R° 53 F° 146 T° 15 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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SALA CIVIL PRIMERA
Resolución N°: 53
Folio: 146
Tomo: 15
En la ciudad de Santa Fe, a los
09 días del mes de Junio de dos mil catorce, se reunió
en Acuerdo Ordinario la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y
Comercial de Santa Fe, integrada por los Dres. Abraham L. Vargas, María Cristina De
Césaris de Dos Santos Freire y Nora S. Echarte, para resolver los recursos de nulidad y
apelación interpuestos por la demandada-reconviniente en fecha 11.11.2011 (ver fs.
127) contra la sentencia de 24.10.2011 (v. fs. 117/119 vta.) dictada por el Juzgado de
Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial de la 3ra. Nominación de esta
ciudad, en los autos caratulados “GALLO, MIGUEL ANGEL JORGE C/
BARAVALLE,
MARIA
BEATRIZ
MARTINEZ
DE
S/
DIVISION
DE
CONDOMINIO” (Expte. Sala I N° 9 – Año 2012), y que fueran concedidos en
relación y con efecto suspensivo en fecha 19.11.2011 (v. fs. 130). Acto seguido el
Tribunal estableció el orden de votación conforme con el estudio de los autos -Vargas,
De Césaris y Echarte- y se plantearon para resolver las siguientes cuestiones:
1era.: ¿Es nula la sentencia recurrida?
2da.: ¿Es ella justa?
3era.: En su caso, ¿qué pronunciamiento corresponde dictarse?
Determinado el orden de votación en cuya virtud éstos pasan a estudio, a la
primera cuestión, el Dr. Vargas dijo:
El recurso de nulidad deducido por la demandada-reconviniente no ha sido
sostenido autónomamente. Por lo demás y a todo evento corresponde señalar que las
críticas que contiene el memorial respectivo (que no refieren a vicios in procedendo
sino in iudicando) pueden obtener suficiente respuesta en el tratamiento que -a
continuación- se realizará del recurso de apelación que también ha interpuesto la parte
accionada. Por consiguiente, no advirtiendo irregularidades procesales ni vicios en el
procedimiento que justifiquen un pronunciamiento de oficio, corresponde desestimar el
recurso de nulidad enunciado precedentemente.
En consecuencia, así voto.
A la misma cuestión, la Dra. De Césaris expresó, a su vez, iguales razones en
parecidos términos y votó, por lo tanto, en igual sentido.
A la primera cuestión, la Dra. Echarte dijo:
Habiendo tomado conocimiento de estos autos y existiendo votos totalmente
concordantes de dos jueces, de conformidad al art. 26 de la Ley 10.160 y a la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, me abstengo de emitir
opinión.
A la segunda cuestión, el Dr. Vargas dijo:
I. Antecedentes
Por resolución de fecha 24.10.2011, la Jueza a quo hizo lugar a la demanda
promovida por Miguel Ángel Jorge Gallo y, en su consecuencia, dispuso la división del
condominio de la nuda propiedad del bien inmueble objeto de autos, cuyo dominio se
encuentra inscripto en el Registro General al N° 21150, F° 296; T° 164 Impar PH, La
Capital, descripto como Unidad U 15, Planta 05, Parcela 05-01, distribuyendo las costas
respectivas por su orden y, por otra parte, rechazó la reconvención por cobro de gastos y
mejoras deducida por María Beatriz Martínez de Baravalle, con costas a su cargo.
Para así decidir, y en lo que refiere a la pretensión de división de condominio,
expresó que “el demandado no ha opuesto excepciones ni objeciones a la partición, en
tanto reconoce la naturaleza particionable del bien, reconoce la existencia de un
condominio y sólo desconoce la existencia de gestiones previas a fin de lograr la
división... por lo expuesto corresponde hacer lugar a la división de condominio
propuesta…” (v. fs. 118).
En cuanto a la pretensión articulada por la vía de la reconvención, dio los
fundamentos que siguen: “[E]n lo que refiere a las tasas, impuestos y expensas, las
mismas no revisten el carácter de mejoras, sino que son gastos de conservación, sin
perjuicio de lo cual, en virtud de lo dispuesto en los arts. 2884, 2891, 2894 y 2889;
siendo que en el caso de marras nos encontramos ante una división de condominio
intentada por el nudo propietario, corresponde rechazar lo reclamado en los términos de
la reconvención ya que los créditos pretendidos no alcanzan a los titulares de la nuda
propiedad, sino que recaen exclusivamente sobre el usufructuario” (v. fs. 119).
