Detención domiciliaria padres cabeza de familia

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Rad. 24155. CASACIÓN
Hernán Cote Isaacs
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Proceso No 24155
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN PENAL
Magistrado Ponente
JORGE LUIS QUINTERO MILANÉS
Aprobado acta N° 021
Bogotá, D. C., nueve (9) de marzo de dos mil seis (2006).
VISTOS
Resuelve la Corte el recurso de casación interpuesto por la defensora
de HERNÁN COTE ISAACS contra el fallo proferido el 19 de mayo de
2005 por el Tribunal Superior de Bogotá que al confirmar con una
modificación -en lo atinente a la pena de multa- la decisión emitida por el
Juzgado Once Penal del Circuito con funciones de conocimiento de la
misma ciudad, lo condenó a las penas principales de 50 meses de
prisión y multa de 66.66 salarios mínimos mensuales vigentes y a la
accesoria de inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones
públicas por el mismo término de la sanción privativa de la libertad,
como autor del delito de tráfico de estupefacientes. Así mismo,
declaró que éste no se hacía merecedor a la prisión domiciliaria.
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Hernán Cote Isaacs
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HECHOS
El juzgador de segunda instancia los sintetizó de la siguiente manera:
“El 23 de marzo de 2005, en el aeropuerto El Dorado, una vez que HERNÁN
COTE ISAACS fuera devuelto de la ciudad de Atlanta (E.U.) a la que quiso
ingresar con su familia, fue capturado porque en su estómago tenía cuerpos
extraños revelados por una placa de rayos X que resultaron ser 82 cápsulas
en latex contentivas de heroína con un peso neto de 649,6 gramos”.
ACTUACIÓN PROCESAL
Por razón de los anteriores hechos, el 24 y 26 de marzo de 2005 se celebró
la audiencia preliminar, donde la fiscalía solicitó control de legalidad de la
captura, hizo referencia a la incautación de elementos, formuló la imputación
y deprecó la imposición de medida de aseguramiento, acto en el que Hernán
Cote Isaacs se allanó a los cargos, esto es, aceptó haber cometido la
conducta punible de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, según el
artículo 376, numeral 1°, del Código Penal.
El 11 de abril de 2005, de acuerdo con lo normado en los artículos 293, 336 y
337 del Código de Procedimiento Penal, la fiscalía presentó escrito de
acusación.
El 20 de abril de 2005 se celebró la audiencia de “VERIFICACIÓN DE
ACEPTACIÓN DE IMPUTACIÓN, VERIFICACIÓN DE LA PENA Y
SENTENCIA”, en la que el imputado manifestó que “persiste”, de
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manera libre y voluntaria, en el allanamiento de la imputación. En esa
diligencia, la Fiscalía “manifiesta que se debe de tener en cuenta para la
dosimetría penal el numeral 10 del artículo 58 del Código del Código Penal,
debiéndose mover el juzgado dentro del cuarto mínimo más otro tanto por la
circunstancias del hecho, negando la concesión del subrogado de condena
de ejecución condicional así como también la prisión domiciliaria, toda vez
que la pena a imponer supera los cinco (5) años”.
Por su parte, la defensa “manifiesta que su protegido es un hombre
viudo y con seis hijos a su cargo, el cual se vio obligado a realizar el
delito por las deudas que tiene las cuales ascienden a ciento ochenta
millones de pesos ($180.000.000.oo) asumiendo así las condiciones de
padre de cabeza de familia; que no tiene antecedentes penales. Se
allega documentación con referencia a su situación laboral, personal,
familiar, social y económica la cual previo traslado a las partes se
incorpora a las diligencias. Que discrepa de lo plasmado por la Fiscalía en
cuanto a la negativa de la concesión de los beneficios, pues la jurisprudencia
ampara dicha condición, ello protegiendo el derecho a la igualdad en su
condición de padre de familia”.
