La" marcha hacia la igualdad"

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ientras en varios Estados de Europa, la propia España por ejemplo, el inicio del siglo XXI ha traído
consigo legislaciones que regulan el matrimonio entre personas del mismo sexo, sigue habiendo
países en los que los homosexuales son privados de libertad e, incluso, condenados a pena de muerte.
En 2015, dos hitos han puesto de nuevo de actualidad estas diferencias: la aprobación en Irlanda
mediante referéndum –la primera vez que se utiliza esta fórmula en el mundo– de la ley que permite
los matrimonios homosexuales y, sobre todo, el espaldarazo de la Corte Suprema de Estados Unidos,
donde este tipo de uniones están reconocidas en algunos Estados y prohibidas en otros, al considerar
MELCHOR DEL VALLE
que el matrimonio entre personas del mismo sexo es un derecho nacional.
M
La ‘marcha hacia la igualdad’
SEPTIEMBRE / OCTUBRE 2015
Hay 22 países
del mundo que
reconocen,
total o
parcialmente,
el derecho a
contraer
matrimonio a
personas del
mismo sexo:
un 11,4 por
ciento de los
adscritos a la
ONU.
No faltó quien comentó en el contexto europeo, a raíz de la sentencia del Supremo estadounidense,
que por aquí llevábamos ya años
con leyes que reconocen el matrimonio igualitario, sin apenas armar
42 Escritura PÚBLICA
“revuelo”, y que algo que ni siquiera
es una legislación federal, sino un
simple reconocimiento de que la
unión de parejas del mismo sexo
debe ser considerada válida constitucionalmente, aun en los Estados
en que no hay ley en dicho sentido,
ha provocado un interés desmesurado internacionalmente. Es verdad
que un hecho nada comparable
con las leyes específicas existentes
en los países de nuestro entorno
tuvo una repercusión enorme; pero
no es menos cierto que, por un
lado, está la influencia de las redes
sociales con esa propuesta internacional de “teñir” el perfil de cada
cual con la bandera arco iris y, por
otro, que en Estados Unidos tienen
hoy un presidente tremendamente
mediático capaz de saludar la sentencia de su máximo Tribunal con
un tuit en el que dijo: “Es un gran
paso en nuestra marcha hacia la
igualdad. Las parejas gays y lesbianas ahora tienen el derecho a casarse como cualesquiera otras.” Ante
esto, ni los 14 años de legislación a
favor en Países Bajos, los 10 en
España o la peculiar forma, por referéndum, de aprobar la ley en Irlanda
tienen capacidad de competir por
unas líneas en un Medio escrito o
unos segundos en uno audiovisual.
Sin embargo, el mencionado
revuelo internacional ha puesto
sobre la mesa la situación de esta
lucha por la igualdad de derechos
en los distintos países del mundo.
Aunque hay algunas singularidades,
puede decirse que hay tres tipos de
situaciones en cuanto a esa “marcha hacia la igualdad” que dijo Obama: la de los países en que está
legalmente implantado el matrimonio entre personas del mismo sexo;
el de los que solo tienen en cuenta
las uniones civiles o con diferencias
Reconocimiento de la unión.
Incluyendo EE. UU. tras la reciente
resolución de su Corte Suprema, en
total son 20 los países del mundo
que reconocen el derecho a contraer
matrimonio a personas del mismo
sexo; 22 si se añade Reino Unido y
México, que lo aceptan abiertamente en una gran parte de su territorio,
aunque no en todo. Si se comparan
estas cifras con el conjunto de países miembros de Naciones Unidas,
solo un 11,4 por ciento de estos
han dado el paso de aceptar que la
unión civil entre dos hombres o dos
mujeres tenga los mismos derechos
que la hasta hace poco convencional de hombre y mujer.
Determinadas posturas políticas, pero, sobre todo, convicciones
religiosas que sus críticos consideran ancladas en tiempos socialmente superados en occidente, son la
causa del bajo porcentaje que se ha
citado líneas más arriba. Sus argumentos se apoyan en el nuptiae del
derecho romano que se definía como
coniunctio maris et feminae, et consortium omnis vitae, divini et humani
iuris communicatio (unión entre un
hombre y una mujer para toda la
vida, y consorcio de derecho divino
y humano). El texto es del siglo III
d.C. y expresa el carácter social que
el legislador concede a las nupcias
como base de la familia en el sentido de garantizar el recambio generacional. Esto no difiere en mucho
de lo que hoy, 1.700 años más tarde, definen quienes defienden el
El matrimonio entre personas del mismo sexo
y la penalización de la homosexualidad en el mundo
Reconocido el derecho a contraer matrimonio.
Reconocido el derecho a contraer matrimonio en parte del territorio.
Reconocidas la uniones de hecho.
Penada la homosexualidad sin aplicación de sentencia.
