Transformación rural

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Transformación rural:
Factor fundamental para el desarrollo sostenible
2015
Consejo de
Gobernadores
Transformación rural:
Factor fundamental para el desarrollo sostenible
El contexto mundial del desarrollo
El año 2015 marca una encrucijada decisiva en la escena del desarrollo. La definición de los
nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible brinda la posibilidad de reorientar las políticas,
las inversiones y las asociaciones hacia el logro de un desarrollo que sea integrador y
sostenible y esté centrado en la persona. Las consultas acerca de la agenda para el desarrollo
después de 2015 han ayudado a dar forma a una visión compartida: un mundo en el que la
pobreza extrema haya desaparecido, todos tengan acceso a alimentos suficientes y nutritivos,
haya trabajo digno para todos (entre otros para los numerosos grupos de jóvenes que se
incorporan a los mercados laborales, en especial de los países en desarrollo), y los recursos
naturales se protejan y recuperen.
Si bien se calcula que casi el 70 por ciento de la población mundial vivirá en zonas
urbanas de aquí a 2050, es importante reconocer que las zonas urbanas y las rurales se
necesitan mutuamente para triunfar. Esta dependencia recíproca entre las zonas rurales y
urbanas es cada vez mayor: el crecimiento rural (especialmente en lo relativo a los sistemas
alimentarios) contribuye a la sostenibilidad de las zonas urbanas, mientras que el crecimiento
de los sectores urbanos ofrece oportunidades para aumentar los ingresos rurales.
Tres cuartas partes de las personas pobres y que padecen hambre de todo el mundo viven
en las zonas rurales de los países en desarrollo. La mayoría de ellas se ganan el sustento con
la agricultura. Para lograr el desarrollo sostenible y erradicar el hambre y la pobreza, será
indispensable centrar la atención en particular en las zonas rurales y reducir las desigualdades
entre el medio rural y el urbano. Por ese motivo, el FIDA ha defendido firmemente que en la
agenda para el desarrollo después de 2015 se centre la atención específicamente en las zonas
rurales y la agricultura en pequeña escala.
Los pequeños agricultores tienen un gran potencial para contribuir al desarrollo
sostenible y la seguridad alimentaria. Pero no basta con incrementar la productividad;
si se quieren conseguir unas economías rurales más diversificadas y resilientes es esencial
mejorar el acceso de la población rural a los mercados, la financiación, la tecnología y la
información. La pobreza tiene múltiples dimensiones que van más allá de unos bajos niveles
de ingresos, consumo y bienes materiales. Por eso mismo, el FIDA dirige sus inversiones a
la transformación rural: un nivel de cambio integral y sostenible con connotaciones tanto
sociales como económicas. Algunas de las esferas principales en las que el FIDA ha realizado
inversiones cuantiosas para impulsar una transformación rural integradora y sostenible son
las siguientes:
• la promoción de la diversificación y la resiliencia;
• el logro de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer;
• la creación de sistemas alimentarios sostenibles aumentando las oportunidades de que
disponen los pequeños agricultores, y
• la mejora de la conectividad y las vinculaciones entre el medio rural y el urbano.
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La innacción tiene un precio
El descuido de las zonas rurales tiene efectos de gran trascendencia y un alto costo en los
ámbitos tanto social como económico. La triste realidad es que en muchos casos la falta de
oportunidades empuja a migrar a las personas del medio rural, en muchos casos a los jóvenes,
lo que contribuye al crecimiento de los barrios marginales donde las condiciones suelen
ser peores que en las zonas rurales pobres. La capacidad que tiene la transformación rural
de ofrecer a los posibles migrantes una mayor variedad de opciones, como empleo digno
en sus propias comunidades y más acceso a información y capacitación, todavía no se ha
aprovechado en la mayoría de los casos.
