CONCEPTOS ESENCIALES EN EL DERECHO DE FAMILIA Una vez que nos hemos aproximado al mundo judicial, en el que la actividad de los psicólogos forenses se desenvuelve en dos ámbitos, el penal (agresiones y abusos sexuales y malos tratos, fundamentalmente) y el civil (regulación de las relaciones familiares en los supuestos de ruptura de los progenitores), nos vamos a centrar en éste último ámbito, donde las decisiones judiciales giran en torno a unos conceptos esenciales. 1) PATRIA POTESTAD (Art.154 y 156 C.C.): Los hijos no emancipados están bajo la potestad de los padres. La patria potestad comprende los siguientes deberes y facultades: 1º Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral; y 2º Representarlos y administrar sus bienes. El ejercicio de la patria potestad será conjunto por ambos progenitores o por uno solo con el consentimiento expreso o tácito del otro, siendo válidos los actos que realice uno de ellos conforme al uso social y a las circunstancias o en situaciones de urgente necesidad. En caso de desacuerdo, cualquiera de los dos podrán acudir al Juez, quien, después de oír a ambos y al hijo si tuviera suficiente juicio y, en todo caso, si fuera mayor de doce años, atribuirá sin ulterior recurso la facultad de decidir al padre o a la madre. Si los desacuerdos fueran reiterados o concurriera cualquier otra causa que entorpezca gravemente el ejercicio de la patria potestad, podrá atribuirla total o parcialmente a uno de los padres o distribuir entre ellos sus funciones. Esta medida tendrá vigencia durante el plazo que se fije, que no podrá nunca exceder de dos años. En el ámbito de la Comunidad Valenciana, la Ley 12/2008, de 3 de julio de 2008, de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia de la Comunitat Valenciana, ha establecido en su art.22 la obligación de los poderes públicos de velar por la protección del principio de coparentalidad en el cuidado y educación de los menores y de garantizar el derecho de 1 XIX JORNADAS ANUALES C.O.P.: IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS EN LOS PROCESOS JUDICIALES SANDRA PEINADO MARTÍNEZ, MAGISTRADA-JUEZ TITULAR DEL JUZGADO DE FAMILIA DE ELCHE éstos a que ambos progenitores participen por igual en la toma de decisiones que afecten a sus intereses, prevaleciendo siempre el mayor interés del menor y la incidencia en su desarrollo psicológico y social. El ejercicio conjunto de la patria potestad implica la participación de ambos progenitores en cuantas decisiones relevantes afecten a su hijo, especialmente, en el ámbito educativo, sanitario, religioso y social. Por ello, ambos deberán intervenir necesariamente en la elección o cambio de centro o modelo educativo o actividades extraescolares a realizar; en la autorización de cualquier intervención quirúrgica, tratamiento médico no banal o tratamiento psicológico, tanto si entraña algún gasto como si está cubierto por el sistema público de sanidad o por algún seguro privado, siempre que no sea suficiente el mero consentimiento del menor; en la decisión sobre la realización o no de un acto religioso o social relevante, así como en el modo de llevarlo a cabo, sin que al respecto tenga prioridad el progenitor con quién se encontrara el menor en el momento de ser realizado; en el cambio de domicilio, siempre que el mismo sea relevante, en el sentido de dificultar o impedir el cumplimiento del régimen de visitas vigente; y en la autorización para la salida del territorio nacional. No obstante, el progenitor que se encuentre en compañía de su hijo podrá adoptar decisiones respecto al mismo, sin previa consulta al otro progenitor, en los casos en que exista una situación de urgencia o se trate de cuestiones poco trascendentes o rutinarias, que en el normal transcurrir de la vida con un menor pueden producirse. Ambos progenitores tienen el deber de informarse, mutuamente, de todas las cuestiones relevantes que afecten a su hijo, siempre que el conocimiento de aquéllas no lo pueda obtener por sí mismo el progenitor que no esté en compañía del menor en el momento en que las mismas se produzcan (por ejemplo, enfermedad), lo que no sucede en el caso de cuestiones escolares, extraescolares o médicas ordinarias, entre otras, en las que los profesionales que se ocupan de los menores tienen la obligación de suministrar, tanto al padre como a la madre, cualquier información que les soliciten sobre sus hijos, por ser ambos titulares de la patria potestad. No obstante, cuando así convenga a los hijos, podrá acordarse que la patria potestad sea ejercida total