ver - Secretaría Técnica de Drogas

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El sujeto y sus drogas
El Conejo, 2da.
Edición, Quito, 2011
Ecuador, Academia y drogas
El Conejo, Quito, 2010
Niños, calles y
cotidianidades
El Conejo, Quito, 2010
Adolescentes infractores:
Territorialidad y libertad
Triada Comunicaciones.
Quito, 2011
través del Observatorio Nacional de
Drogas, considerando la necesidad de
ampliar los campos de estudio relacionados con la temática del país, ha
lograda acercarse de manera importante al espacio universitario a través de
los docentes. Quienes han aportado
con sus percepciones y experiencias
respecto de las drogas.
En el marco de la teoría sociológica, se
considera al sujeto consumidor, no
como adicto, sino como un usuario.
Sujeto que establece una relación de
intercambio con el objeto consumido, al
interior de la cual le otorga un significado. Esta relación de intercambio
Natalia Sierra
establece una red amplia de relaciones
sociales que identifican al sujeto con un
conjunto de prácticas y lo hacen parte
de un colectivo específico de sujetos.
Drogas, usos
y prevenciones
El Conejo, Quito, 2013
La Secretaría Ejecutiva del CONSEP, a
Drogas y Universidad
CONSEP PUBLICACIONES
Los profesores universitarios se encuentran en la punta más
alta del poder ligado a la producción de conocimiento. Son
poseedores de un capital académico-cultural que configura
una particular mirada sobre la sociedad y sus prácticas. Su
palabra posee, pues, una especial autoridad teórica. Por lo
mismo, sus respuestas al consumo de drogas se encuentran
condicionadas por dos hechos: su propia práctica de
consumo y el marco teórico desde el cual la piensan que es
lo que configura su primer imaginario. Esto hace que en un
nivel explícito, los docentes no vean como un problema el
consumo de drogas, particularmente de aquellas vistas
desde cierta inocuidad, como la marihuana. Inclusive hay
quienes consideran que su consumo es necesario pues
formaría parte importante de la experiencia de vida. Las
drogas permitirían el descubrimiento de nuevos horizontes,
nuevas maneras de relacionarte con el mundo, así como
derrumbar prejuicios y generar espacios a la libertad. Es
decir, salir, aunque sea parcialmente, de la opresión de lo
cotidiano, del trabajo, de todas esas contingencias de la vida
social.
El consumo en este caso no será
mirado exclusivamente como una huida
www.consep.gob.ec
www.drogasinfo.gob.ec
de la angustia fundamental de la
existencia, como desde la mira de la
psicología, sino una actividad que
posibilita al sujeto entrar en un mundo
de relaciones sociales cargadas de
significación.
Diego García Carrión
Procurador General del Estado
Presidente del Consejo Directivo del CONSEP
Rodrigo Vélez Valarezo
Secretario Ejecutivo del CONSEP
Rodrigo Tenorio Ambrossi
Director del Observatorio Nacional de Drogas
Editor
Rodrigo Tenorio Ambrossi
Coordinación
Plinio Hidalgo
Daniela Ocaña
Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y
Psicotrópicas - CONSEP
Av. 12 de Octubre N23- 99, entre Wilson y Veintimilla
222 7221 / 222 7222
www.consep.gob.ec
Observatorio Nacional de Drogas
252 0617 / 222 7222 ext. 107
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Diagramación e impresión
Editorial El Conejo
Telf: (593-2) 222 7948
[email protected]
www.editorialelconejo.com
ISBN: 978-9942-07-380-8
DROGAS Y UNIVERSIDAD
CONTENIDO
PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
UNO
RECORTE HISTÓRICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La Academia de Atenas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La Universidad en la Edad Media . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La Universidad en Latinoamérica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
DOS
HISTORIA DE LAS DROGAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tipología de las drogas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Alcohol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Bebidas alcohólicas destiladas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El cannabis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El opio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La morfina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La coca y la cocaína . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
9
13
19
19
22
26
33
36
36
37
39
41
42
43
7
TRES
APROXIMACIONES TEÓRICAS A LA SOCIOLOGÍA Y A LA
PSICOLOGÍA SOCIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Una mirada desde la sociología cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El consumidor, la nueva subjetividad del capitalismo tardío . . . . . .
Efectos de la mutación social y subjetiva del ciudadano en
consumidor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El narcisismo social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Una mirada desde la psicología-social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
45
45
48
51
54
56
CUATRO
DESCRIPCIÓN CRÍTICA ANALÍTICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
La Universidad en el imaginario social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .… 71
Análisis del trabajo de campo .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72
Tipos de drogas usadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Percepciones sobre el uso de drogas fuera y dentro de la universidad 76
Significaciones dadas a los consumos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98
La marihuana y las drogas naturales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
Las drogas químicas: drogas duras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Despolitización de los imaginarios: práctica mercantilizada . . . . . . .
Consumo hedonista e individual de élite . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Suspensión del deseo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
109
109
115
120
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
8
PRESENTACIÓN
El hecho de que los estudiantes universitarios usen drogas ha
sido una verdad pública mantenida, sin embargo, en secreto para
precautelar los valores de significación tan particulares que han
caracterizado a la academia y que, en buena medida, la sostienen.
En efecto, se ha pensado que la imagen social de la Universidad
debería ser protegida a toda costa porque en ello se sostiene también
la parte más importante de lo que constituye el orden cultural del
país.
Sin embargo, es preciso reconocer que a las drogas, desde su
propia prehistoria, les pertenecen dos funciones fundamentales de
las cuales la sabiduría fue siempre la más importante. Por ello, desde
los tiempos del mito, se convirtieron en esa suerte de ruta mágica a
través de la que se llega a los saberes en especial a aquellos a los que
no es posible acceder mediante las formas tradicionales. Estas sustancias se han encargado de confirmar que existen objetos de saber
a los que no es posible acceder por la vía de la racionalidad sino a
través de la mediación, más imaginaria que real, de sustancias íntimamente ligadas con lo sobrehumano y lo divino.
El misterio no solamente rodea la existencia sino que la constituye, ese misterio entendido como lo que está ahí sin demostrarse
y que, sin embargo, constituye aquello que, de una u otra manera, es
capaz de explicar, si no la totalidad, sí por lo menos una parte de lo
desconocido. También es necesario reconocer que el misterio nunca
desaparece del todo, ni siquiera cuando la ciencia se encarga de pro-
9
ducir la suma de las claridades posibles. La lucidez no es más que
un paréntesis, una suerte de migaja de tiempo en el que se cree que
se ha comprendido todo. A cada respuesta de la ciencia le sucede un
sistema inagotable de preguntas.
Las universidades aparecieron cuando ya no fue posible seguir
la ruta de la fe ni la de la magia ni la de los arrebatos para resolver
los misterios. Las universidades crecen y se sostienen en el mundo
porque a ellas se les encargó la tarea de la construcción de los saberes y de las verdades, es decir, la tarea de hacerse cargo de los conflictos del saber. Pese a que, curiosamente, nacen adscritas a la
Iglesia, tempranamente se secularizan y laicizan casi como condición inevitable para que su separación de la fe y de lo religioso sea
más radical y eficaz.
¿Cómo caminar los caminos del saber, sino reconociendo que
nada está hecho y que los saberes no se hallan en ninguna parte sino
que deben ser construidos una y otra vez, con el convencimiento de
que nunca se dirá la última palabra sobre algo? La respuesta se halla
únicamente en el trabajo científico que pertenece a la Universidad
por derecho propio y en el que se halla íntimamente involucrado el
estudiantado.
La Universidad constituye el lugar al que convergen todos los
caminos que recorren los saberes, igual que la problemática social y
política. En efecto, no sería Universidad si no se hiciese cargo de
todo aquello que conforma las cotidianidades múltiples que viven
las sociedades porque a ella le corresponde, por derecho propio, el
análisis de la complejidad social.
Sin embargo, en nuestro medio por años la Academia guardó
silencio sobre el tema de las drogas. Y tan solo rompió el silencio
gracias a una invitación realizada por el CONSEP (Ecuador,
Academia y drogas, El Conejo, Quito, 2009). Si bien en este evento
se analizó el tema teórico y político de las drogas, no se dijo nada de
lo que acontecía, puertas adentro, en cuanto al uso y consumo de
drogas. No se trató de un silencio cómplice sino de ese silencio que
se guarda hasta que llega el tiempo de la palabra, ese tiempo que responde a las lógicas sociales que difícilmente pueden ser controladas
desde fuera.
10
Pero el tiempo llegó cuando se cumplieron las condiciones de
las lógicas mágicas, aquellas que movilizan a las instituciones al
borde de la palabra y, por ende, del análisis. Ese tiempo leído nuevamente por el CONSEP que se lanzó a la aventura de investigar el
tema de los usos de drogas por parte del profesorado. Y este constituye el punto fundamental de rompimiento con las prácticas comunes de investigación que ha orientado al estudiantado, dejando de
lado al cuerpo docente, no sin cierta complicidad sostenida en la
vieja suposición de que los estudiantes pueden caminar también las
rutas de lo prohibido a diferencia de sus maestros que se hallan
siempre en la ruta del bien.
Es probable que la ubicación de los usos de drogas en la ruta
del mal, de manera necesaria e irrecusable, haya constituido uno de
los mayores obstáculos para su comprensión y también para el diseño de mejores estrategias de prevención. Cuando algo es calificado
de malo en sí mismo, entonces se cierran los caminos de la comprensión, de ahí que, salvo excepcionalmente, la Universidad nacional haya guardado un riguroso silencio sobre el tema.
El Consep, a través de su Observatorio, volvió a dar un paso
más en este terreno cada vez menos prohibido. Entonces se lanzó a
la aventura de investigar, mediante informantes calificados, los usos
de drogas en el grupo de maestros universitarios. La verdad es que
el trabajo fue menos complejo de lo que se creía porque es probable
que el tiempo del Consep haya coincidido con el de la Universidad
y de sus maestros que no dudaron en hablar. Esos son los tiempos
lógicos del decir y del saber.
Quito, noviembre de 2012
Rodrigo Vélez Valarezo
Secretario Ejecutivo, Consep
11
INTRODUCCIÓN
Un efecto problemático de la globalización económica capitalista, que enfrenta la sociedad mundial en la primera década del
siglo XXI, es la expansión acelerada de un tipo de economía criminal articulada al tráfico ilegal de estupefacientes. La producción, circulación y consumo de drogas ilícitas es, sin duda, una de las actividades económicas transnacionales que hoy dominan grandes mercados a nivel planetario y que arroja niveles elevados de ganancia y
acumulación de capital.
El carácter ilícito de esta actividad económica implica la emergencia de estructuras de poder de corte mafioso que operan todas las
fases del negocio de la droga. Estas organizaciones criminales, que
empezaron siendo de tipo nacional, hoy son transnacionales, cuyas
estructuras tiene presencia, no solo a nivel continental, sino planetario. La expansión de este tipo de organizaciones ha llegado en ciertos países, como es el caso de México, a tener igual o mayor presencia que el mismo Estado en el territorio nacional e incluso a permear las propias estructuras estatales.
Este fenómeno en crecimiento genera serios problemas a nivel
económico, político y social en todos los países donde su presencia
cobra más fuerza.
A nivel económico, la producción, circulación y consumo de
drogas conlleva guerras por la conquista de territorios y mercados
entre las distintas organizaciones mafiosas dedicadas a esta actividad que, por su carácter ilegal, son de extrema violencia. Muchas
13
zonas agrícolas han sido destinadas a la producción de materia
prima para la elaboración de drogas lo que ha ocasionado la destrucción de la agricultura autosustentable de pequeños y medianos
campesinos. Hay poblaciones que han sido desalojadas de sus territorios o, a su vez, obligadas a producir estos insumos. Por otra parte,
el combate al narcotráfico, vía fumigaciones de cultivos ilícitos, ha
generado destrucción ambiental y enfermedad para los campesinos
de las zonas intervenidas.
A nivel político, las organizaciones mafiosas han acumulado
gran poder político-territorial, sea en disputa con el Estado o en
alianza con ciertas instancias del mismo. Esta realidad genera procesos de debilitamiento e infiltración de la institución estatal, lo cual
abre espacios para la operación de las mafias y, a su vez, deja desprotegida a la población.
A nivel social, la presencia de esta actividad económica ha provocado el incremento de la violencia social, de la inseguridad colectiva, la desarticulación de redes sociales y comunitarias, la corrupción, el chantaje, la coacción y el soborno a todo nivel, tanto de la
sociedad civil como del Estado. De igual manera, amedrentamiento,
amenazas y terrorismo en contra de la población civil. Todo esto
provoca un complejo círculo de violencia que afecta gravemente la
organización social.
La principal respuesta que los Estados han dado a esta compleja realidad se ha centrado, principalmente, en una política de
seguridad que busca atacar a las organizaciones criminales a partir
del endurecimiento de las políticas represivas y del aparto judicial.
Esta política es conocida como la guerra contra las drogas y está
dirigida y financiada, básicamente, por el Estado norteamericano en
coordinación con los Estados de los países más afectados por el
mercado de las drogas.
Es importante puntualizar que la política de guerra contra las
drogas no ha logrado frenar los efectos de esta economía criminal,
menos aún atacar las causas estructurales de la misma. Este fracaso
explica el repunte de los índices de violencia y del poder de las
mafias relacionadas con el tráfico de droga, sobre todo, en los países de producción y tránsito, como es el caso de Colombia, Bolivia,
14
Perú, México y Ecuador.
La dimensión y complejidad alcanzada por este fenómeno
social han provocado el interés de las ciencias sociales por indagarlo desde sus distintas perspectivas disciplinarias e interdisciplinarias. Estos estudios han contemplado el análisis económico, político, social, simbólico y jurídico del fenómeno de las drogas, en su
ámbito de producción, circulación y consumo. Se han producido
estudios que han ayudado a una mejor comprensión de la problemática a partir de lo cual se han propuesto recomendaciones para su
tratamiento, tanto desde el ámbito de las políticas públicas cuanto
desde el ámbito de acciones individuales.
Tomando en cuenta que este fenómeno social, no solo que no
es estático sino que tiende a su crecimiento, diferenciación y complejización, los estudios que se realizan deberían ser permanentes
para buscar mayores y mejores aproximaciones a su dinamismo y a
sus permanentes modificaciones. Atendiendo a este desafío, los
estudios sociales deben buscar nuevas entradas analíticas y otras
formas de comprensión que puedan dar cuenta de la complejidad del
fenómeno, entendiéndolo desde su globalidad y su movilidad.
Para este propósito, se han abordado, no solo el estudio de la
producción y circulación de la droga y en consecuencia el estudio de
las organizaciones mafiosas y su relación con el Estado, sino también el estudio en el ámbito de los usos. Los distintos tipos de consumo, los distintos sujetos consumidores, los diferentes imaginarios
sociales y culturales que se encuentran en torno a los usos.
El cambio de eje en el énfasis de los estudios, desde el objeto
droga hacia el sujeto consumidor,1 implica un desplazamiento que
ha roto con muchos estigmas y prejuicios que han impedido una
mejor aproximación a la problemática. El interés por el sujeto consumidor abre un campo mucho más rico para la compresión del
fenómeno de la droga, pues comprende la pluralidad de sujetos consumidores, las relaciones que estos establecen entre sí y con el objeto droga, la relación de los consumidores con sus proveedores, la de
los consumidores con el resto de la sociedad, las construcciones
1 Tenorio, Rodrigo, Consep, El sujeto y sus drogas, El Conejo, Quito, 2010.
15
imaginarias que la sociedad hace sobre los consumidores, las que
los consumidores construyen sobre sí mismos.
Este nuevo posicionamiento exige cuestionar y destotalizar
marcos conceptuales encerrados en análisis puramente técnicos y
cuantitativos, así como en enfoques penalizadores y estigmatizadores. Este cambio abre la posibilidad de replantear las políticas públicas en función de una intervención que refiera a las causas del problema y no a los sujetos involucrados en el mismo. Es decir, priorizar las políticas de prevención y no las de represión, lo que implica
no criminalizar al sujeto consumidor y garantizar el respeto a sus
derechos humanos.
Entendido así el fenómeno, se plantea la necesidad de alimentar los enfoques investigativos centrados en el sujeto consumidor,
comprendido en su complejidad y heterogeneidad. Desde esta perspectiva, en rigor, hay que hablar de los sujetos consumidores, en la
medida en que la población a la que esta noción hace referencia es
diversa y no homogénea. La práctica del consumo de droga es de
carácter histórico-cultural y difiere según el contexto en que se desarrolle.
Los estudios sobre el consumo se han realizado mayormente
en sectores marginales y se han descuidado otros de igual importancia para la comprensión social del hecho planteado. Es la universidad un espacio donde se desarrolla una práctica de consumo
de drogas con sus propias especificidades lo que lo convierte en un
campo valioso de interés para la investigación sociocultural sobre
el tema tratado. Dentro de este contexto universitario, hay una
población que ha sido menos investigada en relación a los estudiantes, es el caso de los docentes universitarios. En tal razón, la
investigación del uso de substancias psicotrópicas en el ámbito universitario, y particularmente en la población docente, aportará con
insumos nuevos a una mejor comprensión de la problemática propuesta. Este conocimiento contribuirá con otras perspectivas analíticas desde donde será posible tratar este complejo tema, también
con insumos para la construcción de políticas públicas y normativas legales que ayuden a prevenir la violencia y la inseguridad articulada a la venta y consumo de psicotrópicos, políticas amparadas
16
en las garantías y derechos constitucionales.
El objetivo general del presente estudio es establecer una tipología de clases de drogas, prácticas de consumo y usos socio-culturales que orientan los sentidos de los consumidores. En función de
este objetivo, la investigación identifica los tipos de droga usados en
el ámbito universitario, la percepción que tienen los docentes sobre
el uso de drogas en general y sobre las ofertadas en el ámbito universitario. De igual manera, atenderá las prácticas de consumo y uso
de las drogas que se han desarrollado en el espacio universitario.
Igual que las significaciones que los consumidores tienen de las
mismas.
La población escogida para el estudio está compuesta por
docentes universitarios hombres y mujeres, profesores de cualquier
carrera de las universidades de Quito y de Cuenca.
El marco teórico que organiza el estudio se compone de elementos conceptuales de la sicología social, la sociología estructural
y del análisis histórico crítico. Se requiere, por lo tanto, hacer un
estado del arte de tipo histórico.
El método escogido para esta investigación es la combinación
de la hermenéutica y la fenomenología con el constructivismo
estructural.
La perspectiva socio cultural de la investigación determina
optar por una estrategia metodológica cualitativa, soportada en la
utilización de las entrevistas a profundidad y observación no participativa. La investigación de campo toma en consideración los enfoques de género y edad.
El presente estudio consta de tres capítulos: el primero es una
aproximación histórica crítica al proceso de constitución, formación
y desarrollo de la institución de educación superior, así como las
prácticas de uso y consumo histórico de estupefacientes. El segundo capítulo desarrolla un acercamiento teórico al fenómeno estudiado desde la sociología estructural y la psicología social. El tercero
se centra en la descripción analítica del trabajo de campo. El cuarto
capítulo se encarga de la exposición de las conclusiones y recomendaciones.
17
UNO
RECORTE HISTÓRICO
Entendiendo que las prácticas de uso y consumo de estupefacientes
en las universidades son parte y resultado de un proceso histórico,
es necesario rastrear en el pasado las condiciones de posibilidad
que, en su despliegue histórico, hicieron posible el surgimiento de
este fenómeno social. En este sentido, este capítulo se divide en dos
partes, la primera desarrolla el surgimiento, formación y desarrollo
de la institución de educación superior y la segunda se encarga del
análisis de las prácticas de uso y consumo de drogas a lo largo de la
historia, hasta el momento actual. Cruzar estos dos procesos históricos permitirá establecer el ámbito social del fenómeno estudiado,
como una estructura estructurada en un proceso, y estructurante de
nuevos procesos de representaciones y significaciones.
La Academia de Atenas
La Academia de Atenas, que toma su nombre por ser edificada
en los jardines de Academo, es considerada como el precedente de
las Universidades actuales. Los relatos acerca de la Academia de
Atenas o Academia de Platón, aun siendo relativamente escasos,
permiten formar una idea clara sobre su importancia, a saber, desde
su misma creación determinó gran parte de lo que hoy se conoce
como el corpus teórico del conocimiento y del pensamiento occidental en general.
19
La Academia de Atenas, fundada por Platón2 aproximadamente
en el año 388 antes de nuestra era, existió hasta el momento mismo
del fin de la antigüedad, es decir hasta el año 529 de la era cristiana.
El principal fundamento de su fundador no era otro que el crear un
espacio que posibilite una comunidad de investigación y enseñanza3, mediante una relación de maestro y discípulo persiguiendo un
mismo ideal, éste no es sino el conocimiento mismo. Platón habría
empezado a escribir su obra La República cerca del año 395 a.n.e y
la terminaría de escribir cerca del año 370, es decir, gran parte de
esta obra la realizaría después de la fundación de La Academia. En
esta obra se encuentra una justificación necesaria para la creación de
este centro de estudios. Puesto que el autor en esta obra explicita una
distinción entre la opinión y la ciencia dejando en claro el inmenso
abismo que hay entre estas dos actividades.
A propósito de la opinión o doxa (δόξα), que versa sobre el
campo de las apariencias, nos dice: “¿Qué es soñar? ¿No es, sea que
se duerma, sea que se esté despierto, tomar la imagen de una cosa
por la cosa misma?” (La República libro V). Así, quienes se basan
en la mera opinión no logran llegar más allá de ese escenario aparente que se hace pasar por verdadero, siendo en realidad una imagen ficticia de la realidad.
Todo lo contrario pasa con la ciencia o episteme (ἐπιστήμη) que
dirige su mirada hacia la verdad, lo no aparente, lo real. Así se tiene
que quien estudia por medio de la ciencia ve la realidad. Por lo tanto
no es de extrañarse que una de las principales preocupaciones dentro de La Academia haya sido la ciencia, concretamente la matemática, la geometría y la filosofía de la naturaleza que en la actualidad
se conoce como física. Tampoco es de extrañarse que, en la entrada
misma de la Academia, Platón haya puesto la consigna: “Aquí no
entra nadie que no sepa geometría”.
Dado que toda actividad humana presupone un conocimiento
previo de lo que se está realizando y puesto que el conocimiento
2
3
20
Platón, que realmente se llamaba Aristocles (Aprox. 428 a. C. – 347 a. C.)
Cfr. Capelle Whilhelm, Historia de la Filosofía Griega, Biblioteca Hispánica
de Filosofía, 1958, págs. 295
verdadero se encuentra más allá de las simples opiniones, quienes
perseguían este conocimiento por medio de la ciencia4 fueron adquiriendo un cierto prestigio y, más aun siendo parte de la Academia,
por sobre aquellos que simplemente poseían conocimientos vulgares, es decir del pueblo o, si se quiere, sin una mayor reflexión filosófica. Mientras los unos se reunían en la Academia, los otros lo
hacían en el Ágora. Mientras los unos eran llamados filósofos, los
otros eran llamados sofistas o, en palabras de Platón, “Aquellos
cuyas palabras en el Ágora van más rápidas que su pensamiento”.
Así el conocimiento académico no sería otro que el que está ligado
a un estudio sistematizado de manera científica.
La educación que recibían los estudiantes de esta Academia tenía
como fin dar a sus discípulos, especialmente a los jóvenes, un conocimiento utilitario de acuerdo a la estructura democrática de la
época.
Atenas dio así al mundo hermosas muestras de una enseñanza
acoplada a las necesidades de la intelectualidad y cuando perdió su
independencia, las escuelas continuaron siendo los centros más
prestigiosos de la cultura mediterránea. Con razón se ha dicho que
la Edad Media comienza en el 529 de nuestra era, o sea cuando
aquellas escuelas fueron clausuradas por orden de Justiniano.5
Desde su fundación por Platón, la palabra Academia designaba
entonces la reunión de los hombres entendidos, con el objeto de cultivar las letras y las ciencias. Institución basada en la división y distinción de saberes que había hecho, hasta el tiempo de los romanos.
Por eso, al fundar las universidades en los siglos XI y XII, al
momento de reunir todas o gran parte de las Facultades, se las denominó Academias, nombre que aún se conserva en latín para designar
tanto a profesores como alumnos que buscan el conocimiento más
allá de las simples opiniones.
Grecia aportaría así al mundo occidental, además de su filosofía
4
5
Se hace referencia al uso de la palabra “ciencia” en el sentido de “episteme” tal
como lo daba Platón en la división antes mencionada.
Mena, Soto, Joaquín, Universidad, historia, orientación, planteamientos y formas de trabajo de la Pedagogía universitaria, Industrias gráficas CYMA,
1965. Pág. 7
21
y sus artes, un sentido de política y del derecho que constituyó el
pilar fundamental de la concepción del hombre y de la sociedad en
el mundo, su cultura influenció principalmente en los siglos XI y
XII donde se gestarían las primeras universidades. Especialmente en
el interés por las artes y las ciencias y en general su Paideia o práctica de la educación que hacía posible la formación de intelectuales
en la sociedad.
La Universidad en la Edad Media
En los siglos XI y XII aparecieron las primeras instituciones que
se llamarían hoy universidades. Bajo dos preceptos: La Inceptio:
consistía en la investidura que era entregada al nuevo maestro por
aquella persona que le había proporcionado los conocimientos necesarios.
La licencia docendi: era la facultad de investir la inceptio, que
era administrada por el obispo. Pero cuando el número de candidatos a la inceptio se incrementó, esta facultad se otorgó o, más bien,
fue delegada al director de la escuela para nombrar nuevos maestros, otorgándoles la licencia docendi.6
Dado que el título de docente traía consigo prestigio y poder, los
conflictos no tardarían en aparecer. La inceptio tomó la forma de
una recepción solemne en la corporación de maestros, acto que oficiaba el canciller de la universidad. Las disputas aparecerían entre
los cancilleres y los maestros especialmente por conflictos de intereses que reposaban sobre el poder papal.
El conocimiento, que siempre ha estado sujeto al poder y a las
más altas esferas sociales, en esta época no podía ser la excepción,
se encontraba ligado al poder del gobierno papal. Es decir, el espíritu tradicional universitario que confería a sus esferas la condición de
aula magna debía estar sujeto solamente al más alto y firme gobierno de la tierra, en contraposición al gobierno de los reyes que había
representado un dominio inestable en los diferentes reinos de la
6
22
Cfr. Mena, Soto, Joaquín, Universidad, historia, orientación, planteamientos y
formas de trabajo de la Pedagogía universitaria, Industrias gráficas CYMA,
1965. Págs. 3-4
Europa del medioevo. Por otra parte, las preocupaciones y discusiones filosóficas que se llevaban a cabo dentro de las aulas universitarias se veían principalmente inmersas dentro del campo teológico.
Así se tiene que para la inceptio no había otra justificación que no
sea el mandato de la más elevada y segura procedencia, a saber el
poder clerical.
El maestro asumía una dignidad que, desde la antigüedad, había
conquistado derechos, prestigio y prerrogativas, tanto personales
como sociales, dada su elevada investidura. La facultad de investir
nació libre y era administrada tan solo por los propios maestros, tal
como la inicial inceptio. Tiempo después, ese mandato universitario
ya no estaría a nombre de la religión como del gobierno papal, sino
que pasaría a formar parte del pueblo en general. Este mandato fue
arrebatado por los emperadores para quedar, finalmente, en manos
del Estado como tal que, poco a poco, se separaría de la religión al
menos en el hecho de compartir los poderes gubernamentales.
Queda claro que es bajo estos preceptos como se irá asentando la
conocida autonomía universitaria que permite la libre creación de
ideas, más allá del aspecto religioso.
