la quiebra transnacional - Revistas de la Pontificia Universidad

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LA QUIEBRA TRANSNACIONAL
Ariel Gustavo Dasso*
RESUMEN
En un mundo globalizado de relaciones transfronterizas, existe preocupación en los países
signatarios de acuerdos comerciales con la denominada quiebra transnacional, donde el
patrimonio del insolvente se ubica en distintas y distantes regiones del orbe. Nace así una
imperiosa relación de reciprocidad jurisdiccional entre estados, pues de lo contrario, los
efectos sobre los bienes harían nugatoria cualquier acción enmarcada en la quiebra o en
el régimen concursal concordatario. En Argentina las normas vigentes no son acordes
con la realidad contemporánea, por tratarse de normas proteccionistas de los nacionales,
inoperantes en procesos de insolvencia de extranjeros, acceso a la justicia de
administradores extranjeros y la recíproca cooperación entre la justicia argentina y la
extranjera, imposibilita la declaración de quiebra de un deudor domiciliado en el extranjero
pero con bienes en Argentina. Esta legislación requiere actualizar sus instituciones, dejar
de lado anacrónicas normas proteccionistas y dimensionarse hacia la realidad comercial
contemporánea, acorde con la Ley Modelo que surge de la UNCITRAL.
Palabras clave: Quiebra transaccional, insolvencia, cesación de pagos, empresa
trasnacional.
ABSTRACT
In a globalized world where relationships are cross-border in nature, there is concern
on the part of signatories of trade agreements with the so-called transnational
bankruptcy in which the assens of the insolvent company are placed in different and
distant parts of the world, giving rise to an urgent and necessary legal reciprocity
between states, because otherwise the effects on property would make any action relating
to the bankruptcy, or «concordato» (agreement with creditors) proceedings, worthless.
In Argentina current laws are not in line with contemporary reality, since they are laws
which protect nationals, and which are inoperative in processes involving the bankruptcy
of foreigners, access to justice of foreign administrators, and the reciprocal cooperation
between Argentine and foreign justice. Nor does it make possible the bankruptcy of a
debtor domiciled abroad but with property in Argentina. Argentina’s legislation requires
its institutions to get up to date, abandon outdated protectionist laws, and get into line
with contemporary commercial reality in accordance with the model law of UNICITRAL.
Key words: Commercial bankruptcy, suspension of payments, trans-national company.
* Abogado de la Universidad Católica de Córdoba, especialista en derecho comercial y concursal.
Profesor de las universidades Austral, de Córdoba y de Buenos Aires.
Criterio Jurídico
Santiago de Cali
V. 5
2005
pp. 113-126
ISSN 1657-3978113
Ariel Gustavo Dasso
1. LA QUIEBRA TRANSNACIONAL
Llamamos quiebra transnacional o transfronteriza a aquella situación o
procedimiento de insolvencia abierta en una determinada jurisdicción, y en la cual
el patrimonio del insolvente está disperso en varias jurisdicciones. Por ello, el
efecto de la declaración de quiebra tiende a proyectarse sobre estos bienes, que,
de no existir un sistema de armonización y coordinación interjurisdiccional,
quedarán fuera del alcance del procedimiento.
Casi resulta ocioso resaltar que hoy en día, la brutal aceleración del desarrollo de
la globalización, merced a la revolución tecnológica en materia de comunicaciones,
sumado a la firme decisión de las grandes compañías, grupos económicos y fondos
de inversión de diversificar sus negocios en el mundo, buscando siempre optimizar
sus beneficios, dividiendo sus unidades productivas de acuerdo con las reglas de
menores costos, externalizando riesgos, tiene un impacto relevante.
Por ello, las situaciones de quiebras con elementos transfronterizos se han
multiplicado en los últimos años, tanto cuantitativa como cualitativamente. Y es
necesario reconocer la existencia, tanto material, como formal, de lo que
denominamos la empresa trasnacional. De manera que la comunidad jurídica se
ha venido interesando por este tema desde ya hace algún tiempo, particularmente
al advertir que, como en el caso argentino, la legislación local resulta insuficiente
para la realidad que enfrentamos.