Mediante sentencia de dicha fecha, el Juzgado Once Penal del Circuito
de Conocimiento de Bogotá, condenó a Hernán Cote Isaacs a las
penas principales de 50 meses de prisión y multa de 75 salarios
mínimos legales mensuales vigentes y a la accesoria de inhabilitación
para el ejercicio de derechos y funciones públicas por un tiempo igual de la
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pena privativa de la libertad. Así mismo declaró que el enjuiciado no se hacía
“merecedor a la suspensión condicional de la ejecución de la pena, ni a la
sustitución por la prisión domiciliaria, por no reunir los requisitos para ello”.
Fue apelado el fallo por la defensora por no estar de acuerdo con la
dosificación de la pena y la negativa de otorgarle a su procurado la prisión
domiciliaria. Frente a este último punto adujo que la compañera del acusado
“es la que sale a trabajar” mientras él se encarga del cuidado de los menores,
máxime que los derechos de la madre cabeza de familia se hacen extensivos
al hombre en aras de garantizar los derechos de los niños, de acuerdo con
los instrumentos internacionales sobre la materia y la jurisprudencia de la
Corte Constitucional.
El Tribunal Superior de Bogotá, el 19 de mayo de 2005, lo modificó, en el
sentido de “…imponer el pago de sesenta y seis punto sesenta y seis (66.66)
salarios mínimos legales mensuales vigentes…”.
LA
DEMANDA
Con base en el numeral 3° del artículo181 de la Ley 906 de 2004, acusa al
juzgador de segunda instancia de violar en forma indirecta la ley sustancial
al incurrir en error de hecho por falso juicio de existencia por omisión, “por
cuanto las razones que se esgrimen en la sentencia para negar la prisión
domiciliaria a un padre cabeza de familia y el análisis que realiza,
condujeron a un fallo equivocado”.
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Acota la recurrente que, en concreto, la prueba que denuncia como omitida
es la del fallecimiento de la madre de los menores Hernán Felipe y María
Alejandra Cote Martínez, al igual que los registros civiles de nacimiento de
los mismos, pruebas oportunamente allegadas al proceso por parte de la
defensa en la audiencia de debate oral celebrada el 20 de abril del 2005,
puesto que, en su criterio, no solo fueron ignorados los medios de
convicción citados, sino que también se supuso que a la compañera
permanente de su asistido se le imponía el deber de velar por los citados
menores, a pesar de no ser sus hijos.
De igual forma, asevera que la circunstancia descrita en precedencia
conllevó a que la ponderación probatoria no se hubiera realizado en
conjunto para decidir lo referente a la prisión domiciliaria.
En estas condiciones, resalta que el Tribunal al estudiar la normatividad
relacionada con los padres cabeza de familia, esto es, las sentencias de la
Corte Constitucional C - 184 del 4 de marzo de 2003, que hizo extensivo el
beneficio de la prisión domiciliaria a los padres cabeza de familia, y el fallo
T - 598 de 1993, al igual que la Convención de los Derechos del Niño y el
Código del Menor, concluyó que, en virtud a lo promulgado por dichos
ordenamientos, la prisión intramural no se impide para todos los casos.
Así mismo, resalta lo expuesto en las consideraciones del ad quem cuando
manifiesta que “´se justificaría la medida en aquellos casos en que se
vieran afectados realmente los menores pero que se debe demostrar
efectivamente que ha dado amor y cuidado a esos niños”.
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Luego aduce que el juzgador de segunda instancia después de interpretar
lo consagrado por la Ley 750 de 2002 y la Ley 82 de 1993, concluye que si
los menores cuentan con el apoyo y asistencia de sus progenitores,
desaparece la condición de padre cabeza de familia y, en consecuencia,
no habría lugar a que se invoque la prisión domiciliaria.
Destaca, además, que el fallo de segundo grado estima de manera
desatinada que los menores no se encuentran bajo el cuidado exclusivo de
su mandante, puesto que no ha desaparecido la unión marital con su
actual pareja.
