asociada a menudo con estas patologías, lo que se conoce como « triaditis ». Recientemente se ha sugerido que la infección por Helicobacter desempeña un papel en el desarrollo de la colangitis neutrofílica (4). Pronóstico Presentación Se dispone de pocos estudios acerca del pronóstico de los gatos con colangitis linfocítica, pero la experiencia clínica de los autores es que los gatos generalmente responden bien al tratamiento. Los gatos con ascitis tienen un peor pronóstico que los que se presentan sólo con ictericia, ya que la ascitis puede asociarse con una marcada fibrosis por una enfermedad más avanzada. Los signos clínicos pueden resolverse, pero los propietarios deben estar advertidos de la posibilidad de recaídas y es posible que para prevenirlas, algunos gatos necesiten terapia crónica con prednisolona. Pueden verse afectados los gatos de cualquier edad, pero lo más frecuente es que se dé en gatos de mediana edad y mayores. En caso de colangitis aguda, los signos clínicos suelen ser severos abarcando fiebre, anorexia, vómitos y letargia. Los vómitos son frecuentes en todos los tipos de enfermedad biliar, posiblemente debido a que la inflamación de los conductos biliares estimula su rica inervación autónoma y dispara el centro emético del cerebro. Los gatos con colangitis aguda pueden estar ictéricos o mostrar dolor abdominal. La enfermedad aguda puede progresar a enfermedad crónica. La colangitis neutrofílica crónica tiene normalmente un ciclo creciente y decreciente durante meses o años, con periodos de anorexia, vómitos y pérdida de peso. Los gatos con colangitis neutrofílica crónica pueden presentar ictericia y hepatomegalia. La ascitis es poco frecuente. Colangitis neutrofílica Antes se denominaba colangitis o colangiohepatitis supurativa o exudativa. Se describen las formas aguda (CNA) y crónica (CNC). La colangitis neutrofílica se atribuye al ascenso de una infección bacteriana desde el 4 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 ENFERMEDAD HEPÁTICA INFLAMATORIA FELINA: UNA VISIÓN GENERAL Tabla 2. Diagnósticos diferenciales de ascitis. Trasudado Trasudado modificado • Neoplasia • Disminución de la presión oncótica - Carcinomatosis abdominal - Nefropatía perdedora de proteínas - Linfangiosarcoma - Enteropatía perdedora de proteínas - Disminución de los procesos de • Inflamación síntesis (enfermedad hepática) - Pancreatitis - Malnutrición - Colangitis - Quemaduras severas Exudado • Peritonitis séptica • PIF • Peritonitis biliar • Toxoplasmosis Otros • Hemoabdomen • Uroabdomen • Aumento de la presión hidrostática - Insuficiencia cardiaca - Hipertensión portal - Cirrosis - Trombosis de la vena porta - Hipoplasia de la vena porta Los signos sistémicos pueden estar asociados con infecciones secundarias, normalmente del hígado o del páncreas y es común la “triaditis”: en un estudio, el 83% de los casos presentaba enfermedad inflamatoria intestinal y el 50% tenía pancreatitis (5). Tabla 3. Diagnóstico diferencial de hepatomegalia. Neoplasia Diagnóstico Inicialmente en caso de colangitis neutrofílica aguda, cuando la inflamación está limitada a los conductos biliares mayores y a la vesícula biliar, puede haber pocos o ningún cambio en la bilirrubina total e incluso en las enzimas hepáticas. Lo más habitual es que haya aumentos de leves a moderados de la ALT, ALP, GGT, ácidos biliares y bilirrubina. La mayoría de los casos de colangitis linfocítica crónica tienen elevadas las enzimas hepáticas (la GGT suele estar proporcionalmente más elevada que la ALP). La hematología puede revelar una leucocitosis de leve a moderada, generalmente por neutrofilia. La enfermedad crónica o severa puede provocar anemia, linfopenia o linfocitosis, monocitosis y/o trombocitopenia leves. También pueden identificarse tiempos de coagulación prolongados. Las radiografías a menudo son poco útiles y la ecografía es el medio de diagnóstico por imagen de elección. El hígado suele aparecer heterogéneo con aumento de ecogenicidad. Los conductos biliares están normalmente distendidos (> 5 mm) y a menudo son de aspecto tortuoso. La vesícula biliar puede aparecer distendida, con una pared engrosada (> 1 mm) que sugiere una colecistitis. A veces puede aparecer una colelitiasis (cálculos biliares). Los resultados asociados pueden ser un aumento de tamaño de los linfonódulos mesentéricos, una irregularidad pancreática o un engrosamiento de las paredes duodenales. También puede utilizarse la sonda ecográfica para obtener un aspirado de bilis de la Linfoma Carcinoma hepatocelular Hepatoma Carcinoma biliar Mastocitosis Inflamatoria Colangitis (linfocítica, neutrofílica) Metabólica/ endocrina Lipidosis hepática Diabetes mellitus Hiperadrenocorticismo Acromegalia Anomalías Enfermedades de almacenamiento lisosómico Hígado quístico/enfermedad renal Amiloidosis Telangectasias/peliosis Congestión Cardiopatías Infecciosa PIF Toxoplasmosis (especialmente en los gatitos) vesícula biliar (tomada a través del lóbulo hepático medio derecho en donde la vesícula biliar esta unida al hígado, para reducir el riesgo de salida de la bilis al peritoneo). Este procedimiento conlleva el riesgo de peritonitis biliar, en particular si hay colecistitis o si se precisa una aguja de calibre grueso para la centesis debido a la mayor densidad de la bilis. Lo ideal es enviar el aspirado hepático y biliar para evaluación citológica y cultivo bacteriano (preferiblemente cultivo de Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 5 Tabla 4. Tratamiento sintomático de la enfermedad hepática felina. Dosis Medicamento Comentarios S-adenosil metionina (SAMe) 20-40 mg/kg PO c/24h Nucleótido esencial para las principales vías bioquímicas hepáticas con propiedades antioxidantes y hepatoprotectoras. La dosis debe aumentarse si los comprimidos con revestimiento entérico se trituran para poder administrarse a través de una sonda de alimentación. Ácido ursodesoxicólico 10-15 mg/kg PO c/24h Ácidos biliares hidrófilos sintéticos que mejoran al flujo biliar. Tiene actividades antiinflamatorias, inmunomoduladoras y antifibróticas, y es citoprotector para los hepatocitos. Se desconoce la dosis Cardo mariano (nombre común de óptima, rango de 20 a Silybum marianum) 50 mg/kg PO c/24h Contiene silibinina (silibina/silimarina); puede ser útil para el tratamiento de la enfermedad hepática crónica y aguda, como en los casos de exposición a hepatotoxinas (por ejemplo, Amanita phalloides: « Hongo de la muerte o cicuta verde ») y cirrosis. Cobalamina (vitamina B12) 0,125-0,25 mg/gato SC c/7-14 días Las reservas de cobalamina del hígado pueden agotarse ante una concentración normal de cobalamina sérica: puede contribuir a estimular el apetito. Vitamina K1 0,5-1,0 mg/kg PO, SC c/12h durante 3 dosis Utilizar una aguja de calibre 25G si se administra mediante inyección para reducir el riesgo de formación de hematomas. La vitamina K se necesita para varios factores de coagulación. Vitamina E 10 UI/kg PO c/24h Los antioxidantes a menudo se agotan con la anorexia o la malabsorción. Maropitant 0,5-1,0 mg/kg SC c/24h Antiemético. Metoclopramida 1 mg/kg c/24h IV en infusión constante (CRI) Efecto antiemético central en los gatos cuestionable por la ausencia de receptores dopaminérgicos, pero efectos procinéticos periféricos. Ranitidina 2 mg/kg PO, SC, IV c/8-12h Preferida frente a la cimetidina debido a su efecto procinético intestinal. aerobios y de anaerobios). Las biopsias hepáticas son más fiables para la evaluación de la arquitectura hepática. son frecuentes. Lo ideal es administrar los antibióticos en función del cultivo y antibiograma de muestras biliares y hepáticas, pero las opciones empíricas son las siguientes: Diagnóstico diferencial Los principales diagnósticos diferenciales que deben considerarse para la enfermedad aguda son: pancreatitis, septicemia, infecciones sistémicas (por ejemplo, Salmonella, PIF, toxoplasmosis), lipidosis hepática, hepatotoxicidad y obstrucción de los conductos biliares. Tratamiento Debido a su asociación con la infección, se administran antibióticos, junto con el tratamiento sintomático (Tabla 4). Quizá sea necesario administrar antibióticos durante 1 a 3 meses. E. coli es el microorganismo aislado con más frecuencia, pero las infecciones mixtas 6 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 • Amoxicilina/clavulánico (11-22 mg/kg PO c/8-12h); o • Cefalexina (10-35 mg/kg PO c/8-12h) y una fluoroquinolona (buena concentración en la bilis). Los autores prefieren el marbofloxacino (2 mg/kg PO c/24h)a la enrofloxacina por el riesgo de ceguera irreversible en gatos; A la combinación elegida se añade el • Metronidazol por sus efectos frente a anaerobios y su efecto inmunomodulador (7,5-10 mg/kg PO c/12h). No deben utilizarse dosis superiores, ya que pueden ser hepatotóxicas, neurotóxicas y potencialmente teratógenas. • La clindamicina (5,5 mg/kg PO c/12h) es eficaz ENFERMEDAD HEPÁTICA INFLAMATORIA FELINA: UNA VISIÓN GENERAL frente a anaerobios y microorganismos grampositivos, pero no frente a gramnegativos. Se concentra en la bilis, pero debe tenerse cuidado en los casos de deterioro hepático, ya que ésta es su principal vía de metabolismo. Quizá se necesite tratamiento de apoyo para el control de la pancreatitis (por ejemplo, fluidoterapia intravenosa, analgesia, antibióticos) y, si existe enfermedad inflamatoria intestinal, puede que también sea necesario el tratamiento simultáneo con prednisolona. © Nicki Reed • En los casos muy severos, habrá que tratar para ‘cubrir los 4 cuadrantes’ por vía IV (es decir, para cubrir los grampositivos y gramnegativos, los aerobios y los anaerobios, por ejemplo, amoxicilina/clavulánico + clindamicina o metronidazol). Figura 2. Sonda de alimentación nasoesofágica en un gato. Pronóstico © Nicki Reed El pronóstico puede depender en parte de la severidad de la enfermedad en el momento de la presentación y de cualquier complicación simultánea. Se ha comunicado que la mayoría de los gatos pueden vivir 1 año más, y en un estudio se comunicó una supervivencia media de 29 meses (6). Colangitis mixta Algunos casos son difíciles de clasificar, debido a la naturaleza mixta de la enfermedad inflamatoria. Esto es especialmente cierto en los casos más crónicos. Salvo que pueda descartarse una infección tras un cultivo negativo del tejido hepático y de bilis, es sensato iniciar una antibioterapia, aceptando que quizá también sea necesaria la administración de prednisolona si la respuesta a los antibióticos no es adecuada. Colangitis crónica asociada a fasciola hepática Esta enfermedad se ha descrito asociada a una serie de especies de la familia Opisthorchiidae, que necesita a los caracoles y peces como hospedadores intermediarios. Las áreas endémicas de las especies de fasciola hepática son el continente americano, la India, China, Japón y el norte de Europa. Los gatos se infectan comiendo pescado crudo y las fasciolas inmaduras migran desde el intestino al hígado a través de los conductos biliares. Las infecciones leves pueden ser asintomáticas, pero las cargas densas pueden provocar anorexia, vómitos, pérdida de peso, dolor abdominal, letargia e ictericia. Puede haber una eosinofilia periférica y el aumento de las enzimas hepáticas puede ser transi- Figura 3. Colocación de una sonda de alimentación mediante esofagostomía en un gato. torio. El diagnóstico precisa la evidencia de fasciolas adultas o huevos operculados en las muestras de biopsia hepática o en la bilis aspirada. El tratamiento consiste en prazicuantel (30 mg/kg PO cada 24 horas durante 5 a 10 días), pero en los casos más graves quizá sea necesario el tratamiento quirúrgico y el drenaje de la bilis. Otras causas de enfermedad hepática inflamatoria La peritonitis infecciosa felina puede estar asociada con niveles elevados de enzimas hepáticas y de bilirrubina debido a la formación de piogranulomas y a la necrosis hepática. Normalmente habrá otros signos clínicos que sugieran enfermedad sistémica, pero para diferenciar entre colangitis linfocítica y ascitis puede ser necesaria la biopsia. La toxoplasmosis puede estar asociada a un aumento de enzimas hepáticas y, con menos frecuencia, a ictericia. El diagnóstico se basa normalmente en concentraciones elevadas de anticuerpos IgM. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 7 ENFERMEDAD HEPÁTICA INFLAMATORIA FELINA: UNA VISIÓN GENERAL Las reacciones medicamentosas pueden inducir daño hepático ya sea mediante toxicidad o mediante reacciones idiosincrásicas. Los fármacos tóxicos más habituales son el diazepam, metimazol y carbimazol, sulfamidas potenciadas, tetraciclinas, fenobarbital, griseofulvina (en especial en gatos con FIV) y paracetamol. Nutrición en gatos con colangitis Aunque algunos gatos con colangitis pueden seguir comiendo bien o, responder a la alimentación en mano o mediante jeringa, muchos gatos quizá necesiten la colocación de sondas de alimentación. En primera instancia, se prefieren las sondas nasoesofágicas, ya que son fáciles de colocar y no necesitan anestesia (Figura 2). Además, el riesgo de hemorragia es mínimo. Sin embargo, el estrecho diámetro de las sondas de alimentación limita el tipo de dieta que puede administrarse mediante la sonda y puede aparecer irritación de las vías nasales con el uso prolongado. Suponiendo que el gato pueda tolerar una anestesia general, es fácil colocar una sonda de esofagostomía (Figura 3), que permite una alimentación más prolongada, posiblemente en el propio hogar. Si la enfermedad subyacente lo merece, puede colocarse una sonda de gastrostomía, aunque ésta es una técnica complicada, que precisa una anestesia más prolongada. Deben calcularse las necesidades calóricas de cada gato para poder elaborar un plan de alimentación adecuado (ver Tabla 5). Conclusión La enfermedad hepática inflamatoria felina es un problema relativamente frecuente en la práctica diaria. Para emitir un diagnóstico más exacto es necesario Tabla 5. Cálculo de las necesidades nutricionales. Primer paso - Calcular las necesidades calóricas en función de las necesidades energéticas en reposo (NER). NER (kcal) = 70 x [peso corporal (kg)]0,75 Segundo paso - Identificar el contenido calórico de la dieta (kcal/ml). NER (kcal) Volumen diario de alimento (ml) = Dieta kcal/mL Tercer paso - Calcular el volumen máximo para una comida (10 ml/kg). Dejar pasar por la sonda de alimentación el líquido utilizado. Calcular el número de comidas necesarias por día. En pacientes con anorexia desde hace varios días pueden aparecer complicaciones metabólicas (síndrome de realimentación) al partir de un estado catabólico. Para intentar evitarlo, debe reintroducirse de manera gradual la alimentación, por ejemplo, el día 1 administrar 1/3 de las NER calculadas, el segundo día 2/3 y el tercero el total de las NER calculadas. realizar la biopsia hepática y su estudio histopatológico. Con el tratamiento sintomático apropiado, el pronóstico de estas enfermedades es en general favorable, aunque la recaída es posible y el propietario siempre debe estar informado de esta posibilidad. BIBLIOGRAFÍA 1. WSAVA Liver Standardization Group. WSAVA Standards for Clinical and Histological Diagnosis of Canine and Feline Liver Diseases. Philadelphia: Saunders Elsevier, 2006; 68-71. 2. Weiss DJ, Gagne JM, Armstrong PJ. Characterization of portal lymphocytic infiltrates in feline liver. Vet Clin Pathol 1995; 24: 91-95. 3. Lucke VM, Davies JD. Progressive lymphocytic cholangitis in the cat. J Small Anim Pract 1984; 25: 249-260. 8 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 4. Greiter-Wilke A, Scanziani E, Soldati S, et al. Association of Helicobacter with cholangiohepatitis in cats. J Vet Intern Med 2006; 204: 822-827. 5. Weiss DJ, Gagne JM, Armstrong PJ. Relationship between inflammatory hepatic disease and inflammatory bowel disease, pancreatitis, and nephritis in cats. J Am Vet Med Assoc 1996; 209: 1114-1116. 6. Gagne JM, Armstrong PJ, Weiss DJ, et al. Clinical features of inflammatory liver disease in cats: 41 cases (1983-1993). J Am Vet Med Assoc 1999; 214: 513-516. Shunt portosistémico en el perro: generalidades de diagnóstico y opciones terapéuticas Kathryn Pratschke, MVB, MVM, CertSAS, Dipl. ECVS, MRCVS Facultad de Medicina Veterinaria, Universidad de Glasgow, Reino Unido La Dra. Pratschke se licenció en el Colegio Universitario de Dublín en 1994, donde también completó una residencia en Cirugía de Pequeños Animales. Trabajó en la Royal (Dick) School of Veterinary Studies en Edimburgo, como profesora de Cirugía de Pequeños Animales desde el año 2000 al 2004. A continuación realizó 3 años de especialización en una clínica de referencia en Inglaterra y Escocia. Durante este tiempo también trabajó como profesora visitante y especialista clínica en el Hospital de Pequeños Animales de la Universidad de Dublín. Fue nombrada Senior University Clinician y directora del servicio de referencia de Cirugía de Tejidos Blandos en Glasgow en abril de 2008, y actualmente y desde julio de 2009 es responsable del servicio de Cirugía. La Dra. Pratschke es Diplomada por el Colegio Europeo de Cirujanos Veterinarios y especialista RCVS reconocida en Cirugía de Pequeños Animales. PUNTOS CLAVE El shunt portosistémico congénito es la anomalía congénita más frecuente del sistema hepatobiliar en perros. Como consecuencia de un shunt portosistémico se produce una disfunción hepática que provoca una amplia variedad de presentaciones clínicas, siendo la encefalopatía hepática la más común. La historia, la anamnesis y los signos clínicos pueden ser muy sugerentes de un diagnóstico de shunt portosistémico, pero no son concluyentes. Para emitir un diagnóstico definitivo, e identificar problemas simultáneos o que complican la enfermedad, hay que realizar pruebas laboratoriales y de diagnóstico por imagen. En general, hay que instaurar un tratamiento médico y nutricional para estabilizar a los pacientes antes de la cirugía. En ausencia de alguna contraindicación conocida para la cirugía, la atenuación o ligadura quirúrgica es el tratamiento de elección. Introducción Los shunts portosistémicos (SPS) son comunicaciones vasculares que llevan la sangre directamente desde la circulación portal a la circulación sistémica, sorteando el hígado en el proceso. Se han identificado vasos anómalos que se conectan entre la circulación portal y una amplia variedad de vasos, como la vena cava caudal, la vena ácigos y las venas renales (Figura 1). Los animales con shunt portosistémico pueden tener shunts únicos, dobles o múltiples y anomalías simultáneas, como la atresia completa o la hipoplasia de la vena porta (1). El shunt portosistémico puede ser adquirido o congénito, intrahepático o extrahepático. Los shunts portosistémicos se diagnostican con más frecuencia en perros de raza que en mestizos. Hay una mayor incidencia en el Cairn Terrier, Teckel, Schnauzer Miniatura, Golden y Labrador Retriever, Lebrel Irlandés, Bichón Maltés y Boyero Australiano (2). Hay evidencias que sugieren que el shunt portosistémico intrahepático en el Lebrel Irlandés y el extrahepático en el Cairn Terrier y Yorkshire Terrier (división izquierda) son heredados. Se sospecha que el shunt portosistémico puede ser heredado en el Boyero Australiano y en otras razas en las que está sobrerrepresentado. Sin embargo, no existen recomendaciones firmes ni uniformes con respecto a las políticas de cría para los individuos afectados. Los signos clínicos de un shunt portosistémico pueden ser variables y vagos, pero la presentación más frecuente incluye signos neurológicos. Sin embargo, algunos casos no muestran signos neurológicos y, en cambio, presentan antecedentes de infecciones urinarias recurrentes, cristaluria y urolitiasis de urato (3). En otros casos, los signos clínicos son tan vagos que el diagnóstico no es obvio de manera inmediata; por ejemplo, infecciones recurrentes sin causa aparente, náuseas y vómitos continuos o retraso del crecimiento. El diagnóstico se basa en la combinación del historial y signos clínicos con los resultados de análisis de laboratorio y técnicas de diagnóstico por imagen. Normalmente se recomienda un periodo de estabilización mediante tratamiento médico antes de emplear la cirugía para Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 9 atenuar o cerrar la anastomosis del vaso.La cirugía debe considerarse el tratamiento de elección salvo que haya una contraindicación específica, como la ausencia de la vena porta o múltiples shunts adquiridos secundarios (2,4,5). Historia y signos clínicos • Los shunts portosistémicos extrahepáticos principalmente se han descrito en perros de razas pequeñas. En Australia se encuentran sobrerrepresentados los perros de raza Bichón Maltés y Silky Terrier Australiano, mientras que en Europa es más frecuente en el Schnauzer Miniatura y Teckel, aunque especialmente en el Reino Unido e Irlanda es el Lhasa Apso y el Shih Tzu. • Los shunts intrahepáticos suelen darse en perros de razas grandes y medianas. En Australia se encuentra sobrerrepresentado el Boyero Australiano y en Europa el Lebrel Irlandés, el Lebrel Escocés y Labrador y Golden Retriever. Merece la pena destacar que en ocasiones las razas pequeñas pueden tener shunts portosistémicos intrahepáticos y las razas grandes extrahepáticos, de modo que no deben hacerse suposiciones en función del tamaño del paciente. Los animales afectados normalmente son más pequeños de lo habitual, pueden tener antecedentes de poco apetito o baja ganancia de peso, y a menudo se perciben como diminutos (Figura 2). Las alteraciones neurológicas