Así, los siglos XII Y XIII marcaron las bases de la actual
Universidad palabra que, en su sentido originario, hacía referencia a
los miembros docentes y discentes y no a las distintas disciplinas,
como quedó explicado en el Digesto romano. En la Universidad de
Bolonia, fundada en los albores del año 10887, nace la primera
comunidad de estudiantes, es decir universitas scholarium, y en la
universidad de París, la primera comunidad de maestros, universitas
magistrorum.8
A finales del siglo XII, las disputas entre el Canciller de la universidad y la corporación de maestros por la facultad de administrar
la inceptio y la licencia docendi también se vería afectada por el
ingreso de los monjes mendicantes en los claustros universitarios.
7
8
La Universidad de Bolonia fue fundada en 1088 aunque sus estatutos datan
del año 1317 cuando adquiere el grado de Universidad. Antes de esto era llamada oficialmente Alma mater studiorum.
Cfr. Tünnermann, Bernheim, Carlos, Historia de la universidad en América
Latina, IESAL/UNESCO, 1999. Pág. 23
23
Así, la universidad del medioevo, vista como centro cultural y corporativo centralizador del conocimiento, adquiriría un carácter
internacional sobre todo por la concurrencia de alumnos y profesores de toda Europa. Esto se debió principalmente a los grados que
otorgaban estos centros.
En 1210, se dieron a conocer en París las bulas que conferían privilegios a la corporación de maestros, luego de ser aprobados los estatutos. Al primer estatuto expedido para los maestros franceses
mediante Bula Papal se le vincula directamente con la denominación
de Universidad de París, posteriormente en 1253, Robert de Sorbon,
reconstruiría esta universidad que, a la postre, se llamaría La
Sorbona.9 La Universidad de París se convirtió en la parte central y
principal de la enseñanza de la cristiandad, pero no por eso dejaron de
aparecer los denominados docentes laicos que enseñaban disciplinas
distintas a la teología. Esta última materia se encontraba en disputa
por el poder de enseñanza entre los dominicos y los franciscanos.
Desde este punto, la universidad, como institución, se fue expandiendo geográficamente para llegar a la conciencia humana en su
afán de promover la cristiandad. Así, la religión católica interesada
en disciplinar y controlar los estudios en pro de la unidad teocrática
del mundo, se sirvió de las dos grandes ordenes existentes hasta esa
época, los franciscanos y los dominicos.
Mientras estas órdenes discutían por el estudio teológico, el
gobierno universitario medieval se reafirmaba cada vez más como
ente subordinado de la Santa Sede rechazando inclusive las intromisiones del episcopado local. Esta posición marcaría los primeros
influjos de la autonomía universitaria. Por otra parte, el incremento
tanto de docentes como de dicentes generaría una división del quehacer universitario dividiéndolas en facultades, es decir a los distintos grupos de estudios y especializaciones se les otorgaba la facultad de administrar según su parecer la inceptio. He ahí el origen de
las conocidas hasta la actualidad Facultades dentro de los campus
universitarios, dando origen así a las tres primeras grandes
Facultades: teología, medicina y derecho.
9
24
Ibíd.
Estas primeras Facultades no tardarían en expandirse geográficamente en toda Europa, destacándose las Facultades de derecho
canónico, en París, el derecho civil en Orleans, Bourges y Bolonia y
la Facultad de medicina en Salerno y Montpellier. Esta diferenciación en los ámbitos del saber genera el inicio de una disputa, que
será visible aún en la actualidad, por establecer cuál Facultad imparte conocimientos de mejor calidad, hecho con el cual obtiene prestigio.10 Así, quedará claro que la Universidad del medioevo fue una
institución elitista y aristocratizante que surgió en medio de luchas
de poderes dentro del seno de la cristiandad.
La Universidad medieval refleja la sociedad de la época. La idea
de redención del hombre constituía su centro básico, reflejada dentro de una sociedad de carácter puramente espiritual. Así, las distintas Facultades eran instrumentos para ascender en el orden jerárquico, esta estructura universitaria reflejaba, a la par, el sistema de
jerarquías que poseía la sociedad de la época, como lo explicara
Hanns Steger.
La Universidad medieval, desde sus orígenes, representó una
aspiración de autonomía frente a los poderes civiles y eclesiásticos.
El modelo de la Universidad de Bolonia como Universidad de estudiantes (Alma mater studiorum), fue seguido por la Universidad de
Salamanca y la mayoría de las Universidades del sur de Europa, y
posteriormente sería el modelo implantado en hispanoamérica.
Específicamente la Universidad de Salamanca y la Universidad de
Alcalá de Henares que constituían las dos universidades españolas
más famosas de la época, serían los modelos que inspirarían la creación de los centros universitarios en el denominado Nuevo Mundo.
Por otra parte, el modelo de la Universidad de París como universidad de maestros (Universitas magistrorum) influyó en la organización de las universidades del norte europeo.11
10 Cfr. Mena, Soto, Joaquín, Universidad, historia, orientación, planteamientos y
formas de trabajo de la Pedagogía universitaria, Industrias gráficas CYMA,
1965. Págs. 9 – 26.
11 Bajo este modelo se inspiraría la organización de centros de estudios como:
Lovaina, Cambridge, Oxford, Colonia, Estrasburgo, Tubinga, Heidelberg,
Koenisberg, entre otras. Modelo que sería posteriormente seguido en Estados
25
Bajo los estándares del modelo de Bolonia, en sus orígenes
Salamanca respondió a la idea de una Universidad al servicio del
estado-nación, concepto que surgiría en España en el siglo XIV. Su
organización y estructura académica que serían reproducidas posteriormente en sus filiales americanas, queda descrito muy claramente por Tünnerann de esta manera:
El claustro pleno de profesores era la máxima autoridad académica,
al cual incumbía la dirección superior de la enseñanza y la potestad
para reformar los estatutos. Al maestro-escuela, llamado también
canciller o cancelario, le correspondía las importantes funciones de
juez de los estudios, la colación de grados y la autorización de las
incorporaciones. Este cargo era generalmente reservado a una alta
autoridad eclesiástica que tenía facultades que realmente superaban
al propio Rector, y a quien se le confiaba la representación de la corporación universitaria y la supervisión de la docencia.12
Así mismo, no solo la estructura organizacional fue importada de
las universidades españolas, sino también los modelos pedagógicos
escolásticos. La explicación de este modelo sirve para entender
cómo se enseñaba en las universidades europeas y por extensión en
las hispanoamericanas. La clase consistía en la lectio o lectura por
parte del docente seguida de las necesarias explicaciones y como
acto seguido la disputatio en la que los estudiantes proponían objeciones a las conclusiones que proponía el profesor. Esta última pretendía activar la dialéctica en la clase y daba lugar especialmente en
materias como la filosofía o la teología.13
La universidad en latinoamérica
En el año de 1538, el 28 de octubre, fue erigida la primera
Unidos de Norteamérica un ejemplo visible se lo encuentra en universidades
como Harvard, Yale, Princeton, etc. (cfr. MENA, Joaquín, op. cit., págs. 28 –
42). Este hecho marcaría claramente las diferencias entre las estructuras organizacionales de las universidades de América Latina y Estados Unidos de
Norteamérica.
12 Tünnermann, Bernheim, Carlos, ÓP. Cit. Pág. 27
13 Ibíd. pág. 28
26
Universidad por los españoles,14 señala Tünnermann y la última fue
la de León de Nicaragua, creada por el decreto de las Cortes de
Cádiz el 10 de enero de 1812.15 Sería durante estos años que se gestarían las universidades principalmente con los conocidos reyes
escolares. “Fernando III y Alfonso X, los “reyes escolares” españoles, por medio de una legislación posteriormente bien celebrada dieron comienzo a la vida universitaria en las colonias de América.”16
En sus inicios, la mayoría de universidades coloniales fueron a la
vez pontificias y reales. En muchos casos, la bula pontificia precedía
a la real cédula y en otros la Corona tomaba la precedencia, dando
así el paso al nacimiento de las universidades con carácter real, que
después adquirieron los privilegios pontificios. Tal como sucedió con
las dos universidades más influyentes en el periodo colonial como La
Universidad de San Marcos tanto en Lima como en México.
Las cédulas reales de erección universitaria tenían como fin el
expresar el propósito de la Universidad, este era el de ofrecer la
enseñanza universitaria a todos los habitantes de las nuevas colonias. Claro está que solo se tomaba en cuenta a una determinada
élite de la sociedad. “Las aulas de la universidad colonial estuvieron
reservadas, salvo escasas excepciones, a los hijos de los peninsulares y criollos. También fueron admitidos los hijos de los caciques e
indios principales, que de alguna manera formaban parte de la clase
dominante de la sociedad colonial, para quienes también fundaron
colegios especiales.”17
14 “La primera universidad fundada en el Nuevo Mundo, la de Santo Tomás de
Aquino, en Santo Domingo, se inspiró en la Universidad de Alcalá, cuyos estatutos adoptó, aun cuando la bula que autorizó la erección, La In Apostulatus
culmine de Paulo III (28 de octubre de 1538), le reconoció los mismos privilegios de Alcalá y Salamanca. Esta universidad respondió más al modelo de
“convento-universidad”. (Tünnermann, op. cit. pág. 39)
15 Sobre la clasificación y organización detallada de las universidades en estos años
véase: Steger, Hans-Albert, “Perspectivas para la planeación de la enseñanza
superior en Latinoamericanos, artículo publicado en Latinoamerica, Anuario de
Estudios Latinoamericanos, UNAM N.4, 1971, págs., 26 y siguientes.
16 Mena, Soto Joaquín, op. cit.pág. 43
17 Túmnermann, Bernheim, Carlos, op. cit. Pág. 33.
27
Los indios y mestizos que ingresaban a los centros de estudios
recibían la instrucción en los niveles más inferiores de enseñanza.
Desde luego, aun así, esta posibilidad de estudios no estaba para el
indio común o para cualquier individuo de las clases bajas de la
sociedad. Las constituciones en las distintas regiones excluían a
negros, chinos, morenos, mulatos y los que tuvieran tanto a padres
como abuelos que hubiesen sido penitenciados por la Inquisición.
La misión de la Universidad colonial fue la de servir a los intereses de la corona, de la Iglesia y de las clases altas de la sociedad y
al mismo tiempo reforzar los lazos de dependencia de las distintas
colonias con la Corona. En la época colonial la Universidad como
institución se caracterizaba por ser elitista y selectiva tanto así que
todavía en 1775 era necesario presentar certificado de pureza racial
para entrar a los colegios y para poder graduarse en las universidades. Los hijos ilegítimos aún de blancos, tampoco eran admitidos.
Para graduarse era menester presentar una información de vita et
moribus18 y cumplir con la ceremonia que por cierto era muy costosa.19
Ser rico e hidalgo eran condiciones necesarias para vestir capelo y
usar borla. El grado de doctor antes que un título científico, era un
blasón nobiliario que venía a aumentar el lustre de la persona que
lo tenía, que por necesidad debía ser de ilustre prosapia.20
En la época colonial se abrió paso otra forma de limitar el ingreso a la Universidad que consistía en exigir como requisito de ingreso a la Universidad el poseer estudios previos del collegium. Es en
este momento que se separa el trivium de los estudios propedéuticos
universitarios para ser impartidos en los colegios. Este sería el antecedente de lo que hoy se conoce como educación secundaria. Los
jesuitas tendrían un especial dominio en este nivel de enseñanza, por
18 Vita et moribus: se traduce como vida y costumbres y era la información que
se hacía de la vida y costumbres de aquel que había de ser admitido en una
comunidad o antes de obtener una dignidad o cargo.
19 La ceremonia del grado doctoral podría tener un costo de 10.000 piastras del
Perú.
20 Salazar, Ramón, E., “Historia del desenvolvimiento intelectual de Guatemala”
citado por Túnermann, Bernheim, Carlos, op. cit. Pág. 35.
28
lo que quedaría en sus manos el ingreso a la Universidad colonial,
sobre todo, porque quienes podían ingresar en los colegios eran los
hijos de las clases dominantes, quedando marcado el carácter clasista de la Universidad.21
Pero al contrario de lo que podrá parecer, la clase alta no era precisamente quien llenaba las aulas de estudios. “Los hijos de los ricos
no tenían necesidad de hacer una carrera y los españoles que llegaban de la metrópoli a las nuevas tierras venían en plan de enriquecerse a la mayor brevedad posible.”22 Por consiguiente, era mayor
el número de estudiantes pertenecientes a la clase media compuesta
principalmente de clérigos españoles, criollos y mestizos, y en escasas ocasiones uno que otro indio. Sin embargo, la gran masa indígena quedó al margen de la educación.
Los estudiantes universitarios se centraban en dos grupos: por
una parte, los criollos de clase media, la nobleza rural, administradores de encomiendas, propietarios de haciendas y los integrantes
de la burocracia. Por otra, los mestizos que por medio de los estudios y títulos universitarios buscaban ingresar a los grupos de los
blancos. Es de este último grupo de donde salían los sacerdotes rurales, lo intendentes y concejales de pequeñas ciudades y los empleados de la administración.
Es evidente que este tipo de movilidad racial vertical estaba trabada por todas las dificultades concebibles y que solo lograban tener
éxito en casos excepcionales (…) no sin razón este fue el grupo
(sacerdotes rurales mestizos) donde se iniciaron los primeros movimientos de liberación que debían conducir, finalmente a la independencia.23
La Universidad se presentaba entonces ante los ojos de la nueva
clase como el instrumento capaz de permitirle su ascenso político y
social. “Se ha calculado que hasta la independencia las universidades latinoamericanas confirieron grados a cerca de 150.000 estu-
21 Cfr. Tünnermann, Bernheim, Carlos, op. Cit., págs. 35 – 36.
22 Mendieta y Núñez Lucio, Ensayo sociológico sobre la Universidad, Instituto de
Investigaciones Sociales, s/a UNAM, Pág. 40. Citado por Tünnermann,
Bernheim, Carlos, op. cit.pág. 36.
23 Sterger. op. cit. Pág. 203.
29
diantes.”24 Así, la universidad de América latina en la época de la
colonia se encontraba subordinada al poder político de la Corona y
al poder eclesiástico, pero aún con tan sólo ese número de graduados en los varios siglos de colonialismo. Será dentro de la misma
donde se formarán los inspiradores y precursores intelectuales de las
revoluciones que posteriormente culminarían en la emancipación.
El advenimiento de la república no implicó la modificación de
las mismas. A inicio del siglo XX, las distintas sociedades reclamarían para sí un lugar abierto a la misma, que no atienda solamente a los distintos intereses políticos, eclesiales o económicos.
El primer cuestionamiento serio de la universidad latinoamericana
surgirá al inicio del siglo XX con la conocida reforma universitaria. “La clase media emergente fue la protagonista principal del
movimiento en su afán de lograr la apertura de la Universidad,
hasta entonces controlada por la vieja oligarquía terrateniente y
por el Clero. En este punto hay que tener en cuenta que esta reforma respondió a cambios y conflictos político-económicos, derivados de las guerras civiles y cambios internos vinculados a la expansión del capitalismo en América latina.25
El interés por la reforma universitaria en América latina es académico y político. Tanto por la preocupación intelectual, así como
por hechos políticos que provoca el movimiento estudiantil.26
Salazar Bondy resume claramente cuáles eran las necesidades sociales que se buscaban alcanzar a través de la reforma:
1 Abrir la Universidad a sectores más amplios de alumnos, sin
consideración de su origen y posición social, y facilitar en todo
lo posible el acceso de estos sectores a las profesiones y especialidades.
24 Cfr. Mena, op. cit., pág. 46 y también, MENDIETA y Núñez, Lucio, Ensayo
sociológico sobre la universidad. pág. 40 citado por Tünnermann, op. cit., pág.
37.
25 Bondy, Salazar, Augusto, Reflexiones sobre la reforma universitaria, PDF. Pág.
40.
26 Hunneeus, M., Carlos, Elementos para una teoría de la reforma universitaria,
Sala gráfica CPU, Santiago de Chile, 1973.
30
2 Dar acceso a la enseñanza a todos los intelectuales y profesionales competentes, sean cuales fueran sus ideologías y su procedencia.
3 Democratizar el gobierno universitario.
4 Vincular la universidad con el pueblo y la vida de la nación.27
Como consecuencia de esta reforma se tendría el inicio de: a) la
reivindicación de la asistencia libre en beneficio de los estudiantes
que trabajan; b) la cátedra libre y la periodicidad del contrato profesional; c) la participación estudiantil y de los graduados; d) la publicidad de los actos universitarios, la extensión cultural, las universidades populares y la colaboración obrero-estudiantil.28
Para concluir, se podría decir que la Universidad actual es un
ente que a través de los años se ha ganado su propia autonomía y que
constantemente se sigue reformando. En este sentido la reforma universitaria ya no es tomada como un hecho aislado que iniciaría en
1916 en Córdova, sino más bien, en su sentido más amplio como un
proceso que se inició en las primeras décadas del siglo XX y que se
sigue desenvolviendo dentro de los centros universitarios.
Por otra parte, más allá de las transformaciones que esta institución ha experimentado a lo largo de su historia, queda claro que es
una institución, no solo ligada al poder de la Iglesia, a la Corona, al
Estado, al mercado, en sus distintos momentos, sino que es en sí
misma una institución de poder basada en el saber. El poder ligado
al saber teológico, poder ligado al saber racional, hoy quizás poder
ligado al saber mercantil. De cualquier manera este poder se ejerce
por efecto de una estructura jerárquica sujetada a fuertes procesos de
distinción social. Siguiendo a Bourdieu, se puede afirmar que la
Universidad es una institución en la que se disputa el poder de dominación cultural de la sociedad.
En este sentido, el imaginario socio-simbólico que se construye
en este tipo de institución está articulado a procesos de formación de
estructuras de distinción a partir de la constitución de un tipo de
habitus que van estableciendo lo culturalmente legítimo para la
27 Bondy, Salazar, Augusto, op. cit. Pág. 41
28 Cfr. Ibíd.
31
sociedad. Es decir, un principio generador de prácticas objetivamente enclasables y el sistema de enclasamiento de esas prácticas29
en función de establecer los gustos y los saberes legítimos frente a
los ilegítimos y vulgares ligados a los sectores populares. Como se
conoce en el proceso de formación y consolidación de la
Universidad moderna, lo títulos nobiliarios como criterio de distinción y poder desaparecieron frente a los títulos universitarios.
DOS
HISTORIA DE LAS DROGAS
En el sentido más amplio, la RAE define droga como cualquier
sustancia mineral, vegetal o animal de efecto estimulante, deprimente o narcótico.30 La historia de las drogas es tan antigua
como la del hombre. Es indudable que el hombre prehistórico
conocía los efectos beneficiosos o tóxicos de muchas sustancias
vegetales y animales. En los escritos más antiguos de Egipto y
China, se encuentran listas de remedios de muchos tipos, incluyendo algunos que aún se reconocen como fármacos útiles.
En la zona de la Baja Mesopotamia, en unas tablillas de
escritura cuneiforme aparece la planta conocida como adormidera, en estampas asirias queda plasmado un sacerdote cuya
mano lleva un ramo de adormidera. En Egipto, su uso quedó
grabado en varios papiros. Homero, en Grecia, al evocar la sabiduría de los ancestros, narra la utilización de un filtro mágico
que permitía hacer olvidar el dolor y la desgracia, filtro conocido con el nombre de nepente.31 En el Génesis, se narra la historia de un agricultor llamado Noé, quien labró la tierra, plantó
una viña, bebió su vino y se embriagó.32
30 http://buscon.rae.es/draeI/
29 Bourdieu, Pierre, La Distinción Criterios y Bases Sociales del Gusto, Ed.
Taurus, México, 1999.
32
31 Cfr. Barriga, López, Franklin, Droga, problema actual, Editora Nacional,
Quito, 1993. págs. 11-14.
32 “Noé fue agricultor y plantó una viña. Bebió de su vino, se emborrachó y
se quedó desnudo en el interior de la tienda” (Génesis. 9: 20, 21).
33
33 Cortwright, David T., Las drogas y la formación del mundo moderno: Breve historia de las sustancias adictivas, Paidós, Barcelona, 2002, pág. 19-24.
34
CLASIFICACIÓN DE LAS PRINCIPALES DROGAS
Y SUS DERIVADOS (POR SUS EFECTOS)34
Depresoras
Estimulantes
Alcohol
Cervezas
Tabaco
Vino
Licores
Licores destilados
Opio
Cafeína
Coca
Morfina
Heroína
Té
Cocaína
Base de coca o bazuco
Dexedrina
Oxicodona
Hidromorfona
Hidrocodona
Meperidina
Metadona o Dolofina
Anfetaminas
Semisintéticos
Sinté
ticos
Opiáceos
Opiáceos
Café
Bencedrina
Codeína
Bifetamina
Ritalina
Fenobarbital
Barbitúricos
Senocal
Grazilán
Nembutal
Glutitemida
Metripilon
Lorazepam (Ativan)
Meprovanato (Ecuanil)
Clordiacepoxido (Librum)
Diazepam (Válium)
Alucinógenos
Metacualona
Volátiles
inhalables
Hipnóticos
sedantes no
barbitúricos
Pentobarbital
Tranquilizantes
menores
Estos son algunos ejemplos sobre el uso de sustancias capaces de
alterar las funciones normales del cuerpo humano. En cada cultura,
los hombres han descubierto los efectos de ciertas plantas para su
beneficio, especialmente en el ámbito religioso y medicinal. Se sabe
que ciertos hongos con propiedades alucinógenas eran consumidos
como puente entre lo conocido y lo desconocido, tanto así que estas
ceremonias sólo podían ser dirigidas por chamanes que jugaban un
papel importante en la estructura social de las distintas culturas.
Las drogas comenzaron su expansión como medicinas selectas,
apreciadas por su uso terapéutico en diversas enfermedades. El
intercambio de conocimientos entre las distintas culturas de la antigüedad, en el ámbito médico, llevó también al descubrimiento de
ciertas propiedades placenteras y de alteración de los estados mentales. Esto último hizo que las drogas pasasen del terreno terapéutico al extra medicinal en el consumo popular. Las sociedades modernas tuvieron que diferenciar el uso médico del uso no médico de las
drogas estableciendo regulaciones tanto legales como morales sobre
su uso. El comercio de las distintas sustancias psicoactivas benefició a las élites imperiales y mercantiles que descubrieron que podían utilizar las drogas para controlar a trabajadores manuales y
explotar a los indígenas. Así, el opio llevó a los trabajadores chinos
a una situación de deuda y dependencia, el alcohol obligó a los pueblos indígenas a comercializar sus pieles, vender a los cautivos
como esclavos y hacerlos perder sus tierras.33
Las drogas no fueron objeto de controversia pública e intervención estatal hasta que empezaron a utilizarse en ámbitos ajenos a la
medicina. En la actualidad, los regímenes normativos modernos
dividen las drogas psicoactivas en distintas categorías como legales
o ilegales, blandas o duras, pero para el presente estudio se propone
la siguiente división, basada en su prohibición y posteriormente
según sus efectos ya sean estos depresores o estimulantes:
Prohibición total: No se permite la fabricación, venta ni consumo bajo ninguna circunstancia.
Cannabis
Marihuana
Haschisch
Hongos psilocibios
L.S.D
Solventes
Pegantes
Prescripción prohibitoria: Se prohíbe en todos los casos, exceptuando para fines terapéuticos muy restringidos y sólo puede ser
administrado por profesionales del campo de la salud. Ejemplo: el
cannabis.
34 Barriga López Franklin, Droga Problema Mundial, Editora Nacional, Quito,
1993, pág. 20-21, 27, y también http://es.wikipedia.org/wiki/Opi%C3%A1ceo
35
Tratamiento: Se permite la prescripción para el alivio del síndrome
de abstinencia, siempre y cuando sea bajo prescripción médica.
Ejemplo: la metadona.
Prescripción normalizada: Se autoriza la administración no supervisada a quienes poseen una receta médica válida. Ejemplo: el
Valium.
Acceso adulto restringido: No se requiere prescripción médica,
aunque la accesibilidad está restringida legalmente a uso propiamente adulto: Ejemplos: alcohol, cigarrillos.
Acceso universal: No posee restricciones. Ejemplo: la cafeína.
Como se puede apreciar en el cuadro anterior, el universo de las
drogas es tan amplio como el conocimiento humano, razón por la
cual su estudio exige una mirada detallada de las substancias más
conocidas a lo largo de la historia de la humanidad.
Tipología de las Drogas
El vino
La historia del vino nos lleva en sus inicios a la región del mar
Negro y el mar Caspio en donde se encuentra actualmente Armenia,
en los años 6000 y 4000 a.n.e. Es ahí donde se empezó a cultivar
selectivamente la viña para su posterior fermentación.35 Se estima
que su producción comercial se encontraba ya bien establecida en
Oriente y en el Egeo hacia el 1500 a. e.36
Las distintas religiones jugaron un papel importante para el consumo o prohibición del vino. El islamismo condenaba el vino como
una abominación concebida por Satán, por lo que su uso no fue
común en África septentrional y en Oriente Medio. No así los griegos adoptaron el vino como bebida de la aristocracia. De esta manera, tanto el consumo como la producción del vino se incrementaron
en Europa. El vino griego se expandió hacia Rusia junto con la reli35 La fermentación es producida por la acción metabólica de levaduras que transforman los azúcares del fruto en alcohol etílico y gas en forma de dióxido de
carbono. El azúcar y los ácidos que posee la fruta Vitis vinifera (uva) hace que
sean suficientes para su fermentación.
36 Cfr. Cortwright, David T., op. cit. p. 28
36
gión ortodoxa. “La crónica de Kiev atribuye la causa del rechazo de
Vladimir I a la religión islámica precisamente a la afición de los
rusos al vino.”37 Por otra parte, para el cristianismo, el vino era un
símbolo del sacrificio de Cristo, por lo que al mismo tiempo que
avanzaba la cristianización de Europa y América también se expandía el consumo del vino.
En América, las uvas autóctonas no eran buenas, pues eran
pequeñas, amargas y no poseían un buen sabor. Cortés y otros conquistadores consiguieron cultivar los primeros viñedos en México.
“Cortes resolvió el problema trasplantando cepas traídas de
Extremadura por su propio padre, cepas que eran el resultado de
siete mil años de selección artificial con el fin de obtener el mejor
tamaño, consistencia, nivel de azúcar y sabor.”38
Entre 1524 y 1556, la viticultura se extendió desde México hacia
el sur a través de los Andes hasta Argentina y Chile, pasando por
Perú. Posteriormente los misioneros llevaron la viticultura hasta
Alta California en la década de 1770 – 1780. Esta zona se convirtió
en una de las regiones de mayor producción de vino del mundo
exportando sus productos a regiones distantes como Australia,
China, Hawai, Dinamarca, posibilitando el conocimiento global del
vino.
Bebidas alcohólicas destiladas
El proceso de destilación ya era conocida tanto por griegos como
romanos. Este proceso fue preservado y difundido por los árabes. Se
le atribuye a Ibn Yasid el uso de alambiques en el siglo IX para la
obtención de alcohol con fines medicinales. En esta época el agua
contaminada constituía una gran amenaza a la salud de la humanidad, por lo que el vino, que era consumido principalmente por la
aristocracia, y la cerveza, que era consumida por el pueblo, constituían una alternativa segura y antiséptica ante el agua contaminada
y poco potable. Por esta razón adquirieron el nombre de “Agua de
vida”, “Elixir de vida”, entre otros.
37 Ibidem.
38 Ibíd., p. 29
37
Una vez atribuidos ciertos poderes curativos a las bebidas alcohólicas, especialmente por producir sensación de relajamiento y
bienestar, se volvió habitual su consumo. La creación de alambiques
de mayor calidad, así como la obtención de materias primas más
económicas hicieron posibles la producción masiva de licores. Una
vez impresos los primeros libros de destilación a finales del siglo
XV, su producción y expansión fue tal que hasta la mitad del siglo
XVII los alambiques destilaban licores de alta graduación desde39:
el palinka de Hungría, el schnapps de Alemania, el coñac y el eau de
Vie de Francia, el whisky de Escocia y de Irlanda, aguardiente de
Portugal, el tequila de México, el ron de Barbados y del Caribe hasta
el vodka de Polonia y de Rusia.40
Los barcos europeos también transportaban nuevas tecnologías
como la destilación y la construcción de alambiques. Así los pueblos
indígenas aprendieron a destilar y adaptaron recetas a sus gustos. Al
mismo tiempo, las bebidas destiladas de todo tipo, al ser más baratas
y fáciles de transportar por barco que la cerveza y el vino, se convirtieron en artículos importantes del comercio colonial. La cerveza y el
vino que se consumían en la Edad Media se deterioraban muy pronto,
todo lo contrario del whisky y el brandy, cuyo sabor inclusive mejoraba con el tiempo, por lo que era común que se añadiese brandy41 al
vino para conservarlo mejor, aumentando su grado alcohólico.
