ponencia - Asociación de Bancos de Puerto Rico

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ASOCIACION DE BANCOS DE PUERTO RICO
1 de noviembre de 2013
Hon. Ramón L. Nieves
Presidente
Comisión de Banca, Seguros y Telecomunicaciones
Senado de Puerto Rico
Apartado 903431
San Juan, PR 00901
RE: P. DEL S. 815
Estimado señor Presidente:
Agradecemos la oportunidad que le ha brindado a esta Asociación de Bancos de
Puerto Rico de ofrecer sus comentarios en torno al P. del S. 815 (el “Proyecto”) que
propone crear la “Ley para Reglamentar la Adquisición de Créditos”. El Proyecto
también propone: (i) enmendar el Código Civil de Puerto Rico a los fines de
ampliar el término del deudor para ejercer su derecho a retracto por el crédito
litigioso y para disponer que el deudor y garantizadores de un crédito cedido sean
notificados de la cesión de un crédito; (ii) requerir la obtención de licencia de la
Oficina del Comisionado de Instituciones Financieras a toda persona que compre
créditos; (iii) para enmendar la Sección 9-109(e) de la Ley de Transacciones
Comerciales para restituir la aplicabilidad de las disposiciones relativas a las
transmisiones de crédito y prenda del Código Civil a la Ley de Transacciones
Comerciales y para otros fines.
Por las razones que se expresan a continuación la Asociación de Bancos de Puerto
Rico se opone a la aprobación del P. del S. 815.
1.
Introducción.
Según se indica en la Exposición de Motivos de la medida, Puerto Rico
atraviesa la crisis económica más severa y prolongada desde los pasados
cuarenta años.
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Como resultado de dicha crisis, muchos han sido los clientes comerciales e
individuales de los bancos y demás instituciones financieras, que por diversas
razones han dejado de pagar sus obligaciones crediticias. Esta situación ha
traído como consecuencia que en cumplimiento con las reglamentaciones
locales y federales relevantes, los bancos se vieran precisados a declarar
como incobrables o a clasificar como de dudosa cobrabilidad innumerables
créditos.
El resultado de esta situación ha traído como consecuencia innumerables
pérdidas a la industria financiera la que años atrás se vió inmersa un
histórico proceso de consolidación. Esto ha afectado la capacidad de la
industria de desempeñarse plenamente como motor de la economía.
Pese a que la industria ha desplegado fuertes recursos para el cobro y/o
reestructuración de estos créditos morosos, aún quedan innumerables
créditos en sus libros que deben ser descargados a fin de lograr el
saneamiento adecuado de sus carteras.
Por tratarse de créditos morosos, no existe un mercado establecido para
estos activos por tratarse principalmente de créditos de dudosa cobrabilidad
cuyo valor no es fácil establecer.
Dada la crisis fiscal que adolece el gobierno de Puerto Rico, éste no ha
podido servir de referente para la compra de estos activos. Por tanto, la
participación del gobierno se ha limitado a establecer ciertos mecanismos
para atraer inversionistas sean locales o extranjeros que estén dispuestos a
invertir en dichos activos morosos.
Así pues, a manera de ejemplo, se aprobó por esta Asamblea Legislativa la
Ley Núm. 273-2012 conocida como “Ley Reguladora del Centro Financiero
Internacional” que se concibió dentro del marco legislativo que busca
fomentar el desarrollo económico de Puerto Rico. Entre otros propósitos,
esta ley tuvo como fin el atraer capital y crear un mercado para los activos
morosos de los bancos. A esos fines, en la referida ley, se establece como
una actividad permitida a estas entidades financieras internacionales, la
compra de préstamos que sean considerados clasificados o perdidosos, de
cualquier banco doméstico, durante un período de dos (2) años. Este
término expirará en [septiembre del 2014].
