1 ROCK PARA VIRGEN UNA ABUELA DE RODOLFO SANTANA Escrita en 1984. Estrenada en la Habana. Cuba, bajo la dirección de María Elena Ortega (1987)Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas bajo la dirección de José Domínguez (1988) San Juan. Puerto Rico. Dirección de Gilberto Valenzuela. (1989) Compañía de Teatro Regional del Estado Bolívar (1993) Lima. Perú. (1997) Casa de América. Lectura Dramatizada. Madrid. España (1998).Llevada al cine (“Una abuela Virgen”) por Olegario Barrera con guión del mismo Barrera y Rodolfo Santana (1998) 2 ROCK PARA UNA ABUELA VIRGEN PERSONAJES: ANTONIETA MÓNICA EL ARCÁNGEL FRANCISCO ROBERTO ESCENA I Música lúgubre. Aullido de perros en noche de acontecimientos funestos. En un apartado sector del escenario una luz cadavérica ilumina una tumba. Sobre la música se deja oír, sorpresivamente, la destemplada nota de un trombón. Luego, una risa gigantesca. La desgastada lápida se abre poco a poco y asoma una mano, un brazo y, finalmente, el cuerpo de Antonieta que sale de su tumba un poco sorprendida. Viste un traje de principios de siglo muy bien confeccionado. No le queda nada mal a su figura de 18 años. Recoge una maleta del interior de la tumba. Abre un pequeño paraguas y luego queda quieta, como decidiendo el camino a tomar. De nuevo la carcajada. Antonieta inicia la caminata sobre una plataforma al fondo del escenario. La luz de un farol derrama una luz amarillenta sobre sus pasos. Decrece luz sobre Antonieta. ESCENA II La luz aumenta en el sector del escenario correspondiente al hogar de Mónica. En el centro del escenario, dos breves butacas, un sillón, un bar, mesitas, una alfombra y algunas plantas decorativas. La música, de contornos siniestros, cambia a un jazz ácido. Voluptuoso. Mónica, con traje muy corto y ceñido, ensaya los inicios de un “strip- tease” La luz la ciñe. La estrecha. La música llega a su culminación. Por un lateral asoma Antonieta con cara de susto. Se acerca al borde del espacio de Mónica. ANTONIETA: (Tocando una invisible puerta) ¡Tum! ¡Tum! 3 Mónica se detiene un poco. Prosigue con su ensayo. ANTONIETA: (Tocando de nuevo un poco nerviosa) ¡Tum! ¡Tum! ¡Tum! Mónica se acerca a lateral. Se enfrenta a Antonieta. ANTONIETA: ¿Mónica?... ¿Es usted... Mónica Salas? MÓNICA: (Sin dejar de ver la vestimenta de Antonieta) Soy yo... ¿Qué desea? ANTONIETA: Claro que eres... El parecido es total... MÓNICA: ¿Parecido? ANTONIETA: A Marta... Marta cuando tenía tu edad... MÓNICA: ¿Marta? ANTONIETA: Salvo por el pelo y... (Mira la escasa vestidura)... el modo de vestir, bastante más recatado... (Retoma los parecidos) El pelo de Marta era más claro... Antonieta observa todo con gran curiosidad. MÓNICA: ¿Cómo lo sabes? ANTONIETA: ¡Estoy tan emocionada! Antonieta saca un pañuelito y seca una lágrima con ademán melodramático. Avanza un poco más en el recinto. MÓNICA: ¿Y por qué? ANTONIETA: Por, por... ¡Por todo! MÓNICA: (Duda. No sabe cómo enfrentar la situación) Bien, pero... A mí “todo” no me provoca lágrimas... Estaba ensayando y... ANTONIETA: ¡Por encontrarla! MÓNICA: ¿A mí?... ANTONIETA: ¡Dios mío, creí que me volvía loca...! MÓNICA: ¿Y eso? 4 ANTONIETA: MÓNICA: En fin, no sé si lo estoy... ¿En qué puedo?.. ANTONIETA : No sé de qué se trata... ni cómo explicarlo... MÓNICA: Perdona, pero... ¿Quién eres tú? ANTONIETA: ¿Yo?... ¡Bromeas, Mónica...! (Piensa) No... ¿Por qué tendrías que bromear? MÓNICA: No recuerdo haberte visto en toda mi vida. ANTONIETA: ¡Pero si yo soy...! (Se detiene. La ve fijamente). Bueno, creo que soy...Casi estoy segura... MÓNICA: ¿Quién?. ANTONIETA: ¿No me nota cierto aire?... (Se muestra) ¿Algún rasgo? MÓNICA: Sí, tu cara me resulta conocida... ¿Dónde?... ¿Alguna fiesta? ANTONIETA: Tengo años sin ir a una fiesta. MÓNICA: ¿Trabajas en...? (Atonieta niega) La verdad, me rindo... ANTONIETA: (Reservada) Como le dije, soy... una amiga. Sí, eso... una amiga... MÓNICA: ¿De quién? ANTONIETA: De Marta. MÓNICA: ¿Mi madre? (Antonieta afirma) ¡Pero si ella murió hace quince años! Antonieta queda muda. Luego llora. MÓNICA: ¿Qué pasa? ANTONIETA: ¡Murió! ¡Murió Marta! ¡Qué horrible! MÓNICA: (Asombrada) ¿Por qué lloras?... Me parece poco probable que puedas haber sido su amiga. Murió a los cincuenta y siete años... ANTONIETA: ¡Tan joven! 5 Antonieta llora con desconsuelo. Mónica no encuentra qué hacer. MÓNICA: Ese vestido... ANTONIETA: (Sin prestar atención al comentario de Mónica) ¿Y... y Héctor? MÓNICA: ¿Mi padre? (Antonieta afirma) Muerto también... (Antonieta llora con más entusiasmo) ¡Desde hace doce años! ANTONIETA: ¡Pobre huerfanita! ¡Sola en el mundo! MÓNICA: ¿Huerfanita? ANTONIETA: ¡Presa de toda la modernidad diabólica! ¡Desamparada en los brazos de la mecánica! Mónica ríe. Antonieta la mira con reproche. MÓNICA: (Ríe) ¡Qué cómico! ¡En los brazos de la mecánica!... ¿No te parece que suena mejor “en los brazos de un mecánico”? ANTONIETA: (Interrumpe reflexiva el comentario de Mónica) Todos... todos muertos... ¡Todo destruido! ¡El mundo ha cambiado! Antonieta, agotada, se apoya en uno de los muebles. MÓNICA: (Tratando de llegar a alguna parte)Ya está bien. ¿Si?... ¿Quién eres? ANTONIETA: Me pregunto lo mismo. MÓNICA: ¿Cómo llegaste aquí? ANTONIETA: Encontré la dirección en mi cartera. En medio de todo me resulta... normal... MÓNICA: A mí no. ¿Quién planeó la broma? ¿Quién te dio el nombre de mis padres?... ANTONIETA: Nadie... MÓNICA: ¿De dónde sacaste ese vestido? ANTONIETA: ¿Qué tiene de raro? 6 MÓNICA: Mínimo ochenta años de raro. (Se detiene. Nota algo en el rostro de Antonieta) Pero... (Retrocede. Se percata) ¡Ya sé!... Eres... ¡Eres exacta! Mónica comienza a buscar en gavetas. Saca papeles. Encuentra un álbum. MÓNICA: Por aquí debe estar... ANTONIETA: ¿Qué busca? MÓNICA: (Hojeando el álbum) Una foto... muy antigua... ANTONIETA: Con calma... mantenga la calma... MÓNICA: Está por aquí... (Busca) Por aquí... (Tropieza con una foto y la contempla. Luego a Antonieta. Compara) ¡Increíble!... Esto sí es impresionante... ¡El vivo retrato de mi abuela cuando joven! ANTONIETA: ¿Sí? Mónica se acerca a Antonieta. Le muestra la foto. MÓNICA: Mírala... ¿No te parece impresionante? ANTONIETA: Un poco. MÓNICA: ¡Exacta! (Le señala otra foto) Esta es de viejita ANTONIETA: ¡Qué arrugada! MÓNICA: Murió a los noventa y tres años. ANTONIETA: (Se persigna) ¡Paz a sus restos! MÓNICA: (Abandona el álbum) ¿De dónde sales? ANTONIETA: Tengo escalofríos. Antonieta se estremece un poco. MÓNICA: Y con ese vestido... ANTONIETA: (Un poco irritada) No encuentro nada anormal en mi vestido... Al suyo sí le falta mucha, pero mucha tela... 7 MÓNICA: ANTONIETA: Escucha, todo ha salido bien... ¿Sí? (Pausa corta) Me gustaría conocer al autor de la ocurrencia y... ¡Estoy asustada! ¡Muy asustada! (Se sienta en un sillón. Se encoge) No termino de entender. Es fuerte. Muy fuerte. El miedo... MÓNICA: Avanzaríamos un poco si te identificas... Antonieta, tras una pausa, encogida, comienza a susurrar una canción de cuna. MÓNICA: (Moviéndose lentamente alrededor de Antonieta) Esa canción... Cuando niña... Usaba lazos en la cabeza y vestiditos almidonados... Me la cantaba mi abuelita... ANTONIETA: Nieta... MÓNICA: (Pausa corta. Estudia intensamente a Antonieta) Yo le decía así, de niña... Antonieta, nieta... ¿Quién es la nieta? ¿Tú o yo?... Le preguntaba... ANTONIETA: Apenas podía verte. Caminábamos por los parques. Supuestamente yo te llevaba, pero no era así. Apoyaba mi cuerpo débil sobre tu hombro... Me describías la gente, los patos en el estanque... (Mónica se paraliza. Antonieta se levanta y se le acerca) Nieta... Mónica... MÓNICA: (Se recobra. Retrocede) ¡Coño, no te me acerques! ANTONIETA: Abandona esa mirada de terror... MÓNICA: ¡Aléjate o me arrojo por la ventana! (Mónica retrocede. Toma un cenicero grande) ¡Un paso más y me abro la cabeza con este cenicero! ANTONIETA: ¡No quería asustarla, Mónica! MÓNICA: ¡Explica tu naturaleza! ANTONIETA: ¡Estoy aturdida! Antonieta sigue a Mónica que retrocede por todo el espacio- MÓNICA: ¡Saca... saca tu documentación y colócala allí!... ¡Sobre la mesa! ANTONIETA: No tengo documentos. 8 MÓNICA: Habla pausadamente. ANTONIETA: Bien... (Lenta) Lo haré, lentamente... MÓNICA: ¡Sin matices escalofriantes! ANTONIETA: ¡No tengo ningún matiz escalofriante! MÓNICA: ¡Te participo!... ¡Te participo que voy a llegar!... (Se torna agresiva. Ahora es ella quien hace retroceder a Antonieta) ¡Llegar al fondo de todo esto!... ¡Y la pagarás, marrana! ¡Cerda! ANTONIETA: (Herida) ¡Me insultas! MÓNICA: ¡Te arrepentirás de esta broma macabra! ¡Tú y tus cómplices, desgraciada! ANTONIETA: ¡Estoy más asustada que usted, mi pequeña! MÓNICA: ¡Carajo, no me digas pequeña! ¡No soy tu pequeña para nada! ANTONIETA: Le preparaba los dulces con forma de pajaritos. Los besitos de coco, canela y anís... MÓNICA: (Rogando por un manicomio) ¡Una camisa de fuerza! ANTONIETA: Los suspiros de crema... ¿Recuerda? MÓNICA: ¡Quiero una camisa de fuerza! Mónica se encoge con los ojos brotados por el terror. ANTONIETA: Un día la salvé de morir tristemente ahogada en el Parque Los Chorros... MÓNICA: ¿El Parque?... (Se encierra en sí misma) No escucho... estoy catatónica... ¡Soy sorda! ¡Sorda! Mónica se tapa los oídos. ANTONIETA: Resbaló en uno de los pozos... ¡Y aparecí yo, como una heroína de Tolstoi, a rescatarla de las embravecidas aguas! MÓNICA: (Jugando a la incoherencia) Tin, marín, de dos perigué. Cúcara, mácara... 9 ANTONIETA: MÓNICA: (Engarzando el trabalenguas que culmina con un saltito) ¡Títere fué!... (Ríe) ¿Ves? ¿Ya recuerdas? (Para si. Tratando de afianzar su razón. Se sienta en una butaca y efectúa un balance) ¡Soy cívica!... No boto papeles en la calle y tengo la detestable manía de guardar los fósforos usados en la cajita... ANTONIETA: Impedí que Marta te diera muchos azotes... MÓNICA: Tengo agenda y la uso con tenacidad. Me baño todos los días. ANTONIETA: Eso afecta la salud. Un baño semanal es lo correcto. MÓNICA: No me atormenta el tráfico. ANTONIETA: ¿Te refieres a todos esos vehículos satánicos? MÓNICA: Instalé un reproductor en mi carro y mientras los otros tocan corneta, se pegan e insultan, aprendo alemán y ruso con los métodos de casettes. ANTONIETA: (Observando algún objeto. Refiriéndose a Mónica) Para mí usted siempre fue la elegida. Tiene mi mismo carácter. MÓNICA: ¡Me casé felizmente hace cinco años! ANTONIETA: ¿Sí? ¡Niña, qué sorpresa! ¿Y dónde está su cónyuge? MÓNICA: Y me divorcié correctamente hace dos años, sin alharacas ni escenas de mal gusto... ANTONIETA: ¿Divorciada? ¡Qué horror! MÓNICA: Canto, modelo, hago strip tease en lugares de buen gusto... Artista... ¡Quiero ser artista! ANTONIETA: ¿Cantante?... ¿Artista?... Mija, es una profesión un tanto liberal para una muchacha de buena familia... MÓNICA: (Ya decidida) ¡Eso, artista! (Se levanta. Mira a Antonieta) ¡No quiero ser médium ni espiritista! ANTONIETA: Me parece muy bien... MÓNICA: No me interesa la brujería. No me gustan los diálogos con el más allá, ni pasos alucinantes en la dimensión desconocida. 10 Pausa corta. Detalla a Antonieta. Se le enfrenta con decisión MÓNICA: ¡Soy carnívora! ¡Terráquea! ¡Práctica y egoísta!.. (Respira fuerte) Así que, lamentándolo mucho, querida Nieta, te me vas! ¡Esfúmate! ANTONIETA: ¿Me... me botas? MÓNICA: ¡Te ordeno que retornes a las sombras! ANTONIETA: ¿Me rechazas? MÓNICA: Para nada. Deseo que la pases muy bien en el más allá. ANTONIETA: ¿No ve mi dolor? ¿Lo que estoy pasando? MÓNICA: (Con mucho sigilo) Bien... entiendo. Si tienes pecados graves que te hacen penar, puedo ayudarte... Antonieta se muestra ofendida. ANTONIETA: ¡Nunca cometí graves pecados! MÓNICA: ¿Qué tal diez misas? ANTONIETA: ¡No estoy penando, Mónica! MÓNICA: ¿Te parece poco? Bueno, que sean veinte. Aunque no me imagino qué tipo de perversiones has practicado para necesitar tanta indulgencia. ANTONIETA: ¿Yo? ¿Perversa? MÓNICA: Te veías sumamente decente. ANTONIETA: ¡Cómo se le ocurre! MÓNICA: ¡Que sean treinta misas! ¡Pero vete! Pausa. Antonieta observa el gesto imperativo de Mónica indicándole la salida. Ofendida, toma su cartera, maleta y sale fuera del espacio del apartamento. Mónica respira profundamente y se sienta. MÓNICA: Si lo cuento nadie me va a creer. Antonieta retrocede espantada. Toca de nuevo. 