Los inicios de la lucha contra la viruela en España. Técnica e

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LOS INICIOS DE LA LUCHA CONTRA LA VIRUELA EN ESPAÑA.
TÉCNICA E IDEOLOGÍA DURANTE LA TRANSICIÓN DE LA
INOCULACIÓN A LA VACUNA (1750-1808)
José Luis Duro Torrijo
LOS INICIOS DE LA LUCHA CONTRA LA
VIRUELA EN ESPAÑA. TÉCNICA E IDEOLOGÍA
DURANTE LA TRANSICIÓN DE LA
INOCULACIÓN A LA VACUNA (1750-1808)
José Luis Duro Torrijos
UNIVERSIDAD DE ALICANTE
2014
LOS INICIOS DE LA LUCHA CONTRA LA
VIRUELA EN ESPAÑA. TÉCNICA E IDEOLOGÍA
DURANTE LA TRANSICIÓN DE LA
INOCULACIÓN A LA VACUNA (1750-1808)
José Luis Duro Torrijos
Tesis para aspirar
al grado de Doctor
Dirigida por
Dr. José Vicente. Tuells Hernández
Departamento
Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva
y Salud Pública e Historia de la Ciencia
Diciembre de 2014
Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e
Historia de la Ciencia.
Programa de Doctorado en Salud Pública
Universidad de Alicante
Título: Los inicios de la lucha contra la viruela en España. Técnica e ideología durante
la transición de la inoculación a la vacunación (1750-1808)
Tesis para optar al grado de Doctor presentada por José Luis Duro Torrijos.
Director: José Vicente Tuells Hernández
JOSE VICENTE TUELLS HERNÁNDEZ doctor del Departamento de Enfermería
Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia de la
Universidad de Alicante.
Certifica:
Que la tesis propuesta para aspirar al grado de Doctor, titulada: LOS INICIOS DE LA
LUCHA CONTRA LA VIRUELA EN ESPAÑA. TÉCNICA E IDEOLOGÍA DURANTE LA
TRANSICIÓN DE LA INOCULACIÓN A LA VACUNACIÓN (1750-1808), ha sido realizada
bajo su dirección.
Alicante, diciembre de 2014
Fdo: José Vicente Tuells Hernández
A Damián, mi padre, in memoriam
A Pepa, mi madre
Agradecimientos
A José Tuells, por su dirección de tesis. Maestro y amigo, por
permitirme retomar un capítulo que daba por concluido, cuya
experiencia, afecto e implicación personal han hecho posible la
realización de este trabajo.
Al equipo de la Cátedra de Vacunología “Balmis” de la
Universidad de Alicante, en especial a Pablo Caballero y Andréu
Nolasco, por su proximidad, respeto y capacidad de escucha.
A mi padre, orgullo y un ejemplo en todo momento. Mi madre, por
su fortaleza y superación. A Damián y Pedro, mis hermanos, por
sus consejos sensatos e incondicional apoyo, porque siempre están.
A Tamara, mi pareja, por su comprensión y enorme paciencia
incondicional
Alfonso y Arturo, por su incondicional amistad.
A todos, gracias.
INDICE
1. INTRODUCCIÓN
1
2. OBJETIVOS
11
2.1. Hipótesis de partida
13
2.2. Objetivo General
13
2.3. Objetivos Específicos
14
3. MATERIAL Y METODOS
15
4. LAS VIRUELAS REALES
29
4.1. La extinción de los Austrias
32
4.2. Los Borbones y la viruela
34
5. ENTRE EL RETRATO Y LA ETIOLOGIA DE LA VIRUELA: HUMORES, SANGRE Y SUS
REMEDIOS
39
6. LA VARIOLIZACIÓN COMO ESPERANZA: SU INTRODUCCION EN OCCIDENTE
6.1. Difusión y controversia
51
56
7. ESPAÑA Y LA INFRAESTRUCTURA BUROCRATICA ANTE LA INOCULACION
59
8. LA INTRODUCCION DE LA INOCULACION EN ESPAÑA
65
8.1. La biblioteca de la inoculación
68
8.2. Las renovadas matemática como argumentos favorables
95
8.3. Timoteo O´Scanlan, el fiscal de la inoculación
100
8.4. La prensa periódica como salvaguardia de la inoculación
106
8.5. Prensa, inoculación y mentalidad Ilustrada
109
9. PRENSA Y CREACION LITERARIA DURANTE LA DECADA DE 1790:
LA OFICIOSIDAD DE LA INOCULACION
119
10. LA INOCULACION Y SU INTRODUCCION EN NUEVA ESPAÑA
133
11. LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA
149
12. DIFUSION DE LA VACUNA EN ESPAÑA
155
13. EL PAPEL DE IGNACIO MARIA RUIZ DE LUZURIAGA EN LA INTRODUCCION DE LA VACUNA
CONTRA LA VIRUELA
163
13.1.
Anotaciones a la biografía de Ruiz de Luzuriaga
166
13.2.
El epistolario contenido en los Papeles de la Vacuna
173
13.3.
El papel de la aristocracia y la burguesía ilustrada
180
13.4.
El Marqués de Vadillo y la introducción de la vacuna en Soria
187
13.5.
La correspondencia de los Sanitarios
195
13.6.
El notorio papel de Ignacio Jáuregui
207
13.7.
La dirección del eje de influencias aristocráticas, sanitarias y funcionariales de
los corresponsales de Ruiz de Luzuriaga
13.8.
221
La actividad de Ruiz de Luzuriaga para minimizar la repercusión mediática de
los efectos adversos de la vacuna
237
14. LA ESTERIL BUSQUEDA DEL COWPOX PARA PERPETUAR LA VACUNA CONTRA
LA VIRUELA
263
15. FORZOSA NECESIDAD DE CONSERVAR Y TRANSPORTAR LA VACUNA:
LA CADENA BRAZO A BRAZO
16. LAS COLONIAS HISPANAS RECLAMAN LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA
16.1.
L a desconocida solicitud de Rafael de Malaguilla
16.2.
La Real Expedición de la Vacuna (1803-1813), el infante
16.3.
281
295
299
como reservorio
306
Los niños después de la Expedición
322
17. EL LLAMAMIENTO A LA PROTECCION DE LA INFANCIA
329
18. EL SOPORTE MEDIATICO DE LA VACUNA
343
19. OFICIOSIDAD DE LA VACUNA: LA INSTAURACION DE SALAS DE VACUNACION EN LOS
HOSPITALES Y SU PRACTICA FUERA DEL MARCO INSTITUCIONAL (1805-1808)
363
20. CONCLUSIONES
397
21. BIBLIOGRAFIA
403
INTRODUCCION
Los inicios de la lucha contra
la viruela en España. Técnica e
ideología durante la transición
de la inoculación a la vacuna
(1750-1808)
1
INTRODUCCIÓN
El agente causal de la viruela es el poxvirus Variola virus, y sólo puede
desarrollarse en la especie humana. Está emparentado genéticamente con otros poxvirus que afectan a animales, como el virus de la viruela vacuna (Cowpox virus) y el
que provoca la viruela de los monos (Monkeypox virus), lo que confiere una
inmunidad cruzada entre ambos.
Las manifestaciones de la viruela humana son bien reoconocidas. Tras un
periodo silencioso de 12 días, comienza la fiebre, los vómitos y el dolor lumbar que
suele durar 4 días. Este primer periodo viene marcado por la aparición de un
exantema.
En una segunda etapa, el cuerpo se cubre de pústulas de contenido purulento
que se ulceran e infectan. No es rara la afectación de la córnea, siendo la una de sus
más duras secuelas.
Un tercer periodo del curso de la enfermedad corresponde a la desecación de
las vesículas y el desprendimiento de las costras que se han formado sobre las
úlceras.
Estimaciones muy ajustadas han señalado su gran incidencia desde el punto de
vista de la morbilidad y mortalidad en la población, tanto en Europa como en
América. Datos que cifran su letalidad entre un 30% y un 60%. De hecho, en Londres,
entre 1680 y 1800 se calcula que alrededor del 10% y el 20% de todos los fallecidos lo
fueron por la viruela, por lo que se solía decir que “ningún niño era de su madre hasta
que había superado la viruela”1.
Unos dramáticos registros que plasmaban como los resultados obtenidos por
los aislamientos, cuarentenas, ayunos, sangrías y fumigaciones no fueron los
deseados.
La viruela como enfermedad representa el punto de partida de una nueva
etapa en la historia de la inmunización. Afrontar sus dramáticos registros permitirá
1
Balaguer Perigüell E, Ballester Añón R. En el nombre de los niños. La Real Expedición Filantrópica de la
Vacuna (1803-1806). Monografías de la Asociación Española de Pediatría (AEP); 2003. p. 7
3
que se constituya como la primera dolencia frente a la cual se desarrolló una vacuna
estudiada científicamente con excelentes resultados.
El Setecientos trajo una técnica preventiva y hasta peligrosa llamada
inoculación o variolización, practicada desde la antigüedad en países orientales y que
consistía en transferir materia variolosa procedente de un sujeto enfermo a otro
sano. Su difusión por Europa y América duró casi ochenta años, cuya propagación
inicial se ubica en Londres (1721) por Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762), quien
la descubrió durante su estancia en Constantinopla donde observó y experimentó la
operación.
Una esperanza controvertida que tuvo una práctica desigual en Occidente,
pero con una misma conclusión, proporcionar durante aquella centuria una saga de
expertos inoculadores, además, de la aceptación de la población a enfrentarse a la
enfermedad mediante tratamientos totalmente novedosos, asentados en el principio
de introducir en el organismo la propia enfermedad como medida curativa y
preventiva. Es pues, la inoculación antivariólica, un observatorio para contrastar el
misoneísmo médico de la época, y representó un síntoma de modernidad.
En el caso de España su introducción fue bastante tardía. Entre 1733 y 1800, se
publicaron 90 obras que referencia la novedosa técnica, la mayoría de los textos se
localizan entre las últimas dos décadas de la centuria dieciochesca.
En sus inicios, su práctica no contó con gran aceptación entre los médicos de
Cámara del Rey, quienes llegaron a asegurar que su práctica era perjudicial para la
Salud Pública. Continuó con una paulatina aprobación y difusión, no exenta de
polémica, cuya manifestación fue la abultada literatura impresa entre los defensores
y detractores de la medida preventiva. Entre los primeros destacan nombres como
José Santiago Ruiz de Luzuriaga para la zona del País Vasco, Francisco Salva y Campillo
en Cataluña, despuntando como denodados valedores de la inoculación algunos
médicos irlandeses afincados en España, Bartolomé O ‘Sullivan, Miguel Gorman y
Timoteo O´Scanlan, en especial éste último, cuyas obras tuvieron una enorme
repercusión a nivel nacional. En sus textos reflejó los datos empíricos derivados de
sus prácticas médicas, iniciadas en el Hospital Real de Ferrol en 1771.
4
Respecto a los segundos, los anti-inoculadores, cabe destacar a José Amar,
presidente del Real Protomedicato, médico de Su Majestad, vicepresidente de la
Academia Médico Matritense y socio de la Real Sociedad de Ciencias de Sevilla,
postulándose a favor del aislamiento como método efectivo en detrimento de la
inoculación. Otra figura destacada fue Jaime Menos de Llena, pero sin duda, quien
destacó con mayor autoridad fue Vicente Ferrer Gorraiz Beautmont y Montesa,
presbítero, profesor de Filosofía y Teología de las Universidades de Toledo, Alcalá y
Valladolid, historiador del Real Gabinete de Historia Natural.
Un contexto que “en el fondo la polémica evidenció una situación de cambio
entre los médicos y cirujanos alejados de las novedades, y los que a todas luces
querían poner en práctica tal novedad”2.
Situación que empleó a la prensa de la época como medio de canalización de
ambos ideales. Un periodismo que cobró en la segunda década del siglo XVIII gran
importancia, un recurso empleado como un instrumento de comunicación científicotécnico, adquiriendo la inoculación un carácter público. Así, las publicaciones
periódicas recurrieron a noticias correspondientes al ambiente favorable en pro de
técnica antivariólica de Europa, a las inoculaciones practicadas entre los miembros
más destacados de la sociedad y de las principales monarquías europeas, al igual que
a referencias de destacados médicos y filósofos ilustrados adalides de la operación,
crónicas que aludían a las opiniones de nombres como Boerhaave, D´Alembert,
Bernoulli y Voltaire entre otros.
Un capítulo que se cerró con la oficialización del método en España por medio
de la Real Cédula de 30 de noviembre de 1798 dictada por Carlos IV (1748-1819), por
la que se instaba a los hospitales a implementar el método de la inoculación, aunque
con carácter voluntario por parte de la población.
El mismo Carlos IV tomó la decisión de inocular a sus tres hijos, Fernando
(1784-1833) (futuro Fernando VII), Carlos Isidro (1788-1855) (futuro pretendiente
carlista como Carlos V) y Francisco de Paula (1794-1865), tras padecer la enfermedad
2
Riera J, Granda-Juesas J. La inoculación de la viruela en la España ilustrada. Valladolid: Universidad,
secretariado de Publicaciones; 1987
5
una de las infantas, María Luisa (1782-1824) que quedó desfigurada. El miedo a la
enfermedad despertó la alarma en la Corte, por lo que se trató por todos los medios
de evitar el contagio al resto de la Familia Real, poniendo en práctica la inoculación.
La implementación de la inoculación supuso un acontecimiento de gran
trascendencia, que creó un clima favorable hacía la prevención de la enfermedad. El
refrendo real coincidió con la publicación en Inglaterra de una obra redactada por el
cirujano Edward Jenner (1749-1823)3 que revolucionó la lucha contra la viruela. El
texto plasmó, después de veintiocho años de indagación metódica, una variante en la
práctica inoculatoria basada en la observación empírica de que las personas
infectadas por viruela desarrolladas en el ganado vacuno, denominado cowpox, se
hacían refractarias a la viruela humana. Al método jenneriano se denominó vacuna, y
por ello, su descubridor fue reconocido mundialmente como el padre de la
vacunación.
De manera similar a la inoculación, el método jenneriano se practicó en
Londres pasando rápidamente a las principales ciudades europeas entre 1799 y 1800.
Un viaje de la vacuna que continuó dirección al continente americano, y
paradójicamente, regresó a los territorios orientales desde donde inicialmente se
había originado la variolización.
España también fue uno de los primeros países en adoptarlo, Francisco
Piguillem y Verdaguer (1770-1826), médico y académico de Barcelona, inauguró su
práctica el 3 de diciembre de 1800 en Puigcerdá (Cataluña). El pus vacuno fue
remitido desde París por François Colon (1764-1812), gracias al contacto mantenido
por la medicina catalana y la francesa.
Tarragona se convirtió en otro foco activo de vacunación, maniobras iniciadas
por un ingeniero de origen irlandés, Juan Smith Sinnot (1756-1809), que inició las
operaciones cinco meses después.
3
Jenner E. An Inquiry into the Causes and Effects of the variolae vaccinae, a disease, discovered in some
of the western countries of England, particularly Glucestershire, and know by the name of cow pox.
London: Printed for the author by Sampson Low; 1798.
6
La capital del reino, tras un primer intento fallido con vacuna remitida desde
Cataluña, tuvo que esperar una nueva remesa procedente de París. Las
escarificaciones se fechan el 22 de abril de 1801 en Aranjuez por el médico de la Real
Familia Ignacio de Jáuregui, implementándose un mes más tarde en Madrid por
Ignacio María Ruiz de Luzuriaga (1763-1822). Quien desde entonces inició una intensa
actividad vacunadora en la que llegó a trazar una red nacional de corresponsales a
quienes remitía el novedoso fluido.
Hubo un tercer núcleo en la zona vasco-navarro, cuyos exponentes más
destacados fueron Lope de Mazarredo (1769-1820) en Bilbao, los cirujanos Salvador
Bonor y Vicente Lubet en San Sebastián, y Diego de Bances y Vicente Martínez en
Navarra4.
Como ocurrió con la inoculación, también se dio una dualidad argumentativa
entre detractores y defensores de la técnica preventiva. Un grupo de profesionales
sanitarios aceptaron de forma inmediata la práctica de la vacuna contra la viruela,
basandose en motivos científicos e ideológicos. El argumento principal era que
contribuía a incrementar la población sana y apta para trabajar en la agricultura, y de
defender de la nación. Funcionarios, burgueses, clérigos y aristócratas de la época,
participaban de esta crrencia sobre la necesidad de construir un estado saludable.
Los valedores de la vacunación estaban predispuestos a convencer a las altas
esferas gubernamentales para que emitieran normas favorables a su aplicación. La
sintonía concordaba con otras naciones europeas donde se crearon instrumentos
para la supervisión de la vacuna como el caso inglés con el London Smallpox Hospital
y la Royal Jennerian Society, o en Francia el Comité central de Vaccine y la Comisión
de la vacuna del Louvre. Instituciones que se echaron en falta en España.
Sólo hubo cierto respaldo en las recomendaciones de las Academias de
Medicina, tanto la de Madrid como la de Barcelona, ambas con una reconocida
experiencia en materia de prevención de enfermedades, que en el caso de Madrid
personificó Ruiz de Luzuriaga.
4
Olagüe de Ros G. la introducción de la vacunación jenneriana en España (1799-1805). En: Barona JL.
(ed.) Malaltia i Cultura. Valencia: Seminari d´Estudis sobre la Ciència; 1995 pp. 251-273
7
Los primeros pro-jennerianos o vacunadores recurrieron a todos los medios
disponibles para expandir la nueva técnica de la vacuna. Divulgarón la facilidad y
seguridad de la técnica, así como sus beneficios refrendados por las experiencias
internacionales.
La prensa periódica volvióa constituirse como un elemento clave,
reproduciendo múltiples noticias extranjeras, esencialmente de la prensa francesa.
Una mirada del exterior que nos permitió aproximarnos a una europeización del
saber médico.
También
contribuyeron las publicaciones de tratados y disertaciones. Se
produjo una auténtica avalancha de textos fundamentalmente a partir de 1801,
cifrándose por algunos estudios contemporáneos en un total de 48 obras entre 1799
y 1805. La mayoria corresponde a traducciones de origen francés que refrendan la
dependencia informativa de este país.
A pesar de su temprana puesta en marcha y de la intensa labor por difundir sus
beneficios, la vacuna contra la viruela no contó con el soporte gubernativo deseado, a
excepción de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, cuya finalidad era
transportar e implementar la vacuna en las posesiones españolas. La única medida de
alcance emitida desde las instituciones de gobierno, fue la promulgación en abril de
1805 de una Real Cédula por la que se instabaa a la apertura de una sala de
vacunación en todos los hospitales.
Con dichas salas se pretendía garantizar la presencia permanente del fluido
activo y cuantificar estadísticamente los progresos de la vacuna. Pero su
cumplimiento fue bastante irregular, y no se contó con ningún soporte legislativo que
la hiciese realmente inexcusable hasta la promulgada por el Real Decreto de 15 enero
de 1903 sobre la vacunación y revacunación obligatoria.
Cabe destacar cómo la lucha contra la viruela constituye uno de los hitos de la
medicina y por extensión un elemento modulador del mito del progreso. En 1980 la
Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró erradicada de la viruela cerrando
un ciclo iniciado dos siglos atrás.
8
Hay numerosos trabajos históricos cuyo eje principal es la lucha contra viruela
en España. Se centran sobre todo en el periodo comprendido entre 1799 y 1806.
Recogen la introducción y difusión de la vacuna en la Corte española y sus dominios
de Ultramar, destacando de manera especial las investigaciones sobre la Expedición
Filantrópica de la Vacuna (1803-1810).
Sin embargo, la relativa atención prestada a este periodo contrasta con la
escasa historiografía dedicada a la introducción de la técnica de la inoculación y de la
vacunación en España como un bloque unitario. Unas medidas de lucha contra la
viruela que aunque pertenecen a centurias diferentes, (la inoculación en el siglo XVIII,
la vacuna en los inicios del siglo XIX), disponen de elementos políticos, sanitarios y
mecanismos de comunicación comunes.
Instrumentos que pretendemos abordar de manera unitaria y que nos
permitirá obtener una visión general de la introducción y difusión de ambas medidas
preventivas, tanto en la metrópolis, como en sus posesiones de Ultramar.
Los años objeto de estudio se han fijado entre 1750 a 1808. Se ha tomado
como referencia el cambio dinástico acontecido a comienzos del siglo XVIII, relevo
monárquico del linaje de los Austrias a los Borbones, una situación que supuso no
solo una permuta en el gobierno sino que conllevó una nueva forma del mismo, una
nueva gubernamentalidad5. Este cambio supuso nuevas medidas de carácter médico,
sanitario y demográfico con el objetivo de aumentar y potenciar la vida del reino,
elemento indispensable en su economía y por tanto en el desarrollo del Estado, justo
en un momento en que se luchaba por recuperar la hegemonía geopolítica.
5
Concepto desarrollado por el filósofo francés M. Foucault, refiriéndose a una economía especifica del
poder, donde los miembros de la sociedad juegan un rol activo reglado y conducido según una lógica
propia de gobierno y que el propio autor definiría: “Entiendo el conjunto constituido por las
instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las técnicas que permiten ejercer
esa forma bien específica de poder que tiene por blanco principal la población, por forma mayor de saber
la economía política y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad. Segundo (…) del
tipo de poder que podemos llamar <gobierno> y que indujo el desarrollo de toda una serie de aparatos
específicos de gobierno. Foucault, Michael. Seguridad, Territorio, Población. Curso del Collège de France
(1977-1978). Madrid: Akal; 2008. pp. 138
9
El análisis pretende destacar tanto el mensaje emitido desde las instituciones
gubernamentales, como la percepción por parte de la sociedad sobre viruela como
enfermedad.
Desde el discurso inicial de rechazo contra la inoculación como medida
preventiva a la polémica generada sobre su aceptación y difusión, se mostrará el
proceso de ruptura en los modelos de formación y de enseñanza, manifestando los
obstáculos en el avance de las ciencias experimentales.
Por último, destacaremos como a finales de la centuria dieciochesca se
incorporó el mensaje de la población como un elemento clave para incrementar la
potencia de la monarquía, descubriéndose la vida de la población6 cuyos procesos
pueden ser controlados, regulados e intervenidos por el conocimiento científicotécnico. Mensajes que resaltan la importancia de la infancia, su protección tanto
estatal como familiar, pero que a su vez, se muestra el destacado papel del niño
como sujeto práctico de experimentación para estas renovadas ciencias médicas.
6
Castro-Gómez, Santiago. Siglo XVIII: El nacimiento de la biopolítica. Tabula Rasa. 2010; 12: 31-45.
10
OBJETIVOS
Los inicios de la lucha contra
la viruela en España. Técnica
e ideología durante la
transición de la inoculación a
la vacuna (1750-1808)
11
OBJETIVOS
x Hipótesis de partida
La viruela se convirtió en un verdadero azote para la humanidad durante los siglos
XVII y XVIII. Esta enfermedad epidémica tomó el relevo de la peste en el mundo
occidental como enfermedad epiddémica.
Durante este periodo la lucha contra la enfermedad adquirió varios enfoques,
dirigidos a la búsqueda de tratamientos, medidas preventivas y de identificación
sobre la causa o causas que originaban la dolencia. Se pretende evaluar el grado de
compromiso de la Corona española en materia de salud, centrándonos esencialmente
en su preocupación por la lucha contra la viruela.
x General:
Describir los inicios de la lucha contra la viurela en España, a través de sus
componentes institucionales, poíticos y mediáticos. Se han distinguido dos periodos
claves. El comprendido entre 1750 y 1798, que corresponde a la estapa prevacunal o
de variolización y el que abarca desde 1798 hasta 1808 dando inicioa a la difusión de
la vacuna.
13
x Específicos:
-
Identificar los diferentes tratamientos, remedios terapéuticos, causas y
creencias acerca de la enfermedad.
-
Analizar los diversos enfoques trasmitidos desde las instituciones sanitarias
existentes en el periodo de estudio, resaltando una primera fase centrada en la
inoculación como medida preventiva, y posteriormente, la vacunación.
-
Conocer los principales puntos peninsulares donde se inició y difundió la
técnica preventiva de la inoculación y vacunación contra la viruela
-
Identificar mediante un estudio prosopográfico a los máximos representantes
peninsulares en la lucha contra la viruela, tanto activos defensores como
detractores de ambas medidas sanitarias.
-
Identificar las noticias publicadas en la prensa vigente durante el periodo de
estudio (1788 a 1808).
14
MATERIAL Y METODOS
Los inicios de la lucha contra la viruela
en España. Técnica e ideología durante
la transición de la inoculación a la
vacuna (1750-1808)
15
MATERIAL Y METODOS
El trabajo se inscribe en la línea de investigación sobre historia de la
vacunología que se viene desarrollando en la Cátedra de Vacunología Balmis de la
Facultad de Ciencias de la Salud, de la Universidad de Alicante. Parte del estudio ha
sido financiado con una ayuda a la investigación de la FEV.
El objetivo de esta memoria doctoral es analizar el impacto que tuvo en la
sociedad española del siglo XVIII e inicios del XIX tanto la enfermedad de la viruela
como las medidas preventivas empleadas contra ella, la técnica de la inoculación o
variolización durante la centuria dieciochesca y posteriormente la vacuna.
Se aborda una temática aportando nuevos elementos materiales y métodos
escasamente atendidos hasta la fecha, y que permiten complementar el panorama de
la historia de la Medicina y Cirugía española de la Ilustración. La historiografía médica
española ha abordado preferentemente las fuentes médicas, los textos y monografías
de los autores españoles de los siglos XVIII y XIX. La presente memoria doctoral,
además de revisar y aportar nuevas fuentes médicas de archivo, analiza diferentes
publicaciones periódicas de gran interés para comprender con mayor claridad la
relación existente entre la medicina y la sociedad del periodo.
Nuevas hipótesis que descansan sobre la base argumental que considera a la
prensa en el siglo XVIII y XIX, especialmente durante la primera centuria, como un
vector de nuevas ideas, teniendo en presente, que el periodismo gozó de gran
vitalidad durante el reinado de Carlos III7.
El periodismo constituye para la historiografía médica española un material
poco explorado, pero cuya revisión, vaciado y estudio son de suma importancia para
identificar el pasado de los conocimientos médicos y la dimensión social de la salud y
de la enfermedad. Algunos estudios han abordado de manera excelente esta nueva
visión de conocimiento, analizando de forma global las crónicas publicadas en la
7
Blasco Martínez L. Higiene y Sanidad en España al final del antiguo régimen. Madrid: Tesis doctoral,
Universidad Complutense de Madrid; 1991
17
prensa periódica, focalizados en el análisis de las noticias relacionadas con la
medicina del periodo ilustrado publicadas en la Gaceta de Madrid8.
Con relación a las fuentes de investigación de la historia de la medicina
española, la línea de investigación sobre historia de la vacunología de la Catedra de
Vacunología Balmis, otorga una gran importancia a la utilización de las fuentes de
archivo y periodísticas de los siglos XVIII y XIX. Elementos cuya revisión, vaciado y
estudio constituyen para la historiografía médica española un requisito de suma
importancia para conocer el pasado de los conocimientos médicos y la dimensión de
la salud y de la enfermedad en general. En una vertiente más particular, como en el
caso que nos ocupa, el recurso de la prensa periódica puede servir para identificar los
factores determinantes en la lucha contra la viruela como enfermedad en la España
ilustrada.
Para la obtención del material de estudio empleado se han utilizado dos
fuentes esenciales.
Por un lado las fuentes primarias de datos (documentos-fuente), considerando
como tales, toda la documentación perteneciente al periodo histórico objeto de
estudio relativos a la viruela y su tratamiento.
Otro tipo de material empleado corresponde a las fuentes secundarias,
constituidos por la revisión de fuentes impresas de tipo científico médico-sanitario,
trabajos históricos relativos a la temática tratada, publicaciones compuestos por
monografías, informes científicos, tesis doctorales, conferencias publicadas y
literatura de popularización.
Fuentes primarias
Ambas fuentes documentales han sido obtenidas a través de estrategias de
búsqueda de información, que en el caso de las fuentes primarias han explorado los
siguientes archivos y bibliotecas:
8
Martínez González L. La Medicina como noticia en España. La Gaceta de Madrid 1788-1808. Valladolid:
Universidad de Valladolid, Tesis doctoral; 2003.; Manero Ruiz E. Prensa oficial y mentalidad ilustrada. La
Gaceta de Madrid (1759-1788). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, Tesis doctoral;
2012.
18
x Archivo Histórico Provincial de Alicante, el fondo de la sección protocolos,
pertenecientes a los años 1734-1840 (situado en la calle Guillen de Castro,
nº 3, 03007 Alicante).
x Archivo Histórico Municipal de Alicante, consultando el fondo de la
sección de Sanidad, cabildos, y los libros de padrones y repartimiento del
equivalente, pertenecientes al siglo XVIII y primer cuarto del XIX, (situado
en la calle Labradores, nº 9-11, 03002 Alicante).
x Archivo Histórico de la Diócesis de Orihuela-Alicante, el fondo
perteneciente a los libros sacramentales del Archivo Parroquial de la
Basílica de Santa María de Alicante y Archivo Parroquial de la Concatedral
de San Nicolás, pertenecientes al siglo XVIII y primer cuarto del XIX,
(situado en la calle Marco Oliver, nº 5)
x Archivo Histórico Universitario de Santiago de Compostela, fondo del
Hospital Provincial de Santiago, (situado en la calle Casas Reales nº 5).
Destacando entre otros:
9 Carta del Arzobispo de Santiago de Compostela al presidente y
Junta del Real Hospital de Santiago. Fechado el 22 de octubre de
1803. Sección General, Legajo 785, exp. 20.
x Archivo Histórico Diputación de A Coruña, libro de registro de niños
expósitos que partieron con la expedición Balmis (situado en calle Riego de
Agua número 37).
x Archivo Municipal de la Coruña, fondo o sección Hospital de la Caridad,
libros de registros de Expósitos de A Coruña y Santiago, Libros de cuentas
de la Administración de la Caja de Expósitos, Sección junta de Sanidad,
(situado en calle Duran Loriga número 10)
x Archivo de la Real Academia Nacional de Medicina, consultando sus actas
y el fondo manuscrito relativo a la viruela como enfermedad durante el
siglo XVIII y el primer cuarto del XIX, (situado en la calle Arrieta nº 12,
28013 Madrid). Destacando entre otros:
19
9 Papeles sobre la vacuna. colección de cartas y otros documentos
relativos a las primeras vacunaciones contra la viruela en España,
por Ruiz de Luzuriaga. 2 vols. Sección 17-2ª, Sala de gobierno y 234ª, Biblioteca.
9 Sin fecha. Carta sobre experimentos con la vacuna de la viruela.
Sección 4ª, 1, legajo 5, doc. 293
9 Sin fecha. Nota de la Academia sobre los estudios realizados por la
Academia de Barcelona acerca de la vacuna. Sección 8ª, 1, legajo 6,
doc. 327.
9 San Ildefonso, 16 de septiembre de 1799. Carta de José Antonio
Caballero a Juan Gámez en relación a la inoculación de viruela
durante la epidemia de Nueva Vizcaya. Sección 4ª, 2 legajo 7, doc.
563.
9 Sin fecha. Carta de la Academia a Antonio Córdoba informándole
sobre el caso de una muerte supuestamente provocada por la
vacuna. Sección 4ª, 2, legajo 8, doc. 589.
9 Sin fecha. Carta de la Academia a Antonio de Córdoba y Heredia
dictaminando que la muere de Marcos González no tiene relación
con la vacunación. Sección 4ª, 2, legajo 11, doc. 696
9 Durango, 10 de septiembre de 1798. Número de individuos que han
tenido viruelas en esta ciudad y sus arrabales, de Bernardo Bonavia.
Sección 4ª, 2, legajo 11, doc. 693
9 Durango, 10 de septiembre de 1798.Carda de Bernardo Bonavia a
Gaspar y Melchor de Jovellanos sobre la epidemia de viruelas
declarada en esa provincia. Sección 4ª, 6, legajo 11, doc. 694.
9 Sin fecha. Distintas normas que resumen el informe de Ruiz de
Luzuriaga y el reglamento del rey de Prusia para la extensión del
descubrimiento de la vacuna. Sección 4ª, 4, legajo 11, doc. 700.
20
9 Sin fecha. Informe de Ignacio María Ruiz de Luzuriaga sobre la
vacuna de las viruelas descubiertas por Jenner. Sección 4ª, 51, legajo
11, doc. 703.
9 Madrid. 18 de octubre de 1801. Carta de Pedro Cevallos al duque de
Medinaceli sobre la vacunación de viruelas en la
Casa de los
Desamparados. Sección 4ª, 6, legajo 13, doc. 741.
9 Madrid, 16 de julio de 1804. Dictamen de José Martínez de San
Martín sobre un expediente de Marcelo Hortet relacionado con la
vacuna de la viruela. Sección 4ª, 1, legajo 14, doc. 807.
9 Madrid. junio de 1803. Observaciones de Nicolás Díez Canedo tras la
inoculación de dos pacientes con pus de cabra. Sección 4ª, 2, legajo
14, doc. 823.
9 Sin fecha. Comunicación del acuerdo de la Academia sobre el
examen del fluido vacuna de Marcelo Hortet. Sección 4ª, 2, legajo
17, doc. 932.
9 Madrid. 12 de marzo de 1803. Expediente de Pedro Hernández
dirigido a Ignacio María Ruiz de Luzuriaga sobre el Descubrimiento y
efectos de las viruelas de las cabras para reemplazar al pus vacuno.
Sección 4ª, 9, legajo 14, doc. 822
9 Madrid, 18 de mayo de 1803. Carta de juan José Heydeck a Ignacio
María Ruiz de Luzuriaga sobre las experiencias que el Protomedicato
le había encargado junto a Pedro Hernández para ensayar con el pus
de cabras. Sección 4ª, 2, legajo 18, doc. 986.
9 Madrid. 27 de mayo de 1803. Carta a Manuel Gorgullo acerca de una
cabra con pústulas en sus ubres, lo que posibilitaría un ensayo
variológico con algún niño. Sección 4ª, 1, legajo 18, doc. 997.
9 Madrid. 7 de marzo de 1803. Carta de Manuel Gorgullo a Ignacio
María Ruiz de Luzuriaga en relación con la inoculación, realizada por
21
Juan José Heydeck, de viruelas procedentes de unas cabras de las
cercanías de Madrid. Sección 4ª, 2, legajo 18, doc. 1006.
9 Madrid. 30 de julio de 1803. Carta de Benito Méndez a Ignacio María
Ruiz de Luzuriaga sobre el ensayo de inoculación de viruelas de
cabra a niños del Real Colegio de los Desamparados. Sección 4ª, 2,
legajo 18, doc. 1011.
9 Palacio. 6 de junio de 1804. Carta de Pedro Cevallos al secretario de
la Academia, comunicándoles que ha dado orden a la Casa de los
Desamparados para que proporcionen los muchachos necesarios
para los experimentos con el fluido vacuno encontrado en Cataluña
por Marcelo Hortet. Sección 4ª, 2, legajo 19, doc. 1110.
9 Madrid. 25 marzo de 1805. Carta de Ignacio María Ruiz de Luzuriaga
a
Pedro
Cevallos
aclarándole
algunos
aspectos
sobre
el
descubrimiento del Dr. Juan José Heydeck referente al pus de las
cabras y vacas de cara a su inoculación, publicadas en el Diario
médico y físico nº 56. Sección 4ª, 2, legajo 21, doc. 1231.
9 Aranjuez. 21 de mayo de 1805. Notificación de Pedro Cevallos al
secretario de la Academia remitiendo la carta de Marcelo Hortet
sobre su hallazgo del virus vacuno. Sección 4ª, 2, legajo 21, doc.
1251.
9 1801. Extracto del informe sobre el estado general de los vacunados
en Madrid en el año de 1801, por Ruiz de Luzuriaga. Sección 4ª, 10,
legajo 15, doc. 885.
9 1801. Estado general de los vacunados, por Juan de Azaola,
Francisco Azacue, Ignacio Jáuregui, Manuel Andrés, José Lamano y
Nicolás Díez Canedo. Sección 4ª, 36, legajo 15, doc. 886.
9 El Pardo. 11 de febrero de 1804. Carta de Pedro Cevallos al
secretario de la Academia remitiendo un frasco para transportar y
conservar la vacuna que se ha inventado en Londres, así como un
22
informe y las reglas de inoculación. Sección 4ª, 2, legajo 19, doc.
1113.
x Archivo Histórico Nacional de Madrid, consultando el fondo de Estado,
(situado en la calle Serrano nº 115, 28006 Madrid). Destacando entre
otros:
9 Traducción al castellano de Francisco Piguellen de la obra Ensayos
sobre la inoculación de la vacuna escritos por el doctor Colón,
médico de París. Sección Estado, Legajo 3215, número 241, folio 1-32
9 Comunicaciones referentes a la pretensión del médico Rafael
Malaguilla de propagar la vacuna en América. Sección Estado,
Legajo 3215, número 241, folio 41-46
9 Comunicaciones sobre la existencia del fluido vacuna en las vacas
de los montes de Cadramón y valles de Oro. Sección Estado, Legajo
3215, número 241, folio 56-60
9 Informes relativos a la conservación y transporte del fluido vacuno en
unos frasquitos que habían ideado en Londres y que podrían resultar
más eficaces que los vidrios planos. Sección Estado, Legajo 3215,
número 241, folio 61-73
9 Relación de vacunados en el Hospital General de Madrid. Sección
Estado, Legajo 3215, número 241, folio 79-94
9 Instancias de Juan José Heydeck a don Pedro Cevallos, secretario de
estado, dando cuenta de los descubrimiento que había hecho en las
viruelas de las cabras. Sección Estado, Legajo 2932, número 44, folio 16
9 Tribunal del Protomedicato informa que había comisionado a dos
médicos para que estudiasen el descubrimiento de Heydeck. Sección
Estado, Legajo 2932, número 44, folio 14-15
9 Instancia de Nicolás Díez Canedo solicitando se le diera
nombramiento de ciurjano de la comisión que estudia las
23
investigaciones de Heydeck sobre la vacuna. Sección Estado,
Legajo 2932, número 44, folio 16-17
9 Memoriales de Marcelo Hortet al rey dando cuenta del
descubrimiento de virus vacuno legítimo y original en una vaca del
valle de Tosas. Solicitando la concesión de director de la
vacunación del Principado de Cataluá. Sección Estado, Legajo 2932,
número 48, folio 1-9
9 Ruiz de Luzuriaga, secretario de la Academia medica de Madrid,
solicita que Cevallos de orden a la Casa de Desamparados de que
faciliten niños para probar la vacuna de Hortet. Sección Estado,
Legajo 2932, número 48, folio 34-37
x Archivo Histórico de Protocolo de Madrid, consultando los protocolos
notariales pertenecientes a las biografías más destacadas del periodo
estudiado, (situado en la calle Alberto Bosch, nº 4, 28014 Madrid).
x Archivo General de Palacio, consultado el fondo de sanidad y personal,
(situado en la calle Bailen s/n, 28071 Madrid)
x Archivo del Museo Naval de Madrid, consultando certificado matrimonial
de Timoteo O´Scanlan y registro bautismal de su descendencia, (situado en
el Paseo del Prado, nº 5, 28014 Madrid)
x Archivo General de la Marina “Álvaro de Bazán”, consultando
expedientes relativos a expediciones marítimas, (situado en la Plaza de
Pradillo, nº 12. 13770 Viso del Marqués, Ciudad Real)
x Biblioteca Nacional de Madrid, consultando tanto las fuentes primarias
como secundarias de la abultada bibliografía del periodo tratado, (situado
en Paseo de Recoletos, nº 22, 28001 Madrid)
x
Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla, Madrid
x
Real Sociedad Económica Matritense
x
Archivo General Militar de Segovia
24
x
Archivo
General
de
la
Nación
de
México.
Disponible
en:
http://www.agn.gob.mx/. Destacando entre otros:
9 Autos seguidos sobre la inoculación de virulentos en el Pueblo de
Ixhuacan de los reyes, jurisdicción de Xalapa (1794). Sección:
Indiferente virreinal, Epidemias. Expediente 012. Caja 1888
9 Correspondencia sobre los problemas acaecidos por la viruela, y acuse
de recibo de diversas autoridades sobre el ejemplar del cirujano del
Real Monasterio de San Lorenzo, Francisco Gil, emitido por el rey para
curar la viruela. Sección. Indiferente Virreinal, Epidemias. Expediente
005. Caja 2796
9 Correspondencia dirigida al Alcalde Mayor de Pachuca, sobre diversos
asuntos relativos a una epidemia de viruela. Sección: Indiferente
virreinal, Alcaldes Mayores. Expediente 016. Caja 1807
9 Registro sobre el estado de los cuarteles que socorrieron a los
contagiados de viruela en la epidemia experimentada en 1797, donde
se establece número de muertos, sanos y total de socorridos de cada
sociedad, alimentos, vestimenta, médicos y barberos que la Caja de
Socorros gastó en el año de 1798. Sección Indiferente virreinal, Títulos
y Despachos de Guerra. Expediente 032. Caja 865
9 Circular dirigida a los dueños, administradores y mayordomos de las
haciendas, estancias y ranchos de ganado vacuno, dando instrucciones
sobre la detección de la viruela vacuna o cowpox. Sección: Indiferente
virreinal, Epidemias. Expediente 27. Caja 4062
x
Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid. Catalogo Cisne UCMAECID Disponible en: http://cisne.sim.ucm.es/
x
Librería digital Hathi Trust. Disponible en: http://www.hathitrust.org/
x
Librería digital Archive.org. Disponible en: https://archive.org/index.php
25
Fuentes secundarias
Para tratar las fuentes secundarias se ha recurrido a los siguientes buscadores
bibliográficos:
- MEDLINE
- PUBMED
- ProQuest
- ScienceDirect
- Scopus
- Elsevier
Ampliandose con la consulta y análisis de las crónicas publicadas en la prensa
periódica de la época relativas a la viruela como enfermedad y a sus medidas
terapéuticas y preventivas. Para ello se
ha realizado una revisión bibliográfica
documental obtenida a través de la Hemeroteca Digital, de la Biblioteca Digital
Hispánica que tiene por objetivo la consulta y difusión pública por medio de Internet
del patrimonio bibliográfico español conservado en la Biblioteca Nacional, y que se
encuentra en:
http://www.bne.es/es/Catalogos/HemerotecaDigital/
Los años objeto del estudio abarcan el periodo de 1762 a 1808, en los que se
ha realizado una búsqueda de los términos: viruela AND/OR inoculación AND/OR
vacuna. Con un resultado total de 523 noticias de prensa contenidas en las siguientes
publicaciones:
9 Correo de Madrid
9 Correo de Sevilla
9 Correo Mercantil de España y sus Indias
9 Correo mercantil de España y sus Indias
9 Diario de Madrid
26
9 Diario noticioso universal
9 Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa
9 Gazeta de México
9 Memorial literario o Biblioteca periódica de ciencias y literatura
9 Mercurio de España
9 Semanaria de Agricultura y artes dirigido a los párrocos
9 Semanario de Zaragoza
9 Semanario Económico
9 Semanario erudito de Salamanca
Las noticas y anuncios referentes a la Gazeta de Madrid y sus Suplementos que
de manera esporádica complementaban el periódico, fueron obtenidos por medio de
la hemeroteca digital que registra las disposiciones y noticas periódicas de los diarios
oficiales desde 1661 hasta 1959, localizada en:
https://www.boe.es/buscar/gazeta.php
Se mantuvieron los mismos términos de búsqueda y periodo de estudio, cuyo
resultado asciende a un total de 292 noticias identificadas.
El conjunto de la revisión ha registrado 815 noticias contenidas en las 15
publicaciones periódicas estudiadas. Los resultados fueron registrados en una base de
datos que permite una aproximación a la visibilidad mediática que tuvo en España la
viruela.
Las variables analizadas fueron categorizadas según la fecha de publicación
(aaaa/mm/dd), titulo o nombre de la prensa periódica, titular de la noticia,
tratamiento enfermedad (inoculación/vacuna/otros), opinión de la inoculación
(favorable/desfavorable/neutro),
opinión
de
la
vacuna
(favorable/desfavorable/neutro), referencias internacionales (si/no), breve resumen
de la noticia.
27
El estudio cuenta con algunas limitaciones, ya que la obtención de las noticias
recogidas por la prensa periódica han sido obtenidas por medio de los motores de
búsqueda de las propias páginas, de igual modo, debemos señalar que el criterio de
categorización fue subjetivo.
La fortaleza del estudio radica en la gran cantidad de fuentes primarias
tratadas y el número de crónicas de prensa periódica localizadas, que ratifican la
presencia e importancia de la viruela, así como el interés suscitado por las novedades
científico-médicas para afrontar sus repercusiones en la sociedad. Muestran como el
periodo renovador del siglo de las luces, utilizó la prensa para alcanzar a las capas de
menor formación intelectual para divulgar los avances de la ciencia y de la técnica.
28
LAS VIRUELAS REALES
Los inicios de la lucha contra la viruela
en España. Técnica e ideología durante
la transición de la inoculación a la
vacuna (1750-1808)
29
LAS VIRUELAS REALES
A lo largo del siglo XVIII la viruela alcanzó su máxima expresión como
enfermedad devastadora, convirtiéndose en la primera causa de mortalidad infantil9.
En su deambular como azote mundial diezmó a la población sin ningún tipo de
distinción social. Las monarquías europeas sufrieron la virulencia de la enfermedad
produciéndose cambios notables en el devenir de las Casas Reales por el
fallecimiento de reyes o príncipes herederos10.
Timoteo O´Scanlan, el más activo defensor en España de la variolización, método
importado de Oriente durante el primer tercio del siglo XVIII para combatir la
enfermedad, la definía en estos términos:
“una guadaña venenosa que siega sin distinción de clima, rango, ni
edad, la cuarta parte del género humano, constando por repetidas
observaciones, que la décima cuarta partes de cuantos anualmente
pierden la vida son víctimas sacrificadas a esta cruel hidra, y que
otros tantos individuos quedan ciegos, estropeados y por
consiguientes reducidos a ser carga pesada al Estado”11.
Su incidencia en las monarquías europeas alteró el devenir de la historia de la
monarquía europea de manera tangible, los Estuardo, Borbones o Habsburgo vieron
interrumpidas sus líneas sucesorias12. Además de sufrir las viruelas, miembros de
estas Casas Reales tuvieron un papel relevante en la difusión de la variolización ya
que fomentaron su uso dando el mejor ejemplo posible, aplicarlo a sus propios hijos y
familiares. También afectó a la Corona española tal como se verá a continuación.
9
Tuells J. Duro Torrijos JL. Las Reales viruelas, muerte e inoculación en la Corte española. Vacunas.
2012;13(4):176-181
10
Hopkins D. Princes and Peasants. Smallpox in history. Chicago: Ed. University of Chicago Press; 1983
11
O´Scanlan T. Ensayo apologético de la inoculación o demostración de lo importante que es al
particular y al Estado. Madrid: Imprenta Real; 1792
12
En Inglaterra la viruela diezmó a los Estuardo, el Emperador Fernando IV de Austria (1654), el
Emperador de Japón, Gokomyo (1654), el de China, Fu-lin (1661). Tuells J, Ramírez Martín SM. Balmis et
Variola. Valencia: Generalitat Valenciana, Conselleria de Sanitat; 2003. pp. 58
31
La extinción de los Austrias
Isabel de Borbón (1602-1644), primera esposa de Felipe IV (1605-1665), dio a
luz el 17 de octubre de 1629 un hijo que fue bautizado cómo Baltasar Carlos,
heredero que garantizaba la continuidad del linaje de los Habsburgo bajo el nombre
de Baltasar I. Sin embargo, las esperanzas puestas en el príncipe se truncaron durante
el otoño de 1646, al fallecer el 9 de octubre víctima de la viruela y de las tres sangrías
practicadas por los galenos reales en un vano intento de curarlo. No llegó a cumplir
los 17 años de edad.
Su muerte se produjo en Zaragoza, lugar que había visitado en varias ocasiones
y donde había efectuado su juramento como príncipe heredero el 20 de agosto de
1645, en un intento de los Austrias por afianzar la fidelidad de Aragón, habida cuenta
del levantamiento de Cataluña y los problemas con Portugal en el marco de la guerra
de los Treinta Años13.
Baltasar Carlos, joven y sin preparación para el gobierno, contaba con “la
simpatía y elegancia del padre, la energía y la inteligencia materna, visibles desde los
retratos de muy niño y muy claras en los últimos años de mozo”14. Prometía revitalizar
la capacidad de los Austrias mayores, también el juramento del heredero suponía un
acercamiento de las arcas castellanas a los exhaustos recursos económicos del reino
de Aragón, por ello es normal que los anhelos de un tiempo mejor se concretasen en
él, condiciones que sin duda propiciaban un acercamiento por parte de los
aragoneses.
A lo largo de 1646, Baltasar Carlos acompañó a su padre en un viaje por el
norte de España. En Zaragoza, con objeto de conmemorar el fallecimiento de su
13
“Eran años difíciles para la monarquía católica de Felipe IV. El levantamiento de Cataluña y Portugal
en el momento crítico de la guerra de los Treinta Años había llevado la lucha a la Península Ibérica y a la
frontera misma de Aragón. El rey de Francia pasaba a ser conde de Barcelona. Zaragoza, en las primeras
fechas del levantamiento barcelonés, trató con permiso del rey de aproximar las partes, pero cuando la
urbe catalana reconoció a Luis XIII como conde de Barcelona, se hizo imposible la mediación.
Aragón se mantuvo fiel a los Austrias y se vio visitada durante largo tiempo por la corte. Zaragoza fue
durante grandes temporadas el centro de la monarquía”. Véase Maiso González J. Baltasar Carlos y
Zaragoza. Cuadernos de investigación: Geografía e historia. 1975; 1(2): 95-100
14
Marañón G. Obras completas. Madrid: Espasa-Calpe; 1970. tom. V, Biografías, p. 740
32
madre ocurrido dos años antes. El 2 de octubre, el príncipe se sintió indispuesto
aunque asistió a la ceremonia, celebrada el día 5, afectado ya por la calentura,
impidiéndole al día siguiente, sábado 6 de octubre, acompañar a su padre al
funeral15.
La enfermedad, viruelas, caminó tan rápido que en carta fechada el día 7 de
octubre y dirigida a sor María de Ágreda el monarca alude a la fulminante dolencia
del príncipe:
“Desde ayer acá tengo a mi hijo muy apretado de una gran calentura.
Empezole con grandes dolores del cuerpo que duraron todo ayer y
hoy está delirando todo el día y llegamos a estar en estado tal que
deseamos pare en viruelas esta borrasca, por la cual dicen los
médicos que hay algunas señales”16.
Muy debilitado, el martes día 9, a las ocho de la mañana,
“le administraba el viático el arzobispo de Zaragoza. Un coro de
oraciones y rogativas se elevó al cielo en un intento de detener lo
irremediable. El santísimo se expuso hasta las tres de la tarde cuando
se hizo una procesión general al convento de Jesús, donde
anteriormente se había llevado la Virgen de Cogullada y se la trajo
procesionalmente al altar de La Leo donde se la rodeó de velas y
oraciones. Todo fue inútil, a las nueve de la noche de ese mismo día 9
de octubre, moría su alteza, y a las once se devolvía la virgen al
convento de Jesús”17.
Se supo después que el contagio de viruelas pudo producirse a través de una
meretriz que le había buscado su ayo Don Pedro de Aragón, que le costó ser
desterrado.
15
Véase Cf. Maiso González. 1975, pp. 98
16
Gargantilla P. Enfermedades de los reyes de España. Los Austrias. Madrid: La esfera de los libros;
2005.
17
Véase Cf. Maiso González. 1975, pp. 98
33
La falta de descendencia masculina propició una nueva boda de Felipe IV en 1649
con su joven sobrina y a la vez prometida de su difunto hijo, Mariana de Austria
(1634-1696). Del matrimonio nació el futuro Carlos II (1661-1700), soberano conocido
popularmente bajo el apelativo de “El Hechizado”, pues se decía que desde pequeño
estaba bajo el influjo de un hechizo, llegando a ser objeto de algunas exorciones por
consejo de su confesor, el religioso y dominico Froilán Díaz de Llanos18.
Su reinado, que duró 35 años, se caracterizó por una pérdida de la influencia
española en el concierto europeo. De salud quebradiza, estéril, se cree que pudo
padecer el síndrome de Klinefelter, murió a los 38 años certificando el médico que
efectuó su autopsia que “no tenía ni una sola gota de sangre, el corazón apareció del
tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y
gangrenados, tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua”.
Su incapacidad para tener descendencia le había llevado a la decisión de
nombrar como sucesor en 1696 a José Fernando de Baviera (1692-1699) que murió
de viruelas19.
Tras este contratiempo y con la Francia borbónica de Luis XIV compitiendo con el
Emperador Leopoldo I de Habsburgo para hacerse con el trono español, Carlos II dicta
testamento un mes antes de su muerte ocurrida el 1 de noviembre de 1700, a favor
de los borbones considerando que la influencia francesa garantizaría la unidad
territorial de la Corona dando entrada en España a una nueva dinastía acción que
provocó la Guerra de Sucesión (1700-1714).
Los Borbones y la viruela
Felipe V (1683-1746), el primer Borbón, fue rey durante 45 años y tres días. Su
reinado, el más extenso de la monarquía hispánica, estuvo interrumpido durante los
doscientos veintinueve días en los que legó el cetro a su hijo Luis I (1707-1724)20,
18
Ribot García L A. Carlos II: El centenario olvidado. Historia Moderna. 1999; 20: 19-44
Hopkins D. Princes and Peasants. Smallpox in history. Chicago: Ed. University of Chicago Press; 1983
20
Luis I, hijo de Felipe V y María Luisa de Saboya, nació en el Palacio del Buen Retiro de Madrid el 25 de
agosto de 1707. Por haber nacido el día de San Luis y en memoria de su abuelo, se le puso el nombre de
Luis, fue padrino de su bautizo, en nombre de su bisabuelo Luis XIV de Francia, el Duque de Orleans, que
19
34
desde el 9 de febrero hasta el 1 de septiembre de 1724. Éste fue conocido como el
liberal o el breve, y era con tan sólo 16 años de “gentil aspecto, regular de estatura y
trato afable, magnánimo e inclinado a complacer a todos, muy aplicado al estudio,
con gran deseo de acierto y aficionado a la pintura y a las bellas artes, todo lo cual
contribuyó a que se le designara con el sobrenombre de <bien amada>”21.
Con catorce años se había casado con la princesa Luisa Isabel de Orleans (1709-1742)
“El matrimonio no se lleva bien, ambos esposos se aburren en aquella
corte (…). La reina, con sus quince años, olvida su papel en las
pesadas ceremonias palatinas, escandaliza a todos imitando el
cacareo de la gallina, salta a la pata coja y pasea en camisón de
noche por las galerías porque hace en palacio demasiado calor; por
otra parte, el rey pasea su juventud por los bajos fondos de Madrid,
acudiendo a los peores antros, infestados de viruela, una persona que
ha sido criado cuidadosamente en un clima artificial, lejos de todo
contagio”22.
Precisamente las viruelas hicieron presa del joven rey en agosto de 1724.
Trataron su enfermedad Pedro de Agüenza, primer médico de la reina, Juan Higgins23,
después sería su suegro. Fueron sus nodrizas Dª Barbará Flores, natural de Tembleque, y después
Manuela Cornejo, de Pamplona.
La jura de Luis I, como heredero de la corona, constituyó una fiesta nacional y el niño fue objeto de
mayor cariño y adoración, tanto de la familia como el pueblo. Estuvo educado por el Cardenal de
Giudice.
Luis I subió al trono español por la renuncia que hizo su padre, Felipe V, de la Corona, en el Real Sitio de
San Ildefonso el 10 de enero de 1724, y la escritura original de aceptación por parte del joven monarca
está fechada en San Lorenzo el Real a 15 de enero de ese mismo año. Siendo proclamado el 9 de febrero
de ese mismo año, que hizo su entrada pública en Madrid. Se conmemoró con grandes celebraciones y
todo hacía presagiar un largo reinado. Véase Olmedilla y Puig J. Noticias históricas acerca de la última
enfermedad del Rey de España Luis I. Madrid: Administración de la revista de medicina y cirugía
práctica; 1909.
21
Ibídem.
22
Angolotti Cárdenas E. Datos para la historia de la viruela en España. Rev. San. Hig. Pub. 1976; 50: 48598
23
“Juan Hyghens, Higgins o Hygens, que de todas estas maneras y aun de otras se encuentra escrito su
nombre por papeles e historias, era de origen irlandés, y doctor en varias Universidades, entre ellas la
de Montpellier, desde donde se trasladó a España para ejercer sus funciones médicas en el ejército. En
1703 Higgins llegó a España, donde su conducta y talentos agradaron tanto a Felipe V, que le nombró
primer médico de su Cámara y le concedió su confianza hasta el punto de inspirar celos a Isabel de
35
presidente del Real Protomedicato y primer médico de Su Majestad, junto a los
médicos de cámara José Suñol, Alfonso Sánchez y Antonio Díaz. Los síntomas iniciales
llevaron a diagnósticos erróneos, como recoge una carta del Marqués de Astorga,
fechada el 15 de agosto:
“Habiendo comulgado hoy el Rey, antes de acabarse la segunda misa
sintió un vaporcillo que le preciso dejarla (…). Aunque ha quedado tan
bueno que asistió a la capilla (…). Me parece de mi obligación dar
cuenta por medio de V.E a los Reyes nuestros Señores de esta
novedad, porque cualquiera confusa noticia de ella no ocasionase a
Sus Majestades cuidado. Esta ha dado ninguno a D. Juan Higgins, que
sospecha pueda resultar de haber comido ayer poco de pescado y
estar de rodillas esta mañana en ayunas. En buena ley recela también
concurra a esto el demasiado ejercicio y jugar a la pelota después de
comer”24.
El abundante epistolario redactado por Pedro de Agüenza muestra el curso de la
dolencia. En una carta del 22 de agosto, se recogen las primeras erupciones:
“las viruelas del Rey son de buena calidad y sin accidente peligroso, con
que espero que Nuestro Señor quedará muy luego restablecido”25.
Los alentadores párrafos del facultativo cambiaron siete días después, ya que
“Anoche se acrecentó la calentura con grandísima inquietud (…).
Juntaronse cinco médicos y de ellos, los cuatro votaron sangría del
brazo de tres a cuatro onzas, lo cual se ejecutó a las nueve y media
con felicidad, saliendo la sangre rubicunda y con ímpetu”26.
Farnesio. Llegó a ostentar una posición influyente no sólo en el mundo médico de la España de la época,
también en instituciones gubernativas. Murió al poco tiempo del fallecimiento de Luis I. Véase Davila A.
Luisa Isabel de Orleans y Luis I. Estudios Españoles del Siglo XVIII. Madrid: Librería de Fernando Fe;
1902.; White M. The Role of Irish doctors in eighteenth-century Spanish medicine. En: Downey DM,
MacLennan JC. Spanish-Irish relations through the Ages. Dublin: Four courts press; 2008
24
Véase Cf. Olmedilla y Puig. 1909, pp. 20
25
Véase Cf. Olmedilla y Puig. 1909, pp. 16
26
Véase Cf. Olmedilla y Puig. 1909, pp. 19
36
Dos días después, el 31 de agosto, cerca de las dos y media de la mañana fallecía
el joven Borbón. En su lecho de muerte Luis I testó a favor de su padre, a quien
devolvió todo el poder recibido, decisión ratificada por el Consejo de Castilla al
considerar que el sucesor natural, su hermano Fernando (1713-1759), futuro
Fernando VI, no tenía edad para asumir el trono. El comportamiento de la reina
durante la enfermedad de su marido fue ejemplar, no separándose de él por lo que
se contagió de una “viruela confluente complicada con fiebre infecciosa”27 de la que
se recuperó, regresando a la corte francesa.
Felipe V retomó el cargo acompañado de Isabel de Farnesio (1692-1766) mujer
de gran belleza pese a las marcas en su cara fruto de unas viruelas infantiles.
Consorte que destacó por su gran capacidad para la intriga política. Consiguió que su
primogénito fuera el futuro Carlos III de España y que el infante Felipe de Borbón
(1720-1765) fuera Duque de Parma, éste último también fallecido por la viruela28.
Un breve recorrido del linaje monárquico español que recoge el estrago mortal,
la ceguera o desfiguración irreversible como la huella temible que dejaba en su
camino indiscriminado la enfermedad de la viruela.
27
Véase Cf. Davila. 1902, pp. 226
28
Halcón F. La imagen del príncipe: El infante D. Felipe de Borbón, Duque de Parma, y la Real
Maestranza de Caballería de Sevilla. Laboratorio de Arte. 2000; 13: 371-85
37
ENTRE EL RETRATO Y LA
ETIOLOGIA DE LA
VIRUELA: HUMORES,
SANGRE Y SUS REMEDIOS
Los inicios de la lucha contra la viruela en
España. Técnica e ideología durante la
transición de la inoculación a la vacuna
(1750-1808)
39
ENTRE EL RETRATO Y LA ETIOLOGIA DE LA VIRUELA: HUMORES, SANGRE, INSECTOS
Y SUS REMEDIOS.
La desfiguración constituyó una de las temidas secuelas de la viruela. Sus
huellas estuvieron presentes incluso durante los preparativos de la boda entre
Fernando VI (1713-1759), sucesor en la corona española de Felipe V, con la princesa
portuguesa Bárbara de Braganza (1711-1758).
El 10 de enero de 1728, tras una intensa actividad diplomática, se pactaron las
condiciones del matrimonio. Sólo faltaba un detalle, que los príncipes se conocieran,
para lo que era necesario intercambiarse un retrato,
“Fernando le envió uno orlado de brillantes, más difícil fue la
realización del de María Bárbara ya que al ser tan poco agraciada,
físicamente, pues la viruela dejo su rostro muy deformado (…). La
dificultad se hacía cada vez mayor pues los pintores se negaban a
ello, incluso les prohibían acercase a ella para que no percibiesen un
rostro tan picado de viruelas, cuyas señales trataron de disimular con
emplasto de arcilla”29.
El rastro y secuelas dejadas por la viruela fueron asimilados por la sociedad del
momento. De hecho, sus terribles consecuencias fueron empleadas como signos
distintivos e identificativos del que las padeció. Varios ejemplos se localizan en los
censos, mediciones de quintas, otorgamientos de títulos e incluso las columnas de la
prensa periódica, y que en este último caso podrían recoger relatos que trasladasen
al lector a lugares tan remotos y lejanos como Pekín:
“El Palacio Imperial de Pekín es un cuadrado oblongo de ladrillo, que
tiene de alto ocho toesas, y está cubierto con tejas amarillas. El techo
representa leones, tigres, dragones y toda especia de figuras […]. Este
Monarca era entonces de cerca de cincuenta años de edad y tenía la
29
Basante Pol R. La demencia de un Rey: Fernando VI (1746-1759). Madrid: Instituto de España. Real
Academia Nacional de Farmacia; 2010
41
fisonomía muy agradable. Sus ojos eran negros, y la nariz un poco
levantada. Traía un bigote negro, y tenía tan poca barba, que el Autor
duda si la tenía realmente. Su rostro estaba picado de viruelas, y
estatura era mediana”30.
E incluso entre las crónicas que anunciaban las pérdidas y extravíos de niños y
adultos, en especial los primeros:
“Se ha perdido un niño, de edad de cuatro años, abultado de cara,
pecoso de viruelas, que iba en mangas de camisa, con calzón azul y
zapatos atados con una cinta”31.
Respecto a su etiología, varias eran las teorías sobre las que se circunscribía la
enfermedad a lo largo del siglo XVIII. Unas fijaban que se producía por causa de un
fermento presente en el cuerpo, otras a través del aire, e incluso existían las que
atribuían el origen de la dolencia a la entrada en el cuerpo de animaculis.
Si analizamos las diferentes explicaciones se observa una evolución
significativa a medida que avanza la centuria, donde los métodos de observación y de
experimentación se utilizan cada vez con mayor frecuencia en el campo de la
medicina.
No debemos olvidar que el periodo de la ilustración se encuentra liderado por
un movimiento humanístico donde se aplicaba la razón con independencia crítica de
la historia, un examen crítico del hombre donde debía tomar conciencia de las
acciones de la humanidad, y que como el propio Kant enunció, el hombre debía dejar
su minoría de edad.
Periodo que recibió un incalculable legado arrastrado por las centurias que le
precedían, y donde contó con un papel destacado la ciencia newtoniana, a través de
la cual y con los recursos matemáticos adecuados se podían explicar todos los
problemas mecánicos y físicos del universo, convirtiéndose en el eje de la evolución
30
Historia general de los viajes. Diario noticioso, curioso, erudito y comercial público y económico. Núm.
114. Martes 23 de febrero de 1768.
31
Perdidas. Diario noticioso, curioso, erudito y comercial público y económico. Núm.176. Lunes 10 de
agosto de 1778.
42
científica que permitieron la transición desde una fe ciega en las autoridades clásicas
hasta la idea de progresos y el triunfo inexorable del espíritu humano32.
Planteamiento que encontró su máxima representación en obras como la
Enciclopedia francesa, dirigida por Denis Diderot (1713-1784) y el matemático Jean Le
Rond D´Alembert (1717-1782), trasciende al campo científico y penetra en toda la
vida intelectual de la época. No en vano confería ésta a sí mismo la categoría de
ilustrada, iluminada, aclarada y superadora de las tradiciones del pasado33. La
confianza en las facultades y derechos de la razón imprime su sello al pensar filosófico
y dirige a los promotores de la renovación del mundo social.
A pesar del contexto renovador, el carácter conservador de los médicos
impidió que la medicina evolucionara al mismo ritmo que otras áreas científicas o que
los progresos de éstas se aplicaran a la práctica diaria. Localizándose los avances más
importantes en la segunda mitad de la centuria34.
Continuando con los diversos postulados planteados acerca de las causas que
originan el desarrollo de la enfermedad de la viruelas humanas, encontramos los que
mantenían la convicción de localizarlo en una semilla innata en el organismo, un
humor o fermento que antes o después a lo largo de la vida del individuo se
estimularía por un agente externo apareciendo la enfermedad.
“Este germen no debe ser otra cosa, que una disposición en la sangre,
que la dispone a fermentar con los ácidos, que un aire corrompido, y
alimentos de mala substancia han introducido en ella, y esto es lo que
consiste el germen de todas las enfermedades. A la verdad, el de las
viruelas, es más general, y causa mayores ruinas”35.
32
Sánchez-Cantalejo Rámirez E. Epidemiologia y estadística. Ponencia V encuentro Marcelino Pascua.
Granada: Escuela Andaluza de salud pública; 1996.
33
García de Cortazar F. Biografía de España. Madrid : Gutenberg ; 1998
Menéndez A, Rodríguez E. Salud, trabajo y medicina en la España Ilustrada. Arch. Prev. Riesgos Labor
2005; 8 (1): 4-13.
34
35
Sobre la inoculación de la viruelas. Semanario Económico de Agricultura. Nº XIV. Jueves 10 de abril de
1766.
43
Origen animal de la enfermedad de la viruela. Dario curioso, Historico, Edudito…, de 1772
Otro de los elementos causante de las terribles viruelas sería el aire. Aunque se
reconocía que la enfermedad podía ser ocasionada por una sustancia contagiosa,
existía una creencia muy generalizada, por lo menos al principio del siglo XVIII, que
otras causas operaban también en su desarrollo, como la alteración de la atmósfera
que les rodeaba que pudiese ser perjudicial para la salud.
Desde la antigüedad, el aire había sido observado como un factor
determinante en las enfermedades36. De hecho, constituyó una de las explicaciones
36
Planteamientos propuestos por el propio Hipócrates y que son recogidos por el destacado médico,
político y escritor español, Francisco Méndez Álvaro, refiriéndose a uno de los aforismos de Hipócrates,
Mutationes temporum potissimum pariunt morbos, et in quibusdam temporibus magnae mutationes
aut frigoris, aut caloris, et alia pro ratione eodem se habent: “Todos los médicos conocen, y hasta el
vulgo, el influjo que las estaciones tienen en la producción de los males, y también es conocido que las
frecuentes mudanzas de temperatura, son un fecundo origen de dolencias; esta verdad quedó ya
consignada por Hipócrates en el primer aforismo de la sección tercera. Y no sólo cada estación produce
enfermedades peculiares a ella, sino que modifica más o menos las que son comunes a todas,
influyendo en su éxito, duración, y hasta en los resultados de los medios terapéuticos empleados para
44
más efectivas para determinar la aparición repentina y el carácter devastador de las
epidemias, hipótesis que persistió en el pensamiento médico hasta finales del siglo
XIX.
“Nótese también que así los padres como los Médicos y Cirujanos se
conformaron por lo general con el método refrigerante y de
ventilación que se usa en las viruelas artificiales, pero el pueblo, que
comúnmente no discurre ni por consiguiente toma precauciones, y
que, aun cuando lo quisiese, no puede tener sus habitaciones tan
ventiladas como convendría, ha sido el que ha sufrido casi toda la
mortandad ocasionado por esta epidemia tan cruel”37.
Su elevada presencia y la naturaleza contagiosa de la viruela durante las
epidemias no podían ser obviadas. Unas circunstancias que desembocaron en la
búsqueda de un agente material. La analogía más común de la experiencia diaria era
que la sustancia infecciosa debía ser un veneno que penetraba el cuerpo humano a
través de las vías alimenticias y respiratorias y que podía invadir también los poros de
la piel. La otra explicación se derivaba de los recientes descubrimientos de organismo
microscópicos a los que atribuían la enfermedad, la invasión de la sangre por unos
animaculi.
“A nuestro entender, en que la causa de tantas Erupciones, y
tumorcillos en las Enfermedades de Lepra, Sarna, Viruelas,
Paronichias, Herpes, y otras semejantes, sea por picadura de insectos,
que no por la materia viciada de la sangre, añadimos las
observaciones, y experiencias que tenemos de que en las familias,
clases, ordenes, géneros, especies, e individuos diferentes de insectos
y sabandijas que conocemos, suelen sus picaduras simbolizarse con
combatirlas”. Véase Méndez y Álvaro, F. Reflexiones acerca del catarro pulmonar epidémico que
vulgarmente se conoce bajo el nombre de Grippe. Madrid: Imprenta de D. Salvador Albert; 1837.
37
Noticias de Francia. Mercurio de España. Tomo II. Mayo de 1784.
45
las eminencias, tubérculos, pústulas y otra fuerte de erupciones
observadas ya en los herpes, ya en las viruelas”38.
Un origen animado que incluso se llegó a documentar en diferentes enfermos
variolosos39:
“El célebre Médico Juan Schnaidio, el cual con su acostumbrado
elegante razonamiento, y veraz facundia refiere de un niño viroloso,
que sintiendo picazón gran entre las viruelas del cuello, se le
encontraron unos cincuenta animalillos casi imperceptibles, aunque
se distinguían y veían mover entre las mismas viruelas.
Entre las observaciones, que se celebran en las disertaciones de las
viruelas y sarampión, hechas por el gran Derelincurcio, se nota, que
este insigne observador Pathológico refiere de una epidemia en que
quitada la cascara de las viruelas, se hallaban debajo innumerables
animalillos vivos.
Como atentos observadores hay también quienes se detuvieron en
rastrear la configuración de aquellos insectos animalillos, cuyo pico le
hallaron de figura de anzuelo”40.
Multiplicidad de teorías que coexistieron con la técnica de la variolización
como medio de prevención, junto a ésta, se recogerían también una amplia
diversidad de medidas destinadas a su control y curación.
Remedios orientados tanto al alivio espiritual buscando la compasión divina,
como otros más terrenales, intentando calmar miedos y temores:
38
Observaciones de medicina phisico, animada pathologica. Diario curioso, histórico, erudito, comercial,
civil y económico. Núm. 99. Domingo 13 de septiembre de 1772.
39
“Trae también para prueba de su pensamiento la observación de uno, que padeció viruelas, el que
sintió por todo el cuerpo una picazón intolerable y registrado se halló por todo él una infinidad de
animalillos blancos, con punta negra en la cabeza unos, que ya estaban fuera, y otros que iban saliendo
por los poros”. Véase García Hernández F. Tratado de fiebres malignas con su apropiada curación
acomodada a la más racional práctica. Madrid: Miguel Rodríguez; 1747. p. 164
40
Observaciones phisico-médico-pathologico animadas. Diario curioso, histórico, erudito, comercial, civil
y económico. Núm. 115. Martes 29 de septiembre de 1772.
46
“Según las noticias adquiridas, esta es la quinta vez que sale en
Procesión esta Santa Imagen, habiendo sido la primera ahora cien
años en el de 1697, por varias necesidades que afligían a nuestra
México, la segunda fue en 1737 para celebrarle Novenario en la Santa
Iglesia Catedral por la peste, la tercera en 1779 por la epidemia de
viruelas, y la cuarta en 1784 por la peste de dolores de costado”41.
Otros basados en elementos propios de las nuevas ciencias emergentes de la
época como la química y la botánica, algunos procedentes de lugares tan remotos
como las narradas en las lejanas tierras del Congo, en el continente africano:
“Las viruelas, que los habitantes llaman Kitangas, no son aquí tan
peligrosas, ni tan difíciles de curar, como en Europa, emplean la
untura de sándalo, la que distinguen en dos clases, la una encarnada,
que llaman Tavila, y la otra parda, llamada Khikongo. La última es tan
estimada, que no se pone dificultad en dar un esclavo o su valor para
alcanzar un poco”42.
Métodos elaborados esencialmente a base de mercurio:
“Se tomará mercurio dulce siete veces sublimado, alcanfor, extracto
líquido de aloes, de cada uno quince granos y resina de Guallaca
veinte y cinco granos; todo lo dicho, se ha de mezclar y hacer píldoras
de a dos granos cada una. (...) Este remedio se ha dado a niños de dos
años, y personas de todas las edades, hasta los diez y nueve años, se
ha observado que este preservativo, en modo alguno ha alterado la
salud, aun después de haberlo usado tres meses continuos”43.
Otras medidas contaban como elemento esencial azufre:
41
México. Gazeta de México. Tomo: VIII. Núm. 46. Miércoles 29 de noviembre de 1797.
42
Historia General de los Viajes. Diario noticioso, curioso, erudito y comercial público y económico.
Núm. 1819. Sábado 18 de octubre de 1766.
43
Remedio preservativo de las viruelas, sacado de las Memorias de la Academia Real de Suecia. Tomo
XII. Semanario Económico de Agricultura. Núm. 27. Jueves 10 de julio de 766.
47
“camisas embebidas de azufre, y preparadas en esta forma: En un
vasija de barro se echan iguales porciones de agua común, y de
Azufre, se colocan sobre el fuego hasta el tiempo del hervor, entonces
se separa la vasija del fuego, y cuando la decocción se experimenta
tibia, se extraen y se ponen a secar al ambiente, para usar de ellas
como es regular. Este arbitrio es igual bueno, según se asegura, para
precaverse de las viruelas y del sarampión”44.
Noticia prensa para prevenir la enfermedad de viruela. Semanario Económico de Agricultura 1766
44
Preservativo contra la peste. Gazeta de México. Miércoles 24 de marzo de 1784.
48
Tratamientos que estaban basados en preparados cuyo componente esencial
era la Brea, un ejemplo de ello la recogió en la traducción publicada en 1786 del
presbítero Vicente Ferrer Gorraiz y Beaumont, quien propone el “uso y virtudes del
agua Balsámica, vulgo de Brea, del Ilustrísimo Señor D. Jorge Berkeley, Obispo de
Cloyne, como el remedio más sencillo, no solo para precaver y curar las viruelas, sino
otras muchas enfermedades”45. Un método sencillo en su elaboración y que el propio
autor describe en dos modalidades diferentes:
“Se pondrá la Brea en una olla nueva vidriada, se echará el agua
sobre ella y revolverá muy bien con una cuchara o espátula de
manera por espacio de un cuarto de hora. En esto se tapará la olla
exactamente y se dejara posar res días y tres noches a fin de que la
resina tenga tiempo de precipitarse al fondo. Después se despuma
con prolijidad, se saca el licor y se guarda en botellas bien cerradas
para el uso.
De otro modo se puede hacer el agua de Brea tomando treinta y dos
onzas de Brea en polvo, ponerse en una olla nueva vidriada, y se echa
azumbre y medio de agua hirviendo y se agita como se dijo arriba.
De cualquiera de estos dos modos que se haga, saldrá un agua de
Brea de bello color, de buen gusto y que diga bien a todos los
estómagos.
Este es el agua admirable que anuncié yo como remedio el más
seguro para preservar y curar las viruelas”46
Otras medidas para afrontar la enfermedad se basaban en la nutrición,
recomendando para ello algunos alimentos determinados:
“el alimento de los niños pequeñitos debe ser común y simple, leche y
manzanas endulzadas con azúcar, pues esto hace un alimento muy
45
Ferrer Gorraiz y Beaumont V. Composición, uso y virtudes del agua balsámica, vulgo de brea del
Ilustrísimo señor don Jorge Berkeley. Madrid: Imprenta Real; 1786
46
Ibídem. pp 21-22
49
saludable, no solo para cuando están buenos, sino también para
cuando tienen las viruelas, sarampión u otra cualquiera calentura”47.
No todos los tratamientos tenían un carácter preventivo o estaban indicados
para facilitar el desarrollo de la enfermedad, otros métodos terapéuticos iban
dirigidos a minimizar las huellas que la viruela dejaba tras su paso. En este sentido la
prensa recogía noticias que recomendaban que se tomase
“sal común cuanta se quiera, esta se muele, y se pone en un bolsa de
lienzo y se echa en agua de habas destilada, con la misma bolsa llena
de sal común molida y mojada en la dicha agua, se lava la cara de los
enfermos, desde el punto que las costras de viruelas cayeron pero hay
que repetirlo varias veces”48.
En paralelo a todos estos acontecimientos encaminados a minimizar e incluso a
frenar el impacto de la viruela como enfermedad, se introdujo en Occidente una
antigua práctica utilizada en la India y China denominada variolización o inoculación
de las viruelas que fu abriéndose paso a lo largo de la centuria dieciochesca.
47
Medio para aumentar la población, y mejorar la constitución de los ciudadanos. Semanario Económico
de Agricultura. Núm. 36 Jueves 3 de septiembre de 1767
48
Remedio infalible para impedir que queden señales de las viruelas. Semanario económico de
Agricultura. Núm. 39 jueves 2 de octubre de 1766.
50
LA VARIOLIZACIÓN
COMO ESPERANZA:
SU INTRODUCCIÓN
EN OCCIDENTE
Los inicios de la lucha contra la
viruela en España. Técnica e
ideología durante la transición de la
inoculación a la vacuna (1750-1808)
51
LA VARIOLIZACIÓN COMO ESPERANZA: SU INTRODUCCIÓN EN OCCIDENTE
La técnica denominada inoculación o variolización se fundamentada en la idea
de que los individuos que padecían la enfermedad, quedaban refractarios para volver
a desarrollarla49.
Consistía en insertar material varioloso procedente de las pústulas de un
afectado por viruela a un individuo sano mediante incisiones en la piel, de tal forma
que éste último desarrollaría un proceso varioloso moderado y adquiriría inmunidad
frente a posibles exposiciones epidémicas.
La mención occidental más antigua sobre la variolización datada en 1671,
refería una práctica popular de variolización “salvaje” conocida por “comprar la
viruela”. Consistía en mandar los niños a casas donde hubiera un enfermo
recuperándose de viruelas para comprarle las costras. Campesinos griegos, galeses,
escoceses o rusos, estaban familiarizados con esta práctica, que el danés Bartholin
llamó en 1673 “transferencia de la viruela”.