Pena de cárcel (entre un mes y diez años).
Pena de muerte o cadena perpetua.
Fuente: Varias fuentes internacionales.
La homosexualidad
es ilegal en 79 países
y está castigada con
la pena de muerte
en siete de ellos
matrimonio como un acto exclusivo
entre hombre y mujer. Ello, y mirando solo a Europa, aunque la reforma
protestante dejó de ver el matrimonio como un sacramento y la Revolución Francesa lo sacó de las instituciones religiosas y asignó al Estado
la labor de regularlo dándole rango
de contrato.
Otro de los puntos de fricción
–por ejemplo, en España– viene siendo la denominación que deba tener
el “contrato” entre personas del
mismo sexo, negando quienes defienden la unión convencional el uso de la
palabra “matrimonio”, que viene del
mater latino (madre), a todo acuerdo
de convivencia entre dos personas
donde no exista la figura materna con
capacidad o, simplemente, intención
de procrear. Quienes así piensan se
decantan por expresiones como
“unión civil” con los mismos derechos sociales y legales –salvo la
adopción– que un matrimonio convencional. Fuera de los ámbitos religiosos, es posible que la discusión
en este sentido tenga poco recorrido. Ya Alfonso X el Sabio (12211284) debió tener que mediar en
alguna situación parecida, hasta el
punto de haber dejado escrito en
sus Siete partidas que “matris et
munium son dos palabras de latin
que tomó nombre matrimonio que
quier tanto decir en romance como
oficio de madre. Et la razon porque
lo llaman matrimonio al casamiento
et non patrimonio es esta, porque la
madre sufre mayores trabajos con
los fijos que non el padre; ca como
quier quel padre los engendre, la
madre sufre grant embargo con
ellos demientre que los trae en el
vientre, et sufre muy grandes dolores, quanto ha de encaescer; et
después que son nacidos lieva muy
grandes trabajos en criarlos ella por
sí misma; et demas desto porque
los fijos demientre son pequeños,
mas meester han el ayuda de la
madre de facer et non el padre, por
SEPTIEMBRE / OCTUBRE 2015
entre la equiparación de derechos
entre los distintos Estados, y los que
se limitan a reconocer los matrimonios
igualitarios celebrados fuera de sus
fronteras, pero que no tienen legislación aplicable. En el lado opuesto
están los que establecen penas a la
homosexualidad (aunque es verdad
que en algunos lugares como India,
Angola o Namibia existe la “condena” sin que llegue a aplicarse); los que
imponen la pena de cárcel; los que
van más allá y establecen la cadena
perpetua, y los que, en el extremo
total, castigan con la pena de muerte.
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Legalización de matrimonios
del mismo sexo
2000
2001 Países Bajos
2002
2003 Bélgica
2004
2005 España y Canadá
2006 Sudáfrica
2007
2008
2009 Noruega, Suecia y México (1)
2010 Portugal, Islandia y Argentina
2011
2012 Dinamarca
2013 Brasil, Francia, Uruguay y Nueva Zelanda
2014 Reino Unido (2) y Finlandia
2015 Luxemburgo, Eslovenia, Irlanda y EE.UU.
(1) Solo México D.F. En 2011 y 2014, respectivamente, se unieron
los estados de Quintana Roo y Coahuila de Zaragoza.
(2) Solo Inglaterra, Gales y Escocia.
ende es llamado matrimonio et non
patrimonio”. Siguiendo el criterio del
rey castellano, si no hay hijos, si no
hay “oficio de madre”, no hay matrimonio. En pleno siglo XXI sería una
discriminación a las parejas de
hombre y mujer que no pudieran o
no quisieran tener hijos.
SEPTIEMBRE / OCTUBRE 2015
Negación de las libertades. En
ese amplio espectro que va desde
el reconocimiento sin ambages a
los derechos de las personas hasta
la más absoluta cerrazón, los defensores de la libertades (y de la vida,
dicho sea de paso), miran con preocupación a países islamistas, principalmente, en los que corre peligro la
vida de los homosexuales. Aunque
es difícil obtener datos de algunos
lugares del Planeta, se puede afirmar que la homosexualidad es ilegal en 79 países y está castigada
con la pena de muerte en siete de
ellos: Mauritania, Sudán (del Norte)
y Somalia, además de algunos territorios de Libia, Nigeria (en las provincias del norte), en África; en Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Ye-
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men, además de parte de Irak, en la
Península Arábiga, y en Irán, y parte de Afganistán, en Asia. En Tanzania, Paquistán y Birmania el castigo
es la cadena perpetua, lo que pensando en las condiciones penitenciarias de los citados países debe
ser lo más parecido a una muerte
lenta. También en esta situación está
Uganda, aunque la legislación contra
la homosexualidad, aún vigente, se
declaró inconstitucional en 2014.