Todo esto llevó al aumento de la producción de licores en masa,
con una cantidad mayor de etanol, conjuntamente con esto “el fortalecimiento de los vinos exacerbaron la embriaguez y el alcoholismo tanto en sociedades europeas como en las no europeas”.42 En
toda historia que hable del consumo de drogas se debe necesariamente hablar del uso y el abuso de ciertas sustancias. Valga recordar
la analogía dicha por Courtwright: “El vino es al brandy lo que el
opio a la morfina, la coca a la cocaína o el tabaco picado a los cigarrillos actuales.”43
39 Cfr. Cortwright, David T., Óp. Cit., p. 28 – 31
40 http://www.copper-alembic.com/distillation_history.php.
41 Brandy es una abreviatura del holandés brandewjin que significa vino quemado.
42 CortwrighT, David , op. cit., p. 33.
43 Ibid. pág. 34.
38
El cannabis
El origen del cannabis, o cáñamo, nos remonta a la región de
Asia central donde se cultivó de forma extensiva alrededor de los
años 6.000 o más antes de nuestra era. Entre los usos dados a esta
planta estaba el extraer semillas comestibles, aceite para cocinar, la
utilización de sus fibras para la confección de cuerdas, redes de
pesca y prendas de vestir para la población china, ya que la seda
estaba destinada solo a las clases más adineradas.
Gracias a los múltiples usos y a la resistencia que posee esta
planta, ya que puede ser cultivada en altitudes desde el nivel del mar
hasta los 3.000 m., su comercio facilitó el conocimiento de la misma
y su distribución por el mundo. De la China se difundió primero a la
India y luego a África y Europa.
India llegó a ser la sociedad en la que se apreciaban en mayor
cantidad las propiedades del cannabis. En esta cultura se empezó a
escribir acerca de los usos y propiedades psicoactivas del mismo. El
cannabis se utilizó como base primaria en tres mezclas tradicionales
indias. Así, se tiene que el bhang consistía en hojas secas, semillas
y tallos de cannabis de la planta masculina y femenina, silvestre o
cultivada, conocida por ser la más suave de las mesclas indias. La
ganja se obtenía a partir de la elaboración de las flores disecadas de
la planta hembra, con un alto contenido de delta-9-tetrahidrocanabidol (THC) causando efectos dos o tres veces más fuertes. Y, por
último, el charas que era la resina pura de la planta femenina procesada. En la actualidad se conservan las mismas distinciones, el
bhang equivaldría a grados inferiores de marihuana como tallos y
semillas, la ganja sería la marihuana de alta calidad, y el charas el
hachís.44
Los médicos, tanto hindúes como islámicos, administraban el
cannabis vía oral para tratar enfermedades como la malaria y el reumatismo. El intercambio de conocimientos médicos también colaboró con la difusión de las propiedades del cannabis.
En la América colonizada, los españoles, franceses y británicos
cultivaron cannabis desde el siglo XVI hasta el XIX. El apogeo del
44 Courtwright, David., op. cit., p. 70.
39
cannabis en la era moderna se dio en el nuevo mundo en el siglo
XVII en Virginia, Estados Unidos, donde se cultivaba grandes cantidades de la planta para la fabricación de vestimenta y aparejos
navales.
El uso del cannabis como sustancia psicoactiva se incrementó en
América, sobre todo en Jamaica, en el siglo XIX, dado que, con los
esclavos, los colonos trajeron a América trabajadores de la India que
llegaron principalmente al Caribe, donde importaron y difundieron
su costumbre de usar el cannabis como droga estimulante. Es así que
en Jamaica se adoptó la cultura hindú de fumar y consumir marihuana así como hachís.45
En el siglo XX, la costumbre de consumir cannabis llegó a
Estados Unidos a través de trabajadores mexicanos. Debido a su
bajo costo, constituía una de las varias drogas que eran consumidas
en la clase baja de las distintas sociedades de América. “La marihuana dejó de asociarse a la clase baja para convertirse en una droga de
la clase media y alta, a través del rol mediador del movimiento
Hippie.”46
A mediados del siglo XIX, el consumo de cannabis se difundió
en Francia y en toda la Europa moderna. En este continente, su uso
se hallaba ligado a círculos intelectuales y bohemios. Con el tiempo, el uso del cannabis se difundió en estos ambientes no solo en
Europa sino alrededor de todo el mundo occidental. Desde ahí se
derivó su uso al interior de movimientos contraculturales de la década de los 50 y 60s. Fue símbolo del movimiento beat y posteriormente de rebeldía en el movimiento hippie.47 “La marihuana dejó de
asociarse a la clase baja para convertirse en una droga de la clase
media y alta, a través del rol mediador del movimiento hippie.”48
A partir de esa época, la marihuana dejó de tener significado de
rebeldía y se convirtió en una droga de uso mundial a nivel de jóvenes universitarios y de educación media. En la actualidad, se usa
45 Cfr. Courtwright, David , op. cit., p. 74.
46 Ibíd. pág. 77.
47 Cfr. Barriga, López, Franklin, Droga problema mundial, Editora Nacional,
Quito, 1993, pág. 31.
48 Ibíd. pág. 77.
40
fundamentalmente como psicotrópico. Sin embargo, también es
usada en la medicina moderna como tratamiento analgésico en
enfermedades como el cáncer o el sida.
El opio
La amapola de opio, geográficamente, se extiende a lo largo del
suroeste de Europa hasta China occidental. Los pueblos neolíticos
de la zona de Suiza, situada entre los Alpes y las montañas Jura,
posiblemente descubrieron el opio como un tipo de hierba que crecía en los montes. La apreciaban por el aceite y las nutritivas semillas y por sus efectos psicoactivos medicinales. Posteriormente fue
conocido en Grecia, Creta, Egipto y, en general, en la costa del
Mediterráneo oriental.49
Estos pueblos, al tiempo que se iban civilizando, usaban el opio
para disminuir o curar enfermedades como insomnio, dolores crónicos, angustias, aburrimiento, fatiga. Los médicos de Grecia y Roma
utilizaban el opio para combatir trastornos gastrointestinales y de
otros tipos. Igualmente, dentro de la medicina árabe, el opio constituía una herramienta casi fundamental en el ámbito médico. De
hecho fueron los árabes quienes llevaron la droga a Irán, India,
China durante el siglo XVIII.
Otra causa para el consumo de opio, aparte del medicinal, fue la
religiosa. Ya que el islam prohibía el consumo de alcohol, la alternativa fue el opio. Además, hay que agregar que su costo era menor
que el de las bebidas alcohólicas por lo que pronto se popularizó su
uso. “Una pipa de opio era uno de los pocos lujos que estaban al
alcance de los trabajadores comunes orientales que vivían sin acceso a espectáculos, parques, bibliotecas u otras diversiones recreativas que se consideran normales en los países de Occidente.”50
La expansión del consumo de opio se relaciona con la del té. Los
británicos dependían de China para obtener esta planta al igual que
de la India. La llegada de los británicos a la India en 1775 se pre49 Cfr. Ibíd. pág. 60 – 61.
50 Sonnedecker, Glenn, “Emergence of the Concept of Opiate Adiccion” Journal
Mondial de pharmacie, n° 3. 1962, p. 278-279 citado por, Courtwright, Óp cit.,
pág. 62.
41
sentó como una solución, perfeccionando un monopolio tanto para
la venta como para la manufacturación del mismo. Posteriormente,
los americanos también tomaron parte de este negocio dando paso a
las primeras casas comerciales privadas que exportaban la planta de
contrabando especialmente a China. Al darse cuenta del contrabando por parte de británicos y americanos, el Imperio prohibió su consumo bajo un edicto en 1729, lo que llevaría a un incremento del
contrabando. Finalmente, los británicos recurrieron a la fuerza
derrotando a China en la primera guerra del opio 1839-1842.
Posteriormente, el segundo enfrentamiento de estos países entre
1856 y 1858 culminaría con la victoria británica consiguiendo la
legalización del comercio del opio indio en China, dando paso así a
su producción.
Los posteriores descubrimientos farmacológicos y, sobre todo,
de la inyección hipodérmica, permitieron que el opio sea estudiado
para conseguir lo que hoy se conoce como morfina. Retomando así
el uso medicinal que esta sustancia psicoactiva había tenido en sus
inicios.
La morfina
Esta substancia es conocida por ser el principal derivado del
opio. Fiedrich Sertüner trabajó en el aislamiento de esta sustancia
entre los años 1803 y 1805. La producción comercial tuvo lugar gracias a Heinrich Emanuel Merck51 el fundador de la más antigua
compañía farmacéutica y química del mundo, la Merck KGaA con
vigencia y éxito en ambos campos aun en la actualidad. Pero el
nombre de Sertüner cayó en el olvido después de su muerte en 1841.
Su figura fue rescatada en la Primera Guerra Mundial cuando se
valoró su contribución porque la morfina era indispensable en el tratamiento de los heridos mutilados. Esto facilitó su publicidad para
la posterior comercialización en el mundo entero pues, al ser un
derivado puro, la morfina posee una acción terapéutica predecible.52
51 Heinrich Emanuel Merck: 15 September 1794 – 14 February 1855.
52 Cfr. Courtwright, op cit., p. 66 - 68.
42
La Coca y la Cocaína
A diferencia de otras sustancias que se globalizaron gracias al
comercio en el mundo antiguo, la planta de coca tuvo un retraso en
el conocimiento mundial precisamente por el hecho de ser originaria de América. Ahora bien, existen pruebas arqueológicas de que la
coca se masticaba en el año 3000 a.n.e. Se cree que los pueblos de
los Andes probaron sus hojas tiernas en épocas de hambre, descubriendo así sus efectos medicinales y estimulantes que les sirvió
para tratar los efectos de la altitud, el hambre y la fatiga.
Las propiedades de esta planta generaron desconcierto en la
comunidad científica. En 1860 Albert Niemann describió en su tesis
doctoral el aislamiento de la cocaína. En 1862, la empresa
Darmstadt, que también producía morfina, empezó a fabricar pequeñas cantidades de cocaína para venderla a los distintos investigadores. En 1863, Angelo Marini patentó un preparado de extracto de
coca y vino de Burdeos comerciándola como bebida tonificante.
Esto marcó el inicio de productos de coca como licores, infusiones,
pastillas, entre otras. El éxito de los productos Mariani propició imitaciones posteriores como la conocida Coca Cola, pero en general
fomentó el estudio de la planta en sus propiedades terapéuticas.53
Posteriormente, Clark Koller adquirió fama internacional cuando
demostró la capacidad de la cocaína para insensibilizar la córnea en
la cirugía oftálmica.
En el siglo XX, los productores de coca, que exportaban la planta a Europa para su investigación, descubrieron que es más fácil su
transporte si se extraía su alcaloide sobre todo para los envíos de
larga distancia. Merck y otros fabricantes alemanes importaron la
coca de esta forma. Es decir, la mayor parte de cocaína que se exportaba de América a Europa tenía como destino las fabricas europeas
para su posterior procesamiento. Mientras que las hojas de coca atadas y selladas con trementina para evitar su deterioro se enviaban a
Estados Unidos libres de impuestos, para la cocaína en bruto era
necesario pagar un 25% de su valor.
53 Cfr. kennedy, Joseph, Coca exótica: The Illustred story of cacaine, Rutherford,
Farleigh Dickinson University Press, 1985 Citado por, Courtwright, Óp cit., p. 82.
43
En 1885, ya se presentaron distintos casos sobre adicción e intoxicación por cocaína en el ámbito médico, ya que tanto doctores
como pacientes habían abusado de la sustancia en la frecuencia y
cantidad de las dosis. Ya en 1895, el hábito de inhalar e inyectarse
cocaína se popularizó y cayó en el mundo del hampa, donde ya era
común el uso de opio y bebidas alcohólicas.54
El primer historiador de la epidemia de la cocaína fue David
Musto quien señala que una nueva droga genera entusiasmo, lo que
aumenta el consumo generando problemas como la sobredosis,
compulsión y paranoia. Posteriormente, la producción de coca andina irrumpiría en el mercado americano especialmente por la incredulidad de la sociedad consumista sobre los efectos perjudiciales en
la salud. “Después de haber probado el fruto prohibido del cannabis
y haber sobrevivido a la experiencia, eran muy escépticos ante las
advertencias oficiales sobre la cocaína y otras drogas.”55
En América, serían los colombianos quienes llegarían a dominar
el mercado de producción y distribución de cocaína por distintas
vías. La cocaína, la heroína y el crack manufacturados en este país
pronto estarán al alcance de los pobres, especialmente por su bajo
costo, tal como sucedería con el opio.56
Fumar pasta base de cocaína semirrefinada se convirtió en un
hábito que se extendería por Sudamérica, gracias a la existencia de
laboratorios cercanos y a su bajo costo. Esta pasta base adquiriría el
nombre de bazuco, ganando su popularidad entre quienes no podían
adquirir cocaína refinada.57 Es importante señalar que el bazuco es
el residuo que queda del proceso de refinamiento de la cocaína, lo
cual indica su nivel de toxicidad.
54 Cfr. Courtwright, op cit. p. 82 – 86.
55 Ibíd. pág. 87.
56 Cfr. Musto, David F., International in coca trought the early 20th century, Drug
and alcohol dependence, n° 4, 1998, p. 145 – 156, Citado por, Courtwright, op
cit., p. 88.
57 Cfr. ibidem.
44
TRES
APROXIMACIONES TEÓRICAS A LA
SOCIOLOGÍA Y A LA PSICOLOGÍA
SOCIAL
El presente capítulo consta de dos partes. La primera se encarga de
establecer algunos criterios teórico de la sociología, específicamente lo que tiene que ver con los planteamientos de la sociología trabajada por Pierre Bourdieu y por Fernando Mires. La segunda realiza una aproximación teórica desde la psicología social.
Una mirada desde la sociología cultural
En el marco de la teoría sociológica, se considera al sujeto consumidor, no como un adicto, sino como un usuario. Sujeto que establece una relación de intercambio con el objeto consumido, al interior de la cual le otorga un significado. Así mismo, esta relación de
intercambio establece una red amplia de relaciones sociales que
identifican al sujeto con un conjunto de prácticas y lo hacen parte de
un colectivo específico de sujetos.
El consumo en este caso no será mirado exclusivamente como
una huida de la angustia fundamental de la existencia, como en el
caso de la psicología que se tratará más adelante, sino una actividad
que le posibilita al sujeto consumidor entrar en un mundo de relaciones sociales cargadas de significación, mundo en el que asienta
su existencia.
Desde esta perspectiva analítica, las prácticas de uso y consumo
de estupefacientes pueden ser comprendidas desde la categoría de
45
habitus. Según dice Pierre Bourdieu, el habitus es un principio
generador de prácticas objetivamente enclasables, así como el sistema de enclasamiento (principio de división) de esas prácticas.58 El
consumo de drogas bien puede ser considerado un habitus que,
como toda estructura estructurante, tiene la capacidad de producir
unas prácticas y unos objetos enclasables y la capacidad de diferenciar y de apreciar esas prácticas y esos productos, es decir, formar lo
que se conoce como el gusto. Se entiende el gusto como la actitud
para la apropiación (práctica y simbólica) de una clase determinada
de objetos o de prácticas enclasadas y enclasantes.59 En otras palabras, se está refiriendo a las prácticas y la percepción valorada de las
mismas.
Se trata de prácticas y productos propios de los sujetos consumidores que, a su vez, establecen signos distintivos o de distinción,
que los diferencia de otros sujetos. Es interesante anotar que las
prácticas y productos producidos por el hábito del consumo de drogas varían de acuerdo al tipo de sustancia consumida. No son las
mismas las prácticas y los productos que produce, por ejemplo, el
consumo de marihuana que los producidos por el consumo de heroína o base de cocaína. Así también, no es igual el habitus del consumo de drogas en los estratos medios o bajos que en los estratos
altos, sobre todo en aquellos estratos que, como la Universidad,
tiene un alto capital cultural simbólico-intelectual. Así también, es
diferente el consumo en los grupos juveniles de estudiantes o en los
de grupos de trabajadores no dedicados a la docencia.
Es importante anotar que son las condiciones de existencia (económico-social) diferentes lo que produce habitus diferentes y, por lo
tanto, las prácticas y productos que este produce expresan las diferencias objetivamente inscritas en las condiciones de existencia.60
De esto se desprende que la producción de prácticas y sus percepciones constituyen el mundo social representado, conocido como el
espacio de los estilos de vida.
58 Cfr. Bourdieu, Pierre, La distinción criterios y bases sociales del gusto, Ed.
Taurus, México, 2002.
59 Cfr. Ibid
60 Cfr. Ibid.
46
Los estilos de vida son campos de relaciones que devienen en
sistemas de signos socialmente clasificados que enuncian una mirada del mundo. Conjunto unitario de preferencias distintivas que
expresan la misma intención expresiva.61 Se podría hablar de la
existencia de un estilo de vida de los consumidores de drogas, de un
sistema de signos socialmente clasificados que diferencia a los consumidores de otros sujetos. Tomado en cuenta que los estilos de vida
segmentan las clases sociales, son espacios de construcción de la
identidad social e individual al interior de una misma clase. Por
ejemplo, los consumidores de drogas pertenecientes a estratos
medios se diferencian de otros miembros de su clase por su estilo de
vida. Un estilo de vida propio de los consumidores de drogas de los
estratos medios, cuyas prácticas y percepciones en ciertos casos
pueden ser compartidas por consumidores de droga de estratos
bajos.
En cuanto a las percepciones o representaciones socio-simbólicas ligadas a las prácticas que el habitus del consumo produce en los
sujetos, se puede decir que son formas de conocimiento de la realidad que incluyen valores, creencias, gustos, informaciones que los
consumidores de drogas utilizan para acercar, ordenar y comprender
su realidad, su particular existencia. Formas de conocimiento que
posibilitan al sujeto construir marcos lingüísticos interpretativos, al
interior de los que pueden otorgar significado a su actividad.
Es importante señalar el carácter social productor y reproductor
de las representaciones socio-simbólicas, es decir, entender que estos
se configuran en la interacción de los sujetos y no de manera aislada.
El consumidor de drogas, incluso aquel dependiente, reproduce las
significaciones producidas en su relación con otros sujetos, es decir,
en su relación social. Hay que entenderlo como parte y resultado de
un contexto social -condiciones históricas, económicas ideológicas,
políticas expresión de las múltiples relaciones que los sujetos establecen entre sí en su tarea de construir mundo- y no como un ente aislado, pues de ser así no se podría hablar de imaginarios sociales, ni
de imaginario individual, pues este último siempre es de tipo social.
61 Cfr. Ibíd.
47
En definitiva, las representaciones simbólico-imaginarias
son productos sistemáticos del habitus, son construcciones
sociales de identificación humana bastante complejas. De ninguna manera estructuras estáticas, sino procesos estructurantes.
El consumidor, la nueva subjetividad
del capitalismo tardío
Es importante, para esta investigación, analizar críticamente
el surgimiento y consolidación del consumidor, en razón de que
éste se configura como la subjetividad dominante de la época de
la globalización mercantil. Es un hecho que en la forma actual
de la relación social, e incluso del contrato social, no solo hay
ciudadanos sino, más significativos que éstos, consumidores.
Así, el consumidor parece ser no un subconjunto dentro de los
ciudadanos, sino “…una nueva definición del ciudadano, o del
habitante, o el soporte subjetivo del Estado que ya prescinde de
la nación para legitimarse en su propia regla operatoria.”62 Más
aún, se podría decir que el consumidor es el soporte subjetivo
del nuevo orden social del mundo, globalizado bajo la lógica
mercantil-capitalista. Todo parece indicar que la sociedad del
capitalismo tardío está hecha y diseñada para esta subjetividad,
si se toma en cuenta que casi la totalidad de las relaciones sociales se han mercantilizado. Desde el orden político democrático
convertido en un mercado electoral, donde los consumidores
votan (compran) la mejor oferta política, hasta la sexualidad
transformada en una de las mercancías más demandadas de la
sociedad hedonista.
El sujeto consumidor se constituye, por una parte y principalmente, por la universalización abstracta del mercado, tómese
en cuenta esta determinación económica de primera instancia.63
Por otra, y relacionado con lo anterior, por la radicalización del
individualismo burgués. Ambos procesos implican la profundi62 Lewkowicz, Ignacio, Pensar el estado, la subjetividad en la era de la fluidez, Ed. Paidós; Buenos Aires, 2004., pág. 24.
63 Cfr. Ibid, pág, 33.
48
zación de la alienación-enajenación del hombre moderno, es decir,
su total extrañamiento respecto de su compleja condición humana y
su vasta y diversa condición social. De hecho: “El mismo individuo,
creación filosófica de la modernidad, es devorado por imperativos
derivados de la producción, del consumo y de la división del trabajo, y en su lugar surgen seres que no se pertenecen a sí mismos.”64
Sobre la base a esto, bien se puede sostener que la subjetividad consumista es el resultado necesario del desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad industrial. Fuerzas que han destruido las formas sociales comunitarias precapitalistas e incluso las mismas instituciones sociales capitalistas y, con ellas, el pacto social moderno.
En definitiva, lo que se ha operado es lo que Marcuse denomina la
supresión tecnológica del individuo. 65
La destrucción tecnológica del individuo está relacionada con la
fuerte mutación que ha sufrido la institución social moderna en la
última gran globalización mercantil. En primer lugar, y como base
para comprender este proceso de transformaciones, se encuentra el
declive de la función social de la familia (nuclear y ampliada). La
ausencia de esta institución implica la cancelación del espacio de
socialización primario de los niños lo cual complica, si no cancela,
su transformación en seres sociales, individuos, ciudadanos.
Otra institución de socialización importante que se ha transformado, hasta casi perder su función social, es la educación. Al igual
que la mayoría de instituciones modernas, convertidas en empresas,
la institución educativa se transforma en un espacio cerrado y aislado que se auto reproduce en función de la rentabilidad. La función
de la educación se ha reducido a la producción de mano de obra calificada con capacidad de competir en el mercado laboral y consumir
todo lo posible. Atrás quedó la función social de formar sujetos
racionales, conscientes de los derechos y obligaciones que, como
ciudadanos, tienen dentro del acuerdo social. La educación no es
64 Mires, Fernando, El malestar en la barbarie, erotismo y cultura en la formación
de la sociedad política, Ed. Libros de la Araucana, Buenos Aires, 2005. Pág.
227.
65 Cfr. Marcuse, Herbert, El Hombre Unidimensional, Ensayo sobre la ideología
de la sociedad industrial avanzada, Ed. Seix Barral. S.A. Barcelona, 1971.
49
más que otro negocio, una empresa más que trabaja para mover el
gran mercado y garantizar, de esa manera, su auto reproducción en
clave ganancia.
El mejor ejemplo de esta mutación institucional es la transformación del Estado nacional en Estado técnico-burocrático, encargado de manera directa de asegurar los grandes negocios de las empresas transnacionales y de gestionar las demandas del consumidor.
Nueva institucionalidad estatal que va dejando atrás las funciones
del viejo Estado nacional.
La mutación sufrida por las instituciones sociales que provoca su
separación y aislamiento, como sostiene Lewkowicz, “… genera un
doble efecto. Por un lado, una anarquía en la relación de la institución con su exterior. Por otro, una tiranía despótica en el interior de
las instituciones.”66 De esta forma los sujetos que se encuentran al
interior de la institución sufren un poder autoritario que los aplasta
y, al contrario de formar su individualidad, les convierte en átomos
partes de esta totalidad totalitaria o institución total. Se produce de
esta manera un desarraigo social de los miembros de la institución,
cuya identidad ya no se construye por su relación con otros en otros
espacios de reproducción social, sino por, lo que podría denominarse, su ensimismamiento enajenante o su auto referencialidad institucional. Este sujeto corre un único riesgo, caer fuera de la institución,
caer en la noche negra del no ser, desaparecer en el anonimato.67
Caer fuera de la institución es lo mismo que caer fuera del mercado,
ya que cada institución trabaja en función de su propia reproducción
mercantil (maximizar beneficios o minimizar costos, producir mercancías y producir consumidores), y fuera de la institución o el mercado solo hay tinieblas, pura expulsión.
El aislamiento de las instituciones alimenta la violencia del
poder mercantil que, por su parte, retroalimenta el poder y la violencia de cada institución total. Esta complicidad genera un nuevo
tipo de violencia, en cuyo seno se constituye el sujeto consumidor
quien se encuentra atrapado en un circuito de violencia que funciona a partir de lo que se podría definir como un máximo de extorción
por un mínimo de existencia.68 Cabe señalar que la violencia se presenta cuando fracasa el lazo social, cuando el vínculo, el pacto o la
alianza entre los seres humanos no existe o se ha suspendido. Sin
comunidad, sin lazo social, los individuos quedan reducidos a masa
de consumidores, átomos lanzados a la gran institución mercantil
capitalista, donde su única posibilidad de existencia mínima es producir y fundamentalmente consumir de forma virulenta. El consumidor es, pues, la manifestación o el síntoma del agotamiento del
pacto social moderno, “…basado en la ficción del ciudadano, en la
ficción de las naciones, en la historia como donadora de la identidad, en la representación como dispositivo de funcionamiento, y
fundamentalmente basado en la idea de Progreso”.69 Todo esto
explica la fragilidad social en la constitución de sujetos sujetados a
un orden simbólico que hoy parece desaparecer o diluirse en el mercado mundial.
67 Cfr. ibid.
69 Ibíd. pág. 57.
66 Lewkowicz, Ignacio, Pensar el estado, la subjetividad en la era de la fluidez,
Ed. Paidós; Buenos Aires, 2004, pág. 47.
50
Efectos de la mutación social y subjetiva
del ciudadano en consumidor
A diferencia del ciudadano, cuya existencia se organizaba en
torno al cumplimiento de sus obligaciones y la demanda de sus
derechos como sujeto económico, político, jurídico e incluso ideológico, la existencia del consumidor gira en torno a la satisfacción
inmediata de sus demandas mercantiles. Este requerimiento económico se proyecta a todas las instituciones sociales, incluido el
Estado, quienes deben trabajar en función de dicha exigencia, y así
maximizar ganancias. Este hecho se observa en la imposición de la
gestión económica, como lógica operativa dominante, en todas las
instituciones sociales que funcionan bajo el criterio de lo que se
denomina variable de impacto o variable cuantitativa. Cada vez
más, la dinámica de la institución social funciona en atención a
conseguir el gran objetivo: eficiencia, eficacia y efectividad, única
68 Cfr. ibid.
51
manera de asegurar crecimiento económico y ganancia.
El imperio del consumidor exige y, a la vez, determina un pensamiento social degradado que ha abandonado la dimensión histórica, en función de un análisis empobrecido en datos estadísticos sin
criterio social, sino puramente económico. La sociedad se encuentra
invadida de millones de encuestas que cubren todo requerimiento de
información y conocimiento con puros datos empíricos sin contexto histórico, ni social, ni cultural. Esta sociometría tiene como fin
establecer las demandas del consumidor en todos los ámbitos, económicos, políticos, ideológicos, culturales, etc., y así poder gestionar las ofertas mercantiles. Todo, o casi todo, problema social se
resuelve a partir de una econometría que tiene como meta indagar
las demandas mercantiles de los consumidores y, sobre la base de
eso, producir las mercancías para su satisfacción. En esta dinámica
los estudios sociales son reducidos a empresas encuestadoras que
miden cualquier cosa en función del movimiento mercantil.
