Rec. de .11cd. JI. C ..Vm·arra III: 56, 1959 REVISIONES infección reumática l. Bases para su pro61axis Eduardo Ortiz, de Landázuri * y Diego Martínez Caro No agotar un tema, que por su volumen e importancia no puede ser t:xpuesto en los límites que esta exposición tiene, sino ~implemente llamar la atención sobre aspectos actuales de la infección reumática que ordenaremos en la forma: A) Definicién y concepto etiopatogénico de la l. R.; sintomatología y Epidemiología, diagnóstico de la I. R.; profilaxis y tratamiento de la I. R.; D) Orientaciones para iniciar una campaña profiláctica. Nos ha movido a su revisión el que será el punto de partida de una serie de comunicaciones que rnbre estos temas vamos a publicar con el fin de aportar al conocimiento bibliográfico el estado actual de la J. R. en esta región vasconavarra, así como su historia natural del mismo modo que se ha hecho en otros países 27 • No podemos dejar de exponer como justificación de estos deseos que la l. R. representa en todas partes y de un modo primordial en algunas naciones 27 un grav1s1mo clínico-sanitario y que de todas maneras y aun en los sitios en * Del Departamento de Medicina Intrrna de la Escuela de Medicina del Estudio General de Navarra. que su extensión no sea tan marcada, deja en un gran número de los casos una situación física realmente deficiente. El saber evitar con la mayor eficacia el trán2itc de lo reversible a lo irreversible de la infección reumática, representa uno de los ejemplos más auténticos de la medicina de nuestros días. en donde la colaboración de bacteriólogos. patólogos, clínicos, cardiólogos. pediatras, sanitarios y, en su grado máximo, de cirujanos, es esencial de todos ellos y posiblemente también del conocimiento de algunos hechos básicos difundidos en los pueblos por las informaciones divulgadoras puede depender el éxito de esta lucha contra las cardiopatías reumáticas. A) DEFINICIÓN Y CONCEPTO ETIOPATO- GÉNICO DE LA INFECCIÓN REUMÁTICA Defülición.-La I. R. es siempre de una enfermedad estreptococica (E. E.) producida por un estreptococo ~ hemolítico ~ h.) del grupo A de Lancefield (E. grupo A) que al encontrar en el huésped determinadas características inmunitarias, de cuya intimidad biológica quedan muchas lagunas en nuestros coa) ~ecuela 57 LA INFECCIÓN REUMÁTICA nccimientos B. 81 , desencadena, en lugar de una evolución supuratoria, un cuadro clínico especial que Coburn i:; ha denominado en términos muy generales ((estado reumático1i Para Coburn este término la evolución total de la I. e~tado de actividad como de inactividad. Hablamos de L R. activa (((fiebre reumática activa))) cuando la infección es prcgresiva, insidiosa, recidivante o variable en su sintornatología. En estas circunotancias suele haber: poliartritis de localización variable, hallazgos frecuentes de manifestaciones de carditis, en ocasiones corea de Sydenham, eritema marginatum, nódulos subcutáneos, siendo además regla la leucocitosis, la fiebre, la nu•cnn°• de proteína e-reactiva vación de la velocidad de eritrosedimentación y de las modificaciones del E. casos puede suceder que los laboratorio sean de actividad y no, por el contrario, los clínicos. La llamada l. R. inactiva reumática inactiva))) se caracteriza por la falta de signos de tanto clínicos como analíticos. Muchas veces la fase activa previa no deja de aparente organicidad, otras es lesión valvular el signo más demostrativo de su anterior etapa de actividad. Cuando el proceso evolutivo de la I. R. se localiza en el corazón se denomina ((cardiopatía reumática)) que a su vez puede ser activa o inactiva siguiendo el mismo criterio anteriormente expuesto, 32 Intrnducdón .--Sin afanes bibliográficos consideramos que puede ser útil establecer como hechos relativamente recientes los En 1930 81 demuestra el origen R. dando contenido objetivo por un lado a la reiterada observación de los clínicos desde hacía 80 aíios n, sobre la frecuente asociación de tonsilitis e l. R. o por otra a los hallazgos :.epidemiológicos·'· En l Todd 9.\ demuestra que las tóxinas estreptocócicas del E~h --que él denomina estreptolisinas y mide por unidades- son anti- cstrcptocóci~o 5 génicas y las subdivide en "º" y «S". La estreptolisina (oxigenolábil) es Ja que se determina con fines orácticos en el llamado test de Todd, cuya positividad se considera al rebasar las 200 U. U. Sobre estos hechos y otros conocimientos previos (la clasifica-ción de les estreptococos de Lancefield 48 en 1928) se cimentó la etiología de la I. R. que quedó considerada corno secundaria a la infección por el E. grupo A. Aíios más tarde, durante la II guerra mundial se pudo conocer la epidemiología de la enfermedad, sobre todo con la labor de los médicos de las Fuerzas Armadas americanas y de un modo especial con el trabajo ya clásico de Coburn y Young de ¡94919 sobre el llamado factor "reurnatológico" del E. grupo A. sobre el que desoués insistiremos. Esta ingente· labor de Jos médicos militares se puede concretar en los trabajos de Catanzaro y cols.11 donde s-e consolida corno señalaron Coburn y Youngl9 el concepto de la relación entre el estreptococo y la I. R. 10. 10. 19. 87. ss y al mismo tiempo se apoya la ya reiterada tesis de Coburn v More 10 y Thomas y France 93 sobre su profilaxis. Dicha profilaxis se inició en 1939 con sulfamidas v posteriormente con penicilina corriente y pe~icilina G benzatina, primeramente empleada por Stollerrnan 90. 91 en l 954-55. Finalmente recordemos la aportación de 1-lench en 1953 que abre un nuevo aspecto a la patología del reumatismo 6.i, 66, Actualmente nadie duda sobre la etiología, eficacia de un tratamient:i precoz y posibilidades profilácticas de la L R. Sin embargo, los mecanismos patogénicos de la T. R. son aun oscuros, "º" 5 .-La relación entre la inc) fección estreptococica y la l. R, ha sido reiteradamente estudiada en cuidadosas observaciones de un indiscutible valor estadístico. De ellas se deduce que: l ,º) de todos los estreptococos clasificados por Lancefield, es el grupo A el único responsable de la L R. Exper;mentalmente Calvctti 12 en ratas, reproducir nódulos de inyectando estreptococos muertos; 2.