1920 - Agustinos Recoletos

Anuncio
XI
Enero de 1920
Núm. 115
BOLETÍN
DE LA
PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
DE FILIPINAS
de la Orden de Agustinos Recoletos
SECCIÓN CANÓNICA
SAGRADA CONGREGACIÓN CONSISTORIAL
Declaración sobre el decreto «Redeuntibus»
(25 de Octubre de 1918)
Con fecha 28 de Marzo del presente año dio la Sagrada Congregación Consistorial la siguiente declaración sobre el decreto Redeuntibus:
«¿Están obligados a pedir dispensa a la Santa Sede para volver a ejercitar el ministerio sagrado, según la mente del decreto Redeuntibus, los clérigos ordenados in
sacris que, habiendo sido destinados
2
por la autoridad militar al servicio de los soldados heridos o enfermos, por su propia
voluntad prefirieron pasar a la condición de soldados combatientes, sin que, a pesar
de eso, llegasen a causar muerte o mutilación a alguno?
A lo cual la Sagrada Congregación juzgó que había de responder: Afirmativamente».
En el cap. 1, n. 2, del decreto Redeuntibus, refiriéndose a la irregularidad que hubiesen
podido contraer los clérigos o alumnos de seminarios o de religión por su participación en la
guerra, distinguíase entre los que habían sido forzados a tomar las armas y los ordenados in
sacris que voluntariamente se ofrecieron a tomarlas o de hecho las tomaron.
Respecto a los primeros, daba facultad a los Ordinarios para que les dispensasen en el caso de que hubiesen sido obligados a esgrimir las armas contra el enemigo, y, por lo tanto,
quizá a causarle muerte o mutilación.
Respecto a los segundos, no se exigía este último requisito para obligarles a pedir la dispensa correspondiente, sino que absolutamente se decía: «Siempre que se trate de clérigos in
sacris, que, sin ser obligados por la ley, espontáneamente se ofrecieron a tomar las armas, o
de hecho las tomaron, se ha de recurrir a la Santa Sede para obtener la dispensa, salvo además
lo prescrito en el canon 188, n. 6.º», o sea, que por el hecho de haber tomado voluntariamente
las armas contra la prohibición del canon 141, § 1, quedan vacantes los beneficios que poseyesen.
Decíamos en nuestro comentario del decreto mencionado1 que facultad concedida a los
Ordinarios de dispensar a los que habían sido obligados a tomar las armas y usarlas causando
quizá muerte o mutilación, se habría de entender probablemente de la irregularidad que pudiesen haber contraído tales combatientes por excederse en e! ataque contra el enemigo en acciones bélicas.
Afirmábamos esto, porque en la antigua disciplina los que forzados entraban en lucha
ciertamente no contraían irregularidad ex defectu lenitatis, si la guerra era justa, y, si era injusta, probablemente tampoco contraían irregularidad ex delicto; por
1
Véase BOLETÍN, núm. 110, p. 386.
3
consiguiente, aunque la guerra haya empezado unos años antes de regir el Código aun después de entrar éste en vigor, no había necesidad de dispensa. Más: aun supuesto que antes de
estar vigente el Código hubiesen podido contraer irregularidad ex defectu lenitatis, siendo
ésta, no pena, sino mero impedimento puesto por la Iglesia como garantía del decoro sacerdotal, se hubieran visto libres de ella por el mero hecho de estar vigente el nuevo Código, que ha
suprimido la irregularidad antigua aneja a la participación en la guerra justa. Como se vieron
libres de impedimento dirimente para contraer matrimonio en la nueva disciplina los consanguíneos en cuarto grado, los afines por cópula ilícita, aunque la cópula se hubiere verificado
antes de regir el Código; como se vieron también libres del impedimento que invalidaba su
admisión en el noviciado los que antes de regir el Código habían sido novicios de alguna religión y salieron de ella antes de emitir los votos, o fueron despedidos de algún seminario o
colegio eclesiástico, etc., etc.
La presente declaración viene a dar alguna luz sobre la inteligencia y alcance del decreto
en el sentido mencionado. Dos puntos resuelve esta respuesta de la Sagrada Congregación, a
saber:
1.º Que no solamente han de acudir a la Santa Sede para pedir la dispensa correspondiente los que se ofrecieron a inscribirse en la milicia, sino también aquellos
que, habiendo sido obligados a alistarse en ella, después voluntariamente se
ofrecieron a usar de las armas contra el enemigo, a lo cual no les obligaba la
2.º Que aunque éstos ciertamente no hubiesen causado a nadie muerte o mutilación, han
de acudir por la dispensa.
La solución del primer punto se desprendía claramente del texto y finalidad de la ley. La
solución del segundo parece confirmar lo expuesto en el comentario, puesto que si el decreto
se limitase a la irregularidad estrictamente de defecto de lenidad, después del Código urgirían
para con éstos las razones antes apuntadas respecto a los que fueron obligados a tomar las
armas, es decir, habrían quedado libres de esa irregularidad, a pesar de que, por ser soldados
voluntarios, la habrían ciertamente contraído antes del Código, si causaron muerte o mutilación a alguno, mientras no hubiesen
4
procedido en su propia defensa. Pero la declaración se extiende más, y dice que, según la
mente del decreto, los voluntarios han de acudir a la Santa Sede, aunque conste con certeza
que no mataron ni mutilaron a nadie. Supuesta la guerra justa, aun los voluntarios en esa
hipótesis no incurrían en irregularidad ex defectu lenitatis.
Ahora bien, como en la guerra, por justa que sea, no dejan de darse acciones bélicas que
pasan los límites de la justicia, los que voluntariamente cooperan a ellas incurren en irregularidad ex delicto, si se mató o mutiló a alguno del campo enemigo, aunque ellos no hubiesen
disparado, y, por lo tanto, estuviesen ciertos de no haber sido los causantes directos de aquella
muerte o mutilación.
Parece, pues, que la tendencia del decreto es proveer a los que por excederse en el uso de
las armas en acciones bélicas hayan contraído irregularidad. Este exceso puede consistir, para
los que fueron obligados a luchar, en pasar los límites del moderamen inculpatae tutelae,
cosa fácil, especialmente en la presente guerra, si llegaron a disparar o esgrimir las armas contra el enemigo; para los que se ofrecieron voluntariamente, en el peligro mencionado y
además en el de haber quizá tomado parte en acciones particulares que fueran de suyo injustas. El decreto está dado para los soldados de ambos bandos.
NUNCIATURA APOSTÓLICA
Nuevas facultades del Excmo. Sr. Nuncio en España
Mientras se prepara la relación completa de las facultades, ha notificado el Sr. Nuncio a
los Sres. Obispos algunas de las nuevas que benignamente se ha dignado concederle el Santo
Padre.
Son las siguientes:
1. Facultad para dispensar de la ley de abstinencia.
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2. Dispensar en cien casos, prorrogables, todos los impedimentos matrimoniales impedientes y dirimentes de derecho eclesiástico, exceptuados los provenientes de la
afinidad en primer grado, línea recta, consumado el matrimonio, del Orden sagrado y de la profesión religiosa.
3. Sanar in radice en cincuenta casos, prorrogables, los matrimonios nulos por impedimento dirimente cuando es moralmente imposible la renovación del consentimiento modo ordinario.
4. Conceder a los sacerdotes enfermos o ancianos el indulto de oratorio privado.
5. Permitir ad tempus que en las iglesias pueda celebrarse dos o tres veces por semana
Misa de Requiem, aun en los días de rito doble.
6. Conceder a los enfermos cuya curación no se espera pronto que, sin que haya transcurrido un mes, y aunque no guarden cama, si no pueden sin grave incomodo
permanecer en ayunas, comulguen una vez por semana, no obstante haber tomado medicina y algún alimento ad modum potus.
7. Conceder que se digan Misas cantada y rezada de un Santo cuya fiesta se celebra
solemnemente, siendo otro el oficio del dia.
8. Dispensar de toda o parte de la dote requerida para las religiosas.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
EL GRAN POETA DE LA FILOSOFÍA
(Continuación)
V
El mundo físico, según S. Agustín
La naturaleza ha sido siempre una de las fuentes más puras de la poesía. Apenas hay
hombre sobre la tierra, que, al contemplar el admirable conjunto que llamamos Universo, no
sienta llamear en su pecho el sacro fuego de la inspiración y no desate su lengua en frases
cálidas y ardientes, desnudas tal vez de los atavíes y galanas pompas de artificiosa poesía,
pero anunciadoras sin duda de un estado psicológico especial en que, enciéndese la fantasía y
el alma, hecha presa de un lírico entusiasmo, canta en estilo ya enérgico y vehemente, ya
tranquilo y reposado, las sorprendentes maravillas que a sus ojos se presentan. San Agustín,
dotado de ingenio poético en sumo grado, como todos los grandes poetas, cantó también arrebatado la grandeza de la creación, dejando como estampado en sus obras inmortales el grandioso cuadro del mundo, cuya reproducción es el asunto de estas líneas. No he querido perder
de vista la índole filosófica de este trabajo; por eso tal vez parecerá esta exposición, como
aquí la ofrezco, demasiado abstracta y metafísica, sin colorido ni viveza; mas, si en esta concepción del mundo no hallares gusto y consolación, te ruego con lágrimas en los ojos que no
culpes de ello a S. Agustín; que no es otra la causa que el
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haber caído en mis torpes y groseras manos, que con su contacto han marchitado tal vez la
flor de su hermosura; pues ese cuadro está en su original reventando de vida e idealismo encantador, e iluminado con las augustas claridades de su verbo; pero ha tenido la inmensa desgracia de venir a las manos de este pecador, a quien Dios perdone la osadía y el atrevimiento
inaudito de trasladar al lienzo cuadro tan magnífico y rico en bellezas, tan lleno de pompa y
de color, y que la torpeza de mis manos rehusando, casi con lastimeras voces, otro pincel más
delicado está pidiendo.
Yo por mi parte quedaría plenamente satisfecho, si este estropeamiento, que de tantas bellezas hago, te indignara santamente contra mí y forzara tu voluntad a buscar el original y
contemplarlo a tu sabor. Y entrando en nuestro asunto, parte S. Agustín en su luminosa concepción del mundo, de una de las teorías más poéticas de toda la filosofía: del ejemplar divino, de ese río caudaloso de belleza que fertiliza todo el mundo y cuyo origen hay que buscarlo, no en las turbias fuentes del platonismo, sino en el inmenso piélago del Evangelio de S.
Juan. Considera todas las cosas como realización de un orden divino. Ve al través del velo de
la materia las ideas y formas radiantes de hermosura. Es la creación, según él, como un inmenso poema que en estrofas vivientes está cantando la gloria del Verbo, el soberano poeta de
la eternidad y de los tiempos, el glorioso pintor de los cielos, de los montes y praderas; y todo
los seres, ejecutando con orden sus movimientos y operaciones son como versos de ese poema universal, realizado en el tiempo: «omnia mutabilia dimensis motibus et distincta varietate
formarum quasi quosdam versus temporis peragunt»1. Son como dice, interpretándole Fr. Luis
de Granada, «unas como letras quebradas e iluminadas, que declaran bien el primor y la sabiduría de su autor, testigos de su nobleza, espejos de su hermosura y anunciadoras de su gloria»2. Para S. Agustín
Arpa es la creación que en la tranquila
Inmensidad oscila
Con ritmo eterno y cántico sonoro,
que está cantando el himno inmortal lleno de armonías inefables,
1
2
De lib. arb. 2-16.
Símbolo de la fe, I p.
8
de música divina, eco de aquella otra, que, como diría don M. Mir, resuena desde toda la eternidad en la profundidad de los pensamientos divinos1. El mundo de S. Agustín no es como el
de los fatalistas, donde la férrea necesidad extiende su imperio, ni el acaso tiene nombre, sino
como fósil de sistemas filosóficos paganos; ni es el de los materialistas antiguos, ni el de los
mecanicistas modernos, en que sólo se percibe el choque rudo y el ciego movimiento de los
átomos, ahogando con tan pobre y estrecha filosofía el hondo sentimiento de la naturaleza; es
más bello que el de Anaxágoras, Pitágoras y Platón, donde gobierna una inteligencia soberana; donde todo es concierto misterioso, orden admirable, números y formas, que penetran por
todos los poros de la realidad, hinchándola de luz y de hermosura; en el mundo de San
Agustín reinan siempre y en todas partes «la bondad y la belleza, dos hermanas gemelas, que
andan siempre abrazadas a la Verdad, que es la hermana mayor» (Mella), pues Dios hizo todas las cosas con modo, forma y orden y son bienes generales que están repartidos en todos
los seres2. Y estribando en estas grandes teorías rompió lanzas con todos los enemigos, que le
hicieron frente; pero, sobre todo, hubo en su tiempo unos hombres soberbios, carnales y
hablistanes (así los retrata él), despojados de todo sentimiento poético y hostiles sobremanera
a las dulces emociones de la hermosura del universo: eran los maniqueos. El Maniqueísmo,
último anillo de la gran serpiente gnóstica, que diría M. Pelayo, y que en otros tiempos había
fascinado la ardiente imaginación del joven Agustín, trajo a las pintorescas regiones de Occidente, el principio del mal, el ogro aterrador de la fantasía oriental, cubriendo de nubes su
cielo tan sereno; e ignorantes de los misterios de la naturaleza y desconocedores de sana Metafísica, los maniqueos resucitaron las viejas teorías del dualismo, imprimiéndoles un sello de
relativa originalidad; y soltando las riendas a su imaginación calenturienta, febril y delirante,
engrosaron sus libros con fábulas y disparates, rehaciendo la leyenda de las luchas encarnizadas entre Ormuzd y Ahriman, (aunque no con estos nombres) siendo el último figura terrible
y adusta, principio de todo
1
2
Armonía entre la ciencia y la fe.
De natura boni, c. 3 et alibi.
9
mal, de todo desorden y malicia1. Y llevados de su loca y enferma fantasía poblaron el viento,
el agua, el fuego, etc. Con fantasmas temibles y funestos, capaces de infundir en cualquiera
estremecimiento y pavor, marchitando con el soplo de tan frías insensateces el encanto y hermosura del mundo, convirtiéndolo en cárcel oscura y aborrecible, en inmenso campo de batalla, donde sólo se percibe el llanto eterno de los seres, que gimen bajo el duro azote del tiránico Ahriman2.
San Agustín, dotado de un alma poética, amante con pasión de lo bello, arpa, cuyas cuerdas vibraban armoniosas, sacudidas por cualquiera brisa de hermosura, airado contra tamañas
aberraciones, que daban muerte cruel a todas las magnificencias de la naturaleza, fue el invencible David que salió a matar al Goliat de aquel monstruo de la herejía, y como Cíclope
divino de la Ciencia cristiana forjó en la fragua de su dialéctica formidable las armas poderosas, que con tanta facilidad esgrimió en sus admirables luchas y torneos contra aquel error: y
cuando se las hubo con el Aquiles del Maniqueísmo, Fortunato, en su cabeza descargó, con la
robusta fiereza del genio, el golpe de muerte; y el maniqueísmo, herido mortalmente por el
terrible dilema, fundado en corruptibilidad e incorruptibilidad de las sustancias3, cayó en el
sepulcro cavado por su genio, donde yace oprimido por esa roca ciclópea, que aquel gigante
colocara sobre él, por esa obra estupenda de Metafísica, que será admirada mientras haya
hombres que la puedan admirar, su libro «De libero arbitrio», tumba gigantesca donde fueron
enterradas todas las herejías gnóstico-maniqueas, desde Zoroastro hasta Proudhon. Así purgó
a la filosofía de uno de sus más perniciosos errores, y volvió al universo aquella lozanía y
hermosura de que le habían despojado aquellos ladrones de la belleza y asesinos del arte,
1
Volunt secundum suae impietatis errorem, immutabilem quamdam et Deo, coaeternam introducere mali naturam. Retrac. 1, 9 et alibi passim.
2
Recuérdense las teorías maniqueas tan ridículas acerca de las plantas; y nótese cierto parentesco que hay entre
estas doctrinas y las del sombrío filósofo alemán Schopenhauer.
3
El dilema, a que aludo, lo formula el Santo en esta forma: «Aut enim esset, incorruptibilis substantia, magnum
utique bonum, aut substantia corruptibilis esset quae nisi bona esset, corrumpi non posset». Conf. 7, 12.
10
contra ellos estableciendo como dogma fundamental, que el mal absoluto, como privación que
es, no tiene ser, que en el mundo físico no existe el mal propiamente, y en el mundo moral
contribuye a su modo al embellecimiento y perfección del universo; échales luego en cara que
no es otra la causa de sus extravíos que la petulante ignorancia de la naturaleza, diciéndoles
de esta manera: «Un hombre, que desde muy bajo mirase un pavimento de mosaico, no podría
abarcar con su vista más que un solo trozo de él, y censuraría el orden y composición de la
obra; la variedad le parecería confusión, porque se le escaparía el conjunto que constituye la
belleza de la obra.
Lo mismo sucede a los débiles mortales, quienes, por lo limitado de su inteligencia, se
ven condenados a no abrazar el vasto conjunto de las cosas; llega a herirles un objeto y de ahí
infieren la deformidad del Universo. La belleza del Universo es la unidad de donde toma su
nombre»1. Y el mundo, libre de los fantasmas aterradores con que lo poblaron los discípulos
de Manés, brillo a sus ojos adornado con todas las galas de la belleza, del color y de la vida;
y, si el maniqueísmo había oscurecido con la sombra de sus errores la sonriente claridad del
orden universal, S. Agustín lo inundó con lo resplandores de su teoría del bien y con la lumbre intensa de las ideas arquetipas, hijas bellísimas de la inteligencia infinita; y vio a todos los
seres engranados entre sí por maravilloso modo, todos buenos y hermosos, no sólo en sí, sino
también con relación al conjunto de que forman parte y «vio a todas las cosas no solamente
colocadas en sus propios y convenientes lugares, sino también en los tiempos que a todos respectivamente corresponden»2. Y su genio y su corazón, agitados por el ardiente deseo de conocer la causa de tanta variedad y de tan radiante unidad, busca la inteligencia donde resida
tanta sabiduría para gobernar el mundo, y levanta los ojos al cielo y allí descubre al Verbo
Divino, al Soberano artista del Universo, la armonía increada, creadora de todas las cosas
conforme a bellísimos tipos de su mente3, sol de hermosura y de verdad,
1
«De ordine», lib. 1, c. 1.
Conf. lib. 7-15.
3
«Apud Te rerum omnium instabilium stant causae, et rerum omnium immutabiles manent origines et omnium
irrationabilium et temporalium sempiternae vivunt rationes». Conf. 1, 6. Cr. Retrac. 1, c. 3 et Quaest. 8, q.
46 de ideis.
2
11
cuyos resplandores todo lo iluminan e invaden y todos los seres son espejos que reciben sus
fulgores y todos, hasta el más imperfecto, son esplendor de verdad, belleza y bondad.
San Agustín se complace, como águila caudal, contemplándolo con el cetro de los mundos en su mano que todo lo dirige y todo lo gobierna, conteniéndolo con la mano de su Verdad, omnitenes manu Veritate; ve los ojos amorosos de su Providencia, «que así mira por el
bien de cada cosa, como si a ella solamente atendiese y así a todas juntas como a cada una»1;
dulces ojos, que como muy galanamente dice nuestro incomparable Fr. Luis de León, «atienden y proveen a la universidad de las cosas con suavidad y dulzura grandísima, dando a cada
una su sustento y, como digamos, su leche»2: y todos los seres, guiados por el Verbo, con mano fuerte y suavísima, a cuyos mandatos nada puede resistir, tienden a sus fines particulares y
al fin universal, formando de ese modo una admirable unidad de orden y de fin. Y el Verbo
mueve el Universo: Mens agitat molem, podemos decir con el poeta latino, pero despojando a
la frase del crudo sabor panteísta de la escuela estoica; y si los vates del paganismo con grande instinto poético pusieron en las fuentes bellísimas Ninfas que las guardaban en los árboles
Napeas y Dríadas y en los bosques Sátiros y Faunos, en el mundo ideal y realísimo de S.
Agustín reina en todas partes el gran Poeta del Universo, la Sabiduría Eterna que, según una
frase soberana del Sagrado Texto, Dios la derramó por todas sus obras; Él mora en el Universo, no como forma de él, ni confundido o mezclado con él y como formando parte de su ser,
que ésta sería la mayor de las blasfemias, sino de un modo secreto y maravilloso; su presencia
misteriosa en el mundo puede compararse (valga la imperfectísima comparación) con la presencia de la luz dentro de un cristal, iluminándolo todo, embelleciéndolo, hinchándolo de resplandor y claridad y de brillo centelleante; y el universo es en sus manos, según hermosa
comparación de un Santo Padre, una lira de la que hace brotar dulcísimas armonías. ¿Qué
serán luego las criaturas de este mundo sino unas como cuerdas de esa lira que tan grandes
éxtasis de admiración produce en quien sabe percibirla?
1
2
Conf. 3, 11.
Los Nombres de Cristo, lib. 1, c. 4.
12
Según esto, ¿quién sino el Verbo mora en las fuentes, moviendo sus lenguas de cristal? ¿quién
en los bosques habita mansamente sacudiendo las ramas de los árboles y enseñando a las aves
tan arrebatadoras melodías? ¿quién hace sino Él de cada sonido una nota, de cada murmullo
un concierto, de tal modo,
Que no hay murmullo ni rumor ni acento
En tierra, mar y viento,
Que del himno inmortal no forme coro?
Según esto, ¿quién no ve la superioridad del mundo de San Agustín sobre et mundo forjado por la fantasía de los poetas paganos? Por esto él veía en todas parles retratada la figura
de Dios. «Donde quiera que vuelvas los ojos, nos dice, te habla Dios por ciertos vestigios de
su Ser que en sus obras quiso dejar impresos y cuando andas derramado por las cosas exteriores, de ellas mismas usa para recogerte dentro de tu ser; para que veas que todo lo que te deleita en los cuerpos, es bueno y hermoso y busques la fuente de donde su belleza mana, y,
volviendo en ti, conozcas que todo lo que con los sentidos escribes, no podrías aprobar o reprobar sin tener ciertas leyes de hermosura con las que cotejas todo lo bello que te vierte por
tos órganos exteriores. Mira pues el cielo, rodea con tu vista la redondez de la tierra y contempla el mar y todas las cosas que brillan arriba y las que se arrastran por el suelo; la hermosura resplandece en todas ellas, porque por todas partes el número las penetra… Mira las
obras de arte y ve cómo los artífices tienen en su mente la forma ideal de las cosas que hacen.
Contempla la belleza y orden en los movimientos de los cuerpos y después eleva tu espíritu
sobre todos ellos e intuye el número eterno, la forma de todas las formas y la sabiduría infinita
brillará en tus ojos desde los asientos de su gloria y de la secretaría de su verdad. Mirando
pues toda la creación, cualquiera, que a alcanzar la sabiduría se encamina, siente y conoce que
esta misma sabiduría se le aparece en el mismo camino con rostro alegre y hermoso y con
amorosa providencia, y tanto más arde en deseos de acabar esta jornada, este camino (que son
las criaturas escala para subir a Dios por el conocimiento), en cuanto que este mismo camino
(mundo) recibe su hermosura de aquella sabiduría a cuya posesión con tan encendida
13
voluntad aspira»1. Por eso el Santo Doctor, llevado de aquel amor tan intenso y abrasador
hacia Dios, iba buscándole por todas partes preguntando a todos los seres de la creación.
Preguntó a la tierra de tanta hermosura vestida; buscóle en los mares y en los profundos
abismos, y en todas cuantas cosas encierran en sus escondidas entrañas; preguntó al aire y a
sus habitadores, al sol, luna y estrellas2; y todos los seres a una voz le respondían:
Mil gracias derramando
Pasó por estos mundos con presura,
Y yéndolos mirando,
Con sola su figura
Vestidos los dejó de su hermosura.
(S. J. de la Cruz)
«Estas pregunlas que digo que hacía a las criaturas, era sólo mirarlas yo atentamenle y
contemplarlas; y las respuestas que me daban ellas es sólo presentárseme todas con la hermosura y orden que tienen en sí mismas»3. Y aquel Santo perdido de amor, como le llama Donoso, subió estribando en las criaturas hasta las mismas plantas de Dios, «que es cierta luz que
resplandece en mi alma sin ocupar lugar; cierta armonía y cierto sonido que no arrebata el
tiempo; una cierta fragancia que no esparce el aire y cierto dulcísimo manjar que no se consume comiéndose un bien tan delicioso que, por más que se goce y se sacie el deseo, nunca
puede dejarse por fastidio»4.
Tal era el universo para este gran genio del cristianismo: perfectísimo, como obra del artista soberano, lleno de verdad, bondad y hermosura; destello de la luz de la esencia infinita y
reflejo de sus atributos; armonía maravillosa, cuyas notas percibía él en todas partes, eco de
aquella otra que resuena en el eterno teatro de la gloria; templo de su hermosura, altar de sus
amores; todo, hablas divinas, palabras santas y tiernísimas, requiebros amorosos y dulcísimos
con que, mensajeros de Dios, los seres creados quieren prendernos
1
De libero arb. 2, 16.
Conf. I. 10, c. 6.
3
Conf. ib. ib.
4
Conf. ib. ib.
2
14
en el amor de tan dulce Esposo, poniendo ante nuestros ojos su retrato aunque borroso y oscuro y lleno de sombras en la amarga ausencia de esta vida, en la noche oscura del alma; pero
para oír esas voces, esos requiebros amorosos, esas palabras tan tiernas,
Hay que vivir de rodillas,
Hay que vivir en acecho
Do esas palabras tan dulces,
De esos avisos tan tiernos,
R. León
Así vivía S. Agustín, para él todo era voces que le decían que amase a Dios: «Omnia undique mihi dicunt ut Te amem»1; así vivían nuestros antepasados en las grandes edades católicas; en cambio nosotros los modernos, ensordecidos por el ruido de las fábricas y el estruendo
de los cañones, andamos distraídos y sueltos y derramados por las cosas exteriores, sin percibir apenas las dulces armonías de la creación; y en vez de buscar las formas puras y bellísimas
de la naturaleza y de interpretar las ideas divinas, visibles y manifiestas, aunque escondidas
bajo los cendales de la materia, no pasamos de la desnuda superficie de las cosas; y la sociedad de nuestros tiempos, dejando ese idealismo sublime, que gotea abundante de las doctrinas
agustinianas, hambreando deleites, y atormentada por un insaciable deseo del placer, busca un
realismo grosero, y abandonando los regaladísimos banquetes que le ofrecen Fr. Luis de
León, S. Juan de la Cruz, Lope y Calderón, va a mantenerse con bellotas en los inmundos
escritos de Zola y en vez de nutrir su espíritu con el idealismo encantador de Murillo, quiere
saciarse con la contemplación de cuadros sin arte, con los simulacros de la carne, cuadros
llenos de un naturalismo que chorrea impurezas e inmundicias. ¡Dios quiera que vuelva a reinar y regir la inspiración de los poetas y artistas, el idealismo de S. Agustín, donde tiene sus
últimas raíces el simbolismo del arte medieval!
FR. VICTORINO CAPÁNAGA DE S. AGUSTÍN
(Continuará)
1
Conf. ib.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
HALLAZGO IMPORTANTE EN LAS YESERAS
DE MONTEAGUDO (NAVARRA)
(Continuación)
Cómo tuvo lugar el hallazgo fosilífero en las Yeseras
Al despedirse el rey astro de los míseros mortales, una plácida y hermosa tarde de las pocas del mes de Enero, regresaba de paseo, en compañía del P. Fr. Serafín Andía, cuando al
atravesar Monteagudillo se nos aproxima D. Santiago Castillo, que estaba construyendo casa
y bodega, y nos ofrece un trozo de maxilar, para nosotros desconocido, con sus tres molares
incompletos, pero con restos de sus coronas. ¿Qué es esto? Esto debe ser un pedazo de quijada de elefante, porque antes de explotar el barreno en esas canteras de las Yeseras, vi un colmillo que tendría de largo más de metro: ésta fue su respuesta.
Quedamos admirados, y con no poco sentimiento de que semejante pieza fosilizada se
hubiese perdido. Nos despedimos del buen señor dándole las gracias, no sin enterarnos,
aproximadamente, en cuál de las muchas canteras, existentes en las Yeseras, había tenido lugar el interesante hallazgo que la pólvora hizo volar por los aires haciendo pedazos el colmillo
y otros restos fosilizados que se hallaban como empotrados en las rocas. Excuso decir que el
primer día de paseo nos dirigimos en busca de la milenaria tumba del supuesto elefante y muy
pronto dimos con ella; pues así nos lo indicaban
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la tierra recientemente removida y montones de piedra caliza privada del sol quizá por miles
de años. Subió de punto nuestra sorpresa al contemplar la pequeña cantera, de unos cuarenta
metros de superficie, por uno escaso de profundidad. Allí yacían multitud de restos esqueléticos esqueléticos convertidos en piedra por la acción química de los siglos. Removiendo piedras y rebuscando en aquellas escombreras, en algunas tardes de paseo, encontramos hasta
catorce maxilares distintos, con sus molares y dientes en perfecto estado, pertenecientes a los
hervíboros. En esta misma cantera, que bien se puede llamar cementerio antidiluviano, después de algunas semanas encontramos el último molar completo con su talón, pieza importantísima para clasificar, con absoluta seguridad, el maxilar que don Santiago nos ofreció como de elefante y que fue causa de nuestras investigaciones, resultando pertenecer a un Mastodonte ya viejo, como se ve por el desgaste de las coronas, aunque incompletas, pero evidentemente por el último molar que se halla completo con su talón, formando en la superficie de
la corona tres ochos paralelos, hallándose su antepenúltimo despuntado. Por estos caracteres
se comprenderá que este Mastodonte pertenece a los clasificados por el insigne Cuvier, por
«Mastodons Hispanus». La superficie de este último molar es de nueve centímetros de larga
por seis y medio de ancha, siendo la longitud del trozo de este maxilar derecho e inferior, de
treinta y cuatro, y su periferia de treinta y siete centímetros.
Los paleontólogos afirman que el Mastodon fue padre del Elefante, o al menos primo
hermano; y que se distingue de éste, según los últimos descubrimientos hechos en la Siberia y
en otros yacimientos fosilíferos, en que su alzada es de tres a cuatro metros, hallándose cubierta su piel de una especie de lana sedosa y larga. Además, sus defensas son cuatro incisivos: dos inferiores, en forma de largos y rectos cuchillos, y los otros dos superiores, más largos que los del Elefante, formando una curva bastante notable, y mirando sus extremidades o
puntas hacia arriba: estos incisivos vulgarmente se llaman colmillos. También afirman los
sabios naturalistas que estos proboscídeos han desaparecido de la superficie de la tierra ha
más de cuatro mil años, a pesar de que algunos excursionistas europeos dicen ser tradición
entre los indios americanos
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que existe el Mastodon, no obstante no haberle visto, porque habita, según los indios, en los
espesos bosques y grandes cavernas. Lo cierto es que abundó muchísimo en el mioceno y
plioceno en toda la tierra, como lo manifiestan sus restos esqueléticos sepultados en los tiempos glaciales y fluviales. En nuestra España, en menos de un siglo, se han encontrado en Madrid, Toledo, Cataluña, Palencia, en el cerro del Otero, en 1911, y en las Yeseras de Monteagudo de Navarra, en el año actual.
De los mamíferos fósiles miocenos, el grupo del que en España se han citado más localidades y especies, es el de los Proboscídeos, especialmente de Mastodontes: pues llegan a cuarenta los yacimientos del terciario de la Península, donde han aparecido restos petrificados de
dichos animales. Se explica el hecho, porque a causa del gran tamaño de sus molares y huesos, llamaron la atención de las personas que casualmente los descubrieron, pasando desapercibidos otros de tallas media o pequeña. Así ha sucedido en las Yeseras de esta villa. Hace de
18 a 20 años por lo menos, que estos vecinos vienen observando que, al extraer piedras de las
canteras para edificar casas y fabricar yeso, salen huesos de grandes tamaños, muelas y dientes descomunales, y multitud de otros inferiores implantados en las quijadas. Los obreros suponían pertenecer dichos restos a distintos animales existentes en la actualidad y que vivieron
por estos alrededores cuando esos montes estaban poblados de árboles y los reyes de Navarra
tenían por ahí sus grandes cacerías. Otros, reconociendo los grandes molares y, sobre todo, los
incisivos o colmillos, se remontaban al tiempo de los romanos, por haber usado éstos de los
elefantes en sus conquistas y batallas. Una de las piezas esqueléticas que más llama la atención, aun del menos observador, es un gran maxilar derecho e inferior, que a juzgar por su
curvatura tenía forma de media luna. Tiene los tres molares, pero sin coronas, por cuyo motivo es algo difícil determinar la especie de Mastodon a que pertenece, pero por los detalles del
Dr. Kaup y las coronas recogidas, creo pertenece a la subespecie llamada por Kaup «Dinotherium giganteum»; así lo indica también la extremidad delantera de dicha mandíbula, que va
adelgazándose y tomando forma cilíndrica. La longitud de este trozo es de treinta y cinco
centímetros; su altura, en posición natural, de veinte;
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su grosor, diez; de periferia, cincuenta, y su peso es de siete kilos.
Poseemos un tercer ejempIar maxilar, incompleto, inferior e izquierdo de Mastodón, que
por su forma y tamaño en nada se parece a los anteriormente descritos: carece de coronas y
me es imposible su clasificación. Tiene cuarenta y cinco centímetros de longitud y supongo le
faltan unos veinte y cinco; su forma se halla aplastada en ambos lados, muy en especial, en la
parte posterior; debió ser joven relativamente a los dos anteriores y por los restos de coronas
encontrados creo pertenece a la especie Mastodón Aurelianense. También encontramos un
cuarto maxilar inferior e izquierdo de Mastodón de leche, en cuatro pedazos, que reconstituido, mide treinta y tres centímetros de largo. El premolar izquierdo se halla completo, viéndose
en él tres lóbulos notables de unos tres centímetros y otros tres bastante diminutos. El segundo molar desapareció en absoluto, dejando en su lugar un profundo alvéolo de unos diez
centímetros. El tercero existe, pero sin corona.
Siguiendo nuestras investigaciones y requisas entre ingentes montones de piedra caliza y
yesífera en sucesivas tardes de paseo reglamentario, encontramos un quinto maxilar inferior y
derecho, con sus tres molares sin coronas, por lo que no me atrevo a clasificar la especie de
Mastodón a que pertenece. Por su tamaño y molares se puede juzgar que había cesado de
mamar. Multitud de fragmentos fosilíferos han salido en las dos canteras pertenecientes a estos Proboscídeos; como articulaciones, trozos de tibias, peronés, cabezas de húmeros, de carpos, metacarpos, falanges, dedos, patas que por su forma y tamaño no pueden corresponder
sino a Rinocerontes o Mastodontes, e infinidad de huesos pertenecientes a diversas parles de
esqueletos y animales. Es muy notable una vértebra sacra e izquierda que mide cuarenta y dos
centímetros, con su concavidad y articulación completa para descansar sobre la cabeza del
fémur izquierdo que también poseemos. Esta admirable pieza se halla quebrada (y desaparecida) desde la parte que comienza a arquearse, hasta la extremidad que descansaba sobre las
vértebras caudales. De la vértebra sacra derecha, recogimos tres trozos que, reconstituida, sólo
alcanza desde encima de la articulación hasta el principio del arco. Es digna de notarse la cabeza del húmero izquierdo
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por su magnitud y limpieza, así como también la extremidad inferior del fémur. Lo más admirable, para el menos observador, son los gruesos y grandes fragmentos de los incisivos de los
Mastodontes, completamente petrificados. Sin duda de ningún género, se hallaban íntegros en
las canteras, como fue visto uno de ellos, pero a causa de las explosiones de los barrenos volaron por los aires haciéndose pedazos. Recogimos tres de estos pertenecientes a un solo colmillo, que juntos miden cuarenta y seis centímetros; otros dos fragmentos pertenecientes a otros
colmillos de distinto Mastodón; varios trozos que por sus tamaños y forma indican tener menos años; y, por último, una de las defensas inferiores del Mastodón casi completa. Es parecida a un grueso cuchillo, con su agudizada punta y afilado borde superior.
En otra de las excursiones, encontramos dos molares unidos de gruesas y largas raíces al
descubierto que miden ocho centímetros, carecen de coronas, pero es evidente que son de
Mastodón. También recogimos pedazos de coronas, sin duda del mismo individuo que,
pegándolas cuidadosamente, ha resultado el último molar superior derecho con su talón, sin
lóbulos, todo muy desgastado, manifestando este desgaste que el animal era muy viejo. En el
centro y parte interior se ha formado un cristal del mismo molar. Estos cristales eran muy
buscados por los egipcios para el tráfico. Tenemos varios trozos de coronas imposibles de
reconstituir, pero sin duda de ninguna clase pertenecieron a los maxilares que ligeramente
quedan descritos y que carecen de ellas. Éstas se desprenden de los maxilares al menor golpe
del pico, no obstante aparecer fuertes y conservar el esmalte y su color natural con todo su
brillo. En esta operación, mis inexpertas manos cometieron crímenes artísticos, porque se
necesita muchísima paciencia y habilidad para descubrir los molares que por muchos siglos
estuvieron cubiertos, formando con ellos una roca, máxime que no dispongo de cincel, sierra
ni de instrumento alguno de los que prescriben los peritos para estas operaciones.
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
REINADO DEL CORAZÓN DE JESÚS
Cuyo por el Sagrado Corazón
Simpática y llena de interés ha sido la ceremonia de la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús en la Parroquia de Cuyo y en sus barrios.
En el mes de Mayo llegaron 10 preciosas imágenes del Sagrado Corazón de 15 centímetros de altura que se habían encargado a Manila. Inmediatamente comenzóse el trabajo de las
urnas, según diseño trazado por el inteligente y activo Coadjutor se la Parroquia, P. Ricardo
Jarauta y bajo su dirección. Esbeltas, artísticas y cerradas con cristales en el frente y los costados, han resultado a gusto de los más exigentes. Para cada urna se prepararon sus andas correspondientes.
La víspera del Corpus Christi todo era animación y movimiento que llegaron al climax al
amanecer del gran día. Antes de la salida del sol comenzaron a llegar por todos los caminos
de la isla las imágenes de los Patronos de los barrios, traídas procesionalmente desde sus ermitas, acompañadas de las cruces, ciriales y estandartes, y festejadas con las dulces melodías
de rústicas bandas y orquestas. Algunas de esas procesiones debieron formarse antes de las
tres de la mañana, atendido que sus ermitas distan del Centro seis, ocho y hasta diez kilómetros; y estas procesiones eran tan nutridas, que bien puede decirse quedaron despoblados los
barrios de la isla. Únicamenle los imposibilitados quedaron en sus casas.
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Claro está que la Iglesia Parroquial, aunque hubiera sido dos veces mayor, hubiera sido incapaz de contener a todos los devotos del Sagrado Corazón.
A uno y otro lado del presbiterio se habían ordenado las diez andas del Deifico Corazón y
a sus lados las de los patronos de los barrios en cuya ornamentación habían derrochado a porfía todas las celadoras los fervorosos entusiasmos de su corazón, presentando un aspecto
fantástico, aumentando con los reflejos de los cristales de las urnas, heridos por todas partes
por el titileo de innumerables cirios donados por los fieles.
Terminada la misa el Rvmo. P. Prefecto Apostólico, tras una breve plática alusiva al trascendental acto que se iba a realizar, dio comienzo a la novena del Sagrado Corazón que debía
terminar en su día. Acto seguido se organizó la procesión del Santísimo, que fue solemnísima
y para la que el Apostolado había preparado cuatro artísticas capillas, en las que descansaba el
Rey de los Reyes, mientras un coro de niños y niñas ensalzaban sus grandezas cantando tiernos motetes.
Vuelta la procesión a la iglesia se procedió al reparto de las Imágenes. El Rvmo. P. Prefecto Apostólico, revestido de capa pluvial, recibía en la puerta de la iglesia a las andas que
iban saliendo, en hombros de los socios las del Sagrado Corazón de Jesús, y portadas por las
socias las de los patronos de los barrios; y hecha por el Rvmo. P. Prefecto la bendición solemne de la imagen, hacía entrega de ella al Vocal Representante del Barrio a que pertenecía,
y, a los acordes de la banda González y el alegre volteo de todas las campanas, se ordenaba la
procesión de regreso al Barrio en la misma forma en que habían venido al pueblo, y presidida
por la Representante del Apostolado, que se encargaba de hacer la entrega formal de la imagen a las celadoras del barrio, en su propia Ermita. Así fueron despedidas todas las imágenes
para los nueve Barrios. ¡Gran día fue aquél! El Sagrado Corazón, acompañado y festejado por
sus devotos, atravesó toda la isla de Cuyo en nueve direcciones distintas, para ir a tomar posesión del trono que la devoción de los fieles le había preparado en sus humildes ermitas.
Durante el novenario se celebraron muy tiernas y devotas funciones en todos los barrios.
Antes de la salida del sol, ya estaba el
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P. Prefecto sentado en el tribunal de la penitencia oyendo las confesiones de todos los ancianos, enfermos, paralíticos o de alguna manera impedidos de asistir a la Parroquia para el
cumplimiento Pascual, y que iban llegando en hamacas, en sillas o en brazos de sus deudos.
El acto de la comunión de aquellos inválidos resultaba todos los días conmovedor. A las ocho
se celebraba el Santo Sacrificio al que asistían todos los habitantes del barrio con una devoción especial. A continuación, el P. Prefecto explicaba a los fieles, que llenos de atención y
como ensimismados le escuchaban, lo que significa el acto de la entronización del Sagrado
Corazón de Jesús; lo que Él les pedía y lo que ellos estaban obligados a darle por aquel tan
grande beneficio; y excitándoles a que pusiesen toda su confianza en su nuevo Rey, se procedía a la entronización, terminando con una consagración especial de aquel Barrio al Sagrado Corazón, que leída por el P. Prefecto era repetida por todos los fieles con manifiestas señales del fervor que reinaba en sus corazones. Todo terminaba sacando en hombros de los socios
las andas del Sagrado Corazón, y trasportadas por las socias las de sus patronos, recorriendo
en ordenada y edificante procesión las proximidades de la Ermita, para hacer, como decían
sencillamente, entrega oficial del barrio al Sagrado Corazón de Jesús, su nuevo Rey y Señor.
Vueltos los fieles a sus tareas ordinarias, sólo quedaban en la ermita la señora VocalRepresentante y sus Celadoras para presentar al Padre Prefecto los nuevos aspirantes, a quienes inmediatamente se les imponía el Santo escapulario y se registraban sus nombres en el
libro del Apostolado. Durante el novenario se organizaron quince coros de socias y once de
socios de a quince individuos cada uno.
Pero falla todavía la fiesta principal. El tiempo y el espacio gastado en la anterior reseña,
nos hace falta ahora para demostrar que el Sagrado Corazón quiere reinar en esta Parroquia y
en el corazón de sus fieles.
La devoción y el fervor de los celadores habían levantado en Cuyo 10 magníficos arcos
en las calles que debía recorrer la gran procesión. Las celadoras, unidas con su Representante,
compitieron con santa emulación en el adorno de aquellos arcos y de todas las casas del trayecto. La banda González alegraba desde la víspera todo el pueblo. Al amanecer el 27 de Junio, comenzaron a llegar
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por todas las avenidas las nutridas procesiones que se habían formado en los barrios, lo mismo que el día de Corpus Christi, y que con estandartes, cruces, ciriales y su imprescindible
música traía la Imagen del Patrón del Barrio, para que acompañase a la magnífica imagen del
Sagrado Corazón, adquirida por el Apostolado en los principios de su fundación, en la procesión general que había de verificarse aquel día para hacerle solemne entrega de la Parroquia y
de la Isla de Cuyo.
En la iglesia y sus alrededores se aglomeraba la gente como el día del Corpus, y a no
haber sido por el temor a la lluvia, el Rmo. P. Prefecto estaba dispuesto a celebrar el Santo
Sacrificio al aire libre, para satisfacer las ansias de tantos fieles a quienes era imposible el
acceso al sagrado recinto. La misa fue de las más solemnes que se han celebrado en Cuyo;
pero la nota saliente y que hizo derramar no pocas lágrimas, fue el tiernísimo acto de la comunión. Sosteniendo una rica banda las Señoras Presidenta y Vicepresidenta del Apostolado,
se repartió el pan de los Ángeles a 65 niños y niñas, verdaderos angelitos que por primera vez
se acercaban a la sagrada mesa. Siguieron en orden la Presidenta con las nueve Representantes de los barrios que forman la Junta Consultiva, continuaron las 123 Celadoras, y terminó
aquel acto tan tierno administrando la sagrada forma a 130 Celadores y socios, en la mayor
parte recién inscritos en el Apostolado. Más de mil hubiesen comulgado ese día si hubiese
habido tiempo para oír tantas confesiones.
Terminada la misa, el mismo P. Prefecto subió al púlpito, y con el corazón henchido de
gozo que apenas podía disimular, y rebosando entusiasmo, habló a los fieles de la predilección especialísima que el Sacratísimo Corazón viene manifestando en los últimos años por
este pueblo de Cuyo; de la obligación que tenemos todos de corresponderle; de lo que Él nos
pide, de lo que Él nos ofrece; en fin, visiblemente conmovido, terminó su exhortación al pueblo que lleno también de entusiasmo y hondamente conmovido contestaba según el P. Prefecto iba leyendo la fórmula de la Entronización, y muchísimo más al efectuarse el acto de la
consagración de la Isla de Cuyo al Deífico Corazón.
¿Y qué diremos de la procesión? Cosa nunca vista ni soñada siquiera.
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Aquella ingente muchedumbre estaba colocada por orden de barrios, llevando cada uno entre
dos filas la Imagen de su Patrón. Cerraba aquella interminable procesión la imagen preciosa
de nuestro Rey y Señor, que colocada en artísticas andas, especialmente preparadas para este
acto por el Presidente y Presidenta del Apostolado, se destacaba sobre todas las demás, dando
la impresión de ser conducida por aquellos 65 angelitos que por la mañana habían hecho su
primera comunión, que iban en dos filas delante de la imagen, simulando ser ellos los que
conducían tan precioso tesoro, tirando de cintas preparadas al efecto. Más de dos kilómetros
recorrió la procesión sin alterarse el orden lo más mínimo; y dejando honda impresión aun en
los más indiferentes y en los que sólo habían querido verla por curiosidad. Según las imágenes iban llegando a la puerta de la Iglesia, colocábanse a uno y otro lado para dar paso por el
centro a la imagen festejada, que de una manera solemne había tomado posesión del pueblo.
A los acordes de la marcha real, ejecutada por la banda González, entró por fin en la Iglesia; y
sin más ceremonias, terminada ya su misión, se retiraron todos en ordenadas procesiones llevando las imágenes de sus patronos respectivos, en la misma forma que los habían traído.
Así han terminado los extraordinarios cultos que el Apostolado de la Oración ha ofrecido
este año en Cuyo al Sacratísimo Corazón de Jesús.
Pidámosle todos de lo íntimo de nuestro corazón, que Él reine, que Él impere y que Él
domine en todo Filipinas.
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PARVULO JESU IN PRAESEPIO VAGIENTI
Cantus pastoritius
In Bethlem transeamus
Amoris gressibus,
Et Natum videamus
Mentis execessibus
Ut Panis Angelorum
In stabulo
Pro pabulo
Expositus est jumentorum.
Si Regis hic majestas;
Ubi sceptrum, famuli?
Aula, thronus, potestas,
Et strati lectuli?
Ubi regiae sunt vestes?
Suntne dignitatis testes? Hae
paleae,
Hae fasciae
A saeculis optate,
JESU dulcissime,
Cunctis desiderate,
Salve gratissime.
Tandem coelis descendisti?
O Domine,
Pro homine
Te nimis exinanisti!
Huc amor te vocavit
Humani generis;
Hic mei reclinavit
Te noxa sceleris,
Meos, JESU, sumis artus:
O bonitas!
O charitas!
Benedictus sit iste partus.
Ergo Rex saeculorum,
Creator omnium,
Rex terrae, Rex coelorum,
Fit frater hominum?
Ergo Verbum caro factum
Ut pusio
Praesepio
Jacet parvulo contractum?
Infantis hunc amorem
Omnes attendite;
Vos grates et honorem
Coeli rependite:
Huc anima mea repe,
Et osculis
Ac flosculis
Cinge regium praesepe.
Quid tantae charitati,
Quid, JESU, deferam?
Ah! quia humanitati
Tuae nunc referam?
Pro me meaque salute,
O JESU mi,
Amoris vi
Panniculis involute?
Pro stabulo me dedo,
Corpus pro stramine;
Cor pro praesepi cedo
Et pro solamine.
Pro pannis amor te stringat,
Homo Deus,
Amor meus
Me totum tibi compingat.
O Verbum Incarnatum,
Rerum principium,
Pro me humiliatum
Velut mancipium:
O dilecte mi votorum,
O trahe me,
Curram post te
In odorem unguentorum.
Ex Veteri codice transtulit
Fr. H. P.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
LUCHA Y VICTORIA
Llegada la plenitud de los tiempos y acercándose la hora de los designios eternos sobre la
pobre Humanidad, la segunda persona de la Santísima Trinidad, el Hijo Unigénito del Padre,
desciende del cielo a la tierra encarnándose en las virginales entrañas de María Santísima, y
nace en un pobre y mísero portal, cumpliéndose los vaticinios de los Profetas que anunciaron
su venida. Se oculta por espacio de treinta años en un taller y se manifiesta luego al mundo
predicando una nueva y divina Religión. Elige discípulos, escoge entre estos doce Apóstoles y
encárgales prediquen su doctrina por el mundo cuando Él parta del mismo para volverse a su
Padre. Jesucristo calumniado y perseguido, para cumplir la voluntad de su Padre y confirmar
su divina misión, muere clavado en un infame madero desde donde contempla moribundo las
miserias de la pobre Humanidad que agoniza y está herida de muerte, y por la que derrama
hasta la última gota de su sangre bendita y sacrosanta.
Fundada así la Iglesia por Cristo Jesús, piedra angular y sobre la Cruz Redentora, extiéndese como corriente impetuosa que desciende de la montaña, que todo lo alegra con su presencia y todo lo fecunda con las aguas puras y límpidas que arrastra, para dar vida a lo que
yacía muerto, para fertilizar la tierra toda con su benéfico influjo. Sus enviados los Apóstoles
cumplen el precepto que les diera antes de morir y extendiéndose por todos los países, llevan
la Buena Nueva a todos tos pueblos, a todas las gentes; y la Religión del Crucificado surca los
mares, traspasa las fronteras, atraviesa los más áridos desiertos, salva las más encumbradas e
inaccesibles
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montañas y corre cual río impetuoso por inclinada pendiente a quien nada impide su curso, y
con rapidez asombrosa, prescindiendo de razas, naciones y pueblos, extiéndese por el Asia
Menor y Armenia, por Chipre, Edesa y las costas de Tracia; recorre la Siria, el Egipto y la
Tebaida; penetra en el África proconsular y la Numidia, y, llegando a Italia, corre por España
y se introduce en las Galias, en los Países del Danubio y las costas del Mar Negro. Y semejante al río que al encontrar obstáculo insuperable detiene por un momento su curso para después
correr con más fuerza, violencia y rapidez, así la Iglesia, estorbada, digámoslo, en su paso
vencedor, en su marcha triunfal, vuelve a continuar su camino con más bríos, con más energías por toda la tierra.
Cristo, su fundador, fue perseguido, calumniado y enclavado en una Cruz, y su Iglesia
tiene también que pasar por el crisol de la tribulación, tiene que purificarse y consolidarse en
medio de la persecución, en medio de los tormentos, para poder asemejarse a Aquel que se
hizo «el oprobio de los hombres y el desecho de la plebe».
Llega, pues, la persecución y el Infierno vomita de sus antros la repugnante figura del
cruel Nerón que, con pretexto del incendio de Roma, manda la primera persecución general.
Desencadénase la tormenta, el infierno acude con todo su poder, con toda su rabia, y la sangre
de los cristianos corre a torrentes por los campos y por las calles donde se mezcla con las cenizas de la ciudad devorada por las llamas; corre la sangre de los cristianos, cuyos cuerpos
sirven de antorchas en los mismos jardines de Nerón; y San Pedro y San Pablo vierten su sangre y pierden sus vidas para confirmar la doctrina que predican, dando a Roma, con sus muertes, más glorias que los Césares y Emperadores la dieran con sus conquistas, con sus triunfos
y victorias.
Sucede a Nerón el bárbaro Domiciano que manda la segunda persecución, repitiéndose
todas las crueldades, todas las abominaciones de su predecesor; y tras las horribles figuras de
Nerón y Domiciano se nos presentan las de los no menos inhumanos y crueles Trajano, Marco
Aurelio, Cómodo, S. Severo, M. Tracio, Lecio, Galo, Valeriano, Galicuo y la repugnante y
asquerosa del impío y bárbaro Diocleciano que manda la última y más terrible persecución
contra los seguidores de Cristo.
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Diez veces se recrudece la persecución contra el nombre cristiano, y diez veces corren los
cristianos a derramar su sangre y perder sus vidas por la religión santa del Crucificado; y diez
veces corre la sangre de los cristianos, fecundando y purificando la tierra que, al finar la persecución, se ve limpia de las inmundicias del Paganismo. Corren los cristianos a regar con su
sangre el árbol santo de la Cruz como si trataran de darle vida y superiores energías, y la
Cruz, cual si realmente de ella recibiera más bríos y nueva savia, se cubre de ramas y verdes
hojas que extiende por toda la tierra para cobijar con ellas a toda la humanidad. Y la Cruz del
Redentor se levanta airosa sobre los escombros del mundo pagano, extiende sus brazos ensangrentados y amorosos por el universo, le da calor y vida, y de pagano le vuelve cristiano.
Y la Cruz ondea en lo más elevado de los montes, como en las más humildes llanuras; en las
populosas y soberbias ciudades y en las míseras y escondidas aldeas; en las torres más altivas
y en los edificios humildes; y en los palacios de los Césares y en los templos, de la misma
manera que en las casas y habitaciones de los cristianos.
Mas a pesar de este triunfo, la iglesia que nació en medio de la persecución, y que creció
y aun se multiplicó por delio de ella, será perseguida en todos los tiempos y lugares, según
predijo ya su mismo Fundador; será perseguida, porque el demonio, que hasta entonces era
dueño y señor del universo, suscitará enemigos que la persigan de muerte, empleará toda su
rabia y furor para recobrar su antiguo poderío; y desde su fundación hasta nuestros días la
Iglesia ha sido perseguida, ha sido combatida por el poder infernal, ha sido combatida por los
impíos, ha luchado con enemigos fuertes y tenaces decididos a perderla, y siempre ha vencido, siempre ha triunfado de todos ellos.
Lucha en el siglo II con los Gnósticos, Montanistas y sus sectas, y los condena; separa de
su seno a los Novacianos y Maniqueos; lucha de una manera denodada y continua con los
Pelagianos, Nestorianos y Eutiquianos y los vence y excomulga, apartándolos de su campo;
entabla recia batalla con los Donatistas, con los Arrianos, y vence y triunfa. Y cuando los
bárbaros, al mando de Alarico, devastan la Italia, Galia y España, haciendo retroceder la cultura y sumiendo al mundo occidental en las tinieblas de la ignorancia,
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la Iglesia corre hacia ellos, los civiliza y convierte. Y cuando Atila, «el azote de Dios», después de apoderarse de gran parte del Asia, entra en Europa con sus formidables huestes, y que
seca a su paso la hierba que pisan las plantas de su caballo, también acude la Iglesia y el feroz
Atila es vencido en los «Campos Cataláunicos» y la Iglesia triunfa y vence. Seguid adelante y
la veréis siempre luchando y siempre victoriosa. Llega eI periodo de 1073 a 1307 y se entabla
aquella terrible lucha entre el Pontificado y el Imperio, entre el Estado y la Iglesia. Lucha en
Alemania, en Inglaterra y en Francia; prepara Gregorio VII el florecimiento del Pontificado
para llegar con Inocencio III al mayor grado de grandeza y esplendor. Decae después esta
grandeza y autoridad papal con el destierro de Aviñón, contienda con dos Emperadores y
cisma de occidente que conmovió y trajo revuelta y dividida a toda la Iglesia y condena luego
las herejías que son principio precursor del Protestantismo. Y llega luego la terrible contienda
con los Protestantes: cuando gran parte de Europa se aparta de la Iglesia católica y abraza el
Protestantismo. Ella permanece firme y serena en medio del vendaval que la sacude sin piedad; entabla una lucha sin cuartel con todos los poderes de la tierra, con todos los Emperadores y Príncipes que siguen al apóstata Lutero, y la Iglesia, sacudida por todas partes como
nave por deshecha tormenta, flota sin hundirse, avanza sin zozobrar y llega a feliz término
guiada por el experto timonel que la rige y ayudada por la asistencia que la dirige desde lo
alto; sale purificada de esta prueba caldaria y en lugar de los pueblos que se apartan de su
seno, acuden presurosos a su regazo naciones nuevas, pueblos enteros que calman con su llegada el dolor que le produjera la partida y separación de los otros.
Y llega el año 1789 y la Iglesia se ve de nuevo combatida por la Revolución Francesa,
que se extiende luego por todos los países y trastorna la Europa toda, llevando el desorden a
las más fuertes y mejor organizadas naciones; lucha contra el déspota e hipócrita Napoleón
que se burla de las amenazas y excomunión del Pontífice y recibe el premio de su soberbia y
ambición, siendo confinado en Santa Elena donde muere abandonado y olvidado de todos y
excitando la compasión de sus más fieros adversarios.
Llegamos ya a los tiempos modernos y la Religión es perseguida
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en Francia donde se arroja a las Órdenes Religiosas y se ataca como en otros tiempos a la
Iglesia Católica. No se repiten ya aquellas terribles persecuciones que obligaban a los cristianos a encerrarse en las catacumbas, ni las funestas herejías que precisaban la reunión de los
Concilios para condenarlas; nada de esto hay en la actualidad, pero la Iglesia tiene que sostener cruda lucha con el Racionalismo, Modernismo, Materialismo y con el pernicioso Liberalismo que, como decía el P. Ezequiel Moreno, es «el gran pecado de la Época».
Tiene que luchar con el ateísmo de los Estados, con los mismos errores y locuras de una
filosofía pagana; tiene que combatir a la escuela laica que nada enseña de Dios; con la escuela
neutra, funestísimo artificio de la impiedad para engañar a los incautos, porque una escuela es
de todo punto imposible que pueda ser neutra, y tiene que luchar con el materialismo que
avanza corrompiendo, y con el indiferentismo absorbente que corrompe la sociedad actual,
con el indiferentismo que destruye hasta los sentimientos más naturales de todo hombre, de
todo hombre de bien. Tiene que luchar con el Liberalismo en todas sus formas y en sus múltiples variedades y aspectos; tiene que luchar, en fin, con enemigos astutos y sagaces, más sagaces y más astutos quizá que los de los primeros siglos. Y en esta lucha sin igual, ¿no vencerá, no saldrá triunfante como en todas las anteriores? La Iglesia que venció y se propagó en
las persecuciones, que abatió el fanatismo musulmán, que cristianizó a los Bárbaros, humilló
la soberbia y ambición de los más fuertes y esclarecidos Emperadores; la Iglesia que condenó
infinidad de herejes y de herejías; que luchó venciendo por espacio de diez y nueve siglos,
que salvó al mundo haciéndolo cristiano; la Iglesia, en fin, que venció siempre y en todo
tiempo a sus adversarios, ¿sucumbirá tal vez en esta lucha que sostiene contra el poder de las
tinieblas? ¿perecerá en medio de tantos trofeos, de tantos laureles? Nunca, jamás. Las puertas
del infierno no prevalecerán contra ella. Son palabras de su Divino Fundador que no pueden
faltar y que no faltarán, porque son palabras de un Dios y Dios no puede engañarse ni engañarnos.
¡Y qué cuadro tan sublimemente grandioso presenta la Iglesia levantándose sobre las naciones y permaneciendo siempre firme,
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siempre tranquila en medio de tan deshechas tormentas y en un mundo que va cayéndose a
pedazos!
Cae el Imperio Romano con todas sus instituciones, con todas sus glorias y grandezas; el
imperio de Alejandro Magno se deshace y queda hecho jirones, pasando su grandeza a la historia para que lo contemplen las generaciones venideras. Húndese en los abismos el poderío
de Mahoma, de Alarico y Atila, de Tamerlán y sus sucesores. Disípanse como nubes de humo
las glorias de Napoleón y las de todos los poderes y naciones de la Europa, derrúmbanse instituciones fuertes, ruedan coronas, caen hechos pedazos los cetros de los grandes Emperadores,
pasan al olvido las hazañas de los antepasados y solamente la Iglesia católica permanece en
pie y serena por espacio de diez y nueve siglos en medio de tanta desgracia, de tanta desventura. Levantada sobre todas las naciones, contempla cómo las generaciones pasan y no vuelven, cómo el mundo da vueltas y camina a su fin y Ella sola queda, inquebrantable, la misma,
queda para siempre y como la fundara su Divino Fundador, el Maestro de la vida, Cristo crucificado.
Y en medio de esta tormenta que va sacudiendo a la Europa y al mundo todo por sus cimientos, cuando unos pueblos caen y otros se levantan, fórmanse nuevas naciones y pasan
otras a la historia, cuando la humanidad gime desconsolada por el azote que la humilla, por la
calamidad actual que no tuvo semejante en la historia y que parece prevenir los tiempos apocalípticos, cuando todo amenaza hundirse para siempre; Ella sola sigue su curso bienhechor,
llamando inconsolable y con gemidos de madre amorosa a las naciones que apostataron, a los
pueblos que prevaricaron y a los hijos ingratos que en su locura la abandonaron, despreciaron
y desampararon.
Marcilla y Noviembre de 1919.
Fr. PEDRO ZUNZÁRREN DE LA CONCEPCIÓN
A. R.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
COVADONGA
(Continuación)
II
ANTRUM
Acclini montem scandit, crescentibus umbris,
Tramite vir, nigredine tincta veste, modestus;
Talarem quamvis humeris non portat amictum
Sacrum, cuilibet apparet verusque sacerdos.
Castaneas oculis ingentes sive pererrat,
Quae circum surgunt, gravidis orientibus umbris,
Purpureos hilarans et flavos sive colores
Occidui spectat solis, laetatus adhucque
Suspicit umbras, et picturas versicolores;
Conspectusque revelat mystae paulo serenus
Suavia contemplantis delectamina mentis,
Assiduos etiam commotus cordis amantis,
Demonstratque, sibi pugnam apparere flagrantem.
Æterno solvit memori de pectore grates,
Qui bonitatem terrigenis mire undique prodit.
Turbaturque simul, vigili sub mente revolvit,
Cur homines patrent sceleratae crimina vitae.
Torpescit stupefactus, demiratur et acta
Summa Dei, feritati quae vehemnenter, obesse
Non cessant rabidae. Dum talia corde viator
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Flammato removebat, confestim ora remittit
Tunc gravitate repleta, quod oras lumina ad altas
Tendens, Ausebam qua de ratione feratur;
Mox meminit, quareque, locans in corde sinistram,
Pura, rogans, oculis coeli palatia spectat:
Lumina dulcis amoris fixa tenebat Olimpo
Sic, ut celestis Triadi cherubin venerandae
Ostendat supplex miserandi vota precantis.
Haudque moratus anhelans in fastigia montis
Scandit saxosum per iter, quo non semel ille
Ascendisse videtur, firmo nam pede fertur:
Immensosque meant clives, non incidit umquam.
En, illic valde proprius, locus eminet asper,
Quorsurn fert agiles incensus Presbyter, atque
Circumfert oculos: alio hos deflectere nescit,
Postquam viae apicem nudum prospexit aperte.
Praegrediamur: soleque profugiente, novorum
Quidnam contingat, tacita hac in parte sciemus.
Surgit faucibus ex imis, quas culmina montum
Formant, dura silex, praecisis undique saxis,
Qualis inexpugnabilis agger, cujus in imo
Vasta latet specus, ullius non facta labore.
Sanctus visu ridet anico, limine sidens,
Vir, cui canities in pectus decidit alba:
Hic vetulo celat tegumento membra, rudique
Cingulo obit medium corpus, nodusque vetustus
Astrictus vestigia longa fluebat ad ima;
Sandaliisque pedes solidis circundat egenus.
Hiccine vir solus deflexas exhibet ulnas:
Occupat atque rubens jucundas purpura malas:
Effluvium casti mentem capientis amoris,
Quae sacris tempusque vovet vitamque rogatis.
Est monachus quidam, exemplar venerabile morum,
Qui peocul aspernans istius gaudia mundi,
Vile tenebroso castigat corpus in antro,
Æternasque victus res cum mente recunsat.
¡Ecce quibus, tantum Christi qui mititat armis,
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SACERDOS
MONACHUS
SACERDOS
SACERDOS
Cor mentemque dicat! Suavis flagrante putabat
Haec animo, cum non longe vestigia captat
Aure silenter; comparetque repente sacerdos,
Qui prius illuc incesus tendebat anhelos:
Ille prior sursum se tollit: libat amice
Oscula dextrae Presbyteri, qui porrigit illam.
Post, veluti noti, grato sermone profantur,
Obductamque tenebris intrant ambo caveram;
Succenduntque facem pinguem, quae luce sacratum
Fumifera retegit simulacrum Virginis almae,
Stans mensam super exilem; binisque residunt
Petris. Dicitur, haec inter se verba locutos:
«Moesta, comes, tibi, jucundissime, nuncia porto:
«Diros Asturiam mauros penetrasse videtur,
«Agmine facto, vesana rabieque furentes,
«In postremis ut depugnent arcibus acres
«Hispanos. Animosus, quem legere, Pelajus,
«Ductorem magnates, propositoque fidelis,
«Praelia tentat, duxque peritus mente sagaci
«Tuta parat nervose propugnacola bello:
«Hosce per anfractus adoriri fraude dolosa
«Hostes attentas rabidamque cacumine ab alto
«Proculcare audaciam. ¡At hostes ecce quot astant!
«Cras, mihi crede, dies nobis fulgebit avcerba.
«Fortassis secus obtinget. Sortemque subire
«Advenis, Æther quam coelestis comparet illis?
«Non id mente labes». (MONACHUS) «Haec auribus imbibe dicta.
«Pectore namque futura meo praesentio fata.
«Nuper et ore fuisti talia verba profatus:
«Qui socii simul armantur, ductore Pelajo,
«Non vitiis addicti, ut quos in limina mortis
«Patria nec jamdudum nostra reduxit atroces.
«Vera referes, quoniam proceres, virtute, fideles,
«Firmata, Christum sequuntur, cordaque pugnae
«Fortia sunt istis». (MONACHUS) «Arcana Dei nimiumque
«Judicia ima; suos sed nullo deserit aevo,
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«Cum varils agitantur funestisque periclis.
«¡Sic Hispania nigris debellata Sabaeis!
«Auxilio divino, forte caterva vetustum
«Christicolarum parvula Iberis reddet honorem:
«Adsit certa tibi in coelo fiducia semper.
—Suppliciterque, quasi tacita vi procubuere
Ambo, genu flexo, statuam Purae ante Mariae.
Et repetitis pro patria Altum vocibus orant.
Eripiunt umbre subito lucemque diemque
Amborum ex oculis: specui nox incubat atra.
Antea fax, lucem jaciens, restinguitur, antro.
Fronde super comites placida laxare quiete
Membra, saluti quorum consulit angelus Axis.
FR. GREGORIUS ARMAS A P. CONCEPTIONE
Novitius
s
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
EL RACIONALISMO Y LAS ALEGRÍAS DEL VIVIR
Tu graves domes populo catenas,
Tu diem pulsis revocabis umbris,
Tu bonis pelles mala, laeta maestis
Jata reduces.
Sarbievius
I
Colocado el hombre en el paraíso de delicias, en la región serena y apacible de la Gracia,
respiraba un ambiente saturado de una alegría purísima; todo en la naturaleza le sonreía cariñosamente; el cielo azul y transparente al través del cual vislumbraba la eterna sonrisa de
Dios; la naturaleza rica y engalanada sólo tenía para él luz y armonías, aromas y colores, flores y frutos sabrosísimos.
