- 733 - bínete real, está recientemente blanqueado y pintada su

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- 733 bínete real, está recientemente blanqueado y pintada su carpintería, lo cual se ejecutó
con motivo de la visita, que se supone baria S. M. D.a Isabel II á este alcázar en 1844,
y que por fin verificó la tarde del 27 de julio de 1845.
«No podemos al hacer esta relación dejar de copiar las elocuentes palabras, que al hablar de las bellezas artísticas de este monumento, se leen en una puhlicacion estimable.
«Del salón de Santa Isabel por ejemplo, de este magnifico resto de la grandeza del
antiguo reino de Aragón; de esta joya arqueológica, que la heroica Zaragoza ha conservado en medio de las ruinas de sus modernos edificios, ¿qué podremos decir que no
hayamos ya escrito al describir' otros muchos monumentos de la misma época de los
Reyes católicos, esto es, del siglo XV?
«Yerdad es que el tal salón recuerda la grandeza característica de la monarqía española, que lleva impreso el sello de la elevación ostentosa, que es casi proverbial en
la Península , y que como en todos los edificios de su tiempo parece que da testimonio
de la robustez moral que el trono iba adquiriendo, merced á sus continuos triunfos y
á expensas del poder de una aristocracia, mas turbulenta acaso en Aragón que en otro
ninguno de los Estados españoles; pero las reflexiones que nos sugiere el considerar el
edificio bajo ese punto de vista, prescindiendo de que no son para tratadas ligera é incidentalmcnte, salen por otra parte de la artística esfera en que debemos encerrarnos.
«Indicar, pues, la belleza del artesonado, que es uno de los mejores de aquel buen
tiempo para las artes españolas; llamar la atención sobre la graciosa galería, que circuye el tercio superior de él; señalar la elegancia, y por último decir que aun en medio del abandono y desnudez actual del salón de Santa Isabel, transpira, por decirlo
así, como en un varón eminente que sucumbe á los rigores de la fortuna, cierto aire
de grandeza y majestad, que la miseria no acierta á desconocer, y que el alma generosa contempla respetuosamente; es todo lo que en resumen creemos oportuno en la
ocasión presente. Es asimismo muy digno de notarse, perteneciente por su estilo á lo
mejor del renacimiento de las artes, cuando en el resto de España no habia en su
tiempo sino muy pocos edificios de aquel género. Saliendo de este magnífico salón,
que debia ser el del trono ó de embajadores, se encuentra á la izquierda el gabinete ó
sala de Santa Isabel con una alcoba, en cuya estancia se dice que nació esta Reina;
tiene un balcón que cae perpendicular sobre la ant. mezquita ú oratorio árabe que hemos descrito anteriormente. Tiene esta sala por techo un artesonado de poco relieve!
pero de mucho gusto y complicación. Se compone de casetones, cuya figura general
es un cuadrado, pero trazados y enlazados de modo que forman dieziseíságonos separados entre sí por los cuadrados que resultan de su enlace. En el centro se echa de
menos el escudo de las armas reales que debia existir anteriormente : en los cuatro
que corresponden á sus lados se ven dos yugos y entre ambos la inscripción de «tanto
monta:» en los restantes tan solo un yugo.
«La antesala que comunica al salón con el gabinete de Santa Isabel, no tiene digno de atención sino el techo que también es de casetones,-en figura de rombo con su
pina en el centro y molduras también doradas. Esta sala tiene asimismo un balcón
que da sobre el patio de la iglesia.
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«A. seguida caminando ala derecha hay otra sala cuyo techo está adornado por el
mismo estilo que los anteriores, en cuyo medio hay un escudo de armas circundado
de un casetón diezseiságono, desde el cual se extienden las molduras formando pentágonos irregulares, pero iguales y semejantes, alternando con cuadros que forman el
conjunto de los casetones. Desde allí se pasa á otras estancias espaciosas con su gran
chimenea, que conservan un enmaderado particular, como lo observará cualquiera
que las visite. En el friso del artesonado de las tres salas de afuera que acabamos de
describir, se halla repetido el letrero latino que antes hemos trasladado literalmente.»