En un mundo que sigue azotado por conflictos y violencia, no puede ignorarse el nexo
entre una transformación rural sostenible y equitativa y la construcción de comunidades y
sociedades pacíficas. Las mismas circunstancias que impiden la transformación rural son
terreno fértil para los disturbios y los conflictos: una gobernanza deficiente, la corrupción y
la injusticia; la falta de infraestructuras y equipamientos básicos; la falta de acceso a servicios
de enseñanza, salud y financiación; la intensa competencia por los recursos y la codicia
desenfrenada de las élites urbanas y rurales; y la ausencia de oportunidades y el desencanto
que la falta de perspectivas futuras causa entre los jóvenes. Para poder construir las sociedades
pacíficas y prósperas del futuro es fundamental admitir que las carencias existentes en las zonas
rurales contribuyen a la difusión del extremismo y los disturbios y que es necesario hacer frente
a las condiciones adversas que afectan a las mujeres y los hombres del medio rural.
Se están perfilando nuevas oportunidades comerciales para un gran número de pequeños
agricultores como resultado del alza del precio de los alimentos y de la posibilidad de nuevas
asociaciones entre las organizaciones de agricultores y las entidades del sector privado.
Será importante aprovechar esas oportunidades para vencer el aparente desinterés que se
percibe entre los jóvenes en cuanto a la agricultura como profesión, en un momento en que
la población joven ha alcanzado un nivel sin precedentes en muchos países en desarrollo.
©FIDA/GMB Akash
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En particular, la organización de los agricultores tiene la posibilidad de vencer las dificultades
tradicionales en el acceso a activos productivos, tecnología, financiación, capacitación
y mercados.
La creación de organizaciones de agricultores tiene además efectos transformadores
adicionales. Dichas organizaciones también están ofreciendo a los productores rurales
la posibilidad de participar en los procesos de toma de decisiones y los debates
correspondientes. Trabajar junto con las organizaciones de agricultores y fortalecerlas
lleva años siendo unas de las piedras angulares de la labor del Fondo. El FIDA ha logrado
resultados notables en la promoción del acceso de los productores rurales a los mercados,
trabajando junto con las organizaciones de agricultores y entablando asociaciones
mutuamente beneficiosas con actores del sector privado a nivel nacional e internacional.
Liberar el potencial
A medida que la demanda de bienes y servicios rurales siga creciendo y sigan surgiendo
oportunidades (por ejemplo, en la esfera de la producción de energía renovable y
agrocombustibles en pequeña escala), la población rural podrá ir aumentando y
diversificando sus ingresos, siempre que se hayan establecido las políticas correctas y se
hayan realizado inversiones apropiadas. Los rasgos distintivos más importantes de la
transformación rural son la existencia de una mayor diversidad de actividades económicas
y el uso de tecnologías modernas e innovaciones en los procesos de producción. Otra de
sus características es un mayor acceso a oportunidades comerciales dentro de cadenas de
suministro modernas.
Sin embargo, para poder sacar el máximo partido de las nuevas oportunidades, las
mujeres y los hombres de las zonas rurales tienen que tener acceso a una gran variedad de
activos productivos. Algunos de los factores que acentúan y perpetúan la pobreza son unas
estructuras de poder no igualitarias, que consolidan las desigualdades de acceso a los bienes
y reducen las ganancias que los pobres perciben de sus activos. Esto es especialmente cierto
en los contextos rurales, donde el sustento de muchas personas suele depender enormemente
de la tierra y de otros recursos naturales. Además, las relaciones de poder desiguales y la
exclusión social limitan aún más el acceso de la población pobre a los mercados, así como su
capacidad para negociar en condiciones de igualdad. Esta es la razón por la que, a pesar de
que en muchos países se ha registrado una reducción de la pobreza y un crecimiento globales,
la pobreza todavía persiste en las zonas rurales.
