El cielo, la tierra y la lluvia - Sangria Editora

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JOSÉ LUIS TORRES LEIVA nació en Santiago de Chile en
1975. El año 2003 recibió la beca Fundación Andes
para la realización del documental Ningún lugar
en ninguna parte, que participó en más de
veinticinco festivales internacionales y recibió el
premio al mejor director en el Fidocs. Su cortometraje
Obreras saliendo de la fábrica, seleccionado en
varios festivales, recibió el premio a mejor cortometraje en el Zinebi Bilbao y en el Drama Short Film
Festival, entre otros. Su documental El tiempo que
se queda (2007) fue estrenado en el festival de
Rotterdam el mismo año, cuando también obtuvo
el Premio a mejor largometraje Cine del Futuro en
BAFICI, Argentina.
Para El cielo, la tierra y la lluvia recibió el apoyo
de Fundación Carolina en España, el Taller de Colón
en Argentina, el Hubert Bals Fund en 2003 para
desarrollo de guión y en 2007 para Post-Producción,
además del Fonds Sud Cinéma de Francia, el World
Cinema Fund de la Berlinale y el Visions Sud Est de
Suiza. La película se estrenó en la competencia de
los Tiger Awards del Festival de Rotterdam 2008,
donde recibió el premio Fipresci. También en
FICCO 2008 de México recibió el Gran Premio a la
Mejor Película y en Jeonju, Corea, el Premio
Especial del Jurado.
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José Luis TTor
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TEXTO EN ACCIÓN 1 / GUIÓN
EL CIELO, LA TIERRA
Y LA LLUVIA
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© José Luis Torres Leiva
Inscripción 137.580
del Registro de Propiedad Intelectual de Chile.
International Standard Book Number: 978-956-8681-06-7
©2009, SANGRÍA EDITORA
Las Torcazas 103, departamento 604, Las Condes, Santiago de Chile.
[email protected], www.sangriaeditora.com
Aunque adopta la mayoría de los usos editoriales del ámbito
hispanoamericano, SANGRÍA EDITORA no necesariamente se rige
por las convenciones de las instituciones normativas, pues
considera que –con su debida coherencia y fundamentos– la edición
es una labor de creación cuyos criterios deben intentar comprender
la vida y pluralidad de la lengua.
ÍNDICE
El cielo, la tierra y la lluvia..........................11
El paisaje de la escritura
Epílogo por Hernán Silva...................................117
Edición al cuidado de Mónica Ríos y Carlos Labbé
Diagramó el libro Carlos Labbé
El diseño de portada fue realizado por Joaquín Cociña
Esta edición digital se terminó de imprimir en abril de 2010
en Imprenta Dimacofi S. A.
Impreso en Chile
SANGRÍA EDITORA permite la reproducción total o parcial de este libro,
en cualquier medio actual o futuro, siempre y cuando no tenga fines
comerciales y se nos informe previamente de ello.
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EL CIELO, LA TIERRA Y LA LLUVIA
Versión 7.3
Santiago de Chile, 2007
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1. EXTERIOR. DÍA. PLAYA.
Una playa de pequeñas piedras. Un grupo de personas
esperan atentos muy cerca de la orilla del mar. Algunos
llevan paraguas negros o de diversos colores.
Rostros de mujeres ajados, carcomidos por la edad y el
clima. Expresiones secas y concentradas en un punto fijo
en el horizonte.
Más alejados del grupo, ANA, una joven de 28 años,
delgada y pálida, de larga y desordenada cabellera negra,
observa la situación. A su lado se acerca VERÓNICA, una
mujer de 35 años, alta y extremadamente delgada, de pelo
fino tomado en un moño.
En el mar, a lo lejos, una lancha se aproxima a la orilla a
gran velocidad. Un grupo de policías se aprontan en la
orilla para recibir la embarcación.
Dos buzos transportan sobre la lancha dos cuerpos
envueltos en unos maltratados plásticos.
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MARTA, un muchacha de 20 años, de pelo negro, cortado
al parecer por ella misma, delgada y vestida con unos
viejos pantalones y una chaqueta de buzo, repentinamente
sube de un salto a una gran roca a orillas del mar. Pone
su mano en la frente imitando un saludo militar. Comienza
a cantar el himno nacional de Chile.
Mientras tanto, los hombres acarrean los cuerpos hacia
la camioneta de carabineros. Los demás están muy
absortos para percibir tal situación.
2. EXTERIOR. DÍA. CAMPO.
Por un largo sendero campestre envuelto en una ligera
neblina, avanza Ana a paso regular. Comienza a caer
una leve llovizna. Ana abre un gran paraguas negro y
cubre su cabeza con él. Su caminar es rítmico y
monótono. Su respiración es agitada como si el frío le
impidiera hacerlo bien.
A lo lejos se escucha el vuelo de un helicóptero. Extrañada,
levanta la vista y observa el cielo.
Verónica ríe inevitablemente.
CARABINERO 1 llama la atención de Marta para que
termine de cantar. Marta parece poseída por una energía
incontrolable.
Mientras canta eufórica mira fijamente a Ana, como si
quisiera esperar alguna respuesta. Pero Ana trata de
ocultarse bajo su paraguas. Sólo Verónica parece disfrutar
de la situación. Finalmente el Carabinero baja a la fuerza
a la joven de la roca, haciendo que ésta pierda el equilibrio
y se desplome en la orilla. Entre el ajetreo el HERMANO
DE MARTA, 32 años, de contextura maciza, levanta a la
muchacha del suelo. La limpia. La agarra con fuerza de
un brazo y se la lleva mientras le quita la arena de su
rostro.
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3. INTERIOR. DÍA. SALÓN DEL ALMACÉN.
La mitad de la escena es vista a través del reflejo de un
espejo de seguridad colgado en un rincón del lugar. Ana
ordena las monedas de una caja registradora. Observa a
un grupo de mujeres que conversan en la puerta del
almacén. Una ANCIANA coge un paquete de tallarines y
lo pone con dificultad en una vieja bolsa de malla.
Una MUJER 1 se acerca a la caja con mercancía.
Entre el mínimo ajetreo del lugar, TORO, un hombre
corpulento, de unos 40 años, entra al almacén cargado
con tres cajas de madera repletas de manzanas. Habla
con la ENCARGADA del lugar. Ella llama a un MUCHACHO
para que ayude a cargar las cajas.
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Toro nuevamente se acerca a la encargada y ésta le indica
el lugar donde se encuentra Ana. Toro se acerca a un
costado de Ana, mientras ella atiende a un CLIENTE y
levanta el teléfono a su lado. No da signos de la presencia
de Ana, ni siquiera la mira. Toro marca un número y
espera la comunicación. Luego de un instante, alguien al
parecer contesta al otro lado del teléfono, pero él no logra
escuchar bien. Insiste unos momentos y luego corta. Se
aleja nuevamente sin dar señal de la presencia de Ana,
mientras ella sigue atendiendo al cliente que, vacilante,
cambia un artículo por otro.