º) dentro de estos E. grupo A, más de cuarenta tipos siendo todos capaces de producir la l. R. e incluso -variar éstos en el mismo enfermo la capacidad desL R.; 3.") en la I. R. de aislamiento de E. grupo A de unos autores a otros. Sia Lazar y cois 19_ se puede resumir así: en un 43 por ciento de los enfer- -o ,)O E. ORTIZ DE LANDÁZURI-D. MARTÍNEZ-CARO mos de I. R. se aisla el E. grupo A, en el resto (57 por ciento) no se aisla. De éstos, sin embargo, hay un 70 por ciento ( ó un 40 por ciento del total), en los que el test de las antiestreptolisinas «Ün es positivo, por lo que se puede decir que en un 83 por ciento de las observaciones hay seguridad de la infección estreptocócica (43 por ciento por presencia de E. grupo A y 40 por ciento por la de antiestreptolisina «Ün); 4.") los tipos de E. grupo A más frecuentes en la I. R. son, según Rantz y colaboradores 76 , el tipo 44, el 12, el l y el 41 (en las glomerulonefritis el agente causal es del tipo 12, aunque a veces las nefritis agudas hemorrágicas pueden verse asociadas con faringitis pero de etiología no estreptococica del grupo A 7); 5.º) la capacidad inmunitaria del grupo se hace patente por la elevación en suero del título de estreptohemolisinas 32 • 38 • 69 · 75 o antihialuronidasa 4 L •12 , la antiestreptoquinasa o antifibrolisina 2 · 89 y la antiestreptodornasa o antidesoxirribonucleasa; 6.º) ni la capacidad de respuesta inmunitaria, que acabamos de mencionar, ni la gravedad de la E. E. desencademante mide la diferente malignidad de la I. R. 7.º) El test de antiestreptolisina «Ün por encima de 200 U. U. 26 es el mejor índice de la I. R., ya que llega a ser positivo en el 95 por ciento de los casos y le sigue el de la antihialuronidasa (70 por ciento) y el de la antiestreptoquinasa (60 por ciento). 8.") El aumento de anticuerpos M. (del sistema proteína M-anticuerpo M) en la I. R. es 500 veces mayor y aumenta más rápidamente en la E. E. que no evoluciona hacia la l. R. que la que hace esta transformación (Donovan) 31 . La mejor técnica para medir la M-proteína es la propuesta por Kuttner y Lenart 32 que objetivan en un suero la presencia de anticuerpos M reactivos a la inyección de M-proteína por métodos bacteriostáticos. d) Patogénesis (introducción conceptual).-Considerada la I.R. como una consecuencia de la infección estreptocócica -de determinadas características bacte- Vol. l1l riológicas- que evoluciona en forma no supurativa, se ha planteado con ayuda de las técnicas inmunológicas el problema de los mecanismos patogénicos de esta peculiar evolución. En efecto, desde los estudios de Coburn y Pauli 17 se conoce el alto título de anticuerpos estreptocócicos en la l. R. que pueden evolucionar en diferentes formas. Por ello el conocimiento de esta variabilidad inmunológica reactiva frente a la infección estreptocócica y más concretamente del E~h ha sido objeto de las más exaustivas investigaciones: título de antiestreptolisinas, antihemolisinas, antifibrolisinas, así como precipitinas específicas anti-M y respuesta cutánea a proteínas específicas. Fueron Rich y Gregory 79 los iniciadores de la investigación sobre las proteínas específicas del estreptococo que Wannamaker 96 ha concretado en la capacidad inmunitaria <canti-MJi frente al antígeno M. El sistema M-anti M tendría la misión de establecer una cierta singularidad inmunitaria que serviría para comprender mejor -dentro de un problema tan desconocido- la evolución hacia la l. R. de algunos enfermos de E. E. e incluso con cuadros tan variados como señala Donovan 31 , que esquemáticamente los resume en cuatro grados diferentes: l.º con V. de sedimentación aumentada, pero clínicamente asintomática; 2.º síntomas generales de enfermedad; 3.º carditis y 4.º carditis y artritis, es decir el tipo clásico de I. R. ¿Por qué en ocasiones se produce la transformación de la E. E. en I. R.? He aquí el problema: con respecto al factor edad se ha pensado en que habría una curva vital de posibilidad para adquirirla; así en los niños menores de 5 años prácticamente no hay l. R. Para algunos autores 31 ello supondría una falta de capacidad inmunitaria en dicha edad. Sin embargo los trabajos de Schwiff 86 han demostrado que es sobre todo un problema de reiteración de infección y los de Bearg y cols. 9 suponen que las infecciones infantiles dejan al enfermito en una anómala capacidad reactiva. Sería del mayor interés conocer los límites de Marzo 1959 LA IN F ECC IÓN REUMÁTI CA esta capacidad de respuesta, por la que una infección estreptocócica -aparentemente similar- puede producir tan diferentes evoluciones. Precisamente tanto del comportamiento biológico del germen como de la capacidad de respuesta del huésped dependerían las características de la l. R . 32, 34, so, 82. s3 . En esta reacción antígeno-anticuerpo la elevación del título de antiestreptolisinas puede ser unas veces breve y poco alto (tipo I), otras más elevado y no excesivamente largo (tipo II) y finalmente una curva alta y prolongada (tipo III). Sería _precisamente necesario el tipo III 76 de respuesta para la realización de la l. R. En cuanto a la histogénesis de la l. R. , de la que se ha adquirido una importante experiencia por la biopsia de orejuela en la intervención de la estenosis mitral 94 (que presenta desde la forma del nódulo de Aschoff 4 hasta los grandes procesos esclerosantes, así como lesiones trombosantes) sólo diremos que no parece existir correspondencia entre la lesión y la aparente actividad clínica 3, 35, 52. Hasta qué punto éstas y muchas de las lesiones valvulares que se exploran en el curso de l. R . son realmente irreversibles o francamente recuperables e incluso regresibles es otro aspecto del mayor interés. Ante casos tan notables de desaparición de grandes soplos, muchas veces se llega a pensar si son sólo