SALA CONSTITUCIONAL MAGISTRADO

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SALA CONSTITUCIONAL
MAGISTRADO-PONENTE: JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO
El 31 de agosto de 2004, la abogada JEANNA MEDINA, inscrita en el Instituto
de Previsión Social del Abogado bajo el número 92.749, en su carácter de apoderada
judicial del ciudadano ELÍAS JONATHAN MEDINA VERA, venezolano, mayor de
edad, titular de la cédula de identidad número 13.657.899, “debidamente asistida para
este acto por el abogado LUIS RAFAEL VIDAL HERNÁNDEZ (sic)”, interpuso ante
esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, acción de amparo
constitucional contra la decisión del 6 de julio de 2004, dictada por la Corte de
Apelaciones del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar,
lesiva, a su juicio, de la tutela judicial efectiva, del debido proceso y del derecho de
propiedad.
En la oportunidad señalada, se dio cuenta en Sala y se designó como ponente al
Magistrado que, con tal carácter, suscribe el presente fallo.
Por diligencias de 1 de febrero de 2005 y 5 de abril del mismo año, la parte actora
solicitó pronunciamiento.
Realizado el estudio del expediente se pasa a dictar sentencia, previas las
siguientes consideraciones:
HECHOS Y FUNDAMENTOS DE LA ACCIÓN DE AMPARO
Alegó la apoderada judicial del accionante, lo siguiente:
1.- Que, el 26 de julio de 2003, su representado denunció ante el Cuerpo de
Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, el hurto del
vehículo de su propiedad marca chrevolet, modelo silverado, año 1992,
placas, 643-XFJ.
2.- Que en el mes de octubre de 2003, por noticias de prensa se enteró de la
recuperación de varios vehículos, entre ellos, una camioneta con las características de la
que le había hurtada.
3.- Que remitidas las actuaciones policiales a la Fiscalía Primera del Ministerio
Público del Estado Bolívar, su representado solicitó la entrega del vehículo de
conformidad con lo establecido en los artículos 1 de la Ley sobre Hurto y Robo de
Vehículos Automotores y 311 del Código Orgánico Procesal Penal, siendo dicha
solicitud negada el 12 de noviembre de 2003, en virtud de que los seriales del señalado
vehículo se encontraban adulterados, razón por la cual solicitó al Juzgado Segundo de
Control del Circuito Judicial Penal del Estado Bolívar, acordara la entrega del vehículo,
4.- Que, luego de una serie de incidencias procesales, el referido Juzgado
Segundo de Control fijó para el 13 de enero de 2004, la celebración de la
audiencia al respecto.
5.- Que, a la audiencia señalada, asistió el ciudadano Alejandro Liendo, quien
igualmente arguyó ser el propietario del vehículo reclamado, motivo por el cual el
Juzgado Segundo de Control acordó no hacer entrega del vehículo, por cuanto era
necesario ahondar en la investigación respectiva, por lo cual remitió las actuaciones a la
Fiscalía Primera del Ministerio Público.
6.- Que, el 6 de abril de 2004, su representado solicitó de nuevo al Juzgado
Segundo de Control del Estado Bolívar, la entrega del vehículo de su propiedad,
acordando el referido Juzgado de Control la fijación de una audiencia para el 31 de mayo
de 2004.
7.- Que, el 31 de mayo de 2004, una vez oídas las partes presentes en la audiencia
–su representado, el Ministerio Público y el ciudadano Alejandro Liendo-, el Juzgado
Segundo de Control acordó entregar a su representado –en calidad de depósito- el
vehículo en reclamación.
8.- Que contra dicha decisión ejerció recurso de apelación el ciudadano Alejandro
Liendo, el cual fue resuelto el 6 de julio de 2004, por la Corte de Apelaciones del
Circuito Judicial Penal del Estado Bolívar, declarándolo parcialmente con lugar; y, por
ende, revocando la decisión impugnada.