Es importante señalar también que en el mundo de los consumidores, los pobres no consumidores quedan fuera del mundo. Para
ellos no hay Estado gestionador, sino Estado represivo. Para ellos no
hay derechos, sino criminalización. Los pobres son extranjeros en
un mundo de consumidores cosmopolitas con capacidad de comprar
o vender en cualquier lugar del planeta.
…ser extranjero del mundo es caer fuera de la humanidad. Los noconsumidores pierden la condición humana. Estamos aprendiendo
a sufrirlo y percibirlo. Quizá sea prudente leer en esta línea las dificultades con que tropieza el psicoanálisis en estas patologías de
consumidor, anorexias, bulimias, adicciones.70
Otra mutación significativa es que, al parecer, la soberanía ya no
se encuentra en el pueblo, sino en la gente, y la gente no son los ciudadanos, sino los consumidores. Esta alteración conlleva que la ley
que rige el destino de la sociedad actual sea la ley del consumidor,
en otras palabras, la ley del mercado (oferta y demanda), la ley de la
ganancia, la ley del valor. Aunque esto ya fue anticipado por Karl
Marx, hoy se hace una cínica realidad que ya no se encubre detrás
70 Ibid. pág. 35.
52
del velo jurídico-político. Esta transformación se puede observar en
realidades sociales como la mexicana o en fenómenos como el narcotráfico, en el que la legislación que se impone, y que va destruyendo todo lazo social y humano, es la ley de la ganancia sobre la
variable costo–beneficio. En definitiva:
…los consumidores se definen como imágenes: ontología popular
de mercado. Ser es ser una imagen, un sentido ya saturado, Ser,
entonces, es ser signo. El que no es signo no es. Qué es lo que no
es signo. Feimann advirtió que la divisoria para entre famosos e
ignotos. El signo, según planteó Ulloa, es arrogante: se dispone a
ser vistos por todos y no mirar a nadie. Del otro lado, de la pantalla, se entiende, que ya funciona como muralla-, los que no son signos, los humillados, los avergonzados, que se esconden para ver,
pero que no pueden ser vistos – una mirada los atraviesa sin verlos, los anula-. Los que no son signos son, entonces, insignificantes.71
Esto permite entender por qué todos quieren ser, ya no ciudadanos, sino consumidores de cualquier producto, pero consumidores,
pues de lo contrario, simplemente, no existen. Ser consumidor ya no
es una dimensión de lo humano, sino su totalidad. Por otro lado, el
mercado funciona en la medida en que haya consumidores que concluyan el ciclo productivo, esto es, en el momento en que se hace
efectivo el valor y la ganancia. Como se conoce, el valor de la mercancía generado por el trabajo solo se realiza en el momento en que
esta se resuelve en el mercado, es decir, cuando es vendida o comprada. En este sentido, el no-consumidor no solo que carece de significación al no ser una imagen-signo, sino que siendo insignificante no puede ser sujeto de reconocimiento, no existe en el universo
simbólico-mercantil, es un desecho, un resto.
Con este análisis crítico es más fácil comprender por qué el consumo en la sociedad actual es una patología, un consumo siempre
conflictivo. Se existe solo en la medida en que se consume, fuera de
esa relación mercantil se deja de existir, razón esta que explica la
necesidad compulsiva de consumir cualquier objeto-mercancía
(sexo, pornografía, candidatos, imágenes, alimentos, drogas, etc.).
71 Ibid. pág. 37-38.
53
El Narcisismo social
Para continuar con el análisis crítico al sujeto consumidor, se pone
a discusión la tesis del narcisismo social. Antes de entrar a trabajar las
tesis propuestas se va a definir brevemente el narcisismo psicológico,
en razón del diálogo que mantienen la sociología y el psicoanálisis en
el tratamiento de los fenómenos y problemas sociales.
Freud entendió el narcisismo como un fracaso del ser frente al
mundo exterior “…lo que origina un repliegue de energía libidinosa que se acumula en el Yo estancándose y convirtiendo al propio Yo
en objeto o, lo que es parecido: el sujeto es convertido en un objeto
de si mismo.”72 Es pertinente aclarar que Freud distinguía dos tipos
de narcisismo, uno primario inherente al humano solo por el hecho
de ser, y otro de tipo patológico que tiene que ver con el intento frustrado de regresar a la perfección omnipotente imaginaria de Yo.73
Extendiendo esta tesis al ámbito del análisis social, y particularmente a la época actual de la universalización abstracta del mercado, se pueden sostener las siguientes ideas:
La universalización abstracta del mercado, el desarrollo violento
de la tecnología productiva y la imposición de la lógica económica
por sobre todas las esferas de la vida social ha conducido a un procesos agudo de desocialización que conduce, necesariamente, a la
disociación de todo lazo social, esto es a la disgregación de los sujetos. Se puede hablar de una fallida entrada en la sociedad producto
de la disociación que provoca el imperio del mercado sobre el conjunto de las relaciones humanas. En este sentido el problema no
radica en la psike individual sino en lo que se denomina patología
social, es decir, el problema es la sociedad y sus frágiles lazos que
no brindan alternativas concretas de integración social a los sujetos.
“Los seres ‘normales’ no pueden realizarse en el marco de un orden
72 Freud, Sigmund, Para Introducir el Narcisismo, Cartas a Wilhelm Fliess, (18871904), recopilación de J.M. Manson, Frischer, Frankfurt, 1968. Citado por
Mires, Fernando, El malestar en la barbarie, erotismo y cultura en la formación de la sociedad política, Ed. Libros de la Araucana, Buenos Aires, 2005.
Pág. 248.
73 Ibid.
54
social que no permite u obstaculiza la socialidad.”74
La destrucción paulatina de los lazos e instituciones sociales tradicionales y modernas y la tecnificación total de la vida cotidiana
aíslan a los sujetos y los sumergen en la soledad narcisista. En este
estado de aislamiento social, el sujeto busca el consumo desenfrenado que termina por vaciarlo, alienarlo y desocializarlo más, ante
su incapacidad (social) de poder encontrar el reconocimiento en otro
ser humano. Atrapado por esta impotencia social, el sujeto busca en
el mercado objetos en los que reconocerse, objetos que terminaran
consumidos y desechados sin lograr el cometido. Consumo enajenante que sumerge al sujeto en una mayor soledad y frustración.
Esto explica la razón de que el sujeto consumista sea un sujeto
autoreferencial, no hay otro ni otros con los que construya su identidad, solo él ante él. Él es en su anhelo desmedido de confirmarse
en función de su posibilidad de consumir, de confirmar su existencia en la medida de su capacidad de consumo. En este círculo de
autocomplacencia hedonista, el sujeto consumista se vuelve insaciable y termina consumiendo su propio deseo, lo que le condena al
tedio de una vida sombría. Pronto no habrá objetos, menos personas,
que le confirmen su existencia, las fuentes de autoafirmación lo
determinarán y lo condenaran al ostracismo total.
Este sujeto sufre de una incapacidad estructural de comprender
empáticamente a los otros seres humanos. El resto de sujetos son
para él simples objetos a disposición de sus fantasías y voluntad,
posibilidades en sus cálculos utilitaristas o simples objetos a consumirse. Sin embargo de esto, el consumista es un sujeto inseguro,
infeliz y envidioso, incapaz de disfrutar el objeto de su deseo. Pese
a todo esto, la subjetividad narcisista del consumidor, en tanto que
producto social, ha creado un orden social apto para su personalidad, el mismo que produce más consumidores narcisistas. De hecho,
el consumo narcisista es ya el estilo de vida dominante de la sociedad actual, caracterizado por la hipocresía, el utilitarismo, la explotación, la competencia, la cosificación y sobre todo la mercantilización.75
74 Lasch, Chr., Das Zeitalter des Narzismus, Citado en Mires, op. cit. pág. 253.
75 Cfr. Mires, op. cit. pág. 264.
55
Una mirada desde la psicología-social
Analizar los casos de consumo conflictivo de drogas requiere
ubicar causalidades en la conformación compleja de la psike del
sujeto con consumo conflictivo. No se puede realizar este análisis
sobre la base de imaginar la adicción a una determinada sustancia
como consecuencia de otro comportamiento sintomático. Por ejemplo, pretender analizar la adicción como consecuencia de baja autoestima, práctica muy usada en la actualidad. La investigación psicosocial debe procurar encontrar las causalidades que determinan la
adicción en la construcción subjetiva del adicto, entendiendo por lo
tanto a la adicción como la manifestación de una alteración psíquica subyacente en el núcleo de la personalidad del sujeto.
En atención a este enfoque, se dejará de lado la idea que sostiene
una predisposición hereditaria o genética, en otras palabras, una predisposición biológica al consumo de drogas. Se hace esta puntualización para distanciarnos de la tendencia actual de la psicopatología
que tiende a biologizar el comportamiento humano, estableciendo
razones ontológicas de carácter biológico como causa de los comportamientos humanos normales y anormales. Perspectiva epistemológica que paradójicamente ha llevado a la psicología a negar su propio presupuesto, en cuanto no se ha demostrado de manera concluyente que las patologías psíquicas obedezcan a causas biológicas.
Muchos estudios sobre enfermedades mentales se han topado con la
imposibilidad de establecer una causa biológica de las mismas.
De esta manera, la presente investigación no va a tomar en consideración el factor biológico, por cuanto las mismas investigaciones neurocientíficas han negado la existencia de causas biológicas
determinantes en el consumo conflictivo de drogas. Por el contrario,
se analizará la manera como las drogas influyen sobre el sistema
nervioso central. Este será el punto de partida para analizar la formación de los síntomas que nos orientan a encontrar las causas profundas de la enfermedad mental. Es importante aclarar que los efectos de las drogas sobre el sistema nervioso central generan ciertas
respuestas que son significadas por el sujeto como placenteras. Es
esta simbolización la que le lleva al sujeto a repetir el consumo,
como una manera neurótica de suprimir un síntoma displacentero,
56
originado en la construcción histórica, social y cultural del sujeto
consumidor. Es decir, el origen del consumo de drogas no responde
a razones biológicas, sino que depende de la simbolización que los
sujetos den a los efectos que toda substancia produce sobre su organismo. Este hecho lleva a sostener que existe una causalidad psicosocial, tanto en el consumo no conflictivo de estupefacientes, así
como en el conflictivo.
Otra idea recurrente dentro de la investigación psicológica plantea que la causa de la alteración psíquica radica en la psike individual del sujeto con consumo conflictivo, vista de manera aislada. Se
procura entender el aparecimiento de una patología aislando a la
persona del medio social, asumiendo los síntomas psíquicos como
externos y ajenos a la realidad social en la que la persona construye
su subjetividad. Esta tendencia ha llevado a la elaboración de los
famosos Manuales de diagnóstico que intentan clasificar las enfermedades mentales como si se tratasen de estructuras estáticas, inmanentes, ontogénicas. Al contrario, esta investigación considera que
aislar a la persona de su medio social, no solo que genera una visión
limitada de lo humano, sino que se dejaría de percibir la característica principal del mismo. Esta investigación parte de la premisa de
que el psiquismo es fundamentalmente una formación histórico-cultural que se desarrolla sobre una base biológica. Es el proceso cultural de la formación psíquica el que influye de manera determinante sobre la existencia biológica, mediante la formación de sistemas
funcionales, como dejan constancia las investigaciones de Luria.76
Aceptado esto, en el caso del consumo conflictivo de las drogas,
así como de cualquier otra alteración psíquica, es menester remitirse a un entendimiento social del problema. Indagar cómo las condiciones de vida, educación, represiones, traumas, perversiones del
sujeto desarrolladas a lo largo de su vida social determinan el aparecimiento de un tipo particular de psiquismo, único e irrepetible. Si
la subjetividad se encuentra sobre determinada por las condiciones
sociales en las que se constituye, hay que encontrar la relación dialéctica subyacente a la conformación del psiquismo y de las alteraciones que puedan desarrollarse.
76 Luria, Alexander, Lenguaje y comportamiento, Madrid, ed. Fundamentos, 1984.
57
La Organización Mundial de la Salud entiende la llamada dependencia de sustancias psicotrópicas como:
…un estado psíquico, y algunas veces también físico, que resulta de
la interacción entre un organismo vivo y una droga, caracterizado
por conductas y otras respuestas que siempre incluyen una compulsión a tomar la droga, en forma continua o periódica, para experimentar sus efectos psíquicos y algunas veces evitar el malestar de
su ausencia.77
De esta manera se sabe que la dependencia de sustancias es ante
todo un estado psíquico, no un estado biológico o un estado médico, sino una alteración fundamentalmente psíquica. A partir de esta
concepción surge la necesidad de conocer a qué tipo de alteración
psíquica corresponde la adicción.
En el texto citado, se menciona que esta alteración se manifiesta
mediante conductas y otras respuestas. El psicoanálisis nos ha permitido observar que en el psiquismo las conductas normales, patológicas y accidentales se hallan relacionadas directamente con el
inconsciente. Las conductas humanas y fundamentalmente las patológicas o aquellas que pueden considerarse extrañas están estrechamente ligadas a contenidos inconscientes que, debido a la ley de
conservación de la energía, se manifiestan como conductas externas,
características de la neurosis.
El tipo de conductas que determinan la presencia de una dependencia son conductas compulsivas. Encierran la necesidad psíquica
imperiosa de repetir una determinada acción a fin de reducir los
niveles de ansiedad que provoca una obsesión presente en el psike
del sujeto. La compulsión como conducta y como síntoma nos refiere a lo que la psicología ha llamado tradicionalmente neurosis.
Dentro de la teorización freudiana se conoce que “los síntomas
no se originan nunca (o por lo menos exclusiva y predominantemente) a costa de la pulsión sexual denominada normal, sino que
presentan una exteriorización de aquellas pulsiones que se conside77 Organización Mundial de la Salud. Consumo de sustancias piscoactivas. Salud
Mundial, OMS 48:16, 1995. Cit., en, Bustamante, Ernesto, La Drogadicción,
Editorial Intermedio, Bogotá, 2004.
58
ran como perversas (…) La neurosis es, por así decirlo, el negativo
de la perversión”78, es decir, las perversiones de naturaleza sexual
que no encuentran una vía de salida, se manifiestan a través de los
síntomas neuróticos.
Entre los motivos de formación de síntomas en los psiconeuróticos un papel muy importante es desempeñado por las pulsiones parciales que aparecen formando pares antitéticos: “…los instintos de
contemplación y de exhibición, y el instinto activo y pasivo de
crueldad.”79
Siendo así, se puede afirmar que el síntoma neurótico se desarrolla principalmente por la tensión contradictoria entre dos sentimientos opuestos que, al chocar con las barreras de la moral y el
súper-yo, manifiestan el aparecimiento sintomático característico.
Dicho de otra manera, aquellos sentimientos contradictorios que no
pueden ser desarrollados, ni sublimados, encuentran su vía de escape en la neurosis.
La neurosis que se presenta en la compulsión por consumir una
determinada droga está claramente relacionada con la ingesta de
alguna sustancia que altera la psiquis de la persona. Consumo que
provoca algún tipo de gratificación, de sentimiento placentero.
¿Cuál es este sentimiento placentero?, ¿qué encuentra el dependiente en el consumo de alguna droga?, ¿qué idea obsesiva se desarrolla
a raíz de ese efecto placentero para llevar a la persona a la compulsión por consumir la sustancia?
El efecto placentero que se produce cuando una persona ingiere
drogas parte de una alteración funcional del sistema nervioso, es así
que:
Cuando baja la producción de dopamina en algunos sectores del
cerebro, la actividad desciende y el sujeto se vuelve perezoso. En
cambio, el aumento de los neurotransmisores, la dopamina y al
norepinefrina ocasiona exaltación de las emociones y la conducta.
La estimulación cerebral artificial producidas por las drogas psicoactivas conduce a un incremento exagerado de las emociones y a
78 Freud, Sigmund, Tres ensayos para una teoría sexual, en Obras Completas,
Madrid, Ed. Biblioteca Nueva, pág. 119.
79 Ibid.
59
alteraciones características de la conducta, causados por la descarga anormal de neurotransmisores.80
Así, es posible saber que las drogas producen algún tipo de sentimiento placentero provocado por la descarga anormal de neurotransmisores, sin embargo, nos falta saber por qué ese sentimiento
placentero adquiere un significado determinante y patológico para el
sujeto. Freud, en sus estudios tempranos, consideraba que ciertas
fijaciones en la etapa oral autoerótica, que se manifiesta en niños
con una fuerte tendencia al “chupeteo”, dotan a la zona labial de una
importancia erótica fundamental. Fijaciones que al conservarse
puede determinar que el sujeto desarrolle una fuerte tendencia al
consumo de drogas, como forma de reproducir el placer oral perdido. Es decir, se plantea el consumo de drogas en el adulto como una
especie de retorno neurótico al “chupeteo” como fuente de placer
erótico.
Se encuentra, así, la búsqueda de un objeto placentero perdido.
La persona que consume una sustancia encuentra placer en la
misma, en la medida en que su consumo le brinda la posibilidad de
experimentar, de manera artificial, el sentimiento de rencuentro con
el objeto de placer. Sentimiento que no necesariamente se refiere al
hecho de revivir el placer oral, sino también a revivir fantasías
infantiles, lugares, momentos, sensaciones, o la posibilidad de un
desahogo de energía psíquica, que se produce gracias al efecto o
bien inhibidor o bien estimulante de las drogas.
Cuando Freud analiza los chistes y su relación con el inconsciente, va a encontrar que la naturaleza del chiste radica precisamente en la posibilidad de, a través de este, liberar algún tipo de
energía psíquica que se encuentra reprimida. El chiste como hecho
social radica en el placer que provoca la liberación de esta energía,
compartida por quien realiza el chiste como por quien disfruta del
mismo. Fenómeno similar se puede observar en los actos fallidos o
en los lapsus linguae, en los que la energía psíquica es liberada en
un acto aparentemente errado, pero que lleva tras de sí la necesidad
80 Bustamante, Ernesto, La drogadicción, Editorial Intermedio, Bogotá, 2004.
pág. 43.
60
de liberar energía psíquica que comienza a provocar algún tipo de
sentimiento de displacer.
Ahora bien, tanto el chiste como los actos fallidos le resultan a la
psike sumamente satisfactorios, por eso su tendencia a repetirlos. La
psike repite aquel comportamiento que le provoca placer, por desahogo de energía reprimida. Este desahogo no quiere decir que dicha
energía desaparezca, sino que el sentimiento de displacer obtiene un
tipo de descarga, experiencia que obliga a la repetición del acto fallido, del chiste sexual o del lapsus.
Al analizar el consumo de drogas, hay que tratar de dilucidar qué
tipo de descarga afectiva o psíquica realiza la persona al consumir
una determinada sustancia. El síntoma compulsivo que caracteriza
la dependencia, entendido en el marco de los síntomas neuróticos,
parece obedecer a la necesidad de repetir un acto en pos de obtener
algún tipo de alivio psicológico. La satisfacción que provoca la
substancia puede llevar al sujeto consumidor a desarrollar un trastorno dependiente.
El acto de repetición está bastante bien tratado por la teoría lacaniana. Según dice esta teoría, la repetición es experimentada por la
persona como un retorno en el cual el síntoma reprimido aparece
como extraño al sujeto mismo. El síntoma actúa desde la emisión
del Otro, y al volverse ajeno a la psike se presenta disfrazado, ocultando su naturaleza repetitiva.81 Sería pertinente, por lo tanto, plantear lo siguiente: cuando el individuo consume alguna sustancia, el
efecto psíquico provocado por la alteración a nivel biológico que
provoca genera en la persona un sentimiento en apariencia novedoso. Sin embargo, tras esa apariencia se esconde el fantasma repetitivo del síntoma, de la presencia de un evento traumático desconocido para la vida consciente de la persona. Este busca compulsivamente una vía de escape para descargar la energía que la represión
provoca.
Se puede afirmar que el placer provocado por el consumo de drogas no tiene que ver solamente con un proceso mecánico de liberación de dopamina, sino y ante todo, con una descarga de energía psí81 Harari, Roberto, Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis de
Lacan: Una Introducción, Nueva Visión, Buenos Aires, 1999.
61
quica reprimida. Descarga que nos revela la presencia de un trauma
central en la constitución subjetiva del sujeto que, al encontrar una
vía de escape y liberación, así como un acercamiento artificial y gratificante al nudo fundamental traumático, genera la necesidad imperiosa de repetir la experiencia.
Para una mejor comprensión de este mecanismo psíquico, se
puede plantear la problemática de la siguiente manera: tomando en
cuenta que jamás la persona puede alcanzar ese evasivo objeto perdido, el consumo de sustancias psicotrópicas le permite rozar las
“vestiduras” de su objeto de deseo, al menos alcanzará a rozarlo. Ese
solo roce puede ser tan placentero y gratificante a nivel psíquico que
la sola sensación de bienestar probable, alcanza una intensidad
mucho mayor que la posibilidad cierta de establecer una racionalización del conflicto. Esto lleva a la persona a desarrollar dependencia,
misma que en caso de avanzar y cronificarse puede llevar incluso a
la destrucción del sujeto dependiente. Se puede decir que la persona
que desarrolla dependencia se halla en la situación que se hubiera
encontrado Odiseo de haberse entregado al canto de las sirenas.82
Para explicar este punto, se hará referencia al viejo mito griego.
El canto de las sirenas es tan placentero que los marineros que las
escuchan, caen encantados en manos de las bellas sirenas. Siendo
estas antropófagas, los devoran sin piedad. El encanto de las sirenas,
expresado en su canto, radica en el hecho de que son capaces de
hacer que un ser humano pierda inclusive el principio básico de conservación. Se conoce que esta pulsión puede perderse bajo dos circunstancias, o bien cuando la depresión alcanza su grado máximo
(que puede ser comparado con la pérdida total de búsqueda del objeto, que lleva a la persona a auto eliminarse) o en el hipotético y no
realizable caso de un encuentro real con ese objeto perdido, cuando
el afán de vida al hallar el objeto queda anulado. Cuando Odiseo
escucha el canto de las sirenas, es como si hallara su objeto de
deseo, por lo que no necesita seguir su marcha a Ítaca donde se reen82 La referencia a Odiseo es tomada, y aproximada al estudio presente, del análisis que hacen Teodoro Adorno y Marx Horkheimer en La Dialéctica de la
Ilustración. Horkheimer, Adorno, La Dialéctica del iluminismo, Ed.
Sudamericana, Buenos Aires, 1987.
62
contrará con el objeto de deseo encarnado en una tercera persona
(Penélope). Pues en el canto de las sirenas encuentra no una encarnación de su objeto, sino a su objeto mismo, lo que le hace renunciar a la vida y morir en manos de las sirenas.
En la persona dependiente sucede aparentemente algo similar. La
alteración provocada por la sustancia desahoga energía reprimida,
experiencia tan gratificante como la del encuentro con el objeto de
deseo, razón por la que se hace necesario repetirla de manera compulsiva. Acción que puede llegar a la auto-aniquilación, en el caso
de dependencias fuertes, o al menos a ocasionar graves daños en la
salud, en muchos casos irreversible. Todo esto con tal de poder escuchar aunque sea por un pequeño instante el canto de las sirenas.
Ahora bien, para ejemplificar este punto se señalarán los efectos
de algunas de las drogas consideradas como generadoras de fenómenos más complejos de dependencia. Sustancias que ocasionan una
mayor cantidad de afecciones a la salud física de la persona que las
ingiere. Este análisis es importante para entender que el fenómeno de
consumo conflictivo se produce en razón de que en la simbolización
de los efectos físicos que la substancia produce, el sujeto consumidor
encontraría una solución momentánea a sus conflictos psicosociales.
Solución momentánea que le llevaría, como ya se dijo, a repetir compulsivamente el consumo. Para ejemplificar este punto, se considerará a la cocaína, la pasta base de cocaína y la heroína.
Se iniciará el análisis planteado con la dependencia de la heroína, (si bien el consumo de esta droga en nuestro medio es marginal,
su virulencia y su psicopatología característica son importantes
para los fines del presente estudio).Como ya se señaló en el primer
capítulo de esta investigación, la heroína se extrae del opio, sustancia de la cual se produce la morfina marrón que al ser mezclada
con ácido clorhídrico se obtiene la heroína blanca. Droga que por
lo general se consume por vía endovenosa. El mecanismo de acción
de la heroína sobre el sistema nervioso central se explica de la
siguiente manera:
La activación de los diferentes receptores opioides, ya sea por
agonistas exógenos o endógenos, produce por lo general efectos de
tipo inhibitorios sobre la transmisión sináptica. Aunque su localiza-
63
ción es variable, se encuentran principalmente ubicados en terminales de fibras pre-sinápticas y su activación resulta en una disminución en la liberación de neurotransmisores.
Los opiáceos van a incrementar la permeabilidad de los canales de
potasio dando lugar a la salida de cargas positivas hacia el exterior y a una hiperpolarización de la célula. La activación de los
receptores opioides también produce una inhibición de los canales
de calcio voltaje- dependiente lo cual conlleva a una disminución
de la liberación de neurotransmisores.83
Se encuentra así que el fenómeno biológico del consumo de
heroína produce una disminución en la liberación de los neurotransmisores. Sin embargo, este efecto tiene una carga psíquica muy fuerte para la persona consumidora, por lo que se hace necesario tratar
de describir dos hechos: ¿Cómo la persona que consume heroína
experimenta la disminución en el flujo normal de neurotransmisores? y ¿qué significado reviste tal experiencia psíquica?
Los estudios realizados en personas adictas a la heroína indican
que un tiempo después de la administración de la heroína (segundos
en el caso de que la administración haya sido por vía intravenosa o
fumada, o minutos si ha sido por vía esnifada), se experimenta un
calor súbito en el cuerpo y sensaciones placenteras que los consumidores conflictivos describen como similares en intensidad y calidad
al orgasmo. Duran alrededor de un minuto, seguido de un estado de
letargia y relajación posterior.84 Por otra parte, el síndrome de abstinencia reviste una característica particularmente virulenta.
Cabe señalar que, a medida que se desarrolla el consumo conflictivo, la búsqueda de la sensación “similar al orgasmo” requiere
la provisión de dosis más altas de heroína, razón por la que se considera fundamental en el desarrollo de la dependencia. En atención
a lo señalado, habría que preguntarse ¿qué es lo psíquicamente significativo que reviste la sensación del orgasmo?
83 Rafael, Maldonado, Bases Biológicas de los Fenómenos de dependencia a opiáceos, Instituto de Altos Estudios Universitarios, Barcelona, 2010, pág. 4.
84 Torres, Melich, Marta, Psicopatología, Alteraciones de Conducta y Terapéutica
del Consumo de Opiáceos, Instituto de Altos Estudios Universitarios, 2010,
Barcelona, pág. 4.
64
Para contestar esta interrogante se tomará de la literatura psicológica la descripción que hace Erich Fromm del fenómeno en cuestión. Para Fromm, el ser humano se desenvuelve en un estado de
permanente angustia, provocada debido a tres separaciones fundamentales: la separación de la naturaleza, producto del trabajo, la
separación de la madre, producto del desarrollo del complejo de castración y complejo de Edipo, y la separación de la comunidad, producto del desarrollo de la sociedad moderna. A medida que la sociedad moderna se desarrolla, el estado de angustia, la sensación de
desesperación que el ser humano experimente se vuelve más intensa. Al mismo tiempo las búsquedas para superar el estado angustiante se vuelven más necesarias y complejas.85
Los pueblos primitivos encuentran una forma de superar la
angustia en los estados orgiásticos, a través de los cuales la comunidad alcanza momentos de relación mística con la naturaleza.
Momentos que permiten al sujeto ser parte de la vivencia comunitaria, brindándole tranquilidad psíquica. Sin embargo, en el mundo
moderno este tipo de prácticas orgiásticas han desaparecido, ante lo
cual el individuo encuentra una vía para desarrollar estos estados
orgiásticos en las prácticas de tipo sexual individual propias de la
época actual.
