.. j¡ El ensilo]e y sus ventojos j' .. .JI' MINISTERIO DE AGRICULTURA Itlillll1llUll!UllllllIlIlllllUlllllllllllHlllllllflllllllllllllllllliilll11111111I1I111111lIUllltllllll!hlllllli¡f(lllllln;l¡IIIIIIIIIIII¡1111l'illllllll¡illll:llllIillltlU,('lllllftiIUIIIIIIII / ",-",.-- El ensilaje y sus ventajas POR Carlos Morales Antequera INGENIERO AGRONOMO 'R-/l135 Dirección-General de Agricultura Servicio de Publicaciones Agrfcolas PAPBLÍlRfA SBVILLA.-SEVILLA, ".-MADRID El incremento que, por fortuna, van adquiriendo en España las obras de riego hace pensar a los récnicos y a los agricultores 00 aprovechamientos culturales que eleven al máximum el rendimiento de las tierras. Y estimamos nosotros que la obtención de grandes cantidades de forrajes, para transformarlos en productos animales, ha de ser el punto de vista que más ha de preocupamos, por estimar que ésta es la clave del éxito en nuestra empresa. Ver de aumentar, hasta dónde sea posible, nuestra riqueza ganadera 'ha de ser un programa nacional, y a este fin ponemos hoy nuestro modesto grano de arena con este trabajo. Para producir ganado necesitamos antes obtener forraje, que hemos de administrar discretamente, con el fío de que no falte durante el año, única forma de podernos desenvolver con regularidad. Y la cosa no puede ser más sencilla: guardar cuando haya abundancia para las épocas de escasez. No sólo afecta al problema de los regadíos,; 00 nuestros secanos podemos aumentar considerablementeel número de kilogramos de peso en vivo con esta receta casera, si no en todos los casos, en mudhos de ellos. -6- -:Cómo conservar estos forrajes? Dos son los procedimientos conocidos: la h enijicación v el ensilaje. . El prirnr-ro consiste, como es bien sabido, en someter los forrajes a una desecación natural cuando Hega cierto momento de su ciclo y conservarlos así on lugar adecuado 'para que los vaya consumiendo el ganado en invierno. El ensilaje constituye operación más complicada, pero de facilísima realización. Los forrajes, segados en determinadas condiciones, se pican con aparatos especiales y almacenan en un silo, fuera del contacto con el medio exterior, en el que sufren algunas transformaciones en su composición, dando un producto 'que recibe el nombre genérico de silo y el especifico de la sustancia almacenada. Viene a ser como forraje en conserva. ~I ucho se ha discutido sobre las ventajas e inconvenientr-s de uno y otro sistema, estableciendo comparaciones ent re ellos, que, a nuestro juicio, son improcedentes. Nuestro lema ha de ser siempre conservar el mayor numero posible de kilos de forraje en épocas de abundancia, para disponer de ellas cuando falten en el campo. A nadie se le ha ocurrido establecer comparaclones entre el tasajo y la conserva de la matanza en adobo o en orcillas con aceite. Tocio se hace y' tocio es necesario para eohar fuera el invierno. Las circunstancias son las que mandan, y en cada caso particular se resuelve como éstas aconsejan. Vamos a razonar esto UII1 poco: -7Supongamos una extensión de alfalfa considerable sembrada en nuestra heredad. Pongo este ejemplo por ser la planta-tipo en nuestras pr.icticas culturales ·para henificar. Llega la primavera, y con ella uno o dos cortes, que coinciden, ele una parte, con una superproducción de forrajes en todos lados, que nos ahogarr, y por otra; con un tiempo húmedo, impropio para qu.e la henificación tenga lugar, al punto de que lo más fácil es que se pudra, si no disponemos de secaderos 'especiales a la sombra, 10 que complica elproblerna de una manera que 10 hace inabordable. Pero llega el werano con sus temperaturas elevadas, días cJ~ros y ambiente seco, y i entonces si que podemos hacer rápidamente un buen heno de alfalfa! ¿ Qué 'hacer con estos primeros cortes ele alfalfa? Ensilados, que es sencillamente 10 que se hace en nuestras casas cuando los tomates se los comen los soldados sin tasa; los metemos en una tinaja en la cueva con agua de sal y alli aparecen en invierno. Si sembramos maíz gigante Caragua en una hectárea de terreno regado, para obtener 120 toneladas de forraje, tendremos que ver la manera de conservarlo, porque no hay explotación ganadera posible a base de consumir estos enormes volúmenes en unos cuantos días. ¿ Qué cantidad de animales serian precisos? Y cuando se termine, ¿ qué !hacemos con ellos? y vamos al secano, donde nos encontramos con el mismo 'problema. Supongamos una finca destinada a pastos, de las que tanto abundan en -8la región central y por el Sur de España, lo que por aquí llamamos un quinto, con una cabida de 700 a 800 faneg-as, que es tan corriente. Asignemos 750 fanegas de tierra y vamos a suponer que a esta finca le caben un millar de cabezas de lanar, más las yeguas, vacas y cochinos que la proporción de terreno veguizo admita. Es un ejemplo para nuestros cálculos y sin que 1\10S fijemos en caso alguno concreto. Con la costumbre del majadeo se puede calcular que de estas fincas disponemos para el otoño y rigor del invierno una tercera parte útil, que corresponde a los majadales activos; lo demás se puede decir que no entra en copiosa utilización basra que cede el invierno y apunta la primavera. A partir de este momento, hay finca para doble cantidad de ganado. Pero ~qué ha ocurrido antes P 'Pues verán ustedes: según mis cuentas, cada cinco años tenemos un otoño fatal, y con más frecuencia otoños deficientes. En el 'Primer caso, el resultado es que se pierde la mitad de las crías, y por esto, en un buen sistema de contabilidad, debemos consignar siempre como pérdidas de crías ello por IDO sólo por este concepto. Otros años puede haber 00 otoño aceptable y oportuno, pero la primavera fué corta, y las hieroeckas tiernas, desamparadas por el pasto seco, sucumben a los primeros frias. Es decir, que por fas o nefas, raro es el año que 1110 se trae alguna contrariedad, que se refleja en el bolsillo del ganadero. Estos.ypor su parte, no hacen gran cosa por prevenirse de tales contingencias, y sólo -9.algunos, cuando ven el pleito mal parado y las ovejas d10 pueden con el rabo, en vian algún pienso, que, naturalmente, por llegar tarde y escaso, no surte los debidos efectos. Algunos ganaderos que andan bien de fondos cuando llega la primavera, como su finca adrnite todo lo que le echen, compran ganado flaco 0J1 las ferias y lo tienen tres o cuatro meses aprovechando la exuberante producción, y luego lo venden. Pero esto no es general, porque hace falta mucho dinero y mucho dinamismo. Lo corriente es conformarse con el estado de cosas tal y como Dios las' manda y reducir las preocupa. clones al mínimum, aunque el negocio siga :>u marcha soporífera. Pues vamos a ver en esta finca que en estos -rnomentos mariposea por ónuestraimaginación, cómo podemos legrar que nos aumente considcrablemente su producto pecuario. Como en realidad (ya lo hemos dicho) hasta que .pasa lo crudo del invierno no disponemos eficientemente más que de dos majadales, y corrio máximum constituyen una tercera parte de la finca, y luego nos falta otro tanto ganado para su aprovechamiento, el sistema a seguir consiste sencillamente en poner en cultivo una tercera parte de aquello, dejando en aprovechamiento a puro pasto las dos terceras partes. Pero como hemos de aumentar considerablemente la 'cantidad de ganado, as! ha de ocurrir con la extensión de los majadales, que podemos acaso duplicar. Vean, pues, cómo ese picotaso que damos a - 10- la finca -nu ha de modificar, como no sea mejorandola, su condición de prado natural. Antes de seguir adelante haremos constar que esto que nosotros proponemo-; no siempre podrá ser; pero sí podemos asegurar que en la mayor parte de los casos sí que sen! posible, 'Pues aun las fincas de Alcudia, que parece que 1110 se pueden roturar, tienen grandes porciones donde I~S más que posible sembrarlas y, por cierto, con mas mantener li2 VaCA'lS y toros durante seis metiene que contar nadie. Esta tercera parte de finca, metida 00 labor por un sistema de explotación a base de cultivar cereales y leguminosas con el complemento de ensilaje, será el plan a seguir para .realizar el programa que nos proponemos. Esta tercera parte vendrá en nuestro ejemplo integrada por 250 fanegas de tierra, que drvidiremos a su vez en tres ¡hojas: una de barbecho blanco o algodón, otra de avena con veza para ensilar, y otra de cereales. Claro que si la finca no 'permitiera tomar tan gra.n cantidad de tierra en roturación se acepta lo que Se pueda, a base de establecer la altennativa propuesta de tres hojas. Pero vamos a suponer que esto es posible, que lo será en la mayoría de los casos. ¿ Por que si 1110 esas enormes extensiones de terreno antes incultos y hoy en esquilrnaote y equivocada explotación cerealista? Tenemos para obtener forraje de avena veza 83 fanegas, en números redondos. De cada fanega de tierra deéstas obtenernos 10 metros cúbi- - II cos de silos, () sean 7.500 kilos de forraje ensilado (estas cifras serán variables según una mulo titudrle circunstancias que fácilmonte se alcanzan). En las RJ fanegas obtendremos 622.50<). kIlos <le ensilaje. Dispondremos de 31. 