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Sagrada Mercancía es una organización artística de carácter independiente y autogestionada, que
busca promover la práctica de las artes visuales por fuera de los medios oficiales y/o financiados por
la institucionalidad. Nuestro objetivo es tanto poder asentar un espacio crítico de reflexión estética
como promover el intercambio con otras iniciativas o proyectos relacionados con la producción, exhibición e inscripción de obras de arte de naturaleza independiente y de calidad. Somos un lugar de
enunciación artística y teórica que intenta levantar un precedente de trabajo alternativo a la “crítica
cultural” producida, promovida y financiada por el estado chileno.
Pensamos que las artes en sus diversas manifestaciones y en especial las artes visuales y la crítica
estética, no pueden ser reducidas a un procedimiento de negociación burocrático cuya obra y
obrar acaba siendo finalmente la «publicidad cultural» del régimen neoliberal al cual se sometió
mediante concurso. Dudamos de toda la empresa de estetización política que distingue y legitima
los estilos críticos de los artistas, curadores y teóricos formateados por los fondos de subvención
cultural privados o públicos. Nuestra toma de posición apuesta por un territorio autónomo capaz
de sostener una relación crítica real con las actuales condiciones de producción y recepción de
las artes visuales nacionales. No comparecemos bajo ningún radicalismo ortodoxo ni reblandecimiento intelectual de sobrevivencia. Deseamos abrir un campo de poder en un plano espacial
y temporal, llevando un proceso de inserción contextual y autoral de nuevas propuestas visuales.
Creemos que el desarrollo de esta iniciativa está destinado a diferenciar y valorizar una forma
crítica de pensar la inserción social de las artes visuales en el espacio local.
Santiago, 2014
ensordo
de
santiago cancino
del 18 al 25 de julio 2014
— Sazié siempre tuvo ese sonido imaginado. Evocar la muerte cuando dejas un cuerpo matérico y te
traduces a una configuración no específica; justo el instante o espacio donde existe la confusión de tu
propia forma sin tu propia carne —
La operación inscrita en este lugar que me lleva a producir estas ideas, viene a mí cual si fuese una
imagen previa llena de sentidos y con lapsus de breve visibilidad. Esto dio inicio a generar una serie de
obras que intentan dilucidar con sus recursos de rápida creación y captura, una idea aproximada de lo
que consiento desde la contención de una imagen antes de su disolución. Tan extraña es la sensación
que pareciera que las obras estuvieran hechas desde antes de producirlas por el sólo hecho de que imaginé el sonido que las engloba, y que sólo puede finalmente traducirlas con la investigación de su real
impacto in situ. Así, dialogar con el espacio planteado por Sagrada Mercancía, significó la introducción
de nuevas herramientas y experimentos sensoriales que aluden netamente a la proyección que concibo
para generar un resultado final de obra. Por ende, el desafío con el cual me vi envuelto se transforma en
un apoderamiento del lugar como un elemento más de índole estructural, posicionada su habitabilidad
como un “soporte inserto”, y articulando la expansión de mi obra a una materialidad viva que muta
constantemente.
Agradezco profundamente a Sagrada Mercancía por la confianza y su indudable apoyo para adquirir
esta gran experiencia conformada por el conjunto de obras que concentra “Ensordo”.
S. Cancino
Tinta acrílica y látex
sobre papel
428 x 120 cm
(80 x 120 cm cada panel)
2014
Tinta PVC sobre acrílico,
125 x 140 cm
2014
Planchas de aluminio, sistema de
iluminación eléctrica, condensador,
dimensiones variables
2014
sobre papel, luz estroboscópica
dimensiones variables
2014
Tinta acrílica y látex sobre
papel, luz estroboscópica
dimensiones variables
2014
papel, luz estroboscópica
dimensiones variables
2014
[Nota previa]
El presente texto de lectura ha sido construido
en correlación directa a las disposiciones reales
con las que hemos enfrentado el sentido colectivo del trabajo. No hay en él una retórica poética
que venga desde afuera a hacerse cargo del valor
estético de la obra. Su producción ha corrido desde adentro, dejando de manifiesto que su corpus
reflexivo ha nacido en correspondencia íntima al
conocimiento técnico que conlleva cada una de
las obras registradas en este catálogo.