Finalmente, señaló que “los alquileres pretendidos por la actora reconvenida…
no ha sido cuestión introducida en su escrito de demanda, ni en el debate posterior, por
lo cual no corresponde ser tratado...” (v. fs. 119 vta.).
II. Agravios
1. Que contra dicha resolución, se alza la demandada-reconviniente, deduciendo
recursos de nulidad y apelación (v. fs. 127), los que son concedidos en relación y con
efecto suspensivo (v. fs. 130).
2. Ello así y radicados los autos en esta sede, se le corre traslado a la apelante a
fin que exprese agravios (v. fs. 137), lo que hace en fecha 8.3.2012 (v. fs. 139/141)
manifestando que existen “razones de equidad y justicia que ameritaban
fundamentalmente sostener al momento del dictado de la resolución final de división de
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condominio, que se tuvieran presentes las obligaciones crediticias esbozad[a]s en la
instancia de reconvención y contestación de la demanda... Que… la sentencia dictada
por la señora Jueza de grado, agravia y lesiona los intereses de mi representada,
cuando... desestima la reconvención planteada en relación al pago de tasas, impuestos,
expensas y demás cuestiones invocadas en concepto de gastos de conservación del bien
objeto de la división, por arribar al juicio axiológico 'de que no son obligaciones a cargo
del condómino o bien susceptibles de ser reclamadas por la otra condómina, la señora
Martínez de Baravalle'. Fundando su decisorio en lo normado en los artículos del
Código Civil que hacen referencia al Usufructo, y por ende, concluye en que éstos
corresponden al 'usufructuario del bien'”. En cuanto a la afirmación de la A quo de que
los gastos reclamados son a cargo exclusivamente de la usufructuaria, determinando
ello el rechazo de la reconvención, sostiene que “es allí donde estriba una suerte de
equivocación conceptual por parte de la señora Jueza, ya que la misma no logra advertir
que la usufructuaria no es mi representada, la señora Beatriz Martínez de Baravalle,
quien es cotitular del inmueble conjuntamente con el actor reconvenido, y quien en todo
caso es la usufructuaria ad vitem, es su señora madre -Doña Nélida Margarita Gomez
Turano vda. de Martínez-, que si bien podría soportar los gastos de impuestos y tasas
antes signados, en los hechos y en la práctica... dichos conceptos han sido abonados por
mi representada, puesto que su señora madre carece de recursos económicos para ello,
por tratarse de una señora pensionada de muy humilde subsistencia. Que partiendo de
dicha premisa, y habiéndose acreditado que las mismas han sido abonadas por mi
mandante... es más que evidente que las obligaciones señaladas, son de carácter
[propter] rem, es decir, que son a cargo de la persona que es propietaria del inmueble...
Que creemos que la señora Jueza A quo está desconociendo... que las expensas, los
impuestos provinciales y municipales están pagados. Y, habiendo reconocido el actor
reconviniente que 'no los ha abonado', va de suyo que el pago de dichas obligaciones
[ha] sido a cargo de la otra condómina... Que de no ser dicha afirmación cierta y de no
prosperar este agravio contra la sentencia traída en crisis, evidentemente se estaría
configurando una situación de injusticia, de enriquecimiento injustificado de la parte
actora reconvenida, quien se ve beneficiada por esta situación anómala o bien especial.
Que así y partiendo de ese orden de cosas, podemos sostener que la sentencia Agravia,
cuando la señora Jueza de Grado, fundamenta técnicamente la sentencia atacada,
circunscribiendo la relación jurídica, tal como si se tratara entre usufructuario y
condómino. Mas en el caso en cuestión, la litis es entre un condómino en relación al
otro. De allí que, siendo una circunstancia veraz y cierta, 'de que el condómino se ha
hecho cargo de los pagos de aquellos gastos en su totalidad -que son a cargo del otro en
forma proporcional-, y habiendo aceptado dicha situación -ya que no ha aportado
prueba en contrario para desnaturalizar ello-, es más que notorio y ostensible que el
crédito es exigible, y [que el] actor reconvenido debe hacer frente a los mismos, ya que
de admitir ello, sería como permitir la constitución de una situación naturalmente
injusta. Que conforme lo antes expresado, es evidente, que la función integradora de la
prueba, de la Sentencia a través de la sana crítica o la libre convicción, como vías de
razonamiento para dilucidar el 'quid del entuerto jurídico', debe en el caso en cuestión,
de manera inexorable, conducirlo a la conclusión de que: 'si el actor reconvenido no ha
abonado las obligaciones que tiene en relación a la cosa de la cual es propietario', es
porque las mismas han sido abonadas por otra persona, en este caso mi instituyente.
