Grigory Sokolov piano

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Grigory Sokolov piano
08-03-2014
Jornadas de Piano Luis G. Iberni
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Jornadas de Piano ‘Luis G. Iberni’ página 2
Programa
F. CHOPIN Sonata n. 3 en si menor, op. 58
(1810–1949)
Allegro maestoso
Scherzo. Molto vivace
Largo
Finale. Presto non tanto; agitato
Duración aproximada: 38 min.
(Intermedio)
Jornadas de Piano ‘Luis G. Iberni’ página 3
F. CHOPIN10 Mazurcas
(1810–1949)
Mazurca en la menor, op. 68 n.º 2
Lento
Mazurca en fa mayor, op. 68 n.º 3
Allegro ma non troppo
Mazurca en do menor, op. 30 n.º 1
Allegretto non tanto
Mazurca en si menor, op. 30 n.º 2
Vivace
Mazurca en re bemol mayor, op. 30 n.º 3
Allegro non troppo
Mazurca en do sostenido menor, op. 30 n.º 4 Allegretto
Mazurca en sol mayor, op. 50 n.º 1
Vivace
Mazurca en la bemol mayor, op.50 n.º 2
Allegretto
Mazurca en do sostenido menor, op.50 n.º 3 Moderato
Mazurca en fa menor, op. 68 n.º 4
Duración aproximada: 35 min.
Andantino
Grigory Sokolov
Piano
Grigory Sokolov está considerado uno de los mejores pianistas vivos del
mundo, y gusta por igual a público y crítica; usando el pedal pequeño y con
una técnica sublime, ofrece desde el piano una inmensa variedad de sonidos;
cuenta con una paleta de colores ilimitada, una espontánea imaginación y
un mágico control de la partitura. Sus interpretaciones son poéticas y tremendamente únicas, y tiene un vastísimo repertorio que va desde la música
del siglo XII, de Perotinus, hasta los compositores del siglo XX.
Nacido en Leningrado, comenzó sus estudios de música a los cinco
años, y a los dieciséis comenzó su gran carrera internacional, tras ganar el
Primer Premio en el Concurso Chaikovski en Moscú.
Grigory Sokolov es un invitado habitual de las más prestigiosas salas de conciertos y festivales de Europa. Ha trabajado con orquestas como la Philharmonia
de Londres, Concertgebouw de Amsterdam, Filarmónica de Nueva York,
Filarmónica de Munich, Sinfónica de Viena, Sinfónica de Montreal, Orquesta
del Teatro alla Scala de Milán y Filarmónicas de Moscú y San Petersburgo; y ha
trabajado con muchos de los más destacados directores del mundo: MyungWhung Chung, Valeri Gergiev, Herbert Blomstedt, Neeme Järvi, Sakari
Oramo, Trevor Pinnock, Andrew Litton, Walter Weller y Moshe Atzmon.
Hace unos años, Sokolov decidió dedicar su actividad completa a los recitales, y es uno de los invitados habituales en las mejores salas europeas cada
año. La pasada temporada ofreció recitales en Konzerthaus de Viena, Philharmonie de Berlín, Théâtre des Champs-Elysées de París, Concertgebouw en
Amsterdam, Tonhalle en Zurich, Filarmonía de Varsovia, Auditorio Nacional
de Madrid, Conservatorio de Milán, Santa Cecilia en Roma, La Fenice en
Venecia y actuó en otras muchas ciudades y festivales: Munich, Hamburgo,
Barcelona, Estocolmo, Helsinki, Lisboa, Luxemburgo, en el Festival Klavier,
en el Festival de Colmary y en el Festival de La Roque d’Anthéron.
Notas al programa
EL POETA DEL PIANO
A diferencia de lo que sucede con las mazurcas, que acompañarán a
Fryderyk Chopin a lo largo de toda su carrera compositiva, el pianista
polaco sólo escribió tres sonatas para piano, de las cuales en esta velada
escucharemos la tercera, la Sonata en si menor, op. 58, compuesta en
1844, cinco años antes de su muerte.
Cuando Chopin escribió en 1828 su primera sonata, op. 4, se enfrentaba a una forma musical en
crisis desde la muerte de Beethoven. Su ciclópeo
legado resultaba imposible de superar, a pesar de
lo cual todos los grandes compositores intentaban
avanzar a partir de ella, aunque sin encontrar su
destino. En la década de los veinte, su discípulo, Carl Czerny, escri-
bió una primera sonata en cinco movimientos, op. 7 (1820); su op. 124
(1827) amplía la forma a siete secciones, y su op. 788, a cuatro manos,
(1847), es una obra en un solo movimiento, a la manera de la forma
sonata dieciochesca cultivada por Domenico Scarlatti. Carl Loewe hizo
una sola contribución, su Sonata en mi mayor, op. 16 (1829), que introduce una canción francesa para tenor y soprano a dúo en el segundo
movimiento. Mendelssohn escribió también diversas sonatas para piano,
como su Sonata en mi mayor, op. 6 (1825), deudora de las últimas sonatas de Beethoven, op. 101 y 110, de donde procede el estilo del “adagio
senza tempo” a modo de recitativo pianístico. Y ya en la década de los
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treinta, Schumann componía su Fantasía en do mayor, op. 17 (1836),
la sonata más bella de todas las que escribió el compositor, que lleva
como prefacio unos versos de Friedrich Schlegel y cita un fragmento
del ciclo cancionístico de Beethoven An die ferne Geliebte en su primer
movimiento. A pesar de ello, en 1839 Schumann afirmaba: “parece que
la sonata ya ha corrido su curso, tal y como está en la naturaleza de las
cosas […]; en lugar de un siglo de repeticiones, nosotros conducimos
nuestros pensamientos hacia algo nuevo”.
