Documento descargado de http://www.elsevier.es el 29/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Rev Esp Anestesiol Reanim. 2014;61(10):537---540 Revista Española de Anestesiología y Reanimación www.elsevier.es/redar EDITORIAL Toma de conciencia: el control preciso de la presión arterial en el entorno perioperatorio Capture of conscience: The precise control of the arterial pressure in the perioperative environment A. Martínez Ruiz a,b a b Servicio de Anestesiología y Reanimación, Hospital de Cruces, Barakaldo, Bizkaia, España Profesor Asociado Universidad del País Vasco, EHU, Leioa, Bizkaia, España Es muy habitual que nos encontremos con un paciente hipertenso en nuestra práctica anestésica diaria. Las cifras son muy elocuentes: la hipertensión arterial afecta al 30-40% de la población general mayor de 20 años, y su prevalencia se incrementa según aumenta la edad (60% en la séptima década), afectando más a varones que a mujeres. Es una de las enfermedades crónicas más frecuentes, siendo desconocida su existencia por un 30% de la población afecta, y con un escaso cumplimiento de la terapia antihipertensiva en un 40% de los pacientes ya diagnosticados1 . Es más, esta dolencia crónica es la responsable de la muerte de 7,1 millones de personas anualmente, y para el año 2025 afectará a un tercio de la población mundial2 . La hipertensión no solo es una de las complicaciones más frecuentes de la cirugía cardíaca (80%), sino que también afecta perioperatoriamente al 25% de los pacientes que son sometidos a cualquier tipo de cirugía3 . Dada su alta prevalencia en la población general y las implicaciones pronósticas que presenta, es de vital importancia el manejo clínico de estos pacientes por parte del anestesiólogo. Sin embargo, actualmente no existen guías clínicas para el tratamiento de la hipertensión perioperatoria. Correo electrónico: [email protected] En general, se sabe que la hipertensión arterial está directamente relacionada con el desarrollo de la enfermedad cardiovascular, del ictus cerebral y de la enfermedad renal4 , siendo estas alteraciones más probables cuanto mayores sean las cifras de presión arterial (PA)5,6 . Múltiples estudios subrayan que el tratamiento de la hipertensión arterial reduce la posibilidad de desarrollar estas complicaciones4 , lo que entraña gran importancia, ya que el daño de estos órganos diana se asocia con una mayor tasa de complicaciones en el posoperatorio. A pesar de que todos estos datos se encuentren a favor de un correcto control perioperatorio de la hipertensión arterial y de que la existencia de hipertensión en el preoperatorio sea mayoritariamente considerada un factor predictor de morbimortalidad posoperatoria7 , sorprendentemente no existen estudios que indiquen que el tratamiento de la hipertensión perioperatoria disminuye la morbimortalidad posquirúrgica8,9 . Una explicación a esta incoherencia sería que no es la hipertensión arterial per se, pero sí los daños que produce en el corazón/cerebro/riñón si no hay un correcto tratamiento antihipertensivo, los que incrementan el riesgo quirúrgico. Antiguamente, la hipertensión arterial era una de las causas médicas más frecuentes de aplazamiento de la cirugía10 , sobre todo tras la publicación de los estudios de Prys-Roberts et al. en los años 70, en los que se demostraba que la http://dx.doi.org/10.1016/j.redar.2014.09.002 0034-9356/© 2014 Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. Documento descargado de http://www.elsevier.es el 29/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 538 hipertensión no tratada se relacionaba con una más acentuada hipotensión intraoperatoria y con un alto riesgo de isquemia miocárdica y arritmias11 . Estudios posteriores1,12,13 no fueron capaces de identificar que la presión arterial diastólica (PAD) ≥ 110 mmHg fuera un factor de riesgo cardíaco perioperatorio, aunque es necesario resaltar deficiencias en el diseño de estos estudios. Actualmente, las guías de la American College of Cardiology y la American Heart Association de 2007 afirman que incluso las hipertensiones severas (presión arterial sistólica [PAS] ≥ 180 mmHg y/o PAD ≥ 110 mmHg) no son un factor determinante de la necesidad de la suspensión quirúrgica, siempre y cuando no existan comorbilidades cardiovasculares significativas secundarias14 . Las guías europeas de 2013 para el manejo de la hipertensión de la European Society of Hypertension y de la European Society of Cardiology también abogan por no suspender a los pacientes únicamente por ser hipertensos, sino que matizan la necesidad de hacer un estudio individualizado del