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El ensilo]e y sus ventojos
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MINISTERIO DE AGRICULTURA
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El ensilaje y sus ventajas
POR
Carlos Morales Antequera
INGENIERO AGRONOMO
'R-/l135
Dirección-General de Agricultura
Servicio de Publicaciones Agrfcolas
PAPBLÍlRfA
SBVILLA.-SEVILLA,
".-MADRID
El incremento que, por fortuna, van adquiriendo en España las obras de riego hace pensar a los
récnicos y a los agricultores 00 aprovechamientos
culturales que eleven al máximum el rendimiento
de las tierras. Y estimamos nosotros que la obtención de grandes cantidades de forrajes, para
transformarlos en productos animales, ha de ser
el punto de vista que más ha de preocupamos,
por estimar que ésta es la clave del éxito en
nuestra empresa.
Ver de aumentar, hasta dónde sea posible,
nuestra riqueza ganadera 'ha de ser un programa
nacional, y a este fin ponemos hoy nuestro modesto grano de arena con este trabajo.
Para producir ganado necesitamos antes obtener forraje, que hemos de administrar discretamente, con el fío de que no falte durante el año,
única forma de podernos desenvolver con regularidad. Y la cosa no puede ser más sencilla:
guardar cuando haya abundancia para las épocas
de escasez.
No sólo afecta al problema de los regadíos,;
00 nuestros secanos podemos aumentar considerablementeel número de kilogramos de peso en
vivo con esta receta casera, si no en todos los
casos, en mudhos de ellos.
-6-
-:Cómo conservar estos forrajes? Dos son los
procedimientos conocidos: la h enijicación v el
ensilaje.
.
El prirnr-ro consiste, como es bien sabido, en
someter los forrajes a una desecación natural
cuando Hega cierto momento de su ciclo y conservarlos así on lugar adecuado 'para que los vaya
consumiendo el ganado en invierno. El ensilaje
constituye operación más complicada, pero de facilísima realización. Los forrajes, segados en determinadas condiciones, se pican con aparatos
especiales y almacenan en un silo, fuera del contacto con el medio exterior, en el que sufren algunas transformaciones en su composición, dando un producto 'que recibe el nombre genérico de
silo y el especifico de la sustancia almacenada.
Viene a ser como forraje en conserva.
~I ucho se ha discutido sobre las ventajas e inconvenientr-s de uno y otro sistema, estableciendo comparaciones ent re ellos, que, a nuestro juicio, son improcedentes. Nuestro lema ha de ser
siempre conservar el mayor numero posible de
kilos de forraje en épocas de abundancia, para
disponer de ellas cuando falten en el campo.
A nadie se le ha ocurrido establecer comparaclones entre el tasajo y la conserva de la matanza en adobo o en orcillas con aceite. Tocio se
hace y' tocio es necesario para eohar fuera el invierno. Las circunstancias son las que mandan,
y en cada caso particular se resuelve como éstas
aconsejan.
Vamos a razonar esto UII1 poco:
-7Supongamos una extensión de alfalfa considerable sembrada en nuestra heredad. Pongo este
ejemplo por ser la planta-tipo en nuestras pr.icticas culturales ·para henificar. Llega la primavera, y con ella uno o dos cortes, que coinciden, ele
una parte, con una superproducción de forrajes
en todos lados, que nos ahogarr, y por otra; con
un tiempo húmedo, impropio para qu.e la henificación tenga lugar, al punto de que lo más fácil
es que se pudra, si no disponemos de secaderos
'especiales a la sombra, 10 que complica elproblerna de una manera que 10 hace inabordable. Pero
llega el werano con sus temperaturas elevadas,
días cJ~ros y ambiente seco, y i entonces si que
podemos hacer rápidamente un buen heno de alfalfa! ¿ Qué 'hacer con estos primeros cortes ele
alfalfa? Ensilados, que es sencillamente 10 que
se hace en nuestras casas cuando los tomates se
los comen los soldados sin tasa; los metemos en
una tinaja en la cueva con agua de sal y alli aparecen en invierno.
Si sembramos maíz gigante Caragua en una
hectárea de terreno regado, para obtener 120
toneladas de forraje, tendremos que ver la manera de conservarlo, porque no hay explotación
ganadera posible a base de consumir estos enormes volúmenes en unos cuantos días. ¿ Qué cantidad de animales serian precisos? Y cuando se
termine, ¿ qué !hacemos con ellos?
y vamos al secano, donde nos encontramos
con el mismo 'problema. Supongamos una finca
destinada a pastos, de las que tanto abundan en
-8la región central y por el Sur de España, lo que
por aquí llamamos un quinto, con una cabida de
700 a 800 faneg-as, que es tan corriente. Asignemos 750 fanegas de tierra y vamos a suponer que
a esta finca le caben un millar de cabezas de lanar, más las yeguas, vacas y cochinos que la
proporción de terreno veguizo admita. Es un
ejemplo para nuestros cálculos y sin que 1\10S fijemos en caso alguno concreto.
Con la costumbre del majadeo se puede calcular que de estas fincas disponemos para el otoño
y rigor del invierno una tercera parte útil, que
corresponde a los majadales activos; lo demás
se puede decir que no entra en copiosa utilización basra que cede el invierno y apunta la primavera. A partir de este momento, hay finca
para doble cantidad de ganado. Pero ~qué ha
ocurrido antes P 'Pues verán ustedes: según mis
cuentas, cada cinco años tenemos un otoño fatal,
y con más frecuencia otoños deficientes. En el
'Primer caso, el resultado es que se pierde la mitad de las crías, y por esto, en un buen sistema
de contabilidad, debemos consignar siempre como
pérdidas de crías ello por IDO sólo por este
concepto. Otros años puede haber 00 otoño aceptable y oportuno, pero la primavera fué corta, y
las hieroeckas tiernas, desamparadas por el pasto seco, sucumben a los primeros frias. Es decir,
que por fas o nefas, raro es el año que 1110 se trae
alguna contrariedad, que se refleja en el bolsillo
del ganadero. Estos.ypor su parte, no hacen gran
cosa por prevenirse de tales contingencias, y sólo
-9.algunos, cuando ven el pleito mal parado y las
ovejas d10 pueden con el rabo, en vian algún pienso, que, naturalmente, por llegar tarde y escaso, no surte los debidos efectos.
Algunos ganaderos que andan bien de fondos
cuando llega la primavera, como su finca adrnite todo lo que le echen, compran ganado flaco 0J1
las ferias y lo tienen tres o cuatro meses aprovechando la exuberante producción, y luego lo
venden. Pero esto no es general, porque hace
falta mucho dinero y mucho dinamismo. Lo corriente es conformarse con el estado de cosas tal
y como Dios las' manda y reducir las preocupa.
clones al mínimum, aunque el negocio siga :>u
marcha soporífera.
Pues vamos a ver en esta finca que en estos
-rnomentos mariposea por ónuestraimaginación,
cómo podemos legrar que nos aumente considcrablemente su producto pecuario.
Como en realidad (ya lo hemos dicho) hasta
que .pasa lo crudo del invierno no disponemos
eficientemente más que de dos majadales, y corrio
máximum constituyen una tercera parte de la
finca, y luego nos falta otro tanto ganado para
su aprovechamiento, el sistema a seguir consiste
sencillamente en poner en cultivo una tercera
parte de aquello, dejando en aprovechamiento
a puro pasto las dos terceras partes. Pero como
hemos de aumentar considerablemente la 'cantidad de ganado, as! ha de ocurrir con la extensión de los majadales, que podemos acaso duplicar. Vean, pues, cómo ese picotaso que damos a
-
10-
la finca -nu ha de modificar, como no sea mejorandola, su condición de prado natural.
Antes de seguir adelante haremos constar que
esto que nosotros proponemo-; no siempre podrá
ser; pero sí podemos asegurar que en la mayor
parte de los casos sí que sen! posible, 'Pues aun
las fincas de Alcudia, que parece que 1110 se pueden roturar, tienen grandes porciones donde I~S
más que posible sembrarlas y, por cierto, con
mas mantener li2 VaCA'lS y toros durante seis metiene que contar nadie.
Esta tercera parte de finca, metida 00 labor
por un sistema de explotación a base de cultivar
cereales y leguminosas con el complemento de
ensilaje, será el plan a seguir para .realizar el
programa que nos proponemos.