En enero de 1700, la Royal Society inglesa recibió noticia del Dr. Lister sobre el
método inoculador chino en carta remitida por un comerciante inglés, que ratificó un
mes después, Clopton Havers. También llegó a Europa otro informe similar a cargo
del Padre d´Entrecolles miembro de la Compañía de Jesús, además de otras
referencias sobre el método griego o circasiano.
Sus primeros transcriptores fueron Emmanuel Timoni (1669-1718) y Giacomo
Pylarini (1659-1718) quienes en 1713 y 1715 divulgaron en el entorno científico
europeo su aplicación como terapia preventiva50.
49
Cf. Tuells J. Ramirez Martín. 2003
La primera aplicación con efectos preventivos prácticos no se producirá hasta la publicación en 1713
de la Historia variolarum quae per incisionem exicantur, de Emmanuel Timonis, apareciendo por primera
vez el vocablo inoculación, asignándole desde entonces la acuñación del término. Paralelamente a estos
acontecimientos, aparece la figura de otro médico también formado en Padua, se trata de Giacomo
Pylarini, quien publicó su obra Nova et tuta variolas excitandi per transplantationem methodus, en 1715.
Véase. Dixon CW. Smallpox. Londres: J&A Churchill Ltd; 1962. Vidal Casero MC. La viruela y la
50
53
Timoni, de origen griego, era médico de la familia Wortley Montagu,
embajadores británicos en el Imperio Otomano. Durante la estancia en
Constantinopla, el facultativo adoptó la técnica de dos mujeres que se dedicaban en
Estambul a su práctica, destinada sobre todo a prevenir las deformaciones que a
causa de la viruela se producían en la cara de las mujeres y que se utilizaba con un
objetivo estrictamente estético.
La observación de la novedosa técnica preventiva fue comunicada por Timoni a
la Royal Society de Londres en una carta fechada en diciembre de 1713, en ella se
recoge por primera vez la palabra inoculación como método de lucha contra la
viruela51, aunque su traducción y lectura se produjo en junio de 171452.
Pero fue la esposa del embajador, Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762), la
encargada de introducir la técnica en Inglaterra.
A lo largo de su estancia en Constantinopla, Lady Mary se adentra en el mundo
de las mujeres árabes, estableciendo una especial relación con ellas. Escribe cartas a
sus amigos donde cuenta sus experiencias. En una de ellas, el 1 de abril de 1717,
dirigida a su amiga Sara Chisvell, describe el procedimiento empleado para combatir
la viruela y la percepción que tenían de la enfermedad.
“Soy lo bastante patriota para tomarme la molestia de poner de
moda en Inglaterra este útil descubrimiento y no dejaría de
proporcionar todos los detalles por escrito a ciertos médicos nuestros
si conociera alguno que tuviese tanta virtud como para renunciar a
parte de sus ingresos por el bien de la humanidad, pero esta
enfermedad es demasiado lucrativa para ellos: nos arriesgamos a
exponer a su resentimiento al audaz pionero que ose intentar ponerle
contribución de la vacuna jenneriana a su erradicación. Análisis especial del caso español. Tesis Doctoral.
Universidad de Valencia; 1993.
51
Silverstein A, Miller G. History of Inmunology: The Royal Experimento Immunity: 1721-1722.
1981;61:437-447
52
Stearns R, Pasti G. Remarks upon the introduction of inoculation for smallpox in England. Bull Hist
Med 1950;24:103-122
54
fin. Puede que, si vuelvo viva, tenga el valor de guerrear contra
ellos”53.
Lady Mary toma partido por la causa de la inoculación y tiene conversaciones
con Timoni, quien la anima a que difundiera el método a su regreso a Inglaterra.
En 1718 Lady Mary le solicita a Charles Maitland (1668-1748), médico de la
embajada con Timoni, que inoculen a su hijo de cinco años54. La iniciativa se volverá a
repetir con la hija pequeña del matrimonio a su regreso a Londres un año más tarde,
quien no había sido inoculada en Constantinopla para evitar que la nodriza se
contagiase. Maitland que les había acompañado, será quien supervise la operación.
La Princesa Carolina, esposa del Príncipe de Gales, junto a otros miembros de
la familia real y varios médicos de la Corte, entre ellos Sir Hans Sloane (1660-1753)
presenciaron la operación.
Sloane, médico de la Casa Real y Presidente de la Royal Society, había
participado en diferentes discusiones llevadas a cabo en la institución académica que
presidía en torno a los beneficios de la inoculación, para él, las referencias foráneas y
los excelentes resultados obtenidos en las dos operaciones prácticas en los hijos del
matrimonio Wortley Montagu no eran pruebas suficientes para su recomendación55.
La inoculación encuentra sus primeros obstáculos, la técnica ofrecía grandes
esperanzas, pero la aversión a las novedades suponía un freno en la medicina de la
época. Ante este contexto, Maitland propondrá un juicio público a la variolización al
solicitar en junio de 1721 al monarca, la concesión del indulto a aquellos presos que
se sometieran a la operación.
Se decide entonces probar públicamente el método a través de lo que se ha
denominado como Royal Experiment on Immunity56. Experiencia llevada a cabo
53
Cf. Tuells, Ramirez Martinez. 2003.
54
Gulter D, Yesim V. The introduction of variolation “A la Turca” to the west by Lady Mary Montangu
and Turkey´s contribution this. Vaccine. 2007; 25: 4261-4265
55
Sloane H, Birch T. An Account of Inoculation by Sir Hans Sloane, Bart. Given to Mr. Ranby, to be
published Annon 1736. Communicated by Thomas Birch, D.D. Secret. R.S. Phil. Trans. 1755-56; 49: 516520.
56
Cf. Silverstein. 1981
55
durante el mes de agosto en la prisión de Newgate, con seis reos condenados a
muertes que aceptaron inocularse a cambio del perdón.
Tras el éxito de la prueba son inoculados el 17 de abril de 1722 los hijos de la princesa
de Gales57, Amelia y Carolina. Adquiriendo la práctica cierto grado de aceptación
entre la clase médica.
Su difusión y controversia
La aceptación por parte de la familia real inglesa supuso un impulso hacia el
método que fue adoptado por otras coronas europeas. El seguimiento efectuado por
la prensa trascendió a las capas populares por lo que la práctica adquirió una cierta
aceptación aunque hubo voces que se alzaron contra la nueva medida preventiva58.
El pastor Wagstaffe criticó que “una experiencia hecha por mujeres ignorantes,
de un pueblo analfabeto e irreflexivo, se introdujera en el Parlamento de una de las
naciones más civilizadas”. Lady Mary contesta a este último con un elogio de la
variolización que pone en boca de un “mercader turco”:
“yo no vendo drogas, no tomo dinero, solo quiero persuadir a la gente
de la seguridad y del carácter razonable de esta simple operación”59.
También eran fuertes las objeciones de carácter socio-epidémico: acusaban a
la inoculación de mantener constantemente focos de viruela que favorecían la
formación y propagación de nuevas epidemias. Ciertamente, esto se producía en los
casos en que la operación era realizada sin las debidas precauciones, por manos
inexpertas o ajenas a la profesión.
Se preguntaban también los anti-inoculadores si existía la posibilidad de
introducir en el organismo, junto con la viruela, alguna otra enfermedad. Los
57
Vase Cf. Dixon. 1962, pp. 227-231
58
Hopkins D. The greatest killer: smallpox in history, with a new introduction. Chicago: University of
Chicago Press, 2002
59
Franklin B. Some account of the Success of inoculation for the Small-Pox in England and America,
London: 1759.
56
partidarios del método intentaron justificar su postura con la propia experiencia y con
las pruebas estadísticas de mortalidad y morbilidad de la inoculación.
La variolización nunca se practicó de forma masiva, ni siquiera en Inglaterra
donde alcanzó su mayor cobertura. Por el resto de Europa se fue extendiendo gracias
a los trabajos de La Condamine, Tronchin, Gatti, los Sutton o Dimsdale. Controvertida,
efectuada de manera intermitente, mal utilizada por algunos desaprensivos en busca
de dinero fácil, su historia occidental como práctica médica oficializada fue corta y
circunscrita a la segunda mitad del XVIII.
57
ESPAÑA Y LA
INFRAESTRUCTURA
BUROCRATICA ANTE
LA INOCULACION
Los inicios de la lucha contra la
viruela en España. Técnica e
ideología durante la transición de la
inoculación a la vacuna (1750-1808)
59
ESPAÑA Y LA INFRAESTRUCTURA BUROCRATICA ANTE LA INOCULACION
En el caso español, la variolización también contó con una fuerte polémica
entre detractores y defensores que retardó su práctica.
Una disputa que dejaba entrever como no sólo las viejas estructuras
burocráticas y administrativas de los Habsburgo debían ser reformadas, también los
hábitos de la población y su gobernabilidad. La nueva monarquía borbónica encontró
en la centralización del poder la única forma de alcanzarlo.
Asistimos pues a una batalla entre una racionalidad política, que veía la vida
como un objeto manipulable y gestionable en manos del Estado, y una racionalidad
teopolítica, que defendía la inviolabilidad de un orden natural creado por Dios y
protegido por el soberano.
“En fin se asegura, que la Religión es muy contraria a este método
[refiriéndose a la inocualción], porque las enfermedades las debe
mirar un buen Christiano, como avisos o castigos de Dios, a que debe
resignarse con toda humildad: en este caso se falta a la resignación,
empleando medios para evitar los avisos, no obstante es de común
opinión, que los remedios son de institución Divina. Por último,
concluimos diciendo, que no teniendo la inoculación otro origen, que
un despreciable interés, declaramos que sólo ha sido introducida a
favor de la superstición, y de la ferocidad, y por tanto se debe
proscribir, aunque este puesta en uso entre algunas naciones
extranjeras, y entre nuestros vecinos”60.
No debemos olvidar que las ideas religiosas que dominaron desde la Edad
Media disponían conceptualmente a la enfermedad como una percepción de algo
sobrenatural o de castigo divino por los pecados cometidos, empezó a crearse un
vínculo entre cuidado de la salud e Iglesia, y sus únicas opciones de curación
propuestas fueron la oración y la penitencia. Si se consideraba que el cuerpo era el
60
Sobre la inoculación de las viruelas. Semanario Económico de Agricultura. Jueves, 10 de abril de 1766.
61
vehículo del alma y que había una necesidad de limpieza espiritual que se reflejaba en
el cuerpo, era necesario fortalecerlo para hacerle frente a las amenazas. Es allí donde
tienen cabida la higiene y el cuidado de la salud, entonces la pérdida de ésta se ligaba
necesariamente al quehacer religioso.
Dos factores fueron determinantes en la instauración de la Iglesia como
proveedora de salud, el primero fue que durante el Medievo la mayoría de los
médicos eran clérigos que prestaban sus servicios de manera gratuita. La segunda fue
la apertura de monasterios para el cuidado de los monjes enfermos, que luego, como
un acto de caridad, abrieron sus puertas a otros individuos que padecían alguna
enfermedad.
A partir del siglo XVIII, a los avances y progresos científicos en materia de
salud, debemos añadir la creación de hospitales especializados para el tratamiento de
enfermedades venéreas, obstetricia entre otras. Se producirá la secularización en la
administración de dichos recintos, las autoridades municipales se hicieron
responsables de su gestión y los monjes continuaron ejerciendo sus cargos sanitarios,
pero ahora escogidos y pagados por las municipalidades61.
En esta voluntad de centralización de poder, alejada del pactismo heredado de
sus predecesores, se necesitaba contar con un cuerpo de oficiales, secretarios y
magistrados cualificados en las nuevas corrientes de gobierno. Ideales ausentes en el
ámbito universitario que seguía siendo un bastión de la escolástica.
Respecto
a
la
tradición
médica
entonces
dominante,
suponía
un
trastocamiento radical a los preceptos asimilados hasta ese momento.
En vez de aislar al organismo del posible contagio o purgarlo por medio de
sangrías que extraían la materia patógena, se curaba introduciendo el principio
mismo del mal, era completamente ajena a toda teoría médica, impensable en los
61
En España, el rol administrativo de la Iglesia en torno a las enfermedades y las epidemias se prolongó
más tiempo debido al carácter religioso de la monarquía y su particular relación Iglesia-Estado en la que
los límites entre lo político y lo religioso no estaban claramente demarcadas. Situación que cambiara en
la segunda mitad del siglo XVIII. Véase Gómez de Cruz M. Smallpox vaccination, the establishment of
vaccination boards, and state formation in Venezuela and Cuba in the nineteenth century. Miami:
Florida International University; 2008. pp. 97.
62
términos de la racionalidad de la época. Por ello no es de extrañar que la principal
resistencia a su práctica precediese de los médicos de extracción universitaria,
apegados a la tradición.
“La inoculación de las Viruelas, generalmente admitida en Europa,
autorizada con la aprobación de las más celebres Academias, y
puesta en práctica con método infalible por los Profesores más
acreditados, no ha hallado en muchos de nuestros aquella aceptación
que parece era consiguiente a su incontestables utilidad.
Que haya viejas que abominen de ella, nada tiene de extraño, por
viejas, y por ignorantes están dispensadas pero que hay Médicos, que
haciendo coro con ellas, propaguen los errores del vulgo, en vez de
combatirlos, y griten furiosos por mantener esta Epidemia
exterminadora en la pacifica posesión de sus estragos, es cosa que
aturde. Algunos de ellos viéndose atacados por todas partes, y no
hallando en toda su Escuela razón alguna que oponer a las de la
experiencia, y demostración, se empeñan en defender su opinión con
textos Teológicos. ¡Qué lástima de Médicos!
Lo más admirable es, que hay entre nosotros a últimos del siglo XVIII
quien diga que las Viruelas es un mal que envía Dios, para que no
haya tanta población, porque el exceso es tal vez perjudicial o para
que muriendo los niños vayan al Cielo. Estas proposiciones traducidas
del idioma Médico-Gótico al Castellano corriente, equivalen a si
dijéramos: los Médicos son una verdadera peste, y no hay calamidad
más funesta a una Nación que su ignorancia”62.
Será precisamente a lo largo de la centuria dieciochesca cuando emergerán
proyectos para reformar la educación y en particular la universitaria, de igual modo,
será cuando nace entre tímidos balbuceos y experiencias frustradas, la enseñanza
62
Carta sobre la inoculación. Diario de Madrid. Núm. 172. Viernes 21 de junio de 1793.
63
profesional especializada en instituciones propias, abandonada anteriormente a la
iniciativa de los gremios.
Una reforma educativa que constituyó un eslabón más dentro del progreso
económico deseado, fomentándose la asociación de los españoles más inquietos por
el porvenir, unos por interés personal, otros por motivos más altruistas.
Así nacieron academias y sociedades, colegios profesionales, instituciones
científicas y culturales, escuelas privadas en definitiva, nuevas enseñanzas
extrauniversitarias, unas veces con carácter privado y otras con el apoyo estatal, que
permitieron bajo este contexto la profesionalización de los cuerpos de sanidad,
médicos y cirujanos63.
63
La renovación sanitaria era fundamental, existía una gran diversidad en la organización de las
ocupaciones sanitarias, sangradores, barberos, cirujanos, médicos, no tenían delimitadas sus
responsabilidades. Despertándose una profesionalización en el ejercicio de la cirugía despreciada por los
médicos hipocráticos.
Aquellos que prestaban servicio durante la primera mitad del siglo en el ejército era un gremio que
pertenecía a la vez a dos clases sociales, la de los militares y la de los cirujanos.
En esa época, además de por razones de política exterior y defensa del territorio, la marina se
encontraba en el eje de la economía española ya que el monopolio del comercio de Indias representaba
todavía la fuente más importante de aprovisionamiento de metales preciosos. Mantenerlo, era una de
las preocupaciones principales de los primeros Borbones. La necesidad de fomentar la marina era obvia,
resultando comprensible que la mayor parte del gasto de la Monarquía estuviese destinado a los
ministerios de Guerra y Marina. Sin embargo, para sostener una flota poderosa no bastaba con contar
un buen número de efectivos armados y de tripulaciones bien formadas, se requería además un cuerpo
sanitario que les atendiera, misión que se encomendó a los cirujanos. Esto condujo a una tarea
renovadora de la cirugía española, varios documentos expusieron la necesidad de buenos cirujanos en la
Armada, destacando el papel del cirujano catalán formado en Montpellier y Paris, Pere Virgili (16991766). El 11 de noviembre de 1748 Fernando VI dio su aprobación a los estatutos fundacionales del Real
Colegio de Cirugía de Cádiz. El éxito de Virgili trascendió a la Corte donde fue llamado para trabajar
como cirujano de Cámara, tras su estancia en Madrid vuelve a Barcelona donde proyecta la creación de
un colegio de cirugía que fue inaugurado en 1764.
La creación de dichos colegios representó la modernización y dignificación de la profesión en España y
un vehículo para alcanzar prestigio, promoción social y mejoras económicas. Véase Martínez Pérez J.
“Colegios de Cirugía y Medicina legal: Una expresión de los procesos de intercambio entre fuerzas
armadas y sociedad a final del Siglo XVIII”. En: Balaguer E, Giménez E. Ejército, ciencia y sociedad en la
España del Antiguo Régimen. Alicante: Instituto Juan Gil-Albert, 1995; Astraín Gallart, M. “Profesionales
de la Marina, profesionales del Estado. La aportación del Cuerpo de Cirujanos de la Armada al proceso
de profesionalización de la cirugía española del setecientos (1703-1791)”. En: Balaguer E, Giménez E.
Ejército, ciencia y sociedad en la España del Antiguo Régimen. Alicante: Instituto Juan Gil-Albert, 1995
64
LA INTRODUCCIÓN
DE LA INOCULACIÓN
EN ESPAÑA
Los inicios de la lucha contra la
viruela en España. Técnica e
ideología durante la transición de la
inoculación a la vacuna (1750-1808)
65
LA INTRODUCCIÓN DE LA INOCULACIÓN EN ESPAÑA
La aceptación del método inoculatorio como medida preventiva de la
enfermedad por parte de la sociedad y las instituciones españolas no mantuvo una
línea uniforme, su historia sufrió momentos de distintos signos y etapas, culminando
éstas con posicionamientos diametralmente opuestas a las negativas planteadas
desde su punto de partida.
Inicialmente se asiste a un claro rechazo y aunque pueda resultar
contradictorio, el conato de la discusión se encontró entre los propios médicos de
Cámara quienes a través del Protomedicato se opusieron a la inoculación, actitud que
contrastaba con la aceptación en otros países europeos.
El proceso de europeización de la Medicina española del Setecientos puede ser
detectado en la medida del rechazo y penetración, que no sólo en España, sino en
toda Europa64, suscitó una enconada polémica alrededor de la implementación de la
inoculación, anteriormente expuesta.
Un claro reflejo de ello puede ser observado en el contexto en el que se
desarrolló la prensa y el creciente interés por la lectura a lo largo de la centuria. Un
proceso que muestra la transformación intelectual que vivió la sociedad española de
la ilustración, debido no sólo a la difusión de nuevas obras impresas procedentes del
extranjero, sino también se alimentó del intercambio de ideas propiciadas por las
tertulias, las academias e incluso la propia correspondencia. Ideología que empleará
a las obras médicas de divulgación, literatura de creación e incluso a la prensa
periódica como uno de sus ventores de canalización en su afán de modernización.
Constituyendo la educación y la higiene parte inseparable de los proyectos del
reformismo ilustrado.
Las políticas de publicaciones en la España del XVIII muestran, a pesar del
elevado analfabetismo que por término medio afectaba al 80% de la población65,
64
Cf. Riera. 1987. p. 22
65
Dominguez Ortiz A. Carlos III y la España de la Ilustración. Madrid: Alianza Editoria; 1989
67
como se tomaron algunas medidas para que las clases menos favorecidas tuvieran
acceso a la lectura. En época de Carlos III se ordenó la creación de bibliotecas
públicas, aunque éstas instalaciones, al parecer no cumplieron sus funciones66.
El análisis tanto de las obras impresas como de las publicaciones periódicas de
la centuria dieciochesca, resulta un elemento imprescindible para entender el
movimiento renovador de las ciencias médicas. Siendo a su vez, ejemplificante para
mostrar las diferentes etapas que tuvo la práctica inoculatoria en la corte española.
La biblioteca de la inoculación
El número de libros publicados en España, tanto obras médicas como textos
referentes a otras materias, que aluden y tratan la inoculación como medida
preventiva a lo largo del siglo XVIII, arroja un resultado total de 90 publicaciones. La
distribución cronológica muestra una mayor concentración en las dos últimas de la
centuria, coincidiendo con el periodo de mayor debate (Grafica 1).
Predominan las publicaciones con una temática favorable a la inoculación de
las viruelas (64%), obras elaboradas esencialmente por médicos como se muestra en
la siguiente tabla:
66
Ibidem. p 181
68
Tabla 1: Total de obras publicadas sobre la inoculación de la viruela (1731-1799)
1741 /
1750
1751 /
1760
1761 /
1770
1771 /
1780
1781 /
1790
1791 /
1799
TOTAL / %
PUBLICACIONES
2
1
6
10
16
31
24
90
A FAVOR
1
-
3
8
10
19
17
58/64.4%
EN CONTRA
-
-
1
1
6
11
7
26/28.8%
SIN
DETERMINAR
1
1
2
1
-
1
-
6/6.6%
MÉDICO
-
1
1
9
9
10
11
41/45.5%
CIRUJANO
-
-
3
-
-
2
2
7/779%
CLERO
2
-
2
1
1
7
3
16/17.7%
ARISTOCRACIA /
MILITAR
-
-
-
-
3
9
6
18/20%
SI
-
1
4
9
10
17
15
56/62.2%
NO
2
-
2
1
6
14
9
34/37.7%
TRATADO
MÉDICO
PROFESIÓN AUTOR
TEMÁTICA
1731 /
1740
69
70
Gráfica 1. Distribución cronológica de obras publicadas en España que tratan la inoculación contra la viruela (1733-1799)
Las primeras referencias a la técnica de la inoculación llegaron con escaso
retraso en las publicaciones españolas con respecto al inicio de su uso en Europa.
Una década después a su práctica en Inglaterra localizamos obras que aluden a
la práctica inoculatoria contra la viruela (Tabla 2).
Tabla 2 Relación de obras publicadas sobre la inoculación de la viruela (1730-1749)
Año
Título Obra
Lugar
publicación
Autor/
Profesión
A favor/ en
contra
Tratado
médico
1733
Theatro Crítico Universal, o discursos
varios en todo género de materias,
para desengaño de errores comunes.
Tomo V, Discurso XI.
Madrid
Benito Jerónimo
Feijoo
(Clero)
Sin
determinar
NO
Madrid
Juan Martínez
Salafranca
(Clero)
A Favor
NO
Madrid
Francisco García
Hernández
(Médico)
Sin
determinar
SI
1736
1747
Memorias eruditas para la crítica de
artes y ciencias. Extraídas de las actas,
bibliotecas, observaciones,
efemérides, memorias, relaciones,
misceláneas, historias, disertaciones
de todas las Academias de la Europa y
de los autores de mayor fama entre
los eruditos.
Tratado de fiebre malignas con su
apropiada curación acomodada a la
más racional práctica.
El primero en transcribir los ensayos ingleses sobre la inoculación será el
benedictino Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764)67, datos que obtuvo de las Memorias
de Trevoux de los años años 1724 y 172568. Su posicionamiento no es del todo claro,
aunque argumenta que hasta entonces la experiencia había demostrado su utilidad,
rechazando las posibles objeciones de índoles religiosas.
“En efecto, algunas objeciones, que se hicieron contra la inoculación
fueron de las más ridículas del mundo. Ciertos presbiterianos regidos
lo hacían causa de religión, asegurando que aquella práctica era
67
Benito erónimo Feijoo ha sido considerado, junto a la figura de Gregorio Mayans, un tópco ineludible
de la historiografía para caractrizar el movimiento ilustrado hispano. Vease Sánchez Llama I. ¿Fue
moderna la literatura española del siglo XVIII? Analisis de la evaluación decimonónica. Hispanic Review.
2008;76:231-255
68
Véase León Sanz P, Barettino Coloma D. Vicente Ferrer Gorraiz Beaumont y Montesa (1718-1792), un
polemista navarro de la Ilustración. Navarra: Gobierno de Navarra; 2007, p. 216.
71
opuesta a la soberanía y a los decretos de Dios; y un teólogo
protestante predicaba, que era invención diabólica, procurando
persuadir, que el demonio, mediante la inoculación, había
comunicado a Job las viruelas. ¿En qué absurdos no precipita el ardor
violento de una controversia?”69
Bajo el influjo de Feijoo, el clérigo Juan Martínez Salafranca (1697-1772)
compuso e imprimió en 1736 las Memorias eruditas para la crítica de artes y ciencias.
Un texto en el que del autor le dedica un apartado, de 6 páginas, titulado
Inoculación de las viruelas, donde trata a la inoculación de las viruelas como un
método para preserva a la humanidad de la enfermedad, según la costumbre de los
Circasianos.
69
Véase. Feijoo BJ. Teatro crítico universal o discursos varios. Madrid: Imprentar Real; 1773, p. 275.
72
“El modo de inocular las viruelas los Circasios, gentes que habitan las
costas del Mar Negro, es tan feliz, que no se verá en toda la Circasia
persona alguna con las señales que deja esta enfermedad enemiga de
la hermosura de todas las Naciones. El secreto de preservase de ellas,
es tomar el pus de aquel que las tiene, y mezclarle con la sangre del
que solicita la inoculación”70.
A pesar de estas tempranas referencias a los beneficios sanitarios que su
aplicación estaba reportando fuera de nuestras fronteras, la medida preventiva
encontró su mayor obstáculo en la institución encargada de velar por cuanto podía
interesar a la salud pública de la corona. Se trata del Real Protomedicato, desde
donde se informará negativamente al Consejo de Castilla celebrado el 24 de julio de
1747, sobre a la inoculación y sus obras ensalzadoras apelando a la cautela y su falta
de experiencia
“La inoculación no está tan comúnmente recibida como lo fueron
otros descubrimientos de virtud saludable, la sangría y la quina; y que
los remedios de incierta o peligrosa operación llegan con el tiempo a
decaer e incurren en el desprecio de los hombre prudentes. Según ha
sucedido con la transfusión de la sangre y las curaciones atribuidas al
agua. Hemos dicho que no conviene se ejecute en el estado presente,
para estar a la mira de los felices, y generales sucesos que se esperan
de la inoculación, y tenerla por segura y practicarla cuando el tiempo
los haya demostrado”71.
Otro de los acontecimientos clarificadores del clima de oposición mantenido
desde las instituciones gubernativas, se encontró ante el propósito de imprimir una
versión en castellano de la obra de Charles Marie de La Condamine (1701-1774)72,
70
Véase Martínez Salafranca J. Memorias eruditas para la crítica de artes y ciencias extraidas de las
actas, bibliotecas, observaciones, efemérides, memorias, relaciones, misceláneas, historias,
disertaciones de todas las Academias de la Europa, y los autores de mayor fama entre los eruditos.
Madrid: Imprenta de Juan Zuñiga; 1736
71
Cf Leon. 2007. p. 216
72
La Condamine nació y murió en París; estudió en el Colegio de los Jesuitas de Louis-le-Grand de París,
militar en su juventud, se distinguió en el sitio de Roses (1 719), donde estuvo a punto de morir. Pero
pronto abandonó la carrera de las armas para dedicare con verdadera pasión al estudio de las ciencias,
73
Memoria sobre la inoculación de la viruela en 1757, obra que constituiría el primer
intento de introducir un texto exclusivo en España sobre las doctrinas y técnicas de la
inoculación contra las viruelas, ya hasta ese momento, sus referencias en las
publicaciones formaban parte de apéndices de obras traducidas al castellano, en
especial textos de especialidades médicas como las traducciones de Andrés García
Vázquez (Tabla 3). Ejemplos como la traducción en 1752 del compendio de medicina
práctica de Heister, obra recomendada para el estudio de anatomía.
“El noble invento de la trasplantación, inserción o inoculación de
viruelas, habiéndose experimentado, que con dicho remedio se han
libertado innumerables, y que han sido pocos o poquísimos los que
perecieron, por lo que constándonos el universal estrago que
ocasiona las viruelas y los muchísimo que mueren, soy de parecer se
practique, y pongo, en uso, como uno de los más saludables
remedios, que se hallan en la Facultad Cirugía“73.
concentrándose en las matemáticas, la física, la historia natural y la medicina, ya que su afán de saber le
impidió consagrarse exclusivamente a una sola disciplina científica. Sólo que su espíritu innovador y
aventurero lo condujo a los viajes de exploración de territorios desconocidos, lejos de la tranquilidad de
los laboratorios y las bibliotecas.
La Condamine se puso en contacto con los científicos en París y se convirtió en un miembro de la
Académie Royale des Sciences.
En 1731 viajó en una flota expedicionaria por el Mediterráneo y parte de las costas de África y Asia,
quedándose luego en Constantinopla durante cinco meses. A su regreso, movido siempre por su afán de
conocer otros países y de ampliar sus conocimientos, logró ser admitido en la expedición que marchaba
al Perú para medir la longitud que tenía en el ecuador el arco de un grado del meridiano. Esta
expedición, compuesta por Luis Godin (1 704-1 760), Pedro Bouguer (1688-1754) y josé de Jussieu
(1704-1779), además de La Condamine, había sido enviada en 1735 por la Academia de Ciencias de
Francia al Perú, mientras otra semejante se dirigía a Laponia. A la expedición a Suramérica se añaden
luego los científicos españoles Jorge Juan (1713-1773) y Antonio de Ulloa (1716-1795). El fin de estas
expediciones era realizar un experimento decisivo para verificar o no las teorías de Isaac Newton sobre
la gravitación universal. Si las ideas de Newton eran correctas, la Tierra debería estar achatada por los
polos, lo que fue comprobado por las mediciones de las expediciones.
Dedicó muchos esfuerzos en la última parte de su vida a la defensa de la inoculación contra viruela. Su
pasión por este tema se debió a que pasó de niño esta enfermedad. Así, en 1754 con ocasión de la
sesión inaugural de la Academia de Ciencias, dio lectura a su primera “Memorie historique et critique en
faveur de l´inoculation” obteniendo la tolerancia en dicha práctica y arrebatando un decreto de la
Sorbona al respecto que consiguió disminuir la ingente masa de detractores. Véase. Manzana Casanova
J. Ariño Espada MR. La inoculación variolosa antes de Jenner. Inmunología. 1991;10(1):24-33.
73
Véase. García Hernández A. Compendio de toda la medicina práctica, compuesto por el doctissimo
profesor Don Laurencio Hesiter. Traducido y añadido por el Doct. N.N. y lo publica Don Andrés García
Hernández. Madrid: Oficina de los herederos de Francis del Hierro; 1752. pp. 699-700
74
Pero esta tentativa de contar con un tratado de la inoculación volvió a ser
desechada por el Protomedicato. La prohibición de la Memoria de La Condamine en
España, debe interpretarse como la expresión del retraso ostensible de la medicina
española.
75
Madrid
Madrid
Zaragoza
Madrid
Madrid
Madrid
Compendio de toda la medicina práctica, compuesto por el Doctísimo profesor Don Laurencio
Heister. Traducido y añadido por el Doctor N.N. y lo publica Don Andrés García Vázquez,
Cirujano Familia S.M.
Crítica synopsis de la cirugía y compendio práctico manual de sus operaciones compuestos
por el célebre ingles M. Samuel Sharp, cirujano del hospital de Guy de Londres, enriquecido
con estampas finas, que arreglado a la quinta impresión del autor. Publicada en lengua
española Don Andrés García Vázquez y actual Cirujano de Familia de S.M., Fundador y actual
Director del Real Colegio de San Fernando de Cirujanos de Madrid.
Palestra crítica-medica, en que se trata introducir la verdadera medicina, y desalojar la tirana
intrusa del reino de la naturaleza.
Cartas edificantes y curiosas escritas de las misiones extranjeras y de levante por algunos
misioneros de la Compañía de Jesús.
Diario Philosophico, médico, chirurgico. Colección de selectas observaciones y curiosos
fragmentos sobre la Historia Natural, Physica y Medicina.
Instituciones Chirurgicas y cirugía completa universal, ilustrada con gran número de láminas y
muy fieles que demuestran al natural los más precisos instrumentos y operaciones
Chirurgicas, con una disertación de un nuevo método para amputar los brazos. Trabajo y
estudio en que por más de cuarenta años se empleó el desvelo del Doctor D. Laurencio
Heister, primer médico, Cirujano y Consejero Áulico del serenísimo Duque de Brunscich y
Luneburg. Traducida de la lengua latina y añadida según última impresión del mismo autor
por Don Andrés García Vázquez, Cirujano de Familia de S. M., con ejercicio y Colegial
fundador del Real Colegio de cirujanos de Madrid.
1752
1753
1754
1756
1757
1759
76
Lugar
publicación
Título Obra
Año
Tabla 3 Relación de obras publicadas sobre la inoculación de la viruela (1750-1759)
Andrés García Vázquez
(Cirujano)
Juan Galisteo Xiorro
(Médico)
D. Fr. Diego Davin
(Clero)
Antonio Joseph Rodríguez
(Clero)
Andrés García Vázquez
(Cirujano)
Andrés García Vázquez
(Cirujano)
Autor/Profesión
A Favor
Sin
determinar
Contra
Sin
determinar
A favor
A favor
A favor/ en
contra
SI
NO
NO
Si
SI
Si
Tratado
médico
El dictamen del protomedicato, negando la licencia de impresión de la obra de
La Condamine, está fechado el 4 de agosto de 1757, y signado por los doctores: José
Suñol, Gaspar Casal, José Amar, Andrés Piquer, Juan José García Sevillano, Bartolomé
Serena y Manuel del Pueyo. En él se expresa que:
“habiendo reflexionado atentamente y conferido entre todos sus
individuos el asunto de la inculcación de las viruelas; es de dictamen
no se puede permitir la impresión de dicho papel por tener la práctica
de este remedio por perjudicial a la Salud Pública”74.
Estas reticencias de la clase médica más influyente fueron secundadas por
varios religiosos de época. Está claro que a las razones científicas se añaden motivos
teológicos los que, en buena medida, frenaron los propósitos de la traducción.
No fue hasta la siguiente década, cuando alentados por las referencias
externas, comenzaron a proliferar el número de publicaciones, identificándose
muchas de ellas a favor de la práctica de la inoculación (Tabla 4), obras como la
realizada por Antonio Capdevila, Disertación de la inoculación de las viruelas de 1765,
o la redactada por el médico del Hospital Real de Cádiz, Juan Espallarosa, Disertación
físico-médica, en que con la razón, autoridad y experiencia se demuestra la utilidad y
seguridad de la inoculación de las viruelas en 1766.
“Este método tan aplaudido y común en la expresada Capital del
Imperio Otomano fue abrazado de los forasteros, que allí se hallan
testigos de sus felices consecuencias”75.
74
Cf. Riera J, Granda-Juesas J. 1987, p. 21.
75
Véase. Sparrallosa J. Disertación physico-médica en que con la razón autoridad y experiencia, se
demuestra la utilidad y seguridad de la inoculación de las viruelas y las grandes ventajas, que de ella se
siguen a la humana sociedad y a los reinos. Cádiz: Imprenta de D. Francisco Rioja y Gamboa; 1766 . p. 26
77
Memoria sobre la epidemia en la Villa de Lequeitio el año de 1769
Disertación médica e historial de la inoculación o inserción de las viruelas, para precaver
78 las
maliciosas y malignas, en quienes no las han tenido y de que tantos perecen.
1769
Tratado completo de calenturas fundado sobre las leyes de inflamación y putrefacción que
constantemente observaron los mayores y más ilustrados médicos del mundo: Compuesto con
método geométrico y caracteres botánicos.
Idioma natural del cuerpo humano: Indagaciones sobre el pulso, en que se adelantan
prodigiosamente las ideas de Solano de Luque, y se señala a cada evacuación así crítico, como
sintomática en el carácter del pulso, que la anuncia, para curar por este medio, hasta aquí ignorado
o a la menos poco atendido, toda enfermedad aguda o crónica con poca o ninguna medicina.
Escrita en francés por el Doctor Theophilo Bordeu, de la Real Academia de las Ciencias de París y
Montpellier. Traducido al español por el Dr. D Joseph Ignacio Carballo de Castro, de la Real
Academia Medica Matritense, Médico de la Villa de Arganda del Rey.
1769
1768
1768
Madrid
Vitoria
Madrid
Madrid
Madrid
Dictamen sobre la inoculación de las viruela
1766
A Favor
Juan Spallarossa
(Médico)
Cádiz
Francisco Rubio
(Médico)
José Santiago Ruiz
de Luzuriaga
(Médico)
Joseph Ignacio
Carballo de Castro
(Médico)
A Favor
A favor
A favor
Sin determinar
Contra
A favor
A favor
Antonio Capdevila
(Médico)
Murcia
Raphael Ellerker y
Manuel
Fernández
(Médicos)
Andrés Piquer
(Médico)
Luis Joseph
Pereyra
(Médico)
A Favor
Pedro Rodríguez
Morzo
(Clero)
Madrid
Málaga
A Favor
A favor/ en
contra
Francisco Rubio
(Médico)
Autor / Profesión
Madrid
Lugar
publicación
Colección de los más preciosos adelantamientos de la medicina, en estos últimos tiempos por el Dr.
D. Raphael Ellerker natural del Ducado de York y Don Manuel Fernández Barea natural de la Ciudad
de Málaga, ambos profesores médicos
Arte de conocer y de curar las enfermedades por reglas de observación y experiencia, para la
juventud médica. Resumen general, fácil y breve en que se contienen los principales Cánones del
Arte, y que el Médico debe tener presentes en la curación de las dolencias del cuerpo humano.
Ensayos para la historia de las ciencias y artes, por M. Juvenal de Carlencas. Traducido en español y
añadidos con notas apologéticas por el P. M. Fr. Pedro Rodríguez Morzo, Predicador de S.M.,
Secretario y Definidor que fue de la Provincia de Castilla del Real y Militar Orden de nuestra Señora
de la Merced, Redención de Cautivos y actual Comendador de su convento de Madrid.
Disertación de la inoculación y de la inoculada Doña Maria Pérez Pastor Rodríguez de Vera, hija
única de Francisco Pérez Pastor, caballero vecino de la Villa de Tovarra
Disertación Physico-Médica en que con la razón, autoridad y experiencia, se demuestra la utilidad y
seguridad de la inoculación de las viruelas, y las grandes ventajas, que de ella se siguen a la
humanidad sociedad y a los reinos.
Título Obra
1766
1766
1765
1764
1761
Año
Tabla 4. Relación de obras publicadas sobre la inoculación de la viruela (1760-1769)
SI
SI
SI
Si
Si
Si
SI
Si
NO
SI
Tratado
médico
Aunque le dedicaremos más adelante un capítulo a tratar los aspectos más
destacados de la prensa periódico con respecto a la inoculación, debemos resaltar
que éste medio de información contó con un papel destacado. En este sentido, a la
vez que se aumentan las publicaciones de obras con temática favorable, en esa
misma década, los diarios y periódicos de la época recogerán múltiples noticias de
inoculaciones practicadas y aceptadas en destacadas personalidades de las
monarquías europeas, como las operaciones realizadas por Théodore Tronchin (17091781) quien fue llamada a París en 1756 para inocular a los hijos del Duque de
Orleans, y 8 años más tarde, en noviembre de 1764, el Duque de Parma le mando
inocular a su hijo el infante Fernando.
“habiendo sido llamado a aquella Corte el Sr. Tronchin, para inocular
al Príncipe Fernando, se había ejecutado felizmente esta operación el
23 del mismo mes. Las viruelas se manifestaron sin ningún accidente
y el Príncipe quedaba enteramente restablecido.”76.
Noticias que no se circunscribían sólo al continente europeo, también se
hicieron eco de la extensión de su práctica en América septentrional, como se recoge
en una crónica referente a Charlestown, Carolina.
“Ya comienza a establecerse la inoculación entre muchas Naciones
Salvajes. Más de 900 Cheroquis fueron inoculados últimamente en su
País por un médico inglés. Esta práctica fue acompañada del más feliz
suceso, y detuvo los progresos de una epidemia de viruelas, que ya
había ocasionado grandes estragos. Agradecidos, han regalado al
médico una gran porción de pieles de toda especie”77.
A pesar de encontrarnos con un clima propicio para la propagación de la
técnica, emergieron de forma simultánea y a modo de contestación obras con una
temática opuesta, textos que desvelan el misoneísmo médico de la época, como la
redactada por Andrés Piquer, miembro del Protomedicato, en 1766, Dictamen sobre
la inoculación de las viruelas.
76
77
París 26 de noviembre de 1764. Gaceta de Madrid. Núm. 50. 11 de diciembre de 1764.
Charles-Town, en la Carolina Meridional, 3 de Abril de 1767. Gaceta de Madrid. 21 de Julio de 1767.
79
Esta actitud de freno por parte del Protomedicato y sus miembros, se mantuvo
por unos cuantos años más pues en 1769 y 1772 elaboraran dos informes más
rechazando la inoculación, solicitando, en el primero de ellos, la participación del
monarca en dicha materia.
Y está [el tribunal] persuadido en que fácilmente se podrán seguir
funestas consecuencias si se permite hacer la inoculación en un
tiempo en que reina la más apetecible salud y dentro de un pueblo
tan numeroso como Madrid, recurre a V.M., para que, o bien se digne
mandar se cese inmediatamente en la operación referida, dando a
este fin las más oportunas providencias ya que el tribunal no puede
hacerlo por sí sin exponerse a que se revoquen o desprecien las suyas,
o que se sirva V.M., con conocimiento de todo resolver lo que fuese
más de su real agrado” 78.
Fue precisamente a partir de 1770 cuando eclosionaron el número de
publicaciones (Tabla 5), obras que aumentaran tras el fallecimiento por viruela del
monarca francés Luis XV en 1774, acontecimiento que precipitó a la nación gala a que
ese mismo año se adoptase administrativamente la inoculación como medida
preventiva.
78
“Cf. León Sanz, 2007, p.224.
80
Madrid
Madrid
Apéndice a la educación popular
Tratado de las enfermedades más frecuentes de las gentes del campo por Ma Tissot.
Traducida por D. Juan Galisteo y Xiorro
1776
Madrid
Madrid
Victoria
1775
81
A Favor
Manuel Rubín de Celis
(Clero)
Madrid
Joseph Amar
(Médico)
Pedro Rodríguez
Campomanes
(Consejo SM)
Pedro Rodríguez de
Campomanes
(Consejo S.M)
Juan Galisteo y Xiorro
(Médico)
A Favor
Antonio Ulloa
(Teniente General Real
Armada)
Madrid
A Favor
A Favor
A Favor
Contra
A Favor
Contra
Sevilla
Bonifacio Juan Ximenez
de Lorite
(Médico)
A favor/ en
contra
A Favor
Autor / Profesión
José Santiago Ruiz de
Luzuriaga
(Médico)
Vitoria
Lugar publicación
Discurso sobre el fomento de la industria popular.
Artículo IV. Salud Pública. Disertación y observaciones prácticas sobre la Inoculación
en el Señorío de Vizcaya. En: Extractos de las juntas generales celebradas por la Real
Sociedad Bascongada de los Amigos del País en la ciudad de Vitoria por septiembre
de 1771
Disertación Médica. Método más sencillo y genuino de inoculación, preferible a
los descubiertos hasta ahora. En: Memorias académicas de la Real Sociedad de
Medicina y demás Ciencias de Sevilla. Extracto de las Obras y Observaciones
presentadas en ellas. Hecho de su orden por D Bonifacio Juan Ximenez de Lorite,
Socio Médico de Número
Noticias americanas: Entretenimientos Físicos-Históricos sobre la América Meridional
y la Septentrional oriental; comparación general de los territorios, climas y
producciones en las tres especies vegetal, animal y mineral con una relación
particular de los indios de aquellos países, sus costumbres y usos, de las
petrificaciones de cuerpos marinos y de las antigüedades.
Carta histórica-médica, escrita por D. Manuel Rubín de Celis a un amigo suyo sobre la
inoculación de las viruelas, en la que explica el origen de esa práctica, los efectos de
ella, el modo de ejecutarla y sus ventajas.
Artículo IV. Salud Pública. N. 1 Inoculación. En: Extractos de las Juntas Generales
celebras por la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País en la Villa de
Vergara por Septiembre de 1773.
Instrucciones curativa de las viruelas dispuestas para los facultativos, y acomodada
para todos.
Título Obra
1774
1774
1773
1773
1772
1772
1772
Año
Tabla 5. Relación de obras publicadas sobre la inoculación de la viruela (1770-1779).
SI
NO
NO
SI
NO
SI
NO
SI
SI
Tratado
médico
1779
1779
1778
1778
1777
1777
1777
1776
Año
Vergara por Septiembre de 1779
celebras por la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País en la Villa de
Articulo III. Salud Pública. Inoculación de Viruelas. Extractos de las Juntas Generales
Memorias de la Real Sociedad Patriótica de Sevilla.
Jaime Menos y de Llena
82
Chicoyneau primer medico de su majestad. Traducido del francés al español por el Dr.
Memoria de los memoriales. Presentada al Rey Christianissimo por el señor
Sociedades de Francia, Inglaterra, Alemania, Prusia y Suecia.
publicado varios autores extranjeros y señaladamente las Reales Academia y
Chymica, Botánica, Historia Natural, sacadas de las obras que hasta hoy han
Memorias instructivas y curiosas sobre agricultura, comercio, Industria, Economía,
jóvenes y partidarios.
Tratado general de Medicina y cirugía útil, preciso para todos los Médicos y Cirujanos
Medicina universal o academias medicas Chirurgicas, Chimicas y Pharmaceuticas.
médico de S. M., Imperial.
Respuesta a la primera pieza, que publicó contra la inoculación Antonio de Haen
La inoculación presentada a los sabios
necesaria a los Médicos, Cirujanos y Ayuntamientos de los Pueblos.
Preservación y medios de limpiar las casas, ropas y muebles sospechosos. Obra útil y
Avisos médicos, populares y domésticos. Historia de todos los contagios:
Título Obra
Victoria
Sevilla
Manresa
Madrid
Sevilla
Barcelona
Barcelona
Madrid
Lugar publicación
(Médico)
Jaime Menos y de Llena
(Archivero Real)
Miguel Gerónimo Suarez
(Médico)
Sebastián Guerrero
(Médico)
Francisco Salva y Campillo
(Médico)
Francisco Salva y Campillo
(Médico)
Escobar
Antonio Pérez de
Autor / Profesión
A Favor
A Favor
Contra
Contra
Contra
A Favor
A Favor
Contra
contra
A favor/ en
SI
SI
SI
NO
SI
SI
NO
SI
médico
Tratado
Como se puede apreciar el clima de discusión fue intenso. Dos posiciones
claramente enfrentadas, por un lado, los pro inoculadores, en su mayoría cirujanos de
prestigio y formados en el exterior, esencialmente en Inglaterra y Francia, siguiendo
una política reformista implantada con Carlos III, un proyecto ilustrado en el que se
pusieron en marcha una serie de mecanismos encaminados a superar el atraso
científico, creando nuevas instituciones de carácter científico-técnicas, contratándose
reputados técnicos extranjeros, y seleccionando una gran cantidad de pensionados
para formarse en el exterior, principalmente Francia79.
Por
otro,
los
anti-
inoculadores, pertenecientes a la clase eclesiástica y también facultativos de
reconocida valía, cuya formación giraba dentro de nuestras universidades con una
base escolástica.
De los primeros, podemos señalar varios grupos de inoculadores que intentan
crear un clima favorable hacia el método entre la opinión pública. Nombres como
José Santiago Ruiz de Luzuriaga80 para la zona del País Vasco, Francisco Salvá y
Campillo81 para la zona de Cataluña. De entre todos ellos, destacaran unos médicos
irlandeses afincados en España, Bartolomé O´Sulivan, Miguel Gorman82 quien viajó a
Londres para conocer el método inoculatorio de Sutton para introducirlo en Madrid
(1772), y Timoteo O´Scanlan83, especialmente este último, cuyas obras tuvieron una
79
García Belmar A, Bertomeu Sánchez JR. Viajes para el estudio de la química, 1770 y 1833. Asclepio.
2001; 53(1): 95-139
80
Destacado médico y miembro de la Sociedad Vascongada de Amigos del País que se distinguió por ser
uno de los propulsores de la técnica inoculatoria en el País Vasco. Véase Usandizaga Soraluce, M. Los
Ruiz de Luzuriaga eminente médicos vascos ilustrados. Salamanca: Universidad de Salamanca.
Cuadernos de Historia de la Medicina Española; 1964.
81
Estudio tres años de medicina en la Universidad de Valencia y en 1771 obtuvo el título de bachiller en
Medicina en Huesca, donde también revalidó el de doctor conseguido posteriormente en Toulouse.
Véase López Piñero, J. M., et al. Diccionario histórico de la ciencia moderna en España. Barcelona:
Península; 1983.
82
Nació en Dublín, años más tarde marcho a vivir a Francia donde se doctoró en Medicina (París y
Reims). Se trasladó a España para servir en el regimiento de la Hibernia, cuya guarnición se localiza en El
Ferrol. En 1772 viajó a Londres para aprender el método de inoculación popularizado por Sutton que
implantará a su regreso a España, posteriormente se trasladó a Buenos Aires, donde introdujo la
inoculación. Véase Parrilla Hermida, M. Apuntes históricos sobre la inoculación de la viruela como
método profiláctico. Galicia clínica. La Coruña, 1975.
83
Nacido en Irlanda (Newcastle, 1726) y formado en París, donde obtuvo el título de doctor en 1754,
Timoteo O'Scanlan fue un médico militar que prestó servicios para la corona española en el regimiento
de Hibernia ocupando la plaza de primer médico en el Real Hospital de la Marina de Ferrol y sirviendo
posteriormente en otros destinos. Véase Tuells J. Sobre la utilidad, seguridad y suavidad de la
83
enorme repercusión a nivel nacional, textos en los que reflejó los datos empíricos
derivados de sus prácticas médicas, operaciones que comenzó a realizarlas cuando se
hallaba destinado en el Hospital Real de Ferrol en 1770. Su actividad no se limitó
exclusivamente a la redacción de tratados y la aplicación directa de la técnica de la
inoculación, su figura destacó fundamentalmente por convertirse en uno de sus
mayores defensores, actividad que desplegó a través de la prensa donde firmó
múltiples cartas dirigidas a los diarios.
Respecto a los segundos, los anti-inoculadores, cabe destacar los médicos del
ya mencionado Real Protomedicato, entre ellos a José Amar, que fue protomédico del
reino de Navarra, médico de S.M., presidente del Real Protomedicato, vicepresidente
de la Academia Médico Matritense y socio de la Real Sociedad de Ciencias de Sevilla,
autor de la obra Instrucción curativa de las viruelas, dispuesta para los facultativos y
acomodada para todos, publicada en el año 1774, postulándose a favor del
aislamiento como método efectivo en detrimento de la inoculación. Otra figura
destacada fue Jaime Menos de Llena, quien polemizó con Francisco Salva y Campillo,
mediante varias obras publicadas en la década de los ochenta que sucesivamente se
iban replicando. Y por último, destacamos la figura de Vicente Ferrer Gorraiz
Beaumont y Montesa (1718-1792), presbítero, profesor de Filosofía y Teología de las
Universidades de Toledo, Alcalá y Valladolid, Historiador por el rey de su Real
Gabinete de Historia Natural y sin ninguna duda quien asumirá la máxima autoridad
en la defensa de dichas posturas.
Un debate, que desde el punto de vista de las publicaciones, tanto de obras
médicas como de otro tipo de obras, se intensificó durante la década de 1780
registrándose el mayor número de obras publicaciones que tratan o aluden a la
inoculación como medida preventiva contra la viruela, un total de 31 obras de las que
el 61% resaltaban los beneficios derivados de su práctica (Tabla 6).
Un clima de debate que esencialmente se circunscribía en objeciones morales
y argumentos científicos.
inoculación (1779). Discurso de Timoteo O´Scanlan (1726-1795) en la Real Academia de Medicina.
Vacunas. 2014;
84
Argumentos por los que se dudaba o negaba que la práctica de la inoculación
provocase la viruela verdadera, por lo tanto, tampoco producía la inmunidad
deseada. También se acusa a la inoculación como la causante de constantes focos
variolosos, rechazando de este modo su uso.
“Los patronos y promotores de la inoculación, para persuadir sus
ventajas y utilidad, suponen ciertos dos principios, que uno y otro son
falsos. (...) Primero: Que todos deben padecer viruelas, si llegan a una
edad avanzada. Segundo: Que el que las ha padecido naturales o por
inoculación, no las puede tener segundas”84.
Por otro lado, los partidarios del método argumentaban su defensa mediante
pruebas estadísticas de mortalidad y morbilidad.
84
Ferrer Gorraiz V. Juicio o dictamen sobre el proceso de la inoculación presentado al tribunal de los
sabios, para que la juzguen, por el Doctor en medicna D. Francisco Salvá y Campillo, socio de la
Academia Médico-práctica establecida en Barcelona. Pamplona: Imprenta de Joseph Longas; 1785
85
Zaragoza
Madrid
Victoria
Madrid
Madrid
Vitoria
Manresa
Pamplona
Reflexiones a la instrucción popular de los sarampiones que se han padecido en Zaragoza
en el presente año de 1781, con un medio natural para precaver las viruelas y el mismo
sarampión.
La nobleza comerciante. Traducción del tratado que escribió en Francés el Abate Coyer,
hecha para la utilidad de la Real Sociedad Económica de los amigos del país de Mallorca,
con un discurso preliminar, y varias notas por Don Jacobo María de Spinosa y Cantabrana,
del Consejo de S.M., Oidor que fue de la Real Audiencia de Mallorca y actual Fiscal de la
Real Audiencia de Barcelona.
Comisiones segundas de Ciencias y Artes útiles. Número I. Viruelas. En: Extractos de las
Juntas Generales celebradas por la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País en la
Villa de Vergara.
Practica moderna de la inoculación con varias reflexiones fundadas en ella, precedidas de
un discurso sobre la utilidad de esta operación y un compendio histórico de su origen y de
su estado actual, particularmente en España con un catálogo de algunos inoculados.
Disertación Físico-Médica en la cual se prescribe un método seguro para preservar a los
pueblos de viruelas hasta lograr la completa extinción de ellas en todo el reino.
Extractos de las juntas generales celebradas por la Real Sociedad Bascongada de los Amigos
del País en la Villa de Bilbao por septiembre de 1784
Memoria contra la inoculación sacada de las dudas y disputas entre los autores excitados
acerca la utilidad o daños causados por la inoculación de las viruelas comprobada por el
desengaño que da al público.
Juicio o dictamen sobre el proceso de la inoculación, presentado al tribunal de los sabios
para que la juzguen, por el Dr. en medicina D. Francisco Salvá y Campillo, socio de la
Academia Médico-práctica establecida en Barcelona.
1781
1781
1782
1784
1784
1784
1785
1785
86
Lugar
publicación
Título Obra
Año
Tabla 6. Relación de obras publicadas sobre la inoculación de la viruela (1780-1789)
Vicente Ferrer Gorraiz
Beaumont y Monteza
(Clero)
Jaime Menos y de Llena
(Médico)
Francisco Gil
(Cirujano)
Timoteo O´Scanlan
(Médico)
Abate Coyer y Jocobo
María de Spinosa y
Cantabrana
(Consejo de S.M)
Ángelo Thomas de
Elizondo y del Campo
(Médico)
Autor / Profesión
Contra
Contra
A Favor
A Favor
A Favor
Contra
Contra
Contra
A favor/ en
contra
SI
SI
NO
SI
SI
NO
NO
SI
Tratado
médico
Madrid
Madrid
Madrid
Santiago
Madrid
Lecciones de comercio o bien de Economía civil del abate Antonio Genovesi, Catedrático de
Nápoles. Traducidas del Italiano por Don Victoriano de Villalba. Colegial del Mayor de San
Vicente Mártir de la Universidad de Huesca y Catedrático de Código de la misma
Medicina doméstica o Tratado completo del método de precaver y curar las enfermedades
con el régimen y medicinas simples, y un apéndice que contiene farmacopea necesaria para
el uso de un particular. Escrita en inglés por el Doctor Jorge Buchan. Traducida en castellano
por el Coronel D. Antonio de Alcedo, Capitán de reales guardias españolas
Aviso a los literatos y poderosos acerca de su salud o tratados de las enfermedades más
comunes a esta clase de personas. Con observaciones sobre el Cólico plúmbeo o metálico,
el vómito negro y otros diferentes objetos de Medicina. Por Mr. Tissot. Traducido del
francés por D. Felix Galisteo y Xiorro
La inoculación vindicada: Carta repulsaría de las calumnias y falsas acusaciones que contra
ésta práctica y sus defensores públicos el Lic. D. Vicente Ferrer i Gorraiz, Presbítero, Ex
profesor público de Filosofía y Teología de las Universidades de Toledo, Alcalá y Valladolid
Composición uso y virtudes del agua balsámica, vulgo de brea, del ilustrísimo Señor D. Jorge
Berkeley. Obispo de Cloyne. Quien lo propone como remedio el más singular no solo para
precaver y curar las viruelas, sino otras muchas enfermedades así interiores como
exteriores, que se han juzgado hasta aquí por incurables.
1785
1785
1786
1786
1786
87
Barcelona
Carta del Doctor Francisco Salvá al licenciado Don Vicente Ferrer Gorraiz Beaumont y
Monteza Presbítero, ex profesor público de Filosofía y Teología de las Universidades de
Toledo, Alcalá y Valladolid, Historiador por el Rey de su Real Gabinete de Historia Natural.
1785
Madrid
Lugar
publicación
Obras póstumas del doctor Don Andrés Piquer, Médico de Cámara que fue de S.M, y
Protomédico de Castilla
Título Obra
1785
Año
Vicente Ferrer Gorraiz
Beaumont y Monteza
(Clero)
Timoteo O´Scanlan
(Médico)
Felix Galisteo y Xiorro
(Cirujano)
Antonio de Alcedo
(Capitán de reales
guardias españolas)
Victoriano de Villalva
(Clero)
Francisco Salva y Campillo
(Médico)
Juan Chrisostono Piquer
(Clero)
Autor / Profesión
Contra
A Favor
A Favor
Sin determinar
A Favor
A Favor
Contra
A favor/ en
contra
SI
SI
SI
SI
NO
SI
SI
Tratado
médico
Manresa
Sevilla
Madrid
Madrid
Madrid
Memoria apologética a la carta que escribió Don Gil Blas a Don Blas Gil,
sobre la que contra la inoculación de las viruelas publicó el Doctor D. Jaime
Menos de Llena Primer Médico de los Reales Ejércitos de S.M.C., Socio de
las Reales Academias Médico-Matritense y gaditana.
Juicio Theologico sobre la inoculación de las viruelas. En: Memoria
académicas de la Real Sociedad de Medicina y demás ciencias de Sevilla.
Extracto de las Obras y observaciones presentadas en ella. Formado por D.
Valentín González y Centeno. Socio de Número y Secretario.
Bruxula esfigmicomédica, o sea Directorio de los pulsos. Para conocer las
afecciones generales y particulares del Cuerpo Humano y para el acierto de
la Práctica. Obra útil a los médicos amantes de su arte y de la humanidad.
Breve tratado de la pústula maligna. Conocida en España con el nombre de
vejiga carbuncosa, de su naturaleza, causa, diferencias y curación; y un
epitome de la mordedura de la víbora y de su curación. Escritos en Francés
de orden de los Señores Electos Generales de borgoña. Por Enaus y
Chausier. Traducidos al español, acomodados a nuestros naturales, notados
y añadidos con un Discurso preliminar. Por el Doctor Don Bartolomé Piñera
y Siles, Académico de la Real Academia Médica de Madrid
Historia natural, general y particular. Escrita en francés por el Conde de
Buffon, Intendente del Real Gabinete y del Jardín Botánico del Rey
Cristianísimo y miembros de las Academias francesas y de las ciencias.
Traducida por Joseph Clavijo y Fajardo, vice-director del Real Gabinete de
Historia Natural.
1787
1787
1787
1787
1787
88
* Carta escrita por Jaime Menos de Llena (Médico), en nombre del doctor Luciano Puigdollers
Barcelona
Carta de D. Gil Blas a D. Blas Gil sobre la memoria que ha publicado contra
la inoculación el Dr. D. Jaime Menos y de Llena
1786
Sevilla
Lugar publicación
Memoria de las enfermedades que se experimentaron en la ciudad de
Sevilla en el año de 1785
Título Obra
1786
Año
A Favor
Francisco Salva y
Campillo
(Médico)
Joseph Clavijo y
Fajardo,
(Gabinete de
Historia)
Bartolomé Piñera
y Siles
(Médico)
Juan Spallarossa
(Médico)
Lorenzo
Zambrano y
Goizueta
(Clero)
A Favor
A Favor
A Favor
A Favor
Contra
A Favor
Cristóbal Jacinto
Nieto de Pina
(Médico)
Luciano
Puigdollers*
(Médico)
A favor/ en
contra
Autor / Profesión
NO
SI
Si
Si
SI
SI
SI
Tratado
médico
1787
SI
NO
NO
NO
NO
NO
Traducción
Madrid
Madrid
Madrid
Madrid
Valencia
Historia geográfica, civil y política de la Isla de S. Juan Bautista de Puerto Rico.
Ciencia de la legislación. Escrita en italiano por el Caballero Cayetano Filangieri.
Traducida al castellano por Don Jaime Rubio, Abogado de los Reales Consejos
Geografía moderna, escrita en francés por el Abad Nicolle de la Croix. Traducida y
aumentada con una geografía nueva de España pro el Doctor Don Josef Jordán y
Frago. Doctoral de la Real Capilla del Convento de la Encarnación de esta Corte.
El mundo engañado por la inoculación de las viruelas disertación físico-médica
Historia de la vida del hombre
Disertación sobre la justicia y utilidad de una ley, que declaré a favor del Real
Fisco la pertenencia de bienes de Realengo situados en el Reyno de Valencia, que
se destinan a manos muertas, a quienes falta la habilitación del Príncipe.
1788
1788
1789
1789
1789
1789
1789
89
Madrid
Compendio de la historia geográfica, natural y civil del reino de Chile, escrito en
italiano por el abate Don Juan Ignacio Molina. Traducida por Don Domingo Joseph
de Arquellada Mendoza, individuo de la Real Academia de Buenas Letras de
Sevilla y Maestrante de Ronda.
Cádiz
Madrid
Lugar
publicación
Vida del Papa Benedicto XIV (Prospero Lambertini). Con su retrato y una breves
descripción de la Italia por manera de introducción. Escrita en francés por el
Marqués de Caracciolo. Traducida al castellano por D.F.A. de E.
Título Obra
1788
Año
A Favor
Lorenzo Hervas y Pandero
(Clero)
A Favor
Contra
Pedro Fernández Castilla
(Médico)
Joseph Villarroya
(Consejo de S.M)
A Favor
Josef Jordán y Frago.
(Clero)
A Favor
A Favor
Antonio Valladares de
Sotomayor
(Literato)
Jaime Rubio
(Abogado)
A Favor
Contra
A favor/ en
contra
Domingo Joseph de
Arquellada Mendoza,
(Academia Letras)
Autor / Profesión
NO
NO
SI
NO
NO
NO
NO
NO
Tratado
médico
Un cruce de alegaciones que no se circunscribió únicamente al gremio
sanitario, de hecho, resulta muy significativo como un elevado número de obras
publicadas, la mayoría con un posicionamiento favorable a la implementación de la
inoculación, son firmadas por destacados miembros de la sociedad vinculados a
instituciones gubernativas y militares. Una clara muestra de que la aristocracia y la
incipiente burguesía ilustrada se mostraban generalmente partidarios de la difusión
de la técnica preventiva, argumentando como su práctica constituía uno de los
mayores logros de la razón en beneficio de la humanidad, y en particular al Estado.
En este sentido debemos destacar el cambio de gubernamentalidad. Durante
el reinado de Carlos III entre 1759 y 1788, la preocupación por el mantenimiento de la
salud constituyó un pilar esencial que permitió la aparición del higienismo como una
nueva disciplina sanitaria que caló durante el siglo XVIII entre las élites ilustradas, con
amplias implicaciones sociales, morales y políticas. Un interés por la salud,
considerado como elemento necesario de la prosperidad económica y el orden social,
fue una inquietud recurrente del reformismo ilustrado, expresado en el doble plano
de la higiene pública y privada. Por una lado, según las pautas de un pensamiento
poblacionista y productivista, el aumento de la población se convirtió en objetivo de
los gobiernos, en especial de Carlos III y su sucesor Carlos IV, procurando alcanzar
adoptar medidas de control de la mortalidad y fomento de la natalidad, asesorados
por los médicos a quienes atribuían un papel de primer orden como colaboradores en
la labor de gobierno.
La sanidad pública, en palabras de Cabarrus es “el objeto más preciosos y más
descuidado de los estados”85. Experimentó un notable impulso, las medidas
desarrolladas bajo el reinado de Carlos III son un claro ejemplo, la prohibición de los
enterramientos en iglesias, Real Orden de 24 de marzo de 1784, la reglamentación
del saneamiento de las ciudades, la organización de sistemas de protección contra
85
“Así existe en un estado la acción y reacción política que debe existir entre el cuerpo social y los
individuos (...). si a estas obras de entera necesidad se añade el fomento igualmente útil que piden
muchas manufacturas, fábricas, oficios y artes, será más y más preciso” Véase Cabarrus F. Cartas sobre
los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las leyes oponen a la felicidad pública. Escritas por el
Conde de Cabarrus al Señor D. Gaspar de Jovellanos precedidas de otra al príncipe de la Paz. Vitoria:
Imprenta de Pedro Real; 1808.
90
epidemias por medio del Protomedicato y la Junta Suprema de Sanidad, auxiliadas
por juntas provinciales y municipales, en ellas las autoridades locales asumirán entre
sus responsabilidades la policía médica o cuidado de la salud.
Pero además el médico y los gobernantes ilustrados otorgaban una gran
importancia en sus proyectos de crecimiento demográfico y reforma económica, a la
adopción individual de hábitos correctos para la salud.
Una preocupación por la salud que contó como medios de difusión los
diferentes foros académicos y las Sociedades Económicas de Amigos del País, surgidas
con la finalidad de divulgar las nuevas ideas, conocimientos científicos y técnicos de la
Ilustración. La lucha contra la viruela también tuvo cabida, foros académicos como
Sevilla86, Barcelona y la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País en la Villa de
Bilbao constituyen varios ejemplos. Ideas que se veían materializadas en tratados
pedagógicos y obras médicas de divulgación.
El propio ministro Campomanes argumentaba, bajo una mentalidad de raíz
mercantilista, a favor de la inoculación:
“La inoculación, que preserva tantos niños de ser víctimas de las viruelas y
es un remedio tan probado y certero, facilitará el aumento de la población si
llegamos a vencer el terror pánico contra ese remedio. Ahora, como
mantenemos en ociosidad tantas gentes, no conocemos claramente la
mengua de gente que nos ocasiona.
Las Indias aún sufren mayor estrago de las viruelas, y con todo eso vivimos
indolentes a vista de un daño tan repetido y que con facilidad podemos
atajar. Los Galenistas purgaban y sangraban a prevención de una
enfermedad incierta, y no era menos incierto y arriesgado el remedio. Las
viruelas es un mal de que pocos se libran, la inoculación está experimentada
de todos tiempos en la China y ha probado en Europa, en Chile, Caracas y
86
La memoria publicada en 1779 de la Real Sociedad Patriótica de Sevilla destaca que “la inoculación de
las viruelas con noticia de lo que sobre el asunto de ella se ha adelantado en los varios países donde se
ha puesto en práctica, ventajas que de su uso pueden resultar al Estado en la preservación del número
crecido de individuos que parecen en las de epidemias que frecuentemente se experimentan de esta
peligrosa enfermedad”. Véase. Agricultura. En: Memorias de la Real Sociedad Patriótica de Sevilla.
Sevilla: Imprenta Vázquez Hidalgo; 1779. P. 150
91
aun en España a cuantos la han usado. ¿Qué disculpa podemos tener para
no dar a la población tan importante auxilio?
Como en el gran número de la gente común consiste la robustez de una
Nación, es axioma cierto que la industria popular es el verdadero nervio
para sostener su pujanza. Toda Nación aplicada conserva la sobriedad y
bondad de las costumbres y en ellas tiene gran interés la Religión y la moral
cristiana, por ser la honesta aplicación a ganar su pan a costa del trabajo
muy conforme a sus sanos principios”87.
En esta misma línea, destaca la obra de economía política Lecciones de
comercio o bien de economía civil, realizada por el Abate Antonio Genovesi (17121769), catedrático de la Universidad de Nápoles, que fue traducida al español por
Victoriano de Villalva en 1785. Obra en la que el propio traductor reconoce la
necesidad de éste tipo de reflexiones ya que “hemos carecido hasta ahora de una
colección sistemática o curso científico de Economía Política”88.
Tratado donde el autor en su capítulo dedicado a la población, recoge como
uno de los bienes necesario para el Estado es que su poder político:
“procure darle la mayor robustez posible, lo cual no solamente sirve
para consérvalo con vigor, sino para aumentarle su felicidad y
elevarlo a su mayor gloria. [...]. En este supuesto el cuidado de un
político será investigar y conocer cuál de estas causas es la que
principalmente impide la población en el Estado que gobierna, y
aplicar los remedios a este mal. El primer medio de aumentar la
población en un país es ver el modo de evitar o al menor minorar las
causas físicas que suele producir enfermedades”89.
En este punto o medida de biopoder en términos de Foucault, el autor,
Genovesi, pretende involucrar al poder político para que adopte las medidas
87
Véase. Rodríguez Campomanes P. Discurso sobre el fomento de la industria popular. Madrid: Imprenta
Antonio de Sacha; 1774.
88
Villalva V. Lecciones de comercio o bien de economía civil del abate Antonio Genovesi. Madrid:
Joaquín Ibarra, impresor de S.M.; 1785.
89
Ibídem. p. 67
92
necesarias para salvaguardar a su población de la viruela, ya que se ha encontrado un
remedio, refiriéndose a la práctica de la inoculación, cuyo beneficio repercutiría
directamente sobre el Estado y que necesita para su introducción y difusión el
“apoyo y autoridad del Soberano90”.
Cuatro años más tardes, en 1789 se publicó la traducción al castellano de la
obra de Cayetano Filangieri91 (1752-1788), Ciencia y Legislación, obra de enorme
transcendencia del pensamiento liberal. Su traductor, el abogado de los Reales
Ejércitos Jaime Rubio, destacó en su prólogo la importancia de la educación.
“Los filósofos han mirado siempre a la buena educación como uno de
los principales apoyos del estado, pues destierra los errores y las
preocupaciones del pueblo; substituye en su lugar útiles y sólidas
verdades, y da vigor y fuerzas al cuerpo, criando de este modo almas
grandes en cuerpos robustos. De aquí nacen los sabios Magistrados,
los valerosos Generales, los honrados y hábiles Artistas, los
Labradores endurecidos en el trabajo, en una palabra, <sin la
educación, si por casualidad se aumenta la República, se podrá decir
que crece en hombres, pero no en fuerzas. Ningún Estado, pues, será
jamás, ni sabio, ni rico, ni poderoso sin la educación>”92.
De este modo y aludiendo a la necesidad de formación de la nación, Filangieri
le dedicará un apartada a la inoculación de las viruelas, destacando sus enormes
beneficios para la población, dejando “para los fanáticos y débiles las dudas mal
fundadas y los argumentos absurdos contra una práctica que ha dado la vida a
millares de hombres y les ha conservado la fortaleza de sus miembros, la salud y la
90
Ibídem. p. 69
91
Cayetano Filangieri (1752-1788) eminente figura de la nueva ciencia del Derecho generada por la
Ilustración. Considerado, junto con Voltaire, fundador de la moderna filosofía procesal y penal, en
defensa de procedimientos garantizados y de penas equilibradas y racionales, lejos de penas crueles,
inhumanas y degradantes del viejo derecho penal y procesal de la monarquía absoluta.
El pensamiento de Filangieri influirá den la formación del primer código penal español de 1822.
92
Rubio J. Ciencia y legislación. Escrita en italiano por el Caballero Cayetano Filangieri. Traducida al
castellano por Don Jaime Rubio, Abogado de los Reales Consejos. Madrid: Imprenta de Manuel
González; 1789.
93
hermosura”93. Proponiendo, que las naciones deberían legislar y fundar en cada
Provincia un hospital para gestionar la práctica de la inoculación, “esta será la única
cura preservativa que deberá admitirse para los niños educados”94.
Por lo tanto, en esta división de opiniones, la inoculación contra la viruela
encontró sus mejores avales entre los filósofos y destacados miembros del poder
político, que la consideraban como uno de los mayores logros de la razón en
beneficio de la humanidad. Así, un elevado número de las monarquías europeas, bajo
una mentalidad del despotismo ilustrado, adoptaron la práctica inoculatoria, con una
aptitud filantrópica que les llevó a sentir la responsabilidad de la salud pública de sus
súbditos como una suprema ley. Lo cual, junto a un práctico sentido económico que
mostraba las graves repercusiones de un inadecuado estado de salud en la población,
llevó a promulgar decretos y soportes legislativos que favorecerían la difusión de la
inoculación. Y que en el caso particular de la Corona española, dicho soporto no llegó
hasta finales de la década de 1790.
Unas argumentaciones en pro de la actividad inoculador que estuvieron
fundamentados, a modo de justificación, en posturas basadas en la propia
experiencia y pruebas estadísticas de mortalidad y morbilidad de la inoculación.
Constituyendo tanto las publicaciones de obras médicas, la literatura de creación
como la prensa periódica su canal de divulgación.
93
Ibídem. p. 116
94
Ibídem. p 120
94
Las renovadas matemáticas como argumentos favorables
El cruce de alegaciones que se despertó alrededor de la implantación de la
inoculación contra la viruela fue constante, y su disputa se circunscribió a su
efectividad:
“No se puede probar que la inoculación preserve de las viruelas
naturales, pues hay ejemplos de inoculados que las han sufrido dos,
tres y aún más veces. ¿Dónde halla el Sr. Anti-inoculador estos
ejemplos para afirma con tanta énfasis semejante proposición? Debe
producir las pruebas, debe reclamar los 40.000 releas que ofreció el
Mr. Gatti en París a cualquiera que probase segundas viruelas
después de haberlas tenido por inoculación, y aunque no soy muy
rico, ofrezco al autor o cualquier otro una onza de oro siempre que
me pruebe dichas segundas viruelas después de la inoculación”95.
Los anti-inoculadores la rechazaban tajantemente mediante el empleo de
argumentos morales, al considerar que no recaía al hombre la decisión de exponer
una vida.
“Si muriese un hijo mío de viruelas naturales por no haberle querido
yo salvar la vida con la inoculación de las artificiales, no se me podría
acusar de escrúpulo de conciencia, ni calumniarme de haber cometido
un filicidio, por haber dejado a mi hijo que fuese víctima de su
enfermedad. Esta tal es puramente una causa natural y física que sí
en el sujeto halla facultad y vigor para resistirla, sale triunfante de
ella, y si no halla esta condición le acarrea la muerte. Dios deja obrar
las cosas naturales, conforme a las leyes que las impuso. […] Mi
impugnador no parece que ha hecho tanto uso de la aritmética, como
de la inoculación. Poquísimo sabe de cuentas quien dice que
suponiendo que por ella muere uno de cada diez, corresponde de un
95
Continúa el problema sobre la inoculación. Diario de Madrid. Núm. 213. Domingo 1 de agosto de
1790.
95
millón morir sesenta mil y seiscientos individuos. (…), fuera que la voz
infalible es una expresión demasiado afirmativa96.
Observamos que los principales argumentos empleados por parte de sus
detractores se basan en mantener las posturas conservadoras, un enfrentamiento
entre la medicina galénica tradicional frente a una renovada y experimental ciencia,
innovaciones procedentes de la medicina europea.
“Que la inoculación por sí no mata a nadie; que algunos mueren de la
inoculación mal practicada, y en circunstancias poco favorables, el
abuso y no el remedio, hace le mal; que la sangría, el vómito, el opio,
la quina, mercurio y los demás poderosos remedios de la medicina no
se excluyen de la práctica, porque por casualidad y mal administrados
resulta alguna vez la muerte, que la inoculación se halla precisamente
en el mismo caso, es un remedio profiláctico y merece a lo menos la
misma indulgencia, pues produce más seguramente sus felices
efectos”97.
Opiniones divergentes que sin duda compartían un mismo argumento tanto
para su defensa como para criticarla, se trata del empleo de la incipiente estadística y
los datos matemáticos. En especial, por parte de los primero, los pro inoculadores,
quienes ensalzaban la probabilidad de una muerte en mil individuos inoculados frente
a 500 defunciones que causaba la viruela natural en un mismo mes.
Durante el siglo XVIII la estadística se va consolidando como disciplina en la
elaboración de los grandes censos de la Ilustración. España, no será ajena al espíritu
regeneracionista de la época, terminará por utilizar el número no sólo como
elemento censal, sino como un instrumento social y en el caso que nos ocupa como
un instrumento aplicado a mejorar las condiciones socio-sanitarias98.
96
Continúan los Rugidos del León Nemeo. Diario de Madrid. Núm. 251. Miércoles 8 de septiembre de
1790.
97
Continúa el Problema sobre la inoculación. Diario de Madrid. Núm 213. Domingo 1 de agosto de 1790.
98
Véase Almenara Barrios J. Approach to the history of medical statistics in Spain. Boletín de Estadística
e Investigación Operativa. 2012; Vol. 28(2):153-175.
96
En un claro ejemplo de que con los recursos matemáticos adecuados se podían
explicar todos los problemas mecánicos y físicos del universo, uno de los ejes en los
que se basaba la evolución científica de la mentalidad ilustrada, de hecho, el primer
resultado conocido en epidemiología matemática se debe a Daniel Bernoulli en
176099 y precisamente su temática será la inoculación. Un destacado matemático que
junto a D´Alambert, uno de los autores de la obra que abanderó el siglo de las
renovaciones, la Enciclopedia francesa, constituirán sólidas referencias para reforzar
los mensajes favorables:
“Esta proposición ha sido examinada y comprobada por los Sres.
D´Alambert y Bernouilli, grandes matemáticos y gigantes en la
república literaria, por razones y cálculos exactos, capaces de
persuadirá cualquiera que no esté enteramente cegado por la
preocupación contra esta práctica. En fin, oigamos a Mr. de la
Condamine, persuadiendo a un padre en estos términos: (…) Si la cosa
dependiera de vuestro arbitrio, pero es necesario aventurar algo,
aunque se contra vuestra voluntad, en vano os defendéis, aquí hay
solo dos partidos que tomar, o inocular vuestro hijo, o no inocularle,
no inoculándole se puede apostar uno contra siete que morirá,
inoculándole, contra diez mil sucesos felices hay, uno sólo que temer,
el primer riesgo es ocho cientos veces mayor que el otro; escoged
ahora el partido que os parecerá mejor. […] Los anti inoculadores,
viendo las evidencias de estas razones, y la exactitud de estos cálculos
hechos por los hombres más grandes en la república literaria, instan
replicando que la inoculación es repugnante a la razón y al derecho
natural, aunque de un millón muriese de ella solo un individuo”100.
La importancia del cálculo matemático aplicado en las ciencias médicas fue un
recurso muy empleado para lograr su aceptación, de hecho, fue el único medio que
99
“En 1760, el matemático Bernoulli da una forma más rigurosa a la estadística, que es en los hechos la
única justificación teórica de la inoculación. De adoptarse la inoculación, el resultado será una ganancia
de varios miles de personas para la sociedad civil”. Véase Moulin A. M. L´aventure de la vaccination.
Paris: ed. Fayard; 1996
100
Continúa la inoculación. Diario de Madrid. Núm. 212. Sábado 31 de julio de 1790.