Chopin lega en esta tercera sonata una obra maestra en la forma clásica de cuatro movimientos, un
Allegro maestoso que además de los dos temas principales ofrece nuevos materiales temáticos marcados
por la alargada sombra del belcantismo italiano, y
solo recapitula el segundo tema de la forma sonata,
como ya había hecho en la Sonata nº 2; un Scherzo:
molto vivace de carácter tumultuoso y estructura ternaria [ABA], con
una sección central reposada; un Largo que, tras una introducción en
octavas, presenta un tema lírico con carácter de marcha fúnebre, teñido
de hermosa melancolía, y un Finale, presto non tanto, rondó que alterna
fragmentos virtuosísticos con otros de profunda expresividad, que evoca
ya el pianismo de Brahms.
Si en la Sonata nº 3 es posible percibir la genialidad de Chopin para
expresarse a través de los límites formales de una estructura cerrada,
donde su espíritu se encuentra verdaderamente libre es en la pequeña
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forma y, en especial, en la mazurca. Las mazurcas constituyen el grupo
más numeroso de obras de Chopin, nada menos que cincuenta y siete,
y con las polonesas son las obras más nacionalistas del compositor. Y es
que sin un conocimiento elemental de la música fol-
clórica polaca es difícil entender la expresión de la
mazurca de Chopin. Cuando entre 1938 y 1939 se llevó a cabo
la primera grabación de la serie completa de mazurcas, su gran intérprete,
Arthur Rubinstein, mostró a los productores en el estudio los pasos de
esas danzas folclóricas polacas, para explicarles el carácter de estas obras.
Chopin compuso mazurcas a lo largo de toda su vida, desde los
quince años hasta su muerte en 1849. Publicó cuarenta y una de ellas
agrupadas en once números de opus [op. 6, 7, 17, 24, 30, 33, 41, 50,
56, 59 y 63] y dos separadamente; y el resto perduraron en manuscritos
hasta que fueron publicadas póstumamente [op. 67 y 68]. Es quizás, en
las mazurcas más que en cualquier otra obra, donde Chopin permite
al oyente entrar en su “santuario del corazón”, ya que, en opinión de
Charles Rosen, “son a la vez reaccionarias e innovadoras. Son las obras
breves que mejor capturan la paleta completa de su genio” (The Romantic
Generation, 1995). Y es que estas miniaturas llegaron a
conformar el catálogo de las expresiones musicales
más personales del compositor, un “diario” lírico
de su vida.
No son obras excesivamente virtuosísticas, pero muestran una inagotable riqueza de invención melódica, de matices armónicos, rítmicos y,
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sobre todo, expresivos. Como afirma Artur Bielecki desde el Fryderyk
Chopin Institute, Chopin recrea las melodías populares
polacas, llegando a inspirarse en varias para una sola
mazurca, y emplea las escalas lidia y frigia como
evocación de las escalas populares. Sus obras respetan el
carácter alegre y temperamental de la danza popular, en tiempo bastante
rápido, con una tendencia hacia los acentos irregulares y el empleo del
rubato.
Las mazurcas de Chopin son, además, un corpus
revelador de la modernidad del compositor, y por
ello constituyeron cierto escándalo para los críticos
más ortodoxos, tal y como recoge ya Frederick Necks en la primera
biografía del compositor de 1888, al estar plagadas de cromatismos, retardos y anticipaciones, osadas disonancias, desplazamiento de acentos,
progresiones de quintas paralelas –la que aparece en la Mazurca nº 3, del
op. 30, tuvo que ser defendida por el mismo Schumann en un artículo
que vio la luz al año siguiente de su publicación, en 1838–, giros repentinos o modulaciones inesperadas. “Ha escrito muchas, sin embargo pocas
se parecen entre sí –afirmaba Schumann en un artículo de 1838–. Cada
una de las mazurcas presenta un trazo poético individual, algo distintivo
en la forma o expresión”.
María Encina Cortizo
Próximos Conciertos
15 de marzo (J.P.) 20.00 horas
MICHAEL NYMAN, piano
MICHAEL NYMAN BAND
OVIEDO FILARMONÍA
MARZIO CONTI, director
Programa
Sinfonía nº 6, de Michael Nyman
Repertorio para Michael Nyman y Michael Nyman Band
MGV (Musique à Grande Vitesse)
© Marco Borggreve
17 de marzo (C.A.) 20.00 horas
BACH COLLEGIUM JAPAN
Joanne Lunn, soprano
Clint van der Linde, alto
Gerd Türk, tenor
Peter Kooij, bajo
MASAAKI SUZUKI, director
Programa
J. S. BACH, Cantata Alles nur nach Gottes Willen, BWV 72
Cantata Mit Fried und Freud ich fahr dahin, BWV 125
Misa luterana en sol mayor, BWV 236
ORCHESTRE SYMPHONIQUE DE MONTRÉAL
KENT NAGANO, director
Programa
G. MAHLER, Sinfonía, en si menor
AVISO: cambio de horario en el concierto de
abono del día 22 de marzo.
Debido a una petición expresa de la Orchestre
Symphonique de Montréal, el concierto del día 22 de marzo
dará comienzo a las 20,30 horas Disculpen las molestias
D.L.: AS 00147-2014
© Felix Broede
22 de marzo (C.A.) 20.30 horas
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