Siguiendo la argumentación de Fromm, se tiene que el orgasmo
puede producir un estado similar al provocado por un trance o a los
efectos de ciertas drogas. Los ritos de orgías sexuales comunales
formaban parte de muchos rituales primitivos. Según parece, el
hombre después de la experiencia orgiástica puede durante cierto
tiempo sufrir menos la separación. Lentamente la tensión de la
angustia comienza a aumentar y disminuye otra vez por medio de la
repetición del ritual.86
Se concluye, de esta manera, que las personas buscan constantemente la repetición de aquel sentimiento que de alguna manera brinda la sensación de que la separatividad ha sido superada. Sensación
donde los niveles de angustia han desaparecido o por lo menos han
85 Fromm, Erich, El arte de amar, Momo Ediciones, 2000, Bogotá, pág. 16.
86 Ibid.
65
disminuido. Sin embargo, cabe recordar que en la sociedad moderna este tipo de prácticas son casi inexistentes.
Frente a esta realidad, el hombre moderno recurre a dos tipos de
prácticas fundamentales para superar el estado de angustia. Por un
lado, la repetición neurótica del acto sexual, teniendo como fin
alcanzar el orgasmo y, por otro, aquellas prácticas que nos interesan
para la presente investigación, es decir el consumo de sustancias,
que en el caso de la heroína llevan a la persona a un estado “similar
en intensidad y calidad al del orgasmo”.
Debido a los fines de la presente investigación, el desarrollo teórico que Fromm brinda de las prácticas sexuales no será tratado, en
su lugar se trabajará lo referido al consumo de sustancias, o lo que
Fromm denomina: la “solución socialmente no aceptada”.
En contraste con los individuos que participan de la solución
socialmente aceptada, los consumidores de drogas, por lo general,
experimentan sentimientos de culpa y remordimiento. Tratan de
escapar de la separabilidad refugiándose en el alcohol o las drogas,
pero cuando la experiencia orgiástica concluye se sienten más separados aún. Situación que los impulsa a recurrir a tal experiencia con
frecuencia e intensidad crecientes.87
Esta teoría explicaría la causa de que la heroína se convierta en
una sustancia capaz de provocar un fenómeno de abstinencia tan
virulento, puesto que no solo brinda el sentimiento orgiástico de las
demás sustancias, sino que además la sensación experimentada es
marcadamente similar a la experiencia sexual. Experiencia que, en
opinión de Fromm, es la forma más utilizada para superar la angustia fundamental de la existencia humana. Forma que reviste las tres
características que este autor describe para las experiencias orgiásticas: a) ser intensas e incluso violentas, b) manifestarse en la personalidad como totalidad, es decir se experimentan en mente y cuerpo
y c) son transitorias a la vez que periódicas. El consumo de la heroína brinda al consumidor un acercamiento al estado orgiástico ritual
que elimina la sensación de separabilidad y desaparición.
Sin embargo, al desaparecer los efectos producidos por el consu87 Ibid.
66
mo del mencionado opioide, el sentimiento de separabilidad aumenta y sume a la persona en un estado de angustia superior al anteriormente experimentado. Esto genera la necesidad de un nuevo consumo que le permita alcanzar nuevamente aquel estado orgiástico
anterior. El mismo que por las características propias del consumo
de heroína requiere un consumo cada vez mayor de la sustancia, lo
que genera la dependencia.
Se analizará también la dependencia de cocaína. Debe mencionarse que, en nuestro medio, esta sustancia se consume fundamentalmente bajo dos formas: como pasta base de cocaína y como clorhidrato de cocaína. La pasta base, también conocida como bazuco,
se obtiene de la mezcla de coca con gasolina, queroseno, ácido sulfúrico. El clorhidrato se obtiene de la mezcla de la pasta de coca con
ácido clorhídrico.
La intensidad y rapidez de aparecimiento de los síntomas producidos por el consumo de cocaína dependen en gran medida de la
forma como esta sea consumida. Si la sustancia es fumada los efectos aparecen en un máximo de diez minutos, en tanto que si la
misma es esnifada aparecen en un máximo de tres.
Los efectos euforizantes y reforzadores de la cocaína se deben a
su actividad sobre la neurotransmisión del SNC, estando implicados
los sistemas dopaminérgico, serotoninérgico, y noradrenérgico. La
cocaína actúa sobre estos sistemas aumentando la liberación de
dopamina, serotonina y noradrenalina al espacio sináptico e impidiendo su re- captación. “El consumo continuado origina una depleción de estos neurotransmisores que da lugar a la aparición de cuadros depresivos.”88
Analizando el desarrollo de estos síntomas, se puede ver de qué
manera los efectos descritos que la sustancia tiene sobre el sistema
nervioso central se insertan en el desarrollo del comportamiento
compulsivo característico de las adicciones. Así, la liberación de
dopamina, serotonina y norepinefrina produce un efecto euforizante
88 Torres Melich, Marta, Psicopatología, alteraciones de conducta y terapéutica
del consumo de opiáceos, Instituto de Altos Estudios Universitarios, 2010,
Barcelona, p. 10.
67
acompañado de una sensación de bienestar, energía, aumento de la
capacidad sexual, sociabilidad, disminución del cansancio y supresión del apetito.89 Está claro que el consumo de la substancia genera una sensación de bienestar asociada a un sentimiento general de
energía y capacidad de realizar ciertas actividades, efectos que a
largo plazo desembocan en sentimientos depresivos.
Este deseado sentimiento de bienestar puede encontrar su explicación en la formación de cierto tipo de sentimientos neuróticos
relacionados con la figura paterna y la figura materna del sujeto.
Para Erich Fromm, en el desarrollo psíquico, el sujeto se convierte
a nivel simbólico en su propio padre o en su propia madre.
Fenómeno a través del cual el sujeto se libera de estas figuras como
ajenas a él y las internaliza como conciencia y autoconciencia. Sin
embargo, en determinadas ocasiones este fenómeno no se desarrolla plenamente, lo que vuelve los papeles maternos y paternos confusos, tanto en su proyección hacia las demás personas como en su
desarrollo en el seno de la misma personalidad, del sujeto neurótico.90
Para Fromm, un examen más profundo puede mostrar que ciertos tipos de neurosis, las obsesivas, por ejemplo, se desarrollan
especialmente sobre la base de un apego unilateral al padre.
Mientras que otras, como la histeria, el alcoholismo, la incapacidad
de autoafirmarse y de enfrentar la vida en forma realista y las depresiones, son el resultado de una relación centrada en la madre.91
En general, se puede decir que el consumo de cocaína permite a
quien la consume desarrollar una forma de autoafirmación, relacionada con la sensación de bienestar, euforia y energía. Un sentimiento aumentado de la capacidad de afrontar la vida generado en la sensación de incremento de las capacidades, tanto laborales como
sexuales. La compulsión por el consumo de esta sustancia remite a
la necesidad de autoafirmación, de fortaleza, de no sentir debilidad,
89 Ibid.
90 Fromm, Erich, El arte de amar, Momo Ediciones, 2000, Bogotá, p. 16.
91 Ibíd.
68
dolor o tristeza por ciertos fenómenos que incapacitan a la persona
para enfrentar la realidad.
El problema surge cuando el sujeto se ve violentamente vuelto a
la realidad, tras finalizar los efectos de la cocaína sobre el sistema
nervioso central. Cuando el período de euforia termina, los síntomas
que aparecen son similares a los de un episodio de gran depresión.
Disminución de la actividad y la iniciativa, somnolencia acentuada,
aumento del apetito, disforia y sentimientos de infelicidad.92
En este sentido, la euforia inicial es sustituida por sentimientos
de depresión, particularmente graves. Cuando Freud analiza la relación entre duelo, neurosis y depresión plantea el hecho de que cuando la persona supera el duelo, no se desarrolla el sentimiento depresivo, ni la neurosis post traumática. En tanto que en el caso de no
lograr resolver el duelo, el sentimiento neurótico comienza a repetirse y finalmente la imposibilidad de resolver el duelo desemboca
en la depresión. Haciendo un paralelismo, la cocaína le brinda a la
persona adicta el sentimiento de superar el conflicto traumático por
lo cual, al desarrollar en apariencia el conflicto, entra en un estado
aparente de seguridad y autosatisfacción. Estado artificial que, al
desaparecer, hunde a la persona en el sentimiento traumático anterior que, al no resolverse paulatinamente, le conduce un grave estado depresivo, asociado a la imposibilidad de resolver el duelo de
manera real.
Para finalizar este pequeño esbozo sobre los fenómenos de
dependencia desde un enfoque psicosocial que se ha tomado como
punto de partida los efectos de las sustancias sobre el sistema nervioso central, se puede concluir lo siguiente: El consumo conflictivo de sustancias psicotrópicas representa el carácter de un síntoma
de repetición neurótico, asociado con la necesidad de desahogar una
cierta cantidad de energía reprimida. Esta descarga, lograda de
manera artificial mediante el consumo de la sustancia que produce
sensación momentánea de placer, es de tal intensidad que obliga al
sujeto a repetir compulsivamente el acto. Uso que genera el trastor92 Bustamante, Ernesto, La drogadicción, Editorial Intermedio, Bogotá, 2004. p.
115
69
no de dependencia que conlleva la destrucción subjetiva del consumidor.
El placer que produce la superación artificial del trauma, por
efecto del consumo de drogas, es tan efímero que, tras desaparecer
el efecto producido por la sustancia consumida, se reconvierte en un
sentimiento traumático acentuado, profundizando, de esta manera,
la neurosis subyacente que genera el malestar psíquico que se esconde en el consumo compulsivo de sustancias.
Para esta investigación interesa cruzar el análisis sicológico con
el análisis sociológico planteado. Este diálogo permitirá ubicar al
sujeto consumidor como un sujeto de habitus, construido por las
prácticas, productos y percepciones que su consumo produce. Este
habitus a su vez tendrá que establecerse en atención a las condiciones objetivas de existencia del espacio universitario. A este análisis
se suma aquel de indagar los niveles de neurosis e insatisfacción que
este espacio social, con su propio estilo de vida, produce en el sujeto consumidor. Así como las patologías que podría producir el consumo de las sustancias.
Ubicados en esta constelación teórica, la información recogida
en el trabajo de campo se la procesará en función de establecer las
prácticas y la realidad que con ellas crea el sujeto consumidor. Esta
realidad tiene una dimensión material objetiva y una dimensión simbólica subjetiva, producto de la percepción que el sujeto tiene sobre
sus prácticas.
CUATRO
DESCRIPCIÓN CRÍTICA ANALÍTICA
Este capítulo realiza el análisis crítico del trabajo de campo, en atención al marco histórico y teórico establecido en los capítulos anteriores. Se ha dividido este capítulo en las siguientes partes: a) ubicación simbólica subjetiva del sujeto informante, esto es, el docente universitario. b) Resultados de la investigación de campo.
La universidad en el imaginario social
La Universidad puede ser considerada una comunidad estructurada por docentes, estudiantes y administradores. Instancias interrelacionadas de tal forma que cada una de ellas se deriva de las otras,
pues es en la interrelación donde se producen los saberes y prácticas
por medio de las cuales la universidad llega a ser.
Se supone que la interrelación de estas instancias debe darse en
un clima de libertad y de búsqueda, ya que, sin este desplegarse y
reflexionar, sin este confrontar el pensamiento, la Universidad no
tendría sentido.93 Con este antecedente relacional, se dice que son
tres los elementos que definen la Universidad: generación libre de
pensamiento, expresión libre de pensamiento, difusión libre de pensamiento.94
93 Centro de estudios de la Universidad, ¿Qué es la Universidad?, Ed, UNAM,
1999, p. 4.
70
94 Ibid.
71
Esto es lo que se ha establecido como lo deseable, sin embargo,
hay que tomar en cuenta que la realidad de la universidad ecuatoriana es diferente. Si en sus inicios estaba bajo el control de la
Iglesia Católica y luego de los intereses políticos de los grupos que
han administrado el Estado, hoy, además de los poderes anteriores,
se encuentra principalmente sometida a los intereses del mercado.
De esta manera, los principios que se supone debería regir a la
Universidad como: autonomía, libertad, responsabilidad social,
humanismo, justicia, no rigen el destino universitario. Incluso sería
posible decir que estos principios, más allá de que estén escritos en
la misión de la Universidad, van dejando de ser referentes simbólicos de los propios miembros de la comunidad universitaria. Han
sido sustituidos por otro tipo de principios mercantiles como la eficiencia, la eficacia, la calidad medida por los ISOS, el rendimiento
ligado a una concepción instrumentalizada del saber, etc.
Lastimosamente, la Universidad se va convirtiendo más una
empresa que una instancia educativa. Los estudiantes se convierten
en clientes, los docentes en ofertantes de un conocimiento devenido
mercancía rentable. Las interrelaciones entre las tres instancias se
parecen más a relaciones mercantiles que a relaciones de producción
y confrontación de pensamiento.
Sea bajo el poder de la Iglesia, el Estado o el mercado, la
Universidad existe en la representación simbólica de la sociedad en
un lugar privilegiado. Quizás aún se encuentra en la punta de la pirámide social, como poder de “dominación” cultural, en la medida que
es el centro primero de producción y reproducción del saber. Un
centro desde el que emanan los marcos de veracidad que rigen en la
sociedad actual, desde ella no se dice lo que es falso o verdadero,
sino qué es lo que se va a considerar como falso y verdades. Desde
ese espacio se establecen las coordinadas legítimas de la percepción
del mundo de las cuales se desprenden las prácticas sociales. Estas
percepciones hoy están impuestas por la lógica mercantil.
Análisis del trabajo de campo
Para esta Investigación se han escogido informantes de las
siguientes Universidades: Universidad Central del Ecuador,
72
Universidad Católica de Quito, Universidad Politécnica Salesiana,
Universidad Andina Simón Bolívar, FLACSO, UDLA, todas estas
ubicadas en la capital y la Universidad Estatal de Cuenca.
Cabe precisar que la totalidad de los informantes son profesores
ligados a las Ciencias Sociales, característica que no fue escogida
intencionalmente, sino que fueron los profesores de estas disciplinas
los que aceptaron ser entrevistados.
El desarrollo de la descripción analítica se plantea en atención a
las preguntas que han guiado esta investigación: tipos de drogas usadas, percepción de los docentes sobre el uso de drogas en general y
a las ofertadas y consumidas en el espacio universitario, y las significaciones que los consumidores dan a su práctica.
Tipos de drogas usadas
Según lo recogido en las entrevistas realizadas a los profesores
universitarios, consumidores y no consumidores de estupefacientes,
las drogas legales más consumidas son el licor y el tabaco, y las ilegales; marihuana y, con una brecha bastante grande en el uso, la
cocaína. Se habla también de uso muy disminuido de base de cocaína y hongos.
El primer entrevistado, que se sitúa en el rango de edad de 25 a
35 años, afirma:
La única que he consumido usualmente es la marihuana; de ahí he
probado otras, pero nunca he hecho hábito, ninguna otra me ha
gustado, esta es la única que me ha gustado.
Otro informante del mismo rango de edad sostiene que:
De ahí, más recientemente es… aquí lo que es marihuana y cocaína, pero de manera muy ocasional. Marihuana en reuniones y cocaína en fiestas.
Los profesores que se encuentran en el rango de edad 45 a 60
años consideran que es la marihuana la droga más usada entre los
docentes, sobre todo en aquellos que vienen del proceso de Mayo
del 68, época en que la marihuana era un símbolo de la lucha político-cultural de los jóvenes revolucionarios, así como un uso ligado
a la contemplación y al quehacer estético y/o místico. Para estos
73
profesores hoy en día se usa otro tipo de drogas, químicas, que
muestran un problema que ellos no conocían en su época.
Yo creo que puede haberse agravado en los últimos años, en mi
época de estudiante, nosotros especialmente consumíamos alcohol
y marihuana, sobre todo jóvenes que nos considerábamos rebeldes,
estudiantes de sociología ni se diga. Verá, entre los profesores existimos los que ya consumimos. Yo personalmente estoy en abstinencia. Pero de haber, yo creo que sí, sí existen profesores a los que les
gusta la base, especialmente la base de cocaína, y el licor como una
droga… legal.
Se pudo percibir en las respuestas sobre el tipo de droga más
usada en la Universidad un sesgo que les lleva a aceptar el consumo
de la marihuana. No necesariamente porque no se consuma otro tipo
de drogas, sobre todo las químicas, sino porque hay una sanción
moral sobre éstas últimas que la primera no tiene. Una sanción de
los profesores consumidores sobre su práctica que responde a un
tipo de imaginario social dominante en el ambiente universitario,
que se desarrollará más adelante. Este sesgo se pudo observar
excepto en el profesor de la Universidad Estatal de Cuenca, quien
nos dijo:
Pero como digo, esto de las drogas ilegales, hay lo que se conoce
como cifras oscuras, que no se puede llegar a saber.
Cifras oscuras que indican una desviación en la información que
se puede recoger. De todas formas, la mayoría sostiene que es la
marihuana la droga más usada, seguida de la cocaína.
En cuanto se refiere a las drogas legales, consideran que es el
alcohol la más consumida, dentro de las legales y las ilegales, así
como el tabaco. Droga a la que no se le da mayor importancia porque es legal y eso la configura como de consumo no problemático,
o al menos no tanto como las ilegales. De hecho, se sostiene que:
Lo que sí hay es un montón de consumo de alcohol. Te decía que es
lo mismo, sólo que es legal y socialmente aceptado, en cambio la
marihuana como que todavía es medio tabú.
De las repuestas que dio el entrevistado, se puede concluir que el
consumo de alcohol, tanto a nivel de los profesores universitarios
74
como de los estudiantes, es bastante alto en relación al consumo de
drogas ilegales. Además se considera que el consumo de alcohol
genera más problemas sociales que el consumo de la marihuana, por
los efectos que cada uno produce en los consumidores. Así lo afirma nuestra informante:
A mí me parece, por ejemplo, que el alcohol es muy pernicioso, de
la forma en la que es bebido y de la forma en la que los estudiantes
lo beben, es como un “muuuuiiii, distroyer!” y no importa nada y
vale todo y qué se yo… y vale la gente que está ahí y todo esto… ahí
es cuando en realidad me molesta.
El entrevistado, no consumidor, hizo un interesante análisis acerca de la existencia de otro tipo de drogas, no psicotrópicas, muy
consumidas en la sociedad actual y específicamente en el ámbito
universitario. Se refería a la información que trae la televisión, el
internet e incluso prácticas religiosas muy extendidas en la actualidad. Si bien el estudio presente no contempla este tipo de usos, que
socialmente no son considerados una droga, la dependencia que
pueden provocar los puede acercar a las drogas psicotrópicas, objeto de este estudio.
Posiblemente hay otras drogas que son permisivas o que podrían
tener los mismos efectos, como son la televisión, por ejemplo, no sé
si el consumo de determinadas drogas embrutece más a los individuos que el consumo de cierta información a través de los medios
masivos o de prácticas religiosas que también pueden tener los mismos efectos de embrutecimiento.
A partir de las respuestas obtenidas en las entrevistas acerca del
tipo de drogas que se consumen entre los profesores y estudiantes
universitarios, se concluye que la droga ilegal más consumida, o al
menos la que cuyo consumo se acepta, es la marihuana, seguida de
la coca. Se considera que, tanto a nivel de profesores como de estudiantes, el consumo de alcohol y de mariguana es el más común.
Desde la perspectiva de los docentes, los estudiantes tienen un consumo más alto de cocaína y de alcohol que los profesores.
75
Percepciones sobre el uso de drogas fuera y dentro de la
Universidad
Se indagó acerca de la percepción que los profesores, consumidores y no consumidores, tienen sobre el uso de drogas en general y
aquellas que se ofertan y consumen en la Universidad, tanto entre
los profesores como entre los estudiantes.
Hay que tomar en cuenta que la percepción responde a una construcción imaginaria específica del sujeto entrevistado. No es idéntica la percepción que tiene un profesor universitario que la que tiene
un estudiante universitario, menos aun la que puede tener un consumidor con otro nivel educativo o ningún nivel educativo.
Los profesores universitarios se encuentran en la punta más alta
del poder ligado a la producción de conocimiento. Son poseedores
de un capital académico-cultural alto que configura una particular
mirada sobre la sociedad y sus prácticas, mirada que se supone a sí
misma legítima. Su voz está preñada de autoridad teórica lo cual, se
cree, sesga sus respuestas. Variación que exige una interpretación
más connotativa que denotativa de las ideas expuestas.
Las respuestas que dieron los profesores consumidores ante la
pregunta de qué piensan sobre el consumo de drogas se encuentran
condicionadas por dos hechos: su propia práctica de consumo y el
marco teórico desde el cual piensan que es lo que configura su primer imaginario. Esto hace que en un nivel explícito, los docentes no
vean como un problema el consumo de drogas, al menos de las que
consideran aceptables como la marihuana. Todo lo contrario, consideran que su consumo es necesario, como afirma un entrevistado.
Pues pienso que es necesario porque es parte de una experiencia de
vida; te permite descubrir nuevos horizontes, nuevas maneras de relacionarte con el mundo, derrumbar prejuicios… eh… generar espacios
de libertad, salir un poco, justamente, de esta opresión de lo cotidiano, del trabajo, de todas esas contingencias de la vida social.
Los argumentos expuestos dan cuenta de una valoración positiva
respecto al consumo de las drogas. Argumentos de orden existencial
ligados fundamentalmente al principio y ejercicio de la libertad individual coartada en la sociedad. Se puede observar que el argumento
76
tiene un origen más que vivencial teórico, lo cual no niega que la
propia experiencia individual se encuentre mediada por los marcos
teóricos manejados por el sujeto consumidor. Las respuestas suponen que la droga abre la posibilidad de un ejercicio cierto de la libertad en lo referente a pensar distinto a lo impuesto socialmente, a
vivir la relación con los otros de manera diferente a la norma social
establecida, en definitiva, ser libre de los prejuicios sociales que
encarcelan las posibilidades humanas y ser libre de las exigencias de
la vida productiva.
Desde esta perspectiva valorativa, se sostiene que el consumo de
las drogas, fundamentalmente de la marihuana, que es la más aceptada, no debe ser penalizado. Incluso se plantea que la propia venta
de la sustancia debería despenalizarse. Así lo expresa la entrevistada cuando se le indaga sobre el consumo de drogas:
Que debe ser libre, que debe ser despenalizado… no sólo el consumo, yo pienso que sobre todo el expendio de drogas debe ser despenalizado, porque pienso que hay gente que somos más intocables.
Como yo, que evidentemente tengo una casa donde puedo fumar o
tengo amigos y un espacio seguro. Creo que para la gente, sobre
todo mujeres que venden drogas, es una crueldad que mi opción la
ponga a ella en la cárcel, mi opción de consumo.
Queda claro que los argumentos expuestos con que se sostiene la
necesidad de despenalizar el consumo y venta de drogas responden
a una visión teórico-política. Por una parte, se evidencia una perspectiva de crítica social respecto a las diferencias económico-sociales entre los consumidores y, por otra parte, es notoria la visión de
género presente en el argumento acerca de las vendedoras de drogas.
Es interesante observar cómo cambia la perspectiva de las respuestas de una mujer profesora universitaria en relación a los entrevistados hombres. Posiblemente esta profesora esté más vinculada en su
actividad profesional y académica a temática de género y de violencia de género a nivel de las estructuras sociales y estatales.
Otro dato importante es la percepción de que el consumo de drogas
en la sociedad actual se ha expandido y generalizado en todos los
estratos sociales, respecto a décadas pasadas. Expansión que según
se dice, va acompañada de una diferenciación también muy marca-
77
da en cuanto lo que es género. Es decir, hombres, mujeres, las mujeres mucho más que antes.
En relación a esta expansión y diferenciación del consumo de
drogas no se hace ninguna valoración, no se emite ningún juicio de
valor, es simplemente una constatación de la situación actual.
Fenómeno que, según dice, puede responder a que hay un acceso
increíble, unas facilidades increíbles para acceder a eso (…) se
encuentra por donde uno camina. La ampliación de la oferta de drogas y el mayor acceso a su adquisición posiblemente generen mayor
consumo. Idea que no puede afirmarse por cuanto la propia entrevistada duda de que esto sea así, pues, según dice, podría ser al contrario, que a mayor facilidad para conseguir la droga el deseo por la
misma disminuya.
Es interesante cómo la repuesta anterior muestra un conocimiento de lo que podría denominarse el mercado de la droga.
Conocimiento que parece encerrar, por un lado, una experiencia personal, es decir empírica y, por otro lado, un conocimiento teórico
obtenido por investigación. Esta observación se puede mirar con
claridad en el siguiente comentario:
Lo que podría llamarse la socialización adolescente, la socialización juvenil, está muy permeada por este tipo de experiencias. Aquí,
no solamente como en los 90 o desde finales de los 80, podríamos
enfocar a lo que podrían ser las culturas juveniles, sino que eso
atraviesa toda una fase y un estado… un proceso de socialización
juvenil que está encarnado en lo que son jóvenes estudiantes, jóvenes estudiantes músicos, jóvenes estudiantes políticos, entonces hay
muchos espacios, y también está atravesando varios rangos etarios.
Es decir, además, no solamente desde lo que la política pública se
define por joven, 15-29 años, sino que también va hacia otros rangos, a veces hacia abajo, y generalmente más hacia arriba, en
donde encuentras cuarentones, cincuentones que consumen igual
que hace 20 o 30 años, y que eso de alguna forma es parte de un
proceso de juvenilización, que de alguna forma los identifica, los
pone en contacto con determinado tipo de prácticas y de consumos.
Se observa cómo en la percepción que tiene el informante sobre
el uso y consumo de drogas hay toda una carga de análisis teórico-
78
social. Los argumentos sociológicos que hay en sus respuestas son
evidentes, incluso usa datos que son resultado de investigaciones
sociales realizadas a jóvenes. Esta forma de repuesta tiene un mayor
sesgo o desviación que hace difícil la interpretación, si no se toma
en cuenta que el sujeto de la entrevista no solo es un consumidor,
sino un profesor universitario. De hecho, su experiencia como consumidor está cubierta o encubierta por el uso y manejo de un discurso académico, que podría ocultar su percepción subjetiva tras
una articulación abstracto-objetiva.
En la misma entrevista, se pudo observar que la respuesta a la
pregunta sobre ¿qué opina del consumo de drogas? se encuentra permeada por un conocimiento especializado propio de la academia, lo
que no suprime una visión más individual y subjetiva. Se habla
sobre los fines del consumo ligados a búsquedas de tipo personal
como prácticas de socialización, fugas de la realidad, sentidos de
pertenencia, construcciones identitarias, etc.
En ese proceso de hiper individualización, todas estas cuestiones
relacionadas con consumos de diverso tipo, entre esas el consumo
de drogas lícitas o ilícitas, tiene un papel crucial, porque de alguna forma te permite “estar en, ingresar a, ser parte de”. Entonces
esas integraciones veo que en ciertos grupos, en ciertos estratos
sociales, tienen un acceso especial a través de las drugs.
Es importante tener en cuenta que, a pesar del uso de discursos
académicos, se puede registrar una percepción de carácter individual-subjetivo. Asumir una perspectiva teórico-analítica específica,
más allá de la objetividad de ésta, implica asumir una mirada sobre
el fenómeno que, al fin de cuentas, no es sancionadora de la práctica de uso y consumo de drogas.
Otro entrevistado comparte la idea de que el consumo de drogas
en el momento actual se ha extendido por la facilidad que hoy existe para adquirir el producto.
Yo creo que es fácil conseguir ahora, no sólo marihuana, sino que
está consumiéndose más, la base de cocaína.
Sin embargo, por la generación a la que pertenece este entrevistado, rango de 45 a 60 años, considera que el consumo de drogas en
79
la actualidad es muy distinto al consumo de drogas en la época de
su juventud.
Teníamos el ejemplo del mayo del 68, teníamos toda esa cuestión de
la guerra de Vietnam, la influencia del movimiento hippie, de ciertas literaturas como la de German Hesse, alrededor de eso, y acá
la discusión nuestra…había un consumo. Pero yo creo que ahora se
ha agravado.