3. EXTERIOR. DÍA. BARANDA DEL MUELLE.
Protegida bajo una gruesa parka, Ana espera junto a
Verónica a un costado de un improvisado puerto.
Trabajadores y familias están reunidos en silencio en
grupos de tres o cuatro. Al final del paisaje, se recorta el
transbordador que se acerca pesadamente hacia la orilla.
4. EXTERIOR. DÍA. PLAYA.
MARTA sentada sobre una roca a orillas del mar. En off
se escuchan el ajetreo de un grupo de pescadores que es
opacado por el violento ir y venir de las olas. El rostro de
Marta parece ausente. La mirada fija en un punto
invisible. En su pálida frente un hilo de sangre brota de
un pequeño corte.
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En un instante Marta parece mirar fijamente hacia
cámara, como si hubiera descubierto un nuevo punto de
interés para centrar su atención.
5. EXTERIOR. DÍA. CUBIERTA DEL TRANSBORDADOR.
Numerosos automóviles en el centro del transbordador.
Ana y Verónica se han ubicado en la proa del transporte.
Un grupo de mujeres se han sentado al extremo opuesto
de las muchachas.
Un hombre de aproximadamente 40 años, alto y muy
rubio, al parecer americano o INGLÉS, mira con
insistencia a Verónica, que se ha percatado de la mirada
del extranjero.
Toro se baja de una camioneta y se aproxima a la baranda
del transbordador, cerca del grupo de mujeres. Saca de
su bolsillo un paquete de cigarrillos y con dificultad trata
de encender uno de ellos. El hombre contempla el mar.
Se voltea y observa a las muchachas. Ana lo observa de
reojo. Toro hace un gesto con la cabeza, saludando a la
joven. Ana responde con una tímida sonrisa. De inmediato
baja la mirada. Toro no deja de mirar a las mujeres.
Verónica, que también ha encendido un cigarrillo, mira
fijamente a Toro, luego se voltea y lentamente se acerca
al inglés preguntando la hora, mientras Ana no se
mueve de su lugar.
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Ana baja la mirada, y al subirla advierte que Verónica ha
comenzado a hablar con el extranjero. El inglés se muestra
en un principio un tanto nervioso, mientras Verónica
le toma la mano y, haciendo alusión al anillo que lleva en
uno de sus dedos, comienza a hablarle al oído. Verónica ríe.
Toro apaga el cigarrillo y tranquilamente camina hacia
la camioneta. Abre la puerta y se mete en el automóvil.
La risa de Verónica es reducida a un mero sonido
imperceptible, ya que el ruido de la embarcación es
ensordecedor. Ana observa cómo las mujeres sentadas al
otro extremo del transbordador reparan en aquel
escenario con desaprobación.
Al llegar a la orilla, el inglés se acerca a Verónica y le
comenta algo al oído.
Ana se levanta de su lugar y se une a Verónica, que aún
mira al inglés y sonríe. Bajan del transbordador. La
camioneta de Toro pasa junto a las muchachas. Ana busca
la mirada de Toro para despedirse, pero Toro no da señal
de mirarla.
6. EXTERIOR. DÍA. BOSQUE.
En un sendero rodeado por una densa vegetación,
Verónica tararea una canción. Por su parte, Ana
parece abstraída en sus pensamientos.
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Verónica para de tararear y saca de su bolso un paquete
de dulces. Le ofrece a Ana. La joven toma un caramelo.
VERÓNICA
Saca más.
Ana toma un par más de caramelos.
VERÓNICA
¿Estás enojada?
ANA
(Un poco sorprendida por la pregunta)
No. Estoy un poco cansada.
(Ana mira el suelo, pensativa, luego mira a
Verónica)
¿Qué hiciste anoche?
VERÓNICA
(Un poco irónica).
Nada. Yo nunca hago nada. ¿Qué crees que hice?
Soñé que era feliz. Y como era tan feliz inventaba
la mantequilla.
Ana se ríe como una niña.
ANA
¿Cómo la mantequilla?
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VERÓNICA
Sí, y me hacía rica. Y me iba de aquí y no volvía
nunca.
Verónica sonríe y comienza a tararear la misma canción.
Inspecciona con la mirada a Ana. Termina de tararear.
VERÓNICA
¿Y tu bicicleta? Ya no la usas.
ANA
Está mala. Es muy complicado andar por acá.
Verónica ofrece los últimos caramelos a Ana. La muchacha
observa la bolsa de dulces. Mira a su amiga.
ANA
Queda uno.
VERÓNICA
Tómalo.
Ana saca el caramelo tímidamente y lo guarda en un
bolsillo. Continúan caminando en silencio.
7. EXTERIOR. DÍA. OTRO SENDERO DEL BOSQUE.
La mano derecha de Toro sostiene fuertemente un viejo
rifle mientras avanza por un espeso sendero campestre.
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A su lado camina EFA, una gran perra pastor alemán que
sigue muy de cerca los pasos de su amo.
A lo lejos se escuchan disparos y un grupo de pájaros que
se aleja del lugar. Toro se detiene y observa el horizonte.
Efa ladra un par de veces y se vuelva hacia Toro.
Camuflándose con el paisaje un grupo de hombres cruza
el cuadro lentamente. Algunos apuntan hacia el cielo.
Otros parecen más distantes y caminan más alejados del
grupo. Gruesas nubes se aproximan hacia el lugar. Una
ráfaga de viento.
8. INTERIOR. DÍA. CAMIONETA DE TORO.
Ha comenzado a llover fuertemente. Toro, sentado al
volante de su camioneta, come lentamente un improvisado y frío almuerzo en un envase de plástico.
Observa cómo la lluvia golpea la ventanilla del
automóvil. Efa está sentada en el asiento del copiloto.
9. EXTERIOR. ATARDECER. TALLER MECÁNICO.
La lluvia se ha vuelto una suave e inofensiva llovizna. Al
lado de una casa, un garaje improvisado con sus puertas
abiertas de par en par. Un Fiat 600 con el capó abierto es
examinado por un MECÁNICO, de aproximadamente 70
años. Un grupo de niños observa cómo el hombre revisa
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el automóvil. Verónica se acerca al hombre seguida
por Ana, que cierra un paraguas y lo sacude suavemente.
El hombre se incorpora. Se limpia las manos con un trapo
sucio. Ana observa las huesudas manos del viejo mecánico.
