fundamentos biblico-teologicos del matrimonio

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ANEXO 1
CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES PARA LA CONSULTA, LA REPRODUCCIÓN
PARCIAL O TOTAL, Y PUBLICACIÓN ELECTRÓNICA DEL TEXTO COMPLETO.
Bogotá, D. C., Septiembre 07 de 2010.
Trabajo de Grado X
Señores
BIBLIOTECA GENERAL
Cuidad
Estimados Señores:
Yo VÍCTOR MANUEL CEPEDA VARGAS identificado con C.C. No. 19.304.179 autor del trabajo
de grado titulado: EL MATRIMONIO CAMINO DE SANTIDAD presentado y aprobado en el año
2010 como requisito para optar al título de Doctor en Derecho Canónico; autorizo a la Biblioteca
General de la Universidad Javeriana para que con fines académicos, muestre al mundo la
producción intelectual de la Universidad Javeriana, a través de la visibilidad de su contenido de la
siguiente manera:
•
•
Los usuarios puedan consultar el contenido de este trabajo de grado en la página Web de la
Facultad, de la Biblioteca General y en las redes de información del país y del exterior, con las
cuales tenga convenio la Universidad Javeriana.
Permita la consulta, la reproducción, a los usuarios interesados en el contenido de este
trabajo, para todos los usos que tengan finalidad académica, ya sea en formato CD-ROM o
digital desde Internet, Intranet, etc., y en general para cualquier formato conocido o por
conocer.
De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la
Decisión Andina 351 de 1993, "Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los
autores", los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables.
__________________________________
VÍCTOR MANUEL CEPEDA VARGAS
C.C. Nº 19.304.179
ANEXOS 2
FORMULARIO DE LA DESCRIPCIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO
TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS O TRABAJO DE GRADO: EL MATRIMONIO CAMINO DE
SANTIDAD
AUTOR O AUTORES:
Apellidos Completos
CEPEDA VARGAS
Nombres Completos
VÍCTOR MANUEL
DIRECTOR (ES)
Apellidos Completos
ACEVEDO QUIROZ
Nombres Completos
LUIS HERNANDO
JURADO (S)
Apellidos Completos
Nombres Completos
ASESOR (ES) O CODIRECTOR
Apellidos Completos
Nombres Completos
TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE: DOCTOR EN DERECHO CANÓNICO.
FACULTAD: DERECHO CANÓNICO
PROGRAMA: Doctorado X
NOMBRE DEL PROGRAMA: DOCTORADO EN DERECHO CANÓNICO
CIUDAD: Bogotá. AÑO DE PRESENTACIÓN DEL TRABAJO DE GRADO: 2010-09-07
NÚMERO DE PÁGINAS: 256
DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVES EN ESPAÑOL E INGLÉS:
ESPAÑOL
Matrimonio
Santidad
Familia
Sacramentalidad
Medios
Camino de Santidad
Pastoral del Matrimonio
Códex y Familia
Concilios
Padres de la Iglesia
INGLÉS
Marriage
Sanctity
Family
Sacramentality
Means
Sanctity Way
Marriage´s Pastoral
Codex and Family
Councils
Church´s Fathers
RESUMEN DEL CONTENIDO:
La obra nos presenta un estudio en profundidad de los elementos esenciales del matrimonio
cristiano y el llamado a la santidad personal y familiar en sus fuentes históricas, bíblicas,
teológicas, canónicas, pastorales en donde se propone en forma orgánica y sistemática la doctrina
y los medios más propicios para que los esposos y todo bautizado se deleiten por su santificación,
en contraste con la crisis familiar en una sociedad que sigue perdiendo los valores humanos y
espirituales. Se analiza con rigor científico la actual situación de las familias contaminadas por
sistemas e ideologías contrarios a la voluntad del Creador, y donde la vida de los santos y esposos
que en el pasado y en la actualidad han dado ejemplo de santidad son loables de imitar, como
enseña san Agustín, los ejemplos son más poderosos que las palabras y una buena obra enseña
más que un discurso. Urge defender y fortalecer nuestras familias en cada momento histórico para
santificarnos con ellas. La Evangelización del nuevo milenio debe fundarse en la doctrina del
Concilio Vaticano II, debe ser tarea común de los obispos, de los sacerdotes, de los religiosos y de
los seglares, obra de los padres y de los jóvenes; no olvidando que el futuro de la humanidad se
fragua en la familia, (Juan Pablo II) y que la defensa de la vida, el reconocimiento de la familia y la
libertad de educación son tres principios innegociables para la Iglesia y los cristianos en política.
(Benedicto XVI).
ABSTRACT:
The work presents us a study in depth of the main elements of the Christian marriage and the call to
the personal and family sanctity in its historical, biblical, theological, canonical and pastoral sources
in which it is intends in organic and systematic form the doctrine and the most promising means so
that the spouses and everything baptized are delights for its sanctification, in contrast with the
family crisis in a society that continues losing the human and spiritual values. It is analyzed with
scientific strictness the current situation of the families contaminated by systems and ideologies
contrary to the Creator's will, and where the life of the saints and spouses which in the past and at
the present time have given example of sanctity they are praiseworthy of imitating, like teaches San
Agustín, the examples are more powerful than the words and a good act teaches more than a
speech. It urges to defend and to strengthen our families in each historical moment to sanctify us
with them. The Evangelization of the new millennium should be founded in the doctrine of the
Second Vatican Council, it should be task common of the bishops, of the priests, of the religious
and of the seculars, work of the parents and of the youths; not forgetting that the humanity's future
is forged in the family, (John Paul II) and that the defense of the life, the recognition of the family
and the education´s freedom are three non-negotiable principles for the Church and the Christian in
politics. (Benedict XVI).
EL MATRIMONIO CAMINO DE SANTIDAD
VÍCTOR MANUEL CEPEDA VARGAS
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE DERECHO CANÓNICO
BOGOTÁ D. C.
2010
EL MATRIMONIO CAMINO DE SANTIDAD
VÍCTOR MANUEL CEPEDA VARGAS
Trabajo de Grado presentado como requisito parcial
para optar al título de:
Doctor en Derecho Canónico
DIRECTOR:
FRAY LUIS HERNANDO ACEVEDO QUIROZ (O.F.M.)
Dr. en derecho canónico
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE DERECHO CANÓNICO
BOGOTÁ D. C.
2010
Nota de Aceptación
______________________
______________________
______________________
______________________
______________________
______________________
_________________________
Firma del Presidente Jurado
_________________________
Firma del Jurado
_________________________
Firma del Jurado
Bogotá, D. C., Agosto 23 de 2010.
AGRADECIMIENTOS
Presento mis más sinceros agradecimientos a Dios, a La Pontificia Universidad
Javeriana y a su cuerpo docente quienes con gran responsabilidad e idoneidad,
pusieron a mi disposición sus conocimientos y experiencias para apoyar mi
desarrollo profesional, personal, espiritual y científico.
A mi Director de Tesis, Padre Luis Hernando Acevedo Quiróz, OFM, quien con sus
aportes contribuyó a dar un buen soporte a este trabajo.
CONTENIDO
pág.
TABLA DE SIGLAS Y ABREVIATURAS
GLOSARIO
OBJETIVOS
OBJETIVO GENERAL
OBJETIVOS ESPECÍFICOS.
INTRODUCCIÓN ...................................................................................................21
PRIMERA PARTE. HISTÓRICO - JURÍDICA .......................................................32
1. EL MATRIMONIO INSTITUCIÓN NATURAL.....................................................33
1.1 ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA MATRIMONIO..............................................33
1.2 DEFINICIONES ...............................................................................................33
1.3 EL MATRIMONIO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO ......................................36
1.4 EL MATRIMONIO EN EL NUEVO TESTAMENTO..........................................39
1.4.1 Mensaje Profético de Jesús ..........................................................................40
1.4.2 El Matrimonio en las Primitivas Comunidades Cristianas .............................41
1.5 DOCTRINA DE LOS PADRES DE LA IGLESIA ACERCA DE LA SANTIDAD
DEL MATRIMONIO................................................................................................41
1.6 CONCLUSIÓN .................................................................................................49
2. SANTIDAD DEL MATRIMONIO Y LOS CONCILIOS ........................................51
2.1 BONDAD DEL MATRIMONIO .........................................................................51
2.2 LA SACRAMENTALIDAD Y SANTIDAD DEL MATRIMONIO..........................52
2.3 CONCLUSIÓN .................................................................................................55
3. SANTIDAD DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA EN EL MAGISTERIO DE LOS
PAPAS DEL SIGLO XX-XXI ..................................................................................57
3.1 PÍO XI (1922-1939)..........................................................................................57
3.1.1 La Encíclica Rerum Omnium de Pío XI.........................................................57
3.1.2 La Encíclica Casti connubii de Pío XI (1930) ...............................................58
3.1.3 Otros Textos Magisteriales Anteriores al Vaticano II ....................................61
3.2 PÍO XII (1939-1958)........................................................................................63
3.2.1 La Constitución Apostólica Próvida Mater de Pío XII....................................64
3.2.2 Las Alocuciones Annus Sacer (8-XII-1950) y Nel darvi (1-VII-1956) de Pío
XII ..........................................................................................................................65
3.3 JUAN XXIII (1958 – 1963)................................................................................66
3.3.1 Concilio Vaticano II .......................................................................................67
3.3.2 III Conferencia General Del Episcopado Latinoamericano ...........................69
3.4 PABLO VI.........................................................................................................69
3.4.1 Ecclesiam suam............................................................................................70
3.4.2 Populorum Progressio (26-III-1967)..............................................................70
3.4.3 La Sollemnis professio fidei ..........................................................................70
3.4.4 Humanae Vitae .............................................................................................71
3.4.5 Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (8-XII-1975) ...............................72
3.4.6 La Catequesis Oral .......................................................................................72
3.5 JUAN PABLO II................................................................................................74
3.5.1 Las Encíclicas ...............................................................................................75
3.5.2 Otros Grandes Documentos .........................................................................79
3.5.3 La Catequesis Oral .......................................................................................83
3.5.4 Exhortación Apostólica Familiaris Consortio .................................................85
3.6 BENEDICTO XVI ............................................................................................86
3.6.1 La Verdad Del Matrimonio Y La Familia........................................................87
3.6.2 Vocación y Misión de la Familia....................................................................92
3.6.3 La Preocupación Pastoral De La Iglesia Por El Matrimonio Y La Familia .....94
3.6.4 La Responsabilidad Del Estado Y La Sociedad Ante El Matrimonio Y La
Familia .................................................................................................................100
3.6.5 La Familia, Santuario De La Vida ...............................................................103
3.6.6 La Importancia De La Educación En La Familia .........................................104
3.6.7 El Valor Del Trabajo Y El Descanso Para La Vida Familiar ........................104
3.6.8 El Papa Habla A Las Familias.....................................................................105
4. EL MATRIMONIO EN LA LEGISLACIÓN DE LA IGLESIA ..............................109
4.1 LOS PRIMEROS CRISTIANOS BASARON SU DERECHO MATRIMONIAL 109
EN EL DERECHO ROMANO PERO LO CELEBRABAN “SÓLO EN EL .............109
SEÑOR” 1Co 7, 39. .............................................................................................109
EN EL DERECHO DE SU ENTORNO.................................................................109
4.2 EL MATRIMONIO EN EL CODEX DE 1983 ................................................111
SEGUNDA PARTE. PASTORAL MATRIMONIAL Y MEDIOS PARA ALCANZAR
LA SANTIDAD .....................................................................................................123
5. LA SANTIDAD DEL MATRIMONIO CRISTIANO Y LA FAMILIA .....................124
5.1 EL MATRIMONIO, CAMINO DE SANTIDAD .................................................124
5.1.1 Llamada Universal y Vocación Personal.....................................................125
5.1.2 Amor por la Salus Animarum ....................................................................127
5.2 ATENCIÓN PASTORAL Y DE LO QUE DEBE PRECEDER A LA
CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO ...................................................................130
5.2.1 Acerca Del Cuidado Pastoral Según El Codex De 1983.............................130
5.2.2 El Matrimonio Canónico y la Legislación Colombiana ................................140
5.2.3 Preparación Al Sacramento Del Matrimonio ...............................................142
5.2.4 Celebración Del Sacramento Del Matrimonio .............................................148
5.2.4.1 El Matrimonio, Realidad Eclesial..............................................................149
5.2.4.2 La Liturgia de la Celebración ...................................................................149
5.2.4.3 El Matrimonio de los Bautizados No Creyentes .......................................151
5.3 LA PASTORAL DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA.......................................151
5.3.1 Camino de Seguimiento a Cristo en la Iglesia, construyendo la Propia
Familia: Espiritualidad Conyugal..........................................................................151
5.3.2 La Importancia de los Primeros Años de Matrimonio..................................152
5.3.3 El Servicio a la Vida ....................................................................................153
5.3.4 La Función Educativa de la Familia ............................................................154
5.3.5 Situaciones Especiales ...............................................................................155
5.4 MEDIOS PARA ALCANZAR LA SANTIDAD MATRIMONIAL........................156
5.4.1 Recibir El Sacramento Del Matrimonio .......................................................158
5.4.2 Humildad.....................................................................................................158
5.4.3 Testimonio De Vida.....................................................................................160
5.4.4 Oración .......................................................................................................161
5.4.5 Penitencia ...................................................................................................163
5.4.6 Caridad .......................................................................................................166
5.4.7 Claves Para Ser Esposos Prósperos y Santos ..........................................168
5.4.8 Claves En La Búsqueda De Unidad Matrimonial. ......................................177
5.4.9. Estrategias Para Fomentar Y Cultivar Los Valores En La Vida Familiar...180
5.4.10 Dirección Espiritual ...................................................................................181
5.7 CONCLUSIÓN ...............................................................................................184
6. SITUACIONES DE PAREJAS EN CONTRASTE CON EL SACRAMENTO DEL
MATRIMONIO......................................................................................................186
6.1 TIPOS DE FAMILIA .......................................................................................186
6.2 DE LA FAMILIA NUCLEAR A LAS NUEVAS FORMAS DE FAMILIA...........188
6.3 BAUTIZADOS UNIDOS SOLO CIVILMENTE...............................................192
6.4 UNIONES LIBRES DE HECHO ....................................................................194
6.5 CONCLUSIÓN ...............................................................................................197
7. APORTES DE LA PSICOLOGÍA, LA PSIQUIATRÍA Y CIENCIAS BIOLÓGICAS
RESPECTO AL MATRIMONIO Y LA FAMILIA ....................................................200
7.1 SEGÚN LA PSIQUIATRÍA CLÍNICA ..............................................................203
7.2 JUAN PABLO II..............................................................................................205
7.3 CONCLUSIÓN ...............................................................................................206
TERCERA PARTE. EJEMPLOS DE SANTIDAD MATRIMONIAL EN LA
SAGRADA ESCRITURA Y ESPOSOS CANONIZADOS EN LA IGLESIA ..........208
8. EJEMPLOS DE SANTIDAD MATRIMONIAL ...................................................209
8.1 MATRIMONIO Y ESPOSOS EN LA SAGRADA ESCRITURA ......................209
8.1.1 Ejemplos Bíblicos Del Matrimonio..............................................................209
8.1.2 Los Esposos: Símbolo De La Alianza .........................................................213
8.2 SANTOS JOSÉ Y MARÍA ..............................................................................218
8.3 SAN ISIDRO Y SANTA MARÍA DE LA CABEZA ...........................................223
8.4 LUQUESIO Y BUONADONA DE POGGIBONSI ...........................................225
8.5 ANA MARÍA TAIGI Y DOMINGO TAIGI........................................................226
8.6 BELTRAME QUATTROCHI LUIGI (1880-1951) Y MARÍA CORSINI (18841965)....................................................................................................................228
8.7 LUIS-JOSE-LUIS ESTANISLAO MARTIN Y CELIA MARÍA GUERIN ...........229
9. CONCLUSIONES GENERALES .....................................................................234
BIBLIOGRAFÍA ....................................................................................................251
TABLA DE SIGLAS Y ABREVIATURAS
1ª Carta de Corintios
2ª Carta de Corintios
Epístola a los Colosenses
1ª Carta de San Pedro
2ª Carta de San Pedro
1ª Carta de Timoteo
2ª Carta de Timoteo
Año
Concilio Vaticano II. Decreto Apostolicam Actuositatem (18, XI.
1965).
Ag
Libro de Ageo
Am
Libro de Amos
Ap
Libro del Apocalipsis
AT
Antiguo testamento
BM
Bienes del matrimonio
c/cc.
Canon/cánones
Card.
Cardenal
CEC
Catecismo de la Iglesia Católica.
CEVII
CONCILIO ECUMENICO VATICANO II, Constituciones. Decretos.
Declaraciones. Edición bilingüe. BAC, Madrid. 1970
CCEO
Codex Canomum Ecclesiarum Orientalium BAC, Madrid. 1994.
CD
Concilio Vaticano II, Decreto Christus Dominus (28.X.1965)
CDF
Santa Sede, Carta de los Derechos de la Familia (22.X.1983).
Cf.
Confer
ChL
Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Christifideles Laici sobre la voción y misión de los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo (30.XII.
1988).
CIC 83
Codex Iuris Canonici 1983. EUNSA, 2006
CIC 17
Codex Iuris Canonici de 1917. BAC, Madrid, 1947.
CIC 83
Codex Iuris Canonici de 1983. BAC, Madrid 1999
Const. Ap. Constitución Apostólica.
Const.
Constitución
Decr.
Decreto
DH
Concilio Vaticano II, Declaración Digniatis humanae (7.XII.1965).
Libro de Daniel
Dn
Dir.
Directorio
DS
H. Denzinger, Enchiridion Symbolorum, Definitionum et
Declatrationum de rebus fidei et morum, 33a ed., Herder, dir. A.
Schönmetzer, Herder, Freiburg 1965
DZ
DENZINGER, E. : El Magisterio de la Iglesia. Barcelona. Herder,
1963.
DSF
Diario Santa Faustina
Dt.
Libro del Deuteronomio
1 Co
2 Co
Col
1P
2P
1Tm
2 Tm
a.
AA
DV
DVi
EE
Ef
Enc.
Epist.
Exh. Ap.
EV
Ex.
Ez.
FC
Flp.
FSV
FR
Ga.
GE
Gn
GS
GrS
Hb
Hch
IM
Inst
IGPII
IC
IPVI
Is
Jn
1 Jn
2 Jn
Jos
Jr
Lc
LH
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Dei Verbum
(18.XI.1965)
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción
Donum vitae sobre la vida humana naciente y la dignidad de la
procreación (22.XI.1987).
Juan Pablo II, Encíclica Ecclesia de Eucharistia, 2003.
Carta a los efesios
Encíclica
Epístola
Exhortación Apostólica
Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium Vitae sobre el valor
Inviolable de la vida humana (25.III.1995).
Libro del Éxodo
Libro de Ezequiel
Juan Pablo II, Exhortación
Apostólica
Familiares
consortio
(22.XI.1981)
Epístola a los Filipenses
CEC, Asamblea plenaria LXXVI, Instrucción Pastoral la Familia,
Santuario de la vida y esperanza de la sociedad.
Juan Pablo II, Encíclica Fides et ratio, 1998
Epístola a los Gálatas
Concilio Vaticano II, Declaración
Gravissimun educationis
(28.X.1965)
Libro del Génesis
Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes
(7.XII.1966)
Juan Pablo II, Carta a las Familias Gratissiman sane (2.II.1994).
Carta a los Hebreos
Hechos de los Apóstoles
Concilio Vaticano II, Decreto Inter mirifica ( 4.XII-1963)
Instrucción
Insegnamenti di Giovanni Paolo II, Librería Editrice Vaticana, 19792006.
CEC, LXX Asamblea plenaria, la iniciación cristiana. Reflexiones
y orientaciones (27.VII.1998).
Insegnamenti di Paolo VI, Librería Editrice Vaticana 1965-1979.
Libro de Isaías
Evangelio según San Juan
1ª Carta de San Juan
2ª Carta de San Juan
Josué
Jeremías
Evangelio según San Lucas
Legitimación de los hijos.
LG
Lib.
Lv
1M
2M
Mc
M.p.
Mi
Mt
n./nn.
Na
Ne
Nm
NT
OcM
Os
OT
p.ej.
PB
PC
PO
PP
Pr
PSM
Qo
1R.
2R
Rm
RM
RMa
RP
1S
2S
Sal
Sb
SC
Si
St
S. Th.
Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática
Lumen Pentium
(21.XI.1964)
Libro
Libro del Levítico
Libro primero de los Macabeos
Libro segundo de los Macabeos
Evangelio según San Marcos
Motu propio
Miqueas
Evangelio según San Mateo
Número/números
Nahum
Nehemías
Números
Nuevo Testamento
CONGREGACION PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE
LOS
SACRAMENTOS,
Ordinis
celebrandi
Matrimonium
(19.III.1990).
Oseas
Concilio Vaticano II, Decreto Optatam totius (28.X.1965)
Por ejemplo
Juan Pablo II, Constitución Apostólica Pastor Bonus (28.VI.1988)
Concilio Vaticano II, Decreto perfectae caritatis (28.X.1965)
Concilio Vaticano II, Decreto Presbiterorum Ordinis (7.XII.4965)
Privilegio Paulino.
Proverbios
Concejo Pontificio para La Familia, Preparación para el
Sacramento Del Matrimonio (13.V.1996).
Eclesiastés (Qohélet)
Libro primero de los Reyes
Libro segundo de los Reyes
Epístola a los Romanos
Juan Pablo II, Encíclica Redemptoris missio, 1990.
Juan Pablo II, Encíclica Redemptoris Mater, 1987.
Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Reconciliatio et penitentia
(2.XII.1984)
Libro primero de Samuel
Libro segundo de Samuel
Salmos
Sabiduría
Concilio Vaticano II, Constitución
Sacrosanctum Concilium
(4.XII.1963)
Eclesiástico (Sirácida).
Carta de Santiago
Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae
Tt
UUS
UR
VC
VdM
VS
carta a Tito
Juan Pablo II, Encíclica Ut unum sint, 1995
Concilio Vaticano II, Decreto Unitatis redintegratio (21.XI.1964)
Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Vita consecrata ( 25.III.1996)
Consejo Pontificio para la Familia, Vademécum para los
confesores sobre algunos temas de moral conyugal (12.II.1997).
Juan Pablo II, Encíclica Veritates splendor, 1993.
GLOSARIO
AFINIDAD (Impedimento) (Affinitas)
Afinidad es el vínculo que existe entre el varón y los consanguíneos de la mujer y
la mujer y los consanguíneos del marido proveniente de un matrimonio válido, sea
consumado o no (cf. c. 109, 1). Como impedimento es “la prohibición de contraer
matrimonio válido en la línea y grados de Afinidad establecidos por la ley”
(MIGUÉLEZ, ComDC 2 n. 430 – 431).
APOSTOLADO DE LOS LAICOS
(Apostolatus laicorum)
Los laicos como los demás fieles cristianos, en virtud del bautismo y de la
confirmación que los incorpora a Cristo y a su cuerpo, la Iglesia, participan de su
misión profética: por ello, “tienen el deber y el derecho de trabajar para que el
mensaje de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el
mundo; esta obligación les apremia todavía más en las circunstancias en que sólo
a través de ellos pueden los hombres oír el Evangelio y conocer a Jesucristo” (c.
225, 1).
BEATIFICACIÓN
(Beatificatio)
Es el acto solemne en el que el Papa declara que un venerable siervo de Dios
puede ser llamado beato, y que su fiesta puede ser celebrada por determinados
grupos de fieles según las reglas del derecho. Esta declaración se promulga en
unas “Letras apostólicas”, en forma de breve pontificio, sub annulo Piscatoris,
firmado por el secretario de estado.
BIENES DEL MATRIMONIO
(Bona matrimonii)
La doctrina de los Bienes del Matrimonio, es obra de S. Agustín. Se inspira en la
Divina Revelación. Escribe (del Génesis a la letra, IX, 7, 12). Este bien está
dividido en tres partes: la fe, la prole y el sacramento. En su obra Del bien del
matrimonio (24,32) dice: “El bien del matrimonio radica en definitiva, sobre estas
tres bases que son igualmente bienes: los hijos, la fidelidad, el sacramento”.
CANONIZACIÓN
(Canonizatio)
Es el acto solemne en el que el Papa decreta y define que un beato es santo, lo
inscribe en el catálogo de los santos y establece que se le puede dar culto en toda
la Iglesia. Este decreto se promulga en unas “Letras Decretales”, en forma de Bula
pontificia, firmada por el Papa, Obispo de la Iglesia Católica. La decisión de
proceder a la canonización la toma previamente el Papa en un consistorio de
cardenales y prelados, de quienes recibe su parecer favorable a la canonización.
CAUSAS DE LOS SANTOS (Causae sanctorum)
Es el conjunto de actos por los que la Iglesia procede a declarar santos o santas a
quienes en su vida se destacaron por su caridad y otras virtudes. Se les llama
también “causas de canonización”. Se distinguen tres fases: 1. Investigación
diocesana; 2. Preparación de la ponencia bajo la dirección de la Congregación de
las causas de los santos; 3. Juicio de la Congregación en varios estadios:
consultores históricos, peritos, consultores teólogos y reunión particular de ellos,
reunión de cardenales y obispos del dicasterio. (Congresos en las causas de los
santos).
CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO
(Codex Iuris Canonici)
Si por código (del latín Codicus, derivado de codiculus, codicilo) según la Real
Academia, “cuerpo de leyes dispuestas según un plan metódico y sistemático “,
Por Codex se entenderá el cuerpo de las normas jurídicas con carácter unitario
general y universal que promulgado por Juan Pablo II el 25-I-1983 rige la Iglesia
latina a partir del 27 XI 1983.
CONCILIO ECUMÉNICO
(Concilium oecumenicum)
Es la actuación colegial y solemne del colegio episcopal reunido en un mismo
lugar (c. 337, 1). Compete exclusivamente al Romano Pontífice convocar el
Concilio Ecuménico, presidirlo personalmente o por delegado, trasladarlo,
suspenderlo o disolverlo y aprobar sus decretos. Igualmente le corresponde
determinar el reglamento y las cuestiones que han de tratar en el Concilio; a éstas
pueden añadir otras los Padres conciliares, con la aprobación del Romano
Pontífice (c. 338)
CHRISTIFIDELIS
(Del fiel cristiano).
El canon 204 nos presenta la definición de christifidelis: “son fieles cristianos
quienes incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el Pueblo de Dios, y
hechos participes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y
real de Cristo, cada uno según su propia condición, son llamados a desempeñar la
misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo”. “Lumen Gentium
31”.
CONSANGUINIDAD
(Consanguinitas)
La Consanguinidad es el vínculo que existe entre dos personas que proceden del
mismo tronco común próximo por generación. Como impedimento es “la
prohibición de contraer matrimonio válido entre dos personas consanguíneas en
las líneas de grados señalados por la ley”
(REGATILLO nª 427).
EQUIDAD
(Del latín aequitas, atis, f. igualdad, equidad, justicia).
Es la conciencia jurídica que hay en toda persona, y que le permite descubrir el
autentico espíritu de la Ley, cuando esta no lo manifiesta claramente.
FORMA MATRIMONIAL
(Forma celebrationis matrimonii)
La Forma jurídica es el conjunto de solemnidades o requisitos jurídicos o litúrgicos
exigidos por el derecho en la manifestación del consentimiento es necesaria para
que éste tenga efectos jurídicos, porque el consentimiento meramente interno no
produce efectos jurídicos.
INCAPACIDAD PARA EL MATRIMONIO
(Incapacitas)
El consentimiento presenta el eje o centro de gravedad en torno al cual gira todo el
matrimonio. El consentimiento es la causa eficiente única e insuplible del
matrimonio (c. 1057, 1) y presupone y exige la capacidad natural, personal e
interpersonal, absoluta y relativa de los contrayentes, además de su habilidad
jurídica positiva (c. 1057. 1)
LEGITIMACIÓN DE LOS HIJOS
(Legitimatio filiorum)
En un sentido amplio podría afirmarse que Legitimación de los hijos supone la
consideración legal de éstos y, por tanto, podría referirse tanto a los legítimos
como a los legitimados. Los primeros,-según el c. 1137, que atiende a la relación
natural con los padres, son “los concebidos o nacidos de matrimonio válido o
putativo”. Por exclusión, los demás hijos serán ilegítimos; pero “se legitiman por el
matrimonio subsiguiente de los padres, tanto válido como putativo, o por rescripto
de la Santa Sede” (c. 1139). Tras esta actuación, los hijos quedan legitimados
ipso iure, desde la fecha misma de la boda o desde la emisión del rescripto, que
se da en forma graciosa.
MAGISTERIO
(Magisterium)
El Magisterio eclesiástico, como deber y derecho de la Iglesia a transmitir la
verdad revelada por Cristo y a extender su misión educativa cristiana hacia todos
los hombres, es proyectado en el libro III del Codex bajo el título de “La función de
enseñar de la Iglesia” (c. 747 – 833).
PRIVILEGIO PAULINO
(Privilegium paulinum)
El PP se llama así por su fundamento en el texto paulino de la primera carta a los
Corintios (7,12-15). San Pablo habla como apóstol e intenta decidir en una
cuestión concreta no decidida hasta él. Aunque no se trata de un privilegio en
sentido jurídico escrito, sí contiene una excepción a la ley general de la
indisolubilidad. Tal excepción tiene lugar cuando a un matrimonio válido y legítimo
contraído originariamente en la infidelidad, le falta el presupuesto de la estabilidad
por culpa del cónyuge no bautizado, que quiere separarse y no consiente a la
parte convertida la práctica pacífica de la religión cristiana. En tal caso el
cónyuge cristiano no queda ligado como esclavo al vínculo matrimonial y puede
separarse y contraer nuevas nupcias.
PROMESA DE MATRIMONIO
(Esponsales) (Promissio matrimonii)
Todo contrato y, por tanto, el pacto matrimonial, puede ir precedido y asegurado
por un precontrato o contrato de contratar. Este precontrato puede tener mayor o
menor solemnidad formal, que en cuanto al pacto conyugal puede ser,
simplemente, la “palabra de matrimonio”, dada, recíprocamente, por los, así,
prometidos como compromiso de futuro matrimonio: seria la forma más elemental
de esponsales.
SACRAMENTO
(Sacramentum)
“Son acciones de Cristo y de la Iglesia, signos y medios con los que se expresa y
fortalece la fe, se rinde culto a Dios –público- y se realiza la santificación de los
hombres. Por tanto, contribuyen en gran manera a crear, corroborar y manifestar
la comunión eclesiástica. Por todas estas razones, tanto los ministros sagrados
como los demás fieles deben tener gran veneración y la debida diligencia al
celebrarlos (c. 840).
OBJETIVOS
OBJETIVO GENERAL.
Analizar los aspectos bíblicos, teológicos, canónicos, pastorales del Magisterio de
la Iglesia a través de una lectura crítica con el fin de caracterizarlos y ver su
impacto en la santificación de las Familias.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS.
•
Identificar el aporte cristológico al matrimonio a través de un análisis
documental para interiorizar su doctrina e irradiar en
la vida personal y
familiar el llamado a la santidad en la Nueva Alianza.
•
Determinar la doctrina canónica acerca del matrimonio tanto en la
antigüedad como en el transcurso de la historia de la Iglesia mediante
reflexión documental para ver su soporte en la actualidad.
•
Analizar el matrimonio y su legado doctrinal teniendo en cuenta los
documentos pontificios y bibliografía para ver su trascendencia.
•
Conocer el ejemplo de los santos esposos que nos presentan las Sagradas
Escrituras y la Tradición de la Iglesia para ver su importancia en la vivencia
de las virtudes y seguirles como modelos de confianza hacia la santidad y
caridad fraterna.
INTRODUCCIÓN
“Como el matrimonio está santificado por el Señor que quiso santificarlo
y dignificarlo con su presencia y primer milagro en una boda,
conviene que se conserve y viva puramente
y que no se degenere en las pasiones”.
San Gregorio de Nacianceno
“Hablo con la fuerza de su verdad al hombre de nuestro tiempo, para que comprenda qué grandes
bienes son el matrimonio, la familia, la vida y la santidad; y qué peligro constituye el no respetar estas
realidades y una menor consideración de los valores supremos en los que se fundamentan la familia y
la dignidad del ser humano” Joannes Paulus II.
Con inmensa alegría he anhelado este momento para presentar a Dios Padre,
Supremo Juez de Justicia, Caridad y Misericordia, mi gratitud; y a ustedes,
venerables Doctores de la ley eclesiástica, a ustedes consagrados, novios,
esposos, familias y a todo hombre y mujer de buena voluntad, esta importante y
actual obra titulada: “El Matrimonio Camino de Santidad”, originada por dos
razones: 1- Por mi gran deseo de santidad personal, familiar y social como dijera
San Francisco de Sales: “Jesús es el Maestro de Santidad, yo acudo a Él, porque
quiero que me diga cómo puedo convertirme en santo. ¿De qué me sirve todo lo
que aprendo… si no llego a ser santo?”. 2. Por mi gran aprecio y defensa al
Sacramento del matrimonio instituido por Cristo, la familia, la salus animarum,
que es en la Iglesia la ley suprema (c.1752) y celo por la santificación de las
almas que es la cualidad principal de los sagrados Pastores (cc. 378 § 1, 1°; 521 §
2). El objetivo de esta tesis es profundizar en los fundamentos bíblicos, teológicos,
canónicos, y pastorales del Magisterio de la Iglesia a través de un análisis crítico
con el fin de caracterizarlos y ver su impacto en el fortalecimiento de los derechos
y deberes (cc. 209 – 223) en la vida del christififelis (c. 204 § 1) y santificación del
matrimonio y la familia en el curso histórico del cristianismo hasta nuestros días.
Esta tesis como indica el título, trata del matrimonio sacramental como camino de
santidad 1 : HAEC EST VOLUNTAS DEI: “SANCTIFICATIO VESTRA”. “Esta es la voluntad
de Dios: vuestra santificación” (1Tes 4,3), obedeciendo al llamado a la santidad
que expone la ley eclesiástica en el Canon 210 “Todos los fieles deben esforzarse
según su propia condición, por llevar una vida santa, así como por incrementar la
Iglesia y promover su continua santificación” (cf. LG 11 y 41). La alianza
matrimonial, por la que el hombre y la mujer se unen entre sí para toda la vida, 2
recibe su fuerza y vigor de la creación, pero además, para los fieles cristianos, se
eleva a una dignidad más alta, ya que se cuenta entre los Sacramentos de la
nueva alianza; por tanto, en el Bautismo (c. 849) , Sacramento de la fe (cc. 747;
1
Cf. JUAN PABLO II. “Fuente y medio original de santificación propia para los cónyuges y para la familia
cristiana es el sacramento del matrimonio que presupone y especifica la gracia santificadora del Bautismo”
FC n. 56. BENEDICTO XVI: “Para el cristiano el matrimonio es un camino de santidad”. Discurso a los
obispos de Costa de Marfil en visita ´ad Limina Apostolorum´ (Lunes, 3 de abril de 2006).
2
Cf. CODIGO DE DERECHO CANONICO, c. 1055 § 1.
21
749; 750), el hombre y la mujer, de una vez para siempre, se insertan en la alianza
de Cristo con la Iglesia, y así su comunidad conyugal es asumida en la caridad de
Cristo y enriquecida con la fuerza de su sacrificio. 3 Por esta nueva situación, el
matrimonio válido de los bautizados es siempre sacramento. (c. 1055 § 2).
El camino de santidad matrimonial que propongo es un camino de perfección que
nos fue enseñado por Cristo, el mismo “ayer, hoy y siempre” (Hb 13.8; cc. 225;
879; LG 41; GS 47-52; FC 34) y la santidad se alcanza con el auxilio del Espíritu
Santo que viene a inhabitar en nuestras almas, mediante la Gracia divina que se
nos concede en los sacramentos (cc. 840-1165), y con la lucha ascética
constante. ¿Y qué medios tenemos? Los mismos que los primeros fieles, que
vieron a Jesús, o lo entrevieron a través de los relatos de los apóstoles o de los
evangelistas. Esto implica vivir los medios para alcanzar la santidad personal y
matrimonial, a los que hago referencia en la II Parte de esta obra. “Nada hay tan
útil para aleccionar al pueblo de Dios como el ejemplo de los santos, porque, si
bien es cierto que la elocuencia es muy importante para exhortar y en ocasiones
es eficaz para persuadir, no lo es menos que los ejemplos, son más poderosos
que las palabras, y que una buena obra enseña más que un discurso” (San
Agustín), así se cumple la regla de Derecho: “FACTA SUNT FORTIORA AD
DEMOSTRANDUM ANIMUM QUAM VERBA” “Los hechos son más fuertes para
demostrar que las palabras”.
Cuando La ciencia (c. 229 § § 2 y 3) y la técnica son puestas exclusivamente al
servicio del mercado, con los únicos criterios de la eficacia, la rentabilidad y lo
funcional, crean una nueva visión de la realidad. Así, se han ido introduciendo, por
la utilización de los medios de comunicación de masas un sentido estético, una
visión acerca de la felicidad, una percepción de la realidad y hasta un lenguaje,
que se quiere imponer como una autentica cultura. De este modo, se termina por
destruir lo que de verdaderamente humano hay en los procesos de construcción
cultural, que nacen del intercambio personal y colectivo. Vemos como hoy las
relaciones humanas se consideran objeto de consumo, llevando a relaciones
afectivas sin compromiso responsable y definitivo. Vivimos en una época, cuyo
nivel más profundo es el cultural. Se desvanece la concepción integral del ser
humano, su relación con el mundo y con Dios; aquí está precisamente el gran
error de las tendencias dominantes en el último siglo, como bien lo afirma S.S.
Benedicto XVI: “Quien excluye a Dios de su horizonte, falsifica el concepto de la
realidad y sólo puede terminar en caminos equivocados y con recetas
destructivas” 4. Ya su Santidad Juan Pablo II en su encíclica “Fides et Ratio” sobre
la fe y la filosofía, partiendo de la fe, había pedido a la razón el coraje de
reconocer las realidades fundamentales. Si la fe no acompaña a la luz de la razón,
3
Cf. JUAN PABLO II, ex, ap. Familiaris consortio, n. 13: AAS 74 (1982), p. 15; Concilio Vaticano II,
Const, past. Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, n.48.
4
Discurso Inaugural de S.S. Benedicto XVI en la V Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano.
22
se reduce a mera tradición y con ello declara su profunda arbitrariedad. La fe
necesita el coraje de la razón por sí misma. No está contra ella sino que la insta a
exigirse las grandes cosas para las que ha sido creada. ¡Sapere aude! ¡Aspira a
grandes cosas! A esto estás destinada.
La familia basada en el matrimonio de un hombre y una mujer, viene siendo
afectada en su identidad y en su interior. Expresiones como “uniones de hecho”,
familia monoparental” “familia reconstruida”, “familia disfuncional”, nos hacen ver
que estamos en una cultura que acepta estas situaciones como “normales” y hasta
“ideales” en un mundo globalizante. Por tanto, se hace fundamental exaltar la
Voluntad de Dios y la grandeza maravillosa del matrimonio y la familia
defendiendo y promoviendo sus valores, deberes 5 y derechos 6 como christifidelis y
sus derechos y obligaciones como esposos 7 de manera responsable para que
avancen en la santidad de vida que hace que la persona llegue a ser sabia a lo
divino, y experta en muchas cosas, siendo así, luz y fortaleza de virtud en la
misma familia y en la vida social. Como esposos, “constituye la parte más
importante de su apostolado el manifestar y mostrar con su vida la indisolubilidad y
santidad del vínculo matrimonial” (AA 11a); como padres, suyo es, como derecho
primario e inalienable, “el educar cristianamente a la prole” (c. 226). La familia,
según el plan de Dios, es “célula básica de la sociedad, sujeto de derechos y
deberes antes que el Estado y que cualquier otra comunidad” (FC 46, AAS 74
[1982].
Me es grato presentar este trabajo, con el que me propongo evidenciar la doctrina
de Cristo y del Magisterio de la Iglesia como lo ha hecho Juan Pablo II y lo está
haciendo Benedicto XVI, junto con el Colegio Episcopal “la estupenda novedad”:
(- Guardar la comunión con la Iglesia c. 209 § 1, - cumplir las leyes universales y particulares de
la Iglesia c. 209 § 2, - procurar la santidad personal c. 210, trabajar para que el mensaje divino de
la salvación alcance más a los hombres de todo tiempo y el orbe entero c.211, - obediencia a los
pastores LG 37, c. 212 § 1, subvenir a las necesidades de la Iglesia c. 222, -promover la justicia
social y ayudar a los pobres con sus propios bienes cc. 529 § 1, 282 § 2, 640, - evitar lo que no sea
congruente con la doctrina del Sumo Pontífice o del colegio de obispos c. 752, - adherirse con
asentimiento religioso al magisterio auténtico de los obispos c. 753, - observar las constituciones y
decretos promulgados por la legítima autoridad de la Iglesia c. 754).
6
(- trabajar en la evangelización cc 211, 781, - manifestar a los pastores de la Iglesia sus
necesidades, principalmente las espirituales y sus deseos LG 37c, c. 212 § 2, - manifestar a los
pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia c. 213 § 3, promover y sostener la acción apostólica, pero ninguna iniciativa se atribuya el nombre de católica
sin contar con el consentimiento de la autoridad eclesiástica competente (AA 24c), c. 216, - a
educación cristiana cc. 217, 760, justa libertad para investigar y manifestar prudentemente su
opinión GS 62, cc. 218, 749, 750, - derecho a la intimidad c. 220, - a reclamar legítimamente los
derechos que tienen en la Iglesia y defenderlos en el fuero eclesiástico competente c. 221 § § 1,2,3
(1399), - a fundar o dirigir libremente asociaciones para fines de caridad o piedad o para fomentar
la vocación cristiana en el mundo, y también a reunirse para procurar en común esos mismos fines
c. 215).
7
(- de auxiliarse para llevar una buena vida conyugal cc. 1063, 4°, 1128; - respecto a la convivencia
conyugal cc. 1151, 1135; - a la educación de la prole cc. 1136, 835 § 4, 774 § 2, 793, 797, 798).
5
23
el “Evangelio de la santidad del matrimonio y la familia”, santuario de la vida y
esperanza de la Iglesia y de la sociedad (FC 51). Por tanto, me ofrece la grata
oportunidad para llegar al corazón de todos, hombres y mujeres, consagrados,
esposos, futuros esposos y familias a las que acompaño en el camino hacia la
santidad, para animarles con la Palabra de Dios y con palabras de Juan Pablo II:
…“Escucha, hija, mira, inclina el oído… prendado esta el rey de tu belleza” (Sal
45, 11-12). Lo mismo desearía decir hoy el Papa a cada familia humana:
“Escucha, mira: Dios quiere que seas bella, que vivas la plenitud de la dignidad
humana y de la santidad de Cristo, que estés al servicio del amor y de la vida.
Fuiste fundada por el creador y santificada por el Espíritu Paráclito, para que seas
la esperanza de todas las naciones”. 8 “Queridas madres y queridos padres, con
vuestra entrega mostrad a vuestros hijos que Dios es bueno y grande en el amor.
Indicadles con una vida honrada y laboriosa que la santidad es el camino ´normal´
de los cristianos” 9. Fuente y medio original de santificación propia para los
cónyuges y para la familia cristiana es el sacramento del matrimonio, que
presupone y especifica la gracia santificadora del bautismo (FC 56). No dudo en
decir que la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es el de la
santidad. Al concluir el gran jubileo del año 2000, empieza de nuevo el camino
ordinario, pero hacer hincapié en la santidad es más que nunca una urgencia
pastoral. Conviene descubrir en todo su valor programático el capitulo V de la
constitución dogmática Lumen gentium sobre la Iglesia, dedicado a la “vocación
universal a la santidad”.
“La vocación universal a la santidad se dirige también a los cónyuges y a los
padres cristianos: para ellos ha sido especificada por el sacramento del
matrimonio celebrado y traducida en las realidades propias de la existencia
conyugal y familiar” (LG 41), y como del sacramento derivan para los cónyuges el
don y el deber de vivir cotidianamente la santificación recibida, del mismo
sacramento brotan también la gracia y el compromiso moral de transformar toda
su vida en un continuo sacrificio espiritual” 10, siguiendo así “la finalidad del Código
de Derecho Canónico de crear en la sociedad eclesial un orden tal que, asignando
la parte principal al amor, a la gracia (CEC 1996 ss) y a los carismas (CEC 799801), haga a la vez más fácil el crecimiento ordenado de los mismos en la vida
tanto de la sociedad eclesial como también de cada una de las personas que
pertenecen a ella”. 11 Porque “La ley, en la vida de la Iglesia, el algo muy santo. No
es una forma vacía, ni un arma para tener en un puño las conciencias, sino una
razonable y sobrenatural ordenación, según la justicia. No es un simple
instrumento para mandar, sino una luz para el servicio de la Iglesia entera, para
iluminar a todos la senda del cumplimiento del gran mandamiento del amor…” 12
8
JUAN PABLO II. II Encuentro Mundial con las Familias Río Janeiro. Ediciones Palabra. 1997. p. 55.
Cf. JUAN PABLO II, Homilia en la visita pastoral a Frosinone (Italia).
10
Cf. JUAN PABLO II, ex, ap. Familiaris consortio, n. 56.
11
Cf. JUAN PABLO II, Const, ap. Sacrae Disciplinae Leges. CIC/83. BAC. Madrid. 1999. p. 9.
9
12
IL Dirritto Canonico nella vita della Chiesa, en Studi Cattolici, 12. 1968. p. 350.
24
Benedicto XVI, nos exhorta en lo indispensable y urgente que todo hombre de
buena voluntad debe comprometerse para salvar y promover los valores y
exigencias de la familia”. De igual manera “corresponde también a los cristianos el
deber de anunciar con alegría y convicción la “Buena nueva” sobre la familia
(CEC 2201-2233), que tiene absoluta necesidad de escuchar siempre de nuevo y
de entender cada vez mejor las palabras autenticas que le revelan su identidad,
sus recursos interiores, la importancia de su misión en la ciudad de los hombres y
en la de Dios” 13 “Nunca el mundo ha tenido tanta necesidad de que haya
personas santas, como ahora.
Dios que llamó a los esposos al matrimonio, continúa llamándolos a perfeccionar
su propio Matrimonio. 14 Los que se casan en Cristo, desde la fe en la palabra de
Dios, pueden celebrar con fruto el misterio de la unión entre Cristo y la Iglesia,
vivirlo santamente y testificarlo públicamente ante todos. El Matrimonio para el
cristiano es camino de santidad, deseado, preparado, celebrado y vivido
cotidianamente a la luz de la fe y es aquel “que la Iglesia une, que la oblación
confirma, que la bendición refrenda, que los ángeles proclaman, que el Padre
tiene por válido… ¡Que preciosa la unión entre dos fieles que tienen una misma
esperanza, un mismo modo de vida y de servicio! Ambos son hijos de un mismo
Padre, ambos servidores de un mismo dueño, sin ninguna separación ni en la
carne ni en el espíritu. Son ciertamente dos en una sola carne; donde hay una sola
carne, hay un solo espíritu”. 15
En la Primera Parte Histórico-Jurídica afronto el estudio del matrimonio institución
natural, presentando su etimología y distintas definiciones del mismo,
consideraciones que permiten comprender la definición clásica de matrimonio in
facto esse: matrimonium est viri et mulieris maritalis coniunctio inter
legitimas personas, individuam vitae consuetudinem retines 16. Esta definición,
recogida en el Decreto de Graciano 17 y después en las Sentencias de Pedro
Lombardo (lib. IV, dist. 27), llegó a ser común en las escuelas, encontrando ya
muchos de sus elementos en las Instituciones de Justiniano 18. La definición del c.
13
Cf. Juan Pablo II. Exhortacion Apostólica Familiaris Consortio n. 86.
Cf. JUAN PABLO II, ex, ap. Familiaris consortio, n. 51: AAS 74 (1982), p. 143.
15
TERTULIANO, Ad uxorem, II, VIII:CCL 1, p. 393.
16
Cf. SANTO TOMAS, S. Th. Suppl. q. 44, a.1 c); Catechismus Romanus, p. II, cap. 8, n. 4.
17
Cf. A. STANKIEWICZ, De origine definitionis matrimonii in Decreto Gratiani, “Periódica “, 71 (1982), 211-229.
18
Nuptiae autem sive matrimonium est viri et mulieris coniunctio, individuam consuetudinem vitae continens”
(Institutiones, I, 9: en J. GAUDEMET, La definition romano-canonique, cit., p.107. esta definición proviene de la que se
atribuye a Modestino en el Digesto (XXIII, 2,1): Nuptiae sunt coniunctio maris et femine et consortium omnis vitae,
divini et humani iuris communicatio” (J. GAUDEMET, ididem). Cit. por MIRALLES, El matrimonio teología y vida., p.
42. SANTO TOMAS comenta esta definición en S. Th. Suppl. q. 44, a.3, y la considera muy adecuada: la unión
(coniunctio) indica el género al que pertenece el matrimonio, es decir, el vínculo o relación recíproca. Se
añade maritalis para indicar la especie de la relación: no cualquier relación, sino aquella ordenada a la
generación y a la educación de la prole y que comporta y mantiene un consorcio indivisible de vida
(individuam vitae consuetudinem retines). Con esto se indica también la estabilidad del vínculo. Inter legitimas
personas determina más precisamente los sujetos de la relación de recíproca pertenencia conyugal (viri et
mulieris), es decir el hombre y la mujer que sean legalmente hábiles para establecer una tal unión; lo que
significa que el matrimonio tiene una dimensión social y está regulado por la ley.
14
25
1055 § 1 del CIC del 83 aunque es equivalente a la clásica, expresa más
adecuadamente la naturaleza del matrimonio in facto esse (consorcio de toda la
vida). CIC cc. 1055; 1056 (1134-1135).
En el AT los relatos bíblicos de la creación del hombre (Gn 1, 26-28.31) y (Gn 2,
7.18-24), leídos en la Tradición de la Iglesia a la luz de la revelación definitiva en
Cristo, tenemos los elementos fundamentales para comprender el designio de
Dios sobre el matrimonio y la familia: - ha creado al hombre, varón y mujer, a su
imagen y semejanza, es decir con la dignidad de persona, y por tanto como un ser
capaz de amar y ser amado. - Varón y mujer son iguales en su dignidad de
personas y, a la vez, distintos: su condición sexuada –masculina o femenina-. El
sexo no es una realidad vergonzosa, sino una dádiva divina que se ordena
limpiamente a la vida, al amor, a la fecundidad. - Esa diversidad los hace
complementarios (CEC,1605). - Esa unión lleva aparejada la bendición divina de la
fecundidad. La alianza nupcial entre Dios y su pueblo Israel había preparado la
nueva y eterna alianza mediante la que el Hijo de Dios, encarnándose y dando su
vida, se unió en cierta manera con toda la humanidad salvada por él (cf. GS 22),
preparando así "las bodas del cordero" (Ap 19,7.9). (CEC, 1612). A lo largo del
AT, expresiones, tomadas de la experiencia del amor de la pareja sirven para
referirse a la relación de Dios con su pueblo: alianza (berit), ternura (hesed),
fidelidad (emunah), celos (quineah). 19
El NT nos ofrece el mensaje profético de Jesucristo, que con sus palabras apela al
“principio” para afirmar la indisolubilidad originaria de la unión conyugal y para
atribuirla a Dios mismo. Pero también su presencia en las bodas de Caná, aunque
el evangelio no mencione en esta ocasión, ninguna palabra suya sobre el
matrimonio, constituye una enseñanza elocuente. El pasaje fundamental de los
evangelios (Mt 19, 1-12; Mc 10, 1-12) no ha de ser interpretado como una “ley”,
sino como una proclamación profética de la realidad profunda del amor humano y
la posibilidad de llevarlo a esa plenitud dentro de la fe cristiana. En las
comunidades paulinas el matrimonio era una realidad profana que se vivía “en el
Señor”. Tiene un valor dentro de la salvación, pero no es una institución
específicamente salvífico cristiana. Casarse para los cristianos es “casarse en el
Señor” (1Co 7, 39). San Agustín recuerda la respuesta de Jesús a los fariseos: “lo
que Dios unió no lo separe el hombre” (Mt. 19, 6); y concluye que la fe católica
enseña que es Dios mismo quien ha hecho las bodas, mientras que el divorcio es
obra del diablo. El matrimonio de los cristianos fue elevado por Cristo a la dignidad
de sacramento, lo que no cambió la naturaleza del contrato, sino que lo hizo
sobrenatural, dándole la fuerza de producir por sí mismo la gracia necesaria para
que los cónyuges cristianos puedan cumplir los deberes conyugales. Es por tanto,
un signo sensible instituido por Cristo para dar la gracia “Ex opere operato”. Esta
19
CORPAS DE POSADA, Isabel. Pareja Abierta a Dios. Ed. Bonaventuriana. Bogotá. Colombia. 2004. p. 173.
26
doctrina es confirmada por san Pablo en su Carta a los de Éfeso, donde llama el
matrimonio: “Gran sacramento” Ef. 5, 32.
Termina el punto uno con la doctrina de los Padres de la Iglesia acerca de la
santidad del matrimonio, donde lo más significativo de su reflexión en referencia a
la experiencia de los cónyuges desde la perspectiva contemporánea, es la
afirmación del carácter sagrado del matrimonio y la relación que establecen entre
la vida matrimonial y la unión de Cristo con su Iglesia, sentando así las bases de
la doctrina sacramental. Como vemos, hay gran influencia del apóstol de los
gentiles en el pensamiento de los Padres y en quienes profundizamos sobre este
sacramento, porque citamos a Efesios 5, 21-32, y encontramos el significado
maravilloso de la bondad y la santidad del matrimonio en la unión de Cristo y de la
Iglesia. Los padres y los escritores eclesiásticos de los primeros siglos atribuyen la
autoría del matrimonio a Dios sobre todo en un triple contexto: a) defensa del
matrimonio contra los errores de tipo dualista; b) Bondad del matrimonio en
relación al ideal de virginidad; c) enseñan sobre la monogamia y la inseparabilidad
conyugal. 20
El punto dos de la primera parte, enmarca la doctrina de los Concilios en defensa
acerca de la bondad, sacramentalidad y santidad del matrimonio. Los Concilios 21
afirman la sacramentalidad progresivamente: uno de los sacramentos, uno de los
siete sacramentos, uno de los siete sacramentos de la Nueva Ley, verdadera y
propiamente uno de los sacramentos instituidos por Cristo. Después de Trento, los
Papas identificaron contrato y sacramento: el contrato matrimonial es verdadera y
propiamente uno de los sacramentos, Cristo elevó el contrato a sacramento. Con
el Vaticano II se introdujo un cambio en la interpretación: los esposos cristianos
manifiestan y participan del ministerio de la unidad y fecundo amor entre Cristo y
la Iglesia, la alianza de los cónyuges es imagen y participación de la alianza de
amor entre Cristo y la Iglesia.
La enseñanza del Magisterio de los Papas del siglo XX y XXI es maravillosa en su
contenido y riqueza doctrinal y de gran utilidad para todos pero de manera
especial para novios, esposos y familias cristianas, expone la santidad del
matrimonio y la familia en el magisterio de los Papas del siglo XX – XXI: PIO XI
(1922-1939) - PIO XII (1939-1958) - JUAN XXIII (1958 – 1963) - PABLO VI (19631978) - JUAN PABLO II (1978-2005) - BENEDICTO XVI. En las encíclicas de Pio
XI es fascinante el gozo y el llamado a la santidad: “Es propio de la naturaleza de
la Iglesia, fundada por Jesucristo santa y fuente de santidad, el que cuantos la
toman por guía y maestra, deban, por voluntad divina, tender a la santidad de vida
(…). El mismo Señor lo declara diciendo: `Sed perfectos como vuestro Padre
celestial es perfecto`. Que nadie piense que esto concierne a unos pocos elegidos
mientras se mantiene en un grado inferior de virtud. Esta ley nos obliga a todos sin
20
MIRALLES, A. Op. Cit., p. 23.
21
II de Letrán; II de Lyon; de Florencia; de Trento; Vaticano II.
27
excepción”. 22 La Encíclica Casti connubii de Pío XI (1930), afronta el tema del
matrimonio, aunque el magisterio no proclamó tal doctrina hasta el Concilio
Vaticano II, las intervenciones precedentes en defensa de la santidad matrimonial
contribuyeron a la reflexión teológica sobre el matrimonio como camino vocacional
del cristiano: “La expansión de la santidad familiar marca nuestro siglo; y, sin
duda, no hay nada de totalmente nuevo en ello (…); la novedad es la conciencia,
la reflexión, la sistematización que inician un fecundo desarrollo”. 23 La Casti
connubii constituyó un paso importante en la comprensión del papel del amor
conyugal como causa, fundamento y principio vivificador de la vida matrimonial.
Pio XII, Presenta los Derechos familiares: “Además tienen los hombres pleno
derecho a elegir el estado de vida que prefieran, y, por consiguiente, a fundar una
familia, en cuya creación el varón y la mujer tengan iguales derechos y deberes, o
seguir la vocación del sacerdocio o de la vida religiosa. 24 En el discurso del 28-X1959, el Papa Juan XXIII comenta la oración dominical, identificando la tercera
petición -el cumplimiento de la voluntad divina- con el éxito del proceso de
santificación personal: “La voluntad del señor es el tercer rayo luminoso puesto
como guía y aspiración de las almas. Indica el esfuerzo de cada uno por la propia
santificación, pues está escrito: Esta es la voluntad de Dios para cada uno de
vosotros: que seáis santos (1Ts 4, 3)”. 25
En Pablo VI, el aspecto de la llamada universal a la santidad más subrayado es su
obligatoriedad: “…La santidad es un don; la santidad es común y accesible a todos
los cristianos; la santidad – podemos decir- es el estado normal de la vida humana
elevada a una misteriosa y estupenda dignidad sobrenatural (…). –No solo es
don, también es deber. La santidad, suponiendo el don divino de la gracia que nos
consagra santos, se convierte en una obligación, en el ejercicio más serio de
nuestra libertad. Los cristianos, dice el Concilio, ´deben, con la gracia de Dios,
conservar y llevar a plenitud en su vida la santidad que recibieron” (LG 40)”. 26 Con
intuición profunda de sabiduría y amor Pablo VI, no hizo más que escuchar la
experiencia de tantas parejas de esposos cuando en su Encíclica escribió: “El
dominio del instinto, mediante la razón y la voluntad libre, impone sin ningún
género de duda una ascética, para que las manifestaciones afectivas de la vida
conyugal estén en conformidad con el orden recto y particularmente para observar
la continencia periódica. Esta disciplina, propia de la pureza de los esposos, lejos
de perjudicar el amor conyugal, le confiere un valor humano más sublime. Exige
un esfuerzo continuo, pero, en virtud de su influjo beneficioso, los cónyuges
desarrollan integralmente su personalidad, enriqueciéndose de valores
22
PIO XI, enc. Rerum ómnium: AAS 15 (1923) p.50.
J. FOLLIET, Sainteté d¨aujourd´hui. Conferencia pronunciada en 1946 y recogida en su libro Les chrétiens
au Carrefour, Lyón 1947, p.179, citado en R. DIAZ DORRONSORO, la naturaleza vocacional del matrimonio a
la luz de la teología del siglo XX, cit., p.23.
23
24
25
Cf. Pío XII, radiomensaje navideño de 1942: AAS 35 (1943) 9-24.
BEATO JUAN XXIII, aloc. La perenne e vitale grandeza del “Pater noster”, 28-X-1959: Discorsi messaggi, I,
p. 506.
26
ÍDEM, Discurso audiencia General 14-VII-1971: IPVI, pp. 621-622.
28
espirituales: aportando a la vida familiar frutos de serenidad y de paz y facilitando
la solución de otros problemas; favoreciendo la atención hacia el otro cónyuge;
ayudando a superar el egoísmo enemigo del verdadero amor, y enraizando más
su sentido de responsabilidad. Los padres adquieren así la capacidad de un influjo
más profundo y eficaz para educar a los hijos”. 27
El pontificado de Karol el Grande ha marcado la historia de los últimos decenios
del siglo XX, y su influencia en el tercer milenio irradiará por mucho tiempo. El nos
ha dicho: “todas las grandes empresas de santidad de la Biblia y de la historia
reposan sobre un “SI” dicho a Dios en el momento en que Él revela personalmente
a alguien su Voluntad”. ¡El futuro de la humanidad se fragua en la familia! Por
consiguiente es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se
esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia. Dar
testimonio del inestimable valor de la indisolubilidad y fidelidad matrimonial es uno
de los deberes más preciosos y urgentes de las parejas cristianas de nuestro
tiempo (FC 20). Ojala que las familias de hoy contemplen a la Familia de Nazaret
a fin de que, imitando el ejemplo de María y José, dedicados amorosamente al
cuidado del Verbo encarnado, obtengan indicaciones oportunas para sus opciones
diarias de vida, (Ángelus del 27.12.98).
“… Ante el creciente laicismo, que pretende reducir la vida religiosa de los
ciudadanos a la esfera privada, sin ninguna manifestación social y pública, la
Iglesia sabe muy bien que el mensaje cristiano refuerza e ilumina los principios
básicos de toda convivencia, como el don sagrado de la vida, la dignidad de la
persona junto con la igualdad e inviolabilidad de sus derechos, el valor
irrenunciable del matrimonio y de la familia que no se puede equiparar ni confundir
con otras formas de uniones humanas”. 28 Benedicto XVI. Es urgente que surja
una nueva generación de apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces
de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a difundir el Evangelio
por todas partes. ¡Esto es lo que nos pide el Señor, a esto nos invita la Iglesia,
esto es lo que el mundo –aun sin saberlo- espera de vosotros! El matrimonio no es
equiparable a otras formas de uniones. Defensa de la vida, reconocimiento de la
familia y libertad de educación, tres principios innegociables para la Iglesia y los
cristianos en política.
El tema sobre el matrimonio en la legislación de la Iglesia está desarrollado en dos
partes: La primera nos recuerda que la Iglesia (los primeros cristianos) siguieron la
costumbre de los romanos de celebrar el matrimonio pero los cristianos lo
celebraban “casándose solo en el Señor”. Es decir que, la Iglesia tomo la
definición de matrimonio de Modestino: "la unión del hombre y de la mujer,
implicando consorcio por toda la vida e igualdad de derechos divinos y humanos",
27
PABLO VI., Encíclica Humanae Vitae. n. 21.
BENEDICTO XVI. Discurso al nuevo Embajador de Francia ante la Santa Sede (lunes, 19 de diciembre de
2005). GASCÓ CASESNOVES J. Op.Cit., p. 82.
28
29
y agregó la parte sacramental para los cristianos. La segunda: El matrimonio en el
Codex de 1983, irradia de manera eficaz la doctrina canónica, fundamentando la
grandeza del matrimonio al presentar la Descripción y fines (c. 1055 § 1); la
inseparabilidad entre el contrato y el sacramento (1055 § 2); las propiedades
esenciales de éste (c. 1056); el consentimiento de las partes que hace el
matrimonio (c. 1057 § 1); su comprensión auténtica de lo qué es el consentimiento
del matrimonial; el derecho a contraerlo (c.1058); el derecho que rige a los
católicos (c. 1059); la certeza de que el matrimonio goza del favor del derecho (c.
1060); sus especies que hacen comprensible su santidad (c. 1061), con
argumentos y debidos comentarios de reflexión probada de los juristas y la
experiencia de los santos que enriquece la vida de los esposos y les fortalece en
su camino hacia la santidad. Además, es de poderoso soporte la novedad del
Código de Derecho Canónico de 1983, en relación a los derechos y deberes de
los fieles, cánones 208 - 223, para la Iglesia latina como la doctrina de los deberes
y obligaciones de los esposos (cc. 1063-1065; 529 § 1; 1055 § 1; 1134; 1063, 4°; 1128;
1151; 1136…).
La nueva evangelización por la santidad del matrimonio y la familia, nos pide
entrega, amor por el pueblo de Dios, por tanto, se requiere de una pastoral
integral con el uso de los medios de comunicación social (747 § 1, 822 § 1),
porque en ella está en juego la globalidad de la verdad del hombre, la mujer y la
familia, su despertar religioso en el que están implícitas las claves fundamentales
de toda existencia humana. También debe llevarse a cabo una pastoral
progresiva que ha de guiarse según el proceso de la vida en la que el hombre y la
mujer crecen, en y a través de la familia, como taller de humanidad, que avanza
hacia la perfección, es lo que pretendo en la II parte de esta tesis sobre la Pastoral
matrimonial y medios para alcanzar la santidad, invitan a un compromiso auténtico
y seguro fortalecimiento de la familia como el Creador la ha constituido y no como
los poderes de este mundo o las conveniencias de los Estados de gobiernos
aconfesionales la puedan esclavizar, imponiendo sus propios criterios, cuando
están faltando gravemente a su verdadero deber de proteger la familia, la vida y la
dignidad de toda persona. Aquí se presentan también los cánones alusivos a la
pastoral del matrimonio y la familia fundamentados en la doctrina de la Iglesia y
comentados con sabia prudencia pastoral que ayudaran a una adecuada
orientación a los esposos, interesados en su formación espiritual y canónica como
a los pastores de almas.
La tercera parte, de la obra desarrolla bellamente los ejemplos de santidad
personal que hay en todas las profesiones: Canonistas como San francisco de
sales, Josemaría Escrivá de Balaguer, el Beato Contardo Ferrini Laico, de la
Tercera Orden Franciscana, estudioso y catedrático de derecho romano en las
universidades de Pavía, Mesina y Módena. También santos esposos en los que
hago más énfasis en este trabajo que siguiendo el camino propuesto por el
Modelo de Santidad terminaron felizmente, haciéndose auténticos reformadores y
elocuentes figuras a seguir por sus virtudes, como: SANTA ALETH Y EL BEATO
30
TECELINO, padres de San Bernardo; SANTOS BASILIO Y EMILIA, esposos, padres de
los santos Basilio el Grande y Gregorio Niceno (370). SANTOS ARTEMIO Y CLAUDIA,
esposos, y su hija Santa Paulina, mártires (Roma, 304). SANTOS ORENCIO Y
PACIENCIA, esposos, padres de San Lorenzo (Huesca, siglo III). SANTA CATALINA
DE GÉNOVA, de la familia de los Fieschi, que ha dado Papas y cardenales a la
Iglesia. Se la obligó a casarse con Julián Adorno, noble genovés. Al enviudar entró
a la Tercera Orden franciscana terminando su vida con las palabras: “¡Adiós!
¡Ahora me voy al cielo!”. 29 LA BEATA ANA MARIA TAIGI, casada con Domingo Taigi.
El cardenal Pedicini 30, su confidente atestigua hechos extraordinarios en el
proceso de beatificación bajo la fe de juramento 31. LUQUESIO Y BUONADONA
DE POGGIBONSI, LOS BELTRAME QUATTROCHI, LOS PADRES DE
TERESITA DEL NIÑO JESUS Y OTROS TANTOS ESPOSOS ADMIRABLES DE
NUESTROS TIEMPOS, QUE SON NUESTRA FORTALEZA, ALEGRIA y soporte
para muchos novios, esposos y familias que avanzan actualmente en camino de
santidad matrimonial.
Ofrezco una bibliografía amplia, para que los lectores se deleiten fortaleciendo sus
conocimientos, su espiritualidad, su vida matrimonial, y superando el desafío de la
cultura dominante, que ignora el valor trascendente de la persona, y puedan
exaltar y vivir con su ejemplo la cultura de la vida y la civilización del amor y de la
santidad.
La Sagrada Familia es el comienzo de muchas otras familias santas y el camino
que conduce a la santidad es presentado por el camino de las bienaventuranzas
(Mt 5, 1-11). Si el matrimonio está fundamentado en lo bíblico, teológico, canónico
y pastoral, entonces la familia se santificará más y se mantendrá fiel en obediencia
a la voluntad de su Creador.
“¿QUOD ISTI ET ISTAE, CUR NON EGO?” “¿Lo que éstos y éstas, por qué
no yo?” San Agustín.
"Ad Majorem Dei Gloriam"
29
TREVIÑO, J.G. Si quiero puedo ser Santo. Ed. Stvdivm. Madrid-España. 1956. pp. 56-61.
El Cardenal Pedicini fue vicecanciller de la Iglesia Romana y prefecto de la Congregación de Propaganda.
31
He aquí algunas profecías suyas, cuyo cumplimiento fue perfectamente comprobado: A su confesor le avisa
que el Padre General de los Trinitarios acaba de ser asesinado en España, y le describe todas las
circunstancias del crimen. Un mes después llegan cartas de España dando la noticia, en la que todos los
detalles coinciden. –Desde 1825 anuncia la revolución española y la abdicación de Carlos IV y su destierro. –
En 1836 predice el cólera que diezmará a Roma después de su muerte, y agrega que la peste respetará a los
suyos. -Anuncia la muerte del emperador de Rusia, Alejandro, un día antes de que se reciba la noticia en la
Embajada rusa en Roma, y afirma, además, que el emperador ha muerto católico y que se ha salvado.
Después se sabe que, en efecto, el emperador abjuró secretamente del cisma antes de morir. –Anuncia la
muerte de León XIII, de Pío VIII, y señala al cardenal Cappellari como el futuro Papa, que será elegido dentro
de diecisiete días, todo lo cual se realizó; tomó el nombre de Gregorio XVI. Anuncia también la elección de Pío
IX y sus grandes tribulaciones.
30
31
PRIMERA PARTE. HISTÓRICO - JURÍDICA
El matrimonio es el designio de Dios en el principio
al crear a la persona humana como varón y mujer.
Es la primera y más importante de las instituciones
Jurídicas privadas:
“El mismo Dios es el autor del matrimonio” (GS 48).
32
1. EL MATRIMONIO INSTITUCIÓN NATURAL
“Matrimonium est: Viri et uxori coniunctio,
Individuam vitae consuetudinem obtinens”
Matrimonio es la unión del hombre y la
Mujer, que mantiene una costumbre
indivisible de vida”. (Instituta 1.9.1. 9)
1.1 ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA MATRIMONIO.
La palabra matrimonio es una contracción del latín matris munium -oficio de la
madre-, porque “la mujer debe casarse principalmente para ser madre”. 32
Etimológicamente, matrimonio viene del latín mater-tris, ´madre´ y munium-nis,
´oficio´, de decir, oficio de madre. Significa carga o cuidado de madre. Porque esta
sufre con los hijos; el padre sólo la engendra. Sin embargo, en algunos idiomas la
palabra dice relación al marido: marriage, por ejemplo 33
1.2 DEFINICIONES.
Para el Digesto (libro 23, tít. 2, ley 1), el matrimonio es la unión del varón y de la
hembra, compañía de toda la vida para comunicación del derecho divino y
humano (conjunctio maris et feminae et consortion omnis vitae divini et humani
iuris communicatio).
El corpus Juris Civilis nos ha trasmitido dos definiciones del matrimonio: una
atribuida a Ulpiano: “las nupcias o matrimonio son la unión de un hombre y una
mujer que implica comunidad absoluta de existencia (Viris et mulieris conjuctio
individuam vitae consuetudinem continens), y la otra asignada a Modestino: “Las
nupcias o matrimonio son la unión del varón y de la hembra, compañía de toda la
vida para comunicación del derecho divino y humano (conjunctio maris et feminae
et consortium omnis vitae divini et humani iuris communicatio). (Digesto, libro 23,
tít. 2. Ley 1).
“PRIMA SOCIETAS IN IPSO CONIUGIO EST”. “La primera sociedad está en el
mismo matrimonio”. 34 (Cicerón).
El Decretum de Graciano y las decretales y la siguiente tradición canonista han
reproducido, con algunas variantes, la definición de Ulpiano, a la que a partir del
siglo XVI, se añadió la alusión al “derecho sobre el cuerpo”. 35
32
San Agustín, Contra Faustum, 1.19, c. 26, Migne, Patrología Latina (PL), vol. 42, 365. Cit. por AMIGO
REVUELTO, F. En: Los Capítulos de nulidad matrimonial en el Ordenamiento Canónico Vigente. Salamanca:
1987, p. 17.
33
PARRA BENITEZ J. Derecho de Familia. Ed. Temis. Bogotá-Colombia. 2008. p. 91.
34
Citado por, ZULETA M. Jaime. Latín para Juristas y Lenguaje Jurídico. Arfo Editores, 2004. p. 323.
35
AMIGO R. Francisco. Los Capítulos de nulidad matrimonial en el Ordenamiento Canónico Vigente. p. 17.
33
Antes del Vaticano II: Pedro Lombardo define el matrimonio como “la unión marital
de un hombre y una mujer, personas legítimas, reteniendo la costumbre individual
de vida. 36 Está claro que la “unión marital” es el vínculo resultante del contrato o
alianza conyugal, (matrimonio “in fieri”); y, la “costumbre individual de vida”
significa lo mismo que “comunidad de vida y amor”. 37
Santo Tomás transcribe la misma definición del matrimonio… el matrimonio no es
esencialmente la unión carnal, sino una sociedad del hombre y de la mujer en
orden a la cópula carnal y a otras cosas que en consecuencia pertenecen al
marido y a la mujer 38.
San Buenaventura, tiene el mismo punto de vista al afirmar que el primer elemento
esencial que especifica al matrimonio es la “sociedad o comunidad de vida”. En
estos términos el “derecho a la prole” es un derecho derivado del “derecho a la
intima comunidad de vida y amor” 39.
El Codex 1917 No brindaba una definición legal del matrimonio, como estado, al
menos de forma expresa. Sólo de forma incidental, cuando habla de los
presupuestos cognoscitivos necesarios para la existencia del consentimiento
matrimonial, afirmaba que el matrimonio era “una sociedad permanente entre
varón y mujer para engendrar hijos” (c. 1082, § 1). 40 La tradición jurídica-canónica
acepto las clásicas definiciones del Derecho Romano.
El Concilio Vaticano II, en la Const. Gaudium et Spes n. 48, devolvió al matrimonio
el sentido profundo y denso que tuvo en su origen (Gn 2, 18-23), 41 y describe el
matrimonio como “intima comunidad conyugal de vida y amor”.
El Codex 1983 no podía olvidar la doctrina del Concilio acerca del matrimonio, y el
resultado está en el contraste de esta doctrina con la del Codex 1917. 42 El CIC,
36
Ibíd. p. 182.
La definición clásica de matrimonio in facto ese dice: Matrimonium est viri et mulieris maritalis coniunctio
inter legitimas personas, individuam vitae consuetudinem retinens. Cathechismus Romanus, p. II, cp. 8, n.3).
Esta definición recogida en el decreto de Graciano y después en las Sentencias de Pedro Lombardo (lib.IV,
dist. 27), por lo que llegó a ser común en las escuelas, se encuentra ya en muchos de sus elementos en las
Instituciones de Justiniano.
38
Ibíd.
39
Ibíd. p. 183.
40
La palabra “matrimonio” puede tomarse en dos acepciones: a) en cuanto significa el acto de casarse, o
casamiento, y b) en cuanto que representa el vínculo permanente que del casamiento resulta. En los cánones
del Código se toma ora en uno, ora en otro sentido. puede definirse diciendo que es “un contrato legítimo
entre un hombre y una mujer, mediante el cual se entregan mutuamente el derecho perpetuo y exclusivo
sobre sus cuerpos en orden a los actos que por su naturaleza son aptos para engendrar hijos” (Comentario al
c. 1012).
41
Esto es lo que dice el Concilio: “Fundada por el Creador y en posesión de sus propias leyes, la intima
comunidad conyugal de vida y amor se establece sobre la alianza de los cónyuges, es decir, sobre su
consentimiento personal e irrevocable. Así, del acto humano por el cual los esposos se dan y se reciben
mutuamente, nace, aún ante la sociedad, una institución confirmada por la ley divina”. (GS 48).
37
34
siempre en relación al matrimonio in facto esse, lo describe como “consorcio
(consortium) de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los
conyuges y a la generación y educación de prole” (CIC, c. 1055, § 1) 43
Como puede observarse, el codex 1983 reúne en un solo canon la noción
descriptiva y los fines del matrimonio, suprimiendo entre éstos toda jerarquía,
puesto que la “intima comunidad” ordenada al bien de los cónyuges y a la
generación implica la misma generación, la mutua ayuda, el remedio de la
concupiscencia, etc. La nueva legislación sólo se preocupa de afirmar que tan
importante es el fin objetivo del matrimonio, la procreación, como el fin personal, el
bien de los cónyuges. Por primera vez en el Código se describe al matrimonio
como una alianza, siguiendo al Concilio. Cuando el c. 1095 sostiene que el
matrimonio, como estado, está ordenado al “bien de los cónyuges”, se pone en
onda con la Casti connubii de Pío XI 44, con la Humanae vitae de Pablo VI 45 y con
la concepción personalística del matrimonio 46, revitalizada por el Vaticano II. En la
frase “bien de los cónyuges” están comprendidos la ayuda mutua y el remedio de
la concupiscencia. El codex 1893 precisa técnicamente el modo de relación
consentimiento-comunidad de vida, al mostrarse una inmediata, directa e
insustituible conexión entre ambas cosas. Son los propios cónyuges quienes, a
través de su personal decisión y consentimiento, constituyen dicho “consorcio de
toda la vida”.
La diferencia entre la definición del matrimonio dada por el Derecho Romano y la
que nos presenta el Codex 1983 está en que aquella expresa el contenido del
matrimonio como estado (“in facto esse”). 47 Nada nos dice del matrimonio como
acto (“in fieri”) ni del fin esencial del matrimonio, cosas que recoge el c. 1055, § 1,
del nuevo Código. 48 En conclusión: La definición del c. 1055 § 1 del CIC, aunque
es equivalente a la clásica, expresa más adecuadamente la naturaleza del
matrimonio in facto esse.
El CCEO, presenta el matrimonio enunciado el de la siguiente manera:
42
CODEX 1917. “§ 1 Cristo nuestro Señor elevó a la dignidad de sacramento el mismo contrato matrimonial
entre bautizados. § 2 Por consiguiente, entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido que por
el mismo hecho no sea sacramento”. (c. 1012).
43
“la alianza matrimonial por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida,
ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, y
que fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados”.
44
AAS 22 (1930) 549.
45
AAS 60 (1968) 485.
46
H. Doms, Significato e senso del matromonio (Roma 1936) 37-39.
47
Las consideraciones hechas hasta ahora permiten formular una definición de matrimonio en cuanto realidad
estable, es decir, en cuanto unión permanente entre marido y mujer (matrimonio in facto ese). La unión entre
los cónyuges es una relación recíproca en sentido propio, un vínculo entre los dos que les liga formalmente, y
eso es el matrimonio como realidad estable.
48
AMIGO R. Francisco. Op. Cit., p. 20.
35
Ҥ 1 La alianza matrimonial, establecida por el Creador y regulada por sus leyes,
por la que el varón y la mujer constituyen entre si un consorcio de toda la vida por
el consentimiento personal irrevocable, se ordena por su índole natural al bien de
los cónyuges y a la generación y educación de los hijos. § 2 Por institución de
Cristo, el matrimonio válido entre bautizados es por eso mismo sacramento, por el
que los cónyuges son unidos por Dios a imagen de la unión indefectible de Cristo
con la Iglesia y son como consagrados y robustecidos por la gracia sacramental.
§ 3 Las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad,
que en el matrimonio entre bautizados alcanzan una especial firmeza por razón
del sacramento.” 49
El art. 113 del Código Civil dispone que: “El matrimonio es un contrato solemne
por el cual un hombre y una mujer se unen con el fin de vivir juntos, de procrear y
de auxiliarse mutuamente”. 50
1.3 EL MATRIMONIO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.
“Creó, pues, Dios al ser humano
a imagen suya, a imagen de Dios
lo creó, macho y hembra los creó”
Gn 1, 27.
La Sagrada Escritura se abre con el relato de la creación del hombre y de la mujer
a imagen y semejanza de Dios (Gn 1, 26-27. CEC n. 1602), y se cierra con la
visión de las “bodas del Cordero” (Ap 19,7.9). De un extremo al otro la Escritura
habla del matrimonio y de su “misterio”, de su institución y del sentido que Dios le
dio, de su origen y de su fin, de sus realizaciones diversas a lo largo de la historia
de la salvación, de sus dificultades nacidas del pecado y de su renovación “en el
Señor” (1Co 7, 39), todo ello en la perspectiva de la Nueva Alianza de Cristo y de
la Iglesia (Ef 5, 31-32). Por naturaleza, por creación, la humanidad se diferencia en
hombre y mujer. Ambos iguales en su ser humano: ambos son Adam, del que se
dice en singular “lo creó”. Ambos son humanos a su modo perfectamente
diferenciado; de ellos se dice en plural “los creó”. Ambos complementarios, en
cuerpo y espíritu, para la compañía y la fecundidad: “Dios los bendijo”. Ambos en
unidad imagen de Dios. Ningún elemento se debe sustraer a esta realidad: la
dualidad, la unidad, el ser creados, el ser imagen de Dios en el universo creado. 51
El hombre y la mujer están hechos "el uno para el otro": no que Dios los haya
hecho "a medias" e "incompletos"; los ha creado para una comunión de personas,
49
Los cánones orientales (776-866), referentes al sacramento del matrimonio tienen una extensión parecida
al CIC (90 en el CCE0, por 110 en el CIC) y están estructurados de una forma bastante similar a la del
derecho latino; de hecho, únicamente se han suprimido formalmente los artículos sobre el matrimonio secreto
y sobre los efectos del matrimonio, si bien su contenido se ha incorporado en otros artículos, y se ha alterado
el orden sistemático en otras materias (matrimonios mixtos, separación y convalidación). (Comentario CCEO,
p 317-318). BAC. Madrid. 1994.
50
CÓDIGO CIVIL COLOMBIANO. Momo Ediciones. Bogotá-Colombia. 2009. Art. 113. p. 60.
51
SCHÖKEL, Luis A. Familia y Sociedad. Mensajero. Bilbao. 1997. p. 7.
36
en la que cada uno puede ser "ayuda" para el otro porque son a la vez iguales en
cuanto personas ("hueso de mis huesos...") y complementarios en cuanto
masculino y femenino. En el matrimonio, Dios los une de manera que, formando
"una sola carne" (Gn 2,24), puedan transmitir la vida humana: "Sed fecundos y
multiplicaos y llenad la tierra" (Gn 1,28). Al trasmitir a sus descendientes la vida
humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera
única en la obra del Creador (cf. GS 50,1; CEC, 372). Tanto el relato Sacerdotal
(Gn 1) como el relato Yahvista de la creación (Gn 2), terminan con una escena
que funda la institución del matrimonio. En el relato Yahvista la intención divina se
explicita en estos términos: “No es bueno que el hombre esté solo, voy a darle
una ayuda que le sea apropiada” (Gn 2, 18), ésta la creó Dios para él; por eso el
hombre, dejando padre y madre, se adhiere a ella por el amor y los dos vienen a
ser “una sola carne” (Gn 2, 24). En el relato sacerdotal (Gn 1), el hombre creado a
imagen de Dios para dominar la tierra y poblarla es en realidad pareja (1, 26s). La
fecundidad aparece aquí como el fin mismo de la sexualidad, que es cosa
excelente como toda la creación (Gn 1, 31). Así se afirma el ideal divino de la
institución matrimonial antes de que el pecado haya corrompido al género
humano.” 52
De los dos relatos bíblicos de la Creación del hombre (Gn 1, 26-28.31) y (Gn 2,
7.18-24), leídos en la Tradición de la Iglesia a la luz de la revelación definitiva en
Cristo, tenemos los elementos fundamentales para comprender el designio de
Dios sobre el matrimonio y la familia:
Dios que es amor (1Jn 4,8.16; CEC, 254; Mulieris dignitatem, 7) y vive en sí
mismo un misterio de comunión personal de amor (FC, 11; GS 12), ha creado al
hombre, varón y mujer, a su imagen y semejanza, es decir con la dignidad de
persona, y por tanto como un ser capaz de amar y ser amado. Lo a creado por
amor y lo llama al amor, no a la soledad: esta es “la vocación fundamental e innata
de todo ser humano” (CEC, 1604; CEC, 1605).
Varón y mujer son iguales en su dignidad de personas y, a la vez, distintos: su
condición sexuada –masculina o femenina- es condición de la persona entera, que
da lugar a dos modos diversos, igualmente originarios, de ser persona humana.
Esa diversidad los hace complementarios: entre todas las criaturas vivientes solo
el varón y la mujer se reconocen como ayuda adecuada el uno para el otro en
cuanto personas (CEC, 1605): como otro yo a quien es posible amar.
En virtud de esa complementariedad natural, la atracción espontánea entre varón
y mujer puede convertirse, por obra de su entrega mutua, en una unión tan
profunda que hace de los dos “una sola carne”, y por tanto es indivisible y exige
fidelidad exclusiva y perpetua.
52
LEON-DUFOUR, X. Vocabulario de Teología Bíblica. Ed. Herder. Barcelona. 1965. p. 450.
37
Esa unión lleva aparejada la bendición divina de la fecundidad, como promesa y
como misión conjunta del varón y la mujer hechos una sola carne por su elección y
entrega recíproca (Mulieris dignitatem). 53 Para indicar como era el matrimonio al
principio Jesucristo cita dos versículos del Génesis:
Gn 1, 27 (en Mt 19,4): “los hizo varón y hembra”. Algunas versiones arameas del
Génesis subrayan que Dios es el autor del matrimonio, traduciendo en Gn 1, 27:
“Los creo varón y su cónyuge”; la creación del hombre varón y mujer es
considerada directamente como creación de la pareja conyugal. El codex nos dice
al respecto: “Ambos cónyuges tienen igual obligación y derecho a todo aquello que
pertenece al consorcio de la vida conyugal” 54
Gn 2, 24 (en Mt 19,5): “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se
unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne”. La unión del hombre con su
mujer (uxori suae: su esposa, no con otra mujer) es atribuida a Dios por el mismo
Jesucristo: Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre” (Mt 19,6). 55 Así,
nos dirá san Josemaria: “Hija mía, que has construido un hogar, me gusta
recordarte que las mujeres -¡bien lo sabes!- tenéis mucha fortaleza, que sabéis
envolver en una dulzura especial, para que no se note. Y, con esa fortaleza,
podéis hacer del marido y de los hijos instrumentos de Dios o diablos. – Tú los
harás siempre instrumentos de Dios: el Señor cuenta con tu ayuda”.
La palabra berit, “pacto”, “alianza” (Mal 2, 14), es la que más se aproxima a la
naturaleza del matrimonio. El fin del matrimonio es la procreación de los hijos (Gn
1,28; 9,1), sobre todo varones (Sal 127,4s; Tb 6,22; Gn 24,60). Los hijos
numerosos son una bendición de Yahvé (Sal 127,3) y la dicha suprema (Gn
24,60). (…). Cuando los profetas representan la relación entre Yahvé e Israel bajo
la imagen de un matrimonio, dan por supuesta la monogamia (Os 2,18-23; Jer 2,2;
3,7; Ez 16,8; Is 50,1; 54,5; 62,5). 56 Desde Isaac (Gn 25,19-28), José (Gn 41, 50)
hasta Judit (Jdt 8, 2-8) y los Tobías (Tob 11,5-15), pasando por Ezequiel (Ez
24,15-18) y Job (Job 2,9s) el afecto es exclusivo. Los sapienciales evocan los
goces y las dificultades de los hogares monógamos (Prov 5,15-20; Ecl 9,9; Ecl
25,15-26, 18). Estas imágenes designan a la esposa legítima: “Bebe el agua de tu
aljibe, los raudales de tu pozo. ¿Vas a derramar tus arroyos por las calles y tus
manantiales por las plazas? Que sean para ti solo, no los compartas con extraños.
Sea tu fuente bendita, disfruta con la esposa de tu juventud, cierva querida, gacela
encantadora; que sus pechos te embriaguen siempre y continuamente te
apasiones con su amor”. ¿Por qué apasionarte, hijo mío, de una extraña y caer en
brazos de una desconocida? Pues Yahvé observa los caminos del hombre él vigila
53
MIRAS J-BANARES J. Matrimonio y Familia. Ed. Rialp. Madrid. 2007. p. 14-15.
CIC. Canon 1135.
55
MIRALLES, A. El Matrimonio Teología y vida. Ed. Palabra. Madrid. 1999. p. 16.
56
H. HAAG-A.VAN DEN BORN-S. DE AUSEJO. Diccionario de la Biblia. Ed. Herder. Barcelona. 1981. p.
1200.
54
38
todos sus senderos”. y en el Cantar de los Cantares el amor de los dos esposos
es evidentemente exclusivo.
Dios es el autor del matrimonio se afirma también en el libro de Tobías, al
presentar la forma de bendición (beraka): “!Bendito seas, Dios de nuestros padres,
y bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos! Bendígante los cielos y
tu creación entera por los siglos todos. Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva,
su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los
hombres. Tú mismo dijiste: No es bueno que el hombre se halle solo, hagámosle
una ayuda semejante a él. Se evoca aquí la institución divina al inicio del género
humano como la refieren los dos capítulos del Génesis. De aquí la petición o
súplica que constituye tercera parte de la beraka: … Ten piedad de mi y de ella y
podamos llegar juntos a nuestra ancianidad. (Tb 8, 5-7). El libro de Malaquías, en
particular 2, 15, recuerda también la creación de la primera pareja como
fundamento de la institución matrimonial y de sus propiedades.
La alianza nupcial entre Dios y su pueblo Israel había preparado la nueva y eterna
alianza mediante la que el Hijo de Dios, encarnándose y dando su vida, se unió en
cierta manera con toda la humanidad salvada por él (cf. GS 22), preparando así
"las bodas del cordero" (Ap 19,7.9). (CEC, 1612). A todo lo largo del AT,
expresiones, tomadas de la experiencia del amor de la pareja sirven para referirse
a la relación de Dios con su pueblo: alianza (berit), ternura (hesed), fidelidad
(emunah), celos (quineah). 57 La vida conyugal es buena para el que teme a
Yahvé. Un matrimonio dichoso es una bendición y una mujer casta y hermosa es
el premio para los que aman a Dios: “Feliz el marido de mujer buena, el número de
sus días se multiplicará, mujer varonil da contento a su marido, que acaba en paz
la suma de sus sueños. Mujer buena es buena herencia, asignada a los que
temen al Señor” (Si 26, 1-3).
1.4 EL MATRIMONIO EN EL NUEVO TESTAMENTO.
El matrimonio de los cristianos fue elevado por Cristo
a la dignidad de sacramento, lo que no cambió la
naturaleza del contrato, sino que lo hizo sobrenatural,
dándole la fuerza de producir por sí mismo la gracia
necesaria para que los cónyuges cristianos puedan
cumplir los deberes conyugales.
Es por tanto, un signo sensible instituido por Cristo
para dar la gracia “Ex opere operato”. Esta doctrina
es confirmada por san Pablo en su Carta a los de
Éfeso, donde llama el matrimonio:
“Gran sacramento” Ef. 5, 32.
“No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo hombre y mujer, y
dijo: por eso dejara el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y los
57
CORPAS DE POSADA, Isabel. Pareja Abierta a Dios. Ed. Bonaventuriana. Bogotá. Colombia. 2004. p. 173.