9.- Que en la decisión proferida por la Corte de Apelaciones –impugnada por vía
de amparo- no se realizó el análisis del expediente y la motivación correspondiente, a fin
de constatar que su representado era el legítimo propietario del vehículo, en razón de lo
cual la recurrida adolece del vicio de inmotivación, toda vez que no señaló los
fundamentos de hecho y derecho en los cuales fundó su pronunciamiento.
Estimon en consecuencia, violados el debido proceso, la tutela judicial efectiva y
el derecho a la propiedad
Señaló el auto impugnado, entre otros particulares, lo siguiente:
“Ahora bien, el artículo 10 en cita, en su primer aparte establece que: (…). A tal efecto la entrega
no reviste dificultades en aquellos casos donde las víctimas que hayan sido despojadas de sus
vehículos presenten la documentación que demuestre legalmente su derecho de propiedad sobre el
bien y al mismo tiempo permita corroborar fuera de toda duda la información contenida en el
documento con las características particulares y específicas del vehículo, constatación que en el
estado actual de la investigación es de imposible establecimiento, de aquí que el Tribunal de
Control ordenó la entrega sólo en calidad de depósito tomando en cuenta una simple apariencia de
derecho por cuanto respecto a la documentación producida por el accionante existen indicios que
hacen presumir su falsedad sin que la misma tampoco haya sido fehacientemente acreditada. A
pesar de la situación descrita, esta Corte no puede acoger el criterio del Juez a quo aún tratándose
del solo depósito del vehículo con la abstracción de la discusión sobre la propiedad que en
condiciones distintas hubiera podido convalidarse, no así bajo las circunstancias actuales vistas
las prácticamente insolubles confusiones las cuales no han sido aclaradas a pesar de que la
investigación se inció hace casi un año, razón por la cual el fallo accionado debe revocarse por el
ser el deposito referido a todas luces contraproducente”
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
Debe previamente esta Sala determinar su competencia para conocer de la acción
de amparo constitucional incoada y para ello, observa:
La Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, no señala la competencia de la
Sala para conocer de los amparos cuando la sentencia de última instancia la dicte otro
Juzgado Superior distinto a los Contencioso Administrativos; sin embargo, como quiera
que la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales no ha sido
derogada y ella en su artículo 4 consagra el amparo contra sentencia, el cual debe
interponerse ante un Tribunal Superior al que emitió el pronunciamiento, estima la Sala,
que igualmente le compete conocer de dichas acciones de amparo, en virtud de ser la
Sala, el Tribunal Superior.
A la precisión anterior, se suma lo establecido en el literal b) de la disposición
derogativa, transitoria y final de la señalada Ley del Tribunal Supremo de Justicia, que
señala:
“...b) Hasta tanto se dicten las leyes de la jurisdicción Constitucional, Contencioso
Administrativa y Contencioso Electoral, la tramitación de los recursos y solicitudes que se
intenten ante la Sala Constitucional, Político Administrativa y Electoral, se regirán por los
procedimientos previstos en esta Ley y demás normativas especiales, en cuanto sean aplicables,
así como por las interpretaciones vinculadas, expresamente indicadas en el artículo 335
constitucional. En cuanto a la jurisdicción especial para estas materias, la Sala Plena deberá
dictar un Reglamento Especial que regule el funcionamiento y la competencia de los tribunales
respectivos, en un plazo de treinta (30) días continuos, contados a partir de la entrada en
vigencia de la presente Ley”.(Resaltado de este fallo).
En el caso de autos, la decisión contra la cual se ejerce la presente acción de
amparo, ha sido dictada por una Corte de Apelaciones en lo Penal, concretamente, la
Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Estado Bolívar. Siendo ello así, esta
Sala resulta competente para conocer de la misma, y así se declara.
Declarado lo anterior, esta Sala pasa a analizar el caso de autos, y a tal efecto
observa:
La apoderada judicial del accionante alegó la infracción del debido proceso, la
tutela judicial efectiva y el derecho a la propiedad, por cuanto la decisión impugnada de
la adolece del vicio de inmotivación, toda vez que la Corte de Apelaciones
del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del Estado
Bolívar, no señaló los fundamentos de hecho y derecho en los cuales
fundó su pronunciamiento.