funcionales. Sin embargo hay que aceptar la reversibilidad del proceso anatomopatológico gracias a la precoz terapéutica y por tanto desde un punto de vista patogenético aceptar las posibilidades de regresión, al menos clínicamente, de la lesión histopatológica de la l. R. en sus fases iniciales. B. PATOCRONIA , SINTOMATOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO DEL a) l. R . Patocronia Ha sido fundamentalmente estudiada en dos tipos de enfermos. Por una parte en el contingente de enfermos reumáticos in- 59 gresados en los hospitales infantiles americanos y por otra en las agrupaciones militares con alta incidencia de reumatismo durante la segunda guerra mundial (Rammelcamp y cols. 74 y Coburn 18 , 19, 21) . La duración media de la l. R. suele ser de 52 días (Bates 8 y Carmichael 13) . o de 12 a 15 semanas (Massell), siendo la incidencia de la lesión valvular variable y en general tanto más elevada cuanto más tardío ha sido el tratamiento (Massell 53 y Me Ewens 59) . Cuando se analiza estadísticamente la iniciación de la auscultación cardíaca patológica, se observa que en el 44 % aproximadamente coincide con el comienzo del brote de reumatismo articular y que aparece en la 2.a, 3.\ 4.a, 5.ª 6.ª y 7.ª semana respectivamente en el 11, 7, 3, 2, O y 1 % de los casos. Estudiando la evolución de la l. R . Corburn 19 considera una primera fase de E . E . en la que, con mayor o menor virulencia y sin relación con el futuro del proceso se origina la infección estreptocócica que suele durar tres o cuatro días y con sintomatología de vías respiratorias superiores, así como tonsilitis, faringitis , etcétera 6 • 22 • 33 • 67 • A esta fase inicial seguiría una fase de cclatencian que puede durar dos o tres semanas, y a partir de entonces aparece la segunda fase de afectación articular, endocárdica o pancardítica, así como posibles localizaciones dérmicas, nódulos subcutáneos o eritema marginado. Respecto al llamado período o fase de cclatencian no siempre las cosas suceden como las hemos descrito, ya que pueden existir signos de enfermedad al menos analíticamente (ej. aumento de la VSG) por lo cual se supone que en conjunto no se trata de dos cuadros separados por un período de normalidad sino una misma situación de enfermedad con dos ondas de agudización : una inicial, de pocos días, que corresponde a la E . E . y otra final de casi dos meses, que corresponde a la l. R. La fase intermedia duraría de una a dos semanas como acabamos de decir. Para Donovan 31 la l. R . {¡Q Vnl. T!f realmente con el comienzo de la E. E. es por tanto erróneo considerar la fase <clatencia>> como intermedia entre dos procesos distintos. como ya hemos visto y viendo radica en el hecho de que la E. E. evolucione con un gran esclínico unas veces hacia formas suexudati vas según Powers y Boisvert ;i en los niños menores de años, y otras hacia las formas no con la l. o asintomáticas. estudio evolutivo de la I. R. en la edad escolar en sus variados cuadros de carditis ha sido muy bien en tina por Macera y so. La entre la l. R. y las endocarditis bacterianas es de un gran interés como señala iméncz Díaz 1" en un estudio reciente sobre endocarditis bacterianas. pos militares superaban dicho límite de edad. el criterio de modificado por la American Heart Association 61 , hemos dividido dichas manifestaciones en dos grupos fundamentales: el de las llamadas y el de las «menores)). Sin hacer un estudio de cada una de lo cual nos llevaría :rnuy lejos, vamos a pasar una somera revista de lo que consideramos de más interés entre los síntomas ((mayores)): carnódulos subcutáneos, eritema corea y los menores. Entre las manifestaciones Carditis. ((mayores)) la es a todo el proceso un carácter de masin el cual la I. R. sería una Para Saslaw Hz la caren todos los casos de la b) mapor la las estadísticas que de I 7 años, de de gru- encuentran casos en los cardíaca parece no dísticas la frecuencia de la carditis oscila alrededor del 50 100 de todos los caque aumenta en los sos de I. grupos de enfermos menores de 7 años (71.8 por Es evidente que el mayor SINTOMATOLOGIA DE ---- ----- --· SINTOMAS MAYORES MENORES I. ---------------·----·--·--------------·-··-- casos de menos 17 años n' o Carditis Artritis Cerca Nódulos subcutáneos Eritema rnargi11ado 71 Fiebre 89 ()! rt ralgia.; Ala1-gan1ienio 90 º'o 25 92 º'o p R. Elevación VSG Leucccitosis Proteína C-Rcactiva Antecedentes de E. Respiratoria Antecedentes de l. casos de o º/) º' ()! 11,9 13.1 8.4 o· ,, ()/ L7 ()/ 7,3 o o (){) de 79 98,8 35 94,6 71 ()/ o % ,, o/ o o/ o º{, )j (/tZO } i))~Í LA lNFECf.l(JN REUMÁTICA o menor porcentaje dependerá del criterio el cual se identifique dicha manifestación. Sin detenernos a un estudio detallado señalar como principales manifestaciones de esta carditis: 1), los soplos; la dilatación cardíaca progresiva; 3), la y la insuficiencia carmanifestaciones son, como se variables en su aparición en que cada una de ellas presente. l.'' La Am. Heart Ass. define Jos soindicativos de carditis: soplo sistólico mesodiastólico apical y soplo Muchas veces es difícil si un es el resultado exclusivo de la lesión endocardítica (insuficiencia mitral aórtica o de o, por el contrarío, se debe a la dilatación ventricular consecutiva a la miocarditis. Es posible que ambos intervengan en o menor proporción y sólo será esclarecer ésta ante la evolución ya que la persistencia de una vez la I. R. aboga por el su desapariprimer factor, mientras segundo. Adeción hablaría en favor más de todo esto es necesario tener en cuenta la posibilidad de soplos funcionales <<inocentes n o de aquellos orgánicos debidos a defectos congénitos, que no tienen nada que ver con el proceso. 