Metodologfa, metodos, tecnicas EL PODER DE LA COMPUTADORA: ^como ordenar a un esclavo que no tiene miedo a la muerte? Alberto Cirese Las consideraciones que expont-o -de autodidacta que espera la indulgencia de los expcrtos- se refieren sobre todo al uso personal de la coinputadora que esti en crecimiento vertiginoso. E^ por tanto cierto que, aiin mas alia de sus debilidades intrinsecas, lo escrito resultarci conocido en el momento de ver la luz. Por lo mismo importa tanto m ^ no quedarse estancados intelectualmente. 1. Alguien, hablando de computadoras, ha dicho que el software es aquella cosa que cuando sabes como esta hecha, no tienes mas necesidad de comprarla. En materia de hardware, por el ccntrario, ninguna informacion sobre su estructura puede bastar para asegurar su posesi6n. Podria tambien decirse que para robar un microprocesador (hardware) se requiereii l£is manos. Para robar un programa (software) bastan, al menos en principio, los ojos. Si tengo capacidades nemotocnicas adecuadas (y esperemos que la escuela vuelva a cesarrollarlas) podr^ mcmorizar el programa, o al menos su estructura, no solo sin el uso de los sofisticados soportes especificos 203 AUierto Cirese de la memoria de masa como son lcis cintas y los discos magn^ticos, sino directamente sin el recurso de instrunientos elementalisimos de memoria no vol^til como papel y ldpiz. ^Un ejemplo? Las tres li'neas que siguen son un programa -aunque muy banal- de la prjmera Iecci6n de un curso de Basic: 10 for Jt=O to 0 20 print k 30 next Quienquiera que est^ en grado de aprender mecanicamente de memoria las tres lint.Li, puede llevarse a casa el programa sin escribirlo o pageLrlo. Si despu^s dispone de una computadora que ixepte el lenguaje Basic en el que el programa estA escrito, bastaran un poco de atencion y un mi'nimo conocimiento del teclado para que de la memoria mental -y atencion, sin borrarse de ella- las tres Ii'neas pasen a la memoria del aparato. Y al comando de la ejecucion, apareceran en la pantalla encolumnados los niimeros del 0 al 9. Todo ello sin que un agente humano deba saber absolutamcnte nada, ni sobre lo que aignifican las lineas del programa ni sobre como hace la computadora para hacer lo que hace. Con lo que, al menos en este caso, la Uamada estupidez de la computadora es ciertamente menor que la del agente humano: este ultimo no entiende de hecho nada del programa, mientras la comp jtadora si lo hace, al menos en el sentido no desdenable de seguir sus instrucciones o comandos. 2. Eis bastante probable, sobre todo en mi generacion, un rechazo decisivo: indigno, aun solo el imaginarlo, que la mente humana se vea reducida a pasivo transportador de caracterca incomprensibles, que la conviertan en siervo de una ni^quina que tiene o parece tener mas entendimiento que el hombre. No obstante, ya desde hace tiempo, observo en j6venes amigos de las escuelas medias, incluso primarias. 204 El poder de /a... una reaccion de signo (aparentemente) opuesto: la simplicidad del programa ejemplificado -y la idea que para tenerlo se le deba robar- humillan la inteligencia humana, al menos tanto cuanto humillan las capacidades de toda computadora, por modesta que ^sta sea. Vienen asf al punto dos de los posibles sentidos que el termino "poder" tiene en el uso corriente: poder como capacidad de desempenar tal o cual tarea; y poder como imposicion, senorfa o imperio, es decir, como facultad de disponer de las acciones de otros i>or la fuerza (dominio) m ^ o menos unida a persuasiones inducidas y a consenso obtenido (hegemonia). El segundo sentido -inducci6n- es a^iuel sobre el cual se concentra la atenci6n de los textos recogidos en el volumen Potere senza stato (Angioni et al., Ed. Riuniti, Roma, 1086), dejando a la sombra el otro. Pero, incluso sin cxcluir el segundo, el primer sentido -capacidad- cobra mayor evidencia cuando se habla del poder de la computadora. De hecho el tipo de imperio que la computadora ejercita o puede ejercitar (mejor: que consiente o puede consentir ejercitar) se liga estrechamente al tipo de capacidades que tiene o puede tener y da o puede dar; sin omitir las capacidades que la computadora, como producto humano, exige de los agentes humanos que la operan. 3. Con respecto al imperio, habrA que excluir aquf la '*fanta-rob6tica'' y las terrorfficas visiones de m^uinas inform^ticas que se hacen autdnomas y esclavizan a la humanidad. Hay de hecho un sentido m ^ realista e inmediato en el cual la computadora puede volverse esclava de los hombres: que precisamente no se le puede menoapreciar. Una indispensabilidad y una dependencia, si bien no de tipo psico-conductual que nos haga esclavos, yo que s^, del tabaco o las drogas, del autom6vil o del video y que 205 Alberto Cirese es competencia dlagnostico-terap^utica de psiquiatras, psicologos, sociologos, trabajadores sociales, etcetera. Es verdad que puede haber y que hay casos de "computadoritis", por £is( decirlo: incapacidad o casi de despegarse de la computadora. Ahora que su accesibiUdad econ6mica se ha vuelto directamente hogarefia, tambien la computadora puede difundirse como droga, si se quiere este facil genero de metdforjis; pero debe admitirse que se trata de una droga bastante ligera, tanto por su autodestructividad como por su peligrosidad social. No creo que valga equlpararla con la dependencia del video-tv. En este ultimo caso, se estA en una posici6n tecnol6gica de pasividad necesaria. Para la computadora, por el contrario, es ya tecnol6gicaniente posible una relaci6n activa: se puede siempre ir m ^ allA de los videojuegos programados por otros. Donde no se hiciese ello, la computadora dejarfa de ser tal para convertirse en lo mismo que una maquinita tragamonedeis y, por lo tanto, asf deber£ ser tratada y clasificada. 