Ahora bien, la pretensión de amparo fue incoada contra la decisión
dictad el 6 de julio de 2004, por la referida Corte de Apelaciones declaró
parcialmente con lugar el recurso de apelación ejercido por el ciudadano
Alejandro Liendo Linares, contra el fallo proferido el 31 de mayo de 2004,
por el Juzgado Segundo de Control del señalado Circuito Judicial Penal,
mediante el cual conforme a lo establecido en el artículo 311 del Código
Orgánico Procesal Penal, ordenó hacer entrega al hoy accionante –en calidad
de depósito- del vehículo marca Chevrolet, modelo Silverado, tipo camioneta,
placas 59R-AAF; y, en consecuencia, revocó dicha decisión.
En el presente caso, que el mismo contenga los vicios de inconstitucionalidad
denunciados. En efecto, en su fallo, el sentenciador de la segunda instancia expuso las
razones por las cuales la decisión dictada por la primera instancia –Juzgado Segundo de
Control- no se encontraba ajustada a derecho, por cuanto “aún tratándose del solo
depósito del vehículo con abstracción de la discusión sobre la propiedad
que en condiciones distintas hubiera podido convalidarse, no es así
debido a las circunstancias actuales vista las prácticamente insolubles
confusiones las cuales no han sido aclaradas a pesar de que la
investigación se inició hace casi un año, razón por la cual el fallo
accionado debe ser revocado por ser el deposito referido, a todas luces
contraproducente”. De allí que, independientemente de lo exiguo del razonamiento
del a quo, se evidencia claramente cuál es la motiva del fallo impugnado, lo cual excluye
el vicio de inmotivación.
En tal sentido, estima la Sala preciso reiterar la doctrina establecida en decisión
del 27 de julio de 2000 (Caso: Segucorp) donde se asentó:
“...hay que distinguir entre la incorrecta aplicación de una norma, su omisión, o los
errores en su interpretación, que se refieren a su actividad y entendimiento, de la
infracción de un derecho o garantía constitucional. Estos no se ven -en principiovulnerados, porque la norma deja de aplicarse, se aplica mal o se interpreta erradamente.
Estos vicios, por sí mismos, no constituyen infracción constitucional alguna, y es del ámbito
del juzgamiento de los jueces, corregir los quebrantamientos señalados, los cuales pueden
producir nulidades o ser declarados sin lugar. Cuando estos vicios se refieren a las normas
de instrumentación del derecho constitucional, en principio los derechos fundamentales no
quedan enervados. La forma como interpretan la Ley el Juez o la Administración o su
subsiguiente aplicación, puede ser errada u omisiva, pero necesariamente ello no va a
dejar lesionado un derecho o una garantía constitucional, ni va a vaciar su contenido,
haciéndolo nugatorio. Por ejemplo, en un proceso puede surgir el quebrantamiento de
normas procesales, pero ello no quiere decir que una parte ha quedado indefensa, si puede
pedir su corrección dentro de él.
(...)
Los errores de juzgamiento sobre la aplicabilidad o interpretación de las normas legales,
en principio no tienen por qué dejar sin contenido o contradecir una norma constitucional,
motivo por el cual ellos no pueden generar amparos. Lo que los generan es cuando los
errores efectivamente hagan nugatoria la Constitución, que la infrinjan de una manera
concreta y diáfana. Es decir, que el derecho o garantía constitucional, en la forma
preceptuada en la constitución, quede desconocido”.
Es por ello que, a criterio de la Sala, el hecho del que se pretende deducir la
violación de derechos y garantías constitucionales es –básicamente- la inconformidad del
accionante con los fundamentos esgrimidos por la Corte de Apelaciones del Circuito
Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, para revocar la sentencia
apelada, lo cual, con base en lo expresado en el fallo anteriormente transcrito,
no genera en el presente caso la posibilidad del ejercicio de la acción de
amparo constitucional.