2." La dilatación cardíaca a la que ya hemos hecho alusión no es sino la expresión del proceso siendo variable en su intensidad. sólo ser 4. º La cardíaca congestiva observada en el 7 .9 por 00 de los signo pronóstico casos es un severidad de la carditis, ya acerca de ()] que en estos casos la mortalidad alcanzar hasta el 25 por 00 máxime si se asocia con la Dentro de las lesiones raciones un por total de enfermos una gran variedad y por ello no las descr;birernos. Sólo haremos mención del del intervalo que es Ja alteración por l ciente carditis es otros signos. de las cienes a mayores)) es la artritis. Sus características son bien conocidas: dolor. bor y calor limitación de los movimientos y un carácter se debe el nombre de tcria. Es tener en cuenta sus diferencias con la que carnee de manifestaciones y que es sólo un síntoma menor de la Nódulos subcutáneos.·-· De consistencia dura, se encuentran en los adultos (! 3, niños (1,7 por 1 suele limitar a la con una cierta frecuencia. Es característica 1a precisa delimitación de los elementos de erupción que se localiza sobre todo en el tronco, a veces las y generalmente nunca en la cara. Corea.--Las relaciones entre corea e l. R. están de ser bien conocidas. Bien definida y diferenciada de cuadr~)S un criterio '""'""'v" De las manifestaciones amenoresn aparte de lo que ya hemos dicho ele ·.j ( l- Vol. Ifl E. ORTIZ DE LANDAZURI-iJ. MARTINEZ-CARO sólo señalaremos el interés de la determinación sistemática de 1a VSG (aumentada al estarlo el fibrinógeno del plasma) y de la proteína e-reactiva, presente en el suero de los enfermos de l. R. Tanto uno como otro test son buenos índices de la actividad del proceso, aunque tienen el inconveniente de normalizarse durante el tratamiento con ACTH o cortisona cuando aún persiste la actividad inflamatoria del proceso. Junto a estos exámenes de laboratorio, aparte de la ya mencionada investigación directa bacteriológica, tenemos la determinación del título de antiestreptolisinas ((Üli (AELO), elevadas en el curso de la l. R., así como de los demás anticuerpos ya mencionados y un conjunto de test inespecíficos, como son la determinación de mucoproteínas, de fidelidad bastante precisa, y la de polisacaridos, inhibidor inespecífico de la hialuronidasa, etc. c) Diagnóstico De todo lo que llevamos dicho podemos sacar varias conclusiones en lo que se refiere al diagnóstico. La primera es que la clínica sigue siendo la base fundamental donde se asentará todo diagnóstico de I. R. Especialmente la demostración de, al menos, dos o más manifestaciones mayores o de una mayor y dos menores suele ser considerada como necesaria para un diagnóstico positivo 83 . De entre las manifestaciones mayores son, sobre todo, la carditis y la corea de Sydenhan las que casi siempre permiten asentar el diagnóstico. Por lo que se refiere a la carditis su diagnóstico gira generalmente alrededor de los soplos cardíacos. Su presencia indica casi siempre que el paciente padece o ha padecido I. R., aunque no necesariamente que ésta esté en actividad, para lo cual se requiere la presencia de alguna o algunas de las demás manifestaciones. Es, sin embargo, importante eliminar como decíamos la posibilidad de soplos funcionales inocentes o de soplos orgánicos debidos a defectos congénitos, lo cual a ve- ces, no es empresa fácil. En estos y otros casos es de gran ayuda el estudio electrocardiográfico, ya que la elevada frecuencia de alteraciones en el curso de la carditis (89,5 por lúO) lo hacen ser de gran valor a este respecto. Cuando a los soplos se asocian las otras manifestaciones de carditis (dilatación cardíaca, pericarditis e insuficiencia congestiva), el diagnóstico de la carditis se puede dar por seguro, estando en estos casos agravado el pronóstico de la afección. Cuando, a la inversa, el síntoma sobresaliente es la dilatación, la pericarditis o la insuficiencia cardíaca, el asegurar su origen reumático dependerá de varias circunstancias, pero la existencia de un soplo tendrá gran valor probativo. La corea de Sydenhan, de existir, debe inclinarnos fuertemente hacia el diagnóstico de I. R., teniendo en cuenta que podemos encontrarla, bien sea en su forma pura, bien acompañando a otras manifestaciones. La artritis, asociada a la carditis es prueba importante en favor de la I. R.; aislada es menos específica, aunque siempre de gran importancia diagnóstica. Los nódulos subcutáneos tienen un valor secundario, ya que su aparición es relativamente tardía (3 semanas). Su presencia, lo mismo que la del eritema marginado, tiene sobre todo valor confirmativo. De los estudios de laboratorio creemos que los de mayor utilidad son: la V. S. G., los test de proteína e-reactiva 98 • 1º3 , difenilamina 20 , ácido siático 21 , el estudio de las mucoproteínas 46 y las determinaciones de estreptolisinas ((On ya comentadas y que fueron estudiadas en su relación con la V. S. G. y proteína C-reactiva por McCarty ss. A) EPIDEMIOLOGÍA, PROFILAXIS Y TERAPÉUTICA DE LA a) l. R. Epidemiología El conocimiento del porcentaje de afectación de I. R. en una colectividad se Marzo 1959 LA INFECCIÓN REUMÁTICA puede lograr a través de la recogida de «nuevos casos¡i de la enfermedad durante un año o revisando toda la colectividad y anotando las personas que específicamente de una u otra manera están afectadas por la l. R. en aquel año en sus diversas formas: l. R. A.; I. R. l., o E. R., así como las carditis activas e inactivas, es decir, la historia natural de la I. R. en su pasado y presente. Nosotros creemos que como señalan Diehl y Lade 32 esta última forma es la preferible. En el amplio estudio de Collins 21 en un conjunto de 825.000 familias blancas encontró una proporción de 0,35 por 100 habitantes, de formas clínicas de nuevos casos de I. R. durante un año. Por otro lado, siguiendo el estudio con el criterio del total de afectados, es decir, en los que teniendo menos de 25 años habían tenido alguna vez l. R. se elevaba la proporción del 4,56 por 1.000. Este dato creemos que da más idea del volumen del problema. Se considera actualmente estos valores del 4 por l 000 como la representación de la intensidad de la I. R. en los Estados Unidos, en las escuelas, aunque en algunas zonas más afectadas ha llegado al 4 por l 00 de la población escolar (Paul y Dixon 68 ). Similar proporción, 37 por 1000, encontraron Coburn y Young 19 en los centros de enseñanza de la marina americana en 1943. En Inglaterra Wood 101 considera la proporción de afectados en un 2,6 por 100. Se puede calcular en 2.000.000 los que han sido alguna vez afectados de la l. R. en los Estados Unidos 1 . De ellos una cuarta parte (500.000) han dejado lesiones residuales de un modo teórico. Siguiendo este criterio en España, que representamos como un quinto de aquella población americana, serían 100.000 los habitantes afectados de valvulopatias postI. R. (véase cuadro). La mortalidad anual en Estados Unidos por I R. en su totalidad es de 18.000 y de ellos 1.300 corresponden a l. R. aguda; es decir, respectivamente, un 3,6 y 0,26 por l 00 de las l. R. con lesiones cardíacas. El estudio de la proporción de casos de muerte de I. R. en relación con el resto de la mortalidad en una población se puede calcular en: mortalidad por I. R.: 494 por l 0.000 fallecidos. Otro dato valioso en este sentido nos lo puede proporcionar que entre los 5 a 24 años el 31 por 100 de los enfermos cardíacos fallecidos lo rnn por l. R. Aunque el papel ccreumatogénicon de la infección por el estreptococo del grupo A está ya fuera de duda (quizás por el antígeno específico M), sin embargo, biológicamente y concretamente epidemiológicamente, multiples factores concurren para la realización de la I. R., entre ellos se conocen: la edad, la susceptibilidad individual y determinadas circunstancias exógenas. 1) Edad.-Muy discutido es el mecanismo patogenético. bien por reiteración infectiva, que posibilita la implantación de la l. R., bien por una especial capacidad de la maduración inmunitaria sin la cual no hay posible realización de la l. R. Sobre esto ya hemos hecho algún comentario que podemos concretar diciendo que la edad interviene en las manifestaciones de la enfermedad e~treptocócica en el niño ~ 1 • 2) Su~ceptibilidad individual.-Ligada a factores constitucionales hace posible una mayor frecuencia de aparición de I. R. en determinadas familias. El posible papel de la reiterada infección con E. grupo A no parece ser verosímil, por lo m:c · nos de modo absoluto. Un ejemplo muy ilustrativo de un factor constitucional lo tenemos en la observación de Quinn 72 • De 757 casos de I. R. en una agrupación familiar por un brote de infección de vías respiratorias con tonsilitis una cuarta parte ya habían tenido algún brote anterior de I. R. 3) Factores exógenos.-La época del año y clima, son de extraordinario interés: en invierno y principio de primavera es cuando más frecuente es la I. R. y del mismo modo más en las zonas frías. Vol. :TI Ello, así como los factores sociales de nutrición, vivienda, hacinamiento, sión, puede contribuir a que sea más fácil la propagación de la E. E. y posterior reahzación de la l. R. Todo ello i, plantea problemas de orden patogenético respecto a la susceptibilidad del hombre que en parte ya hemos sefi.alado y que aún no están resueltos, lo que supone la falta de una base estrictamente científica a la epidemiología, que queda condicionada a dos factores: uno conocido, el germen grupo A) y otros desconocidos, la susceptibilidad del huésped, en donde la edad, el sexo y las condiciones constitucionales, familiares, raciales, etc., influyen. Por ejemplo, ya Sydenhan sefi.aló que la corea era dos veces más frecuente en la mujer e ;gualmente hasta los l 3 afi.os las niñas son más afectadas que los nifi.os. Esta mayor proporción en las muchachas parece mantenerse siempre de tal forma que se calcula en un 55 por 100 la afectación de I. R. en el sexo femenino frente a un 45 por 100 en el varón. A favor del papel genético el estudio en gemelos demuestra que mientras en los univitelinos la l. R. se presenta en el 28 por lCO de los casos en los hermanos sin estas condiciones es sólo el 8 por 100 77 . Finalmente, diremos que el factor personal se pone en evidencia en la facilidad con que se origina una L R. después del brote de E. E. 8'>. 1º2 • De tal manera que mientras el procento de I. R. post E. E. puede ser del 3,5 por 00 en los casos sin historia previa de l. la nueva transformación del E. E. en l. R. puede llegar a ser de 60 por 100 a 70 por 100 de las infecciones estreptocócicas. Profilaxis Consecuencia de la anteriormente concretada epidemiología son las bases de la profilaxis. En efecto, si se acepta que la E. E. es la responsable de la l. R. siendo su mayor o menor posibilidad de evolución consecuencia de factores endógenos y exógenos se comprenderá que en estas tres direcciones se ha de dirigir la profilaxis, es decir, evitando: J.", las influen- cias exógenas, 2.", endógenas, 3.", sobre los factores vWJ>~F,> l. del condiciones cías y scbre todo del hacinamiento. Es un hecho absolutamente seguro que si existe . R. y conviven en la misma habitación varias personas las de conson mayores. aquí una de las razones de la frecuencia de l. R. en agrumilitares i 2 . De todo ello se deaislar enferv~'v'"'"'~"' cuarteles, etc. e incluso en las propias casas. Robertson aconsejaba la esterilización del aire 80 • 2.") lnfhm1cias potentes si recordamos Massell que considera que la recaída de R. a un 50 por 100 entre los enfermos tanto, al que tenemos más vigilar y evitar nuevos contagios es al que ha tenido ya I. R. o en que pertene3.") Factores ha pretendido la realización de la profilaxis por dos vías: a) inmunización y b) esterilización. a) lnmamización con vacuna de estreptococos de escarlatina no dio resultados como profilaxis de la I. R. (GabritschewsEl intento de lograrlo con la inyección de estreptococos muertos al calor o por radiaciones ultravioletas basado en el conocimiento de las proteínas específicas reumáticas M del grupo A de estreptococo e independiente del tipo, tampoco dio resultado (Young y Breese 10'). La pretendida inmunización de la I. R. con estreptococos de un determinado tipo como ha recomendado Rantz 76 resulta en la práctica inaccesible. b) Esterilización. La verdadera profilaxis se logró después de los trabajos ya citados de Coburn y Moore 16 y Thomas y France 93 con las sulfamidas, así como de H0user y Eckhardt 11 con la penicilina. 