“...LO IMPORTANTE ES NO DEJAR DE HACERSE PREGUNTAS”

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“...LO IMPORTANTE ES NO DEJAR DE HACERSE
PREGUNTAS”
Albert Einstein
BERTOLDI, Dalía Surena
Escuela 4-132 "Químicos Argentinos", Mendoza
Profesor Guía: CHIANI, Osvaldo Enrique
EL CONOCIMIENTO: LLAMA QUE MANTIENE VIVO AL HOMBRE.
Lo que resta cuando todo lo explicable ha sido explicado, son las migajas con que los espíritus
creativos alimentan incipientes ideas, interrogantes que darán origen a una nueva explicación..
Lo desconocido es el vasto dominio que escapa a la red de conocimiento; pero, ¿es este dominio
infinito? El físico Steven Hawking predijo que los científicos están cerca del “fin de la Física”; que
en algún momento no muy lejano se conocerán las ecuaciones básicas y los teóricos tendrán que
buscar otro trabajo. ¿Qué desafiará entonces a la mente humana...? Cuando todos los misterios
universales dejen de serlo, ¿hacia qué horizontes dirigirá la ciencia sus miradas? Tal vez, hacia los
recónditos pliegues de la misma naturaleza humana.
En tal caso, el planteo Ético del quehacer científico de tema circunstancial pasará a ser primordial.
Cualquier aspiración a un perfil autóctono, como ofrenda universal, debe entonces, construirse bajo
la tutela de valores que velen por el bien común.
¿Cuál es la génesis del conocimiento? ¿Hay una lógica cíclica en la impulsión del saber humano? Si
así fuere, ¿cuál es la fuerza generativa? ¿Puede la ciencia divorciarse de la conciencia? Los grandes
descubrimientos de la humanidad, ¿son chispazos de iluminación individual o producto de una larga
cadena de intentos y yerros cooperativos? ¿ Qué prerrequisitos y voluntades son necesarias para
cultivar un caldo capaz de nutrir un modo idiosincrásico de concebir y hacer ciencia en nuestro
país?
Los ávidos por estos temas, tal vez, tengan oportunidad de encontrar respuestas a interrogantes
semejantes durante el devenir de este año signado, mundialmente, por el sello de la scienstia,
etimología latina de “conocimiento” de la cual se deriva conscientia : conocimiento con valor ético.
¿EL CONOCIMIENTO GENERA CAMBIOS O EL CAMBIO GENERA
CONOCIMIENTO?
El conocimiento es una manera de relacionarse con la realidad, un modo de interpretarla. Describe,
explica y predice.
El camino desde las cavernas a la era de la información ha sido abierto por el anhelo de satisfacer
necesidades, desde las más primarias a las más superfluas, conforme la lógica monetaria impusiera
sus razones. Reales o no, las nuevas formas siempre ejercen una gran atracción, un hambre
permanente que reimpulsa la búsqueda tras cada hallazgo.
El hombre, sin duda, desea saber, encontrar respuestas a las incógnitas que lo desafían pero, sobre
todas las cosas, lo maravilla el cambio porque pertenece a una especie en permanente mutación;
interpreta y trasforma el contexto porque éste genera su propio cambio.
Ejemplo típico de esta sed de renovarse en el conocimiento, de revelar misterios más allá del
producto posible, es Albert Einstein, ilustre padre de la Física moderna, genio por convertir lo
imposible en factible; simple, lo complejo, a través de procesos de pensamiento divergente de tal
abstracción que todavía un siglo después, el pensamiento convergente no termina de redescubrirle
significados.
Fue producto de una época rica en transformaciones, postulados ideológicos y psicológicos
reivindicaban un individuo sofocado por el industrialismo y múltiples exponentes de la abstracción
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y la vanguardia artística transformaban su obra en un grito contra las convenciones y la
omnipotencia de la razón.
El conocimiento, como cualquier otro proceso evolutivo, depende de las posibilidades que le brinda
el contexto.
La evolución del saber científico, que parece generarse en ciclos, con épocas de florecimiento
fascinante y periodos de letargo, ha sido producto de sociedades en ebullición. Cien años de
esplendor griego: Demócrito, Sócrates, Platón, Aristóteles... iluminados por una visión filosófica
del mundo y el hombre, revolucionaron el concepto del pensamiento y el conocimiento.
El Renacimiento, en plena oscuridad medieval, floreció bajo una visión racionalista, antropocéntrica
y artística con figuras inmortales de las cuales se enorgullece la civilización: Gutenberg, Galileo
Galilei, Copérnico, Newton, Kepler, Da Vinci, Miguel Ángel, Rembrant, Donatello, Cervantes,
Shakespeare...