Por ultimo, no puede dejar de considerar esta Sala, que el accionante pretende a
través de la vía del amparo, analizar una controversia que ya fue examinada en el proceso
ordinario donde se presume el respeto y apego a los derechos constitucionales –entre
ellos, el derecho a la doble instancia- por lo que su empleo inmoderado alteraría el orden
procesal venezolano, ya que el mismo constituiría una tercera instancia y un arma de
ataque para todas aquellas sentencias que de una u otra forma, no favorezcan a los
accionantes, pudiendo crearse con ello una indeseada inestabilidad de las decisiones
judiciales.
De allí que, a criterio de la Sala, la acción de amparo interpuesta resulta
improcedente in limine litis, y así se declara.
No obstante la anterior declaratoria, estima la Sala propicia la oportunidad, para
hacer diversas acotaciones relacionadas con el asunto del presente proceso de amparo,
esto es, la devolución de vehículos objeto de los delitos de hurto o robo recuperados por
cualquier autoridad de policía.
En tal sentido, apunta la Sala, que uno de los fines del Derecho es la justicia, cuyo
principio se encuentra expresamente consagrado en el artículo 257 constitucional, que
establece: “el proceso constituye un instrumento fundamental de la justicia. Las leyes
procesales establecerán la simplificación, uniformidad y eficacia de los trámites (…). No
se sacrificará la justicia por la omisión de formalidades no esenciales”.
Los esquemas tradicionales de la justicia, esencialmente formales, a la luz de la
Constitución vigente, desaparecieron cuando ésta enunció un amplio espectro de los
derechos protegidos y recogió principios generales que rigen la convivencia social. Por
ello, si la interpretación de las normas legales choca con la posibilidad de precisar, en
forma concreta, el sentido general del Derecho, ésta debe hacerse con el auxilio del texto
constitucional.
De allí, que no puede entonces una ley contrariar la Constitución y, por tanto, los
derechos y garantías constitucionales deben ser el norte que guíe la interpretación. La
interpretación de la ley procesal debe garantizar el ejercicio de los derechos en el proceso
y, ante diversas interpretaciones debe elegirse la que mejor mantenga el equilibrio entre
las partes, desechando las que a pesar de atenerse al texto legal, puedan menoscabar el
derecho a la defensa consagrado en la Constitución.
Las anteriores consideraciones, a juicio de la Sala, son de innegable valor a los
fines de la interpretación que deben hacer el Ministerio Público y el juez penal, de las
normas que disciplinan la entrega o devolución de vehículos recuperados, consagradas en
la Ley especial -sobre el Hurto y Robo de Vehículos Automotores- y en el Código
Orgánico Procesal Penal.
En efecto, en materia de devolución de objetos incautados en el curso de una
investigación, el señalado texto adjetivo penal establece dos normas al respecto: los
artículos 311 y 312. El artículo 311 obliga al Ministerio Público a devolver, lo antes
posible, los objetos recogidos o que se incautaron y que no son imprescindibles para la
investigación. No obstante, en caso de retraso injustificado del Ministerio Público, las
partes o los terceros interesados podrán acudir ante el juez de control solicitando su
devolución, sin perjuicio de la responsabilidad civil, administrativa y disciplinaria en que
pueda incurrir el fiscal si la demora le es imputable.
El artículo 312 regula el procedimiento relativo a las reclamaciones o tercerías
que las partes o terceros entablen durante el proceso con el fin de obtener la restitución
de dichos objetos, el cual se tramitará ante el juez de control, conforme a las normas
previstas por el Código de Procedimiento Civil para las incidencias.