o parcialmente por uno de los cónyuges. Por último, existe la posibilidad de privación de la patria potestad, privación contemplada como una sanción por el incumplimiento de los deberes inherentes a la patria potestad. En este sentido, el art.170 del Código Civil establece claramente que el padre puede ser privado de la patria potestad por Sentencia fundada en el incumplimiento de los deberes inherentes a la patria potestad, que están recogidos en el art. 154 del Código 2 XIX JORNADAS ANUALES C.O.P.: IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS EN LOS PROCESOS JUDICIALES SANDRA PEINADO MARTÍNEZ, MAGISTRADA-JUEZ TITULAR DEL JUZGADO DE FAMILIA DE ELCHE Civil, y el art.92 del Código Civil prevé la privación de la patria potestad, en los casos de crisis matrimonial, cuando en el proceso se revele causa para ello. Por lo tanto, la sanción de privación de la patria potestad tiene un fundamento implícito en la protección del interés del menor, puesto que se entiende que un padre o una madre que no han cumplido sus deberes se muestra como una persona que es perjudicial para el niño, al resultar prácticamente como una persona extraña que no guarda el sustento básico de las relaciones familiares, que es el afecto. Sólo en casos excepcionales, especialmente vinculados al incumplimiento no imputable o justificable, puede entenderse que un incumplimiento grave o reiterado de aquellos deberes no provoca al mismo tiempo un perjuicio para la relación padre e hijo y que lo más beneficioso para el niño no es romper ese vínculo. Además, posteriormente, podrá, en beneficio e interés del hijo, acordarse la recuperación de la patria potestad, siempre y cuando hubiese cesado la causa que motivó la privación. 2) RÉGIMEN DE GUARDA Y CUSTODIA O RÉGIMEN DE CONVIVENCIA: El principio inspirador del dictado de cualquier medida atinente a los hijos es el que su interés debe prevalecer por encima de cualquier otro, incluido el de sus padres o progenitores. La dificultad estriba en determinar y delimitar el contenido de dicho interés, ya que no puede ser determinado con carácter general de forma abstracta. Se pueden barajar conceptos como los de “estabilidad emocional”, “equilibrio psicológico”, “formación integral”, pero el contenido de dichos conceptos sólo puede delimitarse, caso a caso, en función y en atención a las circunstancias personales y familiares de cada niño. Por lo tanto, en esta materia no existe otro interés distinto que la salvaguarda del beneficio del menor, de modo que la resolución será tanto más ajustada a Derecho cuanto más se ajuste a este parámetro, en busca del desarrollo integral del menor y de su personalidad, lo que determina que este criterio predominante absorba a cualquier otro, aún legítimo, que pudiera resultar invocable. Para conocer lo que es más beneficioso para el menor, cuando éste llega a una edad razonable, lo más sensato es conocer su criterio, escucharle, siempre que técnicamente no se desaconseje este hecho, y, en ocasiones, conocer también el criterio de quienes técnicamente poseen conocimientos 3 XIX JORNADAS ANUALES C.O.P.: IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS EN LOS PROCESOS JUDICIALES SANDRA PEINADO MARTÍNEZ, MAGISTRADA-JUEZ TITULAR DEL JUZGADO DE FAMILIA DE ELCHE en esta materia. El art.92 del Código Civil (aplicable cuando los menores tengan vecindad civil común), es el precepto que regula el régimen de guarda y custodia, sin bien no define dicho concepto. La guarda y custodia puede ser exclusiva o compartida. El art.5 de la Ley 5/11, de 1 de abril, de la Generalitat, de relaciones familiares de los hijos e hijas cuyos progenitores no conviven (en adelante, L.R.F.) (aplicable cuando los menores tengan vecindad civil valenciana), regula el régimen de convivencia de los hijos con sus progenitores, definiendo el art.3 de la misma Ley tanto el concepto de convivencia compartida como de convivencia individual. Así, define la convivencia compartida como “el sistema dirigido a regular y organizar la cohabitación de los progenitores que no convivan entre sí con sus hijos e hijas menores, y caracterizado por una distribución igualitaria y racional del tiempo de cohabitación de cada uno de los progenitores con sus hijos e hijas menores, acordado voluntariamente entre aquéllos, o en su defecto por decisión judicial”, y como convivencia individual “una modalidad excepcional de régimen de convivencia, consistente en la atribución de la cohabitación con los hijos e hijas menores a uno sólo de los progenitores de manera individual, sin