2. EL CASO ARGENTINO
El sistema, al decir del profesor Roullion1 está signado por la insuficiencia y la
falta de actualización de sus normas, tanto las de fuente internacional como las
de fuente interna.
2.1 Reglas de fuente internacional
Estas se reducen al Tratado de Montevideo de 1889 ratificado por Perú, Bolivia,
Colombia, Paraguay, Uruguay y Argentina, y el Tratado de Montevideo de 1940,
ROULLIÓN, Adolfo: “Concursos con repercusión transnacional. La Ley Modelo de la CNUDMI
(UNCITRAL) sobre Insolvencia Transfronteriza”, publicado en el web site del International
Insolvency Insitute: www.iiglobal.org
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ratificado tan sólo por Uruguay, Paraguay y Argentina. Se han utilizado poco,
pero la experiencia demostró que su aplicación en nada ayudó a la eficiencia y
rapidez del tratamiento de la insolvencia transnacional.
La creación del Mercosur ha significado un aumento sustancial de las relaciones
económicas entre los estados miembros, sin embargo, Brasil que es el socio
principal, por su envergadura económica y política relativa dentro del grupo, ni
Chile, con quien también se ha incrementado en comercio de manera sustantiva
ha pesar de no ser parte formal del Mercosur, han evidenciado ninguna intención
en adherirse a estos tratados.
Ha pasado además ya mucho tiempo, y no resulta realista pretender que a esta
altura se susciten nuevas adhesiones a esos viejos tratados, firmados en una
época en la que la realidad, tanto nacional como internacional, era otra.
2.1 Reglas de fuente interna
Estas se encuentran en la Ley 24522, en sus arts. 2 inciso 2, art. 3 inciso 5 y art.
4 y corresponden a posiciones iusfilosóficas acuñadas en el siglo XIX y no han
merecido reformas en las recientes modificaciones. En aquéllas épocas las ideas
de “reorganización” y “mantenimiento de la empresa en marcha” resultaban
todavía ajenas al derecho concursal.
Consecuentemente no existía necesidad de hacer hincapié, en los casos
internacionales, en la eficiencia, la rapidez, la simplificación de procesos, el
reconocimiento de sentencias extranjeras, etc., porque en esa época el concurso
se miraba como un procedimiento principalmente liquidativo, sin aspiraciones
conservativas. Por ello el sistema argentino se encuentra impregnado aún del
principio denominado de las preferencias locales, que si bien fue moderado en
la reforma del 83, subsiste en su tinte discriminatorio a favor del acreedor local.
Ello puede verse reflejado en las siguientes características:
a. Contiene la regla de la reciprocidad.
b. La posibilidad de declarar en el país la quiebra de los bienes existentes en el
país y pertenecientes al deudor domiciliado en el extranjero, ya que sólo el
acreedor local puede pedir esta declaración de quiebra.
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c. La imposibilidad de alegar la existencia de un concurso extranjero para disputar
derechos con los acreedores locales, sobre bienes existentes en el país, ni
tampoco para anular actos celebrados por ellos con el concursado.
d. La posibilidad de declarar en quiebra al deudor declarado en concurso en el
extranjero sin necesidad de acreditar su estado de cesación de pagos y que
solo puede ser pedida por el acreedor cuyo crédito sea pagadero en Argentina.
Como vemos nos encontramos frente a reglas arcaicas y divorciadas con la realidad
económica siendo que además, no se advierte la conveniencia de mantenerlas.
Por ello las reglas argentinas son anacrónicas como insuficientes para enfrentarse
con los problemas que han sido identificados como más relevantes:
• El reconocimiento de los procesos de insolvencia extranjeros.
• El acceso a la justicia Argentina de los administradores de esos procesos
extranjeros.
• Y la cooperación internacional de los jueces argentinos y extranjeros.
