Sección Letras Por Barb Matata para Regia Mag issue#7 ©2009 "- Domestícame, fue el pedido del Zorro a El Principito. Su deseo se iniciaba en el olvidado valor de formar lazos, sin embargo es imposible no alejar el verbo domesticar de una imagen más cruel que aquella del libro. Casi de modo automático hasta se oyen los tiradores elásticos, varios gemidos, algún salpicón y una panzada en ronda para festejar el deber cumplido y legitimizado, mientras a un costado la animalada tras las rejas y amontonadas descansan de su jornada laboral. La acción de domar está íntimamente ligada al látigo que expone al animal a las más terribles causas para lograr los efectos como símbolo de civilización... y por decantación para muchos, de barbarie. Ninguna de sus utilizaciones puede ser altamente celebrada ya que esconde un uso y abuso de poder, y en cuestión de fuerza habrá un poderoso y un apoderado. Si se puede hablar de vencedores o vencidos, habrá que ver quien se queda con el premio mayor, en esa lupa que aumenta o disminuye su óptica según la perpendicular que le demos, y claro… Si es que seguimos en las butacas aplaudiendo la función o si la silla no soporta el peso, se desarma y al mejor modo de sketch sincronizado quedamos recostados en foco de escena, a punto de ser parte… Del terror ajeno, al horror propio hay tan solo una caída de diferencia. Bienvenidos al circo nuestro de cada vida. Sin repetir, sin soplar, comencemos a mirarnos ya… De chicos nos leen el libro de la flor que es cuidada por el señorito del traje que inspiró, décadas después, a un mítico rockero argentino para una etapa sinfónica de su vida. Poco más grandes nos pasean por los cines de esos que ahora son templos, y no por ser espacios de cultura de culto, y vemos en pantalla gigante las películas ¿infantiles? en las que todos los animalitos terminan quedándose huérfanos pero salvando al mundo de los villanos. Mientras merendamos en alguna hamburguesería planeamos ir al Zoo de la ciudad y nos alientan en acompañar mimadamente a nuestras mascotas… Llega el verano, y entre los barrenadores y, las hasta ese momento, sanas palas, nos regalan los tickets para el acuario más grande del cono Sur. Ahí vemos todo tipo de adulto, cercano o no, haciendo alguna morisqueta para alimentar al delfín con la sardina, que lo motivará a regalarnos algún salto olímpico. Aplausos de primer acto. En ese momento los psicólogos hablan de lo habitual que es el descubrir nuestros cuerpos, de lo vital que es responderles a los chicos exactamente lo que preguntan –ni más, ni menos- y de hasta lo saludable que es la masturbación infantil como reconocimiento de lo que somos, y para saber donde esta cada cosa (o cosita), que con el correr de los años ganara nombres según la jerga barrial que vayamos curtiendo, pero nada de cholita y pitulín. Sí de curtir se trata, proporcionalmente cuando dejamos de alimentarnos a comida chatarra, nos dejamos satisfacer por mensajes chatarra y terminamos admitiendo que después de cierta hora y lugar, cualquier chatarra es comestible. Entramos a la adolescencia para dejar atrás esa previa que nos muestra como un cartel humano andante: “Persona en construcción, disculpe las deformidades ocasionadas” y festejamos el amor nómade, total como la moda, todo vuelve. Las agendas femeninas revientan de servilletas de primeras citas con muchachitos, que no se visten como aquel Principito pero en función de conquista nos dicen en esos días hormonales, donde nada nos sienta bien lo que queremos oír: “Lo esencial es invisible a los ojos”, pero no a los tampones, y aun sin terminar de entender donde esta el piropo, algo sumó antes de ir en busca de… otro. Y eso que siempre tenemos a mano la frase “personita especial no cambies nunca” Como si no cambiar fuera el camino a la sabiduría, cuando en realidad vivimos cambiando de ropero por que nunca alcanza y nunca terminamos de estacionar, por que claramente el concepto de desear se muere cuando se cumple el mismo, y así como hay temporada Otoño-Invierno, hay temporadas de “RockeroMédico // Hippie-Trendy” hasta poder lucir todos estilos y luego en la involución física del crecer, en total evolución de la edad plena a la adultez, vamos ya aprendiendo que nos queda mejor, y que la contradicción de buena leche suele ser el motor de vida por excelencia, pero no el único. La otra cara es el Morbo, ese que no para, y todos los sabemos por que todos vivimos de él. Somos carne de cañón, y no hay mayor resaca que la de reventar con cada apuesta, sea cual sea. A esta altura, post saltito epiléptico al ritmo de “barilóbarilónosvamoabariló” cada vez es mas difícil calzarnos los jeans que Cory subió a su blog cuidadosamente ensuciados, y tanto nos esforzamos por ser distintos a los del más al Sur o más al Norte -depende donde estemos- que