Si se pone atención en el argumento expuesto, se puede ver que,
para el informante, el marco histórico social de los años 60 y 70 del
siglo pasado confiere una valoración no problemática al consumo.
Cuando se refiere al uso actual de drogas, fuera de ese contexto, lo
asume como problemático. Esto podría significar que las representaciones sociales dominantes en los jóvenes de los años 60 y 70, respecto al uso de drogas, tenían una valoración positiva. Esta valoración se construía en el contexto de la revolución cultural norteamericana y europea que tuvo mucha presencia en la América Latina, la
revolución cubana y los movimientos de liberación nacional. En esa
trama socio-política, la droga no era considerada un problema
social, sino más bien símbolo de esos proceso revolucionarios.
En el contexto social actual, cuando los ecos de los años 60 casi
desaparecen y por lo tanto esas representaciones e imaginarios
sociales ya no existen, el consumo de droga ya no es símbolo de la
revolución, sino síntoma de un problema social que requiere ser
investigado desde las Ciencias Sociales. Así lo expresa uno de los
informantes:
Bueno, sería de investigar un poco otros factores; el mismo incremento de los jóvenes, Cuenca es ahorita una ciudad que está concentrando la llegada de muchos jóvenes de otros cantones y provincias que migran, y se ha incrementado grandemente la ciudad,
eso ha dado que ciertos barrios de Cuenca, el barrio de La Merced,
se ha constituido en los últimos 5 años, en un sector muy problemático de la ciudad, venta abierta de drogas… por más que la policía y las autoridades intervienen, eso continúa. Eso puede ser otro
factor, la migración de muchos jóvenes como le decía, especialmente de los cantones.
Es muy interesante observar la diferencia de percepciones sobre
el uso de drogas entre los profesores universitarios mayores de 45
80
años y los menores. Sus percepciones cambian en la medida en que
se inscriben en construcciones imaginarias distintas, en representaciones sociales diferentes. Desde cada horizonte de sentido, el uso y
consumo de drogas tiene distinta significación. Otro informante
sobre los 45 años comparte la percepción anterior.
En los años 60 y 70, las personas que consumían drogas eran de
una capa más hippie, más contestaria, más alternativa, más de
izquierda, de eso ya no queda absolutamente nada.
Se observa, una vez más, la diferencia valorativa y el peso que se
da a los imaginarios que dominaban en los consumidores de los años
de la revolución. Para estos profesores la situación actual, específicamente en Cuenca, está marcada por una reacción conservadora y
neoconservadora de las capas que consumen droga o que podrían
consumir drogas.
Los sectores sociales que antes eran críticos al sistema se fueron
integrando a la sociedad, integrando al mundo, integrando a una
visión más tradicional de la sociedad, ya no queda nada, tú no
encuentras rastros. De hecho, la mayoría de gente que era de
izquierda, ya no lo es… Así, compañeros que eran radicales, por la
lucha armada, ahora son subsecretarios de gobierno manejando la
seguridad política. A uno le gritaban: “¡¿Cómo puedes ser un sindicalero?!” Eso arrasó con la idea de la libertad, la marihuana…
la paz, el amor libre, de eso ya no queda nada.
La mirada desencantada que se tiene de la actual situación social
y política hace que la percepción y valoración del consumo de drogas sea negativa, pues se considera que carece de sentido. La despolitización de la sociedad, la ausencia del movimiento estudiantil,
la falta de representación de los sectores sociales, dicen, han quitado la significación revolucionaria al uso de la droga. Lo que estos
profesores piensan respecto a los jóvenes estudiantes se podría hacer
extensivo a los profesores jóvenes. De hecho, el entrevistado cuenta lo que dice a sus estudiantes:
Ustedes son más conservadores que yo, y continúa, en la universidad estatal son bien conservadores, bien tradicionales.
La percepción sobre el consumo de drogas en la actualidad que
tienen los profesores del rango de edad 45-60 años que no son con-
81
sumidores, está enmarcada en análisis sociológico crítico.
Consideran que el actual consumo de estupefacientes está ligado a
una forma de control social.
Las sociedades, en términos generales, para mantener el orden, tratan de que las personas no solamente estén adecuadas a las disposiciones legales funcionales de la sociedad, y para lograr ese fin se
imposibilita el pensar, el sentir o el imaginar un mundo distinto.
Esta última percepción difiere cualitativamente de la que tienen
los profesores del rango de edad 25 a 45 años y que, además, son
consumidores. Para este informante el consumo de drogas genera
una adecuación al sistema de dominación imperante, sobre la base
de configurar sujetos sujetados, impedidos de pensar críticamente.
El consumo de drogas devendría de esta forma en un dispositivo de
control de la subjetividad revolucionaria. En este sentido, se observa una valoración negativa del consumo, diferente a aquella valoración que considera el consumo de drogas como una posibilidad de
ejercicio de la libertad.
Sin embargo, hay que anotar que esto no quiere decir que se considere que el problema radica en la substancia, sino en la forma histórica del consuno, propia del mundo moderno capitalista y básicamente en su época tardía.
Las culturas y las sociedades siempre han estado articuladas a un
tipo de droga: articulada a sus ritualidades, a sus festividades.
Entonces el problema radica en el mundo moderno.
Está claro que para este profesor el problema del consumo de
drogas en la actualidad tiene que ver con su mercantilización. Las
substancias psicotrópicas dejaron de ser parte de los rituales sagrados, propios de los pueblos no modernos. Incluso dejaron de ser
substancias medicinales usadas en los tratamientos de sanación en
las sociedades míticas. Estirando esta percepción, se podría decir
que el consumo actual ni siquiera tienen la carga estético-política
que tuvo en los años sesentas y setentas.
82
En el capitalismo, estas sustancias se han vuelto mercancías, y esta
mercantilización de la droga ha devenido, primero, en un gran
negocio, en donde se nutre no solamente, qué sé yo, organizaciones
legales o ilegales, también se nutren, por ejemplo, empresas, sobre
todo industrias, sino que además de esta mercantilización, o este
nivel de negocio que trae la droga, también ha servido como mecanismo de control.
La diferencia se da en la forma de consumo, es decir, en el imaginario que el consumidor tiene sobre su propia práctica, representación donde se puede mirar una estructuración distinta del deseo.
La mercantilización de las drogas en los niveles que hoy se encuentra, las ha despojado de todo el relato imaginario que hacía de ellas
un objeto sagrado o un objeto revolucionario. La mercantilización
ha hecho de las substancias sicotrópicas un objeto cualquiera de
consumo cotidiano, cuya venta ilegal las ha convertido en el gran
negocio del siglo pasado y el actual. La forma mercantilizada del
consumo y todas las consecuencias sociales que conlleva se han
convertido para los Estados en un argumento que justifica la política de control.
Alrededor de este mercado se han organizado empresas legales e
ilegales, mafias que van generando grandes problemas sociales
ligados a la violencia. (...) determinada intervención o determinada política de control transnacional, bajo el pretexto del control de
las drogas. Eso ha posibilitado fortalecer aparatos represivos, justificar invasiones, justificar intervenciones a nombre de la lucha
contra las drogas. Posiblemente sí hay sociedades permisibles respecto al consumo de drogas y ahí los niveles de violencia y los niveles de agresividad no son los mismos que en las sociedades que prohíben el consumo de drogas. Entonces, me parece que actualmente
el debate sobre las drogas es de tipo político y geopolítico, de control de los territorios, del control fundamentalmente social.
En la última idea que expresa el profesor, se puede ver con mejor
claridad la percepción que se tiene sobre el uso de drogas y el marco
en que este hecho social tiene que ser pensado y debatido. Los juicios morales y los juicios jurídicos, desde los que básicamente se ha
pensado esta problemática no ayudan a su comprensión, quizás la
oscurecen. Es el análisis político y geopolítico el que puede permitir un mejor entendimiento del problema, pues el consumo de droga
no puede pensarse separado de la producción y circulación de la
83
misma, como mercancía. Se trata de una mercancía enormemente
demandada por millones de consumidores a nivel mundial. Se trata
de un proceso de consumo masivo y planetario que bien podría
entenderse como un proceso de control social, ligado a la reproducción de la economía vigente.
Otro informante considera que el consumo de drogas tiene que ser
pensado como un problema social y no como un tema individual. La
mayoría de percepciones sobre el consumo de drogas, articuladas
desde el sentido común formado por los medios de comunicación
masiva, tienden a considerarlo un asunto de orden individual. Esta
perspectiva conduce a ideas moralizantes, criminalizantes y legalistas que no dan cuenta de la complejidad de este problema social.
Hay que determinar las condiciones sociales de la sociedad en
general y de tipos específicos que generan el consumo de drogas, o
esa necesidad, por decirlo así, de la droga.
Esta percepción de alguna manera empata con la anterior en la
medida en que pone el acento en el aspecto social más que en el
individual. Cambio de perspectiva que da otra valoración al consumo de drogas, una valoración más de tipo histórico-social que de
tipo cotidiano existencial como la que tienen los profesores más
jóvenes que, además, son consumidores de alguna droga.
La perspectiva social del análisis se aleja, tanto como la existencial, de los enfoques morales que reducen la percepción al maniqueísmo de si es bueno o malo el consumo. Por sobre esta reducida
mirada, el consumo de drogas es un hecho, es algo que está ahí y
que, como dice un entrevistado, habría que explicarse ¿por qué?,
¿cuáles son las causas que lo generan?
La perspectiva jurídica es otra que los profesores entrevistados
han desechado por considerarla pobre para la comprensión de este
fenómeno social. El maniqueísmo moral de si es bueno o malo es
igual, dicen, al maniqueísmo jurídico de si es legal o no legal. De la
mirada moralista se ha pasado, anotan, a la mirada jurídica, enfoques reducidos que poco ayudan al entendimiento de este fenómeno
social tan universalizado y cada vez más complejo.
Volviendo al enfoque histórico-social expuesto por el entrevistado, se percibe la necesidad de realizar un análisis del consumo que
84
contemple la diferencia generacional pues las representaciones
sociales, en tanto que construcciones colectivas, son cambiantes.
Como ya han observado todos los informantes, la mirada que la
generación de mayo del 68 tuvo del consumo de sustancias sicotrópicas es distinta a la que tienen los sujetos de la generación de los
80 y 90 del siglo pasado y distinta a la que tienen los jóvenes del
siglo XXI.
Yo creo que hay que hacer un análisis tomando en cuenta las diferencias generacionales, uno es parte de una generación en términos
culturales. Digamos, los problemas que vive una generación son
específicos, por lo tanto el modo de enfrentar esas cosas también.
De las respuestas obtenidas en torno a la pregunta sobre: ¿qué
piensa del consumo de drogas?, se podrían sacar dos grandes conclusiones. En primer lugar, la mirada que tienen los profesores jóvenes y consumidores es distinta a la mirada que tienen los profesores
de más edad y no consumidores. Quizá los profesores con más edad
y consumidores comparten ciertas ideas con los profesores jóvenes
consumidores, identificación que posiblemente se deba a la experiencia del consumo, que los ubica en una perspectiva más existencial.
Por otra parte, los profesores entrevistados comparten un marco
teórico de análisis con el que tratan de ubicar su percepción. Este
hecho tiene que ver con su identidad de profesores universitarios
que no puede ser puesta de lado ni por aquellos profesores consumidores ni por los que no consumen. En el caso de los profesores
consumidores, cuya percepción es más existencial y cotidiana, esta
se encuentra envuelta en un discurso académico del cual no pueden
liberarse de forma completa.
Respecto al criterio sobre el consumo de drogas en el espacio
universitario, para un entrevistado, cuya percepción está más enmarcada en su vivencia personal como consumidor, el consumo en el
espacio universitario y en general en otros espacios debe ser un consumo responsable. Desde su criterio, el consumo no es problemático cuando la persona que lo practica es adulta y responsable. Porque
estos consumidores poseen plena conciencia de lo que hacen y
saben las consecuencias de su acción, de ahí que la decisión que
85
toman es una decisión racional que no debería traer complicaciones.
Este criterio vale tanto para los profesores universitarios como para
los estudiantes pues unos y otros son adultos y como adultos responsables, pueden tomar decisiones no problemáticas. Al menos,
dice, como una cuestión ideal. En cuanto a los estudiantes, deben
aprender a manejar el tema.
Tampoco tiene que ser considerada desde el ámbito médico que de
una u otra manera la mistifica en relación a la pareja sano-enfermo.
Parecería, pues, que en la universidad hay que pensarla racionalmente, hay que desmitificarla desde el pensamiento racional. Como
el pensamiento de la ilustración quitó la magia al mundo, así el pensamiento académico debe quitar la magia a la droga.
De su exposición se desprende un juicio valorativo claro sobre el
consumo de sustancias sicotrópicas en la universidad y básicamente por parte de los estudiantes, lo cual hace suponer que ciertamente la Universidad es un espacio en el que se consumen drogas.
Incluso llega a sostener la necesidad de que exista una educación
respecto al uso y consumo de drogas para que esta práctica deje de
ser un tabú que, según su criterio, no ayuda en nada al tratamiento
de este fenómeno social. Se entiende que, de acuerdo a lo que piensa el informante, la droga es aún un tabú en los espacios universitarios. La cosa prohibida y misteriosa que la hace atractiva. Misterio
que debe ser develado para que no genere tanta expectativa que de
suyo no posee. En su percepción, la droga ya no está envuelta en el
misterio, ni en lo sagrado, ni en lo revolucionario.
Queda clara la mirada académico-racional del informante, el problema no es la droga sino la forma de usarla. La legitimidad del consumo, como se puede observar, ya no está relacionada con sus usos
sagrados, políticos o estéticos, sino con su uso racional. El uso
racional y consciente que cada individuo practique es lo que legitima a las drogas.
El informante se refiere a la marihuana como la droga más usada
en la universidad, Así también, ligando a sus criterios éticos, no está
seguro, dice que el consumo sea responsable, sobre todo entre los
estudiantes. Inmediatamente señala:
Ellos mismos tienen que aprender a manejar el tema, esa es la idea
que yo tengo. Si se meten a ese tipo de experiencias, quizás son
experiencias que deben tener, porque o si no está la curiosidad ahí,
pero tienen que saber por qué lo hacen.
Es algo que se debería hablar más francamente y con la experiencia de la cosa, pero no desde una perspectiva moralista, como siempre se dice, o tampoco desde una perspectiva necesariamente médica del asunto, sino de decir las cosas como son, cuál es el alcance
y el límite que tiene esto y, sobre todo, la necesidad que siempre hay
como con cualquier cosa, no solamente con las drogas como sustancia, con cualquier cosa a la que uno se hace adicto, que no tiene
que ser sustancia, uno se vuelve adicto de las personas también,
como ocurre con ese tipo de cosas, uno tiene que saber manejar
conscientemente.
De lo expuesto se puede deducir que la droga, como objeto de
consumo, ya es parte de la vida cotidiana normal, que no se encuentra en espacios y tiempos distintos que la vuelvan un misterio.
86
Deberían conocer las diferencias que hay entre las distintas drogas,
que unas son mucho más peligrosas que otras y que, si se meten en
eso sepan los riesgos a los que se meten y cómo lo pueden manejar,
y que sepan que quizás no lo van a poder manejar, y que si lo hacen
que lo hagan bajo su propio riesgo. Pero mi principio es que debería ser una cuestión personal.
Quizás sí en términos generales, y quizás con prejuicio, probablemente no son muy responsables al respecto, pero lo que yo digo es
que se trata de algo que tienen que aprender a ser responsables,
aprender a consumir.
La responsabilidad del consumo se presenta como un mandato
ético, un deber ser. En su imaginario, el consumo de drogas en la
Universidad tiene que ser responsable, lo cual es parte de ser racional. De esta percepción se puede deducir que el consumidor universitario es distinto a cualquier otro consumidor por su capacidad
racional de decidir responsablemente su acción. Una diferencia que
no se da, sino que debería darse. El mandato ético es fuerte en su
argumento, pues más allá de la experiencia necesaria que el consumo significa, lo que no puede perderse de vista es la racionalidad de
la decisión. Esta idea queda clara en la siguiente exposición:
87
Quizás son las experiencias que se deben tener. Si es que uno realmente tiene curiosidad sobre eso, por alguna razón piensa que tiene
que probar, yo pienso que deberían probar pero sabiendo por qué
lo hacen. Pero, no sé exactamente cómo lo manejen ellos, porque
también para ellos es una cuestión todavía bastante social, es parte
de la onda en la que están, de ser jóvenes, estudiantes.
Es interesante mirar cómo, más allá de su percepción ético-racional, cuando se pregunta al profesor sobre qué cree que piensan los
estudiantes de los profesores que consumen drogas, parecería que
sus propias actitudes ante sus consumos entra en crisis ante los criterios de sus estudiantes.
Supongo que se les parte la imagen, porque generalmente se piensa que un profesor tiene que ser muy serio, es como una especie de
autoridad en todo, lo que es un error, como que se rompe eso. Si el
profesor que consume es responsable de su decisión, no debería
quebrarse su imagen de autoridad, todo lo contrario debería crecer,
en la medida en que está dando un ejemplo ético-racional. También
dependerá del bagaje que ellos tengan, postura moral que ellos tengan sobre las drogas. Supongo que habrá algunos que se escandalicen también, que digan “!qué bestia, este profesor cómo consume!” y se escandalicen.
En sus afirmaciones se observa una duda sobre el juicio de los
estudiantes. Por una parte, puede pensarse que duda del pensamiento racional de los alumnos, de su incapacidad de asumir el hecho
desde la razón y no desde el prejuicio moral. Por otra parte, podría
ser que duda de su propia afirmación sobre la responsabilidad, no
porque no considere que en su consumo él sea racional, sino porque
socialmente eso no es muy importante. Socialmente el tema del uso
responsable no es parte del imaginario social general.
Pero yo lo que más he visto es que lo ven como algo anecdótico, y
que les llama la atención, o como algo chistoso, o como incluso de
lo cual uno pueda burlarse. Quizás es algo que le baja del pedestal
al profesor también. En ese sentido no está mal.
En esta última parte de su respuesta, se da un viraje que intenta
sostener la legitimidad del consumo en profesores universitarios ya
no apelando a la decisión racional y responsable, sino a una caída de
88
la autoridad académica del profesor, lo cual considera positivo como
lo anota. Sin embargo, se nota cierta tención en sus repuestas que
podría revelar que no cree totalmente en la legitimidad del uso en
profesores universitario, como sostienen la literalidad de su respuesta.
De lo que he visto, es consumo ocasional más que nada. Algún profesor por ahí, por excepción, que ya tiene consumo habitual, pero
lo que más he visto es que hay consumo ocasional, sobre todo de
marihuana que es la más usual. Lo que sí hay es un montón de consumo de alcohol. Te decía que es lo mismo, sólo que es legal y
socialmente aceptado, en cambio la marihuana como que todavía
es medio tabú.
Es interesante observar que la palabra del profesor universitario
sobre el tema tratado es para ellos mismos una palabra que encierra
reflexividad y racionalización académica. Desde ese locus, hablan
sobre el consumo de sicotrópicos entre los docentes universitarios,
y desde ahí hacen la siguiente clasificación:
Como profesor de una escuela de sociología, le veo más el uso
social de la droga, mientras que un profesor de química vería más
las interacciones internas a la droga respecto al organismo. Tienes
maneras muy diferentes de ver la droga. Como un jurista la vería
más desde la perspectiva de la legalidad o ilegalidad, un economista respecto a los mercados de tráfico de droga, tienes muchas
perspectivas posible, entonces yo le veo más este uso social a la
droga.
El pensamiento científico atraviesa la respuesta de los informantes, el ejercicio taxonómico de las ciencias está presente en la clasificación que hacen de la percepción que los profesores universitarios podrían tener sobre el consumo de drogas, según la profesión
que tengan. Percepción que es bastante forzada porque da cuenta de
una relación más vivencial y cotidiana con la droga.
En su calidad de docentes y consumidores consideran que el uso
de droga en la vida laboral es distinto al de las personas que no están
formalmente vinculadas al trabajo. Aseguran, en primera persona,
no consumir durante las horas laborales, aunque esta afirmación, en
el caso de otros profesores, no pueda sostenerse. Dicen que posible-
89
mente otros profesores logren hacer compatible la vida laboral con
la vida privada. Pretenden empatar el consumo de sicotrópicos con
la actividad laboral.
Yo conozco algunos profesores que van volados a dar clases y que
lo hacen con cierto aplomo y seguridad. Yo sería incapaz de dar
una clase volado, incapaz, pero algunos lo logran.
Lo que se puede observar en esta afirmación es que los informantes perciben que su situación laboral formal, específicamente
ser profesor universitario, cambió su hábito de consumo, lo cual llevaría a concluir que los usos de los estudiantes difieren de los usos
de los maestros.
La actividad laboral hace que consumas droga en la noche, cuando tu trabajo es diurno obviamente y, sobre todo, los fines de semana. Entonces, hay más una consecuencia en el tiempo y los espacios, porque básicamente todo lo que tiene que ver con el trabajo
excluye en el tiempo y en el espacio el consumo de drogas.
La idea que defiende es la necesaria transformación de la práctica de consumo, de su ser joven estudiante a su ser adulto profesional. Esta percepción daría cuenta de otra relación con el objetodroga, lo cual supone un cambio del hábito en función de adaptar el
consumo a las exigencias productivas. Esta situación hace la diferencia entre el imaginario de los consumidores de droga en esta
época y aquellos que vivieron los años de la revolución. En aquella
época donde el fin del consumo tenía mucho que ver con suspender
el tiempo productivo, el consumo de drogas intentaría criticar la
actividad productiva.
En concordancia con lo anterior, se afirma que el consumo de
drogas en la época de estudiantil sería una parte fundamental, esencial de la vida:
90
Una vida estudiantil sin consumo de droga viene a ser incompleta, a
mi juicio. Porque la vida estudiantil no sólo es la adquisición de
toda una carga de capital cultural, escolar, también es una vivencia,
también es el aprendizaje de compartir con los demás, el aprendizaje de la sexualidad, el aprendizaje de nuevos tipos de relaciones
sociales que estaban frenados, inhibidos, bajo la cúpula familiar.
La vida de una persona tendría, pues, distintas épocas, cada una
de las cuales poseería sus propias prácticas. Se supone así que el
consumo de drogas, entre otras experiencias, es propio de la vida
estudiantil de la juventud. Prácticas y experiencias que van a desaparecer o a cambiar en la vida adulta. Si bien esta afirmación puede
concordar con los hábitos socialmente dominantes, lo que es interesante es la legitimación que se hace de esta estructura social. Se
puede decir que esta percepción muestra una visión de un consumo
funcionalizado, formalizado, adaptado a las exigencia sociales
dominantes.
Entonces, el consumo de drogas es parte de esa liberación de las
mentes y de los cuerpos, que viene a ser parte íntegra de la vida
estudiantil; más bien, yo recomiendo… jajaja.
Una profesora acepta y justifica su consumo haciendo una transferencia con un actor social de su preocupación social. Cuando se le
pregunta ¿En su calidad de profesora universitaria qué percepción
tiene de su práctica como consumidora de drogas? Responde:
Sí, pero por una pequeña razón. No porque sea profesora exactamente, sino porque yo estudio el pequeño tráfico de mujeres que
venden drogas. (…) No es la relación de mi consumo con la academia, sino de mi estudio con el consumo, o sea, al revés.
Se puede observar en su argumento un claro desplazamiento
hacia un tercero excluido del ámbito universitario. La preocupación
por las mujeres que trafican, sin negar que esto sea cierto, es una
forma de no mirar su propia situación de mujer involucrada en el
circuito productivo en su calidad de consumidora. Cuando reconoce
su práctica de consumo de drogas, inmediatamente la encubre con
sus estudios académicos sobre mujeres traficantes. Desplazamiento
y encubrimiento que insinúan una incomodidad con su práctica que,
posiblemente, tenga un origen en juicios morales o éticos no aceptados conscientemente. Luego de aceptar sus usos de drogas, considera que el consumo de alcohol en las universidades es mucho más
sancionable que el consumo de marihuana.
Me parece que es mucho peor si es que es considerado el alcohol
como droga, a mí me molesta, no sólo en los estudiantes universi-
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tarios sino en general, una especie de… que he escuchado un poco
con la marihuana, que a mí me parece injusto, jaja… y que es “voy
y destruyo, me destruyo” y que hay una cultura del consumo de
alcohol, que a mí también me gusta beberme un trago, pero lo que
no me gusta es perder por completo la conciencia, aunque a veces
lo he hecho. Pero lo que no me gusta es que yo no pueda disfrutar…
eh, sino que es una ritualización del dolor, una dramatización excesiva del dolor, de los malestares, de las penas, de los prejuicios, de
los machismos. Y aquí te voy a decir claramente, sobre todo con el
alcohol, droga lícita y la que más gente mata, la que más jóvenes
mata, la que más se consume.
Es interesante el juicio que se hace sobre el consumo de alcohol,
al cual se lo percibe como la droga lícita que hace perder la conciencia y que es más “dañina”. Ritualización del dolor que muestra
un rasgo cultural machista del país que la informante no comparte.
Queda claro que el juicio positivo de la marihuana y el juicio negativo del alcohol que la informante hace responde a un posicionamiento de género de tipo académico. Por un lado, parece decir que
el alcohol es malo porque aleja al consumidor del ámbito racional y
productivo y, además, porque es patriarcal. Por otro lado, parece
creer que la marihuana no es tan mala, o no es mala, porque mantiene al usuario consciente y porque, se insinúa, que no es patriarcal.
Desde los imaginarios sociales conocidos y generalizados, en las
relaciones argumentativas que la informante realiza se puede rastrear al menos una contradicción. Se supone que la conciencia y la
razón modernas están más relacionadas con la dominación patriarcal lo cual invalidaría la acusación negativa del uso del alcohol,
desde los posicionamientos de las luchas feministas. De hecho, la
experiencia de pérdida de la conciencia se la ha relacionado más con
una actitud cuestionadora del dominio patriarcal, lo que valoraría
positivamente al alcohol desde la crítica al patriarcado.
Para entender la argumentación contradictoria de la informante,
es importante tomar en cuenta que ella es parte activa de la universidad, y la Universidad es, por excelencia, el espacio del desarrollo
de la conciencia lógico-racional, es decir, símbolo del dominio
patriarcal. Así, más allá de sus posicionamientos anti patriarcales, la
informante tiene que defender el espacio universitario, defender la
92
razón y la conciencia modernas, y por lo tanto defender el patriarcado. En este contexto, para justificar su consumo de marihuana,
donde de suyo ya se rastrea un auto-juicio, sataniza, por decir de
alguna manera, el consumo de alcohol, frente al de la marihuana,
con argumentos que terminan negando las premisas con las que
defiende el uso de la marihuana.
Las respuestas que dan los profesores no consumidores, sobre la
percepción que tienen del uso de drogas en las universidades, tienden a ser de carácter puramente teórico.
Digamos, esta puede ser una reflexión de carácter teórico más que
una reflexión de carácter vital y existencial. En mi caso muy particular no he sentido esa necesidad de acudir a este tipo de drogas.
Más allá de esta legítima aclaración, que nos sitúa en otro locus
de enunciación, sus respuestas dan cuenta de las percepciones que
desde los profesores en general existen acerca de la práctica del uso
y consumo drogas en las universidades. Percepciones que construyen las representaciones e imaginarios que, desde la universidad, se
extienden hacia la sociedad. Razón esta por la que es importante
interpretar sus respuestas en la medida en que son ideas que van permeando la conciencia del resto de la población.
Desde estas reflexiones teórico-académicas, para algunos informantes, el consumo de drogas en las universidades, igual que otro
tipo de consumo, se asienta en problemáticas existenciales. Esta percepción esta ligada a un conocimiento de origen filosófico o quizás
psicológico que intenta explicar este fenómeno de manera racional,
actitud propia de la práctica teórico-académica de un profesor universitario no consumidor.