son el signo de presentación más frecuente y la razón principal para acudir al veterinario. Los signos pueden consistir en sacudidas, temblores, inclinación de la cabeza contra las paredes (head-pressing), caminar en círculos, desorientación, ceguera amaurótica, letargia, ataxia, convulsiones y pedaleo (3,6). La experiencia clínica demuestra que los animales afectados pueden presentar también pirexia y anorexia debido a infecciones persistentes o recurrentes cuando no existen otros signos obvios, por ejemplo, abscesos recurrentes en un cachorro, gastroenteritis o poliartritis recurrente. Puede observarse poliuria, estranguria o polaquiuria debido a la presencia de cristales de urato, urolitiasis, aumento de la excreción de amoníaco y concentraciones bajas de urea (6). Los vómitos y la diarrea suelen producirse de manera intermitente, a veces asociados con náuseas. La fisiopatología de la encefalopatía hepática (EH) es compleja y todavía poco entendida en veterinaria, así como en medicina humana, pero se cree que refleja la insuficiente capacidad hepática para hacer frente a las 10 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 hormonas, toxinas y otros componentes del metabolismo. La patogenia es multifactorial, englobando concentraciones elevadas de amoniaco sanguíneo, otras toxinas sinérgicas, alteraciones de los neurotransmisores monoaminérgicos, alteraciones de los neurotransmisores aminoacídicos, GABA, glutamato, glutamina y concentraciones cerebrales elevadas de compuestos endógenos similares a la benzodiacepina (3,7). Recientemente se han identificado concentraciones centrales y periféricas elevadas de manganeso en los animales afectados (8,9). Parece que el único resultado constante es que ninguno de estos factores inducirá de manera fiable una encefalopatía hepática por sí mismo, destacando así que no se trata de un problema directo. También podría darse el caso de que perros con signos neurológicos y shunt portosistémico en realidad tengan además una enfermedad neurológica central. Muchos factores pueden desencadenar una encefalopatía hepática, entre ellos la alimentación, estreñimiento, hemorragia gastrointestinal, sedantes, anestésicos, azotemia, hipoglucemia, hipovolemia y la infección. La mayoría de los animales con shunt congénito se diagnostican antes del año de edad, pero los que tienen signos moderados, leves o atípicos quizá no sean diagnosticados hasta más tarde. Tradicionalmente se consideraba que los animales mayores de 2 años tenían un mal pronóstico; sin embargo, los datos clínicos disponibles no respaldan esta opinión y los animales más mayores no deben considerarse automáticamente como no adecuados para cirugía (10-12). Diagnóstico La historia, los signos clínicos y la anamnesis a menudo sugerirán un shunt portosistémico; sin embargo, hay otras enfermedades que pueden presentarse de una manera muy similar, de modo que es esencial realizar un completo estudio diagnóstico en cada caso. La sospecha no debe considerarse como suficiente y hay que hacer pruebas diagnósticas. Esto asegura también que no se pasen por alto factores secundarios que podrían complicar la enfermedad, como alteraciones de la coagulación que precisen un tratamiento previo a la cirugía. Hematología y bioquímica - Hasta en el 72% de los perros se observa microcitosis +/- anemia simultánea. Esta anemia suele resolverse después del cierre quirúrgico de la anastomosis y probablemente se deba a alteración de las concentraciones séricas de hierro y a defectos funcionales en el transporte del hierro. SHUNT PORTOSISTÉMICO EN EL PERRO: GENERALIDADES DE DIAGNÓSTICO Y OPCIONES TERAPÉUTICAS - La leucocitosis es variable y puede estar relacionada con una eliminación inadecuada de las bacterias y las toxinas a través del sistema porta - Hipoalbuminemia y disminución de las proteínas totales - Bajas concentraciones de nitrógeno úrico en sangre - Bajas concentraciones de colesterol y de glucosa - Aumento de las enzimas hepáticas - Aumento de los niveles de amoníaco en ayunas Análisis de orina y bacteriología - Densidad específica de la orina baja - Cristaluria por biurato de amoníaco o urolitiasis - +/- cistitis secundaria Ácidos biliares Los ácidos biliares se sintetizan en el hígado, se conjugan con taurina, se excretan a los canalículos biliares y se almacenan en la vesícula biliar. Después de una comida, la vesícula biliar se contrae, liberando los ácidos biliares en el intestino, donde potencian la digestión y la absorción de las grasas. En el íleon distal, un transportador acoplado a los ácidos biliares y al sodio capta los ácidos biliares y los devuelve a la circulación portal. La recaptación eficiente y la resecreción por parte de los hepatocitos asegura una « circulación enterohepática » superior al 95% de todos los ácidos biliares; el 5% restante aproximadamente se pierde en las heces. La desviación de los ácidos biliares reabsorbidos a la circulación sistémica implica que la mayoría de los animales con shunt portosistémico tendrán niveles elevados de ácidos biliares, aunque hay otras patologías que también pueden causar elevación de los ácidos biliares. Además de medir los ácidos biliares en ayunas, debe realizarse una prueba de estimulación de ácidos biliares para obtener muestras prepandriales y pospandriales emparejadas. Concentraciones elevadas de ácidos biliares después de comer o de amoníaco en ayunas, sólo indican una función hepática anómala, y no son específicas de shunt portosistémico. Niveles de amoníaco sérico en ayunas y pruebas de tolerancia al amoníaco La reducción del metabolismo del amoníaco implica probablemente un aumento de los niveles basales de amoníaco, aunque pueden ser normales hasta en un 20% de los casos si ha habido tratamiento médico previo o un periodo largo de ayunas. Se sabe que algunas razas tienen concentraciones de amoníaco superiores a las normales (por ejemplo, Lebrel Irlandés). Es importante utilizar los puntos de corte adecuados para conseguir la máxima sensibilidad y especificidad de estas pruebas. La prueba de tolerancia al amoníaco es bastante engorrosa y acarrea riesgos inherentes en animales con deterioro de la función hepática. Gammagrafía La gammagrafía nuclear es un medio no invasivo para evaluar la presencia de shunt. En los animales sanos el radiofármaco, pertecnetato de tecnecio, infundido en el colon medio-proximal es transportado a través del sistema porta hasta el hígado. En los animales con shunt, una mayor proporción de tecnecio es transportado rápidamente más allá del hígado, alcanzando el corazón. La fracción desviada permite comparar la actividad en el hígado con la actividad en el corazón en el primer paso del radiofármaco. En un perro sano, la fracción desviada debe ser inferior al 15%. Los animales con shunt congénito normalmente tienen fracciones desviadas por encima del 60%, aunque hay una gran variabilidad (13). Nótese que este método no permite el diagnóstico por imagen de la circulación portal y no permite diferenciar con fiabilidad entre shunt simple y múltiple, ni entre intrahepático y extrahepático, y por consiguiente su uso es limitado para la planificación prequirúrgica. La gammagrafía transesplénica proporciona mejores imágenes con información más fiable sobre la localización y el número de shunts, pero conlleva un mayor riesgo asociado con la inyección ecoguiada en el parénquima esplénico en pacientes propensos a alteraciones de la coagulación (14). Ecografía La ecografía permite identificar la presencia de vasos anastomosados y también la evaluación del tamaño del hígado, la textura parenquimatosa y la arborización de los vasos sanguíneos. Además, pueden evaluarse la vesícula y los riñones para comprobar la arquitectura renal, así como la presencia de cristaluria y urolitos. El doppler color, si está disponible, permite la identificación de patrones de turbulencia dentro de la vena cava y la vena porta asociados normalmente con los vasos anastomosados. La precisión de la ecografía para identificar los shunts portosistémicos varía mucho y en general se reconoce que la utilidad diagnóstica de la ecografía depende muchísimo de la destreza y la experiencia del operario (15). Portografía Todavía sigue considerándose por la mayoría la « técnica de oro » para el diagnóstico. La portografía quirúrgica con inyección en la vena mesentérica proporciona excelentes imágenes de las anomalías vasculares y del sistema porta, pero, por supuesto, exige anestesia general y un procedimiento quirúrgico menor. Si se dispone de Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 11 Tratamiento médico © Kathryn Pratschke Cuando la cirugía está contraindicada (por ejemplo, atresia de la vena porta), el tratamiento médico es la única opción terapéutica apropiada. El tratamiento médico puede mejorar de manera significativa los tiempos de supervivencia, pero es esencial realizar una evaluación periódica, es muy improbable conseguir una esperanza de vida normal y la calidad de ésta puede ser variable. Figura 1. © Kathryn Pratschke Vista intraoperatoria de un shunt extrahepático que afecta a los vasos gastroepiploicos sobre la curvatura mayor del estómago. Nótese que el vaso con shunt ( ) es de un diámetro mayor que los vasos adyacentes y de pared más fina; se observa con claridad turbulencia dentro de la luz del vaso durante la cirugía. Figura 2. El perro de la izquierda tiene un shunt intrahepático de la división izquierda; el perro de la derecha es hermano de la misma camada. Los dos perros han estado con el mismo propietario desde los 8 meses de edad, pero hay una notable diferencia de tamaño y desarrollo físico. técnicas de diagnóstico por imagen avanzadas, pueden utilizarse la tomografía axial computerizada o la resonancia magnética con inyección periférica de contraste a través de un catéter intravenoso para obtener imágenes excelentes. Dependiendo de la preferencia de cada cirujano, los medios disponibles y de la estabilidad del paciente anestesiado, a menudo es posible continuar la angiografía obtenida mediante tomografía o resonancia con una cirugía definitiva. Si se prefiere una portografía operatoria, la disponibilidad de medios radiográficos en el quirófano permite a la vez obtener imágenes diagnósticas y realizar una corrección quirúrgica con la misma anestesia. 12 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 En general se considera beneficioso que los animales con shunt portosistémico que vayan a ser operados estén 2 a 3 semanas con tratamiento médico inicial, salvo que una complicación provoque una urgencia quirúrgica, por ejemplo una obstrucción urinaria con cálculos de urato. En la actualidad no se dispone de información que proporcione una cifra basada en la evidencia para el tiempo de tratamiento que sería más beneficioso, ni incluso para confirmar si es esencial la implantación de este periodo de estabilización. De manera intuitiva la mayoría de los veterinarios coincidirían en que anestesiar y operar a un paciente con signos manifiestos de encefalopatía hepática no está recomendado. Si los únicos signos presentes están relacionados con las vías urinarias, está clara la necesidad de un periodo de estabilización médica. La terapia médica consiste en la corrección de los desequilibrios hidroelectrolíticos y de la glucosa, y en la prevención de la encefalopatía hepática. Puede administrarse una dieta hepática de prescripción o un alimento realizado en casa con proteínas de gran valor biológico (ver artículo de la página 16). Aunque debe evitarse el exceso de proteínas, la restricción demasiado entusiasta de las proteínas también es poco útil, ya que los animales con función hepática anormal tienen una necesidad esencial de proteínas. La inflamación gástrica o la gastritis deben tratarse con sucralfato y un antiácido adecuado, como el omeprazol. Se administran antibióticos por vía oral para reducir las poblaciones bacterianas en el colon según preferencia de cada veterinario; las opciones habituales son la ampicilina, la amoxicilina y el metronidazol. Puede administrarse lactulosa para reducir el pH del colon y atrapar así los iones amonio, inhibir el metabolismo de proteínas y aminoácidos, aumentar la excreción fecal de nitrógeno y reducir el tiempo global de tránsito por el colon. Algunos veterinarios sostienen que el tratamiento médico ofrece resultados similares a la cirugía en cuanto a tiempos de supervivencia y calidad de vida, y que debe considerarse un método de tratamiento igualmente SHUNT PORTOSISTÉMICO EN EL PERRO: GENERALIDADES DE DIAGNÓSTICO Y OPCIONES TERAPÉUTICAS válido. Hasta ahora, sin embargo, no se dispone de pruebas que respalden esta opinión, que sigue siendo un punto de vista antes que medicina basada en la evidencia. Figura 3. Constrictor ameroide de 5 mm de diámetro colocado en la unión de un shunt portocava extrahepático con la vena cava prehepática, que se dilata donde el flujo de la anastomosis entra en la luz de la vena cava. © Kathryn Pratschke Al principio, la probabilidad de éxito de la intervención quirúrgica para resolver un shunt portosistémico era inferior a la que se consigue actualmente en centros de referencia especializados. El shunt intrahepático en concreto tenía una mortalidad significativamente superior a la de hoy en día (2,11,16). Los mejores fármacos anestésicos y protocolos de anestesia, los mejores cuidados intensivos y las modificaciones en el abordaje quirúrgico han proporcionado notables mejorías en los resultados quirúrgicos de la última década. Actualmente, la expectativa general es que el shunt portosistémico extrahepático tenga una probabilidad de éxito de entre el 90% y 95%, y en torno al 75-80% para el caso de shunt intrahepático (2,10,15). Se dispone de varias opciones. La ligadura quirúrgica fue el método de elección inicial, pero en la actualidad se prefieren de manera generalizada las técnicas que permiten una atenuación progresiva gradual del shunt portosistémico. Las ventajas de estas técnicas consisten en una reducción de la incidencia de la hipertensión portal posoperatoria y un aumento del tiempo de adaptación al metabolismo hepático modificado por parte del sistema cardiovascular y nervioso central. Las dos técnicas principales que en la actualidad se utilizan son la de constrictores ameroides y la de bandas de celofán, aunque hay algunas publicaciones sobre el uso de oclusores hidráulicos vasculares, así como de técnicas mínimamente invasivas (por ejemplo, la embolización mediante espiral percutánea). © Kathryn Pratschke Opciones y cuestiones quirúrgicas Figura 4. Una banda de celofán previamente a su colocación. Este procedimiento consiste en ligar el shunt con suturas de seda ya sea parcial o completamente, dependiendo de los cambios en las presiones portal y sistémica en respuesta a la ligadura. Un aspecto particular relativo a la ligadura con suturas es que en muchos casos la ligadura completa induce una hipertensión portal inaceptable, pero hasta el 50% de los casos con ligadura sólo parcial de la anastomosis pueden presentar recaída de los signos clínicos (17). El grado de oclusión conseguido en la cirugía no cambia luego de manera significativa; por consiguiente, los casos que manifiestan recaída de los signos clínicos debido a shunt persistente necesitan una nueva cirugía para conseguir la solución del problema. Por supuesto, esto aumenta a la vez los riesgos y los gastos. Cuando se utilice este tipo de ligadura, se recomienda la © Kathryn Pratschke Ligadura mediante suturas Figura 5. Imagen intraoperatoria de una banda de celofán colocada alrededor de un shunt portosistémico intrahepático, que se ha aislado en el interior del parénquima de un lóbulo hepático. La banda está asegurada con ligaclips, aunque la colocación de los clips quizá no sea óptima en este caso. Lo ideal es que los clips sean mayores que la banda y se coloquen alternándolos. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 13 monitorización de las presiones portales durante la oclusión para asegurar que el grado de ligadura no inducirá una hipertensión portal potencialmente mortal, ya sea completa o parcial. El cirujano puede utilizar medidas subjetivas, como el color del páncreas y los intestinos, el estancamiento del flujo sanguíneo a través de los vasos mesentéricos y la aparición de una motilidad desordenada aleatoria de los segmentos intestinales junto con medidas objetivas como cambios en la presión venosa central (una disminución >1 cm H2O es motivo de preocupación) y en la presión arterial (cambios superiores a 5 mm Hg son de nuevo un motivo de preocupación). Siempre que el cirujano tenga la experiencia apropiada y juicio quirúrgico, estas medidas son muy fiables. La medida manométrica de las presiones portales a través de la vena mesentérica, aunque proporciona en teoría valores directos de las presiones portales, según la experiencia de la autora requiere mucho tiempo, es imprecisa, frustrante y poco fiable. Constrictores ameroides Estos se han utilizado desde 1996 (18), aunque ya se habían empleado en la década de 1950 para inducir modelos experimentales de estenosis vascular. Los constrictores ameroides consisten en arcilla de caseína higroscópica contenida en un anillo de acero inoxidable. Cuando se implantan en la cavidad peritoneal (Figura 3), la arcilla absorbe el líquido y se expande. La presencia del estuche de acero inoxidable rígido obliga a la expansión hacia el interior, ocluyendo el vaso. Esto significa que hay una fase inicial rápida de atenuación del vaso (3 a 14 días después de la implantación) seguida de una fase más lenta (probablemente de 2 a 3 semanas). Se han planteado dudas relativas a la fase rápida inicial de cierre en el sentido de que la velocidad sea de hecho demasiado rápida, y provoque la aparición de múltiples shunts adquiridos para « aliviar la presión », pero hay pocos datos clínicos que respalden estas preocupaciones. Los constrictores ameroides existen en varios diámetros y, aunque no hay directrices definitivas relativas a la elección, la preferencia de la autora es elegir un constrictor que produzca la reducción mínima en el diámetro del vaso tras su colocación. aguda inicial seguida de una reacción crónica de bajo grado del tipo de reacción a un cuerpo extraño. Esta reacción continúa hasta 6 meses después de la cirugía. El celofán se corta en un rectángulo y luego se pliega en 3 a 4 capas para formar una banda de aproximadamente 1 cm de ancho. El ahusamiento del extremo que se va a avanzar alrededor del vaso anastomosado facilita la colocación y, una vez colocada la banda, puede fijarse con suturas o ligaclips, aunque las suturas son extremadamente difíciles de colocar sin dañar el celofán mientras se intenta fijar la banda (Figura 5). De nuevo, no se dispone de indicaciones definitivas en relación al grado de oclusión que prevé conseguirse. La mayoría de los cirujanos colocarán una banda alrededor del vaso para producir poca reducción inmediata del diámetro, ya que hay más evidencias de que la colocación del celofán para inducir activamente una atenuación del 40 al 50% del diámetro se asocia con un peor pronóstico a largo plazo. Las ventajas del celofán sobre los constrictores ameroides son su mayor disponibilidad, menor coste, menor peso y tamaño, así como mayor flexibilidad. La desventaja es que el celofán no puede esterilizarse al vapor de modo que se necesita un método de esterilización alternativo como el óxido de etileno. Embolización percutánea Bandas de celofán La embolización percutánea con espirales intravasculares se ha utilizado para ocluir los shunts portosistémicos extrahepáticos e intrahepáticos. Esta técnica tiene la ventaja de ser mínimamente invasiva, pero esto no significa que el procedimiento carezca de riesgos. Entre los problemas cabe incluir la pérdida de las espirales en la circulación sistémica y pulmonar, con las consiguientes complicaciones que pueden oscilar entre leves y mortales. Las adaptaciones recientes han reducido de manera significativa el riesgo de embolización por espiral, en particular el uso de endoprótesis expansibles dentro de la vena cava que actúan como « trampas » para evitar que las espirales sean desplazadas de la anastomosis. Se han comunicado porcentajes de éxito similares a los conseguidos con la cirugía (20) aunque la disponibilidad de esta técnica está limitada por la necesidad de centros especializados y experiencia, los costes elevados, y el hecho de que pueda necesitarse más de un procedimiento. Todavía se dispone de poco seguimiento. El uso de celofán (Figura 4) se comunicó por primera vez en un caso clínico en 1990 (19). Como ocurre con los constrictores ameroides, el celofán se había utilizado ya previamente como modelo experimental de la hipertensión portal. Cuando se coloca alrededor de los vasos sanguíneos, el celofán incita una reacción inflamatoria • La hipertensión portal aguda se ha reconocido como un factor de riesgo en las 12 primeras horas después de la cirugía, aunque con los constrictores ameroides y las bandas de celofán, realmente sólo será un problema si 14 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 Cuidado posoperatorio SHUNT PORTOSISTÉMICO EN EL PERRO: GENERALIDADES DE DIAGNÓSTICO Y OPCIONES TERAPÉUTICAS ha habido un error quirúrgico en cuanto a tamaño del implante elegido o colocación inapropiada del implante. Los signos habituales de hipertensión portal son: dolor y distensión abdominal, shock endotóxico o hipovolémico, diarrea hemorrágica, hipotermia o hipotensión sistémica severa. Es una complicación que necesita una intervención quirúrgica inmediata para aliviar la obstrucción del flujo portal. • Puede producirse ascitis secundaria a una leve hipertensión portal crónica ya presente antes de la cirugía. En general no es potencialmente mortal y se resolverá de manera espontánea con el tiempo. • La aparición de convulsiones posteriores a la ligadura es de etiología desconocida; pueden aparecer hasta 4 a 5 días después de la cirugía y, a veces, pueden ser difíciles de controlar. El tratamiento generalmente consiste en atención sintomática y administración de anticonvulsivos, como el diazepam o (preferiblemente) levetiracetam. Los casos graves pueden necesitar propofol en bolo o en infusión continua para controlar las convulsiones. • A veces puede observarse una hipoglucemia severa, en especial en las razas miniatura. Es esencial supervisar meticulosamente la glucemia durante la cirugía y la recuperación. • La trombosis de la vena porta es una complicación poco frecuente (mejor descrita en el hombre), pero la autora la ha observado en ocasiones después de una ligadura parcial con suturas, provocando hipertensión portal de leve a moderada con la aparición de múltiples shunts adquiridos. La obstrucción aguda de la vena porta puede llegar a ser mortal. • Hemorragia intraoperatoria y posoperatoria incontrolable. Esta complicación está muy influida por la experiencia y la habilidad del cirujano, y es más probable en caso de shunt intrahepático, reflejando así su habitual localización y grado de complejidad quirúrgica implicado. Conclusión La selección y estabilización adecuada, la presencia preoperatoria de encefalopatía hepática o de otros factores que puedan complicar la situación y la localización o morfología del shunt, influyen en el pronóstico. Sin embargo, la experiencia del equipo quirúrgico y de los anestesistas también resulta fundamental. Cuando la cirugía la realiza un equipo con la experiencia adecuada, y con los medios adecuados para los cuidados posoperatorios, el pronóstico de los perros con un único shunt extrahepático es excelente. La cirugía del shunt intrahepático es significativamente más problemática, lo que se refleja en una probabilidad de éxito algo menor. BIBLIOGRAFÍA 1. Hunt GB, Bellenger CR, Berg R, et al. Congenital interruption of the portal vein and caudal vena cava in dogs: six case reports and a review of the literature. Vet Surg 1998; 27: 203-215. 