En la medida en que se pueda establecer un mercado para descargar a
nuestros bancos de estos activos morosos, en esa misma medida se logrará
restablecer la capacidad de los bancos de reactivar a toda capacidad su
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actividad prestataria y así contribuir efectivamente a la recuperación
económica que necesita el País.
Somos conscientes de que una de las consecuencias de la venta de los
créditos en cuestión es que el nuevo acreedor querrá recobrar su crédito
prontamente lo cual coloca al deudor en situación de buscar recursos para el
pago del crédito. No obstante, afirmamos que lo establecido en el Proyecto
establece un desbalance irrazonable entre la relación acreedor y deudor al
alterar la normativa existente en nuestro ordenamiento legal respecto a la
transmisión de créditos.
La cesión y venta de créditos es una práctica
común en la industria bancaria y no debe existir mayor impedimentos a que
esto continúe; los contratos de préstamos incluyen desde su origen cláusulas
que permiten las cesiones/ventas de créditos.
La aprobación de esta medida tendrá un efecto adverso inmediato en la
posibilidad de nuestras instituciones financieras de lograr sanear sus carteras
y de este modo contribuir de manera más eficiente a la recuperación
económica de Puerto Rico. Además, como discutiremos en mayor detalle
más adelante, ciertas disposiciones propuestas por el Proyecto tendrán un
efecto devastador en el mercado secundario hipotecario, y en consecuencia,
en la Industria Hipotecaria y en la economía del País.
A continuación, exponemos en mayor detalle nuestros comentarios al P. del S. 815:
2.
La Medida Adolece de Imprecisión en su Redacción.
El P. del S. 815 pretende establecer una ley especial que regule la
adquisición de créditos en Puerto Rico. A esos efectos, los Artículos 1 al 7 del
proyecto, establecen ciertas disposiciones de carácter sustantivo y procesal
respecto a la adquisición de créditos.
Es de notarse, no obstante que no se define con claridad el ámbito que se le
pretende conceder a dicha ley especial en lo que respecta a los créditos cuya
adquisición se pretende regular. A esos efectos, es de mencionar, que al
carecer el Proyecto de una definición del término “crédito”, sus efectos
pueden extenderse a todo tipo de créditos incluyendo créditos hipotecarios,
aquellos transmisibles por endoso y créditos que se transmiten en calidad de
garantía mobiliaria, la transmisión de los cuales ya se encuentra regulada por
otras leyes especiales.
Es de notarse, que en el texto de los Artículos 2 al 4 del Proyecto se utiliza
una variedad de términos que igualmente carecen de definición y que abonan
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a la imprecisión y ambigüedad de su redacción. Algunos de estos términos a
los que hacemos referencia son: “crédito litigioso”, “crédito atrasado”,
“institución financiera”, “casa financiera”, “contrato transaccional” y “acuerdo
de indulgencia por morosidad”.
Algunos de los referidos términos se encuentran definidos en el Código Civil
y/o en varias leyes especiales. No obstante, por tratarse esta de una ley
especial y no una enmienda a dichos otros estatutos, es indispensable que
los términos en ésta utilizados sean definidos a fin de proveer certeza y
precisión a su redacción.
3.
Análisis de los Artículos del Proyecto.
a. Artículo 2.
Habiendo establecido la falta de precisión de la que adolecen ciertos
Artículos del Proyecto, entre ellos, el Artículo 2, a continuación nuestros
comentarios de fondo en relación al mismo.
Pese a que no queda claro lo que se pretende establecer en el Artículo 2,
parecería que el mismo va dirigido a disponer que los contratos que traten
sobre “créditos litigiosos” o “atrasados”, en los que se incluya una
cláusula que obligue a las partes a resolver cualquier controversia surgida
bajo dicho contrato, se presumirá como un “contrato de adhesión”. Se
trata de una presunción controvertible.
Es preciso dejar establecido que es un principio establecido en nuestra
jurisprudencia que se reputa como un contrato de adhesión aquel en que
sólo una de las partes dictó las condiciones del acuerdo y que la adhesión
no implica la nulidad del contrato.