VERÓNICA
(Lejos)
¿Y? ¿Cómo va todo? ¿Le encontró la pana?
MECÁNICO
Sí, más o menos. Yo creo que mañana estaría listo.
Le cambié las bujías, los frenos todavía me tienen
un poco fregado.
El hombre indica el motor del automóvil. Verónica parece
no escucharlo. Rodea el auto, verificando que todo esté
en orden. Al llegar al espejo retrovisor, saca de su bolso
un pañuelo. Lo humedece con saliva y lo limpia con fuerza.
Verónica se tapa la boca para no aspirar el polvo y
saluda al hombre con la mano. El mecánico llama a los
niños, mientras que el hombre se aleja por el camino,
dejando tras de sí una estela de polvo. El viejo de la
carreta regaña gestualmente al hombre. Verónica se
vuelve al viejo mecánico.
VERÓNICA
Entonces, ¿a qué hora mañana?
MECÁNICO
Por la tardecita.
Verónica hace una seña para despedirse. El viejo vuelve a
limpiarse las manos con el trapo sucio. Se despide con un
gesto en su rostro.
10. INTERIOR. NOCHE. HABITACIÓN EN CASA DE ANA.
Ha dejado de llover. Por el camino se acerca una carreta
tirada por un VIEJO y una par de maltratados bueyes.
Un hombre de unos 75 años va montado sobre la carreta.
Los bueyes se hacen a un lado del camino para comer
pasto. El viejo tira de las correas y los golpea con una vara
de madera, pero los animales insisten en su acción. En
ese instante, un hombre más joven conduce su vieja
moto, levantando una gran polvareda. El hombre se vuelve
y mira a Ana. Ana baja la vista. El hombre de la moto
hace sonar su bocina. Verónica sale a la calle, seguida por
el grupo de niños que se acercan curiosos al vehículo.
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Un pequeño cuarto iluminado por una tenue luz proveniente de una lámpara de mesa. Los muebles han sido
improvisadamente tapados por sábanas blancas y azules.
Un atril medio oxidado con una bolsa de suero a un
margen de la cama está conectado a una mujer quizás
más joven de lo que aparenta, a la cual visiblemente la
enfermedad la ha carcomido hasta hacerla aparentar unos
70 años. Muy delgada, con la piel pegada a los huesos
de la cara, cubierta con por lo menos cuatro frazadas.
La respiración de la ANCIANA es dificultosa y parece
emitir un leve zumbido cada vez que toma aire.
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Vestida con un atuendo negro, una CUIDADORA de 50
años, sentada a un lado de la cama, cuida a la anciana.
Lleva el pelo corto, visiblemente teñido. Presenta un
rostro duro, adornado por unos gruesos anteojos.
Al entrar Ana a la habitación, la mujer se levanta observando a la Anciana. Deja la puerta entreabierta y en el
umbral se aproxima a la joven.
MUJER
(En voz baja)
La señora durmió todo el día.
Ya le di sus remedios.
(Pausa)
Ahora le toca su inyección.
Ana asiente con la cabeza. De su bolso saca un par de
billetes y se los pasa a la mujer. La mujer los guarda en la
manga de su blusa. Se despide con un gesto y se va.
lugar. Los ojos inexpresivos y penetrantes de la Anciana
parecen seguir cada una de las acciones de la joven.
12. INTERIOR. NOCHE. COCINA EN CASA DE ANA.
Una cocina que ha perdido espacio por la acumulación
de muebles arrimados a un rincón de la casa. Una radio a
pilas suena chirriante a bajo volumen.
Ana calienta una sopa al fuego. Revuelve mecánicamente
con una cuchara de madera. Vacía un resto de la comida
dentro de una pequeña olla de metal.
13. INTERIOR. NOCHE. HABITACIÓN EN CASA DE ANA.
Sentada en una silla a un costado de la cama, Ana sopla
con delicadeza la cuchara. La acerca con lentitud hacia la
boca de la anciana, que la recibe con mucha dificultad.
Ana limpia la boca de la mujer.
11. INTERIOR. NOCHE. HABITACIÓN EN CASA DE ANA.
14. INTERIOR. NOCHE. COMEDOR EN CASA DE ANA.
Ana prepara una inyección. Lo hace con destreza y
rapidez.
Con dificultad Ana sienta a la mujer en la cama. La coloca
de costado y una vez que Ana ha encontrado una posición
ideal, limpia con un algodón el muslo de la anciana y la
inyecta. Con mucho cuidado Ana la vuelve a instalar en su
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Sentada frente a una mesa de madera, Ana se sirve un
plato de sopa desde la olla de metal. Se sienta y
comienza a comer, mientras al fondo de la habitación
puede observar la puerta entreabierta de la habitación
de la anciana. Aunque su respiración es leve, aún irrumpe
en el lugar. Ana sube un poco el volumen de la radio.
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15. INTERIOR. DÍA. COMEDOR DEL MATADERO.
En un comedor de una limpieza sorprendente, hay
cuatro grandes mesas relucientes, un televisor
apagado sostenido por unos fierros a la pared, bancos
a los costados de la mesas y un gran ventanal con vista
a un patio. También un pasa platos, jarros y una cafetera
que sirve desayuno todas las mañanas a los que trabajan
en el lugar. Al costado, sobre un repisa, una vieja radio.
El murmullo del comedor se mezcla con el chirrido de la
música que sale de los audífonos.
Las ramas del árbol se mueven con el viento.
Hay varias pequeñas matas de plantas entre la gravilla
del patio y los muros de la fábrica.
17. EXTERIOR. DÍA. PASTIZAL EN CASA DE TORO.
Un grupo de trabajadores se sientan en una de las mesas.
Ríen y bromean entre sí. Se unen al grupo un par de
mujeres. Los hombres bromean sobre ellas. El galpón
comienza a llenarse de trabajadores con sus bandejas de
almuerzos. Algunos han llevado el almuerzo preparado
de sus hogares.
Verónica cruza indiferente el gran galpón hacia la puerta
que da al patio y sale.
16. EXTERIOR. DÍA. PATIO DEL MATADERO.
Un inhóspito patio de tierra y gravilla. Verónica se
encamina hacia un rincón donde hay un gran árbol seco.
Saca del bolsillo de su delantal un walkman. Lo enciende
y acomoda los audífonos en sus oídos. De su otro bolsillo
saca un sándwich envuelto en una blanca y arrugada
servilleta. Lo abre y comienza a comérselo lenta y
mecánicamente.
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Efa juega con una NIÑA MOROCHA de 12 años. Tiene
pelo lacio y largo, y ojos grandes. La niña corre con la
perra para luego tirarle una rama encontrada en el suelo.