11. Mehl ML, Kyles AE, Hardie EM, et al. Evaluation of ameroid ring constrictors for treatment for single extra-hepatic portosystemic shunts in dogs: 168 cases (1995-2001). J Am Vet Med Assoc 2005; 226: 2020-2030. 2. Hunt GB, Kummeling A, Tisdall PLC, et al. Outcomes of cellophane banding for congenital portosystemic shunts in 106 dogs and 5 cats. Vet Surg 2004; 33: 25-31. 12. Worley DR, Holt DE. Clinical outcome of congenital extra-hepatic portosystemic shunt attenuation in dogs aged five years and older: 17 cases (1992-2005). J Am Vet Med Assoc 2008; 232: 722-727. 3. Tobias KM. Portosystemic shunts and other hepatic vascular anomalies. In: Slatter D ed. Textbook of Small Animal Surgery. Philadelphia: WB Saunders, 2003; 727-752. 13. Daniel GB, Bright R, Monnet E, et al. Comparison of per-rectal portal scintigraphy using 99m technetium pertechnetate to mesenteric injection of radioactive microspheres for quantification of portosystemic shunts in an experimental dog model. Vet Radiol 1990; 31: 175-181. 4. Hunt GB. Effect of breed on anatomy of portosystemic shunts resulting from congenital disease in dogs and cats: a review of 242 cases. Aus Vet J 2004; 82: 746-749. 5. Greenhalgh SN, Dunning MD, McKinley T, et al. Comparison of survival after surgical or medical treatment in dogs with a congenital portosystemic shunt. J Vet Int Med 2010; 236: 1215-1220. 14. Sura PA, Tobias KM, Morandi F, et al. Comparison of 99mTcO4 transsplenic portal scintigraphy with per-rectal portal scintigraphy for diagnosis of portosystemic shunts in dogs. Vet Surg 2007; 36: 654-660. 15. Lamb CR. Ultrasonographic diagnosis of congenital portosystemic shunts in dogs: results of a prospective study. Vet Radiol Ultra 1996; 37: 281-288. 6. Harvey J, Erb H. Complete ligation of extra-hepatic congenital portosystemic shunts in nonencephalopathic dogs. Vet Surg 1998; 27: 413416. 16. Komtebedde J, Koblik PD, Breznock EM, et al. Long-term clinical outcome after partial ligation of single extra-hepatic vascular anomalies in 20 dogs. Vet Surg 1995; 24: 379-383. 7. Maddison JE. Hepatic encephalopathy: current concepts of the pathogenesis. J Vet Int Med 1992; 6: 341-353. 17. Hottinger HA, Walshaw R, Hauptman JG. Long-term results of complete and partial ligation of congenital portosystemic shunts in dogs. Vet Surg 1995; 24: 331-336. 8. Torisu S, Washizu M, Hasegawa D, et al. Measurement of brain trace elements in a dog with a portosystemic shunt: Relation between hyperintensity on T1-weighted magnetic resonance images in lentiform nuclei and brain trace elements. J Vet Med Sci 2008; 70: 1391-1393 18. Vogt JC, Krahwinkel DJ, Bright RM, et al. Gradual occlusion of extrahepatic portosystemic shunts in dogs and cats using the ameroid constrictor. Vet Surg 1996; 25: 495-502. 9. Gow AG, Marques AIC, Yool DA, et al. Whole blood manganese concentrations in dogs with congenital portosystemic shunts. J Vet Intern Med 2010; 24: 90-96. 19. Harari J, Lincoln J, Alexander J. Lateral thoracotomy and cellophane banding of a portoazygous shunt in a dog. J Small Anim Pract 1990; 31: 571-573. 10. Winkler JT, Bohling MW, Tillson DM, et al. Portosystemic shunts: diagnosis, prognosis, and treatment of 64 cases (1993–2001). J Am Anim Hosp Assoc 2003; 39: 169-185. 20. Bussadori R, Bussadori C, Milan L, et al. Transvenous coil embolization for the treatment of single congenital portosystemic shunts in six dogs. The Vet J 2008; 176: 221-226. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 15 LO MÁS DESTACADO EN NUTRICIÓN... Manejo nutricional de la enfermedad hepática Vincent Biourge, DVM, PhD, Dipl. ACVN & ECVCN Centro de Investigación de Royal Canin, Aimargues, Francia El Dr. Biourge se licenció en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Lieja en 1985. Después de dos años como ayudante en el Departamento de Nutrición de Lieja, se trasladó al Hospital Veterinario de la Universidad de Pensilvania y, más adelante, al Hospital Universitario de Medicina Veterinaria de la Universidad de California en Davis, para estudiar Nutrición Clínica, obteniendo su doctorado en Nutrición en 1993. En 1994, se incorporó al Centro de Investigación de Royal Canin en Aimargues como Responsable de Comunicación Científica y después como Director del Programa de Investigación Nutricional. En la actualidad, Vincent es el Director Científico de Nutrición en el Centro de Investigación de Royal Canin. E l hígado es esencial para la digestión, absorción, metabolismo y almacenamiento de la mayoría de los nutrientes. Interviene también en la desintoxicación, catabolismo y excreción de numerosas toxinas, hormonas y xenobióticos. Por tanto, una descompensación de la función hepática estará asociada con malnutrición, intoxicación, desequilibrio hídrico y alteraciones metabólicas importantes. Por suerte, el hígado tiene una gran capacidad de reserva funcional así como de regeneración del parénquima hepático. Se ha demostrado que el soporte nutricional tanto en el hombre como en los animales de compañía es fundamental para el control de los pacientes con enfermedades hepáticas. De hecho, es el único tratamiento eficaz en gatos con lipidosis hepática. En perros y gatos, los cuatro objetivos principales del manejo nutricional de la enfermedad hepática son: • Corregir la malnutrición satisfaciendo las necesidades energéticas y de nutrientes básicas (aminoácidos, potasio y zinc, así como algunas vitaminas, en 16 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 especial las vitaminas del grupo B, la vitamina C y la vitamina K). • Facilitar la regeneración hepatocelular aportando los nutrientes limitantes, en especial proteínas. • Limitar el daño hepático evitando la acumulación de cobre y combatiendo contra los radicales libres. Se ha demostrado que una dieta baja en cobre reduce de manera significativa el cobre hepático en perros con patologías por almacenamiento de cobre. • Evitar o reducir al mínimo las complicaciones como la encefalopatía hepática, hipertensión portal y ascitis. En pacientes con encefalopatía hepática las proteínas lácteas y vegetales de elevada digestibilidad se toleran mejor que las proteínas animales. La anorexia es una complicación común de las patologías hepáticas. Los veterinarios deben considerar la alimentación por sonda para asegurar la ingesta adecuada de energía y de nutrientes. Si el animal está anoréxico, o come muy poco, es importante reintroducir progresivamente la alimentación (hasta alcanzar gradualmente el 100% de las necesidades a lo largo de 5 a 7 días). Para evitar la sobresaturación del hígado, la ingesta diaria debe dividirse en 3 a 6 tomas. El soporte nutricional debe adaptarse a cada caso concreto en función del tipo de enfermedad hepática, gravedad de la disfunción hepática, tolerancia a las proteínas alimentarias y estado nutricional. El hígado puede recuperar la funcionalidad normal después de tratamientos quirúrgicos (shunt hepático) o médicos (lipidosis hepática) y pasar progresivamente a un alimento de mantenimiento normal. En otros casos, el tratamiento nutricional deberá mantenerse de por vida. CÓMO ABORDAR... La ictericia en el perro Patrick Lecoindre, DVM, Dipl. ECVIM-CA Clínica Veterinaria de Cerisioz, St Priest, Francia El Dr. Lecoindre se licenció en la Escuela Nacional de Veterinaria de Lyon en 1978 y obtuvo el título de Diplomado del Colegio Europeo de Medicina Interna en 1997. Trabaja en una clínica privada cerca de Lyon y, en los últimos años, la clínica se ha ido desarrollando como centro de referencia en Gastroenterología y Medicina Interna. Premiado con el galardón Paul Groulade en 1991, 1994 y 1997, y el European FECAVA en 1997, ha publicado numerosos artículos sobre Gastroenterología, una enciclopedia (CD-ROM) sobre Gastroenterología de Pequeños Animales y un Atlas de Endoscopia Gastrointestinal y del Sistema Respiratorio. También es coautor y asesor científico de un nuevo libro sobre Gastroenterología en perros y gatos, y ha impartido numerosas conferencias en Francia y en el extranjero. Colette Arpaillange, DVM Clínica Veterinaria de SainteMarie, Noumea, Nueva Caledonia La Dra. Arpaillange se licenció en la Escuela Nacional de Veterinaria de Nantes en 1991. Trabajó a continuación como ayudante de Medicina Interna en la misma institución hasta 2010 y en la actualidad trabaja en una clínica privada de Pequeños Animales en Noumea, Nueva Caledonia. Obtuvo su diploma de Especialista en Comportamiento Animal en la Escuela Nacional Francesa de Veterinaria en 1999 y ha escrito diversos libros para propietarios de perros acerca del comportamiento canino. diagnóstico. Dada la complejidad de los mecanismos que subyacen a la ictericia, es importante seguir un procedimiento diagnóstico claro y uniforme. En este artículo se describe el método preferido por los autores para llegar al diagnóstico de un perro con ictericia. Introducción La ictericia es un síndrome caracterizado por la coloración amarillenta de las mucosas y tegumentos causado por el aumento de la concentración sérica de bilirrubina (hiperbilirrubinemia). Aunque suele ser indicativa de enfermedad hepática, también hay patologías extrahepáticas que pueden provocar ictericia. La detección de ictericia en el perro es relativamente fácil, pero la determinación de la etiología exacta puede resultar más complicada, siendo esencial un riguroso procedimiento PUNTOS CLAVE La ictericia se puede clasificar en tres tipos en función de la patología y de la etiología. Las causas de icteria son diversas y los mecanismos subyacentes son complejos. Una anamnesis exhaustiva y meticulosa es esencial, al igual que una buena exploración clínica. Normalmente se necesitan diversas pruebas laboratoriales y otras pruebas diagnósticas para conseguir el diagnóstico definitivo. Para llegar al diagnóstico hay que evitar atajos y suposiciones. Fisiopatología de la ictericia La ictericia puede clasificarse en tres tipos en función de la fisiopatología y etiología (1,2). La ictericia prehepática, o « hemolítica » (porque es consecuencia de hemólisis), se produce cuando el aumento de la producción de bilirrubina supera la capacidad de los hepatocitos para conjugarla y excretarla. La ictericia hepática, se produce como consecuencia de una colestasis intrahepática, asociada con una enfermedad difusa de los conductos biliares o de los hepatocitos, principalmente en la zona periportal (la denominada zona 1). La ictericia poshepática, es consecuencia de una colestasis extrahepática debida a un deterioro u obstrucción del flujo de la bilis desde el hígado. La concentración normal de bilirrubina total en sangre es inferior a 0,4 mg/dl. Los tejidos empiezan a cambiar de color cuando la concentración supera los 2 mg/dl, y la ictericia se manifiesta con claridad a partir de los 4 mg/dl. Por consiguiente, la ictericia bioquímica siempre precede a la clínica. Sin embargo, es importante observar que en el transcurso de la enfermedad pueden identificarse diversos procesos Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 17 CÓMO ABORDAR... Tabla 1. Diagnóstico diferencial de la ictericia. Ictericia prehepática Ictericia hepática Anemia hemolítica inmunomediada primaria: - Idiopática - Lupus eritematoso sistémico - Transfusión sanguínea incompatible Hepatitis crónica: - Hepatitis hereditaria (Bedlington Terrier, Dobermann, Dálmata, Labrador, Springer Spaniel, Cocker Spaniel, West Highland White Terrier, etc.) - Hepatitis crónica medicamentosa (fenobarbital) Obstrucción extrahepática de vías biliares: - Intraluminal: • Litiasis, barro biliar • Estenosis • Colangiocarcinoma Hepatitis aguda: - Tóxica (AINE) - Infecciosa (leptospirosis, hepatitis infecciosa canina, Yersinia, Salmonella) - Masa duodenal o pancreática, neoplasia o abscesos Anemia hemolítica paraneoplásica: - Linfoma - Hemangiosarcoma Anemia hemolítica de origen infeccioso: - Babesiosis, dirofilariosis, endocarditis bacteriana, leptospirosis, ehrliquiosis Anemia hemolítica de origen tóxico: - Cebolla, zinc, azul de metileno, sulfonamidas, cobre, penicilinas o cefalosporinas Neoplasia: - Linfoma, metástasis hepáticas, etc. Colangitis aguda patológicos que a menudo se solapan. Así, la hemólisis intensa conlleva la privación de oxígeno de los hepatocitos, pudiendo provocar edema y posteriormente necrosis del hepatocito por acumulación de determinados productos de degradación de los eritrocitos, provocando una ictericia hepática. De igual forma, la colestasis extrahepática induce de manera progresiva la aparición de una colestasis intrahepática y el comienzo de una ictericia hepática y poshepática mixta. Cuando se presenta un caso de ictericia en un perro, es importante que se evalúe la intensidad de la ictericia e intente correlacionarla con otros síntomas para ajustar el diagnóstico diferencial (Tabla 1, Figura 1). Las mucosas de color amarillo pálido (subictéricas), y/o la orina de color naranja-marrón o incluso marrón oscuro (« posos de café ») sugieren una ictericia prehepática que se debe confirmar con la anemia en la hematología. Si no hay anemia ni signos de hemólisis, se debe pensar en enfermedades hepáticas o de los conductos biliares. Historial Es esencial realizar una anamnesis precisa y detallada en el caso de un paciente con ictericia, ya que aporta mucha 18 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 Ictericia poshepática - Extraluminal: • Pancreatitis Colecistitis y colangitis Rotura de los conductos biliares extrahepáticos: - Colecistitis flemonosa - Mucocele - Traumatismo información significativa. Es particularmente importante conseguir que el propietario indique cuándo y cómo se inició la ictericia. En general, la ictericia prehepática (hemolítica) tiene un comienzo agudo y se acompaña de depresión, anorexia y cambio de color de la orina en caso de hemólisis intravascular. La ictericia poshepática asociada a la obstrucción del conducto biliar principal puede ser de comienzo crónico y progresar a lo largo de varias semanas (3,4). Estos casos se pueden sobrellevar bien y los únicos signos clínicos que se manifiestan son la disminución de apetito, algunos signos gastrointestinales inespecíficos y una leve pérdida de peso. Sin embargo, la obstrucción biliar extraluminal causada por una pancreatitis o por una rotura de los conductos biliares extrahepáticos, puede provocar signos clínicos más severos de naturaleza aguda o subaguda (4). Las náuseas y los vómitos son comunes en la enfermedad inflamatoria de los conductos biliares y, de manera más específica, de la vesícula biliar y el conducto biliar común (5). Esto probablemente está relacionado con la desarrollada inervación autónoma. La elevada concentración de receptores eméticos a este nivel provoca un aumento de la sensibilidad a la distensión, a la inflamación o a la infiltración neoplásica. LA ICTERICIA EN EL PERRO La ictericia hepática puede ser de comienzo agudo (6). La leptospirosis es la causa más común de hepatitis aguda en el perro, cuya variante icterohemorrágica provoca una marcada ictericia y se acompaña de signos clínicos graves (depresión, alteraciones gastrointestinales, deshidratación y diátesis hemorrágica). Sin embargo, algunas formas de leptospirosis pueden ser subclínicas y crónicas. La hepatitis crónica, con independencia de su etiología (infecciosa, tóxica, inmunomediada o relacionada con la raza), tiene una naturaleza más insidiosa y la ictericia es normalmente el signo de una enfermedad muy avanzada (7-11). La ictericia hepática, tanto si comienza de forma aguda como crónica, es consecuencia de un grave deterioro de la función hepática, y normalmente se asocia a sintomatología sistémica reflejando la gravedad de la enfermedad y sus repercusiones. Se debe tener en cuenta la posibilidad de un proceso tóxico en caso de que el animal haya estado expuesto a ciertas toxinas (plomo, cobre), haya recibido tratamiento farmacológico (AINE, fenobarbital) o se haya sometido recientemente a una anestesia gaseosa (12). Es muy importante conocer la raza del perro, ya que varias causas de hepatitis crónica están relacionadas con la raza y por lo tanto con la ictericia (8-11). Muchas razas están predispuestas al desarrollo de la hepatitis idiopática crónica (Springer Spaniel, Labrador, Dobermann, etc.) (10,13) o están asociadas con anomalías metabólicas, como la sobrecarga de cobre (Bedlington Terrier, Labrador, West Highland White Terrier, etc.) (8,9,11) o a la acumulación de alfa-1-antitripsina (Cocker Spaniel) (14). De igual forma, el Pastor de Shetland y el Terrier Escocés están predispuestos a la aparición de un mucocele biliar, que puede generar una severa colestasis extrahepática (15). El entorno en el que vive el perro y su estado de vacunación son obviamente factores importantes. Los perros de caza y los que viven en el exterior, están más expuestos a la piroplasmosis (babesiosis) y leptospirosis. En este último caso, hay especies que pueden no estar cubiertas por la vacunación (L. icterohemorrhagiae y L. canicola) y pueden ser responsables de la leptospirosis clínica. Exploración clínica La exploración clínica debe centrarse en primer lugar en la detección de signos de hemólisis y de cualquier síntoma asociado a la ictericia, como ascitis, dolor abdominal y trastornos neurológicos (1,2). La coloración amarilla puede ser sutil, sobre todo en caso de hemólisis y en especial cuando las mucosas están pálidas en el momento de la exploración. A esto se le suele denominar subictericia (ver el caso clínico). Sin embargo, esta coloración puede ser muy intensa si va acompañada de congestión de las mucosas. Debe prestarse particular atención al hígado durante la palpación abdominal. Debe evaluarse el tamaño, la forma, la consistencia y la presencia de cualquier irregularidad en su superficie. La palpación puede revelar dolor abdominal craneal localizado en los casos de enfermedad pancreática o de la vesícula biliar. La esplenomegalia puede sugerir una anemia hemolítica. En el caso de ictericia, la orina cambia de color (naranjamarrón o incluso marrón oscuro « posos de café ») si existe una hemólisis intravascular (hemoglobinuria). Los pigmentos en la orina se identifican con la tira reactiva, que revela bilirrubinuria y urobilinogenuria en los casos de ictericia prehepática. La presencia de hemoglobina es indicativa de ictericia hemolítica, pero esta última no puede descartarse en caso de que no haya hemoglobinuria. La poliuria-polidipsia, común en los casos de hepatopatía crónica, provoca una disminución de la densidad urinaria y dilución de la bilirrubina. La bilirrubinuria, incluso siendo moderada, debe considerarse significativa si la densidad de la orina es baja. Las heces suelen ser de color oscuro en el caso de ictericia hepática, y pálidas en los casos de obstrucción extrahepática de los conductos biliares. El aclaramiento completo se produce después de una semana con la obstrucción completa. También puede haber otros signos clínicos, como púrpura, signos respiratorios (por intoxicación con agentes que provocan metahemoglobinemia) y efusión abdominal. Otras pruebas diagnósticas Otras pruebas diagnósticas deben posibilitar la cuantificación de la ictericia y determinar su tipo y etiología. Estas pruebas incluyen los análisis laboratoriales y las técnicas de diagnóstico por imagen. Hematología La hematología es una parte esencial en el diagnóstico de la ictericia, ya que puede determinar la presencia de anemia. El hematocrito revelará una anemia que deberá ser tipificada mediante el recuento diferencial completo. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 19 CÓMO ABORDAR... La anemia hemolítica que provoca ictericia, suele ser intensa y regenerativa, aunque la imagen de regeneración únicamente es máxima transcurridos 2 o 4 días, lo que puede retrasar la imagen de reticulocitosis. La anemia asociada a la enfermedad hepática está también relacionada con reacciones inflamatorias crónicas (utilización defectuosa del hierro) y suele ser moderada, no regenerativa, normocítica y normocrómica (2). Si se sospecha de hemólisis, deben considerarse otras pruebas como el frotis sanguíneo, test de Coombs, serología para enfermedades infecciosas, etc. particular, en el óseo. Se observa un aumento de la fosfatasa alcalina en los cachorros y en los casos de enfermedad ósea (osteomielitis, neoplasia, etc.). La GGT (gammaglutamil transferasa) está también presente en numerosos tejidos pero la mayoría de su actividad es hepática. El estudio de la GGT es más específico, pero menos sensible. La combinación de GGT/ALP tiene una especificidad del 94% en el diagnóstico de enfermedad hepatobiliar, mientras que cuando se mide la fosfatasa alcalina sola, la especificidad desciende hasta el 50%. Detección de insuficiencia hepatocelular El examen del frotis sanguíneo proporciona un diagnóstico definitivo de babesiosis. Otras anomalías morfológicas de los eritrocitos pueden contribuir a orientar el diagnóstico: los esferocitos son indicativos de una anemia hemolítica autoinmune, y los cuerpos de Heinz se observan tras la ingesta de ciertas toxinas (zinc, cebollas, benzocaína). El test de Coombs confirma el origen inmunomediado de la anemia. Es aconsejable entonces buscar posibles etiologías parasitarias o infecciosas primarias (babesiosis, ehrliquiosis, bartonella, leishmaniosis, dirofilariosis), neoplásicas, iatrogénicas o tóxicas. Bioquímica Estas sencillas pruebas diagnósticas están orientadas fundamentalmente hacia la valoración de la funcionalidad hepática (16) y normalmente posibilitan la cuantificación y la clasificación de la ictericia como prehepática, hepática o poshepática (Figura 1). Las pruebas para determinar la insuficiencia hepatocelular se basan en la demostración de una reducción de la capacidad de síntesis de los hepatocitos por la disminución de las proteínas séricas (en particular, la albúmina) y de los factores de coagulación. Las proteínas totales suelen ser normales, ya que el aumento concomitante de las proteínas inflamatorias enmascara la reducción de los niveles de albúmina. Una reducción en el nitrógeno ureico sanguíneo puede indicar una alteración de las funciones de síntesis del hígado. Confirmación de la presencia de inflamación Una electroforesis de las proteínas séricas revelará la inflamación y permite la evaluación de las funciones de síntesis del hígado. Una patología inflamatoria aguda provoca la síntesis de proteínas que migran a la zona α2 de la electroforesis, mientras que la enfermedad crónica provoca una elevación en las zonas γ y β‚ e incluso, en los casos de cirrosis, puede provocar un bloque βγ. Valoración de la bilirrubina Identificación de citólisis Las transaminasas (ALT y AST) son indicadores de citólisis hepática. La magnitud del aumento de la actividad de las transaminasas indica el número de hepatocitos lesionados, pero no la reversibilidad del fenómeno ni, por consiguiente, el pronóstico. La AST en los perros se encuentra también en otros órganos y no es específica del hígado. Una valoración de la ALT es suficiente y no está justificada la medición simultánea de las dos transaminasas, lo que es común en Medicina Humana. Investigación de la colestasis La fosfatasa alcalina (ALP) es una enzima excretada en la bilis. Su actividad aumenta en los casos de colestasis, pero también bajo el efecto de ciertos fármacos, como los corticosteroides y anticonvulsivos. La fosfatasa alcalina está también presente en numerosos tejidos, en 20/ Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 Cuando la ictericia es clínicamente perceptible, la única ventaja de realizar una valoración de la bilirrubina es controlar el progreso de la enfermedad y la eficacia del tratamiento. De hecho, la ictericia persiste clínicamente incluso después de la disminución de los niveles de bilirrubina sérica. La distinción entre bilirrubina conjugada y no conjugada carece de interés. Otras pruebas laboratoriales Pueden necesitarse otros análisis para especificar la etiología de la ictericia, en particular cuando se considera una enfermedad infecciosa. En los casos de anemia hemolítica, debe descartarse la ehrliquiosis mediante PCR o serología. El estudio detallado del frotis sanguíneo debe permitir la identificación de babesiosis. Para mejorar la sensibilidad de este estudio se puede concentrar la sangre. En los casos de hepatopatía aguda, debe descartarse la leptospirosis mediante serología o PCR. LA ICTERICIA EN EL PERRO Figura 1. Procedimiento diagnóstico de la ictericia en el perro. Ictericia • Anamnesis • Exploración clínica • Análisis habituales: hemograma, bioquímica, urianálisis • Anemia regenerativa de moderada a intensa • Plasma hemolizado • Enzimas hepáticas normales o ligeramente aumentadas • Frotis sanguíneo • Prueba de aglutinación en portaobjetos • Hepatomegalia o esplenomegalia • Ausencia de anemia o anemia hiporregenerativa moderada • Plasma no hemolizado • Elevación de las enzimas hepáticas • Hígado normal, pequeño o de tamaño aumentado • Sospecha de ictericia hepática o poshepática • Sospecha de ictericia hemolítica • Caracterizar el aumento de las enzimas hepáticas • Fundamentalmente ictericia hepática o mixta • Ictericia poshepática • Ecografía abdominal • Pancreatitis • Efusión • Exudado • Trasudado puro o modificado • Bilirrubina en exudado > bilirrubina sérica • Ausencia de dilatación de los conductos biliares extrahepáticos • Dilatación de los conductos biliares extrahepáticos • Mucocele • Signos de colecistitis severa • Pruebas de coagulación • Aspirado/biopsia hepática con aguja fina • Muestra de bilis • Laparoscopia • Laparotomía • Peritonitis biliar • Laparoscopia • Laparotomía • Hepatopatía primaria: - hepatitis aguda - hepatitis crónica - neoplasia - colangitis • Obstrucción extrahepática de los conductos biliares • Colecistitis • Colangitis • Mucocele Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus /21 CÓMO ABORDAR... La respuesta de anticuerpos sólo es detectable una semana después de la infección y debe tenerse en cuenta el estado de vacunación del perro cuando se interpreten los resultados de la serología. Técnicas de diagnóstico por imagen Radiografía Las radiografías pueden proporcionar información valiosa en animales con sospecha de enfermedad en las vías biliares. Hasta el 50% de los cálculos biliares (colelitos) son radiopacos debido a su contenido mineral. La presencia de gas alrededor de las estructuras biliares es muy indicativa y compatible con una colecistitis enfisematosa, formación de abscesos o colangitis severa. o de las vías biliares muestran un aspecto característico en la ecografía (colangiocarcinoma, mucocele biliar). Puede realizarse la colecistocentesis ecoguiada y con aguja fina (calibre 20-22 G). El riesgo es relativamente bajo, pero no debe realizarse si las vías biliares extrahepáticas están obstruidas. En el caso de obtener la muestra se debe realizar una citología de la misma y un estudio bacteriológico. Laparoscopia Esta técnica permite evaluar los lóbulos hepáticos en cuanto a cambios de color o aspecto, visualizar las vías biliares extrahepáticas, la vesícula biliar, el conducto cístico y el conducto biliar común, y seleccionar la zona específica para la toma de biopsias. Ecografía La ecografía es la técnica de elección para diferenciar la colestasis intrahepática de la extrahepática. La sensibilidad de esta técnica es significativa en cuanto a la confirmación de colestasis extrahepática y diagnóstico de la etiología de la obstrucción. Es frecuente diagnosticar una obstrucción extrahepática de los conductos biliares, mediante la ecografía, antes de que aparezca la ictericia. En los casos de obstrucción de las vías biliares extrahepáticas, la dilatación de la vesícula biliar es común, pero no sistemática, y en algunos casos puede incluso aparecer normal o de tamaño reducido como consecuencia de una inflamación crónica. La dilatación del conducto biliar común es característica de colestasis extrahepática. Ciertas enfermedades de la vesícula biliar 22 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 Biopsia hepática La biopsia y la histopatología hepáticas constituyen la fase final del árbol diagnóstico proporcionando el diagnóstico definitivo de las lesiones, pronóstico y elección del tratamiento apropiado (17,18). Conclusión La ictericia en el perro se suele identificar fácilmente durante la exploración clínica, pero para determinar su etiología se necesita seguir un procedimiento diagnóstico gradual y razonado. Otras pruebas diagnósticas adicionales a menudo indican la posible etiología de la hiperbilirrubinemia permitiendo al veterinario instaurar estrategias terapéuticas objetivas. LA ICTERICIA EN EL PERRO Los análisis sanguíneos indican una moderada anemia microcítica e hipocrómica con ligera regeneración [eritrocitos 4,5 x 1012/l (N 6-9), Hgb 100 g/l (N 13-19), Hct 35% (N 37-54), VCM 55 (N 60-77), CHCM 30% (N 31-34)], reticulocitos 20 x 109/l, plaquetas 145.000 x 109/l, aumento de las enzimas hepáticas e hiperbilirrubinemia: [ALT 502 U/l (N 10-100), ALP 945 U/l (N 18-94), GGT 17 UI/l (N 0-8), Bil 24 mg/l (N 0-9)], hipoalbuminemia Alb 20 g/l (N 22-39) y nitrógeno ureico sanguíneo 0,1 g/l (N 0.147-0.567). La ecografía revela un hígado pequeño, con una ecoestructura heterogénea y leve derrame (Figura 2). La punción abdominal revela un líquido de color verde oliva-marrón claro con un bajo contenido proteico (10 g/l), una densidad específica de 1,012 y un recuento celular bajo (1000 células/mm3: algunos macrófagos, neutrófilos y células mesoteliales), indicativo de un trasudado puro (Figura 3). La exploración endoscópica confirma la presencia de úlcera gástrica (Figura 4). Figura 1. Moderado cambio de color amarillento de las mucosas (subictericia). © Patrick Lecoindre Perra Dobermann de 6 años de edad que acude por anorexia, pérdida de peso, poliuria-polidipsia y vómitos con hematemesis. La exploración clínica revela una moderada coloración amarillenta de las mucosas (subictericia) (Figura 1). No se detectan alteraciones a la palpación abdominal. La palpación rectal revela la formación de heces de color anormalmente oscuro (melena) y el uroanálisis confirma hiperbilirrubinuria. © Patrick Lecoindre Caso clínico Figura 2. La ecografía revela un hígado pequeño, con una ecoestructura heterogénea y un leve derrame. Figura 3. Contenido de la punción abdominal. La laparoscopia revela un hígado notablemente alterado y confirma la presencia de lesiones macronodulares (Figura 5). Mediante el estudio de la muestra tomada por biopsia se demuestra una severa hepatitis portal (Figura 6) y cirrosis macronodular. Mediante la tinción específica (rodamina) se confirma la acumulación anómala de cobre en el interior de los hepatocitos. La determinación de cobre hepático indica una concentración de 2300 µg/gramo de hígado seco (N <400 µg). Figura 4. La exploración endoscópica revela úlcera gástrica. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 23 LA ICTERICIA EN EL PERRO Discusión Este animal se presentó con ictericia, atenuada por la anemia. Probablemente dicha anemia se debía a la pérdida crónica de sangre por las úlceras digestivas y la insuficiencia hepática. La presencia de trasudado puro no puede explicarse por la hipoalbuminemia y orienta el diagnóstico hacia una probable hipertensión portal. La laparoscopia y la histopatología confirmaron una hepatitis crónica por sobrecarga de cobre con una grave cirrosis avanzada. Figura 5. La laparoscopia revela un hígado notablemente alterado y la presencia de lesiones macronodulares. Figura 6. La histología de las biopsias confirma la hepatitis portal severa. BIBLIOGRAFÍA 1. Eddlestone SM. Jaundice. In: Ettinger SJ, Feldman EC, Eds. Textbook of veterinary internal medicine, 6th Ed. St Louis: Elsevier Science, 2005; 222-225. 10. Poldervaart JH, Favier RP, Penning LC, et al. Primary hepatitis in dogs: a retrospective review (2002-2006). J Vet Intern Med 2009; 23: 72-80. 2. Cadoré JL. Ictère. In: Lecoindre P, Gaschen F, Monnet E. Gastroentérologie du chien et du chat. Wolters Kluwer France: Eds du Point Vétérinaire, 2010; 32-33. 11. Thornburg LP, Rottinghaus G, Dennis G, et al. The relationship between hepatic copper content and morphologic changes in the liver of West Highland White Terriers. Vet Pathol 1996; 33: 656-661. 3. Fahie MA, Martin RA. Extra-hepatic biliary tract obstruction: a retrospective study of 45 cases (1983-1993). J Am Anim Hosp Assoc 1995; 31: 478-482 12. Nakagawa K, Yamagami T, Takemura N. Hepatocellular toxicosis associated with the alternate administration of carprofen and meloxicam in a Siberian husky. J Vet Med Sci 2005; 67: 1051-1053. 4. Hall EJ, Simpson JW. Diseases of the biliary system. In: BSAVA manual of canine and feline gastroenterology, 2005; 269-278. 13. Watson P, Skancke E, Farstad W, et al. Hepatitis in English springer spaniels in the UK and Norway. Vet Rec 2006; 158: 311-313. 5. O'Neill EJ, Day MJ, Hall EJ, et al. Bacterial cholangitis/cholangiohepatitis with or without concurrent cholecystitis in four dogs. J Small Anim Pract 2006; 47: 325-335. 14. Sevelius E, Andersson M, Jonsson L. Hepatic accumulation of alpha-1antitrypsin in chronic liver disease in the dog. J Comp Pathol 1994; 111: 401-412. 6. Toulza O, Hernandez J. Hépatites aiguës. In: Lecoindre P, Gaschen F, Monnet E. Gastroentérologie du chien et du chat. Wolters Kluwer France: Eds du Point Vétérinaire, 2010; 432-433. 15. Pike FS, Berg J, King NW, et al. Gallbladder mucocele in dogs: 30 cases (2000-2002). J Am Vet Med Assoc 2004; 224: 1615-1622 7. Lecoindre P, De Novo R. Hépatites chroniques. In: Lecoindre P, Gaschen F, Monnet E. Gastroentérologie du chien et du chat. Wolters Kluwer France: Eds du Point Vétérinaire, 2010; 434-41. 8. Hoffmann G, Heuven HC, Leegwater PA, et al. Heritabilities of copperaccumulating traits in Labrador retrievers. Anim Genet 2008; 39: 454-457. 9. Mandigers PJ, Van den 0Igh TS, Bode P, et al. Association between liver copper concentration and subclinical hepatitis in Doberman Pinschers. J Vet Intern Med 2004; 18: 647-650. 24 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 16. Center SA. Interpretation of liver enzymes. Vet Clin North Am Small Anim Pract 2007; 37: 297-333. 17. Roth L. Comparison of liver cytology and biopsy diagnoses in dogs and cats: 56 cases. Vet Clin Pathol 2001; 30: 35-38 18. WSAVA Liver Standardization Group. WSAVA Standards for Clinical and Histological Diagnosis of Canine and Feline Liver Diseases. Philadelphia: Saunders Elsevier, 2006. Cirugía del sistema biliar extrahepático María Elena Martínez, Rodolfo Bruhl-Day, DVM, Dipl. SAS DVM, Ch. Dipl. SAS, Dipl. CLOVE, Ed. D. (Doc. Aut.) Facultad de Ciencias Veterinarias, UBA, Provincia de Buenos Aires, Argentina La Dra. Martinez se licenció como veterinaria en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1991. Posteriormente, en 2002 obtuvo el título de Especialista en Cirugía de Pequeños Animales en dicha universidad y en la actualidad es profesora y tutora de la especialidad de Cirugía de Pequeños Animales en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA. Es miembro de la Asociación Latinoamericana de Neurología Veterinaria (Neurolatinvet) y miembro fundador de Neurovet Argentina, la Asociación de Neurología Veterinaria de Argentina. E l sistema biliar extrahepático (SBEH) es una estructura de drenaje bien diseñada que transporta la bilis desde el hígado hasta el duodeno. La bilis se almacena en la vesícula biliar antes de ser excretada bajo el control de los reflejos autónomos gastrointestinales. El sistema consiste en los conductos hepáticos, la vesícula biliar, el conducto cístico y el conducto biliar (también conocido como PUNTOS CLAVE Las enfermedades diagnosticadas con más frecuencia que afectan al sistema biliar extrahepático (SBEH) y que precisan cirugía, están relacionadas con la obstrucción o traumatismo del sistema y con la aparición de mucoceles en la vesícula biliar. Los signos clínicos de la enfermedad biliar pueden ser inespecíficos (anorexia, malestar general, vómitos, diarrea, pérdida de peso, dolor epigástrico y leucocitosis) o más específicos (heces acólicas, ictericia, hiperbilirrubinemia y transaminasas elevadas). La biopsia hepática y la evaluación de la integridad del SBEH son esenciales en todos los casos, ya que un gran porcentaje de las alteraciones del SBEH están asociadas con una patología hepática. Las opciones quirúrgicas incluyen la colecistotomía, la colecistectomia y derivaciones o anastomosis bilio-entéricas (colecistenterostomía). Sólo debe realizarse una laparotomía si previamente se ha llevado a cabo una evaluación completa del paciente, utilizando todas las pruebas diagnósticas necesarias. Universidad de St. George’s, Facultad de Medicina Veterinaria, Grenada, Indias Occidentales El Dr. Bruhl-Day se licenció con honores en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y completó su residencia en Cirugía de Pequeños Animales en la Universidad de California, Davis. Es miembro y diplomado de la especialidad en Cirugía de Pequeños Animales por la UBA, licenciado en Educación Superior con Orientación a Ciencias Veterinarias y Biológicas por la misma universidad y Diplomado por el Colegio Latinoaméricano de Oftalmólogos Veterinarios. En la actualidad es profesor de Cirugía de Pequeños Animales y director del programa de Cirugía y Medicina de Pequeños Animales en la Escuela Universitaria de Medicina Veterinaria de St. George’s, donde también ejerce como cirujano. El principal tema de interés del Dr. Bruhl-Day es la Cirugía de Tejidos Blandos. conducto biliar común), el cual discurre en posición dorsal con respecto al ligamento gastrohepático y drena en el duodeno (Figuras 1a y b). Las enfermedades diagnosticadas con más frecuencia en relación con el SBEH que requieren tratamiento quirúrgico están relacionadas con la obstrucción o traumatismo del sistema, y los mucoceles en la vesícula biliar. Las obstrucciones están relacionadas con los procesos que pueden afectar de manera parcial o total al sistema biliar extrahepático. Pueden ser de naturaleza extraluminal o intraluminal. Las obstrucciones son poco frecuentes, pero están asociadas normalmente con un grado significativo de afectación sistémica, lo que puede plantear un reto diagnóstico y terapéutico. Las obstrucciones extraluminales pueden deberse a numerosas enfermedades: pancreatitis, neoplasia (que puede ser de origen pancreático, hepático, duodenal o pilórico), colangiohepatitis supurativa o no supurativa o lipidosis hepática. Las obstrucciones intraluminales más frecuentes son consecuencia de una colelitiasis, coledocolitiasis (cálculos biliares), mucocele biliar o colecistitis necrotizante (Figuras 2,3,4 y 5). Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 25 © Maria Elena Martinez a b Figuras 1a y 1b. a. Anatomía del sistema biliar extrahepático - 1. vesícula biliar 2. conducto cístico 3. conducto hepático 4. conducto biliar común (canino). b. Anatomía de del sistema biliar extrahepático - vesícula biliar, conducto cístico, conducto hepático y conducto biliar común (felino). Figura 2. Cistectomía- vesícula biliar que muestra una colecistitis severa. Figura 3. Cistectomía- interior de la vesícula biliar con colecistitis severa. El sistema biliar puede verse afectado y perder su integridad por traumatismos externos o por patologías que lo afectan ya sea de manera primaria o secundaria, aumentando el riesgo de desgarro y consiguiente pérdida de bilis. Las características químicas de la bilis pueden inducir un daño que se extienda a los tejidos subyacentes, provocando una peritonitis biliar aséptica o séptica, siendo esta última de peor pronóstico. También cabe destacar que en los gatos, el diagnóstico diferencial debe incluir la patología inflamatoria compleja conocida como « triaditis » (1-4), que abarca la colangitis, pancreatitis y enfermedad inflamatoria intestinal. Los signos clínicos de enfermedad biliar pueden ser inespecíficos (anorexia, malestar general, vómitos, diarrea, pérdida de peso, dolor epigástrico y leucocitosis) y más específicos (acolia, ictericia y transaminasas elevadas) (Figuras 6 y 7). La intervención quirúrgica del sistema biliar extrahepático se realiza fundamentalmente para tratar dos problemas: (i) obstrucciones primarias y (ii) roturas por traumatismo o secundarias a alteraciones graves de la pared de la vesícula biliar. La biopsia hepática y la evaluación de la integridad del sistema biliar extrahepático son esenciales en todos los casos, ya que un gran porcentaje de alteraciones del SBEH está asociado con patologías hepáticas. Existe controversia sobre la importancia de asegurar, durante la cirugía, la integridad del conducto biliar mediante cateterización, ya sea desde la vesícula biliar (normógrada/anterógrada) o desde la papila duodenal (retrógrada) mediante una enterotomía duodenal en todos los casos (5). Según la experiencia de los autores, no siempre es necesaria una duodenostomía con lavado retrógrado, salvo en el caso de que la compresión manual o el lavado anterógrado no proporcionen resultados positivos por vaciado de la vesícula biliar. Cabe destacar que sólo debe intentarse la presión manual de la vesícula biliar cuando el órgano tiene un aspecto macroscópico normal, ya que en las fases más avanzadas de la enfermedad hay un riesgo elevado de rotura. Diagnóstico Figura 4. Cálculos de la vesícula biliar extraídos mediante colecistotomía. 