39
dos se harán una sola carne? Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre”
(Mt 19, 4-6). El Hijo de Dios, modelo misericordioso de santidad, hablo muy bien
sobre el matrimonio (Mt 19, 3-12). Se afirma la unidad e indisolubilidad originaria
del matrimonio (…), se perfecciona la moral matrimonial, pues no solo se condena
el trato con la mujer ajena, sino el mismo deseo deshonesto (Mt 5, 27s). La unidad
de los cónyuges tiene su fundamento en el corazón. 58 Aquí, el matrimonio natural
es elevado por Jesucristo a la dignidad de Sacramento y por razón del reino de
Dios ha de haber hombres que voluntariamente renuncien al matrimonio (Mt
19,20.29; Lc 18,29); entre éstos se encuentra Jesús. 59
1.4.1 Mensaje Profético de Jesús. La actitud de Jesús frente a la institución del
matrimonio es exigir el cumplimiento del ideal del amor que existía “desde el
principio” en la pareja ideal primera y que, por condescendencia pedagógica ante
la “dureza del corazón”, Dios no había querido exigir. La enseñanza de Jesús se
coloca en la línea de querer llevar a realización plena la realidad del amor 60, y
como enseña su Santidad Benedicto XVI: “El amor es posible, y nosotros
podemos ponerlo en práctica porque hemos sido creados a imagen de Dios. Vivir
el amor y, así llevar la luz de Dios al mundo 61. El amor con que quieres al cónyuge
no es distinto del amor que lo creó 62 El pasaje fundamental de los evangelios (Mt
19, 1-12; Mc 10, 1-12) no ha de ser interpretado como una “ley”, sino como una
proclamación profética de la realidad profunda del amor humano y la posibilidad
de llevarlo a esa plenitud dentro de la fe cristiana. “El matrimonio tiene una meta:
amar a Cristo en el cónyuge”. Aprende 63
Jesucristo, con sus palabras apela al “principio” para afirmar la indisolubilidad
originaria de la unión conyugal y para atribuirla a Dios mismo. Pero también su
presencia en las bodas de Caná, aunque el evangelio no mencione en esta
ocasión, ninguna palabra suya sobre el matrimonio, constituye una enseñanza
elocuente. “tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba
allí la Madre de Jesús. Fue también invitado a la boda Jesús con sus Discípulos”.
(Jn. 2, 1-2). Para los hebreos la celebración del matrimonio tenía lugar en el
ámbito familiar y se prolongaba varios días. La presencia de Jesús en la fiesta de
las bodas tiene por supuesto un significado de aprobación del matrimonio. San
Agustín comenta con razón que Jesús quiso confirmar con su presencia lo que Él
mismo había hecho, es decir, el matrimonio, respondiendo anticipadamente a los
que, en el contexto de una doctrina dualista, condenarían las bodas,
atribuyéndolas al principio del mal. San Agustín recuerda la respuesta de Jesús a
los fariseos: “lo que Dios unió no lo separe el hombre” (Mt. 19, 6); y concluye que
la fe católica enseña que es Dios mismo quien ha hecho las bodas, mientras que
58
H. HAAG- A. VAN DEN BORN-S. DE AUSEJO. Op. Cit., p. 1201.
Ibíd. p. 1201.
60
FLORISTAN, Casiano. Nuevo Diccionario de Pastoral. Madrid: 2002, p. 874.
61
BENEDICTO XVI. Encíclica Deus Caritas Est, 25 de diciembre del 2005, n. 39.
62
GIL ATRIO, Cesáreo. Verdades en punta. Salamanca: 1990, p. 99.
63
Ibíd. 104.
59
40
el divorcio es obra del diablo. “El divorcio es una ofensa grave a la ley natural.
Pretende romper el contrato, aceptado libremente por los esposos, de vivir juntos
hasta la muerte. El divorcio atenta contra la alianza de la salvación de la cual el
matrimonio sacramental es un signo. El hecho de contraer una nueva unión,
aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge
casado de nuevo se halla entonces en situación de adulterio público y
permanente: Si el marido, tras haberse separado de su mujer, se une a otra mujer,
es adúltero, porque hace cometer un adulterio a esta mujer; y la mujer que habita
con él es adultera, porque ha atraído a sí al marido de otra.” (S. Basilio, moral.
Regla 73). (CEC, 2384). El divorcio adquiere también su carácter inmoral a causa
del desorden que introduce en la célula familiar y en la sociedad. Este desorden
entraña daños graves: para el cónyuge, que se ve abandonado; para los hijos
traumatizados por la separación de los padres, y a menudo viviendo en tensión a
causa de sus padres; por su efecto contagioso, que hace de él una verdadera
plaga social. (CEC, 2386).
1.4.2 El Matrimonio en las Primitivas Comunidades Cristianas. En las
comunidades paulinas el matrimonio era una realidad profana que se vivía “en el
Señor”. Tiene un valor dentro de la salvación, pero no es una institución
específicamente salvífico cristiana. Casarse para los cristianos es “casarse en el
Señor” (1Co 7, 39). Si el matrimonio humano recibió una iluminación nueva al
pasar a ser en la predicación de los profetas imagen de las relaciones de Dios con
su pueblo, ahora en la revelación cristiana –según la enseñanza de san Pabloesa claridad es plenificada al entrar en el ámbito de la alianza de Cristo con la
Iglesia. En Ef 5, 22-33 la alianza de Cristo con la Iglesia, de cuya realidad es “tipo”
(misterio grande) el pasaje de Gn 2, 24, ilumina la realidad del amor conyugal
elevándolo a una altura increíble. Este hecho tiene consecuencias para la manera
de vivir en cristiano el matrimonio y también para su comprensión misma. En este
pasaje se encontrara el apoyo para ver el carácter sacramental del matrimonio
cristiano. La fe cristiana también impone en las comunidades de Pablo algunos
matices en la estructura de la institución matrimonial. Se prohíbe contraer
matrimonio en ciertos casos: la bigamia o un segundo matrimonio de una persona
divorciada (Rm 7, 3; 1Co 7, 11-39) y el matrimonio incestuoso (1Co 5,1-5). Pablo
no se imagina que un miembro de la Iglesia pueda buscar matrimonio fuera de ella
(1Co 7,39); sin embargo admite los “matrimonios mixtos”, originados por la
conversión cristiana de uno de los cónyuges (1Co 7,12-17). 64
1.5 DOCTRINA DE LOS PADRES DE LA IGLESIA ACERCA DE LA SANTIDAD
DEL MATRIMONIO.
“Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo
amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
para santificarla, purificándola mediante el baño
64
FLORISTAN, Casiano. Op. Cit., p. 874-875.
41
del agua, en virtud de la palabra, y presentársela
resplandeciente a sí mismo, sin que tenga
mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea
santa e inmaculada” Efesios 5, 25.
Los padres y los escritores eclesiásticos de los primeros siglos atribuyen la autoría
del matrimonio a Dios sobre todo en un triple contexto: a) defensa del matrimonio
contra los errores de tipo dualista; b) Bondad del matrimonio en relación al ideal de
virginidad; c) enseñan sobre la monogamia y la inseparabilidad conyugal. 65 Lo
más significativo de la reflexión de los Padres de la Iglesia, en referencia a la
experiencia de los cónyuges desde la perspectiva contemporánea, es la
afirmación del carácter sagrado del matrimonio y la relación que establecen entre
la vida matrimonial y la unión de Cristo con su Iglesia, sentando así las bases de
la doctrina sacramental. Como vemos, hay gran influencia del apóstol de los
gentiles en el pensamiento de los Padres y en quienes profundizamos sobre este
sacramento, porque citamos a Efesios 5, 21-32, y encontramos el significado
maravilloso de la bondad y la santidad del matrimonio en la unión de Cristo y de la
Iglesia.
San Ignacio de Antioquia (s. I). Recomendaba a los esposos amar a sus esposas
como el Señor ama a su Iglesia: “Decid a mis hermanas que amen al Señor y
contenten a sus maridos en carne y espíritu. Así mismo, decid a mis hermanos
en nombre de Jesucristo, que amen a sus compañeras como el Señor amó a su
Iglesia”. 66
Ireneo de Lyon (s. II). Se refiere a los seguidores de los herejes Saturnino y
Marción. Esta gente, a quienes les da el nombre de encratitas, proclamaban la
renuncia al matrimonio, oponiéndose a Dios, que había creado al inicio al hombre
y a la mujer para la propagación del género humano. 67 Opositor de la herejía
gnóstica. Afirmó en su controversia que el matrimonio es bueno porque es obra de
Dios y que una de las sizigias que Pablo habría manifestado al referirse al
matrimonio “de aquí abajo” es su referencia a la unión Cristo-Iglesia: “Así mismo,
las sizigias que existen dentro del pleroma, Pablo las habría hecho conocer
manifestando una de ellas; en efecto, hablando del matrimonio de aquí abajo,
dice: Este misterio es grande: quiero decir, en referencia a Cristo y a la Iglesia”. 68
Clemente de Alejandría (s. II). Dedica el tercer libro de los Stromata a la defensa
de las bodas y del uso del matrimonio contra quienes lo rechazaban por sus
errores dualistas y contra aquellos que elegían la continencia despreciando el
matrimonio. Clemente se refiere a los marcionitas, que sostenían que la naturaleza
es mala, a causa de la materia, al haber sido creada por el demiurgo justo y rígido,
65
MIRALLES, A. Op. Cit., p. 23.
SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, “Epístola ad Policarpum V. 1”. Ed. Cit. p .149.
67
SAN IRINEO DE LYON, Adversus haereses, I, 28,1: A. ROUSSEAU – L. DOUTRETRELEAU [ed.], SC 264,
p. 354). Cit. por MILLARES A. p. 24.
68
SAN IRINEO DE LYON: Adversus haereses, Lib. I, cap. 8,4. p. 7. col. 532.
66
42
opuesto al Dios bueno; por eso se abstenían de las bodas, para no poblar el
mundo hecho por semejante creador 69. Clemente, por el contrario no solo defiende
la bondad del matrimonio sino que pone de manifiesto un alto concepto de la
paternidad humana, como colaboración con Dios, que es el verdadero Padre. En
la conclusión del libro afirma que: “los que eligen la continencia lo hacen no por
odio a la creación, sino dando gracias por el don recibido y sin despreciar a los
casados; como el mundo es creado, así también es creado el estado de los que
practican la continencia. 70
Proclamó una y otra vez la santidad del matrimonio. Reconoció que no es
pecaminoso porque ni Jesús ni Pablo lo condenaron 71 y desde la interpretación
alegorizante de la Escritura que caracteriza a este autor y que, siguiendo los
pasos de Pablo, aplicó al matrimonio, pudo decir que es santo el matrimonio
porque es figura de la unión de Cristo con la Iglesia”. 72 Es el bautismo el que
confiere una particular santidad a la unión conyugal de los bautizados.
Orígenes (s. III). Escribió en la primera mitad del siglo III, que la bondad del
matrimonio y del acto conyugal radicaba en la procreación. Son frecuentes las
alusiones al matrimonio, especialmente cuando proponía la unión conyugal como
ejemplo de interpretación alegórica de la Escritura: el matrimonio es figura de la
unión de Cristo con la Iglesia. 73 Así lo afirmó en sus comentarios al Génesis, al
capítulo 19 de Mateo, a la epístola a los Romanos y al Cantar de los Cantares.
Tertuliano. (Finales s. II y comienzos s. III). Es característica la interpretación
alegorizarte de la Sagrada Escritura, en la cual él pretendía descubrir un sentido
único y original como regla de fe para los cristianos, y con este criterio citaba los
textos del Gn y de Ef para proponer la significación en la pareja creacional. 74
Tertuliano fue el primero en utilizar el término sacramentum, no con el sentido que
posteriormente se le daría, aunque se vislumbra cuando señala que el matrimonio
bendecido por Dios es garantía de su providencia y la gracia es una seguridad
contra las dificultades que amenazan a los esposos:
“… habiendo sido asumidos por la gracia de Dios en este estado, están obligados
a perseverar, son santificados y reciben la esperanza de convertir al cónyuge. Si
un matrimonio así es aprobado por Dios, ¿por qué no podría mantenerse en la
felicidad sin estar continuamente amenazado por pruebas, dificultades, obstáculos
e impurezas, si posee ya en parte el patrocino de la gracia de Dios? 75 Tertuliano
subrayó el aspecto unitivo de la experiencia de pareja en el escrito dirigido a su
69
Cfr CLEMENTE DE ALEJANDRIA, Stromata, III, c. 3: p. 8, 1113-1116.
Cfr. Stromata, III, c.18. p. 8, 1208C.
71
CLEMENTE DE ALEJANDRIA: Stromata III, 11. p. 8. col. 1174.
72
CLEMENTE DE ALEJANDRIA: Stromata III, cap. XII. p.8. col. 1187.
73
ORIGENES. Comment. in Matt., tomus XVII. p. 13. cols. 1952-1953
74
TERTULIANO: Adversus Marcionem V. 18,10. P.L. 2. col.550.
75
TERTULIANO: Ad uxorem VIII, 7, 1. Op. cit. p. 143.
70
43
esposa: “Donde hay una sola carne, allí también hay un solo espíritu. Juntos oran,
juntos se acuestan, juntos cumplen la ley del ayuno. Uno a otro se enseñan, uno a
otro se exhortan, uno a otro se soportan. Los dos son iguales en la Iglesia de Dios,
Iguales en las pruebas, en las persecuciones, en los consuelos”. 76
San Metodio de Olimpo. (s. IV). Afirmó que el marido debe amar a su esposa
porque es imagen de Cristo y dedujo los deberes conyugales de la significación
del matrimonio. 77
En los padres capadocios, San Basilio el Grande (330-379), San Gregorio de Nisa
(+ 394) y San Gregorio Nacianceno (329-390), afirmaron que el matrimonio de los
cristianos, es santo porque es figura de la unión de Cristo y de su Iglesia, unión de
la cual deriva la conducta de los esposos cristianos y la exigencia de
indisolubilidad. El matrimonio, para San Basilio, es santo si es vivido según el
ejemplo de los santos del Antiguo Testamento. A diferencia de Dídimo el Ciego,
San Basilio considera santo el matrimonio ya antes de la venida de Cristo. Agrega
que los casados no serán juzgados por sus relaciones conyugales sino por los
otros preceptos que son comunes a todos. A condición que el matrimonio
corresponda a la intención que ha tenido el Creador al instituirlo, no para la
búsqueda del placer sino para satisfacer las necesidades de la vida. Esto significa
contraer matrimonio según el Señor. Para otros escritores eclesiásticos como
Tertuliano, casarse en el Señor significa celebrarlo con otro bautizado.
Para San Basilio como para la generalidad de los Padres la finalidad del
matrimonio es la procreación de los hijos. La procreación de los hijos comenta San
Basilio, fue vista como una bendición en la ley de Moisés. El matrimonio se
contrae legítimamente según las Escrituras cuando el amor desordenado no se
antepone a la necesidad de la ley. La procreación de los hijos y la ayuda necesaria
que proporciona el matrimonio, hacen que las nupcias sean honestas. Las
relaciones entre los esposos, para Basilio, deben caracterizarse por el amor, el
respeto y la unión. Un amor recíproco y un respeto mutuo. Este amor de los
esposos por sus mujeres debe reflejarse en su comportamiento y fidelidad
conyugal, ya que se funda en la perspectiva de la relación Cristo-Iglesia. Coloca,
el vínculo matrimonial a la luz de Ef. 5, 32. El marido debe amar a su esposa con
el mismo amor con que Cristo amó su Iglesia y se entregó por ella para
santificarla. “Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios
cuerpos” (Ef. 5, 28). 78
El matrimonio es visto por Gregorio de Niza en la dimensión de la creación del
hombre en el paraíso, una reflexión marcada por el pesimismo de la condición
humana del pecado. El matrimonio comienza después de la primera caída. “Y así
76
TERTULIANO: Ad uxorem VIII, 7, 1. Op. cit. p. 149.
METODIO DE OLIMPO: Le banquet III. Sources Chrétiennes 95. Paris. Cerf, 1963, p. 90-92.
78
VASQUEZ, Jorge Jaime. “Interpretación Patrística del Génesis 2, 18-23” en Universitas Canónica. 28
(1995). p. 26-28.
77
44
fueron ambos enviados en exilio a esta tierra de enfermedades y trabajos, donde
se ideó el matrimonio como atenuante de la muerte” 79. Agrega Gregorio que Adán
“ni conoció a Eva antes de ser expulsado del paraíso y de ser ella castigada con la
pena de los dolores del parto por el pecado que había cometido, víctima del
engaño” 80. La noción que tiene del matrimonio es alta y digna. “Lo principal que se
busca en el matrimonio, dice, es gozar de una agradable compañía” 81. Tratando
de dibujar el matrimonio ideal, más feliz lo pinta como “dulce contienda, en la que
cada cual pretende vencer al otro en el amor” 82. No podía decir menos quien había
vivido en una familia feliz y había esposado por amor. En esta perspectiva el
matrimonio se manifiesta en sus valores espirituales y manifiestan la importancia
de la compenetración afectiva de la sociedad y ayuda que puede y debe prestar el
matrimonio al que llama por lo demás “vida común”. Por la estima que Gregorio
tiene de la unión conyugal, recomienda la indisolubilidad y unidad del matrimonio,
la moderación en la vida común y la conservación del papel del marido como
cabeza y la mujer como su ayuda dada por Dios 83.
San Gregorio Nacianceno, comentando a San Mateo y apoyándose en San Pablo,
enseñó que la esposa al reverenciar al marido reverencia a Cristo y que el marido
ha de alimentar y amar a su esposa porque así obra Cristo con la Iglesia. 84
Repetidas veces Gregorio tratará del matrimonio con un gran respeto, sentido
común y cristiano. Ha tenido ocasión de experimentar en el ejemplo de sus padres
la vida de un matrimonio cristiano y en su hermana Gorgonia la conjunción del
matrimonio con la virginidad. La virginidad es superior. Pero la excelencia de la
virginidad no se construye con el desprecio del matrimonio. La mujer casada es
tan digna como la virgen. Las dos están al servicio del Señor y son su diadema, su
ornamento. Como el matrimonio está santificado por el Señor que quiso
santificarlo y dignificarlo con su presencia y primer milagro en una boda, conviene
que se conserve y viva puramente y que no se degenere en las pasiones. La
ordenación de la vida conyugal debe permitir el acceso a la oración, recomienda
por tanto la abstención de esas de común acuerdo, en el tiempo dedicado a la
oración, pero es un consejo no una orden.
La síntesis armoniosa de esta doctrina y de esta praxis constituye el elogio
fúnebre de su hermana Gorgonia, que a la bondad del matrimonio supo juntar la
santidad de la continencia: “Fue casta… uniendo en sí el bien de la continencia y
del matrimonio, mostrando que ninguno de los dos aleja o nos une tanto a Dios al
mundo de ser o muy recomendado o muy prohibido, es más bien la recta razón
que guía al bien, a la virginidad y al matrimonio, los cuales como materia flexible
79
De Virginitate 12, p. 46, 376. F. VIZMANOS, Las virgenes cristianas de la Iglesia primitiva, BAC 45, Madrid
1949, 1146.
80
Ibíd.
81
Id. 3, p. 46,430; F. VIZMANOS, o.c. 1117.
82
Ibíd.
83
Epístola canónica 4, p. 45, 227.
84
SAN GREGORIO NACIANCENO. Oratio XXXVII in Matthaeum XIX, 1-12. p. 36.cols. 289-292.
45
son para la razón referidos a la virtud o al vicio. De hecho, Gorgonia, aunque unida
carnalmente a un hombre, no se dejó, separar del espíritu… y aunque reconocía la
autoridad del marido, no olvidó su celestial Señor… toda entera, se consagró a
Dios… y el fruto del cuerpo a saber, hijos y nietos, los hizo frutos espirituales” 85. Y
en el matrimonio el cristiano debe comportarse castamente. Es siempre el
matrimonio visto a la luz de la unión Cristo-Iglesia que sirve para profundizar la
doctrina sobre el mismo y guiar el comportamiento de los cónyuges, sea en el
amor como en la fidelidad. El marido debe venerar a su mujer, serle fiel. La mujer
debe amar a su marido: “Ama primero a Dios, después al marido como al ojo de tu
vista, como a aquél que regula tu destino. Ama sólo a él, y encontrarás en él toda
satisfacción y toda tu consolación, especialmente si ves que tiene para ti un amor
serio y constante” 86.
Entre los Padres Griegos:
San Cirilo (+ 386), obispo de Jerusalén. Para refutar la doctrina de los maniqueos,
que despreciaban el matrimonio, aplicó al matrimonio el adjetivo semnos,
reservado para referirse a aquello que pertenece al ámbito de lo sagrado. 87
San Epifanio de Salamina (315-403). Obispo de Constancia, combatió las herejías
de su época que negaban la bondad del matrimonio: los saturnilianos, los
gnósticos, los encratitas, los origenianos. A tal fin, calificó una y otra vez el
matrimonio como sagrado 88 y, citando a Ireneo, relacionó también el matrimonio
con la unión de Cristo con la Iglesia. 89 En su Panarion (Botiquín), en la última
parte encontramos la doctrina matrimonial de notable interés, sobre todo en
cuanto a la indisolubilidad matrimonial. En su doctrina sobre el matrimonio se
observa un equilibrio y una serenidad ausentes en otros campos de la actividad
de Epifanio. Libre de encratismo o laxismo reconoce al matrimonio su honestidad,
por su expresión Dios lo instituyó y Cristo lo aprobó 90. Es más, el nacido de una
virgen quiso realzar las nupcias haciendo su primer milagro en Caná de Galilea 91.
Así pues, la pasión de los hombres se canaliza en la castidad y en la honestidad
del matrimonio. Epifanio concentra el pensamiento patrístico sobre el matrimonio.
La virginidad debe anteponerse al matrimonio pero no puede menospreciarse las
nupcias instituidas por Dios para la procreación de los hijos 92. Todos vemos la luz
gracias al matrimonio, por eso no podemos considerarlo impuro. Sólo que debe
usarse honestamente, y la satisfacción de la concupiscencia debe ceder el
espacio a la dedicación a la oración.
85
In laudem sororis sua Gorgoniae 8, p. 35,798.
Ad Olympiadem, p. 37, 154-43.
87
SAN CIRILO DE JERUSALÉN. Cathechesis VI, De uno Deo XXXV. p. 33. col. 601.
88
SAN EPIFANIO. Adversus haereses, lib. II, tom. I, haeres, LXI. p. 41. col. 1044.
89
SAN EPIFANIO. Adversus haereses, lib. I, tom. II, haeres, XXXI, 26. p. 41. col. 525.
90
Panorion II, 67,6. p. 42, 181.
91
Ibíd., 67,6, p. 42, 179-182.
92
Ibíd., 63, 4, p. 41, 1067.
86
46
San Juan Crisóstomo, (s. IV). Crisóstomo advierte que la “La Iglesia se compone
de muchos y diversos miembros, unos más honorables que otros, por orden de
honorabilidad: la virginidad, la viudez, el matrimonio” 93. “El matrimonio se dio
ciertamente para la procreación de la prole y mucho más todavía para apagar el
ardor de la concupiscencia” 94. El binomio procreación-concupiscencia está al
centro de la finalidad del matrimonio. San Juan Crisóstomo comenta Mt 19, 4-6,
subrayando el hecho que Cristo enseña la monogamia y la inseparabilidad de los
cónyuges apelando tanto al modo en que Dios creó al primer hombre y a la
primera mujer que a su precepto: “ Y se harán una sola carne”. Ha sido Dios
quien ha establecido las leyes fundamentales del matrimonio 95. Desarrolló una
espiritualidad matrimonial, enseñó la unida e indisolubilidad del matrimonio como
queridas por Dios y repitió en varias ocasiones la comparación paulina entre el
matrimonio y el misterio de la unión de Cristo con la Iglesia, calificando el
matrimonio de misterio e imagen del amor de Cristo por su Iglesia 96 y
atribuyéndole, además, una significación alegórica en cuanto tipo de una realidad
superior que es la unión de Cristo con su Iglesia 97. De allí dedujo su santidad. Dio
una gran importancia al amor, necesario para que refleje la naturaleza de lo que
es imagen. Por eso lo llamó misterio del amor. Además, acogiendo la expresión
“iglesia domestica” utilizada por el Apóstol Pablo para referirse a la comunidad que
se reunía en la casa de Prisca y Aquila (cf. Ro 16,5), San Juan Crisóstomo calificó
el hogar de los cristianos como pequeña iglesia. 98 Recomendó insistentemente a
los cristianos que no sólo tuvieran en cuenta las leyes civiles sino las de la
comunidad cristiana, recomendación que refleja la práctica de la época.
El pensamiento de los Padres Latinos coincide con el de los Orientales.
Lactancio, (s. IV). Reconoció el valor sagrado de la unión conyugal porque Dios
ha unido en el matrimonio al hombre y a la mujer. Como Tertuliano, Lactancio
utilizó la palabra sacramentum para referirse al matrimonio, pero dándole el
significado latino de juramento o compromiso sagrado y a propósito de la fortaleza
y la fidelidad en diversas circunstancias, una de ellas el matrimonio, invitaba a los
esposos a mantenerse fieles y a guardar el sacramento.
La preocupación de San Hilario de Poitiers (315-367) era encontrar en el Nuevo
Testamento la llave para penetrar en el secreto de las figuras del Antiguo
Testamento. Así como los acontecimientos del Antiguo prefiguran los del Nuevo,
93
In Epistolam primam ad Corintios homiliae 44, 30, 4, p. 61,245.
De Virginitate 19. p. 45, 547.
95
SAN JUAN CRISOSTOMO, Commentarium in Matthaeum, hom. 62, 1: p. 58, 597).
96
SAN JUAN CRISOSTOMO. In Capite XXIX Geneseos, homil. LVI. p. 54. col.487.
97
SAN JUAN CRISOSTOMO. Laus maximi III. p. 51. Col 307.
98
SAN JUAN CRISOSTOMO. In Epist. ad. Eph., c. V, hom. XX. p. 62. Col. 143.
94
47
cuando revelan aquéllos, todo su significado, así la unión de la primera pareja
prefiguró la unión de Cristo y de la Iglesia que el evangelio manifiesta. 99
San Ambrosio, obispo de Milán (s. IV). Subraya la santidad peculiar del matrimonio
cristiano, cuando afirma que es santificado por el velo impuesto por el sacerdote y
por su oración de bendición. 100 Repetidas veces enseñó que el matrimonio refleja
la relación que existe entre Cristo y la Iglesia haciendo referencia a la primera
pareja como tipo de la unión de Cristo a su Iglesia 101 y el deber del amor conyugal
del marido hacia la mujer lo infería del amor de Cristo hacia la Iglesia. Por eso, la
unión matrimonial, su unidad e indisolubilidad, los consideraba configurados por la
relación que existe entre la unión matrimonial y la unidad que forma Cristo y la
Iglesia. 102 También el autor del Ambrosiaster (s. IV). Relacionaba las obligaciones
matrimoniales con la conducta de Cristo con su Iglesia y señaló que el matrimonio
se configura como unidad por el ejemplo de la unidad significada por Cristo y la
Iglesia. 103
San Jerónimo en el siglo IV: Habiendo exaltado mucho la virginidad se defiende
contra Joviniano, que sostenía la superioridad del matrimonio sobre la virginidad y
lo había acusado de despreciar el matrimonio. Jerónimo dice que no lo desprecia,
al contrario de lo que hacia Marción, los maniqueos y los encratitas 104. De ahí, que
podamos decir hoy, con San Juan Crisóstomo: “Denigrar el matrimonio es reducir
a la vez la gloria de la virginidad; elogiarlo es realzar a la vez la admiración que
corresponde a la virginidad” 105. La unión de los esposos es buena y debe ser
santa porque la conducta de Cristo con la Iglesia es el modelo de las relaciones
entre los esposos. 106 A su vez, el actuar de los esposos representa
alegóricamente la relación de Cristo y de la Iglesia.
San Agustín (354-430). Es junto con Jerónimo de Estridón, Gregorio Magno y
Ambrosio de Milán uno de los cuatro más importantes Padres de la Iglesia latina.
Obispo y Padre Latino. Proclamado Doctor de la Iglesia el 20 de septiembre de
1295 por el Papa Bonifacio VIII. En su obra De coniugiis adulterinis libri II, escrito
hacia el 420 demuestra la indisolubilidad del matrimonio. Explica que Dios es el
autor del matrimonio. Como San Jerónimo, también él polemiza con Joviniano,
escribiendo a este propósito dos obras, De bono coniugali y De sancta
virginitate. En primer lugar, para impedir cualquier tergiversación maniquea,
defiende la bondad del matrimonio por su origen, afirmando que es la primera
99
HILARIO DE POITIERS. Tractatus in CXXXVIII Psalmum, 29.p.L. 9.cols. 807-808.
“Nam cum ipsum coniugium velamine sacerdotali et benedictione sanctificari oporteat, quomodo potest
coniugium dici, ubi non est fidei concordia?” (Epistula 62,7: M. Zelzer [ed.] CSEL 82/2, p. 124.
101
SAN AMBROSIO. Expositio Ev.Sec. Lucam, lib. IV. CCSL, t. 14. p. 130.
102
E. SALDON. El matrimonio: misterio y signo: Del siglo I a San Agustín. Burgos. EUNSA, 1971.p. 106.
103
AMBROSIASTER: Comment. in epist. ad Eph. V, 31-32. P.L. 17. col. 399.
104
« Neque nos Marcionis et Manichaei dogma sectantes nuptiis detrahimus. Nec Tatiani principis
encratitarum errore decepti omnem coitum spurcum putamus » (SAN JERONIMO, Adversus Iovinianum, I, 3 :
PL 23, 213).
105
S. JUAN CRISOSTOMO, Virg. 10, l; cfr FC 16.
106
SAN JERÓNIMO. Comment. in epist. ad Eph., lib. III, cap. V.P.L. 26. col. 564.
100
48
relación natural de la vida humana. Es un bien no solo para la procreación de los
hijos, sino por que establece una sociedad natural entre los dos sexos 107. Escribió:
De Nuptiis et concupiscentia para distinguir la bondad del matrimonio del mal de la
concupiscencia carnal provocada por el pecado. Si el hombre no hubiera pecado
no existiría la concupiscencia carnal; el matrimonio, existiría igualmente, pero la
generación de los hijos tendría lugar sin el morbo de la concupiscencia 108. La
antigua fórmula de la bendición nupcial de la liturgia cristiana, conservada en el
Sacramentario Veronense, llamado también Leoniano, que nos permite conocer la
liturgia romana del siglo V, testimonia la fe de la Iglesia en Dios autor del
matrimonio. Presenta la misma estructura de la bendición en Tb 8, 5–7; los
antecedentes que menciona son precisamente la institución del matrimonio
narrada en los dos primeros capítulos del Génesis. También la defensa de la
monogamia y de la inseparabilidad conyugal conduce a los padres y a los
escritores eclesiásticos a recordar la institución del matrimonio por parte de Dios
en los albores del género humano. Orígenes, comentando la doctrina del Señor
en Mt 19 contra el repudio, escribe que es el mismo Dios quién une a los dos en
una única realidad, y puesto que Dios les unió hay una gracia en aquellos a
quienes ha unido 109
1.6 CONCLUSIÓN.
Las formulaciones examinadas sobre la naturaleza del matrimonio, pueden ser
más o menos perfectas, adecuadas, inteligibles a la realidad que se define porque
el matrimonio es idéntico hoy y desde sus orígenes. La formulación del c. 1055 § 1
del Código de Derecho canónico, aunque es equivalente a la clásica, expresa más
adecuadamente la naturaleza del matrimonio in facto esse.
La Sagrada Escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para
el otro (Gn 2, 24) y se sirve reiteradamente de la imagen del matrimonio para
expresar el amor de Dios a los hombres 110. Dios mismo es el autor del
107
“Lo que se trata investigar, pues, es por qué razón al bien del matrimonio, que el Señor mismo ratifico en
el Evangelio, no sólo cuando prohibió repudiar a la esposa, a no ser por causa de fornicación, sino también
porque Él mismo consintió en ser invitado a unas bodas, se llame propia y justamente un bien. La razón de
ello me parece que no radica en la sola procreación de los hijos, sino también en la sociedad natural
constituida por los dos sexos” (De bono coniugali, 3, 3: I. ZYCHA [ed.], CSEL 41, p. 190: F. GARCIA, p. 47).
108
“Estos defensores de una doctrina nueva y perversa (…) me calumnian desleal o ignorantemente, como si
yo condenase el matrimonio y como si defendiese que la obra de Dios, es decir, el hombre que nace de ella,
fuese obra del diablo. (…). Así, pues, la intención de este libro es está: distinguir, en cuanto Dios se digne
ayudarnos, la bondad del matrimonio del mal de la concupiscencia, por el cual el hombre, que nace por ella,
arrastra el pecado original. Esta vergonzosa concupiscencia (…) no existiría jamás si el hombre no hubiera
pecado antes; pero el matrimonio existiría igualmente aunque nadie hubiera pecado. Ciertamente, se haría sin
esta enfermedad la generación de los hijos en aquel cuerpo de vida, sin la cual (enfermedad) no puede
realizarse ahora (la generación) en este cuerpo de muerte” (De nuptiis et concupiscentia, 1, l, 1: F. URBA – I.
ZYCHA [ed.], CSEL 42, p. 212 la traducción castellana es de T.C. Madrid – A. SANCHEZ CARAZO, en Obras
de San Agustín, XXXV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1984, p. 246).
109
ORIGENES, Commentarium in Evangelium secundum Matthaeum, t. XIV, 16: p. 13, 1230).
110
CEC, 1602.
49
matrimonio 111. La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del
hombre y la mujer, según salieron de la mano del Creador. En el proyecto divino la
primera criatura femenina participa de la misma dignidad y superioridad de Adán
sobre el resto de la creación. Jesucristo lleva a plenitud toda la revelación y la
confirma “con su presencia y manifestación de sí mismo, con sus palabras y
obras” 112. Jesús con sus palabras apela al “principio” para afirmar la indisolubilidad
originaria del matrimonio y para atribuirla a Dios mismo. Además, su presencia en
las bodas de Caná, constituye una enseñanza elocuente (Jn 2, 1-2).
Las Padres de la Iglesia sientan las bases de la doctrina sacramental al referirse al
carácter sagrado del matrimonio y la relación que establecen entre la vida
matrimonial y la unión de Cristo con su Iglesia: “el matrimonio de los cristianos, es
santo porque es figura de la unión de Cristo y de su Iglesia, unión de la cual deriva
la conducta de los esposos cristianos y la exigencia de indisolubilidad. (S. Basilio;
S. Gregorio de Niza; S. Gregorio Nacianceno). Potencialmente, San Juan
Crisóstomo acogiendo la expresión “iglesia domestica” utilizada por el apóstol
Pablo para referirse a la comunidad que se reunía en la casa de Prisca y Aquila,
calificó el hogar de los cristianos como “pequeña iglesia”. 113 Los Padres de la
Iglesia primordialmente abordan y ponen de relieve los aspectos ético-prácticos
del matrimonio; en especial, combatiendo los errores entonces circulantes, el valor
moral del matrimonio comparativamente con respecto a la virginidad (y
paralelamente, de las segundas nupcias, en comparación a la viudez). Proclaman
también los valores religiosos del matrimonio, incluso la sacramentalidad en
sentido genérico; presagiando la sacramentalidad específica del matrimonio
cristiano, la cual sería conocida en siglos posteriores.
Este ejemplo y espiritualidad pastoral de los Padres, nos ayuda a comprender la
inmensa grandeza y santidad del matrimonio, para que nosotros lo fortalezcamos,
defendamos y ayudemos a avanzar en santidad a los esposos y familias en
nuestras comunidades parroquiales y diocesanas.
111
GS 48.
CONC. VATICANO II, Const. dogm. DeinVerbum, 4ª.
113
SAN JUAN CRISOSTOMO. In Epist. ad. Eph., c. V, hom. XX. p. 62. Col. 143.
112
50
2. SANTIDAD DEL MATRIMONIO Y LOS CONCILIOS
2.1 BONDAD DEL MATRIMONIO.
Los errores de quienes rechazaban o despreciaban la bondad del matrimonio
fueron condenados por diversos concilios: EL CONCILIO DE GANGRES (a. 340 370) 114, en el noreste de Anatolia, fueron condenados los seguidores de Eustatio,
que rechazaban el matrimonio y quitaban cualquier esperanza a los casados 115. El
primer canon promulgado anatematiza a los que aborrecen a los casados, como
si no pudieran entrar en el reino de Dios 116. También se anatematiza a quien ha
elegido la virginidad o el celibato no por la belleza o la santidad de este don, sino
por aborrecimiento del matrimonio.
En el símbolo del CONCILIO DE TOLEDO (400) 117, y el II CONCILIO DE BRAGA
en el año 561 118. Se condenó el priscilianismo y el maniqueísmo que consideraban
execrable el matrimonio y se horrorizaban de la procreación.
En el siglo XII reaparecieron en Occidente, con nueva fuerza, los errores dualistas
que como los de los primeros siglos, rechazaban el matrimonio quitando a los
casados la esperanza de salvación. Este error fue condenado por el CONCILIO
DE TOLOSA (a. 1119), presidido por Calixto II. El II CONCILIO DE LETRAN
(1139) condenó el neomaniqueísmo de Pedro de Bruis que rechazaban “los
pactos de legítimas nupcias” 119
EL CONCILIO LATERANENSE IV, comenzó en el año 1215 y acabó en el año
1216. Fue convocado por el Papa Inocencio III, de origen noble o aristocrático,
formado como teólogo y jurista especializado en Derecho Canónico, prefería ser
llamado con el título de Vicario de Cristo. Parece ser que fue el primero de los
Papas que se proclamó con este título. El concilio Lateranense IV, fue el más
importante de los siete concilios generales. Cuatro decretos se refieren al
matrimonio y al final del primer decreto, el Credo, hay ligeras alabanzas a las
114
Cfr CH. DE CLERCQ, Gangra, Concilio di, en P. PALAZZINI (ed.), Dizionario dei Concili, II, Citta Nuova,
Roma 1964, p. 100.
115
“(…) in eo quod vetant nuptias et dicunt quia nullus qui nubtiarum coniugio [est] spem possit a Deo habere,
multae mulieres maritatae seductae recesserunt a suis viris er viri a mulieribus » (PONTIFICIA
CAMMISSIONE PER LA REDAZIONE DEL CODICE DI DIRITTO CANÓNICO ORIENTALE, Fonti, t. I, 2: Les
canons des Synodes Particuliers, P.P. JOANNOU [ed.], Grottaferrata [Roma] 1962, p. 86).
116
“Si quis vituperat nuptias, et dormientem cum viro suo fidelem et religiosam abominatur aut culpabiles
aestimat velut qui in regnum dei introire non possint, anathema sit » (can. 1 : p. 89)
117
Si alguno dijere o creyere que los matrimonios de los hombres que son tenidos por lícitos según la ley
divina, son execrables, sea anatema. Dz 36.
118
Si alguno condena las uniones matrimoniales humanas y se horroriza de la procreación de los que nacen,
conforme hablaron Maniqueo y Prisciliano, sea anatema. Dz 241.
119
A aquellos, empero, que simulando apariencia de religiosidad, condenan el sacramento del cuerpo y de la
sangre del Señor, el bautismo de los niños, el sacerdocio y demás ordenes eclesiásticas, así como los pactos
de las legitimas nupcias, los arrojamos de la Iglesia y condenamos como herejes, y mandamos que sean
reprimidos por los poderes exteriores. A sus defensores, también, los ligamos con el vinculo de la misma
condenación. Dz 367.
51
viudas y maridos: “Porque no solamente las vírgenes y célibes encuentran el favor
de Dios por sus buenos actos y recta fe y merecen lograr la eterna bendición, sino
también los casados” 120 También la profesión de fe de los valdenses (1215) 121 y el
sínodo de Verona, se pronunciaron contra los errores de los valdenses y
albigenses que consideraban que los casados no podían salvarse.
JUAN XXII (1318) condenó a los fraticelli porque charlataneaban contra el
venerable sacramento del matrimonio” 122.El Concilio de Florencia (1439) 123 y
Benedicto XII (1141) 124, condenaron los errores de los armenios que calificaban de
pecado el matrimonio y el acto matrimonial.
2.2 LA SACRAMENTALIDAD Y SANTIDAD DEL MATRIMONIO.
La sacramentalidad del matrimonio la enseña el Magisterio en primer lugar cuando
expone la doctrina sobre el número septenario de los sacramentos. Al respecto,
tres documentos de concilios ecuménicos: A. La profesión de fe que prescribieron
Clemente IV (1267) y Gregorio X (1272) al emperador oriental Miguel VIII
Paleólogo, en vista de la unión con la Iglesia romana, y que éste aceptó
plenamente a través de sus legados delante del II Concilio de Lyon (1274). B. La
bula de la unión de los Armenios del Concilio de Florencia (1439). Respecto al
matrimonio se afirma: “El séptimo sacramento es el matrimonio, que es signo de la
unión de Cristo y la Iglesia, según el Apóstol que dice: “Este sacramento es
grande; pero entendido en Cristo y en la Iglesia” (Ef 5,32). C. El primero de los
cánones del Concilio de Trento sobre los sacramentos en general, publicados en
la sección séptima. Después de la mención del matrimonio en la lista de los
sacramentos, ofrece una enseñanza más extensa sobre él en el decreto
dogmático publicado en la sección 24. De nuevo se define que es uno de los siete
sacramentos de la nueva ley instituido por Cristo y que confiere la Gracia. 125 La
Iglesia ha reconocido la santidad del matrimonio y su sacramentalidad, tal como se
descubre en la enseñanza de los Padres, de los maestros del siglo XII y los
teólogos de todas las épocas, y en las intervenciones del matrimonio:
120
TANNER P. Norman. Los Concilios de la Iglesia. B.A.C. Madrid. 2003. p. 73.
Dz 424
122
Muchas otras cosas hay que se dice charlatanean estos hombres presuntuosos contra el sacramento del
matrimonio… Dz 490.
123
El séptimo sacramento es el matrimonio, que es signo de la unión de Cristo y de la Iglesia, según el
Apóstol que dice: este sacramento es grande; pero entendido en Cristo y en la Iglesia. la causa eficiente del
matrimonio es el mutuo consentimiento expresado por las palabras de presente. Ahora bien, triple bien se
asigna al matrimonio. El primero es la prole que ha de recibirse y educarse para el culto de Dios. El segundo
es la fidelidad que cada cónyuge ha de guardar al otro. El tercero es la indivisibilidad del matrimonio, porque
significa la indivisible unión de Cristo y la Iglesia… el vínculo del matrimonio legítimamente contraído, es
perpetuo. Dz 702.
124
… Hasta tal punto dicen los armenios que dicha concupiscencia de la carne es pecado y mal, que hasta los
padres cristianos, cuando matrimonialmente se unen, cometen pecado, porque dicen que el acto matrimonial
es pecado, y lo mismo el matrimonio… Dz 537.
125
Cit. por MIRALLES, Antonio. El Matrimonio Teología y Vida. Ed. Palabra. Madrid. 1999. p. 145-146.
121
52
PAPA INOCENCIO I (s. V): “Establecemos con la aprobación de la fe católica que
el matrimonio es aquel que se contrajo en primer lugar, edificado sobre la gracia
divina 126.
II CONCILIO DE LETRAN (1139): El matrimonio aparece entre los sacramentos en
la declaración como herejes de los que “condenan el sacramento del cuerpo y de
la sangre del Señor, el bautismo de los niños, el sacerdocio y demás órdenes
eclesiásticos, así como los pactos de legítimas nupcias” 127.
SÍNODO DE VERONA (1184): El matrimonio es uno de los sacramentos en la
condenación como herejes de los que no aceptan la enseñanza de la Iglesia
“acerca del sacramento del cuerpo y sangre de muestro Señor Jesucristo, del
bautismo, de la confesión de los pecados, del matrimonio o de los demás
sacramentos” 128.
II CONCILIO DE LYON (1274): El matrimonio es uno de los siete sacramentos 129
en la primera formulación magisterial del septenario sacramental.
CONCILIO DE FLORENCIA (1439): El matrimonio es uno de los siete
sacramentos de la Nueva Ley, contiene la gracia y la confiere a quienes lo reciben
dignamente 130. Es signo de la unión de Cristo y de la Iglesia, la causa eficiente es
el mutuo consentimiento expresado por palabras de presente 131.
CONCILIO DE TRENTO (1563): La sesión XXIV (11 de noviembre de 1563), da a
conocer la doctrina sobre el sacramento del matrimonio. El matrimonio es
verdadera y propiamente uno de los siete sacramentos, instituido por Cristo y no
inventado por los hombres; confiere la gracia, la cual perfecciona el amor natural;
confirma la unidad y santifica a los cónyuges. 132 La definición tridentina del
matrimonio como sacramento de la ley evangélica incluye el que confiere la
gracia 133; gracia en sentido propio, en el sentido que el matrimonio santifica a los
126
P.L. 20. col. 602.
Dz 367.
128
Dz 402.
129
Dz 465.
130
… Siete son los sacramentos de la Nueva Ley, a saber, bautismo, confirmación, Eucaristía, penitencia,
extremaunción, orden y matrimonio, que mucho difieren de los sacramentos de la Antigua Ley... pero los
nuestros no solo contienen la gracia, sino que la confieren a los que dignamente los reciben … Dz. 695.
131
Dz. 702.
132
Dz. 969 – 982.
133
“Si quis dixerit, matrimonium non ese vere et propie unum ex septem Legis evangelicae sacramentis, a
Christo Domino institutum, sed ab hominibus in Ecclesia inventum, neque gratiam conferre: anatema sit”
(CONC. TRIDENTINO, ses, 24, can.1de sacramento matrimonii: Dz-Sch. 1801).
127
53
cónyuges 134. La inserción de su unión en el misterio de la unión esponsal entre
Cristo y la Iglesia los sumerge en la fuente de la gracia. Cristo mismo se les da
como don permanente 135 . En efecto, “el don de Jesucristo no se agota en la
celebración del sacramento del matrimonio, sino que acompaña a los cónyuges a
lo largo de toda su existencia” (FC, 56).
PAPA PÍO VI EN LA CARTA AL OBISPO DE MOTTOLA (1768): El contrato
matrimonial es verdadera y propiamente uno de los siete sacramentos. 136
SYLLABUS DE PÍO IX (1864): Cristo elevó el matrimonio a la dignidad de
sacramento e identificó contrato y sacramento. 137
ENCÍCLICA ARCANUM DEI DE LEÓN XII (1884): Cristo enriqueció al matrimonio
con a dignidad del sacramento, el matrimonio es el contrato mismo y ha sido
legítimamente hecho y todo legítimo matrimonio entre cristianos es en sí y de por
sí sacramento. 138
CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO DE 1917: - “Cristo Nuestro Señor elevó a la
dignidad de sacramento 139 al mismo contrato matrimonial entre bautizados”. (c.
1012 § 1). En cuanto al objeto del contrato, refleja la concepción procreacionista
del matrimonio y la sexualidad que caracterizó la doctrina tradicional: la finalidad
del matrimonio es la procreación y, más concretamente, “los actos que de suyo
son aptos para engendrar prole”. (c. 1081). 140 Recogió la doctrina de Santo Tomás
de los fines y propiedades del matrimonio (c. 1013): la procreación y educación de
la prole como fin primario, la ayuda mutua y el remedio a la concupiscencia como
fin secundario, pero entendidos no a la manera de Santo Tomás, sino subordinado
el fin secundario al primero. Las propiedades, a las que califica de esenciales, son
134
Cf. Dz.-Sch. 1799.
“El Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia sale al encuentro de los esposos cristianos por medio
del sacramento del matrimonio. Además, permanece con ellos” (GS, 48b). sobre la gracia sacramental en la
enseñanza del Concilio de Trento, cf. G. BALDANZA, la gracia del sacramento del matrimonio. Contributo per
la riflessione teologica, Centro Liturgico Vicenziano, Roma 1993.
136
Dz. 1500 a.
137
Dz. 1765-1766.
138
Dz. 1854.
139
Siendo sacramento el matrimonio, tiene que poseer todas las condiciones que en los sacramentos se
verifican: a) es un signo sensible, puesto que el consentimiento ha de manifestarse exteriormente; b) materia
del sacramento, según la opinión más probable, es el consentimiento externo, en cuanto que por él se entrega
el derecho sobre los cuerpos; c) su forma es ese mismo consentimiento, por el que se acepta dicha entrega;
d) ministros, o sea, causa eficiente del sacramento, son los contrayentes, que son los que hacen el contrato
que se identifica con aquél; e) finalmente, confiere gracia habitual y actual a los que lo reciben con las debidas
disposiciones. (comentario al c. 1012 del Codex/17).
140
§ 1. El matrimonio lo produce el consentimiento entre personas hábiles según derecho, legítimamente
manifestado; consentimiento que por ninguna potestad humana puede suplirse. § 2. El consentimiento
matrimonial es el acto de la voluntad por el cual ambas partes dan y aceptan el derecho perpetuo y exclusivo
sobre el cuerpo, en orden a los actos que de suyo son aptos para engendrar prole. (Codex/17, c. 1081).
135
54
la unidad y la indisolubilidad, y agregó también la sacramentalidad como
propiedad que no se consideraba esencial por cuanto “le viene de fuera”. 141 Sólo
el canon 1033, proponía instruir acerca de la santidad del matrimonio y que los
contrayentes se confesaran y comulgaran 142
2.3 CONCLUSIÓN.
El matrimonio es una institución natural, lo exige la propia naturaleza humana. Por
lo que es una institución que no puede ser cambiada en sus fines y en sus
características, ya que el hacerlo iría contra la naturaleza del hombre. El
matrimonio tiene su origen en Dios, quien al crear al hombre lo hizo una persona
que necesita abrirse a los demás, con una necesidad de comunicarse y que
necesita de compañía. No está bien que el hombre esté solo, hagámosle una
compañera semejante a él (Gn. 2,18). Así, los Concilios en la antigüedad
defienden la santidad del matrimonio, condenando errores dualistas, el
priscilianismo y maniqueísmo que consideraban execrable el matrimonio y se
horrorizaban de la procreación; de igual manera a quienes rechazaban o
despreciaban el matrimonio, quitando a los casados la esperanza de salvación. Es
el Concilio de Florencia el más importante en esta época, en el que hay ligeras
alabanzas a las viudas y maridos.
En relación a la sacramentalidad del matrimonio es hasta después del siglo XII,
cuando se determinó y se impuso el sentido propio y restringido del término
sacramento, que permitió determinar los siete sacramentos, distinguiéndolos de
otros ritos e instituciones vigentes en la Iglesia durante siglos o desde el
comienzo. En la bula del Concilio de Florencia, después de la doctrina de la Iglesia
romana sobre los sacramentos en general, se propone la doctrina de cada uno de
ellos, y respecto al matrimonio se afirma: “El séptimo sacramento es el
matrimonio, que es signo de la unión de Cristo y la Iglesia, según lo dicho por el
Apóstol: (Ef 5, 32) 143; y desde Pedro Lombardo en adelante se hizo común entre
los teólogos un concepto bien definido de sacramento.
Los Padres del Concilio de Trento, definen explícitamente: el matrimonio es
sacramento en sentido propio, ha sido instituido por Cristo y confiere la gracia 144.
La unión conyugal posee una dimensión trascendente, sagrada, como imagen del
141
CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO 1917 Y LEGISLACIÓN COMPLEMENTARIA. Comentario al canon
1012. Madrid. BAC, 1969.
142
CIC, 1917 c. 1033. “Según lo pida la condición de las personas, no deje el párroco ni de instruir a los
esposos acerca de la santidad del matrimonio, de sus obligaciones mutuas y de las obligaciones de los padres
para con la prole, ni de exhortarlos vehementemente a confesar con diligencia sus pecados antes de la
celebración del matrimonio y a recibir piadosamente la santísima Eucaristía”. El comentario a este c. subraya:
“Si no quieren confesarse y comulgar, no por eso se les puede impedir el matrimonio”.
143
Bula Exsultate Deo, 22-XI-1439: Dz.-Sch. 1327.
144
“Si quis dixerit, matrimonium non esse vere et proprie unum ex septem Legis evangelicae sacramentis, a
Christo Domino institutum, sed ab hominibus in Ecclesia inventum, neque gratiam conferre: anatema sit” (can.
1 de sacramento matrimonii: Dz.-Sch. 1801).
55
amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre” 145. Este Concilio afirma
que ésta era la enseñanza de la tradición universal de la Iglesia y que la
sacramentalidad del matrimonio, su superioridad respecto a los matrimonios
anteriores a la nueva ley, consiste en conferir la gracia per Christum. 146
La doctrina de Trento con sus decisiones y cánones conciliares, es una respuesta,
principalmente, a la doctrina reformadora de Lutero. Será el punto de referencia
doctrinal de la teología posterior, pero serán las decisiones prácticas las que
pondrán punto final a una etapa, y el inicio de lo que será la praxis del sacramento
hasta nuestros días.
145
CEC, 1604.
“Cum igitur matrimonium in lege evangelica veteribus connubiis per Christum gratia praeest: merito inter
Novae Legis sacramenta annumerandum sancti Patres nostri, Concilia et universalis Ecclesiae traditio sempre
docuerunt” (Doctrina de sacramento matrimonii: Dz.-Sch. 1800).
146
56
3. SANTIDAD DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA EN EL MAGISTERIO DE LOS
PAPAS DEL SIGLO XX-XXI
3.1 PÍO XI (1922-1939).
Afirma que los primeros deberes de los esposos deben ser la fidelidad recíproca,
el mutuo y cariñoso amor y la educación recta y cristiana de los hijos. Declaró
moralmente ilícito el aborto y dentro de los actos conyugales, cualquier
intervención para evitar la procreación.
3.1.1 La Encíclica Rerum Omnium de Pío XI. Publicada el 26 de enero de 1923,
inicia señalando que el remedio a los males del mundo –guerras y desórdenes
civiles, nacionalismos exasperados, alejamiento de Dios. –está en la tarea
santificadora de la Iglesia. En este contexto aparece el ya conocido primer texto de
la nota 4 de Lumen Gentium 40: “Es propio de la naturaleza de la Iglesia, fundada
por Jesucristo santa y fuente de santidad, el que cuantos la toman por guía y
maestra, deban, por voluntad divina, tender a la santidad de vida (…). El mismo
Señor lo declara diciendo: `Sed perfectos como vuestro Padre celestial es
perfecto`. Que nadie piense que esto concierne a unos pocos elegidos mientras se
mantiene en un grado inferior de virtud. Esta ley nos obliga a todos sin
excepción”. 147
El texto contiene tres afirmaciones de capital importancia, causalmente
concatenadas: la Iglesia es santa; siendo fuente de santidad, transite la santidad a
sus hijos e imprime en sus almas la tendencia a la santidad; por tanto, esa
tendencia y la obligatoriedad de su seguimiento son universales. La fuerza de este
razonamiento inclinó la balanza en la disputa teológica sobre la obligatoriedad o
no de tender a la perfección, y ha puesto las bases para una adecuada
comprensión y profundización teológica de la relación preceptos-consejos. El Papa
señala inmediatamente después –en un texto no citado por la nota 4, pero que
subraya el alcance de la anterior afirmación- que esa doctrina forma parte del
legado espiritual transmitido por el santo obispo de Ginebra:
“Francisco de Sales parece haber sido dado a la Iglesia, por un designio especial
de Dios, para destruir con el ejemplo de su vida y la riqueza de su doctrina el
prejuicio muy arraigado en su época y todavía hoy sin extirpar de que la verdadera
santidad, tal como la Iglesia la propone, o bien no podría ser alcanzada o bien
sería tan difícil de obtener que no concerniría en modo alguno al común de los
fieles, sino tan solo a un reducido número de personas dotadas de generosidad y
magnanimidad, además, según esa opinión, la santidad iría acompañada de
tantas fatigas y molestias que no podría adaptarse a los hombres y mujeres que
viven fuera del claustro”. 148 Pío XI se detiene en analizar la vida y las obras de
147
148
PÍO XI. Enc. Rerum ómnium: AAS 15 (1923) p.50.
Ibíd. p. 51.
57
este Doctor de la Iglesia y termina exhortando a que se celebre de modo oportuno
en todas las diócesis este centenario y a trasmitir su doctrina.
Los redactores del segundo esquema, elaborado por la subcomisión De Ecclesia,
no solo habían reproducido íntegramente en nota los textos de Rerum omnium,
sino que, además, incluyeron la siguiente cita de la introducción a la vida devota,
con ánimo de reforzar la declaración pontificia –y, por tanto, también el texto
conciliar- en base a la doctrina de un santo que había sido declarado Doctor de la
Iglesia: “Es un error, mejor dicho, una herejía querer suprimir la vida devota de los
cuarteles de los soldados, del taller del artesano, de la corte de los príncipes o de
la sociedad conyugal. Cierto, Filote, que la devoción puramente contemplativa,
monástica y religiosa no puede desarrollarse en los ambiente citados; pero,
además de estas tres clases de devoción, existen otras muchas, aptas para
procurar la perfección a los que viven en el estado secular, (…) Dondequiera que
nos encontremos podemos y debemos aspirar a la vida perfecta”. En la siguiente
redacción –tercer esquema-, tanto los textos de Pío XI como la cita del santo
desaparecieron de la nota, pero dejaron un testimonio claro del alcance que se
quería dar a la llamada universal a la santidad.
3.1.2 La Encíclica Casti connubii de Pío XI (1930). En su decimoséptima
encíclica, Pío XI afronta el tema del matrimonio, aunque el magisterio no proclamó
tal doctrina hasta el Concilio Vaticano II, las intervenciones precedentes en
defensa de la santidad matrimonial contribuyeron a la reflexión teológica sobre el
matrimonio como camino vocacional del cristiano: “La expansión de la santidad
familiar marca nuestro siglo; y, sin duda, no hay nada de totalmente nuevo en ello
(…); la novedad es la conciencia, la reflexión, la sistematización que inician un
fecundo desarrollo”. 149 La Casti connubii constituyó un paso importante en la
comprensión del papel del amor conyugal como causa, fundamento y principio
vivificador de la vida matrimonial.
Por lo que toca a la familia, la cual se funda en el matrimonio libremente contraído,
uno e indisoluble, es necesario considerarla como la semilla primera y natural de
la sociedad humana. De lo cual nace el deber de atenderla con suma diligencia
tanto en el aspecto económico y social como en la esfera cultural y ética; todas
estas medidas tienen como fin consolidar la unidad y facilitar el cumplimiento de
su misión. A los padres, sin embargo, corresponde antes que a nadie el derecho
de mantener y educar a los hijos. (Cf. Pío XI, Casti connubii: AAS 22 (1930) 539592; y Pío XII, radiomensaje navideño de 1942: AAS 35 (1943) 9-24).” 150
149
FOLLIET, J. Sainteté d¨aujourd´hui. Conferencia pronunciada en 1946 y recogida en su libro Les chrétiens
au Carrefour, Lyón 1947, p.179, citado en R. DIAZ DORRONSORO, la naturaleza vocacional del matrimonio a
la luz de la teología del siglo XX. p.23.
150
SECRETARIADO NACIONAL DE PASTORAL SOCIAL DE COLOMBIA. Trascendentales Mensajes
Sociales. Juan XXIII. Pacem In Terris. Ed. Kimpres. Bogotá. 1996. nn. 15,16,17. p. 134.
58
Es sabido que Casti connubii constituyó un paso importante en la comprensión del
papel del amor conyugal como causa, fundamento y principio vivificador de la vida
matrimonial. Marcando distancias con la concepción meramente contractualista
del matrimonio, Pío XI remite a la doctrina agustiniana de los bona matrimonii
(proles, fides, sacramentum) y relaciona el bonum fidei con el amor conyugal, “que
penetra todos los deberes de la vida de los esposos y tienen cierto principado de
nobleza en el matrimonio cristiano”. 151 Continúa el Papa señalando que el amor
conyugal “se ordena sobre todo a la ayuda reciproca de los cónyuges en orden a
la formación y perfección, mayor cada día, del hombre interior, de tal manera que
por su mutua unión de vida crezcan más y más también cada día en la virtud y
sobre todo en la verdadera caridad para con Dios y para con el prójimo (…)”. 152 E
inmediatamente después aparece el texto al que hace referencia la nota 4 de
Lumen Gentium, n. 40, y que en el segundo esquema también se citaba por
entero: “Todos, en efecto de cualquier condición que sean y cualquiera que sea el
género honesto de vida que lleven, pueden y deben imitar aquel ejemplo absoluto
de toda santidad que Dios señaló a los hombres, Cristo Nuestro Señor, y, con la
ayuda de Dios, llegar incluso a la cumbre más alta de la perfección cristiana, como
se puede comprobar con el ejemplo de muchos santos”. 153 Dice el Papa en
relación a la posibilidad de santificación de los esposos –“que por su mutua unión
de vida crezcan en la verdadera caridad con Dios”- y la obligación de los cristianos
–“cualquiera que sea el género honesto de vida que lleven”- de tender a la
santidad. En realidad, esta última declaración fundamenta la vocación a la
santidad de los esposos, y no deben pasar desapercibido que este texto
preconciliar sobre la llamada universal a la santidad se produce en –o es fruto deuna exposición doctrinal acerca del matrimonio cristiano. Es decir, cabe señalar la
existencia de un mutuo influjo en la génesis de las dos afirmaciones de Pío XI. En
cualquier caso, hay que atribuir a este pontífice no solo el mérito de recordar en
Rerum omnium la obligación de todos los cristianos de tender hacia la santidad,
sino también de haber dado un paso más, señalando la vía del matrimonio como
un modo concreto de alcanzar esa meta de perfección de caridad. 154
“…Según testimonio del Apóstol, en su carta a los de Éfeso (Ef 5, 32), el
matrimonio de los cristianos representa aquella perfectísima unión existente entre
Cristo y la Iglesia: este sacramento es grande, pero yo digo, con relación a Cristo y
a la Iglesia; unión, por lo tanto, que nunca podrá desatarse mientras viva Cristo y
la Iglesia por Él. 155 Pero en este bien del sacramento, además de la indisoluble
firmeza, están contenidas otras utilidades mucho más excelsas, y altísimamente
designadas por la misma palabra Sacramento; pues tal nombre no es para los
cristianos vano ni vacío, ya que Cristo Nuestro Señor, "fundador y perfeccionador
de los venerables sacramentos"(Conc. Trid. sess. 24), elevando el matrimonio de
151
PÍO XI. Enc. Casti Connubii (Enchiridion Familiae [=EF], EUNSA, Pamplona 2003, vol. I, p. 724).
Ibid., p. 724.
153
Ibíd..
154
BOSCH. Vicente. Llamados a ser Santos. Ed. Palabra. Madrid. 2008. p. 54-55.
155
PIO XI. Enc. Casti Connubii n. 12.
152
59
sus fieles a verdadero y propio sacramento de la Nueva Ley, lo hizo signo y fuente
de una peculiar gracia interior, por la cual "aquel su natural amor se perfeccionase,
se confirmara su indisoluble unidad, y los cónyuges fueran santificados” (Conc.
Trid. Sess. 24).
Y porque Cristo, al consentimiento matrimonial válido entre fieles lo constituyó en
signo de la gracia, tan íntimamente están unidos la razón de sacramento y el
matrimonio cristiano, que no puede existir entre bautizados verdadero matrimonio
sin que por lo mismo sea ya sacramento (C I C-17, c. 1012). 156 Mas aunque el
matrimonio sea de institución divina por su misma naturaleza, con todo, la
voluntad humana tiene también en él su parte, y por cierto nobilísima, porque todo
matrimonio, en cuanto que es unión conyugal entre un determinado hombre y una
determinada mujer, no se realiza sin el libre consentimiento de ambos esposos, y
este acto libre de la voluntad, por el cual una y otra parte entrega y acepta el
derecho propio del matrimonio (c. 1081§ 2), es tan necesario para la constitución
del verdadero matrimonio, que ninguna potestad humana lo puede suplir (c. 1081
§ 1 ).
Dice San Agustín: "En orden a la prole se requiere que se la reciba con amor y se
la eduque religiosamente" 157, y lo mismo dice con frase enérgica el Código de
derecho canónico: "El fin primario del matrimonio es la procreación y educación de
la prole" (c. 1013 § 1). Mucho faltan en esta parte, y a veces con peligro de su
eterna salvación, quienes temerariamente y con ligereza contraen matrimonios
mixtos, de los que la Iglesia, basada en gravísimas razones, aparta con solicitud y
amor maternales a los suyos, como aparece por muchos documentos
recapitulados en el canon del Código canónico, que establece lo siguiente: "La
Iglesia prohíbe severísimamente, en todas partes, que se celebre matrimonio entre
dos personas bautizadas, de las cuales una sea católica y la otra adscrita a una
secta herética o cismática; y si hay peligro de perversión del cónyuge católico y de
la prole, el matrimonio está además vedado por la misma ley divina"(c. 1060).
No hemos de echar tampoco en olvido el juicio solemne con que el Concilio
Tridentino anatematizó estas doctrinas: "Si alguno dijere que el vínculo
matrimonial puede desatarse por razón de herejía, o de molesta cohabitación, o de
ausencia afectada, sea anatema" 158, y "si alguno dijere que yerra la Iglesia
cuando, en conformidad con la doctrina evangélica y apostólica, enseñó y enseña
que no se puede desatar el vínculo matrimonial por razón de adulterio de uno de
los cónyuges, y que ninguno de los dos, ni siquiera el inocente, que no dio causa
para el adulterio, puede contraer nuevo matrimonio mientras viva el otro cónyuge,
156
Ibíd. n. 14
SAN AGUSTÍN. De Gen. ad litt. 9,7,12.
158
CONCILIO TRIDENTINO. Sess. 24, c. 5.
157
60
y que adultera tanto el que después de repudiar a la adúltera se casa con otra,
como la que, abandonando al marido, se casa con otro, sea anatema". 159
Luego si la Iglesia no erró ni yerra cuando enseñó y enseña estas cosas,
evidentemente es cierto que no puede desatarse el vínculo ni aun en el caso de
adulterio, y cosa clara es que mucho menos vale y en absoluto se han de
despreciar las otras tan fútiles razones que pueden y suelen alegarse como causa
de los divorcios.
Por lo demás, las objeciones que, fundándose en aquellas tres razones, mueven
contra la indisolubilidad del matrimonio, se resuelven fácilmente. Pues todos esos
inconvenientes y todos esos peligros se evitan concediendo alguna vez, en esas
circunstancias extremas, la separación imperfecta de los esposos, quedando
intacto el vínculo, lo cual concede con palabras claras la misma ley eclesiástica en
los cánones que tratan de la separación del tálamo, de la mesa y de la habitación
(c. 1128 ss).
3.1.3 Otros Textos Magisteriales Anteriores al Vaticano II. Pío XI, cinco meses
después de la publicación de la Rerum omnium –documento clave en la historia
de nuestro tema-, Pío XI escribió la encíclica Studiorum ducem (29-VI.1923), con
ocasión del sexto centenario de la canonización de santo Tomás de Aquino. El
Papa expuso en este documento los principios directivos para la formación del
clero, proclamando al Aquinate maestro indiscutible no solo de dogmática y moral,
sino también de “ascética y mística”. Tanto es así, que el mismo Pío XI remite a
santo Tomas para defender que la perfección cristiana de la caridad es decir, la
santidad cae bajo el mandamiento supremo y es como el fin al que todos deben
aspirar según su género de vida:
“Era para él (Tomás de Aquino) doctrina muy cierta que el amor a Dios siempre
debe crecer en nosotros, `según el precepto; Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, porque todo y perfecto son la misma cosa… El fin del precepto es la
caridad, como nos enseña el Apóstol (1 Tm 1,5), y en el fin no se pone ninguna
medida, sino solo en las cosas que sirven el fin` (II-II, q. 184, a. 3). Y esta es la
causa por la que la perfección de la caridad cae bajo precepto, porque es el fin al
que todos deben tender según su propia condición”. 160
Este texto constituye la primera auctoritas magisterial –incluso, por encima del
conocido pasaje de Rerun omnium- utilizada por Garrigou Lagrange en las tres
edades de la vida interior para sostener que la perfección es la meta a la que
todos deben aspirar: “Este punto capital de la doctrina espiritual, olvidado por
algunos teólogos modernos, ha sido puesto de relieve en 1923 por S.S. Pío XI en
159
160
Ibíd. c. 7.
Pío XI. Enc. Studiorum ducem: AAS 15 (1923) p. 312
61
su Encíclica Studiorum ducem (…). S.S. Pío XI recordaba el mismo año, en otra
Encíclica, que san Francisco de Sales enseñó idéntica doctrina”. 161
Otro centenario –en este caso el séptimo de la muerte de san Francisco de Asísmotivó la publicación de una nueva carta encíclica de Pío XI: La Rite expiatis, de
fecha 30-IV-1926. El Papa de la Acción Católica estaba convencido de que la
principal causa de los males que afligían al mundo estaba en la exclusión de Dios
de la sociedad: con la institución de la fiesta de Cristo Rey en 1925 quiso estimular
la presencia de los ideales cristianos en las instituciones y en las costumbres. Esta
recristianización de la sociedad deberá llevarse a cabo, fundamentalmente, a
través de la acción de los laicos en su propio ambiente. En esta línea, con ocasión
de la conmemoración franciscana, el Romano Pontífice presenta al poverello
d`assisi
como ejemplo de santidad: “su obra reformadora penetró tan
profundamente el pueblo cristiano que, además de restablecer la pureza de la fe y
de las costumbres, hizo que los dictámenes de la justicia y de la caridad
evangélica informaran y regulasen desde dentro la misma vida social”. La
comparación entre el pasado y la situación que atravesaba la sociedad emerge
con naturalidad en el texto de la encíclica, al dirigirse a los terciarios, hombres y
mujeres, en su mayoría, casados:
“Mucho contribuyó a la general pacificación y reforma la Tercera Orden, institución
que, de modo nuevo para entonces, con el espíritu de la Orden pero sin obligación
de los votos religiosos, se propone ofrecer a todos los hombres y mujeres que
viven en el siglo la posibilidad tanto de observar la ley de Dios como de alcanzar la
perfección cristiana”. 162 El mensaje es claro: los hombres y mujeres que viven en
el siglo, sin estar sujetos a los votos religiosos –siguiendo, en este caso, el
carisma de san Francisco, pero sin excluir otros- pueden alcanzar la santidad; con
su ejemplo de vida, tratando cristianamente las realidades temporales, ejercen en
el mundo un influjo tal, capaz de pacificar a los hombres y de liberar a la creación
de la esclavitud del pecado.
Uno de los temas en los que Pío XI centró su atención fue la formación y santidad
del clero: además de renovar los programas de estudios eclesiásticos superiores y
favorecer la erección de nuevas universidades e institutos, escribió las encíclicas
Studiorum duce –ya mencionada-, Mens Nostra (20-XII-1929) sobre los ejercicios
espirituales y que constituye un recordatorio al clero en su propio jubileo
sacerdotal, y Ad catholici sacerdotii (20-XII-1935), pequeño tratado sobre la
naturaleza y misión del sacerdocio. En este último documento, después de
referirse a la dignidad de quien es dispensador de los misterios de Dios y
mediador entre Dios y los hombres, se detiene a considerar el grave error que
cometería el sacerdote si descuidase la propia santificación. el Papa aprovecha la
161
GARRIGOU-LAGRANGE, R. Las Tres Edades de la Vida Interior. p. 233-234. Es comprensible la prioridad
otorgada por el ilustre dominico –profesor del Angelicum- al documento sobre santo Tomás.
162
Pio XI. Enc. Rite expiatis: AAS 18. 1926- p. 154-155.
62
ocasión para recordar que, al común deber de los cristianos de tender a la
perfección, el sacerdocio otorga un título más: “Además, si todos los cristianos
tienen este precepto: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt.
5, 48), tanto más deben los sacerdotes considerar dirigidas a ellos estas palabras
del divino Maestro, que por peculiar providencia son llamados a una más intensa
imitación de Cristo”. 163
3.2 PÍO XII (1939-1958).
Presenta los Derechos familiares: “Además tienen los hombres pleno derecho a
elegir el estado de vida que prefieran, y, por consiguiente, a fundar una familia, en
cuya creación el varón y la mujer tengan iguales derechos y deberes, o seguir la
vocación del sacerdocio o de la vida religiosa. 164 Pío XII, el nuevo pontífice siguió
las huellas de su predecesor, recordando que todos los cristianos son llamados a
la santidad. Además de los tres textos citados en la nota n. 4 le Lumen Gentium, n.
40, hemos encontrado otras intervenciones sobre el tema. Ya en su primer año de
pontificado se dirigía a los esposos cristianos en los siguientes términos: “Es
inmaculado ante Dios todo el que cumple con fidelidad y sin negligencia las
obligaciones del propio estado. Dios no llama a todos sus hijos al estado de
perfección, pero los invita a todos ellos a la perfección en su estado: `Sed
perfectos`. Decía Jesús, `como es perfecto vuestro Padre celestial` (Mt 5, 48). Los
deberes de la castidad conyugal ya los conocéis, Exigen una valentía real, a veces
heroica, y una confianza filial en la providencia” 165.
No queremos que pasen desapercibidas dos importantes afirmaciones del texto: la
identificación de “perfección” con el cumplimiento de los propios deberes de
estado y la distinción entre “estado de perfección” y “perfección de estado”.
Respecto a la primera, su cabal comprensión requiere desvelar un concepto clave
subyacente: el de vocación, entendida como circulo de exigencias delimitadas por
Dios para una existencia concreta, o, si se refiere, la voluntad de Dios para cada
uno, que incluye aspectos humanos tan concretos como el trabajo, estado civil,
nacionalidad, etc. En este sentido, “perfección” es el cumplimiento más fiel posible
de la voluntad de Dios, que cada alma tiene que descubrir teniendo en cuenta sus
circunstancias personales, su posición en el mundo. Como consecuencia –y
afrontamos la segunda de las afirmaciones-, la santidad no es monocolor: Dios no
exige abrazar un determinado estado de vida –el llamado “estado de perfección”,
históricamente identificado con la profesión religiosa- para alcanzar la santidad; lo
que exige es que cada uno tienda ala perfección en su estado, al cumplimiento de
la voluntad de Dios a través de sus obligaciones de estado, entre las que el Papa
incluye los deberes de la santidad conyugal.
163
Pio XI. Enc. Ad catholici sacerdotii: AAS 28. 1936. p. 23.
Cf. Pío XII. Radiomensaje navideño de 1942: AAS 35 (1943) 9-24.
165
PIO XII. Vita e Pensiero, Milano 1941, vol. I, p. 414 (EF II, p. 866).
164
63
En alguna otra ocasión. Pío XII es menos explicito, pero no deja de proponer el
alcance universal de la santificación. Un ejemplo lo tenemos en la encíclica Mystici
corporis (29-VI-1943), en la que habla de la santidad de la Iglesia, Cuerpo de
Cristo, y, por tanto, de todos y cada uno de sus miembros, llamados a realizar la
perfección en la que han sido injertados: “Cristo es la causa primera y eficiente de
las santidad (…). La gracia y la gloria proceden de su inexhausta plenitud. Nuestro
Salvador enriquece continuamente a todos los miembros de su Cuerpo místico, y
especialmente a los más importantes, con los dones del consejo, fortaleza, temor
y piedad, para que todo el cuerpo aumente cada día más en santidad e integridad
de vida”. 166 En un discurso del 11-IX-1943 al Movimiento Obrero Cristiano de
Bélgica, el Papa subraya la libertad de iniciativa de los laicos, y también se refiere
marginalmente a la igualdad sustancial de los cristianos en su posibilidad de
santificación: “No hablamos aquí del crecimiento interior de la fe y de la vida
sobrenatural, en la pureza del corazón y en el amor de Dios y en la semejanza
divina que la gracia opera en el secreto de las almas. En esto, es bien claro que
cada uno, sea cualquiera su clase, sacerdote o seglar, de la más alta o más baja
condición, goza indistintamente de los mismos derechos y de los mismos
privilegios”. 167
Cerramos la reseña de textos de Pío XII con uno que podríamos calificar de
emblemático, tanto por su contexto –una encíclica sobre la virginidad consagrada
(sacra virginitas, 25-III-1954)- como por la claridad y precisión de su contenido:
“Ante todo se debe declarar abiertamente que, de que la virginidad sea más
perfecta que el matrimonio, no se sigue que sea necesaria par alcanzar la
perfección cristiana. Puede haber ciertamente santidad de vida sin consagrar su
castidad a Dios; como lo atestiguan los numerosos santos y santas que la Iglesia
honra con culto público y que fueron fieles esposos, y brillaron ejemplarmente
como excelentes padres o madres de familia; más aún, no es raro hallar personas
casadas que buscan ardientemente la perfección cristiana”. 168
3.2.1 La Constitución Apostólica Próvida Mater de Pío XII. Se trata de un
documento legislativo de fecha 2-III-1947, cuyo título de publicación indica su
finalidad: Constitución Apostólica “Provida Mater Ecclesia” sobre los Estados
Canónicos e Institutos Seculares para adquirir la perfección cristiana”. Es decir, el
legislador pretendía ordenar y dar estatuto jurídico a una serie de experiencias y
nuevas formas de vida cristiana, de apostolado, de asociaciones eclesiásticas, de
perfección, no contempladas en el Código de Derecho Canónico, aunque algunas
eran anteriores a 1917. En los años veinte y treinta proliferaron estas formas
nuevas –muy diversas entre ellas, pero caracterizadas por la condición secular de
sus miembros-, cuyo desarrollo era visto con simpatía por Pío XI, que encargó a la
Sagrada Congregación del Concilio el estudio de su encuadramiento jurídico.
166
PIO XII. Enc. Mystici corporis: AAS 35 (1943) p. 216-217.
Ibíd. Aloc. Sociis Unions sodalitatum, cui nomen “mouvement Ouvrier Chrétien de Belgique”, 11-XI-1943
(“Ecclesia” 9 [1949] 2° sem., p. 343). Cit., por BOSCH V. Llamados a ser santos. p.61.
168
PÍO XII, enc. Sacra virginitas (EF II, p. 1538-1539).
167
64
La vitalidad de estas variadas “nuevas formas” manifiesta un fermento de
santidad, con vocación a alcanzar todos los estratos de la sociedad. Esta idea está
de alguna manera presente en el texto de la Constitución Provida Mater señalado
en la nota n. 4: “Pero el benignísimo Señor, que sin acepción de personas invitó
una y otra vez a todos los fieles a perseguir y practicar la perfección en todas
partes, dispuso con el consejo de su admirable providencia divina que aun en el
siglo, por tantos vicios depravados, sobre todo en nuestros tiempos, florecieran y
florezcan en grande número almas selectas que no solamente arden en el deseo
de la perfección individual, sino que permaneciendo en un mundo por una
vocación especial de Dios, puedan encontrar óptimas y nuevas formas de
asociación, cuidadosamente acomodadas a las necesidades de los tiempos, que
les permitan llevar una vida magníficamente adaptada a la adquisición de la
perfección cristiana”. 169
3.2.2 Las Alocuciones Annus Sacer (8-XII-1950) y Nel darvi (1-VII-1956) de
Pío XII. La primera de ellas es el discurso que el Papa pronunció durante la
audiencia concedida a los participantes del “Congreso de Religiosos para la
puesta al día”, primera magna reunión de órdenes y congregaciones de todo el
mundo celebrada en la Historia. Para nuestro propósito basta señalar el contexto
en el que se realiza una nueva afirmación de la vocación de la Iglesia a conducir
hacia la santidad a todos los hombres: “Entre estos dos grados (clérigos y
seglares) viene a insertarse el estado de vida religiosa, que brotando de origen
eclesiástico, debe su existencia y su utilidad al hecho de acomodarse
estrechamente al mismo fin de la Iglesia, que es conducir a los hombres a la
consecución de la santidad. Aunque todo cristiano, bajo la guía de la Iglesia, debe
ascender a esa sagrada cumbre, el religioso avanza hacia ella por un camino
totalmente peculiar y con auxilios de naturaleza superior”. 170 De nuevo aparece el
ineludible nexo entre misión de la Iglesia y deber de todo cristiano de elevarse a la
cumbre de la perfección en su propio estado.
La segunda de las alocuciones (Nel darvi) cierra la lista de textos a los que se
refiere la nota n. 4 de Lumen Gentium, n. 40. se trata de un discurso dirigido a los
miembros de la Tercera Orden Franciscana de Italia, es decir, a laicos –la
mayoría, casados- que viven en medio del mundo la experiencia de una vida
cristiana inspirada en el ejemplo y doctrina del poverello d`assisi: “Sed, ante todo,
una escuela de perfección cristiana integral. (…) Francisco recordó que todos si lo
querían podían tender a la perfección dentro de su estado y conseguirla sin
abrazar el estado de perfección. Todos podrían, negándose a sí mismo, ser
dóciles instrumentos en las manos de Cristo (…). Y esta completa y perenne
adhesión a la voluntad de Dios (…) puede ser y servir para todos los cristianos, y
169
170
PIO XII. Const. ap. Provida Mater Ecclesia (“Eclesia” 7 [1947] 1° sem., p. 314.
Ibíd., aloc. Annus sacer (“Ecclesia” 10 [1950] 2° sem., p. 689).
65
lo ha sido de hecho para muchos en todas las épocas”. 171 En definitiva, todos y
cada uno de los textos señalados en la nota n. 4 constituyen un apoyo para la
afirmación conciliar de que todos los fieles “están llamados a la plenitud de la vida
cristiana y a la perfección de la caridad” (LG 40). La diversidad de contextos y de
destinatarios de las intervenciones magisteriales confirma la pujanza de la doctrina
preconciliar sobre la llamada universal a la santidad.
3.3 JUAN XXIII (1958 – 1963).
En el discurso del 28-X-1959, el Papa comenta la oración dominical, identificando
la tercera petición -el cumplimiento de la voluntad divina- con el éxito del proceso
de santificación personal: “La voluntad del señor es el tercer rayo luminoso puesto
como guía y aspiración de las almas. Indica el esfuerzo de cada uno por la propia
santificación, pues está escrito: Esta es la voluntad de Dios para cada uno de
vosotros: que seáis santos (1Ts 4, 3)”. 172
Tres meses después de la enc. Sacerdotii nostri primordia, vuelve a insistir en la
necesidad de la santidad del clero, con ocasión de la enc. Princeps pastorum (28XI-19599, Sobre las misiones: “En efecto, el clero debe demostrar que es luz y sal
de la tierra (Mt. 5, 13-14) especialmente con la santidad, es decir, (…) puede
eficazmente enseñar a los fieles que la perfección de la vida cristiana es una meta
a la que pueden y deben tender con esfuerzo y perseverancia todos los hijos de
Dios, cualquiera que sea su origen, ambiente, cultura y civilización”. 173 En una
intervención magisterial realizada en enero de 1963, en un tono más pastoral y
ecuménico, y con mayor elaboración teológica del laicado dice el Papa: “Tenemos
que vivir en santidad y justicia ante el Señor cada día de nuestra vida. La
enseñanza es para todos. El evangelio lo anuncia después de haber narrado el
encuentro de María con su prima Isabel, esposa de Zacarías (…). He aquí una
criatura humana exaltada a la dignidad más sublime: la de ser Madre de Dios;
también cada uno de nosotros ha sido destinado a conseguir la perfección
cristiana, haciéndose hermano de Jesús, hijo adoptivo de María”. 174
El primer seminario, el primer noviciado, la primera escuela, es la familia cristiana.
Ningún educador, por dotado que y experto que sea, puede sustituir a los padres.
Si este fundamento vacila, incluso el futuro de la Iglesia y de la sociedad humana
será incierto e irá hacia la ruina. En el cincuenta aniversario de su nacimiento, el
Papa Juan XXIII escribió una carta a sus padres en la cual decía: “Queridos mamá
y papá, hoy he llegado a los cincuenta años. Dios, en su infinita bondad, me ha
confiado muchos trabajos en la Iglesia, he estado en muchos sitios, he estudiado
mucho, pero ninguna escuela me ha dado una enseñanza más grande o ha sido
171
Ibíd., aloc. Nel darvi (“Ecclesia” 16 [1956] 2° sem., p. 33).
BEATO JUAN XXIII. Aloc. La perenne e vitale grandeza del “Pater noster”, 28-X-1959: Discorsi messaggi,
I, p. 506.
173
Ibíd., enc. Princeps pastorum: AAS 51 (1959/2) p. 841.
174
Ibíd., discurso audiencia general 16-I-1963: Discorsi messaggi, V p. 454-455.
172
66
más beneficiosa que aquella que recibí cuando me sentaba en vuestros
brazos”. 175
3.3.1 Concilio Vaticano II. Su apertura fue el 11 de octubre de 1962, convocado
por el Papa Juan XXIII y presidido por Juan XXIII y Pablo VI (1963-1965), siendo
uno de los eventos históricos que marcaron el siglo XX. EL Creador del mundo
estableció la sociedad conyugal como origen y fundamento de la sociedad
humana. Con su gracia la convirtió en sacramento grande en Cristo y en la Iglesia
(Ef 5,32). 176 “Los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del matrimonio,
por el que manifiestan y participan del misterio de la unidad y del fecundo amor
entre Cristo y la Iglesia, se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal
y tienen su propia gracia en el pueblo de Dios. (LG 11). La íntima comunidad
conyugal de vida y amor está establecida sobre la alianza de los cónyuges, es
decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable, y es imagen y participación
de la alianza de amor entre Cristo y la Iglesia. (GS 48).
En el Concilio Vaticano II se habla de una cuasi consagración: “los esposos
cristianos, para cumplir dignamente sus deberes de estado, están fortificados y
como consagrados (veluti consecrantur) 177 por un sacramento especial” (GS, 48b).
no se trata de una consagración propia y verdadera, como la que está ligada al
carácter sacramental, sino que se debe entender en el sentido “del singular influjo
que la gracia del sacramento del matrimonio ejercita sobre todas las realidades de
la vida conyugal” (FC, 33). Respecto al perfeccionamiento del amor conyugal
según el concilio de Trento, la gracia del matrimonio, además de santificar a los
cónyuges, perfecciona su amor natural, el Concilio Vaticano II añade: “El Señor se
ha dignado sanar este amor, perfeccionarlo y elevarlo con el don especial de la
gracia de la caridad” (GS, 49ª). Más aún, “el genuino amor conyugal es asumido
en el amor divino y se rige y enriquece por la virtud redentora de Cristo” (GS 48b).
La santidad es necesaria para la plena realización de los fieles cristianos (De
christifidelibus) 178 y por supuesto para la familia cristiana, santuario domestico de
la Iglesia. Ella está inserta en la Iglesia, pueblo sacerdotal mediante el Sacramento
del matrimonio.
175
NGUYEN F.X. Van Thuan. El Camino de la Esperanza. Ed. Edicep. Valencia. (España). 2003.n. 505.
CONCILIO VATICANO II. Decreto “Apostolicam actuositatem”, n. 11.
177
Cf. PIO XI. Enc. Casti connubii, AAS, 22 (1939), 583. Éstas son las palabras de la Casti connubii a las que
remite la Gaudium et spes: “Meminerint assidue, se ad sui status official et dignitaatam peculiari veluti
consecratos et roboratos ese Sacramento, cuius efficax virtus, quamquam characterem nom imprimit,
perpetuo tamen perseverat”.
178
Son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el pueblo de Dios, y
hechos partícipes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno
según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en
el mundo. (204 § 1). (cf. ACEVEDO QUIROS, Luís H., O.F.M. “El Estatuto Jurídico del Christifidelis” en
Universitas Canónica. 9 (1984) p. 25-48, donde se resaltan los presupuestos teológico jurídicos, los derechos
y deberes fundamentales que son de vital importancia, para perfeccionar nuestra caridad con el prójimo en la
vida diaria.
176
67
En el Concilio Vaticano II, la Iglesia reconoce que una de sus tareas es la de
valorar la dignidad del matrimonio y de la familia: Porque así como Dios
antiguamente se adelantó a unirse a su pueblo por una alianza de amor y de
fidelidad, (cf. Os 2; Jer 3,6-13; Ez 16 y 23; Is 54), así ahora el Salvador de los
hombres y Esposo de la Iglesia. (cf. Mt 9,15; Mc 2,19-20; Lc 5,34-35; Jn 3,29; 2),
sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del sacramento del
matrimonio. Además permanece con ellos para que los esposos, con su mutua
entrega, se amen con perpetua fidelidad, como El mismo amó a la Iglesia y se
entregó por ella. (cfr. Ef 5,25).
Los esposos y padres cristianos, siguiendo su propio camino, mediante la fidelidad
en el amor, deben sostenerse mutuamente en la gracia a lo largo de toda la vida e
inculcar la doctrina cristiana y las virtudes evangélicas a los hijos amorosamente
recibidos de Dios. De esta manera ofrecen a todos el ejemplo de un incansable y
generoso amor, contribuyen al establecimiento de la fraternidad en la caridad y se
constituyen en testigos y colaboradores de la fecundidad de la madre Iglesia,
como símbolo y participación de aquel amor con que Cristo amó a su Esposa y se
entregó a Sí mismo por ella 179 . “Gozosos en la esperanza, ayúdense unos a otros
a llevar sus cargas, asciendan mediante su mismo trabajo diario a una más alta
santidad, incluso con proyección apostólica. (LG 41). Quedan, pues invitados y
aun obligados todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la
perfección dentro del propio estado. Estén todos atentos a encauzar rectamente
sus afectos, no sea que el uso de las cosas del mundo y un apego a las riquezas
contrario al espíritu de pobreza evangélica les impida la prosecución de la caridad
perfecta. Acordándose de la advertencia del Apóstol: Los que usan de este mundo
no se detengan en eso, porque los atractivos de este mundo pasan (1 Co 7,31) 180
El Magisterio de la Iglesia nos enseña sobre el origen de la institución matrimonial
que: Dios mismo es el autor del matrimonio, y que el Concilio Vaticano II, en la
constitución apostólica Gaudium et Spes en su exposición doctrinal sobre el
matrimonio y la familia reafirma: “Fundada por el Creador y en posesión de sus
propias leyes, la íntima comunidad conyugal de vida y amor se establece sobre la
alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable.
Así, del acto humano por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente,
nace, aun ante la sociedad, una institución confirmada por la ley divina…, pues es
el mismo Dios el autor del matrimonio, al cual ha dotado con bienes y fines varios,
todo lo cual es de suma importancia para la continuación del género humano, para
el provecho personal de cada miembro de la familia y su suerte eterna, para la
dignidad, estabilidad, paz y prosperidad de la misma familia y de toda la sociedad
humana”. 181
179
Cfr Pío XI. Enc. Casti connubii , 31 dic. 1930: AAS 22 (1930) 548s. San Juan Crisóstomo, In Ephes. Hom.
20,2: p. 62,136ss.
180
Sobre la práctica efectiva de los consejos evangélicos. Cf. San Juan Crisóstomo, In Mt. hom. 7,7: p.
57,81s. San Ambrosio, De Viduis 4,23: PL 16,241s.
181
CONCILIO VATICANO II. Const. Past. Gaudium et Spes n. 48.
68
De igual manera su Santidad Juan Pablo II ha afirmado que “el Concilio Vaticano
II, en la Gaudium et Spes, después de reafirmar que “el mismo Dios es el autor del
matrimonio, al que ha dotado con varios bienes y fines” (n. 48), afronta algunos
problemas de moralidad matrimonial, remitiéndose a “criterios objetivos, tomados
de la naturaleza de la persona y de sus actos” (n 51). A su vez, los dos códigos
que ha promulgado, al afirmar que el “consortium totius vitae” está “ordenado por
su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de
la prole” (CIC, c. 1055; Código de cánones de las Iglesia orientales, c. 776, 1)…,
El “consortio totius vitae” exige la entrega recíproca de los esposos (cf. CIC, c.
1057, 2; Código de cánones de las Iglesias orientales, c. 817,1)” 182 El matrimonio
no es sólo un conjunto de derechos y obligaciones, sino una entrega mutua e
incondicional de dos personas que buscan su perfeccionamiento y realización en
una “comunidad conyugal y familiar” (GS, 47).
