h VIZCOIVDE DE BRAGELOME

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SUSCRIGION Ei\ MADRID.
10 REALES AL MES.
^*« (utcribe en Madrid, librería de Monler T
»C|M» de I.A ÉPOCA, calle de las Huertas,
"VlB. 4J
nrirniinot
^ '•,^iP;
**' Pr'"*^'Pf*.¿•{"'periódico polilicodiario.—Los lunes unarevista
I?"watura, artes j modas.—Un retrato
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de pere-W" célebres 6 un figurio de moda s mensual.—
"•ndei regalo» en libros.
ACTOS OFICIALES DEL aoBiERNo.
SUSCRICION EM MIOVINCIAS.
LA £PuuA.
TITULO i n .
De las cárceles.
mídSTERIO DE LA GOBERNACIÓN DEL REINO.
Arl. 4 0. Las cárceles de partido y de las capitales
de las audiencias se destinarán á la custodia de los
. JJeoí decreto.
j ^ a Isabel II, por la gracia de Dio? y In conslita- presos con causa pendiente y para cumplir las penas
de arresto mayor.
^ í ' W l a moaarquía española, reina delasEspañas, á
Art. H. En las cárceles habrá departamentos difei W * ^'^^ ' ' ° * '** presentes vieren y entendieren , s a - rentes para hombres y mujeres, y en el de cada sexo
' ^ . ' QiB '^s corles han aprobado y nos sancionado lo se tendrán con separación los varones menores de diez
y ocho años, y las mujeres menores de quince, de los
TITULO PRIMERO,
que hubiesen cumplido estas edades. Los presos por
causas políticas ocuparán también un local enteraDel régimen general de las prisiones.
i M i c n l o 4.° Todas las prisiones civiles, en cuanto mente separado del de los demás presos. En cuanto lo
l^^éginien interior y administración económica, e s - permita la disposición de los edlñcios de las cárceles
i.jZS'bajo la dependencia del ministerio de la gober- se procurará asi mismo que los presos con causa pendiente estén separados de los que se hallen cumpliendo
r ' ? * <l«l reino.
^ » S.« En el réfiímen interjpr <l« Us prisiones se las condenas de arresto mayor.
Art. ^t. Los presos en coltaunicacioa podrán con[eode lodo lo concernieole á su ¡tes^^ridad . saluI y comodidad, sa policía y disciplina, la dislri- ferenciar coa sus defensores,, siempre que les con™n de los presos en sus correspondientes locali- venga. También les será permitido comunicar con sus
parientes y amigos, en la forma que prescriban los
'«s y el trnlamient* qae se les da.
W- 3.» Las prisiones estarán á cargo de sus al- reglamentos.
Art. 13. Los presos coa causa pendiente tendrán
^68 bajo la autoridad inmediata de los alcaldes r e s la
facultad de ocuparse en las labores que eligieren,
•Hvos, ó de la autoridad que ejerza sus v e c e s , y
utilizándose de sus productos, aunque con la obliga' 1«£B polilipo de la provincia.
6 ijgl '* *•" El nombramiento de alcaides para las cár- ción de abonar los gastos de su manutención, sí se les
? i ^ * * d e las capitales de provincia y partidos judicia- sufragare de cuenta del mismo.
g ^'responderá al gobierno, á propuesta de los j e TITULO IV.
rjPoiilicos, y á estos el de los otros empleados suDe
los
alcaides
de las prisiones.
rjí^rDos para los mismos establecimientos, como
y'*'nienle el de los alcaides de las prisiones de los
Art. 14. Los alcaides de las prisiones llevarán i n '1 2S?^ pueblos del reino, entendiéndose que el de dispensablemente dos registros en papel .sellauo de
y ?!!l'^'^'™o* habrá de veriücarse á propuesta de los oficio, foliados y rubricados por la autoridad política
H Jc?*^''^"* alcaldes, quienes nombrarán á su vez los local, el uno destinado á los presos con causa pendiente, y el otro pam los que sean condenados á las
¿ 'J»llernos de dichas prisiones.
penas de arresto menor ó mayor. Estos registros se
rri | * t > 5.» Para ausiliar á la autoridad superior p # í
presentarán en las visitas por los alcaldesa la autoriS.<Ie las capitales de los distritos en que residan
JJ*8ncias en las atribuciones que les competen sobre dad política y á la judicial.