3. LAS DIFERENTES ALTERNATIVAS PARA EL TRATAMIENTO DE
LOS PROCEDIMIENTOS DE INSOLVENCIA CON EFECTOS
TRANSFRONTERIZAS
El camino de la creación de un derecho uniforme, por vía de la firma de tratados
internacionales se ha mostrado como dificultosa y muy poco práctica para la
consecución de los objetivos arriba mencionados. Ha habido muy escasas
concreciones en razón de las dificultades que plantean estos temas en el plano
transnacional, y porque frente a la aprehensión de esta realidad surgen numerosas
divergencias conceptuales: razones de fondo y forma, procesales, más el impacto
que proyecta sobre las distintas ramas del derecho interno, fiscal, público, del
trabajo, de los contratos y seguros, sin olvidar el carácter de orden público,
reservado a la discrecionalidad de la legislación local y su interpretación pretoriana,
que además resulta variable, según las épocas. Esto es entendible, y es un dato
incontrastable de la realidad.
Para nosotros, el “Código de Bancarrotas” es considerado una ley fundamental
de la nación, de rango constitucional federal, materia no delegada a las Provincias.
Y no resulta ajena a esta idea la utilización política que los procesos concursales
han venido teniendo en nuestro país.
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Se ha adjudicado a los sistemas concursales las propiedades más fabulosas e
increíbles, casi mágicas y sorprendentes. Por no hablar de la influencia que
tienen los estados de emergencia. Así en 1995, el Poder Ejecutivo, a través del
Ministerio de Economía, preconizaba la reforma como una panacea que llevaría
automáticamente a las empresas a la bonanza económica, al permitir la aparición
de un buen empresario que vendría a hacerse cargo de la empresa viable, pero
mal administrada, mal gerenciada y dilapidado su patrimonio por el empresario
inútil, anticuado, corrupto, o simplemente incapaz.
Se pensaba, además, que bajaría el costo del crédito y aseguraría el mantenimiento
de las fuentes de trabajo, y para el caso de la inviabilidad, la liquidación se
prometía como inmediata, en no más de tres meses, evaluados compulsivamente
por el legislador como el plazo máximo de duración de ese procedimiento, bajo
apercibimiento de severas sanciones al juez y al funcionario del concurso que no
acataren las órdenes de la ley y no promoviera y obtuvieran la liquidación de los
bienes del deudor en ese plazo.
Pero, debimos aprender por la fuerza que, parafraseando a un ex presidente
argentino, con el concurso “no se educa, no se come, ni se cura”. Las recurrentes
emergencias han provocado que en los últimos años se generara una serie de
reformas descoordinadas, tendientes a superar situaciones coyunturales y de
emergencia. Así se ha perdido el rumbo sobre cuáles son las verdaderas finalidades
del proceso concursal.
Y así escuchamos discrepar, según de donde suene la campana, que el concurso
es un proceso diseñado para proveer a la protección del crédito, para la
conservación de la empresa, para la conservación de la unidad productiva, para
la conservación del empleo. Y lo cierto es que ninguna de estas es la verdadera
finalidad del concurso.
Él es en realidad es un subsistema dentro del sistema económico y jurídico de un
Estado, destinado a paliar el efecto nocivo, destructor, de propagación con efecto
dominó, que la insolvencia de un agente económico provoca sobre la comunidad.
Y ese objetivo se logra disminuyendo de la mejor manera posible el impacto que
esa insolvencia provoca en los diferentes agentes económicos, utilizando nociones
de prudencia y de justicia distributiva, haciendo que el peso mayor no recaiga
sobre el más débil. Será cuestión de política legislativa determinar quiénes serán
los unos y los otros. Quién está mejor preparado para asumir la pérdida relativa,
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o tiene mayor y mejor acceso a la información del deudor y puede percibir o no
sus dificultades. Quien puede precaverse mejor, quien resulta ser un acreedor
voluntario o profesional del deudor y quien un acreedor forzoso.
Lo que ocurre es que décadas de práctica concursal han demostrado que el
mejor método para distribuir estos costos en mantener a la empresa con vida (en
tanto sea viable). A través de ella se consigue el mejor valor de transacción para
hacer frente a la situación de insolvencia y se generan más recursos para distribuir
ente los perjudicados.
Es por eso que hoy en día la velocidad y la eficiencia del sistema resulta crítica
para mantener a la empresa en marcha. De esta manera, el deudor puede hacer
una propuesta razonable a sus acreedores, y en el caso de quiebra, la empresa
todavía seguirá siendo atractiva para un tercero.