4. La verdadera dependencia de la computadora es, por el contrario, de una naturaleza muy diversa, como ya nos lo muestra el caos que se genera en los correoB, bancos o aereopuertos si las terminates no funcionan. Es una dependencia an^loga a la que desde hace tiempo nos liga a la energfa el^ctrica: su carencia puede producir incluso consecuencias psicosomiiticas (pdnico por el apag6n, por ejemplo, que serfa f^il clasificar como una crisis de abstinencia), pero cuyo efecto primario es el de bloquear la sociedad -cuando menos la nuestra- en sus actuates mecanismos b^icos de funcionamiento. Lo mismo pasa o puede pasar con las computadoras. Y, al igual que para la energfa el^ctrica -de la cuEtl pueden privarnos no s6Io &ccidentes t^cnicos, sino tambien iicciones humanas de huelga o clausura del 206 EI poder de /a... servicio-, asf tambien para las computadoras se plantea el problema del poder/imperio que ellas pueden conferir a algunos grupos sociales sobre otros. Y ello habr^ de volverse mis decisivo, en raz6n del despliegue cada vez mds capilar de los servicios que las computadoras proporcionan y de la creciente cualidad de \&3 operaciones humanas que pueden sustituir. Desde este i^ltimo punto de vista -y estamos en el terreno del poder/imperio- creo que los efectos no podrAn dejar de ser aplastantes. Ya en loa diarios, aiin Iimit4ndose a teclear su colaboraci6n en la computadora, en lugar de su habitual mdquina de escribir, el periodista estd volviendo superfluas algunas actividades y Bguras laborales: la composici6n del linotipista o tlp6grafo, la transferencia ffsica del dactiloscrito por medio de los encargados, etc. Si m ^ adelante la informatizaci6n de las fabricas continua (y no veo c6mo detenerla) es dudoso que pueda hacerse "pwxa sf una clase que dejarA de existir "en sP. Existen entonces tambien perspectivas de costos humanos altfsimos, si la dirigencia polftica y sindical no es capaz de ir m ^ allA de las cuestiones de radio menor, y ocuparse de las formas de dirigir -a largo plazo- una transformaci6n tecnol6gica y socioecon6mica imposible de evitar ciertamente con un testarudo cerrar de ojoa que m ^ adelante, una vez obligados a abrirlos, me parece que s61o puede ser considerado como ''retraso". 5. Pero no intento ensenar el oficio a quien, por haberlo practicado tanto, lo conoce a fondo. Volver^ m ^ bien a la reacci6n de rechazo ante el ejemplo inicial, que suponfa probable en mi generaci6n. La inquietud y el temor me parecen actitudes subjetivas inadecuadas frente a un hecho que sin embargo es objetivamente inmutable (o al menos eso me parece por razones que mencionar^ mds adelante): la novedad cualitativa que el desarrollo de la inform^tica presenta respecto de las 207 Alberto Cireae revoluciones tecnoldgicas precedentes. La maquina de vapor y el motor de combusti6n producen energfa y han sustituido en todo o en parte a los musculos; la computadora slgue operaciones logicas y acompana al cerebro. La suBtituci^n total de la energfa humana por la fuerza motriz ya no produce miedo. La computadora, por el contrario, (todavfa) inquieta de por sf y tanto mis si existe la poaibilidad de que, por asf decirlo, gane la carrera. No s^ si el rieago sea efectivo (quedarfan fuera de cualquier modo las famosas razones que la raz6n no conoce), pero si en verdad ^ste fuera real, no bastarfan ciertamente los anatemas. El punto (laico) es que es imposible no aceptar el ulterior reto evolutivo que la inteligencia humana se pone a sf misma: crecer mis alia de BUS propios productos. No excluyo - y por el contrario, en varios casos propicio - que el crecimiento pueda o deba consistir en la renuncia a ciertos productos. Es lo que pide - me parece el ecologismo mas resposable. Pero, en tanto la computadora es ecol<Sgicamente limpia y no requiere energfa at6ni.ica (aunque posteriormente pueda servir para producirla y guiar sus empleos m&a o menos destructives), la cuestidn es diversa. Hay tambi^n que agregar que, como en todo caso, la eventual renuncia puede ser seria s61o si se respetan algunas importantes condiciones. Entre ellas, la que -s^pase bien- no se deben pretender las vcntajas que el producto rechazado habrfa aportado (amargo degradarse de la utopfa en la necia preten3i6n de tener bouella Uena y mujer borracha). Otra condici6n es que el rech&zo no sea jamds fiefstico y teocrdtico, como aqu^l que prohibi6 la implantaci6n de las vfas f^rreas en el Estado Pontificio (o en la URSS que, si no me equivoco, ha estado prohibido por anos la £[sica cuintica). En fin, se 208 El poder de Ja... requiere estar muy atento a que detras de[ rediEizo no exista la actitud (v&lida s6lo en materia de infamias] que Ueva a juzgar diab61ico lo que otro haga o aprenda cuando personalmente no se tiene ganas de aprender. 6. El ultimo punto toca de nuevo el poder de la computadora entendido de alguna manera como imposict6n: la capacidad que la computadora tiene y otorga -lo he senalado- remiten a la pose8i6n o la adquisici6n de ciertas capacidades por parte del usuario. Lo cierto es que en los nivelea mAs comunes de utilizacl6n, las habilidades que la computadora exige del operador humano son mfnimas. Buena parte del campo comercial de las computadoras personales se desarroUa precisamente sobre la base de la creciente facilidad de uso tanto del hard (teclado, cinteis o discos, impresora) cotno del soft, o sea, de los programas. En efecto, por ejemplo en el uso de la micro como mdquina de escribir, ya todo o casi se reduce a pocas operetciones preliminares y a la !ntroducci6n de los textos; el resto es autom^tico, comprendidos incluso los ordenamientos alfab^ticos, tem^ticos, cronol6gicos. En muchos sentidos la f2u:ilitaci6n en el uso de los programas es positiva. Comerciales aparte, personalmente he intentado obtenerla en el programa