11 ANTONIETA: (Golpeando la puerta invisible) ¡Tum, tum y túm! Mónica se levanta. Se dirige a lateral enfrentando a Antonieta que entra apresurada. Pausa corta. ANTONIETA: (Llorosa) No tengo a nadie en el mundo Sólo a usted, mi nieta... MÓNICA: ¡Mierda, entiende!... ¡Estamos en dos planos distintos! ¿No captas? ¡Este diálogo es ultratúmbico ! ANTONIETA: ¡Estoy sola! MÓNICA: ¡Me estás afectando la salud mental! ANTONIETA: Desamparada... MÓNICA: ¡El metabolismo! ¡Las caries! ANTONIETA: (Cursi) Íngrima, como las flores en el páramo... MÓNICA: ¡Te juro que si no te vas me va a dar un shock! ¡Coño, se me van a fundir las neuronas de la ecuanimidad! ANTONIETA: (Lánguida, comienza a retroceder en dirección al sillón) Sola, yo, la primera muerta en regresar a la vida... ¡Abandonada en el desierto!... (Cae al sillón) ¿Qué será de mí, oh cielos? Antonieta se desmaya. Mónica se acerca. La ve. MÓNICA: Hay que ignorarla... Leí en una revista de misterio que no hay nada que fastidie más a un fantasma que la indiferencia. Jazz. La luz se concentra sobre Mónica que inicia vaivenes sugestivos con su cuerpo. Se desplaza cerca de Antonieta. . Le patea la pierna. Se asombra. Patea de nuevo. Baja la música. Antonieta se sobresalta. ANTONIETA: ¿Por qué me patea? MÓNICA: Eres.., eres... cor... corpórea... ANTONIETA: ¡Claro!... ¿Y qué se creía? MÓNICA: Deberías ser una masa amorfa. Gaseosa. ANTONIETA: ¡Usted pateándome! ¡Qué triste!... 12 MÓNICA: Los espectros son masas inconsistentes. No tienen materia. ¡Estás contrariando todas las leyes fantasmales! ANTONIETA: ¿Este es el trato que se le da a las personas mayores en esta época? MÓNICA: ¿Eres una vampira? ANTONIETA: (Se toca la frente) Me siento mal... MÓNICA: ¿Una zombi? ¿Un íncubo? ANTONIETA: Esta bendita jaqueca... ¿Tiene algo de ponche? MÓNICA: ¿Ponche? ANTONIETA: Algo de licor para recobrarme. MÓNICA: Los espectros no comen, ni beben, ni sufren jaquecas. ANTONIETA: (Irritada) ¡Ya me tiene hasta la coronilla con el cuento de los muertos! ¡Estoy viva! ¡Viva y aterrorizada y ni se preocupa lo más mínimo! Pausa corta. MÓNICA: Tengo.... tengo algo de ron. ANTONIETA: El ron es muy fuerte. MÓNICA: ¿Fuerte? ANTONIETA: Bebida de hombres. ¿Dónde está? MÓNICA: (Indicando el lugar) Allí, en el bar... Antonieta espera que Mónica lo busque. Al ver la pasividad de su nieta se dirige al bar y toma la botella. ANTONIETA: ¡Qué descortés me está resultando esta nieta, Dios mío! (Observa el bar) Dígame esto, un bar en el hogar... Destapa la botella. Huele con repugnancia y luego la empina largamente. Tose. Mónica la estudia con detenimiento. MÓNICA: Y tú, con ese... ese trajecito... 13 ANTONIETA : Bello modelo. MÓNICA: (Toma el álbum. Busca. Ve) Exacta. El vivo retrato. ANTONIETA: Por supuesto. Soy yo. (Bebe otro trago) Abuela revivida. ¿No tienes sales? MÓNICA: ¿Sales? ANTONIETA: Ajá. Estoy débil. (Bebe otro trago) Congestionada... (Mira la botella) Oye, esta bebida de hombres es una maravilla. Y yo que la odiaba... MÓNICA: Mi abuelita Nieta murió a los noventa y tres años. Encogida, arrugada como una pasa y casi ciega... ANTONIETA: Yo soy la primera en maravillarme... MÓNICA: Había que atenderla en todo: asearla, cargarla de aquí para allá. Perdió la memoria... ANTONIETA: ¿Sí?... No me acuerdo. MÓNICA: Era casi un vegetal. ANTONIETA: (Con cierta comprensible coquetería) Esa época tan desastrosa ya pasó. ¿No? Ahora no estoy tan mal... MÓNICA: Los muertos no rejuvenecen. ANTONIETA: (Enfrentando su pesadilla) Tengo un susto espantoso, Mónica!... Me levanté esta madrugada. Nubes negras y una lluvia espantosa. En medio del cementerio... Mónica toma el teléfono y marca un número. ANTONIETA: Lo último que recuerdo es el relámpago... Un relámpago intenso en medio de la vejez, la vejez creciente... La memoria que saltaba, venía, se perdía. El encogimiento de la piel... ¡Y el relámpago!... Sacándome el alma... MÓNICA: (Al Teléfono) ¿Francisco?... Sí, sí. Todo bien... ¿Voz alterada? ¿Yo, voz alterada? ¡Qué cosas tienes! (Risita histérica) ¿Yo, risa histérica? ¡No tengo risa histérica!... ¡Coño, déjame hablar! ¡Quiero hablar, maldita sea!... (Pausa corta) ¿No has recibido la visita de algún pariente extraño?... Sí, eso dije, extraño... 14 Antonieta estudia el teléfono. ANTONIETA: El que yo tenía era de madera, con manivela... MÓNICA: Sí, ya sé que los parientes no son extraños. (A Antonieta) ¡Aléjate, vampira!... (Al auricular) ¡No te estoy gritando!... (Grita) ¡No estoy gritando!... ¡Francisco! ¡Francisco, por favor!... ¿El mundo sigue igual?... (Pausa. Escucha) ¡No me hables de política!... Francisco, escucha... ¿Qué harías si se te aparece tu abuelita?... Eso, tu abuelita... (Pausa corta) ¿Hola? ¿Le dices hola?... (Recordando) Perdona, olvidé que vives con tu abuela... Pero ponte en mi caso... ¡Mierda, no estoy borracha!... (A Antonieta que circula cerca) ¡Apártate de mi vista!... (Al auricular) ¡No es contigo, Francisco!... Sí. Tú en mi caso. Tu abuela. No, la mía. Que murió a los noventa y tres. Encogida como un auto chocado... ANTONIETA: Siempre tuve mis encantos, para que lo sepas. Aún de vieja podía levantarle la... la moral a tu abuelo... MÓNICA: Y llega... Eso, llega... ¡No, nada de silla de ruedas!... Aspecto de veinte años.. con un vestido horroroso, tapado hasta la nariz... ANTONIETA: (Viendo su traje) Mi atuendo es de lo mejor, no así tu disfraz sicalíptico... MÓNICA: (Al teléfono) ¿Qué?... ¿Yo?... ¿Drogada?... ¡Ni heroína ni cocaína ni hongos!... ¡Vete al carajo, Francisco!... Mónica cuelga el teléfono. ANTONIETA: Qué forma de expresarse, niña. ¿Qué personaje era ése que tratabas con tanta liberalidad? MÓNICA: Un... amigo... Mónica disca otro número. ANTONIETA: ¿Te atreves a hablar de esa manera con alguien que no es de la familia? MÓNICA: (Al teléfono) ¿Policía? ¿Se acabó el mundo, señor policía? ¿Se acabó?... ¡Dígamelo!... ¿Están resucitando los muertos? ANTONIETA: En el cementerio no vi a nadie más. 15 MÓNICA: (Al teléfono) ¿La tierra va a explotar? ¿Llegó el día del juicio? Mónica cuelga el receptor. Permanece paralizada y con la mirada fija. ANTONIETA: (Toma a Mónica por el brazo y la conduce a un sillón. La nieta actúa como una autómata) Venga, venga... Usted está un poco perturbada, Mónica... MÓNICA: Sí, un poquito... ANTONIETA: Y no es para menos... MÓNICA: Quiero comerme un kilo de raticida.. Antonieta toma la botella de ron y hace que Monica beba., ANTONIETA: Esto es mejor... así... a sorbitos... (Abandona la botella en manos de Mónica que bebe como una desesperada) La verdad es que... (Se contempla un poco en un espejo) Apartando lo inexplicable, no me disgusta verme de nuevo así... ¿Veinte años dijo usted mi niña?... Yo opino que son como dieciocho... (Notando que Mónica bebe de continuo) Traga poquito a poco, no quiero que te enfermes... (Se toma el pelo) Tengo el pelo vuelto un desastre. Fue ese viento del cementerio. Y la lluvia. Voy a tener que darle un remojón con ceniza, aguacate y clara de huevos. Es lo mejor para la salud del pelo. Y si los huevos son de gallina clueca el cabello queda como una seda... MÓNICA: Shampoo... ANTONIETA: ¿Cómo? MÓNICA: Existe el shampoo. Especial para cabello seco... normal o grasoso... (Ríe medio borracha) O cabello de tumba... Con olores a hierbas, limón y esencias de todo tipo... Antonieta le quita la botella a Mónica ANTONIETA: ¿Y para qué sirve? MÓNICA: Para el cuidado del cabello. Millones de mujeres y hombres usan shampoo... ANTONIETA: ¿Hombres usando cosas para embellecer el cabello? MÓNICA: Así es. 16 ANTONIETA: ¿Dónde he llegado? En el trayecto hacia acá tropecé con hombres extrañisimos... Cabellera larga, camisas de flores y miriñaques... ¿Son hombres? MÓNICA: Algunos. ANTONIETA: En mis tiempos un hombre salía así a la calle y lo llevaban al calabozo por... MÓNICA: ¡Maricón! ANTONIETA: Afeminado, niña... MÓNICA: Esta no es tu época. ANTONIETA: Bueno, cariño, pero lo mínimo que uno puede saber es dónde están los hombres y dónde las mujeres. ¿O no? MÓNICA: Eso se confunde cada vez más. ANTONIETA: Si usted hubiera conocido a Roberto, su abuelo, comprendería lo que le digo... (Ve un reloj digital) ¿Y qué bicho es éste? MÓNICA: Un reloj digital. ANTONIETA: (Con cierto desprecio) ¡Ah... un artefacto!... (Con tono supersticioso) Hay que tener desconfianza de las tentaciones, Mónica. Yo las busco todo el tiempo. MÓNICA: ANTONIETA: Roberto me lo repetía y llevaba razón. Todos esos artilugios de metal, tornillos y resortes son incitaciones al pecado... MÓNICA: ¿Se puede seducir a un reloj digital? ANTONIETA: ¡La ociosidad tienta!... La mujer fue creada para ocuparse del hogar, su marido y los hijos. Para conformar el recinto familiar con sus manos. Lavar, limpiar y cocinar. (Señala el reloj digital y la atmósfera que la rodea) Si permitimos que estos infernales aparatos se internen entre las paredes del hogar cual serpientes insidiosas... ¿A dónde iría a parar la esencia femenina?... ¡Se dedicaría a holgazanear, a inventar ideas fuera de su naturaleza!... (Un tanto predicadora) Vendría el chisme, la soledad, la prepotencia... ¡Hasta pretendería invadir los terrenos propios del hombre!... MÓNICA: (Negando con cierto asombro) Abuela, tú estás jodida. 17 ANTONIETA: (Con cierto rubor) ¿Cómo? MÓNICA: La mujer ha cambiado muchísimo. ANTONIETA: ¡No lo creo! (Huele su vestido) ¡Uf, este vestido huele a tumba! MÓNICA: (Se encoge ante la última frase) ¡No digas esas barbaridades!... Me... me estrangulan el estómago... ¿No entiendes?... (Amenaza) Si abres la boca... cuando no te toque... me trago un kilo de clavos que tengo en la cocina... ANTONIETA: ¡Qué horror! MÓNICA: ¿De acuerdo? ANTONIETA: Bien... Lo que digas. MÓNICA: Cuéntame, sin rodeos, los acontecimientos de las últimas horas. ANTONIETA: (Reservada) No veo por qué tienen que atraerte esas situaciones espeluznantes. MÓNICA: Soy masoquista. ANTONIETA: (Con extrañeza) ¿Y eso? ¿Una nueva religión? MÓNICA: Sí. Uno comulga a las patadas. ANTONIETA: ¿Un cisma? ¡Qué catástrofe! Yo comulgaba a hostias. MÓNICA: Habla. ANTONIETA: (Angustiada) ¡Mónica, me da terror!... Siempre fui muy sensible a las cosas... del más allá. Pánico a los fantasmas y sustos... Y ahora, aquí de nuevo, en este mundo loco, humoso... (Pausa corta)Bueno, una no tiene por qué seguirlo... MÓNICA: Es loco, sí, pero buen mundo... ANTONIETA: ¡Lucharemos juntas contra esta época asquerosa y disoluta! MÓNICA: ¡Es mi época! ANTONIETA: Lo sé, pero eres inocente en medio de este resurgir de Sodoma, Gomorra, Babilonia y Estambul. MÓNICA: ¡Me gusta lo que vivo! 18 ANTONIETA: Me resisto a pensar que has sido vencida por las sugerencias de Lucifer, los oropeles de la máquina de vapor, los chismes siniestros de Grahan Bell... ¡Y el motor sicalíptico de Henry Ford!... MÓNICA: ¡Carajo! ¿Resucitaste para amargarme la vida? ANTONIETA: (Disimula. Tose) ¡Ay, me mareo! (Se recobra)Es la maldita debilidad en los pulmones. Soy propensa a la tuberculosis... Y esa nochecita en el cementerio fue fatal... MÓNICA: Ya nadie se muere de tuberculosis... ANTONIETA: ¿Nadie? MÓNICA: La medicina está muy adelantada. ANTONIETA: ¿No hay palúdicos? MÓNICA: No. ANTONIETA: ¿Ni tiñosos, ni enfermos de tifus, gripe española, peste bubónica? MÓNICA: Esas enfermedades aparecen sólo en las películas de época... ANTONIETA: (Se encoge un poco) Estoy asustada... Igual a los momentos en que mi abuelita contaba sobre los fantasmas que penaban en las plantaciones de caña. El descabezado.. el carretón fantasma... estoy... estoy asustada de mí misma.. de verme aquí... MÓNICA: ¡Imagínate cómo estoy yo! ANTONIETA: ¡Quiero mi tumba! (Llora) Mis gusanitos... mi tierrero encima... ¡No tengo a nadie!... MÓNICA: Estoy yo... ¿No?... (Pausa corta. Antonieta la mira. Se le acerca) Tu nieta. Se abrazan. ANTONIETA: Llegar así, a tu casa, después de años de muerta... MÓNICA: Y con ese vestido... 19 ANTONIETA: (Se separa un poco) Está bien hecho... Puede que Dios no este a la moda, pero de que es buen sastre, lo es... ¿Puedes darme cobijo? MÓNICA: (Pausa. Lo piensa) Eres mi abuelita, Una no bota a su abuelita a la calle. Antonieta agradecida oprime las manos de Mónica. Se separa un poco. ANTONIETA: Me dedicaré a la oración. A la meditación. MÓNICA: ¿Cómo? ANTONIETA: Esperaré el momento en que sea llamada de nuevo. MÓNICA: (Con emoción) ¡ Si estás aquí es porque quieren que vivas! ¿No te das cuenta? ANTONIETA: No me gusta este mundo de ahora. Antonieta se dirige al sofá grande. Se sienta. MÓNICA: Debes asumirlo. Vivirlo. ANTONIETA: Roberto, tu abuelo, el hombre que amé, que amo aún, está muerto. Todo está muerto. Me rodea un cementerio... Antonieta se reclina. Mónica se sienta en el sillón y la acompaña muy cerca. MÓNICA: ¡Naciste de nuevo! ANTONIETA: Cargo todos los recuerdos... MÓNICA: ¡Que no te sirvan de lastre!... ¡Usalos para ser feliz! ¡Mucho más feliz de lo que algún día fuiste!... ANTONIETA: Estoy tan cansada... Inicia música sugerente de pianola. Por la parte superior asoma el fantasma de Roberto que camina con aire altivo. La luz se centra sobre él muy penumbrosa mientras decrece sobre Mónica y Antonieta. MÓNICA: Duerme... Duerme. Mañana el deseo de vivir correrá de nuevo por tus venas... 