3.3.2 III Conferencia General Del Episcopado Latinoamericano.
(Puebla,
1979): El matrimonio es alianza de personas cuyo modelo es el amor de Cristo a
su Iglesia. El matrimonio, entendido en su rica realidad sacramental, es más que
contrato: tiene las características de la alianza. La pareja, santificada por el
sacramento, es testimonio de la presencia pascual del Señor: Iglesia Doméstica,
centro de comunión y participación. 183
3.4 PABLO VI.
“Al defender la moral conyugal en su integridad,
la Iglesia sabe que contribuye a la instauración
de una civilización verdaderamente humana”.
Pablo VI
“A ellos ha confiado el Señor la misión de hacer visible ante los hombres la
santidad (c. 210) y la suavidad de la ley que une el amor mutuo de los esposos
con su cooperación al amor de Dios, autor de la vida humana” 184 Pablo VI afirmó
en su discurso del 29-IX-1963: “Recordamos las palabras de Jesucristo en la
oración sacerdotal, poco antes de su pasión y muerte: Y me santifico por ellos
para que también ellos se santifiquen en la verdad (Jn 17, 19).
Apenas tres meses más tarde, en la apertura de la segunda sesión del Concilio
Vaticano II (29-IX-1963), el nuevo Pontífice, poniendo su mirada en la asamblea
multirracial de la jerarquía católica, exclama: “Este espectáculo, que muestra la
universalidad de la Iglesia, nos lleva a pensar no sólo en el origen apostólico de la
Iglesia (…), sino también en su finalidad: llevar los hombres a la santidad, que es
182
JUAN PABLO II. “Discurso a la Rota Romana en apertura del Año Judicial” en Universitas Canónica. n. 3435 (2001-2002). p. 41-43.
183
DOCUMENTO DE PUEBLA. p. 568-616.
184
Cart. Enc. Humanae Vitae, 25: AAS 60 (1968), 499.
69
lo que intenta nuestra querida Iglesia”. 185 “La Santidad es cada día más la
expresión y el signo más claro y profundo del misterio de la Iglesia, hasta que esta
alcance su plena dimensión en el cielo (…). No hay que extrañarse, pues, de que
el concilio Vaticano II, tratando del misterio de la Iglesia, haya querido poner en
plena luz esta insigne nota de la santidad, con la cual todas las demás se articulan
estrechamente y que haya llamado insistentemente a todos los fieles de cualquier
clase y condición que sean a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la
caridad; esta especial invitación puede considerarse como propiedad del mismo
magisterio conciliar y como su último fin”. 186 Pablo VI anuncia las diversas
verdades, y al exponer la fe en el Espíritu Santo, señala que “su acción penetra
hasta lo más íntimo del alma, tiene el poder de hacer al nombre capaz de
corresponder a la llamada de Jesús: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial
es perfecto” (Mt 5,48).
3.4.1 Ecclesiam suam. El Papa señala que “tanto en los pastores como en los
fieles, el Concilio despierta el deseo de conservar y acrecentar en la vida cristiana
su carácter de autenticidad sobrenatural y recuerda a todos el deber de imprimir
ese carácter positiva y fuertemente en la propia conducta, ayuda a los débiles para
ser buenos, a los buenos para ser mejores, a los mejores para ser generosos y a
los generosos para hacerse santos. Descubre nuevas expresiones de santidad,
excita al amor a que se haga fecundo, provoca nuevos impulsos de virtud y de
heroísmo cristiano. 187. El primer documento del posconcilio es la Constitución
apostólica Paenitemini (17-II-1966), que regula las prácticas penitenciales y ofrece
una teología de la vida cristiana como existencia redimida y en contínua
conversión. Así, la penitencia es presentada ya antes de Cristo “como medio y
prueba de perfección y santidad” 188
3.4.2 Populorum Progressio (26-III-1967). El modo propio de realizarse la
criatura humana es la conversión y la santidad. A esta visión unitaria del hombre
corresponde la visión unitaria de la misión de la Iglesia: evangelizar y civilizar.
Pablo VI está señalando que el progreso de la humanidad requiere conversión y
santidad.
3.4.3 La Sollemnis professio fidei, más conocida como el “Credo del Pueblo de
Dios”, del 30-VI-1968. Constituye un ejemplo de esfuerzo por presentar el
depositum fidei: Pablo VI enuncia las diversas verdades, y al exponer la fe en el
Espíritu Santo, señala que “su acción penetra hasta lo más íntimo del alma, tiene
el poder de hacer al hombre capaz de corresponder a la llamada de Jesús: ´Sed
perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto´(Mt 5, 48). 189
185
PABLO VI. Discurso 29-IX-1963 (CEVII, p. 1105).
PABLO VI. Motu proprio Sanctitas clarior: AAS 61(1969) 149-150. Texto español tomado de L´0sservatore
Romano, ed. Esp., 15 (13-IV-1969), p.7.
187
PABLO VI. Enc. Ecclesiam suam, n. 15.
188
Ídem, const. ap. Paenitemini (“Ecclesia” 26 [1966], p. 307.
189
PABLO VI. Sollemnis professio fídei, n.13 (“Ecclesia” 28 [1968], p. 1007.
186
70
3.4.4 Humanae Vitae. (25-VII-1968). Defendiendo la integridad de la moral
conyugal, la Iglesia –escribe el Papa-, “fiel a las enseñanzas y al ejemplo del
Salvador, (…) se demuestra amiga sincera y desinteresada de los hombres, a
quienes quiere ayudar, ya desde su camino terreno ´a participar como hijos a la
vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres¨ (HV n. 18). Respecto a la pareja
Pablo VI, nos habla del amor conyugal afirmando: “la verdadera naturaleza y
nobleza del amor conyugal se revela cuando éste es considerado en su fuente
suprema, Dios, que es amor (1Jn 4, 8), “el Padre de quien procede toda
paternidad en el cielo y en la tierra” (Ef 3, 15). El matrimonio no es, por tanto,
efecto de la casualidad o producto de la evolución de fuerzas naturales
inconscientes; es una sabia institución del Creador para realizar en la humanidad
su designio de amor. Los esposos, mediante su recíproca donación personal,
propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus seres en orden a un
mutuo perfeccionamiento personal, para colaborar con Dios en la generación y en
la educación de nuevas vidas.
En los bautizados el matrimonio reviste, además, la dignidad de signo sacramental
de la gracia, en cuanto representa la unión de Cristo y de la Iglesia” 190. “Bajo esta
luz aparecen claramente las notas y las exigencias características del amor
conyugal, siendo de suma importancia tener una idea exacta de ellas.
Es, ante todo, un amor plenamente humano, es un amor total, es un amor fiel y
exclusivo hasta la muerte. Así lo conciben el esposo y la esposa el día en que
asumen libremente y con plena conciencia el empeño del vínculo matrimonial.
Es un amor fecundo, que no se agota en la comunión entre los esposos sino que
está destinado a prolongarse suscitando nuevas vidas” 191. "El matrimonio y el
amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y
educación de la prole. Los hijos son, sin duda, el don más excelente del
matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios padres" 192.
En el seno del apostolado evangelizador de los seglares, es imposible dejar de
subrayar la acción evangelizadora de la familia. Ella ha merecido muy bien, en los
diferentes momentos de la historia y en el Concilio Vaticano II, el hermoso nombre
de "Iglesia doméstica" 193. Esto significa que en cada familia cristiana deberían
reflejarse los diversos aspectos de la Iglesia entera. Por otra parte, la familia, al
igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y
desde donde éste se irradia a las demás familias en el mundo. Dentro, pues, de
una familia consciente de esta misión, todos los miembros de la misma
evangelizan y son evangelizados. Los padres no solo comunican a los hijos el
190
PABLO VI. Encíclica Humanae Vitae. 25 julio, 1968. n. 8.
Ibíd., n. 9
192
Conc. Vat. II. Const. Past. Gaudium et Spes. n. 50.
193
Const. dogm. LG 11: AAS 57 (1965), p. 16; Decr. AA 11: AAS 58 (1966), p. 848; S. Juan Crisostomo, in
Genesim Serm. VI,2; VI,1. p. 54,607-608.
191
71
Evangelio, sino que pueden a su vez recibir de ellos este mismo Evangelio
profundamente vivido. También las familias formadas por un matrimonio mixto
tienen el deber de anunciar a Cristo a los hijos en la plenitud de las implicaciones
del bautismo común; tienen además la no fácil tarea de hacerse artífices de
unidad.
Pablo VI con intuición profunda de sabiduría y amor, no hizo más que escuchar la
experiencia de tantas parejas de esposos cuando en su Encíclica escribió: “El
dominio del instinto, mediante la razón y la voluntad libre, impone sin ningún
género de duda una ascética, para que las manifestaciones afectivas de la vida
conyugal estén en conformidad con el orden recto y particularmente para observar
la continencia periódica. Esta disciplina, propia de la pureza de los esposos, lejos
de perjudicar el amor conyugal, le confiere un valor humano más sublime. Exige
un esfuerzo continuo, pero, en virtud de su influjo beneficioso, los cónyuges
desarrollan integralmente su personalidad, enriqueciéndose de valores
espirituales: aportando a la vida familiar frutos de serenidad y de paz y facilitando
la solución de otros problemas; favoreciendo la atención hacia el otro cónyuge;
ayudando a superar el egoísmo enemigo del verdadero amor, y enraizando más
su sentido de responsabilidad. Los padres adquieren así la capacidad de un influjo
más profundo y eficaz para educar a los hijos”. 194 3.4.5 Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (8-XII-1975). Toda la Iglesia
es misionera, y la tarea de evangelizar es un deber de todo el pueblo de Dios.
Todos los cristianos tienen la obligación de testimoniar el Evangelio con su vida y
de proclamarlo verbalmente: “Nos les decimos a todos: es necesario que nuestro
celo evangelizador brote de una verdadera santidad de vida” 195
3.4.6 La Catequesis Oral La proclamación de la doctrina de la llamada universal
a la santidad resulta muy frecuente en los textos de homilías, discursos de
audiencias y alocuciones previas al rezo de Ángelus en domingos y días festivos,
que constituyen su amplia catequesis oral, principalmente dirigida a los fieles y no
a un público de especialistas. Esa frecuencia se explica mejor a partir de una
afirmación del Papa: “la exhortación a la santidad es la síntesis más simple y más
alta del magisterio pastoral”. 196 Siguiendo su doctrina encontramos:
Relación entre eclesiología y moral, que podemos expresar con el binomio “la
santidad de la Iglesia-santidad de los fieles”. La santidad a la que son llamados
todos los bautizados es participación de la gracia y caridad de la vida de la Iglesia,
procede y es consecuencia de la santidad del Cuerpo Místico de Cristo: “La mayor
fortuna del cristiano es participar plenamente en la vida de la Iglesia. ¿Quién
participa más? Está claro: el que recibe de la Iglesia su santidad sacramental e
194
PABLO VI. Encíclica Humanae Vitae. n. 21.
PABLO VI. Ex. Ap. Evangelii nuntiandi, n. 76.
196
PABLO VI. Discurso audiencia General 7-VII-1965: IPVI III, p. 980.
195
72
intenta trasvasarla a la propia santidad moral. Los santos son los miembros vivos
de la Iglesia. ¡Y todos somos llamados a la santidad!”. 197 La santidad de los fieles
es, a los ojos de Pablo VI, la consecuencia lógica y coherente de la santidad de la
Iglesia y también tarea para manifestarla en su vida corriente: “A la santidad
constitutiva de la Iglesia debe corresponder la santidad practicada por sus
miembros. Que es tanto como decir: no sólo la Iglesia es santa por sí misma, sino
que cuantos le pertenecemos y la componemos debemos mostrarla santa a través
de nosotros mismos; es decir, nosotros – individuos, órganos y comunidad –
debemos ser santos. (…) Nuestra fidelidad a la Iglesia comporta también este plan
de vida: es necesarios ser santos. El programa de vida cristiana no tolera la
mediocridad (…). La santidad que se nos pide no es la de los milagros o
fenómenos extraordinarios, sino la de la voluntad buena y firme que busca en todo
suceso ordinario de la vida corriente la rectitud lógica de la voluntad divina”. 198
El aspecto de la llamada universal a la santidad más subrayado por Pablo VI es
su obligatoriedad: “…La santidad es un don; la santidad es común y accesible a
todos los cristianos; la santidad – podemos decir- es el estado normal de la vida
humana elevada a una misteriosa y estupenda dignidad sobrenatural (…). –No
solo es don, también es deber. La santidad, suponiendo el don divino de la gracia
que nos consagra santos, se convierte en una obligación, en el ejercicio más serio
de nuestra libertad. Los cristianos, dice el Concilio, ´deben, con la gracia de Dios,
conservar y llevar a plenitud en su vida la santidad que recibieron” (LG 40)”. 199
Se acentúa que la santidad es posible y actual: “Enseña el maestro Tomás (II-II
81, 8) que religión y santidad –distintas solo conceptualmente- se hacen una
misma cosa. Esto parece autorizarnos a pensar en la santidad como algo
altísimo, pero al mismo tiempo necesario y posible para un cristiano. (…); la
santidad no es cosa de pocos privilegiados ni de cristianos de tiempos antiguos;
está siempre de moda; queremos decir que es siempre un programa actual y
costoso para todo aquel que quiera llamarse seguidor de Cristo”. 200
Si la santidad es para todos –consecuencia de la pertenencia a la Iglesia-, también
lo es para los fieles laicos: “El Concilio -es decir la voz de la Iglesia-, voz antigua
y nueva, añade otro maravilloso mensaje, también este para los laicos: el de la
santidad. -¿Santidad para los laicos? ¿Es posible? Quizá la santidad esta
reservada para algunos, para los fieles muy devotos, con mucho celo, muy
buenos. No: ¡La santidad se propone a todos! A grandes y pequeños a hombres y
mujeres; ¿ se propone como posible¡, es más, ¡como un deber¡ ¡la santidad para
todos!, decimos con alegría y asombro. (…) Todo cristiano debe ser un verdadero
cristiano, un perfecto cristiano, por eso todo cristiano debe ser santo”. 201
197
Ibíd., 14-IX-1966: IPVI IV, p. 848-849.
Ibíd., 4-XI-1972: IPVI X, pp.1121-1122.
199
Ibíd., 14-VII-1971: IPVI, p. 621-622.
200
Ibíd., 7-VII-1965: IPVI III, p. 980-981.
201
Ibíd., 16-III1966: IPVI V, p. 856
198
73
La santidad constituye el inicio y plenitud de la antropología Cristiana: “El
desarrollo lógico en el cristiano que medita su carácter bautismal genera los
conceptos fundamentales de la teología del hombre, que se sabe y siente hijo de
Dios, miembro de Cristo, incorporado a la Iglesia, dotado de ese sacerdocio
común de los fieles (…) del que nace el empeño de todo cristiano por la santidad,
por la plenitud de la vida cristiana, por la perfección de la caridad”. 202 Finalmente
podemos señalar con Cazzago que las líneas maestras de la predicación de Pablo
VI sobre la santidad son fundamentalmente tres, todas ellas con ecos de
universalidad: Predicar el Concilio para hacer amar la santidad; la santidad
eclesial, don para cada fiel; la santidad como inicio y cumplimiento de la
antropología cristiana.
3.5 JUAN PABLO II.
“El matrimonio, por su misma índole natural, está ordenado al
bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole”
(c. 1055 § 1).
“Tras las huellas de los santos y santas de esta tierra de Ciociaria,
también vosotros tened como objetivo fundamental llegar a ser
santos, como es santo el Padre Celestial, como es santo el Hijo
Jesucristo y como es santo el Espíritu Santo que habita en
nuestro corazón. Y se llega a ser santo, con la participación en
Eucaristía, con las obras de caridad y con el testimonio de una
vida humilde y generosa en el bien. –Quiero dirigir ahora mí
palabra en particular a los padres. Queridas madres y queridos
padres, con vuestra entrega mostrad a vuestros hijos que Dios
es bueno y grande en el amor. Indicadles con una vida honrada
y laboriosa que la santidad es el camino ´normal’ de los
cristianos”. Homilía en la visita pastoral a Frosinone. Italia, 16-IX-2001
203
Juan Pablo II .
202
Ibíd., 26-IX-1970: IPVI VIII, p. 937.
Karol Józef Wojtyła, conocido como Juan Pablo II desde su elección al papado en octubre de 1978, nacido
en Wadowice, una pequeña ciudad a 50 kms. de Cracovia, el 18 de mayo de 1920. En Roma, bajo la dirección
del dominico francés Garrigou-Lagrange, se doctoró en 1948 en teología, con una tesis sobre el tema de la fe
en las obras de San Juan de la Cruz (Doctrina de fide apud Sanctum Ioannem a Cruce). En 1953 presentó en
la Universidad Católica de Lublin una tesis titulada "Valoración de la posibilidad de fundar una ética católica
sobre la base del sistema ético de Max Scheler". Además de participar en el Concilio Vaticano II (1962-1965),
con una contribución importante en la elaboración de la constitución Gaudium et spes, el Cardenal Wojtyła
tomó parte en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos anteriores a su pontificado. El 22 de octubre
comenzó solemnemente su ministerio petrino como 263 sucesor del Apóstol Pedro. Juan Pablo II ejerció su
ministerio petrino con incansable espíritu misionero, dedicando todas sus energías, movido por la "sollicitudo
omnium Ecclesiarum" y por la caridad abierta a toda la humanidad. Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar
en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud. Además, su atención hacia la familia se puso de manifiesto
con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994. Bajo su guía, la Iglesia se acercó al
tercer milenio y celebró el Gran Jubileo del año 2000, según las líneas indicadas por él en la carta apostólica
Tertio millennio adveniente; y se asomó después a la nueva época, recibiendo sus indicaciones en la carta
apostólica Novo millennio ineunte, en la que mostraba a los fieles el camino del tiempo futuro.
Online: //www.vatican.va/holy father/John Paul II/biografhy/index sp.htm
203
74
El pontificado de Karol el Grande ha marcado la historia de los últimos decenios
del siglo XX, y su influencia en el tercer milenio irradiará por mucho tiempo. El nos
ha dicho: “todas las grandes empresas de santidad de la Biblia y de la historia
reposan sobre un “SI” dicho a Dios en el momento en que Él revela personalmente
a alguien su Voluntad.
3.5.1 Las Encíclicas.
a) Encíclicas Trinitarias:
Redemtor hominis Juan Pablo II ilustra la solicitud de la Iglesia por la vocación del
hombre en Cristo. La cuestión vocacional afecta a todo el hombre, a todos los
hombres. Esta universalidad de destinatarios de la llamada divina está presente,
sin reservas, en la encíclica: “Esta unión de Cristo con el hombre en sí misma un
misterio, del que nace el “hombre nuevo” (cf: 2 P 1,4), llamado a participar en la
vida de Dios, creado nuevamente en Cristo, en la plenitud de la gracia y verdad (cf
Ef 2, 10; Jn 1, 14.16). (…) Esta vida prometida y dada a cada hombre por el Padre
en Jesucristo (…) es el final cumplimiento de la “suerte” que desde la eternidad
Dios le ha preparado” (R H, n. 18).
Dives in misericordia (30-XI-1980). En el contexto de la misericordia divina
revelada en la cruz encontramos otra afirmación sobre la llamada del hombre a la
santidad: “La dimensión divina de la redención no se actúa solamente haciendo
justicia del pecado, sino restituyendo al amor su fuerza creadora en el interior del
hombre, gracias a la cual él tiene acceso de nuevo a la plenitud de vida y de
santidad, que viene de Dios. De este modo la redención comporta la revelación
de la misericordia en su plenitud (…) La cruz de Cristo sobre el calvario surge en
el camino de aquel admirabile commercium, de aquel admirable comunicarse de
Dios al hombre en el que está contenida a su vez la llamada dirigida al hombre, a
fin de que, dándose a sí mismo a Dios y donando consigo mismo todo el mundo
visible, participe en la vida divina (…)” (Dives in Misericordia, n. 7).
Gracias al don del Espíritu Santo somos introducidos en la vida misma de Dios. Y
esta posibilidad –recuerda Juan Pablo II, apoyándose en un texto de Gaudium et
spes n. 22- se ofrece a todo hombre: “El Concilio Vaticano II, centrado sobre todo
en el tema de la Iglesia, nos recuerda la acción del Espíritu Santo incluso “fuera”
del cuerpo visible de la Iglesia. Nos habla justamente de “todos los hombres de
buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo visible. Cristo murió por
todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la
divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la
posibilidad de que, en la forma de solo Dios conocida, se asocien a este misterio
pascual” (GS 22)” (Dominum et vivificantem, n. 53).
75
b) Encíclicas sociales
Laborem exercens. El Pontífice señala el valor del trabajo en el desarrollo del
Reino de Dios, incluyendo una referencia a la llamada universal a la santidad: “El
cristiano que está en actitud de escucha de la palabra del Dios vivo, uniendo el
trabajo a la oración, sepa qué puesto ocupa su trabajo no solo en el progreso
terreno, sino también en el desarrollo del Reino de Dios, al que todos somos
llamados con la fuerza del Espíritu Santo y con la palabra del Evangelio” (Laborem
Exerces, n. 27).
Sollicitudo rei socialis. (30-XII-1987). El auténtico desarrollo del hombre está
subordinado a la posesión del Reino, a su vocación a la santidad: “El hombre,
pues, al ser imagen de Dios, tiene una verdadera afinidad con Él. Según esta
enseñanza, el desarrollo no puede consistir solamente en el uso, dominio y
posesión indiscriminada de las cosas creadas y de los productos de la industria
humana, sino más bien en subordinar la posesión, el dominio y el uso a la
semejanza divina del hombre y a su vocación a la inmortalidad”. (Sollisitudo rei
sociales, n. 29).
Centesimus annus. Juan Pablo II vuelve sobre la cuestión del desarrollo en
términos similares, y esta vez con una más explícita referencia a la llamada
universal a la santidad: “En fin, el desarrollo no debe ser entendido de manera
exclusivamente económica, sino bajo una dimensión humana integral. No se trata
solamente de elevar a todos los pueblos al nivel del que gozan hoy los países más
ricos, sino de fundar sobre el trabajo solidario una vida más digna, hacer crecer
efectivamente la dignidad y la creatividad de toda persona, su capacidad de
responder a la propia vocación y, por tanto, a la llamada de Dios” (Centesimus
annus, n. 29).
c) Encíclicas eclesiológicas
Slavorum Apostoli. “Gracias a los esfuerzos misioneros de ambos santos Cirilo y
Metodio) los pueblos eslavos pudieron, por primera vez, tomar conciencia de su
propia vocación y participar en el designio eterno de salvación del mundo”
(Slavorum Apostoli, n. 20).
Redemptoris missio. Juan Pablo II “No se limita a confirmar a los que tienen la
específica vocación de llevar a la fe a los no cristianos, sino que se esfuerza para
que todos los fieles descubran la actualidad y la urgencia de la llamada a participar
activamente en la misión de la Iglesia, sintiéndose personalmente implicados:
“Miembros de la Iglesia en virtud del bautismo, todos los cristianos son
corresponsables de la actividad misionera. La participación de las comunidades y
de cada fiel en este derecho-deber se llama “cooperación misionera”. –Tal
cooperación se fundamenta y se vive, ante todo, mediante la unión personal con
Cristo: solo si se está unido a él, como el sarmiento a la viña (cf. Jn. 15,5), se
76
pueden producir buenos frutos, la santidad de vida permite a cada cristiano ser
fecundo en la misión de la Iglesia” (Redemptoris missio, n. 77).
Si todos los cristianos tienen responsabilidad en la misión, y esa misión se cumple
con la santidad de vida –unión personal con Cristo-, es porque todos los cristianos
están llamados a la santidad. El Papa es explicito en este sentido: “La llamada a la
misión deriva de por sí de la llamada a la santidad. (…) La vocación universal a la
santidad está estrechamente unida a la vocación universal a la misión. Todo fiel
está llamado a la Santidad y a la misión (cc. 216; 204 §1). Pensemos, queridos
hermanos y hermanas, en el empuje misionero de las primeras comunidades
cristianas. A pesar de la escasez de medios de trasporte y de comunicación de
entonces, el anuncio evangélico llegó en breve tiempo a los confines del mundo.
(…) En la base de este dinamismo misionero estaba la santidad de los primeros
cristianos y de las primeras comunidades” (R M, n. 90).
Ut unum sint. El ejemplo de santidad en las otras comunidades cristianas es
camino de unidad, y esa presencia universal de los santos confirma la llamada
universal a la santidad: “Cuando se habla de un patrimonio común se debe incluir
en él no solo las instituciones, los ritos, los medios de salvación, las tradiciones
que todas las comunidades han conservado y por las cuales han sido modeladas,
sino, en primer lugar y ante todo, es realidad de la santidad. En la irradiación que
emana del “patrimonio de los santos” pertenecientes a todas las Comunidades, el
“diálogo de conversión” hacia la unidad plena y visible aparece entonces bajo una
luz de esperanza. En efecto, esta presencia universal de los santos prueba la
trascendencia del poder del Espíritu” (UUS, n.84).
La Redemptoris Mater (25-III-1987) y la Ecclesia de Eucharistia (17-IV-2003). Para
el Papa, María es el icono más expresivo de la Iglesia: “En efecto, la Iglesia ve (…)
a la Bienaventurada Madre de Dios en el misterio salvífico de Cristo y en su propio
misterio; la ve profundamente arraigada en la historia de la humanidad, en la
eterna vocación del hombre según el designio providencial que Dios ha
predispuesto eternamente para él” (RMa 52). También en la encíclica eucarística
encontramos una velada referencia a la universal exigencia de santidad: “En el
alba de este tercer milenio todos nosotros, hijos de la Iglesia, estamos llamados a
caminar en la vida cristiana con un renovado impulso. (…). –Todo compromiso de
santidad, toda acción orientada a realizar la misión de la Iglesia, toda puesta en
práctica de planes pastorales, ha de sacar del Misterio eucarístico la fuerza
necesaria y se ha de ordenar a él como a su culmen” (EE 60).
d) Encíclicas antropológicas.
La antropología de Juan Pablo II se lee a la luz del misterio de Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo, que en la creación y en la ley natural nos ha dejado un reflejo de sí
mismo.
77
Veritatis Splendor. “Se le acercó uno…`En el joven, que el evangelio de Mateo no
nombra´, podemos reconocer a todo hombre que, conscientemente o no, se
acerca a Cristo, redentor del hombre, y le formula la pregunta moral. (…) Esta
pregunta es, en última instancia, un llamamiento al Bien absoluto que nos atrae y
nos llama hacia sí; es el eco de la llamada de Dios, origen y fin de la vida del
hombre. Precisamente con esta perspectiva, el Concilio Vaticano II ha invitado a
perfeccionar la teología moral, de manera que su exposición ponga de relieve la
altísima vocación que los fieles han recibido en Cristo, única respuesta que
satisface plenamente el anhelo del corazón humano” (V S, n. 7).
La vocación divina del hombre –la elección a ser santos en Cristo- conlleva la
aspiración humana de reflejar lo mejor posible su condición de imagen y
semejanza de la perfección de Dios. 204 “Esta vocación al amor perfecto no está
reservada de modo exclusivo a una élite de personas. La invitación: “anda, vende
lo que tienes y dáselo a los pobres”, junto con la promesa: “tendrás un tesoro en
los cielos”, se dirige a todos, porque es una radicalización del mandamiento del
amor al prójimo. De la misma manera, la siguiente invitación: “ven y sígueme”, es
la nueva forma concreta del mandamiento del amor a Dios. Los mandamientos y la
invitación de Jesús al joven rico están al servicio de una única e indivisible caridad,
que espontáneamente tiende a la perfección, cuya medida es Dios mismo:
“Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5,
48)” (V S, n. 18).
Evangelium vitae. “El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá
de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de
la vida misma de Dios. Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la
grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal” (Evangelium
vitae, n. 2).
Fides et ratio. Si, al término de este recorrido por las encíclicas de Juan Pablo II en
clave de llamada universal a la santidad, quisiéramos condensar en un texto el
núcleo de sus enseñanzas, quizá nos podríamos quedar con el siguiente pasaje
de Fides et ratio (14-IX-1998): “La Iglesia (…) promueve a la vez tanto la defensa
de la dignidad del hombre como el anuncio del mensaje evangélico. Ante tales
cometidos, lo más urgente hoy es llevar a los hombres a descubrir su capacidad
de conocer la verdad y su anhelo de un sentido último y definitivo de la existencia.
En la perspectiva de estas profundas exigencias, inscritas por Dios en la
204
“Esta vocación al amor perfecto no está reservada de modo exclusivo a una élite de personas. La
invitación: “anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres”, junto con la promesa: “tendrás un tesoro en los
cielos”, se dirige a todos, porque es una radicalización del mandamiento del amor al prójimo. De la misma
manera, la siguiente invitación: “ven y sígueme”, es la nueva forma concreta del mandamiento del amor a
Dios. Los mandamientos y la invitación de Jesús al joven rico están al servicio de una única e indivisible
caridad, que espontáneamente tiende a la perfección, cuya medida es Dios mismo: “Vosotros, pues, sed
perfectos como es perfecto vuestro padre celestial” (Mt 5, 48)” (V S, n. 18).
78
naturaleza humana, se ve incluso más claro el significado humano y humanizador
de la palabra de Dios” (FR 2). En otras palabras, la revelación del Dios Trino es
para el hombre fuente de conocimiento de su ser, de su destino sobrenatural y de
su actuar para alcanzarlo: cuanto más se abra al Evangelio de Cristo, más hombre
será.
3.5.2 Otros Grandes Documentos.
a) Exhortaciones apostólicas
Respecto a la importancia y alcance de la vocación universal a la santidad, Juan
Pablo II no duda en considerar esa doctrina como “consigna fundamental” del
Concilio Vaticano II: “El CEVII ha pronunciado palabras altamente luminosas sobre
la vocación universal a la santidad. Se puede decir que precisamente esta llamada
ha sido la consigna fundamental confiada a todos los hijos e hijas de la Iglesia, por
un Concilio convocado para la renovación evangélica de la vida cristiana. (…)
Todos en la Iglesia, precisamente por ser miembros de ella, reciben y, por tanto,
comparten la común vocación a la santidad. Los fieles laicos están llamados, a
pleno título, a esta común vocación, sin ninguna diferencia respecto de los demás
miembros de la Iglesia: (…) la vocación a la santidad hunde sus raíces en el
Bautismo y se pone de nuevo ante nuestros ojos en los demás sacramentos
principalmente en la Eucaristía. Revestidos de Jesucristo y saciados por su
Espíritu, los cristianos son “santos”, y por eso quedan capacitados y
comprometidos a manifestar la santidad de su ser en la santidad de todo su obrar.
El Apóstol Pablo no se cansa de amonestar a todos los cristianos para que vivan
“como conviene a los santos” (Ef. 5, 3)” (Christifideles laici, n. 16).
Se presenta, pues, la santidad como un don y una tarea que compete a todos 205;
como un reclamo urgente desde el mismo núcleo la vocación cristiana: “La
llamada del hombre a la perfección ha sido de alguna manera percibida por
pensadores y moralistas del mundo antiguo y también posteriormente en las
diversas épocas de la historia. Pero la llamada bíblica posee una característica
totalmente original: es particularmente exigente cuando indica al hombre la
perfección, a semejanza de Dios mismo (cf. Lv 19, 2; 11, 44), precisamente de
esta forma la llamada corresponde a toda la lógica interna de la revelación, según
205
Juan Pablo II. Ex, ap. Familiaris consortio, n. n. 56: “La vocación universal a la santidad está dirigida
también a los cónyuges y padres cristianos. Para ellos está especificada por el sacramento celebrado y
traducida concretamente en las realidades propias de la existenica conyugal y familiar. (…) Y como del
sacramento derivan para los cónyuges el don y el deber de vivir cotidianamente la santificación recibida, del
mismo sacramento brotan también la gracia y el compromiso moral de transformar toda su vida en un continuo
sacrificio espiritual”.
79
la cual el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios mismo. Por tanto
él debe buscar la perfección que le es propia en la línea de esta imagen y
semejanza. Escribe san Pablo en la Carta a los Efesios: “Sed… imitadores de
Dios, como hijos amados, y caminad en el amor, como Cristo nos amó y se
entregó por nosotros en oblación y sacrificio de fragante suave olor” (Ef. 5, 1- 2). –
Así pues, la llamada a la perfección pertenece a la esencia misma de la vocación
cristiana”. (Redemptionis donum, n. 4).
Se ha hecho notar que, a pesar de su importancia, la doctrina sobre la llamada
universal a la santidad no se ha desarrollado en el magisterio posconciliar de
modo autónomo, sino que, principalmente, ha ejercido una función introductoria en
la exposición de los diversos estados de vida eclesiales: “En la Iglesia-Comunión
los estados de vida están de tal modo relacionados entre sí que están ordenados
el uno al otro. Ciertamente es común –mejor dicho, único- su profundo significado:
el de ser modalidad según la cual se vive la igual dignidad cristiana y la universal
vocación a la santidad en la perfección del amor” (Christifideles laici, n. 55).
La vocación universal a la santidad otorga fundamento, sentido y finalidad a las
vocaciones particulares, que son “modalidades” de vida de la vocación cristiana
recibida en el bautismo, modos de avanzar hacia la santidad: “En efecto, el
Espíritu nos revela y comunica la vocación fundamental que el Padre dirige a
todos desde la eternidad: la vocación a ser “santos e inmaculados en su
presencia, en el amor”, en virtud de la predestinación “para ser sus hijos adoptivos
por medio de Jesucristo” (Ef. 1, 4-5). (…). “Si vivimos según el Espíritu, obremos
también según el Espíritu” (Ga 5, 25). Con estas palabras el apóstol Pablo nos
recuerda que la existencia cristiana es “vida espiritual”, o sea, vida animada y
dirigida por el Espíritu hacia la santidad o perfección de la caridad. La afirmación
del Concilio, “todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la
plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (LG 40), encuentra una
particular aplicación referida a los presbíteros. Estos son llamados no solo en
cuanto bautizados, sino también y específicamente en cuanto presbíteros, es
decir, con un nuevo título y con modalidades originales que derivan del
sacramento del Orden” (Pastores dabo bobis, n. 19).
La última de las exhortaciones apostólicas de Juan Pablo II, dice: “El proceso
espiritual del Obispo, como el de cada fiel cristiano, tiene ciertamente su raíz en la
gracia sacramental del Bautismo y de la Confirmación. Esta gracia lo acomuna a
todos los fieles, ya que, como hace notar el Concilio Vaticano II, “todos los
Cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida
cristiana y a la perfección del amor” LG 40). (…) –Gracias al Bautismo que ha
recibido, el Obispo participa, como todo cristiano, de la espiritualidad que se
arraiga en la incorporación a Cristo y se manifiesta en su seguimiento según el
Evangelio. Por eso comparte la vocación de todos los fieles a la santidad. (…) en
efecto, él está llamado a la santidad por el nuevo título que deriva del Orden
sagrado. (…) Debe ser santo porque tiene que servir a la Iglesia como maestro,
santificador y guía” (Pastores gregis, n. 13).
80
Las vocaciones particulares en la Iglesia se articulan con la vocación universal a la
santidad: “Todos los fieles, en virtud de su regeneración en Cristo, participan de
una dignidad común; todos son llamados a la santidad; todos cooperan a la
edificación del único Cuerpo de Cristo, cada uno según su propia vocación y el
don recibido del Espíritu (cf. Rm 12, 38). La igual dignidad de todos los miembros
de la Iglesia es obra del Espíritu; está fundada en el Bautismo y la Confirmación y
corroborada por la Eucaristía. Sin embargo, también es obra del Espíritu la
variedad de formas” (Vita consecrata, n. 31).
La exposición de la doctrina de la llamada universal a la santidad tiene en Juan
Pablo II evidentes finalidades pastorales: la doctrina se recuerda para inducir a
todos los fieles cristianos a realizarla en la propia vida. Esta función de “memoria”
es frecuente en las exhortaciones publicas al término de las asambleas
especiales: “El Sínodo ha reafirmado que todos los hijos e hijas de África están
llamados a la santidad y a ser testigos de Cristo en todas las partes del mundo”
(Ecclesia in Africa, n. 136). “la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para
América ha querido recordar con vigor a todos los cristianos la importancia de la
doctrina de la vocación universal a la santidad en la Iglesia. Se trata de uno de los
puntos centrales de Constitución dogmática sobre la Iglesia del Concilio Vaticano
II. La santidad es la meta del camino de conversión, pues esta “no es fin en sí
misma, sino proceso hacia Dios, que es santo. Ser santos es imitar a Dios es
imitar a Dios y glorificar su nombre en las obras que realizamos en nuestra vida
(cf. Mt. 5, 16)” (Propositio 29)” (Ecclesia in America, n. 30). La doctrina conciliar
siempre presenta la santidad como programa para realizar. 206
b) Cartas apostólicas.
Respecto a la importancia de la doctrina conciliar, un texto de la carta Tertio
millennio adveniente (10-XI-1994) escrita en preparación del gran Jubileo del
2000, coloca la vocación universal a la santidad al frente de la enumeración de los
frutos del Concilio: “En la Asamblea conciliar la Iglesia, queriendo ser plenamente
fiel a su Maestro, se planteó su propia identidad, descubriendo la profundidad de
su misterio de Cuerpo y Esposa de Cristo. Poniéndose en dócil escucha de la
Palabra de Dios, confirmó la vocación universal a la santidad; dispuso la reforma
de la liturgia, “fuente y culmen” de su vida, impulsó la renovación de muchos
aspectos de su existencia tanto a nivel universal como al de Iglesias locales; se
empeñó en la promoción de las distintas vocaciones cristianas: (…)” (Tertio
millennio adveniente, n. 19).
206
“La santidad del pueblo de Dios, a la cual se ordena el ministerio de santificación del Obispo, es don de la
gracia divina y manifestación de la primacía de Dios en la vida de la Iglesia. Por eso, en su ministerio debe
promover incansablemente una auténtica pastoral y pedagogía de la santidad, para realizar así el programa
propuesto en el capítulo quinto de la Constitución Lumen gentium sobre la vocación universal a la santidad”
(Pastores gregis, n. 41).
81
En cuanto a las aportaciones para una mayor comprensión de la noción de
vocación, un pasaje sumamente interesante se encuentra en la carta Dilecti amici
(31-III-1985) dirigida a los jóvenes: “Hay que observar aquí que, en el periodo
anterior al Concilio Vaticano II, el concepto de “vocación” se aplica ante todo
respecto al sacerdocio y a la vida religiosa, como si Cristo hubiera dirigido al joven
su “sígueme” evangélico únicamente para estos casos. El Concilio ha ampliado
esta visual. La vocación sacerdotal y religiosa ha conservado su carácter
particular y su importancia sacramental y carismática en la vida del pueblo de
Dios. Pero al mismo tiempo, la toma de conciencia, renovada por el Vaticano II, de
la participación universal de todos los bautizados en la triple misión de Cristo (tria
munera) profética, sacerdotal y real, así como la conciencia de la vocación
universal a la santidad, hacen ciertamente que toda vocación de vida humana, al
igual que la vocación cristiana, corresponda a la llamada evangélica” (Dilicti amici,
n. 9).
También la carta Litterae encyclicae (22-V-1988), dirigida a los religiosos con
ocasión del año Mariano, se refiere el Papa a la universalidad del “sígueme”: “Y
cuando Cristo nos elige, cuando nos dice “sígueme”, entonces –como proclama la
Carta a los Efesios-, “Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” nos elige en Él:
“Nos ha elegido en él antes de la creación del mundo… eligiéndonos de antemano
para ser sus hijos adoptivos… para alabanza de la gloria de su gracia, con la que
nos agració en el Amado”. Finalmente dándonos a conocer el misterio de su
voluntad, según el benévolo designio que él se propuso de antemano” (Ef 1, 46.9). – Estas palabras tienen un alcance universal, hablan de la elección eterna de
todos y de cada uno en Cristo, de la vocación a la santidad que es propia de los
hijos adoptivos de Dios. Al mismo tiempo, nos permiten profundizar en el misterio
de cada vocación, en concreto de la que es propia de las personas consagradas”
(Litterae Encyclicae, cap.II).
El aspecto pastoral de la realización efectiva de la santidad a la que somos
llamados queda reflejado en un conocido texto de la carta Novo milenio ineunte (6I-2001), en la que Juan Pablo II hace balance del año jubilar e impulsa a la Iglesia
a una nueva evangelización: “Conviene además descubrir en todo su valor
programático el capítulo V de la constitución dogmática Lumen gentium sobre la
Iglesia, dedicado a la “vocación universal a la santidad”. Si los Padres conciliares
concedieron tanto relieve a esta temática no fue para dar una especie de toque
espiritual a la eclesiología, sino más bien para poner de relieve una dinámica
intrínseca y determinante. Descubrir a la Iglesia como “misterio”, es decir, como
pueblo “congregado en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, llevaba
a descubrir también su “santidad”, entendida en su sentido fundamental de
pertenecer a Aquel que por excelencia es el Santo, el “Tres veces Santo” (cf. Is
6,3). (…) Este don de santidad, por así decir, objetiva, se da a cada bautizado. –
Pero el don se plasma a su vez en un compromiso que ha de dirigir toda la vida
cristiana: “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación” (1 Ts 4, 3). Es un
compromiso que no afecta sólo a algunos cristianos: “Todos los cristianos, de
82
cualquier clase o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la
perfección del amor”(LG 40)” (Novo millennio ineunte, n. 30).
En la Carta Misericordia Dei (2-V-2002), que trata sobre algunos aspectos de la
celebración del sacramento de la Penitencia, dice: “(…) Se reprueba cualquier uso
que restrinja la confesión a una acusación genérica o limitada a solo uno o más
pecados considerados más significativos. Por otro lado, teniendo en cuenta la
vocación de todos los fieles a la santidad, se les recomienda confesar también los
pecados veniales” (Misericordia Dei, n. 3).
3.5.3 La Catequesis Oral.
La referencia a la importancia de la doctrina va unida al recuerdo del Concilio.
A un grupo de obispos de los Estados Unidos en visita ad limina en marzo de
1988, el Papa les recordaba el gran don que supone esa doctrina y la necesidad
de aplicarla: “En el capítulo quinto de la Lumen gentium, la Iglesia ha hecho un
gran regalo a sus hijos e hijas al exponer con claridad la llamada universal a la
santidad: “Todos los cristianos, por tanto, están llamados y obligados a tender a la
santidad y a la perfección de su propio estado de vida” (LG 42). La aplicación de
este principio a las parejas de esposos, a los padres cristianos, a las viudas y a las
personas solas es de extrema importancia. La Iglesia es verdaderamente el
sacramento de la santidad para cada uno”. 207
Algunos textos de Juan Pablo II señalan a las vocaciones en la Iglesia como
modalidades y especificaciones de la llamada universal a la santidad: “Cualquier
consideración de la vida religiosa como un título nuevo especial de dar
cumplimiento a la llamada universal a la santidad dirigida a todo el pueblo de Dios,
nos lleva necesariamente a los aspectos eclesiásticos de la vida religiosa”. 208
La toma de conciencia de ser llamado a la santidad implica el querer cumplir la
voluntad concreta de Dios: “Tomar conciencia de la llamada universal a la
santidad, como el Concilio Vaticano II ha recordado a los fieles, presupone que se
descubra en la propia existencia la voluntad concreta de Dios, y que se tenga el
deseo de responder con generosidad. La vida ordinaria de los esposos y de todos
los fieles asume, a la luz de la fe y con el apoyo del Espíritu Santo, la dimensión
de un diálogo de la criatura con su Creador, del hombre con Dios, del hijo con el
Padre”. 209
En cuanto a la realización efectiva de la santidad a la que todo bautizado está
llamado, el Papa señala que constituye el objetivo de la actividad pastoral de la
207
Ibíd., Discurso a un grupo de obispos de Estados Unidos en visita “ad limina”, 5-III-1988: IGPII XI/1, p. 558.
Ibíd., Discurso a un grupo de Superiores y Superiores Generales de Institutos religiosos no católicos, 21-V1979: IGPII/1, p. 1185
209
Ibíd., Discurso a la V Asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la familia, 29-V-1987: IGPII X/2, p. 885.
208
83
Iglesia: “Toda nuestra actividad pastoral tiene como objetivo último la santificación
de los fieles (…). Es preciso descubrir lo que el concilio Vaticano II dice sobre la
vocación universal a la santidad”. 210
La urgencia pastoral en la realización vital de la llamada a la santidad se
manifiesta con diversos acentos: “fuerza interior de renovación eclesial” 211, “obra
de evangelización y mensaje edificante para el mundo”. Juan Pablo II indica,
también, la vía para la puesta en práctica de la santidad a la que estamos
llamados: “los ejemplos y enseñanzas de Jesús” y “las virtudes evangélicas” Y
desciende, además, a enumerar los medios necesarios para lograr la santidad de
vida; es decir, la oración, la participación en los sacramentos y en la vida eclesial –
sobre todo, en la eucaristía-, el cumplimiento de la voluntad de Dios iniciando por
los mandamientos, la abnegación de sí mismo y la práctica de las virtudes y el
servicio a los demás: “La Iglesia de Australia, en su servicio a la sociedad, no debe
marginar la importancia fundamental de la llamada universal a la santidad (…).
Esta santidad de vida exige la escucha de la palabra de Dios, una respuesta en la
oración de un corazón convertido, una participación gozosa en la vida de la
comunidad eclesial, obediencia a los mandamientos de Cristo, y un servicio
voluntario a los que se encuentran en la indigencia espiritual y material”. 212
En la catequesis del miércoles 20 de octubre de 1982: Utiliza el término
sacramento en el sentido de la tradición bíblico-patrística para referirse a la
sacramentalidad primordial del matrimonio creacional, re-creado por Cristo para
ser sacramento de la unión nupcial salvífica de Cristo y de la Iglesia. 213
El matrimonio cristiano “hunde sus raíces en el complemento natural que existe
entre el hombre y la mujer y se alimenta mediante la voluntad personal de los
esposos de compartir su proyecto de vida, lo que tienen y lo que son; por esto tal
comunión es el fruto y el signo de una exigencia profundamente humana. Pero en
Cristo el Señor, Dios asume esta exigencia humana, la confirma, la purifica y la
eleva, llevándola a la perfección con el sacramento del matrimonio: el Espíritu
Santo infundido en la celebración sacramental ofrece a los esposos cristianos el
don de una comunión nueva de amor, que es imagen viva y real de la
singularísima unidad que hace de la Iglesia el indivisible Cuerpo místico del Señor
Jesús” 214 Usando la imagen del esposo para hablar de Dios, Jesús muestra
cuánta paternidad y cuánto amor de Dios se reflejan en el amor de un hombre y de
una mujer que se unen en el matrimonio. Por medio del amor que nace en
ustedes, deben ver que Dios es amor. Cuando Cristo dice sígueme, su llamada
210
Ibíd., Discurso a los participantes en el jubileo de los Obispos, 7-X-2000.
Ibíd., Discurso a los obispos de Irlanda en visita “Ad limina”, 27-VIII-1987. IGPII X/3, p. 267.
212
Ibíd., Discurso a los obispos de Australia en la catedral de Sidney (Australia), 26-XI-1986: IGPII/2, p. 16601661.
213
Cit. Por CORPAS DE POSADA, I. Op. Cit. Ed. Bonaventuriana. Bogotá. D.C., Colombia. 2004. P. 539.
214
JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio sobre la misión de la familia cristiana en el
mundo actual (22 de noviembre de 1981), n. 9: AAS 74 (1982), 101-102.
211
84
quiere decir sígueme a mí que soy el esposo de la Iglesia. Cristo como esposo se
“entregó a sí mismo”, y a todos los esposos y esposas les enseña a entregarse
según la plena medida de la dignidad personal de cada uno y de cada una. Cristo
nos enseña el amor de esposos. Emprender el camino de la vocación matrimonial
significa aprender el amor marital constantemente, día a día, año tras año, amar
según el alma y el cuerpo 215
3.5.4 Exhortación Apostólica Familiaris Consortio. Ésta Exhortación apostólica,
analiza profundamente la identidad y la misión de la familia a la que califica como
“iglesia doméstica” y santuario de la vida. Afirma que “el matrimonio cristiano […]
constituye el lugar natural dentro del cual se lleva a cabo la inserción de la
persona humana en la gran familia de la Iglesia” (n. 15). Así la familia de Nazaret
ha de ser para nuestras familias y para nuestras comunidades objeto de oración
constante y confiada, además de modelo de vida. 216 Como en los otros
sacramentos el Espíritu Santo hace que el matrimonio sea memorial, actualización
y profecía, con la especificidad propia de este sacramento: “en cuanto memorial, el
sacramento les da [a los esposos] la gracia y el deber de recordar las obras
grandes de Dios, así como de dar testimonio de ellas ante los hijos ; en cuanto
actualización les da la gracia y el deber de poner por obra en el presente, el uno
hacia el otro y hacia los hijos, las exigencias de un amor que perdona y que
redime; en cuanto profecía les da la gracia y el deber de vivir y de testimoniar la
esperanza del futuro encuentro con Cristo” (FC, 13).
El encuentro con Jesús, Cristo y Señor, hace a los esposos partícipes del Espíritu
Santo, puesto que Cristo resucitado es la fuente del don del Espíritu, como Él
mismo había proclamado: Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que cree en
mí, como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía
refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no
había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado” (Jn 7, 37-39). El
Paráclito, siendo el Amor divino, dona a los esposos una nueva comunión de
amor: “el Espíritu Santo infundido en la celebración sacramental ofrece a los
esposos cristianos el don de una comunión nueva de amor, que es imagen viva y
real de la singularísima unidad que hace de la Iglesia el indisoluble Cuerpo místico
del Señor Jesús” (FC, 19).
Los padres, como principales y primeros educadores de sus hijos (cf. GE 3; FC 36;
c. 226 § 2) –y de modo similar quienes hacen sus veces-, tienen como católicos,
en virtud de su obligación y derecho de educar a la prole, “la obligación y el
derecho de elegir los medios e instituciones mediante los cuales, según las
circunstancias de cada lugar, puedan proveer mejor a la educación católica de sus
hijos” (c. 793 § 1). Y este deber-derecho implica también el derecho, ante la
215
JUAN PABLO II. Momentos de Paz. Bogotá 2009. p. 18.
Benedicto XVI. Discurso en la ceremonia de apertura de la Asamblea eclesial de la Diócesis de Roma VI-62005. GASCO CASESNOVES. El Papa con las Familias. Madrid. 2006. p. 4.
216
85
sociedad civil, a recibir las ayudas que necesitan para facilitar a sus hijos esa
educación (cf. c. 793 § 2; CCE, 2229).
Todos los pueblos, para dar un rostro verdaderamente humano a la sociedad, no
pueden ignorar el bien precioso de la familia, fundada sobre el matrimonio. “La
alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre Sí un
consorcio para toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los
cónyuges y a la generación y educación de la prole” (c. 1055), es el fundamento
de la familia 217 patrimonio y bien común de la humanidad. Mediante el bautismo (c.
849) 218, el hombre y la mujer son inseridos definitivamente en la Nueva y Eterna
Alianza, en la Alianza esponsal de Cristo con la Iglesia. Y debido a esta inserción
indestructible, la comunidad íntima de vida y de amor conyugal, fundada por el
Creador (GS 48), es elevada y asumida en la caridad esponsal de Cristo,
sostenida y enriquecida por su fuerza redentora. En virtud de la sacramentalidad
de su matrimonio, los esposos quedan vinculados uno a otro de la manera más
profundamente indisoluble. Su recíproca pertenencia es representación real,
mediante el signo sacramental, de la misma relación de Cristo con la Iglesia. (FC
13).
3.6 BENEDICTO XVI.
“El luminoso ejemplo de los santos despierta en nosotros
el gran deseo de ser como ellos siguiendo sus pasos,
para experimentar la alegría de quien se fía de Dios”.
Benedicto XVI.
… “Me propongo alentar, como hizo Juan Pablo II, “la estupenda novedad”, (FC
51), el Evangelio de la Familia”, cuyo valor es central para la Iglesia y la
sociedad. 219 El “sí” personal y recíproco del hombre y la mujer abre el espacio
para el futuro, para la auténtica humanidad de cada uno y, al mismo tiempo, está
destinado al don de una nueva vida. Por eso, este “sí” personal no puede por
menos de ser un “sí” también públicamente responsable, con el que los esposos
asumen la responsabilidad pública de la fidelidad, que garantiza asimismo el futuro
de la comunidad. El matrimonio como institución no es una injerencia indebida de
la sociedad o de la autoridad, una forma impuesta desde fuera en la realidad más
privada de la vida, sino una exigencia intrínseca del pacto del amor conyugal y de
la profundidad de la persona humana. La verdad del matrimonio y de la familia,
217
A los laicos que han elegido el matrimonio (cf. cc. 1055-1134) les compete dar testimonio de su misión
propiamente laical (cf. 225) en su vida matrimonial y familiar. En consecuencia, los padres están obligados a
educar integralmente a sus hijos, procurándoles una educación cristiana (cf. cc. 793, 795,1136). BENLLOCH
POVEDA Comentario al c. 226. CIC1983.
218
Este c. resume la fe de la Iglesia sobre el bautismo. Se trata siempre del bautismo de agua; dado que la
Iglesia no es sólo comunidad interior de gracia sino también sociedad visible, el signo que incorpora a ella es
también un signo visible (cf. SANTO THOMAS, Summa Theol., III, q. 66, a. 11 ad 2).
219
GASCÓ CASESNOVES, J. El Papa con las familias. Carta al Señor Cardenal Alfonso López Trujillo,
Presidente del Consejo Pontificio para la Familia. Benedicto XVI confirma el V Encuentro Mundial de las
Familias en Valencia Ed. BAC. Madrid. 2006. p. 3.
86
que hunde sus raíces en la verdad del hombre, se ha hecho realidad en la historia
de salvación, en cuyo centro están las palabras: ”Dios ama a su pueblo”. 220 En la
generación de los hijos el matrimonio refleja su modelo divino, el amor de Dios al
hombre.
3.6.1 La Verdad Del Matrimonio Y La Familia.
El “Evangelio de la Familia”, valor central para la Iglesia y la sociedad. La
familia cristiana tiene, hoy más que nunca, una misión nobilísima e ineludible,
como es transmitir la fe, que implica la entrega a Jesucristo, muerto y resucitado, y
la inserción en la comunidad eclesial. Los padres son los primeros
evangelizadores de los hijos, don precioso del Creador (cf. GS 50), comenzando
por la enseñanza de las primeras oraciones. Así se va construyendo un universo
moral enraizado en la voluntad de Dios, en el cual el hijo crece en los valores
humanos y cristianos que dan pleno sentido a la vida. 221
El significado del matrimonio y la familia en el plan de Dios. Fundamento
antropológico. El matrimonio y la familia no son, en realidad, una construcción
sociológica casual, fruto de situaciones históricas y económicas particulares. Al
contrario, la cuestión de la correcta relación entre el hombre y la mujer hunde sus
raíces en la esencia más profunda del ser humano y sólo a partir de ella puede
encontrar su respuesta. El hombre es creado a imagen de Dios, y Dios mismo es
amor. Por eso, la vocación al amor es lo que hace que el hombre sea la auténtica
imagen de Dios: es semejante a Dios en la medida en que ama.
En concreto, el “sí” personal y reciproco del hombre y de la mujer abre el espacio
para el futuro, para la auténtica humanidad de cada uno y, al mismo tiempo, está
destinado al don de una nueva vida. Por eso, este “sí” personal no puede por
menos de ser un “sí” también públicamente responsable, con el que los esposos
asumen la responsabilidad pública de la fidelidad, que garantiza asimismo el futuro
de la comunidad. El matrimonio como institución no es una injerencia indebida de
la sociedad o de la autoridad, una forma impuesta desde fuera en la realidad más
privada de la vida, sino una exigencia intrínseca del pacto del amor conyugal y de
la profundidad de la persona humana. Así pues, la Familia de Nazaret ha de ser
para nuestras familias y para nuestras comunidades objeto de oración constante y
confiada, además de modelo de vida. 222
220
Ibíd., p. 7.
Carta al Señor Cardenal Alfonso López Trujillo, Presidente del Consejo Pontificio para la Familia, Benedicto
XVI confirma el V Encuentro Mundial de las Familias en Valencia (martes, 17 de mayo de 2005). GASCÓ
CASESNOVES J. Op.Cit., p. 3-4.
222
Discurso en la Ceremonia de apertura de la Asamblea eclesial de la Diócesis de Roma (lunes, 6 de Junio
de 2005). GASCÓ CASESNOVES J. Op.Cit., p. 5-12.
221
87
El matrimonio, “patrimonio de la humanidad”. Son muchísimos los hogares
que dan una respuesta generosa al Señor, y, además, abundan las experiencias
pastorales, signo de una nueva vitalidad, en las que, a través de una mejor
preparación para el matrimonio, se fortalece la identidad de la familia. Vuestro
deber de pastores es presentar en toda su riqueza el valor extraordinario del
matrimonio que, como institución natural, es “patrimonio de la humanidad”. Por
otra parte, se elevación a la altísima dignidad de sacramento debe ser
contemplada con gratitud y estupor, como ya lo exprese recientemente al afirmar
que “el valor de sacramento que el matrimonio asume en Cristo significa, por
tanto, que el de la creación fue elevado a gracia de redención. La gracia de Cristo
no se añade desde fuera a la naturaleza del hombre, no le hace violencia, sino
que la libera y la restaura, precisamente al elevarla más allá de sus propios
límites”. 223
De la bondad del Creador brota el don del amor entre un hombre y una
mujer. En esta encíclica quiero mostrar el concepto de amor en sus diversas
dimensiones. Hoy, en la terminología que se conoce, “amor” aparece a menudo
muy lejano de lo que piensa un cristiano al hablar de caridad. Por mi parte, quiero
mostrar que se trata de un único movimiento con varias dimensiones. El “eros”,
don del amor entre un hombre y una mujer, viene de la misma fuente, la bondad
del Creador, así como la posibilidad de un amor que renuncia a si mismo a favor
del otro. El “eros” se transforma en “agapé” en la medida en que los dos se aman
realmente y uno ya no se busca a sí mismo, su alegría, su placer, sino que busca
sobre todo el bien del otro. Y así este amor, que es “eros”, se transforma en
caridad, en un camino de purificación, de profundización. A partir de la propia
familia se abre hacia la familia más grande: hacia la familia de la sociedad, hacia
la familia de la Iglesia, hacia la familia del mundo.
En la práctica, la Iglesia, también como Iglesia, como comunidad, de modo
institucional, debe amar. Y esta “caritas” no es pura organización, como otras
organizaciones filantrópicas, sino expresión necesaria del acto más profundo del
amor personal con que Dios nos ha creado, suscitando en nuestro corazón el
impulso hacia el amor, reflejo del Dios Amor, que nos hace a su imagen. 224
A la imagen cristiana de Dios corresponde el matrimonio indisoluble entre
un hombre y una mujer. (…) La palabra “amor” hoy está tan devaluada, tan
gastada, y se ha abusado tanto de ella, que casi se quiere evitar nombrarla… no
podemos abandonarla; debemos retomarla, purificarla y devolverle su esplendor
originario, para que pueda iluminar nuestra vida y guiarla por el camino recto. En
una época en la que la hostilidad y la avidez son sumamente fuertes; en una
223
Discurso a los Presidentes de las Comisiones Episcopales para la Familia y la Vida de América Latina
(Sábado, 3 de Diciembre de 2005). Ibíd. p. 13-14.
224
Audiencia general. Benedicto XVI anuncia la publicación de la encíclica “Deus caritas est” (miércoles, 18 de
enero de 2006). Ibíd., p. 16-17.
88
época en la que asistimos al abuso de la religión hasta la apoteosis del odio, la
sola racionalidad neutra no es capaz de protegernos. Necesitamos al Dios vivo,
que nos ha amado hasta la muerte. Así en esta encíclica, los temas “Dios”, “Cristo”
y “Amor” se funden como guía central de la fe cristiana. La primera parte de la
encíclica, teórica, habla de la esencia de la esencia del amor; y una segunda, que
trata de la caridad eclesial, de las organizaciones caritativas. Pero a mí me
interesaba precisamente la unidad de los dos temas, que sólo se comprenden
bien si se ven como unidad. El matrimonio basado en un amor exclusivo y
definitivo icono de la relación de Dios con su pueblo, y viceversa, el modo de amar
de Dios se convierte en la medida del amor humano. 225
El matrimonio, icono de la relación de Dios con su pueblo y viceversa. “Dios
es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1Jn
4,16). Estas palabras de la Primera carta de Juan expresan con claridad meridiana
el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente
imagen del hombre y de su camino. Además, en este mismo versículo, Juan nos
ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: “Nosotros
hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él”.
Los antiguos griegos dieron el nombre de eros 226 al amor entre el hombre y la
mujer, que no nace del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se
impone al ser humano. Digamos de antemano que el Antiguo Testamento griego
usa sólo dos veces la palabra eros, mientras que el Nuevo Testamento nunca la
emplea: de los tres términos griegos relativos al amor –eros, philia (amor de
amistad) y ágape-, los escritos neotestamentarios prefieren este último, que en el
lenguaje griego estaba dejado de lado. El amor de amistad (philia), a su vez, es
aceptado y profundizado en el evangelio de Juan para expresar la relación entre
Jesús y sus discípulos. La fe cristiana, por el contrario ha considerado siempre al
hombre como uno en cuerpo y alma, en el cual espíritu y materia se compenetran
recíprocamente, adquiriendo ambos, precisamente así, una nueva nobleza.
Ciertamente el eros quiere remontarnos “en éxtasis” hacia lo divino, llevarnos más
allá de nosotros mismos, pero precisamente por eso necesita seguir un camino de
ascesis, renuncia, purificación y recuperación. Ahora el amor es ocuparse del otro,
y preocuparse por el otro. Ya no se busca así mismo, sumirse en la embriaguez de
la felicidad, sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia,
está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca. El matrimonio basado en el amor
225
Discurso a los participantes en un Congreso Internacional organizado por el Consejo Pontificio “Cor Unum”.
Benedicto XVI presenta la encíclica “Dios es amor” (lunes, 23 de Enero de 2006). Ibíd., pp.17-19.
226
Resulta así evidente que el eros necesita disciplina y purificación para dar al hombre, no el placer de un
instante, sino un modo de hacerle pregustar en cierta manera lo más alto de su existencia, esa felicidad a la
que tiende todo nuestro ser. Sólo cuando ambos se funden verdaderamente en una unidad, el hombre es
plenamente él mismo. Únicamente de este modo el amor –el eros- puede madurar hasta su verdadera
grandeza. El eros, degradado a puro “sexo”, se convierte en mercancía, en simple “objeto” que se puede
comprar y vender; más aún, el hombre mismo se transforma en mercancía. GASCÓ CASESNOVES J.
Op.Cit., p.21-22.
89
exclusivo y definitivo se convierte en icono de la relación de Dios con su pueblo y,
viceversa, el modo de amar de Dios se convierte en la medida del amor humano.
Esta estrecha relación entre eros y matrimonio que presenta la Biblia no tiene
prácticamente paralelo alguno en la literatura fuera de ella. 227
Aprender la totalidad del amor en la paciencia del crecimiento y de la
maduración. Con su palabra, Dios se dirige a nuestra inteligencia, a nuestra
voluntad y a nuestros sentimientos, de modo que podamos aprender a amarlo
“con todo el corazón y con toda el alma”. El amor, de hecho, no nos lo
encontramos ya listo de repente, sino que madura; por así decirlo, nosotros
podemos aprender lentamente a amar de modo que el amor comprometa todas
nuestras fuerzas y nos abra el camino de una vida recta. En la encíclica hablo de
un camino de purificación y de maduración necesaria para que la verdadera
promesa del “eros” pueda cumplirse. El lenguaje de la tradición de la Iglesia ha
llamado a este proceso “educación en la castidad”, que, en definitiva, no significa
otra cosa que aprender la totalidad del amor en la paciencia del crecimiento y de la
maduración. 228
Traer hijos al mundo requiere que el eros egoísta se realice en un ágape
creativo, arraigado en la generosidad. Los padres, los educadores y los
responsables de la comunidad, si quieren ser fieles a su vocación, no pueden
renunciar a su deber de proponer a los niños y a los jóvenes la tarea de elegir un
proyecto de vida orientado a la felicidad auténtica, capaz de distinguir entre la
verdad y la falsedad, el bien y el mal, la justicia y la injusticia, el mundo real y el
mundo de la “realidad virtual”… 229
Los procesos de nulidad matrimonial: un servicio a la verdad. La mayor
contribución de esa Instrucción, que espero sea aplicada íntegramente por los
agentes de los tribunales eclesiásticos, consiste en indicar en qué medida y de
qué modo deben aplicarse en las causas la nulidad matrimonial las normas
contenidas en los cánones relativos al juicio contencioso ordinario, cumpliendo las
normas especiales dictadas para las causas sobre el estado de las personas y
para las de bien público. El proceso canónico de nulidad del matrimonio constituye
esencialmente un instrumento para certificar la verdad sobre el vínculo conyugal.
Por consiguiente, su finalidad constitutiva no es complicar inútilmente la vida a los
fieles, ni mucho menos fomentar su espíritu contencioso, sino sólo prestar un
servicio a la verdad. Pero es una obligación grave hacer que la actuación
institucional de la Iglesia en los tribunales sea cada vez más cercana a los fieles.
Además, la sensibilidad pastoral debe llevar a esforzarse por prevenir las
227
Carta encíclica: “Deus caritas est” sobre el amor cristiano Selección de textos (25 de Diciembre de 2005).
Ibíd., p. 19-29.
228
El Papa presenta la encíclica “Deus caritas est” a los lectores de la revista “Famiglia Cristiana” (martes, 7
de Febrero de 2006). Ibíd., p. 30-31.
229
Mensaje a la XII Sesión Plenaria de la Academia Pontifica de Ciencias Sociales (jueves, 27 de abril de
2006). Ibíd., p. 32.
90
nulidades matrimoniales cuando se admite a los novios al matrimonio y a procurar
que los cónyuges resuelvan sus posibles problemas y encuentren el camino de la
reconciliación. Sin embargo, la misma sensibilidad pastoral ante las situaciones
reales de las personas debe llevar a salvaguardar la verdad y a aplicar las normas
previstas para protegerla en el proceso. 230
Amar el amor humano: la herencia de Juan Pablo II sobre el matrimonio y la
familia.
Discurso al Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia
(jueves, 11 de mayo de 2006).
La idea de “enseñar a amar” ya acompañó al joven sacerdote Karol “Wojtyla y
sucesivamente lo entusiasmó, cuando, siendo un joven obispo, afrontó los difíciles
momentos que siguieron a la publicación de la profética y siempre actual encíclica
de mi predecesor Pablo VI, la Humanae vitae. Fue en esa circunstancia cuando
comprendió la necesidad de emprender un estudio sistemático de este tema. Esto
constituyó el sustrato de esa enseñanza que luego ofreció a toda la Iglesia en sus
“Catequesis sobre el amor humano”. Subrayaba de esta manera dos elementos
fundamentales que en estos años habéis tratado de profundizar y que configuran
la novedad misma de vuestro Instituto como realidad académica con una misión
específica dentro de la Iglesia. 231
En mi reciente encíclica he querido subrayar cómo precisamente a través del amor
se expresa “la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del
hombre y de su camino” (DCE 1). Es decir, se sirvió del camino del amor para
revelar el misterio de su vida trinitaria. Además, la íntima relación que existe entre
la imagen de Dios amor y el amor humano nos permite comprender que “a la
imagen del Dios monoteísta corresponde el matrimonio monógamo. El matrimonio
basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación del
Dios con su pueblo y viceversa, el modo de amar de Dios se convierte en la
medida del amor humano” (DCE 11). El auténtico amor se transforma en una luz
que guía toda la vida hacia la plenitud, generando una sociedad humanizada para
el hombre. La comunión de vida y de amor, que es el matrimonio, se conforma de
este modo como un auténtico bien para la sociedad.
230
Discurso a los prelados auditores, defensores del vínculo y abogados de la Rota Romana (Sábado, 28 de
enero de 2006) Ibíd., p. 33-37.
231
El primer elemento es que el matrimonio y la familia están arraigados en el núcleo más íntimo de la verdad
sobre el hombre y su destino. La Sagrada Escritura revela que la vocación al amor forma parte de esa
auténtica imagen de Dios que el Creador ha querido imprimir en su criatura, llamándola a hacerse semejante
a él precisamente en la medida en la que está abierta al amor. Un segundo elemento caracteriza la novedad
de la enseñanza de Juan Pablo II sobre el amor humano: su manera original de leer el plan de Dios en la
convergencia entre la revelación y la experiencia humana. En Cristo, de hecho, plenitud de la revelación del
amor del Padre, se manifiesta también la verdad plena de la vocación al amor del hombre, que sólo puede
encontrarse plenamente en la entrega sincera de uno mismo. GASCÓ CASESNOVES J. Op. Cit., p. 39-40.
91
El amor redentor del Verbo encarnado debe convertirse para cada matrimonio y en
cada familia en “fuentes de agua viva en medio de un mundo sediento” (DCE 42).
3.6.2 Vocación y Misión de la Familia.
Competencia profesional, sentido de la familia, sentido cívico y virtudes
sociales: vocación y misión de los fieles laicos según el CEV II.
Oración del Ángelus (domingo; 13 de noviembre de 2005)
El Concilio prestó gran atención al papel de los fieles laicos, dedicándoles todo un
capítulo –el cuarto—de la constitución Lumen gentium sobre la Iglesia, para definir
su vocación y su misión, enraizada en el bautismo y en la confirmación, y
orientadas a “buscar el reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y
ordenándolas según Dios” (n. 31). Además, para los laicos son de gran
importancia la competencia profesional, el sentido de la familia, el sentido cívico y
las virtudes sociales. Aunque es verdad que están llamados individualmente a dar
su testimonio personal, particularmente valioso allí donde la libertad de la Iglesia
encuentra obstáculos, sin embargo, el Concilio insiste en la importancia del
apostolado organizado, necesario para influir en la mentalidad general, en las
condiciones sociales y en las instituciones (cf. LG 18). A este respecto, los padres
impulsaron las múltiples asociaciones de laicos, insistiendo también es su
formación para el apostolado. Al tema de la vocación y la misión de los laicos el
amado Papa Juan Pablo II quiso dedicar la Asamblea sinodal de 1987, tras, la cual
se publicó la exhortación apostólica Chistifideles laici.
El testimonio de una vida familiar ejemplar es indispensable para la
renovación moral de la sociedad.
Discurso al segundo grupo de obispos de Polonia en visita “ad limina Apostolorum”
(sábado, 3 de diciembre de 2005).
(…) Durante su primera peregrinación a Polonia, Juan Pablo II dijo: “De la cruz de
Nowa Huta ha comenzado la nueva evangelización: la evangelización del
segundo milenio. Esta Iglesia lo testimonia y lo confirma. Ella ha nacido de una
viva y consciente fe. La evangelización del nuevo milenio debe fundarse en la
doctrina del Concilio Vaticano II. Debe ser, como enseña el mismo Concilio, tarea
común de los obispos, de los sacerdotes, de los religiosos y de los seglares, obra
de los padres y de los jóvenes” 232
232
“Homilia para los obreros en Nowa Huta” (9-6-1979), n.3: L´Osservatore Romano, edición en lengua
española (24-6-1979) 8.
92
Con estas breves palabras estableció el fin: despertar una fe “viva, consciente y
responsable”. En nuestra reflexión sobre el papel de los laicos en la obra de
evangelización nos introducen las palabras de mi gran predecesor: “Los laicos
pueden realizar su vocación en el mundo y alcanzar la santidad no sólo
comprometiéndose activamente a favor de los pobres y los necesitados, sino
también animando con espíritu cristiano la sociedad mediante el cumplimiento de
sus deberes profesionales y con el testimonio de una vida familiar ejemplar”
(¡Levantaos, vamos!, p. 107). En tiempos en que –como escribió Juan Pablo II—“la
cultura europea da la impresión de ser una “apostasía silenciosa” por parte del
hombre autosuficiente, que vive como si Dios no existiera” (EE 99), la Iglesia no
cesa de anunciar al mundo que Jesucristo es su esperanza.
Uno de los principales objetivos de la actividad del laicado es la renovación moral
de la sociedad, que no puede ser superficial, parcial e inmediata. Debería
caracterizarse por una profunda transformación en el ethos de los hombres, es
decir, por la aceptación de una oportuna jerarquía de valores, según la cual se
formen las actitudes. Y Tarea específica del laicado es la participación en la vida
pública y en la política. Los laicos comprometidos en la vida política deben dar un
testimonio valiente y visible de los valores cristianos, que hay que reafirmar y
defender en el caso de que sean amenazados. Lo harán públicamente tanto en los
debates de carácter político como en los medios de comunicación social. 233
La acción apostólica misionera de la familia en la Nueva Evangelización.
Discurso a la Comunidad del Camino Neocatecumenal (jueves, 12 de enero de
2006).
Queridas familias, podéis testimoniar con vuestra historia que el Señor no
abandona a los que se encomiendan a él. Seguid difundiendo el evangelio de la
vida. Dondequiera que os conduzca vuestra misión, dejaos iluminar por las
consoladoras palabras de Jesús: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y
todas esas cosas se os darán por añadidura “y también: “No os preocupéis del
mañana: el mañana ya tendrá sus propias inquietudes” (Mt 6, 33-34). En un
mundo que busca certezas humanas y seguridades terrenas, mostrad que Cristo
es la roca firme sobre la cual constituir el edificio de la propia existencia, y que la
confianza depositada en él jamás queda defraudada. La Sagrada Familia de
Nazaret os proteja y sea vuestro modelo. 234
233
234
GASCÓ CASESNOVES J. Op. Cit., p. 49.
Ibíd., p. 5.
93
3.6.3 La Preocupación Pastoral De La Iglesia Por El Matrimonio Y La Familia.
El cuidado de la pastoral familiar ante los graves desafíos de la sociedad.
Carta al Señor Cardenal Francisco Javier Errázuris Ossa. Arzobispo de Santiago
de Chile, Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Sábado, 14 de mayo
de 2005).
(…) Deseo recomendar igualmente a la reflexión del CELAM el cuidado de la
pastoral de la familia, asediada en nuestros tiempos por graves desafíos,
representados por las diversas ideologías y costumbres que minan los
fundamentos mismos del matrimonio y de la familia cristiana. Hay que poner un
acento especial en la catequesis familiar y en la promoción de una positiva y
correcta visión del matrimonio y de la moral conyugal, contribuyendo de esta forma
a la formación de familias genuinamente cristianas, que brillen por la vivencia de
los valores del Evangelio. Una familia cristiana, verdadera “iglesia doméstica”, será
también semillero de abundantes y santas vocaciones. 235
La familia, lugar donde madura la vocación humana y cristiana. Carta a la
Conferencia Episcopal Española con motivo de la peregrinación nacional al
Santuario de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza (jueves, 19 de mayo de 2005).
Acompañada de la solicitud paterna de José, María acogió a su Hijo. En el hogar
de Nazaret Jesús alcanzó su madurez, dentro de una familia, humanamente
espléndida y transida del misterio divino, y que sigue siendo modelo para todas las
familias. A este respecto, en la convivencia doméstica la familia realiza su
vocación de vida humana y cristiana, compartiendo los gozos y expectativas en un
clima de comprensión y ayuda reciproca. Por eso, el ser humano, que nace, crece
y se forma en la familia, es capaz de emprender sin incertidumbres el camino de
bien, sin dejarse desorientar por modas o ideologías alienantes de la persona
humana. (…). 236
El carácter único a la misión propia de la familia fundada en el matrimonio.
Discurso a la LIV Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana (lunes,
30 de mayo de 2005).
(…) Una cuestión neurálgica, que requiere nuestra máxima atención pastoral, es la
familia. En Italia, mucho más que en otros países, la familia representa en verdad
la célula fundamental de la sociedad; está profundamente arraigada en el corazón
235
236
Ibíd., p. 53.
Ibíd., p. 54.
94
de las generaciones jóvenes y afronta múltiples problemas, ofreciendo apoyo y
remedio a situaciones a que, de otro modo serán desesperadas.
Por eso, ya desde hace mucho tiempo, los obispos italianos habéis unido vuestra
voz a la de Juan Pablo II, ante todo para defender el carácter sagrado de la vida
humana y el valor de la institución matrimonial, pero también para promover el
papel de la familia en la Iglesia y en la sociedad, solicitando medidas económicas
y legislativas que sostengan a las jóvenes familias en la generación y educación
de los hijos. En efecto como afirmó Juan Pablo II, ellos son la esperanza de la
Iglesia; pero en el mundo de hoy también están particularmente expuestos al
peligro de ser “llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina”
(Ef. 4, 14). Por consiguiente, necesitan ayuda para crecer y madurar en la fe: éste
es el primer servicio que deben recibir de la Iglesia, y especialmente de nosotros,
obispos, y de nuestros sacerdotes. 237
Convocados a anunciar y testimoniar el evangelio de la vida y de la familia.
Discurso a una peregrinación de la Diócesis de Verona en la conclusión de su
Sínodo Diocesano (sábado, 4 de junio de 2005).
La familia está llamada a ser “intima comunidad de vida y amor” (GS 48), porque
está fundada en el matrimonio indisoluble. Ojalá que, a pesar de las dificultades y
los condicionamientos sociales y culturales del actual momento histórico, los
esposos cristianos no cesen de ser, con su vida, signo del amor fiel de Dios; que
colaboren activamente con los sacerdotes en la pastoral de los novios, de los
matrimonios jóvenes de las familias, y en la educación de las nuevas
generaciones. 238
La vida familiar, elemento unificador de la sociedad.
Discurso a los obispos de Sudáfrica, Botswana, Suazilandia Namibia y Lesotho en
visita “ad limina Apostolorum” (viernes, 10 de junio de 2005).
Queridos hermanos en el episcopado comparto vuestra profunda preocupación
por la devastación causada por el sida y las enfermedades relacionadas con él.
Oro a Dios especialmente por las viudas, los huérfanos, las jóvenes madres y
todos aquellos cuyas vidas han quedado destrozadas por esta cruel epidemia. Os
exhorto a continuar vuestros esfuerzos por combatir este virus, que no sólo mata,
sino que también pone seriamente en peligro la estabilidad social y económica del
continente. La Iglesia católica ha estado siempre a la vanguardia tanto en la
prevención como en la curación de esta enfermedad. La doctrina tradicional de la
Iglesia ha resultado ser el único método seguro para prevenir la difusión del sida.
237
238
Ibíd., p. 55-56.
Ibíd., p. 57-58.
95
Por esta razón, “el afecto, la alegría, la felicidad y la paz que proporcionan el
matrimonio cristiano y la fidelidad, así como la seguridad que da la castidad,
deben ser siempre presentados a los fieles, sobre todo a los jóvenes”. 239
La Iglesia debe acoger con amor a los divorciados vueltos a casar.
Discurso a los sacerdotes de la Diócesis de Aosta, en la iglesia parroquial de
Introd (lunes, 25 de julio de 2005).
Yo diría que es particularmente dolorosa la situación de los que se casaron por la
Iglesia, pero no eran realmente creyentes y lo hicieron por tradición, y luego,
hallándose en un nuevo matrimonio inválido se convierten, encuentran la fe y se
sienten excluidos del Sacramento. Realmente se trata de un gran sufrimiento.
En cualquier caso, me parecen muy importantes dos aspectos. El primero:
aunque no pueden acudir a la Comunión sacramental, no están excluidos del amor
de la Iglesia y del amor de Cristo. Ciertamente, una Eucaristía sin la Comunión
sacramental inmediata no es completa, le falta algo esencial. Sin embargo,
también es verdad que participar en la Eucaristía sin Comunión eucarística no es
igual a nada; siempre implica verse involucrados en el misterio de la cruz y de la
resurrección de Cristo. Siempre implica participar en el gran Sacramento, en su
dimensión espiritual y pneumática; también es u dimensión eclesial, aunque no
sea estrictamente sacramental. 240
La familia viva, célula primera de la sociedad.
Encuentro con los obispos de Alemania en la Piussaal del Seminario de Colonia,
con motivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud (domingo, 21 de Agosto de
2005).
(…) El otro aspecto que me preocupa mucho es la pastoral familiar. Vemos la
amenaza que se cierne sobre las familias mientras tanto, también instancias laicas
reconocen cuán importante es que la familia viva como célula primaria de la
sociedad, que los hijos puedan crecer en un clima de comunión entre las
generaciones, para que exista una continuidad entre presente, pasado y futuro, y
se dé también la continuidad de los valores, de forma que aumente la capacidad
de permanecer y de vivir juntos: esto es lo que permite edificar un país en
comunión. 241
239
JUAN PABLO II. Exhortación apostólica Ecclesia in Africa (1995).
GASCÓ CASESNOVES J. Op.Cit., p. 59-60.
241
Ibíd., p. 61-62.
240
96
La familia, escuela fundamental de formación cristiana.
Discurso a los obispos de la República Checa en visita “ad limina Apostolorum”
(sábado, 18 de noviembre de 2005).
Correlativamente a este punto programático de vuestro compromiso pastoral,
habéis dedicado vuestra atención a la “familia ampliada”, que es la parroquia,
conscientes de que en este ámbito el creyente experimenta la Iglesia como
Cuerpo místico de Cristo y aprende a vivir la dimensión social de la fe. Desde este
punto de vista, es muy importante la inserción de los laicos en la actividad
parroquial y su introducción a una sana y rica vida litúrgica. La comunidad cristiana
es un grupo de personas con sus reglas, un cuerpo vivo que, en Jesús, esta en el
mundo para testimoniar la fuerza del Evangelio. Por tanto, se trata de un conjunto
de hermanos y hermanas que no buscan el poder o un interés egoísta, sino que
viven con alegría la caridad de Dios que es Amor. 242
El papel del voluntariado en defensa del matrimonio y la familia, de la vida
humana y de la educación.
Discurso al tercer grupo de obispos de Polonia en visita “ad limina Apostolorum”
(sábado, 17 de diciembre de 2005).
(…) Juntamente con las iniciativas internacionales y nacionales, se están
desarrollando también varias formas de voluntariado, que tienen como fin la ayuda
a los necesitados presentes en su ambiente. En los centros de acogida, en los
dormitorios para los que no tienen casa, para las personas dependientes, para las
madres solas y víctimas de la violencia, colaboran personas dispuestas a dedicar
gran parte de su tiempo al servicio de los demás. También ayudan a los enfermos,
a las personas solas, a las familias numerosas y a las que viven en la indigencia, a
las personas con discapacidades físicas o mentales. Se organizan centros de
intervención en casos de crisis, unidades operativas al servicio de las personas
que atraviesan cualquier tipo de dificultad que la vida puede reservar. Es
inapreciable la labor de estas personas, que se inspiran en el ejemplo del
samaritano evangélico. Es preciso sostenerla y animarla. 243
La familia, un beneficio para la cohesión social.
Discurso al segundo grupo de obispos de la República Democrática del Congo en
visita “ad limina Apostolorum” (lunes, 6 de febrero de 2006).
(…) La evangelización de la familia constituye asimismo una prioridad pastoral. Es
242
243
Ibíd., p. 64-65.
Ibíd., p. 65.
97
importante alentar a los católicos, en todos los niveles de la vida diocesana y
social, a perseverar y promover los valores fundamentales de la familia. Con este
espíritu conviene prestar atención a la preparación humana y espiritual de las
parejas y al seguimiento pastoral de las familias, recordando la dignidad eminente
del matrimonio cristiano, único e indisoluble, y proponiendo una espiritualidad
conyugal sólida, para que las familias crezcan en santidad. 244
La familia cristiana, unidad básica de vida y de construcción de la “familia de
Dios”.
Discurso a los obispos de Senegal, Mauritania, Cabo verde y Guinea Bissau en
visita “ad limina Apostolorum” (lunes, 20 de Febrero de 2006).
Extendiendo ahora la mirada a los diversos países, veo que una de las prioridades
pastorales de vuestras diócesis es, con razón, la familia cristiana. Sin ella, faltaría
la unidad básica de vida y de construcción de la “familia de Dios”, como la Iglesia
en vuestro continente se reconoció y se propuso ser en la asamblea sinodal de
1994. No podrá considerarse realmente insertada o encarnada mientras el ideal
cristiano de vida familiar no arraigue en el pueblo africano. 245
El Papa alienta a los sacerdotes a defender la vida y la familia.
Encuentro con los sacerdotes y diáconos de la Diócesis de Roma (jueves, 2 de
marzo de 2006).
Grandes programas, palabras que podáis decir a las madres. Decidles
simplemente: el Papa os da las gracias. Os expresa su gratitud porque habéis
dado la vida, porque queréis ayudar a esta vida que crece y así queréis construir
un mundo humano, contribuyendo a un futuro humano. Y no lo hacéis sólo dando
la vida biológica, sino también comunicando el centro de la vida, dando a conocer
a Jesús, introduciendo a vuestros hijos en el conocimiento de Jesús en la amistad
con Jesús. Éste es el fundamento de toda catequesis. Por consiguiente, es preciso
dar las gracias a las madres, sobre todo porque han tenido la valentía de dar la
vida. Y es necesario pedir a las madres que completen ese dar la vida
comunicando la amistad con Jesús. 246
El amor conyugal responsable, fundamento de la estabilidad familiar y
social.
Discurso a los obispos de Camerúm en visita “ad limina Apostolorum” (Sábado, 18
de marzo de 2006).
244
Ibíd., p. 67.
Ibíd., p. 68.
246
Ibíd., p. 69.
245
98
En vuestras relaciones quinquenales destacáis los mayores desafíos que afronta
la familia. Sufre directamente los efectos devastadores de una sociedad que
propone modos de actuar que frecuentemente la debilitan. Por eso, es preciso
promover una pastoral familiar que ofrezca a los jóvenes una educación afectiva y
moral exigente, preparándolos para comprometerse a vivir el amor conyugal de
manera responsable, condición tan importante para la estabilidad de las familias y
de toda la sociedad. Ojalá que mediante una formación inicial y permanente
ayudéis a las familias cristianas a percibir la grandeza y la importancia de su
vocación, exhortándolas sin cesar a renovar su comunión a través de la fidelidad
diaria a la promesa de la entrega mutua total, única y exclusiva, que implica el
matrimonio. 247
Para el cristiano el matrimonio es un camino de santidad.
Discurso a los obispos de Costa de Marfil en visita “ad limina Apostolorum” (lunes,
3 de abril de 2006).
Con frecuencia, la poligamia o la cohabitación de hecho, sin celebración religiosa,
son los obstáculos mayores. Así pues, es necesario proseguir sin descanso el
esfuerzo que habéis emprendido para hacer que se acepte mejor, sobre todo por
los jóvenes, que para el cristiano el matrimonio es un camino de santidad. “El
matrimonio exige un amor indisoluble; gracias a esta estabilidad, puede contribuir
eficazmente a realizar totalmente la vocación bautismal de los esposos” (EAf
83). 248
El matrimonio cristiano consagra la unión monógama e indisoluble entre un
hombre y una mujer.
Discurso a los obispos de Ghana en visita “ad limina Apostolorum” (lunes, 24 de
abril de 2006).
Al examinar vuestras relaciones quinquenales, he notado que muchos de vosotros
os preocupáis por la correcta celebración del matrimonio cristiano en Ghana.
Comparto vuestra preocupación y, por tanto, invito a los fieles a poner el
sacramento del matrimonio en el centro de su vida familiar. 249
247
Ibíd., p. 75.
Ibíd., p. 75-76.
249
Ibíd., p. 76.
248
99
3.6.4 La Responsabilidad Del Estado Y La Sociedad Ante El Matrimonio Y La
Familia.
El respeto de la vida y la familia ante los avances técnicos y las nuevas
leyes.
Discurso al nuevo Embajador de Suiza ante la Santa Sede (jueves, 16 de junio de
2005).
Conciernen a las cuestiones delicadas de la transmisión de la vida, la enfermedad
y el fin de la vida, pero también al lugar de la familia y al respecto del matrimonio.
Sobre todas estas cuestiones relativas a los valores fundamentales la Iglesia
católica se ha expresado claramente mediante la voz de sus pastores, y seguirá
haciéndolo cuando sea necesario, para recordar sin cesar la inalienable grandeza
de la dignidad humana, que exige el respeto de los derechos humanos y ante
todo, el derecho a la vida. 250
La protección de la familia, la defensa de la vida humana y el derecho de
libre elección educativa.
Discurso durante la visita al Presidente de Italia, Carlo Azeglio Ciampi, en el
Palacio del Quirinal (viernes, 24 de junio de 2005)
Aludo al problema de la protección de la familia fundada en el matrimonio, tal
como la reconoce también la Constitución italiana (art. 29), al problema de la
defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural y, por último,
al problema de la educación y consiguientemente de la escuela, lugar
indispensable para la formación de las nuevas generaciones.
La Iglesia, acostumbrada a escrutar la voluntad de Dios inscrita en la naturaleza
misma de la criatura humana, ve en la familia un valor importantísimo que es
preciso defender contra cualquier ataque encaminado a minar su solidez y a poner
en tela de juicio su misma existencia.
Por otra parte, en la vida humana la Iglesia reconoce un bien primario,
presupuesto de todos los demás bienes, y por eso pide que se respete tanto en su
inicio como en su fin, aun destacando el deber de prestar adecuados cuidados
paliativos que hagan que la muerte sea más humana. 251
250
251
Ibíd., p. 78.
Ibíd., p. 79.
100
El peligro de una democracia sin valores: el totalitarismo visible o
encubierto.
En la encíclica Centesimus annus Juan Pablo II advertía que “una democracia sin
valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como
demuestra la historia” (n. 46), puesto que, sin una verdad última que guíe y oriente
la acción política, “las ideas y las convicciones humanas pueden ser
instrumentalizadas fácilmente para fines de poder” (Ibíd.). 252
El matrimonio no es equivalente a otras formas de uniones.
Discurso al nuevo Embajador de la República de México ante la Santa Sede
(viernes, 23 de septiembre de 2005).
(…) Ante el creciente laicismo, que pretende reducir la vida religiosa de los
ciudadanos a la esfera privada, sin ninguna manifestación social y pública, la
Iglesia sabe muy bien que el mensaje cristiano refuerza e ilumina los principios
básicos de toda convivencia, como el don sagrado de la vida, la dignidad de la
persona junto con la igualdad e inviolabilidad de sus derechos, el valor
irrenunciable del matrimonio y de la familia que no se puede equiparar ni confundir
con otras formas de uniones humanas. 253
El compromiso por la familia es indispensable para la paz y la reconciliación.
Desde esta perspectiva, para un desarrollo cada vez más armonioso de los
pueblos, es importante prestar una atención especial a la juventud, dando a las
familias y a las diferentes estructuras educativas los medios para formar y educar
a los jóvenes, para transmitirles los valores espirituales, morales y sociales
fundamentales, preparándolos así con miras a un futuro mejor y a una verdadera
conciencia de su papel en la sociedad y de las actitudes que deben adoptar para
servir al bien común y estar atentos a todos. Éste es uno de los caminos más
importantes para que, a largo plazo, el mundo salga del engranaje de la
violencia. 254
La promoción de la familia, la educación de los jóvenes y el respeto de la
vida humana en la investigación biomédica.
Discurso al nuevo Embajador de Francia ante la Santa Sede (lunes, 19 de
diciembre de 2005).
252
BENEDICTO XVI. Discurso al nuevo embajador de la República del Paraguay ante la Santa Sede (viernes,
26 de agosto de 2005). GASCÓ CASESNOVES J. Op. Cit., p. 81.