de analisis componencied automdtico de las relaciones de parentesco (ACAREP), en el cual trabajo desde hace tiempo y cuyos orfgenes est4n en los lejanos anos en Cerdefia cuando naci6 el proyecto del metalenguaje parental, despu^s publicado como NLC y ahora impuesto a la computadora con cl nombre de GEPR. El propxSsito ha sido, y sigue siendo, el de volver el programa ACAREP accesible aun por el usuario inform^ticamente mds desprovisto: todo lo que se requiere -mis alU de una normal dactilogra^a y de conocer algo sobre los t^rminos parentales- ea escribir las relaciones de parentesco en una de las notaciones 209 Alberto Cireae usuales que el programa hasta ahora acepta (tres inglesas, una francesa y una italiana). Despu^s todo es autom^tico: a d e m ^ de rechazar errores banales (Juan es marido de la mujer de Pedro, por ejempio, si el sistema es monogdmico) y aparte de corregir expresiones equfvocas (marido indiferentemente de un macho o una hembra, si el sistema es heterosexual) el programa efectua la conversi6n de cada una de lcis relaciones (^qui^n soy yo para tf si tii eres el hijo de la hermana del padre de mi madre?) reconoce los rasgos parentales ya indicados por Kroeber (descendencia directa o colateral, nivel de generacidn, edad relativa, etc.), identifica caracterfsticas a menudo consideradas (simetrfa o no de las relaciones, bifurcaciones de sexo entre todos los parientes intermedios, etc.), traza los diagramas y, finalmente, proporciona resultados analfticos m ^ ricos que los obtenidos por Lounsbury o Goodenough, en forma manual. Sin requerir capacidades informdticas, el ACAREP libera tiempo y energla para elaboraciones mentales de grado mas avanzado. 7. Si la computadora pide tan poco al usuario, podemos considerarla entonces como un siervo docil y fiel a quien, incluso el mas inexperto amo, puede fdcilmente dar 6rdenes y soUcitarle prestaciones, pero nunca m ^ allA de lo que cada programa prev^. Por ejempio, por razones transitorias, el mencionado programa ACAREP actualmente subdivide los sistemas parentales en 86I0 cuatro grupos: homosexual poligamico, homosexual monogdmico, heterosexual poHgimico, heterosexual monogdmico. El usuario por tanto no puede obtener distinciones entre poliginia y poliandria. Franquear tal Umitaci6n no requiere de mucho, con la condici6n de que se sepa d6nde meter las manos. En caso contrario se queda prisionero del instrumento que, aunque sumamente d6cil, impone al usuario informiticamente 210 El poder de ia... desprovisto la f^rrea ley de su docilidad. El esclavo entonces se convierte, de alguna manera, en el amo de quien carezca de la capacidad para ordenarlo b^icamente. De aquf la maxima de que at personal lo personaliza s61o quien lo sepa programar. Cuando el siervo es informdtico, la dial^ctica senorfoservidumbre se transforma: mientras menos neteslte el siervo del amo, mis crece su poder; y el siervo -al contrario que en Hegel- no puede ser dominado con el miedo a la muerte. Lo que requiere es acrecentar la capacidad del seiiorfo de la actividad mental humana: la inteligencia. En el hurto nemot^cnico-visual de signos incomprendidos que conjeturamos al principio, hay plena sujeci6n del amo al siervo: si no se entiende nada de ello, las cifras ser&n eternamente impresas en columna del 0 al 9, aun cuando quisi^ramos otras y dispuestas en serie. La segunda reacci6n proviene, por el contrario, de quien sabe d6nde meter las manos para obtener estas u otras variaciones de los resultados, y para tal prop6sito basta solamente el abec^ del Basic. Un minimo de capacidad informdtlca libera al usuario de la sujeci6n al programa: mas precisamente, lo libera del sujetamiento a los agentes humanos que son capaces de construir programaa. Dicho mfnimo basta ya de hecho para volver superfluos la adquisici6n o el robo de programas mucho menos simples del que he usado como ejempio: cada uno se vuelve capaz de escribirlos por sf mismo. Tambi^n aquf, y m ^ que en ningiin otro campo, si se aprende a pescar no es m ^ indispensable robar un pez o pedirlo regalado. 8. Con el incremento de las capacidades, crecen las posibilidades de Iiberaci6n hacia las dependencias. Si se conocen m&a lenguajes de programaci6n, no se requiere que el programa a usar este en el lenguaje especffico 211 Alberto Cireae de la mdquina que se dispone: se puede traducir de Basic a Fortran o Pascal y viceversa. Pero hay mucho mAs: los programas pueden ser ideados y construidos en lenguajes que el hombre sabe o comprende, y la computadora no. Se puede incluso prescindir, en cierta medida, de conocimientos inform^ticos especfficos. Por ejemplo, en lugar de Basic, los pasos del programita inicial, pueden indicarse con el diagrama de fiujo de la Figura 1. Figura 1 K=0 K es MAYOR DE9 SI FIN NO IMPRIME K AGREGA laK Ahora la copia mental puramente mecanica es menos ficil: para recordar sin entender se requiere una memoria fotografica. Pero es posible entender (suponiendo que la escuela basica haya adiestrado con mfnimos pasajes abstractivos como el que de 2 + 2 = 4 Ueva al de a + b = c). Aun cuando hubiera alguien que nunca lo haya visto, uno coniprende rapidamente 212 El poder de la... que el diagrama asigna un valor inicial a la variable K y controla si el valor inicial supera el valor asignado como fin£il: si sf, el procedimiento se detiene, si no, se imprime K y se Ie incrementa una unidad; se replica aquf por tanto Ia confrontaci6n con el valor final, imprimiendo K hasta que el valor agregado no iguale el lfmite. Todo hurto se ha vuelto asf superfluo. Se ha aprendido a pescar; y la mente, alejada del ser asertivo, hace lo que estA hecha para hacer: piensa pensamientos, aquf ciertamente muy elementales, pero al menos claros para sf y para los otros. Cesa la sujecidn porque ahora cada uno sabe d6nde meter las manos para obtener resultados a su gusto: cambiando 0 y 9 se obtendrAn cifras diversas; pudiendo restar en lugar de agregar, se tendrA un procedimiento complicado; incrementando dos unidades en vez de Una, se obtendriji los pares (o los dispares), etc. Y sustituyendo las constantes con las variables, el programa obedecerA d6cilmente a cualquier petici6n ulterior (razonable). 