20 Sube la música. Roberto se desplaza a lateral y comienza a escucharse un poema en la voz de Antonieta ESCENA III Roberto sale. La luz se esfuma tras él y asciende sobre el recinto de Mónica. Antonieta lee mientras se desplaza. Es otro día. La música puede acompañar, bastante baja, la lectura. ANTONIETA: ¿Por qué en su pecho como móvil lira de las obras de Dios vibra el acento? ¿Por qué feliz su corazón suspira al ver el campo, el mar, el firmamento? ¿Por qué el... ¡Ay!... del dolor, la voz del niño de la indigencia el anhelante ruego, la voz del infortunio o del cariño hacen latir su corazón de fuego? Porque sabe sentir en su alta esfera de lo tierno y lo grande el noble encanto. Porque es de la mujer la vida entera admiración y amor, martirio y llanto. Vive cual flor que amaga el torbellino. Ser hermosa y ser pura: ésa es su gloria. Ser tierna y consolar es su destino. Amar, sufrir, llorar: esa es su historia... Entra Mónica por la rampa superior cargada de paquetes. Se acerca a su recinto. MÓNICA: Escuché voces... ANTONIETA: Leía...es un poema sobre la mujer de mi tiempo. El hombre que lo escribió, si viviera ahora se pegaría un tiro... Antonieta ve el papel donde se halla escrito el poema. Duda. Lo rompe en varios pedazos- MÓNICA: (Dejando los paquetes sobre un sillón) Por un momento me alegré. Creí que habías seducido al cartero, al panadero... ANTONIETA: (Pudorosa) ¡Mónica! MÓNICA: (Ríe) ¡Me encanta decirte porquerías! 21 ANTONIETA: Pues abandona esa fea costumbre... (Mónica ríe) ¡No me sulfures!... MÓNICA: (Ríe con más ganas) ¡Sulfures!... (Antonieta se muestra disgustada) Perdona... Es que vivir contigo es como instalarse en una máquina del tiempo... (Mónica abre el paquete. Extrae un vestido súper sensual y se lo ubica encima, como probándolo) Es para mi nuevo show... ¿Qué tal? ANTONIETA: Adecuado para un lupanar. MÓNICA: ¿Qué es eso? ¿Una venta de lupas? ANTONIETA: Un prostíbulo. MÓNICA: ¡Ah, entonces está bien!... (Sigue probando el vestido) Me queda precioso. ANTONIETA: ¡Indecente!... MÓNICA: (Se dedica a regar algunas plantas) ¡Ah... tengo algunas cositas que contarte... ANTONIETA: ¿Sí? ¿Cuál es la fábula de hoy? La de ayer estuvo muy simpática. Eso de que te montabas en un combo de jetas... MÓNICA: ¡Jumbo Jet! ANTONIETA: Y llegas a Europa en ocho horas. ¡Brutal! MÓNICA: ¿Aun no lo crees? ANTONIETA: Querida Mónica, según prestigiosos científicos el hombre no puede superar la barrera de los setenta kilómetros por hora. Una velocidad mayor le arrebataría los éteres. MÓNICA: ¿Éteres? ANTONIETA: Los fluidos vitales. MÓNICA: Sí, claro, los fluidos... Hay que explicarle eso a los millones de personas que todos los días se montan en un avión. ANTONIETA: Estoy prevenida contra tus tomaderas de pelo, Mónica... Y dime... ¿Cuáles son las cosillas que tienes para contarme? MÓNICA: Una explicación a lo que te ocurrió. 22 ANTONIETA: (Sumamente interesada) ¿Cómo? ¿Qué averiguaste? ¿Quién te informó? MÓNICA: Soy curiosa... Me dediqué a investigar desde que llegaste aquí... ANTONIETA: Desconfiada... MÓNICA: Fui al cementerio y, en efecto, tus huesos no se encuentran en la tumba... ANTONIETA: Los llevo puestos. MÓNICA: Hablando y hablando tropecé con un señor que vive al lado del cementerio. Es un señor que toca trombón y la noche que resucitaste estaba ensayando con mucho entusiasmo. Medio borracho, según me contó. ANTONIETA: ¿Qué tiene que ver? MÓNICA: En cierto momento dio una nota tan especial, de sonido tan extraño, que todos los cristales de su casa reventaron en pedazos. El trombón explotó entre sus manos y los perros del vecindario se volvieron como locos y ladraron durante días... ANTONIETA: MÓNICA: No veo la relación. Tengo una teoría. Mónica se sienta. ANTONIETA: ¿Cuál? MÓNICA: Por una posibilidad entre millones, este señor que es un señor normal, bonachón y dueño de una pescadería, dio con su trombón una nota exacta a la que harán oír las trompetas del Juicio Final. ANTONIETA: ¿Nota exacta?... MÓNICA: Por lo visto tú fuiste el único cadáver que la escuchó... ANTONIETA: Ajá... (Pausa corta) ¿Y? MÓNICA: Bueno... ¡Plim!... Resucitaste... ANTONIETA: (Con la indignación que le crece) ¡Plim!...y listo. MÓNICA: ¡Plim! 23 ANTONIETA: Así de fácil. MÓNICA: Sorprendente. ANTONIETA: ¿Quieres sugerir que no soy objeto de un designio divino? MÓNICA: No me parece. ANTONIETA: ¿Así que no tengo nada que ver con Lázaro? ¿Ah? ¿Con la resurrección de la Virgen María y la salida entre los muertos de Nuestro Señor Jesucristo? MÓNICA: Creo que no. ANTONIETA: (Iracunda) ¡Que todo es consecuencia ridícula de la borrachera burdelaria de un horroroso señor bonachón que toca un apestoso e infernal trombón! MÓNICA: Los factores coinciden. ANTONIETA: Pues... ¡Me niego! ¡Me niego! ¡Me-nie-go! MÓNICA: Estás en tu perfecto derecho. ANTONIETA: ¡No acepto esa historia fraudulenta y ridícula! MÓNICA: Me tiene sin cuidado. ANTONIETA: ¡Yo, para que lo sepas, soy la avanzada del arrepentimiento! MÓNICA: ¿Cómo? ANTONIETA: ¡La guía de los miles de millones de muertos que surgirán del polvo! MÓNICA: Exageras, nieta... ANTONIETA: ¡La venganza que hará morder la ceniza a un mundo invadido por Lucifer, los aparatos de Lucifér y la filosofía de Lucifer! MÓNICA: ¡Basta! ¡Ya basta! ANTONIETA: ¡Quemaremos todos los televisores, aspiradoras y secadores de pelo! MÓNICA: ¡Estoy harta! ¡Harta de tus negaciones! 24 ANTONIETA: (Se enfrenta como una fanática religiosa) ¡Arrepiéntete adoradora de la nevera y la licuadora! ¡Arrepiéntete! MÓNICA: (Furiosa) ¿Sabes lo que eres? ¿Ah?... ¿Lo sabes? ANTONIETA: (Calmándose) ¡Respéteme que soy su abuela! MÓNICA: ¡Una cursi! ¡Una pretenciosa!... Nada de codearte con cualquier muerto orillero... ¡Nada de eso! ¡Lo tuyo es Lázaro, la Virgen y Jesucristo! ANTONIETA: Son mis iguales aunque te mueras de la envidia... MÓNICA: ¡Descarada!... Todo lo ves con sospecha. Te duele la cabeza y pides Panacea Esplénica porque te niegas a admitir la existencia de la aspirina. Te persignas ante la aspiradora, la cocina eléctrica... ¡Te da terror abrir la nevera! ANTONIETA: ¡Ya la abro! MÓNICA: ¡Para ti todos son artefactos de Satanás! ANTONIETA: ¡Lo son! MÓNICA: ¡Claro, el diablo es un experto en electrodomésticos! ANTONIETA: (Tímida) Ya no me dan tanto miedo, Mónica.. MÓNICA: ¡Pretendías hacer un fogón a leña!... ¿O es que ya se te olvidó? Sustituir la luz eléctrica por lámparas de carburo. ¡De carburo!... ¡Dios mío, no crees que el hombre llegó a la luna y no sales de este lugar para nada!... ¡No puede ser! ¡No puede ser! ANTONIETA: Te ruego, Mónica, que me tengas paciencia. MÓNICA: Se me agotó. ANTONIETA: Sé que estoy... como confusa... ¿No?... Quiero comprender. Aceptar lo que me toque... pero vengo de un mundo distinto... Regresé de la misma muerte... ¿Crees que es fácil? MÓNICA: (Convencida ante el último argumento) No. No lo es. ANTONIETA: Pero estoy adelantando... (Se aproxima a Mónica y le muestra el pelo) ¿Qué tal? Esta mañana me lavé el pelo con shampoo. Mónica se muestra incrédula. 25 MÓNICA: ¿Seguro? ANTONIETA: (Entusiasmada) Sí, mi pequeña... ¡Y... y puse a caminar el televisor!... MÓNICA: (Asombrada) ¿Tú prender el televisor? ANTONIETA: ¡Como lo oyes, Mónica!... Me dije: “Antonieta, pareces una pazguata, muchacha. Una tarajalla como tú, con más de un siglo en el lomo y con remilgos de niña popoff”... Entonces me le acerqué... Lo vi... ¡Me persigné y le di al botón! MÓNICA: (La abraza) ¡Qué bien! ANTONIETA: Y sabes... descubrí. una cosita... MÓNICA: ¿Cuál? ANTONIETA: (Pausa corta) Estoy... nuevecita. MÓNICA: ¿Cómo? ANTONIETA: Intocada. MÓNICA: ¿Qué quieres decir? ANTONIETA: ¡Eso!... ¡Por estrenar!... (Ríe) Qué atrevimiento... (Mónica no entiende nada) Soy... soy virgen de nuevo. MÓNICA: Eso lo arreglas fácil con dos salidas a la calle. ANTONIETA: ¡Qué horror! MÓNICA: ¿Te parece demasiado tiempo? ANTONIETA: La virginidad es la dote más preciada de la mujer. MÓNICA: Esa fortuna la perdí en un viaje a la playa. ¡Todo un tesoro perdiéndose en ese arenero!... ANTONIETA: No me interesa ese tipo de intimidades... (Pausa corta. Se concentra) En lo que a mí respecta la virginidad cambia muchas cosas... (Ve a Mónica) Mi situación con Roberto, por ejemplo... MÓNICA: ¿Mi abuelo? 26 ANTONIETA: Si soy virgen quiere decir que no soy su mujer. MÓNICA: A menos que sea una virginidad con efecto retroactivo. ANTONIETA: (Inmersa en su entusiasmo) ¡No soy su mujer! ¡No lo soy! MÓNICA: Te alegras. ANTONIETA: ¡Muchísimo! MÓNICA: Hasta ayer el abuelo era la luz de tus ojos. ANTONIETA: Porque me consideraba suya. ¿No entiendes la lavativa?... Al ser su mujer tenía que guardarle respeto y consideración. Soportar su carácter. ¡Soportarlo con dignidad a todo él!... ¡Era... era horrible, Mónica! MÓNICA: Este sí es un cambio violento. ANTONIETA: Cuarenta años viví al lado de ese monstruo... MÓNICA: ¿Monstruo? ANTONIETA: Todo el tiempo serio. Inflexible. En su casa yo era un mueble más. Un diván con la capacidad de criar hijos... MÓNICA: ¿Por qué no te divorciaste? ANTONIETA: ¿Divorciarme? ¿Cómo se te ocurre? ¡El matrimonio es para toda la vida!... MÓNICA: ¡No es así!... ANTONIETA: ¡Quizá hoy no sea así!... Pero... ¿En mi tiempo?... El divorcio para una mujer decente era inconcebible. Eras execrada socialmente. Pasabas a ser una apestada en la familia. MÓNICA: Mi matrimonio duró dos años y tiempo... ANTONIETA: (Con cierto alivio) Bueno, ya todo eso pasó. Ahora soy de nuevo una señorita. MÓNICA : ¿Señorita? ANTONIETA: Una virgen que puede examinar con suma atención las proposiciones que puedan hacerle... creo que fue demasiado 27 MÓNICA: ¿Y la oración? ¿Y el ayuno? ANTONIETA: (Suspira levemente) Somos tan débiles... Ciertamente no podemos dar mucho crédito a los votos de nuestra carne inconsecuente... MÓNICA: (Se dirige a laterql tras recoger los paquetes y el vestido) Me voy a dar un baño y cambiarme las pantaletas... ANTONIETA: ¡Procaz!... ESCENA IV Se ilumina sector elevado. Aparece el Arcángel en toda su majestad. Una música de circunstancias gloriosas lo acompaña, como es usual. Su rostro, a pesar de las connotaciones celestiales que lo adornan, indica un terrible mal humor. Se desplaza en dirección a Antonieta. ARCÁNGEL: (Furioso) ¡Muy bonito! ANTONIETA: (Antonieta cae de rodillas) ¡Un ángel! ¡Un ángel! ARCÁNGEL: ¡Un buitre! ¡Un vampiro, eso es lo que soy, para chuparte la sangre! ANTONIETA: ¡Un ángel! ARCÁNGEL: ¿Qué haces tú aquí, si puede saberse? ANTONIETA: ¿Yo? ARCÁNGEL : Sí, tú, necia...¡Estúpida! ANTONIETA: Yo... estaba muerta... ¿No?... Entonces... ARCÁNGEL: (Cerca de Antonieta) ¡Deberías estar hecha polvo! ANTONIETA: ¡No tengo la culpa! (Grita) ¡Mónica! ¡Mónica! ARCÁNGEL: (Con risa perversa) No puede escucharte, Este es un diálogo íntimo entre tú y yo. ANTONIETA: ¡Soy inocente! 28 ARCÁNGEL: (La remeda) “Soy inocente” “No tengo la culpa”. (Amenaza) ¡Lo que me provoca es darte un aletazo! ANTONIETA: (Separándose un poco) ¡Cuidado! ARCÁNGEL: (Acercándose) ¡Dos aletazos! ¿Sabes el lío gordo que armaste? ANTONIETA: ¿Yo? ARCÁNGEL: (Remeda) ¿Yo?... ¡Qué interrogación tan brillante!... (La observa despectivamente) ¿Por qué tú? ¿Ah?... (Como para si) ¿Por qué no un difunto distinguido?... Pasteur, Aristóteles, Sigmund Freud. O, en el reducido campo femenino de la inteligencia una Mata Hari, Madame Curie... (Mira a Antonieta) Pero no, tenía que ser algo como tú... Una mujercita insignificante cuya mayor hazaña creativa se encuentra centrada en los buñuelos... ¡Los buñuelos! ANTONIETA: No soy ninguna mujercita insignificante ARCÁNGEL: ¿Quieres saber lo que ocurre allá arriba? (Señala con un dedo) ¿Más y más arriba? ANTONIETA: Si usted quiere decírmelo. ARCÁNGEL: Todas las almas piden la resurrección. ¿Qué tal? ¡Todas quieren darse su paseíto por aquí, igual que tú!... ¡Ah, como les encanta una terrenalidad! ¡Un pecadillo!... Uno les da dicha eterna y se aburren. ¿Quién los entiende? ANTONIETA: Fue un señor que toca trombón. Estaba medio borracho y... ARCÁNGEL: ¡Lo sabemos!... Pero no debiste salir del cementerio. Tu deber era permanecer en la tumba, como un ser ya muerto que se honra en serlo. ANTONIETA: No me gustan los cementerios. ARCÁNGEL: Pero no... la niña tenía que salir. La comía el gusanillo dé la curiosidad. ANTONIETA: ¡Yo no decidí vivir, señor ángel! ARCÁNGEL: ¡Arcángel! ¡Arcángel para la próxima vez! ANTONIETA: Señor arcángel... En todo caso fue Dios el que me regresó a la tierra. 