En éstos términos, reitera que de haberse tenido en cuenta en la
valoración probatoria el acta de defunción de la madre de los menores, al
igual que el registro civil de nacimiento de los mismos, la conclusión a la
que hubiera arribado el ad quem sería distinta, toda vez que se hubiera
advertido la calidad de Hernán Cote Isaacs como padre cabeza de familia,
en atención a que su compañera permanente no está obligada, según
criterio de la casacionista, a aceptar una responsabilidad que no le asiste.
De esa forma, concluye que Hernán Cote Isaacs se encuentra dentro de
los parámetros establecidos en la Ley 750 de 2002, para acceder, en su
condición de padre cabeza de familia, al subrogado de prisión domiciliaria.
Así mismo, trae a colación un aparte de la sentencia del juzgador de
segunda instancia, “´De manera que la prisión no deja expósitos a los
menores quienes, además, según el artículo 31 del Código del Menor, no
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se colocan en situación de peligro o abandono, por cuanto quedan al
cuidado, vigilancia y protección de su progenitora´”, para posteriormente
preguntarse “cuál progenitora?, si la madre de HERNÁN FELIPE y MARÍA
ALEJANDRA falleció (…)”, reiterando que al ignorarse el registro civil de
defunción, no se advirtió que su asistido es padre cabeza de familia y bajo
cuya protección y amparo se encuentran estos dos menores, al no existir
abuelos.
A continuación bajo el título que denominó “TRASCENDENCIA DE
HABERSE IGNORADO LA PRUEBA”, manifiesta que la omisión
denunciada desvirtúa la presunción de acierto del fallo, en concordancia
con las razones anteriormente expuestas, concluyendo que de una sencilla
confrontación entre la partida de defunción ignorada con las
consideraciones esbozadas en la sentencia del Tribunal respecto a que los
menores quedan al cuidado, vigilancia y protección de su progenitora,
resulta evidente la trascendencia del yerro y, en consecuencia, el cargo
esta llamado a prosperar.
En atención a lo anteriormente expuesto, solicita a la Corte admitir la
demanda presentada.
AUDIENCIA DE SUSTENTACIÓN
La defensora reafirmó los postulados esenciales de la demanda, hizo
énfasis en el cargo formulado, reiterando que Cote Isaac es padre
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cabeza de familia y, por lo mismo, se hace acreedor a la prisión
domiciliaria.
La Fiscalía, por su parte, considera que la demanda no puede prosperar y
le solicita a la Corte que así lo declare.
Dice que el cargo es inconsistente, toda vez que el Tribunal sí tuvo en
cuenta la prueba que echa de menos la casacionista, cuando afirmó que
los menores hijos del procesado quedan a cargo de la actual compañera
permanente de éste.
No obstante, reconoce que si el juzgador hizo referencia que los citados
menores quedaban a cargo de su progenitora, necesario es concluir que se
debió a un lapsus. Empero, si se revisa el contexto general de párrafo que
cita la casacionista se advertirá lo contrario a lo planteado por ella.
Del mismo modo, acota que de existir el error el mismo no es trascendente,
toda vez que el juzgador hizo un análisis de las razones por las cuales le
negaba la prisión domiciliaria y no se le concedía por ser padre de cabeza
de familia.
Anota que del comportamiento del procesado no se puede inferir que se
hace merecedor al tal instituto.
Finalmente, la Procuradora Tercera Delegada en lo Penal, después de
abordar el estudio de la técnica establecida por la Corte para demandar
ésta clase de yerro, observa que la censura formulada a la sentencia de
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segunda instancia, aparece claramente enunciada y suficientemente
fundamentada, por cuanto se pone de presente que tanto el registro civil
de defunción de Isabel Martínez Abella, como los registros civiles de
nacimiento de Hernán Felipe y María Alejandra Cote Martínez, entre otros,
fueron oportunamente allegados al proceso por parte de la defensa, en la
audiencia de debate oral celebrada por el Juzgado 11 Penal del Circuito el
20 de abril del 2005, de los cuales se corrió traslado al agente Fiscal, y la
titular del despacho, en esa oportunidad, los declaró legalmente
incorporados al proceso.