La verdadera imaginación es imaginación técnica.
F. Bacon
Variaciones sobre el traspaso
César E. Vargas
I
Lo que nos propone la obra “Ensordo” de Santiago Cancino es, en
todos los sentidos posibles, la producción de una experiencia. El precepto que trae consigo no se oculta a ninguna forma de aprehensión
y, por ello, deja como verdad que una instalación artística alcanza un
mayor rendimiento estético cuanto más comprometida ha quedado
ésta a la experiencia sensible del sujeto. Cada una de las piezas de las
que se compone esta muestra se ofrece en su autonomía formal y, al
mismo tiempo, en mutua dependencia con el espacio. Hablamos de
esta obra como de una instalación precisamente por esa cualidad sobresaliente que adquiere la iluminación y el sonido dentro de la elaboración del espacio sensible. Un campo de sensación continuo abriga la puesta en escena de todo un proceso de derivación gestado a
partir del arte del grabado y la pintura. En cada una de las piezas nos
enfrentamos a una modalidad técnica que ha puesto en relación la
condición gráfica y plástica de las dos disciplinas con mayor autoridad histórica dentro de las artes visuales. No es abusivo plantear que
la síntesis de estos procedimientos de impresión es la que recorre en
todo momento la superficie de cada una de las obras.
Esta obra instalativa en términos de los efectos se demarca claramente en razón a los dos niveles con los que cuenta el espacio de exhibición. En el primer piso la experiencia se puede poner en pie en la
medida que uno se encuentra subordinado a un dominio conceptual
más que sensitivo; por otra parte, en el segundo piso la experiencia se
diluye en pura sensación y es casi imposible atender contemplativamente la escena. Dos niveles claramente definidos: uno dirigido a la
elaboración de un proceso reflexivo –pero no menos sensorial– de la
experiencia estética y el otro dirigido francamente a la posibilidad de
una experiencia estética sin sujeto. La contracción y disolución de la
subjetividad puede ser la figura justa para comprender la división misma que constituye “Ensordo”. Ahora bien, la condición bidimensional
en la que se encuentran en mayor o menor medida la totalidad de las
piezas, no resta crédito al hecho que éstas se conectan espacialmente
fuera de su propia planitud. Asistimos a la anomalía de una instalación que se resiste al espacio tridimensional, pero que no obstante lo
llena en términos acústicos y lumínicos. La luz y el intenso sonido
dub pasan de ser soporte y recurso a conformar parte del movimiento
vibracional que da sentido a las obras bajo el régimen espacial de una
instalación. El manejo dinámico de las formas está dentro del campo
sensitivo que recoge a cada una de las piezas dentro de un mismo
espacio. Todo está a la vista, todo ha quedado al descubierto a causa
de las modulaciones con las que la luz y la frecuencia del bajo fueron
empleadas.
II
Santiago Cancino es un artista que ha sacado al grabado fuera de
sí, es decir, lo ha llevado a una expansión procesual y material. La
búsqueda de intensidad domina en todo el proceso de expresión de la
forma. Ha extraído de la condición técnica del grabado un procedimiento tecnológico de traspasos que encuentran en lo pictórico un territorio de disputa. En este registro una de las obras que mejor expresa
esta pugna es, sin dudas, el políptico de la muralla lateral derecha.
Cada uno de los cinco paneles de papel velin arches de 80 x 120 cm.