253
BENEDICTO XVI. Discurso al nuevo Embajador de Francia ante la Santa Sede (lunes, 19 de diciembre de
2005). GASCÓ CASESNOVES J. Op. Cit., p. 82.
254
GASCÓ CASESNOVES J. Op. Cit., p. 83.
101
Quiero felicitar aquí a los educadores, al personal de los centros escolares y a
todos los movimientos que se dedican a sostener a los padres en su labor
educativa, ayudándoles a formar la conciencia de los jóvenes, para que éstos
puedan ser el día de mañana adultos responsables no sólo de sí mismos, sino
también de sus hermanos los hombres y de la buena marcha de la sociedad.
Sepan todos que la Iglesia, que está comprometida por doquier en la defensa de
la familia, quiere ayudarles en su tarea.
Deseo llamar la atención de todos los hombre de buena voluntad hacia las
decisiones y las acciones en materia de bioética, que muestran una tendencia
cada vez más marcada a considerar al ser humano, especialmente en los
primeros instantes de su existencia, como un simple objeto de investigación. Las
cuestiones éticas no se han de afrontar ante todo desde el punto de vista de la
ciencia, sino desde el punto de vista del ser humano, que debe ser respetado
imperativamente. Si no se acepta este criterio moral fundamental, será difícil crear
una sociedad verdaderamente humana, que respete a todos los seres que la
componen, sin distinción alguna. 255
El respeto a la dignidad innata y a los derechos inalienables de toda persona
humana.
Discurso al nuevo Embajador del Reino Unido ante la Santa Sede (sábado, 23 de
Diciembre de 2005).
Sobre todo nos impulsa a una comprensión adecuada de la libertad humana, que
nunca puede realizarse independientemente de Dios, sino sólo cooperando con su
amoroso plan para la humanidad (cf. Homilía en la solemnidad de la Inmaculada
Concepción, 8 de diciembre de 2005). Para que la tolerancia y el respecto de las
diferencias beneficien de verdad a la sociedad, han de construirse sobre la roca de
una auténtica comprensión de la persona humana, creada a imagen y semejanza
de Dios y llamada a participar en su vida divina. 256.
El matrimonio y la familia no son una construcción sociológica casual. Igual
atención y compromiso requiere la protección de la vida humana naciente; es
preciso proporcionar ayudas concretas a las mujeres embarazadas que se
encuentran en condiciones difíciles y evitar introducir medicamentos que escondan
en cierto modo la gravedad del aborto, como elección contra la vida. En una
sociedad que envejece son cada vez más importantes la asistencia a los ancianos
y todas las complejas problemáticas relativas al cuidado de la salud de los
ciudadanos. Deseo alentaros en los esfuerzos que estáis realizando en estos
ámbitos y subrayar que, en el campo sanitario, hay que promover los continuos
avances científicos y tecnológicos, así como el compromiso de contener los
255
256
Ibíd., p. 84.
Ibíd., p. 85.
102
costos, de acuerdo con el principio superior de la centralidad de la persona del
enfermo. 257
Cuando la verdad es despreciada, se daña la célula originaria de la sociedad,
que es la familia.
Discurso a los representantes de la Santa Sede ante los Organismos
Internacionales (sábado 18 de marzo de 2006).
Las relaciones entre los Estados y en los Estados son justas en la medida en que
respetan la verdad, en cambio, cuando la verdad es despreciada, se amenaza la
paz, se pone en peligro el derecho y, como consecuencia lógica, se
desencadenan las injusticias. Son fronteras que dividen a los países de manera
mucho más profunda de lo que lo hacen los confines trazados en los mapas y, a
menudo, no son sólo fronteras externas, sino también internas de los Estados.
Estas injusticias presentan también muchos aspectos; por ejemplo, el aspecto del
desinterés o desorden, que llega a dañar la estructura de la célula originaria de la
sociedad, que es la familia; o el aspecto de la prepotencia o arrogancia, que puede
llegar hasta la arbitrariedad, silenciando al que no tiene voz o no tiene la fuerza
para hacerla oír, como sucede en el caso de la injusticia que hoy, quizá, es la más
grave, o sea, la que suprime la vida humana naciente. 258
Defensa de la vida, reconocimiento de la familia y libertad de educación: tres
principios innegociables para la Iglesia y los cristianos en política.
Discurso a los participantes en unas Jornadas de estudio sobre Europa
organizadas por el Partido Popular Europeo (Jueves 30 de Marzo de 2006).
Por lo que atañe a la Iglesia católica, lo que pretende principalmente con sus
intervenciones en el ámbito público es la defensa y promoción de la dignidad de la
persona; por eso, presta conscientemente una atención particular a principios que
no son negociables. Entre éstos, hoy puedan destacarse los siguientes: Protección
a la vida en todas sus etapas, desde el momento de la concepción hasta la muerte
natural; reconocimiento y promoción de la estructura natural de la familia, como
unión entre un hombre y una mujer basada en el matrimonio, y su defensa contra
los intentos de equiparada jurídicamente a formas radicalmente diferentes de
unión que, en realidad, la dañan y contribuyen a su desestabilización,
oscureciendo su carácter particular y su irreemplazable papel social; protección de
derecho de los padres a educar a sus hijos. 259
3.6.5 La Familia, Santuario De La Vida.
257
Discurso a los administradores de la región del Lacio, de la provincia y del ayuntamiento de Roma (jueves
12 de enero de 2006). GASCÓ CASESNOVES J. Op.Cit., p. 87.
258
GASCÓ CASESNOVES J. Op. Cit., p. 88.
259
Ibíd., p. 89-90.
103
Las dificultades de la familia ante las nuevas fronteras de la ciencia médica.
El principio de “no discriminación” sobre la base de factores físicos o genéticos ha
penetrado profundamente en las conciencias y está formalmente enunciado en las
Cartas sobre los derechos humanos. Este principio tiene su fundamento más
verdadero en la dignidad ínsita en todo hombre por el hecho de haber sido credo a
imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). Por otra parte, el análisis sereno de los
datos científicos lleva a reconocer la presencia de esta dignidad en cada fase de
la vida humana, comenzando desde el primer momento de la fecundación. La
Iglesia anuncia y propone estas verdades no sólo con la autoridad del Evangelio,
sino también con la fuerza que deriva de la razón, y precisamente por esto siente
el deber de apelar a todos los hombres de buena voluntad, con la certeza de que
la aceptación de estas verdades no puede por menos de favorecer a las personas
y a la sociedad. En efecto, es preciso evitar los riesgos de una ciencia y de una
tecnología que pretenden ser completamente autónomas con respecto a las
normas morales inscritas en la naturaleza del ser humano.
Los actuales descubrimientos científicos afectan a la vida de las familias,
impulsándolas a opciones imprevistas y delicadas, que hay que afrontar con
responsabilidad. Así pues, la pastoral en el campo de la salud necesita consejeros
formados y competentes. Esto permite entrever cuán compleja y exigente es hoy
la gestión de este sector de actividades. Ante estas mayores exigencias de la
pastoral, la Iglesia, a la vez que sigue confiando en la luz del Evangelio y en la
fuerza de la gracia, exhorta a los responsables a estudiar la metodología
adecuada para prestar ayuda a las personas, a las familias y a la sociedad,
conjugando fidelidad y diálogo profundización teológica y capacidad de
mediación. 260
3.6.6 La Importancia De La Educación En La Familia. Los primeros y
principales educadores son los padres, ayudados, según el principio de la
subsidiaridad, por la sociedad civil. (cf. Gravissimum educationis, Proemio). Desde
siempre la Iglesia está comprometida en la educación de la juventud, a la que el
Concilio reconoció una “importancia fundamental” tanto para la vida del hombre
como para el progreso social También hoy, en la época de la comunicación
global, la comunidad eclesial percibe toda la importancia de un sistema educativo
que reconozca el primado del hombre como persona, abierta a la verdad, al bien.
(cf. ibíd.., 3).
3.6.7 El Valor Del Trabajo Y El Descanso Para La Vida Familiar. Con motivo
del Ángelus en Les Combes – Valle de Aosta, el domingo, 17 de julio de 2005,
Benedicto XVI, presenta las vacaciones como tiempo para fortalecer el cuerpo y el
260
BENEDICTO XVI. Discurso a los participantes en la Conferencia Internacional sobre el Genoma Humano,
promovida por el Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud (sábado 19 de noviembre de 2005). GASCÓ
CASESNOVES J. Op.Cit., p. 95-96.
104
espíritu, en el ambiente sereno de la propia familia. La actividad laboral debe
contribuir al verdadero bien de la humanidad, permitiendo “al hombre individual y
socialmente cultivar y realizar plenamente su vocación” (GS 35). Es preciso vivir
una espiritualidad que ayude a los creyentes a santificarse a través de su trabajo.
3.6.8 El Papa Habla A Las Familias.
Los padres deben ayudar a sus hijos a descubrir el valor y la importancia de
la misa dominical.
Oración del Ángelus (domingo, 12 de junio de 2005).
Los padres deben ayudar a sus hijos a descubrir el valor y la importancia de la
respuesta a la invitación de Cristo, que convoca a toda la familia cristiana a la misa
dominical. En ese camino educativo, una etapa muy significativa es la Primera
Comunión, una verdadera fiesta para la comunidad parroquial, que acoge por
primera vez a sus hijos más pequeños a la mesa del Señor. Al bautizar a sus hijos,
el Papa exhorta a los padres a decir “no” a la cultura de la muerte para cultivar la
cultura de la vida. 261 También invita a los padres a redescubrir la alegría del
bautismo y coloca el ejemplo de San José, como invitación a cultivar con solicitud
la relación conyugal.
3.7 CONCLUSIÓN.
Con anterioridad al Concilio Vaticano II, se habló de una “universal vocación a la
santidad” expuesta por Pío XI, Pío XII y el beato Juan XXIII, que transmitían a
todos los miembros del Pueblo de Dios. La doctrina preconciliar no se limita a
afirmar el llamamiento universal a la perfección sino que incluye la obligación de
tender hacia ella. Las encíclicas Rerum ómnium, Studiorum ducem, casti
connubii, afrontan directamente el problema de la santidad – su universalidad y
obligatoriedad-. Todos los bautizados son los destinatarios (Rerum ómnium), los
religiosos (Annus sacer), misioneros (Princeps Pastorum), sacerdotes (Ad catholici
sacerdotii), miembros de institutos seculares (Provida mater Ecclesia), laicos y
terciarios (Rite expiatis, Nel darvi), casados (Casti connubii), y obreros, (aloc.
Sociis Unionis sodalitatum, 11-IX-1949). Pío XI analizó la vida y las obras de
Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia exhortando a que se trasmitiera su
doctrina: “Por eso, Venerables Hermanos, con la ayuda de Francisco de Sales,
haced entender a los fieles que la santidad de vida no es un beneficio singular que
se concede a unos pocos, excluyendo a los otros, sino que es una suerte común a
todos y obligación que a todos incumbe”. 262 En su encíclica Casti connubii, afronta
el tema del matrimonio, dando un impulso decisivo en la consideración del
261
Homilía en la Fiesta del Bautismo del Señor y administración del Sacramento del Bautismo (domingo, 8 de
enero de 2006). CASESNOVES J. El Papa con las familias. BAC. Madrid.2006. p. 128.
262
Pío XI. Enc. Rerum omnium. p. 59.
105
matrimonio como vocación cristiana 263. Afirmó que los primeros deberes de los
esposos deben ser la fidelidad recíproca, el mutuo y cariñoso amor y la educación
recta y cristiana de los hijos. Declaró moralmente ilícito el aborto y dentro de los
actos conyugales, cualquier intervención para evitar la procreación. El mérito de
este Pontífice está en recordar en Rerum omnium la obligación de todos los
cristianos de tender hacia la santidad y señalar la vía del matrimonio como un
modo concreto de alcanzar esa meta de perfección de la caridad. Las alocuciones
de Pío XII: Annus Sacer y Nel darvi en su momento, fueron calificadas de
trascendentales por precisar algunos aspectos de la vida religiosa. Aparece el
ineludible nexo entre misión de la iglesia y deber de todo cristiano de elevarse a la
cumbre de la perfección en su propio estado.
Pío XII, Siguió las huellas de su predecesor, recordando que todos los cristianos
son llamados a la santidad, y en el radiomensaje navideño de 1942 presenta los
derechos familiares. Dios no exige abrazar un determinado estado de vida –el
llamado “estado de perfección”, históricamente identificado con la profesión
religiosa- para alcanzar la santidad; lo que exige es que cada uno tienda a la
perfección en su estado, al cumplimiento de la voluntad de Dios a través de sus
obligaciones de estado, entre las que el Papa incluye los deberes de la castidad
conyugal. Con su Const. apost. Próvida Mater de 1947 crea la nueva figura
jurídica del Instituto Secular y establece su dependencia de la Congregación de
Religiosos.
El Beato Juan XXIII con ocasión de la enc. Princeps pastorum (28-XI-1959) sobre
las misiones, insiste en la necesidad de la santidad del clero: “El clero debe
mostrar que es luz y sal de la tierra (Mt 5, 13-14) especialmente con la santidad 264
“Tenemos que vivir en santidad y justicia ante el Señor cada día de nuestra vida.
La enseñanza es para todos 265. En la convocatoria oficial del Concilio motivaba su
decisión señalando que la Iglesia “se siente cada vez más obligada no solo a
hacer más eficaz su fuerza salvadora y a promover la santidad de sus hijos, sino
también a aumentar la difusión de la verdad cristiana y a consolidar sus
instituciones” 266 Tanto el beato Juan XXIII como Pablo VI quisieron transmitir a los
padres conciliares una clara dirección a seguir: los documentos que se aprestaban
a elaborar deberían evidenciar la santidad y perfección de la Iglesia y contribuir a
promover la santidad de sus hijos 267. Así, el Concilio arrancó con la esperanza de
263
DÍAZ DORRONSORO, R. La naturaleza vocacional del matrimonio a la luz de la teología del siglo XX,
EDUSC, Roma 2001, p. 27: “Simplemente basta constatar que, hasta 1931, tan sólo un grupo reducido de
autores afirmaban que el matrimonio es una vocación, y a partir de 1983 aparecen un número significativo de
publicaciones, en su mayoría de carácter espiritual, que así lo consideran apoyándose en las enseñanzas de
Pío XI”.
264
BEATO JUAN XXIII, ENC. Princeps pastorum: AAS 51 (1959/2) pp. 550-551.
265
Discurso audiencia general 16-I-1963: Discorso messaggi, V, pp. 454-455.
266
BEATO JUAN XXIII, const. ap. Humanae salutis, 25-XII-1961 (CEVII, p. 1070).
267
Un estudio importante sobre la santidad en el contexto de las finalidades del Vaticano II expuestas por los
dos pontifices se encuentran en P. CIPOLLONE, Studio sulla spiritualitá trinitaria nei capitoli I-VII della “Lumen
Gentium”, Pro Sanctitate, Roma 1986, pp. 47-111.
106
un nuevo Pentecostés con afán de renovación eclesial a partir de una mayor
percepción y experiencia de la acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en las
almas, a imagen de los orígenes del cristianismo: había que recuperar esa fuerza
interior, esos deseos de santidad y de afán apostólico.
“El Concilio Vaticano II, pone en plena luz la santidad al identificar el núcleo del
mensaje conciliar en el capitulo quinto de la Constitución dogmática sobre la
Iglesia Lumen Gentium, que trata sobre la vocación universal a la santidad 268
…Esta especial invitación puede considerarse como prioridad del mismo
magisterio conciliar y como su ultimo fin” 269 y el Código actual presenta con fuerza
de ley los deberes y derechos del christifidelis cc. 209-223, que ayudan a avanzar
hacia la santificación al Pueblo de Dios, y el matrimonio ayuda a la santificación de
la vida conyugal 270 siendo estado de vida santificado por el mismo sacramento. 271
El magisterio de Pablo VI gira en torno a las enseñanzas y el espíritu del Concilio
Vaticano II. El misterio de la Iglesia, y –más concretamente- su santidad, atraía el
interés intelectual de Pablo VI, y constituía un punto de mediación que
transformaba en alimento espiritual. Las líneas maestras de la predicación de
Pablo VI sobre la santidad son: Predicar el Concilio para hacer amar la santidad; la
santidad eclesial don para cada fiel; la santidad como inicio y cumplimiento de la
antropología cristiana 272. Es mérito de Juan Pablo II, el haber conducido con sus
encíclicas y catequesis orales el posconcilio, no exento de incertidumbre y
confusión doctrinal, hacia una firme y perseverante actuación del programa
conciliar 273. En sus encíclicas y exhortaciones apostólicas se percibe un
progresivo aumento en la exposición de la doctrina conciliar y en la exhortación a
la santidad de todos los fieles. Benedicto XVI, se propone alentar como lo hizo
Juan Pablo II, “la estupenda novedad” (FC 51), el “Evangelio de la familia” y la
268
Esta afirmación admitida en el ámbito teológico ha sido reiterada por Juan Pablo II: “Se puede decir que
precisamente esta llamada ha sido consigna fundamental confiada a todos los hijos e hijas de la Iglesia, por
un concilio convocado para la renovación evangélica de la vida cristiana. Esta consigna no es una simple
exhortación moral, sino una insuprimible exigencia del misterio de la Iglesia” (ex. ap. Christifideles laici, n. 16).
269
PABLO VI, Motu proprio Sanctitas clarior: AAS 61 (1969) pp. 149-150.
270
Los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del matrimonio, por el que significan y participan el
misterio de la unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia (Cf. Ef 5,32) se ayudan mutuamente a
santificarse en la vida conyugal y en la procreación y educación de la prole, y por eso poseen su propio don.
Dentro del pueblo de Dios, en su estado de forma y vida. (LG 11).
271
El anuncio de Cristo pregonado por el testimonio de la vida y por la palabra, adquiere una característica
específica y una eficacia singular por el hecho de que se lleva a cabo en las condiciones comunes del mundo.
En esta tarea resalta el gran valor de aquel estado de vida santificado por un especial sacramento, a saber, la
vida matrimonial y familiar. En ella el apostolado de los laicos halla una ocasión de ejercicio y una escuela
preclara si la religión cristiana penetra toda la organización de la vida y la transforma más cada día. Aquí los
cónyuges tienen su propia vocación: el ser mutuamente y para sus hijos testigos de la fe y del amor de Cristo.
(LG 35).
272
Cf. A.CAZZAGO, Pablo VI, predicatore della santitá, “Rivista Teologica di Lugano” 10 (2005), pp. 354-358.
273
Ya en su primer mensaje “Urbi et orbi” del 17-X-1978, Juan Pablo II exponía el programa de su pontificado
en los siguientes términos: “En primer lugar, deseamos insistir en la permanente importancia del Concilio
Ecuménico Vaticano II, y por ello constituye un compromiso formal nuestro dar al mismo la debida ejecución.
(…) Consideramos, por tanto, un deber primario el de promover, con una acción prudente y al mismo tiempo
estimulante, la más exacta ejecución de las normas y de las orientaciones del mismo Concilio favoreciendo,
en primer lugar, la adquicisicón de una mentalidad adecuada” (Insegnamenti di Giovanni Paolo II, Librería
Editrice Vaticana, Cittá del Vaticano 1979-2006, vol. I, pp. 5-6).
107
santidad, cuyo valor es central para la Iglesia y la sociedad. Por eso, no deja de
hablar sobre la familia ni tampoco de hablarles directamente a los esposos, a los
niños, a los jóvenes, a los enfermos, a los gobernantes, a todos. En su encíclica
Deus caritas est, pone de relieve cómo su gran interés por la familia hunde sus
raíces en los elementos esenciales de la buena noticia de la fe cristiana; presenta
una teología del amor que hace de la virtud teologal de la caridad el acceso a la
verdadera imagen de Dios y de los hombres: El amor de Dios por nosotros es una
cuestión fundamental para la vida y plantea preguntas decisivas sobre quien es
Dios y quienes somos nosotros 274
274
BENEDICTO XVI. Enc. Deus caritas est. n. 2.
108
4. EL MATRIMONIO EN LA LEGISLACIÓN DE LA IGLESIA
4.1 LOS PRIMEROS CRISTIANOS BASARON SU DERECHO MATRIMONIAL
EN EL DERECHO ROMANO PERO LO CELEBRABAN “SÓLO EN EL
SEÑOR” 1Co 7, 39.
EN EL DERECHO DE SU ENTORNO.
El judaísmo y el helenismo conocían el matrimonio como institución con efectos
jurídicos. El matrimonio para toda la vida y con fidelidad matrimonial mutua eran
valores reconocidos. Uno de los postulados expresos de la imagen cristiana de
matrimonio que estaba documentada en el NT era realizar esos valores (Lc 16, 18:
prohibición de divorcio, Mt 5,28: mirar a una mujer con mal deseo), imagen con la
que debían confrontarse de forma inmediata los nuevos cristianos que provenían
del judaísmo o el paganismo, en su mayoría casados. La mujer debe tomar un
marido cristiano: “La mujer está obligada a su marido mientras él viva; mas una
vez muerto el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero sólo en el
Señor”. En los primeros siglos, se dice en la Carta a Diogneto (de mediados del
siglo II), los cristianos se casan como todo el mundo, por ejemplo, por lo judío o
por lo romano. Aceptan las leyes imperiales, mientras no vayan en contra del
Evangelio. El matrimonio se celebra en el Señor (1 Co 7,39), como cualquier otro
acontecimiento de la vida, dentro de la comunidad, sin una ceremonia especial.
En el mundo judío (cf. Gn 24;Tb 7,9,10;Jn 2,1-12) la boda es un asunto familiar.
No se celebra en la sinagoga, sino en casa. La celebración incluye oración y
bendición. A la boda preceden los esponsales. Los prometidos o esposos (del latín
sponsus, de spondere, prometer solemnemente) están mutuamente
comprometidos (Dt 22,23;Mt 1,18).
En el mundo romano se dan, sucesivamente, tres formas de contraer matrimonio.
La confarreactio (con pastel nupcial), la forma más antigua, incluye ceremonias de
carácter jurídico y religioso. En la época imperial apenas se da este tipo de unión.
El modo corriente de contraer matrimonio es la coemptio (rito que simbolizaba la
compra de la esposa) y el usus (uso, simple cohabitación tras el mutuo
consentimiento matrimonial). El consentimiento (consensus) constituye lo
esencial de la unión matrimonial. Dice el Código de Justiniano en el siglo VI: “No
es la unión sexual lo que hace el matrimonio, sino el consentimiento” (Digesto 35,
1,15). Como tal, no se requiere ningún rito particular ni la presencia del
magistrado. El poder civil no hace más que reconocer la existencia del matrimonio
y, en cierto modo, proteger la unión conyugal poniendo ciertas condiciones.
Ignacio de Antioquía (hacia el año 107) invita a los cristianos a casarse “con
conocimiento del obispo, para que la boda sea conforme al Señor y no por solo
deseo” (A Policarpo 5,2). Tertuliano (hacia 160-220) comenta la gracia de casarse
en el Señor: “¿Cómo podemos ser capaces de ensalzar la felicidad tan grande que
109
tiene un matrimonio así, un matrimonio que une la Iglesia, que la oblación
confirma, que la bendición marca, que los ángeles anuncian, que el Padre ratifica?
... Los dos hijos de un mismo Padre, servidores de un mismo Señor; nada los
separa, ni en el espíritu ni en la carne” (Ad uxorem 2,9
a) Antigüedad Romana
El derecho matrimonial clásico de la antigüedad romana se basa en el principio de
la libertad en la constitución y en la terminación del matrimonio. La celebración
matrimonial tenía lugar según la costumbre del estamento social. Lo decisivo
desde el punto de vista jurídico era siempre y solamente un serio consentimiento
matrimonial de las partes: consensus facit nuptias (Digesto). El consentimiento
decidía si se trataba de una mera relación ocasional, de una promesa irrevocable
o de un concubinatus o matrimonium, ambos distinguidos por el honor matrimonii.
b) Edad Media.
Mientras que el compromiso entre el derecho civil y el ideal cristiano en la cuestión
del divorcio marcó el derecho matrimonial en el imperio Romano de Oriente y
sigue estando vigente hasta el día de hoy en el derecho matrimonial de la
cristiandad ortodoxa, la Iglesia alcanzó en Occidente la competencia exclusiva
para todo el derecho matrimonial personal (no para el derecho de bienes). En
Occidente la Iglesia impidió durante algunos siglos el nuevo matrimonio de
divorciados. En aquella época, la doctrina y legislación eclesiásticas influyeron
tanto en el derecho matrimonial que hoy día subsisten elementos esenciales en el
derecho civil.
c) Edad Moderna
Solo después de la reforma se dieron dos caminos de solución. La Iglesia católica
permaneció de forma consecuente en su camino, pero erradicó el mal principal. En
1563 en el Decreto Tametsi, el Concilio de Trento vinculó obligatoriamente la
validez del consentimiento sacramental a la forma canónica (vigente hasta el día
de hoy). En consecuencia, la promesa de matrimonio perdió su plena
consecuencia jurídica y, si bien podía aconsejarse con insistencia su
cumplimiento, ya no podía reemplazarse la manifestación del consentimiento. De
ese modo, en países y ordenamientos sociales homogéneamente católicos, la
Iglesia católica pudo mantener hasta la mitad del siglo XX el derecho matrimonial
personal dentro de su propia competencia, con la prohibición de casamiento para
divorciados. 275 Hans Wolfgang Strätz
275
HAERING, S. – SCHIMITZ,. H. Diccionario Enciclopédico de Derecho Canónico. Barcelona. 2008. p. 552556.
110
4.2 EL MATRIMONIO EN EL CODEX DE 1983.
“Los pastores de almas están obligados a prestar ayuda
a los casados para que, manteniendo y defendiendo
fielmente la alianza conyugal, lleguen a una vida cada
vez más santa y más plena en el ámbito de la propia
familia”.
(c. 1063, n. 4°).
Las características generales de los cánones 1055-1165 que tratan sobre el
matrimonio son: - fidelidad a los principios del Concilio Vaticano II; - adaptación, al
menos intentada, a las necesidades pastorales contemporáneas; - reflejo de la
doctrina católica oficial del matrimonio; simplificación de las normas disciplinares;
aplicación del principio de subsidiaridad; vertiente pastoral.
Descripción y Fines:
El c. 1055, patentiza ya una intención, un cambio de actitud en la presentación del
matrimonio, en relación al CIC 17. Allí se resaltaba el matrimonio como contrato,
sus fines primario y secundario y sobre todo el objeto del consentimiento como
donación y aceptación del derecho perpetuo y exclusivo al cuerpo, en orden a los
actos de suyo aptos para engendrar la prole (c. 1081§2). Tres puntos que
contenían una visión unilateral y cerrada. Ahora se matiza incluso el lenguaje: el
concepto alianza, con resonancias bíblicas y preferidas por el Concilio, destaca
que el matrimonio es algo más que una relación jurídica entre hombre y mujer.
Alianza abarca ciertamente también el aspecto jurídico del matrimonio, pero por
encima de ello presenta al matrimonio como una realidad personal y espiritual. Las
características contractuales en el c. 1557, en el que la referencia al objeto del
contrato incluye una alusión implícita a este canon. Aquí se realza más su
naturaleza como alianza, en su aspecto dinámico, mediante el cual se constituye
la relación personal matrimonial. Así se supera, en cierto modo, la discusión sobre
la naturaleza jurídica del matrimonio: contrato o institución.
“Establece este c. 1055 § 1 276 (CEC 1601), la ordenación del acto matrimonial a la
procreación y educación de los hijos y su elevación a la dignidad de sacramento.
El inciso describe la sociedad conyugal que nace del pacto como una comunión
total de vida. Con este c. se recoge –en buena parte literalmente- la enseñanza
conciliar al respecto, contenida en el n. 48 de la Const. Gaudium et spes:
“Fundada por el Creador y en posesión de sus propias leyes, la íntima comunidad
conyugal de vida y amor está establecida sobre la alianza (foedus) de los
cónyuges (…) Por su índole natural, la misma institución del matrimonio y el amor
276
“La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida,
ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue
elevada por Cristo Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados”. CIC/83. EUNSA, p. 679.
111
conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole 277 (…) el
Salvador de los hombres sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del
sacramento del matrimonio” (cf. Exhort. Ap. Familiaris consortio)”. 278
El matrimonio 279, es un contrato de orden natural que exige el concurso de dos
voluntades, pero un contrato “sui generis”, por razón de: - De su origen: instituido
por Dios, como medio natural para la procreación del género humano: “Procread y
multiplicaos y henchid la tierra” (Gn 1,28). – De las personas contrayentes, puesto
que es un contrato entre personas de distinto sexo. – Del consentimiento, que tan
necesario resulta que no hay potestad humana que pueda suplirlo. – De su
estabilidad, no puede rescindirse por mutuo acuerdo de las partes. – Del objeto
principal, que está determinado por su naturaleza, de suerte que ni los
contrayentes pueden cambiarlo.
San Agustín es el primero que llama al matrimonio sacramentum, basándose en Ef
5, 32, en un doble sentido: como vínculo indisoluble (sacramentum-vinculum) y
como signo sagrado (sacramentum signum) de la unidad de Cristo y la Iglesia (es
decir, en conjunto, dentro del ámbito de la “eclesiología”).
Todo matrimonio entre bautizados es sacramento 280 por fuerza del Bautismo, que
introduce nuestra vida en la de Dios, haciéndonos “partícipes de la naturaleza
divina” (2 P. 1,4) mediante la incorporación a su divino Hijo, Verbo Encarnado, en
el cual nosotros no formamos sino un solo cuerpo, la Iglesia, (1 Co 10.7). He aquí
por qué el matrimonio cristiano es un sacramento que opera una especie de
consagración a Dios (GS 48, b), es un ministerio del amor que, mediante su
testimonio, expresa visiblemente el sentido del amor divino y la profundidad de la
entrega conyugal vivida en la familia cristiana; es un compromiso de paternidad y
maternidad, del cual el reciproco amor de las personas divinas es la fuente, y la
imagen perfectísima e inigualable. 281
277
Entre otros estos cánones hacen referencia a derechos y deberes de los esposos en relación con los hijos:
(cc. 226, 374 § 2, 739, 796, 799, 835 § 4. Comentario CIC BENLLOCH POVEDA.
278
CIC EUNSA. Comentario al c. 1055,1.
279
Conviene aclarar que el término matrimonio se usa habitualmente para designar tanto el acto por el que un
varón y una mujer se casan, como, en sentido más propio, la peculiar comunidad de los dos constituida por
este acto. El lenguaje jurídico llama a lo primero celebración del matrimonio, pacto conyugal o matrimonio in
fieri; y a lo segundo, sociedad o comunidad conyugal, o matrimonio in facto esse.
280
El c. 840 (inspirado sobre todo en SC, 7 y 59) ofrece un denso resumen de la doctrina sobre la naturaleza y
eficacia de los sacramentos. Los sacramentos: a) han sido “instituidos por Cristo y encomendados a la
Iglesia”, b) como núcleo de la liturgia, “son acciones de Cristo y de la Iglesia” y “signos y medios con los que
se expresa y fortalece la fe, se rinde culto a Dios y se realiza la santificación de los hombres”; c) por esa
estrecha relación con los vínculos de comunión (cf. LG, 14), “contribuyen en gran medida a crear, corroborar y
manifestar la comunión eclesiástica”; d) y por todo ello, “tanto los sagrados ministros como los demás fieles
deben comportarse con grandísima veneración y con la debida diligencia al celebrarlos”. CENALMOR-MIRAS.
EUNSA, p. 364.
281
JUAN PABLO II. “Acta Apostólica Sedis” en Universitas Canónica. 15. (1987). p. 8.
112
Inseparabilidad entre el contrato y el sacramento. Por tanto, entre bautizados,
no puede haber contrato matrimonial válido que no sea por eso mismo sacramento
c. 1055 § 2.
Existe completa inseparabilidad entre contrato y sacramento en el matrimonio de
los bautizados. Estos dos elementos contrato y sacramento entre los bautizados
son inseparables. El mismo contrato es el sacramento, y el mismo sacramento es
contrato, por eso los Códigos de 1917 y el de 1983, en los cc. 1012 § 2, y 1055 §
2, presentan el mismo texto, a saber: “Entre bautizados no puede haber contrato
matrimonial válido que no sea por eso mismo sacramento”. “Se recoge aquí el
principio de la inseparabilidad entre contrato y sacramento en el matrimonio. Por lo
tanto, el matrimonio entre los bautizados, si es válido, es siempre sacramento. No
se puede, hablar de un matrimonio meramente natural entre los bautizados”. 282
Para San Buenaventura el matrimonio entre bautizados es un verdadero
“sacramento” que produce la gracia aunque no del mismo modo como los demás
sacramentos, sino como un auxilio medicinal que hace posible el triple bien del
matrimonio: “bonum fidei, bonum prolis et bonum sacramentum”…de esta manera
para el seráfico Doctor, el matrimonio cristiano es un verdadero contrato y un
verdadero sacramento. 283
Hay autores que defienden la separabilidad del contrato y del sacramento, entre
ellos: A. M. Henry, J.T. Finnegan, A. Dequien, L.M. Croghan, José María Díaz
Moreno, Luis H. Acevedo, quien sostiene: Por una parte ni en la Escritura, ni en la
Tradición se encuentran pruebas suficientes para afirmar sin más, que Cristo
uniera inseparablemente dichos elementos. Y por otra parte, la definición de la
sacramentabilidad del matrimonio por los Concilios, de ninguna manera incluye la
definición de la absoluta inseparabilidad, es decir, que todo matrimonio entre
bautizados, necesariamente, tenga que ser sacramento. Puesto que la separación
de estos elementos es posible, precisamente, cuando en los contrayentes falta la
“intención” prescrita por los mismos Concilios para que realmente se produzca el
sacramento 284.
Acerca de la identidad entre contrato y sacramento, o mejor de su inseparabilidad
entre bautizados (c.1095 § 2), la evolución de la doctrina ha sido larga y
dispendiosa 285. Como doctrina de la Iglesia, prevalece la tesis que defiende la
282
CIC EUNSA. Comentario al c. 1055,2.
Cit., por ACEVEDO QUIROS Luis. Controversia sobre la Inseparabilidad del Contrato y el Sacramento en
el matrimonio Cristiano. En Rev. Franciscanum 19. 1977. p. 13-14.
284
MORENO DIAZ Vilma. El matrimonio católico en su dimensión antropológica. Universidad Santo Tomás.
Bogotá. 2007. p. 122.
285
Cf. ACEVEDO QUIROS Luis. Tesis, Benedicto XIV: “Utriusque opinions solidiora fundamenta innuimus,
non animo quemquam inducendi ad unam aut alteram amplectendam; sed ut episcopis sit persuasum
utramque esse probabilem, suosque habere magnae auctoritatis patronos atque inde non decere discant ut
ipsi iudicis partes assumant, questionumque definiant de qua Ecclesia nihil hactenus pronuntiavit, sed
theologorum disputationi permisit Quare acturi in Synodis de Matrimonio, proponant quidem explicentque
283
113
absoluta identificación entre contrato y sacramento. Los Sumos Pontífices Pío IX y
León XIII, al condenar expresamente la tesis contraria, esto es, la de
separabilidad, ponen punto final a la controversia que desde el Concilio de Trento
venía agitándose en el seno de la Iglesia entre los grandes maestros de la doctrina
matrimonial 286.
Propiedades esenciales de éste:
Desde el comienzo de su magisterio, la Iglesia, animada por la palabra del
Evangelio (Mt 19, 5; 5, 32), enseño siempre y reafirmó explícitamente el precepto
de Jesús en torno a la unidad e indisolubilidad del matrimonio 287, fuera del cual
jamás se puede tener una familia segura, sana, y verdadera célula de la
sociedad. 288 Dar testimonio del inestimable valor de la indisolubilidad y fidelidad
matrimonial es uno de los deberes más preciosos y urgentes de las parejas
cristianas de nuestro tiempo. (FC, 20). La unión entre varón y mujer, si es
matrimonio, es una e indisoluble y, debe ser, en su existir como matrimonio,
exclusiva y perpetuamente fiel (CEC, 2364).
“Las propiedades esenciales 289, la unidad y la indisolubilidad, se inscriben en el
ser mismo del matrimonio, dado que no son de ningún modo leyes extrínsecas a
él. Solo si se lo considera como una unión que implica a la persona poniendo en
juego su estructura relacional natural, que sigue siendo esencialmente la misma
durante toda su vida personal, el matrimonio puede situarse por encima de los
cambios de la vida, de los esfuerzos e incluso de las crisis que atraviesa a
menudo la libertad humana al vivir sus compromisos” (Juan Pablo II, Discurso a la
Rota Romana, 2001, n.5). Así pues, la unidad del matrimonio exige la monogamia
y la fidelidad. La indisolubilidad no es otra cosa que la “plenitud de la unidad”
(Hervada). A la indisolubilidad se oponen en divorcio y el repudio.
En relación a la unidad e indisolubilidad el Catecismo de la Iglesia Católica dice:
“El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la
indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los
esposos: "De manera que ya no son dos sino una sola carne" (Mt 19,6; Gn 2,24).
"Están llamados a crecer continuamente en su comunión a través de la fidelidad
cotidiana a la promesa matrimonial de la recíproca donación total" (FC 19). Esta
doctrinam a Concilio Florentino et Tridentino de eiusmodi Sacramento diserte traditam” Benedicto XIV, De
Synodo Diocesana…, n 9, 283.
286
ACEVEDO QUIROS, Luis, OFM. Controversia sobre la Inseparabilidad del Contrato y el Sacramento en el
matrimonio Cristiano. Tesis. Pontificio Ateneo Antonianum, p. 215.
287
“Las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad, que en el matrimonio
cristiano alcanzan una particular firmeza por razón del sacramento”. CIC EUNSA c. 1056, p. 680.
288
JUAN PABLO II. “Defender el Matrimonio para Tutelar la Familia” en Universitas Canónica. 2 (1981). p.
252-253.
289
A las propiedades esenciales corresponden dos de los llamados bienes del matrimonio: bonum fidei, y
bonum sacramenti, que con el bonum prolis constituyen los llamados tres bienes del matrimonio. La doctrina
de los tres bienes fue desarrollada por san Agustín para justificar la bondad del matrimonio frente a corrientes
pesimistas del pensamiento de su tiempo.
114
comunión humana es confirmada, purificada y perfeccionada por la comunión en
Jesucristo dada mediante el sacramento del matrimonio. Se profundiza por la vida
de la fe común y por la Eucaristía recibida en común”. (CEC, n. 1644). También
afirma que "La unidad del matrimonio aparece ampliamente confirmada por la
igual dignidad personal que hay que reconocer a la mujer y el varón en el mutuo y
pleno amor" (GS 49,2). La poligamia es contraria a esta igual dignidad de uno y
otro y al amor conyugal que es único y exclusivo. (CEC, n. 1645).
La redacción de este c. indica que la unidad y la indisolubilidad son propiedades
del matrimonio en virtud del derecho natural. Son, pues, comunes a todo
matrimonio. De acuerdo con el n. 48 de la Const. Gaudium et spes, estas
propiedades están exigidas tanto por el bien de los hijos como por la naturaleza de
la unión que forman los dos cónyuges (cfr. Mt. 19, 6). La gracia del sacramento
comporta una ayuda específica para que los cónyuges se mantengan
indisolublemente fieles.
“Por ser propiedades esenciales, excluirlas del consentimiento hace nulo el pacto
conyugal. Por la misma razón, el divorcio civil no disuelve el vínculo conyugal,
aunque así lo establezca la ley, de modo que los divorciados no puedan contraer
nuevo matrimonio válido, mientras viva el primer cónyuge”. 290
Lo hace el consentimiento de las partes:
El c. 1057 § 1, lo afirma: “El matrimonio lo produce el consentimiento de las partes
legítimamente manifestado entre personas jurídicamente hábiles, consentimiento
que ningún poder humano puede suplir”. Para que el consentimiento prestado por
un contrayente sea un acto humano jurídicamente eficaz, se requiere que el sujeto
goce, en el momento de casarse, de su capacidad intelecto-volitiva, es decir, que
sea humanamente dueño de sí mismo (compos sui). 291
“El vínculo matrimonial nace del consentimiento o, más precisamente, del pacto
conyugal. Por eso hay que distinguir, con Santo Tomás de Aquino, tres cosas en
el matrimonio, que no deben confundirse: la causa del matrimonio, que es el pacto
conyugal; su esencia, constituida por el vínculo: y sus fines, que son la
procreación y educación de la prole, la regulación del instinto sexual y la mutua
ayuda. El consentimiento es el elemento más decisivo del pacto conyugal y aquel
que contiene su eficacia causal propiamente dicha. Por contener el matrimonio
derechos personalísimos, que afectan a la disponibilidad sobre el propio cuerpo, el
consentimiento no puede ser suplido de ninguna manera por el ordenamiento
jurídico, ni por los padres de los contrayentes, ni por ninguna otra potestad
humana. En consecuencia, la ley humana no puede reconocer un matrimonio
290
CIC EUNSA. Comentario al c. 1056.
STELLA, A. “Trastornos de Personalidad y consentimiento matrimonial” en Universitas Canónica. 2. 1981.
p. 161.
291
115
como válido si existe algún vicio que lo haga nulo por derecho natural, a causa de
defecto o vicio sustancial en el consentimiento naturalmente suficiente” 292.
Qué es el consentimiento matrimonial
En el § 2 se define el consentimiento válido y las condiciones que debe cumplir y
se determina el objeto o contenido del mismo. “Se describe aquí el objeto del
pacto conyugal” (DEL CONSENTIMIENTO). 293 Este objeto es el varón y la mujer
en su conyugalidad. Por el pacto conyugal la mujer se entrega como esposa al
varón y el varón se entrega a la mujer como esposo, y ambos se aceptan como
tales”. 294
Según el CEC, 1627, el consentimiento consiste en "un acto humano, por el cual
los esposos se dan y se reciben mutuamente" (GS 48,1; CIC, can. 1057,2): "Yo te
recibo como esposa" - "Yo te recibo como esposo" (OcM 45). Este consentimiento
que une a los esposos entre sí, encuentra su plenitud en el hecho de que los dos
"vienen a ser una sola carne" ( Gn 2,24; Mc 10,8; Ef 5,31). La Iglesia considera el
intercambio de los consentimientos entre los esposos como el elemento
indispensable "que hace el matrimonio" (CIC, can. 1057,1). Si el consentimiento
falta, no hay matrimonio. (CEC, 1626). “Gracias a esa interacción del “tú” de cada
cónyuge, se crea el “nosotros”, una caro, como lo pide la Escritura. Es algo que
trasciende la mera cohabitación o compartir el mismo lecho, la misma mesa, bajo
el mismo techo”. 295
El consentimiento matrimonial 296 debe ser un acto de la voluntad de cada uno de
los contrayentes, libre de violencia o de temor grave externo (CIC, can. 1103).
Ningún poder humano puede reemplazar este consentimiento (CIC, can. 1057, 1).
Si esta libertad falta, el matrimonio es inválido. (CEC, 1628).
Derecho de contraerlo.
“Omnes possunt matrimonium contrahere, qui iure non prohibentur” 297 La
inclinación natural del hombre a la unión matrimonial se traduce en el ámbito
jurídico en un derecho: el ius connubii. El derecho al matrimonio se entiende hoy
como un derecho fundamental de toda persona a contraer matrimonio, afirmado
por el magisterio de la Iglesia y reconocido en las proclamaciones del derecho del
hombre. “El derecho al matrimonio o ius connubii es un derecho natural de la
292
CIC EUNSA. Comentario al c. 1057,1.
“El consentimiento matrimonial es el acto de la voluntad por el cual el varón y la mujer se entregan y
aceptan mutuamente en alianza irrevocable para constituir el matrimonio”. CIC, EUNSA c. 1057 § 2, p. 680.
294
CIC EUNSA, Comentario al c. 1057,2.
295
STELLA, A. Obligaciones Esenciales del Matrimonio” en Universitas Canónica.16.1987. p. 32.
296
El consentimiento matrimonial incluye cuatro elementos: - intensión de contraer, - intensión de obligarse, capacidad física o moral de obligarse, - intención de cumplir la obligación.
297
“Pueden contraer matrimonio todos aquellos a quienes el derecho no se lo prohíbe”. CIC B.A.C. c. 1058, p.
547.
293
116
persona. Comprende el derecho a contraer y el derecho a elegir libremente
cónyuge. Por ser un derecho natural, sólo puede ser limitado por razones graves y
justas, y las leyes limitativas deben interpretarse estrictamente; así, en caso de
duda hay que estar por el derecho de contraer. Este canon reproduce el c. 1035
del CIC 17”. 298
“Que cosa tan extraordinariamente santa y qué misterio de dignidad es el
sacramento del matrimonio. Por él Dios comunica su fuerza creadora y
santificadora a los esposos” 299. En el umbral de su vida pública, Jesús realiza su
primer signo -a petición de su Madre - con ocasión de un banquete de boda (cf Jn
2,1-11). La Iglesia concede una gran importancia a la presencia de Jesús en las
bodas de Caná. Ve en ella la confirmación de la bondad del matrimonio y el
anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo eficaz de la presencia de
Cristo. (CEC, 1613).
De los católicos, por qué derecho se rige.
El c. 1059 precisa aquí positiva y prácticamente los concretos sujetos a los que
afecta la legislación canónica. “Matrimonium catholicorum, etsi una tantum pars sit
catholica, regitur iure non solum divino, sed etiam canonico, salva competentia
civilis potestatis circa mere civiles eiusdem matrimonii effectus” 300.
La sacramentalidad del matrimonio fundamenta la competencia de la Iglesia sobre
el mismo, que el c. da por supuesta, y que afectaría en principio a todo matrimonio
sacramento, c. 1055. A diferencia del CIC 17, aquí el derecho matrimonial, a favor
del espíritu ecuménico, no se urge para todos los bautizados, sino sólo para los
católicos. “Con algunas variantes de redacción este c. reproduce al c. 1016 del
CIC 17. Reafirma la jurisdicción exclusiva de la Iglesia sobre el matrimonio
canónico, salvo los efectos meramente civiles que son de competencia de la
potestad civil”. 301 “El matrimonio de los católicos, lo sean los dos o uno sólo de
ellos, viene regulado por el derecho divino y por el canónico. La Iglesia reivindica
el derecho-obligación a regular jurídicamente el matrimonio de todos sus fieles
basándose en su sacramentalidad”. 302
298
CIC EUNSA, Comentario al c. 1058.
HERREROS G. Rafael. El Matrimonio y el Hogar. Corporación Centro Carismático Minuto de Dios. Bogotá.
2008.
300
CIC, B.A.C. c. 1059 “El matrimonio de los católicos, aunque sea católico uno solo de los contrayentes, se
rige no sólo por el derecho divino sino también por el canónico, sin perjuicio de la competencia de la potestad
civil sobre los efectos meramente civiles del mismo matrimonio”.
299
301
302
CIC EUNSA Comentario c. 1059
CIC BAC Comentario c. 1059.
117
Goza del favor del Derecho.
En el sistema canónico el matrimonio goza en general de una tutela especial
amplia, que se manifiesta a lo largo de todo el derecho matrimonial. 303 La razón de
esta tutela son los valores que contiene el matrimonio; particularmente el favor al
matrimonio celebrado está dirigido a proteger su seguridad y estabilidad, a fin de
garantizar el cumplimiento de sus fines, tanto en lo que respecta al bien de los
individuos, como a los intereses sociales y públicos. Así se protege el derecho al
matrimonio y la libertad de contraerlo v. gr. en los cc. 1057-1058, 1062, 1066,
1068, 1095-1107, 1158-1159, 1161-1162. Lo que se protege es el matrimonio
celebrado y no el mero hecho de la convivencia, por eso la celebración del mismo
en la forma que le corresponda, es la base y presupuesto del favor: la celebración
no se presume, deberá siempre constar y demostrarse.
“La redacción de este c. es igual a la del c. 1014 del CIC 17, a excepción de la
última frase de aquel precepto salvo praescripto c. 1127, que se ha suprimido. No
parece, sin embargo, que esta supresión suponga cambio alguno respecto de la
prevalencia del favor fidei sobre el favor Matrimonii, pues el favor fidei sigue
recogido en el c. 1150 en los mismo términos que el antiguo c. 1127”. 304 “Se trata,
en suma, de proteger adecuadamente al matrimonio para que éste pueda
conseguir su finalidad individual y social. Alcanza sólo y únicamente a todo
matrimonio que sea canónicamente verdadero, que tenga la figura de matrimonio
y que se manifiesta cuando dos unidos de buena fe creen que viven en verdadero
y legitimo matrimonio y los demás los tienen como tales esposos”. 305
Sus especies: sólo rato 306, rato y consumado, cuándo se presume la
consumación, putativo:
1061 Ҥ 1. Matrimonium inter baptizatos validum dicitur ratum tantum, si non est
consummatum, si coniuges inter se humano modo posuerunt coniugalem actum
per se aptum ad prolis generationem, ad quem natura sua ordinatur matrimonium,
et quo coniuges fiunt una caro. § 2. Celebrato matrimonio, si coniuges
cohabitaverint, praesumitur consummatio, donec contrarium probetur. §
3. Matrimonium invalidum dicitur putativum, si bona fide ab una saltem parte
celebratum fuerit, donec utraque pars de eiusdem nullitate certa evadat”. 307
303
“El matrimonio goza del favor del derecho; por lo que en la duda, se ha de estar por la validez del
matrimonio, mientras no se pruebe lo contrario”. CIC BAC c. 1060, p. 548.
304
CIC EUNSA. Comentario al c. 1060.
305
CIC BAC. Comentario al c. 1060
306
En los códigos (c. 1015 en el Codex-17 y c. 1061 en el Codex-83), queda bien tipificada la figura del rato y
mantiene el término, porque entre los buenos autores latinos rato es lo que es firme, estable, inconcluso y solo
goza de estos caracteres el matrimonio sacramental.
307
CIC EUNSA c. 1061: “§ 1 El matrimonio válido entre bautizados se llama sólo rato, si no ha sido
consumado; rato y consumado, si los cónyuges han realizado de modo humano el acto conyugal apto de por
sí para engendrar la prole, al que el matrimonio se ordena por su misma naturaleza y mediante el cual los
cónyuges se hacen una sola carne.
118
El c. aclara unos conceptos no comunes que de algún modo rozan las
propiedades y efectos del matrimonio, con importantes consecuencias jurídicas.
En razón del efecto sobre la indisolubilidad se distingue el matrimonio rato y el rato
consumado.
MATRIMONIO “IN FACTO ESSE”. Es el Matrimonio como estado permanente. El
estado permanente matrimonial causado por el Matrimonio in fieri. Suele
entenderse del Matrimonio ya contraído: del Matrimonio in facto esse”. Puede
definirse como. “la comunidad permanente y exclusiva entre un varón y una mujer
orientada por su misma índole natural a su propia perfección y a la procreación y
educación de la prole” (c. 1055,1).
MATRIMONIO “IN FIERI”. Las conocidas expresiones de Matrimonio in fieri y de
Matrimonio in facto esse, que no aparecen expresamente en el Codex y cuyo
sentido se da simultáneamente, pero bajo aspectos distintos en el c. 1134, son
bajo un cierto aspecto, puramente metodológicas. En cuanto tales son muy
oportunas y provechosas. Matrimonio in fieri. Se denomina también boda,
casamiento, nupcias. Designa, pues, el acto de la celebración del Matrimonio
mediante la prestación del consentimiento, es la prestación formal del
consentimiento como acto. Es el desarrollarse mismo del acto.
Considerado así, el Matrimonio infieri puede definirse como “el acto contractual
bilateral y reciproco, consensual, formal, entre personas hábiles según derecho,
que surge del consentimiento legítimamente manifestado por el cual un varón y
una mujer, se dan y aceptan por una alianza irrevocable en orden a constituir el
Matrimonio (Consentimiento matrimonial”). En Matrimonio infieri es su
consideración causal como acto transitorio. Es una consideración esencial que
abarca las capacidades absolutas y relativas (c. 1095) y los elementos esenciales
constitutivos del M (c. 1055 y 1096).
MATRIMONIO “IN PERICULO MORTIS”. Para el Derecho canónico es el
contraído en forma jurídica extraordinaria, sin más requisito para la validez que la
presencia de dos testigos comunes, en razón de encontrarse uno o ambos
contrayentes en situación próxima real de peligro de muerte y sin que pueda estar
presente en el in fieri matrimonial un testigo cualificado de la Iglesia o no se pueda
acudir a él sin grave dificultad (c.1116, 1). Se trata de una forma subsidiaria de
celebración de la boda que sustituye a la ordinaria regulada por el c.1108 y 1112.
Requisitos. –Dos son los requisitos necesarios y concurrentes para poder
celebrarse el matrimonio canónico válidamente en esta forma extraordinaria: uno,
§ 2 Una vez celebrado el matrimonio, si los cónyuges han cohabitado, se presume la consumación, mientras
no se pruebe lo contrario.
§ 3. El matrimonio inválido se llama putativo, si fue celebrado de buena fe al menos por uno de los
contrayentes, hasta que ambos adquieran certeza de la nulidad.
119
común a otros casos distintos del peligro de muerte y que es el que no haya nadie,
con jurisdicción suficiente propia o delegada para actuar como testigo cualificado
de la Iglesia en la celebración de matrimonio canónico (Ordinario, Párroco o
Delegado, clérigo o laico, de uno de ellos), o no se pueda acudir al que haya sin
grave incomodidad; dos, que para alguno de los contrayentes exista una situación
interna o externa, real y objetiva de peligro de muerte próximo, determinada su
presencia, en cada caso, de modo subjetivo.
La presencia de tal sacerdote o diácono no supone su actuación como testigo
cualificado extraordinario de la Iglesia sino que su función es espiritual y pastoral,
fundamentalmente, aunque de acuerdo con el c. 1079, 2 pueden dispensar de los
impedimentos de carácter eclesiástico, con la sola excepción del surgido del orden
sagrado del presbiterado, que tampoco podría dispensar el Ordinario.
MATRIMONIO MIXTO. La expresión Matrimonio Mixto tanto en la doctrina como
en la legislación canónica, es polisémica, en cuanto encierra un doble significado:
lato sensu, abarca los matrimonios canónicos sacramentales entre persona de
“mixta religión” (stricto sensu, Matrimonio Mixto) y los matrimonios canónicos no
sacramentales, entre personas de “disparidad de cultos” (en sentido estricto,
“matrimonio dispar”). En este hay mayor diferencia en las creencias religiosas de
los contrayentes; por esto la “disparidad de cultos” es base de un impedimento
dirimente, de carácter eclesiástico, cuya petición de dispensa es fácilmente
atendible, cumplidos unos ciertos requisitos.
En sentido estricto, Matrimonio Mixto es el celebrado canónicamente entre dos
personas bautizadas, una de las cuales lo haya sido en la Iglesia católica o haya
sido recibida en ella después del bautismo en Iglesia cristiana y no se haya
apartado de aquella, mediante un acto formal; la otra parte, ha de estar adscrita
formalmente, a una Iglesia o Comunidad eclesial que no se halle en comunión
plena con la Iglesia católica por razón de herejía o cisma (c. 1124) o pertenecer
formalmente a una secta atea. Tienen de común estos dos conceptos de
Matrimonio Mixto el que una de las partes católica o convertida a esta fe
formalmente. Se diferencian en que la otra parte, o es bautizada o formalmente
inscrita en una Iglesia cristiana separada de la católica por la herejía o el cisma, o
bien pertenece o no a una Confesión no cristiana o atea. En resumen, Matrimonio
Mixto, un católico con un cristiano no católico, “matrimonio dispar”, un católico con
un no cristiano.
Normativa vigente. –La celebración de los Matrimonio Mixto, in genere, recibe un
cuidadoso tratamiento en el Titulo IV, Capítulo VI, de la Parte 1ª, del Libro IV del
Codex, que tiene una compleja normativa antecedente, ahora refundida y
renovada.
MATRIMONIO SECRETO. Concepto- “Matrimonio a celebrar en secreto” es el que
se contrae en forma jurídica y litúrgica ordinaria, con autorización del Ordinario del
Lugar, por razones graves y urgentes de conciencia o sociales, mitigando la
publicidad ambiental o sociológica que conlleva la boda y dándole una publicidad
registral específica.
120
Normativa.- El c. 1130 señala el único requisito exigido para que el Ordinario del
Lugar autorice la celebración en secreto de un matrimonio canónico: simplemente
que en la petición que se le formule entendida moralmente que se da “causa grave
y urgente” para excepcionar la necesaria publicidad plena de todo matrimonio,
evitándose los peligros de una cierta clandestinidad, desde el Concilio de Trento
reprobada seriamente por la Iglesia Católica.
MATRIMONIO JOSEFINO. Con este nombre se designa un matrimonio en el que,
por motivos religiosos –a veces incluso vinculándose por voto o juramento e
invocando el modelo de María y José, los esposos practican voluntariamente la
completa continencia sexual, sea desde el comienzo o a partir de una fecha
posterior. El matrimonio Josefino es canónicamente válido en la medida que se
haya constituido en acuerdo mutuo (v. cc. 1055 § 1; 1057) y no se hayan
formulado restricciones esenciales en el momento de la celebración del
matrimonio. (v., p. ej., cc. 1101; 1102 § 1). Un matrimonio Josefino válidamente
constituido que no fue consumado podría ser disuelto por el Papa por una razón
justa a petición de uno de los esposos. (c. 1142). Los llamados matrimonios
Josefinos de santa Pulqueria con Marciano 308 y de santa Cunegunda con Enrrique
II 309 tienen carácter legendario. 310 Félix Bernard.
MATRIMONIO CIVIL. Concepto.- Desde el punto de vista de la Iglesia católica, el
M C –secularización del matrimonio canónico- es “el consorcio de toda la vida
personal de un hombre y una mujer, consensualmente unidos en alianza,
celebrada conforme al ordenamiento jurídico del Estado y capaz, naturalmente, de
308
Aelia Pulqueria (19 de enero de 399 - 18 de febrero de 453) es una emperatriz bizantina, y santa, tanto
para la Iglesia Ortodoxa como para la Católica. Hija del emperador Arcadio y Eudoxia, hermana de Teodosio
II, nació en Constantinopla. Pronto se distinguió por su piedad y su ortodoxia en una época de frecuentes
discusiones teológicas que se convertían muchas veces en cuestiones políticas. A la muerte prematura de sus
padres asumió por dos años la regencia en nombre de su hermano Teodosio. En esta época hizo un voto de
virginidad. Se retiró a un palacio en las cercanías de Constantinopla, donde vivió una vida de piedad y
devoción junto a un grupo de seguidoras, aunque sin apartarse de la actualidad política del Imperio. Después
de la muerte repentina de su hermano en el 450, sin sucesores, se convirtió en emperatriz. Contrajo
matrimonio con el senador Marciano con el compromiso por su parte de respetar el voto de virginidad de
Pulqueria. En lo político su gran obra fue asegurar la continuidad del Imperio bizantino en una época de
enormes convulsiones. Por su matrimonio, quedó garantizada la sucesión pacífica de la corona imperial. En lo
religioso destaca su lucha contra la herejía del nestorianismo. Tuvo un importante papel en el Concilio de
Calcedonia (451). En él, en el que participó con su marido Marciano, fue aclamada como la nueva Santa
Elena, defensora de la ortodoxia católica. A ella se deben también la edificación de varias iglesias en
Constantinopla, algunas de ellas de gran veneración para el pueblo. http://es. Wikipedia.org
309
Santa Cunegunda Emperatriz es la Patrona de Luxemburgo y Lituania. Nació en Hungría el año 1224, de
familia real. Ya desde su adolescencia brilló por sus cualidades intelectuales, su bondad y su devoción en la
oración. Se sintió especialmente atraída por los ideales de san Francisco de Asís y santa Clara. Por eso, entró
en la Orden Tercera de san Francisco y decidió consagrarse a Dios con todo su corazón mediante el voto de
virginidad. Y cuando, por las circunstancias históricas, se vio obligada a casarse con el príncipe polaco
Boleslao de Sandomierz, lo convenció a llevar una vida virginal para gloria de Dios y, después de una prueba
de dos años, ambos esposos hicieron voto de castidad perpetua en manos del obispo. Este estilo de vida dio
a santa Cunegunda una gran libertad interior, gracias a la cual pudo preocuparse, con dedicación total, ante
todo de las cosas del Señor, llevando una profunda vida religiosa. Fue ejemplo de penitencia y oración, de
servicio y entrega al bien de los ciudadanos y al progreso de su pueblo; tuvo predilección por los enfermos y
los pobres. Juan Pablo II la canonizó el 16 de junio de 1999 en Sacz (Polonia). http://www.franciscanos.org.
310
HAERING S – SCHIMITZ H. Op. Cit., p. 562
121
propiciar el desarrollo pleno de la personalidad de los cónyuges, así como la
generación y educación de la prole”. 311
“Novedad en este c. 1061 es el requisito modo humano para considerar
consumado el matrimonio. Discutíase antes si la realización del acto conyugal
mediante violencia o de modo irracional consumaba o no el matrimonio; esta duda
ya no cabe ahora. Humano modo equivale a acto humano, siguiendo las reglas de
éste; por lo tanto, sólo impiden la consumación aquellos vicios que quitan la
voluntariedad. No los que sólo la disminuyen”. 312
311
312
CORRAL-URTEAGA. Diccionario de Derecho Canónico. Grupo Anaya. 2000. p. 429- 443.
CIC EUNSA. Comentario al c. 1061.
122
SEGUNDA PARTE. PASTORAL MATRIMONIAL Y MEDIOS PARA ALCANZAR
LA SANTIDAD
“Por santidad entendemos una muy subida perfección
en el amor de Dios y del prójimo,
perfección que sigue perteneciendo a la vía normal,
porque el precepto del amor no tiene límites”
Santo Tomás, II, II, q. 124, a.
“La vocación universal a la santidad está dirigida
a los cónyuges y padres cristianos, para ellos,
está especificada por el sacramento, celebrada y
traducida concretamente en las realidades propias
de la existencia conyugal y familiar” (LG, 41).
“El matrimonio cristiano, como todos los sacramentos que “están
ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del
Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios, es en sí mismo
un acto litúrgico de glorificación de Dios en Jesucristo y en la Iglesia”
(SC 59).
“La Eucaristía es la fuente misma del matrimonio cristiano. En
efecto, el sacrificio Eucarístico representa la alianza de amor de
Cristo con la Iglesia, en cuanto sellada con la sangre de la cruz
Jn 19, 34.
123
5. LA SANTIDAD DEL MATRIMONIO CRISTIANO Y LA FAMILIA
“Porque Yo soy Yahvéh, vuestro Dios; santificaos y sed santos, pues Yo soy
santo” (Lv 11, 44). Hermanos: Buscad la paz con todos y la santificación, sin la
cual nadie verá al Señor” (Hb 12,14). La santidad “es la plenitud de la comunión, y
participar en la edificación de la Iglesia supone cumplir los deberes con ella” (c.
210). 313
…“Escucha, hija, mira, inclina el oído… prendado esta el rey de tu belleza” (Sal
45, 11-12). Lo mismo desearía decir hoy el Papa a cada familia humana:
“Escucha, mira: Dios quiere que seas bella, que vivas la plenitud de la dignidad
humana y de la santidad de Cristo, que estés al servicio del amor y de la vida.
Fuiste fundada por el creador y santificada por el Espíritu Paráclito, para que seas
la esperanza de todas las naciones”. 314
Toda la vida de esposos, la expresión de amor mutuo, los esfuerzos que realizan
para construir la familia en armonía y la mutua cooperación, para educar a los
hijos en la fe y ayudarlos a madurar humanamente, son camino para llegar a la
santificación y a la glorificación de Dios (GS 48). Y con su testimonio “todos los
demás miembros de la familia encontrarán el camino del sentido humano, de la
salvación y de la santidad (cf. GS 48).
5.1 EL MATRIMONIO, CAMINO DE SANTIDAD.
El matrimonio cristiano es verdadero camino de santidad. Con palabras del
Concilio Vaticano II, “los esposos y padres cristianos, siguiendo su propio camino,
mediante la fidelidad en el amor, deben sostenerse en la gracia a lo largo de toda
la vida e inculcar la doctrina cristiana y las virtudes evangélicas a los hijos
amorosamente recibidos de Dios. De esta manera ofrecen a todos el ejemplo de
un incansable y generoso amor, contribuyen al establecimiento de la fraternidad
en la caridad y se constituyen en testigos y colaboradores de la fecundidad de la
madre Iglesia, como símbolo y participación de aquel amor con que Cristo amó a
su Esposa y se entregó a Sí mismo por ella”. 315
Ojala que este servicio a la humanidad revele a los esposos que una clara
manifestación de la santidad de su matrimonio es la alegría con que acogen y
piden al Señor vocaciones entre sus hijos. Por eso, permitidme añadir que “la
familia que está abierta a los valores trascendentales, que sirve a los hermanos
con alegría, que cumple con generosa fidelidad sus obligaciones y es consciente
de su cotidiana participación en el misterio de la cruz gloriosa de Cristo, se
313
“Todos los fieles deben esforzarse según su propia condición, por llevar una vida santa, así como por
incrementar la Iglesia y promover su continua santificación” (CIC. c, 210).
314
JUAN PABLO II. II Encuentro Mundial con las Familias Río Janeiro. Ediciones Palabra. 1997. p. 55.
315
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Dogmática Lumen Gentium. Ed. BAC, Madrid 1970.
n. 41.
124
convierte en el primero y mejor seminario de vocaciones a la vida consagrada del
Reino de Dios”. 316
5.1.1 Llamada Universal y Vocación Personal. Es Jesús quien invita a seguir su
camino hacia la plenitud, enseñando: Por lo tanto sean perfectos como es perfecto
vuestro Padre que está en los cielos (Mt 5,48). La palabra del Señor invita a todos
cuantos la oyen a la vida santa. «El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el
Señor Jesús, predicó a todos y a cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese
su condición, la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador» 317.
El Concilio Vaticano II en el capitulo V de la Constitución “Lumen Gentium”, n. 39
nos llama a la santidad: “Cristo, el Hijo de Dios, quien con el Padre y el Espíritu
Santo es proclamado “el único Santo” 318, amó a la Iglesia como a su esposa,
entregándose a Sí mismo por ella para santificarla (Ef. 5,25-26), la unió a Sí como
su propio cuerpo y la enriqueció con el Don del Espíritu Santo para gloria de Dios.
Por ello en la Iglesia, todos, lo mismo quienes pertenecen a la Jerarquía que los
apacentados por ella, están llamados a la santidad, según aquello del apóstol:
porque esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación (1Tes 4,3; Ef. 1,4). El
Concilio, ha sido muy claro al respecto dedicándole todo este capítulo 319. En él
leemos un pasaje fundamental en el que conviene reflexionar: «Es, pues,
completamente claro que todos los fieles, de cualquier estado o condición están
llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, y esta
santidad suscita un nivel de vida más humano incluso en la sociedad terrena. En
el logro de esa perfección empeñan los fieles las fuerzas recibidas según la
medida de la donación de Cristo, a fin de que, siguiendo sus huellas y hechos
conformes a su imagen, obedeciendo en todo a la voluntad del Padre, se
entreguen con toda su alma a la gloria de Dios y al servicio del prójimo» 320.
La Iglesia –de quien Juan Pablo II decía que es “casa de santidad”- considera que
toda la humanidad está llamada a ser santa y a seguir a los santos, cuya vida
puede resumirse en un sólo concepto: amor a Dios. La evangelización del nuevo
milenio debe fundarse en la doctrina del Concilio Vaticano II. Debe ser, como
enseña el mismo Concilio, tarea común de los obispos, de los sacerdotes, de los
religiosos y de los seglares, obra de los padres y de los jóvenes”. 321
Los primeros cristianos comprendieron sin ambigüedad que la llamada evangélica
a la santidad –“Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” 322 –
316
JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica Familiaris consortio, n. 53.
Lumen gentium 40a.
318
Misal Romano, Gloria in excelsis. Cfr Lc 1,35; Mc 1,24; Lc 4,34; Jn 6, 69 (ho hagios tou Theou) ; Act 3,14 ;
4,27 y 30 ; Hb 7,26 ; Jn 2,20 ; Ap 3,7.
319
El capítulo 5 de la Constitución se llama Universal vocación a la santidad en la Iglesia.
320
Lumen gentium 40b.
321
“Homilia para los obreros en Nowa Huta” (9-6-1979), n.3: L´Osservatore Romano, edición en lengua
española (24-6-1979)8.
322
Mt. 5, 48; cfr. Lv 10,2.
317
125
compendiaba el sentido real y concreto de su existencia. Sin embargo, posteriores
circunstancias históricas propiciaron que, durante siglos y hasta tiempos recientes,
se fuera extendiendo una mentalidad que consideraba la santidad como meta
realizable solo para algunos, que asumían un estado de vida diferente al del
común de los hombres, apartado de las ocupaciones del mundo.
Juan Pablo II ha escrito: “fuente y medio original de santificación propia para los
cónyuges y para la familia cristiana es el Sacramento del matrimonio, que
presupone y especifica la gracia santificadora del bautismo. En virtud del misterio
de la muerte y resurrección de Cristo, en el que el matrimonio cristiano se sitúa de
nuevo, el amor conyugal es purificado y santificado: “El Señor se ha dignado sanar
este amor, perfeccionarlo y elevarlo con el don especial de la gracia y la caridad”.
El Concilio Vaticano II Volvió a proponer con toda su fuerza original la llamada
universal a la santidad: “Todos los cristianos, de cualquier condición y estado (…),
están llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella
santidad en la que el mismo Padre es perfecto” 323. Y, para evitar posibles
interpretaciones reductivas, aclaró: “una misma es la santidad que cultivan todos,
en los múltiples géneros de vida y ocupaciones” 324. De este modo volvió a situarse
en el centro de la vida cristiana la verdad de que todo cristiano, por el bautismo (c.
849) 325, que lo incorpora a Cristo en la Iglesia, está llamado a ser santo siguiendo
el camino en que la providencia divina lo ha puesto 326.
La llamada a la santidad se califica de universal o general – en el sentido de que
se dirige a todos-, pero es para cada cristiano vocación personalísima. Toda
llamada de Dios, incluso cuando se dirige a una multitud, se traduce siempre en
llamada a cada uno: en vocación divina a la que se ha de responder
personalmente. Y conviene precisar que se trata de vocación en sentido fuerte,
323
Lumen gentium, 11 cfr. Lumen gentium, 39-40.
Lumen gentium, 41.
325
El Bautismo –comienzo de la iniciación cristiana, que completan la confirmación y la Eucaristía (cfr. CEC,
1533; cc. 96; 204§1; 849) - siembra en el alma, por, decirlo con una imagen evangélica (cfr. Mt 13; Mc 4, 2631; etc.) una semilla de vida divina cuyo desarrollo propio es la santidad: “la ambición es alta y nobilísima: la
identificación con Cristo, la santidad. Pero no hay otro camino, si se desea ser coherente con la vida divina
que, por el bautismo, Dios ha hecho nacer en nuestras almas. El avance es progreso en santidad; el retroceso
es negarse al desarrollo normal de la vida cristiana” (SAN JOSEMARIA ESCRIVA, Es Cristo que pasa, n. 58).
326
Desde 1.928, San Josemaría Escrivá venía predicando esa verdad, en términos como éstos: “Tienes
obligación de santificarte. –Tú también. -¿Quién piensa que ésta es labor exclusiva de sacerdotes y
religiosos? A todos, sin excepción, dijo el Señor; “Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto” (Camino,
n. 291). Las luces y mociones que recibió de Dios y difundió incansablemente el fundador del Opus Dei
iluminan con fuerza la llamada universal a la santidad, la vocación de los cristianos corrientes, el valor de las
realidades seculares (muy particularmente el trabajo y la familia), la vida ordinaria como camino y lugar de
encuentro con Dios y la misión apostólica de los fieles laicos. Todo ello en un contexto en el que esas
enseñanzas no eran doctrina común. Sin duda, su doctrina y su trabajo pastoral se cuentan entre las
contribuciones relevantes con que el espíritu Santo preparó la gozosa renovación que supuso en esta materia
la enseñanza del Concilio Vaticano II; y constituyen, por eso, una guía cualificada para su comprensión.
324
126
porque también el concepto de vocación ha sufrido históricamente un proceso
análogo –y paralelo- al oscurecimiento de la llamada a la santidad 327.
El sentir común sobre la vocación en la época inmediatamente anterior al último
concilio ecuménico se refleja, por ejemplo, en estas palabras de Camino: “¿Te ríes
porque te digo que tienes vocación matrimonial? –Pues la tienes: así, vocación” 328.
La reacción incrédula del interlocutor se comprende si se tiene encuentra el
contexto que rescribía Juan Pablo II en su Carta a los Jóvenes: “en el periodo
anterior al Concilio Vaticano II, el concepto de Vocación se aplicaba ante todo
respecto al sacerdocio y a la vida religiosa, como si Cristo hubiera dirigido al joven
su sígueme evangélico únicamente para esos casos. El Concilio
ha ampliado esa visión” 329. La vocación familiar es un camino para acceder a la
santidad. “Dios también anda entre las ollas”. (Santa Teresa).
5.1.2 Amor por la Salus Animarum. La Salus animarum: en la Iglesia es la ley
suprema (c. 1752), y el celo por las almas es la cualidad principal de los sagrados
pastores (c. 378 § 1, 1°; 521 § 2). Por tanto, me ofrece la grata oportunidad de
llegar al corazón de todos, hombres y mujeres, futuros esposos y familias a las
que acompaño en el camino hacia la santidad, para animarles con las palabras y
ejemplo de su Santidad Juan Pablo II y Benedicto XVI: “Queridas madres y
queridos padres, con vuestra entrega mostrad a vuestros hijos que Dios es bueno
y grande en el amor. Indicadles con una vida honrada y laboriosa que la santidad
es el camino ´normal´ de los cristianos” 330. “Soy testigo, junto con toda la Iglesia,
de la solicitud con que el Papa Juan Pablo II se entregó a este tema tan
importante. Por mi parte asumo esta misma preocupación, que afecta en gran
medida el futuro de la Iglesia y de los pueblos, ya que, como afirmaba mi
predecesor en la exhortación apostólica Familiaris Consortio, “El futuro de la
humanidad se fragua en la familia”. Por consiguiente es indispensable y urgente
que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores
y exigencias de la familia”. Y añadía: “corresponde también a los cristianos el
deber de anunciar con alegría y convicción la “buena nueva” sobre la familia, que
tiene absoluta necesidad de escuchar siempre de nuevo y de entender cada vez
mejor las palabras autenticas que le revelan su identidad, sus recursos interiores,
la importancia de su misión en la ciudad de los hombres y en la de Dios” 331
“Nunca el mundo ha tenido tanta necesidad de que haya personas santas, como
ahora. Santidad verdadera es aceptar lo que Dios permite, con una sonrisa y sin
protestar ni disgustarse y ofreciendo todo por amor a Dios” 332 (Madre Teresa de
Calcuta).
327
Cfr., para un desarrollo algo más extenso de estas nociones, J. MIRAS, Fieles en el mundo. La secularizad
de los laicos cristianos, Navarra Gráfica Ediciones, Pamplona 2000.
328
SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 27.
329
Carta a los jóvenes, 31.III. 1985, n. 9.
330
JUAN PABLO II. Homilia en la visita pastoral a Frosinone (Italia),
331
Cfr. Juan Pablo II. Exhortacion Apostólica Familiaris Consortio n. 86.
332
SALESMAN, E. Beata Madre Teresa de Calcuta, Ed. Centro Don Bosco: Bogotá. 2004, p. 182.
127
Santo Tomas Moro (1478-1535) 333 constituye quizás el más claro ejemplo de que
los laicos están llamados a la santidad, aparte de que su vida, culminada en el
martirio, es un modelo de que la acción política nunca nos debe llevar a traicionar
nuestros principios. Tomás era ya un brillante abogado cuando le sobrevinieron
dudas acerca de cuál era su verdadera vocación en la vida. Dispuesto a aclararse
sobre si poseía una verdadera vocación religiosa, pasó cuatro años con los
cartujos, pero comprendió que esa vida heroica no era para él. Después ensayo la
vida franciscana, pero llegó a la misma conclusión. Erasmo de Rotterdam, íntimo
amigo suyo explicaba así la crisis de Tomás: “Entretanto, se aplicó por entero a los
ejercicios de piedad con vista al sacerdocio, por medio de vigilias, ayunos,
oraciones y austeridades similares. En estas materias demostró ser más prudente
que la mayoría de los candidatos, que corren imprudentemente hacia esta difícil
profesión sin probar antes sus capacidades. Lo único que le impidió entregarse a
este tipo de vida fue el no poder sacarse de encima el deseo de la vida
matrimonial”.
La elección de su esposa se produjo de una forma que expresa claramente la
manera de ser de Tomás: un caballero de Essex tenía tres hijas. La segunda era
más agraciada y hermosa, y evidentemente el deseo de Tomás iba hacia ella; sin
embargo, consideró que esta elección causaría tristeza y vergüenza a la mayor, al
ver que su hermana menor era preferida como esposa antes que ella. Compasivo,
se caso con Juana, la hermana mayor en 1505. Sin embargo, el matrimonio fue un
éxito, y tuvo tres hijos. Y Tomás tenía tan clara su vocación matrimonial, que al
poco de enviudar volvió a casarse. Aparte de su carrera política y de su tarea
como escritor, fue un buen esposo y un padre cariñoso, y sus múltiples
ocupaciones no le impidieron visitar los barrios pobres para conocer sus
necesidades. Con frecuencia sentaba a su mesa a gentes muy pobres. Ese
compromiso con los desfavorecidos es la base de su obra más famosa, llamada
“Utopía”, donde denuncia las injusticias que los ricos y poderosos comenten contra
los pobres. A pesar de los altos cargos que llegó a ocupar en su carrera política –
llegó a ser nombrado Canciller, a pesar de que era la primera persona seglar que
lo desempeñaba-, siguió llevando una vida sencilla, siendo amable con todos.
Alguien llegó a afirmar: “Parece que lo hubieran elegido Canciller solamente para
poder favorecer a los más pobres y desamparados”. Asistía a misa cada día, y
confesaba y comulgaba con frecuencia. Otro rasgo notable de su personalidad,
aparte de la profundidad de su fe, era su proverbial buen humor, su contagiosa
alegría, que inundaba su vida, fueran cuales fueran las circunstancias. 334 Tomás
Moro fue declarado santo en 1935 por el Papa Pío XI.
333
Santo Tomás Moro, hombre de enorme sensatez y sentido del humor, en momentos críticos de su vida,
prisionero en la Torre, de donde saldría para cortarle la cabeza, compuso y repetía esta oración: “Dame,
Señor, un poco de sol, algo de trabajo y un poco de alegría. Dame el pan de cada día, un poco de
mantequilla, una buena digestión y algo para digerir. Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento, los
lamentos y los suspiros. No permitas que me preocupe demasiado por esta cosa embarazosa que soy yo.
Dame, Señor, la dosis de humor suficiente como para encontrar la felicidad en esta vida y ser provechoso a
los demás. Que siempre haya en mis labios una canción, una poesía o una historia para distraerme… Amén.
FILGUEIRAS A., o. c., p. 8.
334
BENÍTEZ- PEÑA. La Vida de los Santos. Ed. Desclée de Brouwer. Bilbao. 2006. p. 41-43.
128
San Juan de la Cruz, nos presenta el matrimonio espiritual como el más alto
estado de perfección que se puede llegar en esta vida 335, Canción l arg.1: “El
orden que llevan estas canciones es desde que un alma comienza a servir a Dios
hasta que llega a el último estado de perfección que es el matrimonio espiritual; y
así en ellas se tocan los tres estados o vías de ejercicio espiritual por las cuales
pasa el alma hasta llegar al dicho estado, que son purgativa, iluminativa y unitiva,
335
CANCIONES ENTRE EL ALMA Y EL ESPOSO. ESPOSA 1. ¿Adónde te escondiste, Amado, y me
dejaste con gemido? como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti clamando, y eras ido. 2. Pastores
los que fueres allá por las majadas del otero, si por ventura vieres aquel que yo más quiero, decidle que
adolezco, peno y muero. 3. Buscando mis amores Iré por esos montes y riberas; no cogeré las flores, ni
temeré las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras. PREGUNTA DE LAS CRIATURAS 4. ¡Oh bosques y
espesuras plantadas por la mano del Amado; oh prado de verduras de flores esmaltado; decid si por vosotros
ha pasado! RESPUESTA DE LAS CRIATURAS 5. Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura
e, yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de hermosura. ESPOSA. 6. ¡Ay!, ¿quién podrá
sanarme? Acaba de entregarte ya de vero. no quieras enviarme de hoy más ya mensajero; que no saben
decirme lo que quiero. 7. Y todos cuantos vagan de ti me van mil gracias refiriendo, y todos más me llagan, y
déjame muriendo un no sé qué que quejan balbuciendo. 8. Mas ¿cómo perseveras, ¡o vida!, no viviendo
donde vives Y haciendo por que mueras las flechas que recibes de lo que del Amado en ti concibes? 9. ¿Por
qué, pues has llagado aqueste corazón, no le sanaste? Y, pues me le has robado, ¿por qué así le dejaste y
no tomas el robo que robaste? 10. Apaga mis enojos, pues que ninguno basta a deshacellos, y véante mis
ojos, pues eres lumbre dellos, y sólo para ti quier tenellos. 11. ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes
plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados! 12. Apártalos, Amado
que voy de vuelo. ESPOSO -Vuélvete, paloma, que el ciervo vulnerado por el otero asoma al aire de tu vuelo,
y fresco toma. LA ESPOSA 13. Mi Amado, las montañas, Los valles solitarios nemorosos, las ínsulas
extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos; 14. La noche sosegada en par de los levantes de
la aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora. 15. Nuestro lecho florido, de
cuevas de leones enlazado, en púrpura tendido, de paz edificado, de mil escudos de oro coronado. 16. A zaga
de tu huella las jóvenes discurren el camino al toque de centella, Al adobado vino; emisiones de bálsamo
divino. 17. En la interior bodega de mi Amado bebí, y cuando salía por toda aquesta vega, ya cosa no sabía, y
el ganado perdí que antes seguía. 18. Allí me dio su pecho, allí me enseño ciencia muy sabrosa, y yo le di de
hecho a mí, sin dejar cosa; allí le prometí de ser su esposa. 19. mi alma se ha empleado y todo mi caudal en
su servicio. Ya no guardo ganado ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio. 20. Pues ya si
en el ejido de hoy más no fuere vista ni hallada, diréis que me he perdido; que, andando enamorada, me hice
perdidiza y fui ganada. 21. De flores y esmeraldas, en las frescas mañanas escogidas, haremos las
guirnaldas, en tu amor florecidas, y en un cabello mío entretejidas. 22. En sólo aquel cabello que en mi cuello
volar consideraste, mirástele en mi cuello, y en él preso quedaste, y en uno de mis ojos te llagaste. 23.
Cuando tú me mirabas, su gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso merecían los
míos adorar lo que en ti vían. 24. No quieras despreciarme, Que, si color moreno en mi hallaste, ya bien
puedes mirarme después que me miraste, que gracia y hermosura en mí dejaste. 25. Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña, en tanto que de rosas hacemos una piña, y no parezca nadie en la
montiña. 26. Deténte, cierzo muerto; Ven, austro, que recuerdas los amores, aspira por mi huerto y corran sus
olores, y pacerá el Amado entre las flores. ESPOSO 27. Entrado se ha la esposa en el ameno huerto
deseado, y a su labor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos de el Amado. 28. Debajo de el
manzano, allí conmigo fuiste desposada, allí te di la mano, y fuiste reparada donde tu madre fuera violada. 29.
A las aves ligeras, leones, ciervos, gamos saltadores, nontes, valles, riberas, aguas, aires, ardores y miedos
de las noches veladores; 30. Por las amenas liras y canto de serenas, os conjuro que cesen vuestras iras, y
no toquéis al muro, Por que la esposa duerma más seguro. ESPOSA 31. ¡Oh ninfas de Judea!; en tanto que
en las flores y rosales el ámbar perfumea, morá en los arrabales, y no queráis tocar nuestros umbrales. 32.
Escóndete, Carillo, Y mira con tu haz a las montañas, y no quieras decillo; mas mira las compañas de la que
va por ínsulas extrañas. ESPOSO 33. La blanca palomica al arca con el ramo se ha tornado; y ya la tortolica
al socio deseado en las riberas verdes ha hallado. 34. En soledad vivía, y en soledad a puesto ya su nido y en
soledad la guía a solas su querido, también en soledad de amor herido. 35. Gocémonos, Amado, Y vámonos
a ver en tu hermosura al monte u al collado, do mana el agua pura; entremos más adentro en la espesura.
36. Y luego a las subidas cavernas de la piedra nos iremos, que están bien escondidas, y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos. 37. Allí me mostrarías aquello que mi alma pretendía, y luego me darías
allí tú, vida mía, aquello que diste el otro día: 38. El aspirar del aire, el canto de la dulce filomena, El soto y su
donaire en la noche serena, con llama que consume y no da pena. 39. Que nadie lo miraba… Aminadab
tampoco parecía; y el cerco sosegaba, y la caballería a vista de las aguas descendía. RUANO DE LA
IGLESIA., o. c., p. 436-441.
129
y se declaran acerca de cada una algunas propiedades y efectos della. 336 (Ver pie de página 287).
Santo Tomás de Aquino enseña que la santidad “no es sino una resolución seria,
un acto heroico del alma que se entrega a Dios”. En última instancia, la naturaleza
de nuestra respuesta -el “Sí, quiero”, para decirlo con el lenguaje del amordepende de la intensidad de nuestro amor. Si éste es lo suficientemente intenso y
sincero, podemos responder a la llamada del “Ven y sígueme” con aquellas
palabras que dijeron todos los santos: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?”. 337 El
deber de santificación de la familia cristiana tiene su primera raíz en el bautismo y
su expresión máxima en la Eucaristía, a la que está íntimamente unido el
matrimonio cristiano. El Concilio Vaticano II ha querido poner de relieve la especial
relación existente entre la Eucaristía y el matrimonio, pidiendo que habitualmente
éste se celebre “dentro de la Misa” 338 Volver a encontrar y profundizar tal relación
es del todo necesario, si se quiere comprender y vivir con mayor intensidad la
gracia y las responsabilidades del matrimonio y de la familia cristiana. La
Eucaristía es la fuente misma del matrimonio cristiano.
5.2 ATENCIÓN PASTORAL Y DE LO QUE DEBE PRECEDER A LA
CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO.
5.2.1 Acerca Del Cuidado Pastoral Según El Codex De 1983.
“MATRIMONIO ES un sacramento permanente
Indisoluble. PARA SANTIFICAR al esposo y a
la esposa. MEDIANTE LA PROCREACION
DE LOS HIJOS. Dándoles el Ser, Salud,
Educación, Religión. Y LA AYUDA MUTUA.
Con amor. Con comprensión. Con servicio”. 339
Obligaciones de los Pastores de almas.
“El canon 1063 340 hay que interpretarlo a la luz de la Carta Apostólica Familiaris
consortio, nn. 66-67: en la primera parte se indica que la finalidad es “que el
336
RUANO DE LA IGLESIA, Lucinio. Obras Completas San Juan de la Cruz. BAC, Madrid 1982.p. 572.
Ibíd.
338
Constitución sobre la Sagrada Liturgia SACROSANCTUM CONCILUIM, 78.
339
GIL, A. Cesáreo. Op. Cit. p. 55
340
“Los pastores de almas están obligados a procurar que la propia comunidad eclesiástica preste a los fieles
asistencia para que el estado matrimonial se mantenga en el espíritu cristiano y progrese hacia la perfección.
Ante todo, se ha de prestar esta asistencia:
1. mediante la predicación, la catequesis acomodada a los menores, a los jóvenes y a los adultos, e incluso
con los medios de comunicación social, de modo que los fieles adquieran formación sobre el significado del
matrimonio cristiano y sobre la tarea de los cónyuges y padres cristianos;
2. por la preparación personal para contraer matrimonio, por la cual los novios se dispongan para la santidad y
las obligaciones de su nuevo estado;
3. por una fructuosa celebración litúrgica del matrimonio, que ponga de manifiesto que los cónyuges se
constituyen en signo del misterio de unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia y que participan de él;
4. por la ayuda prestada a los casados, para que, manteniendo y defendiendo fielmente la alianza conyugal,
lleguen a una vida cada vez más santa y más plena en el ámbito de la propia familia”. CIC BAC c. 1063, p.
550.
337
130
estado matrimonial se mantenga en el espíritu cristiano y progrese hacia la
perfección” y señala que los responsables de la misma son los pastores de almas,
sobre los que recae la obligación de procurar que la comunidad preste esta ayuda
a los futuros esposos cristianos”. 341 Sacrifícate, entrégate, y trabaja con las almas
una a una, como se tratan una a una las joyas preciosas. –Más aún, has de poner
mayor empeño, porque está en juego algo de valor incomparable: el objeto de esa
atención espiritual es preparar buenos instrumentos para el servicio de Dios, que
han costado a Cristo, ¡cada uno!, toda su Sangre. 342 “Si cada uno viera en los
demás la imagen de Dios y recordara que el bien que hace a otros lo recibe
Jesucristo como hecho a Él mismo, reinarían la paz y el amor”. (Madre T. de
Calcuta).
El camino pastoral según Juan Pablo II, hemos de situarlo en la perspectiva de la
santidad, así que, la santidad es más que nunca una urgencia pastoral. Conviene
que descubramos en todo su valor programático el capitulo quinto de la
constitución dogmática Lumen gentium sobre la Iglesia, sobre la “vocación
universal a la santidad. Descubrir a la Iglesia como “misterio”, es decir, como
pueblo “congregado en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (San
Cipriano), lleva a descubrir también su “santidad”, entendida en su sentido
fundamental de pertenecer a Aquel que por excelencia es el Santo, el “tres veces
Santo” (Is 6, 3). Confesar a la Iglesia como santa significa mostrar su rostro de
Esposa de Cristo por la cual Él se entregó, precisamente para santificarla (Ef 5,
25-26).
El Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la
inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasentido
contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una
religiosidad superficial. Preguntarle a un catecúmeno: ¿quieres recibir el
Bautismo?”, significa al mismo tiempo preguntarle: “¿quieres ser santo?”. Significa
ponerle en el camino del Sermón de la montaña: “Sed perfectos como es perfecto
vuestro Padre celestial”. (Mt 5,48). Es el momento de proponer de nuevo a todos
con convicción este “alto grado” de la vida cristiana ordinaria. La vida entera de la
comunidad eclesial y de las familias cristianas debe ir en esta dirección. Pero
también es evidente que los caminos de la santidad son personales y exigen una
pedagogía de la santidad verdadera y propia, que sea capaz de adaptarse a los
ritmos de cada persona. 343
El c. 1064, insta al Ordinario del lugar que procure una eficaz orientación y
ordenación de la pastoral matrimonial: “Ordinarii loci est curare ut debite ordinetur
eadem assistentia, auditis etiam, si opportunum videatur, viris et mulieribus
341
CIC BAC. Comentario al c. 1063.
ESCRIVÁ DE BALAGUER, Josemaria. Forja. Ed. Rialp. Madrid. 2003. n. 881.
343
JUAN PABLO II. Carta Apostólica “Novo Millennio Inuente”. Ed. BAC. Madrid. 2001. nn. 30-31.