A las dos descripciones que anteceden debemos aña'dir que posteriormente á la fecha en que se escribieron se han hecho algunas obras en el histórico edificio que su
destino de cuartel exige, que si bien algunas habitaciones se han respetado, en cambio
otras han desaparecido por efecto de todas estas modificaciones y que finalmente esta
obra tan antigua como llena de venerandos recuerdos, tan importante en el modo de ser
del antiguo reino de Aragón que mas que un monumento histórico, es el respetable
panteón de las memorias de la monarquía aragonesa, háse convertido en un edificio
militar donde se albergan algunos centenares de soldados que mas tarde ó mas temprano acabarán por destruir lo que resta de aquel interesante edificio.
De deplorar es que fuese necesaria la iniciativa de un capitán general para la conservación de este monumento, pues según tenemos entendido el Sr. D. Fernando de
Norzagaray fue quien se dirigió á la reina D.a Isabel II por conducto del marqués de
Miradores, pidiéndola que para la reparación de él se dignara conceder el producto
de las fincas del patrimonio en aquel punto.
¿Acaso no habia corporación civil que hubiese podido hacerlo?
¿Tanta importancia como punto extratégico ha tenido la Aljafería que no ha sido
posible sustituirla con cualquier otro edificio que sirviera para el mismo objeto?
Mejor destino cupiérale al antiguo edificio mansión un dia de los emires zaragozanos y posteriormente de los reyes de Aragón, transformarse en un museo de antigüedades de la provincia, que no en una fortaleza de la que como dice muy oportunamente un escritor al ocuparse de él, «no puede llamarse ciudadela ni por su posición
ni por sus fortificaciones.»
Amantes como somos de los monumentos del pasado, páginas de la historia de remotos tiempos, no podemos menos de elogiar el buen deseo de la autoridad militar que
tomó la iniciativa para su restauración , deplorando que no hubiera una corporación,
esencialmente civil que tratara de arrancar aquel edificio del destino que hoy tiene
para restaurarlo y conservarlo como un recuerdo vivo de épocas que difícilmente pueden borrarse de la historia de Aragón.
Antes de concluir este párrafo referente á la Aljafería debemos decir que en ella se
conserva la parroquia de San Martin que tiene pila bautismal, y de la cual se habla en
lo que anteriormente hemos transcrito.
Durante muchos años poseyó esta iglesia el cáliz de piedra en que Jesucristo consagró la noche de la Cena, precioso presente que el rey D. Martin obtuvo por medio de
gan Lorenzo,
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En el año de Ü37 el rey D. Juan gobernador á la sazón del reino de Aragón hizo
donación de él á la iglesia de A'alencia.
Convertida hoy en parroquia castrense, bailase confiado el servicio á un cura de
esta categoría.
Nuestros viajeros permanecieron mucho tiempo visitando la histórica mansión.
La autoridad militar que ejerce el mando superior en la fortaleza mostróse deferente y obsequiosa con los jóvenes facilitándoles el acceso, tanto hasta las cuadras ocupadas por los soldados, cuanto á las demás dependencias.
D. Cleto no pudo menos de emitir varias consideraciones sobre su actual destino,
con las cuales hallábanse muy conformes sus compañeros.
XXIV.
Iglesia Metropolitana de Nuestra Señora del Pilar.—Sus primitivos tiempos.
«
—Ahora vais á ver el templo de nuestra patrona, de nuestra joya, el objeto del
mas acendrado cariño de todo corazón zaragozano, — dijo Azara á sus amigos al penetrar en la plaza del Pilar.
—Verdaderamente que la Virgen del Pilar es objeto de gran veneración, no solamente en Zaragoza sino en todo Aragón y aun en el resto de España,—repuso Pravia.
—Es que también dchen Vds. tener en cuenta—dijo á su vez D. Cleto —que entre
las tradiciones que tiene la iglesia no pertenecientes al dogma, ninguna hay mas uniformemente admitida que la referente á Nuestra Señora del Pilar.
