congruencias e incongruencias en los movimientos migratorios

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Revista Antropológicas n.º 10, 2007
Congruencias e Incongruencias en
los Movimientos Migratorios Actuales
Carlos Junquera Rubio
Universidad Complutense de Madrid
Resumo
Baseando os movimentos migratórios na dupla conjuntura: nações que adquirem um crescimento económico e um bem-estar social importam mão-deobra barata, enquanto nações onde impera a pobreza são obrigadas a demandar trabalho fora do seu país, o autor afirma que a importância das migrações
actuais reside no papel importante que desempenham nas transformações
sociais modernas, ao gerarem congruências e incongruências tais como inclusão e exclusão sociais, redes de tráfico que operam no mercado global das
migrações, contradição entre riqueza e pobreza, incompatibilidades entre o
global e o local, assimetrias entre economia e meio ambiente, desacertos entre
modernidade e pós-modernidade, ambivalência entre cidadãos nacionais e
cidadãos globais.
Abstract
Basing the migratory movements in a double conjuncture: nations that acquire
economic growth and social well-being import cheap hand-work, and nations
where the poverty empires are obligated to search for work outside their country, the author states that the importance of actual migrations resides on the
important part that they carry in the modern social transformations when they
grow congruencies and incongruencies such as social inclusion and exclusion,
traffic nets that operate in the global migration market, contradiction between
wealthy and poverty, incompatibilities between global and local, symmetries
between economy and environment, disagreements between modernity and
post-modernity, ambivalence between national citizens and global citizens.
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Introducción
La emigración es uno de las evidencias más importantes y peculiares del
recién superado siglo XX y lo será igualmente en el XXI tanto a nivel internacional como de nacional. Esta afirmación la han hecho numerosos estudiosos,
valorando unos datos que nunca antes tuvieron el precedente ni la representación que tienen en el momento presente. Gobiernos, instituciones, personas se plantean constantemente qué representan las continuas marchas de
personas de unos países a otros, y de unos continentes a otros también. Este
dato está afectando seriamente a las pirámides poblacionales, tanto de las
naciones emisoras como de las receptoras; es más, tampoco podría entenderse la economía actual sin tener en cuenta esta expresión que ofrece imágenes
muy dispares, afortunadas en ocasiones y mucho más desgraciadas las más,
especialmente cuando hacen referencia a los más desgraciados que buscan
solucionar el presente y el futuro de su vida creyendo que embarcándose en
la emigración alcanzaran el bienestar que les niega el lugar en que nacieron.
El mundo moderno nos tiene acostumbrados a que países que han sido emisores de emigrantes, incluso durante más de un siglo, se hayan convertido en
receptores en pocos años debido a que sus economías mejoraron igualmente
en poco tiempo. Y hay que considerar también que los hechos se mueven a
velocidades de vértigo y no sabemos a ciencia cierta cómo se lograrán controlar estas corrientes migratorias. Es más, países que tradicionalmente han sido
de acogida se han convertido de la noche a la mañana en emisores. Tenemos
a la vista el caso argentino. Argentina representó durante muchos años el lugar ideal para emigrar europeos de diversas nacionalidades. Y siendo, como
de suyo lo es, un país rico ofrece hoy ejemplos sangrantes al ver a niños en los
hospitales sin poderles atender. Qué ha pasado?. Grosso modo, puede responderse que los dirigentes políticos, más que corruptos, han traicionado a las
masas populares que pasaron de ricas a pobres en cuestión de días.
El modelo argentino puede analizarse con el español o con cualquier otro. En
este caso, tenemos que España, como consecuencia de perder los territorios
que se emanciparon en Iberoamérica, se describe como un país exportador
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de mano de obra, y que como unos seis millones de españoles tuvieron que
buscar lugares apetecibles para tener una vida decente entre 1825 y 1970 (Nadai, 1996: 193-264). En unas tres décadas cambió la realidad económica, de
tal modo que se frenó la emigración al exterior, que no al interior, y comenzaron a quedarse quienes acudían sólo de paso para otros países europeos que
tenían mejor situación, casos de Francia, Gran Bretaña, Alemania, Holanda,
Bélgica y Suiza a donde también habían acudido españoles.
Las emigraciones actuales se originan primordialmente por dos manifestaciones: unas naciones que han logrado un alto desarrollo y bienestar social
demandan la mano de obra de la que carecen porque sus gentes no están
dispuestas a laborar en tareas que consideran poco apropiadas para el nivel
de vida de que gozan; 2) otras están hundidas en la pobreza, incluso en la
extrema, y si llega la ocasión expiden a sus gentes hacia las primeras. Hay
que tener en cuenta que en estos movimientos no acostumbran a tenerse en
cuenta aquellas personas, originarios de países tercermundistas, que son expertos y que también hallan amparo en las regiones desarrolladas del primer
mundo, que cuentan con peritos pero que nunca viene mal contar con más.
Igualmente, no suelen considerarse en estos movimientos a personas que
sin ser científicos emigran con renombre, caso de los futbolistas argentinos
y brasileños, que son acogidos incluso con euforia. La petición de especialistas mitiga en buena medida los efectos negativos de racismo y xenofobia
que suelen aparecer en los lugares receptores, especialmente las ciudades
industriales, si comparamos esta situación de privilegio con la de aquellos
otros que sólo disponen de su fuerza de trabajo para ejecutar las labores a
las que ya no se encadenan los nativos como he indicado.
La actualidad de los movimientos migratorios presenta una perspectiva que
no creo cambie a corto plazo. La emigración considerada como ilegal por
parte de los poderes públicos es más notable cada día e incluso más significativa que la legal, hasta el punto de que los medios de comunicación social
ya llevan años haciéndose eco del efecto patera, que muestra claramente el
paso de africanos hacia Europa a través de España, o de la balsa que favorece
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la entrada de caribeños en Estados Unidos. Las formas de miseria crítica presentes en los países pobres de África, Asia y Latinoamérica imponen a una
marcha irremediable; pero, no hay que descuidar que ahora son también
gentes procedentes del Este de Europa quienes acuden en masa, habida
cuenta que el paraíso terrestre propuesto por Marx no fue alcanzado por sus
seguidores que han debido claudicar ante el capitalismo imperante como
consecuencia de la mala gestión ideológica y económica que practicaron.
Un argumento importante en los movimientos migratorios es el que considera
la disminución y la ganancia de población, tanto de la activa como de la pasiva.
El envejecimiento que afecta a los países de la Europa occidental posibilita el
que lleguen emigrantes que favorecen la modificación de las pirámides migratorias de los países de acogida favoreciendo la base sustancialmente. Este es
el caso de España que es uno de los países con menor crecimiento vegetativo
y que en los cuatro últimos años ha incrementado su población debido a los
venidos de fuera; es más, éstos ven en sus hijos nacidos en tierra de acogida un
asidero para regularizar su situación y pasar de ser unos sin papeles a legales.