V |«8iraen inierior y administración económica de las
Art. 15. En el acto de entregarse el alcaide de un
Peones de las mismas c a p i u l e s , se establecerán preso, sentará en el registro á quo corresponda su
T^ su presidencia juntas tituladas de cárceles, de nombre y apellido, naturaleza, vecindad, edad y e s L ' ^ r t n individuos natos un magistrado de la au- tado, y la autoridad de cuya orden procediere su e n l'ífble,
' "ice-presidente, designado por su sala de s o - trada en la prisión, insertando á continuación el man• ^ t ° v " n consejero provincial, que lo será por el damiento ó sentencia condenatoria que la causare.
Art. 16. Los registros de las prisiones, según v a jj^^Pplílitso, y un eclesiástico de la capital, á elecyan feneciéndose, se conservarán en el archivo del
^ del diocesano.
"n. 6.» Las autoridades admloislrativas, bajo cuya juzgado de primera instancia del partida, y sin provirpendeacia están las prisiones, harán en ellas cuan- dencia del mismo no podrá darse copia alguna de sus
i r i í " * ' *** ioapeccioo creyeren necesarias, y las asientos.
Art. 17. Los alcaides de los depósitos municipales
™n precisamente una vez por semana, tomando
locianienlo de cuanlo concierna á su régimen y a d - y cárceles cumplirán los mandamientos y provideniislracion.
cias de los tribunales y jueces respectivos en lo c o n cerniente á la custodia, incomunicacioa y soltura de
TITULO II.
los presos con causa pendienle.
•fí ^^^
De loi depósitos
municipalts.
Art. 18. Cuidarán asimismo los alcaides del buen
I |te*rj- '¡•' En cada distrito municipal se establecerá orden y disciplina de las prisiones, haciendo observar
I h,n P***''° P'""" 'os sentenciados á la pena de arresto los reglamentos y dando cuenta sin detención á la a u Wo
^ P"""^ tener en custodia á los que se hallen toridad competente, según la calidad de la infracción
r «esados criminalmente , ínterin que se les traslada en que incurrieren los presos, para que dicte las d i s M^s cárceles de partido. Los hombres ocuparán d i s - posiciones convenientes.
^ * departamento que las rtujeres.
Art. 19. No podrán los alcaides agravar á los p r e ¿J^l. 8." Los sentenciados á arresto menor podrán sos con encierros ni con grillos y cadenas sin que para
q¿**aicar con sus parientes y amigos, en la forma ello preceda orden de la autoridad competente, salvo el
¡¿'deierminen los reglamentos generales ó parlicu- caso de que para la seguridad de su custodia sea indispensable tomar in conlinenli algunas de estas medidas,
Se permitirá á los quo estén sufriendo el de que habrán de darcuenta en el acto á la misma auM'9
cup
" '
• • establecimiento
• '•
l ^ s ' o menor ocuparse
dentro
del
en toridad.
Art. 20. Los presos ocuparan las localidades que
¡¿í clase de trabajos
baj que sean compatibles con la s e ^"dad y buen orden. El producto integro de las labo- les correspondan , según su clase, ó aquellas á que
{^•«rá para los presos, á menos que reciban el s o - hayan sido destinados por disposición de la autoridad
¿2'"'* de pobres, en cuyo caso abonarán el costo de su competente , sin que el alcaide pueda por si propio
darles un local diferente.
^"otencion.
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FOLLETÍN.
LOS HOSQUeTERllS,
TBKcaaA PARTÍ.
h VIZCOIVDE DE BRAGELOME,
NOVSLA
S B A. D U M A S .
XV.
EL PROSCRIPTO.
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It^P^aas habría acabado Artaguan de bajar la esca_^' Cuando llamó el rey á su gentil-hombre.
_^Tengo que encargaros una comisión, le dijo.
;^C!,ioy á las órdenes de V. M.
w Esperad.