Estos documentos constituyen, según criterio de la Procuradora, el medio
de persuasión que el juzgador dejó de considerar cuando analizó lo
concerniente a la prisión domiciliaria solicitada por la defensa,
incumpliendo con el deber de examinar todos los elementos materiales
probatorios en conjunto, tal como lo estipula el artículo 380 de la ley 906 de
2004, dando por sentado, de manera contraria a la realidad procesal, que
la actual compañera del procesado es la progenitora de los mencionados
niños, según advierte de las motivaciones del fallo.
Es así como sostiene que el razonamiento esgrimido por el Tribunal, no
consulta a cabalidad la realidad probatoria contenida en el expediente,
toda vez que de haber advertido la presencia del registro civil de defunción
de la señora Isabel Martínez, no habría podido afirmar que frente a la
sanción intramural del procesado, el cuidado, vigilancia y protección de los
menores quedaba a cargo de su progenitora.
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En éstas condiciones, concluye que se evidencian los requisitos técnicos y
jurídicos indispensables para remover la decisión recurrida, puesto que no
sólo se encuentra determinado el error de apreciación denunciado, sino
que también sobresale que esa situación condujo a que el Tribunal
realizara consideraciones imprecisas en la decisión de negarle a Hernán
Cote Isaacs la prisión domiciliaria.
Así mismo, considera que a pesar que el procesado reúne
los
condicionamientos establecidos en la sentencia C-184 de 2003, que hizo
extensivo el beneficio de la prisión domiciliaria a los padres cabeza de
familia, así como los requisitos contemplados en la ley 750 de 2002 y el
concepto de “mujer cabeza de familia” de que habla el artículo 2º de la ley
82 de 1993, la colegiatura estimó de manera equivocada que en el
presente caso los menores contaban con el apoyo de la actual pareja del
procesado, sustentado en que esa unión está vigente y, que además, los
niños no estaban exclusivamente bajo el cuidado y protección de su padre,
sino que a raíz de la detención domiciliaria de éste, se invirtieron los roles
que normalmente cumple su compañera permanente.
En consecuencia, concluye la Delegada que tampoco acierta el Tribunal
cuando afirma que por virtud de la pena de prisión impuesta a Hernán Cote
Isaac los derechos de los menores Hernán Felipe y María Alejandra Cote
Martínez se mantienen incólumes al quedar bajo el cuidado y vigilancia de
su progenitora, toda vez que, reitera, esta falleció hace más de dos años.
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De igual forma, estima la representante de la sociedad que el único
que tiene obligación alimentaria con los menores es su padre
biológico, puesto que a su compañera sólo se le impone velar por los
alimentos frente a sus propios hijos.
En consecuencia, recalca que para el presente caso el vínculo adquirido
por la compañera del procesado y los hijos de éste, es de afinidad de facto,
situación que no genera obligaciones alimentarias y mucho menos el deber
de amor y cuidado para los menores.
En estas condiciones, concluye que con la muerte de la madre de Hernán
Felipe y María Alejandra y la puesta en prisión de su padre Hernán Cote
Isaacs, los menores se encuentran desprovistos de representación legal y,
por lo tanto, se materializa la situación de abandono o peligro contemplada
en el numeral segundo del artículo 31 del Código del Menor.