En ausencia de ambigüedad u
oscuridad, el contrato de adhesión debe ser atendido según sus términos.
Cuando los términos y condiciones de un contrato de adhesión son claros,
específicos y no dan margen a diferentes interpretaciones, así deben
hacerse cumplir. Riopedre Silva v. Acana Real Estate, 2003 TCA 1483.
No está claro, pues, el propósito de establecer la “presunción” que se
pretende en el Artículo 2 del Proyecto.
b. Artículo 3.
Según antes indicado, el Artículo 2 del Proyecto establece que existirá
“una presunción controvertible de que cualquier contrato transaccional,
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cláusula o convenio relacionado a un crédito litigioso, o atrasado, fue
incluida o suscrita a instancia del cesionario, o la institución financiera
cedente del crédito, y de que cualquier contrato, convenio o cláusula que
obligue a las partes a resolver cualquier controversia surgida bajo dicho
contrato será interpretado como un contrato de adhesión”. Por su parte,
el Artículo 3 del Proyecto establece que un tribunal con jurisdicción en
Puerto Rico tendrá que validar, independiente al acuerdo de indulgencia
por morosidad, cualquier acuerdo o cláusula de arbitraje en cualquier
controversia surgida bajo un acuerdo de indulgencia por morosidad.
Además de los defectos de ambigüedad y amplitud excesiva que hemos
señalado anteriormente, entendemos que esta disposición podría ser
contraria a lo establecido por el “Federal Arbitration Act” (9 U.S.C.A. § 1,
et. seq.). Veamos.
Debemos señalar que, debido a la falta de definiciones adecuadas, las
disposiciones del Artículo 3 del Proyecto podrían ser aplicables a acuerdos
a los que podría aplicarles las disposiciones del Federal Arbitration Act.
Como es sabido, en los casos que la transacción envuelta en la
controversia forme parte del comercio interestatal, el campo está ocupado
por el Federal Arbitration Act. Ver, Acevedo v. Rivera, 179 D.P.R. 359
(2010). En ese sentido, debe tenerse presente que el Federal Arbitration
Act establece una política liberal a favor del arbitraje basada en el
principio fundamental de que el arbitraje es un asunto contractual y que
los tribunales deben poner en vigor los acuerdos de arbitraje conforme a
los términos de los mismos. Ver, AT&T Mobilty v. Concepción, 131 S. Ct.
1740 (2011). Nótese que, bajo el Federal Arbitration Act, las cláusulas de
arbitraje en esos contratos son válidas, irrevocables y mandatorias.
Asimismo, bajo el Federal Arbitration Act, una vez acordado el arbitraje,
los tribunales carecen de discreción respecto a su eficacia y tienen que
dar cumplimiento al arbitraje acordado. Además, bajo dicho estatuto,
existe una presunción de arbitrabilidad cuando el contrato tiene una
cláusula de arbitraje. Ver, PaineWebber v. Service Concepts, 151 D.P.R.
307 (2000).
Bajo las disposiciones del Federal Arbitration Act los acuerdos de arbitraje
deben ser evaluados a la par o en igualdad de condiciones que cualquier
otro tipo de acuerdo. Aun cuando el Federal Arbitration Act permite que
un acuerdo de arbitraje pueda ser cuestionado bajo cualquier fundamento
por el que se podría atacar la validez de un contrato, la jurisprudencia
aplicable a este tema enfáticamente ha reconocido que ello no implica que
los estados puedan crear reglas que funcionen como un obstáculo al
cumplimiento de los objetivos y políticas del Federal Arbitration Act. Por
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el contrario, la jurisprudencia interpretativa de las disposiciones del
Federal Arbitration Act expresamente ha reconocido que no es permisible
defensas creadas por legislación estatal que apliquen solamente a un
acuerdo de arbitraje o que deriven su significado del hecho de que exista
un acuerdo de arbitraje. Ver, Doctor’s Associates v. Casarotto, 517 U.S.