125 racior.es (le 20 kilos (que es lo que Ise debe dar a una cabeza mayor de vacuno, con la paja que quiera y ]0 que se coja en el campo). Reduciendo este número a 31.000 por las pérdidas naturales, podremon mantener 172 vacas y tOfOS durante seis meses, que pueden ser de octubre a marzo. A partir de esta época hay hierba en la finca para todos, y en el 'Verano dejaremos el pagano que la finca admita de agostadero, ). al resto se le busca acomodo, lo que es fácil. Y si no queremos ganado vacuno, podemos meter ovejas, calculando 10 de éstas por. cada vaca, si son merinas, y siete u ocho, si son grandes. En el primer caso serían I.720, y en el segundo, I.S76. Es decir, que hemos aumentado en vez y media la cantidad de ganado a producir, y, por tanto, se aumenta en proporción la cantidad de estiércol, con lo que el resto de la finca dejada inculta crece en potencia productiva, porque ya sabemos que en las dehesas es el estiércol quien Ihace el milagro de los grandes rendimientos. Por supuesto que igual BUcede en todas las tierras, cualquiera que sea el fi,n a que se destinen. Esto, acaso a espíritus Un poco asustadizos y propensos a la quietud les parezca una fantasia morisca, y a buen seguro tengo que por todo comentario me dedicarán una sonrisa de conmise- 12 - ración. Pero yo podría llevar a estos escépticos fincas, en esta misma provincia y en otras de España, donde se están practicando con éxito creciente estas locuras, y cuyos inteligentlsimos propietarios, hombres de vanguardia en el agro español, se están hinchando de ganar pesetas, produciendo doble cantidad de kilos por hectárea -que estos otros conmiserantes , que no se han dado cuenta del ritmo de la vida y están perdiendo muchos intereses y perjudicando a la economla -nacional, que lleva su parte en estos aumentos de riqueza. En ciertas regiones privilegiadas por su clima o por la feracidad de su suelo, o por ambas cosas, 'hay agricultores que hacen algo parecido a lo que nosotros proponemos, pero aun más sirnplificado 'y, por ende, más económico. Siguen la alternativa trienal siguiente: barbecho blanco, cereal, manchón. Con gran cantidad de estiércol, el empleo de abonos químicos resulta un man-ohón, con vegetación espontánea, tan exuberante que supera a todo cálculo. Nosotros lo hemos visto muchas veces en la provincia de Sevilla. Estos prados naturales o manchones no llevan gas'to alguno, pues todo se queda reducido a esperar que llueva, que aparezca la vegetación espontánea, y la Naturaleza hace 10 demás. Llegado el momento, se meten las máquinas guadañadoras, cortan la hierba en primavera, y el silo con ella. Por cierto que algunos propietarios (los señores de Miura, entre otros) henifican la hierba fina si el tiempo viene a propósito, y toda la basta, como ~I - J3- esos enormes cardos, los jaramagos, etc, , etcé tera, excepto las biznaga s. la llevan al silo, obteniendo con este sistema un aprovechamiento integral del manohón, pues sabido es que Jos animales, pastando riaturalrnente, no aceptan estas plantas, realizando una selección al revés, como dijo con frase feliz el ilustre ingeniero agrónomo español D. Eduardo Noriega. Una vez segada la hierba para el silo en la forma y momento que ya decirnos, como en esta época del año (mes de mayo) la temperatura esfavorable y las lluvias no faltan, viene pronto un rebrote tierno y abundante, que el ganado come con fruición. Si todas estas ventajas tiene el ensilaje tratándose de explotaciones en secano, ¿qué no ha de ocurrir en regadfo, donde en muy pequeñas extensiones de tierra podemos obtener cantidades fabulosas de forraje? Esta y no otra dehe ser la orientación a seguir en el aproveohamiento de los regadíos: producir forrajes para transformarlos, mediante la máquina animal, en productos de gran valor y fácil transporte, como son los animales, obteniendo de paso el estiércol necesario, que en las tierras de riego es elemento indispensable, de imposible sustitución integral por los abonos químicos, que sólo pueden tenér una acción complementaria, y cuyo máximo efecto se alcanza si 1:150 tierras son ricas en materia orgánica. De forma que al echar basura a 'las tierras, no sólo es para proporcionar alimento a las plantas, que ello se conseguirla a bien poco con -14- los abonos quimicos, es porque rengamos una atmósfer a en el seno de aquéllas de ácido carbónico, porque, según esto ocurra en mayor o menor intensidad, así los abonos químicos y los alimentos de todo g~'..nero minerales son mejor o peor aprovechados, 'Esto entre otras razones que no son del caso. De forma que hemos de procurar a toda costa ser unos acaparadores de estiércol, unos ansiosos, unos maniáticos, si se quiere, porque ahí está la verdadera tía Javiera. j Verán ustedes qué pocos conflictos se originan por una superproducción de carne! (siempre que esté barata). Si al ganadero le cuesta, por ejemplo, 25 pesetas producir una arroba de carne y con esas 25 pesetas lograra producir dos, ¿ se perjudicarla 00 algo vendiéndola a 15? ¿ No encontrarlamos todos ventajas en que las cosas sucedieran así P Hechas estas ligeras consideraciones sobre las ventajas del ensilaje, vamos a seguir con otros aspectos del problema. Un poco de historia.-Los primeros estudios sobre ensilaje SOIf1 debidos a Goffart, en Francia, en el año 1853. En Alemania, este asunto adquirió gran difusión gracias a los trabajos de Riohleu, en Stuttgart con 1861, volviendo a adquirir gran predicamento en Fraocia en 1884 por la feliz intervención de Lecouteux, entre otros. En. América, poco tiempo después, adquiere una generalizacién e importancia insospechada, y pUl'· de decirse que es alll donde se le presta el máximum de atención y viene a' resolver eficiente- - 15 mente un gran problema. ,Ello es debido no sólo a ciertas modificaciones establecidas en el método, sino también a condicioríes especiales que les favorecen y que no ooncurren en la vieja Europa. La abundancia ele dinero. el precio de la maquinaria ader-uada, la facilidad de adquirir gasolina en condiciones .ventajosf simas , erc., etcétera, coloca a los americanos en condiciones especialmente favorables sobre nosotros, y todo ello ha contribuido a que este método de conservación de forrajes adquiera aIll una importancia excepcional. Según mis noticias (que no estimo autorizadas, ni mucho menos), en España fué en los últimos años del siglo pasado cuando se hicieron los primeros estudios serios sobre el ensilaje en fincas del señor Conde de San Bernardo, por el notable Perito agrícola D. José Pér-ez de Gracia, que publicó una obra muy documentada en 1901, titulada Los forrajes 1,erdes y el ensilaje en Espaila. Los trabajos del Sr. Pérez de Gracia llamaron poderosamente la atención en España, pero muy especialmente en Andalucía, v el Ministerio