11arzo Jo/)9 INFEf:f:!(¡~¡ llE!TMÁTlCA A partir de los hallazgos de Stollerman y cols. 91 , que en 1955 demostraron, despué:; de dos años de observación, que tras la administración de l.200.000 u. u. de Benzatina penicilina G. por vía i. m. una vez al mes se mantener sin estreptococos a los Comparativamente no hubo recaída entre l 45 pacientes de L R. cuando se les inyectaba mensualmente dicha pen;cilina G benzati na; hubo, por el contrario, tres recaídas entre l 11 de R. cuando tomaban por oral diariamente de 200 a 200.000 u. u. de penicilina y 5 entre 75 casos de L R. cuando tomaban diariamente 1 gr. de Sulfodiazina. Estos hechos han Sído posteriormente -desde 1955- confirmados por diversos autores. Actualmente la según Wood 100 se concebir en dos formas: a) primar;a o anterior a la R. Esta ¡irofilaxis se evitando el tránsito de E. E. a I. R. 3 por 100). b) Secundaria o para evitar las recaídas cuando ya ha tenido el enfermo una l. R. (normal hasta un 50 por este autor los principios que deben presidir la profilaxis secundaria de la L R. serían: l.º) Realizarse en todos los pacientes con historia de I. R. o signos de carditis reumática. 2.º) Persistir de modo ininterrumpidc. 3.º) Comenzar una vez diagnosticada y tratado el brote activo de l. R. La técnica profiláctica para la prevención primaria sería: tratamiento de las infecciones estreptocócicas en la población general: Penicilina i. m.: una inyección de Benzatina G a la dosis de 600.000 u. u. en niños y 900.000 u. u. a 1.200.000 u. u. en adultos.Penicilina Procaína 300.000 u. u. por 3 cada 3 días en niños y 600.000 u. u. por 3 cada 3 días en adultos hasta desaparición de foco de E. E. Penicilina oral: 200.000 a 250.000 u. u. varias veces día durante 1O días. Antibióticos de espectro cuando hay sensibilidad a p.:nicilina. para la prevenc1on de infecciones estreptocócicas en individuos reumáticos puede realizarse de tres formas: Benzatina penicili- na G i. m. 1.200.000 u. u. una vez cada mes. Oral: Sulfadiazina, 0,5 a 1 gr. diario; Penicilina: 200.000 a 250.000 u. u. una o dos veces al día. Se recomienda sobre todo el primer tipo. El valor de la penicilina para profilaxis en estas condiciones es evidente 51. 55 · M A favor de la Benzatina Penicilina G sobre los otros procedimientos hablaría su cómodo suministro y eficaces resultados 51 frente a la penicilina oral, la cual, sin embargo, tiene la ventaja de que se tolera mejor en ciertas personas, lo que hace que la administración oral de la Penicilina sea recomendable (200.000 u. u. por 2 cada día). T'RATANIIENTO La disminución de la mortalidad de la I. R. y sus secuelas se debe en parte a la terapéutica, pero, es posible haya otras razones que aún no quedan bien explicadas, por las que desde 1940 el descenso es 1/6 de la de aquella fecha Vamos a resumir el tratamiento siguiendo los consejos de McEwen s9 y Freed Hiss 36 . La evolución de nuestros conocimientos terapéuticos sobre la l. R. ha sido sorprendente en muchos aspectos, pero curiosamente sigue siendo esencial el tratamiento con los derivados salicílicos tal y como se inició con el descubrimiento por McLagan 51 en 1876. Resulta realmente interesante conocer 104 cómo se llegó a esta [:elíz observación terapéutica, basándose en un razonamiento de pura casual analogía. En efecto, se supuso que así como en donde hay fiebres intermitentes existen plantas que lo curan (quinina), así donde hay reumatismo debería haber plantas que igualmente lo curarían y de ahí el empleo de las Saliláceas y su principio salicín que es realmente derivado del ácido salicílico. Al paso de los años seguimos diciendo que el ácido salicílico es la terapéutica de elección, ya que como señalan Lazar y cols. 49 , de 56 enfermos de R. tratados con él, en el 58 por l 00 desapareció la fiebre al tercer día y en el 77 por 100 a la semana de tratamiento: y que la 66 k ORTIZ DE LANDÁZUR!-U. MARTÍNEZ-CARO cortisona y similares no modifica por sí sola la evolución de la I. R., ya que, según Hecht y cols. 13 la dosis terapéutica llega a ser tóxica. Se ha llegado en resumen a observar que del 50 por 100 de carditis que quedaban permanentemente con anterioridad, actualmente sólo quedan el 26 por 1OO. Tratamiento recomendado por McEven: l. Si un enfermo padece de I. R. debe administrársele penicilina hasta que deje radicalmente de ser portador de E. grupo A. 2.º A partir de este momento se le debe administrar penicilina en la forma que ya dijimos: 1.200.000 u. u. de Benzatina penicilina G una vez al mes para evitar vuelva a ser portador de E. grupo A, y con ello se produzca la recaída. 3.º Si no hay carditis se le administra además de la Penicilina, Salicilato §ódico a razón de: 10 gr. al día durante dos días, 7 gr. al día durante cinco días, 5 gr. al día durante tres semanas y l gr. al día durante una semana. 4.º Si hay carditis se administrará además de lo anterior, 300 mgs. de Cortisona (ó 30 mgs. de Prednisona o Prednisolona) al día durante seis semanas, Cloruro potásico en tabletas de J gr. por vía oral en número de dos o tres al día (siempre que el enfermo orine más de 1 litro), mientras dure la terapéutica con Cortisona. 5.