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ATIENZA
DE LOS
JUGLARES
REVISTA DE ACTUALIDAD, HISTÓRICO-LITERARIA-DIGITAL
AÑO 6. NÚMERO 59. ABRIL 2014
Atienza (Guadalajara)
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Atienza de los Juglares. 1/4/2014.
Atienza de los Juglares
Atienza de los Juglares
Número 59. Abril, 2014
Dirección y coordinación: Tomás Gismera Velasco
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trabajo publicado, relacionado con Atienza, la Serranía, el antiguo
común de Villa y Tierra de Atienza, o cualquier otro aspecto en el que
Atienza y su comarca tenga participación, puedes enviar tus
colaboraciones a: [email protected]
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Atienza de los Juglares. 1/4/2014.
Atienza de los Juglares
SUMARIO:
.- 5.- Atienza. Noticias de la Comunidad de Pastos y Montes. Juan Luis López
Alonso.
.- 13.- Noticias de los últimos años del siglo XVIII del convento de San
Francisco, en Atienza y su entorno. Tomás Gismera Velasco.
.- 17.- Atienza. El Infortunio de Juan Bodera. Juan Luis López Alonso.
.- 19.- Atienza siglo XX. Crónicas de la historia reciente (25). Tomás Gismera
Velasco.
.- 25.- Pedro Gómez de la Serna. Juan Pablo Calero Delso.
.- 29.- La excursión al Alto Rey de Manuel Pérez Villamil, de 1879 (8).
.- 33.- La mañana triste de Villalar, 23 de abril de 1521.
.- 37.- El Monasterio de Santa María de Bonaval, en Retiendas.
.- 39.- Nos vamos al refranero, de abril. Juan Luis López Alonso.
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ATIENZA,
NOTICIAS DE LA COMUNIDAD
DE PASTOS Y MONTES
Juan Luis López Alonso
Las comunidades de pastos son
una fórmula ancestral de manejo
ganadero. Algunas de ellas se remontan
muchos siglos en el tiempo, (la de
Atienza se remonta al siglo XII) y su
relación con la ganadería extensiva ha
sido siempre directa. La ganadería
extensiva lleva consigo necesariamente
la mancomunidad en el dominio y en el
disfrute del suelo, de manera que se
establecieron distintos sistemas más o
menos originales para aprovechar los
pastos disponibles en cada época del
año. Además de los pastos hay que
incluir las leñas, la caza y la pesca. La
mayoría de estas instituciones ha
desaparecido, víctima de los procesos
de privatización acaecidos desde el
siglo XIX. En el primer documento que
presentamos, la Villa de Atienza sale
en defensa de Huetos, uno de los
lugares de su Jurisdicción.
Cuando
se
produce
la
Reconquista a mediados del siglo XII,
el lugar de Huetos quedó incluido en la
Jurisdicción de la Comunidad de Villa
y Tierra de Atienza, rigiéndose por su
Fuero, y encontrándose en el extremo
sureste de su Jurisdicción.
Al fundar el monasterio
cisterciense de Santa María de Óvila, el
rey Alfonso VIII de Castilla, en el
último cuarto del siglo XII, donó al
abad y al monasterio referido el lugar
de Huetos.
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Atienza de los Juglares
A finales del siglo XV, Huetos pasa a formar parte del Señorío y Jurisdicción de Cifuentes,
perteneciendo a la Comunidad de Pastos de Atienza, hasta el siglo XIX. El municipio en el siglo
XVIII pertenece a la provincia de Guadalajara y es frontera con municipios de otras dos provincias:
Carrascosa de Tajo, único pueblo del Común de Cuenca al norte del Tajo; y Canrredondo, Oter y
Sacecorbo, que pertenecen al Ducado de Medinaceli, provincia de Soria. En este ámbito se produce
el Poder de la Villa de Atienza que presentaremos.
El 5 de junio de 1.736, en Atienza, ante el escribano Antonio Varona de Elgueta1, los
testigos Diego Fernández Sopeña, Juan Sanz, y Lucas Gil se reúne la Justicia y Regimiento de
Atienza. Estando juntos y congregados en sus Casas Consistoriales citados por su portero, como lo
tenían de costumbre, para tratar y conferir las cosas tocantes y pertenecientes al bien de dicha Villa.
Se encuentran presentes D. Juan de Aguilar, teniente de Corregidor de la Villa y su Tierra, D. José
Ortega de Castro, Regidor Perpetuo, Francisco Paniagua Villaverde, Diputado Regidor por el estado
de hombres buenos, y Pablo de Sancho, Procurador Síndico General de la Villa, siendo la mayoría
de los miembros de que se compone el Ayuntamiento. El escribano da fe de la expresa obligación
de que se comprometen con sus bienes propios y futuros. Y de esta manera dijeron:
“Que como dueña y señora (la Villa de Atienza) de su suelo y territorio, tiene Pleito
pendiente en la Real Chancillería de la Ciudad de Valladolid contra los Concejos de los lugares de
Canrredondo, Oter y Sacecorbo, de la Jurisdicción Ducal de Medinaceli, sobre la Jurisdicción y
aprovechamiento de diferentes términos, y otras cosas en dicho Pleito contenidas. Y por parte de
dichos lugares se ha presentado Petición, pretendiendo se les entregue una Real Ejecutoria que
tienen presentada en dicho Pleito, ganada en el año pasado de 1.669, en el Pleito que siguieron en
dicha Real Chancillería con el Concejo y vecinos del lugar de Huetos, comprendido en el suelo de
esta dicha Villa, sobre la nulidad de diferentes apeos y amojonamientos hechos por dicho lugar de
Canrredondo. Y que de ella por el Secretario de Cámara se saque copia para que sirva en dicho
Pleito. De la cual dicha pretensión se le ha dado traslado a esta dicha Villa. Y para hacérselo
traer, se despachó Real Provisión por los señores Presidentes y Oidores, el día 25 del mes de mayo
próximo pasado, con que ha sido requerida.
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AHPGU. P-2305.1
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Y en atención a que dichos lugares por este medio pretenden eternizar dicho Pleito, y usar
de la Real Ejecutoria, procediendo para su cumplimiento y observancia contra los vecinos de otros
pueblos comprendidos en el Suelo de esta dicha Villa, impidiéndoles la entrada y común
aprovechamiento, que como tales deben tener en los montes y términos litigados, de que resultará
hacerles muchas vejaciones, gastos, daños y perjuicios, acorralándolos y penándoles los ganados,
y haciéndoles otras molestias con el uso de dicha Real Ejecutoria. Y para evitar todo lo referido,
otorgamos y conocemos:
Que damos todo nuestro poder cumplido, el que a derecho se requiere, es necesario y más
puede y debe valer, a D. Manuel de San Pedro Ortiz, Procurador del número en la dicha Real
Chancillería,, especialmente para que en nombre de esta dicha Villa, y representando su propia
persona, pueda parecer y parezca ante Su Majestad (que Dios guarde), y ante dichos señores
Presidentes y Oidores, y siga, fenezca y acabe en todas instancias el Pleito y Causa que va hecha
mención (…), antes bien, haga las diligencias necesarias para su prosecución, proponiendo y
exponiendo para que se les deniegue dicha entrega las Causas y razones en esta Escritura
declaradas, y la de no haber sido citada ni emplazada esta dicha Villa, como señora y cabeza
principal de todo su suelo, en que es comprendido el dicho lugar de Huetos, Para el seguimiento
del Pleito del que dimana dicha Real Ejecutoria, alegando todo lo demás que le pareciere
conveniente para conseguir dicha Denegación y las demás pretensiones que esta dicha Villa tiene
introducidas en el Pleito. Y en razón que esta dicha Villa tiene introducidas en dicho Pleito. Y en
razón de todo ello, cada cosa y parte pueda hacer Pedimentos, Requerimientos, Citaciones,
Contradicciones Protestas, Emplazamientos, Consentimientos, Apartamientos, ponga tachas, haga
juramentos, (…).Y finalmente haga todos los demás Autos y Diligencias Judiciales y Extrajudiciales
que se requieren, y lo mismo que esta dicha Villa pudiera hacer presente, siendo hasta haber
conseguido se declare todo a su favor.
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Que el Poder que para todo ello, y lo anejo, y dependiente se requiere, aunque aquí no se
declare y de derecho sea necesario, el mismo le damos y otorgamos a dicho D. Manuel de San
Pedro amplísimo y sin tener ninguna limitación, coincidencias y dependencias, libre, franca y
general Administración. Y con la facultad de que lo pueda sustituir en un procurador, dos, o más,
revocar los sustitutos, y nombrar otros de nuevo, y a todos relevamos en forma. Y a la firmeza de lo
que en virtud de este Poder se hiciere, obligamos los bienes propios y rentas de esta dicha Villa,
muebles y raíces, presentes y futuros (…) Y lo otorgamos así ante el presente escribano y testigos
en la Villa de Atienza, a 5 días del mes de junio de 1.736. Firman los otorgantes, testigos y
escribano.”
La Comunidad de Pastos se establece, como se dijo, a mediados del siglo XII entre las
villas, lugares y aldeas que entonces pertenecían al Suelo y Tierra de Atienza. Con el paso de los
años se van segregando de la Jurisdicción del Común de Villa y Tierra numerosas villas, pero,
aunque el Común se redujese, la Comunidad de Pastos seguía funcionando en el siglo XVIII, pese
al abandono y dejación de los pueblos. La Comunidad de pastos y leñas cumplía una misión de
sostenimiento de ganados, compatible con la agricultura y el modo de vida de los pueblos, como lo
demuestran los documentos que presentamos.
ESCRITURA DE CONCORDIA DE LA VILLA DE ATIENZA CON LA DE
JADRAQUE Y SUS SEXMOS2
El 21 de mayo de 1.730, ante el escribano y testigos comparecieron de una parte los
Señores de Justicia y Regimiento de la Villa de Atienza, D. Juan Arias Saavedra, teniente de
Corregidor, D. José Ortega de Castro, D. Pedro Álvarez del Valle, D. José de la Cabreriza, Pedro
Rodríguez Valbuena, D. Pedro de Elgueta Urbel, Regidores Perpetuos, y Gerónimo de Hijes,
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AHPGU. P-2303-A
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Procurador Síndico General; de la otra parte, D. Manuel Verdugo y Oquendo3, vecino de la
Villa de Jadraque, comisionado (en virtud del Poder que tiene de la Justicia y Ayuntamiento de
dicha Villa, con fecha 20 de mayo de 1.730) para lo que en la Escritura se expresará. Asisten
también Juan de Nicolás, vecino de La Olmeda, Procurador del Sexmo del Henares, y José
Baides, vecino de Bustares, Procurador del Sexmo de Bornova, ambos de la Jurisdicción de
Jadraque.