perjuicio del derecho del otro progenitor a disfrutar de un régimen de relaciones con sus hijos o hijas menores adaptado a las circunstancias del caso”. Respecto a la diferencia entre la terminología utilizada por el Código Civil y la empleada por la L.R.F., la explicación viene dada en el Preámbulo de ésta última, al indicar que “en cuanto al concepto de custodia, es claro que este término se queda corto y obsoleto para las pretensiones de una ley que se propone subrayar la relevancia del contacto cotidiano y del roce frecuente entre los progenitores y sus hijos e hijas menores, como único cauce que posibilita el crecimiento del vínculo afectivo familiar y sienta las bases de un adecuado desarrollo psíquico y emocional de cada menor”. Por lo tanto, la vecindad civil del menor, común o valenciana, determinará que haya de establecer un régimen de guarda y custodia o un régimen de convivencia, pero tal cuestión no es de carácter meramente nominal, puesto que existen diferencias sustanciales entre la regulación del Derecho común y la del Derecho valenciano, pues cuando los progenitores no llegan a un acuerdo sobre el régimen de guarda y custodia o régimen de convivencia: - en el Derecho común el régimen de guarda y custodia compartida es un régimen excepcional (art.92.8 C.C.), mientras que en el Derecho valenciano el régimen de convivencia compartida es la regla general y el 4 XIX JORNADAS ANUALES C.O.P.: IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS EN LOS PROCESOS JUDICIALES SANDRA PEINADO MARTÍNEZ, MAGISTRADA-JUEZ TITULAR DEL JUZGADO DE FAMILIA DE ELCHE régimen de convivencia individual es excepcional (art.3, 5.2 y 5.4 L.R.F.). - en el Derecho común el régimen de guarda y custodia compartida sólo podrá acordarse si lo ha solicitado una de las partes, el Ministerio Fiscal informa favorablemente y sólo de esta forma se protege adecuadamente el interés superior del menor (art.92.8 C.C.), mientras que en el Derecho valenciano el régimen de convivencia compartida no requiere que lo solicite ninguna de las partes, ni que el Ministerio Fiscal informe favorablemente (art.3 y 5.2 L.R.F.), debiéndose otorgar un régimen de convivencia individual sólo cuando se considere necesario para garantizar el interés superior del menor (art.3 y 5.4 L.R.F.). - en el Derecho común no puede establecerse un régimen de guarda y custodia compartida cuando cualquiera de los padres esté incurso en un proceso penal iniciado por atentar contra la vida, la integridad física, la libertad, la integridad moral o la libertad e indemnidad sexual del otro cónyuge o de los hijos que convivan con ambos o cuando el Juez advierta, de las alegaciones de las partes y las pruebas practicadas, la existencia de indicios fundados de violencia doméstica (art.92.7 C.C.), mientras que en el Derecho valenciano para que no pueda establecerse, no sólo un régimen de convivencia compartida, sino un régimen de convivencia individual para el progenitor de que se trate, será necesario, además de las circunstancias anteriores, que se haya dictado resolución judicial motivada en la que se constaten indicios fundados y racionales de criminalidad, siempre y cuando, a tenor de dichos indicios, la aplicación del régimen de convivencia pudiera suponer riesgo objetivo para los hijos e hijas o para el otro progenitor (art.5.6 L.R.F.). “La preocupación creciente por asegurar el más correcto y adecuado desarrollo del interés superior de cada menor ante las situaciones de crisis familiar, viene siendo especialmente sentida en nuestra sociedad. Y, de manera particular, existe una demanda creciente para que, en los casos de ruptura o no convivencia entre los progenitores, la convivencia con los hijos e hijas menores haga compatible ese principio fundamental del interés superior de cada menor, con el principio de igualdad entre los progenitores y con el derecho de cada menor a convivir con ambos, tal y como fue proclamado por la Convención sobre los Derechos del Niño, de 20 de noviembre de 1989, ratificada por España el 30 de noviembre de 1990” (párrafo tercero del Preámbulo de la L.R.F.). La L.R.F. “considera necesario hacer conscientes a los progenitores sobre la necesidad e importancia de pactar, en caso de ruptura o de no convivencia, un régimen equitativo de relaciones con sus hijos e hijas menores en lo que se ha denominado el «pacto de convivencia familiar» y, cuando no sea posible alcanzar ese pacto, establecer la convivencia con los 5 XIX JORNADAS ANUALES C.O.P.: IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS EN LOS PROCESOS JUDICIALES SANDRA PEINADO MARTÍNEZ, MAGISTRADA-JUEZ TITULAR DEL JUZGADO DE FAMILIA DE ELCHE hijos e hijas menores, compartida por ambos progenitores, como criterio prevalente en caso de que sea la autoridad judicial la que deba fijar las condiciones de dicho régimen” (párrafo décimo del Preámbulo de la L.R.F.). El régimen de convivencia compartida por ambos progenitores con los hijos e hijas menores pretende facilitar un mejor encaje de la nueva situación familiar por parte de cada menor y el mantenimiento de los lazos de afectividad con ambos progenitores. Asimismo, pretende disminuir el nivel de litigiosidad entre éstos, derivada del frecuente otorgamiento de la convivencia a uno solo de ellos y favorecer la corresponsabilidad y la distribución igualitaria de roles sociales entre hombres y mujeres en las relaciones familiares (párrafo decimotercero del Preámbulo de la L.R.F.). No obstante, a nivel práctico se ha observado que la regulación legal ha incrementado el nivel de litigiosidad, discutiéndose en más supuestos el régimen de convivencia a adoptar. 3) RÉGIMEN DE VISITAS O RÉGIMEN DE RELACIONES: En el ámbito del Derecho común, correlativo a la atribución de la guarda y custodia de los hijos menores a uno de los progenitores es que el progenitor que no tenga consigo a los mismos gozará del derecho de visitarlos, comunicarse con ellos y tenerlos en su compañía, debiendo determinar el Juez el tiempo, modo y lugar del ejercicio de este derecho, que podrá limitar o suspender si se dieren graves circunstancias que así lo aconsejen o se incumplieren grave o reiteradamente los deberes impuestos por la resolución judicial (art.94 del Código Civil). En el ámbito del Derecho valenciano, correlativo al régimen de convivencia individual es el régimen de relaciones, esto es, el sistema dirigido a regular y organizar el contacto, las estancias, visitas y comunicaciones entre los progenitores y sus hijos e hijas menores, cuando no exista convivencia (art.3.c) L.R.F.), debiendo estar adaptado a las circunstancias propias del caso y garantizar el contacto de los hijos e hijas menores con ambos progenitores (art.5.4 L.R.F.). De ambas disposiciones se infiere que el llamado derecho de visitas, regulado en el art.94 C.C. o el derecho de relaciones, regulado en el art.5.4 L.R.F., no es un propio y verdadero derecho, sino un complejo de derechodeber, cuyo adecuado cumplimiento no tiene por finalidad satisfacer los deseos o derechos de los progenitores, sino cubrir las necesidades afectivas y educativas de los hijos, en aras de su desarrollo armónico y equilibrado, 6 XIX JORNADAS ANUALES C.O.P.: IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS EN LOS PROCESOS JUDICIALES SANDRA PEINADO MARTÍNEZ, MAGISTRADA-JUEZ TITULAR DEL JUZGADO DE FAMILIA DE ELCHE por lo que es un derecho de contenido puramente afectivo, que autoriza a su titular a expresar o manifestar hacia otra persona, exigiendo la utilización de los medios necesarios para alcanzar tal fin, derecho que puede encuadrarse entre los de la personalidad y que se fundamenta principal, aunque no exclusivamente, en una previa relación familiar entre visitante y visitado. En este sentido, es doctrina jurisprudencial reiterada del Tribunal Supremo la que reconoce que el régimen de visitas es una continuación o reanudación de la relación paterno filial, evitando la ruptura, por falta de convivencia, de los lazos de afecto que deben mediar entre padres e hijos, en cuanto deben ser conciliados distintos intereses protegibles, como son el relativo al mantenimiento de la relación materno o paterno-filial (que se acrecienta y desarrolla a través del mutuo contacto), el derecho al desarrollo integral del menor (que se enriquece con dicho contacto), y el derecho de ese progenitor no conviviente a que no se ponga en peligro esa relación debido a ingerencias nacidas de las irreconciliables posturas de enfrentamiento que surgen entre aquéllos como consecuencia de su separación fáctica. Así, en el ámbito de la Comunidad Valenciana, el art.22 de la Ley 12/2008, de 3 de julio de 2008, de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia, establece que, “en los casos de separación de los progenitores deberá procurarse una convivencia igualitaria con ambos, teniendo derecho los menores, en cualquier caso, a mantener relación con sus padres, protegiéndose especialmente el derecho del niño que esté separado de uno o ambos padres a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos progenitores de modo regular. Así mismo, el