Sólo en caso de imposibilidad de mantener esta empresa en marcha habrá que ir
por vía de la liquidación, y aún en este caso, siempre con el criterio de mantener
unidas las unidades productivas, dentro de lo posible.
Pero, la ley de concursos no sanea la economía. Las correctas y saludables
políticas económicas deben hacerlo. Ella no crea empleo, ni genera empresas
nuevas. Una adecuada política de empleo coordinado con la economía lo hace.
Por ello es crucial comprender que el concurso tiene aptitudes limitadas, que es
un subsistema dentro de un sistema mayor, y que el abuso del mismo, repercutirá
inexorablemente en el resto del sistema económico, y, por esa vía, se corre el
riesgo cierto de esterilizar el esfuerzo iniciado.
Cada empresa inviable que es mantenida artificialmente, genera costos que en
definitiva son asumidos por el resto de la sociedad, ya que no paga impuestos, no
reinvierte sus ganancias, no reparte dividendos, y, lo que es peor, tampoco paga a
los acreedores.
El tratadista Salgado de Somoza2, que popularizara el concepto de “concurso”,
reintroducido recientemente en el moderno sistema concursal español, para referirse
a estos procedimientos universales, tituló su obra “El laberinto de los acreedores”.
SALGADO DE SOMOZA, Francisco. Labyrinthus Creditorum Concurrendum, 1646, citado en
“Concurso e Insolvencia Punible” (obra colectiva) Tirant lo Blanch y en la Exposición de Motivos
del Nuevo Régimen Concursal español.
2
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El laberinto, una idea interesante para describir el arduo camino hasta la
satisfacción del crédito. Pero también una idea Borgiana. Como se sabe, Borges
tenía algunas ideas recurrentes, los espejos, los laberintos, el sueño del que sueña
ser soñado y desea fervientemente que el soñador nunca cese un su onírica vida,
porque de ello depende su existencia misma, y, más aún, las de sus propios sueños.
Pero, otra idea Borgiana en la del Aleph. La primera letra del alfabeto árabe, y
también hebreo, la letra que designa los 99 nombres de Alá. Y es también un
mítico lugar, un punto en el espacio, desde el cual, quien pueda acceder a él verá,
en un solo y vertiginoso instante, el pasado, el presente y el futuro, y todos los
lugares del universo desde un maravilloso y fenomenal mirador. Pues bien, el
concurso no es El Aleph, desde donde todo se ve, desde donde todo se sabe,
desde donde todo se soluciona.
4. LOS CAMINOS DE LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL
Frente al fracaso entonces de la posibilidad de creación de un sistema único, se
generaron alternativas. El proyecto más ambicioso fue aquel realizado por La
Convención de la Unión Europea sobre Procedimientos de Insolvencia (1995).
Téngase en cuenta la trayectoria europea en materia de armonización legislativa.
Prácticamente todo el andamiaje jurídico europeo reposa sobre estas bases, que
cuenta como herramientas o instrumentos fundamentales para su concreción con
el principio de supranacionalidad de las reglas comunitarias, el efecto directo de
la legislación de la Unión en los países miembros, y el acceso directo a la
jurisdicción supranacional de cualquiera de los habitantes de la UE para exigir
por vía de las cortes de Estrasburgo la aplicación de la ley comunitaria.
Este proyecto ha llevado 35 años de trabajo, habiendo sido ratificada por 14 de
los 15 estados miembros de la UE. Pero el Reino Unido se negó a hacerlo. Dado
que la convención sólo empezaría a regir una vez ratificada por la totalidad de los
estados miembros, la misma, por el momento no ha tomado efecto y es aún
incierto el destino que tendrá. Podría ser adoptada por 14 miembros dejando
fuera solamente al Reino Unido, o intentar incorporarla al Tratado de Ámsterdam
sobre Cooperación Judicial en materia Civil.
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5. LA OTRA POSIBILIDAD
Ante la imposibilidad de crear un régimen común, se propone mejorar la legislación
interna incorporando reglas de cooperación. Este fue el espíritu de la convención
de Estambul de 1990, cuyos alcances se fijaron en forma muy limitada, de manera
de posibilitar acuerdos más aceptables por los estados miembros.