Empiezan manifestando que en el año 1.698, ambas Villas y Sexmos hicieron una Escritura
de Transacción y Convenio. En ella, la Villa de Atienza, “como señora que es de su suelo y
territorio en que es comprendida la dicha de Jadraque y Sexmos, en virtud de Privilegio de Su
Majestad (que Dios guarde), Licencia y Consentimiento” para poder cortar para carbón 200.000
@ en los montes huecos y extremos reales de los comprendidos en sus términos, con ciertas
cantidades y condiciones; y entre ellas, la de pagar a la Villa de Atienza, como señora del suelo, un
10% del producto que vendiesen de las cortas.
Desde el momento que se otorgó la Escritura hasta ese día, resultó estarse debiendo a la
Villa de Atienza 2.500 reales de vellón. Entre las partes acuerdan que si se necesitase hacer alguna
corta en montes huecos y extremos reales en el suelo de la Villa de Jadraque y sus Sexmos, ha de
ser con las siguientes condiciones:
1ª. Primeramente es condición que para la paga de los 2.500 reales que se están debiendo
a la Villa de Atienza (…) de las cortas hechas y de lo que ha producido el carbón (…) los ha de
pagar y satisfacer la dicha Villa de Jadraque y sus Sexmos (en ello no está incluida la corta que
se está haciendo desde 1.726 en el Lugar de Semillas, Jurisdicción de Jadraque, en los montes que
llaman Colladillos y Colmenilla, que se pagarán aparte a la Villa de Atienza).
2ª Es condición que por la dicha Villa de Jadraque y sus Sexmos se han de dar a esta de
Atienza un 8 % del producto que rindieren las cortas que hicieren para carbón en sus montes
huecos y extremos reales. Y su importe ha de pagar en esta dicha Villa a los plazos en que se
ajustare con las personas a quien se le diere dicho carbón, según lo que correspondiere a cada
uno de ellos al dicho 8 %.
3ª Es condición que todos los gastos que se originasen en las cortas que se hiciesen para
hacer el dicho carbón, como son ganar Facultad de Su Majestad, que Dios guarde, para poderlas
hacer, gastos de escrituras, la venta de dicho carbón, tomar cuentas de su producto, y lo demás
concerniente a ello, se han de descontar y bajar del importe principal de la venta de dicho carbón
y hecho de lo que quedase líquido, se ha de pagar a dicha Villa de Atienza el 8 %.
4ª Es condición que por dichas Comunidades y Sexmos se enviase Capitulares a ganar
facultad para la venta del carbón y cortas de dichos montes, y a lo demás concerniente a ellas y
su recobro los salarios (…) se han de pagar por dichas Villas y Sexmos, cada una al Capitular
que enviase, sin poderse sacar dichos salarios de lo que rinden las cortas.
5ª Es condición que si por alguna Comunidad o persona particular se pusiese algún pleito
o embarazo en hacer cortas (…) ha de salir una y otra Comunidad a su defensa, y pagar los
gastos que se originasen, respectiva de lo que percibiere cada una de las cortas, y segur tales
litigios hasta su fenecimiento.
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Abuelo del Vocal de la Junta de Gobierno, Armamento y Defensa de Guadalajara,
D. Joaquín Verdugo y Leizaur.
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6ª Es condición que ambas Comunidades y Sexmos hayan de concurrir al ajuste y
celebración de las ventas que se hicieren en las cortas que ejecutaren dicha Villa de Jadraque y
sus Sexmos, avisándose para este fin, para que concurra Capitular de ella, (…) y sepa la
cantidad en que se ha vendido y a que personas. (Jadraque deberá enviar instrumentos jurídicos
donde consten las cuentas).
Bajo las referidas condiciones se obligaban y obligaron los representantes de Atienza,
Jadraque y sus Sexmos, al cumplimiento de la Escritura. Se añade que no se pedirá a Jadraque y
sus Sexmos cantidad del importe de las cortas que se han hecho desde que se otorgó la Escritura
de 1.698, hasta el día de la fecha, exceptuando los 2.500 reales. Continúa la Escritura con los
términos y párrafos jurídicos, que para evitar prolijidad se omiten. Firman los otorgantes, los
testigos y el escribano que da fe de ello.
No pasa mucho tiempo sin que haya pleitos con Jadraque por la Jurisdicción. Así, el 25 de
junio de 1.731, comparecen ante el escribano Antonio Varona de Elgueta4 y testigos, en las Casas
Consistoriales de Atienza, el Licenciado D. Felipe Martínez Gutiérrez, Abogado de los Reales
Consejos y Alcalde Mayor en ella y su Tierra, D. José Ortega de Castro, D. Pedro Álvarez del
Valle, D. José Ucedo del Águila, Regidores Perpetuos, D. Juan de Aguilar, Diputado por el estado
de hijosdalgo, Antonio Galán, Diputado por el estado de hombres buenos, y Miguel Rodríguez,
Procurador Síndico General de la Villa. Y así juntos dijeron:
“Que esta dicha Villa tiene ganada Real Ejecutoria de los señores Presidente y Oidores de
la Real Chancillería de Valladolid del pleito que siguió contra la Villa de Jadraque y lugares de
su Jurisdicción, como señora de su suelo y territorio, sobre la Comunidad de Pastos y
aprovechamiento y libertad con que podían y debían entrar en sus montes y términos a pastar,
pescar, cazar, coger bellota, cortar y rozar leña todas las Villas y Lugares comprendidos en dicho
suelo y territorio, excepto en las dehesas boyales de cada pueblo. Declarándose por Sentencias de
Vista y Revista poder hacer lo referido.
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AHPGU. P-2303-B
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Y para la observación y conservación de dichos montes y pastos, y conocer en las
Querellas y Causas Criminales, y quejas que se dieren por las partes interesadas, en razón de la
prohibición, y que no se contravenga a lo expresado y declarado en dicha Real Ejecutoria, y
sentencias en ella insertas, se le adjudicó la Jurisdicción Real a Su Majestad, que Dios guarde. Y
en su real nombre a su fiscal, y a esta dicha Villa de Atienza, para que por medio de sus Alcaldes
Mayores, y como Juez privativo de dicho suelo y territorio, la usase y ejerciese en los casos ya
referidos, declarándose, asimismo, no poder tener ninguna Villa y Lugar de las que comprende
dicho suelo, una Dehesa Boyal. Y que ésta había de ser la más antigua, como mejor consta de
dicha sentencia que en lo necesario habemos aquí por expresadas. Y respecto que a esta dicha
Villa, como tal señora del citado suelo, se le han dado muchas y repetidas quejas, de que las
dichas Villas y Lugares han comprendido en dichas dehesas boyales, para darles más extensión,
parte de los montes, términos y pastos comunes de su propia autoridad, en perjuicio de esta dicha
Villa. Y las demás que deben tener en dichos montes y términos los aprovechamientos ya
declarados, penando y castigando a los que entran a pastar y cortar leña las Justicias, y
haciéndoles otras vejaciones y molestias dignas de corrección. Usando dichas Justicias de
Jurisdicción que no tienen, y apropiando los pueblos para sí los términos y montes que de lo
común han incorporado en dichas sus dehesas boyales. Y para poner en ello el remedio
conveniente:
Otorgamos y concedemos (…) y damos todo nuestro Poder Cumplido (…) a D. Manuel de
San Pedro Ortiz, agente de negocios en la dicha Real Chancillería de Valladolid, para que en
nombre de esta dicha Villa, y representando su propia persona, pueda parecer y parezca ante Su
Majestad (que Dios guarde), y ante los Señores Presidente y Oidores, y gane Real Provisión, para
que el Señor Alcalde Mayor de esta dicha Villa, como tal juez privativo de dicho suelo, pase con
asistencia del escribano del Ayuntamiento y Comisario que nombre esta dicha Villa al
reconocimiento de las dehesas boyales de las Villas y Lugares comprendidas en él, y con citación
de los circunvecinos, las apee, deslinde y amojone, según constare por apeos antiguos,
instrumentos que se presenten, y probanzas que se hicieren por los pueblos, para que se practique
entre ellos la paz y quietud con que se deben mantener, y no se contravenga a lo mandado en la
Real Ejecutoria ya citada (…) respecto de haber 28 años que no se ha hecho, y hallarse los hitos y
mojones, con el transcurso del tiempo, caídos y devorados, y que de no renovarse se perderán. Y
faltarán personas que declaren los sitios, nombres y parajes, de que se le seguirá gran daño y
perjuicio. Pidiendo se le confiera para todo lo referido, la Comisión y facultad necesaria, en la
forma que se le dio en la Real Provisión, que se libró por dichos Señores, para el apeo que se hizo
el año pasado de 1.703”.
Continúa con términos notariales sobre el poder, que no se citan para evitar prolijidad. Lo
firman los otorgantes, los testigos y el escribano, que da fe.
QUINTADO DE GANADO
Entre las Regalías, Privilegios y Facultades que poseía el Común de Villa y Tierra de Atienza,
cabe destacar el quintado5 sobre el ganado que quebrantase las Ordenanzas de pastos del su suelo y
territorio. Como ejemplo destacamos un caso del siglo XVIII.
En Atienza, el 2 de mayo de 1.729, ante el escribano Antonio Catalán y los testigos Manuel
Garrido, Francisco Ortego, y Juan Sanz, comparecieron para otorgar Escritura de Obligación, José
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Se expropia al que contraviene las Ordenanzas una res de cada cinco. Duro
castigo, como se verá.
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Atienza de los Juglares
Ranz, Francisco Riosalido y Antonio de la Iglesia, vecinos de la Villa de Varona (¿Barahona?),
como principales, y Juan Esteban Torres y Matías Ramos, vecinos de Atienza, como fiadores.