681 (1996). Asimismo, se ha reconocido que no es permisible bajo la
política pública establecida bajo el Federal Arbitration Act que se
promulgue legislación estatal que establezca requisitos más exigentes
para la puesta en vigor de acuerdos de arbitraje que los aplicables a la
puesta en vigor de acuerdos o contratos en general. Ver, Merrill v. Coe,
313 F.Supp. 2d 603 (S.D. W.Va. 2004).
Debido a lo antes expuesto, entendemos que lo establecido por los
Artículos 2 y 3 del Proyecto incide en aspectos en los que el Federal
Arbitration Act ha ocupado el campo. Por un lado, lo establecido por los
Artículos 2 y 3 del Proyecto pretende establecer una presunción
desfavorable a los acuerdos de arbitraje que no es permitida bajo el
Federal Arbitration Act. En la medida que un acuerdo de arbitraje es un
acuerdo para “resolver controversias” bajo las disposiciones del Artículo 2
del Proyecto, se trataría de que se estaría creando una presunción
desfavorable al arbitraje con miras de crear una defensa aplicable
solamente porque existe un acuerdo de arbitraje o que se define por que
existe un acuerdo de arbitraje. Por otro lado, el Artículo 3 establece el
requisito de que los tribunales validen el acuerdo de arbitraje. Es decir
que el Artículo 3 impone obstáculos a la puesta en vigor de un acuerdo de
arbitraje, lo que está vedado bajo las disposiciones del Federal Arbitration
Act. Se trata pues, de que se estaría estableciendo requisitos más
exigentes para la puesta en vigor de un acuerdo de arbitraje que los
requisitos que serían aplicables a la puesta en vigor de cualquier otro tipo
de obligación, lo que sería contrario a la política pública establecida por el
Federal Arbitration Act.
Por último, debe tenerse presente que antes de este Proyecto, la
Asamblea Legislativa de Puerto Rico como el Tribunal Supremo de Puerto
Rico consistentemente han adoptado posturas liberales y favorables al
arbitraje de forma consistente con lo establecido por el Federal Arbitration
Act. Aun en los casos que la el Federal Arbitration Act no fuera aplicable,
lo dispuesto por los Artículos 2 y 3 de este Proyecto sería diametralmente
contrario a la política pública establecida por la Núm. 376 de 8 de mayo
de 1951, según enmendada, conocida como Ley de Arbitraje de Puerto
Rico, 32 L.P.R.A. sec. 3201, y su jurisprudencia interpretativa.
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c. Artículos 4 al 7.
Los Artículos 4 al 7 del Proyecto establecen un requisito de licencia a toda
persona natural o jurídica, incluyendo a afiliadas o subsidiarias de una
entidad bancaria o casa financiera, para dedicarse al negocio de comprar
créditos en Puerto Rico o para recibir compensación directa o
indirectamente en relación con cualquier cesión de un crédito.
Al igual que los artículos antes comentados, entendemos que el Proyecto
no establece con claridad y precisión a que “créditos” se refiere y a
quienes les aplicarán tales requisitos de licencia.
A esos efectos, traemos a su atención el hecho de que existen varias
leyes especiales que regulan la adquisición de cierto tipo de crédito. A
manera de ejemplo, mencionamos la Ley Núm. 68 de 19 de junio de
1964, según enmendada (la “Ley Núm. 168”), la que establece un
requisito de licencia de la Oficina del Comisionado de Instituciones
Financieras (“OCIF”) para llevar a cabo el negocio de compañía de
financiamiento.
A tenor con la Ley Núm. 68, una compañía de
financiamiento es aquella que se dedica al negocio de compra de
contratos de ventas al por menor a plazos, los que pudieran considerarse
como “créditos” bajo el Proyecto.