It^ ^' joven rey se puso á escribir la carta siguiente,
'B costó mas de un
un suspiro,
suspiro, si bien brillaba al
'^nr" ^'^'"PQ ^'^ ^i'' <'J°'> cierta espresion como de
«Señor cardenal
j^'facias á vuestros buenos consejos, y mas que
'9¿^7'*"'s
ti^j? nuestra firmeza, he sabido vencer y dominar
% j**'''''ad indigna de un rey. Habéis arreglado
»Oo¿^«siada habilidad mi destino para que el recottjvjr^^nto no me detuviese en el momento de des
•wte '"«stra obra. Conozco que hacía mal en q u e í»tt¿j^**parar del camino que me habíais trazado, y
«fa ^*®ente hubiera sido una desgracia para la FranÍYBJ P»ra mi familia que hubiese estallado una d e s *lih?'* ®'"'''® ™' ministro y yo
fíF^abje **• ^'•' embargo, lo que hubiera sucedido si
\¿Í¿ loiftj*® lomado por esposa á vuestra sobrina. Lo coí l i t o j ^ l y bien, y en adelante nada opondré al cum''•'esto A *** •"' destino. Estoy por consiguiente d i s '•' ''eMo , ''esposarme con la infanta María Teresa, y
u ^*Ocig ***'* podéis fijar la apertura de las eonfeI .#
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O afectísimo.
«Lvis.»
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t volvió i laer la caria, y la selló par sa mano,
'«sta carta al aeiUnr cardonal, dijo.
El gentil-hombre salió. A la puerta de Mazarino
encontró á Bernouin, qne le aguardaba con ansiedad.
—¿Qué hay? preguntó el ayuda de cámara del ministro.
—Traigo una carta para su- eminencia , contestó el
genlil-hombre.
—[Unacartal jAhl ya nos presomiamos eso d e s pués de la escursíou de esta mañana.
—I Cómo i Sabíais que S. M....
—Como cumple á un primer ministro, es deber
nuestro estar enterados de todo. Y S. M. ruega y s u plica , ¿no es verdad?
—No s é , pero ha suspirado con mucha frecuencia
al escribir la carta.
—Si, si; ya sabemos lo que eso quiere decir. Tanto
puede suspirarse de felicidad como de pena, caballero.
—Sin embarco, el rey no parecía mostrarse muy
dichoso, á lo que pude colegir, cuando volvía.
—No habréis reparado bien. Adamas que no habéis
visto á S. M. mas que á s a reg^ralk, puesto que iba
acompañado solamente de *B Máieate de guardias,
pero yo tenia el telescopio da sa eáilaencia , y miraba
también cuando el señor cardenal se cansaba. Los dos
lloraban, estoy seguro de ello.
—¡Y bienl ¿Creéis que llorasen también de felicidad?
—No tal, sino de amor, y estoy cierto de que se j u raban mil ternezas; que lo que el rey mas desea es
cumplir cuanto antes. Ahora bien; esa carta es ya un
principio de ejecución.
—¿Y qué piensa sa eminencia de ese a m o r , que por
otra parte no es un secreto para nadie?
Bernouin tomó el brazo del mensajero de Luis, y
conforme iban subiendo la escalera:
—Hablando en confianza, replicó aquel á inedia voz;
su eminencia cuenta con el buen éxito del negocio.
Bien sé que tendremos guerra con España; pero j bahl
la guerra no será mal recibida por la nobleza. Ademas
que el ca rdenal dotará regiamente, y aun mas que r e gionienle , á su sobrina , y habrá de consiguiente diner o , fiestas y golpes. Ya veréis cómo lodo el mundo
queda contento.
-^Poesá mi, repuso el gentil-hombre meneando la
cabeza, me parece esta carta muy ligera para que
pueda contener lodo eso.
— A m i g o mió, dijo Bernouin; estoy seguro de lo
qae digo: Mr. de Artaguan me lo ha contado todo.
- ^ i 8 i ? i Y qoó ha dicho? Veamos.
—Acerqueme á él para pedirle noticias de parte del
Art. H. Los alcaides no pjsdrán recibir dádivas de
los presos ni retribución de ningún g é n e r o , limitándose sus emolumentos á la dotación de su empleo y
derechos establecidos en ló^ aranceles.