29 ARCÁNGEL: ¿Dios? ¡Estás blasfemando! ¡El infierno será poco para ti! ANTONIETA: ¡No me amenace! ARCÁNGEL: ¡No me grites, resurrecta!... ANTONIETA: ¡A mucha honra! ARCÁNGEL: (Saca la espada. Amenaza) ¡Insolente! ANTONIETA: (Lo enfrenta) ¡Dale! ¡Dale, pues!... (Arcángel se calma. Respira agitado) ¿Qué es una muerte más? Pausa ARCÁNGEL: (Guarda la espada) No puede ser... (Pausa corta) No puedes estar aquí... ANTONIETA: ¿Qué hago? ARCÁNGEL: (Alterándose) ¿Y me lo preguntas? ANTONIETA: (Alterándose igualmente) ¡De buenas maneras!... ¿Ah?... Lo cortés no quita lo valiente... ARCÁNGEL: (Bajo) No hay antecedentes... Ni la más remota referencia... Nadie meditó sobre este imprevisto. ANTONIETA: ¿Cuál? ARCÁNGEL: ¡Un borracho con un trombón!... Ojalá ese señor no caiga en manos de los serafines. ANTONIETA: ¿Qué tienen que ver los serafines? ARCÁNGEL: (Con paciencia) Los serafines, mi querido montón de polvo recompuesto, fueron creados por Dios con la única misión de tocar las trompetas del Juicio Final. ¿Captas la tragedia? ANTONIETA: No mucho. ARCÁNGEL: Durante miles de millones de años... ¿Escuchaste bien?... ¡Miles de millones de años!... ANTONIETA: Han aprendido a tocar la trompeta, supongo. (Pausa corta. Sonríe) Bromeaba... Continúa, por favor... 30 ARCÁNGEL: Los pobrecitos han volado de aquí para allá, de galaxia en galaxia, desvelados y con la trompeta en las manos. Todos atentos y concentrados en la orden divina de levantar las huestes de cadáveres. Cada serafín ansiando tocar la primera nota. ¡Anhelándola! ¡Deseando ser el primero en abrirle los párpados a un difunto! (Pausa corta) Llevaban apuestas cruzadas de todo tipo. Puedo jurar que cada uno de ellos apostó con todos sus iguales por ser el primero. ¿Te imaginas?... ¿Te imaginas la torta cósmica que significa en el ámbito celestial la aparición de un borracho?... ¿De un gordo mofletudo, grasoso, hijo de su madre, que agarra un trombón?... ANTONIETA: ¡Y les quita la nota! ARCÁNGEL: ¡La nota más esperada en el universo! ANTONIETA: Es para ponerse a llorar. ARCÁNGEL: Es lo que hacen. ¿No has notado cómo han aumentado las lluvias? ANTONIETA: ¿Y Dios? ARCÁNGEL: (Pausa corta. Simulando) Muy bien, gracias. ANTONIETA: ¿Qué hace? ARCÁNGEL: Pues... (Carraspea) En El Limbo... ANTONIETA: ¿Seguro? ARCÁNGEL: En cura de sueño. ANTONIETA: ¿Tan preocupado está? ARCÁNGEL: Eso parece... ANTONIETA: ¿Circulan otras teorías sobre su comportamiento? ARCÁNGEL: (Dudando) Este.., sí. Francamente, sí. Algunos sostienen que acudió allí con toda premeditación ya que las tinieblas que rodean el lugar son impenetrables, salvo para El. ANTONIETA: ¿Con qué objeto? ARCÁNGEL: En el Limbo puede reírse con libertad ante todo lo que ocurre. 31 ANTONIETA: ¿Reírse? ARCÁNGEL: Como lo oyes... Teoría que no puede desestimarse pues todo... ¡Absolutamente todo!... entra en sus designios. Hasta el hecho de un imbécil tocando la nota de El Juicio Final en un trombón terráqueo. ANTONIETA: ¿Y por qué no se ríe ante todos? ARCÁNGEL: Dios, siendo como es El Más Excelente Humorista conocido, considera que sólo El puede disfrutar a plenitud sus propios chistes. ANTONIETA: ¡Qué egoísta! ARCÁNGEL: ¿Qué dices, blasfema? (Pausa corta. Saca una libreta) Hay verdades que ni deben pensarse siquiera. ANTONIETA: Señor arcángel, lo único que deseo es conocer mi misión. ARCÁNGEL: (La estudia de arriba a abajo) Ninguna. ANTONIETA: ¿Cómo? ARCÁNGEL: Sólo estoy aquí para informar sobre tu estado. ANTONIETA: (Asombrada) ¡Pero!... no sé... Creo que podrían aprovecharme. ARCÁNGEL: ¿De qué manera? ANTONIETA: Algo importante.... Mostrar al mundo descreído la verdad sobre la condenación eterna. ¡El Juicio Final! ¡Lo terrible de...! ARCÁNGEL: (Interrumpiéndola) ¡Ya! ¡Ya!... (Pausa corta) ¿No te has visto? ANTONIETA: (Se sitúa ante el espejo. Se contempla. Tras ella se coloca el arcángel) ¿Verme? ARCÁNGEL: La figura joven, el encanto... ANTONIETA: (Coqueta. Se retoca el pelo) Gracias, qué gentil... ARCÁNGEL: ¿Por qué supones que la gente te creerá? ANTONIETA: ¡Lo harán! 32 ARCÁNGEL: Lo más probable es que termines en un hospital psiquiátrico, flotando en un caldo de tranquilizantes. ANTONIETA: ¡Tengo testigos!... El testimonio de mi nieta, la tumba vacía, el certificado de defunción... ARCÁNGEL: Bien, bien.., Supongamos que te creen. ¿Ah?... Todo el mundo se convence... ¿Te imaginas el pánico y la corredera aquí abajo? ¡La inaudita orgía que se armaría ante la inminente llegada del Juicio Final?... ANTONIETA: Quizá prefieran rezar antes que meterse en orgías. ARCÁNGEL: ¡Como se nota que conoces al hombre! (Amenazante) Escucha... ¿Por qué no nos ayudas y te quedas tranquila? ¿Sí? (Suave) Muy tranquila... (Le grita) ¡Total y absolutamente paralizada! ¿Es que no te basta con tener alteradas las esferas celestiales? ANTONIETA: (Aturdida ante los razonamientos) Me callo. Me olvido de cualquier misión. ARCÁNGEL: Perfecto. (Saca un lápiz para anotar) ¿Estado de salud? ANTONIETA: Inmejorable. Al principio jaquecas, aturdimiento. ARCÁNGEL: Normal. Son los síntomas del período post resurrección... ¿Funciones locomotoras? ANTONIETA: ¿Loco qué? ARCÁNGEL: (Con paciencia) Camina... Antonieta camina con pasos que pretenden ser gráciles. ARCÁNGEL: Salta. Antonieta da dos saltitos. ARCÁNGEL: ¿Memoria? ANTONIETA: Excelente, aunque mi nieta dice que es un tanto arcaica... ARCÁNGEL: A ver los dientes... (Examina los dientes de Antonieta) Abre más la boca... ANTONIETA: Me siento como una yegua. 33 ARCÁNGEL: (Anotando) Total, resurrección perfecta. ANTONIETA: Era de esperarse. ¿O no? ARCÁNGEL: ¿Con un trombón? (Ríe siniestramente) Tienes suerte, niña. ¡Mucha suerte! Con ese instrumento deberías haber resucitado de noventa y tres años con los achaques en flor.... ANTONIETA: (Un poco asustada) ¿Y eso... de pronto... puede ocurrir? ARCÁNGEL: Eso pregúntaselo al Señor que está en el Limbo. ANTONIETA: (Lloriquea) ¡No quiero ser una vieja! ARCÁNGEL: Ser anciana te ayudaría en todos tus propósitos de penitencia. ¿No te parece?... Calmaría ciertos ardores propios del joven estado físico que ahora posees. ANTONIETA: Para ser santa no es necesario ser fea y achacosa. ARCÁNGEL: Pero ayuda, niña. Ayuda. ANTONIETA: Estoy bien así. ARCÁNGEL: Por lo pronto no metas preocupaciones místicas en tu cabeza. ¡O cambios en tu estado corporal! Nuestro Señor, por lo general, se ríe durante un buen rato de sus bromas... ¡Y hay que ver el tiempo que para Dios significa un buen rato!... (Guarda la libreta) Bien, te dejo... ¡Y abandona los fanatismos y predicaderas!... ANTONIETA: ¿Me abandonas? ARCÁNGEL: Tengo mis ocupaciones... ANTONIETA: ¿Qué hago? ARCÁNGEL: Vivir, tonta. ANTONIETA: Pero... esta época. ARCÁNGEL: ¿Qué tiene? ANTONIETA: Está llena de obras del demonio: artefactos eléctricos, vestimenta escasa, divorcios... ARCÁNGEL: Sí, es un tiempo más fácil de vivir... 34 ANTONIETA: ¿Fácil? ARCÁNGEL: Amorcito, si llegas a conocer las exquisiteces de la Edad Media bendecirías tu suerte... ANTONIETA: Soy virgen de nuevo. ARCÁNGEL: ¡Aleluya! El arcángel inicia su ascenso a las regiones sagradas. ANTONIETA: ¡Hey!... (El arcángel se vuelve) ¿Puedo utilizar el secador de pelo? ARCÁNGEL: Querida niña, en la Bienaventuranza abundan los secadores de pelo. (Remueve su cabellera) ¿De dónde crees tú que salió este peinado? ESCENA V La luz se mitiga sobre el Arcángel. Antonieta permanece pensativa. Las manos en el pecho. Entra Mónica vistiendo una bata. MÓNICA: (Estudia a Antonieta) ¿Practicando poses místicas para tu entrevista con los medios de comunicación? ANTONIETA: (Con la mirada fija, como si le costara reponerse) Vino un arcángel... MÓNICA: (Camina hierática, a lo monstruo Frankestein. Habla tétricamente) Esta puede quedar muy bien para cuando anuncies tu parentesco con Lázaro... ANTONIETA: Examinó mi estado de salud. Hay una confusión terrible en las esferas celestiales... MÓNICA: (Se arroja en el sillón. Patética. Tose) Y ésta... en el momento de narrar tu tendencia a la tuberculosis. ANTONIETA: ¡Dios se ríe en el Limbo! MÓNICA: (Normal. Se sienta) Es su balneario favorito. ANTONIETA: ¡Los serafines cancelaron sus apuestas! 35 MÓNICA: (Toma una revista) Son pésimos jugadores. ANTONIETA: ¡Todos quieren resucitar! MÓNICA: (Leyendo) No me interesa. ANTONIETA: ¿Cómo?... Pero si son los acontecimientos más espectaculares de la historia en los...! MÓNICA: (Interrumpiéndola) ¡Coño, un poco de consideración, Nieta. ¿O crees que toda esta carrera entre cementerios, ángeles y trompetas del Juicio es normal para mí? ¡Estoy jodida! ANTONIETA: Lo siento. ESCENA VI La luz se centra sobre las dos mujeres propiciando una atmósfera de intimidad. En otro lugar, preferiblemente en medio de las butacas, asoma Roberto, vestido a la usanza de principios de siglo. Es joven, usa mostachos y aparenta ser un hombre que toma las cosas con suma seriedad. Lleva una escoba en las mano. MÓNICA: Háblame de otras cosas... no sé, más cotidianas... Nunca estuve en la onda de lo extraterrenal... aunque por el camino que voy es posible que logre un doctorado en espiritismo... ANTONIETA: El arcángel me dijo que disfrutara lo presente. MÓNICA: Te lo vengo diciendo. ANTONIETA: (Con risita malévola) Me dará gusto sacarme a Roberto de los sesos. MÓNICA: ¿El abuelo? ANTONIETA: El mismo. MÓNICA: Siempre me intrigó mi abuelo ... Los comentarios sobre su manera de ser... Roberto carraspea para dar inicio a su conferencia. ROBERTO: Buenas noches, señoras y señores... ANTONIETA: Está tan lejos... parece que no fuera mi recuerdo... 36 ROBERTO: (Ante los espectadores) El aseo es la vida. No puede haber casa sin escoba, como no es posible baile sin música. Y esta ley natural a la que no prestamos mayor atención, rige en todo el universo... MÓNICA: Cuéntame sobre él. ANTONIETA: Me enamoré de Roberto una mala tarde en que me sentía enferma. Estaba anémica y sin ánimos para nada, pero mi madre se empeñó en llevarme a una conferencia que ofrecían en la casa parroquial. El orador era Roberto... Disminuye luz sobre Mónica y Antonieta que permanecen quietas, observando a Roberto. ROBERTO: Para que pueda existir el ser es indispensable ventilar, sanear, desinfectar. En una palabra: barrer... Y Dios, muchas veces, como cualquier moza criada se ve precisado a usar este adminículo... (Muestra la escoba al público) ...la escoba, vista generalmente con indigno desprecio por no saberse apreciar en su justo valor... ¡Pero, por supuesto que el Señor usa una escoba digna de su infinitud!... (Describe la escoba entre las manos) Su mango es la palanca de Arquímedes y sus pajas son hilos de luz con motas de estrellas... (Se desplaza ante el auditorio) Los astrónomos, que no tienen más vida que estar espiando los movimientos del Gran Arquitecto anuncian la catástrofe... (Se exalta) ¡Y aquí se arma la de San Quintín! ¡Las carreras, carreritas y carrerotas!... (Se detiene. Pausa corta. Muy bajo) Halley... (Pausa corta) Viene Halley... (Casi grita) ¡Viene el cometa Halley!... (Pausa. Se calma. Acomoda su corbata. Mira al auditorio) ¿Y qué?... (Pausa corta) ¿Qué significa? ¿Qué relación mantiene con la escoba?... (Pausa corta. Recorre el auditorio. Cargado de amenazas) Mucha, pues seremos barridos... (Eleva la escoba) ¡Arrojados al más profundo rincón del cosmos!... (Se enerva. Ya como fanático predicador) ¡Y sólo los puros, creyentes en Dios, rígidos en su moral, serán salvados! ¡De nada valdrá intentar lavar las conciencias con cal y lejía! ¡Las manos avaras no se blanquearán con creolina! ¡Y los maldicientes!... ¡Ay de los maldicientes!... Nada útil lograrán enjuagándose la boca con bicarbonato, Zenol o Dioxogén!... (Comienza a azotar el aire y el piso con la escoba, frenético) ¡Todos serán arrastrados! ¡Destruidos! ¡Pisoteados!.. ¡Por la escoba cósmica de Halley empuñada por Dios! (Eleva la escoba y el rostro en éxtasis furioso) ¡Por Dios!... Abandona la sala. Apresurado. Sube un poco la luz sobre Mónica y Antonieta 37 ANTONIETA: ¡Lo amaba, Mónica!... Suspiraba por él. Guardaba las pequeñas cosas que desprendía. Acariciaba una flor y yo la recogía... MÓNICA: Que romántica. ANTONIETA: Años después, ya casada, encontraba los pétalos secos entre las hojas de mis libros y odiaba... sentía que odiaba... Me escribía poemas aleccionadores. Era serio. Nunca sonreía y esto captaba la admiración de mi familia... “¡Oh, qué empaque!. ¡Qué flema! ¡Parece inglés!” MÓNICA: Tenía mucha personalidad. ANTONIETA: ¿Personalidad?... Ese carajo no tenía el menor sentido del humor y detestaba mostrar sus dientes repletos de caries... MÓNICA: ¿Y tú? ANTONIETA: ¡Vivía la locura dentro mí! Miraba las estampas de las pirámides de Egipto, daguerrotipos de Paris, las nieves del Kilimanjaro... Roberto entra al escenario. Serio y erguido. Con paso lento se acerca a la butaca doble. Antonieta se sienta en ella. La luz disminuye sobre Mónica, que sale. ANTONIETA: ¡Soñaba, soñaba, soñaba y algo me repetía la inminencia de una cercana esclavitud! ¡Me gritaba que huyera! ¡Que sufriera! ¡Qué atropellara!... El mundo girando lento en mi alma de quince años llena de miedo... Roberto se sitúa tras la butaca. ROBERTO: Antonieta.. ANTONIETA: (Enamorada) ¡Roberto! (Pausa corta) Venía a verme los miércoles y domingos a las ocho de la noche. Nos sentábamos en un mueble de madera, frente a mi madre que se dedicaba a tejer... Antonieta se sienta. ROBERTO: Deseo hacerle algunas preguntas, Antonieta... ANTONIETA: Diga usted. 