Que la racionalidad del caso, no nos puede permitir entender otra hipótesis posible, sino
aquella que nos indica que sobre el condómino pesa la obligación de contribuir al pago
de las obligaciones que surge en razón de ser titular de la cosa (obligaciones [propter]
rem), vgr. expensas, impuestos, etc. Por lo cual insistimos, en que los artículos citados
por la sentenciante, a nuestra manera de ver son de una aplicación, dudosa o relativa, y
que solo tendrían basamento de justicia, si se tratara de una relación litigiosa entre el
usufructuario y el nudo propietario. Mas en caso en cuestión, es entre condóminos, y tal
como lo sostuvimos en la instancia de responde y reconvención de la demanda, son los
arts. 2685 del Código Civil y demás normativas concordantes y subsiguientes, el marco
teórico para enfocar los hechos fácticos que motivan la litis, y la propedéutica adecuada
para la resolución justa del conflicto... Que otra de las cuestiones que motiva esta
expresión de agravios, es la imposición del pago de costas de manera injustificada -y
sin tener en cuenta los aspectos señalados analíticamente en esta vía recursiva y utsupra indicados- sin lograr advertir que al momento de la instauración de la acción, el
marco técnico legal ameritaba ello, y sin valorar en una adecuada medida, que a la parte
demandada reconviniente le asistían motivos para formular un planteo semejante. Y, en
consecuencia, había razones plausibles como para realizar este tipo de planteamientos.
Por todo lo cual, consideramos que es una postura mucho más armónica y justa, que a
lo sumo las costas sean impuestas por el orden causado en ambas instancias” (sic, ver
fs. 139/141).
III. Contestación de agravios
Corrido traslado para contestar agravios, la actora-reconvenida lo hace en fecha
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14.3.2012 (v. fs. 144/145 vta.), quedando los presentes en estado de resolver.
IV. Análisis
1. Así las cosas, a poco que se examina la literalidad del discurso esgrimido por
el apoderado de la demandada-reconviniente en su memorial de expresión de
agravios (reseñado casi en su totalidad en este fallo a los fines del cotejo respectivo con
los fundamentos del decisorio en crisis), fácilmente se advierte que no ha levantado la
carga técnica prevista en el artículo 365 del C.P.C.C.
En efecto, no critica (y por lo tanto consiente, arg. art. 365 citado) los
fundamentos fácticos y jurídicos dados por la a quo para decidir como lo hizo y
desestimar la reconvención deducida.
En esa tónica, es criterio reiterado de este Tribunal que “en materia de recursos,
el supuesto agravio que la decisión alzada ocasiona al recurrente, constituye el
fundamento y la medida del mismo, y que dicho agravio para poder ser dimensionado
por el tribunal A quem y obrar confirmando o reformando la decisión que le ocasiona,
debe ser oportunamente manifestado de una manera clara y concisa, ordenada y
correctamente, señalando, en base a argumentos y probanzas, porqué la sentencia no
es justa, cuáles son los motivos de su disconformidad, cómo el juez ha merituado mal
la prueba, ha omitido alguna que puede ser decisiva, ha aplicado mal la ley, en qué
consiste el error del pronunciamiento o cuál es el defecto que contiene el proceso
lógico mental que exteriorizó el juez al dictarlo, ya que de no procederse así se coloca
al tribunal de segundo grado en la posibilidad riesgosa de proceder a una revisión
indiscriminada de la sentencia cuya alzada se originó al interponerse el recurso,
apartándolo de su esencialidad funcional de revisión y control y no de creatividad,
careciendo, en otras palabras de medida y de materia respecto del cual debe emitir su
pronunciamiento” (Cattaneo s/ Ausencia con presunción de fallecimiento”, Acuerdo del
19/6/87; “Muttaner s/ Desalojo”, Acuerdo del 11/8/87; Corti c/ Merediz s/ Ejecutivo”
Res. N° 71 F° 54 T° 43; “Santi c/ Santi s/ Colación”, Res. N° 193, F° 59, T° 46-F, entre
otros)” (esta Sala, 5/12/2000, “Mestre, Carmen Francisca c/ Mesa, Anastacio y otro s/
Juicio Ejecutivo”, F° 373 T° 48).