Art. 22. Los alcaides, como responsables de la
custodia de los presos, podrán adoptar las medidas
que crean conveaieotes piira:la seguridad del establacimienlu, sin vejiícioa parsooal de Los p r e s o s , y
obrando siempre con conocimiento y aprobación de la
autoridad competente, qt^dutnáo á cargo de esta consultar al jefe político de Ui provincia e a los casos que
•«nsidere necesaria su resolución.
40 KEALE8 TKIMESTIIE.
Las suscriciones de proTínclas deben pedin* 4
D. Agustín Acnirre , adminislridor de LA EMCA,
acompañando Tibrania.
La suscricion en ultramar y eslranjero por raían
de porte cuesta 50 rs. trimestre.
Se admiten anuncios á precioi baratitimof.
Art. 29. El personal y material de los e ^ W e c i mientos penales, y la manutención y vestuario de Ion
sentenciados, será igualmente de carRO del estado.
Esoeptúinse únicamente los saltos de construcción de
un presidio correccional en cada capital de provincia,
que se realizará según las circunstancias lo p e m i t a n ,
empezando por aquellos en que residcc las audiencias, cuyos gastos se costearán con fondos provinciales , debiendo al efecto incluir las diputaciones en sus
presupuestos la cantidad necesaria.
TITULO Vil.
Art. 27. Asi el personal y el material de los d e p ó sitos, como la manutención en ellos de los detenidos y
arrestados pobres, será ríe cuenta de los ayuntamientos, los que comprender.in en los presupuestos municipales la cantidad oecpMirin para tales gastos.
Art. 28. La manulcncioii de presos pobres en las
cárceles de partido y aiiil¡enci:i será también de cuenta
del partido ó partidos á que lo.s establecimientos correspondan. El persona! y iiialcríal estarán á cargo del
estado.
De las atribuciones de la autoridad judicial respecto de
las prisiones.
Art. 30. Los tribunales y j u e c e s , asi como el minisierio fiscal, tendrán derecho de visita en los depósitos y cárceles para enterarse de qae se cumplen oon'.
enrotttad las provi4eBei« j a d i e i a l a y para evftür
qttélbs i^fWlt V éMMtftee, « a a y i e l« awui « v t e r a a » Tament«.Éttfraa <l«M«éi(W«s Hegales. Lo tendrán también parir inspeccfúihaf si los penados á arresto c u m plen sos condenas al tenor de las sentencias que s e
hirbieren dictado, deUendo obedecer los encargados
de los establecimieBtos las órdenes que en esta parte,
y conforme con el reglamento de la casa, les comuniquen los tribunales y jaeces respectivo"»»
Art. 31. La autoridad judicial podrá, independ e n temente de la administrativa, á la que corresponderá
no obstante la ejecución, disponer la traslación de uno
ó mas presos con causa pendiente, cuando motivos
que directamente se refieran á la mas espedita y c u m plida administración de justicia lo aconsejen, con a r r e glo á las l e y e s ; pero en ningún caso podrá decretar
la traslación en masa de los presos de nna cárcel á
otra, sin ponerse previamente de acuerdo con la autoridad civil.
Árt. 32. Las traslaciones de presos con causa p e n diente , fnera del lugar de la residencia del tribunal 6
juez instructor de la causa , no podrán verificarse por
la administración sino en los casos de absoluta n e c e sidad y eomo medida temporal: en tales casos habrá
de darse inmediatamente conocimientcr al regente d«
la audiencia, si la causa pende de este tribunal, ó al
jaez de primera instancia en su caso, espresando
los motivos de la traslación. En los demás casos d e lierá la administración ponerse previamente de acnerdu
con el regente ó jaez instructor para que la traslación
tenga lugar.
Art. 33. El desacuerdo entre un alcalde y nn jaez
de primera instancia será dirimido por el regente da
la audiencia del territorio y el jefe político de la p r o vincia. No conviniendo en la resolución aquellos dos
empleados superiores, ó suscitándose desde el principio entre ellos desavenencias, elevarán los antecedentes por el conducto ordinario respectivo al gobierno
de S. M. para que decida. El desacderdo que ocarra
entré el regente y un alcalde, ó entre el jefe político y
un juez, lo decidirá el gobierno, i qnien se remitiráa
también los antecedentes en igual forma. Entre tanto
no será trasladado el preso, ó si ya lo estuviere por
causa argente, permanecerá en la cárcel donde se
halle.