menor tendrá derecho a mantener relación con sus hermanos, abuelos y demás parientes próximos o allegados. En la observancia de estos derechos prevalecerá siempre el mayor interés del menor y la incidencia en su desarrollo psicológico y social”. No obstante, el art.94 C.C. admite la posibilidad de limitar o suspender el derecho del progenitor a visitar al hijo que no tenga consigo, en el caso de que incumpliera grave y reiteradamente los deberes impuestos por la resolución judicial o se diesen circunstancias que así lo aconsejasen. Como el derecho de visitas no viene establecido exclusivamente a favor del progenitor, sino principalmente en beneficio de los hijos, la limitación o suspensión del mismo debe verse con disfavor y sentido restrictivo, justificándose sólo cuando exista un peligro concreto y real para la salud psíquica, física o moral del hijo. La supresión de tal derecho debe adoptarse con especial moderación y cautela, pues puede suponer, además de un castigo para el padre o madre incumplidor, una sanción para los hijos, que pueden verse privados del 7 XIX JORNADAS ANUALES C.O.P.: IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS EN LOS PROCESOS JUDICIALES SANDRA PEINADO MARTÍNEZ, MAGISTRADA-JUEZ TITULAR DEL JUZGADO DE FAMILIA DE ELCHE deseo vehemente de estar con sus padres, convirtiéndose aquéllos en los verdaderos perjudicados, cuando la adopción de toda resolución sobre ellos debe buscar su beneficio, por todo lo cual es preciso que la suspensión o limitación de tal derecho se acuerde con las debidas garantías, luego de haber dado oportunidad de proponer prueba al respecto y no siempre ante la evidencia de un incumplimiento grave y reiterado, sino, además, injustificado y de la suficiente entidad para fundamentar una medida de tal trascendencia. Anteriormente, el régimen de visitas estándar que se establecía judicialmente limitaba el contacto entre el progenitor no custodio y su hijo a los fines de semana alternos y la mitad de vacaciones, limitando la duración de los primeros, en muchas ocasiones, a sábado y domingo y de las vacaciones estivales a los meses de julio y agosto, y no estableciendo pernocta hasta los tres años. Actualmente, podemos comprobar como cada vez existen regulaciones más amplias del régimen de visitas o del régimen de relaciones, al entender que el beneficio de los menores así lo requiere. Así, por ejemplo, el régimen de visitas estándar que se acuerda en el Juzgado de Familia de Elche (evidentemente, cuando no concurre ninguna circunstancia especial, ni en los progenitores, ni en los menores), incluye visitas intrasemanales, fines de semana alternos desde la salida del colegio el viernes, mitad de los períodos vacacionales escolares y días especiales, con pernocta desde los dieciocho meses, basándose este régimen en las siguientes consideraciones: 1) Visitas intrasemanales: Resultan muy importantes hasta los seis años, puesto que, por un lado, los niños más pequeños (cero a dos años) tienen un pensamiento concreto, por lo que carecen de perspectiva temporal, lo que hace que la frecuencia de los contactos sea fundamental en esta etapa para garantizar el apego a sus cuidadores y, por otra parte, entre los dos y seis años (período preoperacional), los niños continúan aferrados a lo concreto y el egocentrismo característico de esta etapa provoca que interpreten la realidad en relación con su propia persona, lo que puede llevarles a conectar la marcha del progenitor no custodio con su propio comportamiento (es culpa suya porque se ha portado mal, porque no ha recogido los juguetes…), por lo que el contacto frecuente con dicho progenitor les permitirá comprender que no han sido abandonados por su mal comportamiento y que el afecto paterno o materno no es algo temporal ni reversible. A partir de los seis años, si no lo interesan expresamente los progenitores, no resulta tan necesaria la inclusión de visitas intrasemanales, 8 XIX JORNADAS ANUALES C.O.P.: IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS EN LOS PROCESOS JUDICIALES SANDRA PEINADO MARTÍNEZ, MAGISTRADA-JUEZ TITULAR DEL JUZGADO DE FAMILIA DE ELCHE puesto que las obligaciones escolares de los menores podrían no hacer adecuadas las mismas si no existe implicación del progenitor no custodio en el ámbito educativo. No obstante, en términos generales, resulta conveniente la existencia de visitas intrasemanales, que no interfirieran en las actividades del menor, para que no transcurra demasiado tiempo sin contacto con el no custodio, lo que, indudablemente, favorecerá mayor vinculación con el custodio, a la vez que podría posibilitar intentos de mejorar la propia imagen, en detrimento de la del progenitor no custodio. 