Mas, por desgracia, breve fue aquel estado de feliz inocencia; pronto sonó la hora de la
tremenda tragedia y del infortunio tremendo; rebélase el hombre contra Dios, desoyendo sus
voces y quebrantando sus mandatos; y entonces cúbrese el cielo de nubes, la tierra de nieblas,
el suelo de abrojos y espinas, la naturaleza se viste de luto para llorar la horrenda desobediencia, los animales, antes tan sumisos y cariñosos, huyen espantados de aquel monstruo rebelde
y preparan sus armas para luchar contra él; y el cielo del alma, ¡ah! el cielo del alma, antes tan
limpio y sereno, con un ambiente embalsamado de inefables armonías, bañado en resplandores suavísimos y templo de la hermosura divina, envuélvese súbitamente en la cerrazón de
una noche espantosa; rómpese el equilibrio de aquella atmósfera serenísima; se desata furiosa
la carne en
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horribles tempestades y tormentas; estalla el espíritu en infames rebeldías y protestas, gritando con ferocidad: ¡Guerra a Dios!; y ¡Guerra a Dios!, repiten las pasiones impetuosamente
desencadenadas; a una se sublevan cuerpo y espíritu, esgrimiendo furibundos las armas de la
concupiscencia y de la soberbia renovando la guerra titánica de las leyendas paganas; y desde
entonces comenzó la lucha intestina, que diría Pascal en sus Pensamientos, entre las pasiones
y la razón, y «Dios y el hombre comenzaron a reñir aquel gigantesco combate, cuyas vicisitudes son el asunto perpetuo de la historia»1. Y la raza pecadora de Adán, ese Caín rebelde y
homicida empezó a habitar prófugo sobre la tierra, perseguido de la negra y funesta sombra de
su pecado y creyendo con espantosa ilusión oír en todas partes el grito aterrador de la divina
justicia ultrajada.
Y lloraba triste su castigo, derramando lágrimas, que, uniéndose formaron aquel río sin
fondo de amargura, en que venía navegando, en medio de noche tenebrosa, sobre las revueltas
y cenagosas aguas de su carne, casi apagado el vacilante faro de su razón, triste y apenada el
alma, desgarrado y pedazos hecho el corazón. Y gemía casi moribundo el hombre, con la
frente abatida y nublada por la tristeza, cuando una noche plácida y serenísima, rómpese el
muro del cielo y una muchedumbre de Ángeles hace brotar de sus arpas inmortales un torrente de armonía, que se difunde por la tierra, llevando a todas partes el canto de la victoria y el
grito de la alegría y de la paz.
¡Gloria in excelsis Deo et in terra pax hominibus! Había cesado la guerra titánica del
hombre contra Dios y fue el Verbo el que bajó a reconciliarse con nosotros y se hizo carne y
apareció en Belén, lleno de gracia y de verdad, según la frase tierna y consoladora del secretario de los grandes misterios, del divino S. Juan.
Toda la creación palpitó de gozo y dio visibles muestras de su contento; envíale los cielos
un astro para alumbrar la cueva donde nace; salúdanle los Ángeles con inefables armonías: las
ciudades mandan a sus reyes con presentes y agasajos y los montes a sus pastores a ofrecerle
las hermosas flores de la inocencia y sencillez.
1
Donoso Cortés. Ensayo.
39
¿Qué lengua puede declarar la alegría intensa de aquella noche, con que el día más radiante
no tiene que ver en cosa alguna? Si sólo su recuerdo es tan dulce para nosotros, ya tan lejanos,
¿qué sería estar con ella en íntima vecindad y ser testigos de ella y oír la música divina y ver
el rostro sonrosado del tiernísimo Infantico, y gozar de su sonrisa, y besarle mil veces en su
purísima frente, y apretar entre las nuestras sus tiernas manecicas, y arrimarlo a nuestros pechos para que en ellos infunda el calor de la vida eterna? ¡Ah! no somos dignos (yo por lo
menos) de tan grande merced; mas ya que no podemos hundir nuestros labios en aquel mar de
castísimos deleites, sentémonos un rato a la vera de uno de sus arroyos y bañémonos en luz y
alegría en la límpida fuente de Navidad, en ese oasis deleitable que puso Dios en medio del
desierto de la vida. ¡Navidad! ¡Qué nombre tan dulcemente halagüeño para el alma! ¿Quién
no la espera con impaciencia y la aguarda con amor para gozar de sus indecibles alegrías?
El mundo entero ofrécese a los ojos risueño y encantador en estos días del Nacimiento de
Cristo. Un río de inmensa alegría parece que fluye del Paraíso e invade el campo de los corazones, inundándolo con sus dulces aguas. Los cielos, como dice muy galanamente el melífluo
Fr. Juan de los Ángeles, están goteando dulcísima miel de consuelo el día que nace Dios en el
mundo. Una fuerza sobrenatural y misteriosa parece apoderarse del hombre, moviendo todas
sus facultades con su impulso secretísimo; bullen en la mente ideas consoladoras y en la memoria recuerdos halagadores; la fantasía se nutre de imágenes risueñas y el corazón palpita
con encendido amor; el hombre entero se apresura a ofrecer sus dones al Niñito de Belén. La
poesía y la música, esas dos hermanas gemelas, cual vírgenes lindas y castísimas, engalanadas
con sus más bellos atavíos y más vistosas vestiduras, recorren diligentes y gozosas las campiñas pintorescas de Belén; aquélla, recogiendo las flores que sus poéticos valles hermosean,
para tejer con ellas bellísimas guirnaldas y coronar con ellas la tersa frente del Salvador; ésta,
visitando presurosa sus bosques rumorosos para escuchar con atento oído las monótonas canciones de sus fuentes, los rumores de sus selvas deliciosas y el alegre gorjear de sus dulces
pajarillos que aquel día madrugaron para saludar con arrobadoras melodías la aurora de
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las almas que a los mortales se mostraba; ambas, abrazándose para cantar las glorias del divino Infante, con esas canciones características de Navidad que se llaman villancicos, impregnados de un lirismo suave, delicado y enternecedor, que a torrentes vierten sobre el alma la
ambrosía de dulcísimos consuelos, de recuerdos halagüeños, de gratas esperanzas y dulzuras
que trascienden a miel de humana poesía. Esa música tan divina de los villancicos no parece
sino eco de las armonías que los Ángeles arrancaron a sus arpas celestiales en aquella venturosa Noche.
¡Y cuánto no acrecienta el dulzor de tan santas alegrías la Iglesia Católica, «esa Madre de
la poesía y del arte y fuente de poéticos pensamientos», como la llama Dowden1, poniendo
ante nuestros ojos las escenas de los días de tan fausto acontecimiento, por medio de los belencitos que, con admirable instinto poético, introdujo en nuestros templos! ¡Cuánto nos deleitan las claras fuentecillas, los montes de nieve coronados y cubiertos de rebaños, y los inocentísimos zagales llevando en sus hombros blanquísimos recentales o tañendo dulces instrumentos y bailando al son de dulcísimas sonatas pastoriles! Y sobre todo ¡cómo recrea nuestra
alma el astro que alumbró la cueva del Infante, como símbolo sagrado de aquel nuevo Sol que
comenzaba a brillar en el horizonte de la inteligencia humana y que venía a desterrar con su
claror la lóbrega noche del alma, la negra nube del error que, preñada de oscuridad, cargada
de tormentas y de mil tristezas agoreras, luengos siglos había que sobre la cabeza de los míseros mortales se cernía!
Pero no nos detengamos en puros símbolos; entremos en la cueva donde se ha escondido
el Dios de la Majestad bajo el velo de nuestra carne. Míralo; en Él se abrazan todos los encantos de la niñez, todas las purezas de la infancia y todas las mayestáticas grandezas de la Divinidad; mira aquel cuerpecito tan tierno y tan blanco que parece está hecho de copos de nieve:
mira aquella su frente iluminada por los augustos resplandores del Verbo; ve aquellas manecicas blandísimas que están temblando de frío, son empero tan fuertes y robustas que desde
allí están pulsando la lira gigante de la Creación; contempla aquellos ojos con que penetró lo
más recóndito
1
Historia de la Literatura Francesa.
41
de nuestro ser, y aquellas sonrosadas mejillas arrasadas en lágrimas por nosotros, y aquel pecho de cristal, áureo sagrario que guarda el tesoro más precioso del mundo, el Corazón divino
donde están todas las ternuras y amores, todas las mieles y todas las dulzuras y que un día nos
lo ha de entregar como relicario inestimable de su amor.
¿Quién al contemplar aquel cuerpo purísimo de tanta belleza adornado, no lo abraza con
honestísimo placer y lo besa con ternura e inundado de gozo dícele amorosamente con un
poeta:
«No sé, Niño hermoso
Que he visto yo en Ti,
Que no sé qué tengo,
Desde que te vi?»
¿Quién no recoge aquellas lágrimas que derrama y las esconde en el cáliz del corazón para conservarlas, como perlas preciosísimas, que en sus dulces ojos han nacido? ¿Quién que
visita, nada más que en espíritu, aquel rinconcillo de Belén, aquel jardín paradisíaco de los
idilios divinos, aquel nido de purísimos amores, aquel epitalamio de la misericordia infinita,
no siente bañarse el alma en un mar inmenso de alegrías, sin mezcla de turbación? ¿Quién al
repasar en su memoria aquella noche solemne en que la virgen poesía recorrió el mundo llena
de pompas y hechicera, colmando de maravilla los ojos de los mortales que tuvieron la dicha
de contemplarla, en que se abrieron las cataratas del cielo para llover sobre la tierra todas las
hermosuras y deleites? ¿Quién, digo, puede haber, aunque esté como yo reñido con las musas,
que no reciba de ellas algún homenaje en este día y no sienta abrasado su pecho por el fuego
de lírico entusiasmo, pues aun parece que han tenido la bondad singular de abatirse a mi servicio, teniendo la paciencia de encender el pedernal de mi ruda fantasía? ¿Dónde encontraremos un corazón tan monstruoso, cuyas fibras no resuenen armoniosas este día «impresionadas
y conmovidas —diría el romántico Lamartine— por los innumerables estremecimientos del
alma y de la naturaleza?» ¡Oh noche ideal y misteriosa! No has muerto todavía; aún revives,
aún revives merced a la vida que le comunica la Iglesia de Cristo; aún tienen tus risueñas lontananzas fuerza bastante
42
a henchir de consolación los corazones de los hombres. ¿Quién se extrañará ahora de que la
alegría penetre por todas partes en el pueblo cristiano y sobre todo que, como un torrente de
delicias, inunde los hogares domésticos, desterrando las tristezas y llevando a los labios la
sonrisa, a los ojos la alegría, luz a las inteligencias, a los pechos solaz y contento y espiritualísimo placer?
¡Las dulces alegrías del hogar en estos dias! ¡Oh, sublime cantor del hogar cristiano, y
altísimo poeta, Gabriel y Galán! ¡Quién pudiera arrebatar tu lira en estos momentos!… ¡Quién
pudiera expresar dignamente esas escenas tan íntimas de la familia y beneficiar esos riquísimos veneros de poesías, la más humana a la vez que la más dulce para nosotros! ¡Quién pudiera declarar esos desbordamientos del amor maternal, esos ríos caudalosos, o, mejor, esos
mares sin fondo de su ternura, que ninguna inteligencia humana ha podido sondear! Navidad
es la fiesta de los niños (los seres más parecidos al Niño-Dios) y es por ende la fiesta de las
madres. Éstas creen ver el mejor retrato del Divino Infante en el pedazo de sus entrañas, ven
la inocencia y pureza del Salvador en la candorosa frente de sus hijos retratada, y conocen la
suma amabilidad del párvulo de las antiguas profecías por la amabilidad sin límite de sus
hijos; y el niño aparece a los ojos de la madre como sobrenaturalizado por esas semejanzas
con el Pequeñuelo de Belén; y ¡cuánto no acrecienta esto su amor hacia él y lo acendra y espiritualiza! Y al propio tiempo este afecto a su nene, ¡cuánto no aumenta el amor tierno hacia el
Niño-Dios y qué intuición tan viva no les da de las escenas de Belén y les hace comprender
las alegrías de la Divina Madre Inmaculada, María, cuando acariciaba a su Hijo y Éste le pagaba con una sonrisa, en extremo cariñosa, capaz de alegrar los seres más insensibles del universo, cuánto más el corazón de una Madre, y Madre como la Purísima Virgen Maria! Y este
regocijo de los niños y de las Madres se extiende y comunica y se reparte por todos los miembros de la familia y se derrama, sobre todo, por el pecho de los ancianos que abrazan a sus
tiernos nietezuelos y con ellos juegan y se ríen y los aprietan con su corazón para que les infundan calor y se multipliquen las palpitaciones de la vida; y estampan en sus frentes mil besos con ternura indescriptible, porque,
43
las ven limpias y serenas, regio trono de la inocencia, donde no ha vertido su asquerosa baba
la inmunda sierpe de la malicia. Todo, en una palabra, todo es en la familia sonrisas, caricias,
alegrías, besos, amor y poesía. Y ¿dónde brota esa mente cristalina de regocijo universal? En
la gruta de Belén, en las fuentes del Salvador del mundo. Haurietis aquas in gaudio de fontibus Salvatoris (Isaías).
II
Lector, ya hemos recorrido el oasis amenísimo de las verdades católicas, tan poéticas y
embelesantes y nos hemos solazado contemplando largamente la florestas apacibles y aromosas de Belén.
Ahora tenemos que atravesar el hórrido desierto de las herejías y de los errores y blasfemias; pero no temas, pues cabalgaremos en los velocísimos corceles del pensamiento y atravesaremos como rayo eriales tan detestables.
Has de saber, pues, que hay un error, que da muerte cruel a todas esas santas alegrías, a
esos regocijos y castas expansiones del corazón; es el racionalismo, es decir, «entre todos los
pecados el más semejante al pecado original y que es como él un error actual y todos los errores en potencia», según lo califica nuestro inmortal Donoso1; es el racionalismo, o si quieres
modernismo, esto es, la horrísona explosión de la soberbia satánica, que, encerrada en el infierno y rodeada de los círculos dantescos, logró romper sus muros, estallando sobre la tierra;
la grande herejía, el inmundo pecado que encierra todas las impurezas y abominaciones y
rebeldías y gritos y maldiciones infernales. Horrenda blasfemia, que, al pronunciarse, ahoga el
alma del que la profiere y hasta mancha sus labios y corazón! Perdóname, lector, que ponga
sus sacrílegas afirmaciones, que hasta la pluma se resiste a copiar, entorpeciéndose en su movimiento. Él dice, por la boca satánica de Lessing, que ese Divino Niño es un grande impostor, semejante a Confucio y Mahoma; por boca de Harnack, Loysi y Pfleiderer, que es un pobre iluso e ignorante.
1
En su «Ensayo sobre el catolicismo».
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«Jesús, dice el protestante Stapfer, haciéndose eco de todos ellos, no ha sido más que un puro
hombre». Según Beischiag es un tejido de contradicciones. Lo mismo aseguran, poco más o
menos, Straus, Baur, fundador de la escuela hegeliana de Tubinga, Hartmann, Paulsen, Weiss
y otros muchos, cuya sacrílega galería puede verse en la excelente obra del insigne P. Cantera, Jesucristo y los Filósofos. Pero, sobre todo, está Renán, el apóstata infame, el hipócrita
más asqueroso que en el mundo ha sido, entre todos los hombres el más semejante al pérfido
traidor del Salvador. Este Judas de los tiempos modernos se acercó a Jesús con los labios
manchados con la mentira y besole traidoramente diciendo: Salve, oh columna la más alta de
la historia, alma lírica y soñadora, el más grande de los reveladores, etc.; pero luego confúndese con la chusma impía de los incrédulos y con los pontífices de la neocrítica y escarnécele,
denostándole con blasfemias, llamándole iluso, loco e ignorante, etc.; despójale de la brillante
corona de la divinidad, y, poniendo en sus manos la caña de las flaquezas humanas, móntale
sobre el jumento de su Vida1 y le pasea por el mundo entre el escarnio de las muchedumbres,
enloquecidas en orgías tumultuosas con el vino del indiferentismo, entre las risas y frenéticos
aplausos de sus admiradores volterianos, entre los acentos proféticos de Meignan y el amargo
llanto de la Iglesia, triste y desolada.
Finalmente, los Modernistas heredan de Renán la nefanda hipocresía y dan primero un
ósculo a Cristo, luego le desnudan de su Divinidad y acaban a lo mejor clavándole en la picota del ridículo, lleno de ultrajes y afrentas cruelísimas. Estos fantasean no se qué distinción
entre el Cristo histórico y el Cristo de la fe o ideal, y plagianos de los paganos2 atribuyen su
divinidad a la imaginación
1
Llamo jumento a la «Vida de Jesús» por Renán, porque así como este animal es entre nosotros símbolo de la
necedad, ignorancia y estupidez, así dicha obra está escrita con ignorancia y estupidez, sin filosofía, ni
crítica, ni sentido común siquiera: sólo tiene el brillante jaez del estilo. Véase al P. Cantera en la citada obra
y a Gatry «Los sofistas y la crítica».
2
EL Modernismo, bien pudiera llamarse también atavismo, pues su abuelo es el paganismo. Los paganos fueron
los que establecieron su tesis fundamental. «Pagani Christo tribuunt excellentissimam sapientiam, sed tanquam homini: discipulos vero ejus dicunt Magistro suo amplius tribuisse quam erat, ut eum Filium Dei dicerent et Verbum Dei, (S. Augus. De cons. Evang. 1, 1.º c. 7.º). Cabalmente, dicen lo mismo los Modernistas, aunque sustenten probarlo de distinto modo, como ya se deja suponer. (Esto lo pongo aquí para aborrecerlo más, conociendo su abolengo tan vil y detestable).
45
exaltada de sus discípulos, a la lenta elaboración del sentimiento religioso al través de los
tiempos y a la evolución psicológica de la conciencia de los primitivos cristianos. «Oh quantum est in rebus inane», que dijo un poeta.
Pues bien; ¿quién hay tan ciego que no vea que con tamañas blasfemias se despoja a ese
Divino Infante de toda su belleza ideal y realísima? ¿Quién no ve que con este error viene a
nublarse el cielo del corazón, cubriéndose de tristeza indefinible? La causa de todas las alegrías es la divinidad del Niño; es cierto que esa divinidad aparece exterior y aparentemente más
amable, vestida de nuestra carne y oculta en el cuerpecito de un infante; pero desnudadle de
su grandeza divina e igualadle con el resto de los hombres: la luz huirá del alegre portalejo,
que se tornará frío y oscuro; los pastores serán pobres ilusos; las armonías angélicas, quimera
poética; la noche de Navidad, tenebrosa y sombría; todo, vana ilusión que se desvanece en un
instante, dejando en el alma las huellas de un sueño1; y esa horrenda afirmación ahuyenta las
alegrías del hogar cristiano, clavando en sus puertas esta sacrílega blasfemia: Este Niño será
el grande impostor del hombre: aborrecedle. Y huyen del hogar las santas alegrías, las caricias, risas y diversiones infantiles y los regocijos maternales; muere ese optimismo sano, ennoblecedor, robusto y vigorizador del alma que reina en los pueblos cristianos, en esta fiesta
tan simpática, cantada por todos los poetas, anhelada por los padres, suspirada por los mozos
y aguardada con impaciencia por los niños.
Ahora bien; hay un principio en la escuela pragmatística moderna, ardientemente defendido por E. Le Roy2 que late en el fondo del voluntarisnto o humanismo contemporáneo,
según el
1
2
El modernista Loisy dice que es pura ficción todo lo milagroso que acompañó el nacimiento del Salvador.
Conf. Tanquerey. Sm. theol. fund. Append. de Doctrinis Modernistarum.
46
cual el criterio de la verdad es la vida: para descubrir la verdad de una teoría hay que mirar los
frutos que produce; si estos son buenos, es verdadera; falsa, de lo contrario.
Luego a la luz de esta doctrina, tomada de la Nueva Filosofía, ¿qué hemos de juzgar del
impío racionalismo, tan enemigo de la vida, pues da muerte a las santas alegrías del vivir, a
los dulces transportes de júbilo a que se entrega en estos días la humanidad mísera y doliente?
¿Qué hemos de juzgar de esa negación abominable de la Divinidad de Cristo, que agua todos
los contentos del corazón y lleva al espíritu el desasosiego y la turbación, reduciendo a puro
fantasma ese día imperecedero del Nacimiento de Cristo, en que se rompieron las cadenas de
nuestra esclavitud e hicieron las paces el cielo y la tierra, besándose amorosamente en la persona del nuevo Rey inmortal de los siglos, Cristo Jesús? No, no puede ser verdadera una teoría que produce frutos tan amargos y desabridos. Tú eres árbol maldito, oh impío racionalismo;
por tus venas no corre la savia de la verdad, dulce y sabrosísima a las almas; corre la ponzoña
del pérfido Satanás, el veneno mortífero de! error, depositado en tus secas y estériles ramas
por aquel abominable padre de la mentira: son tus ramas la cola de la serpiente infernal, tu
tronco las herejías, tus hojas la soberbia do los hombres, tus frutos dignos de eterna maldición. Tú eres el árbol de la ciencia del mal. ¡Por siempre maldito seas!
A ti bendigo, oh árbol frondosísimo del catolicismo que plantado estás, cual purísima
azucena, en las márgenes deliciosas de la fuente de vida eterna, el Niño Dios. Tú brotaste del
Corazón de Jesús en la tarde del Calvario: por tus venas circula la savia vigorosa de la sangre
divina, llevando a todas partes frescor y lozanía; tu tronco es el madero sacrosanto de la Cruz;
en tus ramas fecundas han puesto sus nidos las águilas de las inteligencias más sublimes, las
blancas palomas de las almas inocentes y las castísimas tórtolas de los corazones más limpios
que han volado en todos tiempos por el mundo, sin poner sus pies en el barro de las cosas
terrenas y sin rozar con sus alas en el lodazal de los pecados. Tú atraes sobre los hombres la
copiosa lluvia de las gracias, de ese rocío celestial que refresca y amortigua los ardores de las
concupiscencias. Tus hojas
47
están goleando dulcísima miel de consuelos para endulzar las amarguras de la vida y calmar
los dolores humanos. Tú eres el árbol de la ciencia del bien, plantado en medio del Edén y
guardado por ángel ceñido de brillante espada. Yo quiero cobijarme bajo tu sombra refrescante, a la dulce sombra de los misterios, mucho más luminosos que las teorías nebulosas del
príncipe de las tinieblas: yo quiero aplacar mi sed ardiente de verdad y de belleza en esa fuente que brota abundante a tus pies, en ese manantial inagotable del Corazón de Jesús que salió
con fuerza en la gruta de Belén e inundó cielos y tierra en la deliciosa noche de Navidad.
FR. V. C. DE S. A.
(Concluirá)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
UT DEUM AUGUSTINUS DOCEAT QUAERENDUM
(Continuación)
Deus insuper ex toto corde quaerendus. «Deum», docet Magister, «ex toto corde diligere
praeciperis, ut omnes cogilationes tuas: ex tota anima, ut omnem vitam tuam: ex tota mente
tua, ut omnem intellectum tuum in illum conferas a quo habes ea quae confers. Nullam ergo
vitae nostrae partem reliquit, quae vacare debeat, et quasi locum dare, ut alia re velit uti» (De
doctr. christ. 1. c. 27). Ipse vero, qui ex toto corde suo Deum amavit, hanc tradidit regulam:
«Ille juste et sancte vivit, qui rerum integer aestimator est. «Ipse est autem qui ordinatam dilectionem habet» (Ibid. l. 1, c. 27). Deus igitur ipse, quem toto corde quaerimus, Spiritum
nobis suae charitatis infundat, ut ipsum in omnibus et super omnia diligentes, ipsique adherentes, unus cum eo Spiritus efficiamur.
Hactenus, Augustino duce, diversos quaerendi modos indagavimus. Nunc videamus uti
animae Deum quaerenti ipse obviam exhibeat. De Sapientia sacrae asserunt litterae: «Dignos
se circuit ipsa quaerens, et in viis ostendit se illis hilariter, et in omni providentia occurrit
illis» (Sap. 6, 17). Quis non profussam miretur benignitatem? Quaerit ipsa quaerentes se Sapientia, occurrit ultro, et se ingerit. Audiamus magnum Patrem. «Quoquo enim te verteris,
49
vestigiis quibusdam, quae operibus suis impressit loquitur tibi, et te in exteriora etc. relabentem ipsis exieriorum formis intro revocat; ut quidquid te delectat in corpore, et per corporeos
illicit sensus, videas esse a Deo» (De lib. arb. l. 2, c. 16). Pergit deinceps: «Intuens ergo et
considerans universam creaturam quicumque iter agit ad Sapientiam, sentit Sapientiam in via
se sibi ostendi hilariter, et in omni providentia occurrere sibi; et tanto alacrius ardescit viam
istam peragere, quanto et ipsa via per illam pulchra est, ad quam exaestuat pervenire» (Ibid. c.
17).
Nonumquam vero Deus quaerentibus se subducit. Qui enim quaerit se quaeri, quaeritur
nisi quaeratur benignissimus Deus, idem ille non raro se abscondit, et qui ad se quaerendum
invitat, quasi vitat inveniri. Optime Augustinus: «Tota vita boni christiani, sanctum desiderium est. Quod desdieras nondum vides: sed desiderando capax efficieris; ut cum venerit quod
videas, implearis. Sicuti enim, si velles implere aliquem sinum, et nosti quam magnum est
quod dabitur, extendis sinum vel sacci vel utris, vel alicujus rei; nosti quam missurus es, et
vides quia angustus est sinus, extendendo facis capaciorem: sic Deus differendo extendit desiderium: desiderando extendit animus, extendendo fit capax. Desideremus ergo, fratres, quia
implendi sumus. Haec est vita nostra, ut desiderando exerceamus». (Tract. 4 in Epist. Joann.).
Et alibi, exponens illud Psalmi: «Adhaesit» (sive ut ipse legit: «adglutinata est) anima mea
post te»; exclamat: «Videte desiderantem, videte sitientem, videte quomodo haeret Deo. Nascitur in vobis iste affectus, si jam germinat, compluatur, et crescat, perveniat ad tale robur, ut
et vos dictáis ex toto corde: adglutinata est anima mea post te. Ubi est ipsum gluten? Ipsum
gluten charitas est. Chritatem habe, quo glutino adglutinetur anima tua post Deum tuum» (In
Ps. 62).
Se jam quae vox, quae poterit lingua retexere, quae mens concipere, aut littera scribere
constanter Domino quid sit amabili se conjungere glutine? Quam eximium illud si Deum tenere, Deo adhaerere? «Mihi», inquit Psaltes, «Adhaerere Deo bonum est» (Ps. 92). Quid autem est adhaerere Deo? Respondet Augustinus: «Deo esse subjectum, ita ut in medio quod
separet nihil sit. Etenim quod latissime de charitate a S. Paulo dictum est, quis nos separabit,
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etc., hic uno verbo continetur, quod ait: inhaerere. Item quod addit: Bonum est, nonne ad illud
respicit, quod apud Apostolum positum est, diligentibus Deum omnia procedunt in bonum: ut
una sententia, duobusque verbis. Propheta et vim et fructum charitatis ostendat» (De morib.
EccI. l. 1, c. 15). Idem sanctissimus Doctor ait: «Deo haeremus per sanctificationem: sanctificati enim plena et integra charilate flagramus, qua sola efficitur, ut a Deo non avertamur, eique potius, quam huic mundo conformemur. Praedestinavit enim, ut ait Apostolus, conformes
nos fieri imagini Filii ejus: fit ergo per charitatem ut conformemur Deo» (Ibid. c. 13). Rursum
vero interrogat: «Quid erit optimum hominis, nisi cui inhaerere est beatissimum? Id antem est
solus Deus: cui haerere certe non valemus, nisi dilectione, amore, charitate». (Ibid. c. 14). Sed
vide quam feliciter Deus lumen est, qul illi cohaeret, accenditur et inflammatur. Hinc Augustinus: «Ut sit homo aliquid, convertat se ad illum a quo creatus est; recedendo enim frigescit,
accedendo fervescit, recedendo tenebrescit, accedendo clarescit; a quo enim habet ut sit, apud
illum hahet ut bene sit» (In Ps. 72). Quis vero bonum illud explicet, quod his verbis ab eodem
Augustino commendatur: «Cum inhaesero tibi ex omni me, omnino nusquam erit mihi dolor
et labor, et viva erit vita mea tota plena te» (Conf. l. 10, c. 28). O vita plena Deo! Nam ut
Apostolus ait: «Qui adhaeret Deo, unus cum eo spiritus efficitur». «Eligant ergo alii» (ut Augustini verbis claudamus) «militiam, alii advocationem, alii diversas variasque doctrinas, alii
negotiationem, alii agniculturam: mihi autem adhaerere Deo bonum est, Deo adhaerere nihil
melius» (In Ps. 72). Quem quicumque invenerit, merito tenet, stringit, nec dimittit.
FR. H. P. A S. F.
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
SUBSISTENCIA NO SUBSISTENTE
Al M. R. P. Fabo
Desde que por la misericordia de Dios tuvimos la dicha de emitir los votos religiosos en
la benemérita Orden de Agustinos Recoletos, hemos procurado seguir con la mayor atención
el desarrollo científico de la misma, sobre todo en estos últimos veinte años.
Muchas y de muy variadas materias han sido las obras, que un pequeño núcleo de escritores recoletos han dado a la imprenta en ese corto lapso de tiempo, y no dudamos confesar que
uno de los que más se han distinguido entre ellos es el P. Pedro Fabo del Corazón de María.
Literato, filólogo, poeta, historiador; bajo estos y otros muchos aspectos se ha revelado tan
ilustrado religioso ante el mundo sabio; y no vayamos a decir que dichas materias las toca por
encima, sin profundizar en ellas, porque si así fuera no ostentaría tantos títulos y timbres de
gloria; trata las cuestiones en que su pluma se ejercita con verdadero conocimiento de las
mismas, hasta tal punto, que habíamos llegado a creer que el vulgar adagio, «Pluribus intentus
minor est ad singula sensus», no tenía en él exacto cumplimiento.
Este concepto teníamos formado de la ciencia y conocimientos del P. Fabo cuando llegó
a nuestras manos el número 1.103 de la revista Ciudad de Dios, perteneciente al 5 de Mayo de
1919, en que dicho Padre estampa en un artículo, cuyo epígrafe es, «Obispo octogenario escribiendo libros», entre otras, que no suscribimos,
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la siguiente afirmación: «Pasa por alto, como es natural, (se refiere al libro del Ilmo. P. Minguella) las explicaciones sobre cómo puede llamarse el Espíritu Santo, padre de Cristo en
cuanto hombre, pues no le comunicó su substancia divina, sino que formó el cuerpo de la
substancia de María, y no como tercera persona de la Trinidad, sino como subsistente en las
tres, aunque al Espíritu Santo se atribuye esta operación por apropiación especial, como se le
atribuye la comunicación de la gracia a los hombres».
No dábamos crédito a nuestros ojos al leerlas, y juzgamos benignamente que sólo un descuido había llevado al P. Fabo a escribirlas; pero cuando las vimos reproducidas en este BOLETÍN, no pudimos menos de rectificar nuestra opinión y lo sentimos. Lo sentimos por el P.
Fabo, pues habiendo escrito tanto y tan bien de diversas materias y con variados estilos, como
él mismo confiesa, al llegar a escribir algo de Teología, la ciencia por excelencia, y la que
debe constituir el fundamento y la substancia, por decirlo así, de los conocimientos que el
sacerdote y mucho más el religioso está obligado a poseer, se descuelga con esas palabras
que, tomadas como suenan, están destituidas de exactitud y precisión teológicas.
Y para que no se nos achaque que lanzamos afirmaciones sin la correspondiente prueba,
van a permitirnos los lectores del BOLETÍN, internarnos unos momentos por el campo de la
Filosofía, para que esa ciencia, tanto más desdeñada cuanto menos conocida, nos conduzca a
los principios y deducciones, que la Teología católica afirma, y con los cuales está en oposición manifiesta la aseveración del P. Fabo.
Ante todo hay que sentar como principio y base preliminar de toda discusión teológica
que todos nuestros conocimientos acerca de Dios no son propios e inmediatos, sino análogos
y mediatos, elevándonos por medio de la contemplación de las criaturas, a la contemplación
de la esencia y perfecciones divinas, por aquellas tres vías indicadas ya magistralmente en los
libros del Pseudo-Dionisio Areopagita; via causalitatis, via remotionis y via excessus.
Hecha esta observación de todo punto indispensable en la presente materia, vamos a definir y concretar los términos de la presente cuestión.
Las palabras antes citadas del P. Fabo se refieren al modo como
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obró el Espíritu Santo en la concepción o formación del cuerpo de Cristo, estableciendo que
operó, no como tercera Persona de la Trinidad beatísima, sino como subsistente en las tres.
La discusión que promovemos nosotros versa principalmente sobre estas últimas palabras, como subsistente en las tres, y afirmamos que dicha expresión no sólo no indica y manifiesta el recto modo de obrar del Espíritu Santo en la formación del sacratísimo cuerpo de
Cristo, sino que el dogma de la Santísima Trinidad, según lo explica la Iglesia, no está en perfecta armonía con dicha frase, antes al contrario, en oposición manifiesta. Y para proceder
con orden, como antes es el principio de operación y la operación que el modo de la misma, la
examinaremos primero con respecto al dogma de la Trinidad; cuyo examen nos dejará el camino expedito y fácil para la consideración, estudio y crítica de la misma con relación al de la
Encarnación.
Nuestra Santa Madre la Iglesia define el misterio profundo de la Trinidad en este luminosísimo canon del Concilio Lateranense IV (1215), que literalmente dice así: «Firmiter credimus et simpliciter confitemur quod unus solus est verus Deus... Pater, et Filius et Spiritus
Sanctus: tres quidem personae, sed una essentia, substantia seu natura simplex omnino: Pater
a nullo, Filius a Patre solo, ac Spiritus Sanctus simul ab utroque… consubstantiales et coaequales et coomnipotentes et coaeterni… credimus et confitemur cum Petro Lombardo, quod
una quaedam summa res est, incomprehensibilis quidem et ineffabilis, quae veraciter est Pater, et Filius, et Spiritus Sanctus, tres simul personae ac singillatim quaelibet earundem: et
ideo in Deo solummodo Trinitas est, non quaternitas: quia quaelibet trium personarum est
illa res, videlicet, substantia, essentia seu natura divina»1.
No traducimos este canon en gracia a la brevedad, pero basados en él, definiremos con
Tanquerey, el augusto Sacramento de la Santísima Trinidad del modo siguiente: Mysterium
trium personarum realiter distinctarum in una et eadem numerice substantia, natura aut essentia, quarum secunda a prima procedit per veram generationem, tertia autem a prima et
1
Denzinger, núm. 355-358.
54
secunda, tanquam ab uno principio per spirationem1.
Cuatro cosas podemos considerar en este misterio: 1.ª real distinción entre las tres divinas
personas; 2.ª perfecta unidad de naturaleza, no sólo genérica o específica, sino también numérica, o sea, lo que llamamos consubstancialidad; 3.ª procesión de la segunda persona de la
primera por verdadera generación; 4.ª procesión de la tercera persona de la primera y de la
segunda, como de un mismo principio, por espiración. O en pocas palabras; unidad de esencia, naturaleza y substancia, que en Dios son una misma cosa, y trinidad de personas.
No juzgamos necesario recordar las definiciones de esencia, naturaleza y substancia que
dan la Filosofía y Teología escolásticas para la explicación recta del misterio; pero sí hemos
de determinar y definir claramente el significado metafísico del vocablo persona y su predicación en Dios, por ser absolutamente indispensable para el estudio acertado de la afirmación
del P. Fabo.
La persona, brevemente puede definirse, diciendo que es suppositum rationale. Añade,
pues, al supuesto la racionalidad; ahora bien, como los elementos constitutivos del supuesto
son: a) que sea substancia; b) singular; c) completa; d) sui juris e incomunicable a otro, se
desprende que el concepto de persona contiene las siguientes notas: 1.ª es substancia y por lo
tanto todo accidente, sea predicamental o predicable, se excluye de la razón de persona; 2.ª es
singular, de donde las substancias, que Aristóteles, Sto. Tomás y los Escolásticos llaman segundas, los universales por ejemplo, no caben en la definición de persona; 3.ª completa; dos
clases o géneros hay de substancias, completas e incompletas tanto en razón de substancia
como de especie; las primeras, (completas en razón de substancia y en razón de especie), son
las que pueden ejercer sus operaciones propias (de la substancia o de la especie), sin necesidad de un comprincipio; las segundas exigen respectivamente dicho comprincipio2. Cuando
afirmamos con los filósofos que la persona es substancia completa, nos referimos a las completas in ratione speciei, no solamente in ratione substantialitatis
1
2
Synopsis Theologiae Dogmaticae, vol II. núm. 554.
Cfr. Frick, «Cursus philosophicus», vol. II, n.º 207.
55
pues de lo contrario, el alma humana sería la persona humana, lo cual no admite el P. Fabo;
4.ª sui juris, esto es, tiene dominio de sí y de sus acciones, lo cual se verifica cuando la substancia es de tal modo completa, que no es asumida por una persona superior; entonces se dice
que existe y obra sibi, y que goza de propia subsistencia, siendo además centro de atribución
de todas las operaciones que ejecuta; 5.ª intelectual; ésta es la nota diferencial entre la persona
y el supuesto, al cual, como antes dijimos, convienen todas las propiedades de la persona,
excepto la intelectualidad. Luego la persona puede definirse propiamente diciendo que es:
Substantia singularis, completa, sui juris, et intellectu praedita.
Lo esencial en el caso presente es el fijar bien el papel que en la definición de persona y
supuesto juega la palabra subsistencia.
El profundo catedrático del Seminario de Tréveris, Dr. Willems, afirma que la razón propiamente formal del supuesto es la subsistencia, ratio proprie formalis suppositi, y estampa
después esta frase, que viene de perlas para nuestro asunto: Subsistentiam rei sequitur, necessario ejus incommunicabilitas in quantum est suppositum (1)1.
Comentando estas dos afirmaciones del filósofo alemán, se sigue, en lógica consecuencia,
que como lo formal en una cosa es el principio especificativo de la misma, si la subsistencia
es el principio formal del supuesto (dígase lo mismo de la persona), será también el principio
que lo constituye en su ser específico, y por lo tanto el supuesto no podrá existir sin subsistencia, como no puede existir cosa alguna sin la forma substancial, que la constituya en el ser.
Donde hay, pues, supuesto o persona, habrá subsistencia y, donde falte esta última, no podrá
haber ni uno ni otra.
Esto nos da la primera afirmación.
Respecto a la segunda se desprende que la incomunicabilidad es un proprium de la subsistencia en el supuesto, inseparable de ella porque procede de la misma per quandam resultantiam, asi como el entendimiento del alma humana, y como esta no puede
1
Willens, Institutiones philosophicae, vol. I pág. 467. Cfr. etiam De Maria Philosophia Peripatetico-Scholastica,
vol. I, pág. 510.
56
existir sin la facultad intelectiva, tampoco la subsistencia en el supuesto sin incomunicabilidad.
¿Qué es, pues, la subsistencia? La subsistencia no es la esencia; el accidente tiene esencia
y no decimos que sea subsistente. No es la substancia; ésta añade a la esencia el ser independiente de otro tanquam a subjecto para existir; si la subsistencia fuera la substancia, toda
substancia sería subsistente y vemos que no sucede así, porque hay substancias como la naturaleza humana en Cristo, que no gozan de subsistencia propia.
La subsistencia, pues, indica un modo de existir más perfecto que la esencia y la substancia, pudiendo definirse: Perfectio qua natura, sive rationalis (persona) sive irrationalis (suppositum), singularis et completa est sui juris et alteri incommunicabilis1. En el primer caso,
cuando la substancia es racional, la subsistencia recibe el nombre de personalidad.
La subsistencia, volvemos a repetir, da al supuesto, da a la persona el que sean sui juris,
esto es, dueños de su actos y además incomunicables.
Éste es el concepto claro de la subsistencia deducido de las cosas criadas. Aplicándolo a
la naturaleza divina, vemos que no puede predicarse de ella, en el mismo sentido, pero sí en
un sentido análogo. No puede predicarse en el mismo sentido porque en las criaturas, cuando
se multiplica la persona, se multiplica también la naturaleza, resultando tantas naturalezas
cuantas personas; en Dios la naturaleza no se multiplica con la persona y por eso, aunque
existen tres personas, no hay tres naturalezas o esencias, no siendo por lo tanto tres dioses.
Predícase en sentido análogo para expresar la distinción real que media entre el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo, los cuales, ob actus proprios, son verdaderamente tres centros de
atribución o tres personas.
Si pretendemos investigar qué significa el nombre de persona in divinis, aun cuando la
Iglesia no haya hablado acerca de esto, sin embargo la mayoría de los teólogos, siguiendo las
luminosas huellas de N. P. San Agustín y de Santo Tomás, defienden, que
1
Cfr. Tanquerey loc. cit.
57
significa las relaciones opuestas entre sí como subsistentes, (de lo contrario no habría persona) y como dichas relaciones opuestas entre sí son tres, Paternidad, Filiación y Espiración
pasiva, se refiere que son tres y nada más que tres las personas de la trinidad beatísima.
Queda demostrado suficientemente, según los principios de la Filosofía y Teología católicas, que la subsistencia en las criaturas racionales y en Dios es la personalidad y que todo
ente que goza de personalidad es incomunicable a otro y existe per se et sibi.
Ahora veamos lo que se desprende del análisis textual de las palabras del P. Fabo. El
Espíritu Santo, nos dice, en la formación del cuerpo de Cristo obró no como tercera persona
de la Trinidad, sino como subsistente en las tres. Esta última frase es para nosotros un libro
cerrado con siete sellos. Por más vueltas que damos al asunto y a pesar de nuestro buen deseo
de encontrar una interpretación sana y recta de la misma, vémonos forzados a confesar que no
damos con ella.
En primer lugar lo que no se concibe ni se explica siquiera es que pueda haber tres en la
Trinidad sin tercera persona. El Espíritu Santo, afirma el P. Fabo, obró... no como tercera
persona de la Trinidad, sino como subsistente en las tres... Pero, ¿acaso pueden existir ni subsistir tres en la Trinidad dejando de ser considerado el Espíritu Santo como tercera persona?
El término numeral tres se admite en la Trinidad por razón de la persona, in relatione personarum numerus cernitur; in divinitatis vero substantia quid numeratum sit non comprehenditur, dice el Concilio de Toledo XV en su famoso símbolo de la fe1. Luego, si al Espíritu Santo
no se le considera como tercera persona, tampoco puede ser considerado como una de las tres
que existen en la Trinidad. Y, por lo tanto, afirmar que el Espíritu Santo existe en las tres personas sin la intención lógica de su personalidad, equivale a afirmar tres y no tres al mismo
tiempo.
Pero nada significa esta contradicción gramatical, que envuelve la desdichada frase del P.
Fabo comparada con la teológica que también implica los términos de su enunciación. A
nuestro modo
1
Denzinger, núm. 227.
58
de entender que un ser subsistente subsista en otro es una manifiesta contradicción in terminis.
La subsistencia significa independencia de otro tanquam a subjecto para existir, o, mejor
dicho, indica perseitatem essendi. Ea subsistere dicuntur, dice Santo Tomás, quae non in alio
sed in se existunt1, el existir in se et per se es elemento constitutivo, esencial de la subsistencia; afirmar, pues, una subsistencia subsistente en otro es afirmar cosas antitéticas y contradictorias, es afirmar una subsistencia no subsistente, es dar al vocablo subsistencia una significación que ni la Iglesia, ni los Santos Padres, ni lo teólogos y filósofos admitieron jamás, antes
al contrario, la rechazaron y rechazan.
Pero aun prescindiendo de todo esto, si ahondamos y profundizamos en lo que reza la frase, crece y aumenta la poca exactitud teológica de la misma.
Hemos probado que la subsistencia, lo mismo en las criaturas racionales que en Dios, es
la persona, luego, si el Espíritu Santo obró en la formación del cuerpo de Cristo como subsistente, obró como persona, cosa que una línea antes niega el P. Fabo; y si obró como subsistente en las tres personas divinas, no obró como persona, porque un agente subsistente en otro no
es persona. El Espíritu Santo es una hipóstasis subsistente con distinta subsistencia de la del
Padre y del Hijo, por la cual dice el Concilio de Letrán, celebrado bajo el Pontificado de Martin I, que en Dios hay tres subsistencias, a no ser que, al afirmar que el Espíritu Santo subsiste
en las tres, se admita otra cuarta subsistencia relativa, en cuyo caso habría en Dios no Trinidad sino Cuaternidad, error condenado en el Concilio L. IV, el cual definió que en Dios Trinitas est non quaternitas2.
El Espíritu Santo no subsiste en las tres personas, porque el Espíritu Santo subsistente en
las otras personas no es persona, no es Espíritu Santo. ¿Qué es, pues, esa subsistencia del
Espíritu Santo en las divinas personas? ¿Es un accidente? ¿es una substancia?
Suponemos que de la mente del ilustrado P. Fabo estará muy lejos
1
2
I. p. Quest. XXIX, art. II.
Denzinger, núm. 358.
59
el considerar al Espíritu Santo como un accidente de las tres divinas personas, porque además
de que el Espíritu Santo, accidente, no sería persona, al existir en las otras personas, éstas
serían sujetos modificados por el mismo, y de la unión de ambos, resultaría una composición
accidental, la cual o se habría verificado ab aeterno o en el momento preciso de la formación
del cuerpo de Cristo. No se habría verificado ab aeterno porque Dios es primer ente y repugna metafísicamente que un compuesto sea primer ente. Tampoco se habría verificado en el
tiempo, porque esto equivaldría a decir que Dios no era perfectísimo desde toda a eternidad,
pues recibiría en el tiempo dicha modificación, que es una perfección.
¿Es substancia? In divinis no puede haber otra substancia que la común a las tres personas, pero la subsistencia es propiedad constitutiva de cada una de las personas singularmente
tomadas; y, como la substancia o esencia no puede ser la propiedad característica de las personas divinas, no podrá constituir tampoco la misma subsistencia. En otros términos y para
hablar con mayor claridad, el Espíritu Santo, según que subsiste, no se identifica sino que se
distingue de las otras personas; según que subsiste, está constituido por una forma hipostática
diversa, por una relación nueva, no se une a otro sino que se separa de todos y forma, digámoslo así, su propio ser, el ser de la persona tercera de la Trinidad beatísima. Y este ser personal, constitutivo intrínseco del Espíritu Santo, no subsiste ni puede subsistir en el Padre, o
el Hijo, porque es opuesto a ellos como es sabido: in divinis omnia sunt idem ubi non obviat
relationis oppositio, según principio fundamental de los teólogos ya propuesto en el Concilio
Florentino
Queda, pues, demostrada la poca exactitud o, por mejor decir, la falsedad de las palabras
del P. Fabo con relación al misterio de la Santísima Trinidad. Vamos a examinarlas brevemente con respecto al misterio de la Encarnación.
Convenimos desde luego con dicho Padre en que el Espíritu Santo no formó el cuerpo de
Cristo de su substancia, y que la formación del mismo sacratísimo Cuerpo se atribuye a la
tercera persona de la Trinidad, per appropriationem, como se le atribuye la comunicación de
la gracia a los hombres. Convenimos también en que el Espíritu Santo no obró como tercera
persona. En lo que no
60
convenimos, en lo que de ninguna manera podemos convenir es en que obró como subsistente
en las tres porque, como acabamos de demostrar, el Espíritu Santo subsistente en las tres ni es
accidente, ni es substancia, ni es persona, ni es Espíritu Santo.
Para dar cumplida satisfacción a todas las palabras citadas de tan ilustrado Padre, diremos
en último lugar que el Sr. Obispo, Ilustrísimo P. Minguella pasó por alto muy naturalmente
las explicaciones sobre cómo puede llamarse el Espíritu Santo padre de Cristo en cuanto
hombre, porque no puede llamarse de manera alguna. No puede llamarse padre natural pues
no lo engendró de su propia naturaleza, con una generación tomada en el sentido más propio,
para que sea causa de la paternidad y de la filiación. Tampoco puede llamarse hijo adoptivo
porque el adopcionismo es una herejía condenada por Adriano I en el año 785, de modo que
no puede afirmarse católicamente la filiación adoptiva de Cristo con respecto a Dios, y, para
mayor abundamiento, ahí van autoridades de todo piunto indiscutibles. San Fulgencio dice:
«Jesus Christus, Filius solius Patris non totius utique Trinitatis». Y el Concilio Toledano XI
establece: «Nec Spiritus Sanctus, Pater esse credendus est Filii, pro eo quod Maria eodem
Spiritu Sancto obumbrante concepit»1. De tal modo es esto verdad que un profundísimo teólogo moderno, el P. Lepicier, sienta esta proposición: «Licet Christus sit conceptus de Spiritu
Sancto, non recte tamen dicitur Filius Spiritus Sancti aut etiam Filius Trinitatis»2.
Creemos haber llenado suficientemente nuestro cometido, examinando a la luz de la Filosofía y Teología católicas las palabras del Padre Fabo.
Una cosa, sin embargo, queremos manifestar a nuestros lectores y es que no abrigamos
animosidad en nuestro pecho contra dicho Padre, y si alguna palabra de las estampadas en
este escrito llegara por algún motivo a molestarle, desde ahora mismo la retiramos, pues lo
que nos ha inducido a redactarlo ha sido tan sólo el cariño al Padre Fabo y el amor a la verdad.
Monachil 10-XII-1919
FR. ANTONIO RUBIO DE LA CONSOLACIÓN
Profesor de Metafísica del Colegio de Monachil
1
2
Denzinger, núm. 229.
Tractatus de Beatissima Virgine Maria P. I. Cap. II. Sch. III.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
BULLARIUM
ORDINIS EREMITARUM RECOLLECTORUM
SANCTI AUGUSTINI
ORDINE CHRONOLOGICO DISPOSITUM AC DE MANDATO
VEN. DEFINITORII GENERALIS
IN LUCEM EDENDUM
Praefatio
Cum ab anno 1664, quo noster clarissimus P. Fr. Andreas a Sancto Nicolao concinnabat
et prelo mandabat suum aureum librum, cui titulus «Funiculus triplex privilegiorum Fratrum
Discalceatorum Ordinis Eremitarum Sancti Patris Nostri Augustini…», non pauca eaque
magni momenti documenta ab Apostolica Sede emanaverint, nostram Familiam, praesertim
ab eius regimen quod attinet, respicientia, quorum notitia, eo quod huc illuc sparsa et pleraque
inedita reperiantur, non nisi difficulter a nostratibus haberi possit; venerabile Definitorium
Generale, in sessione ordinaria habita die XXVII Decembris anni 1917, optimo sane consilio,
decrevit ut, diligente investigatione peracta, documenta de quibus sermo, in unum collecta et
debito ordine disposita in lucem ederentur.
Accidit quoque tunc temporis, ut ad Revmum. Patrem Nostrum Priorem Generalem pervenirent Litterae Circulaes a Sacra Congregatione de Religiosis datae die VII Novembris eiusdem anni 1917, quipus munus ipsi iniungebatur exhibendi elenchum privilegiorum quae
Ordini nostro, sive directe sive per communicationem, concessa fuerant; eo quidem fine ut
tempore debito et ab omnibus, canonis 613, § 1 Codicis Juiris ecclesiastici observantia
62
curaretur. Nam cum ex praefato canone quaelibet religio iis tantum privilegiis gaudere possit,
quae vel in Jure continentur, vel a Sancta Sede Apostolica directe eidem concessa fuerint,
exclusa in posterum qualibet communicatione, cuivis relgioni, consequenter et nostrae, incumbebat onus sua privilegia manifestando, prolatis in medium documentis quibus illa fulciuntur et legitime possessa demonstrantur.
Ut autem memoratae Sacrae Congregationis praecepto, uti par erat, satisfieret, non parva
diligentia adhibenda fuit in diplomatibus Pontificiis perquirendis, quipus privilegia nostra,
tam directe a Sancta Sede nobis concessa, quam per communicationem cum aliis Ordinibus
regularibus obtenta seu acquisita, innituntur. Et hinc alia ratio sumpta est ad nostri Ordinis
Bullarium evulgandum, nempe ut Juris nostri privilegiati fontes omnibus paterent, ex quipus
uberem imo plenam haurire valeamus notitiam eorum quae nobis competunt, ex concessione,
dispensatione, munificentia Sedis Aostolicae, a qua Regulares Ordines non solum habent
quidquid iuris habent, sed etiam hoc omnino ut sint; unde nostra erga Ipsam veneratio, gratitudinis sensus, amor, fidelitas, magnum procul dubio accipient incrementum, et altius in dies
radices figent in cordibus nostris, ut digne ambulemus, atque Den per omnia placere et in omni opere bono fructificare studeamus.
Circa privilegiorum vero communicationem, opere pretium est animadvertere, discrimen
magnum, essentiale, intercedere inter communicationem cum aliis, praesertim Mendicantibus
Ordinibus, et eam quae nobis competit cum Ordine Eremitarum Sancti Augustini, quod attinet
ad privilegia huic Ordini concessa antequam emanassent Litterae Apostolicae Religiosas Familias…, a s. m. Pio PP. X datae die 16 Septembris an. 1912 (Acta Apostolicae Sedis, vol. IV,
pag. 617), quarum vi Priore Generali Ordinis Eremitarum Recollectorum Sancti Augustini
donati sumus: nam privilegia memorato Ordini Eremitarum Sancti Augustini ante praefatarum
Litterarum expeditionem concessa, nobis competunt non tantum per communicationem, verum etiam per directam concessionem, aliunde per Breve Religiosas Familias… nullimode
revocatam. Aliis verbis: privilegia de quibus agitur, non communicata, sed communia nobis
sunt, dummodo tamen observantiae regulari nostri sacri
63
Instituti propriae et peculiari non adversentur, uti a Summis Pontificibus pluries fuit declaratum.
Et primo a s. m. Clemente PP. VIII, dum per Constitutionem Apostolici muneris…, d. d.
11 Februarii 1602, Institutum Discalceatorum seu Recollectorum Sancti Augustini, Hispaniae,
in Provinciam sub titulo eiusdem Sancti Augustini evexit: «Ipsis vero, ait, futuro Provinciali,
ac ceteris Superioribus, Fratribus et Conventibus eiusdem Provinciae Sancti Augustini, ut
omnibus et singulis privilegiis, gratiis, indultis, exemptionibus, libertatibus, immunitatibus,
favoribus, concesionibus, et Indulgentiis, quibus aliae Provinciae, aut Provinciales, Conventus
et Fratres uti, frui, potiri et gaudere solent et possunt, aut poterunt quomodolibet in futurum
(salva Regulari eorumdem Fratrum Recollectorum Discalceatorum observantia) uti, frui, potiri et gaudere possint et valeant, conedimus et indulgemus». Eadem verba inseruit et confirmavit Paulus PP. V in sua Constit. Sacri Apostolatus miniserio…, d. de. 11 Maii 1616.
Gregorius PP. XV, in Litteris Apostolicis Ad Sacram Beati Petri Sedem… (31 Augusti
1622), postquam confirmavit erectionem dictae Provinciae in Congregationem varias Provincias continentem, et electionem Vicarii Generalis, factas in primo Capitulo Geneali ab Augustinianis Disalceatis Hispaniae et Indiarum celebrato die 19 Novembris 1621 ex concessione
eiusdem Gregorii XV per Breve Militantis Ecclesiae... (5 Junii 1621), haec subdit: «Nec non
eisdem Fratribus Discalceatis, id omnibus et singulis privilegiis, gratiis et indultis, tam spiritualibus quam temporalibus…, quibus alii Ordinis Sancti Augustini Fratres utuntur, potiuntur
et gaudent, pari modo uti, potiri et gaudere, libere et licite valeant, auctoritate, et tenore praedictis concedimus et indulgemus».
Denique Pius PP. X, in Audientia habita die 18 Julii 1911 declarare dignatus est circa
privilegia quibus gaudet Moderalor Generalis Ordinis Eremitarum Sancti Augustini in Sodalitia et Pias Uniones, «quod si agatur de privilegiis Ordini, uti tali, concessis vel concedendis,
cuiusmodi sunt ea quae Tertium Ordinem et Sodalitates Cincturatorum respiciunt, eisdem
omnino privilegiis Vicarius
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Generalis Recollectorum gaudere similiter valet: non vero (absque speciali Sanctae Sedis licentia) si sermo sit de privilegiis, quae, non Ordinis sed peculiaris Christifidelium coetus intuitu concessa fuerint» (Rescript. S. C. de Religiosis, 18 Julii 1911). Ob hanc causam in praelaudato Brevi Religiosas familias... nulla specialis mentio fit de Tertio Ordine ac Sodalitatibus
Cincturatorum sed tantum de Sodalitiis Sanctarum Ritae a Cassia et Clarae a Cruce de Montefalco, ac de Scapulari Beatae Mariae Virginis de Bono Consilio: nam privilegia huc spectantia, non Ordinem, qua talem, sed potius peculiares fidelium coetus respicere videntur, et ideo
opus erat speciali Sanctae Sedis indulto ut Prior Generalis Ordinis Eremitarum Recollectorum
Sancti Augustini huiusmodi privilegiis gaudere posset.
Et notandum quod supra dicta declaratio a Sancta Sede emanavit eo ipso tempore et actu,
quo nostra tunc nuncupata Congregatio Augustinianorum Discalceatorum seu Recollectorum
Hispaniae et Indiarum, a quacunque dependentia a Revmo. P. Priore Generali Ordinis Eremitarum Sancti Augustini, si qua tamen subiectione erga illum adhuc tenebatur de iure, auctoritate eiusdem Sanctae Sedis penitus liberatur.
Sed verius dicendum quod nulla vel tenuis dependentia tunc temporis exsisteret Congregationem nostram inter et praefatum P. Priorem Generalem: cuius affirmationis validissimum
argumentum, aliis praetermissis, nobis suppetunt vel ipsae Constitutiones (id est liber seu textus legalis, officialis, Ordinis Eremitarum Sancti Augustini) anno 1895 Romae editae de mandato Revmi. Prioris Generalis P. Mag. Fr. Sebastiani Martinelli, postea S. R. E. Cardinalis. In
illis qippe continetur «Catalogus Provinciarum, Congregationum et Vicariatuum Apostolicorum, ex quibus NOSTER ORDO (nempe Eremitarum Sancti Augustini) impraesentiarum constat», et ibi nec verbum de Congregationibus Augustinianorum Discalceatorum Italiae et Germaniae, nec Recollectorum Hispaniae, non secus ac si minime exsisterent: quo nihil clarius ad
evincendum, ex praefatis Constitutionibus, Congregationes huiusmodi Familiam vel Familias
distinctas constituere, eodem modo quo, ex. gr., tres Familiae Minoriticae, nempe Conventualium, Observantium et Capuccinorum, inter se penitus distinguuntur.
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Stabilita ergo privilegiorum communicatione seu verius communitate cum Ordine Eremitarum Sancti Patris Nostri Augustini usque in diem XVI Septembris anni 1912, qua Sedes
Apostolica nostrum sacrum Recollectorum Institutum nomine ac titulo Ordinis decoravit atque, uti talem Odinem, in familiam ab aliis Augustiniani nominis prorsus distinctam ac separatam etiam de iure (cum de facto talis iam exsisteret) constituit, opus fuit diplomatibus Pontificiis nostram Familiam nominatim et expresse attingentibus, illa adiungere quae usque ad
paefatam diem pro universo Eremitarum Sancti Augustni Ordine ab Apostolica Sede emanarunt, nec non aliae Congregationes Augustinianorum Discalceatorum respicientia, quaeque,
cum nobis etiam aliquatenus favere possint et hac de causa in Elencho nostrorum privilegiorum Sacrae Congregationi de Religiosis exhibito indicata fuerint, huic Bullario inserenda censentur, quatenus ipsorum privilegiorum natura, extensio, indoles, ab omnibus per eadem diplomata melius dignoscantur.
Alia demum nostri Bullarii evulgandi exstitit ratio, videlicet, ob oculos quodam modo
ponere nostri sacri Instituti progressum et quas subiit vicissitudines in decursu 330 annorum
ab eius fundatione seu potius instauratione facta a Patribus Augustinianis Observantibus Provinciae Castellae in Capitulo provinciali, cui praefuit Revmus. P. Prior Generalis Mag. Fr.
Gregorius Petrochini, postea Cardinalis Montelparensis, anno 1588, Toleti celebrato. Nam
quemadmodum ex publicis documentis, aliquam societatem, populum vel nationem spectantibus, illorum mores, gesta praecipua, notabiles eventus, fortuna varia, posteris innotescunt, sic
ex Pontificiis diplomatibus pro nostro Instituto datis, illius vicissitudines, progressus, sucessus
varii mirifice illustrantur. Cum autem compilatio a P. Fr. Andrea a Sancto Nicolao facta, ea
tantum Pontificia diplomataannum contineat quae ad nostrae Augustinianae Recollectionis
exordia referuntur, nec se extendat, uti dictum est, ultra annum 1664 quo typis edita fuit, hinc
necessitas praefatae compilationi aggregandi documenta quae a Sancta Sede posterioribus
temporibus emanarunt, ut Auctorum Apostolicorum nostrum sacrum Ordinem respicientium
series completa, quantum fieri possit, habeatur.
Demum nec incongruum visum est praecipuorum, quae exstant, diplomatum a tempore
quod immediate praecessit unionem magnam,
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sic dictam, ab Alexandro PP. IV, anno 1256 factam, indicem texere, unde Acta Romanorum
Pontificum nostrum Eremiticum Ordinem attigentia, et monumenta quibus haec Acta continentur, nostratibus saltem aliquatenus innotescant. In huiusmodi autem indice conficiendo
haec ratio habita est, ut de unoquoque diplomate, nomen Pontificis, initium Litterarum, summarium, locus et data expeditionis tantum exprimantur, nisi agatur de diplomatibus quae in
elencho privilegiorum Sacrae Congregationis de Religiosis exhibito citantur; tunc enim diplomata in extensum afferentur. Quod tamen intelligendum est de ipsa Bullarii editione: nam
quod ad illius in hac ephemeride evulgationem specat, ea tantum de singulis diplomatibus
proferemus, quae nuper enuntavimus; eo sane fine ut capta a Fratribus, et maxime a Superioribus, notitia diplomatum quae hucusque collecta sunt, videant num aliqua desiderentur; et si
quae alia documenta penes ipsos inveniantur, vel aliunde sibi nota exsistant, de quibus in mox
edendo indice nulla fiat mentio, ad Reverendissimum Patrem Nostrum Priorem Generalem
quam citius transmittere, vel de illis eum certiorem reddere curent, ut Bullario suo tempore
inserantur, vel de iisdem opportuna ratio habeatur.
En igitur huius Bullarii triplex scopus, nempe ut nobis sit peculiaris iuris nostri norma,
privilegiorum cautio, fons historiae. Ad illum attingendum non parva cura adhibenda fuit, nec
ullis parcitum laboribus, tum in documentis perquirendis, tum in iis ordine chronologico disponendis, quo opus aptius evaderet ut nostrates maiorem utililatem fructumque uberiorem ex
eo capere valeant.
Et qui incrementum dat, Deus, illud benedicere, nosque omnes rore coelestis gratiae perfundere dignetur, ut in omnibus Eius gloriam quaeramus, et nostram sanctifiationem indesinenter operemur.
FR. F. S. A V. C.
O. E. R. S. A.
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A MODO DE INFORMACIÓN
Con motivo de la celebración del primer Congreso Mariano celebrado poco ha en Bogotá, nuestros queridos hermanos de la Provinciadle la Candelaria, tan laboriosos, tan devotos
de la Santísima Virgen María y tan modestos, han obtenido merecimientos dignos de memoria.
Sabido es que uno de los números más salientes del Congreso consistió en la coronación
de la Virgen de Chiquinquirá, cuadro al óleo llevado desde la población de este nombre a la
capital de la República. Al acto de la coronación asistieron 19 Obispos, además del Sr. Nuncio y 300 sacerdotes. Y como agasajo especialísimo, aparte de los muchos millares de comuniones que se repartieron en las iglesias de la capital, comulgaron por primera vez 2.000 niños. El templo de nuestros hermanos de la Candelaria se distinguió en los días del Congreso
por los muchos comulgantes. A la semana suelen recibir el pan de los ángeles en dicha iglesia
aproximadamente 2.309 personas; ¿cuántas, pues, comulgarían en los días que duró el Congreso para descollar como descolló?
Además el P. Secretario Provincial, Fr. Cándido Armentia del Carmen, figuró en el Congreso leyendo una luminosa y muy práctica Memoria con este título: Manera de organizar las
peregrinaciones a los santuarios de Nuestra Señora, especialmente al de Chiquinquirá; Memoria que fue muy considerada y cuyas conclusiones fueron recibidas con loa.
En un certamen literario abierto por el Congreso para premiar trabajos marianos, obtuvo
medalla de oro por una poesía el Padre Fr. Bernardo Merizalde del Carmen, agustino recoleto,
de nación colombiano, joven sacerdote, que mientras estuvo en el convento
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de Sos, dio muestras de sentimental y elegante vale en los concursos que abrió el Superior, R.
P. Fabo, y después en varias composiciones que tiene publicadas.
Sépase también que, cuando el cuadro de la Virgen María fue devuelto a Chiquinquirá,
acompañado por millares de devotos, como tuviese que pasar por cerca del convento de El
Desierto, salió al encuentro de tan augusta peregrinación la comunidad de este convento, presidida por el R. P. Provincial de los Recoletos, y cantaron en orfeón los coristas y ejecutaron
con la banda escogidos números.
Por último, visitó en los mismos días el convento de El Desierto el mismo Presidente de
la República acompañado de varios Ministros del Gobierno y del Obispo de la Diócesis, donde se detuvieron algunos días, después que llegó a su destino la Santa Imagen.
Estas noticias hemos recogido de la prensa colombiana, especialmente de El Propagador,
Boletín del Vicariato Apostólico de Casanare.
¡Nuestros parabienes a la esclarecida Provincia de la Candelaria!
A estas noticias conviene añadir que el Museo de Historia Natural fundado en el Colegio
del Desierto de la Candelaria sigue aumentando en importancia, merced a los estudios le los
Coristas, y al empeño de todos los Religiosos que envían desde las Residencias y Misiones
curiosidades de los reinos animal, vegetal y mineral para enriquecerlo y dar pábulo de estudio
a los entusiastas jóvenes.
Continuando los procedimientos y entusiasmos que desplegó en dicho Colegio, ahora el
P. Rector de Sos ha abierto otro Museo que muy pronto será la admiración de la comarca.
Por lo que atañe a la Provincia de Santo Tomás, sabido de todos es que progresa muy
laudablemente. El nuevo Colegio de Villaviciosa, aunque sólo capaz para contener el noviciado y un coristado, tiene ventajas para la educación de nuestra juventud, y mirando a lo porvenir, para el desarrollo de nuestra vida en la Villa y Corte. Por lo pronto, los Religiosos de esa
comunidad han comenzado a predicar novenas en la Capital de España, y a celebrar en los
conventos de las Agustinas Recoletas cultos muy hermosos. El P. Rector acaba de permanecer
en Calzada de Oropesa dando ejercicios
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espirituales a las Recoletas y ensanchando la fama de nuestro sagrado hábito.
Es digno también de consignarse la fundación de la V. Orden Tercera de Recoletos en la
Residencia de Granada. El R. P. Provincial de Andalucía, inspirado en unos artículos publicados en este BOLETÍN por el P. Fabo, en los cuales se ponía como de bulto lo fácil que es y lo
provechoso el establecer la Tercera Orden en nuestras iglesias y parroquias, acometió la hermosísima empresa de ensayarlo en Granada. Mandó escribir un librito que se titula Breve
Manual de los Terciarios Recoletos de San Agustín, y tiene dicho Provincial el noble propósito de establecer la Tercera Orden en toda la Provincia. En Motril, después de un brillante novenario a la Virgen de la Consolación, la fundó con la flor y nata de la Archicofradía de la
Correa. Y en el Capítulo Intermedio último se mandó en acta muy expresiva que se erigieran
en todas las Casas y parroquias la Archicofradía y la Tercera de los Recoletos. Y se fijó como
plazo seis meses para que en todas partes quedasen erigidas. ¿Qué tal?
Y como si todo esto fuera poco, el mismo Capítulo Intermedio exhortó a que se fundase
en el Brasil una revista piadosa que sirviera de órgano de la Archicofradía y de la Tercera.
Lástima que sea redactada en portugués, pues así se impide que sea órgano de todos los Recoletos.
No puede menos de favorecer Dios Nuestro Señor a esta Provincia, que se pone tan devotamente bajo los auspicios de la Virgen María con el título y advocación especial que Dios ha
dado a la Patrona de la Recolección Agustiniana. Dios ha de salvar a los Agustinos Recoletos
por la Virgen de la Consolación. Quédense los otros títulos y advocaciones marianas para
otras Órdenes e Institutos; nuestra Recolección, empero, es obra de la Consoladora de los
afligidos.
Otra reflexión nos sugieren tales acontecimientos, y es que nuestra Recolección va dejando de ser española para convenirse mundial, con los cual ganará no poco en todo sentido;
pues por ser exclusivamente española desapareció a mediados del siglo pasado, salvándose
únicamente la Provincia de Filipinas; y a principios de este siglo estuvo a punto de desaparecer, o sufrió tremendísimo
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quebranto, la Orden, por ser casi exclusivamente filipina.