—¿De veras?
—Sí señores. Mas de quinientos autores así nacionales como extranjeros se hallan
, contestes en ella sin que hasta ahora hayan podido incurrir en la nota de apócrifas las
obras en que de este hecho se ocupan. Corrohóranle además las bulas pontificias y
porción de diplomas regios, y sobre todo esa inmensa devoción, esa creencia inquebrantable , esa profunda fe que por espacio de tantos siglos se tiene en la piadosa tradición.
—Pero ¿en qué se funda la tradición?
—En la venida de la Virgen á Zaragoza,—dijo con acento de profunda convicción
Azara.
• —¿Que la Virgen vino á esta población? — exclamó con acento ligeramente burlón Castro.
—Sí, aquí vino y no discutamos sobre eso porque estoy cierto de que así fue.
—Dueño eres de Creer lo que quieras.
—Diré á V. Castro - repuso D. Cleto terciando en la cuestión. —Esa venida está
probada por ese sin número de autores de que antes hablé. Y cuando en tantos siglos
no se ha encontrado quien con pruebas suficientes lo contradiga, ¿por qué no creer?
En este siglo de materialismo y de incredulidad, cuando el helado cierzo de un exage-
- 736 rado racionalismo va secando poco á poco todas las creencias, cuando solo decepciones
y amarguras encuentra uno en la vida, no se burle V. si acaso todavía encuentra encerrada en lo mas recóndito del corazón una santa creencia, una fe sencilla y buena
respecto á una tradición religiosa, que sobre estar afirmada por varones muy eminentes, no ba tenido quien la contradiga.
—No seré yo quien ridiculice ni quien dude de semejantes creencias. Buenas ó malas, todas las respeto que á respetarlas obligado vengo para vivir en sociedad, y mucho
menos cuando como estas, no están basadas sobre el absurdo. Mostré mi asombro al
escuchar á Azara, y si alguna duda pudo ocurrirme, desvaneciéronmela sus palabras
que respeto como se merecen.
—Pero mientras tanto.ignoramos la tradición —dijo Pravia.
—Aquí, el Sr. Azara podrá indicárnosla—anadió Sacanell, señalando al padre de
su amigo.
— ¡Otra!—dijo el anciano con esa entonación peculiar á los aragoneses—¿pues
no está aquí el amigo D. Cleto que lo hace á las mil maravillas?
—Sin embargo, Y., hijo del país, mas empapado todavía que yo en estos santos y
venerandos recuerdos, seguro estoy que lo haría mucho mejor.
—Eso si que no. Quiero á la Pilanca (1) como el primero, pero en cuanto á saber
su historia de la manera que V. y conocer todas esas tradiciones, confieso mi pecado,
no podría describirlas como estos señores necesitan.
—Yamos, amigo Azara, esa modestia es un poco exagerada.
—Le digo á Y. que no; si yo me creyese capaz de hacerlo lo baria, pero á mí
me gusta como buen aragonés la verdad limpia. No sirvo para el caso. Iria por Zaragoza á ojos cerrados, sé las generalidades de todos los muchísimos recuerdos que esta
ciudad posee, mas explicarlos con los datos y del modo que Y. lo hace, me sería imposible porque no he hecho estudios de ninguna clase sobre ellos. Por lo tanto no demore Y. el satisfacer la curiosidad de estos señores antes de que entremos en el templo..
D. Cleto no tuvo mas remedio que acceder.
—Pues la tradición señores—dijo—consiste en que por el año ÍO de Cristo, y bajo
el imperio deCayoCalígula, el apóstol Santiago el Mayor, hallábase predicando el santo
Evangelio en esta ciudad. Orando se hallaba en la noche del 2 de enero, en compañía
de algunos de sus discípulos, cuando la Yírgen se le apareció en carne mortal acompañada de un coro de ángeles que conducían su sagrada imagen y una columna de
jaspe, recordándole el encargo que le hiciera al salir de Jerusalen, de que levantase
un templo donde se rindiera culto á su divino Hijo. Prometióle protección especial no
solamente para Zaragoza sino para toda España, y desapareció dejando en su poder la
riquísima joya que dentro de poco vamos á admirar.