poseen una iluminación convencional y están enmarcados en aluminio. Lo que hace de este políptico una superficie hibrida es la forma
en que fue elaborado, pues cada uno de los papeles fue pintado a nivel
del suelo y una vez que éstos fueron retirados del agua. Toda la expresividad de las manchas negras, dominantes en prácticamente toda la
muestra, han sido elaboradas con pincel e impresas por traspaso serial. Así, la mancha una vez plasmada y estando el papel aún húmedo
es traspasada al segundo papel, quedando algo así como el negativo de
la forma inicial. Comprendemos entonces que el recorte de la figura
pictórica deviene modelo o matriz de traspaso para la construcción de
la segunda pintura, dejando a la luz la deducción del proceso técnico
que implicó la unificación de la pintura y el grabado. Acá lo pictórico
renace en la mancha y la pincelada, pero acaece en la impresión que
deja el traspaso, de una forma inusual podríamos sostener que este
políptico es un proceso que consuma la posibilidad y la imposibilidad
de una reproductibilidad técnica de la pintura. Y no sólo eso, también
acontece la disolución del tema como principio estructural de lo que
es la pintura y ciertamente de la condición narrativa de lo que es un
políptico. En ambos sentidos hay una abolición de las funciones que
subyacen a la visualidad de las disciplinas que enfrentan la superficie,
lo que vemos es por sobre todo el producto técnico, el proceso mismo
de los materiales conjugados en el traspaso. Por ello, nuestra hipótesis
de lectura recoge el concepto de síntesis como cifra interna de la tecnología de los traspasos que hay entre el grabado y la pintura, o mejor,
entre lo impreso y lo pictórico.
Si bien en los cinco cuadros que hacen el políptico hay una anulación narrativa y temática (me refiero a que no tienen una historia
que contar), esta anulación reviste una complejidad por cuanto sobrevive en ellos una continuidad gestual y lineal que los conecta y los
mantiene suspendidos. Todas las manchas hechas en acrílico negro
están recortadas por la acción contenedora del látex rosado que las
bordea y les da una prolongación visual. El negro que para el grabado
es un pigmento inmanente a su origen y desarrollo técnico, contrasta
en modo histórico con el uso del negro en la pintura; puesto que el
negro como color autónomo es una conquista tardía y se le debe en
gran medida a Manet. De tal modo que el negro es aquí y en todas
las obras presentadas: la coloración que asume la síntesis técnica de
las variaciones del traspaso. El negro se vuelve el color desde donde
nace y muere la forma en una profundidad sin más. Los componentes
que animan las formas y formación de las pinturas-grabados fluyen a
la indiferencia. Todo el proceso que desarrolla Cancino está dirigido
a la indistinción de las cualidades técnicas que definen a la pintura y
las que definen al grabado. Es el traspaso como procedimiento el que
carga y descarga la condición tecnológica de las múltiples formas de
vibraciones que se despliegan en la experiencia general de “Ensordo”.
III
La obra que se emplaza en la pared opuesta al políptico es objetualmente una caja de luz. Dicha caja está construida con 4 bandejas de
tubos fluorescentes y un acrílico blanco de 125 x 140 cm. que ha sido
intervenido con una pintura hecha con tinta de pvc negra. No es accidental ver en esta pintura una cama de la que brotan espinas, no
obstante es la composición en todo su oficio singular la que impulsa su violenta belleza. Esta pieza traspasa a la pintura desde el graffiti
callejero, pero vuelve sobre la pintura desde que vemos en ella una
cama. La luz y la pintura negra hacen de esta obra una síntesis plástica,
una ofensa exquisita contra todo el sentido material y simbólico que
el concepto de «superficie pictórica» puede aguantar. Los elementos
y recursos que reúne esta obra hacen que se constituya como objeto,
cuadro y grabado, o sea, ella es el producto de una serie de enlaces
técnicos y estéticos de distintos registros artísticos. No sólo está el referente minimalista que destaca a primer golpe, sino una operación
sobre ese referente, pues como quiera que sea, lo que tenemos acá es
la paradoja objetual de un cuadro minimalista. Los tubos encendidos
demarcan las horizontales y las verticales de lo que es literalmente un
cuadro-objeto. En la misma modalidad de los lenguajes restrictivos
y geométricos herederos del minimalismo, la obra que está ubicada
en la pared del fondo impresiona en todo el sentido estético que esta
palabra puede portar. Es en relación a esta obra que toda la muestra en
cada una de sus partes puede ser experimentada como un dispositivo
de experiencia estética. No basta penetrar en demasía para llegar a
sentir que esta obra es el corazón que mantiene activo los dos niveles del sistema, estos es, mantiene la división del reparto conceptual
y sensible dentro de un mismo espacio sonoro. Toda la correlación
de fuerzas que va desde la condición visual y gráfica de los traspasos
en las superficies (acrílico, papel y metal) a los traspasos de energía
eléctrica traducidos por la luz y el sonido, cohesionan el estatuto físico y subjetivo de la instalación. Cada uno de los trabajos exhibe el
principio matriz del traspaso como producto de una relación técnica.