La perra corre a recogerla y vuelve corriendo hacia la niña.
La niña acaricia a Efa. La perra se sienta a su lado.
18. EXTERIOR. DÍA. PASTIZAL EN CASA DE TORO Y
SENDERO DEL BOSQUE.
EFA camina rápidamente por el campo junto a la niña
morocha, que come una manzana. Atraviesan un camino
y siguen en línea recta por un lado de la carretera de tierra.
19. EXTERIOR. DÍA. PUEBLO.
Ana camina a paso ligero por las calles del pueblo. Lleva
consigo una gran bolsa repleta de alimentos. La brisa
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matinal la hace sentirse más liviana. Camina balanceando
el brazo, libre como los niños.
Pero apenas ha recorrido un trozo de la calle cuando
encuentra a Marta sentada en la acera. Ana se detiene y
se percata de que la muchacha ha estado llorando, a pesar
de que ahora continúa con la vista fija en el piso. Ana mira
a su alrededor y con lentitud e inseguridad se sienta junto
a Marta.
muchacha llora refugiada en los brazos de Ana, que
trata de tranquilizarla. Repentinamente Marta la abraza
con fuerza. Ana no puede quitársela de encima. No quiere
herir sus sentimientos. Trata de apartarla suavemente.
ANA
Ven, ven. Vamos a buscar a tu hermano.
Marta suelta a Ana. Ana trata de buscar la mirada de la
muchacha, pero ésta siempre mantiene baja la vista.
ANA
(En voz baja)
¿Qué pasó?
Marta vuelve su mirada hacia Ana.
Ana acaricia suavemente los cabellos de la muchacha.
ANA
¿Y tu hermano? ¿Sabes dónde está?
Marta se encoge de hombros. Ana se incorpora y alarga
su mano para que Marta la siga. La muchacha la observa,
pero no se levanta.
ANA
Vamos a buscar a tu hermano.
Marta niega con la cabeza. Ana mira a su alrededor. Vuelve
a sentarse junto a Marta. La muchacha comienza a llorar.
Ana toma una de sus manos y la acerca hacia ella. La
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20. INTERIOR. DÍA. CLUB DE BOX.
Un estrecho cuadrilátero está en el centro del lugar.
Alrededor, cuatro púchinbol colgados del techo. En un
rincón, una pera de boxeo. Cerca de la entrada un hombre
muy sudado salta la cuerda. Sobre el cuadrilátero el
hermano de Marta entrena junto a un muchacho muy
delgado y pálido. Un viejo ENTRENADOR DE BOX de
unos 50 años corrige las posturas del hombre. Ana entra
al lugar seguida por Marta.
El hombre que saltaba la cuerda se detiene. Observa a la
joven que se asoma para echar un vistazo con mucha
precaución.
Le hace un signo para que entre. Ana agarra a Marta por
un brazo y la ubica delante de ella. Caminan hacia el
cuadrilátero. El viejo se acerca al hermano de Marta y le
indica la presencia de Ana.
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El hombre se vuelve. Baja del cuadrilátero y se aproxima
hacia su hermana.
HERMANO DE MARTA
¿Qué pasó?
El hombre toma la cara de la muchacha con sus manos
enguantadas. Le pide a Ana con un gesto que le quite los
guantes. Ana los desata.
HERMANO DE MARTA
Mañana entreno el doble.
El viejo se despide de un gesto mientras el hombre se retira
hacia los camarines, abrazando a Marta.
ANA
La encontré en la calle llorando.
Ana se queda con los guantes en las manos. No sabe qué
hacer con ellos.
HERMANO DE MARTA
¿Te pegó alguien? Mírame. ¿Qué pasó?
El viejo se baja del cuadrilátero. Ana se acerca a él y le
pasa los guantes tímidamente. El viejo le sonríe y los toma.
Marta mira fijamente a su hermano. Repentinamente sus
ojos se llenan de lágrimas. Se tapa la cara con las manos.
El hermano la abraza. La consuela.
HERMANO DE MARTA
¿Quieres que nos vayamos a la casa? ¿Ah?
El hermano se voltea y levanta su brazo para llamar la
atención del viejo.
HERMANO DE MARTA
Me voy. Vengo mañana.
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ENTRENADOR DE BOX
(Un poco molesto)
¡Cómo quieras! Te quedan pocos días para la pelea.
Al volverse, Ana se percata de que en un rincón está Toro
golpeando con gran energía un púchinbol. Ana lo mira
fijamente, asombrada de encontrarse con él en ese lugar.
21. EXTERIOR. DÍA. PATIO EN CASA DE ANA.
Agachada sobre una fuente de metal repleta de agua, Ana
repara una llanta de bicicleta que sumerge constantemente bajo el agua. En el preciso instante en que se
producen burbujas, la saca con sumo cuidado de la fuente.
Con un dedo presiona un diminuto orificio en la rueda.
Toma una banda y la pega sobre la llanta.
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22. EXTERIOR. DÍA. BERMA DE LA CARRETERA.
Ana, montada en su bicicleta, recorre a un ritmo pausado
una carretera desolada. El viento sobre su cara hace que
cierre los ojos y se deje llevar por la velocidad.
Ana se ha detenido a un costado del camino. La bicicleta
descansa a su lado. Come un sandwich. La pequeña radio
a pilas emite una suave canción a bajo volumen. Ana mira
su alrededor con tranquilidad, casi serena.
24. EXTERIOR. ANOCHECER. ORILLA DEL MUELLE.
Ana se acerca a la orilla del muelle. Deja la bicicleta a un
costado. Se sube el pantalón. Mete su mano en el agua y
se moja la herida con suavidad. Luego se sienta en el
suelo. Se saca un zapato y se quita de un tirón una
gruesa calceta de lana. Con mucho cuidado cruza la
improvisada venda alrededor de la herida. Vuelve a
colocarse el zapato. Se levanta con cautela. Observa la
bicicleta por un instante. Parece indecisa. Avanza
lentamente para, finalmente, irse.
23. EXTERIOR. DÍA. CARRETERA.
25. EXTERIOR. DÍA. FRONTIS DE LA IGLESIA.
Ana camina lentamente por un camino pavimentado con
la bicicleta tomada por el manubrio. La rodilla de su
pantalón está rota, al parecer por una caída. El agujero
deja entrever una pequeña herida.
Una de las ruedas de la bicicleta está totalmente desinflada.
En un momento Ana se percata de que la camioneta de
Toro está estacionada a un costado de la carretera. Ana la
observa por un instante. Deja la bicicleta en el suelo y
sigilosamente camina hacia el vehículo. No hay nadie. Ana
mira a su alrededor, como si tratara de buscar con la vista
un posible accidente. Sólo el viento y unos lejanos ladridos
de perro se hacen presentes.