Esta tercera parte vendrá en nuestro ejemplo
integrada por 250 fanegas de tierra, que drvidiremos a su vez en tres ¡hojas: una de barbecho
blanco o algodón, otra de avena con veza para
ensilar, y otra de cereales. Claro que si la finca
no 'permitiera tomar tan gra.n cantidad de tierra
en roturación se acepta lo que Se pueda, a base
de establecer la altennativa propuesta de tres hojas. Pero vamos a suponer que esto es posible,
que lo será en la mayoría de los casos. ¿ Por que
si 1110 esas enormes extensiones de terreno antes
incultos y hoy en esquilrnaote y equivocada explotación cerealista?
Tenemos para obtener forraje de avena veza
83 fanegas, en números redondos. De cada fanega de tierra deéstas obtenernos 10 metros cúbi-
-
II
cos de silos, () sean 7.500 kilos de forraje ensilado (estas cifras serán variables según una mulo
titudrle circunstancias que fácilmonte se alcanzan). En las RJ fanegas obtendremos 622.50<). kIlos <le ensilaje. Dispondremos de 31. 125 racior.es
(le 20 kilos (que es lo que Ise debe dar a una cabeza mayor de vacuno, con la paja que quiera y
]0 que se coja en el campo). Reduciendo este número a 31.000 por las pérdidas naturales, podremon mantener 172 vacas y tOfOS durante seis meses, que pueden ser de octubre a marzo. A partir
de esta época hay hierba en la finca para todos,
y en el 'Verano dejaremos el pagano que la finca
admita de agostadero, ). al resto se le busca acomodo, lo que es fácil. Y si no queremos ganado
vacuno, podemos meter ovejas, calculando 10 de
éstas por. cada vaca, si son merinas, y siete u
ocho, si son grandes. En el primer caso serían
I.720, y en el segundo, I.S76. Es decir, que hemos aumentado en vez y media la cantidad de
ganado a producir, y, por tanto, se aumenta en
proporción la cantidad de estiércol, con lo que el
resto de la finca dejada inculta crece en potencia
productiva, porque ya sabemos que en las dehesas es el estiércol quien Ihace el milagro de los
grandes rendimientos. Por supuesto que igual BUcede en todas las tierras, cualquiera que sea el
fi,n a que se destinen.
Esto, acaso a espíritus Un poco asustadizos y
propensos a la quietud les parezca una fantasia
morisca, y a buen seguro tengo que por todo comentario me dedicarán una sonrisa de conmise-
12 -
ración. Pero yo podría llevar a estos escépticos
fincas, en esta misma provincia y en otras de
España, donde se están practicando con éxito
creciente estas locuras, y cuyos inteligentlsimos
propietarios, hombres de vanguardia en el agro
español, se están hinchando de ganar pesetas,
produciendo doble cantidad de kilos por hectárea
-que estos otros conmiserantes , que no se han
dado cuenta del ritmo de la vida y están perdiendo muchos intereses y perjudicando a la economla
-nacional, que lleva su parte en estos aumentos
de riqueza.
En ciertas regiones privilegiadas por su clima
o por la feracidad de su suelo, o por ambas cosas, 'hay agricultores que hacen algo parecido a
lo que nosotros proponemos, pero aun más sirnplificado 'y, por ende, más económico. Siguen la
alternativa trienal siguiente: barbecho blanco,
cereal, manchón. Con gran cantidad de estiércol,
el empleo de abonos químicos resulta un man-ohón, con vegetación espontánea, tan exuberante que supera a todo cálculo. Nosotros lo hemos
visto muchas veces en la provincia de Sevilla. Estos prados naturales o manchones no llevan gas'to
alguno, pues todo se queda reducido a esperar
que llueva, que aparezca la vegetación espontánea, y la Naturaleza hace 10 demás. Llegado el
momento, se meten las máquinas guadañadoras,
cortan la hierba en primavera, y el silo con ella.
Por cierto que algunos propietarios (los señores
de Miura, entre otros) henifican la hierba fina si
el tiempo viene a propósito, y toda la basta, como
~I
-
J3-
esos enormes cardos, los jaramagos, etc, , etcé
tera, excepto las biznaga s. la llevan al silo, obteniendo con este sistema un aprovechamiento
integral del manohón, pues sabido es que Jos animales, pastando riaturalrnente, no aceptan estas
plantas, realizando una selección al revés, como
dijo con frase feliz el ilustre ingeniero agrónomo
español D. Eduardo Noriega.
Una vez segada la hierba para el silo en la
forma y momento que ya decirnos, como en esta
época del año (mes de mayo) la temperatura esfavorable y las lluvias no faltan, viene pronto un
rebrote tierno y abundante, que el ganado come
con fruición.
Si todas estas ventajas tiene el ensilaje tratándose de explotaciones en secano, ¿qué no ha de
ocurrir en regadfo, donde en muy pequeñas extensiones de tierra podemos obtener cantidades
fabulosas de forraje? Esta y no otra dehe ser la
orientación a seguir en el aproveohamiento de
los regadíos: producir forrajes para transformarlos, mediante la máquina animal, en productos de gran valor y fácil transporte, como son los
animales, obteniendo de paso el estiércol necesario, que en las tierras de riego es elemento indispensable, de imposible sustitución integral por
los abonos químicos, que sólo pueden tenér una
acción complementaria, y cuyo máximo efecto
se alcanza si 1:150 tierras son ricas en materia orgánica. De forma que al echar basura a 'las tierras, no sólo es para proporcionar alimento a las
plantas, que ello se conseguirla a bien poco con
-14-
los abonos quimicos, es porque rengamos una atmósfer a en el seno de aquéllas de ácido carbónico, porque, según esto ocurra en mayor o menor
intensidad, así los abonos químicos y los alimentos de todo g~'..nero minerales son mejor o peor
aprovechados, 'Esto entre otras razones que no
son del caso. De forma que hemos de procurar a
toda costa ser unos acaparadores de estiércol,
unos ansiosos, unos maniáticos, si se quiere, porque ahí está la verdadera tía Javiera. j Verán ustedes qué pocos conflictos se originan por una
superproducción de carne! (siempre que esté barata). Si al ganadero le cuesta, por ejemplo, 25
pesetas producir una arroba de carne y con esas
25 pesetas lograra producir dos, ¿ se perjudicarla 00 algo vendiéndola a 15? ¿ No encontrarlamos todos ventajas en que las cosas sucedieran así P
Hechas estas ligeras consideraciones sobre las
ventajas del ensilaje, vamos a seguir con otros
aspectos del problema.
Un poco de historia.-Los primeros estudios
sobre ensilaje SOIf1 debidos a Goffart, en Francia, en el año 1853. En Alemania, este asunto
adquirió gran difusión gracias a los trabajos de
Riohleu, en Stuttgart con 1861, volviendo a adquirir gran predicamento en Fraocia en 1884 por
la feliz intervención de Lecouteux, entre otros.
En. América, poco tiempo después, adquiere una
generalizacién e importancia insospechada, y pUl'·
de decirse que es alll donde se le presta el máximum de atención y viene a' resolver eficiente-
-
15
mente un gran problema. ,Ello es debido no sólo
a ciertas modificaciones establecidas en el método, sino también a condicioríes especiales que
les favorecen y que no ooncurren en la vieja Europa. La abundancia ele dinero. el precio de la
maquinaria ader-uada, la facilidad de adquirir gasolina en condiciones .ventajosf simas , erc., etcétera, coloca a los americanos en condiciones especialmente favorables sobre nosotros, y todo
ello ha contribuido a que este método de conservación de forrajes adquiera aIll una importancia excepcional.
Según mis noticias (que no estimo autorizadas,
ni mucho menos), en España fué en los últimos
años del siglo pasado cuando se hicieron los primeros estudios serios sobre el ensilaje en fincas
del señor Conde de San Bernardo, por el notable Perito agrícola D. José Pér-ez de Gracia, que
publicó una obra muy documentada en 1901, titulada Los forrajes 1,erdes y el ensilaje en Espaila. Los trabajos del Sr. Pérez de Gracia llamaron poderosamente la atención en España, pero muy especialmente en Andalucía, v el Ministerio de Fomento, años después, estableció un
premio a la mejor obra sobre la materia, que fué
otorgado a D. Francisco Caarnaño.
La Granja de Zaragoza establ~ció una batería
de silos para conservar residuos de remolacha, y
realizó estudios de un gran valor práctico, que
procuró divulgar.