97
permitió su adhesión, primero de la inoculación y como veremos posteriormente de
la vacunación, ya que permitió explicar en expresiones de probabilidades una práctica
impensable, gracias a los instrumentos estadísticos con que se contaba101. Por ello, su
empleo como recurso estuvo presente en los principales manuales y tratados de la
época, conceptos que vertebran obras como la redactada por el médico del Hospital
Real de Cádiz Juan Espallarossa en 1766, quien llegó a titular el capítulo IV de la obra
del siguiente modo: “Se hace constar la utilidad del injerto, y en él la ventaja de los
Reynos por el cálculo Aritmético de los muertos de Viruelas naturales puestos en
cotejo con los salvados, por medio de la Inoculación”102.
Presentes también en el texto del prosista, periodista y traductor Manuel
Rubín de Celis en 1773, quien resalta que:
“La utilidad que se consigue en adoptarla y aunque es y ha sido desde
su principio un sujeto de disputa, es también indubitable, por la
numerosidad de sus buenos efectos, lo acreedora que se hace a que
en todo el Reyno se practique, y para asegurar más mi opinión y
desvanecer el temor que muchos tienen de exponerse a ella, quiero
dar la presente lista de los inoculados en diversas Ciudades y Cortes.
[…] Se advierte que en más de veinte y cuatro mil inoculados sólo han
muerto diez y nueve, que hecha la cuenta sale uno por mil y
doscientos”103.
E indudablemente en las obras de Timoteo O´Scanlan como la publicada en
1784 titulada Práctica moderna de la Inoculación...104, donde argumenta como:
“El Doctor Bernoulli en su Memoria sobre la inoculación pone
proporción de los que han tenido Viruelas con los que no la han
101
Cf. Foucault. 2008. pp. 67
102
Véase. Spallarossa, Juan. Disertación Physico Médica, en que con la razón, autoridad, y experiencia, se
demuestra la utilidad y seguridad de la inoculación de las viruelas y grandes ventajas, que de ella se
siguen a la humana sociedad, y a los Reynos. Cádiz: Imp. D. Francisco Rioja y Gamboa; 1766.
103
Véase Rubín de Celis, Manuel. Carta Histórico-Médica sobre la inoculación de las Vïruelas, en la que
explica el origen de esta práctica, los efectos de ella, el modo de ejecutarla, y sus ventajas. Madrid: 1773.
104
Cf. O´Scanlan T. 1784
98
tenido, como ocho a uno […] M. D´Alembert pone el riesgo del que no
tuvo Viruelas respecto del inoculado, como tres mil a uno […]. De esta
proporción se deduce que el peligro de morir de las Viruelas es casi
siete veces más grande cada mes de su vida para el que las aguarda,
que para el que se inocula”105.
Todos los textos enunciados coinciden en un mismo concepto entorno a la
inoculación y su aplicación, al defender siempre su utilitarismo para el desarrollo de
la nación y sus moradores.
De todo ello se hicieron participes los periódicos de la época, los cuales habían
cobrado en la segunda década del siglo XVIII gran importancia, siendo empleados
como un instrumento de comunicación científico y técnico, adquiriendo la
inoculación un carácter público.
“Las viruelas matan regularmente 8 de cada 100 personas que las
tienen. Se ha observado que las viruelas naturales matan más niñas
que niños. En el Hospital de Londres se observó que de 3434 criaturas
inoculadas murieron 100, al mismo tiempo que de 6456 que tuvieron
las viruelas naturales murieron 1634”106.
Otras noticias publicadas se centran en sucesos acaecidos en la propia Corona
española y como su empleo se circunscribía siempre a la amenaza de contagio
varioloso. Un ejemplo de ello se documenta en una noticia de 1790 referente a
Ademuz, en el reino de Valencia.
“Apenas se notó en esta villa la epidemia de viruelas, que así en la
capital como en los demás pueblos de las inmediaciones causaban los
mayores estragos, cuando el Comisario de Marina D. Francisco
Campuzano, valiéndose del Cirujano del Cirujano D. Joseph Pérez
Aparicio, dispuso que el día 29 de Diciembre último, sin esperar a
preparación alguna (pero arreglándose en todo lo demás al Tratado
105
Ibídem. pp 34-37
106
Cálculo político sobre la población de todo el mundo, 1789. Semanario de los mejores diarios
literarios que se publican en Europa. Núm. 191 Lunes 27 de julio de 1789.
99
de inoculación del Dr. D. Timoteo O´Scanlan), inoculase a sus dos hijos
únicos, quienes en medio de ser el tiempo más riguroso del invierno,
pasaron esta enfermedad con la mayor felicidad, no habiendo en su
periodo guardado cama ni dejado de salir todos los días de casa como
tenían costumbre (…). Este ejemplo alentó a que por medio del mismo
aplicado facultativo se inoculasen en este pueblo y sus confinantes
hasta 235 niños de diferentes edades, logrando igual feliz suceso que
los dos primeros (…). No sucedió así con los que tuvieron las viruelas
naturales, pues de éstos, que han sido 20, fallecieron 10, uno quedó
ciego y los otros algo lisiados y desfigurados”107.
El relato nos permite vislumbran el relevante papel que desempeñaron las
personalidades destacadas de la sociedad, en la aceptación de la variolización y su
técnica para el resto de la población, al realizar la operación en sus propios hijos a
modo ejemplarizantes. Del mismo modo, el texto nos permite identificar a Timoteo
O`Scanlan y la publicación de sus obras, como un referente de la inoculación.
Timoteo O´Scanlan, el fiscal de la inoculación.
O´Scanlan es reconocido como una de las figuras más influyentes en la práctica
y difusión de la técnica de la inoculación de las viruelas en España durante el último
tercio del siglo XVIII, e incluso se asocia a él como uno de los primeros en
implementar de forma asidua tras haber adquirido conocimientos sobre la técnica en
Europa.
Trasladado al Hospital Real del Ferrol como primer médico108, decide poner en
práctica la inoculación como medida sanitaria frente a la aparición de un brote
varioloso en 1771 que estaba azotando la ciudad109. Su decisión, es considerada como
107
Ademuz, Reyno de Valencia, 8 de Mayo. Gaceta de Madrid. 1 de Junio de 1790.
Logan PL. The inoculation of smallpox Dr. Timoteo O´Scanlan (1726-1800?). J Ir Med Assoc.
1964;54:53-6
108
109
Véase Amenedo Costa, Mónica. Timoteo O´Scanlan: Vida Pública y privada en el Ferrol ilustrado.
Revista Garozan. 2010; Nº 10: 9-22
100
una de las primeras inoculaciones documentadas110, contó con una enorme
repercusión como se plasmó en la propia Gaceta de Madrid de 1776:
“El Doct. D. Timoteo Oscalan primer médico del Departamento de Marina
del Ferrol, considerando la utilidad, seguridad y suavidad de las viruelas
inoculadas, y el estrago que diariamente hacen las naturales y
comparando los diferentes métodos que ha observado y leído se
practicaban en Londres, Paris y otros países, se determinó el primero a
introducir la inoculación en el Reino de Galicia desde el año de 1771,
inoculando en dicho Departamento, ciudad de la Coruña y sus contornos
a 115 niños, y entre ellos los hijos del Excmo. Sr. D. Manuel de Florez,
ahora Virrey de Sta. Fe, los del Sr. D. Joseph Antonio de Armma
Intendente General de Galicia, los de 6 Oidores de su Real Audiencia, un
hijo del mismo D. Timoteo de 5 meses y medio y otro de varios oficiales,
Caballeros y Negociantes de dichos Pueblos, los que han pasado como es
notorio en ellos su incomodidad con pocas postillas, sin guardar casa, ni
cama y sin ninguna mala resulta”111.
Una larga lista de inoculados que hacían referencia a los miembros más
destacados de la sociedad gallega, algunos de aquellos niños pertenecían a los
miembros de la comunidad irlandesa residentes en el Ferrol112.
En la crónica se cita a su propio hijo, fruto de su matrimonio el 6 de septiembre
de 1773 con María Lacy en Madrid113. El primogénito que nació en 1774 y que al igual
su padre recibió el nombre de Timoteo como se recoge en su certificado bautismal:
110
111
Cf. León Sanz P, Barettino Coloma D. 2007.
Noticia suelta. Gaceta de Madrid. Núm. 51. 17 de Diciembre de 1776.
112
O´Scanlan incluye una relación de todas las personas que inoculó, incluyendo su nombre, la edad y
los datos delos padres de los inoculados, entre los años de 1771 y 1784 en las localidades de Ferrol, A
Coruña, Ceuta y Madrid, en la lista aparecen por ejemplo los hijos de Juan Loughnan, de origen irlandés.
Véase. O´Scanlan T. Práctica moderna de la inoculación: con varias observaciones y reflexiones fundadas
en ella, precedidas de un discurso sobre la utilidad de esta operación, y un compendio histórico de su
origen y de su estado actual, particularmente en España: con un catálogo de algunas inoculaciones.
Madrid: Imprenta de Hilario Santos; 1784.
113
María era hija de Jacobo Lacy y María Fitzgeral, y al igual que su marido procedía de la localidad
irlandesa de Newcastle. Aunque residieron en el Ferrol su matrimonio se ofició en Madrid como se
101
“En trece de diciembre año de mil setecientos setenta y cuatro. Yo el
Pe, F. Martín de Hapett Religioso de San Agustín y Capellán agregado
con licencia expresa de D. Joseph de Villa y Santos capellán de la
Armada y cura de la Real Capilla Parroquia Castrense de San
Fernando de Esteiro. Bautice Solemnemente un niño que dijeron
había nacido hoy a las cuatro de la mañana hijo legítimo de el Don en
medicina D. Timotheo O Scanlan primer médico del Real hospital y
este departamento, y de Dª María Lacy su mujer de esta parroquia,
pusele nombre Timotheo Patricio Luis Lucio, abuelos paternos D.
Edmundo y Dª Honora Murphy, maternos D. Diego y D. Elena
Fitzgerald natural todos de Newcastle en el Obispado de Limerick en
Irlanda. Fueron sus padrinos D. Luis O’Brien en nombre de D. Patricio
Lacy Teniente coronel y sargento mayor del Regimiento de Ultonia, y
Dª María Fasta de Ocampo, soltera en nombre de Dª María Fitzgerald
y O’Brien del Ferrol a quienes advertí lo que previenen el ritual
romano y para que conste lo firmo con dicho cura en Ferrol dicho día
mes y año ut supra”114
Escasos cinco meses después, en mayo de 1775, O´Scanlan inoculaba a su hijo
Timoteo, el mismo que referencia la crónica publicada. Dos años después, el 23 de
febrero de 1777 nacía su segunda hija, María O´Scanlan, bautizada al día siguiente en
la parroquia de San Fernando de Esteiro en Ferrol115, a quien también inoculo, “en 27
muestra en el certificado matrimonial: “En veinte y uno de noviembre del año de mil setecientos setenta
y cuatro: D. Timotheo O´Scanlan doctor en medicina, primer médico del Real (rl) Hospital, y de este
Departamento, y de Dª Maria Lacy su mujer, en vista de carta copia, certificada en buen forma, de
casamiento, celebrado en la villa de Madrid en seis de mes de septiembre del anterior pasado de mil
setecientos setenta y tres por el Dr. D. Joseph Melchol de Castillo, Capellán de honor de S.M
Administrador y cura del Real Hospital de la Corte, casa e iglesia de Nuestra Señora del Buen Suceso; se
velaron y recibieron las bendición es nupciales según orden de nuestra Santa madre iglesia, en esta
Castrense de San Fernando de Esteriro” Véase Archivo Histórico Naval de Madrid. Signatura 1391/016.
fols. 142-142v
114
Archivo Histórico Naval de Madrid. Signatura 1393/020. fol. 35v
115
Cf. Amenedo Costa. 2010. pp. 18
102
de mayo de 17, inocule a María mi hija, de edad de tres meses y medio, fuerte y
robusta, con las viruelas con que había inoculado a la hija del Comisario Orcasitas”116.
El 12 de noviembre de 1778 entró a forma parte de la Real Academia Médica
Matritense. Ese mismo año inoculó a los 3 hijos del Francisco Cabarrús, que como
hemos citado con anterioridad formaba parte de un grupo de influyentes ilustrados y
destacados miembros de la administración borbónica, como Pedro Rodríguez (Conde
de Campomanes) a quien O´Scanlan le dedica su obra de 1784 Práctica moderna de la
inoculación, defensores y alentadores todos ellos en la divulgación de la inoculación.
El propio Cabarrús llegó a apoyar el trabajo de O´Scanlan en un texto leído el
31 de octubre de 1778 en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, que sin
duda supuso un espaldarazo para su admisión en la Academia Médica de Madrid.
En abril de 1779, O´Scanlan pronuncia su discurso de ingreso en la Academia.
Un texto basado en sus propias experiencias y en la documentación de los trabajos de
grandes pro-inoculadores europeos como La Condamine, Dimsdale, Tissot o Gatti117.
Constituye sin duda un alegato en defensa de la inoculación, donde pretende
obtener aliados en las instituciones sanitarias para poder implementar un método
cuyo beneficio recaerá en la Salud Pública y en la modernidad de la medicina.
“En nuestra península tiempo a que la elogian y practican varios
profesores. En esta misma Academia, a quien tengo el honor de dirigir
mi discurso, conozco algunos que la aconsejaron, otros la practicaron;
y los demás por esperar mayor experiencia, y pruebas de su seguridad
suspenden el juicio. En esta diversidad de opiniones me atrevo,
señores Académicos, a presentar la mía, o por mejor decir la de los
señores Condamine (Mémoires de l’Académie Royale des Sciences,
1754 y 1758), Gatti (Nouvelles réflexions sur la pratique de
l’inoculation), Petit (Rapports en faveur de l’inoculation, Paris, 1766),
Tissot (L’inoculation justifiée), Damper (Avantages de l’inoculation,
Toulouse, 1772), y otros muchos ilustres varones, cuyos argumentos
116
117
Cf. O´Scanlan. 1784. pp. 305.
Cf. Tuells. 2014.
103
en defensa de la inoculación acompañados de mis tales, cuales
experiencias, propongo de este sabio Cuerpo digno depósito de la
salud pública. Siendo pues mis fuerzas muy débiles, necesito estas
fuertes armas, y todo el favor de V.S., cuyo sufragio llenaría el mayor
de mis deseos; pero si no le alcanzare (que será prueba de no
merecerle) tendré a lo menos la satisfacción de hacer ver mi celo, y
amor al bien público, y adelantamiento de mi facultad.
El bien particular y el bien público son dos objetos que todos debemos
procurar: la inoculación conduce a ambos, con especialidad al
segundo, al cual todo lo demás debe subordinarse, pues Salus populi
suprema lex est. Cic [la salud del pueblo ha de ser la primera ley.
Cicerón]"118.
Sus obras alcanzaron gran popularidad, unos textos que al igual como en el
resto de disertaciones no sólo referentes a la inoculación, configuraban un periodo
donde proliferó una literatura médica divulgativa, dirigida a un público profano,
aunque selecto. Una literatura orientada a hacer el cuidado de la salud accesible a la
mayoría de la población, bien por medio de la autoaplicación o de la asistencia
caritativa de las élites educadas y benefactoras119. Por ello, y continuando esta misma
línea O´Scanlan siempre se recurrió al empleo de un lenguaje sencillo y una
estructura didáctica para relatar el modo de realizar las operaciones. Su divulgación y
repercusión fue tan elevada que muchas referencias en el empleo de la inoculación
mencionan que siguieron el método Scanlan o las recomendaciones propuestas en
sus obras.
“Con motivo de haberse manifestado epidemia de viruela en esta Villa
[Lequeitio], hizo el Doct. D. Juan de Baquerizo, Médico titular de ella,
inocular a tres hijos suyos y algunos de otros particulares. A
118
Véase. O´Scanlan T. Sobre la utilidad, seguridad y suavidad de la inoculación. Discurso leído en la Real
Academia Médica de Madrid, abril de 1779. Fundación Universitaria Española, fondo del Archivo del
Conde de Campomanes, 34-19
119
Bolufer Peruga M. Ciencias de la Salud y Ciencias de las costumbre: Higienismo y educación en el siglo
XVIII. Areas. Revista Internacional de Ciencias Sociales. 2000;20;26-50
104
consecuencia de ello D. Juan y D. Ramón de Zavala, y D. Joseph de
Uscola, Cirujanos de dicha Villa y de la Ante Iglesia de Ispaster,
practicaron esta operación con 630 niños del pueblo y de sus
inmediaciones, desde la edad de 3 meses hasta la de 17 años,
siguiendo el método del Doct. O-Scanlan, con tal felicidad que
únicamente se desgració una criatura de año y medio por habérsele
complicado un afecto de pecho por la poca precaución de sus
padres”120.
Su defensa de la inoculación no la libró únicamente en los foros académicos o
en obras literarias que contestaban a los textos contrarios a la difusión de la técnica,
como su publicación de 1786121, dada a conocer por la prensa del siguiente modo:
“La inoculación vindicada, o carta repulsoria de las calumnias y falsas
acusaciones que contra esta práctica y sus defensores publicó el
Licenciado Don Vicente Ferrer y Gorraiz, Presbitero y Exprofesor
público de Filosofía y Teología, en su libro intitulado: Juicio o
dictamen; Su autor el Doctor Don Timotheo O´Scanlan (...), quien
manifiesta las muchas equivocaciones de dicho Ferrer, hace patente
la verdadera diferencia entre las viruelas verdaderas y volantes, y
satisface a todos los argumentos que propone contra la inoculación,
probando que no hace más que renovar los de los primeros antiinoculadores ya envejecidos, y mil veces refutados”122.
120
Lequeitio 29 de Marzo. Mercurio de España. Abril de 1791.
121
Véase. O´Scanlan T. La inoculación vindicada: carta repulsoria de las calumnias, y falsas acusaciones
que contra ésta práctica, y sus defensores publicó el Lic. D. Vicente Ferrer i Gorraiz en un libro intitulado
Juicio o Dictamen sobre el proceso de la inoculación. Santiago de Compostela: Ignacio Aguayo; 1786
122
Libros. Diarios Curioso, Erudito, Económico y Comercial. Núm. 99. Sábado 7 de Octubre de 1786
105
La prensa periódica salvaguardia de la inoculación
La prensa constituyó otro escenario esencial donde se libró la polémica
mantenida alrededor de la inoculación. Su punto más álgido se vivió en 1790 donde
se recogen el mayor número de noticias.
En general, la información periódica, mostró gran interés en referir las
posturas que resaltasen los beneficios para la sociedad sí la medida preventiva se
implementase. Un gran número de crónicas enumeraban a los representantes de
ambos bandos, entre los que siempre destacaba la figura de O´Scanlan como uno de
sus más fervientes defensores.
Los detractores u opositores a la inoculación divulgaban los fracasos derivados
de las operaciones practicadas, como destaca una noticia de noviembre de 1790 en el
Diario de Madrid:
“Señor D. Pedro Salanoba: ahora que nadie nos oye sino los que leen
el Diario, tengo que manifestar a Vmd., muchas cosas que no quiero
se me pudran. Adelante. En el Periódico que Vmd compone, y que
tanto gusta al Público, hay ciertas cosillas que no pueden tolerarse,
de las que Vmd., no tiene culpa, ni yo, ni el cocinero de los Mostenses,
ni la tía que vende higos en la plazuela de la Cabada. El apologista
Particular, Singular o Monosílabo por su oficio las debe notar,
apuntar y disparar, sin meterse con los autores a quienes inclinato
capite venera. […] Prevenga Vmd a los apasionados de la Inoculación,
que en la calle de Hortaleza acaban de morir dos niños inoculados, sin
embargo de haberse tomado todas las precauciones, juris et de
jure”123.
Tan sólo diez días después, el 11 de noviembre, el mismo diario incluye un
escrito del propio O´Scanlan solicitando que se aporten más datos respecto a los
sucesos achacados a las inoculaciones, un escrito que él mismo firma con fecha de 4
de noviembre, mostrando su grado de involucración.
123
El Apologista particular. Diario de Madrid. Lunes 1 de Noviembre de 1790
106
“Habiendo leído en el Diario del Lunes 1 de este mes, que dos niños
inoculados acaban de morir en la calle de Hortaleza y sabiendo que
esta noticia ha sido publica a instancia del Apologista particular, con
el encargo de prevenirla a los apasionados de la inoculación, como yo
soy uno de ellos, y que me parece conviene al bien de la humanidad, y
adelantamiento de éste ramo de la medicina, averiguar este hecho, y
si la pretendida muerte ha sido efecto de la inoculación o de otra
enfermedad, por este motivo espero, me hará Vmd., el favor de
preguntarle el número de la casa y cuarto donde murieron, el nombre
de los padres y si puede ser el de los facultativos que le asistieron o
inocularon, y las demás circunstancias necesarias para venir en
conocimiento de la verdad, (las que faltaron en el Diario) […] y así
para salir de dudas, aclarar la verdad y contribuir de este modo al
bien del género humano, no dudo que siendo Vmd., tan
despreocupado, no dejara de acceder a mi suplica, dándome la
noticia que le pido públicamente por medio del Diario”124.
Ante la ausencia de respuestas, un mes más tarde, O´Scanlan vuelve a recurrir
a las páginas del diario, donde en un tono contundente y presentándose como el
Fiscal de la inoculación, solicita al anónimo detractor que retire las acusaciones que
afectan a un tema del bien público:
“el diario del 1 del mes pasado,
publicó
que dos inoculados
acababan de morir en la calle de Hortaleza (…). En su relación no hay
circunstancia alguna por la cual se pueda tener noticias exacta del
hecho, y por tanto supliqué a Vmd., se sirviese citar por medio del
Diario el número de la casa y demás circunstancias; desde el día 8 del
mes pasado que hice a Vmd., esta suplica, no se ha dignado
responder a mi atenta carta, este es asunto en que se trata de un
método, cuya importancia interesa demasiado para dejar de aclarar
la verdad de los hechos de su clase. Vmd., y yo como todos, debemos
124
Al Sr. Diarista. Diario de Madrid. Jueves 11 de Noviembre de 1790
107
contribuir al bien general, y este es sólo mi fin. Ni los cuatro Alcaldes
de Barrio de la calle Hortaleza, ni los Cirujanos, no tienen noticias del
hecho que Vmd, cita, ni otros muchos a quienes he preguntado, y así
como Fiscal de la inoculación y del público en este negocio, pido
satisfaga a las justas acusaciones de ambas partes; pues de otro
modo la inoculación pedirá contra Vmd por la calumnia, y el público
por justicia, y quizás será Vmd., condenado a silencia perpetuo, o a
otra pena mayor a la cual espero no dará lugar”125.
O´Scanlan se presente como Fiscal de la inoculación y del público en lo referido a la inoculación.
125
Señor Apologista Particular. Diario de Madrid. Martes 21 de Diciembre de 1790
108
Prensa, Inoculación y mentalidad Ilustrada
Durante el siglo XVIII se producirá el despertar del periodismo moderno, una
prensa periódica que nació ante la necesidad de información y del deseo de
informar126.
En España la eclosión fue más tardía, no debemos olvidar que nos
encontramos ante una monarquía borbónica de carácter despótica, centralista y
absolutista, que siguió los pasos de los modelos extranjeros ya consolidados. Desde
sus inicios, la corte borbónica, mostró la intencionalidad de acabar con el aislamiento
cultural que había mantenido durante siglos127. En realidad los Borbones, la corona,
eran, a su manera partidarios de la prensa, por lo que veían en ella de progreso.
Un condicionante de una prensa que tuvo como principal misión el
reforzamiento estatal, convirtiéndose en el nexo de unión con el público lector. Su
extensión se limitó en esencia a funcionarios, oficiales del ejército, médicos,
abogados, en definitiva, a un grupo heterogéneo de miembros de todos los sectores
acomodados de la sociedad128.
Entre los que destacará una clase media burguesa que pretende por todos los
medios romper su relación con los viejos prejuicios del pasado y lucha por liberarse
de las formas del pensamiento tradicional. De igual modo y de forma paralela al
incremento por las inquietudes irán también desapareciendo todas las trabas que
126
En la difusión del nuevo espíritu surgido con el fenómeno de la Ilustración que caracteriza al siglo VIII,
tuvo una función muy destacada el papel de impreso, en su modalidad de libro o folleto, y de una
manera muy particular en la vertiente del periodismo, que adquiere en este siglo una pujanza antes
desconocida en España. La prensa periódica fue indudablemente uno de los cauces dela Ilustración, y en
sus páginas laten las nuevas corrientes del pensamiento de una forma que no se encuentra en el libro.
Véase Freire López AM. Prensa y creación literaria en el XVIII español. Epos: Revista de filología.
1995;11:207-222.
127
Bajo las directrices de los Austrias se mantenían una política temerosa a que las informaciones del
exterior, como el relativismo propuesto por autores como Hume, Newton durante el siglo XVII,
desestabilizasen la Corona. Prohibiéndose cursar estudios universitarios en países extranjeros, y el cierre
de sus fronteras a toda publicación cultural que circulaba por Europa. Véase. Aguilar Piñal, Francisco. La
prensa española del siglo XVIII. Madrid. 1978.
128
Existía, además de una prensa dirigida a un lector ilustrado, publicaciones de carácter popular como
los almanaques y pronósticos, adornadas de imágenes constituyeron una vía de difusión de los valores
burgueses entre las clases bajas. No debemos olvidarnos tampoco de otras prácticas no escritas, como
la lectura pública, que hacían llegar a públicos iletrados las novedades culturales. Véase Sáinz D, Seoane
M C. Historia del periodismo en España. Madrid: Alianza; 1990.
109
frenaron el desarrollo de las publicaciones periódicas en la primera mitad del siglo
XVIII, como las guerras, el caos económico, un absolutismo a ultranza, un ambiente
cultural más próximo a la superstición que al rigor científico, elementos que de forma
progresiva se irán diluyendo en la segunda mitad de la centuria dieciochesca.
Encontrando su momento de mayor plenitud con el reinado de Carlos III. De hecho,
será en este momento cuando se producirá un aumento tanto del número de
publicaciones como de suscriptores, motivado por una política que propiciaba su
desarrollo mediante concesiones de licencias bajo una censura previa, una
característica legislativa del Antiguo Régimen, y que permitirán la coexistencia de
informativos oficiales al lado de otros de carácter privado129.
Un periodo de proliferación periodística vigente hasta la resolución del 24 de
febrero de 1791, a través de la cual se suprimirán todas excepto las publicaciones
oficiales, en un intento de evitar el contagio de las ideas y los acontecimientos
revolucionarios franceses130.
Con la desaparición de la prensa privada, se producirá un empobrecimiento de
los periódicos oficiales. Entre 1792 y 1796 volverán a surgir algunos títulos
importantes e incluso algunos que habían sufrido la represión, pero la importancia
periodística que se había vivido durante la década de los ochenta no volverá a
repetirse hasta la Guerra de la Independencia en 1808131.
129
La etapa más floreciente del periodismo del XVIII en España fue sin duda el reinado de Carlos III, que
coincide con el auge del movimiento ilustra en España. el auge de la prensa en los casi treinta años del
reinado de Carlos III tiene mucho que ver con la prosperidad económica que España alcanzó entonces,
con el incremento demográfico, lo que a su vez implicaba mayor demanda, y sobre todo con la
protección real al proyecto ilustrado, a través de medidas legales beneficiosas para la imprenta. Véase
Guinard P. La presse espagnole de 1737 a 1791. Formation et signification d ´un genre. París : Institute
d´Etudes Hispaniques ; 1973.
130
Cuando se producen los sucesos revolucionarios en Francia, la situación política española presentaba
una sintomatología de inestabilidad, un momento de desconcierto ocasionado por las noticias
provenientes del país vecino que mostraba intenciones de propagar la ideología fuera de sus fronteras,
informaciones que coinciden con un momento de flaqueza económica a consecuencia de las malas
cosechas de 1788 y 1789, dificultando el abastecimiento de las ciudades. Véase García de Cortázar,
Fernando. Biografía de España. Madrid. Galaxia Gutenberg; 1998.
131
Tras la derrota Napoleónica, Europa sufrió cambios sociopolíticos importantes, los medios de
comunicación se convirtieron en objetos de consumo diario por parte de una burguesía cada vez más
110
Un contexto periodístico donde la viruela como enfermedad y la inoculación
como novedosa medida preventiva obtuvo un papel destacado. Cuya presencia en la
prensa será más visible a medida que las principales monarquías europeas van
adoptándola, y las referencias a sus experiencias, tanto nacionales como
especialmente internacionales. Entre ellas, y a modo de ejemplo, podemos destacar
el relató sobre la aceptación de la práctica inoculatoria por la vecina e influyente
monarquía francesa el 21 de julio de 1774 en la Gaceta de Madrid.
“Un extraordinario despacho por el Excmo. Sr. Conde de Aranda ha
traído al Rey nuestro señor noticias muy circunstanciadas y
agradables del feliz éxito que había tenido la inoculación de las
viruelas en el Rey Cristianísimo, en el Sr. Conde de Provenza, y en los
Sres. Conde y Condesa de Artois. Después de algunos días de
preparación y de una dieta moderada se hizo inocular el 18 de junio a
las 9 de la mañana, tomando a este efecto el pus o materia variólica
de una criatura de dos años, robusta y bien complexionada, que tenía
naturales de muy benigna especie”132.
Una prensa, que como hemos destacado anteriormente, contó con un
marcado carácter oficialista, donde llama la atención su posición constante de
salvaguardia de la inoculación, a pesar de que su oficiosidad no llegó hasta finales de
1798.
Se han podido identificar entre el periodo que abarca del 1 de enero de 1762 al
31 de diciembre de 1798, un total de 426 noticias que contienen los términos viruela
y/o inoculación (Tabla 7).
amplia, a la que en la segunda mitad de la centuria se añadiría la obrera. Véase Schulze Schneider,
Ingrid. El poder de la propaganda en las guerras del siglo XIX. Madrid. Arcos libros S.L; 2001.
132
Madrid 12 de julio de 1774. Gaceta de Madrid. Núm. 28. 12 de Julio de 1774.
111
112
Tabla 7. Distribución según periódico y año de las noticias relacionadas con viruela e inoculación
De entre todas ellas predominan las noticias publicadas por la prensa con
tendencia oficialista (Grafica 2), periódicos como el Diario noticioso, curioso, erudito y
comercial público y económico133, con un total de 90 noticias centradas entre 1762 y
1779, periódico dirigido a todo el público en general, muestra entre sus crónicas las
consecuencias de las viruela como enfermedad, plasmado sus secuelas en los rostros
de los personajes que confeccionan la sección de historia de los viajes, e incluso,
como una señal identificativa para localizar a los niños extraviados que confeccionan
la sección de pérdidas, registrándose 54 noticias en éste mismo apartado en 1778.
El periódico, Diario de Madrid, recoge su título del anterior, Diario noticioso,
curioso, erudito y comercial público y económico, que a partir del 1 de enero de 1788
adquirió el nombre de la ciudad donde se editaba. Continuó imprimiéndose con
privilegio real, con un carácter eminentemente oficialista, que junto con los títulos del
Mercurio de España y la Gaceta de Madrid, constituirá la prensa que dependerá más
directamente en manos de la Corona, de hecho será la única publicación periódica
que se salve de los decretos de supresión que se emitirán para evitar el contagio de
los ideales revolucionarios de Francia.
Se compone por cuatro páginas que se estructuran en torno a artículos y
noticias. Comienza con el santoral, las observaciones meteorológicas y notas
astronómicas. Las primeras publicaciones versan sobre curiosidades, erudición,
comercio, economía...etc., por medio de su epígrafe “Cartas al diarista”.
Precisamente, es bajo esta sección donde se localizan el grueso de las noticias
referentes a la viruela e inoculación, contabilizándose un total de 70 noticias, de ellas
25 (28.6%) se registran durante el año de 1790 aludiendo la mayoría al debate que se
133
Se trata del primer diario español, fundado por Francisco Mariano Nipho (1719-1803), a quien
Fernando VI le concedió Real Privilegio para su impresión. Publicación que sufrió numerosos cambios
con el paso del tiempo, tanto en la denominación de su cabecera como en sus contenidos, llegando
hasta 1917, bajo el título de Diario Oficial de Madrid.
Entre las novedades del diario se encuentran la división entre noticia y opinión, y el establecimiento de
secciones fijas, dedicando sus cuatros páginas a dos bloques diferenciados: la divulgación y la
información. Fue el primero que publicó las cartas de los lectores, difundió noticias de carácter
económico y comercial, discursos morales, muchos de ellos traducidos de periódicos franceses. Contó
con una sección destinada al relato de historia de los viajes, ofrecía también noticias de venta,
alquileres, empleos, y extravió de personas. Dirigido al gran público. Véase. Barrera C. El periodismo
español en su historia. Barcelona: Ariel; 2000.
113
mantuvo alrededor de la inoculación de la viruela, proliferando las noticias con
tendencias favorables a la técnica.
Continuando con ésta línea de periódicos oficialistas, encontramos 35 noticias
en el Mercurio de España, periódico que adopta su nombre en 1784 del Mercurio
histórico y político, dependiente oficialmente de la Secretaria de Estado, desde donde
se financiaba y se nombraba a sus redactores responsables o directores. Sus
diferentes epígrafes reúnen noticias procedentes de los diferentes países europeos, a
parte de las referencias exteriores contaba con un segundo bloque destinado a
noticias relativas a España, tanto a Madrid como a las principales ciudades del país.
Crónica sobre eventos en la Corte y la actividad administrativa civil y militar, a este
respecto, debemos resaltar que de la totalidad de las noticias, 12 (34.3%) de ellas
hacen referencia a la viruela como enfermedad entre destacados miembros de la
corte, tanto nacional, la muerte del infante Gabriel y su familia en 1788, como
internacional.
El relato de crónicas exteriores se encuentra la Gaceta de México, relacionado
con el anterior periódico, al disponer de una misma tendencia y contar con la misma
fecha de creación, al editarse también por primera vez en enero de 1784, aparecen
las noticias y sucesos de Nueva España relacionadas con la viruela, en especial a las
epidemias sufridas en México y la aplicación de la inoculación como medida
preventiva, en total se identifican 17 noticias, de ellas el año de 1797 recoge el mayor
volumen con 8 referencias.
Pero sin duda, de toda la prensa tratada y clasificada como oficialista, el
periódico que tiene un papel destacado tanto por su volumen como por el contenido
de sus noticias publicadas es la Gaceta de Madrid, donde se llegan a contabilizar
hasta 167 (39.2%) crónicas cuya temática alude a la viruela y la inoculación como
medida preventiva del total de las noticias localizadas.
Gráfica 2. Distribución del número noticias relacionadas sobre la inoculación de la
viruela según periódico
114
Desde abril de 1697 se denominará, ya sin cambios, Gaceta de Madrid, aunque
en el itinerario de su origen contó con diversos títulos. Debemos puntualizar en
primer lugar que la Gazette francesa fue inspiradora directa de la española. Sus inicios
se remontan a los deseos del político, militar e hijo bastardo del monarca Felipe IV,
Juan José de Austria (1629-1679) en disponer a su servicio un papel periódico donde
exponer sus relatos militares, como ocurría y él mismo era conocedor de la prensa
periódica del exterior, de este modo emerge en 1661 la Gazeta Nueva Continuó en
1676 bajo el título de Avisos ordinarios de las coas del Norte, y un año después, Juan
José de Austria, consciente del poder de la naciente prensa escrita volvió a impulsar
su publicación bajo el título de la Gazeta Ordinaria de Madrid que se imprimió ya con
privilegio real.
Tras unos años de concesión de privilegios de impresión y venta de la Gaceta
de Madrid pero sin capacidad de decisión en sus contenidos134, con la llegada al trono
134
En el desarrollo histórico de la publicación hay que señalar que tras la Paz de los Pirineos de 1659 se
le sugiere a Felipe IV la creación de una gaceta semejante a las existentes en Europa, el monarca
expreso sus cautelas, pero el proyecto no quedó en el olvido del todo, ya que Juan José de Austria, que
en sus destinos en el exterior había conocido los papeles periódicos, deseaba contar con uno a su
servicio, para ello le encargó a Francisco Fabro Bremundan, su profesor de alemán y secretario,
encargándole el relato de sus hechos militares, de este modo, surge la Gazeta Nueva en enero de 1661.
tras la muerte de Bremundan, José de Goyeneche y su familia, serán los gestores de la misma tras una
renta anual de 400 ducados anuales, así, la publicación se editara en talleres propios, gozando sus
titulares del privilegio de impresión y de venta, pero sin capacidad de decisión de sus contenidos. Pero
115
de Carlos III, se vuelven a reintegrar a la Corona todos los privilegios, así, desde enero
de 1762 se hace cargo de la impresión del periódico la Secretaria de Estado,
delegándose sus funciones en Francisco Manuel de Mena, interviniendo el propio
Estado en su contabilidad. En definitiva, desde 1762, es un periódico oficial
censurado, administrado y orientado ideológicamente por el Estado.
Resulta significativo pues el interés mostrado por la publicación periódica por
la inoculación de la viruela, haciéndose eco de forma temprana por las operaciones
practicadas en múltiples casas reales europeas como muestran las noticias recogidas
entre las décadas de 1760 y 1790. Además, también se hacía mención de las
inoculaciones contra la viruela realizadas entre nuestras fronteras, destacando la
figura de O´Scanlan y sus inoculaciones en el Ferrol e incluso en Madrid.
La publicación también recogía noticias referidas a la inoculación antivariólica
y su carácter colectivo, mostrando los beneficios que su práctica reportaría o ha
reportado en caso de una epidemia de viruela.
La Gaceta de Madrid, también, refirió informaciones sobre los distintos
métodos de inoculación, recogiendo en 1768 diversas publicaciones que
mencionaban como las inoculaciones se realizaban siguiéndose el procedimiento de
introducir debajo del cutis del brazo la punta de una lanceta con materia variólica,
después, los inoculados tomaban aire fresco, y según el método Suttón se
administraba preparativos mercuriales, mientras que el médico italiano Gatti
recomendaba únicamente la toma de aire fresco sin necesidad de ningún
medicamento, cuando se hace mención a las inoculaciones realizadas en la Corte
española, se refiere al método seguido por O´Scanlan.
En definitiva, la defensa de la Gaceta de Madrid por la inoculación de la viruela
se encuentra patente tanto por su volumen de noticias como por su contenido,
contando siempre con carácter narrativo y explicativo entre sus páginas para plasmar
las ventajas y defensa de su práctica. Con una clara intencionalidad en un momento
con la llegada al trono de Carlos III, se vuelve a reintegrar a la Corona todos los privilegios, incluso los de
impresión. Véase. Manero Ruiz E. Prensa oficial y mentalidad ilustrada, la Gaceta de Madrid (17591788). Tesis doctoral Universidad Nacional de Educación a Distancia, Facultad de Geografía e Historia.
2012
116
en que se localizaban muchos detractores de la práctica, señaladamente en el propio
Protomedicato, como el propio Andrés Piquer recogía en sus obra publicada en 1766
Dictamen sobre la inoculación de las viruelas.
Un amparo de la inoculación en las noticias emitidas por la prensa oficialista,
que contrasta con el silencio gubernamental, al no dictar ningún soporte legal para su
práctica hasta finales de la centuria dieciochesca. Algo que puede vislumbrar como la
transición hacía una nueva época en el ideario ilustrado europeo, un momento de
modernidad de la publicación que es interpretado como la pleamar del racionalismo.
Aún más visible si cabe, con el análisis de las publicaciones registradas en la
prensa semi-oficial como el Semanario de agricultura y artes dirigido a los párrocos, y
que a pesar de ser creado en 1797, cuenta, en sólo dos años de estudio, con 19
publicaciones con referencias a la viruela e inoculación.
Semanario fundado a petición del propio Primer Secretario de Estado, Manuel
Godoy (1767-1851), con la finalidad de contribuir al fomento de la agricultura y de la
industria, pretendía llegar a todo el público las novedades y mejoras técnicas surgidas
en el resto de Europa. Un dialogo con un público atípico, ya que no tenía acceso al
mundo del saber, por lo que confiaba al clero, y en especial, al clero parroquial, el
papel de intermediario cultural.
Una muestra más del cambio de tendencias gubernamentales sufridas a finales
de la centuria, donde el papel de la sanidad constituirá un elemento necesario para el
sostén y progreso de la nación, constituyendo la práctica de la inoculación contra la
viruela un reflejo de ello.
117
PRENSA Y CREACIÓN
LITERARIA DURANTE
LA DÉCADA DE 1790:
LA OFICIOSIDAD DE LA
INOCULACIÓN
Los inicios de la lucha contra la viruela
en España. Técnica e ideología durante
la transición de la inoculación a la
vacuna (1750-1808)
119
PRENSA Y CREACIÓN LITERARIA DURANTE LA DÉCADA DE 1790: LA OFICIOSIDAD DE
LA INOCULACIÓN
A pesar del apoyo mediático y literario, además, de todas las reformas
sanitarias propuestas durante el gobierno de Carlos III, el monarca no otorgó soporte
oficial a la práctica de la inoculación.
Algo de lo que muy probablemente se arrepintió en el ocaso de sus días, ya
que la viruela se volvió a cebar en la Casa Real, en esta ocasión con su tercer hijo, el
infante Gabriel (1752-1788), a quién más apreciaba el monarca, el más culto y cabal
de sus descendientes, pues sabía que los dos hijos que le precedían en la línea de
sucesión, Fernando, que ya ejercía como Fernando IV de Nápoles y Carlos, que pronto
sería Carlos IV de España, poseían escasísimas facultades para gobernar135.
El Infante Gabriel se había casado con Mariana de Portugal (1768-1788) en
1785. Tres años más tarde durante el mes de noviembre de 1788 falleció de viruela su
esposa.
“Tan peligroso mal en las circunstancias en que sobrevino a S.A.,
resistió a cuantos remedios le opuso la medicina, y después de haber
recibido la Extremaunción en la tarde del Domingo 2 del corriente,
acabó su preciosa vida a las 8 y media de la noche, dejando al Rey y
Príncipes Ntros. Sres., al Sr. Infante D. Gabriel (digno esposo de S.A.,
que la asistió hasta los últimos trances con esmerada ternura) y a las
demás personas de la Real Familia llenos de dolor”136.
Trágico desenlace que llego poco después de dar a luz a su tercer hijo, Carlos
José, quien también falleció víctima de la enfermedad el 9 de noviembre.
Catorce días después, el 23 de noviembre, Gabriel moría contagiado por su
esposa. Las crónicas lo recogían así:
135
136
Véase Grandos J. Breve historia de los borbones españoles. Madrid: Nowtilus, 2010
Noticias de España. Madrid. Mercurio de España. Noviembre de 1788.
121
“Las esperanzas que se sostenían viendo que la enfermedad del Señor
Infante D. Gabriel iba dando treguas a que pasasen sus términos más
peligrosos, empezaron a frustrase, habiéndose agravado más S. A
desde la tarde del sábado 22. Aumentose rápidamente el riesgo el
Domingo por la mañana (…), dio su alma al Criador a las 12 y ½ con
indecible pena del Rey y Príncipes Nuestros Señores y las demás
Personas Reales”137.
Un duro golpe que sin duda contribuyó a agravar la enfermedad de Carlos III
que moriría el 13 de diciembre de ese mismo año.
Carlos IV (1748-1819) ocupó el trono desde 1788 hasta 1808, coincidiendo el
inicio de su mandato con un cambio de tendencia por parte la corona y de las
instituciones médicas hacia la inoculación.
Si fue durante la década de 1780 cuando el debate alrededor de la practica
inoculatoria alcanzó su mayor representación en la publicaciones de creaciones
literarias, será en la siguiente década, y más concretamente durante los años de 1790
a 1795 cuando el debate sobre la inoculación se traslade a la prensa periódica, a
través de los cuales la controversia sobre sus ventajas o inconvenientes alcanzó un
carácter público.
La prensa mostró los dos bandos, dos grupos compuestos por “los partidarios
de la inoculación, y los adversarios de la medicina infusoria”; vertebrándose ambos en
ocho postulados básicos como reflejaba el Diario de Madrid en abril de 1790138:
Para su defensa:
I.
Disminuye el riesgo de padecer la enfermedad, junto a su mortalidad,
reduciendose ésta última de 1 de cada 4 sin la inoculación a “de uno a
cincuenta, y hay quien afirme de uno a quinientos” con su práctica.
II.
“Puede prácticarse activamente sobre individuos sanos, de buen
137
Martín González L. La Medicina como noticia en España. La Gaceta de Madrid 1788-1808. Valladolid:
Memoria de investigación, Universidad de Valladolid; 2003
138
Fin del Discurso sobre la inoculación de las viruelas. Diario de Madrid. Nº 110. Martes 20 de abril de
1790
122
temperamento y complexión, en vez de que la viruelas natural acomete
indistintamente a criaturas robustas y sanas”.
III.
Se puede inocular en cualquier periodo del año, mientras que la viruela
“natural insulta en cualquier tiempo a voluntad suya, sea la estación
favorable o contraria”.
IV.
Puede afectar a todos por igual independientemente de su edad,
evitandose “con la inoculación, siendo electivos los tiempos, las edades y las
contituciones”.
V.
Que las viruelas naturales pueden dejar multiples deformidades en el
rostro, “nada de lo cual proviene de las artificiales, conservan la tez de la
cara”.
VI.
“Que las viruelas naturales pueden ser confluentes que son las más malas, y
su confluencia puede ser simple, cristalina, escorbutica o acarrelada; pero
las artificiales jamas”.
VII.
“Que los que por un vicio hereditario están expuestos a contrer viruelas
naturales malignas; por medio de la inoculación se logra que sean
benignas”.
VIII.
Argumentan que no tienen constancia que sea una enfermedad que se
remonte a la antigüedad, al periodo clásico greco-latino, “ y que puesto que
la primera memoria suya nos viene de los Arábes al nono siglo de la Era
Christiana, que es cuando Rhazis la dio a conocer, podemos tener esperanza
algun dia de lograr artificialmente su exterminio”.
En su crítica:
I.
“Que la inoculación excita y propaga el contagio de las viruelas naturales,
comunicando el mal”.
II.
Cada persona tiene “total derecho a la conservación de su propia vida, y aun
obligación moral de no exponerse a peligro de perderla”.
III.
Que es una práctica repugnante a la razón humana, “la vida que se les salva
a mil ciudadanos no justifica la muerte de uno solo”.
IV.
“Que a un niño sano, robusto y bien complexionado, es temeridad el darle
una enfermedad ficticia”.
123
V.
Que no se puede probar feacientemente que la práctica de la inoculación
preserve realmente de la enfermerdad, argumentando casos que tras élla
han padecido viruela.
VI.
Aun no esta demostrado que tras desarrollar las viruelas naturales no se
vuelvan a padecer, por lo tanto, ¿Cómo es persuasible que las evite la
industria?”.
VII.
Tienen derecho “a querellarse cuando las epidemias provienen de la
inoulación".
VIII.
“Que es una práctica injusta, permite una espada en la mano de todos, y
que así puede como puede darsela a un piadoso e inteligente, se la puede
dar a un inhumano e ignorante”.
Sera precisamente a partir este momento cuando comenzó a presenciarse un
cambio de tendencias por parte las autoridades e instituciones médicas, en este
sentido, y en una muestra de consolidación como centros privilegiados de estudio
destinados a la salud pública por parte de las academias médicas, literarias, artísticas
y científicas, encontramos como las juntas celebradas por la Real Academia Médica
de Madrid en 1791, se muestran favorables respecto a su práctica, ese mismo año y
en el mismo recinto, O´Scanlan que a su vez es socio de la academia, presentó en la
junta ordinaria celebrada el jueves 15 de septiembre “una obra sobre la inoculación
corregida conforme a los reparos que habían puesto sus censores a los señores D.
Antonio Soldevilla y D. Ignacio María Ruiz de Luzuriaga, pidiendo que se le concediese
imprimir en el dictamen de la academia acerca de inoculación139”, y tras una votación
secreta se autorizó su impresión, siendo comunicado por el secretario de la academia,
Luzuriaga, uno de sus censores y casualmente una de las figuras más destacadas en la
divulgación a nivel nacional de la posterior vacuna descubierta contra la viruela.
La obra titulada Ensayo apologético de la inoculación o demostración de lo
importante que es al particular y al Estado, contó con enorme popularidad y se
publicó meses después en 1792, el mismo año en que falleció su mayor
139
Acta de la Real Academia Nacional de Medicina celebrada el 15 de septiembre de 1791.
124
controversista, Vicente Ferrer. Un texto que el autor llegó a presentar al propio
monarca, en una muestra clara de receptividad por parte de la Corona:
“obra, aprobada por el Tribunal del Real Proto-Medicato y por la Real
Academia Médica de Madrid, dedicada al Ilmo. Sr. Obispo de
Barbastro, y presentada a los Reyes Nuestros Señores”140.
A pesar del espaldarazo obtenido, la polémica mantenida en la publicación de
creaciones literarias continuó, aunque sin la efervescencia de la década anterior
(Tabla 8).
140
Noticias de España. Madrid. Mercurio de España. Noviembre de 1792
125
Madrid
Madrid
Tortosa
Tortosa
Madrid
Madrid
Vida de Joseph II Emperador de Alemania, traducida del toscano, corregida en varios lugares e
ilustrada con notas por Don Juan Manuel Hernández.
Tratado del uso de la Quina.
Memoria que en forma de carta escribió el Doctor D. Jaime Menos de Llena, primer médico
de los Ejércitos de S.M., Social de las Reales Academias Médico-Matritense y Gaditana. Contra
el discurso Miscelaneo-Apologético, bajo el título de Fuente Groga vindicada por el Bachiller
Memoria o breve descripción de las aguas minerales de la fuente picante de San Hilario
Zacalm del corregimiento de Vich, en el Principado de Cataluña, y por incidencia se tratará de
la que entre peñas destila en el Monte de la Virgen de Moncada a dos horas de Barcelona.
Ensayo apologético de la inoculación o demostración de lo importante que es al particular y al
Estado.
Medicina doméstica o tratado completo sobre los medios de conservar la salud, precaver y
curar las enfermedades por un régimen y remedios simples. Por Guillermo Buchan, M.D del
Real Colegio Médico de Edimburgo, traducida de la última y nona edición inglesa, igualmente
que las notas que puso Mr. Duplanil, Médico Honorario de S.A.R el Conde de Artois en su
última versión francesa por D. Pedro Sinnot, Presbítero.
1791
1791
1791
1791
1792
1792
126
Madrid
Lugar
publicación
Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres
Título Obra
1790
Año
Tabla 8. Relación de obras publicadas sobre la inoculación de la viruela (1790-1799)
A Favor
Contra
Juan Manuel Hernández
Cubilano
(Aristócrata)
Thomas de Salazar
(Médico)
Pedro Sinnot
(Clero)
Timoteo O´Scanlan
(Médico)
Jaime Menos y de Llena
(Médico)
A Favor
A Favor
Contra
Contra
Contra
Josepha Amar y Borbón
(Aristócrata)
Jaime Menos y de Llena
(Médico)
A favor/ en
contra
Autor / Profesión
SI
SI
SI
SI
SI
NO
NO
Tratado
médico
Alcalá
Barcelona
Madrid
Madrid
Gerona
Madrid
Madrid
Madrid
Madrid
Carta consultoría del doctor D. Joseph Pinilla y Vizcaino al doctor D. Timoteo O-Scanlan, en el
que se exponen al juicio de los Teólogos Morales las principales razones y hechos médicos
que favorecen y contradicen la Inoculación de las viruelas; y para su resolución se propone un
pacto o convenio de Apuesta entre dichos dos facultativos, a fin de averiguar ciertamente el
número de los que mueren Inoculados.
Carta al Doctor D. Jaime Menos de Llena primer medico de los ejércitos de S.M., socio de las
reales academias médico-matritense y gaditana, amante de la salud pública. Sacada del
correo de Murcia de los números 71,72,73,74,
Miscelánea o colección de varios discursos por D. Valentín de Foronda
Origen, progresos y estado actual de toda la literatura. Obra escrita en italiano por el Abate D.
Juan Andrés, individuo de las Reales Academia Florentina y de la Ciencias y buenas letras de
Mantua; y traducida al castellano por D. Carlos Andrés individuo de las Reales Academias
Florentina y del Derecho Español y Público Matritense.
Reflexiones sobre las enfermedades que afligen las Tropas del Real ejercito del Rosellón.
El viajero universal o noticia del mundo antiguo y nuevo. Obra recopilada de los mejores
viajeros por D.P.E.P
Observaciones sobre la historia natural, geográfica, agricultura, población y frutos del reino
de Valencia
Tratado de materia metida del Doctor Guillermo Cullen
Compendio cronológico de la historia y del estado actual del imperio Ruso
1793
1793
1793
1794
1794
1795
1795
1795
1796
127
Lugar
publicación
Título Obra
Año
A Favor
A Favor
A Favor
Antonio José Cabanilles
(Botánico)
Bartolomé Piñera y Siles
(Médico)
Luis del Castillo
(Aristócrata)
A Favor
Contra
José Antonio Viader y
Payrachs
(Médico)
Pedro Estela (Clero)
A Favor
A Favor
Valentín de Foronda
(Aristócrata)
Carlos Andrés
(Abogado)
A Favor
Contra
A favor/ en
contra
de Alegría J.
Joseph Pinilla Vizcaino
(Médico)
Autor / Profesión
NO
Si
NO
NO
SI
NO
NO
SI
SI
Tratado
médico
Madrid
Madrid
Madrid
Tratado de enfermedades cutáneas por el doctor en cirugía Joseph Jacobo Plenck, profesor Real de
Cirugía, Anatomía, Chímica, y Botánica, Ordinario en la Academia militar, Director supremos de las
Farmacopeas, y del estado militar de cirugía. Traducido por el licenciado Don Antonio Lavedan,
Cirujano de Ejército, de número de la Real Familia de S.M., Alcalde examinador perpetuo del Real
Tribunal del Proto-Cirujanato, y Director de la Real Academia de Cirugía de Valladolid.
Prontuario de medicina clínica o práctica, escrito en latín por Joseph Quarin médico del Emperador
Jospeh II dividido en tres partes. Traducido por Antonio Lavedan
Invectiva contra el estrago de la viruela: octavas que con el dolor de haber perdido un hijo en la
última epidemia, tuvo la honra de presentar a la Reyna Nuestra Señora uno de sus más humildes
vasallos, y demostración de complacencia por el acierto de S.M., en la inoculación de su Real
familia.
1798
1799
1799
128
Lugar
publicación
Título Obra
Año
Antonio Lavedan,
(Cirujano)
Antonio Lavedan
(Cirujano.)
Autor / Profesión
A Favor
A Favor
A Favor
A favor/ en
contra
NO
SI
Si
Tratado
médico
Se sigue manteniendo posiciones contrarias, fundamentadas en la autoridad
de algunos teólogos que no la aceptan, como las expuestas por el Catedrático de
medicina en la Universidad de Alcalá de Henares, José Pinilla y Vizcaíno en 1793.
Fue la proliferación de las noticas que referencia su práctica en distintos
puntos de la península, como los recogidos en 1794 en Alcubierre, Reyno de Aragón,
donde
“Joaquín Laflor, médico titular de esta villa, ha inoculado en los
meses de mayo y junio del año anterior más de 140 personas de
ambos sexos desde la tierna edad de 3 meses hasta 13 años, sin que
en ellas se hayan notado hasta ahora ninguna resulta pueda debilitar
las razones por que debe propagarse su práctica, (…) Estos hechos, y
otros muchos van confirmando cada vez más la seguridad de la
práctica del Dr. O-Scanlan”141.
Se localizan otras noticias que mantienen la misma estructura142 e incluso
concluyen la medida preventiva propuesta por O´Scanlan143,144, algo que sin duda
denota el papel de éste médico irlandés en la propagación y difusión de la inoculación
entre nuestras fronteras. A la proliferación y difusión de la práctica se debe sumar las
141
Alcubierre, Reyno de Aragón, 5 de junio. Gaceta de Madrid. 1 de julio de 1794.
142
Roque Pico, médico titular de la villa, viendo el estrago de las viruelas naturales y epidémicas, que
empezaron a reinar a la mitad del mes de Marzo próximo pasado, con tal malicia que de los 27 primeros
murieron 7, quedando otro ciego, dos tuertos y los demás desfigurados. Para precaver las ulteriores
malas resultas que amenazaban esta epidemia, persuadido y enseñado por la experiencia y lectura de
los libros sobre la inoculación, particularmente el de la Práctica moderna del Dr. Timoteo O-Scanlan. (…)
De los 544 que padecieron las viruelas naturales en los meses siguientes hasta el de Agosto, fallecieron
74 que es la séptima parte, fue con mucho exceso menor el número de desgraciados, causando
admiración el apreciable fruto que ha producido dicho método. Véase. Orcajo, partido de Ocaña, 5 de
septiembre. Gaceta de Madrid 10 de octubre de 1794.
143
Mariano Lujan, Cirujano de esta villa (a 10 leguas de Murcia y 4 de Caravaca) ha ejecutado en ella la
inoculación en la epidemia que acaba de cesar. El número de inoculados ha sido 59 niños de distintas
edades y ambos sexos, todos salieron felizmente, (…) tanto que de los inoculados no ha muerto uno. La
inocualción se ha ejecutado por el método del Dr. Timoteo O-Scanlan. Véase Bullas 26 de marzo. Gaceta
de Madrid 17 de abril de 1795
144
En esta Villa se ha hecho una demostración de la utilidad y ningún riesgo de inocular las viruelas.
Francisco Benedicto, médico, y Tomás Lizaso, cirujano, no sólo inocularon a sus hijos según el método
que previene el Dr. Timoteo O-Scanlan, sino que persuadieron a otros sujetos de la primera clase. El feliz
exito aumentó el número de inoculados hasta 173, sin que ninguno se haya desgraciado ni quedado con
el menor defecto, impedimento, ni aún señal de haber padecido esta enfermedad. Véase. Arcos en
Navarra 1º de septiembre. Gaceta de Madrid. 20 de septiembre de 1796.
129
constantes referencias del exterior de nuestras fronteras que aceptaban
abiertamente la práctica inoculatoria, cómo las publicadas en 1789 referentes al Rey
de Prusia, Federico Guillermo III, quien “ha resuelto hacer inocular a los Príncipes sus
hijos que no han padecido aquella enfermedad terrible”145. O las recogidas en la obra
dedicada al propio Godoy, titulada Compendio cronológico de la historia y del estado
actual del imperio Ruso, del aristócrata Luis del Castillo en 1796. Quien destaca en su
capítulo destinado a tratar los aspectos de la educación nacional:
“La Emperatriz, tan valerosa como bienhechora de sus
vasallos, ha hecho en sí misma y en el heredero del Imperio el primer
ensayo de la inoculación; la memoria de este día, en el cual dio a sus
súbditos tan grande ejemplo, se celebra con una fiesta anual y los
padres no temen ya el peligro imaginario de esta operación. Catalina
II ha fundado una Casa de inoculación en Petersburgo, en la que se
cuidan los niños con el mayor esmero. La inserción de las viruelas es
ya una operación familiar para las madres en la Liviona, y no
necesitan valerse de ningún facultativo para este efecto”146.
Cierra el capítulo de la oficiosidad del método en España la Real Cédula de 30
de noviembre de 1798 por la que se obligaba a las distintas salas hospitalarias a
implementar el método de inoculación, aunque con carácter voluntario por parte de
la población.
El mismo Carlos IV tomó la decisión de inocular a sus tres hijos, Fernando (futuro
Fernando VII), Carlos Isidro (futuro pretendiente carlista como Carlos V) y Francisco
de Paula, tras padecerla una de las infantas que quedó desfigurada. Lo hizo saber a
todos sus súbditos del siguiente modo:
“La reciente enfermedad de viruelas que ha padecido S. A. Real la Sra.
Infanta Doña María Luisa, y de la que S. A. felizmente ha convalecido
ya, habiendo llamado la piadosa atención de los Reyes Ntros. Sres. A
145
Extracto de una Carta de Berlín, con fecha de 18 del pasado. Mercurio de España. Diciembre de 1789
146
del Castillo L. Compendio cronológico de la Historia y del Estado actual del Imperio Ruso. Madrid :
Imprenta de Aznar. 1796.
130
considerar los funestos progresos de un mal que tanto aflige a la
humanidad, y que tan tristes memorias ha dejado en su amada Real
Familia, movió desde luego sus paternales ánimos, no menos
ocupados de asegurar la tranquilidad de sus vasallos que de salvar las
vidas de sus augustos hijos, a adoptar para el Príncipe Ntro. Sr. Y los
Serenísimos Sres. Infantes D. Carlos y D. Francisco el medio más
probable de disminuir los riesgos de una calamidad que casi se ha
hecho inevitable. Y no ofreciendo otro que el de la inoculación,
acreditada por la experiencia, y generalmente admitida en todas las
naciones cultas, oído el dictamen de su primer Médico de Cámara D.
Francisco Martínez Sobral, se resolvieron SS.MM. a consentir se
hiciese la inoculación de las viruelas a los tres referidos Príncipes, sus
amados hijos, confiando esta delicada operación a la notoria
inteligencia y práctica de D. Antonio Gimbernat y D. Ignacio la Cava,
Cirujanos de Cámara de S.M., bajo la dirección y asistencia de dicho
sabio profesor Sobral, y fiando el éxito en la bondad de la Providencia.
Ha premiado el cielo las piadosas y paternales intenciones de los
Reyes, salvando del peligro al Príncipe Ntro. Sr. y a los Serenísimos
Sres. Infantes sus hermanos (…) y para jubilo de toda la monarquía se
hallan ya en la más perfecta covalencia. Para celebrarla mandaron
SS.MM. se vistiesen la Corte de gala el 20 del corriente, y que en su
Real capilla se cantase el Te Deum en acción de gracias al
Todopoderos por tan grande beneficio”147.
Queda reflejado el cambio diametral de las posiciones iniciales, un contexto
que obtuvo también su reflejo en el aumento de las publicaciones tanto periódicas
como de creación literaria sobre la inoculación a medida que ésta iba alcanzando
mayor aceptación en Europa. Acciones que mostraban el afán divulgador de la
Ilustración.
147
Real Cédula de 30 de noviembre de 1798 por la que se obligaba a las distintas salas hospitalarias a
implementarlo en la población, aunque con carácter voluntario. Véase Sánchez S. Colección de
pragmáticas, cédulas, provisiones, autos acordados y otras providencias generales expedidas por el
Consejo Real en el reinado del señor Don Carlos IV. Madrid: Josep del Collado; 1805
131
España contó, como en otros países, con el naciente periodismo para satisfacer
la necesidad de información y el deseo de ser informado. Órgano con un marcado
carácter gubernativo que contribuyó de manera destacada a difundir las
preocupaciones sanitarias de la monarquía borbónica a lo largo del siglo XVIII y XIX.
132
LA INOCULACIÓN Y
SU INTRODUCCIÓN
EN NUEVA ESPAÑA
Los inicios de la lucha contra la viruela
en España. Técnica e ideología
durante la transición de la inoculación
a la vacuna (1750-1808)
133
LA INOCULACIÓN Y SU INTRODUCCIÓN EN LAS POSESIONES NOVOHISPANAS
El proceso de conquista y colonización de las nuevas posesiones de ultramar
por la corona española, trajo consigo una serie de agentes patógenos desconocidos
en el Nuevo Mundo. Este hecho diezmó drásticamente la población americana y
contribuyó al dominio español no sólo por las numerosas pérdidas de vida que
ocasiono, sino también por la confusión y miedo que creó entre la población
afectada148.
Las epidemias de viruelas en América fueron constantes desde los primeros
años de la llegada de los colonizadores, adquiriendo su presencia un carácter
endémico.
La mayor parte de las obras redactadas coinciden en señalar que la viruela
llegó a América por medio de un esclavo africano que estaba al mando de Pánfilo de
Narváez, quien paradójicamente, había zarpado desde Cuba con la misión de detener
la expedición de Cortes al continente y llevarlo de vuelta a la isla149.
La entrada natural de la viruela al continente americano fue a través de los
puertos desde los que se propagaba siguiendo las rutas comerciales interans.
“El mal comienza por lo común en Veracruz o en los Puertos de
Yucatán. Al instante que algún mueble, ropa o persona infestada
salta en tierra, el contagio comienza. Y con la rapidez de una llama
voraz se esparce de pueblo en pueblo por las dilatadas provincias de
la Nueva España, llaga a Oaxaca, atraviesa el Reino de Guatemala, y
por Nicoya y Costa Rica pasa a Panamá, Guayaquil, etc.
El Continente entero queda devastado, no se exceptúa clima frio,
templado, ni caliente. Ninguna persona que no la haya padecido
antes se escapa; y el virus por falta de materia, se desvanece y se
consume, dejando por todas partes la amargura y la desolación. Esta
148
Véase. Irisarri Aguirre A. La vacunación contra la viruela en la provincia de San Luis Potosí tras la
expedición Balmis: 1805-1821. Fronteras de la Historia. 2007;12:197-226.
149
Véase. de Sahagún, B. La conquista de Nueva España. T. 4. Libro XII. México; Porrúa; 1969.
135
escena trágica se repite tantas veces, cuantas se nos lleva a
desembarcar un presente tan funesto, que hace desaparecer una
tercera parte de los indios”150.
La técnica de la variolización, fue importada y adoptada de forma inmediata
por las colonias británicas tras su aceptación y difusión en la metrópoli.
Pero no ocurrió lo mismo en las posesiones españolas, donde únicamente se
puede señalar su presencia en ocasiones esporádicas. Así, Charles M. de la
Condamine lo recoje en su viaje a la América Meridional, al relatar como en:
“Diciembre de 1743. La inoculación los salvó a todos. Hace 15 ó 17
años un misionero carmelita de las cercanías de Pará, viendo que
todos los indios morían unos tras otros, y habiendo aprendido por la
lectura de un periódico el secreto de la inoculación, que hacía furor en
Europa, juzgó, prudentemente, que utilizando este remedio podría al
menos convertirse en dudosa una muerte que, empleando los
remedios ordinarios, era demasiado cierta. Un razonamiento tan
sencillo no podía por menos que ocurrírsele a cuantos eran capaces
de reflexionar y que, viendo el estrago ocasionado por la enfermedad,
oían hablar del éxito de la nueva operación, pero este religioso fue el
primero en América que tuvo el valor de ponerla en ejecución”151.
En esta misma línea, el Marqués de Socorro, en una carta de apoyo a la técnica
remitida al Diario de Madrid en 1790, plasmaba sus experiencias vividas en el
Virreinato de Nueva Granada, cuando en:
“El año de 1766, hallándome de Gobernador y Capitán General de la
provincia de Caracas, padecía aquella capital desde el de 64, una
epidemia rigurosísima de viruelas, tanto que de ellas moría el 36 por
ciento, en vista de este estrago, hice venir de la Isla francesa la
150
Díaz de Yraola G. La vuelta al mundo de la expedición de la vacuna. Prologo de Gregorio Marañón.
Sevilla: Consejo Superior de Investigaciones Científicas Escuela de Estudios Hispano-Americanos de
Sevilla; 1948.
151
Cf. Tuells. 2003. pp. 114.
136
Martinica, un Médico francés acreditado en la inoculación, pero vino
enfermo, y sin poder practicar aquel remedio, fue preciso que se
retirase. Luego llegó en un navío de comercio de las Canarias D. N.
Perdomo, Médico muy conceptuado en aquellas islas, y de especial
conocimiento en la inoculación. Al cuidado de este, hice hacer un
primer ensayo en nueve muchachos de cuatro a nueve años. El
segundo en doce, de nueve a diez y ocho años, que presentaron sus
padres o amos; y el tercero en veinte y tres personas de diez y ocho a
cuarenta, y todos salieron con la mayor felicidad; vistos estos buenos
sucesos de la inoculación, la permití en la Provincia por mano de
aquel Médico, dando principio por cuatro de mis hijos; en efecto,
recibieron la hasta cinco mil personas, y con tanta dicha que no se
muriese otra, que una Señora que se arriesgó a la operación
ocultando cierto mal”152.
Ambas acciones muestran que igual como sucedió en la metrópoli, las medidas
provenían de decisiones e iniciativas particulares con una clara mentalidad ilustrada y
con acceso a las publicaciones provenientes del exterior vinculadas a las innovaciones
científicas. Estas decisiones eran materializadas por religiosos, médicos o autoridades
gubernativas que recurrían a ellas cuando se producía la amenaza de algún brote
varioloso. Eran un sintoma de falta de unidad en materia de sanidad, a lo que había
que sumarle el número reducido de facultativos con una escasa formación. La
población en términos generales se decantó por la asistencia de los llamados
curanderos.
No cabe duda que los proyectos renovadores iniciados en la metrópoli se
exportaron a las colonias. Un proceso lento que siguió el mismo patrón, recayendo
también los esfuerzos de modernizar la práctica médica en las academias, en la
152
Copia de la Carta sobre la Inoculación. Diario de Madrid. Núm. 154. Jueves 3 de junio de 1790.
137
aparición de los colegios de cirugía y medicina, los jardines botánicos y el
protomedicato como los principales promotores153.
La administración sanitaria estaba en fase de organización y restructuración.
En los Ayuntamientos recaía la responsabilidad en materia de la salubridad municipal,
mientras que de una forma independiente, desde una perspectiva más caritativa, la
Iglesia jugó un papel destacado en el tratamiento de las enfermedades y las
epidemias, situación que despertó desorganización y confusión. Solventado
únicamente a raíz de la formación de las Juntas Supremas de Sanidad a inicios del
siglo XIX, salvo la excepción del virreinato de Nueva España que se creó en 1790, en
Veracruz, y que produjo una integración bajo una misma dependencia que permitió
dar un giro al manejo de la Salud Pública. Precisamente, siguiendo éste mismo
objetivo, destacan las noticias publicadas en la prensa de este mismo periodo, donde
se observa que además de informar se tiene que formar.
Un mensaje estructurado con el que se pretendía superar un escollo
importante, se trata del miedo de la población a una desconocida operación, tras ser
aceptado por las instituciones territoriales como por el virrey y el Protomedicato
novohispano.
Organismos que en los episodios epidemiológicos anteriores mantuvieron una
postura evasiva respecto a las recomendaciones al uso de la inoculación realizadas
por Esteban Morel (1730-1795), médico nacido en Francia que intentó persuadir a las
clases acomodadas y al propio Ayuntamiento de las cualidades de la inoculación tras
los acontecimientos registrados en 1779. Éste último organismo gubernamental
solicitó a Morel la redacción de un informe que no fue publicado. Su Disertación sobre
la utilidad de la inoculación (1780) fue aprobada por médico José Ignacio Batolache
153
Véase Rodríguez Sala, M. L., Ramírez Ortega, V. Los cirujanos novohispanos, de la lucha por la
independencia a la primera década del México independiente. XIV Encuentro de Latinoamericanistas
Españoles: congreso internacional. Santiago de Compostela. 2010. 168-178.
138
(1739-1790), quien a su vez publicó un panfleto Instrucción que pueden servir para
que se curen a los enfermos de viruela154.
En otro escenario próximo destacaron las campañas realizadas por el médico
gaditano, José Celestino Mutis, tras las epidemias sufridas entre 1782 y 1783 en
Nueva Granada155.
A pesar de todos los esfuerzos individuales por adoptar la inoculación como
medida preventiva frente a las periódicas epidemias variolosas, desde las
instituciones gubernamentales de la metrópoli, creyeron encontrar un remedio
alternativo en el método propuesto por Francisco Gil, cirujano del Real Monasterio de
San Lorenzo y miembro de la Real Academia Médica de Madrid. Una medida que
venía recogida en su obra de 1784, titulada “Disertación Física-médica, en la cual se
prescribe un método seguro para preservar a los pueblos de viruelas, hasta lograr la
completa extinción de ellas en todo el reino”156.
En su obra, el propio cirujano, recoge los beneficios obtenidos con la
inoculación, “no se puede negar, que la inoculación ha producido muy buenos
suceso”157, a pesar de ello matiza que “sus mismos patronos es preciso confiese, que
no son aquellos tan completos como se ponderan. Siempre que la crítica se ha hecho
con imparcialidad, se han hallado menos prodigios de los que se habían publicado”158.
154
Morel menciona que él fue quien practico por primera vez la inoculación en Nueva España. Defiende
la inoculación con un razonamiento económico, y dice que ésta es particularmente ventajosa para las
clases acomodadas, ya que entre otras cosas, es capaz de preservar la belleza femenina, evitando las
desfiguraciones que de ésta se producían. Véase Mendieta Zerón, H. Dr. José Ignacio Batolache
Semblanza. Ciencia ergo sum. 2005; vol. 12-2: 231-218.
155
Novedad expuesta ante las críticas de los facultativos aferrados a la tradición, como se puede
apreciar en un informe remitido al virrey de Santa Fe el 15 de marzo de 1783. Véase Barreiro, A. El
segundo centenario del natalicio D. José Celestino Mutis. Revista Real Academia de Ciencias Exactas,
Físicas y Naturales. 1932; tomo XXVIII: 494-504.
156
Gil F. Disertación Física-médica, en la cual se prescribe un método seguro para preservar a los
pueblos de viruelas, hasta lograr la completa extinción de ellas en todo el reino. Madrid: Joaquín Ibarra,
impresor de cámara de S.M.; 1784.
157
Ibídem. Gil. 1784. P. 61
158
Ibídem. Gil. 1784. p. 62
139
Aunque sus palabras denoten una oposición a la inoculación, el propio autor
aclara que su rechazo se debe a la mala praxis con la que se estaba ejecutando las
operaciones, un hecho que contribuiría a propagar la enfermedad en lugar de
evitarla.
“Yo no soy contrario a la inoculación, si se hiciese con las cautelas
correspondientes, (...) pero prefiero otro arbitrio más seguro y menos
gravoso, con que se pueden emprender, no sólo una cura paliativa,
como la de la inoculación, sino establecer una radical con que
extinguir esta peste”159.
Por ello, Francisco Gil propone un método basado en el aislamiento,
localizando a los enfermos de viruela y llevarlos a Ermitas o Casas de Campo en las
inmediaciones del Municipio, y sí la localidad no dispusiera de estas infraestructuras
debería construirlas a “costa de los Propios y Arbitrios del pueblo”160 para poder curar
a los enfermos. Expone los ejemplos practicados en el Real Sitio del Escorial desde
tiempo inmemorial, donde los virulentos eran llevados para ser curados a la Ermita de
Nuestra Señora de Gracia, llamada de los Ermitaños, y como resultados, según el
autor, no se habían localizado ninguna epidemia de viruela en el lugar.
La medida del aislamiento como elemento fundamental que debía ir
acompañado de ciertas precauciones que debían “ser requeridas y obligadas bajo
rigurosas penas a todos los vecinos de cada pueblo, y en especial a los Médicos y
Cirujanos”161 a que den aviso a la Justicia en el momento que se detecte la presencia
de un individuo con síntomas variolosos, para de este modo y sin la menor dilación
proceder a su cuarentena. Una vez trasladado y acondicionado el enfermo, sólo podrá
ser atendido por el médico o cirujano, quien debe colocarse una bata de lienzo que
cubra desde el cuello hasta el calzado y se lave las manos con vinagre aguado,
“con el fin de evitar de este modo todo motivo de contagiar a los
demás habitadores del pueblo [...]. Este mismo cuidado deberá
159
Ibídem. Gil. 1784.pp 40-41
160
Ibídem. Gil. 1784. pp 58
161
Ibídem. Gil. 1784. pp 59
140
tenerse con la servilleta, toalla, pañuelos, taza, plato, cuchara y
cualquier otro mueble que use, poniéndolo en paraje señalado y
manejándolo por sí sólo”162.
Una vez desarrolladas todas las etapas de la enfermedad y antes de permitir el
acceso del paciente al municipio, se le debería lavar todo:
“el cuerpo con agua caliente, en que se hallan cocido rosas, romero y
enebro, y entonces se vestirá al enfermo con ropa que no le haya
servido en todo el tiempo de la cura, ni de la convalecencia”163.
Un proceso que se repetiría con la habitación y muebles donde se encontraba
el varioloso.
Las medidas propuestas por Francisco Gil para evitar la propagación de la
enfermedad, requerían la involucración de las instituciones de gobierno,
“se hace forzoso también confesar, que si por medio de un Decreto o
Ley dictada por el Soberano se emprendiese con celo y vigilancia en
todo el reino a un mismo tiempo el exterminio de esta terrible
epidemia, se vería toda la Península en menos de dos años libre de
una plaga tan molesta y destructora”164.
De este modo y ante las dudas existentes en torno a la inoculación como
medida combativa frente a la viruela, el monarca, Carlos III, promulgó por medio del
Secretario de Estado del Despacho Universal de Indias, José de Gálvez y Gallardo
(1720-1787), una serie de reales ordenes mediante la cuales se remitirían a todos los
municipios más destacados del virreinato de Nueva España múltiples ejemplares de la
obra de Francisco Gil, para que se realicen los ensayos pertinente del método
propuesto por el cirujano y así poder evaluar la eficacia del tratamiento165. Según los
162
Ibídem. Gil. 1784. pp 62
163
Ibídem. Gil. 1784. pp 63
164
Ibídem. Gil. 1784. pp 57
165
“Por el Ministerio de Indias se ha remitido a América gran porción de ejemplares de esta obra, y orden
para que se hagan allí algunos ensayos, cuyas resultas se están esperando, y se cree sean favorables,
según las noticias que ya se han recibido”. Véase Sempere Guarinos J. Ensayo de una biblioteca española
de los mejores escritos del reinado de Carlos III. Madrid: Imprenta Real; 1786. pp 94-96
141
acuses de recibo de las autoridades del virreinato referente a la Real Orden del 15 de
febrero de 1788 se llegaron a contabilizar un total de 297 ejemplares166 (Tabla 9):
Tabla 9. Distribución obra Francisco Gil territorio Nueva España
NUMERO
EJEMPLARES
25
8
1
14
1
26
25
1
125
11
6
1
1
11
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
25
1
1
1
1
1
MUNICIPIO
Oaxaca
San Luis de Potosí
Quirava
Valladolid
Antigua Veracruz
Guadalajara
Perote
Queretaro
Durango
Guanajuato
Valladolid
Córdoba
Coatzacoalcos
Xalapa de la Feria
San Cristobal de Ecatepec
Toluca
San Juan Teotihuacán
Dulce Nombre de María Tepatitlán
Lerma
Acapulco
Zimapan
Ixtlahuaca
Cuernavaca
Chilapa
Yahualica
Tantoyuca
Puebla de los Ángeles
Malinalco
Tulancingo
Metztitlan
Tecuba
Huejutla
FECHA DE
RECEPCIÓN
12/02/1788
12/02/1788
12/02/1788
12/02/1788
13/02/1788
14/02/1788
14/02/1788
15/02/1788
19/02/1788
19/02/1788
19/02/1788
20/02/1788
21/02/1788
21/02/1788
22/02/1788
23/02/1788
23/02/1788
26/02/1788
26/02/1788
27/02/1788
27/02/1788
29/02/1788
29/02/1788
04/03/1788
05/03/1788
06/03/1788
08/02/1788
08/03/1788
15/03/1788
28/03/1788
05/04/1788
09/04/1788
En todos ellos se notificó a la metrópoli mediante una misma notificación, la
instrucción tanto del personal vinculado a la sanidad del municipio como del resto de
166
Archivo General de la Nación de México. Sección. Epidemias 005; Caja 2796; fol. 59-167
142
los habitantes. Así, y a modo de ejemplo, contestó Juan de Villalba y Velasquez
Corregidor de Querétaro el 29 de febrero de 1788.
“En carta de 15 del mes que acaba, recibí la Disertación Médica, que
V.E., me incluye, y ha mandado el Rey publicar, para precaver, y
preservar a los Pueblos de Viruelas, para cuyo efecto he dispuesto se
Junten en estas Casas Reales, los profesores de Medicina y Cirugía, a
fin de que instruirlos del método que prescribe, se arreglen a él, y sea
notoria la piadosa intención del soberano, habiéndolo leído en el
Ayuntamiento, para que no lo ignoren los Padres de Familia, y
después lo hice dando a los vecinos de esta Ciudad, para que llegue a
todos esta provechosa noticia, que puede ser muy útil”167.