—Y el Apóstol se dedicaría inmediatamente á cumplir el celestial encargo.
—Sí señor, en el mismo sitio donde tuvo lugar la divina aparición, erigióse una
modestísima capilla de diez y seis pies de longitud por ocho de latitud, primitivo fun(t) Diminutivo afectuoso y familiar con que los aragoneses suelen designar á la Virgen del Pilar; igualmen e
hay algunos que la llaman la Pajarica, etc.
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damento de tantos templos. donde andando el tiempo, había de rendirse culto bajo la
advocación de la Virgen.
— ¿Tuvo ya desde entonces la misma denominación?—preguntó Castro.
—No señor. Llamósela Santa María la Mayor, y después cambió su título por el
actual. Aquí en este mismo sitio subsistió humilde la capilla que tan rico tesoro poseía, sin que ni las persecuciones de los emperadores romanos, ni la dominación agarena, fuesen suficientes para hacerla desaparecer.
—Grande seria la devoción de aquellos primitivos cristianos hacia un templo de
tan preciados recuerdos.
—Tanta, que dejó raíces tan hondas que ya ven Vds. á pesar de los siglos, á pesar
del indiferentismo ó del descreimiento de nuestra época, consérvase tan -viva y ferviente entre estos naturales en particular y en toda España en general, que en nada
va en zaga á la de los primitivos discípulos del apóstol Santiago.
Desde la paz de Constantino comenzó ya a tener tanta nombradía como riqueza y
durante la dominación sarracena no solamente subsistió el culto, sino que en muchas
ocasiones tuvo prelado.
—Y sin duda en proporción que fuera adquiriendo importancia, recibiria también
ensanche y hermosura.
—Desde luego. Presumible es que desde la época de Constantino sufriese ya alguna modificación, que se hiciera mucho mas sensible después de arrebatada la ciudad
á los árabes, y en fin ya consta de una manera mas positiva que el obispo D. Pedro de
Librana de acuerdo conD. Gastón, vizconde del Bearne á quien habia tocado toda esta
parroquia ocupada á la sazón por los mozárabes, se ocupó de su restauración.
—¿Pero la obra actual?...
—A ella vamos á parar. No debieron ser muy suficientes los trabajos hechos hasta
entonces, ni muy radicales las reformas, toda vez que á fines del siglo XIII cuatro
prelados sucesivamente, procuraron por medio de limosnas obtenidas de los fieles impedir la ruina que al edificio amenazaba, suponiéndose que merced á esto pudo construirse el nuevo templo.
—Que es el actual.
—No señores. Aquel subsistió hasta fines del siglo XVII, formando una sola
nave.
En esa época se elevó esta iglesia á Metropolitana también como La Seo, y desde
entonces germinó la idea de su reedificación.
—Que se llevaría á cabo.
—En la forma que Vds. ven.
— Y con esto,—dijo el anciano Azara, - m e parece que queda terminado todo
cuanto á los primitivos tiempos de esta iglesia pueda referirse ¿no es así?
—Justamente —repuso D. Cleto, — pues aun cuando algo queda todavía, de ello
nos haremos cargo al ocuparnos del templo actual.
—En su consecuencia creo que ya podemos penetrar en él, que graduó tendrán
deseos de verle estos señores.
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T
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—Confieso á V. —dijo Castro-que escuchando las descripciones de nuestro buen
amigo D. Cleto, nada se echa de menos.
— ¡Caramba! T que memoria que tiene, todo eso que ha dicho es muy posible
que yo lo haya oido otra vez, y sin embargo, maldito si me acuerdo.