Un prócer andaluz utilizó este sistema de forrajes ; pero, sin duda, no se ciñó a las prescrip-
-16-
('iones de la técnica y obtuvo un veneno, que dio
al ganad0 mular, reventando '110 sé cuantas bestias. Este no quería oír hablar de ensilaje ni en
broma.
l.'nos agricultores tan inteligentes y progresivos como D. Fernando Flores (q, s. g. h.), el
señor Sanchez Ibargüen y 'D. Anselmo R. de
Rivas rompieron el hielo, construyendo en sus
fincas hermosos silos americanos, con un resultado excelente. Recuerdo haber ido varias vecescon D. Anselmo a su hermosa finca «Alcornocalejo», donde tenía construida U'I1a batería de silos de sistema mixto, americano v de su invención, con lad6110 a la capuchina, - armado, y 14
metros entre la parte subterránea y la aérea. Ensilaba veza con avena, que recolectaba, transportaba y picaba con los útiles más adecuados y mociemos que puedan emplearse en América. Esos
dispositivos tan ingeniosos para recoger la hierba segada, y la manera tan sencilla como original de descargar automáticamente las carretas
cargadas de hierba apelmazada con un cable y
un guinohonazo a los bueyes, es algo que se me
quedó grabado para siempre en mi imaginación.
Daba silos a sus ganados vacuno y lanar con resultados sorprendentes, y en más de una ocasión me 'hizo dotar cómo tenía sus bueyes de labor en el mes de enero: completamente pelechados, gordos y briílantes como focas. Y quiero
recordar que, en dosis menos elevadas, también
se les daba a los équidos. Cuando vieron los
agricultores sevillanos lo que hacia D. Anselmo
-,-
J7
---
R ivas y los resul.tarlos ,que obtenía, lueron I~JT
los que adoptaron el sistema, y cuando yo abandoné Sevilla, por el ario 19IH, quedaban más de
50 grandes silos.
Por esta región ('(',ntral sólo conozco 10 que
s"bre ensilaje está haciendo en « El Ohaparral»
mi buen amigo el excelente agricultor y ganadero D. Diego del Campo, a quien cualquier día
haremos una inter viú para 'que cuente a los lectores la ruina que es para un ganadero construir
silos y llenarlos de 'hierba para dársela a sus
ganados. As], con casos de fácil comprobación.
es como se puede argumentar.
En el Marruecos francés se le presta por Jos
técnicos la atención que merece a este problema,
procurando difundirlo entre los colonos. En un
trabajo publicado por Roger Crepiñ en el [ournal
d'.4 griculture Pratique, dice entre otras cosa s :
(( El método de ensilaje, no obstante sus inconvenientes, ha permitido al colono marroquí darse cuenta del valor de este procedimiento, y le
ha hecho reconocer que ciertas plantas despreciarlas en estarlo fresco por Jos animales eran, no
sólo aceptadas por ellos, sino muy bien digeridas,
después de la fermentación experimentarla en el
silo.» Y ocupándose de los ensilajes efectuados
en las g-ranjas exper im entales de Casa blanca y
Fez, dice: ((Que el almacenamiento de estas reservas era de mayor interés para evitar las pérdidasde forrajes en el momento de la abundancia,
y poder mantener el ganado en el mejor estarlo
y en todo tiernpo.»
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Clases de ensilaje .-Por todo lo que venimos
dir iendo se deduce en lo que consiste el ensilaje: ronsr-rvación de forrajes en un recinto o 111Gil ("{'rratlo, absolutamente libre del contacto del
aire. En una buena práctica del ensilaje Ihay nccesidad de picar estos forrajes con maquina especial, apisonando fuertemente para desalojar el
aire.
En la masa almacenada, y merced al desarro110 de ciertos fermentos que actúan sobre ella, se
rverifican transformaciones profundas, que dan
por resultado la obtención de un producto esencialmente distinto del primitivo.
Se originan 00 la masa ensilada fermentaciones de tres clases: alcohólica, láctica y acética,
)" una buthica,según dominen las levaduras,
rnicodernas u oidium laetis. Las fermentaciones
alcohólicas y acéticas son muy convenientes, y
debemos favorecerlas, en tanto que la ferrnenración butíriea es fatal. Las primeras tienen lug-ar desde el momento que entra la masa en el
silo, y es tanto mejor cuanto más elevada es la
temperatura, [legando al óptimo entre 55 y 60°,
¡por 10 que el' conveniente ir llenando los silos poco a poco, cerciorándose con un termómetro de
que aquélla se 'ha elevado, y tenemos la. seguridad de que en estas r-ondiciones no se desarroliarán Jos majos fermentos. La mejor de todas es
la fermentación Iáctica, que nosotros podemos
favorecer con siembra de levadura, que expende
d comercio. Y si no queremos aceptar esa pequeña complicación, tratándose de ensilajes hechos
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en primavera, tenernos en la
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q)ien a la mano y baratísimo: el s
cedente
de la obtención del qucso , que, diluido en diez veces Sil volumen de ag-ua, se riega con él el forraje ensilado. Pero esta" fermentaciones no deben
pasar de ciertos límites, porque ello dará Jug-ar a
una carbonización de la masa y. por ende, a su
pérdida. Corno los fermentos que la originan son
en su gran mayoría aerobios, es decir, que precisan del aire para desarrollarse y ejercer su -acción,
es conveniente apisonar íbicn el forraje, con el fin
de desalojar cuanto sea posible el aire y que SB
las arreglen con el que permanezca en su interior.
Con esto y con la capa de ácido carbónico que se
orig-ina en la fermentación alcohólica, no hay renovación de aire, yesos obreros gratuitos, que son
los fermentos, \lega un momento en que ya no
pueden {vivir y cesan en su labor, que, de dejarlos
a su antojo, el forraje sería para ellos, y no se
t ra ta de eso precisamente. Si las fermentaciones
tienen lugar a bajas temperaturas, los buenos fermentos trabajan mal, y, on cambio, los malos van
a su gusto, y esto hay que evitarlo. De forma, que
es muy conveniente disponer de un termómetro
para saber por dónde nos andamos, y no hay que
ser súpitos para Henar el silo hasta irnos convenciendo de que las masas precedentes están bien
calientes.
Tenernos dos clases de ensilaje: el dulce y el
ácido; el primero se obtiene CI1 la forma dicha,
osea dejando elevar la temperatura alrededor ele
50 grados, procediendo en el relleno piano, piani-
-
20-
to. El s,'gundo se hace llenando el si.o seguidamente, y de un !ir"JI1, con la-s pr.i-t ica s sencillas
que d,-spu{~ diremos. En este último caso, las <1ist inta s fermentaciones indicadas se producen simultánc.unt-nu., y nos debe preocupar 'a butlrica. Pero mucho se cunsigue en Ia vor nuestro si los hrrajes entran perfect ament c oreados, con Un grado de hurn.-dad media de 75 por 100. Con esto,
un buen apisonado siembra (si es posible) de fermentos lácticos, podremos obtener un buen silo
ácido que lo coma divinamente el ganado.
El silo dulce Iha de tener un marcado olor a miel,
muy apetecido 'por el ganado desde el primer momento, que lo busca con avidez. El segundo ,tiene
un sabor más o menos ácido, y muchas veces los
animales lo rechazan al principio, aun cuando luego se 10 comen.
Pérdidas debidas al cnsilaje.-Ya hemos cantado, con música de Bizet, las ventajas del ensilaje;
pero no seriamos i mparciales ni justos si viéramos
sólo el anverso de la medalla. También tiene su
reverso, que hemos de poner bien de relieve.
Hay una pérdida notable entre el peso del farraje antes de ser ensilado y el que tiene en el momento de ser utilizado, que puede ser de tres a
seis meses más tarde.
Ateniéndonos a los estudios hechos en la Escuela de Agricultura de Berthouval (Paso de Calais) sobre la hase del maíz forrajero, resulta: almacenado en silos de tierra con 17,8 de materia
seca, había perdido al salir del silo un 39,50 por
roo de su peso bruto y un 45,60 por roo de su
-
21-
materia seca. En silos de mampostería bic,n construídos, las pérdidas fueron de 18 v r :;.3, respe,:rivamen te.
En ot ra s exp(T:en('iash("~.:\¡as con pulpa ensilada se ha dcmost rnrlo que añadiendo fermento lact ico, esta pérdida disminuye en un 25 por ¡(X), y
el producto adquiere siempre un sabor agradabilísimo,
Otros ensayos .hechos por los Sres. Martfn (padre e hijo) en sus explotaciones de Bougtheroulde
(Eure}, divulgadas por Ch. Brioux, hechas con
maíz, elevan la pérdida de materia seca a un 20,8
por roo, aun tratándose de silos metálicos verticales, que la estima exagerada, por haber segado
el maíz poco maduro.