No puede obviarse que muchas de las políticas sociales centradas en el
movimiento de personas debe tener en cuenta estos detalles; es más, hace
poco más de cuarenta años Europa albergaba el 20% de la población mundial, y ahora escasamente supera un 10% y descenderá a menos del 7% hacia el año 2050. Curiosamente, continentes enteros sumidos en la miseria
contarán a corto plazo con mucha más población, este el caso de Africa que
pasará de los algo más de 700 millones a más de 1.800 millones a mitad del
siglo XXI; y mucho más se incrementará la población asiática. Parece lógico
pensar que los países ricos deberán asumir el exceso poblacional porque en
los países tercermundistas las políticas económicas, de empleo y educación
no crecerán al mismo ritmo que sus poblaciones. Aunque se den críticas y se
firmen tratados los países que dispongan de fuerza de trabajo favorecerán
la emigración porque representa una infusión de divisas en dólares.
Creo que las cifras son significativas para sostener que la inmigración no va
a ser fácil de controlar a corto plazo. Esto está atestiguado por la experiencia
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de los últimos años. Es más, creo que el fenómeno migratorio requiere de
otro tipo de análisis, muy diferente del que se propone desde las administraciones públicas. Hay que destacar igualmente que los emigrantes acuden
a un determinado lugar de acogida porque la diferencia de salarios es abrumadora si se compara con sus lugares de origen; es más, en sus sitios suele
cundir la desocupación, el militarismo y la dictadura, y se impone el salir o
el morirse de hambre.
Los movimientos migratorios, observados con posterioridad a 1945, es decir, cuando el mundo se recompuso después de la Segunda Guerra Mundial,
ofrecen ciertas peculiaridades sobre las que conviene reflexionar porque
ofrecen luces y sombras, o si se quiere y por hacer referencia al título de
este ensayo, congruencias e incongruencias. Posiblemente, porque esto es
lo que manifiesta la historia de la humanidad desde que en un determinado
sitio, o en varios a la vez e independientemente, surgió una cierta evolución cultural que orientó a las diversas sociedades a plantear que la propiedad privada era contraria a la pública que había predominado hasta ese
momento. Con ello se acabó el compartir, el tomar decisiones en común,
el mantener un liderato doméstico basado en la generosidad y el reparto
equitativo de bienes, así como de un serial enorme en el que fueron apareciendo nuevas fórmulas culturales que acabaron por imponer el criterio de
que unos podían controlar y otros estar destinados a ser controlados. Ese
criterio lo maneja hoy muy bien la tan traída y llevada globalización.
El desarrollo histórico actual, deudor por un lado de un pasado inmediato y por
otro del incluso más lejano, presenta congruencias e incongruencias porque
eso es parte del ingrediente cultural practicado desde hace milenios. Deseo
poner de relieve algunas consideraciones que implican confusiones representativas de nuestro presente. El primer aspecto a tener en cuenta es los problemas y las variables derivadas de ellos están estrechamente relacionados hasta
el punto de que no es fácil diferenciar los límites entre unos aspectos y otros.
Si se dan luces y sombras, parece lógico pensar que hay que tener también
en cuenta la evolución tan vertiginosa que ha adquirido los movimientos
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poblaciones en el aspecto migratorio. Este aspecto, teniendo como de suyo
tiene una enorme importancia, no deja de requerir que se reflexione sobre
él para poder tener algo de claridad y poder solventar criterios de incongruencia, lo que no resulta fácil ni mucho menos.
Qué razones obligan a conceder tanta importancia a las migraciones actuales? No cabe duda que esta pregunta tiene una respuesta inmediata sin ser
la única; es decir, si tienen trascendencia es porque ejercen un papel clave en
muchas de las transformaciones sociales modernas. Los desplazamientos humanos son a la vez el producto de un cambio global y de una fuerza eficaz para
impulsar cambios sucesivos que requieren ser rastreados continuamente para
saber a dónde pueden orientarnos; y esto tanto en las sociedades emisoras
como en las receptoras. Sus consecuencias más inminentes se exponen en lo
económico, en lo social, en la cultura, en la política nacional e internacional.
Las migraciones empujan al mestizaje y la consecuencia inmediata es una
mayor diversidad étnica y cultural en los países receptores, modificando las
identidades nacionales y obviando para ello las fronteras tradicionales. La
Unión Europea y el Consejo de Europa tienen que superar un reto, que viene
señalado por las disposiciones de la libre circulación de personas y mercancías dentro del territorio, que ha surgido a raíz de la firma de varios y continuos tratados entre los Estados miembros, unos firmantes del espíritu de
Maastricht-Schengen y otros fuera del mismo pero dentro de la Unión Europea (caso de Gran Bretaña). El desafio no es otro que rebasar lo tradicionalmente se entiende por nacionalidad y fijar bien los propósitos respecto a las
emigraciones que acontecen en el interior como consecuencia de que los
ciudadanos de los países miembros pueden circular libremente, caso que
no ocurre con los que proceden de zonas no comunitarias, europeos o no.
I. Inclusión y exclusión social
La inclusión y la exclusión social es paradójica e incongruente. La tendencia
actual pretende establecer unos vínculos generales que puedan aplicar-
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se a cualquier área geográfica y a cuantos grupos sociales aparezcan, a la
vez que se pretende también implantar cuantas diferencias puedan darse,
reales o no, entre los mismos. Algunos emigrantes llegan a convertirse en
miembros de pleno derecho en los lugares de acogida mientras que otros
quedan marginados. La inclusión y la exclusión social es un tema notable y
debe valorarse en el ámbito de las congruencias e incongruencias que están
presentes. Hace algún tiempo, puse de manifiesto que en ciertas regiones
no se emigra por falta de trabajo sino de exclusión social.
Este es el caso, y no creo que como ejemplo sea exclusivo, de los indios
chankas o quechuas-lamistas del barrio del Wayko, de la ciudad de Lamas,
en las cercanías de Tarapoto, Departamento de San Martín, Perú. A estos
pueden sumarse otros individuos de la misma étnia pero residiendo en
otras poblaciones cercanas como Sisa, Chazuta y otras. Se da el caso de que
la capital departamental, Tarapoto, dispone de una cierta economía, lo que
le permite disponer de puestos de trabajo para ser asumidos por gentes del
lugar. Pues bien, cuando un chanka acude a solicitar el puesto de trabajo
que está libre, el empresario de turno toma nota de los datos y en cuanto
se da cuenta de que es un nativo le rechaza precisamente por su origen.
Este rechazo impulsa al mismo individuo a salir de la región en la que nació
y del país porque entiende que no se reconoce como ciudadano porque
se le excluye, mientras en Europa, por ejemplo, se le verá como ciudadano
procedente de Perú pero nunca como indio chanka, lo que facilita la tarea
de encontrar trabajo (Junquera Rubio 1999: 172-188).