Frente a la exigencia de marras, es jurisprudencia consolidada -a nivel nacional y
provincial- la que predica que, cuando se trata del contenido de la expresión de
agravios, pesa sobre el apelante el deber de resaltar, punto por punto, los errores, las
omisiones y demás deficiencias que atribuye al fallo. No basta con disentir, sino que la
crítica debe ser concreta, precisa, determinada, sin vaguedades. Además, tiene que ser
razonada, lo que implica que debe estar fundamentada.
Y, al hablar de "crítica" hay que hacer la siguiente precisión: al hacer una
coordinación de las acepciones académicas y del sentido lógico jurídico referente al
caso, "crítica" es el juicio impugnativo u opinión o conjunto de opiniones que se oponen
a lo decidido y a sus considerandos. Luego, se habla de que la crítica sea "concreta y
razonada". Lo concreto se dirige a lo preciso, indicado, específico, determinado (debe
decirse cuál es el agravio). Lo razonado incumbe a los fundamentos, las bases, las
sustentaciones (debe exponerse por qué se configura el agravio)” (conf. CNCivil, sala
H, 04/12/2004, Lexis Nº 30011227).
Por eso se ha dicho que en la expresión de agravios se deben destacar los
errores, omisiones y demás deficiencias que se asignan al pronunciamiento apelado,
especificando con exactitud los fundamentos de las objeciones. La ley requiere, con la
finalidad de mantener el debate en un plano intelectual antes que verbal, que la crítica
dirigida a lo actuado en la instancia de grado sea concreta, lo cual significa que el
recurrente debe seleccionar de lo proveído por el magistrado aquel argumento que
constituya estrictamente la idea dirimente y que forme la base lógica de la decisión.
Efectuada esa labor de comprensión, incumbe al interesado la tarea de señalar cuál es el
punto del desarrollo argumental que resulta equivocado en sus referencias fácticas, o
bien en su interpretación jurídica (conf. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil,
Sala G, 12/02/2009, La Ley Online; AR/JUR/727/2009).
Es que no existe posibilidad de tener como expresión de agravios al escrito que
omite el análisis pormenorizado de la resolución apelada, no indica sus presuntos
defectos, ni impugna sus fundamentos legales, limitándose a reiterar en términos
aproximados las alegaciones ya formuladas y a la enunciación de meras apreciaciones
subjetivas de orden general y no jurídico, sin rebatirlas concretamente (conf. CNCiv.,
Sala G, 10/02/1987, LL, 1987-B, 288).
Este escrito debe bastarse a sí mismo, sin que quepa remitirse a presentaciones
anteriores. Si no se introduce en el análisis pormenorizado del fallo ni cuestiona sus
fundamentos legales, limitándose, en otros términos, a reproducir circunstancias
relatadas con anterioridad o introducir otras que nada tienen que ver con la cuestión
discutida, no reúne los requisitos suficientes como para ser tenido como tal (conf.
CNCiv., Sala G, 09/12/1983, LL, 1985-C, 643).
En sintonía con lo expuesto, de la lectura del memorial aludido se desprende
simplemente una radical divergencia con lo sostenido por el magistrado de la inferior
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instancia, pero, de una manera generalizada y confusa, y en lo que importa sin atacar
el núcleo central de su fundamentación.
En ese sentido, tiene dicho esta Sala que “la simple disconformidad con el
dispositivo del pronunciamiento alzado y la reiteración de argumentos, así como la
simple reseña de actuaciones ... no son en sí suficientes para rever lo decidido, porque
la carga procesal de expresar agravios exige del apelante una crítica razonada y concreta
de las afirmaciones del sentenciante de baja instancia que se estiman no resultan
ajustadas a derecho... no siendo apta para sostener la apelación la simple
disconformidad con lo resuelto por el a quo (ídem, 17/11/80, “García c/ Trossero s/
Ejec.”) (fallo del 30/12/97 in re “Nistal, Juan Carlos C/ Nistal, Miguel Ángel s/
Ejecutivo” espigado en el Libro del Protocolo, T° 46, Fº 214).
1.1. Claro ejemplo de lo anterior son las expresiones genéricas y vagas a las
que recurre el apelante en su intento de sustentar los agravios, sin siquiera esbozar
fundamentos jurídicos que justifiquen tales asertos.