No pretendió crear un procedimiento falimentario europeo, sino proporcionar a
los estados soluciones mediante la asistencia jurídica o la cooperación
interjurisdiccional. Y encuentra en la ayuda judicial un medio de conciliación
superador.
Lo que se debe tener en claro es, nuevamente, la finalidad: evitar que un deudor
insolvente en un país conserve libremente su patrimonio y demás actividades en
otros estados. Pero tiene características meramente liquidativas. Requisitos
• Que los procedimientos se funden en la insolvencia.
• Que desapoderen al fallido.
• Que liquiden sus activos.
• Que designen un síndico.
Contempla la posibilidad de existencia de aperturas de quiebras secundarias en
otros estados miembros y regula la información a brindar a los acreedores residentes
en otros estados miembros.
Declaración de la quiebra. Esta debe ser real, efectiva y emanada de tribunal
competente y no manifiestamente contraria al orden publico, atribuyendo
competencia al juez del lugar donde se encuentra el establecimiento principal del
fallido.
Designación de síndico. Es la piedra basal del sistema, pues la actuación de este
funcionario mas allá de la frontera de la nación en la cual la quiebra principal
haya sido declarada, es la garantía de funcionamiento del sistema. Se lo faculta
para ejercer funciones preventivas y las propias de su actividad como órgano del
concurso, es decir: actos de administración, gestión y disposición de los bienes del
deudor. Y facultades preventivas, como la toma de medidas precautorias.
Consecuencias de la declaración de quiebra. Admisión de la posibilidad de existencia
de quiebras secundarias en otros países distintos del que dicto la sentencia de
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quiebra, articulando mecanismos de cooperación entre los distintos procesos
concúrsales.
6. MÉTODO
Es claro que la reforma de la legislación local requiere un menor esfuerzo, los
tiempos serán más breves, por estar circunscrito el debate al territorio nacional y
los resultados, predecibles. Aunque esta reforma local, luego, por su contenido,
tenga alcance universal.
Teniendo en cuenta todos estos elementos, en la Argentina se ha entendido que
un mero retoque a los arts. 2, 3 inciso 5 y 4 de la ley 24522 no seria suficiente. Por
ello partiendo del análisis de la realidad y de la experiencia internacional que se
ha manifestado tan reacia a los tratados o convenciones, la Comisión de Naciones
Unidas para el Derecho Mercantil Internacional UNCITRAL o CNUDMI ha
propuesto una ley modelo sobre Insolvencia transfronteriza.
7. FINALIDAD DE LA LEY MODELO
Características salientes:
• Establecer mecanismos eficaces para la resolución de los casos de
insolvencia transfronteriza, buscando promover el logro de los siguientes
objetivos.
• La competencia entre los tribunales y demás autoridades de los estados
que hayan de intervenir en casos de insolvencia trasnacional (IT).
• Mayor seguridad jurídica para el comercio y las inversiones.
• Administración equitativa y eficiente de las IT, que proteja los intereses de
todos los acreedores, y las demás partes interesadas, incluido el deudor.
• La protección de los bienes del deudor y la optimización de su valor.
• Facilitar la reorganización de las empresas en dificultades, para proteger el
capital invertido y preservar el empleo.
La ley comienza definiendo algunos términos usuales en la administración de IT,
que pueden tener significado diferente en cada idioma, por ello se utiliza una definición
a los efectos de esta ley. Por ejemplo, adopta el término “Procedimiento extranjero”,
para referirse al concurso, “Representante extranjero” para referirse al sindico,
curador, trustee, o como quiera que se lo llame, en cada legislación local.
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8. ÁMBITO DE APLICACIÓN DE LA LEY
1. Cuando un tribunal extranjero o representante extranjero solicite asistencia en
relación con el procedimiento extranjero.
2. Se solicita asistencia a un estado extranjero en relación con un proceso que se
esté tramitando en el país que adopte la Ley Modelo, con arreglo a las normas
de derecho interno de éste.