El ejemplo permite extraer una consecuencia inmediata, como es que en
la emigración se desvanece lo que en ciencias sociales se designa como
producción de subsistencia de las familias y comunidades, en cuanto que
la fuerza de trabajo a ofrecer en los mercados cercanos debe ofertarse en
los mercados nacionales e internacionales para dar satisfacción a las necesidades de los demandantes que se ven excluidos por ciudadanos pudientes
de su región de origen que marcan las distancias con los desposeídos al no
otorgarles un trabajo por razones de racismo y no de pericia. Lamentablemente, en Iberoamérica el color de la piel y la presencia de ciertos rasgos físi-
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cos que no pueden esconderse están también presentes y hacen daño como
en otras partes del mundo y de la historia (Junquera Rubio 1996: 59-72).
Las emigraciones que entendemos como internacionales están vinculadas
a cuantos procesos ofrezcan matices de aceptación y rechazo. La Segunda
Guerra Mundial marcó desde su conclusión en 1945, aunque si se quiere
mucho más significativamente a partir de 1970, un aumento más que elocuente en lo que afecta a los movimientos de población con matices internacionales no quedando marginada ninguna región porque todas las áreas
geográficas, en mayor o menor medida, están involucradas en los desplazamientos de gentes de un sitio para otro.
No deja de ser curioso que un país como España, emisor de emigrantes hasta bien adentrada la década de los 1970, cuente treinta años más tarde con
gentes procedentes de 88 nacionalidades diferentes de todos los continentes: Europa con 25, América con 23, Asia con 16, Africa con 20 y Oceanía con
2. A estos se pueden añadir además los catalogados como apátridas (1) y los
que carecen de nacionalidad (1). En esa fecha, y en la misma base de datos,
se reseña una cifra de un millón nueve mil sesenta inmigrantes en España
en situación más o menos legal y a estos deben añadirse ahora mismo como
unos setecientos mil más, razón que nos lleva a pensar en que hay cerca de
dos millones de foráneos en España. Estos datos son del 30 de diciembre
de 2001 y se deben a la base de datos del Instituto Nacional de Estadística
(INE, 2001), lo que demuestra que los emigrantes ya no se desplazan al país
vecino que ofrece mejores posibilidades sino que viajan hasta los que se
encuentran en las antípodas, lo que demuestra que ya no se puede pensar
en regiones intocadas por el fenómeno que se considera en este ensayo,
incluso en momentos negativos en los que la comunidad de acogida presenta individuos negativos para con los emigrantes y les mata incluso como
sucedió con la dominicana Lucrecia Pérez (Calvo Buezas, 1993).
Aquellos individuos o sociedades que plasman las peculiaridades requeridas, para adecuarse a las demandas que plantean los mercados laborales, ya
sea a través de la oferta de su mano de obra inexperta, por medio de apor-
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tar cantidades considerables de dinero al país elegido, o porque dispone de
una cultura y un saber que se demandan, son aceptados como abanderados
del mundo global en que nos movemos, y en consecuencia se les otorga,
cuantos derechos requieren para vivir decentemente. En el punto opuesto
se encuentran aquellos otros que no cumplen con los requisitos exigidos y
son excluidos, incluso se les permite el que carezcan de trabajo y salario pertinente; eso sí, el rechazo se hace con mucha ingeniosidad y sacando a relucir cuantos argumentos sean oportunos para hacerlo efectivo y real, no vaya
a ser que quienes así actúan deban presentarse a dar explicaciones ante alguna comisión investigadora, supuesto se genere alguna denuncia de algún
compromisario porque raramente lo harán los afectados faltaría más!.
Los desplazados pueden ser obreros especializados, peones, profesionales,
refugiados políticos o pueden tener cualquier categoría social. A medida
que van cambiando las normas, resulta que un contingente notable lo ofrecen las mujeres que se mueven continuamente y cada vez más. Aunque pretendamos alcanzar la entraña de cuantas categorías emigran, la verdad que
esto no es tan claro porque las motivaciones íntimas, amén de ser complejas
ofrecen un abanico de posibilidades más que considerable.
La generalidad de los movimientos migratorios acontecen en el marco de
referencia que vincula a las redes sociales transnacionales con comunidades, familias e individuos. Este detalle puede cumplirse en distancias relativamente cortas, caso de Venezuela que recibía emigrantes colombianos,
ecuatorianos, peruanos y de otros países cercanos en la década de los 1960;
o en distancias considerables como el paso de un continente a otro, y este
es caso de muchos africanos hacia Europa, por ejemplo. Predecir cómo va a
desarrollarse la totalidad de un movimiento migratorio es algo que no puede adivinarse fácilmente. Una vez que se inicia pueden acontecer multitud
de cosas como el que unos se queden en el sitio de acogida, otros lo entiendan como lugar de paso para reiniciar viaje a otros lugares, y otros pueden
derrotarse y retomar a sus orígenes. Los valores por los que nos movemos
los humanos son muchos y diversos, como lo son los intereses personales
de cada uno.
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Acontezca como acontezca, el caso es que cuando la gente se mueve de un
sitio para otro, al margen de las intenciones que aporten, lo que está claro es
que todos quedan impactados: los gobiernos de acogida, los empresarios
que requieren de mano de obra, las regiones de donde salen y otras muchas
son razones para tenerse en cuenta. Si hay algo que se desea por parte de
los emigrantes es que si les va bien desean reagrupar a su familia supuesto
no tengan intenciones de crear una nueva en el lugar de acogida. La presencia de extraños incide en la pirámide poblacional de la nación elegida, y a
corto plazo, surgirá el mestizaje y la consiguiente modificación étnica como
apunta Kottak (1994).
Teniendo en cuenta la importancia que tienen las migraciones en el mundo presente, parecería lógico pensar que el número de inmigrantes que se
mueven de un lado para otro, debería ser más que notable. Y sin embargo
no es así. Las cifras migratorias representan una mínima parte de la población mundial, incluidos los refugiados políticos y otros colectivos marginales. En consecuencia, hay también que pensar en otras consecuencias que
deben tenerse en cuenta para valorar el impacto y la incidencia de unos
grupos minoritarios en el conjunto del total.
La presencia de extraños en países de acogida incide en las familias y en
las comunidades porque se ven forzadas a experimentar cambios profundos y duraderos en principio. En consecuencia, creo que debe reflexionarse
respecto a que la emigración es un aspecto dimensional procedente de la
ruptura de las estructuras económicas y sociales tradicionales, y que todo
esto está generado por la globalización. La historia de emigración muestra
ejemplos de cómo naciones enteras gestan culturas emigratórias, como el
caso de Suecia de finales del siglo XIX y principios del XX, de Italia que ofrece
similares características, Filipinas en los últimos años.
Esto sin tener en cuenta el caso actual de Colombia de donde las gentes se
marchan no porque el país carezca de recursos sino porque la tensión de
violencia interna es muy alta. También puede influir la ideología pertinente
como fue el caso de algunos republicanos españoles que lograron salvar
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sus vidas gracias a encontrar acogida en zonas de refugio podríamos decir
a principios de la década de los 1940. Numerosos emigrantes perciben su
situación como una exclusión económica y social: se ven obligados a abandonar sus países, porque ya no queda lugar para ellos. Incluso pueden llegar
a verse como excluidos de la comunidad nacional.