- N a d a tiene de extraño, V. entre sus negocios lo ha olvidado, puesto que para
nada lo necesitaba. Yo como que no he tenido otros negocios ni otras atenciones que
estas ¿qué de particular tiene que me acuerde?
—Es que...
—Vamos, señores, vamos adentro.
Y los jóvenes precedidos de ambos ancianos penetraron en la iglesia del Pilar.
V
>
A.A. V •
Iglesia Metropolitana del Pilar.—Tiempos modernos.
Antes de empezar á ocuparnos de la nueva obra cuya primera piedra se colocó el
diade Santiago del año 1686, debemos hacernos cargo del documento que extendido
en 1." de octubre de 1668 describe minuciosamente el antiguo templo, es decir á que
desapareció para dejar lugar al presente.
Tan precioso detalle se conserva en el Archivo parroquial y dice que «la Iglesia
«mayor tiene de largo doscientos cincuenta y ocho palmos; de ancho de pared á pared
«por fuera de las capillas, sesenta y. siete palmos y de alto, ciento cuatro pies. A la parte
«superior de esta nave, en su mismo ámbito, se levanta el presbiterio sobre dos gradas;
«tiene de largo cincuenta y ocho palmos, y de ancho por el fondo del crucero de pared
«á pared, ciento treinta y cuatro pies; su altura que es mayor que la del resto de la
«iglesia, tiene ciento veinte y tres palmos. En el presbiterio se levanta el altar mayor
«sobre cuatro gradas y debajo de su ara está colocado el cuerpo de san Braulio.»
Sigue después la descripción de las capillas que rodeaban la nave y de otras bellezas artísticas de las que algunas han pasado como riquísima herencia artística á la iglesia actual, debiendo hacer especial mención del retablo principal y la sillería del coro.
La figura del templo actual es de un paralelógramo rectángulo de quinientos pies
de longitud con tres naves magníficas.
Con arreglo á los planos de D. Francisco Herrera dieron comienzo las obras, siguiéndose estas sin interrupción alguna hasta llegar á su terminación.
A la iniciativa de Fernando VI se debe el magnífico tabernáculo donde se halla la
capilla de la Virgen.
El arquitecto tí, Ventura Rodríguez fue enviado por el Monarca en 1733 para que
se ocupara de su construcción, y la obra que hizo es verdaderamente notable.
De elíptica figura en el interior, con tres ingresos por tres puntos distintos, forma
un aislado templete de columnas corintias de jaspe, sobre las cuales se apoya el ancho
friso y triangular frontón, del cual arranca la airosa cúpula que remata por una caprichosa linterna.
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Obra de D. Antonio Velazquez son los frescos de la cúpula que cobija por decirlo
así, el precioso tabernáculo, y la barandilla de plata- que cruza por delante de los tres
altares, construyóla D. Domingo Estrada.
En el centro del altar, sobre el mismo pilar donde la tradición dice que los ángeles
colocaron la sagrada efigie, vése la Virgen indicando con ia mano á Santiago y á sus
discípulos, aquella veneranda y augusta imagen.
D. José Ramírez realizó esta obra, y por cierto que salió airoso de su trabajo tanto
en la verdad y entonación de las figuras de la Virgen, Apóstol y sus siete discípulos,
euanto en la bien entendida colocación y ropas de ellas.
Bajo riquísimo dosel de plata y sobre oscuro fondo tachonado de brillantes, destácase la santa Imagen con el niño Jesús en los brazos, sobre su alto pedestal.
Riqueza de luces, de joyas, de galas, despliéganse en torno de la sagrada Imagen
y el arte parece que en todos los accesorios del templete, ha tratado de hacer un poderoso esfuerzo.
Medallones de relieves, ángeles y santos, obras deü. Manuel Álvarez; delicados
adornos de estuco hechos por D. Juan de León y D. León Lozano , relieves sobre las
puertas que dan ingreso al templete debidos á D. José Ramírez, todo es bello, todo demuestra tanto gusto como delicadeza.
El ático se halla circuido por ocho estatuas de los santos Jerónimo, Isidoro, Braulio, Julián, Beda, Beato de Liébar.a, Ántonino de Florencia y Tomás de Villanueva.