Todos juntos, mancomunadamente, dicen:
“Que por cuanto a nosotros, los dichos José Ranz, Francisco Riosalido y Antonio de la
Iglesia, junto con otros aparceros de los ganados lanares que tenemos, se nos ha quintado por
esta dicha Villa de Atienza, como Señora del suelo y territorio de ella. Y por el Señor Alcalde
Mayor, como Juez privativo de él, en virtud de Real Privilegio y Cartas Ejecutorias, que para ello
tiene dicha Villa, por haber pastado dichos ganados sin licencia en los términos Comunes, y luego
de los lugares de Negredo, Jirueque, Castilblanco y Membrillera, Jurisdicción de la Villa de
Jadraque, comprendidos en dicho suelo.
Y en causa de denunciación que sobre dicho quinto se nos ha hecho, se nos ha condenado
en perdimiento de 311 cabezas de dicho ganado, que correspondieron al dicho quinto, por no ser
la dicha Villa de Varona comprendida en dicho suelo, ni tener Comunidad de Pastos en él.
Y porque del importe del dicho quinto restamos deber a esta dicha Villa 900 reales de
vellón, y no tener al presente, con qué satisfacernos, todos juntos los otorgantes nos obligamos
con nuestras personas y bienes, presentes y futuros, de pagar a esta Villa y a su Mayordomo de
Propios en su nombre y quien legítimamente lo haya de haber los dichos 900 reales para el día de
San Juan de junio que viene de este presente año de la fecha, puestos y pagados en esta dicha
Villa, en poder de dicho Mayordomo, a nuestra costa y riesgo, en moneda usual y corriente al
tiempo de su paga. Y si así no lo hiciéramos pasado el plazo, queremos ser apremiados a ello por
ejecución y prisión, y demás remedios de derecho.
Y a su cumplimiento nos obligamos como dicho es con nuestras personas y bienes,
muebles y raíces, habidos y por haber. Y damos nuestro poder cumplido a las Justicias y Jueces
de Su Majestad, para que nos lo hagan cumplir como por sentencia pasada en cosa juzgada. Y
renunciamos las leyes y derechos de nuestro favor, con las que en forma así lo otorgamos.”
Firman los otorgantes, testigos y notario. El castigo impuesto como se ve, además de duro,
se cumplía escrupulosamente.
Fotos: Juan Luis López Alonso
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NOTICIAS DE LOS ÚLTIMOS AÑOS
DEL SIGLO XVIII
DEL CONVENTO DE
SAN FRANCISCO,
EN ATIENZA Y SU ENTORNO
Tomás Gismera Velasco
Al siglo XIII tenemos que remontarnos para encontrar la fundación del Real Convento de Nuestro
Padre San Francisco, y de la Inmaculada Concepción, en la villa de Atienza, cuyas obras ya debían
de estar concluidas a finales de ese siglo, y que en los siguientes fue notablemente mejorado,
primero por la primera princesa de Asturias, Catalina de Lancaster, Señora de Atienza; algo más
adelante por la familia Bravo de Laguna, después los marqueses de Velamazán, a quien siguieron
los Beladíez y al término de su historia por la familia Carrillo Lozano.
Densa debió de ser su existencia, ante todo a partir del reinado de Catalina de Lancaster,
alcanzando su máximo poder durante el reinado de los Reyes Católicos al hacer al dar a los
franciscanos cierto poder en la villa, y donarles, entre otros muchos bienes las tierras del
desaparecido poblado de Vesperinas, que posteriormente vendieron al Concejo.
La invasión, saqueo e incendio parcial del convento por parte de las tropas francesas en el mes de
enero de 1811 nos ha privado de conocer muchos de los aspectos históricos de uno de los más
significativos emblemas de Atienza, no obstante, la previsión de los frailes al entrar las tropas
invasoras de llevar con ellos los últimos libros de apuntes nos han dejado para la posteridad algunas
páginas que nos permiten reconstruir algo de su vida en los últimos años, al menos desde mediados
del siglo XVIII hasta su desaparición, mostrándonos que no sólo en la villa de Atienza tenían gran
predicamento, sino que también recorrían, y eran requeridos y de alguna manera socorridos, por los
pueblos del entorno, a los que frecuentemente acudían a oficiar funerales, decir misas, predicar en
festividades señaladas o, simplemente, a pedir limosna.
El apunte más antiguo que
podemos encontrar en estos libros,
de alguna manera de ingresos y
gastos, hace referencia a la villa de
Paredes de Sigüenza, de donde en
el mes de diciembre de 1784
recibieron la nada despreciable
cantidad, reunida por el conjunto de
sus vecinos, de quinientos seis
reales para algunas de las obras que
entonces se estaban llevando a cabo.
La población de Cardeñosa fue
una de las que más asiduamente
requería la presencia franciscana, a treinta reales ascendía la cuenta por los sermones que fray
Ventura Merino pronunció en su iglesia con motivo de las fiestas de San Andrés, en el mes de enero
de 1785.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Atienza de los Juglares. 1/4/2014.
Atienza de los Juglares
Este mismo año, trasladados a la
provincia de Soria, a Alpanseque,
llevaron a cabo las confesiones
generales en el mes de febrero,
recibiendo por ello ocho reales en
limosnas. En el de marzo, y desde
Rienda, les enviaron ciento
ochenta reales legados por uno de
los ricos propietarios de aquella
población, Gerónimo Ortega de
Guevara. El 17 de marzo y desde
Prádena, les remitieron los legados
de Fabián Cerrada, en forma de
veinticuatro reales, y de la memoria
de Eugenio del Castillo, de
Tordelrábano, sesenta reales y
veinticuatro maravedíes. Cuarenta
de las dominicas de Miedes y
veintiocho fanegas de trigo del pueblo de Riofrío del Llano.
La Semana Santa de 1785 la pasaron nuestros franciscanos en el pueblo de Imón, de donde
obtuvieron cuatrocientos sesenta y cuatro reales. Regresaron al convento por Paredes, cuyo
vecindario añadió ciento sesenta y cinco; ciento setenta Alcolea de las Peñas y tres fanegas de trigo,
“para las obras”, añadieron los vecinos de Bustares y Gascueña de Bornoba cincuenta y ocho
reales.
Tras pasar por Miedes, en el mes de abril, donde reunieron “del platillo”, doscientos cuarenta
reales, entraron en Hijes, de donde salieron con setenta reales. Y también para las obras que se
estaban llevando a cabo, la población de Condemios les mandó veinte reales más.
En Bochones fundó doña María García una memoria de misas, administrada en ese año de 1785
por don Pascual Bermejo, de la que recibían los frailes sesenta y nueve reales y en Cincovillas, por
decir cinco misas recibieron treinta reales.
A Carrascosa acudieron en el mes de junio, recibiendo sesenta y seis reales por dos misas
cantadas con ocasión de las fiestas de San Antonio. Treinta reales cobraron por el mismo sermón de
San Antonio en La Bodera, y ocho reales más les dieron por la rifa de dos pichones. También
dieron el sermón de San Antonio en Somolinos y Condemios, de donde recibieron ciento veinte
reales. También predicaron en Casillas y en Madrigal.
No sólo a decir misas, hacer confesiones o predicar sermones se dedicaban los franciscanos, pues
eran poseedores de unas pocas fanegas de tierra que solían sembrar de trigo que convertido en
harina les servía para hacer su propio pan. Disponían igualmente de un nutrido gallinero que les
proporcionaba una media de cuatrocientos huevos a la semana que vendían en la propia villa de
Atienza, de igual manera que apacentaban un pequeño rebaño de ovejas churras que les servía para
tener leche y queso y carne, al igual que lana, vendida en este año de 1785 al atencino Juan
Medranda por dos mis reales. Igualmente mantenían una pequeña cabaña de ganado de cerda, y
algunas vacas. Cerdos que empleaban en su propia alimentación, al tiempo que, algún que otro mes,
y para su alimento, mataban también alguna vaca vieja. El sebo de los cerdos y los pellejos de las
vacas también los vendían. Suponiendo un ingreso extra la venta de hábitos franciscanos que
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Atienza de los Juglares. 1/4/2014.
Atienza de los Juglares
servían de mortaja a los devotos
del santo, ya en Atienza, ya en
los pueblos del entorno.
Recibiendo
además
una
compensación
extra
del
Administrador de la “Real Casa
Hospital de San Antón”, a
cuenta de la manutención de uno
de sus hermanos, fray Francisco
Clemente.
En el mes de agosto predicaron
las fiestas de la Asunción en
Tordelloso, Cañamares, Hijes,
Pinilla de Jadraque, La
Bodera e Imón; las de la Virgen
del Rosario y San Roque en
Miedes.
Cobraban todavía la parte que les correspondía de la memoria que fundase doña Magdalena Bravo
de Laguna, entonces administrada por don Juan de Brihuega, recibiendo por ella ciento setenta y
seis reales con veinticuatro maravedíes; recibiendo igualmente la parte que les correspondía de la
memoria de otro atencino, Manuel Madrigal, médico en Avila, donde falleció, que ascendía a
cuarenta y cuatro reales.
No conocemos qué tipo de obras se estaban llevando a cabo en aquellos momentos en el convento,
lo que si está claro es que gastaron en madera una gran parte de lo recaudado, lo que podría
llevarnos a pensar que se trataba de arreglos de techumbre.
Las predicaciones de las fiestas de San Diego, en El Atance, de San Andrés en Cardeñosa y
Riofrío, y las rentillas de Romanillos, redondearon los ingresos de ese año de 1785, que
ascendieron a 80.802 reales con 2 maravedíes.
Seis eran entonces los frailes que habitaban nuestro convento, el Guardián, fray Francisco
Moyano; fray Francisco García, fray Eugenio Pardo, fray Manuel Alvarez, fray Francisco Torija y
fray Ventura Merino, a juzgar por sus constantes viajes, un gran predicador, ejerciendo como
síndico del convento don Joaquín de Iturmendi.
Olvidadas las desavenencias que a lo largo de los siglos mantuvieron con el poderoso Cabildo de
Clérigos de la villa, los franciscanos comenzaron a predicar con cierta regularidad en las iglesias de
Atienza. Siendo habituales en la práctica totalidad de cofradías, y sus festividades más señaladas.
Del mismo modo que la aristocracia atencina protegió el convento a través de numerosas dádivas
y fundaciones de misas. Ya hemos citado a algunos, quedan muchos más: María de Mingo, María
Pacheco, Blas Rufo, Francisco de Fuenmayor, Juan Antonio Lozano, Segundo Celerín, Juan
Manrique, Antonio de Blas, Antonio Vigil, etc.