Ahora voy a estampar en este BOLETÍN provincial algunas noticias referentes a la Casa
Generalicia, a falta se Boletín General.
El día de la Inmaculada Concepción de María, previa una novena celebrada en la capillila
de la casa, (en la capilla caben unas 40 personas), tuvo lugar una misa cantada (la primera que
se canta), y fue expuesta al culto una estatua de la Inmaculada que donaron a la comunidad.
Es la estatua una reproducción de la de Murillo, o más bien una modificación murillesca. Nadie ignora que Murillo pintó su Inmaculada; pero, no satisfecho de su obra, pintó hasta ocho
cuadros con el mismo tema, perfeccionando progresivamente su obra y tratando de expresar
con el pincel lo que no se puede expresar: el concepto espiritual de la Madre de Dios. En el
Museo provincial de Sevilla están los siete cuadros de Murillo, el octavo, el mejor, lo robaron
los franchutes cuando la francesada.
Digo el mejor, mas yo creo que estas Inmaculadas a muchos les causa la misma impresión impresionista la que la musiquilla religiosa prohibida por Pío X en las iglesias. Los valses litúrgicos de Prado, las polkas gloriales de García, las salves bailables de Frago, Hernández; etc. etc., así como esas sonatinas, esas cavatinas, esas peteneras, que llaman Flores de
Mayo, y Letrillas, mueven el sentido, pero no el alma; son agradables, pegajositas al oído,
recuerdan posturas de baile, emociones de Zarzuela, hacen quizá derramar algunas lagrimillas; pero no son cantos devotos, serios, profundamente estéticos, como aquellos cantos ambrosianos, que al ser oídos por N. Santo Padre en Milán, recién convertido, le hacían llorar
vehementer affectus in himnis et canticis suave sonantibus ecclesiae vocibus. Acaso venga
pronto un Papa, que, no pudiendo tolerar más los abusos de la estatuaria modernista, deslinde
los campos, y destierre de los altares figuras de mujer en posturas pírricas, y santos con escorzos y posse de señoritos acarameladísimos.
¿Hay algo comparable, por ejemplo, a la Inmaculada de Lourdes en modestia, en devoción y en hermosura? Los artistas de España han concebido a la Inmaculada casi siempre subiendo a lo cielos, juntando así el misterio de la Asunción con el de la Concepción; peno no
pocos han exagerado los escorzos y la técnica suntuaria.
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No creo que la titular de la futura iglesia sea la Purísima, porque la casa está ubicada en
la parroquia de la Concepción, que tiene iglesia nueva consagrada a este título de María; y
además hay otra iglesia (la antigua parroquia) dedicada también a la Concepción; con que, si
la nuestra se dedica a este título, serán tres en el mismo barrio.
Pues ¿a quién se dedicará la futura iglesia? A Santa Rita. Primeramente porque es tal la
devoción que Madrid y España entera tiene a esta Santa, que muy bien podía ser el centro de
su devoción y culto. Además, la iglesia futura pertenecerá a la Provincia de Santo Tomás, y
esta Provincia, que tan encariñada está de la Santa, será su mejor propagandista.
Importa también que sepan nuestros lectores que el asunto de los procesos de beatificación del Siervo de Dios P. Moreno va viento en popa. Está por terminarlo el proceso de non
cultu en Tarazona, y también el procesillo de la archidiócesis de Bogotá. Además el Padre
Postulador de los Recoletos, P. Daniel Delgado del Rosario, después de trabajar en España
durante el verano, regresó a Roma logrando llevarse los varios procesos que estaban en Madrid demorados por no poder ser enviados a Roma con seguridad a causa de los trastornos de
la guerra. El P. Postulador ha comunicado que ya están introducidos los procesos en la Sagrada Congregación de Ritos y ésta los ha declarado «inviolados, enteros y verdaderos».
También, según se dice, van muy adelantados los trabajos de la Comisión revisora de las
Constituciones en orden a preparar nueva edición de las mismas para presentarla al próximo
Capítulo General.
Por lo que toca a los cuarenta y tantos conventos de Agustinas Recoletas que hay en España, hemos oído que son atendidos, cuanto cabe, por nuestros Religiosos. Ahora el P. Rector
de Villaviciosa, como hemos dicho, está en Calzada de Oropesa; no hace mucho el P. Francisco Bergasa en Salamanca y Vitigudino, el P. Febo en Valencia y Benigánim, el P. Jesús en
Colmenar, el P. Bernardino García en Serradilla, así como los Padres de Andalucía atienden a
los conventos de monjas recoletas de Granada, Motril, Baeza, Lucena, Cabra, Ágreda y otros;
todos trabajan por espíritu de agustinianismno y para mayor gloria de Dios.
FR. BUSCÓN
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MOVIMIENTO DE PERSONAL
El día 9 de Diciembre próximo pasado se embarcaron en Barcelona con rumbo a Manila
los PP. Fr. Ángel Fabo de la V. del Plú y Fr. Serafín Hernando de la P. Concepción.
Que San Nicolás de Tolentino les alcance una feliz travesía y arribo a su destino.
El P. Fr. Eduardo Abaurrea de la Concepción, pasó de Monteagudo a Zaragoza, donde
tiene su residencia accidental.
El P. Fr. Ángel Sánchez y Trincado de San José, pasó de Zaragoza a Marcilla, donde reside accidentalmente.
El P. Fr. Pedro Ibáñez de la Concepción pasó del colegio Preparatorio al Colegio de Marcilla, en calidad de socio de N. Excelentísimo y Rvmo. Sr. D. Fr. Toribio Minguella de la
Merced.
NECROLOGÍA
†
El día 1 de Diciembre, a las ocho de la mañana, falleció en nuestro Colegio Preparatorio,
el R. P. Fr. Pedro Ramos del Dulce Nombre de Jesús, después de haber recibido con gran fervor todos los Santos Sacramentos.
La enfermedad que le ha llevado al sepulcro fue larga y penosa; pero él la sobrellevó con
tanto ánimo y con tanta resignación cristiana que no era obstáculo para que ejerciera el cargo
de Director espiritual del Colegio, con grande aprovechamiento de todos los alumnos.
Que Dios le haya premiado su celo y constante labor espiritual.
Descanse en paz.
TIP. DE SANTA RITA - MONACHIL
Año XI
Febrero de 1920
Núm. 116
BOLETÍN
DE LA
PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
DE FILIPINAS
de la Orden de Agustinos Recoletos
SECCIÓN CANÓNICA
SAGRADA CONGREGACIÓN DE RELIGIOSOS
Declaración acerca del Decreto «Inter reliquas» sobre los
religiosos adscritos al servicio militar
En el fascículo del Acta Apostolicae Sedis, correspondiente al 1.º de Agosto del próximo
pasado año, la Sagrada Congregación de Religiosos ha publicado unas declaraciones acerca
de los religiosos adscritos al servicio militar, que son de gran interés por quedar en
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ellas claramente definida la manera de proceder en tan importante asunto, especialmente por
lo que afecta a la misma validez de la profesión.
Por esta respuesta de la Sagrada Congregación se declara en vigor el decreto Inter reliquas dado en 1.º de Enero de 1911, por el que se ordenaba todo lo concerniente a los religiosos que eran obligados por las leyes civiles al servicio militar.
Como por entonces no se dio cuenta de él en este BOLETÍN, será forzoso, para conocer el
alcance de la reciente declaración, reproducir ahora su texto y añadir sobre él algunas breves
anotaciones.
Al decreto Inter reliquas precedieron desde 1871 varias providencias para regular tan
anómala situación, tanto de los clérigos con respecto a las órdenes sagradas como de los religiosos respecto a la profesión religiosa.
Los Padres Cistercienses de la Trapa obtuvieron en 1871 que sus religiosos sujetos aún al
servicio militar emitiesen los votos después del noviciado sólo de semestre en semestre, procediendo así hasta que fuesen llamados a las armas. Y en 1896 se declaró que esta profesión
semestral se había de entender de suerte que, si antes de cumplirse el semestre fuesen llamados al servicio, cesaba por el mismo hecho la obligación de los votos; debiendo el religioso,
que al terminar la milicia quisiese libremente perseverar en la religión, renovar luego la profesión hasta completar el trienio.
Esta misma concesión se hizo en 1909 a los Hermanos de San Juan de Dios.
El Santo Oficio publicó en Septiembre de 1875 un decreto para los clérigos seglares de
sola Italia obligados al servicio militar y más tarde, 27 de Noviembre de 1892, la Sagrada
Congregación sobre Disciplina Regular otro para los regulares asimismo de sola Italia.
En el primero, entre otras muchas normas dadas para atender a la conservación del espíritu de los clérigos llamados a las armas, y para asegurarse de su constancia en la vocación a su
vuelta del servicio militar, se establece como principio general que no confieran órdenes mayores a los que aún no han cumplido el servicio militar, o bien son declarados libres de él; y
que terminado el servicio se les retenga antes de conferirles las órdenes sagradas por
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espacio de uno o dos años en el Seminario o en otro Colegio eclesiástico, separados de los
otros alumnos.
En el segundo, asimismo, además de otras disposiciones encaminadas a la conservación
del espíritu de los regulares llamados al servicio militar, se prescribe que no sean admitidos a
la profesión solemne los que aún estén por cumplir el servicio militar, y terminado éste se les
retenga un año al menos con votos simples antes de la profesión solemne. Requiere además
que los regulares que han de recibir las órdenes sagradas presenten testimoniales de los Ordinarios en cuya diócesis hubiesen permanecido por espacio de tres meses durante el servicio
militar. Requisito que extendió después en 9 de Septiembre de 1893 a los clérigos seglares la
Sagrada Congregación del Concilio, y ha pasado ahora al nuevo Código por el canon 994, § 1.
Vino finalmente el decreto Inter reliquas, por el que se establecieron normas más cumplidas a que se habían de ajustar los religiosos, sean de votos solemnes, sean de votos simples,
que fuesen llamados al servicio militar. Estas normas fueron completadas con las declaraciones que la Sagrada Congregación de Religiosos dio en 1.º de Febrero de 1912
Promulgado el nuevo Código, había razón para dudar si persistía vigente o no el referido
Decreto con sus declaraciones posteriores; porque, de considerarse como ley general, no estando comprendida en el Código ni explícita ni implícitamente, según el canon 6, n. 6. parece
que debía haber quedado abrogada; y si no se consideraba como ley, sino más bien como instrucción o precepto temporal, inclinaba a creer que no persistía tal Decreto el no haberse
hecho mención de él y haberse omitido sus disposiciones principales en el Decreto Redeuntibus en cuyo capítulo V. tratándose de los religiosos que volvían de la milicia al terminarse la
guerra, sólo se exige lo prescrito en el capítulo IV para los alumnos de Seminarios. Que
hubiese razón para dudar y, por consiguiente, que fuese excusable haber procedido de buena
fe, como si dicho Decreto estuviese abrogado, parece indicarlo el tercer apartado de la declaración reciente.
De todos monos, ahora ya es cierto que en esta materia hay que atenerse a las prescripciones del decreto Inter reliquas, cuya
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versión castellana de valor meramente privado, publicamos a continuación:
«Decreto sobre los religiosos adscritos al servicio militar
Entre otras dificultades con que en nuestros tiempos se grava a la Iglesia de Cristo, hay
que contar también aquella ley por la que son obligados a prestar el servicio militar aun aquellos jóvenes que están dedicados al Servicio del Señor en las Familias religiosas.
Nadie hay que no vea cuánto daño pueda provenir de esta infausta ley, no sólo a los jóvenes, sino a las mismas religiones. Puesto que, mientras ejercen la milicia los noveles religiosos, fácilmente pueden mancharse con vicios, con los que si quedaran infectados, o se volverán al siglo, abandonados los votos que emitieron, o, lo que es mucho peor, volverán a la
casa religiosa con peligro de contaminar a los demás.
Para precaver, pues, estos males, la Sagrada Congregación de Religiosos, en reunión plenaria de los Eminentísimos Padres Cardenales, habida en el Vaticano a 26 de Agosto de 1910,
decretó lo siguiente:
I. En las Órdenes Regulares en que se emiten votos solemnes, los jóvenes de que no conste cierto que están exentos del servicio militar activo, es decir, de aquel servicio que ellos,
cuando son llamados por primera vez, deben prestar por uno o varios años, no pueden ser admitidos a las sagradas órdenes o a la profesión solemne hasta que hubieren cumplido el servicio militar; y terminado éste, al menos por un año, según se dirá más abajo, permanecieren en
votos simples, observando en cuanto a los legos el decreto Sacrosancta Dei Ecclesia dado
este mismo día.
II. En los Institutos de votos simples, los jóvenes mencionados en el artículo precedente
solamente podrán ser admitidos a la emisión de votos temporales duraderos hasta el tiempo
del servicio militar; ni se les podrá permitir, mientras ejercen la milicia, renovar la profesión.
Así que estén libres del servicio militar, emitirán de muevo la profesión, al menos para un
año, antes de obligarse con el vínculo de la profesión perpetua.
III. Cuiden, pues, los jóvenes que sirven en el ejército no pierdan
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el don de la santa vocación, y pórtense siempre con aquella modestia y cautela cual conviene
a varones religiosos. Por lo cual, aléjense de lugares y conventículos sospechosos; no asistan a
teatros, bailes y otros espectáculos públicos; eviten la compañía de los malos, las conversaciones lúbricas, las cosas que desdicen de la religión, los hombres que profesen doctrinas sospechosas, las lecturas contrarias a las costumbres o a la fe enseñadas por la Santa Sede, y todos los demás peligros de pecar; no dejen de frecuentar, cuanto les sea permitido, las iglesias
y los Sacramentos; asistan a los círculos o reuniones católicas para el esparcimiento del ánimo
e instrucción.
IV. Dondequiera que esté su puesto militar, si allí hubiere casa de su Religión o Instituto,
vayan a ella con frecuencia, y estén bajo la vigilancia inmediata de su superior. Pero si no
hubiere la susodicha casa, o no les fuera fácil frecuentarla, acudan al sacerdote que hubiere
designado el Obispo, y sírvanse de sus consejos y trato, para que cuando hubieren de abandonar aquel puesto militar puedan recibir de él testimonio de haber observado todo lo que en el
artículo precedente está prescrito. Y si no se tuviese un sacerdote señalado por el Obispo,
ellos mismos se escojan un sacerdote prudente, que habrán de comunicar luego a sus Superiores, los cuales se informarán, por medio del Ordinario, de las costumbres, doctrina prudencia
del mismo. Además han de establecer, y en lo posible proseguir con diligencia, comunicación
epistolar con su respectivo Superior o con otro religioso alumno de su Instituto designado
para ello, a quien harán sabedor de su género y condición de vida, de cada uno de los cambios
de su puesto militar y principalmente le darán a conocer el nombre y domicilio del sacerdote
de cuyo trato y dirección se sirvan, como arriba está prescrito.
V. Los Superiores Generales o Provinciales, y aun los locales, según lo acostumbrado en
cada Instituto, por sí o por un delegado alumno del Instituto (que habrá de ser sacerdote en los
Institutos clericales), quedan absolutamente obligados a inquirir sobre la vida, costumbres y
modo de proceder de los alumnos durante el servicio militar, sirviéndose principalmente del
sacerdote o sacerdotes mencionados arriba, por cartas secretas, si es necesario, con cargo grave de su conciencia, para cerciorarse si van por recto camino en
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fe y costumbres, si guardan las cautelas arriba prescritas y si son fieles a la divina vocación.
VI. Cuando quedaren ya definitivamente libres del servicio activo, están obligados a volver derechamente cada uno a su casa religiosa, y allí, si consta con certeza de su buen comportamiento, como se ha dicho en el artículo precedente, previos algunos días de santo recogimiento, se les admitirá a renovar la profesión temporal; en las Órdenes Regulares han de ser
colocados entre los juniores clérigos o profesos, o al menos en una casa donde esté en vigor la
observancia regular, bajo la especial vigilancia y dirección de un religioso recomendable por
la piedad y prudencia, el cual debe ser sacerdote en los institutos clericales. En ese estado
deben cumplir todo el tiempo (que no puede ser menor de un año según lo dicho en los artículos I y II) requerido por las Prescripciones Apostólicas y Constituciones de la propia Familia
religiosa antes de la emisión de los votos solemnes o perpetuos, habida cuenta, sin embargo,
del tiempo pasado en votos simples o temporales desde la primera emisión de votos hasta la
salida de la casa religiosa por causa del servicio militar; pero no se computa el tiempo dedicado a la milicia.
VII. Durante este tiempo se han de dedicar a los estudios y a la observancia regular. Los
superiores inmediatos, y los que estén encargados de la dirección de los juniores, pongan suma diligencia en examinarlos, y averigüen sus costumbres, el fervor de vida, propósitos, doctrinas, deseo de perseverar, para que puedan dar cuenta de ellos, bajo juramento, a los superiores mayores, antes de la última profesión.
VIII. Si algunos, durante el servicio militar o terminado éste, antes de que se les admita a
la profesión solemne o perpetua, hubieren dado señales dudosas de perseverancia, o no se
hubiesen conformado a las cautelas prescritas durante el tiempo de la milicia, o se hubieren
desviado de la pureza de costumbres o de la fe, sean despedidos por el Superior General con
consentimiento de sus Consiliarios o Definidores, y por el mismo hecho de la dimisión quedan libres de sus votos. Y si los mismos jóvenes desean que se les quite la obligación de los
votos o lo piden espontáneamente, se da facultad a los susodichos Superiores, como delegados de la Sede
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Apostólica, para irritarles los votos, si se trata de institutos clericales; pero, si se trata de Institutos laicales, se entenderá que cesan los votos por las letras de los Superiores, por las que se
les concede licencia de volver al siglo.
IX. A estas prescripciones están sujetas las Sociedades eclesiásticas, aunque no tengan
votos ni solemnes ni simples, pero tienen simples promesas, por las que sus alumnos quedan
ligados a las mismas Sociedades.
X. Si ocurriese algo nuevo no previsto en este Decreto, o alguna duda en su inteligencia,
recúrrase en cada caso a esta Sagrada Congregación.
Todo lo cual Nuestro Santísimo Señor Pío Papa X, siendo relator el Subsecretario, se
dignó tenerlo por bueno y confirmarlo el día 27 del mismo mes de Agosto de 1910. Sin que
obste nada en contrario.
Dado en Roma por la Secretaría de la Sagrada Congregación de Religiosos, día 1 de Enero de
1911. - †Fr. J. C. Card. Vives, Prefecto. - L. ✣ S. – †Donato, Arzobispo de Éfeso, Secretario.
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
BULLARIUM ORDINIS NOSTRI
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1.- Gregorius IX: Dilectis filiis Priori et Fratribus ecclesiae Eremi de Brictinis salutem et
Apostoicam benedictionem.=Sacrosancta Romana Ecclesia…=Perusii 26 Novembris 1227.
Fratres Eremi de Brictinis sub protectione Sanctae Sedis suscipiuntur, bonaque ipsorum,
et specialiter ecclesia S. Blasii cum suis pertinentiis, ab omnibus gravaminibus liberantur.
2.- Gregorius IX: Dilectis filiis Fratribus Eremi de Brictinis, Fanensis Dioecesis, et aliis
Fratribus Eremo ipsi subiectis s. et A. b.=Cum olim...=Perusii 8 Decembris 1228.
Cum Ordo ab Eremitis de Brictinis institutus non esset ex approbatis ab Ecclesia, ab illius
observantia absolvuntur, et in Regula Sancti Augustini ab ipsis recepta illis conceditur profiteri se inviolabiliter victuros.
3.- Gregorius IX: Venerabili fratri Episcopo Senensi s. et A. b. =Dilecti filii de Monte
speculo...=Laterani 3 Jannuarii 1231.
Episcopo Senensi committitur ut Eremitis de Monte speculo et de Silva lacus qui Regulam specialem non habebant, unam de approbatis assignet. (Assignavit autem Regulam S. P.
N. Augustini).
4.- Gregorius IX: Dilectis filiis Priori et Fratribus Eremi de
1
Vid. pag. 61-66.
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Brictinis Fanensis Dioecesis, s. et A. b.=Quae omnium Conditoris...=Perusii 13 Martii 1235.
Eremitarum de Brictinis, qui vitam secundum Regulam S. Augustini instituerant, Constitutiones confirmantur.
5.- Gregonius IX: Venerabilibus Fratribus Episcopis per Anconitanam Marchiam constitutis, s. et A. b.=Dudum apparuit… Laterani 24 Martii 1241.
Controversia circa habitus formam orta inter Fratres Minores et Eremitas Fratris Joannis
Boni Ordinis Sancti Angustini, dirimitur.
6.- Innocentius IV: Dilectis filiis Universis Eremitis exceptis Fratribus S. Guilelmi per
Tusciam constitutis, s. et A. b.=Incumbit Nobis…=Laterani 16 Decembris 1243.
Eremitae inubentur Regulam S. Augustini et Ordinem assumere; nec non ut secundum
eundem Ordinem se de cetero victuros profiteantur.
7.- Innocentins IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus Eremitis in Tuscia Ordinis S. Augustini s. et A. b.=Pia desideria...=Laterani 31 Martii 1244.
Eremitis Tusciae ad quorum preces Sedes Apostolica ipsis Regulam S. Augustini concesserat, praecipitur ut eamdem perpetuo observent, et Officium divinum secundum Ecclesiae
Romanae consuetudinem celebrent.
8.- Innocentius IV: Universis Christifidelibus praesentes litteras inspecturis, s. et A. b. –
Quoniam (ut ait Apostolus–)=Laterani 26 Aprilis 1244.
Christifidelibus ecclesias Ordinis S. Augustini visitantibus et ad easdem ecclesias reparandas et conservandas opem ferentibus conceditur indulgentia mille annorum ac totidem
quadragenarum in diebus festis ibi expressis.
9.- Innocentius IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus Eremitis in Tuscia constitutis, tam
praesentibus quam futuris regularem vitam professis.=Religiosam vitam…=Laterani 26 Aprilis 1244.
Statuit «ut Ordo Canonicus qui secundum Deum et Beati Augustini
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Regulam... auctoritate apostolica institutus esse dignoscitur... inviolabiliter observetur»; et
plures immunitates, gratiae, privilegia ipsi conceduntur.
10.- Innocentius IV: Venerabilibus fratribus Archiepiscopis et Episcopis, et dilectis filiis
Abbatibus, Prioribus, Decanis, Archidiaconis, et aliis Ecclesiarum Praelatis, ad quos litterae
istae pervenerint, s. et A. b.=Pium fore dignoscitur...=Laterani 11 Maii 1244.
Observantia privilegiorum Eremitarum Ordinis S. Augustini de Tuscia commendatur.
11.- Innocentius IV: Dilecto filio O. Sanctae Mariae in via lata Diacono Cardinali, Apostolicae Sells Legato, s. et A. b.=Insinuarunt Nobis…Lugduni 17 Junii 1246.
Mandat confirmare obedientiam praestitam a Priore ecclesiae Sanctae Mariae Magdalenae in Valle de Petra, Bononiensis Dioecesis, Priori Eremitarum de Brictinis.
12.- Innocentius IV: Universis Chrisfidelibus praesentes litteras inspecturis, s. et A.
b.=Quoniam (ut ait Apostolus...)=Lugduni 27 Septembris 1247.
Indulgentia quadraginta dierum conceditur iis qui opem tulerint ad monasterium et ecclesiam Eremi de Brictinis reaedificanda.
13.- Innocentius IV: Venerabilibus fratribus Archiepiscopis, et Episcopis, ac dilectis filiis
Decanis, Archidiaconis, et aliis ecclesiarum Praelatis, ad quos litterae istae pervenerin¡t, s. et
A. b.=Circa opera pietatis...=Lugduni 4 Julii 1248.
Ut nulla inferatur molestia Eremitis de Brictinis Ordinis S. Augustini eleemosynam petentibus.
14.- Innocentius IV: Dilectis filiis Priori Generali, et universis Fratribus Eremitarum Ordinis S. Augustini in Tuscia s. et A. b.=Pio vestro Collegio...=Lugduni 30 Julii 1248.
Ut officium divinum iuxta morem Ecclesiae Romanae et Regulae statuta celebrare possint; nec non si aliquis Fratrum divinum
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officium cum aliis recitaverit, eidem illud sufficiat, quin ad proprium officium dicendum teneatur.
15.- Innocentius IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus Eremitarum Ordinis S. Augustini in
Tuseia.=Qua ex Apostolici…=Lugduni 21 Julii 1249.
Volentes aggregari Eremitis S. Augustini, a Superiore absolvi possunt a quacumque censura; «ita tamen, quod si aliqui ex eisdem propter debitum huiusmodi sententiis (excommunicationis, suspensionis, interdicti) sunt ligati, de ipso prius satisfaciant, ut tenentur».
16.- lnnocentius IV: Dilecto filio O. Sanctae Mariae in Via lata Diacono Cardinali, Apostolicae Sedis Legato, s. et A. b.=Dilecti filii…=Lugduni 7 Decemhris 1249.
lteratur cum aliqua moderatione commissio praefato Cardinali data pro perficienda unione seu incorporatione monasterii Sanctae Mariae Magdalenae de Valle Petrae Ordinis Sancti
Benedicti in Dioecesi Borioniensi, Fratribus Eremitis de Brictinis Ordinis S. Augustini, Dioecesis Fanensis.
17.- lnnocentius IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus Eremi de Brictínis s. et A. b.=Quae
omnium Conditoris…=Lugduni 17 Septembris 1250.
Approbantur Constitutiones circa ieiunia, indumenta, paupertatem, celebrationem Capituli, etc.
18.- Innocentius IV: Venerabili fratri Episcopo Senogaliensi s. et A. b.=In causa...=Perusii 9 Aprilis 1251.
Confirmatio sententiae Iatae in favorem Eremitarum de Brictinis in Macchia Anconitana
contra Fratres Minores super ecclesia Sanctae Mariae de Monte Gaufri sita in Colta Montissa
Fimanae Dioecesis.
19.- Innocentius IV: Universis Prioribus et Fratribus Ordinis Eremirarum s. et A.
b.=Admonet Nos...=Perusii 14 Aprilis 1252.
Unio inter Fratres Lombardiae et Fratres Joannis Boni, ubi de origine instituti Joannis
Boni, de quo instituto asseritur quod prius non habuerit aliquam de approbatis Regulis ac non
nisi procedente
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tempore Regulam S. P. N. Augustini a Sancta Sede obtinuerit. Affertur formula professionis
in usu habitae penes Fratres Joannis Boni, et praescribitur alia in posterum adhibenda.
20.- Innocentius IV: Venerabilibus Fratribus universis Archiepiscopis et Episcopis praesentes litteras inspecturis, s. et A. b.=Dilecti filii Priores...=Perusii 3 Augusti 1252.
Quod requisiti a Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini pro licentia construendi ecclesias, eam concedant sine iuris alieni praeiudicio.
21.- lnnocentius IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus Eremitis in Ultramontanis partibus
constitutis, tam praesentibus quam Futuris, regularem vitam professis in perpetuum.= Religiosam vitam...=Assisii 31 Maii 1253.
Plurima privilegia et gratiae conceduntur. Haec Constitutio continetur in altera Sixti IV,
Dum fructus uberes..., in qua tamen asseritur illam editam fuisse.=Anagniae die 7 Septembris
1254.
22.-Innocentius IV: Dilectis filiis Priori et Conventui Eremitarum de Brictinis Ordinis S.
Augustini Fanensis Dioecesis, s. et A. h=Providentia laudabilis...=Assisii 1 Julii 1254.
Fratribus Eremitis de Brictinis prohibetur recessus a loco ubi erant, sine speciali Sedis
Apostolicae licentia.
23.- Alexander IV: Venerabilibus Archiepiscopis et Episcopis, ac dilectis filiis Abbatibus, Prioribus, Decanis, Archidiaconis, Praepositis, Archipresbyteris et aliis Ecclesiarum
Praelatis, ad quos litterae istae pervenerint, s. et A. b.=Ex parte dilectorum...=Neapoli 1 Martii 1255.
Quod Fugitivi ab Ordine el inoboedientes compelli possint etiam per censuras ab Ecclesiae Praelatis ut ad Ordinem revertantur.
24.- Alexander IV: Dilectis filiis Priori Generali et universis Prioribus et Fratribus Eremitarum Ordinis S. Augustini s. et A. b.=Quanto studiosius...=Neapoli 20 Martii 1255.
Fratres Ordinís Erem. S. Augustini a solvendis collectis quibuscumque eximuntur, nisi ad
id de speciali mandato Sedis Apostolicae obligentur.
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25.- Alexander IV: Dilectis filiis Priori Fratrum Eremitarum de Brictinis, eique subiectis
Prioribus ac Fratribus tam praesentibus quam futuris regularem vitam professis in perpetuum.=Religiosam vitam...=Neapoli 10 Aprilis 1255.
Continet privilegia, gratias et exemptiones.
26.- Alexander IV: Dilectis filiis Prioribus Fratrum Eremitarum in Tuscia Ordinis S. Augustini s. et A. b.=Cum ex Apostolici...=Anagniae 25 Junii 1255.
Renovatur Const. Innocentii IV, Qua ex Apostolici... (supra n. 15).
27.- Alexander IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus S. Salvatoris de Fultignam et S. Leonardi de Silva de lacu Ordinis S. Augustini Senensis Dioecesis, s. et A. b.=Ex parte vestra...=Anagniae 25 Junii 1255.
Unio Eremi S. Leonardi Eremo S. Salvatoris confirmatur.
28.- Alexander IV: Dilectis filiis Priori Generali et universis Fratribus Eremitarum Ordinis S. Augustini in Tuscia, s. et A. b.=Pio vestro Collegio...=Anagniae 25 Junii 1255.
Renovatur concessio facta ab Innoc. IV per Const. iisdem verbis incipientem (supra n.
14).
29.- Alexander IV: Dilectis filiis Priori Generali et Fratribus Eremitarum Ordinis S. Augustini in Lombardia et Romaniola, s. et A. b.=Ne pro eo...=Anagniae 14 Julii 1255.
Obedientia erga Dioecesanos ita temperatur, ut maxine quoad institutionem et destitutionem Priorum salva Ordinis instituta serventur.
30.- Alexander IV: Dilectis filiis Generali et ceteris Prioribus Eremitarum Ordinis S. Augustini, s. et A. b.=Coelestis amor patriae... Anagniae 14 Julii 1255.
Priores absolvere possunt ingredientes in Ordinem a quibusvis censuris, et insuper Clericis ab irregularitatibus, absque tamen alieni iuris praeiudicio.
31.- Alexander IV: Dilectis filiis Priori Generali et universis
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Fratribus Eremitis de Tuscia Ordinis S. Augustini, s. et A. b.=Litteras quasdam... =Anagniae
15 Julii 1255.
Inseritur transumptum cuiusdam Constitutionis lnnocentii IV, incipientis Cum a Nobis
petitur..., vi cuius Constitutiones a Fratribus Eremitis Tusciae editae, confirmantur.
32.- Alexander IV: Dilecto filio Richardo Sancti Angeli Diacono Cardinali s. et A. b.=
Volentes omne...=Anagniae 15 Julii 1255.
Egressi libere aut expulsi ab Ordine, vel in illo non professi, habitum eiusdem dimittere
compellantur.
33.- Alexander IV: Venerabilibus fratribus universis Archiepiscopis et Episcopis praesentes litteras inspecturis, s. et A. b.=Odore suavi...=Anagniae 15 Julii 1255.
Ordinarii locorum prohibentur quominus aliquid contra privilegia Ordinis attentent.
34.- Alexander IV: Venerabilibus fratribus Patriarchis, Archiepiscopis et Episcopis praesentes litteras inspecturis, s. et A. b.=Cum contingat...=Agnaniae 17 Julii 1255.
Praecipitur Ordinariis locorurn ut sententias excommunicationis a Priore Generali in suos
subditos latas publicari et inviolabiliter observari faciant.
35.- Alexander IV: Dilectis filiis universis Prioribus et Fratribus Eremitarum Ordinis S.
Augustini s. et A. b.=Solet annuere…=Anagniae 17 Julii 1255.
Quod Prior Generalis electus Ordinem regere valeat, etiam antequam confirmationem a
Sancta Sede accipiat.
36.- Alexander IV: Dilectis filiis universis Prioribus et Fratribus Eremitarum Ordinis S.
Augustini s. et A. b.=Pia desideria…=Anagniae 22 Julii 1255.
Habitus forma a Richardo Cardinali Diacono S. Angeli determinata pro Fratribus iam
professis quam novitiis et conversis, de mandato Sancrae Sedis praescribitur.
37.- Alexander IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus Eremitarum in Tuscia constitutis, tam
praesentibus quam futuris, Regularem
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vitam professis in perpetuum.=Religiosam vitam...=Anagniae 30 Julii 1255.
Haec Constitutio est eiusdem tenoris ac supra, n. 25, memorata.
38.- Alexander IV: Dilectis filiis Potestati, Consilio et Communitati Fanensi, s. et A.
b.=Cum ecclesias...=Laterani 17 Decembris 1255.
Fratres de Brictinis civitati Fani commendanturr, praesertim ne ulla molestia illis inferatur in cuiusdam domus ipsis donatae possessione.
39.- Alexander IV: Dilectis filiis Fratri Lanfranco Generali, Provincialibus et Conventualibus Prioribus ac universis Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini tam praesentibus quam
futuris, s. et A. b.=Licet Ecclesiae Catholicae...=Laterani 9 Aprilis 1256.
Unio ex diversis domibus et Congregationibus Eremitarum a S. Augustino et aliis denominationibus nuncupatorum, facta in Capitulo Romae celebrato, cui praefuit Richardus Diaconus Cardinalis Sancti Angeli, et in quo fuit electus in Priorem Generalem Lanfrancus Mediolanensis, confirmatur.
40.- Alexander IV: Dilectis filiis universis Prioribus tam Provincialibus quam Conventualibus, ceterisque Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini, s. et A. b.=Apostolicae Sedis...=
Laterani 9 Aprilis 1256.
Lanfranco Priori Generali, tamquam capiti, omnes obedire teneantur.
41.- Alexander IV: Dilectis filiis Generali et Provincialibus Prioribus ac universis Fratribus Eremitarum Ordinis S. Augustini, s. et A. b.=Ut eo fortius…=Laterani 13 Aprilis 1256.
Fratres eximuntur a solvendis decimis eorum quae propriis manibus aut sumptibus colllunt. (Haec Constitutio continetur in Mari magno Sixti IV, Dum fructus uberes...)
42.- Alexander IV: Dilectis filiis Generali et Provincialibus Prioribus, Presbyteris, Ordinis Eremytarum S. Augustini, s. et A.
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b.=Coelestis amor patriae...=Laterani 29 Aprilis 1256.
Superiores maiores possunt absolvere a censuris ingredientes in Ordiem, et eos qui iam
ingressi post assumptum habitum recordati fuerint se aliqua censura esse ligatos; sine tamen
iuris alieni praeiudicio.
43.- Alexander IV: Venerabilibus fratribus Archiepiscopis et Episcopis, per Lombardiam,
Tusciam et Romaniolam ac Tervisinam, Anconitanam Marchias, Ducatum Spoletanum, Patrimonium beati Petri in Tuscia, Campaniam, Maritimam ac Regnum Siciliae constitutis, s. et
A. b.=Litteras nostras...=Agnaniae 15 Octobris 1256.
Inseritur alia Constitutio eiusdem Pontificis, Recordamur Iiquido... (Anagniae 24 Junii
1256) circa formam et colorem vestium.
44.- Alexander IV: Dilecto filio Riccardo Sancti Angeli Diacono Cardinali, s. et A. b.=
Inter alias...=Laterani 29 Martii 1257.
Praefatus Cardinalis Protector Ordinis constituitur, cui Fratres obedire tenentur.
45.- Alexander IV: Dilectis filiis Generali et Provincialibus Prioribus ac universis Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini, s. et A. b.=Oblata Nobis...=Laterani 20 Aprilis 1257.
Privilegia et Indulgentiae nonnullis domibus Eremitarum antequam isti in unius religionis
corpus de mandato apostolico redacti fuissent, concessa, ad omnes et singulas Ordinis domus
extenduntur.
46.- Alexander IV: Dilecltis filiis Priori et Fratribus Eremitis Ordinis S. Augustini, s. et
A. b.=In Registro...=Laterani 28 Aprilis 1257.
Haec Constitutio continet aliam Innocentii IV incipientem Devotionis augmentum..., datam Lugduni 20 Sept. 1246, vi cuius Fratres Ordinis in locis et Oratoriis eorumdem cum altari
viatico Missas celebrare possunt et oblationes a fidelibus accipere.
47.- Alexander IV: Dilectis filiis Generali et ceteris Prioribus ac Fratribus Eremitis Ordinis S. Augustini per Districtum Pisanum
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constitutis, s. et A. b.=Meritis vestrae…=Víterbii 12 Junii 1257.
Fratres eximuntur a collectis a Dioecesanis, etiam nomine Sanctae Sedis impositis ant
imponendis; nec ad eas solvendas compelli possunt sine speciali eiusdem Sanctae Sedis mandato.
48.- Alexander IV: Dilecto filio Richardo Sancti Angeli Diacono Cardinali, s. et A. b.
=Sic Ordo…=Viterbii 10 Aprilis 1258.
Monasterium S. Bartholomaei de Gestinga Ordinis S. Benedicti Grosselanae Dioecesis,
cum omnibus iuribus, possessionibus ac pertinentiis suis, Ordini Fratrum Eremitarum S. Augustini assignatur.
49.- Alexander IV: Dilectis filiis Prioribus et Fratribus Eremitis Ordinis S. Augustini per
Pisanam Civitatem et Dioecesim constitutis, s. et A. b.=Inducunt Nos...=Viterbii 7 Julii 1258.
Ne Fratres teneantur ad praestandum procurationes a Legatis seu Nuntiis Sedis Apostolicae impositas aut imponendas, nec ad id obligentur etiam per litteras eiusdem Sanctae Sedis
nisi in illis de ipsis Fratribus mentio specialis fiat.
50.- Alexander IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus Eremitis Domus S. Augustini iuxta
portam de Arcu Senensi, Ordinis Beati Augustini, s. et A. b.=Religionis vestrae...=Anagniae 6
Martii 1259.
Ut valeant de male acquisitis usque ad summam trecentarum librarum Senensium parvorum recipere, cum ii quibus restitutio fieri deberet, omnino sciri et inveniri non possint.
51.- Alexander IV: Venerabili fratri Episcopo Grassensi s. et A. b.=Circa personas
pias...=Anagniae 9 Junii 1259.
Construendi de novo ecclesiam S. Augustini in civitate Grassensi facultas conceditur.
52.- Alexander IV: Dilectis filiis Generali et universis Provincialibus Ministris et Fratribus Ordinis Fratrum Minorum s. et A. b.=Anagniae 11 Junii 1259.
De Fratribus Minoribus in Ordinem Eremitarum, et vicissim, non recipiendis sub poena
excommunicationis.
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53.- Alexander IV: Dilectis filiis Magistro et universis Provincialibus Prioribus et Fratribus Ordinis Praedicatorum s. et A. b.=Quanto praeclara…=Anagniae 11 Junii 1259.
Ne Fratres Ordinis Praedicatorum in Ordinem Eremitarum nec isti inter illos recipiantur
sine Priorum suorum licentia petita et obtenta, sub poena excommunicationis.
54.- Alexander IV: Universis Christifidelibus praesentes litteras inspecturis s. et A. b.
=Vitae perennis…=Anagniae 15 Julii 1259.
Visitantibus ecclesiam S. Angustini, civitatis Grassensis, in festo eiusdem Sancti, indulgentia centum dierum conceditur (Vid. n. 51).
55.- Alexander IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus domus Eremiltarum de Brictinis Ordinis S. Augustini Fanensis Dioecesis, s. et A. b.=Solet annuere…=Anagniae 7 Julii 1260.
Ne in domo de Brictinis alius Ordo inducatur, vel ipsa domus ad alium locum transferatur.
56.- Urbanus IV: Dilectis filiis Generali el Provincialibus Prioribus presbyteris Ordinis
Eremitarum S. Augustini s. et A. b.=Provisionis vestrae=Viterbii 17 Aprilis 1262.
Superioribus Ordinis datur facultas apostatas eiusdem excommunicandi et, si videbitur
expedire, capiendi.
57.- Urbanus IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus domus Eremitarum de Brictinis Ordinis
S. Augustini Fanensis Dioecesis, s. et. A. b.= Solet annuere= Viterbii 7 Maii 1262.
Ut vita Eremitica in praefata domo perpetuis temporibus observetur; et ne quis praesumat
alium Ordinem in illa inducere, vel ipsam domum ad alium locum transferre (Vide supra, n.
55).
58.- Urbanus IV: Venerabilibus fratribus Archiepiscopis, Episcopis, et dilectis filiis Abbatibus, Prioribus, Praepositis, Archidiaconis, Archipresbyteris, et aliis ecclesiarum Praelatis,
ad quos litterae istae pervenerint, s. et A. b.=Provisionis nostrae…=Viterbii 7 Maii 1262.
De vitandis apostatis ab Ordine, a Superioribus excommunicatis, usque ad condignam satisfactionem.
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59.- Urbanus IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus domus Eremitarum Senensium Ordinis
S. Augustini, s. et A. b.=Necessitatibus vestris…=Viterbii 25 Maii 1262.
Quod Fratres Eremitae de Senis possint accipere eleemosynas de male acquisitis quando
restitutio cui fieri debeat ignoratur; de quibuslibet legatis indistincte in pios usus relictis
dummodo executorum testamentorum assensus habeatur; ac de commutatione et redemptione
votorum (Hierosolymitano duntaxat excepto) Dioecesanorum auctoritate prius factis. Huiusmodi eleemosynae attingere possunt summam viginti marcarum argenti.
60.- Urbanus IV: Dilectis filiis Priori Generali, et Provincialibus Prioribus presbyteris
Eremitarum Ordinis S. Augustini, s. et A. b.=Coelestis amor patriae…=Viterbii 13 Junii
1262.
Est eiusdem tenoris ac alia supra, n. 42, memorata.
61.- Urbanus IV: Dilectis filiis Priori Generali et universis Fratribus Eremitarum Ordinis
S. Augustini, s et A. b.=Quieti vestrae…=Viterbii 1 Octibris 1262.
62.- Urbanus IV: Dilecto filio Priori Generali Fratrum Eremitarum Ordinis S. Augustini
s. et A. b.=Nonnulli Fratres…=Viterbii 24 Novembris 1262.
Priori Generali datur facultas dispensandi cum aliquibus Fratribus qui ab Ordine egressi,
inter Minores primo, postea inter Benedictinos vota nuncupaverunt, ac denuo in Ordinem admitti petebant.
63.- Urbanus IV: Dilectis filiis Generali, Provincialibus et Conventualibus Prioribus et
universis Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini, s. et A. b.=Desideriis vestris…
Sanantur aliquae professiones emissae ante unionem factam ab Alexandro IV.
64.- Clemens IV: Dilectis filiis Generali et ceteris Prioribus et
92
Fratribus Eremitis Ordinis S. Augustini, s. et A. b.=Devotionis augmentum…=Perusii 22 Junii
1265.
Fratres eximuntur a solvenda portione canonica eorum quae relicta sunt pro fabrica ecclesiarum, suffragiis pro defunctis et cultu in eisdem ecclesiis celebrando.
65.- Clemens IV: Dilecto filio Richardo Sancti Angeli Diacono Cardinali s. et A. b.=Sub
Religionis habitu...=Viterbii 18 Junii 1266.
Praefato Cardinali committit ut eos qui contra privilegia Ordinis aliquid moliantur, etiam
per censuras compescere valeat.
66.- Clemens IV: Dilectis filiis Generali et universis Prioribus ac Fratribus Eremitarum
Ordinis S. Augustini s. et A. b.=Pacis vestrae…=Viterbii 13 Julii 1266.
Ne Fratres Ordinis conveniri possint etiam per litteras apostolicas nisi in eisdem fiat de
illis mentio specialis.
67.- Clemens IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus Eremitis Ordinis S. Augustini s. et A. b.
=Quasdam litteras...=Viterbii 15 Julii 1266.
Annotatur quaedam Constitutio Alexandri IV, continens aliam Innocentii IV supra, num.
46, memoratam.
68.- Clemens IV: Dilectis filiis Generali et Provincialibus Prioribus presbyteris Ordinis
Eremitarum S. Augustini s. et A. b.=Provisionis vestrae...=Viterbii 23 Maii 1269.
Constitutio haec est eiusdem tenoris ac alia Urbani IV supra, n. 56, memorata.
69.- Honorius IV: Dilectis filiis Priori et Fratribus Eremitarum Ecclesiae S. Mariae de
Populo Urbis Ordinis S. Angustini s. et A. b.=Meritis vestrae...=Romae apud S. Sabinam 20
Februarii 1286.
Ecclesia parochialis S. Triphonis (in praesens, S. Augustini) communitati conventus
Sanctae Mariae de Populo assignatur, quibusdam conditionibus appositis.
70.- Honorius IV: Dilectis filiis Generali et aliis Prioribus ac
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Fratribus Ordinis Eremitarum S. Angustini, s. et A. b.=Pro reverentia…=Romae apud S. Sabinam 23 Maii 1286.
Celebrandi solemniter officia divina, tempore generalis interdicti, una cum aliis Religiosis et Clericis saecularibus qui in Ecclesiis et Oratoriis Ordinis convenerint, apertis ianuis, in
Vigilia et festo S. P. N. Augustini, exclusis dumtaxat excommunicatis et iis qui causam interdicto dederint.
71.- Honorius IV: Dilectis filiis Priori Generali et Fratribus Eremitarum Ordinis S.
Augnstini s. et A. b.=Petitio vestra...=Romae apud S. Sabinam 15 Nov. 1286.
Cessionis domus S. Victoris Parisiensis in favorem Ordinis contirmatio.
72.- Honorius IV: Dilectis filiis Priori Generali et Fratribus Eremitarum Ordinis S. Augustini s. et A. b.=Petitio vestra...=Romae apud S. Sabinam 15 Nov. 1286.
Cessio loci Cardineti a Capitulo Ecclesiae Parisiensis in favorem Ordinis facta confirmatur.
73.- Honorius IV: Dilectis filiis Priori Generali et Fratribus Eremitarum Ordinis S. Augustini s. et A. b.=Meritis vestrae...=Romae apud S. Sabinam 15 Novembris 1286.
Contractus initus inter Fratres Ordinis et Abbatem monasterii S. Victoris Parisiensis super
quamdam terrae portionem ad praefatum monasterium pertinentem, confirmatur.
74.- Nicolaus IV: Dilectis filiis Generali et Provincialibus Prioribus ac aliis Fratribus universis Ordinis Eremitarum S. Augustini s. et A. b.=Licet is...=Romae apud S. Mariam maiorem 6 Februarii 1289.
Visitantibus ecclesias Ordinis in festis Assumptionis B. M. V., S. P. Augustini et Dedicationis ecclesiae et per Octavas, indulgentia centum dierum conceditur.
75.- Nicolaus IV: Dilectis filiis Generali et aliis Prioribus ac Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini s. et A. b.=Tenorerm quarumdam…=Reate 28 Augusti 1289.
94
Constitutio Innocentii IV, qua Superioribus datur facultas excominunicandi et ligandi
Apostatas, annotatur.
76.- Nicolaus IV: Dilecto filio Priori Generali Fratrum Eremitarum Ordinis S. Augustini
s. et A. b.=Necessitates…=Romae apud S. Mariam maiorem 5 Januarii 1290.
Priori Generali committitur ut viginti Fratres idoneos destinet ad praedicandam Cruciatam per totam Italiam et subsidia colligenda in favorem Terrae sanctae.
77.- Nicolaus IV: Venerabili fratri Patriarchae Hierosolimitano s. et b.=Ad Fratres Eremitarum…=Apud Urbem veterem 10 Octobris 1290.
De Conventu Fratrum de Poenientia civitatis Acconensis ab Ordine Eremitarum acquirendo, et pretio emptionis in subsidium Terrae sanctae impendendo.
78.- Caelestinus V: Dilectis filiis Priori Geneali et Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini s. et A. b.=Dum sollicitae…=Neapoli 27 Novembris 1294.
Immuniatem religiosorum, domorum, ecclesiarum, locoru et rerum Ordinis tuetur.
79.- Caelestinus V: Dilectis filiis Generali et Prioribus Provincialibus Ordinis Fratrum
Eremiarum S. Augustini s. et A. b.=Ad fructus uberes…=Neapoli 27 Novembris 1294.
Fratribus Ordinis in Capitulis generalibus aut provincialibus approbatis datur facultas saramentum Poenitentiae et verbum divinum praedicandi.
80.- Caelestinus V: Dilecto filio Petro S. Eustachii Diacono Cardinali s. et. A. b.=Ex parte dilectorum…=Neapoli 5 Decembris 1294.
Praefatus Cardinalis defensor et conservator privilegiorum Ordinis constituitur, eaque ipsa privilegia confirmantur.
81.- Bonifacius VIII: Dilectis filiis Generali, aliisque Provincialibus Prioribus ac universis Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini
95
s. et A. b.=Ad consequendam...=Laterani 19 Februarii 1295.
Indulget ut unus conventus aliorum Ordinum Mendicantium aedificari possit infra spatium centum quadraginta cannarum, ab ecclesiis Ordinis Eremitarum S. Augustini mensurandum.
82.- Bonifacius VIII: Dilectis filiis Praeposito Decano et Archidiacono Rostriae in ecclesia Bremensi s. et A. b.=Sua Nobis…=Laterani 11 Martii 1295.
Praefati Decanus et Archidiaconus arbitri constituuntur in causa aedificationis monasterii
Osnaburgensis, cum Fratres, vi privilegiorurn, Ordinarii loci iudicium recusassent.
FR. F. S. A V. C.
O. E. R. S. A.
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
EL TROVADOR DE CRISTO
Me has dado una hermosa lira
Y en ella te he de cantar
Todo este oculto pensar
Que tu Corazón me inspira.
Que no es buen amor aquel
Que calla cuando se inflama;
Ni arde el luego si no es llama
Que suba al cielo en tropel.
Ni el mar delata sus iras
Sino con roncos clamores;
Canta la brisa en las flores,
Haciendo de flores, liras.
Y el ave manda a los vientos
En dulces trinos sus penas;
Canta el preso en sus cadenas
Sus ocultos pensamientos.
La abeja canta a la flor
Que la da dulce sustento;
La flor espira su aliento
Delatando su primor.
Y así toda criatura,
Cuando ardor de amor la agita,
Canta a los cielos su cuita
Como le enseña natura.
97
¿Por qué yo no he de cantar,
Siendo mis cuitas mayores
Y más grandes mis amores
Que el de las flores y el mar?
¿Por qué yo no cantaré,
Decidme, sagrados cielos,
Siendo tales mis anhelos
Y tan ardiente mi fe?
¿Si llevo al alma un tesoro
De amores con que suspiro,
De gracias porque deliro,
De encantos porque le adoro?
¿Por qué yo no he de cantar,
Si llevo abierta en el pecho
La llaga que Tú me has hecho
Por fuerza de tanto amar?
Una lira debo a Dios
Y una herida a sus amores:
Trovador de trovadores
He de ser yo de los dos.
¿No he de cantar, si te llevo
Aquí en el pecho escondido
Como un fuego encandecido
Que con sangre ardiente cebo?
Que quiero que sepa el mundo,
Ya que tu amor no lo ignora,
Que hay un alma que te adora
Con amor fuerte y profundo.
Y he de hacer público alarde
De tu gloria y mis amores;
Y he de cubrirte de flores
Ante ese mundo cobarde,
Que te confiesa en su casa
Y en público te baldona;
Que te acoge o te abandona
Según su gusto le tasa.
Que se avergüenza de Ti
Como si fueras ladrón;
¡Lástima de corazón
Que llevan dentro de sí!
***
98
Ya pasó aquel tiempo ¡oh mengua!
En que era tu nombre santo,
Orgullo, gala y encanto
De la espada y de la lengua.
Ya se fueron los varones
Que en el templo y el estrado
Te llevaron asentado
En sus recios corazones.
Aquellos que señalaron
Con la cruz de sus aceros
Los inmensos derroteros
Que valientes conquistaron.
Y aquellas hembras de pro
Que, a los pies del Crucifijo,
Decían, besando al hijo:
«Muerto, sí; en pecado, no».
Pasaron esos, pasaron;
Y las gentes que, siguieron
Los derroteros perdieron
Que aquellos les señalaron.
Con ellos pasó la fe
Y el amor a Cristo Dios
Y pasó con ellos dos
Lo que el viejo mundo fue.
Y el mundo se ha dado prisa
A despojarse de Cristo;
¿Cuándo más triste se ha visto
Que en esta fecha precisa?
Ya no hay Cristo, ya no hay Dios;
Pero tampoco hay conciencia,
Ni caridad, ni paciencia.
Que de Cristo van en pos.
No hay grandeza en las hazañas,
Ni corazones humanos;
Todos se llaman hermanos
Y se sacan las entrañas.
99
Sólo hay pasiones sin freno,
Detestables ambiciones;
Pasiones, sólo pasiones,
Y en las pasiones, veneno.
No hay piedad para el caído,
Ni perdón para la injuria;
Andan la Diosa y la Furia
Riñendo a brazo partido.
* * *
Progresa el mundo, progresa,
Según todas las señales;
Progresa en males, en males,
y de progresar no cesa.
Yo aborrezco ese progreso
Que nos lleva a un cataclismo;
El mundo rueda al abismo
como por su propio peso.
Sin Cristo, ¿qué vale el mundo?
Nada; y aun menos, si cabe,
Cristo es la vida y la llave
De todo aliento fecundo.
Por eso vive proscrita
La paz del mundo tirano:
Padece el género humano
Como una raza maldita.
Ven, Jesús, y sálvame
De este diluvio tremendo;
Sólo por Ti estoy viviendo,
Yo en Ti sólo tengo fe.
Porque Tú eres mi recreo
Y el imán de mis amores,
Consuelo de mis dolores
Y hartura de mi deseo.
Quiero ser tu trovador
Aunque el mundo me baldone:
No permitas que ambicione
Ni más dicha, ni otro honor.
100
Tu trovador quiero ser
Mientras me dure la vida;
Mejor gastada y servida,
Nunca jamás la he de ver.
A tal fin dichoso aspiro:
Creer, cantarte y quererte
Hasta que venga la muerte,
Hasta el último suspiro.
FR. JULIÁN MORENO DE SAN NICOLÁS
A. R.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
EL RACIONALISMO Y LAS ALEGRÍAS DEL VIVIR
III
(Conclusión)
Ego sum panis vitae; qui venit ad me, non esuriet, et
qui credit in me, non sitiet unquam.
(S. Joannes, cap. 6, 35)
Más todavía; el racionalismo da muerte feroz a las nobilísimas aspiraciones del alma, que
en la Natividad de Cristo encuentran la fuente de la más cumplida satisfacción. Para comprender esto, tiende tu mirada por la prolongación de los siglos y contempla al género humano
antes de tan sagrado acontecimiento.
El hombre vagaba perdido por una selva oscura, áspera y salvaje, como la que nos describe el gran poeta florentino en su Divina Comedia1; envolvíanle las sombras espesas de la
ignorancia y aterrábanle los tres espantables monstruos de la soberbia, avaricia y concupiscencia. La oscuridad de aquella selva no podía deshacerla el Virgilio de la sabiduría humana;
solo la espléndida iluminación de la mística Beatriz de la gracia podía salvarle. Y el género
humano suspiraba, como el desterrado vate medieval, levantando las manos al cielo: Dios
compadecido baja a la oscura morada, a la cárcel de amargura y en su puerta graba, no la terrible inscripción, que con negros caracteres aparece en el dintel de la puerta del infierno dantesco, (Dejad toda esperanza), sino otro más
1
El Infierno, canto I.
102
alentador y optimista: Guardad toda esperanza; y hace pasar al mismo tiempo ante sus ojos,
bellísima y radiante, la augusta sombra del futuro Redentor, prometiéndole la salvación y la
libertad, y desde entonces la figura de Cristo fulgura luminosa sobre el fondo oscuro de aquella cárcel y «su Nombre resuena en los sollozos de la humanidad desterrada»1. Israel, el pueblo acariciado de Dios, le pone por divisa en todos sus ritos y ceremonias y le invoca en todas
sus plegarias; y sus Videntes henchían con sus gemidos la tierra, lanzando terribles anatemas
contra el pecado, con los ojos apartados de la realidad, que tenían presente y vueltos de cara al
Verbo, monumento vivo y eterno donde están esculpidos todos los acontecimientos y oteando
desde las cumbres inaccesibles de sus visiones proféticas, el venturoso porvenir, solazándose
unos con el Párvulo y el Príncipe de la Paz, otros saludando a Belén, que mecería la cuna del
Mesías, otros, en fin, vislumbrando el risueño alborear de su venida, y felicitando con respeto
al Ángel del Señor, que prepararía sus caminos: todos estáticos, con la mirada fija en el cielo
y con hondos suspiros, exclamando: «Derramad rocío, cielos, desde vuestras alturas, y vosotras, nubes, lloviendo, enviadnos al Justo; ábrase la tierra y brote al Salvador» (Isaías).
En una palabra, como dice muy bien el P. Cantera: «Los 4000 años que preceden a la rehabilitación del género humano, están sembrados de figuras proféticas, de símbolos divinos,
que tienen por término la Persona adorable del Redentor» (ib. pág. 29).
Y el paganismo, que se revolcaba agónico en el lecho de sus errores y pecados, quería
con Platón que, para restablecer el reinado de la Sabiduría, el mismo Dios bajase a los hombres; y con otro filósofo, cansado de los sabios y moralizadores, suspiraba por uno que enseñase con autoridad divina y moralizase con verdad y certeza divinas. Y no parece sino que el
soplo, que hizo vibrar las arpas de los Profetas, llevó a Roma un eco vago, misterioso, de sus
vaticinios; por eso sus poetas, con inefables presentimientos, soñaban en tiempos más felices
de paz y de ventura:
Magnus ab integro saeclorum nascitur ordo.
1
P. E. Cantera, «San José».
103
Jam nova progenies coelo demittitur alto.
...Et toto surget gens aurea mundo.
(Virgilus, Egloga 4)1.
En fin, si algún rayo de luz y de alegría alumbró la triste y abatida frente del género
humano era la esperanza del futuro Redentor. Por eso ese Niño fue el blanco de todas las aspiraciones humanas, el objeto de todos los suspiros, la columna de fuego que alegraba los ojos
del hombre, la nube bienhechora que con su lluvia refrescaba la sed de lo infinito que acosa al
espíritu humano en su peregrinación por los páramos de la vida. Estos universales y profundos suspiros eran arrancados al corazón del género humano por tres grandes aspiraciones, a
saber: anhelo de libertad, tendencia a la unión y paz con Dios e inclinación a deshacerse de las
flaquezas y miserias. Dichas aspiraciones eran restos, diría el gran Pascal, de un estado feliz
de que había caído el hombre; eran las ruinas del soberbio edificio de la gracia, que levantó
Dios en el alma y que restauró Cristo, amasando con su divina sangre el leve polvo de nuestra
naturaleza caída. En aquel estado felicísimo, la voluntad era libérrima, reina y señora del
hombre, y estaba unida a Dios con vínculos de dulce amistad. Pero vino la caída y luego el
castigo espantoso; y un ejército de tiranuelos detestables y villanos, que hasta entonces habían
sido sus esclavos, amotínanse airados y en anárquica revolución fraguada en el infierno llovieron sobre los dominios de la voluntad, queriendo compartir con ella la autoridad sobre el
hombre, desterrando a Dios del alma, y dejando a ésta cubierta de heridas, miserias y debilidad.
Y entonces quedó nuestra libertad gimiendo en la cárcel de las pasiones, la voluntad sin
Dios llorando, el hombre miserable y flaco con profundos ayes suspirando. Y esta pérdida2
parcial de
1
Ya sabemos lo que se ha disputado acerca de esta famosa égloga virgiliana, tan llena de luz y armonía, una de
las más encantadoras que brotaron del arpa del inmortal vate mantuano; sea lo que sea, verosímil es que los
romanos tuviesen noticia de los libros proféticos judíos y esperasen un grande acontecimiento, como también «corría por todo el Oriente la antigua y constante tradición de que nacería en la Judea un hombre llamado a obtener el imperio universal», según refiere Suetonio y también Tácito.
2
Para evitar falsas interpretaciones, nótese que decimos que la libertad quedó atenuada, pues el hombre perdió
la gracia, esa partícula de la libertad divina, que pone en nuestras manos el cetro y señorío para tener a raya
las pasiones, que tan grande influencia ejercieron sobre la voluntad después de la caída; y así la gracia, lejos de ser enemiga de la libertad verdadera, es la más celosa defensora de sus fueros, no sólo como luz (veritas liberavit vos), sino también como fuerza eficaz para domeñar las perversas inclinaciones, sustrayéndola al influjo de las concupiscencias, que tantas veces arrastran nuestra voluntad por el cieno de los placeres.
En breves palabras, la libertad consiste, como dice muy bien Soto, en ser dueño de sí mismo. Y más dueño de
sí mismo es el que ejerce su imperio sobre las pasiones, como se consigue con la gracia, que el que es juguete de ellas sin la misma. Además, después de la caída, el demonio ejerció también su influjo sobre el
hombre, disminuyendo así su soberanía y libertad.
104
nuestra libertad y alejamiento de Dios y de la gracia con Él produjeron esos vacíos inmensos
del corazón, que tan vivamente sintió el hombre antes de la venida de Jesucristo, esas tres
grandes aspiraciones que a todos se nos comunican con nuestra naturaleza. ¿No es verdad,
queridísimo lector? Cuando sientes en tus manos el peso de las cadenas del cautiverio, ¿no
suspiras por un libertador que las rompa? Y nuestras almas, cuando tal vez gimen en mísera
cautividad, esclavas de alguna pasioncilla, ¿no lloran exclamando con el Real Profeta: ¿Quién
me dará alas de paloma para volar y descansar en las alturas? Sí; aspiramos siempre a la libertad.
Y la unión con Dios, ¿no es la eterna aspiración del alma, pues en esto estriba toda su
perfección, en estar unida con su Principio, según enseña el Ángel de las Escuelas? Y ¿qué
son sino pruebas palpables de esto esas inquietudes que nos causan las criaturas y esa sed de
Verdad y fe Belleza que no bastan a apagar todos los pozos de la tierra? San Agustín, aquella
abeja misteriosa fue libando la miel de la felicidad en todas las flores del mundo, posándose
en todas las hermosuras de la tierra y extrayendo de ellas las dulzuras que contienen; pero su
gran Corazón (símbolo eterno del corazón humano apartado de Dios), lanzado al mundo por
el Señor para manifestarnos la nada de las cosas terrenas, antes de unirse a Dios, fue el infierno de todos los dolores y la fragua de todos los tormentos; nadie como él ha sentido esa necesidad de Dios, esa indigencia de lo divino, como oscuramente se dice hoy; nadie mejor que él
la ha expresado en una formula clásica y fecunda que declara las amarguras y desengaños del
alma, con el mundo desposada, la vanidad de terreno, las ansias del espíritu y la fuente
105
de todo reposo y consolación, hermosísima fórmula, que es la historia de un corazón y que
justamente se ha hecho célebre: Fecisti nos ad Te, Domine, et inquietum est cor nostrum donec requieseat in Te (Conf. 1. I.).
No hay hombre que no sea víctima de esa inquietud y no sienta esas amarguras y desabrimientos, cuando se entrega a las criaturas y en ellas deposita el corazón. ¿Quién no ha
tenido momentos en la vida, de esos momentos digo, de grandes enseñanzas en que el alma
parece estar en íntimo contacto con el vacío de las cosas, vacío en cuyas profundidades parece
resonar esta palabra terrible y espantosa: ¡Nada! ¡Nada! Este hecho tan sencillo demuestra
que el alma no busca las criaturas, pues no encuentra en ellas satisfacción, sino busca un ideal
que es Dios, que encierra toda hermosura y perfección.
Finalmente, ¿quién hay que no suspire por salir de este pozo de miserias e impotencias en
que yacemos? Agitan continuamente nuestro corazón vehementes deseos de conocer la Verdad entera y de hacer todo lo bueno que se nos ofrece1. Pero, si grandes son estas aspiraciones, no menor es la debilidad y flaqueza, de tal modo que ha dicho Pascal en su célebre definición del hombre, que es una caña que piensa y caña la más frágil de la naturaleza. ¿Quién,
pues, socorrerá nuestra miseria y nos sostendrá en las flaquezas y apagará el fuego de las pasiones que turban nuestra inteligencia para conocer la verdad y nos arrastran en el suelo, impidiendo remontarnos a la región celestial donde reside el Soberano Bien? ¿Quién nos librará
de este cuerpo de impotencia y de muerte? Concluyamos pues; tanto el género humano antes
de Cristo, como cualquiera hombre, siente esas tres grandes aspiraciones de que hablo; recojámonos dentro de nuestro ser y veremos que brotan del espíritu como surtidores perennes.
Pero estos surtidores saltan en el corazón más robustos y henchidos, más vivos y pujantes en
el tiempo que precede al Nacimiento del Salvador del mundo.
Y por eso la Iglesia, esa Madre augusta de los hombres, cuyo
1
Esto lo explica muy bien Tanquerey en la teología fundamental (pág. 88), y también Pascal en sus Pensamientos, y Jonsegrive en su obra «Le catholicisme et la vie de l'esprit», pág. 271.
106
pecho late al compás de las palpitaciones del corazón humano, en el santo tiempo de Adviento, iluminada por los resplandores de aquella antorcha celestial de luz indeficiente que
alumbró a los Profetas, guiándolos por las sombras de la región simbólica del Antiguo Testamento, y agitada por todos los nobles sentimientos y fuertemente sacudida por los grandes
amores del cielo, poniendo en sus labios todas las ternuras y cariños de Esposa inmaculada
ausente, todos los suspiros de doliente desterrado, hinche los templos con suspiros y gemidos
incesantes, y los siete días anteriores a la Natividad del Redentor, sumergiéndose en el Océano de luz de los dos Testamentos, prorrumpe en siete ardentísimas jaculatorias, férvidas y
abrasadoras, henchidas de lumbres proféticas, y son las siete antífonas de la O, expresión sublime y síntesis grandiosa de las aspiraciones humanas: Oh Rex Israel! veni ad liberandum
nos; educ vinctum de domo carceris, et sedentem in tenebris et umbra mortis! Oh Emmanuel!
(Dios con nosotros). Expectatio Gentium et Salvator earum! Veni; jam noli tardare, Domine
Deus noster.
¡Oh Rey de Israel! Ven a darnos la libertad; saca de la cárcel a los presos y a los que estamos sentados en las tinieblas y sombra de muerte (las miserias). ¡Oh Emmanuel, esperanza
de las Gentes y Salvador de ellas! Ven y no tardes más, Dios y Señor nuestro1. Y ved aquí
bien explícitas las aspiraciones ardientes de que he tratado.
Pues bien; ¿quieres aplacar esa sed de aspiraciones que te consume?
1
Nada más sublime y encantador que la liturgia del Adviento y sobre todo el Oficio Divino. El espíritu de la
Iglesia parece que sopla sobre los huesos de los Profetas, cuyos miembros se animan y levantan, sobre todo
los del gigante Isaías, el evangelista del porvenir, cuya palabra, que ora fulminante y aterradora, semeja torrente de cólera que cae con estruendo de las alturas, capaz de infundir en los huesos del pecador estremecimiento y pavor, era tierna y amorosa, y siempre arrebatada, poética y luminosa, maravilla a cuantos la escuchan con veneración. La luz Eterna que, en potente y espléndida reverberación, se reflejó en el cerebro
de Isaías, esclarece también la Iglesia, bañándola en esplendorosa claridad, y en sus templos resuenan los
gemidos y ayes que exhaló el corazón humano. ¡Ah! si yo tuviera la pluma de Chateaubriand, enriquecería
su estupendo Genio del cristianismo con un nuevo capítulo sobre la poesía de la liturgia en Adviento.
107
Pues vamos corriendo
Que brota en Belén,
Florida y hermosa
La Fuente del Bien.
Corramos a las fuentes del Salvador y bebamos las dulces aguas de la alegría y apaguemos esa sed de libertad y de unión con Dios y bañémonos en esa piscina de salvación, limpiándonos de la lepra de nuestras miserias y flaquezas. Allí está nuestro Libertador, el que ató
la bestia apocalíptica que antes andaba suelta por el mundo, causando espanto a los mortales.