Esto es lo que, con mayor fuerza, quiere poner de relieve lo que aquí
consideramos una síntesis artística.
Todo el circuito técnico alcanza en la obra central una sofisticación
y elegancia visual que muy pocas obras independientes y, en realidad muy pocas instalaciones, pueden glorificarse de ser artísticas a un
modo tan bien logrado. En términos materiales esta pieza consiste en
dos planchas de aluminio de 100 x 100 cm. pintadas con igol denso y
adheridas mediante dos soportes de madera que fijan estas planchas
a unos 15 cm. de la pared. Distancia en la cual se organiza para cada
plancha de aluminio una trama de 12 soquetes de base con sus respectivas ampolletas de 40 watts. Junto al sistema de iluminación trasera
se ubica un condensador sensible a las altas y bajas frecuencias que
conectado a un dimer, traspasa la fluctuación de las frecuencias a las
ampolletas, logrando que éstas recorran su potencia de intensidad.
Conectado al circuito y siguiendo por la pared lateral derecha se emplaza la segunda estación que completa el dispositivo. Una máquina
secuenciadora enmarcada y colgada en la pared produce y reproduce
una secuencia sonora que conectada a un amplificador logra colmar
el espacio auditivo de todo el lugar.
La operación de iluminación que hay tras las planchas de aluminio
produce todo un efecto de suspensión, algo como una visión en movimiento que vibra con el juego de los límites de la imagen y la ilusión.
Provistas de esta iluminación trasera las planchas literalmente flotan
en el espacio, pero en el espacio visual del espectador. El registro minimalista destila por toda la figura en que se recortan las placas, ellas
entintadas en negro por la superficie protectora (igol denso) exhiben
la matriz de grabado en estado puro, vale decir, antes de toda posible
intervención técnico-manual, antes de todo posible surco. Estas placas
idénticas entre sí son la matriz de la matriz, porque son la condición
de posibilidad de todo ejercicio de traspaso; por esta razón, esta obra
opera como el corazón de toda la instalación. Y claro que no menos
importante a este posicionamiento conceptual de la matriz, es el plano
de intensidades sensibles con el que las luces y el sonido transforman
el espacio en una caja de resonancia. El estatuto maquínico –inherente
a todo dispositivo y resuelto aquí por el traspaso de las vibraciones–
subyace en cada una de las obras montadas. Sin embargo, esta obra
que asume un notable protagonismo define de modo excepcional lo
que es una tecnología del efecto estético. La economía pulsional de las
vibraciones lumínicas y sonoras se corresponden a tal velocidad, que
la percepción del traspaso se hace inmanente a nuestro campo de sensibilidad.
IV
Lo que tenemos en este segundo nivel sigue en términos gráficos y
pictóricos la misma línea productiva del procedimiento de traspaso que
hemos podido apreciar en la planta baja. En la primera sala un tríptico
en papel velin arches de 80 x 120 cm. y en la segunda dos serigrafías
en el mismo tipo de papel pero de 80 x 80 cm. y de 76 x 76 cm. Una
de las cualidades de estas obras son las tramas lineales que, siguiendo
el sentido serial del traspaso, sirven de red a las manchas elaboradas a
partir de la repetición modular de las figuras. Las tintas acrílicas en sus
colores cálidos y flúor destacan sobre los fondos tramados, acentuando
la distancia pero desde la planitud misma de las formas psicológicas
de las figuras. En las dos obras pequeñas la construcción de la trama
diagonal de las líneas paralelas está operada desde la malla serigráfica,
en cambio en el tríptico la misma disposición de la trama está elaborada con pincel, ofreciendo una violencia manual absolutamente
distinta a las otras. Los dos paneles laterales del tríptico destacan por
ese entramado –a lo Daniel Buren– en el que se sostienen las manchas
de látex rosado. Por su parte, el oficio pictórico en la parte central del
tríptico se vuelca sobre el derrame de las tintas y el agua. La acción del
derrame minimiza la acción manual y hace del agua un decolorante
del traspaso de las tintas al papel, dejando la filigrana del flujo descolgada de toda voluntad pictórica. Así el tríptico organiza dos fuerzas
de producción: las laterales de una violencia gestual basada en la mancha y la trama geométrica; y la central, determinada por el derrame
y caída pictórica de la tinta y el agua. Si bien este segundo nivel la
matriz como problema gráfico y pictórico sigue estando presente, las
condiciones de recepción han sido profundamente alteradas por el
montaje con el cual se han iluminado las obras. En efecto, en el centro
y en la base de cada una de estas obras se ha instalado un foco de luz
estroboscópica. Para el caso del tríptico una luz de 500 watts y en cada
serigrafía una luz de 250 y 100 watts. La propiedad de estos focos es
operar mediante un automatismo de descarga que, debido a la velocidad de encendido y apagado de la luz, cortan la imagen provocando
la apariencia de movimiento. Acá se condice todo lo relacionado a la
luz y su radical operación estética con el espacio, a saber, que no es un
accesorio, ni tampoco un mero recurso de montaje.