Éste acontecimiento también fue recogido por la prensa de la época, unas
crónicas que plasmaron como el tratamiento propuesto en la obra de Gil fueron
llevados a cabo ante la noticia de varios casos de enfermos por viruela, sucesos
ocurridos en México durante octubre de 1790.
“Noticioso por Octubre último el Excmo., Señor Virrey, que se habían
manifestado viruelas en unos cuantos niños de la Casa de Expósitos
de esta Capital; teniendo presente S.E., la Real Orden de 15 de Abril
de 1788 por la cual S.M., tuvo a bien recomendar se siguiera en tal
caso el método prescrito en la Disertación Físico-Médica de D.
Francisco Gil, previno al Señor Intendente Corregidor dispusiera su
pronta y entera observancia; inmediatamente lo verificó este
Magistrado haciendo trasladar a los contagiados al Hospital de San
Antón, donde en absoluta separación de sus enfermos han sido
asistidos con el mayor esmero, y curados perfectamente de una
especie de viruelas fatuas ocho niños de dicha Casa y tres de
particulares a expensas de los fondos públicos. Lográndose por este
único y eficaz medio cortar en su principio una peste de la que
167
Ibídem. AGN. fol. 65-69v
143
siempre
se
han
experimentados
en
este
Reino
terribles
consecuencias”168.
A pesar de la buena aceptación de las recomendaciones preventivas y
terapéuticas propuestas por Francisco Gil. Las continuas referencias ensalzadoras de
la inoculación de las viruelas provenientes del continente europeo y de los recién
independizados Estados Unidos de América, propiciaron un cambio de tendencia a la
hora de enfrentarse a la enfermedad, no sólo en las colonias, también en la propia
metrópoli.
De este modo y ante un nuevo brote varioloso en México entre 1796 y 1797, el
gobierno apoyó la implantación de una campaña de inoculación. La prensa periódico,
con la finalidad de aumentar la aceptación popular de la técnica inoculatoria, divulgó
múltiples noticias sobre todas las personalidades y monarcas europeos que se habián
inoculado, e incluso, ampliaban el argumento favorecedor aportando datos
estadísticos, recordando que “no mueren más que uno por mil, y a veces se ha
observado haber únicamente muerto uno por cada diez mil (...) sin quedar feo, ciego o
estropeado. ¡Qué ventajas tan sobresalientes! ¡Qué pruebas tan demostrativas y que
motivos tan poderosos para preferir la injeridas a las naturales!”169 Unas palabras que
el autor de la crónica aclara que pertenecen a la obra de Timoteo O´Scanlan Ensayo
Apologético de la inoculación...,170 de 1792.
Continuando en esta misma, la prensa publicará varias crónicas que describía
la sencillez de la operación, noticias que provenían de destacadas instituciones
gubernamentales como el Protomedicato y el propio virrey, marqués de
Branciforte171. Éste último en un esfuerzo por prevenir la llegada de la epidemia a la
ciudad de México proclamó un edicto el 28 de febrero de 1797. El texto tenía carácter
preventivo y recomendaba la inoculación. En septiembre, el Protomedicato ordenó la
168
México. Gazeta de México. Núm. 25. Martes 11 de Enero de 1791.
169
Disertación Apologética sobre la inoculación de las viruelas. Gazeta de México. Núm. 5. Sábado 20 de
febrero de 1796.
170
Cf. O´Scanlan. 1792.
171
Método claro, sencillo y fácil que para practicar la inoculación de viruelas presenta al Público el Real
Tribunal del Protomédico de esta N. E. por Superior orden del Excmo. Señor Marqués de Branciforte
Virrey de este Reino. Gazeta de México. Núm. 43 Sábado 28 de Octubre de 1797.
144
reedición del trabajo que el médico novohispano José Ignacio Bartolache había
publicado con anteriordad como consecuencia de la epidemia de 1779.
Se designó una Junta Principal de Caridad para la coordinación de todas las
acciones, cuya gerencia recayó en el arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta, y una
de estas medidas fue la creación de lugares específicos para la práctica de la
operación en cada uno de los ocho cuarteles en los que se configuraba la ciudad172.
Los miembros del Protomedicato también disponían de un contacto directo con la
citada Junta, reuniéndose periódicamente para reportar los progresos estadísticos de
la enfermedad173.
La estructura de la Junta fue puesta en conocimiento del público por medio de
diferentes noticias de prensa.
La notoria caridad y Christiano zelo con que mira el Excmo. Señor
Marqués de Branciforte, Virrey, Gobernador y Capitán General de
esta N. E. a este Público y al de todo el Reino, para socorrerlo y
aliviarlo en lo posible en la presente epidemia de Viruelas, ha
dispuesto, a más de su Circular de 28 de Febrero último, y demás
providencias dadas sobre el caso, se forme una Junta principal de
Caridad, que está compuesta ya del Excmo. e Ilmo. Señor Arzobispo
de esta Metrópoli, que la preside, por hallarse dicha Excmo. Señor
Virrey a la Cabeza del Ejército acantonado, ocupado en la preferente
atención de la defensa de estos Dominios, y de los Señores D. Cosme
de Mier y Trespalacios, del Consejo de S.M., como Superintendente de
los Propios y Rentas de esta N.C; del Maestrescuela Dr. D Juan
Francisco de Campos, y Tesorero Dr. Joseph Ruiz de Conejares a
nombre del V.M.I. Señor Deán y Cabildos; de los Regidores Perpetuos
D. Antonio Rodríguez de Velasco y D. Felipe Teruel, nombrados por la
172
Cf. Tate Lanning, 1997, p.532.
173
“De manera que el año de 79 murieron casi duplicados que en el 97, habiendo sido los socorridos
como 8000 menos. Este aumento de socorridos y minoración de muertos ha consistido en que en la
última epidemia se dieron las providencias de socorros con más oportunidad, y que merecieron tal
aceptación general del público”. Véase Archivo General de la Nación. Sección. Tribunal del
Protomedicato. Exp. 089 Caja 5395.
145
misma N.C; D. Antonio de Basoco, Caballero de la Real y Distinguida
Orden Española de Carlos III, como Prior del Real Tribunal del
Consulado, y de D. Manuel García de Zevallos Caballero de dicha
Orden, como Administrador General del Real Tribunal del Importante
Cuerpo de Minería, y el Lic. D. Luis Gonzaga de Ibarrola para las
funciones de Secretario […]. Para que más pronta y fácilmente se
socorra a los miserables Enfermos, se ha dispuesto formar Sociedades
parciales de Caridad, compuesta de los mismo vecinos, destinándoles
una corta parte o manzana de la Ciudad”174
Para acercar las medidas profilácticas a la sociedad novohispana se
distribuyeron folletos escritos en un lenguaje asequible, como el enviado por el
encargado de la Junta de Caridad, Núñez de Haro, a las parroquias mexicanas en el
mes de octubre. Una maniobra hábil por la que se pretendía instruir a los sacerdotes,
quienes sabían leer y de este modo podrían practicar la inoculación e incluso enseñar
a otros.
La acción, de un marcado carácter pedagógico, estaba encaminada a la
aceptación de su práctica afirmando que la misma era muy sencilla y cualquiera la
podía hacer. Un mensaje también recogido por la prensa, publicando a finales de
octubre el mismo folleto remitido a las parroquias bajo el título Método claro, sencillo
y fácil para practicar la inoculación…, instrucción que mostraba los beneficios
demográficos que reportaría la adopción de la inoculación, como un medio para
aumentar el número de nacimientos y la esperanza de vida. Disponia diferentes
apartados en los que se estructura la realización de una inoculación: Advertencia;
Preparación para la inocularse; Modo de practicar la inoculación y el Método curativo
de los ya inoculados175.
174
Conclusión del Bando de la anterior. Certificación del cambio de las ratificaciones. Gazeta de Madrid.
Núm. 45. Sábado 25 de Noviembre de 1797.
175
“Todos aquellos Niños que jamás hallan pasado viruelas naturales, o quienes se dude haberlas tenido
legítimas, deben oportunamente inocularse (sí así lo quisieran sus Padres o Personas que tuvieran algún
interés en ellos) (…) por lo menos, logrará que las viruelas naturales, si les sobrevienen, les hallen con
mejor disposición en sus humores”. Véase Método claro, sencillo y fácil que para practicar la Inoculación
de viruelas presenta al Público el Real Tribunal del Protomedicato de esta N.E. por Superior órden del
146
A modo de conclusión, podemos indicar que la inoculación indudablemente
ayudó a reducir las cifras de mortalidad y morbilidad, aunque no sirvió para detener
el avance de la epidemia ya que nuevos brotes emergieron con posterioridad. Es
importante destacar la concienciación preventiva ante la enfermedad, la adaptación
de las estructuras sanitarias para paliar en la medida de lo posible los registros
epidemiológicos, las medidas precautorias de aislamiento y la difusión de la
inoculación fueron una realidad a finales de la centuria. Unas acciones a la que se les
imprimía un carácter didáctico, sobre todo las referentes a la técnica de inocular, ya
que la población indígena constituía el grupo más abundante del virreinato
novohispano, un colectivo que fue el más sensible a la enfermedad, sin embargo,
constituían la fuerza de trabajo y su muerte era causa de pérdida económica, razón
por la que se justifica que los panfletos o cuadernillos estuvieran redactados en un
lenguaje sencillo y por lo cual aseguraban que cualquiera fuera capaz de inocular.
Las operaciones inoculatorias siempre estuvieron amparadas en la
voluntariedad, algo sin duda destacable, ya que plasma como su aceptación se
generalizó en una muestra de concienciación social. Varios ejemplos recogidos por la
prensa del momento ensalzaban las ventajas y beneficios de la inoculación
produciéndose un notable descenso de la mortalidad en la sociedad tras su
aplicación, como en el término de Oaxaca en 1797 donde
“la epidemia de viruela que originalmente había causado grandes
estragos en esta ciudad ha cesado considerablemente gracias a la
oportuna inoculación de la población (…), de tres mil enfermos que
entraron en esta operación no puede decirse que no haya muerto
ninguno; pues aunque tres o cuatro de ellos han tenido esa desgracia
se ha conocido que se les originó de otros accidentes que complicaron
con la viruela”176.
Exmo. Señor Marqués de Branciforte Virrey de este Reyno. Gazeta de México. Tom. VIII. Nº 43. Sábado
28 de octubre de 1797.
176
Noticia recogida en 1797 por la Gaceta de Guatemala por: Hernández Pérez, J.S. Medicina y Salud
Pública: su difusión a través de la Gaceta de Guatemala (1797-1804). eä. 2010;2(2): 1-34.
147
En otra noticia, esta vez referente al término de Durango, resalta el número de
enfermos tratados durante todo el año de 1798 en el Hospital Real de San Juan de
Dios de Durango, cifrando en 285 el total de fallecidos, “que comparados con los 273
que hubo en el año de 1797, es la mayor prueba del buen éxito de la inoculación, pues
no ha habido más exceso que doce”177.
Es controvertido aceptar que la inoculación pudo haber sido la solución
maravillosa contra alguna de las epidemias de viruelas que asolaron el mundo
durante el siglo XVIII, pero es indudable que fue de utilidad, ya que allanó el camino
para la introducción de la vacuna. Paradójicamente el Real refrendo otorgado por la
Corona española a la inoculación en 1798 coincide con la publicación en Inglaterra de
una obra que revolucionará la lucha contra la viruela escrita por el cirujano Edward
Jenner (1749-1823).
177
Durango 25 de enero. Gaceta de México. Núm. 26. Lunes 11 de febrero de 1799.
148
LA VACUNA CONTRA
LA VIRUELA
Los inicios de la lucha contra la viruela
en España. Técnica e ideología
durante la transición de la inoculación
a la vacuna (1750-1808)
149
LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA
Al mismo tiempo que la inoculación era aceptada en España, en Inglaterra se
producían los primeros ensayos de un nuevo remedio. Una variante en la práctica
inoculatoria basada en la observación empírica de que las personas infectadas por
viruela de las vacas (cowpox), se hacían refractarias a la viruela humana. Un
novedosos método descubierto por el inglés Edward Jenner (1749-1823) que se
denominó vacunación.
Jenner natural de Berkeley en el condado de Gloucester, Inglaterra. Se formó
en la escuela de John Hunter, donde ejerció como cirujano y, en consecuencia, era un
inoculador de la viruela, práctica que realizó habitualmente. Un contexto profesional
formado por la cirugía y su ejercicio en el medio rural, donde a través de la
experiencia y la observación surgió la vacunación. Esto es, comprobó que en los
ganaderos, vaqueros o pastores que se habían contagiado de la enfermedad variolosa
desarrollada en las vacas al ordeñarlas, enfermedad que se denominó cowpox, no
desarrollaban o contraían la viruela, del mismo modo, comprobó que estos mismo
granjeros al practicarles la inoculación no desarrollaban los leves síntomas que ella se
desprendía178.
Unas observaciones que realizó repetidas veces entre 1776 a 1796.
Precisamente el 14 de mayo de ése último año, inoculó al niño James Phipps, en el
brazo, con fluido de las vesículas que la vaquera Sarah Nelmes había contraído en su
mano al ordeñar vacas que estaban afectadas de cowpox. El joven tras ser inoculado
no desarrolló la viruela ni siquiera tras serle inoculada posteriormente, demostrando
que esta viruela vacuna protegía contra las temidas viruelas humanas179.
Fue el primero de un total de 23 ensayos. Todas sus anotaciones serían
publicados dos años después. Así, el 21 de junio de 1798, Jenner dio un giro decisivo
178
Véase. Tuells J. La decisiva contribución de Edward Jenner (1749-1823) a la defensa contra la viruela.
Vacunas. 2007;8(1):53-60
179
Véase. Viñes JJ. La inoculación de la viruela y de la vacuna entre el empirismo (siglo XVIII) y la
experimentación (siglo XIX). Vacunas. 2008; 9(2): 91-98.
151
en la lucha contra la viruela. Aquel día daba a conocer su obra An Inquiry into the
Causes an Effects of Variolae Vaccinae…180, texto que fue traducido prácticamente a
todos los idiomas, latín, alemán, francés e italiano, excepto al castellano. En ella
exponía a toda la sociedad el nuevo método preventivo contra la viruela que daría
origen a la ciencia de la vacunología181. Una técnica que obtuvo una rápida difusión
por todo el mundo.
Edward Jenner (1749-1823)
An Inquiry... (1798)
De manera similar a la inoculación, el método jenneriano se practicó en
Londres y pasó rápidamente a las principales ciudades europeas entre 1799 y 1800.
Entre sus activos promotores se encontraba Jean de Carro (1770-1856),
médico suizo que había estudiado en Edimburgo y ejercía en Viena su profesión, que
al tener noticia del nuevo remedio escribe a su antiguo profesor y amigo de Jenner,
Alexander Marcet, quien le remite unos cristales de vidrio con hilas impregnadas en
vacuna. Carro vacunó en agosto 1799 a un niño vienés, constituyendo la primera
vacunación en el Imperio Austro-Húngaro, que se iniciaron posteriormente en
Alemania, Polonia, Hungría e incluso en Constantinopla.
180
Cf. Jenner E. 1798
181
Véase. Tuells J. Vaccinology: the name, the concept, the objectives. Vaccine. 2012;30(37): 5491-5
152
Otros tempranos ejemplos los constituirán ciudades como Ginebra, Milán o
París por medio de vacunadores como Louis Odier, Luigi Sacco, François Colon, Henri
Marie Husson entre otros182.
El propio Jenner alentó la propagación de la vacuna en Norteamérica a través
de su amigo y condiscípulo John Clinch al que remitió por medio de su sobrino George
Jenner el remedio profiláctico en 1800183. Ese mismo año, el profesor de la Harvard
Medical School, Benjamin Waterhouse inmunizó a su propio hijo de cinco años con
materia vacuna facilitada por el propio Jenner184. Waterhouse vacunará también a la
familia del presidente de los Estado Unidos185.
Pero su éxito no estuvo exento de controversia, a las dificultades en torno a su
aceptación o rechazo tanto por parte de la clase médica como por otros estratos
sociales. Se sumarían algunas cuestiones técnicas, dudas encaminadas en cómo se
debía practicar la operación, cuáles deberían ser sus métodos de conservación y
transporte del fluido vacuno, e incluso, otras interrogantes sobre la virtud protectora
de la vacuna, sí ésta tendría una cualidad temporal o absoluta, sí sus beneficios
sanitarios se circunscribían sólo a la viruela o precavía otras enfermedades.
Igual que ocurrió con la variolización, la falta de respuestas a muchas de estas
cuestiones fue utilizada por los opositores de la nueva técnica. Del mismo modo,
entre los propios defensores también se despertaron inquietudes, estás,
encaminadas más a la obtención y perpetuación de la vacuna en un ámbito local ante
el temor de que se agotara el fluido vacuno. Situación que originó una carrera para
localizar vacas afectadas por el cowpox, incluso a ensayar la vacunación con material
obtenido en otros animales que padecieran formas similares de viruelas, como los
caballos (horse-pox), ovejas (sheep-pox).
182
Véase. Bowers JZ. The odyssey of smallpox vaccination. Bulletin of the History of Medicine.
1981;55:17-33
183
Véase. McIntyre J, Houston CS. Smallpox and its control in Canada. CMAJ, 1999; 161 (12): 1543-7
184
Cf. Tuells, Ramirez. 2004.
185
Cf. Bowers. 1981.
153
El interés suscitado por propagar la reciente medida preventiva de la vacuna
tan beneficiosa para la población, provino tanto de las instituciones gubernativas
como de los propios vacunadores, muchos de ellos con una afán noble y desprendido
frente a otros que veían en dicha operación grandes oportunidades económicas y de
desarrollo profesional, en definitiva, una manera fácil de obtener fama y fortuna.
154
DIFUSION DE LA
VACUNA EN ESPAÑA
Los inicios de la lucha contra la viruela
en España. Técnica e ideología
durante la transición de la inoculación
a la vacuna (1750-1808)
155
DIFUSIÓN DE LA VACUNA EN ESPAÑA
Las noticias sobre la vacuna y sus primeras aplicaciones llegaron a España con
poco retraso. Tan solo diez meses después de la publicación de los resultados de
Jenner la prensa española ya se hacía eco del hallazgo.
“En Inglaterra acaba de publicar el Médico Eduardo Jenner una obra
con el título de <Examen de las causas y efectos de las viruelas de las
vacas> que contiene un descubrimiento muy particular que puede dar
mucha luz a la teórica de las enfermedades que se pueden inocular, al
mismo tiempo que puede ser útil para preservar de este azote al
género humano […]. El autor de esta obra ha demostrado con muchas
observaciones y experimentos bien hechos con personas cuyos
nombres expresa, que todos los que hayan padecido esta enfermedad
[refiriéndose al cowpox] con tal que la hayan tomado, no del caballo
enfermo, como sucede algunas veces, sino de la vaca, quedan para
siempre exentos de las viruelas naturales y libres de padecerlas, ya
sea por contagio, o por inoculación, y como la viruela de las vacas no
traiga jamás el menor peligro ni erupción alguno después de la
calentura, y por otra parte no se pueda contagiar sino por
inoculación, es decir por contacto inmediato del pus sobre la piel
despojada de la epidermis de aquí es que se conseguiría una gran
ventaja en emplear este preservativo contra la viruela ordinaria, con
preferencia a la inoculación de la viruela benigna”186.
Una noticia donde, a pesar de exponer las beneficiosas virtudes preventivas de
la vacuna contra la viruela, concluye en un tono cauteloso, al reproducir las palabras
de los redactores de un periódico francés desde donde se obtuvo la información,
“dicen que aunque hablen a favor de este método tan repetidos
experimentos, no se atreven a decidir sobre una materia tan delicada,
186
Libros. Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos. Núm. 116. Jueves 21 de Marzo de
1799
157
mientras el tiempo, la observación juiciosa y la sana crítica no
confirmen los ensayos del médico inglés”187.
La prensa también recogío el avance de la vacuna y su operación por las
diferentes ciudades europeas, noticias en las que se alentaba a comienzos del año
1800 a su puesta en marcha en España.
“En una de las <Décadas> de Francia del año pasado se habló de una
enfermedad recién conocida en Inglaterra con el nombre de Cow-pox,
viruelas de las vacas, nombre que los Médicos Franceses han
convenido en traducir por el de Vacina. Esta ha sido la vez primera
que el descubrimiento de una enfermedad nueva ha sido mirado
como dichoso para los hombres. Ni podemos dejar de mirarle como
tal, considerando que esta enfermedad puede salvar al género
humano (…).
Creen los Médicos Ingleses: 1º Que la inoculación de esta materia
preserva de las viruelas ordinarias tan positiva y tan seguramente
como la inoculación de la materia variólica. 2º Que la levísima
enfermedad que resulta es mucho más benigna que la que resulta de
la inoculación ordinaria. 3º. Que no puede comunicarse sino por la
inoculación y de ningún modo por el contagio como las viruelas
ordinarias (…).
La experiencia ha confirmado hasta ahora estas opiniones en
Inglaterra, y se han hecho millares de inoculaciones de esta especie
con los cuidados y las pruebas más satisfactorias para el público.
Tienen allí tanta confianza en esta inoculación, que se practica entre
las gentes principales con preferencia a la de las viruelas. En Viena y
en Ginebra se han hecho las mismas experiencias con el mismo éxito.
187
Ibídem.
158
Una sociedad de filántropos Franceses va a repetir, a su costa, estas
experiencias haciendo traer de Londres la materia que sirva para la
inoculación de la Vacina.
Deseamos que en nuestra España haya quien imite tan benéfico
ejemplo”188.
Por su proximidad, Francia, actuó para el caso español como una puerta al
conocimiento ilustrado europeo de la época, de hecho desde tierras galas no sólo
vendrían las primeras noticias sobre el descubrimiento de Jenner como hemos visto,
sino que también actuó como nuestro principal proveedor del fluido vacuno que
permitió realizar las primeras vacunaciones.
Se fechan el 3 de diciembre de 1800 en Cataluña, en la villa de Puigcerdá por
Francisco Piguillem y Verdaguer (1770-1826), médico y miembro de la Real Academia
Médica de Barcelona, tras la insistencia de una madre anónima que supo de la vacuna
por una carta recibida de Francia, situación que decidió a Piguillem a solicitar el fluido
vacuno, el cual le fue remitido desde París por François Colon.
Una operación que contó con distinguidos espectadores como la propia prensa
de la época recoge.
“El Dr. D. Francisco Piguillem, socio de varios cuerpos literarios y
Médico de esta villa, deseando verificas las calidades de la vacina que
ocupa en el día la atención de los Médicos más famosos de Francia e
Inglaterra, se hizo traer de París una porción de virus o materia
vacínica, con la que inoculó 4 niños el día 3 del corriente. No obstante
de haberse seguido su curso con toda regularidad, sin que los niños
vacinados hayan perdido ni un solo instantes su alegría, ni padecido
la menor molestia. Ayer, que era el día undécimo de la inoculación,
vacinó el mismo profesor otros a otros 6 niños con la materia que
sacó de los granos de los primeros. Esta operación se hizo en
presencia del Gobernador, del Párroco y otros sujetos de distinción, la
188
Noticias relativas a las ciencias, a las artes. Mercurio de España. Febrero de 1800.
159
benignidad de la vacina, el curso tan regular que ha observado en los
4 primeros inoculados, y el haber sido enteramente conforme a la
descripción que han dado los Médicos franceses e ingleses, hace
esperar al Dr. Piguillem que esta invención podrá desterrar de aquí a
algunos años las viruelas”189.
Tras Piguillem aparecieron en Cataluña activos vacunadores vinculados
también a la misma institución médica, como Francisco Salvá y Campillo o Vicente
Mitjavila y Fisonell (1759-1805), precisamente, este último, propuso en marzo de
1801 crear una Sociedad Filantrópica sostenida con aportaciones voluntarias para
realizar experimentos sobre la vacuna y así clarificar los posibles interrogantes que la
envolvían190. Con esta finalidad, el propio Mitjavila, redactó unas reflexiones sobre la
vacuna que serían publicadas en el mes de abril de ese mismo año por la prensa
diaria, en ellas planteaba que la nueva técnica preventiva necesitaba de un número
mayor de observaciones nacionales antes de promulgar afirmaciones sobre sus
beneficios:
“yo no creo, que en España pueda asegurarlo algún médico con
observaciones propias, porque de poco tiempo acá tenemos noticas
de esta novedad sobre la que todavía no ha podido decidir el tiempo,
la observación fundada en hechos particulares, y la experiencia.
Aunque el Dr. Jenner asegura, que las personas vacinadas de ningún
modo han contraído después las viruelas, no sabemos aun, si estarán
preservadas de ellas perpetuamente, o por tiempo determinado”191.
Por todo esto pide Mitjavila que no se acaloren con las postulaciones, y se
publiquen hasta los posibles efectos contrarios derivados tras las vacunaciones, ya
que el menor disimulo u omisión en asuntos de salud pública, es reprensible, porque
pueden ser perjudiciales.
189
Puigcerdá 16 de diciembre. Gaceta de Madrid. 6 de enero de 1801
190
Vease Blasco Martínez L. Higiene y Sanidad en España al final del antiguo régimen. Madrid: Tesis
doctoral, Universidad Complutense de Madrid; 1991.
191
Siguen las reflexiones del Dr. Mitjavila, sobre la vacina. Diario de Madrid. Núm. 92. Lunes 6 de abril
de 1801.
160
En la búsqueda de las pruebas irrefutables propone:
“que mis comprofesores me ayudasen a hacer unos experimentos de
tanta importancia, a cuyo fin proporcionaré vacina, mientras tenga, a
cuantos me la pidan. Si alguno quiere favorecerme con sus cartas,
estimare lo haga franqueándolas por correo. Asimismo ofrezco
vacinar, sin exigir honorario alguno a cuantos quieran vacinarse, pero
debo advertir que no lo hare, sino con inteligencia de los Médicos de
las casas de los vacinandos. Si dicha operación no se experimenta con
el tiempo nociva, y preserva de cierto de las viruelas, será digno
premio de mi trabajo la satisfacción que me cabrá de haber
contribuido por mi parte a un bien tan singular y útil a mis
conciudadanos”192.
Un planteamiento, el de facilitar fluido vacuna a cambio de obtener un elevado
número de observaciones, que contiene muchas similitudes a la labor desarrollada
por Ignacio María Ruiz de Luzuriaga (1763-1822) desde Madrid, y que más adelante
desarrollaremos.
Tarragona se convirtió en otro foco activo de vacunación, maniobras que
fueron iniciadas por un ingeniero de origen irlandés, Juan Smith Sinnot (1756-1809),
quien inició las operaciones cinco meses después193.
La zona de Cataluña se consolidó como uno de los núcleos más importantes en
la difusión de la nueva técnica de la vacunación194. De hecho, desde allí, y por medio
192
Concluyense las reflexiones del Dr. Mitjavila, sobre la vacina. Diario de Madrid. Núm. 97. Martes 7 de
abril de 1801.
193
Véase Riera Blanco M., Rigau-Pérez JG. Los primitivos de la vacuna en Tarragona y el ingeniero de
marina Don Juan Smith. Gimbernat: revista catalana d´historia de la medicina i de la ciencia. 1992;17:
289-304
194
Una noticia de finales de 1801 publicada en la Gaceta de Madrid, resalta la gran aceptación y
cantidad de vacunados en Cataluña, y como Piguillem ha obtenido el reconocimiento por ser el primero
en practicar vacunaciones. “La inoculación de la vacuna, ya generalmente extendida en todos los países
extranjeros, ha hecho los más rápidos progresos en España, pues desde la primera inoculación que hizo
el día 3 de diciembre el año pasado el Dr. D. Francisco Piguillem en la villa de Puigcerdá, pasan de 7000
los invacunados en Cataluña solamente. En distintos corregimientos se ha visto ya el admirable efecto
que prometía la vacuna de ser el preservativo de las viruelas, quedando respetados los vacunados en
medio de los rigores del invierno como en lo más fuerte de la canicula, y así en lo más elevado de los
pPirineos como en lo más interior de España, según escriben varios profesores al Dr. Piguillem, quien
161
de Salva, se remitió la primera vacuna a la Corte, primero a Aranjuez y, acto seguido a
Madrid, aunque es este primer intento no se obtuvo el éxito esperado, teniendo que
esperar a una nueva remesa, esta vez procedente de Paris para que se pudiesen
practicar las inmunizaciones en Aranjuez el 22 de abril de 1801 a cargo de Ignacio de
Jáuregui, médico de la Real Familia y un mes más tarde en Madrid por Ignacio María
Ruiz de Luzuriaga (1763-1822), Secretario de la Academia de Medicina de Madrid y
comisionado por el Tribunal del Protomedicato para informar sobre todo lo referente
a la vacunación195.
Desde entonces inició una intensa actividad en la que llegó a trazar una red
nacional de corresponsales a quienes remitía el novedoso fluido, supervisado todo
bajo una estrecha correspondencia en torno a su estado y progresos196, que merece
un estudio con mayor profundidad.
acaba de recibir una carta de la comisión central establecida en París, en el que le dien: <La Comisión
central ha queda satisfecha del honor que Vm., le ha dispensado comunicándole sus primeras
observaciones sobre la inoculación de la vacuna que Vm, ha hecho el primero en España, las cuales
confirman que en todos los climas conserva la vacuna su carácter de benignidad, y que nada influye en
ella la diversidad de la temperatura a que se exponen los invacunados”.Barcelona 24 de septiembre.
Gaceta de Madrid. 13 de octubre de 1801.
195
Véase Olagüe de Ros G. Astrain Gallart M. Una carta inédita de Ignacio María Ruiz de Luzuriaga
(1763-1822) sobre la difusión de la vacuna en España (1801). Dynamis. 1994;14: 305-337.
196
Véase. Olagüe de Ros Guillermo, Astrain Gallart, M. ¡Salvad a los niños!: Los primeros pasos de la
vacunación antivariólica en España (1799-1805). Asclepio. 2004;56: 7-31
162
EL PAPEL DE IGNACIO
MARÍA RUIZ DE
LUZURIAGA EN LA
INTRODUCCIÓN DE LA
VACUNA CONTRA LA
VIRUELA
Los inicios de la lucha contra la viruela
en España. Técnica e ideología
durante la transición de la inoculación
a la vacuna (1750-1808)
163
EL DESTACADO PAPEL DE IGNACIO MARÍA RUIZ DE LUZURIAGA EN LA
INTRODUCCIÓN DE LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA
Ignacio María Ruiz de Luzuriaga es considerado por la historiografía médica
como una de las figuras centrales en la medicina española de la Ilustración. Descrito
como un trabajador incansable, abordó múltiples aspectos relacionados con la
higiene y la Salud Pública que le llevaron al final de su vida, a ser propuesto como
miembro de la comisión redactora del primer proyecto de Ley Orgánica de Sanidad
Pública en 1822.
Pero fue en la introducción de la vacuna antivariólica en España donde obtuvo
un protagonismo destacado como ardiente defensor, vacunador y difusor tanto de la
técnica jenneriana como del material vacunal.
Autores coetáneos a Luzuriaga coinciden en catalogarlo como una pieza clave
en la introducción del método jenneriano, “experiencias que se han empezado a
hacer en esta corte, señalándose entre todos el Doctor Ignacio de Luzuriaga”197, y en
su difusión “que en la Corte los Señores Luzuriaga, Hernández, Azaola y otros, se
empleaban en propagarla”198.
Otras obras contemporáneas, definen a Luzuriaga como una “figura decisiva en
la difusión de la vacuna”199, “introdujo en Madrid la vacunación convirtiéndose en uno
de sus más activos propagadores en el país”200, “desempeño un papel de
197
Véase. Hernández P. Origen y descubrimiento de la vacuna. Madrid: Oficina de D. Benito García; 1801
198
Véase Bances D. Tratado de la vaccina o viruela vacuna. Pamplona: Imprenta de la viuda de Longas e
Hijo; 1802.
199
Cf. Blasco Martínez. 1991.
200
Véase López Piñero JMª. Diccionario histórico de la ciencia moderna en España Volumen II (M-Z).
Barcelona: Ed. Península; 1983
165
extraordinaria importancia en la divulgación de la vacuna”201, “introductor y defensor
en España de la vacunación”202.
Unas afirmaciones que se encuentran justificadas por la cantidad documental
que Luzuriaga acumuló. Catalogadas y conservadas como “Papeles de la vacuna” en la
Real Academia de Medicina de Madrid, y que muestran una red de corresponsales a
los que remitía vacuna e información sobre la técnica vacunal, unas relaciones
mantenidas no sólo con otros facultativos, sino con destacados miembros de la
nobleza y burguesía peninsular que permiten identificar la distribución e inquietudes
suscitadas en los primeros pasos que contribuyeron a impulsar la práctica de la
vacunación.
Anotaciones a la biografía de Ruiz de Luzuriaga
Cuatro textos abundan de manera global en la biografía de Ruiz de Luzuriaga:
el apasionado panegírico de Fabra (1822)203, la perspectiva familiar trazada por
Usandizaga (1964)204, la nota histórica de López Piñero (1983)205 y el tributo de
Granjel (2008)206 a su relación con la Academia.
Ignacio María Ruiz de Luzuriaga, natural de Villaro (Vizcaya), nace el 31 de julio
de 1763 en el seno de una familia ilustrada que le orientará desde pequeño hacia una
refinada educación207. Fue determinante para su formación intelectual el ingreso a los
15 años (1777) en el Seminario Patriótico Bascongado de Vergara en régimen de
internado. El centro se había creado bajo el auspicio de la Sociedad Bascongada de
201
Véase Usandizaga Soraluce M. Los Ruiz de Luzuriaga. Eminentes médicos vascos ilustrados.
Salamanca: Universidad de Salamanca; 1964.
202
Véase Granjel L. Ruiz de Luzuriaga y la Real Academia Nacional de Medicina. Azkoitia: Instituto
Internacional Xavier María de Munibe de Estudios del siglo XVIII; 2008
203
Véase. Fabra Soldevila F. Elogio histórico del doctor en medicina Don Ignacio María Ruiz de Luzuriaga,
compuesto y leído en la Academia de Medicina y Ciencias naturales de Madrid el día 19 de noviembre.
Madrid: Imprenta de D. León Amarita; 1822
204
Cf. Usandizaga. 1964.
205
Cf. López Piñero. 1984.
206
Cf. Granjel. 2008
207
Cf. Fabra Soldevila. 1822. p. 5; Usandizaga. 1964. p. 52.
166
Amigos del País, a la que pertenecía como activo socio su padre, el médico alavés José
Santiago Ruiz de Luzuriaga y que presidía el Conde de Peñaflorida, ambos unidos por
una estrecha amistad y por el interés en la introducción de novedades científicas. Sus
esfuerzos por fomentar la inoculación de viruela en el País Vasco son un ejemplo208.
Así pues, el joven Luzuriaga, desde temprana edad, ya escuchaba hablar de las
medidas que prevenían la viruela y de una técnica que desde sus inicios fue objeto de
polémica.
El Seminario tuvo una plantilla de excelentes profesores, como Iriarte, Mas,
Zubiaurre, además de los franceses Pierre François Chavaneau y Joseph Louis Proust,
que impartían Física y Química y habían sido contratados en París mediante los
contactos que la Sociedad Bascongada tenía en la capital francesa. Se fragua aquí el
interés de Luzuriaga por las aplicaciones de la química a la ciencia médica209.
Sus destacadas aptitudes para el estudio según su biógrafo Francisco Fabra se
vieron favorecidas por el reformismo borbónico al ponerse en marcha diversos
mecanismos encaminados a superar el atraso científico en el que estaba sumido el
país. Entre ellos podemos destacar las ayudas para que alumnos aventajados
pudieran realizar estudios en el extranjero, la creación de modernas instituciones
científico-técnicas
o
la
contratación
de
reputados
técnicos
extranjeros,
principalmente franceses210. Lo que decidió al padre a costearle estudios de medicina
y química en el extranjero, partiendo hacia París en 1780 y permaneciendo allí hasta
1784. Luzuriaga asistió a clase en distintos centros atendiendo las lecciones
impartidas por maestros como D´Arcet, Fourcroy y Macquer (química), Sabatier,
Dessaux, Sué, Portal (anatomía), Jussieu y Daubenton (botánica) o Dessault y Chopart
(fisiología). Durante esta etapa conoció también a Philippe Pinel. Antes de acabar sus
estudios de medicina escribe un texto en 1784 sobre “la descomposición del aire por
208
Las primeras inoculaciones se datan en mayo de 1770 en un hijo del propio conde de Peñaflorida,
practicada por José Santiago de Luzuriaga, cuya operación se expuso un año más tarde en una
comunicación presentada ante la mencionada sociedad. Véase Extractos de las Juntas Generales
celebras por la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País en la ciudad de Vitoria. Madrid:
Antonio de Sancha; 1772
209
Cf. Usandizaga. 1964. p. 52.
210
Véase García Belmar A, Bertomeu Sánchez JR. Viajes para el estudio de la química, 1770 y 1833.
Asclepio. 2001;53: 95-139
167
el plomo” publicado en el Journal de Physique de Jean Rozier211. Por mediación del
Conde de Aranda, embajador de España en París obtuvo del gobierno una pensión
que empleó para satisfacer su pasión bibliófila
“el gobierno, sabedor del talento y virtudes de Luzuriaga, le designó
un premio de aplicación de ocho mil reales, que los empleó muy en
breve para satisfacer su pasión dominante de comprar libros, adquirir
una biblioteca era objeto principal de su ambición”212.
Luzuriaga amplió estudios en el Reino Unido entre 1784 y 1787, “pensionado
de S.M., para la Medicina y la Química”213 pasando de Londres a Edimburgo, donde
tras estudiar con Gregory, Black, Home y Duncan, recibió los grados de Maestro en
Artes y de Bachiller y Doctor en Medicina214. Fue discípulo de Cullen, al que consideró
su maestro y amigo, de Irwine y, ya en Londres, del cirujano John Hunter, Pott y
Warren. Fue nombrado en aquella época corresponsal del Jardín Botánico de Madrid,
que estaba dirigido por Casimiro Gómez Ortega y que ocupaba, además, el puesto de
académico Secretario para las correspondencias extranjeras de la Real Academia de
Medicina.
Obtuvo nombramientos como socio honorario de la Sociedad Médica de
Londres, miembro del Liceo Médico de la misma ciudad y asimismo, de la Real
Sociedad de Medicina y de la Real Sociedad de Historia Natural, ambas de Edimburgo.
Vuelve a España tras un breve paso por Paris y una estancia en Montpellier.
A su regreso, renunció a la Cátedra de Ciencias Naturales que le había
propuesto el Seminario de Vergara y se trasladó a Madrid para ejercer la medicina.
Francisco Martínez Sobral que ejerció como su tutor en la capital y era médico de
Cámara, presidió la reválida de los títulos del joven Luzuriaga, de acuerdo con las
exigencias del Protomedicato.
211
Cf. Usandizaga. 1964. p. 54
212
Cf. Fabra Soldevila. 1822.
213
Cf. López Piñero. 1983. p. 276.
214
Véase Valera M. López Sánchez JF. López Fernández C. Científicos españoles en el Reino Unido
(1750-1830). Asclepio. 1998;50: 49-68
168
El 8 de abril de 1790 a punto de cumplir los 27 años, ocupó una plaza en la Real
Academia de Medicina, la institución que sería el centro neurálgico de su actividad
científica y donde desplegó una intensa actividad, ocupando sucesivamente los
cargos de Secretario, Secretario de Correspondencias Extranjeras y Vice-Presidente
(1798 hasta 1807). Tras su largo periodo de formación en el extranjero, Ruiz de
Luzuriaga se asentó en Madrid, ciudad en la que pasaría el resto de su vida215.
Su excelente formación y capacidad de acceso a información científica
innovadora hicieron de él un destacado propulsor de adelantos verificados en el
extranjero:
“Apenas se presentaba al gobierno alguna ocurrencia que tuviese
relación con la medicina, recurría inmediatamente al doctor
Luzuriaga para que le ilustrase con sus vastos conocimientos”216.
Como ha señalado el profesor López Piñero, sus intereses se centraron en
cuestiones de química fisiológica y en estudios médico-sociales. Abordó el problema
clínico y sanitario del cólico de Madrid, atribuyéndolo al empleo de plomo y cobre en
la elaboración de las vajillas. Elaboró informes sobre la fiebre amarilla (1801-1804) y
redactó trabajos sobre las condiciones higiénicas de los hospitales, las cárceles y la
salud de los marineros durante sus largas travesías217. En 1812 fue miembro de la
Comisión que redactó el Reglamento General de Sanidad y que presidía su amigo
Ignacio Jáuregui como primer médico de Cámara.
215
Véase Tuells J, Duro Torrijos JL, Díaz-Delgado Peñas I. Anotaciones a la biografía de Ignacio María Ruiz
de Luzuriaga (1763-1822), el inicio de la vacunación contra la viruela en España. Vacunas. 2012;13:128132.
216
Cf. Fabra. 1822. pp.98
217
Véase Astrain Gallart M, Tres manuscritos inéditos de Ignacio María Ruiz de Luzuriaga sobre la
higiene naval. Dynamis. 1991;11:437-463.
169
Fuente: Ibáñez Álvarez J. El gabinete de estampas del siglo XIX del Museo
Romántico de Madrid. Madrid: Universidad Complutense. Tesis doctoral; 2003
Sin abandonar el campo de la medicina social, del que fue un precursor, centró
su atención en los niños huérfanos y sus establecimientos de acogida. Destaca su
interés por la sordomudez y su ánimo de mejorar el tratamiento de esta dolencia a
través del galvanismo (1817). En definitiva y como recoge Fabra: “No había en Madrid
establecimiento de caridad y beneficencia que no le hubiese asociado a sus tareas”218.
Al final de su vida, fue propuesto como miembro de la comisión redactora de la
primera Ley de Beneficencia, aprobada en diciembre de 1821 y en la que colaboró
estrechamente con Hernández Morejón219.
En el terreno más personal, la conmoción que supuso la invasión napoleónica
en la ciudadanía española afectó también a Luzuriaga y especialmente a su vida
académica. Los ocupantes franceses hicieron nombrar en 1808 por indicación del Dr.
Larrey a varios compatriotas médicos como correspondientes, así, Thouret, Chaussier,
Pelletan, Dubois, Desgenettes o Pinel obtuvieron su acreditación como tales hasta un
218
Cf. Fabra Soldevila. 1822.
219
Cf. Usandizaga. 1964. p. 84.
170
total de treinta y cuatro en poco más de cinco meses220. Una auténtica irrupción
"académica" que amainaría tras la derrota francesa.
Quizás por su rechazo a la intrusión gala, Luzuriaga fue arrestado y conducido a
Francia en enero de 1809, aunque la mediación de José Mariano Mociño con el
Ministro del Interior consiguió su repatriación. Este suceso le tuvo apartado de la
academia varios años y aunque volvió en 1814, su presencia desde entonces fue más
testimonial. La posición de Luzuriaga respecto a los franceses fue, según Usandizaga y
Granjel, de rechazo lo que justificaría su detención, argumento apoyado por
ausencias o excusas para no asistir a sesiones, como aducir "una erupción a las
narices y boca que sería muy indecente presentarse a S.M., en tal estado"221 cuando
se le convocó para cumplimentar a José I. Demerson sostiene, en otro sentido, que
tuvo un cierto entusiasmo inicial en la acogida a sus colegas franceses222.
Luzuriaga ha sido descrito como un trabajador incansable, capaz de interesarse
por una gran variedad de temas que abordaba uno tras otro. Ese rasgo se observa en
la cantidad de manuscritos que no vieron la luz por falta de tiempo para
materializarlos o simplemente por pasarse a otro sujeto de estudio. Soltero, sin
compromisos familiares, retraído y concentrado, su pasión era el estudio, la escritura,
la traducción y el acumulo de documentos para futuros textos. Según Fabra,
Luzuriaga:
"decía con franqueza que varios de sus manuscritos necesitaban
algún retoque y manifestaba también la intención que tenía de
revisar sus trabajos para formar una colección útil y ordenada"223.
Los libros, su biblioteca, eran la representación más visible de sus entusiasmos.
Conservaba tal volumen de libros que tuvo un pleito de desahucio en 1795 por no
querer desalojar un cuarto que tenía en la calle Baño nº 8, llegando incluso a solicitar
220
Véase Demerson P. Le chirurgien Larrey et l´Invasion Française a l´Académie de Médicine de Madrid,
Mélanges de la Casa de Velázquez. 1973 ;9 : 483-501
221
Cf. Granjel. 2008. p. 22
222
Cf. Demerson. 1973.
223
Cf. Fabra Soldevila. 1822
171
la mediación de la corte, “ya por último convencido Luzuriaga de su ningún derecho
en justicia, recurrió a la Real Persona, sin duda para alcanzar gracia”224. Pero no
obtuvo la bendición real. Luzuriaga tuvo su domicilio en la calle Relatores nº 20 y más
tarde en la carrera de San Gerónimo nº 2.
El material bibliográfico que tanto apreciaba quedó reflejado en sus últimas
voluntades, sus “bienes consisten la mayor parte en librería, pintura, muebles,
alhajas”225.
Su testamento, fue redactado en Madrid el 20 de abril de 1822 ante el notario
Antonio Moretón (Anexo). En él se hace constar que:
“ante mí el escribano y testigos el Dr. D. Ignacio María Ruiz de
Luzuriaga, de estado soltero, vecino de esta corte y natural del lugar
de Villaro Marindaz de Arratia, Provincia de Vizcaya(…). Hallándose
enfermo
en
cama,
pero
en
su
cabal
juicio,
memoria
y
entendimiento”226.
El propio Fabra fue uno de sus albaceas, otorgándole la potestad de “que
hecho cadáver se adorne con el hábito que elijan, a cuya disposición queda la caja
ataúd, funeral, y sitio donde se les sepulte”. Su última rúbrica, bien distinta a las
numerosas que se observan en otros documentos, denota la gravedad de su estado:
“su dolencia fue tan cruel y solapada que unas veces amenazaba con
terror y otras parecía prometer un feliz éxito”227.
Dos días después falleció, oficiándose su funeral en la Parroquia de San
Sebastián de Madrid, donde dispuso según sus voluntades que “se celebrasen por su
alma seiscientas misas rezadas con limosna de seis reales”228. Fue enterrado en un
nicho del cementerio de la Puerta de Fuencarral de Madrid.
224
Archivo Histórico Nacional de Madrid. Consejos 31158, Exp. 11
225
Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Signatura 23764; fols. 120-121v
226
Ibídem.
227
Cf. Fabra Soldevila. 1822
228
Libro de defunciones de la Parroquía de San Sebastián de 1822. fol. 73
172
Luzuriaga recompensó a su criada Francisca Leguerica con “ocho mil reales
metálicos en atención por lo bien que le ha servido” e instituyó como “únicos y
universales herederos por iguales partes, a sus seis hermanos María de Jesús, María
Josefa, María Ignacia, Margarita, Ana María Pascasia, y José Manuel Ruiz de
Luzuriaga”229. Estos pleitearían más tarde entre ellos por la herencia. María Josefa fue
la depositaria de, al menos, los "Papeles sobre la vacuna".
El epistolario contenido en los Papeles de la Vacuna
El conocimiento de la inoculación de viruelas para Ruiz de Luzuriaga le llega a
través de su padre, que tras practicarla en un hijo del Conde de Peñaflorida el 14 de
mayo de 1771, la extendió a otros ocho muchachos de Berriatua230. Luzuriaga padre
también inoculó a dos de sus hijos, de tres años y catorce meses, uno de los cuales
murió, siendo el único caso de efecto adverso grave entre los 1276 niños vascos
inoculados durante el periodo de 1770 a 1773. La Sociedad de Amigos del País alentó
la variolización en Vascongadas de lo que dio cuenta Timotheo O´Scanlan, quien
como ya hemos destacada fue el promotor más activo de la inoculación en España, en
su obra sobre la Práctica de la Inoculación de 1784, obra que publica la carta de José
Ruiz de Luzuriaga en que le narra estos hechos231.
Años después Luzuriaga, ya como Secretario de la Academia se mostraría
favorable a esta técnica tal como recogen actas de la Academia de los años 1796 y
1799. Así pues la relación entre Luzuriaga padre y O´Scanlan, fue continuada por su
hijo que fue compañero de O´Scanlan en la Academia hasta el fallecimiento de éste
en 1795. Luzuriaga fue además el censor junto a Antonio Soldevilla del tercer libro de
O´Scanlan sobre el tema232, como recoge el acta del 15 de septiembre de 1791, libro
que fue presentado en la propia Academia. La familiarización con la práctica del
propio Luzuriaga la certifica su padre en junio de 1791 diciendo a un amigo "puede
229
Cf. Archivo Histórico Protocolo. Signatura 23764
230
Cf. Usandizaga. 1964.
231
Cf. O´Scanlan. 1784.
232
Cf. O´Scanlan. 1792.
173
hacerlo por medio de un hijo que tengo en Madrid… que acaba de inocular esta
primavera a la familia de… y otras"233. Luzuriaga por otra parte tenía una estrecha
relación con Francisco Martínez Sobral, primer médico de Cámara que en 1798
intervendría con mala fortuna en la inoculación de tres infantes de la Familia Real.
Por lo tanto, la intensa tradición familiar, su excelente formación ilustrada y la
amplia accesibilidad a las novedades médicas que le proporcionaba su cargo de
secretario de la Real Academia de Medicina de Madrid, permitirán que Ruiz de
Luzuriaga se constituya en una pieza vertebradora en los inicios de la introducción y
difusión de la vacuna contra la viruela en España.
La base para realizar estas afirmaciones se ha justificado en la observación del
material contenido en los "Papeles de la vacuna" que el propio Luzuriaga acumuló,
documentación que en una primera aproximación pueden considerarse documentos
de dos tipos: cartas e informes.
Sin embargo, estos no han sido estudiados en profundidad hasta la fecha. La
tesis de Blasco (1991) relaciona cronológicamente una parte importante aunque no
exhaustiva de la correspondencia anotando su principal contenido, y el artículo de
Olagüe y Astraín (1994) analiza una carta dirigida al "Amigo y Señor D. Luis". Los
autores que han abordado el tema las mencionan para documentar la "red epistolar"
tejida por Luzuriaga compuesta mayoritariamente por nobles, altos funcionarios del
estado y el cuerpo de sanitarios, médicos y cirujanos.
El número total de cartas contenidas en los volúmenes 1, 2 y 3 de “los Papeles
sobre la vacuna”, asciende a 134, de las que 116 (86.6%) tiene como remitente a
Luzuriaga, las restantes, aunque se encontraban en su posesión, iban dirigidas a un
tercero. Sus autores son mayoritariamente aristócratas, altos funcionarios del Estado
y compañeros sanitarios, médicos, cirujanos y sangradores.
233
Cf. Usandizaga. 1964. p. 42
174
Portada de los Papeles sobre la vacuna. Real Academia Nacional de Medicina en Madrid
La siguiente tabla muestra su clasificación considerando las variables: cantidad,
destinatario/remitente, ocupación, lugar de origen, volumen en que se encuentran
(Tabla 10).
175
Tabla 10. Correspondencia contenida en “Papeles de la Vacuna”
1* RANM, Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. Gobierno, 18 fols. 1-386
2* RANM, Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. Gobierno, 19 fols. 1.255
3* RANM, Papeles sobre la Vacuna 1802, 23-4ª Biblioteca fols. 1.527
176
El total de remitentes de los escritos es de 59. Las cartas están fechadas en
1801 y 1802, correspondiendo la mayoría al año de 1801 que concentra además todo
el grueso de la correspondencia durante los meses de agosto, septiembre y octubre.
La primera de ellas en orden cronológico está datada el 14 enero de 1801 y es
un dictamen favorable de la Academia que Luzuriaga dirige al censor Conde de Isla
sobre una obra del primer vacunador de un niño en París, François Colon, que el
médico catalán Francesc Piguillem había traducido con el título Ensayos sobre la
inoculación de la vacuna. Piguillem había realizado las primeras vacunaciones en
territorio español durante el mes de diciembre de 1800, cuatro meses después que
Colon lo hiciera en París, con vacuna remitida por el francés, tal como describe en su
narración de la experiencia en Puigcerdá.
“Remito a V. S., la censura de la Real Academia Médica de Madrid
sobre los “Ensayos acerca de la inoculación de la vaccina” (mejor se
diría vacuna), compuestos en francés por Mr. Colon y traducidas al
castellano por el Dr. D. Francisco Piguillem, y habiéndolos examinado
con la reflexión que acostumbra y exige un asunto de tanta
importancia, dice que el proyecto de que se trata merece toda la
atención del Gobierno y de los particulares que están encargados de
la salud de los hombres, pues por las pruebas que hasta ahora se han
hecho en Inglaterra, Francia y Alemania, y por las pocas que en
nuestra España se empiezan a practicar, hay esperanza bastante
fundada de que se llegará al cabo a hallar el medio de preservar al
género humano del terrible y devorador mal de la viruela que hasta
nuestros días ha devastado los dilatados dominios españoles en la
Península, en la América y sus Islas. Por esta razón, la Academia lo
juzga admisible y digno de la protección de S. M. proporcionando
todos los medios para la continuación de los ensayos que lo acaben
de poner en clara luz y desengaño universal.
Por lo que hace a la traducción que a V. S., se ha presentado (sin
embargo de no haber tenido presente el original), como la Academia
177
conoce al Dr. Piguillem y su mérito en asuntos médicos, no duda
asegurar que esté bien y exactamente hecha”234.
234
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno 18. fols. 15-
16
178
179
La última de las cartas la remite desde Bilbao Lope de Mazarredo (1769-1820)
regidor del municipio bilbaíno, quien además, al igual que el propio Luzuriaga fue
colegial en el Seminario de Vergara.
Mazarredo fue un activo provacunista que propago la vacunación en Bilbao y
tradujo en 1801 las Instrucciones prácticas para la inoculación de la vaccina, de Marie
Husson (1772-1820). En la carta datada el 12 de octubre de 1802 destaca el grado de
amistad entre ambos y de admiración por parte de Mazarredo, cuando Luzuriaga le
revela la intención que se tiene de honrar a Jenner,
“Yo creo como Vmd., que lo que se saque de la subscripción en
España para Jenner será poco y en caso de que llegue a efectuarse me
parece que encabezándose Vmd a recogerla y sonando su nombre se
sacará más; con mucho gusto sería su comisionado de Vmd., para
recaudarla en cosa redonda (…), Vmd., es en España nuestro Jenner y
a Vmd., deben dirigirse las dudas sobre la vacuna”235.
El papel de la aristocracia y la burguesía ilustrada
Al igual que ocurrió con la introducción de la inoculación de la viruela en
España como en el resto de Europa, la aristocracia y los altos funcionarios del Estado
tuvieron un notorio papel en la difusión de la vacuna. Sus demandas para obtener
información del novedoso método de la vacunación y sus ejemplos aportados al
exponer a sus propios hijos a los beneficios que suponía la vacuna, alentaron al resto
de la población.
De toda la correspondencia analizada se contabilizan un total de 35
manuscritos distribuidos en Madrid (12), Soria (7), Bilbao (4), Guipúzcoa (3), Burgos
(3), Zaragoza (2), Badajoz (2), Vitoria (1) y Murcia (1) (Tabla 11).
235
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles sobre la vacuna 1802. Signatura 23-4ª Biblioteca. fols.
523-526
180
Tabla 11. Correspondencia con la aristocracia y burguesía ilustrada española
1* RANM, Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols. 1-386
2* RANM, Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 19, fols. 1-255
3* RANM, Papeles sobre la Vacuna 1802, 23-4ª Biblioteca, fols. 1-527
Una correspondencia que se caracteriza por predominar dos tipos de
contenidos bien identificados, en un primer momento se muestran las reacciones de
la aristocracia al tener noticia del descubrimiento jenneriano, de este modo, bien por
medio de algún familiar residente en la Madrid quienes a posteriori trasladan las
solicitudes a Luzuriaga, o directamente contactan con el propio secretario para
requerir información sobre los aspectos técnicos de la vacuna. Unos contactos
iniciales que se datan entre finales del mes de julio y principio de agosto del año
1801, escasos siete meses después de las primeras vacunaciones practicadas por
Piguillem, y dos meses de las operaciones realizadas por el propio Luzuriaga.
Un ejemplo es la carta remitida desde Burgos por Juana Manuela Villachica y
Llaguno, esposa de Francisco Enrique de Urquijo e Irabien, futuro corregidor de
181
Burgos durante la ocupación francesa, quien le escribe a Luzuriaga el 29 de julio de
1801 en un tono cercano.
“Muy Sr. Mío: suplico a Vmd., me haga el favor de decirme en qué
concepto tiene Vm., y los demás facultativos la inoculación de la
vacina o vaquina, que aquí hemos oído hablar con variedad, pero
últimamente ha sido ponderando las ventajas de este método. La
familia de mi marido ha sido azotada cruelmente de las viruelas, y él
mismo acaba de padecerlas, las cuales han sido muchas y muy malas,
después de haberle puesto en el último peligro, le han dejado
estropeado, aunque gracias a Dios, sin lesión en los ojos ni
imperfección alguna; aún resta de pasarlas dos hermanas, la una de
20 y la otra de 17 años, una y otra favorecida de la naturaleza;
quisiéramos librarlas del peligro de semejante epidemia, y por tanto
esperamos el parecer de Vm., con una relación del método que se ha
de observar en caso que se haga dicha inoculación; tenemos un buen
médico, pero no se atreve a emprenderle por carecer de la materia
que se introduce y por no estar enterado a fondo de este nuevo modo
de inocular; espero que Vmd., me haga este favor, que será a muchos
en este pueblo, por ser grandes los progresos que hace en él la
viruela”236.
En el mismo tono envía desde Almendralejo un escrito la Marquesa de
Monsalud, María de la Concepción Ortiz de Rozas, quien el 14 de agosto de 1801 y
tras el nacimiento de su hija le pide a Luzuriaga asesoramiento tras haber
“leído un discurso publicado a favor de la Inoculación de la Vazina o
Vacuna, y teniendo noticia de Madrid de ser Vd., uno de los que
administra este pus, haciendo en el progresos, me tomo la
satisfacción de suplicarle vea como remitirme esta materia (…), para
inocular a una niña que tengo de tres meses y medio, así mismo le
236
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno 18. fols. 117118
182
estimaré a Vd., me envíe una exacta noticia del modo de aplicarla, y
si es preciso a un facultativo que haga esta pequeña operación”237.
En un segundo momento y obtenidas las instrucciones, el contenido de las
cartas se modifica para esta vez relatar el resultado de las vacunaciones y sus
progresos, información suministrada en estos casos por facultativos vinculados o al
servicio de la familia que toman el relevo de la correspondencia con Luzuriaga.
En Burgos, Juana María Villachica y Laguna, le indica a Luzuriaga el 9 de agosto
de 1801 que recibió la vacuna que éste le envió, y será el médico Prudencio
Valderrama quien comenzó a práctica las operaciones en sus propias hijas.
“Muy Sr. Mío y amigo: recibí la de Vmd., de 3 de agosto junta con la
vacuna, desconocida enteramente en este país; no es tanto acecho
gran fuerza el dictamen de Vmd., añadiendo las muchas experiencias
que ya lleva echas; en vista de esto estamos resueltos a envacunar a
mis dos hermanas políticas; ínterin estas vienen del país, está
determinado el Doctor Don Prudencio Valderrama a envacunar a
cuatro hijas que tiene, la mayor de cinco años, para que con este
ejemplo se animen otros; es algo tímido y antes de emprenderlo
quiere saber las menudencias que dice el Papel Adjunto; y suplico a
Vmd me conteste sin perder correo”238
El propio Valderrama le remite el 29 de agosto a Luzuriaga el resultado de las
primeras vacunaciones practicadas en la ciudad.
“Muy Señor mío: corresponde a su prueba del modo que le es más
satisfactorio, presentándole el resultado que ofrece la vacunación
practicada por primera vez en esta ciudad y en mis dos hijas.
El virus que Vm., remitió últimamente fue el empleado en el día diez y
seis del presente mes; no he tenido la satisfacción de lograr su efecto
en todas, por lo que sucintamente le doy a V. el diario de una en
237
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna 1802. Signatura 23-4ª Biblioteca. fols.
518-519
238
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno 18. fol. 123
183
quien la vacunación ha presentado (aunque con alguna irregularidad)
todos los síntomas que le son esenciales.
Esta se halla en la edad de cinco años. Su fibra es floja, sus acciones
moderadas, la piel fina, sus carnes blancas y suaves, no tiene vicio
orgánico, su corporatura, en todos sentidos, es más aumentada que
lo que corresponde a la época [de] la vida en que se allá, y su salud
fácilmente alterable por causas ligeras e insuficientes en una
constitución medianamente firme.
Diario
Día 16 de agosto. Se efectuó la inoculación a las 10 de la mañana.
17, 18, 19: Su salud continuó sin novedad, y solo en una mañana, del
18, se quejó de dolor en el sobaco del brazo de la inserción, pero
continuó en la diversión sin repetir su queja.
20: Suavidad a el brazo en el contorno de la incisión, dolor del brazo
poco incómodo, y alguna falta de satisfacción cuando se divertía con
sus hermanas.
21, 22, 23, 24: Se formó el [] vesicular con depresión en el centro; en
estos días faltó un poco su alegría y el apetito se disminuyó.
25: Hizo todo el aumento, formando el rodete trasparente, que
igualaba y aún excedía a una viruela regular de las mayores.
26: No ocurrió cosa particular.
27: Se presentó la areola de un color muy vivo encarnado, con calor
excesivo sobre la parte.
28: Aumentó y toco en la extensión de tres pulgadas, dos debajo de
la incisión y una en la parte superior y siempre en su contorno, en este
estado que presentaba todo lo que es relativo a una inflamación
[flemonosa], pues la tensión, el calor, el encendimiento, la elevación
de las carnes que se anivelaron con el grano vacuno, [lo persuaden, se
184
va en sentido] un poco la calentura, a las seis de la tarde que terminó
en la noche y mañana del día siguiente.
29: La areola ha perdido la color, ha disminuido la inflamación y la
vacunada está con toda la alegría que la acompaña en su mejor
salud.
Nota. En el día 24 a las cinco de la tarde, se la enfriaron los extremos
y se la siguió fiebre con somnolencia y turbación todo el día 25. Por la
mañana se libró de ella y se vistió.
En todo el curso de la aflicción no ha hecho un día de cama, ni ha
dejado de pasear en horas cómodas, siguiendo en todo cuasi un plan
de vida regular. Últimamente, en el día 25, de brazo a brazo he
reinoculado a mis dos hijas y a otras dos niñas.
Queda siempre a la disposición de Vm., y BSM. Prudencio
Valderrama.
Día 30: La vacunada continúa sin novedad y solo conserva una
pequeña dureza, o su [morosidad] circunscripta cerca de la escasa,
habiendo desaparecido en encendimiento.
Tenga Vm. la bondad de decirme si alguna vacunación ha presentado
síntomas que haya sido necesario recurrir a los auxilios de la
medicina, si hay alguno singularmente efusivo o solo hay que tocar en
los que cumplen las Instrucciones Generales”239.
En otra carta remitida el 12 de septiembre de 1801 por la Condesa de Montijo,
Francisca de Sales Portocarrero y Zuñiga (1754-1808)240 desde Zaragoza, provincia
239
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno 18. fols. 128130
240
La vida y obra de la condesa de Montijo son las más conocidas por haber sido estudiadas por Paula
Demerson. Jugo un papel destacado, y a pesar de no contar los salones madrileños de la fama y
trascendencia de los franceses, sin embargo, los testimonios de los viajeros de la época, como Towsend,
hablan de reuniones muy abiertas, donde se mezclaban cultura y divertimiento, se conversaba acerca de
temas muy variados, circulaban novedades literarias, y sobre todo se sellaban alianzas. Uno de estos
salones destacados tanto por sus asistentes como por los temas que en él se trataban, fue el ubicado en
la calle de duque de Alba, propiedad de la Condesa de Montijo. Reunía a buen número de clérigos, como
185
donde se encontraba ya instalada la vacuna procedente de Tarragona, elevándose la
cifra de vacunados a 1900241. La Condesa le indica a Luzuriaga que:
“habiéndose inoculado 9 personas diferentes a ninguna ha prendido,
por lo que yo he resuelto a valerme del favor de Vm., para que se
sirva dirigirme por el correo, cuyo medio podrá facilitarle a Vm., mi
secretario, dirigiéndolo a mi casa de Madrid, cerrado y bien
acondicionado con sobre para mí, añadiendo a este favor el de
acompañar una explicación del método y de si perjudica su uso el
haber por el pueblo epidemia de viruelas”242.
A finales del mes Luzuriaga contestó a la Condesa y en la correspondencia le
adjuntó “la instrucción que me pide y cuatro cristales dobles para poder verificar la
inoculación de cuatro niños”243. Relatándole de forma pormenorizada todas las fases
que constituyen la vacunación.
“Se reblandece la cera de los cantos, se levantan los dos cristales, y
con una gota de agua fría se humedece el fluido vacuno que se halla
en la superficie interna de cada cristal, se reconcentra en la punta de
la lanceta se hace una incisión en la porción carnosa del bíceps o en
su borde externo, tan superficial que penetre entre la epidermis y la
piel, dejando un rato la lanceta en la incisión, y sacándola en dos
tiempos, agitándola ligeramente, cuidando de limpiar la lanceta con
unas hilas que se dejan sobre la incisión, poniendo encima el dedo del
Antonio Palafox, obispo de Cuenca; intelectuales ilustrados provenientes del mundo de la política, las
academias, la literatura como Jovellanos, Francisco de Cabarrus Aguirre, conocido como el conde de
Cabarrus, Mariano de Urquijo, José Mazarredo y Gravina. No faltaron académicos de medicina como
Ignacio Mª Ruiz de Luzuriaga y a Antonio Franseri o de la historia como Campomanes. Una larga lista
que transmite no sólo la seriedad de la tertulia sino también la capacidad de convocatoria de la condesa.
Véase Pérez Cantó P, Mó Romero E. Las mujeres en los espacios ilustrados. Signos Históricos.
2005;13:43-69; Demerson P. María Francisca de Sales Portocarrero (Condes de Montijo): una figura de
la Ilustración. Madrid: Editorial Nacional; 1975.
241
Cf. Riera Blanco. 1992.
242
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno 18. fols. 229230
243
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno 18. fols. 233241
186
asistente, mientras que el inoculador vuelve a mojar la lanceta en el
cristal y hace otra incisión a una pulgada y media o dos de la otra, ,
poniendo un cabezal y la venda que se quedan a las 18 o 20 horas. En
el otro brazo se hace lo mismo con el fluido vacuno del otro cristal, y
en prendiendo uno, hay fluido reciente para propagar la inoculación
en esa ciudad, tomando el fluido del grano al 9º día y pasándole al
brazo que se quiera inocula. . Si contra lo que espero no prendiese con
4 cristales, remitiré a V. Ex. los que quiera hasta que se consiga el
injerto”244.
El Marqués de Vadillo y la introducción de la vacuna en Soria
Para ilustrar más detalladamente este sector de correspondientes se expone el
caso de un aristócrata de la provincia de Soria que reaccionaba al tener noticia del
descubrimiento jenneriano.
“disculparme si este escrito te causa alguna molestia; el asunto es
que deseando precaver a mi hija Dolores de la viruela, y no queriendo
su madre inocularla con el Pus Natural, la veo inclinada a verificarla
con el de la vaca, que bajo el nombre de bacina parece empieza a
conocerse; y como tú puedes hacerme con los conocimientos
necesarios te suplico encarecidamente que me hagas el favor o
caridad, de hacer extender a quien tú puedes una relación exacta
tanto del método, cuanto de lo experimentado ya en esa; de modo
que ella me haga decidirme sin peligros”245.
Francisco González de Castejón y Veraiz, Marqués de Vadillo, en carta
fechada el 4 de agosto de 1801, expresaba así su temor ante la presencia de casos de
viruela en la provincia de Soria.
244
Ibídem.
Real Academia Nacional de Medicina, Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols 180182
245
187
González de Castejón escribía a su prima María Soledad Rodríguez de los Ríos y
Lasso de la Vega, Marquesa de Santiago, solicitándole le hiciera llegar "el nuevo
remedio que recorre Europa”246, demostrando estar al corriente de los progresos de la
ciencia. La Marquesa de Santiago recurrió a Luzuriaga haciéndole llegar las
inquietudes de su primo que se convirtió en un miembro más de la red de
correspondientes que iba tejiendo. Un total de siete cartas redactadas por los
marqueses de Vadillo y el médico titular de Soria, José Ubis, dan fe de la
comunicación establecida. Datadas entre el 15 de agosto y el 3 de diciembre de 1801,
permiten conocer las circunstancias que facilitaron las primeras vacunaciones en
Soria.
Luzuriaga contestó de inmediato la carta de González. Éste tampoco se
demoró en darle réplica ya que el 15 de agosto le decía desde Tera:
“La de Vm., he recibido con todo el aprecio y satisfacción que un
sediento cuando le presentan el agua (...) pues que todo su relato me
ha decidido a una con mi mujer a inocular a Dolores con el pus
vacuno, seguirá todo el mundo el ejemplo”247.
Ese mismo día, e imaginamos que adjunta a la correspondencia del Marqués,
se incluye una carta firmada por dos facultativos, Antonio Calan y Joséf Ubis, en ella, y
por requerimiento de la familia se les indica que expongan la condición física de la
niña.
“Por parte de los Señores Marqueses del Vadillo se nos interesa
hagamos presente la naturaleza y genio de la Señorita, su hija, con el
motivo de desear inocularla con el nuevo virus de la Vacuna; en cuya
atención es de suponer dicha Señorita ser de 11 años poco más o
menos, temperamento bilioso, cuerpo grácil bien complexionado con
correspondientes jugos, genio vivaz, fibra rígida y pronta a la
irritabilidad. Desde un año a esta parte es de advertir naturaleza
246
Ibídem.
247
Real Academia Nacional de Medicina, Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols 185187
188
próvida presenta su evacuación menstrual, para la cual preceden los
síntomas de calentura, dolor de cabeza, náuseas, vómitos y algunas
horripilaciones, accidentes a la verdad que comúnmente suelen
observarse en tales circunstancias, o caso, y estos efectivamente
calman presentada la evacuación como sucede en el presente
caso”248.
En el texto muestran su desconocimiento ante la nueva técnica, resaltando que
únicamente tienen práctica con la variolización según la obra de O´Scanlan.
“Y en virtud a que los expresados Señores se hallan determinados con
el fin de aventurar, si cabe, de la nueva culpa original a una hija vida
a la verdad importante por medio de la dicha inoculación de la
Vacuna, careciendo nosotros de toda noticia positiva para el manejo
de dicha operación, y satisfacer a dichos Señores de las dudas que se
les ofrecen hemos de merecer se nos remita una completa instrucción
bien circunstanciada en cuantas partes sea posible y haya ocurrido o
pueda ocurrir”249.
Esta primera carta de González y los facultativos se cruzó en el camino con un
envío que le hacía Luzuriaga remitiéndole los dos primeros cristales con pus vacuno,
como atestigua el propio González en carta de 17 de agosto. En ella indica cómo se
había practicado la primera vacunación en “la hija de uno de estos dos médicos, el
cual parece practicó a la mediación de Vm”250.
Esta prueba inicial no obtuvo, sin embargo, los resultados deseados, como
comunicaba González en una cuarta carta fecha el 29 de agosto. El fracaso se
justificaba en “pues que la primera vacuna que se puso a la hija del médico no le han
248
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna 1802. Signatura 23-4ª biblioteca. Fols.
356-357
249
Ibídem.
250
Real Academia Nacional de Medicina, Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols 189190
189
prendido, y fue la causa sin duda el haberle hecho algo de sangre”251, por lo que se
volvió a repetir la operación
“ayer tarde pusimos el Pus a un niño robusto de la aldea, con todas
las precauciones que para el caso nos tiene Vm. Hechas (...),y por si al
niño de la aldea no le prendieren, suplico a Vm. me haga con vacuno
fresco para ponérselo a la Dolores; y si no valiéremos para hacer
prevalecer tan precioso hallazgo, partiré con mi hija a cualquiera otra
aldea cercana a esa Corte”252.
Luzuriaga ponía un empeño especial en describir con detalle el proceso, lo que
el remitente agradecía:
“Nunca podré pagar a Vm. las finezas que me está dispensando. La
Marquesita, Dolores y yo le damos a Vm. las más vivas gracias, pues
que la suya nos ha sacado de todas dudas y ya no tenemos otra ansia
que verla envacunada”253.
En carta datada el 8 de septiembre, González de Castejón comunicaba el éxito
de la vacunación practicada al niño de la aldea, aunque su alegría no era plena ya que
ahora siente malestar por no haber vacunado con anterioridad a su hija, no debemos
olvidar que el municipio se encontraba amenazado por un brote de viruela, pero ante
la novedoso de la técnica el Marqués hizo que se experimentase en otros niños,
“y ahora no nos pesa otra cosa que el no haber puesto el virus que vm
nos mandó a la niña, pues el muchacho a quien se le aplicó se haya
bueno, y con la satisfacción de haber sufrido un vacuno en el cual no
ha faltado síntoma alguno favorable, ni tampoco se ha presentado
uno adverso. Hay va una relación de los hasta aquí ejecutado, y en
251
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols 193194
252
Ibídem
253
Ibídem
190
medio de mis dudas de sí se habrá errado o no, estoy contento con la
sencillez de la enfermedad”254.
En el escrito se añadían nuevas interrogantes, esta vez orientadas a cuestiones
más técnicas relativas a la conservación del fluido vacuna:
“Dígame Vm., si el virus que manda en un cristal es de un grano o de
diferentes, pues en lo que se halló alguna dificultad aquí fue en cargar
la Lanceta, a pesar de los vacunos que estaban tan grandes como
están grabados en las láminas que trae Hernández”255.
Las palabras de González de Castejón, revelaban un deseo de instruirse
orientado no sólo a preservar de la enfermedad a su hija, sino también encaminado a
conservar la vacuna. Destaca asimismo su puesta al día sobre los últimos
conocimientos científicos en la materia al hacer mención a la obra publicada en el
mes de agosto Origen, descubrimiento y progresos de la vaccina, traducido del francés
por el Doctor D. Pedro Hernández256. Este texto que obtuvo una gran repercusión
tanto en la península como en las colonias (fue reeditado en tres ocasiones) estaba
compuesto como un manual que describía de modo sencillo la operación vacunal,
aseverando el autor que la podían practicar los mismos padres “con una simple aguja,
porque ni su aplicación sobre la piel causa espanto ni miedo alguno a los niños”257.
Superadas las barreras iniciales y recibidas las instrucciones, González hizo
vacunar a su hija Dolores, como relataba a Luzuriaga el 18 de septiembre, sexta carta
de la serie. El Marqués no se ciñó a procurar la vacuna a su hija, también la conservó
y propagó en su entorno. En el texto que recogía la operación de su hija así lo
reflejaba.
“la niña y los otros tres que se envacunaron han pasado su vacuno
conforme Vm., nos lo tenía anunciado; los dos de ellos nada de
254
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols 197198
255
Ibídem
256
Literatura. Diario de Madrid. Núm. 232. Jueves 20 de Agosto de 1801
257
Cf. Hernández P. 1801
191
particular se ha notado; en la Dolores que tiene sus cinco vacunos
solo se le advirtió en el nueve que las areolas tomaron más grandón
que lo regular, y al diez después de haber inoculado solo de ella siete
niños tomaron más fuerza las areolas y los bracitos se le hincharon
hasta el codo. La noche del 11 y todo el día 12 ha estado arrojando
muchísimo fluido. Hoy, que ha entrado en el 13, los brazos se le han
deshinchado y lo mismo el color de las areolas; esto yo solo lo
atribuyo a la complexión ardiente y mucha disposición de la
naturaleza; tienen ya formada su costra, y mañana nos vamos a
Soria, pues quiere ver la feria que hay en ella; el otro niño que al
séptimo se reventó enredando los vacunos se le observaron por todo
el cuerpo muchas manchas, su calenturita viva, que todo desapareció
en horas; luego volviere le a notar inflamación en ojos, labios y cara
hacia el octavo día, que también desapareció pronto.
La Marquesita y vacunada desde Soria tributarán a Vm., su
reconocimiento. Yo no hallo voces para decirle cuán grande peso me
ha quitado de encima, y porque su beneficio de Vm. llegue a todos he
puesto niños vacunados en tres lugares grandes de esta tierra, y en
Soria nueve, y no se envacunaron más porque como Hernández dice,
que donde se pique, no se vuelva a tomar más fluido, temíamos que
solo cargar la lanceta para una incisión de aquel sitio, a pesar que de
cada picadura salía fluido para un niño, más por la de Vm., nos abre
los ojos y regirá en lo sucesivo, pues las tengo que manifestar por los
deseos que todos tienen de verlas para su gobierno y yo lo hago con
mucho gusto (...). Tenemos el gusto de que la vacuna de la Dolores
no le ha faltado una señal de verdadera, pues han dado todos los
movimientos que dicen los escritores, pues hasta la calentura del
nueve, fue de la misma clase que la pintan. Ella alegre y jugando se a
192
precavido de la mortal epidemia, y todo lo debe a mi favorecedor
Luzuriaga258.
La mayor parte de la información sobre los progresos de las vacunaciones son
aportadas por Josef Ubis, médico titular de Soria. Este facultativo, quien
anteriormente describió la comprensión de la marquesita, tomó el relevo en las
comunicaciones con Luzuriaga. A pesar de ello, la figura de González de Castejón
seguirá presente en los escritos del médico, que se refiere a él como promotor de la
vacuna en carta de 27 de octubre,
“con arreglo al sumo celo que Vm., se ha servido comunicar a el Señor
Marqués del Vadillo, su amigo, los muchos y buenos progresos sobre
la vacuna, deseoso dicho Señor Marqués corresponder con iguales
deseos a Vm., sabrá por su parte cómo en esta Ciudad se han
vacunado más de doscientos a lo que seguirán a imitación del dicho
Señor Marqués como primer móvil, a más de la continuación de su
mucho celo, y en tanto grado, que no solo en la Ciudad, sino que el
pus lo ha propagado en todas las inmediaciones y fuera de ellas (…).
Los pueblos a donde se ha remitido vacuno, a más de los que contiene
esta serranía son los siguientes, Pamplona, Berlanga, Santa Cecilia y
Tudela”259.
Como puede observarse, González de Castejón, llevó su afán por difundir la
vacuna a las tierras vecinas de Navarra, de donde era natural. Un dato relevante, ya
que coincide con el periodo en el que se estaban iniciando las primeras vacunaciones
en dicha provincia260.
258
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols 201203
259
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols 240244
260
Véase Viñes JJ. Las vacunaciones antivariólicas en Navarra (España) entre septiembre y noviembre de
1801. An. Sist. Navar. 2004;27:359-371.
193
Ubis asocia a la sencillez de la técnica, como recogía la obra Hernández261, el éxito de
la difusión, concluyendo en el mismo escrito que:
“está tan propagada la vacuna y tan bien admitida que en dos casas
de campo de dicho Señor Marqués, los padres han inoculado a sus
hijos sin más instrumento que una simple aguja de su mujer, por cuya
causa no me queda duda que al discurso de poco tiempo no habrá a
quien vacunar en este País”262.
Estas aportaciones, difundidas por Luzuriaga entre sus afines provacunistas,
fueron utilizadas por el cirujano de los Reales Hospitales General y Pasión, Juan de
Azaola, en un aserto publicado por el Diario de Madrid el lunes 23 de noviembre de
1801263. Con el fin de reforzar el método preventivo ante las voces que cuestionaban
sus virtudes, Azaola recurrió a datos sobre las vacunaciones practicadas en toda la
península y sus excelentes resultados, citando en el caso particular de Soria la misma
cantidad de doscientas operaciones.