Los cambios rápidos y violentos modifican las economias, tanto la del país
de salida como la del de acogida, a la vez que se trastocan los valores sociales y culturales, los modelos de vida en las ciudades, en la vida cotidiana y
otros muchos detalles impuestos por tradiciones culturales locales que no
pueden abandonarse de la noche a la mañana. Igualmente, el llegar a un
determinado lugar como representante y portador de tradiciones culturales
diferentes, impulsa a los acogedores a generar sentimientos de intolerancia,
de xenofobia y en ocasiones de racismo, que se plasma en exclusión social,
menor salario, violencias sobre sus derechos y las consiguientes discriminaciones. En ciertos países receptores, la inmigración se ha convertido en un
tema clave en los debates sobre relaciones sociales e identidad nacional.
Esto es parte de la dinâmica de la historia humana como apunta algún estudioso (Calvo Buezas, 1997).
II. El mercado frente al estado
El mercado presenta unas fuerzas inherentes, anónimas en apariencia, que
dirigen el proceso migratorio con mucha habilidad. En los tiempos que corremos, los que se designan como del capitalismo neoliberal, resulta que
el Estado y sus instituciones, no suelen asumir responsabilidad alguna respecto a los emigrantes salvo cuando se regulariza, cuando se les concede el
tan codiciado papel, cuando se les otorgan los beneficios de la Seguridad
Social incluso sin estar regularizado, aspecto este último muy novedoso en
el tiempo en lo concerniente al ejemplo de España y poco más.
En lo que respecta al mercado hay que opinar que las fuerzas que se involucran en el mismo deben considerarse como propias de un triunfo, tanto a
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nivel nacional como internacional, porque son muchos los gobernantes que
ya no valoran las desigualdades sociales como un problema, sino como algo
fundamental para conseguir la eficacia del sistema económico.
La globalización actual, dirigida desde el consumismo y orientada a lograr
una sociedad uniformada, otra cosa es que en algún momento llegue a conseguirlo!, tiene como pretensión establecer un mercado sin ningún tipo de
obstáculos, y el que se atribuya esto como una tendencia novedosa no deja
de ser incierto porque hunde sus raíces en el siglo XIX cuando surge la lucha
de clases, el capitalismo, el socialismo y demás detalles que terminaron en
dos guerras mundiales, con los consiguientes traumas pero que terminaron
por imponer una hegemonía industrial, así como en la oferta de un estado
del bienestar.
Los ensayos tendentes a ampliar esta realidad de fortuna a otros países
menos favorecidos y siempre teniendo en cuenta de que era el Estado quien
tenía que intervenir, estuvieron mucho tiempo supeditados a la lucha dentro del sistema en un mundo que era manejado por el capitalismo y por
el marxismo, sin necesidad de entrar en el juego otras posibilidades. Sin
embargo, tras el despiome del marxismo ruso en los años 1980, los intereses del capital global se afianzaron para dar una respuesta unilateral a los
problemas e intereses de la totalidad de la humanidad.
Una vez que se ha acabado el sistema de blques, entendido cono oposición
entre la OTAN y lo que fue el Pacto de Varsovia, ha aparecido una especie de
fuerza que preconiza que tiene capacidad para gobernar a todos, y quienes
propugnen algún tipo de rechazo a la nueva situación se exponen a sanciones económicas. Actualmente, los programas de ajuste estructural se propician desde el Banco Mundial y desde el Fondo Monetario Internacional, que
se han convertido en instituciones poderosas en lo que se refiere a crear
puestos de trabajo y en propiciar una economía de mercado abierto aplicado a la mayoría de los países. Estas directrices han obligado a los gobiernos a dejar de lado las políticas de protección propuestas e ideadas para la
mejora de las condiciones de vida de sus pueblos, y la consecuencia más
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inmediata es la práctica diaria de unas condiciones de empleo no reguladas,
la destrucción de las escasas estructuras sociales de bienestar, incremento
del desempleo y con ello un incremento de exportar la mano de obra a otros
países que la solicitan por disponer de mejores economías.
La incongruencia más inmediata a la valorar en este apartado es la que surge entre el mercado y el Estado, porque repercute directamente en el espacio en que se mueven las migraciones internacionales. Los países emisores
de emigrantes suelen desaprobar la marcha de profesionales cualificados,
porque esto es lo que suele conocerse como fuga de cerebros, en cuanto que
no sólo se pierden individuos sino que no se recupera la inversión realizada
en lograr que un individuo alcance un título universitario y lo desarrolle en
su región de origen, y demás se ve como una pérdida de las inversiones en
educación. Por otro lado, los empresarios de los países receptores se apresuran a dar la bienvenida a los cualificados.
Para quienes carecen de formación, ocurre lo contrario. Los gobiernos los
estimulan a abandonar la patria, ya que ello significará el envio de remesas de
divisas desde el exterior y un alivio para la presión social, porque el emigrante se va pero su familia se queda en todo o en parte, y siguen dependiendo, y
ya en esta situación, del salario que logre el emigrante en el país de acogida.
Este seria el ejemplo, grosso modo, de los ecuatorianos en España, que vienen mayoritariamente a trabajar en la agricultura y remiten a su nación una
buena cantidad de dólares, que posteriormente los gobernantes ecuatorianos administran sin pedir permiso al emigrante ni a quien le ha cotizado el
mal salario porque sabemos que la equidad y la justicia social raramente se
cumplen cuando acontecen estas situaciones. Los poderes públicos de los
países receptores se oponen cada vez más a admitir trabajadores no cualificados, no obstante, hacen la vista gorda ante la permanencia de los considerados ilegales o sin papeles cuando requieren de su fuerza de trabajo.
Es más, si los gobiernos de turno pretenden frenar las migraciones, entonces aflora un nuevo modelo social que se encarga de introducir emigrantes,
normalmente de modo ilegal (caso de las pateras en el Estrecho de Gibraltar
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para pasar gentes de Africa hacia Europa, o de las balsas que desde diversos
puntos del Caribe se orientan hacia Estados Unidos). Otro modo de moverse en acudir como turista a las zonas ricas y quedarse perdido por ahí hasta
regularizar la situación y, en estos casos, los verdaderos negocios los hacen
las agencias de turismo que consiguen visados y venta de billetes de avión
a sabiendas de que el que lo usa no empleará más que el viaje de ida pero
pagando también el de retorno. Este tráfico de personas es controlado por
las mafias de diversa manera en el mercado global de las migraciones.
El mercado migratorio está controlado por las redes sociales que se propagan durante el proceso migratorio. En cuanto que son agentes sociales, y sin
tener en cuenta si la ética empleada es buena o mala, resulta que inciden
directamente en los movimientos de población, y como consecuencia en
la política de los gobiernos. Hoy se piensa y cree, porque está a la vista que
las migraciones internacionales son una parte peculiar de la globalización.