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Bajo un día amenazante de lluvia, Ana y Verónica caminan
al otro extremo de la calle, a la par de un cortejo fúnebre.
Marta las sigue a cierta distancia comiendo una manzana.
Dos grupos de hombres vestidos con viejos trajes negros
portan sobre sus hombros los pesados ataúdes para
cargarlos en un par de carrozas. Tras ellos un grupo de
mujeres y niños los siguen en silencio. Nadie hace
manifiesta ninguna palabra ni llanto. El cortejo avanza a
un ritmo muy pausado donde los pasos de los presentes
son el único elemento que rompe un poco aquel extraño
silencio.
Ana sigue caminando al otro extremo de la calle, tratando
de llevar el ritmo de la procesión. Verónica se detiene y
camina hacia Marta que aún come la manzana. Verónica
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le dice algo al oído. La muchacha la mira. Verónica
hace un gesto de aprobación.
Marta bota la manzana al suelo y corre hacia el cortejo
fúnebre cantando el himno nacional de Chile, tal cual lo
hiciera el día del accidente en la playa. Verónica simula
su risa tratando de tapar su boca. La muchacha, aún
cantando, se acerca a la procesión y se detiene frente al
grupo de hombres que portan los ataúdes. Las personas
la miran sin entender demasiado la situación.
Marta realiza un saludo militar y canta cada vez más
eufórica. Se voltea tratando de buscar la mirada de Ana,
pero en ese instante se percata de que la muchacha se va
del lugar, mientras Verónica trata de ocultar su risa.
otro atajo. En un momento se encuentra frente a una
improvisado camino de tierra. Sigue las huellas dejadas
por los automóviles.
A lo lejos advierte la figura de una camioneta blanca que
se aproxima. Ana se detiene. Duda en seguir avanzando.
Finalmente continúa su recorrido.
Más cerca, Ana se percata de que la camioneta es
conducida por Toro. Cuando Ana se cruza con el vehículo,
éste se estaciona a orillas del camino y toca la bocina. Ana
ni siquiera se vuelve a mirar. El vehículo vuelve a arrancar
y se va. Ana no se detiene.
27. INTERIOR. ANOCHECER. HABITACIÓN EN CASA DE ANA.
Repentinamente el hermano de Marta se sale del grupo
y agarra a Marta por los brazos violentamente.
Al otro extremo de la calle, Verónica observa que el
hombre le habla a la muchacha de una manera muy dura
y luego la abofetea. Verónica chifla hacia la procesión de
manera desaprobatoria. El hermano golpea una vez más
a Marta, tumbándola en el suelo. La levanta sin dejar que
se recupere y se la lleva del lugar.
Ana pasa una esponja húmeda por la espalda de la
anciana. Vuelve a sentarla en la cama. Baja sus ropas y
la acomoda. Moja un paño con agua tibia de una fuente
de acero enlozado. Lava la cara de la anciana, que no
deja de mirarla fijamente.
Ana nunca mira a los ojos de la mujer. En un momento
puede percibir su mirada. Levanta la vista y repara en los
ojos brillantes de la anciana que la miran como si
quisiera manifestarse.
26. EXTERIOR. ATARDECER. ARBOLEDA, CAMINO.
Por un sendero rodeado de frondosos árboles, Ana avanza
a paso lento. Toma un camino para luego cambiar por
32
Ana deja el paño mojado a un costado de la fuente. Toma
una pequeña toalla y comienza a secar suavemente a
la anciana.
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28. INTERIOR. ANOCHECER. COCINA EN CASA DE ANA.
Ana guarda los utensilios de aseo en una gaveta de un
mueble. Se huele las manos, luego agarra un mechón de
su pelo y también lo huele.
29. INTERIOR. ANOCHECER. COMEDOR EN CASA DE ANA.
Sobre la mesa del comedor, un lavatorio con agua. Parada
frente a la mesa, Ana se enjuaga el pelo. A través de la
ventana, la joven se da cuenta de que Marta la observa a
lo lejos, escondida detrás de un árbol. Ana se siente
incómoda. Rápidamente toma la toalla y se cubre con ella.
ANA
Dos mil quinientos pesos.
El cliente saca de su bolsillo un billete y se lo entrega a la
muchacha. Ana abre la caja. Ingresa el dinero. Saca una
serie de monedas y billetes y se los pasa al hombre. El
hombre mira con desconfianza y cuenta el dinero frente
a la joven. Ana observa la situación con incomodidad.
CLIENTE
Faltan mil quinientos pesos.
Ana toma el dinero. Lo vuelve a contar. La dueña del
almacén se acerca y le arrebata a Ana el dinero de las
manos. La mujer revisa los artículos que ha comprado el
cliente. Mira a Ana.
30. INTERIOR/EXTERIOR. MAÑANA. SALÓN DEL ALMACÉN.
A través de los ventanales del almacén se aprecia cómo el
viento levanta la tierra de las calles y azota los árboles
con fuerza.
DUEÑA DEL ALMACÉN
(Severa)
Cuánto te dio.
ANA
Ana entra al almacén muy agitada. La dueña del lugar la
mira con reproche y le entrega las llaves de la caja. El
muchacho que trabaja en el lugar se para de la caja y le
deja el asiento a Ana.
Un CLIENTE se acerca a Ana con una serie de abarrotes.
Ana los pasa por caja.
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(En voz baja)
Diez mil.
La dueña la mira fijamente, como si esperara una
respuesta. El muchacho del almacén observa la situación
distraído de sus labores. La mujer abre la caja, saca mil
quinientos pesos y se los pasa al hombre.
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DUEÑA DEL ALMACÉN
Disculpe, por favor.
El hombre no responde, pero parece molesto. Se retira
inmediatamente. La dueña del almacén observa a Ana,
mientras la muchacha arregla el dinero en la caja tratando
de evitar la severa mirada de la mujer.
31. INTERIOR. DÍA. PELUQUERÍA.
Una casa muy limpia. Pocos muebles. En una esquina, un
viejo secador de peluquería. En otro rincón, un
silencioso ANCIANO mira atentamente a Ana, que está
sentada en un viejo sillón de peluquería.
Verónica se maquilla los ojos frente a un espejo. Suena
una radio a volumen bajo. Verónica tararea la canción y
sigue el ritmo.
Ana se observa frente al espejo. Tiene un nuevo peinado.
Trata de bajarse el volumen del pelo. Se siente incómoda.
La presencia del anciano hace que desvíe su mirada
constantemente. La PELUQUERA corre las cortinas para
que Ana tenga más luz, luego quita un trapo y un ovillo
de lana con un tejido olvidado sobre una mesa. Hace todo
no como si fuera la cosa más importante del mundo, sino
simplemente como pretexto para estar ocupada. La mujer
se vuelve para echar una mirada al reloj colocado sobre
un viejo mueble. Luego, vuelve su mirada hacia Ana.