de Fomento, años después, estableció un premio a la mejor obra sobre la materia, que fué otorgado a D. Francisco Caarnaño. La Granja de Zaragoza establ~ció una batería de silos para conservar residuos de remolacha, y realizó estudios de un gran valor práctico, que procuró divulgar. Un prócer andaluz utilizó este sistema de forrajes ; pero, sin duda, no se ciñó a las prescrip- -16- ('iones de la técnica y obtuvo un veneno, que dio al ganad0 mular, reventando '110 sé cuantas bestias. Este no quería oír hablar de ensilaje ni en broma. l.'nos agricultores tan inteligentes y progresivos como D. Fernando Flores (q, s. g. h.), el señor Sanchez Ibargüen y 'D. Anselmo R. de Rivas rompieron el hielo, construyendo en sus fincas hermosos silos americanos, con un resultado excelente. Recuerdo haber ido varias vecescon D. Anselmo a su hermosa finca «Alcornocalejo», donde tenía construida U'I1a batería de silos de sistema mixto, americano v de su invención, con lad6110 a la capuchina, - armado, y 14 metros entre la parte subterránea y la aérea. Ensilaba veza con avena, que recolectaba, transportaba y picaba con los útiles más adecuados y mociemos que puedan emplearse en América. Esos dispositivos tan ingeniosos para recoger la hierba segada, y la manera tan sencilla como original de descargar automáticamente las carretas cargadas de hierba apelmazada con un cable y un guinohonazo a los bueyes, es algo que se me quedó grabado para siempre en mi imaginación. Daba silos a sus ganados vacuno y lanar con resultados sorprendentes, y en más de una ocasión me 'hizo dotar cómo tenía sus bueyes de labor en el mes de enero: completamente pelechados, gordos y briílantes como focas. Y quiero recordar que, en dosis menos elevadas, también se les daba a los équidos. Cuando vieron los agricultores sevillanos lo que hacia D. Anselmo -,- J7 --- R ivas y los resul.tarlos ,que obtenía, lueron I~JT los que adoptaron el sistema, y cuando yo abandoné Sevilla, por el ario 19IH, quedaban más de 50 grandes silos. Por esta región ('(',ntral sólo conozco 10 que s"bre ensilaje está haciendo en « El Ohaparral» mi buen amigo el excelente agricultor y ganadero D. Diego del Campo, a quien cualquier día haremos una inter viú para 'que cuente a los lectores la ruina que es para un ganadero construir silos y llenarlos de 'hierba para dársela a sus ganados. As], con casos de fácil comprobación. es como se puede argumentar. En el Marruecos francés se le presta por Jos técnicos la atención que merece a este problema, procurando difundirlo entre los colonos. En un trabajo publicado por Roger Crepiñ en el [ournal d'.4 griculture Pratique, dice entre otras cosa s : (( El método de ensilaje, no obstante sus inconvenientes, ha permitido al colono marroquí darse cuenta del valor de este procedimiento, y le ha hecho reconocer que ciertas plantas despreciarlas en estarlo fresco por Jos animales eran, no sólo aceptadas por ellos, sino muy bien digeridas, después de la fermentación experimentarla en el silo.» Y ocupándose de los ensilajes efectuados en las g-ranjas exper im entales de Casa blanca y Fez, dice: ((Que el almacenamiento de estas reservas era de mayor interés para evitar las pérdidasde forrajes en el momento de la abundancia, y poder mantener el ganado en el mejor estarlo y en todo tiernpo.» -- 18 -- Clases de ensilaje .-Por todo lo que venimos dir iendo se deduce en lo que consiste el ensilaje: ronsr-rvación de forrajes en un recinto o 111Gil ("{'rratlo, absolutamente libre del contacto del aire. En una buena práctica del ensilaje Ihay nccesidad de picar estos forrajes con maquina especial, apisonando fuertemente para desalojar el aire. En la masa almacenada, y merced al desarro110 de ciertos fermentos que actúan sobre ella, se rverifican transformaciones profundas, que dan por resultado la obtención de un producto esencialmente distinto del primitivo. Se originan 00 la masa ensilada fermentaciones de tres clases: alcohólica, láctica y acética, )" una buthica,según dominen las levaduras, rnicodernas u oidium laetis. Las fermentaciones alcohólicas y acéticas son muy convenientes, y debemos favorecerlas, en tanto que la ferrnenración butíriea es fatal. Las primeras tienen lug-ar desde el momento que entra la masa en el silo, y es tanto mejor cuanto más elevada es la temperatura, [legando al óptimo entre 55 y 60°, ¡por 10 que el' conveniente ir llenando los silos poco a poco, cerciorándose con un termómetro de que aquélla se 'ha elevado, y tenemos la. seguridad de que en estas r-ondiciones no se desarroliarán Jos majos fermentos. La mejor de todas es la fermentación Iáctica, que nosotros podemos favorecer con siembra de levadura, que expende d comercio. Y si no queremos aceptar esa pequeña complicación, tratándose de ensilajes hechos .• • • lIlllil/!rf ~\. - J9 ,,~ ~_ ~ en primavera, tenernos en la 1~'.H'l.l\~lr~o q)ien a la mano y baratísimo: el s cedente de la obtención del qucso , que, diluido en diez veces Sil volumen de ag-ua, se riega con él el forraje ensilado. Pero esta" fermentaciones no deben pasar de ciertos límites, porque ello dará Jug-ar a una carbonización de la masa y. por ende, a su pérdida. Corno los fermentos que la originan son en su gran mayoría aerobios, es decir, que precisan del aire para desarrollarse y ejercer su -acción, es conveniente apisonar íbicn el forraje, con el fin de desalojar cuanto sea posible el aire y que SB las arreglen con el que permanezca en su interior. Con esto y con la capa de ácido carbónico que se orig-ina en la fermentación alcohólica, no hay renovación de aire, yesos obreros gratuitos, que son los fermentos, \lega un momento en que ya no pueden {vivir y cesan en su labor, que, de dejarlos a su antojo, el forraje sería para ellos, y no se t ra ta de eso precisamente. Si las fermentaciones tienen lugar a bajas temperaturas, los buenos fermentos trabajan mal, y, on cambio, los malos van a su gusto, y esto hay que evitarlo. De forma, que es muy conveniente disponer de un termómetro para saber por dónde nos andamos, y no hay que ser súpitos para Henar el silo hasta irnos convenciendo de que las masas precedentes están bien calientes. Tenernos dos clases de ensilaje: el dulce y el ácido; el primero se obtiene CI1 la forma dicha, osea dejando elevar la temperatura alrededor ele 50 grados, procediendo en el relleno piano, piani- - 20- to. El s,'gundo se hace llenando el si.o seguidamente, y de un !ir"JI1, con la-s pr.i-t ica s sencillas que d,-spu{~ diremos. En este último caso, las <1ist inta s fermentaciones indicadas se producen simultánc.unt-nu., y nos debe preocupar 'a butlrica. Pero mucho se cunsigue en Ia vor nuestro si los hrrajes entran perfect ament c oreados, con Un grado de hurn.-dad media de 75 por 100. Con esto, un buen apisonado siembra (si es posible) de fermentos lácticos, podremos obtener un buen silo ácido que lo coma divinamente el ganado. El silo dulce Iha de tener un marcado olor a miel, muy apetecido 'por el ganado desde el primer momento, que lo busca con avidez. El segundo ,tiene un sabor más o menos ácido, y muchas veces los animales lo rechazan al principio, aun cuando luego se 10 comen. Pérdidas debidas al cnsilaje.-Ya hemos cantado, con música de Bizet, las ventajas del ensilaje; pero no seriamos i mparciales ni justos si viéramos sólo el anverso de la medalla. También tiene su reverso, que hemos de poner bien de relieve. Hay una pérdida notable entre el peso del farraje antes de ser ensilado y el que tiene en el momento de ser utilizado, que puede ser de tres a seis meses más tarde. Ateniéndonos a los estudios hechos en la Escuela de Agricultura de Berthouval (Paso de Calais) sobre la hase del maíz forrajero, resulta: almacenado en silos de tierra con 17,8 de materia seca, había perdido al salir del silo un 39,50 por roo de su peso bruto y un 45,60 por roo de su - 21- materia seca. En silos de mampostería bic,n construídos, las pérdidas fueron de 18 v r :;.3, respe,:rivamen te. En ot ra s exp(T:en('iash("~.:\¡as con pulpa ensilada se ha dcmost rnrlo que añadiendo fermento lact ico, esta pérdida disminuye en un 25 por ¡(X), y el producto adquiere siempre un sabor agradabilísimo, Otros ensayos .hechos por los Sres. Martfn (padre e hijo) en sus explotaciones de Bougtheroulde (Eure}, divulgadas por Ch. Brioux, hechas con maíz, elevan la pérdida de materia seca a un 20,8 por roo, aun tratándose de silos metálicos verticales, que la estima exagerada, por haber segado el maíz poco maduro. 