Art. 34. La antoridad judicial y el ministerio fiscal
tendrán el derecho de visita en los esiablecin^iento*
penales para el solo efecto de enterarse si se cumplen
las condenas en el modo y forma con qne hubiesen
sido impuestas, debiendo obedecer los jefes de tos e.jlablecimientos las órdenes que en esta parte, y conformes con el reglamento, les comunique aquella autoridad ó ministerio fiscal. Este derecho de visita corresponderá en los establecimientos menores y correccionales al juez y promotor fiscal del partido en que
aquellos radiquen. En los mayores situados en la p e -
cardenal, sin descubrir, por supuesto, nuestros d e signios, porque Mr. de Artaguan es muy astuto; y me
dijo;—«Mi querido Bernouin, el rey está locamente
enamorado de la señorita de Mancinl. Esto es cuanto
aedo deciros.—¡ Eh 1 lo dije yo; ¿creéis que lo esté
asta tal punto, que no repare en contrariar los d e signios de su eminencia?—¡Ohl no me hagáis s e m e jante pregunta: creo al rey capaz de todo. Tiene una
cabeza de hierro, y lo que qniere, lo quiere con toda
su alma. Si se le ha puesto en la cabeza casarse con la
señorita de Mancini, se casará.» Y sin decir mas se
separó de m i , se fue á las caballerizas, tomó un caballo, lo ensilló por sí mismo, montó en é l , y partió
como si el diablo le llevara.
—¿De modo que creéis?...
—Creo qne el teniente de guardias sabia mas de lo
qne quería decir.
—Y según e s o , á vuestro entender , Mr. de Artaguan...
—Corre en estos momentos en busca de las desterradas para dar los pasos útiles y convenientes al buen
éxito de ¡0$ amores del rey.
Entretenidos los dos confidentes en estas pláticas,
llegaron á la puerta del gabinete de su eminencia. No
aquejaba á este ya la gota; antes bien se estaba paseando con el mayor desasosiego por su cuarto, p o niéndose á escuchar á cada momento á la puerta ó
asomándose al balcón.
Entró Bernouin seguido del gentil-hombre á quien
el rey habia dado orden de entregar la carta, en propias manos á su eminencia. Mazarino lomó la carta;
pero antes de abrirla dio á su fisonomía una estudiada
sonrisa de circunstancias, muy propia para encubrir
las emociones de cualquier género qde fuesen. Así
aconteció que, fuese la que quiera la impresión que le
causara, no pudo traslucirse el menor reflejo de ella
en su semblante.
—¡Muy bien! dijo después de leer una'y otra vez
la carta: perfeclainente, caballero; anunciad al rey
que le doy las gracias por su obediencia á los deseos
de la reina madre, y que voy á disponerlo lodo para
que su voluntad sea cumplida.
El genlil-hombre salió. Apenas volvió á quedar c e r rada ía puerta , cuando el cardenal, qne no osaba d e
máscara con Bernouin, se despojó de la que momentáneamente acababa de cubrir su fisonomía, y con la
mas sombría espresion:
—Llamad á Mr. de Brienne, dijo.
Cinco minutos después entraba él secretario.
—Caballero, le dijo Mazarino: acabo de hacer un
gran servicio á la monarquía, acaso el mayor que le
he hecho en toda mi vida. Llevareis esla carta , que lo
comprueba, á S. M. la reina madre, y cuando os la
devuelva la colocareis en el legajo B, que contiene los
docomentos y piezas justificativas de mis servicios.
Brientie salió, y como aquella interesante carta estaba sin cerrar, no dejó de leerla en el camino. Esciisado es decir que Bernouin, que estaba bien con todo
el mundo, se aproximó al secretario lo bastante p.-íra
poder leer por encima de sus hombros. I<a noticia se
difundió con tal rapidez en palacio, que Mazarino t e mió por un momento que llegase á oídos de la reina
antes de que Mr. de Brienne le entregHse la carta da
Luis XIV. Pocos instantes despaes estaban ya dadas
todas las órdenes para la partida, y Mrt de Conde, que
fue á saladar al rey á la bot-á de levantarse e s t e , i a s cribia en su itinerario la ciudad dé Poitiers como puntó
de parada y descanso para 5S. MM.