Si los gobiernos permiten la libre circulación de capitales, objetos y personas, caso de la Unión Europea, y al mismo tiempo pretenden atajar la ida y
venida de emigrantes, entonces sus políticas gozarán de pequeñas probabilidades de éxito. Un cierta política, si quiere ser realista, debe organizar los
cauces necesarios para que las migraciones se capten como algo de interés
público. Por otro lado, a la vista está, que a pesar de contar con tecnología
sofisticada, las fuerzas del Orden Público son incapaces de frenar la emigración, a lo sumo lo que se ha logrado es convertir en ilegal una conducta que
a todas luces es legal.
III. La contradicción entre riqueza y pobreza
La afirmación de que los ricos son cada vez más ricosy los pobres cada vez más
pobres parece ser una verdad irrefutable en el mundo de la globalización. Si
siglos y años atrás las diferencias económicas eran grandes, hoy son enormes, hasta el punto de que no va a ser posible que millones de personas
salgan de la pobreza en la que nacieron. En países tercermundistas y con
muchas dificultades ocurre que la clase dirigente dispone de unos ingresos
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muy altos, mientras que las clases populares carecen incluso de bienes para
alcanzar un mínimo de sus necesidades básicas.
Lo que acabo de afirmar puede observarse en cualquier ciudad Iberoamericana actual. Por ejemplo, en el barrio de Miraflores de Lima (Perú), los residentes
de ese distrito cuentan con supermercados bien abastecidos y los productos
que allí pueden adquirirse, la mayoría importados del Primer Mundo, tienen un
precio similar al que poseen en los lugares de elaboración. Ahora bien, en esos
sitios entran aquellos que son pudientes o turistas, porque quienes no lo son
amén de que no entran porque carecen de lo mínimo, supuesto lo hagan ya se
encargará la vigilancia privada y pagada por el empresario pertinente de que
salgan cuanto antes para que no les contamine a la buena clientela, que acude
bien vestida y con dinero en efectivo o tarjetas de crédito. Cómo puede competir en nivel de vida un desposeído que cuente con un salario de unos cinco dólares diarios y que resida en el barrio de San Martín de Porres de la misma ciudad
de Lima (y los hay que logran menos) con quienes ingresan más de mil?.
Aunque los ejemplos de diferencia pueden multiplicarse, lo más básico para
cualquier persona es lograr alimentos. Pues bien, ahondando en el ejemplo
limeño, sucede que en el mismo citado Miraflores, un almuerzo a medio día
(un menú de ejecutivo) no haja de treinta dólares, mientras que en puestos
callejeros de cualquier barriada te lo ofrecen a veinte centavos de dólar. Sin
tener en cuenta la elaboración, lo que está claro es que no se puede ofrecer
el mismo producto, lo que incrementa la diferencia social entre unos y otros.
Es más, una de las causas que afloran en cualquier lugar de Iberoamérica es
la insensibilidad de la clase dirigente y de cuantos están a su servicio que
reciben migajas como pago, en el mejor de los casos. En los últimos treinta
años, la clase media Iberoamericana ha ido hacia abajo y las clases populares
han perdido demasiados puntos, hasta el punto de que son muchos los que
se encuentran en situación de miseria crítica. El declive del Estado del bienestar en regiones tercermundistas ha incrementado la polarización social.
Estas desigualdades resulta que no son propias solamente de áreas pobres,
pues la diferencia en la distribución de los ingresos también está presente
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en los países industrializados de poco tiempo a esta parte, e incluso en los
de larga tradición. El desarrollo económico, en el marco de referencia de
unas condiciones de libre mercado y con Estados no intervencionistas, parece conducir inevitablemente a una mayor desigualdad. Es más, el hecho de
que el dinero se ofrezca a un interés bajo no significa que puedan devolverse los créditos bancarios con tanta facilidad.
Las teorías actuales mantienen que se producirá un trasvase desde los ingresos superiores bacia los de los grupos menos pudientes. Sin embargo, una
cosa es la hipótesis y otra la conclusión de lo que está pasando, y que no
es otra cosa que la desigualdad se mantiene en unos sitios y se incrementa en otros. Y si la cosa se extrapola a países, pues lo que captamos es que
los más ricos mantienen la desigualdad con los más pobres. Las diferencias
existentes debemos traducirlas a cosas concretas y reales, como son aquellas que están presentes en muchas regiones de América, África, Asia y la
Europa del Este, donde la disminución de los ingresos monetarios significa
restricción del acceso a la educación, peores expectativas de vida y escasas
o nulas prestaciones sanitarias aunque esto último ha mejorado en el caso
de España donde ya no se rechaza a nadie.
Las peculiaridades de la lucha social han cambiado mucho desde el siglo
XIX a esta parte de principios del XXI. Las peleas entre empresarios y obreros, entre capitalistas y trabajadores y entre el modelo liberal democrático y
el comunista han sido las pautas a tener en cuenta mientras duró la pugna
entre bloques. En la actualidad, las cosas son mucho más complejas, incluso
en el interior de cada país, donde se produce una fuerte división entre los
que gozan de buena economía y quienes quedan excluidos de ella. Y en este
segundo bloque están situados también los emigrantes populares, que junto con las masas populares de los países de acogida forman mayoría pero
no siempre bien avenida.
Las segmentaciones internas se pueden inscribir en la división internacional
entre países ricos y pobres. Pero ya no puede tenerse en cuenta aquellos
criterios que propiciaron la guerra fría, la pugna Este-Oeste, o la más tardía
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Norte-Sur. En el Sur han asomado centros de riqueza que se van consolidando a nivel regional (caso de Chile en Iberoamérica), mientras que para
ciertas regiones del desaparecido bloque soviético los tiempos actuales son
de crisis aguda y la emigración se impone dando al traste el cercano control
estatal sobre personas.
Todas las formas de exclusión social que podemos citar y otras muchas más
se consignan en una diferenciación afirmada en la pertenencia al grupo: las
minorías étnicas, las cuestiones de género, las apariencias raciales, los pueblos indígenas desparramados por el mundo, la juventud y las gentes de
la tercera edad padecen discriminación y se hallan en un contexto de desventaja. En estas situaciones, las migraciones ejercen un papel notable por
la sencilla y simple razón de que cuando se asientan en países de acogida,
si lo hacen con un número suficiente, hasta pueden llegar a formar minoría étnica, caso de los Turcos en Alemania. Es más, se puede sugerir que en
los países industriales y desarrollados existen actualmente nuevas minorías
étnicas que han surgido como consecuencia de los movimientos generados después de concluir la Segunda Guerra Mundial. Hay ejemplos de que
los descendientes de los inmigrantes carecen de ciudadanía aunque hayan
nacido en el país de residencia y estén inscritos en él como es el caso de los
coreanos en Japón (Kottak, 1994: 82-84).