Todas las partes obtuvieron beneficio. Por el lado de Luzuriaga, reforzaba su
prestigio como difusor de la vacuna y obtenía de información sobre los resultados,
contribuyendo estos datos a la obra que preparaba. En su Informe imparcial…264,
recurre a esta correspondencia para mostrar la seguridad y eficacia de la vacuna, así
como para describir el curso de las vacunaciones y de sus posibles síntomas.
Por parte de los remitentes, los marqueses de Vadillo y el médico Josef Ubis,
las instrucciones y la linfa vacuna recibida sirvieron para prevenir la enfermedad
entre sus seres más queridos y extenderla además por tierras sorianas y navarras.
Había también una nueva posibilidad profesional que se abría al médico por cuanto la
261
Cf. Hernández. 1801.
262
Cf. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols 209-212
263
Señor Diarista. Diario de Madrid. Núm. 327. Lunes 23 de Noviembre de 1801.
264
Informe imparcial sobre el preservativo de las viruelas descubierto por el Dr. Eduardo Jenner, de la
Real Sociedad de Ciencias y Artes y de las sociedades médicas de Londres, Médico de Cámara de S.M.
Británica etc. Véase: RANM, Papeles sobre la vacuna 1802, 23-4ª Biblioteca, fols. 1-48.
194
extensión de la vacunación podía producirle un beneficio económico al aceptar el
ofrecimiento de Luzuriaga, como se lee en la carta de 3 de diciembre de 1801,
“Amigo y Señor Don Ignacio (…) he quedado muy contento, y mucho
más con la satisfacción que vmd me propone a que si quiero ganar
dinero el que la natural vacuna no pega en los legítimamente
vacunados: lo que a el Señor Marqués del Vadillo le ha servido de la
mayor satisfacción, que ha visto la de vmd”265.
Ambas partes confluían en un interés general, la necesidad de prodigar las
vacunaciones, amparados en argumentos filantrópicos referidos al bien de la
humanidad y aludiendo a la modernidad y beneficios que reportaría el aumento de
una población sana para las naciones.
Las inquietudes de esta familia por preservar a su descendencia contra la
viruela dieron lugar a las primeras vacunaciones en tierras sorianas, un proceso que
guarda similitud con otros ocurridos en distintos lugares del país en los albores de la
vacunación.
La correspondencia de los sanitarios
El grueso epistolario se encuentra constituido por los escritos remitidos por
personal vinculado a la sanidad. Entre médicos, cirujanos y sangradores se distinguen
un total de 83 cartas distribuidas no sólo a lo largo de diferentes puntos geográficos
de la península (73 cartas), también del exterior de nuestras fronteras, desde París (7
cartas), Portugal (2 cartas) y La Habana (1 carta) (Tabla 12).
La temática de las misma es muy variada, pero siempre centrada en los
aspectos técnicos de la vacuna, su adquisición, instrucción a la hora de practicar la
operación y los resultados obtenidos tras su aplicación, ésta última cuestión a
petición del propio Luzuriaga.
265
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 19, fol. 83
195
Relevantes nombres vinculados a la Salud Pública de la época aparecen
solicitándole el preciado fluido entre la abultada correspondencia, un ejemplo lo
constituye el médico natural de Lucena (Córdoba), Juan Manuel de Aréjula y Burgos
(1755-1830)266, quien el 4 de agosto de 1801 le solicita material vacuno a Luzuriaga
para poder practicar varias operaciones.
“Tengo empeño en vacinar unos niños de un amigo, deseo un poco de
pus, y si puede ser, sin perder correo, aunque sea poco; y luego me
enviará Vmd., más, si hay”267.
266
Médico nacido en Lucena el 25 de junio de 1755 hijo de Juan Francisco de Aréjula y Burgos, militar de
paso en la localidad como parte del Regimiento de Dragones de Edimburgo. En 1772 Juan de Aréjula
inicia estudios de Cirujano Naval en Cádiz y en 1775 participa en el ataque contra Argel con desenlace
negativo para las tropas españolas.
Una vez concluidos sus estudios en 1776 sirve en varias fragatas de la Marina española como cirujano, y
en 1784 es destinado a París para estudiar junto a un importante científico francés: Antoine François de
Fourcroy. Su labor en la capital gala le hacer ser reconocido como un gran científico y, a su vuelta en
1791, se le nombra ayudante de Cirujano Mayor y se le asigna la cátedra de Química del Colegio de
Cirugía de Cádiz.
Son nueve los años que dedica a la enseñanza, propagando teorías científicas, médicas y bioquímicas
innovadoras provenientes de su estancia en Francia. Estas ideas francesas, unidas a varios
enfrentamientos contra las autoridades el último de los cuales se debió a una acusación de mala praxis
en la atención a un militar que falleció, motivan a Aréjula a abandonar el Colegio, dedicando los
primeros años del siglo XIX a recorrer Andalucía durante la epidemia de peste amarilla, pasando por
varios pueblos de la provincia de Córdoba como Montilla, Espejo, Lucena o La Rambla. En 1801 es uno
de los promotores de la campaña de vacunación contra la viruela en Cádiz, en 1804 el rey Carlos IV lo
nombra médico de su Real Cámara y en 1805 es designado Vicedirector del Colegio de Cirugía de Cádiz,
puesto desde el que se enfrenta al Director solicitando más competencias. Esta confrontación hace que
sea dado de lado y destinado al Ejército, con el que participó en la batalla de Bailén.
Durante el periodo absolutista Aréjula desarrolla una gran actividad política de oposición al régimen y
exige el retorno de las leyes aprobadas en 1812. Después del levantamiento de Riego, durante el Trienio
Liberal, Aréjula forma parte de la Dirección General de Estudios en su área de Medicina, siendo su
principal aportación la unificación en una sola enseñanza de las ramas de Medicina, Cirugía y Farmacia.
La vuelta en 1823 al poder del absolutismo con Fernando VII le obliga a exiliarse a Londres, donde
fallece en 16 de noviembre de 1830. Véase Carrillo JL. Juan Manuel de la Arejula (1755-1830): estudio
sobre la fiebre amarilla. Ministerio de Sanidad y Consumo; 1986.
267
Real Academia Nacional de Medicina, Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fol. 171
196
Tabla 12. Correspondencia entre Luzuriaga y profesionales sanitarios
1* RANM, Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols. 1-386
2* RANM, Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 19, fols. 1-255
3* RANM, Papeles sobre la Vacuna 1802, 23-4ª Biblioteca, fols. 1-527
Días más tarde, el 25 de agosto, le devuelve la correspondencia agradeciéndole
la vacuna recibida y resalta el prestigio que dispone Luzuriaga, concluyendo con una
breve descripción del estado en el que se encuentran las vacunaciones practicadas
197
hasta el momento. Aréjula incluye en el texto las dificultades que ha tenido para
obtener la vacuna desde Barcelona.
“Mi estimado amigo: recibí, aprecié y doy a Vmd., mil gracias por el
vacuno, que remití a mi compañero Padilla luego que lo recibí para
que lo extienda por Ximena o por donde está (...).Yo había vacunado
dos, pero no tuvieron efecto el uno hasta el 11 y el otro hasta el
duodécimo día; luego que tuve esta materia inoculé, o mejor, vacuné
10 más, y con estos tengo en la actualidad unos 60 vacunados, todos
con sus viruelas hermosas. Ya he visto, y lo sabía antes, que Vm., era
el Inoculador grande de esa; aquí han hecho lo posible los catalanes
porque yo no tuviera virus, y les ha salido el sueño del gato, por esto
también me precipité en pedírselo a Vm., y se lo encargué igualmente
a Neira, mas ya no es preciso, y tengo para dar a todo el mundo”268.
Así es, posiblemente movido ante las dificultades por conseguir fluido vacuno,
le solicitó al mismo tiempo que a Luzuriaga, al médico de Cámara Francisco Neyra
Castro269, facultativo que contactará con Luzuriaga el 20 de agosto, en una muestra
del prestigio del secretario de la Académica en lo concerniente a la distribución de la
vacuna.
“Compañero y Amigo: Don Juan de Aréjula, a quien Vmd., conoce, me
pide le procure una porcioncita del VACINO. Yo recibí alguno de París
tiempo, pero le envié a Santiago (no creo que hicieran allí uso de él) y
no puedo complacer a este Amigo y benemérito Profesor, si Vmd no
tiene la bondad de dármelo, como le tengo contestado al mismo
268
Real Academia Nacional de Medicina, Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols.
173-174.
269
Natural de San Miguel de Orbaza, en Lugo, hijo de D. Andrés de Neyra y de Dª Cecilia de Castro. El 19
de enero de 1797 recibió los honores de médico de Cámara como Catedrático del Real Estudio de
Medicina de Madrid. Ostento el cargo de examinador perpetuo del Protomedicato de 1801 a 1804.
Falleció soltero a los 58 años el 2 de diciembre de 1809. Testó el 30 de noviembre de ese mismo año
ante Custio. Véase Campos Diez MS. El Real Tribunal del Protomedicato Castellano (siglos XIV-XIX).
Cuenca; Ediciones de la Universidad de Castilla–La Mancha; 1999.
198
interesado. Me vería con Vmd., para saber si Aréjula e yo le
merecemos esta gracia”270.
Entre las personalidades sanitarias destacadas que contactan con Luzuriaga
queremos destacar a Francisco Xavier Balmis y Berenguer, nombre que ha pasado a la
posteridad vinculado a la vacuna contra la viruela, al dirigir la Real Expedición
Filantrópica de la Vacuna (1803-1813), un escrito fechado el 30 de noviembre de
1801 y en el que llama la atención como Balmis no le solicita fluido vacuno, ni indica
ningún tipo de observación practicada hasta el momento, únicamente se limita a
demandarle a Luzuriaga que le ayude a resolver la solicitud de un amigo con deseos
de vacunar a su hija:
“Muy Señor mío y de toda mi estimación: Deseando complacer a un
amigo, que sigue la Corte, en el encargo, que con esta fecha me hace,
para que con la posible brevedad proporcione la inoculación de la
vacuna e una hija que tiene a pupilo en Madrid, me tomo la libertad
de molestarle a fin de que, en el caso de tener en día algún inoculado,
con síntomas bien característicos de la verdadera vacuna, se sirva
avisármelo, como también el día en que esté en sazón el pus para ser
ingerido y la hora y sitio en que deberé asistir con la citada niña.
Espero que su amor a la humanidad y el deseo del adelantamiento de
los útiles descubrimientos, me sepa disimular esta incomodidad que
puede causarle su más atento seguro servidor que su mano besa”271.
El compromiso debía ser mayúsculo ya que concluye el texto indicando a
Luzuriaga que:
“si por desgracia no tuviese Vm., ningún vacunado en el día en
estado de poderse trasmitir su materia, le suplico me dirija a otro
amigo que nos proporcione este beneficio”272.
270
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fol. 319
271
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 19, fols.
147-148.
272
Ibídem
199
Otros ejemplos de facultativos que solicitan instrucción y fluido vacuno para
iniciar las vacunaciones en sus lugares de destino lo constituyen nombres como el
Decano y Catedrático de Prima de Medicina de Valladolid, Félix Martínez López273,
quien por medio de un escrito fechado el 20 de septiembre de 1801 indica que:
“Muy Señor mío: Habiendo tenido noticia por un amigo de que Vmd.,
se había ofrecido generosamente a franquearme un poco del virus
epizotiquo, o sea vaccinico, para que en esta ciudad hiciese los
ensayos correspondientes, a fin de propagar entre mis compatriotas
los saludables efectos de tan prodigioso hallazgo, espero que Vmd., si
tuviese proporción, entregará a dador de esta, la cantidad de dicho
virus que le parezca conveniente, quedando a mi cuidado darle aviso
del resultado de las operaciones que me prometo hacer en obsequio
de la humanidad.
Perdone vmd la satisfacción que me tomo en molestarle, sobre un
objeto que juzgo no le desagradaría, cuando contempló lo muy
interesado que se halla en beneficio de la salud pública”274.
Comprometiéndose, como observamos, el propio facultativo a remitirle todas
sus observaciones.
273
Miembro de la Academia Médica de Valladolid, de la que fue expulsado por perder el respeto a un
compañero. Véase Torremocha Hernández M. La formación médica en el Siglo de las Luces: La Academia
de medicina de Valladolid (1731-1836). Investigación histórica. Época moderna y contemporánea.
1987;7: 43-80; También formó parte de la Academia de Cirugía de la misma ciudad, como vicepresidente en 1790, presento una disertación sobre la electricidad y sus virtudes en la curación de varias
especies de enfermedades, habiendo presentado un enfermo a quien por medio de la máquina eléctrica
curó perfectamente este año de una perlesía que totalmente le había privado del movimiento de la
mandíbula derecha, de la vista en el ojo correspondiente y del oído. Logrando en el plazo de un mes de
electrización restablecerse y en el día continua sano. Esta noticia, nos muestra cómo se encuentra al
tanto de todos los avances médicos producidos en las renovadas ciencias médicas ilustradas, la
electroterapia recién incorporada por Volta es un ejemplo. Véase Martínez González L. La Medicina
como noticia en España. La Gaceta de Madrid 1788-1808. Valladolid: Tesis doctoral, Universidad de
Valladolid; 2003
274
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols.
141-142
200
Luzuriaga contestó de forma apresurada, ya que el propio Félix Martínez en
contestación del 7 de octubre le indica al secretario que recibió los cristales enviados,
pero desafortunadamente al abrir el correo uno de ellos se encontraba estropeado.
“Con fecha de 24 del próximo pasado recibí la apreciable de Vmd.,
con dos cristales del fluido vacuno, pero por desgracia se rompió uno
de ellos al tiempo de sellar la carta en el Correo, por cuyo motivo no
he podido invacunar más que a dos niños, y siento no poder repetir la
operación (si acaso no prende) por falta de virus”275, por ello le vuelve
a solicitar una nueva remesa indicando a Luzuriaga que “a vuelta de
correo, poniendo para que no suceda igual desgracia el sobrescrito en
esta forma:
Correos A Don Ángel Pedro Rebollo, Oficial de la
Administración General, de Valladolid. De este modo no sellarán la
cara, ni se puede extraviar”276,
De este modo, le indicaba el facultativo vallisoletano, “lograré la satisfacción
de realizar ideas tan benéficas al bien público”277.
En el mismo texto le comunicaba a Luzuriaga que las primeras vacunaciones
practicadas en Valladolid han sido realizadas en los hijos del “Catedrático de Prima de
Leyes de esta Real Universidad, sujeto de talentos superiores y despreocupados. De las
resultas daré aviso a Vmd., solicitando también sus instrucciones, si me ocurriese
alguna duda sobre el particular”278.
Luzuriaga, como ante otras solicitudes, no demoró el correo y le volvió a enviar
dos cristales con fluido vacuno que recibió tan sólo doce días después de la petición.
Feliz Martínez así se lo reconoce en una nueva carta fechada el 19 de noviembre, en
275
Real Academia Nacional de Madrid. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols. 145147
276
Ibídem
277
Ibídem
278
Ibídem
201
ella le indicaba que “no he podido contestar anticipadamente por haber estado
indispuesto con una fiebre catarral”279.
Ya recuperado, continua relatando las observaciones practicadas en las nuevas
vacunaciones, entre las que cita a Andrés Gallego, médico del cabildo.
“Participo a vmd como habiendo inoculado a un niño de 20 meses con
dicho virus vacuno, prendió en él a las primeras incisiones, habiendo
seguido los granos el curso regular, sin indisposición alguna del
vacunado; antes bien, se ha robustecido más después de haber
pasado los trámites de la inserción. Posteriormente se han vacunado
otros seis muchachos de diversas edades con igual suceso; y
actualmente se acaba de vacunar un compañero mío, médico del
Cabildo de esta Santa Iglesia, que no había padecido las viruelas
naturales. Ayer le vi; hace ocho días que había sufrido las incisiones, y
ya tiene indicio de estar envacunado”280.
Meses más tarde, el 13 junio de 1802, Martínez le ampliaba la información con
datos más fidedignos e incluso, le indicaba como en Valladolid habían practicado la
contraprueba en las vacunaciones realizadas, sin duda un argumento más, en apoyo a
la difusión de la medida preventiva frente a las voces de sus opositores.
“Se han continuado aquí las inoculaciones con feliz suceso, y pasan ya
de quinientos los que se han vacunado sin la menor novedad. Para
disipar los vanos recelos que algunos enemigos de este precioso
descubrimiento habían infundido en la población de que la vacuna no
preservaba de las viruelas se hizo la contraprueba con toda
solemnidad a presencia de 30 testigos de excepción en 4 municipios
que habían sido vacunados en el Diciembre último. Esta tentativa se
ejecutó en 8 del próximo pasado; no tuvieron la menor novedad, ni
indicios de ser infectados de las viruelas legítimas que tenía el niño de
279
Real Academia Nacional de Madrid. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. Gobierno, 18, fols. 383385
280
Ibídem
202
cuyo cuerpo se sacó el virus para las contrapruebas. Con esta
demostración las gentes se entregan ya con mayor confianza”281.
La correspondencia entre el Catedrático de Medicina, Félix Martínez, y Luzuriaga
ejemplifican las inquietudes de los sanitarios por introducir la vacuna en su entorno
laboral, sin duda, una acción que les reportaría cierto prestigio profesional, y por la
cual existe cierta discrepancia por dilucidar quién fue el verdadero introductor de las
vacunaciones en la provincia vallisoletana. En este sentido, el profesor de Cirugía
Lucas Dueñas, contactó con el propio Luzuriaga por medio de una carta fechada el 27
de junio de 1802, con la finalidad aclaratoria de que fue él el que inició las
vacunaciones.
“Muy Señor mío; aunque no tengo el honor de conocer a V., más que
por algunos escritos en que le hallo citado con el mayor honor, y por
diversas noticias que me han dado muchas personas que le han
conocido y tratado, me he resuelto a dirigir a V., estas cuatro líneas, y
con ellas un papelito que he puesto con motivo de haber sido yo el
primero que con suceso inoculé con virus vacuno en esta ciudad”282.
El cirujano remarcó que contó con el apoyo de la “autoridad del Doctor Félix
Martínez y el médico del cabildo la ha extendido y propagado con la mayor felicidad
en esta y sus contornos”283.
Una información que se ratificó en una crónica de prensa publicada por la Gaceta
de Madrid el 10 de agosto de ese mismo año, noticia que proporciona unos datos
respecto al número de vacunados e incluso enunciando la práctica de la
contraprueba, similares a la información similar a la transmitida por Félix Martínez al
propio Luzuriaga.
281
Véase Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 19.
fols. 97-99.
282
Véase Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 19,
fols. 93-94
283
Ibídem
203
“Desde el mes de Octubre del año último ha vacuna D. Lucas Dueñas,
Cirujano titular de este Real Hospital de Sta. María de Esgueva, más
de 600 niños y personas de ambos sexos y de todas edades, así de
esta ciudad como de los lugares inmediatos. Un número crecido de
los vacunados estuvieron luego expuestos al contagio de las viruelas,
no menos aquí que en la villa de Mojados y Mucientes, con otros 4 se
hicieron contrapruebas el 6 de mayo a presencia de un crecido
concurso, y ninguno de los primeros, ni de los segundos contrajo las
naturales (...), de todo lo cual hay aquí muchos testigos, entre ellos D.
Félix Martínez López, Catedrático de prima de medicina, que es el que
ha promovido y presenciado la nueva inoculación, por la cual ha
defendido conclusiones en esta unidad; y D. Andrés Gallego, Médico
del Cabildo, que después de experimentarla en sí mismo, ha excitado
y dirigido a muchos para que la practicasen”284.
Unas ligeras discrepancias por ser reconocido como el pionero en introducir la
vacuna en Valladolid que han trascendido hasta nuestros días. Para algunas autores
coetáneos ese merito recaía en el profesor de cirugía Lucas Dueñas, como se recoge
en la traducción de la obra de Foderé en 1802.
“Noticias de varios pueblos de España en que se ha ejecutado la
inoculación,
de
los
profesores
que
han
propagado
este
descubrimiento, y del número de personas vacunadas. [...] En
Valladolid: D. Lucas Dueñas, profesor de Cirugía, más de
seiscientos”285.
Otros textos contemporáneos recogen de igual modo la misma información286,
mientras que otras fuentes consultadas resaltan, al igual que para Luzuriaga, como el
284
Valladolid 13 de julio. Gaceta de Madrid. 10 de Agosto de 1802
285
Véase Foderé FM. Las leyes ilustradas por las ciencias físicas, o tratado de Medicina Legal y de
Higiene Pública. Madrid: Imprenta Rea; 1802
286
Vease Rodríguez García S. VI Centenario de la Facultad de Medicina. Universidad de Valladolid 14042006. Valladolid: Junta de Castilla y León, Consejería de Educación; 2006.
204
introductor de la vacuna fue el Catedrático Felíx Martínez287, una idea que se ve
reforzada con la carta enviada por éste último demandando fluido vacuna al
secretario de la academia el mes de septiembre de 1801, y que como ya hemos
tratado permitieron desarrollar la primeras vacunaciones días después en Valladolid,
durante el mes de octubre.
Continuando con el análisis del contenido de la correspondencia, debemos
también destacar dos cartas remitas por el médico catalán Vicente Mitjavila y Fisonell
(1759-1805)288, facultativo que contó con un papel destacado no sólo en la
introducción del novedoso método jenneriano, también en la defensa de la
inoculación. En ambos textos, fechados el 19 de agosto el primer escrito y el 28 de
octubre de 1801 el segundo, se relata el estado de las vacunaciones existente en
Barcelona y Cataluña, tras solicitarle dicha información el Real Protomedicato.
Aprovechando dicho informe, Mitjavila conocedor del interés de Luzuriaga por la
materia, le remite una muestra de los datos obtenidos, en un ejemplo de traspaso de
conocimientos.
En el último escrito fecha el 28 de octubre se recogen las inoculaciones y
vacunaciones de los cirujanos Nadal y Vilella practicadas hasta el 1 de mayo de 1801.
“Amigo y muy Señor mío: con motivo de haber de informar a ese Real
Protomedicato lo que haya observado en esta Ciudad y Principado de
Cataluña sobre los sucesos prósperos y adversos de la vacunación,
según me pide con oficio de 17 de los actuales, un médico fidedigno y
287
Cf. Olagüe de Ros , Astrain Gallart . 1994. pp. 315
288
Vicente Mitjavila y Fisonell nació en Barcelona en torno a 1759, ciudad en la que murió en 1805. Tras
doctorarse en medicina en la Universidad de Cervera, fue médico del Hospital de Santa Cruz de
Barcelona y ocupó junto con el Dr. Salva y Campillo, una de las dos cátedras de Clínica creadas por la
Académica de Medicina Práctica que se había fundado en Barcelona en 1770. Destaca como introductor
en España de las doctrinas de Jhon Brown, a través de traducciones y comentarios de las obras de
Weikard, como uno de los iniciados del periodismo médico, mediante la creación de tres revistas a
principios del siglo XIX; y como, y éste es el aspecto que más nos interesa subrayar aquí, higienista
público, preocupado por la salud de los pueblos y por los medios de deben adoptarse para lograrla y
favorecerla. En esta faceta deben encuadrarse sus trabajos sobre la higiene del matrimonio, sobre los
cuidados del embarazo y del parto, sobre los medios para evitar la elevada mortalidad infantil, sobre
intoxicaciones por el plomo contenido en alimentos y medicamentos, y como no, también sobre la
vacuna antivariólica. Véase López Gómez JM. Contribución al conocimiento de los inicios de la
vacunación antivariólica en Cataluña. Gimbernat: Revista catalana d´historia de la medicina i de la
ciencia. 1989;12:167-177.
205
muy acreditado en esta Ciudad, amigo mío y del Dr. Salvá, me ha
proporcionado los siguientes datos que literalmente transcribo, y
remito con esta fecha a ese Protomedicato quedándome la nota
original.
Datos Individuales de los Sres. Cirujanos inoculadores hasta el día 1
de mayo de 1801
Del Señor Nadal
Inoculados de viruelas
183
Del Señor Vilella
Inoculados de viruelas
275
Total
458
Del Señor Nadal
Vacunados
220
Del Señor Vilella
Vacunados
66
Total
286”289.
El contenido de la correspondencia nos permite comprobar cómo coexistieron
ambas técnicas, inoculación y vacunación, durante el proceso de implementación de
ésta última. Lo cual es algo lógico ante una medida de la que únicamente se tenían
buenas referencias procedentes de las vacunaciones practicadas en el exterior de
nuestras fronteras. Otro apunte significativo lo constituye el volumen de vacunados,
un total de 286 operaciones, y qué aunque un facultativo mostrase una mayor
predisposición que el otro, el número resultante tan sólo cinco meses después de que
Piguillem realizase las primeras vacunaciones, sin duda, es una muestra clara de la
influencia ejercida en la implementación de la variolización durante la segunda mitad
del siglo XVIII que permitió la temprana adaptación de la vacuna jenneriana.
Pero de entre todos los sanitarios que configuran el abultado epistolario
conservado por Luzuriaga, será Ignacio Jáuregui quien ocupa un papel destacado no
sólo por el volumen de la correspondencia mantenida con el secretario de la
289
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 19, fols.
129-131
206
Academia, esencialmente, por ser una de la figuras claves en la introducción de la
vacuna en los círculos cortesanos y burgueses de la capital del reino.
El notorio papel de Ignacio Jáuregui
El médico de cámara, Ignacio Jáuregui, tuvo un papel destacado dentro del
fondo documental, de hecho, es de quien Luzuriaga conserva la mayor
correspondencia, con un total de 24 cartas. De todas ellas, sólo la fechada el 16 de
agosto de 1801 que corresponde a las inquietudes de una madre, Paula Bordó, para
que le resolviera ciertas inquietudes surgidas tras la vacunación de sus dos hijos. Las
23 restantes datadas entre mayo y diciembre de ese mismo año de 1801 tienen un
único destinatario, el propio Luzuriaga.
Jáuregui no obtuvo los honores de médico de cámara hasta el año de 1807, y
es el 1 de junio de 1814 cuando es nombrado primer médico de Cámara. Hasta ese
momento y para el año que centra toda la correspondencia el facultativo ostentaba el
cargo de médico honorario de la Real familia de Su Majestad290.
La correspondencia conservada es unidireccional, al disponer únicamente de
las cartas emitidas por Jáuregui. El análisis de ellas nos permite observar como el
papel de Jáuregui no se ciñó exclusivamente a la introducción de la vacuna en
Aranjuez. Jáuregui constituyó un punto de conexión entre el poder político y la
información correspondiente a los avances experimentados con la vacuna por parte
de Luzuriaga, y en un terreno más personal, Jáuregui actuó como la persona de apoyo
y de confianza del secretario de la Academia a la hora de elaborar los informes que se
solicitaban al propio Luzuriaga, tanto desde las propias entidades gubernativas de la
corona como de instituciones sanitarias del exterior relativos a los logros obtenidos
con las vacunaciones.
En un primer momento el tono de las cartas muestra cierta euforia por
compartir informaciones sobre la vacuna. Jáuregui va narrando las primeras
vacunaciones que practica en el Real Sitio de Aranjuez y sus deseos de difundirlo
290
Guía de litigantes y pretendientes del año 1802
207
conjuntamente con Luzuriaga. Una correspondencia que nos permiten relatar con
más detalle el inicio de la técnica tanto en la Corte como en su capital.
Así relató Jauregui a Luzuriaga la primera experiencia de las vacunaciones
exitosas prácticas con el fluido vacuno enviado desde París por el Sr. Castillo,
Secretario de embajada, quién aprovechando un correo extraordinario remitió:
“el virus vacuna recientemente extraído, encerrado entre dos láminas
de cristal enlodadas con cera para impedir el contacto del aire
atmosférico y precaver toda neutralización. Desleído este virus con
una gota de agua destilada se inoculó el día 22 de abril del presente
año de 1801 en el Real Sitio de Aranjuez Doña María Conrote, de
edad de 9 años, hija de Don Carlos. Se hicieron cinco picaduras, muy
superficiales en la porción carnosa del bíceps del brazo derecho: las
cuatro incisiones se secaron a las 24 horas: la quinta presentó a las 48
una pequeña elevación rubicunda. Al fin del día 5º se manifestó un
botón con depresión en el centro y rubicundez en toda su
circunferencia. Hacia el fin del 7º se dilató y elevó el grano
presentando una ampolla que contenía una materia muy limpia y
trasparente, algo inclinado al color plateado. En esta época la
depresión fue ya más notable, y la rubicundez de la circunferencia
más viva. A principios del 9º se presentó una inflamación de algo más
de una pulgada de extensión con rubicundez, tensión y pequeña
elevación. Este mismo día, el 10 y el 11 tuvieron la inoculada una
alteración de pulso, bostezos y una tensión ligeramente molesta o
dolorosa en el brazo o axila derecha. Al fin del 11 desaparecieron
estos síntomas: la rubicundez de la inflamación que circuía al grano
se disminuyó mucho, y la materia contenida en este adquirió una
consistencia mayor y un color amarillo. Desde este estado pasó al de
la costra negra hacia el 13, y esta se desprendió después del 30,
dejando en la parte que ocupaba una cicatriz muy parecida a la de un
grano de viruela natural. La enferma comió con más apetito y durmió
208
con más tranquilidad en la época de la inoculación que antes de ella,
y en el día está perfectamente buena. En el día 9 de esta vacunada se
inocularon de brazo a brazo Jacinto, de edad de 6 años, y Juan de 5,
hermanos de la primera. En este se hicieron cuatro picaduras, y en
aquel cinco. En ambos presentaron a las 24 horas todas las incisiones
la elevación rubicunda. La marcha de la inoculación en estos dos
pacientes fue igual a la de la primera, con sola la diferencia de que
Juan tuvo calentura, tendencia a la convulsión por la grande
irritabilidad de su temperamento. Estos inoculados se hallan
perfectamente buenos y robustos con la ventaja de que Jacinto, que
frecuentemente padecía recaída de tercianas, no ha experimentado
alguna después de la inoculación. El día 9 de la vacunación de estos
dos últimos, se inocularon una hija del Señor Don Luis de Onís, Oficial
de la Primera Secretaría de Estado, y otra del Señor Don Francisco
Campuzano, de la de Marina. En la de este se hicieron cuatro
picaduras, y otras 4 en la de aquel. A las 24 horas presentaron todas
las incisiones la pequeña elevación rubicunda. Este resultado
observado en los cuatro inoculados de brazo a brazo hace pensar: 1º,
que la inoculación hecha en estos términos es más segura que la que
se hace trasladando el virus a alguna distancia, y 2º que el día 9 de la
vacunación es el más oportuno para inocular. Estas dos siguieron las
épocas de la enfermedad con los mismos síntomas que la primera
inoculada.
Advertencia
La hija del Señor Onís, después de haber pasado la ligera alteración
del pulso, y demás accidentes, que se presentan desde principios del
día 9 hasta últimos del 11, fue atacada el 13 de una terciana doble,
bien caracterizada con todos los síntomas de tal, y con una
complicación verminosa. Esta enfermedad ha padecido varias veces.
Estas tensiones se curaron fácilmente con quina.
209
Al extraer el virus para nuevas inoculaciones, se picó casualmente uno
de los granos hasta el grado de haber brotado una gota de sangre de
su centro. Este estímulo sobre una parte muy sensible, y la alteración
general de la naturaleza por la terciana, produjeron sobre la parte
inoculada una irritación notable. La axila izquierda volvió a padecer
aquel dolor y tensión propios de los días 9, 10 y 11 de la vacunación,
pero en un grado que llegó a formar una ligera inflamación y
supuración.
A pesar de estos desagradables incidentes, que no tienen la más
ligera relación con la vacunación, la enferma curó perfectamente y
está mejor que antes de la inoculación.
Ninguno de los que han subscrito a esta operación ha padecido la
menor incomodidad hasta el día 8º, a excepción de un picor o
comezón en la areola de los granos, o en varias partes del brazo
inoculado. Ninguno de los inoculados ha tenido precisión de hacer
cama”291
Por medio de otro correo, Jáuregui indica a Luzuriaga el 17 de mayo que:
“estaba esperando el éxito de la niña del Señor Onís y el del Señor
Campuzano, para comunicar a Vmd., su resultado, y el de otros tres
que han salido con toda felicidad de la inoculación vacuna. La marcha
que ha seguido la enfermedad insertada, ha sido exactamente la que
describe una instrucción que tengo de París, de donde me remitieron
el fluido para hacer la primera operación, las otras cuatro se han
hecho de brazo a brazo, que es el modo más seguro”292.
291
Véase Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 27-30
292
Véase Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 63-64
210
Añadiendo que aún no disponía de fluido fresco para poder remitírselo, que
calcula sería entre el “martes y miércoles”293, y de este modo poder “generalizar esta
operación tan interesante a la humanidad”294.
El miércoles día 20, el propio Luis Onis contactó con Luzuriaga: “adjunta carta de
nuestro común amigo Jáuregui, que contiene la vacuna tomada esta mañana a las
nueve en punto de mi propia hija”295, dejando muy claro cuál había sido su propio
papel en un acontecimiento tan trascendental,
“cuando yo hice venir la vacina de París, estaba bien persuadido del
servicio que hacía en ello a la nación y a la humanidad entera en
introducirla, pero en el día estoy seguro de que este es el mayor
descubrimiento que se ha hecho de mucho tiempo a esta parte. Me
estimaré muy feliz, de que se propague y que el ejemplo que he dado
venza la preocupación que reina sobre toda suerte de descubrimiento
de esa naturaleza en nuestra patria. Ninguno más a propósito que
Vm., para consumar esta obra, a la cual coadyuvaré, procurándole a
Vm., nueva vacina de París cuando la necesite”296.
En Madrid, como ya hemos expuesto con anterioridad, la primera remesa de
fluido vacuno fue enviada por el médico catalán Francisco Salvá, quien lo franqueó al
doctor Durand, pero al encontrarse éste indispuesto transmitió la comisión al propio
Luzuriaga, que vacunó a la hija del comerciante Antonio Treviño sin éxito297. Para que
no se repitiera este fracaso Luzuriaga tomó el fluido enviado por Onis, y al día
siguiente, el 21 de mayo, le devuelve el correo para agradecerle “la materia de la
viruela vacuna que se ha servido remitirme”298, además, Luzuriaga le indicó su
293
Ibídem
294
Ibidem
295
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols. 19-
20
296
Ibídem
297
Olagüe de Ros, Astrain Gallart. 1994.
298
Véase Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 23-26
211
intención de “inocular mañana a mis tres sobrinos, los hijos de Don Manuel Muñoz y
Goossens, incluso el menor de 15 meses, que sin embargo de haberse caído del balcón
a la calle el sábado pasado, no recibió el menor daño”299.
Luzuriaga aprovechó el escrito para resaltar las virtudes del nuevo
descubrimiento a pesar de los recelos por parte de la sociedad para adaptarla:
“hay muchas gentes que se van a inocular con esta viruela, aunque
otras son tan necias que prefieren la inoculación de la otra viruela,
como el Señor Torrepilares, Benavente... etc. Estoy convencido de las
ventajas incalculables de esta viruela, con la que, adoptada
universalmente, se extinguirá la otra, oponiéndola un preservativo
seguro, en lugar de los cálculos de la probabilidad que se oponían con
la inoculación anterior”300.
Concluía que para lograr este objetivo se debía contar con la aceptación
gubernamental, objetivo alcanzable “cuando el Gobierno consigue tener en el timón
de los negocios personas del celo e iluminación de V.S., se allanan fácilmente los
obstáculos que encuentran las novedades”301.
Tras estas inquietudes iniciales, se dio paso a un momento donde Jáuregui
cambió el tono epistolar en busca de la consolidación y propaganda de éste
acontecimiento en la Corte.
Pretendía conseguirlo publicando sus experiencias para afianzar el
reconocimiento no sólo de sus acciones, sino también las del propio Onís y Luzuriaga
como introductores de la vacuna. Los más precoces vacunadores utilizaron todos los
medios disponibles para comunicar sus resultados, la prensa periódica y publicación
de tratados médicos constituyeron uno de sus principales recursos, intentando a
través de ellos capitalizar la distribución del fluido y de incrementar su prestigio
socio-científico.
299
Ibídem
300
Ibídem
301
Ibídem
212
Un afán por consolidar sus experiencias que estuvo presente el resto de las
comunicaciones mantenidos entre ambos, y que pudo llegar a enfriar su relación de
amistad302. De hecho, el propio Jáuregui, por medio de una carta fechada únicamente
con el día y el año, y que hemos datamos el 16 de agosto, le muestra a Luzuriaga su
enfado por la omisión de su papel y el del Luis de Onis tras leer una reciente
publicación.
“Tocayo y estimado amigo: Esta mañana me ha dado la Marquesa de
Villafranca una traducción del “Origen y descubrimiento de la
vacuna” hecha por el Dr. Don Pedro Hernández. En dicha traducción
hay una dedicatoria a los Padres de familia llena de pedanterías y de
ignorancia en el origen y progresos de las vacunaciones actuales de
Madrid.
A Vmd., y a Zunzunegui los cita como promotores de este extranjero
descubrimiento, sin hacer mención ninguna de mí. Igualmente omite
al manifestar al público el mérito que el Señor Onis contrajo en pago
de enviar la vacuna de París para inocular con ella a su hija única, y
dar principio con este ejemplo a la destrucción de las preocupaciones,
obstáculos que suspende los progresos del muy feliz proyecto. Si
Vmd., no tuviese una idea exacta de mi carácter, temería formarse
Vmd., el concepto de que los primeros ensayos que hice tenían el
único objeto de singularizarme y que este pequeño resentimiento era
efecto del amor propio. Pero estoy seguro de incurrir con vmd en
semejante nota”303.
Se trataba de la obra del médico François Chaussier, traducida por Pedro
Hernández que tuvo una gran popularidad en el momento de su publicación en
agosto de 1801, un texto que fue ampliado con las observaciones realizadas por el
autor hasta el mes de mayo, y donde efectivamente, destaca la figura del cirujano
Juan de Azaloa, del médico y Catedrático de la Universidad de Salamanca Francisco
302
303
Cf. Blasco. 1991.
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols. 75-
77
213
Zunzunegui, y en lugar destacado del propio Luzuriaga. Jáuregui añadía que le
contestrá
“a vuelta de parte me diga si ha leído dicha dedicatoria, y si aprueba
que yo inmediatamente dirija una carta al diarista, en que se
manifieste la crasa ignorancia de Hernández en los acontecimientos
nacionales, y tan recientes”304.
En la misma correspondencia, Jáuregui le solicitaba a su remitente información
por el estado de sus observaciones prácticas en Madrid, aclarándole a Luzuriaga que
disponía del beneplácito de altos cargos administrativos gubernamentales para dar a
conocer al público sus experiencias. “Diga me Vmd también el estado en que están las
listas, que por medio de la Secretaría de Estado se darían al público. Pizarro y Onís las
esperan con impaciencia”305. Recriminándole el retraso, “si ellas se hubieran
publicado antes, los lectores de la disertación hubieran tenido nociones más
justas”306. Volviendo a criticar la obra de Hernández, “las ilustraciones están grabadas
con una imperfección que no dan una idea del modo de vacunar, ni de los progresos
de la vacuna”307. Sin duda, a Jáuregui le molestó que sus contemporáneos no
reconocieran su papel como introductor de la vacuna en la Corte, un acontecimiento
que hubiese cambiado si las observaciones recogidas entre ambos hubiesen sido
publicadas.
Jáuregui continuó con sus reclamaciones en escritos remitidos a finales del
mes agosto, donde volvía a insistir en la necesidad de publicar una disertación, así se
le hizo saber en un escrito del día 22, donde le indicaba que le envíaba el “resultado
de mis observaciones que sirven de material o parte integrante a la disertación que la
espera el público con impaciencia”308, e incluso añade que “si Zunzunegui no quiere
unir su lista y observaciones a las nuestras, es necesario pensar en imprimir las de
304
Ibídem
305
Ibídem
306
Ibidem
307
Ibídem
308
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols. 43-
44
214
Vmd., y las mías a nombre nuestro. Ellas tendrán de parte de la Secretaría de Estado
toda la protección debida”309. En el escrito Jáuregui le recalcaba la gran aceptación
que había tenido la vacunación en San Ildefonso, “esperaba la contestación de Vmd a
mi última, y la vacuna que en ella le pedía para continuar en esta los ensayos por los
que están clamando los padres con un entusiasmo y empeño increíbles. Espero no me
privará Vmd., del virus, cuando el estado de los inoculados le permita”310.
Dos días después, el 24 de agosto, Jáuregui volvió a escribir a Luzuriaga para
indicarle que “he recibido la vacuna con la que hoy se inocularán algunos niños”311.
Pero la celeridad por la redacción y publicación de un texto volvía a ocupar una parte
importante de esta correspondencia:
“para que el Señor Ministro de Estado aprecie y proteja por todos los
medios este nuestro establecimiento es necesario que esté instruido
de sus felices progresos por documentos auténticos, por esta razón
conviene se le presente inmediatamente la lista o estado de las
vacunas hechas hasta ahora, la suma de nuestras observaciones
puede diferirse algo más, convencido por este medio de la instrucción
nuestra, fijará exclusivamente en nosotros, o los miembros de la
Academia Médica de nuestra profesión y aprobación, sofocando así el
latrocinio de los infames charlatanes. Hasta dar este paso en el
Ministerio, no se puede adelantar nada”312.
Jáuregui trasladaba a Luzuriaga las presiones que estaba sufriendo por parte
de miembros vinculados a la secretaria de Estado, como Tadeo Galisteo y Luis Onís,
quienes “están incomodados al ver que las ediciones de ridículos folletos, se anticipan
a nuestras sólidas observaciones”313. Quejas como las vertidas por el miembro de la
misma secretaria, José García de León y Pizarro “nuestro común amigo, pasó a mi
309
Ibídem
310
Ibídem
311
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols. 47-
48
312
Ibídem
313
Ibídem
215
casa pocos días hace, a reñir con Vmd., y conmigo, porque al cabo de tres meses de
experimentos guardábamos tanto silencio”314.
Como podemos observar Jáuregui aludía constantemente a unas listas y sus
observaciones que constituirían el cuerpo de una disertación que debía ser publicada.
Se refiería a la relación de vacunados tanto en San Ildefonso por Jáuregui, como en
Madrid por Juan de Azaola bajo la dirección de Zunzunegui y el propio Luzuriaga,
también a las vacunaciones practicadas por los cirujanos Josef Lamano, Manuel
Andrés, Francisco Azcué, y Nicolás Diez y Canedo. Listas que recogían las operaciones
realizadas entre los meses de abril a noviembre, los datos del vacunado, de sus
padres, el domicilio, las incisiones practicadas y las pústulas “prendidas”.
Ante tanta presión ejercida por Jáuregui, Luzuriaga contestó con un
planteamiento que no se circunscribiera únicamente a las observaciones practicadas
en la Corte, proponiendo unas conclusiones más contundentes fruto de ampliar la
información al resto de la península. Así le indicó que había iniciado una amplia
correspondencia con personas vinculadas a la sanidad y destacados miembros de la
aristocracia, quienes a cambio de instrucción y material vacuno les remitirían sus
experiencias.
Por medio de otra carta fechada el 29 de agosto, Jáuregui mostró inicialmente su
conformidad “me parece muy bien el plan de la disertación que se publicará, y de ella
escribiré a Vmd más despacio”315, y le volvía a recordar, en un tono peyorativo, la
importancia y la repercusión que está teniendo la obra de Pedro Hernández:
“el hijo del Señor Cheles y la niña del Señor Ministro de Estado se han
inoculado, y no sé por quién; sin duda el Señor Hernández con su
folleto se ha granjeado el concepto de un grande inoculador sin haber
hecho ningún experimento. No tiene Vmd una idea del despacho de
su libraco”316.
314
Ibídem
315
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols. 67-
68.
316
Ibídem
216
Pero dos días después, le a trasladaba de nuevo la urgencia de la publicación.
“La confusión de folletos que diariamente van saliendo al público y las
equivocadas noticias que en ellas se dan acerca de la vacunación se
atribuyen a nuestra pereza en dar la disertación que cortaría
enteramente el comercio que hacen los autores de aquellos, y el vicio
con que el público recibe de ellos las ideas. Pizarro, Onís toda la
Secretaría, en fin, y todos nuestros amigos están incomodados, y
opinan que nuestra obra debe reducirse a dar el estado exacto de
nuestras observaciones y nada más, porque esto basta para dar una
idea completa de los maravillosos efectos de la vacunación, y por otra
parte interesa la prontitud, pues de lo contrario prevén que podrá
haber algunos obstáculos”317.
Comprobamos como desde el alto funcionariado no mostraban la conformidad
al plan trazado por Luzuriaga, buscando más la agilidad de una obra que bajo la
prestigiosa rúbrica del secretario de la Academia podría implementar la práctica de la
vacunación, silenciando las voces de los opositores de la técnica.
Una idea que el propio Jáuregui también compartía, a pesar de reconocer que
el proyecto trazado por Luzuriaga es excelente:
“yo conozco, y confieso que es excelente, el plan que Ud., ha
formado, pero a pesar de esto me inclino a la opinión de nuestros
amigos, porque temo la introducción de algunos que envidian nuestra
gloria”318.
El planteamiento se reforzó al trasladarle que tenia conocimiento de la
traducción de otra obra francesa relativa a la vacuna, “ya no hay tampoco necesidad
de hacer mención de la obra de Moreau, porque se está traduciendo a expensas de
317
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols. 55-
56
318
Ibídem
217
una Señora de esa Corte”319, se refería al Tratado histórica y práctico de la vacuna
cuya publicación en 1803320 fue realizada por Francisco Xavier Balmis.
Una situación que pudo mermar la relación entre ambos como se desprende
en un escrito fechado el 28 de septiembre, cuando Jáuregui le transmitía varias
observaciones de vacunaciones practicadas por él y le indicaba que “a Zunzunegui
escribí días pasados y también calla, yo deseo saber los progresos de Vmd en esa”321,
para concluir preguntándole “¿En qué estado está la disertación?”322.
Luzuriaga contestó a la solicitud de Jáuregui, algo que esté último le reconoció
el 3 de octubre, “recibí la apreciable de Vmd llena de noticias y un consulto
amistoso”323, por lo que Jáuregui, volvía a aclarar cuál habia sido siempre su
intención:
“jamás he pensado en exigir el vano y pasajero título de instructor de
la vacunación en la Corte: cuando en ella hice mis primeros ensayos,
solo me propuse el objeto de proporcionar a mis compatriotas las
ventajas del más útil de los establecimientos. Si mis experimentos,
que están acompañados de trabajos y disgustos, llegan a generalizar
este gran preservativo de las viruelas, se completaron ya con sola
esta satisfacción la ambición de gloria e interés”324.
A finales del mes octubre, Jáuregui, volvía a instigar a Luzuriaga para que sus
observaciones vieran la luz. Nuevamente le trasladó las presiones ejercidas por los
órganos de gobierno, una muestra clara del posicionamiento favorable de las
instituciones gubernativas por difundir la vacuna. Así, el día 30 le comunicaba como:
319
Ibídem
320
Tuells J. El proceso de revisión a la traducción de Francisco Xavier Balmis del Tratado histórico y
práctico de la vacuna, de Moreau de la Sarthe. Gac Sanit. 2012;26:372-75
321
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols.
101-103
322
Ibídem
323
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols.
113-116
324
Ibídem
218
“Ignacio Lacava, uno de los mayores apologistas de la vacunación, y
gran vacunador, ha sido ya prevenido por Sus Majestades, que
protegen mucho este establecimiento, para que anuncie en la Gaceta
sus observaciones, diciéndole igualmente que desean lo hagamos
Vmd., y yo. Hoy me ha dicho que si las nuestras no están prontas,
publicará las suyas. Advierto a vmd esta especie para que le sirva de
gobierno”325.
Un texto breve, pero de enorme interés, ya que muestra a la monarquía como
activista en la propagación de la vacuna y una de sus herramientas para alcanzar
mayor propagación fue la prensa.
Luzuriaga vivió un ajetreado verano de 1801, a las presiones por parte de
Jáuregui y Onís para perpetuar sus acciones, se sumaron las ejercidas por parte de los
detractores de la vacuna, dedicados a desprestigiar sus beneficios. Luzuriaga recibió
un último llamamiento durante el mes de octubre que sin duda no alivió su carga, al
ser comisionado por el Real Protomedicato para supervisar e informar sobre la
vacunación, como resultado elaboró un Informe que nunca fue publicado326. Para
redactarlo contó con la ayuda del propio Jáuregui. Una carta sin fechar, pero que por
su contenido podríamos ubicar entre los meses de noviembre y diciembre de 1801,
así lo atestigua:
“he leído, amigo mío, su informe de Vmd., al Tribunal: en todo lo
substancial me parece bien. La introducción de la jennerización en la
Corte, o su historia, puede rectificarse o detallarse algo más, aunque
para un informe al Tribunal en que se le quieren dar nociones
generales de esta nueva práctica, parece bastante. Estoy esperando a
325
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols.
105-106
326
Su título completo es Informe imparcial sobre el preservativo de las viruelas descubierto por el Dr.
Eduardo Jenner, de la Real Sociedad de Ciencias y Artes y de las sociedades médicas de Londres, Médico
de Cámara de S.M. Británica etc. Por el Dr. Dn. Ignacio María Ruiz de Luzuriaga, socio de las Reales
Sociedades de medicina é Historia Natural de Edimburgo, del Liceo y Sociedad Médica de Londres, de la
Sociedad Médica de Emulación de París, Academia de Número de la Real Academia Médica de Madrid y
Socio Intimo de la Real Academia Médico Práctica de Barcelona. Véase . Véase: Real Academia Nacional
de Medicina. Papeles sobre la vacuna 1802, 23-4ª Biblioteca, fols. 1-48.
219
que el Señor Onís se informe del nombre del [tachado: médico]
miembro del Comité Medical de la Jennerización que entregó el
jennerino al Señor Castillo, de quien pasó al Señor Onís, de este a mí,
de mí al brazo de Doña María Conorotte, y finalmente del brazo de
Doña Narcisa Onís a manos de Vmd”327.
Recomendándole incluso algunas puntualizaciones:
“Cuando Vmd., cita al Tribunal mil contrapruebas que en Europa se
han hecho a favor de la virtud preservativa del jennerino a la viruela
africana, puede francamente asegurar que pasan de cincuenta mil.
Moro [Moreau], Tratado histórico y práctico de la vacuna, página
222”328.
Para volver a concluir, refiriéndose a la publicación de su obra, una disertación
en la que Jáuregui fue un constante promotor, de hecho, en esta carta le muestra su
gran interés en reunirse con Luzuriaga para tratar todo lo relativo a las ilustraciones
del manuscrito.
“En punto a encargar a la Calcografía el grabado y otros varios
particulares, tenemos mucho que hablar. No puedo someter a la
pluma la multitud de especies: deseo con vehemencia nuestra
vista”329.
327
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols.
375-381
328
Ibídem
329
Ibídem.
220
La dirección del eje de influencias aristocráticas, sanitarias y funcionariales de los
corresponsales de Ruiz de Luzuriaga.
El análisis global de la correspondencia y su distribución de las mismas por la
península, nos permite identificar varios núcleos nacionales de activos defensores y
difusores del fluido vacunal (Gráfica 3).
Obviando el entorno próximo de Luzuriaga, nos referimos a Madrid y las
proximidades de la Corte, donde se concentran un total de 56 cartas. La mitad de
ellas pertenecen a la correspondencia mantenida con Ignacio de Jáuregui (24) y al
enfrentamiento mantenido alrededor de los beneficios derivados de la vacuna con el
médico Isidro Scardini (4), disputa que más adelante desarrollaremos. Las 28 epístolas
restantes localizadas en Madrid, corresponden en su mayoría a cartas sueltas
solicitándole fluido vacunal o consejo sobre la misma al secretario de la academia.
Independientemente
de
éste
volumen
epistolario,
el
resto
de
la
correspondencia nos permite identificar un eje claro de la misma, concentrándose en
el hemisferio norte peninsular. Su proximidad a la frontera francesa, permitió que
dichas tierras galas actuasen como el principal proveedor de conocimiento europeo
de la ilustración, y contasen con una gran influencia en la introducción de la vacuna,
de igual modo, éste núcleo de condensación de la correspondencia pertenece al
entorno de mayor influencia del propio Luzuriaga por localizarse próximo a su tierra
natal y de formación académica.
221
222
Grafica 3. Distribución geográfica de la correspondencia contenida en los “Papeles sobre la vacuna” 1801-1802
La zona perteneciente a la actual Comunidad Autónoma de Castilla y
León, registró un total de 27 cartas que nos ha permitido conocer las primeras
vacunaciones en la provincia de Soria y Burgos, ambas acciones iniciadas por
personalidades de la aristocracia local, quienes contactaron e intercedieron con
Luzuriaga para la obtención de la vacuna, los marqueses de Vadillo en el caso de
Soria, y la esposa del corregidor de Burgos, Juana Villachica y Laguna, quienes
posteriormente pasaron el testigo a los facultativos de la familia, Josef Ubis y
Prudencio Valderrama respectivamente.
Los primeros contactos con Luzuriaga para obtener la vacuna en el caso
de Valladolid emanaron del Decano y Catedrático de Prima de Medicina, Félix
Martínez López.
Pero serán las cartas remitidas desde el País Vasco (14) y
por su
proximidad geográfica las localizadas en Navarra (4), las que han permitido identificar
un tercer núcleo provacunista (Tabla 13). Este punto geográfico ya había sido tratado
e identificado en diversos trabajos de investigación publicados sobre la introducción
de la vacuna contra la viruela330.
330
“En estos primeros balbuceos diseminadores del invento de Jenner en España habría que considerar,
además, un tercer núcleo: el País vasconavarro, más disperso geográficamente, y cuyos exponentes más
significados fueron Lope García de Mazarredo en Bilbao, los cirujanos Salvador Bonor, José Antonio de
Irizar y Vicente Lubet en San Sebastián, y Diego de Bances y Vicente Martínez, en Navarra”. Añadiendo el
autor que “por la proximidad de Francia, en algunos puntos de la geografía navarra, las vacunaciones se
hicieron con pus varioloso procedente del Sur de Francia”. Vease. Olagüe de Ros G. La introducción y
difusión de la vacuna contra la viruela en España (1800-1806). En: Perdiguero Gil, Enrique; Vidal
Hernández Josep M. (Coords.). Las Vacunas: historia y actualidad. Menorca: Institu Menorquí d´Estudis;
2008. pp. 19-37
223
Tabla 13. Distribución por Comunidades Autónomas de la correspondencia localizada
en los “papeles de la vacuna” entre 1801 y 1802.
Como ya se ha expuesto con anterioridad, la proximidad de la frontera
francesa actuó como transvase del conocimiento ilustrado en la Europa de la época,
siendo uno de los puntos más importantes de formación de comisionados en los
viajes científicos al extranjero. Viajes que en muchos casos se organizaron desde la
Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, y que tenían como principal objetivo la
adquisición de conocimiento en múltiples disciplinas para su posterior aplicación en
el desarrollo tanto de la industria como la formación local. Nombres como el propio
Ruiz de Luzuriaga, Ramón María Munibe, hijo del Conde de Peñaflorida, y Javier
Eguía, hijo del Marqués de Narros, entre otros, adquirirán las nuevas ideas
emergentes y contribuirán a su rápida difusión en España331. En éste último caso, con
331
Fruto de un movimiento cultural que fue posible a la política de los monarcas borbónicos y que
cristalizó, fuera del ámbito universitario, en nuevas instituciones consagradas a la difusión y
enriquecimiento del saber. En el País Vasco este proceso de renovación, que busca influir en varios
224
el fin de obtener fluido vacunal y su instrucción para aplicarlo, el propio Marqués de
Narros contactó con Luzuriaga el 17 de septiembre para practicarla en una joven
recién nacida, de tan solo 45 días.
Resalta la popularidad con la que cuenta Luzuriaga, “Mi estimado amigo.
Con placer y satisfacción leo el nombre de Vm., en muchos papeles públicos y es Vm.,
tratado como se merece”332. Para indicarle posteriormente que la vacunación no se
practicará sin la aprobación del propio Luzuriaga, a quien le solicita el propio Marqués
de Narros que “Instruyéndome y advirtiéndome sobre cuándo se debe hacer para
tomar la mayor seguridad en la operación. Quieren también que Vm., mismo nos
enviase el pus de su satisfacción”333.
Concluye la carta advirtiéndole la oposición mostrada por la práctica de
la vacuna del reputado facultativo de San Sebastián, Francisco Zubelda, a quien se
comisiono para su introducción334:
“sepa Vm., que nuestro Zubelda es el que menos se electriza con la
vacunación. No lo entiendo”335.
Tres días más tarde, el 20 de septiembre, le remitirá desde San
Sebastián, María Juana de Garralde, quien matizó la información anterior, añadiendo
que:
“la verdad que el Señor Zubeldia, según me dijeron, tuvo al principio
algunos reparos en cuanto a la vaccina (que entonces yo me hallaba
campos de la vida social, lo protagoniza la fundación, por el Conde de Peñaflorida, de la Real Sociedad
Bascongada de los Amigos del País. La sostenida relación con Francia de la aristocracia rural y la
burguersia guipuzcoanas, explica la génesis de la sociedad, uyqe en alguna medida asimila y cumple los
fines del encilopedismo francés, nutrido por la creencia, que formuló Mornet, de que «el destino de la
humanidad no es volverse hacia el cielo, sino de progresar en esta tierra y para esta tierra, gracias a la
inteligencia y a la razón». Véase Sánchez Granjel L. La medicina vasca de los siglos XVIII y XIX. En:
Antecedentes próximos de la sociedad vasca actual, siglos XVIII y XIX. Congreso de Estudios vascos. San
Sebastián: Eusko Ikaskuntza; 1984. pp. 127-138
332
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols.
265-266
333
Ibídem
334
“Zubelda, médico de San Sebastián, a quien se comisionó para su introducción en Guipúzcoa, se ha
mostrado indiferente sobre este punto tan importantísimo”. Cf. Olagüe de Ros, Astrain Gallart, 1994. pp.
326
335
Ibídem
225
en Francia) pero luego entró y leyó los autores que tratan de esto y
por lo que nos decían tanto los papeles y Gacetas de Francia; para en
prueba de los primeros vacunó a su chico, y después de su dictamen,
los niños de toda la gente principal, porque él es médico de todo lo
granado del Pueblo. (...) Vea Vm., cuán diferente es de lo que le han
informado, pero esta es la realidad, que si hubiera tenido opinión
diversa, me parece aquella hubiera prevalecido, pues estamos en la
miseria, que se hace una consulta y de lo que opina Zubeldia y de lo
que dispone, nadie chista una palabra, sino que todos se agregan a él,
excepto un Viejo Sordo que tenemos de opiniones de los Antiguos.
Reserve Vm., esto para sí, que así está el teatro de la Medicina en San
Sebastián, que yo hablo esto por experiencia, así conmigo como en mi
casa, que no estamos en un Madrid ni en un París”336.
En el mismo texto, se observa el interés de Luzuriaga por difundir las
novedades referidas a la vacuna, por ello le pidió que enviase el tratado sobre la
vacuna publicada por Moreau de la Sarthe, “He recibido la apreciable de Vm de 16 del
corriente, diciéndome que remitiese a Vitoria el Moreau, pero ya les tengo
remitido”337, obra de gran divulgación y cuyos trámites de traducción inició Balmis en
estas misma fechas338. Una muestra más de la influencia francesa, de hecho, por su
proximidad, María Juana de Garralde le concluye a Luzuriaga recordándole que:
“si a Vm., se le ofrece traer de Francia algunos libros, no tiene Vm.,
más que avisarme porque yo no deseo sino ocasiones que poder
servirle”339.
La correspondencia desde Azpeitia, Guipúzcoa, remitida a Luzuriaga el 7
de septiembre de 1801 por Javiera de Mugartegui340 muestra una de las primeras
336
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 19, fols.
125-126
337
Ibídem
338
Cf. Tuells. 2012
339
Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 19, fols.
125-126
226
vacunaciones y el inicio de su propagación, acciones originadas nuevamente por la
inquietud de una madre:
“de una robusta niña de 4 meses, y desearla una benigna viruela, me
hace tomar la libertad de molestarlo a Vm., para preguntarle algo
sobre la vacuna, que aquí me la ponderan, pero nadie sabe nada por
práctica, (...). Si Vm., me puede dar algunas luces, será un favor al
que quedará muy reconocida”341.
A quien Luzuriaga contestó remitiéndole lo demandado:
“doy a Vm., infinitas gracias, por su carta, la instrucción, y el fluido
Vacuno, que todo lo recibí con un día de atraso, y por el correo de
Francia, sin duda que lo detuvo algún curioso por carta abultada. Esta
mañana a las 10 se la ha vacunado a mi chiquita, y se la han hecho
cuatro cisuras, veremos si la prende, y daré a Vm., noticia a su
tiempo; el cristal estaba rajado por un lado, y por esto teme nuestro
médico si acaso el aire atmosférico habrá desvirtuado o corrompido
algo el fluido”342.
En la misma, Mugartegui le expone a Luzuriaga las noticias y avances que
se tienen sobre la vacuna en Bilbao,
“ya tengo aquí lo que ha traducido Mazarredo, y también otro folleto
de un médico o cirujano de esa Corte, y sé que en Bilbao van pasando
340
El relato de los viajes de Guillermo de Humboldt entre los que se encuentra su paso por tierras del
País Vasco, se encuentran cinco cartas dirigidas a Josef María Murga y la Barrera, en ellas, Humboldt
plasma su gran amistad con los Mugartegui. Describe una familia en Azpeitia, los Iturriaga con los que
mantuvo un estrecho contacto, y a los que da las gracias por sus atenciones prestadas durante su
estancia, menciona a Agustín Iturriaga y Emparan que estaba casado con Javiera Murgartegui y Elio,
desde el 14 de mayo de 1800. Contaba con 21 años cuando se casó y era hija de Pedro Valentín de
Mugartegui y Javiera Fausta de Elfa. Véase. Garate Arriola J. Cinco cartas inéditas de Guillermo de
Humboldt. Revista Internacional de los estudios vascos. 1934;25:430-444
341
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fol. 257
342
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 255-259
227
felizmente varios de los vacunados, y que antes de anteayer vacunó
Mazarredo a su niña”343.
Cumpliendo su compromiso, Javier de Mugartegui, le volvió a escribir a
Luzuriaga el 9 de noviembre, para expresar el resultado de la operación practicada en
su hija:
“escribo esta para decirle que en las 4 incisiones que se le hicieron a
mi chiquitina con el fluido que Vm., me envió, no le prendió en
ninguna de ellas, lo atestiguó nuestro médico, a que como el cristal
venía rajado, se desvirtuaría el fluido”344.
Una primera tentativa fallida, pero conocedora de la existencia de fluido
vacuno en Bilbao, adquirió por otros cauces una nueva muestra de fluido vacuno:
“con la que se hicieron dos picaduras, y en ambas la prendió, al tercer
día se pusieron un poquito encarnadas, al cuarto y quinto ya se
empezó a descubrir el grano con su areola alrededor, esta era tan
grande al octavo día que tendría el diámetro de un peso duro de
plata, y el granito estaba de color plateado, y aquel día se vacunaron
de brazo a brazo otras tres niñas”345.
Precisamente desde Bilbao se localizan un total de 8 cartas remitidas a
Luzuriaga, por Lope de Mazarredo, regidor del municipio bilbaíno y el cirujano de la
misma ciudad Juan Antonio de Ugalde.
En los textos se desvela la enorme aceptación del fluido vacuno en la
sociedad bilbaína, y sobre todo la intensa actividad provacunista del primero, como le
transmite en un escrito fechado el 22 de agosto de 1801 a Francisco de Mazarredo,
familiar asentado en Madrid a quien le indica que ya han comenzado las
vacunaciones en Bilbao con la vacuna remitida por Luzuriaga, del mismo modo, le
indica que le transmita al mismo Luzuriaga
343
Ibídem
344
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 261-263
345
Ibídem
228
“dile que Ugalde le escribe este correo pidiéndole más pus vacuno, y
que no se lo deje de enviar a vuelta de correo, porque en Bilbao están
ansiando los padres el vacunar a sus hijos y Vizcaya será uno de los
países en que haga más progresos la vacunación”346.
El interés de Lope de Mazarredo por la vacuna y por liderar su
propagación es tan elevado, que en la misma carta le comenta a Francisco de
Mazarredo como:
“me he metido a redactor, pues he dispuesto una instrucción práctica
para los vacunadores, extractada del tratado sobre la vacuna escrito
por H. M. Husson, de Paris. Lo imprimiré y te lo enviaré luego que esté
impreso. Husson encarga que para tomar el pus se tome por base del
cálculo el periodo inflamatorio y no el día de la incisión, y que se tome
el pus del quinto al sexto día contados del periodo inflamatorio”347.
Volviendo a insistir en la necesidad de obtener fluido vacuno con la
mayor brevedad posible:
“puedes enviar si quieres esta carta a Luzuriaga, y Dios que no dejes
de enviarme el pus, pues luego que en Bilbao se difunda algo, se
enviará por todos los pueblos del Señorío con la instrucción impresa
que yo he dispuesto y pienso enviarla a todos los partidos”348.
Un tercer foco de expansión de la vacuna en el hemisferio norte de la
península, lo completaría la zona de Navarra con la correspondencia emitida desde
Pamplona (3) y Tudela (1).
Los escritos rubricados desde Pamplona corrieron a cargo de Vicente
Martínez “Médico que fue de los Reales Ejércitos, y al presente de número del Hospital
General de la ciudad de Pamplona”, quien un año después, en 1802, publicó el
346
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 243-244
347
Ibídem
348
Ibídem
229
Tratado histórico práctico de la vacuna349. Obra en la cual resalta como para la
propagación y difusión de la vacuna, las personalidades influyentes de la sociedad
debían contribuir con sus ejemplos vacunando a sus propios hijos.
A pesar de la conexión desvelada en la correspondencia del facultativo
titular de Soria, Josef Ubis, fechada el 23 de octubre de 1801 y que ya hemos
expuesto con anterioridad, a través de la cual le indicaba a Luzuriaga los pueblos
donde había remitido la vacuna el Marqués de Vadillo, localidades de Navarra entre
los que destacaba Pamplona y Tudela.
El epistolario mantenido entre el facultativo Vicente Martínez y el propio
Luzuriaga durante el mes de septiembre, confirman que a finales del mes de agosto
de ese mismo año se iniciaron las vacunaciones en el municipio, como se recoge en el
texto fechado el 11 desde Pamplona,
“el veinte y ocho del mes último vaccinamos con el fluido que Vmd.,
nos remitió por medio de Pérez y el Capitán de San Fermín tres niños
de nuestra inclusa y temiendo, como ha sucedido, no resultase la
vaccina, el correo inmediato volví a escribir al capitán indicándole se
viera con Vmd., y le pidiera de nuevo igual cantidad de vaccino, hoy le
esperaba por el correo, ha sido vana esa esperanza, y deseando
realizar con la mayor brevedad posible esta nueva inoculación y
naturalizándola en todo este Reino, vuelvo a suplicar a Vmd.,
directamente me haga la remesa indicada”350.
Diez días más tarde, el 21 de septiembre, Vicente Martínez le agradecía
el envio del fluido vacunal, “he recibido los dos cristales del fluido vacuno en este
Correo, de lo que doy a Vmd., las más sinceras gracias”351, además le explicaba a
Luzuriaga, que por haber tenido que desplazarse a Francia no pudo conservar la
vacuna, ni continuar con su práctica,
349
Véase. Martínez V. Tratado histórico práctico de la vacuna. Madrid: Imprenta de Benito Cano; 1802.
350
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fol. 149
351
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fol. 153
230
“no debo omitir que de las cuatro inoculaciones el 28 del mes último,
el día trece se notó por su ama un grano en una de ellas, y no
habiendo dado parte ella, y descuidado el Practicante Mayor, a cuyo
cargo está el avisar de la menor novedad, nada supimos hasta que
había comenzado a secarse y formar la costra. Yo la vi todos los días
hasta el séptimo, en que me fue preciso ausentarme para Francia, y a
mi regreso me contesta no había novedad, este solemne descuido nos
ha privado hasta ahora de la vaccina, y desde entonces no podemos
producirlo para aprovecharnos de la buena disposición que notamos
en los ánimos de estas gentes”352.
Estos resultados fueron transmitidos en una tercera carta fechada el 25
de septiembre.
Por último, es interesante señalar un cuarto núcleo de propagación de la
vacuna. Nos referimos a la zona de Andalucía, donde por el volumen de la
correspondencia mantenida con Luzuriaga, y su contenido se identifica como otro
punto de la península donde de forma temprana se administró y propagó la
vacunación.
El total de cartas conservadas entre los papeles sobre la vacuna asciende
a 7, de ellas 5 corresponden a Cádiz, y las dos restantes se distribuyen entre Córdoba
y Jaén.
El primer escrito remitido a Luzuriaga, de este bloque de
correspondencia, se fecha el 24 de julio y fue redactado por Juan González Castañar
en Cádiz. En ella se exponía como el municipio se había sumado a la práctica de la
vacunación. Apenas había transcurrido un mes desde las primeras vacunaciones de
Luzuriaga en Madrid cuando en Cádiz ya existían referencias de ésta práctica, “el día
17 de Julio se vacunaron dos niños de 3 a 4 años de edad, a los que se les hicieron
cuatro picaduras, dos en cada brazo”353. Continúa relatándole los síntomas de la
352
Ibídem
353
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 163-165
231
operación, y cómo ésta discurría según las instrucciones que le había enviado, por lo
que podemos deducir que el fluido vacunal también fue facilitado por el propio
Luzuriaga,
“no hay duda que la cosa ha correspondido sin faltar en nada a lo que
previene la instrucción, y espero sigan los demás periodos en los
mismos términos. No se vaccinaron más que los dos, porque no
alcanzó la vaccina a más; pero con estos tendremos para inocular
algunos otros despreocupados”354.
González Castañar concluía el texto indicando a Luzuriaga que las
vacunaciones fueron realizadas por el “cirujano Sabater, quien ofrece una relación
circunstanciada de ésta y de las demás operaciones que vayan ejecutando”355. Se
refiería al destacado cirujano José Sabater Massell (1745-1805), quien jugó un papel
crucial en el desarrollo del Real Colegio de Cirugía de Cádiz, llegando a ostentar el
cargo de director desde el 21 de octubre de 1800 hasta su fallecimiento356. Sabater
contó con un papel destaco durante la epidemia de fiebre amarilla padecida por la
ciudad Cádiz en 1800, y como podemos observar y el propio Luzuriaga destaca,
también participó activamente en la introducción de la vacuna357.
Otro de los nombres que obtuvo un papel destacado tanto en la
epidemia de fiebre amarilla como en la introducción y difusión de la vacuna fue el
médico y químico Juan Manuel de Aréjula, natural de Lucena (Córdoba), quien firma 4
de las 5 cartas remitidas desde Cádiz. Una de ellas tiene como destinatario a Josefa de
Feria, el 24 de febrero de 1801, y las 3 restantes al propio Luzuriaga durante el mes
de agosto de ese mismo año. En ellas le indicaba el número de vacunados, le solicita
354
Ibídem
355
Ibídem
356
Sabater estuvo casado con la hija mayor del prestigioso cirujano Francisco Canivell, matrimonio que
le emparentaba con la más selecta familia de cirujanos de Cádiz, familia directa del propio Pedro Virgili,
fundador del Real Colegio de Cirugía de Cádiz. Véase. Albiol Lluis, Rafael; Albiol Molné, Rafael. Un ilustre
cirujano Tarraconense del setecientos. José Sabater Massell (1745-1805). Gimbernat. 2004;42:409-422.
357
En Andalucía Dn. Juan Manuel de Aréjula vacunó desde luego 60 y así este ilustrado profesor como
Dn. Josef Sabater son los dos propagadores de este feliz descubrimiento, que se ha difundido a Sevilla,
Jaén, Córdoba. Cf. Olagüe de Ros, Astrain Gallart . 1994. pp. 236
232
fluido vacunal y le relataba como la estaba propagando, acciones que recogió en el
texto remitido el día 28.
“Mi estimado amigo; mil gracias por el vacuno, que recibí a su
tiempo, y sin perder correo; pero cuando llegó, ya tenía yo varios
vacunados, y lo remití a Padilla a Ximena, para que extendiera allí la
vacunación. Aquí llevamos en buen estado este particular, y casi todo
el mundo clama por vacunarse a causa de los inocentes efectos que
ven”358.
358
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fol. 177
233
234
Carta remitida por Juan María Arejula a Ignacio María Ruiz de Luzuriaga, secretario de la Real
Academia de Medicina de Madrid, fechada el 28 de agosto de 1801.
A finales de 1801, el 23 de diciembre, el cirujano Antonio Cano le
agradeccía a Luzuriaga el envío de fluido vacunal con el que había iniciado las
235
vacunaciones en el Puente de Don Gonzalo, Córdoba. Una práctica alentada
nuevamente por la nobleza, quien para alentar al resto de la sociedad, ejemplificaba
con la vacunación de sus propios hijos:
“muy Señor mío, he visto con admiración actuado el fluido que recibí
suyo, cuando ya dudaba de su actuación, que fue a los siete días, y he
observado los progresos de la verdadera vacuna en una niñas de 2
años, hija de Don Manuel Valdés, quien me animó a que se pusiera en
práctica la vacunación, y que la primera había de ser su hija; de esta
pasé el fluido a otras dos niñas haciendo la operación de brazo a
brazo y en ambas está actuado; no he podido menos de molestarle
con está rindiéndole las debidas gracias”359.
Continuaba el propio Cano indicándole a Luzuriaga un tratamiento
preventivo contra la viruela que había llegado a su conocimiento, para que de este
modo, el secretario de la academia, tomará las consideraciones oportunas:
“al mismo tiempo particípale ha llegado a mi noticia hubo en este
pueblo una labradora, la que vivía en un cortijo, y cuando paría una
vaca tenía gran cuidado de envolver en el manto con que salía
cubierto el becerro al niño que estaba criando, y que de ocho o nueve
que tubo, ninguno padeció viruelas (estas fueron las palabras del que
me lo comunicó) me parece es noticia digna de la consideración de un
sabio”360.
359
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. Gobierno, 19
fols. 85-86
360
Ibídem
236
La actividad de Ruiz de Luzuriaga para minimizar la repercusión mediáticas de los
efectos adversos de la vacuna
El interés suscitado por el nuevo remedio preventivo estuvo promovido tanto
por las instituciones gubernativas deseosas de propagar la vacuna en beneficio de la
población como de los propios vacunadores, muchos de ellos con un afán noble y
desprendido frente a otros que veían en la vacunación una oportunidad de negocio.
Pero su éxito no estuvo exento de controversia, y en poco tiempo se estableció
una línea divisoria clara entre los pro vacunadores, empeñados en convencer a las
altas esferas gubernamentales para que emitieran normas favorables a la vacuna y,
por otra parte, detractores dedicados a poner obstáculos basados en argumentos
sobre la falta de seguridad y posibles efectos adversos.
Muchos de estos opositores procedían de la propia clase médica. Eran
facultativos que no confiaban en las propiedades profilácticas de la vacuna,
motivadas por intereses personales, como alcanzar mayor notoriedad e incluso
mantener el beneficio económico obtenido con la práctica de la variolización,
anteponiendo ésta técnica a la vacuna. Un argumento que el propio Diego de Bances,
uno de los introductores de la vacuna en Navarra, recogió en su Tratado de la vaccina
o viruela vacuna de 1802.
“No han faltado profesores, que o por singularizarse, o por miras más
viles e interesadas, han fomentado ideas de duda y desconfianza
sobre la inocencia de la enfermedad vacuna y sobre su virtud
preservativa de las viruelas, más por fortuna el mayor número de
antivacunas han sido inoculadores de oficio, o que sostienen en
Francia casas de inoculación, y como el nuevo hallazgo inutiliza su
establecimiento, y destruye el mayor apoyo de su existencia, han
levantado el grito contra un bien que les trae tanto mal”361.
361
Cf. Bances D. 1802.
237
Opositores a la vacuna que para desprestigiar el método divulgarían los
fracasos más escandalosos del mismo, especialmente si ocurrían en hijos de
personalidades destacadas de la sociedad.
De estas críticas no se libró Luzuriaga, como le reconoce su compañero
Jáuregui, que le recordó en varias ocasiones que él también contaba con opositores,
así en carta fecha en agosto de 1801 le indicaba:
“Amigo mío, yo he sido también molestado aquí con una impostura,
como lo fue Vmd., en esa por Scardini; Juana Largiot, hija de un
dependiente de la Embajada de Nápoles, fue inoculada por Azaola y a
mi dirección en mediados de julio, el jueves de la semana pasada tuvo
calentura fuerte, el viernes se llenó de granos, el sábado estaban ya
secos, y la muchacha sana y buena; se levantó un alboroto diciendo
que un vacunado estaba con viruelas; pasó Don Juan Bartholomé a
reconocerla, y sin embargo de no ser de los convencidos a favor de la
vacunación, aseguró que no solo no era viruela, sino que ni con la
falsa o cristalina tenía la menor analogía, y quedó opinada muy bien
la vacuna”362.
Meses más tarde, el 3 de octubre, Jáuregui le volvía a escribir
“Vmd., tiene que combatir en esa con Escardini, antagonista de la
vacunación, sin otro fundamento que el no poder mirar con
indiferencia el que Vmd., y otros se hayan anticipado en imitar a los
sabios de Europa. Yo tengo que rebatir las perniciosas inspiraciones
de Guarnerio, que ha intentado formar una oposición a la
generalización de esta inoculación. A pesar de las inventivas de este
hombre, están rogándome incesantemente los padres para que
inocule a sus hijos”363.
362
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno 18.
fols. 93-96
363
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 113-116
238
Palabras que tienen una connotación de aliento ante alguien con ánimo de
abandonar la causa.
El médico Isidro Scardini destacó por sus violentos ataques a Luzuriaga.
Scardini divulgó como:
“su prima Benita, hija de D. Julio Scardini, de edad de 15 meses que
había sido yennerizada el 1º de Septiembre próximo pasado por D.
Francisco
Leyral,
tenía
erupción
variolosa
al
23
de
la
yennerizaclón”364.
El propio Leyral notificó lo ocurrido en una crónica de prensa publicada el 1 de
octubre:
“Señor diarista. Tenga Vmd., la bondad de trasladar a su Periódico el
asunto que voy a referirle, y me ha ocurrido, con motivo de hallarme
de Cirujano de Ejercito en esta Corte, para los efectos que pueda
producir en beneficio público, que es lo que me propongo. Habiendo
sido llamado por D. Julio Scardini, que vive en la calle de Fuencarral,
para inocular la vaccina a dos hijas suyas, la una de pecho, y de unos
tres años la otra; pasé a ejecutarlo en entrambas en la conformidad
que lo había practicado con otros muchos y el correspondiente éxito.
Este mismo he observado en las referidas niñas, que al término
regular lograron la anunciada erupción, pero a los 23 días se notó por
su madre en la de pecho una desazón con calentura, y que en seguida
se manifestó un a erupción general, que por no esperada, puso en
consternación a los padres, hasta que experimentaron su benignidad,
como que sigue bien la niña. Sin embargo dio motivo esta novedad a
varios discursos, y se ha divulgado que tal erupción ha sido de viruelas
naturales o llámense locas, como quieren algunos, lo cual podría
acaso retraer al público del gran beneficio de la vaccina, confirmando
a muchos en sus recelos de que aquella no preserva de las viruelas
364
Cf. Blasco. 1991. pp. 183
239
naturales. Y a fin de apartar semejante preocupación, me ha parecido
oportuno el exponer que las tales viruelas de la niña, manifestaron
desde luego en sus areolas y granos un carácter propio de la misma
vaccina, con otros signos que se indican en la descripción de las
vaccinales. Estas circunstancias deduzco que la citada novedad es un
efecto puramente vacinal, originado de la débil constitución de la
niña que no pudo animar desde luego la vaccina, para arrojar el pus
correspondiente a purificar sus humores”365.