riesgo cardiovascular que presenta cada enfermo15 . Se conoce que aquellos pacientes con hipertensión acompañada de afectación de órgano diana (enfermedad isquémica cardíaca, fallo cardíaco, enfermedad cerebrovascular, disfunción renal) sí que tienen un mayor riesgo de complicaciones perioperatorias16 . En consecuencia, los expertos aconsejan retrasar la cirugía aunque la evidencia sea pequeña en los supuestos de: a) urgencia hipertensiva; b) pacientes hipertensos severos con daño en órganos diana, en aras de optimizar y descender su riesgo perioperatorio, y c) pacientes hipertensos severos con posible daño en órganos diana que requieran un mejor estudio preoperatorio, para optimizar su manejo posterior intraoperatorio y posoperatorio2,16 . Se ha observado que la hipertensión arterial preexistente puede inducir una variedad de respuestas cardiovasculares intraoperatorias que incrementan el riesgo quirúrgico. Dichas respuestas pueden originar una disfunción diastólica secundaria a la hipertrofia ventricular izquierda, una disfunción sistólica por fallo cardíaco congestivo, alteraciones renales, enfermedad oclusiva cerebrovascular (ictus isquémico) o coronaria y hemorragias intracerebrales, todas ellas responsables de un incremento de la morbimortalidad posoperatoria. Otras complicaciones también relacionadas con la hipertensión perioperatoria son la disección aórtica, la encefalopatía hipertensiva17 y el fallo de las anastomosis vasculares, con el consiguiente sangrado excesivo posoperatorio. Curiosamente, la aparición de complicaciones cardíacas perioperatorias parece estar más en relación con la inestabilidad hemodinámica de los pacientes en el período intraoperatorio que con el hecho de que sean hipertensos18 , aunque la labilidad hemodinámica durante la inducción y el mantenimiento anestésico es más probable en los pacientes crónicamente hipertensos19 . Es por ello que es imprescindible mantener la estabilidad hemodinámica durante el procedimiento, más que obsesionarse con unas cifras de PA fijadas de forma arbitraria y que pueden distar de lo que el paciente que manejamos en concreto requiera, para mantener una óptima presión de perfusión. Por lo tanto, el objetivo del anestesiólogo es asegurar una correcta perfusión de los órganos del paciente sin A. Martínez Ruiz permitir la posibilidad de hiperperfusión y, menos aún, de hipoperfusión, situaciones ambas que son deletéreas para los resultados posoperatorios. Si nos centramos en las posibles causas de hipertensión perioperatoria, podemos clasificarlas según el período en el que predominan: - En el preoperatorio, la hipertensión suele ser debida a la presencia de una hipertensión crónica previa que se agudiza por la existencia de una activación simpática en el contexto de la ansiedad. También es frecuente la hipertensión de rebote secundaria a la suspensión preoperatoria de los tratamientos antihipertensivos orales que el paciente toma habitualmente. El estudio llevado a cabo por Coriat et al.20 evidencia que los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y los antagonistas del receptor de angiotensina ii deberían ser suspendidos 10 h antes de la anestesia para evitar hipotensiones durante la inducción y el mantenimiento anestésico. Así mismo, el estudio PeriOperative ISchemic Evaluation ---POISE---, del año 2008, a pesar de la críticas sobre el tipo de betabloqueante utilizado y las dosis del mismo, demostró que estos debían tomarlos perioperatoriamente los pacientes que ya los tomaban de forma preoperatoria, pero que no deberían ser iniciados de forma sistemática en los sometidos a cirugía no cardíaca de bajo riesgo, puesto que las hipotensiones que originan generan una mayor mortalidad por causas no cardíacas y un riesgo aumentado de ictus cerebral21 . - En el período posoperatorio, la historia de hipertensión preoperatoria es el factor de riesgo más importante para sufrir episodios de hipertensión. Otros factores que pueden contribuir a la presencia de PAS o PAD elevada tras la cirugía y que deben ser corregidos son el dolor, la excitación de la educción anestésica, la hipercapnia, la hipoxia, el tipo de cirugía y la sobrecarga de volumen intravascular con el paso de líquidos del espacio intersticial al intravascular. - El período intraoperatorio, que es el escenario en el que fármacos como clevidipino tienen un mayor margen de acción, se caracteriza en los pacientes hipertensos crónicos por una mayor labilidad hemodinámica respecto de los pacientes preoperatoriamente normotensos2 . En los últimos años se ha comunicado que la variabilidad de la PA intraoperatoria se ha