El mundo que, para muchas sensibilidades, se presenta como inviable, ajeno, no sé si la palabra exacta sea un escape a ese mundo
mediante las drogas.
Se plantea, en esta misma línea argumentativa, que el consumo
de drogas puede responder a la búsqueda de un sentido distinto de
la existencia propia de la juventud, es una cuestión más radical que
a veces no es muy consciente…una búsqueda de sentido. Desde esta
perspectiva, se percibe el consumo como una práctica fundamental-
93
mente de los jóvenes, lo cual no necesariamente es así.
Más allá de si esta idea sea o no correcta, lo que se puede observar en ella es la presencia de un trabajo reflexivo más complejo y
más elaborado que es propio de investigaciones teórico-académicas.
Ideas no contaminadas por la práctica del consumo, que por una
parte dan una mirada más distante y “objetiva” y, por otra, distancian de la experiencia subjetiva del consumidor. Así se puede observar una especie de tensión entre la mirada objetiva de un académico y la mirada subjetiva del consumidor en un mismo espacio social
y, en muchos casos, en un mismo individuo.
Como todo académico, el informante señala que sus percepciones
sobre esta práctica no tienen juicio de valor sino juicios teóricos.
Si la gente consume es problema de cada quien, no me parece que
sea cuestión de juzgar, yo creo que, desde el punto de vista humano
lo que hay que tratar es cuando ya empieza a hacer daño. Cuando
hay un exceso, cuando ya no se puede enfrentar la realidad más que
a través de la droga, ahí se convierte, entre comillas, en patológico. Pero en sí mismo, no me parece que sea ni blanco ni negro.
A pesar de ubicar sus respuestas en el locus académico y no
moral, cuando dice desde el punto de vista humano, se ubica en un
locus ético del cual no puede escapar. El tema del consumo de drogas, por su complejidad y tratamiento social, necesariamente se desliza hacia la frontera ética que, desde la academia positivista, no se
acepta con facilidad. Existe, más allá de la aceptación explicita y de
la narración literal de los informantes, una tensión entre su discurso
académico-“objetivo” y su “obligación”-ética. Tensión que encierra
una articulación imaginaria bastante compleja en torno al objetodroga, observable en la crítica que un informante hace a las demandas que la institución académica exige de sus miembros y, sobre
todo, de los docentes.
94
Trabajo aquí prácticamente 16 años en la Universidad, y he trabajado en varias otras universidades incluso donde era obligación
andar trajeado, con terno, encorbatado y toda esa vaina, y eso es
parte de una sintomatología en donde hay un conjunto de condicionamientos sociales que se traducen en normativas, elementos de
prescripción, de sujeción, que riñen con el consumo de drogas.
El consumo de drogas en los profesores universitarios, según su
percepción, es incompatible con su actividad profesional. Lo cual no
quiere decir que los profesores universitarios no consuman, sino que
el imaginario social construido sobre el ser profesor universitario
choca con el imaginario social construido sobre el consumidor de
drogas. Desde esta percepción, que implica la aceptación de las
representaciones sociales hegemónicas, la imagen del profesor universitario, aunque tenga el hábito del consumo, no parece coincidir
con la imagen del consumidor de drogas y menos con el adicto. Se
puede observar en esta percepción la imagen de autoridad del profesor universitario, potestad académica que implica una referencia
ética que parece estar reñida con el consumo de drogas
Me parece que el hecho de ser profesor universitario no sólo que
constriñe, sino que de alguna forma te va poniendo en una orilla
más o menos distinta… ahí hay experiencias de todo tipo, de colegas de aquí y de fuera, aunque aquí en la universidad no conozco
mucho… pero sí de otras universidades, de otros centros de estudio,
especialmente de postgrado, en la que hay experiencias muy variadas en este asunto. El hecho de ser profesor universitario te pone
en una orilla distinta, no necesariamente contradictoria, no necesariamente antagónica.
Los entrevistados dan cuenta de un conflicto en torno a pensar el
consumo de drogas en el ámbito universitario, sobre todo de aquellos que son consumidores. El tema de esta investigación y, sobre
todo, algunas preguntas de la entrevista parecen en algún punto
incomodarles quizá porque, aunque no lo acepte explícitamente, el
tema del consumo de drogas en la Universidad y particularmente
entre los docentes universitarios sigue siendo un tema prohibido.
Prohibición dada a la percepción personal y vivencial, no así a la
teórica académica. Cuando la indagación topa temas de su conocimiento vivencial, las respuestas tienden a ser un tanto ambiguas y,
en ciertos casos, defensivas.
Pero en mi caso, te estoy hablando, yo no puedo decir que el profesor universitario se aleja de esto. Eso, aparte de constituir una
perspectiva bastante lejana de la realidad, sería un acto muy abusivo de mi parte… No puedo saber, y mucho menos en un espacio
95
en el que resulta paradójico, porque es en el que más años trabajo
y quizá el que menos conozco, en términos de sujetos concretos.
Conflicto entre su visión académica, supuestamente libre de
valoraciones éticas, y su visión subjetiva atravesada por juicios
morales. Las percepciones de tipo personal muestran menos seguridad que cuando son de tipo académico, pues dan cuenta de los criterios subjetivos del entrevistado en los que se descubre la aprobación o la sanción que da al consumo de drogas en el ambiente universitario. Tanto la aprobación cuanto la sanción tienen una fuerte
carga de juicio moral, incompatible con la autoridad académica a la
que pertenecen. Es por esto que, cuando hablan desde su experiencia o su visión personal, su discurso es resbaladizo y hasta contradictorio. Un académico que acepta, desde su visión personal, el consumo de drogas estaría cometiendo una falta ética dada la autoridad
que representa, no solo para los estudiantes, sino para la sociedad en
general. Al contrario, si no acepta el consumo de drogas comete una
incoherencia con su condición de académico, más si es un intelectual o pretende serlo. Un juicio negativo en contra del consumo de
drogas es incompatible con el imaginario social del ser intelectual o
académico, más aún cuando el profesor pertenece al campo de las
ciencias sociales. Se supone que los profesores universitarios, sujetos poseedores del saber científico, están libres de prejuicios, su alto
capital intelectual los aleja de las simplezas del sentido común de la
gente común.
Es más fácil hablar en condición de estudiante que de profesor,
puesto que el estudiante no tiene los prejuicios propios de la autoridad académica a la que el docente representa. Hablar como profesor
compromete a la institución a la que debe responder y en la que ha
conquistado su reconocimiento social, desde donde su voz tiene
autoridad. Por esta razón se da un permanente ocultarse tras argumentos de tipo académico, demasiado abstractos para comprometer
su situación social. Cuando el profesor entrevistado habla desde su
época de estudiante universitario logra una mayor libertad en su
exposición.
96
Bueno, eso no se puede pedir, observar ni medir porque, digamos,
yo creo que hay un control aquí en las autoridades de la universi-
dad, por ejemplo, han incrementado los guardias que antes no habían, y ahora no hay cómo. Nosotros antes consumíamos en las
canchas de básquet, íbamos a consumir la hierba. Ahora ya no,
pero los fines de semana, la noche, es fácil observar en los alrededores el consumo.
En Cuenca, los profesores entrevistados sostienen que en la universidad más que el consumo de drogas ilegales, el problema entre los
profesores e incluso entre los estudiantes es el consumo de alcohol.
Yo creo que en profesores será mucho menos, porque al menos en
la universidad los profesores son ya… hay un envejecimiento de la
planta docente, entonces hay mucha gente mayor. Tal vez, lo que
tenemos entre los profesores son problemas de alcoholismo, pero
drogas ilegales no. Los profesores que se dedican a la marihuana y
la cocaína son muy pocos, porque provienen de la generación del
alcohol. Entonces, claro, que hay profesores con problemas de
alcohol, pero de drogas no.
Incluso cuando hablan de los estudiantes, sostienen que el consumo de drogas en este sector universitario ha disminuido, argumento que, dicen, no tiene sostén en una investigación, sino en su
percepción producto de su relación con los estudiantes. Realizan
una interesante diferencia entre la Universidad estatal y la
Universidad particular, en esta última, creen, la incidencia de la
droga es mucho más fuerte que en la estatal. Hipótesis que, dicen,
responde a la diferencia económico-social de los estudiantes. Los
estudiantes de las universidades privadas tienen más acceso económico para el consumo de drogas químicas, llamadas drogas duras.
Los estudiantes de la estatal, dicen, usan más alcohol y marihuana
y, por otro lado, el tema de las drogas no es un tabú, es algo de lo
cual se habla libremente. Al contrario, en la universidad privada, el
consumo de drogas se encuentra bajo el anatema del silencio.
Algunos profesores se apoyan mucho en que es necesario investigar científicamente más esta problemática para tener una mejor
comprensión sobre el tema, pues su percepción no tiene la autoridad
del conocimiento científico. De esta manera invalidan aquello que
puedan decir del consumo de drogas, si es que es necesario ocultar
su criterio frente a la autoridad institucional.
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Significaciones dadas a los consumos
En esta última parte se establecerá analíticamente el tipo de significaciones que los profesores universitarios consumidores y no
consumidores dan a la práctica de uso y consumo de drogas. Se pondrá especial atención a las respuestas dadas por los profesores consumidores, en razón de que estas se encuentran articuladas a su
experiencia propia y no a la de terceros.
Se pudo establecer alrededor de siete significaciones compartidas por todos los informantes.
Quienes usan algún tipo de droga consideran que su consumo es
de tipo social, lo cual significa que es un consumo ocasional. El consumo social se halla asociado a momentos casuales y a grupos de
amigos que socializan a través de las drogas, sobre todo del alcohol
y la marihuana. Ponen especial énfasis en que el consumo ocasional
no es regular o habitual sino esporádico, lo cual supone que no es un
problema.
No es un consumo frecuente, es ocasional, sobre todo, un consumo
social. Depende también mucho de los momentos, hay ciertos
momentos en que… dependía de las amistades, había ciertos
momentos en que me llevaba con personas que consumían y yo también consumía, pero no era un consumo regular, sino más bien
social y una cuestión incidental, digamos.
Consideran que el consumo social es aceptable en la medida de
que es ocasional y no genera dependencias que podrían entrar en
conflicto con la vida llamada normal. El consumo social asumido
como un medio de relación intersubjetiva parece tener sentido pues
es una forma de compartir, de convivir con las otras personas. Este
sentido que legitima el uso de drogas lo hace aceptable ante los ojos
de este tipo específico de consumidor y, por extensión, aceptable a
los otros en el cual el primero se reconoce. Por sus palabras queda
claro que el único interés por el consumo de drogas es la interacción
social.
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No le veo el interés en el consumo individual, aislado. Quizás, qué
sé yo, un trago después del trabajo, un porro para acostarse, pero
no va más allá. Porque la droga también es un medio de relación
social, es una manera de compartir, de convivir con otras personas.
En relación con esta percepción se encuentra la idea del consumo no social, consumo habitual, que lo llaman personal: así por
gusto personal (…) que me dio por… ya empecé a comprar yo
mismo; eso ya es como el síntoma de la adicción. El consumo no
social se lo asocia con el consumo conflictivo y en consecuencia
deviene problemático. Consumir a diario, dicen, genera un hábito
físico ligado a resolver una necesidad como, por ejemplo, a poder
dormir y dormir bien.
Me acostumbré a fumar para dormir, antes de fumar tenía ciertos
problemas de insomnio, y con eso se me curó de una. La marihuana, cuando ya van pasando los efectos, empieza a dar sueño, y
cuando uno se va a dormir así, ese sueño de la marihuana es bastante profundo, bastante agradable.
El consumo habitual parece estar relacionado con la necesidad y
no con el placer que podría generar el consumo ocasional. Siendo
una necesidad, el uso de drogas se vuelve parte de la vida cotidiana.
Dejó de ser esa experiencia extraordinaria que tenía, y se convirtió
en experiencia cotidiana. Cada vez se necesita más, el cuerpo
mismo ya no responde igual, ya no tiene el mismo efecto, uno
empieza a buscar marihuanas mejores, más fuertes, más caras, porque las normales a uno ya no le hacen nada.
A diferencia del consumo social u ocasional, el consumo regular,
o dependiente, es de tipo compulsivo ya que la dosis va en aumento en cantidad y en frecuencia. Consumir se convierte en parte central del día ya que la intención sería permanecer bajo el efecto del
sicotrópico todo el tiempo.
En su condición de profesor universitario, dice, que el consumo
regular afecta a las responsabilidades institucionales como, por
ejemplo, dar clases, calificar exámenes. Estas actividades requieren
un cierto nivel de concentración mental que tiende a disminuir bajo
el efecto de la droga, a lo que se suma una cierta indiferencia hacia
las consecuencias laborales del consumo en razón de que uno de los
efectos de la marihuana es que a uno le hace vago. Es claro que los
efectos improductivos del consumo de hierba son juzgados de
manera negativa por los informantes, lo cual hace ver que el imagi-
99
nario de las décadas de los 60 y 70 no son parte de su configuración
significante.
Pero sí afectó indirectamente por lo que te decía que uno se hace
vago, entonces dejaba cosas para el último, me demoraba mucho en
calificar los exámenes que usualmente era muy estricto conmigo en
eso, si les prometía a los estudiantes que me demoraría una semana lo hacía, pero como cuando estaba en ese consumo era como
que no me importaba, entonces si llegaba a la casa y tenía que trabajar prefería más bien ponerme a fumar y hacer cualquier otra
cosa. En la medida en que me hice vago, afectó indirectamente en
ese sentido, pero no mayor cosa. No es que haya abandonado el trabajo ni nada de eso, uno igual sigue funcional.
La percepción negativa del uso regular de drogas se justifica,
según los argumentos expuestos, en el gasto de tiempo que conlleva, en las consecuencias no gratas que experimentaron algunos consumidores, en la disfuncionalidad e improductividad que les causó.
Implicaba mucho tiempo, también inversiones, en ciertos colegas y
amigos que se entregaron en alma y vida, les pasó cualquier tipo de
cosas. Era una cuestión que no me aportaba nada productivo, ni
para pensar, ni conversar, ni escribir, ni hacer otras cosas.
Queda claro que la percepción valorativa que tienen sobre las
prácticas de uso y consumo de drogas se clasifican en: consumo
social, aceptado como válido y legítimo y consumo regular o dependiente valorado de forma negativa. Esta valoración que, básicamente, se da bajo el parámetro de la productividad es aceptable si no disminuye el rendimiento productivo y, en consecuencia, no es aceptado si provoca la disminución del mismo.
La marihuana y las drogas naturales
Es casi unánime una valoración positiva de la marihuana en relación a las drogas químicas. Se asume, de manera clara, el hecho de
que, según expresan, la marihuana es una droga bastante benigna
que no conlleva mayores problemas al consumidor, incluso, dicen,
es mucho más sana que el alcohol cuyo consumo no es penalizado.
A pesar de que se hace esta diferencia jurídica entre la marihuana y
el alcohol, las equiparan como drogas no dañinas, siempre y cuando
su uso sea social y no excesivo o conflictivo.
100
Por mi experiencia, pienso que es una droga bastante benigna en
general, no creo que tenga mayores problemas, siempre y cuando
uno no la consuma en exceso, como cualquier cosa. Yo la comparo
con el alcohol. Pienso que el alcohol es mucho más dañino que la
marihuana, pero todo el mundo normalmente consume alcohol de
cuando en cuando. Hay una gran diferencia entre los que consumimos alcohol ocasionalmente, socialmente y hay otras personas que
ya son alcohólicas. Entonces la diferencia es más o menos así.
A la marihuana se la trata como una droga natural, diferente a las
drogas químicas. Este hecho la hace, de una u otra manera, una
droga benigna que, a pesar de ser penalizada por la sociedad en
general, en los consumidores aparece como legítima o, al menos,
esa es su intención, dependiendo de la forma de presentarse en los
imaginarios construidos por las comunidades de consumidores.
Se dice que el uso de la marihuana es una forma de vivir lo natural por lo que debería ser consumida en un ambiente adecuado que
posibilite una comunión con la naturaleza. La idea de naturaleza es
ligada a sensaciones de paz y tranquilidad asociadas o vinculadas
con el entorno natural. Este tipo de significaciones pueden relacionarse con aquellas que se construyeron en los años de la revolución
cultural, básicamente en el seno del movimiento hippie. Es como un
eco que viene del pasado, pero que no tiene la consistencia propia
de la época en que surgieron estas representaciones. Los significados hippies que los entrevistados hacen sobre la marihuana son más
un pretexto o un prejuicio que un juicio. Es como si su positiva valoración de los procesos revolucionarios vividos en los 60 alcanzara
para argumentar su experiencia de consumo que, según sus propios
comentarios, no tiene que ver con las experiencias contra culturales
del siglo pasado. Esta tesis se entenderá mejor cuando se analicen
los comentarios de los informantes respecto a las drogas químicas,
y respecto a otras valoraciones sobre la marihuana.
Se plantea, además, que el consumo de la marihuana permite
romper con la rutina de la vida cotidiana, significación coherente
con la vivencia natural en espacios naturales, y coherente con las
representaciones hippies. Sin embargo continúan:
101
Marihuana, porque me relaja y me ayuda en el trabajo, es una
droga productiva, en realidad. Que me baje un poco la tensión, el
estrés.
Obsérvese como lo natural, que en las representaciones de los 60
era antagónico a la artificialidad de la vida social productivista, se
enlaza hoy con la idea de trabajo y de productividad, de hecho la
afirmación es explícita. La marihuana aparece así como un aditivo
que permite mejorar los niveles productivos, en la medida en que
baja el estrés y la tensión propios del tiempo laboral. Es curioso
como en los nuevos imaginarios de los consumidores del espacio
académico-intelectual, la marihuana deja de ser un objeto del deseo
revolucionario y pasa a ser un instrumento de la maquinaria productiva.
En el caso específico de la actividad académica, la marihuana en
su consumo ocasional se presenta como posibilidad de mejor rendimiento intelectual.
Una de las razones es porque leo constantemente, todo el tiempo me
amanezco leyendo, preparando clases y, a veces, me amanezco
fumando, y eso me hace centrar en el texto.
También se sostiene que la marihuana ayuda a soportar o a vencer el aburrimiento: “…una forma de pasar el tiempo… una forma
más fácil de pasar el tiempo.” Por un lado, ayuda a soportar el ajetreo de la vida cotidiana y, por otro lado, ayuda a pasar el aburrimiento. Del ajetreo al aburrimiento, dos estados anímicos propios de
la vida urbana que ahora son más fáciles de soportar mediante la
marihuana. Bien podría decirse que en el imaginario de los consumidores, la marihuana ya no es la droga de la rebeldía que buscaba
cambiar las cosas, sino la posibilidad de hacer más llevaderos los
efectos de la vida urbana. ¿Un hábito de sujetos conformistas? Y al
mismo tiempo se afirma:
102
Y también… como la necesidad de tener una especie de identidad o
de pose social frente al resto, de que yo soy el marihuanero, que yo
transgredo el orden, ese tipo de cosas. Quizás vaya por ahí, pero no
me he puesto a pensar en eso, aunque probablemente sí tenga que
ver con eso.
Es interesante para este estudio, cómo la significación de la
marihuana como funcional al orden social establecido puede acompañarse de una significación que intenta ser transgresora. Se entendería que las significaciones subversivas de la marihuana se limitaran a una imagen sígnica, carente de todo el contenido político ideológico de la revolución del 68. Se podría hablar de un proceso de
vaciamiento del símbolo en función de liquidar su potencia crítica.
Lo curioso es que los entrevistados parecen tener conciencia de este
juego y, sin embargo, lo aceptan. No es que no sabe que el consumo
actual de marihuana nada tiene de revolucionario y que sus referencias políticas son falsas y, a pesar de eso, siguen consumiendo y
siguen usando imágenes pasadas que ya no tienen sentido. Se hace
una referencia explícita a la situación descrita:
La marihuana uno lo relaciona con una imagen medio bohemia de
artistas o de estrellas de rock de los 60, o de experiencias psicodélicas, también con ondas espirituales incluso.
A un nivel más íntimo, la experiencia del uso de la marihuana
aparece como algo muy personal, a pesar de que se legitima su uso
social. La práctica del consumo, según afirma la entrevistada, genera un espacio de confianza que la hace sentir bien y pasar un
momento agradable e íntimo. Es interesante ver como se da una contradicción entre la legitimidad del consumo social, asociado a la inexistencia de problemas de consumo conflictivo, con la valoración
positiva de un consumo de carácter personal. Cabe anotar que esta
percepción que valora una experiencia más íntima sale de una mujer
que, además, establece una diferencia temporal en su experiencia.
Sí, además, yo prefiero un espacio de confianza en el que yo me
sienta… sí, a mí me gusta fumar y me gusta pasarla bien, y me gusta
un espacio de confianza. Es que cuando era muy muchacha, pues
yo podía hacer cosas más peligrosas, como fumar en la calle y
cosas así, incluso porque estaba acompañada de otra gente y porque parte de ser joven también es asumir riesgos, pienso yo.
La marihuana asumida como consumo personal es percibida distinta a drogas lícitas como el alcohol que se lo ve más como un consumo colectivo, muy ligado a la fiesta. Desde esta perspectiva, se
103
observa una valoración superior a la marihuana que a la que se da al
alcohol, mirada que ciertamente responde a un tipo de representación académica-intelectual muy distintiva a la que podrían tener otro
tipo de consumidores no relacionados con la universidad.
En la mayoría de respuestas se puede observar una alta valoración al consumo de la marihuana que se asienta básicamente en lo
que puede aportar al pensamiento. Hay que recordar que los informantes son profesores universitarios ligados, principalmente, al área
de las ciencias sociales, y desde ese locus construyen los imaginarios de su consumo. De esta manera se puede observar cómo la valoración del uso de la marihuana está fundamentalmente relacionada
con el pensamiento, la creatividad, la reflexión, el análisis.
Es una lectura creativa, en el sentido que las cosas que uno lee a
uno le provocan muchas otras ideas, y eso fue algo que también me
llamó la atención, creo que fue una de las razones por las que
empecé a consumir habitualmente, porque me resultaba intelectualmente estimulante, también muy creativo.
Por último, en cuanto al tema de las dependencias y adicciones
se considera que la marihuana no genera adicción física sino psicológica. Consumo conflictivo que, además, solo aparece cuando el
consumo se vuelve un hábito, es decir, cuando ha dejado de ser
social. Este reconocimiento, sin embargo, tiene un matiz claro: la
adicción psicológica nunca es tan dañina como la adicción física.
Y la adicción psicológica no es cualquier cosa, sí es fuerte, sí es una
dependencia que atrae. Pero supongo que no tiene nada que ver
con las adicciones físicas como de la cocaína o del alcohol.
Las drogas químicas: drogas duras
Respecto a las drogas químicas, hay una significación negativa si
se la compara con la significación que los entrevistados dan al consumo de la marihuana.
104
También es el tipo de experiencia. Otra droga fuerte que he probado, que te conté, la cocaína, un par de veces la probé, y estos derivados más lumpen, la base, he probado. Pero el efecto, como tal, no
me llama la atención, como tiene ese efecto eufórico, y a mí me
pone nervioso, no me gusta el efecto, no veo la gracia. En cambio,
la marihuana siempre me atrajo, es un efecto que siempre me gustó,
es una droga más interesante.
Nótese como se relaciona ciertas drogas ya químicamente procesadas (específicamente la base de cocaína), con un consumo lumpen, sector social que, desde el imaginario dominante, deslegitima
dicho consumo. Es claro ver en esta percepción el establecimiento
de una estructura social altamente jerarquizada que posibilita el proceso de distinción y dominio cultural. Un profesor universitario
nunca puede compararse con un lumpen. En la pirámide social, el
primero se encuentra en la punta más alta y el segundo en la base de
la misma. Sus gustos, sus percepciones y representaciones no pueden ser iguales.
De hecho, parecería que la marihuana es de uso de personas con
un tipo de sensibilidad especial, exquisita, ligada a actividades intelectuales o artísticas. La base de cocaína es una droga propia de sectores sociales marginalizados lumpenizados que nada tienen que ver
con las altas esferas del saber.
A diferencia de la marihuana, que permite tener experiencias
interesantes, grados distintos de conciencia, donde todo se vuelve
fascinante, otras maneras de ver el mundo, más sensibles, en la que
todo se vuelve mágico, a las drogas químicas o sintéticas se las asocia más con fiestas, al mundo urbano, cuyos efectos son mucho más
fuertes y tiende a generar dependencias físicas muy dañinas.
Mientras que, claramente, lo sintético, lo químico es más una droga
urbana, de medio urbano, que más bien tiene efectos más fuertes,
primero, que lo natural, y más estimulantes, es más para contrarrestar el estrés de la vida urbana, y ahí pues está, sobre todo, el
ejemplo de la cocaína: la cocaína te da fuerza, te da energía, puedes seguir de largo, te permite tener mayor sociabilidad, hablas
más, tienes más seguridad en ti mismo, más autoconfianza, te relacionas con mayor facilidad con los demás, como que hace caer las
inhibiciones, es más en un ambiente festivo, rumbero, típico de la
ciudad, con el consumo de alcohol que acompaña el consumo de
cocaína.
105
Se puede percibir que este informante comparte la percepción,
muy socializada a nivel del análisis académico crítico, de que la
cocaína es una droga funcional, droga del capital, a diferencia de la
marihuana que es una droga rebelde. Diferencia que se podría mirar
en las figuras del Yuppie y del Hippie. Si bien en su exposición no
existe un juicio de valor explícito en la diferencia que realiza, se lee
entre líneas que comparte el juicio crítico en contra del consumo de
cocaína que circula por espacios académicos críticos.
Se plantea esta lectura por cuanto el mismo entrevistado dice que
ahora solo consume marihuana y que lo hace en la medida en que
busca:
Romper con la rutina, alejarse de la realidad… construir esos
pequeños islotes de libertad, aunque sean artificiales y de poca
duración, para tener una especie de desfogue, de desfogue respecto de toda esa presión, esa violencia cotidiana acumulada.
La experiencia que le produce el consumo de marihuana, sobre
todo, el escape de la realidad y la construcción de pequeños espacios
de libertad, no se podría conseguir con el consumo de drogas químicas.
Es criterio generalizado que las personas que les gusta el consumo de la marihuana generalmente no consumen las drogas químicas
pues su efecto es desagradable. No se sabe exactamente si esta afirmación la comparten todos los consumidores de marihuana, ni
siquiera si el entrevistado que lo afirma practica esta distinción. Sin
embargo, lo que importa es la forma en que se representan su práctica y la significación que le dan.
En definitiva, se observa que hay una valoración positiva al consumo de la marihuana que no la tienen otras drogas. Valoración
positiva de la droga que aceptan consumir. Es como si intentaran
justificar su consumo en la bondad de la marihuana. Esto parece
revelar que en el fondo los profesores consumidores no aceptan su
práctica, más allá de que explícitamente la acepten.
Si se intenta hacer una síntesis de las respuestas dadas, sin negar
que es imposible suspender las obvias contradicciones que las atraviesan y las constituyen, se puede decir que el imaginario social
construido por los profesores universitarios en torno al consumo de
106
drogas en las universidades no es ya el imaginario dominante en la
época de la revolución cultural. Tiene que ver más con construcciones teóricas existenciales e individuales que con un proyecto político y con aspiraciones de carácter colectivo.
Sienten su consumo más como una búsqueda de tipo personal,
ligada a particulares condiciones existenciales y a decisiones individuales en torno a cómo ven el mundo y cómo quieren relacionarse
con él. Como bien afirma un informante no consumidor, este tipo de
consumo es más una decisión personal existencial que una decisión
política.
Sí, pero era eventual, pero también digamos que la gente andaba en
otro patín, habían militancias de todo tipo, artísticas. Políticas,
sobre todo.
107
CONCLUSIONES
Las conclusiones a las que ha llegado la investigación han sido organizadas en tres partes cada una de los cuales debate las prácticas de
consumo y usos socioculturales que orientan los sentidos de los consumidores en el espacio universitario. Es importante aclarar que
cuando se habla de consumo y usos socioculturales se refiere, fundamentalmente, a las representaciones imaginarias que guían las
prácticas de los consumidores. Se trata de construcciones sociales
que determinan prácticas diferenciadas que se dan en el espacio de
la Universidad.