Costeada en su mayor parte esta obra por el arzobispo Añoa, demuestra tanto la
generosidad de este, cuanto el buen gusto del arquitecto D. Ventura Rodríguez.
A la espalda de esta capilla y rivalizando en trabajo con Eorment, D. Carlos Salas,
ha reproducido en un magnífico medallón de mármol blanco la Asunción, no sabiendo que admirar mas, si el delicado gusto que presidió á su concepción, ó el primor
de la ejecución.
Dos balaustradas de jaspe cierran los costados del templete, rodeando las escaleras
que conducen al panteón subterráneo, donde yacen en sepulcros de negro mármol varios prelados, y donde reposa después de su agitada y poco fecunda existencia el corazón de D. Juan de Austria, hijo natural del rey D. Felipe IV.
Dando frente á la santa capilla hay un coro bastante pequeño, en cuyo fondo destácase un estuco colosal con el nombre de María. Adornado se halla el arco por cabezas de serafines y por un fresco de Goya.
Legado, como ya hemos dicho, de la anterior iglesia, el retablo principal, bien
merece que con atención nos fijemos en la riquísima obra de Damián Forment.
Sobre un ancho presbiterio en el centro del edificio, hállase empotrado entre cuatro pilares que son mas gruesos que los otros ocho restantes.
Siete relieves divididos por afiligranadas pilastras con imágenes, forman el basamento, representando los Desposorios de la Virgen, la Anunciación, la Visitación, el
Nacimiento de Jesiís, la Adoración de los Reyes, la muerte de Cristo y su resurrección.
En el centro del cuerpo principal vise la Asunción de la Virgen, en cuya obra trató
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de rivalizar Salas en el medallón de que ya hemos hecho mérito en la capilla del Pilar,
teniendo á sus lados el Nacimiento del Salvador y su Presentación en el limpio.
Cuatro pilastras flanquean estos tres asuntos, y tanto sus remates como los doseletes de crestería, sobrepuestos á la multitud de imágenes que esmaltan los tres grandes
doseles, destácanse poderosamente formando grupos de pirámides sobre las graciosas
abrazaderas perfectamente trabajadas.
Dos colosales estatuas de Santiago y san Braulio flanquean los costados.
El alabastro de que en su mayor parte está construido este admirable trabajo, fue
extraído de las canteras de Escatron, y su coste, según ajuste hecho con Forment, fue
el de 9,000 escudos de oro equivalentes á 18,000 ducados de 22 reales.
Concluyóse la obra en 1515 y fue costeada tanto por el cabildo como por varias
donaciones particulares, entre otras las de los reyes D. Felipe y D.a Juana, y la vireina de Sicilia ü. a Beatriz de Lanuza y Pimentel.
Separado del presbiterio por una arcada, vése el magnífico coro en el cual no se
cansa el curioso de admirar aquella incomparable sillería de roble de Flandes, de tres
órdenes de asientos, que componen un total de ciento quince.
Imposible de todo punto es hacer una descripción de aquel precioso trabajo donde
parece haberse exprimido todo el ingenio humano.
Aquello es «un singularísimo esfuerzo de la habilidad y de la paciencia humana,
certamen al parecer de dos ó tres generaciones,» así dice un escritor contemporáneo (1), y efectivamente, imposible parece que obra tan ricamente detallada, pudiera
hacerse en el corto espacio que medió entre los años 1542 á 1548, y que su importe
solo fuese de 62,000 sueldos.
Brazos, respaldos, asientos por su parte inferior, todo está trabajado, embutido,
calado, viéndose millares de figuras de todos tamaños, representando cacerías, batallas, escenas pastoriles, danzas, pescas, alegorías, caprichos á cual mas originales y
todo cuanto la mente puede imaginar.
Es verdaderamente un certamen en que la creación trata de sobrepujar á la ejecución y esta á su vez muéstrase todavía superior á aquella.