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PELUQUERA
Hay que dejarlo un rato. Después se baja.
Ana vuelve a mirarse al espejo. Su mirada denota molestia
e incomodidad. Se vuelve y mira fijamente al anciano, que
mantiene su vista fija en la joven. Verónica se acerca.
VERÓNICA
(Mirando a Ana)
Ah, pero está muy bien. Te queda muy bien. A lo
mejor hay que bajarlo un poquito.
Verónica se acerca a Ana y trata de bajarle el peinado.
PELUQUERA
(Un poco molesta)
Le dije que se le iba a bajar solo. Hay que esperar
un rato no más.
Verónica acaricia suavemente el pelo de Ana. La mira con
cariño. Ana baja la mirada.
32. INTERIOR. ATARDECER. BAR.
Un local estrecho, pintado de verde con algunos carteles
en sus paredes. Un grupo de viejas mesas con sus sillas
de plástico ocupan el centro del lugar. A un extremo, la
barra acoge a un grupo de hombres. En un rincón, un
televisor sin volumen muestra constantemente imágenes
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de guerra de un noticiario. Una radio mal sintonizada
invade con un bullicioso ambiente el lugar. Verónica,
sentada junto al inglés, bebe una cerveza, y Ana,
sentada a su lado, un refresco. Los hombres de la barra
miran insistentemente a las mujeres. Hablan entre
ellos y se ríen. Ana parece extremadamente incómoda.
Verónica toma un trago. Constantemente mira al
hombre y se ríe sola. Cada cierto tiempo se acerca a su
oído y le habla. Verónica observa a Ana y se sonríe.
Ella no devuelve el gesto y desvía su mirada.
Ana se da cuenta de que entre el gentío se encuentra Toro,
sentado solo en un rincón del bar. Los hombres de la barra
bromean entre sí. Sus fuertes carcajadas hacen que Ana
se vuelva.
El inglés se levanta de la mesa y sonríe a Ana. Se acerca a
la barra. Ana se voltea nuevamente y se percata de que
Toro la saluda levantando su vaso con cerveza. Ana sonríe
tímidamente. El inglés vuelve a sentarse en la mesa de
las mujeres. Levanta su copa mirando a Ana. Verónica
toma un trago. Se ríe y comienza a cantar Cumpleaños
feliz. Ana le hace un gesto para que se calle. Verónica
empieza a palmear las manos. El inglés sonríe y también
comienza a cantar y palmear. Uno de los hombres de la
barra hace un gesto a sus amigos para que se unan a la
festividad. Los hombres se acercan a la mesa con sus vasos
de vino y cerveza y también comienzan a cantar. Ana se
siente muy incómoda. Su mirada se concentra en una
sucia ampolleta que cuelga cerca de la barra, cuya
amarillenta luz le permite sentirse ausente. Entre la
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confusión, uno de los hombres deja caer un poco de
vino sobre Ana. Ana se levanta violentamente. Los
hombres no se han dado cuenta y continúan festejando.
Verónica trata de ayudar a Ana, pero la joven se aleja
hacia el baño.
33. INTERIOR. ATARDECER. BAÑO DEL BAR.
Ana moja la mancha de vino de su vestido. Aunque sabe
que es inútil, sigue intentándolo. Por fin se da por vencida.
Levanta su mirada y se observa detenidamente en el sucio
espejo del baño. La imagen de su peinado y su rostro
exhausto se deforman por la mala calidad del espejo. Ana
trata de arreglarse el pelo. Se mira fijamente. Baja su
cabeza y abre el chorro de agua, haciendo que el peinado
pierda rápidamente su forma.
34. INTERIOR. ATARDECER. ENTRADA AL BAÑO DEL BAR.
Ana sale del baño con el pelo mojado peinado hacia atrás.
El hombre que derramó vino sobre la joven entra en ese
preciso momento al baño contiguo. El hombre sonríe a
Ana y se acerca a ella, tarareando Cumpleaños feliz.
Ana se siente amenazada. El hombre se aproxima cada
vez más. Detrás aparece Toro, que lo aparta del lugar con
un leve empujón.
TORO
Eh, ¿no ves que molestas a la señorita?
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El hombre trata de zafarse, pero Toro lo toma por el
hombro y lo inmoviliza. Toro lo amenaza con un gesto,
luego se vuelve y mira a Ana. La muchacha está un poco
perpleja, se va del lugar sin decir nada.
35. EXTERIOR. ATARDECER. TRANSBORDADOR.
Ana va sentada en una esquina del transbordador.
Observa el oscuro cielo que anuncia una inminente noche
de invierno.
Entre los pasajeros aparece Marta. Ana se sorprende de
encontrarla a esas horas en la embarcación. Con un gesto
la invita a sentarse a su lado. Marta se sienta muy apegada
a ella. Ana la mira y desvía su cansado rostro hacia el
frente, centrando su vista en la nada. Marta la sigue
mirando fijamente. Con timidez y lentitud une su mano a
la de Ana, que aprieta con delicadeza en un gesto discreto
y afectuoso.
36. EXTERIOR. ANOCHECER. ARBOLEDA.
Ana y Marta caminan juntas por senderos rodeados de
grandes árboles.
Ana se resbala con un montón de hojas húmedas. Marta
la sostiene a tiempo, a pesar de que ella también ha
perdido el equilibrio.
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Las muchachas salen a un sendero más abierto. Ana se
vuelve hacia Marta.
ANA
Es muy tarde. Tu hermano se va a preocupar.
Marta no responde. Sigue mirando a Ana como si sus
palabras hubieran sido otras. Avanzan un poco. Ana se
detiene. La vuelve a mirar.
ANA
Es tarde.
Ana la aparta con delicadeza. Marta observa a Ana,
mientras la muchacha continúa su camino.
37. INTERIOR. NOCHE. HABITACIÓN EN CASA DE ANA.
Ana limpia del suelo restos de comida y vómito. Se
incorpora y estruja el paño en un balde de latón. Deja el
paño en el interior del balde con agua. Se toca la espalda
en signo de molestia. Se huele las manos.
38. INTERIOR/EXTERIOR. DÍA. AUTO DE VERÓNICA/
CARRETERA.
Es un día soleado. Por la carretera el viejo auto de Verónica
cruza la carretera a velocidad moderada.
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En el asiento de copiloto, Ana observa el paisaje que
pasa por su ventanilla. Marta está sentada en el asiento
trasero. Coloca su cabeza entre los asientos de las
mujeres. Verónica detiene el automóvil.