La amplia lista de países donde
hay distintas penas de cárcel lleva
sobre todo por el norte de África.
Son casos como los de Marruecos,
Argelia, Túnez y gran parte de Libia,
a los que hay que sumar varios más
como Etiopía, Kenia y Tanzania. En
la zona más ligth, y ya en Europa,
solo quedan algunos lugares donde
parece que la lucha por las libertades va ganando puntos aunque no
hay leyes específicas contra la discriminación, caso en el que están
Armenia, Bielorrusia, Rusia y Ucrania, si bien es cierto que en estos
dos últimos Estados es legal que
los transexuales cambien de sexo.
Opinión de la ciudadanía. De forma más general, cabe mirar también la opinión que la población tiene sobre las uniones de personas
del mismo sexo en los distintos países. Lo más fiable es lo expresado
por los irlandeses en referéndum en
mayo de 2015: un 62 por ciento de
los votantes estuvieron a favor. A la
vista de encuestas realizadas en los
distintos países (y con métodos similares, aunque no idénticos, por lo
que las comparaciones no deben ir
más allá de una simple curiosidad),
por encima de un 80 por ciento de
aceptación están los ciudadanos de
‘Las parejas gays
y lesbianas ahora
tienen el derecho
a casarse como
cualesquiera otras’
(B. Obama)
Luxemburgo, Holanda y Suecia. Los
que lo aceptan por encima de un 70
por ciento están en la zona norte y
centro europea… ¡más España! Son
Austria, Dinamarca, Alemania y Noruega. En el otro extremo, Letonia,
Lituania o Rumanía no llegan al 10
por ciento de aprobación. En América, los ciudadanos que aceptan
estas uniones en mayor grado son
los canadienses y uruguayos (por
encima de un 60 por ciento, aunque
en ningún lugar se llega al 70). Los
australianos son favorables en un
72 por ciento y los israelíes en un 61
por ciento, por completar el mapamundi en positivo. Jamaicanos, nigerianos, rusos y lituanos, todos con un
cinco por ciento o menos de aprobación, están en el extremo contrario, teniendo siempre en cuenta que
estos datos no es posible obtenerlos en países como los citados líneas
arriba donde prevalece la pena de
muerte o la cadena perpetua para
los homosexuales.
Se puede dejar una pregunta en el
aire: ¿es la opinión de la ciudadanía,
en este sentido, la que muestra el
camino al legislador o son los políticos
y sus convicciones los que “entierran”
con sus argumentos en uno u otro
sentido el criterio de los ciudadanos?
Se puede mirar el ejemplo más reciente, en Estados Unidos, donde se ha
invertido el porcentaje de quienes
están a favor y en contra tras la sentencia de la Corte Suprema (junio
de 2015) y las opiniones de sus dirigentes: en las últimas encuestas
periodísticas (Wall Street Journal y
NBC) las opiniones se sitúan en torno al 60 por ciento a favor y 32 por
ciento en contra.
Puede que sea cierto, como dejó
escrito el pensador inglés Jeremy
Bentham, que “cualquier ley es una
infracción de la libertad”, pero es
saludable la tendencia internacional
de los legisladores, por así decirlo,
“civilizados” de apuntarse al principio de respeto y protección a la libertad individual siempre que no interfiera en libertades ajenas y dejando
de lado las propias convicciones
morales, sociales o religiosas. JAMES COSTOS,
EMBAJADOR DE ESTADOS UNIDOS EN ESPAÑA Y ANDORRA
l día que recibí la llamada del Presidente Barack Obama para
pedirme que sirviera como embajador de Estados Unidos en
España fue uno de los de más satisfacción de mi vida. No solo
porque constituye un honor servir a un presidente al que admiro de
verdad o a un país que amo profundamente, sino porque mi nombramiento, junto con el de otros seis embajadores abiertamente gais,
proclamó al mundo que los estadounidenses LGTB (Lesbianas, Gais,
Bisexuales y personas Transgénero) forman parte del tejido de nuestro país y que Estados Unidos está comprometido con la defensa de
la plena igualdad de las personas LGTB en todo el mundo, mientras
seguimos trabajando para la plena igualdad en nuestro país.
En los últimos años hemos sido testigos de una defensa y un
impulso enormes en favor de los derechos de las personas LGTB en
Estados Unidos. Según el Centro de Investigaciones Pew, en 2001
un 57 por ciento de los estadounidenses se oponían al matrimonio
entre personas del mismo sexo, frente a un 35 por ciento que no.