Luzuriaga, por su parte, le indicó a Scardini que él mismo se personó junto a
otros destacados médicos de cámara y miembros de la Academia “los doctores D.
Antonio Franseri, D. Juan Manuel Pérez, D. Francisco Neira y D. Ramón de
Ambrona”366 y al contrario de la opinión vertida a la prensa por el facultativo Leyral,
todos llegaron a la consideración de que se trataba de una:
“varicela o viruela loca, cuya carrera ha seguido a pasar de que
Leyral, en el Diario de esta mañana, pretende ser una erupción de
vacuna. Ningún profesor ha pretendido que la varicela o viruela loca
se evita con la vacuna, como no se evita tampoco con pasar la viruela
variolosa ni con la inoculación de esta, por ser dos erupciones de
distinto carácter y carrera”367.
Convencido de la equivocación de Scardini, Luzuriaga le retó por medio de una
carta fechada el 30 de septiembre, a que recogiera por escrito sus planteamientos
para ser publicados en Europa.
“Señor Don Isidro Scardini. Muy Señor mío y mi dueño: como está
interesado el público en cerciorarse de la calidad de la viruela vacuna
y de la erupción sobrevenida a su señora prima, que la han
examinado bastantes profesores de nota de esta Corte discrepando
de su opinión, que se hace preciso defenderá a la faz de la Europa, y
365
Señor Diarista. Diario de Madrid. Jueves 1º de octubre de 1801
366
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 295-298
367
Ibídem
240
no de los partidos clandestinos, he de merecerle que con la urbanidad
propia de unos profesores de educación, extienda Vmd., su dictamen,
y el de los que piensan como Vmd., para que formando otro nosotros,
firmado y trasladado a su noticia, se anuncie a los médicos de París y
de toda la Europa para que se dé la razón a quien la tenga, y otra vez
haya más madurez en las deliberaciones en que está interesada la
humanidad”368.
Una proposición que fue eludida por el primero. En contestación al escrito
anterior negó las acusaciones que sobre su persona recaían como contrario a la
vacunación, escribió a Luzuriaga el 1 de octubre solicitándole le aclarara tres puntos:
“1º Cuales son los motivos que Vm., tiene para declararme
discrepante de la opinión que todo el mundo nutre acerca de la
calidad de la vacuna, (…). 2º Que Vm., me exponga las razones
positivas, para declararme (haciéndome con muy poca caridad
adverso al género humano) adherente al partido que Vm., llama
clandestino, a aquel partido, quiero decir, que es contrario al que
todos los buenos han tomado. 3º. Quisiera que Vm., me dijese con
toda sencillez, si yo, relativamente a la erupción sobrevenida a mi
prima, todas las veces que me he abocado con Vm., o con otros
profesores he manifestado diferentes ideas de la que tienen los
profesores de nota de esta Corte que la han encaminado. He de
merecerle que Vd. ponga toda su atención a estos tres artículos, y que
otra vez tenga Vm., más madurez en sentenciar sobre su próximo, no
queriendo la caridad cristiana que por un juicio dado con poca
reflexión se le exponga a graves inconvenientes”369.
El revuelo alcanzó tal trascendencia que el propio vicepresidente de la Real
Academia Médica, Antonio Franseri para poder atender una solicitud requerida desde
368
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 345-346
369
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 331-333
241
el protomedicato referente a lo ocurrido, solicitó el 1 de octubre, secretario y
compañero de la academia médica, la necesidad de que:
“me ponga Vm., por escrito lo que ha observado y visto en los niños
de Scardini que ambos vimos, y fundamentalmente lo que Vm., juzga.
(...) lo haga a la mayor brevedad, pues urge”370.
Siguiendo dichas indicaciones, Luzuriaga le contestó el mismo día todas las
observaciones, indicándole a Franseri una única conclusión:
“En vista de todo lo que [he] observado de la paciente, que haya
precedido o no alguna calenturilla por la erupción, estoy seguro que
dicha erupción es una viruela loca varicella, por encontrarse en ella
todos los caracteres nosológicos”371.
370
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 335
371
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols 337-344
242
Carta fechada el 1 de octubre de Antonio Franseri a Luzuriaga, solicitando información sobre los
acontecimientos ocurridos durante las vacunaciones de los sobrinos de Scardini
243
Luzuriaga concluyó la polémica por medio de otro escrito remitido nueve días
más tarde al propio Scardini en el que volvía a recurrir al prestigio médico de los
miembros de la academia que le acompañaron con anterioridad, le indicaba que:
“Deseo saber si Vmd., insiste en su primera opinión, o en vista de la
carrera total de la erupción ha variado de ella. Pues tengo que dar
parte al público y a la Sociedad de París de esta pretendida
contrariedad de la vacuna, pues semejantes opiniones deben
publicarse a la faz de la Europa y no de los partidos clandestinos, esto
es, de todos los que oyendo su opinión en privado salen al público a
propagar especies equivocadas que he querido consultar en su fuente
misma por escrito, para dar en cara a los tales partidarios con su
propio texto”372.
Otros sucesos achacados a la vacunación merecieron la atención del público y
también fueron tratados directamente por el propio Luzuriaga. Se trataba de las
cavunaciones practicadas en los niños Antonio Luquet y Matute, Buenaventura García
de Olalla y dos hijas de Francisco Bringas, María Ángela y María Josefa, todas
realizadas en Madrid.
El primero, hijo de Mateo Luquet, platero y diamantista, fue vacunado por Juan
de Azaola el 6 de julio de 1801, bajo la dirección de Francisco Zunzunegui al mismo
tiempo que los hijos del Comerciante Martín García de Olalla y Francisco Bringas. El
propio Azaola, poco convencido de la vacunación practicada y temiendo el resultado
de una vacuna falsa, al observar que la calidad del pus vacunal se encontraba algo
deteriorado, cómo se adelantó la erupción, supuración y desecación de las pápulas,
caracteres propios de vacuna bastarda, recomendó a sus padres volver a repetir las
vacunaciones.
Pactaron practicar esta segunda operación cuando:
“templaran los calores, menos a la niña de pecho de Bringas que se
volvió a inoculara a los 15 o 20 días, y no habiéndoles prendido fue
372
Cf. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18, fols. 295-298
244
inoculada por tercera vez, de modo que prendiendo entonces dos de
legítima vacuna, y quedó inoculada. Todo lo cual ocurrió mucho antes
de haberse manifestado las viruelas naturales en el niño de
Luquet”373.
La noticia fue empleada por el médico que le estuvo asistiendo, Antonio
Flamenco, para divulgar por todo Madrid que las vacunaciones no preservaban de las
viruelas. Distintas noticias de prensa recogidas en el Diario de Madrid, el día 28 de
octubre y 17 de noviembre se hacían eco de ello.
Uno de los colaboradores de dicho periódico era Juan Antonio Zamácola y
Ocerín (1756-1826), miembro de una distinguida familia de nobles vizcaínos, quien se
encontraba en Madrid como escribano Real de la Corte y del Juzgado de Imprenta y
Librerías del reino. En una carta sin fechar remitida al propio Luzuriaga, pero que por
su contenido podemos datarla el 16 de noviembre de 1801, Zamácola le transmitía al
secretario de la Academia las intenciones dañinas de Matute:
“este hombre, unido al médico flamenco, escribió hace días una carta
al Diario con el fin, sin duda, de desacreditar la nueva inoculación. No
quise darle paso, pero ayer recibió orden para que la pusiera, sin
duda por queja que dieron al Gobernador. No obstante les ha
cercenado toda, y la he reducido a solo prevenir a Azaola que si
quiere desengañarse de ver a tres meses de inoculado un niño con
viruelas, vaya a su casa en la Platería. Mañana se pone esta carta, y
es necesario que Vmd., se encargue de dar una respuesta cual se
merece este hombre respecto de la certificación que tienen Vmd., en
su poder374.
En efecto, al día siguiente, el Diario de Madrid publicaba la noticia, en la que se
dirige al cirujano Azaola como:
373
Señor Diarista. Diario de Madrid. Lunes 23 de noviembre de 1801
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. Gobierno, 19
fols. 241-243
374
245
“Sr. F.P.A. Vmd., que es tan apasionado de la inocencia dela vacuna, y
que tomó las molestias de ir a ver a las dos niñas inoculadas en la
calle de las Carretas nº 11 qto tercero, debe ahora, consiguiente a su
celo y loable afición, ir aen casa de D. M. Matute, platero de
profesión, que vive en la callejuela de San Miguel, esquina a la de las
Platerías, en cuya casa hallará Vmd con viruelas naturales a una niña
envacunada. Si después de una maduro examen hallase Vmd., falso el
hecho lo advertirá al público con estilo más serio que el de marras,
porque una cosa de tanta importancia no debe tratarse con
chufletas”375.
Los sucesos tanto de Matute como de Luquet tuvieron con una elevada
resonancia mediática. Pese al carácter censor de la prensa como se puede observar
en el escrito de Zumácola, el propio Ignacio Jáuregui, uno de los más ardientes
defensores de la vacuna le escribió a Luzuriaga el 19 de octubre indicándole que “esta
mañana he leído una carta circunstanciada de Madrid que me hace dudar de la virtud
preservativa de la vacuna”376, aludiendo a lo sucedido al joven Luquet, e incluso
añade que:
“parece se halla en el 12 de una viruela natural confluyente bien
caracterizada. Si esta especie es cierta, es necesario convenir en que
el niño tuvo vacuna falsa o que la verdadera no a todos preserva de la
viruela. (…), le suplico me dijese lo que hay de esto”377.
Luzuriaga y Azaola contrarrestaron dichas acusaciones solicitando los
testimonios de las propias madres, escritos que recogían la recomendación del
cirujano de volver a practicar nuevas vacunaciones, ya que los niños no quedarían
protegidos frente a la viruela.
375
Sin titular. Diario de Madrid. Núm. 32. Martes 17 de noviembre de 1801.
376
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 89-90
377
Ibídem
246
Así, el 16 de octubre de 1801 Feliciana Matute certificó que escuchó decir a
Azaola que:
“no estaba bien satisfecho de la especie de viruela que le había
salido, y sin duda sería porque su carácter era diferente de la
verdadera vacuna”378.
De la misma manera lo firmó el 11 de noviembre, Martín García de Olalla, destacando
que Azaola volvió a vacunar su hijo el día 22 de octubre, resaltando cómo las
pústulas:
“tenían otro carácter que las primeras, porque en estas he advertido
la orla sonrosada que circundaba a cada una”379.
Estos testimonios fueron empleados por Luzuriaga en la redacción de su
Informe imparcial. También lo hizo Azaola en una amplia defensa de la vacuna
publicada el 23 de noviembre en el Diario de Madrid, donde además añadió una
amplia relación de obras tanto nacionales como internacionales que demostraban
que la viruela bastarda no preservaba del contagio de viruela natural. Eran
aclaraciones necesarias, ya que según el propio Azaola:
“hay todavía hombres mazorrales, y lo peor es facultativos que
sostienen los errores más crasos, es preciso hablar de lo ocurrido en la
vacunación del niño de Luquet Matute, a lo menos para que muchas
madres incautas que han oído el tono decisivo con que explican estas
gentes se desengañen del error, y presente sus hijos a la
vacunación”380.
De todos los sucesos registrados y asociados a la práctica vacunal, la muerte
del hijo del Conde de Castro Terreño ocurrida al octavo día de la vacunación,
operación practicada por Azaola el 28 de agosto, constituyó el acontecimiento que
378
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 19.
fol. 410
379
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 19.
fol. 412-413
380
Véase. Señor Diarista. Diario de Madrid. Lunes 23 de noviembre de 1801
247
mayor repercusión tuvo a nivel nacional e internacional y que sin duda más impresión
causó a la opinión pública.
“En 28 de agosto yennerizó D. Juan de Azaola por dirección de D.
Joseph Albarrán al primogénito e hijo único del Excmo. Señor D.
Prudencio de Guadalfajara, Conde de Castro Terreño, Marqués de
Sonora, de 14 meses de edad, haciéndole 4 incisiones con el mismo
fluido que se habían inoculado el mismo día los tres señoritos del
Excmo. Señor Duque de Osuna. Prendieron las 4 incisiones con dos
retoños más, que siguieron sin novedad hasta el 5 de Septiembre por
la mañana, en que los vio el mismo Azaola próximos a formarse la
areola, pero sin destemplanza, y manteniéndose el niño alegre y
juguetón. Por la tarde hasta deshora de la noche estuvo fuera de casa
el niño a pesar de la aspereza del tiempo frío. A la una de la noche le
dio un accidente de alferecía que D. Joseph Albarrán y D. Silvio Ylla
combatieron con un pediluvio tibio, y con un escrúpulo de láudano
liquido en dos tomas. Le entró una calentura vivísima, sudaba por los
pelos copiosamente. Le repitieron los accidentes durante cuya
vehemencia se retraían los granos yennerinos, que retoñaban en la
calma de los accidentes, que repitiendo hasta la mañana del 6,
acabaron con el niño, ocasionando este golpe a unos padres dignos
de mejor suerte por sus amables prendas”381.
El suceso suscitó numerosos comentarios, por la alcurnia del afectado. Aunque
Luzuriaga no intervino directamente en lo acontecido, fue el evento por el que tuvo
que dar más explicaciones a lo largo de su correspondencia.
Así lo reflejaban por ejemplo las cartas remitidas desde Zaragoza por la
Condesa de Montijo, que una semana después del trágico fallecimiento, el 12 de
septiembre, le indicaba a Luzuriaga tras solicitarle fluido vacuna como:
381
Cf. Informe imparcial sobre el preservativo de las viruelas.... Papeles sobre la vacuna 1802, 23-4ª
Biblioteca, fols. 1-48
248
“yo no he dudado valerme del favor de Vm., conociendo su amor a la
humanidad, y que por él se prestará gustoso a contribuir a que se
propague este bien por todas partes, algo me ha asustado la muerte
del niño de Castroterreño, pero no creo sea efecto de la
vacunación”382.
El mismo día, 12 de septiembre, le remitió el cirujano del Hospital Militar de
Alicante, Ignacio Aguas-Vivas, a pesar de no conocer a Luzuriaga una carta
solicitándole información:
“Aunque no tengo el honor de conocer a Vmd., por trato y sí por
haberle visto varias veces en esa Villa, espero que, como Profesor
celoso a favor de la humanidad, se dignará comunicarme lo que sobre
el particular hubiere dispensándome sus preceptos, pues tendrá la
mayor satisfacción en complacerle este su más afecto comprofesor y
servido”383.
Le trasmitía a Luzuriaga como la noticia había llegado a la ciudad, algo que
podía frenar el número de vacunaciones que se estaban practicando:
“no hay cosa buena que deje de ser perseguida de la maldita
emulación. Una Señora principal de esta ciudad recibió ayer carta en
que le aseguran haber fallecido en esa Corte una criatura de un
Grande, sin otra enfermedad que la vacuna. Esta noticia divulgada no
dejará de retraer los ánimos de algunos padres y retardar los
progresos de la vacunación”384.
Desde Bilbao, Lope de Mazarredo, le trasladaba las mismas preocupaciones en
un escrito fechado el 29 de septiembre de 1801:
382
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 229-230
383
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 275-276
384
Ibídem
249
“amigo y señor. Aquí se va difundiendo la vaccina, pero creo que
detendrá sus progresos una voz venida desde Pamplona y que dice
que el hijo de Castroterreño, a quien Vmd inoculó, murió al noveno
día de haber sido vaccinado y murió de la vaccina: yo no creo en
semejante muerte y sobre todo por un efecto de la vaccina, pero con
todo estimaré a Vmd., que sin pérdida de correo me diga si es cierta,
y si lo fuese cuales han sido las circunstancias de su muerte, para
publicarlas, y que no se detengan los progresos de la vaccina”385.
385
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 251-252
250
251
Carta de Lope de Mazarredo enviada a Ruiz de Luruziaga el 29 de septiembre de 1801
252
Jáuregui le confirmó las primeras sospechas plasmadas por Lope de
Mazarredo, al indicarle a Luzuriaga el 3 de octubre, como:
“la hija del Señor Villariezo debía ser vacunada el mismo día en que lo
fueron la hija del Señor Branchiforte. No pudo verificarse por la
ausencia de su pare del Paular; al regreso nos hallamos con la
novedad de Castro Terreño y noticioso de que este suero había
retraído a S.E., de la resolución de vacunar a la señorita, no me resolví
pasar a casa de esos señores, según había prometido”386.
Luzuriaga tuvo que aplicarse ante el devenir de los acontecimientos que hacían
peligrar todos sus esfuerzos por implementar la vacuna. De este modo, trasladó de
manera inmediata una explicación a todos los remitentes.
Fue en el escrito enviado a la Condesa de Montijo, datado a finales de
septiembre de 1801, donde más datos aportó del suceso, tanto de la operación,
enfermedad y tratamiento, como de la historia familiar que según indicaba tenía una
salud no robusta:
“Es notorio que el Señor Conde es el 22º hermano que ha heredado
por muerte de sus hermanos, lo que no prueba mucha robustez en la
línea paterna. La Condesa ha tenido cuatro abortos, muchos
sobresaltos en el embarazo del niño por el destierro del Señor Conde
verificado en esta época, parto trabajadísimo y un histérico tan
exaltado que si algún niño ha nacido con disposición a convulsiones,
este ha sido seguramente uno de los más”387.
Luzuriaga no pudo clarificar el suceso, de hecho, asoció el fallecimiento del
noble a la estadística y la alta mortalidad infantil de la época, como recogió en su
informe imparcial
“si en todos los países fallecen las dos terceras partes de nacidos
antes de la edad de 2 años, según resulta de las tablas necrológicas,
386
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 113-116
387
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 233-241
253
que no deberá suceder en una Corte, donde son tan comunes los
malos humores hereditarios, donde dominan los vicios escrofuloso y
raquítico el primero de los cuales agrava las viruelas”388.
Del mismo modo, en la carta remitida a su amigo “D. Luis” para informar del
estado en el que se encontraba las vacunaciones en España, también resaltaba la
importancia del suceso como:
“las únicas muertes ocurridas en España durante la vacunación, son el
caso del Dor. Mitjavila en Barcelona de resultas de una tos convulsiva,
y la del hijo del Excmo. Sor. Castro Terreño, único heredero de la casa,
que ha hecho una sensación tan fuerte, que merece la consideración
de esa comisión y de Vmds., vindiquen esta muerte en la Década o en
los papeles franceses”389.
El acontecimiento puso en peligro la continuidad de las vacunaciones, pero fue
superado gracias a la ayuda de los propios nobles que continuaron con las
vacunaciones motivando al resto de la población.
“Quizás hubiera decaído totalmente [la vacunación] si por fortuna el
Excmo. Príncipe de la Paz no hubiera hecho vacunar inmediatamente
a su hija única, y a su sobrina hija del Excmo. Marqués de
Branchiforte, con cuyo ejemplo laudable pasaron de 85 los vacunados
en mi casa el día siguiente, siendo de notar que la Sra. Marquesa
Viuda de Villamejor, aunque instruida del suceso fatal, se presentó a
vacunarse a los 50 años de edad”390
Aunque el proceso por el que se achacaba el fallecimiento del hijo del Conde
de Castro Terreño a la vacuna finalmente fue superado, las dudas en torno a su
eficacia se mantuvieron presentes, como muestra la carta del alicantino Ignacio Aguas
Vivas al propio Luzuriaga el 13 de Octubre de 1801, en busca de consejo para poder
afrontar los ataques vertidos contra la vacuna.
388 388
Cf. Informe imparcial sobre el preservativo de las viruelas.... Papeles sobre la vacuna 1802, 23-4ª
Biblioteca, fols. 1-48
389
Cf. Papeles sobre la Vacuna 1802, 23-4ª Biblioteca, fols. 326-345
390
Ibídem
254
“Muy Señor mío: quedé muy agradecido de la contestación de Vmd.,
con tan especificadas circunstancias de lo acontecido en la
enfermedad y muerte del niño vacunado del Marqués de
Castroterreño. He desengañado y convencido a muchas personas de
quienes su alto carácter oculta o disimula su incapacidad. Ya había
vuelto a vereda los borricos extraviados, cuando de repente ha venido
en los papeles franceses (que habrá Vmd., leído) un diablo espantoso
sin substancia, ni concierto, que me los ha aturrullado y desgaritado,
de forma que desconfío poder poderlos volver a enderezar sin el
zurriago de una epidemia variolosa, que escarmiente a los tontos
extraviados.
La lástima es que, por culpa de varios necios, se nos llevarán muchos
inocentes que serían sabios. En gran parte ha contribuido a esta
suspensión o desconfianza entre las gentes las ignorantes voces que
ha difundido un médico Albarranado que aquí tenemos graduado o
revalidado por la ya suprimida Junta de la Facultad reunida. Este
buen hombre, mejor, buen muchacho porque ya tiene dos años de
pelo en barba, corre con algún crédito entre gentes de blanda dura
madre, cuyos sesos nadan como corcho en balsa, corre, como dije,
con algún crédito porque su padre (que gloria goce) fue en el
concepto vulgar un grande médico; entiéndase, de aquellos que
mandaban dos sangrías para igualar la sangre y que no daban quina,
ni beber a enfermos con calentura.
Este Niño de Flandes, porque le han dicho que los inoculadores han
descubierto que la vacuna es un carbón artificial que producirá una
fermentación, que precisamente ocasionará estos y los otros
accidentes (soñados y maliciosos) ha ido vociferando que el carbón
artificial es el gas ácido carbónico y así, que ningún vacunado podrá
llegar a los 25 años de edad; que el Protomedicato y la Academia
Médica de París lo dicen, que el gobierno francés ha pasado la orden
255
de oficio a los cónsules para que nadie de su nación sea vacunado y
otros rebuznos de igual jaez. De aquí a dimanado que otros más
burros (pues nunca hay mal que no pueda ser peor) han creído como
artículo de fe que los papeles franceses dicen todo y mucho más de lo
que dice él. De manera que ha calmado la vacunación en términos
que temo no podré continuar conforme con mis deseos.
Estos daños acarrean la indiscreción de un gazetista o diarista, que
dando fomento a disputas inútiles para llenar sus papeles, prefiere su
utilidad al bien de los inocentes.
Espero ver qué me dirá sobre el particular mi condiscípulo Piguillém,
porque en Barcelona según me dijo tiene mucha oposición y
emulación de parte de muchos de los eruditos a la violeta.
Desearía me comunicase Vmd., su modo de pensar sobre el asunto.
Yo bien veo que debiera despreciarse la llamada de los papeles
franceses sobre la vacuna, pero por otra parte también veo que,
despreciándolo, ni se puede destruir la animosidad con que se
producen, ni corregir o evitar los perjuicios, que de ahí podrían
resultar al género humano”391.
Un texto que además de mostrarnos los ataques que la vacuna tuvo que
afrontar en el municipio de Alicante, permite descubrir a un desconocido cirujano
alicantino, Ignacio Aguas Vivas, como un activo defensor y difusor de la medida
preventiva. Aguas Vivas mantuvo un estrecho contacto con los dos núcleos nacionales
de propagación del fluido vacunal, como son Barcelona y Madrid, con Piguillem y
Luzuriaga respectivamente.
“Con todo, tengo ya la satisfacción de haber propagado muchísimo
esta excelente semilla, pues de casi todas las Provincias de España me
391
Véase: Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 271-274
256
han pedido y les he remitido fluido vacuno, constándome que ha
pegado y va difundiéndose prodigiosamente”392.
392
Ibídem.
257
258
259
260
Carta remitida desde Alicante por el cirujano Ignacio Aguas-Vivas a Ignacio María Ruiz de Luzuriaga
el 13 de octubre de 1801
261
LA ESTÉRIL BÚSQUEDA
DEL COWPOX PARA
PERPETUAR LA VACUNA
CONTRA LA VIRUELA
Los inicios de la lucha contra la viruela en
España. Técnica e ideología durante la
transición de la inoculación a la vacuna
(1750-1808)
263
LA ESTÉRIL BÚSQUEDA DEL COWPOX PARA PERPETUAR LA VACUNA CONTRA LA
VIRUELA
Al interés por difundir la vacuna, se añadieron pronto también preocupaciones
más técnicas. Entre ellas las inquietudes por asegurarse de fluido vacuno y los
problemas relacionados con su transporte.
Respecto a la primera cuestión, una interesante derivación de la propia idea de
utilizar material procedente de las vacas (cowpox) condujo a pensar que también
podría extraerse de otros animales que padecieran formas de viruela, como los
caballos (horse-pox) o las ovejas (sheep-pox). El argumento se basaba en el posible
parentesco entre estos virus y la razón que lo impulsaba era la escasa incidencia de la
viruela de las vacas, lo que impedía encontrar fácilmente materia vacunal. El cowpox
era conocido en Inglaterra, en Holstein (Alemania) o Lombardía, sin embargo, se
desconocía en Francia, España o América393.
Esto desató una serie de tentativas dirigidas a ensayar la vacunación con
material cultivado en animales distintos a las vacas y en paralelo se desató una
carrera para localizar vacas afectadas por el cowpox.
La inquietud fue elevada, tanto por las instituciones gubernativas deseosas de
propagar una medida preventiva beneficiosa para la población como de los propios
vacunadores, muchos de ellos con un afán noble y desprendido frente a otros que
veían en la vacunación una oportunidad de negocio.
Un ejemplo de vacunador comprometido con la causa jenneriana fue el médico
italiano Luigi Sacco (1769-1836), que en 1800, comenzó a vacunar en la República
Cisalpina (Lombardía) tras descubrir una vaca con cowpox en la vecina Suiza394.
Sacco vacunó en Milán más de 8000 niños y organizó una red muy eficaz de
vacunación que le supuso su nombramiento en 1801 como Director de Vacunación de
393
Véase Bazin H. Histoire des vaccinations. Paris: Ed. John Libbey Eurotext; 2008
Véase Ferrario G. Vita ed opere del grende vaccinatore italiano dottore Luigi Sacco sunto storico dello
innesto del vajuolo umano del vaccino e della rivaccinazione. Milan: Librería Franceso Sanvito; 1858.
394
265
la República Cisalpina y Turín, llegando a contar desde 1803 con un Comité de
Vacunación395.
En 1802, un cochero que curaba a tres caballos afectados de gabarro (grease)
tuvo una fuerte erupción en las manos con fiebre y diarrea. Remitido a Sacco, éste le
tomó materia que utilizó para vacunar a nueve niños y una vaca con éxito. Sacco lo
comentó con Jenner y llegó a remitir a Jean de Carro en Viena este material. En 1809
escribió un texto relatando los pormenores de esta prueba, ejemplo de cómo se
experimentaba ante la falta de una producción sistemática de vacuna.
Su reconocimiento en Europa le valió el apelativo de Jenner de Italia396, y
cuando en 1857 se erigió un monumento en Trafalgar Square al propio Jenner, un año
después, el hospital de Milán hizo lo propio con su "apóstol" italiano de la vacuna.
España, que no fue ajeno a de todas estas noticias, se sumó también a la búsqueda de
material vacuno.
Por proximidad geográfica, Francia actuó como principal proveedor de vacuna,
aunque se compartía el temor a la pérdida de materia vacunal. Alentados por las
esperanzadoras noticias sobre su hallazgo en vacas italianas, se avivó el interés por su
localización autóctona397. Estas acciones en busca de autonomía fueron impulsadas
por las autoridades gubernamentales y por los propios vacunadores como fue el caso
del propio Luzuriaga.
“Este es el resultado de mis observaciones, y las de mis amigos,
aunque la yennerización ofrecerá cada día nuevas anomalías y
nuevos resultados. He dirigido mis investigaciones por la península
para saber si se conocía en alguna Provincia el yennerino en las
vacas”398.
395
Cf. Olagüe de Ros, Astrain Gallart. 2004.
396
Véase García Cáceres U. La implantación de la viruela en los Andes, la historia de un Holocausto. Rev
Peru Med Exp Salud Pública. 2003;20:41-50
397
Véase Olagüe de Ros G. la introducción de la vacunación jenneriana en España (1799-1805). En:
Barona JL. (ed.) Malaltia i Cultura. Valencia: Seminari d´Estudis sobre la Ciència; 1995 pp. 251-273
398
Véase. Cf. Papeles sobre la vacuna 1802, 23-4ª Biblioteca, fol.83
266
Una pretensión que también es recogida en la carta dirigido al enigmático Don
Luis, donde vuelve a indicar su interés por localizar el fluido autóctono y como tenía:
“pedidas noticias a todos los países de España donde hay vacas, si se
conoce la vacuna entre ellas, y hasta ahora no tengo más que estos
indicios”399.
Luzuriaga también recopiló en su abultado epistolario dichas inquietudes.
Varios ejemplos lo atestiguan como la carta fechada el 7 septiembre de 1801 y
enviada desde Azpeitia, provincia de Guipúzcoa, por Javiera de Murgartegui al
secretario de la Academia indicándole que sobre la vacuna que:
“aquí me la ponderan, pero nadie sabe nada por práctica, ni
tampoco conocen a las vacas de por acá esta enfermedad, según me
han dicho unos caseros a quienes se ha preguntado”400.
El médico de número del Hospital General de la ciudad de Pamplona, Vicente
Martínez401, catorce días después, desde esa misma ciudad le indicaba que:
“procuraré acelerar la noticia que Vmd., me pide relativa a las vacas
de este país, y deseo eficazmente se presente ocasión en que pueda
servirle y obsequiarle”402.
399
Las vacas del Soto de Negralejo, propio de la Villa de Madrid, junto a Rivas, parece que adolecen en la
primavera y el otoño de una viruela que se manifiesta en sus tetas, y dan muestras de dolor al
ordeñarlas, según informe de Miguel Carzor, el vaquero que está encargado de avisarme cuando se
manifiesten. En Asturias parece que hay la misma tradición popular que en Glocester, de que los que
pasan la viruela de las vacas se libertaban de pasar la otra viruela, sobre cuyo particular se han pedido
noticias circunstanciadas. D. Pedro Salgado, Boticario de la calle de Alcalá, dice que Extremadura se
estregaban las palmas de las manos con las viruelas de las vacas para preservarse de la legítima.
El Sor. Montero, cirujano de esta Corte, pretende haber leído en una obra Portuguesa que en 1613 se
practicó la vacunación en Portugal y se difundió a Galicia, donde se abandonó. Tengo pedidas noticias a
todos los países de España donde hai vacas, si se conoce la vacuna entre ellas, y hasta ahora no tengo
más que estos indicios. Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles sobre la vacuna 1802, 234ª Biblioteca, fols. 326-345
400
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fol. 257
401
También obtuvo el reconocimiento de médico corresponsal de la Academia Médica de Madrid.
Nombrado en la Junta Ordinaria del 9 de febrero de 1804. Véase. Real Academia Nacional de Medicina.
Libro de Acuerdos de la Real Academia Matritense. Año 1791-1815. fols. 298v-299
402
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fol. 153
267
Cuatro días más tarde, el 25 de septiembre de 1801, y a vuelta de correo,
señalaba como vacunó a dos niños de 6 y 7 meses con el fluido que Luzuriaga le
envió, “preferimos esta edad tierna con el objeto de producirla”403. Concluía el texto
puntualizándole como había tramitado a diversos puntos la solicitud destinada a
averiguar si existían en la contornada vacas con síntomas de cowpox.
“Como no hay Correo para la montaña de este país he escrito, aunque
no con la brevedad que quería, con gentes de aquellos pueblos varias
cartas a diversos médicos para que tomen el informe que Vmd me
pedía, en recibiendo sus contextos se los trasladaré”404.
Una cuestión que el propio remitente aclaraba y ampliaba en su tratado sobre
la vacuna publicada en 1802:
“podemos nosotros dedicarnos a examinar, si las vacas de que
abunda la parte alta de nuestro Reyno de Navarra están sujetas a
esta enfermedad. Yo por mi parte he practicado a este intento
algunas diligencias sin suceso, y aun he querido también ver los
caballos atacados del Gabarro, para producir con el pus de sus
úlceras el Cowp-pox en las vacas, lo que tampoco he podido
lograr”405.
Entre la correspondencia de Soria, el 9 de noviembre de 1801, Josef Ubis
informaba a Luzuriaga que:
“En cuanto a las observaciones de si por aquí se rozan con el gabarro,
y si por consiguiente ordeñan las vacas, hasta la presente nadie da
razón de nada con fundamento, lo que ciertamente he preguntado y
si pudiera adquirir algunos conocimientos, lo procurare hacer con el
403
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fol. 155
404
405
Ibídem
Cf. Martínez V. 1802.
268
mayor cuidado y con la brevedad que me sea posible, y aquí no hay
tradición de nada en dicha materia” 406.
Desde Álava, el 26 de noviembre de 1801, por medio de una carta remitida por
Manuel Álvarez Terrero, se le indicaba que a pesar de identificar pústulas similares en
el ganado vacuno examinado no debe asociarse al ansiado cowpox.
“en contestación a la apreciable de Vmd., según los varios informes
que he tomado, y en que van acorde estos naturales, es que no hay
duda, en que a las vacas de cría les nacen muchas veces en las tetas
postillas, por la mayor parte blancas y rojas, que las desmejoran
mucho, y dan durante esta erupción menos leche.
Tengo entendido, y me han asegurado, que jamás se comunican a los
que las ordeñan, por consiguiente no pueden causar ninguno de los
dolores que V me indica, y menos preservarles de las viruelas.
La erupción que acaece en cualquier tiempo, no puede ser causa da
por tener en una misma cuadra vacas y caballos con úlceras en los
cascos de los pies, Gabarros, ni Arestín, pues en esta casa están
siempre en pieza separada, y es siempre distinto criado el que cuida
de aquellas, del que cuida y limpia a estos, y sin embargo las vacas
padecen varias veces de estas postillas o erupciones.
En este país jamás se ha practicado la inoculación: es cuanto tengo
que informar a V en el asunto”407.
Estas investigaciones alcanzaron también los territorios de Ultramar, como la
carta remitida desde La Habana el 19 de abril de 1802 por el destacado médico y
provacunista Tomás Romay Chacón (1764-1849)408.
406
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna, Signatura 17-2ª S. gobierno, 18,
fols. 213-216.
407
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles sobre la vacuna 1802, 23-4ª Biblioteca, fol.116
408
Romay es definido como un filantropo laborioso y figura brillantísima de la cultura científica y social
de la segunda mitad del siglo XVIII y primera del XIX. A pesar de comenzar estudios de jurisprudencia en
el Seminario de San Carlos, decidió abandonarlos y volcarse a la profesión médica, obteniendo su título
de bachiller en 1789. Tras su graduación se presentó al examen ante el Real Tribunal del Protomedicato
269
Comenzaba el texto, agradeciendo a Luzuriaga su mediación en su
nombramiento como Socio Corresponsal de la Academia:
“habiendo conseguido el Excmo. Sr. Don Luis de las Casas asociarme a
esa Real Academia de Medicina por el conducto de V en año 1798,
escribí entonces a Vmd., manifestándole mi gratitud y ofreciéndole
dirigir por medio de Vmd., a ese ilustre cuerpo todo lo que me
ocurriese. La guerra con el inglés, que tenía interceptada la
comunicación entre esa metrópoli y estos países, me ha impedido
verificarlo; pero removido ya ese obstáculo me he propuesto
comunicar a Vmd., cuanto me parezca digno de su atención, y espero
que la bondad de Vmd., sepa apreciar sus insinuaciones”409.
Continuaba destacando su labor como introductor y difusor de la vacuna en la
Isla:
“actualmente estoy reimprimiendo un cuaderno impreso en esa Corte
y traducido del francés por el Doctor Don Pedro Hernández sobre el
origen y utilidades de la vaccina”410.
Para continuar plasmándole las referencias a la posible localización de fluido
vacuno autóctono, dato que se disponía a comprobar.
en 1791, y resultó apto para ejercicio de la profesión. Con motivo de llegar al puerto habanero la
escuadra al mando del General Aristizábal, con una tripulación venía infectada de fiebre amarilla, dedicó
todas sus fuerzas a luchar contra la epidemia. Como resultado de sus observaciones al respecto,
confeccionó y presentó en la Sociedad Patriótica en abril de 1797 la memoria Disertación sobre la fiebre
maligna llamada vulgarmente vómito negro, enfermedad epidémica en las Indias Occidentales,
monografía que inauguró la bibliografía científica cubana e hizo a su ilustre autor merecedor de ser
nombrado Socio Corresponsal de la Real Academia Matritense, en Madrid. Pero la hazaña que lo
inmortalizó fue la introducción y difusión de la vacuna jenneriana en Cuba, abandonando las
comodidades de su hogar para marcharse al interior de la isla en busca del ansiado virus y de exponer la
vida de sus propios hijos, a quienes vacunó como sujetos de prueba para vencer los temores del resto
de la población. Véase. López Sánchez J. Vida y obra del sabio médico habanero Tomás Romay Chacón.
La Habana: Editorial y Librería Selecta; 1950; Diez Cabrera M, Toledo Curbelo G. Dr. Tomás Romay
Chacón (1764-1849). Apuntes para la reflexión. Rev Cubana Hig Epidemiol 1997;35:120-123.
409
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Papeles de la Vacuna. Signatura 17-2ª S. gobierno, 19,
fols. 119-123
410
Ibídem
270
“tengo esperanzas de conseguirla en esta Isla, pues un vecino de un
Pueblo interior, donde se cría mucho ganado vacuno, me asegura
haber observado en las vacas esos granos, y que solían pegarlos a los
que las ordeñaban; pero no advirtió ni sabía que se hubiese notado si
a estas personas les habían dado”411.
El interés de Romay en la propagación de la vacuna en la Isla, como en su
localización lo volvió a plasmar en la publicación de una Memoria sobre la
introducción y progresos de la vacuna en la Isla de Cuba412 en 1805. En ella, reconocía
cómo los beneficios derivados de las vacunaciones realizadas en Europa y en los
recién creado Estados Unidos, llegaron a la Isla por medio de la prensa.
Al encontrar la medida tan extendida se decidió su adopción. Para ello, se
acordó junto con la Real Sociedad Económica de la Habana y la Junta Económica del
Real Consulado, otorgar un premio de trescientos pesos a quien condujese el virus
vacuno de otros países y cuatrocientos pesos a quien lo encontrase en nuestras
vacas. Pero a pesar de que los dueños de las haciendas afirmaban la presencia del
cowpox en las vacas de la región, nadie reclamó el premio como indica el propio
Romay413.
Un interés que se evidenció también, durante los prolegómenos de la Real
Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1810). Se discutieron varios proyectos, el
de Francisco Xavier Balmis (1753-1819) que resultó finalmente elegido o el de José
Felipe Flores que señalaba en el suyo datado el 28 de febrero de 1803 cómo:
“se buscaron sin descansar las viruelas de la vacas, se examinaban
estos animales en todas partes, y no encontrando el virus, el Doctor
411
Ibídem
412
Véase Romay T. Memoria sobre la introducción y progresos de la vacuna en la Isla de Cuba, leída en
juntas generales celebradas por la Sociedad Económica de la Habana el 12 de Diciembre de 1804.
Habana: Imprenta de la Capitanía General; 1805.
413
“En la primavera y en el otoño experimentan las vacas de esta Isla una erupción de granos en las
ubres y en los pezones, tan numerosa en algunas de ellas que no pueden ordeñarse sin grande dificultad.
Los hacendados llaman a estas pústulas viruelillas, y creyeron fuese el verdadero cowpox. Reconocí
muchos de estos animales y en ninguno de sus granos encontré las características que describe Jenner. Al
contrario son casi verrugosas y cuando llegan a supurar arrojan una pequeña cantidad de humor sanioso
y prontamente se desecan”. Cf. Romay. 1805. pp 29-31
271
Córdoba se proponía experiencias originales, inoculando ovejas,
fundadas en un analogismo perfecto”414.
Pueden citarse asimismo las diligencias tomadas por el propio Virrey de Nuevo
México, José Yturrigaray, quien formó una comisión bajo la dirección de Félix Garda y
Ferraris, como certifica el escribano de la población de Toluca en 22 de marzo de
1803, al indicar que:
“el Cirujano del Regimiento de Infantería de Nueva España,
comisionado por la superioridad del Excmo. Señor Virrey (…), ha
realizado el reconocimiento en todas las Haciendas de la Jurisdicción
enunciada para la inspección de la Viruela Vacuna”415
Labor que desempeñó desde ese mismo mes de marzo hasta finales del mismo
año, fecha en la que ya se tenía conocimiento de que la expedición dirigida por Balmis
se hallaba en camino.
Durante el desarrollo de la misma, Balmis y su ayudante Gutiérrez Robredo
creyeron encontrarla durante su paso por tierras novohispanas, en el Valle de Atlixco
y en Valladolid de Michoacán a finales de 1804416. Aunque seis años más tarde el
propio Balmis, tras ser nuevamente comisionado, reconoció su ausencia e incluso su
engaño:
“descubrió que esto fue una superchería de cierto bribón que por
apoderarse de 12 pesos que ofreció de premio el señor Obispo de
Puebla a quien lo descubriese, lo introdujo a la misma vaca quien
sabe por qué medios, pero con una constante y larga experiencia
asienta que el dicho Cowpox no le hay en las vacas de aquí”417.
414
Cf. Díaz de Yraola G. 1948
415
Véase. Archivo General de la Nación de México. Exp. 019. Epidemias Caja 5297
416
Véase. Ramírez Ortega V, Rodríguez-Sala ML. La participación de los cirujanos novohispanos en las
operaciones vacunales antes, durante y después de la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”.
Revista Complutense de Historia de América. 2009;35:187-207.
417
Véase Tuells J, Duro Torrijos JL. La segunda expedición de Balmis, revolución y vacuna. Gaceta Médica
de México. 2013;149:377-84
272
La acción picaresca vivida por Balmis se detectó también en España, en forma
de maniobras amparadas por el clima de euforia que envolvía a la difusión de la
vacuna. Hay dos episodios que ejemplifican cómo el interés por encontrar el cowpox
estuvo motivado en algún caso por la búsqueda del beneficio económico y la
notoriedad profesional, ampliamente tratadas por el profesor Olagüe de Ros418.
La primera corresponde al alemán Juan José Heydeck catedrático agregado de
hebreo a los Reales Estudios de San Isidro, quien el 18 de febrero de 1803 informó a
Pedro Cevallos Guerra, primer secretario de Estado y Despacho del Rey, de la validez
del pus vacunal que había encontrado en las ubres de las cabras.
“Como la salud y felicidad de los pueblos es la suprema ley, no puedo
dejar de molestar la atención de V.E., participando un descubrimiento
que tiene por objeto el beneficio de la humanidad en general y de
esta nación en particular. Como no se hallan aquí vacas compramos
para proporcionar el fluido vacuno, y que por esta razón se hallan los
facultativos constituidos en la necesidad de proporcionar el fluido
vacuno desde otros reinos y provincias, con perjuicio de la salud
pública que resulta de diversas causas de maneras que este
descubrimiento útil no puede producir en este Reino las felices
resultas que produce en otros países; a más sé que habiendo
descubierto en la cercana de Madrid algunas cabras con granos con
materia que he hallado por experiencia de tener la misma calidad, y
que producen los mismos efectos en la inoculación y preservación que
los que produce la vacuna; respecto de que tenemos materia previa
en este país y en abundancia, producen seguramente mayores
beneficios que la materia que se introduce de los países extranjeros,
418
Véase. Olagüe de Ros G, Astrain Gallart M. ¡Salvad a los niños! Los primeros pasos de la vacunación
antivariólica en España (1799-1805). Asclepio. 2004;56:7-31; Olagüe de Ros G. la introducción de la
vacunación jenneriana en España (1799-1805). En: Barona JL. (ed.) Malaltia i Cultura. Valencia: Seminari
d´Estudis sobre la Ciència; 1995 pp. 251-273; Olagüe de Ros G. De las falsificaciones en la historia: Juan
José Heydeck (n. 1755) y su portentoso descubrimiento de una vacuna contra la viruela. Asclepio. 2007;
59: 275-284; Olagüe de Ros G. La introducción y difusión de la vacuna contra la viruela en España (18001806). En: Perdiguero E, Vidal Hernández JM. (Coords.). Las vacunas: historia y actualidad. Menorca:
Institut Menorquí d´Estudis; 2008 pp. 19-35; Olagüe de Ros G. La dimensión sanitaria de la viruela. El
significado histórico del descubrimiento de la vacunación antivariólica. Canelobre. 2011;57:42-55
273
de cuya legitimidad no puede obtenerse otra seguridad que de la
persona que la remite”419.
El propio Secretario de Estado le contestaba el 25 de febrero, indicando que
tan importante descubrimiento había sido notificado a la “Real Academia médica
para su investigación”420. La valoración de su autenticidad recayó en dos miembros
de la Academia Médica Matritense y expertos vacunólogos, Pedro Hernández e
Ignacio Mª Ruiz de Luzuriaga, ambos tutelados por el Protomedicato.
Hernández y Luzuriaga practicaran exhaustivas pruebas del fluido caprino
entre los niños de la casa de Desamparados de Madrid, en la propia hija de Díaz
Canedo, cirujano y yerno de Pedro Hernández, que no dieron ningún fruto al igual
que un episodio vivido el 28 de mayo de 1803, durante el cual se vacunaron a dos
niños al dar aviso un pastor de la calle de San Bruno que tenía cabras con las misma
postillas descritas por las instrucciones que se habían dado a los cabreros de Madrid y
sus cercanías.
Luzuriaga dio por concluidas las investigaciones pertinentes en un informe
presentado a la Academia el 21 diciembre de 1803, donde indicaba que:
“siendo posible, que por descuido o no haber personas que quieran
vacunar a sus hijos llegue a faltar el fluido vacuno para esta
operación saludable e importantísima al Estado, debe merecer el celo
y la atención de la Academia, el que piense los medios de conservar
dicho fluido, y precaver toda posibilidad de que llegue un día a faltar.
(...) No habiendo en el Reino vacas que produzcan el fluido vacuno, sin
embargo de las muchas diligencias que se han practicado al intento,
habría que recurrir a Berkeley en Glocester u otros lugares donde se
producen las vacas o a cualquier país, donde lo hubiesen conservado
con las vacunaciones practicadas con economía y dirección, pues por
los primeros experimentos que se hicieron con el fluido cabruno que el
419
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Leg. 14, doc. 822
420
Ibídem
274
Sr. Heydeck propuso al gobierno, como el equivalente de la vacuna, se
ha visto que era un proyecto quimérico”421.
Aun así, se mantuvieron abiertas las pesquisas hasta 1806, al haber encontrado
Heydeck prestigiosos aliados extranjeros que postulaban la bondad de la idea,
llegándose a publicar sus experiencias en el número de octubre de 1803 de la revista
inglesa The Medical and Physical Journal, lo que le valió la felicitación del propio
Jenner422.
La Corona se sintió presionada y llegó a exigir nuevas indagaciones al
secretario de la Academia en enero de 1806.
“habiendo ahora presentado el interesado el Diario adjunto de
Medicina de Londres, en el que verá la Academia confirmado dicho
descubrimiento, con las ordenes y oficios que entonces se pasaron; el
Rey quiere exponga esa Academia su parecer, sobre si los
experimentos que se practicaron, han correspondido a las atenciones
del autor, como igualmente sobre las ventajas de este Pus con
relación al de las Vacas”423.
Luzuriaga contestaría en el mes de marzo que “en este Diario no se ve
confirmado dicho descubrimiento (…), sino expuesto sencillamente, según las
aserciones de dicho Heydeck”424, por lo que Luzuriaga, ante las nuevas demandas,
volvió a solicitar hacer nuevas vacunaciones con los niños de la inclusa madrileña,
institución que denegó la solicitud por encontrarse los niños débiles físicamente.
Algunos textos otorgan cierta validez al descubrimiento de Heydeck, indicando que la
Academia Médica se limitó a demorar los experimentos y dejar que el tiempo
generase el olvido425. Otros por el contrario, tras abundar en la discutida biografía de
421
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Leg. 11, doc 698
422
Cf. Olagüe. 2007.
423
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Leg. 22, doc. 1328
424
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Leg. 21, doc. 1231
425
Véase Ramírez Martín SM. Juan José Heydeck, un alemán en la corte de Carlos IV: experimentos
contra la viruela. Asclepio. 2006;58:165-202
275
Heydeck y la revisión documental confirman el fraude y la esterilidad del pus
obtenido en las cabras426.
Un año después de la primera instancia oficial por parte de Heydeck, en
febrero de 1804, el médico Marcelo Hortet y Pauló, notificó de igual modo un feliz
hallazgo, esta vez en las vacas del principado de Cataluña, en el Valle de Ribas y en
Barona de Tosas.
Cevallos envió a la Academia matritense un escrito notificando que:
“en 16 de julio de 1804 se remitió por el Excmo. Sr. Ministro del
Estado y del Despacho una cantidad de fluido vacuno que según
expresaba la real orden que la acompañaba, había sido hallada por
Dr. Marcelo Hortet en las vacas del Principado Cataluña. Se mandaba
en la citada real orden que esta Real Academia le examinase e
informase a S.M lo que hubiese por correspondiente”427.
Ante esta orden, se comisionó el 16 de julio de 1804, de nuevo a Luzuriaga y
José Martínez San Martín y a Juan de Azaloa, e incluso se informó “a la junta de
Gobierno de la Real Casa de los Desamparados, para que pongan a disposición de los
comisionados (…) los muchachos necesarios para verificar los experimentos”428.
Las pruebas se realizaron en nueve niños de la Real Casa de los Desamparados
con el fluido remitido por Hortet el 22 de julio, a quienes se les practicó 4 incisiones y
de las que no prendió más que un grano, “otro que repunto por falso (...) pues las
demás incisiones se secaron”429. Pruebas que continuaron durante los meses de
agosto y septiembre.
Mientras se verificaba el hallazgo, Hortet buscó el soporte de la prensa para
obtener notoriedad, de este modo, en dos noticias publicadas el 4 y 5 de diciembre
426
Cf. Olagüe. 2007.
427
Véase Real Academia Nacional de Medicina. Leg. 21, doc. 1285
428
Véase Real Academia Nacional de Medicina. Leg. 19, doc. 1111
429
Cf. Real Academia Nacional de Medicina. Leg. 21, doc. 1285
276
de 1804 por el Diario de Madrid, firmadas por el propio Hortet, divulgó no sólo el feliz
descubrimiento, también la involucración en el mismo del poder político.
“Un descubrimiento hecho por uno de los Médicos de España que
merece el más alto aprecio de sus compatricios, el hallazgo de la
erupción de Cow-pox en las vacas del país, hecho por el Dr. D.
Marcelo Hortét, Médico del número de los Reales Ejércitos de S.M. y
Capitán de Miqueletes de Vich, residente en el Lugar de Planolas,
Corregimiento de Puigcerdá. En efecto, el día 22 de febrero del
presente año de 1804 fue la primera ocasión en que pudo este
profesor descubrir en uno vaca cerril perteneciente a Pedro Surroca,
labrador del Lugar del Tosa, una muy visible erupción de granos en los
pezones de las tetas de ella, que sujetaba a la prueba en el 24;
después, con acuerdo de su dueño, a presencia de mucho concurso,
resultó que después de haber el referido Facultativo inoculado la niña
Francisca Surroca, del Pueblo de Fornells, con la materia liquida que
sacó de dicho granos, la más constante y nada equivocada vacuna,
cuyos periodos de inercia, inflamación y disecación que le espetaba
para preservar de las viruelas, siguieron sin confundirse. En el día 5 de
Marzo, en consecuencia del resultado de esta vacunación, tomó virus
de los granos de la niña y lo inoculó a José Santanch de edad de año y
medio, de los granos de éste sacó virus y lo enjerió a cada brazo de
Josef Framontana todos del sobredicho lugar, sin nombrar otros
muchos ejemplos que con ellos se practicó la misma experiencia y
efectos que de ordinario se experimentan con virus inglés. Fueron
luego estos hechos protegidos por el Gobierno español y con fecha del
primero de Mayo último el Excmo. Sr. D. Pedro Cevallos de orden del
Rey mandó al referido Dr. Hortét continuase haciendo nuevos
descubrimientos que le aseguren la posesión de este hallazgo”430.
430
Relación del descubrimiento de Cow-pox en las vacas de los apriscos del Valle de Ribas y Baroña de
Tosas, en el Principado de Cataluña. Diario de Madrid. Núm. 338. Martes 4 de diciembre de 1804.
277
Una crónica que concluyó de manera tajante, al destacar que:
“parece indudable que las vacas españolas están sujetas al Cow-pox
una vez en su vida siendo nodrizas o lecheras, y por consiguiente no
se necesita ahora ya hacer venir el virus vacuna en España de otra
nación extranjera”431.
El soporte mediático continuó durante los primeros días de febrero de 1805,
en el mismo diario volviendo a ensalzar Hortet la importancia de su descubrimiento:
“puede asegurarles que pronto se destruirá la espantosa hidra que
bárbaramente sacrifica cuarenta mil individuos cada año, que
nuestros descendientes sólo deberán conocerla por la historia de los
libros que quedará en ellos, como la de otros males que fueron
comunes y funestos, las familias cesaran de llorar los estragos con
que aquel cruel Herodes hacia vivir en un continuo sobresalto, se
acabará la deformidad que hacía pasar días tristes a los que habiendo
escapado de su furor, quedaron eternamente desfigurados, y por fin
la hermosura, en todos tiempos privilegiada, no temerá los asaltos
del implacable enemigo y quedará para siempre el bello sexo
triunfante y respetado”432.
Pero definitivamente el hallazgo fue también desestimado por la propia
Academia, que desde el inicio del proceso se mostró bastante recelosa de sus
beneficios como recogía el cirujano San Martin en un informe remitido a la institución
en marzo de 1806.
“Sin duda la imposibilidad de hacer experimentos directos y
continuados a cerca del Cow-pox hallado por el médico D. Marcelo
Hortet en las vacas de Cataluña es el gran obstáculo que tenemos
para dar un juicio decisivo sobre importante objeto. La Academia
desde un principio guidada de las observaciones que hizo con el que
431
Concluye la relación de ayer. Diario de Madrid. Núm. 339. Miércoles 5 de diciembre de 1804.
432
Carta del Doctor Marcelo Hortet, Médico de los Reales Ejércitos de S. M., escrita a cierto sujeto de
Valencia, remitiéndole virus vacuno catalán. Diario de Madrid. Núm. 38 Jueves 7 de febrero de 1805
278
remitido por el mismo descubridor sospechó en parte la verdad del
hecho, pero creyó prudentemente que sus recelos faltando datos
positivos no podían pasar de este carácter mientras no hubiese un
conocimiento más extenso e íntimo de la materia.
Hortet presenta un testimonio judicial, y a vista de este documento
todos forzosamente enmudecen mayormente cuando la gestión va
fiada a la voz de muchos sujetos, poco idóneos los más para las
observaciones de este género. Sin embargo la Real Academia médica
de Barcelona comisiona uno de sus individuos para adquirir nociones
directas y seguras, y ciertamente de este examen ocular se debería
esperar la muestra la decisión del asunto, más el comisionado puede
decirse que apenas ha adelantado un solo paso en el asunto, ya por
que las vacas estaban lejos ya por que descansa alguna vez en la
autoridad de otros, y a en fin por satisfacerse con los últimos ensayos
de la operación, cuando se trataba de indagar el principio, y entre
tanto quedan en su primer valor los datos que deponían contra la
legitimidad del Cow-pox agregándose además la observación de unas
incisiones longitudinales en los pezones de las ubres, el corto espacio
que tardaron en manifestarse los granos vacunos en una niña a quien
se inoculó el pus primitivo de las vacas, y ciertas expresiones
sospechosas de Hortet que constan igualmente por la carta de Dr. D.
Tomás Ventura.
A pesar de tan graves fundamentos nuestras aserciones a vista de un
documento judicial no pueden pasar del título de sospechas, y para
ofrecerlas como hechos incontestables era menester escudarlos
también con las diligencias legales. Por consiguiente creemos que el
magistrado de aquel país debe autorizar y proteger un examen severo
de este dudoso hallazgo desde su primer origen por todos sus
progresos hasta el postrer experimento, de otro modo no será posible
279
destruir directamente las pruebas justificativas en que se afirma
Hortet, ni descubrir la verdad de un objeto tan interesante”433.
Hortet criticó duramente dichas conclusiones, por lo que continuó con sus
ensayos, acción por la que tuvo que mediar el propio monarca en noviembre de 1806,
quien envía en carta al Capitán General de Cataluña órdenes para que el cirujano
catalán “no importune en adelante al Gobierno, imponiéndole perpetuo silencio sobre
el asunto”434.
Ambos fraudes confluían en una misma intencionalidad, la obtención de un
beneficio económico y profesional. Heydeck solicitó al monarca hasta en cinco
ocasiones una recompensa económica “por las desagradables circunstancias en que
me hallo con mi familia y por el poco sueldo que gozo (…), por tanto le suplico que se
digne despachar mi asunto con toda la prontitud posible”435. Entre las
reivindicaciones de Hortet figuró la de ser nombrado Director de la Vacunación en
Cataluña.
433
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Leg. 022, doc. 1325
434
Cf. Olagüe de Ros, Astrain Gallart. 2004.
435
Cf. Ramírez Martín. 2006.
280
FORZOSA NECESIDAD DE
CONSERVAR Y
TRANSPORTAR LA VACUNA.
LA CADENA BRAZO A BRAZO
Los inicios de la lucha contra la viruela en España.
Técnica e ideología durante la transición de la
inoculación a la vacuna (1750-1808)
281
FORZOSA NECESIDAD DE CONSERVAR Y TRANSPORTAR LA VACUNA. LA CADENA
BRAZO A BRAZO
Todo el éxito de las vacunaciones dependía directamente de la obtención de la
materia vacunal. Por tanto, disponer de ella y saber elegir la más idónea era
imprescindible.
“Como el buen suceso de la operación depende principalmente del
fluido que se introduce bajo la epidermis, se hace preciso saber elegir
el tiempo en que el dicho fluido tiene aquel grado de perfección y
madurez propia, y eficaz para comunicar la enfermedad. El tiempo
más propicio es desde el séptimo al undécimo día de la
enfermedad”436.
Superadas estas premisas, su conservación y los medios para transportar la
vacuna constituyeron otro de los problemas esenciales que rodearon al fluido
jenneriano.
Las grandes distancias que la vacuna debía realizar planteó serios problemas,
ya que en muchas ocasiones el fluido llegaba seco e inservible, esencialmente en
recorridos donde estaba expuesto a variaciones de temperaturas que aceleraban o
retrasaban el proceso de calidad.
Existían diferentes tipos de fluido vacuna, el procedente de las vejigas de las
vacas o el que se extraía de las propias personas. Las vacunaciones se podían
practicar con “el humor vacunal fresco, y con el seco”437.
En el caso primero, se obtenía directamente del picado de un grano vacunal
cuando:
436
Cf. Hernández. 1801. pp. 41-42
437
Véase Balmis FX. Tratado histórico y práctico de la vacuna, que contienen en compendio el origen y
los resultados de las observaciones y experimentos sobre la vacuna, con un exámen imparcial de sus
ventajas, y de las objeciones que se le han puesto, con todo lo demás que concierne a la práctica del
nuevo modo de inocular. Por J.L Moreau dela Sarthe. Madrid: Imprenta Real; 1804. pp. 192
283
“la aureola roja que le rodea está suficientemente extendida, se ve
salir una gotita de humor que se recoge en la punta de la lanceta,
para emplearlo en el momento mismo en la vacunación de un
individuo que debe estar presente. Esta operación se llama vacunar
de brazo a brazo”438.
En el segundo de los casos, el fluido vacunal se debía conservar en diversos
procedimientos que facilitaban su transporte. Se recurría al empapado de hilas de
algodón439, en la propia lanceta440 o en el empleo de vidrios que prensaban y
conservaban el fluido vacunal,
las dos primeras opciones presentaban
inconvenientes.
“Las hilas forman escamas y no se conserva enteramente en ellas, en
cuyo caso no surte regularmente efecto. El fluido recogido en una
lanceta toma orín y esto lo desmejora y hace mudar su
naturaleza”441.
La opción de los cristales constituía la modalidad más segura, de hecho, fué
gracias a este procedicmiento el modo con el que llegó a España y se extendió por
ella.
La técnica fue recogida por múltiples tratados sobre la vacuna442, e incluso por la
propia prensa.
438
Ibídem.
439
“El humor vacunal se seca en las hilas en términos que se desquebraja cuando se las llega a tocar, y
expone al médico a que comunique una falsa vacuna, o a que no produzca efecto alguno, dejando en
ambos casos al vacunado en el peligro mismo de poder padecer las viruelas”. Véase. Balmis. 1804. pp.
193
440
“El pus vacunal resecado sobre la punta de una lanceta se halla en dos estados muy distintos. 1º por
lo común suele oxidar la lanceta, padeciendo por consiguiente una descomposición que le hace mudar de
naturaleza, y produce la falsa vacuna, del mismo modo que lo hace la hila empapada en el humor
vacunal seco, o deja causar efecto alguno. 2ª si la lanceta no se oxida, adquiere una consistencia vítrea
transparente y cortante por sus bordes, y cuando se le ha introducido dentro de la cutis, obra como un
cuerpo extraño, causa una irritación muy pronta, y ocasiona la falsa vacuna”. Véase. Balmis. 1804. pp.
193
441
Véase. Ramírez Martín SM. La mayor hazaña médica de la colonia. La Real Expedición Filantrópica de
la Vacuna en la Real Audiencia de Quito. Quito. Ed. Abya-Yala, 1999. pp. 163.
442
“Si quiere hacer participante de este beneficio a algún amigo ausente puede remitirle el virus del
modo que sigue. Hace V., cortar unos vidrios cuadrados de unas dos pulgadas de diámetro, se punza en
284
“Se ha de esperar a que el grano o pústula la hay tomado todo su
incremento, hágasele entonces una incisión circular para abrir la
mayor parte que sea posible de las vejigas de que se compone,
aplíquese una porción de hilas de un volumen igual a la concavidad
del cristal del lado que estén más esponjadas y suaves y comprímanse
de cuando en cuando sobre la pústula con la hoja de la lanceta, de
esta manera basta una sola pústula para empaparlas bien. La ventaja
de poder recibir fresco el fluido vacuno a cualquier distancia y
conservarlo en caso de interrupción en las vacunaciones es muy
importante. El que hacía antes las lancetas de marfil para guardarlas
dentro de cañones de pluma después de tomar en ellas el fluido
vacuno, las mete ahora en estuches de madera, porque le ha
enseñado la experiencia que la acción de la luz descompone
prontamente dicho fluido y la opacidad de la madera no deja
penetrar la luz”443.
Para usar el fluido vacuno conservado por este procedimiento se debía mojar
el instrumento de aplicación con agua fría y bien clara, y con él se frotaba la superficie
donde se localiza el fluido hasta que adquiriese una consistencia ligeramente espesa
pasando a continuación a cargar o mojar las lancetas con las que se han de practicar
las picaduras444.
La necesidad de recorrer grandes distancias para propagar el fluido vacuna, hizo
que se experimentase con otros métodos, como la inserción en un sujeto sano de
varios puntos un grano vacuno, y cuando, comprimiéndolo suavemente, ha salido el fluido que
contienen sus vejiguillas se aplican sobre el grano dichos cristalitos solamente por un lado, para que se
apegue a ellos dicho fluido, luego se unen de dos en dos por el lado mojado con el fluido, y para que no
se evapore o altere se unen los bordes de los cristales con un poco de cera, calentándola con el calor de
la mano, de este modo se remiten dentro de una carta”. Véase. Cano F. Respuestas a las objeciones que
se hacen a la nueva inoculación de la vacuna. Zaragoza: Oficina de Heras; 1802. pp. 50-51
443
Carta sobre la vacuna. Semanario de agricultura y artes dirigido a los párrocos. Nº 297. Jueves 9 de
septiembre de 1802.
444
Véase Calleja FM. Instrucción formada para ministrar la vacuna, como único preservativo del contagio
de las viruelas, y en defecto de su fluido inocular con el pus de esta; del modo de conocer y distinguir las
calidades naturales, y el método de curarlas. México: En la oficina de D. Mariano Ontiveros; 1814.
285
material procedente de las costras pulverizadas resultantes de un sujeto enfermo de
viruela.
Unas experiencias de cuyos resultados se hizo eco la prensa nacional, donde se
recogían todas las noticias y avances referentes a la vacuna contra la viruela
producidos en Europa, muchas de estas crónicas son firmadas por destacados
activistas provacunistas como el médico suizo y uno de los introductores de la
vacunación en Centroeuropa y Oriente Próximo, Jean de Carro.
“Se ha creído que la costra del grano vacuno no tenía la virtud de
reproducir otro grano y en este punto hallábamos yo y otros una
diferencia entre las viruelas y la vacuna, pero un cirujano de
Edimburgo llamado Bryce ha repetido gran número de experimentos
que prueban que dicha costra pulverizada y humedecida con agua
produce la vacuna con tanta felicidad como el fluido más cristalino.
Uberlacher, médico de Viena, ha repetido estos experimentos en mi
presencia con el más feliz éxito. Este hecho me parece de la mayor
importancia por la facilidad que presenta conservarlo mucho tiempo
el virus vacuno en las costras y de enviarlo a largas distancias. Viena 2
de febrero de 1804. De Carro”445.
El mismo periódico volvía a destacar en septiembre de 1802, siguiendo las
palabras de Jean de Carro la importancia de obtener el fluido vacuno fresco en
cualquier distancia, y conservarlo en caso de interrumpirse las vacunaciones.
Resaltaba para ello la elaboración de unos frasquitos diseñados en Londres a finales
de 1800, por el Sr. Lewis, boticario de la institución de la vacuna446.
“Ahora se acaba de discurrir en Inglaterra un medio sencillo de
transportar el fluido vacuno, que les sale muy bien en la práctica.
Como lo principal es impedir que esté expuesto al aire, lo recogen en
445
Nuevo medio de conservar el fluido vacuno. Seminario de agricultura y artes dirigido a los párrocos.
Nº 384. Jueves 10 de mayo de 1804.
446
Véase Duncan A. Annals of Medicine, for the year 1800 Exhibiting a concise view of the latest and
most important discoveries in medicine and medical philosophy. Edimburgo: Bell and Bradfute; 1801.
pp. 439-440
286
un hoyito liso hecho en la extremidad de un tapón de cristal de un
frasquito de lo mismo. Este tapón se alarga hasta llegar casi al fondo
del frasquito, y lo hacen tan bien ajustado a la boca que cierra con la
mayor exactitud. De aquí es que el fluido vacuno, que no está en
contacto sino con aquella cantidad corta de aire que contiene el
estrecho frasquito, no se llega a descomponer ni evaporar. Cuando se
quiere hacer uso de él, basta abrir el pomito y pasar muchas veces
una lanceta, que se mete ante en agua fría, sobre la pequeña
concavidad que está a la extremidad del tapón. El que hace estos
frascos tiene privilegio exclusivo y los vende en Londres en casa de
Parker, Fleet Street”447.
Fue, precisamente, el responsable de la publicación del periódico Juan Antonio
Melón González (1758-1843)448, quien remitió una carta fechada el 10 de agosto de
1803 al propio secretario de Estado y del Despacho, Pedro Cevallos y Guerra (17591839), para indicarle la importancia de la noticia y la necesidad de ponerla en práctica
en nuestro país. Coincidía con los preparativos de la Real Expedición Filantrópica de la
Vacuna, expedición cuyo objetivo primordial versaba en propagar la vacuna contra la
viruela en las colonias de ultramar, para ello recurrió al empleo de niños como
reservorio del fluido. Un método que el propio Melón cuestionaba.
“Se dice que la expedición que va de orden del Rey a propagar la
vacuna en América llevará individuos en que ir la transmitiendo
sucesivamente para conservarla fresca: este método está expuesto a
contingencias que pueden frustrar el objeto de tan útil empresa,
como por ejemplo, si enfermase o muriese el que se hallaba
vacunado, si en alguno no prendiese la vacuna, como sucede a veces,
447
Cartas sobre la vacuna. Semanario de agricultura y artes dirigido a los párrocos. Núm. 297. Jueves 9
de septiembre de 1802.
448
Juan Antonio Melón González, clerigo, erudito y escritor ilustrado. Fue nombrado en 1797 miembro
de la dirección de Fomento, vinculada a la Secretaria de Estado. En este cometido se encargo de publicar
en Madrid entre 1797 y 1808 el Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los parrocos. Véase. De la
Flor F. El abate Juan Antonio Melón: un personaje olvidado de la ilustración en Salamanca.
Salamanca :revista de estudios. 1990;26:91-105.
287
ó si le saliese falsa como también se suele ver. Para evitar estos
inconvenientes han discurrido nuevamente en Inglaterra un medio de
transportar el fluido vacuno en frasquitos a propósito que se venden
en Londres en casa de Parker Fleet street, los que han merecido tanto
la aprobación de aquellos facultativos, que ha concedido el rey
privilegio exclusivo al autor de ellos”449.
Ante tales referencias, Melón, le recomendó a Cevallos que el secretario de la
embajada en Londres, José de Anduaga y Garimberti (1751-1822) remitiera en el
primer correo unas frasquitos para poder realizarlos en las fábrica de vidrio de San
Ildefonso, unos recipientes que garantizarían la conservación del fluido vacunal en la
expedición que iba a partir a América.
“Yo sé que no los tienen los que de orden del rey nuestro señor pasan
a América, y acaso será del agrado de S.M., que V.E., prevenga al
señor Anduaga, que con el primer correo remita una o dos docenas,
con el método de recoger en ellos el fluido, para que a su vista se
puedan mandar hacer en San Ildefonso, y proveer no solo a los que
van a América, sino al público que quiera usar de ellos para propagar
tan importante preservativo”450.
Una nota marginal en el documenta recoge como se ordena la solicitud.
“Pídanse a Anduaga las dos docenas de frasquitos con el método de recoger en ellos
el fluido”451.
Cuatro días más tarde, el 14 de agosto, por medio de una orden del monarca se
le trasladó la misiva a Anduaga.
“Noticioso el Rey de que en ese País se ha discurrido nuevamente un
medio de transportar el fluido vacuno en unos frasquitos que se
venden en esa capital en casa de Parker en Fleet Street, y han
merecido tanto la aprobación de los facultativos que su autor ha
449
450
451
Véase. Archivo Histórico Nacional. Legajo 3215. Fols. 258-261
Ibídem.
Ibídem.
288
obtenido privilegio exclusivo para su fabricación y venta; quiere S.M.,
que con el primer correo extraordinario nos remita v.e dos docenas de
dichos frasquitos con la explicación del método de recoger en ellos el
fluidos vacuno; y hacer uso de él, cargando su importe en la cuenta de
gastos extraordinarios de ese Ministerio; y de real orden lo participo a
v.e para su cumplimiento”452.
En cumplimiento de la Real Orden, Anduaga, remitió el 3 de septiembre a vuelta
de correo desde Londres las demandas junto con un manual para su empleo.
“Remito con el correo de gabinete D. Eugenio Gutiérrez en un paquete
dos docenas de frasquitos de cristal comprados en casa de Parker en
Fleet Street que sirven para transportar y conservar el fluido vacuno.
Me han asegurado que no hay, ni se necesita más explicación acerca
del uso de estos frasquitos que el saber, que por la figura que forma
tapón y la mucha extensión de la parte que entra dentro del frasco
tienen la ventaja de cerrarse herméticamente, y la de que pegándose
el fluido en la parte interior del tapón, sirve este para extraer
cómodamente la porción que convenga con sólo sacar el tapón”453.
Una vez recibidos los novedosos frasquitos, José Antonio Caballero (1754-1821)
Secretario de Estado y del despacho de Gracia y justicia, remitío a la Junta de
Cirujanos de Cámara del Rey doce de los veinticuatro recipientes para ser examinados
y “si mereciesen aquí la aceptación y aprobación que han obtenido estos frascos en
Inglaterra, se podrán similar fácilmente en la real fábrica de San Ildefonso”454.
Quienes dictaminaran que
“han parecido muy útiles y preferibles a los vidrios usado; porque,
siendo necesario más tiempo para colocar en uno y otro de estos el
fluido, se expone a volatizarse o disiparse con el contacto del aire, al
paso que es muy pronta la acción de ponerla en los frasquitos, por
452
Archivo Histórico Nacional. Legajo 3215. Fol.262.
453
Archivo Histórico Nacional. Legajo 3215. Fol. 251.
454
Archivo Histórico Nacional. Legajo 3215. Fol. 264
289
consiguiente más segura su preservación, y más fácil y cómodo el
transporte”455.
Para asegurar tal afirmación la Junta decidió enviar
“seis de los doce frasquitos al colegio de San Carlos de Madrid,
encargando a su profesores que recojan fluido de verdaderos
vacunados y pongan en tres el fluido solo, y en los otros cantidad
proporcionada
disuelta
en
agua
destilada,
por
haberse
experimentado anteriormente que disuelto así el pus de la viruela
natural, producía el mismo y más benigno efecto, que ingiriéndolo
puro; y si sucede lo propio con el vacuno, sería más expedita la
propagación de la vacuna, por la mayor cantidad de fluido, que podrá
remitirse en cada frasquito”456.
En el mismo texto fechado el 21 de octubre de 1803, se dió la conformidad
para la fabricación de una porción de frasquitos en la Real Fábrica de San Ildefonso
con la finalidad de extender su uso.
El interés mostrado desde las instituciones gubernativas por la correcta
conservación del fluido vacuna, con la finalidad de garantizar su transporte fue tan
elevado, que el 29 de noviembre de ese mismo año, Anduaga volvevió a remitir otro
frasquito desde Londres con la particularidad esta vez que en el recipiente
“va colocado el virus mismo según el método adoptado por el
instituto, y establecimiento que promueve aquí este ramo. Al
frasquito acompaña una hoja de papel impresa en que el instituto
indica las reglas para la inoculación de la vacuna; y además un tomito
en octavo que comprende el informe o relación sobre la inoculación
de la vacuna según la práctica del mismo instituto en los años 1800,
801 y 802”457.
455
Archivo Histórico Nacional. Legajo 3215. Fol. 252
456
Ibídem
457
Archivo Histórico Nacional. Legajo 3215. Fols. 241-44
290
Ruiz de Luzuriaga como secretario de la Academia Médica madrileña recibió en
carta del 11 de febrero de 1804 remitida por el propio Cevallos,
“un frasquito de los que se han inventado últimamente en Inglaterra
(...) en el que va colocado el virus mismo”458, junto con unas
instrucciones “a fin de que la Academia Médica haga de todo el uso
que estime conveniente”459.
Noticia que el propio Luzuriaga expuso en la Junta ordinaria celebrada en la
Academia cinco días más tarde.
“El Secretario leyó el acuerdo de la Junta anterior y dio cuenta de una
orden de S.M., comunicada por el Excmo. Sr. Protector con fecha de
11 de Febrero remitiendo un frasquito inventado últimamente en
Inglaterra para conservar el fluido vacuna según el método adoptado
por el instituto que promueve la vacunación en Londres, con un
tomito ingles que comprende el informe sobre la vacuna según
práctica del mismo instituto en 1800, 801 y 802, y una hoja suelta en
que se indican las reglas para dicha operación. La Academia acordó
se pasase a los señores [Juan de] Peñalver y [Tomás García] Suelto a
fin de que le incluyan en el informe de la vacunación de que están
encargados”460.
458
Archivo Histórico Nacional. Legajo 3215. Fol. 268
459
Real Academia de Medicina de Madrid. Sección 4ª-2. Legajo 019 doc. 1113
460
Real Academia Nacional de Medicina. Libro de Actas 1791-1814. Junta Ordinario de 16 de febrero de
1804.
291
Real Academia Nacional de Medicina. Junta Ordinario de 16 de febrero de 1804
Pero las grandes expectativas puestas en tan útil recipiente, “de forma que
comprobada la utilidad podría fabricarse porción competente y ponerse de venta en el
Real Almacén”461, comenzaron a diluirse como le trasladó Cevallos desde la Secretaria
de Estado y del Despacho, a Caballero el 13 de abril, al indicarle que “no habiendo
correspondido los efectos experimentados en siete personas distintas a las esperanzas
de la Junta”462 refiriéndose a la Junta de Cirujanos de Cámara, por lo que se:
“ha propuesto y determinado el Rey que su embajador en Londres
pida al Dr. Jenner otra instrucción del modo de recoger el fluido y
colocarlo en los frasquitos, y si se toma inmediatamente de las vacas
o de los vacunados, encargando al mismo embajador que remita con
461
Archivo Histórico Nacional. Legajo 3215. Fol. 269
462
Ibídem
292
la instrucción dos frasquitos con el fluido colocado según ella, y
expresando el método, que se observa en Inglaterra”463.
Las expectativas iníciales depositadas en los frasquitos ingleses se vieron
truncadas ante la escasez de resultados. Siendo la misma persona que se interesó por
su práctica en la península, el responsable del Semanario de Agricultura y Artes
dirigido a párrocos, Juan Antonio Melón, quién volverá a publicar el 12 de abril en el
mismo rotativo la falta de practicidad y fiabilidad del recipiente.
“Como los ingleses habían alabado el método de conducir el fluido
vacuno en unos frasquitos hechos a propósito, pidió a Londres con un
celo muy plausible el Señor Ministro de Estado una porción de ellos,
que probados en Madrid se ha visto que no lo conservan bien. Dos
cosas pueden contribuir a ello, la primera, que el tapón de dicho
frasquillos no se prolonga bastante hasta llenar todo su hueco,
quedando en ellos, después de cerrados, suficiente cantidad de aire
para alterar el fluido; y la segunda, que siendo los frasquillos de
cristal, pudo la luz tener acción sobre el mismo fluido y privarle de su
virtud”464.
Un mes más tarde, el 12 de mayo Ruiz de Luzuriaga ratificó esta misma
concepción, trasladando al ministro Caballero el resultado de las experiencias
prácticas con la muestra de fluido vacunal remitida en el novedoso recipiente a la
academia médica el 11 de febrero,
“habiendo practicado el cirujano D. Juan de Azaola varias
vacunaciones con él, han fallado todas, lo que proviene sin duda de
haberse abierto el frasquito antes de llegar a nuestras manos, y
disipase el gas hidrogeno con que debe llenarse el frasquito, método
muy engorros y nada preferible al de los cristales en que se ha
463
Ibídem
464
Concluye el informe sobre la vacuna. Seminario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos. Núm.
380. Jueves 12 de abril de 1804.
293
conservado perfectamente en todas las remesas que he hecho en
todo la península, aunque no surtieron las que hice a la Habana”465.
Como podemos observar el mismo Luzuriaga confirmó los resultados negativas
emitidos desde la Junta de Cirujanos de Cámara, defendiendo el método de
conservación empleado hasta el momento, el uso de los cristales sobre los que él
mismo vertebró su red de corresponsales, unas experiencias con excelente resultados
a excepción de la remesa enviada a Tomás Romay en la Habana.
Las inquietudes por conseguir transportar el fluido, como podemos observar,
estaban presentes y aún más si cabe en el caso de los territorios de ultramar donde la
viruela seguía muy presente. Circunstancias que movieron a las autoridades de los
distintos virreinatos a solicitar a la Corona que enviase cuanto antes el nuevo
remedio. La monarquía borbónica, que había introducido las expediciones científicas
como elemento de progreso y dominio, aprobó el proyecto conocido como Real
Expedición Filantrópica de la Vacuna, que partió hacia América el 30 de noviembre
de 1803 al mando de Francisco Javier Balmis, comisión que se decantó para ejecutarla
por reservorios humano, desde los cuales se transferiría la vacuna de brazo a brazo,
construyéndose una cadena necesaria cuyos eslabones los configurarían múltiples
niños obtenidos en su mayoría de inclusas y orfanatos.