Los respaldos de las sillas altas representan por un lado pasajes de la vida de Jesús, y por otro de la de María divididos por platerescas columnas.
Figuras á manera de ménsulas sostienen las pulseras que se hallan esculpidas con
cabezas, sosteniendo unos ángeles sobre la cornisa, los florones del remate.
El basamento es de mármoles de mezcla, y fue hecho por el mallorquín Guillermo
Salva, teniendo de coste 20,000 sueldos.
La verja de bronce trabajada por Juan Tomás Celma, cuyos remates son de imágenes, tardó cinco años en terminarse y costó 23,000 sueldos.
Obra de Guillaume de Lupe, natural de Tarazona, es el órgano, reformado posteriormente por el Sr. Roques, habiendo quedado ajustado su precio en 13,000sueldos.
En el trasaltar del retablo mayor, hay un gran Crucifijo, obra también de gran
mérito y al cual se profesa una gran devoción.
(1) Quadrado, Recuerdos y bellezas de España.
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Varias capillas y altares esmaltan las naves de este riquísimo templo, mereciendo
especial mención la de San Joaquín, propiedad del duque de Moñtemar.
En ella se halla el sepulcro del duque D. José Carrillo de Albornoz, mandado erigir por el rey D. Carlos III.
Consiste este en un obelisco sobre el pedestal con dos estatuas que representan la
Justicia y el Valor, leyéndose en el centro la inscripción conmemorativa, tanto de las
virtudes del finado, cuanto de la muestra de afecto que le dio el Monarca.
También debemos fijarnos en la capilla de San Lorenzo hecha bajo la dirección del
arquitecto D. Ventura Rodríguez, en cuya sacristía hállase un cuadro de Rivera, el
Espaqnoleto, representando el martirio del titular.
De prolijos pecaríamos si fuéramos á seguir una por una todas las capillas; baste
decir que en todas existe algo que admirar tanto en pinturas como en graciosas combinaciones arquitectónicas, ó delicados trabajos de arte.
La capilla del Pilar, posee su sacristía particular, que no por ser de menores dimensiones que la general, es menos digna de ser visitada con escrupulosa atención.
Su portada formada por dos columnas de mármol de Calatorao, es bastante buena,
viéndose en su puerta bellísimos relieves, y ostentándose en el centro el escudo de
armas del arzobispo Añoa.
En dos urnas, consérvanse en su interior las cabezas de san Pablo y san Juan.
Dos grandes armarios hay en ambos costados, sirviendo el uno de joyero, donde se
conservan las alhajas que después de haber enriquecido á tantos poderosos magnates,
. han sido depositadas á los pies de la santa Virgen.
Disminuido considerablemente quedó este guardajoyas, cuando la entrada de los
franceses en la invicta ciudad.
Para librarla del saqueo, fue necesario hacer un costoso sacrificio.
Exigente mostrábase el enemigo que harto sabia la riqueza que en el templo del
Pilar existia.
Su codicia -doblemente excitada por el furor que le causara la resistencia de aquella población, no conocía límites.
El cabildo no tuvo mas remedio que ceder para evitar mayores horrores, y á continuación damos la lista de las joyas entregadas y de su valor, joyas que no se han
podido volver á rescatar.
Hé aquí el inventario de ellas :
Pesos fuertes.
1 .a Una joya con 1,900 diamantes brillantes en forma de corazón,
figurando en el centro un cisne con las alas tendidas, descansando en
el tronco con un polluelo á cada lado. La dejó á Nuestra Señora del
Pilar, la reina de España D.a María Bárbara de Portugal; y estaba
valorada en
2.a Una corona de oro guarnecida de diamantes, rubíes y topacios
brillantes; tenia en la circunferencia 12 atributos de la Virgen forma-
50,000
_ 742 dos de brillantes; en el centro un triángulo de diamantes del que se
desprendía una paloma, y en lo alto un pectoral de finísimos topacios.