Así mismo, otras entidades financieras depositarias y no depositarias que
al presente se les requiere licencia bajo diversas leyes especiales y que
llevan a cabo la compra de créditos en el curso normal de sus negocios,
caerían bajo el ámbito de lo propuesto por el Proyecto. Incluidas entre
éstas se encuentran los bancos, las cooperativas de ahorro y crédito,
compañía de inversiones, agencias privadas o cuasi-gubernamentales
locales y federales dedicadas a la inversión en créditos hipotecario, entre
otras. No se establece en el Proyecto una excepción en el caso de estas
entidades ya reguladas por la OCIF y/o por otras leyes locales o federales.
Por otra parte, observamos que los requisitos de licencia establecidos por
el Proyecto se apartan de los que regularmente aplican a otras entidades
reguladas por la OCIF, sin que se exprese razón para ello.
A modo de ejemplo, es de mencionarse, el requisito del pago de un cinco
porciento (5%) del volumen de sus negocios por concepto de licencia
anual al solicitante. Además de considerarse esto como irrazonable y
confiscatorio, tal requisito puede considerarse como la imposición de una
contribución adicional toda vez que se requiere que dicha suma sea
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pagadera al Secretario de Hacienda y se instruye a dicho Secretario a
remitir dichos fondos directamente al Banco Gubernamental de Fomento
para Puerto Rico para que se utilicen para capitalizar el Banco de
Desarrollo Económico de Puerto Rico.
Igualmente, nos parece irrazonable el requisito de fianza que se establece
en el Artículo 5(d) del Proyecto, que consiste en un mínimo de diez
porciento (10%) del volumen de los negocios de la entidad solicitante en
Puerto Rico.
Dicha fianza deberá responder por las reclamaciones
presentadas por cualquier persona por un período no menor de cinco (5)
años, desde la fecha de ocurrencia de los hechos que dieron lugar a la
reclamación. Este requisito contrasta marcadamente con el requisito de
fianza establecido en otras leyes administradas por la OFIC. Véase, a
manera de ejemplo, la Ley Núm. 23-2011, según enmendada, conocida
como “Ley para Regular los Negocios de Casas de Empeño”, en la que en
su Artículo 6 se establece que el requisito de fianza para obtener una
licencia bajo dicha ley, es de un mínimo de $10,000 con un máximo de
$100,000.
El Proyecto carece de otros parámetros y guías en relación a la operación
de la entidad. Tampoco se dispone la norma que aplicará en el caso de
entidades que al presente llevan a cabo este negocio en nuestra
jurisdicción y la aplicación de esta ley a estas entidades.
d. Artículo 8.
El Artículo 8 del Proyecto propone enmendar el Artículo 1425 del Código
Civil a los fines de extender de nueve (9) a sesenta (60) días, el período
del derecho de retracto a los deudores en relación a los créditos litigiosos.
El crédito litigioso se define como aquel sobre el cual se ha entablado un
pleito judicial que no puede tener realidad sin que exista una sentencia
que lo exprese. No basta la interposición de la demanda, sino que debe
trabarse la litis con la contestación del demandado para que se conceptúe
como litigioso el crédito. *
Nuestro Tribunal Supremo se ha expresado a los efectos de que “[e]s
condición esencial para que un crédito se repute litigioso, el que la
contienda judicial pendiente a la fecha de la venta o cesión del crédito que
*
J. R. Vélez Torres, Derecho de Obligaciones, 2da. ed. Rev. San Juan, Universidad Interamericana de
Puerto Rico, 1997.
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sobre la existencia misma del crédito y no meramente sobre las
consecuencias de su existencia, una vez determinado por sentencia
firma.” Consejo de Titulares v. C.R.U.V., 132 D.P.R. 707 (1993).
El crédito litigioso puede venderse o cederse y, como tal, el deudor tiene
derecho a tenor con el Artículo 1425 del Código Civil a extinguir mediante
el pago al cesionario del precio que éste realmente pagó, las costas y los
intereses.