'Pero no es esto lo más grave, porque al fin es una cuestión de cantidad, y cuando sobra esto, no puede tener una importancia decisiva. Lo peor es que, por consecuencia de esas fermentaciones a que antes ¡hicimos mérito, la composición de estos forrajes se altera esencialmente, perdiendo mucho {le su valor alimenticio a igualdad de peso. Así, en la fermentación alcohólica, los azúcares desaparecen totalmente, por servir de primer alimento a las levaduras y las bacterias, que los transforman en alcohol, ácido carbónico y ácidos volátiles.• Las materias nitrogenadas experimentan una modificación profunda, pues los albuminoides son parcialmente transformados en amidas (principalmente csparragina y urea), en tales proporciones, que éstas se hallan triplicadas en el forraje ensilado. Pero estas amidas no concurren a la formación - 22- de carne ,ni a la de leche ; de forma qU(~ si un anima! cualquiera lo tenemos gordo )' satisfecho con 20 kilos de forraje verde, se nos vendrá at r.is si lo sustituimos por igual cantidad de esle f'Jrrajc ensilado. La celulosa aumenta algo ('11 el producto ensilado, porque es poco atacada por las bacterias, y se nota poca variación en las materias grasas )' en las hidrocarbonadas [distintas, de los azúcares). Esta es, en verdad, la mayor pega del ensilaje. Pero ¿ ello es bastante para arrinconar el sistema? i De ninguna manera! Esos inconvenientes son grano de anís comparados con las ventajas. Si con los 20 Ó 25 kilos los animales se nos vienen atrás, por esa gracia de las materias más preciadas, o sea las albuminoides, todo será completar la ración de silo con un producto barato que le sirva de complemento ;¡ la misma. Y ya estamos listos: sencillamente con paja y cereales a discreción se ponen redondos y brillantes. En cambio, se admite que los forrajes ensilados t iener; un coeficiente de digestibilidad más elevado que en estado fresco. Prácticas del ensilaje.-Lo primero que nos h.; de preocupar cuando vayamos a proceder al ensilaje de forraje es el momento en 'que se han de segar, para que 'vayan en las mejores condiciones. Ello es de la mayor importancia, y nos permitimos [lamar la atención de los agricultores sobre extremo tan importante, Cuando se trata de hierbas de pradera, la siega se hace según - 23- costumbn:. como si se fuera a 'heni,ficar. La alfalfa y tréboles. al principio de la floración. Las mezclas de veza y avena, cuando el grano de la veza est~ bien formado en las vainas inferiores, y si se trata del maíz, cuando los granos empiezan a tomar el aspecto nacarado; ni antes ni de'iput':s, porque entonces tiene de 70 a 72 por 10'J de agua, que es e' punto más conveniente. No e,; buena práctica segar los forrajes e' inmediatamente llevarlos al silo; por el contrario, conviene dejarlos orear sobre el campo, cuando menos de un día para otro. Si por cualquier circunstancia se nos hubiera pasado el momento de ensilar y ya el forraje estuviera demasiado seco, es de aconsejar que al meterlo en el silo se rocíe con agua. Tenemos ya segado y en disposición de cargar el forraje en las carretas para el transporte al pie del silo donde está el picaforrajes. Si se trata de grandes extensiones de tierra sembrada de avena veza, o cualquier otro forraje, la operación de cargar los wehlculos a fuerza de bielgos resulta algo penosa y se van muchos jornales: Es de recomendar un dispositivo -especial, que se emplea mucho en América y del que ya hice mención por haberlo visto en la finca de D. Anselmo Rivas. Es algo parecido a esas lonas transportadoras de los !haces de mies en las segadoras. puestos en llJI10S listones en los que van uno s ganchos. Estos bastidores se colocan de manen adecuada en los vehículos, y por especial tramoya de movimientos, van e-nganchando la hierba - )" dej¡;ndola caer la va I'olocando. quinarin ¡Igríeo'a dispo-itivo, que, 24- en la carreta, donde un hombre En cualquier buena casa de mapueden dar informes sobre este repito, es de uso frecuente el) Améru». Ya t on emos la carreta cargada 1.'11 un santiarm-n : dos guínchonazos a los bueves, y vamos camino de la batería de silos. Llegamos, y hay <¡uc descargar. Como la hierba (s()bre todo si es forraje tierno] viene apelmazada, el vaciar los vehículos a golpe de bielgo es también lento y <:0s toso. Hay que proceder de otra manera, que también vi en «Alcornalejo». Se engancha el ex- Fig. ¡,A tremo de un cable fuerte (pedazos de cable que se compran para estos menesteres muy baratos) en el travesaño posterior de la carreta; en el otro extremo [leva una argolla. La posición del cable es la indicada en la :fi'gura 1.-. EI!1 el suelo donde se ha de vaciar se clava un hierro, de, tal for- -- 25 m.r, c¡ ue quede bien afianzado, y se engancha a él e] extremo del cable. Una llamada a los bueyes ('011 sus pinbhazo» en las paletilla-s, un tirón enorme ele estos simpáticos rumiantes, y la gran masa ele hierza que se desprende por la trasera -del carro en la forma que indica la figura 2. a. Así, Fig. 2. a en un momento, queda torio el forraje al pie de la picadora, en tanto que con Jos bielgos se hubiera tardado mucho tiempo, con el gasto de jornales consiguiente. Después se pone en el picaforraje, que ha de reducirlo a pequeños trozos. Si este aparato tiene elevador, como debeser tratándose de silos cilíndricos, tipo americano, altos, la misma maquinaria va dejando caer en el interior de aquéllos el forraje picado. Un ihombre o dos, en su interior, se encargan de ir lo distribuyendo por igual,api. sonando fuertemente, sobre todo en la zona de las paredes, y es .práctica muy recomendable es-polvorear de vez en cuando, con sal, en la pro- -26- porción aproximada de un 5 por 1.000. Estos obreros van cerrando por el interior las puertas a medida que el forraje llega a ellas. Dijimos anteriormente que es conveniente ir llenando los silos en veces para que se inicie en la masa una fuerte fermentación y consiguiente elevación de temperatura, 10 que 'se comprueba con un termómetro. Asl lograremos un silo dulce. Esto se consigue llenando 1,50 de silo al dla, y si el forraje va en condiciones y la temperatura ambiente es algo elevada, 00 la tarea del siguiente día estaremos 00 condiciones de continuar. Pero esto no es cuestión de reglas, puesto que con uerlo basta. Como no' es un silo, sino dos o tres los que se tienen juntos, con este cuidado y las indicaciones termométricas vamos de un silo a otro alternativamente, y de esta forma el relleno se hace a la medida de nuestra conveniencia. y aun en el caso de que no dispongamos más que de un silo, todo consiste en suspender y empezar la operación cuantas veces tengamos a bien; e~ preferibls- tardar un poco más, pero que la operación resulte perfecta. Si no Se trata de silos en alto, sino en bajo, del tipo que luego veremos, la maquinaria se simplifica notablemente, pues incluso puede quedar reducida a un cortaforraje movido a brazo. Pero si tenemos varios de estos silos en batería, • conviene disponer de un malacate por caballeda, para accionar el cortaforraje. Entonces, éstos, que van cayendo sobre el suelo, habrá que llevarlos al silo con seras o espuertas grandes, ~ La operación en este caso se complica un pOCO' por la mano de obra; pero como podemos utilizar jornales baratos de mujer o zagal, no es cosa mayor. Esto lo sabemos prácticamente porque hemos ensilado muchos años. Insistimos mucho en la conveniencia de un buen