'Pero no es esto lo más grave, porque al fin es
una cuestión de cantidad, y cuando sobra esto,
no puede tener una importancia decisiva. Lo peor
es que, por consecuencia de esas fermentaciones a
que antes ¡hicimos mérito, la composición de estos
forrajes se altera esencialmente, perdiendo mucho
{le su valor alimenticio a igualdad de peso. Así,
en la fermentación alcohólica, los azúcares desaparecen totalmente, por servir de primer alimento a
las levaduras y las bacterias, que los transforman
en alcohol, ácido carbónico y ácidos volátiles.•
Las materias nitrogenadas experimentan una
modificación profunda, pues los albuminoides son
parcialmente transformados en amidas (principalmente csparragina y urea), en tales proporciones,
que éstas se hallan triplicadas en el forraje ensilado. Pero estas amidas no concurren a la formación
-
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de carne ,ni a la de leche ; de forma qU(~ si un
anima! cualquiera lo tenemos gordo )' satisfecho
con 20 kilos de forraje verde, se nos vendrá at r.is
si lo sustituimos por igual cantidad de esle f'Jrrajc ensilado.
La celulosa aumenta algo ('11 el producto ensilado, porque es poco atacada por las bacterias,
y se nota poca variación en las materias grasas
)' en las hidrocarbonadas [distintas, de los azúcares).
Esta es, en verdad, la mayor pega del ensilaje. Pero ¿ ello es bastante para arrinconar el sistema? i De ninguna manera! Esos inconvenientes son grano de anís comparados con las ventajas. Si con los 20 Ó 25 kilos los animales se nos
vienen atrás, por esa gracia de las materias más
preciadas, o sea las albuminoides, todo será completar la ración de silo con un producto barato
que le sirva de complemento ;¡ la misma. Y ya estamos listos: sencillamente con paja y cereales
a discreción se ponen redondos y brillantes.
En cambio, se admite que los forrajes ensilados t iener; un coeficiente de digestibilidad más
elevado que en estado fresco.
Prácticas del ensilaje.-Lo primero que nos h.;
de preocupar cuando vayamos a proceder al ensilaje de forraje es el momento en 'que se han de
segar, para que 'vayan en las mejores condiciones. Ello es de la mayor importancia, y nos permitimos [lamar la atención de los agricultores
sobre extremo tan importante, Cuando se trata
de hierbas de pradera, la siega se hace según
-
23-
costumbn:. como si se fuera a 'heni,ficar. La alfalfa y tréboles. al principio de la floración. Las
mezclas de veza y avena, cuando el grano de la
veza est~ bien formado en las vainas inferiores,
y si se trata del maíz, cuando los granos empiezan a tomar el aspecto nacarado; ni antes ni
de'iput':s, porque entonces tiene de 70 a 72 por 10'J
de agua, que es e' punto más conveniente. No e,;
buena práctica segar los forrajes e' inmediatamente llevarlos al silo; por el contrario, conviene dejarlos orear sobre el campo, cuando menos
de un día para otro. Si por cualquier circunstancia se nos hubiera pasado el momento de ensilar
y ya el forraje estuviera demasiado seco, es de
aconsejar que al meterlo en el silo se rocíe con
agua.
Tenemos ya segado y en disposición de cargar
el forraje en las carretas para el transporte al
pie del silo donde está el picaforrajes. Si se trata
de grandes extensiones de tierra sembrada de
avena veza, o cualquier otro forraje, la operación
de cargar los wehlculos a fuerza de bielgos resulta algo penosa y se van muchos jornales: Es de
recomendar un dispositivo -especial, que se emplea mucho en América y del que ya hice mención por haberlo visto en la finca de D. Anselmo
Rivas. Es algo parecido a esas lonas transportadoras de los !haces de mies en las segadoras.
puestos en llJI10S listones en los que van uno s
ganchos. Estos bastidores se colocan de manen
adecuada en los vehículos, y por especial tramoya de movimientos, van e-nganchando la hierba
-
)" dej¡;ndola caer
la va I'olocando.
quinarin ¡Igríeo'a
dispo-itivo, que,
24-
en la carreta, donde un hombre
En cualquier buena casa de mapueden dar informes sobre este
repito, es de uso frecuente el)
Améru».
Ya t on emos la carreta cargada
1.'11 un santiarm-n : dos guínchonazos a los bueves, y vamos
camino de la batería de silos. Llegamos, y hay
<¡uc descargar. Como la hierba (s()bre todo si es
forraje tierno] viene apelmazada, el vaciar los
vehículos a golpe de bielgo es también lento y
<:0s toso. Hay que proceder de otra manera, que
también vi en «Alcornalejo». Se engancha el ex-
Fig.
¡,A
tremo de un cable fuerte (pedazos de cable que se
compran para estos menesteres muy baratos) en
el travesaño posterior de la carreta; en el otro
extremo [leva una argolla. La posición del cable
es la indicada en la :fi'gura 1.-. EI!1 el suelo donde se ha de vaciar se clava un hierro, de, tal for-
-- 25 m.r, c¡ ue quede bien afianzado, y se engancha a él
e] extremo del cable. Una llamada a los bueyes
('011 sus pinbhazo» en las paletilla-s, un tirón enorme ele estos simpáticos rumiantes, y la gran
masa ele hierza que se desprende por la trasera
-del carro en la forma que indica la figura 2. a. Así,
Fig.
2. a
en un momento, queda torio el forraje al pie de
la picadora, en tanto que con Jos bielgos se hubiera tardado mucho tiempo, con el gasto de jornales consiguiente.
Después se pone en el picaforraje, que ha de
reducirlo a pequeños trozos. Si este aparato tiene
elevador, como debeser tratándose de silos cilíndricos, tipo americano, altos, la misma maquinaria va dejando caer en el interior de aquéllos el
forraje picado. Un ihombre o dos, en su interior,
se encargan de ir lo distribuyendo por igual,api.
sonando fuertemente, sobre todo en la zona de
las paredes, y es .práctica muy recomendable es-polvorear de vez en cuando, con sal, en la pro-
-26-
porción aproximada de un 5 por 1.000. Estos
obreros van cerrando por el interior las puertas
a medida que el forraje llega a ellas.
Dijimos anteriormente que es conveniente ir
llenando los silos en veces para que se inicie en
la masa una fuerte fermentación y consiguiente
elevación de temperatura, 10 que 'se comprueba
con un termómetro. Asl lograremos un silo dulce.
Esto se consigue llenando 1,50 de silo al dla,
y si el forraje va en condiciones y la temperatura
ambiente es algo elevada, 00 la tarea del siguiente día estaremos 00 condiciones de continuar.
Pero esto no es cuestión de reglas, puesto que
con uerlo basta. Como no' es un silo, sino dos o
tres los que se tienen juntos, con este cuidado y
las indicaciones termométricas vamos de un silo
a otro alternativamente, y de esta forma el relleno se hace a la medida de nuestra conveniencia.
y aun en el caso de que no dispongamos más que
de un silo, todo consiste en suspender y empezar
la operación cuantas veces tengamos a bien; e~
preferibls- tardar un poco más, pero que la operación resulte perfecta.
Si no Se trata de silos en alto, sino en bajo,
del tipo que luego veremos, la maquinaria se
simplifica notablemente, pues incluso puede quedar reducida a un cortaforraje movido a brazo.
Pero si tenemos varios de estos silos en batería, •
conviene disponer de un malacate por caballeda, para accionar el cortaforraje. Entonces, éstos, que van cayendo sobre el suelo, habrá que
llevarlos al silo con seras o espuertas grandes,
~
La operación en este caso se complica un pOCO'
por la mano de obra; pero como podemos utilizar jornales baratos de mujer o zagal, no es cosa mayor. Esto lo sabemos prácticamente porque
hemos ensilado muchos años.
Insistimos mucho en la conveniencia de un
buen apisonado, con el fin de desalojar lo mejor
posible el aire.
Si los silos no tienen un sistema adecuado de
drenaje (que no lo suelen tener), conviene (yo al'
menos así lo hacía), en la cazoleta del fondo,
echar paja que sirva de empapante a los líquidos
que escurren; paja que después se tira, porque
no vale ni huele bien.
Cuando se trata de silos en alto, la misma
masa, con su peso ¡hace presión, y nada se
hace una vez lleno, si no es cerrar bien todas las
puertas, cogiéndola exteriormente con yeso, para que no haya resquicio por donde pueda entrar
el aire. Al abrirlo, suelen estar averiados los
primeros ocho o diez centímetros, o acaso menos j se quitan, y en paz.