Asi se desenredaba en pocos momentos una intriga
que lenia sordamente ocupada á toda ¡a diplomacia de
Europa. Y sin eirdfl^rgo, el único resultado claro y p o sitivo que tuvo lue hacer perder á un pobre teniente
de mosqueteros su empleo y sa fortuna. Verdad es que
en cambio le quedaba la libertad.
Pronto veremos el uso qije hizo de ella Mr. de Artaguan. Por ahora, si el lector nos lo permite , nos trasladaremos á la fonda de Médicis, uno de cuyos balcones acababa de abrirse en el momento mismo en qae
se daban en palacio las órdenes para la partida del
rey.
Ese balcón que se abría correspondía á uno de los
aposetitos de CárloSi El desgraciado principe battia pasado toda la noche en veta, con la cabeza entro sas manos y los codos apoyados sobre nna mesa , raieatras
que Parry, débil y anciano, dormía en un riocM rendido de cansancio y de fatiga. Singular destino el de
aquel fiel servidor, que veia principiar á repetirse en
la segunda generación la terrible serie <to desgracia»
que había pesado sobre la primera. Caando Carlos M,
después de meditar profundamente en la nueva derrota que acababa de esperimentar, comprendió el
completo aislamiento en que baWa quedado al ver huir
detras de si su nueva esperanza, se stnlió acoroetide
de una especie de vérügo. y cayó desfallecido en el
ancho sillón á coya orilla estaba sentado.
Apiadóse entonces Utós de aqnel desgraciado j»1oc i p e , y le envió el s o í ñ o , hermano inocente de ia
muerte, en el qo« permaneció sin despertarse hasta
las seis y inedia de la niañiina ; es df cif. cuando ef sol
ilnminabaya sa haWlacion , y r:trry, inmóvil pwr l e -
TITULO V.
De los establecimientos penales.
Art. 23. ínterin se plantean los establecimientos
que prescribe el código penal, los reos sentenciados,
tanto á cadena perpetan como temporvi, ingremrÉn
provisionalmente en los presidios de la península, Baleares y Canarias hasta que puedas trasladarse oportunamente á sus respectivos destinos penales, que
para los primeros serán el presidie de Ceuta y m e n o res de África. donde se ocuparán en los trabajos correspondientes, y que determina el código penal, y
para los segundos los arsenales y obras publicas y de
fortiñcacion á que se les aplique. Tendrán ingreso en
los mismos de la península, Baleares y Canarias, y s u frirán en ellos sus condenas, los sentenciados con arreglo al código penal: 1.°, á reclusión perpetua ó t e m poral; 2.°, á presidio mayor, menor ó correccional;
3 . ' , á prisión mayor, menor ó correccional. Los sentenciados á arresto mayor cumplirán su condena en
las cárceles de partido ó audiencia respectiva.
Art. 24. ínterin se plantean los establecimientos
correspondientes á mujeres, ingresaría las penadas
en las casas de corrección 4^^ existen actaalmente,
segnn prescribe el código penal, y con la Ihottacion
de que las sentenciadas á arresto mayor ó metlór e s tinguirán sus condenas en las cárceles ó en los depósitos municipales, como también prer«^ien6 el dnismo
código.
Art. 25. En cada uno de los estableetaiieDtOS p e n a l e s , tos sentenciadas ocuparán disUvios departamentos: i.*, con arreglo á la diversa n a t i n l e z a d e s n s
condenas respectivas, estando siempre los seoteociados por causas políticas completamente independientes y separados de los que lo hayan sido por otros delitos; 2.0, con arreglo á la diferencia de edad los que
engan una misma condena, separando de los mas
adultos á los que nú hayan cumplido diez y ocho años
siendo varones, y quince si son mujeres.
Art. 26. Todos los penados de ambos s e x o s , e s coplo los sentenciados á cadena perpetua y temporal,
cuyo destino queda prefijado en el art. 2 3 , se ocuparán en los talleres de los respectivos establecimientos,
debiendo observarse rigorosamente la regla del silencio durante los trabajos. De estos trabajos deben a s cluirse los que á juicio del jefe político de la provincia
puedan perjudicar las industrias del país.
TITULO VI.
De los gastos de las
E
prisiones.
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