Los sermones de las fiestas de la Asunción, de los Dolores, de San José, San Roque y San Gil, se
encargaban a nuestro ya mencionado fray Ventura Merino, por estos años, y fray Francisco Torija
solía predicar para la cofradía de Ánimas del Salvador, y de la Cruz, de San Juan.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Atienza de los Juglares. 1/4/2014.
Atienza de los Juglares
Todavía mantenía su capilla el viejo convento de
San Antón, que funcionaba como hospital, en ella
decían misas nuestros franciscanos con ocasión de la
memoria que allá tenía fundada doña Ramona
Merino, pagadas por el Corregidor del Real lugar,
Gabriel de Palafox.
En el año 1786 marchó de Atienza fray Manuel
Alvarez, ocupando su lugar fray Manuel Bodera, y al
año siguiente fray Francisco Moyano fue sustituido
como Guardián por fray Francisco Aguado,
produciéndose una práctica renovación de los frailes,
ya que marcharon con el antiguo Guardián quienes
hasta entonces estaban, pasando a constituir la comunidad, junto a fray Francisco, fray Manuel
Micover, fray Manuel Gallego Yela, fray Santos Tejedor y fray José de Sosa.
Curiosas son las cuentas del mes de noviembre de 1787, ya que nos informan de que uno de los
retablos ha sido renovado, no sabemos cual, sin embargo el viejo es vendido por 110 reales. Mes en
el que asisten al entierro de los curas de Imón y de Aragosa. Al tiempo que un anónimo vecino de
Retortillo ofreció 150 reales de limosna para las Santas Espinas.
A fray Francisco Aguado lo sustituyó como Guardián fray Joseph Cano, y a Joaquín de Iturmendi,
como síndico, Manuel Roldán. Y continuaban recibiendo todavía, en 1790, la parte que les
correspondía de aquellas fanegas de sal que les donaron los Reyes Católicos, y que traducidas a
moneda sumaban la cantidad de 294 reales.
Pinilla de Jadraque era entonces Pinilla de las Monjas, y a esta localidad acudían igualmente
con ocasión de los aniversarios del fallecimiento de Quiteria Hernando, pues allá dejó una cantidad
para que los franciscanos fuesen a decirla misas, del mismo modo que Bárbara Parra lo hizo en
Gascueña o Joseph Clemente en Pálmaces y Angela Alonso en Bustares, entre otros muchos.
A fray Joseph Cano lo sustituyó como Guardián fray Manuel Hornillos y a este, fray Alonso
Álvarez, que a su vez fue el encargado de dirigir unas señaladas rogativas a las Santas Espinas,
encargadas con el Concejo con motivo de una pertinaz sequía que asoló la tierra de Atienza en el
mes de julio de 1795, rogativas por las que se pagaron 40 reales.
Los Medrano y los Bravo de Laguna habían dejado ya la villa de Atienza, aunque algunos
miembros de esta familia conservaban la devoción hacía el convento, tal era el caso de fray Luis de
Medrano y Loaysa, quien al fallecer dejó una memoria de 400 reales en misa a nuestros
franciscanos; del mismo modo que otro atencino, José González de Castejón, gentilhombre de
cámara de su majestad, hacía otro tanto, al igual que Domingo Carrillo, comendador de Burgos.
Los viajes a las poblaciones vecinas las solían hacer en mula y en borrico. Tenían nuestros frailes
en sus cuadras un macho, una mula y un asnillo. La mula, por vieja, la cambiaron en 1797 por otro
macho. Se la vendieron a un muletero de Atienza por 324 reales que les dio a modo de limosna.
Año este en el que comenzaron a ejercer como síndicos del convento los miembros de otra poderosa
familia atencina, los Manrique Lozano, en la persona de Juan Manuel Lozano. Al concluir el siglo
XVIII el convento contaba con los seis franciscanos con los que comenzamos la reseña: fray Isidro
de Villalón, que ejercía de Guardián, fray Manuel Gómez, fray Joaquín Calvo, fray Manuel López,
fray Joseph Cano y fray Matías Rodríguez.
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ATIENZA:
EL INFORTUNIO DE
JUAN BODERA
Juan Luis López Alonso
Los hechos que traigo a la
consideración del lector
tuvieron lugar en 1.743.
Con ellos []presento un
episodio en el que se ve la
fuerza con que la justicia
se empleaba
con los
débiles,
llegando
a
parecernos entrañables los
personajes de Juan Bodera y
María de Arriba, y sus
problemas con la justicia.
Veamos el motivo por lo
que es encausado Juan.
El 20 de febrero de 1.744
comparecen en Atienza ante
el
escribano
Diego
Fernández Sopeña, y los
testigos Domingo de Blas,
Juan de Mateo y Miguel
González, todos vecinos de
Atienza,
los
también
vecinos Francisco Lucía y
Francisco
Ranz,
que
declararon:
“Que Juan Bodera, mozo
soltero, natural de esta
Villa, de orden del Señor
Alcalde Mayor de ella, se
halla preso en su Real y
Pública Cárcel por los actos carnales que en el año próximo pasado de cuarenta y tres, hallándose
sirviendo en casa de Julián Llorente, tuvo con María de Arriba, moza soltera, también natural de
esta Villa, de que resultó haber parido una niña el día seis de este mes, lo que por cierto tiene
declarado y reconocido el mismo Juan. Y sin embargo de estar éste pronto a contraer matrimonio
con la dicha María, con fuerza de lo referido, y cumpliendo la palabra que se tenían dada, no ha
podido, ni puede ser al pronto por hallarse parientes dentro del cuarto grado, y hacerse preciso
dispensa de Su Santidad. Y porque para logro de dicha dispensa, se necesita de bastante tiempo,
tienen pedido, y mandado dicho Señor Alcalde, de consentimiento de la referida María se suelte de
la prisión en que se halla el predicho Bodera, otorgando Fianza de Cárcel segura y pago de los
gastos, daños y costas que originaron, hasta tanto que tenga efecto dicho matrimonio.
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Atienza de los Juglares
Y cumpliendo con tan
arreglado mandato, desde
luego los dichos Francisco
Lucía y Francisco Ranz,
juntos y de mancomún, a voz
de uno, cada uno de por sí, y
por el todo in solidum,
renunciando,
como
renunciamos, las leyes de
duobus res debendi, con las
demás de la mancomunidad
y fianza, otorgamos que
recibimos
preso
y
encarcelado al precitado Juan
Bodera, y nos obligamos a
volverle a la prisión en que
se halla, siempre y cuando
que por dicho Señor Alcalde
Mayor D. Manuel Martín del
Río, u otro competente Juez,
nos sea mandado. Y así
mismo pagaremos el importe
que tuviere la dispensa que
se ha de pedir a Su Santidad
para contraer de presente
matrimonio, y todos los
demás gastos, daños y costas
que originaren y causaren
por nuestra omisión o de
dicho Juan Bodera. Y en el
caso de hacer éste fuga, y no
cumplir con lo que llevamos
ofrecido y escriturado y lo
que hacemos de hecho y
causa ajena, nuestra propia.”
Se obligan con sus
personas y bienes, muebles y
raíces, habidos y por haber al
cumplimiento de lo reflejado
en la escritura. Firman el
protocolo los testigos y
escribano. Los otorgantes no
lo hicieron por no saber.
Tuvo suerte de encontrar a
dos fiadores carceleros, que
siempre ha habido buena
gente. Suponemos que pudieron conseguir sus dispensas por ser primos, y regularizar sus problemas
con la ley.
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ATIENZA SIGLO XX,
CRÓNICAS DE LA HISTORIA
RECIENTE (25)
Tomás Gismera Velasco
Con frío y agua comenzó 1934,
y también con polémica. Las obras
de la nueva fábrica de harinas
“Santa Teresa”, comenzaron a
convertirse para los atencinos en
algo interminable, y lleno de
sorpresas. La primera fue la de ver
desaparecer los viejos pórticos, el
románico y el gótico que dieron
entraba a la antigua iglesia de San
Francisco,
que
todavía
se
conservaban en el muro norte,
aunque a nadie le extrañó su
desaparición, pues era algo que se
veía venir.
Desconocemos lo que se hizo
con aquellas piedras, aunque una vez desmontadas es de suponer que habían perdido todo su interés.
Del mismo modo que desconocemos lo que sucedió con las sepulturas de los ilustres atencinos que
ocuparon aquél sacro solar. Algunos testimonios de la época recuerdan que, todavía por esos años,
se podían ver por alguno de los muros los restos de alguno de los enterramientos concernientes a la
familia Bravo de Laguna, con algunas de las estelas que databan de mediados del siglo XIX.
Igualmente, y poco antes de que las obras se iniciasen, desde Atienza, y de forma anónima, se
remitió una primera carta a don Francisco Layna Serrano, como cronista provincial, comunicando lo
que estaba a punto de suceder, ya que la obra nueva llevaba la desaparición total del convento,
incluidos los restos góticos del ábside.
Don Francisco se puso en contacto con Atienza, de donde obtuvo el silencio impuesto por la
sociedad propietaria del solar, representada por don Modesto Almazán Toba, a quien nadie culpaba
de la desaparición de los seis bultos funerarios que ocuparon el solar de la iglesia, los de de don
Hernando de Sandoval, Catalina de Medrano, Garci Bravo de Laguna, Catalina de Cienfuegos,
Diego López de Medrano y Magdalena Bravo de Laguna, por si acaso, el Sr. Almazán dijo aquello
de: yo no he sido. Aunque la polémica, por supuesto, estaba servida, y aumentada en los meses
venideros con todo un cruce de cartas en las que no faltaron insultos y acusaciones que, desde la alta
posición que ocupaba don Modesto, juez de instrucción municipal interino, parecían dotarle de
cierta autoridad.
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Atienza de los Juglares
Los jornales, la base mínima
diaria,
estaba
regulada
gubernamentalmente,
estableciéndose una cantidad
determinada
para
cada
población. Los obreros de
Atienza, y de la mayoría de los
pueblos de la comarca, tenían
derecho a cobrar 3,50 pesetas
diarias por jornada de trabajo
de diez o doce horas. En La
Miñosa, Riofrío, Riba de
Santiuste y Sienes el jornal
llegaba a las cuatro pesetas.