342
131
experientia et peritia probatis”. 344 Es un derecho que le corresponde, pero también
un deber, pues a él está confiado el cuidado de la diócesis como pastor propio y
primer responsable y coordinador de todas las obras de apostolado de la diócesis,
que incluyen la asistencia a quienes se preparan al matrimonio y a quienes viven
en él.
“El Concilio Vaticano II ha insistido en que el matrimonio cristiano constituye un
camino de santidad (vid., por ej., Lumen Gentium 41; Gaudium et spes 47-52);
cuestión que ha subrayado también Juan Pablo II (Eshort. Ap. Familiares
consortito 34). El Ordo celebrandi matrimonium (Decr. De la S.C. de Ritos de
19.III. 1969) señala, por su parte, que “debe hacerse a los novios una catequesis
tanto de la doctrina acerca del matrimonio y la familia, como del sacramento y sus
ritos, oraciones y lecturas, de tal manera que los contrayentes puedan celebrar su
matrimonio consciente y fructuosamente” (n. 5)”. 345
En efecto, en el capítulo titulado “De la atención pastoral y de lo que debe
preceder a la celebración del matrimonio”, que se abre con el c. 1063, el CIC se
ocupa, entre otras cosas, de la atención pastoral a los fieles que se disponen a
celebrar su matrimonio –así como a todos los ya casados, responsabilidad que
corresponde al Ordinario del lugar. (cf. c. 1064). El celo es una chifladura divina de
apóstol, que te deseo, y tiene estos síntomas: hambre de tratar al Maestro;
preocupación constante por las almas; perseverancia, que nada hace
desfallecer. 346
También en los matrimonios mixtos.
Qué es: Matrimonio mixto es el celebrado entre dos personas bautizadas, una de
las cuales pertenece a la Iglesia católica y no se ha apartado de la misma por un
acto formal (cf. c, 1086), y otra está adscrita a una Iglesia o comunidad eclesial
que se no se halla en comunión plena con la Iglesia católica. 347
Si los Ordinarios y demás pastores de almas deben ayudar a todos los
matrimonios a cumplir sus obligaciones, con mayor razón deberán procurar, con la
debida consideración a la parte no católica, que no falte ni al cónyuge católico ni a
los hijos de un matrimonio mixto 348 la ayuda espiritual para cumplir sus
obligaciones de conciencia y para la tarea común de conseguir la unidad de vida
344
“Corresponde al Ordinario del lugar cuidar de que se organice debidamente esa asistencia, oyendo
también, si parece conveniente, a hombres y mujeres de experiencia y competencia probadas”. CIC EUNSA c.
1064, p. 685.
345
CIC EUNSA. Comentario al cc. 1063-1065.
346
ESCRIVÁ DE BALAGUER, Josemaria. Camino. Ed. Procodes. Bogotá. Colombia. 1992. n. 934.
347
CIC BAC. Comentario al c. 1124.
348
“Los Ordinarios del lugar y los demás pastores de almas deben cuidar de que no falte al cónyuge católico,
y a los hijos nacidos de matrimonio mixto, la asistencia espiritual para cumplir sus obligaciones y han de
ayudar a los cónyuges a fomentar la unidad de su vida conyugal y familiar”. CIC BAC c. 1128, p. 596.
132
conyugal y familiar. Que la parte católica procure asiduamente buscar la
santificación para ayudar a santificar a su familia.
Ante el inmenso panorama de almas que nos espera, ante esa preciosa y
tremenda responsabilidad, quizá se te ocurra pensar lo mismo que a veces pienso
yo: ¿conmigo toda esa labor?, ¿conmigo, que soy tan poca cosa? –Hemos de
abrir entonces el Evangelio, y contemplar cómo Jesús cura al ciego de nacimiento:
con barro hecho de polvo de la tierra y de saliva. ¡Y ése es el colirio que da la luz a
unos ojos ciegos! Eso somos tú y yo. Con el conocimiento de nuestra flaqueza, de
nuestro ningún valer, pero –con la gracia de Dios y nuestra buena voluntad¡somos colirio!, para iluminar, para prestar nuestra fortaleza a los demás y a
nosotros mismos. 349
Según el derecho vigente en la Iglesia latina, un matrimonio mixto necesita, para
su licitud, el permiso expreso de la autoridad eclesiástica. 350 En caso de
disparidad de culto se requiere una dispensa expresa del impedimento para la
validez del matrimonio. 351 Este permiso o esta dispensa suponen que ambas
partes conozcan y no excluyan los fines y las propiedades esenciales del
matrimonio; además, que la parte católica confirme los compromisos –también
haciéndolos conocer a la parte no católica- de conservar la propia fe y de asegurar
el Bautismo y la educación de los hijos en la Iglesia Católica. 352 (CEC. 1635). Es
de gran responsabilidad que la parte católica busque su santificación para
santificar a su familia.
El c. 1124, expresa la actitud de la Iglesia no favorable a los matrimonios
mixtos 353, aunque no los prohíba categóricamente. “Reafirma la prohibición que,
como en el CIC 17, sólo se establece para la licitud, no para la validez, del
matrimonio de persona sometida a la legislación eclesiástica (bautizada en la
Iglesia católica o a ella convertida, siempre que no se haya alejado de ella por acto
formal) con persona adscrita a una Iglesia o comunidad eclesial que no tiene plena
comunión con la Iglesia católica, pero válidamente bautizada. Bajo esta última
denominación hay que incluir tanto las Iglesias o comunidades protestantes
(Iglesias de la Reforma: luterana, calvinista, anglicana; Iglesias libres: valdense,
baptista, metodista, congregacionalistas, cuáqueras, etc., sectas protestantes)
como a las Iglesias orientales separadas de Roma (Iglesia ortodoxa, por ejemplo);
es decir, todas aquellas comunidades eclesiásticas cristianas que se han
separado en distintos momentos históricos de la Iglesia católica, siempre que
mantengan la profesión de fe en Cristo, y acepten la Biblia como palabra revelada
349
ESCRIVÁ DE BALAGUER, Josemaria. Forja. Ed. Rialp. Madrid. 2003. n. 370.
Cfr CIC c. 1124.
351
Cfr. Ibíd. c. 1086.
352
Cfr. Ibíd. c. 1125.
353
“Está prohibido, sin licencia expresa de la autoridad competente, el matrimonio entre dos personas
bautizadas, una de las cuales haya sido bautizada en la Iglesia católica o recibida en ella después del
bautismo y no se haya apartado de ella mediante un acto formal, y otra adscrita a una Iglesia o comunidad
eclesial que no se halle en comunión plena con la Iglesia católica”. CIC EUNSA c. 1124, p.735.
350
133
por Dios”. 354 La razón de esta prohibición se encuentra en la experiencia
multisecular de la Iglesia que desaconseja este tipo de matrimonios por las
frecuentes dificultades que tienen los cónyuges católicos para vivir su fe y
transmitirla a los hijos. 355
Responsables de la obtención de la licencia son los contrayentes y también el
párroco que cumplidamente estudiará el expediente matrimonial. La autoridad
competente para la concesión de la misma la especifica el c. 1125, la cual en la
concesión habrá de tener en cuenta, además de los cc. Sobre los actos
administrativos generales 33-37 y sobre los rescriptos, a tenor del c. 59 § 2, los
que aquí fijan expresamente los requisitos y condiciones de la licencia.
La licencia es un concepto bien distinto de la dispensa: ésta relaja la ley en un
caso particular, c. 85, mientras que aquella es un requisito más entre los exigidos
para llevar a cabo un acto, que sin ella sería ilegítimo y prohibido. Como el CIC 17
c. 1060, la legislación postconciliar e incluso el primer proyecto del nuevo Código,
mantuvieron la prohibición categórica: el impedimento matrimonial de mixta
religión.
Cuando se requiere la licencia del Ordinario de Lugar.
Acertadamente recoge el c. 1071 356, siete casos en los que se debe solicitar
autorización del Ordinario del lugar para asistir a la celebración del matrimonio. De
entre todos ellos, el que quizá revista mayor dificultad para su delimitación práctica
y adecuada solución sea el contemplado en el § 1, 4º. Aparte de la dificultad
objetiva de precisar cuándo el hecho del alejamiento de la fe católica reviste esa
característica de “notoriedad” (vid. Communicationes 9 [1977] 144), aquí puede
involucrarse, además, el tema de la fe de los contrayentes en la recepción del
sacramento del matrimonio (vid. Sobre este punto Const. Sacrosanctum Concilium
59; Ordo celebrando matrimonium 7; Comisión Teológica Internacional, Foedus
matrimoniale (1977); Juan Pablo II, Exhort. Ap. Familliaris consortio 68”).
354
CIC EUNSA. Comentario al c. 1124
PRIETO, Vicente. Derecho Canónico. Ced. Medellin, 1997. p. 215.
356
Ҥ 1. Excepto en caso de necesidad, nadie debe asistir sin licencia del Ordinario del lugar:
1. al matrimonio de los vagos;
2. al matrimonio que no puede ser reconocido o celebrado según la ley civil;
3. al matrimonio de quien esté sujeto a obligaciones naturales nacidas de una unión precedente, hacia la otra
parte o hacia los hijos de esa unión;
4. al matrimonio de quien notoriamente hubiera abandonado la fe católica;
5. al matrimonio de quien esté incurso en una censura;
6. al matrimonio de un menor de edad, si sus padres lo ignoran o se oponen razonablemente;
7. al matrimonio por procurador, del que se trata en el c. 1105.
§ 2. El Ordinario del lugar no debe conceder licencia para asistir al matrimonio de quien haya abandonado
notoriamente la fe católica, si no es observando con las debidas adaptaciones lo establecido en el c. 1125”.
CIC BAC c. 1071, p. 420.
355
134
En este último documento, se insiste en que basta la “recta intención” y la
aceptación “al menos de manera implícita” de “lo que la Iglesia tiene intención de
hacer cuando celebra el matrimonio” (n. 68). De ahí que la actitud de los pastores
ante el caso contemplado en este precepto legal deberá ser la de poner todos los
medios para reavivar la fe del contrayente. Es decir, el párroco deberá, ante todo,
emplear las medidas pastorales a que se refieren, por ej., los cc. 1063 y 1065,
para formar, estimular al contrayente y atraerlo a la vivencia de su fe. En todo
caso, si se encuentra ante un supuesto como el descrito en el n. comentado,
habrá de recurrir al Ordinario y solicitar la correspondiente autorización para asistir
a la celebración del matrimonio. Por su parte, el Ordinario (vid. § 2) no podrá
conceder tal autorización si no se otorgan las garantías prescritas en el c. 1125
(vid. Comentario) para los matrimonios mixtos, congrua congruis referendo (vid.
También c. 1117 y comentario)”. 357
Condiciones para conceder la licencia.
“El c. 1125 determina que, si hay causa justa y razonable, el Ordinario del lugar de
la parte católica puede conceder el permiso o licencia 358 para la celebración del
matrimonio mixto con las siguientes condiciones: a) la parte católica debe declarar
que ella está presta a evitar el peligro de abandono de la fe y prometerá
sinceramente que hará lo posible para que todos los hijos sean bautizados y
educados en la Iglesia católica; b) la parte no católica será informada de estas
responsabilidades y promesas del católico; c) ambas partes deberán ser instruidas
sobre los fines y propiedades esenciales del matrimonio que no puedan ser
excluidas por ninguna de las partes”. 359
Competencia de la Conferencia Episcopal.
“Episcoporum conferentiae est tum modum statuere, quo hae declarationes et
promissiones, quae semper requiruntur, faciendae sint, tum ratinem definire, qua
de ipsis et in foro externo constet et pars non catholica certior reddatur”, Canon
1126 360.
357
CIC EUNSA. Comentario al c. 1071.
“Si hay una causa justa y razonable, el Ordinario del lugar puede conceder esta licencia; pero no debe
otorgarla si no se cumplen las condiciones que siguen:
1. que la parte católica declare que está dispuesta a evitar cualquier peligro de apartarse de la fe, y prometa
sinceramente que hará cuanto le sea posible para que toda la prole se bautice y se eduque en la Iglesia
católica;
2. que se informe en su momento al otro contrayente sobre las promesas que debe hacer la parte católica, de
modo que conste que es verdaderamente consciente de la promesa y de la obligación de la parte católica;
3. que ambas partes sean instruidas sobre los fines y propiedades esenciales del matrimonio, que no pueden
ser excluidos por ninguno de los dos”. CIC BAC c. 1125, p. 592.
359
CIC, BAC. Comentario al c. 1125.
360
“Corresponde a la Conferencia Episcopal determinar tanto el modo según el cual han de hacerse estas
declaraciones y promesas, que son siempre necesarias, como la manera de que quede constancia de las
mismas en el fuero externo y de que se informe a la parte no católica”. CIC EUNSA c. 1126, p. 738.
358
135
La Conferencia Episcopal de Colombia, en cumplimiento de las prescripciones del
c. 1126, decreta: Art. I: Cuando haya de celebrarse un matrimonio mixto, los
párrocos o ministros de la Iglesia católica deberán instruir previamente a los
contrayentes acerca del Sacramento del matrimonio, sobre sus fines y
propiedades esenciales y sobre los aspectos peculiares del matrimonio mixto.
Art. II: Las declaraciones y promesas exigidas por el canon 1125,1 y 2 serán
consignadas por escrito y firmadas por la parte católica que las hace propias;
luego serán comunicadas a la parte no católica, a manera de información y
dejando constancia escrita. Este documento debe conservarse en el expediente
matrimonial.
Art.III: Para favorecer la uniformidad y facilitar el cumplimiento de las anteriores
exigencias, se utilizará la siguiente fórmula:
•
•
•
Yo, N.N. ante Dios ratifico mi fe cristiana, conforme a la doctrina de la Iglesia
Católica, y me comprometo a evitar los peligros de apartarme de esta fe, a
cumplir fielmente mis deberes religiosos y a procurar en cuanto me sea posible,
que todos mis hijos sean bautizados y educados en la Iglesia católica.
N.N. (Firma del contrayente católico).
Me declaro informado de las anteriores declaraciones y promesas.
N.N. (firma del contrayente no católico)
Art. IV: Cumplidos los requisitos previos y obtenidos la licencia del Ordinario del
lugar, el matrimonio mixto debe celebrarse según la forma canónica (c. 1108),
conforme al ritual propio de la celebración del matrimonio, teniendo en cuenta las
prescripciones del c. 1127, 1 y 3.
Parágrafo: En caso de duda sobre la validez del Bautismo de la parte no católica se debe
obtener “ad cautelam” la dispensa de disparidad de culto.
Art. V: En los casos del matrimonio con impedimento de disparidad de cultos,
además de las anteriores diligencias, se requiere la dispensa del impedimento y la
celebración se realizará en el templo o en otro lugar decente, sin la celebración
de la eucaristía.
Art.VI: La inscripción de los matrimonios mixtos deberá hacerse en la Parroquia
donde se celebró el matrimonio y se comunicará a la Parroquia o Iglesia del
Bautismo de los contrayentes para las anotaciones correspondientes.
Art. VII: Los matrimonios Mixtos exigen a los Párrocos el deber de un especial
seguimiento pastoral para ayudar a los esposos en la vivencia de la fe, en la
136
educación de los hijos como ocasión
ecuménicas. 361
para favorecer auténticas relaciones
Cura pastoral de los cónyuges.
“Locorum Ordinarii aliique animarum pastores curent, ne coniugi catholico et filiis e
matrimonio mixto natis auxilium spirituale desit ad eorum obligationes adimplendas
atque ciniuges adiuvent ad vitae coniugalis et familiaris fovendam unitatem” c.
1128. 362 Sé instrumento: de oro o de acero, de platino o de hierro…, grande o
chico, delicado o tosco… -Todos son útiles: cada uno tiene su misión propia.
Como en lo material: ¿Quién se atreverá a decir que es menos útil el serrucho del
carpintero que las pinzas del cirujano? –Tu deber es ser instrumento. 363
El Cardenal Nguyen van Thuan en su obra el Gozo de la Esperanza, haciendo
relación a las diez “aes” para recordar en la vida nos dice: “nosotros, sacerdotes,
ante todo tenemos que atender a Dios. No podemos hablar de Él si antes no lo
escuchamos atentamente, como hizo María en Betania. Los hombres quieren ver
a Jesús a través de nosotros. En segundo Lugar recordemos que podemos
escuchar a Dios en nuestra conciencia. Nosotros, formadores de conciencias,
¡cuánto necesitamos ser fieles a nuestra conciencia! Por último, esta “a” quiere
recordarnos la necesidad de atender a los demás, como hace un padre con su
hijo, como hace un doctor con un enfermo, como hacía Cristo con todos. 364 El
matrimonio es un sacramento grande, pero in Christo et in Ecclesia (Ef 5,32).
Prescripciones que han de ser aplicadas en el caso de los matrimonios en
que obsta la disparidad de cultos.
El c. 1129 365 y el c. 1086 § 2 se complementan y de ambos se deduce, que las
normas dadas para los matrimonios mixtos son todas ellas aplicables a los
matrimonios afectados por el impedimento de disparidad de cultos: donde se da la
misma razón se da la misma normativa. Con ello la denominación matrimonio
mixto tiene en realidad un sentido amplio, que abarca a los supuestos de
matrimonio católico, bautizado o no, junto al sentido estricto que corresponde al
primero de esos dos supuestos, el del c. 1124. 366
361
CIC EUNSA. Pamplona (España). 2001. p. 1520-1521.
“Los Ordinarios del lugar y los demás pastores de almas deben cuidar de que no falte al cónyuge católico, y
a los hijos nacidos de matrimonio mixto, la asistencia espiritual para cumplir sus obligaciones y han de ayudar
a los cónyuges a fomentar la unidad de su vida conyugal y familiar”. CIC BAC c. 1128, p. 596.
363
SAN JOSÉ MARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.484.
364
NGUYEN VAN THUAN, F. El Gozo de la Esperanza. 2ª Edición. Ed. Ciudad Nueva. Madrid. 2004. p.96.
365
“Las prescripciones de los cc. 1127 y 1128 se aplican también a los matrimonios para los que obsta el
impedimento de disparidad de cultos, del que trata el c. 1086 § 1”. CIC BAC c. 1129, p. 596.
366
CIC BENLLOCH POVEDA. Comentario al c. 1129.
362
137
El capítulo VI (cc. 1124-1129), sólo se trata de matrimonios mixtos entre un
católico y un bautizado no católico, adscrito a una comunidad cristiana no católica.
El caso de los matrimonios mixtos entre un católico y un no bautizado, se trata en
el c. 1086, que se refiere al impedimento dirimente de Disparidad de Cultos. El
matrimonio entre bautizados es sacramento, siempre y cuando el bautismo
recibido en la comunidad cristiana no católica sea considerado válido por la Iglesia
Católica.
Según normas de la Iglesia, el bautismo recibido en la comunidad de los testigos
de Jehová y en la comunidad de los mormones no es válido. 367 “Está prohibido,
sin licencia expresa de la autoridad competente, el matrimonio entre dos personas
bautizadas, una de las cuales haya sido bautizada en la Iglesia católica o recibida
en ella después del bautismo y no se haya apartado de ella mediante un acto
formal, y otra adscrita a una Iglesia o comunidad eclesial que no se halle en
comunión plena con la Iglesia católica” (c. 1124). Dios es amor y alegría, y Él nos
la comunica. Solo Dios basta. Fuera de Él no hay felicidad posible. (Santa Teresa
de los Andes).
Efectos:
Vinculo perpetuo y exclusivo.
“Después de reafirmado en el c. 1134 368 el carácter indisoluble y único que surge
de todo matrimonio válido, así como la especial gracia que el sacramento confiere
a los cónyuges en el matrimonio cristiano (vid. comentario al c. 1056), el c. 1136
hace notar la gravísima obligación y el derecho prioritario que los padres tienen en
la educación de sus hijos.
Sobre este derecho y obligación ha insistido especialmente el Concilio Vaticano II.
Así, en la Const. Gaudium et spes 50 se reitera el deber de educar a los hijos
como “propia misión de los cónyuges”, educación que ha de ser tal que al llegar
los hijos a la edad adulta, “puedan con pleno sentido de la responsabilidad seguir
la vocación, aún la sagrada, y escoger estado de vida” (n. 52); a la vez se alienta
“a salvaguardar el derecho de los padres… a educar en el seno de la familia a sus
hijos” (ibídem). Por su parte, la Decl. Dignitatis humanae 5 hace notar que a los
padres “corresponde el derecho de determinar la forma de educación religiosa que
se ha de dar a sus hijos, de acuerdo con su propia convicción religiosa. Así pues,
367
SERRATO, Héctor. Matrimonio Canónico. Impresores Delgado Sánchez. 2004. Bogotá. Colombia. p. 320.
“Del matrimonio válido se origina entre los cónyuges un vínculo perpetuo y exclusivo por su misma
naturaleza; además, en el matrimonio cristiano los cónyuges son fortalecidos y quedan como consagrados por
un sacramento peculiar para los deberes y la dignidad de su estado”. CIC BAC c. 1134, p. 597.
368
138
el poder civil debe reconocer el derecho de los padres a elegir con auténtica
libertad las escuelas y otros medios de educación sin imponerles ni directa ni
indirectamente cargas injustas por esta libertad de elección”. En fin, en la Decl.
Gravissimun educatiionis 3 se lee: “puesto que los padres han dado la vida a los
hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole, y, por tanto, hay que
reconocerlos como los primeros y principales educadores de sus hijos… Es, pues,
deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el amor, por la
piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación integra
personal y social de los hijos”. 369
Por la gracia del sacramento del matrimonio, los padres han recibido la
responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos. Desde su primera edad,
deberán iniciarlos en los misterios de la fe, de los que ellos son para sus hijos los
‘primeros heraldos de la fe’ (LG 11). Desde su más tierna infancia, deben
asociarlos a la vida de la Iglesia. La forma de vida en la familia puede alimentar las
disposiciones afectivas que, durante toda la vida, serán auténticos cimientos y
apoyos de una fe viva. (CEC, 2225).
Deber y derecho mutuo al consorcio de la vida.
La referencia del c. 1135 370 al “consorcio de vida conyugal” está en plena
coherencia con el c. 1055. En correlación con el c. 208: “Por su regeneración en
Cristo, se da entre todos los fieles una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad
y acción, en virtud de la cual todos, según su propia condición y oficio, cooperan a
la edificación del Cuerpo de Cristo”, se señala aquí la igualdad de los derechos y
obligaciones de ambos cónyuges en todo aquello que pertenece al consorcio de la
vida conyugal”. 371
Usando la imagen del esposo para hablar de Dios, Jesús muestra cuánta
paternidad y cuanto amor de Dios se reflejan en el amor de un hombre y de una
mujer que se unen en el matrimonio. Por medio del amor que nace en ustedes,
deben ver que Dios es amor. Cuando Cristo dice sígueme, su llamada quiere decir
sígueme a Mí que soy el Esposo de la Iglesia. Cristo como esposo se “entregó a sí
mismo”, y a todos los esposos y esposas les enseña a entregarse según la plena
medida de la dignidad personal de cada uno y de cada una. Cristo nos enseña el
amor de esposos. Emprender el camino de la vocación matrimonial significa
aprender el amor marital constantemente, día a día, año tras año, amar según el
alma y el cuerpo. 372
369
CIC EUNSA. Comentario al c. 1134.
“Ambos cónyuges tienen igual obligación y derecho respecto a todo aquello que pertenece al consorcio de
la vida conyugal”. CIC BAC c. 1135, p. 597.
371
CIC BAC. Comentario al c. 1135.
372
JUAN PABLO II. Momentos de Paz. Ed. San Pablo. Bogotá-Colombia. 2009. p.18.
370
139
Y a la educación de la prole.
Los efectos del matrimonio en los esposos en relación a sí mismos se
complementan con los efectos en ellos para con la prole, cuando se da. El
derecho y deber de educar a los hijos es primario y originario, no dependiente en
su origen no de la Iglesia, ni del Estado. “Parentes officium gravissimum et ius
primarium habent prolis educationem tum physicam, socialem et culturalem, tum
moralem et religiosam pro viribus curandi” 373 Este deber-derecho se extiende a la
manutención y educación física y a la educación social, cultural, moral y religiosa.
Está recogido entre las obligaciones y derechos fundamentales de los fieles laicos
en el c. 226 § 2, y en parte se especifica en otras partes del Código: en cuanto a la
formación en la fe, c. 774 § 2, en cuanto a la educación y formación integral, cc.
793 § 1, 795.
“El c. es una consecuencia y aplicación de lo que estable el c. 793: § 1. “Los
padres y quienes hacen sus veces tienen la obligación y el derecho de educar a la
prole; los padres católicos tienen también la obligación y el derecho de elegir
aquellos medios e instituciones mediante los cuales, según las circunstancias de
cada lugar, puedan proveer mejor a la educación católica de los hijos. §
2. También tienen derecho los padres a que la sociedad civil les proporcione las
ayudas que necesiten para procurar a sus hijos una educación católica”. Y recoge
una de las constantes del magisterio actual de la Iglesia” 374
5.2.2 El Matrimonio Canónico y la Legislación Colombiana. La constitución
Política de Colombia de 1991, en su Artículo 42 define la familia y el matrimonio:
“La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos
naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer
matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla. El Estado y la sociedad
garantizan la protección integral de la familia”. 375
El matrimonio en Colombia puede ser civil o religioso y el matrimonio canónico
tiene efectos civiles conforme a lo señalado por la ley 57 de 1887: “Son válidos
para todos los efectos civiles y políticos los matrimonios que se celebren
conforme al rito católico”.
A partir del siglo XIII aparece esta “forma” de matrimonio como una opción secular,
junto con la canónica, obligatoria ésta conforme al Derecho eclesiástico cuando
uno de los contrayentes es católico. La base natural de ambas “formas” de
matrimonio es común; pero para la Iglesia católica el contrato matrimonial válido,
celebrado en la forma canónica establecida, es a la vez, entre bautizados,
Sacramento (c. 1055,2); este carácter sacramental está excluido, pues, el
373
“Los padres tienen la obligación gravísima y el derecho primario de cuidar en la medida de sus fuerzas de
la educación de la prole, tanto física, social y cultural como moral y religiosa”. CIC BAC c. 1136, p. 598.
374
CIC BAC. Comentario al c. 1136.
375
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA 1991. Ed. Atenea Ltda. Bogotá-Colombia. 2009. p.12.
140
matrimonio civil, aun intentado por católico, tendría efectos civiles, pero no
canónicos. 376
A partir del 2 de julio de 1975, por el canje de notas de ratificación del concordato
del 12 de julio de 1973 que fuera aprobado por la ley 20 de 1974, se admitió el
matrimonio civil de católicos. Hasta esa fecha, y de conformidad con la ley 54 de
1924 –Ley Concha- los católicos sólo podían contraer matrimonio civil cuando
declaraban que se habían “separado formalmente de la Iglesia y de la religión
católica”.
El artículo VII del Concordato vigente acoge lo estipulado por la ley 57 de 1887
acerca del reconocimiento de los efectos civiles de los matrimonios celebrados
según las normas eclesiásticas y el artículo 42 de la Constitución política de 1991
amplia este reconocimiento a los matrimonios celebrados conforme a cualquier
rito religioso: “Los matrimonios religiosos tendrán efectos civiles en los términos
que establezca la ley”. 377
La legislación Colombiana precisa que el acto de la celebración del matrimonio
canónico debe inscribirse en el registro civil 378, para que produzca los efectos
civiles respecto a las personas y bienes de los cónyuges y sus descendientes. Es
así como en Colombia los matrimonios civiles se rigen por la ley civil tanto para su
celebración como para efectos y los matrimonios católicos por la legislación
canónica. Estos últimos están sometidos a la jurisdicción eclesiástica en cuanto a
su celebración y su disolución, pero se rigen por la ley civil en cuanto a los efectos
personales y patrimoniales. Por esta razón las decisiones de los tribunales
eclesiásticos relativos a la nulidad deben ser conocidas por los Tribunales
Superiores para los efectos civiles, según lo prevé el Art. 8º del Concordato
Vásquez Carrisoza.
El matrimonio civil lo define el artículo 113 del Código Civil: “El matrimonio es un
contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen con el fin de vivir
juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente”. El Código civil, considera el
matrimonio únicamente como un contrato, siendo de este modo un acuerdo de
voluntades, que genera obligaciones. Mientras el matrimonio Canónico es además
un sacramento. El título IV del libro I del Código Civil trata de la celebración del
matrimonio civil (art. 113-138); el título V del mismo libro se ocupa de la nulidad
del matrimonio Civil y sus efectos; los títulos VI y VII tratan la disolución, el divorcio
y la separación de cuerpos, y el título IX las obligaciones y derechos entre los
cónyuges. 379 Por el decreto 2668 de Dic/26 1988, reglamentó la solemnización
del matrimonio civil ante notario público.
376
CORRAL-URTEAGA. Op. Cit. p. 618.
Ibíd., p. 13.
378
Ley 35 de 1888, a.17. Ley 95 de 1980, art. 2°.
379
Cf. CÓDIGO CIVIL COLOMBIANO. Edición actualizada. Bogotá. 2009.
377
141
El matrimonio es un acto jurídico, de formación bilateral, bilateral también en sus
obligaciones, principal, de tracto sucesivo o permanente. Y como acto jurídico,
para que sea fuente de obligaciones, debe ajustarse a las exigencias del artículo
1502 del código Civil, por lo que es necesario según el orden antes trazado, que el
hombre y la mujer: a) Sean legalmente capaces, b) Que consientan en el acto
matrimonial y su consentimiento no adolezca de vicio; c) Que sus declaraciones
de voluntad recaigan sobre objeto lícito, d) Que tengan causa lícita. 380
De acuerdo con los artículos 116 y 117 del Código Civil, los mayores de 18 años
pueden contraer matrimonio libremente, y los menores de edad necesitan permiso
escrito. El matrimonio civil es nulo cuando se ha celebrado entre un hombre y una
mujer menores de catorce años, o cuando cualquiera de los dos sea
respectivamente menor de aquella edad. En resumen, los mayores de catorce
años pueden contraer matrimonio civil. Si son menores de edad, deberán obtener
un permiso escrito, cuya ausencia no afecta el vínculo del matrimonio que sin él se
contraiga; y si son mayores de edad, libremente, es decir, sin que deban solicitar
permiso a nadie. 381 El artículo 1052 del Código Civil exige para todo acto jurídico
que se emita consentimiento sin vicios. Conforme al artículo 138, “debe
pronunciarse en voz perceptible, sin equivocación, y por las mismas partes, o
manifestarse por señales que no dejen duda”. El conjunto de derechos y
obligaciones entre los consortes será, pues, el objeto del matrimonio, que resultará
ilícito si se pacta su exclusión. 382
En relación a la cesación de los efectos civiles del matrimonio la ley 25 de 1992 en
el art. 5° dice: “el matrimonio civil se disuelve por la muerte real o presunta de uno
de los cónyuges o por divorcio judicialmente decretado. Los efectos civiles de todo
matrimonio religioso cesarán por divorcio decretado por el juez de familia o
promiscuo de familia. En materia del vínculo de los matrimonios religiosos regirán
los cánones y normas del correspondiente ordenamiento religioso”. 383
En conclusión, según la ley colombiana, el matrimonio puede ser civil o religioso y
éste, que es reconocido por el Estado, surte efectos civiles. El vínculo matrimonial
se disuelve por muerte de uno de los cónyuges o por declaración de divorcio
vincular para los matrimonios civiles. El matrimonio canónico puede ser declarado
inválido o nulo.
5.2.3 Preparación Al Sacramento Del Matrimonio. El Código de Derecho
Canónico dispone que haya «preparación personal a la celebración del matrimonio
y con ella los esposos se dispongan a la santidad y deberes de su nuevo estado»
(CIC c. 1063, 2°; CCEO c. 783, § 1), disposición que está presente también en el
380
PARRA BENÍTEZ, J. Derecho de Familia. Ed. Temis. Bogotá-Colombia. 2008. p. 116.
Ibíd., p. 116
382
Ibíd., p. 117.
383
Cf. NUEVA LEY DEL DIVORCIO. Ley 25 diciembre de 1992. Art. 5. El Trébol. Bogotá, D.C., Colombia.
2006. p. 8.
381
142
Ordo Celebrandi Matrimonium (Decr. De la S.C. de Ritos de 19.III.1969) señala,
por su parte, que “debe hacerse a los novios una catequesis tanto de la doctrina
acerca del matrimonio y la familia, como del sacramento y sus ritos, oraciones y
lecturas, de tal manera que los contrayentes puedan celebrar su matrimonio
consciente y fructuosamente” (n. 5). “Hay que prepararse adecuadamente al
matrimonio, como a los demás sacramentos, para que su celebración resulte
fecunda en la vida de los esposos. 384 El nuevo Código canónico ha incluido la
preparación 385 al matrimonio entre los deberes de la comunidad eclesial (c. 1063),
especialmente de los pastores” (Juan Pablo II, Alocución 26. V 1984). La grandeza
de la vocación matrimonial requiere una preparación honda y completa,
prolongada y diversificada, así como una acción pastoral rigurosa y coordinada.
Sentido y finalidad: La finalidad propia de esta etapa es ayudar a cada persona a
descubrir su vocación matrimonial (o también en el celibato cristiano) y a disponer
su vida en respuesta a esta llamada divina a un amor conyugal como un camino
de santidad 386, mediante el anuncio capaz de mostrar la excelencia de la vocación
matrimonial en el plan de Dios; ayuda y acogida, que ofrezca un camino de
seguimiento para una auténtica formación en la madurez de la persona, según la
medida de Cristo; diferenciada, acomodada a la diversa condición y formación de
las personas; progresiva, según el plano de superación y exigencia que comporta
siempre la fidelidad al designio divino sobre las personas; y, práctica, que tenga en
cuenta todas las posibilidades de actuación en este ámbito y la coordinación de
las mismas. De la profundidad y solidez de esta preparación van a depender las
sucesivas etapas de la pastoral familiar.
Etapas: Parte fundamental de esa preparación es la formación para el matrimonio,
en la que deben sentirse comprometidas la familia cristiana y toda la comunidad
eclesial” (FC, 66), y que no se reduce a la inmediata preparación de la celebración
de la que trata el c. 1063, § 2.
Juan Pablo II ha distinguido (cf. FC, 66):
a) preparación remota, que comienza con la formación de virtudes, carácter y vida
espiritual ya en la infancia: se trata de una formación de la persona para responder
a su vocación radical al amor –en el celibato o en el matrimonio (cf. FC, 16)-, en la
que es insustituible la responsabilidad de la familia. Es además, en esta época,
384
Evidencian esta atención peculiar, las enseñanzas del Concilio Vaticano II (GS 52), las orientaciones del
Magisterio Pontificio (FC 66), las mismas normas eclesiales (Codex Iuris Canonici = CIC, can. 1063; Codex
Canonum Ecclesiarum Orientalium = CCEO, can. 783), el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1632) y otros
documentos del Magisterio, entre ellos la Carta de los Derechos de la Familia. Los dos documentos más
recientes del Magisterio Pontificio — la Carta a las Familias Gratissimam Sane y la Encíclica Evangelium Vitae
(= EV) — han sido de gran ayuda en nuestra tarea.
385
Esta preparación no es de exclusiva responsabilidad de la Iglesia. Sobre toda la sociedad recae el deber
de procurar que los ciudadanos al llegar a la edad núbil estén capacitados para asumir las responsabilidades
matrimoniales, aunque la Iglesia con frecuencia ha suplido y suple las negligencias también en este campo.
Comentario CIC BENLONCH POVEDA, Edicep. Madrid. 1993, p.476.
386
Cf. LG, n. 41
143
cuando el fiel recibe la integridad de la iniciación cristiana: los sacramentos del
Bautismo, la Confirmación 387, la Eucaristía, junto con la Penitencia 388 La
responsabilidad primordial atañe a los padres. Han de contar con ayuda de la
parroquia y de la escuela; en ambas resulta oportuna la organización de Escuelas
de padres. La educación afectiva sexual compete primordialmente a los padres.
En nuestros días es especialmente necesario- dado el impacto negativo del
pansexualismo sobre los niños y jóvenes- que los padres asuman esta
responsabilidad. Las diversas instancias eclesiales han de preparar programas de
educación afectivo-sexual para menores. Asimismo, se ha de integrar esta
educación en proceso catequético.
La vocación al amor, que es el hilo conductor de toda pastoral matrimonial,
requiere un cuidado esmerado de la educación al amor. Ésta es más necesaria en
nuestros días en cuanto la cultura ambiental extiende formas degeneradas de
amor que falsean la verdad y la libertad del hombre en su proceso de
personalización: son maneras teñidas de individualismo y emotivismo que lleva a
las personas a guiarse por su simple sentimiento subjetivo y no son conscientes
siquiera de la necesidad de aprender a amar 389
b) preparación próxima, de los jóvenes que, por su edad y circunstancias,
comienzan a tener ya en el horizonte de sus vidas el matrimonio como posibilidad
real. El noviazgo reviste una consistencia específica como etapa idónea para
asimilar paulatinamente el evangelio del matrimonio y de la familia.
Es muy oportuna la promoción de grupos de novios configurados como itinerarios
de maduración humana y de fe que favorezcan una formación integral.
Juventud y noviazgo, centro de esta etapa. Tiene como finalidad, capacitar para el
matrimonio con una educación integral, humana y espiritual para que comprendan
todo el contenido de su vocación: - el sentido del matrimonio como llamada a la
santidad 390 - la dignidad, misión y ejercicio del amor conyugal 391 - el significado y
alcance de la paternidad responsable, con los conocimientos médico-biológicos y
morales que están en relación con ella 392 - el conocimiento de los elementos
necesarios para una ordenada conducción de la familia en lo que respecta a la
387
CIC EUNSA ““§ 1. Los católicos aún no confirmados deben recibir el sacramento de la confirmación antes
de ser admitidos al matrimonio, si ello es posible sin dificultad grave. § 2. Para que reciban fructuosamente el
sacramento del matrimonio, se recomienda encarecidamente que los contrayentes acudan a los sacramentos
de la penitencia y de la santísima Eucaristía” c. 1065
388
Cf. IC, especialmente los nn. 41-42. 85-110.
389
Cf. FSV, nn. 22-26.
390
Cf. LG, n. 41.
391
Cf. GS, n. 49.
392
Cf. HV. Véase los comentarios de Juan Pablo II a la encíclica Humanae vitae de Pablo VI, en el sexto ciclo
de sus catequesis sobre la teología del cuerpo humano: Juan Pablo II, Hombre y mujer lo creó. El amor
humano en el plano divino, Ed Cristiandad, Madrid 2000, p. 619-680.
144
educación de los hijos, sabia administración del hogar 393 - la grandeza de la
misión de la familia como “santuario de la vida” 394.
El lugar adecuado de esta pastoral es, la comunidad cristiana, en especial, la
parroquia, en la que hay que saber integrar a los jóvenes, para que puedan ver
realizados los valores y las verdades que se les anuncia. Como fruto de esa
preparación, los novios han de ser conscientes de la altísima dignidad del camino
que están llamados a vivir: cooperar con Dios en la revelación y comunicación del
amor y la vida. Igual que San Francisco de Asís 395, enamorado de la hermana
pobreza o sea, de una manera de vivir que fuera lo más parecida posible al modo
de vivir pobre como vivió Jesús 396, los novios necesitan meditar y pensar
seriamente como pareja, en la vida conyugal como futuros esposos, construyendo
una auténtica
personalidad cristiana fundada en los valores evangélicos;
acrecentando la confianza, compartiendo la vida espiritual y la capacidad de
servirse y perdonarse, viviendo en continua fidelidad y exclusividad, aceptándose
con sus cualidades y defectos, cultivando la capacidad económica para sostener
un futuro compromiso familiar, para toda la vida, teniendo claros objetivos
doctrinales y exigencias del matrimonio, estando verdaderamente enamorados y
convencidos de sus deberes y derechos en relación a la Iglesia, a la familia para
consagrarse a servir al Jefe Supremo con una vida santa en bien de los hijos y la
sociedad. De ahí, que uno de los grandes frutos del noviazgo es el lograr
comunicar en plenitud sus ideas, ambiciones, molestias, anhelos, y esperanzas,
es decir, alcanzar y vivir una verdadera empatía.
Recuerda que los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En
esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la
fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para
el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor
conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad. (CEC, 2350).
Pensemos en las palabras de San Juan Crisóstomo que les hará un gran bien:
393
Cf. FC, n. 66.
Cf. EV, nn. 92-94.
395
Francisco de Asís tenía 20 años cuando hubo una guerra entre Asís y la ciudad de Perugia. Francisco salió
a combatir por su ciudad, y cayó prisionero de los enemigos. La prisión duro un año, tiempo que aprovechó
para meditar y pensar seriamente en la vida. Al salir de la prisión se incorporó otra vez en el ejército de su
ciudad, y se fue a combatir a los enemigos. Se compró una armadura sumamente elegante y el mejor caballo
que encontró. Pero por el camino se le presentó un pobre militar que no tenía con qué comprar armadura ni
caballería, y Francisco, conmovido, le regalo todo su lujoso equipo militar. Esa noche, en sueños sintió que, a
cambio de lo que él había obsequiado, le presentaron unas armaduras mejores para enfrentarse a los
enemigos del espíritu. Francisco no llegó al campo de batalla, porque se enfermó y en plena enfermedad oyó
que una voz del cielo le decía: “¿Por qué dedicarse a servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al
Jefe Supremo de todos?”. Entonces, se volvió a su ciudad, pero ya no a divertirse y parrandear en juergas,
como tantas veces había hecho en su vida anterior, sino a meditar en serio acerca de su futuro. La gente, al
verlo tan silencioso y meditabundo, comentaba que Francisco probablemente estaba enamorado. Él
comentaba: “Sí, estoy enamorado, y es de la novia más fiel y más pura y santificadora que existe”: la pobreza,
o sea, de una manera de vivir que fuera lo más parecida posible al modo de vivir pobre como vivió Jesús.
BENÍTEZ-PEÑA, o. c. p. 30-31.
396
BENITEZ-PEÑA. Orar con la Vida de los Santos. Ed. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2006. p. 30.
394
145
“Quien condena el matrimonio, priva también la virginidad de su gloria; quien lo
alaba, hace la virginidad más admirable y luminosa. Lo que aparece un bien
solamente en comparación con un mal, no es un gran bien; pero lo que es mejor
aún que bienes por todos considerados tales, es ciertamente un bien en grado
superlativo” 397
c). preparación inmediata para la celebración del matrimonio, que suele
concretarse en los cursos prematrimoniales organizados para los novios. - La
preparación inmediata se ordena a que los novios se dispongan adecuadamente
para celebrar el sacramento del matrimonio. - Dadas las diversas carencias de
muchos novios, las catequesis o encuentros de preparación al matrimonio son un
importante ocasión evangelizadora. - En un clima de acogida, libertad y diálogo,
dentro de los cursos de preparación al matrimonio se ha de presentar de modo
claro e íntegro la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia.
Condiciones de los novios, para poder casarse: 1. Estar bautizados, para celebrar
el sacramento del matrimonio (c. 849). 2. Tener la capacidad de realizar el acto de
consentimiento matrimonial. A ésta se refiere el Codex en los cc. 1095 y 1096, en
los que se identifica qué personas son incapaces de realizar el consentimiento. 398
Quien puede asumir las obligaciones esenciales del matrimonio, aunque le
resulten difíciles de cumplir, es capaz de casarse. 399 3. Ausencia de impedimentos
dirimentes. “El impedimento dirimente inhabilita la persona para contraer
matrimonio válidamente” (c. 1073). El Códex establece doce impedimentos que
dirimen el matrimonio; se encuentran también el Código de Cánones de las
Iglesias Orientales (CCIO). 400
397
S. JUAN CRISOSTOMO. La Virginidad, X: PG, 48, 540. FC, 16.
1). “Son incapaces de contraer matrimonio quienes carecen de suficiente uso de razón” (CIC, c. 1095, n.
1). 2) “Son incapaces de contraer matrimonio quienes tienen un grave defecto de discreción de juicio acerca
de los derechos y deberes esenciales del matrimonio que mutuamente se han de dar y aceptar” (CIC, c. 1095,
n 2). No basta tener uso de razón para estar en condiciones de casarse, es necesario tener también suficiente
discreción de juicio, proporcionada a la gravedad de los compromisos que se contraen. La exigencia legal de
una edad mínima tiene como objeto precisamente garantizar la suficiente discreción de juicio, la cual de todos
modos puede faltar por un desarrollo psicológico insuficiente o por graves patologías psíquicas. 3). “Son
incapaces de contraer matrimonio quienes no pueden asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por
causas de naturaleza psíquica” (CIC, can. 1095, n. 3). 4). “Son incapaces de prestar consentimiento
matrimonial quienes ignoran que “el matrimonio es un consorcio permanente entre un varón y una mujer,
ordenado a la procreación de la prole mediante una cierta cooperación sexual” (CIC, c. 1096, § 1).
399
Juan Pablo II ha subrayado la diferencia que hay entre incapacidad y dificultad, y también que el esfuerzo
para cumplir con las exigencias de la vida matrimonial es una necesidad normal: “La realización del
significado de la unión conyugal, mediante el don reciproco de los esposos, es posible solamente a través de
un continuo esfuerzo, que incluye también renuncia y sacrificio. (…) Para el canonista debe quedar claro el
principio de que solamente la incapacidad y no la dificultad para prestar el consentimiento y para realizar una
verdadera comunidad de vida y de amor, hace nulo el matrimonio. (…) Una verdadera incapacidad puede ser
admitida en hipótesis sólo en presencia de una seria forma de anomalía que, de cualquier forma que se quiera
definir, debe cercenar sustancialmente las capacidades de entender y/o de querer del contrayente”. (Discurso
al Tribunal de la Rota Romana, 5-II-1987, nn. 6-7: EF 5, p. 4588-4590 [1987-02-05. 6-7]).
400
1. Edad (c. 1083) Dispensable § 1. No puede contraer matrimonio válido el varón antes de los dieciséis
años cumplidos, ni la mujer antes de los catorce, también cumplidos. § 2. Puede la Conferencia Episcopal
establecer una edad superior para la celebración lícita del matrimonio. 2. Impotencia “coeundi” (c. 1084) No
dispensable § 1. La impotencia antecedente y perpetua para realizar el acto conyugal, tanto por parte del
398
146
Las entrevistas con el párroco para realizar el expediente canónico y para preparar
la liturgia son también ocasiones para un diálogo y una catequesis más
personalizados. La investigación previa 401 al matrimonio, que se formaliza en el
expediente matrimonial, es responsabilidad del párroco al que compete asistir al
matrimonio (vide infra, 2, b; cf. cc. 1113-1114). Si la realiza alguien distinto, debe
comunicar al párroco cuanto antes el resultado mediante documento auténtico (cf.
C. 1070).
La investigación informativa está orientada a comprobar que nada se opone a su
celebración válida y lícita (cf. 1066). Nadie debe asistir al matrimonio como testigo
hombre como de la mujer, ya absoluta ya relativa, hace nulo el matrimonio por su misma naturaleza. § 2. Si
el impedimento de impotencia es dudoso, con duda de derecho o de hecho, no se debe impedir el matrimonio
ni, mientras persista la duda, declararlo nulo. § 3.
La esterilidad no prohíbe ni dirime el matrimonio, sin
perjuicio de lo que se prescribe en el c. 1098. 3. Vinculo preexistente (c. 1085)
No dispensable § 1.
Atenta inválidamente matrimonio quien está ligado por el vínculo de un matrimonio anterior, aunque no haya
sido consumado. § 2. Aun cuando el matrimonio anterior sea nulo o haya sido disuelto por cualquier causa,
no por eso es lícito contraer otro antes de que conste legítimamente y con certeza la nulidad o disolución del
precedente. 4. Disparidad de cultos (c. 1086)
Dispensable § 1. Es inválido el matrimonio entre dos
personas, una de las cuales fue bautizada en la Iglesia católica o recibida en su seno y no se ha apartado de
ella por acto formal, y otra no bautizada. § 2.
No se dispense este impedimento si no se cumplen las
condiciones indicadas en los cc. 1125 y 1126. § 3. Si al contraer el matrimonio, una parte era comúnmente
tenida por bautizada o su bautismo era dudoso, se ha de presumir, conforme al c. 1060, la validez del
matrimonio hasta que se pruebe con certeza que uno de los contrayentes estaba bautizado y el otro no. 5.
Ordenes Sagradas (c. 1087). Dispensable. Atentan inválidamente el matrimonio quienes han recibido las
órdenes sagradas. 6. Voto publico perpetuo de castidad (c. 1088) Dispensable Atentan inválidamente el
matrimonio quienes están vinculados por voto público perpetuo de castidad en un instituto religioso. 7. Rapto
o retención violenta de la mujer (c. 1089) Dispensable No puede haber matrimonio entre un hombre y una
mujer raptada o al menos retenida con miras a contraer matrimonio con ella, a no ser que después la mujer,
separada del raptor y hallándose en lugar seguro y libre, elija voluntariamente el matrimonio. 8. Crimen o
conyugicidio (c. 1090) Dispensable por la Sede Apostólica § 1. Quien, con el fin de contraer matrimonio
con una determinada persona, causa la muerte del cónyuge de ésta o de su propio cónyuge, atenta
inválidamente ese matrimonio. § 2. También atentan inválidamente el matrimonio entre sí quienes con una
cooperación mutua, física o moral, causaron la muerte del cónyuge. 9. Consanguinidad (c. 1091)
Dispensable en 3ro y 4to grados. § 1. En línea recta de consanguinidad, es nulo el matrimonio entre todos los
ascendientes y descendientes, tanto legítimos como naturales. § 2.
En línea colateral, es nulo hasta el
cuarto grado inclusive. § 3.
El impedimento de consanguinidad no se multiplica. § 4.
Nunca debe
permitirse el matrimonio cuando subsiste alguna duda sobre si las partes son consanguíneas en algún grado
de línea recta o en segundo grado de línea colateral. 10. Afinidad (c.1092) Dispensable. La afinidad en línea
recta dirime el matrimonio en cualquier grado. 11. Publica honestidad (c. 1093) Dispensable. El
impedimento de pública honestidad surge del matrimonio inválido después de instaurada la vida en común o
del concubinato notorio o público; y dirime el matrimonio en el primer grado de línea recta entre el varón y las
consanguíneas de la mujer y viceversa. 12. Adopción (c. 1094) Dispensable. No pueden contraer
válidamente matrimonio entre sí quienes están unidos por parentesco legal proveniente de la adopción, en
línea recta o en segundo grado de línea colateral. El CCIO, añade el impedimento de parentesco espiritual. “El
parentesco espiritual que surge del bautismo entre el padrino y el bautizado y sus padres dirime el
matrimonio” (CCIO. C. 811 § 1). El impedimento existía también en la Iglesia latina, pero ha sido suprimido en
el CIC de 1983.
401
Esa investigación se lleva a cabo mediante el examen de los contrayentes –para comprobar su capacidad,
libertad, formación e intención—y de los testigos pertinentes; los documentos que prueban el bautismo y la
ausencia de impedimentos; y las proclamas matrimoniales –el anuncio en las iglesias del futuro matrimonio,
para que quien sepa de algún obstáculo para su celebración lo manifieste (cf. 1069) —u otro medio idóneo;
todo ello según disponga la conferencia episcopal (cf. c. 1067). En peligro de muerte, si no es posible obtener
otra pruebas y no hay indicios en contra, hasta la declaración o el juramento de los contrayentes de que están
bautizados y libres de impedimentos. (cf. c. 1068).
147
cualificado (vide infra: 2, b; cf. 1114) sin tener esa certeza, y si de la investigación
resultara alguna de las circunstancias indicadas en el c. 1071, se requeriría
licencia expresa del Ordinario del lugar para asistir lícitamente a ese matrimonio.
En relación con las proclamas seguir el decreto que la Conferencia Episcopal
colombiana da a tenor del c. 1067. 402
5.2.4 Celebración Del Sacramento Del Matrimonio. El matrimonio no se hace
sin el consentimiento de los contrayentes (cf. c. 1057 § 1). Por tanto, para que la
voluntad interna de casarse –que es imprescindible—tenga la eficacia de vincular
jurídicamente a los contrayentes, constituyéndolos en cónyuges, es necesario
también que se exprese externamente de modo que pueda ser percibida: ha de
ser un consentimiento legítimamente manifestado (cf. c. 1057 § 1). 403 En caso
necesario, el matrimonio puede contraerse con la intervención de un intérprete (cf.
c. 1106). El c. 1105 regula el matrimonio en que algún contrayente no está
presente y expresa su consentimiento por medio de un procurador a quien ha
otorgado mandato especial para contraer con una persona determinada. En el rito
latino, la celebración del matrimonio entre dos fieles católicos tiene lugar
ordinariamente dentro de la Santa Misa, en virtud del vínculo que tienen todos los
sacramentos con el Misterio Pascual de Cristo (cf SC 61). En la Eucaristía se
realiza el memorial de la Nueva Alianza, en la que Cristo se unió para siempre a la
Iglesia, su esposa amada por la que se entregó (c. 899; cf LG 6). Es, pues,
conveniente que los esposos sellen su consentimiento en darse el uno al otro
mediante la ofrenda de sus propias vidas, uniéndose a la ofrenda de Cristo por su
Iglesia, hecha presente en el sacrificio eucarístico, y recibiendo la Eucaristía, para
que, comulgando en el mismo Cuerpo y en la misma Sangre de Cristo, "formen un
solo cuerpo" en Cristo (cf 1 Co 10,17). (CEC, 1621). "Como gesto sacramental de
santificación, la celebración del matrimonio, debe ser por sí misma válida, digna y
fructuosa" (FC 67). Forma parte también de la preparación al matrimonio la
recepción de la Confirmación –si ello es posible sin dificultad grave--; y se
recomienda encarecidamente, que los contrayentes acudan a los sacramentos de
la Penitencia y de la Eucaristía (cf. c. 1065; CCE, 1622). El nexo entre el antes y el
después del sacramento consiste en entender el matrimonio como un don y una
vocación a la santidad por medio del amor conyugal. Este hecho es lo que se
402
Art. I: Con el fin de poder obtener información acerca de las condiciones jurídicas y pastorales de quienes
se proponer contraer matrimonio, anúnciense sus nombres en forma oral o por medio de un aviso escrito,
fácilmente visible, durante las Misas que se celebren en la Parroquia donde se realiza la investigación
matrimonial, en los días domingos o en otros días de gran concurrencia de fieles. Si alguno de los novios no
pertenece a esta Parroquia, debe presentar una certificación de su estado de libertad para contraer
matrimonio, expedido por su propio Párroco. Art. 2: Después de la segunda proclama a que se refiere el art. 1,
deben transcurrir al menos tres días antes de la celebración del matrimonio, comprobada la libertas de ambos
contrayentes. Si el matrimonio se fuere a celebrar pasados seis meses después del anuncio, las proclamas
deberán hacerse nuevamente. Art. 3: Sólo se concederá dispensa de las proclamas matrimoniales cuando
haya razones de carácter pastoral. CIC EUNSA p. 1517.
403
A esa manifestación del consentimiento se refiere el c. 1104: para contraer válidamente matrimonio es
necesario que ambos contrayentes estén presentes en un mismo lugar y manifiesten su consentimiento con
palabras (o, si no pueden hablar, con signos equivalentes).
148
resalta en el matrimonio como celebración así es manifestación de una vida que
va a ser signo y realización del amor de Cristo y la Iglesia.
5.2.4.1 El Matrimonio, Realidad Eclesial. La celebración del sacramento ha de
cuidarse para que por encima de los condicionamientos sociales, resplandezca
como un acontecimiento de la historia de la salvación para los cónyuges y a través
de su sacerdocio común, sirva al bien de la Iglesia y de la sociedad. 404 Debe por
eso estar dirigida a expresar lo que realiza en el mismo amor de los esposos el
misterio de la Iglesia, que reconoce en el sacramento la presencia del Señor
Resucitado que incorpora a los esposo al Amor Trinitario. 405 El fin de esta etapa es
la participación activa y fructífera de las personas presentes en la celebración
nupcial. 406 En primer lugar de los contrayentes. Ellos, como ministros y sujetos
próximos de la gracia del sacramento, son principales responsables de la
celebración. Junto con ellos, el ministro ordenado, que preside la celebración, los
testigos cualificados que han de intervenir no sólo como garantes del matrimonio
como acto jurídico sino también como representantes de la comunidad cristiana.
Además, los padres, los familiares, los amigos y todos los que asisten a la
celebración. El matrimonio que se celebra es una realidad en la que está
comprometida la entera comunidad eclesial de manera especial aquella particular
de la que forman parte los que se casan. 407
Para hacer más manifiesta la dimensión eclesial y comunitaria se “aconseja
también la participación de la comunidad parroquial, por lo menos a través de
algunos de sus miembros”. 408 Por este mismo motivo, “teniendo en cuenta las
costumbres de cada lugar, si no hay inconvenientes, pueden celebrase varios
Matrimonios al mismo tiempo o realizarse la celebración del Sacramento en la
asamblea dominical”. 409
5.2.4.2 La Liturgia de la Celebración. Objeto de una atención particular será
cuanto atañe a la misma celebración, que deberá prepararse cuidadosamente,
siguiendo el Ritual del Matrimonio con la participación de los que van a casarse 410
que son no sólo los primeros protagonistas sino los ministros del sacramento, en
cuanto se insertan en la alianza esponsal de Cristo con la Iglesia. A este propósito
y con el fin de que se consigan los frutos que se esperan, los pastores, en un
diálogo personal con los contrayentes se esperarán en la preparación de las
diversas partes y ritos de la celebración. Dentro de la explicación de la liturgia de
la celebración del matrimonio, se procurará dar la debida relevancia a la Liturgia
de la Palabra. Para ello, en los encuentros precedentes con los novios, será
404
Cf. PSM, n. 62.
Cf. PSM, n. 60.
406
Cf. PSM, n. 61.
407
Cf. OcM, n. 28.
408
Ibíd.
409
Ibíd.
410
Cf. OcM, n. 29.
405
149
oportuno elegir con ellos, de entre los textos del Ritual, las lecturas más acordes
con su situación, comentarlas, y ayudarles a penetrar mejor en su sentido. Se
elegirá siempre por lo menos una lectura bíblica que hable explícitamente del
matrimonio. 411
La homilía es un momento importante de la liturgia de la palabra que deberá
centrase “en la presentación del ‘misterio grade’ que está celebrando ante Dios,
ante la Iglesia y ante la sociedad. Además, la participación activa de los
asistentes se verá favorecida si se utilizan moniciones adecuadas que vayan
introduciendo a la asamblea en el significado de los textos litúrgicos, en el
contenido de las oraciones, en la comprensión de la estructura de la celebración.
La celebración dentro de la Misa. “El Matrimonio se celebrará normalmente dentro
de la Misa” 412. De esa manera aparece más claro el vínculo que tienen todos los
sacramentos con el Misterio Pascual de Cristo 413 y se pone de relieve la acción de
Dios en la celebración del matrimonio, en cuanto gesto sacramental de
santificación. Por otra parte, los esposos se verán ayudados a recordar la verdad y
raíz más profunda de su mutua donación y entrega: la indivisible unidad que han
formado encuentra su explicación última en el misterio de amor de Cristo por la
Iglesia, cuya fuente y cima es el Eucaristía 414. La Sagrada Comunión, según la
oportunidad pastoral, podrá recibirse bajo las dos especies 415. Los contrayentes se
prepararán acudiendo previamente al sacramento de la Penitencia 416. Pueden
darse situaciones en las que, por motivos diversos, también de orden pastoral, el
matrimonio haya de celebrarse fuera de la Misa 417 Cuídese entonces la
celebración de la Palabra, con todo su valor evangelizador; y muéstrese, en la
homilía, la relación del sacramento del matrimonio con los sacramentos de al
iniciación cristiana y con la Eucaristía, culmen de toda la acción de la Iglesia. En
tales casos, siempre que se den las condiciones establecidas por la Iglesia, puede
darse la Sagrada Comunión a los novios y a los demás fieles. El Matrimonio se
celebrará en la parroquia de uno u otro de los novios tenga su domicilio o
cuasidomicilio (vide V, 5, c.) 418 Sin embargo, “con licencia del Ordinario del lugar o
del párroco puede celebrarse en otra iglesia u oratorio” 419. A su vez, muy
excepcionalmente, “el Ordinario del lugar puede permitir la celebración del
matrimonio en otro lugar conveniente 420.
411
Cf. OcM, n. 59
Cf. OcM, n. 29; cf. SC, n. 78; FC, n. 57.
413
Cf. CEC, n.1621; SC, n. 61.
414
Cf. CEC, n.1621: Es pues conveniente que los esposos sellen su consentimiento en dares el uno al otro
mediante la ofrenda de sus propias vidas, uniéndose a la ofrenda de Cristo por su Iglesia, hecha presente en
el sacrificio eucarístico, y recibiendo la Eucaristía, para que, comulgando en el mismo Cuerpo y en la misma
Sangre de Cristo, ´formen un solo cuerpo´ en Cristo”.
415
Cf. OcM, n. 21; PSM, n. 70.
416
CIC., c. 1065 § 2.
417
OcM, n. 29.
418
Cf. OcM, n. 27; CIC, c. 1115.
419
CIC, c. 1118.
420
Ibíd.
412
150
5.2.4.3 El Matrimonio de los Bautizados No Creyentes. Como sacramento de
Cristo y de la Iglesia, el matrimonio debe su eficacia a la acción de Cristo. Pero, a
la vez, esa eficacia no se produce al margen de la fe de los contrayentes 421. La fe
es un presupuesto necesario en la celebración del sacramento del matrimonio. Un
puto decisivo en este momento de al pastoral matrimonial es el discernimiento del
estado de fe de los contrayentes, para que celebren su matrimonio conscientes,
por la fe, del significado que encierra esa celebración. Se ha de tratar con especial
delicadeza pastoral la celebración del matrimonio de los bautizados no creyentes.
No se puede olvidar que “la fe de quien pide desposarse ante la Iglesia puede
tener grados diversos y (si bien) es deber primario de los pastores hacerla
descubrir, nutrirla y hacerla madurar (…), deben comprender las razones que
aconsejan a la Iglesia a admitir a la celebración a quien está imperfectamente
dispuesto” 422.
No es una solución adecuada ni justa impedir el acceso a la celebración eclesial
del matrimonio o aconsejar el matrimonio civil a quienes piden la celebración
religiosa, aunque no estén del todo preparados, siempre que reúnan los requisitos
mínimos necesarios. “como ha señalado el Concilio Vaticano II, los sacramentos,
con las palabras y los elementos rituales, nutren y robustecen la fe, la fe hacia la
cual están ya orientados en la virtud de su rectitud de intención que la gracia de
Cristo no deja de favorecer y sostener” 423.
5.3 LA PASTORAL DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA.
Con la celebración del matrimonio empieza una nueva etapa de la pastoral
familiar. La necesidad y urgencia de la preparación al matrimonio no puede hacer
olvidar que es en la tarea de la construcción de un hogar cuando surgen más
dificultades, y cuando más necesitados están los esposos de una ayuda por parte
de la Iglesia que debe mostrar que es Madre.
5.3.1 Camino de Seguimiento a Cristo en la Iglesia, construyendo la Propia
Familia: Espiritualidad Conyugal. El matrimonio en cuanto vocación cristiana es
uno de los caminos de seguimiento e imitación de Cristo en la Iglesia (cf. I Cor
7,7; Ef 5, 25) 424. Con la celebración del matrimonio la vocación de los esposo se
abre a la tarea de construcción de la propia familia que, como comunión de
personas es una imagen del “Nosotros Trinitario” 425 La fuente primera del amor de
los esposos es el Espíritu Santo. Es por el amor esponsal de Cristo, al que quedan
unidos en el sacramento del matrimonio, por el que los esposos participan de un
don específico del Espíritu Santo. Allí se descubre ese “manantial que salta hasta
421
Cf. SC, n. 59.
FC, n. 68.
423
FC, n.68.
424
FC, n. 11.
425
Cf. GrS, nn. 7-8.
422
151
la vida eterna” (Jn 4,14) y es fuente de vida y de entrega 426. Por eso, la renovación
constante de la caridad conyugal que realiza esa “unión de dos en uno” de los
esposos, es su verdadero camino de santificación y la realidad básica de toda
pastoral familiar de la que ellos son los protagonistas y que la Iglesia como Madre
tiene la misión de velar y fortalecer. Se trata de esa solicitud pastoral por la familia
que a la vez que universal e integral, es progresiva, es decir, “acompañándola
paso a paso en las diversas etapas de su formación y desarrollo” 427. La familia es
lo más importante y valioso que tenemos, considerémonos privilegiados y
reconozcamos en ella nuestra mayor riqueza, en ella saciamos nuestra sed de
amistad, orientación, comodidad y alegría. Preservémosla como un tesoro que es
igual para ricos y pobres. El ejemplo de los padres y la devoción de los hijos
manifiestan a todos la presencia de Dios en la familia cristiana para santificarla.
5.3.2 La Importancia de los Primeros Años de Matrimonio. Una de las etapas
de importancia decisiva en la pastoral matrimonial es la que viene determinada por
los primeros años que siguen a la celebración del matrimonio. De cómo se viva
depende en gran medida el éxito en las etapas posteriores. Es el momento de
convertir su proyecto de comunión de personas en una realidad viva y existencial
en medio del mundo, y de sus variadas circunstancias y acontecimientos. Es un
importante cambio en la vida de los esposos, por lo que se ha de “ayudar a la
pareja a descubrir y a vivir su nueva vocación y misión” 428. Dos son objetivos
fundamentales: Formación e integración en la Comunidad eclesial. Para ello la
parroquia debe hacerse presente y facilitar un modo específicamente familiar de
inserción en la vida parroquial. La integración en los grupos de matrimonios, la
participación en las actividades de las escuelas de padres, u otros grupos
pastorales, ayudarán grandemente al logro de esos objetivos.
La parroquia, necesita con urgencia poner en juego su imaginación, su creatividad
y su esfuerzo para promover estructuras de acogida y de acompañamiento e
inserción apostólica de los matrimonios jóvenes. Para llevar a cabo este quehacer
de la pastoral familiar es fundamental el papel que pueden desempeñar otras
familias que cuentan ya con experiencia del matrimonio y de familia, capaces de
poner al servicio de las demás la propia experiencia humana, así como también
los dones de fe y de gracia. Con esa finalidad se debe impulsar la formación de
grupos de matrimonios que faciliten el diálogo y la comunicación de experiencias,
con sus propios medios de formación continuada, y que desempeñen la misión de
acogida y acompañamiento a los matrimonios que se acercan a la parroquia por
algún motivo familiar. Para facilitar esta y otras ayudas foméntense, a nivel
parroquial o si parece más oportuno a nivel interparroquial, iniciativa dirigidas a
acoger y posibilitar la incorporación de las nuevas familias en las actividades y
426
OcM, n. 9: “El Espíritu Santo hace que, así como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
también los cónyuges cristianos, iguales en dignidad, con la mutua entrega y el amor divino que mana de la
fuente divina de la caridad, se esfuercen por fortalecer y fomentar su unión matrimonial”.
427
FC, n. 65.
428
FC, n. 69.
152
movimientos. En esta línea puede ser de gran utilidad la programación de
actividades como el “Día de la familia”, la “Semana de la familia”, “Encuentros de
espiritualidad matrimonial y familiar”, “Catequesis de adultos”, “Retiros” o
“Convivencias familiares”, otros. En estos actos, además de favorecer el
conocimiento e intercambio de experiencias con otras familias, se ofrecerán
medios para afrontar la nueva situación: en relación con las exigencias de la vida
en común, la responsabilidad y generosidad en la transmisión del don de la vida,
el cultivo de la fe, la atención y cuidado de los hijos, la superación de las
dificultades que se pueden presentar en los primeros años de matrimonio.
5.3.3 El Servicio a la Vida. “Por su misma naturaleza la institución del matrimonio
y el amor conyugal están ordenados a la procreación y educación del la prole” 429
“La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el amor conyugal tiende
naturalmente a ser fecundo. El niño no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de
los esposos, brota del corazón mismo de ese don reciproco, del que es fruto y
cumplimiento” 430. La procreación es una finalidad a la que, desde su más profunda
verdad, se orienta el matrimonio, y en ella encuentra una parte específica de su
misión; los hijos son siempre una bendición divina.
La paternidad responsable: los padres, cooperadores del amor de Dios Creador.
Mediante la transmisión de la vida, los esposos realizan la bendición original del
Creador y transmiten la imagen divina de persona a persona, a lo largo de la
historia. En consecuencia, son responsables ante Dios de esta tarea, que no es
una misión que quede en esta tierra sino que apunta más allá 431. De ahí deriva la
grandeza y la dignidad, y también la responsabilidad de la paternidad y maternidad
humanas. La virtud de la castidad realiza la unión de sexualidad, matrimonio y
procreación. Por eso, a la luz de la validez de la verdad de la inseparabilidad de
los significados unitivos y procreador de todo acto conyugal, los esposos han de
saber discernir en una decisión ponderada, conjunta y ante Dios, la conveniencia
del nacimiento de un nuevo hijo o, por graves motivos, la de espaciar tal
nacimiento mediante la abstinencia en los periodos genésicos 432. Esta tarea es lo
que se denomina paternidad responsable, que conlleva el conocimiento, la
admiración y el respeto de la fertilidad combinada de hombre y mujer como obra
del Creador. Tal decisión debe estar siempre iluminada por la fe y con una
conciencia rectamente formada. Se ha de cuidar con delicadeza los casos en que
existan criterios dispares dentro del matrimonio y una de las partes sufra la
imposición de la otra 433.
Métodos de conocimiento de la fertilidad Forma parte integrante de la pastoral
familiar la educación de los matrimonios en los métodos de conocimiento de la
429
GS, n. 48
CEC, n. 2366.
431
Cf. VdM II, n. 2.
432
HV, n. 16.
433
Cf. VdM III, n. 13.
430
153
fertilidad. En esta tarea se han de formar personas especializadas en los distintos
métodos, en colaboración con las asociaciones existentes a estos efectos. Se ha
de cuidar especialmente el que se trate de una auténtica educación en la virtud y
no un mero aprendizaje de una técnica.
Las familias numerosas “Entre los cónyuges que cumplen así la misión que Dios
les ha confiado, son dignos de mención muy especial los que de común acuerdo,
bien ponderado, aceptan con magnanimidad una prole más numerosa para
educarla dignamente” 434. En el acompañamiento que necesitan, deben encontrar
ayuda para la educación humana y religiosa de sus hijos, así como la cercanía
ante las dificultades que les puedan sobrevenir. La misma comunidad parroquial
puede tener en cuenta ayudas económicas para asegurar su participación en
determinadas actividades, así como facilitar el cuidado de los niños para que
puedan participar en ellas.
5.3.4 La Función Educativa de la Familia. El servicio a la vida, como
responsabilidad y misión de la familia, se refiere inseparablemente a la transmisión
y a la educación de la vida. La paternidad responsable es, también, responder de
la vida nueva con la que Dios les ha bendecido, para llevarla a plenitud. La
vocación matrimonial se amplia, entonces, a que cada hijo tenga todos los medios
posibles para que crezcan como persona e hijo de Dios.
Los padres primeros educadores de los hijos. Los padres son los primeros y
principales educadores de sus hijos, como colaboradores activos y responsables
en la obra creadora y redentora de Dios, en esa misión propia, cuentan con la
gracia y la ayuda divina. El deber–derecho a la educación de sus hijos tiene como
características las de ser esencial, primario, insustituible e inalienable 435. Se ha
de fundar en el mismo amor conyugal que vivifica el matrimonio. Es por tanto, una
tarea común y solidaria, corresponde por igual al padre y a la madre, con la
aportación especifica de la paternidad y la maternidad. Los padres son los
primeros trasmisores de la fe.
El hogar, primer taller y escuela de educación. El primer “lugar” para esta tarea es
el marco del hogar. En él, por medio de un clima de confianza mutua y de saberse
querido por sí mismo, el hijo adquiere los hábitos y las actitudes en los que
descubre las claves más fundamentales de su vida, que van a ser los pilares de su
existencia. El ejemplo, es un elemento insustituible de su enseñanza; los padres
han de ser conscientes de que educan no tanto por lo que dicen cuanto por lo que
viven. Los padres realizan esta responsabilidad ante todo por la creación de un
hogar, donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad, la libertad responsable y
el servicio desinteresado son norma. El hogar es un lugar apropiado para la
434
435
GS, n. 50.
Cf. GE, n.3; Fc, n.36; CEC, n. 2221; CDF, art. 5.
154
educación en las virtudes. También por este motivo deben ser valorados la
presencia y el trabajo de la mujer en el hogar.
5.3.5 Situaciones Especiales. La atención pastoral ha de tener siempre en
cuenta la realidad de las familias. Por ello es necesario discernir las situaciones
particulares. Sólo de esa manera será posible prestar la ayuda que necesitan. Las
diferentes situaciones reclaman una atención pastoral específica.
Matrimonios sin hijos. La falta de hijos es un motivo de sufrimiento para muchos
matrimonios. 436 Es una circunstancia importante para que reciban una ayuda de la
Iglesia. Al acoger esta situación se ha de ayudar a asumir la dificultad con
esperanza, porque no es un mal absoluto y pueden encontrar en esta situación un
nuevo sentido para su vida, “la ocasión de una participación particular en la cruz
del Señor, fuente de toda fecundidad espiritual” 437. Un campo importante es la
ayuda que pueden prestar a otras familias, como una llamada que Dios les hace al
apostolado 438.
Matrimonio con hijos discapacitados o con enfermedades “especiales”. La pastoral
familiar que es siempre necesaria, reviste una relevancia particular cuando la
enfermedad y el sufrimiento, en cualquiera de sus formas, visitan a las familias. En
esas circunstancias las familias y la entera comunidad cristiana deberán prestar
sus cuidados con la mayor generosidad, que será aún mayor en momentos
determinados, como puede ser el caso de hijos discapacitados, con cáncer o
esclerosis múltiple, drogadictos, afectados por el SIDA, violaciones, malos tratos,
en especial a mujeres y niños.
Familias monoparentales. Para descubrir el tipo de acompañamiento más
conveniente a estas familias, es necesario discernir las diversas situaciones, pues
el fenómeno de las familias monoparentales procede unas veces de una
maternidad en soltería; otras, del hecho de la nulidad canónica, de la separación o
del divorcio civil; y en algunas ocasiones es el resultado de una violación. Sin
entrar ahora en valoraciones morales y jurídicas, la pastoral familiar debe tocar las
diversas circunstancias muy en consideración y buscar la forma de acompañar a
los distintos miembros de estas familias.
Huérfanos y privados de familia. La opción preferencial por los pobres,
irrenunciable en la pastoral de la Iglesia, tiene un espacio particularmente
necesitado de atención en los huérfanos y privados de familias. Cualesquiera que
hayan sido las causas de esas situaciones, la pastoral familiar no ahorrará tiempo
y esfuerzos en el acompañamiento que se les ha de dar. A imitación de Cristo, el
436
Cf. CEC, n. 2374.
DVi, II, n.8; cf. CEC, n. 2379.
438
FC, n. 41: “Los padres cristianos podrán así ensanchar su amor más allá de los vínculos de la carne y de la
sangre, estrechando esos lazos que se basan en el espíritu y se desarrollan en el servicio concreto a los hijos
de otras familias, a menudo necesitados incluso de lo más necesario”
437
155
buen samaritano, se buscará suplir –en la medida que sea posible- la carencia de
los padres y del hogar. Nadie puede sentirse dispensado de este apostolado.
Personas mayores y matrimonios de edad avanzada. Un papel específico dentro
de la familia es el que realizan las personas ancianas. Por ello hay que ayudar a
las familias, de las que forman parte los ancianos, para que puedan integrarlos en
el desarrollo de la vida familiar, proveyendo por sí mismas el cuidado que puedan
necesitar. Las personas mayores desempeñarán así en el entorno de la familia
una función de gran importancia en la educación de los más jóvenes. Es muy
importante, integrarlos en la vida eclesial y social.
.
La situación de la viudez. Es el comienzo de una nueva situación dolorosa, en la
que la persona ha de realizar de modo nuevo su proyecto de vida desde una
primera experiencia de soledad. En ella, muchas veces tiene que tomar sobre sí la
responsabilidad de los hijos y del hogar ante la sociedad. Una consideración y
atención particular presentan los viudos y las viudas jóvenes. Además de
acompañarles en el dolor por el fallecimiento del cónyuge, necesitan una ayuda
mayor en lo que se refiere a la educación de los hijos y en la soledad que les
puede afectar. En el caso que estuvieran decididos a pasar a nuevas nupcias,
habrá que acompañarles en esa decisión de fundar un nuevo hogar con todas las
circunstancias que la rodean.
Familias de emigrantes y desplazados. La atención eclesial a estas familias es
evitar el desarraigo y conseguir la reagrupación familiar. En este empeño, así
como para responder a los problemas graves de inserción en la sociedad y de
educación, se hará presente la pastoral por sus distintas acciones. La atención se
orientará a integrarlas en la sociedad que las acoge (leyes, cultura, trabajo,) y
siempre será necesario respetar su propia cultura. También para que los
emigrantes y desplazados se puedan reunir de nuevo en su primera patria, o en su
pueblo de origen si esa fuera su voluntad.
Malos tratos. La Iglesia debe ayudar a la buena convivencia, convivencia y dialogo
en el seno de las familias, para que estas sean, verdaderamente, comunidades de
vida y amor conforme a su vocación. En las dificultades para la buena convivencia,
los Centros de Orientación Familiar pueden ofrecer consultas e intervenciones
adecuadas para restablecer la armonía.
5.4 MEDIOS PARA ALCANZAR LA SANTIDAD MATRIMONIAL.
Qué maravilloso considerar queridos jóvenes que anheláis consagrar vuestras
vidas en la santidad del matrimonio y esposos que ya bebéis de esta fuente divina
cómo “La Sagrada Escritura se abre con el relato de la creación del hombre y la
mujer a imagen y semejanza de Dios 439 y se cierra con la visión de las ‘bodas del
439
Cfr. Gn 1, 26-27.
156
Cordero’ (Ap 19,7.9). De un extremo a otro la Escritura habla del matrimonio y de
su ‘misterio’, de su institución y del sentido que Dios le dio, de su origen y de su
fin, de sus realizaciones diversas a lo largo de la historia de salvación, de sus
dificultades nacidas del pecado y de su renovación ‘en el Señor’ (1 Co 7, 39), todo
ello en la perspectiva de la Nueva Alianza de Cristo y la Iglesia (Ef 5, 31-32).” 440
Por tanto habéis de alimentaros habitualmente de esta magna sabiduría celestial,
para hacer vuestras vidas de esposos, dignas, bellas, santas, grandes y
ejemplares dejando una estela de luz y amor inmarcesible en el corazón de la
humanidad, porque, “el futuro de la humanidad se fragua en la familia” 441 La
familia cristiana es una comunidad de personas, reflejo e imagen de la comunión
del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es
reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a participar en la oración, y el
sacrificio de Cristo. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios
fortalecen en ella la caridad. La familia es evangelizadora y misionera. (CEC,
2205).
Desde los comienzos de su labor apostólica, san José María Escrivá de Balaguer
resaltó la dignidad del matrimonio y recordó con vigor que el matrimonio es una
vocación divina y una llamada a la santidad. 442 Para los esposos cristianos, el
matrimonio y, concretamente, los aspectos de la entrega conyugal y de la
transmisión de la vida 443, constituyen el ámbito específico de la propia santidad, es
decir, el lugar propio del ejercicio de todas las virtudes, principalmente las
teologales. “Para santificar cada jornada, se han de ejercitar muchas virtudes
cristianas, las teologales en primer lugar y, luego, todas las otras: la prudencia, la
lealtad, la sinceridad, la humildad, el trabajo, la alegría… (Josemaria Escrivá, Es
Cristo que pasa n. 23). La fe les ayudará a descubrir el misterio del que participan
en detalles, exigencias, penas, y alegrías de la vida ordinaria. “En efecto –subraya
la Familiaris consortio-, sólo en la fe los esposos pueden descubrir y admirar con
440
CEC, 1602.
JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio, n. 86.
442
“¿Te ríes porque te digo que tienes “vocación matrimonial”? pues la tienes: así, vocación. El matrimonio
no es, para un cristiano, una simple institución social, ni mucho menos un remedio para las debilidades
humanas: Es una auténtica vocación sobrenatural. Sacramento grande en Cristo y en la Iglesia, dice san
Pablo y, a la vez e inseparablemente, contrato que un hombre y una mujer hacen para siempre, porque –
queramos o no - el matrimonio instituido por Jesucristo es indisoluble: signo sagrado que santifica, acción de
Jesús que invade el alma de los que se casan y les invita a seguirle, transformando toda la vida matrimonial
en un andar divino en la tierra. Los casados están llamados a santificar su matrimonio y a santificarse en esa
unión”. BENITEZ – PEÑA., o. c. p. 181.
443
Los padres intervienen en un milagro asombroso. Decía Santo Tomás de Aquino:
“Es más milagro el crear almas, aunque esto maraville menos, que iluminar a un ciego; sin embargo, como
esto último es más raro, se tiene por más admirable”. San Agustín, otro gran Doctor de la Iglesia, se maravilla
incluso más ante el hecho de la creación de un nuevo hombre que ante la misma resurrección de un muerto.
Cuando Dios resucita a un muerto, vuelve a juntar los huesos y cenizas que ya existían; sin embargo, ante la
creación de un hombre dice: “Tú antes de llegar a ser hombre no eras ni cenizas ni huesos; y, sin embargo,
haz sido hecho, no siendo antes absolutamente nada. (Sermón 127, 11, 15). Los hijos son el amor que se
hace vida. Son imagen y semejanza de Dios. Engendrar a los hijos es, pues, participar en el poder de Dios
como creador, pues se generan nuevas personas, nuevas imágenes y semejanza de Dios. Son como un
espejo donde el mismo Dios puede mirarse y contemplarse, y descubrir en ellos algunos de los rasgos que Él
tiene: inteligencia, voluntad, libertad, capacidad para amar.
441
157
gozosa gratitud, a qué dignidad ha querido Dios elevar el matrimonio y la familia,
constituyéndolos como signo y lugar de la alianza de amor entre Dios y los
hombres, entre Jesucristo y su esposa la Iglesia” (FC n.51). “Los santos fueron
santos, porque quisieron, con inmenso querer, ser felices”, decía la Madre
Maravillas de Jesús; y orando como decía san Josemaria Escrivá: Hazme santo,
mi Dios, aunque sea a palos. No quiero ser la rémora de tu Voluntad. Quiero
corresponder, quiero ser generoso… Pero, ¿Qué querer es el mío?
Ahora bien, les invito vivir algunos medios para alcanzar la santidad personal y
familiar, y que para los santos fue el pan de cada día alcanzando grandes alturas
de bondad y alegría para servir y amar. También nosotros podemos como nos
enseña san Agustín: “¿QUOD ISTI ET ISTAE, CUR NON EGO?”. “¿Lo que
éstos y éstas, por qué no yo?” 444
5.4.1 Recibir El Sacramento Del Matrimonio. “Fuente y medio original de
santificación propia para los cónyuges y para la familia cristiana es el sacramento
del matrimonio, que presupone y especifica la gracia santificadora del bautismo …
El don de Jesucristo no se agota en la celebración del sacramento del matrimonio,
sino que acompaña a los cónyuges a lo largo de toda la existencia… La vocación
universal a la santidad está dirigida también a los cónyuges y padres cristianos.
Para ellos está especificada por el Sacramento
celebrado y traducida
concretamente en las realidades propias de la existencia conyugal y familiar. De
ahí nacen la gracia y la exigencia de una autentica y profunda espiritualidad
conyugal y familiar, que ha de inspirarse en los motivos de la creación de la
alianza, de la cruz, de la resurrección y del signo, de los que se ha ocupado en
más de una ocasión el Sínodo”. 445
5.4.2 Humildad.
La humildad es en las virtudes lo que la cadena
en los rosarios: quitad la cadena, y todas las
cuentas caen; quitad la humildad, y todas las
virtudes desaparecen.
(Santo Cura de Ars).
"La humildad es la verdad"
(Santa Teresa de Ávila).
Etimológicamente: del latín humilitas, abajarse; de humus (tierra). El humilde ve
las cosas como son, lo bueno como bueno, lo malo como malo. En la medida en
que un hombre es más humilde crece una visión más correcta de la realidad. Los
grados de la humildad: 1. conocerse, 2. aceptarse, 3 .olvido de si, 4. darse.
"El grado más perfecto de humildad es complacerse en los menosprecios y
humillaciones. Vale más delante de Dios un menosprecio sufrido pacientemente
por su amor, que mil ayunos y mil disciplinas." (San Francisco de Sales, 1567).
444
445
ZULETA, M. Jaime. Op. cit. p. 105
JUAN PABLO II, Ex. Apost. Familiaris Consortio, n. 56.
158
“Quia respexit humilitatem ancillae suae” –porque vio la bajeza de su esclava…-.
Cada día me persuado más de que la humildad auténtica es la base sobrenatural
de todas las virtudes. Habla con Nuestra Señora, para que Ella nos adiestre a
caminar por esa senda. 446
Dice San Francisco de Asís, el siervo de Dios no puede saber cuánta paciencia y
humildad posee mientras todo le vaya a satisfacción. Mas cuánta paciencia y
humildad muestra el día que le contrarían quienes debieran darle satisfacción,
tanta tiene y no más. Dichoso aquel siervo que no se enaltece más por el bien que
el Señor dice y obra por su medio, que por el que dice y obra por medio de otro.
Dichoso el que soporta a su prójimo en su fragilidad como querría que se le
soportara a él si estuviese en caso semejante. Dichoso el siervo que es hallado
tan humilde entre sus súbditos como lo sería si se encontrase entre sus señores.
Dichoso el siervo que tanto ama y respeta a su hermano cuando está lejos de él
como cuando está con él, y no dice detrás de él nada que pueda decir con caridad
delante de él. Dichoso el siervo que atesora en el cielo los bienes que el Señor le
muestra, y no desea, con la mira en la recompensa, ponerlos de manifiesto a los
hombres, porque el Altísimo mismo pondrá de manifiesto sus obras a quienes le
agrade. Dichoso el siervo que guarda en su corazón los secretos del Señor. 447 De
modo particular hemos de vivir este espíritu del Señor con los más próximos, en la
propia familia: “el marido no busque únicamente sus intereses, sino también los de
su mujer, y ésta los de su marido; los padres busquen los intereses de sus hijos y
éstos a su vez busquen los intereses de sus padres.
“El respeto de esta norma fundamental explica, como enseña el mismo Apóstol,
que no se haga nada por espíritu de rivalidad o por vanagloria, sino con humildad,
por amor. Y este amor, que se abre a los demás, hace que los miembros de la
familia sean auténticos servidores de la "iglesia doméstica", donde todos desean
el bien y la felicidad a cada uno; donde todos y cada uno dan vida a ese amor con
la premurosa búsqueda de tal bien y tal felicidad” -JUAN PABLO II, Homilía en la
Misa para las familias, Madrid 2-XI-1982.
446
447
BENITEZ, L. – PEÑA, O. Op. cit. p. 237.
Ibíd., p.225-226.
159
5.4.3 Testimonio De Vida.
“En esto conocerán todos que sois discípulos míos:
Si os tenéis amor los unos a los otros”.
Jn 13,35.
“Necesitas vida interior y formación doctrinal. ¡Exígete! –Tú –caballero cristiano,
mujer cristiana- has de ser sal de la tierra y luz del mundo, porque estás obligado
a dar ejemplo con una santa desvergüenza. –Te ha de urgir la caridad de Cristo
desde el momento en que le has dicho que le sigues, no te separaras de tus
iguales –tus parientes, tus amigos, tus colegas-, lo mismo que no se separará la
sal del alimento que condimenta. Tu vida interior y tu formación comprenden la
piedad y el criterio que ha de tener un hijo de Dios, para sazonarlo todo con su
presencia activa. Pide al Señor que siempre seas ese buen condimento en la vida
de los demás”. 448
San Francisco de Sales: “Jesús es el Maestro de Santidad, yo acudo a El, porque
quiero que me diga como puedo convertirme en santo. ¿De qué me sirve todo lo
que aprendo… si no llego a ser santo?”.
Cardenal Francois Xavier Nguyen van Thuan: Su secreto era una indómita
confianza en Dios, alimentada por la oración y por el sufrimiento aceptado con
amor. En la cárcel celebraba todos los días la Eucaristía con tres gotas de vino y
una gota de agua en la palma de la mano. Ese era su altar, su catedral. El Cuerpo
de Cristo era su “medicina”. Contaba con emoción: “A cada paso tenía ocasión de
extender los brazos y clavarme en la cruz con Jesús, de beber con él el cáliz más
amargo. Cada día, al recitar las palabras de la consagración, confirmaba con todo
el corazón y con toda el alma un nuevo pacto, un pacto eterno entre Jesús y yo,
mediante su sangre mezclada con la mía” (ibid., p. 146). Mihi vivere Christus est
– “Para mí, vivir es Cristo” (Flp 1 21). Fiel hasta la muerte, el cardenal Nguyen Van
Thuan hizo suya la frase del apóstol Pablo que antes hemos escuchado. Mantuvo
la serenidad e incluso la alegría durante su larga y dura hospitalización. Los
últimos días, cuando ya era incapaz de hablar, permanecía mirando fijamente al
crucifijo que tenía delante. Rezaba en silencio, mientras consumaba su extremo
sacrificio como coronación de una existencia marcada por su heroico conformarse
a Cristo en la cruz. Las palabras proclamadas por Jesús poco antes de su Pascua
se adaptan bien a él: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo;
pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24). San Maximiliano Kolbe “¡Valor, hijos
míos! ¿No ven que salimos a cumplir una misión? En el trato esta incluido el pago
del pasaje ¡Que golpe de suerte! Ahora, lo que hay que hacer es orar bien para
ganar tantas almas como sea posible. Entonces, digámosle a la Virgen Santísima
que estamos contentos y que ella puede hacer con nosotros cualquier cosa que
desee”.
448
SAN JOSÉ MARÍA ESCRIVÁ. Op. cit. n. 450.
160
5.4.4 Oración.
(cc. 275 § 1; 276 § 2, 5º; 528 § 2; 839 § 1; 839)
Se les insta a que hagan todos los días oración mental,
accedan frecuentemente al sacramento de la penitencia,
tengan peculiar veneración a la Virgen Madre de Dios
y practiquen otros medios de santificación tanto
comunes como particulares. (c. 276 § 2, 5º).
528 § 2. Esfuércese el párroco para que la santísima Eucaristía sea el centro de
la comunidad parroquial de fieles; trabaje para que los fieles se alimenten con la
celebración piadosa de los sacramentos, de modo peculiar con la recepción
frecuente de la santísima Eucaristía y de la penitencia; procure moverles a la
oración 449, también en el seno de las familias, y a la participación consciente y
activa en la sagrada liturgia, que, bajo la autoridad del Obispo diocesano, debe
moderar el párroco en su parroquia, con la obligación de vigilar para que no se
introduzcan abusos.