3. Que se estén tramitando simultáneamente y respecto de un mismo deudor un
procedimiento extranjero y un procedimiento en el país que adopte la Ley
Modelo.
4. En todo caso, que un acreedor o tercero interesado que esté en un Estado
extranjero tenga interés en solicitar la apertura de un procedimiento o en
participar de un procedimiento que está tramitando de acuerdo a la legislación
de insolvencia del país que adopte la Ley Modelo.
9. TRIBUNAL COMPETENTE
El art. 4 propone que sea el Estado que adhiere el que identifique quien será el
tribunal competente para ejercer las funciones y en el art. 3 “Obligaciones
internacionales del Estado” se deja establecido que en caso de conflicto entre el
y otro tratado, prevalecen las disposiciones de este tratado. Esto permite adoptar
la ley modelo, aun cuando el país ya hubiere firmado tratados anteriores.
Excepción de orden público (art. 6). Nada de lo dispuesto en la Ley Modelo
impide al tribunal negarse a adoptar una medida en ella regulada, de ser esa
medida manifiestamente contraria al orden público. Pero por otro lado el art. 7 le
permite prestar asistencia al representante extranjero mas allá de lo previsto en
le Ley Modelo si la norma de derecho interno autorizase al juez a hacerlo.
10. ACCESO DE LOS REPRESENTANTES EXTRANJEROS
Los arts. 9 al 12 reconocen el acceso directo de los representantes extranjeros
ante el tribunal extranjero, lo que sería una novedad para el caso argentino. Pero
esto no supone la sumisión del representante extranjero ni de los bienes ni negocios
del deudor, a la jurisdicción de los tribunales locales.
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Se les reconoce legitimación para solicitar la apertura de unos procedimientos
locales de insolvencia según las reglas internas y una vez reconocido, participar
en todo el procedimiento extranjero con arreglo a las normas de derechos interno.
11. ACCESO DE LOS ACREEDORES EXTRANJEROS
Los arts. 13 y 14 reconocen que hay diferencias entre los acreedores locales y
los extranjeros, pero no define cuál debe ser el criterio de diferenciación, lo cual
deja librado al derecho interno de cada país. Para nuestro ordenamiento es acreedor
local quien tiene domicilio de pago en el país o domicilio de pago alternativo, y
será acreedor extranjero el que tenga su domicilio de pago en el extranjero.
El art. 13 otorga mismos derechos a ambos para solicitar la apertura de un
procedimiento de insolvencia en el país y para participar en el procedimiento de
insolvencia con arreglo al derecho del país adoptante. Eso implicaría para la
Argentina que un acreedor cuyo crédito sea pagadero en el extranjero podría
solicitar la apertura del procedimiento en el país, como un acreedor local.
La Ley Modelo deja a salvo el orden de privilegios del país adoptante. Pero los
acota. Así, determina que no se asignará a los créditos extranjeros una prelación
inferior a los de los quirografarios locales, salvo que se tratara de un crédito
subordinado en sí mismo, pero no por el mero hecho de ser extranjero. Y se le da
la posibilidad al estado adoptante de excluir de su procedimiento local los créditos
fiscales o de seguridad social extranjeros.
El art. 14 determina un régimen de notificaciones para los acreedores extranjeros
idéntico al de los acreedores locales.
12. EL RECONOCIMIENTO DEL PROCEDIMIENTO EXTRANJERO
En el Cáp. III que es él más extenso de la Ley Modelo se establece detalladamente
la posibilidad de que el Representante Extranjero solicite al Tribunal del país
adoptante, el reconocimiento de los procedimientos extranjeros de insolvencia, y
las formalidades necesarias a tal fin.
Se pueden adoptar medidas provisionales, como la paralización de ejecuciones
contra el deudor o la conservación o enajenación inmediata de los bienes de
deudor cuando ello sea necesario para mantener su valor, como en el caso de
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mercaderías perecederas, suspender los derechos de enajenar o gravar los bienes
del deudor, o cualquier otra medida cautelar reconocida por el derecho interno del
estado adoptante. Luego se determinará cuál es el proceso principal y cuál el
subsidiario.