465
Archivo Histórico Nacional. Legajo 3215. Fol. 272
294
LAS COLONIAS HISPANAS
RECLAMAN LA VACUNA
CONTRA LA VIRUELA
Los inicios de la lucha contra la viruela en
España. Técnica e ideología durante la
transición de la inoculación a la vacuna
(1750-1808)
295
LAS COLONIAS HISPANAS RECLAMAN LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA
Los territorios de la Corona en Ultramar habían absorbido e implementado a lo
largo del siglo XVIII la práctica de la inoculación. Diferentes textos ingleses, franceses
y españoles habían llegado a las colonias y médicos de los diferentes virreinatos se
habían instruido en su uso; facultativos como Miguel O ‘Gorman (1749-1819) en Río
de la Plata466, el protomédico José Felipe Flores (1751-1824) en Guatemala467 o en el
caso de Nueva España el médico Esteban Enrique Morel en 1779468.
Sin embargo, el azote de las epidemias de viruela no se había extinguido y las
noticias sobre el método jenneriano a la vez que alentaron la esperanza para
combatirla, despertaron una sensación de angustia ante el deseo de obtenerlo con
urgencia.
La noticia más citada respecto a la percepción de la viruela como grave amenaza fue
emitida desde el virreinato de Nueva Granada.
“Con motivo de una mortífera epidemia de viruelas que aniquilaba al
vecindario de Santa Fe, el Ayuntamiento, en 19 de junio de 1802,
pidió de oficio al virrey que les socorriese en tan aflictivas
circunstancias, habiendo éste dado cuenta al Consejo de Indias”469.
A un lado y otro del Atlántico, tanto la clase médica como las autoridades,
fomentaron iniciativas para conseguir la vacuna. Sin duda, su mayor hándicap era la
necesidad de mantenerla fresca durante el trayecto de un continente a otro. Sirva
como ejemplo de estas iniciativas locales en territorio novohispano.
466
Véase. de Micheli-Serra A. Physicians and surgeons during the inquisition in New Spain. Gac. Med.
Mex. 2003; 139: 77-81
467
Véase. Few M. Circulating smallpox knowledge: Guatemala doctors, Maya Indians and designing
Spain´s smallpox vaccination expedition, 17480-1803. Br J Hist Sci. 2010;43(4):519-537
468
Véase. Castillo y Domper J. Real Expedición Filantrópica para propagar la vacuna en América y Asia
(1803) y Progresos de la Vacunación en nuestra Península en los primeros años que siguieron al
descubrimiento de Jenner: Páginas para la Historia de la profilaxis antivariólica en España y sus vastos
antiguos dominios. Madrid: Imp. Ricardo F. de Rojas; 1912
469
Ibídem
297
“Mientras aquel gobierno y el Protomedicato acreditaban tanto celo y
amor a la humanidad en sus providencias para impedir la entrada de
las viruelas, el Dr. Esparragaos, Cirujano honorario de Cámara, no
menos celoso y activo, promovía por su parte una subscripción para
costear un Correo extraordinario a Vera Cruz y México, porque se
tenían noticias ciertas de que en una o en otra parte, se hallaba el pus
de la vacuna conducido en el Navío Argonauta. Con la cantidad de
esta subscripción, 610 pesos, se costeó un Correo extraordinario para
Vera Cruz y México que se despachó el mismo día 25 de abril, en que
salió el extraordinario para Ciudad Real, pero el éxito no correspondió
a los deseos del Profesor y de los beneméritos subscriptores, pues
volvió el Correo el 1º de Junio sin el pus vacuno, porque aunque en
efecto lo había habido en México, se hicieron allí bastantes
experimentos, y se le encontró inerte o pasado”470.
No ha sido suficientemente tratado los numerosos intentos realizados por
cirujanos navales para llevar la vacuna a aquellos territorios. Nombres que se
anteponen al de la expedición de Balmis y que en algunos lugares consiguieron
introducirla de manera esporádica ya que en la mayoría de casos la vacuna no obtuvo
continuidad. A La Habana, Veracruz, Puerto Rico y otros puertos llegaron muestras
conseguidas por miembros de la Armada como Cozar, Pérez Carrillo, Oller, Bernal,
García Arboleya, Pérez Comoto, etc.
Así resumía una crónica de febrero de 1803 estos esfuerzos poco compensados:
“Por estas noticias se ve que de nuestros Puertos se ha tenido el buen
celo de remitir alguna vez a América la vacuna, pero también se ve
que ha llegado desvirtuada, y es de temer, que no variando el
método, suceda así siempre. Esto debe empeñar el celo de los
colegios de Medicina y Cirugía de los Puertos, y aun de los Señores
Jueces de Arribadas, a practicar todos los medios publicados hasta el
470
Extracto de varios artículos de la Gazeta de Guatemala. Viruelas y vacuna. Correo Mercantil de
España y sus Indias. Núm. 11. Lunes 7 de febrero de 1803
298
día para conseguir que llegue allá en estado de producir sus efectos
(…). Multiplíquense, pues, las tentativas, que no salga un barco de
nuestros Puertos para cualquiera de los de América que no lleve la
vacuna, que se varíen los medios de disponerla y prepararla”471.
La desconocida solicitud de Rafael de Malaguilla
El clima de nuevas expectativas creado por la llegada de un método innovador
en el que muchos vieron una oportunidad de ayudar a las colonias esquilmadas por la
viruela a la vez que pueden obtener un ascenso o reconocimiento en su carrera
profesional, estimuló la aparición de iniciativas para llevar a cabo con éxito el
establecimiento de la vacuna en Hispanoamérica472.
En esa carrera de nuevas oportunidades hemos encontrado la solicitud
expresada por un hasta ahora desconocido cirujano para exportar el fluido vacuno:
“D. Rafael de Malaguilla de edad de treinta y tres años Cirujano con
real aprobación, con trece años de práctica de titular y particular en
vuestras y ciudades del Andalucía, vecino al presente en esta vuestra
y corte de Madrid”473.
Así se presentaba el facultativo en su escrito de 24 de agosto de 1802,
redactado dos meses después de que el cabildo de Santa Fe solicitase ayuda al virrey
ante una nueva amenaza epidémica. El valor de su iniciativa es realzable porque
además de coincidir con esta solicitud presentada desde el virreinato de Nueva
Granada (Santa Fe) al Consejo de Indias, cabe considerarla como la más antigua
propuesta para transportar la vacuna a las colonias de Ultramar conocida hasta la
actualidad.
471
Ibídem
472
Véase. Tuells J, Duro Torrijos JL. Una propuesta fallida para propagar la vacuna contra la viruela en
Hispanoamérica (1802). Vacunas. 2012;13:76-80
473
Archivo Histórico Nacional de Madrid. Sección. Estado, legajo. 3215, documento. 241-46
299
No se conocen hasta ahora más datos personales ni profesionales de este
voluntarioso y desconocido personaje.
La iniciativa de Malaguilla contradice la afirmación reflejada en la literatura
científica de que “por primera vez la idea oficial de difundir la vacuna en América, por
los estragos demográficos, repercutiendo en la economía del periodo, será Requena,
Médico de Cámara junto con Flores, González, Gimbernat, Galli y Lacaba, quienes
darán un dictamen positivo a favor de la expedición”474, cuya datación corresponde al
primer trimestre de 1803.
En su escrito dirigido al Secretario de Estado y del Despacho, Pedro Cevallos y
Guerra, para ser elevadas al monarca Carlos IV, Rafael de Malaguilla exponía:
“Que deseoso de emplear sus noticias y conocimientos en beneficio
del estado y advirtiendo la protección que V. Exa., como columna de
aquél dispensa a los sujetos de conocida aplicación y buena conducta,
valiéndose a este fin de las amplias facultades, que la Real Majestad
ha depositado en sus liberales manos para el bien y prosperidad de
toda la Monarquía Española, no siendo menos dignos de tan benéfico
influjo los vasallos más distantes al trono, antes bien con preferencia
acreedores a tan alto patrocinio para que no ceda en daño suyo la
involuntaria circunstancia de hallarse tan separados ha meditado el
exponente la grande utilidad que resultaría no solo al estado, sino
también a la iglesia, y aun a los mismo individuos de que en los
dominios de América se propagase la inoculación del fluido
vacuno”475.
El cirujano apelaba al beneficio que representaría la disminución de la
mortalidad, una idea ilustrada de gran calado que asociaba progreso con número de
474
Véase. Tuells J; Duro Torrijos JL. La Lista de Balmis, agosto de 1803. Vacunas. 2011;12: 111-7; Ramírez
Martín S. La mayor hazaña médica de la colonia. Quito: Abya Yala; 1999
475
Cf. Archivo Histórico Nacional de Madrid. Sección. Estado, legajo. 3215, documento. 241-46
300
habitantes, el estado al resguardar a la población y mejorar su calidad de vida,
obtiene un aumento en su producción y progreso económico476.
A continuación Malaguilla hacía un elogio de la vacunación y sus resultados
esperados, citando que:
“siendo cosa sabida por todos los profesores que de las tres partes de
personas de todo sexo y estado que adolecen de viruelas naturales
fallecen común en toda región, quedando aún más de las que sanan,
con defectos irreparables, y que los experimentos que hasta ahora se
han hecho por el casual descubrimiento de la vacunación nos
aseguran de que todo inoculado se libra de las viruelas naturales para
siempre, siendo segura e inocente ella no pide preparación alguna ni
aun cuidado muy particular ni remedio alguno que deba precederla,
seguirla ni acompañarla, no perjudica a la sociedad porque no
propaga su infección a causa de que esta enfermedad no se comunica
por el aire, ni por los vasallos, ni por el simple contacto (como las
viruelas) sino precisamente por la incisión finalmente es tan segura
que jamás le acompaña ni sigue daño alguno ni accidente grave”477.
Citaba también las primeras experiencias tanto de Jenner como del Comité de la
Vacuna de París:
“como nos lo asegura las felices observaciones del Dr. Jenner
publicadas por la primera vez en año de mil setecientos noventa y
siete, y lo mismo se hizo después por una junta de médicos
establecida en París con el fin de propagar este preservativo de las
viruelas, habiendo demostrado posteriormente la multitud de
experiencias hechas con mucho cuidado en diferentes partes del
mundo que la inoculación del fluido vacuno preserva para siempre de
las viruelas como va referido habiéndose asegurado en este punto tan
importante por la prueba con la inoculación antigua con el poder
476
Véase López Piñero JM. Las ciencias médicas en la España del siglo XIX. Ayer. 1992; 7: 193-240
477
Cf. Archivo Histórico Nacional de Madrid. Sección. Estado, legajo. 3215, documento. 241-46
301
viroloso exponiendo al contagio de las viruelas las personas
vacunadas. Y aunque se han variado, y repetido un gran número de
veces, todos estos medios y modos de contagiar jamás se han visto
sobrevenir las viruelas aquellos que habían experimentado la vacuna.
Hasta aquí cabe y no más la ventaja, utilidad incomparables
estimación y aprecio que se debe a la inoculación del referido fluido
vacuno como nos lo aseguran varias observaciones publicadas en
Inglaterra, París, Suiza, Alemania, Italia y España como lo publican
varios escritos”478.
El cirujano retornaba al argumento inicial de beneficio para el Estado y la
necesidad de involucrar a sus distintos estamentos:
“por este medio se conservara la vida de más vasallos tributarios al
estado en aquellas vastas regiones de lo que resultara al Real Erario
un incremento anual de más millones de pesos con aumento de la
población para cultivar tierras desiertas. Y siendo dificultoso el que se
consiga tan interesante proyecto en pueblos tan remotos de esta
Capital tan separados entre sí a no mediar el conocido favor de V.
Exa., que ha de ser como el Alma de este establecimiento facilitando
las más estrechas ordenes en su obsequio sin que los Capitanes
Generales, Gobernadores y cuales quiera otros magistrados así
eclesiásticos como seculares puedan excusarse a presentar los más
eficaces auxilios para el logro y ejecución de tan útil empresa”479.
Finalmente proponía que el Estado se hiciera cargo de la financiación de este
proyecto en el que ofrece su participación:
“a la que coayudaría igualmente la decorosa situación del facultativo
pensionado hallándose este en términos de no tener que mendigar
(mediante su regulara dotación) la subsistencia de persona alguna
por tanto a V. Exa., rendidamente. Suplica. Se digne de promover y
478
Ibídem
479
Ibídem
302
patrocinar este pensamiento proporcionando su ejecución al
suplicante con el sueldo que (en atención a los más muchos desvelos
urgencias
e
incomodidades
de
viaje
tan
largo
a
que
indispensablemente se ha de sujetar) juzgare oportuno la superior
penetración de V. Exa., cuya importante vida rogara al todo poderoso
guarde y prospere dilatados años para el amparo de la
humanidad”480.
La solicitud de Rafael de Malaguilla fue avalada por el militar Arturo O´Neill y
O´Kelly (1749-1814). Vinculado al ejército desde muy joven, en 1752 con el rango de
cadete en el Regimiento de Irlanda y en el de Hibernia, participó en las campañas de
Oran, Argel, junto a otras acciones desarrolladas en el Atlántico, como en Brasil o la
expedición que dirigió contra los filibusteros ingleses en Walix (Belice). Hechos que le
valdrían un gradual reconocimiento, alcanzando distintas empleos en su carrera,
teniente (1762), capitán (1771), coronel (1781) o mariscal de campo (1794)481,
desempeñándolos casi siempre en las posesiones de Ultramar, la experiencia
adquirida le llevó a ser nombrado Gobernador y Capitán General de la Provincia de
Yucatán desde diciembre de 1792 a octubre de 1800482. Aquel año regresó a la capital
de la Corte, apareciendo censado en la calle Atocha, siendo designado Ministro del
Real y Supremo Consejo de Guerra, cargo que ejerció desde 1802. Fue en esos
momentos cuando entró en contacto con el cirujano Rafael de Malaguilla, que ejercía
en Madrid.
O´Neill apoyó y utilizó sus influencias para que la voz del cirujano pudiera ser
escuchada dentro del entramado burocrático capitalino, recomendando incluso a la
casa real se emprendiera una iniciativa para frenar el estrago de la viruela y otras
enfermedades, que él había vidido en primera persona durante el ejercicio de su
cargo.
480
Ibídem
481
Véase. Archivo General de Simancas. Secretaria Guerra legajo. 7211. Expediente. 33
482
Véase. Archivo General de Simancas. Secretaria Guerra. legajo 7218. Expediente. 9
303
Por eso escribió al propio Cevallos, tres días después de la solicitud del
facultativo, el 27 de agosto de 1802, la siguiente recomendación:
“Hallándome de Capitán General de la Provincia de Yucatán ha
corrido por dos veces el contagio de viruelas habiendo sido tan cruel
las primeras, que fallecieron cerca de diez mil de aquellos naturales,
los más Indios tributarios a S.M., gente preocupados contra remedio
que no sea de los suyos y que comúnmente son dañosos. Es de ver
que el Introducir en las Américas la Inoculación vacuna conservara
muchas vidas tributarias, que servirá de mayor incremento al Real
erario así que poblar varias tierras ahora desiertas. Cuando me anima
a tener el honor de dirigir a V.E., la exposición de este buen
facultativo y para en caso mereciese la alta consideración de V.E., tan
propenso a la conservación de lo vasallos de S.M“483.
La preservación de la vida de los súbditos volvía a ser el argumento central de
la misiva.
La Corte leyó en texto en uno de sus Consejos, dictando el monarca que
resolviera la petición el Protomedicato, organismos que junto a la Junta Suprema de
Sanidad ostentaban la máxima autoridad en materia de salud.
El secretario del protomedicato recibía el 26 de febrero de 1803 la Real Orden
para emitir el correspondiente informe:
“D. Arturo O´Neill Capitán General que ha sido de la Provincia de
Yucatán me ha dirigido con recomendación, el adjunto memorial de
D. Rafael de Malaguilla, en que propone la propagación de la
inoculación de la vacuna en nuestras Américas, donde las viruelas
hacen tan grandes estragos, y ofrece transferirse a aquellos países a
poner en ejecución su proyecto. Y habiendo dado cuenta al Rey de
este pensamiento, S.M., antes de tomar alguna resolución sobre el
particular, quiere que haciendo V., presente a ese Real Proto483
Cf. Archivo Histórico Nacional de Madrid. Sección. Estado, legajo. 3215, documento. 241-46
304
Medicato, me informe de la instrucción y capacidad de este sujeto
para el desempeño de la comisión que solicita, devolviéndome dicho
memorial”484.
Tuvo verdadera mala suerte el cirujano, el tribunal del protomedicato estaba
en horas bajas y habían transcurrido de su primer escrito seis meses. Pero esto no fue
lo peor, otras propuestas de considerable peso y mismo fin llegaron a la Corte. Una
de ellas, la más conocida es la del protomédico guatemalteco José Felipe Flores que
por entonces residía en Madrid y había tenido noticia del desastre que amenazaba a
Santa Fe de Bogotá, emitiendo un proyecto con fecha 28 de febrero de 1803, dos días
después de que tuviera entrada en el Protomedicato la iniciativa de Malaguilla. El
proyecto de Flores, mucho más elaborado y conciso proponía un sistema de
transporte de la vacuna con una doble estrategia, portar algunas vacas aquejadas de
cowpox y utilizar niños para efectuar vacunaciones brazo a brazo485.
Flores era un reputado Cirujano de Cámara con un amplio bagaje científico que
incluía su buen adiestramiento en la inoculación.
La suerte de Malaguilla estaba echada, el Protomedicato estimó que su
experiencia no estaba probada como firman el 2 de marzo Juan Gámez, Juan Bautista
Soldevilla, Francisco de Neira y Antonio Franseri:
“Con Real Orden de 26 de Febrero próximo remitió V.E al
protomedicato el recurso hecho por D. Rafael de Malaguilla cirujano
en esta corte, en que ofrece transferirse a la Américas a promover el
proyecto de la inoculación de las viruelas, para que informe a V.E de
la instrucción y capacidad de este sujeto para el desempeño de la
comisión que solicita, y en su cumplimientos debe poner en la
superior noticia de V.E.
Que esta operación tan segura, y tan inocente que no pide
preparación alguna, ni aun cuidado muy particular, ni remedio que
484
Ibídem
485
Cf. Díaz de Yraola G. 1948
305
deba precederla, seguirla ni acompañarla, como lo dice expresamente
el mismo Malaguilla en su Memorial: bajo este concepto y el de estar
bastantemente introducida la vacunación en casi todo el orbe, no hay
necesidad ninguna de que se traslade Malaguilla a la América para
dicho efecto. Fuera de que, cuando la vacunación necesitase de
ciertas precauciones por razón del temperamento, edad, estación y
otras circunstancias, parecía más particular la asistencia de un buen
médico que la de un simple cirujano como lo es Malaguilla, de quien
el Pro Medicato no tiene noticias de una pericia aventajada y
conocida”486.
Entendemos que la afirmación emitida desde la corporación médica de que la
vacuna ya estaba introducida en todo el orbe, no fue más que una excusa para
rechazar las pretensiones de Malaguilla. Este tribunal ya tenía conocimiento del
proyecto de Flores e incluso del que finalmente se impuso en aquella carrera hacia el
éxito, el de Francisco Xavier Balmis. Al margen de las circunstancias que otorgaron a
Balmis la supremacía sobre Flores, ya tratadas en otro texto487, cabe afirmar que
ambos eran dos cirujanos experimentados de edad mediana, con publicaciones
reconocidas, y con demasiado mérito para un joven, modesto y desconocido cirujano
del que hasta ahora se ignora su trayectoria como inoculador.
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1813), el infante como
reservorio
Durante el mes de marzo de 1803, al mismo tiempo que se truncaban las
expectativas del desconocido Malaguilla, comenzó una frenética carrera en su
preparación y elaboración que culminó el 30 de noviembre de dicho año, tras zarpar
desde el puerto de la Coruña la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna a bordo de
la corbeta María Pita.
486
Cf. Archivo Histórico Nacional de Madrid. Sección. Estado, legajo. 3215, documento. 241-46
487
Cf. Tuells, Duro. Lista de Balmis 2011.
306
En este breve espacio de tiempo fue elegido Balmis junto con su propuesta de
derrotero y reglamento para afrontar la Expedición. Un itinerario que proponía zarpar
desde la Coruña con un sólo navío y que realizaría rutas cortas a razón del número de
niños vacunados como único reservorio de la vacuna.
A esta elección se le sumaban los avales presentados, entre los que destacaban
sus buenas relaciones mantenidas con ilustres personalidades de la época como D.
Antonio Gimbernat y Arbós (1734–1816) distinguido como Cirujano de Cámara de Rey
y en 1801 es nombrado Primer Cirujano Real y como consecuencia, presidente de
todos los colegios de cirugía de España. Tampoco debemos olvidar el garante que
constituía su propia trayectoria profesional, un Balmis de 50 años de edad que en su
curriculum contaba con varios viajes al continente americano, era el traductor de la
obra J.L. Moreau de la Sarthe, Tratado histórico y práctico de la vacuna publicado en
Madrid en Marzo de 1803 y tenía reconocida experiencia en la práctica de la
inoculación y la vacunación, como demuestra la siguiente crónica de la época:
“El deseo de contribuir en proporcionar a los padres de familia su
absoluto preservativo, obliga a Dr. D. Francisco Xavier de Balmis, a
ofrecerles la buena vacuna, y a vacunar gratis a todos los que gusten
presentarse en su casa los martes y miércoles de cada semana: vive
en la calle de la Montera, junto a la tienda de los Alemanes, entre el
nº 26 y 27, qto segundo488.
Fue precisamente diez y nueve días después de la publicación de esta noticia de
prensa, el 23 de junio, cuando la Junta de Cirujanos de Cámara aprobó su proyecto,
siendo nombrado oficialmente como Director de la Real Expedición de la Vacuna,
proponiendo cinco días después el sueldo y el número de facultativos. La
configuración, existencia y preparación de la Expedición de la vacuna, fue difundida
en el mes de julio por el diario informativo Mercurio de España:
“El precioso descubrimiento de la vacuna, acreditado en España y casi
en toda Europa, como un preservativo eficaz de las viruelas naturales,
ha excitado la paternal solicitud del Rey a propagarlo en sus dominios
488
Noticias Particulares de Madrid. Aviso importe al Público. Diario de Madrid. Sábado 4 de junio de 1803.
307
de Indias, donde suele ser mayor el número de víctimas que sacrifica
esta horrorosa plaga. Con tal objeto se ha servido mandar S.M.,
después de oído el dictamen del Consejo y de algunos sabios, que se
forme una expedición marítima, compuesta de facultativos hábiles y
adictos a la empresa, dirigido por el Médico honorario de Cámara D.
Francisco Xavier de Balmis; y costeada de su Real erario; los cuales sin
perder gastos ni fatigas lleven suficiente número de niños a quienes
inoculen sucesivamente en el curso de la navegación y conservando
por este y otros medios el fluido vacuna en toda su eficacia, hagan a
su arribo las primeras operaciones de brazo a brazo, las que
continuaran después en ambas Américas y si fuese dable en las islas
Filipinas”489.
Dos meses después, en septiembre, Carlos IV promulgó un edicto dirigido a
todos los habitantes de las colonias españolas de América y Asia en el que les
comunicaba la llegada de la comitiva expedicional. Encaminada a vacunar
gratuitamente a la población, su instrucción en la técnica y en consolidar Juntas
encargadas de su control, conservación y difusión, medidas que requerían mantener
constantemente un fluido vacuno fresco.
La propuesta de Balmis basada en la utilización exclusiva de niños para realizar
el transporte del fluido, fue finalmente adoptada. Era un procedimiento
recomendado por el propio Jenner490. Desde ese momento los niños cobraron un
valor sustancial que quedó expuesto en el Reglamento y Derrotero presentado por
Balmis a la Junta de Cirujanos491. Recibieron el nombre de niños vacuníferos aquellos
escarificados por el cowpox de los que se podría obtener fluido vacuno transcurridos
entre 8 y 10 días, periodo en el que el grano estaba maduro. A partir de un primer
489
Noticia de la expedición que se forma de orden y a expensas de S.M para propagar la vacuna en
América. Mercurio de España. Julio de 1803.
490
Véase Rusnock A. Catchig Cowpox: The Early Spread of Smallpox Vaccination, 1798-1810. Bull Hist
Med. 2009;83:17-36
491
Cf. Castillo y Domper. 1912
308
niño se inmunizaría a otro, estableciéndose una cadena de inoculaciones sucesivas,
que permitiría el transporte de la vacuna.
Balmis recomendaba la recolecta de niños de entre 5 y 8 años que no hubieran
padecido la viruela, lo que suponía una cierta garantía frente a los adultos que sí
podían haberla padecido8. Por eso puso especial énfasis en condicionar la elección a
que se “averigüe con escrupulosidad, que nos asegure, de que aún no han padecido
las viruelas naturales, ni las inoculadas, y tampoco que no han sido vacunados:
porque todos estos son inútiles”492. Para garantizar el procedimiento y evitar fracasos,
inoculaba a dos niños sucesivamente con punciones múltiples, lo que permitía
obtener varios granos vacunales en cada uno de ellos. El niño vacunífero estuvo
presente en todas las rutas y etapas de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna.
Al cuidado de la Rectora de la Casa de Expósitos partieron desde La Coruña los
22 primeros niños vacuníferos. Habían sido seleccionados en el Hospital de la Caridad
de La Coruña y en la Inclusa del Real Hospital de Santiago (Tabla 14), labor realizada
por el propio Balmis. La Real Orden de 1 de septiembre de 1803 dirigida a los
gobiernos de las provincias por donde debía pasar la “comitiva vacunal” resaltaba la
importancia de este reservorio para:
“que inoculados sucesivamente en el curso de la navegación, pueda
hacerse al arribo a Indias la primera operación de brazo a brazo que
es el más seguro medio de conservar y comunicar el verdadero fluido
vacuno con toda su actividad”493.
Se indicaba el buen trato que debían recibir proporcionándoles alojamiento, gastos
de asistencia y manutención por cuenta del erario municipal por donde transitaran.
492
Véase Ramírez Martín SM. El niño y la Vacuna de la viruela rumbo a América: La Real Expedición
Filantrópica de la Viruela (1803-1806). Revista complutense de Historia de América: Madrid. 2003;
29:77-101.
493
Archivo General de la Nación de México. Reales Cédulas, Expediente 64 Caja 189
309
Tabla 14 Personal expedicionario desde su inicio hasta su partida en noviembre de 1803
310
La primera escala atlántica fue Santa Cruz de Tenerife. La isla se convirtió en el
centro de operaciones de una exitosa misión que, transcurridos 27 días de estancia,
infundió un gran ánimo a los expedicionarios. El mismo día de su llegada se
vacunaron 10 niños de las mejores familias494. Desde todas las islas llegaron
embarcaciones con niños y facultativos para recoger la vacuna, el Comandante
General de Canarias, Marqués de Casa-Cagigal, pidió a las autoridades de cada isla
enviasen a Santa Cruz niños y facultativos “que volvían los unos inoculados y los otros
instruidos en la práctica de la vacuna para comunicarla a sus paisanos”495. Así ocurrió,
por ejemplo, en Lanzarote que embarcó a "cinco niños de la clase pobre, a fin de que
vinieran vacunados"496.
La etapa canaria fue el ensayo general de la Real Expedición Filantrópica de la
Vacuna y contó con un extraordinario apoyo, tanto de las autoridades civiles,
militares y el clero (es recordado el sermón del párroco Manuel Díaz de La Palma
animando a los padres a vacunar a sus hijos)497, como del propio pueblo impregnados
de un entusiasmo que se echó en falta en etapas posteriores.
El escenario contrapuesto se produjo al arribo de la siguiente etapa, Puerto
Rico, el 9 de febrero de 1804. Hubo allí un desencuentro con el médico foráneo
Francisco Oller, que había importado vacuna de la isla vecina de St Thomás con
aparente éxito. Balmis sorprendido por la iniciativa que le había precedido, la criticó
duramente498. Esta situación aceleró su salida de la isla el 12 de marzo, partiendo sin
un número correcto de niños en dirección a la Capitanía General de Caracas, lo que
hizo peligrar el conjunto de la comisión ya que “llegó a verse en la mayor aflicción, al
494
Véase Béthencourt A. Inoculación y vacuna antivariólica en Canarias (1760-1830). En: Morales F, ed.
V Coloquio de Historia Canario-Americana (1982). Madrid: Ediciones de la Excma. Comunidad de
Cabildos de Las Palmas de Gran Canaria y del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria; 1985, pp. 280-307
495
Ibídem
496
Ibídem
497
Ibídem
498
Véase Mark C. Rigau Pérez JG. The world´s first inmmunization campaign: The Spanish smallpox
vaccine expedition, 1803-1813. Bull Hist Med. 2009; 83:63-94.
311
hallarse sobre una costa desconocida con sólo un niño con vacuna”499. Antes de llegar,
en Puerto Cabello, "vacunaron 28 niños hijos de los principales vecinos"500.
En Caracas los expedicionarios fueron recibidos con gran entusiasmo, el niño
Luis Blanco de dos años de edad fue el primero de una larga serie de vacunaciones.
Durante los dos primeros días ya contabilizaron 64 operaciones, al poco alcanzaron
las 2.064 y al dejar Caracas el 6 de mayo habían vacunado a 12.000 personas501. A
instancias del Gobernador, Manuel Guevara y Vasconcelos (1740-1807), Balmis formó
la primera Junta de Vacuna del continente americano.
Recibió entonces la mala noticia del fallecimiento de Lorenzo Bergés, que había
sido comisionado para llevar la vacuna a Santa Fe, capital del Virreinato de Nueva
Granada. Consciente de la existencia de un brote de viruela en aquella región se vio
obligado a dividir la expedición en dos grupos. El primero compuesto por el
subdirector Josep Salvany, Manuel Julián Grajales como ayudante, Rafael Lozano
como practicante, Basilio Bolaños como enfermero y cuatro niños para llevar la
vacuna en sus brazos en dirección a América Meridional. Por otro lado y en dirección
a América Septentrional viajó el grupo encabezado por Balmis, compuesto por
Antonio Gutiérrez Robredo como ayudante, Francisco Pastor como practicante, Pedro
Ortega y Antonio Pastor como enfermeros, la rectora Isabel Zendal Gómez en calidad
de enfermera, junto a los niños que procedían de Galicia. El 8 de mayo de 1804 se
separaban ambos grupos y nunca más volverían a encontrarse502.
Aunque en este estudio se siguen los pasos del grupo encabezado por Balmis,
hay que mencionar la extraordinaria labor de Salvany, que documentó bien el
número de sus vacunaciones, recibió elogios de Hipólito Unánue (1755-1833) y fue
mencionado por Díaz de Yraola como:
499
Cf. Díaz de Yraola G. 1948
500
Véase Fernández del Castillo F. Los viajes de D. Francisco Xavier de Balmis. Notas para la historia de la
expedición vacunal de España a América y Filipinas (1803-1806). México: Ed. Galas de México; 1960
501
Ibídem
502
Véase Tuells J, Duro Torrijos JL. Josep Salvany i Lleopart: el vacunador que atravesaba tormentas.
Vacunas. 2010; 3:125-132.
312
“Pocos itinerarios podrán elegirse, que como el que siguió Salvany,
reúnan tantas circunstancias de dificultad y aventura. A través de los
Andes, abandonado o perseguido, entre gritos de júbilo, naufragios y
temporales, perdiendo girones de su integridad física, manco en los
Andes, mutilado de un ojo en Guaduas, en la polvareda de sus
caminos, traza una ruta heroica en beneficio de la humanidad, de
esta humanidad, que no sabe de él siquiera, cuál fue su fin”503.
Balmis puso rumbo a La Habana donde comprobó que la vacuna ya se
encontraba establecida por el Dr. Tomás Romay. Viajaban con un total de 27 de
niños, 21 de ellos gallegos y los 6 restantes unidos a la expedición en La Guayra, estos
últimos a cargo de Balmis hasta que se tuviera conocimiento de un barco de regreso.
Dato aclaratorio de cómo los niños recolectados en territorio americano permanecían
en el siguiente destino y no se sumaban a la expedición, retornando a sus hogares.
Balmis que mantuvo una buena relación con Romay, propuso la creación de una Junta
Central de Vacunación en La Habana, que fue establecida el 13 de julio y de la que se
hizo cargo durante muchos años el propio Romay. Poco después, los expedicionarios
abandonaron la isla rumbo a México solicitando que le facilitasen niños antes de
emprender la marcha. La falta de respuesta por parte de las autoridades hizo que
Balmis convenciera al joven Miguel José Romero, "tamborcito" del regimiento de
Cuba y comprara tres esclavas negras a Lorenzo Vidat, con ellos evitó romper la
cadena de transmisión del fluido.
Tras su llegada al puerto de Sisal, en Yucatán, se trasladaron a Mérida donde
los expedicionarios iniciaron las vacunaciones, al tiempo que el practicante Francisco
Pastor viajaba con cuatro niños a Guatemala para inmunizar y crear allí una Junta
Central.
Balmis se dirigió hacia la ciudad de México pasando por Veracruz, donde
añadió una nueva decepción al comprobar que esta ciudad ya estaba recibiendo la
vacuna de manos del Dr. Alejandro García de Arboleya, médico de la armada que
503
Cf. Castillo y Domper. 1912
313
acompañaba al séquito del virrey José de Yturriagaray504. Balmis de nuevo en
dificultades, tuvo que recurrir a diez soldados para mantener el virus activo.
Finalmente llegaron a México el 8 de agosto, destino que supuso una
experiencia poco grata debido a las resistencias del virrey Iturriagaray para que
desempeñaran su labor. Balmis se lamentaba de que “en vez de proteger el Virrey y
agradecer los servicios de la Expedición, se empeña tan cruelmente en incomodarla
hasta lo último”15. Aun así fueron iniciándose las vacunaciones, los niños galleguitos
quedaron bajo la tutela del Virrey y Balmis elaboró un documento sobre cómo debía
organizarse una Casa de Vacunación505.
El enfrentamiento entre el Director de la Expedición y el Virrey fue tan
evidente que éste llegó a denegar a Balmis el permiso para embarcar hacia Filipinas
de inmediato. Un impedimento aprovechado por Balmis para propagar la vacuna por
lugares que no la habían recibido. Así pues, abandonaron la capital y comenzaron a
administrar vacunaciones en Puebla de los Ángeles, Guadalajara de Indias, Zacatecas,
Valladolid, San Luis de Potosí y las provincias Internas. El itinerario se inició el 20 de
septiembre en Puebla de los Ángeles y concluyó con su regreso a México el 30 de
diciembre, 53 días durante los cuales se aprovechó para recolectar los niños que
llevarían la vacuna a través del Pacífico a las Islas Filipinas. En Zacatecas inmunizaron
a 1.076 niños y en Puebla, ciudad que les dio un gran recibimiento vacunaron a 230
niños al día siguiente de su llegada, alcanzando la cifra de 11.435 vacunados en pocos
días y habiendo establecido una "Casa de vacunación Pública" y una Junta Central506.
La labor de colecta infantil se llevó a cabo con ciertas dificultades ya que la
población era consciente del trato impropio que se estaba dando a los niños
“galleguitos” que llegaron con Balmis desde España, situación de la que el mismo se
quejó en varias ocasiones:
504
505
Cf. Balaguer Perigüell E. Ballester Añon R. 2003
Cf. Fernández del Castillo. 1960
506
Véase Cortés Riveroll R. Inicio de la vacunación en la ciudad de Puebla. Veracruz: Cuaderno de trabajo
n° 30, Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, Universidad Veracruzana; 2008
314
“a mi arribo a esta Capital (…), mandó el virrey colocar los veinte y un
niños galleguitos en el Hospicio de pobres confundiéndolos en la
miseria y asquerosidad de los mendigos, y ocupando los de mayor
edad en concurrir alumbrando en los entierros. Y como este hecho
escandalizó a todo el reino, me hubiera sido imposible llevar la
vacuna a Filipinas por falta de niños, cuyos padres se resistían a
prestarme sus hijos alegando, que si a los gachupines los había
puesto el Virrey en el Hospicio, que podían esperar ellos. En este
estado, no me quedó otro recurso (…), que dar cuenta a S.M y al
mismo tiempo exhortar a los Ayuntamientos, Curas, e Intendentes del
Reino y al Ilustrísimo Señor Obispo de Guadalajara para que
asegurasen a los padres, prestasen sus hijos, afirmando por mi parte
que verían cumplidas las Reales promesas de S.M.”507.
El proyecto inicial de la Expedición recomendaba una proporción de 12 a 16
niños para cada 25 o 30 días508. Dado que el tiempo previsto del trayecto a través del
Pacífico en la Nao de Acapulco se estimaba en torno a los dos meses, el número de
niños necesarios para transportar la vacuna se calculó en un mínimo de 24, que
Balmis amplió en dos más para tener un margen de seguridad. El modo de
conseguirlos fue muy variado. En unas ciudades se hizo a cambio de dinero, en otras
gracias a la participación de las autoridades civiles y siempre bajo el amparo de la
Corona.
Un ejemplo documentado, en la ciudad de León, muestra la actitud de Balmis y la
intercesión de las autoridades locales:
“que en el año de 1805 recorrió estas Provincias D. Francisco Xavier
de Balmis, director de las Vacunas por soberana disposición (…),
solicitó del Señor Cura de esta feligresía Dr. D. Tiburcio Camina un
niño que aunque pobre, fuera de buen nacimiento protestándole la
protección de S.M., en cuyo nombre le recibiría, propuse a un hijo mío
507
Archivo General de la Nación de México. Virreinal, Epidemias. Expediente. 007. Caja 3916.
508
Cf. Díaz de Yraola. 1948
315
nombrado Guillermo Toledo de cuatro años, seis meses de edad, y
desprendiéndome del tierno amor que le profesaba, en obsequio de
tan benéfico protector, le hice entrega de él”509.
El recorrido por territorio novohispano vacunando y colectando niños se inició
tras la salida de Puebla en dirección a Querétaro lugar donde establecieron dos
itinerarios; uno encabezado por Balmis que recogió catorce niños vacuníferos tras su
paso por Sombrerete, Fresnillo, Zacatecas, León y Querétaro, el otro, a cargo de
Gutiérrez Robredo sumó seis infantes más510. La lista total de niños se amplió tras el
paso de Gutiérrez por Guadalajara, completándose el total de 26 niños que se
encontrarían por primera vez el 17 de enero de 1805 en la capital mejicana511 (Tabla
13). En la mayor parte de los casos, los padres fueron gratificados con 16 pesos por
prestar a sus niños. Balmis llegó a lamentarse "del carácter desconfiado de los
naturales que estimaban más una gratificación pecuniaria que la gran recompensa
que el Rey ofrecía de mantenerlos y tomarlos después hasta la edad de darles
acomodo"512.
Los comisionados llegaron al puerto de Acapulco el 27 de enero de 1805 junto
a 27 párvulos513. La lista oficial contiene referencias a 26 niños, lo que hace suponer
que Benito Vélez, el niño gallego adoptado por la Rectora, también viajó a Filipinas514.
Tras los permisos del Virrey, zarparon el 7 de febrero de 1805 a bordo del
navío Magallanes, un barco de pasajeros bajo el mando del capitán de fragata Ángel
Crespo.
La edad de los 26 niños mejicanos elegidos para transportar la vacuna a
Filipinas se sitúa en el rango de cuatro a seis años excepto en un caso, Joseph Castillo
509
Archivo General de la Nación de México. Indiferente, Virreinal. Expediente 006, caja 0593.
510
Véase Ramírez Ortega V. Rodríguez-Sala ML. La participación de los cirujanos novohispanos en las
operaciones vacunales antes, durante y después de la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna.
Revista complutense de Historia de América: Madrid. 2009; 35:187-207.
511
Véase Smith MM. The “Real Expedición Marítima de la Vacuna” in New Spain and Guatemala. Trans
Am Phil Soc (new series) 1974; 64: 3-74
512
Cf. Fernández del Castillo. 1960
513
Cf. Ramírez Ortega, Rodríguez-Sala. 2009
514
Cf. Díaz de Yraola. 1948
316
Moreno, que tenía 14 años al partir (Tabla 15). Balmis además de elegir a los niños,
participó en la elaboración de una lista de ropas, utensilios de higiene y descanso
destinados a la travesía, firmándola él mismo en la ciudad de México el 30 de
diciembre de 1804515.
515
Archivo General de la Nación de México. Protomedicato. Exp. 48 Caja 5641
317
Tabla 15. Relación de niños vacuniferos Subexpedición Filipinas. Salida Acapulco 7 de
febrero de 18051, regreso 14 de agosto 18072
318
Del análisis de las prendas se desprende la intención de proporcionar una
uniformidad que identificara la expedición y reforzara la cohesión del grupo,
presentándose éste como un bloque compacto y disciplinado. Estaba compuesta por
“zapatos, medias botas, medias de hilo, pantalones de Mahón, camisa, chalecos de
Mahón, Chaquetas de Mahón, pañuelos de cuello, y pañuelo de faldriquera, sombrero
y guantes para que no se rasquen la vacuna”516. El uniforme llevaba bordado un
escudo con la inscripción “sirvo a la serenísima de Asturias única en su Albergue”18,
dedicada a la reina, como refleja D. Antonio Toledo cuando ofreció a su hijo Guillermo
para la expedición, que cita “le hice hacer un vestido decente, y el repetido Balmis un
escudo esmaltado, y bordado con la inscripción (…)”517.
Los expedicionarios arribaron a Manila el 15 de abril de 1805. El acertado
cálculo efectuado por Balmis para estimar los niños necesarios en el viaje junto a la
admirable labor de la rectora cuidándolos, propició la llegada de la vacuna a las islas
Filipinas.
Las condiciones del trayecto no fueron ideales, a la falta de autonomía y
espacio derivado del hecho de ser un transporte regular, hay que añadir el malestar
generado por Ángel Crespo, capitán de la Nao. Balmis consideraba que éste les había
engañado y no había cumplido los acuerdos pactados en tierra firme.
En Acapulco, el capitán había ofrecido camarotes individuales para cada uno
de los miembros de la expedición y un “departamento amplio y bien ventilado para
los Niños, donde cada uno tuviese su catrecito separado para evitar el peligro de que
unos a otros se comunicasen la vacuna de un modo involuntario”518. A pesar de estas
promesas, los expedicionarios viajaron en condiciones impropias, el propio Balmis
relató que los niños dormían en el suelo hacinados, “muy mal colocados en un paraje
de la Santa Bárbara lleno de inmundicia y de grandes ratas que los atemorizaban,
tirados en el suelo rodando y golpeándose unos y otros con los vaivenes”519, causando
516
Ibídem
517
Archivo General de la Nación de México. Indiferente, Virreinal. Expediente 006. Caja 0593
518
Cf. Díaz de Yraola. 1948
519
Cf. Tuells. Ramírez. 2003
319
hasta siete vacunaciones artificiales, quedando éstos inutilizados para la propagación
la vacuna pudiendo “haber frustrado la comisión a no haber sido tan corta la
travesía”520.
A éstas incomodidades hay que sumar la escasez y malas condiciones de los
alimentos recibidos situación llevada al límite cuando el capitán del navío les hizo
pagar todo mucho más caro que al resto del pasaje, rebelándose el propio Balmis
“con la impetuosidad de su carácter”521 y exigiendo que Crespo devolviese a la Caja
de México el dinero que había cobrado de más.
Ya en Manila, y tras solventar directamente con el Gobernador General Rafael
Aguilar las formalidades necesarias para desembarcar, iniciaron su labor
inmunizadora el 18 de abril de 1805. Balmis como en anteriores etapas intentó
conseguir la complicidad tanto del gobernador como de la máxima autoridad
eclesiástica, el Arzobispo Zuliabar. Lamentablemente éste último confiaba poco en la
efectividad de la vacuna, sin embargo, el gobernador tomó la decisión de hacer
vacunar a sus cinco hijos, hecho que acabó por convencer al eclesiástico dando su
aceptación al programa de vacunación en las islas. Durante sus meses de estancia en
Filipinas y tras redactar un Reglamento y propiciar la creación de una Junta de
Vacuna, Balmis estableció un plan para alcanzar la mayor extensión posible del
archipiélago. Él, sin embargo, aquejado de problemas de salud, decidió volver a
España aprovechando la ruta portuguesa desde Macao hasta Lisboa atravesando el
Índico y rodeando el cabo de Buena Esperanza.
Sabiendo además que la vacuna no había llegado aún a China partió hacia
Macao el 3 de septiembre, con la intención de inmunizar en aquella región. Le
acompañó en esta nueva misión su sobrino Francisco Pastor y tres niños filipinos
facilitados por el cura de la parroquia de Santa Cruz, quienes regresarían
posteriormente a Manila522.
520
Ibídem
521
Cf. Díaz de Yraola. 1948
522
Véase Colvin T. The Real Expedición de la Vacuna and the Phillipines, 1803-1807. En: Laurence
Monnais and Harold J. Cook (eds), Global movements, local concerns: Medicine and Health in Southeast
Asia. Singapore; 2012, pp. 1-23.
320
Antes de emprender viaje dejó encargado a su ayudante Antonio Gutiérrez
Robredo que “termine con la propagación del fluido por las islas”23, dejando en sus
manos la dirección del final de los trabajos así como el regreso a Acapulco.
Durante los dos años de estancia en Filipinas, los comisionados realizaron
pequeñas expediciones para propagar la vacuna. En una de ellas, Antonio Pastor y
Pedro Ortega junto con doce niños portaron la vacuna para “cortar la cruel epidemia
de viruelas que reynaba en Misami, Zambuanga y las demás islas de Zebú y
Mindanao”523. El 23 de marzo de 1806, vuelven a Manila y se reencuentran con
Gutiérrez Robledo que inmunizaba en la capital. La Junta Central de vacuna se había
establecido y los médicos locales se habían responsabilizado de perpetuarla, por lo
que dieron por concluida su comisión.
Partieron el 19 de abril 1807, de nuevo en el Magallanes que:
“sin perjuicio de su navegación logró fondear en Acapulco la tarde
del 14 de Agosto próximo pasado (…). Sin el más mínimo síntoma de
escorbuto; y conduciendo 3.106
½
Fardos y la Real Expedición de la
Vacuna compuesta de 1 Visitador, 1 Secretario, 1 Practicante, 2
Enfermeros, 1 Rector y 25 Niños como también varios pasajeros”524.
Este texto que cierra el capítulo del viaje a Filipinas, refiere un número de 25
niños, dato concordante con el “número de niños traídos de Filipinas que salieron de
este reino para llevar la Vacuna aquellas Islas, que se entregasen por D. Antonio
Gutiérrez, Ayudante de la Expedición de la Vacuna a D. Francisco Manuel Sánchez de
Tagle, del orden del Excmo. Virrey D. José de Yturrigaray”525, dónde se citan 24
nombres junto a la pérdida de dos de ellos, Juan Nepomuceno Torrescano, de
Valladolid, y Félix Barraza, de Zacatecas, que murieron durante el desarrollo de la
comisión (Tabla 13). No se incluía de nuevo al hijo de la rectora que también les
acompañaba.
523
Cf. Tuells. Ramírez. 2003
524
Archivo General de la Armada D. Álvaro de Bazán. Viso del Marqués. Sección: Expediciones a Indias,
Legajo 43, Expediente. 105.
525
Archivo General de la Nación de México. Virreinal, Epidemias. Expediente 19. Caja 5881
321
Una vez en México, el virrey dictó una orden fechada el 31 de octubre de 1807
para que los niños fueran devueltos a sus hogares, encargando dicha tarea a “D.
Rafael Gómez, conductor de los niños que transmitieron el fluido vacuno a Filipinas
haciendo entrega a sus padres junto con toda la ropa de su uso”526. Este cometido se
cumplió entre los meses de noviembre y diciembre, quedando a cargo del Erario, su
manutención, ropa y educación hasta que tuviesen la edad para “poder ser colocados
según su aptitud y circunstancias”527, como así había prometido el propio director.
Todo parecía felizmente acabado para estos niños vacuníferos, aunque
realmente fue un final con algunas secuelas, como atestigua el relato de un padre:
“D. Antonio Toledo, vecino de la Villa de León, y padre de Guillermo
Toledo, que salió a su expedición y al cabo de tres años largos de
navegación en que acaeció la muerte de la Reina, a quien iba
dedicado, y dio principio la guerra de la Francia, desembarcó por
Acapulco y vino a mi poder con diez y nueve cicatrices, prueba nada
equivoca de sus progresos y logros de los fines a que se condujo”528.
Los niños después de la Expedición
La colecta de niños no fue fácil, las familias temían perderlos y no eran
proclives a desprenderse de sus hijos para una aventura llena de incertidumbres y de
final imprevisible, el propio Balmis reconocía que “ningún padre es capaz de dar a sus
hijos a un forastero desconocido”529.
Esta realidad forzó a conseguir los niños en inclusas o en familias
desestructuradas socialmente. Se prometía que, a cambio de incluirlos entre los
expedicionarios, se les daría alojamiento y cuidado a cargo del erario público. Así se
reflejaba en las ordenanzas remitidas desde la metrópoli:
526
Archivo General de la Nación de México. Virreinal, Epidemias. Expediente 019. Caja 5297.
527
Ibídem
528
Archivo General de la Nación de México. Indiferente, Virreinal. Expediente 006. Caja 0593
529
Cf. Díaz de Yraola. 1948
322
“serán bien tratados, mantenidos y educado, hasta que tengan
ocupación o destino con que vivir, conforme a su clase y devueltos a
los pueblos de su naturaleza, los que se hubiesen sacado con esa
condición”530.
Para muchas familias podía constituir un alivio a las precariedades, sin
embargo, no se cumplió el compromiso de velar por su futuro.
No se ha estudiado en profundidad el destino final de los niños integrantes de
la expedición. Hay que señalar el interés de Balmis para que fueran bien tratados tras
cumplir su cometido.
En carta a Caballero poco antes de la salida de los primeros expedicionarios
desde Madrid, Balmis sugería la siguiente solución:
“En cuanto al destino de los Niños Españoles a su arribo a América y
concluidas sus vacunaciones me parece más preferible regresarles a
España en el primer Buque que se presente de la Real Armada y
podrán ser más felices si la piedad del Rey les señala cinco o seis
Reales diarios hasta que lleguen a ser aptos para ser empleados, que
no el dejarlos en América al cuidado de los Virreyes para que les
facilite su educación y mantenimiento a expensas de S.M., porque
además de costarle cuatro veces más no lograrían jamás buena
educación, en unos países tan abundantes de vicios y en donde la
incauta juventud se pierde con mucha facilidad”531.
Los niños españoles, huérfanos en su mayoría, nunca volvieron a su país como
deseaba Balmis y fueron ingresados en el hospicio de pobres de la ciudad de México
en condiciones poco apropiadas. Alguno de ellos, años después de finalizar la
expedición efectuaron reclamaciones para que se cumplieran las citadas ordenanzas,
como el caso de:
530
Archivo General de la Nación de México. Indiferente Virreinal. Expediente 105. Caja 5395.
531
Cf. Tuells. Ramírez. 2003
323
“D. Cándido José García Lajarano, natural de la Coruña, trasladado a
esta América por disposición de S.M., para la propagación de la
Vacuna, como debidamente tengo acreditado a V.E con documentos
justificantes, y en la mejor forma que haya lugar en derecho digo:
Que pues S.M por Real Orden de 17 de marzo de 1809 me tiene
puesto con los demás de mi clase bajo la protección de V.E., para que
nos vea con la caridad y amor de un verdadero padre; y V.E., por su
Superior Decreto de 13 del corriente junio puesto a la instancia que
hice para que se me suministrara por caja las asistencias de cadete en
un Regimiento, me las niega, y me ofrece en alguno de los colegios
del Real patronato beca para que en caso que me agrade la carrera
eclesiástica; recurro a su paternal patrocinio manifestándole hallarme
ya resuelto, después de una madura reflexión, de emprender la
carrera de los estudios, y por consiguiente en el caso de suplicar, a
V.E., se sirva tener la bondad de mandar ponerme en posesión de
dicha beca, para evitar cuanto antes el riesgo a que mis mejoras
están expuestos por el ocio”532.
Respecto a los niños que regresaron de Filipinas, al contrario que los niños
españoles, casi todos tenían padres o al menos madre conocidos533, lo que constituye
una sensible diferencia. A los padres de estos niños se les hizo promesas y se les
ofreció una compensación económica para que dieran su consentimiento. Tampoco
se cumplieron las expectativas y las familias fueron defraudadas. Balmis reaccionó
sistemáticamente contra esta dejación, durante y después de la expedición, como
ejemplo citamos el escrito que presentó el 30 de junio de 1810 a la Real Audiencia
Gobernativa Mexicana:
“vivía tranquilo en la corte, creyendo se verificaría lo mandado,
cuando recibo las quejas de las Ayuntamientos y Curas, así como las
representaciones de los padres y de los niños mismos, haciéndome las
532
Archivo General de la Nación de México. Virreinal, Real Audiencia. Expediente 008. Caja 3652.
533
Cf. Castillo y Domper. 1912
324
justas reconvenciones de que nada se había cumplido de mis
promesas, y que el Virrey desde el siguiente día de su arribo a México,
los había devuelta a sus padres, sin darles nada de lo prometido.
Mandaba entonces en Madrid el intruso gobierno francés, y me fue
preciso suspender el ímpetu de mi corazón dolorido, y esperar mejor
ocasión de poder representar al legítimo gobierno español, que era la
Junta Central que se trasladó a Sevilla, a donde corrí a buscarla
llevando conmigo los papeles de las quejas expresadas.
Enterado la Suprema Junta Central de todo lo expuesto, se dignó
mandar en nombre de nuestro soberano el señor D. Fernando 7º la
Real orden para que inmediatamente sacase del Hospicio de pobres, a
los Jóvenes galleguitos, y todo lo demás consta en ella, de que
acompaño copia; y sin embargo de que ha pasado más de un año que
se expidió, nada se ha cumplido, los galleguitos, parte existen aun en
el Hospicio, y los del Reino nada han disfrutado de lo mandado por
S.M, según he visto con harto dolor mío a mi arribo a esta capital. En
este estado, no puedo menos de acudir a V.A y suplicarle se digne dar
cumplimiento a la última real orden de 17 de marzo del año próximo
pasado que obra en la secretaria de este superior gobierno, a favor de
los jóvenes de este reino”534.
El estado de abandono en el que se encontraban los niños vacuníferos era
patente.
Balmis aludía a los niños españoles, los “galleguitos” que cruzaron el Atlántico y
que fueron ingresados en el Hospicio en dónde “solo restan cuatro, y los demás han
sido extraídos por personas que se han hecho cargo de su educación y subsistencia”.
También se preocupaba por su paradero, solicitando a la Real Audiencia que:
“se hace preciso que V.A para llenar tan delicado encargo, se digne
mandar a la Junta de caridad de este Hospicio le pase relación
circunstanciada del paradero de los jóvenes extraídos con expresión
534
Archivo General de la Nación de México. Virreinal, Epidemias. Expediente 007. Caja 3916.
325
de los sujetos en cuyo poder están trato y educación que se le da, a
fin, de satisfacer el cuidado de algunos de sus padres que los
reclaman, ignorando su paradero, como para mejorar su suerte en
caso necesario, y proporcionarles ocupación, carrera o destino, según
los talentos que descubran, y ventajas que ofrezcan; ejecutando esto
mismo con los jóvenes del reino, por medio de las Justicias de los
Distritos en que se hallan; con lo que se verán cumplidas las sagradas
promesas de S.M., y satisfechas las justas quejas de los
interesados”535.
Mostraba así su responsabilidad, manifestándose como un Director
reivindicativo en defensa de los miembros esenciales de la expedición. La naturaleza
de su demanda puede justificarse bien por su “celo patriótico”, algo de lo que hacía
gala o también para remarcar, a su juicio, la incompetencia del virrey José de
Yturrigaray con quién mantenía constantes enfrentamientos.
La orden de 17 de marzo de 1809, fue remitida a los diferentes Ayuntamientos
de Nueva España. A ella hizo mención Balmis en varios documentos en los que
intentaba hacer valer su cumplimiento, como ejemplo valga la carta remitida al
cabildo de Zacatecas el 22 de marzo de 1810, de la mano de D. Ángel Crespo que es
presentado como secretario de la Vacuna, “para que disponga lo que deba
practicarse con cuatro niños que existen en esta ciudad de los que volvieron de
Filipinas”536.
En ella se recuerda el incumplimiento de las anteriores ordenes concernientes
a los niños empleados en la expedición, solicitando que se extraigan del hospicio de
pobres de la ciudad de México a los que fueron del reino de Galicia, y que se les
proporcione una ocupación, carrera, o destino según los talentos, cuya gracia y
protección sea extensiva a todos los niños que de este virreinato fueron a Filipinas.
Otros ejemplos reivindicativos son aportados por los niños recolectados en
México, como la carta redactada el 28 de enero de 1809 por:
535
Ibídem
536
Archivo General de la Nación de México. Indiferente Virreinal. Expediente 105. Caja 5395.
326
“José Castillo Moreno, original del Fresnillo. Fui yo uno de los
nombrados por el Director de aquella Expedición Don Francisco Xavier
de Balmis asignándose en calidad de premio doscientos pesos a unos
y tres cientos pesos a otros. Siendo la propuesta del Director que los
que no apercibieran premio, se les colocaría en algún destino de
Orden de Su Majestad. (…) en estas confianza deje mi oficio, con que
a la presente ya me podría sostener, me separe de mis venerables y
ancianos padres, y pase a hacer este servicio a Su Majestad el que
concluí con acreditada honradez, y habiéndome regresado a costa de
mil desdichas a mi patria, no he merecido hasta ahora destino
alguno: aun habiendo allí una plaza vacante, por lo que he dirigido
mis pasos desde el fresnillo a esta capital, pasando en mi camino
graves lastimas, solo a favorecer me de la piadosa sombra de V.E a
quien con humilde rendimiento suplico se digne mandar en virtud de
lo expuesto, (merito adquirido a grave consta) se me confiera la plaza
que fuere de su superior beneplácito, con la que podre concurrir a el
Socorro de mis abatidos padres, de mis infelices hermanitas, que no
aspiran, ni tienen otro amparo que el mío”537.
La odisea de los niños vacuníferos ha quedado diluida en la historia como una
simple anécdota. Elevados a la categoría de héroes anónimos por algunos autores
fueron en realidad un ejemplo más de instrumentalización de la infancia con fines
científicos. Sin embargo su constante presencia en los documentos que relatan las
distintas etapas de la expedición muestra el reconocimiento a su papel principal en la
propagación de la vacuna.
En la intrahistoria de los expedicionarios fueron sujeto de cuidado y desvelos
por la rectora, además de una constante defensa de su dignidad y derechos por
Balmis. La respuesta del Estado no estuvo a la altura de los compromisos adquiridos
dejando algunas de sus biografías estigmatizadas por las cicatrices del abandono.
537
Archivo General de la Nación de México. Virreinal, Real Audiencia. Expediente 008. Caja 3652.
327
La utilización del niño con fines científicos fue una realidad durante todo el
siglo XVIII, con un sentido utilitarista y de generalización del método científico al
servicio e interés del Estado. La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna fue un claro
ejemplo de esta utilización, ya que el éxito de la misión dependía directamente del
número de niños, su continua provisión para mantener la cadena brazo a brazo y su
mantenimiento en perfecto estado de salud.
328
EL LLAMAMIENTO A
LA PROTECCIÓN DE LA
INFANCIA
Los inicios de la lucha contra la viruela
en España. Técnica e ideología durante
la transición de la inoculación a la
vacuna (1750-1808)
329
EL LLAMAMIENTO A LA PROTECCIÓN DE LA INFANCIA
Entre las tentativas dirigidas para aminorar la mortalidad, destacan las
destinadas a la protección de la infancia.
A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX se comenzó a generalizar en España
una literatura que daba cuenta de las condiciones sanitarias en las que se
encontraban las casas de expósitos538, se proponía la transformación de estos
recintos en establecimientos saludables para la “producción” de trabajadores, una
propuesta de medicalización de las inclusas que coincide con las intenciones de la
Corona, que aludió a la elevada mortalidad infantil en el decreto promulgado el 5 de
enero de 1794539, acciones que jugaron un papel decisivo en el posterior desarrollo
de la actividad pediátrica.
De todas las obras dirigidas a la medicina social, resaltamos las aportaciones
realizas por el propio Luzuriaga, de quién su amigo y biógrafo, Francisco Salva y
Campillo, recordaba en 1822 diciendo:
“No había en Madrid establecimiento de caridad y beneficencia que
no le hubiese asociado a sus tareas”540.
En esta misma línea se encuentran las acciones dirigidas por Valentín de
Foronda, quien bajo el término de policía aludía a una práctica de gobierno, donde
plasmaba un conjunto de medidas que permitían aumentar las riquezas, siendo una
de ellas las consideraciones de interés sanitario, como recoge en su texto editado en
1801 y al que se hace mención en la prensa de 1803 de la siguiente manera:
“Cartas sobre la policía, por Don Valentín de Foronda, en ellas se
trata de la salud pública, de las causas que contribuyen a viciar el
538
Las instituciones de inclusa o casa de expósitos comenzaron a generalizarse en España a partir del
siglo XVI, cuya función consistía en la recogida y manutención de los niños abandonados, como
resultado de una práctica que pretendía proteger el honor familiar dando salida a ese caudal de niños
ilegítimos. Cf. Balaguer y Ballester. 2003. pp. 54.
539
Cf. Vázquez. 2009. pp. 158.
540
Cf. Fabra Sodevila. 1822
331
aire, y de las providencias que se deben tomar para evitarlas; de los
peligros de abrir subterráneos y parajes en que ha estado enterrado
los muertos hasta que hayan hecho las experiencias que aconsejan los
físicos-médicos; de la atención de elegir una buena agua para beber,
de las aguas minerales, del uso de vasijas de bore, de la inoculación,
de los cirujanos, médicos, boticarios saltimbancos, del modo de curar
la rabia, de las providencias que se deben tomar para que abunden
los comestibles y conservar los granos mucho tiempo, sobre las calles,
pasos, caminos, teatros, fondas, jardines y baños; y se responde al
problema de si se deberá o no obligar a los posaderos a que se
sujeten a una tarifa, sobre la seguridad de las personas y bienes, y
todo lo que puede turbar el buen orden”541.
Una gestión de todos los rasgos biológicos que aseguraba principalmente el
incremento constante de la utilidad de los cuerpos. Y en la que hay que destacar,
continuando con el interés de la infancia, una creciente familiarización de la sociedad
a partir de la centuria dieciochesca donde la medicina jugó un papel decisivo.
Una familia estructurada medicamente, transformada en una herramienta
perfecta en la administración de la salud y la fuerza de los cuerpos, un claro ejemplo
de esto último es la abundante literatura que apela al rol médico y educativo de la
familia542, obras médicas que tienen como protagonista el niño543 o que son
dedicadas a las madres de familia544, como
541
se puede observar en el anuncio
Literatura. Diario de Madrid. Nº 24. Lunes 24 de enero de 1803
542
Véase Castro Orellana R. Capitalismo y medicina. Los usos políticos de la salud. Ciencia política. 2009;
nº 7: 7-25.
543
Títulos redactados en lengua inglesa como Tratado de las enfermedades de los niños de Boerhaave y
traducida al castellano en 1787, en francés: Essay sur l´education medicine des infants et sur leurs
maladies en 1754 por Bruzet, en castellano Principio que acarrean al género humano y al Estado las
madres que rehúsan criar a sus hijos y medios para contener el abuso de ponerlos en ama en 1786 por
Bonells. Véase Ramírez Martín SM. El niño y la vacuna de la viruela rumbo a América: La Real Expedición
Filantrópica de la Vacuna (1803-1806). Revista Complutense de Historia de América. 2003; 23: 77-101
544
Obras como la elaborada por el propio Piguellem en 1801 La vacuna en España o cartas familiares
sobre esta nueva inoculación. E incluso la traducción realizada por Balmis, que aunque inicialmente su
intención fue dedicárselo a la reina y tras serle denegado ese privilegio terminó dirigiéndoselo a las
madres de familia. Cf. Tuells. 2012.p. 373
332
publicado de la obra Cartas a Madame de *** sobre la vacina, del médico y miembro
de la Real Sociedad médica de Edimburgo P. Colladon.
“Todo lo que se ha escrito sobre esta enfermedad ha contribuido a
convencer a los médicos de la utilidad de este descubrimiento, pero
sin embargo faltaba vencer la repugnancia de las madres, cuya
ternura para con sus hijos se opone a toda novedad y esto es lo que el
autor hace en su obra con concisión y elegancia”545.
E incluso, alusiones encaminadas a ese fin proteccionista del núcleo familiar,
como muestra el siguiente ejemplo recogido por la prensa de la época. Se trata de la
publicación de una carta procedente de Génova fechada en noviembre de 1801,
donde a través de las dudas sobre la vacunación mostradas de un padre a un amigo y
médico, se observa como se recurría al sentimiento de culpabilidad paterno, máximo
responsable de la seguridad y protección de su familia, para ensalza los beneficios
derivados de la vacuna:
“No puedo menos de alabar el deseo que manifestáis de saber con la
mayor prontitud posible la opinión de que goza actualmente en esta
Capital la vacuna. Sois padre, y padre de dos hermosas niñas que
todavía no han tenido las viruelas; una funesta experiencia os ha
hecho conocer cuan terrible es esta enfermedad, pues hace dos años
que os arrebató a vuestro primogénito y tenéis todavía el quebranto
de ver a otro hijo enfermizo de resultas de la misma enfermedad.
Penetrado de estos dos ejemplos desgraciados, y noticioso del nuevo
descubrimiento de la vacuna parece ibais ya inocular a vuestras dos
hijas, cuando una persona que ha llegado ahí desde esta Capital os ha
asegurado
que
hacen
temer
que
de
ella
resulten
malas
consecuencias, con lo cual habéis suspendido vuestra resolución hasta
saber mi parecer, que me hacéis el honor de pedirme. Yo no me
detengo un instante en aconsejaros que inmediatamente las
vacunéis, pues todavía me suenan en los oídos los lamentables
545
Anuncio de libros extranjeros. Memorial Literario. Nº XIII.
333
gemidos de una madre que yendo a vacuna a un hijo único que tenía,
fue distraída de ellos por una amiga suya, cuyo Médico es uno de los
opuestos a la vacuna y ahora le llora arrebatada por las viruelas. Mi
amistad me hace temer no os suceda a vos el mismo terrible
accidente, por lo cual os aseguro por mi propia experiencia que la
vacuna es un mal muy ligero, y que aun cuando quedase todavía
alguna duda sobre su eficacia preservativa sería imprudente el
detenerse en aplicarla; bien que deberíamos avergonzarnos de dudar
de su eficacia a vista de tan maravillosos y rápidos progresos como
hace, y de tan multiplicadas pruebas y contrapruebas como se repiten
con ella en varias partes del mundo”546.
Por otro lado, la misma noticia se apoya para validar la eficacia inmunológica
de la vacuna en las innumerables contrapruebas realizadas hasta la fecha. Un
mensaje donde el papel del infante ocupó una posición destacado, a la vez que se
reclamaba su protección y la necesidad de velar por la salud infantil como una
herramienta útil para el Estado, también se plasmaba su presencia como un elemento
esencial para certificar la calidad profiláctica de la vacuna contra la viruela. Un papel
donde el niño es presentado como un sujeto de experimentación.
Múltiples referencia son enunciadas, muchas de ellas recogidas por la propia
prensa, ejemplos que provenían de referencias exteriores, esencialmente de
experiencias practicadas en Francia.
“Los médicos encargados en París de dirigir los experimentos que se
hacían para asegurarse de la utilidad de esta nueva inoculación, han
tenido la complacencia de ver el feliz éxito de sus desvelos y de que se
haya extendido esta práctica con mucha prontitud entre toda clase de
personas así en Paris como en los departamentos, en que ya se
cuentan 1764 inoculados (…). Es de notar que el gobierno no ha
tenido influjo alguno de cuanto a las operaciones necesarias para
546
Génova 15 de septiembre. Carta de un Médico de Génova a un amigo suyo de la Rivera de Poniente,
sobre la vacuna. Correo Mercantil de España y sus Indias. Núm. 91. Jueves 12 de noviembre de 1801.
334
comprobar las ventajas de la vacuna y que su intervención se ha
limitado a facilitar a la junta de médicos encargados de estos
experimentos, niños del hospicio de la maternidad, que han sido
cuidados y tratados con tanta atención y cariño como lo hubieran
sido en casa de sus padres. Queda demostrado por repetidos
experimentos que la vacuna preserva de las viruelas comunes como
convence el último que los médicos llaman de contraprueba. En este
que se hizo en 1º de Enero, se inocularon con las viruelas comunes
siete muchachos que habían sido inoculados con la vacuna tres o
cuatro meses antes, picándoles hasta tres veces y ninguno tomó las
viruelas, lo que manifiesta evidentemente la eficacia preservativa de
este método.”547.
Otras contrapruebas venían avaladas por los distinguidos facultativos de la
propia Junta Central de la Vacuna de París, como recoge una noticia de diciembre de
1801, crónica cuya experiencia es presenciada y firmada por destacadas
personalidades de la Facultad de Medicina de París, del Instituto Nacional, de la
Escuela de Medicina, del Consejo de Sanidad de los Ejércitos, profesores de la Escuela
de medicina de Estrasburgo y de la Sociedad de medicina del Louvre.
“Habiendo sido convidados por la Junta Central de la vacuna, para
presenciar y seguir una experiencia de contraprueba, que se proponía
hacer inoculando las viruelas a un gran número de individuos
anteriormente vacunados, nos juntamos en casa del Ciudadano
Thouret, Director de la Escuela de Medicina, los días 15, 22 y 29 de
Octubre, y 10 y 21 de Noviembre del presente año de 1801, para
presenciar dicha experiencia, y observar sus resultados. En cada uno
de las cuatro sesiones no presentó la Junta un virolento con las
viruelas bien caracterizadas. La materia qué sirvió para las
inoculaciones se tomó inmediatamente de las mismas pústulas y se
inoculó a nuestra vista por medio de tres picaduras, a lo menos, en
547
Resultados de los experimentos sobre la inoculación de la vacuna. Semanario de agricultura y artes
dirigido a los párrocos. Núm. 226. Jueves 30 de abril de 1801.
335
cada individuo vacunado. [...] De esta experiencia resulta. 1º, que el
número de ciento y dos niños, muchos de ellos vacunados un año, y
algunos diez y ocho meses, la inoculación variolosa no ha producido
efecto alguno sobre ochenta y ocho. 2º, que el efecto local que se
manifestó en las picaduras de los otros catorce no ha sido
acompañado de las viruelas, porque en ninguno de ellos se observó
fiebre, ni incomodidad, ni erupción. 3º, que la pústula de apariencia
variolosa que se manifestaron en el último han sido efecto de una
acción local semejante a la que se excita con la inserción de las
viruelas en los individuos que ya las han tenido, y a la que suelen
contraer los Médico, las enfermeras, y las nodrizas, que habiendo
tenido viruelas asisten o cuidan de los virolentos. 4º, y último, que se
debe concluir naturalmente que la vacuna ha preservado de las
viruelas a los ciento y dos individuos inoculados a nuestra vista”548.
Experiencias que entre nuestras fronteras también fueron practicadas, de
hecho, cuatro meses después del inicio de la práctica vacunal en Madrid, el 18 de
septiembre de 1801, por mediación de Pedro Cevallos, primer secretario de Estado,
se le comunicaba al responsable de la Casa de Desamparados de Madrid, el Duque de
Medicinaceli y de Santisteban, la intención de vacunar a todos los niños allí alojados
que no hubieran pasado la viruela, una pretensión inicialmente justificada en la
protección de la infancia.
“Los buenos efectos que se han experimentado con él pus de la
inoculación de la vacuna en los niños y en los adultos, ha merecido la
atención del gobierno y del público, y ha fomentado los deseos de que
se propague la práctica de ella para preservar la humanidad de los
estragos de la viruelas. Como la Casa de los Desamparados de Madrid
hay tantos niños que pueden ser víctimas de este azote, lo comunico a
548
París 24 de Noviembre. Junta Central de la Vacuna establecida en París. Proceso verbal de la
contraprueba. Correo Mercantil de España y sus Indias. Núm. 101. Jueves 17 de diciembre de 1801.
336
V.E., para que, como está a la cabeza de este establecimiento pueda
influir en su práctica”549.
Vacunaciones que fueron practicadas por el cirujano y académico Francisco
Leyral, cuyos resultados le fueron requeridos en un informe al presidente de la Junta
de Gobierno de la institución, Duque de Medinaceli, y a su vez a la Real Academia de
Medicina de Madrid por las organismos gobernantes, “pero S.M., quiere que V.E.,
informe sobre esto lo que se le ofrezca y parezca de cuyo orden lo comunico a V.e
para su gobierno”550.
Fue la Academia médica que analizó los resultados y exposición de Leyral en
enero de 1802, concluyendo favorablemente:
“En su consecuencia resolvimos de común acuerdo, visto el ningún
peligro que produce la indicada operación y las buenas resultas que
se han experimentado en cuantas partes se ha establecido, se puede
proceder a ella, se digne aprobarla y mandar se comunique al efecto
la soberana orden que sea de su real agrado.
Es cuanto podemos informar para corresponder a la confianza que
hemos merecido a la Junta de gobierno a fin de que se sirva elevarlo a
la Real Persona, si lo tuviese por conveniente, o hacer de ello el uso
que estime oportuno”551.
A pesar de la aprobación, el informe matizaba que no era conveniente confiar
únicamente el delicado y grave desempeño de esta práctica operación a un cirujano
sólo, debiendo ser dirigida esta práctica por médicos que examinaran el estado de
salud y circunstancias, tal y como está mandado en varios estados de Europa552.
Otros ejemplos recogidos en la misma institución de la casa de los
Desamparados de Madrid, fueron las vacunaciones practicadas en sus niños con la
549
Véase. Real Academia Nacional de Medicina. Secc 4ª. Leg. 13, doc. 741
550
Ibidem.
551
Ibidem
552
Cf. Blasco Martínez. 1991. p. 190
337
finalidad de comprobar la eficacia del fluido obtenido de las pústulas de las cabras
como proponía Heydeck.
Al igual que las contrapruebas citadas desde Valladolid por Félix Martínez en
carta el 13 de junio de 1802 al propio Luzuriaga, una información recogida en la
correspondencia que fue posteriormente ratificada por el profesor de Cirugía de la
misma ciudad, Lucas Dueñas, publicada por la Gaceta de Madrid el 10 de agosto de
ese mismo año.
Grabados obra Pedro Hernández, Origen y descubrimiento de la vucuna 1801
Pero sin duda el ejemplo paradigmático donde aparece el niño como elemento
de experimentación, lo constituye la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, como
muestran las ordenes reales emitidas a los responsables de la hospicios e inclusas de
Santiago de Compostela y A Coruña.
“En la ciudad de Santiago a veinte y tres días del mes de Octubre de
mil ochocientos y tres. El Señor D. Bernardo Manuel Velarde y
Amarilla, del Consejo de S. M., Caballero Eclesiástico de la Orden de
Alcántara, Canónigo Dignidad de Cardenal mayor de la Santa
Apostólica y Metropolitana Iglesia de Santiago, Juez Apostólico del
Tribunal de la Santa Cruzada, Administrador y Capellán mayor por
S.M., y secretario interino de él, dijo habérsele pasado oficio con
fecha del día de ayer por el Excmo. Señor Arzobispo de esta ciudad,
por el cual solicita que todos los Niños Expósitos de la Inclusa de este
338
Real Hospital, de la edad de cinco a ocho años que no hubiesen
pasado las viruelas, se presenten a efecto de escogerse los que
convengan por D. Francisco Xavier de Balmis para la expedición de la
Vacuna de que está nombrado director por S.M según y a la manera
que por menor lo refiere dicho oficio, en consecuencia de los cual
manda que sin detención se saque noticia exacta de los Niños que
salieron de dicha inclusa y resulten de la señalada por dicho oficio y
expidan los despacho y competencia cometidos a las personas que
S.S., nombrará para que se haga saber a los encargados de su
lactancia y cría, que se presenten inmediatamente con los que no
hubiesen pasado las viruelas, y que de hecho dicho director pueda
escoger aquellos que tenga por conveniente para el desempeño de su
comisión”553.
553
Archivo Universitario de Santiago de Compostela. Serie General, 785, Legajo 20.
339
Real orden emitida el 23 de octubre de 1803 al hospicio de Santiago de Compostela notificando la
partida de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna y su necesidad para la misma de niños que no
hayan pasado viruela
340
Del mismo modo, en los libros de registros de la casa de los Expósitos de A
Coruña y Santiago de Compostela, en los niños seleccionados por el director de la
Expedición, se incluyó la siguiente nota marginal en el documento, como ejemplifica
el caso de Vicente María Salce y Vellido, de 3 años de edad: “El 11 de octubre lo llevo
Francisco Balmis para propagar la vacuna en la América”554.
Vicente María Salce Bellido, 3 años. Archivo de la Diputación de A Coruña. Libro de registro de
Expósitos de A Coruña y Santiago entre mayo de 1800 y febrero de 1802
554
Archivo de la Diputación de A Coruña. Libros de registros de Expósitos de A Coruña y Santiago entre
mayo 1800 y febrero de 1802. Número registro 672.
341
José Jorge Nicolás de los Dolores, 3 años. Archivo de la Diputación de A Coruña. Libro de registro de
Expósitos de A Coruña y Santiago entre mayo de 1800 y febrero de 1802
342
EL SOPORTE MEDIATICO
DE LA VACUNA
Los inicios de la lucha contra la viruela en
España. Técnica e ideología durante la
transición de la inoculación a la vacuna
(1750-1808)
343
EL SOPORTE MEDIATICO DE LA VACUNA
Se observan unos inicios plagados de entusiasmo liderado por los
propagadores del método jenneriano, un periodo donde los primeros vacunadores
emplearan todos los medios disponibles en busca de una plena aceptación tanto
social como de las instituciones gubernativas.
Entre los recursos empleados destacan el abultado número de publicaciones
registradas que contaban como tema central las virtudes profilácticas de la vacuna
contra la viruela y su técnica a la hora de su aplicación. Un volumen de textos que
autores contemporáneos cifran en 48 obras entre ediciones o reediciones, para los
años de 1799 y 1805555. Textos en su mayoría de corta extensión y de todos ellos, 17
fueron traducciones de obras cuyos originales estaban escritos en francés, una
muestra más de la dependencia informativa con Francia como puerta al conocimiento
europeo.
Por distribución geográfica destaca Madrid con 16 obras, las colonias de
Hispanoamérica con 11, Cataluña con 10, Zaragoza con 3 y otros puntos nacionales
con 8. Respecto a su clasificación cronológica, el grueso de las publicaciones se
centran entre 1801 y 1803, momento en el que comienzan a decrecer su número en
el caso de los ejemplos nacionales y comienzan a emerger las referencias de los
folletos americanos, 5 para el año de 1804 y 6 para 1805, como consecuencia directa
de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna iniciada a finales 1803 y por la que se
llevó la vacuna a las posesiones coloniales556.
Un elemento clave en todo el proceso de difusión y propagación de la vacuna
fue la prensa. Ésta tenía un marcado carácter oficialista, sus publicaciones estaban
supervisadas por una estricta censura y al igual que ocurrió con la técnica de la
variolización, el número de referencias aumentó cuando contó con el soporte
555
Véase Cf. Olagüe de Ros y Astrain Gallart. 2004, pp. 21
556
Ibídem
345
gubernamental, y que una vez aceptada, mostró la misma tónica ascendente durante
los primero años de la vacuna.