2) Fines de semana alternos: Deben incluir la pernocta a partir de los dieciocho meses, porque: a partir de los dieciocho meses los menores tienen una perspectiva temporal más clara y pueden tolerar un mayor espaciamiento y prolongación de las visitas; la etapa entre los dieciocho y treinta y seis meses es una etapa evolutiva de gran importancia, especialmente a nivel cognitivo, empezando los menores a utilizar el lenguaje verbal como medio de comunicación con sus progenitores; y entre los treinta y treinta y seis meses se produce un cambio físico de gran relevancia en los menores. No obstante, no procede acordar la pernocta a partir de la referida edad cuando se acredite que el progenitor no custodio carece de habilidades parentales, no existen las condiciones necesarias para la pernocta (por ejemplo, carencia de una habitación para el menor en el domicilio del progenitor no custodio, salvo que el vínculo con el mismo pueda estar en riesgo por efecto de la manipulación del progenitor custodio, en cuyo caso, al ser prioritaria la protección de este vínculo afectivo, bastará con que existan unas mínimas condiciones de comodidad para el menor) o el progenitor no es competente para ocuparse él solo del cuidado de su hijo. Además, se considera que, en principio, el progenitor que está capacitado puede cuidar de su hijo de 10:00 a 20:00 del sábado y de 10:00 a 20:00 horas del domingo, puede seguir atendiéndole perfectamente por la noche. En relación a la duración del fin de semana, hasta los tres años es conveniente que las visitas se desarrollen de sábado a domingo, puesto que para los niños más pequeños debe articularse un sistema de intercambios que procure separaciones breves del cuidador principal, y, que a partir de los tres años, se amplíen al viernes, desde la salida del colegio y, en aquellos casos en los que sea posible por disponibilidad laboral del progenitor no custodio, al lunes, a la entrada del colegio, puesto que con ello se facilita la implicación de dicho progenitor en la educación del menor, al acudir, al menos un día por semana, al centro educativo, no debiéndose olvidar que 9 XIX JORNADAS ANUALES C.O.P.: IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS EN LOS PROCESOS JUDICIALES SANDRA PEINADO MARTÍNEZ, MAGISTRADA-JUEZ TITULAR DEL JUZGADO DE FAMILIA DE ELCHE entre los tres y los seis años es cuando los menores se adaptan a la escolarización y ésta empieza a tener importancia en sus vidas, con lo que su entorno familiar se amplía también al entorno escolar, de gran importancia en su socialización y desarrollo. Igualmente, se evitan posibles conflictos en las entregas y recogidas. También a partir de los tres años, procede unir al fin de semana los puentes. 3) Distribución de las vacaciones escolares de verano: La distribución de este período vacacional, por lo prolongado del mismo, ha de ser diferente según la edad del menor: entre los dieciocho meses y los cuatro años, por semanas alternas; entre los cuatro y seis años, por quincenas alternas; y a partir de los seis años, por mitad de vacaciones escolares. Los motivos que fundamentan esta distribución del tiempo son que la separación prolongada de cualquiera de ambos progenitores durante los primeros seis años de vida no resulta beneficiosa para los menores, especialmente a nivel de establecimiento de vínculos afectivos, lo que repercute considerablemente en su desarrollo psicológico y físico posterior; se minimizan los efectos de la influencia que pueda ejercer cualquiera de los dos progenitores sobre el menor y se evita que puedan sentirse abandonado por el otro; y a partir de los seis años los menores pueden ser sometidos a separaciones más prolongadas sin que se resientan sus vínculos afectivos. 4) Distribución de festividades u otros días señalados: El reparto o no de los festivos no coincidentes con fin de semana, ni integrantes de puente no tiene especial relevancia para el beneficio del menor, no siendo tampoco un número de días relevantes numéricamente. Sin embargo, sí han de repartirse entre ambos progenitores los días especialmente significativos, como son el Día del Padre, Día de la Madre, cumpleaños del menor y cumpleaños de ambos progenitores. 10 XIX JORNADAS ANUALES C.O.P.: IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS EN LOS PROCESOS JUDICIALES SANDRA PEINADO MARTÍNEZ, MAGISTRADA-JUEZ TITULAR DEL JUZGADO DE FAMILIA DE ELCHE