Allí está nuestro Dios, cubierto con el velo de nuestra carne, vestido de todos los encantos de
la niñez y de la belleza sugestiva de la infancia. Él asumió nuestra naturaleza y la unió a sí,
con nudo insoluble, con unión íntima y amistosa. En Él habita corporalmente la plenitud de la
Divinidad, es decir, el venero de todas las riquezas y gracias, el manantial de toda fortaleza, la
fuente de toda verdad y el océano de toda bondad concentrada. Él es la Vida plena y henchida, la Luz eterna inagotable, el Verbo hecho carne, lleno de gracia y de Verdad, la suma belleza; es, en una palabra, el Hijo de Dios, verdadero Dios. Abracémosle pues, pero con reverencia, y amor, con confianza sin límites, con adoración profunda, porque es el Mesías verdadero, nuestro Rey y Salvador, el objeto de nuestras íntimas aspiraciones que seguramente se
calmarán con tamaño Bien.
Ahora bien; decid con el racionalismo que no es Dios; luego es un impostor, pues claramente se dijo Dios. Si no es Dios, luego el hombre se halla en la misma situación y aun peor
de lo que antes de Jesucristo se hallara; y entonces esas aspiraciones brotarán de nuevo con
pujanza para atormentarnos cruelmente sin poder ni sosegarlas con el rocío refrescante de la
esperanza. El peso de las cadenas abrumará nuestra libertad soñada; Dios estará muy lejos de
nosotros, que nos veremos sumergidos en la ciénaga de nuestras miserias y pecados. Y henos
aquí con el pesimismo de Schopenhauer en toda su asquerosa desnudez. Ved en nosotros encarnada aquella voluntad, de que él nos habla, agitada con deseos que nunca puede satisfacer
y que quiere deshacerse hasta de la existencia, como fuente de todo mal. Esa voluntad es el
mejor retrato de un corazón
108
con insaciables aspiraciones y deseos, que tienen por término el vacío, como sucede al alma,
negando la Divinidad tan risueña y amorosa del infante de Belén. Y este pesimismo, como el
de Hartmann y el de Nietzsche es el espantoso cuadro, que hoy ofrece el espíritu humano con
aspiraciones perpetuas, con agitaciones y continuos retorcimientos. Claro está; ha abandonado
a Cristo, a esa fuente de vida eterna y de alegría; de ahí esos tormentos y ese pesimismo, que,
como el buitre del infierno virgiliano, roe las entrañas de la sociedad, cebándose de ellas
cruelmente.
El Corazón de Jesús es centro de todos los corazones y manantial de toda consolación;
cuando los hombres han girado atraídos por él, han sido alegres con los santos regocijos de la
fe. La sonrisa ha movido sus labios y no se han conocido sistemas pesimistas entre ellos. Pero
la apostasía del siglo XVI trajo en pos de sí el frío indiferentismo, que abortó la horrenda
blasfemia de la negación de la Divinidad de Jesucristo, la grande herejía de los tiempos modernos, según frase de Menéndez y Pelayo; y entonces el espíritu humano no atraído por ese
sol de verdad y de amor, fue a perderse, como astro errante, en el impalpable vacío de los
placeres, en esa lóbrega mansión de las tristezas del alma y de las locas alegrías de la carne,
asilo de desesperaciones horribles y de frenéticos retorcimientos, región sombría de los hastíos profundos del alma, que criada para más altos fines, gime aprisionada en las garras de la
carne; por eso su canto es canto de desesperación y pesimismo, que está infundido en las venas de la literatura, de la filosofía y del arte; por eso esa sociedad ha engendrado en sus entrañas corrompidas a Tolstoi y Leopardi, a Heine y Musset, a Vigny y Espronceda y por boca de
Richepin (Les Blasphémes) ha dicho esta frase, que declara bien sus torturas e inquietud: «El
fastidio, el pálido fastidio de los ojos muertos dirige la orquesta en el estúpido festín de la
vida». Justo castigo fulminado por Dios contra el que abandona las santas alegrías de la fe y
los deleites celestiales de la pureza.
Esa indigencia de lo divino, que hoy tanto se siente, es consecuencia del olvido y apartamiento de Dios; pues es evidente que no se siente indigencia sino de aquello que nos falta.
Y ¿por qué le falta Dios, sino porque le ha desterrado del corazón,
109
poniendo en su lugar a la insolente diosa Razón, encarnada en impúdica meretriz, que un día
fue llevada en triunfo en hombros del monstruo de la revolución por las calles de la babilónica
París, adorada luego en venerable templo, embalsamado con efluvios castísimos por la Soberana Reina de la Pureza, María Inmaculada?
Y desterrado Dios del corazón, ha venido a ocuparlo el pecado, el grande enemigo de la
santa y noble alegría1, pues él mata la gracia, esa sonrisa de Dios a las almas, caricia amorosa
y material, ósculo purísimo con que Él las regala dulcemente, inundándolas de gozo inefable.
Si quiere, pues, volver a la alegría sólida y verdadera, que vuelva hiriendo su pecho y se
postre a los pies de Cristo y le adore profundamente como a su Dios y libertador, rogándole
que calme su sed ardiente de aspiraciones. Y Jesús le introducirá en el Sagrario de su Corazón
y lo bañará en su sangre purísima y regeneradora, colmándole de consuelos. Y entonces esa
sociedad frívola y ligera, que con tanto horror mira las tristezas de la vida cristiana, entenderá
que «no hay regocijo en el mundo que pueda compararse a la alegría avasalladora de la fe»,
como dice nuestro clásico Ricardo León2; alcanzará la verdad de unas palabras evangélicas,
impregnadas de un optimismo intenso y de una alegría sincerísima, palabras del gran J.
Coppé, recién convertido y que por lo mismo tienen mayor fuerza: «Los mejores instantes de
mi vida son aquellos en los cuales me dirijo a Dios. Sí; no hay cosa más deliciosa que la hora
en que se le ruega y en que uno se pone de hinojos en su presencia. Mil veces bendita la tribulación que a Él me condujo»3.
Y entonces dejarán de cernerse sobre su cabeza las nieblas del pesimismo triste y sombrío; y en vez de llorar y de retorcerse en el infortunio y desesperación, cantará alegremente,
como han cantado
1
Un estudio muy bonito podría hacerse sobre el pecado y el pesimismo.
Los Caballeros de la cruz, pág. 112.
3
Este eminente sabio francés se convirtió al cristianismo, movido por el consuelo que da nuestra religión en las
tribulaciones, como la tan grande que él padeció y que le condujo a Dios. Por este motivo escribió su «La
bonne souffrance», de donde están tomadas las palabras que cito.
2
110
todos los poetas verdaderamente castizos de nuestra España (la nación más optimista por ser
la más católica y espiritual), sobre todo en el enorme siglo de Cervantes. Cantará, como todos
los grandes vates del cristianismo, siguiendo aquel consejo tan rebosante de optimismo de N.
G. P. San Agustín: «Aquí cantamos el aleluya, pero es el aleluya del camino: allá arriba cantaremos el aleluya de la patria. Canta, como los caminantes, pero camina; no te extravíes en el
camino, no te detengas, no te vuelvas atrás. En el cielo será el reposo del perpetuo aleluya».
(Serm. 56).
Marcilla 13 de Diciembre de 1919.
FR. VICTORINO CAPÁNAGA DE S. AGUSTÍN
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
BEATAE MARIAE VIRGINI
IN FESTO
PURIFICATIONIS
Vernis candidior rosis
¡O Virgo Libani sumpta per aethera
Auratae cyatum tenens
Virtutis! liceat, me dare camina:
Pratis gratior albidis
Satis nunc Cyanis, nunc violariis;
Montana nive purior,
Vitro splendidior, sole nitentior,
¡Gaude Sponsa Paraclyti!
Vincto gemmiferis temporis lauribus,
Auri curribus advolas
Axes per superos, mitia Virginum
Spargens balsama quolibet.
¡Epeu! te tot Veneres, tot redimicula
Stipant undique gloriae;
Quod Divos spatium perpolit inclytus
Multis cursibus annuis.
Regali in solio candet eburneo
Subridens facies tua,
Lymphaeque ex pedibus rivulus effluit.
Labens atque susurribus
Pacem terrigenis, aetheriae plagae
Portat, gaudia civibus.
Sceptro mirifico, compta adamantibus
Claris, imperium geris
Caenosis minime labibus illitum:
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Semper munditiae flabra
Spirantes, recolunt praemia Virgines.
Stella bellior aurea,
Comis caeruleum Numinis atrium,
Lucis tamque leporibus;
Imples ut proceres urtis Olympicae
Sanctis, alma, stuporibus.
Te fecit radians dextra Diespitris
Fulgentem, quasi Cyntiam;
Et sicut pelagum concitat aestibus,
Seu vi tollit ad aethera
FIuctus; non aliter pectora commoves
Atque asumis anhelitos.
Terris paciferum, lucifer igneus
Confers tristibus otium;
Umbris nam latebra criminis abditis,
Vallis comperis incolae
Moesto spem placidam, quam modo fletibus,
Urgenti modo pondere
In longi spatio temporis improbo
Passim quaesiit anxius.
Auris verniferis, sic velut ingemunt
Virgulti in nemorum sinu
Crispantes tremule termites inciti;
Tectis in rutilis fluunt
Mellito moduli gutture sic tuo,
Qui oblectant Querubin choros.
Floris neu topiis suavia consitae,
Ver dum ridet, aromata;
Neu rivi in riqua gramine murmura,
Qui altis culminibus ruit;
Sublimi nequidem nocte serenitas,
Fulgescunt ubi sidera
In celsis; poterunt fingere coelici
Aspectum decoris tui.
Aurorae facibus Virgo rubentior;
Cordis villa cupidinum;
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¿Candorem poterit promere quispiam
Facundis numeris tuum?
¿Vates cum chelybus num celeberrimis,
Ipsis namque poesibus
Virgo, si species bellior est tua?
¿Numquid nectareis Coli
Linquis aut proceres aligeri suis,
Cum sis, virgo, libentior
Coelestis lepidis Sedis acentibus?
………………………………
¡Gaude Virgo puerpera!
Securum columen tristibus undique;
Lux nostri exilii fida,
Quae lustras laqueis tramites insitos
Versulis, quibus hostium
Agmen nos furiis impetit invidum;
¡Salve Virgo piisima
En qui sollicite marmora transferunt,
Christi nominis asseclae,
Quando nimbisonus sibilus infremit,
Immensis fluitans aquis,
Navisque pue quatitur, sive periclitans
Undis icta trementibus;
Illueve horribili gurgite territa;
¡Virgo conspice filios!
Qui cinctis clypeo cruribus aeneo
Virtutis, quoque cuspide,
Pugnam, Christiadae milites, irruunt,
Orci dum furor impius
Arces in superos robora congerit;
¡Virgo conspice filios!
Morti dum tetrico fulmine diruti,
Jam pallor simul occupat
Ora, et tunc subeunt funeris horrida;
¡Demum... conspice filios!
FR. DOMINICUS PEÑA A S. JOSEPH
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HALLAZGO IMPORTANTE EN LAS YESERAS
DE MONTEAGUDO (NAVARRA)
(Continuación)
Perisodáctilos. Anchitherium aurelianense.
El antecesor del caballo
Por los fragmentos de maxilares obtenidos en el yacimiento de las Yeseras, se puede juzgar que son varias las especies de rinocerontes enterrados ha miles de años. Recogimos dos
trozos del maxilar izquierdo e inferior, con cuatro molares, y un trozo del derecho e inferior,
con tres hermosas piezas, todas casi completas y en buen estado. Todos estos restos corresponden al Anchiterium aurelianense, Ih. von Meyer». El Anchitherium era un équido del tamaño de un asno grande, de cráneo corto y deprimido y venía a ser como un caballo pequeño.
Según Depéret y otros paleontólogos, el Anchiterium es originario de América, que se presenta en Europa en el mioceno y que continuando la evolución de los Équidos, pasa por el Ihiparion hasta terminar en el Equus actual. Los premolares y molares tienen todos un tipo uniforme, y están constituidos por dos medias lunas con la concavidad hacia la parte exterior. Estas
medias lunas se sueldan sin confundirse con los dientes no desgastados, pero confundiéndose
con los que ya lo están. La longitud, partiendo desde el cuello del diente, es de cuatro centímetros y medio. Hallamos también tres premolares izquierdos, en su correspondiente
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trozo de maxilar, pertenecientes al «Rinoceros hispanicus». Item: un cuarto premolar derecho
del mismo «Rinoceros hispanicus» Dantin. Un tercer trozo de maxilar con sus molares, que,
por su tamaño y color, manifiesta pertenecer a otro «Anchitherium aurelianense» también de
la misma especie.
Entre la variedad de rinocerontes que en aquellos tiempos pastaron en las orillas de los
grandes ríos y lagos, hemos hallado la mandíbula superior e izquierda, mejor dicho, una serie
de coronas dentarias cortadas perpendicularmente, desapareciendo todas sus raíces y la parte
huesosa que éstas ocupaban. Quedan aquellas como en el aire y empotradas en un cascote de
piedra, guardando su posición natural. No pudiendo clasificar, ni con probabilidad, tres o cuatro maxilares por carecer de coronas sus molares y dientes; creo más prudente dejarlos mientras no disponga de mejores medios. Sólo me permito decir que, a juzgar por sus tamaños,
deben pertenecer a los «Rinocerótidos». En 1911 el Sr. Hernández-Pacheco, jefe de trabajos
de investigaciones paleontológicas y prehistóricas del Museo Nacional de Madrid, se hallaba
en comisión en París, por lo que el Sr. Bolívar, director del Museo, comisionó al profesor y
ayudante Sr. Dantin, para que se dirigiera al cerro del Otero (Palencia) e hiciese las investigaciones necesarias en aquel nuevo yacimiento fosilífero.
Partió el Sr. Dantin para dicho punto y recogió los ejemplares que se habían extraído: estudió las condiciones del yacimiento y procedió con dos obreros de los más inteligentes a extraer los huesos que en el curso de las excavaciones iban apareciendo. En 1912, inmediatamente de regresar de París el Sr. Hernández, se unió al Sr. Dantin y prosiguieron los trabajos
de excavación, todo por cuenta del Estado, hasta fines de año que aquél volvió por segunda
vez a París. El Sr. Dantin siguió sus estudios paleontológicos, y no pudiendo determinar la
especie de algunas piezas por hallarse desgastadas por la erosión, ni teniendo buenas colecciones y ejemplares para poder compararlos, se determinó que, aprovechando la nueva estancia en París del profesor Hernández Pacheco, y contando con la benevolencia de Mr. Marcelin
Boule, jefe de la sección de Paleontología, acudiera el Sr. Dantin desde Madrid con los ejemplares dudosos, para unirse con el Sr. Hernández, y con la ayuda de Mr. Marcelin,
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continuar juntos, en el Laboratorio de Paleontología del Museo de París, la labor comenzada
en Madrid. He creído oportuno dar a mis lectores estas noticias para que vean las dificultades
con que he tropezado para clasificar algunas piezas (si me he equivocado, otro me corregirá)
y, al mismo tiempo, que también España se esmera y gasta en el fomento de esa nueva ciencia
llamada Paleontología.
Los dos sabios profesores, de común acuerdo, trabajaron y redactaron una memoria
científica, especificando todas las familias a las que pertenecieron aquellos restos petrificados
en el cerro del Otero. Los más notables de ellos se hallan fotografiados de varios lados, por lo
que es fácil apreciar todos sus detalles y compararlos con nuestros fósiles recientemente adquiridos. Sin temor de equivocarme, puedo asegurar que el yacimiento de las Yeseras es de
mayor importancia que el del cerro del Otero, por su abundancia de restos petrificados, calidad de animales y yacimiento que es pétreo-calizo. En el yacimiento del Otero aparecían los
restos diseminados entre el cascajo y conglomerados miocenos; aquí yacen diseminados y
formando un cuerpo con la roca caliza, y hay que hacerlos desprender sin medios y con malos
instrumentos improvisados por mí. Aquel yacimiento se agotó a los dos años; de éste, después
de unos veinte años, por lo menos, de su aparición, siguen extrayéndose todos los años, pasando desapercibida su importancia para todos sus habitantes, empleando las piedras con
grandes incrustaciones fosilíferas para levantar tapias y algunas casas, como sucedió al reconstruir unos metros de tapia de nuestro corral que da a la parte de la carretera, hace unos
diez y seis años.
Pero lo más sensible es que el año pasado, uno de los que se dedican a extraer piedra y
que a la vez está encargado del cementerio, y, por lo tanto, acostumbrado a ver dientes y
cráneos humanos (el tío agua va), me aseguró haber extraído un cráneo humano con toda la
dentadura y completamente petrificado: dos de sus obreros ayudantes me lo confirmaron y
añadieron que aquella pieza importantísima fue echada al carro con las demás piedras destinadas a la edificación. De este triste destino salvé un cráneo humano en una de las tardes de
paseo. Preguntando a los obreros si aparecían restos que indicasen el paso de alguna civilización, contestaron que
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habían salido unos cuantos «bolos» al partir las rocas con los picos. Posteriormente pude encontrar dos de ellos que parecían cantos rodados, arrastrados por aluviones desde largas distancias. Los sabios naturalistas Cuvier, Muller y Deperet, a primera vista nos hubiesen dicho
que aquellos cantos eran pequeños cráneos, más o menos aplastados por el peso de los sedimentos, o grandes huevos petrificados por completo, como han salido de las entrañas de la
tierra a mayores profundidades en otros yacimientos. A mi juicio, sin duda alguna, un tercer
«bolo», que así denominaban los obreros a estas piedras raras, recogido y limpiado que fue,
resulta un cráneo humano de individuo adulto: los dos parietales se hallan ligeramente aplastados en las partes más próximas al frontal, por cuya causa, éste debió quebrarse por la presión de los sedimentos y aparece más estrecho y con alguna pequeña protuberancia. Debo
hacer constar que dos señores médicos, de brillante carrera, en cuanto vieron ese «bolo», aseguraron que era cráneo humano fosilizado. Carece de muchos dientes y no hay reminiscencia
ósea: tampoco se distinguen las órbitas de los ojos por estar rellenas de piedras, pero toda su
forma es la de un cráneo humano.
Cervicornios
La presencia de estos rumiantes en el nuevo yacimiento viene a aumentar la fauna de
mamíferos enterrados en aquellos remotos tiempos. Así lo manifiesta la multitud de restos
esqueléticos que hemos recogido, especialmente en maxilares con más o menos muelas y
dientes, que por su tamaño correspondieron a individuos de distintas edades.
Creo haber hallado un nuevo grupo perteneciente a los Palaeoplatyceros. Éstos fueron los
cervicornios más antiguos que existieron de astas aplastadas, y es creencia general entre los
paleontólogos que aquellos no aparecieron hasta el Plioceno. De sus restos poseemos un
maxilar inferior derecho con tres molares negros; un inferior izquierdo con dos, y un tercero
también izquierdo con cuatro molares; éste último parece de ciervo común. También hemos
hallado trocitos de asta aplastada y no aplastada; infinidad de pedazos de costillas, tibias,
húmeros, y dos vértebras. Estos restos, por
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ser tan variados y no haber recogido cráneos, es muy difícil determinar su especificación aun
para los más inteligentes.
Poseemos varios maxilares pertenecientes a estos hervíboros, que hoy día no puedo especificar por falta de medios. Tras de mí vendrá otro más inteligente, que, disponiendo de medios y salud, podrá dedicarse a esta nueva ciencia. La pieza de mayor importancia, perteneciente a los cervicornios, es un testuz o parte anterior del cráneo, desde la nuca hasta las fosas
nasales. La parte interna se halla lisa y casi plana, viéndose perfectamente las órbitas de los
ojos (todo petrificado); se distingue muy bien el tronco y arranque de las astas, y además los
dos pequeños cuernos, desgraciadamente mutilados, que tenía ya en la frente, uno a cada lado
y encima de los ojos. Recogimos una pezuña perteneciente a esta familia, pero se nos extravió
entre las escombreras y no dimos con ella. ¿A qué época pertenecen estos mamíferos fosilizados y prehistóricos?
El yacimiento que nos ocupa, por la especie de animales que representan sus restos, a mi
juicio pertenecen al final de la tercera época, o sea, al Plioceno, y también al principio de la
cuarta. Es creencia entre los paleontólogos que el Mastodón abundó en el terciario, y que desapareció de la superficie de la tierra hace más de cuatro mil años. Ahora bien, en las Yeseras
han aparecido cráneos humanos completamente petrificados, uno de ellos con su dentadura
íntegra, como dije antes, y fue destinado a la edificación, como una de tantas piedras, por
obreros ignorantes: el otro figurara en nuestro Museo, a pesar de no tener señal alguna de su
dentición. En la estratificación de estas canteras calizas, no salen arenas, cascajos, vegetales,
hierros o instrumentos que indiquen civilización; pero sí esos cráneos humanos, revueltos y
mezclados a distintas profundidades (de uno a dos metros), con restos diseminados de Mastodón; luego esos fragmentos óseos datan de la época tercera y cuarta, que es cuando el hombre fue criado por Dios. Además recogí media rótula humana, y todo me hace creer que el
yacimiento es antediluviano. Los paleontólogos aseguran que el hombre convivió con el Mastodón, y que se sirvió de él para cabalgar y transportar carga, que es el destino de los Elefantes actuales en el África y en la India. Vuelvo a repetir que habiendo aparecido encima de
esos cráneos humanos, y también debajo de ellos, restos fosilíferos de mamíferos
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que desaparecieron ha más de cuatro mil años, v. g. el Mastodón, de rinocerontes, ciervos, y
de otras especies que viven en la actualidad, este yacimiento corresponde al Plioceno de la
terciaria y primeros tiempos geológicos de la edad antrópica.
¿Cómo fueron depositados? Sabido es que uno de los episodios más interesantes de la
larga historia de la tierra, fue sin disputa alguna el extraordinario desarrollo de las nieves que
tuvo lugar en los primeros tiempos antrópicos. Demuéstranlo las huellas que el paso de inmensos glaciares han impreso sobre las rocas y montañas de nuestro hemisferio. A la vista
tenemos el Moncayo con toda su vertiente norte denudada por la acción de los glaciares y
tiempos fluviales, como nos lo dicen el «Cucharón» y las ingentes rocas llamadas Castillos de
Riera. De ahí se desprendieron grandes rocas altivas que hoy se hallan humilladas en pequeños valles y profundos barrancos, manifestando que han sido trasportadas desde largas distancias. Esto mismo se observa en muchas comarcas de la península y de Europa, encontrándose
cantos erráticos, arrastrados por las lluvias que sucedieron a los tiempos en que la tierra estaba
cubierta mucha parte de ella de espesísima capa de nieve helada, siendo arrastrados y transportados entre aquellas masas de hielo a enormes distancias salvando grandes montañas. Del
hielo y de los tiempos fluviales se sirvió la naturaleza, para depositar estos restos esqueléticos
en multitud de yacimientos fosilíferos, como lo prueban científicamente los más eminentes
geólogos y paleontólogos, compatricios y extranjeros.
En ninguna de las canteras, que son muchas las que existen en las Yeseras, se observan
esos cantos erráticos, arenas o cascajos que suelen depositar los grandes aluviones, excepción
hecha de aquellos cuatro o cinco «bolos» que sin duda fueron cráneos desfigurados por la
erosión y por el peso de los sedimentos. La constitución estratigráfica de todas estas canteras,
así como también los restos depositados, demuestran claramente que la sedimentación fue
paulatina y que debió durar su formación siglos enteros, arrastrando las aguas a ese ángulo
abierto toda clase de huesos, empujados a la vez por los vientos del Sur, y llegando a formar
un suave plano inclinado hacia el mediodía; y por el contrario, al Norte, hay una penosa subida, que no por todas partes se puede realizar, de cuarenta
120
a cincuenta metros, quedando denudadas sus rocas, en plena actividad, que en tiempos geológicos fueron azotadas por las olas. El único vegetal que se ha encontrado petrificado es un
trocito de palo de unos diez centímetros por dos de diámetro, y se halla adherido a la parte
inferior de un maxilar superior con nueve dientes que parece de orangután, o si perteneció a
otro cuadrúmano debió ser de mucha edad. No puedo explicar de otra manera cómo en dos
pequeñas canteras que cada una de ellas tiene unos cuarenta metros de superficie y una separada de otra como doce metros, se llegasen a juntar veinte y cinco maxilares todos distintos e
infinidad de restos óseos, no pocos pertenecientes a los que ya quedan clasificados. Me satisfaría que otro diese una explicación más satisfactoria.
(Concluirá)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
NOCTURNO DE AMOR
Las sombras de la noche
Me separan de Ti;
Cuando vuelva la aurora
Seré feliz.
Al ángel de mi guarda
Le ruego con fervor
Que os lleve mientras duermo
Mi corazón.
Silencioso está el templo
Y Vos quedáis en él;
Con Vos me dejo el alma,
¿Qué más yo puedo hacer?
Dormir yo no debiera
Estando cerca Vos
¿No vela junto al nido sus amores
El dulce ruiseñor?
Me quedo aquí, me quedo,
Oh mi tierno Jesús,
Mientras la luna filtra silenciosa
Su blanca luz.
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Me quedo aquí mientras que suave canta
La brisa en el jardín;
Mientras la noche vuela por los cielos
Me quedo aquí.
Contigo yo, mientras su casto beso
Te da esa luz bendita del altar,
Quiero adorarte y a tu lado quiero
Velar, gemir y amar.
Mientras haya un aliento en mis entrañas
Y un suspiro de amor,
Mientras pueda decirte «¡yo te amo!»,
No me voy; no me voy.
Mientras pueda saber que Tú me quieres,
Aquí me quedo yo.
Mientras que ahí te vea prisionero...
¡Rey mío, no me voy!
No vuelvas, aurora;
No vuelvas, oh sol.
No vengáis a turbar con vuestras luces
Las dulces horas de mi casto amor.
Yo aquí me quedo junto a Ti, Bien mío,
Que eres la Vida que vivir yo quiero,
Y aquí, la dicha que gozar yo ansío;
Y aquí, la muerte que morir yo espero.
Y aquí Tú, prisionero,
Y yo a tus plantas de tu amor cautivo,
Sólo sabré que cuando vivo, muero;
Sólo sabré que cuando muero, vivo.
FR. J. MORENO DE SAN NICOLÁS
A. R.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
DE VENEZUELA
La festividad de N. P. S. Agustín en Caracas
Espléndidos en extremo fueron los cultos que nuestros PP. Recoletos dedicaron en su capilla de María Auxiliadora al Gran Patriarca San Agustín.
La multitud de fieles que durante los tres días preparatorios se postraron ante el Santo,
nos hicieron augurar que su fiesta sería cual día de espiritual romería, un jubileo en que todas
las clases sociales vendrían a honrar y reverenciar a ese sol gigante que lleva quince siglos
iluminando las inteligencias y enardeciendo los corazones de los mortales.
El brillante programa que al efecto circuló oportunamente, se cumplió con absoluta escrupulosidad en todas sus partes.
En los días 15, 26 y 27 do Agosto dijéronse varias misas de comunión, celebrándose a las
7 la última, amenizada con cánticos por los niños del Catecismo, con meditación y plática.
Por la tarde hubo Rosario, Letanía cantada, Ejercicio, Sermón, Exposición del Santísimo y
Bendición, terminando con el himno a S. Agustín.
El P. Miguel Ángel Avellaneda habló el 25 de la inteligencia de San Agustín y de su
amor para con Dios. Nuestro buen amigo Fr. Juan C. Hernández, Superior de PP. Dominicos,
propuso al santo Doctor el día 26 como el más acabado modelo de la perfección evangélica, y
el gran orador sagrado, presbítero Esculpi, Secretario del Arzobispado, Predicador Apostólico
y Canónigo Doctoral, clausuró el Triduo con regia magnificencia.
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Estos cultos sobresalieron por su esplendor en el día principal de la fiesta.
Desde las primeras horas de la mañana nuestra capilla, que presentaba un aspecto soberanamente bello, era insuficiente para contener la multitud de devotos. La imagen del Patriarca
destacábase bajo un lujoso arco de cera, adornado con profusión de luces y miles de fragantes
lirios. Después de la misa de comunión general en la que un grupo de niñas recibió por vez
primera al augusto Prisionero de nuestros altares, se cantó la misa solemnes en la que oficiaron los PP. Dominicos. El panegírico del Santo, modelo de oración sagrada, lo pronunció el
R. P. Serafín de Oricaín, Custodio de los PP. Capuchinos. La capilla, compuesta de selectos
maestros y de las mejores voces de la capital, interpretó la partitura «Mater amabilis» de Capocci, terminándose la solemnidad con el Himno a N. P. S. Agustín, por los niños y niñas del
Catecismo.
El Vicario Provincial, Fr. Juan B. Cañas, y los demás Padres, atendieron y obsequiaron a
los sacerdotes que nos honraron con su presencia, particularmente al Sr. Provisor, presbítero
Granadillo, al venerable Deán de la Metropolitana, Dr. Navarro, al Capellán de los Ejércitos
Nacionales, presbítero González, y al Dr. Esculpi.
El Arzobispo de Venezuela, Dr. Felipe Rincón González, anunció que nos visitaría por la
tarde, y ya hallaba preparada una banda, cedida galantemente por el Ministro de Guerra y
Marina, cuando... verán ustedes. A eso de las dos, una inmensa nube, negra, precursora de
tormentas, obscureció el sol y coronó las altas cumbres del Avila, hasta que a las tres un diluviano aguacero, acompañado de horrible tempestad, se desencadenó sobre estas regiones, prolongándose sin tregua hasta las nueve de la noche. Caracas quedó sin luz a las ocho, durarte
unos pocos minutos, y los Teques por espacio de tres días. En el Gran Ferrocarril Alemán
ocurrieron serios derrumbamientos: el río San Pedro invadió las riberas a quince metros de
ancho y arrastró todo lo que encontraba a su paso; las alcantarillas de los puentes de concreto
eran incapaces para el volumen de las aguas, las cuales irrumpían por encima de las plataformas; las vegas de caña, papas, malojo, coliflor, cebollas y frijoles quedaron bajo grandes capas de arena, y en el pueblo y el Llano de Miquilén se inundaron algunas casas, cayeron paredes, se
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ahogaron varias reses y de casualidad han podido contar el cuento unos vaqueros que intentaron la salvación de sus ganados.
La creciente, pues, del día de N. P. S. Agustín, no tiene por qué envidiar a la célebre del
año 92, que aún recuerdan los caraqueños como los niños al coco.
También se celebró con pompa la fiesta de Ntra. Sra. de la Consolación, Patrona de la
Orden. El coro interpretó la obra de Perosi, «Te Deum Laudamus», predicando con frase galana el R. P. Fray Julián Moreno.
Y para terminar, una pincelada sobre música... celestial, que diría alguien. La prensa venezolana y sobre todo el importante diario «La Religión», puso muy en alto el «gusto artístico
de los Padres Agustinos en la elección e interpretación de los diversos números musicales que
integraron el programa».
Ciertamente, trabajaremos porque vuelva a nuestros templos el verdadero lenguaje de la
música sagrada, diáfano, asequible, equilibrado, que contenga en grado eminente las cualidades todas de la Liturgia: santidad, bondad de formas y universalidad. Recordemos los «Principios generales» del Motu proprio del 1903, y así extirparemos de las funciones religiosas
cierto género que no llega a ser música, sino que es la belleza de la fealdad, la negación de la
armonía, cierto arte sin arte que encierra a la música en un triste dédalo de sonidos a la greña,
con entrada gratis, si se quiere, empero con la salida imposible para los que no se hayan provisto de la tabla de salvación, de la melodía gregoriana, de la polifonía del siglo XVI, únicos
guías para zafarse de la maraña en busca del lenguaje, de la oratoria, de la poética, del pensar,
en una palabra, del molde sin molde que constituye el alma de tos Ambrosios, Gregorios y
Rington, del inmortal Palestrina, el cincelador armonioso de la materia sonora, de los Morales, Guerrero, Vitoria y de tantos otros genios musicales de la edad de oro.
FR. M. A. A. DEL R.
A. R.
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La Misión de Paraguaná, en Mayo de 1913
Ahora, que el tiempo y el Señor nos ayudan, voy a cumplir para con mis buenos hermanos una palabra y una promesa que dejé pendiente de cumplimiento al terminar, ya hace tiempo, una de mis reseñas de misión por los aledaños de Coro, cuando dije que poco más tarde
había de enviar estas páginas al BOLETÍN para dar conocimiento a sus lectores de lo que es, o
lo que era y aparecía a la fecha esa Península, que el Sr. Obispo de Barquisúneto había deseado que tomáramos a nuestro cargo.
Un poco retrasado vengo a desempeñarme de mi compromiso; pero aún ha de tener, creo
yo, sus atractivos y un tanto originales, esta traspapelada relación, especialmente para esa
amable y generosa juventud que, por nuestros Colegios, anda preparándose para estas lides
evangélicas con acopio de alientos y energías bastantes a proseguir con tesonero empuje las
gloriosas tradiciones de nuestra gloriosa Recolección en la magna obra de la evangelización
de los pueblos.
Ella nos lee con entusiasmo. Ella se entera, acuciosa e interesada, de todo aquello que le
llega por todas partes de allende los mares, como aquellos que, escuchando con emoción desde sus campamentos el lejano rumor de los combates en que andan envueltos sus hermanos y
compañeros; y oyendo el clamor de los triunfos y el himno de las victorias, sólo esperan impacientes el momento y la señal de lanzarse a la carrera para reforzar a los que luchan, reemplazar a los que caen y participar de la común fortuna en los trabajos y en las coronas.
Nosotros ya, como el prudente y cansado Eneas, si bien no fatigados aún, ni rendidos por
la edad ni las penalidades de la brega, nos ponemos a contaros lo que hemos visto y pasado
por la vida con aquella dulce y sencilla satisfacción de quien da con gusto lo
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que tiene a quien ama, contando con que le ha de agradar y aprovechar, y quedándose en el
pecho como premio, con esa misma dulce satisfacción de haber hecho una obra de bien a
quien la ha de agradecer.
Y basta de preámbulos.
* * *
Apenas llegados a Coro y aún no bien organizados puede decirse en nuestra Casa, cuando
ya el Ilmo. Sr. Obispo de la Diócesis, Dr. Aguado Felipe Alvarado, nos encargaba el acompañar al respetable Sr. Vicario del Partido y cura párroco de la S. I. Matriz, Pbro. Dr. Ulises Navarrete, excelente sacerdote y muy buen amigo nuestro de siempre, en la Visita Pastoral que
le encomendaba girar por los pueblos de la Península de Paraguaná, correspondiente a su Vicaría y con facultad de confirmar.
Con gusto accedimos a los deseos del Prelado y por ser la primera de nuestras aventuras,
por allí, y un tanto aventurada, quise reservármela para mí y, en consecuencia, me puse a las
órdenes de nuestro buen Padre Ulises, conviniendo en el día y hora y demás accidentes de la
partida.
Salimos, pues, de Coro como a las cinco de la tarde del viernes 15 de Mayo de ese mismo
año de nuestro arribo a la ciudad, tres meses después, dejándola en una apoteosis de gloria
bajo el espléndido desgranar de las Flores de María en nuestro bello templo de San Francisco.
Muchas plegarias y muchos corazones seguían nuestros pasos evangélicos a las regiones donde otros muchos, menos afortunados y mucho más necesitados de nuestra presencia, nos esperaban con fervoroso entusiasmo. Hacía unos cuantos meses no más que aquella infortunada
Península había sufrido los horrores de un hambre general y espantosa, una tempestad de miseria, que despobló la región y llevó la muerte a unos cuantos miles de desgraciados paraguaneros. Aún la memoria de aquel terrible desastre estaba fresca y palpitante en todos los hogares de Coro como si fuera de ayer.
Como a las cinco y media caracoleábamos por entre el laberinto de médanos que por la
parte del noroeste la forman a la ciudad un cinturón de blancas arenas defendiéndola contra
los avances de la salina que está detrás de sus blancas dunas. Y admiraba yo entonces
128
por vez primera la maravilla de aquellas colinas blancas, móviles, leves; de aquellos leves
cendales de impalpables arenas que aleteaban, cambiando de lugar al soplo de las brisas para
ir, a aumentar el conglomerado de las colinas, o formar otras nuevas, con sedimentos continuos tomados de acá y de allá en un continuo lamer y trasegar del viento, ofreciendo las más
delicadas combinaciones y caprichosas formas. Es un fenómeno curioso, pero triste, porque
recuerda, sin poderlo remediar, las soledades y los desiertos.
Nuestras bestias, acostumbradas a estas faenas, remaban sin cansancio por aquellos arenales, y, media hora después, saltábamos a las salinas, planas como la palma de la mano y
cubiertas por todas partes de los vestigios de la sal.
Cuando caía la tarde, vimos que espejeaba allá, a lo lejos, una luz verde azulada, bajo los
últimos suspiros del día y el relámpago intermitente del lejano Catatumbo. Era un espectáculo
lleno de melancolía sobre un paisaje monótono y árido, que iban ya invadiendo las sombras
de la noche. Luego saldría la luna.
Pasamos la ranchería de Paguarita y alguna otra más, y como a las siete nos apeábamos
en la de Palencia, a distancia como de tres leguas, o poco más, de Coro.
Corta jornada hicimos, y por cierto que nos había de penar al otro día, pues lo que nos
restaba hasta Adícora, primer pueblo que debíamos visitar, era casi, casi, como si nada hubiéramos andado.
Pero, en fin; así lo disponía el Señor y yo lo tomé como venía, a pesar de mis malos presentimientos de un negro porvenir y a pesar de los fúlgidos destellos de la luna que, clara y
esplendorosa, en un cielo limpio y sereno, nos invitaba a pasar adelante, con promesa de llevarnos por muchas horas una grata compañía.
Nuestro buen P. Ulises, compañero veterano y hombre cursado en esos trópicos, previsor
y prevenido, pronto nos tuvo aviada la cena y preparada la mesa. Como no nos esperaban,
poco hubo que esperar ni consumir en tal lugar y aquella hora, si bien ese poco, ofrecido por
los buenos moradores con aquella sencilla generosidad y hospitalarios sentimientos que avaloran y hacen preciosa una pequeña ofrenda. El Señor les recompense su bella caridad.
Y con el estómago a media rienda y el santo rosario bien rezado, en compañía de la soledad de la salina iluminada por la luna y batida
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por el fresco brisote de la noche, requerimos nuestros respectivos dormitorios (léase chinchorros, hamacas) y nos dedicamos a dormir como a las nueve de la noche, en la dulce esperanza
de marcharnos a las dos de la madrugada.
Y durmió el que pudo, que lo que es este humilde siervo del Señor no pegó el ojo, sino
que pasó la noche contando las horas, rumiando la luna y dando vueltas en su aéreo dormitorio —que nunca fue cama la hamaca para él, como para otros felices mortales— arrullado
dulcemente en su forzosa vela por el fagote catedralicio de alguien que me quedaba de flanco
y roncaba como si se lo mandaran; y ainda mais, la buena ayuda de alguna gentecilla menuda
de aquella que no suele faltar por esos espléndidos palacios, tales como el que aquella noche
tenía el honor de albergarnos bajo sus pajizos artesonados. Entre tanto dormía y roncaba a
velas tendidas nuestro respetable Visitador en su respectivo chinchorro, sin que le fueran óbice los sonoros relinchos del Pegaso del P. Salom que, allá, por la media noche, nos daba noticia anticipada de gente que, a todo galopar de sus caballos, venía de la parte de Paraguaná. A
poco más, pasaba por delante de nosotros, el Sr. Presidente del Estado, General León Jurado y
el Sr. General Lacté.
Como a la una y media de la madrugada se tocó marcha y comenzamos a alistarnos. La
luna lucía hermosa y nos prometía aún dos buenas horas de luz. Una taza de caliente y aromático café nos puso en temple los mal dormidos miembros y en seguida montamos a caballo,
acompañados esta vez de los animosos jóvenes paraguaneros llegados durante la noche a
nuestro rancho, los cuales, además de buena compañía, sirviéronnos de expertos guías de
nuestro camino.
Y dejando el de las Salinas, echamos por el Ancón, entre un laberinto de médanos que
enredamos y desenvolvimos por buen espacio de tiempo y a oscuras ya, pues que la luna se
nos había puesto como a las tres y media de la madrugada. Media hora después saltábamos a
la orilla del mar que se debatía a nuestra derecha rumoroso y animado por una viva y fresca
brisa que también refrescaba nuestras mentes y aligeraba el ánimo de la pesada entonación del
camino solitario y metido en sombras como un inmenso desierto.
FR. JULIÁN MORENO DE SAN NICOLÁS
(Continuará)
130
EL NUEVO TEMPLO DE LA ISLA DE PROVIDENCIA
«A mis queridos hermanos
Fr. Domingo y Fr. Manuel»
Atendiendo a vuestros deseos voy a emborronar unas cuartillas con el propósito de deciros algo acerca de la solemnidad con que inauguramos el nuevo templo de esta «Isla de Providencia», merecedora sin duda alguna de que su nombre aparezca en nuestro BOIETÍN, ya que
ella ha sido por algunos años campo de operaciones confiado a la solicitud y vigilancia pastoral de nuestros religiosos, algunos de santa memoria, todos los cuales contribuyeron con sus
virtudes y abnegación a levantar el prestigio de nuestro santo hábito entre estos pobres leprosos que han amado y aman entrañablemente a los Agustinos Recoletos.
Pero no nos apartemos por ahora del fin principal que nos mueve a escribir estas líneas,
cual es narrar la solemne bendición del nuevo templo de esta Isla.
Grande era en extremo la necesidad que había de un templo más capaz para que los enfermos pudieran acudir a la casa de Dios, a dar fiel cumplimiento a sus obligaciones cristianas; pues, si bien es verdad que existía uno inaugurado el 3 de Octubre del año 1907, siendo
capellán del Lazareto aquel santo religioso que se llamó Fr. Pedro de San Vicente, no lo es
menos que la inmensa mayoría de ellos se veía obligada a privarse de la asistencia a los Divinos Oficios y aun a la santa Misa, de lo cual se originaba que muchos padecieran no pequeñas
quiebras en sus obligaciones y creencias religiosas. Era, pues, una necesidad perentoria la
construcción de un edificio más capaz a la par que conforme con las prescripciones
131
de la higiene, tanto para los enfermos como para la parte sana del establecimiento, sobre todo
si se tiene en cuenta la clase de enfermedad que aquellos padecen.
Mas, por otra parte, la obra suponía no pequeñas sumas de dinero de que nosotros no disponíamos; y esta consideración, al apoderarse de nuestros ánimos, daba en tierra con el proyecto que tanto acariciábamos. Sin embargo, se necesitaba la iglesia a todo trance y era por lo
tanto preciso ir en busca de un poderoso intercesor, mediante cuyo valimiento se realizase la
obra.
En el lado de la epístola y sobre modesta columna alzábase una muy hermosa y devota
imagen del Patriarca san José, donativo hecho por el honorable caballero, ya difunto, D. Trino
Colmenares, primer Administrador del Lazareto; ahí se dirigieron nuestras miradas, confiados
en que el Santo Patriarca no se mostraría sordo a nuestras súplicas, y para que éstas fuesen
incesantes hasta obligar al Esposo de María a alcanzarnos el favor solicitado, escribimos una
carta dirigida a tan glorioso Santo, la que depositamos a los pies de la veneranda imagen, diciéndole al propio tiempo estas palabras: «Mirad, santo nuestro, si queréis salir de ese rinconcito y ser colocado en un altar, os lo habéis de ganar».
Tal vez a alguno parecerá extremada esta confianza con el Santo Patriarca; lo cierto es
que transcurrido algún tiempo, volvieron a enardecerse los ánimos y sin desviar nuestros ojos
de Aquél que de un modo tan claro y evidente hacía suyo nuestro proyecto, dimos principio a
la obra con el derribo de la capilla existente, pues así lo requería la nueva construcción.
Fue el día primero de Abril del año próximo pasado (1918), cuando después de haber
ofrecido por vez postrera el santo sacrificio de nuestra Redención, salíamos de nuestra antigua
capilla, llevando a Jesús Sacramentado que por tantos años la había poseído.
En aquel día memorable ¡qué de ideas agolpáronse a mi imaginación, al ver cómo la piqueta demoledora hacía rodar por el suelo las paredes del templo de Dios! Allí, me decía a mi
mismo, allí, bajo esos escombros está el suelo que han regado tantas lágrimas, y ha sido testigo de los desconsuelos, amarguras y dolorosos gemidos de almas nacidas tan sólo para sufrir
y llorar sin tregua ni descanso; mas, por otra parte, la consideración de que pronto, muy
132
pronto veríamos colmadas nuestras esperanzas de poder contemplar el nuevo templo, ofreciendo así a Dios nuestro Señor un hospedaje más digno, henchía de gozo nuestros corazones.
Rápida y sin interrupción grave surgió la nueva iglesia que bien podemos llamar obra de
nuestras manos, ya que hasta los mismos pequeñuelos contribuyeron con su granito de arena a
levantarla, experimentando sumo placer cuando a los pocos meses la vimos terminada, por lo
cual no cesábamos de dar rendidas gracias a Dios que por mediación del glorioso San José de
modo tan extraordinario nos había favorecido.
Mide el templo treinta metros de longitud por doce de latitud. El interior está formado por
tres naves que dan a la iglesia un aspecto severo y gracioso. Cuatro filas de escaños a lo largo
de las naves sirven de asiento a los enfermos, habiéndose reservado para la parte sana del Establecimiento las tribunas que a este fin se construyeron a los lados del presbiterio. Es éste
suficientemente capaz para celebrar las funciones más solemnes, resaltando en él un magnífico y elegante altar gótico de nueva construcción, adornado con las imágenes de San José, titular de la iglesia, en el centro, el Sagrado Corazón de Jesús y la Inmaculada Concepción a derecha e izquierda respectivamente, y San Roque, Patrón de la isla, en la parte superior. Hay,
además, otros dos altares dedicados a la Virgen de Chiquinquirá y San Lázaro. Debemos también hacer notar la torre que se eleva en el centro de la fachada a veintidós metros de altura,
cuya aguja coronada por la Cruz de nuestra Redención es «símbolo de las aspiraciones humanas lanzadas al infinito»; su primer cuerpo sirve de gracioso atrio a la puerta principal. Finalmente, el frondoso y bien cultivado jardín que rodea el templo, con la elegante verja que lo
circunda contribuyen a la belleza de la Casa de Dios.
FR. JOSÉ CARCELLER DE STO. T. DE V.
A. R.
(Concluirá)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
COVADONGA
III
Precatio
Ullum tempus abibit, nix, montesque tegenda
Vellere, labitur, albo, tellurem per eoam
Hac illac cumuli vertentes, aera findunt,
Spumae diffugiunt nubes, ac insimul umbrae.
Matutina, tenebris, flava aurora, fugatis,
Vel varios etiamque colores pulchra revelat
Resplendens roseis aether per inane capellis;
Spelaeum vivo comitum fulgore coruscat,
Ante canicula quam nascatur fervida stella.
Carpit uterque statim, laetata, gaudia, mente.
Quidve docere videntur, lector, num haeccine tanta,
Supremus nisi Rex hodie celebrabit Iberos?
Ambo, velut Thetidis cautes infixa resistit,
Stant lapidem super, attentaque et mente, silentes
Defixosque tenent vigiles sub fronte ministros
Arguto gemino clivo, quos inter aperta
Extat vallis. Homo nec adest ullus; sed anhelant
Illum, qui, per saxa recurrens, advenit ipsos.
Hoc desiderio capiebantur stimulanti,
Alterutri alteruter cum vertens ora, stupescens
Mutuo praeceps hasce breves dedit ore loquelas.
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MONACHUS «Hora venire videtur». (SACER.) «Frater, adire notantur.
Sic erat: utque lupinis territa dama querelis,
Montis pernices summi fastigia vincunt
Nonnulli, gressum tacitum subitumque ferentes:
Ut lepus in vacuo, cane viso, defugit arvo,
Accipitremque velut passer declinat atrocem,
Sic propero fugere incesu tremefacta videtur,
Tuta petens tamquam, fugiensque pericula turba.
Nemo quidem tunc, Hispanum cernens celeratem,
Arbitrabitur, istum ad certamina ferri,
Quaerere sed diversa metu per culmina vitam:
Ast non bella relinquit. Vuit concurrere campo,
Hostes ut telis subigat, redimatque priorem,
Quem certamine nuper iners amisit, honorem.
Amne labas? animus dubitas tuus? aspice montes:
Ut victores per montana cacumina vadunt,
Namque moram pugnaces haud patiuntur Iberi;
Illorum faciei nunc tua lumina fige;
Nonne feri sunt, belli avidi, pugnaeque parati?
Virtutemne letris cupiunt ostendere mauris?
Inter eos cognosce viros, virtute potentes,
Qui flumen juxta Guadalette, regente Rodrigo,
Vi medios illaesi discessere per hostes.
Corde virili, corpore forti, fronte serena,
Valde revelant, se claro de sanguine natos.
Asturicos propiore vide discrimina pressos,
Qui saevos avidi mauros in bella reposcunt,
Proque sua linquunt caros tellure Penates;
Illos pugnam cerne vocantes: sed magis audi.
Speluncam contra, veluti divinitus optat,
Claros, en eques, hortari, sociosque profari.
Conveniunt omnes; recubantque silentia cuncta:
Vocibus et tandem his dux ora diserta resolvit:
«Audaces, vides, velut agnum tigris, Iberi,
«Vos inimicos atroci deposcere cladi:
«Ecce propinquant: subque jugo Patria ingemit illum
«Nostri nostratum tinguntur sanguine campi;
135
«Nos ignominiam gemimus, famamque sinistram,
«Velocosque tamen clarae morti subeundae,
«Germani, citius, quam diris hostibus estis.
«Haec animis absit demens audacia vestris.
»Hinc nobis mortem vitamve putate futuram,
«Quot numero veniant hostiles, amne notastis?
«En hostis numerosus in agris funditur ample,
«Nunc sua nonne videtis pallia tota per arva?
«Quaeve potestas illis debilitata resistet?
«Haud tantas copias nos quimus sistere contra;
«Hisce tamen verbis, uti secedatis, adhortor?
«An mihi virtus, quam semper tenui, deeritne?
«Hoc utrumque, beatae, nequam avertite Sedes.
«Non animus certe mihi vecors adfuit unquam.
«Nostra etiam malo demittere corpora morti,
«Hosti quam patrios immiti cedere campos;
«Et neque pectus abest, quod meme roborat; ipsum
«Immo bellandi juvenili fervet amore:
«Nec vestram cupio mentem turbare pavore;
«Non modo congruit, ut nostros tremor occupet artus,
«Nec decet, istis in periclis ut simus inermes.
«Ut magnam, volo, spem, Gotti, ponatis in Illo,
«Cui securi christiadae confidere debent,
«Qui mala permittit, maturo munere donat.
«Opprobrium moestis lugemus fectibus atrum?
«Ipse Deus vult: gaudentesque trophaea canemus?
«Nuncque, favente Deo, mauros devincere quimus.
»Quare, agite, oh socii! Numen, Patriamque tuemur
«Illud quis, cedo, tam praeclarus vincere possit:
«Tot fortes contra veniant, quotquot libitum adsit;
«Nobis succurrit coeli terraeque Creator
«Subsidio divini Regis, ubique patebit,
«In Madian turgentem, fortes Israelitas,
«Et contra Asirios Machabaeorum esse triumphus.
«Nostra supremi iras acuerunt crimina Patris,
«Voce precemur lugubri, genibusque reflexis,
«Ut Deus iratus furias iramque remittat.
136
«Ecce cavernam: Quae divinas temperet iras,
«Invenietis ibi. Statua est antiqua Mariae,
«Quae unica spes miseris est, solamenque benignum.
«Sponte sua cum ad nos tellure migravit a eoa,
«Anne preces crudeli nostras aure repellet?
Ista Pelajus parvae dixit verba cohorti;
Hujus lumina tum tremulo fulgore micabant;
Continuoque moventur tantis pectora verbis,
Inflexo, pariterque procumbunt, poplite, cuncti.
Oh qui captatis, pictores, corda figuris,
Hasce, poetae, juciendas effingite scenas;
Vos, quibus est animus phoebeo percitus oestro.
Ac ¡heu! naturam genius scit pingere recte,
Sacratum vero depingere nescit Olympum.
Argutum cithara nostra volo reddere murmur
Ignorans autem digitis impellere nervos,
Quae relevet discordi barbytus, expeto, nostrae.
Religio sanctissima, nobis dulce levamen,
In te facta celebria cunctis usque patrantur:
Tuque fidelum pectora divino volup imples,
Imo quod de corde foras discedere nescit.
Asturicique, Sacerdotes, equitesque, Pelajus,
Omnes, vultu submisso, manibusque supinis,
Excelsi Superum Rectoris numina clamant,
Ipsorumque Tonanti monstrant vota precantum
Coelestes Genii, volucres sine corpore mentes.
Tunc etiam, simul optima Mater, Virgo Maria,
Ipsa preces Genito; divinam mitigat iram.
Haec, Hispanos, orans, vi, firmatque vigore,
Ac animo faustam pacem largitur Iberi.
Ecce vir, impubes necnon, fortisque virago,
Hos mandante Pelajo, jam componit acervos
Ingentes saxorum planis montis in oris:
Namque Deus nostros conatus ipse requirit.
FR. GREGORIUS ARMAS A P. CONCEPTIONE
Novitius
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
CRÓNICAS
ARTÍCULO II
1
Preámbulo apologético
Sumario: La Beata Inés de Benigánim. - Error de Analecta Augustiniana. - Fallos pontificios. La descalcez parcial según la Regla. - San Agustín y sus ermitaños practicaron el nudipedio. - Varias Reformas de la Orden. - Nuestra Recolección es verdadera Reforma. - No
está rota la unidad de la Orden. - Legítimo concepto de la unidad.
Venga muy enhorabuena la figura de esta santísima mujer, que se llamó Inés de Benigánim, a honrar la Historia General de la Recolección Agustiniana, tan pródiga de héroes que
han sabido dar gloria a Dios, santificarse y salvar almas, en el decurso de varias centurias; que
el ocupar un puesto honorífico en este volumen pertenece a dicha Beata por derecho propio, y
además está justificado por la práctica, que con muy buen acuerdo introdujo el P. Cronista del
tomo primero cuando historió la fundación de los tres grupos de nuestras monjas Descalzas o
Recoletas e intercaló algunas vidas de ellas, como son la de la M. María de Jesús Cobarrubias,
fundadora del primer grupo de conventos; la vida de la M. Mariana de San Simeón, fundadora
de algunos conventos del segundo grupo, o sea, del grupo de nuestra Beata Inés de Benigánim, y la vida de la M. Mariana de San José, fundadora del tercero, religiosas las tres de ejemplarísimas virtudes, que acaso estarían hoy beatificadas, así como otras Recoletas, si nuestra
Congregación hubiera gozado
1
Artículo tomado del tomo VI de las Crónicas.
138
desde el principio de independencia jerárquica y de libertad suficiente de acción para tener
Postulador de causas de beatificación y canonización, y para desarrollar otros factores de éxito en estos asuntos. Decimos, pues, que, supuesto que en el primer tomo de nuestra Historia
pusiéronse las biografías de estas religiosas, y en los otros tomos se ponen las vidas de varias
Terciarias, o Mantelatas que se decían antes, y también la vida de algunas Cinturadas o Cofrades de la Santa Correa, muy en razón estará el que traigamos aquí la de esta Beata, por ser
la primera que ha merecido el honor de los altares, acreditando así de santo y muy canónico el
Instituto Recoleto de San Agustín, y de acertado el criterio de nuestros historiógrafos.
Por lo demás, el lugar más propio es otro: día llegará en que las Recoletas encuentren
Cronista de su Orden, es decir, Recoleto, y entonces se depurarán los errores contra la Recolección, contenidos en el Solar esclarecido de las monjas Recoletas, escrito por el P. Villerino, Agustino Calzado, y entonces se recogerán los documentos de los archivos de ellas, y se
continuará su historia que es, a la verdad, copiosa y edificante.
Nuestros historiadores antiguos, por cuanto el gobierno de ellas pasó, con harto dolor de
los Recoletos, a la dirección de los Calzados, se concretaron a escribir la historia de los religiosos, omitiendo la de las religiosas; mas ahora conviene mucho reunir todos los datos y
formar en libros aparte la relación de su fundación, desarrollo y manifestaciones hagiográficas. Y, mientras Dios Nuestro Señor no nos dé vida y medios para que se escriba aparte su
historia completa y depurada, no estará de más acoger, siquiera sea breve y sucintamente, la
de esta humilde y muy santa hija de nuestra Reforma.
Mas, antes de compendiarla, creemos oportuno y necesario, a fuer de Cronista, tener en
cuenta un artículo que vio la luz pública en la revista Analecta Augustiniana, órgano oficial de
la Orden de los Agustinos Calzados, correspondiente al 28 de Marzo de 1915, y rectificar
algunas de sus afirmaciones respecto a la Beata Inés; artículo que se rotula In Ordinis Fratruum Eremitarum S. P. Augustini Martyrologium animadversiones.
Íbamos sospechando que habían pasado al seno del olvido las antiguas
139
disputas entre Calzados y Descalzos, y deseábamos que no volvieran más, para ser todos los
Agustinos una sola alma y un solo corazón en Dios; así nos lo hacía sospechar el trato fraternal y comunicación cariñosa que entre unos y otros reinaba, tanto en España como en América y Filipinas, pero en ciertas esferas, y con ocasión de haber constituido la Sede Apostólica a
la Congregación de los Descalzos en Orden religiosa independiente (después explicaremos
este concepto), de hecho y de derecho, por el Breve Religosas familias de fecha 16 de Septiembre de 1912, se ha intranquilizado el ánimo de algunos Padres Calzados, y, como se ve en
la serie de artículos publicados en dicha Analecta Augustiniana, procuraron ellos modificar
los libros litúrgicos con detrimento de los fueros de la nueva Orden Agustina. Harta pesadumbre nos causa andar en controversias domésticas; y declaramos que, al dolernos en medio
del alma, pedimos a Dios Nuestro Señor aparte de nuestra pluma toda acrimonia y destemplanza, porque no queremos sino servir a la verdad y a la justicia de una causa que creemos
maltratada.
FR. P. FABO DEL CORAZÓN DE MARÍA
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
UT DEUM AUGUSTINUS DOCEAT QUAERENDUM
(Continuación)
Maximum divinae misericordiae opus Incarnatio est Filii Dei; qua ipsa ut rete utitur ut salubriter capiat animas et trahat post se. Unde Augustinus: «Attendit per retia carnis, et blanditus est, et inflammavit, et currimus post odorem ejus: (Conf. l. 13, c. 15). Ipsa enim carne sua
carnales nos Verbum Incarnatum suavissime allicit ad amandum et quaerendum se. «Verbum
enim, caro factum est», eodem teste Augustino, «ut infantiae nostrae lactesceret Sapienlia
divina. Æditicavit sibi humilem domum de limo nostro, per quam subdendos deprimeret a
seipsis, et ad se trajiceret, sanans tumorem et nutriens amorem. Ne fiducia sui progrederentur
longius, sed potius infirmarentur, videntes ante pedes suos infirmam divinitatem, ex participatione tunicae pelliceae nostrae, et lassi prosternerentur in eam, illa autem surgens levaret eos»
(Conf. l. 7, c. 18).
Doctorum ille Phoenix, Deique contemplator maximus Augustinus, tot tantasque de Deo
ejusque perfectionibus libris suis sententias sparsim inseruit (quibns doctrinam hucusque traditam nobis fulcire licuit), ut ex iis potiores nonnullas hic velut in fasciculum colligatas exhibere visum prorsus fuerit operae praetium. Ab ipso Dei nomine, et naturae velul insita ejus
qualicumque notitia exordiamur: sic enim Praesul iIle sanctus loquitur. «Hoc nomen, quod
dicitur Deus, universae creaturae, etiam omnibus gentibus antequam et in Christum crederent,
non omnino esse potuit incognitum. Haec est enim vis naturae divinitatis, ut creaturae rationali jam ratione utenti, non omnino ac penitus possit abscondi» (Tract. 106 in Joann.). Et alibi
ait: «Quod dicitur Deus, non in
141
strepitu istarum duarum sylabarum ipse cognoscitur, sed tamen omnes Latinae linguae socios,
cum aures eorum sonus iste tetigerit, movet ad cogitandam excellentissimam quamdam immortalemque naturam. Nam cum ille unus cogitatur deorum Deus, ab iis etiam, qui alios et
suspicantur, et vocant, et colunt, deos, sive in coelo sive in terra ita cogitatur, ut aliquid quo
nihil melius sit atque sublimius, illa cogitatio conetur attingere» (De Doct. christ. l. 1, c. 6.).
Iterum alio loco: «Quid est Deus?» seipsum interrogat: et respondet: «Deus hoc est, quod nulla attingit opinio. Plus enim est quamquam dici poterit aut cogitari. Sed dicamus aliquid,
quod licet impar sit, tamen ex aliqua conveniat ratione his quae Deo digna videntur. Nam
unaquaeque natura pro capacitate sui suspicatur de Deo, ut quantum natura distat a natura
tantum distet sententia a sententia in judicando quid Deus sit. Quia enim supra omnia est, necesse est, ut omnium mentes excedat. Homines enim quantum possunt aciem mentis extendere, aspiciunt quid Deus sit, opinione, non definitione. Angeli autem, qui superiores hominibus
sunt, quia de Deo aliquid sentiunt non est dubium. Archangeli vero ab eo amplius: Cherubim
autem et Seraphim, qui potentiae juxta Deum esse dicuntur, majora de Deo sentiunt, non tamen comprehendunt penilus quid Deus sit; quia “nemo novit Patrem nisi Filius, nec Filium
quis novit nisi Pater”. Igitur Deus est, sicut hominibus videtur, spiritus natura simplex, lux
innaccessibilis, invisibilis, inaestimabilis, infinitus, perfectus, nullius egens, aeternus, immortalis omni modo, a quo omnia initium consecuta sunt; venerandus, diligendus, metuendus,
extra quem nihil est, imo in quo sunt quaecumque sint sursum, et deorsum, summa et ima:
omnipotens, omnitenens, vere in omnbus dives, quia nihil est quod ejus non sit; bonus, justus,
misericors» (Libr. de quaest. novi et veter. Testam. l. 2, in initio).
Deum ipsum aliis in locis loquitur. «Quid es ergo, Deus meus? Quid rogo nisi Dominum
meum? Quis enim Deus, paeter Dominum? Aut quis Deus praeter Deum nostrum? Summe,
optime, potentissime, omnipotentissime, misericordissime, et justissime; secretissime et praesentissime, pulcherrime et fortissime; stabilis et incomprehensibilis; immutabilis, mutans omnia; nunquam novus, nunquam vetus; innovans omnia, et in vetustatem perducens superbos,
142
et nesciunt. Semper agens, semper quietus; colligens et non egens; portans et implens et protegens; creans et nutriens, et perficiens; quaerens cum nihil desit tibi» (Conf. l. 1. c. 4). Iterum: «Amas, nec aestuas; zelas, et securus es; poenitet te, et non doles; irasceris, et tranquillus
es; opera mutas, nec mutas consilium; recipis quod invenis, et nunquam amittis. Nunquam
inops, et gaudes lucris; nunquam avarus, et usuras exigis. Supererogatur tibi, ut debeas; et
quis habet quidquam non tuum? Reddis debita, nulli debens; donas debita, nihil perdens. Et
quid dicimus Deus meus, vita mea, dulcedo mea sancta, aut quid dicit aliquis, cum de te dicit?
Et vae tacentibus de te, quoniam locuaces muti sunt».
Propria Dei attribula, absoluta et positiva praedicari de Deo essentialiter ostendit.
«Humano», inquit, «animo non hoc est esse, quod est fortem esse, aut prudentem, aut justum,
aut temperatum. Potest enim esse animus, et nullam istarum habere virtutum. Deo autem hoc
est esse, quod est fortem esse, aut justum esse, aut sapientem esse, et si quid de illa simplici
multiplicitate, aut multiplici simplicitate dixeris, quo substantia ejus significetur». (De Trinit.
l. 6. c. 4). Et postea: «Una eademque res dicitur, sive dicatur aeternus Deus, sive immortalis,
sive incorruptibilis, sive immutabilis. Item cum dicitur vivens et intelligens, quod est utique
sapiens, hoc idem dicitur. Non enim percipit sapientiam, qua sit sapiens, sed ipse sapientia
est. Et haec est eademque virtus, sive potentia eademque species, qua potens atque speciosus
dicitur. Quid enim potentius et speciosius sapientia, quae attingit a fine usque ad finem fortiter, et disponit omnia suaviter?» (Sap. 8). Bonitas etiam atque justitia, numquid inter se in
natura Dei, sicut in ejus operibus distant, tanquam duae diversae sint qualitates Dei, una bonitas, alia justitia? Non utique. Sed quae justitia, ipsa bonitas, et quae bonitas ipsa beatitudo»
(Ibid. l. 15. c. 5). Rursum: «Quae autem scientia Dei est, ipsa et sapientia; et que sapientia,
ipsa essentia sive substantia. Quia in illius naturae simplicitate mirabili, non est aliud sapere
quam esse, sed quod est sapere, hoc est et esse» (Ibid. c. 13).
FR. HENRICUS PÉREZ A SACRA FAMILIA
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
A MODO DE INFORMACIÓN
Ante todo, voy a recoger una impresión que he advertido entre los lectores de este BOy devolverla a los mismos como noticia. La palabra Boletín (galicismo que está muy de
moda) de la Provincia de San Nicolás, desde hace unos seis meses sale tan bien redactado,
nutrido, variado y hasta presentado con tan discreta hermosura, que ya no es BOLETÍN sino
Revista literario-científica. A poco que se amplíe y perfeccione, podía canjearse o cambiarse
con todas las de España. El llevar ese nombre se lo impide.
LETÍN
Pero lo malo es que no circula por todas las Provincias; pues sólo y exclusivamente va a
las casas de la de Filipinas; y eso que en sus páginas escriben de todas las Provincias, a falta
de una Revista que recoja los trabajos de todos. Un Religioso en unos artículos afirmó solemnemente que la Recolección podía y debía tener un Boletín general y además una Revista
científico-religiosa, puesto que existía la imprenta de Santa Rita y había plumas de poderosos
vuelos. Los hechos lo demuestran. En cada firma nueva que veo aparecer estampo un beso
alabando a Dios, autor de la sabiduría. Y tiemblo pensando en que por ser sabios dejemos de
ser devotos.
En el número anterior dábase la noticia de que los procesillos del Siervo de Dios, P. Ezequiel Moreno, habían sido llevados a Roma, entregados a la Sagrada Congregación, y declarados por ésta inviolados, enteros y verdaderos; ahora cúmpleme añadir que, introducida la
Causa, ha sido constituido Ponente de la misma el Emmo. Sr. Cardenal Vico, Protector de
nuestra Orden Recoleta, y otro Cardenal ha sido nombrado también por el Romano Pontífice
Fiscal Promotor o abogado del diablo, como vulgarmente se
144
dice. Sabido es que los Señores Arzobispos y Obispos de Colombia, reunidos en Bogotá para
celebrar el primer Congreso Mariano, celebraron Asamblea episcopal, y una de las ponencias
fue ratificar la petición unánime que hicieron ellos ha pocos años pidiendo a la Santa Sede
fuese introducida la causa de beatificación del que fue su compañero en el Episcopado. ¡Plegue a Dios lleven próspero y breve curso los trabajos de esta simpática Causa, que viene a ser
garantía del amor que Dios demuestra a los Agustinos Recoletos y prenda de supervivencia!
También se activa mucho la Causa de beatificación de los Venerables Padres Melchor de
San Agustín y Martín de San Nicolás, Mártires, con numeroso grupo de hijos espirituales,
Terciarios Recoletos unos, y Cinturados otros, que murieron en el Japón en el siglo XVII. Tal
Causa está casi terminada, y es de creer que veremos luego en los altares a estos heroicos
hermanos nuestros.
Respecto a la Provincia de la Candelaria he oído que se trata de que el P. Vicario Apostólico de Casanare sea promovido a la dignidad episcopal, como lo fueron sus antecesores Ilmo.
P. Moreno e Ilmo. P. Casas. ¡Muy bien! Así no se acabará la serie de Pontífices que tanta gloria dieron a Dios y que merecieron y merecen honores y alabanzas. En otro lugar de este BOLETÍN se habla extensamente de El Propagador, revista de las misiones del Vicariato. También se dice que quiere el Sr. Nuncio de Colombia elevar a la categoría de Prefectura Apostólica las Misiones de la Costa del Mar pacífico encomendadas a los Padres de la Candelaria.
Tras no pocas dificultades, van abriéndose campo estos Religiosos en los Estados Unidos
de América. Desde hace tiempo lograron establecer una Residencia en la populosísima ciudad
de Omaha, Estado de Nebrasca, donde construyeron una casa y capilla adjunta; y el Sr. Obispo viendo el talento y laboriosidad de los Religiosos, les ha entregado una iglesia, destinada
especialmente para el culto de los muchos católicos mejicanos que en Omaha vivían sin sacerdote que en lengua española atendiera a sus intereses espirituales; y más aún, entusiasmado
del buen fruto, acaba ahora de entregarles en la ciudad de Spencer una hermosa parroquia que
dicen ser la más antigua de la Diócesis, cuyos feligreses en su mayoría son alemanes católicos.