º Si se administra cortisona, al suprimirse ésta se seguirá administrando el salicilato sódico durante tres semanas a razón de 5 gr. al día para evitar el fenómeno de rebote. Los test de actividad deberán ser los conocidos: Velocidad de eritrosedimentación e-proteína, mucoproteínas, etc. Tratamiento recomendado por Free.d Hiss 36 , es muy similar y se puede resumir así: a) Destrucción de los estreptococos U na inyección intramuscular de 600.000 a 900.000 u. u. de Benzatina penicilina G según la edad (niño o adulto). Inyección i. m. de 300.000 a 600.000 u. u. de Benzatina penicilina G cada tres días para Vol. 11! un total de tres dosis. Una tableta, por vía oral, de 200.000 a 250.000 cada seis horas, de Penicilina, para un total de 40 dosis, o sea diez días. Si el paciente e3 sensible a la penicilina se pueden utilizar otros antibióticos del grupo de las tetraciclinas, aunque no tienen el mismo efecto. Las sulfamidas, ya hemos dicho, no deben utilizarse. b) Mantenimiento profiláctico del efecto antiestreptocócico Se pueden utilizar uno de los siguientes preparados: 1. Sulfodiazina; ll. Penicilina oral; III. Penicilina parenteral. IV. Otros antibióticos. l. Sulfodiazina a la dosis de 1/2 gr. al día, vía oral, si el enfermo pesa menos de 30 kg. y dos dosis de 1/2 gr. una cada doce horas, si pesa más. II Penicilina oral: dos dosis diarias de 200.000 a 250.000 u. u. III. Penicilina parenteral: una inyección i. m. de 1.200.000 u. u. de Benzatina penicilina G cada mes. Es el mejor procedimiento. IV. Otros antibióticos: Si el paciente es sensible a la Penicilina y Sulfodiazina. c) Reposo El reposo será incluso absoluto en casos necesarios por el cuadro febril, doloroso o cardíaco, pero no se debe exagerar. El reposo será relativo en cuanto pasen las circunstancias que agravan la situación. Finalmente, no hay inconveniente en que haga una vida de cierta activ¡dad. Cuando la temperatura y el corazón funcionan normalmente y el paciente "se siente mejon se debe ir teniendo más libertad de movimiento. En general se exagera más la nota de un excesivo reposo que de una mayor liberalidad de movimiento. Ello no quiere decir que no se cuide la evolución clínica, E. C. G. y exámenes complementarios (V. de S., mucoproteínas, etc.). d) Drogas Aspirina (acetil salicílico). Dentro de las variaciones individuales se dará el primero, segundo e incluso tercer día que .liarzo 1959 67 LA INFECCIÓN REUMÁTICA es lo más que dura el cuadro febril de la l. R., la dosis de aspirina máxima que puede tolerar el enfermo sin pasar de 10 a 12 gr. en 24 horas. Después se irá bajando la dosis a la mitad y a la cuarta parte, hasta que pasadas dos semanas, si todo va bien, se va descendiendo hasta valores de uno o dos gramos al días. Si la situación empeora se vuelve a dosis más elevadas. Hormonas. Primer día: 75 mgs. de Hidrocortisona cada seis horas. El segundo día: 50 mgs. cada seis horas. El tercer día: 45 mgs. El cuarto día: 40 mgs. y el quinto día 35 mgs. cada seis horas. Estas dosis se mantienen hasta que desaparezcan los síntomas y se suprime o se sube algo la dosis si hay retroceso. Si se emplea la Prednisona o Prednisolona se sigue la misma pauta con una dosis cada seis horas de 20, 10, 10, 5 y 5 mgs. en los días primero al quinto de tratamiento. Después 5 mgs. cada ocho horas dos días, cada doce horas, dos días y cada 24 horas los días seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce y trece de tratamiento: dosis total 270 mgs. Si existe el fenómeno de «rebote» se irá suprimiendo aún más despacio. El ACTH puede darse al terminar el tratamiento con esteroides corticales para evitar el rebote. El CIK tres veces al día durante los días de tratamiento con cortisona o prednisona. Cuando se administra ACTH: una dosis de 2 a 3 u. i. por vía venosa por kilo de peso. Cuando se emplee ACTH liofilizado se divide la dosis en cuatro 'inyecciones i. m. Con el ACTH-gel se divide en dos dosis. Se administra CIK y restricción de Na como decíamos antes. Efectos colaterales son los habituales en estos tratamientos. Algunos casos se han descrito de complicación hipertensiva, glucosuria, cambios mentales, aumento de apetito, aumento de peso, hepatomegalia, pigmentaciones, etc. En los casos de insuficiencia congestiva puede ser necesario administrar asociadamente diuréticos mercuriales y digitalización. e) Tratamiento general En la insuficiencia circulatoria es más importante el tratamiento antirreumático (penicilina, aspirina y hormonas) que el propiamente circulatorio (digital, diuréticos, dieta sin sal). Los anticoagulantes pueden ser útiles. Los preparados de quinidina en los estados arrítmicos muy cuidadosamente administrados y nunca si hay insuficiencia circulatoria. Cuando la lesión residual sea una insuficiencia mitral o aórtica no ser exigentes en las restricciones si además no hay signos de aumento del ventrículo izquierdo; a veces pueden ser atletas. Si el ventrículo izquierdo está aumentado aconsejamos restricciones. En la estenosis mitral se aconseja reposo según la cuantía de hipertensión en círculo menor. En la estenosis aórtica si no hay hipertrofia del ventrículo iz~ quierdo (E. C. G. y radioscopia) se dará gran libertad de movimiento. En personas de edad vigilar la asociación de estenosis aórtica e insuficiencia coronaria que suele ser una asociación muy frecuente. Desde el punto de vista quirúrgico la estenosis mitral es la más frecuentemente intervenida. La indicación depende de la sintomatología del círculo menor más que de la auscultación más o menos marcada. Respecto al género de vida de estos enfermos se debe tender a una vida lo más normal posible; igualmente a lo referente al casamiento y embarazo. Este se vigilará sobre todo si hay o ha habido signos de insuficiencia circulatoria en cualquiera de sus manifestaciones. Sólo cuando esta insuficiencia ha sido previamente muy marcada se debe aconsejar previamente el embarazo en sentido negativo. D) ÜRGANIZACIÓN DE UNA CAMPAÑA PROFILÁCTICA FRENTE A LA l. R. Para iniciar esta campaña profiláctica en una región, es condición esencial conocer previamente la intensidad de la I. R. Con este fin debe hacerse una exploración todo lo más amplia posible en escuelas, 68 E. OHTlZ DE LA ~DÁZUHl-D. 