Por su parte, el artículo 10 de la Ley sobre el Hurto y Robo de Vehículos
Automotores, establece la entrega de los vehículos objeto de los delitos de robo o hurto,
por parte del juez de control o del Ministerio Público, a quienes acrediten ser sus
propietarios. En caso de que varias personas reclamen el vehículo, el Ministerio Público
con fundamento en los artículos 108.12 y 312 del Código Orgánico Procesal Penal,
solicitará al juez de control la fijación de una audiencia, en la cual se decidirá a quien
devolver el vehículo cuya entrega se solicitó.
Ahora bien, de lo contenido en los artículos precedentemente señalados, se
observa que si bien el legislador –en aras de la protección del derecho de propiedad- fue
inflexible en el referido procedimiento de entrega, ya que debe estar comprobada, sin que
medie duda alguna, la titularidad del derecho de propiedad que posea un ciudadano sobre
el objeto recuperado que se reclama en el proceso penal, para que pueda ordenarse su
entrega; no obstante, a juicio de la Sala, tanto el Ministerio Público como el juez de
control deben ser lo suficientemente diligentes en ordenar la práctica de todos los
dictámenes periciales que sean necesarios, según las características de cada caso en
concreto, a los fines de establecer la identificación, en este caso, del vehículo objeto del
delito, el cual pudo haber sido sometido a una alteración, incorporación,
desincorporación, remoción, suplantación o devastación de los seriales que lo
individualizan, o presenten irregularidades en la documentación.
En casos como estos, en que pueda resultar imposible determinar la propiedad del
vehículo, ya que los seriales u otras identificaciones en el motor, en la carrocería o en
otro sector del vehículo, no pueden ser cotejados con datos de los legítimos documentos
de propiedad, o tal cotejo funcione sólo parcialmente, impidiendo una plena prueba, el
juez que conoce la reclamación o la tercería debe aplicar como principio general el
postulado del artículo 254 del Código de Procedimiento Civil, postulado general del
derecho, el cual sostiene que en igualdad de circunstancias, provenientes de la
imposibilidad del cotejo entre los datos identificatorios que aún quedan en el vehículo –si
es que existen- y los que reproducen los documentos presentados por quienes pretenden
la propiedad sobre el mismo, favorecerán la condición del poseedor, lo que se ve
apuntalado por el artículo 775 del Código Civil, el cual reza: “En igualdad de
circunstancias es mejor la condición del que posee”, y el 794 eiusdem,
que señala: “Respecto de los bienes por su naturaleza y de los títulos al
portador, la posesión produce, a favor de los terceros de buena fe, el
mismo efecto que el título …”.
A juicio de la Sala, la falta de diligencia del Ministerio Público o en su caso, del
juez de Control, o la adopción de un criterio muy restrictivo al respecto, quebranta los
derechos de acceso a la justicia y a contar con un proceso debido, que integran el derecho
a la tutela judicial efectiva enunciado en el artículo 26 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.
Establecida por la vía aquí señalada, a quien corresponde el vehículo, la copia
certificada del fallo servirá para la inscripción en el Registro Automotor
Permanente.
DECISIÓN
Por las razones expuestas, esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley,
declara -in limine litis- IMPROCEDENTE la acción de amparo constitucional
interpuesta por la abogada JEANNA MEDINA, en su carácter de apoderada judicial del
ciudadano ELÍAS JONATHAN MEDINA VERA, contra la decisión del 6 de julio de
2004, dictada por la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal de la
Circunscripción Judicial del Estado Bolívar.
Publíquese y regístrese. Archívese el expediente. Cúmplase lo ordenado.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 30 días del mes de junio de dos mil
cinco (2005). Años: 195 ° de la Independencia y 146° de la Federación.
La Presidenta de la Sala,
Luisa Estella Morales Lamuño
El Vicepresidente-Ponente,
Jesús Eduardo Cabrera Romero
Los Magistrados,
Pedro Rafael Rondón Haaz
Luis Velázquez Alvaray
Francisco Carrasquero López
Marcos Tulio Dugarte Padrón
Arcadio Delgado Rosales
El Secretario,
José Leonardo Requena Cabello
Exp. Nº: 04-2397
JECR/
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