Ingresando en el segundo piso de la instalación la dimensión corporal de la sensibilidad termina por tomarse la escena. Las dos salas
con las que cuenta este nivel se transforman en una verdadera cámara
esquizoide de estimulación visual. Sólo cuando hemos experimentado el segundo nivel de la instalación, podemos entender la dicotomía
del reparto sensible en el que la luz –como principio estético– opera
en un sentido corporal y conceptual. El puro hecho de alterar las con-
diciones habituales de recepción de una obra terminan por desestructurar la supeditación habitual se los sentidos que organizan al sujeto.
Todas las tramas en que podemos leer cada uno de los procedimientos de traspaso, considérese los gráficos y pictóricos, los eléctricos y
acústicos, alcanzan acá un paroxismo que acentúa la diferencia de formas en que las obras consideran e incorporan al espectador. La división
espacial está absolutamente sujeta al desarrollo exponencial de lo que
las obras, a partir de la instalación lumínica, producen. De modo que
en este segundo nivel, el privilegio escópico de nuestra relación con el
espacio se torna imposible de sostener debido al efecto de shock de las
luces estroboscópicas. Todo el espacio se vuelca sobre el agotamiento
de nuestra capacidad visual y sometidos al golpe estroboscópico nos
transformamos en un puro sensorium, puro cuerpo de recepción imposibilitado de pararse contemplativamente frente a la obra. Ahora resulta clara la demarcación estética y topológica de la subjetividad que
acompaña el pasaje de un nivel a otro. Dos espacios que han sentado
sus propias leyes de recepción y que, desde un sistema de vibraciones
e intensidades, desean una experiencia estética sin sujeto: permanecer
ensordo.
Sagrada Mercancía desea agradecer a la gente que ha colaborado con la refundación de este proyecto: Gloria Cortés, Pablo González,
Marc Nicolet, Gallo Negro Producciones, Jimmy y Avin de Chicken Tea, Dr. Adrián Benson, Francisca Rioseco, Strahinja Bousquet,
Melisa Miranda, Irina Muray, Matías Cornejo, Benjamín Edwards, Diego Campillo, Chinese People, Maca Escalona, Paula Gómez,
Tamara Gonzalez, Luciana Flores, Renato Vargas, Alejando Palacios, Martin Daiber, Sebastián Robles, M. J. Schultz, Gary Medel,
Claudio Bravo, Alexis Sánchez y a todos aquellos que contribuyeron de una u otra manera a la realización de Ensordo.
Cancino, Santiago (1981)
© Ensordo. 2014
del 18 al 25 de Julio del 2014
Sazie # 2065
© Sagrada Mercancía
Víctor Flores
César Vargas
Cristian Rodríguez
Adolfo Bimer
Textos:
“S.M. 2014”
“Variaciones sobre el traspaso”
© César Vargas
Fotografías:
© Marc Nicolet
© Sagrada Mercancía
Diseño y diagramación:
© Adolfo Bimer
ediciones
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