0. Queda el hecho que el diagrama no puede ser admitido en Ia computadora asi como estA escrito: es absolutamente necesario -al menos hasta hoytraducirlo en el lenguaje que cada mdquina dispone. Se requiere saber, por ejempio, que en Basic el incremento o el decremento de una o m ^ unidades se realiza en general mediante el ciclo For...Next que liga la lfnea 10 con la 30 en el programa adoptado al inicio. Se impone por lo tanto en este punto (pero s61o en este punto) la posesi6n de conocinnientos m ^ especfficos y actualmente bastante especializados. Debe agregarse de inmediato que el momento de la traducci6n en Basic o en otro lenguaje es secimdario, no s61o en el tiempo, respecto al momento verdadero de la programaci6n: el del an^lisis que individua el algoritmo o procedimiento 213 Alberto Cinae que en un numero finito de pasos conduce de un cierto estado inicial a uno final. Aquf surgen dos figuras profesionales o laborales que, aun cuando reunidas en una misma persona, permanecen intrfnsecamente distintas: la del analista y la del programador. Se abren entonces cuatro posibilidades abstractas de combinaci6n: que se est^ en condiciones tanto de realizar un an&lisia como de traducirlo posteriormente en Basic o Lisp o algun otro; que se sepa efectuar el an^isis, pero que no se sea capaz de traducirlo en lenguaje de programaci6n; que se conozca el Basic o algiin otro, pero sin capacidad de andlisis; y en fin, que no se sepa nada de nada. Se configura entonces una jerarqufa precisa de autonomfas o dependencias: hablo aquf de relaciones entre agentes humanos, no de relaciones entre hombre y mAquina. Sobre quien nada sabe pesa evidentemente el predominio de quien sepa al menos algo y, por tanto,de todos. Es el caso de las configuraciones hard/soft de m&xima facilitacidn: para el usuario todo es de absoluta "transparencia", en el sentido que el t^rmino tiene en el sector, es decir, todo permanece invisible, como invisibles son precisamente los vidrios bien limpios. La transparencia, en este sentido, hace esclavos. En el otro extremo est& no s61o el mAximo de independencia, sino tambi^n la maxima capacidad de senorfa: se ve y se gobierna lo que a los otros permanece invisible, bien porque se le resguarde celosamente (delito del dominante) o bien porque el usuario, intelectualmente perezoso, no rompe las cadenas del esclavo. En el nivel intermedio, entre el analista y el programador hay cierta interdependencia y jerarquizaci6n: uno no puede prescindir del otro, pero, si un an^lisis sin traducci6n en lenguaje de programaci6n resulta quiz^ inutil, pero posible /,qu£ cosa traducird el traductor si 314 S^ poder de ia... no hay un texto que traducir? De cualquier manera, tanto el analista como el traductor tienen predominio sobre quien est6 colocado en el Ultimo escal6n.' 10. Parece claro entonces que una nueva red de senorfos y servidumbres viene a entrecruzarse con las ya existentes. Y es presumible que nazcan modificaciones profundEks en los 6rdenes precedentes. Deben ciertamente evitarse los cortos circuitos apocaHpticos o palingen^ticos de los cuales ha realizado una eficaz y argumentada crftica Paola Manacorda.^ Me arriesgari6 insistiendo aquf y lo que sigue, en una caracterfstica que creo resulta decisiva respecto a la naturaleza no estrictamente econdmica de la escala de laa autonomfafi y dependencias que senalibamos: es una escala de saberes y no de riquezas o similares. Los mismos empresarios podrian encontrarse significativamente limitados por ello, cuando su saber no accediese a controlar en toda su extensi6n a las propias computadoras y programas. Y cuando los portadores de saberes inform^ticos asumieran un poder impugnador /.serfan los nuevos recursos para desembarazarse de la burguesfa, los modernos asaltos a las Bastillas o a los Palacios de Invierno? Conozco un programa de bibliograHa utilizable colegialmente por un grupo de investigadores: el analista/programador, entre malvado y pedag6gico, habfa insertado un procedimiento que les notificaba cuAntos y curies eran los datos introducidos por cada investigador y, por tanto, documentaba a cada uno sobre su pereza o error; a la indignada protesta contra el odioso control, la respuesta fue que el programa estaba ahf, a disposicidn de todos y quien lo quisiera, a condici6n de que supiese, podfa desactivar el mecanismo de vigilancia. Si bien alguien no sabfa, podfa siempre aprender y si no queria aprender, asunto suyo. 215 Alberto Cirege Cierto, la fabrilidad no estA. separada de la signicidad y nada se hace jamds s61o con las manos. Intentando diagramar el proceso productivo simple que Marx llama invariante a t.rav^ de todos los modos de producci6n, se me ha vuelto evidente que tambi^n la fabrilidad mis elemental incorpora necesariamente informaci6n, sea como noticia o como regla, e informaci6n incorporada es tambi^n habilidad laborai sin la cual ningun producto fabril es posible. No tengo entonces ninguna dificultad, desde este punto de vista, en confrontarme con quienes consideran tambi^n los productos de la fdbrica como nega-entropfa: como orden introducido en lo que -respecto al fin o causa final de todo trabajo- resultaba desordenado; incluso, quizi, teniendo ya un orden respecto a otros fines o a otroe niveles de organizaci6n de la realidad (pienso en el trabajo de tejido con estambres, en el cual el suiter resultante es orden respecto al vestirlo, mientras