Seis pesetas diarias tenían
los maestros de salario. A
pesar de que en este de 1934 el
maestro de Atienza, don Bruno
Bayona,
continuaba
aleccionando a los maestros de
la comarca para que tratasen de
defender sus derechos y dejasen de ser la última pata del banco en el que se sentaba el ministro de
Educación. En algunas provincias ya habían comenzado a unirse en sindicatos, en la de Guadalajara
andaban aún algo temerosos a las consecuencias de lo que aquello podía significar. Don Bruno
convocó a los de la Serranía en Atienza a finales de marzo, pero apenas acudieron media docena.
El arcipreste de la villa, don Julio de la Llana, todavía a medio camino entre su provincia natal de
Soria y la adoptaba de Guadalajara, sacaba a la luz en los semanarios de aquella provincia alguna de
sus composiciones poéticas, siendo celebrada la que vio la luz en El Avisador Numantino con el
título de “A la musa de Cervantes”, que vio la luz el 25 de abril de 1934.
Por esas fechas la política, más revuelta que nunca, comenzaba su viaje en busca de adeptos por la
tierra de Atienza, los representantes de los partidos de la izquierda por un lado, los de la derecha,
por otro, los de Acción Republicana por otro, los de Acción Católica, los del Partido Sociales
Alcarreño… Todos.
El mes de mayo Atienza vivió una jornada excepcional. Ese domingo, previo a La Caballada,
Francisco Layna Serrano se encargó de que algunas de las sociedades culturales con las que
colaboraba, entre ellas La Casa de Guadalajara en Madrid y la Sociedad Española de Excursiones, s
visitasen Atienza: Poco después de las ocho de la mañana salimos de Madrid. Contaba el cronista
de la Sociedad Española de Excursiones que relató la visita para su Boletín. Fueron tres los
autocares que entraron en Atienza con más de cien persona que se distribuyeron por el pueblo,
comieron en el Ayuntamiento y fueron recibidos con todos los honores, locales, arciprestales y
municipales, por supuesto. De la visita quedan algunas notables imágenes tomadas por miembros de
la excursión, entre ellos el conde de Polentinos. A los excursionistas se les abrieron todas las
puertas de las iglesias, e incluso se organizó un pase fotográfico con varios miembros de La
Caballada, y el tío Gaspar, manda entonces de la Cofradía, para que los excursionistas disparasen
sus máquinas de retratar. Era el domingo de la Ascensión.
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Atienza de los Juglares
El curso estudiantil se inició, como todos
los años, pasadas las fiestas del Cristo, con
nuevo maestro de niños, don Julián
Cuadrado. Fiestas que estuvieron bastante
menos concurridas que en años anteriores.
Por evitar gastos y conflictos no hubo toros,
y a pesar de que los bailes en el Casino y en
la plaza gozaron de la habitual animación,
fiesta sin toros… como si no fuese fiesta.
Para 1935 el ambiente político estaba ya
muy alborotado en toda España y, cosa
lógica, nuestra comarca y nuestra villa no
podía quedar al margen de lo que en otros
lugares ocurría. No habían tenido lugar los
enfrentamientos que en otros lugares, a estas
alturas de siglo, se habían sucedido. Pero
viendo que algunos derechos comenzaban a
perderse, entre unas elecciones y otras, en
las que se alternaban en el gobierno de la
nación las fuerzas de la izquierda y la
derecha, comenzaron a surgir, también por
aquí, los movimientos antifascistas y con
ellos, sus propagadores. En Hiendelaencina
el grupo estaba a cargo de Mariano Benito,
del Sindicato de Trabajadores de la Tierra;
en Campisábalos a cargo de Andrés de Andrés; en Miedes a cargo del médico de la localidad, el Sr.
Porro; en Somolinos lo dirigía Eusebio Aldea, uno de los propietarios de la magnífica fábrica de
harinas allí existente, y en Atienza lo comandaban el médico don Carmelo Martínez y el
comerciante Doroteo Cabellos, ex alcalde de la población y cuyo comercio se encontraba al lado del
Arco de Arrebatacapas. Comercio que por esos años estaba en traspaso y que, por esos días fue
adquirido por la familia Arias de la Vega.
Desde las páginas de los periódicos en los que colaborada, el cura arcipreste de Atienza, Julio de
la Llana, hacía llamamientos a la moderación cristiana, al tiempo que en uno de ellos, bajo el título
de “Los juegos prohibidos”, advertía del peligro de las cartas, al que parece comenzaban a
entregarse, entre otros vicios, nuestras gentes, dando cuenta de que: … nuestros obispos rechazan
las limosnas que tengan del vicio procedencia…
El amanecer del año 1936 ya parecía presagiar ciertos disturbios, al tiempo que señalaba en la
provincia a alguno de sus agitadores, al menos del bando de las fuerzas de la derecha. Los
señalaban, claro está, las fuerzas de la izquierda. Entre los agitadores de la derecha en la provincia
uno de los más destacados era el diputado provincial don Luciano Más Casterad, representante de
Atienza en la Diputación: entre ese coro de papanatas o malvados se halla don Luciano Más, de
Atienza… decía uno de los periódicos portavoces de la izquierda republicana. El Sr. Más, con
antelación a las elecciones ganadas por las fuerzas de la izquierda había advertido que estos, los de
la izquierda, se portaban poco más o menos como el mismo demonio. Por eso se defendían diciendo
que a pesar de los temores manifestados por el Sr, Más, los izquierdistas ni habían violado a sus
hijas ni sacado los ojos a los hijos de los guardias, ni… Un ambiente poco propicio para la paz.
Desde luego. Por ambas partes.
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Atienza de los Juglares
Don Luciano, en el mes de enero de 1936 fue
confirmado en todos sus cargos en la Diputación
Provincial de Guadalajara, y en la comisión
gestora provincial, por el nuevo Gobernador civil,
D. Antonio Suárez-Inclán.
Atienza estaba sumergida de lleno en su propia
guerra. La guerra conventual, pudiéramos decir,
estaba declarada.
Nuevamente a don Francisco Layna le llegaron
noticias de las obras que estaban comenzando a
derribar el ábside de San Francisco, y Layna se
echó a pluma al hombro y sin andarse en
miramientos llamó al orden, y a la lucha, al
pueblo de Atienza en contra de don Modesto
Almazán, presunto responsable de lo que estaba
por suceder, o había sucedido.
El Sr. Almazán salió al campo de la dialéctica
para acusar al Sr. Layna de meterse en camisa de
once varas. Doña Rosa Galán, maestra de Atienza
y esposa en segundas nupcias de don Modesto
Almazán, salió al campo de batalla y se dirigía a
don Francisco Layna, desde Atienza, el 17 de
junio. Su carta la comenzaba diciendo:
Tila al Sr. Layna. Tome tila y sosiegue sus nervios encrispados.
¿Quién es Vd. para levantar los ánimos de un pueblo, e incitarle a que pudiera cometer un
atropello que hubiese sido, si lo comete, el baldón de Atienza, mi querida villa?
Las ruinas del convento, en su parte artística, están sin tocar; solamente de un lateral que
amenazaba ruina, rodándose las piedras a gran altura, con peligro para los obreros de la fábrica,
han sido desmontados por mandato de mi marido.
¿Cómo no se ocupó Vd. antes de averiguar el estado ruinoso de este rico monumento ojival, que
nosotros más que nadie, queremos conservar? Visítelo, interésese, que aún tiene tiempo, si no
quiere verlo lentamente desaparecer.
Artistas notables han venido a admirar nuestras joyas de arte; pero los artistas solo sienten,
estudian y las contemplan. Los hijos de Atienza, aunque no llegamos a comprenderlas en todo su
valor, sabemos amarlas, venerarlas y tenemos a orgullo el poseerlas.
Lamento que el Sr. Layna no haya tenido la atención de enterarse, poniéndose al habla con los
Sres. de la Eléctrica de Santa Teresa, si lo hubiese hecho no escribe ese artículo que afecta contra
personas que saben deshacerse en atenciones, mostrando al que los visita con todo detalle los
restos de piedras talladas, alabastros y objetos que guardan como reliquias sagradas de sus
antepasados.
No lo dude; si lo hubiese hecho hubiera rebosado en satisfacción; en vez del veneno que presenta
en su arenga mal intencionada.
Su saber en el arte no se lo discuto; pero mal se ha presentado para que le conozcan; y no ignore
que con buenas formas y procedimientos, se logra averiguar y catequizar mejor al individuo en
particular, y a las masas en general. Hago punto, porque yo no soy quien le debo contestar, sino
protestar.
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Atienza de los Juglares
El 6 de julio de 1936 don Francisco
Layna Serrano, desde Madrid,
respondía a doña Rosa Galán:
Muy Sra. mía: He leído la filípica
que usted me manda. Filípica no muy,
pero mesurada, como corresponde a
una señora que es señora, porque es
mujer
y
tiene
educación
y
sentimientos delicados. A los
exabruptos del artículo firmado por
su esposo ya he contestado. A Vd.,
señora, debo acusarla recibo de su
escrito y someterme a su buen juicio,
que si medita un poco, me será mucho
más favorable que el formado en el
primer momento.
Medite Vd., que se me denunció el
caso del derribo como una cosa
actual; que en efecto pude comprobar
que esas obras, fuere cualquiera su
alcance, se estaban realizando; que
urgía evitarlo; que yo vivo en
Madrid, consagrado a una profesión
y sin libertad para tomar, en
cualquier momento, el camino de
Atienza, ni perder días dando quizás
lugar a que el derribo total se
realizara…; Vd., que parece tan
ponderada, tan ecuánime y tan
comprensiva, comprenderá que hice
bien en cuanto hice, porque si en el
Sr. Almazán no existía propósito de
demoler el ábside de San Francisco, sino evitar posibles desgracias, con aclararlo estaba todo
aclarado, él quedaba como debía, Atienza se lo agradecería y con Atienza, cuantos queremos a la
noble villa como carne de nuestra carne; cosa que creo no dudará Vd., por lo que a mí respecta, y
confío, por tanto, en que no seguirá pensando que mi arenga fue mal intencionada; si algo de
bueno tuvo fue precisamente la buena intención.