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Da gusto, en verdad, considerar cómo se desarrolla aquella Provincia. Hace unos veinticinco años, sólo existían en Colombia unos ocho Padres naturales de Colombia que vivían
ancianos y pobres, al servicio de alguna parroquia de pueblo, y entre los cuales se conservaba
la jerarquía de Provincial, Definidores, etc., sosteniendo la entidad de la Provincia. Entre los
ocho reunieron algunos fondos pecuniarios y los entregaron a uno que vino a conducir allá
Religiosos restauradores. Marchó el santísimo P. Ezequiel con seis más, cuyos gastos de viaje
fueron costeados por aquellos ancianos Religiosos, y sin llevar los restauradores un céntimo
como fondo de previsión. Comenzaron a trabajar, y con el fruto atendieron al costo de viaje y
vestido de los restantes misioneros, a quienes nada se les dio de los fondos comunes. Y trabajaron todos en misiones por pueblos y ciudades, y se dedicaron al ministerio sacerdotal, especialmente de la predicación, en las iglesias propias y extrañas, y con ello construyeron casa e
iglesia nueva en Manizales, y construyeron casa de planta en Bogotá, y han fabricado convento en Suba, y rehicieron el convento del Desierto que estaba en ruinas, y han gastado en sostener el noviciado y coristado de jóvenes españoles y colombianos, y han invertido enormes
sumas de dinero en ampliar y restaurar el convento de Sos, de modo que podían haberlo
hecho nuevo con el dinero gastado, y hoy día marcha adelante la Provincia sin otros recursos
que los del trabajo personal. ¿Es esto heroísmo? Saludemos a la Candelaria como un milagro
de Dios.
Cuanto a la Provincia de Santo Tomás, sabemos que intenta abrirse paso fundando casa
en la capital del Brasil, y también tiene la mira puesta en la República Argentina. Con mucha
satisfacción recorto de la revista Archivo Agredano el siguiente párrafo, porque se refiere al
excelente orador y laborioso publicista P. Corro, uno de los hijos más ilustres de dicha Provincia. Dice así la revista: «Con la aprobación y bendición del Emmo. Sr. Cardenal Arzobispo
de Zaragoza y del Excmo. Sr. Obispo de Tarazona tendrán lugar, en Zaragoza, los días 13 y
14 del corriente, en el Salón Fuenclara interesantes conferencias acerca de nuestra Venerable.
Serán conferenciantes D. Constancio Núñez, abogado, D. Zótico Royo, profesor del Seminario de Tarazona y el R. P. Fr. Pedro Corro del Rosario, agustino…
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Y el P. Corro, especialista, digámoslo así, en los asuntos referentes al Pilar de Zaragoza,
tomando motivo de la sobrenatural visión en que a Sor María de Ágreda le fue manifestada y
exactamente representada la escena acaecida a Santiago a orillas del Ebro, al serle entregado
el Pilar santísimo, fijándose de manera particular en el notabilísimo parangón que la Venerable, antes que nadie, establece entre lo sucedido aquí a Santiago y lo sucedido al antiguo patriarca Jacob en la memorable visión de Betel, en que le fue manifestada aquella misteriosa
escala, representativa de la Virgen María, hará en dos conferencias una detenida explanación
de estas admirables coincidencias, derivando de todo ello hermosos puntos de vista, muy dignos, al parecer, de ser habidos en cuenta por los españoles, especialmente en estos días en que
con tanto cariño se van concentrando en el santo Pilar las miradas de cuantos, ya aquende ya
allende los mares, se precian de hablar el robusto idioma le Cervantes».
Por último, ya han podido ver nuestros lectores en el número anterior del BOLETÍN que la
Orden de los Recoletos de S. Agustín va a tener un Bulario completo, que es continuación del
Funiculus triplex. Alguno ha entendido que el prefacio publicado en el BOLETÍN es el prefacio
del Bulario y que es una especie de Circular a todos los Religiosos. No es el prefacio del Bulario ni es Circular, sino el prefacio de un índice del Bulario que proprio marte hace el firmante; prefacio e índice que da a los Religiosos de la Provincia de Filipinas, cuyo órgano
exclusivo es el BOLETÍN.
Estamos de enhorabuena por la formación del Bulario. Se han encontrado muchos documentos pontificios, con los que se formará un libro voluminoso. Por lo que atañe al cómo y
cuándo se ha formado el Bulario, ofrezco al P. Cronista que historie los sucesos del siglo XX
los siguientes datos que persona bien informada me ha proporcionado. En los viajes y trabajos
de exploración histórica por los archivos y bibliotecas, el P. Cronista actual logró reunir muchos Breves y Rescriptos, y, en vista de ellos, el Definitorio acordó formar y publicar un Bulario; para efectuar este acuerdo nombró una comisión compuesta del P. Gregorio Segura del
Carmen, P. Daniel Delgado del Rosario y el firmante del prefacio. El P. Fabo no formó parte
de la comisión por estar muy atareado con la
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publicación de los tomos de Crónicas. Los dos Padres de Roma encontraron nuevos Breves y
copiaron otros de Bularios impresos. Breves que, añadidos a los que presentó el P. Fabo, forman el caudal del Bulario. A este caudal piensa añadir el firmante del prefacio Fr. F. S. algunos Breves que trae en el Bulario impreso el P. Empoli, agustino calzado; y, según advierte
además, dará alguna síntesis hecha por él de otros que dice serán convenientes antes de entrar
en la materia propiamente dicha de nuestro Bulario. Esta práctica es nueva, pues no la siguió
el autor del Funiculus triplex. Con que ya lo saben los Religiosos de la Provincia de San Nicolás; si fuera de los archivos de Marcilla y Manila hay algún Breve o documento pontificio
no citado en e índice, envíenlo pronto a su destino, que será muy útil el hallazgo.
Por la importancia que pueda tener, allá va esta noticia: el Padre Fabo, en el verano pasado, se dedicó a dar la última mano a una novela que tenía escrita hace tiempos, la ha introducido a concurso de Biblioteca Patria, y ha salido premiada con mucho elogio. ¡Honores y
pesetas! Mil por lo menos.
FR. BUSCÓN
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
CRÍTICAS DEL TOMO V DE CRÓNICAS
(Conclusión)
«A más de uno le ha de parecer que es perder el tiempo, tinta y papel, en un tiempo en
que todo anda tan caro, escribir un voluminazo como éste, para historiar siete años no más de
una Orden, que no es contada, ni mucho menos, entre las grandes de la Iglesia. Sin embargo,
cuando el lector empieza a correr las páginas do este libro, se encuentra con que, lejos de tropezar con la pesadez que era de esperar en una narración tan detallada, siga animoso la lectura, sugestionado por lo vivo y animado del lenguaje, por los datos curiosos que en cada momento se presentan, y más que todo por el espíritu atrevido y emprendedor de aquellos agustinos del fin del siglo XVII que, como cercanos a los días de nuestras grandezas, guardaban
todavía en su corazón el fuego impetuoso y quijotesco, que no era parte a debilitar ni los riesgos, ni los mares, ni la muerte. Estos caracteres, muchos de ellos de un españolismo acendrado, son los que dan el alma a este libro. Vese lo primero santificarse en el claustro, extender
después la centella de la virtud por su patria, y finalmente llevar la bandera de la cruz a todas
las costas donde arribaba el pendón de Castilla, a Italia, a Filipinas y a las Indias occidentales.
¡Hermoso libro éste, que nos da a conocer tantas virtudes ignoradas, tantos corazones grandes
olvidados, tantos actos de heroísmo, que sólo Dios había contado para premiarlos, y que ante
el mundo pasaron inadvertidos. ¡Loor a la Iglesia de Cristo, loor a la esclarecida Orden agustiniana, loor al P. Fabo que nos proporciona el placer de cantar tales loores! – I. P.»
(Revista eclesiástica, Valladolid 30 Enero de 1919).
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«La rama recoleta del añoso, multisecular y corpulento árbol que en la Iglesia se llama
Orden de San Agustín, no se desgajó del tronco por un fenómeno necrológico, sino más bien
por su exceso de vitalidad verificado por la historia. Ésta enseña que en el siglo de oro de
nuestra patria, que lo fue también de la Iglesia, nació la reforma agustiniana o Recolección
(de donde viene el nombre de Recoletos), en la que tan activa parle, como Secretario, tomó el
fundador de las Escuelas Pías. Su historia gloriosísima, comprensiva de un siglo de vida
(1588 a 1688), está escrita en cuatro tomos, y paralizada quedó en 1756, no por falta de materia histórica, sino por las razones tan verídicas como largas de contar, que el P. Fabo expone
en la interesante introducción.
Difícil empresa es la que ha consumido toda la notoria actividad y potencialidad del insigne cronista de la Recolección agustiniana, andando cuatro años entre las devastaciones y
destrozos de los siglos, pero muy simpática tarea, por haber mostrado los veneros históricos a
otros que encontrarán el camino ya más expedito, y, sobre todo, por hacer revivir lo que olvidado es muerto.
Este tomo V comprende la década 1689-1699 y se relatan en él más de cuarenta biografías, algunos Capítulos Provinciales y episodios tan interesantes de la Orden agustiniana como
la canonización de San Juan de Sahún, inauguración del templo de Valencia, dedicado a Santa
Mónica, y capilla del Santo Cristo de la Fe, templo de Granada e Invención del cuerpo del G.
P. San Agustín».
(Madrid, Revista Calasancia, 27 Diciembre de 1918).
«La interesantísima historia de los Agustinos Recoletos, contenida en cuatro tomos que
comprende un siglo de existencia (1588-1688), quedó detenida en el cuarto, estampado el año
1756, hace 162 años. Afortunadamente ha suscitado Dios un hijo de la gloriosa Recolección
Agustiniana, que dotado de condiciones de talento, literatura, independencia y constancia, y
sobre todo de un amor sin límites a su Religión y de un amor más grande a la verdad, ha reanudado el hilo, en mal hora interrumpido de su hermosísima historia, mezcla indefinida de
ascetismo y apostolado activo, con predominio del primero, cosa ininteligible para las generaciones de hoy, que no ven la raíz íntima de las eflorescencias externas de las Órdenes religiosas. El P. Fabo no les quiere desengañar con filosofías históricas;
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a pesar de conocer muy bien las orientaciones de la crítica moderna prefiere seguir en la
década estudiada por él la forma de anales. Más de cuatro años de incesante trabajo ha dedicado a tan ardua labor. Muy bien cuadra el nombre de cronista a quien por cumplir su oficio
se apartó por completo de la vida exterior y sacrificó sus aficiones literarias. – Juan Postius,
C. M. F.»
(El Iris de Paz, Madrid, 18 de Agosto de 1918.
Con este mismo título compuso el P. Pedro Fabo el volumen quinto de su Instituto, como
cronista suyo, estudioso y aventajado. Consta de 543 páginas en 4.º mayor, en papel fuerte,
ligero y tipos grandes y muy claros; dedicado con expresiva dedicatoria al Sr. Cardenal Vico,
quien, aceptando y encomiando este tomo V de la obra, contestó gustoso y fino en carta de su
puño y letra, que por cierto el religioso autor colocó al frente del libro como agradecido, y
original, según la recibió.
Luego, en seguida del documento cardenalicio, el P. Fabo escribió e insertó allí muy erudita y bien pensada introducción, donde trata, expone mochos y muy interesantes puntos
históricos en su mayor parte de los Agustinos descalzos, de su propagación providencial por
tierras de fuera y dentro de España, con las primeras constituciones compuestas, a petición del
general, nada menos que por el insigne literato Fr. Luis de León, celebradísimo poeta, cuyas
virtudes, tanto o más que las letras, aplaude, como es razón, el susodicho Fr. Pedro. Precisamente en la primera página de la introducción se ofrece nota, que en compendio muestra la
historia de la Orden.
Hela aquí:
«La Recolección o Descalcez de S. Agustín, iniciada por el venerable, Padre
Fray Tomás o Tomé de Jesús en Portugal, fue establecida por fin en España, en Talavera de la Reina, el año 1589; el Papa Clemente VIII, por su Breve Apostolici muneris, de 11 de Febrero de 1602, la erigió en Provincia religiosa, a 5 de Junio de
1621, por el Breve apostólico Militantis Ecclesiae de Gregorio XV, se constituyó en
Congregación; y finalmente, el Papa Pío X, de santa memoria, a 16 de Septiembre de
1912, dio el Breve Religiosas familias, en cuya virtud esta Congregación fue equiparada a las demás Órdenes regulares; debiendo en adelante su
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Superior ser llamado Prior general de la Orden de Ermitaños Recoletos de San
Agustín.
Cien otras materias discutidas, singularmente en nuestros tiempos, pero muy resueltas unas y contestadas otras, nos ofrece esta citada introducción, como, por
ejemplo, la supuesta holganza de las Órdenes religiosas que muchos tienen metida en
la cabeza.
Sóbrale razón al ilustrado P. Fabo para afirmar que con ello “intenta el liberalismo quitar de sobre la faz de la tierra la primitiva y más perfecta representación
(práctica) del Evangelio, para que, socavada la base, logre destruir con facilidad lo
restante del edificio católico”. Y es cosa harto singular que no pocas gentes pías e
impías ponderan livianísimamente la pretendida holganza de los conventos, sin tener
palabra alguna de protesta contra la insípida e ignorante vagancia, fumando puros,
leyendo diarios condenados por la Iglesia, y colgados horas y horas de los balcones
de ateneos, círculos y casinos, centros nada recomendables, sino vitandos y ruina de
las familias. Como si todo esto fuera inocente y plausible, y sólo censurable alabar a
Dios nopche y día, y orar por quienes no piensan que han de morir y rendir cuentas
de su vida ante el inapelable tribunal de quien los crió. Muchos otros puntos trata aún
el docto autor de esta hermosa introducción, donde se ve el acuerdo de incluir la lista
de muchos libros, documentos y escrituras, relativo todo ello a la Orden y donde se
hallan los que aún se conservan, a pesar de las incautaciones forzosas y rapiñas verdaderamente socialistas.
Lo restante de este importantísimo volumen aparece encerrado en siete largos
capítulos, divididos en varios artículos, que nos ofrecen muy interesantes biografías,
las cuales proyectan no poca luz para bien de la historia patria en general, y de cien
cuestiones de la península, de América y Filipinas en particular. Entre ellas y dándonos razón y cuenta de la importante fundación de Valencia (Artículo VI, pág. 228 y
siguientes) pone el erudito y diligente P. Pedro Fabo muy de manifiesto la figura del
capitán general de aquel reino, el Patriarca venerable Ribera; el proceder rebelde e
ingrato de los moriscos; la perplejidad de Felipe III, la actitud y parte que en ello toma el Venerable Arzobispo y Patriarca; y el fin, para bien de España y de la Iglesia,
el decreto razonado de expulsión dado por el
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dicho Soberano en el Real Sitio del Escorial, a 11 de Septiembre, año 1609. Púsoselo
a la firma el duque de Lerma don Francisco de Sandoval y Roxas. El religioso autor
lo merece y se le da la enhorabuena por su concienzudo trabajo; añadiendo a los españoles en general, y a los lectores del Siglo Futuro en particular, que no perderán
nada y ganarán mucho con la lectura del tomo V de la Historia General de la Orden
de Agustinos Recoletos». J. Oros, Presbítero. (José Fernández Montaña, Auditor, de
la Nunciatura.)
NECROLOGÍA
El día 1 de Enero falleció a los 72 años de edad, en nuestra Residencia Generalicia de
Madrid, a consecuencia de una bronconeumonía gripal, el R. P. Fr. Clmente Ballesteros de los
Dolores, después de recibir con extraordinario fervor todos los Santos Sacramentos.
Religioso ejemplar y Misionero infatigable, ha trabajado siempre con verdadero entusiasmo por extender el reinado de Jesucristo, sacrificándose por las almas encomendadas a su
dirección, lo mismo en Filipinas que en América, y por dar gloria a nuestra amada Recolección, a la que profesaba fervoroso cariño.
–En nuestro Colegio de Monteagudo falleció el día 7 de Enero, víctima de meningitis, el
hermano corista de votos simples Fray Félix Jiménez de la Soledad, habiendo recibido con
gran fervor todos los Santos Sacramentos.
–En nuestra Casa de Roma falleció el día 3 de Enero, a consecuencia de una nefritis aguda, el hermano de Obediencia Fr. Tomás Delgado del Santísimo Sacramento, confortado con
todos los Santos Sacramentos, que recibió con gran fervor y dejando muy edificados a los
Religiosos que le acompañaban.
R. I. P. A.
TIP. DE SANTA RITA - MONACHIL
Año XI
Marzo de 1920
Núm. 117
BOLETÍN
DE LA
PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
DE FILIPINAS
de la Orden de Agustinos Recoletos
SECCIÓN OFICIAL
Habiendo visto y leído el «Programa de examen» que el Ven. P. Provincial de la Provincia de Santo Tomás de Villanueva con su Definitorio ha dado para los jóvenes sacerdotes de
la mencionada Provincia, de conformidad con lo mandado por el nuevo Código de Derecho
Canónico (Canon 590) y por nuestras Constituciones (núm. 623) que dicen «los jóvenes sacerdotes, después de terminados sus estudios, serán examinados saltem per quinquenium».
Como quiera que lo ordenado por el Ven. P. Provincial de la Provincia de Santo Tomás está
conforme con lo preceptuado
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y ha de servir de estímulo para que los jóvenes sacerdotes repasen las materias que han estudiado durante la carrera; y pareciéndonos buena la forma que se ha dado a la manera de
llevar el examen a la práctica, nos ha parecido se publique el «Programa de examen» en el
Boletín Oficial de la Provincia de San Nicolás de Tolentino para que llegue a conocimiento
de todos los Religiosos, y aun cuando el referido «Programa» no lo imponemos como precepto a toda la Orden, sin embargo, los VV. PP. Provinciales de San Nicolás de Tolentino y de
Ntra. Sra. La Candelaria pueden servirse de este «Programa» o redactar otro según lo crean
conveniente para sus respectivas Provincias, de conformidad con las necesidades y circunstancias de las mismas.
Residencia Generalicia de Madrid 6 de Diciembre de 1919.
FR. EUGENIO SOLA DEL CARMEN
Prior General
Programma quaestionum selectarum
Ex Praecipuis Disciplinis Sacris, pro speciminibus ex officio praebendis
a clericis Ordinis nostri Provinciae Baeticae, jam sacerdotio initiatis,
juxta recentem Codicem Ecclesiae Catholicae.
Normas para el uso de este Programa
1.ª El presente Programa comenzará a regir en nuestra Provincia en los exámenes del
año 1920.
2.ª Formarán el Tribunal, a ser posible, tres Padres, o cuando menos dos, señalados con
anterioridad de dos o tres meses por N. P. Provincial o su Vicario.
3.ª El modo de proceder será por cédulas o papeletas, tantas en número como tesis o lecciones comprenda el año. El examinando sacará dos papeletas para responder a una, a elección suya.
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4.ª La extracción de papeletas se hará tres veces en tiempos distintos, según las tres materias —dogma, moral y derecho— de que deben ser examinados.
5.ª El tiempo de duración en las respuestas será para cada materia de quince minutos, o
sea, tres cuartos de hora para las tres, quedando libre un cuarto de hora para que los Padres
examinadores, dentro siempre del Programa y del año, hagan las preguntas y propongan los
casos que crean convenientes, a fin de poder formar juicio cabal de la suficiencia del examinando.
6.ª Los Padres que forman el Tribunal levantarán Acta de haber realizarlo su comisión y
oficiarán a N. P. Provincial o a su Vicario, según los casos, manifestando el resultado del
examen. Si en la calificación que hubiesen de dar no hubiera unanimidad, expresarán el
número de votos a favor de cada calificación o nota, y la más favorecida será la que consignarán en el libro ad hoc, debiendo además avisar el P. Vicario al Provincialato en España el
resultado de todos los exámenes para consignarlo en los libros.
7.ª Las calificaciones serán cuatro: probatus, meritus, benemeritus y meritissimus. Si alguno no alcanzase la nota de probatus, deberá sufrir otro examen a los tres meses, y si tampoco entonces mereciera aprobación se dejará para el siguiente año, perdiéndose, por consiguiente, uno, en el número y orden que cursen sus compañeros de carrera.
8.ª En el quinto año, además de las materias señaladas en el Programa se hará un examen general, a manera de reválida para obtener el certificado de terminación de estudios.
9.ª Gravamos la conciencia de los Padres examinadores acerca de tan importante asunto
y les rogamos en el Señor cumplan con el mayor celo este gravísimo deber que el Derecho
Canónico y nuestras sagradas Leyes ordenan para el mayor bien de los mismos Religiosos.
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PRO ANNO I.
EX THEOLOGIA DOGMATICA
De vera religione
Theses
1.ª Possibilis est divina revelatio, tum veritatum naturalium, tum etiam supernaturalium
quae mysteria dicuntur.
2.ª Divina revelatio est phisice necessaria ad cognoscendas veritates supernaturales;
moraliter autem necessaria est generi humano ut veritates morales et religiosas
ordinis naturae expedite, firma certitudine et nullo admixto errore cognoscere
valeat.
3.ª Miracula sunt possibilia et cognoscibilia; item prophetia est possibilis et utrumque,
sive miraculum sive prophetia, luculenter demostrat originem divinam revelationis christianae.
4.ª Omnia Veteris Testamenti de Messia vaticinia in Cristo Jesu impleta sunt, ideoque
Cristus fuit verus Messias a Deo promissus et a Judaeis expectatus.
5.ª Jesus, fundator christianae religionis, miraculis et prophetiis suaque a mortuis resurretione divinum se legatum probavit.
6.ª Divinitas religionis christianae invicte etiam demonstratur ejus celerrima propagatione, immutatione morum in societate per ejus efficacia obtenta, et heroica martyrum constantia in ejus professione confirmanda.
De ecclesia Christi
7.ª Christus Dominus immediate Ecclesiam per seipsum iustituit sub forma societatis, ad
quam pertinent non solum justi sed et peccatores, dummodo hi sint baptizati et
sub auctoritate visibili Ecclesiae degant.
8.ª Ecclesia Christi est essentialiter visibilis et ut talis ab aliis certo distingui et cognosci
potest.
9.ª Ecclesia Christi est socielas perfecta et necessaria; quare nemo, scienter et libere
extra eam manens, potest salvus fieri.
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10.ª Notae verae Ecclesiae Christi sunt unitas, sanctitas, catholicitas et apostolicitas, prout
extrinsecus apparent et universo mundo manifestantur; quae quidem soli Romanae Ecclesiae competunt, unde sola est vera Christi Ecclesia.
11.ª Existit in Ecclesia catholica hierarchia divinitus instituta quae constat Episcopis,
Presbyteris et ministris, quorum magisterio omnes fideles obedire tenentur.
12.ª Ecclesia docens est infallibilis, quae infallibilitas non coarctatur ad solas veritates
revelatas, sed etiam coplectitur veritates cum illis connexas, velut facta dogmatica, conclusiones theologicas, propositiones absque nota haereseos proscribendas.
13.ª Ecclesia Christi est indefectibilis ideoque nec substantialiter mutari nec in essentialibus progredi potest.
EX THEOLOGIA MORALI
De actibus humanis
Lectiones
1.ª Actus humnani notio et divisio.- Principia actuum humanorum.- Voluntarium ejusque divisio.- Conditiones ut aliquid sit voluntarium ideoque imputabile in causa.- Quid sit liberum.- Libero opponuntur ignorantia, concupiscentia, metus et
violentia.- Moralitatis essentia.- Fontes moralitatis: objectum, circumstantiae, finis.- Quid sit actus meritorius et quotuplex.
De conscientia
2.ª Conscientiae notio et partitio.- Quid sit probabilitas.- Diversae species probabiliatis.Systemata varia circa probabilitatem.- Laxismus et tutiorismus suntne rejiciendi?- Quid dicendum de probabilismo.- Casus in quibus absotule interdicitur usus
probabilismi.
De legibus
3.ª Legis definitio et divisio.- Qninam in Ecclesia potestate gaudeant ferendi leges.- Objectum legis, sive divinae sive humanae.- Subjectum legis.- Causae a lege excusantes, sive eximentes sive impedientes.- Legis interpretatio.- Regulae interpretationis.- Epikeia.- Legis dispensatio.- Causae requisitae ad validam et
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licitam dispensationem.- Lex ecclesiastica.- An detur aliqua lex ecclesiastica
mere poenalis.- Consuetudinis notio et divisio.- Conditiones in consuetudine requisitae ad legem inducendam vel abrogandam.
De peccatis
4.ª Definitio peccati ejusque divisio.- Dantur peccata mortalia et venialia.- Discrimen
inter mortale et veniale.- Requisita ad peccatum mortale constituendum.- Regulae ad distinctionem specificam peccatorum determinandam.- Regulae ad distinctionem numericam.- Peccata interna: Delectatio morosa, gaudium, desiderium.
De virtutibus
5.ª Quaenam sint veritates necesario credendae necessitate medii.- Quaenam necessitate
praecepti.- De sciendis ad recte agendum circa praecepta Decalogi, Ecclesiae sacramenta et Orationem Dominicam.- Quid sit infidelitas et quotuplex.- Haeresis
definitio et divisio.- Signa haeresis materialis et formalis.- Quid dicendum de
communicatione cum haereticis atque infidelibus.
6.ª Quid sit caritas.- Praeceptum caritatis erga Deum.- Praeceptum caritatis erga proximum in genere.- Regulae speciales ordinis caritatis.- Praeceptum caritatis erga
inimicos in particulari.- Datur verum praeceptum fraternae correctionis.- Qualis
ordo servandus in correctione fraterna.
7.ª Scandali definitio et divisio.- Duplex malitia scandali directi.- An praecepta sint
quandoque omittenda propter scandalum pusillorum.- An bona temporalia tenearis dimittere ad scanadalum vitandum.- De scandalis in particulari: circa luxuriam, libros pravos, choreas, et spectacula.- Cooperationis notio et partitio.- An
liceat unquam cooperatio formalis.- Quibusnam conditionibus possit evadere licita cooperatio materialis.- De cooperatione in particulari: quoad famulos, operarios, mercatores et caupones.
De praeceptis Decalogi
8.ª Quid sit sacrilegium personale, locale et reale.- Quid veniat nomine simoniae.- Quotuplex pretium temporale.- Quotuplici
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modo potest esse temporale adnexum spirituali.- Simoniae divisio.- De reatu
culpae in simonia, sive sit juris divini sive eccesiastici.- De poenis contra simoniacos latis.- Num sit restituenda res spiritualis simoniace adquisita. An sit restituendum pretium simoniace acceptum.
9.ª Quid sit blasphemia et quotuplex.- De criterio ad cognoscendum quaenam verba sint
revera blasphemiae.- Juramenti notio et divisio.- De requisitis ad validitatem et
liceitatem juramenti.- Obligatio orta ex juramento promissorio.- Adjuratio.Quomodo et a quibus fieri debeat adjuratio solemnis.- Quid sit votum et quotuplex.- Conditiones ad voti validitatem.- Materia voti.- De irritatione voti.- Quaenam personae et in qua materia possint irritare vota.- De dispensatione votorum.Vota reservata.- Quid dicendum de commutatione votorum.
10.ª Quid positive sub gravi praecipiatur pro diebus dominicis et festis.- Quaenam requirantur ad rite Missam audiendam.- Materia gravis in omissione hujus praecepti.An sufficiat attentio externa.- An possit impleri hoc praeceptum in Oratoriis.De causis a Missa excusantibus.- Quaenam sint festa de praecepto pro Hispania.Opera prohibita diebus dominicis et feslis.- Quaenam sit materia gravis in opere
diebus festis peracto.- De causis ob quas licite permittuntur die festo opera servilia.
11.ª Obligationes filiorum erga parentes et parentum erga filios.- Obligationes aliorum
superiorum et inferiorum.- Suicidium.- An liceat aliquando concurrere indirecte
ad occisionem sui.- An et quibus conditionibus liceat occidere injustum aggressorem.- De procuratione abortus, sive directa sive indirecta.- Quid sit duellum.An liceat aliquando duellum publicum.- De illiceitate dueIli privati.- Quid sit bellum.- Conditiones ad liceitatem belli offensivi et defensivi.
12.ª Quid sit delectatio venerea.- Utrum detur parvitas materiae in hac re.- Peccata luxuriae non consummata: oscula, tactus, aspectus, sermones, lectiones.- Peccata
consummata juxta naturam: fornicatio, adulterium, incestus, sacrilegium, stuprum, raptus.- Peccata consummata contra naturam: pollutio, sodomia, bestialitas.- Quid sint haec omnia.
160
EX JURE CANONICO
(CODEX JURIS CANONICI. LIB. I)
Can.
Tit. I
Tit. II
Tit. III
Tit. IV
Tit. V
Tit. VI
Normae generales ............................................
1-86
De legibus ecclesiasticis ...................................................................
De consuetudine ................................................................................
De temporis supputatione .................................................................
De rescriptis ......................................................................................
De privilegiis .....................................................................................
De dispensatonibus ...........................................................................
8-24
25-30
31-35
36-62
63-79
80-86
LIB. II
De personis
Pars I
Sectio I
Tit. I
Tit. II
Tit. III
Tit. IV
Cap. I
Art. I
Art. II
Art. III
Cap. II
Tit. V
Tit. VI
De clericis .........................................................................................
De clericis in genere .........................................................................
De clericorum adscriptione alicui dioecesi .......................................
De juribus et privilegiis clericorum ..................................................
De obligationibus clericorum ............................................................
De officiis ecclesiasticis ....................................................................
De provisione officiorum ecclesiasticorum ......................................
De libera collatione ...........................................................................
De electione ......................................................................................
De postulatione .................................................................................
De admissione officiorum ecclesiasticorum .....................................
De potestate ordinaria et delegata .....................................................
De eductione clericorum ad statum laicalem ....................................
108-486
108-214
111-117
118-123
124-144
145-195
147-182
152-159
160-178
179-182
183-195
196-210
211-214
PRO ANNO II
EX THEOLOGIA DOGMATICA
De Romano Pontifice
Theses
14.ª Fide divina tenendum est Christum immediate et directe B. Petro Apostolo primatum
jurisdictionis in universam Ecclesiam contulisse.
161
15.ª Primatus ex institutione Christi in Ecclesia perpetuus esse debet et Romani Pontifices, Petri in episcopatu romano successores, eum obtinent.
16.ª Potestas Romani Pontificis est suprema, ordinaria et immediata in universos Christi
fideles, ideoque etiam in episcopos in Œcumenicam Synodum collectos.
17.ª Romanus Pontifex, cum ex cathedra loquitur seu pro suprema sua apostolica auctoritate doctrinam de fide vel moribus ab universa Ecclesia tenendam definit, est infallibilis; ideoque ejus definitiones ex sese, non autem ex Ecclesiae consensu,
sunt irreformabiles.
De sacra Scriptura et Traditione
18.ª Canon sacrorum librorum a Tridentino Concilio editus est et a Vaticano confirmatus
tamquam authenticus ac integer est omnino retinendus.
19.ª Libri in canone Tridentino recensiti pro sacris et canonicis habendi sunt, non ideo
quod sola humana industria concinnati auctoritate deinde Ecclesiae sint approbati, nec ideo dumtaxat quod revelationem sine errore contineant, sed propterea
quod Spiritu Sancto inspirante conscripti, Deum habent auctorem.
20.ª Inspiratio divina non solum ad res fidei et morum sed etiam ad omnia exenditur, ideoque omnes partes Scripturae verae sunt propria cujusque rei veritate.
21.ª Admitti debent traditiones divinae quae verbum Dei in Scripturis non comprehensum
continent; earum autem criterium quo certo cognoscuntur est vivum ac infallibile
Ecclesiae magisterium.
De Deo uno et trino
22.ª Deum esse potest naturali rationis lumine a posteriori certo cognosci et demonstrari.
23.ª Deus est omnino simplex, perfectione infinitus ac prorsus immutabilis.
24.ª Datur in Deo scientia perfectissima; seipsum Deus primo et per se cognoscit, caetera
autem secundario.
25.ª Deus certo et infallibiliter cognoscit omnia futuribilia, quorum cognitio minime obest
libero hominis abitrio.
162
26.ª Deus voluntate vera et antecedenti vult omnes homines salvos fieri, non solum praedestinatos sed etiam damnatos.
27.ª In Deo sunt tres personae realiter distinctae, nempe Pater, Filius et Spiritus Sanctus,
sed consubstantiales seu cum una essentia absoluta omnino idem.
28.ª Admittendae sunt in divinis duae processiones, quarum prima recte generatio dicitur,
et quatuor relationes secundum rei veritatem.
29.ª Demonstrari nullatenus potest mysterium Sanctissimae Trinitatis naturali veritati aut
rectae rationi adversari.
EX THEOLOGIA MORALI
De justitia et jure
Lectiones
13.ª Juris et justitiae notio et divisio.- Quid sit dominium.- Objectum dominii.- Ejus subjectum.- De dominio filiorum familias juxta jus romanum et hispanicum.- Bona
castrensia, quasi castrensia, profectitia et adventitia.- De dominio uxorum.- Bona
dotalia, paraphernalia, communia.- De dominio clericorum.- Bona patrimonialia,
quasi patrimonialia, ecclesiastica, parsimonialia.
14.ª Diversi modi adquirendi dominium.- Occupatio.- Inventio.- Quid sit praescriptio.Conditiones: Res praescriptibilis, possessio, titulus, tempus requisitum, bona fides. Accessio.- Quid veniat nomine usus et usufructus.- Jura et obligationes
usuarii et usufructuarii.- Quid sit servitus et quotuplex.- Quomodo extinguantur
servitutes.
15.ª Quid sit juris violatio et quotuplex.- Furtum ejusque species.- Materia gravis furti sive absoluta sive relativa.- De quantitate ad constituendam materiam gravem in
furto uxorum, filiorum et famulorum.- Quid dicendum de furtis minutis.- Causae
a furto excusantes.- Regulae servandae in appropiatione bonorum alienorum in
extrema necessitate.- De occulta compensatione.- Conditiones requisitae ut occulta compensatio sit justa.
16.ª Quandonam dabitur obligatio restituendi.- An detur si laesio juris alieni fuerit tantum
affectiva non vero effectiva.- An multiplicentur
163
peccata dilatione restitutionis.- Quid veniat nomine possessoris bonae fidei.- Ad
quid teneatur sive quoad rem sive quoad fructum.- An possit subducere expensas
necessarias quas in re conservanda vel augenda subierit.- Quid sit possessor malae fidei.- Ad quid teneatur, tum relate ad rem ipsam, tum relate ad fructus et expensas.- Obligatio possessoris dubiae fidei.
17.ª Quis dici possit injustus damnificator.- Ad quid teneatur in genere injustus damnificator.- Quaenam sunt conditiones ut actio damnificans jure naturae obligationem
restitutionis inducat.- An teneatur ad restitutionem qui inculpabiliter quidem
causam damni posuit, sed postea illud non impedivit, licet impedire potuisset.An teneatur ad restitutionem iniquus distributor officiorum.- Quid sit injusta
cooperatio.- Cooperatores positivi: jubens, consulens, consentiens, palpo, recursum praebens, participans.- Cooperatores negativi: mutus, non obstans, non manifestans.
18.ª De circunstantiis restitutionis in genere.- Quantum sit restituendum.- Quandonam
aliquis teneatur ad restitutionem in solidum, sive absolute sive saltem conditionate.- Cuinam sit restituendum.- Quid si, post diligentem inquisitionem, dominus sit dubius aut plane incognitus, aut licet cognitus non possit adiri.- Ordo restitutionis servandus inter cooperatores.- Ordo restitutionis quoad creditores.- De
creditoribus privilegiatis, hypotecariis et communibus.- Quandonam sit restituendum.- An qui distulit restitutionem ex justa causa, teneatur compensare lucrum cessans vel damnum emergens, sive agatur de debito ex delicto, sive ex
contractu.- Causae excusantes in perpetuum.
19.ª An et quae damna teneatur homicida restituere.- Num adsit eadem deligatio restitutionis in haeredibus homicidae, si hic morte plectatur.- Ad quid teneatur violator
propter stuprum et fornicationem.- Quaenam sint obligationes adulteri in ordine
restitutionis.- Quid in dubio an proles sit legitima vel ab uno potius quam ab alio
adultero.- Quanam obligatione adstringantur negligentes solvere vectigalia seu
tributa publica.- Cuinam fieri debeat restitutio, si fortasse fit, propter tributum
defraudatum.- An teteantur milites reparare damna illata in bello.- Ad quid teneantur milites desertores sive conscripti sive pro aliis locati.
164
20.ª Contractus definitio et divisio.- Materia contractus ejusdemque conditiones.- Subjectum contractus.- Dispositiones juris communis et hispanici circa minores, circa
uxores et civiliter mortuos.- Dotes in consensu requisitae ad contractum.- De
contractibus gratuitis in genere.- Natura, divisio et forma testamentorum.- An
valeant in foro conscientiae testamenta formis legalibus destituta.- Natura contractus mutui et notio usurae.- Tituli ab usura excusantes.- De contractibus onerosis in genere.- Natura venditionis et emptionis ex jure romano et hispanico.Quid generatim liceat aut non liceat in venditionibus et emptionibus.
21.ª Quid prohibeat octavum decalogi praeceptum, quid jubeat.- Mendacium ejusque species.- De reatu culpae in mendacio.- Notio detractionis et calumniae.- Ad quid
teneantur ex justitia detractor et calumniator.- Quaenam sint causae a restitutione
famae excusantes.- Quid sit contumelia.- Quamnam obligationem inducat per se
et quomodo facienda sit restitutio.- Judicium temerarium.- Quandonam constituat peccatum grave.- Quid dicendum de suspicione temeraria.- Quid sit secretum et quotuplex.- Quaenam sint causae justae secretum manifestandi.
De praeceptis Ecclesiae
22.ª Datur praeceptum annuae confessionis.- Quomodo computari debeat annus.- An teneatur hoc praecepto qui gravatur tantum venialibus.- An teneatur confiteri
quamprimum qui integro anno non est confessus.- Datur praeceptum communionis paschalis.- Quis possit dispensare ab hoc praecepto.- An adimpleri debeat
in parochia propria.- Jejunium ecclesiasticum.- Quinam teneantur lege jejunii.Quibus diebus vigeat jejunium.- De unica refectione.- De quantitate et qualitate
ciborum in coenula.- Causae excusantes a jejunio.- Lex abstinentiae a carnibus.Quinam teneantur hac lege.- Quibus diebus vigeat abstinentia a carnibus.- Privilegia Bullae Cruciatae in Hispania quoad legem abstinentiae et jejunii.- Quid
importet praevia censura librorum eorumque prohibitio.- Quinam gaudeant in
Ecclesia facultate concedendi licentiam legendi libros prohibitos.
165
De statibus particularibus
23.ª Quid veniat nomine judicis.- Ad quid teneatur judex vi muneris sui.- Qualitates in
judice requisitae.- Regulae quas servare debet in causis dubii juris aut facti, sive
criminalibus sive civilibus.- Quid dicendum de Juratis et Arbitris.- Scientia et diligentia in advocato et procuratore requisitae ex justitia.- Ad quid teneatur advocatus si sustineat causam certo injustam, vel justam sed mediis injustis.- Notarii
munus et qualitates in ipso requisitae.- Frequentiores casus in quibus notarius
potest peccare contra justitiam.- Obligationes testis, tum ante judicium, tum in
ipso judicio, tum post judicium, si falsum dixit.
24.ª Obligationes medicorum.- Regulae a medicis servandae in curandis infirmis.- Ad
quid teneatur medicus quoad animam aegrotantis cujus curam suscepit.- An remedia dubiae efficaciae applicare possit ubi de infirmo desperatur.- An medico
liceat adhibere morphium vel quid simile.- Obligationes pharmacopolarum.- Casus frequentiores in quibus hi possunt peccare contra justitiam.- Obligationes
custodum et artificum.
EX JURE CANONICO
(CODEX JURIS CANONICI. LIB. II. PARS I)
Can.
Sectio II
Tit. VII
Cap. I
Cap. II
Cap. III
Cap. IV
Art. I
Art. II
Art. III
Cap. V
Cap. VI
Cap. VII
Cap. VIII
De clericis in specie ..........................................................................
De suprema potestate deque iis qui ejusdem sunt ecclesiastico jure
participes ....................................................................................
De Romano Pontifice ........................................................................
De Concilio Œcumenico ...................................................................
De Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalibus ...................................
De Curia Romana ..............................................................................
De Sacris Congregationibus ..............................................................
De Tribunalibus Curiae Romanae .....................................................
De Officiis Curiae Romanae .............................................................
De Legatis Romani Pontificis ...........................................................
De Patriarchis, Primatibus, Metropolitis ...........................................
De Conciliis plenariis et provincialibus ............................................
De Vicariis et Praefectis Apostolicis ................................................
215-486
218-328
218-221
222-229
230-241
242-264
246-257
258-259
260-264
265-270
271-280
281-292
293-311
166
Cap. IX
Cap. X
Tit. VIII
Cap. I
Cap. II
Cap. III
Cap. IV
Art. I
Art. II
Art. III
Cap. V
Cap. VI
Cap. VII
Cap. VIII
Cap. IX
Cap. X
Cap. XI
De Administratoribus Apostolicis .....................................................
De Praelatis inferioribus ...................................................................
De potestate episcopali deque iis qui de eadem participant ..............
De Episcopis .....................................................................................
De Coadjutoribus et Auxiliaribus Episcoporum ...............................
De Synodo Dioecesana .....................................................................
De Curia Dioecesana .........................................................................
De Vicario Generali ..........................................................................
De cancellario aliisque notariis et archivo episcopali .......................
De examinatoribus synodalibus et parochis consultoribus ...............
De Capitulis canonicorum .................................................................
De Consultoribus dioecesanis ...........................................................
De sede impedita aut vacante ac de Vicario Capitulari ....................
De vicariis foraneis ...........................................................................
De parochis .......................................................................................
De vicariis paroecialibus ...................................................................
De ecclesiarum rectoribus .................................................................
312-318
319-328
329-486
329-349
350-355
356-362
363-390
366-371
372-384
385-390
391-422
423-428
429-444
445-450
451-470
471-478
479-486
PRO ANNO III
EX THEOLOGIA DOGMATICA
De Deo Creatore
Theses
30.ª Deus libere ab initio temporis mundum de nihilo condidit per veram atque proprie
dictam creationem.
31.ª Protoparentes fuerunt a Deo immediate conditi et in justitia originali constituti, qui
quidem status justitiae fuit supernaturalis et plane indebitus naturae humanae.
32.ª Dono etiam inegritatis protoparentes nostri sunt instructi, quo immunes fierent a concupiscentia, ignorantia, dolore et morte.
167
33.ª Protoparentes graviter peccarunt et proinde statum justitiae originalis amisserunt,
quod quidem peccatum, via naturali generationis, omnes homines ex Adamo naturaliter geniti contrahunt et vocatur peccatum originis.
De Verbo Incarnato
34.ª Divinitas Jesu Christi sive ex Sacris Scripturis sive ex traditione luculentissime demonstratur.
35.ª In Christo Jesu sunt duae naturae, divina et humana, unitae in una Verbi persona;
quae quidem naturae remanent integrae cum suis proprietatibus post unionem,
inconfusae et ad invicem distinctae.
36.ª Fuit in anima Christi gratia habitualis; fuerunt etiam virtutes et dona Spiritus Sancti,
iis solum exceptis quae cum statu comprehensoris componi absolute nequeunt.
37.ª In Christo homine a primo instanti suae conceptionis fuit scientia beata, qua divinitas
in seipsa videtur et cognoscuntur omnia praeterita, praesentia et futura.
38.ª Christus pro nobis vere ac proprie Deo Patri satisfecit.
39.ª Humana Christi natura propter ejus unionem cum Verbo adoranda est cultu latriae;
Cor ejus Sacratissimum specialem cultum meretur ut ratione theologica evincitur.
40.ª Materia ex qua corpus Christi fuit formatum desumpta est ex Virgine Maria, principium autem activum illius conceptionis fuit Spiritus Sanctus: ideoque rejicienda
est ab ea paternitas quaelibet phisica, sive naturalis sive supernaturalis.
41.ª Virgo Maria est vere ac proprie Mater Dei et in primo instanti suae Conceptionis,
singulari Dei privilegio et intuitu meritorum Christi, ab omni originalis culpae
labe immunis, praeservata.
De gratia
42.ª Ad omnes et singulos actus salutares, etiam ad initium fidei, necessaria est gratia Dei
supernaturalis.
43.ª Licet homo lapsus sine gratiae auxilio nonnulla naturalis ordinis opera moraliter bona efficere possit, nequit tamen universam legem naturalem servare nisi gratia
adjutus.
44.ª Datur in praesenti statu gratia vere sufficiens
168
45.ª Datur etiam gratia efficax quae nullam infert necessitatem voluntati humanae sed adjuvat liberum hominis abitrium.
46.ª Deus nemini denegat gratiam saltem remote sufficientem, et ideo peccatores, etiam
obdurati et obcaecati, imo et ipsi infideles salvi fieri possunt.
EX THEOLOGIA MORALI
De statibus particularibus
Lectiones
25.ª Obligationes positivae clericorum in genere: quoad vitae sanctitatem, caelibatum,
habitum ecclesiasticum, tonsuram et Horas canonicas.- An obligatio caelibatus
clericalis sit universalis in Ecclesia.- A quo jure ortum habuit.- An teneretur ad
castitatem qui accedens ad sacros Ordines expresse nollet castitatem vovere.- An
peccent graviter clerici non deferentes habitum clericalem.- Quomodo peccent
clerici non deferentes habitum clericalem.- Quomodo peccent clerici non deferentes tonsuram seu coronam.
26.ª Quinam obligentur ad Horas canonicas quotidie recitandas.- Materia gravis in omissione Officii divini.- Tempus ad recitationem validam et licitam sub gravi aut
sub levi praefinitum.- Quanam hora liceat incipere recitationem Matutini diei
sequentis.- Quid dicendum de loco et situ recitationis.- Ordo officiorum et ordo
Horarum.- Causae excusantes ab ordine Horarum servando.- Pronuntatio.- Attentio ejusque species.- An sufficiat attentio externa.- Causae excusantes a recitatione.- Ad quid teneatur infirmus.
27.ª Obligationes negativae clericorum: 1.º circa habitationem cum mulieribus; 2.º circa
ludum alearum; 3.º circa gestationem armorum et venationem; 4.º circa spectacula et agitationem taurorum: 5.º circa negotiationem.- Quaenam negotiatio sit
prohibita clericis.- An liceat clericis accipere obligationes aut actiones in societatibus sive commercialibus sive industrialibus.- Explicetur quid importet quaelibet illarum obligationum.
28.ª Obligationes proprie parochorum: 1.º quoad residentiam; 2.º quoad orationem et
Missam pro populo; 3.º quoad praedicationem; 4.º quoad catechesim; 5.º quoad
administrationem Sacramentorum; 6.º quoad correctionem fidelium; 7.º quoad
visitationem
169
aegrotorum; 8.º quoad fidei professionem emittendam.- Obligationes canonicorum.- Obligationes episcporum.
29.ª Obligationes religiosorum.- Tenentur religiosi omnibus obligationibus sive positivis
sive negativis clericorum.- Harum recensio et explicatio.- Obligationes propriae
religiosorum vi status.- Quid sit status religiosus et quaenam vota in eo emittenda.- Ad quid teneatur religiosus vi voti obedientiae.- Quid importet votum paupertatis sive solemne sive simplex.- Quaenam excipiantur a voto paupertatis.Materia gravis in violatione voti paupertatis.- Ad quid adstringatur religiosus vi
voti castitatis.
De sacramentis
30.ª Sacramenti definitio et divisio.- Sacramentorum numerus.- An Sacramenta vivorum
primam gratiam et quae sunt mortuorum secundam aliquando conferre valeant.An requiratur et sufficiat attentio ut sacramenta vivorum primam gratiam aliquando conferant.- Character sacramenalis.- Effectus gratiae sacramentalis in
singulis sacramentis.- Materia remota et proxima Sacramentorum.- Eorum forma.- Mutationes substantiales in materia et forma.- Quandonam Sacramenta iterari possint aut debeant.
31.ª Sacramentorum minister.- Attentionis notio et divisio.- Quaenam requiratur tum ad
validitatem tum ad liceitatem.- Intentionis definitio et partitio.- Quaenam intentio requiratur et sufficiat ad sacramenti validilatem.- Quid dicendum de intentione conditionata.- Utrum requiratur status gratiae in ministro ad validitatem vel
ad liceitatem.- Quomodo teneatur minister se cum Deo reconciliare.- Quaenam
sacramenta et sub qua culpa teneantur administrare tum qui curam animarum
habent, tum qui non habent.- De obligatione denegandi sacramenta indignis.Quid sit simulatio et num liceat aliquando simulare sacramenta.
32-ª Sacramentorum subjectum.- Conditiones in eo requisitae ad validam susceptionem
sacramentorum.- De fide et attentione. Quid de intentione et quaenam requiratur
in adultis pro singulis sacramentis suscipiendis.- Conditiones ad licitam susceptionem sacramentorum tum vivorum tum mortuorum.- Sacramentorum reviviscentia.- Utrum omnia sacramenta possint reviviscere et
170
33.ª
34.ª
35.ª
36.ª
qualis dispositio requiratur in subjecto.- Utrum liceat et quibusnam conditionibus petere sacramenta ab indigno.
Baptismi definitio.- Baptismus fluminis, flaminis et sanguinis.- Baptismi effectus.Materia remota et proxima.- Forma baptismi.- Minister ordinarius, extraordinarius sive solemnitatis sive necessitatis legitimus.- Baptismi subjectum.- De filiis
infidelium et haereticorum et quandonam possint baptizari.- An et quomodo
monstra baptizari debeant.- Quid de infantibus baptizatis ab haereticis vel obstetricibus.- Quandonam baptismus iterari possit aut debeat.- Quomodo peccent parentes qui baptismum filiorum differunt.
De obligatione adhibendi patrinos in baptismo solemni.- An etiam in privato. Numerus patrinorum.- Conditiones ut quis valide et licite munus patrini exerceat.Obligationes patrinorum.- Quinam prohibeantur esse patrini.- Sacramenti confirmationis definitio.- Materia remota et proxima.- Forma hujus sacramenti sive
in latina sive in graeca ecclesia.- Minister ordinarius et extraordinarius.- Subjectum hujus sacramenti.- De obligatione recipiendi sacramentum confirmationis.Dispositiones in adultis requisitae tum ad validam tum ad licitam receptionem
ejusdem saramenti.
Sacramenti Eucharistiae definitio.- Quandiu Christus maneat realiter praesens in Eucharitia et in speciebus consecratis.- Effectus Eucharistiae in anima.- An Eucharistia aliquando peccatum mortale delere possit.- De materia remota et de aqua
permixcenda.- Quaenam praesentia requiratur in materia sive ad validam sive ad
licitam consecrationem.- Quid si ciborium consecrandum remanserit extra corporale sed clausum.- De duplici forma et de verbis in utraque essentialibus.
Minister consecrationis Eucharistiae.- Minister dispensationis sive ordinarius sive
extraordinarius.- Quandonam teneatur parochus Eucharistiam ministrare sive infirmis sive aliis.- Requisita ad licitam Eucharistiae distributionem.- Qua hora et
quibus diebus communio dispensari possit.- Quomodo Eucharistia infirmis sit
ministranda, an eidem infirmo non jejuno liceat pluries viaticum dare.- Eucharistiae subjectum.- An Eucharistia sit necessaria necessitate medii vel praecepti,
tum divini tum
171
ecclesiastici.- Quonam tempore urgeat praeceptum divinum communicandi.Obligatio recipiendi viaticum, urgente mortis periculo.- Quandonam et a quibus
pueri ad primam commmunionem sunt admittendi.
37.ª Dispositio ex parte animae ad Eucharistiam digne recipienda.- Quid si quis gravis
peccati sit conscius.- Quandonam censeatur adesse necessitas communicandi vel
celebrandi.- Quandonam desit copia confessarii.- Ad quid teneatur sacerdos qui
urgente necessitate, conscius peccati mortalis absque praevia confessione celebraverit.- Quomodo intelligitur illud quamprimum.- Dispositio ex parte corporis.- Quid requiratur ut jejunium laesum censeatur.- Quandonam aliquis non jejunus possit communicare.- Quid de infirmis non jejunis, si morbus sit diuturnus,
juxta recentem disciplinam.- Conditiones in subjecto requisitae ad communionem frequentem et etiam quotidianam.
38.ª Sacrificium Missae quid.- Ejus fructus et valor.- Missae applicatio.- Quaenam sufficiat.- Quando et quomodo sit facienda- Obligatio celebrandi ratione ordinis.Idem ratione officii.- An obligatio celebrandi Missam pro populo sit personalis.Quaenam sit obligatio celebrandi pro populo.- Quinam teneatur Missam celebrare ratione officii.
39.ª Obligatio celebrandi ratione stipendii.- An uno sacrificio sacerdos satisfaciat suae
obligatioi si plura stipendia accepit.- Quot Missas accipere liceat celebrandas intra utile tempus, intra mensem aut annum.- Cui et quatenus tradendae sunt Missae in fine anni.- Quid veniat nomine Missarum manualium aut instar manualium.- An et quanto differre liceat Missae celebrationem accepto stipendio.- An
et quatenus Missas a fidelibus acceptas aliis tradere liceat.- Poenae latae contra
violatores harum legum.- Quibus diebus, qua hora et loco liceat celebrare.- An
omnes rubricae Missae sint praeceptivae.
EX JURE CANONICO
(CODEX JURIS CANONICI. LIB. II)
Can.
Pars II
Tit. IX
De religiosis ......................................................................................
De erectione et suppressione religionis, provinciae, domus .............
487-681
492-498
172
Tit. X
Cap. I
Cap. II
Cap. III
Tit. XI
Cap. I
Cap. II
Art. I
Art. II
Cap. III
Tit. XII
Tit. XIII
Cap. I
Cap. II
Cap. III
Tit. XIV
Tit. XV
Tit. XVI
Cap. I
Cap. II
Cap. III
Cap. IV
Tit. XVII
Pars. III
Tit. XVIII
De religionum regimine ....................................................................
De Superioribus et de Capitulis ........................................................
De Confessariis et Cappellanis .........................................................
De bonis temporalibus eorumque administratione ...........................
De admissione in Reigionem ............................................................
De postulatu ......................................................................................
De novitiatu .......................................................................................
De requisitis ut quis in novitiatum admittatur ...................................
De novitiorum institutione ................................................................
De professione religiosa ....................................................................
De ratione studiorum in religionibus clericalibus .............................
De obligationibus et privilegiis religiosorum ...................................
De obligationibus ..............................................................................
De privilegiis .....................................................................................
De obligatonibus et privilegiis religiosi ad ecclesiasticam dignitatem promoti vel paroeciam regentis............................................
De transitu ad aliam religionem ........................................................
De egressu e religione .......................................................................
De dimissione religiosorum ..............................................................
De dimissione religiosorum qui vota temporalia nuncuparunt .........
De dimissione religiosorum qui vota perpetua nuncuparunt in religione clericali non exempta vel in religione laicali ...................
De processu judiciali in dimissione religiosorum qui vota perpetua
sive solemnia sive simplicia nuncuparunt in religione clericali
exempta ......................................................................................
De religiosis dimissis qui vota perpetua nuncuparunt ......................
De societatibus sive virorum sive mulierum in communi viventium
sine votis ....................................................................................
De laicis ............................................................................................
De fidelium associationibus in genere ..............................................
499-537
499-517
518-530
531-537
538-586
539-541
542-571
542-552
553-571
572-586
587-591
592-631
592-612
613-625
626-631
632-636
637-645
646-672
647-648
649-653
654-668
669-672
673-681
682-725
684-699
173
Tit. XIX
Cap. I
Cap. II
Cap. III
De fidelium associationibus in specie ...............................................
De Tertiis Ordinibus saecularibus......................................................
De confraternitatibus et piis unionibus .............................................
De archiconfraternitatibus et primariis unionibus .............................
700-725
702-706
702-706
720-725
PRO ANNO IV
EX THEOLOGIA DOGMATICA
De gratia habituali et merito
Theses
47.ª In justificatione impii peccata vere remittuntur et formaliter delentur per habitualem
gratiam animae infusam eique inhaerentem, qua homo fit particeps divinae naturae ac filius Dei adoptivus constituitur.
48.ª Sola fides non justificat sed aliae dispositiones ad justificationem praerequiruntur;
nempe timor, spes, attritio, etc.
49.ª Opera justi sunt vere meritoria apud eum in ordine supernatuali.
De sacramentis
50.ª Sacramenta Novae Legis a Christo Domino nostro instituta sunt, nec plura nec pauciora sunt quam septem, videlicet: Baptismus, Confirmatio, Eucharistia, Poenitentia, Extrema Unctio, Ordo et Matrimonium.
51.ª Sacramenta Novae Legis rebus tamquam materia et verbis tamquam forma intrinsecus constituuntur.
52.ª Non ponentibus obicem Sacramenta Novae Legis ex opere operato conferunt gratiam sanctificantem quam significant.
53.ª Ad valorem Sacramenti in ministro non requiritur fides nec status gratiae; requiritur
tamen intentio faciendi quod facit Ecclesia.
54.ª Baptismi sacramentum in re vel in voto omnibus est necessarium ad salutem necessitate medii; adultis insuper necessarium necessitate praecepti.
55.ª Realis praesentia Christi in Eucharistia ex verbis tum promissionis tum institutionis
invicte demonstratur.
174
56.ª Praesens fit corpus et sanguis Christi in Eucharistia per conversionem totius substantiae panis in corpus et totius substantiae vini in sanguinem, quam conversionem
Catholica Ecclesia aptissime transubstantiationem appellat.
57.ª Eucharistia est quoque veri nominis sacrificium quod offerri potest pro vivis atque
defunctis.
EX THEOLOGIA MORALI
De poenitentia
Lectiones
40.ª Sacramenti Poenitentiae definilio.- An et quatenus differant judicium sacramentale et
forense.- Materia remota nevessaria et libera hujus Sacramenti.- Maeria proxima.- Qua ratione actus poenitentis a Tridentino quasi materia hujus sacramenti.Forma essentialis et forma praeceptiva.- De forma deprecatoria.- Quandonam
erit valida et etiam licita forma conditionata.- Quaenam requiratur praesentia
poenitentis.
41.ª Contritionis definitio et divisio.- Quandonam obliget praeceptum contritionis.- Per
quantum temporis spatium actus doloris moraliter perduret ad Sacramentum valide suscipiendum.- De dotibus contritionis.- Propositi notio et partitio.- Conditiones in proposito requisitae tum pro mortalibus tum pro venialibus.- Confessionis definitio et divina institutio.- Dotes confessionis.- An peccata dubia sint
materia necessaria confessionis.- Circunstantiae peccatorum in confessione necessario declarandae.
42.ª Causae excusantes ab integritate materiali confessionis.- An detur obligatio confitendi peccatum mortale quod explicari nequit sine complicis manifestatione.- An liceat confessario petere nomen camplicis.- Quandonam confessio necessario est
iteranda.-De confessione et absolutione moribundorum.- Obligatio ex parte confessarii imponendi poenitentiam.- Quando, qualis et quanta sit imponenda.Obligatio ex parte poenitentis acceptandi et implendi poenitentiam.- Quis poenitentiam commutare possit, quomado et quando.
43.ª Quaenam requirantur in ministro poenitentiae ad validitatem absolutionis.- Quid sit
approbatio et a quonam episcopo sit obtinenda.- Jurisdictionis notio et divisio.An sit necessaria.- Quinam
175
44.ª
45.ª
46.ª
47.ª
gaudeant jurisdictione sive ordinaria sive delegata.- A quonam recipiant jurisdictionem confessarii religiosorum.- An et quandonam Ecclesia suppleat jurisdictionem confessarii.- Datur in Ecclesia potestas reservandi casus.- Quinam exerceant hanc potestatem.- An ignorantia excuset a reservatione papali vel episcopali.
Quinam a reservatis absovere possint.- An aliquando inferior possit absolvere a reservatis papalibus extra mortis periculum.- Quandonam dentur casus urgentiores.- Quodnam onus incumbat postea poenitenti.- Quid si poenitens fuit absolutus in articulo mortis aut ex privilegio Bullae Cruciatae.- Quid tenendum de absolutione a reservatis episcopalibus.- Quid si casus sit reservatus in dioecesi
poenitentis, non in loco confessionis, aut viceversa.
Quid sit complicitas et quid veniat nomine peccati turpis.- Poena et peccatum complicitatis.- Excommunicatio lata contra absolventes complicem.- An in periculo
mortis vel aliquando extra mortis periculum sacerdos possit absoIvere valide et
licite suum complicem.- An incurrat excommunicationem audiens confessionem
complicis, sed non absolvens; vel qui absolvit complicem a quo nullatenus ut
complex agnoscitur.
Quid sit sollicitatio in confessione.- Crimen denuntiandum, personae denuntiandae,
personae quae tenentur denuntiare.- Causae excusantes a denuntiatione facienda.- Poenae contra sollicitantes in confessione statutae.- Poenae contra poenitentem qui non denuntiat sine sufficienti ratione.- Quid dicendum de falsis denuntiatoribus.- Quomodo facienda sit denuntiatio.
Scientia in confessario requisita.- De obligatione monendi poenitentem ignarum.Quandonam confessarius teneatur interrogare poenitentem.- Regulae in interrogationibus servandae.- Cuinam per se et sub gravi concedenda est absolutio, cuinam est deneganda.- An aliquando absolutio differri possit ant debeat.- Regulae
servandae pro occasionariis, consuetudinariis et recidivis.- Obligatio confessarii
post confessionem.- Ad quid teneatur confessarius qui positive erravit circa admonitionem restitutionis.- Ad quid confessarius qui omissit monere de restitutione facienda.
176
48.ª Quid sit sigillum sacramentale.- Datur strictissima obligatio servandi sigillum ex parte confessarii.- Quandonam habeatur confessio sacramentalis ex qua oritur obligatio sigilli.- Utrum violatio sigilli admittat parvitatem materiae.- An aliae personae praeter confessarium obligentur lege sigilli.- Objectum sigilli.- Quotuplici
modo possit violari sigillum.- An aliquando confessarius notitia confessionis uti
possit.- Quomodo gerere se debeant concionatores juxta recentes dispositiones
Sanctae Sedis quoad sigillum.
49.ª Quid sit indulgentia et quotup!ex.- Quinam in Ecclesia gaudeant potestate concedendi indulgentias.- Conditiones in subjecto ad lucrandas indulgentias,. Discrimen
inter plenarias et partiales.- Valor indulgentiae pro animabus in purgatorio detentis.- Quibusnam objectis possint indulgentiae applicari.- Quid sit jubilaeum et
quotuplex.- Conditiones ad lucrandum jubilaeum requisitae.- Quomodo pueri,
senes, infirmi possint lucrari jubilaeum.
50.ª Sacramenti Extremae Unctionis notio.- Materia remota tum ad validitatem tum ad liceitatem.- Materia proxima.- Quomodo faciendae sunt unctiones.- Forma hujus
Sacramenti.- Quomodo unctio peragenda est et quaenam forma adhibenda in casu necessitatis.- Cessante periculo quid supplendum.- Effectus hujus Sacramenti.
51.ª Minister Sacramenti Extremae Unctionis.- Conditiones ex parte ministri ad validam
et licitam dispensationem.- Subjectum Extremae Unctionis.- Dispositiones in
subjecto ad validam et licitam susceptionem.- Quandonam possit et debeat administrari apparenter mortuis.
52.ª Quid sit Ordo sacer.- Ordinum sacrorum natura et proprietates.- Materia et forma sacramenti Ordinis.- Quandonam ordinatio presbyteralis ex integro sub conditione
est iteranda.- Minister ordinarius et extraordinarius Ordinis.- Quisnam censeatur
proprius ordinandi episcopus.- Quomodo et a quibus fieri debeat incardinatio et
excardinatio.- Quid sint litterae dimissiorales et testimoniales et a quibus concedi possunt.
53.ª Subjectum Sacramenti Ordinis.- Requisita ad validam et licitam susceptionem Ordinum sacrorum.- Quaenam aetas et studia
177
requirantur.- Quid de interstitiis inter singulos ordines suscipiendos.- Quinam
sint tituli ordinationis tum pro saecularibus clericis tum pro regularibus.- Quo
tempore et loco Ordines conferendi sunt.
54.ª Quid sit irregularitas et quotuplex.- Effectus irregularitatis.- Conditiones ad incurrendam irregularitatem.- Quinam sint irregulaes ex defectu.- Quandonam corpore vitiati sint vere irregulares.- Quinam sint irregulares ex delicto.- Quinam dicantur simpliciter impediti, non vero irregulares.- Quomodo multiplicentur irregularitates.- De dispensatione irregularitatum.
EX JURE CANONICO
(CODEX JURIS CANONICI. LIB. III)
Can.
Pars II
Sectio I
Tit. IX
Tit. X
Tit. XI
Tit. XII
Cap. I
Cap. II
Cap. III
Sectio II
Tit. XIII
Tit. XIV
Pars III
Tit. XV
Tit. XVI
Tit. XVII
Tit. XVIII
Tit. XIX
Cap. I
Cap. II
De locis et temporibus sacris ............................................................
De locis sacris ...................................................................................
De ecclesiis .......................................................................................
De oratoriis ........................................................................................
De altaribus .......................................................................................
De sepultura ecclesiastica .................................................................
De coemeteriis ..................................................................................
De cadaveris translatione ad ecclesiam, funere ac depositione ........
De iis quibus sepultura ecclesiastica concedenda est aut neganda ...
De temporibus sacris ........................................................................
De diebus festis .................................................................................
Der abstinentia et jejunio ..................................................................
De cultu divino ..................................................................................
De custodia et cultu sanctissimae Eucharistiae .................................
De cultu Sanctorum, sacrarum imaginum, et reliquiarum ................
De sacris processionibus ...................................................................
De sacra supellectili ..........................................................................
De voto et jurejurando ......................................................................
De voto ..............................................................................................
De jurejurando ..................................................................................
1154-1254
1154-1242
1161-1187
1188-1196
1197-1202
1203-1242
1205-1214
1215-1238
1239-1242
1243-1254
1247-1249
1250-1254
1255-1321
1265-1275
1276-1289
1290-1295
1296-1306
1307-1321
1307-1315
1316-1321
178
PRO ANNO V
EX THEOLOGIA DOGMATICA
De Sacramento Poenitentiae, Extremae Unctionis et Matrimonii
Theses
58.ª Sacramentum Poenitentiae a Christo institutum necessarium est necessitate medii vel
in re vel in voto ad veniam peccatorum post baptismum commissorum obtinendam.
59.ª Christus Ecclesiae contulit potestatem remittendi et retinendi omnia peccata post
baptismum commissa et quidem actu vere judiciali.
60.ª Confessio sacramentalis est jure divino necessaria iis omnibus qui gravia peccata
post baptismum patrarunt eisque obligatio incumbit omnia et singula peccata
mortalia confitendi.
61.ª Contritio perfecta peccata remittit cum solo voto sacramenti; attritio vero est utilis et
verus dolor sufficiens ad justificationem in eodem Sacramento consequendam.
62.ª In Christi Ecclesia est vera potestas concedendi indulgentias.
63.ª Minister Sacramenti Poenitentiae est solus sacerdos cui, praeter potestatem ordinis,
necessaria est etiam potestas jurisdictionis; ideo datur locus reservationi casuum
quae prohibet quominus sacerdos vere a reservatis absolvat.
64.ª Extrema Unctio est vere atque proprie dictum Sacramentum a Christo Domino institutum et a B. Jacobo apostolo promulgatum.
65.ª Matrimonium in Nova Lege est vere et proprie unum ex septem sacramentis a Christo Domino institutum.
66.ª Matrimonium est jure naturae et divino indissolubile.
67.ª Ecclesia eaque sola gaudet potestate constituendi impedimenta matrimonium dirimentia, et quidem jure proprio et nativo quod a principe civili minime pendet.
179
68.ª Existit infernus in quo animae in peccato mortali decedentes poenis aeternis punientur.
69.ª Datur purgatorium in quo animae justorum, nondum perfecte purgatae, pro peccatis
suis satisfacere debent, et nostris suffragiis juvari possunt.
70.ª Universalis mortuorum resurrectio certissime est futura novissimis debus.
EX THEOLOGIA MORALI
De matrimonio
Lectiones
55.ª Sponsalium definitio et divisio.- Conditiones ad eorum valorem juxta vigentem disciplinam.- Obligatio et effectus sponsalium.- Causae sponsalia dissolventes.Bannorum proclamatio.- Quoties, ubi, quomodo et a quonam fieri debeat proclamatio bannorum.- Quinam a proclamatione dispenssare valeat, et quaenam
sint causae legitimae dispensationis.- Obligatio revelandi impedimenta matrimonii.