que agujas y lana, aun siendo orden respecto a las materias de las cuales derivan, no son todavfa orden, o son directamente desorden respecto al vestir: uno no se viste -me parece- ni con aguj£us de tejer ni con madejas de lana). Queda todavfa una diferencia categorial. Me disculpo por repetir aqui la distincidn que he intentado en SegnicitA..,^ (no creo ptjar en la autocita, cuando lo que se cita ha tenido deveras aquellos iinicos veinte lectores de los cuales -no por adular- hablaba Manzoni). Hay cosas que cuando tu las disfrutas, otro no puede simult^eamente gozarlas: no se come una manzana en dos, se come una mitad cada uno (o quiz^ menos, si el otro es avorazado). Un cuadro, por el contrario, se mira por dos o por cien, sin que la fruici6n de cada uno sustraiga nada a la de los otros (a menos que alguno impida la visibilidad, como aqu^l que le 216 El poder d« ia... tapaba a Di6genes el sol). Si por la calle alguien me pide una moneda y yo se la doy, el otro puede telefonear, pero yo no, al menos con aquella moneda; si por el contrario me pregimtan d6nde estA, pongamos, la calle Caballocalco, y yo lo s^ y lo digo, el otro sabrA lo que no sabfa, pero no por ello yo deber^ a mi vez ir por ahf preguntando dicha mformaci6n. Si disponemos de un solo auto y mi hermano lo ha tomado dici^ndome donde va, es absolutamente cierto que yo ya no puedo salir con aquel auto, pero, a menos que tenga amnesia, ^I no tiene necesidjid de telefonearme para saber a d6nde est^ yendo ^Tonterfas? QuizA. Pero int^ntese comer la media manzana ya comida por el companero, telefonear con una moneda que ya no se tiene, usar un auto que otro se ha Uevado. La manzana, la moneda o el auto eat&a en una esfera en la que vale la ley: "compartea tu casa, se vuelve rincbn"; o, JXIAB noblemente: "alU hay oficio de consorte prohibido", tal como Giovanni Pirodda me ha ensenado que Dante dijo. El cuadro, la indicacidn verbal de una calle, y hasta el gesto que senala lo que a menudo esti "al fondo a la derecha", pertenecen a otro universo categorial: el de los signos erogadores de informaci6n en cuanto eliminadores de incertidumbre (nega-entropfa); y su caracterfstica material es de ser sunultaneamente gozables de modo plural sin dividirse y, por tanto, son comunicables no s6Io sin jp^rdida, sino directamente con enriquecimiento, como sucede en la '^reciprocidad" de Levi-Strauss, o como pasa ccn el '^iempo celestial" de Dante donde "puede ser que un bien distribuido/ en m ^ poseedores haga m ^ ricos / de sf, que si por pocos es posefdo" (y aquf el maestro ha sido Mario Alighiero Manacorda)^. Creencias medievales aparte, son ^stas las razones por la cuales no me parece igualar la mAquina inform^tica con ia m^quina de vapor o con el 217 Alberto CireM« motor de combusti6n: la primera es sfgnica y s6Io accsesoriamente fabril, las otras son sfgnicas, s6Io si accionan m&quinas que lo sean. Aun omitiendo a Pascal o las miquinas de Turing, m ^ que a la locomotora, la computadora se asemeja a la pianola: la que producfa musica con manivela o pedales y roUos de papel perforados, justo como las tarjetas de las primer as computadoras. 11. Subrayar^ otro aspecto m ^ . En el proceso productivo fabril, objeto, instrumentos y producto son del orden de la materia-masa, aunque el proyecto y la habilidad laborai pertenezcan al de la materiainformaci6n (resulta secundario si la materia es humana o no). Pero lo que en general (y un poco confusamente) se llama "trabajo intelectual", objeto, instrumentos y producto son todos del orden de la materia-informaci6n (es decir, pertenecen al nivel categorial en el cual se modula la energia o se organiza la masa para significar, para comunicar y no s6Io para servir o intercambiar). Y la diferencia es profunda. La producci6n de software o programas es precisamente actividad que, con instrumentos y objetoB sfgnicos, produce objetos tambi^n sfgnicos. Es ciertamente erogaci6n de energfa y, por tanto, fatiga ejercible o ejercida. ^Pero, es verdad que toda fatiga es trabajo en el sentido del proceso productivo simple? Al meDos es legitima la duda de que tambi^n las modalldades de las reiaciones de produccidn puedan intrfnsecamente modificarse al cambiar la categor{a de las actividades y que un ej^rcito de productores fabriles pueda ser sustitufdo por un ej^rcito de productores sfgnicos. ^No cuenta para nada que objeto e instrumento de las actividades sean en el primer caso de naturaleza externa al agente (madera, metales, etc.) y en el segundo caso, por el contrario, naturaleza psicosom&tica e interna a £17 ^Puede hablarse de expropiaci6n en los mismos 218 E/ poder de l&... t^rminos usados hasta hoy cuando el producto de las actividades estd completamente en la mente del productor y puede permanecer allf, aun habiendo sido dado a otros? S^ bien que cuando IOB programas se hacen complejos es arduo guardarlos en la memoria mental, aunque uno mismo los haya construido paso a paso: se requieren memorias extrasomdticas, ya sean impresas o grabadas en cintas o discos magn^ticos. S^ tambi^n, sin embargo, que siempre es posible reconstruir programas accidentalmente e irrecuperablemente destruidos. El punto, de hecho, no eatA en el recordar, aino en el haber entendido. Forzando un poco, quisiera actualizar la antigua m&xima: "lem tene, progr&mm&ta sequentur"; los programas vendr&n si se es amo del concepto iCxi&X inspecci6n en las puertas de salida de una fdbrica de programas podr& impiedir se Ueve en la mente el producto mental que la propia actividad mental ha producido en las horas de turno? ^O habri pasajes, como en los aereopuertos, para lavar los cerebroa sin necesidad de loa actuales recursos de cArceles o manicomios? ^O la ingenierfa gen^tica producirA mentes humanas a las que se haga tdbula rasa cuando se