Siempre que sentimos en nuestro corazón deseos de mejorar, de responder más
generosamente al Señor, y buscamos un guía, un norte claro para nuestra
existencia cristiana, el Espíritu Santo trae a nuestra memoria las palabras del
Evangelio: conviene orar perseverantemente y no desfallecer (Lc 18,1). La oración
es el fundamento de toda labor sobrenatural; con la oración somos omnipotentes
y, si prescindiésemos de este recurso, no lograríamos nada. 450
Ejemplos de ella son Jesucristo, María, las primeras comunidades cristianas y los
santos de todos los tiempos. Jesús buscaba lugares solitarios, poniendo de
relieve la importancia del recogimiento en la oración personal (Mt 6,6), frecuentaba
la sinagoga y subía al templo en Jerusalén a orar en comunidad (Lc 4,16), oraba
en “arameo” y usaba las fórmulas que recitaban sus compatriotas (Mc 14,36), oró
en la cruz (Mc 15,34), oraba ante la naturaleza (Lc 12,24), invita a orar en espíritu
y en verdad (Lc 18,10-14), asegura la eficacia cuando la oración es perseverante y
confiada (Mt 5,45). La oración de María era humilde (Lc 1,26ss), alegre (Lc
1,46ss), suplicante (Jn 2,1-3), maternal (Mt 1,22-23), auxiliante (Ga 4,4-5),
silenciosa (Lc 2,51), comunitaria, (Hch 1,14), obediente, constante y ardiente (LG
51,61), corredentora (Jn 19,25, LG 54-56). En la oración de las primeras
comunidades tenían una clara idea del Padre (Hch 2, 32-33), oraban en el nombre
de Jesucristo (2Co 1,3), la dinámica era, de la oración comunitaria a la oración
personal y de la oración personal a la oración comunitaria (1Jn 4,7-8). Como para
ellos la Eucaristía era el culmen de la oración comunitaria y personal (1 Jn 6,56449
CIC EUNSA: c. 839 § 1. También por otros medios realiza la Iglesia la función de santificar, ya con
oraciones, por las que ruega a Dios que los fieles se santifiquen en la verdad; ya con obras de penitencia y de
caridad, que contribuyen en gran medida a que el Reino de Cristo se enraíce y fortalezca en las almas, y
cooperan también a la salvación del mundo. § 2. Procuren los Ordinarios del lugar que las oraciones y
prácticas piadosas y sagradas del pueblo cristiano estén en plena conformidad con las normas de la Iglesia.
450
SAN JOSÉ MARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, n. 238.
161
57), el mantener vivo el recuerdo del deseo de Jesús para orar en comunidad (Mt
18, 18-20), el alimentar la fe en la eficacia de la oración (Hch 10,4), así lo es
también hoy para nosotros. Orar es, Practicar el método de lectura de la Biblia “LA
LECTIO DIVINA” que desde los primeros tiempos de la Iglesia, santos varones
como Orígenes, un gran predicador, en el año 200, invitaba a leer la Biblia con fe,
constancia y oración. Lo imitaron San Agustín, año 400, y en el 500 San Benito.
Posteriormente un monje cartujo llamado GUIDO, propuso cuatro pasos para la
Lectio Divina: 1º La lectura, 2º La meditación, 3º La Oración y 4º La
contemplación. Hoy, se le añade un 5º que es la Acción.
Benedicto XVI dice: “Si se promueve esta práctica de la LECTIO DIVINA, con
eficiencia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la
Iglesia.” Lo importante de la Lectio Divina, es disponerse con FE, confiando en la
ayuda del Espíritu Santo y dócilmente ir al ENCUENTRO con JESÚS. PASOS A
SEGUIR:
1º. LA LECTURA PARA COMPRENDERLA. ¿Qué dice el texto? La LECTURA
atenta y pausada de la Palabra es el corazón de la LECTIO porque sin
conocimiento claro y preciso del texto es imposible continuar con los otros pasos.
El discípulo, apoyado en la fe, abre su corazón para escuchar con atención, lo
que el Señor le transmite.
2º.LA MEDITACIÓN PARA DESCUBRIR EL MENSAJE. ¿Qué nos dice el texto?
-¿Qué me dice a mi? Se trata de descubrir el mensaje y actualizarlo a nuestra
vida personal, familiar, comunitaria y social. El mensaje siempre es vivo y
comprometedor. Se reflexiona a partir del texto, sobre el mismo texto y se debe
enderezar hacia nuestra realidad actual de hoy, aquí y ahora, dejándose orientar
por la pregunta: ¿Y a nosotros (a mí) qué nos dice (me dice) o enseña este
pasaje?
3º. LA ORACIÓN. orar la Palabra. ¿Qué le respondo al Señor? Si la Palabra se ha
leído, conocido y comprendido; si se ha detectado la enseñanza, ahora la
convertimos en diálogo con el Buen Amigo Jesús que nos habló primero; por eso
lo adoramos como a Dios fuente de todo, le pedimos perdón por nuestras
infidelidades a sus mandatos, le agradecemos que siempre nos ame y nos ponga
de presente sus enseñanzas, y finalmente, le pedimos algo para nuestras vidas
espirituales en continuo camino hacia el Padre. Que sea una oración muy
concreta, que tenga en cuenta nuestra familia y nuestra comunidad.
4º. LA CONTEMPLACIÓN PARA PROFUNDIZARLA Y “ENCARÑARLA”. Se
continúa hablando con el Señor, pero más profundo y más directo. Es anticipar
algo de la eternidad: “La vida eterna consiste en que te conozcan a TÍ, Padre y a
tu enviado.” (Jn 17,3) Depende de la apertura de cada uno al Señor que sale a
nuestro encuentro, y de la sed que se tenga de Dios. Es centrarse solo en Jesús,
para mirarlo con la mente, acompañarlo en su camino, escucharlo de cerquita e
162
intentar verle el corazón a través de sus ojos. Permitirle que nos mire hasta lo
más íntimo, porque la Palabra es “espada de dos filos que penetra hasta lo más
íntimo del corazón” del discípulo. Es “encarnar” lo que ÉL nos ha dicho. Se puede
tomar la palabra o frase que más gustó y repetirla constantemente, como si fuera
una jaculatoria. Se convierte en la gota de agua que cae constantemente sobre el
corazón hasta que lo transforma en radiante bondad, mansedumbre y amor.
5º.LA ACCIÓN PARA CONVERTIRLA EN VIDA. “Bienaventurados los que
escuchan la palabra y la ponen en práctica” (Lc 11, 28). La Palabra del Señor es
una propuesta de vida, es otra forma de vivir. Se trata de buscar la manera de
vivir el mensaje regalado por Dios, ahora mismo, aquí y con mi prójimo.
El Padre Pío nos enseña: “la oración es la mejor arma que tenemos: es la llave
que abre el corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no sólo con tus labios, sino
con tu corazón. En realidad en algunas ocasiones debes hablarle sólo con el
corazón”, San Juan Clímaco: Dios da la oración a quien reza y el santo cura de
Ars: “el hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis,
habréis hallado la felicidad en este mundo”. 451
5.4.5 Penitencia. (cc. 960; 987; 988; 9891; 1065)
“En el sacramento de la penitencia, los fieles que confiesan
sus pecados a un ministro legítimo, arrepentidos de ellos
con propósito de enmienda, obtienen de Dios el perdón de
los pecados cometidos después del bautismo, mediante la
absolución dada por el mismo ministro, y, al mismo tiempo,
se reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron al pecar”.
(CIC c. 959).
“Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20, 22- 23).
Los elementos y efectos del sacramento de la penitencia aparecen sintetizados en
el c. 959: “En el sacramento de la penitencia, los fieles que confiesan sus pecados
a un ministro legítimo, arrepentidos de ellos y con propósito de enmienda,
obtienen de Dios el perdón de los pecados cometidos después del bautismo,
mediante la absolución dada por el mismo ministro, y, al mismo tiempo, se
reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron al pecar”. 452 Según el c. 961, los casos
451
Haz, oh Señor, que, por intercesión del Santo Cura de Ars, las familias cristianas se conviertan en
“pequeñas iglesias”, donde todas las vocaciones y todos los carismas, donados por tu Espíritu Santo, puedan
ser acogidos y valorizados. Concédenos, Señor Jesús, poder repetir con el mismo ardor del Santo Cura de
Ars las palabras, con las que él solía dirigirse a Ti: Te amo, Oh mi Dios. Mi único deseo es amarte Hasta el
último suspiro de mi vida. Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios, y prefiero morir amándote que vivir un
instante sin Ti. (Benedicto XVI).
452
Inspirándose en LG 11, enriquece la doctrina tradicional al subrayar que es efecto del sacramento, junto a
la reconciliación con Dios, la reconciliación con la Iglesia. El pecado grave incide no sólo en la comunión entre
el bautizado y Cristo, sino también entre el bautizado y la Iglesia: cf. LG 14. BAC. Comentario al c. 959.
163
que el confesor puede administrar una absolución colectiva son: a) cuando
amenace un peligro de muerte; b) cuando haya una necesidad grave. Para recibir
válidamente una absolución colectiva, se requiere que el fiel no sólo esté
debidamente dispuesto, sino que tenga el propósito de hacer a su debido tiempo
confesión individual de todos los pecados graves que no pudo confesar en esas
circunstancias. Por eso ha de instruirse a los fieles sobre estos requisitos de
validez; y antes de la absolución general, incluso en peligro de muerte, si hay
tiempo, se les exhortará a que cada uno haga un acto de contrición (cf. c. 962). 453
Podemos avanzar en la conversión como San Agustín que decía: “¿Cuándo
acabaré de decirme? Dime, Señor, ¿hasta cuándo voy a seguir así? ¡Hasta
cuándo!: ¿mañana, mañana? ¿Por qué no hoy?, ¿Por qué no ahora mismo y
pongo fin a todas mis miserias?” y teniendo al lado el libro de la Biblia, lo tomo, lo
abrió y leyó en la carta de san Pablo, Rm 13,13: “No andéis en comilonas ni
borracheras; nada de impurezas o excesos de ninguna clase sino revestíos del
Señor Jesucristo”. Cerró el libro y no quiso leer más. “Lo sucedido – nos dirá
Agustín – era como si me hubiera inundado el corazón una fortísima luz, que
disipo la oscuridad de mis dudas”. Las palabras de s. Agustín 454, que se convirtió
“tarde” –a los 20 años, y recibió la llamada viniendo de una vida disipada, como
otros muchos santos- tienen ya muchos siglos, pero son de una sorprendente
actualidad para estos tiempos difíciles y complicados que vivimos. San Ignacio De
Loyola, en su convalecencia, pidió un libro de caballería. No había esa clase de
libros. Le dieron la vida de los santos… Y se decía: “Si esos hombres (San
Francisco, Santo Domingo… están hechos del mismo barro que yo, también yo
puedo hacer lo mismo que ellos hicieron”. 455
El c. 987 nos dice: Para recibir el saludable remedio del sacramento de la
penitencia, el fiel ha de estar de tal manera dispuesto, que rechazando los
pecados cometidos y teniendo propósito de enmienda se convierta a Dios. El c.
988, afirma que el fiel está obligado a confesar según su especie y número todos
los pecados graves cometidos después del bautismo y aún no perdonados
directamente por la potestad de las llaves de la Iglesia ni acusados en confesión
individual, de los cuales tenga conciencia después de un examen diligente;
también, recomienda a los fieles que confiesen los pecados veniales. “Hoy el
Señor me dijo: Cuando te acercas a la confesión, a esta fuente de Mi Misericordia,
453
Puesto que la exigencia divina de la confesión íntegra y personal queda sólo suspendida
circunstancialmente (cf. c. 989; vide supra: 2; 4,a), “aquel a quien se le perdonan pecados graves con una
absolución general, debe acercarse a la confesión individual lo antes posible, en cuanto tenga ocasión, antes
de recibir otra absolución general, de no interponerse causa justa” (c. 963).
454
“¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva! ¡Tarde te amé! Tú estabas dentro de mí y yo afuera, y
así por fuera te buscaba. Deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que, si no estuviesen en Ti, no
existirían. Me llamaste y clamaste y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de Ti; me tocaste,
y deseé con ansia la paz que procede de Ti.
455
“Hemos sido creados para alabar a Dios y servir a Dios y mediante esto salvar el alma” Los ejercicios
espirituales son un guía, un valioso instrumento para transformar la vida en el seguimiento de Jesucristo.
164
siempre fluye sobre tu alma la Sangre y el Agua que broto de Mi Corazón y
ennoblece tu alma. Cada vez que vas a confesarte, sumérgete toda en Mi
misericordia con gran confianza para que pueda derramar sobre tu alma la
generosidad de Mi gracia. Cuando te acercas a la confesión debes saber que Yo
mismo te espero en el confesionario, solo que estoy oculto en el Sacerdote 456,
pero Yo Mismo actuó en tu alma. Aquí la miseria del alma se encuentra con Dios
de la Misericordia. Las almas sacan gracias exclusivamente con el recipiente de
confianza. Si su confianza es grande, Mi generosidad no conocerá límites. Los
torrentes de Mi gracia inundan las almas humildes. Los soberbios permanecen
siempre en pobreza y miseria, porque Mi gracia se aleja de ellos dirigiéndose a los
humildes” 457.
“De la confesión deberíamos obtener dos beneficios: -nos confesamos para ser
sanados; -para ser educados: nuestras almas necesitan una continua educación,
como el niño pequeño. El alma que desea sinceramente progresar en la
perfección, debe seguir estrictamente los consejos del director espiritual. Tanta
santidad cuanta dependencia” 458. “El sacramento de la Confirmación une a los
bautizados más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fuerza especial
del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más, como auténticos
testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras” 459 La
misión del confirmado es eminentemente apostólica: “perpetúa en la Iglesia de
algún modo la gracia de Pentecostés”. (Const. Ap. Divinae consortium naturae;
AAS 63 [1971] 659). Por lo cual es muy justo que sólo los confirmados puedan
asumir responsabilidades como la de ser padrinos del Bautismo (c. 874) o recibir
las órdenes sagradas (c. 1033).
También el Padre Pío nos enseña a amar a Jesús Eucaristía cuando nos dice:
“cada mañana, antes de unirme a Él en el Santísimo Sacramento, siento que mi
corazón es atraído por una fuerza superior. Siento tanta sed y hambre antes de
recibirlo, que es una maravilla que yo no muera de ansiedad. Cuando termina la
Misa, me quedo con Jesús para darle gracias. Mi sed y hambre no disminuyen
después de haberle recibido en el Santísimo sacramento, sino que aumentan
constantemente. ¡Oh, qué dulce fue la conversación que sostuve con el Paraíso
esta mañana!: El Corazón de Jesús y mi propio corazón, si me perdonan la
expresión, se fundieron. Ya no eran dos corazones palpitantes, sino sólo uno. Mi
corazón se perdió, como una gota de agua se pierde en el océano. 460 Para que
reciban fructuosamente el sacramento del matrimonio, se recomienda
456
Al oír confesiones, el sacerdote ha de tener presente “que hace las veces de juez y de médico, y que ha
sido constituido por Dios ministro de justicia y a la vez de misericordia divina, para que provea al honor de
Dios y a la salud de las almas” (c. 978 § 1). Y, como ministro de Dios y de la Iglesia, que le ha facultado para
ello, “debe atenerse fielmente a la doctrina del Magisterio y a las normas dictadas por la autoridad
competente” (c. 978 § 2), evitando la arbitrariedad.
457
KOWALSKA, Faustina. Diario, la Divina Misericordia en mi Alma, n. 1602. p. 569
458
Ibíd., n. 377.
459
LG 11; cfr. OCF, Praenotanda 2. CEC. 1285.
460
BENITEZ, Laureano. La Palabra de los Santos. Ed. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2008. p. 47.
165
encarecidamente que los contrayentes acudan a los sacramentos de la penitencia
y de la santísima Eucaristía” (c. 1065 § 2). ¡Qué cosa más rica es para el alma que
ama pasar la vida junto al Sagrario! Después que comulgo me siento en el cielo, y
dominado por el amor infinito de Dios. (San Buenaventura).
5.4.6 Caridad.
“Dios es caridad, y el que permanece en la caridad
Permanece en Dios y Dios en él”
(1Jn 4, 16).
“la caridad todo lo excusa” (1 Co 13,7). Más debe hacerlo
la “caridad matrimonial” robustecida con el sacramento”. 461
También por otros medios realiza la Iglesia la función de santificar, ya con
oraciones, por las que ruega a Dios que los fieles se santifiquen en la verdad; ya
con obras de penitencia y de caridad, que contribuyen en gran medida a que el
Reino de Cristo se enraíce y fortalezca en las almas, y cooperan también a la
salvación del mundo. (839 § 1). 462 Caridad es la virtud sobrenatural infusa por la
que la persona puede amar a Dios sobre todas las cosas, por El mismo, y amar al
prójimo por amor a Dios. Es una virtud basada en fe divina o en creer en la verdad
de la revelación de Dios. Es conferida solo por gracia divina. No es adquirida por
el mero esfuerzo humano. Porque es infundida con la gracia santificante,
frecuentemente se identifica con el estado de gracia. Por lo tanto, quien ha perdido
la virtud sobrenatural de la caridad ha perdido el estado de gracia, aunque aun
posea las virtudes de esperanza y caridad. 463
"La caridad no toma en cuenta el mal" (l Co 13, 5). En esta expresión de la primera
Epístola a los Corintios, el apóstol Pablo recuerda que el perdón es una de las
formas más elevadas del ejercicio de la caridad. El periodo cuaresmal representa
un tiempo propicio para profundizar mejor sobre la importancia de esta verdad.
Mediante el Sacramento de la reconciliación, el Padre nos concede en Cristo su
perdón y esto nos empuja a vivir en la caridad, considerando al otro no como un
enemigo, sino como un hermano. 464 Caridad - no significa ante todo el acto o el
sentimiento benéfico, sino el don espiritual, el amor de Dios que el Espíritu Santo
infunde en el corazón humano y que lleva a entregarse a su vez al mismo Dios y al
prójimo. 465
Sine charitate, Mortua Fides Est (Sin caridad, muerta esta la fe). La verdadera
santidad consiste en la caridad. La Sagrada Escritura nos enseña la caridad
461
GIL A, Cesáreo. Verdades de Punta. Ed. Sígueme. Salamanca (España). 1990. n. 960.
Menciona el canon otros medios por los que la Iglesia realice la función de santificar, aparte de la Liturgia o
culto público: la oración, las obras de penitencia y caridad. Con esta especificación en c. completa al c. 834.
463
Fuente: Fr. John Hardon, Modern Catholic Dictionary, traducido por P. Jordi Rivero
464
JUAN PABLO II. Mensaje de la cuaresma 2001.
465
BENEDICTO XVI, 25 sept, 2005.
462
166
fraterna como precepto de amarnos (1Jn 4,21); como regla de oro: Por tanto,
cuanto queráis que os hagan los hombres, hacedlo también vosotros; porque esta
es la ley y los profetas (Mt 7,12). Según nos enseña el CEC, la caridad es el alma
de la santidad a la que todos estamos llamados: “dirige todos los medios de
santificación, los informa y los lleva a su fin” (LG 42).
El amor puro y limpio de los esposos es una realidad santa que yo, como
sacerdote, bendigo con las dos manos. La tradición cristiana ha visto
frecuentemente, en la presencia de Jesucristo en las bodas de Caná, una
confirmación del valor divino del matrimonio: fue nuestro Salvador a las bodas –
escribe San Cirilo de Alejandría- para santificar el principio de la generación
humana. 466 El matrimonio es un sacramento que hace de dos cuerpos una sola
carne; como dice con expresión fuerte la teología, son los cuerpos mismos de los
contrayentes su materia. El Señor santifica y bendice el amor del marido hacia la
mujer y el de la mujer hacia el marido: ha dispuesto no sólo la fusión de sus almas,
sino la de sus cuerpos. Ningún cristiano, esté o no llamado a la vida matrimonial,
puede desestimarla… Dios ha querido servirse del amor conyugal, para traer
nuevas criaturas al mundo y aumentar el cuerpo de su Iglesia. El sexo no es una
realidad vergonzosa, sino una dádiva divina que se ordena limpiamente a la vida,
al amor, a la fecundidad. 467Esa realidad del amor requiere fidelidad y rectitud en
todas las relaciones matrimoniales. Dios, comenta Santo Tomás de Aquino, 468 ha
unido a las diversas funciones de la vida humana un placer, una satisfacción; ese
placer y esa satisfacción son por tanto buenos. 469
Un ejemplo reciente de quien ejerció gran caridad ha sido la Madre Teresa De
Calcuta quien nos anima diciendo que la santidad consiste en realizar la Voluntad
de Dios con alegría. “Yo quiero ser una santa, lo cual quiere decir: que me
despojare de todo lo que no es Dios”. “A pesar de todo, haz el bien. Si la gente es
irracional, ilógica, egocéntrica. No importa ámala. Si haces el bien y te atribuyen
segundas intenciones egoístas. No importa, haz el bien. Si buscas tus objetivos,
pero, encuentras falsos amigos y verdaderos enemigos. No importa, sique
buscándolos. Aunque el bien que haces sea fácilmente olvidado. No importa,
sigue haciéndolo. ¿Qué la honestidad y la sinceridad te vuelven menos simpático?
No importa sigue siendo honesto y sincero. ¿Qué lo que has construido en años
de trabajo puede ser destruido en un minuto? No importa, sigue construyéndolo.
¿Qué si ayudas a la gente algunos se vuelven envidiosos? No importa, sigue
ayudándolos. ¿Qué si das al mundo lo mejor de ti, y te llenan de ingratitudes? No
importa, da lo mejor de ti. El premio te lo da el Buen Dios”. 470
466
S. CIRILO DE ALEJANDRIA, In Ioannem commentarius, 2,1 (p. 73, 223).
SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa. n. 24.
468
Cfr. S. TOMAS DE AQUINO, S.Th. I-II, q.31 et II-II, q. 141.
469
SAN JOSÉ MARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa. Op. cit. n. 25.
470
SALESMAN. Eliecer. Beata Madre Teresa de Calcuta. Ed. Centro Don Bosco. Bogotá. D.C. Colombia.
2004.
467
167
5.4.7 Claves Para Ser Esposos Prósperos y Santos.
DIOS EN EL HOGAR
La vida conyugal es buena para el que teme a Yahvéh. Un matrimonio dichoso es
una bendición y la mujer casta y hermosa es el premio para los que temen a Dios:
“Con tres cosas me adorno y me presento bella ante el señor y ante los hombres:
Concordia entre hermanos, amistad entre prójimos y marido y mujer bien
avenidos” (Si 25,1).
La fe religiosa es una ayuda para el hogar. Pero cuán lamentable es comprobar,
que el materialismo está desplazando las cosas del espíritu y destruyendo la fe.
¡Qué hermosa es nuestra Fe Católica! –Da solución a todas nuestras ansiedades,
y aquieta el entendimiento y llena de esperanza el corazón. “Omnia possibilia sunt
credenti” –Todo es posible para el que cree. –Son palabras de Cristo. – ¿Qué
haces que no le dices con los apóstoles: “¡adauge nobis fidem!” -¡auméntame la
fe? 471
a. El diálogo sobre cosas profundas, une a la pareja maravillosamente. Dios desea
bendecir a quienes le buscan y le aman. Solamente Él puede cambiar el carácter,
dar fortaleza en las horas difíciles y guardar a los hijos de los grandes peligros que
enfrentan. “Comunicarse es ponerse al alcance para compartir una intimidad”. 472
b- No descuides tu vida devocional y espiritual. Haz de las Sagradas Escrituras la
guía para tu vida y tu hogar. Ella nos aconseja, nos orienta, ilumina la senda de
nuestra vida y nos llena de esperanza. A través de sus profecías, nos revela el
pasado, presente y futuro con exactitud matemática. Estúdiala y recibirás grandes
beneficios. “La respuesta a Dios exige el camino interior que lleva al creyente a
encontrarse con el Señor. Este encuentro sólo es posible si el hombre y la mujer
son capaces de abrir su corazón a Dios, que habla en la profundidad de la
conciencia. Esto exige interioridad, silencio, vigilancia. 473
Si has fracasado en tu vida conyugal, busca a Dios, pues nadie mejor que Él para
cambiar el rumbo de tu vida. Si eres dichoso dale gracias y cuida esa dicha. Pero
haz tu parte, practicando los principios del amor: "El amor es sufrido, es benigno;
el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada
indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la
injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta. El amor nunca deja de ser" "Y ahora permanecen la fe, la
esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" (1 Co 13 4-8).
471
ESCRIVA DE BALAGUER, J. Op. cit., nn. 582.588.
GIL A, Cesáreo. Op. cit., n.674.
473
BENEDICTO XVI. Pensamientos Espirituales. Ed. Desclee De Brouwer. Bilbao. 2008.n. 45.
472
168
COMPROMISO CON LOS DEMÁS
Sea servidor de tu cónyuge, poniendo las necesidades de él o ella antes de las
propias: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se
irrita, no guarda rencor”. (1 Co 13 4, 5)
Cristo e Iglesia. Esposo y esposa. Una realidad y un signo. 474 “No vine a ser
servido, sino a servir” (Mt 20,28). En el matrimonio sirve, dando fuerza al amor. 475
Cuando hayas terminado tu trabajo, haz el de tu hermano, ayudándole, por Cristo,
con tal delicadeza y naturalidad que ni el favorecido se dé cuenta de que estás
haciendo más de lo que en justicia debes. -¡Eso sí que es fina virtud de hijo de
Dios! 476
a) Los hogares virtuosos, valoran la familia como unidad, por encima de las
necesidades y deseos individuales. Cuenta la Madre Teresa que hace algún
tiempo, dos jóvenes fueron a su casa y le dieron bastante dinero. Ella les
preguntó: ¿Dónde consiguieron tanto dinero? Ellos dijeron: “Hace dos días nos
casamos, y antes del matrimonio decidimos que no tendríamos trajes nupciales, ni
celebraciones y le hemos traído el dinero”. Y ella les preguntó ¿Cómo es que han
hecho eso? Y me dijeron: “Nos amamos tanto que queríamos compartir el gozo de
nuestro amor con los pobres a los que ustedes sirven”. ¿Alguna vez han
experimentado el gozo de amar dando hasta que les duela?
b) Aunque cada cual tenga sus metas, debe estar dispuesto a eliminar aquellas
que puedan amenazar su existencia como pareja. Recuerda: “Ser santo, tu primer
deber. Pero, también, tu primer derecho”. "Elevándote tú, elevas el mundo”. El
matrimonio tiene una “mística”: la “mística” de la unión. Descúbrala 477
c) Trate de comprender los deseos, sueños y sentimientos del otro. “Voluntad. Es
una característica muy importante. No desprecies las cosas pequeñas, porque en
el continuo ejercicio de negar y negarte en esas cosas –que nunca son futilidades,
ni naderías- fortalecerás, virilizaras, con la gracia de Dios, tu voluntad, para ser
muy señor de ti mismo, en primer lugar. Y, después, guía, jefe, ¡caudillo!..., que
obligues, que empujes, que arrastres, con tu ejemplo y con tu palabra y con tu
ciencia y con tu imperio” 478
474
GIL A, Cesáreo. Op. cit . n. 803.
Ibíd., p. 101.
476
ESCRIVA DE BALAGUER. Camino. Ed. Procodes. Bogotá, D.C. Colombia. 2001. n. 440.
477
GIL. A, Cesáreo. Op. cit., n. 830.
478
ESCRIVA DE BALAGUER, J. Camino. Op. cit., n. 19.
475
169
d- Ayúdense mutuamente a desarrollar su carácter. 479 Antes de crear a la mujer,
Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo 480; le haré ayuda idónea para él"
(Gn 2,18). “No tengas espíritu pueblerino. –Agranda tu corazón, hasta que sea
universal, “católico”. No vueles como un ave de corral, cuando puedes subir como
las águilas”. 481
e) Al esposo: Considera que la opinión de la mujer es tan valiosa como la del
hombre. El apóstol Pedro escribe: "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas
sabiamente" (1Pe 3,7). Haz que ella crezca en la autoestima y en gratitud, y
evitará resentimientos teniendo en cuenta las normas básicas según la Sagrada
Escritura. 482 La intuición de la mujer suele ser más exacta que la lógica del varón.
Deja que exprese sus sentimientos. “Casarse no es ponerse uno “en frente” del
otro; sino “al lado”. Esta verdad se compagina con esta otra: en el matrimonio no
hay dos líneas paralelas, sino dos líneas convergentes”. 483
f) Considera las decisiones de tu esposa en las cosas de la vida diaria. Sé
sensible en esto, pues no en todo necesitas hacer tu propia voluntad. ¿El mejor
amor?: el que diariamente se enciende y el que nunca se quema”. 484 El santo se
mide por su capacidad de amar.
479
Un mendigo, hombre profundamente piadoso, todos los domingos, después de oír Misa, se ponía a la
puerta de la iglesia pidiendo limosna. Con la mano izquierda alargaba un viejo sombrero para que la gente le
depositara en él unas monedas y con la derecha iba pasando las cuentas de su rosario. Un día alguien le
regaló un sombrero, ya que el que usaba estaba bastante viejo. Al verle con dos sombreros un feligrés, ya que
le conocía, le preguntó: -¿Cómo viene hoy con dos sombreros? Y el mendigo con sorna, respondió: -Como el
negocio iba bien, decidí abrir una sucursal.
****************************
El sentido del humor es un gran don de Dios. Y en las dificultades de la vida, cuando la fortuna no sonríe,
resulta un gran alivio. Es fácil reír cuando todo va bien. Es más difícil cuando las cosas se tuercen: más difícil
y más necesario. La fe, la vida de piedad, supone una gran ayuda. Cuando se saborea la cercanía de Dios
puede mantenerse el sentido del humor, incluso teniendo que pedir limosna. Dios es la fuente de la verdadera
alegría. Por eso, lejos de Dios no hay alegría posible. Por algo el apóstol Santiago recomienda: “¿Está triste
alguno de vosotros? que rece¨ (St 5,13).
480
El Papa Juan Pablo II se refirió así al dignificado de la soledad original: “El hombre en su soledad originaria
adquiere una conciencia personal en el proceso de distinción de todos los seres vivientes (animalia) y al
mismo tiempo se abre hacia el ser afín a él y que el Génesis (2,18 y 20) define como ´ayuda semejante´ a él.
(…) La soledad del hombre, en el relato yahvista, se nos presenta no solo como el primer descubrimiento de
la trascendencia característica propia de la persona, sino también como descubrimiento de una relación
adecuada ´a la´ persona y, por lo tanto, como apertura y espera de una comunión de personas” . JUAN
PABLO II. Audiencia General del miércoles 14 de noviembre de 1979. O.R. noviembre 18 de 1979.
481
Ibíd. n. 7.
482
1. Marido ama a tu esposa como a tu propio cuerpo. Efesios 5:28, 5:33 2. Marido ama a tu esposa como
Cristo ama a su Iglesia. Efesios 5:25 3. Hombre y mujer únanse en matrimonio y sean uno sólo. Efesios 5:31
4. Honre a su esposa y dele siempre su lugar, ya que el tratar mal a tu pareja es pecado. 1Pedro 3:7
5. Marido no maltrates a tu esposa. Colosenses 3:19 6. Esposos y esposas, sean fieles a su pareja y no
cometan adulterio. Hebreos 13:4 7. Esposa respeta a tu esposo. Efesios 5:33 8. Esposa sométete a tu
marido en todo. Efesios 5:22-24 y 1Pedro 3:1-2 9. Marido no rechaces a tu mujer. Mateo 5:32 10. Mujer no te
separes de tu marido para casarte con otro porque caerás en adulterio. Romanos 7:2-3 11. Esposo y esposa
nunca se separen. Marcos 10:9 y 1Corintios 7:10-11 12. Viudas jóvenes cásense. 1Timoteo 5:14
483
GIL. A, Cesáreo. Op. cit., n. 790.
484
Ibíd. n. 811.
170
g) Foméntese un ambiente alegre, y hagan del hogar un nido atrayente. No
necesita ser grande ni lujoso, aunque sea una sola habitación, debe respirarse en
él un clima de amor. “El amor produce en el hombre la perfecta alegría. En efecto,
sólo disfruta de veras el que vive en caridad” 485
h) Dé ayuda práctica, especialmente si la esposa trabaja. “El marido es el apoyo
de la mujer y la defensa de la casa”. 486 El amor a la esposa Madre y el amor a los
hijos son para el hombre el camino natural para la comprensión y la realización de
su paternidad (FC, 25).
APRECIO
Las familias unidas se aprecian mutuamente, se aman. ¿Cómo se puede alimentar
ese amor?
a) Dando y recibiendo pequeñas expresiones de cariño, se pueden alegrar a
nuestros seres queridos. Así respondió la Madre Teresa de Calcuta a unos
cuarenta profesores americanos que le dijeron, díganos Madre algo que
recordemos siempre: “Sonrían a su prójimo; tomen tiempo para los miembros
de su familia. Sonríanles a todos. Nunca sabremos el bien que una sonrisa
puede hacer” 487
b) Vean los puntos positivos y las virtudes del cónyuge, y no solamente las
flaquezas. En lugar de críticas, destáquense las buenas cualidades
recíprocamente, estimularán el amor y la superación.
c) Un esposo cambió su forma de pensar, frente a su esposa, cuando ésta tuvo
que ausentarse por tres días, dejándolo al cuidado de los niños.
d) Eviten las palabras ásperas y ofensivas. Cuando ambos eran novios se
hablaban dulcemente. A medida que viven, deben buscar fusionar su personalidad
y mejorar sus relaciones.
e) El consejo de Dios es: "Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como
conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con
ellas”. (Col 3 18-19).
f) Los esposos deben estar dispuestos a cumplir la misión que Dios le ha confiado.
“Maridos, amad 488 a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la Iglesia, y se
485
BENÍTEZ, L. – PEÑA O. Op. cit., p. 216.
GIL. A, Cesáreo. Op. cit., n. 970.
487
SALESMAN E. Beata Madre Teresa de Calcuta. Ed. Centro Don Bosco. 2004. p. 283.
488
Cuenta Jesús Arteaga en un interesante libro suyo, “Dios y la familia”: Al acabar un curso de retiro con
hombres, le aconsejo a uno de los asistentes…, de los que quieren mucho a su mujer, pero que sienten cierta
vergüenza en manifestarlo: -Mira, cuando regreses a casa, hoy, llévale unas flores-. ¿Unas flores? Pero…, si
nunca le he regalado unas flores a mi mujer. –no importa; alguna vez tiene que ser la primera. – Bueno,
bueno. Al cabo de unos días me enteré de la eficacia del propósito formulado. Aquella mañana, su mujer
estuvo muy atareada. Eran muchas las pejigueras que había tenido que aguantar y resolver en las primeras
horas del día. Le dolía la cabeza. Quedaban muchas cosas por hacer. Estaba bañando a la pequeña cuando
llamaron a la puerta. – Será mi marido –pensó-. Y efectivamente lo era. Abrió la puerta. El espectáculo le
resultaba sorprendente. Allí estaba su marido. En la mano izquierda, la maleta. En la derecha, un ramo de
rosas frescas. Y el comentario le salió del alma: -Lo que le faltaba. Mi marido borracho. A pesar de este primer
susto, más tarde me agradeció el consejo. Probadlo vosotros.
486
171
entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el
lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una Iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa
y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus
mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama”. (Ef 5 25-28). “Las
casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es
cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo,
y él es su Salvador”. (Ef 5 22-24). Tengan en cuenta los consejos matrimoniales
que nos da la Sagrada Escritura o Biblia. 489
Me conmueve que el Apóstol califique el matrimonio cristiano de “sacramentum
magnum” –sacramento grande. También de aquí deduzco que la labor de los
padres de familia es importantísima. –Participáis del poder creador de Dios y, por
eso, el amor humano es santo, noble y bueno: una alegría del corazón, a la que el
Señor –en su providencia amorosa- quiere que otros libremente renunciemos. –
Cada hijo que os concede Dios es una gran bendición divina: ¡no tengáis miedo a
los hijos! 490 Padre es el que da disciplina y orden. 491 La madre es como una casa
llena, cuyas provisiones nunca terminan. 492
COMUNICACIÓN
a) La televisión roba a menudo a la familia un precioso tiempo que podría utilizarse
para conversar. ¡Y qué tremenda pérdida! b- La comunicación es fundamental
para la comprensión y para alimentar el amor. Las experiencias vividas en el
trabajo, las diarias vivencias con los hijos, las alegrías y preocupaciones, las ideas
o desilusiones vividas fuera del hogar, pueden ser temas de conversación.
Piensen en los hijos, ellos son el mejor tesoro del matrimonio, ámenlos como el
regalo más bello de Dios y de la vida, oren por ellos y prepárenles un camino
acertado, fórmenlos bien en la ley de Dios y de la Iglesia para que sean grandes
hombres y mujeres prudentes en la sociedad. Recuerden: “Hijo sabio, alegría del
padre; hijo necio, disgusto de su madre”. (Pr 10, 1). c- Cuando noten que alguien
**************************
El gesto del marido, su actitud, de ahí resulta raro, extraño por inusual, debería ser algo normal,habitual en el
matrimonio. La esposa y el esposo necesitan y tienen derecho, no sólo a ser queridos por el otro, sino también
a saberse queridos. Y no podrán saberlo si el amor no se manifiesta.
489
1. Disfruta de la vida junto a tu esposa. Proverbios 5:18 y Eclesiastés 9:9. 2. Respeten su matrimonio y
sean fieles. Hebreos 13:4 3. Esposo, sé la cabeza de tu hogar, esposa permítele serlo. 1Corintios 11:3 y
Efesios 5:23 4. Esposos y esposas eliminen el “yo” de sus vidas, en el matrimonio no existe el “yo” sino el
“nosotros”; ni el “mi” o el “tu”, sino el “nuestro”. Génesis 2:24 5. Resuelvan sus problemas hablando, no
discutiendo ni peleando. 6. Esposo ora por tu esposa y esposa ora por tu esposo. 7. Adáptense a su pareja,
acéptense tal como son. 8. No se nieguen a su pareja. (sexualmente) 1Corintios 7:4-5 9. Siempre denle lugar
a Jesucristo en su matrimonio. 10. Mantengan vivo su matrimonio:
- Compartiendo tiempo juntos. Comprometiéndote a dar el 100% a tu pareja. - Dando con amor de ti para beneficio de tu pareja sin esperar
nada a cambio. – Expresando su amor diariamente, con un te amo, un abrazo, un beso. Confiando en tu
pareja. Apoyando a tu pareja. - Confiando en tu pareja.
490
ESCRIVA DE BALAGUER, J. OP. CIT.,. n. 691.
491
GIL A, Cesáreo. OP. CIT., n. 969.
492
GIL A, Cesáreo. OP. CIT., n. 967.
172
del hogar no se comunica, vean por qué. Hablen y resuelvan la dificultad. Quizás
la esposa se sienta acomplejada o frustrada por algo, o piensa que no sabe
expresarse con la facilidad con la que lo hace el esposo. Traten siempre de
comprender lo que piensa el otro, compenetrándose en él. No pretendan
atemorizar, dominar, culpar, controlar ni ganarle al otro. No se griten mutuamente.
d- Al hogar debe llenárselo de risas, amor, entusiasmo y sana alegría. ¿Hogar
cristiano y triste? Imposible. Con su maternidad la Virgen fue la causa de nuestra
alegría.
Comuníquense con frecuencia, pero no traten de cambiar a su cónyuge. Más bien,
traten de alentarse y fortalecerse el uno al otro. Usted no puede cambiar a su
cónyuge, pero sí puede cambiarse a sí mismo. “¿Cómo es que miras la brizna que
hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?
¿Cómo puedes decir a tu hermano: ´Hermano, deja que saque la brizna que hay
en tu ojo, si no vez la viga que hay en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga
de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu
hermano”. (Lc 6 41,42). El calor del “hogar” es el amor de los esposos.
Según Nicomedes en su obra Aprende a Dialogar para ser feliz en pareja, dice:
“Sin diálogo, sin expresar nuestros sentimientos negativos y positivos y
experiencias, una relación amorosa no puede tener éxito… Cuando se silencian
los sentimientos negativos, se corre el riesgo de explotar, no conviertas tus críticas
en ataques personales, no culpabilices, no generalices, te será mucho más fácil
conseguir lo que deseas si planteas tus peticiones en forma directa: “necesito que
me ayudes con las tareas de la casa, me siento cansado/a, yo no puedo con todo”,
centrarse en el problema y no sacar el pasado u otras cuestiones que nada tienen
que ver con este problema de ahora, la importancia de la sinceridad en el
momento oportuno, la comunicación verbal y no verbal se complementan,
recuerda: las manifestaciones de amor son imprescindibles; valora el presente, los
momentos buenos que disfrutáis juntos –un paseo, ver juntos la televisión cogidos
de la mano (no importa que no se hable), una cena íntima, el sexo, una charla
tranquila e impregnada de ternura, las risas-. Ello fortalecerá la relación… 493
Gracias al diálogo pueden lograr muchas cosas, la más importante es el conocer a
su pareja y que ella le conozca, expresar sus ideas y lograr que éstas se lleven a
cabo; por eso, tengan en cuenta estos requisitos para un buen diálogo: - Estar
dispuestos, - buscar un momento y lugar adecuado para dialogar, - saber decirse
las cosas y escuchar al otro, - ser auténticos, no usar amenazas, - ponerse en el
lugar del otro, no ser terco ni cerrado, emplear medios afectivos en vez de lógicos,
no poner testigos, o sea, no involucrar a terceros, evitar utilizar las palabras:
siempre, nunca, jamás; cuando se esté dialogando, evitar las ofensas, Llegar a
conclusiones válidas para ambos y ponerlo en práctica, apertura y disposición
493
NARANJO, Nicodemedes. Aprende a Dialogar para Ser Feliz en Pareja. Ed. Mensajero. Bilbao. 2007. p.
77- 111.
173
para cambiar. El diálogo es algo en lo que hay que ejercitarse constantemente y
es necesario empezar ahora. El Diálogo es una herramienta muy importante en la
relación de pareja. Y si desde el noviazgo lo van cultivando, este dará abundantes
frutos en el Matrimonio. Esta Oración les ayudará. 494 Comunicad el mensaje de
esperanza, de gracia, de amor a Cristo, manteniendo siempre viva, en este mundo
que pasa, la perspectiva eterna del cielo, perspectiva que ningún medio de
comunicación podrá nunca alcanzar directamente”. (Juan Pablo II RD, 14).
PASAR TIEMPO JUNTOS
a- Busquen tiempo para hacer cosas juntos. 495 Asocien a sus hijos en sus
actividades y recreación. Compartan los problemas y la felicidad. b- Aunque cada
uno es bombardeado por actividades que les absorben, planifiquen de tal modo su
tiempo, que puedan dedicarse a la familia, o terminaran dispersos.
Hagan planes juntos, pero no se sorprendan cuando las cosas no salgan como
ustedes planearon: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio
de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la
buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. (Rm 12:2). “El alma que anda en
amor ni cansa ni se cansa ni descansa” (San Juan de la Cruz). El amor no conoce
derrotas, el amor lo consigue todo, el amor nos permite remontar el vuelo a las
494
Señor Dios, te alabamos y te glorificamos por la hermosura de ese don que se llama diálogo. Es un hijo
predilecto de Dios porque es como aquella corriente alterna que bulle incesantemente en el seno de la Santa
Trinidad. El diálogo desata los nudos, disipa las suspicacias, abre las puertas, soluciona los conflictos,
engrandece la persona, es vínculo de unidad y madre de la fraternidad. Cristo Jesús, núcleo de la comunidad
evangélica; haznos comprender que nuestras desinteligencias se deben, casi siempre, a la falta de diálogo.
Haznos comprender que el diálogo no es una discusión ni un debate de ideas, sino una búsqueda de la
verdad entre dos o más personas. Haznos comprender que mutuamente nos necesitamos y nos
complementamos porque tenemos para dar y necesitamos recibir, ya que yo puedo ver lo que los otros no
ven, y ellos pueden ver lo que yo no veo. Señor Jesús, cuando aparezca la tensión, dame la humildad para no
querer imponer mi verdad atacando la verdad del hermano; de saber callar en el momento oportuno; de saber
esperar a que el otro acabe de expresar por completo su verdad.
Dame la sabiduría para comprender que ningún ser humano es capaz de captar enteramente la verdad toda, y
que no existe error o desatino que no tenga alguna parte de verdad.
Dame la sensatez para reconocer que también yo puedo estar equivocado en algún aspecto de la verdad, y
para dejarme enriquecer con la verdad del otro. Dame, en fin, la generosidad para pensar que también el otro
busca honestamente la verdad, y para mirar sin prejuicios y con benevolencia las opiniones ajenas. Señor
Jesús, danos la gracia de dialogar. (P. Ignacio Larrañaga)
495
Estos aspectos son vitales en la relación de pareja: El amor que es imprescindible. El afecto y la ternura.
El respeto por los sentimientos del otro. El buen sexo: algo que puede abrir las puertas al amor es el deseo
sexual. Y la práctica del sexo las mantiene abiertas. La comunicación: sin una comunicación constructiva, la
pareja no puede funcionar. El acuerdo: que significa llegar a pactos tras las discusiones. Compartir:
aprender a dar y recibir es una muestra de amor. Sentido del humor: hay que procurar no perderlo; es la
chispa que distiende muchos momentos de tensión. Tener un espacio propio: la pareja es MAS QUE DOS.
Sinceridad, siempre en todas las circunstancias. Confianza, en ti y en la persona que comparte contigo el
proyecto de vida común, que es el objetivo final de la pareja: envejecer juntos y felices. Recuerda
siempre: El amor es lo más importante en nuestra vida y en este mundo. (NARANJO, Nicomedes.
Aprende a Dialogar para ser feliz en Pareja. Ed. Mensajero. Bilbao. 2007. p. 230-231).
174
alturas. El amor hace ligero lo pesado, cualquier carga resulta liviana. El amor es
la mayor fuerza y riqueza que podemos disponer 496.
UNIDOS EN LA ADVERSIDAD
a- La familia sólida, se une para hacer frente a los desafíos de una crisis, pues hay
un compromiso mutuo. Es necesario desarrollar esa capacidad de hacer frente a
la adversidad. ¿Pero cómo? Las Sagradas Escrituras nos comunican sus
promesas y ¡qué hermosas son! Conózcalas orando, leyendo y meditando la
Palabra de Dios. b- Si hay problemas, no busquemos culpables sino soluciones.
No cuesta nada decir: "lo lamento" o "te perdono". La pareja no debe acostarse
nunca enojada. Apliquemos el consejo divino: "No se ponga el sol sobre vuestro
enojo" (Efesios 4:26).
El perdón libera las fuerzas del amor. Es importante decir “yo te perdono”, tanto
para el ofensor como para el ofendido. De igual manera saber que perdonar no
significa hacerle un favor al otro. Es también limpiar y clarificar el propio yo. El
perdón es un camino que comprende varias etapas: - el perdón de sí mismo, - el
perdón y Dios, - el perdón al otro. Cuando María Magdalena baño con sus
lágrimas los pies de su Maestro, su corazón debió comprender los abismos de
amor y misericordia del corazón de Jesús. Tan pecadora como era, ¡Cristo estuvo
dispuesto no sólo a perdonarla, sino a llevarla a la cima más alta de la
contemplación! 497 “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará
también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus
ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. (Mateo 6: 14,
15). Admita cuando está equivocado, y busque pronto la reconciliación con su
cónyuge: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu
hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda,
reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. (Mateo
5:23, 24).
ESTRUCTURA MORAL
a- Se ha comprobado que esto es un denominador común en las familias estables.
En el cultivo de las virtudes cristianas hay bendición. b- La estructura moral en la
496
En la película “El violinista en el tejado” los protagonistas forman un matrimonio bien avenido, con seis
hijas que sucesivamente van enamorándose y contrayendo matrimonio. En una de las escenas, el padre, al
observar el apasionado enamoramiento de una de las hijas, y, pensando que él no siente eso hacia su
esposa, se dirige a su mujer, Golde, algo confundido, y mantienen el siguiente diálogo: -¿Me amas? -¿Te
amo? –Preguntó ella, sorprendida ante la pregunta de su marido-. -Sí, ¿me amas? -Durante veinticinco años
he lavado tu ropa, guisado tus comidas, limpiado tu casa, te he dado hijos, he ordeñado la vaca. Después de
veinticinco años ¿por qué me hablas del amor? Soy tú mujer. -Todo eso ya lo sé, pero ¿me amas? -Durante
veinticinco años he vivido contigo, luchado contigo, pasando hambre contigo. Durante veinticinco años mi
cama ha sido la tuya. Si eso no es el amor, entonces ¿qué es? -Entonces, ¿me amas? -Supongo que sí. -Y yo
supongo que también te amo. Esto no cambia nada, pero incluso así, después de veinticinco años, es bonito
saberlo. (José Pedro Manglano en “Construir el amor”).
497
LAFLUTE-MARIETTI, Joëlle. Reconciliarse Consigo Mismo. Ed. Des Beatitudes. Francia. 2008. p. 50-53.
175
pareja incluye: Integridad, honradez, lealtad, responsabilidad, virtud moral y los
principios de la utilidad y del amor. Los principios fundamentales de los 10
mandamientos han estar en cada corazón, pues traen bendición y paz. Las
Escrituras Sagradas dicen: "¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me
temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y
a sus hijos les fuese bien para siempre". (Deuteronomio 4:29).
Pablo VI observaba que, “el hombre contemporáneo escucha de más buena gana
a los testigos que a los maestros, o si escucha a los maestros es porque son
testigos. 498 Es sobre todo a los testigos a quienes, en la Iglesia, se confía el
tesoro de la familia: a los padres y madres, hijos e hijas, que a través de la familia
han encontrado el camino de su vocación humana y cristiana, la dimensión del
“hombre interior” (Ef. 3, 16), de la que habla el Apóstol, y han alcanzado así la
santidad. La Sagrada Familia es el comienzo de muchas otras familias santas. 499
La vida familiar, en la práctica, está necesitando utilizar los momentos más
oportunos para fomentar y cultivar los valores fundamentales de la misma, pero
también los valores cercanos e individuales de cada miembro del hogar. 500
EL MATRIMONIO ES UN COMPROMISO DE TODA LA VIDA
El matrimonio constituye una verdadera vocación para vivirla responsablemente
en la Iglesia y debemos atender mucho más a la calidad que a la cantidad … Es
una vocación común, una forma de santidad y santificación, que lo que sí exige es
una autentica fe, aunque no sea muy ilustrada, un autentico respeto y temor santo
de Dios, una sinceridad ética radical, unas virtudes naturales, sobre todo, la de la
paciencia y sacrificio, una orientación correcta en la vida y, sobre todo, una
autentica bondad, una libertad buena y generosa. 501 “Así que no son ya más dos,
sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Le
dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? Él les
dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras
mujeres; mas al principio no fue así”. –Mateo 19:6-8. En su predicación, Jesús
enseñó sin ambigüedad el sentido original de la unión del hombre y la mujer, tal
como el Creador la quiso al comienzo: la autorización, dada por Moisés, de
repudiar a su mujer era una concesión a la dureza del corazón (cf Mt 19,8); la
unión matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble: Dios mismo la estableció:
"lo que Dios unió, que no lo separe el hombre" (Mt 19,6). (CEC, 1614).
498
PABLO VI. Discurso a los miembros del “Consilium de Laicis” (2 octubre 1974); AAS 66 (1974), p. 568.
JUAN PABLO II. Carta a las Familias. Ed. Paulinas. 2005. Bogotá. Colombia. n. 23.
500
Amar lo amable, hacerse admirar, nutrir la relación permanentemente de buenas maneras y humor,
hacerse concesiones, tener generosidad y renovar las promesas en la medida que las expectativas cambien,
respetar la individualidad de la otra persona y tener en cuenta sus espacios libres, practicar la escucha activa,
erradicar el mal genio, así como evitar a toda costa la agresión física o psicológica, no perder el sentido de la
novedad y de la aventura, evitar la monotonía y no perder el ambiente erótico, no permitir interferencias de
familiares o amistades, nunca dejar de ser amante. (Acuña, citado por De Bengoechea, 1996: 182).
501
CORRAL SALVADOR- URTEAGA E. Diccionario de Derecho Canónico. Ed. Técnos. 2000. p. 580.
499
176
SU MATRIMONIO ATRAVESARA PERIODOS DIFÍCILES, PERO RECUERDE
QUE ES UN COMPROMISO DE POR VIDA.
"Desde la cruz se contempla mejor el cielo"
Madre Adela Galindo
“Considerad como un gran gozo, hermanos míos cuando estéis rodeados por toda
clase de pruebas, sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce
paciencia” (Santiago 1:2, 3). Jesucristo sufrió hasta el extremo en la cruz por amor a
nosotros. Esta es la clave: POR AMOR. Todo, absolutamente todo, hemos de
vivirlo, de abrazarlo por amor. Así nos redimió Jesús. Es cierto que cada palabra y
acción de Jesús es parte de su obra salvadora. Pero fue especialmente por medio
de sus sufrimientos en la Cruz que fuimos librados del pecado.
En su muerte en la Cruz se realiza ese ponerse, Dios contra sí mismo, al
entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo o: esto es amor en su forma
más radical. Poner la mirada en el costado traspasado de Cristo, del que habla
Juan (cf. 19, 37), ayuda a comprender que “Dios es Amor”. Es allí, en la Cruz,
donde puede contemplarse esta Verdad. Y a partir de allí se debe definir ahora
qué es el amor. Y de esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y
de su amar. (cf. Encíclica Dios es amor. Benedicto XVI, n. 12).
Frecuentemente el cristiano es llamado a tomar el camino que más cuesta, el
camino donde hay sufrimiento. Lo motiva la fidelidad al amor y el compromiso al
cumplimiento del deber. Amar siempre exige sufrimiento. Jesús escogió el amor
hasta la muerte. Tenemos la opción de renunciar a esa exigencia pero entonces
dejaríamos de amar. Podemos tomar el camino fácil del egoísmo y del placer o
podemos optar por el camino del amor que requiere renunciar al pecado y a la
mediocridad. El sufrimiento es entonces una libre opción tomada por amor. El
camino del amor es estrecho y pocos van por él porque no quieren sufrir. Es así
que la mayoría abandona a Jesús."El amor que no puede sufrir no es digno de ese
nombre" (Santa Clara).
5.4.8 Claves En La Búsqueda De Unidad Matrimonial..
PARA LA CONVIVENCIA
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El día a día se construye en lo cotidiano así que es muy importante realizar
acuerdos de convivencia respecto del orden, los horarios y la asignación
de roles. 502
Para el cristiano toda vivencia es “convivencia” y “comunión”.
502
SIERRA G. Ángela., Unidad Conyugal, esperanza para la familia. Ed. Facultad de Teología. Pontificia
universidad Javeriana. Bogotá, D.C. 2007.
177
•
•
•
•
Procure encontrarse por lo menos una vez al día para compartir una
comida. Recuerde que el ritual de cenar o almorzar juntos une y fortalece
las relaciones.
Elabore acuerdos claros acerca del manejo del dinero. Sea generoso pero
a la vez considerado: que el dinero no sea motivo de obsesión ni de
derroche.
Busque que el ambiente de su casa sea agradable, acogedor y cómodo
para todos. No se trata de tener lujos; entre la estética y la amabilidad se
construye el verdadero hogar. El amor no conoce la vejez, es siempre
joven.
Respete los espacios de quienes conviven con usted, colabore con los
momentos de soledad que todos necesitamos para fortalecernos, sin
descuidar a aquellos en los que nos encontramos para compartir la vida
PARA LA COMUNICACIÓN
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Sinceridad y respeto son las bases que siempre hay que tener en cuenta.
No dé por supuesto lo que el otro piensa o va a decir; simplemente déjelo
expresarse sin anticiparse al contenido.
Comunicarse es ponerse al alcance para compartir una intimidad.
A los temas álgidos y difíciles, búsqueles un espacio y un tiempo adecuado.
Algunos temas son tan difíciles que es mejor sacarlos de la agenda y en
dado caso evitar tratarlos sin la asesoría de un profesional.
Fomente espacios de comunicación: deje de lado los libretos de lo
cotidiano, el Internet, el celular, la televisión. Los santos desde el cielo te
gritan: ¡es posible!.
Trate de expresar los disgustos y las incomodidades; no acumule cosas
negativas, resuélvalas en el instante no después.
Es importante que tenga comunicación en todos los niveles: consigo
mismo, con otros, con la naturaleza, con Dios. Hacerlo redimensiona la
comunicación en pareja.
Busque ayuda cuando perciba que la
comunicación no es fluida, que ya no es sincera o significativa.
Comunicarse es ponerse al alcance para compartir una intimidad.
PARA LA SEXUALIDAD
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Amarse con espontaneidad y sinceridad.
“Macho y hembra los creó” (Gn 1, 27). A Dios debemos la diferencia de los
sexos.
Aumente su autoestima, cuide y embellezca su cuerpo. Preocúpese por su
salud y bienestar. También ayúdele a su pareja en este proceso.
La sexualidad debe ser, creativa, exploratoria, honesta, digna y gratificante.
Comente sus gustos sea sincero.
178
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Tenga en cuenta que la genitalidad debe ser un momento cargado de
sentido y afectividad, consecuencia del amor expresado diariamente como
esposos.
PARA LA CONYUGALIDAD
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Siéntase uno con su pareja en todas las dimensiones. Recuerda que al
Casarte “consagraste” tu amor.
Busque momentos íntimos, momentos para los dos, para jugar, para
divertirse. Sea consciente del tiempo en que permanecen
juntos:
aprovéchenlo y disfrútelo.
El amor conyugal exige a los esposos una conciencia de su misión de
¨paternidad responsable”.
Sea fiel. Si algo sucede en la relación procure comunicar sus sentimientos
con sinceridad para buscar soluciones a tiempo.
Maravilloso es el amor-amor. pero más maravilloso es el amor-perdón.
Hagan proyectos y planes a largo plazo (un viaje, un estudio, algún cambio
de casa...). ¿Quieren ser hombre y mujer de criterio? Lean el Evangelio.
Busque una afición o hobby en común, sea deportiva, musical o de otro
orden.
Procure siempre el bienestar y la comodidad de su pareja. Nunca olvide los
detalles. Pon a tus palabras aprecio, comprensión, amor… y verás nacer
buenos sentimientos. El calor del “hogar” es el amor de los esposos.
PARA LA PATERNIDAD
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Siempre tenga presente que su ser pareja se conjuga y enriquece también con
su rol de padre o madre.
El ejercicio responsable de la paternidad exige recta conciencia.
Trate en lo posible de estar de acuerdo en las decisiones que afecten a los
hijos; pueden tener diferentes opiniones pero a la hora de decidir debe
prevalecer el acuerdo. Tener hijos es ampliar las propias dimensiones.
Busque que su paternidad y maternidad sean gratificantes. No se encuentre
con sus hijos sólo para dar órdenes. Encuéntrese también para jugar, para
leer un cuento, para reír o hacer deporte. La alegría está en todas partes.
Descúbrala.
El amor que esperan los hijos se traduce en tiempo, donde la calidad y la
cantidad son igualmente importantes.
Recuerde que es más fácil ser papá y mamá cuando se es pareja de esposos.
PARA LA SACRAMENTALIDAD
•
Cultive su vida de fe y su vida sacramental, realice oración diaria, aliméntese
con el sacramento de la Eucaristía, trate de vivir la solidaridad y la caridad
179
cristiana, proyecte su vida de pareja a la ayuda de los demás, hacerlo los hace
sentir vivos, útiles y unidos por una causa que los trasciende y los hará sentir
mejores personas.
No deje la espiritualidad para momentos aislados. Permita que la búsqueda
espiritual impregne toda su vida de pareja.
Construir un matrimonio sacramento es leer e interpretar la vida juntos en clave
de Dios. El matrimonio no es una dualidad, sino una trinidad: esposo, Dios y
esposa. Dios en medio. Vivirlo en gracia es actualizar su eficacia sacramental.
•
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PARA LA FELICIDAD
•
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Confíe plenamente en Dios y haga todo con fe y por amor a Él y a su familia.
La felicidad no depende de lo que nos falta, sino del acertado uso de lo que
tenemos. No pidas ser feliz. Pide ser útil. Y serás feliz.
No eduques para las riquezas sino para la felicidad
Feliz es el que puede exclamar: “He descubierto el gozo de vivir”.
•
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5.4.9. Estrategias Para Fomentar Y Cultivar Los Valores En La Vida Familiar.
VALOR
La Persona
Humana
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La Vida
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503
ESTRATEGIAS 503
Entre esposos o compañeros, estimarse como personas.
Pensar que la esposa y el esposo no son simples posiciones.
En el diálogo, enfatizar el valor que se tiene como personas,
prioritariamente sobre las cosas materiales.
En el diálogo entre mayores, primero los niños, que también
son personas.
En familia, dialogar sobre el milagro de la vida como regalo
de Dios.
A través de conversaciones familiares, fortalecer la idea de
que el ser humano lo es desde la concepción.
Practicar y fomentar el deporte en familia para obtener salud
y bienestar.
Inculcar en el grupo familiar formas de seguridad para el niño,
y para todo el conjunto familiar.
Procurar en familia el verdadero sentido de vivir, mediante la
lucha; evitar el facilismo y saber soportar las dificultades que
se presenten durante las enfermedades.
Buscar los momentos más oportunos para conocerse entre si
SIERRA-BEDOYA., Pedagogía de los valores. Ed. San Pablo. Bogotá-Colombia. 2005. pp 95-98.
180
El Amor
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La Tolerancia
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La Equidad
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•
•
los esposos; para conocer a los hijos en cada etapa de su
desarrollo y crecimiento.
Hacer que el otro entienda lo que yo siento, mediante mis
manifestaciones.
Recalcar la importancia de cada quien, como persona en su
dignidad de esposo o esposa; en sus derechos de hijo y de
miembro de la familia.
Crecer en amistad para que no desfallezca el amor, mediante
muestras de respeto y cariño.
Buscar el respeto por la intimidad en los miembros de la
familia.
Reconocer en los miembros de la familia que hay en ellos
más virtudes que defectos.
Respetar las ideas ajenas con esfuerzo y admiración por
ellas.
Mantener el espíritu de la humildad para conseguir, mediante
el olvido de las ofensas, el verdadero perdón o excusa
familiar.
Proponerse cada quien en familia, hacer el cambio
comportamental personal para que el otro también lo haga.
Los padres en el ambiente de familia fundamentar su
autoridad en la igualdad de todos.
Hacer distribución de los quehaceres en todos los miembros
de la familia, para evitar los conflictos y estimular la honradez.
Hacer notar entre los miembros de la familia la diferencia de
carácter en cada quien.
A mayor capacidad de acción exigir mayor responsabilidad.
El primer paso para acercar a las familias a la vida de santidad, es que nos vean
virtuosos, contentos de servir al prójimo, defensores de los valores, seguros del
amor y protección de Dios. Cada vez estoy más persuadido: la felicidad del cielo
es para los que saben ser felices en la tierra.
5.4.10 Dirección Espiritual.
Quien avanza en santidad ha de tener la guía de un director espiritual, para estar
seguro de realizar la Voluntad de Dios. La Sagrada Escritura nos dice: “Trata a un
varón piadoso, de quien conoces que sigue los caminos del Señor, cuyo corazón
es semejante al tuyo y te compadecerá si te ve caído. Y permanece firme en lo
que resuelvas, porque ninguno será para ti más fiel que él. El alma de este
hombre piadoso ve mejor las cosas que siete centinelas en lo alto de una atalaya.
Y en todas ellas ora por ti al Altísimo, para que te dirija por la senda de la verdad”
(Ecl. 37, 15-19); “Más valen dos que uno solo, porque mejor logran el fruto de su
181
trabajo. Si uno cae el otro le levanta; pero ¡ay del que está sólo, que, si cae, no
tiene quien le levante!” (Ecl 4, 9-10). “Sigue el consejo de los prudentes y no
desprecies ningún buen consejo” (Tob 4, 18). Los primeros cristianos recibieron
ese acompañamiento de Jesucristo: Dijeron los discípulos de Emaús: ¿No es
verdad que nuestro corazón se enardecía, cuando nos hablaba en el camino y nos
explicaba la Escritura?” (Lc 24, 32). Ciertamente al comienzo de la Iglesia, está
presente la figura del hombre que acompaña en el camino hacia Dios: San Pablo,
después de su conversión, recibe este mensaje: “Levántate y entra en la ciudad, y
se te dirá lo que has de hacer. Fue Ananías y entró en la casa, e imponiéndole las
manos, le dijo: Hermano Pablo, el Señor Jesús, me ha enviado para que recobres
la vista y seas lleno del Espíritu Santo (Hch 9, 6 y 17).Y al convertirse en el
“Apóstol de las gentes”, San Pablo se comporta como un padre y como un director
espiritual de los primeros cristianos a los que ayuda, -haciéndose todo para todose identificándose con Cristo, que es la finalidad del acompañamiento espiritual:
Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo (Fil 2, 5).
Los santos nos ensañan: San Pedro de Alcántara (Tratado de la oración y
meditación, II, 5): "Una de las cosas más arduas y dificultosas que hay en esta
vida es saber ir a Dios y tratar familiarmente con Él. Por esto, no se puede éste
camino andar sin alguna buena guía" 504. San Juan de la Cruz (Llama de amor
viva, 3, n. 30): "Y adviértase que para este camino, a lo menos para lo más subido
de él y aún para lo mediano, apenas se hallará a un guía cabal según todas las
partes que ha menester, porque, además de ser sabio y discreto, es menester que
sea experimentado. Porque para guiar el espíritu, aunque el fundamento es el
saber y la discreción, si no hay experiencia de lo que es puro y verdadero espíritu,
no atinará a encaminar al alma en el [camino que lleva hacia Dios], cuando Dios
se lo da, ni aún lo entenderá 505". Santa Teresa (Camino de perfección, 18, 8): "Si
quiere o pretende ser contemplativa ha menester para ir muy acertada dejar su
voluntad con toda determinación en un confesor que sea tal. Porque esto es ya
cosa muy sabida, que aprovechan más de esta suerte en un año que sin esto en
muchos" 506. San Josemaría (Camino, n. 59): “Conviene que conozcas esta
doctrina segura: el espíritu propio es mal consejero, mal piloto, para dirigir el alma
en las borrascas y tempestades, entre los escollos de la vida interior. Por eso es
Voluntad de Dios que la dirección de la nave la lleve un Maestro, para que, con su
luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro"."La tarea de dirección
espiritual hay que orientarla no dedicándose a fabricar criaturas que carecen de
juicio propio, y que se limitan a ejecutar materialmente lo que otro les dice; por el
contrario, la dirección espiritual debe tender a formar personas de criterio. Y el
criterio supone madurez, firmeza de convicciones, conocimiento suficiente de la
504
Online: www.conelpapa.com/cursojovenes/voluntad
Ibid.
506
Ibid.
505
182
doctrina, delicadeza de espíritu, educación de la voluntad" 507. (Conversaciones,
93).
Los Papas nos animan a la dirección espiritual: León XIII, (Práctica de la humildad,
28): "Convéncete de que no eres un buen consejero de ti mismo y, por eso, teme y
desconfía de tus opiniones, que tienen una raíz mala y corrompida. Con esta
persuasión, busca el consejo, en lo posible, de hombres sabios y de buena
conciencia, y prefiere ser gobernado por uno que sea mejor que tú, a seguir tu
propio parecer" 508. Pío XII, Menti nostrae, 23-IX-1950: "En el camino de la vida
espiritual no os fiéis de vosotros mismos, sino que, con sencillez y docilidad, pedid
consejo y aceptad la ayuda de quien, con sabia moderación, puede guiar vuestra
alma, indicaros los peligros, sugeriros los remedios oportunos, y en todas las
dificultades internas y externas os puede dirigir rectamente y encaminaros a ser
cada día más perfectos [...]. Sin esta prudente guía de la conciencia, de modo
ordinario, es muy difícil secundar convenientemente los impulsos del Espíritu
Santo y de la gracia divina" 509. Juan Pablo II, Carta a los seminaristas de España,
Valencia 8-XI-1982: "En la propia vida no faltan las oscuridades e incluso
debilidades. Es el momento de la dirección espiritual personal. Si se habla
confiadamente, si se exponen con sencillez las propias luchas interiores, se sale
siempre adelante, y no habrá obstáculo ni tentación que logre apartaros de
Cristo" 510. El Concilio Vaticano II recomienda el acompañamiento espiritual a
todos: sacerdotes, religiosos y laicos que buscan la santidad en medio de los
afanes del mundo.
El Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 2690: “El Espíritu Santo da a ciertos
fieles dones de sabiduría, de fe y de discernimiento dirigidos a este bien común
que es la oración (dirección espiritual). Aquellos y aquellas que han sido dotados
de tales dones son verdaderos servidores de la Tradición viva de la oración: Por
eso, el alma que quiere avanzar en la perfección, según el consejo de San Juan
de la Cruz, debe "mirar en cuyas manos se pone, porque cual fuere el maestro, tal
será el discípulo; y cual el padre, tal el hijo". Y añade que el director: "demás de
ser sabio y discreto, ha de ser experimentado... Si no hay experiencia de lo que
es puro y verdadero espíritu, no atinará a encaminar el alma en él, cuando Dios se
lo da, ni aún lo entenderá” 511, (Llama, estrofa 3).
¿Cómo llegar a la vida?: guiados por los que reparten la verdad y el bien.
507
Ibid.
Online: www.conelpapa.com/cursojovenes/voluntad
509
Ibíd.
510
Ibíd.
511
CEC, –Conferencia Episcopal de Colombia- p. 658
508
183
5.7 CONCLUSIÓN.
El matrimonio y la familia es proyecto de Dios que sólo puede ser plenamente
conocido y desarrollado por los creyentes “Al principio… los creó hombre y mujer”
(Mt 19,4). Jesucristo, al hacer referencia a la creación, manifiesta la unidad del
designio de Dios sobre el hombre y se introduce en el modo humano de
comprenderse a sí mismo y de construir la propia vida 512. El anuncio del
“evangelio de la familia” no se puede desvincular del anuncio del “evangelio del
matrimonio”, que es su origen y fuente 513. El plan de Dios que revela al hombre la
plenitud de su vocación se ha de comprender como una verdadera “vocación al
amor”. Es una vocación originaria, anterior a cualquier elección humana, que está
inscrita en el cuerpo y en todo el ser del hombre y la mujer. El amor es, por tanto,
la vocación fundamental e innata de todo ser humano 514. El amor de los esposos
es un don, vocación a la santidad conyugal, por la participación en el mismo amor
creador y redentor de Dios. El camino de santidad que se abre al hombre por
medio del amor esponsal, se vive dentro de la comunión con la Iglesia: “Los
esposos y padres cristianos sean para todos ejemplo de amor infatigable y
generoso, haciéndose cooperadores de la fecundidad de la Iglesia 515. Así también,
la vocación universal a la santidad está dirigida a los cónyuges y padres cristianos,
de cuya realidad es vivo ejemplo Santo Tomás Moro.
La interesante novedad del canon 1063 del nuevo Código con formas exhortativas,
peculiares del legislador eclesiástico, recoge y resume la obligación y los diversos
aspectos de la pastoral matrimonial, de la que son responsables los pastores y
toda la comunidad cristiana. El canon es como el esquema de un directorio, en
que se enumeran: los deberes de los encargados de la pastoral, los deberes y
responsabilidades de toda la comunidad eclesial, la finalidad de la asistencia, las
distintas fases de una preparación remota, próxima e inmediata, la ayuda a los
casados o atención a la vida matrimonial y los medios con que se ha de prestar la
ayuda. Tarea del Obispo y del Párroco es animar y garantizar esta asistencia al
matrimonio, c. 1064 y también en los matrimonios mixtos, c. 1128. Precisamente
en lograr esta unión de vida ha de ser de un modo especial activa y efectiva la
parte católica, dando testimonio de la verdad y de la caridad que posee. El canon
1071, recoge los siete casos en los que se necesita la licencia del Ordinario para
asistir al matrimonio (cf. c. 1102 § 2). La disposición atañe al “asistente” y no tiene
valor invalidante. No urge en caso de necesidad, que será distinto según los
supuestos, como distinta es la razón de la norma; pero en ningún caso habrá que
ser más exigentes aquí que en otras situaciones de necesidad; como no habrá
que identificar la necesidad con el peligro de muerte, puesto que éste está previsto
expresamente, c. 1068. El c. 1124 expresa la actitud de la Iglesia no favorable a
los matrimonios mixtos, aunque no los prohíba categóricamente. Se trata de una
512
Cf. JUAN PABLO II, Audiencia general, 5.IX. 1979.
Cf. GS, n. 48.
514
FC, n. 11.
515
Cf. LG, n. 41.
513
184
prohibición, si se procede a la celebración sin licencia de la competente autoridad.
La licencia es un concepto bien distinto de la dispensa: ésta relaja la ley en un
caso particular, c. 85, mientras que aquella es un requisito más entre los exigidos
para llevar a cabo un acto, que sin ella sería ilegítimo y prohibido.
Todo matrimonio válido tiene un efecto fundamental que es el vínculo perpetuo y
exclusivo entre los cónyuges c. 1134. Es un vínculo jurídico, no sólo una relación
de amor, y expresión jurídica del consorcio de toda la vida, que es el matrimonio
desde un punto de vista personal, c. 1055, y sus propiedades esenciales. Para los
cristianos el matrimonio es fuente de santificación, por cuanto les concede las
ayudas espirituales para la comprensión y vivencia de su nuevo estado, también
como cristianos la gracia santificante específica o de su estado, Conc. Trid.,
ses.24. De matr., c.3. La base última de ello es que, por el sacramento, la unión
significa y expresa la unión existente entre Cristo y la Iglesia. Así, la celebración
del sacramento del matrimonio ha de cuidarse para que irradie por su santidad
como un acontecimiento de la historia de la salvación para los cónyuges y la
sociedad. La necesidad y urgencia de la preparación (remota-próxima-inmediata)
al matrimonio, no puede hacer olvidar que es en la tarea de la construcción de un
hogar cuando surgen más dificultades, y cuando más necesitados están los
esposos de una ayuda por parte de la Iglesia que debe mostrar que es Madre. La
Iglesia debe ayudar a la convivencia y diálogo en el seno de las familias para que
sean comunidades de vida y amor conforme a su vocación.
El recibir el sacramento del matrimonio (c.1055), vivir en humildad, el ser
testimonio de vida, el cultivar asiduamente la oración (c. 276 § 2, 5°) y la
penitencia (c. 960) “Y si el pecado les sorprendiese todavía, no se desanimen,
sino que recurran con humilde perseverancia a la misericordia de Dios, que se
concede en el Sacramento de la penitencia 516, el ejercer la caridad (c 839 § 1), el
alimentarse de la fuente eucarística (c. 897), que es la fuente misma del
matrimonio, el escudriñar y meditar la Palabra de Dios, el guiarse sabiamente por
la Dirección Espiritual, el guardar los mandamientos, preceptos y demás medios
que da la santa Iglesia a los cristianos, los medios propios de crecimiento en el
amor mutuo, como son el diálogo conyugal, la apertura a la vida, la oración en
común, la mutua corrección, el discernimiento de la voluntad de Dios en sus
propias vidas y en la educación de los hijos, que son cauce de su participación del
amor de Cristo a su Iglesia, les va configurando en ejemplos de virtud y santidad
personal y también como modelos de esposos y familias santas. La gracia
sacramental posibilita a los esposos a recorrer el camino de la mutua
santificación 517
516
517
PABLO VI. Humanae vitae. n. 25: AAS 60 (1968), 449.
Cf. FC, n. 11.
185
6. SITUACIONES DE PAREJAS EN CONTRASTE CON EL SACRAMENTO DEL
MATRIMONIO
“El Creador del mundo estableció la sociedad conyugal como origen y
fundamento de la sociedad humana”, la familia es por ello la “célula primera y vital
de la sociedad” 518 de la familia nacen los ciudadanos, y éstos encuentran en ella la
primera escuela de esas virtudes cristianas y sociales, que son el alma de la vida y
del desarrollo de la misma sociedad. La Iglesia encuentra así en la familia, nacida
del sacramento, su cuna y el lugar donde puede actuar la propia inserción en las
generaciones humanas, y éstas, a su vez en la Iglesia (FC 15). Es así, como el
matrimonio y la familia contribuyen a la edificación de la Iglesia (cf. c. 226) y está
obligada a promover las sagradas vocaciones (cf. c. 233 § 1).
La familia en los tiempos modernos, ha sufrido quizá como ninguna otra
institución, la acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de
la sociedad y la cultura. Muchas familias viven esta situación permaneciendo fieles
a los valores que constituyen el fundamento de la institución familiar. Otras se
sienten inciertas y desanimadas de cara a su cometido, e incluso en estado de
duda o de ignorancia respecto al significado último y a la verdad de la vida
conyugal y familiar. Otras, a causa de diferentes situaciones de injusticia se ven
impedidas para realizar sus derechos fundamentales. Nos urge defender y
santificar a la familia. Por tanto, el párroco fomente por la catequesis (cf. c. 776), el
deber de los padres a formar a sus hijos (cf. cc. 774 § 2; 768). En cuanto esposos,
“constituyen la parte más importante de su apostolado el manifestar y demostrar
con su vida la indisolubilidad y santidad del vínculo matrimonial” 519 La unidad ha
de ser fomentada en el matrimonio mixto (cf. c. 1128) y los cónyuges tienen el
deber y el derechos de mantener la convivencia conyugal (cf. c. 1151), de igual
manera que se les recomienda encarecidamente el perdón, teniendo presente el
bien de la familia (cf. cc. 1152 § 1; 1155).
6.1 TIPOS DE FAMILIA.
Existen varias formas de organización familiar y de parentesco, entre ellas se han
distinguido:
a) La familia nuclear o elemental: es la unidad familiar básica que se compone
de esposo (padre), esposa (madre) e hijos. Estos últimos pueden ser la
descendencia biológica de la pareja o miembros adoptados por la familia.
b) La familia extensa o consanguínea: se compone de más de una unidad
nuclear, se extiende más allá de dos generaciones y está basada en los vínculos
de sangre de una gran cantidad de personas, incluyendo a los padres, niños,
abuelos, tíos, tías, sobrinos, primos y demás; por ejemplo, la familia de triple
518
519
Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Sobre el apostolado de los seglares Apostolicam actuositatem, 11.
CIC. Comentario al c. 226. p. 131-132. (AA 11ª).
186
generación incluye a los padres, a sus hijos casados o solteros, a los hijos
políticos y a los nietos.
c) La familia monoparental: es aquella familia que se constituye por uno de los
padres y sus hijos. Esta puede tener diversos orígenes. Ya sea porque los padres
se han divorciado y los hijos quedan viviendo con uno de los padres, por lo
general la madre; por un embarazo precoz donde se configura otro tipo de familia
dentro de la mencionada, la familia de madre soltera; por último da origen a una
familia monoparental el fallecimiento de uno de los cónyuges.
Las familias monoparentales están encabezadas por el padre o la madre
separados, divorciados o viudos que forman un hogar con sus hijos. O por una
madre soltera que vive con uno o más hijos. Los responsables del censo de
Francia adoptaron como definición de familia monoparental la que “está formada
por un progenitor que sin convivir con su cónyuge no cohabitando con otra
persona, convive al menos con un hijo dependiente y soltero. 520
El número de familias monoparentales ha aumentado debido, sobre todo, al
creciente número de madres solteras y a los hogares formados por madres o
padres que viven con sus hijos después de la separación o el divorcio. Esto indica
que esta categoría es bastante pluriforme, por lo que se debe distinguir entre
familias monoparentales, núcleos familiares monoparentales y hogares
monoparentales. Se puede identificar como núcleo familiar monoparental el
caracterizado por la presencia en un hogar del padre o la madre y alguno de los
hijos solteros. Por ejemplo, la madre soltera vive con su familia de origen en un
núcleo familiar más amplio, forma un núcleo monoparental. Cuando viven de
forma independiente, constituyen un hogar monoparental. 521
d) La familia de madre soltera: Familia en la que la madre desde un inicio asume
sola la crianza de sus hijos/as. Generalmente, es la mujer quien la mayoría de las
veces asume este rol, pues el hombre se distancia y no reconoce su paternidad
por diversos motivos. En este tipo de familia se debe tener presente que hay
distinciones pues no es lo mismo ser madre soltera adolescente, joven o adulta.
a) La familia de padres separados: Familia en la que los padres se encuentran
separados. Se niegan a vivir juntos; no son pareja pero deben seguir
cumpliendo su rol de padres ante los hijos por muy distantes que estos se
encuentren. Por el bien de los hijos/as se niegan a la relación de pareja pero
no a la paternidad y maternidad.
520
IGLESIAS DE USSEL J. (1974) Las familias monoparentales, en Nuevas formas familiares, Informe
Foessa, 1974, 518-524.
521
Alberdi (1999) considera que los hogares monoparentales son otra forma de hogar nuclear porque “el nexo
de unión entre los individuos que lo forman es la consanguinidad que forma un núcleo familiar entre el
progenitor y sus hijos”.
187
6.2 DE LA FAMILIA NUCLEAR A LAS NUEVAS FORMAS DE FAMILIA.
"La Iglesia no puede mantenerse indiferente ante las separaciones y los
divorcios, que arruinan casas y dañan a los hijos, que necesitan ser
instruidos y educados. El divorcio está minando con la llamada “familia
ampliada” en el que muchos niños se sientan huérfanos, no porque se
hayan quedado sin padres, sino porque tienen demasiados”.
Benedicto XVI a la Conferencia Episcopal de Brasil
El Obispo de Roma subrayó que la familia está basada en el matrimonio entre un
hombre y una mujer y que en la sociedad actual "hay fuerzas que parece que lo
hacen a posta para demoler la cuna natural de la vida humana". 522 Benedicto XVI
aseguró que la solución está en una vuelta "real" a la familia cristiana, un lugar de
confianza mutua, de libertad y de educación para la vida.
Las organizaciones internacionales han intentado establecer una definición de la
familia:
. La ONU: considera a la familia como “institución social de origen natural, basada
en los lazos de relación derivados del matrimonio, de la descendencia o de la
adopción, y constituida en su forma originaria y nuclear, por los padres,
normalmente casados, aunque no necesariamente; y sus descendientes, los hijos,
unidos por lazos familiares fortalecidos por el amor y el respeto mutuo”. Sin
embargo Kofi Annan (secretario de la ONU) a partir de 1993 comienza a incluir en
sus informes anuales la expresión “varias formas de familia” 523 Es más, Celestino
Migliori (2004) afirma que la ONU, a partir de la década de los ochenta, el
concepto familia tiende a presentarse bajo una perspectiva positivista y un
enfoque que, bajo apariencia de defensa de los derechos humanos, lo que define
son los derechos del individuo, hasta el punto de hacer prevalecer las
reivindicaciones de autorrealización y libertad personales antes de detenerse a
analizar cuáles son los elementos constitutivos de la familia 524
. El Parlamento Europeo: en una Resolución del 16 de marzo de 2000, equipara
familias con uniones de hecho. Y propone el reconocimiento del matrimonio legal
entre personas del mismo sexo. La aceptación de estas situaciones, en principio
distintas, se enmarca, a juicio del Parlamento, en el respeto de los derechos
humanos en la Unión Europea. 525
522
larazon.es. Versión Digital. “Benedicto XVI reivindica las raíces cristianas del pueblo checo”. Septiembre
26 de 2009. [en línea]. Disponible en Internet en: http://www.larazon.es/noticia/benedicto-xvi-reivindica-lasraices-cristianas-del-pueblo-checo. Consultado en: Mayo de 2010.
523
De hecho, el 15 de mayo de 1999, con motivo del día universal de las familias proclama que “las familias
pueden ser muy diversas”, en [http://www.onu.org/sg/mensajes/1999/familias.htm] (22.V.2003).
524
MIGLIORI, lestino (2004), la familia en la “familia de las naciones” en Familia et vita, IX, 1-2, Pontificium
Consilium pro familia, Cittá del Vaticano, 45-50, esp. 46. El autor es observador permanente de la Santa Sede
ante las Naciones Unidas.
525
Declaración acerca de la Resolución del Parlamento Europeo del 16-3-2000 sobre equiparación entre
familia y 'uniones de hecho', incluso homosexuales (17-mar-2000). - Pontificio Consejo para la Familia.
188
. En la definición de M. José Rodrigo y Jesús Palacios (2001), sobre la familia
como “la unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en
común que se quiere duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de
pertenencia a dicho grupo, existe un compromiso personal entre sus miembros y
se establecen intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia”,
tienen cabida todas las formas posibles de uniones. En 1981, Alvin Toffler escribía
que en la sociedad americana se estaba presenciando la quiebra final del sistema
familiar nuclear y, en su lugar, estaban apareciendo gran diversidad de formas
familiares. Según el autor, en este año, las tres cuartas partes de la población de
América del norte vivían fuera de la familia nuclear. Y surgía “una sorprendente
variedad de formas familiares” desde los matrimonios homosexuales hasta las
familias en las que el padre y la madre viven y trabajan en dos ciudades
diferentes. Esto, a juicio del autor no significa la desaparición de la familia nuclear,
sino el surgimiento de una gran variedad de estructuras familiares 526
a) La cohabitación o parejas de hecho.
El informe Foessa de 1994, en el capítulo sobre familia, dirigido por Iglesias de
Ussel, define como cohabitantes a “aquellas parejas heterosexuales cuyos
miembros, sin estar casados, mantienen una relación sexual íntima y comparten
una residencia común”. La cohabitación postmatrimonial, después de una
separación, divorcio o muerte del cónyuge, suele ser más frecuente que la
prematrimonial.
b) Familias adoptivas.
Siempre han existido familias adoptivas, pero el aumento considerable de padres y
madres que deciden adoptar a sus hijos y la actitud que la sociedad mantiene ante
este hecho son motivos suficientes para que sean incluidas entre los nuevos
modelos de familia. Las familias adoptivas son cada vez más frecuentes en la
sociedad española, pero entre ellas se establecen más diferencias que entre las
familias biológicas. La tipología de las familias adoptivas viene determinada,
además de por la causa de adopción, por múltiples aspectos, como el cuándo, el
cómo y el quién o quiénes de la adopción. En la actualidad crece el número de
adopciones de niños y niñas extranjeros, de cultura muy diferente a la nuestra y,
en ocasiones, de edad avanzada.
c) Familias reconstituidas.
Se consideran familias reconstituidas las formadas después de una separación o
divorcio. En ellas, al menos uno de los dos cónyuges ha estado casado
anteriormente. Suponen el inicio de una nueva etapa de convivencia en la que
caben distintos grados de complejidad. Tal complejidad depende sobre todo de los
29.IX.2002 [en línea]. Disponible en internet en: http://www.bioeticaweb.com/Magisterio/unió-hech.htm.
Consultado en: Mayo de 2010.
526
Toffler señala que “las permutaciones posibles son infinitas y, pese a las exclamaciones de indignación,
ninguna de ellas puede ser considerada inimaginable (…) Todas estas variaciones parecían completamente
naturales a los que vivían con ellas”, cf. o.c., 212,216.
189
hijos: los que aportan de las uniones anteriores y los que se engendran después
de la nueva unión. Este tipo de familias conlleva una situación particular en el
campo de las relaciones paterno y materno-filiales y también en el de la
convivencia entre la pareja, que ya ha vivido anteriormente una experiencia
similar. Cabe destacar que tales uniones son consideradas por sí mismas y por la
sociedad como verdaderas familias, aunque no hayan contraído vínculo
matrimonial.
d) Otros tipos de familia.
Algunos sociólogos desvelan la existencia de nuevos tipos de familia más o menos
extraños, pero sin duda poco normalizados aún en la sociedad: Familias
marsupiales El elemento que las define son los jóvenes que forman pareja sin
abandonar la casa de la familia de origen. Permanecen con los padres, con todas
las ventajas que esto supone, mientras viven con su pareja, que hace lo mismo.
Se llaman “marsupiales” porque siguen manteniendo al hijo en la bolsa como los
canguros. Familias de papel. Donati. (1998) las define como familias artificiales o
virtuales que se forman para acogerse a las ventajas económicas, fiscales o
burocráticas. Cada vez con más frecuencia se forman estas familias con el fin de
conseguir el certificado de residencia en el país. Desvelan el enigma planteado
ante la paradoja de cómo puede aumentar el número de familias mientras la
población se mantiene estable o decrece. Familias ficción. Según Musitu y Cava
(2001), Son las familias que acceden a la maternidad a través de las nuevas
técnicas de reproducción asistida. Familias Mercuriales. José Antonio Marina
afirma que estas familias están formadas por parejas mercuriales, que se unen y
separan sin mayores problemas, como las bolitas de mercurio. Son parejas “que
buscan relaciones intensas, en forma clip, múltiples, sin pretensiones e impulsivas”
con una única consigna: “sal como puedas”. Estas familias siguen un patrón de
parejas sucesivas que dejan detrás de sí más hijos. El problema principal de estas
familias son los hijos. Según datos recogidos por este autor, y teniendo en cuenta
que los segundos matrimonios se divorcian más, uno de cada diez niños va a
experimentar dos divorcios antes de los 16 años. Nos encontramos así con
“familias recombinadas cambiantes, con permutaciones de padres y madres, que
no permiten al niño predecir ni siquiera sus próximas vacaciones”. Esos niños son
con frecuencia proclives a depresiones y otros problemas psicológicos infantiles.
Por su parte, Pierpaolo Donati (1998) señala que está surgiendo la familia
autopoiética, la familia que se construye por sí misma, que intercambia con el
entorno “vínculos, recursos, estímulos, demandas y problemas, mientras que
encuentra en su relacionalidad la propia fuerza”. Los valores y normas que recibe
del entorno no los hace propios tal y como se le ofrecen, sino que los elabora
según sus propias modalidades internas de comunicación. No anula sus
estructuras y sus límites, sino que los reconstruye y los transforma una y otra vez.
La autopoiesis de la familia no es biológica ni sólo afectiva. Este tipo de familia
queda liberado de sus funciones de antaño- tareas domésticas, socialización
dedicación a los más débiles- y se construye de acuerdo con una sociedad
190
compleja en la que “cualquier sistema social debe producir por sí solo sus propias
estructuras relacionales”. Según esto. “la familia autopoiética es aquella que, por
el código simbólico hoy dominante, rechaza toda definición externa, si quiere ser
familia”. Y solamente el proceso relacional que se activa dentro de ella es lo que
puede salvarla y darle estabilidad. Esta familia debe ser refundada en cada
generación. 527
La Iglesia consciente de que el matrimonio y la familia constituyen uno de los
bienes más preciosos de la humanidad, quiere hacer sentir su voz y ofrecer su
ayuda a todo aquel que, conociendo ya el valor del matrimonio y de la familia, trata
de vivirlo fielmente, a todo aquel que en medio de la incertidumbre o de la
ansiedad, busca la verdad y a todo aquel que se ve injustamente impedido para
vivir con libertad el propio proyecto familiar. Sosteniendo a los primeros,
iluminando a los segundos y ayudando a los demás, la Iglesia ofrece su servicio a
todo hombre preocupado por los destinos del matrimonio y de la familia. 528
Conviene distinguir cuidadosamente las situaciones “difíciles” de las “irregulares”.
Una situación “difícil” no es de suyo “irregular”; al contrario, toda situación
“irregular” es automáticamente “difícil”.
Entre las situaciones “difíciles” están las que enumera la Familiaris consortio en
los nn. 77, 78 y 83:
-
familias de emigrantes por motivos laborales.
Familias de quienes están obligados a largas ausencias
Familias de presos, prófugos y exiliados;
Familias sin habitación
Familias con uno solo de los padres
Familias con miembros minusválidos, alcohólicos o drogadictos;
Familias ideológicamente divididas;
Familias que viven en un medio cultural ajeno;
Familias que viven en situación de minorías religiosas o étnicas;
Familias formadas por esposos menores de edad;
Familias de acianos;
Familias formadas por matrimonios mixtos;
Familias de separados y divorciados, pero no casados de nuevo.
Además, familias desplazadas
Es claro que todos estos tipos de familias necesitan el sostén de una acción
pastoral eficaz de parte de toda la comunidad cristiana en la que debieran estar
insertas. Las “dificultades” de estas familias no se originan necesariamente, en
general, en un problema moral, aunque pueden a veces ser consecuencia de
acciones que fueron, en su momento, pecaminosas.