38 ROBERTO: Le advierto que pueden sonarle un poco extrañas, considero de vital importancia. ANTONIETA: Lo escucho. pero las Roberto observa el pie de Antonieta. ROBERTO: (Bajo, con intensidad) ¡Por favor, le veo el tobillo! ANTONIETA: (Oculta sus pies) Perdón... ROBERTO: (Tras una corta pausa) Dentro de poco estaremos unidos por el sagrado vínculo matrimonial. A partir de allí compartiremos nuestras vidas sin que exista nada en la tierra que pueda separarnos... ANTONIETA: Es algo que anhelo con toda mi alma. Roberto se acerca curioso a observar el rostro de Antonieta. ROBERTO: ¿Ha usado usted carmín? ANTONIETA: (Con algo de temor) No... ¿Por qué lo pregunta? ROBERTO: Sus mejillas poseen un rubor peculiar. Tal como si hubieran sido mancilladas con afeites. ANTONIETA: Es mi emoción... Mi timidez. ROBERTO: Sugeriría una sangría oportuna cada cierto tiempo. De esa forma se aquieta el temperamento sanguíneo y su rostro tendrá la transparencia del alabastro. ANTONIETA: Lo consultaré con mi madre. ROBERTO: Bien. (Pausa corta) Prosigo. (Pausa corta) Sobre el amor existen consideraciones morales, éticas, que hay que tomar en cuenta ya que de ellas depende el bienestar del tiempo que nos tocará vivir. (Pausa. Mira a Antonieta) ¿Sigue el alto vuelo de mi proceso mental? ANTONIETA: Le presto toda mi atención. ROBERTO: Soy rígido en mis convicciones. Lo sé. Pero justo. Una de ellas es la que me conduce a unir mi vida con una mujer absolutamente pura e intocada. 39 ANTONIETA: No entiendo la intención de sus palabras. ROBERTO: Déjeme terminar para que no me malinterprete. (Ve los pies de Antonieta) ¡El tobillo de nuevo! ANTONIETA: (Oculta sus pies) ¡Soy tan tonta! ¡Tan distraída! ROBERTO: Sé que usted es virgen. Tengo absoluta confianza y daría mi vida por ello. ANTONIETA: (Turbada) ¡Por favor!.. ROBERTO: No, no se altere, Antonieta... ¡Crezca! ¡Le pido que crezca esta noche y mantenga conmigo, su futuro esposo, la primera conversación adulta!... ANTONIETA: Trataré... ROBERTO: (Pausa corta) No basta la virginidad corporal. Eso es algo físico que las mismas circunstancias de esta vida agitada que llevamos puede eliminar sin intervención... ¡Ejem!... masculina... ANTONIETA: Usted hace que me ruborice. ROBERTO: Eso evidencia ante mí la inocencia de su mundo interior. (Pausa corta) Pero analice bien lo que le digo... Escuche: he sabido de casos en que muchachas de muy buena familia, blancas y hacendosas, por un acceso demoníaco de modernidad han manejado una bicicleta o tricicleta y perdieron la honra. ANTONIETA: ¡Me sofoco! ROBERTO: Es una verdad científica la que le estoy comunicando. ANTONIETA: ¡Qué tremendo! ROBERTO: Esos asientos de las bicicletas y tricicletas son de una seducción terrible. Sobre todo cuando las muchachas se internan en carreteras campestres en compañía de sus novios. ANTONIETA: Y una que las ve tan inofensivas. ROBERTO: (Exaltándose un poco) ¡El diablo oculta su faz tras cada manubrio! ¡En cada pedal y tornillo! ¡No nos engañemos!... Pero bueno, no es una discusión fisiológica-teológica donde quiero detenerme. Usted no me entendería ya que estas 40 especulaciones intelectuales son para los hombres y se fastidiaría escuchándome... ANTONIETA: Aún no sé lo que quiere de mí. ROBERTO: Deseo una unión perfecta. ANTONIETA: Quiero lo mismo. ROBERTO: Estoy orgulloso de mi rectitud. De la solidez de mis principios morales. ¡No encontrará en mí, amable novia, la más leve fisura espiritual! ANTONIETA: Le creo. ROBERTO: ¿Puede usted decir lo mismo? (La detiene con un gesto de la mano) ¡No!... No me responda aún. (Pausa corta) No quiero una respuesta apresurada. Cierre los ojos. Vamos, ciérrelos... Antonieta cierra los ojos. Roberto se transforma, al no ser observado, en un decidido morboso que estudia con lujuria cada parte de Antonieta. Retuerce sus piernas. Respira el aroma de la novia. Llega, incluso, a levantar la falda amplia de Antonieta para mirarle los tobillos. ROBERTO: (Rezumando morbosidad en el gesto mientras sostiene la voz severa) Le recomiendo el uso de trajes más severos. Los que lleva regalan demasiado las bajas pasiones de los hombres... ¡No! ¡No los abra!... Piense en mí pregunta... ANTONIETA: Yo, pues... ¿Qué puedo decir?... Siempre he obedecido a mis padres. He seguido sus enseñanzas. Mi instrucción no ha sido empañada por nada turbio. Mis maestras, piadosas monjas al servicio de Dios, me han inculcado recogimiento y caridad... ROBERTO: ¿Y sus fantasías? ANTONIETA: ¿Fantasías?... (Pausa corta) Las pirámides de Egipto. ROBERTO: (Brusco) ¿Las pirámides? ANTONIETA: Sueño con viajar a Egipto. ROBERTO: ¿Egipto? (Celosísimo) ¿Qué acompaña esa fantasía? ANTONIETA: El Kilimanjaro. 41 ROBERTO: ¿De qué manera se trasladaría usted a Egipto? ANTONIETA: No he pensado en eso. ROBERTO: ¿Por barco o en caravana? ¿En camello o dromedario? (Con rencor) ¿Quién sufragaría los gastos de viaje, alojamiento y comida? ANTONIETA: (Ya con los ojos abiertos) No he pensado en eso. Sólo en ver las pirámides y la esfinge. ROBERTO: (Exasperado) ¡Los tobillos! (Antonieta oculta los pies) ¡Esas fantasías son tentaciones! ¡De aquí a las pirámides es un trecho muy largo lleno de emboscadas demoníacas! ANTONIETA: ¡Quiero ser feliz! ¡Amar y fundar un hogar! ROBERTO: ¿Amar a quién? ANTONIETA: (Casi llorosa) ¡A usted! ¡Toda mi vida! ROBERTO: ¿Y las pirámides? ¿Y el maldito Kilimanjaro? ANTONIETA: Usted preguntó y... ROBERTO: ¡El sol del desierto y el balanceo lujurioso camellos!...¡Bonita estampa! ANTONIETA: Nunca pienso en camellos. ROBERTO: ¿Ha corporizado en esos vuelos de la imaginación alguna personalidad masculina distinta a mí? ANTONIETA : ¡No, por Dios! ROBERTO: ¿Han anidado en su conciencia caminos campestres con el asiento terrible y deshonroso de una tricicleta de oscura procedencia? ANTONIETA: ¡Nunca he visto a otro hombre!... ROBERTO: ¿Seguro? ANTONIETA: (Llora) Usted lo ha dicho, soy una niña... encima de los 42 ROBERTO: ¡Muy niña, con el Kilimanjaro adentro!¡Y las pirámides más adentro todavía! ¡Y aguante la respiración que su anatomía se conmueve y me conmueve! ¡Oculte el tobillo!... Antonieta se levanta y se desplaza cerca de lateral. Roberto permanece quieto un momento. La luz declina sobre él y sale por lateral. ROBERTO: ¡Malditas pirámides! ¡Malogrando la decencia!¡Pisoteando la honra! ANTONIETA: (Algo ausente) Seré feliz... Sí... Mi vida transcurrirá por los cauces más perfectos de la condición humana. Nuestros hijos tendrán memoria intachable de nuestro recorrido. Crecerán rectos, limpios. (La luz se concentra en su figura. Rie con sarcasmo) Sin hacer concesiones a la modernidad... (Pausa corta) Todo era mentira. La luz declina sobre Antonieta en la medida que asciende en la plataforma de foro y vemos entrar a Mónica y a Francisco. Antonieta sale. Francisco viste estrafalariamente. Lentes absurdos, franela y pantalón ajustado. Música rock. Ácida. ESCENA VII Mónica y Francisco llevan algunas bolsas de mercado. Parecen discutir. Francisco se niega a avanzar. Mónica lo empuja. Francisco avanza un poco. Se detiene. Ve a su amiga. La música baja poco a poco su volumen. MÓNICA: ¡Camina! FRANCISCO: (Con dudas) ¡Es que no sé! MÓNICA: ¿Qué pasa? FRANCISCO: ¿Así que es tímida? MÓNICA: Hasta el exceso. Tiene unos padres muy severos. Tu sabes, a la antigua. FRANCISCO: Provinciana... MÓNICA: De Pejugal, un pueblito bien lejos. ¿Lo conoces? FRANCISCO: No. 43 MÓNICA: Los padres la educaron con todas las convenciones de principios de siglo. FRANCISCO: ¿Y por qué quieres que la conozca? MÓNICA: Necesita amigos como tú, Francisco. FRANCISCO: ¿Por qué no le escribe a la “Doctora Corazón”? ¿Por qué no sale a discotecas, bares y restoranes? MÓNICA: Es convencional. Tiene que oxigenar todos los baúles que almacena en la cabeza. Amistades que le muestren con cierta crudeza la época en que vivimos... FRANCISCO: ¿Y por qué yo? MÓNICA: Eres crudo como una vaca recién desollada... (Lo empuja) ¡Vamos, avanza!... FRANCISCO: Creo que tu prima debe ser fea. Bien fea. MÓNICA: No es así. FRANCISCO: Pequeñaja, gorda, con el pelo lleno de seborrea y caspa. MÓNICA: ¡Asqueroso! FRANCISCO: Con mal aliento, uñas sucias, necia y con voz necia... (Remeda voz necia) “¿Ay, tú sí eres atrevido!” (Ríe como mongólico) “¿Tienes novia?” Mónica lo empuja. Francisco se resiste. Discuten. La música salta de nuevo. Ahora sensual. Tóxica. La luz declina en bastante proporción sobre el sector donde se encuentran Francisco y Mónica. Un seguidor deja ver una pierna sensual que se agita en lateral. Antonieta, vestida con un traje mínimo, maquillada y con peluca, se desplaza como una seductora. Se mueve. Ondula. Se sienta en una silla. Eleva las piernas. Ríe. Mónica y Francisco se desplazan al espacio donde se encuentra Antonieta. La luz del seguidor se difumina y asciende en el sector poco a poco. La música declina. Antonieta, sensual, se sienta en una silla, dando la espalda al lugar por donde entran Francisco y Mónica. ANTONIETA: ¿Eres tú, Mónica? 44 Mónica y Francisco se muestran impactados. Sobre todo Francisco deleitándose en las piernas que se elevan y juegan ardorosamente. ANTONIETA: ¿No crees que podría ser una nueva Salomé? FRANCISCO: (Soltando los paquetes, por lo bajo) ¿Esa es tu primita tímida y provinciana? ANTONIETA: ¡Cleopatra! ¡Lucrecia Borgia!... Francisco avanza en dirección a Antonieta. ANTONIETA: (Se levanta girando con la frase de modo que al terminar su rostro queda enfrentado al de Francisco) ¡Cien hombres arrastrándose tras mi huella! Antonieta queda paralizada ante Francisco. MÓNICA: ¡Nieta, qué cambio tan violento!... (Indica a Francisco) El es Francisco... FRANCISCO: (Morboseando el cuerpo de Antonieta) Encantado... Muy bella su interpretación. MÓNICA: (Notando la rigidez de su abuela) ¿Qué te pasa? (Abandona las bolsas y se acerca alarmada a Antonieta) ¡Nieta!... FRANCISCO: Creo que está un poco petrificada. MÓNICA: (Remueve a Antonieta) ¡Antonieta! ¡Antonieta! FRANCISCO: Aunque el petrificado debería ser yo. MÓNICA: ¡Está mal!... ¡Date vuelta y no la veas! FRANCISCO: (Incrédulo) ¿Me pides que deje de morbosear a esta apetitosa criatura? MÓNICA: (Hace girar a Francisco) ¡No la veas! Cuando Antonieta deja de sentir la mirada de Francisco arroja un grito espeluznante y sale del espacio. Mónica y Francisco se encogen de miedo ante el grito. Se recobran. FRANCISCO: ¿Qué? ¿Se murió? 45 MÓNICA: Sí... Digo, no. FRANCISCO: Ese grito me puso la piel de gallina. MÓNICA: FRANCISCO: Estaba apenada. Sí, claro. Desde el principio noté su candor. MÓNICA: ¡No seas cínico! FRANCISCO: ¿Yo?... ¡Humor sangriento el tuyo!... “Mi prima es apocada, olorosa a naftalina... ¿Y qué veo? ¡Una coqueta redomada, cliente habitual, con toda seguridad, de los lugares más sórdidos de esta perversa ciudad! MÓNICA: No sabía que estabas aquí. FRANCISCO: ¡La pobre!... Espero no haberla perturbado en sus meditaciones trascendentales. Se escucha la voz de Antonieta. VOZ DE ANTONIETA: ¡Mónica!. ¡Mónica, por favor!. Mónica se dirige a lateral. Sale. Francisco la sigue un poco tratando de ver o escuchar algo. Nota que Mónica regresa y se lanza al sillón y descansa cómodamente. Entra Mónica MÓNICA: Bueno, Francisco, te agradezco mucho la ayuda con los paquetes y... bueno, tenemos muchas cosas que hacer y... FRANCISCO: ¿Me estás sugiriendo, con el más burdo tacto, que me vaya? MÓNICA: Ella... tiene vergüenza. FRANCISCO: Yo también. MÓNICA: ¿Tú? FRANCISCO: Estoy quebrado. (Trágico) Rompió todos mis pudores con esa exhibición sicalíptica. MÓNICA: Podemos vernos otro día. FRANCISCO: Condenó mi alma. (Se acomoda en el sillón) Estoy jodido y rejodido. Dile que no me voy. 46 MÓNICA: ¡Te vas! FRANCISCO: Necesito excusas, por lo menos... MÓNICA: ¿Que ella se excuse?... ¡Por favor, levanta el culo y te vas al bar de la esquina! ¿Sí?... Nos vemos en media hora... FRANCISCO: Quiero reparaciones. Tu prima me pervirtió. MÓNICA: (Forcejea con Francisco tratando de levantarlo) Déjate de cuentos. Eres un loco. ¡Levántate! Entra Antonieta muy irritada vistiendo de nuevo su traje antiguo. Mónica y Francisco la ven y dejan de forcejear. ANTONIETA: ¡Sepa usted, señor!... Señor... MÓNICA: Francisco Silva. ANTONIETA: ¡Señor Francisco Silva, que todo ha sido un mal entendido! FRANCISCO: (Ve el traje de Antonieta) ¿Qué es esto? (A Mónica) ¿De cuál baúl salió el modelito ? ANTONIETA: No me enteré que llegaba con Mónica. Por eso fue testigo de la facha....inmoral, que vestía. FRANCISCO: Comparada con la que llevas ahora no resulta inmoral sino pornográfica. ANTONIETA: Le pido reservar sus comentarios y otorgar a esta conversación el tono de altura que merece. FRANCISCO: ¿Tono de altura? (Se levanta sobre el sillón) Aquí estoy... ¡Bien alto! ANTONIETA: (A Mónica) Este caballero es un insolente... (Pausa corta) Bien... ¿Quiere desagravio?... Le ruego me perdone los males ocasionados por... por mí... FRANCISCO: Vulgar exhibición. ANTONIETA: Si usted lo dice... Pues bien, sí... “Mi vulgar exhibición”... FRANCISCO: Por nada, Salomé... 