Así, al hablar de “razones de equidad y justicia” que ameritarían -en su
entender- que se tuvieran presentes las obligaciones crediticias objeto de su pretensión
articulada por la vía de la reconvención, nada más agrega, sólo se limita a ello sin
aportar elementos serios que basamenten una crítica concreta que -eventualmentepueda dar pábulo a una revisión de la sentencia recurrida por este Tribunal de Alzada.
Cuando refiere a una “situación de injusticia, de enriquecimiento injustificado de la
parte actora reconvenida” quien se ve -dice- beneficiada por esta “situación anómala” o
bien “especial”, despliega una batería de conceptos vacuos, respecto de los cuales es
absolutamente negligente en darles el contenido mínimo necesario para que sirvan de
sustento a sus endebles agravios. Incluso al decir que “los artículos citados por la
sentenciante... son de una aplicación dudosa o relativa”, el pretendido argumento legal
queda trunco ab initio, pues -en su tibieza- no se hace cargo -el apelante- de desarticular
la justificación de la A quo para resolver como lo hiciera.
Así las cosas, la falencia expuesta sella la suerte adversa del recurso bajo
análisis.
2. Sin perjuicio de lo expuesto, al sólo efecto de evitar caer en los contornos
difusos del excesivo rigor formal y a mayor abundamiento, he de señalar que los
escuetos agravios formulados por la recurrente carecen de andamiaje tanto fáctico
cuanto jurídico.
2.1. En efecto, se advierte que la quejosa achaca a la jueza de grado incurrir en
una “suerte de equivocación conceptual” (sic) al no advertir que la usufructuaria es un
sujeto extraño a la litis -la madre de la demandada reconviniente- y así circunscribir la
relación jurídica “tal como si se tratara entre usufructuario y condómino”. Asimismo,
entiende que al haberse hecho cargo de las deudas fiscales y de expensas de la finca la
condómina de la nuda propiedad, ésta tiene el derecho de repetir la parte proporcional
contra el otro condómino (también de la nuda propiedad) pues -de lo contrario- se
estaría permitiendo la “constitución de una situación naturalmente injusta”. Para ello,
sostiene que son de aplicación al caso los artículos 2685, concordantes y subsiguientes
del Código Civil (que regulan las obligaciones entre condóminos respecto de los gastos
de conservación o reparación de la cosa común).
Corresponde antes que nada señalar que la invocada confusión de la sentenciante
de grado no es tal.
Para resolver como lo hiciera, al decir que “los créditos pretendidos no alcanzan
a los titulares de la nuda propiedad, sino que recaen exclusivamente sobre el
usufructuario”, la A quo no yerra en su enfoque conceptual ni procesal, pues partiendo
de la base de que se trata de una acción entre condóminos de la nuda propiedad de un
inmueble, la afirmación de que las obligaciones que la reconviniente pretende repetir
contra la actora son a cargo exclusivo de la usufructuaria (tercera) fundamenta el
rechazo de la pretensión, aún teniendo por acreditados los pagos que se invocaran.
Y esa tesis encuentra suficiente apoyatura en las normas de fondo que
reglamentan los institutos en danza.
Es así que, si bien “el condómino que ha hecho de su peculio la totalidad de los
gastos necesarios para conservar y reparar la cosa común, entre los que se incluyen los
pagos de impuestos y expensas, tiene derecho a percibir de los demás la parte de ese
importe que a cada uno le corresponda” (Areán, Beatriz, “De los derechos reales”, en
Bueres, Alberto J., Director, Highton, Elena I., Coordinadora, “Código Civil y normas
complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial”, tomo 5B, 2da. Edición, Ed.
Hammurabi SRL, Buenos Aires, noviembre de 2004, pág. 90) tal regla no rige cuando
-como bien se apunta en la sentencia en crisis- el dominio -o el condominio- se
encuentra desmembrado por haberse constituido derecho real de usufructo.