Igualmente, se da el caso de que incluso quienes son ciudadanos de pleno
derecho experimentan la exclusión social por razones de raza, etnia o religión. Los países desarrollados que importan mano de obra hacen lo posible y lo imposible para evitar el surgimiento de nuevas minorías porque no
saben qué va a acontecer a corto plazo, menos a largo. Sin embargo, los que
emigran para quedarse y se apoyan en asentamientos estables acaban por
lograr ajustarse a la nueva situación de una forma u otra, pero esto conduce
en la mayoría de los ejemplos a situaciones de marginación, pobreza y conflictos sociales, que es lo que aflora de continuo.
El sistema es eficaz económicamente, al menos eso es lo que parece, pero
también está incapacitado para dar sentido a las vidas de las personas que
113
involucra. La globalización es abstracta y para huir de semejante universalismo, los individuos buscan cada vez más alcanzar su propia personalidad
dando significado a su existencia mediante el logro de una identidad particular basada en la etnia, en la religión, en los valores tradicionales, en la
vivencia de folklores ancestrales, rememorando el regionalismo o el nacionalismo. Esto trae también sus consecuencias negativas, especialmente
cuando esas pulsaciones se catapultan a posiciones de superioridad.
Y esto último aclara también por qué numerosos enfrentamientos contemporáneos no están relacionados básicamente con intereses económicos y
sociales. La protección de los intereses locales o regionales frente a las fuerzas de la globalización, se asentará en símbolos culturales relacionados con
la identidad, en la recuperación de culturas tradicionales y en la dignidad de
las personas. Muchos individuos y grupos han padecido la práctica negativa
de verse despojados o excluidos en beneficio de un interés más general que
se les presenta como más racional y benéfico (Junquera Rubio, 1999: 7798). Los movimientos de resistencia, especialmente el que han presentado
los movimientos indigenistas como alternativa, pueden presentar perfiles
particularistas, e incluso pueden captarse como regresivos culturalmente
frente al atractivo que oferta el pensamiento universalista, que lleva mucho
tiempo bloqueado por las fuerzas de la globalización. Este es el caso ya más
que vicio de los chicasnos en California (Calvo Buezas, 1981).
En lo que sigue afectando a las migraciones, se advierte en dos horizontes autónomos. En primer lugar, el incremento de las corrientes contra la
inmigración, a menudo de carácter xenófobo y racista, es una expresión
que advertimos hoy en numerosos países, incluso en sus movimientos de
población puramente internos. Lo que motiva estas pulsaciones negativas
está condicionado por el temor que se genera desde la globalización y la
consiguiente reestructuración económica. Los inmigrantes pueden así convertirse en blanco porque configuran el símbolo más visible de los cambios.
mientras que los verdaderos móviles, en los que por otra parte resulta dificil
o imposible de influir, están ocultos y resulta complejo de rastrear. Muchos
de estos movimientos contra la inmigración acontecen basándose en crite-
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rios de identidad sustentados en los mitos bien arropados de la existencia
de sociedades homogéneas, no contaminadas por ningún mestizaje, lo que
no deja de ser un bulo bien montado para alcanzar un discurso creíble.
En segundo lugar aparece el nivel formado por las nuevas y propias minorías
étnicas. En una situación de injusticia y marginación lo que suele resultar es
un fomento incesante tanto de la identidad personal como la de la sociedad
a la que se pertenece. Esto puede asumir dos formas muy diferentes:
1. La primera es el separatismo e integrismo, que aparecen como consecuencia de vivir una experiencia negativa, un aislamiento constante, una
xenofobia y un racismo.
2. La segunda es una llamada constante en las sociedades democráticas para que se reconozca a los inmigrantes la posibilidad de derechos
y de deberes, así como la vinculación a un grupo cultural distinto del de
procedencia. Esto orienta a que quienes son oriundos de un cierto país
reivindiquen una nueva ciudadanía basada en los criterios democráticos
apuntados a la vez que se requiere una apertura cultural de los nativos
ante las nuevas situaciones. El multiculturalismo tiene aquí un capítulo
importante que desarrollar y debe hacerlo de modo ecuánime.
IV. Incompatibilidad entre lo global y lo local
La incompatibilidad entre los criterios globales y los locales es un tema candente en los momentos actuales. Lo que se cree como más pertinente a nivel
global puede resultar funesto y devastador para las comunidades locales y
pequeñas. Si el discurso manifiesta pretensiones de integración global y, a
su vez, el desarrollo económico ha de tener resultados benéficos para todas
las sociedades, entonces se impone como necesario bailar procedimientos
legales para que las comunidades locales dispongan de voz en la toma de
decisiones en aquellas disposiciones que les afectan. Los mecanismos que
mueven el mercado parece que son incapaces de ejecutar esta tarea y los
Estados, incluso los que disponen de gobiernos democráticos, menosprecian lo local y lo suelen sacrificar en favor de los arrogantes intereses nacio-
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nales. Sería conveniente tener en cuenta aquí y ahora aquello que apuntó
tiempo atrás un antropólogo francés referente a lo racional e irracional en la
economía (Godelier, 1966).
En general, cuando reflexionamos sobre las migraciones internacionales
solemos hacerlo a nivel de nación, raramente de focos locales que es curiosamente donde puede generar más impacto. Es decir, la presencia de marroquíes en España genera menos impacto en las grandes ciudades que en
los pueblos, razón por la que en algunos como El Ejido ya acontecieran actos
muy negativos, con enfrentamientos sangrientos (La Voz de Almería, 10 de
febrero 2000). En las comunidades de origen, el éxodo intensivo de individuos en edad de trabajar puede tener consecuencias alarmantes si la economía está asentada en la agricultura, la ganadería o la artesanía. En estas
situaciones, las estructuras familiares también se resienten, asi como las de
noviazgo, de consolidación de parentescos o de ruptura de los mismos; y lo
hacen de modo radical.
En los países receptores, suelen producirse dificultades entre el Estado central. encargado de vigilar el desarrollo de la política de inmigración porque
tiene la mirada puesta en los resultados macroeconómicos, y las autoridades locales, que tienen mayor conciencia de los posibles costes y tensiones
sociales que pueden surgir como consecuencia de una situación novedosa.
Una dimensión novedosa del mundo contemporáneo es la presencia de
nuevos niveles de análisis a la hora de tomar decisiones. El papel tradicional que ha tenido el Estado-nación ha pasado a un segundo plano no sólo
por efecto de la globalización sino porque debe claudicar ante organismos
regionales a los que se ha otorgado poder. Este es el caso de la Unión Europea, MERCOSUR en América del Sur, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. De modo paralelo, hay que tener en cuenta hoy la importancia
concedida a las identidades locales, que se corresponden en ocasiones con
lugares en que se dieron raíces étnicas, culturales e históricas, y esto genera
una presión social a favor de la descentralización.
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El ejemplo más cercano que conozco es la configuración actual de España en
Comunidades Autonómicas, y sobre el papel, lo expresado hasta el momento se correspondería con Galia, el País Vasco y Cataluña, que se abanderan
como Nacionalidades Históricas para diferenciarse de las demás e incluso del
propio Estado. Generalmente, los vínculos supranacionales han comenzado
por las relaciones económicas (la Unión Europea es heredera primero del primitivo BENELUX, después del Mercado Común Europeo donde lo más notable fue la libre circulación de mercancías) y posteriormente se han ampliado
a las esferas política y legal para facilitar el movimiento de personas.