apisonado, con el fin de desalojar lo mejor posible el aire. Si los silos no tienen un sistema adecuado de drenaje (que no lo suelen tener), conviene (yo al' menos así lo hacía), en la cazoleta del fondo, echar paja que sirva de empapante a los líquidos que escurren; paja que después se tira, porque no vale ni huele bien. Cuando se trata de silos en alto, la misma masa, con su peso ¡hace presión, y nada se hace una vez lleno, si no es cerrar bien todas las puertas, cogiéndola exteriormente con yeso, para que no haya resquicio por donde pueda entrar el aire. Al abrirlo, suelen estar averiados los primeros ocho o diez centímetros, o acaso menos j se quitan, y en paz. En los silos pequeños habrá que proceder de otra manera. Cuando damos por terminado el' relleno (hay que rellenar lo menos dos veces antes de terminar la operación, po'/' lo que baja el forraje cuando se calienta], yo ponía paja por encima para cubrir bien; luego, unas tablas que previamente había mandado preparar de tal forma, que al unirlas quedara la circunferencia del, silo perfectamente ajustada en todo su interior. Y. encima de estas tablas colocaba saquitos de- 28 - arena o pesos fuertes de cualquier clase, para determinar una presión, cuanto más elevada mucho mejor. Así quedaban hasta que, llegada la época oportuna, se iban abriendo para que los forrajes ensilados fueran consumidos por el ganado de la explotación. DIFERENTES TIPOS DE SILOS Silos el! tierra.-El más sencillo de todos es el llamado silo en tierra. Consiste en una excavacén hecha en el terreno, que puede adoptar formas distintas, pero que ordinariamente es de secció n trapezoidal (fig. 5.&)' Hay que procurar, al hacer este género de silos, -que el terreno sea Fig. :,¡.·.-Silo en tierra. -duro y poco permeable, y, desde luego, muy saneado. Pero de todas formas, y por muy favorables que sean las 'Condiciones concurrentes, este tipo de silo no es de recomendar, porque las pérdidas de forraje alcanzan proporciones elevadlsimas, y la conserva-ción del producto en condiciones de aprovechamiento, muy aleatoria. Hacemos mención de él por su valor histórico, pero sin recomendarlo. -29- Silos interiores de material.-Este es el modelo que, en nuestra opinión, debe ser aceptado en las modestas explotaciones, y aun en 1~ls grandes. En la provincia de Sevilla procuramos divu1g-arlos o!>lt.nienr!o un éxito franco, pues en poco tiempo se generalizaron bastante. Su const rucción no puede ser más sencilla (lig. 4.&): se. hace una excavación circular, como para llJI1 pozo, en lugar no ¡~ja­ no al de emplazamiento de cuadras y establos, con una profundidad 'Variable, que vendrá impuesta por la presencia de la capa perrneaFi.g. +"'-Silo interior de mateeiaí. 'ble acuífera, Al llegar a ella hemos de suspender los trabajos de excavación, dándolos por terminados. A ser posible, debemos dar una profundidad de cinco a seis metros. El fondo del pozo 'se refuerza con una gruesa capa de hormigón y chinarros de unos 15 centímetros (esto la naturaleza del terreno ha de decirlo), y después se enluce con mezcla de cemento y arena en la propprci~n de uno a tres. Se la- - .l0- bra la caña con un tabique de ladrillos, que se cogen con esta mezcla, procurando dejar entre -ella y la superficie del terreno UIIl amillo de 20 cm., que se va llenando y apisonando con una mezcla de cemento y arena gruesa de uno a cinco, El pretil se hace de ladrillo. Interiormente se enluce con mezcla fina de cemento y arena lavada de do 00 la proporción de u n o a tres. El diámetro interior de este silo será de tres metros. Todos los detalles <le construcción, que son sendl1fsimos. pueden apreciarse m u y ¡}<ig. 5."-Sección -íe 1U'I1 silo t>ien en la figuinterior de material. ra 5.·' Ventajas de este sistema.-Desde luego, su sencillez y economla, que saltan a la vista. No precisa maquinaria complicada para elevar ni - 31 cortar los forrajes, pues con un cortaforrajes, que incluso se puede mover a mano, podemos realizar la faena de picado y relleno. Los silos grandes, parte subterránea, parte aéreos, del tipo americano, e xigen esa maquinaria, algo costosa. Pero todos los silos, u n a vez abiertos, hay que irlos consumiendo lo más rápidamente posihle,sobre todo en otoño, 00 que las temperaturas son aún elevadas y nos obligan a sacar un mínimum de 12 centímetros de silo. Si tenemos Fi.g. 6.a-Es"I'uema de una batt-r [a ~ "i,los interiores. muchos animales, no importa, porque lo consumen ; pero si hay pocos, puede ser una dificultad. Estos silos pequeños se consumen antes, y si 00 tenemos bastante con uno, se hacen varios en batería, en disposición análoga a la señalada en el esquema de la fig. 6. a. Se ahre un~ y :se va gasta,ndo ; cuando se acabe se empieza otro, que mientras sigue cerrado nada hay que temer, y así sucesivamente. Los abrimos cuando nos convenga. - 32 - El mejor sistema de instalación de estos silos para una explotación de importancia es el que aparece en el referido esquema de la figura 6.", donde van en número de tres, pero que lo mismo pueden colocnrs., mas. Unos se llenan de avena veza, otros de alfalfa, otros de maíz, y así vamos acoplando el ensilaje al momento en que dispongamos <1<'1 forraje, que puede ser en primavera o en fin de verano. Con malacate accionamos el cortaforraje, y. éste va dejando el producto al pie del silo, y con escasísimo trabajo se va echando por encima de los pretiles a los pozos, donde se apisona en la forma que ya hemos dicho. Desde luego, siempre es buena práctica poner de paja 10 que es el bombeo del suelo, y ]0 mismo la parte superior. Cálculo de estos silos.·-Ha de basarse en la cantidad de alimentos que necesitamos, y que será función de animales que hayamos de mantener y del tiempo que supongamos que iha de durar este género de alimentación. Supongamos que tenemos que alimentar con sito 50 vacas o el número equivalente de ovejas, estableciendo la relación de vacas a ovejas corriente en cada región, y que esta alimentación ha <le durar ciento cincuenta días, con el complemento de pajas o de lo que sea. Aceptemos para cada vaca 20 K.g. diarios de silo. Precisa.mos 7.5/JO raciones de 20 Kg., o sean 150.000 kilos, .equivalentes a 187,5 metros cúbicos. Supo- 33 - niendo silo de avena veza, bien apisonado, el metro cúbico pesa 800 Kg. Un silo de tres metros de diámetro o 1,:) de radio y cinco de altura efectiva de materia ensilada cabe, en números redondos, 35 metros cúbioos ; de forma que el cálculo nos arroja 5.3 a .on srruir de esas dimensiones. Como no es fá,·i¡ hacer pedazos de silo, nos contentaremos C'lO cinco, quedándonos un poco cortos, o ampliando'os a seis, para que nos sobre. Silos ·exteriores. ..,.-A veces no es posible estilizar el anterior sistema de silos, porque la capa permeable está muy somera y no hay forma de hacer un hoyo que valga la pena, o queremos abordar el problema a lo grande porque disponemos de medios para (1110. Hemos de acudir a los 'silos exteriores, de construcción sencillísima, que pueden realizar los albañiles de todos los pueblos con ,que ihaya lJJI1 maestro un poco inteligente. Pueden ser de piedra, como se hacen los muros de las casas, con sus cimientos corrientes. En la '\fancha se podrían construir un sinñn de ellos en toda' la zona vitícola con esas lanchas que se sacan al hacer los hoyos para las viñas. Se les dará una anchura de 60 cm.; pero será preciso reforzar esta construcción con grandes cinchos de hierro, para resistir las grandes presiones interiores, que habría que poner cada metro. . Como este género de construcción es 'tan corriente y sencillo, no insistimos en él: porque - -14- aiada hay que decir que 100 sepa el último peón (le albañil. Vamos a ocuparnos con algún detenimiento de la construcción de un silo moderno de ladrillo aro rnado, procurando dar todos los detalles para que, a la vista de nuestras explicaciones, pueda cual. quier maestro de obras de los pueblos construirlos, sí Uega el caso. Ilustremos estas sencillas explicaciones con unos dibujos que me ha hecho el gran artista señor Mozo, que tan bien sabe interpretar mis garrapatos en lápiz. . Desde luego, el silo será en forma de torre circular. Como en toda edificación, de lo primero que tenemos que preocuparnos es de los cirnientos. La sección de estos cimientos puede verse en la figura 7··, .... _ ...... ~ .