En los silos pequeños habrá que proceder de
otra manera. Cuando damos por terminado el'
relleno (hay que rellenar lo menos dos veces antes de terminar la operación, po'/' lo que baja el
forraje cuando se calienta], yo ponía paja por
encima para cubrir bien; luego, unas tablas que
previamente había mandado preparar de tal forma, que al unirlas quedara la circunferencia del,
silo perfectamente ajustada en todo su interior.
Y. encima de estas tablas colocaba saquitos de-
28 -
arena o pesos fuertes de cualquier clase, para
determinar una presión, cuanto más elevada mucho mejor. Así quedaban hasta que, llegada la
época oportuna, se iban abriendo para que los
forrajes ensilados fueran consumidos por el ganado de la explotación.
DIFERENTES TIPOS DE SILOS
Silos el! tierra.-El más sencillo de todos es el
llamado silo en tierra. Consiste en una excavacén hecha en el terreno, que puede adoptar formas distintas, pero que ordinariamente es de secció n trapezoidal (fig. 5.&)'
Hay que procurar, al hacer este
género de silos,
-que el terreno sea
Fig. :,¡.·.-Silo en tierra.
-duro y poco permeable, y, desde luego, muy saneado. Pero de todas formas, y por muy favorables que sean las
'Condiciones concurrentes, este tipo de silo no es de
recomendar, porque las pérdidas de forraje alcanzan proporciones elevadlsimas, y la conserva-ción del producto en condiciones de aprovechamiento, muy aleatoria. Hacemos mención de él
por su valor histórico, pero sin recomendarlo.
-29-
Silos interiores de material.-Este es el modelo que, en nuestra opinión, debe ser aceptado en
las modestas explotaciones, y aun en 1~ls grandes. En la provincia de Sevilla procuramos divu1g-arlos o!>lt.nienr!o un éxito franco, pues en poco tiempo se generalizaron bastante. Su const rucción no puede ser más sencilla (lig. 4.&): se.
hace una excavación circular, como para
llJI1
pozo, en
lugar no ¡~ja­
no al de emplazamiento de
cuadras y establos, con una
profundidad 'Variable,
que vendrá impuesta por la
presencia de la
capa perrneaFi.g. +"'-Silo interior de mateeiaí.
'ble acuífera, Al
llegar a ella hemos de suspender los trabajos de excavación, dándolos por terminados. A ser posible, debemos dar
una profundidad de cinco a seis metros.
El fondo del pozo 'se refuerza con una gruesa
capa de hormigón y chinarros de unos 15 centímetros (esto la naturaleza del terreno ha de decirlo), y después se enluce con mezcla de cemento y arena en la propprci~n de uno a tres. Se la-
-
.l0-
bra la caña con un tabique de ladrillos, que se
cogen con esta mezcla, procurando dejar entre
-ella y la superficie del terreno UIIl
amillo de 20 cm.,
que se va llenando y apisonando
con una mezcla de
cemento y arena
gruesa de uno a
cinco, El pretil se
hace de ladrillo.
Interiormente se
enluce con mezcla
fina de cemento y
arena lavada de
do 00 la proporción de u n o a
tres. El diámetro
interior de este silo será de tres
metros.
Todos los detalles <le construcción, que son sendl1fsimos. pueden
apreciarse m u y ¡}<ig. 5."-Sección -íe 1U'I1 silo
t>ien en la figuinterior de material.
ra 5.·'
Ventajas de este sistema.-Desde luego, su
sencillez y economla, que saltan a la vista. No
precisa maquinaria complicada para elevar ni
-
31
cortar los forrajes, pues con un cortaforrajes,
que incluso se puede mover a mano, podemos
realizar la faena de picado y relleno. Los silos
grandes, parte subterránea, parte aéreos, del tipo americano, e xigen esa maquinaria, algo costosa.
Pero todos los
silos, u n a vez
abiertos, hay que
irlos consumiendo
lo más rápidamente posihle,sobre
todo en otoño, 00
que las temperaturas son aún elevadas y nos obligan a sacar un
mínimum de 12
centímetros de silo. Si tenemos
Fi.g. 6.a-Es"I'uema de una batt-r [a ~ "i,los interiores.
muchos animales,
no importa, porque lo consumen ; pero si hay pocos, puede ser
una dificultad. Estos silos pequeños se consumen
antes, y si 00 tenemos bastante con uno, se hacen varios en batería, en disposición análoga a
la señalada en el esquema de la fig. 6. a.
Se ahre un~ y :se va gasta,ndo ; cuando se acabe
se empieza otro, que mientras sigue cerrado nada hay que temer, y así sucesivamente. Los
abrimos cuando nos convenga.
-
32
-
El mejor sistema de instalación de estos silos
para una explotación de importancia es el que
aparece en el referido esquema de la figura 6.",
donde van en número de tres, pero que lo mismo pueden colocnrs., mas. Unos se llenan de
avena veza, otros de alfalfa, otros de maíz, y
así vamos acoplando el ensilaje al momento en
que dispongamos <1<'1 forraje, que puede ser en
primavera o en fin de verano. Con malacate accionamos el cortaforraje, y. éste va dejando el
producto al pie del silo, y con escasísimo trabajo se va echando por encima de los pretiles a los
pozos, donde se apisona en la forma que ya hemos dicho.
Desde luego, siempre es buena práctica poner
de paja 10 que es el bombeo del suelo, y ]0 mismo
la parte superior.
Cálculo de estos silos.·-Ha de basarse en la cantidad de alimentos que necesitamos, y que será
función de animales que hayamos de mantener y
del tiempo que supongamos que iha de durar este
género de alimentación.
Supongamos que tenemos que alimentar con
sito 50 vacas o el número equivalente de ovejas,
estableciendo la relación de vacas a ovejas corriente en cada región, y que esta alimentación
ha <le durar ciento cincuenta días, con el complemento de pajas o de lo que sea. Aceptemos
para cada vaca 20 K.g. diarios de silo. Precisa.mos 7.5/JO raciones de 20 Kg., o sean 150.000
kilos, .equivalentes a 187,5 metros cúbicos. Supo-
33 -
niendo silo de avena veza, bien apisonado, el
metro cúbico pesa 800 Kg.
Un silo de tres metros de diámetro o 1,:) de
radio y cinco de altura efectiva de materia ensilada cabe, en números redondos, 35 metros cúbioos ; de forma que el cálculo nos arroja 5.3 a
.on srruir de esas dimensiones. Como no es fá,·i¡
hacer pedazos de silo, nos contentaremos C'lO
cinco, quedándonos un poco cortos, o ampliando'os a seis, para que nos sobre.
Silos ·exteriores. ..,.-A veces no es posible estilizar el anterior sistema de silos, porque la capa
permeable está muy somera y no hay forma de
hacer un hoyo que valga la pena, o queremos
abordar el problema a lo grande porque disponemos de medios para (1110. Hemos de acudir a los
'silos exteriores, de construcción sencillísima, que
pueden realizar los albañiles de todos los pueblos con ,que ihaya lJJI1 maestro un poco inteligente.
Pueden ser de piedra, como se hacen los muros
de las casas, con sus cimientos corrientes. En
la '\fancha se podrían construir un sinñn de
ellos en toda' la zona vitícola con esas lanchas
que se sacan al hacer los hoyos para las viñas.
Se les dará una anchura de 60 cm.; pero será
preciso reforzar esta construcción con grandes
cinchos de hierro, para resistir las grandes presiones interiores, que habría que poner cada
metro.
. Como este género de construcción es 'tan corriente y sencillo, no insistimos en él: porque
-
-14-
aiada hay que decir que 100 sepa el último peón
(le albañil.
Vamos a ocuparnos con algún detenimiento de
la construcción de un silo moderno de ladrillo aro
rnado, procurando dar todos los detalles para que,
a la vista de nuestras explicaciones, pueda cual.
quier maestro de obras de los pueblos construirlos, sí Uega el caso. Ilustremos estas sencillas explicaciones con unos dibujos que me ha hecho el
gran artista señor Mozo, que tan bien sabe interpretar mis garrapatos en lápiz.
.
Desde luego, el silo será en forma de torre circular. Como en toda edificación, de lo primero
que tenemos que preocuparnos es de los cirnientos. La sección de estos cimientos puede verse
en la figura 7··,
.... _ ...... ~ .••~...I!!!!IIlPIl",.
que por ir acotar
~ ,
da nos ahorra to'/
da explicación.