47 ANTONIETA: Mónica, dile al... caballero... que salga inmediatamente de esta casa... MÓNICA: (Tratando de calmar la situación) Antonieta... FRANCISCO: No es para tanto, Cleopatra. ANTONIETA: ¡Lárguese!... FRANCISCO: Escucha, muñeca... ANTONIETA: ¡No soy muñeca! FRANCISCO: Preciosa, creo que... ANTONIETA: ¡Guarde esos requiebros para las hetairas de mala muerte! FRANCISCO: ¿Hetairas? MÓNICA: Es mi amigo. ANTONIETA: Tienes mal gusto. MÓNICA: El no quiso... ANTONIETA: Un caballero habría cerrado los ojos desde el primer instante de la situación vergonzosa que protagonicé. ¡Enseguida se marcha, olvidando todo! FRANCISCO: ¿Y dónde guardo mi curiosidad malsana? ¿Ah? ¿Mis bajas pasiones? ANTONIETA: ¡Patán, salga de aquí! FRANCISCO: ¿Querías que cerrara mis ojitos? ¡Estás loca! MÓNICA: ¡Cállate, Francisco! FRANCISCO: ¿Que no diera rienda suelta a mis sucios instintos? ANTONIETA: ¡Carajo, desaparezca o lo saco a foetazos! MÓNICA: (A Antonieta) ¡Está bromeando! Francisco se arroja al suelo, frente a Antonieta. Abre los brazos y gime. 48 FRANCISCO: ¡Pégame! ¡Pégame, mi amor! ¡Eso es lo que siempre he querido! ANTONIETA: (A Mónica, retrocediendo) ¡Este hombre es un demente! FRANCISCO: (La persigue arrodillado, arrastrándose) ¡Por fin alimentaré mis fantasías masoquistas! MÓNICA: (Trata de contener a Francisco agarrándolo) ¡Déjate de payasadas! FRANCISCO: ¡Busca el fuete! ¡Sácame la sangre! MÓNICA: ¡No seas ridículo! FRANCISCO: ¡Reviéntame los sesos con tu polizón! ANTONIETA: ¡Enfermo! MÓNICA: ¡Vete! FRANCISCO: ¡Estrangúlame con tu enagua! ANTONIETA: ¡Delincuente! Antonieta retrocede ante el avance de Francisco que repta sobre butacas, mesas y el piso, persiguiéndola. FRANCISCO: ¡Busca un baúl y pártemelo en el occipucio! MÓNICA: ¡Coño, la asustas! FRANCISCO: ¡Desparrama mis tripas! ANTONIETA: ¡Aléjese, sifilítico! FRANCISCO: ¡Tortúrame con un perchero! ANTONIETA: ¡Inmundo!¡Perro! FRANCISCO: ¡Más! ¡Insúltame más! ¡Dime coyote! ¡Caballo! ¡Grítame ornitorrinco! MÓNICA: (Zarandea a Francisco que se retuerce) ¡Mierda, fuera de aquí! FRANCISCO: (Elevando los brazos en supremo éxtasis) ¡Soy el peor de los canguros! ¡Un hijoeputamo! 49 Antonieta nota el aspecto bufo de la situación y comienza a reír. Mónica y Francisco la ven. Detienen las acciones. La risa de Antonieta cesa. Hay una pausa y luego ríe de nuevo. Es una risa extraña, medio histérica y necia. Repentinamente deja de reír. MÓNICA: Bueno, me alegro. Ya iba a llamar a la policía ¡Qué enredo! ¿No?... Nueva risa de Antonieta. Breve. FRANCISCO: (Levantándose, sin ubicar la nueva situación) Sí... este... mucho enredo... MÓNICA: (Presentando) Antonieta... Francisco... FRANCISCO: ¿Qué tal? (Responde risita) Espero... no haberte molestado... Antonieta se escabulle acompañada de la risita. FRANCISCO: (A Mónica) Lo que necesita es un buen sanatorio. ¿De dónde es que viene? MÓNICA: De Pejugal. Un pueblito perdido en la provincia. FRANCISCO: Y en el tiempo. ¿No crees? MÓNICA: Allá son bastante conservadores. FRANCISCO: Les debe encantar una radio galena y las pianolas. Seguro que Carlos Gardel debe estar causando furor. MÓNICA: Gardel es demasiada vanguardia. FRANCISCO: (Pausa corta) Es bella. MÓNICA: ¿Quieres un trago? FRANCISCO: Desde que la conozco no tengo vicios. (Se sienta) Ron seco, con hielo y limón. Sólo por cumplir. MÓNICA: (Saliendo) Ya regreso... Sale Mónica por un lateral y entra Antonieta por el otro. Ignora a Francisco, aparentemente. Trae un gran abanico en las manos. Se sienta en una de las butacas, un tanto alejada. Ve 50 rápidamente a Francisco que está como embobado. Suelta la risilla estúpida de siempre. FRANCISCO: ¿Por qué te sientas tan lejos? Antonieta no responde. Inicia una serie de movimientos con el abanico. Lo agita con calor. Se oculta la cara. FRANCISCO: Es un abanico muy hermoso. (Pausa corta) ¿Es español? (Pausa corta) ¿Tienes calor? Antonieta envuelve el abanico y se golpea levemente en la barbilla, como si meditara decisiones profundas. FRANCISCO: La tarde me parece fresca. (Pausa corta) Bueno, yo soy friolento. Me meten en un horno y necesito frazadas. Regresa Mónica con una hielera repleta. Se dirige al bar y comienza a preparar tragos. MÓNICA: ¡Qué silencio!.. Pensaba que estaban aprovechando el tiempo... ANTONIETA: (Llamando a Mónica) Mónica, por favor. Mónica sirve un trago. Se lo entrega a Francisco que se levanta y comienza a caminar por el lugar prestando atención simulada a las dos muchachas. ANTONIETA: (Confidencial) Ese joven que has traído esta casa... MÓNICA: ¿Qué pasa con él? ANTONIETA: Es un poco raro... ¿No te parece?.. MÓNICA: Rarísimo, diría yo... Francisco se acerca. Antonieta se levanta y conduce Mónica a otro sector. ANTONIETA: Debo decirte que... a pesar del desagradable encuentro inicial... lo hallo, pues... simpático... (Ve a Francisco y suelta la risilla) No sé por qué me sale esta risa tan necia... Bueno, sí lo sé... Me ocurre cuando estoy acalorada... sofocada... entusiasmada... (Toma a Mónica por un brazo. Vehemente) ¡Estoy entusiasmada, Mónica! MÓNICA: Ya veo. ¿Por qué no hablas con él? 51 Antonieta ve que Francisco se ha desplazado cerca y con di simulo se traslada, junto a Mónica, a otro sector. ANTONIETA: (Decepcionada) Lo hice y no me dio ninguna respuesta. MÓNICA: ¿Sí? ¡Qué extraño! (Mira a Francisco que muestra una cara plena de arrobamiento) Mírale esa cara. Parece un toro viendo a su vaca favorita. (Intrigada) ¿En qué momento hablaste con él? ANTONIETA: Con el abanico. MÓNICA: ¿Abanico? ANTONIETA: ¿No has escuchado sobre el lenguaje del abanico? MÓNICA: Nunca he tenido un abanico en las manos. Tú sabes, la maldita modernidad con sus ventiladores y aires acondicionados. ANTONIETA: ¿Tú crees que no entendió nada de lo que le dije? MÓNICA: Sabe inglés y francés, pero es un tarado con eso del lenguaje de los abanicos. Estoy segura. ANTONIETA: ¡Qué decepción! MÓNICA: ¿Por qué no te comunicas utilizando el más rancio y silvestre español? ANTONIETA: No sé si pueda... Se trasladan cerca del bar, huyendo de la cercanía de Francisco. MÓNICA: ¡Claro que puedes! ANTONIETA: Mi timidez. ¿Qué hago con ella? Además, necesitaría una chaperona. MÓNICA: (Ríe un poco) ¡Qué exagerada! ANTONIETA: Es la fuerza de la costumbre, Mónica. No pretenderás que comparta con una conquista sin que alguien de confianza esté presente. MÓNICA: ¡Una chaperona!... Eso es como buscar un brontosaurio. ¿Dónde la conseguirás? 52 ANTONIETA: (Le da un golpecito con el abanico) Tú. MÓNICA: ¿Qué? ¿Yo? ¡Yo no soy chaperona! ANTONIETA: Debes cuidarme. Soy virgen. MÓNICA: Lo haré. Te dejo con Francisco y regreso en cinco horas. ANTONIETA: (Toma a Mónica que intenta salir). ¡Te quedas! MÓNICA: Es un maldito capricho. FRANCISCO: Este... ¿Hay algún problema? MÓNICA: No, ninguno... (A Antonieta) ¿Qué pretendes que haga? Antonieta toma un libro. Conduce a Mónica a una de las butacas. La sienta. ANTONIETA: Te quedas sentada, muy seria, y lees mientras yo hablo con él. MÓNICA: ¡Ya leí esta novela! ANTONIETA: Memorízala... (Le abre el libro y se lo coloca ante los ojos) Te mantienes atenta, pero sin que él lo note. Eres el muro de contención frente a cualquier comportamiento mal intencionado. Si expresa una frase fuera de tono toses con gravedad, sin mirarlo... Vamos, lee... Mónica, a regañadientes, lee. FRANCISCO: ¿Te vas a poner a leer? ANTONIETA: A ella le gusta la lectura. MÓNICA: Sí, mucho. ANTONIETA: (Indicándole el sillón a Francisco) Joven. ¿Por qué no se acerca y conversamos? Francisco, apresurado, se sienta en el sillón. MÓNICA: (Por lo bajo, a Antonieta) No le digas “Joven”. Se supone que él es mayor que tú. ANTONIETA: (Se arregla el pelo) Tienes razón... (Se sienta cerca de Francisco. Se abanica) ¡Qué calor! ¿No le parece? 53 FRANCISCO: ¿Sí?... No lo había notado. ANTONIETA: Con tal que no sea un infierno como el año ocho... FRANCISCO: (Extrañado) ¿El año ocho? ANTONIETA: En 1908, señor Francisco, se podían freír huevos en las aceras. La gente se derretía. Se perdieron las cosechas de café y azúcar y disminuyeron las exportaciones de pluma de garza, sencillamente porque resultaba imposible salir al llano a cazarlas... FRANCISCO: Llámame Francisco. ANTONIETA: Favor que me hace. FRANCISCO: Y dime, Antonieta... ¿Cómo te enteraste de esos detalles tan peculiares del año ocho? MÓNICA: (Interrumpiendo) ¡Es que ella es una fanática de la historia!... ANTONIETA: ¿Cómo?... Pero si yo estaba... MÓNICA: (Corta de nuevo) Le fascinan los detalles. Es capaz de hablar de sucesos de principios de siglo tal como si los hubiera vivido... ANTONIETA: Sí, eso... claro... FRANCISCO: ¿Tienes novio? ANTONIETA: ¿Yo?... ¿Novio?... (Risilla) ¿No le parece una pregunta apresurada? FRANCISCO: Para nada. ¿Lo tienes? ANTONIETA : Pues... No. FRANCISCO: Menos mal. Ya me veía como un potencial asesino. ANTONIETA: ¿Asesino? ¡Qué horror! MÓNICA: Es una broma. ANTONIETA: ¿Sí?... No necesito que me la interpretes. Concrétate a leer. FRANCISCO: Eso. Dedícate a la lectura que buena falta te hace. ¡Analfabeta! 54 ANTONIETA: Sé reírme sola. FRANCISCO: ¡Instrúyete! Mónica, enfurruñada, prosigue leyendo. ANTONIETA: Y, dígame... ¿Cuál es su profesión? FRANCISCO: Ingeniero aeronáutico. ANTONIETA: ¿Aeronáutico? FRANCISCO: Ajá. ANTONIETA: ¡Qué maravilla! FRANCISCO: ¿Te parece? ANTONIETA: Siempre fui admiradora de los aeronautas. FRANCISCO: Estoy sin empleo. ANTONIETA: Claro, eso de volar es una industria sin mucho futuro... Pero le digo que seguí paso a paso las proezas de los hermanos Wright. ¡Me parecen unos aventureros increíbles! ¿Y Montgolfier con su globo? (Risilla) Creo que por la cabeza de todos pasa alguna vez hacer las locuras que ellos hicieron. ¿No cree? ¡Esos artefactos voladores violando todas las leyes de la naturaleza! FRANCISCO: (Carraspea Incrédulo) Sí, por supuesto... ¿Y qué me dices de los Idus de Marzo? ANTONIETA: ¿Idus? FRANCISCO: Ajá. De Marzo. ANTONIETA: Pues yo... (Desconcertada) No sabría... FRANCISCO: Me parece... y es una opinión particular... que vienen muy, pero muy cargados de presagios... Si yo fuera César no iría al senado... Antonieta no entiende. ANTONIETA: ¿César? 55 FRANCISCO: ¡Nuestro buen Julio César!... (Confidencial) Me temo que varios senadores quieren rasgarle la toga con sus puñales. ANTONIETA: No le entiendo... FRANCISCO: Claro, me imagino que estás de acuerdo con Bruto. ¿No? Es un político simpático. Tiene imagen... ANTONIETA: (Como solicitando ayuda) Mónica... MÓNICA: Estoy leyendo... FRANCISCO: No puedo negar sus atractivos. Lo que pasa es que prefiero las acciones concretas. ¡La autoridad! ¡La capacidad de correr riesgos! ANTONIETA: (Con cierta urgencia) Mónica... MÓNICA: No me interrumpas la memorización. FRANCISCO: Eso estimo en Julio César... (Se levanta. Explica muy serio mientras se desplaza) ¿Que te pareció el Plan Quinquenal que presentó al oráculo? ANTONIETA: (Sonriente. Tratando de seguir el hilo) Excelente... FRANCISCO: ¿Excelente? (Asombrado) ¿Te lo pareció?... ANTONIETA: Si... bueno, yo le haría ciertas modificaciones... FRANCISCO: ¿Sí? ¿En qué renglones? ¿Modificarías el reglamento de importación con los fenicios? ¿Subirías el arancel de la púrpura? ANTONIETA: (En el hoyo, pero sonriente) Sí, por allí van mis objeciones... FRANCISCO: (Recostandose en el sillón) Pero abandonemos la política... ANTONIETA: (Aliviada) Como digas. Es agotadora y solivianta las pasiones. (Tratando de tomar la iniciativa) Así que no tienes empleo... FRANCISCO: Por poco tiempo. ANTONIETA: ¡Qué bien! ¿Tiene alguna oferta? FRANCISCO: Mañana me entrevisto con el Faraon Cheops. Ese seguro que me da una mano y me ofrece una plaza de capataz en la construcción de su pirámide. 