56.ª Matrimonii definitio et divisio.- Conditiones ex parte consensus ad validitatem.- Matrimonium per procuratorem vel per epistolam.- An et quatenus sit validum matrimonium sub conditione initum.- Unitas matrimonii.- Indissolubilitas matrimonii quoad vinculum.- Indissolubilitas quoad thorum.- Materia remota et proxima
matrimonii.- Minister hujus sacramenti.- Quid parocho sit agendum si ex sponsorum confessione impedimentum adesse deprehendat.- Parochus vel sacerdos
delegatus ad matrimonia excipienda.- Matrimonii subjectum.- Conditiones ad licitam ejus susceptionem.
57.ª Quid sit impedimentum matrimonii et quotuplex in vigenti disciplina.- An valeat matrimonium contractum cum impedimento ignorato, vel cum impedimento putato
sed non existenti.- Impedimenta impedientia in genere.- Quot sint et ad quidnam
obligent.- Quinam dispensare valeant ab impedimentis impedientibus.-
180
58.ª
59.ª
60.ª
61.ª
62.ª
63.ª
Impedimenta dirimentia in genere.- Quot sint et quaenam auctoritas ad ea stabilienda.
Impedimentum aetatis.- Quandonam vigere incipiat.- Impedimentum disparitatis cultus.- Quomodo irritet matrimonium.- Votum solemne castitatis.- Impedimentum
ordinis sacri.- Quo jure praedicta impedimenta dirimant matrimonium.- Impedimentum raptus.- Impedimentum criminis.
Impedimentum cosanguinitatis.- Quinam gradus dirimant matrimonium et quo jure
sive in linea recta sive in collaterali.- Regulae ad gradus consanguinitatis computandos.- Affinitas quid et quotuplex.- Quo jure et gradu dirimat matrimonium.- Quomodo computentur gradus affinitatis.- Publica honestas quid sit et
quotuplici ex capite oriri possit.- Inter quas personas dirimat matrimonium.
Cognatio spiritualis quid sit et undenam oriatur.- Ad quas personas extendatur hoc
impedimentum.- Cognatio legalis quid sit et quanam ratione contrahatur.- Impedimentum erroris.- Quandonam circa qualitates personae irritet matrimonium et
quo jure.- Impedimentum vis et metus.- Quandonam dirimat matrimonium.
Impedimentum clandestinitatis seu forma celebrandi matrimonium.- Quid veniat
nomine parochi.- Conditiones generales ad valide et licite contrahendum matrimonium juxta recentem Codicem.- Competentia Parochi et Ordinarii.- Matrimonia inopinate contracta.- Matrimonia peregrinorum et vagorum.- Regiones
exemptae.- Communicatio exemptionis.- Cui competat instituere processum de
statu libero contrahentium.- Quis et quomodo alius sacerdos delegari possit a Parocho contrahentium.
De matrimonio in extremis.- Qualis sacerdos debeat assistere.- Quid si no adest sacerdos.- Quandonam liceat celebrare matrimonium cum solis testibus.- De matrimonio acatholicorum.- Inscriptio matrimonii.- Matrimonium conscientiae.Quo tempore et loco matrimonium celebrandum sit.- Quinam ritus adhibendi.
Potestas Romani Pontificis impedimenta dispensandi.- An et quandonam Episcopi
dispensare valeant.- Causae justae dispensationis.- Quaenam sint de jure necessario exprimenda in
181
petitione dispensationis.- Ad quam Congregationem est recurrendum pro dispensatione obtinenda in foro interno vel externo.- Quomodo sit exequenda dispensatio.
64.ª Quid divortium et quotuplex.- Causae divortii.- Quandonam et ex quibus capitibus
possit dissolvi matrimonium ratum et non consummatum.- Quid sit privilegium
paulinum.- Quae et quandonam interpellationes faciendae.- Quis a facienda interpellatione dispensare valeat.- Causae ob quas licet separatio a thoro, mensa et
habitatione.- An divortium privata auctoritate fieri possit.- Obligationes sponsorum, facta separatione.
65.ª Quotuplici capite oriri possit nullitas matrimonii.- Quomodo revalidatur matrimonium nullum ex impedimento sive publico sive occulto.- Quomodo revalidatur si
fuit nullum ex defectu consensus.- Idem si fuit nullum ex defectu formae.- Modus ordinarius revalidandi matrimonium nullum ob inhabilitatem partium.- Sanatio in radice quid.- Quomodo revalidatur matrimonium in radice.- Conditiones
quae ad hoc requiruntur.
De delictis et poenis
66.ª Quid delictum et quotuptex in jure ecclesiastico.- Conditiones ad constituendum delictum.- Undenam oriatur imputabilitas delicti.- Quinam excusantur a delicto.Poena ecclesiastica quid et quotuplex.- Quinam gaudeant potestate coactiva in
Ecclesia.- Subjectum potestatis coactivae.- An ignorantia excuset ab incurrenda
poena ecclesiastica.- Quomodo et a quibus poena remitti possit.
De censuris
67.ª Censurae notio et divisio.- Quaenam sint remedia poenalia in novo jure.- Quaenam
praecipue poenitentiae.- Conditiones censurarum.- Causae excusantes ab incurrenda censura.- Datur in Ecclesia potestas ferendi censuras.- Quinam gaudeant
hac potestate jure ordinario vel delegato.- An et quomodo religiosi subjaceant
censuris episcopalibus.- Quisnam possit absolvere a censuris tum reservatis tum
non reservatis.- De casu periculi vel
182
articuli mortis.- An possit absolvi absens, invitus, vel sit valida absolutio, parte
non satisfacta.
68.ª De censuris in specie.- Quotuplex sit.- Quid est excommunicatio.- Effectus excommunicationis: Privatio divinorum officiorum, privatio Sacramentorum, privatio
suffragiorum Ecclesiae, privatio sepulturae ecclesiasticae, beneficiorum, jurisdictiois ecclesiasticae, communicationis forensis.- Quid importet unumquodque
eorum.
69.ª Recenseantur excommunicationes specialissimo modo Romano Pontifici reservatae.Aliqua earum explicatio.- Excommunicationes speciali modo Romano Pontifici
reservatae.- Quot sint et quomodo intelligendae.- Excommunicationes simpliciter reservatae.- Quaenam sint excommunicationes latae senentiae Ordinario reservatae.
70.ª Quid interdictum et quotuplex.- Effectus interdicti personalis. Recenseantur interdicta speciali modo reservata Romano Pontifici.- Suspensionis notio et divisio.Quandonam suspensus incurrat irregularitatem.- Praecipue suspensiones latae
sententiae Sedi Apostolicae reservatae.- De depositione et degradatione.
EX JURE CANONICO
(CODEX JURIS CANONICI. LIB. III)
Can.
Pars IV
Tit. XX
Cap. I
Cap. II
Cap. III
Tit. XXI
Tit. XXII
Tit. XXIII
Cap. I
Cap. II
De magisterio ecclesiastico ..............................................................
De divini verbi praedicatione ............................................................
De catechetica institutione ................................................................
De sacris concionibus .......................................................................
De sacris missionibus ........................................................................
De Seminariis ....................................................................................
De Scholis .........................................................................................
De praevia censura librorum eorumque prohibitione .......................
De praevia librorum censura .............................................................
De prohibitione librorum ..................................................................
1322-1408
1327-1351
1329-1336
1337-1348
1349-1351
1352-1371
1372-1383
1384-1405
1385-1394
1395-1405
183
Tit. XXIV
Pars V
Tit. XXV
Cap. I
Cap. II
De fidei professione ..........................................................................
De beneficiis aliisque institutis ecclesiasticis non collegialibus ......
De beneficiis ecclesiasticis ...............................................................
De constitutione seu erectione beneficiorum ....................................
De unione, translatione, divisione, dismembratione, conversione et
supressione beneficiorum ...........................................................
Cap. III
De beneficiorum collatione ...............................................................
Cap IV
De jure patronatus .............................................................................
Cap. V
De juribus et obligationibus beneficiorum m.....................................
Cap. VI
De dimissione et permutatione beneficiorum ...................................
Tit. XXVI De aliis institutis ecclesiasticis non collegialibus .............................
Pars VI
De bonis Ecclesiae temporalibus ......................................................
Tit. XXVII De bonis ecclesiasticis acquirendis ...................................................
Tit. XXVIII De bonis ecclesiasticis administrandis ..............................................
Tit. XXIX De contractibus .................................................................................
Tit. XXX De piis fundationibus ........................................................................
1406-1408
1409-1494
1409-1488
1414-1418
1419-1430
1431-1447
1448-1471
1472-1483
1484-1488
1489-1494
1495-1551
1499-1517
1518-1528
1529-1543
1544-1551
184
VICARIO PROVINCIAL
Por el V. Definitorio Provincial ha sido nombrado Vicario Provincial de nuestra Provincia de San Nicolás de Tolentino, en España, el R. P. Fr. Juan Vicente de San José, habiendo
ya tomado posesión de su cargo, y fijando su residencia oficial en nuestra Casa de Zaragoza.
ADVERTENCIA
En la página 222 de nuestro BOLETÍN, correspondiente al mes de Junio de 1917, se publicó la siguiente advertencia:
«Cuantos envíen cuartillas para el BOLETÍN, lo harán al P. Gregorio Ochoa, Residencia de Zaragoza, quien queda encargado de la revisión de las mismas y de la dirección del BOLETÍN, hasta nuevo aviso».
Y en la página 620 del mismo BOLETÍN, correspondiente al mes de Noviembre de 1919,
se publicó esta otra advertencia:
«Para evitar los muchos perjuicios que se ocasionan a la imprenta con la remisión de pruebas a puntos distantes, y los entorpecimientos que esto ocasiona para la
regular publicación de este BOLETÍN, hemos resuelto no enviar en adelante pruebas
fuera de Granada.- Esperamos que los autores de artículos nos dispensarán esta obligada medida, y designarán un Padre de su confianza en Granada que corrija las pruebas, o se corregirán en esta imprenta si las cuartillas vienen limpias».
Confirmando en todo las dos advertencias precedentes, rogamos a todos los Religiosos
que escriban para nuestro BOLETÍN que procuren cumplirlas, enviando los originales al P.
Gregorio Ochoa, en nuestra Residencia de Zaragoza, Mayor, 66, sin cuyo requisito no serán
publicados.
El Director
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
BULLARIUM ORDINIS NOSTRI
1
(Prosecutio)
83.- Bonifacius VIII: Dilectis filiis Priori et Fratribus Eremitarum loci Parisiensis Ordinis
S. Augustini s. et A. b.=Vestrae Religionis...=Anagniae 13 Septembis 1296.
Concessio ab Episcopo Parisiensi facta in favorem Ordinis, cuiusdam loci qui olim pertinuerat ad Fratres de Poenitentia, confirmatur.
84. Bonifacius VIII: Dilectis filiis Priori Generali et universis Prioribus et Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini tam praesentibus quam futuris religiosam vitam professis s. et A.
b.=Sacer Ordo vester…=Laterani 21 Januarii 1298.
Quod Ordo exemptus est a locorum Ordinariis, qui ideo non possunt in Religiosos et loca
eiusdem Ordinis censuras ferre, cum Ordo Sanctae Sedi immediate subiiciatur.
85. Bonifacius VIII: Dilectis filiis Priori Generali et Fratribus Eremitarum Ordinis S. Augustini s. et A. b.=Sacrae Religionis…=Romae apud S. Petrum 8 Aprilis 1298.
Quod Prior Generalis ab officio absolvi possit a Definitoribus et Discretis Ordinis, qui secundum ipsius instituta Ordinis electi fuerint.
86. Bonifacius VIII: Universis praesentes litteras inspecturis, s. et A. b.=Tenorem caiusdam…=Romae apud S. Petrum 6 Maii 1298.
1
Vid. pág. 95.
186
Decretum Concilii Lugdunensis quod incipit Religionum diversitatem nimiam…, transcribitur: atque de Ordinibus Eremitarum S. Augustini et Carmelitarum asseritur quod eorumdem institutio praefatum Concilium praecesserit, eosque in solido statu permanere se velle
Summus Pontifex declarat.
87.- Bonifatius VIII: Dilecto filio Archidiacono Bruliensi in ecclesia Agennensi s. et A.
b.=In causa…=Laterani 14 Martii 1299.
Controversia inter Fratres Minores et Eremitas S. Augustini circa aedificationem monasterii Agennensis, memorato Archidiacono Bruliensi dirimenda committitur.
88.-Bonifatius VIII: Dilectis filiis Priori Provinciali et Fratribus Eremitarum Ordinis S.
Augustini in Provincia Thuringiae et Saxoniae, s. et A. b.=Exhibita nuper...=Laterani 15 Januarii 1300.
89.- Bonifacius VIII: Dilectis filiis Generalis et Provincialibus Fratrum Eremitarum Ordinis S. Augustini praesentibus et futuris, s. et A. b.=Inter sollicitudines...=Laterani 16 Januarii 1302.
Privilegia pro confessionibus andiendis, verbo divino praedicando, cadaveribus in ecclesiis Ordinis sepeliendis.
90.- Benedictus XI: Dilecto filio Priori Generali Fratrum Eremitarum Ordinis S. Augustini s. et A. b.=Licet ad hoc…=Laterani 10 Februarii 1304.
Priori GeneraIi datur facultas absolvendi Fratres a casibus reservatis, atque ad id delegandi Priores Provinciales.
91.- Joannes XXII: Venerabilibus fratribus Massano, Arretino et Senensi Episcopis s. et
A. b.=Etsi quibuslibet...=Avenione 18 Aprilis 1317.
Praefatis Episcopis iniungitur ut etiam per censuras, appellatione remota, compescere
possint eos qui contra privilegia Ordini concessa impediunt Fratres ab exercitio sacri ministerii in audiendis confessionibus et verbo Dei praedicando.
92.- Joannes XXII: Dilectis filiis Priori Generali et Fratribus
187
Ordinis Eremitarum S. Augustini s. et A. b.=Veneranda…=Avenione 20 Januarii 1326.
Ut iuxta ecclesiam S. Petri in Coelo Aureo civitatis Papiensis, cui praeerat Abbas Canonicorum Regularium Ordinis S. Augnstini, construere monasterium et habitare possint Fratres
Ordinis Eremitarum, ipsis Canonicis inibi remanentibus; praescriptionibus datis circa formam
et ordinem servandum in divino Officio persolvendo et sacris functionibus peragendis.
93.- Clemens VI: Dilectis filiis Generali et aliis Prioribus ac Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini s. et A. b.=Ad fructus uberes…=Avenione 19 Julii 1316.
Constitutio Bonifacii VIII Sacer Ordo vester… confirmatur et ampliatur.
94.- Innocentius VI: Dilectis filiis Geneali et aliis Prioribus ac Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini s. et A. b.=Religionis favor…=Avenione 17 Januarii 1353.
Indultum Clementis VI, vi cuius possumus familiaribus saramenta administrare, illosque
ad divina Officia admittere etiam tempore interdicti generalis, nisi ipsi huiusmodi inerdicto
causam dederint, et in coemeteriis Ordinis sepelire, annotatur et confirmatur.
95.- Innocentius VI: Venerabili fratri Aegidio Episcopo Sabinensi Apostolicae Sedi Legato, s. et A. b.=Quae ad divini nominis…=Avenione 13 Apprilis 1357.
Praefato Episcopo committitur instructio processus de vita et miraculis S. Nicolai de Tolentino.
96.- Innocentius VI, servus servorum Dei. Ad perpetuam rei memoriam.=Tenorem quarundam litterarum…=Datum apud Villam novam Avenionensis Dioecesis 12 Julii 1359.
Continet Constitutionem Joannis XXII quae incipit Pater luminum…, Datam Avenione
22 Maii 1325, et directam ad Episcopos Senogalliensem et Caesenatem pro instruendo processu de vita et miraculis S. Nicolai de Tolentino.
97.- Urbanus VI: Dilectis filiis Priori Geneali et Fratribus Ordinis
188
Eremitarum S. Augustini s. et A. b.=Solet annuere…=Perusii 30 Aprilis 1388.
Privilegia, exemptiones, gratiae, indulta Ordini a praedecessoribus concessa confirmantur.
98.- Bonifacius IX: Universis et singulis praesentes litteras inspecturis s. et A. b.=Licet
is…=Romae apud S. Petrum 1 Martii 1401.
Capella S. Nicolai de Tolentino sita iuxta ecclesiam S. Augustini de Camerino, indulgentia plenaria toties quoties, ad instar Portiunculae Assisii, in Dominica festum eiusdem S. Nicolai immediate sequente lucranda, ditatur.
99.- Bonifacius IX: Ad futuram rei memoriam.=Pro singulorum fidelium…=Romae apud
S. Petrum 21 Aprilis 1401.
Proprietas ecclesiae S. Petri in Caelo Aureo civitatis Papiensis dividitur ad medietatem
inter Canonicos Regulares S. Augustini et Fratres Ordinis Eremitarum, conditionibus appositis pro pace inter ambas partes servanda.
100.- Bonifacius IX: Ad perpetuam rei memoriam.=In sinu Sedis...=Romae apud S. Petrum 7 Novembris 1401.
Priori Generali et Provincialibus datur facultas recipiendi ad habitum Mantellatas, non
secus ac Ordinibus Fratrum Minorum et Praedicatorum a Sancta Sede concessum fuerat: quae
Mantellatae privilegio exemptionis ac ceteris Ordinis immunitatibus donantur.
101.- Bonifacius IX: Dilectis filiis Priori et Fratribus domus Beatae Mariae Virginis in
Valle Speciosa, alias dictae in Schontal, Ordinis Fratrum Eremitarum S. Augustini Ratisponensis Dioecesis, s. et A. b.=Piis et honestis...=Romae apud S. Petrum 16 Aprilis 1403.
Ecclesia parochialis Schontal Ratisponensis Dioecesis, cuius ius patronatus ad Ordinem
pertinebat, eidem Ordini a Sancta Sede donatur.
102.- Gregorius XII: Dilectis filiis Canonicis, sive Fratribus S. Salvatoris de Silva lacus
ad Romanam Ecclesiam nullo medio pertinentis,
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Ordinis S. Augustini Senensis Dioecesis, s. et A. b.=Sacrae Religionis...=Arimini 20 Novemhris 1407.
Praedictis Canonicis indulgetur ut redire valeant, ad locum de Iliceto Senensis dioecesis,
et Regulam ac habitum Fratrum Eremitarum Ordinis S. Augustini reassumere cum omnibus
immunitatibus ac privilegiis quibus ante dicti habitus mutationem gaudebant.
103.- Martinus V: Ad futuram rei memoriam=Viam ambitiosae...=Gebennis 29 Julii
1418.
Ne Fratres Mendicantes ad Ordines Monasticos, Carthusiensi excepto, transire valeant.
104.- Martinus V: Ad perpetuam rei memoriam.=Pro cunctorum...=Mediolani 17 Octobris 1418.
Quolibet anno eligatur Provincialis, qui confirmari seu reeligi potest ad tres annos, si fuerit Magister in sacra Theologia, secus ad duos annos: nec ipsorum aliquis infra biennium a
fine sui Provincialatus ad idem officium eligi possit.
105.- Martinus V: Dilectis filiis Priori et Fratribus Ordinis Eremitarum S. Augastini in
Tuscia s. et A. b.=Sincerae devotionis...=Romae apud Sanctos Apostolos 5 Novembris 1421.
Constitutio Crementis IV, Religiosam vitam..., renovatur, eo quod originale exemplar inciperet vetustate consumi.
106.- Martinus V: Ad f. r. m.=Ad circumspectam...=Romae apud Sanctos Apostolos 8 Junii 1422.
Fratres assumpti in capellanos, confessarios et familiares S. R. E. Cardinalium aliorumve
Praelatorum aut saecularium personarum, a subiectione et correctione suorum Superiorum
minime liberantur.
107.- Martinus V: Ad f. r. m.=Romani Pontifices...=Romae apad Sanctos Apostolos 5 Junii 1423.
Constitutio Pro cunctorum (17 Octobris 1418) declaratur et moderatur, ita ut Capitula
provincialia non annuatim sed quoqae biennio celebrari possint.
108.- Martinus V: Ad f. r. m.=Universis Christifidelibus praesentes
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nostras inspecturis, s. et A. b.=Pia caritas...=Romae apud Sanctos Apostolos 27 Aprilis 1426.
Translatio corporis Sanctae Matris Monicae a civitate Ostiensi ad ecclesiam Ordinis de
Urbe, facta die IX Aprilis, Dominica Palmarum recurrente, rata habetur.
109.- Engenius IV: Ad p. r. m.=Regimini universalis Ecclesiae...=Senis 6 Septembris
1443.
Congregationi Ilicetanae de Observantia multa privilegia conceduntur.
110.- Eugenius IV: Ad p. r. m.=Ad hoc circa...=Romae apud S. Petrum 27 Novembris
1443.
Quaedam privilegia in praecedente Constitutione contenta declarantur et ampliantur,
praesertim quoad potestatem Vicarii Generalis in aggregandis aliis domibus Congregationi de
Observantia et illis dimittendis, nulla requisita licentia Prioris Generalis.
111.- Eugenius IV: Dilectis filiis Vicariis et Rectoribus quorumcumque Societatum et
quorumcumque locorum Ordinis Fratrum Eremitarum Sancti Augustini de Observantia nuncupatorum, et dictorum locorum Prioribus intra Italiam constitutis quacumque auctoritate
praesidentibus, s. et A. b.=Laudabilem…=Romae apud S. Petrum 18 Dec. 1445.
Fratribus de Observantia praecipitur ut apud locum Beatae Mariae de Populo in Urbe
conveniant Capitulum celebraturi pro electione Rectoris Observantium, cui Capitulo praeerunt
Episcopus Praenestinus Cardinalis Tarantinus Ordinis Protector et Prior Generalis eiusdem
Ordinis.
112.- Eugenius IV: Universis Christifidelibus praesentes litteras inspecturis, s. et A. b.
=Licet militans...=Romae apud S. Petrum 1 Februarii 1446.
Continet Decretum Canonizationis S. Nicolai de Tolentino.
113. Nicolaus V: Ad f. r. m.=Sollicitudo pastoralis.=Romae 11 Maii 1451.
Renovantur Constitutiones Martini V Viam ambitiosae... et Ad circumspectam, quarum
prima prohibetur transitus Fratrum
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ad alios Ordines praeter quam Carthusianum, et altera praecipitur ut assumpti in capellanos,
confessarios et familiares etiam S. R. E. Cardinalium, permaneant subiecti iurisdictioni et
correctioni Superiorum Ordinis.
114.- Nicolaus V: Ad f. r. m.=Dispositione divina…=Romae 17 Maii 1451.
Renovatur Constitutio Martini V Pro cunctorum…, circa durationem in officio Provincialatus per triennium si agatur de Magistris in sacra Theologia, per biennium vero si de aliis.
115.- Nicolaus V: Ad p. r. m.=Regimini…=Romae 27 Novembris 1451.
Renovatur privilegium exemptionis a decimis solvedis.
116.- Callistus III: Ad f. r. m.=Inter cetera…=Romae 23 Martii 1456.
Privilegia Mendicantium contra Joannem de Poliaco et Rectorem Universitatis Parisiensis
roborantur.
117.- Pius II: Dilectis filiis S. Joannis de Carbonaria Neapolitani ac quarumlibet aliarum
Congregationis eiusdem S. Joannis domorum Prioribus et Fratribus Ordinis Fratrum Eremitarum S. Augustini, s. et A. b.=Sacrae religionis...=Senis 22 Martii 1463.
Exemptio a collectis quibuscumque, a Priore Generali etiam de consensu Capituli Generalis pro toto Ordine impositis (excepta certa pecuniarum summa pro subsidio Prioris Generalis) iam pridem Congregationi Ilicetanae de Observantia concessa, ad Congregationem S. Joannis de Carbonaria extenditur.
118.- Paulus II: Ad f. r. m.=Divina dispositione...=Romae 5 Januarii 1469.
Congregationi Lombardiae de Observantia privilegia conceduntur, et quaedam praescribuntur pro pace inter Observantes et Conventuales conservanda.
119.- Paulus II: Dilectis fi!iis Generali et Provincialibus Vicariis ac Prioribus Congregationis Lombardiae Ordinis Fratrum Eremitarum
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S. Augustini, s. et A. b.=Exposcit vestrae...=Romae apud S. Petrum 31 Augusti 1470.
Admittendi mantellatos ad instar eorum qui sub obedientia Fratrum Praedicatorum, Minorum et Servorum Beatae Mariae Ordinum exsistunt.
120.- Sixtus IV: Ad p. r. m.=Ineffabilia...=Romae 7 Septembris 1472.
Visitantibus ecclesiam Sanctae Mariae de Populo in Urbe in festivitatibus Conceptionis,
Nativitatis, Purificationis, Annuntiationis, Visitationis et Assumptionis Beatae Mariae Virginis, indulgentia plenaria conceditur.
121.- Sixtus IV: Ad p. r. m.=A Sede Aposolica...=Romae 12 Octobris 1472.
Fratribus deputatis ad audiendas confessiones in ecelesia Sanctae Mariae de Populo in
festivitatibus eiusdem B. M. V. ac certis anni temporibus, dantur eaedem facultates quibus
gaudent Poenitentiari minores in Basilica S. Petri de Urbe.
122.- Sixtus IV: Ad p. r. m.=Inter praecipuas…=Romae 23 Decembris 1472.
De oblatione quotannis facienda in festo Conceptionis B. M. V., duorum cereorum et calicis argentei, in ecclesia Sanctae Mariae de Populo; quae ecclesia una cum monasterio Congregationi Lombardiae de Observantia incorporatur, prohibitione facta etiam Priori Generali
removendi tam a dicto monasterio quam ab aliis domibus praefatae Congregationis Fratres a
Vicario Generali eisdem assignatis.
123.- Sixtus IV: Ad p. r. m.=Dum fructus uberes…=Romae 7 Februarii 1474.
Continet Constitutiones plurium Romanorum Pontificorum, et privilegia ab iisdem concessa confirmantur.
124.- Sixtus IV: Ad p. r. m.=Dum singulos...=Romae 1 Maii 1475.
Quod Observantes quorumcumque Ordinum nulla possint occupare
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loca Conventualium a laicis ipsis oblata etiam sub praetextu reformationis, nisi servatis de
iure servandis.
125.- Sixtus IV: Ad p. r. m.=Etsi Romanus Pontifex...=Romae 12 Augusti 1477.
Prioratus S. Matthei de Urbe Ordinis Cruciferorum, qui in commendam tenebatur a quodam Poenitentiario minori Basilicae S. Petri Ordinis Eremitarum S. Augustini, ecclesiae S.
Augustini de Urbe unitur.
126.- Sixtus IV: Ad p. r. m.=Apostolicae sollicitudinis…=Romae 1 Decembris 1477.
Declaat Pontifex quod cum in domo Beatae Mariae de Populo divina mysteria, id est officia, magna ex parte neglecta, et regularis observantia depressa manifeste viderentur, proptereaque in spiritualibus et temporalibus reformatione non modica indigeret, praefatam domum
Congregationi Lombardiae de Observantia applicuerit (per Constitutionem Inter paecipuas…,
23 Decembris 1472). Nunc vero statuit ut domus et ecclesia S. Susannae, quae diu pertinuit ad
Congregationem S. Joannis de Cabonaria, praefatae Congregationi de Lombardia et domui S.
Mariae de Populo incorporetur.
127.- Sixtus IV: Ad p. r. m.=Cum ineffabilis…=Romae 22 Junii 1478.
Visitantibus ecclesiam S. Mariae de Populo vere poenitentibus et confessis in sabbatis
Quadragesimae, indulgentia plenaria conceditur.
128.- Sixtus IV: Ad p. r. m.=Qui Apostolis...=Romae 11 Maii 1484.
Altercationes inter Canonicos Regulares et Fratres Ordinis Eremitarum circa formam
habitus S. P. N. Augustini exortae, sub excommunicationis poena interdicuntur.
129.- Innocentius VIII: Ad f. r. m.=Provisionis nostrae…=Romae 27 Septembris 1485.
Continet transumptum duarum Constitutionum Eugenii IV, nempe
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Regimini universalis Ecclesiae… et Ad hoc circa…, supra memoratas nn. 110 et 111.
130.- Innocentius VIII: Dilecto filio Anselmo de Montefalcone Ordinis Fratrum Eremitarum S. Augustini professori, Vicario et Rectori Generali eiusdem Ordinis=Tuis supplicationibus...=Romae 16 Februarii 1486.
Priori Generali datur facultas absolvendi subditos a censuris, promovendi ad presbyteratus Ordinem viginti quinque religiosos expleto aetatis anno vigesimo secundo, et dispensandi
super irregularitate cum iis qui ante huiusmodi aetatem promoti fuerint, cum dictum aetatis
annum attigerint.
131.- Innocentius VIII: Dilectis filiis Mariano de Genezzano Congregationis Iliceti, et
Thadaeo de Ipporegia Congregationis Lombardiae nuncupatorum Ordinis Fratrum Eremitarum S. Augustini, s. et A. b.=Vacantibus…=Romae apud S. Petrum 15 Novembris 1487.
Privilegia omnia tum Ordini tum alicui Congregationi eiusdem Ordinis Eremitarum S.
Augustini ad duas praefatas Congregationes extenduntur.
132.- Innocentius VIII: Dilecto filio Generali Eremitarum S. Augustini.=Ex dilecto filio…= Romae apud S. Petrum 17 Martii 1489.
Officium Prioris Provincialis ad triennium, iuxta antiqua Ordinis statuta, reducitur, revocato quolibet privilegio in contrarium.
133.- Alexander VI: Venerabilis frater, s. et A. b.=Nuper Nobis…=Romae apud S. Petrum 22 Junii 1493.
Litterae istae diriguntur ad Patriarcham Venetiarurn, cui iniungitur ut Festum S. P. N.
Angustini quod in aliquibus civitatibus ac dioecesibus solemniter celebrabatur, celebrari faciat
in civitate Venetiarum et aliis locis provinciae Marchiae Tarvisinae.
134.- Alexander VI: Venerabili fratri Guidoni Archiepiscopo Mediolanensi s. et A. b.
=Justis petentium…=Romae 18 Decembris 1494.
Ne quid innovetur in statua seu imagine S. Augustini denuo
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collocanda, sed in eadem forma qua prius erat collocetur, contra nonnullos «tentantes quod
praedicta imago S. Augustini reincidatur in lapide marmoreo cum camisia sine scapulari et
corrigia, quod profecto in non modicum dicti Ordinis scandalum cederet et detrimentum».
135.- Alexander VI: Dilecto filio Anselmo de Montefalcone Ordinis Fratrum Eremitarum
S. Augustini et sacrae Theologiae Professori, et eiusdem Ordinis Priori Generali.=Olim siquidem…Romae 10 Maii 1495.
Praefato Priori Generali committitur ut dirimat controversias ortas circa possessionem
conventus S. Angustini Neapolitani, olim uniti Congregationi de Observantia S. Joannis de
Carbonaria.
136.- Alexander VI: Dilecto filio Magistro Mariano Ordinis S. Augustini Priori Generali…=Inter graves…=Romae 26 Maii 1497.
Praefatus Marianus in Priorem Generalem confirmatur, cui omnes tam Conventuales
quam Observantes obedire tenentur.
137.- Alexander VI: Ad p. r. m.=Ad sacram…=Romae 15 Octobris 1497.
Officium Sacristiae Capellae Palatii Apostolici, quod ab immemorabili Fratribus Ordinis
Eremitarum S. Augnstini committebatur, eidem Ordini perpetuo confirmatur.
138.- Julius II: Dilecto filio moderno Priori Generali Ordinis Fratrum Eremitarum S. Augustni…=Nuper Nobis…=Romae 24 Martii 1506.
Fratres Germaniae, licet gaudeant privilegiis concessis Congregationi Lombardiae de Observantia (de qua asseritur quod Sedi Apostolicae immediate subiaceat), a iurisdictione Prioris
Generalis non eximuntur, cum aliter «in grave dispendium dicti Ordinis tam ex Observantia
quam Conventualium Fratrum cederet».
139.- Julius II: Ad p. r. m.=Dum fructus uberes…=Romae 25 Junii 1507.
Privilegia Congregationibus de Observantia concessa ad universum Ordinem extenduntur, et alia conceduntur.
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140.- Julius II: Dilecto filio Aegidio Viterbiensi, totius Ordinis Fratrum Eremitarum S.
Augustini Priori Generali.=Etsi ad bene merendum…=Romae 17 Junii 1508.
Constitutio Dum fructus uberes… (25 Junii 1507) declaratur et ampliatur, praesertim
quoad receptiopem locorum novorum et communicationem privilegiorum cum aliis Ordinibus
Mendicantium.
141.- Julius II: Universis et singulis Fratribus Ordinis Fratrum Eremitarum S. Augustini
s. et A. b.=Religionem vestram...=Romae 30 Jun11 1508.
Privilegia etiam vivae vocis oraculo Ordinibus Mendicantium concessa, ad Ordinem
Eremitarum S. Augustini extenduntur. Privilegia vero impetrata absque consensu Prioris Generalis et Provincialis, irrita declarantur.
142.- Julius II: Dilecto filio fratri Aegidio de Viterbio sacrae Theologiae professori, Ordinis Eremitarum S. Augustini Priori Generali.=Nihil est quod...=Romae 24 Septembris 1508.
«Ut quidquid indulgentiarum et gratiae Fratribus, Monialibus, Mantellatis et Corrigiatis
concessum est, id omne utrique sexui concessum intelligatur». Personas et res Ordinis tuetur,
et communicationem privilegiorum cum aliis Ordinibus confirmat.
143.- Julius II: Dilecto filio Fratri Aegidio de Viterbio sacrae Theologiae professori, Fratrum Eremitarum S. Augustini Generali Magistro.=Exigit tua...=Romae 21 Julii 1511.
Confirmantur Indulgentiae Ordini concessae, quae tamen non sunt praedicandae seu publicandae, sub excommunicationis poena, durante suspensione Indulgntiarum pro fabrica Basilicae Principis Apostolorum.
144.- Julius II: Dilecto filio Fratri Aegidio de Viterbio sacrae Theologiae professori, totius Ordinis Fratrum Eremitarum S. Augustini Generali Ministro.=Prae ceteris curis...= Romae 2 Julii 1512.
Declarantur «indulgentias omnes quae quatuor Ordinis ipsius gradibus concessae sunt,
scilicet Fratribus, Monialibus, Mantellatis et sola zona praecinctis, ob concessionem antedictam (indulgentiarum
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pro fabrica S. Petri de Urbe) nec alia ex quavis causa quoad ipsius Ordinis personas, suspensas esse, sed in suo robore permanere»: necnon quod tres superiores ejusden Ordinis gradus,
videlicet Fratrum, Monialium et Mantellatorum, omnibus ac singulis privilegiis Ordini concessis integre perfrui possint: sed quarti gradus utriusque sexus personae, quibus zona dari
consuetum est, indulgentiis tantum perfruantur.
145.- Leo X: Dilecto filio Fratri Aegidio Viterbiensi, Ordinis Eremitarum Beati Augustini
Priori Generali.=Prae ceteris curis…=Romae 10 Maii 1513.
Est eiusdem fere tenoris ac praecedens Julii II, quae incipit iisdem verbis.
146.- Dilecto filio Fratri Aegidio Viterbiensi Ordinis Eremitarum S. Augustini Priori Generali.=In rerum Christianarum…=Romae 10 Junii 1513.
Privilegiorum confirmatio: communicatio privilegiorum cum aliis Ordinibus firmatur et
roboratur: impetrationes habitae absque consensu Prioris Generalis in scriptis expresso, irritae
declarantur.
147.- Leo X: Dilecto filio Fr. Aegidio (etc., ut supra).=Inter cetera…=Romae 10 Junii
1513.
Electio Aegidii in Priorem Generalem confirmatur, omnesque Fratres tam Conventuales
quam de Observantia illi obedire teneantur.
148.- Leo X: Dilecto filio Fr. Aegidio (etc. ut supra).=Licet sponte nostra…=Romae 6
Maii 1514.
Privilegia Ordinis confirmantur, praecipue in eo quod attinet ad Indulgentias, personarum
ac rerum Ordinis immunitatem, apostatarum coërtionem, privilegiorum cum aliis Ordinibus
communicationem.
149.- Leo X: Dilecto filio Fratri Aegidio Viterbiensi, sacrae Theologiae Magistro, Ordinis
Eremitarum S. Augustini Priori Generali.=Cum sicut accepimus…=Romae 6 Januarii 1515.
Orationem serotinam recitantibus tam Fratribus quam Monialibus,
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Mantellatis et Corrigiatis indulgentia septem annorum ac totidem quadragenarum conceditur.
150.- Leo X: Dilecto filio Aegidio Viterbiensi sacrae Theologiae Professori, Ordinis
Eremitarum S. Augustini Priori Generali.=Multa accepimus...=Datum Palli Portuensis Dioeceseos 5 Februarii 1515.
Praescriptiones quasdam continet pro disciplina regulari conservanda, praesertim contra
eos qui licentiam ab Ordine exeundi impetraverint.
151.- Leo X: Universis et singulis praesentes litteras inspecturis, s. et A. b.=Accepimus…=Romae 5 Aprilis 1515.
Festum S. P. N. Augustini ad instar Apostolorum et Evangelistarum ab omnibus Christifidelibus celebrandum, renovatis Constitutionibus Sixti IV et Alexandri VI.
152.- Leo X: Universis et singulis praesentes litteras inspecturis, s. et A. b.=Superioribus
diebus…=Romae 14 Maii 1517.
Privilegia Mendicantibus concessa tuetur, salva moderatione a Concilio Lateranensi approbata.
153.- Dilecto filio Gabrieloi Priori Generali Ordinis Eremitarum S. Augustini=Exponi
Nobis...=Romae 19 Julii 1519.
Electio Gabrielis Veneti in Priorem Generalem confirmatur, el definitiones Capituli Generalis Venetiis celebrati ab omnibus Fratribus tam Conventualibus quam de Observantia
«cuiuscumqne Congregationis sint, sive extra Italiam, ut Andriae proles, et Hispaniarum, sive
in Italia, ut Iliceti, Lombardiae, Montis Ortoni, Perusinae, Januensis, Carbonariae, Dulceti,
Apuliae inviolabiliter sine ulla exceptione in perpetuum observentur».
154.- Clemens VII: Dilectis filiis Priori Provinciali et Fratribus Ordinis Eremitarum S.
Augustini, Provinciae Tolosan, iuxta morem dicti Ordinis, s. et A. b.=Meritis vestrae...= Avenione 27 Augusti 1524.
Continet Constitutionem Joannis XXII, Etsi quibuslibet... (18 Aprilis 1311), vi cuius privilegium exemptionis Fratrum roboratur.
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155.- Clemens VlI.=Vacantibus...=Romae 10 Aprilis 1527.
Privilegium exemptionis Fratrum Provinciae Tolosanae denuo confirmatur.
156.- Venerabilibus fratribus Condomiensi et Tarviensi ac Olorensi Episcopis s. et A.
b.=Sua Nobis...=Romae 27 Aprilis 1527.
Praefatis Episcopis iniungitur ut privilegia el indulta Augustinianis a Sancta Sede concesa, inviolabiliter servari studeant.
157.- Clemens VII: Dilecto filio Gabrieli Veneto, totius Ordinis Fratrum Eremitarum S.
Augustini Priori Generali.=Romanus Pontifex…=Romae 31 Octobris 1530.
Privilegia Ordinis confirmantur, singulariter quod nullum alterius Ordinis monasterium
infra trecentas cannas distantiae a domibus nostris aedificari possit. (Canna continet octo palmorum longitudinem juxta Constitutionem Bonifacii VIII Ad consequendam…, et aequivalet
2,23 metros).
158.- Paulus III: Dilectis filiis Hieronymo Seripando Generali, et aliis Provincialibus
Prioribus ac universis professoribus Ordinis Fratrum Eremitarum S. Augustini...=Religionis
sinceritas...=Romae 23 Aprilis 1540.
Quod Fratres in Italia teneantur ad solutionem medietatis tantum decimarum quae a Sancta Sede imponuntur aut imponentur.
159.- Paulus III: Dilectis filiis (etc. ut supra).=Dudum…=Romae 8 Februarii 1541.
Praecedens indultum de medietate tantum decimarum solvenda, ad Regnum Siciliae et
dominium Venetorum extenditur.
160.- Paulus III: Dilecto filio Hieronymo Seripando Priori Generali Ordinis S. Augustini.=Suadet Religionis…=Romae 7 Aprilis 1541.
Pro reformatione Fratrum in regno Siciliae et insulis Maltae et Sardiniae.
161.- Paulus III: Ad f. r. m.=Pontificalis auctoritas…=Romae 17 Julii 1542.
Conservatores privilegiorum Ordinis prohibentur quominus Fratres
200
a censuris contra illos a Superioribus latis absolvant.
162.- Paulus III: Dilecto filio Hieronymo Seripando Priori Generali Ordinis Fratrum
Eremitarum S. Augustini.=Cum (sicut accepimus)…=Romae 26 Martii 1546.
163.- Julius III: Ad p. r. m.=Ex debito…=Romae 30 Januarii 1551.
Quod Fratres omnes tam reformati quam non reformati Priori Generali obedire teneantur:
ubi de forma professionis faciendae et aliis ad regimen Ordinis pertinentibus, occasione
sumpta praecipue ex privilegiis quibus Congregatio Lombardiae de Observantia gaudebat.
164.- Julius III: Dilectis filiis universis et singulis quorumvis Ordinum Mendicantium
Praelatis, Superioribus et Professoribus...=Cum Nos nuper…=Romae Julii 1551.
Privilegium de non solvenda nisi medietate decimarum ad totam Italiam extenditur.
(Aliam eiusdem tenoris edidit Pius IV, Romae 23 Julii 1560).
165.- Julius III: Dilecto filio Cristophoro Paduano, Priori Generali Ordinis Eremitarum S.
Augustini.=Cum nihil Nobis…=Romae 23 Novembris 1554.
Priori Generali datur facultas reducendi ad claustra Fratres qui, cum ab Apostolica Poenitentiaria aut aliis Romanae Curiae officiis litteras exeundi ab Ordine acceperint, indigne se
gerunt extra claustra commorantes.
166.- Pius V (S): Ad p. r. m.=Quoniam in reparanda...=Romae 29 Aprilis 1570.
Pro Ordine reformando quoad vitam communem, ieiunia, studia et ceteras regulares observantias.
167.- Gregorius XIII: Ad p. r. m.Dum ad uberes...=Romae apud S. Marcum, 5 Septembris 1572.
201
Bona Conventuum tam Fratrum quam Monialium, de licentia Prioris Generalis, alienari,
permutari atque etiam in emphyteusim dari possunt, dummodo consentiant duae ex tribus
partibus Fratrum vel Monialium respectivi monasterii; et quod ad emphyteusim attinet, dummodo illa non fiat ultra duas generationes absque Sanctae Sedis aut illius Legati aut Nuntii
licentia.
168.- Gregorius XIII: Ad p. r. m.=Volentes...=Romae 12 Novembris 1579.
Aggregationes Confraternitatum Cincturatorum Confraternitati erectae in ecclesia S. Jacobi civitatis Bononiae, ne fiant in posterum a Custode praefatae Confraternitatis, sed a Priore
Generali Ordinis.
169.- Gregorius XIII: Dilectis filiis Priori Generali et Fratribus Ordinis Eremitarum S.
Augustini Provinciarum Italiae.=Domini cum gregem…=Romae apud S. Marcum, 25 Junii
1583.
170.- Sixtus V: Ad p. r. m.=Sancta Romana…=Romae 1 Januarii 1585.
Festum S. Nicolai de Tolentino, sub ritu duplici celebrandum, ad universalem Ecclesiam
extenditur.
171.- Sixtus V: Ad p. r. m.=Exigit…=Romae 14 Maii 1587.
Officium Prioris Generalis antiquitus perpetuum fuisse asseritur: nihilominus a primaeva
Ordinis propagatione, singulo quoque anno; deinde singulo quoque triennio providebatur;
post aliquod tempus ad quadriennium extensum fuit; qui mos perduravit usque ad annum
1575. Praesenti Constitutione stabilitur singulis sexenniis novum Generalem eligendum
prohibitione facta quominus idem reeligatur.
172.- Clemens VIII: Ad p. r. m.=De prospero…=Romae apud S. Marcum 5 Julii 1593.
Instituitur officium duorum Assistentium Generalium, quorum consilio uti debeat Prior
Generalis in negotiis Ordinis expediendis.
Haec Constitutio continetur in alia Pauli V, Provisionis nostrae…, 27 Nov. 1614.
202
173.- Clemens VIII: Ad p. r. m.=Universalis Ecclesiae…=Romae 28 Februarii 1596.
Consanguinei in primo et secundo gradu prohibentur vocem habere in eodem Capitulo:
ubi etiam quaedam praescribuntur circa novitiorum admissionem, necnon circa electiones ad
officia.
Quoad prohibitionem suffragii simultanei consanguineorum et affinium exstant etiam
Constitutiones lnnocentii X (23 Febr. 1647), Alexandri VII (4 Maii 1656) et lnnocentii XI (14
Sep. 1680).
174.- Clemens VIII: Ad p. r. m.=Quae a Nobis…=Anconae 27 Aprilis 1598.
De officio Assistentium.=Haec Constitutio est confirmatoria et declaratoria alterius eiusdem Pontificis, De prospero... (5 Julii 1593); et continetur in alia Pauli V, Provisionis nostrae..., 27 Nov. 1614.
FR. F. S. A V. C.
O. E. R. S. A.
(Prosequetur)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
SECIÓN CANÓNICA
SAGRADA CONGREGACIÓN DE RELIGIOSOS
(Continuación)
La respuesta de la Sagrada Congregación de Religiosos, por la que se declara vigente el
precedente Decreto, es la siguiente:
Sobre el Decreto «Inter reliquas», acerca de los religiosos
obligados al servicio militar
«Como en el Código de Derecho canónico nada se dice acerca de lo que se contiene en el
Decreto sobre los religiosos obligados al servicio militar, dado en 1 de Enero de 1911, a algunos ha sobrevenido la duda sobre si el susodicho decreto regía aún después de la promulgación del Código.
Atendida, pues, la gravedad del asunto, esta Sagrada Congregación hace observar que no
se pudo tener cuenta en el Código de Derecho canónico del susodicho Decreto Inter reliquas,
ni sus prescripciones han sido insertas en los Cánones, porque tal Decreto, por su naturaleza,
dice relación a las circunstancias de tiempos y lugares, y no puede tener el carácter de ley
general eclesiástica. Ya que según el canon 614: “Los religiosos, aun los legos y novicios,
gozan de los privilegios de los clérigos, de que se trata en los cánones 119-123”; entre los
cuales el canon 121 prescribe absolutamente: “Todos los clérigos están exentos del servicio
militar”.
Comoquiera, pues, que las causas, por las que fue dado el Decreto
204
Inter reliquas, por la dificultad de los tiempos perseveren, y en muchas religiones son obligados a ejercer el servicio militar los religiosos, sin tener para nada en cuenta su estado, por el
que fueron ya dedicados al servicio de Dios, es lógico que las prescripciones del mismo Decreto se hayan de conservar en su vigor.
Así, pues, a las dudas propuestas:
1) si está todavía en vigor el Decreto Inter reliquas de la Sagrada Congregación de Religiosos dado en 1 de Enero de 1911; y en cuanto afirmativamente:
2) si los novicios sujetos al servicio militar, terminado el noviciado, deben emitir los
votos religiosos temporales hasta el trienio, conforme a lo expresado en el can.
574;
esta Sagrada Congregación, considerado con madurez el asunto, juzgó que había de responder
como responde:
a lo primero, afirmativamente;
a lo segundo, negativamente; y los votos temporales se emitan valederos hasta el
servicio militar.
Por lo cual establece la Sagrada Congregación, que:
1) los susodichos votos cesen el mismo día en que el religioso es inscrito en la milicia y
queda sujeto a la disciplina militar, o se le declara inhábil para la milicia en absoluto y para siempre;
2) mientras dura el servicio militar, el alumno, aunque no esté ligado con los votos religiosos, continúa, sin embargo, siendo miembro de la religión, bajo la autoridad
de sus Superiores, los cuales deben tener cuidado de él al modo prescrito en el
decreto Inter reliquas, nn. IV V. No obstante, conforme al canon 637, el alumno
puede libremente abandonar la religión, avisados previamente los Superiores por
declaración escrita o delante de testigos, la cual declaración se conservará cuidadosamente en el archivo de la Orden o del Instituto; la Religión igualmente puede por justas y razonables causas declararle despedido;
3) para precaver toda duda acerca de las profesiones, que quizá después de la promulgación del Código se hayan emitido de buena fe contra lo prescrito en el Decreto
Inter reliquas, la Sagrada Congregación otorga Facultades a los Superiores para
subsanarlas, con tal que se obtenga el consentimiento del Religioso, que se ha de
declarar por escrito, y se ha de guardar en el archivo.
205
Habiendo dado cuenta de todo a nuestro Santísimo Señor Benedicto Papa XV en la audiencia del día 15 de Julio de 1919 el infrascrito Card. Prefecto, Su Santidad se dignó aprobar
todo lo que precede y mandó se promulgase. † R. Card. Scapinell, Prefecto.– L. ✣ S.– † Mauro M. Serafini, Ab. O. S. B., Secretario».
Atendida esta respuesta de la Sagrada Congregación de Religiosos, aunque por ella se declare en vigor el Decreto Inter reliquas, sufre, con todo, éste alguna modificación.
En su art. I se supone, conforme a la disciplina anterior al Código, que en las religiones
de votos simples los religiosos, después del noviciado, emiten votos simples pero perpetuos
ex parte voventis, votos que no cesaban al ejercer el servicio militar, como consta claramente
por lo dispuesto en el art. VI y a fortiori por las respuestas dadas el 1 de Febrero de 1912.
En consonancia con el art. I, el VI no manda que renueven la profesión los regulares al
volver de la milicia, sino solamente que continúen un año al menos en votos simples bajo la
vigilancia, etc.
Por el canon 514 en todas las religiones donde se emitan votos perpetuos, los novicios
deben emitir votos temporales valederos para un trienio. Por lo tanto, la diferencia que se establecía antes entre los regulares y religiosos de votos simples en orden a la primera profesión
de los que estaban sujetos al servicio militar, ha desaparecido, debiendo en adelante todos
acomodarse a lo establecido en la respuesta a la segunda duda, o sea: «Los votos temporales
se emitan valederos hasta el servicio militar», empezado el cual, cesarán.
Por la misma razón al volver de la milicia los regulares deberán renovar los votos temporales valederos por lo menos para un año, como prescribía el art. VI para los religiosos de las
Congregaciones, y esto aunque hubiesen terminado el trienio de votos temporales antes de
entrar en servicio activo, y si no lo hubiesen terminado y les faltase más de un año, debía, y
debe ahora, llenarse lo que faltaba, sin computar el tiempo que se pasó en el servicio.
Si en alguna religión, por especial concesión o declaración de la Santa Sede conservasen
la facultad de emitir votos perpetuos ex parte voventis inmediatamente después del noviciado,
regiría para
206
ellos lo prescrito en los artículos I y VI del Decreto.
Asimismo ha sufrido no poca modificación lo establecido en el Decreto Sacrosancta Dei
Ecelesia, cuyas prescripciones confirmaba el Decreto Inter reliquas, respecto a la edad exigida para la primera profesión de los legos de votos solemnes, y al tiempo de votos simples y
edad requeridos para la última. Exigíase, en efecto, que los legos no pudiesen emitir sus primeros votos sino a la edad de veintidós años, y que hubiesen de pasar al menos un sexenio en
votos simples perpetuos ex parte voventis, y llegar a la edad de treinta años para emitir la
profesión solemne. Hoy, por razón del canon 573, ya no se hace distinción entre unos y otros
religiosos, requiriéndose por lo que al derecho común toca, diez y seis años para la primera
profesión, y veintiuno cumplidos para la última, solemne o simple perpetua.
Los cánones 647 y 648 confirman la facultad, que concedía el Decreto Inter reliquas a los
superiores generales de despedir a los religiosos que vuelven de la milicia en el plazo que
media desde que fueron llamados a ella hasta que les llegue el tiempo de hacer la profesión
solemne perpetua, sin más formalidades que el consentimiento de sus consiliarios o definidores, por las causas que en el artículo VIII se alegan, quedando los así despedidos por el mismo
hecho desligados de sus votos.
Concedíase además en el citado Decreto a los mismos superiores que si los religiosos,
terminada la milicia y antes de hacer la profesión solemne o perpetua, pidiesen espontáneamente se les librase de sus votos, pudiesen hacerlo, como delegados de la Sede Apostólica en
los Institutos clericales; y en los laicales, cuyos superiores no son capaces de jurisdicción
eclesiástica, por el mero hecho de dar la licencia de volver al estado seglar, se entendía que
cesaban los votos por prescripción de la Santa Sede. Como esta facultad tenía el carácter de
privilegio, aunque en el nuevo Código se imponga la necesidad de acudir a la Santa Sede para
obtener el indulto de exclaustración o de secularización (can. 638-639), no por eso deja de
persistir, permaneciendo como permanece en vigor el citado Decreto. Por consiguiente, si
renovada la profesión temporal, después de la milicia se sintiesen faltos de espíritu para proseguir con las cargas de su vocación, podrían los superiores generales concederles
207
la licencia de volver al siglo, quedando con ello irritados sus votos.
Las prescripciones del Decreto Inter reliquas influían en la validez de la profesión subsiguiente, según declaró la misma Sagrada Congregación en 1 de Febrero de 1912: «III. ¿Es
válida la profesión solemne de las Órdenes y la perpetua en los Institutos de votos simples,
emitida de buena fe por quien creía erróneamente que estaba exento del servicio militar?
IV. ¿Es válida la profesión solemne en las Órdenes y perpetua en los Institutos de votos
simples, emitida antes de que se cumpliese el año desde el día en que terminó el servicio militar activo?»
A ambas dudas respondieron negativamente.
De aquí que si el Decreto no ha cesado de estar en vigor, como recientemente se ha declarado, todos los que fiados en su abrogación hubiesen hecho la profesión perpetua antes de
estar libres del servicio militar activo, o bien al volver del servicio hubiesen emitido la profesión solemne o perpetua antes de pasar un año en votos temporales, habrán obrado inválidamente. En previsión, pues, de esta dificultad, muy excusable por el fundamento que había
para tal duda, la Sagrada Congregación ha provisto de facultad a los superiores (parece que a
los generales, pero subdelegables a los provinciales y locales) para subsanarlas, obtenido previamente el consentimiento del religioso, consentimiento que se ha de declarar por escrito
(para la licitud) y guardar luego en el archivo.
¿Será válida la profesión temporal emitida después del Código para un trienio, conforme
al canon 574, pero contra lo prescrito por el Decrete citado? Es cierto que los votos temporales que se habían emitido para un trienio antes de que se promulgase el citado Decreto se declararon válidos, de suerte que aun después de regir el Decreto no cesaban ni aun al comenzar
el servicio militar; pero no se ve claro que pueda decirse lo mismo ahora. ¿Valdrán al menos
como votos temporales duraderos hasta que empiece la milicia, o habrá necesidad de subsanar
esa primera profesión temporal para ajustarla a la norma dada?
No hay duda que los profesos que emitieron votos perpetuos ex parte voventis antes del
Código, continuarán ligados con ellos si van al servicio militar, según se declaró para el caso
parecido en
208
1912 (Cfr. 1. c.). Pero los que después de regir el Código hicieron la profesión temporal para
un trienio, entendemos que obraron válidamente, pero sólo hasta el tiempo de empezar la
milicia, según lo prescrito en el Decreto citado. La razón es, porque la mente del que emitió
los votos en esa forma era acomodarse a lo prescrito por la Iglesia, que creyó de buena fe ser
hasta un trienio; por lo tanto, prevaleciendo esta intención, sólo valdrán los votos hasta el
tiempo que realmente lo permite la Iglesia.
En las declaraciones antes mencionadas se resolvió también otro punto importante, que
puede decirse extensión de lo decretado en el Inter reliquas. Preguntábase en el apartado V:
«¿Debe pasar un año entero antes de que sea admitido a la profesión solemne o perpetua el
que estuvo aplicado al servicio militar por solo tres meses?»
R. «Al V. Negativamente, sino que es necesario y basta en el caso un trimestre, o un espacio de tiempo, inferior a un año, que corresponda al tiempo empleado en el servicio militar».
A esta norma podrían atenerse en España aquellos que estando sujetos a las prescripciones de este Decreto, se acojan a la cuota, porque los soldados de cuota solo son obligados a
prestar algunos meses de servicio activo cada uno de los tres años que dura el tiempo del servicio militar.
Decimos los que en España estuvieran sujetos a las prescripciones de este Decreto, porque dadas las condiciones tan favorables en que han de prestar el servicio activo militar los
religiosos en España, la Sagrada Congregación Consistorial comunicó al Excmo. Sr. Nuncio
de Su Santidad en Madrid, a 20 de Junio de 1914 «que se remite a la conciencia y prudencia
de los Reverendísimos Ordinarios y de los Superiores de las Órdenes religiosas disponer en
cada caso particular si sus propios súbditos se encuentran o no en situación de aprovechar
los beneficios de la nueva ley, según que conste de la segura vocación de los candidatos y
siempre quede a salvo la compatibilidad del régimen de vida militar, al que están sujetos, con
la dignidad de ministros de Dios».
Como no todos los Institutos religiosos gozan de este beneficio, y aun para los que lo gozan puede haber casos en que no tenga aplicación, como supone la respuesta citada, y
además la ley española
209
de Reclutamiento no comprende en ese beneficio a aquellas Sociedades religiosas que, imitando la manera de ser de los religiosos, no tienen los tres votos acostumbrados, sino solo
algún voto, o promesa, o juramento, no puede afirmarse en absoluto que el Decreto Inter reliquas no tiene aplicación en España.
Como en algunas naciones los Gobiernos admiten como servicio militar el ejercicio propio de los ministerios de la Religión que presten sus alumnos en las Misiones extranjeras, con
tal que ese servicio dure el tempo que está señalado en la ley, se preguntó también lo que
consta en el apartado VI de las mencionadas declaraciones, a saber: «¿Pueden ser admitidos a
la profesión solemne o perpetua aquellos religiosos que sujetos al servicio militar activo manifiestan la firme resolución de dedicarse a las Misiones extranjeras, y de permanecer allí hasta el tiempo establecido por la ley civil para conseguir la exención perpetua del servicio militar, como es, v. gr., en Italia la edad de treinta y dos años?»
R. «Al VI. Negativamente de suyo. Concede, sin embargo, la Sagrada Congregación que
durante el último año de estudios puedan los jóvenes que han de marchar dentro de un año a
las Misiones ser admitidos a la profesión solemne, o respectivamente a la perpetua y ser promovidos a las Sagradas Órdenes, prestando primero juramento por parte del candidato de servir en las Misiones hasta el tiempo señalado por la ley para obtener la exención, y gravando la
conciencia de los superiores sobre su ejecución».
Se respondió «negativamente de suyo» porque en 22 de Julio de 1901 la Sagrada Congregación sobre Disciplina regular respondió al Procurador general de los Menores Capuchinos,
que pedía lo que en el apartado VI de estas declaraciones se propone, que no podía hacerse y
que no convenía pedir gracia apostólica para cada caso particular. Esta respuesta se dio para
los religiosos de Italia; pero extendido más tarde a todo el orbe lo que en el Decreto Inter reliquas se contiene, creyeron conveniente proceder con más benignidad, pero haciendo notar
que a tales jóvenes sólo se les puede admitir a la profesión solemne o perpetua o a las Sagradas Órdenes durante el último año de estudios, hoy solamente después de mediados del cuarto
año de Teología (Cfr. can. 976, § 2).
Esta concesión tiene lugar en España, donde también se permite
210
a determinadas religiones cumplir el servicio militar activo ejerciendo su propio ministerio.
Como además se concede prórroga por cuatro años desde que cumplen la edad para ingresar
en filas, o sea, desde los veintiún años, podrán fácilmente llegar a recibir las órdenes sagradas
y a emitir la profesión perpetua según la declaración VI.
II
Duda acerca de los ritos que se han de observar
en la profesión de las monjas
La misma Sagrada Congregación de Religiosos ha resuelto otra duda acerca del rito que
se ha de observar en la profesión de las monjas. La duda proviene de que al establecerse para
las religiosas de votos solemnes como prerrequisito antes de la profesión solemne el trienio de
votos simples perpetuos ex parte voventis, encontrándose con dos profesiones en vez de una
como tenían antes, hubieron de resolver qué ceremonial se había de adoptar en cada una de
ellas. La Sagrada Congregación de Obispos y Regulares respondió en 18 de Julio de 1902 que
se usase en la primera profesión de votos simples el rito y ceremonial acostumbrado antes en
cada monasterio, suprimidas las palabras de la fórmula que indicasen la solemnidad de los
votos, sustituyéndolas por otras que manifestasen ser simples, conforme a lo establecido en el
Decreto Perpensis, de 2 de Mayo de 1902; y que la segunda profesión se hiciese en privado,
en el coro o en el oratorio interior, en manos de la Superiora.
En 15 de Enero de 1903 la misma Sagrada Congregación permitió que aun la segunda se
pudiese hacer en público si así lo creían conveniente en cada caso particular el Ordinario del
lugar o el Prelado regular, si el monasterio era exento, no requiriéndose para tal profesión más
que la pronunciación de la fórmula acostumbrada en la que se indicase ser solemnes los votos
que se emitían.
Ahora la Sagrada Congregación de Religiosos, al preguntársele si después del Código estaban todavía en vigor las mencionadas resoluciones, ha contestado:
211
«Negativamente, y según la mente. La mente es que se reserven para la profesión solemne todos aquellos ritos y ceremonias que se refieren a la perpetuidad de estado; basta, en cambio, para la profesión temporal, que conforme al canon 572, 1, n.
6, sea ésta recibida por el legítimo Superior, por sí o por otro, según las constituciones».
Inversamente a lo que antes estaba prescrito, en adelante la solemnidad exterior, o sea,
todo lo que importe el ceremonial antiguo de cada monasterio, se reserva para la profesión
solemne, que es la segunda, mientras que la primera, o sea, la de votos temporales, basta que
se baga en privado ante el superior legitimo o su delegado.
Parece, con todo, que permitiéndolo en casos particulares el Obispo o el Prelado regular,
si el monasterio es exento, aun la primera. Podrá hacerse en público, como se permitía antes
respecto a la segunda, puesto que la respuesta no lo prohíbe, sino que se limita a decir que
basta para la validez y licitud, que se emita en privado ante el Superior legítimo.
En la profesión solemne es preceptivo emplear el ceremonial acostumbrado; pero no de
suerte que influya en la validez si se omiten las ceremonias que acompañan la emisión de los
votos solemnes ante el Superior legítimo, pues sólo esto último es lo que se requiere para la
validez.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
ORIGEN DE LA VIDA EN EL MUNDO
Nada tan hermoso como la vida; ella presta a la naturaleza su irresistible sugestión. Las
plantas con su espléndido ropaje engalanan los prados y las selvas; los animales con su movimiento incesante contribuyen a formar su peculiar atractivo. ¿Quién no se ha extasiado al
contemplar los vistosos colores de una flor, al aspirar sus riquísimos perfumes? ¿A quién no
ha sorprendido el estudio del cuerpo de un animal, la proporción entre sus miembros, la armonía de sus partes? Sin embargo, nada significan esta belleza y hermosura, que aparecen a
simple vista, comparadas con las que se descubren a través del microscopio.
En medio de ese océano de luz, que ha arrojado sobre el campo de la ciencia tan prodigioso instrumento, la mente humana se anonada y confunde, no encontrando palabras adecuadas, ni términos elocuentes para ensalzar la omnipotencia del Creador.
Examinando una célula por medio de ese objetivo, vemos en ella algo semejante a la tierra en que habitamos. «Hay en ella, nos dice el P. Z. Martínez, territorios, zonas y latitudes.
Las cadenas de montañas por hebras delicadísimas están representadas; los mares por los
líquidos que contiene; las fuerzas dinámicas por las energías vitales; y tiene también su
atmósfera y órbita características»1.
Tanta hermosura, tanta belleza es efecto de la vida. Ni la flor nos extasiaría, ni el animal
nos llenaría de admiración si no los informara ese soplo misterioso. Que desaparezca éste y la
naturaleza
1
Estudios biológicos, tom. I, pág. 43.
213
habrá perdido todas sus galas, todos sus ornatos, todos sus atractivos y encantos.
Pero, ¿cuál es el origen de la vida1 en el mundo? Esta pregunta lleva implícitas otras dos.
¿Qué es la vida? ¿Hubo un tiempo en el mundo sin vida? «Cuando la locomotora, afirma
Reinke, corre resollando sobre el camino calzado de hierro; cuando el volcán abre sus exclusas, arrojando a lo alto escorias inflamadas y vapores ardientes, y vierte torrentes de fuego
sobre las hendidas laderas de su cono; todo esto no son sino funciones de sistemas corpóreos
que se manifiestan por procesos de movimientos peculiares, y sabemos todos que en ninguno
de ellos late el pulso de la vida. Pero vida inequívoca se nos ofrece en el crecimiento de las
plantas, en el vuelo del ave, en las zalamerías del perro; y más familiar aún se nos ha hecho la
vida por la experiencia personal y diaria en las mil dichas y penas que consigo trae, en la tenacidad con que la amamos, en el terror y pesar que nos causa la muerte de un ser querido»2.
Estas palabras del célebre botánico gotingense no son más que la fiel expresión de una
verdad filosófica manifestada principalmente por Tulio3 y estudiada por Sto. Tomás. La característica de lo inorgánico consiste en su operación transitora, la de lo orgánico en la inmanente. Ser viviente, nos dice e! Ángel de las escuelas, es una substancia a la que conviene, según
su naturaleza, moverse a si misma4 El ser viviente, pues, está dotado de movimiento ab intrinseco e inmanente. A pesar de todos los adelantos de las ciencias experimentales, esta definición de la vida brilla con los fulgores y radiaciones esplendorosas de una definición natural5. Toda vida consiste en el movimiento ab intrinseco e inmanente nos decían los antiguos
sin haber estudiado el protoplasma (6)6 a través del microscopio; la misma conclusión deducen los modernos después de su estudio.
1
En todo el artículo consideramos la vida en su ínfimo grado, el vegetal.
Vid. Pesch, «Los grandes arcanos del universo», núm. 120.
3
Inanimum est omne quod pulsa agitatur externo, quod autem est animatum, id motu cietur interiore et suo. Tuscul. quaest. lib. I, cap. XLV.
4
P. I., Qu. XVIII, art. II.
5
Mercier, «La definición filosófica de la vida».
6
prwvton, primero, (pla¿sma) producto formado.
2
214
Ahora bien, esa substancia dotada de un movimiento tan sorprendente ¿ha existido siempre en el mundo?
La geología, ciencia admirable, que ha penetrado las entrañas de la tierra y ha leído en
sus diferentes capas, como en las hojas de un libro, las civilizaciones que pasaron, que ha descubierto la existencia de seres desconocidos; esa ciencia al atravesar la superficie de las capas
primarias no encuentra vestigio alguno de seres organizados, y denomina a este periodo con el
nombre de azóico1, sin vida; conviniendo en esto con las afirmaciones de la geogonía. Dadas
las hipótesis más probables excogitadas por los sabios, para explorar el modo de la formación
y constitución del globo, hubo un periodo en que la vida se hacía imposible. «Hubo un tiempo, dice Cristiano Wiener, en que, a causa del estado de delicuescencia ígnea de la tierra, no
podían existir gérmenes ni células»2. De 600 grados para arriba se disocian las moléculas de
los cuerpos organizados, no podrían, por lo tanto, existir a 3.000 por los que pasó la tierra en
su formación.
Existió un periodo sin vida en el mundo. Así lo afirman la geología y la geogonía. ¿Cuál
es, pues, el origen de ésta? He ahí la cuestión, escribe Guibert, a la cual consagra sus mejores
energías el ateismo contemporáneo3. Efectivamente; los enemigos de Dios y de la Religión no
han perdonado medio alguno para explicar el origen de la vida por evolución de la materia.
Ven que, de no hacerlo así, la existencia de un Dios personal y creador queda demostrada y,
ante esa alternativa, se abrazan con los mayores absurdos y con las más enormes aberraciones.
Nada les importa divorciarse del sentido común, negar la evidencia, arrojar de su pedestal
eterno al principio de contradicción; no infunden temor en su pecho las soledades del yo, ni
levanta protestas en su espíritu la dignidad de hombre al verse confundida con la materia. La
ciencia moderna, ha dicho Vogt con frase impía, no tiene más que una misión; la de plantar a
Dios en medio de la calle; y para realizar tal empresa arrollan todo lo más sagrado que en el
mundo existe.
1
a, sin, zwvøon, viviente.