En el primero las medidas se toman directamente, en el segundo necesitan de una
decisión del tribunal, previo requerimiento del tribunal o representante extranjero
13. COOPERACIÓN ENTRE TRIBUNALES Y REPRESENTANTES,
LOCALES Y EXTRANJEROS
Los arts. 25 al 27, se encuentran dedicados a la cooperación judicial. Esta se
estructura con base en la necesidad de ponerse en comunicación y recabar
información o asistencia directa de los Tribunales o Representantes extranjeros.
Este es quizás el mayor desafío: poder cooperar con eficiencia y rapidez para
mantener el valor de los bienes del deudor y evitar la “chatarrización” de sus
activos.
La Ley Modelo establece como ejemplos de formas de cooperación, los siguientes:
• Designación de persona u órgano para que actué bajo la dirección del
tribunal.
• Comunicación de información por cualquier medio que el tribunal considere
oportuno.
• Coordinación en la administración y supervisión de los bienes del deudor.
• Aplicación del acuerdo relativo a la coordinación de procedimientos.
14. PROCEDIMIENTOS PARALELOS
Los arts. 28 al 32 formulan las reglas para coordinar aspectos conflictivos:
• Cuando a un procedimiento principal extranjero previo le sucede otro
procedimiento local posterior.
• Cuando se tramiten simultáneamente procedimientos de insolvencia local
y extranjera.
• Cuando existan dos o más procedimientos extranjeros.
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LA QUIEBRA TRANSNACIONAL
Determina que el reconocimiento del concurso extranjero principal es prueba
válida pues indica que el deudor es insolvente a los efectos de la apertura de unos
procedimientos. Y consagra la regla de paridad en los dividendos.
15. CONCLUSIONES
Se ha propuesto una guía para la incorporación de la Ley Modelo sobre IT, a los
derechos locales. Ella recoge las prácticas de los sistemas más modernos y
eficientes, pero respeta las diferencias que se dan de un derecho procesal interno
a otros; no intenta unificar el derecho sustantivo, lo cual resulta impracticable, de
momento, pero dota a los estados adherentes de una normativa moderna equitativa
y armonizada para resolver con eficacia los casos de IT.
No renuncia a la preocupación tradicional de la quiebra transnacional, que es el
problema del reparto de los bienes liquidados entre acreedor local y extranjero,
pero incorpora reglas que permiten afrontarlo en forma más eficiente a partir del
reconocimiento de la empresa transnacional. Además, tiene la ventaja de la
flexibilidad propia de toda ley modelo, a la cual cada Estado le puede hacer las
modificaciones que entiende más convenientes, si bien esto no sería lo más
deseable.
La facilidad de las comunicaciones entre los tribunales permite una actuación
rápida tendiente, además, a conjurar las operaciones fraudulentas de deudores
insolventes.
Todo esto contribuye a una mayor previsibilidad y seguridad jurídica, que son tan
tenidos en cuenta al evaluar el riesgo país.
México, ha alcanzado el grado de Investment grade, y en su ley del año 2000 ha
incorporado la ley Modelo como titulo XII de la ley concursal. Los propios Estados
Unidos han agregado recientemente un Chapter XV a su ya conocido U.S.
Bankruptcy Code, con el cual reemplaza íntegramente las reglas que sobre IT
contenía en los Cap. III y V, particularmente la sección 304 b.
Como vemos, no es un tema sencillo, en el cual los intereses nacionales son
importantes, pero la realidad golpea a nuestras puertas y debemos reconocerla.
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La globalización es como la lluvia. Es un hecho natural. Golpea a todos por igual,
pero, sabemos bien, que algunos tienen botas, paraguas e impermeables, mientras
otros deben soportar la inundación con los pies desnudos.
Decía Oscar Wilde que no es malo que un corazón se rompa. Los corazones se
hicieron para ser destrozados. Lo malo, en todo caso, es que se vuelvan de piedra.
Todo tiene que ver con todo. Wilde escribió esto en su “De profundis”, carta que
envía a su amigo Bosie, desde la cárcel de Redding, a la cual había ido a parar no
sólo por su conducta escandalosa, sino, como consecuencia de una sentencia de
quiebra.
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