26 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 Además de los signos clínicos y de los resultados de los métodos de diagnóstico complementarios, como los de diagnóstico por imagen (radiografía y ecografía), la realización de análisis laboratoriales contribuye al diagnóstico de enfermedad hepática, enfermedades endocrinas o alteraciones del sistema biliar extra- CIRUGÍA DEL SISTEMA BILIAR EXTRAHEPÁTICO Figura 5. Mucocele biliar. © Maria Elena Martinez La ecografía puede contribuir al diagnóstico de mucocele de la vesícula biliar, en el que se ha descrito una imagen característica de la luz vesical, el denominado « signo del kiwi » (6). La radiografía ayuda a identificar a los animales con cálculos radiopacos en la vesícula biliar (Figuras 9). Si bien estos métodos de diagnóstico complementarios pueden ser útiles, en casos en los que persista la duda, la laparotomía exploratoria es el método de elección alternativo. La exploración quirúrgica del abdomen se aconseja cuando no se ha podido estabilizar al paciente o no ha habido respuesta al tratamiento médico. Los casos de mucocele de la vesícula biliar, colecistitis necrotizante, rotura de la vesícula biliar, traumatismo del SBEH y estasis biliar, que no hayan respondido al tratamiento médico son claros ejemplos en los que está indicada la exploración quirúrgica. © Maria Elena Martinez hepático, y debe permitir diferenciar a los pacientes con enfermedad obstructiva de los pacientes con peritonitis biliar. La obtención de muestras mediante abdominocentesis o lavado peritoneal diagnóstico (LPD) es muy importante en los casos en los que existe líquido abdominal (Figura 8), y las muestras deben remitirse para su análisis bioquímico, citológico y cultivo con antibiograma. Figura 6. Mucosa oral ictérica Figura 7. Mucosa conjuntival ictérica. © Maria Elena Martinez • Colecistotomía: es el procedimiento quirúrgico necesario para obtener muestras del contenido de la vesícula biliar, para extracción de cálculos y para el paso anterógrado de una sonda con objeto de evaluar la integridad del conducto biliar. Se aconseja emplear suturas de fijación para facilitar la manipulación de la vesícula biliar y reducir así el riesgo de traumatismo instrumental (Figura 10). Dada la situación actual en cuanto al diagnóstico de las enfermedades del sistema biliar extrahepático y las posibles complicaciones que pueden aparecer cuando esta técnica quirúrgica se utiliza en una vesícula biliar dañada (7), se recomienda la colecistectomia sólo después de verificar la integridad del SBEH como se ha descrito previamente. Si el estado general de la vesícula biliar lo permite, la incisión se cierra con material de sutura monofilamento reabsorbible 4/0-6/0 utilizando un patrón de sutura por aposición. Debe realizarse una prueba de permeabilidad, similar a la practicada después de © Maria Elena Martinez Los procedimientos quirúrgicos realizados con más frecuencia para resolver las diversas enfermedades del sistema biliar extrahepático son los siguientes: Figura 8. Abdominocentesis realizada para diagnosticar una peritonitis biliar. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 27 © Maria Elena Martinez una anastomosis intestinal, para corregir cualquier defecto presente en la vesícula biliar antes del cierre abdominal. Figura 9. © Maria Elena Martinez Radiografía abdominal que muestra cálculos en el interior de la vesícula biliar. Figura 10. © Maria Elena Martinez Colecistotomía y obtención de muestras para cultivo y antibiograma. Figura 11. Hidrodisección durante la colecistectomía. 28 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 • Colecistectomía: la ventaja de este procedimiento sobre el descrito previamente es doble; es sencillo y evita los elevados índices de morbilidad y mortalidad (22%-40%, respectivamente) (8-10) derivados de las complicaciones quirúrgicas o de enfermedades relacionadas con la rotura del sistema biliar extrahepático (peritonitis). Es esencial un abordaje quirúrgico a ciegas, y el cirujano debe considerar la realización de una laparotomía paracostal derecha en los pacientes de tórax profundo. Una vez abierta la vesícula biliar, debe obtenerse una muestra del contenido para cultivo y antibiograma. En este procedimiento, la separación de la vesícula biliar, situada en yuxtaposición con el parénquima hepático, puede realizarse o bien utilizando un método anterógrado (desde el fondo de la vesícula biliar al conducto biliar) o bien uno retrógrado (desde el conducto biliar común hasta el fondo de la vesícula biliar) por medio de « hidrodisección ». Esto permite separar la pared de la vesícula biliar, del parénquima hepático mediante la inyección de solución salina en la interfaz vesícula biliar-hígado para crear un plano de escisión. Con esta técnica, pueden utilizarse instrumentos de disección romos, la punta roma de la pieza de succión o hisopos de algodón hidrófilo, para separar con delicadeza la vesícula biliar de la fosa hepática, en donde normalmente se encuentra (Figura 11). Este método (descrito por Breznock mediante comunicación personal) permite una mejor separación, más eficiente y menos traumática entre la pared vesical y el parénquima hepático, al cual está estrechamente adherida (Figuras 12 y 13). De este modo no sólo se reduce el tiempo de cirugía y la pérdida de sangre, sino que también se reduce al mínimo la posibilidad de rotura por manipulación excesiva de una vesícula biliar ya patológicamente debilitada. Se recomienda enfáticamente el uso de hemoclips para una ligadura rápida de los vasos, en especial de la arteria cística y del conducto cístico. Es esencial verificar la integridad del conducto biliar mediante lavado anterógrado antes de realizar esta técnica quirúrgica (Figuras 14 y 15). También es aconsejable evitar confundir los mucoceles precoces con vesículas que contienen bilis espesa (barro biliar). Para ello se debe realizar una cuidadosa anamnesis, y considerar adecuadamente los signos clínicos y resultados de la ecografía. CIRUGÍA DEL SISTEMA BILIAR EXTRAHEPÁTICO Figura 12. Colecistectomía – vesícula biliar separada del parénquima hepático. © Maria Elena Martinez Los avances en cirugía mínimamente invasiva mediante laparoscopia permiten retirar mucoceles biliares y tratar la colelitiasis no complicada en el lugar de la obstrucción del SBEH. Este tipo de técnica quirúrgica requiere formación avanzada y equipo específico. Recientemente se ha obtenido éxito en el campo de la cirugía veterinaria con la nueva « técnica de cirugía endoscópica transluminal de apertura natural » (Natural Orifice Transluminal Endoscopic Surgery Technique) (11). Esta técnica parece prometedora en la reducción de la morbilidad y puede permitir a los cirujanos obtener mejores resultados en un futuro no demasiado lejano. © Maria Elena Martinez De igual forma, una vez completada la colecistectomía, debe volver a evaluarse el conducto biliar realizando una pequeña duodenostomía y haciendo pasar una sonda de manera retrógrada desde la papila duodenal (Figura 16); hay que tener cuidado para evitar la posible contaminación del área con bilis extravasada. Derivación biliar o colecistoenterotomía La colocación de endoprótesis biliares (stents) para el control conservador de la obstrucción del sistema Figura 13. © Maria Elena Martinez Colecistectomía – resección para la retirada completa de una vesícula biliar patológica, de la fosa hepática. Figura 14. Prueba del conducto biliar mediante lavado normógrado (felino). © Dr. Cairoli Según la experiencia de los autores, y teniendo en cuenta los informes publicados en la bibliografía, la mayoría de las vesículas biliares patológicas en los perros no son lo suficientemente viables como para resistir una derivación entérica, ya que en muchas situaciones la debilidad de la vesícula biliar progresa hacia necrosis parietal, poniendo en peligro la enteroanastomosis. Quizá esto se deba a que el diagnóstico de la enfermedad biliar suele retrasarse. No hay duda de que los avances en el conocimiento de estas enfermedades, así como los mejores métodos diagnósticos, variarán esta situación en el futuro. Las anastomosis entéricas realizadas con más frecuencia son la colecistoduodenostomía y la colecistoyeyunostomía. Mientras que esta última es una técnica más sencilla de realizar, puede que se favorezca la aparición de úlceras en el duodeno debido a falta de flujo biliar (normalmente la bilis dentro del duodeno protege contra la acidez de las secreciones gástricas). Debe prestarse atención a que el estoma final sea lo suficientemente grande con un mínimo de 2,5 - 3,5 cm, para evitar la posible estenosis de la nueva apertura. El proceso natural de cicatrización/retracción/remodelación, puede hacer que el estoma original se reduzca hasta en un 50% tras la cirugía. Figura 15. Prueba del conducto biliar mediante lavado retrógrado (felino). Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 29 la supervisión adecuada del drenaje y del paciente. Las complicaciones más frecuentes en esta técnica son la obstrucción prematura y la retirada precoz del drenaje con la consiguiente pérdida biliar intraabdominal. © Maria Elena Martinez Traumatismo del SBEH/peritonitis biliar Figura 16. © Maria Elena Martinez Prueba del conducto biliar mediante lavado retrógrado a través de la papila duodenal (canino). Figura 17. © Maria Elena Martinez Peritonitis biliar. Figura 18. Evaluación de un conducto biliar roto por traumatismo mediante el uso de un catéter de inserción retrógrada. biliar extrahepático es un avance reciente que ha resultado satisfactorio. Representa una alternativa interesante a las técnicas de anastomosis biliar y a sus posibles problemas como la dehiscencia, la estenosis del estoma y la colangitis ascendente. El uso de sondas para el drenaje biliar preoperatorio o la colecistotomía en pacientes de alto riesgo sigue siendo controvertido en Cirugía Veterinaria. Precisan un soporte médico y hospitalario más complejo para 30 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 En la especie canina, la causa más frecuente de pérdida de bilis es el traumatismo o una patología de la vesícula biliar (12), mientras que en los felinos el traumatismo es la principal causa. El método de diagnóstico más fiable consiste en la evaluación de la concentración de bilirrubina en una muestra de líquido de la efusión peritoneal, en comparación con la concentración en el suero. Cuando el valor de bilirrubina de la efusión es como mínimo, el doble del observado en el suero, está indicada una laparotomía exploratoria de urgencia. Es bien sabido que las sales biliares irritantes aumentan la respuesta inflamatoria local y sistémica del paciente. Cuando hay bacterias, el pronóstico es incluso más reservado. Los signos de peritonitis biliar (Figura 17) tienden a presentar un comienzo tardío, lo que provoca, en la mayoría de los casos, un deterioro del paciente antes del diagnóstico. Esto significa que casi todos los pacientes se presentan en estado de urgencia clínica. En el pasado reciente, debido al insuficiente uso por los cirujanos, de un equipo de amplificación, se ignoraban o se pasaban por alto detalles importantes (isquemia, necrosis) al evaluar la pared lesionada del conducto biliar o de otras ramas principales del árbol biliar (Figura 18). Esto provocaba en muchos casos la dehiscencia de las suturas. En la actualidad, el uso de lupas quirúrgicas, así como de mejores técnicas/equipos de microcirugía y material de sutura monofilamento reabsorbible de 5/0-6/0, ha proporcionado un mayor éxito de las coledocotomías. En una publicación reciente (5) se ha demostrado que las dehiscencias, en la reparación primaria del conducto biliar y coledocotomía, no eran tan elevadas como se suponía en un principio. En todos esos procedimientos, se da por sentado el aislamiento de las vísceras mediante el uso de vendas quirúrgicas y esponjas de laparotomía, así como el uso de un retractor abdominal Balfour o similar para conseguir una mejor exposición del campo quirúrgico. Una vez controlado el origen de la filtración biliar (8), la cavidad abdominal debe lavarse copiosamente, proporcionando succión adecuada y eficiente si se dispone de ella (Figura 19). Debe tenerse cuidado con el volumen de líquido utilizado para el lavado, ya que un exceso puede provocar un resultado opuesto CIRUGÍA DEL SISTEMA BILIAR EXTRAHEPÁTICO Cuando se considera la atención posoperatoria, la nutrición enteral merece un lugar destacado. Es necesaria la colocación de una sonda de yeyunostomía para mantener una buena nutrición en un paciente en estado crítico hasta que el metabolismo del paciente haya mejorado. La alimentación precoz de estos pacientes puede reducir la morbilidad y la mortalidad, por ejemplo, aumentando los niveles de proteínas plasmáticas en las 48 horas siguientes al comienzo de la administración de la alimentación. Debe iniciarse antibioterapia de amplio espectro incluso antes de haber obtenido los resultados del cultivo y antibiograma. Siempre está presente la posibilidad de contaminación de la zona por irritación biliar y translocación bacteriana. Conclusión En resumen, la cirugía del sistema biliar extrahepático puede ser muy satisfactoria. Sin embargo, el veterinario debe proceder a practicar una laparotomía sólo después de una evaluación completa del paciente, empleando todas las pruebas diagnósticas que sean necesarias, sin saltarse ningún paso. La experiencia quirúrgica es un requisito previo, al igual que la ayuda © Maria Elena Martinez al esperado (es decir, dilución de opsoninas). Como guía, se sugiere utilizar 100-200 ml/kg, dependiendo del tamaño del paciente. Recientemente ha habido controversia relativa al drenaje peritoneal abierto frente al cierre de la cavidad abdominal después de la laparotomía. Los autores utilizan ambos métodos, dependiendo de la gravedad del paciente. Figura 19. Aspiración tras un lavado abdominal. y el equipo adecuados en el quirófano. El veterinario debe ser capaz de seleccionar la mejor opción para cada paciente, si es necesario adaptando la técnica elegida durante el procedimiento, habiendo evaluado la viabilidad del sistema biliar extrahepático y el estado general del paciente durante la cirugía. Los propietarios deben estar claramente informados sobre las posibles complicaciones perioperatorias, y debe optimizarse el cuidado posoperatorio para conseguir la recuperación máxima. Aunque es imposible predecir de manera categórica el pronóstico del paciente, la toma de decisiones razonada y eficaz, considerando todos los factores antes de y durante la cirugía, contribuirá a reducir la incidencia de complicaciones posquirúrgicas. BIBLIOGRAFÍA 1. Mayhew P. Feline biliary tract disease, in Proceedings. The ACVS Symposium of Equine and Small Animal, 2005. 8. Martin R, Lanz O. Liver and Biliary System. In: Slatter, D. Textbook of small animal surgery. Philadelphia: WB Saunders, 1993; 708-724. 2. Jergens A. Triaditis, in Proceedings. North American Veterinary Conference. January, 2006. 9. Mehler S, Mathew PD, Drobatz KJ, et al. Variables associated with outcome in dogs undergoing extra-hepatic biliary surgery: 60 cases (1988, 2002). Vet Surg 2004; 33: 644-649. 3. Holt D. Approaches to feline biliary disease, in Proceedings. The ACVS Symposium of Equine and Small Animal, 2003. 4. Hoskins JD. Feline triad disease complex, in Proceedings. A Bridge to the Future Veterinary Conference, 2003. 5. Mayhew P. Recent developments in biliary tract surgery, in Proceedings. The ACVS Symposium of Equine and Small Animal, 2009. 6. Samii V. Imaging the biliary tract and pancreas, in Proceedings. The ACVS Symposium of Equine and Small Animal, 2005. 7. Hottinger H. Complications following biliary surgery, in Proceedings. The ACVS Symposium of Equine and Small Animal, 2009. 10. Ludwig LL, McLoughlin MA, Graves TK, et al. Surgical treatment of bile peritonitis in 24 dogs and 2 cats: a retrospective study (1987-1994). Vet Surg 1997; 26: 90-98. 11. McGee M, Rosen M, Marks J, et al. A primer on natural orifice transluminal endoscopic surgery: building a new paradigm. Surgical innovation 2006; 13: 86-93. 12. Devey J. Emergency hepatobiliary surgery, in Proceedings. The ACVS Symposium of Equine and Small Animal, 2004. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 31 Pruebas laboratoriales en las patologías hepáticas Robert Washabau, VMD, PhD, Dipl. ACVIM Colegio de Medicina Veterinaria de la Universidad St Paul de Minesota, Minesota, EE.UU. El Prof. Washabau obtuvo su licenciatura y PhD en la Universidad de Pensilvania. Tras realizar un internado en la misma Universidad y una residencia en Medicina Interna en la Universidad de California-Davis, se diplomó por el ACVIM y ahora es Profesor de Medicina y Director del Departamento de Ciencias Clínicas Veterinarias del Colegio de Medicina Veterinaria de la Universidad de Minesota, donde enseña, practica e investiga sobre temas de Gastroenterología. Fue presidente del ACVIM, Especialidad de Medicina Interna, y de la Sociedad de Gastroenterología Comparada. El papel del hígado en el metabolismo intermediario El hígado interviene en muchos aspectos del metabolismo intermediario (1). Los análisis de la funcionalidad hepática normalmente implican algún aspecto del papel del hígado en el metabolismo intermediario. hígado en forma de glucógeno son hidrolizados a glucosa mediante la glucogenolisis, cuando ésta es necesaria. Cuando el glucógeno almacenado es insuficiente, la glucosa se sintetiza a partir de los aminoácidos mediante la gluconeogénesis. La glucosa también se produce a partir del glicerol e intermediarios de la glucolisis, como el ácido láctico y el ácido pirúvico. Cuando la cantidad de hidratos de carbono en la dieta es inadecuada, la glucemia se mantiene a expensas de las proteínas corporales. El ayuno da lugar a la depleción de los depósitos de lípidos corporales. Aunque los lípidos no participan en el mantenimiento de la glucemia, ya que no puede sintetizarse glucosa a partir de los ácidos grasos, sirven como fuente alternativa de energía. • Glucógeno glucogenolisis glucosa normoglucemia • Aminoácidos gluconeogénesis glucosa normoglucemia Importancia clínica - Las patologías hepáticas agudas y crónicas pueden ir acompañadas de hipoglucemia. Metabolismo de los hidratos de carbono Metabolismo de las proteínas El hígado es el centro del metabolismo de los hidratos de carbono mediante su papel en el mantenimiento de la normoglucemia. Los carbohidratos almacenados en el El hígado es un lugar importante en el metabolismo de las proteínas. Las proteínas y los aminoácidos absorbidos desde el intestino o sintetizados por el organismo son liberados al hígado. El hígado desamina los aminoácidos pudiendo convertirlos en hidratos de carbono y lípidos, en función de las necesidades nutricionales. La desaminación produce alfacetoácidos, que pueden ser metabolizados para obtener energía o utilizados para la síntesis de monosacáridos y ácidos grasos. El hígado sintetiza aminoácidos a partir de intermediarios del metabolismo de los hidratos de carbono y de los lípidos mediante aminación y transaminación. Estos son ejemplos de transaminaciones de aminoácidos: PUNTOS CLAVE Los análisis de la funcionalidad hepática normalmente están relacionados con algún aspecto del papel del hígado en el metabolismo intermediario. Un buen conocimiento de las funciones básicas del hígado ayudará a interpretar los resultados. En los animales en los que se sospeche una enfermedad hepática, el estudio diagnóstico mínimo debe incluir un hemograma completo, bioquímica sérica, urianálisis y flotación fecal. Debe realizarse una radiografía abdominal como parte del estudio diagnóstico mínimo en cualquier animal en el que se sospeche una enfermedad hepática. Después, puede considerarse la realización de otros análisis y estudios de diagnóstico por imagen (por ejemplo, ecografía). Existen otras muchas alteraciones, entre ellas la hiperamonemia, el aumento de los ácidos biliares, la acumulación de metales pesados y las coagulopatías, que pueden acompañar a las patologías hepáticas agudas y crónicas. 