asociado con un aumento del riesgo de mortalidad a 30 días, en pacientes sometidos a cirugía de bypass coronario. Este riesgo es proporcional a la magnitud y duración de las variaciones de la PAS, tanto por encima como por debajo del rango deseado22,23 . También se ha comunicado la asociación entre las variaciones de PAS y un aumento del riesgo de eventos clínicos adversos: isquemia coronaria, ictus, disfunción cognitiva, fallo renal agudo y sangrado, en cirugía cardíaca24,25 . En el entorno de cirugía no cardíaca, el estudio POISE-2, publicado este año, demostró la relación entre los episodios de hipotensión grave y el incremento del riesgo de parada cardíaca no mortal26 . Más allá de la visión clínica, recientemente se ha demostrado que el control preciso de la PAS en el perioperatorio reduce el tiempo de respiración mecánica y la estancia hospitalaria, con el consecuente impacto sobre la reducción de los costes hospitalarios25 . Estas evidencias suponen un reto para el anestesiólogo en lo referente a la elección del tratamiento Documento descargado de http://www.elsevier.es el 29/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Precise control of the arterial pressure in the perioperative environment antihipertensivo intravenoso en entornos quirúrgicos que demandan una reducción precisa y modulada de la PAS perioperatoria, a fin de reducir el riesgo de variaciones bruscas de la PA, a la vez que un uso racional de los recursos sanitarios. Hasta la fecha se disponía de varios fármacos intravenosos potencialmente utilizables durante todo el período perioperatorio, y de gran interés, durante el intraoperatorio del paciente, como son la nitroglicerina, el nitroprusiato, el esmolol, el labetalol y el nicardipino. En este volumen, Zuleta-Alarcón et al.27 describen las características farmacocinéticas y farmacodinámicas de un nuevo antagonista de los canales del calcio de tercera generación para uso intravenoso, el clevidipino, así como las evidencias de eficacia y seguridad para la reducción rápida y modulada de la PA en el entorno perioperatorio. Desde una perspectiva de eficacia, si bien el peso de la evidencia recae fundamentalmente en el marco de la cirugía cardíaca, cabe mencionar que las características farmacocinéticas y farmacodinámicas de este medicamento permiten plantear que sería una opción terapéutica adecuada para la reducción precisa y modulada de la PA en otros tipos de cirugías, en las que las excursiones de PAS resultan de difícil manejo, como en la endarterectomía carotídea, el trasplante renal, la neurocirugía y la neurorradiología intervencionista. Clevedipino cumple el papel de modulador de la PA, que de una forma rápida y gradual consigue y mantiene un objetivo de PA en el período perioperatorio, sin riesgo de hipotensión. Y sin necesidad de ajustes en la insuficiencia hepática o renal. Sin embargo, han de tenerse en cuenta 2 consideraciones: la primera es que es una emulsión lipídica (2 kcal/ml), y la segunda es la experiencia limitada a una duración de tratamiento de un máximo de 72 h y una dosis máxima de 32 ml/h, ambas raramente necesarias. El principal reto al que se enfrenta este fármaco es una aprobación por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios como fármaco no financiable, lo que generará dificultades para su incorporación a los hospitales del sistema público. Todo ello a pesar de que su precio es similar al de esmolol, y que sin duda aporta una mejora en seguridad en el control preciso de la PA en quirófano. La disponibilidad de un nuevo fármaco antihipertensivo intravenoso en nuestro entorno de práctica clínica es, como mínimo, excepcional. La publicación de ZuletaAlarcón et al. resulta de gran interés para la toma de conciencia de la importancia de evitar las variaciones de la PA, de su impacto sobre la morbimortalidad perioperatoria y, desde un punto de vista sanitario, de su repercusión sobre el uso de recursos. Bibliografía 1. Chobanian AV, Bakris GL, Black HR, Cushman WC, Green LA, Izzo Jr JL, et al. The Seventh Report of the Joint National Committee on Prevention, Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure: The JNC 7 report. JAMA. 2003;289:2560---72. 2. Marik PE, Varon J. Perioperative hypertension: A review of current and emerging therapeutic agents. J Clin Anesth. 2009;21:220---9. 3. Goldman L, Caldera DL. Risks of general anesthesia and elective operation in the hypertensive patient. Anesthesiology. 1970;50:285---92. 539 4. Dahlöf B, Sever PS, Poulter NR, Wedel H, Beevers DG, Caulfield M, et al., ASCOT Investigators. 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