termine el turno, asf como en la computadora ae hace tabula rasa la memoria vol^til o RAM (Random Acces Memory, n.t.) cuando se desconecta la clavija? Quedarfa de cualquier modo el problema de la ROM (Read Only Memory, n.t.), es decir, aquella memoria que en las computadoras contienen el saber que no ae borra apagando, pues, si se borrase, el aparato quedarfa completamente inservible ^el obrero/analista o programador dejar^ en la f^brica su ROM o saber, as( como hoy deja la miquina y las herramientas? Mis que en el corto-circuito, aquf estamos en la Fantaciencia, y si no ha sido ya hecho, se podrfiin dedicar divertidas p&ginas a los operadores humanos 210 Alberto Cirese que, para reincorporar el saber, a la entrada de cada turno se reincrustan las dr ?nas de piececitas exportables de la ROM y recargan en la RAM vacfa todo lo producido en el turno precedente. Deberfamos preguntarnos sobre la pertinencia de la idea misma de expropiaci6n cuando el producto de la actividad sea mental: ^un escritor cuyo editor defrauda, sin borrar su nombre, es expropiado o mAs bien, despojado? Estoy seguro que el pensamiento materialista se arriesga a huir de s{ mismo cuando por "condiciones materiales de la producci6n" se constrine a entender s6\o las tambi^n importantes relaciones de producci6n, descuidando el problema de la materia con la cual Be hacen y de la cual eat&n hechas laa cosas que se hacen. Ciertamente no debe ser olvidado que, antes que los programas (signicos o soft)^ se requieren los microprocesadores (fabriles o hard); estos ultimos, asf como el teclado, monitor y discos, no salen de la fdbrica por el solo saber y memoria mentales. Es cierto tambi^n que la produccidn misma de los programas requiere de gigantescas inversiones financierzis y esfuerzos organizativos con jerarquii acion es conexas y dependencia de papeles, retribuciones, horarios. Es por tanto m ^ que razonable pensar que fen6menos esenciales puedan permanecer a groaao modo invariantes, por ejemplo: el plusvalor y el trabajo alienado para Paola Manacorda. No lo s^ para el primero, pero plenamente comparto la idea de que frustraci6n y aburrimiento en el trabajo no dependen del tipo de actividad, sino de las re icione* socio-econ6mico-afectivas dentro de las cualet ^ actividad se coloca, se cualifica y se motiva a 8( misi. n; una actividad sfgnica no es de por s( menos frustrai xe que una fabriL Vale aquf la idea marxiana de la carencia o p^rdida de la propiedad de las condiciones de realiz'^.itSn del propio trabajo. Pero, por otro lado, tanibi^n aplicable a la letra la idea de aquel 230 El podtT d€ tm... "proceso de escisi6n" que consiste en la "contraposici6n de \as potencias intelectuales del proceso material de producci6n a los obreros, como propiedad ajena a ellos y como poder que les domina", culminando "en la productividad independiente del trabajo"? 12. Pero, regresando al tema, hay tambi^n quien esti o se queda en el ultimo escal6n: ni analista ni programador. Y ^sta es una cuesti6n que nos toca de modo directo, en tanto estudiosos de formacidn pre o a-informdtica. A prop6sito, recuerdo siempre la 6ptima Iecci6n de base que -en mi primer contacto con las computadoras para la edici6n de la Coleccion B&rbi~ tuve hace veinte anos en Pisa por parte de Antonio Zampolli, quien entonces iniciaba su tan fecunda actividad de linguista computacional: "Dfgame extictamente qu^ cosa quiere -fue su frase- y obtenerlo serA despu<^s mi tarea". Lo dificil consisti6 precisamente en eso, en el decirle, en decirme exactamente qu^ cosa querfa. Antes que el saber qu^ cosas hace o puede hacer y c6mo se le hace para hac^rselo hacer, la computadora exige que se vuelvan lo mas nftido que se pueda para nosotros mismos los termtnos de nuestro problema; el precio de ello es la dificultad de renunciar a las in deter mi n acion es que son consentidas por las quiza fecundas ambiguedades conceptuales del lenguaje corriente no rigorizado. La cuesti6n es entonces a-inform4tica, ya que se plantea tambi^n independlentemente de la computadora e inviste alternativas mas generates. No sacar^ a desfilar aquf temas comprometedores como el contraste entre raz6n dial^ctica y raz6n analftica que divide a Sartre y a Levi-Strauss; la cuesti6n puede mAs banalmente representarse como la elecci6n entre dos opuestos enunciados de preferencia: "mas vale esquemitico que confuso" es el primero, y "mAs vale fecundo que riguroso", el segundo. Dudo que la segunda perspectiva se adapte AJberto a la computadora (para programarla propiamente, ya que con el esclavo facilitante no hay problema alguno). Eligiendo la otra perspectiva, al menoB queda un tilterior paso a-informdtico: la adquisicidn del b&bitus de los matemdticos que Levi-Strauss declaraba querer precisamente asumir: cuando se encuentra con una dificultad, se comienza ante todo por subdtvidirla en dificultades menores, para Buperarlas despues de una por una. Ese ea el oficio del estudioso, pero es igualmente el oficio del analista: resaltar, por un lado, que el estudioso que construya programaa ha de ser analista y no necesariamente programador y, por el otro, que todo analista debe tener competencia en el campo cientffico para el cual investiga e individua redes de procedimientos o algoritmos. La identificaci6n de procedimientos comienza sin embargo a requerir operaciones que quiza sean menos familiares: decirse a uno mismo curies son los pasoe que, de manera Intuitiva y casi inadvertible, cumpHmos cuando de ciertos datos iniciales Uegamos a ciertos resultados finales. Pero, por ardua que parezca la tarea, me niego a creer que un estudioso no sepa reconocer analfticamente el camino que intuitivamente ha recorrido. El punto es si se juzga que valga la pena hacerlo; pero si acaso se decide por el sf, entonces deberA dedicarse