Un anciano junto con un grupo de vacas cruza la carretera.
Ana repara en el rostro del hombre mientras arrea los
animales: su mirada de concentración, sus manos que
agarran con firmeza una gran varilla de madera, su boca
abierta gritando a los animales. Al final del grupo, un niño
de unos 10 años, con una varilla de madera más pequeña
ayuda a arrimar las ovejas hacia el otro extremo del
camino. El niño se voltea y da una rápida mirada hacia el
interior del automóvil.
Verónica parece fastidiada. Ana sigue observando en un
estado casi hipnótico cómo avanza el grupo hasta que la
carretera ha quedado totalmente despejada.
39. EXTERIOR. DÍA. ORILLA DE LA PLAYA.
A pesar de que el día se ha nublado, Ana está descalza y
se pasea por la orilla del mar. Verónica se ha adelantado
a la muchacha y camina mucho más adelante.
Verónica llama a Marta, que se encuentra parada junto al
automóvil. Marta no contesta. Sigue de pie con las manos
en los bolsillos.
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Verónica permanece sentada sobre una gran roca
próxima al mar. Ana, a su lado, se pone un chaleco.
40. EXTERIOR. ATARDECER. ORILLA DE LA PLAYA,
EMBARCACIONES.
Verónica está frente al mar. Marta conserva cierta distancia
de la mujer. Ana se mantiene apartada, pensativa.
Verónica observa a Marta y comienza a cantar el Himno
Nacional de Chile. Marta la observa con curiosidad.
Verónica sigue mirándola, esperando que la muchacha
se incorpore a su canto.
Verónica canta cada vez más fuerte. Marta se aleja
lentamente. Verónica desiste del canto. Marta busca la
mirada de Ana, que sin embargo se ha vuelto hacia la
arena para sentarse en una toalla amarilla.
Marta observa que Verónica y Ana conversan entre sí, en
voz baja, sentadas sobre la toalla. Verónica come una
manzana, mientras Ana la escucha abriendo un paquete
de galletas. Ana observa que Marta parece inquieta.
Marta camina hacia un grupo de embarcaciones atracadas
a la orilla. Las mujeres no se dan cuenta de que la
muchacha se sube a una de ellas y comienza a trepar por
el mástil de madera. Dificultosamente Marta se sienta en
la punta del mástil. Se saca su chaqueta de buzo y
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comienza a hacer señas a las mujeres. Un pescador
aparece desde un extremo de la playa y llama la
atención a la muchacha. Las mujeres se percatan de la
situación y corren hacia las embarcaciones. Llaman a
Marta. Luego de un momento, Marta se decide a bajar. El
pescador reprende a las mujeres, que se disculpan un poco
avergonzadas. Verónica toma por el brazo a la muchacha
y la encamina hacia el lugar en que se encontraban.
Comienza a atardecer. A lo lejos, Marta se acerca a la orilla
del mar. Verónica se levanta y sacude la toalla. Vuelve a
colocarla sobre la arena. Nuevamente se sienta al lado de
Ana. Marta las observa desde la orilla. Luego de un
momento, vuelve a patear el suelo arenoso. Una ola rompe
a sus pies.
El agua llega hasta sus pies. Marta se voltea y observa
nuevamente a las mujeres. Poco a poco comienza a
internarse en el mar. Llegado un momento su figura
parece perderse entre las olas.
Ana y Verónica corren hacia la orilla del mar. Ana se queda
en la orilla. Verónica se mete al mar. Agarra con fuerza a
la muchacha, pero es demasiado pesada para ella.
VERÓNICA
(A Ana)
¡Ayúdame!
Ana se mete torpemente al mar. Se coloca a un costado
de Verónica y agarra a Marta por la chaqueta de buzo.
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Ambas tiran de ella con fuerza, pero caen en el intento.
Verónica vuelve a tirar de la muchacha. Ana sale desde
la profundidad, confundida por el agua que ha entrado
a su boca. Tose.
VERÓNICA
¡Ayúdame! ¡Tira fuerte!
41. EXTERIOR. ANOCHECER. ORILLA DE LA PLAYA.
Marta está sentada sobre la arena, cubierta por la toalla
amarilla. Ana trata de secarle el pelo con una toalla más
pequeña. Verónica baja hacia la playa con una manta entre
sus brazos.
VERÓNICA
Es lo único que tengo.
ANA
Se va a tener que sacar la ropa, no puede irse así
como está.
VERÓNICA
(A Marta)
Te tienes que sacar la ropa.
Marta niega con la cabeza.
VERÓNICA
Te vas a enfermar si te vas mojada.
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Marta vuelve a negar con la cabeza. Verónica sonríe.
VERÓNICA
(A Ana)
A la fuerza entonces.
Verónica trata de retirar la toalla amarilla, pero Marta se
resiste.
MARTA
¡Noooooooooooooooooooo!
ANA
¡Marta, te vas a enfermar!
Marta mira a Ana fijamente. Ana quita la toalla, le saca la
chaqueta de buzo. Luego la camisa. Marta continúa
contemplando insistentemente a la joven. Verónica le
trata de bajar los pantalones, pero Marta nuevamente se
vuelve violenta. En el forcejeo, Marta golpea por
casualidad en el mentón a Verónica. Verónica se hace
hacia atrás, molesta.
VERÓNICA
(A Ana)
¡Déjala! Si se muere es problema de ella.
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42. INTERIOR/EXTERIOR. NOCHE. AUTO DE VERÓNICA/
CARRETERA.
Verónica conduce con moderación. Marta, cubierta por
una manta de lana, observa el denso paisaje que por esas
horas parece conformar un solo elemento. Ana se cubre
la nariz con una bufanda. Repentinamente el auto
comienza a fallar. Verónica se preocupa.
El auto se detiene. Verónica intenta hacer contacto en dos
ocasiones sin resultado. Verónica desiste. El trío queda
en silencio, como si se tratara de una especie de comunión
secreta. Sólo el ruido del viento y los insectos dominan el
lugar. Ana, Verónica y Marta observan desde sus respectivas
ventanas cómo la vegetación se mueve al compás del viento.
43. EXTERIOR. MAÑANA. CAMINO CAMPESTRE.
Día nublado, cubierto por una espesa neblina. Ana camina
por el camino hacia su trabajo. Se escuchan ladridos a lo
lejos. Un grupo de perros a la orilla del camino se olfatean
entre ellos. Algunos perros se van del lugar y se pierden
entre la niebla.
Ana pasa frente a un vieja casa con un gran portón de
lata. Detrás del portón ladran muchos perros. Los perros
que están en la calle se acercan al portón y comienzan a
ladrar. Ana acelera su paso y cruza el lugar rápidamente.