'/
1
Esta zanja se
::
rellena y apisona
con una mezcla
de una parte de
. . . . . . . • • • '0
'
cemento, tres de
... ..
arena y seis de Fig. '7.a-Vadado de cimientos
piedramacbaca.
para un eLto.
da, con el agua
correspondiente. En seguida viene la colocación
de ladrillos y hierros que han de constituir el en·
rejado. Sobre estos cimientos se colocan las primeras filas de ladrillo de panderete, precisamente
en la forma que puede verse en la figura 9'·' em-
.
~
.
.i5
plean do como mortero cemento y arena en la proporción de uno a tres.
Simuitáncamente con los ladrillos se va poniendo el varillaje en
la forma que indica
la figura 8.&. Las varillas verticales son
de 10 mm. ; se colocan a l.1JI1a distancia
unas de otras de 50
centímetros. En las
generatrices del cilindro, que pasan por
uno y otro lado de
las puntas, estas varidlas van dobles.
Como las varjllas
no tienen la longitud
del silo, quiere decirse que habrá que
... ~~ poner otras, empa 1Fig. 8.a-Di9posicián del en- rnadas a las anteriocasillado en el s¡'¡'o.
res, lo que se hace
con un alambre, según se ve en la figura 10. Se van poniendo
por dentro los ladrilIlos en la. forma dicha y
procurando que se conserve rigurosamente' la
forma cilíndrica, para lo cual, y antes de nada,
se busca el circulo de forma que se le va haciendo girar. en centro de la circunferencia en la
base y se lija una varjlla vertical too larga como
alto sea el silo,. y se arriostra con costaneras, o
como se le ocurra al albañil, para que 110 sufra
el menor movimiento. Y con otra varilla, que
puede resbalar sobre la primera y deslizarse a Jo
FiIg. 9.---Colocad(m de Ias prirnera., fiJas de ladriílos
Cll un silo vertical externo,
largo de ella, se fija el radio del círculo de forma
que se le va .haciendo girar en cada plano, con el
fin de que nos indique la posición de los ladrjllos,
Esto lo sabenhacer muy bien todos los albañiles.
Este sistema de ladrillos en panderete y cabillas de hierro se abrazan con unos alambres grul'sos de cinco milímetros, procediendo en la forma
siguiente: antes de nada se corta el alambre en
un poco más de la longitud que pida el cilindro
y se hacen en cada uno tres lazos o vueltas como
aparecen en la figura 8. -, Y mejor en la figura 1 I.
Se nevan sobre la cara exterior del silo, abrazándolo. Con los extremos se hace un
~"'"
nudo y queda meFig. lo.-Bmpa-ltffic de dos
dio sujeto, pero
varjllas verticaécs.
no apretado, sobre los hierros verticales. Para esto, tres hombres
,
-
37-
a la vez (uno por lazo) introducen un hierro en el
anjllo a de la figura 11 Y giran de izquierda a derecha, hasta que logran en pocos minutos templar
por completo el
circulo. A esta
operación llaman
dar garrote.
F:¡g. 1 l.-Forma de lazo en los
En el primer alambres que forman los cinchos.
metro interior del
silo, estos e i n co se colocan a siete u ocho centímetros, y ;0
mismo en el último. En los demás, a 10 cm.
Cada silo lleva tres puertas: sobre el cilindro y
una en la 'bóveda; estas puertas son de 0,50 por
0,5 0 en cuadro. Por la parte interior, y a los hierros dobles que pasan por esos puntos (véase figura 8. a, a b e d),se atan con alambre unos
hierros doblados
A
en la forma que
indica la figura
12, A B. Cuaodo
se pretende cerrar
estas portezuelas,
se meten unas tablas gruesas, como puede verse en
esta figura.
F,;g. 12 . ......jFOl1ma de cerrar ias
Una vez colopuertas por la parte interior del
silo.
carlos los hierros
y ladrillos de canto, se enfosca interior y exteriormente el ci-
=
JS -
Fig. IJ.-Detalle de la cons.
twcción de 1:a bóveda.
lindro con cemento y arena; luego
se enluce pulcramente.
Para oonstruir
el cerrarnento o
bóveda (que preferimos a las armaduras corrientes
para obtener un
aislamiento absoluto del medio exterior) procederemos de la manera siguiente:
A unos 75 u
80 centimetros, a
partir de la parte
superior del cilindro ya construido, o sea en la
dirección indicada
por la ñeoha en la
figura 13. se forma una repisa con
cemento y arena
en forma de círculo, como puede
verse en A de la
figura 13. Sobre
esta repisa, que
só!o tendrá las di-
-
39-
mensiones precisas para sostener un ladrillo de
canto (véase B, de la figura 13), que se coloca
sobre ella en toda la circunferencia, vendrá a ser
como un anillo interior. Sobre este aro de ladrillos, puestos en pie, se colocan uno, y Juego otro,
a lo ancho o acostados, pero siempre de canto,
C1I1 la disposición que puede verse en e y D de la
figura 13. Sobre ellos se van colocando ladrillos
(lE F G) como indica la figura y cogiéndolos con
mezcla de uno a cinco, dando las vueltas cada
vez más cortas hasta cerrar. Estos ladrillos para
la bóveda suelen tener esa sección trapezoidal
que muestra el dibujo, pero no es esencial. Lo
. mismo al trasdós de I~ bóveda (h) como al intradós (que no se dibuja), toman una mezcla en esa
proporción de uno a cinco.
Este silo puede tener cuatro metros de diámetro interior, por el doble de alto, hasta el arranque de la bóveda, que será la parte útil del mismo. Si en la finca que se vaya a construir uno de
estos silos disponen de arena, la construcción resulta sumamente económica j . pero, aun en el caso
de que esto no ocurra, tampoco es para asustarse del coste.
.
Vamos a ver lo que esto seria en pesetas y fijándonos en este silo que hemos descrito, que se
lleva lo siguiente:
.
4.000 ladrsllos, a seis pesetas el 100, 240; I JO
sacos <le cemento, a seis pesetas uno, 660; 380
kilogramos de hierro, a 52 pesetas los 100 kilogramos, 197,60; 17 m. de arena, a 15 pesetas
uno, 255. Total materiales, 1.352,60 pesetas.
Mano de obra; dos albañiles (treinta y cinco
días), a seis pesetas cada uno, 420 pesetas; <los
peones (treinta y cinco días), a cuatro pesetas
cada 000, 280. Total mano de obra, 700 pesetas.
Asciende el total general de gastos a 2.°52,60
pesetas, y si se dispusiera de arena en la finca,
serían J. 797,60 pesetas.
Con las dimensiones aceptadas de cuatro metros de diámetro interior por ocho de altura hasta el arranque de la bóveda tendremos una cubicación, en números redondos, de 100 rn" de
silo útil, resultando el precio del metro cúbico
entre 18 y 20 pesetas, según tengamos o no arena disponible. Como estas construcciones son
prácticamente eternas, apenas con bien poca C()~
sa hemos de gravar el coste del metro cúbico
de forraje ensilado por concepto de envase: escasamente unos centimillos.
En el caso frecuente de que el terreno permita hacer una excavación 00 seco de varios meotros dentro de este modelo de silos, debemos aprovechar tal circunstancia y construir un tipo mixoto, subterráneo y aéreo, asociando los dos sisternas que hemos descrito. As! puede tener el si. 10 cuatro metros en tierra y ocho en alto, -con
un diámetro interior de cuatro metros y una cabida, CtI1 números redondos, de IS0 m", variando
iIlluy poco el precio de coste por metro cúbico.
\
-.
~I
.-
APLICACIONES
En los Estados Unidos de América es donde
en la actualidad alcanza mayor importancia la
práctica del ensilaje, pues cuenta con unos
400.000 kilogramos para forraje en una capacidad total de 31 millones de toneladas.
En Europa no tiene esos vuelos. pero adquiere cada día mayor importancia en ciertas nació-nes, como Alemania e Italia; esta última. con un
tipo especial de silos que varia en sus fuodamentos del que nosotros venirnos tratando.
De España no tenemos datos ciertos; pero es
en Andalucía donde están más difundidos. En general, la aplicación de estos forrajes ensilados
están en la alimentación de ganados de rumia,
y muy especialmente del vacuno, sea para el engorde o para la producción de leche.
Don Pedro Sá.nchez Ibargüen, de Morón, es
acaso el agricultor que desde más antiguo se
viene ocupando de estos asuntos, y de los resultados obtenidos puede dar una idea el hecho
de haber empezado con un silo y tener ya varios,
con idea de irlos aumentando.