'v1ARTÍ"IEZ-f.ARO cajas de ccnocer el pasado como en Conociendo el tanto por ciento bien en escon secuelas de tado de actividad o inactividad tendremos un índice bastante de la realidad estadística de El estudio del carditis reuprocento de mortalidad máticas en estado de o inactividad reumática es igualmente muy valioso. Del de todos estos informes y su estudio con otras se deducir hechos de gran valía para enjuiciar la intensidad de la I. R. Se establecer tres consideramos t;po cuando el reparto procentual de afectación de I. R. en los niños de 5 a l 5 años es al 3 100. En pasa OO. . a la intermedia y en donde la afectacíón el l. R. en la población escolar es 3 por 100 (estados nórdicos de los Estados Unidos). Consideramos cuando el procento de al 3 por 100 El reparto de los tipos de afectación en se desconoce las distintas zonas de y sería muy eficaz su conocimiento. Es de esperar que en el de la Sociedad española de (Santander, l 959) se avance en este conocimiento por ser éste un tema a tratar. Sería muy de desear la creación con carácter de vigencia de una organización sanitaria dirigida por la Jefatura de Sanidad, curadicaría en dispenyo centro de sarios que en relación con los médicos clínicos estudiaría la l. R. y se tomarían medidas profilácticas y terapéuticas en aquella región, ya que, en general, ninigún proceso suele ser tan desordenadamente tratado y vigilado a como la R. vez son estudiados estos con mayor detenimiento, con fin de precisar el valor Tales son.por ejemplo, los cols. 10 en gede Hamilton melos y los recientes de Miller y cols. 61. en los que se estudia el valor profiláctico Vol. J!J de la penicilina en los niños que han tenido l. R. y se compara con las infecciones estreptocócicas en sus hermanos gemelos sanos, en los que se elevan a casi el l 00 por l 00 de todos estos niüos sanos las E. E. anuales, sobre todo a fin cb invierno y principio de la primavera. ¿Cuáles son las consideraciones que nos debemos hacer para la realización de la profilaxis de la I. R.? Recordando lo anteriormente señalado al referirnos a este diremos que la de la R. puede ser: primaría o secundaria. La profilaxis primaria se lleva a cabo en ciertos casos y la secundaria siempre. En efecto. la profilaxis primaria no puede ser global (a todas las personas de una co· lectividad), ya que supondría un consumo de medicación exorbitado. Se debe realizar esta profilaxis primaría o al brote de L R. cuando nos encontremos con personas que teniendo una E. E. ésta sea sospechosa de transformarse en I. R, en mayor proporción de lo habitual (3 por l bien porque estemos en un ambiente de epidemia estreptocócica y se hayan casos de I. R. o bien cuandcfarnilia sea propensa a las transformaciones de la E. E. en I. R. Tengamos además presente que una campaña profiláctica masiva primaria está incluso científicamente abocada al fracaso, ya que los estudios realizados por Ccrnfeld y colaboradores 25 demuestran que: todo niüo en edad escolar, al año en un 50 por 100 de los casos, ha tenido en su faringe por lo menos una vez contacto con el E~h, la mayoría de las veces del grupo A, otras veces no tipable y que este transporte de Ei3h en la faringe más o menos frecuente no significa nada en cuanto a la E. E. y que apenas actúa en el procento de portadores la administración intermitente de penicilina. La profilaxis de la I. R. secundaria. es decir, cuando se ha iniciado ésta o ha pasado una I. se hará siempre, corno es natural. previo tratamiento de la l. R. cuando estemos en fase activa. Esta llamada profilaxis secundaria puede proporcionarnos los mejores resultados, ya que lf!lrw ilJSCJ 69 LA nFECCTÓN HElJMÁTICA evita que los repetidos brotes de I. tan frecuentes, se extingan y el enfermo no termine en un cuadro de grave cardiopatía irreductible, como suele suceder. Los consejos dados por Chavez 27 · 28 para la profilaxis nos parecen muy justos: ." Declaración obligatoria de la I. R. 2." Organización de la Campaüa sanitaria a través de la Sanidad. 3.º Divulgación de los conocimientos sobre estos temas. 4." Vigilancia de los enfermos de I. R. repetida. 5.º Suministro gratuito de Benzatina penicilina G a los necesitados. 6.º se emplee siempre y lo más precozmente posible un tratamiento adecuado en todos los casos de l. R. En resumen, nosotros proponemos como profilaxis: a) Profilaxis de la L R.) en las E. E. que se realizan en 'llnbientes epidémicos. tanto de carácter familiar, como en agrupaciones escolares, militares. etc. que hayan tenido evolución hacia la R. en algunos casos. b) Tratamiento la l. R. lo más precoz y enérgicamente posible. Ya que la mejor profilaxis para el futuro del enfermo comienza en un buen y eficaz tratamiento, que tanto dependerti. de su calidad como de su precocidad. Se evitará así su capacidad de contagio. c) Profilaxis secundaria: en los ca~os eP que haya la I. R. Debemos considerar que un enfermo ha pasado la I. R. cuando: .") Lo asistido nosotros directamente; 2.") Lo hayan certificado oficialmente; 3.") Se descubra por anamnesis; 4º) exrloratorios de su anterior existencia (carditis má& o menos activa e incluso residual). Cuando estemos ante cualquiera de estas circunstancias debemos iniciar y proseguir la máxime si las condiciones exógenas sou favorables para la I. R. (clima, época del año, vida social, hacinamiento, etc.). Un test de I. R. no existe. Los datos analíticos de pero no absolutamente Como profilaxis se mensual a razón i. m. de de l .200.000 u. u. lleva conDe la de la I. R. no se nec~sitan comentarios, que sí bien come hemos venido desde un punto de vista de tasa de la mortalidad la l. R. no es excesivamente social lo es en cuanto a su en grado 2umo, invalidez que proporciona y los todo ello determina, télnto al corno a los seguros o a las beneficencias. BIBLIOGHAFÍA l. :2. A111er. llco·f Ass. C11n/iol'(fsrnl11r diseases in the U. S. Faclo and Fignn•o. i\Jcw York, 19.)8. A~rn¡.;11,.;o'i. !l. C.. \li:CAHTllY. J. Uin. fn¡;est. 27: 1Ti. A"DER'iOS. \V. logr (p. 2Bl). h\' c.º. 19.)7. l. i\,.;::J!OFF. L. H. (,. Ki•NKEl. A. ll. V erhrmdl. rl. rleu/s(h-¡;ath. 8. BATE~. l'J~8. 9. PEAnc. (i. ATWHEE. H. ~l. Am. f. Hi{!. i: .)·!:\, 1921. BAor;rn. C. F.. J. ll. DT"GLE. A. K FE· 1 u:n. R. <_;. llooGEH, W. S. JoHDÁN Y C. 11. l~\'11\IELKAMP. .'l l. ] l))). Arn. J. Hyg. .)8: I' B. . !E'l"!Sf;~ D. P. 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