Y nada más, señora; liquidado, por mi parte, este incidente, sin rencor para nadie y dando al
olvido frases despectivas achacables a un momento de nerviosismo y quizá a sugestiones de gentes
de carácter bilioso, si Vd., y los suyos no quieren ver en mí más de lo que soy, es decir, un
apasionado amador de mi provincia y un cordial amigo de sus paisanos, me sentiré complacido; si
por el contrario, Vd., sigue molesta conmigo a pesar de estas declaraciones y continúa
motejándome, por tratarse de una señora acataré, galante y caballerosamente, su juicio, y por lo
que hace a sus frases molestas, le diré lo que el ministro Calomarde a la Regente María Cristina:
Manos blancas, no ofenden.
A los pies de Vd., muy rendidamente. Francisco Layna Serrano. Madrid, 6 de julio de 1936.
Puede que con el Sr. Layna Serrano, y dados los días turbios que siguieron, estuviese firmada la
paz. Pero, ¿lo estaba con quienes en Atienza acusaron de ese y otros desmanes?
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PEDRO
GÓMEZ DE LA SERNA
Juan Pablo Calero Delso
GÓMEZ DE LA SERNA Y TULLY, Pedro
[Mahón, 21 de febrero de 1806 / Madrid, 12 de diciembre de 1871]
Gobernador Civil y Presidente de la Diputación de Guadalajara. Diputado a Cortes
Nació en la ciudad de Mahón en 1807,
hijo de Gaspar Gómez de la Serna,
brigadier del ejército y Caballero
Comendador de la Orden Militar de
Santiago, y Ana Tully, Camarista de Su
Majestad.
Al comenzar la Guerra de la
Independencia la familia se trasladó a la
Península y Gaspar Gómez de la Serna
se unió a las tropas que luchaban contra
los ejércitos napoleónicos, falleciendo a
finales de 1808 en la localidad catalana
de Molins del Rey, lo que forzó a su
viuda a instalarse de nuevo con sus cinco
hijos en la isla de Menorca. En un primer
momento vio denegada su pensión de
viudedad, pero la Junta Suprema
Gubernativa del Reino, acordó en junio
de 1809 que se le librase la merecida
pensión pero sobre otro fondo benéfico,
pues el de la Mitra de Málaga sólo tenía
carácter eclesiástico y no podía ser
percibido por mujeres.
Terminada felizmente la francesada en 1813, la familia se estableció en Madrid, y Pedro Gómez de
la Serna ingresó en el Real Colegio de Escuelas Pías de San Antonio Abad, de donde pasó en
octubre de 1820 al Colegio de San Isidro, donde cursó las asignaturas de Filosofía que eran entonces
necesarias para seguir estudios superiores de Leyes. Se matriculó brevemente en la Universidad
Central de Madrid hasta que, suprimida por haber sido una iniciativa gubernamental durante el
Trienio Liberal, se vio obligado a inscribirse en la Universidad de Alcalá de Henares para poder
terminar sus estudios.
En la ciudad complutense alcanzó el grado de Bachiller en Leyes en 1825, el de Licenciado en 1828
y el de Doctor en Derecho en ese mismo año. Su aprovechamiento fue tan notable que al año
siguiente ya concurrió a una cátedra en esa Universidad de Alcalá de Henares, siendo nombrado
para ocupar la de Instituciones Civiles en 1829. Ayudó mucho a su éxito en esta oposición que,
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Atienza de los Juglares
siendo aún estudiante, ya hubiese sustituido
ocasionalmente a algún catedrático titular y que, ya
Licenciado pero aún sin haber conseguido el grado de
Doctor, se le nombrase sustituto de la cátedra de
Derecho Romano.
Pero si la Guerra de la Independencia había
trastornado sus estudios, la Primera Guerra Carlista
le sacó del sosiego de su cátedra para empujarle a la
lucha política contra el Antiguo Régimen y sus
defensores. Fue nombrado Corregidor de Alcalá de
Henares, con el encargo especial de abortar las
conspiraciones de los numerosos partidarios del
pretendiente Carlos María Isidro de Borbón y
mantener la ciudad leal a la reina Isabel II, por lo que
fue también nombrado Subdelegado de Policía, de La
Mesta, de Pósitos, de Montes y de Mostrencos,
vacantes y abintestatos.
Con la lenta implantación del régimen político liberal
se produjo la imprescindible separación de poderes, y
Pedro Gómez de la Serna optó por la carrera judicial
y ocupó el juzgado de Primera Instancia de Alcalá de
Henares. En junio de 1836 fue elegido para ocupar el
juzgado de igual categoría en Ciudad Real, pero no llegó a incorporarse a su nuevo destino pues se
le encargó la investigación de la conducta de las autoridades civiles de Guadalajara, que habían
abandonado la ciudad ante la amenaza de la columna carlista del general Manuel Gómez.
El 16 de septiembre de 1836 Pedro Gómez de la Serna fue nombrado, en principio con carácter
interino, Jefe Político de la provincia de Guadalajara y, por lo tanto, presidente de su Diputación
Provincial. Aquí permaneció hasta que en noviembre de 1839 se le apartó de este destino. En dos
ocasiones fue nombrado Jefe Político de otras provincias, de Murcia en mayo de 1837 y de
Castellón en diciembre de ese mismo año, pero la presión de los ciudadanos de la provincia
consiguió paralizar los traslados.
Durante los más de tres años que permaneció al frente de la provincia mostró una capacidad y una
iniciativa poco común; a él se debe, realmente, la consolidación e institucionalización de la
monarquía liberal en Guadalajara. Puso verdadero empeño en derrotar a las partidas carlistas que
libremente se paseaban por el territorio provincial y organizó la Compañía de Salvaguardas de la
Diputación para combatirlas. Fundó una Junta de Damas para que se encargasen de la Inclusa de la
provincia e hizo todo lo posible con que los huérfanos estuviesen atendidos en los establecimientos
de Guadalajara y Atienza.
A su aliento se debe que Guadalajara fuese una de las primeras provincias en solicitar uno de los
nuevos Institutos de Segunda Enseñanza, adjudicándole las rentas del colegio de San Antonio de
Portacoeli de Sigüenza, y a él se debe también que en 1838 se abriese por primera vez un Museo de
Arte en la provincia, en el que recogió cuantas obras de mérito pudo de los conventos
desamortizados. También tomó medidas para mejorar la salud pública, insistiendo en la
construcción de cementerios y obligando a los pueblos a contratar sólo a médicos, cirujanos y
farmacéuticos debidamente titulados y acreditados.
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Por enemistades políticas, un gobierno rival le puso un sustituto en su cátedra, lo que fue tan mal
visto por el resto de profesores que fue propuesto como rector de la Universidad y en octubre de
1840 se hizo cargo de esta responsabilidad, aunque la vuelta de los progresistas al gobierno le llevó
a ser nombrado en noviembre Corregidor político de Vizcaya, donde se opuso con energía a la
política represiva del general Zurbano. En mayo de 1842 fue nombrado Subsecretario del Ministerio
de la Gobernación de la Península, cargo en el que se mantuvo hasta el mismo mes del año
siguiente. En el último gabinete del general Baldomero Espartero ocupó la cartera de la
Gobernación, aunque por muy breve tiempo.
Derribada la regencia progresista, se refugió con el general Espartero en el navío de guerra inglés
Malabar, en el que marchó a su exilio en Inglaterra, en donde permaneció por espacio de tres años.
En febrero de 1847 fue elegido Diputado a Cortes por el distrito de Orense y pudo por fin volver a
España. No era un parlamentario inexperto. En 1837 había sido elegido Diputado a Cortes suplente
por la provincia de Soria, y ocupó ese escaño en las Cortes que se reunieron en 1841 y 1843,
saliendo de esta última legislatura electo también por la provincia de Segovia. En el Congreso
formó parte de distintas comisiones y en la legislatura de 1841 a 1842 fue uno de los Secretarios.
También formó parte de numerosas asociaciones; fue vocal de la Sociedad Económica de Soria,
primer vice-presidente de la Academia de Jurisprudencia y Legislación, en 1862 era secretario de la
Real Academia de Ciencias Morales y Políticas...
Además fue autor de libros como Elementos del derecho civil y penal de España, que con el Tratado
académico forense de procedimientos judiciales publicó con el doctor D. Juan Manuel Montalván;
las Instituciones del derecho administrativo español, primera obra de este género escrita en España;
los Prolegómenos del Derecho Romano; la Introducción a las Partidas y el Curso histórico exegético
del derecho romano comparado con el español.
Al mismo tiempo, permaneció activo políticamente, siempre en las filas del partido progresista,
concurriendo a distintos procesos electorales, en algunas ocasiones por la circunscripción de
Guadalajara, y formando parte de distintas comisiones y juntas de su partido, lo que le valió ser
nombrado fiscal del Tribunal Supremo de Justicia cuando Baldomero Espartero volvió a estar al
frente del gobierno de la nación en 1854.
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LA EXCURSIÓN AL ALTO REY DE
MANUEL PEREZ VILLAMIL, DE 1879 (8)
Desde Santa Coloma fuimos á Hijes,
pueblo de corto vecindario, y en cuyo
término, según mis noticias, fácilmente
se descubren sepulcros antiguos. Sólo
uno logramos exhumar después de
minuciosas excavaciones en un campo
sembrado de patatas, donde, según los
labradores del pueblo, con frecuencia
salen al empuje del arado cacharros de
barro y baratijas de hierro. Casi á flor de
tierra se descubría el pico de una losa
enorme que, hincada de punta, daba claro
indicio de la existencia de un sepulcro.
Junto á esta piedra y á una vara de
profundidad, descubrimos una olla de
barro fino, bien cocido, dentro de la cual
y mezcladas con tierra se veían las
cenizas del difunto. La olla estaba
encajonada entre cuatro guijarros.
Levantados estos objetos se continuó la
excavación, y á un pie de profundidad
aparecieron envueltos en espesa capa de
tierra los siguientes objetos que, muy á
duras penas, logramos desprender de
aquel informe terruño amasado por los
siglos: dos lanzas de dos filos, de 22
centímetros de longitud la hoja y 3 por su
parte más ancha, reforzada ésta por un
nervio que de extremo á extremo la
atraviesa; una hoja de hierro encorvada
hacia el corte, de 12 centímetros de larga
y 2 de ancha, que tiene la apariencia de
un cuchillo, y por último, dos anillas
engarzadas en unos botones de hierro
que indican haber pertenecido al broche
de algún cinto de cuero.