En efecto, en la situación descripta la ley -a falta de acuerdo entre las partespone en cabeza del usufructuario ciertas obligaciones que se corresponden con el
ejercicio de los derecho de uso y goce que detenta. En ese sentido, el artículo 2894 del
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Código Civil expresamente consigna que “El usufructuario debe satisfacer los
impuestos públicos, considerados como gravámenes a los frutos, o como una deuda del
goce de la cosa, y también las contribuciones directas impuestas sobre los bienes del
usufructo”. Por lo tanto, “a cargo exclusivo del usufructuario están los impuestos -en
sentido lato, comprensivos de tasas y similares- ordinarios normales que gravan la cosa,
v. gr. contribución territorial o de mejoras, tasas municipales de alumbrado, barrido y
limpieza, o las de obras sanitarias, etcétera; y todos los que graven los frutos, ya sean
ordinarios o extraordinarios” (Mariani de Vidal, Marina; Heredia, Pablo D., “Del
usufructo”, en Bueres, Alberto J., Director, Highton, Elena I., Coordinadora, “Código
Civil...” op. cit., pág. 774). Incluso quedan incluidas “las expensas que deban pagarse al
Consorcio por tratarse ésta de una deuda inherente a los bienes en usufructo” (Cámara
Nacional Civil, Sala G, 17.3.1982 en “Castaño, Enrique P. s/Sucesorio”, J.A., 1982-IV587).
Desde ese mirador, aún considerando que la condómina de la nuda propiedad de
la finca objeto de autos (demandada y reconviniente en esta causa) se hubiera hecho
cargo de los gastos que ahora reclama (situación que la A quo entendió formalmente
acreditada y que no está discutida en esta sede) que son a cargo exclusivo de la
usufructuaria del inmueble, podría en todo caso encaminar su pretensión de repetición
contra ésta (la usufructuaria) pero en ningún caso contra el condómino que está exento
de contribuir a este tipo de gastos.
Por todo lo expuesto, el agravio no puede tener favorable acogida.
2.2. En lo que refiere a la imposición de costas, que la A quo impuso por su
orden en lo que hace a la acción de división de condominio, y a la demandada
reconviniente respecto de la pretensión por ella introducida, nada ha dicho la apelante
para desarticular la justificada aplicación del principio objetivo de vencimiento
contenido en el artículo 251 del C.P.C.C.
Ello pues, no sólo nuestro sistema legal no consagra de manera expresa la
facultad de los jueces de eximir de las costas al litigante vencido cuando, por ejemplo,
tuviera razón plausible para litigar (como sí ocurre en otros ordenamientos procesales
tales como el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación en su artículo 68,
segundo párrafo, y aquellos que lo han seguido en esa línea) sino que -a todas luces- la
pretensión introducida por la vía de reconvención carece de asidero fáctico y jurídico,
no siendo siquiera opinable la materia sobre la que versa, ni habiéndose acreditado la
existencia de jurisprudencia contradictoria, una modificación de las normas legales
vigentes, la variación de jurisprudencia de seguimiento obligatorio, o alguna otra razón
que justifique la conducta procesal asumida por la demandada al reconvenir.
Por lo tanto, tampoco en este aspecto puede prosperar la pretensión recursiva.
3. En cuanto a las costas devengadas en esta instancia, por aplicación del
principio objetivo de vencimiento (art. 251, CPCC) corresponde cargarlas a la apelante
perdidosa.
Así voto.
A la misma cuestión, la Dra. De Césaris expresó, a su vez, iguales razones en
parecidos términos y votó, por lo tanto, en igual sentido.
A la segunda cuestión, la Dra. Echarte dijo:
Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de
emitir opinión.
A la tercera cuestión, los Dres. Vargas y De Césaris manifestaron
sucesivamente que, de acuerdo a lo reseñado, cuanto corresponde es rechazar los
recursos de nulidad y apelación interpuestos, con costas a la recurrente (art. 251 del
C.P.C.C.).
A la misma cuestión, la Dra. Echarte dijo:
Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de
emitir opinión.
Por ello, la SALA PRIMERA DE LA CAMARA DE APELACION EN LO
CIVIL Y COMERCIAL DE SANTA FE, RESUELVE: 1) Rechazar los recursos de
nulidad y apelación interpuestos. 2) Costas a cargo de la recurrente (arg. art. 251 del
CPCyC). 3) Los honorarios de Alzada se liquidarán en la proporción establecida en el
artículo 19 de la ley 6.767, modificada por la Ley 12.851, oportunidad en que se correrá
vista a la Caja Forense.
Concluido el acuerdo, firmaron los Señores Jueces de Cámara por ante mí, que
certifico.
Insértese, hágase saber, bajen.
VARGAS
DE CÉSARIS
ECHARTE
(En abstención)
Si-//
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//guen las firmas.
PENNA
(Secretaria)
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