Tenernos a la vista una relación numerosa de
señores agricultores andaluces que disponen de
silos, y contestaciones de los resultados obtenidos, que son concordantes. Se lo clan al ganado
vacuno detralbajo y de carne, con excelentes resultados, .en cantidades de 20 a 2 I kilogramos,
y la cantidad de paja de cereales que quieren to-
-.p -
mar. Unos emplean paja de trig-o y otros de avena, pero sin darles otra cosa.
Una aplicación interesantlsima del ensilaje es
la alimentación de las vacas lecheras, sobre cuyo asunto vamos a insistir un poco.
Se ha dicho que las vacas que consumen silo
transmiten a la leche cierto sabor que resulta poco agradable, y esto ha impresionado mucho a
las gentes. Yo puedo asegurar, por haber suministrado durante varios años en Sevilla malz ensilado a ·100 vacas lecheras, que jamás noté nada anormal en la leche. Claro que con el maíz'
iban las cantidades de alimentos complementarios
(afrecho, pJ; ~ Y granos de leguminosas molidos}
para componer raciones integrales, según eran las
vacas y sus producciones. En realidad, yo no
consideraba el malz ensilado nada más que como elemento forraje que formaba parte de la ración, y. que por no disponer de verde en ciertas
épocas del afio, se le daba en conserva. Pero el
caso concreto del gusto a la leche se hubiera notado de ser un ,fenómeno fatal, y yo no lo percibl nunca. Claro que me preocupaba de obtener
silo dúlce, y tiraba las partes superior e interior del forraje apenas me parecía que su olor
no era el que le correspondía. Y era poco lo que
se desperdiciaba, porque los silos estaban muy
bien hechos y la operación se procuraba asimismo
realizarla bien.
. Esto es lo que yo puedo decir como resultado
de mÍ'S experiencias personales.
El profesor Wilbur Fraser, de la 'Universi<1ad
-
43-
de Illinois, hizo una experiencia alimentando unas
vacas con ensilaje y otras sin él, dando la leche
a prdbar a diferentes personas, procediendo 1'0
la forma siguiente:
Las vacas fueron divididas en dos lotes: a
uno se le daban 18 kilogramos de maíz por cabeza y día, con un poco de grano y pasto seco,
y al segundo, pasto seco y granos. Se daba a
probar la leche y formulálbanse las siguientes preguotas : ¿¡Existe alguna diferencia entre las dos
rnuestras P ¿ Hay a'ljgo 'desagradable entre una
y otra? ¿Cuál prefiere usted?
Se hicieron 372 pruebas, y el resultado fué el
siguiente:
223,
sea el 29 por 100, dieron preferencia a
la leche de ensilaje.
109,
sea el 29 por 100, dieron preferencia a
la leche sin ensilar.
40, Ó sea el 1 I por 100, se mostraron indiferentes.
.
Emilio ¡P. Paulsen; en su trabajo y titulo "El
ensilaje aplicado a la industria lechera», que publica la revista de Buenos Aires La Industria
Lechera, recoge las opiniones que sobre el particular emiten verdaderas autoridades en la mareria 00 la siguiente forma:
.
Según Jenkins,el forraje ensilado produce leche más rica en crema que no con el heno, y la
manteca toma un tinte amarillento más manifiesto.
Peers y Bauwens dicen que el ensiladoJo han
preferido siempre las wacas lecheras a otro ali..
°
°
-
44-
mento, y que al series suspendida la ración de
ensilaje, la producción de leche disminuía.
Según iMayer, el forraje ensilado 110 cornun ica
ningún sabor extraño a la leche: tampoco disminuye su cantidad, y la canj idad de grasa queda invariable, no sufriendo la leche tampoco variación alguna en su porcentaje de sustancia seca.
Woods, en experiencias efectuadas en Merton
Hall, comprobó que, a medida que se iba aumentando gradualmente la cantidad de ensilaje
en las vacas lecheras. la cantidad de leche producida aumentaba también.
Insiger, según experiencias realizadas, afirma
que la producción disminuye menos sensiblcrnente, 00 el curso de la lactación, en las vacas que
SOn alimentadas con ensilaje, y que ni la leche
ni la manteca adquieren sabor desagradable.
Cornevin, basándose en experiencias efectuadas en la Escuela Veterinaria de Lyon, afirma
que la cantidad de sustancia grasa aumenta, n
la leche de las vacas alimentadas con ensilaje.
En Argentina, sigue diciendo Paulsen, se han
realizado pocas experiencias en este sentido; pero
cita una Ilevada a cabo por la Compañia Importadora Argentina en la "Granja james», Se estabularon 10 vacas el 12 de agosto .hasta el 3
de septiembre siguiente. El 12 de agosto las vacas dieron un término medio de 4,5 litros por cabeza, con una dosis de ensilaje de maíz de 14
kilogramos y 15 de grano de cereales. El 3 de
septiembre las vacas dieron un término medio
de 23,3 litros por cabeza, con una ración diaria
-
45-
de 22 kilogramos de ensilaje y de maíz y dos
kilogramos de grano de cereales por cabeza.
En la obra de José Maria Scasso titulada Ensilaje, se ocupa extensamente de la alimentación
de vacas lecheras con productos ensilados, especial,mente el maíz, y recomienda (as siguientes
raciones.
Para vacas de 400 kilogramos de peso vivo,
que rinden 10 litros diarios de leche, con riqueza en grasa de 3 por 100:
a) Ensilaje de maíz, 15 kilogramos; heno de
alfalfa, 10 ídem.
b) Ensilaje, 20 kilogramos; alfalfa verde, 12
ídern : grano de avena, dos ídem.
c) Ensilaje, 20 kilogramos; grano de avena,
dos ídem; avena y maíz grano, 2,5 ídem.
Para vacas de 600 kilogramos de peso vivo y
producción de 20 litros diarios, con riqueza grasa de 3,5 por 100:
a)
Ensilaje.. 20 kilogramos; heno de alfalfa,
1'2 kilogramos.
b) Ensilaje, 20 kilogramos; heno de alfalfa,
4,5 ídem; avena y cebada grano, 4,5 ídem.
Esta última fórmula ha sido empleada con gran
éxito por nosotros en Sevilla en la explotación de
vacas lecheras a que antes nos hemos referido.
Tratándose de ganado vacuno para trabajo o
para carne, la regla es darles 20 ó 25 kilogramos
con la paja de trigo que quieran tomar mezclada.
Las ovejas comen exactamente igual el silo que
las vacas, y para el cálculo 'se tiene en cuenta la
relación de vaca a oveja, que en términos gene-
-
46 -
rales se admite que sean ocho ovejas por vaca,
aun cuando esto es variable, seg-ún 'sean las ovejas y las vacas. Pero, en todo caso, se llegan a
fijar las cifras mediante tanteos, que han de hacerse cuando los animales estén metidos en esta
alimentación, pues ocurre casi siempre que los
primeros días hay muchos animales que lo rechazan y están con la cabeza alta hasta que los
rinde el hambre. Después, cuando se arrancan a
comer, se lo sorben, y hay que templar un poco
al principio, quedándose más bien cortos hasta
entrar 00 un régimen normal.
í
Tratándose de ganado lanar, es mejor emplear
como complemento del silo paja de legumbres.
Claro que si en cualquiera de estos casos añadimos una cantidad, aun cuando sea pequeña,
por cabeza, de cebada molida o de granos de leguminosas, como habas o chicharos {con muy
poco basta), entonces vamos rápidamente al cebo
de los animales.
TIPOS DE SILOS
Habíamos dado por concluido nuestro modesto
trabajo sobre en·silaje. Só'o pretendíamos llamar
la atención de los agricultores y ganaderos acerca de' este importantísimo asunto y animarlos a
que intentaran algo en este sentido para conservar sus forrajes en época de superabundancia y
tenerlos disponibles en las de escasez. Claro que
el tema se presta aescribir un libro, pero 00 era
-
47-
i~ 'ali~<t(,s
nuestro ánimo, ni nos consideramos
para tamaña empresa.
~'.
r:,""":-'
"Doctores tiene la Iglesia,',.»'
1"
Pero algunas cartas de personas p~a~ ~I' egti...
madlsirnas que he recibido me obligan« aílllr.\e
"'. ' _.,,,,r ~
'
otro go l pecito
a l asunto.