Diez años más tarde, por primera vez, el porcentaje de estadounidenses que apoyaban el matrimonio entre personas del mismo sexo
era mayor que el de aquellos que se oponían, un 46 por ciento frente a un 45 por ciento. Hace un decenio, algunos políticos se oponían
a los derechos de las personas LGTB. Hoy los defienden
Estados Unidos se ha
con mayor frecuencia de la
unido orgulloso a la
que no lo hacen. Y desde el
comunidad de países,
pasado 26 de junio, cuando
el Tribunal Supremo de Estaentre los que se
dos Unidos dictó que nuestra
encuentra España, que Constitución garantiza la
igualdad de todos los matrireconocen el derecho
monios, Estados Unidos se
de las parejas del
ha unido orgulloso a la
mismo sexo a casarse
comunidad de países, entre
los que se encuentra España,
que reconocen el derecho de las parejas del mismo sexo a casarse.
Estados Unidos fue fundado sobre el principio de que todos
somos creados iguales. Como declaró el presidente tras conocerse
la sentencia del Tribunal Supremo: “El cometido de cada generación es conectar el significado del texto fundador con las realidades de los tiempos cambiantes: una misión que nunca termina,
para garantizar que esas palabras se aplican a cada estadounidense.” En la historia de Estados Unidos ha habido muchos hitos en
este sentido: la Decimonovena Enmienda, ratificada en 1920 y que
garantizó el derecho de la mujer al voto; la Ley de Derechos Civiles
de 1964, que prohibió la discriminación basada en la raza, el color,
la religión, el sexo o el origen nacional, o la Ley de los Estadounidenses con Discapacidad de 1990, que prohíbe la discriminación
basada en la discapacidad.
Cuando la autoridad más alta de nuestro país declaró que el
derecho a casarse es un derecho fundamental, inherente a la libertad de la persona, y que las parejas del mismo sexo no pueden ser
privadas de esa libertad o ese derecho, se marcó un nuevo hito y
E
fue un momento de euforia. Pero aunque nuestros corazones se
llenaron de orgullo por haber hecho un poco más perfecta nuestra
unión, sabemos que queda trabajo por hacer para garantizar que
todos los estadounidenses puedan disfrutar plenamente de la promesa de Estados Unidos.
La decisión del Tribunal Supremo envió un mensaje claro no
solo a los cincuenta Estados de nuestro país, sino a todos los rincones del mundo: ninguna ley que descansa sobre una base discriminatoria puede resistir la marea de la Justicia. Mientras seguimos
trabajando para garantizar que todos los estadounidenses puedan
ejercer sus derechos fundamentales en nuestro país, mi Gobierno
muestra ese mismo compromiso en su labor exterior. Defender los
derechos de las personas LGTB en todo el mundo es desde hace
tiempo una parte integrante de la política exterior estadounidense.
Aunque a algunos pueda parecerles algo nuevo, se trata simplemente de la continuación de nuestra larga tradición de lucha por
los derechos humanos y la libertad para todos.
España lleva claramente la delantera en esta cuestión al haberse convertido en uno de los primeros países en reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2005. Sin embargo, a
pesar de la amplia aceptación social de las personas LGTB y de
algunas leyes que se encuentran entre las más progresistas del
mundo, sigue habiendo discriminación. Desde que llegué a España
me he reunido con muchos miembros de la comunidad LGTB aquí
y, aunque con frecuencia cuentan historias positivas sobre la aceptación con la que cuentan, algunos han compartido conmigo su
preocupación por el acoso en los colegios, los delitos de odio y la
desigualdad en el lugar de trabajo. En el marco de un estudio publicado en 2013 por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales, el 76 por ciento de los encuestados afirmó
haber sufrido discriminación en el colegio, el 45 por ciento en el
espacio público y el 31 por ciento en el trabajo.
Es un orgullo para mí ofrecer mi apoyo moral a su labor para
conseguir el cambio, usar mis buenos oficios para ayudar a llamar
la atención sobre sus preocupaciones y ponerles en contacto con el
trabajo que realizan otros grupos en todo el mundo. Por ejemplo,
este año la Embajada ha enviado a un joven activista LGTB de Valencia a un programa de liderazgo en Estados Unidos asociado al proyecto It Gets Better (Todo Mejora), movimiento que ofrece esperanza
a jóvenes LGTB que sufren acoso. También hemos apoyado el trabajo local para introducir un mecanismo de evaluación de las empresas en cuanto a igualdad en materia LGTB, similar al índice de igualdad corporativa de la organización Human Rights Campaign.
Como ha dicho también el Presidente Obama, “Creemos en la
dignidad humana: que todas las personas son creadas iguales, no
importa quiénes sean, o qué aspecto tengan, o a quién amen, o de
dónde procedan”. Aunque Estados Unidos tiene mucho que aprender del ejemplo de España en muchos sentidos, también resulta
claramente fortalecedor intercambiar experiencias. En última instancia, ambos países aspiran a que haya plena igualdad para sus
ciudadanos y a fomentar este valor común en todo el mundo.
SEPTIEMBRE / OCTUBRE 2015
Los derechos de las personas LGTB
son derechos humanos
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