Historia del materialismo moderno, tom. II, pág. 235.
3
La fe y las ciencias naturales, pág. 50.
2
215
Pero, ¿consiguen los impíos desterrar a Dios del mundo? Veámoslo.
El origen de la vida solamente puede explicarse, o por la materia o por una acción de la
divinidad. Tertium non datur, dice Virchow1. Por la materia, o afirmando que se confunde con
la vida, o defendiendo que ésta es una resultancia de las fuerzas mecánicas, físicas y químicas
de aquella, estableciendo de uno u otro modo la generación espontánea o abiogéneis2. Si conseguimos probar que la vida no apareció en el mundo de ninguno de los modos indicados, la
existencia de un Dios personal se impone y solamente la podrá negar el sectarismo y la pasión, nunca la razón serena que se deja conducir por la lógica a las regiones diáfanas de la
verdad.
Hemos reducido a dos términos la solución del problema planteado, porque no juzgamos
digna de consideración la opinión de Thonson, Hemholt y otros, según los cuales la vida se
desarrolló en nuestro planeta con ocasión de una lluvia de gérmenes procedentes de los astros.
Esta teoría, a la que Mercier3 llama con razón fantástica, tropieza con obstáculos astronómicofísicos insuperables, y no resuelve sino que aplaza la cuestión. Kirchhoff, refiriéndose a ella la
considera problemática e imposible; porque «el espacio vacío por el cual vuelan (los meteoritos conductores de la vida) es tan enormemente frío, que los gérmenes deberían estar necesariamente helados; el rozamiento en la atmósfera es tan poderoso, que, por el calor, debieran
quedar desecados y perder la virtud germinativa»4.
Aun suponiendo que tal hipótesis fuera admisible respecto del principio de la vida en la
tierra, toda vez que recientes observaciones (meteorito de 9 de Junio de 1889, en Mighei, Rusia Meridional) parece que han confirmado la presencia en algunos aerolitos de substancias
orgánicas, la cuestión no queda resuelta, sino remitida a una instancia anterior, porque también los astros atravesaron por el periodo de incandescencia, en que la existencia de todo ser
orgánico era absolutamente imposible.
1
Sobre la naturaleza de los cometas. Prefacio, pág. XXVIII.
a, sin bi¿oß, vida, ejpige¿nesiß, generación.
3
Psicología, t. I, n. 38.
4
Vid. P. Schanz, «Apología del Cristianismo», parte I, tom. I, pág. 283.
2
216
No puede admitirse la hipótesis de Thomson, etc., para explicar el origen de la vida en el
mundo. ¿Podrá admitirse la segunda? El Panzoismo1 y el Pansiquismo2 que la propugnan,
resultan incompetentes para solucionar la cuestión. No son más que diversas fases o formas
del Monismo3 que establece la existencia de una y única substancia, siendo las demás cosas
que en el mundo vemos accidentes o modificaciones de la misma. Todo sistema basado en el
Monismo no puede ser otra cosa que un conglomerado de absurdos indignos de un verdadero
pensador. El Monismo está en oposición y contradicción manifiesta con el sentido común, con
la experiencia y con los principios más elementales de la ciencia, siendo además antimoral,
antirreligioso y antisocial. Pero no es bajo este aspecto como consideramos nosotros a los
referidos sistemas. Ciñéndonos a nuestro asunto, afirmamos que no dan satisfactoria respuesta
al problema entablado.
De admitir dicha solución, habría que afirmar que toda materia es viviente y, por lo tanto,
que siempre existió la vida en el mundo, y además que todo viviente es materia; lo primero
hemos visto que la geología y la geogonía lo rechazan; lo segundo es venero fecundo de errores sin cuento, pues Dios, el ángel y el alma humana, por ser vivientes, serían materiales, doctrina condenada por la Iglesia y la sana filosofía.
Por otra parte la diferencia entre lo orgánico e inorgánico es tan grande, tal el abismo que
media entre ambos, que, como dice Schopenhauer, «el límite que separa las cosas orgánicas
de las inorgánicas es el que la naturaleza ha trazado con los rasgos más salientes, y tal vez sea
el único en que no consiente transición»4. Y en efecto; es verdad inconcusa admitida por todos
los sabios, que propiedades diversas arguyen substancias y naturalezas diversas. Las propiedades arrancan de la naturaleza del ser, proceden de ella por verdadera emanación, son hijas
amantísimas que no pueden vivir un momento separadas de la madre, tienen su misma naturaleza; la
1
pavn, todo; zwh¿, vida.
pavn, todo; yuch¿, alma.
3
mo¿noß, solo-uno.
4
El mundo, voluntad y representación, tomo II, pág. 335.
2
217
diversidad, por tanto, de propiedades indica diversidad de substancias.
Una ojeada a ambos reinos nos descubrirá y manifestará las diferencias esenciales de los
mismos. Lo orgánico se nutre, crece, se desarrolla, reproduce y muere; lo inorgánico aumenta,
crece, no se nutre ni se reproduce; la composición de esto es sencillísima; la de lo primero
compleja1; lo inorgánico está caracterizado por la acción transitiva, lo orgánico por la inmanente; permanece indefinidamente en la existencia lo primero, tiene un límite determinado en
la misma lo segundo. La diferencia, por consiguiente, entre ambos es esencial, no pudiendo
confundirse en una misma substancia. «Hay distinción esencial entre una masa inorgánica,
que es un bloque, y un organismo que es un todo»2.
La vida no es la materia. ¿Puede proceder de esta? Veo, dice Tyndall, en la materia, una
virtud capaz de engendrar cualquiera forma de vida3. Lo mismo afirman los materialistas,
evolucionistas y darwinistas. Sin embargo, dicha afirmación es completamente absurda.
Todo efecto exige una causa proporcionada y todo ente, todo ser tiene prefijado un límite
de operación, una esfera de actividad más allá de la cual no puede extenderse. El principio, el
origen, la fuente de operación de los seres es su misma naturaleza, operari sequitur esse, nos
dicen los filósofos; luego no podrá extenderse en la actividad más de lo que su naturaleza
permita; admitir lo contrario es patrocinar el error, es abandonar el terreno de la ciencia, para
entrar en el de la pasión. Si, pues, como nos dicen los evolucionistas, lo orgánico procede, o
es un efecto de lo inorgánico, tendremos un efecto sin causa adecuada, tendremos que la materia ha rebasado las fronteras de su actividad, que fuerzas mecánicas, físicas y químicas, todas ellas transeúntes, se han combinado
1
Mientras la molécula de los minerales más complejos contiene a lo sumo una veintena de átomos, la molécula,
en cambio, de las substancias orgánicas producida por los vegetales encierra de ordinario centenares de
ellos (D. Nys. Cosmologie, pág. 368).
2
E. Blum. Lectures de philosophie scientifique.
3
La foi et la science etc. Discours annotés de MM. Tyndall par M. l'abbé Moigno, pág. 35.
218
de un modo maravilloso para producir y engendrar un ser superior a ellas, dotado de movimiento ab intrinseco e inmanente, en una palabra; la filosofía estaría en un error crasísimo
afirmando lo contrario, y al principio de causalidad habría que desterrarlo de la ciencia.
A todo esto replican los adversarios que no hay que echar en olvido las demostraciones
llevadas a feliz término por la química orgánica, según las cuales, los elementos y las fuerzas
son los mismos en los dos reinos. Esto en modo alguno podemos negarlo, dice el P. Pesch.
«Nos hemos convencido, añade Kekule, de que las combinaciones químicas de los reinos vegetal y animal contienen los mismos elementos que los cuerpos de la naturaleza inanimada;
estamos seguros de que los elementos en ellas obedecen a las mismas leyes, y que por tanto ni
en la substancia, ni en las fuerzas, ni tampoco en el número ni en el modo de agruparse los
átomos existe diferencia alguna entre las combinaciones orgánicas y las inorgánicas»1.
Una molécula de célula está compuesta de seis átomos de carbono, diez de hidrógeno y
cinco de oxígeno. La intususcepción supone la endósmosis y nadie medianamente versado en
ciencias naturales negará el papel importantísimo que desempeña la luz para las transformaciones químicas de la substancia alimenticia2.
Encontrándose los mismos elementos y las mismas fuerzas en lo orgánico y en lo inorgánico, ¿por qué al combinar un sabio, un naturalista, en su gabinete las mismas substancias que
componen la molécula orgánica y en las mismas condiciones, no resulta un ser viviente, una
materia organizada? Elementos idénticos en las mismas proporciones combinados debían dar
por resultado los mismos efectos. ¿No los dan? Pues se hace de todo punto necesaria la intervención de un principio bajo cuyo influjo y dirección los componentes de la substancia orgánica reciban modificaciones y cambios que no se verifican en la materia bruta. «Hay una idea,
un plan, un orden, un fin futuro o una causa final en la vida, triunfadora de la materia, maestra
soberana de los destinos del organismo, que agrupa,
1
2
Lecciones de Química orgánica, tom. I, pág. 10.
Obra citada, núm. 121.
219
combina, gobierna y distribuye los fenómenos, y cuyas actividades, como Cl. Bernad confiesa, no son reductibles a consideraciones físico-químicas»1.
¿No resolverá la cuestión la generación espontánea o abiogénesis?2 Todos los casos, todas las experiencias realizadas han fracasado. La generación espontánea no la admite hoy
ningún hombre de ciencia. Fue Haeckel quien quiso explicar el tránsito de lo inorgánico a lo
orgánico por este procedimiento absurdo. Primero, aduciendo la teoría del carbono o las
móneras; segundo, por su famosísimo bathybius3. En las móneras que no constan más que de
protoplasma, veía Haeckel el puente necesario para salvar el abismo profundo que media entre ambos reinos; procedían dichas móneras o proto-amibas, es decir, amibas sin núcleo, de
combinaciones de carbono. Nägeli le enseño que las móneras o proto-amibas eran seres regularmente organizados a los cuales todavía precedían dos grados inferiores de formación; el
primero de ellos consistente en la síntesis de substancias inorgánicas en combinaciones albuminarias, y el segundo en la organización de las mismas en micelos4, moléculas de plasma,
probios, protobios5.
La teoría del carbono fue desechada por los sabios como destituida de todo apoyo en la
observación científica. «La teoría del carbono, afirma Semper, no es considerada hoy digna de
ser discutida»6.
1
P. Zacarías Martínez. Obra citada, pág. 60.
La generación espontánea qua brevemente puede definirse, origo viventis a non vivente, la propugnaron los
antiguos escolásticos, pero de muy diversa manera que lo hacen los sabios modernos. Afirman éstos que la
materia es causa de todo viviente, no por virtud recibida de Dios, sino por virtud propia; defendían aquéllos, que la materia era causa de algunos vivientes inferiores, no por virtud propia, sino participada. Los
primeros quedan refutados en el último argumento metafísicamente y lo serán experimentalmente en el siguiente; contra los segundos vale el argumento de experiencia, no el metafísico, o con otros términos; la
generación espontánea en el sentido de los escolásticos no repugna intrínsecamente, pero no está confirmada por los hechos, (V. Zigliara. «Summa philosophica», ed. XV, pág. 178, nota.
3
badu¿ß, profundo; bi¿oß, vida.
4
Mica-globulillo.
5
prwvtoß, primero; bi¿oß, vida.
6
El Haeckelismo en la zoología, pág. 27.
2
220
No tuvo mejor fortuna el famosísimo bathybius. Fue hallado por los naturalistas exploradores del Porcupine en profundidades de uno a siete kilómetros del Océano; estudiado por los
mismos vieron que era una materia terrosa de aspecto particular, con movimiento espontáneo,
prueba inequívoca de que en ella latía el pulso de la vida. Haeckel lo defendió con ardor y
entusiasmo, y Huxley le dio por nombre bathybius Haeckelii. Estudios concienzudos y profundos han evidenciado que dicho bathybius era un precipitado de yeso o un precipitado de
limo, de ninguna manera una substancia viva. El mismo Huxley que le dio nombre y que tanto
contribuyó a su fama, lo desprestigió públicamente en el Congreso científico de Scheiffield
(1879), con motivo de unas palabras laudatorias que para el mismo tuvo el presidente
Alimán1.
La generación espontánea ha sido un prejuicio contra el cual ha reñido la ciencia experimental sus más grandes batallas. Son verdaderamente cómicos algunos casos referidos por los
partidarios de la misma. Van Helmont daba recetas para obtener sin padres ratas adultas2;
Giebel afirma con acento enfático: «Meted sólo en una vasija el tipo de un nuevo rinoceronte
y revolvedlo con las condiciones materiales de su existencia: no dudéis que saldrá el esperado
rinoceronte»3.
Contra tal prejuicio, el primero que demostró la insubsistencia de tales experimentos fue
Redi en Florencia (1698), siguiéndole después sabios de primera nota que han probado hasta
la evidencia que «toda vida procede de un huevo» (Harvey); «toda célula de una célula» (Virchow); «todo núcleo de otro núcleo» (Hertwig); «toda semilla de otra semilla» (Altmann?)4.
Echrit, Hüchemeister, Siebold y Leukart, patentizaron que los parásitos no proceden por generación espontánea; Ehrenberg y Balbiani respecto de los innfusorios; Pasteur contra Pouchet
respecto de los bacterios y organismos
1
Vid. Mercier. Psicología, pág. 102, nota. Schanz. Obra citada. pág. 275. Pesch. Obra citada, pág. 557.
Guibert. Obra citada, pág. 51.
3
Pesch. Obra citada, núm. 122.
4
Vid. Schanz, l. c. p. 271. Cfr. Dantec, «Traité de BioIogie», p. 44; Van Tieghem, «Traité de Botanique», t. I,
págs. 459, 492 y 571.
2
221
parecidos1. Después de experimentos tan claros parecía natural que los defensores de la
abiogénesis hubieran abandonado el campo de la discusión y confesado su derrota; mas no
sucedió así, pues Leduc, profesor en la Escuela de Nantes, presentó con toda seriedad un caso
de generación equívoca examinado y producido por él, a la Academia de Ciencias, en 26 de
Noviembre de 1906. Consistía tal caso en la siembra de un grano de azúcar y sulfato de cobre
en un plasma artificial formado de agua, gelatina, ferrocianuro de potasio y un poco de sal.
Este grano se hincha, germina y crece; emite raíces y hasta tallos, algunos de los cuales alcanzan treinta centímetros de altura. El caso no podía ser más explícito; el triunfo era completo,
Leduc había sorprendido las fuerzas físico-químicas en el secreto de procrear vivientes. No se
tardó en demostrar que los referidos fenómenos no eran vitales, sino pertenecientes a los conocidos en Física con el nombre de ósmosis2.
La generación espontánea, dado el desarrollo y progresos de la ciencia experimental, no
puede hoy admitirse. «Nadie ha visto jamás verificarse una generación equívoca y todo el que
ha pretendido haberla visto ha sido argüido por los naturalistas, no por los teólogos»3.
Sin embargo, un profesor español, Dr. Rocasolano4, afirma que no es lógico ni científico
calificar de locura o necedad el empeño con que muchos investigadores trabajan para hacer
desaparecer el abismo clásico que separa la materia inerte de la materia viva. Bien podría el
Sr. Rocasolano demostrarnos su aserto, pero por desgracia no lo hace, ni creemos que podrá
hacerlo.
Aún les queda un nuevo argumento a los corifeos de la impiedad; es el argumento de la
pasión y del sectarismo, el argumento del odio que bulle en su pecho contra todo lo sobrenatural, contra la creencia en Dios. «Quien no cree en la evolución secular de la materia inorgánica en materia orgánica, forzosamente ha de creer en
1
Pesch. Loco citado.
Guibert. Loco citado.
3
Virchow, «Sobre la naturaleza de los cometas», prefacio, p. XVIII.
4
Estudios físico-químicos sobre la materia viva, p. 3.
2
222
el milagro», nos dice Julio Soury1. Si desecháis, añade Hæchel2, la hipótesis de la generación,
os veis obligados a admitir un acto sobrenatural de creación. Mas, primero que resolvernos a
profesar semejante fe en milagros, conviene sin duda admitir tal hipótesis.
El mal, como se ve, no está en la cabeza, radica en el corazón, y nada conseguiremos
iluminando a aquella, si éste resiste a las dulces mociones de la gracia.
Nosotros, sin embargo, hemos probado que el despertar de la vida en la tierra es autóctono. No apareció en ella mediante lluvia de gérmenes procedentes de los astros; no se confunde
con la materia, no es una resultancia de las fuerzas de la misma. La filosofía y las ciencias
naturales lo demuestran; la insubsistencia de las razones admitidas por los adversarios lo proclaman. Luego si hubo un tiempo sin vida y ésta no pudo proceder de la materia, la consecuencia es inevitable: un ente superior produjo la vida en el mundo y este ente con su propio
nombre es Dios creador.
La existencia de Dios no puede ser obscurecida por los sofismas de los modernos sabios;
y así como la pregona la sublime simetría de los cielos y la revela la voz de la conciencia, así
también aparece escrita con caracteres indelebles dondequiera se encuentre ese soplo misterioso que llamamos vida; en el hombre, en el anima!, en las hojas de una planta; porque la
vida procede de la vida y la vida supone a Dios.
Monachil 27-1-1920.
FR. ANTONIO RUBIO DE LA CONSOLACIÓN
1
2
Guibert, l. c. pág. 58.
Anthropogenie, II, p. 471. Cfr. Pesch, obra citada, II, n. 557.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
UT DEUM AUGUSTINUS DOCEAT QUAERENDUM
(Continuación)
De animi perturbationibus, quas Seriptura Deo tribuit, ita ait: «Deus zelat sine livore,
irascitur sine ulla perturbatione, miseretur sine aliquo dolore, poenitet eum sine alicujus pravitatis corruptione, ita est patiens, sine ulla passione. Ergo dico, quod Deus totus oculus est,
totus manus est, totus pes est. Totus oculus, quia omnia videt: totus manus est, quia omnia
operatur: totus pes est, quia ubique est». (De patient. c. 1). Item: «Natura Dei est incorporea,
neque loco aliquo inclusa, nec per infinita spatia locorum quasi mole distenta, sed ubique tota
et perfecta, et infinita, sine nitoribus colorum, sine figuris lineamentorum, sine notis litterarum, sine serie syllabarum». (Epist. 113 ad Fortanat.).
Dei providentia non singula cogitando aspicit sed una aeterna et immutabili atque ineffabili visione complectitur cuncta quae novit. «Et si nostra mentis infirmitate hoc non possumus
comprehendere, libet exclamare ad Deum: “Mirificata est scientia tua ex me; invaluit, et non
potero ad eam” (Ps. 138). Ex me quippe intelligo quam sit mirabilis et incomprehensibilis
scientia tua, qua me fecisti: et tamen in meditatione mea exardescet ignis, et quaeram faciem
tuam semper» (Tract. 96 in Joann.). «Deus», ut cum Augustino pergam, «omnia tibi est. Si
esuris, panis est; si sitis, aqua est; si in tenebris es, lumen est; si nudus es, immortalis vestis
est. Omnia possunt dici de Deo, et nihil dicitur digne de Deo. Sed nihil latius hac inopia, quae
congruum nomen non invenit» (Tract. 13 in Joann.) Et alio loco ait: «Deus totum tibi est
quod recte desideras, et omnium bonorum varietas uno fonte perfunditur, quoniam cum sua
tribuit, sub diversis munerum suorum nominibus impertit. Deus Pater quia condidit, quia vocat, quia jubet, quia regit. Est Mater quia fovet, quia nutrit, quia lactat, quia continet. In Deo
merces, in Eo finis, in Eo perfectio felicitatis,
224
in Eo aeternae beataeque vitae summa consistit» (Libr. de spir. et litt.)
In sacris litteris non pauca attribuuntur Deo nomina: sed illud praecipue hic nobis expendendum, quod ipse servo suo Moysi indicare dignatus est: nam cum diceret: «Ecce ego vadam
ad filios Isräel, et dicam eis: Deus patrum vestrorum misit me ad vos. Si dixerint mihi: Quod
est nomen ejus? Quid dicam eis? Dixit Dominus ad Moysen: Ego sum qui sum. Sic dices filiis
Isräel: Qui est, misit me ad vos» (Exod. 3). Hoc nomen Qui est, significat nulla in Deo esse
accidentia, sed quidquid in eo est, esse ejus essentiam. Bonitas enim ipsius, sapientia, potentia, clementia, aeternitas, aliaque atiributa divina idem prorsus sunt cum ejus essentia. «Intelligamus», ait Augustinus, «Deum, si possumus, quantum possumus sine quantitate bonum,
sine quantitate magnum, sine intelligentia creatorem, sine situ praesentem, sine habitu omnia
continentem, sine loco ubique totum, sine tempore sempiternum, sine ulla sui mutatione mutabilia facientem, nihilque patientem» (De Trin. l. 5, c. 1).
Item hoc nomine Qui est Dei immutabilitas designatur. Hanc ita astruit Hipponensis
Praesul: «Res quaelibet, si mutabilis est, non vere est: non enim est ibi verum esse, ubi est et
non esse; quidquid enim mutari potest, mutatum, non est ibi quod erat. Si non est quod erat,
mors quaedam ibi facta est: peremptum est aliquid ibi quod erat, et non est. Nigredo mortua
est in capite senis, mortuae sunt vires in corpore languentis, mortua est statio in corpore ambulantis, mortua est ambulalio in corpore stantis, mortua est ambulatio et statio in corpore
jacentis, mortua est locutio in lingua tacentis. Quidquid mutatur, et est quod erat, video ibi
quamdam vitam in eo quod est, et mortem in eo quod fuit: denique de mortuo cum dicitur, ubi
est homo ille? Respondetur: fuit» (Tract. 38 in Joann). Subjungit alibi: «Illa est incommutabilis substantia vei essentia, quae Deus est, cui profecto ipsum esse unde essentia nominata est,
maxirne ac verissirne competit. Quod enim mutatur, non servat ipsum esse, et quod mutari
potest, etiam si non mutetur, potest quod fuerat non esse: ac per hoc illud solum quod non
tantum non mutatur, verum etiam mutari omnino non potest, sine scrupulo occurrit quod verissime dicatur esse» (De Trin. l. 5. c. 2).
FR. H. P. A S. F.
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
¡¡MI MADRE!!
El primer canto que brota
De mi lira infortunada
Sólo a ti, madre adorada,
Quiere un hijo consagrar;
El primer canto que brota
De mi lira infortunada
Sólo a ti, madre adorada,
Quiere un hijo consagrar;
Dulce amor de mis amores,
Claro espejo de mis ojos,
¡Aunque ya fríos despojos!
Nunca te podré olvidar.
Es su acetilo lastimero
Como el doliente gemido
Del ruiseñor dolorido
Que vuela al nido a espirar;
Ora vibra, canta y gime,
Ora solloza y suspira,
Ya melancólica espira
Para tornar a llorar.
Al pie de tu sepultura
Doblando mi humilde frente,
Una plegaria ferviente
Viene a ofrecerte mi amor;
Recibe, prenda adorada,
Esa flor humilde y pura
Regada con la amargura,
Teñida con el dolor.
Y no olvidos, ángel mío,
Que esa ferviente plegaria
Es la oscura pasionaria
Brotada en mi corazón;
Este corazón de huérfano
Conque tu imagen adoro,
226
Con que infeliz gimo y lloro
Mi deshojada ilusión.
¡Ay de mí! que no es delirio
De mi mente enajenada;
Murió la prenda adorada
De mi tierno corazón,
Murió la luz de mis ojos
Que alegraba mi existencia;
El ángel de mi inocencia
Voló a la eterna región.
Y yo, huérfano angustiado,
Cual ave errante y perdida
Te llamo, madre querida,
En mi triste soledad:
Y vuelvo a la tumba helada
Donde duermen tus despojos,
y me prosterno de hinojos,
Para llorar mi orfandad.
¿No me ves, ángel dorado,
Prosternado de rodillas
Y arrasadas mis mejillas
Teñidas de palidez?
¡¡Madre!! te llamo temblando,
¿Dónde estás, dónde te escondes?
Y al ver que no me respondes
¡Madre! te llamo otra vez.
Mírame cruzar la vida
Como perdido cometa;
De mi lira de poeta
Escucha el lúgubre son
Ese gemido que exhalo
cuando, perdida la calma,
Siento sin fuerzas el alma,
Destrozado el corazón.
Mira a través de esa tumba
Donde duermes, vida mía,
Mi aterradora y sombría
Imponente soledad;
227
¡¡Madre!! le llamo temblando
De pavor estremecido;
¡¡Madre!! repite perdido
El eco en la inmensidad.
Y de mi grito angustioso
A las últimas congojas
Sólo el rumor de las hojas
De ese fúnebre ciprés
contesta compadecido;
¿Dónde estás, donde le escondes
Que a mi grito no respondes
De tu sepulcro ¿a través?
Ya lo sé que estrecho en vano
El mármol empedernido
Contra el pecho entumecido
Por el continuo gemir,
¡Mi madre! grité al sombrío
Obelisco funerario;
¡Mi madre! en el campanario
Vuelve el eco a repetir.
En vano mi vista clavo
En esos lóbregos huecos;
En vano mis labios secos
Vuelvo en la piedra a estampar.
Que cual del sauce que besa
El arroyo cristalino,
Es mi implacable destino
Tornar, tornar a llorar.
¿Dónde están aquellos ojos
Que en los míos se miraban?
¿Dónde están los que sonaban
Con melancólico son
Cantares que arrebataban
Al edén el alma mía,
Lejos de aquella sombría
Silenciosa habitación?
Ángel de mi tierna infancia.
Dulce lumbre de mis ojos,
228
Quizás fútiles despojos
Sólo quedarán en ti.
Ni resuena más acento
En tu huesa solitaria
Que el rumor de la plegaria
De un ser humano ¡ay de mí!
Casta luna transparente,
Que iluminas silenciosa
La sepultura medrosa,
Donde vela humilde cruz.
Si quieres que al fin ataje
Las lágrimas de mis ojos,
Bañe al menos sus despojos
Tu melancólica luz.
Tú, que brillas solitario,
Melancólico lucero,
Sé tú, al menos, compañero
De su triste soledad;
Y cuando alumbres aquella
Soledad aterradora,
Estremeciéndote, llora,
Mi desdichada orfandad.
Golondrina, tú que gimes
Plegando tus negras alas,
Tú que llorando resbalas
Sobre el fúnebre ataúd,
Llévale en los tristes ayes
Que das suspirando al viento,
El doloroso lamento
Que aprendiste en mi laúd.
Y module tu garganta
El dulcísimo murmullo,
Con que al maternal arrullo
Mil veces me adormeció;
Dile que el amargo llanto
Olvidar no puede un hijo,
Con que el frío Crucifijo
Tantas veces inundó.
229
Oculta casto lucero
Tus pálidos resplandores,
Cesen los desgarradores
Lamentos de mi laúd;
Y llora tú, silenciosa,
Tú al menos, tímida viola,
Que te inclinas mustia y sola
Sobre su oscuro ataúd.
Y si acaso, estremecida,
Por mi lúgubre lamento,
Un gemido das al viento
De mis lágrimas en pos;
Cúbrele tierna viola
Con tu fúnebre sudario,
Y en su ataúd solitario
Lloremos al menos dos…
…………………………
…………………………
¡Bien lo recuerdo! Una noche
De estío, clara y serena,
Llorando muda de pena
En la estancia te encontré;
Y yo al verte, estremecido,
Contenía mi resuello;
Mas, lanzándome a tu cuello,
¿Por qué lloras exclamé.
¡Ay de mí! Parca inhumana,
Que cruel arrebatabas
Y sin piedad marchitabas
La frescura de su tez;
¡Y cómo, a los rudos golpes
De tu implacable cuchilla,
Teñías ¡ay! su mejilla
Con tu mortal palidez.
¡Bien lo recuerdo! oprimiendo
El Cristo al cuello prendido
En su rostro dolorido
Grababa un beso de amor;
230
Yo vi, con turbados ojos,
De tus azules pupilas
Cuál resbalaban tranquilas
Dos lágrimas de dolor.
Y, al estrechar temblorosa,
Mi cabeza dolorida,
Dulce prenda de mi vida,
¿Por qué lloras? exclamé:
Pero cuando más la vista
En mi semblante fijabas,
Más hondos sollozos dabas
Y sin decirme por qué!
¡Mas ay! que mi corazón
A gritos me lo decía:
Aquella cuchilla fría
Que sentías sobre ti.
Aquel golpe rudo y fiero
Que tu existencia tronchaba,
A la mía arrebataba
El ángel suyo ¡ay de mí!
¡Ay de mí que abandonado
Por un páramo desierto,
El corazón tengo yerto,
Yerto de tanto sufrir:
Ni aun lanzar puede mi lira
En tan honda desventura,
Al pie de tu sepultura
Los cantares del gemir.
Será mi asilo el sombrío
Cementerio solitario,
Tu sepulcro funerario
Es mi faro con su Cruz,
A cuyo pie ensangrentado
Nuestras dos almas prendidas,
volarán enardecidas
A la región de la Luz.
FR. CARLOS LIÑÁN DEL C.
A. R.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
DE VENEZUELA
La Misión de Paraguaná, en Mayo de 1913
(Continuación)
Poco antes de las cinco apuntó la aurora su indeciso claror sobre el horizonte de los mares
ondulados, y en el alma y en los labios floreció un himno de alabanza de amor al Autor de la
Aurora. Cuando su luz se condensó más en mágicas y espléndidas irisaciones llenando los
horizontes, entonces pudimos ver desarrollarse ante nuestros pasos la ruta larga, larga, larguísima, hasta perderse de vista a todo lo largo de la playa blanca y pesada, y ya se pudo calcular
lo que sería nuestra vida a eso de las nueve o las diez de aquella mañana, llevando a nuestros
pies una cuarta de arena y sobre nuestras cabezas un cielo azul, no empañado por la más ligera nube y sin una sombra de árbol, o cosa alguna que te pudiera valer en toda la extensión del
horizonte.
Salió el sol, y caminando. Y fue ganando la altura de los cielos y poniéndose a calentar
con aquel soberano reposo y concienzuda majestad que le es tan natural desde los más remotos días del mundo y que tan excelentes resultados suele producir frecuentemente por la tierra
y por el cielo. Aquel día yo le hubiera agradecido mucho que no hubiese pasado un solo punto
de las ventanas del Oriente. Pero como yo no era Josué, ni mucho menos, no pude abrigar, ni
por un momento, la inverosímil pretensión de ponerlo a mis gratas órdenes como si fuera un
recluta disponible...
Pero no era el desierto absoluto. A las siete vimos a «Coduto», el famoso lugar de la novela «Ladrón de Sal», de Polita de Lima,
232
bella e inédita, por razones de conveniencia. «Coduto» estaba habitado y allí nos paramos un
ratillo a descansar y tomar un refrigerio. Desde allí hasta «El Faro», a las diez. Aquí encontramos otra vez un átomo de vida y gente. Todo lo demás, el desierto barrido por la soledad y
esta barrida por una tempestad de hambre y de muerte. Así hasta Adícora, a donde llegamos a
las doce. ¡Qué dos horas aquellas, Santo Dios! Cansados, molidos, cocidos, hastiados, hartos
de sol, de arena, de camino, de caballo y de esperanzas de llegar, vimos destacarse en lontananza algunas siluetas humanas que parecían moverse en nuestra dirección y que, a juicio y
buen pensar de nuestro venerable Visitador, debían ser la comisión de caballeros que de Adícora venía a nuestro encuentro para saludarnos y conducirnos a la población. Aquella grata
visión nos llenó el alma de alegría y nos devolvió los alientos suficientes para conservar aún
intacta la santa virtud de la paciencia, pues su presencia en aquel lugar, aunque tan fausta y
gozosa como se dice, no dejaba de señalarnos la seguridad de una buena legua más de camino
por andar.
Pero, en fin: ya variaba la decoración y era seguro que llegaríamos pronto. A pleno sol y
en plena playa, como estábamos nosotros, llegaron ellos, bien montados y aperados y allá
fueron, aunque brevemente, los saludos, presentaciones y bienvenidas; todo cortesía y agrado
y respetuoso afecto. Al frente del lucido pelotón de caballeros venía nuestro estimadísimo
amigo el coronel D. José Arnáez, gobernador de la Península, quien nos saludó a nombre de
todos sus habitantes y nos presentó los respetos del próximo pueblo de Adícora, invitándonos
amablemente a terminar nuestro viaje y ofreciéndonos todos sus servicios. Allá venía también
un coche… y a su vista me reconcilié con la vida, pues tuve esperanzas más que fundadas de
que viniese para prestarme sus buenos oficios, como en efecto fue así, pues diez minutos más
tarde, contestados con toda expedición y lisura los cumplimientos y saludos, hallábame instalado en él, juntamente con mi buen Padre Ulises que, aunque no lo lloraba, lo sentía, y caminábamos hacia el pueblo, rodeados de la buena compañía y delicadas atenciones de aquella
gente, digna de toda estimación y aprecio. Porque eso sí: el camino a Paraguaná es el del Sahara; para la gente es de oro.
233
Entrábamos en Adícora al punto de las doce, sonando el Angelus, entre una alegría estrepitosa y entusiasta que se reflejaba en todos los semblantes, al estallar de los cohetes y el repicar de las campanas que parecían celebrar la presencia de algo muy largamente esperado y en
hora buena conseguido. El discurso que en la calle Real dirigió al respetable Visitador el elocuente improvisador D. Joaquín Farías, rebosaba de nobles y cristianos sentimientos, tan gallardamente expresados, como sinceramente sentidos.
Terminado aquel aparato, recibimos generosa y cristiana hospitalidad en casa de los señores Bermúdez (Enrique Berm. y Virginia Beaujon de Berm.) y fuimos atendidos por ellos y
por la honorable Junta de caballeros constituida para el efecto, con atenciones y delicadezas
merecedoras de todo encomio.
Estábamos a salvo, gracias al Señor, y por mi parte le rendía los más tiernos agradecimientos al contemplar y ver cómo en esas apartadas comarcas asoladas ha poco por la sequía,
azotadas por el hambre, apartadas de los centros del humano comercio y escasas de todo recurso espiritual, se conserva pura y ardiente la llama sagrada de la fe, fuertes las creencias,
entusiastas los sentimientos religiosos dispuestos a mostrarse a la menor ocasión y, con arrestos y fuerzas para levantar, a Dios y a su bendita Madre templos como el que teníamos a la
vista, de decentes dimensiones y recientísima construcción. Esa llama que se alimenta, al parecer, de sí misma y se enciende vigorosa en la soledad, es un fenómeno verdaderamente estupendo, cuya razón de ser debe buscarse indudablemente en la divinidad de esa misma fe y
en la misericordia de Aquel que la alimentó en el pecho de S. Pablo el Ermitaño en la profundidad de los desiertos; así como también viene a ser un nuevo y magnífico exponente de la
fuerza con que implantaron el principio religioso en toda su obra de conquista y colonización,
aquellos hombres que a la valentía y audacia de los héroes legendarios, unían la profunda fe y
acrisolada piedad de las primitivas generaciones cristianas. Tal es la más pura gloria de los
conquistadores españoles en todo el mundo.
Adícora es un bello puertecito del Caribe, con buen comercio y lisonjero porvenir. Su posición es enteramente llana y más baja que el nivel del mar, de cuyos fervientes oleajes lo
defiende una escollera
234
natural de arrecifes que le forma un gracioso cinturón de blancas espumas hirvientes como a
unos quince metros, mar adentro, de la playa, baja y tranquila.
De vez en cuando, el indomable elemento salta sus naturales barreras y avanza sobre la
playa, inundando las calles sin otra novedad que la alarma consiguiente, ya atemperada por la
costumbre.
Tendrá Adícora unas sesenta casas todas blancas, limpias, ventiladas, estilo holandés de
Curazao, de cuyas islas, y particularmente la de Araba, sólo dista unas cuantas horas este pueblecito, siendo activo y frecuente el movimiento de cabotaje entre ambas. Cuando la atmósfera está serena, se ve Aruba desde las playas de Adícora.
Desde el sábado 16, hasta el martes 19, trabajamos en las obras de nuestro ministerio por
mañana y tarde, viendo la iglesia bien concurrida y logrando bastantes confesiones y comuniones de niños y mujeres en su generalidad. Los hombres, por desgracia, aquí como en otras
muchas partes, no se confiesan. Esta falta, verdaderamente lamentable, débese en gran parte, a
falta de cultivo espiritual. ¿Qué puede esperarse, en efecto, ni qué se pudiera exigir en ese
sentido donde no hay sino un solo sacerdote, y éste viejo, para toda la península? Por mucho
celo que tenga este pobre sacerdote, no es posible esperar milagros. Y aun es maravilla que
donde no hay pastores se conserve la fe. Estos pueblos son, a la verdad, dignos de mejor suerte. Adícora aspira a ser parroquia y, andando el tiempo, no será extraño que lo consiga, pues
el pueblecito promete.
El día 17 por la tarde, la sociedad adicorena, previa obsequiosa invitación de la Junta, nos
regaló con un garden-party en la hermosa quinta del Sr. Pancho Martínez, orillas del mar azul
y bajo las poéticas luces de un sereno y delicioso atardecer. La elocuencia y la poesía diéronse
allí las manos con la cortesanía y la cordialidad para hacernos aquellas horas, que allí pasamos, memorables y encantadoras. Allí fue donde pudimos ver cómo palpita ferviente el sentimiento religioso en la mujer cristiana y allí, donde el simpático joven César Segura, a nombre de toda la sociedad, ofreció en breves y sentidos párrafos al señor Vicario el ágape de la
amistad y de los sinceros afectos. Y allí, finalmente, fue donde, al calor de las fecundas inspiraciones del Dr. Farías, se dio vuelo a la idea y se puso en movimiento el proyecto de erección
de la torre de la
235
capilla, quedando instalada, para el efecto, una Junta, la cual, en sesión plena del siguiente
día, acordó por unanimidad de sufragios otorgar el título de Presidente honorario de la misma
al respetable señor Visitador y Vicario del Partido, Dr. Ulises Navarrete.
Cayó la noche y sobre la mesa del sencillo y delicado festín, descendió el misterioso y
argentado velo de la luna en creciente, bañando de sus suaves resplandores los cielos serenos,
el jardín oreado por las brisas marinas y la extensión interminable de los mares adormidos y
dulcemente rumorosos al influjo del beso misterioso de la luz y de las brisas de la noche.
¡Oh, Dios grande, Dios magnífico y bello! ¡Cuánta armonía y grandeza y hermosura y
encantos sin fin has prendido por todas partes en tu espléndida creación, como huellas visibles
e impalpables de tu infinita bienaventuranza! ¿Quién no te adora delirante de amor en presencia del cielo y del mar y de la luna y de la noche?
En Adícora, como en todas partes, los niños y gente sencilla ofrecen rasgos y notas que
embalsaman con efluvios de risueño candor la labor del misionero.
Explicaba yo el catecismo a unos treinta niños que se iban a confirmar y corrí con uno de
ellos, como de seis años, el diálogo siguiente:
—Dime, niño, ¿tú sabes cuántos dioses hay?
—Sí, Padre: siete.
—¿Cómo se llaman?
—El más mayor de todos es Pancho,
—Bueno. ¿Y el segundo?
—Eduardito. Ése es el que me sigue a mí.
—Y el tercero?
—Ismaelito. Ése se murió.
—Bueno. ¿Y el cuarto?
—Ése es Leónidas, que está allá. Véalo, Padrecito...
Y de este modo tuvimos el gusto de trabar conocimientos con todos los hijos de su santa
madre.
Vean ustedes a nuestro venerable Vicario, mano a mano con otro rapaz:
—Niño, ¿tú sabes rezar?
—Yo sé rezar el Padrenuestro que estás en los cielos.
236
—Bien. ¿Y el creo en Dios Padre?
—Vea, mi Padre: mi mamá se murió y aluego me cogió mi madrina Lucía y me estaba
rezando y aluego se murió y me quedé atravesao en el Poncio Pilato...
No se trabaja en balde. ¡Pobres criaturas!
El martes 19, por la mañana, nos despedimos de Adícora para el pueblo inmediato que es
Baraibed. Nuestra despedida fue tan sentida como afectuosa. El último encargo de aquellos
buenos adicoreños fue que les pusiesen un cura. El cura es el gran suspiro de estas gentes.
¡Pero es tan difícil satisfacer cumplidamente esos anhelos!
Y vamos a Baraibed. Hora y media a caballo. Vamos acompañados de un buen número
de caballeros y a la vera llevamos al muy culto y muy buen amigo nuestro, el joven Dr. Raúl
Soto, a cuyos buenos oficios se debe en buena parte nuestra visita a dicho pueblo, que es el
suyo y la raíz de su hacienda y bienestar.
FR. J. MORENO DE SAN NICOLÁS
(Continuará)
EL NUEVO TEMPLO DE LA ISLA DE PROVIDENCIA
(Conclusión)
Así las cosas, era necesario proceder a la solemne bendición de la nueva Iglesia, para cuyo efecto designóse el 19 de Febrero (1919) como día dedicado a San José.
Fácil es suponer la alegría de los habitantes de esta Isla en presencia de un acontecimiento semejante, alegría que pareció desterrar por algunos instantes el dolor, compañero inseparable de estos pobres desgraciados que, olvidados no pocas veces hasta de sus mismos parientes, aun los más allegados, no tienen otra esperanza que el cielo ni otro consuelo que la religión.
237
Amaneció, por fin, el día tan deseado, y a las siete de la mañana el M. I. Sr. Dr. D. Felipe
S. Jiménez, Deán de la S. I. C. de Maracaibo, con facultad del Ilmo. y Rvdmo. Sr. Obispo,
bendijo el nuevo templo que puso bajo la tutela del Glorioso Patriarca San José, en reconocimiento al beneficio de que ya hicimos mención en otra parte. En la misa solemne ofició el
mismo Sr. Deán, acompañado de los RR. PP. Victoriano de Valladolid, Capuchino, y Fr. Domingo Narro, Agustino Recoleto, como diácono y subdiácono respectivamente, mientras en el
coro, nutrida orquesta interpretaba una solemne misa a cuatro voces. Cantado que fue el santo
Evangelio, el que esto escribe, Capellán y predicador de sus majestades los enfermos leprosos
de la «Isla de Providencia», tuvo el honor de predicar acerca de «La necesidad que tiene el
hombre del templo católico».
Terminado el Santo Sacrificio de la Misa y revestido de pluvial el celebrante, se expuso
Su Divina Majestad, entonándose en acción de gracias al Todopoderoso un solemne «Te
Deum» que el coro interpretó con gusto y afinación. La Hostia Santa, colocada en nueva y
rica custodia, quedó durante todo el día expuesta a la veneración de los fieles que, en coros
bien formados, acudieron a rendirle tributo de alabanzas y homenaje de gratitud.
¡Oh día sobremanera grande y esplendoroso para la Isla de Providencia! Allí, en su nueva
morada está Jesús rodeado de los desgraciados, de los enfermos, de los tullidos, de los oprimidos por el dolor, de los afeados por la más horrible entre todas las enfermedades. Allí, en su
nuevo palacio está Jesús rodeado de los que constituyen su aristocracia, esto es, los aborrecidos del mundo, los segregados de la sociedad, los abandonados de las gentes. Allí, en su nueva morada está Jesús, hacia el cual se dirigen ojos que no perciben ya la luz del día, manos de
las que cayeron uno a uno todos los dedos, corazones que soportan el peso de una desgracia
abrumadora, almas atribuladas y rendidas por la fuerza de la desventura. Y al contemplar
cómo, apoyados muchos de ellos en brazo ajeno, acudían a postrarse a los pies de Jesús,
hecho manjar por amor a los hombres sus hermanos, parecíame estar presente a las conmovedoras escenas de Judea, cuando todos los oprimidos por alguna enfermedad, corrían al encuentro del Mesías. ¡Ah! bien podían
238
clamar en este día como los leprosos del Evangelio: «Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros».
Por mi parte al ver a mis enfermos en tan fervorosa oración a los pies del Médico celestial, no
pude menos de exclamar una y mil veces con las hermanas de Lázaro, María y María: «Señor,
los que amáis están enfermos».
Los actos de la mañana fueron realzados por la presencia de numerosas personas de Maracaibo, encontrándose entre ellas, además de los sacerdotes ya citados, los señores canónigos
Doctoral y Magistral de la S. I. C. de Maracaibo, presbíteros J. M. Paredes y J. A. Sánchez
Acosta, todas las Madres Superioras de Maracaibo con una comisión de Hermanas de cada
casa.
En la solemne función de la tarde, después de rezados el santo Rosario, estación y acto de
expiación al Santísimo Sacramento, el nutrido coro de hermanas de la Caridad de Santa Ana,
bajo cuya dirección se halla el Leprocomio, dejó oír las suaves y arrebatadoras melodías del
«Himno Oficial» del Congreso Eucarístico, cuya «Estrofa», nunca bastante oída, nos llevó a
recordar aquel dichoso día en que España dio pruebas de su profundo y acendrado amor a
Jesús Sacramentado.
Terminado que fue el sublime canto, ocupó la sagrada cátedra el R. P. Domingo Narro,
quien hizo atinadísimas reflexiones sobre el acto que aquel día celebrábamos. La bendición
con el Santísimo que el R. P. Victoriano de Valladolid, asistido por el P. Domingo y quien
suscribe, dio a los fieles, fue el dorado broche que coronó aquel día de imperecederos recuerdos.
FR. JOSÉ CARCELLER DE STO. T. DE V.
A. R.
Isla de Providencia (Venezuela)
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DESPEDIDA
Del Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Santo Tomás de Guayana (Venezuela) correspondiente al mes de Octubre de 1919 tomamos el siguiente suelto:
Hemos recibido una hoja suelta encabezada con este título, y que con gusto insertamos al
pie de la presente crónica. Viene autorizada por las firmas de personas honorables de la sociedad de Aragua de Barcelona, y contiene una franca y espontánea manifestación de cariño y
gratitud a los beneméritos sacerdotes aludidos, quienes, por muchos años, cultivaron con incansable celo evangélico aquella importante heredad del Señor. Dice así la hoja a que nos
referimos:
«Los Reverendos Padres, Fr. Juan Vicente y Fr. Félix Abaurrea, partirán en breve para España, investidos respectivamente con los honoríficos cargos de Rector del
Colegio de Marcilla y Vice-Rector del Colegio de Monteagudo; discernidos por el
Gobierno de la importante Congregación religiosa de Agustinos Recoletos a la cual
se hallan adscritos ambos sacerdotes desde temprana edad.
Aragua, que tuvo la dicha de verlos en su seno, desempeñando a cabalidad la cura de almas parroquial, Vicaría de ella y de numerosas poblaciones inmediatas, por
trece años el primero y por tres el segundo, se siente obligada para con ellos, por la
abundante cosecha de frutos espirituales que alcanzaran, por el fomento del culto religioso logrado bajo su experta dirección y por las obras de progreso que llevaron a
feliz término, tales como la fábrica de nuestro hermoso templo, la construcción de
una casa presbiterial, la adquisición de varias imágenes, provisión de alhajas destinadas al servicio religioso y últimamente la completa instalación de la luz eléctrica en
el sagrado recointo, etc. etc.
Nunca olvidaremos los que tuvimos el honor de haber sido sus feligreses, la entrañable caridad con que persiguieron la edificación de las almas en los rudimentos
de la fe católica, inclinándolas al
240
bien y apartándolas de las extraviadas sendas del error; la rigidez de sus costumbres
y austera disciplina a la orden que les sirve de regla, y sobre todo, la infatigable actividad en la predicación de las verdades cristianas que sirven de base al equilibrio social, de estímulo a la virtud, de freno a las pasiones y de refugio consolador en las
horas de cruel adversidad.
Al dirigirles respetuosamente nuestra cordial despedida, hacemos votos fervientes porque Dios les depare un feliz viaje y porque la madre Patria les acoja con las
consideraciones y especial deferencia a que se han hecho acreedores, por su conducta
ejemplar e intachable que la enaltece y por el exquisito tacto con que han sabido estrechar los vínculos que ligan a nuestra amada Venezuela con la nobilísima Nación
que nos dejó, como herencia inapreciable, su religión, su idioma y sus dotes de
máxima hidalguía.
Aragua de Barcelona, 1.º de agosto de 1919».
NECROLOGÍA
El día 7 de Febrero, a la una de la madrugada, falleció en nuestro Colegio de Marcilla el
R. P. Fr. Saturio Albéniz de San Luis Gonzaga, a causa de un cáncer en el peritoneo, después
de haber recibido los Santos Sacramentos de Penitencia y Extremaunción, no habiendo recibido el santo Viático por impedírselo los continuos vómitos de sangre.
A pesar de su falta de salud durante muchos años, conservó siempre su carácter afable y
bondadoso, con el cual conquistó el cariño de todos cuantos le trataron, dando constantes
ejemplos de resignación cristiana y de observancia religiosa.
R. I. P. A.
TIP. DE SANTA RITA - MONACHIL
Año XI
Abril de 1920
Núm. 118
BOLETÍN
DE LA
PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
DE FILIPINAS
de la Orden de Agustinos Recoletos
SECCIÓN NOFICIAL
A todos los Religiosos de esta nuestra Vicaría Provincial de España:
Después de llegar con felicidad a este nuestro Colegio de Marcilla con fecha
15 del presente mes, nos es grato el enviarles a todos, Superiores y súbditos, un
afectuoso y paternal saludo; declarándoles que este nuestro Colegio de Marcilla
será para nos, como residencia oficial, mientras permanezcamos en España.
Dado que desde 1.º de Octubre del año próximo pasado,
242
estamos en continuo viaje y movimiento con ocasión de la Santa Visita, pensamos descansar aquí hasta pasada la Pascua de Resurrección y reanudarla entonces.
Con la ayuda de Dios, la comenzaremos por este nuestro Colegio de Marcilla con fecha 5 de Abril; a continuación visitaremos Puente la Reina, ambos Colegios de San Millán, Monteagudo y Zaragoza.
Encargamos a todos los Superiores tengan corrientes los libros oficiales,
confieran con los Padres de consulta cuanto de particular es objeto de la Visita,
y de una manera especial recomendamos formen la relación de los Religiosos de
cada Casa, particularizando en los jóvenes sus cualidades físicas, intelectuales y
morales, encargo este hecho por los Capítulos Provinciales últimos, y que ha
sido desatendido, con ser ello asunto de trascendencia para el buen gobierno y
administración de la Provincia.
Circúlese, léase a la Comunidad, cópiese en el libro de su materia y vuelva a
este nuestro Colegio obedecida.
Dios guarde a VV. RR. y CC. muchos años.
Marcilla 10 de Marzo de 1920.—FR. MARCELINO SIMONENA DE S. LUIS
GONZAGA.—Por mandado de N. P. Prior Provincial, FR. JUAN LORENZO DE S.
JOSÉ, Pro-Secretario.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
BULLARIUM ORDINIS NOSTRI
1
(Prosecutio)
175*.-2 Clemens VIII: Ad p. r. m.=Decet Romanum Pontificem…=Ferrariae 22 Octobris
1598.
Concordia inter Augustinianos Calceatos Provinciae Castellae et Discalceatos seu Recollectos eiusdem Provinciae, a Priore Generali Ordinis approbata, auctoritate Apostolica confirmatur.
176*.- Decretum Cardinalium Baronii et Bellarmini ac Bernardini Episcopi Aversani, ex
commissione Clementis PP. VIII, pro meliori Discalceatorum regimine: datum Romae 5 Octobris 1600. Inter alia praecipitur ut unus ex quatuor Definitoribus Provinciae Castellae sit ex
Discalceatis ab istis electus, cui datur facultas acquirendi domos pro Reformatione, admittendi novitios etc. Hoc Decreto «statuitur quod dicti Fratres Discalceati non habeant nec habere
possint curam nec rrgimen Monialum, etiam si sint Discalceatae dictae Reformationis et Instituti». Ubi notandum est quod Discalceati tunc temporis nondum Provinciam efformabant.
177*.- Clemens VIII: Ad Dominicum Sipontinum Apostolicum Nuntium in Regnis Hispaniarum, s. et A. b.=Cum sicut diletus filius…=Romae apud S. Petrum, 24 Martii 1601.
Cum quindecim Vocales ex Discalceatis interesse deberent Capitulo Provinciae Castellae
tunc proxime (2.ª Dominica post Pascha)
1
2
Vid. pag. 202.
Documenta asterisco signata, in libro Funiculus triplex etc., Constitutionibus veteribus apposito, continentur.
244
celebrando, Calceati instant pro renuntiatione ac separatione quatuor conventuum Discalceatorum, quatenus sic isti ad praedictum Capitulum accedere impedirentur. Praesenti Constitutione praefato Nuntio Apostolico datur facultas huiusmodi renuntiationem admittendi; quae
renuntiatio ad quinque conventus se extendit, nempe Matritensem, Talabricensem, Navae
Regiae, de Portillo et Toboso, uti patet ex Brevi Apostolici muneris…, infra adnotando: Discalceatis non amplius Provinciae Castellae sed Priori Generali immediate subiectis remanentibus.
178.- Decretum Sacrae Visitationis Apostolicae sub Clemente PP. VIII, 1 Aprilis 1601. In
Audientia Sanctissimi. Pro Religione S. Augustini.
Praesidens Capituli Provincialis a Priore Generali aut a Vicario Generali Apostolico designatus, sit eiusdem Provinciae in qua Capitulum celebratur. Prohibetur ne ipse Capituli
Praesidens in Provincialem eligi possit; nec Priori Generali liceat Provincialem, Definitorem
vel Discretum designare, sed hi omnes canonice eligi debent. Denique quosnam nunc habere
vocem in Capitulo Generali declaratur.
Huiusmodi Decretum citatur in nostris veteribus Constitutionibus (part. III, cap. X, § VI,
n. 48 in nota; pag. 186), et declaratum fuit per aliud S. C. EE. et RR., 24 Martii 1678.
179.- Clemens VIII: Ad p. r. m.=Quaecumque ad divinum cultum…=Romae apud S. Petrum, 19 Junii 1601.
Conceditur ut Officium et Misa de Beato Joanne a S. Facundo in ecclesia S. Augustini
civitatis Salmanticae celebrentur.
180*.- Clemens VIII: Ad p. r. m.=Apostolici muneris...=Romae apud S. Petrum 11 Februarii 1602.
Conventus Fratrum Recollectorum Discalceatorum a gubernio PP. Calceatorum Castellae
separantur et in Provinciam eriguntur, a Sancto Augustino Fratrum Recollectorum Discalceatorum Hispaniarum nuncupandam, aliaque pro bono illius Provinciae regimine decernuntur.
181.- Clemens VIII: Ad p. r. m.=Beatorum virorum...=Tusculi 15 Octobris 1603.
245
Inseritur Constitutio Quaecumque ad divinum cultum… (19 Junii 1601), atque indultum
celebrandi Officium et Missam de Beato Joanne a S. Facundo ad universum Ordinem extenditur.
182*.- Clemens VIII: Ad f. r. m.=Pastoralis officii…=Tusculis 25 Septembris 1604.
Constitutio data pro Congregatione Augustinianorum Reformatorum seu Discalceatorum
Italiae qua prohibetur in virtute sanctae obedientiae ac sub poena excommunicationis maioris
ne quis habitum Discalceatorum praesumat in Italia gestare nisi sit ex ipsis Discalceatis, vel
Hispaniae aut Galliae.
183.- Clemens VIII: Ad p. r. m.=Quoniam nemo...=Romae 23 Novembris 1604.
Appellationes ad tribunalia saecularia prohibentur atque ordo in illis servandus praescribitur, nempe a Priore ad Provincialem, Generalem, Cardinalem Protectorem aut Viceprotectorem, Sanctam Sedem.
184.- Clemens VIII: Ad p. r. m.=Quoniam nemo…=Romae apud S. Petrum 1 Decembris
1601.
Recurrentes ad principes saeculares aut ecclesiasticos praelatos pro dignitatibus et officiis
obtinendis, utraque voce privantur, et Superiores qui favorum intuitu gratias concedunt, excommunicationis poena plectuntur.
185.- Paulus V: Ad p. r. m.=Romanus Pontifex...=Roma apud S. Petrum 23 Maii 1606.
Indulgentiae Ordinibus regularibus conceduntur, veteribus revocatis.
186.- Paulus V: Ad p. r. m.=Cum certas…=Romae apud S. Marcum 2 Octobris 1606.
Renovatis Indulgentiis Confraternitati Cincturatorum usque tunc concessis, novae conceduntur.
182.- Paulus V: Ad p. r. m.=Admonemur...=Romae apud S. Marcum 4 Julii 1608.
Prohibentur Superiores sub poena excommunicationis gratias concedere intuitu favorum
saecularium; et Fratres qul huiusmodi
246
favores sibi procuraverint, inhabiles ad omnia officia perpetuo declarantur.
188.- Paulus V: Alias dilectus...=16 Julii 1608.
Litterae directae ad Rvmum. Nuntium Apostolicum in Hispania, quibus Provinciae Sancti
Augustini Recollectorum Discalceatorum supressio decernitur.
Hae Litterae citantur in vol. 1.º nostrae Historiae generalis, pag. 437, ac de illis mentio fit
in aliis duobus eiusdem Summi Pontificis Constitutionibus infra adnotandis, videlicet, Alias
postquam felicis recordationis... (23 Januarii 1610), et Sacri Apostolatus... (11 Maii 1616).
Vid. etiam Catalogum Religiosorum nostrae Provinciae Philippinarum, Matriti anno 1906
editum, pag. 43 et 772. Sed tenor Litterarum de quibus sermo, nullibi reperitur.
189*. Paulus V: Alias postquam felicis recordationis…=Romae apud S. Petrum, 23 Januarii 1610.
Pontifex intormatus quod paucorum tantum culpa exstiterit causa suppressionis Provinciae Sancti Augustini Recollectorum Discalceatorum Hispaniae, Provincialem P. Gregorium
(de Alarcón) a S. Catharina in suum officium, ipsamque Provinciam in pristinum statum sed
cum quibusdam restrictionibus restituit.
190.- Paulus V: Ad p. r. m.=Splendor...=Romae 1 Februarii 1611.
Cincturatis confessis et sacra Communione refectis, qui processioni Confraternitatis quarta Dominica cuiusvis mensis assistant et preces pro exaltatione sanctae Matris Ecclesiae fuderint, Indulgentia plenaria conceditur.
191*.- Litterae Cardinalis Saulii totius Ordinis Erem. S. P. N. Augustini Protectoris, 30
Maii 1611, quibus, de auctoritate Pauli V, Discalceatis Augustinianis Hispaniae datur facultas
aperiendi novitiatum in civitatibus Valentiae ac Caesaraugustae, ob difficultates quibus aliqui
adspirantes praepediebantur quominus Matritum aut Vallisoletum adirent habitum rccepturi.
192.- Declaratio S. C. EE. et RR., 30 Aprilis 1613, sub Paulo V.
247
Quod Augustiniani Calceati possunt transire ad Discalceatos petita licet non obtenta suorum Priorum licentia.
193.- Paulus V: Dilecto filio nobili viro Comiti de Salinas.=Jam Nobis...=Romae apud S.
Mariam Maiorem 17 Julii 1613.
Pontifex, acceptis praefati Comitis litteris quibus Augustiniani DiscaIceati valde commendabantur, gratulatur de electione Provincials: Comitem laudat ob studium quo illam Religiosam Congregationem prosequitur, et suum erga eamdem affectum his verbis exprimit:
«Ordo Discalceatorum Augustinianorum Nobis commendatus erit».
194*.- Cardinalis Saulii declaratio ex commissione Pauli V, 12 Octobris 1613.
Quod Augustiniani Discalceati sint veri Sancti Augustini fiIii, et Sodalitia Corrigiatorum
in eorum ecclesiis erigere possint cum omnibus Indulgentiis, privilegiis etc.
195.- Paulus V: Ad p. r. m.=Pastoralis...=Romae apud S. Petrum 16 Maii 1614.
Quaedam praescribuntur circa modum faciendi scrutinium in electionibus, pro tuenda
suffragii libertate.
196.- Pau!us V: Ad p. r. m.=Nuper a Nobis...=Romae apud S. Mariam Maiorem 14 Julii
1614.
Inseritur ac declaratur Constitutio Patoralis... (16 Maii 1614) de modo procedendi in
electionibus.
197*.- PauIus V: Ad p. r. m.=Ad uberes...=Romae apud S. Mariam Maiorem 14 Augusti
1614.
Conceditur facultas construendi sive fundandi novos Conventus seu domos Regulares,
servata tamen forma Constitutionis Clementis VIII.
198.- Paulus V: Ad p. r. m.=Provisionis nostrae...=Romae apud S. Mariam Maiorem 27
Novembris 1614.
Continet duas Cotistitutiones Clementis VIII, nempe De prospero... (5 Julii 1593) circa
institutionem duorum Assistentium Generalium,
248
et Quaecumque a Nobis… (27 Aprilis 1598) de eorumdem officio ac praerogativis.
Circa hanc rem exstant etiam haec, documenta: 1.º Decretum Cardinalis Saulii, Ordinis
Protectoris, 9 Nov. 1593. 2.º Decretum Capituli Generalis anni 1602. 3.º Sententia lata a praefato Cardinali, auctoritate Gregorii PP. XV, in favorem Assistentium Generalium, die 7 Junii
1621. Huiusmodi documenta continentur in Bullario Ordinis Eremitarum S. Augustini, ab
Empoli edito Romae anno 1628.
199*.- Cardinalis Saulii testiminium, 10 Martii 1615, concessionis factae a Paulo PP. V
pro novitiatus erectione in Conventibus Granatensi et Talabricensi: ubi notatur quod pro admissione ad novitiatum iam habebantur Convetus Matriti, Vallisoleti, Valentiae et Cesaraugustae.
200*.- Paulus V: Ad p. r. m.=Pastoralis officii ratis…=Romae apud S. Petrum, 20 Martii
1615.
Ne ullus Reformatorum seu Discalceatorum Ord. S. Augustini transire valeat ad aliam
Provinciam aut Congregationem S. Augustini vel cuiusvis alterius Religionis praeterquam
Carthusianorum.
NOTA.- In 2.º vol. Historiae Generalis Angustinianorum Discalceatorum Congregationis
Hispaniae et Indiarum, pag. 131, citatur Breve Pauli V, Exponi Nobis nuper fecit… (8 Martii
1616), confirmatorium quarumdam Litterarum Revmi. P. Prioris Generalis Fr. Nicolai Grovanetti de Sancto Angelo in favorem Discalceatorum in Novo Regno Granatensi existentium.
Sed non absque fundamento de huiusmodi Brevis authenticitate dubitatur. In primis nullam de
illo mentionem facit P. Andreas a S. Nicolao in suo lib. Funiculus triplex etc. Deinde iuxta
Historiam (loc. cit.) datum fuit eadem die qua Litterae Revmi. Prioris Generalis et in earumdem confirmationem, quod non satis verisimile videtur. Praeterea, paucos post annos (1629),
in relatione a Priore Generali data Sacrae Gongrogationi de statu Conventuum Terrae-Firmae,
conqueritur ille quod PP. Observantes qui ibi degebant, exsecutioni mandare noluerint ordinationes a praefato Priore Generali P. Nicolao de Sancto Angelo datas anno 1616. Jam vero si
huiusmodi
249
ordinationes Brevi Apostolico roboratae fuissent, aliquam saltem de illo insinuationem fecisset. Ceterum praetensum Breve Pauli V abunde suppletur per aliud ab Urbano PP. VIII datum
die 16 Julii 1629, Universalis Ecclesiae…, infra referendum, vi cuius Conventus Terre-Firmae, sub cura et gubernio PP. Calceatorum manentes, Congregationi Excalceatorum Hispaniae et Indiarum incorporantur.
201*.- Paulus V: Ad p. r. m.=Sacri Apostolatus…=Romae apud S. Petrum, 11 Maii 1616.
Provincia Discalceatorum S. Augustini, per Breve Alias postquam felicis recordationis…
(23 Januarii 1610) iam restabilita cum quibusdam tamen restrictionibus, in suum primaevum
statum quo a Clemente PP. VIII per Constitutionem Apostolici muneris... (11 Febr. 1602)
constituta fuerat, absque ulla restrictione, restituitur.
202*.- Paulus V: Ad p. r. m.=Ad uberes...=Romae apud S. Mariam Maiorem 18 Maii
1619.
Facultas sex novos Conventus erigendi.
203.- Paulus V: Ad p. r. m.=In supremo...=Romae apud S. Mariam Maiorem 24 Septembris 1619.
Divus Thomas a Villanova Beatus nuncupatur, et Officium ac Missam de eodem celebrari die 18 Septembris, regno Valentiae conceditur.
204*.- Paulus V: Ad p. r. m.=Exponi Nobis...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 9 Decembris 1620.
Permittitur translatio Collegii Oscensis, distantia trecentarum cannarum non servata.
205.- Gregorius XV: Ad p. r. m.=Alias a felicis recordationis...=Romae 14 Maii 1621.
Constitutio Pauli V, In supremo...=(24 Sep. 1619) pro Officio et Missa de Beato Thoma a
Villanova celebrandis, ad universum Ordinem extenditur.
206.- Gregorius XV: Ad p. r. m.=Inuncti Nobis...=Romae 3 Junii 1621.
250
Indulgentiae et privilegia Archiconfraternitati Cinturatorum S. Augustini et S. Monicae
sub invocatione Beatae Mariae de Consolatione in ecclesia S. Jacobi Bononiensis erectae,
concessa confirmantuur.
207*.- Gregorius XV: Ad p. r. m.=Militantis Ecclesiae...=Romae apud S. Petrum 5 Junii
1621.
Provinciam Sancti Augustini Recollectorum nuncpatam, in Congregationem quatuor Provincias continentem per unum illius Vicarium Generalem regendam et gubernandam, erigi
conceditur.
208.- Decretum Cardinalis Saulii, sub Gregorio PP. XV, 9 Junii 1621, quo indicitur celebratio Capituli Generalis, et Praeses designatur R. P. Gabriel a Conceptione, qui munus Procuratoris Generalis penes Romanam Curiam tunc gerebat.
209*.- Gregorius XV: Ad p. r. m.=Exponi Nobis...=Romae apud S. Mariam Maiorem 15
Junii 1621.
Domum toletanam in loco insalubris aëris sitam, intra civitatem transferendi datur facultas, etiam non servata cannarum debita distantia.
210*.- Gregorius XV: Ad p. r. m.=Alias a felicis...= Romae apud S. Petrum, 5 Januarii
1622.
Confirmatur Breve Pauli V (20 Maii 1616), et arctius prohibetur transitus ad aliam quamcumque religionem.
211*.- Gregorius XV: Ad p. r. m.=Ad Sacram Beati Petri...=Romae apud S. Mariam Maiorern 31 Augusti 1622.
Approbatur et confirmatur erectio Congregationis in quatuor Provincias iam divisae, et
aliqua statuta in primo eiusdem Capitulo Generali facta, apostolicae auctoritatis firmitate roborantur.
Haec Constitutio in aliquibus reformata fuit per aliam Urbani VIII, Exponi Nobis..., 15
Dec. 1635.
212*.- Gregorius XV: Dilecto filio Officiali Toletano, s. et A. b.=Justis petentium...=
Tusculi 5 Octobris 1622.
Permutatur ultima quedam voluntas ad Conventus de Maqueda fundationem.
251
213*.- Decretum a S. C. EE. et RR. datum anno 1587, quod incipit Quoniam nonnulli
Regulares, et quo prohibetur aditus ad Romanam Curiam nisi servata forma ibidem praescripta, ad instantiam Procuratoris Generalis Fratrum Discalceatorum Sanci Augustini Congregationis Hispaniarum et Indiarum, ut in eadem Congregatione stricte observetur, denuo, die 14
Octobris 1622, promulgatur.
214*.- Gregorius XV: Ad p. r. m.=Quoniam nemo…=Romae apud S. Petrum 23 Decembris 1622.
Via ambitus, mediis extraneorum favoribus, omnino interdicitur et praecluditur.
215*.- Sacrae Congregationis Concilii, sub Gregorio XV, die 10 Aprilis 1623.
Declaratio cuiusdam dubii super quinquenium, in nullitate professionum.
216*.- Decretum Cardinalis Saulii, sub Gregorio XV. 22 Maii 1623, quo duae Constitutiones annullantur, nimirum circa electiones ad officia generalia et provincialia in Capitulis
Generalibus.
217*.- Urbanus VIII=Exponi Nobis...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 8 Julii 1624.
Litterae directae ad Archiepiscopum Valentinum pro domo Sancti Vincentii, Valentiae,
Conventui Sanctae Monicae eiusdem civitatis aggreganda.
218.- Urbanus VIII: Ad f. r. m.=Domini nostri…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 14
Augusti 1624.
Officium et Missa de Communi Virginum cum oratione propria in honorem Beatae Clarae de Monte Falco universo Oidini conceduntur.
219*.- Urbanus VIII: Ad p. r. m=Ut ea…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 24 Novembris 1625.