terminamos uniformados siendo “El Empleado del mes”. Tantos años caminando con un libro en la cabeza, intentando parecer que llevamos un palo en el culo, para terminar con un cuadro enmarcado en la cabeza. Pero ojo, no de madera talada de los pobres árboles amazónicos, sino de la ecológica por que todo es ecológico ahora, incluso hasta los tablaos donde nace el zapatear. Papel ecológico, cuero ecológico, gasoil ecológico… ¿Novio emológico? Aplausos a la tercera persona, he aquí el unipersonal. Es importante saber eso por que sin hacer yoga, ni Pilates, ni leer Osho logré la armonía y la fortaleza muscular que tanto necesitaba tratando de correr el flequillo a un costado para que conociera mis dos ojos, y una vez que pudo mirarme la cara entera… se imaginan el final no? Me dejó, así como la voz cambia también se renuevan las voces que queremos oír y me mandó a mejor vida. Haría la gran Cameron Díaz gritándole si justo a mí me va a dejar, a mí?!?! Yo que me trague toda su leche de chico sensible en un mundo cruel!!! Pero bueno, tuve un idea mejor, guiada por el horóscopo, para sepultarlo bien sepultado, le entré a poner tachas a la vida cotidiana y a colorear hasta lo inoloro, incoloro e indoloro. Y de la angustia oral a la tarjeta plástica una va emergiendo cuan Ave Fénix hasta ser ícono… No! No me busques en tu escritorio, no soy ícono a domicilio, soy ícono de alta costurera que vive dando al mal faso. Pero eso sí, confirmado… He dejado unas cuantas ganas masculinas por saciar y lo que viene pasa siempre: El príncipe al ser besado se convierte en sapo, pero al no serlo se convierte en un caracol baboso… La histeria genera más histeria pero satura las historias incluso antes de empezar a planearlas… Más pastillitas para evitar “es la primera vez que me pasa algo así”, mas consoladores y mas admisión de manos libres!!! Lo no admitido es el “¿cómo me voy a hacer la paja yo?” Metete los dedos y sabrás cómo! Es más cómodo hacerlo sin culpa que hacerlo mientras se jura que “jamás me toque” y para zafar del santo pecado de la mentira cruzamos las piernas en el juramento, por que los dedos claramente están re ubicados en otra zona… Aunque mujeres vale el guiño! Cruzar las piernas permite otra fricción… Aplausos no, respiración honda sí. ¿Será qué todo lo hacemos bajo el instinto de sobrevivir y de saber qué a la larga el mismo dolor nos dará placer y viceversa? Así cuando el instinto maternal lleva a la cama a menores para justamente amanecer mojadas… al tiempo los menores no obedecen, y terminan juntándose en el Abasto quizás para comentar lo que la señorita maestra les explicó en clases sexuales personales por que aun los colegios hacen agua en el tema, y de paso de paseo con los pares, compran la revista en la que sale la hija del hotelero millonario con una zanahoria en la cabeza para probar hasta donde da la obsecuencia del modernismo. Vamos creando monstruos, criaturas, secuaces, “pequeños yo” que marcan nuestra tendencia. ¿Será por eso qué cuándo no gusta lo que vemos, es que debemos cambiarnos y cambiarlos? La moda incomoda, la parcialidad de lo absoluto nos devora y la verdad nos ahoga sin dejar crecer la nariz. La libertad nos va tan grande como ciertas prendas tan chicas, y cuanto más repetimos “Libertad, libertad, libertad” más esclavos de nosotros mismos somos. ¿Es qué estamos tan solos qué no hay animal qué nos salve de los villanos? ¿Es qué somos nosotros los qué escribimos lo qué ellos nos van soplando? Y aunque así no sea, sé que aunque pueda correr horas para escapar del mal siempre somos “ese” reflejo latente, por inspiradores o aspiradores a serlo. Un día vamos a amanecer y no tendremos más que contar, mirar o escribir. Seremos el rehén de la revolución y ya nadie se acordará de los dinosaurios, sino que hablará de los humanos. Y cuando menos lo pensemos estaremos calificados por peso, tatuados con números, la alta sociedad nos aplaudirá en nuestro paso a paso y luego nos hará asado. Seguramente algún toro resultará electo democráticamente y por la noche seremos su amante antes de ser menú ejecutivo. Venimos del mono, hacia el mono vamos cuando mas de ellos vienen a nosotros… ¡es qué es todo tan familiar en el parámetro de la inocencia a la infinita irreverencia! Y no olvidar que es la bendición del feedback, la de saber nuestros errores pero no etiquetarlos, la de poner en oferta el casting ajeno y salir de paseo a comer pasto… No escupamos al cielo que hay demasiados sin techo para que vuelva a caer tanta mononucleosis sobre ellos… Por que ellos somos nosotros, por que nosotros somos sus “ellos”. Disfrutemos, miremos, vivamos… Somos erroristas por naturaleza, podemos errar… podemos ser natural. Ya esta legalizado. Se baja el telón, hasta la próxima función. Dicen por ahí que el show debe sentir…"