a escribir diagramas de flujo o similares, y asf el estudioso se convierte en el analista de su propio problema. De este modo, no s61o no est& m ^ ya sobre el ultimo escal6n, sino que se coloca casi en el vertice de la escala de los saberes arriba esquematizada. No es estrictamcnte necesario que vaya m ^ lejos: puede muy bien delegar su tarea de analista a un programador para la traducci6n en Basic o algun otro lenguaje. Pero ahf puede desear liberarse de la ultima dependencia. En tal caso, m ^ directamente en confront£tci6n con el aparato, nos damos muy bien El poder de iA... cuenta de que la computadora no es ni inteligente ni estupida: es inteligencia humana, por asf decirlo, incorporada y objetivada que, antropomorfizando, no traiciona jamAs, pero no perdona ni siquiera el m&s mfnimo error, sea porque contravenga sus reglas o sea porque vide aqu^Uas que tu mismo le has fijado. Y tanto mis fructuosamente se entiende lo que quiso decir quien escribi6 que: ''a la naturaleza se le ordena obedeci^ndola". Pero la mayor dificultad est4, quiz^, justo en loa lenguajes de programaci6n: es largo y fatigoso programar en Basic; es un poco m ^ ligero cuando se pasa a lenguajes de mAs alto nivel, es decir, mAs pr6ximos al modo de proceder mental del operador humano (Lisp o Prolog). Pero tambi^n \&s inteligencias artificiales requieren de empleos de tiempo que pueden ser incompatibles con la actividad normal del estudioso. Una soluci6n estA en el incremento de los instrumentos profesionaies de las universidades (t^cnicos, por ejemplo). Pero la vfa principal es otra: como ha sido observado, los sistemas personales han democratizado la computadora S61D a la mitad; la otra mitad de la democratizaci6n estA en el desarroHo de lenguajes de programaci6n cada vez m ^ potentes y de utilizaci6n cada vez mis inmediata y veloz. La facilitaci6n ha de realizarse propiamente en la programabilidad y no s6Io en el uso de los programas de otros. Vuelve por tanto el punto: programas, soft, signicidad, informaci6n. Y vuelve tambi^n evidente el dilatarse de una fuente de poder/imperio, ciertamente no desconocida antes, pero ahora ya incomparablemente aumentada: la de saberes que se imponen no s6Io por las capacidades para inducir persuasiones (como en la hegemonfa), sino por la indispensabilidad de los productos/servicios que posibilitan. Tanto mis se requiere con la informaci6n que libremente ciicula (y no pienso 223 Alberto Cireae s61o en la polftica]. Tanto m ^ urge que la rormaci6n escolar instrumente adecuadamente lo que alguien ha Uamado VI instrumento cabeza": manteniendo, sin embargo, en mi opinidn, el eatudio o tl reestablecimiento del estudio de las "tunicas muertas", si asf pueden ser Uamadas la tabla pitag6rica o el c^culo mental y manual, la memoria, etc. Se trata de aumentar las capacidades, no de perderlas. De otra manera se favorece el no pensar -"a terra quiete in foco Wvo"-; lo que por el contrario se pide a la inteligencia es seguir siendo ella misma, creciendo uiiA alld de sua propios productos. sobre el carActer temario de laa relaclonefl de poder Con referencia a la nota 1, y suponiendo por un momento que la relaci6D entre analtsta y programador, senalada en el par^grafo cinco, sea di^ poder en sentido corriente y no, por el contrario, de indispensabilidad jerarqulzada, podremae representarla indicando con P la relaci6n "tener poder sobre", con Sc la conjuncidn 16gica "y", y, finalmente con x e y ios "individuos en cuesti6n". De ello resulta la siguiente expresi6n: (I) (xPy) A. (yP x) que debe leerae: x tiene poder sobre y e y tiene poder sobre x. Pero de esta manera se anula la irreductible unidireccionalidad de la relaci6n de poder: valiendo tanto de x a y como de / a x, la relaci6n P de asimetrfa, lo cual no puedc no ser, se vuelve sim^trica, dejando as( de ser lo que es. Hay entonces un error en la expresidn (1). El error nace del hecho que a menudo el uso lingufstico lexicaliza como binariaa algunas relaciones que por el contrario son ternarias. Por ejemplo, en la expresidn: "Juan escribe a Pedro* 224 El poder de la... se sobreentiende el hecho que, ademds del remitente Juan y del destinatario Pedro hay implicado un tercer elemento: el mensaje, carta o billete que sea. Lo mismo sucede para el poder: dejamos sobreentendido el hecho de que el poder sobre alguien ae tiene siempre relativamente a algo. No por nada a menudo se habla de "esferas" de poder; y en cuanto al poder absoluto, es tal precisamente porque es poder relativo a todas las cosas. Que valga entre dos individuos (y sea por ello Uamada "diixUca") o valga entre uno y muchos, muchos y uno, muchos y muchos, la relaci6n de poder tiene en suma siempre tres sujetos, entendi^ndose aqui por sujeto no la persona ni la categorfa gramatical que "estA en nominativo", sino simplemente toda entidad de la cual se predica algo. Para representar el cardcter ternario de la relaci6n de poder, entre otras posibles, usamos aquf la expresion: (2) X P y/& que se lee: x tiene poder sobre / en relaci6n con la esfera a. Con algunos pasajes que descuido -no sin dano, ciertamente, por los necesarios controles de correcci6nla (3) puede aer aligerada asociando a P (poder) otros simbolos variables (por ejemplo A, B, C, etc.) que reprcscnten las diversas esferas en relaci6n a \as cuales alguien tiene poder sobre otro. Por ello, la expresitSn (2) se transforma en: (x PA y) & (Y PB x) que se lee: x tiene poder sobre y en relaci6n con A 225 Alberto Cireae e y tiene poder sobre x en relacion a B. Pongatnos que A signifique "favores" (o similares) y B por el contrario "voto" (o similares). La (3) es entonces un posible modelo de la relacion cUentelar; y el modelo - a diferencia de la ( l ) - no anula la irreductible asimetria de la relacidn de poder PA es de hecho una