El plazo para que el deudor ejercite el derecho de retracto del crédito
litigioso es de nueve (9) días contados desde el día que el cesionario le
reclame el pago. Se trata de un término de caducidad, improrrogable e
ininterrumpible.
El pretender aumentar el referido término de retracto a sesenta (60) días
nos parece contrario a la norma fundamental que permea nuestro
ordenamiento que favorece el libre tráfico mercantil.
Es de notarse que el término en cuestión comienza desde el día en que el
cesionario reclama al deudor el pago. Es decir, luego de consumada la
transacción de venta del crédito lo que colocaría al nuevo acreedor en una
situación de desventaja en el cobro de un crédito validado mediante una
sentencia de un Tribunal.
Por tratarse de un crédito de dudosa
cobrabilidad, el mismo generalmente es vendido a un precio descontado
para compensar por la pérdida a la que se arriesga el cesionario. El
conceder un plazo irrazonablemente extenso para ejercer el derecho de
retracto, coloca al deudor por sentencia en una posición extremadamente
ventajosa sobre aquel que arriesgó fondos para adquirir el crédito a un
precio que aventajará al deudor mismo.
e. Artículo 9.
El Artículo 9 del Proyecto propone añadir un Artículo 1777 (a) al Código
Civil de Puerto Rico a los fines de requerir al acreedor que “tenga la
intención de, o realice gestiones para ceder un crédito . . .” a notificar al
deudor mediante correo certificado, noventa (90) días antes de lograrse
dicha transacción, y tiene que ofrecerle el deudor la opción de comprar el
crédito. El deudor tendrá un término de sesenta (60) días a partir de la
notificación para realizar la compra del crédito a ser cedido, al precio y
condiciones que acuerden las partes.
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En primer lugar, el referido Artículo que se pretende añadir al Código Civil
aparentaría aplicar exclusivamente a los créditos hipotecarios, aunque de
su redacción no surge claramente que este sea el caso. Notamos que la
codificación sugerida corresponde al artículo del Código Civil relacionado
al contrato de hipoteca, y por tanto, deducimos que su ámbito se limita a
este tipo de crédito.
Aún asumiendo que se limite a la cesión de los créditos hipotecarios,
sostenemos que el efecto de lo que en esencia propone dicho artículo es
establecer un derecho de retracto a favor de los deudores hipotecarios en
relación a la cesión o venta de créditos hipotecarios.
El establecer tal derecho de retracto tendría un efecto devastador en el
mercado secundario hipotecario en Puerto Rico.
Como es de su
conocimiento el mercado secundario hipotecario tiene la función vital para
nuestra economía, de mantener la liquidez de dinero para que siempre
haya fondos disponibles para financiera vivienda.
El mercado secundario funciona basado en la rápida venta por parte de
las entidades financieras de los préstamos hipotecarios por éstas
originados, sea directamente o convirtiendo dichos créditos en valores
que se negocian a inversionistas sean públicos o privados. De esta
manera, la institución financiera recupera de inmediato el dinero que
prestó para, de esta forma hacer nuevos préstamos hipotecarios a otras
personas sea para refinanciar o para adquirir su hogar propio.
El establecer el referido derecho de retracto tendría el efecto
entorpecer o dilatar innecesariamente el movimiento mercantil normal
estos créditos hipotecarios, cosa que dislocaría los flujos
financiamiento y afectaría adversamente la Industria Hipotecaria,
mercado de viviendas y la economía en general.
de
de
de
el
Para poner este asunto en su justa perspectiva, el mercado de hipotecas
en Puerto Rico consiste de 441,000 préstamos hipotecarios vigentes por
una cantidad de $43,900 millones. De esta cantidad 285,064 préstamos
por la cantidad de $24,000 millones es vendida en el mercado secundario
de los Estados Unidos. Esto consiste en 65%. Como mencionáramos
anteriormente, esta inversión del mercado secundario en la economía de
Puerto Rico tiene la función vital de mantener la liquidez de dinero para
que haya fondos disponibles para continuar financiando vivienda en
Puerto Rico.