El nacimiento del siglo XX trajo otro giro en la noria persistencia-metamorfosis. Todo enfermó de
obsolescencia mientras aires renovadores se abrían paso, luchando por la institución de un nuevo
credo político y social. Las falacias de la modernidad: eficacia, productividad y prosperidad a
cualquier costo junto con la ciencia al servicio del desarrollo tecnológico, convivieron con la
ciencia al servicio de la Vida. Así, mientras se concebían y diversificaban usos tecnológicos de
efectos letales para la Humanidad, científicos humanistas redimían al hombre de la precariedad, las
enfermedades y el aislamiento.
Los progresos científicos como fenómeno epocal parecieran no ser otra cosa que el reflejo de
periodos signados por transformaciones, en las ideas, la economía, la literatura, las artes plásticas...
El reto sería redescubrir la naturaleza de la transformación, buscar los factores culturales que, en
cada periodo histórico, convaliden o invaliden rasgos pretéritos para así comprender el mecanismo
y optimizar la fase fértil del patrón.
UN CONOCIMIENTO CON VALOR ANTROPOLÓGICO
En las últimas décadas, el capital cognitivo se ha convertido en un recurso estratégico con alto valor
económico y político; el conocimiento, literalmente da poder, más que el capital de bienes y capital
financiero, en otros tiempos, sobrevaluados.
La ciencia ha convencido a la humanidad de que puede hacer cosas maravillosas: volar a otros
planetas, clonar, construir inteligencia artificial... pero existe el peligro de que el cerebro sapiencial
sucumba ante las ansias de racionalizar y compartimentarlo todo; a menudo presa de una lógica
ajena a la valoración ética.
Cabe preguntar, “¿por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la
vida más fácil, nos aporta tan poca felicidad? La respuesta es simple, “porque aún no hemos
aprendido a usarla con tino.” 1
¿Qué ocurre cuando los beneficios, que se desprenden del acto de crear y conocer, no tienen valor
axiológico? Cuando al científico le falta conciencia, la ambición de poder traspasa la frágil frontera
entre la sana necesidad de comprender, de superarse y la tentación de engrosar el bolsillo, lograr un
aplauso lisonjero.
Son tiempos de desarrollo explosivo de las telecomunicaciones. Éstas hipercomunican al hombre al
punto de dejarlo en la más patética incomunicación; abrumado por estímulos, que no trascienden lo
sensorial, es incapaz de distinguir un Norte; las nuevas generaciones tambalean en una sociedad
vertiginosa imposibilitada de enseñarles cómo vivir.
Hace falta un domicilio amplio y autóctono del pensar y el crear que nos independice de los
modelos pragmáticos, centrados en la “rentabilidad” del saber; estimular el desarrollo científico,
fronteras adentro; brindar espacios formativos de calidad y de aplicación reconocida y bien
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Frase de A. Einstein, www.proverbia.net/citasautor.asp
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financiada, que permitan germinar y florecer talentos; preservar el país de la tristeza de verlos
emigrar a contextos más propicios. En otras palabras, propiciar una ciencia viva, consciente y
accesible con rostro argentino, que bajo la luz de la Cruz del Sur, se ponga al servicio de la Vida,
del desarrollo del Hombre como huésped del planeta.
El ingenio, tesón y juicio crítico de aquel niño nacido a orillas del Danubio pasaron inadvertidos
para sus docentes, pero fueron estos atributos los que lo convirtieron en indiscutible gran hombre
de ciencia, y sobre todo, en hombre conciencia, visionario del sentido de la vida y la función
cósmica del humano. Rescatar el valor de su figura, en toda su magnitud, es fundamental para
cualquier proyecto futuro.
LA RELATIVIDAD DEL CONOCIMIENTO Y LA FUERZA UNIFICADORA DE
LA IGNORANCIA
“Si bien diferimos bastante en las diversas pequeñeces que conocemos, en nuestra infinita
ignorancia somos todos iguales”, K. Popper ”Sobre las fuentes del conocimiento y la ignorancia”
1960
De la Teoría Cuántica se desprende una certeza: no hay rama de la Física ajena a la influencia del
cuanto y una incertidumbre porque, aún hoy, no se sabe cómo explicar su existencia. La Teoría de
la Relatividad ha dado otra certeza: sólo observamos relaciones. Tal vez, a través de este carácter
relativo de las cosas, la ignorancia actual sobre los cuantos no sea tal, quizás sepamos más de lo que
creemos saber e ignoremos lo que estamos seguros de saber.