56 Mónica ríe. Antonieta se levanta y la fulmina con la mirada. ANTONIETA: (A Francisco) Suponía que era una conversación seria. Adulta... (Se dirige a lateral con intenciones de irse) Pero veo que usted no tiene remedio... FRANCISCO: (Sigue tras ella y la detiene) Espera... (Antonieta gira y lo ve) En realidad no sé cuándo conseguiré empleo. Las cosas están difíciles hoy. Y mañana no serán mejores. Malos tiempos para un ingeniero aeronáutico... ANTONIETA: (Se sienta de nuevo en el sillón) Eso significa que usted no puede sostener un hogar... FRANCISCO: Claro que puedo. Ya lo hice en dos oportunidades. ANTONIETA: ¿Dos? FRANCISCO: Me he casado dos veces. ANTONIETA: (Con tremendo choque moralista) ¿Bígamo? FRANCISCO: Divorciado dos veces. ANTONIETA: Tan joven... FRANCISCO: Gracias. ANTONIETA: Y tan irresponsable. ¡Dos hogares destruidos! FRANCISCO: ¡Ellas fueron las irresponsables! ANTONIETA: (Dramática) ¡Me imagino a los pobres, pobres niños! FRANCISCO: ¿Qué niños? ANTONIETA: ¡Sus hijos! ¡Viéndolo abandonar el hogar desde la ventana, aferrados a la bata casera de una madre anegada en llanto! FRANCISCO: ¡Ellas! ¡Ellas me abandonaron en las dos ocasiones! ANTONIETA: ¡Una mujer nunca haría eso! FRANCISCO: ¡Pues lo hicieron!... ¡Y no tengo niños!... Usaban píldoras anticonceptivas. 57 ANTONIETA: ¿Píldoras? FRANCISCO: Sí, benditas píldoras. ANTONIETA: (Se traslada cerca de Mónica) Mónica... píldoras... MÓNICA: Anticonceptivas. ANTONIETA: ¿Evitan los niños? MÓNICA: Totalmente. ANTONIETA: (Para si) Como diría el arcángel... ¡Aleluya! FRANCISCO: ¿Quieres hacerme creer que no conoces la píldora? ANTONIETA: (Evadiendo la pregunta)¿Así que te abandonaron? FRANCISCO: (Afirma, trágico) Dos veces quedé frente a la ventana viéndolas partir, con mis ojos anegados en llanto. ANTONIETA: ¿Qué clase de mujeres se buscó? FRANCISCO: Normales, típicas... ANTONIETA: ¡Qué experiencia tan avasallante! FRANCISCO: La primera resultó ser bisexual. ANTONIETA: ¿Cómo es la guarandinga? FRANCISCO: Bisexual. ANTONIETA: ¡No puede ser! FRANCISCO: Eso me lo repetí durante dos años... (Se golpea la cabeza) “No puede ser. No puede ser”. ANTONIETA: Qué tragedia para su hogar. FRANCISCO: Bueno, tampoco era para sacarse los ojos. ANTONIETA: ¿Y... usted lo notó desde el primer momento? FRANCISCO: Pasaron varios meses. ANTONIETA: Perdone que resulte escabrosa, pero... ¿Cómo pudo ocultarlo? 58 FRANCISCO: Ser bisexual no significa ser exhibicionista. ANTONIETA: Claro... el pudor... Usted evitaba mirar... apagaba la luz en los momentos, digamos... de intimidad... FRANCISCO: Sí, estaba un poco ciego. ANTONIETA: Ya que ésta es una época de tremendos adelantos científicos... ¿Por qué no se sometió a una operación? FRANCISCO: ¿Operación? ANTONIETA: Desprenderse de eso... de ese bulto.., de otro género... FRANCISCO: ¿Cuál bulto? ANTONIETA: ¡La prominencia! FRANCISCO: ¿Prominencia? ANTONIETA: ¿No has dicho que tu primera esposa era bisexual? FRANCISCO: ¡Aún lo es! ANTONIETA: Me parece un horror andar por el mundo con... con eso colgado en la barriga. FRANCISCO: ¿Eso? MÓNICA: (Gritando y riendo) ¡Un pene! ¡Un pene! ANTONIETA: ¡Concéntrate en la lectura, grosera! FRANCISCO: ¿Que mi primera mujer tenía pene? ANTONIETA: Bisexual. Dos sexos. Lo dijiste. ¿No? Francisco se ríe junto a Mónica. ANTONIETA: ¿Por qué se ríe?... ¿Nervios?... Me muero de la curiosidad... ¿Dónde lo tenía? ¿Era pequeño o grande? (Francisco y Mónica ríen) ¡Espero que no se estén burlando de mí!... FRANCISCO: ¡Impresionante!... ANTONIETA: Debió sentirse muy incómodo con una mujer que le planteara competencia. ¿No? 59 FRANCISCO: A ella le gustan los hombres. ANTONIETA: ¿Te traicionó? FRANCISCO: Y le gustan las mujeres. ANTONIETA: (Pausa corta) La presencia femenina es mucho más estética: sus trajes, su caminar... yo también soy receptiva a las cualidades femeninas... FRANCISCO: Ella ama a las mujeres. Hace el amor con mujeres. Le encanta. ANTONIETA: (Pausa corta) Entiendo. FRANCISCO: Se enamoró de una bailarina de danza contemporánea y me abandonó sin explicaciones. ANTONIETA: ¡Qué papelón! Mónica se remueve inquieta. MÓNICA: ¿Puedo ir al baño? ANTONIETA: No. MÓNICA: Tengo ganas de orinar. ANTONIETA: Permanece quieta y valiente. FRANCISCO: ¡Aguante hasta el final, carajo! MÓNICA: Me estoy reventando. FRANCISCO: ¡Sea fiel a su espíritu amazónico! ANTONIETA: ¿Y su segunda cónyuge? FRANCISCO: ¡Ah, esa! Se casó conmigo para cumplir con las leyes pertinentes a toda señorita de familia que se estime... ANTONIETA: Me parece un buen proceder. FRANCISCO: Enseguida me pidió el divorcio. Quería ser divorciada. A las divorciadas nadie les pide cuentas ni horarios... MÓNICA: Esa es una opinión machista. 60 FRANCISCO: ¡Claro que es machista! ¡Y si fuera un canguro te daría una opinión canguresca! ANTONIETA: Mónica, no le estás prestando la debida atención a la lectura. MÓNICA: (Se levanta y dirige a latera!) ¡No aguanto más! Mónica sale. FRANCISCO: (La sigue gritándole) ¡Cobarde, te dejas vencer por una vejiga! ¡Eres una meona! (Se dirige al sillón. Se sienta y toma las manos de Antonieta) Te invito a una excursión. ANTONIETA: (Con risilla sacando las manos) Pues... (Risilla) Le ruego que modere sus ímpetus... Se levanta situándose frente al escenario. Francisco se sitúa tras ella y le toma las manos. Hay cierto forcejeo. FRANCISCO: Es en el campo. Una bella hacienda antigua, con cultivos de caña, olor a bosta de vaca, peones con mal olor del sudor y paseos a caballo... ANTONIETA: (Ilusionada y forcejeando) ¿Y luna llena? FRANCISCO: Gorda como una tortilla de huevos con papas, a la española... ANTONIETA: Acepto... Con una condición... FRANCISCO: ¿Cuál? ANTONIETA : Que el traslado no sea efectuado en bicicleta ni en tricicleta... FRANCISCO: Ni en patineta ni ferrocarril... Francisco hace girar a Antonieta y la besa sorpresivamente en los labios. Antonieta forcejea y Francisco insiste. Antonieta lo golpea en el bajo, muy bajo vientre y Francisco cae redondo al piso. FRANCISCO: ¡Coño! ANTONIETA: ¡Grosero! ¡Impertinente! Entra Mónica. Francisco se queja. ANTONIETA: (A Mónica) ¡Ese hombre es un vándalo! 61 MÓNICA: ¿Ya pelean? (Se frota las manos) Van por buen camino. ANTONIETA: ¡Me besó!... Antonieta sale enfurecida. Mónica ayuda a Francisco. FRANCISCO: ¡Me machucó las bolas!... MÓNICA: Te dije que es un ser que hay que tratar con mucha delicadeza. FRANCISCO: (Adolorido. Casi no puede respirar ni hablar) Me dio.. ahí... (Reposa en el sillón) Casi... me puso a hablar como una soprano... (Se recobra) La amo... MÓNICA: Te vas a encontrar con muchas sorpresas... FRANCISCO: ¿Más? MÓNICA: Tus experiencias anteriores son un baño de rosas. FRANCISCO: La amo. No importa que me pase un tractor por encima... Disminuye luz. ESCENA X Música celestial, de las comúnmente usadas para indicar la entrada de los arcángeles. Un rayo de luz asoma arriba y deja ver, de espaldas, la figura de uno de ellos, los brazos elevados. Se vuelve lentamente y constatamos con horror que su rostro es el de un gorila con mandíbulas abiertas y dientes sanguinolentos. Comienza un lento descenso. Llega hasta el sector de Mónica. Revisa todo con curiosidad. La música disminuye. Se escucha el canturreo de Antonieta y el arcángel se oculta tras el sillón. Entra Antonieta en jeans, franela y deportivos. Limpia con un plumero. El arcángel asoma y Antonieta grita. Luego la emprende a golpes de plumero contra el arcángel. ARCÁNGEL: (Huyendo) ¡Tranquila! ¡Tranquila! (Se quita la máscara) ¡Soy yo!... ¡Reposo! ANTONIETA: ¡Un... un arcángel gorila!... ¡Por poco me muero del susto! ARCÁNGEL: ¿Sí?... Lamento no haber sido más expresivo... ANTONIETA: ¿Qué quieres decir? 62 ARCÁNGEL: Nada... que me falta maldad... ANTONIETA: ¿Celebran el carnaval allá arriba? ARCÁNGEL: Es una respuesta paranoica... todos estamos volviéndonos paranoicos... (Mira a los lados) Los seres celestiales ocultan su identidad y se dedican a tramar las más tremendas conspiraciones de la historia... ANTONIETA: ¿Conspiraciones? ARCÁNGEL: (Súbitamente tenso) ¡Baja la voz! ANTONIETA: Estoy sola... ARCÁNGEL: ¿Sí?... ¿Y tu ángel de la guarda? ANTONIETA: ¿Mi ángel?... ARCÁNGEL: (Aliviado) Como lo sospeché... No está... (A Antonieta) Eso te muestra lo irregular que son estos tiempos... ANTONIETA: ¿Que no está? ARCÁNGEL: Ni por asomo en cinco millones de kilómetros a la redonda. ANTONIETA: ¿Y dónde se encuentra? ARCÁNGEL: Tramando algo en compañía de sus iguales. ANTONIETA : Me fastidia andar por ahí, suelta, sin mi ángel de la guarda. ARCÁNGEL: ¿Sí? ANTONIETA: Me parece un abuso. ARCÁNGEL: ¡Son abusadores y pendencieros!... Tal conducta, que posee una detestable referencia humana, la adquirieron a causa de tantos siglos vigilando vuestro comportamiento. ANTONIETA: Pero... ¿Qué es lo que pasa? ARCÁNGEL: Digamos que.. han surgido pequeños desórdenes. ANTONIETA: ¿Y por qué tanto lío?... Ya se arreglarán. ARCÁNGEL: ¿Tú crees? 63 ANTONIETA: Claro. Y más si son pequeños, como dices. Unas cuantas letanías y aleluyas y todo se encarrila. ARCÁNGEL: (Se toma la cabeza con cierta desesperación) ¡Eso es lo malo de tratar con ustedes!... Son incapaces de concebir lo que implica un “pequeño desorden” en la armonía universal. ANTONIETA: ¿Y qué implica? ARCÁNGEL: ¡La destrucción de todos los equilibrios! ¡Se daña la perfección inmaculada y eterna!... (Se percata de su lapsus) Me corrijo, ya dejó de ser eterna... (Muestra su máscara) Observa nuestros nuevos derroteros: una máscara para evadir la confusión... ANTONIETA: ¿Y yo? ARCÁNGEL: (Pausa corta. La ve) Has sacudido los cimientos de la bienaventuranza. ANTONIETA: Pero... pero eso es... ¡Un horror! ARCÁNGEL: Te-rri-ble. ANTONIETA: ¿Y?... Bien... ¿Qué puedo hacer para?... ARCÁNGEL: ¡Morirte lo más pronto posible! ANTONIETA: ¿Qué?... ¿Yo?... ARCÁNGEL: Tu agonía aflojará las tensiones y conducirá las cosas a su lugar. ANTONIETA: ¿Morirme? ARCÁNGEL: Ajá. Se termina el motivo de la crisis y todos sonrientes y divinos. ¡Como antes!... Volverán a sonar las liras y coros gregorianos. ¡Todos serán de nuevo responsables de aquellas tareas que Dios les encomendó y han olvidado! ¿No te parece maravilloso? ANTONIETA: ¿Quieres decir que... que caiga al suelo... así, sin respirar? ARCÁNGEL: Lindo. ANTONIETA: ¿Y el corazón detenido, como si tal cosa? ARCÁNGEL: ¡Magnífico! Pausa. Antonieta rehuye un poco. 64 ANTONIETA: Me... me da miedo. ARCÁNGEL: Vamos, ni que fuera la primera vez que te mueres. ANTONIETA: No sé cómo podría... ARCÁNGEL: Deberías tomarlo con un poco más de soltura. ANTONIETA: Me siento dinámica, fuerte, llena de energía... ARCÁNGEL: ¡En la plenitud de la vida!... ANTONIETA: ¡Eso! ARCÁNGEL: ...Como se acostumbra a decir de aquellos que mueren jóvenes... ANTONIETA: No veo cómo pueda... ser un cadáver de repente... Antonieta se sienta, preocupada. El arcángel se le acerca y le toma las manos. ARCÁNGEL: (Solemne) Se trata de llevar la paz a los millones de serafines.., los pobres... (Muestra las manos de Antonieta) En estas manos está la paz celestial... ANTONIETA: ¿Sí?... Y yo aquí lavando platos... ARCÁNGEL: ¡Asume tu destino! ANTONIETA: (Camina un poco por el lugar. Piensa. Pausa) Suicidarme... ¿Es eso lo que quieres? ARCÁNGEL: ¿Yo? ¿Yo animarte a un pecado tan horrible? ¿Cómo se te ocurre, desgraciada? ANTONIETA: Perdona... Creí que sugerías... ARCÁNGEL: El descuido. ANTONIETA: ¿Descuido? ARCÁNGEL: Sí, eso... atolondramiento, distracción... ANTONIETA: Soy meticulosa y atenta. 65 ARCÁNGEL: ¡Eras!... La gente cambia. Hoy somos de una forma, mañana de otra... ¿Quién puede impedir que guíes autos? ANTONIETA: ¿Guiar? ARCÁNGEL: Autos de alta velocidad, por supuesto. Aquí los llaman fórmula 1. ANTONIETA: ¡Me aterran los autos! ARCÁNGEL: Baja escaleras, todas las que encuentres, corriendo y con los ojos cerrados. ANTONIETA: ¿Para qué? ARCÁNGEL: Es un excelente ejercicio de concentración. ANTONIETA: ¡No quiero partirme el cuello! ARCÁNGEL: Ve a la playa y diviértete... ANTONIETA: Eso está mejor... ARCÁNGEL: Escoge playas de oleaje fuerte, de corrientes violentas. ANTONIETA: ¡No sé nadar! ARCÁNGEL: ¡Mucho mejor! ANTONIETA: ¡Quieres que...! ARCÁNGEL: (Interrumpiéndola) ¡Escala despeñaderos! ¡Confunde los venenos con brandy! ¡Efectúa equilibrio en el borde de las azoteas! ¡Pero muérete! ¡Muérete y pronto! ¡Pronto! ANTONIETA: ¡Nunca haré nada de eso! ARCÁNGEL: ¿Qué?... ¿Te niegas a colaborar? Pausa corta ANTONIETA: Sí. Me niego. ARCÁNGEL: (La estudia de arriba a abajo) Lo suponía. ¿Te capturó el deseo de vivir? ANTONIETA: ¡Y bien fuerte! ¡Me agarraré con los dientes al último pedazo de vida que me toque! 