Por otro lado, en lo referente a la actuación de la colegiatura,
sostiene que el error trascendente consistió en no valorar las
pruebas documentales a que se ha hecho referencia, lo que, a su juicio,
generó una violación indirecta por interpretación errónea del denominado
bloque de constitucionalidad conformado por el artículo 44 de la Carta
Política, el artículo 9º numeral 1º de la Convención de los derechos del
niño, el numeral 2º del artículo 31 del Código del Menor y el artículo 1º de
la ley 750 de 2002, que autoriza el cumplimiento de la pena privativa de la
libertad en el lugar de residencia de la infractora, cuado sea mujer cabeza
de familia, beneficio que la Corte Constitucional, en sentencia C-184 de
2003, hizo extensivo al hombre cabeza de familia.
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A juicio de la Delegada, en el caso concreto, se reúnen las condiciones
para que Hernán Cote Isaacs obtenga la prisión domiciliaria, toda vez que
su ausencia en el seno del hogar dejaría en estado de abandono y
desprotección a Hernán Felipe y María Alejandra.
De igual forma, estima la Delegada que si bien es cierto no se puede
desconocer que el procesado cometió un delito de graves connotaciones
sociales, también lo es que prima el interés superior de los niños para que
su progenitor continúe brindándoles el cuidado y el amor que ellos
requieren.
Con fundamento en lo anteriormente expuesto, la Procuraduría Tercera
Delegada para la Casación Penal, solicita a la Corte casar parcialmente la
sentencia recurrida, otorgando la prisión domiciliaria como sustitutiva de la
prisión a Hernán Cote Isaacs.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. La defensora del procesado, con base en el numeral 3° del
artículo 181 de la Ley 906 de 2004, acusa al Tribunal de haber
violado, de manera indirecta, la ley sustancial, por error de hecho por
falso juicio de existencia, habida cuenta que no se tuvo en cuenta el
registro civil de defunción y los registros civiles de nacimiento de los
menores Hernán Felipe y María Alejandra Cote Martínez, yerro que
condujo a que no se reconociera que el sentenciado era padre
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cabeza de familia y, por lo mismo, se hacía acreedor a la prisión
domiciliaria.
2. Es verdad que el cargo aparece correctamente formulado. No obstante,
el vicio denunciado no tiene la virtualidad de desquiciar la sentencia
impugnada, pues si bien, en principio, los documentos citados por la
casacionista fueron omitidos en la actividad probatoria, de todos modos de
haber sido apreciados no logran modificar las conclusiones del juzgador,
en lo atinente a que el sentenciado no se hace acreedor a la prisión
domiciliaria.
Ante todo recuérdese que uno de los principios que rigen a la casación es
el de la trascendencia, según el cual, no basta señalar una hipotética
irregularidad para arribar al ámbito del yerro importante, pues en esta sede
es menester comprobar que si no se hubiera caído en aquél el resultado
final habría sido radicalmente diverso del hallado por la judicatura.
Frente a este punto, la labor demostrativa de la censura, la actora la hizo
consistir en resaltar en que el Tribunal adujo que los menores hijos
quedaban al cuidado de su progenitora y a informar que dichos
instrumentos no fueron objeto de apreciación, sin que en modo alguno
evidenciara cómo los demás razonamientos del juzgador tendrían que ser
reformulados, pues examinado el caudal probatorio, en su integridad,
necesariamente se concluiría que Cote Isaacs es padre de cabeza de
familia y, por lo mismo, se hacía acreedor a la prisión domiciliaria, al
cumplirse los demás requisitos para su otorgamiento.
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3. Ahora bien, para la Sala resulta diáfano que el Tribunal examinó el rol
que cumple el sentenciado en su hogar, teniendo en cuenta lo reglado en
la Ley 750 de 2002 y lo decidido por la Corte Constitucional en el fallo C184 de 2003, así como la demás normas pertinentes.
Es así como resalta que los efectos de la Ley 750 de 2002, en virtud del
citado fallo de constitucionalidad, se hace extensiva a los padres que se
encuentren en igual situación, resaltando que para dicho efecto el juez
debe valorar: que la medida sea manifiestamente necesaria, en razón al
estado de abandono y desprotección a que quedarían expuesto los hijos
del condenado; que ésta sea adecuada para proteger el interés del menor
y que no comprometa otros intereses y derechos constitucionalmente
relevantes.