Las relaciones de poder desiguales repercuten sobre todo en las mujeres de las zonas
rurales. Centrar la atención en el empoderamiento de la mujer pone de manifiesto cómo un
planteamiento del desarrollo desde la perspectiva de la transformación produce múltiples
beneficios que ayudan a construir comunidades y países más fuertes y más estables. Cuando
aumenta el poder de negociación de las mujeres pobres del medio rural y estas pueden
participar en los procesos de toma de decisiones, aumentan al mismo tiempo las posibilidades
que estas tienen de acceder a recursos productivos (en particular tierras), conocimientos y
mercados. Los datos empíricos disponibles demuestran que el empoderamiento de la mujer
redunda en gran beneficio de la situación nutricional y el rendimiento educativo de los niños.
Las iniciativas de fortalecimiento de las organizaciones de la población rural y fomento de
la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones han arrojado buenos
resultados en este sentido. Estas modalidades de acción colectiva también permiten que las
mujeres y los hombres de las zonas rurales se beneficien de economías de escala en las esferas
de la producción y la comercialización, y estén en condiciones de establecer asociaciones
mutuamente beneficiosas con otros agentes del mercado.
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En muchos lugares del mundo los pueblos indígenas se cuentan entre los más
perjudicados por la falta de representación en los procesos de toma de decisiones y
planificación que afectan a sus medios de vida, lo que, en su caso, a menudo debilita el acceso
y el control que estos pueblos tradicionalmente han ejercido sobre las tierras y los bosques.
Como resultado de este “desempoderamiento”, cada vez son más los pueblos indígenas que
hoy en día viven por debajo de la línea de pobreza. Sin embargo, el fortalecimiento de las
instituciones de gobierno tradicionales a menudo redunda en una mayor participación de las
comunidades de pueblos indígenas en los procesos de toma de decisiones sobre sus recursos
naturales y en unos medios de vida más sostenibles.
Prever el cambio para modelar el éxito
Las instituciones públicas, junto con organizaciones de desarrollo como el FIDA, deben
desempeñar un papel decisivo impulsando la sostenibilidad, la innovación y la ampliación de
escala de las mejores prácticas. Los puntos de partida siguientes serán decisivos:
• Bienes públicos esenciales que mejoren la conectividad entre las zonas rurales y
urbanas y hagan posible que la población rural aumente su productividad y su acceso a
los mercados.
• Sistemas de tenencia integradores y justos que faciliten el acceso a la tierra, el agua,
los bosques y otros activos productivos, respaldados por programas focalizados
que promuevan el acceso de las mujeres a estos activos y las sensibilicen acerca de
sus derechos.
• Oportunidades para los jóvenes de forma que puedan participar en actividades
productivas y vean aumentados sus activos como un modo para mejorar los medios de
vida de que disponen.
• Acceso a mecanismos de gestión del riesgo, sistemas de protección social integradores y
sistemas públicos de enseñanza y salud de calidad para las comunidades rurales.
No cabe duda de que, para alcanzar esas metas, será imprescindible una mayor inversión,
pero también un mayor compromiso, una mejor gobernanza unida a la descentralización y a
instituciones inclusivas, mejor coordinación, y un enfoque más centrado en las personas en
el que la propia gente del medio rural participe en todas las fases del desarrollo. Llevar a cabo
una transformación rural integradora y sostenible, en lugar de entregar ayuda, es un objetivo
tan ambicioso como necesario. Un cambio (sostenible) duradero se fundamenta en acciones
integrales y bien coordinadas.
Dada la importancia de crear sistemas alimentarios sostenibles, vale la pena destacar que
la agricultura familiar sigue siendo el modelo de agricultura predominante en el mundo.
La urbanización crea nuevas oportunidades para que los agricultores entablen vínculos con
los mercados y comporta ventajas económicas específicas para el modelo de agricultura
familiar. Las pequeñas explotaciones familiares ya representan hasta al 80 por ciento de la
producción de alimentos en Asia y África Subsahariana, y son la base del sustento de entre
2 000 millones y 2 500 millones de personas.