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Desde la perspectiva jurídica nos preocupa el efecto de esta nueva
sección sobre la negociabilidad del crédito hipotecario, en particular, de
los títulos negociables garantizados por hipotecas sobre inmuebles. Es de
notarse que, como regla general, los pagarés o títulos que evidencian
créditos hipotecarios son instrumentos negociables cuya negociación está
regulada por las disposiciones de la Ley Núm. 208 de 17 de agosto de
1995, según enmendada conocida como “Ley de Transacciones
Comerciales” (“LTC”). En particular, la 2-201 de la LTC (19 L.P.R.A. sec.
551) dispone que la negociación de un instrumento negociable se efectúa
mediante la posesión del instrumento y su endoso por el tenedor. Si el
instrumento fuere pagadero al portador, el mismo puede negociarse
mediante la cesión de la posesión solamente. El establecer un requisito
de notificación previa al deudor y el conceder a un deudor un derecho de
retracto en relación a estos créditos, tendría el efecto indirecto de
imponer requisitos adicionales para la negociabilidad de un pagaré
hipotecario y defensas oponibles ante el nuevo adquirente, derrotando así
el principio de negociabilidad que permea las disposiciones sobre
instrumentos negociables en la LTC.
Es de notarse, que para proteger al deudor en caso de la cesión de su
crédito por el acreedor, el Código Civil establece que el deudor no
quedará obligado con el cesionario hasta tanto se le haya notificado y
tenga conocimiento de la transferencia del crédito. A fin de evitar un
disloque económico, nuestro ordenamiento no exige el consentimiento del
deudor o notificación previa al mismo, para que sea efectiva una
transferencia o cesión de crédito, bastando solamente que tenga
conocimiento de la transferencia para que quede obligado con el Cesario y
libre mediante pago a éste de la obligación contraída con el cedente.
L.P.R.A. Sec. 3941. La notificación y el derecho de retracto propuesto,
modificarían esta norma fundamental de nuestro ordenamiento en lo que
respecta a los créditos hipotecarios sin que se establezcan razones que lo
justifiquen.
f. Artículo 10.
El Artículo 10 del Proyecto propone enmendar la sección 9-109 de la TTC
a fin de que las disposiciones del Código Civil de Puerto Rico sobre
transmisión de créditos y prenda sean aplicables a las transmisiones y
prenda de valores crediticios.
Nos parece del todo incorrecto lo que propone el Artículo 10 del Proyecto,
ya que la LTC es el estatuto especial en nuestro ordenamiento que
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establece la normativa relativa a la constitución de gravámenes
mobiliarios sobre propiedad mueble o inmueble por su destino, incluyendo
los gravámenes mobiliarios creados por los contratos de prenda y cesión.
Por tratarse de una ley especial, sus disposiciones deben prevalecer en la
materia allí regulada sobre las dispuestas en el Código Civil relativa a la
cesión de créditos y la prenda Es de notarse, que la normativa relativa a
las transmisiones de crédito en el Código Civil está limitada y contempla
solamente la transmisión de créditos en la modalidad de la venta. La
cesión de créditos que contempla la LTC, según antes dicho, es la
modalidad de gravamen mobiliario por lo que resultaría en un
contrasentido lo propuesto en el referido Artículo 10.
g. Artículo 12.
Nos parece extremadamente amplia, ambigua e imprecisa la cláusula
derogatoria dispuesta en el Artículo 12 del Proyecto. Es una norma
establecida en nuestro ordenamiento que la derogación de una ley debe
ser expresa y que las derogaciones tácitas no son favorecidas por la ley y
los tribunales. Véase 31 L.P.R.A. sec. 6 y casos allí citados.