Del mismo modo, aclaró que “si este concepto se aplica al padre, es
indispensable para considerarlo cabeza de familia que. a) tenga bajo su
cargo, de manera exclusiva, en forma permanente, hijos menores
discapacitados, y b) que haya asumido esta responsabilidad por ausencia
o incapacidad síquica, física o moral del cónyuge o compañero
permanente. Esto significa que si los hijos menores o incapacitados
cuentan con el apoyo y asistencia de los padres, la condición de madre o
padre cabeza de familia no se presenta y, por ende, no hay lugar a invocar
la prisión domiciliaria como sustitución de la privativa de la libertad en
cárcel penitenciaria”.
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El sentenciador argumentó que en este evento, “si bien existen menores,
no se actualizan las condiciones anotadas por la Corte Constitucional ni en
la ley, pues en ningún momento se ha roto la unión con su actual pareja, ni
los niños se encuentran exclusivamente bajo su cuidado y protección, sólo
que, por la detención domiciliaria, se invirtieron los roles que, normalmente,
cumple la compañera permanente del procesado”. De igual manera,
concluyó, que la prisión intramural no deja expósitos a los menores y
menos la decisión vulnera la Convención Americana de los Derechos del
Niño, puesto que dicho instrumento no impide la efectividad de la pena, de
acuerdo con lo previsto en el artículo 9°.
Finalmente, el sentenciador basado en jurisprudencia de la Corte
Constitucional, que fue citada por la recurrente como argumentos
sustentatorios del recurso de apelación contra la sentencia de primera
instancia, manifestó que deprecar la prisión domiciliaria alegando la
condición de padre de familia, “dada la gravedad de la conducta delictiva
ejecutada no puede conducir al desconocimiento de la finalidades de la
pena, en cuanto a la prevención general, pues, la ardua lucha del Estado
contra el tráfico de estupefacientes no se traduce en laxitudes
sancionatorias que le indiquen a los miembros de esta sociedad que
comportamiento de la naturaleza del realizado por el acusado son tratados
benévolamente. Y desde la prevención especial porque es indispensable
que opere la rehabilitación del acusado. Todo lo cual implica necesidad de
pena intramural...”.
Así, se puede concluir que el Tribunal negó la detención domiciliaria porque
en el presente evento no se cumple con los presupuestos para su
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otorgamiento, esto es, que Cote Isaacs mantiene una relación con su actual
compañera, estando los menores bajo su cuidado y protección, y la
gravedad de la conducta punible por él realizada que desde el plano de la
prevención general y especial se hace necesario la prisión intramural.
De otro lado, no se puede perder de vista que en virtud del principio de
solidaridad, postulado en que también se sustenta el Estado Social
democrático de derecho, no resulta ilógico que el Tribunal hubiese afirmado
que los menores quedaban bajo el cuidado y protección de su actual
compañera, pues es a ella a quien le corresponde, en estos momentos
especiales y sin que sea un obligación legal, velar por dichos menores.
En consecuencia, como se anotó, si bien es cierto que el Tribunal de manera
expresa no hizo referencia al registro civil de defunción de la madre de los
menores y al registro civil de nacimiento de éstos, de todos modos de los
argumentos se advierte que arribó a la misma conclusión demostrativa que
imponían dichos instrumentos, al reconocer que los menores se encontraban
bajo al cuidado de la actual compañera del sentenciado.
De otro lado, es verdad que el juzgador hizo referencia a que los multicitados
menores se encontraban al cuidado, vigilancia y protección de su
“progenitora”. No obstante, para la Corte es claro que tal afirmación se debió
a un lapsus argumentativo, toda vez que si se aprecia el contenido del
párrafo en su integridad y no de manera aislado como lo pretende la
casacionista, se advertirá que no se desconoció el hecho de que los niños se
encontraban bajo el cuidado y protección de “su actual pareja”.