Aspiraba yo á descubrir alguna moneda
que nos diese clara noticia del abolengo
de aquel humilde sepulcro; pero fue imposible.
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Atienza de los Juglares
Los trabajadores que teníamos
ocupados en la excavación la
prosiguieron en distintos puntos de
la heredad sin obtener ningún fruto,
y nosotros nos retiramos á
descansar á una cueva que, abierta á
pico, en una roca próxima se
descubría. En el interior de aquella
cueva, donde los caballos, los
perros y nosotros cabíamos con
desahogo, cueva sin duda de tan
venerable antigüedad como los
sepulcros que á su proximidad
existen, púseme á pensar en la
clasificación arqueológica de los
objetos encontrados, trabajo difícil
por el estado de deterioro en que se
hallaban, las lanzas me parecieron
iberas, y de aquellas famosas por su
exquisito temple que, en manos de
los numantinos, fueron por mucho
tiempo el terror de las legiones
romanas.
El sepulcro era sin duda de algún
guerrero, de estos mismos que
durante largos años de heroicos
esfuerzos tuvieron á raya la
ambición de Roma.
Después de estas investigaciones,
he logrado ver en el Semanario
Pintoresco Español correspondiente
al año 1850, el grabado de los
objetos que el señor Nicolau y
Bofarull descubrió
por aquella
fecha en este mismo pueblo de
Hijes. De la noticia que acompaña
al dibujo, tomo las siguientes
palabras, que servirán más que las
mías
para
ilustrar
estas
investigaciones arqueológicas.
«La villa de Hijes, llamada
antiguamente
Iles,
población
judaica, según se cree, está del
Alto-Rey, punto en que los
templarios tenían su convento
fuerte, á la distancia de dos leguas,
y cerca de este sitio, se dice por tradición entre los habitantes de Hijes, que existió en aquella parte
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Atienza de los Juglares
una gran población, la cual desapareció, sin que se sepa en qué época ni se encuentre escrito alguno
que dé indicios de ello. En una pradera de este pueblo existen enterramientos á la profundidad de
dos varas á dos y media. Grandes losas de piedra arenosa y pizarras, colocadas de canto, y que
forman una especie de callejón , sirven de separación de las ollas en que se encuentran depositadas
las cenizas de los guerreros, pues no parecen ser otra clase de difuntos los que allí se colocasen,
atendido á que, en lo general, se hallan bajo las urnas armas, si bien se encuentran en algunas de
aquellas urnas varios adornos de alambre, que se cree lo serían de mujeres. Las urnas, colocadas de
saliente á poniente, se ven perfectamente conservadas, y en ellas se hallan bolas de barro de
diferentes figuras, cuya significación se ignora.'' Y el articulista describe después los objetos
dibujados en el Semanario, entre los cuales hay ollas de diferentes formas, pero sencillas y de barro
cocido, como la encontrada por nosotros; lanzas y cuchillos de hierro ó acero, idénticos á los ya
descritos; un hierro con tres espirales de alambre, perfectamente templado, y un broche, por fin, del
cinto de una espada de bronce, y con labores que, á juicio del autor, pertenecen al gusto bizantino,
por estar formadas de lazos como los que ostentan las cornisas de los templos construidos con este
estilo. A pesar de estas noticias , yo insisto en mi juicio de considerar como ibero el cementerio de
Hijes, tanto más, cuanto que este juicio ha merecido la sanción autorizadísima de mi respetable
amigo el Sr. Fernández Guerra, sabio cultivador de la ciencia arqueológica en España. De todos
modos, las antigüedades de Hijes bien valen la pena de que la Comisión de Monumentos de la
provincia les consagre su atención, pues con escasos gastos y no mucho tiempo, podrían allí
descubrirse notables antiguallas que ilustrasen la historia del país y hasta la general de España.
No lejos de Hijes y en
una garganta de la sierra
hállase situado el pueblo
de Somolinos, notable
por su aspecto pintoresco
y su extensa laguna.
Serían las dos do la tarde
cuando llegamos á él de
regreso de Hijes, no sin
sufrir en el camino el
calor más abrasador que
puede imaginarse, por la
especial topografía del
mismo y la calidad del
terreno,
el
más á
propósito para reflejar los
ardientes rayos del sol de
Julio. Las casas del
pueblo están situadas á entrambos lados del río, que baja con grande ímpetu desde la laguna, la cual
está en cierto modo suspendida sobre el pueblo. Esta disposición da al caserío una animación
pintoresca, imposible de describir: parece uno de esos preciosos Belenes que para recreo de los
niños ó edificación de los fieles se construyen todos los años (en la época de Navidad. Entre el
pueblo y la laguna hubo antiguamente varios molinos, que dieron sin duda su nombre al pueblo.
En este terreno, que hoy pertenece al conde de Polentinos, se construyó pocos años ha una
magnífica fábrica para el beneficio de los minerales de plata y hierro, fábrica que no llegó á
funcionar, y que subsiste aún, si bien deteriorándose su complicada maquinaria por la acción
implacable del tiempo y de las humedades.
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Atienza de los Juglares
Causa profunda lástima tan grande injustificable abandono; pues si bien es cierto que fue un error
industrial la construcción de tal fábrica en -este sitio, tres leguas escabrosas de las minas de
Hiendelaencina, y cuando ya existía á una escasa de éstas la grandiosa y bien montada de los
ingleses, llamada La Constante es indudable que tan poderosa caída de aguas debiera aprovecharse
en otros usos, pues no ha llegado la industria española al extremo de despreciar el más barato motor
de las máquinas, para prodigar por doquiera los vapores.
Visitamos la laguna, que mide 32 varas de profundidad, cuando comenzaban á caer gruesas gotas
de agua y so ola el rumor imponente de una nube tempestuosa que con gran majestad se removía
sobre la cima del Alto-Rey. Un pintor hubiese sacado gran partido de tan sublime decoración.
Nosotros, arrostrando la lluvia y el viento, comenzamos á trepar por la angosta garganta de la sierra,
para Hogar á ver el manantial de la laguna, que nos dijeron era digno de visitarse.
Dos kilómetros llevaríamos andados, cuando por fin vimos brotar del suelo y elevarse media vara
sobre él una ancha burbuja de agua, guarnecida de blancas espumas. Es el manantial más hermoso
que he visto, y creo que sólo por verlo se podían dar por bien empleadas las incomodidades de un
viaje á Somolinos.
El agua es fría como la hoja de una espada y delgada como su filo; la abundancia tal, que á un
kilómetro de distancia surte abundantemente á un molino harinero. La tempestad arreciaba; los
truenos en las concavidades de las rocas retumbaban de un modo aterrador; la noche se venía
encima, y el sitio era harto medroso para permanecer allí envueltos en tinieblas.
Volvimos al pueblo, y después de visitar el martinete, fundición y fábrica de calderas de cobre,
nos dirigimos á Albendiego, centro de nuestras operaciones.
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LA MAÑANA TRISTE DE VILLALAR
23 DE ABRIL DE 1521
Aquellos desmanes de los familiares flamencos que Carlos I introdujo en el gobierno de España,
muy a despecho de los naturales, y el necio orgullo de la nobleza, que siempre miró al pueblo como
siervo, sin considerar que antes es la base sobre que ella se sustenta y triunfa, trajo al libro de
nuestra historia esta memorable página, en la que está escrito el balance desastroso de las seculares
libertades de Castilla, nunca tan desmedidas y altaneras como los fueros de Aragón, los usajes de
Cataluña y los privilegios de Navarra.
Como responso a tan mal suceso, que antes fue en esta manera por falta de gobierno que por
escasez de valor, quiero traer a cuenta aquella mañana triste en la que se perdió todo menos la
hidalguía y el arrojo castellanos sustentados en solo tres caballeros, ya que a los demás venciérales
el miedo o la traición antes que el filo de las armas imperiales. Queden libres de este Sambenito el
obispo de Osuna y D. Pedro Maldonado y Pimentel, que también, más adelante, hubieron de pagar
con sus vidas el amor a la patria y a los derechos del pueblo.
Brumosa y fría alboreó la mañana del 23 de abril de 1521 en los campos de Torrelobatón. No
parecía tiempo de primavera, sino de finales de otoño cuando ya el invierno está a la puerta.
Trompetas y atambores rompieron la tristeza del ambiente; eran las fuerzas de D. Juan de Padilla,
que con las banderas desplegadas emprendían la marcha hacía Toro.
Llovía con esa tenacidad persistente y menuda que los labriegos de Castilla y León llaman
calabobos; el suelo enfangábase de suerte que hacía difícil la marcha de las tropas.
No tardaron los imperiales en saber el movimiento de los comuneros y poniendo en orden los
2.400 jinetes de que disponían, entre los que iba la flor de la nobleza castellana, salieron al alcance
de los bravos rebeldes.
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Atienza de los Juglares
Cerca de Villalar divisáronse los dos bandos. La gente comunera incomodada por la lluvia iba un
poco suelta y desmandada. La misma molestia que sufría hacíale ir de mal talante, y a decir verdad,
con poco respeto de sus caudillos, tanto que al jefe toledano húbole de costar no poco trabajo poner
sus huestes en trance de pelea.
Las tropas del Emperador aprovecháronse de tal desconcierto, y destacando algunos corredores
que hicieron unos cuantos disparos de artillería ligera, pusieron en huida a los que otras veces
supieron portarse con harto arrojo y admirable serenidad.
Los cañones de los comuneros quedábanse atascados en los barrizales y no parece que los
soldados ponían muy decidido empeño en salvarlos.
Sobre el descontento que ya tenían, entróles un pánico tan vergonzoso que muchos se arrancaban
las cruces rojas que llevaban como enseña de sus banderías y las trocaban por las blancas de los
imperiales para poder ocultarse en sus filas.
Padilla, que viera tanta pobreza de espíritu, y desesperado por no poderlos contener, exclamó: “No
permita Dios que digan las mujeres de Toledo y Valladolid que traje sus hijos y sus maridos a la
matanza y que yo me salvé huyendo”. Picó espuelas, y seguido solo de cinco escuderos de su casa,
al grito de ¡Santiago y libertad!, arremetió y se abrió paso por medio de un escuadrón de lanceros
enemigos que a la voz de: ¡Santa maría y Carlos!, recibiéronles con tal saña y brío que les dejaron a
punto de fenecer.