66 ARCÁNGEL: (Como viendo algo en Antonieta) Pero... si tú... ¿Qué es esto?... ¿Tan rápido?... ANTONIETA: ¿Qué pasa? ARCÁNGEL: Estás enamorada. ANTONIETA: Sí, lo estoy... ARCÁNGEL: Nunca conocí a una resurrecta tan voluble. ¿Y los trasportes místicos a los que pensabas entregarte? ANTONIETA: ¡El amor es un trasporte místico! ARCÁNGEL: ¡Qué cursi!... ANTONIETA: ¡Volví a vivir, arcángel!... Quiero meterme en el mundo. Tratar de hacerlo mejor... Hay mucha injusticia ¿No crees que es bueno quedarme y meter el hombro?... ¡Mi otra vida fue tan inútil que me da vergüenza!.. ARCÁNGEL: No quiero escuchar manifiestos feministas... ANTONIETA: Así estamos. Me quedo pegada a la tierra. ARCÁNGEL: Debo suponer entonces... que he fracasado en mi misión... ANTONIETA: Totalmente. ARCÁNGEL: Llevaré al cielo tu negativa. ANTONIETA: Y mis saludos más cordiales. Besos a todos. ARCÁNGEL: (Un poco cruel) No creas que va a ser tan fácil para ti, pequeño y retorcido cadáver andante. ANTONIETA: Cadáver andante, quizá... ¡Pero sabrosón, para que sufras! ARCÁNGEL: (Despectivo) ¡Estás viva por un trombón! ANTONIETA: (Se muestra) ¡Y mira el resultado! ¿Ah? ¡Ni Beethoven lo hubiera hecho mejor! ARCÁNGEL: Debes enterarte, pedazo de barro, que una comisión de alto nivel, compuesta por dignos representantes de la celestialidad, toca insistentemente las puertas del Limbo en procura del 67 Señor... El único ruego que formularán conlleva la muerte de cierta persona que conozco... ANTONIETA: (Asustada) ¿Mi... mi muerte? ARCÁNGEL: ¡Cuán rápida eres para capturar los infortunios, querida! ANTONIETA: ¡No... no quiero! ARCÁNGEL: (Riendo siniestramente) ¡Cuando tenga la orden llegaré con mi espada, feliz a cortarte en pedacitos como si fueras un chorizo! ANTONIETA: (Enfrentándosele) ¡Lo disfrutarás cuando muera! ¿Escuchas? ¡Cuando muera!... Arcángel se dirige a las zonas altas. ANTONIETA: (Gritándole) ¡Mientras tanto voy a gozar hasta el último!... ¿Oíste bien?... ¡El último segundo que me toque vivir! ARCÁNGEL: Humano es humano y su apellido, desvergüenza. ANTONIETA: ¡En plena agonía, con los ojos torcidos y la pata estirada, respiraré dichosa por ser humana y vivir!... La luz se concentra sobre Antonieta, exaltada y el ángel que se retira. ARCÁNGEL: (Retirándose) ¡Ya te pisaré, cuando seas un mezclote de polvo fúnebre! La luz disminuye sobre el arcángel que sale. ANTONIETA: ¡Si Dios quiere! ¡Y ojalá Limbo!... no les abra nunca las puertas del La luz se mitiga sobre Antonieta. ANTONIETA: ¡Viviré lo que me toque! ¡Lo que nunca viví! ESCENA XI Música de piano. Suave. Aumenta luz sobre Francisco, cerca del banco de parque. FRANCISCO: Desde que te conozco viajo en una máquina del tiempo. Lenguaje, costumbres, nostalgia... todo lo refieres a ochenta 68 años atrás. Casi podría jurar que el pueblo de donde provienes se quedó estancado en el principio del siglo.... Antonieta se traslada de su sector hasta el banco. Se sitúa tras Francisco y lo abraza. FRANCISCO: ¿Y la emoción?... ¡Aún me duelen los apretones de anoche, con esa película de terror tan estúpida que vimos! Antonieta se separa de Francisco. Mira ante si. ANTONIETA: Observa esa ciudad. FRANCISCO: Millones de habitantes. Un meadero de anhídrido carbónico. ANTONIETA: Peleando, conociendo, amando. FRANCISCO: Todos mordiendo un sueño. ANTONIETA: Yo tengo tantos... ¡Exploto de sueños! FRANCISCO: ¿Cuáles? ANTONIETA: Conocer... meterme en revoluciones, protestar, sentirme en paz... Francisco la abraza. FRANCISCO: Y amar... ANTONIETA: Un sueño es amor. Lo buscas y creces en amor. De nada vale vivir si no peleas los sueños día a día... FRANCISCO: ¿Y yo? ANTONIETA: Formas parte. FRANCISCO: Me gustaría compartir todo. Pausa corta. ANTONIETA: No puedes. Deberías entenderlo mejor que yo. FRANCISCO: Eso suena a egoísmo. ANTONIETA: El mundo es el egoísta. Hay que cambiarlo y volverlo generoso. 69 FRANCISCO: Es una tarea un poco pesada. ¿No te parece? ANTONIETA: jLa mejor tarea!... Vivir no tiene otro objeto que mejorar el mundo... Eso...eso es lo más importante que he aprendido... Más importante que el miedo a la muerte... FRANCISCO: ¿Muerte?... (Ríe un poco) ¿Tú, tan joven? ANTONIETA: Una delegación toca las puertas del Limbo. FRANCISCO: ¿Cómo? ANTONIETA: Dios se ríe tras la puerta. La delegación espera que abra para exigir mi muerte inmediata. FRANCISCO: En la guillotina, supongo. ANTONIETA: O un ángel rencoroso, ansioso de picarme con una espada... FRANCISCO: Bueno, entiendo. (Pausa corta) Cada ser humano puede morir en cualquier instante, pero mientras no ocurra... ANTONIETA: Te tragas la vida a dentelladas. FRANCISCO: Con cierta tranquilidad, amor. ¿No crees? Hay que evitar los infartos. ANTONIETA: Hay que motivarlos. (Francisco le besa el cuello) ¿Por qué me trajiste aquí? FRANCISCO: Me parece un bello lugar para feos propósitos. ANTONIETA: ¡Abrázame fuerte! (Francisco lo hace) ¡Así, bello! ¡Rómpeme las costillas!... Antonieta se separa. FRANCISCO: Estoy cachondo, bellaco, caliente... ANTONIETA: (Adoptando pose sensual en el banco) Casi podríamos decir que estamos en el campo... FRANCISCO: Casi... Aquí salió la cancion... “Quiero acostarme contigo en la hierbita En la hierbita, en la hierbita”... ANTONIETA: Y el traslado lo efectuamos en mo-to-cicle-ta. 70 FRANCISCO: (Casi sobre Antonieta) Ajá... ANTONIETA: (Acuesta a Francisco sobre el banco. Lo acaricia mientras explica) Una joven de hogar decente no debe ir a paseos al campo. Debe rehuir las acechanzas de tricicletas, bicicletas y motocicletas... FRANCISCO: ¿Acechanzas? ANTONIETA: Sabido es que esos perversos medios de transporte han contribuido a la deshonra de innumerables doncellas. FRANCISCO: ¿Sí?... Tendré que usar la mía con más frecuencia. ANTONIETA: Por eso le di tantas largas a venir contigo al campo. Me frenaba el temor de las seducciones diabólicas de tu motocicleta. FRANCISCO: ¿Te practicaste un exorcismo antes de venir? ANTONIETA: Algo de eso... FRANCISCO: ¡No me digas!... ANTONIETA: Hay cosas inevitables. ¿No crees?... Días atrás fui a un ginecólogo. Me examinó y determinó mi virginidad... FRANCISCO: (Asombrado) ¿Virgen? ANTONIETA: Aplaudió mi estado de salud y me recomendó unas excelentes pastillas anticonceptivas... FRANCISCO: ¿Pastillas?... ¿Es que no quieres?... Bueno, un niño es la cosa más bella del mundo... ANTONIETA : Cuando lo deseas. De resto es un camión que te cae encima. FRANCISCO: Bueno... Yo creo que estamos listos... ¿No?.. Antonieta le toma la mano. Lo hala. ANTONIETA: Ven. FRANCISCO: ¿A dónde? ANTONIETA: Vamos a sentarnos sobre la motocicleta. FRANCISCO: (Siguiéndola) ¿No te parece mejor aquel claro que está por allá... 71 ANTONIETA: La motocicleta. Es una obsesión que quiero quitarme... FRANCISCO: (La sigue y canta) “Quiero acostarme contigo en la hierbita... En la hierbita, en la hierbita”... Se dirigen a la motocicleta que se encuentra tras ellos. Se besan y besan. Disminuye luz mientras suenan los fabulosos acordes de: “Quiero acostarme contigo en la hierbita, en la hierbita, en la hierbita”. ESCENA XII En lo alto surge la figura airada del arcángel, espada en mano. La música de la hierbita es sustituida por otra grave, propicia para la venganza. El sector de Mónica se ilumina y vemos a Antonieta que lee en un sillón. Se encuentra rodeada de libros y periódicos. El arcángel desciende amenazante. Antonieta lo nota y se levanta aterrorizada. Acepta su destino, se arrodilla y abre los brazos. Sonríe. El arcángel se acerca la espada elevada. Cuando está a punto de herir a Antonieta, con un gesto feroz en el rostro, surge la oscuridad total. ESCENA XIII Música de rock. Ácida. Por la plataforma de foro asoman Mónica y Francisco. Se dirigen al sector de Mónica. FRANCISCO: ¿Y qué hay de malo en casarse, vivir juntos, tener hijos y quererse siempre? MÓNICA: Ella nunca lo hará. FRANCISCO: ¡Dice que me ama! MÓNICA: Suficiente. FRANCISCO: Soy su amante. ¡Su primer hombre! MÓNICA: Más que suficiente. FRANCISCO: ¿Y entonces? ¿Debo esperar tranquilamente que cuando se le ocurra me mande a freír espárragos? MÓNICA: Por algo más importante que tú. FRANCISCO: ¡No hay nada más importante que yo! MÓNICA: El Kilimanjaro... 72 FRANCISCO: ¿El Kilimanjaro? MÓNICA: ¿No has notado que está obsesionada por la cultura africana? ¿Por el arte oriental? FRANCISCO: ¡Está obsesionada por todo! MÓNICA: Va a vivir un tiempo en Inglaterra. Luego se va al Africa. Escalar el Kilimanjaro será su primera acción en esos territorios... (Queda pensativa) Qué grande es... A cada momento me muestra cosas nuevas... ¡Enseñanzas que siempre estuvieron ahí, a la mano!... FRANCISCO: Puedo acompañarla. MÓNICA: Eres demasiado sedentario. Igual que yo. Atados a horarios, inseguros... FRANCISCO: ¿Quién crees que soy? ¿Un albondigón macrobiótico? MÓNICA: Tenemos arraigos demasiado fuertes. FRANCISCO: ¡Serás tú! ¡A mí me encanta vivir! MÓNICA: Limitadamente... (Ve a Francisco) Escucha... Para ella hay cosas más importantes que tú. Entiéndelo sin resentimientos... FRANCISCO: ¡Claro, lo mío es la contabilidad! ¡Lo de ella son las revoluciones, la cultura oriental y las computadoras! MÓNICA: No te irrites. Entran al espacio de Mónica. En medio del salón hay un buen montón de cenizas y unos zapatos chamuscados. FRANCISCO: Me apasiona una transferencia bancaria tanto como a ella un viaje en velero a las islas Galápagos. MÓNICA: No exageres. FRANCISCO: ¡Tú eres la que exagera! ¡Y mucho! (Viendo las cenizas y los zapatos chamuscados)... ¡Hasta en el descuido del hogar! MÓNICA: (Que se mantiene un poco alejada de Francisco) ¿Te parezco descuidada? 73 FRANCISCO: O soy yo que peco de anticuado, como siempre. Me atrae el aseo en la casa. El hogar como una taza de plata en el más repugnante estilo. MÓNICA: ¿Y por qué no te casas con una doméstica experta? FRANCISCO: Mónica, es muy desagradable que tengas la casa como un muladar. MÓNICA: ¿Qué carajo te pasa con mi casa? ¡Está limpia! FRANCISCO: (Señalando las cenizas) ;Explica este montón de inmundicias en medio de la sala! ¡Cerda! Mónica ve las cenizas y palidece. MÓNICA: ¡Nieta!... ¡Nieta! FRANCISCO: ¿Lo hizo Antonieta?... Qué delicada... Una exquisita muestra de sensibilidad provinciana. Mónica se acerca lentamente y con pavor al cúmulo de cenizas. MÓNICA: ¡Es ella, Francisco!.. ¡Se la llevaron! ¡Se la llevaron! FRANCISCO: ¿Quién coño se la llevó? ¡Lo mato! MÓNICA: Murió. FRANCISCO: ¿Cómo? MÓNICA: No la veremos más. FRANCISCO: ¿Quieres decir.., que ese montón de cenizas..... es Antonieta? MÓNICA: No podían darle su oportunidad. ¡No podían! FRANCISCO: (Tomándolo a broma) La combustión fue intensa, por lo que veo. Seguro que estuvo sometida a fuego lento durante horas. MÓNICA: Dios abrió la puerta del Limbo con su cara seria y afirmó. FRANCISCO: Los zapatitos quedaron casi intactos... MÓNICA: (Ensimismada) No te dejaron... ¿Quién lo diría?... Eras demasiado bella... 74 FRANCISCO: (Desconcertado) Bueno... ¿Qué carajo pasa? MÓNICA: Era mi abuelita. FRANCISCO: Y yo su bisabuelo... ¡Limpia toda esa basura y dime dónde está Antonieta! MÓNICA: ¡No le digas basura!... (Llora) Es una bella ceniza... FRANCISCO: Polvo eres y en polvo te convertirás... MÓNICA: Me enseñó tanto sobre mí... Sobre el hecho de ser mujer... FRANCISCO: (Inclinado cerca de Mónica. Ve las cenizas) Quedó perfecta. Para el funeral no necesitará maquillaje... Mónica lo toma por la camisa con cierta violencia. MÓNICA: ¡Nunca! ¡Nunca la verás de nuevo! FRANCISCO: ¿Nunca? Música alegre, festiva, intensa. Antonieta es iluminada en la zona de foro, sobre la motocicleta en pleno funcionamiento. ANTONIETA: ¡Mónica! ¡Francisco! MÓNICA: ¡Nieta! ANTONIETA: ¡Ven, Francisco, vamos a pasear! (Francisco se dirige en dirección a Antonieta) ¡Perdona el montón de cenizas, Mónica! MÓNICA: ¡Yo... imaginé lo peor! ANTONIETA: Quemé toda la ropa con que me viste llegar... ¡Aún tocan las puertas del Limbo, Mónica (Francisco se instala en la parte trasera de la moto) ¡Vino el Arcángel, espada en mano, con la pretensión de matarme del susto! ¡Resistí, Mónica! ¡Mi corazón es fuerte! Antonieta ríe. Baja un poco la música. Aumenta el ruido de la motocicleta. La música. La luz se concentra sobre la máquina y sus tripulantes y sobre el rostro de Mónica que se adelanta al público. Desciende música y ruido. FRANCISCO: ¡Adelante, resurrecta, adelante! 75 MÓNICA: Tengo sus cartas... de Java, de Londres, de Samoa, del Tibet... Aún hay paisajes que la mirada de la mujer no ha visto, me escribe…rincones en el corazón donde el amor no ha llegado... Hace mucho tiempo escaló el Kilimanjaro... ¡Yo también lo hice!... ¡Estoy tratando de seguir sus pasos!... La luz decrece sobre Mónica. Permanece sobre Antonieta y Francisco sobre la motocicleta. Saltan y gritan. Se besan. La música adquiere altos relieves mientras la luz declina lentamente. FIN