LA IGUALDAD Y LAS PAREJAS DEL MISMO SEXO

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LA IGUALDAD Y LAS PAREJAS DEL MISMO SEXO
Por Daniel Bonilla*
JUSTICIA. Esta es una explicación sencilla, pero de fondo, sobre las implicaciones
políticas, legales y sociales de la decisión de la Corte Constitucional de equiparar los
derechos entre parejas homosexuales y heterosexuales. Por Daniel Bonilla.
Lunes 2 Febrero 2009
Tomado de la Revista Semana. Colombia
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La Corte Constitucional promulgó el miércoles pasado una sentencia con la que se
dio un paso fundamental para alcanzar la igualdad entre las parejas del mismo sexo
y las parejas heterosexuales en Colombia. En esta sentencia, la Corte declaró que
25 normas jurídicas son inconstitucionales si no se interpretan como aplicables tanto
a las parejas heterosexuales como a las homosexuales.
El contenido de estas normas es muy variado: desde cuestiones penales, hasta
materias migratorias y civiles, pasando por asuntos de seguridad social en la fuerza
pública. En el primer caso, por ejemplo, los miembros de una pareja del mismo sexo
no tendrán la obligación de testificar en procesos penales en contra de la persona
con la que conviven.
En el segundo, los miembros no colombianos de una pareja del mismo sexo tendrán
el derecho de adquirir la nacionalidad si cumplen con los requisitos exigidos por la
ley para las parejas heterosexuales.
Y, en el tercero, tendrán derecho a acceder a servicios de salud que antes solo
gozaban las personas heterosexuales cuyas parejas hacían parte de la fuerza
pública.
Del mismo modo, en esta sentencia, la Corte reconoció que las parejas del mismo sexo tienen
obligaciones que antes tenían únicamente las parejas heterosexuales. Así, por ejemplo, la Corte
indicó que el régimen de inhabilidades e incompatibilidades que se aplica en la contratación estatal
cubre también a las parejas del mismo sexo y que éstas deben cumplir con las normas que prohíben
la violencia intrafamiliar.
La Corte argumentó entonces, que los miembros de la comunidad Lgbt tienen los mismos derechos
pero también las mismas cargas que están en cabeza de los demás colombianos.
La sentencia tiene una gran importancia por razones jurídicas y políticas.
En primera instancia, esta decisión le da un golpe decisivo a la diferenciación injustificada que
nuestro ordenamiento jurídico ha mantenido históricamente entre ciudadanos de primera categoría –
los heterosexuales – y ciudadanos de segunda categoría – los miembros de la comunidad Lgbt.
Para la Corte, en una democracia liberal como la colombiana todos los ciudadanos deben ser iguales
ante la ley. La orientación sexual, argumenta la Corte, no puede ser un criterio a partir del cual el
Estado colombiano distribuya recursos escasos entre los ciudadanos, por ejemplo, derechos y dinero
del presupuesto nacional.
Todos los colombianos, señala el Tribunal, deben tener los mismos derechos y obligaciones básicos.
La Corte, siguiendo este argumento, igualmente señala que una democracia liberal debe tratar con
igual consideración y respeto a todos sus ciudadanos y debe mantener separados los asuntos de
Estado y los religiosos. Por tanto, agrega el Tribunal, el Estado no puede privilegiar los proyectos
morales con los que están comprometidos algunos de sus ciudadanos – así estos constituyan una
mayoría.
En segunda instancia, esta decisión tiene importancia política y jurídica porque consolida una línea
jurisprudencial que protege no solo a los miembros de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y
transexuales (Lgbt) en tanto individuos, sino en tanto miembros de una pareja. Durante 16 años, la
Corte protegió únicamente los derechos de las personas a no ser discriminados por su orientación
sexual.
Así, por ejemplo, la Corte señaló que las instituciones en donde se forma la fuerza pública no pueden
expulsar a sus miembros por el sólo hecho de que éstos sean homosexuales, que los colegios
públicos y privados no pueden cancelar los cupos de los estudiantes homosexuales porque
consideren que su orientación sexual sea inmoral y que la homosexualidad no es una falta al honor
militar o a los deberes que tienen los docentes de los colegios públicos.
Ahora bien, esta posición cambió radicalmente con la sentencia C-075 de 2007. Con esta decisión, la
Corte dio un giro a su jurisprudencia y decidió proteger también los derechos de las parejas del
mismo sexo.
En esta sentencia, la Corte declaró que el régimen de la unión marital de hecho es también aplicable
a las parejas constituidas por dos hombres o dos mujeres. Esta doctrina se desarrolló posteriormente
en dos decisiones expedidas en 2007 y 2008, en las cuales la Corte reconoció que los miembros de
las parejas del mismo sexo tienen derecho a la salud en los términos establecidos por la ley 100 de
1993 y a recibir la pensión de superviviente.
En la sentencia que promulgó el miércoles pasado, la Corte apuntaló de manera radical esta línea de
interpretación de la Constitución y eliminó la mayor parte de las normas jurídicas que discriminaban a
las parejas del mismo sexo en Colombia.
En tercera instancia, esta decisión muestra que el trabajo conjunto de la sociedad civil, la academia y
el Estado es posible y puede rendir valiosos frutos para la democracia colombiana.
La demanda fue presentada por dos organizaciones sociales (Colombia Diversa y DeJusticia), y una
universidad (el Grupo de derecho de Interés Público de la Universidad de los Andes - G-DIP), y fue
apoyada por un grupo constituido por más de 45 entidades estatales, sociales y académicas
nacionales e internacionales, entre otras, la Defensoría del Pueblo, las Personerías de Medellín y
Bogotá, Human Rights Watch, la Asociación por los Derechos Civiles de Argentina, la Asociación
Española para la aplicación del derecho internacional de los derechos humanos, la Facultad de
Antropología de la Pontificia Universidad Javeriana, el Centro Latinoamericano de Sexualidades y
Derechos Humanos de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro y la Comisión Colombiana de
Juristas.
Estas organizaciones, entes estatales y universidades se adhirieron a la demanda o presentaron
intervenciones ciudadanas en donde se promovían o desarrollaban los argumentos de los
demandantes.
En cuarta instancia, la sentencia, cuyas decisiones a favor de las pretensiones de la demanda fueron
apoyadas por unanimidad o por notables mayorías dentro de la Corte Constitucional, evidencia que
en Colombia se viene dando una transformación cultural significativa en la forma en que se percibe a
la comunidad Lgbt: muchos colombianos no consideran ya que las personas con una orientación
sexual distinta a la heterosexual son cuestionables moralmente o sufren de una enfermedad.
Para muchos colombianos, los miembros de la comunidad Lgbt son sólo un conjunto de ciudadanos
más entre los muchos que existen en una sociedad plural como la nuestra, y uno que debe recibir un
trato digno e igualitario por parte del Estado.
Ahora bien, no hay que olvidar que la sentencia, aunque muy valiosa, únicamente reconoce la
igualdad formal entre heterosexuales y homosexuales. Esto quiere decir que sólo hasta el siglo XXI
se ha alcanzado en Colombia uno de los ideales de la revolución francesa: la igualdad ante la ley.
El reto en adelante será hacer que esta decisión no se quede en el papel sino que genere
consecuencias positivas en la vida cotidiana de las personas. Es decir, que se dé el paso de la
igualdad formal a la igualdad material.
* Daniel Bonilla es profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes y
director del Grupo de Derecho de Interés Público (G-DIP) de la misma universidad.
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