••~...I!!!!IIlPIl",. que por ir acotar ~ , da nos ahorra to'/ da explicación. '/ 1 Esta zanja se :: rellena y apisona con una mezcla de una parte de . . . . . . . • • • '0 ' cemento, tres de ... .. arena y seis de Fig. '7.a-Vadado de cimientos piedramacbaca. para un eLto. da, con el agua correspondiente. En seguida viene la colocación de ladrillos y hierros que han de constituir el en· rejado. Sobre estos cimientos se colocan las primeras filas de ladrillo de panderete, precisamente en la forma que puede verse en la figura 9'·' em- . ~ . .i5 plean do como mortero cemento y arena en la proporción de uno a tres. Simuitáncamente con los ladrillos se va poniendo el varillaje en la forma que indica la figura 8.&. Las varillas verticales son de 10 mm. ; se colocan a l.1JI1a distancia unas de otras de 50 centímetros. En las generatrices del cilindro, que pasan por uno y otro lado de las puntas, estas varidlas van dobles. Como las varjllas no tienen la longitud del silo, quiere decirse que habrá que ... ~~ poner otras, empa 1Fig. 8.a-Di9posicián del en- rnadas a las anteriocasillado en el s¡'¡'o. res, lo que se hace con un alambre, según se ve en la figura 10. Se van poniendo por dentro los ladrilIlos en la. forma dicha y procurando que se conserve rigurosamente' la forma cilíndrica, para lo cual, y antes de nada, se busca el circulo de forma que se le va haciendo girar. en centro de la circunferencia en la base y se lija una varjlla vertical too larga como alto sea el silo,. y se arriostra con costaneras, o como se le ocurra al albañil, para que 110 sufra el menor movimiento. Y con otra varilla, que puede resbalar sobre la primera y deslizarse a Jo FiIg. 9.---Colocad(m de Ias prirnera., fiJas de ladriílos Cll un silo vertical externo, largo de ella, se fija el radio del círculo de forma que se le va .haciendo girar en cada plano, con el fin de que nos indique la posición de los ladrjllos, Esto lo sabenhacer muy bien todos los albañiles. Este sistema de ladrillos en panderete y cabillas de hierro se abrazan con unos alambres grul'sos de cinco milímetros, procediendo en la forma siguiente: antes de nada se corta el alambre en un poco más de la longitud que pida el cilindro y se hacen en cada uno tres lazos o vueltas como aparecen en la figura 8. -, Y mejor en la figura 1 I. Se nevan sobre la cara exterior del silo, abrazándolo. Con los extremos se hace un ~"'" nudo y queda meFig. lo.-Bmpa-ltffic de dos dio sujeto, pero varjllas verticaécs. no apretado, sobre los hierros verticales. Para esto, tres hombres , - 37- a la vez (uno por lazo) introducen un hierro en el anjllo a de la figura 11 Y giran de izquierda a derecha, hasta que logran en pocos minutos templar por completo el circulo. A esta operación llaman dar garrote. F:¡g. 1 l.-Forma de lazo en los En el primer alambres que forman los cinchos. metro interior del silo, estos e i n co se colocan a siete u ocho centímetros, y ;0 mismo en el último. En los demás, a 10 cm. Cada silo lleva tres puertas: sobre el cilindro y una en la 'bóveda; estas puertas son de 0,50 por 0,5 0 en cuadro. Por la parte interior, y a los hierros dobles que pasan por esos puntos (véase figura 8. a, a b e d),se atan con alambre unos hierros doblados A en la forma que indica la figura 12, A B. Cuaodo se pretende cerrar estas portezuelas, se meten unas tablas gruesas, como puede verse en esta figura. F,;g. 12 . ......jFOl1ma de cerrar ias Una vez colopuertas por la parte interior del silo. carlos los hierros y ladrillos de canto, se enfosca interior y exteriormente el ci- = JS - Fig. IJ.-Detalle de la cons. twcción de 1:a bóveda. lindro con cemento y arena; luego se enluce pulcramente. Para oonstruir el cerrarnento o bóveda (que preferimos a las armaduras corrientes para obtener un aislamiento absoluto del medio exterior) procederemos de la manera siguiente: A unos 75 u 80 centimetros, a partir de la parte superior del cilindro ya construido, o sea en la dirección indicada por la ñeoha en la figura 13. se forma una repisa con cemento y arena en forma de círculo, como puede verse en A de la figura 13. Sobre esta repisa, que só!o tendrá las di- - 39- mensiones precisas para sostener un ladrillo de canto (véase B, de la figura 13), que se coloca sobre ella en toda la circunferencia, vendrá a ser como un anillo interior. Sobre este aro de ladrillos, puestos en pie, se colocan uno, y Juego otro, a lo ancho o acostados, pero siempre de canto, C1I1 la disposición que puede verse en e y D de la figura 13. Sobre ellos se van colocando ladrillos (lE F G) como indica la figura y cogiéndolos con mezcla de uno a cinco, dando las vueltas cada vez más cortas hasta cerrar. Estos ladrillos para la bóveda suelen tener esa sección trapezoidal que muestra el dibujo, pero no es esencial. Lo . mismo al trasdós de I~ bóveda (h) como al intradós (que no se dibuja), toman una mezcla en esa proporción de uno a cinco. Este silo puede tener cuatro metros de diámetro interior, por el doble de alto, hasta el arranque de la bóveda, que será la parte útil del mismo. Si en la finca que se vaya a construir uno de estos silos disponen de arena, la construcción resulta sumamente económica j . pero, aun en el caso de que esto no ocurra, tampoco es para asustarse del coste. . Vamos a ver lo que esto seria en pesetas y fijándonos en este silo que hemos descrito, que se lleva lo siguiente: . 4.000 ladrsllos, a seis pesetas el 100, 240; I JO sacos <le cemento, a seis pesetas uno, 660; 380 kilogramos de hierro, a 52 pesetas los 100 kilogramos, 197,60; 17 m. de arena, a 15 pesetas uno, 255. Total materiales, 1.352,60 pesetas. Mano de obra; dos albañiles (treinta y cinco días), a seis pesetas cada uno, 420 pesetas; <los peones (treinta y cinco días), a cuatro pesetas cada 000, 280. Total mano de obra, 700 pesetas. Asciende el total general de gastos a 2.°52,60 pesetas, y si se dispusiera de arena en la finca, serían J. 797,60 pesetas. Con las dimensiones aceptadas de cuatro metros de diámetro interior por ocho de altura hasta el arranque de la bóveda tendremos una cubicación, en números redondos, de 100 rn" de silo útil, resultando el precio del metro cúbico entre 18 y 20 pesetas, según tengamos o no arena disponible. Como estas construcciones son prácticamente eternas, apenas con bien poca C()~ sa hemos de gravar el coste del metro cúbico de forraje ensilado por concepto de envase: escasamente unos centimillos. En el caso frecuente de que el terreno permita hacer una excavación 00 seco de varios meotros dentro de este modelo de silos, debemos aprovechar tal circunstancia y construir un tipo mixoto, subterráneo y aéreo, asociando los dos sisternas que hemos descrito. As! puede tener el si. 10 cuatro metros en tierra y ocho en alto, -con un diámetro interior de cuatro metros y una cabida, CtI1 números redondos, de IS0 m", variando iIlluy poco el precio de coste por metro cúbico. \ -. ~I .