A principios del siglo pasado, la Comunidad Científica frente a la Teoría de la Relatividad, tuvo
que reconocer relativos sus saberes eruditos; renovar equivalente reconocimiento ante la revelación
del comportamiento de las partículas subatómicas y al hecho de que materia y energía son dos caras
de la misma moneda.
Einstein se apropió del conocimiento de la época, lo desmenuzó, lo expuso a riguroso
cuestionamiento y lo propulsó por nuevos cauces. ¿Qué lo llevó a mirar lo que todos miraban y ver
lo que nadie había visto...?
Sus teorías marcaron un “antes” y un “después”, hitos paradigmáticos no sólo por abrir caminos
alternativos en la comprensión del cosmos sino por la cantidad de aplicaciones que lo introdujeron a
la vida cotidiana del hombre común. Sus teorías han propulsado el desarrollo de múltiples
tecnologías: satélites, sistemas de posicionamiento global basados en la Teoría de Relatividad;
reproductores de DVD, lectores de CDs, herramientas industriales, giroscopios de aeronaves, armas
sofisticadas; incluso la robótica, la medicina y, especialmente, la cirugía óptica, vieron expandirse
sus fronteras con la utilización del rayo láser originado gracias a sus estudios de radiación
estimulada. Además, las cámaras digitales y las fotocélulas son frutos de sus investigaciones sobre
el efecto fotoeléctrico.
La Física nos rodea, somos parte de ella y presa de sus leyes. Peones, caballos y alfiles de un
inmenso juego de ajedrez, cuyo tablero, curvo e infinito, se llama espacio. Comprender y regir las
leyes que nos rigen es la misma flama del conocimiento
El Homo sapiens debe su condición al malestar que le produce la ignorancia, sin embargo suele
utilizar sus descubrimientos contra sí mismo: desde el arco y la flecha, hasta el núcleo atómico. Esta
particularidad de la cultura podría destruirlo mientras trata de resolver su vital problema final:
aprender a vivir consigo mismo “ Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana.” 2
Hacia la Edad de Hielo el hombre descubrió que podía ligarse con su prójimo compartiendo el
trabajo y sus frutos, se originó desde entonces, una de las pocas tradiciones humanas estables:
conocimiento como producto y herencia sociocultural. Es difícil saber si el trabajo de Albert
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Frase de A Einstein, www.proverbia.net/citasautor.asp
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Einstein hubiera sido el que fue sin su fluida interacción con ilustres contemporáneos con los que
intercambió y pulió ideas.
Esto demuestra que la ciencia también implica labor cooperativa y que sus conquistas son
patrimonio de la Humanidad.
Que el año de la Física sea un año pionero en la difusión del quehacer científico, entonces, quién
sabe, tal vez, en algún remoto reducto semejante a aquella oficina de patentes, algún otro Einstein
pueda sorprender al mundo con sus resultados...
Los beneficios de esta labor cooperativa deben ser puestos al alcance y al servicio del bien común,
del ciudadano común, habitante de esta contradictoria aldea global en aplicación de la Fuerza
Unificada de la Teoría del Todo., ya no como expresión de nuestra común ignorancia, sino en
función de un anhelo colectivo por superarla
EL PAPEL DE LA CIENCIA EN EL DESTINO DEL HOMBRE
El conocimiento ha sido, es y será una aventura para el hombre, un proceso cargado de
incertidumbre, de desafíos, de ensayos y errores, de saber conservar lo viejo valioso y cambiar lo
caduco y pernicioso. La habilidad de la “recreación” le viene al hombre casi por instinto, de un
lugar muy hondo: la Naturaleza, maestra en adaptar y adaptarse
En la aventura humana, los resultados son siempre precarios, provisionales, por decisivos que sean.
El proceso de búsqueda permanente es la única garantía de progreso indefinido de la humanidad.
Un progreso, no sólo tecnológico y científico, sino social, cultural e incluso, intrapersonal.
Por lo tanto, sólo conociendo y degustando la Vida y el significado de las creaciones y la evolución
del hombre es posible proyectarse al futuro. Un paso inicial es comprender la escala de desafíos y
prioridades, los problemas y posibilidades que nos plantea el hoy como personas, como cuantos del
cosmos, imperceptibles y fugaces, pero con el increíble don de poder influir y alterar la condición
del Todo.
PRINCIPALES FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
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Recopilación de citas y frases célebres de Albert Einstein www.proverbio.net/citasautor.asp
Consulta de diversas páginas de Internet
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