La mandó hacer para la Virgen en 1775, el arzobispo de Zaragoza
D. Juan Saenz de Buruaga; y costó
3.a Otra coronita que para el Niño hizo labrar el mismo Prelado,
toda de oro guarnecida de diamantes y rubíes brillantes; tenia por remate una cruz y en su pié un círculo de oro con un diamante tostado:
costó
30,000
3,000
a
4. Un retrato del emperador de Alemania Francisco I, y otro de
su esposa María Teresa de Austria, que por su último testamento dejó
vinculados para la Yírgen D. Antonio Azlor; ambos guarnecidos de
brillantes, y valorados en. . . . . . . . . . . . . .
16,000
5.a Un clavel jaspeado, compuesto de chispas de diamantes y rubíes brillantes, sobre un pié de esmeraldas orientales puestas en oro,
con dos capullos, uno cerrado y otro á medio abrir, con su garfio largo de oro; colocado en una cajita de zapa verde con su charmela de
plata. Lo regaló en 1778 D.a María Teresa de Ballabriga esposa del
infante de España D. Luis de Borbon; y estaba apreciado en. . . .
7,000
a
6. Una cruz de la orden de Santiago con 68 diamantes rosas
montados en oro por dos caras; valorada en
7.a Una venera de oro de la orden de Calatrava, esmaltada con 32
diamantes rosas, dádiva del conde de Baños; en
8.a Una joya con 106 diamantes rosas de exquisita limpieza,
blancura y precioso esmalte: donativo de D. Juan de Austria en 1669;
valorado en
9.a Un par de pendientes con 28 diamantes rosas montados en
oro, que dejó vinculados en 1743 D.a María Ignacia Azlor; valorados
sin hechuras
- . :
10. Un corazón de un aljófar grande y bello con algunos rubíes,
esmeraldas y diamantes; en
.
11. Una joya con corona de oro y 64 diamantes; valorado en. .
12. Otra de oro con 39 diamantes; en. . . . . . . . .
Total
8,418
3,943
6,891 '/¡
1,83o
116
128
60
129,411 j4.
A pesar de la gran cantidad á que como acabamos de ver ascendió el importe de
las alhajas entregadas á los franceses, todavía es muy rico el tesoro de la Virgen, tesoro formado por la piedad y el cariño de monarcas y particulares.
Cuatro puertas hay en la sacristía, de las que una franquea el paso hasta un precioso oratorio reservado, en el cual hay un altar de plata.
La segunda puerta conduce al lavamanos; la tercera, al lugar donde se guardan los mantos de la Virgen; y la cuarta, comunica con las habitaciones del ca
pellan.
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-
Obras de Joaquín Inza son las pinturas de la bóveda y los cuadros que adornan la
sacristía, y por cierto no escasos de mérito.
Si envanecerse puede la sacristía de la santa capilla con el rico guardajoyas que
encierra, orgullosaá su vez muéstrase la principal, con la posesión del Ecce-Homo,
trabajo que se reputa de Ticiano y que tiene un mérito extraordinario.
También posee otro medallón con una efigie, cuyo autores desconocido, pero que
esto no obsta para merecer grandes elogios de los inteligentes.
Posee esta sacristía de igual manera que la de La Seo una gran riqueza, tanto en
alhajas como en ornamentos.
En el crucero del trascoro hállanse las capillas de San Agustín y Santiago, de las
cuales la primera sirve de parroquia, y en la segunda se encuentra la pila bautismal.
XXVI.
Situación actual del Templo del Pilar.
Antes de continuar adelante, debemos á nuestros lectores una explicación referente á la descripción que suponemos hecha por D. Cleto á sus compañeros, respecto
al templo del Pilar.
Exterior de la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza después de su restauración.
Desde luego debe haber sorprendido que no hayamos hecho mención alguna de las
obras últimamente verificadas en la suntuosa basílica, pero debe tenerse en cuenta
que en la época en que se supone verificado el viaje por los cuatro amigos, estas obras
n
o estaban no solamente terminadas, sino que ni aun podía calcularse en que época lo
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