- APLICACIONES En los Estados Unidos de América es donde en la actualidad alcanza mayor importancia la práctica del ensilaje, pues cuenta con unos 400.000 kilogramos para forraje en una capacidad total de 31 millones de toneladas. En Europa no tiene esos vuelos. pero adquiere cada día mayor importancia en ciertas nació-nes, como Alemania e Italia; esta última. con un tipo especial de silos que varia en sus fuodamentos del que nosotros venirnos tratando. De España no tenemos datos ciertos; pero es en Andalucía donde están más difundidos. En general, la aplicación de estos forrajes ensilados están en la alimentación de ganados de rumia, y muy especialmente del vacuno, sea para el engorde o para la producción de leche. Don Pedro Sá.nchez Ibargüen, de Morón, es acaso el agricultor que desde más antiguo se viene ocupando de estos asuntos, y de los resultados obtenidos puede dar una idea el hecho de haber empezado con un silo y tener ya varios, con idea de irlos aumentando. Tenernos a la vista una relación numerosa de señores agricultores andaluces que disponen de silos, y contestaciones de los resultados obtenidos, que son concordantes. Se lo clan al ganado vacuno detralbajo y de carne, con excelentes resultados, .en cantidades de 20 a 2 I kilogramos, y la cantidad de paja de cereales que quieren to- -.p - mar. Unos emplean paja de trig-o y otros de avena, pero sin darles otra cosa. Una aplicación interesantlsima del ensilaje es la alimentación de las vacas lecheras, sobre cuyo asunto vamos a insistir un poco. Se ha dicho que las vacas que consumen silo transmiten a la leche cierto sabor que resulta poco agradable, y esto ha impresionado mucho a las gentes. Yo puedo asegurar, por haber suministrado durante varios años en Sevilla malz ensilado a ·100 vacas lecheras, que jamás noté nada anormal en la leche. Claro que con el maíz' iban las cantidades de alimentos complementarios (afrecho, pJ; ~ Y granos de leguminosas molidos} para componer raciones integrales, según eran las vacas y sus producciones. En realidad, yo no consideraba el malz ensilado nada más que como elemento forraje que formaba parte de la ración, y. que por no disponer de verde en ciertas épocas del afio, se le daba en conserva. Pero el caso concreto del gusto a la leche se hubiera notado de ser un ,fenómeno fatal, y yo no lo percibl nunca. Claro que me preocupaba de obtener silo dúlce, y tiraba las partes superior e interior del forraje apenas me parecía que su olor no era el que le correspondía. Y era poco lo que se desperdiciaba, porque los silos estaban muy bien hechos y la operación se procuraba asimismo realizarla bien. . Esto es lo que yo puedo decir como resultado de mÍ'S experiencias personales. El profesor Wilbur Fraser, de la 'Universi<1ad - 43- de Illinois, hizo una experiencia alimentando unas vacas con ensilaje y otras sin él, dando la leche a prdbar a diferentes personas, procediendo 1'0 la forma siguiente: Las vacas fueron divididas en dos lotes: a uno se le daban 18 kilogramos de maíz por cabeza y día, con un poco de grano y pasto seco, y al segundo, pasto seco y granos. Se daba a probar la leche y formulálbanse las siguientes preguotas : ¿¡Existe alguna diferencia entre las dos rnuestras P ¿ Hay a'ljgo 'desagradable entre una y otra? ¿Cuál prefiere usted? Se hicieron 372 pruebas, y el resultado fué el siguiente: 223, sea el 29 por 100, dieron preferencia a la leche de ensilaje. 109, sea el 29 por 100, dieron preferencia a la leche sin ensilar. 40, Ó sea el 1 I por 100, se mostraron indiferentes. . Emilio ¡P. Paulsen; en su trabajo y titulo "El ensilaje aplicado a la industria lechera», que publica la revista de Buenos Aires La Industria Lechera, recoge las opiniones que sobre el particular emiten verdaderas autoridades en la mareria 00 la siguiente forma: . Según Jenkins,el forraje ensilado produce leche más rica en crema que no con el heno, y la manteca toma un tinte amarillento más manifiesto. Peers y Bauwens dicen que el ensiladoJo han preferido siempre las wacas lecheras a otro ali.. ° ° - 44- mento, y que al series suspendida la ración de ensilaje, la producción de leche disminuía. Según iMayer, el forraje ensilado 110 cornun ica ningún sabor extraño a la leche: tampoco disminuye su cantidad, y la canj idad de grasa queda invariable, no sufriendo la leche tampoco variación alguna en su porcentaje de sustancia seca. Woods, en experiencias efectuadas en Merton Hall, comprobó que, a medida que se iba aumentando gradualmente la cantidad de ensilaje en las vacas lecheras. la cantidad de leche producida aumentaba también. Insiger, según experiencias realizadas, afirma que la producción disminuye menos sensiblcrnente, 00 el curso de la lactación, en las vacas que SOn alimentadas con ensilaje, y que ni la leche ni la manteca adquieren sabor desagradable. Cornevin, basándose en experiencias efectuadas en la Escuela Veterinaria de Lyon, afirma que la cantidad de sustancia grasa aumenta, n la leche de las vacas alimentadas con ensilaje. En Argentina, sigue diciendo Paulsen, se han realizado pocas experiencias en este sentido; pero cita una Ilevada a cabo por la Compañia Importadora Argentina en la "Granja james», Se estabularon 10 vacas el 12 de agosto .hasta el 3 de septiembre siguiente. El 12 de agosto las vacas dieron un término medio de 4,5 litros por cabeza, con una dosis de ensilaje de maíz de 14 kilogramos y 15 de grano de cereales. El 3 de septiembre las vacas dieron un término medio de 23,3 litros por cabeza, con una ración diaria - 45- de 22 kilogramos de ensilaje y de maíz y dos kilogramos de grano de cereales por cabeza. En la obra de José Maria Scasso titulada Ensilaje, se ocupa extensamente de la alimentación de vacas lecheras con productos ensilados, especial,mente el maíz, y recomienda (as siguientes raciones. Para vacas de 400 kilogramos de peso vivo, que rinden 10 litros diarios de leche, con riqueza en grasa de 3 por 100: a) Ensilaje de maíz, 15 kilogramos; heno de alfalfa, 10 ídem. b) Ensilaje, 20 kilogramos; alfalfa verde, 12 ídern : grano de avena, dos ídem. c) Ensilaje, 20 kilogramos; grano de avena, dos ídem; avena y maíz grano, 2,5 ídem. Para vacas de 600 kilogramos de peso vivo y producción de 20 litros diarios, con riqueza grasa de 3,5 por 100: a) Ensilaje.. 20 kilogramos; heno de alfalfa, 1'2 kilogramos. b) Ensilaje, 20 kilogramos; heno de alfalfa, 4,5 ídem; avena y cebada grano, 4,5 ídem. Esta última fórmula ha sido empleada con gran éxito por nosotros en Sevilla en la explotación de vacas lecheras a que antes nos hemos referido. Tratándose de ganado vacuno para trabajo o para carne, la regla es darles 20 ó 25 kilogramos con la paja de trigo que quieran tomar mezclada. Las ovejas comen exactamente igual el silo que las vacas, y para el cálculo 'se tiene en cuenta la relación de vaca a oveja, que en términos gene- - 46 - rales se admite que sean ocho ovejas por vaca, aun cuando esto es variable, seg-ún 'sean las ovejas y las vacas. Pero, en todo caso, se llegan a fijar las cifras mediante tanteos, que han de hacerse cuando los animales estén metidos en esta alimentación, pues ocurre casi siempre que los primeros días hay muchos animales que lo rechazan y están con la cabeza alta hasta que los rinde el hambre. Después, cuando se arrancan a comer, se lo sorben, y hay que templar un poco al principio, quedándose más bien cortos hasta entrar 00 un régimen normal. í Tratándose de ganado lanar, es mejor emplear como complemento del silo paja de legumbres. Claro que si en cualquiera de estos casos añadimos una cantidad, aun cuando sea pequeña, por cabeza, de cebada molida o de granos de leguminosas, como habas o chicharos {con muy poco basta), entonces vamos rápidamente al cebo de los animales. TIPOS DE SILOS Habíamos dado por concluido nuestro modesto trabajo sobre en·silaje. Só'o pretendíamos llamar la atención de los agricultores y ganaderos acerca de' este importantísimo asunto y animarlos a que intentaran algo en este sentido para conservar sus forrajes en época de superabundancia y tenerlos disponibles en las de escasez. Claro que el tema se presta aescribir un libro, pero 00 era - 47- i~ 'ali~<t(,s nuestro ánimo, ni nos consideramos para tamaña empresa. ~'. r:,""":-' "Doctores tiene la Iglesia,',.»' 1" Pero algunas cartas de personas p~a~ ~I' egti... madlsirnas que he recibido me obligan« aílllr.