Los perros siguen ladrando, con más fuerza.
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44. INT. DÍA. SALÓN DEL ALMACÉN.
La dueña del negocio cuenta el dinero de la caja frente a
Ana y el muchacho. Al terminar de contar, deposita el
dinero sobre una mesa. La mujer toma el fajo de billetes
que ha puesto sobre la mesa y vuelve a contarlo.
Ana está preocupada. Se muerde el labio, mientras
observa a la mujer. La dueña del negocio termina de
contar los billetes. Toma el dinero entre sus manos, y se
dirige hacia la puerta del negocio. Un grupo de clientes
entra a la tienda. La dueña del almacén parece molestarse
por la presencia de los extraños, pero no evita que entren.
Se acerca discretamente a Ana y le habla en voz muy baja,
casi susurrando.
DUEÑA DEL ALMACÉN
Aquí faltan cincuenta mil pesos. Supongo que
sabes lo que pasó.
Ana baja la mirada hacia el piso, mientras el muchacho
da un discreto vistazo a Ana. La dueña observa en actitud
desafiante a los jóvenes, esperando respuesta. Luego su
mirada se centra en Ana. Le muestra el fajo de billetes.
DUEÑA DEL ALMACÉN
Esta no es la primera vez que pasa. Siempre hay algo
con la caja: das mal el vuelto, se pierden monedas...
Ahora, que falte esta cantidad de dinero, bueno.
No sé qué tengo que pensar. Dime tú.
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Ana sigue con la mirada baja. La dueña espera respuesta.
DUEÑA DEL ALMACÉN
¿Fuiste tú?
Ana sube la mirada.
ANA
(Tímidamente)
No.
DUEÑA DEL ALMACÉN
Entonces explícame qué pasa aquí.
ANA
(En voz baja)
Yo no fui.
DUEÑA DEL ALMACÉN
¿Cómo?
ANA
Yo no fui.
DUEÑA DEL ALMACÉN
¿Entonces quién fue, ah?
ANA
No sé.
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DUEÑA DEL ALMACÉN
(Luego de una pausa)
Muy bien. Entonces quiero que te vayas y no
vuelvas más a trabajar.
Ana mantiene su mirada fija en el suelo. El muchacho
parece inquieto. Los clientes se han dado media vuelta
para tratar de averiguar qué pasa. Ana mira a la mujer
sin saber qué hacer.
ANA
Pero... Yo no fui. No robé nada...
DUEÑA DEL ALMACÉN
(Susurrando)
Me da lo mismo. No quiero que vuelvas. Ahora,
por favor, no hagamos una escena. Toma tus cosas
y te vas.
ANA
Yo no fui. Yo no robé nada.
La mujer la ignora, a la espera de que Ana reaccione. Ana
se acerca lentamente al mesón, toma su parka, su bufanda
y un gorro de lana celeste, y se viste lentamente, como
si en ese momento no fuera ella quien está allí. Mira
tímidamente al muchacho, que evita su vista. La dueña
del negocio camina decidida por el mesón hasta la caja y
ni siquiera levanta la mirada para ver la salida de Ana.
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45. EXTERIOR. DÍA. FRONTIS DEL ALMACÉN.
Ana abre pesadamente la puerta y comienza a caminar
por una larga avenida. Mira a su alrededor un poco aturdida,
como si cada ruido se hubiera acentuado en su oído.
Camina con paso monótono. La gente que camina a su
alrededor la observa extrañada. Ana baja la vista y trata
de tapar su rostro con su bufanda. Sigue caminando hasta
llegar a la orilla del muelle para tomar el transbordador.
46. EXTERIOR. DÍA. CUBIERTA DEL TRANSBORDADOR.
Ana va en un extremo del transbordador, que a esas horas
se encuentra colmado de personas y vehículos. Entre la
multitud, logra divisar al mismo turista inglés que conversó
con Verónica. Esta vez el hombre está acompañado de una
mujer con una larga cabellera rubia, aproximadamente
de su misma edad. El hombre lleva en sus brazos un bebé
de unos cuatro meses.
47. EXTERIOR. ATARDECER. SENDERO.
Ana recorre el interior de un bosque. El paso de la luz a
través de los árboles es muy leve y muy pronto una densa
oscuridad domina el lugar. Se detiene en un punto y observa
la copa de árboles agitándose sobre su cabeza. Los últimos
rayos de luz todavía iluminan las pesadas nubes.
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48. EXTERIOR. ATARDECER. SENDERO.
Ana observa desde un punto lejano una casa de madera
cubierta por una cerrada neblina que ya comienza a bajar
en el lugar. Reconoce la camioneta blanca de Toro que se
cruzó en su camino hace algunos días, ahora estacionada
frente a la casa.
ANA
Déjame tranquila.
Ana comienza a correr. Marta corre tras ella. Cuando la
muchacha está a punto de alcanzarla, Ana se vuelve y trata
de apartarla sin fuerza.
ANA
A lo lejos se escuchan disparos de escopeta.
49. EXTERIOR. ANOCHECER. SENDERO.
Ana camina entre la espesa neblina de un sendero que es
apenas una huella. Puede escuchar pasos a un costado
del camino, pero no detiene su marcha.
Entre la niebla aparece Marta corriendo. Se acerca a Ana.
Camina junto a ella, pero Ana ni siquiera se vuelve a
mirarla. Marta la observa fijamente, esperando que se
vuelva a ponerle atención, pero Ana sigue su camino
indiferente. Marta la toma por el brazo para detenerla.
Ana empuja a la muchacha, apartándola de su lado, y
continúa su camino.
Marta la mira sorprendida. Vuelve a caminar junto a Ana,
sigue tratando de detenerla. Esta vez Ana la empuja con
más fuerza. Marta casi pierde el equilibrio. Ana no la
mira.
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(Suplicante)
Por favor.
Marta la observa detenidamente. En un acto impulsivo
se abalanza sobre ella y trata de besarla torpemente. Ana
se resiste y empuja con fuerza a la muchacha. Marta cae
al suelo fangoso. Ana huye del lugar.
50. INTERIOR. NOCHE. HABITACIÓN EN CASA DE ANA.
Entre la oscuridad de la habitación Ana se encuentra con
la cuidadora tratando de levantar con mucha dificultad
a la anciana tumbada en el suelo. Ana no reacciona. En
su mirada hay un cierto dejo de confusión.
Ana se acerca lentamente hacia la mujer y, sin decir nada,
ambas toman a la anciana con dificultad de brazos y
piernas. Logran incorporarla sobre la cama. La anciana
observa a Ana fijamente a sus ojos. La muchacha trata de
evitar aquella mirada intimidante.
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