32 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 • Alanina + alfa-cetoglutarato piruvato + glutamato • Aspartato + alfa-cetoglutarato oxalacetato + glutamato El hígado sintetiza muchas proteínas, entre ellas la albúmina y el fibrinógeno, la mayoría de las alfaglobulinas, PRUEBAS LABORATORIALES EN LAS PATOLOGÍAS HEPÁTICAS algunas de las betaglobulinas, la ceruloplasmina, la ferritina y otras enzimas séricas. El ciclo de la urea interviene en la degradación oxidativa de los aminoácidos. El amoníaco es un metabolito primario del metabolismo de los aminoácidos. El tracto gastrointestinal, y en especial el colon, es la fuente más importante de amoníaco, mediante la acción de las bacterias ureasa sobre la urea endógena (que difunde al intestino) y las aminas alimentarias degradadas. El amoníaco producido por las bacterias del colon pasa a la vena porta y es transportado hasta el hígado para ser transformado en el ciclo de la urea. • 2 NH3 + CO2 + 3 ATP + H2O + AMP + 2 H urea + 2 ADP + 4 Pi Importancia clínica - Las patologías hepáticas agudas y crónicas pueden ir acompañadas de (i) aumentos en la actividad de las aminotransferasas séricas, (ii) hipoalbuminemia, (iii) hiperamonemia y (iv) disminuciones de la concentración del nitrógeno ureico sanguíneo. Metabolismo lipídico El hígado interviene en el metabolismo intermediario de los lípidos, desde (i) la síntesis y el almacenamiento de los triglicéridos, hasta (ii) la oxidación de los ácidos grasos, y a través de (iii) la síntesis, almacenamiento, secreción y transporte del colesterol (2). • (i) Síntesis y almacenamiento: Acetil-CoA + malonilCoA + NADPH triacilglicerol + CO2+ NADP + H20 • (ii) Oxidación de los ácidos grados: Triacilglicerol + CoA + NAD + FAD acetil-CoA + NADH + FADH • (iii) Colesterol: Intestino colesterol en los quilomicrones apoproteína B48 hígado • Músculo, tejido conjuntivo colesterol en las HDL hígado • Hígado colesterol en las VLDL suero y bilis • Sangre colesterol en las LDL apoproteínas B100 hígado Importancia clínica - Las patologías hepáticas agudas y crónicas pueden ir acompañadas de hipocolesterolemia. Los problemas de obstrucción biliar pueden ir acompañados de esteatorrea. Factores de coagulación El hígado sintetiza los factores plasmáticos de la coagulación I (fibrinógeno), II (protrombina), V, VII, VIII, IX y X. Los factores II, VII, IX y X son factores de coagulación dependendientes de la vitamina K. Los factores de más relevancia en las enfermedades hepáticas son los que tienen semividas más cortas: los factores VII y VIII. Importancia clínica - Las patologías hepáticas agudas y crónicas pueden ir acompañadas de (i) un aumento de los tiempos de protrombina y de tromboplastina parcial y (ii) de coagulopatías asociadas. Secreción biliar La bilis es una solución isosmótica ligeramente alcalina de sales biliares, pigmentos biliares, fosfolípidos, colesterol, electrolitos y agua. Los ácidos biliares y las sales biliares son los componentes principales de la bilis. Los ácidos biliares se sintetizan a partir del colesterol y se conjugan con un aminoácido (normalmente la taurina o la glicina) para transformarse en una sal biliar. Son secretadas a las vías biliares donde son almacenadas en la vesícula biliar y posteriormente vaciadas en el intestino delgado durante la digestión. Las sales biliares llevan a cabo la emulsificación de los lípidos ingeridos para facilitar la digestión por la lipasa pancreática y la inclusión en micelas de los ácidos grasos libres para facilitar su absorción por los enterocitos. La reabsorción de las sales biliares en el íleon facilita el regreso de los ácidos biliares al hígado para su recaptación, reconjugación y resecreción. • Emulsificación digestión por la lipasa pancreática ácidos grasos libres β-monoglicéridos + glicerol formación de micelas por los ácidos biliares absorción por el enterocito reesterificación trigliceridemia Importancia clínica - Las alteraciones biliares obstructivas pueden ir acompañadas de ictericia y esteatorrea. Metabolismo de la porfirina Las porfirinas son intermediarios de las vías biosintéticas del grupo hemo. En los animales sanos, las porfirinas se convierten en los compuestos hemo, encargados del transporte de oxígeno, hemoglobina, mioglobina, citocromos, catalasa y peroxidasa. El hígado actúa como vía sintética y excretora de las porfirinas. • Ácido δ -aminolevulínico porfobilinógeno protoporfirina IX globina + Fe2+ + bilirrubina Importancia clínica - Las patologías hepáticas agudas y crónicas pueden ir acompañadas de (i) acumulación de porfirina y síndrome de porfiria, pero más a menudo de (ii) acumulación de bilirrubina e ictericia. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 33 Metabolismo de los metales El hígado almacena hierro, que puede ser tóxico en cantidades excesivas (hemocromatosis). La cantidad de hierro del organismo viene determinada en gran medida por la regulación de su absorción en las primeras porciones del intestino delgado. El hierro se almacena intracelularmente en forma de ferritina en varios tejidos, siendo el hígado un órgano con una gran capacidad de almacenamiento. Cuando se excede la capacidad de almacenamiento del hígado, el hierro se acumula como hemosiderina. El hígado incorpora cobre a proteínas específicas, como la citocromo C oxidasa, la monoaminoxidasa mitocondrial y la ceruloplasmina. La movilización del cobre desde los hepatocitos tiene lugar mediante dos mecanismos: unión a la ceruloplasmina y secreción biliar. • Fe2+ alimentario absorción transporte de la ferritina hepático secreción biliar unión a la ferritina almacenamiento • Cu2+ alimentario absorción unión a la albúmina transporte de la albúmina almacenamiento hepático secreción biliar Importancia clínica - La colestasis hepática puede ir acompañada de retención secundaria de hierro y cobre, que puede inducir más adelante lesión de los hepatocitos por apoptosis y generación de radicales libres. Metabolismo de las vitaminas El hígado desempeña diversos papeles importantes en el metabolismo de las proteínas. Además de producir bilis para la absorción de las vitaminas liposolubles (A, D, E, K), es un lugar importante para el almacenamiento de vitaminas. Las vitaminas hidrosolubles, a excepción de la vitamina B12 (cobalamina), son fácilmente absorbidas en el intestino delgado. Estas vitaminas se utilizan principalmente como precursores coenzimáticos para su uso en procesos metabólicos. En el hígado se almacenan grandes cantidades de todas las vitaminas hidrosolubles, salvo la vitamina C. Importancia clínica - La colestasis hepática puede ir acompañada de esteatorrea y malabsorción de vitaminas liposolubles. Metabolismo del glutatión El glutatión (GSH) se sintetiza en la mayoría, si no en todas, de las células de los mamíferos. El hígado tiene cantidades relativamente elevadas de glutatión. El GSH 34 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 lleva a cabo diversas funciones fisiológicas y metabólicas, entre ellas las reacciones de transferencia de grupos tiol, que protegen las membranas celulares y las proteínas, y además es promotor de las reacciones tiol-disulfuro implicadas en la síntesis/degradación de proteínas y en la catálisis. El GSH proporciona la capacidad reductora en otras reacciones y detoxifica el peróxido de hidrógeno, peróxidos orgánicos, radicales libres y compuestos extraños. • Glutamato + cisteína + glicina glutatión reacciones de metilación, sulfuración, aminopropilación Importancia clínica - Las patologías hepáticas agudas y crónicas pueden ir acompañadas de deficiencias de glutatión y de aumento de apoptosis, de la generación de radicales libres de oxígeno y de la peroxidación lipídica. Metabolismo xenobiótico Numerosos compuestos extraños, entre ellos los fármacos, son tan hidrófobos que se mantendrían indefinidamente en el organismo si no fuera por los procesos de biotransformación hepáticos. El hígado es un lugar importante en la toxicidad de los fármacos y el estrés oxidativo debido a su proximidad y relación con el tubo digestivo. Entre el 75% y el 80% del flujo sanguíneo hepático procede directamente del tubo digestivo y del bazo a través de la vena porta principal. El flujo sanguíneo portal transporta nutrientes, bacterias y antígenos bacterianos, fármacos y agentes xenobióticos absorbidos desde el intestino hasta el hígado de forma más concentrada. Las enzimas encargadas de metabolizar los fármacos desintoxican muchos xenobióticos absorbidos desde el intestino hacia el hígado. Las enzimas encargadas de metabolizar los fármacos detoxifican muchos xenobióticos, pero pueden activar la toxicidad de otros. Los principales mecanismos de hepatotoxicidad son la apoptosis de los hepatocitos inducida por ácidos biliares, la toxicidad dependiente del citocromo P4502E1, la toxicidad de los hepatocitos inducida por peroxinitrito, la adhesión molecular y el estrés oxidativo en la lesión hepática inflamatoria, microvesicular y esteatosis no alcohólica. • Oxidación, reducción, hidrólisis, metilación, sulfuración, acetilación, glucuronidación inactivación Importancia clínica - Las patologías hepáticas agudas y crónicas pueden ir acompañadas de acumulación de xenobióticos, así como de hormonas endógenas (por ejemplo, glucocorticoides). PRUEBAS LABORATORIALES EN LAS PATOLOGÍAS HEPÁTICAS Metabolismo hormonal Importancia clínica - Las patologías hepáticas agudas y crónicas pueden ir acompañadas de la acumulación de hormonas endógenas. Vigilancia inmunológica El sistema reticuloendotelial del hígado elimina microorganismos, endotoxinas, enterotoxinas y exotoxinas de la circulación portal. El hígado regula la homeostasis de las células T, induce tolerancia de células T y refuerza las respuestas intrahepáticas de las células T frente a los patógenos hepatotróficos. Importancia clínica - Las patologías hepáticas agudas y crónicas pueden ir acompañadas de bacteriemia portal y predisposición a infecciones sistémicas. Análisis laboratorial de la enfermedad hepática En animales con sospecha de patología hepática, la analítica mínima debe constar de: i) hemograma completo (recuento de eritrocitos, leucocitos y plaquetas); ii) bioquímica sérica (electrolitos, nitrógeno ureico, creatinina, glucosa, colesterol, albúmina, globulinas, bilirrubina, y actividades ALT, AST y ALP o gamma-glutamiltranspeptidasa (GGT); iii) urianálisis; y iv) flotación fecal. Deben realizarse radiografías abdominales como parte de la exploración básica en cualquier animal en el que se sospeche una patología hepática. Una vez realizadas las pruebas mínimas, puede considerarse la realización de otras pruebas de laboratorio y estudios de diagnóstico por imagen. (i) Hemograma completo El hemograma completo será útil para la evaluación de la severidad y la cronicidad de la anemia, así como para la caracterización de la respuesta inflamatoria y de la trombocitopenia. La hematología normalmente revela sólo cambios inespecíficos de las enfermedades hepáticas, como anemia microcítica o anemia normocítica, normocrómica, no regenerativa. En los frotis sanguíneos de los animales más gravemente afectados con fallo hepático y dislipidemia pueden ponerse de manifiesto dismorfias eritrocitarias, como esquistocitos y leptocitos (Figura 1). Puede apreciarse leucocitosis y neutrofilia en animales © Dr. Jed Overmann Las hormonas naturales y sintéticas, incluyendo mineralocorticoides (aldosterona), glucocorticoides (cortisol, cortisona) y esteroides sexuales (andrógenos, estrógenos, progesterona) se metabolizan en el hígado. La enfermedad hepática reduce la capacidad de transformación metabólica. Figura 1. Dismorfias eritrocitarias (leptocitos y esquistocitos) en un perro joven con shunt portosistémico. con hepatitis bacteriana, vírica o granulomatosa, necrosis hepática, formación de abscesos hepáticos y neoplasia hepática. (ii) Bioquímica sérica La bioquímica sérica sistemática contribuye a identificar las causas metabólicas de la enfermedad, como patologías hepáticas (aumentos en ALT, AST, ALP, GGT y bilirrubina séricas; disminución de la glucosa, albúmina y colesterol séricos), enfermedades renales (aumento de BUN, creatinina y fósforo sérico) y endocrinopatías, como la diabetes mellitus, el hiperadrenocorticismo y el hipoadrenocorticismo. Un cociente BUN/creatinina exagerado (a menudo superior a 50:1) secundario a una hemorragia gastrointestinal puede acompañar a una patología hepática. La bioquímica sérica sistemática también puede identificar cambios paraneoplásicos (como hipercalcemia, hiperglobulinemia), asociados con neoplasia hepática o sistémica (como linfoma, plasmocitoma extramedular). (iii) Urianálisis El urianálisis (Figura 2) demuestra su utilidad en la determinación de la hipostenuria (por ejemplo, agotamiento de la urea), hematuria (por ejemplo, coagulopatía) y cristaluria (por ejemplo, biurato de amonio – Figura 3). Puede ser necesario determinar el cociente proteínacreatinina en orina para descartar una nefropatía perdedora de proteínas como causa de una hipoalbuminemia. Quizá sea difícil obtener una muestra mediante cistocentesis en un animal con ascitis simultánea, en cuyo caso ésta debe ser ecoguiada. (iv) Examen fecal Los frotis fecales directos y la flotación fecal deben formar siempre parte del procedimiento diagnóstico inicial aunque se sospeche de patología hepática. Si bien muchos parásitos y microorganismos infectan de manera Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 35 © Drs. Carl Johnson and Jody Lulich © Drs. Carl Johnson and Jody Lulich Figura 2. Figura 3. El urianálisis y la detección de cristaluria pueden contribuir al diagnóstico. Cristaluria de biurato de amonio en un perro joven con shunt portosistémico. preferente una parte del tracto digestivo, otros pueden inducir enfermedad en toda su extensión (por ejemplo, Salmonella, Campylobacter, Pythium, Histoplasma), incluyendo al páncreas, hígado y sistema biliar. grave, el amoníaco se acumula en la circulación sistémica y a continuación en el cerebro, donde satura rápidamente la capacidad de transformación, lo que provoca el síndrome de encefalopatía hepática. El amoníaco plasmático debe valorarse en ayunas antes de realizar pruebas de tolerancia oral. Una concentración notablemente elevada debe obviar cualquier necesidad posterior de otro test de tolerancia. Si los resultados son equívocos, pueden medirse las concentraciones plasmáticas antes y después de la administración de cloruro de amoníaco (100 mg/kg) por vía oral o rectal. La sangre debe recogerse en tubos de heparina sin amoníaco, colocarse en hielo y medir el amoníaco dentro de los 20 minutos siguientes a la recogida (4). Otras pruebas diagnósticas Quizá sea necesario realizar otras pruebas diagnósticas dependiendo del resultado de la investigación médica inicial. Deben realizarse pruebas de funcionalidad hepática (por ejemplo, tiempo de protrombina y tiempo de tromboplastina parcial, NH4+ plasmático y ácidos biliares séricos) en cualquier animal en el que se sospeche (pero sin ninguna prueba definitiva) una enfermedad hepática. Esto es particularmente cierto en los casos de sospecha de cirrosis hepática en los cuales puede haber sólo una elevación leve de las enzimas séricas (ALT, AST, ALP, GGT). • Coagulación - Además de la síntesis de los factores de la coagulación, el hígado interviene en la eliminación de los factores de la coagulación activados y productos de la fibrinolisis. Por consiguiente, la determinación de los tiempos de protrombina (PT) y de tromboplastina parcial activada (TTPA) son valoraciones de la funcionalidad hepática y deben evaluarse siempre previamente a la realización de procedimientos invasivos, como la toma de una biopsia hepática. Es muy probable que el TP y el TTPA estén prolongados en los casos de necrosis hepática aguda o grave o en el colapso del parénquima, mientras que sólo el TTPA tiende a estar prolongado en perros con shunt portosistémico congénito (3). • Amoníaco plasmático - El amoníaco es fundamentalmente un producto secundario del metabolismo bacteriano intestinal que suele ser transportado hasta el hígado a través de la vena porta y después metabolizado a urea por los hepatocitos en el ciclo de Krebs-Henseleit. En los casos de shunt portosistémico o de hepatopatía 36 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 • Ácidos biliares séricos - Las concentraciones de ácidos biliares séricos totales estarán aumentadas cuando la enfermedad altere la recirculación enterohepática. En muchas formas de enfermedad hepática primaria, desde la inflamación hasta la infección, las neoplasias malignas y los shunts portosistémicos, la recaptación y la resecreción de ácidos biliares en la bilis están reducidas. Una concentración sérica de ácidos biliares en ayunas o pospandrial superior a 15 µ mol/l en gatos y a 25 µ mol/l en perros respalda un diagnóstico de patología hepática o de shunt portosistémico (5). • Análisis de metales pesados - Las concentraciones hepáticas normales de cobre en el perro se mantienen aproximadamente en 200-400 µ g/g de peso seco de hígado (6). La colestasis a menudo va acompañada de retención de metales pesados (Cu2+, Fe2+). La retención del cobre en particular lesiona a los hepatocitos, sobre todo por la generación de radicales libres, peroxidación de lípidos y apoptosis. En muchos laboratorios de toxicología se dispone de mediciones, de fácil realización, del contenido de cobre en el tejido. PRUEBAS LABORATORIALES EN LAS PATOLOGÍAS HEPÁTICAS Tabla 1. Figura 4. La ecografía es de inestimable ayuda diagnóstica cuando se investiga una patología hepática. Estudios de diagnóstico por imagen El diagnóstico de las patologías hepáticas nunca debe basarse únicamente en los análisis clínicos (7). Deben obtenerse radiografías abdominales como parte de la exploración mínima en todos los casos de sospecha de enfermedad hepática. Los casos de radiografías negativas o equívocas deben seguirse de otros estudios de diagnóstico por imagen, como la ecografía abdominal. La ecografía (Figura 4) permite la evaluación del tamaño, forma y densidad de los órganos parenquimatosos y, por consiguiente, es una herramienta más útil para la identificación de la enfermedad hepática, renal, esplénica, pancreática y mesentérica. La confirmación y el diagnóstico definitivo de enfermedad hepática quizá precise una biopsia del tejido mediante obtención de una muestra percutánea o quirúrgica directa. La biopsia hepática percutánea ecoguiada puede ser difícil o problemática en algunos casos y la laparoscopia o la biopsia quirúrgica abierta puede ofrecer un abordaje más seguro en estos pacientes. Conclusión La complejidad de la funcionalidad hepática (Tabla 1) y la diversidad de patologías hepáticas en perros y gatos son tales que un veterinario no puede fiarse de una sola prueba, ni siquiera de un grupo de pruebas, para llegar a © Davide De Lorenzi Relación entre los resultados clínicos y laboratoriales en la enfermedad hepática. Dolor abdominal - congestión, inflamación, infección, trombosis Heces acólicas - obstrucción biliar Anemia - supresión de la médula ósea, hemólisis, pérdida de sangre gastrointestinal Anorexia/pérdida de peso - malnutrición proteico-calórica, vómitos, diarrea, alteraciones del metabolismo intermediario Ascitis - hipertensión portal, retención renal de sodio, hipoproteinemia Depresión/debilidad - hipoglucemia, encefalopatía hepática (NH3, ácidos grasos, mercaptanos, alcalosis) Diarrea - obstrucción biliar, enfermedad intestinal simultánea, hipertensión portal Fiebre - infección, inflamación, neoplasia Hematuria - infección, coagulopatía, cálculos Ictericia - enfermedad hepática primaria, enfermedad de las vías biliares Melena - trastornos hemorrágicos, inflamación gastrointestinal, ulceración Petequias - trombocitopenia, trombocitopatía Poliuria/polidipsia - lavado medular renal de solutos, agotamiento de potasio, hiperadrenocorticismo Prurito - fotoactivación de las sales biliares Vómitos - mecanismos centrales (hepatotoxinas), inflamación, hipergastrinemia, cetonemia un diagnóstico definitivo. El veterinario debe llevar a cabo un enfoque completo durante la evaluación del paciente potencialmente « hepático », prestando especial atención a las dificultades diagnósticas que implican las patologías hepáticas, en particular, la posibilidad de que resultados normales no descarten necesariamente una patología hepática. BIBLIOGRAFÍA 1. Lehninger AL, Nelson DL, Cox MM. Principles of biochemistry. 4th ed. New York: Worth Publishing, 2004. 2. Goldstein J, Brown M. From cholesterol homeostasis to new paradigms in membrane biology. Trends in Cell Biology 2003; 10: 534-539. 3. Kummeling A, Teske E, Rothuizen J, et al. Coagulation profiles in dogs with congenital portosystemic shunts before and after surgical attenuation. J Vet Intern Med 2006; 20: 1319-1326. 4. Rothuizen J, Van den Ingh TS. Rectal ammonia tolerance test in the evaluation of portal circulation in dogs with liver disease. Res Vet Sci 1982; 33: 22-25. 5. Center SA, Joseph SA. Measurement of serum bile acids concentrations for diagnosis of hepatobiliary disease in cats. J Am Vet Med Assoc 1995; 207: 1048-1054. 6. Schultheiss PC, Bedwell CL, Hamar DW, et al. Canine liver iron, copper, and zinc concentrations and association with histologic lesions. J Vet Diagn Invest 2002; 14: 396. 7. WSAVA Liver Standardization Group. WSAVA Standards for Clinical and Histological Diagnosis of Canine and Feline Liver Diseases. Philadelphia: Saunders Elsevier, 2006. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 37 Epidemiología clínica – análisis de enzimas hepáticas Elizabeth Lund, Nota del editor: DVM, MPH, PhD Banfield, The Pet Hospital, Portland, Oregón, EE.UU. La Dra. Lund se incorporó a Banfield en 2006 como Directora « Senior » de Investigación para el equipo de Investigación Banfield Applied Research & Knowledge. Como epidemióloga, la experiencia profesional de la Dra. Lund en los últimos 22 años ha consistido en investigar en el ámbito académico, industrial y de Salud Pública. La Dra. Lund realizó además de su carrera un Máster en Salud Pública y un doctorado en Epidemiología/Informática. Introducción Existe poca bibliografía sobre la sensibilidad, la especificidad y valor predictivo de los valores de actividad de las enzimas hepáticas. Los valores de la alanina aminotransferasa (ALT) canina han indicado una sensibilidad que oscila entre el 45% y 100%, dependiendo de la patología hepática (enfermedad hepática aguda o crónica, etc...) (1). El valor predictivo citado para la medición de la actividad de la ALT en este artículo fue del 18%, es decir, un aumento de la ALT es predictivo de Tabla 1. patología hepática para 1 de cada 5 pacientes. La especificidad de la fosfatasa alcalina (ALP) canina oscilaba entre el 44% y el 90%, dependiendo de la enfermedad hepática en cuestión. Su valor predictivo era del 21%, siendo bastante similar al de la ALT. En general, estas pruebas no son ideales para establecer un diagnóstico definitivo y es esencial que vayan acompañadas de pruebas más específicas. En este artículo, describimos los resultados de la base de datos Banfield para los análisis de las enzimas hepáticas, de manera específica para perros y gatos supuestamente sanos en la visita veterinaria. Métodos de análisis Resultados de los intervalos en los « animales normales » evaluados. Gatos < 6 meses de edad Perros < 6 meses de edad ALP 14,0 – 192,0 U/l ALP 46,0 – 337,0 U/l ALT 12,0 – 115,0 U/l ALT 8,0 – 75,0 U/l BIL 0,0 – 0,9 mg/dl BIL 0,0 – 0,9 mg/dl Gatos > 6 meses de edad Perros > 6 meses de edad ALP 14,0 – 111,0 U/l ALP 23,0 – 212,0 U/l ALT 12,0 – 130,0 U/l ALT 10,0 – 100,0 U/l BIL 0,0 – 0,9 mg/dl BIL 0,0 – 0,9 mg/dl 38 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 Estamos encantados de presentar una nueva sección de Veterinary FOCUS, con la información obtenida de la base de datos informática de Banfield, The Pet Hospitals. Gracias a esta herramienta, se pueden analizar los extensos registros generados por veterinarios de Banfield para estudiar gran variedad de parámetros dentro de la población de los animales de compañía. En este caso ofrecemos un breve repaso de los resultados de bioquímica hepática de mascotas « sanas » y la correlación con su situación clínica. Se utilizaron los datos Banfield introducidos en el sistema electrónico de historiales clínicos de Banfield PetWare® durante todo 2007 para generar la distribución de la muestra de pruebas de perros y gatos sanos (media, mediana y rango) por grupo de edad (< 6 meses, 6 meses, 7 años, 8 años y mayores) para las actividades de la ALP, ALT y concentración total de bilirrubina (BIL). Se calculó también por grupo de edad la proporción de mascotas « sanas » que tenían elevadas las actividades ALP y ALT y la concentración BIL. Se definió una mascota « sana » en PetWare, como aquella no catalogada con « necesita mejorar » por su estado general. Los valores de referencia para ALT, ALP y EPIDEMIOLOGÍA CLÍNICA – ANÁLISIS DE ENZIMAS HEPÁTICAS Tabla 2. Proporción de población canina de Banfield en 2007 con niveles aumentados en las pruebas hepáticas – mascotas sanas*. Grupo de edad Prueba ALP ALT BIL Sanos* elevados Recuento total Recuento sanos* % elevado en sanos* < 6 meses 439 56.296 23.461 1,9 > 6 meses 12.998 329.586 143.796 9,0 Total mascotas únicas** 13.428 382.599 166.541 8,1 < 6 meses 1.606 56.292 23.467 6,8 > 6 meses 14.586 329.606 143.832 10,1 Total mascotas únicas** 16.147 382.604 166.577 9,7 < 6 meses 640 56.285 23.457 2,7 > 6 meses 10.008 329.465 143.735 7,0 Total mascotas únicas** 10.647 382.469 166.476 6,4 concentración de BIL se definieron como se muestra en la Tabla 1. Resultados Se evaluaron los resultados de los registros PetWare respecto a los niveles individuales de ALP, ALT y BIL en 382.856 perros. De éstos, 166.700 o el 43,5% estaban sanos según la definición anterior. También se evaluaron los resultados de la ALP, ALT y concentración de BIL en 89.598 gatos. De éstos, 34.073 o el 38% estaban sanos por definición. Casi el 21% de los perros sanos presentaba niveles aumentados de ALP, ALT o BIL. El 15,5% de los gatos sanos tenía uno o más parámetros elevados. En las Tablas 2 y 3 se puede apreciar la proporción de perros y gatos sanos con niveles aumentados de la actividad de la ALP, ALT y de la concentración BIL individualmente. Respecto a los perros, el porcentaje de individuos sanos con enzimas elevadas variaba desde casi el 2% para la ALP en perros menores de 6 meses hasta justo por encima del 10% para la ALT en perros mayores de 6 meses. En la población felina, la proporción de animales con aumento de valores varió del 4.4% para la concentración de BIL en gatos menores de 6 meses hasta casi el 11% para la ALP en gatos de más de 6 meses de edad. En las Tablas 4 y 5 se muestra la distribución de los resultados de las pruebas hepáticas para gatos y perros sanos en general y por grupo de edad. Dentro del grupo de perros con aumentos de la ALP y ALT, a Tabla 3. Proporción de población felina de Banfield en 2007 con niveles aumentados de pruebas hepáticas – mascotas sanas**. Prueba Grupo de edad ALT Recuento de sanos* % elevado en sanos* 702 16.378 6.533 10,7 1.406 73.608 27.617 5,1 Total de mascotas únicas** 2.100 89.534 89.534 6,2 < 6 meses 384 16.377 16.377 5,9 > 6 meses 1.467 73.635 73.635 5,3 1.842 89.557 89.557 5,4 < 6 meses 288 16.369 16.369 4,4 > 6 meses 1.622 73.603 73.603 5,9 Total de mascotas únicas** 1.909 89.521 89.521 5,6 Total de mascotas únicas** BIL Recuento total > 6 meses < 6 meses ALP Sanos* elevados * Estado general no definido como « necesita mejorar » en PetWare. ** El recuento de mascotas únicas o individuales es inferior a la suma de los recuentos porque podría haberse realizado más de una prueba en una mascota. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 39 EPIDEMIOLOGÍA CLÍNICA – ANÁLISIS DE ENZIMAS HEPÁTICAS Tabla 4. Resultados de las pruebas hepáticas de la población canina 2007 por grupo de edad – muestras de mascotas sanas*. Grupo de edad Prueba Recuento Media Mediana total < 6 meses ALP 6 meses - 7 años U/L > 8 años Todas las edades < 6 meses ALT 6 meses - 7 años U/L > 8 años Todas las edades < 6 meses BIL 6 meses - 7 años mg/dL > 8 años Todas las edades Intervalo 24.058 183,2 173,0 10,0 - 1.880,0 95,9 72,0 3,0 - 3.330,0 137.463 35.723 203,4 102,0 0,2 - 7.373,0 197.244 126,0 84,0 0,2 - 7.373,0 24.043 44,2 38,0 0,9 - 3.491,0 137.515 56,9 46,0 0,1 - 2.000,0 35.706 72,9 53,0 0,1 - 2.677,0 197.264 58,3 46,0 0,1 - 3.491,0 24.067 0,2 0,1 0,0 - 11,0 137.761 0,3 0,2 0,0 - 20,0 35.831 0,3 0,2 0,0 - 20,0 197.659 0,3 0,2 0,0 - 20,0 * Estado general no definido como « necesita mejorar » en PetWare. Tabla 5. Resultados de las pruebas hepáticas de la población felina en 2007 por grupo de edad – muestra de mascotas sanas*. Prueba Grupo de edad Recuento Media Mediana Intervalo total < 6 meses 6,741 126,4 ALP 6 meses - 7 años U/L > 8 años Todas las edades 55,2 46,0 5,0 - 13,50 8,851 55,1 46,0 2,0 - 1.547,0 37,504 68,0 51,0 2,0 - 1.950,0 6,757 71,4 64,0 1,0 - 785,0 22,012 69,9 62,0 5,0 - 2.815,0 8,878 72,3 62,0 1,5 - 2.129,0 37,647 58,1 63,0 1,0 - 2.815,0 6,753 0,4 0,3 0,0 - 12,0 21,977 0,4 0,3 0,0 - 18,4 8,864 0,4 0,3 0,0 - 18,8 37,594 0,4 0,2 0,0 - 18,8 < 6 meses ALT 6 meses - 7 años U/L > 8 años Todas las edades < 6 meses BIL 6 meses - 7 años mg/dL > 8 años Todas las edades 115,0 10,0 - 1.950,0 21,912 * Estado general no definido como « necesita mejorar » en PetWare. BIBLIOGRAFÍA prácticamente el 8% (291/3785) se les realizó la medición de la concentración de ácidos biliares para evaluar la funcionalidad hepática (dentro de los 30 días siguientes a la detección del aumento de ALP/ ALT). En este subconjunto de perros, el 39% tenía una concentración elevada de ácidos biliares (> 25 µmol/l). De los gatos sanos con aumento de la actividad ALP y ALT, a alrededor del 5% (15/316) se les evaluó la concentración de ácidos biliares para conocer la funcionalidad hepática dentro de los 30 días. Para este subconjunto felino, el 40% tenía un resultado elevado de ácidos biliares (> 20 µmol/l). Discusión Al resumir los resultados de la base de datos Banfield se pueden identificar dos puntos importantes: • La medición de las enzimas hepáticas tiene un valor predictivo limitado para diagnosticar de manera definitiva una enfermedad hepática en perros y gatos. • Los resultados de la concentración de ácidos biliares en la población sana revelan que puede haber una enfermedad no detectada en animales aparentemente sanos, ya que la concentración de ácidos biliares estaba anormalmente elevada en el 40% de los animales aparentemente sanos con ALT y ALP elevadas. A menos del 10% de los perros y gatos sanos con ALT y ALP elevadas, se les realizó la determinación de concentración de ácidos biliares en los 30 días siguientes a la obtención de los resultados elevados de actividad enzimática. Las limitaciones del análisis incluyen la posibilidad de una clasificación incorrecta de « perros y gatos sanos » en función de nuestra definición. Además, la determinación de la concentración de ácidos biliares utilizado para este estudio consistió en el análisis de una sola muestra, en lugar de dos muestras. Un único análisis tiene una sensibilidad y especificidad limitadas. Sin embargo, los resultados resaltan la importancia de la realización de un método diagnóstico completo mediante el estudio de las pruebas de funcionalidad hepática, métodos de diagnóstico por imagen, aspirado o biopsia con aguja fina cuando esté indicado por el historial, exploración física y signos clínicos. RECOMENDADA • Lund EM, Klausner JS. Clinical epidemiology for the veterinary practitioner: the diagnostic process. In: John Bonagura ed. Current Veterinary Therapy XII. Philadelphia: W.B. Saunders Co, 1995: 7-11. • Fletcher RH, Fletcher SW, Wagner EH. Clinical Epidemiology. The Essentials, 2nd ed. Baltimore, Md: Williams and Wilkins, 1991. 40 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 • Smith RD. Veterinary Clinical Epidemiology. A Problem-Oriented Approach, 2nd ed. Boston, Mass: Butterworth, 1995. Tumores hepáticos: diagnóstico y opciones terapéuticas. Josep Pastor, Marta Planellas Bachs, DVM, PhD, Dipl. ECVCP DVM, MSc Departamento de Medicina y Cirugía de Pequeños Animales, Facultad de Veterinaria, Universidad Autónoma de Barcelona, España El Prof. Pastor, se licenció por la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona en 1989. Posteriormente en 1994, obtuvo el grado de doctor en Medicina Veterinaria por esta misma Universidad. Desde 1991 es profesor de Patología Médica y compagina su actividad docente con la asistencial en el Hospital Clínico Veterinario de la UAB. Desde 2002 es diplomado por el Colegio Europeo de Patología Clínica (Dipl. ECVCP). Sus áreas de interés son la Hematología y la Oncología de Pequeños Animales y ha publicado numerosos artículos sobre estos temas en revistas internacionales. Introducción Las neoplasias hepáticas primarias son poco frecuentes en el perro y en el gato. Se estima que la prevalencia de esta neoplasia en estudios de necropsia es de 0,6 a 2,6% en perros y del 1,5 a 2, 3% en gatos. En la especie canina, PUNTOS CLAVE Las neoplasias hepatobiliares primarias son poco frecuentes en el perro y el gato. Suelen afectar a animales de edad avanzada con síntomas clínicos inespecíficos o gastrointestinales. La presentación clínica y clasificación morfológica, el origen celular y la naturaleza benigna o maligna de la neoplasia, suelen determinar la intervención terapéutica y el pronóstico. La aproximación clínica en estos pacientes, incluye la analítica completa con análisis de orina y pruebas de coagulación, radiografías y ecografía abdominal con citología o biopsia hepática. La intervención quirúrgica con extirpación del tumor sólo conlleva un buen pronóstico en la presentación lobular o cuando se trata de neoplasias benignas. La quimioterapia no suele ser efectiva en las neoplasias hepáticas primarias. La mayoría de los animales con neoplasias malignas suelen presentar metástasis o formas difusas en el momento del diagnóstico, con el correspondiente mal pronóstico. Departamento de Medicina y Cirugía de Pequeños Animales, Facultad de Veterinaria, Universidad Autónoma de Barcelona, España Marta Planellas Bachas se licenció en Veterinaria por la Facultad de Veterinaria de la Universitad Autónoma de Barcelona (UAB) en 2000. Tras realizar un internado de un año en los diferentes servicios de la Unidad de Pequeños Animales del Hospital Clínico Veterinario de la UAB, continuó ejerciendo como veterinaria en la clínica privada durante tres años. Ha participado en congresos tanto nacionales como internacionales, y ha realizado estancias en centros reconocidos como el centro veterinario Animal Medical Center de Nueva York, y el Hospital Universitario Veterinario de Pequeños Animales en Liverpool, RU. Actualmente compagina la realización de su tesis doctoral sobre apnea obstructiva del sueño en perros braquicefálicos, con la docencia como profesora asociada, en el departamento de Medicina y Cirugía de Pequeños Animales de la UAB. las metástasis en el hígado son mucho más frecuentes que las neoplasias primarias, afectando entre un 30,6% y 36,8% de todos los animales con neoplasias no hepáticas. El bazo, el páncreas y el tracto gastrointestinal son los lugares primarios más frecuentemente implicados en las metástasis en el hígado. En los gatos se estima que el 20% de los tumores hepáticos son metastásicos con origen en el páncreas, tracto gastrointestinal o riñones (1,2,3,4,5). Las neoplasias hepáticas primarias suelen clasificarse según su origen celular y aspecto macroscópico. Respecto al origen celular, pueden ser hepatobiliares, hematopoyéticas, sarcomas o metástasis de otros tumores (Tabla 1). Según la presentación morfológica pueden clasificarse en lobular, nodular múltiple o difuso (Tabla 2). La combinación de la clasificación histopatológica y morfológica tiene implicación en el pronóstico y plan de tratamiento a realizar en estos pacientes. Por ello, el clínico debe contestar siempre a las cuestiones de origen celular del tumor y presentación morfológica para poder tomar las decisiones terapéuticas correctas. En perros, Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 41 Tabla 1. Clasificación de las neoplasias hepáticas según el origen celular. Primarias • Neoplasia hepatobiliar: - Carcinoma hepatocelular - Carcinoma biliar (colangiocarcinoma, adenocarcinoma biliar) - Adenoma hepatocelular (hepatoma) - Adenoma de conductos biliares (cistadenoma) - Carcinoides (neoplasia neuroectodérmica) • Neoplasia hematopoyética: - Linfoma - Leucemia • Sarcomas: - Hemangiosarcoma - Sarcoma - Leiomiosarcoma - Rabdomiosarcoma - Osteosarcoma - Condrosarcoma Metastásicas • Tracto gastrointestinal • Bazo • Páncreas • Riñones • Tejido mamario • Próstata las neoplasias malignas son más frecuentes que las benignas. En gatos, las neoplasias biliares son las más frecuentes, siendo las formas intrahepáticas las predominantes (6,7). Presentación clínica y signos clínicos La mayoría de los animales con neoplasias hepáticas se presentan con signos clínicos inespecíficos como anorexia y pérdida de peso. Se estima que estos síntomas son evidentes en el 75% de los perros y en el 50% de los gatos. De forma menos frecuente se observan vómitos o diarrea, aunque en el gato los vómitos suelen ser comunes. Aproximadamente el 50% de los animales pueden presentar poliuria y polidipsia. Otros animales pueden presentarse con mucosas pálidas y debilidad aguda debido a la anemia y shock hipovolémico por rotura del tumor. Sin embargo, hasta un 25% de los animales no presenta sintomatología clínica y sólo se evidencia una masa hepática al investigar las causas de aumento de las enzimas hepáticas (7,8). Los hallazgos más frecuentes en el examen físico son la presencia de una masa en el abdomen craneal y la distensión abdominal (30% de los casos) o ictericia (18% de los casos). En casos de metástasis, la ictericia es muy poco frecuente. Otras manifestaciones descritas con menos frecuencia son los signos neurológicos por encefalopatía hepática, o los síndromes paraneoplásicos como la hipoglucemia, o las alteraciones cutáneas. Se han descrito algunos casos de miastenia gravis asociada a un carcinoma biliar. Aproximación clínica y estadificación clínica La aproximación clínica frente un animal con sospecha de neoplasia hepática debe incluir información básica como el hemograma, bioquímica sanguínea, pruebas de coagulación, análisis de orina, estudio radiográfico de tórax y abdomen, ecografía abdominal (Figura 1) y aspiración con aguja fina o biopsia hepática si el caso lo permite. Resultados de la analítica En la Tabla 3 se muestran las alteraciones hematológicas y bioquímicas más frecuentemente descritas en animales con neoplasias hepáticas. La leucocitosis asociada a Tabla 2. Definición y porcentaje de incidencia de la presentación morfológica de diferentes tumores hepáticos en el perro. Presentación morfológica Definición Incidencia en Incidencia en Incidencia Incidencia en carcinoma carcinoma en sarcoma carcinoide hepatocelular biliar Lobular o masivo Nódulo o masa grande en un único lóbulo hepático 53-84% 37-46% 36% 0% Nodular múltiple Varios nódulos en todo el parénquima hepático o varios lóbulos hepáticos afectados 16-25% 0-21% 64% 33% Difuso o infiltrativo Múltiples nódulos hepáticos coalescentes en todos los lóbulos o desaparición difusa del parénquima hepático 0-19% 17-54% 67% 0% 42 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 © Yvone Espada © Yvone Espada TUMORES HEPÁTICOS: DIAGNÓSTICO Y OPCIONES TERAPÉUTICAS Figura 1. Aspecto ecográfico de un adenoma biliar en dos gatos. neoplasias hepáticas se debe a la inflamación y necrosis de tumores de gran tamaño. La anemia suele ser moderada y no regenerativa, y se piensa que es debida a una enfermedad crónica, inflamación, o deficiencia de hierro. La trombocitosis, que puede observarse en el 50% de animales con carcinoma hepatocelular, es atribuible a un síndrome paraneoplásico de producción de trombopoyetina, deficiencia de hierro o anemia. Los cambios en los factores de coagulación se relacionan más con un hemangiosarcoma. Sin embargo, en estadios finales de neoplasias hepáticas o en animales descompensados, pueden observarse deficiencias en factores de coagulación o coagulación intravascular diseminada. Por ello, antes de realizar cualquier procedimiento invasivo en estos animales, se recomienda hacer un estudio de la coagulación (8). La elevación de las enzimas hepáticas es frecuente en animales con neoplasias hepáticas, sin embargo, no se observa en todos los animales y el grado de aumento de las enzimas no se correlaciona con el grado de afectación hepática ni con el de gravedad de la enfermedad. Según un estudio (9) realizado en animales con tumores hepáticos primarios, suele haber un incremento más marcado de alanina aminotransferasa (ALT) y de fosfatasa alcalina que en animales con metástasis, mientras que estos últimos suelen mostrar un mayor aumento de bilirrubina y de AST. También se ha propuesto que cuando el ratio AST/ALT es menor que 1, es más compatible con carcinoma mientras que si es mayor que 1 es más probable un sarcoma o carcinoide. Otros cambios bioquímicos descritos son la hipoglucemia, hipoalbuminemia, aumento de ácidos biliares o aumento de albúmina. La hipoglucemia como síndrome paraneoplásico que se asocia al carcinoma hepatocelular, se atribuye a la secreción de factor de crecimiento similar a la insulina tipo II (IGF-II). A diferencia de los perros, los gatos suelen mostrar azotemia con elevada incidencia (9, 10). La alfa-fetoproteína se ha evaluado en el perro y se ha observado un aumento en el 75% de los animales con carcinoma hepatocelular y en el 55% de los carcinomas biliares. Sin embargo, el uso de este marcador tumoral se ve limitado porque también aumenta en animales con linfoma hepático, con otras neoplasias hepáticas o con hepatopatías. Sólo los aumentos muy marcados de alfafetoproteína pueden indicar un carcinoma hepatocelular. Radiografía Las radiografías abdominales pueden revelar una masa en el abdomen craneal, pero depende del tamaño de la Tabla 3. Cambios hematológicos y bioquímicos observados en perros y gatos con neoplasias hepáticas. Parámetro Cambio Incidencia en el perro Hematócrito Leucocitos Disminución 27-50% Aumento 54-73% Plaquetas Aumento 50% carcinoma hepatocelular Incidencia en el gato ¿? ¿? ¿? Fosfatasa alcalina Aumento 61-100% 10-64% Alanina aminotransferasa (ALT) Gamma glutamil transferasa (GGT) Bilirrubina total Ácidos biliares Albúmina Albúmina Glucosa Aumento 44-75% 10-78% Aumento 39% 78% Aumento Aumento Disminución Aumento Disminución 18-33% 33-78% 67% ¿? ¿? ¿? 