La inversión en agricultura también es un incentivo poderoso para la eliminación de la
pobreza, tanto a nivel nacional como mundial. El crecimiento del producto interno bruto
(PIB) basado en la agricultura es unas cinco veces más eficaz para reducir la pobreza que el
crecimiento de cualquier otro sector, y en África Subsahariana puede llegar a ser hasta 11 veces
más eficaz. Además, se ha demostrado que el desarrollo de los sectores agrícola y no agrícola
rurales contribuye más a reducir la pobreza que el desarrollo de centros urbanos secundarios
o megaciudades.
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En consecuencia, un primer paso de vital importancia para lograr la transformación
rural es reconocer el inmenso potencial de la agricultura en pequeña escala para impulsar el
desarrollo sostenible. La inversión en los pequeños agricultores familiares es esencial para
reducir el hambre, proteger los recursos naturales fundamentales y la biodiversidad, y ayudar
a los agricultores a adaptarse al cambio climático, así como para proporcionar condiciones de
trabajo e ingresos dignos a las mujeres y los hombres del medio rural que producen la mayor
parte de los alimentos del mundo en desarrollo. También será muy importante mejorar la
nutrición y la calidad de la dieta en los países desarrollados y en desarrollo, especialmente
entre las mujeres y los niños pequeños.
Igualmente importante es alejarnos de unas ideas anticuadas acerca de la brecha
entre el medio rural y el urbano y reconocer que la expansión de las zonas perirrurales
está reduciendo la distancia geográfica entre los espacios rurales y los centros urbanos.
La interdependencia del medio rural y urbano supone el desplazamiento de personas
(mano de obra), bienes (especialmente alimentos), servicios y capital, y estos procesos
dinámicos inciden de manera vital en los medios de vida de los habitantes de las zonas tanto
rurales como urbanas. A medida que las zonas rurales y urbanas se van integrando cada vez
más, el espacio rural tiene que ir transformándose para poder suministrar de manera eficiente
y sostenible una gran variedad de bienes y servicios. La adopción de mecanismos innovadores
para dar a conocer a la población rural información de mercado también es importante,
ya que permite detectar oportunidades de comercialización en diversos sectores, como los
servicios ambientales (en particular, el secuestro de carbono), los productos de los pueblos
indígenas, el turismo y la producción de energía renovable.
Los proyectos respaldados por el FIDA ofrecen una instantánea de cómo pueden
ser esas comunidades rurales pujantes, modernas, tecnológicamente a la vanguardia y
conectadas entre sí:
• En Armenia, el Fondo de desarrollo económico rural de Armenia (FREDA), uno de
los componentes del Programa de Acceso de los Agricultores a los Mercados, realizó
inversiones de capital y concedió préstamos a las empresas rurales que trabajaban en
diferentes eslabones de las cadenas de valor agrícola. El valor de las compras a lo largo
de las cadenas de valor rurales ha aumentado en un 560 por ciento, y el número de
personas empleadas en las empresas respaldadas por el FREDA se ha incrementado en
un 35 por ciento.
• En Bolivia, el Programa de Inclusión Económica para Familias y Comunidades
Rurales utiliza un enfoque comunitario para dar a conocer una serie de innovaciones
autóctonas y recientemente experimentadas en materia de adaptación, que van desde
infraestructuras tradicionales de captación de agua a digestores de biogás. La población
local participa en la evaluación previa de las medidas de adaptación y en su adecuación
al contexto local, y se organizan concursos para obtener pequeñas donaciones con
miras a promover la puesta en práctica de las innovaciones.
• En China, el Proyecto de Desarrollo Agrícola Integrado de Guangxi financiado por el
FIDA está ayudando a las comunidades rurales a pasar a fuentes de energía limpia,
renovable y asequible para alumbrar y cocinar. El proyecto promueve el uso de unidades
de producción de biogás, que transforman los residuos humanos y animales en una
fuente de energía limpia. Las familias, sobre todo las mujeres, se ahorran 60 días de
trabajo al año al no tener que recoger leña ni ocuparse del fuego para cocinar. Además,
de este modo se reducen los efectos perjudiciales del humo en la salud.