relacion en contenido diversa de PB y, sin embargo, indica tambien, con PB el "poder de signo inverso" que senalaba Luhman y que de cualquier manera, ademas de ser ejercitado, es ya de tiempo atras notorio en el nivel del buen sentido (mas que de poder "reclproco" hablaria aqui de poder "respectivo'^ o "correspectivo"). Por burdo que sea, el formalismo adoptado nos pide hablar en lugar de poder en singular, de tantos poderes como sean Ios contenidos de vez en vez investidos. Mas aiin, la (3) estimula a distinguir entre los casos en los cuales el contenido A del poder del uno, tiene como su necesario correspectivo el surgimiento de un poder de contenido B por parte del otro (^clientelismo? /,amo/esclavo?) y los casos en los cuales ello no sucede (ipadre/patron?). Nada impide hetsta aquf, que se produzcan expresiones que, como la ( l ) anulen la tisimetria de P. El inconveniente puede ser eliminado formulando un axioma de asimetrfa que podrfa tener la siguiente forma: ASI xy~ ((x PA y) Sz (y PA x}) que se lee: cualesquiera que sean x e 7, es falso que X tenga el poder A sobre y e 7 tenga el poder A sobre X. ASI no impide obviamente representar la alternancia en el tiempo de los roles, aun (n relacion a una 226 El poder de la... misma esfera: basta introducir el operador temporal T (que se lee "y despu^s") y tendremos: (x PA y) T (y PA x) o sea: x tiene poder sobre y en relacidn a A, y despues y tiene poder sobre x en rolaci6n a A. Si A fuesen, yo que s^, las bebidas, se tendrd el juego del sube y baja: "quien hoy es patr6n, manana puede estar abajo". Si A fuese, mAs noblemente, lo que depende del ejecutivo, se tendrfa el mecanismo de las democracias parlamentarias. Es posible representar una sucesi6n de subordinar ciones: la expresi6n (u PA s) & (s PA 1) .t (1 PA &) & ^a PA m) Sc (m PA c) Bien podri'a representar la vicja y amarga historia (lei oficial que golpea al sub-oficial que pega al legionario que pega al drabe que pega a la mujer que pega al asnoAqui, el axioma de asimetria ASl excluye el riesgo que el sub-oficial se ponga a golpear al oficial (y similares irrespetos) y por ello cumple su funci6n de garantizar la existencia misma del poder: no es un Cciso por tanto que el dominio colonialista se haya encaminado a su fin cuando el irabe ha comenzado a golpear a los golpeadores (es irrelevante si despues se haya simetrizado o no PA frente a la mujer y al burro). La sucesi6n representada en (5) puede ser cerrada circularmente (al modo del intercambio generalizado 227 Alberto Cirese de Levi-Strauss, o tambi^n al modo de ciertas circularidades masculinas un tiempo condenadas al tercer circulo del lnfierno): (6) (u PA s) & ... & (c PA u) Con lo que el burro toma a patadas al oficial y asf hasta que al fin se agarra a patadas a sf mismo: conclusi6n obviamente risible -en vista de que la relaci6n de poder no es nunca transitiva- pero que quiz^ por eso dice mucho sobre la "reflexividad del poder" que para mi permanece oscura en lo poco que s6 de Luhmann (^se trata quizd de lo que en otros sectores se llama "auto-referencia"?, pero iqu6 significarfa un concepto del tipo "poder el poder"?) De la sucesi6n pura y simple expresada en (5) y (6) se puede pasar a las que Luhmann llama "coneatenaciones": basta por ejemplo, establecer que en la esfera A del poder esta incluido tambi^n el poder de disponer del poder de otros. De este modo, el oficial tiene el poder de impedir que el sub-oficial golpee al legionario y asf sucesivamente. Pero si es vAlida la asi llamada "reflexividad", tambi^n el asno podrd disponer del poder del oficial. Para evitar la consecuencia, se estableceri entonces que el poder de disponer del poder de otros corresponde solamente al oficial: ipero, que serA entonces de la proposici6n de Luhmann que niega que "el primero tenga... mayor valor causal que el segundo"? Se necesita otra cosa para proceder seriamente: el poder ha sido aquf asumido como concepto primitivo o no definido; se requerirfa por el contrario definirlo a partir de otros concepios primitivos. En un primer intento, que no contar^, he pro"bado asumir 228 El poder de la... como primitivos "actuar (una accWn)", "ordenar "tener facultad de". La definici6n de PA que he logrado sacar de ello dice que el poder PA de x sobre / consiste en el hecho de que x tiene la facultad de ordenar a / que actue todas las acciones comprendidas en el conjunto A, y que / no tiene la facultad de no hacerlas. No es de este tipo la interdependencia entre analista y programador de la cual he partido y para la cual deberfa por el contrario definirse la indispensabilidad. Pero ahora ya me he arriesgado demasiado. 220 Notas y referencias bibliograficas 1. La recfproca dependencia entre quien sepa analizar pero no traducir y quien sepa traducir pero aea incapax de analisar, me expone a la tentaci6n de Balir de lo haata aqiii dicho para Bubrayar el car&cter temario -y no binario- de la relaci6n de poder. Ceder aqui a la tentaci6n, initarla juitamente al lector; no ceder est& m&s allA de HUB fiieriafl. Encuentro por ello un famiico compromiBO, confinando en iin ap^ndice fuera del tema lo que Be me ocurre de> cir sobre el argumento y BU simetrfa, re&exividad, Luhmann, etcetera. trinelli. 1984. 3. Cirese, A. M. Segnicita, fabrilith, procreazione. Roma, Ciau. 1984. Version espaiiola en Eatudioa sobre ia« Culturaa Contemporaneas, V.I, No.l. Sept. 1986. 4. Para ofuscar las certezas en las cuales me parece moverme (y por esto vilmente hablo de ello Bdlo en notas) est& la m^ima que Isidoro Moreno Navarro, en Sevilla, me decfa frecuentemente sobre el decir de una familiar suya de aneja experiencia: "Quien dice la verdad, la pierde". EB diflcil de 2. Lavoro e iateUigenia neU'eta entender, pero tal vez por eso microeiettronica. Milano, Fel- molesta mds. aso