Las identidades infranacionales suelen constituirse en el ámbito de lo cultural,
pero esto no excluye el que tengan consecuencias para la política nacional.
Lo local también se manipula de muchas maneras. En ocasiones lo local se
armoniza con lo supranacional; por ejemplo, para las sociedades que desean
una autonomía propia puede ser más fácil lograria perteneciendo al Estado
nación, este es el caso, y no el único, del País Valenciano como territorio autonómico, que disponiendo incluso de un ingrediente diferenciador como es la
lengua propia, no ejercita esta diferencia para segregarse en todo o parcialmente, porque entiende que su pertenencia al estado favorece su posición en
el conjunto de la Unión Europea. No es este el caso de Cataluña que siempre
ha presentado la lengua como un referente cultural propio y a tener en cuenta
para neutralizar los intereses del castellano. Tal como están las cosas, el Estado nación sigue siendo el núcleo más importante de poder, pero su actividad
política está cada vez más orientada a los intereses de la globalización como
ya he apuntado con anterioridad (Junquera Rubio, 2000: 172-188), así como
otros con mayor autoridad y conocimiento de causa (Calvo Buezas, 2001).
V. La contradicción entre economía
y medio ambiente
Esta cuestión se ha convertido en una de las más significativas del actual presente, especialmente lo que concierne al medioambiente. El gradual crecimiento económico practica una presión cada vez mayor sobre los recursos natura-
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les y los ecosistemas ecológicos. Tal como están las cosas, hay que tener en
cuenta que las fuerzas del mercado carecen de recursos legales para impedir
la destrucción del medioambiente, porque, entre otras cosas, las disposiciones
de los involucrados en el mercado, no tienen en cuenta los choques añadidos
al desarrollo extractivista ni lo que va a acontecer a largo plazo. Las leyes nacionales carecen de operatividad a la hora de poner en práctica lo escrito y que se
cumpla. Lo que está claro es que la deforestación, la contaminación del aire y el
agotamiento de los recursos no están sujetos a limitaciones de fronteras. Hay
que tener en cuenta de que nadie se preocupó de tener una legislación buena
y menos aún pensar que los recursos llegarían a agotarse en algún momento.
En algunas regiones del mundo, los movimientos migratorios se explican
generalmente como una consecuencia directa del deterioro del medioambiente. La deforestación, la desertización, la decadencia de la fertilidad de
los suelos, las inundaciones y las sequías son fenómenos que obligan a las
personas a desplazarse porque estas catástrofes dejan a la gente sin nada. A
lo dicho añado que las presiones sobre los recursos y los ecosistemas forjan
competencia económica, conflicto político y guerras, deshaciendo y agotando los bienes de producción y estimulando la huida masiva de personas.
La inmigración influye también provocando impactos sobre el medioambiente al posibilitar el crecimiento de un urbanismo descontrolado como
el que acontece en las capitales del Tercer Mundo, que reduce así el área de
explotación de recursos, e incluye ayuda a deteriorar el medio mucho más
porque el agua potable conocerá un incremento urbano. En este aspecto,
existe la necesidad de una cooperación por el encima del propio estado con
capacidad para gestionar los desplazamientos humanos.
VI. La incongruencia entre modernidad
y postmodernidad
Algunos científicos sociales actuales manifiestan que el contexto actual
debe entenderse como una evolución desafortunada que va de la moderni-
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dad a la postmodernidad. La primera se asentaba en la imagen vigente de la
ilustración, y se abanderaba como una ideología que propugnaba el progreso como el logro de una sociedad mejor, más justa y equitativa. La segunda
se fundamenta en la idea de la segmentación de la política, de las culturas y
de las identidades. El postmodernismo se resiste a las ideologías más importantes, en cuanto que no se da ningún camino común para conseguir una
vida excelente. En consecuencia, son la desesperanza y el relativismo quienes imponen las normas a seguir.
No obstante, me parece que esta posición plantea algunos problemas. En
primer lugar, la ideología globalizadora es más potente que nunca porque
ya no tiene a nadie enfrente. La globalización de los mercados es un procedimiento universal que tendría visos de seguir la herencia de la ilustración
si realmente se aplicara a todos, pero, entonces como ahora, sólo a unos
pocos. Las técnicas y máquinas de producción, control de calidad y comunicación son internacionales. Por otro lado, los cambios económicos y tecnológicos están relacionados con la difusión global de valores fundamentados
en los principios de racionalidad occidentales.
Lo que se echa en falta es el propósito político y social de la modernidad; es
decir, la noción de que un Estado democrático fuerte se obligaría a intervenir en el plano social para alcanzar y lograr derechos más iguales, así como
una vida digna para todos. En los tiempos actuales la fragmentación es algo
real y se impone como una consecuencia inmediata del libre mercado. Por
lo tanto, la globalización se compromete a la construcción de una economía
moderna integrada, pero en la misma medida desea un ambiente político
fragmentado como peculiaridad novedosa del postmodernismo.
Esta incongruencia es evidente en lo que afecta a las migraciones internacionales. Los economistas neoliberales afirman que la libre circulación de la fuerza de
trabajo maximiza las utilidades del capital humano y conlieva una homologación de los salarios en distintos países. Por otro lado, estos resultados tan positivos, no acontecerían si aconteciera una ausencia de marcos políticos de referencia que avalen el respeto de los derechos humanos y las necesidades sociales
119
básicas de los inmigrantes. Entra dentro de lo viable que los emigrantes cualificados dispongan del suficiente poder en el mercado para proteger sus derechos
económicos, pero no es este el caso de los no cualificados o de los refugiados
políticos, que carecen de garantias. Lejos de conseguir una homologación en los
salarios, las migraciones engendran nuevas formas de desigualdad tanto entre
países como entre diversos grupos nacionales de cada uno de ellos.
Independientemente de la racionalidad y de la eficiencia de los mercados, estos
no traen como algo añadido ni la igualdad ni el equilibrio social, ni creo que
está en sus pretensiones, ni tampoco afloran los contrarios. Lo que se desea es
negociar bienes por dinero. Las complicaciones de matiz transnacional tampoco
pueden ser abordadas de manera eficaz por los Estados debido a que muchos
entresijos del negocio están fuera de su control como es fácil de captar. Tenemos
también el ejemplo, allí donde aparecen nuevas formas supranacionales de regulación, que el resultado inmediato es la presencia de nuevas fórmulas de inclusión
y exclusión. Por ejemplo, la actual Unión Europea, y la que aparecerá ampliada
después del 2007 seguirá el argumento, ha adoptado numerosas medidas en
conjunto para impulsar los derechos generados por los más de 6 millones de desplazamientos internos de un Estado miembro a otro que también lo es, pero poca
incidencia tiene el mismo argumento para aquellos que doblan la cifra indicada
pero que no son miembros de la Unión Europea (García Catalán, 2001).