El Excmo. Sr. iD. ,Anselmo M. de Rivas, mi
gran amigo, y en mi opinión, modesta, el agricultor más inteligente y progresivo de cuantos he
conocido, aun cuando ya retirado de 'Su contacto
con el agro, me escribe doctlsima carta en relación con mi trabajo sobre ensilaje, m el que repetidas veces me he ocupado de él, como propulsor en Andalucla de este método de conservación de forrajes, y me envía sus impresiones personales deducidas de muchos años de práctica,
que le autorizan a considerar el ensilaje romo el
medio más poderoso que todo agricultor tiene
para duplicar el nümero de kilos de peso vivo por
hectárea en una explotación agropecuaria. Nos
envía algunas fotos, que van en este número,
con el modelo de silos por él construidos y práctica del relleno, con otra en la que aparece unida
a la carreta el aparato a que hacíamos mérito en
nuestro primer articulo para recoger automáticamente del suelo el forraje segado a máquina; que
ha de ir al picaforrajes y al silo.
Haclamos mención en nuestro trabajo a estos
silos del señor Rivas, con ladrjllo a la capuchina,
pero no nos deteníamos a describirlos. Hoy, con
las fotos, vamos a ocupamos de ellos COlO más
detalles, por si alguien quisiera construirlos. Son
mixtos, es decir, en parte subterráneos y en parte
aéreos, en proporciones variables. que para la
por~'ión subterránea habremos de
atenemos a i.l
profundidad d e i
firme del terreno.
Estos que describimos' tienen cín
co metros bajo
tierra y diez sobre ella, con un
diámetro de otros
cinco metros. La
parte subterránea
es sencillamente
una caña con un
Fig. 14.-Planta de silo mixto
con dadrillo a la capuchina.
ladrillo de asta,
que sube sobre
el terreno hasta 50 cm. A partir de esta altura, la
construcción es la que viene representada en la
figura 14. Se labran siete columnas (A) 00 la forma que representa la figura 15, que, como puede verse, se forma chn ladrillos alternados a medía asta, asta entera; ,por el centro una varilla
de hierro de 10 mm., de una pieza o empalmada.
Entre columna y columna se pone el ladril\lo a la
capuchina (fig. 16), como puede apreciarse por
el examen de la figura. En cada metro se pone
un cincho de cable de alambre B, que rodea al
cilindro, y el espacio e se rellena con cemento.
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Teniendo 1'11 cuenta las dimensiones (le los ladrillos y los espesores de las mezclas de cemento y arena que' sirve' de mortero, resulta que el
cable va cada dos
.
bloques de ladrillos a la capuchina. Queda .as! una
capa de aire, que
sirve de aislante
con el medio exterior. Esto'! cables horizontales,
abrazando al cilindro determinado por las vario
llas verticales, y
en la trabazón de
los ladridos y ceFi,g. 15.-'1Di::wÜ',;ición de 100s
mento,
forman
Iadritlos para iÍ{)l1mar las 1'0Iurnnas A de -la figura 14·
una masa de solidez absoluta, capaz de resistir las presiones que tienen lugar 00
el interior de la masa ensilada.
las ventanas son' de un metro en cuadro.
La parte subterránea se nena directamente desde la ventana inferior.
El relleno de la parte aérea del silo puede hacerse con el elevador del cortaforrajes. Se pone
el cortaforrajes en medio de' los dos silos, que
lleva en 'Sus costados unas pequeñas troneras, a
las- que se dirige el extremo curvo del elevador.
Como éste lo oonstituyen una serie de tubos, que
- 50'se meten uno en otro, se procede de manera que
se van llenando altemativamoote los dos sin más
que enfocar este extremo curvo a uno u otro
lado. Así se da
tiempo a ir apisonando bien y
a que la temperatura se eleve. CIara, que a medida
que se llega al
borde
una ventana hay que ta.par ésta por 6U
parte interior, y
después,oon yeso, se cogen bien
las puntas y se
de
tapona perfectamente el hueco
por la parte exterior, para que
na quede la menor rendija por
donde pueda pe":
(letrar el aire. No
Fi,~. 16.-Di~sición de loos Iadnillos a 1'3 eapuchíaa y caole
de a,lambre B que sirve de
prácticalIIidho.
mente otros sistemas de silos ni de ensilaje que los apuntados.
Existen otros métodos que conozco por los libros,
y acerca de los cuales diremos breves palabras,
atendiendo así corteses requerimientos de algunos
lectores de La Industria Pecuaria, que 11'os vienen
0000%00
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siguiendo el rastro en este trabajo sobre el 00silaje.
Método italiano llamado llcremasque».-Fué
ideado por el profesor Samarini, director de la
Estación de Bacteriologla de Crema (Lombardla).
Reconoce como fundamento evitar en la masa ensilada todo proceso fermentativo y, por ende, la
elevación de temperatura, con lo que se evitan
esas transformaciones que tienen lugar y de que
nos hemos ocupado, con las que se evitan las
pérdidas de' sustancias albuminoideas. .
Para ello, se deja el forraje cortado que adquiera el estado de semiheno, con un- 30 Ó 40 por
100 de humedad tan sólo, dejándolo sobre el campo, dándole vueltas: se lleva al silo, 00 el que se
introduce sin picar, y de vez en cuando se somete a una fuerte presión con una tapadera de
. material pesado (generalmente de cemento armado), que se sube
baja, a voluntad, con un sistema de cadenas
poleas.
Las células' de este forraje semiseco van casi
muertas; ¡tienen una actividad respiratoria muy
atenuada, pero Jo suficiente para desprender la
cantidad de gas carbónico preciso a rellenar los
espacios libres, desalojando el aire' de la masa.'
y ,es claro, como los microorganismos que originan la fermentación son aerobios, es decir, precisan del contacto del aire, ésta no tiene lugar,
y el forraje se conserva, próximamente, como entr6 en el silo. Cuando estos intersticios se fian llenado de gas carbónico, la planta acaba de morir.
Claro que estos silos deben ser llenados con
°
°
-52plantas flexibles, como hierba de praderas, leguminosas y gramíneas cultivadas, etc., etc.
Estos silos' parece que tienen buen éxito en el
Norte de Italia, donde existen construidos varios
centenares de ellos. Sin duda. las condiciones
t'splX~íales de clima en aquellas regiones permiten
la aplicación de este método y aconsejan su di-
vulgacién.
Ensilai~ e/éctt'ico.-EI ingeniero suizo rnonsieur Th. Scihwei~er ha ideado un método de ensilaje para elevar artificialmente la temperatura
de la masa alrededor de 50°, con el 6n de que
se desarrollen espléndidamente los fermentos lácticos, impidiendo la multiplicación de Jos nocivos, favoreciendo así la obtención de un ensilaje
dulce.
Para conseguir este fin, se hace pasar a través
de I~ masa ensilada una corriente eléctrica, que
puede ser continua o alterna, con una tensión de
500' voltios, siendo el amperaje variable, según
la resistencia que se ofrezca, elevado cuando el
forraje es fresco, y cada vez menor a medida que
la masa verde se marchita y el emplazamiento se
acentúa. Al :lID de la operación, el forraje apenas
se calienta y la corriente pasa casi sin resistencia.
A los 50°, las plantas mueren, y se produce un
apelmazarniento que tiene por resultado la expulsión del aire en la masa ensilada. (L. Brétigniére et J. Godfemaux.]
Para aplicar este sistema es preciso que el silo
venga revestido ÍJIlteriormente por una sustancia
aisladora. EIl1 el fondo del silo habrá un electro-
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53'-
do, puesto en comunicación con tierra, y sobre la
superficie se colocará una placa, que será el otro
electrodo.
Los gastos de energla varlan de 2,20 a 2,90
kilovatios-hora por lOO kilogramos de forraje, o
sea un término medio de 25,5 kilovatios-hora por
tonelada. Con estos datos, y según el precio de
coste del kilovatio-hora, se puede calcular el de la
operación.
En Alernaoia es donde se han hecho estudios más
completos sobre este método, que, por otra parte,
no se han llegado a generalizar. Aqul donde no
disponemos de energla eléctrica si no es para obtener una poca luz para defender apenas las narices, no hay que pensar en estas cosas, que sólo
consignamos a titulo de curiosidad.
Existen otros métodos ensilaje, como la conservación por el vado, el ,empleo del gas carbó- .
nieo, el anhídrido sulfuroso, el sulfuro de carbono y la formalina. Tampoco los conocemos prácticamente, y para 1110 complicar más cuestión tan
sencilla, nos limitamos a enunciarlos,
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