\e "'. ' _.,,,,r ~ ' otro go l pecito a l asunto. El Excmo. Sr. iD. ,Anselmo M. de Rivas, mi gran amigo, y en mi opinión, modesta, el agricultor más inteligente y progresivo de cuantos he conocido, aun cuando ya retirado de 'Su contacto con el agro, me escribe doctlsima carta en relación con mi trabajo sobre ensilaje, m el que repetidas veces me he ocupado de él, como propulsor en Andalucla de este método de conservación de forrajes, y me envía sus impresiones personales deducidas de muchos años de práctica, que le autorizan a considerar el ensilaje romo el medio más poderoso que todo agricultor tiene para duplicar el nümero de kilos de peso vivo por hectárea en una explotación agropecuaria. Nos envía algunas fotos, que van en este número, con el modelo de silos por él construidos y práctica del relleno, con otra en la que aparece unida a la carreta el aparato a que hacíamos mérito en nuestro primer articulo para recoger automáticamente del suelo el forraje segado a máquina; que ha de ir al picaforrajes y al silo. Haclamos mención en nuestro trabajo a estos silos del señor Rivas, con ladrjllo a la capuchina, pero no nos deteníamos a describirlos. Hoy, con las fotos, vamos a ocupamos de ellos COlO más detalles, por si alguien quisiera construirlos. Son mixtos, es decir, en parte subterráneos y en parte aéreos, en proporciones variables. que para la por~'ión subterránea habremos de atenemos a i.l profundidad d e i firme del terreno. Estos que describimos' tienen cín co metros bajo tierra y diez sobre ella, con un diámetro de otros cinco metros. La parte subterránea es sencillamente una caña con un Fig. 14.-Planta de silo mixto con dadrillo a la capuchina. ladrillo de asta, que sube sobre el terreno hasta 50 cm. A partir de esta altura, la construcción es la que viene representada en la figura 14. Se labran siete columnas (A) 00 la forma que representa la figura 15, que, como puede verse, se forma chn ladrillos alternados a medía asta, asta entera; ,por el centro una varilla de hierro de 10 mm., de una pieza o empalmada. Entre columna y columna se pone el ladril\lo a la capuchina (fig. 16), como puede apreciarse por el examen de la figura. En cada metro se pone un cincho de cable de alambre B, que rodea al cilindro, y el espacio e se rellena con cemento. -49- Teniendo 1'11 cuenta las dimensiones (le los ladrillos y los espesores de las mezclas de cemento y arena que' sirve' de mortero, resulta que el cable va cada dos . bloques de ladrillos a la capuchina. Queda .as! una capa de aire, que sirve de aislante con el medio exterior. Esto'! cables horizontales, abrazando al cilindro determinado por las vario llas verticales, y en la trabazón de los ladridos y ceFi,g. 15.-'1Di::wÜ',;ición de 100s mento, forman Iadritlos para iÍ{)l1mar las 1'0Iurnnas A de -la figura 14· una masa de solidez absoluta, capaz de resistir las presiones que tienen lugar 00 el interior de la masa ensilada. las ventanas son' de un metro en cuadro. La parte subterránea se nena directamente desde la ventana inferior. El relleno de la parte aérea del silo puede hacerse con el elevador del cortaforrajes. Se pone el cortaforrajes en medio de' los dos silos, que lleva en 'Sus costados unas pequeñas troneras, a las- que se dirige el extremo curvo del elevador. Como éste lo oonstituyen una serie de tubos, que - 50'se meten uno en otro, se procede de manera que se van llenando altemativamoote los dos sin más que enfocar este extremo curvo a uno u otro lado. Así se da tiempo a ir apisonando bien y a que la temperatura se eleve. CIara, que a medida que se llega al borde una ventana hay que ta.par ésta por 6U parte interior, y después,oon yeso, se cogen bien las puntas y se de tapona perfectamente el hueco por la parte exterior, para que na quede la menor rendija por donde pueda pe": (letrar el aire. No Fi,~. 16.-Di~sición de loos Iadnillos a 1'3 eapuchíaa y caole de a,lambre B que sirve de prácticalIIidho. mente otros sistemas de silos ni de ensilaje que los apuntados. Existen otros métodos que conozco por los libros, y acerca de los cuales diremos breves palabras, atendiendo así corteses requerimientos de algunos lectores de La Industria Pecuaria, que 11'os vienen 0000%00 - 51 - siguiendo el rastro en este trabajo sobre el 00silaje. Método italiano llamado llcremasque».-Fué ideado por el profesor Samarini, director de la Estación de Bacteriologla de Crema (Lombardla). Reconoce como fundamento evitar en la masa ensilada todo proceso fermentativo y, por ende, la elevación de temperatura, con lo que se evitan esas transformaciones que tienen lugar y de que nos hemos ocupado, con las que se evitan las pérdidas de' sustancias albuminoideas. . Para ello, se deja el forraje cortado que adquiera el estado de semiheno, con un- 30 Ó 40 por 100 de humedad tan sólo, dejándolo sobre el campo, dándole vueltas: se lleva al silo, 00 el que se introduce sin picar, y de vez en cuando se somete a una fuerte presión con una tapadera de . material pesado (generalmente de cemento armado), que se sube baja, a voluntad, con un sistema de cadenas poleas. Las células' de este forraje semiseco van casi muertas; ¡tienen una actividad respiratoria muy atenuada, pero Jo suficiente para desprender la cantidad de gas carbónico preciso a rellenar los espacios libres, desalojando el aire' de la masa.' y ,es claro, como los microorganismos que originan la fermentación son aerobios, es decir, precisan del contacto del aire, ésta no tiene lugar, y el forraje se conserva, próximamente, como entr6 en el silo. Cuando estos intersticios se fian llenado de gas carbónico, la planta acaba de morir. Claro que estos silos deben ser llenados con ° ° -52plantas flexibles, como hierba de praderas, leguminosas y gramíneas cultivadas, etc., etc. Estos silos' parece que tienen buen éxito en el Norte de Italia, donde existen construidos varios centenares de ellos. Sin duda. las condiciones t'splX~íales de clima en aquellas regiones permiten la aplicación de este método y aconsejan su di- vulgacién. Ensilai~ e/éctt'ico.-EI ingeniero suizo rnonsieur Th. Scihwei~er ha ideado un método de ensilaje para elevar artificialmente la temperatura de la masa alrededor de 50°, con el 6n de que se desarrollen espléndidamente los fermentos lácticos, impidiendo la multiplicación de Jos nocivos, favoreciendo así la obtención de un ensilaje dulce. Para conseguir este fin, se hace pasar a través de I~ masa ensilada una corriente eléctrica, que puede ser continua o alterna, con una tensión de 500' voltios, siendo el amperaje variable, según la resistencia que se ofrezca, elevado cuando el forraje es fresco, y cada vez menor a medida que la masa verde se marchita y el emplazamiento se acentúa. Al :lID de la operación, el forraje apenas se calienta y la corriente pasa casi sin resistencia. A los 50°, las plantas mueren, y se produce un apelmazarniento que tiene por resultado la expulsión del aire en la masa ensilada. (L. Brétigniére et J. Godfemaux.] Para aplicar este sistema es preciso que el silo venga revestido ÍJIlteriormente por una sustancia aisladora. EIl1 el fondo del silo habrá un electro- - 53'- do, puesto en comunicación con tierra, y sobre la superficie se colocará una placa, que será el otro electrodo. Los gastos de energla varlan de 2,20 a 2,90 kilovatios-hora por lOO kilogramos de forraje, o sea un término medio de 25,5 kilovatios-hora por tonelada. Con estos datos, y según el precio de coste del kilovatio-hora, se puede calcular el de la operación. En Alernaoia es donde se han hecho estudios más completos sobre este método, que, por otra parte, no se han llegado a generalizar. Aqul donde no disponemos de energla eléctrica si no es para obtener una poca luz para defender apenas las narices, no hay que pensar en estas cosas, que sólo consignamos a titulo de curiosidad. Existen otros métodos ensilaje, como la conservación por el vado, el ,empleo del gas carbó- . nieo, el anhídrido sulfuroso, el sulfuro de carbono y la formalina. Tampoco los conocemos prácticamente, y para 1110 complicar más cuestión tan sencilla, nos limitamos a enunciarlos, 1 ':'1 .1 1 1 1 (1]' 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1