527
VILLA GARCIA, Julia. Familia y Literatura en una Sociedad en Cambio. Universidad Pontificia de.
Salamanca, 2008. p. 65-76.
528
Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Cont. pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, 52.
191
Bajo la categoría de “irregular” se comprenden varias situaciones que en sí
mismas son incoherentes con la moral y que son, por lo tanto, objetivamente
pecaminosas. Esas situaciones no sólo se originan en opciones contrarias a la
moral, sino que constituyen objetivamente “estados” de pecado, vida en pecado.
La conciencia acerca de lo inmoral de estas situaciones varía mucho de persona a
persona, y depende de muchos factores, a veces en parte ajenos a la propia
voluntad. La Familiaris consortio enumera varias situaciones: - Las personas que
conviven en uniones (“matrimonios”) “a prueba” o “experimentales” (n. 80); - Los
que conviven en uniones libres de hecho (n. 81); - Los católicos unidos sólo
civilmente (n. 82); - Los que, habiendo contraído matrimonio canónico, recurrieron
al divorcio y contrajeron una nueva unión (“matrimonio”) civil: son los “divorciados
y casados de nuevo”. Con respecto a estas personas hay que diferenciar dos
cosas: 1. Las acciones apostólicas y pastorales hacia esas personas, acciones
tendentes a ponerlas en contacto con algunos medios de salvación y,
previamente, a hacerles aceptables e incluso deseables esos medios. 2. La
participación de dichas personas en las actividades apostólicas, pastorales y
culturales de la Iglesia.
Téngase bien presente que La familia es una comunidad humana: dialogal,
educadora de la libertad y de la justicia, del amor recíproco; escuela de
fraternidad, de solidaridad y de paz. Cultivemos estos valores que producen
plenitud personal y harán nuestra familia más feliz: -Alegría: Exaltación interior por
la posesión de algo que nos cautiva trastorna de felicidad. Sinceridad: Expresión
plena de sí mismo en los actos de existencia que más la comprometen.
Honorabilidad: Virtud de los hábitos de mayor calidad moral. Veracidad: Nitidez
íntima y claridad en los juicios y razonamientos. Fortaleza: Seguridad total de ser
en sí, que revela la presencia de un YO de la mayor autenticidad. Inteligencia:
Capacidad para significar la realidad en toda su inmensidad, variedad y
profundidad. Sabiduría: Vivir entregado al estudio con disciplina personal.
Seguridad: Permanecer inmutable en todo lo que implique compromiso grave, así
sea la muerte. Certeza: darle al conocimiento su máxima evidencia. Esperanza:
convertir la existencia en finalidad hasta llegar a lo sobrenatural. Sensatez: Dar la
identidad perfecta de todo, desde lo insignificante hasta lo supremo. Discreción:
Saber guardar todo lo que pueda hacer daño innecesario a otro. Nobleza:
Transparencia espiritual que da una grandeza de alma y santidad.
6.3 BAUTIZADOS UNIDOS SOLO CIVILMENTE.
En abierto contraste con la naturaleza sacramental del matrimonio se encuentra la
conducta de los católicos que no se casan ante la Iglesia, sino que pretenden
establecer una unión exclusivamente civil, no sacramental. Las motivaciones
pueden ser diversas. En la raíz se da siempre una falta de fe y frecuentemente
mucha ignorancia sobre el sacramento del matrimonio junto con el deseo de dejar
la puerta abierta a un posible divorcio. El fenómeno se ha agravado en los últimos
192
decenios, al hacerse más frecuente 529. Estas uniones, de todos modos, no son
verdaderos matrimonios por defecto de la debida forma canónica 530 y no se les
puede conceder una cierta legitimación puesto que, siendo católicos los que se
unen, no se pueden considerar de ningún modo casados sino es a través del
sacramento del matrimonio.
El Sínodo de los Obispos de 1980 dedicó particular atención a este problema, y el
Papa, en la exhortación apostólica postsinodal, lo trata en el número 82,
expresando al respecto un juicio moral preciso e indicando algunas líneas de
acción pastoral en relación con esas personas. La acción pastoral debe partir en
primer lugar del hecho que estos católicos, vinculándose civilmente, han querido
dar una dimensión social a su unión, aceptando también algunos valores de la
institución matrimonial como ha sido establecida por el Creador. “Su situación no
puede equipararse sin más a la de los que conviven sin vínculo alguno, ya que hay
en ellos al menos un cierto compromiso a un estado de vida concreto y quizá
estable, aunque a veces no es extraña a esta situación la perspectiva de un
eventual divorcio. Buscando el reconocimiento público del vínculo por parte del
Estado, tales parejas muestran una disposición a asumir, junto con las ventajas,
también las obligaciones” (FC, 82).
El Papa anima a realizar una acción pastoral que, partiendo de la voluntad
manifestada de vincularse establemente, también ante la sociedad, haga
comprender a esas personas la necesidad de ser coherente con su condición de
bautizados, de modo que su unión responda a los planes divinos sobre el
matrimonio y la familia 531. En efecto, la negativa a casarse por la Iglesia va mucho
más allá de la simple omisión de algunas formalidades del derecho canónico y
significa la voluntad de constituir una comunidad conyugal al margen de Dios,
como asunto exclusivamente terreno. De ahí que la acción pastoral no deba
limitarse a regularizar formalmente, casi de manera burocrática, su posición, sino
que deba atender especialmente a los motivos que les han inducido a la unión
exclusivamente civil, para colmar el vacío doctrinal 532.
La valoración moral de estas situaciones es de todos modos inequívoca. “A pesar
de todo tampoco esta situación es aceptable para la Iglesia (…). Aun tratándoles
con gran caridad e interesándoles en la vida de las respectivas comunidades, los
pastores de la Iglesia no podrán admitirles al uso de los sacramentos” (FC, 82). El
estado de estas personas es objetivamente contrario a la ley de Dios y su unión no
529
La frecuencia del fenómeno varía mucho de un país a otro y entre las regiones de un mismo país.
El Concilio de Trento estableció la necesidad de la forma canónica para la validez del matrimonio.
531
“La acción pastoral tratara de hacer comprender la necesidad de coherencia entre la elección de vida y la
fe que se profesa, se intentara hacer lo posible para convencer a estas personas a regular su propia situación
a la luz de los principios cristianos” FC, 82.
532
Cfr. CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA, Directtorio di pastorale familiare per la Chiesa in Italia, cit., n.
223.
530
193
responde a la voluntad divina sobre el matrimonio de los bautizados. Se
encuentran, por lo tanto, en la situación objetiva de perseverancia en el pecado
grave y, en consecuencia, caen en la prohibición del CIC respecto a la admisión a
los sacramentos (cc. 915; 1007).
Por lo que se refiere a la confesión sacramental, resulta claro que no se les puede
absolver hasta que no se decidan a regularizar su situación ante la Iglesia: o
contraen verdadero matrimonio o se separan. Si son todavía convivientes y tienen
hijos, el bien de la prole y, frecuentemente, también el suyo les impondrá la
obligación de no separarse, sino de casarse por la Iglesia. Si, por el contrario, se
han separado, normalmente no es prudente aconsejarles que vuelvan a convivir y
se casen con verdadero matrimonio, ya que al vínculo conyugal no correspondería
a una verdadera comunión de amor: lo mejor es que continúen separados y
regularicen su estado civil mediante el divorcio.
6.4 UNIONES LIBRES DE HECHO.
“Se trata de uniones sin algún vínculo institucional públicamente reconocido, ni
civil ni religioso 533”. Hay que distinguirlas de los encuentros episódicos, porque se
viven con una actitud de estabilidad y exclusividad, aun no considerándose los
convivientes comprometidos de manera indisoluble 534. Las motivaciones
adoptadas para la creación de estas uniones son muy variadas y hay que
individuar las más frecuentes en cada lugar; la Familiares consortio indica cuatro
tipos de causas: a) “Algunos se consideran como obligados por difíciles
situaciones –económicas, culturales y religiosas- en cuanto que, contrayendo
matrimonio regular, quedarían expuestos a daños, a la pérdida de ventajas
económicas, a discriminaciones, etc.” b) “En otros, por el contrario, se encuentra
una actitud de desprecio, contestación o rechazo de la sociedad, de la institución
familiar, de la organización socio-política o de la mera búsqueda del placer” c)
“Otros, finalmente, son empujados por la extrema ignorancia y pobreza, a veces
por condicionamientos debidos a situaciones de verdadera injusticia, o también
por una cierta inmadurez psicológica que les hace sentir la incertidumbre o el
temor de atarse con un vínculo estable y definitivo” d) “En algunos países las
costumbres tradicionales prevén el matrimonio verdadero y propio solamente
después de un período de cohabitación y después del nacimiento del primer hijo”.
De todos modos, el Papa subraya las graves consecuencias religiosas, morales y
sociales que derivan de estas uniones. La convivencia conyugal al margen de Dios
y sin la gracia del sacramento produce al final un gravísimo daño a estas
personas, a sus hijos y al contexto social; se mina la misma base de la familia que
ya no se funda sobre el matrimonio; se causa grave escándalo, entendido como
533
JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica Familiaris consortio, n. 81
Cfr. F.R. Aznar Gil, Cohabitación, matrimonial civil, divorciados casados de nuevo. Doctrina y pastoral de la
Iglesia, Univ. Pont., Salamanca 1984, p. 19-23.
534
194
ocasión de daño espiritual a los otros, no como simple sorpresa o estupor; más
aún, la falta de estupor frente a estos abusos puede indicar un daño espiritual ya
muy enraizado 535. Puesto que algunas causas de estas situaciones afectan más
bien a las personas individuales y otras, por el contrario, son de naturaleza social,
el Papa indica dos tipos de acción pastoral y apostólica: - una acción dirigida a los
sujetos de tales uniones para que regularicen su situación contrayendo matrimonio
sacramental 536; -una acción dirigida a corregir las causas de naturaleza social que
dificultan las uniones en verdadero matrimonio 537. La tutela de la familia realizada
mediante la defensa del matrimonio es una de las tareas más urgentes de la
acción de los cristianos en la sociedad.
Merece particular atención un tipo de convivencia que alcanza la esfera de la
intimidad y se vive con un cierto carácter de estabilidad y exclusividad. Se trata del
denominado “matrimonio a prueba”, es decir, de la convivencia more uxorio que se
constituye con la perspectiva de celebrar un verdadero matrimonio, en el caso de
que la unión aparezca lograda después de algunos años de cohabitación. Pero
quizá se encuentra todavía más difundida entre los jóvenes la convivencia de
hecho sin pensar en el matrimonio, sino como deseo de realización personal y
afirmación de libertad, frecuentemente frente a la propia experiencia familiar
valorada de modo negativo. En estas convivencias las relaciones sexuales se
cierran ordinariamente a la vida mediante el recurso habitual a la contracepción.
Desde el punto de vista moral, el juicio del Papa sobre el matrimonio a prueba es
claramente negativo y el diagnóstico es más negativo todavía. “La misma razón
humana insinúa ya su no aceptabilidad, indicando que es poco convincente que se
haga un “experimento” tratándose de personas humanas, cuya dignidad exige que
sean siempre y únicamente término de un amor de donación, sin límite alguno ni
de tiempo ni de otras circunstancias” (FC, 80). En las relaciones interpersonales
pueden existir, ciertamente, alianzas y acuerdos temporales (por ejemplo, los
contratos de trabajo), pero sobre materias que no alcanzan al núcleo íntimo de la
persona ni implican un amor de donación total. Cuando, por el contrario, las
relaciones comprenden el don del cuerpo, éste debe corresponder al don integral
de la persona animado por un auténtico amor. En efecto, “la sexualidad, mediante
la cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos
de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo
de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente
humano, solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y al
mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte. La donación física total
sería un engaño si no fuese signo y fruto de una donación en la que esté presente
535
“Cada uno de estos elementos pone a la Iglesia serios problemas pastorales, por las graves consecuencias
religiosas y morales que de ellos derivan (pérdida del sentido religioso del matrimonio visto a la luz de la
Alianza de Dios con su pueblo, privación de la gracia del sacramento, grave escándalo), así como también las
consecuencias sociales (destrucción del concepto de familia, atenuación del sentido de fidelidad incluso hacia
la sociedad, posibles traumas psicológicos en los hijos y afirmación del egoísmo)”. Familiaris consortio, n. 81
536
FC, n. 81.
537
FC, n. 81.
195
toda la persona, incluso en su dimensión temporal; si la persona se reservase algo
o la posibilidad de decidir de otra manera en orden al futuro, ya no se donaría
totalmente” (FC, 11).
Se añaden además otros motivos que derivan de la fe, ya que una unión temporal
no es susceptible de ser elevada a sacramento, al no poder ser signo de la unión
entre Cristo y la Iglesia, que es total, incondicional e indisoluble. El diagnóstico
sobre estas situaciones es severo; no surgen de la simple ignorancia, sino de una
deformación del sentido del amor y de la sexualidad. De ahí que el Papa indique
una terapia de prevención, consistente en la educación desde la infancia al amor
auténtico y al recto uso de sexualidad 538. El diagnóstico y la terapia no valen sólo
para los “matrimonio a prueba”, son también para los otros tipos de convivencia
entre las parejas de jóvenes sin perspectiva de matrimonio. El problema radica en
el espejismo de un amor, que se considera auténtico y, en cambio, no lo es,
porque falta el compromiso total, lo que se manifiesta en la distinción entre
encuentro sexual y apertura a la transmisión de la vida; este encuentro resulta
desposeído de una dimensión esencial y, consiguientemente, inadecuado para
expresar la donación de la persona.
Concluyendo se puede decir: “Nadie puede negar que sean estas situaciones
extremamente dolorosas. Lo son para las personas directamente implicadas en
un estado “irregular” y objetivamente pecaminoso. Lo son también para los
pastores de la Iglesia que no pueden menos de sufrir hondamente por la
situación ajena a las vías de la salvación que constituye el estado de vida de estas
personas. El sufrimiento no nace de tener que negar ciertas participaciones, sino
de comprobar un estado de vida contrario a la ley de Dios. Hacerlo comprender no
es tarea fácil y tiene que realizarse con gran delicadeza, sufriendo en el corazón al
ver la situación de estos hermanos, demostrándoles afecto, bondad y comprensión
pero sin disimular la verdad.
Es preciso hacerles ver que no están “fuera de la Iglesia”, aunque su situación no
les permita el acceso a los Sacramentos. El mismo hecho de desearlos es ya un
signo de comunión, aunque insuficiente, y de la conciencia de que constituyen el
instrumento de que se sirve el Señor para comunicar su gracia salvadora. Desde
el punto de vista psicológico estas personas sienten necesidad de que la Iglesia
las trate como Madre que no les rechace, aunque no pueda darle los medios de
salvación que su misma condición les impide recibir y que no puede concederles
una participación en la vida eclesial que, además de ser incoherente con su
situación, tendría la gravísima consecuencia de crear confusión acerca de un dato
538
“Esta situación no puede ser superada de ordinario, si la persona humana no ha sido educada -ya desde
la infancia, con la ayuda de la gracia de Cristo y no por temor- a dominar la concupiscencia naciente e
instaurar con los demás relaciones de amor genuino. Esto no se consigue sin una verdadera educación en el
amor auténtico y en el recto uso de la sexualidad, de tal manera que introduzca a la persona humana –en
todas sus dimensiones, y por consiguiente también en lo que se refiere al propio cuerpo- en la plenitud del
misterio de Cristo” FC, n. 80.
196
de fe, como lo es el vínculo matrimonial, su indisolubilidad y sus exigencias (ver Mt
5, 312 ss; 19, 3.9; Mc 10, 11ss; Lc 16, 18; 1 Co 7, 10 ss.).
Aunque sea difícil hacerlo entender, la Iglesia no puede renunciar a su doctrina
constante que enseña que entre cristianos no hay vínculo matrimonial legítimo que
no sea el sacramento del Matrimonio (Cf. CIC can. 1055, § 2). Hay muy variadas
circunstancias que el pastor de almas debe analizar y evaluar, pero una auténtica
actitud pastoral no puede hacer abstracción de la verdad ni aceptar
comportamientos que pudieran inducir a error o a confusión a la comunidad
cristiana (Cf. 1 Co 5, 1 ss). Los Obispos y presbíteros, y sus colaboradores, los
diáconos, deben tener especial cuidado de mantener una actitud pastoral
unánime, evitando cuidadosamente que los fieles se desorienten al ver que en
unos lugares se aplican unos principios mientras en otros se hacen concesiones
que, en el fondo, constituyen una negación de los principios de la moral tal como
la entiende y enseña la Iglesia. Los pastores deben estar preparados para resistir
el fuerte impacto emocional que provoca la situación a veces trágica de las
personas que conviven maritalmente unidas en forma irregular y deben tener clara
conciencia de que ceder en esta materia constituye un grave perjuicio a la
comprensión por parte del pueblo de Dios de la naturaleza del Matrimonio
cristiano: no sólo se afecta la fidelidad a la doctrina cuando se niegan en forma
explícita las enseñanzas de la Iglesia, sino también cuando se adoptan actitudes
que implican legitimar de facto lo que es contrario a la doctrina católica.
6.5 CONCLUSIÓN.
La Iglesia consciente de que el matrimonio y la familia constituyen uno de los
bienes más preciosos de la humanidad, quiere hacer sentir su voz y ofrecer su
ayuda a todo aquel que, conociendo ya el valor del matrimonio y de la familia, trata
de vivirlo fielmente; a todo aquel que, en medio de la incertidumbre o de la
ansiedad, busca la verdad y a todo aquel que se ve injustamente impedido para
vivir con libertad el propio proyecto familiar. Sosteniendo a los primeros,
iluminando a los segundos y ayudando a los demás, la Iglesia ofrece su servicio a
todo hombre preocupado por los destinos del matrimonio y la familia 539 Si un
matrimonio no logra llegar a una auténtica unidad afectiva, social y espiritual, o si
tiene vacíos en su constitución, difícilmente puede constituir una familia con
cimientos fuertes y duraderos. “Es indispensable darle prioridad a la relación de
pareja, precisamente porque el bienestar de los hijos depende en gran parte del
bienestar de la relación de sus padres” 540
El “evangelio del matrimonio y la familia” está muchas veces oscurecido en la
conciencia de las personas. El ambiente cultural, la extensión del secularismo y la
ignorancia religiosa hacen que muchos no lo comprendan y no lo hagan suyo. El
539
540
Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, 52.
MARULANDA. 1998:22. Citado por Sierra G., Op. Cit., p. 130.
197
impacto del pansexualismo, la falta de educación afectiva, el relativismo moral, el
utilitarismo materialista y el individualismo dominantes conforman una persona
débil que muchas veces se siente superada por los acontecimientos. Por ello, no
es extraño que desespere y considere imposible llevar a realidad el plan de Dios
que ha visto en un momento 541 No es extraño, por todo ello, que muchas familias
pasen por momentos difíciles, que sean frecuentes las rupturas y que aparezcan
como “normales” comportamientos ajenos o contrarios a la ley de Dios.
Urge atención especial a las situaciones difíciles de las familias siguiendo estos
principios pastorales: confianza en la gracia de Dios; evangelización íntegra y
progresiva, presentando la verdad clara y completa con caridad y comprensión;
promoción de la fidelidad matrimonial para que los esposos puedan “crecer
continuamente en su comunión a través de la fidelidad cotidiana a la promesa
matrimonial de la donación recíproca total” 542 es necesario que se conozca y haga
efectiva la presencia de la Iglesia allí donde acaba de surgir un problema, con una
coordinación entre las parroquias y los centros de Orientación Familiar de la
Diócesis. El objetivo es que, del mismo modo que acuden a la Iglesia a pedir el
matrimonio, acudan a ella al surgir la primera dificultad seria para pedir ayuda.
En abierto contraste con la naturaleza sacramental del matrimonio se encuentra la
conducta de los católicos unidos sólo civilmente; las uniones libres de hecho; el
llamado matrimonio a prueba; separados y divorciados no casados de nuevo;
divorciados casados de nuevo; otros. Estas uniones, no son verdaderos
matrimonios por defecto de la misma forma canónica 543 y no se les puede
conceder legitimación porque, siendo católicos los que se unen, no se consideran
de ningún modo casados sino sólo a través del sacramento del matrimonio. “La
acción pastoral tratará de hacerles comprender la necesidad de tener coherencia
entre la elección de vida y la fe que profesan”. Estas personas deben regularizar
su situación, y no se les puede admitir a recibir los sacramentos hasta que salgan
de esa situación anómala 544. Su estado de vida es objetivamente contrario a la ley
de Dios y su unión no responde a la voluntad divina sobre el matrimonio de los
bautizados; se encuentran en la situación objetiva de perseverancia en el pecado
grave y, caen en las prohibiciones del CIC 83 respecto a la admisión a los
sacramentos 545 “Los pastores y la comunidad eclesial se preocuparán por conocer
tales situaciones y sus causas concretas, caso por caso; se acercarán a los que
conviven, con discreción y respeto; se empeñaran en una iluminación paciente, de
corrección caritativa y de testimonio familiar cristiano que pueda allanarles el
camino hacia la regularización de su situación. Pero, sobre todo, adelántense
541
De todas ellas se habla en FSV, nn. 11-42.
FC, n. 19; CEC, n. 1644.
543
El Concilio de Trento estableció la necesidad de la forma canónica para la validez del matrimonio (cf. 2.3.
4-5). CIC 1983, c. 1108.
544
Cf. FC 82.
545
CIC 83, cc. 915; 1007. Sin embargo en peligro de muerte el sacerdote debe hacer todo lo posible para que
la persona modifique esa voluntad contraria a la ley de Dios.
542
198
enseñándoles a cultivar el sentido de la fidelidad en la educación moral y religiosa
de los jóvenes; instruyéndoles sobre las condiciones y estructuras que favorecen
tal fidelidad, sin la cual no se da verdadera libertad; ayudándoles a madurar
espiritualmente y haciéndoles comprender la rica realidad humana y sobrenatural
del matrimonio sacramento” 546. Para evitar la confusión de la familia con otras
formas de convivencia, hay que buscar el efectivo respeto de los derechos y
deberes: “el derecho de elegir libremente el estado de vida”; “el derecho a casarse
libremente”; “el derecho a la procreación responsable”; “el derecho de proteger y
respetar la vida humana”; “el derecho a la educación a los hijos”; “el derecho de
existir y progresar como familia”; “el derecho a la libertad religiosa”; “el derecho a
ejercer su función social y política”; “el derecho a contar con una adecuada política
familiar”; “el derecho a una organización del trabajo que no disgregue a la familia”;
“el derecho a una vivienda digna”; “el derecho de las familias emigrantes a la
misma protección que se da a las demás familias”. La primera de estas tareas que
se debe planificar de modo coordinado y definido es evitar la confusión de la
familia con “modelos de familia” alternativos; la aceptación social de este hecho es
una amenaza grave ahora, porque desnaturaliza al matrimonio y a la familia.
546
Cf. FC, 81.
199
7. APORTES DE LA PSICOLOGÍA, LA PSIQUIATRÍA Y CIENCIAS
BIOLÓGICAS RESPECTO AL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
“La comunicación es a la relación
como la respiración a la vida”.
V. Satir.
Los descubrimientos de la Psicología han de ser empleados en el trabajo pastoral:
“hay que reconocer y emplear suficientemente en el trabajo pastoral no sólo los
principios teológicos, sino también los descubrimientos de las ciencias profanas,
sobre todo en psicología y en sociología, llevando así a los fieles a una más pura y
madura vida de fe. (GS, 62); […] los más recientes estudios de la psicología
explican con mayor profundidad la actividad humana (GS, 54). Obsérvense con
exactitud las normas de la educación cristiana, las cuales deben completarse de
forma acertada con los últimos hallazgos de la psicología y de la pedagogía sana.
(OT 11). Así el objeto de la Psicología no sería tan sólo el psiquismo humano, sino
la persona total. La psicología no puede ser fiel a su objeto sino es actuando al
mismo tiempo como Psicología de la totalidad, como Psicología profunda, como
Psicología de la forma y como Psicología dinámica y evolutiva. Esta síntesis
hunde sus raíces en la antropología filosófica. “Es común la convicción del papel
importante de la psicología metafísica y experimental en la valoración de los
comportamientos del hombre y como no falta la advertencia oportuna de la
particular delicadeza de la materia y la invitación a tomar de la psicología
experimental solo aquellos datos que sean plenamente probados o al menos que
tengan un alto grado de probabilidad para no incurrir en tomar por medio del
empirismo una disciplina experimental contra los postulados firmes de la
metafísica y la verdad fundamental referentes a la espiritualidad y la libertad del
hombre” 547. Respecto al matrimonio lo central es el estudio psicológico del
matrimonio, principalmente del acto que lo pone en ser: del consentimiento. 548
La capacidad o madurez plena para el matrimonio es inicial, in causa o in actu
primo en el momento de la posición misma del consentimiento (matrimonio in fieri),
y es dinámicamente continua en el tiempo, progresiva, in effectu o in actu secundo
a lo largo de la experiencia matrimonial. Tiene, pues, que haber una suficiente
madurez inicial junto con una capacidad potencial de continuo perfeccionamiento
ulterior. Este doble aspecto en la capacidad exige un mínimo de integración
personal (afectividad, inteligencia, voluntad, capacidad ejecutiva, etc.) de cada uno
como persona-individual, y exige en ambos cónyuges la específica capacidad
madura para realizar entre ellos la específica vinculación matrimonial. La
capacidad para consentir (sentiré-cum) y para la convivencia (viviré-cum) no es la
suma de dos capacidades individuales, aisladamente consideradas, sino la
capacidad para relacionarse, para vivir el uno con y desde el otro, para formar una
única vida y un único principio de generación y educación de los posibles hijos. En
547
548
POMPEDA, F. Mario, En “Periódica” vol. LXXXVIII. 1999. p. 141.
CORRAL-URTEAGA. Op. Cit., p. 577.
200
esta madurez relativa o relacional, madurez jurídica o erga alterum pueden darse,
especialmente en el terreno erótico y sexual, como ciertas compensaciones,
diversas formas de integración, que permiten a dos personas colocarse en la
misma longitud de onda. El matrimonio constituye una verdadera vocación para
vivirla responsablemente en la Iglesia y debemos atender mucho más a la calidad
que a la cantidad. Es una vocación común, una forma de santidad y santificación,
que lo que sí exige es una auténtica fe, aunque no sea muy ilustrada, un auténtico
respeto y temor santo de Dios, una sinceridad ética radical, unas virtudes
naturales, sobre todo, la de la paciencia y el sacrificio, una orientación correcta en
la vida y, sobre todo, una auténtica bondad, una libertad buena y generosa.
La psicología, nos presenta a la familia y a la pareja como sistemas diferentes e
independientes. La relación de pareja emerge, no en el vivir dentro de la familia,
sino en el vivir solos como pareja. Cuando estamos con nuestros hijos,
concretamente, o hablando sobre ellos y sus circunstancias, estamos siendo
padres. Cuando estamos en el compartir y en el disfrute del otro, sólo los dos,
entonces, estamos siendo pareja. Es el “nosotros” el que configura la vida, y
desde donde se desprende toda proyección y se desarrollan las alternativas y los
abanicos de vida futura. Estar en pareja genera un mundo de interacciones que
sólo se puede dar estando en pareja; estar en familia genera un mundo de
interacciones que sólo se puede dar en familia. La familia en cambio es un sistema
compuesto por dos sistemas: el sistema parental –padres- y el sistema filial –hijos, siendo la emoción que predomina y organiza el sistema, la de la responsabilidad
por parte de los adultos respecto de la crianza y desarrollo integral de sus hijos. El
lenguaje de la pareja es un lenguaje de intimidad sólo de a dos, si aparece un
tercero, ese lenguaje de intimidad se pierde. 549
Comenta la psicóloga Annie de Acevedo en su libro Casos y Cosas que los niños
de hoy son diferentes; nacen muy despiertos y tienen características muy distintas
de las de sus padres de hace diez años o más. Han tenido acceso a muchas
cosas que las generaciones anteriores y se han beneficiado de una estimulación
única, que ha hecho de ellos seres más alertas e inteligentes desde temprana
edad. Tienen una gran necesidad y, si se quiere, avidez por aprender de todo.
Estas son algunas características que se observan en los pequeños del nuevo
siglo: - un gran desarrollo verbal, pero destrezas motoras pobres; - alto nivel de
energía, pero son menos dados a obedecer y tienen un autocontrol pobre; - son
amantes de la televisión y los computadores; - saben manejar los videos-juegos,
los celulares y todo lo relacionado con el ámbito virtual; - se comunican a través
del Internet con gente de todo el planeta; - son hábiles para utilizar la nuevas
tecnologías y al crecer serán profesionales eficientes gracias a esta destreza y a
otras que van desarrollando en el transcurso de su infancia.
549
CODDOU, F.; MÉNDEZ, C. La Aventura de ser Pareja. Ed. Grijalbo. Santiago de Chile. 2002. p. 54-57.
201
El adolescente de hoy es asertivo y seguro de sí mismo y cuenta con excelentes
habilidades de expresión. Domina la tecnología, es muy crítico de las
generaciones anteriores y cree que puede cambiar el mundo, pero a su manera.
Intelectualmente tiene un nivel muy alto, pero está muy confundido con respecto a
lo que está bien y lo que está mal. Vive la sexualidad como encuentros casuales
sin mayor importancia, pero no establece relaciones afectivas largas. Su idea de
“compromiso” es diferente. Su primer compromiso es con él mismo y se cuida
mucho. Muy importante ante esta nueva situación de los niños y los jóvenes es
aprovechar su capacidad, su talento y demás habilidades para acompañarles en
sano crecimiento espiritual y humano, ayudándoles a entenderse mejor a sí
mismos para que se adapten al mundo con grandes valores y responsabilidad
integral. Recomiendo su estudio al respecto. 550
Los momentos o hitos más importantes del ciclo vital de una familia son los
enigmas universales del nacimiento, la copulación y la muerte. Desde sus inicios
con la constitución de la pareja originaria, estos tres aspectos son la constante en
la inconstancia familiar. Marcan y establecen la pauta o el ritmo de las entradas y
salidas de individuos. Y estos movimientos son los que afectan la estructura, la
organización y la complejidad de la familia. La mayoría de autores coinciden en
señalar que los comportamientos sintomáticos o las patologías suelen emerger en
los momentos del ciclo vital familiar cuando se dificulta el proceso de incorporación
o separación de algún miembro.
Freud representó un cambio radical en la comprensión de la sexualidad que, para
él, iba más allá del orgasmo genital, como el conjunto de todas las sensaciones
placenteras que hasta entonces eran consideradas no-sexuales. En este sentido
amplio entendió Freud la Sexualidad infantil y el desarrollo sicosexual da la
persona como un proceso de la libido. Las ideas de Freud están aún vigentes, a
pesar de las revisiones, precisiones y retoques de sus seguidores, así como de los
ataques de sus detractores. Se pueden resumir así: “Todas las formulaciones
sicoanalíticas parten del supuesto de que el recién nacido está dotado de un cierto
`capital libidinal`.
Es preciso recordar que cuanto hoy se diga respecto a la sexualidad genérica
tiene como trasfondo las ideas de Freud: “la vida sexual no comienza con la
pubertad, sino se inicia en seguida después del nacimiento con manifestaciones
claras. Es necesario distinguir bien entre los conceptos `sexual` y `genital`. El
primero es un concepto más amplio y abarca muchas más actividades que no
tienen nada que ver con las actividades genitales. La vida sexual abarca las
funciones del placer de zonas corporales que, más tarde, serán colocadas al
servicio de la procreación. Ambas funciones corporales no llegan a una fusión
550
ACEVEDO, Annie de. Casos y cosas: la responsabilidad de los niños y jóvenes de hoy. Grupo Ed. Norma.
Bogotá. 2005.
202
total”. 551 “Durante mucho tiempo se desconoció y se despreció la dimensión
sexual de la existencia humana y su importancia en el crecimiento del amor. La
sexualidad, entendida en sentido amplio, es lo que en cada hombre y en cada
mujer impulsa a entrar en relación amorosa con otro. Antes que capacidad
orgánica, la sexualidad es posibilidad de relación”. Y aunque no se acepte la
totalidad de su pensamiento, no se puede desconocer que la teoría de Freud abrió
camino para una posible identificación de la libido con la tendencia afectiva, con
un impulso de relación amorosa, con el “deseo-de-amar-y-ser-amado” de que
hablaba Marc Oraison”. 552
En cuanto a las ciencias biológicas, nunca antes se tuvo a disposición tantos y tan
sólidos conocimientos acerca de la fisiología de la reproducción, la estructura
bioquímica de la transmisión de la herencia y de las hormonas que intervienen en
la fecundidad masculina y femenina, como tampoco se había podido disponer de
los recursos tecnológicos para investigar y operativizar los recientes
descubrimientos. Los avances de la genética y de la embriología permitieron
identificar, entre otros, los mecanismos de la herencia y del desarrollo de la vida
en el seno materno, la molécula de ADN y el genoma humano. La tecnología
consiguió practicar la fecundación asistida y la fecundación in Vitro (FIV). Y la
biología molecular continúa progresando en su esfuerzo por obtener
sintéticamente el ADN, conseguir su reproducción artificial en las copias biológicas
o clones y obtener cambios en la molécula que podría llegar a producir nuevas
versiones del ser humano. 553
7.1 SEGÚN LA PSIQUIATRÍA CLÍNICA.
El matrimonio además de la unión de dos personas, es también la conjunción de
dos familias, las de origen de cada uno, las cuales tienen una influencia y
contribuyen a formar una compleja red de relaciones. Para el desarrollo de un
buen matrimonio es necesario mantener un equilibrio entre una independencia en
relación con las familias de origen y la conservación de un vínculo emocional con
ellas. La nueva pareja debe anteponer su matrimonio por encima de los padres y
de los propios hijos. 554 La psiquiatría nos dice que la pareja es la célula original del
grupo familiar. Aprender el papel de cónyuge supone haber renunciado
previamente a las ganancias emocionales que las etapas de hijo proporcionan y
una disposición para seguir aventurándose en la vida para formar una nueva
familia. En esta etapa es importante el galanteo y la elección de pareja… En el
comportamiento del individuo se evidencia todo el bagaje heredado de la familia
551
TEPE, V. Placer o amor. Paulinas. Bogotá, 1973. P. 24. Citado por Isabel Corpas de Posada. Op. Cit., 48.
Cf. ORAISON, M.: Le mistere hamain de la sexualité. Paris. Seuil, 1965. Cit. por Isabel Corpas de Posada.
Op. Cit., 49.
553
CORPAS DE POSADA, Isabel. Pareja Abierta a Dios. Ed. Bonaventuriana. Bogotá. D.C., Colombia. 2004.
p. 49.
554
GOMEZ RESTREPO; HERNANDEZ BAYONA; ROJAS URREGO; SANTACRUZ OLEAS; URIBE
RESTREPO. Psiquiatría Clínica. Bogotá: Editorial Medica Internacional. 2008.
552
203
de origen. Se explicitan todos los aspectos formados en el seno familiar, la imagen
adquirida respecto a sí mismo, la capacidad de mostrarse afectivo en las
relaciones con otras personas, las habilidades comunicacionales con los demás,
los proyectos, las expectativas, la posición ante la vida y la cosmovisión. (…) En la
constitución de una pareja, cada uno de los partícipes llega con varios aspectos al
compromiso. Unos son explícitos para ambos y otros implícitos, secretos o
inconscientes, sobre los que se impone de forma tácita el compromiso explicito y
consciente. La existencia de esos otros aspectos no conscientes puede ser uno de
los factores que, con el tiempo, interfiere en el desarrollo del matrimonio, puesto
que con frecuencia esos aspectos suelen estar detrás de las frustraciones de las
expectativas que cada uno tiene en relación con el otro.
Hablar de matrimonio implica aceptar la presencia de conflicto. Toda pareja debe
más que centrarse en eliminar sus conflictos, en desarrollar la habilidad de
resolverlos, con el objeto de lograr una relación más profunda y madura. Toda
pareja en los inicios de su convivencia atraviesa por un periodo de mutua
aceptación. Los aspectos que más dificultad generan en ese sentido son el
compartir el poder y la responsabilidad, es decir, la capacidad de sentirse
competentes, capaces y con libertad para actuar con sus propios criterios, sin que
terceros intervengan en su vida. En definitiva la pareja debe desarrollar en su
proceso de adaptación una serie de acuerdos para su vida en común, aunque su
posterior historia y las circunstancias vitales requieran una revisión. Es necesario
que ambos se sientan con la suficiente libertad para poder expresar lo que
piensan y sienten, tanto si son desacuerdos como si se exigen explicaciones. En
ello reside la clave de una buena comunicación. Tras el nacimiento del primer hijo,
los padres dejan de ser dos para pasar a ser un grupo de tres personas. Esto
genera cambios en el ámbito familiar, e incluso algunas parejas se resienten de
ello… El niño entra en la vida de sus padres en una circunstancia emocional, física
y económica particular, de modo tal que cada niño viene al mundo en un contexto
exclusivo y único, diferente al de sus otros hermanos, lo cual explica, en gran
medida, por qué aun teniendo los mismos padres, los hermanos puedan ser tan
diferentes. Lo que sucede en el momento del nacimiento del hijo y la actitud de los
padres influye en el desarrollo posterior.
Es importante que cuando los esposos se transformen en padres hayan
conseguido establecer una buena relación de pareja. Este vínculo de los padres
es fundamental para los hijos, pues se desarrollan en medio de la calidad de las
relaciones existentes. Los padres han de aprender a compartir la responsabilidad
del hijo, así como vivir juntos el disfrute de las satisfacciones que de ello se
derivan. Tener en cuenta que, los hijos pueden separar más que unir a la pareja.
Por ello se necesita desarrollar una buena tolerancia ante la novedad que
representa un hijo y no olvidar nunca el espacio íntimo para la pareja. Para los
hijos, la familia es la primera escuela donde descubren la forma de actuar de los
hombres y las mujeres, las relaciones con personas de diferente sexo, edad,
condición y el modo de moverse en el mundo. Todo aquello que se aprendió en el
204
contexto familiar permanecerá internalizado y definirá los patrones de relación y
comportamientos ulteriores de las personas. 555
7.2 JUAN PABLO II.
ƒ
Reconocimiento a los progresos y contribuciones de las ciencias psicológicas y
psiquiatría en la clarificación de los procesos.
- Reconoce los grandes progresos hechos por la psiquiatría y la psicología. Por
ejemplo, el descubrimiento del inconsciente y su influjo en la vida psíquica
ordinaria de la persona. – Aprecia lo que estas ciencias han hecho y hacen por
esclarecer los procesos psíquicos de las personas, tanto los conscientes como los
inconscientes, y la ayuda que dan, mediante farmacoterapia y psicoterapia, a las
personas con dificultades psicológicas. – Alaba las grandes investigaciones
realizadas por tales ciencias y la dedicación de psicólogos y psiquiatras. (Discurso
n. 2/87). – Considera necesaria la intervención de los peritos en las causas de
nulidad matrimonial por deficiencias psíquicas… (Discurso n. 2/87). Reconoce
también que el concepto de normalidad psíquica basado en los valores naturales
tiene gran relevancia respecto a la capacidad de tender a los valores
trascendentales, en el sentido de que en las formas más graves de sicopatología
esta comprometida la capacidad del sujeto para tender a los valores en general
(Discurso n. 4 de 1988).
Para el Pontífice, “en cualquier caso está fuera de duda que un profundo
conocimiento de las teorías elaboradas y de los resultados conseguidos por las
ciencias mencionadas ofrece la posibilidad de evaluar la respuesta humana a la
vocación al matrimonio de un modo más preciso y diferenciado de lo que lo
permiten la filosofía o la teología solas (Discurso n. 2 de 1987).
ƒ
Limitaciones y peligros de las ciencias psicológica y psiquiátrica.
- No pueden ofrecer una visión verdaderamente integral de la persona humana. –
No pueden resolver por sí mismas las cuestiones fundamentales concernientes al
significado de la vida y la vocación humana. – Algunas corrientes contemporáneas
sobrepasan su competencia específica y mueven bajo el impulso de presupuestos
antropológicos no conciliables con la antropología cristiana. – Algunas corrientes
psicológicas tienen una visión del matrimonio que reduce el significado de la unión
conyugal a simple medio de gratificación o de autorrealización o de falta de
comprensión psicológica (n.2 y n. 5 discurso de 1987). – Algunas corrientes
otorgan al subconsciente un poder determinante en las decisiones de la persona,
negando su libertad esencial. – Algunas corrientes consideran la normalidad
psíquica de la persona humana sólo a la luz de lo terreno y perceptible a los
555
GARCIANDIA I, José Antonio. “Ciclo Vital Familiar” en Psiquiatría Clínica. Diagnostico y tratamiento en
niños, adolescentes y adultos. Ed. Medica Internacional. Bogotá. D.C. Colombia. p. 91-92.
205
sentidos, sin tener en cuenta el concepto integral de la persona (n. 4 discurso de
l988). Tales corrientes tienen el grave peligro de llegar a la negación de la libertad
esencial de la persona o a la negación de la oblatividad en la relación conyugal. 556
7.3 CONCLUSIÓN.
Hay que emplear eficazmente en el trabajo pastoral no sólo los principios
teológicos sino los descubrimientos de las ciencias profanas, especialmente los
aportes de la psicología, sociología, las ciencias biológicas, y la psiquiatría para
hacer en el matrimonio y la familia una más pura y madura vida de fe.
Las ciencias humanas en general, como la psicología y la antropología, definen a
la pareja como una unidad sistémica vincular de carácter socio-afectivo y con un
proyecto en común, ninguna pareja inicia su construcción a partir de cero, sino que
cualquier individuo tiene un sistema de creencias y de expectativas en relación al
matrimonio que se ha estructurado a partir de la experiencia en la familia de origen
y de otras experiencias todo inmerso en la cultura de una sociedad específica 557.
La psiquiatría enseña que la pareja debe desarrollar en su proceso de adaptación
una serie de acuerdos para su vida en común, aunque su posterior historia y las
circunstancias vitales requieran una revisión. Es necesario que ambos se sientan
con la suficiente libertad para poder expresar lo que piensan y sienten, tanto si son
desacuerdos como si se exigieran explicaciones. En ello reside la clave de una
buena comunicación. 558
Los ámbitos de intervención para los médicos, psicólogos, psiquiatras, sacerdotes,
juristas, moralistas, sexólogos serán los problemas matrimoniales, con particular
atención a la vida relacional en los aspectos de la comunicación y diálogo, a la
vida sexual, a la regulación de la fertilidad y a la acogida de la vida; las relaciones
familiares, con una atención a todas las fases del ciclo familiar, para favorecer una
nueva vida familiar. También se podrá ejercer una función pericial en relación a los
Tribunales eclesiásticos. Los discursos del Papa Juan Pablo II a la Rota Romana,
en los años 1987 y 1988, presenta el reconocimiento a los progresos y
contribución de las ciencias de la Psicología y la Psiquiatría en la clarificación de
los procesos. La razón de la necesidad del diálogo entre el derecho canónico y las
ciencias psicológicas aparece bien iluminado en sus palabras: Por una parte, las
ciencias psicológicas ofrecen “la posibilidad de evaluar la respuesta humana a la
vocación al matrimonio, de un modo más preciso y diferenciado de lo que lo
permitirían la filosofía o la teología solas” 559; por otra parte, el juez no puede “sin
556
SERRATO E., Héctor. “Comentario a los Discursos del Papa Juan Pablo II a la Rota Romana, en los Años
1987 y 1988” en Universitas Canónica. 28 (1995) p. 120-122.
557
LAZAURUS, A., citado por Garrido, 1994: 398.
558
GÓMEZ RESTREPO. Psiquiatria Clinica, … 3ª Ed., p. 92.
559
JUAN PABLO II. Alocución a la Rota Romana de 5 de febrero de 1987., n.2
206
un juicio crítico” 560 aceptar las conclusiones de los peritos, porque “la valoración
acerca de la nulidad matrimonial pertenece solamente al juez” 561.
Juan Pablo II, explícitamente, atribuye a las ciencias psicológicas no solo
legitimidad en la valoración de la realidad humana, sino que también afirma su
necesidad, pues requiere la inteligencia de las cosas de un modo no solo teórico y
genérico, sino diferenciado y preciso. Y a nadie se oculta que en el proceso
canónico nada hay más necesario que la verdad, al máximo diferenciada y precisa
en la sentencia que se ha de proferir en cada uno de los casos. Juan Pablo II
afirma: “el diálogo y una constructiva comunicación entre el juez y el psiquiatra o
psicólogo son más fáciles si para ambos el punto de partida se sitúa dentro del
horizonte de una antropología común, de modo que una visión quede abierta a la
otra, a pesar de la diversidad del método y de los intereses y finalidades” 562 “El
diálogo entre juez y perito, construido sobre un equívoco en el punto de partida,
puede, en efecto, llevar fácilmente a conclusiones falsas y dañosas para el
verdadero bien de las personas y de la Iglesia” 563 Según el pensamiento del
Pontífice, muchas de las escuelas en el campo de la psicología moderna son
inconciliables con la visión cristiana de la naturaleza, porque “o se fundamentan en
la idea demasiado negativa, según la cual el hombre no tendría ideal distinto al ya
determinado por sus impulsos o condiciones sociales, o, por el contrario, se basan
en la idea demasiado positiva, según la cual el hombre posee en sí mismo y
puede adquirir por sí solo su plena satisfacción” 564 El Papa reconoce también que
el concepto de normalidad psíquica basado en los valores naturales tiene gran
relevancia respecto a la capacidad de tender a los valores trascendentales, en el
sentido de que en las formas más graves de sicopatología está comprometida la
capacidad del sujeto para tender a los valores en general 565; además, algunas
corrientes consideran la normalidad psíquica de la persona humana sólo a la luz
de lo terreno y perceptible a los sentidos, sin tener en cuenta el concepto integral
de la persona 566. Es necesario que los jurisperitos conozcan el modo y el camino a
través de los cuales los psicólogos y psiquiatras integran los principios
fundamentales metapsicológicos con los elementos psicológicos, de modo que los
jueces puedan confrontarlos con la noción cristiana de la naturaleza humana. El
constante progreso de las ciencias humanas requiere que los jueces exijan a los
peritos el máximo esfuerzo en la búsqueda de la verdad.
560
Ibíd., n. 5.
Ibíd., n. 8.
562
JUAN PABLO II, discurso a la Rota Romana de 5 de febrero de 1987., n.3.
563
Ibíd.
564
Ibíd., n. 4.
565
JUAN PABLO II, discurso a la Rota Romana. 1988., n.4.
566
Ibíd.
561
207
TERCERA PARTE. EJEMPLOS DE SANTIDAD MATRIMONIAL EN LA
SAGRADA ESCRITURA Y ESPOSOS CANONIZADOS EN LA IGLESIA
“Vive tu vida ordinaria; trabaja dónde estás,
procurando cumplir los deberes de tu estado,
acabar bien la labor de tu profesión o de tu oficio,
creciéndote, mejorando cada jornada. Sé leal,
comprensivo con los demás y exigente contigo mismo.
Sé mortificado y alegre. Ese será tu apostolado”
(Amigos de Dios, n. 273)
Evangeliza a ejemplo del único y eterno Maestro.
“Maestro es quien, a través del tiempo, logra conjugar en su persona
una grandiosa síntesis de la teoría y la práctica, mostrando
siempre una identidad entre lo que dice y lo que hace
en consonancia con la sabia sentencia del famoso Séneca:
“Diciendo lo que siente; sintiendo lo que dice;
y haciendo que sus palabras concuerden con su vida”
(haec sit propositi nostri summa: quod sentimus, loquamur;
Quod loquimur, sentiamus; concordet sermo cum vita).”
(Aforismos Magisteriales, n. 10)
208
8. EJEMPLOS DE SANTIDAD MATRIMONIAL
8.1 MATRIMONIO Y ESPOSOS EN LA SAGRADA ESCRITURA.
El matrimonio es la unión de un hombre y una mujer para formar un sólo ser, una
familia. Este tuvo su origen en el Antiguo Testamento durante la Creación. Dios
creó al hombre y pensó que no debía estar sólo Gn 2:18. Mientras Adán dormía,
le sacó una costilla y de ahí creó a la mujer 567, ahí nos da Dios el mandato del
matrimonio (Gn 2: 21-24).
Dios creó el matrimonio con dos propósitos; que el hombre no estuviera sólo (Gn
2:18) y para que tuviese una ayuda idónea (Gn 2:20). Qué es una ayuda idónea?
Ayudar a su marido a ser más fuerte y aumentar sus habilidades apoyándolo con
amor y ayudándolo a ser todo lo que Dios lo ha llamado a ser. Dios dio a Eva ´a la
mujer´ como un regalo a Adán ´al hombre´ (Pr 19:14). Dios continúa dando como
regalos las esposas a los hombres (Hb 13:8). Dios nos creó con la necesidad de
un cónyuge para estar completos y multiplicar habilidades (Dt 32:30). No hay
matrimonios buenos y matrimonios malos. Dios creó el matrimonio así que no
puede haber matrimonios malos, todos son buenos (Pr 18:22).
8.1.1 Ejemplos Bíblicos Del Matrimonio.
™ Abraham o Abram “padre de muchos pueblos” (Gn 17, 1-8) y Sara o Saray
“princesa” (Gn 17,15):
Son modelo de armonía conyugal y de amor. Abraham fue un hombre de fe.
La Biblia no muestra evidencia de que Sara desobedeciera a Abraham. Estuvo de
acuerdo con los deseos de su esposo y tomó parte activa en el cumplimiento de
estos. Sara fue una esposa sumisa. (1Pe 5:6). “Sé que eres mujer de hermoso
aspecto” (Gn 12,11), le dice Abraham a Sara y de Raquel se dice que “era de bella
presencia y de buen ver: Jacob estaba enamorado de Raquel” (Gn 29,17-18).
Abraham, antepasado del pueblo escogido, ocupa un puesto privilegiado en la
historia de la salvación… Abraham es un nómada, Sara no está en edad de tener
hijos. Así resalta todavía mejor la gratuidad de las promesas divinas: el porvenir de
Abraham depende completamente del poder y de la bondad de Dios. Así Abraham
resume en sí mismo al pueblo de Dios, elegido sin mérito precedente. Todo lo que
se le pide es una fe atenta e intrépida, una acogida sin reticencia otorgada al
designio de Dios. 568 Ya en la más antigua tradición se ve la importancia de
Abraham, puesto que él es el depositario de la bendición para todos los pueblos
(Gn 12,3) y recibe el título de profeta (Gn 20,7).Yahvé es el Dios de Abraham (Gn
567
568
Imagen que expresa la relación que une al hombre y a la mujer, v. 23, y que les une el el matrimonio, v 24.
LEON-DUFOUR, Xavier. Vocabulario de Teología Bíblica. Herder. 1965. p.. 37.
209
26,24; Ex 3,6; 1Re 18,36; Sal 47,10), y a él se le hicieron por primera vez las
promesas (Ex 2,24; Dt 1,8; 2Re 13). Es el amigo de Yahvé (Is 41,8; 2 Par 23; Dn
3,35), su servidor (Sal 105,6)…Abraham es el padre de Israel (Is 51,2), padre de
los creyentes (Rom 4,11). 569 “Los cristianos consideran a Abrahán como padre de
los creyentes por Cristo…Abrahán es padre por haber creído en Dios, dentro de la
perspectiva judía más clásica, que se expresa por ejemplo en las Dieciocho
Bendiciones: “Tú eres poderoso… para mantener a los vivos por tu misericordia y
para resucitar a los muertos por tu gran piedad, tú que sostienes a los que caen,
curas a los enfermos, das libertad a los cautivos y guardas tu fidelidad a los que
duermen en la tierra… Bendito eres Yahvé que das la vida a los muertos”. Éste es
el Dios judío, éste es el Dios de Abrahán”. 570 En la genealogía bíblica Sara es
medio hermana (Gn 12,13; 20,2) y esposa de Abraham (Gn 11,29-31), madre de
Isaac (Gn 21,2s), madre de Israel (Is 51,2). En Hb 11,11 es modelo de fe; en 1Pe
3,6, una santa mujer, sumisa a Abraham.
™ Noé y su esposa: ('consuelo' en hebreo, ‫ חונ‬Nóa ‫ חנ‬en árabe Nōª , ‫حون‬
Nū ) según la Biblia fue el elegido por Yahveh para sobrevivir al Diluvio
universal.
Noé dio parte a Dios en su matrimonio, obedeciéndolo en todo y su esposa fue
siempre sumisa con él. Gn 7:13. En el Nuevo Testamento es Noé, según el
evangelio, un modelo de vigilancia; contrariamente a sus compañeros
despreocupados, vivió en la espera de un juicio de Dios (Mt 24, 37ss). Todavía
más claramente, la Carta a los hebreos lo presenta como el testigo de la fe frente
a la incredulidad; el justo que creyó con la sola garantía de la palabra de Dios
(Heb 11,7). En las cartas de Pedro aparece Noé bajo aspectos nuevos. No sólo es
justo en sí mismo, sino también heraldo de la justicia divina que anuncia a los
hombres la inminencia del juicio (2Pe 2,5; cf. 3,5). Este juicio sólo pesa sobre el
mundo malo. Noé emerge de él como el tipo del hombre salvado en Cristo, puesto
que la salvación que le es otorgada prefigura la salvación por las aguas del
bautismo (1Pe 3,20s). 'Los hijos de Noé fueron los progenitores de una nueva
humanidad. Con todo, no fue ésta una humanidad moralmente renovada.
™ Najor y Milca Gn 11:29
Hijo de Taré y hermano de Abrahán (Gn. 11:26). Aunque no se registra el hecho,
probablemente se mudó con la familia de su padre desde Ur hasta Harán, o lo
siguió poco más tarde, porque posteriormente se encuentra sus descendientes en
la región de Harán (24:10, 15-27:43). Se casó con Milca, su sobrina (11:29), y con
ella tuvo hijos (22:21-23) que llegaron a ser antepasados de tribus arameas. Uno
de sus hijos, Betuel, fue el padre de Rebeca y de Labán (24:15,29).
569
570
H. HAAG-A. VAN DEN BORN-S. DE AUSEJO. Diccionario de la Biblia. Herder. 1981. p. 11.
PIKAZA, Xabier. Diccionario de la Biblia. Verbo Divino. 2007. p. 27-28.
210
™ Lot y su esposa: La esposa de Lot también fue una esposa sumisa. Gn
19. Lot fue el justo según enseña: Si 16, 9; Sb 10,6; 2Pe 2, 7s (cf. Lc 17,
28-30), que escapó junto a sus hijas de la destrucción de Sodoma.
™ Isaac y Rebeca: Gn 24:67.
Hay fidelidad y amor en su matrimonio (Gn 24).
Isaac (en hebreo ‫ְחק‬
ָ ‫יִצ‬Yitzhak o Yi āq en árabe ‫ إﺳﺤٰﻖ‬Ish'aq): “quiera la divinidad
reírse” o “la divinidad se ha reído”. Es uno de los patriarcas del pueblo de Israel;
hijo de Abraham y Sara. Gn 21, 4 explica el nombre como risa de Abraham (Gn
17,17.19), o de Sara (18,12-15), o de la gente (Gn 21,6), y esta risa expresa la
alegría o la admiración ante el hecho de que Sara haya concebido, Sara contaba
90 años en ese momento. En la genealogía bíblica Isaac es el solemnemente
prometido (Gn 17,16.19; 18,10), que tomó por mujer a Rebeca, hija del arameo
Betuel (Gn 24). En el NT, Isaac es “nuestro padre” (Rm 9,10), hijo de la promesa
(Ga 4,28-31; Rm 9,7s) y héroe de la fe (Hb 11,20).
Rebeca (‫ִב ָקה‬
ְ ‫ר‬, en Hebreo estándar Rivqa, en Hebreo Tiberio Ri qāh). Madre de
los gemelos Esaú y Jacob, siendo este último su elegido. Era nieta del hermano
de Abraham, Nahor. Con su ayuda, Jacob consiguió por astucia la bendición de
primogenitura (Gn 27,5-17) y se salvó de Esau (Gn 27,42-28,5). Según Gn 49,31
está enterrada en la cueva de Makpela.
™ Amor de Elqana por Ana (1 S 1,5-8)
Elqana (hebr. ’elqana: “Dios ha creado). Padre de Samuel, de Efraín (1Sam 1,1),
levita (1Par 6,34), esposo de Ana. Ana (Hebr. hanna: compasión), una de las
esposas de Alqana y madre de Samuel y de otros hijos. Conocido es su cántico
(“oración”): Entonces Ana dijo esta oración: “Mi corazón exulta en Yahvé, mi
fuerza se apoya en Dios, mi boca se burla de mis enemigos, porque he gozado de
tu socorro. No hay Santo como Yahvé, (porque nadie hay fuera de ti), ni roca
como nuestro Dios. No multipliquéis palabras altaneras, no salgan de vuestra boca
la arrogancia. Dios de sabiduría es Yahvé, Él juzga las acciones. El arco de los
fuertes se ha quebrado, los que tambalean se ciñen de fuerza. Los hartos se
contratan por pan, los hambrientos dejan su trabajo. La estéril da a luz siete veces,
la de muchos hijos se marchita. Yahvé da muerte y vida, hace bajar al seol y
retornar. Yahvé enriquece y despoja, abate y ensalza. Levanta del polvo al
humilde, alza del muladar al indigente para sentarlo junto a los nobles, pues de
Yahvé los pilares de la tierra y sobre ellos ha asentado el universo. Guarda los
pasos de sus fieles, y los malos perecen en tinieblas (pues no por la fuerza triunfa
el hombre). Yahvé, ¡quebrantados sus rivales!, el Altísimo truena desde el cielo.
Yahvé juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta el poder de su
Ungido” 1 S 2,1-10, y un salmo construido a manera de los himnos que sirvió de
ejemplo al Magníficat.
211
™ Tobías (año 700 a. C.) y Ana
Tobías fue siempre un exacto cumplidor de sus deberes religiosos y Ana, su
esposa de la tribu de Neftalí, madre de Tobías (Tb 1,9). Es un nombre de origen
hebreo, Hanna, que significa "la graciosa" según unos etimologistas, y según otros
significa "compasión", porque deriva de Hananya (Ananías = "Dios se ha
compadecido" Tobías, siendo todavía muy joven, cuando sus familiares se
apartaron de la verdadera religión y empezaron a adorar al becerro de oro, él en
cambio nunca quiso adorar ese ídolo y era el único que en su familia iba en las
grandes fiestas a Jerusalén a adorar al verdadero Dios. Y siempre daba la décima
parte de lo que ganaba para el templo y para los pobres. Se casó con una mujer
de su propia religión, llamada Ana, y tuvo un hijo al cual le puso también el nombre
de Tobías.
Cuando el pueblo de Israel fue llevado cautivo a Nínive, Tobías tuvo que ir
también allá en destierro, pero allá le concedió Dios la simpatía de los
gobernantes y llegó a ocupar un alto puesto en la administración del gobierno.
Aprovechó el buen sueldo que tenía para hacer sus buenos ahorros y prestó a un
amigo suyo, que vivía en una ciudad lejana, los dineros que había logrado
conseguir. Después hubo cambio de gobierno y el nuevo rey, llamado Senaquerib,
atacó a Jerusalén, pero por milagro de Dios no pudo tomarla, y volvió lleno de
rabia a Nínive y empezó a perseguir a los israelitas que allí había. Quitó el cargo a
Tobías y éste quedó en pobreza. El rey hizo morir a muchos israelitas y prohibió
que los sepultaran, pues quería que los dejaran en los campos para que los
devoraran los cuervos. Pero Tobías, que era muy piadoso y muy caritativo, se
dedicó de noche a sepultar los cadáveres de sus paisanos. Y un día volvió a casa
muy cansado de estos trabajos y se sentó junto a una pared y se quedó dormido.
Y arriba había un nido de golondrinas y de allá le cayó estiércol caliente en los
ojos y quedó ciego. Y así estuvo por 4 años. Como Tobías estaba ciego, su
esposa tuvo que emplearse en una fábrica de tejidos, para ganar el sustento. Y un
día a ella le regalaron un cabrito. Tobías al oír balar al animalito le dijo a la mujer:
"Cuidado, no sea que te hayas robado ese cabrito. Si es ajeno hay que devolverlo,
porque preferimos ser totalmente pobres a tener que quitar a alguien nada". La
esposa al oírle esto lo insultó y le dijo: "¿Dónde están tus limosnas y tus buenas
obras?. ¡Ahora se ve todo claro”! Anegada entonces mi alma de tristeza
suspirando y llorando, comencé a orar con gemidos: “Tú eres justo, Señor, y
justas son todas tus obras. Misericordia y verdad son todos tus caminos. Tú eres
el juez del Universo. Y ahora, Señor, acuérdate de mí y mírame. No me condenes
por mis pecados, mis inadvertencias y las de mis padres… Manda, Señor, que sea
liberado de esta aflicción y déjame partir al lugar eterno, y no apartes, Señor, tu
rostro de mí, pues prefiero morir a pasar tanta aflicción durante la vida y tener que
seguir oyendo injurias” 571
571
Cfr. Tb 3,1-6.
212
En aquel tiempo se acordó Tobías de que el amigo Gabael que vivía en una
ciudad lejana le debía dinero que él le había prestado. Y llamó a su hijo Tobías y
le dijo: "Vaya a la plaza y busque un buen hombre que lo quiera acompañar
durante el largo y peligroso viaje, y dígale que le pagaremos el sueldo debido
durante todo el tiempo que dure el viaje". (Tb 5, 3).
Y entonces envió Dios al ángel San Rafael disfrazado de hombre, el cual se le
ofreció a Tobías para acompañarlo en el largo recorrido. Tobías padre lo aceptó
porque parecía ser muy buena persona. Antes de que su hijo se despidiera para
partir, Tobías le dio estos consejos: "Tu mejor tesoro será siempre tener temor de
ofender a Dios, y alejarte de todo pecado. Te conviene pedir siempre consejo a los
que son prudentes y bien instruidos. Debes bendecir a Dios en toda circunstancia.
Pídele que sean buenos todos tus comportamientos y que lleguen a buen fin tus
proyectos. Te aconsejo que compartas tus alimentos con los hambrientos y tus
comodidades con los que no las tienen. Todo cuanto no necesites debes darlo a
los pobres. No hagas nunca a nadie lo que no quieres que te hagan a ti. Jamás se
te vaya a ocurrir casarte con una mujer que no sea de nuestra santa religión. No
pierdas el tiempo, porque la ociosidad es la madre de la miseria. Haz limosnas con
generosidad, pero con alegría y sin echar en cara lo que regalas. Recuerda que el
dar limosna libra de muchos males. Trata siempre con mucho cariño a tu madre.
Recuerda lo mucho que ella ha sufrido por ti. Recuerda que si te esfuerzas por
pórtarte bien, el Señor Dios te concederá muchos éxitos".(Tb 4, 3-21).
Bendecido por su padre emprendió Tobías a la lejana ciudad de Ragués,
acompañado por el ángel Rafael. La mamá lloraba mucho y estaba desconsolada,
pero Tobías le decía: "No te afanes tanto, que Dios, que nos ama y nos protege,
hará que nuestro hijo logre ir y volver sin que le suceda nada malo". (Tb 5, 21).
8.1.2 Los Esposos: Símbolo De La Alianza.
™ El simbolismo conyugal en Oseas.
A partir de su propia experiencia, el profeta proyecta en Dios la sicología del
esposo que ama, perdona y purifica. En el primer capítulo, Dios manda a Oseas
tomar por mujer una prostituta y le explica el motivo: “Vé, tómate una mujer dada a
la prostitución, porque la tierra se está prostituyendo enteramente apartándose de
Yahvé” (Os 1,2).
Los hijos de Oseas y Gómer reciben nombres proféticos: Yizreel, porque pronto
Yahvé pondrá fin al reinado de Israel rompiendo su arco en el valle de Yizreel; Nocompadecida, porque Yahvé no se compadecerá más de la casa de Israel; y Nomi-pueblo porque Israel ha dejado de ser el pueblo de Yahvé.
A pesar del matrimonio, Gómer sigue prostituyéndose: el oro lo emplea en Baal,
se regocija en los novilunios, olvidándose del esposo y de lo que había hecho por
213
ella (cf. Os 2, 4-17). Pero el esposo la busca para intentar un nuevo comienzo:
(Os 2,16-22). 572
™ El simbolismo en Jeremías
Jeremías Acoge el mismo simbolismo de Oseas para denunciar las infidelidades
de Israel a la alianza pactada por Dios con sus padres. Es así como Yahvé
reconviene a Israel su infidelidad –se ha prostituido adorando a los baales- y le
recuerda el amor que le ha demostrado (cf. Os 2,20-25).
™ El simbolismo conyugal en Ezequiel
El capítulo 16 de Ezequiel también presenta a Israel como la esposa única y
amada de Yahvé en una historia simbólica en la que Yahvé recuerda como
conoció a Israel y lo que hizo por ella. (cf. Ez16, 4-14).
™ El simbolismo conyugal en Isaías
Pertenece al Deuteroisaías el capítulo 54 que toca el tema del amor conyugal.
La experiencia histórica que corresponde a este escrito es el regreso de los
Israelitas a su patria a través de la intervención de Ciro el Persa, lo que el Profeta
interpreta como el cumplimiento del anuncio de una nueva alianza, porque la
ruptura entre Israel y Yahvé no sería definitiva.
Yahvé no repudia a la esposa de la juventud y se mantiene fiel a la promesa a
pesar de los desvíos de Israel, la esposa infiel. (Is 54, 4-6).
™ Tobias y Sara
Es amor el que proclama Tobías en la oración de la noche de bodas, 573 amor
auténtico que supera cualquier concepción hedonista o utilitarista de la sexualidad:
“Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención” (Tb
8,7), y amor que proyecta la permanencia y el futuro: “Ten piedad de mi y de ella
y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad” (Tb 6,18). La fecundidad está
presente en su doble dimensión: “Tú la salvarás; ella se vendrá contigo y te dará
hijos que serán para ti como hermanos” (Tb 6,18). Y los padres, en su bendición,
mencionan los hijos de sus hijos que ellos esperan ver antes de morir (Cf. Tb
572
“Por eso voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón (…) Ella responderá allí como en los
días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto, (…) haré en su favor un pacto el día aquel,
(…) yo te desposaré conmigo; para siempre, te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en amor y
compasión. Te desposaré conmigo en fidelidad y tú conocerás a yahvéh”.
573
¡Bendito seas, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos!
Bendigan te los cielos y tu creación entera, por los siglos todos. Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su
mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: No es
bueno que el hombre este sólo; hagámosle una ayuda semejante a él. yo no tomo a esta mi hermana con
deseo impuro, más con recta intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra
ancianidad. (Tb 8 5-7).
214
10,11-12). Pero la descendencia no es la finalidad exclusiva del matrimonio en la
historia de Tobías y Sara. Esta es, más bien, el deber con los padres y con el
clan, principalmente de tipo patrimonial según las costumbres, y que también
incluye la descendencia. El amor de Tobías y Sara apunta hacia el futuro y es
fecundo, salva, se abre hacia Dios. Como el amor de toda pareja que se proyecta
hacia la permanencia, quiere durar, exige crecer. Y que transforma a las personas
y se abre a la trascendencia. La unión conyugal está claramente presente en la
relación de Tobías y Sara. Su sentido que es, “la recta intención” con que Tobías
toma a Sara, que contrapone al simple deseo y es fuente de gozo para los dos.
™ Santos Zacarías e Isabel. Siglo I
Zacarías: (Dios se ha acordado o Dios recuerda) y su esposa, una justa mujer
llamada Isabel (= Mi Dios salva) (cf. Lc 1, 1-35). El sacerdote Zacarías simboliza el
templo, la sacralidad del pueblo de Israel, interpretado en perspectiva de culto,
comunidad encargada de alabar a Dios en rito y sacrificio, con incienso de olor
suave y fuego que va consumiéndose y alumbra la existencia de los hombres. La
mujer, Isabel, es signo de maternidad. Dentro de una historia patriarcal, ella ha de
ser ante todo madre: vale en cuanto ofrece hijos al marido. Zacarías como Isabel
superan los límites de la identidad israelita, abriéndose por su hijo Juan a la
novedad mesiánica de Jesús. Desde una perspectiva cristiana, ellos simbolizan la
culminación profética del AT: siendo fiel a sí mismo, el pueblo de Israel viene a
convertirse en testigo del surgimiento mesiánico de Jesús. 574
™ Padres de san Juan Bautista, Precursor del Señor. Zacarías era
sacerdote de la Antigua Ley. No tenían hijos y habían llegado ya a una
edad en que no podían esperar tenerlos, cuando un ángel se le apareció a
Zacarías, en el momento en que éste oficiaba en el templo y le dijo: "No
temas Zacarías porque tu plegaria ha sido escuchada, e Isabel, tu mujer, te
dará a luz un hijo, al que pondrás por nombre Juan (Lc 1, 13-14). “Desde el
seno de su madre será lleno del Espíritu Santo y, a muchos de los hijos de
Israel convertirán al Señor su Dios” (Lc 1, 15). Y así sucedió. 575 Con
relación a la historicidad del relato (Lc 1, 5-25), Marshall (Gospel 50) está
en cierto cuando dice: “No es improbable que Zacarías e Isabel tuviesen un
niño en edad tardía, y que este hecho fuese visto a la luz de
acontecimientos similares en el AT”. Dios hace de nuevo, como
cumplimiento de la promesa, lo que había hecho en el pasado: lo imposible,
hacer concebir un niño a un matrimonio anciano y estéril. 576
Santa Isabel, al recibir a su pariente María en su casa, llena de Espíritu Santo
saludó a la Madre del Señor como bendita entre todas las mujeres, y Zacarías,
574
PIKAZA, X. Diccionario de la Biblia Historia y Palabra. Ed Verbo Divino. Navarra. 2007. p. 1087-1088.
http://www.aciprensa.com
576
BROWN; FITZMYER; MURPHY. Nuevo Comentario Biblico San Jerónimo. Nuevo Testamento. Ed. Verbo
Divino. Navarra. 2004. P. 139.
575
215
sacerdote lleno de espíritu profético, ante el hijo nacido alabó a Dios redentor y
predicó la próxima aparición de Cristo, Sol de Oriente, que procede de lo Alto. La
alabanza más bella, autorizada y profunda que se ha dicho de este matrimonio
confiado al servicio de Dios es que "ambos eran justos ante Dios y caminaban sin
tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor" (Lc 1, 6). Se sabe que él
era sacerdote del templo de Jerusalén y que su esposa Isabel era pariente —
puede ser que prima— de la Virgen María. Se sabe, también por el testimonio
evangélico y por sus propias palabras, que eran ya mayores en edad y que no
habían logrado tener descendencia por más deseada que fuera.
Aunque Zacarías es un hombre piadoso y de fe, no da crédito a lo que está
pasando. Cierto que los milagros son posibles y que Dios es el Todopoderoso,
cierto que se cuenta en la historia un repertorio extenso de intervenciones divinas,
cierto que conoce obras portentosas del Dios de Israel, pero que "esto" de tener el
hijo tan deseado le pueda pasar a él y que su buena esposa "ahora" que es
anciana pueda concebir un hijo... en estas circunstancias... vemos que no se lo
cree del todo por más que a un ángel no se le vea todos los días.
El castigo por la debilidad de su fe será la mudez hasta que lo prometido de parte
de Dios se cumpla. Cuando nace Juan —el futuro Bautista— Zacarías recupera el
habla, bendice a Dios y entona un canto de júbilo, profetizando. También Isabel
prorrumpió en una exclamación sublime —que repetimos al rezar cada
Avemaría— cuando estaba encinta y fue visitada por la Virgen: "Bendita tú entre
todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre". Añadiendo: "¡Feliz la que ha
creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte de Dios!". 577
™ Santos Joaquín y Ana
(Patrones de los abuelos). Ana es patrona de las mujeres trabajadoras y
de los mineros, que comparan a Cristo con el oro y con la plata a María.
Los padres de la Virgen María: un matrimonio santo.
Joaquín (Yahvéh prepara) fue el padre de la Virgen María, Madre de Dios. Ana
(del hebreo Hannah, gracia) es el nombre que la tradición ha señalado para la
madre de la Virgen. A Joaquín y Ana el Todopoderoso “los guió por senderos
rectos, mostróles el reino de Dios y les dio ciencia de las cosas santas, les dio
prosperidad en la fatiga y colmó el fruto de sus trabajos” 578
El nombre de Ana es conocido en hebreo como Hannah. Todo lo que se conoce
sobre su vida, incluso su nombre, está basado en los evangelios apócrifos, los
cuales no fueron admitidos por la Iglesia dentro de sus libros canónicos. Santa
Ana era natural de Belén. Sus padres eran Mathan y Emerenciana. Descendía de
577
Catholic.net. Santoral. [en línea].
Consultado en: Junio de 2010.
578
Sb. 10, 10.
Disponible en Internet en: http://www.es.catholic.net/santoral/.
216
David y de Levi (Línea sacerdotal). Según el Protoevangelio de Santiago, Joaquín
y Ana eran una pareja acomodada, pero estéril. Joaquín fue rechazado al llevar su
ofrenda al templo por no tener descendencia. Apenado, Joaquín no volvió a su
casa, sino que se dirigió a una montaña, donde rogó a Dios que le diera un hijo
ayunando durante 40 días y 40 noches; Ana, mientras tanto, lloraba su dolor.
Entonces un ángel se les apareció simultáneamente, anunciando que sus ruegos
habían sido escuchados y que concebirían un hijo. Ana prometió dedicar al niño al
servicio de Dios y cumplidos los nueve meses dio a luz a una niña a la que llamó
Miriam (María). Al cumplir los tres años, Joaquín y Ana llevaron a María al templo
para consagrarla a Dios como habían prometido. María vivió en el templo hasta
que cumplió los 12 años, edad en la que fue entregada a José como esposa. 579
Son ellos el primer eslabón que desencadenó el cumplimiento de las profecías, y
con ello la plenitud de los tiempos, son por lo tanto, el origen de la santidad, la cual
es Dios mismo. Es por esto que la fiesta de San Joaquín y Santa Ana debería ser
un acontecimiento en la Iglesia; debiesen ser los Santos más amados por toda la
feligresía de la Iglesia. Y si Dios derrama tantas gracias y bendiciones a través de
los Santos, ¿cuántas más gracias y bendiciones desearía derramar y querría Dios
que le pidiésemos a través de ellos por ser sus abuelitos en la tierra?
San Joaquín y Santa Ana son ese modelo perfecto de los pobres de Yahvé; son
los esposos honrados y trabajadores que tenían la esperanza solo puesta en el
Señor su Dios, en cuyo hogar se gestaba y maduraba la nueva y bellísima flor
bendita : La Madre de Dios, la cual estaba destinada a dar el Nuevo fruto del cual
se alimentarían todas las naciones de la tierra JESUCRISTO Son ellos ese barro
nuevo, tierno y puro con el cual nuestro Padre Dios, como experto artesano
preparaba con sus propias Manos, una nueva creación. La Humanidad de su
Amado y Divino Hijo. 580 Santa Ana es patrona de las mujeres trabajadoras; se la
representa con la Virgen María en su regazo, que también lleva en brazos al Niño
Jesús. Es además la patrona de los mineros, que comparan a Cristo con el oro y
con la plata a María.
Tras 20 años de matrimonio no habían tenido hijos y santa Ana ya era estéril por
su avanzada edad, lo que la afligía sobremanera. Joaquín ayuna 40 días en el
desierto y un ángel le anuncia el nacimiento de su hija. Llegado el tiempo llevan a
María al templo de Jerusalén, para ser criada con las otras vírgenes y santas
579
Ana (madre de María) wikipedia, la enciclopedia libre
Gloriosísimos padres de María Santísima, felicísimos abuelos de Jesús, modelos perfectísimos de
casados, y dulces abogados míos, yo me alegro con vosotros de aquel gozo y consuelo que tuvisteis cuando,
después de una larga esterilidad y de fervorosas oraciones, os avisó el Ángel que tendrías tan santa Hija. ¡Oh,
quién supiera imitar vuestras heroicas virtudes! ¡Quién fuera, como vosotros, frecuente en la oración,
compasivo con los pobres, amante de la soledad, sufrido en los trabajos y callado en los improperios! A lo
menos por las gracias con que os previno el cielo para tan eminente dignidad, alcanzadme que, haciendo
siempre la voluntad divina, y venciendo mis pasiones logre la dicha de gozar de vuestra amable compañía en
la gloria. Os lo pido por el amor de vuestra benditísima Hija, y por los méritos de vuestro santísimo Nieto
Jesús.
580
217
viudas que moraban en las habitaciones vecinas al templo. Allí se dedicarían a las
labores, oraciones y demás servicios de Dios. Se cree que ese tiempo, Joaquín y
Ana decidieron venir a vivir a Jerusalén, para poder visitar a la niña
frecuentemente. Joaquín muere a los 80 años y Ana a los 79. 581
San Juan Damasceno dijo en un sermón: “Oh bienaventurados esposos Joaquín y
Ana: toda la humanidad os debe estar agradecida, ya que por medio de vosotros
sí que se puede repetir lo que decía el Divino Maestro: “Por sus frutos los
conoceréis”. Vosotros os esforzasteis por llevar una vida tan santa y tan agradable
a Dios, que por vuestra conducta casta y santa merecisteis que Dios os regalara
esa joya preciosísima que es la virgen María. Tuvisteis por hija a la que es
superior a los ángeles y que ahora es “Reina de los ángeles”. “oh María: dichoso
el vientre que te crío, y los brazos que te llevaron; dichosos tus santos papacitos
que te ayudaron a conservarte totalmente santa y agradable a Dios”. 582
8.2 SANTOS JOSÉ Y MARÍA.
Dijo Jesús:
“cuando seáis revestidos de mi fuerza y recibáis el
Soplo de mi Padre, es decir el Espíritu Paráclito, y
cuando seáis enviados a predicar el evangelio,
predicad también sobre mi querido padre José”
(Del evangelio apócrifo Historia de José el carpintero,
Cap. XXX, 11.3, entre los siglos IV y V en Egipto).
José (heb.‫)יוֹסף‬.
ֵ 583 Esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret, patrón de la
Iglesia universal y, por tanto, padre adoptivo de Jesús. Carpintero, profesión que
enseñó a su Hijo, de extracción humilde, y las genealogías de Mt 1:1-17 y Lc 3:2338, descendiente del Rey David. José era justo que significa dócil al querer divino.
El nombre significa “Que Yahvé acreciente”. María. El nombre significa
“Excelencia”. María de Nazaret es la creyente y la esclava modelo que responde
con todo el corazón al plan de Dios. La humilde esclava María será aclamada por
todos en la nueva era de salvación que Dios inicia mediante su hijo. 584 De san
José no se ha conservado palabra alguna. Lo que nos legó fue su silencio y su
ejemplo de hombre justo, trabajador, esposo, padre y educador. San José nos
ayuda en el retorno al Padre. Su modo de vivir la paternidad puede enriquecer la
581
Glorioso San Joaquín, me pongo bajo vuestra protección. Ayúdame a imitar en todo a vuestra gloriosa hija,
La Santísima Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra. Que, imitándola a ella, llegue yo a conocer, amar
y servir a Dios con todo mi corazón hasta mi último suspiro.
582
SANS L - SALESMAN E. Vida de la Santísima Virgen María. Ed. Lecat. Bogotá – Colombia. 2007. p. 8.
583
"No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta
las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me
ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en
una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a
entender que así como le fue sujeto en la tierra, así en el cielo hace cuanto le pide." Santa Teresa de Ávila.
584
BROWN; FITZMYER; MURPHY. Op. Cit., p. 141-142.
218
identidad de los padres y suscitar en ellos osadía para enfrentar los desafíos de la
sociedad moderna, especialmente en la fase de globalización de la humanidad. 585
La extremada discreción con que José desempeñó el papel confiado por Dios
subraya aún más su fe, que consistió en ponerse siempre a la escucha del Señor,
tratando de comprender su voluntad, para obedecerla con todo el corazón y con
todas sus fuerzas. Por este motivo, el Evangelio lo define como hombre «justo»
(Mateo 1, 19). El justo, de hecho, es una persona que reza, vive de fe, y trata de
hacer el bien en toda circunstancia concreta de la vida. La fe, alimentada por la
oración: este es el tesoro más precioso que nos transmite san José. En su senda
se han puesto generaciones de padres que, con el ejemplo de una vida sencilla y
laboriosa, han impreso en el espíritu de sus hijos el valor inestimable de la fe, sin
el cual, cualquier otro bien corre el riesgo de ser vano. 586
La vida de la Sagrada Familia en Nazaret fue la propia de un comerciante pobre
normal. Según San Mateo 13:55, la gente del pueblo preguntaba "¿No es éste el
hijo del carpintero?"; la pregunta, tal y como viene expresada en el segundo
evangelio (Marcos 6:3) muestra una ligera variación, "¿No es acaso el
carpintero?". Mientras José ganaba el sustento para la Sagrada Familia con su
trabajo diario, María atendía las labores del hogar. 587 San Lucas (2:40) dice
brevemente de Jesús: "El Niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia
de Dios estaba en El". El Sabath semanal y las grandes fiestas anuales
interrumpían la rutina diaria de la vida en Nazaret. 588
La santidad de San José está por encima de todos los Patriarcas y Profetas del
AT, de los Apóstoles, de los Mártires, de los Confesores, de las Vírgenes y aun de
los mismos Ángeles.
- La razón teológica de la santidad de San José, la establece Santo Tomás de
585
BOFF, Leonardo. San José Padre de Jesús en una sociedad sin Padre. Sal Terrae, Santander, 2007 p.
180.
586
San José un Ejemplo para todo Padre. S.S. Juan Pablo II. 17 de marzo de 2002. [en línea]. Disponible en
Internet en: http://www.fluvium.org/textos/lectura/lectura141.htm. Consultado en: Mayo de 2010.
587
Solo a un hombre tan puro y humilde como San JOSÉ pudo encomendar el Señor la llamada de ser
esposo de la Madre de Dios. ¡Qué lazo tan sublime, formado por el Espíritu Santo; el más sagrado después
del que une la humanidad con la divinidad en Cristo, o como el lazo que unía a MARÍA con Jesús! El
matrimonio de San JOSÉ y de MARÍA Santísima está lleno de virtudes, de armonía de dos corazones que
viven para amar primariamente a Dios y a su misión de ser padres del Dios hecho hombre. Abnegación
profunda de estas dos vidas, la una para la otra, compartiendo los dolores y alegrías; las espinas, la pobreza,
el amor, el respeto, santidad, luz, paz... El matrimonio de JOSÉ y MARÍA Santísima, fue real y verdadero, con
una característica excepcional y singular (virginidad), pero así de excepcional y singular era la finalidad
intentada por Dios con este matrimonio santísimo: salvaguardar la virginidad de MARÍA con la virginidad de
San JOSÉ. Veamos lo que nos dice un autor sobre S. JOSÉ: "MARÍA pertenece a JOSÉ y JOSÉ a la
santísima MARÍA; con tanta verdad, que su matrimonio es muy verdadero, puesto que se han entregado el
uno al otro. Más, ¿cómo se entregaron? En Pureza. Se entregan mutuamente su virginidad, y toda la fidelidad
de este matrimonio consiste en guardar la virginidad del otro. La vida de estos esposos es como la de dos
estrellas, mutuamente se iluminan con sus rayos dorados y plateados, pero sin nunca tener contacto.
www.corazones.org
588
Enciclopedia Católica. [en línea]. Disponible en: http://ec.aciprensa.com/v/virgenmaria.htm#1. Consultado
en: Junio de 2010.
219
Aquino cuando dice: "Cuanto alguna cosa recibida se aproxima más a la causa
que la ha producido, tanto más participa de la influencia de esa causa" (S. Th. III ,
q.7, a.1). La causa única de donde procede toda santidad es el mismo Dios. Luego
cuanto más próxima o cercana a Dios esté una criatura, tanto más participará de
su infinita santidad. Nadie como San José, en la historia de la humanidad después de Jesús y de María- se ha acercado tanto a Dios, luego hay que concluir
que su santidad excede a cualquier criatura humana o angélica.
- Lo mismo se puede afirmar en virtud de los siguientes principios ciertos en
teología: a) Dios da a cada uno la gracia según aquello para lo que es elegido; b)
una misión divina excepcional requiere una santidad proporcionada. San José
recibió de Dios la gracia necesaria para ser digno esposo de María y digno padre
de Jesús. Su misión fue única e irrepetible en la historia de la salvación. A tanta
gracia y a tan alta misión correspondió de modo admirable pues la misma
Escritura lo llama hombre justo (Mt. 1, 19), luego debemos concluir que su
santidad excede a todos sin excepción alguna. b) La eximia santidad de San
José 589 y el carácter especial del culto que la Iglesia le rinde, ha movido a los
teólogos a aplicarle a su culto el título de suma dulía, que expresa su inferioridad
frente al culto a María de hiperdulía y, su superioridad respecto al de los santos,
de simple dulía. c) Las virtudes de San José, "Brillan en él, sobre todo, las virtudes
de la vida oculta, en un grado proporcionado al de la gracia santificante: la
virginidad, la humildad, la pobreza, la paciencia, la prudencia, la fidelidad, que no
puede ser quebrantada por ningún peligro; la sencillez, la fe, esclarecida por los
dones del Espíritu Santo; la confianza en Dios y la más perfecta caridad. Guardó
el depósito que se le confiara con una fidelidad proporcionada al valor de este
tesoro inestimable" 590 …No he conocido persona que de veras le sea devota y
haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud; porque
aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan. Paréceme, ha
algunos años, que cada año en su día le pido una cosa y siempre la veo cumplida.
Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío. Si fuera persona
que tuviera autoridad de escribir, de buena gana me alargara en decir muy por
menudo las mercedes que ha hecho este glorioso santo a mí y a otras personas…
Sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no creyere, y verá por
589
A Vos, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de vuestra
Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la
Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño
Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que, con su sangre, adquirió
Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades. Proteged, oh providentísimo
Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de
error y de corrupción; asistidnos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el
poder de las tinieblas; y como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora
defended la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de
nosotros protegednos con perpetuo patrocinio para que a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio,
podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén.
(León XIII). San José Patrono de la vida interior: enséñanos a orar, a sufrir y a callar”.
590
GARRIGOU-LAGRANGE, R., San José, Buenos Aires, 1947, p.301.
220
experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle
devoción”. (Santa Teresa, Libro de su vida, cap 6).
María, esposa de san José. San Bernardo, abad, en relación al Nombre de María
nos decía: “Este nombre, que significa estrella del mar, se adapta muy bien a la
Virgen Madre con toda conveniencia. Se compara María oportunamente a una
estrella; porque así como la estrella lanza el rayo de su luz sin corrupción de sí
misma, así, sin lesión suya, dio a luz la Virgen a su Hijo. Ella, es aquella noble
estrella, cuyos rayos alumbran todo el orbe, cuyo resplandor brilla en las alturas y
cala los abismos; y alumbrando también a la tierra y calentando más bien los
corazones que los cuerpos, fomenta virtudes y consume vicios” 591 Es profetizada
en el Antiguo Testamento. 592 El evangelio de la infancia, (Lc 1s), nos ofrece la
mayor parte de los pormenores de la vida de la virgen. (Lc 1, 26), hace mención
de su casa en Nazaret (cf. Mt 2,23). En el momento de la anunciación (Lc 1,2638); María está desposada con un varón por nombre José (lc 1,27; cf. Mt
1,18.20.24). El ángel Gabriel saluda a María como llena de gracia, y la tranquiliza
y le anuncia, aludiendo a Is 7, 14, el nacimiento de un hijo, por nombre Jesús, que
será llamado Hijo del Altísimo, y, como hijo de David y representante de una
soberanía eterna, reinará sobre la casa de Jacob. A la pregunta de María sobre
cómo podría compaginarse esa promesa con su propósito de no conocer varón, el
ángel le declara 593 que concebirá por intervención inmediata de la virtud o poder
de Dios. 594
Las Escrituras y la tradición están de acuerdo en atribuir a María la más grande
santidad personal; es concebida sin la mancha del pecado original; muestra la
mayor humildad y paciencia en su vida diaria (Lucas 1:38, 48); demuestra una
paciencia heroica en las circunstancias más difíciles (Lucas 2:7,35,48; Juan 19:2527). Cuando se contempla la cuestión del pecado, María constituye siempre una
excepción. (81) La total exclusión de María del pecado es confirmada por el
Concilio de Trento (Sesión VI, Canon 23): "Si alguien dice que el hombre una vez
justificado puede durante su vida entera evitar todo pecado, incluso venial, como
la Iglesia mantiene que hizo la Virgen María por un privilegio especial de Dios, sea
591
Manual de Oración y Formación Católica. Minutos de Amor, n. 98, 2008. p. 47.
La primera profecía referente a María se encuentra en el Libro del Génesis: "Pondré enemistad entre ti y la
mujer, y entre tu linaje y el suyo; ella te aplastará la cabeza y tú estarás al acecho de su talón" (Gn 3, 15). La
segunda profecía referente a María se encuentra en Isaías 7:1-17. Una tercera profecía referente a Nuestra
Señora se encuentra en Miqueas 5:2-3: "Y tú, Belén de Efrata, pequeño para ser contado entre las familias de
Judá, de ti me saldrá quien señoreará en Israel, cuyos orígenes vienen del comienzo, de los días de la
eternidad. Los entregará hasta el tiempo en que la que ha de parir parirá, y el resto de sus hermanos volverá a
los hijos de Israel". Una cuarta profecía referente a María se encuentra en Jeremías 21:22: " El Señor ha
creado algo nuevo sobre la tierra: una mujer ronda al varón". El texto del profeta Jeremías ofrece no pocas
dificultades para el intérprete científico; nosotros seguiremos la versión de la Vulgata latina del original hebreo.
http://ec.aciprensa.com/v/virgenmaria.htm
593
El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra. Lee: Lucas 1,35. Moisés
se descalzó ante la zarza ardiente. ¿Acaso esto es idolatría? No, porque en la zarza se manifiesta Yahveh. Lo
mismo María, ella es la zarza ardiente de la teofanía definitiva: llena del Espíritu Santo, nos presenta al Verbo.
CIC 724. Y por eso nos arrodillamos ante ese sagrario que tiene a Jesús en brazos. Lee: Mateo 2, 11.
594
H. HAAG; A. VAN DEN BORN; S. DE AUSEJO. Op. Cit., p. 1181.
592
221
reo de anatema". Los teólogos afirman que María fue inmaculada, no por la
perfección esencial de su naturaleza, sino por un privilegio divino especial. Más
aún, los Padres, al menos desde el siglo V, mantienen casi unánimemente que la
Bienaventurada Virgen nunca experimentó los impulsos de la concupiscencia. 595
La virginidad es la ley de este matrimonio, y sin embargo, siendo matrimonio,
reclama un fruto. Ahora bien, ese fruto, declara San Agustín, Dios se lo da en la
persona de su propio Hijo encarnado en el seno de María. En los secretos
designios de Dios, la unión de los dos esposos tendía al Mesías; el Mesías se
hace su hijo. Sí, afirma el gran doctor, Jesús puede ser llamado con justo título el
fruto del matrimonio virginal de María y José; Jesús les es dado, no a María
separadamente, sino a ella y a su esposo, les es dado para ser su bien común. 596
María y la Iglesia son, el fondo algo idéntico en una misma comunión con Cristo,
desde la que se destacan los rasgos peculiares de María y de la Iglesia, y, sin
embargo la vida de María y la vida de la Iglesia consisten en una comunión
teologal esencial que no tendrá fin. Sólo sobre esta base se pueden ver
claramente las diferencias. María supera a la Iglesia por su santidad perfecta y su
maternidad divina, a no ser que se quiera decir también aquí que la Iglesia de los
pecadores alcanza en María la maternidad divina y una santidad inmaculada
perfecta. En resumen, si contemplamos la Iglesia de los redimidos en su comunión
con Cristo, María es su prototipo y su modelo. 597
Jamás matrimonio fue tan maravillosamente fecundo como este matrimonio
virginal. El Espíritu Santo, realizo el milagro de que la virginidad de MARÍA 598,
amparada y salvaguardada por la virginidad de JOSÉ 599, trajera al Salvador, al
595
María durante la Vida Oculta de Nuestro Señor. La Virginidad Perpetua de María. [en línea]. Disponible en
Internet en: http://marioo.blogcindario.com/2010/08/01098-maravillas-del-rosario.html. Consultado en: Julio de
2010.