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• E
n Nicaragua, la organización de los pequeños productores de café en cooperativas,
con el apoyo del FIDA y otros organismos de desarrollo, ha permitido a los agricultores
llegar a los mercados globales de los Estados Unidos y Europa. Como resultado de ello,
el café se ha convertido en el principal producto de exportación del país, cuyas ventas
alcanzaron en 2012 los USD 450 millones. Las cooperativas también se han convertido
en una fuente de oportunidades para los jóvenes, poniendo a su disposición becas y
puestos de trabajo en los departamentos de administración.
• En el estado de Imo, en el sureste de Nigeria, la emisora de radio FARM 90.8 FM
transmite diariamente información sobre los mercados agrícolas y anuncios de
productos agrícolas en igbo, el idioma local, y divulga información acerca de técnicas de
gestión agrícola y ambiental y conocimientos empresariales esenciales.
• En Rwanda, el Proyecto de Apoyo a los Agronegocios y las Actividades Poscosecha
ayuda a los pequeños agricultores a adquirir competencias y conocimientos y tener
acceso a proveedores de servicios especializados con el fin de crear y administrar
negocios viables capaces de suministrar un volumen mayor de productos mejorados
al mercado y, al mismo tiempo, gestionar los riesgos climáticos en los procesos de
posproducción. En el marco de dicho proyecto se prevé movilizar un volumen de
financiación de instituciones financieras tres veces superior a la suma invertida por
el Ministerio de Agricultura y Recursos Animales, además de establecer asociaciones
público-privadas integradoras.
• En Zambia, el Programa de Empresas y Comercialización para Pequeños Agricultores,
patrocinado por el FIDA, ha utilizado la tecnología móvil para crear un servicio de
información de mercado que proporciona información actualizada sobre todas las
fases de las cadenas de valor agrícola, lo que permite a los pequeños productores tomar
decisiones bien fundadas sobre los productos que cultivar, el volumen necesario, el
almacenamiento, la elaboración, la comercialización y las oportunidades de inversión.
©FIDA/Marco Salustro
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El FIDA lleva más de 40 años aplicando una estrategia multidimensional a favor de
la transformación de las zonas rurales. El FIDA promueve la inversión tanto pública
como privada; respalda los procesos nacionales y mundiales de formulación de políticas;
genera conocimientos y los comparte, en particular mediante la intermediación en
la cooperación Sur-Sur y triangular, y entabla asociaciones a favor de la agricultura
en pequeña escala y el desarrollo económico de las zonas rurales. Puesto que la
transformación rural es indispensable para el desarrollo sostenible, el crecimiento
intregrador y la erradicación del hambre y la pobreza, se insta a los Gobernadores a que
examinen las cuestiones siguientes:
• ¿Qué tipo de mecanismos —inversiones, asociaciones, políticas— pueden utilizarse
para abordar las diferencias entre las zonas rurales y urbanas y dar a las mujeres
y los hombres rurales los medios para acceder a nuevas oportunidades y poder
competir en las cadenas de suministro modernas?
• ¿Qué políticas y mecanismos de financiación serán necesarios para que la
población rural esté en condiciones de mitigar los efectos del cambio climático y
medioambiental y adaptarse a la evolución del entorno natural?
• ¿Cuáles son algunas de las mejores prácticas que han aparecido en los últimos
veinte años para empoderar a las mujeres rurales y cómo pueden adaptarse al mundo
posterior a 2015?
• ¿De qué forma los mecanismos de gobernanza integradores, vinculados a la
descentralización y a la participación de las organizaciones de la población rural,
pueden utilizarse para que la población rural esté en condiciones de contribuir a
los debates normativos nacionales y mundiales?
• ¿Cómo puede reflejarse la transformación rural en la agenda para el desarrollo
después de 2015, en particular haciendo referencia explícita a la centralidad de
los medios de vida de las mujeres y los hombres del medio rural en los objetivos
convenidos a nivel mundial?
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