Despolitización de los imaginarios:
práctica mercantilizada
En los años sesentas y setentas del siglo pasado, años de revolución social y cultural, se produjeron representaciones imaginarias
cargadas de visiones críticas que cuestionaban duramente el orden
social capitalista. Críticas a la lógica económica, a la forma política,
y a su marco cultural. Representaciones críticas articuladas a prácticas revolucionarias que formaron un sujeto cuestionador del orden
existente. Un sujeto que pulsaba por romper con las ataduras ideológicas dominantes y ejercer su libertad. Un ejercicio humano fundamental que se expresaba en prácticas políticas y culturales trasgresoras que ponían en tensión los procesos de enajenación económica y de alienación cultural propios de la lógica capitalista.
Actores importantes, si no los más importantes, de esta época de
revolución fueron, sin duda alguna, los jóvenes universitarios.
109
Sujeto político dirigente de la revolución cultural de Mayo 68.
Jóvenes estudiantes universitarios cuyas exigencias pusieron en tela
de duda las estructuras sociales y culturales dominantes, empezando por las universitarias. Su crítica iba dirigida básicamente al
modelo de producción capitalista, a la estructura jerárquica de la
sociedad, a la función del Estado, a la institución familiar, educativa y religiosa, a la forma de sexualidad dominante, a la heteronormatividad, al patriarcado, etc.
El movimiento en Francia emergió en el seno de la universidad,
institución que se vio amenazada por el movimiento estudiantil que
exigía transformaciones radicales para democratizar la enseñanza.
Democratizar una institución cuya historia está marcada por su lógica excluyente, como se vio en la primera parte de esta investigación.
Democratizar la institución emblema del poder cultural más importante del mundo moderno, poder ligado a la producción de conocimientos, a la producción del marco de veracidad dentro del cual se
define lo legítimo e ilegítimo, lo sano y lo enfermo, lo normal y lo
patológico.
Los jóvenes de Mayo 68 atacaron los cimientos de la institución
universitaria, poniendo en duda su poder, su jerarquía, su distinción, su enclaustramiento. Tan fuerte fue su protesta que se los
reprimió, desalojó, encarceló. Su indignación política creció más e
inundó las calles de París en alianza con las protestas obreras que
se unieron a la revuelta. La universidad había sido liberada de su
auto encarcelamiento y pudo establecer vínculos con la sociedad de
los trabajadores, con el pueblo excluido del espacio universitario.
La institución universitaria se democratizaba por efecto de la
revuelta estudiantil, su caduco sistema de enseñanza feudal aristocrático se caía ante la demanda de un sistema educativo democrático, abierto y no represivo.
La revuelta estudiantil de Mayo 68 estableció un antes y un después que quedará grabado en la historia del mundo moderno. Se
trata de un fractura que tiene que ver con una mirada del mundo distinta, una mirada de la educación distinta. Quiebre subjetivo que
ponía en serias dudas la reproducción del orden social vigente, el
cual había que contenerlo de cualquier forma. Ante todo, había que
110
terminar con el imaginario político revolucionario que se construyó
en este proceso, borrar de la memoria colectiva el quiebre ideológico que experimentaron millones de personas no solo en Europa, sino
en todo el occidente moderno.
Más allá del análisis político que se pueda hacer de la gesta del
68, sobre si fue realmente un movimiento revolucionario o no, lo
cierto es que el imaginario que se construyó en torno a ese hecho
tuvo un claro sentido transgresivo del sistema social imperante. Una
representación imaginaria con capacidad de formar sujetos críticos
del capitalismo y, particularmente, de su dimensión cultural.
La crítica cultural del movimiento del 68 ligada a la alienación
de la vida diaria, la comodificación del consumo, la falsedad de una
sociedad de masas en la que “llevamos máscaras” y sufrimos opresiones sexuales y de otros tipos.95 Fue estratégicamente apropiada
por el capitalismo reciclado y convertida en retórica vaciada de todo
contenido y potencial subversivo. Como bien lo manifiesta Zizek:
El nuevo capitalismo se apropió triunfante de esta retórica antijerárquica del ‘68, presentándose como una revuelta libertaria exitosa contra las organizaciones sociales opresivas del capitalismo
corporativo y el socialismo “realmente existente”. Este nuevo espíritu libertario es personificado por los des-estirados capitalistas
“guays” como Bill Gates en Microsoft, o los fundadores del helado
Ben & Jerry.96
La Universidad, centro de la revuelta, va a sufrir un proceso de
instrumentalización tecnocrática, funcional a las nuevas demandas
de la acumulación de capital a nivel mundial. Esta institución dejó
de ser el claustro feudal aristocratizante para devenir una empresa
modernizada de producción de conocimiento técnico-científico,
articulado a las demandas de la producción mercantil capitalista.
El nuevo modelo universitario que se empezó a construir no era
exactamente lo que pedían los estudiantes en mayo del 68. Un
modelo igual al de la empresa post Fordista, modelo organizativo
95 Zizek, Slavoj, El Ambiguo legado del 68, http://www.13t.org/decondicionamiento/forum/viewtopic.php?t=1088
96 Ibíd.
111
basado en redes responsables de iniciativas individuales y competitivas de los académicos. Docentes que van a ser liberados de las
antiguas y anacrónicas estructuras universitarias para que puedan
emprender individualmente la producción de conocimiento por
competencias mercantiles. Profesores sometidos a una competencia
total entre individuos impedidos de formar espacios o comunidades
políticas.
Al igual que en la nueva empresa capitalista, la Universidad convertida en empresa es una red: con una multitud de participantes,
organizando el trabajo en equipos o por proyectos, con la intención
de la satisfacción del consumidor y el bienestar público, o hasta
preocupándose por la ecología.97 Como resultado de esta organización se han formado sujetos-sujetados a las demandas mercantiles.
Yuppies-tecnócratas que no tienen conciencia de su enajenación y
que siguen creyendo que producen pensamiento crítico en una institución donde este tiende paulatinamente a desaparecer en la exigencia del mercado.
De todo el imaginario y la práctica revolucionaria del 68 ya no
queda nada. Lo que queda en la memoria ideológica de Mayo del 68
es una especie de orgiástica sexual ligada al consumo de drogas y al
rock, como lo manifestó un informante:
Marihuana, uno lo relaciona con una imagen medio bohemia, de
artistas o de estrellas de rock de los 60 o de experiencias psicotrópicas, también con ondas espirituales incluso.
La vinculación entre las protestas estudiantiles y las huelgas de
los trabajadores se han olvidado. La memoria ya no registra la
dimensión política-revolucionaria de Mayo 68. De esta forma, las
prácticas de uso y consumo de drogas, que en aquella época no
podía pensarse por fuera de la lucha política, hoy están no solo lejanas de la lucha política sino que, incluso, la terminan negando.
En el caso de América Latina y específicamente del Ecuador, se
debe anotar que el imaginario de la revolución cultural penetró los
centros universitarios y alimentó el imaginario revolucionario que se
había construido en los procesos políticos de liberación nacional,
97 Ibíd.
112
desatados en todo el continente a partir de la revolución cubana. Así,
en aquellos años la Universidad en el país, tanto la estatal como la
privada, estaba articulada a las luchas sociales. El pensamiento crítico tenía mucha presencia en las mallas curriculares, el marxismo era
un eje necesario de la reflexión teórica-académica, muchos de los
docentes se encontraban vinculados al trabajo obrero y campesino.
Es importante aclarar que el subcontinente, desde 1918, inició un
proceso de reforma universitaria en búsqueda de una educación más
libre y democrática. Movimiento que durante gran parte del siglo
XX impactó a varias generaciones de jóvenes universitarios, profesores, políticos activistas, escritores, intelectuales, científicos y
artistas que peleaban no solo por una Universidad más democrática,
sino por una Universidad crítica comprometida con la transformación social. Mayo del 68 es una época en este largo proceso que hoy
parece ya no existir.
Esta realidad política configuró a la Universidad latinoamericana y ecuatoriana como un espacio de debates teórico-críticos, discusiones políticas y producción de pensamiento crítico. Esto es posible observar en las demandas que se discutía: Autonomía
Universitaria, cogobierno, extensión universitaria, acceso por concurso y periodicidad de las cátedras, libertad de cátedra, cátedra
paralela y cátedra libre, vinculación de docencia e investigación,
inserción en la sociedad y rol de la universidad, solidaridad latinoamericana e internacional, unidad obrero-estudiantil.
Este espacio que fue construyendo y reproduciéndose gracias al
imaginario articulado a la preocupación política y social, así como a
la producción de un pensamiento descolonizador. Está claro que la
Universidad en el siglo XX vivió muchos momentos de fuerte politización, proceso en el cual se formó un tipo de sujeto crítico con
prácticas políticas ligadas a la transformación social, sobre todo, en
los años 60 y 70 del siglo pasado.
Hoy, por el contrario, se asiste a la instrumentalización acelerada de la enseñanza universitaria. La visión mercantil ha convertido
la enseñanza universitaria en un negocio rentable de compra y venta
de conocimiento. Las relaciones dejan de ser relaciones académicas
y se convierten paulatinamente en relaciones mercantiles que confi-
113
guran al estudiante como cliente. Se oferta la enseñanza universitaria como cualquier producto de consumo masivo en medio de una
voraz competencia entre las distintas instituciones universitarias. Se
hace propaganda de los profesores más rentables, de las mejores instalaciones, de los mejores entrenamientos en habilidades y competencia que posibiliten al alumno-cliente competir de mejor manera
en el mercado laboral, etc.
La universidad que estaba orientada al pensamiento crítico, que
buscaba una formación humanista y crítica de sus alumnos va perdiendo espacio en el mercado del conocimiento, dirigido por las
grandes empresas capitalistas. Se sabe, por ejemplo, que la empresa
privada está financiando no solo las universidades particulares, sino
incluso las estatales, a cambio de condicionar en función de sus intereses la producción de cocimientos. Solo a manera de ejemplo:
Estas llamadas “demandas sociales”, no obstante, lejos de ser el
producto de la expresión democrática de los ciudadanos supuestamente representados por los firmantes del acuerdo, habían sido
impuestas con anterioridad por la Mesa Redonda de los
Empresarios Europeos (ERT), uno de los grupos de presión más
influyentes de la UE. Tres años antes de la Declaración de Bolonia,
este “lobby”, que agrupa a directivos de multinacionales como
Nestlé, British Telecom, Total, Renault o Siemens, entre otras, presentaba un informe titulado “Educación para los europeos. Hacia
la sociedad del aprendizaje”, en el que podía leerse:
“El objetivo de este informe es presentar la visión de los empresarios respecto a cómo ellos creen que los procesos de educación y
aprendizaje en su conjunto pueden adaptarse para responder de
una manera más efectiva a los retos económicos y sociales del
momento. La ERT espera que añadiendo la visión práctica de la
empresa se pueda ayudar a provocar los urgentes cambios que, a
nuestro juicio, requieren en la actualidad los sistemas educativos
europeos.”98
Así, el pensamiento universitario ha sido tomado por el llamado
98 García Vera, Cristóbal, Hacia la Mercantilización de la Universidad, Rev.
Rebelión. Madrid 2008, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62329
114
conocimiento científico-tecnológico funcional a los requerimientos
de la economía mercantil capitalista. Pensamiento a-crítico dirigido
por la tecnocracia positivista sometida a la lógica económica.
En este marco universitario, despolitizado y mercantilizado, hay
que situar tanto a los estudiantes universitarios como a los docentes,
en definitiva, a la actual “comunidad” universitaria. Para el caso que
compete a esta investigación, se debe decir que los actuales docentes universitarios son sujetos construidos por las nuevas relaciones
mercantiles que dominan la institución universitaria. Sujetos sujetados a la nueva lógica de educación superior que los vuelve funcionales para su reproducción. Sujetos que, más allá de lo que se diga
y se piense, reproducen una práctica universitaria que tiende a volverlos cínicos conformista y a-críticos.
Esta nueva subjetividad produce y reproduce prácticas e imaginarios despolitizados y acríticos desde los cuales se afirman prejuicios morales y cínicos respecto al uso y consumo de drogas o, al
menos, los identifican sin mayor posibilidad de crítica.
Consumo hedonista e individual de élite
De la información recogida se concluye que la práctica de uso y
consumo de drogas en el ámbito universitario, al igual que en la
mayoría de espacio sociales donde se desarrolla esta actividad, se ha
convertido en un hábito de consumo mercantil.
Convertida en una mercancía, a partir de haber sido vaciada de
su dimensión político-revolucionaria, la droga ha perdido casi todo
su contenido como valor de uso y ha quedado reducida a su valor de
cambio. Es decir, que el valor de uso o valor simbólico de las drogas construido en el proceso de la revolución cultural de los años
sesenta ha desaparecido en su transformación en puro valor de cambio o valor sígnico.
Sacada de su contexto político cultural, el objeto droga se convierte en un objeto más entre los millones de objetos de consumo
cotidiano, atrapados en el espesor de la vida productiva y sus sentidos abrumantes. La droga se ha transformado en uno más de los
objetos del mundo de las cosas compradas que inunda y sofoca la
existencia del ser humano en el capitalismo tardío.
115
Un objeto carente de cualquier envoltura simbólico-imaginaria,
pues más allá de los argumentos con que los consumidores actuales
pretenden dotar de sentido al objeto droga, la precariedad de sus significaciones muestran un objeto despolitizado, desacralizado, un
objeto mercantilizado. Un objeto que ha sido desencantado, que ha
perdido la magia de ser una posibilidad de trascendencia espiritual
o histórica. Ya no tiene el misterio que tenía en las décadas anteriores, que lo hacía parte de prácticas clandestinas, subalternas, revolucionarias o místico-religiosas. Incluso ha perdido su dimensión
estética en la masificación indiferente de su consumo.
Su uso actual es parte del ajetreo acelerado de ese espacio anónimo llamado ciudad. Un consumo también anónimo propio de un
modo de vida, un estilo de vida atrapado en las redes del intercambio mercantil.
El objeto droga-mercancía también puede ser asumido como la
mejor expresión del deterioro de las relaciones humanas las mismas
que se han vuelto inestables, oscilantes y efímeras. Este tipo de
socialización configura un tipo especial de hombre, el urbanistaconsumidor.
En general, el consumo mercantil se ha convertido en un hábito
compulsivo que se ha impuesto como el principio generador de la
totalidad de las prácticas humanas. Este hábito produce una extrema
diversidad de prácticas y objetos y, al mismo tiempo, una menor
capacidad para diferenciar y apreciar las prácticas y sus productos,
es decir un deterioro del gusto. Dentro del marco de la cultura capitalista, el hábito del consumo compulsivo tiende a borrar las diferencias en la explosión paranoica de millones de objetos mercantiles consumibles.
Pensado desde las tesis bourdianas, es posible decir que el habitus mercantil tiende a liquidar las diferencias cualitativas de las
prácticas y de los productos que estas producen. Por ejemplo, la
práctica del consumo de drogas, al haber sido despolitizada y desacralizada, se configura en una actividad idéntica a cualquier práctica de consumo mercantil. No hay mucha diferencia entre el consumo compulsivo de información mediática o de comida chatarra con
116
el consumo de estupefacientes. El vaciamiento del valor de uso de
los objetos los hace absolutamente identificables al igual que tiende
a igualar las prácticas de consumo. Homogenización propia de la
cultura de masas.
Este tipo de práctica de consumo mercantilizado, habitus mercantil, produce, no solo los objetos como el caso de la droga, sino al
sujeto consumidor. Sujeto abstracto, atomizado y narcisista atrapado entre el ajetreo y el aburrimiento de la letanía cotidiana. Sujeto
enclaustrado en su diminuto espacio individual que no admite otra
relación sino aquella que establece el código mercantil, no sabe más
que vender o comprar. Esta subjetividad mercantilizada se halla perdida y confundida en el modo de vida urbana, atrapada en una
inmensa red de objetos sígnicos, cuyo único valor parece ser el de
cambio. Se refiere esto a un sujeto imposibilitado de otorgar sentidos distintos a su mundo que no sean los establecidos por el habitus
mercantil. De hecho, es el mercado lo que controla la vida de los
sujetos, que hace de ellos mismos una medida, un valor de cambio.
Como expresan los entrevistados, el uso y consumo de estupefacientes configura un estilo de vida, es decir, un conjunto unitario de
preferencias distintivas que expresan la misma intención y la misma
mirada de mundo. Ahora bien, como el hábito del consumo de droga
no se diferencia en casi nada del hábito de consumo de cualquier
otra mercancía, uno podría decir que este estilo de vida, de los consumidores de drogas en el ámbito universitario, no difiere en mucho
de los consumidores de televisión, pornografía o productos de belleza. El estilo de vida que domina el mundo actual es el estilo de vida
de los consumidores mercantiles.
Es importante señalar que la diferencia entre los estilos de vida
que está ligada al tipo de objeto consumido y a las prácticas de consumo es mínima, si se considera la hegemonía del consumo mercantil que es básicamente abstracción, en tanto se encuentra gobernado por el valor de cambio y/o el valor sígnico. Sobre esta necesaria aclaración se podría establecer ciertas diferencias, no importantes, entre el estilo de vida de los consumidores de drogas en las universidades y el estilo de vida de los consumidores de drogas en otros
espacios sociales. Aunque ciertamente también se podría decir que
117
los consumidores de droga en general generan un estilo de vida distinto a los que no lo hacen.
El hábito de consumo de drogas en las universidades, y particularmente entre los profesores, genera un tipo de prácticas de consumo y al mismo tiempo al objeto consumido en estas prácticas. Este
proceso, a su vez, configura un conjunto unitario de preferencias
distintivas que expresan una mirada del mundo, una manera de apreciar los objetos de consumo, es decir, un tipo específico de gusto.
Desde este operador de la trasmutación de las cosas en signos distintos y distintivos se podría ubicar la preferencia por la marihuana
entre los profesores universitarios. La preferencia por la marihuana
y las prácticas de consumo que la acompañan, ligadas a actividades
académicas, hacen de los sujetos consumidores no solo distintos de
otros consumidores de droga o de otras personas, sino que, además,
les confiere un signo de distinción.
Esta distinción es producto de la penetración de las diferencias
inscritas en el orden físico de la droga, en este caso la marihuana, en
el orden simbólico de las distinciones significantes. Las cualidades
físicas y efectos de la marihuana, distintos a los de las drogas químicas, invaden el orden de los imaginarios que los consumidores
tienen sobre su consumo. Estos imaginarios los distinguen de los
consumidores, por ejemplo, de drogas químicas, de alcohol o de
información.
El gusto que los entrevistados expresan por el consumo de la
marihuana, en relación a otras drogas ilegales y legales, transforma
la práctica del consumo objetivamente enclasada en los sectores de
consumidores en general en una práctica enclasante. En otras palabras, el gusto construido por los profesores universitarios en torno al
consumo de la marihuana hace de dicha práctica una expresión simbólica de una posición de clase.
El consumo de marihuana, como ya se dijo, es más un consumo
mercantil que un consumo cultural. Sin embargo, para esta parte del
análisis se lo pensará como un consumo cultural. Desde esta perspectiva, el hábito del consumo de marihuana entre profesores universitarios, ligados a las ciencias sociales, genera un estilo de vida y
un gusto de distinción. Se establece, de esta manera, diferencias
118
entre consumidores de drogas al interior de una estructura jerárquica de dominación simbólico-cultural.
En el imaginario que los profesores universitarios han construido sobre la práctica de consumo de marihuana, ésta se representa
como una realidad cultural de orden social e individual legítimo.
Esta percepción, que se pudo rastrear en las respuestas que se dieron, más allá de sus contradicciones, tenía una clara intención de dar
una valoración positiva a la práctica de consumo y al objeto consumido, la marihuana. En la manera en que construyen el discurso, en
torno a esta actividad, se puede observar cómo se otorga un estatus
de distinción a su hábito, no desde el imaginario político revolucionario de los años 60, sino, más bien, desde un imaginario hedonista-individual.
De acuerdo a la cultura posmoderna de la sociedad del espectáculo, época de la acumulación de los signos y consumos de la felicidad, el consumo hedonista-mercantil expresa una articulación
entre el comprar-consumir un determinado objeto (droga) y una sensación de felicidad, de placer inmediato. El imaginario de los informantes sobre el consumo parece explicarse en sí mismo, es decir, no
se abre a otras dimensiones de trascendencia espiritual o histórica.
Se consume porque ayuda a trabajar, porque quita el estrés, porque
ayuda a dormir, porque ayuda a leer, o simplemente, se consume
porque se consume, sin mayor argumento, lo cual significa que es
un hábito que no merece mucha justificación.
El consumo de droga en un sector como el universitario, que
goza de alto capital cultural tanto simbólico como intelectual, se
supone es la práctica que establece los significados dominantes en
la sociedad. Sin embargo, por el análisis realizado parece más bien
que es una construcción imaginaria que reproduce los significados
establecidos por los mass-media. Se está hablando de prestigio, calidad de vida, seguridad, cierta felicidad, autonomía, independencia,
éxito, etc., valoraciones ligadas a la práctica mercantil más que a
formas culturales o políticas.
Al parecer, las prácticas de consumo de drogas, más allá de cómo
se la quiera justificar, por las propias respuestas dadas por los informantes se encuentra inscrita en lo que se ha dado en llamar cultura
119
del simulacro. Estilo de vida que moldea un mundo de pseudo gratificaciones que terminan en graves frustraciones para el sujeto que
las vive, pues construye falsas expectativas que no logran dar respuestas a las necesidades de un sujeto que ha perdido la propia
medida de las mismas.
Suspensión del deseo
Lo que sobrevivió de la liberación sexual de los 60 fue el hedonismo tolerante incorporado de buena gana a la ideología hegemónica. Hoy el gozo sexual no sólo está permitido, es ordenado; los individuos se sienten culpables si no son capaces de disfrutarlo. El
impulso hacia formas radicales de gozo (mediante experimentos
sexuales y drogas u otros medios de inducción de trance) emergieron en un momento político preciso: cuando el “espíritu del ‘68”
había agotado su potencial político.99
El estudio realizado confirma la tesis citada. Las drogas pasaron
de ser un objeto de deseo político y estético que impulsaba al sujeto a la construcción de un mundo diferente, a ser, lo que podría llamarse, un objeto pulsional. La diferencia entre lo primero y lo
segundo radica en que el objeto de deseo abre la posibilidad de huir
de la angustia que provoca la ley social (malestar de la cultura) ejerciendo la libertad. Es decir, ejerciendo la capacidad humana de desplegar y construir su mundo y dar sentido a la existencia. Por el contrario, el objeto pulsional atrapa al sujeto en un movimiento circular
en torno al malestar, movimiento en el que el sujeto goza de manera perversa la frustración. Esto parece indicar las respuestas que dan
los entrevistados en el momento en que afirman que el consumo de
drogas les ayuda a pasar mejor el aburrimiento, que ayuda a bajar el
estrés de la vida cotidiana que en definitiva es funcional a la actividad laboral.
El disfrute del objeto pulsional no abre la posibilidad de la imaginación-fantasía que crea relatos, historia, destino individual y
colectivo; lo que hace es encerrar al sujeto en su soledad narcisista
99 Zizek, Slavoj, El Ambiguo legado del 68, http://www.13t.org/decondicionamiento/forum/viewtopic.php?t=1088
120
del goce perverso. Es esta dinámica la que explica la adicción, que
no necesariamente significa una patología clínica sino una patología
social, que bien se la ha llamado narcisismo social.
(…) una pulsión no brinda satisfacción porque su objeto esté en
representación de la Cosa, sino porque pareciera transformar el
fracaso en triunfo; en ella, el verdadero fracaso en alcanzar su
objetivo, la repetición de este fracaso, la interminable circulación
alrededor del objeto, genera una satisfacción por sí misma.100
Si bien muchos de los entrevistados sostuvieron que su consumo
de drogas es social, parecería que entienden lo social como el espacio donde se reúnen varios individuos que consumen. Esto, sin
embargo, no indica necesariamente que este espacio sea un espacio
de encuentro con el otro o los otros.
De lo que se conoce por estudios realizados, la marihuana produce un efecto de introyección bastante fuerte y, por su parte, la
coca tiene un efecto de aceleración de la actividad que tampoco abre
espacios de encuentro humano dialógico-comunicativo. Más allá de
los efectos y la forma del consumo de droga, lo que determina si ésta
es un objeto de deseo o un objeto pulsional, si es una práctica que
conecta con los otros o es una actividad que atomiza y aísla, es la
relación que el sujeto establece con el objeto. Debido a la lógica
mercantil que domina las relaciones sociales, difícilmente el consumo de cualquier objeto va a permitir una relación cara a cara.
La lógica mercantil y su ideología positivista han configurado la
existencia y la subjetividad del existente sobre la base de ontologizar las relaciones mercantiles. En este marco, el consumo en general, y el de drogas en particular, ha devenido un gozo perverso de la
frustración que, necesariamente, clausura la apertura hacia el futuro.
La capacidad de estar abierto al acontecer histórico es propia de las
formas de subjetividad articuladas en torno al objeto de deseo. Al
deseo de emancipación cuyo anclaje han sido básicamente los procesos revolucionarios. La mercantilización de la vida cotidiana y de
sus usos conduce al sujeto y a la sociedad que lo produce a un calle-
100 Zizek, Slavoj, Visión de paralaje, Ed, Fondo de Cultura Económica, Buenos
Aires, 2006, pg. 107.
121
jón sin salida, en el cual parece detenerse la historia individual y
colectiva.
Los entornos sociales que articulaban el deseo como aspiración
a la plenitud y los transfería a objetos parciales, como era el caso
específico de la droga, han desaparecido. De hecho:
Si observamos nuestra situación con los ojos del ‘68, hemos de
recordar que, en su núcleo, el ‘68 fue un rechazo del sistema liberal-capitalista, un “NO” a su totalidad.101
Hoy ese No crítico de los años de la revolución cultural ha desaparecido y, de esta manera, el deseo que ha cedido su lugar a la pulsión. El deseo no es una nostalgia infinita de la Cosa fijada a un
objeto parcial. La pulsión, por el contrario, muestra la fijación a un
objeto parcial, en este caso la droga, en la que reside la dimensión
de “muerte” de toda pulsión.102
En la época de la revolución, el deseo por la droga expresaba,
quizás, la aspiración de plenitud como trascendencia revolucionaria.
En la época actual, el consumo de droga, convertido en un acto pulsional, comprime la aspiración de plenitud en una inmanencia que
expresa el acto repetitivo de circular en forma interminable alrededor de sí misma, dinámica propia del consumo compulsivo de cualquier objeto, fundamentalmente, el objeto-droga. De esta manera,
cabe decir que el consumo de drogas en la época de su mercantilización se ha convertido en una práctica gobernada por la pura pulsión.
El consumo de drogas se ha reducido, de esta forma, al “puro”
goce. El rasgo actual más importante del consumo de drogas es justamente el goce puro, carente de todo relato, de todo sentido. De
hecho lo que la droga parece prometer es:
(…) un goce puramente autista, un goce accesible sin el desvío a
través del Otro (del orden simbólico), goce generado no por representaciones fantasmáticas, sino que ataca directamente a nuestros
centros de placer neuronal. 104
La matriz elemental de la pulsión no es la de trascender todos los
objetos particulares hacia el vacío de la Cosa ( que es entonces
accesible sólo en su representación metonímica), sino la de nuestra
libido que queda “pegada” a un objeto particular, condenada a circular a su alrededor para siempre. 103
101 Zizek, Slavoj, El Ambiguo legado del 68,
http://www.13t.org/decondicionamiento/forum/viewtopic.php?t=1088
102 Ibíd.
103 Cfr. Zizek, Slavoj, Visión de paralaje, Ed, fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires, 2006, p. 105.
122
104 Ibíd. Pg. 245.
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