596
ABADIA SAN JOSE DE CLAIRVAL. Saint Joseph,époux de Marie. Ed. Traditions Monastiques. Francia.
2004. p. 50.
597
FEINER J-LÖHRER, M. Mysterium Salutis. Ed. Cristiandad. Madrid. 1975. p. 319-320.
598
“… Para honor de la santa e indivisa Trinidad, para gloria y ornamento de la Virgen Madre de Dios, para
exaltación de la fe católica y acrecentamiento de la religión cristiana, con la autoridad de nuestro Señor
Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra declaramos, proclamamos y
definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha
de la culpa original en el primer instante de su concepción y por singular gracia y privilegio de Dios
omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y
debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno, lo que Dios no
permita pretendiere en su corazón sentir de modo distinto a como por Nos ha sido definido, sepa y tenga por
cierto que está condenado por su propio juicio, que ha sufrido naufragio en la fe y se ha apartado de la unidad
de la Iglesia, y que además, por el mismo hecho, se somete a sí mismo a las penas establecidas por el
derecho, si, lo que en su corazón siente, se atreviere a manifestarlo de palabra o por escrito o de cualquiera
otro modo externo”. Denzinger E. El Magisterio de la Iglesia. Ed. Herder. Barcelona 1963. n. 1641.
599
Hablo el santo José a su esposa María, y le dijo: Esposa y Señora mía, yo doy gracias al Altísimo Dios por
la merced de haberme señalado sin meritos por vuestro esposo, cuando me juzgaba indigno de nuestra
compañía; para su Majestad, que puede cuando quiere levantar al pobre, hizo esta misericordia conmigo, y
deseo me ayudéis, como lo espero de vuestra discreción y virtud, a dar el retorno que le debo, sirviéndole con
rectitud de corazón; para esto me tendréis por vuestro siervo, y, con el verdadero afecto que os estimo, os
pido queráis suplir lo mucho que me falta de hacienda y otras partes que para ser esposo vuestro convenían;
decidme, Señora, cuál es vuestra voluntad, para que yo la cumpla. Señor y esposo mío, justo es que demos
222
Hijo de Dios, al deseado de las naciones, al Redentor de la humanidad, que se
dignó someterse no solamente a MARÍA, su verdadera madre física, sino también
a JOSÉ, a quien respetaba y honraba con el dulcísimo nombre de padre. 600
8.3 SAN ISIDRO Y SANTA MARÍA DE LA CABEZA.
San Isidro, cuyo nombre era Isidro de Merlo y Quintana, nacido en Madrid en el
año 1080. En la existencia de San Isidro, e invocado como patrono de los
campesinos, hay todo un programa de vida humilde, de trabajo honrado, de
piedad sencilla como medio para llegar a la Santidad. Hijo de humildes labriegos,
ayudaba a su padre en el cultivo de las tierras cavando, arando o conduciendo la
carreta. Cuando mueren sus progenitores, siendo él muy joven, entra al servicio
del caballero, D. Iván de Vargas, dedicándose al cultivo de sus campos.
Isidro es un hombre de vida sencilla, dividida pacíficamente en sus tres grandes
horizontes: El hogar, el trabajo y la oración. Isidro se levantaba muy de madrugada
y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a Misa.
Cuando Isidro siembra el trigo, nunca se olvida de lanzar algunos puñados de
simiente fuera del surco para que sirvan de alimento a los pájaros y a las
hormigas, que también son de Dios, como él decía: “Para todos da su Divina
Majestad”. Otro rasgo de su generosidad: cuando va al molino da a los pobres que
se cruzan por el camino casi todo el trigo que lleva en el costal, pero la tierra,
siempre generosa por bendición del Señor, le devuelve con creces lo repartido. Lo
alabanza y gloria con toda reverencia a nuestro Dios y Creador… Me consagré a Dios con perpetuo voto de
ser casta en alma y cuerpo; suya soy y le reconozco por Esposo y Dueño, con voluntad inmutable de
guardarle la fe de la castidad. Para cumplir esto, quiero, señor mío, que me ayudéis, que en lo demás yo seré
vuestra fiel sierva para cuidar de vuestra vida, cuanto durare la mía. Admitid, esposo mío. Esta santa
determinación y confirmadla con la vuestra, para que ofreciéndonos en sacrificio aceptable a nuestro Dios
eterno, nos reciba en olor de suavidad, y alcancemos los bienes eternos que esperamos. El castísimo esposo
José, lleno de interior júbilo con las razones de su divina esposa, le respondió: Señora mía, declarándome
vuestros pensamientos castos y propósitos, habéis penetrado y desplegado mi corazón, que no os manifesté
antes de saber el vuestro. Yo también me reconozco más obligado entre los hombres al Señor de todo lo
criado, porque muy temprano me llamo con su verdadera luz para que le amase con rectitud de corazón; y
quiero, Señora, que entendáis cómo de doce años hice también promesa de servir al Altísimo en castidad
perpetua; y ahora vuelvo a ratificar el mismo voto, para no impedir el vuestro, antes en la presencia de Su
Alteza os prometo de ayudaros, cuanto en mí fuere, para que en toda pureza le sirváis y améis según vuestro
deseo. Yo seré con la divina gracia vuestro fidelísimo siervo y compañero; yo os suplico recibáis mi casto
afecto y me tengáis por vuestro hermano, sin admitir jamás otro peregrino amor, fuera del que debéis a Dios y
después a mí –En esta plática confirmó el Altísimo de nuevo en el corazón de san José la virtud de la castidad
y el amor santo y puro que había de tener a su esposa santísima María, y así le tuvo el santo en grado
eminentísimo; y la misma Señora con su prudentísima conversación se le aumentaba dulcemente, llevándole
el corazón. ( Mística Ciudad de Dios Vida de la Virgen María. Tomo II p. 317-318).
600
Oh, Dios, que en la Sagrada Familia nos dejaste un modelo perfecto de vida familiar vivida en la fe y la
obediencia a tu voluntad. Ayúdanos a ser ejemplo de fe y amor a tus mandamientos. Socórrenos en nuestra
misión de transmitir la fe a nuestros hijos. Abre su corazón para que crezca en ellos la semilla de la fe que
recibieron en el bautismo. Fortalece la fe de nuestros jóvenes, para que crezcan en el conocimiento de Jesús.
Aumenta el amor y la fidelidad en todos los matrimonios, especialmente aquellos que pasan por momentos de
sufrimiento o dificultad. Unidos a José y María, Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
Por Benedicto XVI en el V Encuentro Mundial de las Familias.
223
que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo,
otra para los pobres y otra para su familia (él, su esposa y su hijo ILLAN, que
también acabará en los altares). Un día lo invitaron a un gran almuerzo. Él se llevo
a varios mendigos a que almorzaran también. El anfitrión le dijo disgustado que
solamente le podía dar almuerzo a él y no a los otros. Isidro repartió su almuerzo
entre los mendigos y alcanzo para todos, incluso sobró.
Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo orando, asistiendo a
misa y escuchando la Palabra de Dios; otro buen rato visitando pobres y
enfermos; y, por la tarde, saliendo a pasear por los campos con su esposa y su
hijo.
Durante sus servicios al caballero D. Iván de Vargas, sus heredades se
convierten en las más labradas, sus yuntas en las más robustas y lucidas, y sus
sementeras en las más abundantes y regadas por la lluvia. “Conservado su cuerpo
en Madrid y objeto de culto desde y santa muerte, el rey Felipe II insistió ante la
Santa Sede en su canonización como forma de mostrar su gratitud al santo, al que
decía deber su recuperación de una grave enfermedad” 601 Son varios los milagros
que se atribuyen al santo, encontrándose entre los más famosos el del pozo (en el
que, gracias a su oración, las aguas de un pozo subieron para poder rescatar a su
hijo, que posteriormente será conocido como San Illán, que había caído en él), y
de los Ángeles, popularmente narrado como que los ángeles araban el campo
mientras que San Isidro rezaba (aunque según las actas de la canonización, Iván
de Vargas vio cómo dos ángeles ayudaban a S. Isidro a arar más rápido tras
haberse detenido éste anteriormente a rezar en todas las parroquias por las que
pasaba). Fue canonizado el 12 de marzo de 1622 por Gregorio XV, con San
Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Felipe Neri y Santa Teresa de Jesús.
(Patrón de Madrid).
“Su esposa era Santa María de la Cabeza, llamada María Toríbia, fue la esposa
de San Isidro Labrador. Nació en Uceda, Guadalajara, y vivió en Torrelaguna, en
la provincia de Madrid, cerca de la provincia de Guadalajara con la que formó un
hogar lleno de virtudes, sobresaliendo por el espíritu de piedad, humildad,
laboriosidad, pobreza asumida con espíritu evangélico. De ella puede afirmarse
que compartió la vida de santidad de su esposo al punto de merecer que el pueblo
la tuviera por santa y que este culto, persevero en Uceda, Torrelaguna, Caraquiz,
lo suficiente como para que la Sagrada congregación de Ritos procediera a su
confirmación. Su verdadero nombre parece haber sido el de Toribia,
convirtiéndose en María por la ermita en que estuvo enterrada hasta su traslado
601
RESTREPO. José Luís. Mil Años de Santidad Seglar. Santos y Beatos del Segundo milenio. España 2002.
p. 20-21.
224
en 1615 a Torrelaguna, y el apelativo de la cabeza parece proceder del culto dado
por separado a su cabeza como reliquia sagrada” 602. Murió entre 1175 y 1180.
8.4 LUQUESIO Y BUONADONA DE POGGIBONSI.
Los santos del cielo, las almas de la tierra,
Vienen a fundirse en un mismo amor;
Tanto en la claridad como en el gran misterio
Un mismo Dios los sacia siempre. I. de la Trinidad.
De la Tercera Orden (1181-1260) Inocencio XII en 1694 concedió oficio y misa en
su honor Luquesio nació en Gagiano. Siempre había deseado seguir la carrera de
las armas y era del partido de los Güelfos. Se trasladó a Poggibonsi (Siena) donde
comenzó a ejercer el comercio. Casado, sabia bien que una mujer es muy buena
si no malgasta la hacienda. Pero poco a poco, de avaro que rea, comenzó a ser
generoso y fue acercándose paulatinamente a las prácticas piadosas, al igual
que su mujer. Ambos esposos eran bien diferentes de lo que habían sido de
jóvenes. En aquel tiempo pasó por la región San Francisco, a quien Luquesio
conocía ya como hijo de su colega Pedro de Bernardote, pero luego aprendió a
conocerlo también como santo y lo hospedó gustoso en su casa. Y fueron a
pedirle a San Francisco una regla como ya se les había dado a los Hermanos y a
las Hermanas. Debía ser una norma de vida cuya observancia sirviera para imitar
a aquellos que se habían consagrado a Dios.
Con tal fin Francisco venía pensando ya de tiempo atrás en una institución que
agrupase bajo una regla de vida también a los laicos casados y trabajadores,
que por lo mismo no podían observar completamente los tres votos de castidad,
pobreza y obediencia. Lo que en última instancia lo llevó a concretar esta idea
fue La petición de los dos esposos de Poggibonsi. Señaló a Luquesio y a su
mujer un vestido semejante al de los Hermanos. Más tarde les envió la regla de la
llamada “Tercera Orden Franciscana”, definida como “Médula del
santo
Evangelio”.
Los Terciarios Franciscanos se difundieron rápidamente y de manera
sorprendente, puede decirse que en los siglos sucesivos muchos en Europa
fueron terciarios franciscanos. En Italia, entre las glorias de la Tercera Orden se
cuentan Giotto de Bondone, Dante Alighieri y Cristóbal Colón. La tradición según
la cual los esposos de
Poggiobonsi fueron los dos primeros terciarios
franciscanos no es segura. Pero ellos fueron los primeros en alcanzar la gloria
del altar porque en Poggiobonsi el culto a los beatos Luquesio y Buonadona
comenzó inmediatamente después de su muerte. 603 Muchos episodios,
prodigiosos o edificantes se narran acerca del respeto de su vida, que
602
Ibíd.
Catholic.net. Santoral. Luquesio y Buonadonna de Poggibonsi, Beatos. [en línea]. Disponible en Internet
en: http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=8973. Consultado en: Junio de 2010.
603
225
ciertamente se desarrolló santamente, en busca de una perfección siempre
creciente, siguiendo cada vez más estrictamente la regla dada por San Francisco
para la Tercera Orden. Luquesio y Buonadona fueron los primeros en practicarla,
como medio de honestidad, de paz y de amor en la tierra, y de eterna
bienaventuranza en el cielo.
8.5 ANA MARÍA TAIGI Y DOMINGO TAIGI.
Que de tal manera brille vuestro buen ejemplo que los demás
al ver vuestras buenas obras glorifiquen a Dios (Jesucristo).
Patrona de las madres de familia. Esposa, madre, viuda, terciaria de la orden
Trinitaria. Mística con muchas visiones del futuro. Nació en Siena. Su cuerpo
incorrupto se encuentra en Roma donde aun se puede ver dentro de un ataúd de
vidrio en la Iglesia de S. Juan Crisógono. Fue beatificada en 1920. Es de especial
reconocimiento una Oración dictada por la Virgen en un éxtasis 604
Durante el siglo XIX una de las mujeres más populares y de mayor fama de
santidad en Roma, fue Ana María Taigi (1769-1837), una sirvienta, esposa de un
obrero, quien fue honrada con la particular estimación de tres sucesivos Pontífices
y cuya pobre casa fue el centro de reunión para muchos de los altos personajes
de la Iglesia y el Estado que buscaban su intercesión, su consejo y su opinión, en
las cosas de Dios. Nació en 1729 en Siena (Italia). Vivía en una mísera casucha
de Roma. Casi no sabía leer ni escribir. Sus padres, frustrados por su extrema
pobreza, no la trataban bien, pero ella callaba y ofrecía todo por amor a Dios.
Tenía siempre la sonrisa en los labios, tratando de alegrar un poco la amargada
vida de su hogar. Su mayor consuelo y alegría los encontraba en la oración. Al
convertirse en mujer, experimentó una fuerte inclinación por los vestidos
ostentosos y el deseo de ser admirada, pues era una joven muy hermosa. Para
ayudar al mantenimiento de la familia aprendió a hacer trabajos de costura,
pasando luego a trabajar de sirvienta en una casa. Cuando Ana tenía 20 años y
era una joven muy hermosa, empezó a encontrarse cada semana con un obrero
de 28 años llamado Domingo Taigi, un criado de la noble familia de los Chigi, que
venía a traer mercado a la familia donde ella trabajaba. Se enamoraron y se
casaron. El era tosco, malgeniado, y duro de carácter, pero buen trabajador, y ella
lo irá transformando poco a poco en un buen cristiano, y viviendo felizmente
durante cuarenta y ocho años. En su matrimonio tuvieron siete hijos.
604
Postrada a vuestros pies, gran Reina del cielo, yo os venero con el más profundo respeto y confieso que
sois Hija de Dios Padre, Madre del Verbo Divino, Esposa del Espíritu Santo. Sois la tesorera y la distribuidora
de las divinas misericordias. Por eso os llamamos Madre de la divina Piedad. Yo me encuentro en la aflicción
y la angustia. Dignaos mostrarme que me amáis de verdad. Os pido igualmente que roguéis con fervor a la
Santísima Trinidad para que nos conceda la gracia de vencer siempre al demonio, al mundo y las malas
pasiones; gracia eficaz que santifica a los justos, convierte a los pecadores, destruye las herejías, ilumina a
los infieles y conduce los judíos a la verdadera fe. Obtenednos que el mundo entero forme un solo pueblo y
una sola Iglesia. www.corazones.org/santos
226
Aun después de casada seguían atrayéndola las cosas del mundo, pero poco a
poco la gracia se iba adueñando de su corazón, y sintió remordimientos de
conciencia que la impulsaron a hacer una confesión general.
Un día que la pareja visitaba la Basílica de San Pedro, ella pasó al lado de un
sacerdote llamado Ángel, el cual oyó repentinamente una voz que le decía: “Fíjate
en esa mujer: Dios te la va a confiar para que la dirijas espiritualmente. Trabaja
por su conversión, porque está destinada a hacer mucho bien”. El padre grabó
bien la imagen de Ana, pero ella se alejó sin saber lo que había sucedido. Ana
María empezó a sentir un deseo inmenso de encontrar algún buen sacerdote que
la dirigiera espiritualmente. Estuvo en varios templos, pero ningún sacerdote
quería comprometerse a darle dirección espiritual. Además, era una simple
sirvienta analfabeta y llena de hijos. Pocas esperanzas podían dar una mujer de
tal clase.
Pero un día, al llegar a un templo, vio a un Padre confesando y se fue a su
confesionario. Era el padre Ángel, el cual, al verla llegar, le dijo: “Por fin ha venido,
buena mujer. La estaba aguardando. Dios la quiere guiar hacia la santidad. No
desatienda esta llamada de Dios”. Y le contó las palabras que había escuchado el
día que la vio por primera vez en la Basílica de San Pedro. Desde aquel día
renunció a todas las vanidades del mundo. Entonces empieza para Ana María una
nueva vida espiritual, que la llevaría a la santidad.
Con la ayuda de buenos directores espirituales, hizo un rápido progreso en la vía
de perfección. Todo el dinero que podía reservar lo dedicaba a los pobres y
miserables, y no siendo rica era en cambio muy caritativa.
Domingo Taigi dejó escrito: "Cuando llegaba a mi casa la encontraba llena de
gente desconocida que venía a consultar a mi mujer. Pero ella tan pronto me veía,
dejaba a cualquiera, aunque fuera un monseñor o una gran señora y se iba a
atenderme, y a servirme la comida, y a ayudarme con ese inmenso cariño de
esposa que siempre tuvo para conmigo. Para mí y para mis hijos, Ana María era la
felicidad de la familia. Ella mantenía la paz en el hogar, a pesar de que éramos
bastantes y de muy diversos temperamentos. La nuera era muy mandona y
autoritaria y la hacía sufrir bastante, pero jamás Ana María demostraba ira o mal
genio. Hacía las observaciones y correcciones que tenía que hacer, pero con la
más exquisita amabilidad. A veces yo llegaba a casa cansado y de mal humor y
estallaba en arrebatos de ira, pero ella sabía tratarme de tal manera bien que yo
tenía que calmarme al muy poco rato. Cada mañana nos reunía a todos en casa
para una pequeña oración, y cada noche nos volvía reunir para la lectura de un
libro espiritual. A los niños los llevaba siempre a la Santa Misa los domingos y se
esmeraba mucho en que recibieran la mejor educación posible”. 605
605
BENITEZ , L.; PEÑA, O. Op. Cit., p. 188-189.
227
8.6 BELTRAME QUATTROCHI LUIGI (1880-1951) Y MARÍA CORSINI (18841965).
Primer Matrimonio Beatificados Juntos.
«El camino de santidad recorrido juntos, como matrimonio, es posible, hermoso y
extraordinariamente fecundo, y es fundamental para el bien de la familia, de la
Iglesia y de la sociedad». Juan Pablo II.
Beatificados por Su Santidad Juan Pablo II. El 21 de octubre de 2001. En una
Jornada Mundial de las Misiones.
María Corsini nació en Florencia el 24 de junio en 1881, (profesora); Luigi
Beltrame nació en Catania el 12 de enero de 1880 (Un abogado del Estado).
Ambos crecieron en familias católicas y desde pequeños practicaron
fervientemente su fe, asistiendo todos los domingos a la Santa Misa y participando
de los sacramentos. Criaron también a sus hijos en los principios y valores de la fe
católica. Se conocieron en Roma cuando eran adolescentes y se casaron en la
basílica Santa María la Mayor el 25 de noviembre de 1905. En 1913, pasaron una
dura prueba, el embarazo de María tuvo serias complicaciones y los médicos
pronosticaban que ni la madre ni el niño sobrevivirían al parto. Los doctores
manifestaron que un aborto podría salvar la vida de la madre. Ella, consultando
con su esposo, decidió confiar en la protección divina de Dios. Después de un
difícil embarazo, madre e hijo sobrevivieron milagrosamente. La prueba fortaleció
aun más la fe de la familia. María dio a luz a tres niños más; los dos varones
fueron sacerdotes: Filipo, quien es ahora Monseñor. Tarsicio de la diócesis de
Roma y Cesare, ahora el Padre Paolino, monje trapense. 606
En la Homilía el Santo Padre Juan Pablo II, el Domingo 21 de octubre de 2001
afirmo: “No podía haber ocasión más feliz y más significativa que esta para
celebrar el vigésimo aniversario de la exhortación apostólica "Familiaris consortio".
Este documento, que sigue siendo de gran actualidad, además de ilustrar el valor
del matrimonio y las tareas de la familia, impulsa a un compromiso particular en el
camino de santidad al que los esposos están llamados en virtud de la gracia
sacramental, que "no se agota en la celebración del sacramento del matrimonio,
sino que acompaña a los cónyuges a lo largo de toda su existencia" (Familiaris
consortio, 56). La belleza de este camino resplandece en el testimonio de los
beatos Luis y María, expresión ejemplar del pueblo italiano, que tanto debe al
matrimonio y a la familia fundada en él.
Estos esposos vivieron, a la luz del Evangelio y con gran intensidad humana, el
amor conyugal y el servicio a la vida. Cumplieron con plena responsabilidad la
606
PEÑA, Angel. O. A. R. Catholic.net. Familias Numerosas. [en línea]. Disponible en internet en:
http://www.es.catholic.net/escritoresactuales/792/937/articulo.php?id=38699 Consultado en: Julio de 2010.
228
tarea de colaborar con Dios en la procreación, entregándose generosamente a sus
hijos para educarlos, guiarlos y orientarlos al descubrimiento de su designio de
amor. En este terreno espiritual tan fértil surgieron vocaciones al sacerdocio y a la
vida consagrada, que demuestran cómo el matrimonio y la virginidad, a partir de
sus raíces comunes en el amor esponsal del Señor, están íntimamente unidos y
se iluminan recíprocamente. Los beatos esposos, inspirándose en la palabra de
Dios y en el testimonio de los santos, vivieron una vida ordinaria de modo
extraordinario. En medio de las alegrías y las preocupaciones de una familia
normal, supieron llevar una existencia extraordinariamente rica en espiritualidad.
En el centro, la Eucaristía diaria, a la que se añadían la devoción filial a la Virgen
María, invocada con el rosario que rezaban todos los días por la tarde, y la
referencia a sabios consejeros espirituales. Así supieron acompañar a sus hijos en
el discernimiento vocacional, entrenándolos para valorarlo todo "de tejas para
arriba", como simpáticamente solían decir. La riqueza de fe y amor de los esposos
Luis y María Beltrame Quattrocchi es una demostración viva de lo que el concilio
Vaticano II afirmó acerca de la llamada de todos los fieles a la santidad,
especificando que los cónyuges persiguen este objetivo "propriam viam
sequentes", "siguiendo su propio camino" (Lumen gentium, 41). Esta precisa
indicación del Concilio se realiza plenamente hoy con la primera beatificación de
una pareja de esposos: practicaron la fidelidad al Evangelio y el heroísmo de las
virtudes a partir de su vivencia como esposos y padres.
En su vida, como en la de tantos otros matrimonios que cumplen cada día sus
obligaciones de padres, se puede contemplar la manifestación sacramental del
amor de Cristo a la Iglesia. En efecto, los esposos, "cumpliendo en virtud de este
sacramento especial su deber matrimonial y familiar, imbuidos del espíritu de
Cristo, con el que toda su vida está impregnada por la fe, la esperanza y la
caridad, se acercan cada vez más a su propia perfección y a su santificación
mutua y, por tanto, a la glorificación de Dios en común" (Gaudium et spes, 48). 607
8.7 LUIS-JOSE-LUIS ESTANISLAO MARTIN Y CELIA MARÍA GUERIN.
“Brillad como estrellas en el mundo, manteniendo en alto la
palabra de vida” (Flp 2,15d-16a).
Benedicto XVI, los declaró beatos de la Iglesia el 19 de octubre de 2008.
Luis Martín nació en Burdeos el 22 de agosto de 1823, segundo hijo de una familia
de cinco hermanos. Su padre, militar de carrera, se encuentra por esa época en
España; los primeros años de infancia de los hermanos Martín transcurren a
merced de las guarniciones de su padre: Burdeos, Aviñón y Estrasburgo (Francia).
Llegada su jubilación, en diciembre de 1830, el capitán Martín se establece en
Alençon, en Normandía. Durante su actividad de militar había destacado por su
607
Gaudium
et
Spes.
[en
línea].
Disponible
en
internet
en:
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-etspes_po.html www.vatican.va/holy -father/john Paul-ii/homilies 2001. Consultado en: Julio de 2010.
229
piedad ejemplar. En una ocasión, al decirle el capellán de su regimiento que, entre
la tropa, se extrañaban de que, durante la Misa, permaneciera tanto tiempo de
rodillas después de la consagración, él respondió sin pestañear: « ¡Dígales que es
porque creo!».
Tanto en el seno de su familia como con los Hermanos de las Escuelas Cristianas,
Luis recibe una fuerte educación religiosa. Al contrario de la tradición familiar, no
escoge el oficio de las armas, sino el de relojero, que casa mejor con su
temperamento meditabundo y silencioso, y con su gran habilidad manual. En el
umbral del otoño de 1845, Luis toma la decisión de entregarse por completo a
Dios, por lo que se encamina al Hospicio de San Bernardo el Grande, en el
corazón de los Alpes, donde los canónigos consagran su vida a la oración y a
rescatar a los viajeros perdidos en la montaña. Se presenta ante el prior, quien le
insta a que regrese a su casa a fin de completar sus estudios de latín antes de un
eventual ingreso en el noviciado. Tras una infructuosa tentativa de incorporación
tardía al estudio, Luis, muy a pesar suyo, renuncia a su proyecto. Para
perfeccionar su instrucción, se marcha a París, regresando e instalándose a
continuación en Alençon, donde vive con sus padres. Lleva una vida tan ordenada
que sus amigos dicen: «Luis es un santo». Tantas son sus ocupaciones que Luis
ni siquiera piensa en el matrimonio. A su madre le preocupa, pero en la escuela de
encajes, donde ella asiste a clase, se fija en una joven, hábil y de buenos
modales. ¿Y si fuera la «perla» que ella desea para su hijo? Aquella joven es Celia
Guérin, nacida en Gandelain, en el departamento de Orne (Normandía), el 23 de
diciembre de 1831, la segunda de tres hermanos. Tanto el padre como la madre
son de familia profundamente cristiana.
En septiembre de 1844 se instalan en Alençon, donde las dos hermanas mayores
reciben una esmerada educación en el internado de las Religiosas del Sagrado
Corazón de Picpus. Celia piensa en la vida religiosa, al igual que su hermana
mayor, que llegará a ser sor María Dositea en la Visitación de Le Mans. Pero la
superiora de las Hijas de la Caridad, a quien Celia solicita su ingreso, le responde
sin titubear que no es ésa la voluntad de Dios. La joven se inclina ante tan
categórica afirmación, aunque no sin tristeza. Pero un hermoso optimismo
sobrenatural la hace exclamar: «Dios mío, accederé al estado de matrimonio para
cumplir con tu santa voluntad. Te ruego, pues, que me concedas muchos hijos y
que se consagren a ti». Celia entra entonces en una escuela de encajes con
objeto de perfeccionarse en la confección del punto de Alençon,
técnica de encaje especialmente célebre. El 8 de diciembre de 1851, festividad de
la Inmaculada Concepción, tiene una inspiración: «Debes fabricar punto de
Alençon».
Un día, al cruzarse con un joven de noble fisonomía, de semblante reservado y de
dignos modales, se siente fuertemente impresionada, y una voz interior le dice:
«Este es quien he elegido para ti». Pronto se entera de su identidad; se trata de
Luis Martín. En poco tiempo los dos jóvenes llegan a apreciarse y a amarse, y el
230
entendimiento es tan rápido que contraen matrimonio el 13 de julio de 1858 en la
iglesia de Nuestra Señora de Alençon, tres meses después de su primer
encuentro. Luis y su esposa se proponen vivir como hermano y hermana,
siguiendo el ejemplo de San José y de la Virgen María. Diez meses de vida en
común en total continencia hacen que sus almas se fundan en una intensa
comunión espiritual, pero una prudente intervención de su confesor y el deseo de
proporcionar hijos al Señor les mueven a interrumpir aquella santa experiencia.
Celia escribirá más tarde a su hija Paulina: «Sentía el deseo de tener muchos hijos
y educarlos para el Cielo». En menos de trece años tendrán nueve hijos, y su
amor será hermoso y fecundo. 608
Su santidad personal se revela sobre todo en la ofrenda de todas sus hijas, y
después de sí mismo. Celia ya preveía la vocación de las dos mayores, pues
Paulina ingresaba en el Carmelo de Lisieux en octubre de 1882, y María en
octubre de 1886. Al mismo tiempo, Leonina, ingresa en la Visitación, en 1899.
Teresa 609, la «pequeña reina», conseguirá vencer todos los obstáculos hasta
ingresar en el Carmelo a los 15 años, en abril de 1888. Dos meses después, el 15
de junio, Celina revela a su padre que también ella siente la llamada de la vida
religiosa. Ante aquel nuevo sacrificio, la reacción de Luis Martín es espléndida:
«Ven, vayamos juntos ante el Santísimo a darle gracias al Señor por concederme
el honor de llevarse a todas mis hijas». A imitación del señor Martín, los padres
deben acoger las vocaciones como un don de Dios, escribe el Papa Juan Pablo II:
«Vosotros, padres, dad gracias al Señor si ha llamado a la vida consagrada a
alguno de vuestros hijos. ¡Debe ser considerado un gran honor – como lo ha sido
siempre– que el Señor se fije en una familia y elija a alguno de sus miembros para
608
Catholic.net – Celia Gerin, Beata.
609 A Teresita debemos, sin duda alguna, los juicios más despiertos acerca de lo que para ella y en su vida
de familia fueron sus padres. “Mi niñez se acabó muy pronto. Mis soleados años pasaron vertiginosamente.
Lo que recuerdo más de ellos fue la muerte de mamá. Recuerdo todos los detalles de su enfermedad
cancerosa. Las últimas semanas que pasó con nosotras cinco en la tierra fueron imborrables. Celina y yo
parecíamos dos pobres desterradas. Salíamos de casa a primera hora. Vivíamos en casa de la señora de
Lenche. Papá, cuando mamá ya había muerto, me llevó a donde estaba su hermoso cuerpo y me dijo:”Da un
último beso a mamá”. Y yo acerqué a ella mis labios y la besé. Cuando le administraron a mamá la unción, yo
estaba junto a Celina. Papá la miraba amorosamente. Qué fuerza la suya en aquellos momentos. Alguien me
preguntó alguna vez si había sido lenta y dolorosa la muerte de mamá. No lo sé. Lo único que recuerdo es
que yo me cobijé en un rincón y que, desde él, en silencio, miraba todo y me quedaba con todo. Fueron horas
en que aprendí –tan niña- muchas cosas sobre la vida y sobre la muerte. -Tu padre fue tu delirio. -Lo amé
entrañablemente. Mi vida giró en torno a su cariño. Paseaba con él. Iba al río con él. Me enseñaba a pescar.
El pescaba con mucha paciencia. Yo no daba nunca con un pez prisionero. Con papá iba a escuchar la
música de la banda militar. Y con él iba a misa frecuentemente. Me tomaba de la mano durante la ceremonia.
Yo le miraba. Nunca vi a nadie rezar tan profundamente como rezaba él. Cuando escuchaba el sermón del
párroco era evidente que le prestaba la atención que se debe prestar a la palabra de Dios. Y cuando sonaba
el nombre de Santa Teresa, me decía por lo bajo:”Fíjate, mi reina: están hablando de tu santa patrona”. Un día
me llevó también al locutorio del Carmelo. Y me enseñó las rejas de la clausura.
http://www.cipecar.org.Escuela de Oración
231
invitarlo a seguir el camino de los consejos evangélicos! Cultivad el deseo de
ofrecer al Señor a alguno de vuestros hijos para el crecimiento del amor de Dios
en el mundo. ¿Qué fruto de vuestro amor conyugal podríais tener más bello que
éste?» (Vita consecrata, 25 de marzo de 1996, nº 107).
El amor conyugal de Luis y Celia Martín es un puro reflejo del amor de Cristo por
su Iglesia; es también un puro reflejo del amor con el que la Iglesia ama a su
esposo, Cristo. El Padre” nos ha escogido antes de la creación del mundo, para
que seamos santos e irreprochables ante Él, en el amor” (Ef 1,4). Luis y Celia
dieron testimonio hasta el heroísmo de la radicalidad del compromiso evangélico
de la vocación al matrimonio. No dudaron en hacerse violencia para irradiar el
reino de los cielos y así se han convertido en luz del mundo, que hoy la Iglesia
pone sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa
(Iglesia). Brillan delante de los hombres para que estos vean sus buenas obras y
glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos. Su ejemplo de vida cristiana es
como una ciudad situada en lo alto de una montaña que no puede ocultarse (cf. Mt
5,13-16).
Luis y Celia son un don para los esposos de todas las edades por la estima, el
respeto y la armonía con la que se amaron durante 19 años. Celia escribía a Luis :
“No puedo vivir sin ti, querido Luis”. Y el le respondía : “Soy tu marido y amigo que
te ama para toda la vida .Vivieron las promesas de su matrimonio : la fidelidad y la
indisolubilidad de su unión, la fecundidad de su amor, tanto en la alegría como en
las pruebas, en la salud como en la enfermedad.
Luis y Celia son un don para los padres. Ministros del amor y de la vida,
engendraron numerosos hijos para el Señor. Entre estos hijos admiramos
particularmente a Teresita, obra maestra de la gracia de Dios pero también obra
maestra de su amor a la vida y a los hijos.
Luis y Celia son un don para todos los que han perdido un cónyuge. La viudedad
es siempre una condición difícil de aceptar. Luis vivió la pérdida de su mujer con fe
y generosidad, prefiriendo el bien de sus hijas frente a sus gustos e inclinaciones
personales.
Luis y Celia son un don para los que afrontan la enfermedad y la muerte. Celia
murió de cáncer. Luis terminó su existencia probado con una arteriosclerosis
cerebral. En este mundo nuestro que busca ocultar la muerte, nos enseñan a
mirarla de frente, a abandonarnos en las manos de Dios. (Homilía de la misa de
Beatificación de los esposos Luis y Celia Martín, por el Cardenal José Saraiva
Martins). Desde la iniciación de los esponsales, el amor tiene vivencias cuasi
religiosas, que la gracia del Sacramento del matrimonio dignifica hasta lo sumo. Es
la familia un santuario donde Dios reina, una escuela donde las almas se
perfeccionan, una ciudadela donde la raza se encastilla y, en caso de necesidad,
232
se atrinchera con sus reservas de virtud. Seguramente que se dan en ella
contrariedades penosas: este ascetismo es su grandeza. 610
En la unidad y fidelidad del matrimonio nos han ofrecido el testimonio de una vida
ejemplar cristiana, cumpliendo sus deberes cotidianos según el espíritu del
Evangelio, adhiriéndose con confianza a la voluntad de Dios. Fallecidos
respectivamente el 28 de agosto de 1877 y el 29 de julio de 1894.
610
PIAT. E. Historia de una Familia una Escuela de Santidad. Ed. Monte Carmelo. España.2003. p. 412.
233
9. CONCLUSIONES GENERALES
“Al Principio… los creó hombre y mujer” Mt 19, 4.
Los llamó a la santidad: obligación de todos los fieles. c. 210.
“Un gran deseo de ser santo,
es el primer peldaño para llegar a serlo;
y al deseo se ha de unir una firme resolución”.
San Alfonso María de Ligorio
El tratado matrimonio camino de santidad presentado desde una perspectiva
histórica, teológica, jurídica, litúrgica, pastoral hace más evidente la grandeza y
santidad del matrimonio, fundamento de la familia: Dios es creador de la primera
pareja conyugal. “Por eso dejara el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su
mujer y serán una sola carne” (Gn 2, 24), de ahí, Jesucristo deduce como
conclusión definitiva e inapelable: “jamás separe el hombre lo que Dios ha unido”
(Mt 19, 6). Los elementos fundamentales para comprender el designio de Dios
sobre el matrimonio y la familia, nos lo da a conocer los dos relatos bíblicos de la
Creación del hombre (Gn 1, 26-28.31) y (Gn 2, 7.18-24), leídos en la Tradición de
la Iglesia a la luz de la revelación definitiva en Cristo: Dios que es amor (1Jn
4,8.16) y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor (FC, 11), ha
creado al hombre, varón y mujer, a su imagen y semejanza, llamándolos a la
existencia por amor y los ha llamado al mismo tiempo al amor; por eso, el
verdadero amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano; varón y
mujer son iguales en su dignidad de personas y verdaderamente, distintos a la
vez; esa diversidad los hace complementarios; en virtud de esa
complementariedad natural hace de los dos “una sola carne” (Mt 19, 5); esa unión
lleva aparejada la bendición divina de la fecundidad, como promesa y como misión
conjunta del varón y la mujer hechos una sola carne por su elección y entrega
recíproca (Mulieris dignitatem).
El matrimonio en cuanto vocación cristiana es uno de los caminos de seguimiento
e imitación de Cristo en la Iglesia (cf. 1Co 7,7; Ef 5, 25) 611. La vocación
matrimonial es incomprensible sin su radicación en la vocación bautismal que es,
por si misma, una vocación a la santidad. Por consiguiente, la esencia de la misión
pastoral de la Iglesia, el fin de todas sus acciones, es conducir a los fieles a la
perfección en la caridad que es la santidad. La verdadera vocación al matrimonio
incluye la exclusividad, la fidelidad y la indisolubilidad. La vocación al matrimonio
es una llamada a la santidad de los cónyuges: “Porque yo soy Yahvé, vuestro
Dios; santificaos y sed santos, pues yo soy santo” (Lv 11, 44). Dios quiere la
santidad de su pueblo y por tanto la santidad de las familias (Jos 24, 19). La
primera pareja según el plan de Dios se caracteriza por la igualdad de naturaleza
que existe entre el hombre y la mujer 612 y por la unidad (Gn 2, 24; cf. FC 19). “Dios
611
612
FC n. 11.
Cf. Gn 2, 23.
234
es el autor del matrimonio” 613 y La vocación al mismo se inscribe en la naturaleza
propia del hombre y de la mujer, según salieron de la mano del Creador (cf. Gn
1,1-25; 1 Co 7, 38). Para indicar cómo era el matrimonio al principio el Señor cita
el Gn 1,27 (en Mt 19,4) y Gn 2, 24 (en Mt 19, 5). En su infinita sabiduría, su
designio era el capacitarlos para ayudarse mutuamente, y para que, asegurando
su reciproco bien integral, coronasen su autorrealización y felicidad personal
mediante la constitución de una familia 614. En Israel el arquetipo del matrimonio lo
constituía la pareja humana, formada por Dios y sometida a su providencia. La
imagen del compromiso conyugal es utilizada por los profetas para iluminar lo que
Yahvé establece con su pueblo. Él se compromete con una alianza con Israel. La
alianza es libre, amorosa y gratuita. La alianza es un compromiso que va más allá
de las leyes humanas. La conciencia de ser pueblo elegido por Dios, que ha hecho
con Él una alianza, y que posee una ley divina, marca definitivamente la historia
del pueblo de Israel. 615 El libro de Tobías al igual que los otros libros del AT
afirman que Dios es el autor del matrimonio. El mensaje profético, la relación
simbólica que establecieron entre la alianza y el matrimonio ayudó a resaltar otros
elementos de la vida conyugal, su valor, riqueza, dignidad y espiritualidad. Los
escritos sapienciales fueros escuela de humanismo para Israel. El sabio aconseja
al buen israelita acerca de la elección de esposa, para que busque una mujer que
sea realmente su ayuda y lo haga superar 616; exalta la fidelidad de la vida
matrimonial y detesta el adulterio (Sir 9,9); describe los deberes para con los
padres, pues los hijos no pueden olvidar que son gloria y bendición otorgada por el
Señor a sus progenitores (Sir 3, 1-16); describe cómo ha de ser la educación
impartida a los hijos para que vivan rectamente (Sir 7, 22-25); hace la alabanza a
la esposa perfecta, centro y gloria del hogar (Pr 31,10-31). Así, en el AT el
matrimonio se va revelando como sacramento de Dios y de la alianza, hasta
alcanzar su plenitud en el NT como sacramento del amor salvador de CristoEsposo por su Iglesia-Esposa.
Cuando visito los hogares cristianos me gusta verlos apacibles, luminosos y
alegres como lo fue la sagrada familia y los esposos de Cana. La imagen de las
bodas, tantas veces usada en el AT para significar la relación de Dios con su
pueblo, también aparece en el NT. Jesús la utiliza para significar la relación de
amor con los suyos: 617 “¿Es que pueden estar tristes los amigos del novio
mientras él está con ellos? (Mt 9, 15). 618 En Cristo se realiza la alianza definitiva
entre Dios y su pueblo. Los textos del NT presentan la realidad natural del
matrimonio refiriéndolo a una realidad más profunda, religiosa, entendida como un
613
614
GS, n. 48.
Cf. Gn 1, 27-28 y Gn 2, 18-24.
615
CLARET, M. El matrimonio, comunidad de vida y amor. Ed CPL. Barcelona. 2010. p. 43.
616
Cf. Sir 36, 21-27; 25, 13; 26,18.
617
En los pasajes 2Co 11,2 y Ef 5,23-32 Pablo utiliza la imagen del esposo aplicada a Jesucristo.
618
También Mt 22,2, en la parábola del rey que celebra las bodas del hijo; Mt 25,1-10, en la parábola de las
diez vírgenes que participan en las bodas; Lc 12,36: parábola de la necesidad de la actitud de espera a que
vuelva el amo de las bodas; Jn 3,29: Juan Bautista dijo: “la esposa pertenece al esposo. El amigo del esposo,
que está junto a él y lo escucha, se alegra mucho al oír la voz del esposo”.
235
acontecimiento estructural permanente y a la vez activo, que proviene de la
iniciativa divina y de la humana, y también como un acontecimiento histórico.
Jesús enseña expresamente en su predicación, de un modo nuevo y definitivo, la
verdad originaria del matrimonio. El texto fundamental que ha meditado la
Tradición de la Iglesia es la conversación recogida en el Evangelio de San Mateo
19, 3-9. La presencia de Jesús en la fiesta de las bodas (Jn 2, 1-12) tiene un
significado de aprobación del matrimonio. San Pablo, ante las dudas planteadas
por los cristianos de Corinto, reafirma la dignidad del matrimonio y recuerda sus
derechos y sus deberes, entre los que se encuentra el deber de la fidelidad y del
amor (1 Co 7,1-11). Destaca que el marido y la mujer tienen los mismos derechos
y deberes, y por tanto, deben sentirse cada uno parte del otro; no son ya dos
seres, sino un solo ser y que han de entregarse y amarse. San Pablo presenta un
matrimonio estable, indisoluble 619, porque toda la vida del creyente está
relacionada con Cristo, está unida a Él. La acción que Cristo ha hecho por la
Iglesia (Ef 5, 25-28) la tienen que hacer los esposos por sus mujeres. Según San
Pablo la alianza Cristo-Iglesia es como un matrimonio. La Iglesia, dirigida por la
acción carismática del Magisterio, descubre principalmente en el texto de Efesios
el lugar teológico de la sacramentalidad conyugal.
En la medida en que los esposos se esfuerzan por vivir y actualizar este amor
salvador-redentor de Cristo, viven el sacramento del matrimonio 620, en la medida
en que asuman sus derechos y deberes como Christifideles 621 y viven sus
derechos y obligaciones como esposos (cc 1063, 4°; 1128; 1151; 1136, 835 § 4,
774 § 2; 798) se van santificando como familia. Cristo al elevar el matrimonio a la
dignidad de sacramento 622, lleva a plenitud el significado que había recibido en la
creación y bajo la Ley Antigua: “esta revelación alcanza su plenitud definitiva en el
don de amor que el Verbo de Dios hace a la humanidad asumiendo la naturaleza
humana y en el sacrificio que hace de sí mismo en la cruz por su Esposa, la
Iglesia. El amor conyugal alcanza de este modo la plenitud a la que está ordenado
interiormente: la caridad conyugal, que es el modo propio y especifico con que los
esposos participan y están llamados a vivir la misma caridad de Cristo, que se
dona sobre la Cruz” 623. “El matrimonio no es, para un cristiano, una simple
institución social, ni mucho menos un remedio para las debilidades humanas: es
una auténtica vocación sobrenatural. Sacramento grande en Cristo y en la Iglesia,
dice San Pablo (Ef 5, 32), y, a la vez e inseparablemente, contrato que un hombre
y una mujer hacen para siempre, porque –queramos o no- el matrimonio instituido
por Jesucristo es indisoluble: signo sagrado que santifica, acción de Jesús, que
invade el alma de los que se casan y les invita a seguirle, transformando toda la
619
Cf. 1Co 7.
Cf. R: DUPOC-ROC, “Le couple humain figure de l´Église, dans le projet créateur. Étude d´Ephesiens 5,2123”, en L.M. CHAUVET (coord.), Le sacrament du marriage entre hier et demain, Paris: Ouvriéres 2003, 129138.
621
ACEVEDO Q. Estatuto jurídico del “Christifideles” Universitas canónica Op. Cit., p. 25.
622
CEC, 1617
623
FC, 13.
620
236
vida matrimonial en un andar divino en la tierra. Los casados están llamados a
santificar su matrimonio y a santificarse en esa unión; cometerían por eso, un
grave error, si edificaran su conducta espiritual a espaldas y al margen de su
hogar” 624 cada hogar cristiano deberá ser un remanso de serenidad, en el que, por
encima de las pequeñas contrariedades diarias, se perciba un cariño hondo y
sincero, una tranquilidad profunda, fruto de una fe real y vivida.
La doctrina de los Padres de la Iglesia, desde el punto de vista del Magisterio, es
el inicio de una interpretación, de una Tradición viva, irrenunciable para el futuro
de la comunidad creyente. La preocupación de la primitiva Iglesia fue defender,
por causa de ciertas corrientes ideológicas, que el estado del matrimonio y el
ejercicio de la actividad sexual eran lícitos para los creyentes, que el estado de
vida conyugal, que halla su fundamento en los inicios de la creación, era bueno y
querido por Dios, y que el mismo Jesús restituyo a la pureza original (Mt 19, 4-6).
Jesús asistió a una fiesta de bodas, acompañando a una pareja en Caná de
Galilea, participando y colaborando en su fiesta (Jn 2). El matrimonio según los
Padres de la Iglesia, se presenta en su dimensión procreadora, ellos valoran la
grandeza moral del matrimonio porque proviene de Dios, defienden y justifican el
acto sexual para la procreación según el mandamiento del Gn, es un estado que
exige fidelidad al compromiso conyugal; son contrarios a la separación o el
divorcio; rechazan el aborto, el infanticidio y las prácticas pederastas. Predican
que el matrimonio de los cristianos ha de manifestar una riqueza moral y una
calidad interior superior a la de los demás miembros de la sociedad. 625
Progresivamente tomaron conciencia de que la vida conyugal estaba enriquecida
por el amor de Cristo, que tenía una dimensión espiritual, pero sin relación con el
lenguaje sexual esponsal. 626 Para los Padres de la Iglesia, el matrimonio tiene una
dignidad, un valor y unas exigencias éticas. La cuestión se centra principalmente
en los comentarios que hacen al texto de Ef 5. Padres como Atanasio, Gregorio de
Nacianzo, Gregorio Magno, Juan Crisostomo, Hilario de Poitiers, Ambrosio, el
Ambrosiáster, Agustín, León Magno, Isidoro de Sevilla, afirman que el matrimonio,
instituido por el Creador, es símbolo de la unión mística de Cristo con la Iglesia.
Marido y mujer están unidos por una realidad interior, espiritual, como Cristo está
unido con la Iglesia.
Según Tertuliano (laico casado que amaba a su esposa entrañablemente) el
matrimonio es un camino que conduce a Dios. Valora la castidad conyugal en
varios escritos 627. Orígenes, pide que el matrimonio sea lugar de unión y armonía,
tal como se da entre Cristo y la Iglesia. A pesar del valor que da a la virginidad,
reconoce que el matrimonio tiene como objetivo la unión de los esposos tanto
624
ESCRIVÁ DE BALAGUER J. Es Cristo que pasa. Op.cit., pp. 67-68.
Cf. MUNIER, Matrimonio e virginitá nella Chiesa antica, XXI.
626
Cf. SAN JERONIMO, Adv. Jov., PL 23, 181.
627
De cultu feminarum, Ad uxorem, De exhortatione castitatis, De virginibus velandis, De monogamia, De
pudicitia.
625
237
corporal como espiritual. 628 La mayoría de comentaristas afirman que es
prácticamente el único que presenta el matrimonio en la dimensión amorosa
conyugal, y que es una realidad consecuencia de una disposición divina. El
Crisóstomo es uno de los Padres que presenta la familia como una “iglesia
domestica” 629. La convivencia conyugal, según Ambrosio, debe fundamentarse en
el amor 630; considera una crueldad por parte del hombre abandonar a la mujer,
después de haber recogido las flores de su juventud 631. La idea fundamental que
domina los escritos y comentarios de Jerónimo sobre el matrimonio es que la
misión de los esposos es santificarse, caminar hacia Dios. La gran intuición de
San Agustín es afirmar y defender que el matrimonio es un estado bueno, un
“bien”, no un mal como muchos lo habían presentado. Los bienes conyugales son:
la procreación, que algunas corrientes filosóficas consideraban un mal; la fidelidad,
que preserva siempre del libertinaje y del adulterio, y el sacramento, dimensión
específicamente cristiana, por la que los esposos gozan de la presencia de
Dios. 632 Los Padres de la Iglesia, hablan positivamente del matrimonio como un
estado conforme con la vida cristiana. Proponen a los esposos buscar más la
unidad de las almas que la de los cuerpos; les animan a vivir más en clave
virginal, ya que el matrimonio es presentado y valorado desde la perspectiva de
pecado, y como una concesión divina para superar las consecuencias del pecado
original (Tertuliano, Gregorio de Nisa, Agustín, otros); también exaltan el valor de
las virtudes conyugales, como San Juan Crisóstomo o Clemente de Alejandría. El
ideal de espiritualidad conyugal es el de María y José, un matrimonio “virgen y
fecundo” a la vez.
Concilios universales como el de (Gangres, Toledo, Braga, Lateranense IV y otros)
defendieron la santidad del matrimonio, condenando los errores de quienes lo
628
“Es Dios quien ha unido a los esposos en una sola cosa, para que no sean dos, cuando la esposa es
entregada al marido en nombre de Dios. Porque es Dios quien los ha unido, hay un carisma en aquellos que
han sido unidos por Dios. Lo sabe el apostol Pablo cuando dice que el matrimonio vivido según la palabra de
Dios, es un carisma especial, tal como lo es también el carisma de la virginidad” (Comm. Matt. XIV, 16: PG 13,
1250).
629
Cf. SFAMENI-MAGAZZÚ, La copia nei Padri, 163-164.
630
Cf. Parad. 2.11-13; SFAMENI-MAGAZZÚ, La copia nei Padri, 272-273.
631
Cf. Exp.Luc.VIII, 3-6: “¡Qué fácil es exponer al riesgo del pecado a una frágil muchacha joven! ¡Qué cruel
es abandonarla ahora que es vieja, después que habéis recogido los frutos de la juventud! ¿Es que un
comandante puede despedir a un viejo soldado de manera ignominiosa, sin darle la paga que le corresponde
(…) o a un campesino se le puede despedir de su trabajo? (…) Eso que es injusto hacer con los
subordinados, ¡es quizá justo en el interior del matrimonio?”.
632
Cf. Nupt. XVII, 19: In nuptiis tamen bona nuptialia diligantur: proles, fides, sacramentum. Sed proles, non ut
nascatur tantum verum etiam ut renascatur; nascitur namque ad poenam, nise renascatur ad vitam. Fides,
autem, non qualem habent inter se etiam infideles zelantes carnem; quis enim vir qambilet impius vult
adulterium virum? Hoc in connubio bonum natural est quidem carnalem tamen. Sed membrum Christi coniugis
adulterium coniugi debet timere, non sibi et a Christo separare fidei premium, quam exhibit coniugi.
Sacramentum vero, quod nec separati et adulterati amittunt, coniuges concorditer casteque custodian, Solum
es enim quod etiam sterile coniugium tenet iure pietatis iam spe fecunditatis amissa, propter quam fuerant
copulatum. Haec bona nuptial laudet in nuptiis qui laudare vult nuptias. Carnis autem concupiscentia non est
nuptiis inputanda, sed toleranda. Non enim est ex naturali connubio veniens bonum, sed ex antiguo peccato
accidens malum (SAN AGUSTIN, Obras completas, vol. XXXV, Madrid: BAC 2002, 271. Citado por CLARET,
M. Op.Cit., p. 91.
238
rechazaban o despreciaban. Siempre que fue necesario para salvar aspectos
fundamentales del matrimonio cristiano los concilios universales ofrecen contenido
doctrinal, si se ponía en entredicho la eficaz enseñanza de san Agustín: “que el
matrimonio es para la procreación, que exige fidelidad y que es un sacramento”.
Los concilios particulares y universales citan Ef 5 como fundamento y prueba de la
indisolubilidad del contrato conyugal. Algunos teólogos y Padres de la Iglesia,
como San Juan Crisóstomo, piensan en la presencia del amor conyugal, según la
carta paulina y del simbolismo del nacimiento de la Iglesia del costado de Cristo en
la cruz, tal como Eva nació del costado del hombre Adán. También Santo Tomás
encuentra el fundamento de la doctrina sacramental del matrimonio en la carta a
los Efesios, donde se dice que el matrimonio es sacramentum magnum. Es en el
Concilio de Trento, en el proemio de los cánones sobre el matrimonio, donde se
afirma de manera clara y definitiva que el matrimonio es uno de los siete
sacramentos; así, pone punto final a una época de incertidumbres y de dudas
sobre el sacramento del matrimonio. La definición tridentina del matrimonio como
sacramento de la ley evangélica incluye el que confiere la gracia 633; gracia en
sentido propio, en el sentido que el matrimonio santifica a los cónyuges 634 La
inserción de su unión en el misterio de la unión esponsal entre Cristo y la Iglesia
los sumerge en la fuente de la gracia. Cristo mismo se les da como don
permanente. Así, el Código de Derecho canónico de 1917 enseña: “Cristo Nuestro
Señor elevó a la dignidad de sacramento 635 al mismo contrato matrimonial entre
bautizados”. (c. 1012 § 1). Sólo el canon 1033, proponía instruir acerca de la
santidad del matrimonio y que los contrayentes se confesaran y comulgaran 636.
El Magisterio de los Papas Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, se desarrolla en un gran
amor por la Iglesia y por transmitir a todos los miembros del pueblo de Dios que la
llamada a la santidad afecta a todos y que todos pueden y deben acogerla y
tender hacia la perfección de la caridad. La Casti connubii constituyo un paso
importante en la comprensión y misión del amor conyugal como causa,
fundamento y principio vivificador de la vida matrimonial. Dio impulso decisivo a la
633
“Si quis dixerit, matrimonium non esse vere et propie unun ex septem Legis evangelicae sacramentis, a
Christo domino institutum, sed ab hominibus in Ecclesia inventum, neque gratiam conferre: anatema sit”
(CONC. TRIDENTINO, ses. 24. c.1 de sacramento matrimonii: Dz.-Sch. 1801).
634
Cf. Dz.Sch. 1799.
635
Siendo sacramento el matrimonio, tiene que poseer todas las condiciones que en los sacramentos se
verifican: a) es un signo sensible, puesto que el consentimiento ha de manifestarse exteriormente; b) materia
del sacramento, según la opinión más probable, es el consentimiento externo, en cuanto que por él se entrega
el derecho sobre los cuerpos; c) su forma es ese mismo consentimiento, por el que se acepta dicha entrega;
d) ministros, o sea, causa eficiente del sacramento, son los contrayentes, que son los que hacen el contrato
que se identifica con aquél; e) finalmente, confiere gracia habitual y actual a los que lo reciben con las debidas
disposiciones. (comentario al c. 1012 del Codex/17).
CIC, 1917 c. 1033. “Según lo pida la condición de las personas, no deje el párroco ni de instruir a
los esposos acerca de la santidad del matrimonio, de sus obligaciones mutuas y de las
obligaciones de los padres para con la prole, ni de exhortarlos vehementemente a confesar con
diligencia sus pecados antes de la celebración del matrimonio y a recibir piadosamente la
santísima Eucaristía”. El comentario a este c. subraya: “Si no quieren confesarse y comulgar, no por eso
636
se les puede impedir el matrimonio”.
239
consideración del matrimonio como vocación cristiana 637, dando a conocer la
posibilidad de santificación de los esposos “que por su mutua unión de vida
crezcan en la verdadera caridad con Dios”. Hay que atribuir a este Pontífice no
solo el mérito de recordar en Rerum omnium la obligación de todos los cristianos
de tender hacia la santidad, sino también de haber avanzado más, señalando la
vía del matrimonio como un modo concreto de alcanzar esa meta de perfección de
la caridad. Pío XII nos que “Dios no exige abrazar un determinado estado de vida;
lo que exige es que cada uno tienda a la perfección en su estado, al cumplimiento
de la voluntad de Dios a través de sus obligaciones de estado, entre las que el
Papa incluye los deberes de la castidad conyugal”. El Beato Juan XXIII nos
exhorta a la santidad afirmando: “El clero debe demostrar que es luz y sal de la
tierra” (Mt 5, 13-14). “Tenemos que vivir en santidad y justicia ante el Señor cada
día de nuestra vida. La enseñanza es para todos. Cada uno de nosotros ha sido
destinado a conseguir la perfección cristiana, haciéndose hermano de Jesús, hijo
adoptivo de María” 638. Tanto el beato Juan XXIII como Pablo VI quisieron
transmitir a los Padres Conciliares una dirección a seguir: los documentos que se
aprestaban a elaborar deberían evidenciar la santidad y perfección de la Iglesia y
contribuir a promover la santidad de sus hijos 639.
El Concilio Vaticano II, constituye uno de los acontecimientos fundamentales en la
historia del Derecho canónico. La relevancia canónica del Concilio Vaticano II se
da en los principios doctrinales; las directrices jurídicas propuestas por el Concilio;
y las nuevas instituciones surgidas del Vaticano II, y que habrían de recogerse
también en la futura legislación. El Concilio presenta el matrimonio desde la
perspectiva del amor conyugal y no de los fines. El amor conyugal es el alma de la
vida familiar, anima y vivifica la vida de la familia, vivifica la estructura esencial del
matrimonio y de la familia. “Dios ha querido servirse del amor conyugal, para traer
nuevas criaturas al mundo y aumentar el cuerpo de su Iglesia” 640. El amor
conyugal, vivifica también todo el servicio a la vida propio del matrimonio y de la
vida conyugal. “No hay amor humano, neto, franco y alegre en el matrimonio si no
se vive esa virtud de la castidad, que respeta el misterio de la sexualidad y lo
ordena a la fecundidad y a la entrega” 641. La relación conyugal del amor
manifestado sexualmente es un acto propio de los esposos, un acto unitivo de
personas que se justifica en sí mismo. “Las relaciones conyugales son dignas
cuando son prueba del verdadero amor y, por tanto, están abiertas a la
637
DÍAZ DORRONSORO, R. La naturaleza vocacional del matrimonio a la luz de la teología del siglo XX,
EDUSC, Roma 2001, p. 27: “Simplemente basta constatar que, hasta 1931, tan sólo un grupo reducido de
autores afirmaban que el matrimonio es una vocación, y a partir de 1938 aparecen un número significativo de
publicaciones, en su mayoría de carácter espiritual, que así lo consideran apoyándose en las enseñanzas de
Pío XI”.
638
Discurso audiencia general 16-I-1963: Discorsi messaggi, V, pp. 454-455.
639
Un amplio estudios sobre la santidad en el contexto de las finalidades del Vaticano II expuestas por los dos
pontífices se encuentra en P. Cipollone, Studio sulla spiritualitá trinitaria nei capitoli I-VII della “Lumen
Gentium”, Pro Sanctitate, Roma 1986, pp. 47-111. Citado por BOSH V. Op. Cit., p. 67.
640
SAN JOSEMARIA ESCRIVA, Es Cristo que pasa, n. 12.
641
Ibíd., n. 25.
240
fecundidad, a los hijos 642. Es muy importante que los esposos comprendan el
significado profundo y completo de la sexualidad en el matrimonio. Dios ha querido
el encuentro sexual entre varón y mujer como expresión del amor conyugal, que
ha de estar abierto siempre a la vida. Éste abarca a toda la persona, desde su
espíritu (inteligencia y voluntad), su corazón (sentimientos, emociones y pasiones),
hasta su cuerpo. Por lo tanto, exige: fidelidad mutua, busca el bien de los esposos
y participa en el plan creador de Dios.
La expresión del amor y sus manifestaciones, pertenecen intrínsecamente a la
vida conyugal, son una de las razones del matrimonio. Por primera vez en la
historia de los concilios, se valora la importancia del amor y de sus
manifestaciones en sí mismas. En Gaudium et Spes en los números 47-52:
Matrimonio y familia en el mundo de hoy, santidad del matrimonio y la familia, el
amor conyugal, la fecundidad del matrimonio, Concordancia del amor humano con
el respeto a la vida, esfuerzos de todos por el bien del matrimonio y de la familia,
responden al deseo de presentar el matrimonio desde el punto de vista pastoral.
Fundada por el Creador y en posesión de sus propias leyes, la íntima comunidad
conyugal de vida y amor se establece sobre la alianza de los cónyuges, es decir,
sobre su consentimiento esponsal e irrevocable (GS 48).
El foedus o pacto, que halla su fundamento en el concepto de alianza del AT, tiene
su plenitud en el NT, en la acción salvadora y sacrificial de Cristo. El matrimonio
es un foedus (alianza). El Concilio propone con más fuerza el significado y
concepto bíblico del foedos de amor, concepto de referencia para los matrimonios
creyentes. El matrimonio es un Sacramento. Cristo sale al encuentro de los
esposos a través del sacramento y permanece con ellos para que se amen con
fidelidad. El amor humano es asumido por el divino, aquel con el que Cristo ama la
Iglesia. El Concilio exalta el carácter sagrado del matrimonio y la familia,
agradeciendo a los padres, que precederán con el ejemplo y la oración en familia,
los hijos y a los que viven en el círculo familiar encontrando así, más fácilmente el
camino del sentido humano, de la salvación y de la santidad; al igual que los hijos
contribuyen a la santificación de los padres 643. Los esposos, vigorizados por la
gracia para la vida de santidad, cultivaran la firmeza en el amor, la magnanimidad
de corazón y el espíritu de sacrificio, pidiéndolos asiduamente en la oración 644.
El Papa Pablo VI, predicador del Concilio, nos enseña que: Todo hijo de la Iglesia
debe comprender que está llamado a ser santo 645 El sed siempre y enteramente
santos, como santo es el que os llamó 646 sitúa al cristiano en el horizonte de una
vida conforme al designio divino que pide la perfección en el amor. La vocación a
642
643
Ibíd.
GS 48.
GS 49
645
Para profundizar en el llamado universal, a todos los seres humanos, a la santidad se puede ver Armando
Bandera, O.P., La vocación cristiana en la Iglesia, RIALP, Madrid 1988, pp. 33ss.
646
1Pe 1,15; también ver v. 16 y Lev 11,44s.; 19,2; 20,7.26.
644
241
la vida cristiana y el llamado a la santidad son, pues, equivalentes, ya que todo fiel
está llamado a la santidad 647. El aspecto de la llamada universal a la santidad
más subrayado por Pablo VI es su obligatoriedad. Su proclamación resulta, más
que en los grandes documentos, en los textos de homilías, discursos de
audiencias y alocuciones previas al rezo del Ángelus en domingos y días festivos,
que constituyen su amplia catequesis oral. Los esposos cristianos, dóciles a la voz
de Dios deben recordar que su vocación cristiana, iniciada en el bautismo, se ha
especificado y fortalecido ulteriormente con el sacramento del matrimonio. Por lo
mismo los cónyuges son corroboradores y como consagrados para cumplir
fielmente los propios deberes, para realizar su vocación hasta la perfección y para
dar un testimonio, propio de ellos, delante del mundo. 648 A ellos ha confiado el
Señor la misión de hacer visible ante los hombres la santidad y la suavidad de la
ley que une el amor mutuo de los esposos con su cooperación al amor de Dios,
autor de la vida humana 649
Junto al problema «socio-cultural» y al necesario proceso de internalización, y
dependiente de una toma de conciencia de la verdad y los valores sobre el
matrimonio y la familia, está, ocupando un lugar fundamental, el comprender el
camino del matrimonio como una vocación específica a la santidad, esto es, como
un llamado a una persona concreta para seguir el camino hacia la santidad en el
matrimonio y la familia. Precisamente, Juan Pablo II destaca que «Cristo quiere
garantizar la santidad del matrimonio y de la familia, quiere defender la plena
verdad sobre la persona humana y su dignidad» 650. La santidad del matrimonio es
fuente en la que se apoya el desarrollo cristiano de la familia; por eso, toda
persona que es bendecida por Dios con el llamado a la vida matrimonial, debe
acoger la santidad personal tener conciencia de que cada uno como persona está
llamado a la santidad (c. 210): Lograr la integración como pareja: El esfuerzo de
vivir como esposos se presenta como un maravilloso y fructífero horizonte, que
invita a un encuentro personal, a un proceso en donde se construya en el Señor
Jesús el misterio hermoso del “nosotros” conyugal. Amor formativo a los hijos, la
construcción en el respeto a la dignidad de cada cual de esa familia que han
recibido como don y como tarea: los hijos venidos al mundo forman parte
irrenunciable del proyecto familiar, de la familia, ellos forma parte de entender el
matrimonio como camino de santidad. El trabajo del hogar es una profesión de
primer orden: Pon un motivo sobrenatural a tu ordinaria labor profesional, y habrás
santificado el trabajo. Los cristianos casados deben realizar apostolado hacia los
demás (cc 211, 216): no como rutina, sino con el mismo entusiasmo que deben
tener en conocerse y amarse unos a otros. Como sacramento, el matrimonio, que
647
El Código de Derecho Canónico, buena expresión del espíritu del Concilio, dice: «Todos los fieles deben
esforzarse, según su propia condición, por llevar una vida santa, así como por incrementar la Iglesia y
promover su continua santificación» (c. 210).
648
Cf. Gaudium et spes, n. 48; Conc. Vat. II, Const. Dogm. Lumen Gentium, n. 35.
649
PABLO VI. Humanae Vitae n. 25.
650
Carta a las familias 20l.
242
da razón del “lugar” que corresponde a los casados en el Pueblo de Dios 651, es
fuente permanente de la gracia. Hace que los esposos puedan llevar a su plenitud
existencial la vocación a la santidad que han recibido en el bautismo. La gracia
sacramental posibilita a los esposos recorrer el camino de la mutua santificación
(FC, n. 11) y les capacita para realizar con perfección sus obligaciones como
matrimonio y como padres.
El magisterio anterior al Vaticano II habla de la llamada a la santidad, pero con
mucha menor intensidad y frecuencia que el posterior, especialmente el de Juan
Pablo II. Él al inicio del nuevo milenio, propone una acción pastoral centrada en
una pedagogía de la santidad. “Conviene además descubrir en todo su valor
programático el capítulo V de la Constitución dogmatica Lumen Gentium sobre la
Iglesia, dedicado a la “vocación universal a la santidad” 652. Sus catorce encíclicas,
trinitarias, sociales, eclesiológicas, y antropológicas tienen como hilo conductor la
realidad de Cristo que revela el amor del Padre y lo mantiene vivo por la presencia
del Espíritu en la vida de la Iglesia. El Papa habla de descubrir la voluntad
concreta de Dios en diálogo con Él en el ámbito de la vida matrimonial; subraya
repetidas veces que la vocación a la santidad concierne a todos 653 “Ser santos es
el programa de todo cristiano, porque ´los caminos de la santidad son múltiples y
adecuados a la vocación de cada uno´ 654. La genuina renovación de la Iglesia
depende, sobre todo, de la respuesta de sus miembros a la llamada universal a la
santidad. El testimonio de una gozosa vida espiritual es la mejor respuesta tanto a
la secularización como a la difusión de nuevas sectas religiosas, completamente
distintas de la Iglesia católica en sus doctrinas y métodos. Por consiguiente es
indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por
salvar y promover los valores y exigencias de la familia, no olvidando que ¡El
futuro de la humanidad se fragua en la familia!
Benedicto XVI, en su encíclica Deus caritas est, presenta una teología del amor
que hace de la virtud teologal de la caridad el acceso a la verdadera imagen de
Dios y los hombres. El matrimonio y la familia son dos realidades “insustituibles y
que no admiten otras alternativas” 655. Cada uno de los esposos se convierte en
camino de santidad para el otro: su ejemplo y ayuda mutua es verdadero
apostolado. Marido y mujer, respetando siempre la libertad del otro, procurará con
palabras y obras manifestarle su amor deseando y facilitando su santidad, sin
651
Cf. LG, n. 11; CEC, n. 1641.
JUAN PABLO II, carta ap. Novo millennio inuente, n. 30.
653
Ídem, Discurso al Capítulo General del Orden Franciscano Secular, 14-VI-1988 (IGPII XI/2, p. 2017): “El
mandamiento de ser perfecto, de ser santo, no concierne sólo a los religiosos y sacerdotes, sinoa todos los
cristianos, a todos los discípulos del Señor. La perfección no es un lujo, no es un aspecto secundario y, mucho
menos, superfluo de la vida cristiana, sino que implica a todos los bautizados a una respuesta precisa que se
convierte en cuestión de salvación”.
654
Ídem, carta ap. Novo millennio inuente, n. 31.
655
BENEDICTO XVI, "Los valores fundamentales del matrimonio y de la familia están amenazados por el
fenómeno actual de la secularización que impide a la conciencia social llegara descubrir adecuadamente la
identidad y misión de la institución familiar y últimamente por la presión de leyes injustas que desconocen los
derechos fundamentales de la misma". (04-12-05)
652
243
olvidar la necesaria comprensión y aceptación de sus límites y defectos. El Papa
se propone anunciar como lo hizo Juan Pablo II, “la estupenda novedad “(FC 51),
el “Evangelio de la Familia”, valor central para la Iglesia y la sociedad de todos los
tiempos, compromiso que es también de todos nosotros. “Nada más hermoso que
haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio de Cristo. Nada más bello
que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él” 656. Nos debe inspirar en
nuestra tarea pastoral en relación al matrimonio, “patrimonio de la humanidad” la
doctrina luminosa de la Exh ap. Familiaris consortio, la carta a las familias
Gratissimam sane y la encíclica Evangelium vitae. En lo que representa el punto
de encuentro fundamental entre derecho y pastoral, el Papa en el discurso a los
prelados auditores se centra en el amor a la verdad, afirmando que el proceso
canónico de nulidad del matrimonio constituye esencialmente un instrumento para
certificar la verdad sobre el vínculo conyugal, su finalidad constitutiva es sólo
prestar un servicio a la verdad 657.
La estabilidad de la familia está hoy en peligro. Para salvaguardarla, es necesario ir
contracorriente a la cultura dominante, y esto exige paciencia, esfuerzo, sacrificio y
búsqueda constante. Los cónyuges pueden superar las dificultades y mantenerse
fieles a su vocación, recurriendo a la ayuda de Dios con la oración y participando
asiduamente en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, que es la mejor
escuela y alimento de amor conyugal y el culmen de toda comunión familiar. Así,
Benedicto XVI, en sus distintos discursos y homilías va fortaleciendo, sosteniendo,
apoyando las familias y llevándolas a un serio compromiso por su santificación. Por
tanto, la evangelización de la familia constituye nuestra prioridad pastoral y todos los
fieles tienen por eso el deber y el derecho de evangelizar: “de trabajar para que el
mensaje divino de salvación alcance más y más a los hombres de todo tiempo y del
orbe entero” (c. 211). Con este espíritu, conviene prestar atención a la preparación
humana y espiritual de las parejas y al seguimiento pastoral de las familias en
nuestras parroquias, recordando la dignidad eminente del matrimonio cristiano, único
e indisoluble, y proponiendo una espiritualidad conyugal sólida, para que las familias
crezcan en santidad. En verdad, “Los santos son los verdaderos reformadores: sólo
de los santos, sólo de Dios proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del
mundo” 658.
El matrimonio sacramento es camino de santidad, porque el Santo de los Santos
es su autor 659. El camino de la santidad matrimonial no es una carrera rápida, sino
de perseverancia, de fidelidad, sacrificio y amor. “La alianza matrimonial, por la
que el hombre y la mujer se unen entre sí para toda la vida” 660, ha sido fundada
por el Creador y provista desde “el principio” de sus finalidades propias que deben
656
BENEDICTO XVI, Homilía en la Misa de inicio del ministerio petrino, 24-IV-2005.
Ídem, Discurso a los prelados auditores, defensores, defensores del vínculo y abogados de la Rota
Romana 28-I-2006.
658
Ídem, Homilía en la vigilia con los jóvenes. Colonia – Explanada de Marienfeld 20-08-2005.
659
GS 48.
660
OcM, n.1; Cf. CIC, c.1055; CCE, n. 1601.
657
244
ser reconocidas socialmente. 661 El vínculo sagrado que se establece sobre el
consentimiento personal e irrevocable de los cónyuges, no depende del arbitrio
humano 662. «Cristo quiere garantizar la santidad del matrimonio y de la familia,
quiere defender la plena verdad sobre la persona humana y su dignidad» 663 Los
cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del matrimonio, por el que significan
y participan el misterio de unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia (Ef 5,
32), se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la procreación
y educación de la prole, y por eso poseen su propio don, dentro del Pueblo de
Dios, en su estado y forma de vida (Co 7,7). De este consorcio procede la familia,
en la que nacen nuevos ciudadanos de la sociedad humana, quienes, por la gracia
del Espíritu santo, quedan constituidos en el bautismo hijos de Dios, que
perpetuán a través del tiempo el Pueblo de Dios (LG 11).
Jesucristo ha constituido su reino en este mundo como un cuerpo social y visible,
con una insoslayable dimensión de justicia; Él mismo, al fundar la Iglesia, ha
establecido el núcleo más específico y esencial de su ordenamiento. Por eso, la
doctrina católica ha entendido siempre el Derecho como un factor esencial de la
Iglesia in terris; un factor –en expresión de Juan Pablo II- connatural a su vida. Todo
el Derecho canónico, y singularmente la ley eclesiástica, tiene un profundo y genuino
carácter pastoral: como el Evangelio, se dirige en último término a la salvación de las
almas, que es la ley suprema de la Iglesia (c. 1752). El Código de Derecho
Canónico enseña que el matrimonio es la alianza que el hombre y la mujer hacen
entre sí, con los fines de conseguir el mayor bien para ellos y para la generación y
educación de los hijos. Esta alianza fue elevada por Cristo a la dignidad de
Sacramento en donde las dos cualidades principales son la unidad (un solo
esposo con una sola esposa) y la indisolubilidad (para siempre, sin divorcio). Este
Sacramento se produce cuando las dos personas declaran públicamente su
consentimiento, por medio del cual el varón y la mujer declaran que se aceptan
mutuamente en alianza irrevocable para constituir el matrimonio. (cc 1055-1057).
La alianza matrimonial entre bautizados es un sacramento y por ello la Iglesia lo
regula. En el CIC 17 se resaltaba el matrimonio como contrato, sus fines primario y
secundario y sobre todo el objeto del consentimiento como donación y aceptación
del derecho perpetuo y exclusivo al cuerpo, en orden a los actos de suyo aptos para
engendrar la prole (c. 1081 § 2).
Ahora el concepto alianza, abarca también el aspecto jurídico del matrimonio, pero
por encima de ello presenta al matrimonio como una realidad personal y espiritual.
La misma alianza natural de quienes están configurados con Cristo por el bautismo,
cc 204 § 1, 849, precisamente por constituir una unidad de vida íntima y fiel y estar
ordenada a la comunicación de la vida, es un signo eficaz de la alianza de Cristo y
la Iglesia, a la que Él se entregó irreversiblemente para hacer partícipe a la
661
Cf. GS, n. 48; OcM, n.4.
Cf. GS, n. 48.
663
Carta a las familias 20l.
662
245
humanidad de la vida de Dios. “Tanto la misma unión singular del hombre y la
mujer como el bien de los hijos exigen la plena fidelidad de los cónyuges y
también la unidad indisoluble del vínculo (GS 48). Cristo el Señor, al hacer nueva
la creación y renovarlo todo (cf. 2Co 5,7), quiso restituir el matrimonio a la forma y
santidad originales y además elevó este indisoluble pacto conyugal a la dignidad
de sacramento, para que significara más claramente y remitiera con más facilidad
al modelo de su alianza nupcial con la Iglesia 664.
El Código de Derecho Canónico dispone que haya “preparación personal a la
celebración del matrimonio y con ella los esposos se dispongan a la santidad y
deberes del nuevo estado” 665, disposición que está presente también en el Ordo
Celebrandi Matrimonium = OCD 12. Con la celebración del matrimonio la vocación
de los esposos se abre a la tarea de construcción de la propia familia que, como
comunión de personas, es una imagen del “Nosotros” Trinitario 666. “Cuanto
mayores sean las dificultades ambientales para conocer la verdad del sacramento
cristiano y la misma institución matrimonial, tanto mayores han de ser los
esfuerzos por preparar debidamente a los esposos a sus responsabilidades. 667
Particular atención pastoral ha de reservarse a los novios que se hallen en las
situaciones particulares descritas por el CIC, c. 1071. 1072 y 1125, y por el CCEO,
c. 789 y 814. Hoy es más necesaria que nunca la preparación (remota-próxima
inmediata) de los jóvenes al matrimonio y a la vida familiar y urge a promover
programas mejores y más intensos, porque la verdadera preparación está
orientada a la celebración consciente y libre del sacramento del matrimonio. La
importancia de la preparación exige un proceso de evangelización consciente en
la maduración de la fe y su profundización. Si la fe está debilitada o casi no existe
ya (FC 68), es preciso reavivarla y no se puede excluir una instrucción exigente y
paciente que provoque y alimente el ardor de una fe viva. Evidencian esta
atención peculiar, las enseñanzas del Concilio Vaticano II (GS 52), las
orientaciones del Magisterio Pontificio (FC 66), (CIC, c. 1063), (CEC, n. 1632) y
otros documentos del Magisterio Pontificio: la Carta a las Familias Gratissimam
Sane y la encíclica Evangelium Vitae, de gran ayuda para nuestra tarea pastoral.
Como la Iglesia se hace visible en la diócesis y ésta se articula en parroquias (c.
374 § 1), se comprende que toda la preparación canónico-pastoral al matrimonio
deba realizarse en el ámbito parroquial y diocesano. Por tanto está más conforme
con el significado eclesial del sacramento que éste se celebre siguiendo la norma
(CIC c. 1115) en la comunidad parroquial a la que pertenecen los esposos. En el
marco de lo establecido por el Derecho canónico, los pastores han de hacer
conscientes a los contrayentes de las dificultades que pueden encontrar a causa
de la diversidad de religión y de las obligaciones a que se compromete la parte
664
CONGREGACION PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Ordinis
celebrandi matrimonium (19.III. 1990).
665
CIC c. 1063, 2; CCEO c. 783 § 1.
666
Cf. GrS, nn. 7-8.
667
JUAN PABLO II, Discurso a la Asamblea Plenaria del Concejo para la familia 4-10-1991.
246
católica 668. En estos casos será necesario procurar de manera especial instruirlos
en lo que se refiere a la naturaleza, propiedades y fines del matrimonio. de
ordinario se ha de observar la forma canoníca en la celebración de los
matrimonios mixtos, que puede ser dispensada por el Ordinario de Lugar, si
existen dificultades graves 669. Con respecto al matrimonio de los bautizados que
se declaran no creyentes, se ha de actuar con prudente discernimiento, aclarando
si quieren contraer verdadero matrimonio. Los Pastores deben ayudar a descubrir
y nutrir la fe los mismos e indicarles su deber hacia la santidad de vida, santificar
el hogar día a día, crear, con cariño, un auténtico ambiente de familia. para
santificar cada jornada, se han de ejercitar las virtudes cristianas; las teologales
(fe, esperanza, caridad), las cardinales (prudencia, justicia, fortaleza, templanza),
además, la sinceridad, la humildad, el trabajo, la alegría.
La primera y fundamental pastoral familiar es la que realizan las propias familias.
La familia, es la verdadera “ecología humana” 670; su gran contribución a la Iglesia
y a la sociedad es la formación y madurez de las personas que la componen, se
realiza en la aceptación del don de los hijos 671 En este sentido la familia es la
primera y principal protagonista de la pastoral familiar, el sujeto indispensable e
insustituible de esa pastoral. La familia es la primera sociedad natural, la célula
primera y fundamental de la sociedad. Sobre la familia se funda la sociedad
porque “la familia es el espacio primero de la ´humanización´ del hombre”. 672 La
familia es el corazón de la evangelización, aquí se aprende la paciencia, el gozo
del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el
culto divino por medio de la oración y la ofrenda de su vida 673 Recuerden los
padres que cumplen su misión de anunciar el evangelio de la vida (EV 92) a través
de la educación de los hijos. La santidad de vida de las familias cristianas ofrece a
nuestra sociedad –tantas veces confundida por modelos distorsionados- la
auténtica belleza del “amor hermoso” conforme al plan de Dios. A la luz de la
Carta de los derechos de la familia de la Santa Sede se buscará el efectivo
respeto de los derechos y deberes de la familia para fortalecerla y santificarla.
Esos valores y tareas son también parte de ese cometido insustituible y específico
que la familia ha de desempeñar en la nueva evangelización. La influencia de los
medios de comunicación es decisiva, por eso mismo, deben ser tratados
adecuadamente en la organización de la pastoral familiar; entonces, los obispos,
primeros responsables de la pastoral familiar en las diócesis, han de velar e
impulsar el desarrollo de las familias; los Presbíteros han de instruir a los fieles en
el evangelio de la santidad del matrimonio, la familia y la vida. También, los
matrimonios y las familias son protagonistas y responsables de la pastoral familiar
y los laicos especializados en las diversas áreas y bien formados en el evangelio
668
Cf. CIC c. 1125.
Cf CIC c. 1127.
670
Cf. FSV, n. 74.
671
Cf. CDF, preámbulo, B.
672
ChL, n. 40.
673
CEC, n. 1657.
669
247
de la familia y de la vida, aportaran una contribución insustituible a la
evangelización en este ámbito. Es la familia un santuario donde Dios reina, una
escuela donde las almas se perfeccionan, una ciudadela donde la raza se
encastilla y, en caso de necesidad, se atrinchera con sus reservas de virtud.
Seguramente que se dan en ella contrariedades penosas: este ascetismo es su
grandeza 674.
La Sagrada familia, ha sido y será el modelo sublime de santidad para toda familia
de la historia, y de nuestros tiempos: José era justo, María Nazaret es la creyente
y la esclava modelo que responde con todo el corazón al plan de Dios. La vida de
la Sagrada Familia en Nazaret fue la propia de un comerciante pobre normal,
según San Mateo, la gente del pueblo preguntaba "¿No es éste el hijo del
carpintero?"; y según San Marcos, "¿No es acaso el carpintero?". Mientras José
ganaba el sustento para la Sagrada Familia con su trabajo diario, María atendía
las labores del hogar. San Lucas, dice de Jesús: "El Niño crecía y se fortalecía
lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en El". Jamás matrimonio fue tan
maravillosamente fecundo como este matrimonio virginal. El Espíritu Santo, realizo
el milagro de que la virginidad de MARÍA, amparada y salvaguardada por la
virginidad de JOSÉ, trajera al Salvador, al Hijo de Dios, al deseado de las
naciones, al Redentor de la humanidad, que se dignó someterse no solamente a
MARÍA, su verdadera madre física, sino también a JOSÉ, a quien respetaba y
honraba con el dulcísimo nombre de padre.
En las vidas de los esposos santos que han dado ejemplo de santidad, como
escribe San Agustín, -los ejemplos son más poderosos que las palabras y una
buena obra enseña más que un discurso-, cada acción de caridad de ellos, se ha
convertido en una aportación a la edificación de la Iglesia, del Christus totus, por
estar provistos de medios tan abundantes y eficaces para santificarse como los
sacramento: de la iniciación cristiana (bautismo, confirmación y Eucaristía); de la
curación (penitencia y unción de los enfermos); al servicio de la comunión y misión
de los fieles (orden Sagrado y matrimonio) 675 La Iglesia unida a Cristo, por Él y en
Él (cf, CEC, 824), cumple su función santificadora comunicando a los hombres los
bienes divinos por los que se confiere y aumenta la santidad, principalmente
mediante la sagrada liturgia (c. 834). Así, la función de santificar se realiza por las
oraciones, las obras de penitencia y de caridad u otras prácticas piadosas y
sagradas del pueblo cristiano.
Nos corresponde a nosotros avanzar en santidad y siguiendo los pasos de los
santos, llegaremos a la cumbre máxima de virtud: “Los santos son como nosotros,
los santos están entre nosotros. “No nos engañemos: en la vida nuestra, si
contamos con brío y con victorias, deberemos contar con decaimientos y derrotas.
Esa ha sido siempre la peregrinación terrena del cristiano, también la de los que
674
675
PIAT. E. Historia de una Familia una Escuela de Santidad. Ed. Monte Carmelo. España.2003. p. 412.
CIC cc. 840-1165.
248
veneramos en los altares. ¿Os acordáis de Pedro, Agustín, de Francisco? (…) los
héroes cristianos son como nuestras vidas: luchaban y ganaban, luchaban y
perdían. Y entonces, contritos, volvían a la lucha”. (San Josemaría). En la
situación actual se necesita evangelizar con audacia. Se requiere de la valentía
propia de la vocación apostólica para anunciar la verdad de Cristo Dios y hombre
que muchos no quieren escuchar. Hay que responder con una convicción
profunda a los que se erigen a sí mismos como los “poderosos” de un mundo al
cual quieren dirigir según su propia voluntad e intereses. Necesitamos dar razón
de nuestra esperanza (1 Pe 3, 15), desde la libertad de los hijos de Dios y que
todo cristiano se haga capaz de poder hablar como un ciudadano libre al que
todos lo deben escuchar con respeto. Esto supone vivir con radicalidad la libertad
profunda de los hijos de Dios, buscar la verdad más allá de las redes que tienden
los sofistas de cada época que se adaptan exclusivamente al aplauso social. El
hombre y la mujer, cuando, se separan de Dios, se desconocen a sí mismos. 676 El
matrimonio Cristiano es un camino de santidad en la Iglesia, es decir, un llamado a
la plenitud del amor y al compromiso por la extensión del Reino de Dios; la
santificación de la vida conyugal y la familia, requiere diligente cuidado pastoral.
Nuestra santa madre Iglesia ofrece a los esposos medios adecuados para que
cultiven la vida en el Espíritu: sacramentos, retiros,
evangelización,
acompañamiento espiritual, congresos, seminarios, peregrinaciones, asesorías,
otros. Las ayudas que se deben prestar a las familias son múltiples e importantes
desde los ámbitos más variados: psicológico, médico, jurídico, moral, económico,
etc. Para una acción eficaz en este campo se ha de contar con servicios
específicos entre los cuales se destacan: Centros de Orientación familiar, los
Centros de formación en los métodos naturales de conocimiento de la fertilidad,
los Institutos de ciencias y estudios sobre el matrimonio y familia, y de bioética.
Con esta finalidad se promoverá –principalmente en el ámbito diocesano- la
creación de estos organismos para la prevención y solución de los problemas
planteados en la pastoral de la familia. No olvidemos que la nueva evangelización
del matrimonio y la familia, nos pide entrega, amor por el pueblo de Dios, una
pastoral integral, una pastoral progresiva que nos lleve a la santidad.
Hay que superar el desafío de la cultura dominante, que ignora el valor
trascendente de la persona exaltando y viviendo la cultura de la vida, siempre la
Iglesia ha de proponer con fidelidad la verdad sobre la santidad del matrimonio y la
familia, educando a las parejas jóvenes para que se comprometan a vivir
castamente y lleguen vírgenes al matrimonio, enseñando la planificación familiar
natural, siguiendo los métodos naturales (cf. HV 16), para que no se presente el
divorcio. Hay que buscar por encima de todo vivir en Gracia de Dios, que Él mismo
la confiere a través de la oración y los sacramentos. No pocas veces ante el
desafío implacable de la cultura dominante en lo referente a este tema vital,
muchos cristianos solo han sabido responder con el silencio, o incluso han
promovido ilusamente una adaptación a las costumbres y valores culturales
676
CVII, Constitución Pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual (7.XII.1965). n 36.
249
vigentes sin un adecuado discernimiento de lo genuinamente humano y cristiano,
tal silencio o desorientación no puede sino clasificarse como culpable. (cf. Ez 33,
7-9).
Los santos y familias santas, como hemos dicho, son los verdaderos
reformadores. Sólo de los santos, sólo de Dios proviene la verdadera revolución,
el cambio decisivo del mundo. Porque como dijera San Clemente de Alejandría:
“La mejor belleza es la del alma cuando está adornada del Espíritu Santo y de los
luminosos dones que en ella infunde: la justicia, la prudencia, la fortaleza, la
templanza, el amor al bien, el pudor; jamás hubo una flor con tan bellos colores” y
también, como expresaba acertadamente Tertuliano la grandeza y belleza de esta
vida conyugal en Cristo: “¿Cómo puedo describir la felicidad de aquel matrimonio
que la Iglesia ratifica, refuerza la Eucarística, sella la bendición, los Ángeles
anuncian en el cielo, y el Padre aprueba? Incluso en la tierra los hijos no se casan
sin el consentimiento paterno. ¡Qué alegría la de dos fieles unidos por una única
esperanza, en un solo deseo, en una solo respeto, en sólo servicio! Son
hermanos y colaboradores al mismo tiempo, sin diferencia alguna entre carne y
espíritu, sino que son dos en una sola carne. Donde la carne es una sola, uno solo
es el espíritu: oran conjuntamente, se arrodillan conjuntamente, se enseñan el uno
al otro, el uno al otro se confortan”.677
Matrimonio y familia, bellas y grandes bendiciones de Dios para la humanidad,
vivirlo en gracia es actualizar su eficaz santidad.
¡SOLI DEO HONOR ET GLORIA!
677
Tertuliano, Ad uxoren, II, VIII, 6-8: CCL, I, 393. Cit. por. FC. n. 13.
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