50-75% 52-83% Ocasionalmente Ocasionalmente Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 43 © Josep Pastor © Josep Pastor Figura 2a. Figura 2b. Imagen ecográfica de una masa hiperecogénica de gran tamaño en el hígado de un perro mestizo de 10 años. Mediante la citología ecoguiada se observan abundantes células hepáticas de aspecto normal que sugieren una hiperplasia nodular. neoplasia o de las metástasis. Otros hallazgos también descritos son el desplazamiento dorsal del estómago, la hepatomegalia, la pérdida de contraste abdominal por presencia de líquido libre o, a veces, la calcificación del árbol biliar. Las radiografías torácicas son útiles y deben incluirse como parte del procedimiento de estadificación de los animales para evidenciar metástasis (11). ecográficos hepáticos en perros y gatos, los cuales pueden causar alteraciones del parénquima hepático de tipo focal, multi-nodular o difuso. La mayoría de los cambios ecográficos hepáticos no suelen ser patognomónicos de una enfermedad y el diagnóstico definitivo se basa en la combinación de la presentación clínica, los resultados de los análisis de sangre y los resultados citológicos o histopatológicos (Figura 2). Los patrones ecográficos básicos se describen en la Tabla 4. La ecografía es muy útil para evaluar el resto del abdomen Ecografía abdominal En la clínica veterinaria a menudo se observan cambios Tabla 4. Patrones ecográficos básicos en la neoplasia hepática. Difuso o multifocal • Las neoplasias hepáticas difusas o multifocales suelen presentar hepatomegalia, pero dependen del grado de infiltración. Los carcinomas hepáticos pueden ser difusos o afectar a múltiples lóbulos, con una apariencia ecográfica variable que depende de la presencia de necrosis, inflamación, hemorragia o cavitación. En estos tumores malignos es habitual un patrón mixto de ecogenicidad . El linfoma puede afectar al hígado sin cambios ecográficos detectables o causar hipoecogenicidad difusa, hiperecogenicidad o ecogenicidad mixta, con o sin nódulos hipoecogénicos. Por ello, si se sospecha un linfoma, aunque el aspecto ecográfico hepático sea normal, se recomienda realizar una citología con aspiración con aguja fina. Las neoplasias histiocíticas se asocian más a menudo a múltiples nódulos y masas hipoecogénicas, aunque se ha descrito hipoecogenicidad hepática difusa. La infiltración de mastocitos del hígado tiende a causar hiperecogenicidad difusa. Patrones nodulares • La hiperplasia nodular benigna es habitual, particularmente en perros, y explica muchas lesiones hepáticas focales identificadas por ecografía. Se estima que hasta un 25-36% de las masas nodulares detectadas en el hígado son hiperplasias nodulares. • Los adenomas hepáticos benignos o los hepatomas pueden aparecer como una masa focal de tamaño variable y normalmente hiperecogénica. • Las neoplasias hepáticas primarias como el carcinoma hepatocelular pueden presentarse como masas focales o multifocales, aunque con menos frecuencia que las metástasis. Las lesiones focales hipoecogénicas con un centro hiperecogénico, llamadas « lesiones diana », están habitualmente asociadas a metástasis aunque algunos procesos benignos, como la hiperplasia nodular, pueden dar lugar a patrones similares. Obstrucción • La ecografía se ha convertido en una herramienta importante de investigación para evaluar perros y gatos biliar ictéricos con obstrucción biliar. Se han descrito neoplasias primarias hepáticas o del tracto biliar, duodeno, o páncreas que pueden causar obstrucción biliar. 44 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 © Félix García Figura 3. © Félix García TUMORES HEPÁTICOS: DIAGNÓSTICO Y OPCIONES TERAPÉUTICAS Figura 4. Aspecto macroscópico de un carcinoma hepatocelular difuso, durante una laparotomía exploratoria en un perro. Aspecto macroscópico de una carcinoma biliar intrahepático durante una laparotomía exploratoria en un perro. en animales con sospecha de neoplasia hepática, especialmente del parénquima hepático y de los ganglios linfáticos, y para completar la estadificación de estos tumores (11-15). formados por hepatocitos de apariencia relativamente normales o con malignidad evidente, por ello en muchos casos es necesario realizar una biopsia mediante ecografía, laparoscopia o laparotomía exploratoria. No obstante, la citología puede informar sobre la presencia de linfoma, mastocitoma, sarcoma histiocítico o ayudar a la clasificación inicial del tipo celular de la neoplasia (Tabla 1). Aunque la concordancia entre citología e histopatología es buena, se han descrito porcentajes que varían desde del 14% al 86% de los casos (12,13,14,15). Citología y biopsia hepáticas La citología hepática es útil para la evaluación inicial de una hepatomegalia y normalmente permite distinguir entre una neoplasia primaria, metastásica o una infección focal. Sin embargo, mediante citología no es posible diferenciar entre una patología inflamatoria focal benigna y una enfermedad crónica progresiva o la extensión de una lesión. Tampoco es posible emitir un diagnóstico definitivo de hiperplasia nodular regenerativa ni diferenciar la reacción inflamatoria benigna de los cambios citoplasmáticos hepatocelulares asociados a otras patologías que causan daño hepático. Las contraindicaciones para la citología ecoguiada pueden ser: • Alteraciones en la coagulación: si una o más de las pruebas de coagulación están alteradas, se recomienda administrar vitamina K1 por vía subcutánea 12 horas antes de la citología. • Masas cavitarias: el hallazgo ecográfico de una lesión cavitaria grande en un perro mayor suele desaconsejar la citología, en particular en machos de raza Pastor Alemán y Golden Retriever por la elevada probabilidad de que se trate de un hemangiosarcoma. Uno de los inconvenientes de la citología hepática es que no se puede diferenciar correctamente entre un adenoma hepático y un nódulo de regeneración, y frecuentemente la diferenciación histológica es también problemática. Además, algunos carcinomas hepatocelulares pueden estar Tratamiento y pronóstico El tratamiento que debe instituirse y el pronóstico en los animales afectados de neoplasias hepáticas primarias, depende del origen celular del tumor, de su naturaleza benigna o maligna y de la presentación morfológica .El veterinario debe decidir en cada paciente el tratamiento de elección entre cirugía o el tratamiento paliativo. El tratamiento paliativo es la opción para los animales que no son candidatos a la cirugía y consiste en recomendaciones de analgesia y tratamiento general de la insuficiencia hepática. Todavía no se ha demostrado en estos pacientes, el éxito de las opciones más novedosas, como el tratamiento metronómico o el uso de antiangiogénicos o inhibidores de la tirosinaquinasa. Carcinomas hepatocelulares En la especie canina no existe una clara predisposición racial, aunque el Caniche, Fox Terrier y Labrador pueden tener mayor incidencia de carcinoma hepatocelular. La presentación macroscópica es muy importante desde el punto de vista clínico, ya que el 100% de las formas difusas presentan metástasis en el momento del diagnóstico, en comparación con el 40% de los animales con la forma aislada. Las metástasis suelen afectar a los ganglios linfáticos regionales, pulmón y peritoneo. El Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 45 © Félix García Figura 5. Múltiples nódulos hepáticos en un perro con hemangiosarcoma esplénico. La biopsia confirmó su naturaleza metastásica. tratamiento de elección es la extirpación quirúrgica si es posible, aunque las complicaciones quirúrgicas suelen situarse en un 28% y la mortalidad en un 12%. Los lóbulos derecho y caudado del hígado son los que mayores complicaciones quirúrgicas conllevan debido a la proximidad de la vena cava caudal. Si la neoplasia es lobular y sin metástasis el pronóstico es bueno, pero es una situación poco frecuente, ya que la mayoría de los animales presentan metástasis en el momento del diagnóstico. El diagnóstico precoz de la enfermedad sería lo ideal, pero la presentación clínica inespecífica no ayuda a este diagnóstico precoz. Sin cirugía, la expectativa media de vida es de 270 días, y se considera que el pronóstico es malo. No se ha descrito una quimioterapia efectiva, aunque la mitoxantrona ha resultado eficaz en algunos casos, aunque lo más frecuente es que no haya respuesta a la terapia debido a la expresión de la p-glucoproteína en las células hepáticas. En la especie felina esta neoplasia es menos frecuente y se dispone de menos información (16-19). Adenomas hepatocelulares También denominados hepatomas, son tumores más frecuentes en gatos que en perros. En la especie canina a veces es muy difícil de diferenciar de hiperplasias nodulares reactivas y es necesaria la biopsia hepática para establecer el diagnóstico. El pronóstico suele ser bueno; sin embargo, se recomienda extirparlos quirúrgicamente si dan problemas, ya que pueden crecer hasta tamaños muy grandes y son frecuentes las roturas espontáneas. Adenocarcinoma/carcinoma de conductos biliares/colangiocarcinoma Estos tumores, constituyen la neoplasia hepática maligna más frecuente en gatos y la segunda más frecuente en 46 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 el perro (Figura 4). En las dos especies presenta un comportamiento muy agresivo existiendo metástasis en el momento del diagnóstico en entre un 60% y un 88% de los casos. Los carcinomas biliares suelen metastatizar en ganglios regionales, pulmones y peritoneo, pero también en riñón, corazón, glándulas suprarrenales, ojo y hueso. Suelen clasificarse como lesiones intrahepáticas o de los conductos extrahepáticos, siendo las intrahepáticas más frecuentes en la especie canina y las extrahepáticas en la felina. Se han descrito las tres presentaciones morfológicas (lobular, multifocal y difusa). En general, sólo la forma lobular sin evidencia de metástasis debe extirparse quirúrgicamente. Para el resto de presentaciones el pronóstico es muy malo y la intervención quirúrgica no suele ser posible. Aunque pueda realizarse la extirpación quirúrgica, el pronóstico sigue siendo malo ya que la mayoría de los animales mueren en los 6 meses siguientes a la cirugía. No se ha descrito quimioterapia efectiva en estos tumores (20). Adenomas de conductos biliares Son poco frecuentes en la especie canina, pero son los más frecuentes en la especie felina, donde los machos parecen estar más afectados que las hembras. También se denominan cistadenomas biliares, adenoma biliar o adenoma colangiocelular. En la especie felina el 50% se presenta de forma aislada o lobular y el 50% en forma multifocal. El pronóstico suele ser bueno, ya que son hallazgos accidentales, pero tienden a crecer hasta que, por efecto masa o compresión de algún órgano, los animales presentan síntomas clínicos y es entonces cuando la extirpación quirúrgica suele ser necesaria (21). Otras neoplasias Los tumores neuroendocrinos (carcinoides) son poco frecuentes en el perro y el gato. Cuando se presentan suelen ser difusos, pero no hay que confundirlos con metástasis o tumores de otros orígenes. También se han descrito en la vesícula biliar, y pueden presentar respuestas parciales a la colecistectomía. No obstante, en general, el pronóstico es malo y en el 90% de los casos existe metástasis en el momento del diagnóstico (7). Los sarcomas hepáticos primarios son poco frecuentes en el perro y en el gato. En el perro el leiomioma es la presentación más frecuente, pero también se han descrito hemangiosarcomas, fibrosarcomas, rabdomiosarcomas, liposarcomas y sarcomas histiocíticos. En gatos el hemangiosarcoma es el sarcoma primario más frecuente. Los sarcomas malignos suelen ser muy agresivos con TUMORES HEPÁTICOS: DIAGNÓSTICO Y OPCIONES TERAPÉUTICAS metástasis en el 86 al 100% de los casos o presentación difusa en el hígado. Las respuestas a la quimioterapia son similares a las de los sarcomas de otras localizaciones. Por ejemplo, los sarcomas histiocíticos responden parcialmente a la lomustina (CCNU), con una media de remisión de 85 días y un tiempo de supervivencia de 172 días (22). También se han descrito neoplasias benignas como fibromas y hemangiomas, pero son mucho menos frecuentes. Por otro lado, siempre deben considerarse la posibilidad de metástasis (Figura 5) cuando se diagnostica un tumor hepático. Conclusión Las neoplasias hepatobiliares primarias son poco frecuentes en el perro y en el gato, y tienden a afectar a los animales mayores con manifestaciones clínicas inespecíficas o gastrointestinales. La presentación clínico-morfológica de la enfermedad, su origen celular y su naturaleza, normalmente, determinan las opciones terapéuticas y el pronóstico. Para conseguir un diagnóstico definitivo y una clasificación precisa es necesario realizar una analítica completa, radiografías y ecografías, así como citología o biopsia hepáticas. La resección quirúrgica de un tumor hepatobiliar ofrece un buen pronóstico sólo en unos pocos casos y debe realizarse únicamente después de considerar con detenimiento todos los factores. BIBLIOGRAFÍA 1. Patnaik AK, Hurvitz AI, Lieberman PH. Canine hepatic neoplasms: a clinicopathologic study. Vet Pathol 1980; 17: 553-564. 2. Strombeck DR. Clinicopathologic features of primary and metastatic neoplastic disease of the liver in dogs. J Am Vet Med Assoc 1978; 173: 267-269. 3. Engle GC, Brodey RS. A retrospective study of 395 feline neoplasms. J Am Anim Hosp Assoc 1969; 5: 2-31. 4. Schmidt RE, Langham RF. A survey of feline neoplasms. J Am Vet Med Assoc 1967; 151: 1325-1358. 5. Balkman, C. Hepatobiliary neoplasia in dogs and cats. Vet Clin Small Anim 2009; 39: 617-625. 6. Cullen JM, Popp JA. Tumors of the liver and gallbladder. In: Meuten DJ, ed. Tumors in domestic animals. 4th ed. Ames: Iowa State Press, 2002. 7. Thamm DH. Hepatobiliary tumors. In: Withrow SJ, MacEwen EG, eds. Small animal clinical oncology. 3rd ed. Philadelphia: WB Saunders, 2001. 8. Badylak SF, Dodds J, Van Vleet JF. Plasma coagulation factor abnormalities in dogs with naturally occurring hepatic disease. Am J Vet Res 1983; 44: 2336-2340. 9. Center SA, Slater MR, Manwarren T, et al. Diagnostic efficacy of serum alkaline phosphatase and gamma-glutamyltransferase in dogs with histologically confirmed hepatobiliary disease: 270 cases (1980–1990). J Am Vet Med Assoc 1992; 201: 1258-1264. 10. Zini E, Glaus TM, Minuto F, et al. Paraneoplastic hypoglycemia due to an insulinlike growth factor type-II secreting hepatocellular carcinoma in a dog. J Vet Intern Med 2007; 21: 193-205. 11. Evans SM. The radiographic appearance of primary liver neoplasia in dogs. Vet Radiol 1987; 28: 192-206. 12. Feeney DA, Johnston GR, Hardy RM. Two-dimensional, gray-scale ultrasonography for assessment of hepatic and splenic neoplasia in the dog and cat, J Am Vet Med Assoc 1984; 184: 68. 13. Newell SM, Selcer BA, Girard E, et al: Correlations between ultrasonographic findings and specific hepatic disease in cats: 72 cases (1985–1997). J Am Vet Med Assoc 1998; 213: 294. 14. Cole TL, Center SA, Flood SN, et al. Diagnostic comparison of needle and wedge biopsy specimens of the liver in dogs and cats. J Am Vet Med Assoc 2002; 220: 1483-1490. 15. Wang KY, Panciera DL, Al-Rukibat RK, et al. Accuracy of ultrasoundguided aspiration of the liver and cytologic findings in dogs and cats: 97 cases (1990–2000). J Am Vet Med Assoc 2004; 224: 75-78. 16. Patnaik AK, Hurvitz AI, Lieberman PH, et al. Canine hepatocellular carcinoma. Vet Pathol 1981; 18: 427-438. 17. Liptak JM, Dernell WS, Monnet E, et al. Massive hepatocellular carcinoma in dogs: 48 cases (1992–2002). J Am Vet Med Assoc 2004; 225: 1225-1230. 18. Kosovsky JE, Manfra-Marretta S, Matthiesen DT, et al. Results of partial hepatectomy in 18 dogs with hepatocellular carcinoma. J Am Anim Hosp Assoc 1989; 25: 203-206. 19. Liptak J. Hepatobiliary tumors. In: Withrow S, Vail D. Withrow and MacEwen’s small animal clinical oncology. Philadelphia: Elsevier. 2006; 483-491. 20. Pastor J, Majo N, Arbona C, et al. Sclerosing adenocarcinoma of the extra-hepatic bile duct in a cat. Vet Rec 1997; 140: 367-368. 21. Trout NJ, Berg J, McMillan MC, et al. Surgical treatment of hepatobiliary cystadenomas in cats: five cases (1988–1993). J Am Vet Med Assoc 1995; 206: 505. 22. Skorupski KA, Clifford CA, Paoloni MC, et al. CCNU for the treatment of dogs with histiocytic sarcoma. J Vet Intern Med 2007; 21: 121-126. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus / 47 GUÍA PARA RECORTAR Y GUARDAR... Toma de biopsias hepáticas Davide De Lorenzi, DVM, PhD, Dipl. ECVCP Clínica Veterinaria San Marco, Padua, Italia Las principales indicaciones para realizar una biopsia hepática son las siguientes: • Tamaño anómalo del hígado • Diagnóstico diferencial de ictericia • Diagnóstico diferencial de patrones parenquimatosos no homogéneos en la ecografía • Identificación del tipo de masas o nódulos hepáticos • Identificación de la causa de los cambios observados en el perfil bioquímico Los procedimientos de obtención de muestras son en general seguros para el paciente, pero existen algunas contraindicaciones, en concreto en el caso de la toma de biopsias: • Contraindicaciones absolutas: 1. Riesgo elevado de hemorragia (coagulopatía severa, dilatación vascular intraparenquimatosa) 2. Lesiones quísticas que contengan líquido (abscesos, lesiones quísticas con contenido desconocido) 3. Anemia severa • Contraindicaciones relativas: 1. Ascitis 2. Falta de experiencia 3. Obstrucción biliar extrahepática 4. Insuficiencia cardiaca congestiva Aunque se sigan todas las precauciones al tomar la muestra, se han comunicado algunas complicaciones como resultado de la obtención de biopsias hepáticas. 48 / Veterinary Focus / Vol 20 No 3 / 2010 Las complicaciones principales son las siguientes: • Hemorragia grave • Laceración de la vesícula biliar • Peritonitis séptica • Peritonitis biliar Existen diversos métodos de toma de biopsia hepática: en general, en primer lugar se toman muestras para el estudio citológico mediante aspiración con aguja fina. Si esta técnica proporciona material insuficiente o no diagnóstico, el siguiente paso consiste en tomar una muestra de tejido para su estudio histopatológico. Este material puede obtenerse mediante una técnica ecoguiada utilizando aguja gruesa, un procedimiento laparoscópico poco invasivo o un abordaje quirúrgico convencional. Toma de citologías utilizando una técnica libre La obtención de muestras por aspiración con aguja fina puede realizarse « a ciegas » o de forma ecoguiada. En el primer caso, la muestra se toma con el paciente de pie o en decúbito lateral derecho (Figura 1). Dependiendo del tamaño del paciente, puede utilizarse una aguja de jeringa regular o una aguja espinal. En general, en un principio se toma la muestra mediante capilaridad con aguja fina, sin aspiración mediante una jeringa unida a la aguja. En los gatos se prefiere un abordaje diferente (Figura 2). Toma de biopsias ecoguiada La ecografía intervencional es el procedimiento utilizado con más frecuencia en Medicina Veterinaria para obtener biopsias o citologías hepáticas (Figura 3). La gran ventaja de la técnica es el control continuo de las diversas zonas de muestreo, que permite optimizar la toma de la muestra a la vez que se reducen los riesgos al mínimo. Se describen dos técnicas principales de L as patologías hepáticas son un grupo extenso y heterogéneo de enfermedades que pueden afectar a perros y gatos de cualquier raza y edad. Aunque los análisis clínicos a menudo proporcionan una indicación clara de un trastorno hepático, y las técnicas de diagnóstico por imagen pueden ser una herramienta clínica esencial, para poder emitir un diagnóstico definitivo de enfermedad hepática es necesario un estudio histopatológico. TOMA DE BIOPSIAS HEPÁTICAS En el caso de una sola lesión, la aguja de citología (calibre 23-27 G) se hace pasar 2 ó 3 veces por el interior de la lesión para maximizar la recogida de células sin crear una excesiva contaminación hemática. Si la vista ecográfica muestra patologías difusas se aconseja tomar otras muestras de lóbulos diferentes. © Davide De Lorenzi toma de biopsia hepática mediante ecografía. En la primera (ecoguiada), se utiliza una guía aplicada al transductor ecográfico a través de la cual la aguja se mueve a lo largo de un carril fijo. En la segunda técnica (ecoasistida), la aguja se inserta utilizando una técnica libre bajo visión ecográfica, lo que permite al técnico tener una mayor libertad de maniobra, pero, en teoría, menos precisión al tomar la muestra. Figura 1. Se prepara un área situada entre el 7º y el 10º espacio intercostal desde el esternón hasta la mitad del tórax, se desinfecta y se inserta craneodorsalmente una aguja de calibre 22-24 G, justo en situación dorsal a la unión costocondral. En general, los procedimientos que se acaban de describir no requieren anestesia ni sedación, excepto para los pacientes particularmente nerviosos o agitados. Figura 2. © Davide De Lorenzi Con el gato en decúbito dorsal, se inserta la aguja en dirección cráneo-caudal en el espacio comprendido entre el margen izquierdo de la apófisis xifoides y el margen costal izquierdo. Figura 3. La ecografía es el procedimiento utilizado con más frecuencia para obtener biopsias hepáticas. © Davide De Lorenzi La biopsia se toma utilizando una aguja Menghini, Tru-Cut® o BARD®. En general, el paciente se coloca en decúbito dorsal y la aguja se inserta de acuerdo con las indicaciones del estudio ecográfico. Una vez verificada la correcta colocación de la aguja en el interior del tejido del que se va a extraer la muestra (Figura 4), se libera el mecanismo de corte de la aguja. Cuando se extrae el tejido, se verifica que la cantidad obtenida es adecuada. La muestra se coloca entonces con cuidado en el interior de un recipiente para biopsia con formol. Se debe realizar una ecografía aproximadamente una hora después de la toma de la biopsia para descartar la presencia de una hemorragia significativa. © Davide De Lorenzi El contenido de la aguja se deposita cuidadosamente en un portaobjetos y se extiende, asegurándose de no continuar la extensión hasta el final del portaobjetos para no perder los elementos celulares de mayor tamaño como los grupos de hepatocitos, que son a menudo los más representativos y útiles para el diagnóstico. Figura 4. Asegurar la colocación correcta de la aguja en el interior del tejido del que se va a obtener la muestra antes de liberar el mecanismo de corte de la aguja. Vol 20 No 3 / 2010 / Veterinary Focus /49