4.
Resumen y Conclusiones
a. Tratar de sobre-regular un sector de inversión nuevo que ha creado
cientos de empleos directos e indirectos a través de múltiples segmentos
de la economía va en contra de la política pública de esta Administración
(hoteles, construcción, abogados, contables, servicios de tecnología,
bienes raíces, etc) y resultará en alejar capital extranjero nuevo y el
abandono del que ya está en la Isla
1. El Proyecto es sumamente perjudicial para la industria financiera:
i. Durante los pasados 3 años la banca ha podido descargar
sus libros de activos que no le permitían prestar para
reactivar la economía y crear nuevos empleos;
ii. Finalmente, la banca se encuentra
preparada para prestar nuevamente;
más
saludable
y
iii. La legislación propuesta resultaría en limitar cualquier
actividad prestataria que la banca este inclinada a hacer por
no poder liberar de sus libros préstamos morosos; y
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iv. Los requerimientos del Proyecto, pondría fin al negocio de
manejo de préstamos morosos que ha creado cientos de
empleos y atraído cientos de millones de capital extranjero y
pondrían a la banca nuevamente en una posición débil ante
su regulador federal
b. Sostener que los deudores de créditos cedidos quedan indefensos es
incorrecto, ya que los mismos siguen teniendo los mismos mecanismos de
defensa bajo las cortes locales y federales.
c. Puerto Rico atraviesa por un período crítico donde su credibilidad está
siendo cuestionada a diario por el mundo inversionista – una ley como la
propuesta enviaría el peor mensaje en el peor momento, indicándole al
mundo de inversionistas que en nuestro país no se puede hacer negocio
porque no se respetan las reglas ya establecidas.
d. Los requisitos específicos del Proyecto son tan onerosos que ocasionarían
la perdida de cientos de empleos y la devaluación de propiedades como
resultado del abandono casi inmediato de empresas ya establecidas y
Puerto Rico se convertiría en un lugar hostil para la inversión:
i. El requisito de licenciamiento ante la OCIF es una cosa, pero
requerir como pago de licencia el 5% del volumen de negocio
resulta sumamente oneroso y significaría la destrucción de
los negocios de entidades que han creado decenas de
empleos directos, cientos de empleos adicionales directos en
indirectos en la construcción de proyectos que estaban
paralizados y abandonados
ii. El requisito de fianza equivalente al 10% del volumen de
negocio sería insostenible financieramente para estas
entidades.
iii. El intento de establecer y enmendar leyes existentes sobre
retracto, termino y derecho a compra prioritaria por el
deuda, eliminarían cualquier posibilidad de transacciones
futuras al hacer el proceso uno sumamente oneroso y
complejo y, nuevamente,
repelería
a
cualquier
inversionistas interesado en traer capital por la incertidumbre
que crearía esta ley.
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e. A diferencia de lo que describe la Exposición de Motivos, esta pieza va en
contra de la principal política pública de esta Administración: Atraer
capital extranjero y la creación de empleos y desarrollo económico
f. Esta legislación eliminaría de forma casi inmediata el apetito de capital
extranjero para venir a la Isla en momentos en que se ha evaporado un
por ciento altísimo de capital local y dejaría a la banca comercial e
hipotecaria local, el mercado de bienes raíces residenciales y comerciales
a la deriva.
g. Puerto Rico no necesita mayor reglamentación si tiene como meta la
creación de empresas, de empleos y de progreso. Mayor reglamentación
se traduce en obstáculos para que el sector privado crezca y aporte al
desarrollo social y económico de la Isla.
Por las razones antes expuestas, esta Asociación de Bancos de Puerto Rico reitera
su oposición a la aprobación del P. del S. 815.
Estamos a su disposición de necesitar usted información adicional en torno a los
comentarios antes expresados.
Muy atentamente,
Arturo L. Carrión
Vicepresidente Ejecutivo
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