Las noticias disponían un marcado carácter narrativo, donde proliferaban los
detalles para explicar las ventajas de la práctica de la vacunación contra la viruela. Sin
duda un apoyo publicitario tanto de la inoculación como de la vacunación como
medida preventiva contra las viruelas.
De hecho, en el caso concreto de la vacuna, durante la década que se ha
revisado y que comprende desde el 1 de enero de 1799, ya que es durante el mes de
abril de ese año cuando aparece publicada la primera referencia a la vacuna como
medida preventiva contra la viruela, hasta el 31 de diciembre de 1808, se pueden
identificar un total de 389 crónicas que aludían tanto a la enfermedad de la viruela
como a la medida preventiva de la vacuna (Grafica 4 y 5).
Una década de noticias en la que confluyen ambas técnicas, variolización y
vacunación, durante 1799 y 1800, pero será tras las primeras vacunaciones
practicadas en la península, a finales del año de 1800, y coincidiendo con su difusión
durante 1801 y 1802 cuando se registre el periodo que sume el mayor de número de
publicaciones, 111 (28.5%) del total de noticias registradas.
346
347
Grafica 4. Distribución cronológica de las noticias publicadas sobre la viruela y su vacuna entre 1799 y 1808
Estas crónicas de prensa reproducirán múltiples noticias extranjeras,
especialmente de periódicos franceses, con la finalidad de referenciar las experiencias
y efectos obtenidos en otros países europeos. Una mirada del exterior que nos
permite aproximarnos a un contexto de europeización del saber médico.
Noticias con un carácter pedagógico muy marcado que recogían desde el
origen del descubrimiento de la vacuna realizado por Jenner, a planteamientos más
técnicos relacionados con cómo se debía realizar la vacunación, cuales eran sus
síntomas, sus métodos de conservación e incluso alusiones a las poblaciones donde
ya se habían practicado con éxito las operaciones, destacándose que dichas
vacunaciones, por lo general, recayeron en las personalidades más destacadas del
municipio, con una clara intencionalidad en generalizar la aceptabilidad de la práctica
vacunal por parte de los medios de comunicación.
Atendiendo el volumen de publicaciones, la presencia de la viruela como
enfermedad y la vacuna como medida preventiva no contó con una misma
representación entre las publicaciones periódicas a estudio (Tabla 16).
Fueron el Diario de Madrid y la Gaceta de Madrid, prensa estrictamente oficial,
los que registraron el mayor número de publicaciones, alcanzando entre ambos
periódicos 224 (57.6%) noticias con referencias a la viruela y su vacuna, lo que
constituye más de la mitad del volumen total de las publicaciones.
348
Grafica 5 Distribución por periódicos que contienen publicaciones relacionadas con la viruela y su
vacuna entre 1799 y 1808
349
SEMANARIO DE ZARAGOZA
350
Total = 389
37
20
2
54
1
9
11
SEMANARIO DE AGRICULTURA Y ARTES DIRIGIDO A LOS PARROCOS
4
1
3
5
6
1
GAZETA DE MÉXICO
2
16
MERCURIO DE ESPAÑA
9
GAZETA DE MADRID
6
19
3
8
DIARIO DE MADRID
1800
3
1801
MEMORIAL LITERARIO O BIBLIOTECA PERIÓDICA DE CIENCIAS, LITERATURA…
2
1799
CORREO MERCANTIL DE ESPAÑA Y SUS INDIAS
CORREO DE SEVILLA
1802
57
6
1
5
36
6
3
1803
39
9
3
12
10
5
1804
38
10
8
3
3
6
6
2
1805
43
4
3
4
1
7
23
1
39
8
2
1
1
16
9
2
1806
Tabla 16. Distribución según periódico y año de las noticias relacionadas con la vacuna contra la viruela
1807
35
4
3
15
11
2
27
6
17
4
1808
La información aparecida en los periódicos varía según las características de los
mismos. Centrándonos en la prensa privada, debemos resaltar la presencia de
periódicos de temática literaria como las 16 publicaciones recogidas en el Memorial
literario o biblioteca periódica de ciencias, literatura y artes557. Crónicas que tratan
sobre el comentario de libros y otras publicaciones que aludían al descubrimiento de
la vacuna. Este periódico publicó de forma temprana traducciones de artículos
franceses, cómo el ejemplo recogido en el número 3 del Memorial, correspondiente a
marzo de 1801, donde transcribían la noticia publicada en el Mercurio de Francia de 5
de febrero de ese mismo año:
“Algunos médico ilustrados reúnen sin hacer ostentación las pruebas
de la verdad, y los hombres sabios les escuchan con la mayor
atención. No se necesita grandes esfuerzos para defender la verdad,
pero sí para llamar la atención sobre ella, para excitar el interés que
debe inspirar, disipando siembre las preocupaciones, y tranquilizando
a la ignorancia, es decir, que para hacer adoptar una verdad útil, es
menester tener el valor, digámoslo así, de la paciencia, que es menos
brillante. Sin duda son dignos de nuestro respeto los hombres que se
consagran a servir a los que sufren y padecen, y cuya vida se pasa en
proporcionarles socorros que con tanta razón reclaman, pero aún me
parece más respetable el que se aplica a buscarles nuevos socorros, y
557
El Memorial literario le dedicará menos atención a la crítica social y de costumbres, corriente seguida
en títulos como el Mercurio, Correo Literario o incluso el mismo Diario de Madrid. Se caracteriza por ser
introductor de la crítica teatral y literaria. Entre sus páginas se publican artículos sobre prácticamente
todos los asuntos relacionados con la cultura, la ciencia y el arte.
Apoyado por Floridablanca y Campomanes, su primera época se data en 1784, fundado por los
aragoneses afincados en Madrid Joaquín Ezcurra y Pedro Pablo Trullenc, bajo el título de Memorial
instructivo y curioso de la Corte de Madrid. Periodo que finalizo en enero de 1791, al afectarle la Real
resolución de 24 de febrero que provocó la desaparición de la prensa española a excepción de los
periódicos oficiales, Gazeta, Mercurio y Diario de Madrid. En julio de 1793, Ezcurra empezó de nuevo a
editarlo en solitario, incorporando entre sus páginas artículos traducidos, pero siguiendo el mismo
esquema ilustrado, hasta que volvió a desaparecer en diciembre de 1797. Iniciará un tercer periodo o
etapa en marzo de 1801, esta vez bajo el título de Memorial literario o Biblioteca periódica de ciencias y
artes, dirigido por el murciano Pedro María de Olive y con la colaboración de Ezcurra. Se publicará todos
los días 10, 20 y 30 de cada mes, hasta su desaparición coincidiendo con la invasión napoleónica. Véase
Larriba E. De l´usage de la gravure dans le Memorial literario (1784-1808). El Argonauta español.
2008;5:2-40
351
que emplea todo su celo, su experiencia y sus talentos en
establecerlos”558.
Este periódico, fue de los primeros en mostrar a sus lectores un amplio
resumen de la traducción que Piguillem realizó sobre la obra francesa de Colón, como
recoge en su número 5 de abril de 1801559. “El traductor da en el prólogo una ligera
noticias de los progresos que este utilísimo género de inoculación ha hecho en Europa,
y de las ventajas que de él resulta”560.
558
Higiene: sobre la vaccina; Habiéndonos manifestado muchas personas amantes de la humanidad sus
deseos de que hablásemos en nuestro periódico de la vaccina o viruela de vacas, descubrimiento
importante, y que tanto ocupa en el día de las personas sabias e inteligentes de toda la Europa, hemos
creído poder satisfacer sus deseos, dando aquí traducido el artículo que sobre ella se haya en el
Mercurio de Francia, 16 pluviose año 9 (5 de febrero 1801). Memorial Literario. Núm. 3. 1801
559
Higiene: Ensayos sobre la inoculación de la Vacuna o método fácil y seguro de preservar para siembre
de las viruelas por el Dr. Colón, médico de París, y traducido por el Dr. D. Francisco Piguillem, socio
íntimo de la Real Academia de medicina práctica de Barcelona. Librería de Fenández, frente a las gradas
de San Felipe, puede ir en carta. Memorial Literario. Núm.5. 1801
560
Ibídem.
352
Memorial Literario. Núm. 5. 1801
353
Continuando en esta línea de análisis de la prensa privada o semioficial,
destacan dos títulos que representan dicha prensa, Correo mercantil de España y sus
Indias, y el Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos. En ambos la
vacuna contra la viruela estaba presente.
En el primer caso, el Correo Mercantil de España y sus Indias, constituye uno
de los primeros ejemplos en el impulso del nacimiento y desarrollo de la prensa
económica561. A pesar de estar consagrado al desarrollo de la agricultura, se registran
un total de 38 noticias que aluden a las beneficios de la vacuna, en su mayoría
noticias procedentes del exterior, Londres, Génova, Guatemala, y esencialmente
París. En ellas se hacen eco de las publicaciones y las experiencias practicadas, tanto
de la vacunaciones como de sus contrapruebas.
De igual modo, el periódico recoge los resultados obtenidos en la vacunación
animal y el beneficio que ésta reportaría en la economía ganadera al preservar al
ganado lanar de contraer viruela como muestra un extracto de la Sociedad de
Agricultura del Departamento del Sena publica el 22 de septiembre de 1806.
“La Sociedad ha hecho unos experiencias en grande para averiguar si
la vacuna preserva de las viruelas al ganado lanar, y aunque las ha
dirigido con la mayor exactitud y esmero se puede decir que la
cuestión ha quedad en cierto modo indecisa”562.
561
Consagrado a la agricultura, las artes y oficios, y sobre todo al comercio, contó con el favor del
público a pesar de su especialización, ya que en 1792, año de su creación, contaba con 521 abonados,
un número destacable que la tirada media de un periódico privado de cierto renombre era de sólo 500
ejemplaras. En él se pretendía difundir las novedades que llegaban del extranjero, pero también las
actividades que se llevaban a cabo en las diferentes regiones de España. Nace de la iniciativa personal
de Diego María Gallard, abogado de los Reales Consejos, más tarde pasó a manos de la Oficina de
Balanza del Comercio, aumentándose de este modo la protección y tutela oficial.
Estructurado en 8 páginas, mantenían una frecuencia bisemanal, lunes y jueves, contiene noticias,
artículos sobre comercio, agricultura, adelantos e invenciones, datos estadísticos, economía pública,
entradas y salidas públicas, cambios monetarios. Estuvo vigente hasta el 30 de junio de 1808, semanas
después de la invasión napoleónica. Véase Larriba E. El público de la prensa en España a finales del siglo
XVIII (1781-1808). Zaragoza: Prensa de la Universidad de Zaragoza; 2013
562
Extracto de un Informe leído en la Sociedad de Agricultura del Departamento del Sena, por el
Secretario Mr. Silvestre, de las tareas de la sociedad durante el año último. Correo Mercantil de España
y sus Indias. Núm. 76. Lunes 22 de septiembre de 1806.
354
Con la misma temática se encuentra el Semanario de Agricultura y Artes
dedicado a los Párrocos563, con un total de 67 noticias que incluyen artículos más
extensos, transcripciones de los avances de la vacuna en Europa y su difusión por
Asia564. Muchos de ellos son firmados por destacados activistas de la talla de Jean de
Carro e incluso el propio Jenner. Son publicaciones con cuestiones más técnicas,
como las ya mencionadas concernientes a la conservación de la vacuna para facilitar
su transporte a largas distancias.
Fue sin embargo será la prensa oficial quien lideró el número de publicaciones,
el Diario de Madrid registró un total de 99 (25.4%) crónicas referentes a la viruela y la
vacuna, durante la década comprendida entre 1799 y 1808.
De ellas, en los tres primeros años prevalecen las publicaciones relativas a
publicaciones de obras relacionadas con la viruela y su tratamiento, como el texto de
Francisco Gil565, Pedro Hernández566, e incluso, el primer informe elaborado sobre el
curso de la vacuna en París por la Comisión Médica del Louvre, cuya labor fue
563
Como ya se ha menciona su creación data de enero de 1797 y contó con el apoyo del propio Primer
Secretario de Estado Manuel Godoy. El objetivo de la publicación que aparecerá ininterrumpidamente
cada jueves hasta el 23 de junio de 1808, en entregas de 16 páginas, será el fomento y desarrollo de la
agricultura, de las artes, industria y manufacturas ajenas recogiendo todas aquellas novedades que en
España y sobre todo en el extranjero se producían para el adelanto de estas actividades económicas.
Dirigido a los párrocos rurales, tenía como propósito que estos actuaran como vectores para difundir a
los propietarios agrícolas y campesinos analfabetos los conocimientos y novedades de las publicaciones
ilustradas. Por ello, contenía información de divulgación de técnicas y promoción de cultivos y
manufacturas, información sobre medidas profilácticas e higiénicas. Véase Díez Rodriguez F. Prensa
agraria en la España de la Ilustración. El Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los Párrocos (17971808). Madrid: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Secretaria General Técnica; 1980;
Larriba E, Dufour G. El Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los Párrocos (1797-1808). Ámbito
Editores; 1997.
564
“Tengo noticias muy importantes del Oriente: el fluido vacuno que remití a Bagdad ha surtido los
mejores efectos y luego se supo en Bassora la primera vacunación, la hizo en un hijo suyo el cónsul
inglés”. De la propagación de la vacuna a Asia, Carta de Carro, médico de Viena fecha en 24 de agosto de
1802. Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos. Núm. 319. Jueves 10 de febrero de 1803.
565
“Disertación físico-médica, en la cual se prescribe un método de preservar a los pueblos de viruelas,
hasta lograr la completa extinción de ellas en todo el Reyno. Su autor Don Francisco Gil...” Obra
publicada en 1784, cuya medida preventiva se centraba en el aislamiento. Noticias particulares de
Madrid. Literatura. Diario de Madrid. Núm. 296. Jueves 23 de octubre de 1800.
566
“Origen, descubrimiento y progresos de la vaccina, traducido del francés por el Doctor Don Pedro
Hernández...”. Literatura. Diario de Madrid. Núm. 232. Jueves 20 de agosto de 1801.
355
conocida en España por la traducción que realizó el ilustrado Manuel María de
Ascargorta, quien ejercía como secretario del Duque de Osuna567.
En el mismo Diario, también se recogerán las alusiones a los posibles efectos
adversos derivados de la práctica vacunal, aunque siempre desde una perspectiva de
defensa hacia la misma. Este tipo de artículos estaban firmados por activos
vacunadores como el propio Juan de Azaola, quien recurrió a la prensa para
desmentir las acusaciones vertidas contra la vacuna tras inmunizaciones realizadas en
la sobrina de Scardini, y el hijo de Matute.
A partir de 1802, el Diario de Madrid acentuó su posicionamiento con
argumentos dirigidos a las propias madres alentando la aceptación y adopción de la
vacuna como un beneficio global a toda la humanidad568. Del mismo modo que
manifestó la necesidad de una mayor involucración por parte de los órganos de
poder político.
“Dos años a que en Europa se proclaman la incomparable utilidad del
preservativo de las Viruelas, no hay pueblo en nuestra península, que
no se ha mostrado satisfecho de su eficacia y hasta las naciones
bárbaras sabemos que se apresuran
a aprovecharse de este
importante descubrimiento. En la época de su propagación entres
nosotros merece elogio el celo, y desinterés con que los facultativos
en general se ha esmerado en facilitar este beneficio a cuanto han
querido recibirlo, particularmente en Madrid se puede aseverar, que
casi todos los que de un año a esta parte ha quedado expuestos a ser
víctimas del contagio no pueden atribuirlo, sino a la omisión de sus
padres. Tampoco debe pasarse en silencio la beneficencia de alguno
Sres. que no contento con recomendar el preservativo a sus estados,
han prodigado sus rentas, enviándoles profesores que lo propagasen
de pueblo en pueblo.
567
“Primer informe dirigido a la sociedad de medicina de Paris, por la comisión médica establecida en
aquella capital, en el Louvre, y encargada especialmente de hacer observaciones y adquirir
conocimientos sobre la inoculación de la vacuna...”. Literatura. Diario de Madrid. Núm. 328. Martes 24
de noviembre de 1801.
568
Señor Diarista. Diario de Madrid. Núm. 156. Sábado 5 de junio de 1802.
356
En medio de tan favorables disposiciones, y en la capital misma
continúa haciendo sus estragos una epidemia de mala índole,
matando a mucho, y dejando en otros vestigios nada equívocos de
haber experimentado el mayor peligro. ¿En qué consistirá que la
preservación no se hay completado con la exactitud que debía
esperarse de un antídoto que no excluye estación, edad, ni sexo?
¿Quién se opone a sus progresos? ¿Es la ignorancia, la obstinada
preocupación, o la indolencia de algunos padres de familia? Aquí la
autoridad del Magistrado, la vida del ciudadano pertenece al cuerpo
político a la sociedad de que es miembro. Aquí la protección de un
gobierno próvido y benéfico. La vacuna no se vende en boticas, ni
almacenes, ni se puede tener de repuesto en cada casa, hemos visto
que conservada largo tiempo se deteriora, hasta perder del todo su
virtud, y esta circunstancia contribuye a desacreditarla entre los que
son más propensos a decidir que a comparar. [...] ¿No será
conveniente, y tal vez indispensable que una policía vigilante
intervenga constantemente en la inoculación? Todo lo merece la
dignidad del objeto, se trata de mejorar la suerte de la humanidad, de
la vida de los hombres, de la población, del interés del Estado.
[...] De estos y otros antecedentes infiero por conclusión, en tono de
profecía, que si el gobierno no emplea su autoridad, y protección en
preservar los pueblos de viruelas, ya que la providencia ha puesto en
sus manos un medio fácil y barato, el Estado continuará perdiendo
muchos centenares de hombres en cada epidemia”569.
La tendencia fue continuada por otro de los medios periodísticos oficiales, la
Gazeta de Madrid, prensa que acumuló un total de 125 (32,1%) del total de las
noticias localizadas. Se ensalzaban los beneficios de la vacuna dando a conocer los
avances producidos en el extranjero y crónicas sobre libros relacionados con la
569
Señor Diarista. Diario de Madrid. Núm. 334. Martes 30 de noviembre de 1802.
357
vacuna, también se anunció el desarrollo y conclusión de la Real Expedición
Filantrópica de la Vacuna.
Destacan en el diario las crónicas breves que exponen al lector un elenco de
noticias acerca de las inmunizaciones practicadas en distintos lugares de España,
destacando esencialmente como éstas eran practicadas en los hijos de las
personalidades más destacadas de los municipios. Su clasificación nos permite
observar la difusión temporal-espacial de la vacuna en España, así como sus
principales promotores (Tabla 17).
“Don Antonio Ayguals, del comercio de esta villa [Vinaroz, (Valencia)],
en vista del singular beneficio que promete al género humano el
hallazgo del Dr. Jenner en la inoculación de la vacuna, practicó
diligencias para lograr el virus, y lo consiguió desde Madrid el 14 de
noviembre último. El mismo día hizo vacunar a una niña suya de 32
meses de edad, practicando la operación el cirujano D. Miguel
Sorolla, siguiendo la vacuna su curso regular, y así que estuvo a punto
de poder extraerse el pus, se hicieron de brazo a brazo por el mismo
Sorolla otras nueve vacunaciones, entre ellas a los hijos del Alcalde de
esta Villa Dr. D. Vicente Colás, y de los médicos Dres. D. Christobal
Caballer, D. Francisco la Cruz y D. Nicolás Esteller, con estos ejemplos
se animaron tanto los demás vecinos, que en sólo 3 meses se
inocularon 633 de todas edades, por aquellos y otros facultativos, los
cuales siguen vacunando a porfía y gratuitamente a cuantos se les
presentan, y el cirujano Sorolla ha remitido virus a otras poblaciones
del contorno, en las que se va rápidamente propagando este
preservativo de las viruelas, habiendo sido vacunados en menos de un
mes más de 100 individuos en la Villa de Morella, entre ellos su
Gobernador de 62 años de edad. En todos los sujetos en quienes se ha
hecho la operación en este país se ha observado la benignidad que
constantemente ofrecen en sus escritos los autores nacionales y
extranjeros, jugando los niños por las calles en todo el curso de la
358
vacuna, sin haber sobrevenido a ninguno la menor mala resulta,
aunque fueron vacunados sin preparación”570.
570
Vinaroz, Reyno de Valencia, 14 de febrero. Gazeta de Madrid. Núm. 19. 5 de marzo de 1802.
359
Tabla 17. Difusión temporal y espacial de la vacuna contra la viruela en España según
las publicaciones de la Gazeta de Madrid (1801-1805)
Fecha
publicación
Vacuna adquirida y practicada por:
Fecha
vacunación
Lugar
1801.01.06
Francisco Pigullem (Médico)
1800.12.03
Puigcerda (Cataluña)
1801.09.01
Ignacio Aguasvivas (Médico)
Vicente Martínez (Médico), Mateo López
(Cirujano)
1801.07.02
Alicante
1802.01.15
Pamplona (Navarra)
1802.01.29
Francisco Munera (Cirujano)
Murcia, Cartagena
1802.02.05
Diego de Bances (Médico)
Pedro Palacios (Cirujano), Joseph Mayora
(Médico)
Antonio Ayguals (Comercial), Miguel Sorolla
(Cirujano)
Puente de la Reina (Navarra)
1802.03.02
1802.03.09
1802.03.12
1802.03.16
1802.03.19
1802.03.23
1802.03.30
Manuel Martínez de Bujanda (Médico)
Rafael Costa (Médico), Santiago Puig
(Médico)
Matías Tadeo Llorente (Médico), Benito
Pérez (Cirujano villa)
Manuel Larrimbe (Médico) Miguel Mascaró
(Cirujano)
Gines Chico de Guzmán (Regidor), Manuel
Fernández Salinas (Cirujano)
1802.04.09
Christobal García Camarena (Cirujano)
1802.04.13
Martín Alonso (Cirujano)
Antonio Guillén (Médico), Juan Antonio
Campos (Cirujano)
1802.04.23
1802.04.27
Vicente Ximenez del Rio (Cirujano)
1802.04.30
Manuel Gil y Albeniz (Médico)
1802.05.11
Domingo Milagro (Cirujano)
1802.05.14
Juan Alaejos (Cirujano)
Ramón Agudo del Río (Cirujano), Matías
Gómez Durán (Presbítero), Manuel Martín
Ibáñez (Capellán)
Vicente Lubet (Cirujano), Beltrán Barat
(Cirujano)
Vicente Vivas (Médico)
1802.05.25
1802.06.01
1802.06.15
1802.06.18
1802.06.22
1802.07.02
1802.07.06
1802.07.30
1802.07.30
1802.08.10
Agosto 1801
Errazu (Navarra)
1801.11.14
Vinaroz, Morella (Valencia)
Diciembre
1801
Viana (Navarra)
1801.12.01
Madrid
Fuenmayor (Rioja)
Azagra (Navarra)
Zehegin (Murcia)
Manzanares (Castilla la
Mancha)
1802.01.02
1801.12.08
Segovia
Moratalla, Zehegin,
Calasparra (Murcia)
Borja (Aragón)
Cascante (Navarra)
Octubre 1801
Joseph Canet y Ponz (Médico), Antonio
Boria (Cirujano)
Salvador de Echarri e Ignacio de Echarr
(cirujanos, padre e hijo)
Etiquiano Martínez (Cirujano), Antonio
Ballano (Médico)
Ignacio Lacaba (Cirujano)
Mateo Roxas y Melis (Médico), Antonio
Pastor y Tirado (Presbitero), Joseph Antonio
Serrano (Pesbitero)
Miguel Babelo (Médico), Julian Salazar
(Cirujano)
Lucas Dueñas (Cirujano), Felix Martínez
López (Médico), Andrés Gallego (Médico)
360
1801.12.14
1801.12.15
Sangüesa (Navarra)
Toro (Zamora)
Villa del Bellón, Pedrezuela,
Tordelaguna (Castilla la
Mancha).
San Sebastián (Guipúzcoa),
Navarra
Valencia
1801
Cervera, Villa de Prats del
Rey (Cataluña)
febrero 1802
Peralta (Navarra)
1801.12.25
Sigüenza (Guadalajara)
abril de 1801
Real Sitio de San Ildefonso
Santa Cruz de Mudela, Viso,
Valdepeñas, Torrenueva
(Castilla La Mancha)
Huete (Cuenca)
Octubre 1801
Valladolid
1802.08.20
Marcelino Sanz y Amayas (Médico), Rafael
de Barrio (Cirujano)
1801.12.06
1802.08.24
Christobal María Rodríguez (Cirujano)
1801.05.11
Ramón García y Cabezudo (Cirujano)
1802.09.14
Pascul Quartero (Cirujano)
1802.10.01
Pedro Joseph Cledera (Médico)
febrero 1802
1802.11.02
Joaquín Mendiri (Cirujano)
1801.09.19
1802.11.09
Manuel de la Fuente (Cirujano)
1803.01.25
Antonio Joseph Fernández (Cirujano)
agosto 1802
1803.03.22
Felipe Miguel Llorente (Cirujano), Ignacio
Lacava (Cirujano)
abril 1801
1803.05.17
1803.05.17
1803.06.14
1803.06.24
1803.07.26
1803.07.26
1803.11.29
1804.05.01
1804.08.10
1805.07.23
Pajares (Avila)
Meneses de Campos
(Palencia)
San Clemente (Cuenca)
1802.09.07
1803.04.05
Sacedon, Coreoles, Villaba,
Valdeconcha, Buendia
(Guadalajara)
Andujar (Jaen)
Borja (Aragón)
Tafalla (Navarra)
Vicente Henrique Rodríguez (Médico), Pedro
Barrientos (Cirujano)
Joseph Rodríguez Gavilan (Noble), Ángel
Muñoz y Joseph Barrera (Noble)
Diego Aznárez (Abogado de los Reales
Consejos)
Faustino Rodríguez (Cirujano)
León
Aranjuez, Yepes, Borox,
Cienpozuelos, Salinas de
Espartinas
1802.07.11
Olias del Rey (Toledo)
marzo 1802
Toro (zamora)
1801.10.16
Jaca (Huesca)
Ocaña (Toledo)
Alonso González Rodríguez (vecino
distinguido)
Antonio Jospeh Cortés (Corregidor), Joseph
Olivar (Cirujano)
Puebla de Sanabria (zamora)
Carmona (Sevilla)
Diego Ritas y Pinazo (Médico)
1802
Villena (reino Murcia), Biar
(reino Valencia)
Joseph Albarran y Gregorio González
(vecinos distinguidos)
Francisco Alvarez Preto (Capitán), Juan
Antonio Carvallo (Médico)
Juan Carrafa (Capitan General provincia de
Extremadura)
1802
Olivencia (Badajoz)
1802
Badajoz
Francisco Blasco (Cirujano)
Villa de Fitero (Navarra)
1805.09.10
Judas Navarro (Médico)
1805.06.22
Villa de Brozas (Extremadura)
1805.09.13
Pedro Martinez (Médico)
agosto 1801
Hellín (Murcia)
361
OFICIOSIDAD DE LA VACUNA:
LA INSTAURACIÓN DE SALAS
DE VACUNACIÓN EN LOS
HOSPITALES Y SU PRÁCTICA
FUERA DEL MARCO
INSTITUCIONAL (1805-1808)
Los inicios de la lucha contra la viruela en España.
Técnica e ideología durante la transición de la
inoculación a la vacuna (1750-1808)
363
OFICIOSIDAD DE LA VACUNA: LA INSTAURACIÓN DE SALAS DE VACUNACIÓN EN LOS
HOSPITALES Y SU PRÁCTICA FUERA DEL MARCO INSTITUCIONAL (1805-1808)
A pesar de la rápida difusión y de las optimistas noticias de los coetáneos
canalizadas por medio de una prensa oficialista y/o semioficialista. La implantación de
la vacunación constituyó un lento proceso, que contó con escaso apoyo de las
autoridades políticas y sanitarias.
El apoyo institucional sí existía en otros países europeos, Inglaterra y Francia.
Estos disponían de la Royal Jennerian Society (1802) en caso inglés y el Comité
Central de Vaccine (1800) o la Commission de Vaccine du Louvre (1801) en el caso
francés. Instituciones dedicadas a fomentar y gestionar la lucha contra la viruela.
En España, y como hemos recogido en páginas anteriores, la propagación de la
vacuna fue desarrollada de forma asimétrica, gracias a la actividad particular de
desacatados médicos, aristócratas y burgueses de clara mentalidad ilustrada, como
los ejemplos recogidos en la correspondencia del secretario de la Academia médica
de Madrid, Ruiz de Luzuriaga. Desde las instalaciones madrileñas y gracias a la
actividad de su secretario, se produjo un intento para dedicar una sala de sus
dependencias a efectuar las vacunaciones gratuitas.
“El Señor Presidente propuso a la Academia que se hiciese
representación a S.M., para que se digne permitir y autorizar este
cuerpo a imitación de otros cuerpos facultativos de otras Academias
de Europa, el practicar la vacunación en la Sala de la Calla del Palacio
viejo, y se nombraron para forma dicha representación a los Señores
Soldevilla mayor, Luzuriaga, Vicepresidente con el Secretario”571.
571
Ver libro de Actas año 1791-1814 Real Academia Nacional de Medicina, junta ordinaria celebrada el 8
de octubre de 1801; Minuta de una exposición dirigida al rey referente a la práctica de la inoculación de
la vacuna.
365
366
Junta Ordinaria celebrada el 8 de octubre de 1801. Ver libro de Actas año 1791-1814 Real Academia
Nacional de Medicina
367
Son interesantes las opiniones vertidas por el propio Ruiz de Luzuriaga en
diciembre de 1803 como respuesta a un oficio del académico Juan Peñalvel572.
Luzuriaga resaltaba la necesidad de establecer en la Corte y las capitales del reino una
vacunación metódica, a través de la creación de una Comisión o Juntas centrales al
modo de otros países. Establecimientos encargados del minucioso seguimiento de los
casos y de impedir situaciones de desabastecimiento de la linfa vacunal, al igual que
elaborar instrucciones en forma de Catecismos sobre el método de practicar las
vacunaciones, vacunar a los niños a los dos meses de edad, etc.
“El primer punto se reduce a que siendo posible, que por descuido o
no haber personas que quieran vacunar a sus hijos llegue a faltar el
fluido vacuno para esta operación saludable e importantísima al
Estado, debe merecer el celo y la atención de la Academia, el que
piense los medios de conservar dicho fluido, y precaver toda
posibilidad de que llegue un día a faltar.
Es tan fundado este recelo que los Padres que vacunan a sus hijos
parece que hacen favor en dejarlos vacunar, y resisten con pretexto
de que no se les mortifique el que vuelvan a presar el fluido que
recibieron gratuitamente del brazo de otra criatura. Los más de los
profesores médicos y cirujanos de España no han tratado de
conservarlo en sus países respectivos, luego que verificaron las
vacunaciones que se habían propuesto.
No habiendo en el Reino vacas que produzcan el fluido vacuno, sin
embargo de las muchas diligencias que se han practicado al intento,
habría que recurrir a Berkeley en Glocester u otros lugares donde se
producen las vacas o a cualquier país, donde lo hubiesen conservado
con las vacunaciones practicadas con economía y dirección, pues por
572
“Igualmente se dio cuenta del oficio del Señor Don Juan Peñalver dirigido a que la Academia piense en
los medios de conservar el fluido vacuno, y provenir toda posibilidad de que cualquier dia pueda faltar,
exponiendo los meidos de propagarla para disminuir los estragos que producen las virueals en el Reino.
La Academia acordó que el Secretario presente la constestación para la Junta inmediata”. Ver Libro de
Actas año 1791-1814 Real Academia Nacional de Medicina. Junta Ordinaria celebrada el 9 de diciembre
de 1803
368
los primeros experimentos que se hicieron con el fluido cabruno que el
Sr. Heydeck propuso al gobierno, como el equivalente de la vacuna, se
ha visto que era un proyecto quimérico.
Es tal el entusiasmo de algunos padres, y el deseo de singularizarse,
que posponiendo el fluido vacuno que tenían en Madrid en criaturas
sanas y robustas, han buscado el citado fluido extraído directamente
de las vacas de Inglaterra, sin reflexionar en que este fluido produce
en su primera inoculación, o traslación desde las vacas a nuestra
especie mayor inflamación, mayores y más profundas cicatrices, mas
tardanza en formarse la costra produciendo a veces ulceras saniosas
o sórdidas, obligando a encamarse uno o dos días a las lecheras de
Berkeley, que se inoculaban ordeñando las vacas que tenían el
vacuno en sus ugres, bien que esto puede pender de la parte del
cuerpo en que se hace la inoculación.
Es tan extravagante el carácter de algunas personas que prefieren la
inoculación
variolosa
anterior
a
la
inocente
vacunación,
comprometiendo no solo la seguridad de sus hijos, sino también la del
público, pues los inoculadores más acérrimos no han podido disimular
la calidad contagiosa de la viruela que inoculaban, lo que perpetuaba
las epidemias variolosas, siendo causa de que redundase muchas
veces en daño de la sociedad el beneficio de algunas particulares, y si
anteriormente se toleraba esta práctica cuando no se concia la
vacunación, debe prohibirse actualmente por Ley del reino el inocular
con pus varioloso.
Es un axioma médico que siempre que se vacuna con las debidas
reglas, y con un fluido vacuno legítimo tomado en sazón se reproduce
constantemente una vacuna que conserva los mismos caracteres,
aunque haya pasado por millares de personas, desde que se traslado
a la primera el fluido vacuno desde la vacuna con toda su virtud
369
preservativa de la viruela mortífera, sin comunicarse la vacunación
humor alguno extraño más de la vacuna (...).
[...]La
Inglaterra
que
debe
tomarse
por
modelo
en
los
establecimientos filantrópicos merece imitarse sin rubor en el
establecimiento que fundó en 2 de Diciembre de 1799 en Londres,
para fomentar y propagar la vacunación.
Al frente de este establecimiento se ve con veneración de Protector y
Presidente el Serenísimo Duque de York.
De Vicepresidente
El muy honorable Lord Petre. El Baronesto Jorge Baker, primer
Médico de S.M británica, y Presidente del Colegio de Médico. El
Caballero Guillermo Devayner. El Baroneto Guillermo Lee. El Caballero
Guillermo Adam.
De Tesorero
Esteban Aysley.
Médicos
Dr. Jorge Pearson. Dr. Lorenzo Hihell
Cirujanos consultores
Tomás Keate escudero de la Real Sociedad. Juan Rush escudero.
Boticarios extraordinarios o visitadores
Agustín Brande escudero. F. Rivers escudero
Boticario residente
J. Levvis
A beneficio de este establecimiento filantrópico se exonera al
gobierno de tener como en España que atender a todos los objetos de
beneficencia pública, y una comisión central establecida en la Capital
con los personajes más distinguidos, que correspondiesen con los
370
Capitanes Generales, Arzobispos, Obispos y los Médicos y Cirujanos
de la mayor reputación y merito, y una Botica para surtir de Extracto
de Saturno o algún medicamento poco costoso, que pueda ocurrir
necesitarse rara vez en las vacunaciones, se podía mantener el fluido
vacuno en todo el Reino, evitar la introducción de la falsa vacuna y
promover el aumento de la población.
Un taller establecido en la fábrica de cristales para aprovechar todos
los cristales rotos en que se remitiese el fluido vacuno, cierta
franquicia en los correos cuando se remita este fluido sellado con el
sello de la comisión, y un poco de protección de parte del Gobierno
serían los verdaderos medios de que desde las Capitales se difundiese
al menor lugarejo este saludable y benéfico descubrimiento, siendo
muy dificultoso que llegase a faltar a un tiempo en todas partes, y
previniendo que se franqueé así gratuitamente de unas comisiones a
otras, teniendo formadas unas instrucciones en forma de catecismo a
cerca del método de practicar las vacunaciones y de evitar las falsas
vacunas que no conducirían a preservar de las viruelas.
Con esto se conseguiría el segundo punto de disminuir los terribles
estragos que están produciendo las viruelas en el Reino (...).
[...] Las mejoras en la Agricultura y en el Arte de curar deben ocupar
el lugar más eminente entre los descubrimientos útiles, porque la
manutención de los cuerpos humanos, y su conservación en el estado
sano deben constituir las primeras necesidades de los hombres. Los
estudios que tienen por objeto el facilitar la navegación y promover
los interés del tráfico no son comparables con las tareas de un
labrador y del Médico, por ser problemáticas las ventajas de un
comercio dilatado, en el concepto de los políticos sobresalientes, que
han desacreditado su extensión como destructora de la felicidad
general de la especie humana.
371
El mercader puede aumentar nuestro lujo y nuestros placeres a costa
de las epidemias pestilenciales, pero el médico que ha descubierto la
vacuna salva en cada siglo cuarenta y ocho millones de personas, que
arrebata la viruela en todo el globo, según los cálculos de los ingleses,
desde la época de Omar, el sucesor de Mahoma, conservando
además la belleza del sexo, y fomentando los matrimonios, evitando
las cargas pesadas al Estado de ciegos, tullido y estropeados,
haciendo que se fertilicen con la industria los desiertos, áridos y
estériles.
Convendría también el que se obligase a los Párrocos y a sus tenientes
a que den cuenta a la Justicia, cuando cumplen dos meses los niños
que bautizaron, concediéndoles algún derecho parroquial por este
aviso, por ser esta especie de derechos los que mejor se cobran, y
están menos sujetos a defraudaciones.
Finalmente se deberían reprimir los folletos de los pretendidos avisos
importantes de los casos extraordinarios de viruelas legítimas
sobrevenidas mucho tiempo después de la vacunación verdadera,
fundando en que no ha sido falsa por el cotejo hecho por la gente
vulgar de la lámina de Husson sobre la marcha de la vacuna, lamina
bien imperfecta por cierto, si se coteja con las originales del Dr.
Jenner, que ha publicado láminas de vacuna legitima y falsa, para
rebatir las ridículas observaciones que se habían querido alegar
contra la virtud preservativa de la viruela que tiene la vacuna
legitima, así en Inglaterra, como en Milán y la Cataluña cuando las
demás comisiones centrales de la vacuna del resto de Europa, y las
nuestras de Madrid desmienten semejantes asertos análogas a los del
Dr. Alfonso Le Roy, y aun cuando se verificase algún extravío en las
leyes de la naturaleza, nada debe influir en los hechos constantes y
generalizados, que todo Gobierno culto debe tomar por basa
fundamental de sus providencias.
372
De esta manera sellara el Gobierno el inmenso beneficio que acaba
de proporcionar a nuestra Américas con la expedición de la vacuna
que será causa de que se pueblen en breve las pampas y desiertos de
Buenos Aires…etc., y de que se abaraten los azucares, conservando
los negros empleados en sus ingenios que sacrificaba la viruela, como
los muchos Indios y Colonos que destruya esta plaga”573.
La idea de establecer esa organización estaba contenida en el reglamento de la
Expedición de Balmis, de fecha similar, y las Juntas de Vacuna tuvieron cierto éxito en
América574. Luzuriaga hizo mención muy de pasada a esta empresa de la Corona
demostrando cómo la Academia fue bastente ajena al proceso.
573
Informe de Ignacio María Ruiz de Luzuriaga explicando el descubrimiento, aplicación de la vacuna y
demás medidas preventivas. Real Academia Nacional de Madrid. Fol. 4, leg. 11, doc 698.
574
Tuells J, Ramírez Martín S M. Francisco Xavier Balmis y las Juntas de Vacuna, un ejemplo pionero para
implementar la vacunación. Salud Pública Méx. 2011; 53 (2):172-177
373
374
375
376
377
378
379
380
381
A pesar de las solicitudes expuestas, no se promulgó ninguna medida
legislativa que arropase el invento de Jenner. A excepción de las Reales Ordenes
emitidas entre los meses de agosto y septiembre de 1803, en las que se comunicaba
por el Ministro de Gracia y Justicia la Expedición de la Vacuna por tierras
hispanoamericanas.
La exitosa experiencia de la Expedición tras su paso por la Isla de Tenerife575,
propició que el 21 de abril de 1805, se promulgase la instalación de salas de
vacunación en los hospitales de las capitales de provincia, en las que se debía
desarrollar esta práctica de forma gratuita para los pobres. Una iniciativa plasmada
en la Real Cedula de 1805576 que contó con una escasa aceptación, aunque tuvo eco
en la prensa como muestra el Memorial Literario de julio de 1805.
“Real cédula de S.M., y Señores del Consejo con fecha de 21 de abril,
por la cual se manda que en todos los hospitales de las capitales de
España, se destine una sala para conservar el fluido vacuna, siendo de
obligación de los Cirujanos de ellos, además de los que fueron de su
instituto, comunicarlo gratuitamente a cuantos se les presenten. Las
personas pudiente que llevasen sus hijos a vacunar, podrán dejar a los
hospitales las limosnas que les dictare su humanidad a beneficio de
estas casas de piedad; pues además de los objetos de su instituto, se
han de emplear sus rentas en los gastos que les ocasione la
vacunación. Tendrán los Cirujanos de los hospitales un libro en el que
harán sus asientos (…). Sacarán una razón de estos asientos y la
pasaran firmada al Capitán General, si le hubiese en el pueblo o al
575
En Tenerife habían ideado el establecimiento de una sala de vacunación, a modo de ensayo, con la
finalidad de preservar el fluido vacuno en buenas condiciones, de estar siempre abastecidos y de
defenderlo del arbitrio de los facultativos. Habiendo sido aprobada, se creyó conveniente que estas
salas se extendiesen por el resto del territorio español, resolviéndose que fueran la Junta de Cirujanos y
la Junta Superior de Medicina quienes elaboraran sus reglamentos, que propusiese el correspondiente
reglamenteo, teniendo presente y adoptando del formado para Canarias lo que fuese más análogo a la
península. Vease Santamaría E. Las Salas de vacunación en los hospitales peninsulares a principios del
siglo XIX. Dynamis. 1990; 10:303-311;
576
Uso y conservación del fluido vacuno en los hospitales de las capitales bajo las reglas que se
expresan. Novisima Recopilación de las Leyes de España; Libro VII. Título XXXVIII. Ley XIX. Real Cédula de
21 de abril de 1805.
382
primer Magistrado de él, quien remitirá estas listas mensualmente al
Capitán General de la Provincia. Para remitir el fluido vacuno a donde
se necesite, se recogerá y guardará en receptáculos de distintas
materias, exactamente cerrados que tengan hilos o lienzo empapados
en dicho fluido, alfileres, agujas y lancetas de hierro, plata, oro o
marfil, vidrio o cristales planos, redondos o cuadrados de diez a doce
líneas de extensión, ajustados a sus bordes con cera, pez griega etc.,
para impedir la entrada del aire”577.
Una normativa que se encontraba plenamente justificada ante la necesidad de
poner orden en la difusión y propagación de las vacunaciones, más aun si cabe, ante
el descrédito de las mismas derivado del aumento de vacunaciones falsas, bien por la
impericia de los propios vacunadores o por el uso de fluido vacunal no valido.
Muchas de estas vacunaciones se localizaban en un momento decisivo de la
implementación y aceptación popular de la técnica, inmunizaciones que además
coincidieron con diversos brotes variolosos en la península. Un ejemplo de ello se
localiza en las actas de la Academia médica madrileña, donde se identifica a la viruela
como una de las enfermedades reinantes entre las sesiones celebras el 6 de agosto y
el 26 de noviembre de 1801. Justo tres meses después de las primeras vacunaciones
practicadas por Luzuriaga, coincidiendo con los sucesos por los que más explicaciones
tuvo que verter el secretario en defensa de la medida preventiva, como el caso Castro
Terreño.
El reglamente de abril de 1805, en su apartado número 6 indicaba como los
cirujanos encargados de las salas:
“deberán también recopilar cuantas noticias juzguen oportunas, para
precaver que por impericia de algunos curanderos, que con la mejor
intención hacen un gran mal, se difunda y propague la falsa vacuna, y
si supieren que alguno de estos vacunase en algún lugar de la
jurisdicción de su residencia sin la instrucción competente, darán para
577
Legislación. Memorial Literario. Biblioteca periódica de Ciencias y Artes. Nº 19. 10 de julio de 1805,
tercer trimestre.
383
a la justicia a quien corresponda, que aplicará inmediatamente
remedio oportuno”578.
Resaltando también la importancia de las autoridades locales y provinciales:
“han de cuidar ejecutivamente de que se ponga en práctica la
vacunación, cada uno en los hospitales de los pueblos de su distrito, y
de fomentarla a beneficio de la humanidad y del Estado. Los M. RR.
Arzobispos y RR. Obispos y otros cualesquiera Prelados eclesiásticos, y
los venerables párrocos, se esmerarán en persuadir a sus feligreses a
que admitan la benéfica práctica de la vacunación, y las Justicias de
todos los Pueblos exhortarán a los vecinos, igualmente con
oportunidad a esto mismo, para que se naturalicen con esta
operación en que temen tanto interés todas las familias”579.
Una vez que estuvo todo preparado, se dio aviso por medio de la prensa para
propagar la noticia580 e iniciar las vacunaciones de todos aquellos que quisieran, para
lo que deberían acudir al hospital los días y a la hora que se indicase.
Varios ejemplos de llamamientos son localizados en la prensa local, Barcelona581,
Madrid, o Sevilla:
“D. Francisco Martín Chaves, Prebendado de la Santa Metropolitana y
Patriarcal Iglesia de esta Ciudad, y Administrador del Hospital del
Amor de Dios, en cumplimiento de una Real Orden, hecha saber por el
Ilmo. Sr. Coadministrador, en la que se manda establecer, bajo las
reglas que previene, una sala de vacunación en todos los Hospitales
del Reyno, juntó a los facultativos del referido Hospital, a saber: el Dr.
D. Francisco Velázquez, Médico, y D. José Valero, Cirujano de la Real
Armada, y del Real Colegio de San Telmo, a fin de poner en ejecución
con arreglo a sus dictamenes, cuanto fuese conducente para el
578
Cf. Novisima recopilación de las leyes de España.
579
Ibídem.
580
Legislación. Memorial Literario. Biblioteca Periódica de ciencias y Artes. Núm. 19. 10 de julio de 1805
581
Cf. Santamaría. 1990. pp. 307
384
arreglo a sus dictámenes, cuanto fuese conducente para el debido
desempeño de los que dice la expresada Real Orden, y estando todo
dispuesto y teniéndose fluido vacuno fresco, de la confianza del Dr. D.
Juan Manuel de Arejula, quien generosamente lo ha remitido, se
avisa al Pública para que desde el Viernes inmediato de 4 a 5 de la
tarde concurran en dicho Hospital los que quisieren disfrutar de un
tan eficaz preservativo de las viruelas, en la inteligencia de que a los
pobres se administrará de gracia y a los demás dando alguno limosna
o beneficio del Hospital, como lo previene la citada Real Orden. Las
vacunaciones se harán por los mismos facultativos del Hospital y se
continuarán todos los Lunes y Viernes a la misma hora”582.
A través del estudio de caso extraído de los avisos publicados en el Diario de
Madrid y la relación existente de vacunados en el Real Hospital General de Madrid
fechados entre el 15 de junio de 1805 al 21 de mayo de 1808583, se puede llegar a una
primera conclusión e indicar como la práctica de la vacunación no contó con la
aceptación deseada y fue rechazada por la sociedad madrileña, unos datos que son
similares a los obtenidos en Barcelona y Sevilla584. Mostrando en el caso de Madrid
un progresivo descenso tanto en el número de vacunaciones registradas en el
Hospital General como en el número de avisos o llamamientos emitidos desde la
prensa local.
La primera referencia localizada en el Diario de Madrid, se fecha el viernes 14
de junio de 1805, un día antes de las primeras vacunaciones practicadas el Real
Hospital General de la ciudad, según se recoge en su registro de vacunados.
“La Junta de Dirección y Gobierno de los Reales Hospitales General y
de la Pasión de esta Corte, deseosa de realizar las beneficias
intenciones de S.M y de su zeloso Gobierno, dirigidas a que en ellos se
destine un sitio cómodo en que pueda comunicarse al público el
582
Aviso al Público. Correo de Sevilla. Núm. 174. Miércoles 29 de mayo de 1805.
583
Archivo Histórico Nacional de Madrid. Legajo 3215. documento 241
584
Cf. Santamaría. 1990. pp. 311
385
importante descubrimiento del fluido vacuno, lo ha preparado y
dispuesto en la galería del primer piso del Hospital General y su
fábrica vieja, no solo separado, sino también independiente de las
enfermerías, y ha destinado a los Facultativos de Medicina y Cirugía
necesarios al intento y con la circunstancia de que se dará principio a
la comunicación de dicho fluido de brazo a brazo mañana sábado a
las cinco de su tarde, para que con mayor comodidad del público
pueda este disfrutar gratuitamente de sus calificados y ventajosos
efectos”585.
Aviso que se volvió a repetir al día siguiente, recordando al lector que a las
cinco de esa misma tarde se iniciarían las vacunaciones contra la viruela de forma
gratuita586. A ellas asistieron 5 niños y 4 niñas, vecinos todos de Madrid y
pertenecientes a la diócesis de Toledo, cuyas edades oscilaban desde los 2 meses y 1
día el más joven a 4 años y 2 días el mayor, predominando entre todos ellos, los
menores de 1 año, que ascienden a un total de 6 niños587.
Cuatro días después, el miércoles 19588, se volvió a dar aviso a la población
madrileña emplazando a todos los vecinos a una nueva vacunación que tendría lugar
el lunes 24 de junio, fecha en la que habrían transcurrido nueve días de la primera
vacunación, periodo recomendado como el momento idóneo de obtención fluido
vacuno para poder transmitir el virus preventivo mediante la técnica de brazo a
brazo. De hecho, la continuidad de las vacunaciones dependía directamente de ello, y
fue precisamente el llamamiento a los jóvenes ya vacunados para que acudieran
nuevamente al Real Hospital para que se puedieran verificar el estado de la
vacunación y obtener fluido vacuno fresco lo que ocupó a partir de éste momento los
585
Noticias particulares de Madrid. Diario de Madrid. Núm. 167. Viernes 14 de junio de 1805
586
Noticias particulares de Madrid. Diario de Madrid. Núm. 168. Sábado 15 de junio de 1805
587
Archivo Histórico Nacional de Madrid. Legajo 3215. documento 241. fol. 78
588
A consecuencia del aviso que se dio en los Diarios de 14 y 15 del presente mes se continúa la
inoculación de la vacuna en el Hospital General, y sitio señalado al intento, el Lunes próximo 24, a las
cinco de su tarde, en los propios gratuitos términos. Véase. Noticias particulares de Madrid. Diario de
Madrid. Núm. 172. Miercoles 19 de junio de 1805.
386
avisos publicados en la prensa local, como muestra la noticia del lunes 1 de julio589,
repitiéndose la misma noticias al día siguiente, tras practicarse las segundas
vacunaciones.
“El día 24 del que ha expirado se verificó de brazo a brazo la
inoculación de la vacuna en diez y seis niños que se presentaron en el
Hospital General a disfrutar de este portentoso remedio. Se
recomienda encarecidamente la concurrencia de dichos niños al
mismo Hospital el Miércoles 3 del presente mes, a las cinco de la
tarde, para que el paso que los Profesores se enteren de su estado,
puedan repetir aquella operación en los que nuevamente se
presenten con el acierto que exige su importancia”590.
Inicialmente se mostró una cierta progresión en el número de vacunados, de
hecho, en la tercera vacunación practicada el día 3 de julio asistieron 35 niños591.
Durante la cuarta vacunación, fechada el 12 de julio592, se practicaron un total
de 20 operaciones. La prensa madrileña recogió la misma información a lo que añadía
que en ninguno de ellos “se hubiese advertido síntoma alguno contrario a los
beneficios que se van experimentos con este importante remedio”593, emplazando al
lector a que asista a una quinta vacunación el Domingo 21 de julio.
A partir de los avisos o recordatorios para la asistencia de la 6ª vacunación
publicados en la prensa periódica, comenzó a notar la falta de compromiso social, no
por el número de vacunaciones prácticas, sino por la ausencia de los ya inmunizados,
elemento que como hemos indicado era clave para mantener tanto el fluido vacunal
como la cadena de vacunaciones activa.
589
590
Noticias particulares de Madrid. Diario de Madrid. Núm. 184. Lunes 1 de julio de 1805.
Noticias particulares de Madrid. Diario de Madrid. Núm. 185. Martes 2 de julio de 1805.
591
Habiendose verificado en el Real Hospital General la tercera inoculación de la vacuna el día 3 del
presente mes en 35 niños de brazo a brazo, y estando señalado para la cuarta el viernes 12 a las cinco de
su tarde, se recomienda muy particularmente la asitencia de los expresados niños al mismo Hospital,
para que enterados los profesores de su estado procedan con la felicidad que hasta aquí a la
propagación de tan importante descubrimiento en los que se presenten a disfrutarde su beneficio. Véase
Noticias sueltas. Diario de Madrid. Núm. 193. Miercoles 10 de julio de 1805.
592
Archivo Histórico Nacional de Madrid. Legajo 3215. documento 241. fol. 83
593
Noticias particulares de Madrid. Diario de Madrid. Núm. 201. Jueves 18 de julio de 1805.
387
“Para la 6ª inoculación de la vacuna, establecida en el Real Hospital
General de Esta Corte, se ha señalado el Martes 30 del corriente a las 5
de su tarde, pero habiéndose notado que de los que se han presentado a
cada operación han vuelto pocos, a pesar del encargo particular que se
les ha hecho en el mismo acto, y después por este Periódico, y que por
consiguiente los Profesores no pueden hacer las observaciones que pide
el interés de la causa pública, ni mucho menos conservar el fluido de la
vacuna, y comunicarlo a cuantos nuevamente se presenten, se
recomienda muy particularmente la concurrencia de los 21 niños que se
inocularon el día 21 de este mes, para que no se malogre tan importante
descubrimiento”594.
La noticia fue nuevamente publicada el martes 30 día en que tenían lugar las
vacunaciones595. El número de llamamientos recogido por la prensa fue descendiendo
a partir del mes de agosto, circunscribiéndose a dar aviso del día de vacunación,
recordando siempre el número de operaciones practicadas en la anterior sesión y
solicitando encarecidamente que éstos vacunados regresaron para poder mantener
el fluido vacunal activo.
La continua omisión de éstos reclamos hacía peligrar la práctica vacunal, por lo
que de forma paralela, se comenzó a ofertar la entrega de fluido vacuno e
inmunizaciones gratuitas en el Real Hospicio de Madrid, institución a través de la cual
resultaría más fácil la continuidad de las operaciones de brazo de brazo, por medio de
los niños huérfanos que allí se localizaban596.
594
Noticias particulares de Madrid. Diario de Madrid. Núm. 212. Lunes 29 de julio de 1805.
595
Noticias particulares de Madrid. Diario de Madrid. Núm. 213. Martes 30 de julio de 1805.
596
El Director del Real Hospicio de esta Corte D. Luis García Puerta, asegurado del beneficio que
resultaba a la humanidad con la vacunación tan recomendada por el paterno amor de nuestro Soberano,
dispuso que se vacunasen 115 individuos, según se anunció en la Gazeta del martes 29 de noviembre de
1803, debiéndose ahora añadir queninguo de los vacunados ha tenido después viruelas naturales.
Animado de iguales sentimientos volvió acordar que los Administradores hiciesen nuevo escrutinio y
listas del número de jóvenes de uno y otros sexo, pues eran más de 800 los que exitián y subsiten
menores de 12 años de edad, y habían entrando en estas casas desde la última vacunación, inlcuso los
recogidos en el concepto de pordioseros. Con efecto lo practicaron así, y resultarón 544 que no habían
tenido las viruelas, en cuya vista dio comisión al Médico y Cirujano de esta Real Casa D. José Albarran y
D. Gregorio Gonzalo, para que auxiliados de otros dos médicos D. Josef Manovel y D. José González
388
“Los infrascriptos Administradores del Real Hospicio de Madrid en sus
respectivos departamentos de Caridad, Mendigos y Corrigendos,
hacen saber al público que en continuación a lo que se manifestó por
la Gazeta del martes 27 de agosto último, se siguen vacunado por los
facultativos de dicha Real Casa a sus jóvenes a su jóvenes individuos
pobres de uno y otro sexo y clases con la mayor felicidad, que
habiendo acuerdo muchas personas de la Corte y fuera de ella
solicitando pus o fluido vacuno, y aun la costra, se les ha servido, e irá
sirviendo sucesivamente, que a fin de que participen del auxilio de
vacunas los niños de brazo a brazo, se ha establecido esta práctica, y
que se convida para el Martes próximo 24 de este mes a los padres y
parientes que quieran presentar en dicho Real Hospicio a sus hijos
menores a las cinco en punto de la tarde, en el supuesto de que los
Facultativos estarán prontos, como los jóvenes ya vacunados
deseosos de contribuir a este ramo de beneficencia y humanidad, y en
el de que nada se les exigirá por esta operación, pues únicamente se
necesita lleven las vendas necesarias para sujetar y conservar este
importante preservativo”597.
La prensa local comenzó a alternar los llamamientos para la práctica de
vacunaciones en los dos establecimientos municipales, el Real Hospital General y el
Real Hospicio de Madrid, destacando siempre un objetivo común, la contribución a la
propagación de forma gratuita
“de este importante preservativo que tantos
beneficios causa a la humanidad”. En el caso del Real Hospicio, las noticias publicadas
Ayensa, y el Cirujano D. Lorenzo Soblechero, fuesen administrando la vacuna con la precaución de lo
verificasen progresivamente y paulatinamente, con la mira de que el pus fuese sirviendo de unos a otros,
y se conservase para repartilo en cristales, ocmo se ha ido haciendo a muchas personas de la Corte y
fuera de ella que lo ha solicitado. Dieron principio a tan piadosa obra en 20 de mayo de este año, y llevan
vacunados 160, sin que se haya observado el más mínimo daño en su salud, cuya operación se
continuará hasta dejar a cubierto el recelo de perecer, como era de esperar de la negligencia y omisión
en este importante asunto. Para que de semenjante beneficio sean particpes las personas de la Corte y
fuera de ella hasta donde llegue la posibilidad, se avisa al público que el Hospicio está pronto a ir
entregando gratuitamente el pus o fluido vacuno para socorro de la humanidad, siempre que lo soliciten
rezonablemente y con alguna anticipación de sus Administradores. Véase Madrid 27 de agosto. Gazeta
de Madrid. Núm. 69. Martes 27 de agosto de 1805
597
Noticias sueltas de Madrid. Diario de Madrid. Núm. 264. Sábado 21 de septiembre de 1805.
389
que daban aviso de las próximas fechas de vacunación, distinguía en un principio a los
niños que se habían presentado para ser vacunados y a los propios del hospicio que
serían inmunizados con la intención de preservarlos contra la viruela y actuar como
reservorio del fluido, como se plasmó en la crónica que recogía las vacunaciones del
día 24 de septiembre de 1805:
“se presentaron con efecto 15 niños de ambos sexos, además de los 4
que esta Real Casa tenía dispuestos a igual fin para ir conservando el
fluido”598.
La aversión que la sociedad tenía a estas instituciones de caridad debía ser tan
elevada que propició que la propia prensa aclarase que la vacuna procedía del
exterior de las instalaciones, así cuando
“convidan por tercera vez para que los que quieran presentar jóvenes
a vacunarse de brazo a brazo, lo hagan en este Real Hospicio el
sábado 12 del corriente mes [septiembre], a las 3 y media de su
tarde, repitiendo que la vacuna se extraerá de los niños de fuera, que
han recibido en este piadoso establecimiento dicho preservativo, a fin
de quitar la aprensión o recelo de sus padres o mayores”599.
Probablemente, éste mismo sentimiento estuvo presente en las vacunaciones
practicadas en el Real Hospital, cuyas dificultades para mantener el fluido vacuno
activo hizo que las vacunaciones disminuyesen, cómo comienza a apreciarse a finales
del año de 1805.
“Habiéndose presentado en el Real Hospital el día 13 de este mes
[diciembre] cinco personas de las vacunadas el día 4, se transmitió
materia de brazo a brazo a otras siete, que concurrieron al intento. Se
ha señalado para la siguiente vacunación en el mismo Hospital las 3 y
598
Noticias sueltas. Diario de Madrid. Núm. 275. Miercoles 2 de octubre de 1805.
599
Noticias sueltas. Diario de Madrid. Núm. 285. Viernes 11 de octubre de 1805.
390
media de la tarde del Domingo próximo 22 del corriente, lo que se
avisa al Público para su inteligencia”600.
Esta situación se agudizó aún más durante al año siguiente, llegándose incluso
a suspenderse las vacunaciones.
“Se ha dicho repetidas veces por este Periódico los felices efectos que
ha producido el fluido vacuno, comunicado de brazo a brazo a todas
las personas de ambos sexos y de diversas edades, que han
concurrido al Real Hospital General a disfrutar de tan portentoso
remedio. Sin embargo, se ha notado con harto sentimiento del
Gobierno y de la Real Junta de Hospitales, interesados en su
propagación, que a resultas de no haberse presentado en dicha casa
de piedad, según se anunció la tarde del 7 de marzo último, término
señalado para la operación de la vacuna, ninguna persona de las que
lograron de este beneficio en la ejecutada el 26 de febrero anterior a
prestar su fluido, para transmitirlo a las demás que hubiesen
concurrido con este objeto, ha habido que suspender las citadas
operaciones por falta de materia comunicada de brazo a brazo. Pero
habiendo ya proporción de la de dos robustos niños, se recomienda al
público que hecho cargo de la utilidad que resulta al estado de la
propagación de semejante remedio, se sirvan acudir a las cuatro y
media de esta tarde al Hospital General lo que quieran disfrutar su
beneficio, en inteligencia de que se han de presentar en el día y hora
que les señalen los profesores encargados de observar los efectos que
produce el indicado específico, no sólo a su reconocimiento y examen,
sino también a prestar su materia, a fin de que no se malogren las
benéficas intenciones del Soberano y del Gobierno, dirigidas a
exterminar los estragos que causan las viruelas naturales”601.
600
601
Noticias particulares de Madid. Diario de Madrid. Núm. 353. Jueves 19 de diciembre de 1805.
Aviso al público. Diario de Madrid. Núm. 130. Sábado 10 de mayo de 1806.
391
La presencia de un brote de epidemia variolosa en la capital de la corte
durante los meses de otoño de 1806, reactivó la asistencia a las vacunaciones
convocadas durante los meses de septiembre y octubre, superando la treintena de
personas que asistieron para inmunizarse. Un éxito de asistencia que la propia prensa
aprovechó para matizar que:
“No será extraño que en la época presente en que han aparecido en
Madrid bastantes viruelas naturales, se contagien con ellas algunos
de los vacunados por tener contraído de antemano la infección
variolosa, como se verificó en el segundo y tercer año del
establecimiento de la vacuna, tanto en la Corte como en diferentes
Pueblos del Reino, porque el fluido vacuno no precave de las
naturales hasta tanto que no haya hecho su mayor carrera, y de
ningún modo de las que se llaman comúnmente viruelas locas, así
como aquellas libertan de estas, más si alguno de los vacunados en
los primeros días incurriese en las naturales, estas serán tanto más
benignas, cuanto principian a hacer su erupción hacia el estado de la
vacuna, todo lo que se pone en noticia del público, con el fin de
desvanecer algunos errores que se han infundido en otras
ocasiones”602.
Transcurrida la amenaza del brote varioloso, todo volvió a la normalidad, y de
nuevo volvieron a surgir los temores a perder el fluido vacuno, impidiendo que
muchos interesados que acudían a los llamamientos de inmunización gratuita en el
Real Hospital General no pudieran vacunarse al no personarse todos aquellos
inmunizados durante la sesión anterior603. Todas las noticias localizadas durante 1807
602
Noticias sueltas. Diario de Madrid. Núm. 278. Domingo 5 de octubre de 1806.
603
Aunque el día 21 de este mes concurrieron al Real Hospital General varias personas en bastante
número, solicitando el interesante remedio de la vacuna, no pudo aplicarse más qu a siete de ellas a
causa de que de la anterior vacunación sólo se presentó un niño a franquear la materia, y aun éste con
una pústula bastante atrasada, lo que hace tano más reparable, cuando todos disfrutan de semejante
beneficio gratuitamente, si bien con la única obligación de presentarse en dicho Hospital a los nueve días
naturales. Véase Noticia suelta. Diario de Madrid. Núm. 30. Viernes 30 de enero de 1807
392
referentes a la concurrencia en la sala de vacunación del Real Hospital, mantienen la
misma línea de escasez en la afluencia.
“A pesar de las eficaces recomendaciones que se hacen por este
papel, a fin de que se sirvan concurrir al Real Hospital General a
disfrutar del portentoso remedio de la vacuna, establecido en él,
todas aquellas personas que no han sido acometidas de las viruelas
naturales, como único preservativo para evitar los estragos que
causan éstas, se advierte con dolor el poco o ninguno efecto que
producen dichas recomendaciones, porque en el día 11 de este mes
[diciembre], que estaba señalado para la citada vacunación, no se
presentó persona alguna. Y con el fin de que no llegue el triste caso de
faltar tan precioso especifico, de que inevitablemente resultarían las
funestas consecuencias que se dejan conocer, se espera que en lo
sucesivo no omitirán verificarlo los que soliciten el logro de tan
prodigioso antídoto”604.
Los datos volverían a repetirse en el año de 1808. Durante el primer
cuatrimestre se continuó publicitando la vacunación en la misma línea que en fechas
anteriores. El registro de vacunados conservado del Real Hospital General de Madrid,
identifica las enormes dificultades con las que se toparon los facultativos de la
institución sanitaria para continuar con la práctica vacunal. Se destaca cómo para que
no se perdiera el fluido vacunal los propios facultativos tuvieron que desplazarse al
domicilio de los vacunados con anterioridad. El ejemplo más notorio se produce
durante la convocatoria del 8 de marzo, en la cual no se pudo realizar ninguna
vacunación debido a que:
“de los 6 niños que fueron inoculados en la vacunación anterior, no se
han presentado en esa más que dos, pero sin la vacuna, por no haber
tenido en ellos lugar semejante erupción; como esta es una de las
cosas que frecuentemente suceden, y deseoso el profesor de
comunicar dicho Pus a otros niños para que no se acabe un especifico
604
Noticias suelta. Diario de Madrid. Núm. 364. Miercoles 30 de diciembre de 1807.
393
tan admirable como este para extinguir la viruela natural, pasó a
casa de uno de los inoculados que no quisieron presentarse con dos
niños a quienes vacunó por haber encontrado que la vacuna era la
verdadera, y que estaba en su debida sazón, a su virtud se procurará
dar nuevo aviso al público a la mayor brevedad del día en que se
reiterará la vacunación”605.
La siguiente vacunación se fechaba cuatro días después, registrándose un total
de 12 inmunizaciones realizadas durante el lunes 11 de abril606, y 6 vacunaciones el
20 de abril.
Estas vacunaciones obligan a reflexionar sobre los acontecimientos históricos
del momento. Conforme se estaban desarrollando las inmunizaciones se produjo la
entrada de las tropas francesas en la península. El Motín de Aranjuez del 19 de marzo
provocó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando
VII607. Estos sucesos desembocaron en el inicio de la Guerra de Independencia (18081814) con los dramáticos acontecimientos de mayo. Este contexto bélico influyó en la
continuidad del método preventivo de la vacuna.
A pesar de la crisis ocasionada con el levantamiento popular contra la invasión
francesa, se continuó vacunando en el Real Hospital de la Corte como certifica el
registro del 21 de mayo, fecha en la que se vacunó una única niña de 5 meses “con el
pus de un niño que presentó el facultativo, con cuatro viruelas de buena calidad, del
que se distribuyó también a varios sujetos que se presentaron con cristales”608.
Quedando emplazada para el siguiente 1 de junio a las cinco de la tarde la
siguiente vacunación y localizándose el último llamamiento por parte de la prensa el
25 de octubre:
605
Veasé Archivo Histórico Nacional de Madrid. Legajo 3215. documento 241. fol. 91
606
Se han vacunado en este día 12, y se han presentado de la anterior 4 [anterior vacunación fechad el 2
de abril] de la que se vacunaron, los cuales han tenido buena vacuna sin haber experimentado novedad;
se ha señalado para la inmediata el miércoles 20 del presnete a las 4 de la tarde. Ibídem.
607
Calvo Maturana A. La revolución de los españoles en Aranjuez: el mito del 19 de marzo hasta la
Constitución de Cádiz. Cuadernos de Historia Moderna. 2012;11:145-164.
608
Veasé Archivo Histórico Nacional de Madrid. Legajo 3215. documento 241. fol. 97
394
“Habiéndose señalado la hora de las 3 y media de esta tarde para la
vacunación establecida en el Real Hospital, se avisa al público para su
inteligencia”609.
El nuevo gobierno bonapartista, representado por la figura de José I, mantuvo
el interés por continuar con las vacunaciones contra la viruela en la sociedad
madrileña. Su gobierno recurrió a la misma prensa local como el Diario de Madrid que
desde el mismo mes de mayo quedó en manos directas del nuevo gobierno.
No tenemos más referencias de la continuidad de la práctica vacunal en el Real
Hospital General de Madrid durante los años posteriores. El médico de cámara Felix
González, en su obra publicada en 1814, Discurso médico-político sobre: El estado de
abandono en que se haya la práctica de la vacuna, y los medios que pudiéramos
emplear en España para hacerla permanente, hasta la extinción del contagio de la
viruela”, resalta como todas las actuaciones tomadas para potenciar las vacunaciones
y conservar el fluido vacunal quedaron paralizadas durante el periodo que duró el
conflicto bélico610.
El propio autor reconoce la escasa popularidad que tuvo la vacunación
antivariólica, achacándola a la ignorancia y quedando ésta práctica circunscrita a las
clases sociales más elevadas.
609
Avisos. Noticias particulares de Madrid. Diario de Madrid. Núm. 79. Martes 25 de octubre de 1808.
610
Este mismo acto de beneficiencia y utlidad pública [referiéndose el autor a la Real Expedición
Filantrópica de la Vacuna], quiso S.M., que fuese también extensivo en España, pero quiso que para
establecr un sistema sólido y sostenido en la vacunación de todos los reynos y señoríos de la Monarquía,
se encargase la real junta superior gobernativa de Medicina de este negocio, por se peculiar a su
instituto, y en 21 de abril de 1805, se publicó la real cédula y circular del consejo cometida a dicha Real
Junta, para la conservación del fluido vacuno bajo las reglas que en ella se expresan, como consta de la
ley 9. titulo 38. lib. 7. de la novísima recopilación. Desde esta época empezó la real junta a tomar
conocimiento del estado de la expedición marítima, entablando correspondencia con los virreyes,
capitanes generales y gobernadores de ambas Américas, y en su consecuencia empezó a recibir las
instrucciones de aquellos puntos, que por sus distancias eran más asequibles, y otro tanto sucedió en la
Península, para poderse enterar fundamentalmente de todo y manifestar a S.M., los resultados de la
vacunación, indicando los medios más probables de perpetuar este preservativo, hasta la extinción del
contagio varioloso, y número de vacunados hasta principio de 1808, deber permanecer en la secretaria
de dicha real junta, quedando paraliticado todo en estos seis años de guerra”. Vease González F.
Discurso médico-político sobre: El estado de abandono en que se haya la práctica de la vacuna, y los
medios que pudiéramos emplear en España para hacerla permanente, hasta la extinción del contagio de
la viruela. Madrid: Imprenta de Sancha; 1814. pp 31-35
395
“Sin embargo de estos esfuerzos, y de los deseos más bien fundados
de los gobierno amantes de la salud pública, como suprema ley de las
naciones, y apoyo firme de los estados, observó el curso ordinario del
espíritu humano, en la adopción de aquellas costumbres de
educación, y de aquellas prácticas trasmitidas de generación en
generación, por más absurdas y perjudiciales que sean, odiando hasta
lo más honesto, provechoso y útil, siempre que no sea aquello mismo
de rutina, lo cual aún tiene más imperio cuando hay falta de cultura, y
cuando la razón no se presta a la misma verdad. [...] Así es, que esta
operación se ve limitada en general a determinadas familias, que por
sus luces e instrucción la abrazaron desde el principio, y cuyos
favorables resultados ya bastantes conocidas, por las generaciones
que se han salvado del naufragio”611.
Al escaso nivel cultural de la sociedad, estudios contemporáneos añaden que
otros de los motivos de rechazo en la práctica vacunal, se encuentran en la profunda
aversión social existente hacia la asistencia hospitalaria en la España del Antiguo
Régimen612. Apoyándose para ello en las palabras del propio Francisco Xavier Balmis,
director de la REFV, quien en carta al ministro Caballero en febrero de 1807 le
reconocía que:
“la idea de concurrir a Hospitales es para muchos vergonzosa,
asquerosa y arriesgada para otros (...), el horror y la repugnancia que
generalmente se tienen a los Hospitales, Hospicios y demás casas de
misericordia”613
611
Ibidem. pp. 35
612
Pérez Moreda V, Nadal J. Las crisis de mortalidad en la España interior (siglos XV-XIX). Madrid: Siglo
Veintiuno de España; 1980.; Pérez Moreda V. La población de España y las Indias en los siglos XVI y XVII.
Boletin de la Real Academia de la Historia.2010;207:513-533
613
Carta en la que Balmis analiza los motivos que han llevado a España al descrédito de la vacunación
antivariólica. Véase. Cf. Santamaría. 1990. pp. 311
396
CONCLUSIONES
Los inicios de la lucha contra la
viruela en España. Técnica e
ideología durante la transición
de la inoculación a la vacuna
(1750-1808)
397
CONCLUSIONES
A lo largo del siglo XVIII la viruela alcanzó su máxima expresión como
enfermedad devastadora, convirtiéndose en la primera causa de mortalidad infantil.
En su deambular como azote mundial diezmó a la población sin ningún tipo de
distinción social. Sus secuelas fueron asimiladas por la sociedad del momento y
registradas como signo identificativo del que las padeció. La elevada incidencia de la
viruela tanto en términos de morbilidad cómo de mortalidad centró el interés de las
ciencias médicas para identificar su etiología y aplicar medidas preventivas y
terapéuticas para combatirla.
El presente trabajo de investigación pretende reconstruir el grado de
involucración gubernamental de la corona española en materia de la salud pública,
especialmente su preocupación en la lucha contra la viruela entre 1750 y 1808,
asimismo, el impacto social de la misma. El espacio temporal seleccionado para el
estudio, abarca desde la década en la que se inició un interés continuado sobre la
materia y llega hasta 1808 con la normalización de la vacuna. Ello permite una visión
global de las repercusiones originadas tras la oficiosidad de las técnicas preventivas de
la inoculación y la vacunación.
1. El análisis de las fuentes recoge que la aceptación de la inoculación por parte
de la sociedad y las instituciones españolas no mantuvo una línea uniforme. El estudio
constituye un observatorio para contrastar el misoneísmo médico de la época, pues su
aceptación representaba un símbolo de modernidad. El proceso abrió un intenso
debate entre detractores y defensores que retardó su práctica y dejaba entrever como
no sólo las viejas estructuras burocráticas y administrativas de los Habsburgo debían
ser reformadas, también los hábitos de la población y su gobernabilidad.
2. Durante el periodo de estudio destinado a la introducción y difusión de la
inoculación. Se han obtenido documentos de publicaciones literarias y noticias de
prensa que muestran el temprano interés que despertó la variolización en España,
siguiendo la estela del trasvase de conocimiento europeo, en especial de Francia. Una
399
transformación intelectual de la sociedad que empleó los medios de comunicación
como un vector de canalización en su afán de modernidad.
3. La prensa periódica y las publicaciones literarios, medios bajo un estrecho
control del Estado, aumentaron el número de registros a medida que la inoculación
fue aceptada y divulgada entre los países europeos, en especial Francia. Medios que
vertían opiniones favorables sobre la implantanción de la inoculacion.
4. Entre la diversidad de mansajes emitidos por ambos medios, prensa y
publicaciones literarios, predominan aqellos dirigidos a resaltar los beneficios que
obtendría el Estado tras la aplicación de estas medidas. El objetivo era preservar la
salud de la población, ya que el incremento del número de habitantes proporcionaba
la seguridad de mantener la economía agrícola o los efectivos necesarios para
sostener los ejércitos.
5. Los principales avalistas, pro inoculistas en una primera etapa, y pro
vacunistas en un segundo momento, fueron aristócratas, burgueses y sanitarios
formados en las corrientes racionalistas materializadas en novedades científicotécnicas del exterior, vinculados a las altas instancias políticas cuya influencia fue
decisiva en la posterior aceptación y difusión de ambas técnicas preventivas. Destaca
la constante defensa de Timoteo O´Scanlan a través de la prensa.
6. La aceptación oficial de la inoculación, si bien algo tardía, facilitó el terreno
para la difusión de la vacuna contra la viruela.
7. Las noticias sobre las primeras vacaciones llegaron a España con escaso
retraso. Durante la década de estudio que comprende desde el 1 de enero de 1799,
hasta el 31 de diciembre de 1808, se pueden identificar un total de 389 crónicas que
aludían a la viruela y su vacuna.
8. La rápida propagación del método vacunal no estuvo exenta de
controversia. A las dificultades relacionadas con su aceptación o rechazo, se sumaron
las cuestiones derivadas de la aplicación técnica de la vacuna y sus consecuencias. Se
plantearon dudas sobre cómo se debía practicar la operación, cuáles debían ser sus
métodos de conservación y transporte, e incluso, otras interrogantes sobre la virtud
400
protectora de la vacuna. Se desconocía si tendría una cualidad temporal o absoluta, si
sus beneficios se circunscribían sólo a la viruela o precavía de otras enfermedades o
sobre sus posibles efectos adversos.
9. Al interés por extender la vacuna, surgieron también preocupaciones más
técnicas. Inquietudes encaminadas a asegurar el fluido vacuno y problemas derivados
con su conservación y transporte. Para solventar estas estas cuestiones como para
consolidar la efectividad de la vacuna aparece la figura del niño como sujeto de
experimentación, precisamente en un contexto en el que comienzan a registrarse las
primeras medidas burocráticas destinadas a la protección de la infancia.
10. Ignacio María Ruiz de Luzuriaga se convirtió en una figura decisiva en la
difusión de la vacuna, no sólo en Madrid sino en toda España. Fomentó una red
epistolar entre médicos, cirujanos, aristócratas y burgueses de clara mentalidad
ilustrada, a los que proporcionaba vacuna y consejos sobre ella. El análisis de la
correspondencia y sus observaciones sobre los progresos de la vacunación entre 1801
y 1802, permite elaborar un mapa con la distribución de las primeras vacunaciones
practicadas en España.
11. El número total de cartas identificadas (134), de las que tienen como
remitente a Luzuriaga un 87.6%, el resto iban dirigidas a un tercero. Sus autores son
mayoritariamente aristócratas, altos funcionarios del Estado y compañeros sanitarios,
médicos, cirujanos y sangradores. El total de remitentes identificados es de 59. el
grueso del epistolario corresponde a los meses de agosto, septiembre y octubre de
1801.
12. La temática de la correspondencia se caracteriza por predominar dos tipos
de contenidos según los corresponsales. La aristocracia mostró un claro interés inicial
por conocer el método jenneriano a través del contacto directo con Luzuriaga. Tras
obtener las instrucciones y practircar las vacunaciones, el intercambio epistolar sobre
los resultados obtenidos recayó en los facultativos vinculados o al servicio de la
familia. Los sanitarios centraron su correspondencia en los aspectos técnicos de la
vacunación y la comunicación de resultados a Luzuriaga.
401
13.
A
pesar
del
soporte
mediático,
los
apoyos
institucionales,
fundamentalmente de las academias de medicina de Barcelona y Madrid, la vacuna
contra la viruela no obtuvo el éxito deseado entre las clases populares y sufrió un
progresivo decaimiento.
14. La ausencia de un modelo centralizado y la tibieza legislativa en
recomendar la vacunación, propiciaron una práctica inconstante que se alargó
durante todo el siglo XIX.
402
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viruela en España. Técnica e
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