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Por consiguiente, el demandado error de hecho por falso juicio de existencia
por omisión probatoria no tiene la trascendencia para que imponga la
casación del fallo, razón por la cual el cargo no prospera.
Finalmente, la Corte no advierte que la negativa de conceder al sentenciado
la prisión domiciliaria hubiese sido producto del capricho o de la
arbitrariedad.
Veamos:
Como lo ha dicho la Sala, para que un procesado, sin distingo de género,
acceda a la detención domiciliaria en los eventos contemplados en la Ley
750 de 2002, deben converger los siguientes presupuestos:
a) Que la conducta punible atribuida no esté excluida expresamente, vale
decir, que no se trate de genocidio, homicidio, delitos contra las cosas o
personas protegidos por el Derecho Internacional Humanitario, extorsión
secuestro o desaparición forzada.
b) Que no registre antecedentes penales, salvo por delitos culposos o delitos
políticos.
c) Que sea una mujer o un hombre cabeza familia. Para este efecto se
acude a la definición contenida en el artículo 2° de la Ley 82 de 1993,
interpretada a la luz de la jurisprudencia de la Corte Constitucional:
“Artículo 2°. Para efectos de la presente ley, entiéndase por ‘Mujer Cabeza
de Familia”, quien siendo soltera o casada tenga bajo su cargo, económica o
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socialmente, en forma permanente, hijos menores propios o de otras
personas incapaces o incapacitadas para trabajar, ya sea por ausencia
permanente o incapacidad física, sensorial, síquica o moral del cónyuge o
compañero permanente o deficiencia sustancial de ayuda de los demás
miembros del núcleo familiar”.
“Parágrafo: Esta condición y la cesación de la misma, desde el momento en
que ocurra el respectivo evento, deberá ser declarada por la mujer cabeza
de familia de bajos ingresos ante notario, expresando las circunstancias
básicas de su caso y sin que por este concepto se causen emolumentos
notariales a su cargo”.
d) Que el desempeño personal, laboral, familiar o social del procesado
permita a la autoridad judicial competente determinar que no colocará en
peligro a la comunidad o a las personas a su cargo, hijos menores de edad o
hijos con incapacidad mental permanente.
Los cuatro requisitos señalados en el punto anterior deben verificarse al
mismo tiempo, de modo que si deja de cumplirse uno de ellos, la detención
domiciliaria por ser cabeza de familia no tendrá lugar.
Dicho de otra manera, si uno de tales presupuestos deja de cumplirse ya no
sería necesario analizar la pertinencia de las restantes, porque,
sencillamente, ausente una, la detención domiciliaria ya no procede1.
Aquí encontró el juzgador que Hernán Cote Isaacs no es padre cabeza de
familia y que desde el plano de la prevención general y especial, se hace
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Auto del 16 julio de 2003. Rad. 17089
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imperioso que el procesado cumpla la pena en el correspondiente centro de
reclusión.
En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE
CASACIÓN PENAL, administrando justicia en nombre de la República y por
autoridad de la ley,
RESUELVE
No casar la sentencia impugnada.
Contra esta decisión no procede recurso alguno.
Cópiese, comuníquese y cúmplase. Devuélvase al Tribunal de origen.
MAURO SOLARTE PORTILLA
SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ
ALFREDO GÓMEZ QUINTERO
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EDGAR LOMBANA TRUJILLO
ÁLVARO ORLANDO PÉREZ PINZÓN
MARINA PULIDO DE BARÓN
JORGE LUIS QUINTERO MILANÉS
YESID RAMÍREZ BASTIDAS
JAVIER ZAPATA ORTÍZ
TERESA RUÍZ NUÑEZ
Secretaria
20
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