Aún tuvo Padilla alientos para volver su terrible lanza sobre los imperiales y derribar de un
furibundo bote a D. Pedro de Bazán, señor de Valvuerna, hasta que el invicto caudillo cayó por la
fuerza de un mandoble de D. Alonso de la Cueva, al que se dio preso entregándole la manopla y la
espada. Entonces, un mal caballero de Toro, llamado D. Juan de Ulloa, sabiendo quien era el
vencido, tuvo la avilantez de cruzarle el rostro de una cuchillada. Cobarde desmán que sus mismos
parciales hubieron de echarle en rostro y aun es fama que hubo uno tan hidalgo que quiso cobrársela
sobre el campo.
Ya a este tiempo habían caído a manos de los imperiales Juan Bravo, campeón de Segovia y los
Maldonado de Salamanca. Las tropas de su majestad diéronse a la caza de los que huían y en más de
dos leguas cubrieron el suelo de cadáveres, sin que les
movieran ni los ruegos del perdón ni los lastimeros ayes de
los moribundos.
Entre los más enconados perseguidores hacíase notar un
fraile dominico llamado fray Juan Hurtado, que a lomos de
un asnillo recorría el campo gritando como un energúmeno:
¡Matad, destrozad a esos impíos! ¡Eterno descanso gozará a
la diestra de Dios Padre el que contribuya a destrozar esa
raza maldita…!
Buen modo de cumplir el ministerio de paz que había
jurado en los altares. Más ¿qué mucho que así sea si de estos
siervos del Señor tenemos hartos por las revueltas y
encrucijadas de la Historia de todos los tiempos?
Aquella misma noche fueron conducidos los desventurados
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Atienza de los Juglares
caudillos a la fortaleza de Villalba,
que era de aquel miserable que
honrara los filos de su espada con la
noble sangre de D. Juan de Padilla; a
la
mañana
siguiente
fueron
trasladados a Villalar, donde habrían
de ser juzgados y sentenciados.
Aunque algunos nobles, antes de
alma que de alcurnia, quisieron
interceder por ellos en honra de su
hidalguía y bravura, no hubo forma
de romper los valladares de rencor
que oponía la nobleza, y así fueron
reducidos a morir en un cadalso por
traidores a la monarquía, los que hoy,
al cabo de los siglos son
reverenciados en los altares de la
Patria como mártires de la libertad.
Juan Bravo y Francisco Maldonado
no pudieron oír con mansedumbre
evangélica la lectura de la bárbara
sentencia, y protestaron de tal
iniquidad con toda la energía de sus
rudos corazones. No fue así el
caudillo toledano, que la recibió
estoicamente, con la humildad del
que va a morir por su idea. Joyas de esta entereza de espíritu serán eternamente aquellas dos
admirables epístolas dedicadas la una a su brava esposa, Doña María de Pacheco, y la otra a la
ciudad de Toledo.
En mulas engualdrapadas de luto salieron los invictos caballeros para el lugar del suplicio, que era
al fin del rollo de la villa. Como durante la carrera fuese gritando el pregonero: Esta es la justicia
que manda hacer su majestad y los gobernadores en su nombre a estos caballeros haciéndolos
degollar por traidores… no pudo sufrirlo Juan Bravo, que hacía mucho honor a su apellido, y gritó:
Mientes tú y quien te lo manda decir, no somos traidores, sino celosos del bien público y defensores
de las libertades del reino.
Ya no habló el capitán segoviano, hasta que, llegando a la plaza, dijo al verdugo: Degüéllame a mi
primero porque no vea la muerte del mejor caballero que quedaba en Castilla.
Y el cuchillo del ejecutor se hundió con saña en la garganta de la mayor gloria que cuenta la noble
y leal ciudad de Segovia.
Minutos después caían las ilustres cabezas de los otros dos caudillos. Los tres sangrientos
despojos fueron clavados en sendos garfios y expuestos a la veneración, que no a la vergüenza,
publica en lo alto del rollo…
Diego San José/En el centenario glorioso/ 21 de abril de 1921.
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EL MONASTERIO DE
SANTA MARÍA DE
BONAVAL, EN RETIENDAS
En la carretera de Humanes a Tamajón,
seis kilómetros antes de llegar a este
último pueblo, nace, a mano izquierda, un
camino vecinal de fuerte pendiente, de
unos tres kilómetros de longitud, que
termina en la villa de Retiendas. La
principal y casi única riqueza agrícola de
este pequeño pueblo consiste en la
posesión y cultivo del Coto Redondo de
Bonaval, propiedad repartida en lotes entre
sus vecinos.
El Coro Redondo de Bonaval comprende
4.800 fanegas de monte bajo; 300 fanegas
de labor y 60 fanegas de regadío, además
de las ruinas de lo que fue Monasterio
cisterciense de Bonaval, propietario de
todos estos bienes hasta la exclaustración
de 1821, en que tanto el convento como
sus terrenos fueron incautados y vendidos
por el Estado a un particular. El pueblo de
Retiendas adquirió en 1894 todo el coto
redondo mediante compra, en la cantidad
de veinte mil quinientos duros, a un
familiar y heredero directo de sus primeros
propietarios, don Feliciano Llorente, Catedrático de Granada.
Según consta en la escritura de compra fechada en 7 de junio del referido año, este convento de
Bonaval dependía antes de la incautación, del Monasterio de Bernardos de Monte Sión de Toledo.
La erección del monasterio tuvo lugar el año 1164. El fundador fue Alfonso VIII de Castilla, el
cual dio autorización a los monjes cistercienses para que habitaran el monasterio no como dueños,
sino como de prestado. Años después se lo donó definitivamente.
La casa madre del monasterio fue el célebre Monasterio de Valbuena, diócesis de Palencia, que en
1143 fundó doña Estefanía, hija del conde Armengol.
Por los años 1189 gobernaba el monasterio el abad don Sancho cuyo nombre, juntamente con los
de Scala-Dei, Sacramenia, Valbuena, Fitero, Sandoval y el del prior Bujedo, aparece firmando el
acta del primer Capítulo General que las monjas cistercienses de Castilla y León celebraron en el
Real Monasterio de las Huelgas, de Burgos. Dicha acta lleva la fecha del 27 de abril de 1189.
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Atienza de los Juglares
Los privilegios y riquezas
hicieron de Bonaval un
insigne Monasterio y una
de las filiciaciones más
importantes de Valbuena,
pero con el tiempo decayó
su importancia, y así
cuando por el año 1464 se
unió a la Congregación
Cisterciense de Castilla,
perdió su título y carácter
de Abadía, quedando como
Priorato y así continuó
hasta 1821 en que, durante
el trienio liberal, se llevó a
cabo
la
primera
exclaustración, y entonces
el Estado se incautó del
Monasterio
y
sus
posesiones.
De lo que fue Monasterio
de monjes bernardos de
Bonaval, situado a orillas
del río Jarama, aguas abajo
del arroyo de Valdelabadía,
a tres kilómetros de
Retiendas, solo quedan en
pie una parte de las ruinas
de la iglesia, consistente en
la cabecera, una nave baja y
la fachada del mediodía.
(De: El Monasterio de
Bonaval, en la provincia de
Guadalajara. José Torija
Alonso. Madrid, 1948)
Fotos e imágenes: Dibujo
de La Ilustración Católica.
Antonio
de
Olmedo,
Madrid, 31 de mayo de
1892. Foto de portada del
monasterio de Leopoldo
Torre Balbás, 1948. José
Torija Alonso).
En la actualidad el
Monasterio amenaza ruina,
habiéndose solicitado por parte de diversas plataformas su expropiación y consolidación, como Bien
de Interés Cultural.
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NOS VAMOS AL REFRANERO,
DE ABRIL
Juan Luis López Alonso
-Quien no guarda pan para mayo y leña para
abril, no sabe vivir.
-Abril abrilero, cada día dos aguaceros.
-Abril frio, tortas de trigo.
-En abril espigas mil.
-Abril hace las puertas cerrar y abrir, y a
los cochinos gruñir.
-Marzo ventoso y abril lluvioso sacan a
mayo florido y hermoso.
-Gallina gentil, echada en marzo y sacada
en abril.
-Abril sin granizo, Dios no lo hizo.
-La viña del ruin, se poda en abril.
-Buenos amigos y buenos abriles, uno
entre miles.
-Abril mojado malo en la huerta y bueno
en el campo.
-Abril para ser abril ha de tener
aguas mil.
-Abril sonriente, de frio mata a la
gente.
-Abril trae flores y mayo se lleva los
honores.
-Abril tronado, viene buen verano.
-Abril y mayo, las llaves de todo el
año.
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Atienza de los Juglares
-Abriles buenos y buenos hidalgos, muy escasos.
-Abriles y jornaleros, pocos buenos; pero el que es
bueno, es bueno
-Un abril del todo bueno, los antepasados no lo
conocieron.
-De abril y de la mujer, todo lo malo es de temer.
-No hay abril que no sea vil, al principio, al medio o al
fin.
-Abril siempre fue vil, que al principio, que al medio, que
al fin.
-Ni abril sin flores, ni juventud sin amores.
-Nunca vi abril que no fuera ruin, ora al entrar, ora al
salir.
-Al principio y al fin, abril suele ser ruin.
-Abril, si bueno al principio, malo al fin.
-Agua por san Marcos (día 25), rey de los charcos.
-Si nieva por santa Engracia (día 16), la viña desgracia.
-Abriles y condes, los más traidores.
-Abril siempre fue ruin, al entrar, o al salir, o al medio
por no mentir.
-Si no hubiera abril, no habría año ruin.
-En abril cortas un cardo y crecen mil.
-Las mañanitas de abril son muy dulces de dormir.
-Abril es un embeleso, si trae pan y queso.
-Abril frío y mojado, hinche el granero y harta el ganado.
-Abril no es padre; que es compadre.
-Con abeja, oveja y reja, nadie se queja.
■■■■■
-“Fresco como una mañana de abril”: Lozano y bien
conservado. Se aplica a personas y cosas.
-“Parecer un abril”, o “estar hecho un abril”: Estar lucido,
hermoso, o galán.
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Guadalajara, a partir del siglo XIX, y los sucesos y desarrollo de unas
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