Respecto a la emigración, cada Estado europeo sigue teniendo competencias legislativas dentro de su territorio y, hoy por hoy, el legislador de Estrasburgo poco puede hacer en tanto los gobiernos de los Estados miembros
no transfieran competencias en esta materia. La razón es bien sencilla, la
ansiada unión política es mucho más complicada que la económica y cualquier dato que se aventure puede ser falso y erróneo a corto plazo.
VII. La incongruencia entre ciudadano global
y nacional
Sin duda alguna y desde el punto de vista de las ciencias sociales, el gran
logro histórico del modelo del Estado nación ha sido alcanzar a lograr indi-
120
viduos democráticos; es decir, un sujeto perteneciente a una sociedad en la
que no sólo goza de unos derechos, sino también de unos deberes porque su
voto le permite participar activamente en el proceso de legislar y gobernar.
En este sentido, y a pesar de todos los defectos, la ciudadanía democrática es
un logro que sólo han alcanzado una minoría de países. Eso sí, este resultado
es apetecido por la mayoría de países que aún no lo han alcanzado.
No obstante, esta dimensión que aparece como congruente presenta también ciertas incongruencias. Según las normas democráticas, quienes pertenecen un Estado nación, tienen asegurada su pertenencia cívica y su pertenencia cultural a la comunidad nacional. En la primera, todos los ciudadanos
son iguales, y sus características personales tales como raza, etnia, género y
religión, por ejemplo, son irrelevantes. La segunda, por el contrario, se basa
en la posesión compartida de unas características culturales supuestamente
únicas y propias del interior del territorio estatal. El proceso histórico de formación de la nación ha supuesto, por otra parte, la conquista y afiliación de
otros conjuntos étnicos que fueron asimilados en la nación, ya sea mediante
la eliminación de sus culturas, ya sea mediante un largo proceso de olvido
de las diferencias.
La homogeneización cultural ha sido siempre un objetivo no exento de problemas porque las minorías han manifestado ser menos flexibles de lo que se
esperaba. Esta dificultad aumenta considerablemente en nuestro actual presente tan matizado por las migraciones. Las fronteras, por muy convencionales que sean, demuestran ser más permeables de lo deseado como se observa
en el Estrecho de Gibraltar, que es camino habitual de muchos africanos hacia
Europa y este movimiento de personas genera un incremento de la diversidad etnocultural, que imposibilita igualmente la homogeneización cultural.
Hoy en día, muchas personas viajan regularmente de un país a otro y mantienen vínculos familiares, sociales y económicos en ambos lados de las
fronteras. Estas personas tienen identidades múltiples y poseen ingredientes propios de la interculturalidad. En el curso actual, tengo como alumno
a un ciudadano transnacional pues nació en la República Dominicana, su
121
padre es español y su madre peruana, y resulta que dispone legalmente
de tres pasaportes, uno por cada Estado. Es de suponer que los respectivos
gobiernos habrán hecho lo posible y lo imposible para lograr que este individuo tenga una sola nacionalidad, pero el hecho de que tenga tres muestra
que los gobiernos son incapaces en estos casos. El intercambio cultural y los
matrimonios interculturales se suman a la diversidad de la conciencia. Ya
estamos en el tiempo del mestizaje y no queda mucho tiempo para plasmar
las diferencias por mucho que las gentes se empeñen en lo contrario.
Estas experiencias sólo se aplican a una minoría por el momento, pero constituyen un aspecto esencial de la globalización y seguirán produciéndose
aunque se pretendan frenar. Requerimos de un nuevo modelo de ciudadanía global, que destruya los nexos entre pertenencia y territorialidad. Los
individuos necesitan disfrutar de sus derechos como seres humanos que
son, y no como ciudadanos de un determinado país en el que hasta puede
sufrir de xenofobia y racismo. Este modelo necesita ser multicultural, en el
sentido de que debería reconocer la diversidad étnica y las numerosas identidades. Se puede decir que esta función la realiza el multiculturalismo, que
protege la diversidad local contra el impacto de la cultura global.
Las migraciones no son las únicas en requerir una ciudadanía global. La
independencia del Estado nación y su potencial para proteger a sus ciudadanos contra influencias externas es un detalle que está en declive. La lógica
económica y cultural de la globalización no puede ya ser controlada por los
Estados individuales. El contrapunto está en que es necesario fortalecer las
instituciones supranacionales con el fin de que puedan sujetar los excesos
de los mercados, acometer el problema de la exclusión social, el empobrecimiento y la destrucción del medioambiente. Por otro lado, las instituciones supranacionales deben ser viables y democráticas, y deben manifestar
las necesidades y aspiraciones de los pueblos del mundo. A la larga, una
sociedad mundial requiere de un gobierno que actúe globalmente y afortunadamente las Naciones Unidas han ido cobrando fuerza en el ámbito
internacional con tomas de posición ajenas a los principios de la Carta de
San Francisco.
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Indudablemente aún tienen que pasar muchos años para que esto pueda
alcanzarse, y no tiene sentido, hoy por hoy, desplegar utopías. Tampoco tengo dudas que el actual estado de cosas es inseguro e eventual. La esperanza
está en la actividad de millones de personas en todo el mundo que buscan
maneras de contrarrestar los efectos nocivos de la globalización, sin dejar de
maximizar sus aspectos positivos. Las posiciones de las comunidades locales comienzan a hacerse sentir por medio de organizaciones civiles. Los que
nunca tuvieron voz se van abriendo un hueco, com dificultades, pero hacia
adelante. Los autóctonos canadienses presentan iniciativas contra el deterioro del medio ambiente y eso no hubiera sido posible treinta años atrás,
los movimientos de desarrollo rural, la dignificación de las mulleres, las posiciones de ciertos agentes sociales como los sindicatos, los movimientos de
los pueblos indígenas del mundo y otras asociaciones desean tener su foro
de expresión.
La particularidad más novedosa de estos organismos de la sociedad civil es
que están desarrollando una conciencia global, aunque su âmbito de actuación sea local. Además, utilizan las tecnologías de la informática, que constituyen una parte importante de la globalización como herramienta de resistencia. Las nuevas formas de comunicarse, impensadas hace como treinta
años, se han usado como instrumentos de control y homogeneización, pero
como disponen también de un carácter descentralizado pueden ser utilizarlas para fines muy diferentes.
Conclusión
La globalización ha implicado drásticos cambios que perjudican a las comunidades locales y que vienen impuestos desde arriba por poderosas fuerzas
económicas. El desarrollo de las capacidades contrarias a la globalización
por parte de los de abajo es la gran esperanza para lograr un mundo más
equitativo, donde el cambio económico y social no constituya exclusión,
marginalidad y pobreza para tantas personas que la padecen. A partir de la
tarea de miles de movimientos locales y de la organización de la sociedad
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civil, está brotando una nueva clase de ciudadanía, que está basada en una
acción de múltiples niveles en aras de un ideal global de desarrollo sostenible, en donde los movimientos migratorios tienen un papel importante
que jugar.
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