Quod Provinciae Discalceatorum Hispaniae, nomine et vice Congregationis tantum, ad
Capitulum Generale totius Ordinis concurrere possint.
252
220.- Sacrae Congregationis de Propaganda Fide sub Urbano PP. VIII.
Litterae d. d. 17 Martii 1626, per quas mittitur P. Fr. Rodericus a S. Michaële, Ordinis
Augustinianorum Discalceatorum, cum sociis sibi a Vicario Generali Hispaniarum assignandis, ad praedicandum Evangelium in regno Oessae Indiarum Orientalium.
221.- Urbanus VIII: Ad p. r. m.=In supremo…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 2 Octobris 1627.
Ad preces Priorissae et Monialium monasterii Beatae Ritae a Cassia, Spoletanae Dioecesis, conceditur ut de eadem Beata ab omnibus utriusque sexus Ordinis religiosis in tota praefata Dioecesi, Officium et Missa de Communi nec Virginis nec Martyris juxta rubricas Breviarii
ac Missalis Romani et Breviarium ipsius Ordinis a Sede Apostolica approbatum, recitari et
celebrari possint.
222.- Urbanus VIII: Ad p. r. m.=Nuper pro parte...=Romae 4 Februarii 1628.
Indultum Officii et Missae de Beata Rita a Cassia (de quo in Brevi In supremo..., 2 Oct.
1627) ad omnes Presbyteros saeculares ad ecclesias Ordinis in Dioecesi Spoletana confluentes, extenditur.
223*.- Urbanus VIII; Ad p. r. m.=Ex iniuncti…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 21 Julii 1628.
Litterae istae datae sunt pro Congregatione Reformatorum Dscalceatorum GalIiae, et per
eas Revmus. P. Prior Generalis et Fratres dictae Congregationis super eiusdem regimine concordantur. Ubi, inter alia poena excommunicationis imponitur asserentibus quod praedicta
Congregatio non sit Ordinis Eremitarum Sancti Augustini.
224*.- Urbanus VIII: Ad p. r. m.=Universalis Ecclesiae...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 16 Julii 1629.
Conventus Terre-Firmae in Indiis Occidentalibus sub cura et gubernio PP. Calceatorum
existentes, videlicet, Beatae Mariae de Candelaria ac Sanctae Crucis de la Popa in Provincia
Novi Regni Granatensis, necnon Sancti Josephi de Panamá, Congregationi Discalceatorum
Hispaniae uniuntur et subduntur.
253
225.- Sacrae Congregationis de Propaganda Fide sub Urbano PP. VIII.
Decretum, d. d. 7 Augusti 1629, quo P. Fr. Alphonsus de Cruce, Ordinis Discalceatorum
S. Augustini, mittitur cum duodecim sociis per Definitorium Provinciae vel per Vicarium Generalem sibi assignandis, ad praedicandum Evangelium in Provincia Urabá et convicinis. Litterae patentes datae sunt die 17.ª Augusti; facultates, 6.ª Septembris eiusdem anni 1629.
226*.- Urbanus VIII: Ad f. r. m.=Cum sicut dilectus…=Romae apud S. Mariam Maiorem
9 Julii 1633.
Fratres nostri in Philippinis et Indiis Occidentalibus degentes, interstitiis minime servatis,
ac etiam extra Tempora, sacris initiari possunt.
227*.- Urbanus VIII: Ad f. r. m.=Exponi Nobis nuper…Romae apud S. Petrum Januarii
1634.
Mutatio Capitulorum provincialium, pro meliori regimine Congregationis, confirmatur.
228*.- Urbanus VIII: Ad p. r. m.=Exponi Nobis nuper...=Romae apud S. Petrum, 15 Decembris 1635.
Constitutionis Gregorii PP. XV Ad Sacram Beati Petri... (31 Augusti 1622), reformatio.
229*.- Urbanus VIII: Ad p. r. m.=Divinae Maiestatis...Romae apud S. Mariam Maiorem,
9 Augusti 1641.
Approbantur et confirmantur Constitutiones; ac alia in favorem Discalceatorum statuuntur.
Constitutio haec data fuit pro Congregatione Galliae, et inter alia notatu digna, statuit excommunicationis poenam contra asserentes praedictam Congregationem non esse Ordinis
Eremitarum S. Augustini, et concedit ut imagines Sanctorum P. N. Augustini, Nicolai de Tolentino et aliorum eiusdem Ordinis, in habitu Reformationis Discalceatorum imprimi et depingi possint, iuxta Ecclesiae et aliorum Ordinum Reformatorum laudabilem consuetudinem.
230.- Urbanus VIII: Ad f. r. m.=Conservationi...=Romae apud S. Petrum, 6 Februarii
1643.
254
Prohibitio extraendi libros ex bibliothecis domorum regularium totius Ordinis Eremitarum Sancti Augustini Discalceatorum.
231*.- Urbanus VIII: Ad f. r. m.=Exponi Nobis nuper...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 18 Julii 1643.
Statuta quaedam Capituli Generalis anni 1642, nempe circa non admittendas dignitates,
circa electionem Definitorum Generalium et Additorum eorumdem, ac circa Definitores et
Discretos ad Capitulum Generale Congregationis mittendos, confirmantur.
232.- Decretum S. C. EE. et RR., d. d. 2 Septembris 1645 sub Innocentio PP. X.
Quod Discalceati sint veri filii S. Augustini et gaudeant omnibus privilegiis Mendicantium et quibus gaudent Calceati.
233.- Innocentius X: Ad p. r. m.=Iniuncti Nobis...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 23
Februarii 1647.
Ne consanguinei vel affines in primo aut secundo gradu in eodem Capitulo vocem habeant.
Haec Constitutio continetur in alia Innocentii XI, incipiente Dudum felicis... (13 Septembris 1680).
234.=Innocentius X: Ad p. r, m.=Romanus Pontifex...=Romae apud S. Mariam Maiorem
13 Aprilis 1617.
Dirimit in favorem Augustinianorum quaestionem circa praecedentiam ipsos inter ac Fratres Minores de Observantia, loci Vinaroz.
235.=Innocentius X: Ad p. r. m.=Cum in ecclesia...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 20
Aprilis 1650.
Conceduntur Indulgentiae Confraternitati Jesus Nazareni, in ecclesia nostri Conventus de
Manila canonice institutae.
236*.- Decretum S. C. EE. et RR., Ad compescendam…= 11 Augusti 1651.
Renovatur etiam in favorem Augustinianorum Discalceatorum Hispaniae declaratio alias
(2 Septembris 1645) ab eadem Sacra Congregatione data, quod Discalceati sint veri Sancti
Augustini filii, eorumque Congregationes gaudeant omnibus privilegiis quibus Calceati ilIorumque religio gaudent; poena excommunicationis niaionis conirariuni asserentibus imposita.
255
237*. Alexander VII: Ad p. r. m.=Ea, quae…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 4 Maii
1656.
Statutum Capituli Generalis nostrae Congregationis anno 1654 celebrati, quo consanguinei in primo et secundo gradu prohibentur in eisdem Capitulis vocem simul habere, confirmatur. Ubi notandurn est quod etsi ex Constitutione Innocentil X, Iniuncti Nobis... (23 Februarii
1647) huiusmodi prohibitio iam existeret pro Ordine Eremitarum Sancti Augustini, cum tamen nostra Congregatio proprias Constitutiones haberet ideoque ad generales Ordinis Eremitarum Calceatorum non teneretur (prouti expresse notatur in Brevi Innocentii XI, Dudum felicis..., 13 Sep. 1680, infra recensendo), opus fuit ut prohibitionem de qua agitur, propriam sibi
faceret nostra Discalceatorum Congregatio: unde praedictum statutum eiusque confirmatio.
Quod non raro evenit in aliis, tum disciplinam regularem, tum gubernium spectantibus.
238.- Alexander VII: Ad p. r. m.=Sanctissimum Regem...=Romae apud S. Petrum, 1 Novembris 1658.
Bulla Canonizationis S. Thomae a Villanova; de quo inter alia asseritur quod munia Prioris, Visitatoris, Definitoris Provincialis «iis vitae ac morum exemplis obivit, eoque zelo labefactatam regularis disciplinae integritatem restituit, ut numero Reformatorum Ordinis adscribi
promeruerit».
239.- Decretum S. R. C., 19 Julii 1659, sub Alexandro PP. VII.
Festum S. Thomae a Villanova ad ritum duplicis 2æ classis cum octava evehitur.
240*.- Alexander VII: Ad f. r. m.=Ecclesiae Catholicae...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 23 Februarii 1660Inter quatuor Provincias (nempe Beatae Mariae Virginis de Columna, Aragoniae; Sancti
Augustini, Castellae; Sancti Thomae a Villanova, Boeticae; et Sancti Nicolai Tolentinatis,
Insularum Philippinarum) officii Vicarii Generalatus alternativa electio stabilitur.
241*.- Alexander VII: Ad f. r. m.=Nuper emanavit...=Romae apud S. Mariam Maiorem,
5 Augusti 1660.
Religiosis ex Europa ad Philippinas Insulas tendentibus, iterque
256
rectum malitiose retardantibus poenae utriusque vocis amissionis et inhabilitatis perpetuae ad
officia Religionis statuuntur.
242.- Alexander VII: Ad p. r. m.=Admonet Nos…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 1
Julii 1661.
Continet Constitutiones Clementis VIII, Quoniam nemo… (1 Dec. 1604) et Pauli V, Admonemur... (4 Julii 1608), contra ambientes dignitates et officia, necnon contra recurrentes ad
saeculares pro iis obtinendis.
243*.- Decretum S. C. EE. et RR., 21 Aprilis 1663, de mandato Alexandri PP. VII; quo
declaratur Assistentes Generales Ord. Erem. S. Augustini nullum habere ius interessendi Visitationi Congregationis Discalceatorum, ad normam Constitutionis PauIi V, Sacri Apostolatus... (11 Maii 1616) et non obstantibus Constitutionibus Clementis VIII, 5 Julii 1593 et 27
Aprilis 1598, de institutione et officio PP. Asistentium Generalium.
244.- Sacrae Congregationis EE. et RR. decisio, 20 Aprilis 1668, circa confirmationem
erectionis Provinciae Beatae Mariae Virginis de Candelaria et durationem ad quadriennium
officii Provincialatus.
Capitulum Generale, anno 1660 celebratum, in Provinciam erexit Commissariatum B. M.
V. de Candelaria, et subsequens Capitulum Generale, anno 1666, decrevit ut a Sancta Sede
impetraretur Breve confirmatorium dictae erectionis, cum declaratione quod Capitula Provincialia memoratae Provinciae singulo quoque quadriennio celebrarentur, eo fine ut Prior Provincialis Conventus suae ditionis tempore sui officii bis visitare posset (Chron., vol. III, n.
215). Jam vero precibus a R. P. Procuratore Generali adhibitis, Sacra Cong. EE. et RR. «censuit (si Ssmo. Dno. Nostro placuerit) posse per Litteras Apostolicas in forma Brevis petitam
confirmationem praenarratae erectionis in Provinciam, eiusque provincialatus munus per quadriennium perdurare debere, oratoribus concedi, non obstantibus, etc. Romae 20 Aprilis
1668». De huiusmodi Brevis existentia, etsi illius exemplar aliquod nullibi reperiri potuerit,
non est ambigendum: constat enim ex libro primo Capitulorum Provinciae Candelariae quod,
circa medietatem Junii 1669, ad Priorem Provincialem pervenerint litterae patentes Rmi. P.
Vicarii Generalis
257
Fr. Rochi a Sancta Monica, quibus Pontificium diploma circa quadriennium transmittebatur.
Itaque lex Quadriennii inviolabiliter servata fuit in Colombia, uti constat ex quatuor libris
Capitulorum provincialium in archivo illius Provinciae existentibus.
245.- Clemens X: Ad f. r. m.=Alias emanavit...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 28
Jaunarii 1671.
Subiectio monasterii Conceptionis B. M. V., Ulyssiponensis, Excalceatorum Lusitaniae,
nostrae Congregationi Hispaniae, irrita declaratur, ipsique Excalceati novos Conventus in
Lusitania erigere prohibentur.
246.- Clemens X: Ad f. r. m.=Ex injuncto…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 27 Februarii 1671.
Discalceatis Hispaniae nullum ius competere in monasterium Conceptionis B. M. V.
Ulyssiponensis denuo declaratur.
247.- Clemens X: Ad p. r. m.=Unigeniti Dei Filii...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 18
Decembris 1671.
Christifidelibus vere poenitentibus, confessis ac sacra communione refectis, qui aliquam
ex ecclesiis tam Fratrum etiam Excalceatorum quam Monialium Ord. S. Augustini et ibi pias
preces fuderint in festis SS. Augustini, Monicae, Nicolai Tolentinatis, Thomae de Villanova,
et die 13 Novembris, Sanctis omnibus Ordinis sacro, Induigentia plenaria conceditur.
248.- Clemens X: Ad p. r. m.=Ex iniuncto...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 6 Augusti
1672.
Visitantibus ecclesias Ordinis in festivitate Ssmi. Nominis B. M. V., die 20 Octobris, indulgentia plenaria in forma consueta conceditur.
249.- Clemens X: Ad p. r. m.=Ex iniuncto...=Romae apud S. Mariam Maiorem 28 Aprilis
1673.
Ut omnes ac singuli Ordinis Patres, Fratres et Moniales quarumcumque Provinciarum,
Congregationum, Conventuum et Monasteriorum, etiam Observantium et Excalceatorum,
Breviario ac Missail auctoritate Rvmi. P. Prioris Generalis editis uti teneantur.
258
250.- Clemens X: Ad p. r. m.=Cum sicut accepimus…=Romae apud S. Mariam Maiorem,
3 Martii 1674.
Fratres Excalceatos Ordinis Eremitarum Sancti Augustini esse eiusdem Sancti Patris veros filios, ideoque eos eorumque Congregationes gaudere omnibus privilegiis quibus Calceati
eiusdem Ordinis gaudent.=Summus Pontifex, motu proprio, duo Decreta a S. C. EE. et RR.
emanata, nempe die 7.ª Februarii 1673, et 11.ª Augusti 1651, et alia documenta huc spectantia, confirmat.
251.- Clemens X: Ad p. r. m.=Sollicitudo Pastoralis...=Romae apud S. Mariam Maiorem,
27 Martii 1675.
Decem Conventus Augustinianorum Discalceatorum in regno Portugalliae existentes, in
Congregationem eriguntur, ab Inmaculata Conceptione B. M. V. nuncupandam, et Constitutionibus Discalceatorum S. Augustini Congregationis Italiae gubernandam.
252.- Clemens X: Ad p. r. m.=Ex inuncto...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 27 Martii
1675.
Confirmatiois et novae concessionis Indulgentiarum Archiconfraternitati Cincturatorum,
Bononiae in ecclesia S. Jacobi erectae.
253.- Declaratio a S. C. EE. et RR. sub Innocentio PP. XI, die 24 Martii 1678 emanata,
Decreti Sacrae Visitationis Apostolicae (1 Aprilis 1601), praesertim circa electionem Definitoris et Dscreti pro Capitulo Generali.
Huiusmodi declaratio etsi prima facie ad nostrum Ordinem non esse referenda videatur
cum illi ocassionem dederit interpretatio Constitutionum Ordinis Eremitarum S. Augustini,
quae utique eo tempore, nempe anno 1678, norma iuris non erant nobis proprias Constitutiones habentibus (uti patet ex Brevi Innocentii PP. XI, Dudum felicis..., 13 Sep. 1680) tamen
cum non agatur de nova lege sed de mera declaratione legis iam existentis et penes nos vigentis ut pote usu saltem receptae uti constat ex nota apposita § VI, cap. X, part. III (pag. 186)
nostrarum veterum Constitutionum, talis declaratio videtur etiam nostri peculiaris iuris aestimanda, ideoque in notro Bullario, aut saltem in praesenti eiusdem indice, minime praetermittenda.
259
254.- Declaratio et sententia S. C. EE. et RR. sub Innocentio PP. XI, die 30 Septembris
1678, in causa Augustinianorum.
Quod Discalceatis non liceat aggregare Confraternitates Cincturatorum Archiconfraternitati Bononiae, sed tantum eas in proprils ecclesiis erigere.
255.- Innocentius XI: Ad p. r. m.=Alias emanavit...=Romae apud S. Petrum, 22 Junii
1679.
Ad preces Rmi. Prioris Generalis Ord. Erem. S. Augustini, confirmatur declaratio et sententia S. C. EE. et RR., 30 Septembris 1678 quoad aggregationes Confraternitatum Cincturatorum Archiconfraternitati Bononiae.
256.- Decretum Sacrae Rituum Congregationis sub Innocentio PP. XI, 25 Novembris
1679.
De mandato praefati Summi Pontificis suspenditur quoddam, praetensum, Decretum eiusdem S. R. C., 19 Decembris 1637, quo Imagies Sanctorum Ordinis in habitu reformato depictae aut sculptae abolebantur.
257.- Innocentius XI: Ad f. r. m.=Exponi Nobis...=Romae apud S. Petrum, 5 Julii 1680.
Decretum S. C. EE. et RR. (30 Sept. 1678) quo definitum fuit solum Priorem Generalem
Eremitarum S. Augustini habere ius aggregandi ad Archiconfraterniatem Cincturatorum, Vicarios vero Generales in propriis ecclesiis tantum Confraternitates Corrigiatorum erigere posse, denuo confirmatur.
258.- Innocentius XI: Ad p. r. m.=Dudum felicis...=Romae apud S. Mariarn Maiorem 13
Septembris 1680.
Ad preces Rmi. P. Vicarii Generalis extenditur ad Congregationem Hispaniae et Indiarum
Decretum ab Andrea Fivizzano quondam Ordinis Priore Generali editum et ab Innocentio PP.
X per Constitutionem Iniuncti Nobis..., 23 Fehruarii 1617, confirmatum, de consanguineis et
affinibus in 1.º et 2.º gradu in eisdem Capitulis et Definitoriis non admittendis.=Hic notandum
venit: 1.º Quod Constitutio Alexandri VII, Ea quae..., Maii 1656, de consanguineis tantum,
non vero de affinibus loquitur. 2.º Praesentem
260
Constitutionem ideo imperatam fuisse quod nostra Congregatio Discalceatorum ad observantiam Constitutionum Calceatorum minime teneretur, uti in ipsis Apostolicis Litteris fusius
explicatur.
259.- Innocentius XI: Ad f. r. m.=Nuper pro parte...=Romae apud S. Petrum 26 Aprilis
1681.
Pro fundatione Conventus in oppido Campillo de Altobuey, dioecesis Conchensis, non
obstante oppositione Fratrum Minorum de Observantia seu Discalceatorum nuncupatorum,
loci de Hinojosa, ad novem milliaria distantis.
260.- Alexander VIII: Ad p. r. m.=Redemptoris…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 29
Novembris 1690.
Christifidelibus confessis et sacra Communione refectis qui ecclesias Ordinis in festo S.
Joannis a S. Facundo visitaverint, Indulgentia plenaria conceditur.
261.- Innocentius XII: Ad p. r. m.=Rationi congruit...=Romae apud S. Petrum, 15 Julii
1691.
Promulgatur Canonizatio S. Joannis a Sancto Facundo peracta ab Alexandro PP. VIII die
16 Octobris 1690. In hac Constitutione asseritur quod Servus Dei a Clemente PP. VIII, die 19
Junii 1601, Beatorum catalogo adscriptos fuerat.
262.- Decretum Cardinalis Protectoris Altieri, sub Innocentio PP. XII, 10 Augusti 1691,
quo P. Josephus a Spiritu Sancto, Visitator et Provicarius nostrae Congregationis nominator.
(Continetur in alio eiusdem Cardinalis, 12 Aprilis 1692, infra recensendo).
263.- Decretum S. R. C. sub Innocentio PP. XII, 13 Decembris 1691.
Festum S. Joannis a S. Facundo ad ritum duplicis 2ae classis cum octava evehitur.
264.- Decretum Card. Protectoris Altieri, sub Innocentio XII, 12 Aprilis 1692, quo P. Simon a S. Augustino Visitator nostrae Congregationis constituitur.
265.- Innocentius XII: Coelestium munerum...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 21 Julii
1693.
261
Conceditur Benedictio Apostolica cum Indulgentia plenaria Augustinianis operam daturis
Missionibus, necnon Christifidelibus ad quos mittantur.
266.=Decretum S. C. EE. et RR. sub Innocentio PP. XII, 10 Martii 1695, confirmatorium
Capituli Generalis anno 1694 celebrati, quod a nonnullis uti invalidum habebatur.
267.- lnnocentius XII: Ad f. r. m.=Exponi Nobis...=Romae apud S. Mariam Maiorem, 10
Aprilis 1695.
Continet confirmationem Capituli Generalis Congregationis anno 1694 celebrati.
268.- Decretum S. R. C. sub Innocentio PP. XII, 23 Januarii 1700.
Per viam extensionis conceditur Fratribus Ord. S. Augustini Excalceatis Hispaniae et Italiae indultum Patribus CarmeIitis Excalceatis alias concessum, recitandi Officium et celebrandi Misam de Patrocinio S. Josephi in tertia Dominica post Pascha.
FR. F. S. A V. C.
O. E. R. S. A.
(Prosequetur)
ADDENDA ET CORRIGENDA.- Ob nimiam in typis excudendis festinationem omissum est
summarium Constitutionis Bonifacii VIII, Exhibita nuper... (Laterani 15 Januarii 1300) supra,
sub num. 88, recensitae. Est autem huiusmodi: «Non obstante oppositione Fratrum Minorum
propter distantiam minorem centum quadraginta cannis ab eorumdem conventu, rata habetur
aedificatio conventus Castri novi Quidelingborch Ord. Erem. S. P. N. Augustini in dioecesi
Alberstadensi».
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
SECCIÓN CANÓNICA
SAGRADA PENITENCIARÍA APOSTÓLICA
El Sumo Pontífice Benedicto XV, por rescripto de la Sagrada Penitenciaría, se ha dignado conceder, para siete años, a todos los socios de la «Liga santa de víctimas del Sagrado Corazón de Jesús» indulgencia plenaria aplicable a los fieles difuntos en el día en que hagan el
ejercicio de la Hora Santa, conforme a la norma aprobada por el Rmo. Ordinario, si confesados y comulgados visitaren una iglesia u oratorio público y oraren allí por las intenciones del
Sumo Pontífice.
SAGRADA CONGREGACIÓN DE RELIGIOSOS
Duda acerca de la profesión de los religiosos legos
en las Órdenes regulares
Decíamos en el BOLETÍN del mes de Marzo, anotando la reciente declaración de la Sagrada Congregación de Religiosos dada en 1.º de Agosto de 1919 por la que se determinaba estar
vigente el Decreto Inter reliquas sobre los religiosos adscritos al servicio militar, que en dos
cosas nos parecía, no obstante, quedar derogado dicho Decreto, y eran:
1) Respecto a la diferencia que se hace en los artículos I, II y VI entre los regulares y los
religiosos de Congregaciones o Institutos de votos simples, por razón de que en las religiones
de votos
263
solemnes los artículos I y VI suponían, dada la disciplina entonces vigente, que los religiosos
emitían después del noviciado votos simples perpetuos ex parte voventis, que no cesaban al
empezar el servicio militar activo; mientras que para los religiosos de Congregaciones o Institutos los artículos II y VI prescribían la emisión de votos temporales valederos sólo hasta el
tiempo del servicio militar, empezado el cual cesaban. Como, atendido el can. 574, en todas
las religiones, aun de votos solemnes, después del noviciado se han de emitir votos temporales, desaparece el fundamento que existía para establecer la distinción mencionada de los artículos I, II y VI del Decreto Inter reliquas. Esta derogación parece desprenderse de la declaración citada al prescribirse en ella sin distinción de religiones, que después del bienio se emitan
votos temporales valederos hasta el servicio militar;
2) Respecto a la edad exigida por el Decreto Sacrosancta Dei Ecclesia a que alude el Inter reliquas para la primera y segunda profesión de los legos en las órdenes regulares, y al
tiempo en que habían de permanecer con votos simples antes de la profesión solemne; exigíase para la primera veintiún años cumplidos, o sea, veintidós incoados; y para la última treinta
cumplidos, además del sexenio de votos simples. Fundándonos en las prescripciones del
Código decíamos que los cánones 573 y 574 comprendían también a estos religiosos, y, por
tanto, que se les podía admitir a la primera y segunda profesión en la edad determinada por el
Código para todos los demás.
La derogación del Decreto Inter reliquas respecto a este segundo punto acaba de ser confirmada por la misma Sagrada Congregación en la siguiente declaración:
Duda acerca de la profesión religiosa de los legos
en las Órdenes regulares
Se ha propuesto a esta Sagrada Congregación de Religiosos la siguiente duda:
«Si los religiosos legos o conversos en las Órdenes regulares, que ya emitieron
votos simples antes del día 9 de mayo de 1918, según la norma del Decreto Sacrosancta Dei Ecclesia del 1 de
264
enero de 1911, deben emitir los votos solemnes conforme a las prescripciones de dicho Decreto, a saber, terminado el sexenio de votos simples y cumplido el trigésimo
año de edad, o más bien según la norma de los cánones 573 y 574 del Código de Derecho Canónico, es decir, terminado el trienio de votos simples y cumplidos los veintiún años de edad».
La misma Sagrada Congregación, considerado maduramente el asunto, juzgó que se había de responder como responde:
Negativamente a la primera parte, afirmativamente a la segunda.
Y Nuestro Santísimo Señor Benedicto Papa XV, en la audiencia benignamente
concedida al infrascrito Secretario, se dignó aprobar la susodicha respuesta. No obstando cualquier cosa en contrario.
Dado en Roma, día 6 de octubre de 1919.- L. ✣ S.- MAURO M. SERAFINI, Ab. O.
S. B., Secretario.
La respuesta dada, aunque se refiere a los legos que ya habían emitido sus votos simples
perpetuos antes de entrar en vigor el Código, se aplica con mayor razón a los que rigiendo ya
éste deban emitir en adelante sus primeros votos, los cuales, según lo dicho, habrán de ser
temporales por un trienio o por mayor espacio de tiempo hasta alcanzar la edad requerida en
el Código para la segunda profesión, y si an estuvieren sujetos al servicio militar los emitirán
hasta el servicio, llegado el cual cesarán, tanto si se les incorpora en filas como si se les declara libres en absoluto y para siempre.
El Rvmo. P. Fr. Fidel de Blas de la Asunción
Era el día 19 del mes de Marzo. Todavía resonaba en el sagrado templo el eco de los
cánticos con que solemnizáramos la festividad del Glorioso S. José. Todavía percibían nuestros oídos los armoniosos acentos que despedía el órgano de nuestra iglesia, al extender, impulsado por las manos del artista, sus voces sonoras y vibrantes por el sagrado recinto, lleno
de fieles que acudían a festejar al Custodio de la Sagrada Familia y Padre putativo de Cristo,
el Glorioso S. José
El sol no había escondido todavía sus rayos vivificantes que
266
iluminaban la tierra y alegraba con su luz y sus caricias a los míseros mortales que vagan por
ella. Todavía permanecía en nuestros corazones la franca alegría y singular contento de que
todos estábamos inundados en ese día; cuando a estas alegrías y satisfacciones, a estas músicas alegres y halagadoras, vinieron a sustituir las ceremonias imponentes, tiernas y emocionantes del Sagrado Viático de los moribundos; los lamentos desgarradores y tristes del arrepentido Profeta David, al implorar a Dios misericordia por su pecado, en los graves a la vez
que tiernísimos Salmos Penitenciales. A las primeras alegrías, suceden la humillación; las
palabras de arrepentimiento y de dolor, los gritos de perdón y misericordia y las consoladoras
de confianza y amor de Dios a los hombres. El contento y alborozo de la mañana, trócase por
la tarde en lamentos de dolor, en plegarias y fervientes oraciones; y mientras nosotros acompañamos al Real Profeta en sus plegarias y a él nos asociamos en su pena y dolor, el ministro
del Señor administra la Santa Unción que nuestra Madre la Iglesia tiene para consolar al moribundo y purificarle de sus imperfecciones y pequeñas manchas.
Al mismo tiempo llega a nuestros oídos la respiración fuerte y dificultosa del enfermo,
los suspiros que dirige amoroso a su Criador, y nuestro corazón sensible e impresionado ante
escena semejante, reza y pide al Señor de las misericordias por el enfermo, pide por su alma
que tal vez luego será juzgada y pide también por su cuerpo, para que le restituya la salud
perdida.
Pero no; nuestras oraciones valen poco; el Señor llama para Sí al enfermo, y en medio de
la mayor tranquilidad y placidez, rodeado de todos los religiosos sus hermanos, confortado
con todos los Sacramentos y demás auxilios espirituales, entrega su alma en manos de San
José para presentarla a las de Jesucristo, Juez de vivos y muertos. El Rmo. P. Fr. Gregorio
Fidel de Blas ha muerto con la tranquilidad y paz de los justos, y con resignación grande y
envidiable ha entregado su espíritu en manos del Creador que un día lo sacara de la nada.
El cuerpo permanece con el calor natural en el lecho mortuorio, volando su alma radiante
de alegría al inmortal seguro; rezamos las últimas plegarias, y con el ánimo apesadumbrado
267
impresionado con lo que vieran nuestros ojos, con el pensamiento de la muerte fijo en nuestras mentes, nos vamos silenciosos a rezar el Santo Rosario. Eran las ocho y cuarto de la noche.
* * *
El Rmo. P. Fr. Gregorio Fidel de Blas de la Asunción, Exprior General de la Recolección
Agustiniana, vio la primera luz el día 25 de Abril de 1845 en la hermosa y rica villa de Arnedo, cabeza de partido en la provincia de Logroño.
Educado conforme a las cristianas costumbres de sus honrados padres y secundando la
voz del Cielo que le llamaba al estado de la Religión, cual otro Abraham, abandonó su pueblo
y familia, vistió nuestro santo hábito en el Colegio de Monteagudo y, terminado el año de
probación, emitió los sagrados votos el día 6 de Octubre del 1861 cuando contaba la edad de
16 años.
Terminado que hubo sus estudios con muy singular aprovechamiento, y después de recibir el orden del Subdiaconado, partió rara las Islas Filipinas en la Misión LIX, que salió de
Cádiz el 31 de Enero del 1868, llegando a Manila el 15 de Junio del mismo año.
Ordenado de sacerdote con fecha 25 de Julio del referido año, celebró su primera Misa el
día del bendito mártir S. Lorenzo, 10 de Agosto también del mismo año. Apenas viose investido del carácter sacerdotal y lleno del fervor de apóstol y del celo que consumía a nuestros
Padres en las Islas, dedicose también como ellos a ganar almas para el cielo y a continuar en
aquellas tierras y en medio de tantos peligros la gloria y prestigio que nuestra Provincia tan
merecidamente había conquistado.
Estudia con fruto la lengua tagala en Antipolo y en Junio de 1869 se le expiden títulos de
Misionero de Puerto Galera.
Cinco años llevaba desempeñando con fervor y entusiasmo aquella Parroquia cuando en
Junio de 1874 es trasladado a regir la de Bailén, y después, desde Octubre de 1877 la de Silang.
A partir de esta fecha y con pequeños intermedios de tiempo, este religioso que en las
Misiones se distinguiera por su celo y rudo trabajo que debilitó notablemente sus fuerzas, ha
venido desempeñando hasta la hora de su muerte los más variados y
268
honoríficos cargos de la Provincia y de la Religión. Ha recorrido todos los grados de la Superioridad, desde el Secretariado de Provincia hasta el delicadísimo de Prior General de toda la
Recolección Agustiniana.
Es nombrado Prior de S. Sebastián en 1882; dos veces Vicario Provincial en 1882 y
1884, más el año 1913 con motivo de marchar a Filipinas el P. Provincial con el Definitorio;
dos veces desempeñó el cargo de Definidor de Provincia, una en 1885 y otra del 1902 al 5. Es
elegido después en 1888 para el tan elevado de Provincial y en 1897 se le encomienda el de
Rector de Marcilla al que renunció poco tiempo después. Asignósele luego para socio del
Ilmo. P. Minguella y en 1900 es comisionado para fundar una Residencia en Puente la Reina
de la que fue nombrado Presidente1.
Finalmente N. P. Fidel, que, como antes dijimos ha recorrido todos los cargos de la superioridad y que en todos ellos mostró un caudal grande de prudencia y acierto, fue elegido segundo Prior General de nuestra Madre la Recolección en el Capítulo General celebrado en
Marcilla con fecha 26 de Mayo del año 1914, Capítulo que fue presidido por nombramiento
pontificio por el Ilmo. Sr. Obispo P. Toribio Minguella de la Merced.
En esta Asamblea general, presidida por un varón como el P. Minguella «dignísimo
Obispo de Sigüenza y preclaro hijo de nuestro Instituto» de «excepcionales dotes de virtud,
prudencia, celo e interés por el bien de la Orden»2 y constituida por Vocales entre los cuales
«quienes decían la última palabra de la Teología y del Derecho canónico; quienes enunciaban
conceptos muy luminosos de disciplina regular; ya alardeaban unos de amantes de la Orden y
lo testificaban con documentos y hechos; ya propendían otros por los ideales de la sabiduría;
estos aportaban su contingente de experiencia en el campo de las Misiones; aquellos abogaban por la mayor dignidad de las aulas, etc.»3, fue elegido entre todos para el difícil y espinoso cargo de Superior
1
Estos datos están tomados del Catálogo del P. Sádaba.
Carta del Emmo. Cardenal A. Vico.
3
P. Fabo, Boletín núm. 49 bis.
2
269
General, el Rvmo. P. Fr. G. Fidel de Blas «varón que univoca las prendas del misionero, el
hombre de estado, del sabio, del experimentado, y, sobre todo, del religioso observante y
cumplidor de la Regla y Constituciones1.
No es nuestro ánimo seguir paso a paso los acontecimientos de su generalato, por mucha
que fuera su importancia para el bienestar y prosperidad de la Orden. Tarea es ésta harto difícil para un joven falto de todo, para juzgar con acierto de su gobierno, de sus acciones y de
sus cosas.
Quédese esto para otro de mayor alcance, para otros que sigan con fijeza el curso de
nuestro Instituto, para aquellos que por oficio deben hacerlo. El fin que nos hemos propuesto
no es otro que el de escribir un pequeño artículo necrológico y no queremos salirnos de nuestro plan para entrometernos en campo ajeno.
Elevado, pues, al cargo superior de la Orden, a pesar de su avanzada edad pues contaba
ya la de sesenta y nueve años y a pesar de los achaques propios de la misma, someterse a la
voluntad de Dios que le «ha confiado la misión y elegido para regir los destinos de su Orden»2, comenzó «animoso a cumplir sus nuevos deberes lo mejor que sabía y podía»3.
El «fervoroso e incansable misionero», el «ejemplar religioso»4 viene ahora a mostrar el
caudal de prudencia y discreción como Superior.
Pero sigamos el curso de sus Circulares que nos darán a conocer algo siquiera del solícito
cuidado, del amor paternal a los religiosos, y del interés grande que mostraba por las cosas de
la Orden.
Con fecha 6 de Junio de 1914, escribe su primera Circular de saludo a los súbditos de su
obediencia, la que dice «no es una nueva fórmula de costumbre» «sino más bien una expansión a los sentimientos que embargan mi corazón»; reconoce la humildad
1
P. Fabo, Boletín núm. 49.
Primera Circular.
3
Última Circular.
4
P. E. Azcona «Boletín» núm. 99.
2
270
de su persona; se espanta de la «estrechísima cuenta que tendrá que dar al Dios de las justicias» pero confía en el Señor que le ha llamado y le ha de ayudar en la empresa como a otro
Gedeón.
Confía en Dios y luego se dirige a los religiosos pidiéndoles le ayuden «a fuer de Cirineos, a llevar la pesadísima Cruz y señala enseguida la oración y observancia de nuestras leyes
como medio para conseguir tan elevado fin. Continúa hablando de la oración y observancia
religiosa y la encomienda a los PP. Provinciales y demás Superiores, «advirtiéndoles, dice,
que me daría vergüenza, no ser yo el primero en cumplir lo que con tanta insistencia les encargo», poniendo a continuación con palabras bien claras que está «dispuesto, animado y resuelto a cumplir a perfección al pie de la letra el penúltimo capítulo de nuestra Santa Regla en
lo que se refiere a los deberes del Superior para con los súbditos, sacrificando mi salud y
bienestar si es preciso para hacerlos felices y ganarlos a todos para Jesucristo».
Luego con fecha 3 de Junio de 1914 dirige una muy hermosa carta al Emmo. Cardenal
Vico, agradeciendo «la preciosísima carta que se dignó dirigir a dicho Capitulo» y expresando
los afectos de su alma y demás religiosos hacia la persona de su Eminentísima.
Recuerda su actuación en el Capítulo General de San Millán como Presidente del mismo;
su intervención en nuestra Orden, no sólo en España, sino cuando era Nuncio de S. S. en Colombia.
Trae a la memoria las palabras de Pío X sobre los méritos de nuestra Recolección; pone a
continuación la singularísima gracia que el Pontífice nos dispensara con su Breve «Religiosas
familias» del 16 de Septiembre de 1912, como también su nombramiento de Protector; pasando después a exaltar las prendas del Ilmo. P. Minguella y el acierto de su elección para Presidente y finalmente con palabras de satisfacción dice «que reinan la paz, concordia y caridad»
en nuestra amada Religión.
Y llegan las Pascuas de Navidad del referido año, y recordando que es «hermano con
hermanos por la profesión religiosa y como padre con sus hijos por mi carácter, dice, de Superior
271
de todos» expide una muy tierna circular de felicitación, recomendando con insistencia la
custodia de nuestras obligaciones, la necesidad de renovar nuestro espíritu y trae muy a cuenta las palabras de S. Pablo que nos dice ne in vacuum gratiam Dei recipiatis, quoniam dies
mali sunt. Dice después que «tengan paciencia los que esperan de mí grandes cosas y sepan
todos que hago lo que únicamente me permiten mi buena voluntad y escasas fuerzas: esto es,
repasar y meditar los mandatos y encargos que me imponen nuestras Sagradas Constituciones
y el último Capítulo General», terminando su circular con las oraciones que por todos dirige
al Altísimo, Dador de todo bien.
Con fecha 20 de Noviembre de 1915 establece un «fondo de Beatificaciones» para las
causas de Beatificación de nuestros Padres Venerables, cuyas causas incoadas permanecen
dormidas por falta de medios para llevarlas al fin tan deseado de todos.
Llegan después las Pascuas de Navidad del año 1917 y, con fecha 31 de Diciembre, dirige otra circular a los religiosos con el mismo motivo que años anteriores, desenvolviendo de
modo admirable a la vez que sencillo y claro aquellas palabras de San Pedro en su segunda
epístola, cap. 1-10 «haced cierta vuestra vocación y elección». Extiéndese en tan importante
materia con abundancia de textos de la Escritura y después vuelve a inculcar de nuevo «la
Santa Regla que hemos profesado y los tres votos de Religión con que nos hemos consagrado
al servicio del Señor y las observancias de la Orden que solemnemente hemos prometido
cumplir por toda la vida».
Más tarde, con fecha 6 de Abril de 1918, expide otra circular prorrogando por un quinquenio la facultad de celebrar Misa en el mar conforme al rescripto de la Sagrada Congregación del 31 de Julio de 1912.
Y llegamos al 10 de Agosto de 1918. El Rvmo. P. Fidel, que, cincuenta años hacía, había
subido por vez primera las gradas del Altar el 10 de Agosto de 1868 en nuestra iglesia de Manila, ahora, a pesar de sus achaques y grave enfermedad, quiere conmemorar aquel día feliz
que ya pasó, y con este objeto quiere de nuevo subir al altar celebrando sus Bodas de Oro en
nuestra
272
iglesia de Marcilla. «Era muy justo que fecha tan memorable y gloriosa quedase consignada
en los anales recoletos con los radiantes esplendores de un júbilo y entusiasmo santos, y las
preciadas orlas de una adhesión ferviente y de un filial amor. La Orden Recoleta no podía
menos de rodear al que rige sus destinos, a su amado Prior General en el gran día de su sacerdotal jubileo, y vestida con las místicas galas de sus amores, virtudes y talentos, se ha presentado en el Colegio de Marcilla, cumpliendo como buena, como solicita y cariñosa hija tan
sagrados y gratos deberes»1. Pero no vamos a relatar las fiestas y alegrías con que celebramos
este tan solemne acontecimiento. Hállanse consignadas en nuestro BOLETÍN del mes de Septiembre y por eso nos excusamos de hacerlo, remitiendo a los lectores y curiosos al mismo
BOLETÍN para su conocimiento.
Pero llegó un día en que sus achaques se multiplicaron y en grande manera se agravaron;
su avanzada edad y quebrantada salud le obligaron a trasladarse a la «Casa de salud» de las
Religiosas de Santa Ana; mas a pesar de todos sus cuidados la enfermedad no cedía, y entonces viose precisado a dar un paso trascendental para nuestra Orden; viose en la precisión de
renunciar al cargo de Prior General, y, en efecto, puso en debida forma la renuncia en manos
del Definitorio General, y, reconociendo éstos lo fundado de los motivos, aceptaron su renuncia, sucediéndole en el cargo el hoy Rvmo. P. Fr. Eugenio Sola del Carmen, el día 30 de Noviembre de 1918.
Los PP. Definidores «quisieron dejarlo consignado con frases laudatorias, declarando,
además, con toda solemnidad, que me queda, dice él mismo, el derecho muy legítimo de gozar de todos los honores, preeminencias y exenciones que nuestras leyes otorgan a los exPriores Generales».
En la última circular de despedida, después de agradecer a todos estos buenos sentimientos, y después de señalar los motivos que le han impulsado a renunciar, dice que se ha extendido en este punto «con el fin de que llegue a noticia de todos sin
1
P. E. Azcona, BOLETÍN núm. 99.
273
tergiversación y vean los motivos que a mí me han obligado a dar ese paso tan trascendental».
Escuchemos las palabras con que N. P. Eugenio Sola pone en conocimiento de todos la
renuncia.
En su primera circular dice que ha sido llamado a sustituir «al egregio varón N. Rmo. P.
Fr. Fidel de Blas de la Asunción, modelo de observancia, prudencia y sabiduría, que por sus
graves achaques y avanzada edad, voluntaria y espontáneamente acaba de renunciar a cargo
tan pesado, para trasladarlo a nuestros débiles hombros»1. Veamos también cómo el Emmo.
Cardenal A. Vico escribe al P. Fidel al tener noticia de su renuncia: «No sólo respeto, sino
admiro su noble proceder y su desprendimiento del cargo de Superior General. Sus Religiosos
le han de respetar y amar aún más por este fuerte ejemplo»2. Libre ya de tan pesado cargo y
libre, por lo tanto, de tan gravísimas obligaciones, retiróse a nuestro Convento de Marcilla, al
que siempre había mostrado especial predilección y cariño. Encerrado en el Convento, y amigo del retiro de su pobre celda, dedicóse con ardor y entusiasmo a los ejercicios de piedad,
mientras daba a su cuerpo algún alivio y descanso; amante del silencio regular, pronto en acudir a todos los actos de comunidad y demás prácticas de la Religión, era indudablemente modelo de observancia para los religiosos, viniendo a enseñar prácticamente con su ejemplo
aquella observancia que con tanto interés y entusiasmo en sus circulares recomendara. Todos
los días celebraba en el Oratorio el incruento sacrificio del altar con claras muestras de fervor
y nunca lo omitió hasta poco antes de su muerte, igualmente que la asistencia al coro, donde
por su debilidad tenía que permanecer siempre sentado.
Pero llegó un día en que aquella salud del intrépido y celoso misionero de Filipinas, aquella salud tan quebrantada por el continuo y pesado trabajar, agravada por dolorosa enfermedad, debilitóse sobremanera, y ya no pudo resistir por más tiempo las fatigas y trabajos del
vivir, y el día 16 por la tarde diole un fuerte
1
2
«Boletín» núm. 103, pág. 5.
Carta del 15 de Diciembre de 1918. «Boletín» núm. 103.
274
accidente que le privó casi por completo del sentido, de manera que la Comunidad grandemente se alarmó, disponiendo se le administrase la Santa Unción, que no se llevó por entonces a efecto, pues que volvió pronto del accidente y aparentemente de la misma gravedad.
Mas no: ese accidente fue como anuncio del próximo y fatal desenlace, y, en efecto, al siguiente día manifestósele la enfermedad que le acarreó la muerte y que el señor médico calificó después de «insuficiencia del corazón», sin declararse abiertamente la bronquioneumonía. A pesar de todos los cuidados, la enfermedad seguía su curso haciendo burla de las
humanas medicinas de la humana ciencia y conquistaba terreno calladamente, pero con mucha rapidez. Así, pues, el día 19, viendo el estado desesperado que presentaba la enfermedad,
N. P. Provincial le administró por la tarde el Sagrado Viático, que recibió con fervor y tranquilidad notables y poco después el P. Vicario Provincial le administró la Santa Unción, último consuelo del pobre moribundo que va a partir para la eternidad.
Recibidos estos Sacramentos y sin mayor novedad aparente, llegó un momento, sonó la
hora prefijada en el reloj de la eternidad y al sonar también las ocho en el reloj de la tierra,
con una fuerte respiración queda como inmóvil, y después de unos momentos, leída la recomendación del alma, ayudado por las dulces, amorosas y tiernas plegarias que sin cesar le
dirige al oído N. P. Provincial, y rodeado de todos los Religiosos de la Comunidad, expira
dulcemente en el ósculo del Señor el 19 de Marzo, festividad de S. José, a las ocho y cuarto
de la noche.
Quedó su cadáver tendido en el lecho con la placidez del justo dibujada en su rostro, y
mostrando la tranquilidad de su alma, propia del hombre recto, y ésta, libre de las ataduras del
cuerpo que va cayendo a pedazos, vuela a presentarse al Tribunal del Juez Supremo para ser
juzgada.
¡Qué pensamientos acuden y se agolpan en nuestra mente, a la vista del cadáver de N. P.
Fidel! Preséntase su alma a dar estrecha cuenta de su vida, de las almas a él un día encomendadas, de los súbditos que un tiempo le encargara la sabia mano de la divina Providencia… y,
sin embargo, él que se presentía la muerte, permanece tranquilo y espera la tremenda hora
275
con la serenidad del justo y del varón perfecto.
Nos retiramos del aposento y al día siguiente, amortajado con su santo hábito, y colocado
en el féretro mortuorio, que adornamos con coronas en señal de victoria, es conducido a la
Iglesia y después de cumplir y dar fin a los Oficios de la sepultura, es llevado el cadáver en
hombros de los religiosos a la mansión de los muertos a hacer compañía a los que le precedieron en habitar la casa que es de todos; es llevado al cementerio, donde en humilde sepultura y
bajo el amparo de la Cruz sacrosanta y redentora, permanece su cuerpo bajo la fría tierra hasta
el día de la universal resurrección en que volverá a juntarse con su bendita alma para gozar de
la celestial visión por toda la eternidad.
R. I. P. A.
FR. PEDRO ZUNZARREN DE LA CONCEPCIÓN
A. R.
Marcilla 26 de Marzo de 1920.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
EL GRAN POETA DE LA FILOSOFÍA
(Continuación)
VI
El sentimiento de la naturaleza en S. Agustín
Según corre escrito en muchos libros, son los tiempos modernos en los que se sienten
verdaderamente las dulces emociones de la naturaleza. La Edad Media, dicen sus autores, fue
en extremo despreciadora de las magnificencias del mundo. Al decir edad media o antigua,
quieren decir la edad cristiana; de modo que el cristianismo es enemigo de la naturaleza,
según esos señores. Esta leyenda, que de puro vieja y manoseada no debiera repetirla nadie, es
falsa y arbitraria, como lo voy a demostrar con el ejemplo de S. Agustín.
El Cristianismo, lejos de aborrecer la naturaleza, la ama con entrañable amor, porque «la
Iglesia, como dice Moehler, es Jesucristo renovándose sin cesar, y reapareciendo continuamente bajo una forma humana: es la Encarnación permanente del Hijo de Dios»1. Y Cristo fue
amante sobremanera de la naturaleza. Por eso un egregio apologista francés, Le Camus, con
mucha razón «le representa en la cima de los collados de Nazaret, ora en la meditación y el
éxtasis en presencia de la naturaleza, ora de rodillas ante el Padre celestial para adorarle. Todo
le hablaba un lenguaje hasta entonces no entendido del resto de los hombres; el sol poniéndose
1
Symbolique.
277
entre las olas del mar detrás de las cumbres del Carmelo; el viento, descendiendo con sus
frescos aromas de nieve desde la cima del Líbano; las agitaciones del insecto bajo la hierba,
del ave en el aire, o del hombre en el valle de Nazaret; los lirios y las anémonas vestidas de
blanco o escarlata; los pajarillos en sus nidos suspendidos en las rocas del torrente; los niños
jugueteando en el flanco de la colina; el sembrador depositando la semilla en el surco; todo lo
veía lleno de Dios y su corazón se expansionaba en esta religiosa contemplación del nombre
de su Padre, escrito en las obras de la naturaleza»1. De estas hermosísimas palabras del citado
apologista, se deduce que Jesucristo N. S. tuvo el sentimiento de la naturaleza en su grado
más alto y espiritual. Y por eso lo tiene también la iglesia, que salió de su costado, y ve en la
creación el retrato de la hermosura divina, según la filosofía del Apóstol San Pablo. Y por
eso, si por un imposible no se bastardea, no puede menos de amar la naturaleza y amarla con
los místicos delirios de S. Francisco de Asís. Y esto es lo que intento declarar con estas líneas
con el ejemplo de S. Agustín; de modo que me propongo doble fin, uno apologético, contra
las insensatas afirmaciones de los enemigos de la Iglesia, y otro, penetrar más en el espíritu
gigante del gran poeta de la Filosofía.
Este artículo no es una digresión, como se pudiera creer a primera vista, sino complemento y natural desarrollo de lo que hemos escrito en el anterior. Porque S. Agustín, después de
haber difundido sobre la tierra el color de un idealismo puro, después de haber hecho resonar
en todas partes la armonía de los divinos pensamientos, después de haber revestido el universo con todas las galas de la hermosura y con las preseas que suministra una imaginación rica y
espléndida, no podía menos de sentir hondos y delicados estremecimientos en frente de la
naturaleza. Este sentimiento emancipaba su alma de las cosas de la tierra, con lo cual venía a
ennoblecerse más y más y espiritualizarle grandemente; y así mismo la naturaleza, reflejada
en el limpio espejo de su mente y llevada a las alturas del Verbo Divino y purificada con sus
lumbres esclarecedoras,
1
Orígenes del Cristianismo, citado por el P. Cantera en «Jesucristo y los filósofos», pág. 189.
278
aparecía a sus ojos más aquilatada de las imperfecciones anejas a la materia; y por eso, cuando contemplaba su rostro, hallado en los resplandores de las ideas eternas, su corazón, grande
cual ninguno, era agitado por un sentimiento nobilísimo, y no era ese sentimiento idólatra del
universo de algunas escuelas modernas, cuyas últimas raíces, si cavamos un poco en la realidad de las cosas, no será difícil hallarlas en los pozos de estiércol del panteísmo. Muchos pasajes de sus obras nos convencerían de esta verdad y nos darían a conocer el sentimiento poderoso de la naturaleza en S. Agustín; no es necesario aducir ninguno; sólo quiero hablar aquí
un poco nada más de un hecho grandioso en la vida del gran poeta, que viene de perlas a este
asunto, y que declara suficientemente su temperamento poético y filosófico; me refiero a la
vida retirada que llevó en las apacibles sombras del Casiciaco; vida llena le encantos y de
íntimas satisfacciones, nacidas de la unión y amistad con Dios y de la contemplación tranquila
de la verdad y de las magnificencias de la naturaleza. Aquel hombre, poco antes inquieto y
soñador, que tantas veces había paseado por las calles bulliciosas de Cartago y que había corrido en pos de hermosuras terrenas en Roma y en Milán, ahora huye del mundanal ruido para
recogerse al seno amoroso de los campos, atraído fuertemente por la belleza del universo. Y
¿qué cosa más natural que se sintiese arrebatado de esa virgen atrayente, que se llama naturaleza, dotada de rostro de augusta majestad, con ojos fulminantes y encendidos, pintada con
innumerable variedad de flores y que está respirando por su boca fragancias puras y aromosas? ¿Qué cosa más natural, que quien había reñido sangrientas batallas contra los maniqueos
por el rescate de su belleza, gozase ahora del fruto de sus victorias y de su hermosura virginal,
que habían querido mancillar con torpes e insensatas teorías aquellos carnales corifeos del
dualismo? Y, pues había hecho de la creación como una tira y un vastísimo poema, natural era
que se retirase al campo delicioso a leer e interpretar las estrofas que el Verbo esculpió en los
mármoles de la naturaleza. Aun antes de su conversión había intentado esto mismo, impulsado por la lectura del Hortensius de Cicerón, lectura que dejó profundas huellas en su espíritu
y casi le desligó de las cosas de la tierra, para llevarle a la soledad a vacar al estudio de la filosofía. Pero causas, que no es menester poner aquí,
279
desbarataron aquel plan, que comenzaba a desarrollarse, y dieron en tierra con sus nobles deseos, que no pasaron de bello ideal concebido por su mente de artista. Pero después, cuando la
gracia triunfó de su cuerpo y de su alma, pudo llevar a cabo aquellas aspiraciones, y, en efecto, las llevó, retirándose al campo de Casiciaco, bajo el cielo limpio y sereno de Italia, para
zambullirse en el océano de la vida del universo, para sentir las verdades tan altas y luminosas
de su filosofía, para vivirlas, como dirían con frase impropia los pragmáticos. Dulces amigos
fueron los compañeros del gran poeta. Una mujer santa y de admirable pureza regala con su
presencia aquellos campos; los aromas de virtud que exhala Sta. Mónica embalsaman el ambiente de aquel huerto feliz, y su belleza moral acrecienta la hermosura física de la naturaleza:
ha de mezclarse de vez en cuando en sus santas conversaciones y ha de iluminar sus disputas
con espléndidos relampagueos de ideas sublimes y altísimas sentencias, que han de causar
admiración a los oyentes y que le han de merecer este elogio, que brotó sincero de los labios
de su hijo: Ipsam prorsus, mater, arcem philosophiae tenuisti1. A su lado está Agustín, el hijo
de tantas lágrimas, el ruiseñor que ha de alegrar con sus cantos melodiosos aquel prado de
bienandanza, el poeta genial y excelente, si los hay en el mundo, en quien revive la sabiduría
de Platón, purificada con la luz de Cristo y vertida en torrentes de elocuencia ciceroniana, que
ha de entretener, como el murmullo del arroyo, sus oídos. Junto a él amigos íntimos, que despiden de su boca aromas de sencillez y de franqueza e inocencia, uno de ellos (Licencio), estimable poeta, que ha de pasear por aquella soledad la musa latina, elegante y hechicera. He
aquí los personajes de aquella academia cristiana, cuyo jefe y maestro es S. Agustín. Todos
ellos estaban animados de un mismo deseo insaciable de conocer la verdad, probando con
esto la profunda exactitud de unas palabras, pronunciadas en uno de sus más sabrosos diálogos por aquella santísima mujer, Sta. Mónica: «Nulla re alia credo ali animam quam intellectu
rerum atque scientia»2. No de otra cosa se alimenta el alma que de la inteligencia y conocimiento de las cosas. El lugar es soberanamente apacible y deleitoso, un
1
2
De beata vita, cap. II.
De beata vita, cap. II, n. 8.
280
campo ameno que tiene por dosel el cielo transparente de Italia1; un arroyo cristalino, una
fontana pura, va vistiendo de verdor y embellece aquellos campos, unos árboles que dan
sombra refrescante, uno de ellos cobija a aquellos académicos. (Cum ad arborem solitam ventum esset), junto a unos baños. He aquí el teatro de las disputas y el escenario de sus altas
conversaciones. ¿Puede concebirse lugar más encantador y ameno, más poético y deleitable?
Y no creas que esto es pura poesía; es pura poesía, porque es pura realidad, sombreada por mi
grosero pincel. ¿Quién no recuerda al visitar aquellos campos, el huerto de la flecha, junto a
las riberas del claro Tormes, antigua finca de los Agustinos de Salamanca, donde resonaron
las armonías, que el Monarca de la lira española hiciera brotar de su arpa sonora?
¡Oh campo, oh fuente, oh río!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
A vuestro almo reposo
Huyo de aqueste mar tempestuoso.
Del monte en la ladera, etc., etc.
que no hay español castizo que no sepa de memoria.
¿Quién sabe si Fr. Luis de León, al trazar la belleza espiritual de la vida del campo en estrofas que nunca morirán, empapó su pincel en el arroyo del Casiciaco, y tuvo ante sus ojos el
cuadro magnífico que presenta y la semblanza moral de Agustín y sus inseparables compañeros?
Contemplemos, pues, a S. Agustín en aquella dulce soledad, donde la naturaleza resplandecía engalanada con sus más bellos atavíos y sus joyas más pomposas.
No nos es posible describir su vida íntima. ¿Cuáles serían sus sentimientos en presencia
de la creación? ¿Cuáles las ideas que cruzaban por la mente de aquel genio portentoso? A la
vista tengo los diálogos, todos ellos filosóficos, vivos, animados y en grado sumo interesantes. Al leerlos se apodera del lector una emoción estética singular, producida por la amenidad
de los campos, la serenidad de los cielos, el rumor de las fuentes y la quietud
1
Invitabat coeli nimia serenitas.
281
del espíritu que reina en aquella amable soledad, y por las auras de santidad que se respiran en
su ambiente puro y celestial. No podemos adivinar las delicias de aquella vida bienaventurada: sólo sé decir que su amigo Licencio le recordaba años después en versos elegantes los días
tan felices que pasaron, conversando y disputando amigablemente y elevándose de las cosas
terrenas a las divinas e inmortales.
Sin embargo, hay dos episodios que aquí consignaré, que declaran bien e! sentimiento
profundo de la naturaleza. Supla el lector lo demás con su discreción. El primero es relativo al
origen de los libros De Ordine. Estaba Agustín una noche en vigilia, entregado, a las altas
meditaciones, según tenía costumbre de hacerlo todos los días, amore inveniendi veri, por
amor a la verdad. Reinaba en derredor el silencio, lleno de misterios e inspirador de grandes
pensamientos; sólo se oía el murmullo del arroyo que bañaba aquellos elíseos campos. Las
hojas de los árboles, llevadas en alas del viento y arrastradas por la plateada corriente de
aquella fontana, interrumpen su canto monorrítmico y suave, variando su voz con diferentes
sonidos apacibles, como si quisiera imitar los gorjeos de los dulces pajarillos. Aquel fenómeno llama poderosamente la atención de S. Agustín y le cautiva y maravilla largo rato; y, siempre filósofo y poeta, pónese a escuchar aquellos variados rumores y a buscar su causa. ¿Qué
percibiría en aquel murmullo? Él mismo nos lo dice: percibía las notas delicadas del arpa de
la creación. «An non vides, hablaba a Licencio, illa ipsa folia, quae feruntur ventis, quae undis
innatant, de rerum ordine homines commonere?»1 ¿No oyes cómo las hojas que son juguete
del viento y nadan en el agua, nos hablan del orden universal de las cosas?
En el mismo libro, cap. VIII, describe gráfica y poéticamente la riña de unos gallos, que
arrebató su atención unos momentos. Para la mayor parte de los hombres ¿qué cosa tan insignificante como uno de esos combates? Y, si la curiosidad no se arrastra y detiene a contemplar ese espectáculo, no vemos más que crestas encendidas y sangrientos picotazos, saltos y
correrías; nunca penetramos en el fondo de la realidad.
1
De ord., lib. 1, cap. V.
282
Pues bien; apenas hubo terminado la reyerta de los fieros animales y apenas el vencedor
lanzó al aire el canto de la victoria, cuando S. Agustín se retira de aquel espectáculo, exclamando lleno de asombro y entusiasmo: Ubi non lex? ubi non meliore debitum imperium? ubi
non umbra constantiae? ubi non imitatio verissimae illius pulchritudinis? ubi non modus?
¿Dónde no hay ley? ¿Dónde el menor no está sometido al mayor? ¿Qué cosa hay que no tenga
constancia? ¿qué, que no sea imitación de aquella Belleza verdaderísima? ¿Qué había visto
aquel hombre en aquella riña, que así elevó su espíritu a las fuentes eternas de la Hermosura?
Y si estos fenómenos, al parecer tan insignificantes, le impresionaban y conmovían con tan
singulares estremecimientos, ¿qué no sentiría al contemplar la naturaleza con sus galas y
magnificencias, al hundir sus ojos en el cielo en las noches serenas de augustísimos silencios
y en todo cuanto encierra la gigante creación?
Y si cosas tan pequeñas bastaban para herir con su contacto las sensibles fibras de su corazón, ¿cuán profundo y delicado no sería el sentimiento de la naturaleza en S. Agustín?
FR. VICTORINO CAPÁNAGA DE S. AGUSTÍN
A. R.
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
DE VENEZUELA
La Misión de Paraguaná, en Mayo de 1913
(Continuación)
Y allá se tendía, ante nuestros pasos, la llanura inmensa que formaba el horizonte en el
confín del cual sólo se distinguía a Jadacaquiva.
Donde comienza la jurisdicción de este pueblo hallamos al señor Jefe civil y los señores
de Osorio con otros caballeros que venían a encontrarnos, saludarnos y conducirnos a él. Allá
se despidieron de nosotros el coronel Arnáez y algunos de los caballeros que nos habían
acompañado hasta allí; otros se quedaron y juntos con los de Jadacaquiva nos acompañaron al
pueblo donde entramos media hora después. Allí estaba ya nuestro querido precursor el P.
Romero recibiéndonos con su amable sonrisa y demostrándonos en todo aquel solícito interés
y afectuoso cuidado que le es peculiar en toda esta jornada y que con sencillez evangélica se
desborda de su bondadoso corazón. Allí estaba también la gente toda de aquel insignificante
pueblecillo que no pasa de la categoría de vecindario, si se mira al escaso número de sus viviendas que no pasará de veinte. Su temperamento es saludable, oreado por fuerte y fresca
284
brisa. El agua es ni abundante, ni buena; como sucede en muchos de estos pueblos, por falla
de ríos y fuentes del precioso licor, surtiéndose de algunos pozos o jagueyes que dan un agua
sucia y salobre. Los pozos artesianos serían un magnifico elemento de vida para esta tierra
que sólo espera ese mensajero del cielo para convertirse en un abundoso granero de toda especie de frutos. No busquéis por aquí huertas deliciosas llenas de sombra y frescor. No busquéis árboles frutales y hermosas flores. No hay jardines porque no hay agua; no hay bosques
rumorosos ni frescas arboledas, porque no hay ríos. La aridez del desierto es general por todas
partes, excepto alguno que otro oasis por donde se filtra un hilo de agua, y los únicos árboles
que interrumpen la monotonía del horizonte inmenso son el cují, el yabo, el olivillo silvestre y
algunos otros de los estériles y áridos pobladores de los arenales y desiertos. El tiempo que
llevamos es muy seco, y ya era hora de que asomasen las lluvias que, por aquí, cuando vienen
de cara, son torrenciales. Pero el Señor parece que espera benignamente a que vayamos terminando la obra espiritual a que nos ha traído, para galardonar la fe de estos pueblos con una
abundante cosecha. ¡Ojalá que fuera así, que buena falta les hace!
En Jadacaquiva fuimos decentemente hospedados por los señores Osorio en una casa de
su propiedad, frente a la iglesia o capilla del pueblo, y por ellos hemos sido atendidos en lo
material, no tanto como huéspedes honrosos, sino como si fuéramos sus propios padres o
hermanos. El Señor les recompense sus muchas bondades con abundancia de bendiciones, así
como a la Junta sus desvelos y a todo el que nos ha hecho bien.
En Jadacaquiva se baila, se baila mucho, se baila siempre. En este pueblecito de escasas
dos docenas de tugurios, se danza sin cesar y de tal modo que no pueden disimular la pasión.
De los siete músicos que nos estaban obsequiando a nuestra venida con sus tocatas, el uno,
gordinfloncillo y calvo, bailaba al mismo tiempo que tocaba en su violín el vals con que nos
estaba obsequiando, con sus correspondientes vaivenes y movimientos y vueltas en redondo
que se le ofrecían. Y los demás andaban casi lo mismo, como si tuvieran hormiguillo en el
cuerpo. Y con la danza, va la parranda, y con la parranda, la corrupción de las costumbres
que,
285
en esta pobre gente anda muy en su punto, lo mismo que la ignorancia religiosa. Nuestras
advertencias y repetidas llamadas al orden y al recogimiento, no pudieron lograr que cesase la
danza y el jolgorio un solo día. En la capilla, la gente conversa y grita como si estuvieran en
la calle, y nuestro respetable Visitador tuvo oportunidad de dirigirles algunas severas reprimendas que fueron escuchadas con respeto y en parte aprovechadas.
El carácter de la gente es aquí, como en todas partes, sencillo y bueno en el fondo; y el
sentimiento de la fe se conserva también igual, aunque oscurecido por una gran ignorancia.
¡Lástima de almas que como el paralítico de la piscina, sólo esperan la mano del sacerdote
para levantarse de su postración y marchar a Dios! Logramos aún un número regular de confesiones, comuniones y confirmaciones en tres días de trabajo reforzado, y la semilla evangélica no volvió vacía, gracias a Dios, a nuestras manos. Los sermones se oyeron con edificación y respeto y se les hizo pensar seriamente en el alma y ocuparse de ella. Decíamos cuatro
misas en aquella rústica capilla (¡cuándo había tenido ni volvería a tener tanta rortuna!) y el
día 24, fiesta de María Auxiliadora, celebramos una misa cantada muy bien concurrida. Y
vámonos para
LOS TAQUES
El lunes 25, ya bien entrada la mañana, evacuadas las últimas diligencias espirituales y
sociales, nos despedíamos de nuestros cristianos y generosos patrones, los señores de Osorio,
y de aquel pueblecillo diminuto y danzarín que, a la hora aquella, quedaba ya enterado de
algunas cosas de importancia y, entre otras, de que no habíamos venido a este mundo para
danzar y bailar, sino para servir, y amar a Dios y salvar el alma, y eso bajo la pena de ir a
danzar en el infierno aquella danza que no se acaba jamás.
Cinco leguas de buen camino que anduvimos cómodamente en unas dos y media horas,
calentados un tantico por el sol y oreados por la brisa marina que nos llegaba de cerca, casi
impregnada de la humedad de las olas del Caribe. No veíamos el mar, pero lo andábamos
oliendo. A poco más se presentó a nuestra vista por la derecha, con sus fascinantes lontananzas y sus móviles sabanas de azul,
286
ribeteadas de blancas randas de efímeras espumas. No se cansa uno de contemplar ese monstruo encantador, tan fuerte, tan frágil, tan peligroso, tan bello. Tiene el mar, seguramente,
grandes afinidades con el alma, y por eso nos atrae con irresistible simpatía. La atracción y
simpatía de los abismos.
Como a las once pasadas, llegábamos sobre «Los Taques» y por el frente se nos tendía el
mar. El pueblecito no se ve hasta que se está encima de él; pues el camino viene por alto como a unos diez metros sobre el nivel del mar, o de la playa, sobre la cual se extiende aquél.
Así es que, de repente, se nos presenta a la vista, con sus casitas blancas y rosadas esparcidas
por allá en un simpático desorden, como de Belén de Navidad, o como bandadas de gaviotas
posadas a descansar un momento a orillas del mar azul, que aquí forma una tranquila ensenada entre dos Puntas, la de Los Taques y la de Cardón.
El pueblo nos recibió con repiques de campanas y después de eso nada más de particular;
y aun se pudiera haber notado un cierto airecillo de frialdad o recelo, o no se qué de extraño,
que muy bien pudiera habernos servido de indicador de sucesos futuros. Nos hospedaron en
una casita blanca de reciente construcción, no lejos del mar y próxima a la capillita del pueblo. Cuanto se nos había dicho y ponderado sobre los haberes y bienestares materiales y morales de Los Taques, sufrió un solemne fracaso al venir a tocarlo con nuestras manos. En
cuanto a lo primero sólo vimos allí jurel. Éste es el pueblo de los jureles. Lo pescan allí en
abundancia y los venden bien a lo largo de toda la costa hasta Puerto Cabello y la Guaira. Es
el jurel un rico pescado. En los tres días de nuestra misión allá, pescaron más de dos mil. Y
eso es todo. Comodidades, recursos de vida…, ninguno; ni aquello tiene facha de pueblo. Y
en cuanto a lo moral y el mucho trabajo que nos iba a proporcionar, lo que puedo decir es que
trabajamos regularmente los dos primeros días y al tercero ya nos pudiéramos haber marchado por la mañana. Allí padecimos hambre y necesidad nosotros y nuestras bestias. El almuerzo de llegada fue bueno, con abundante jurel. Por, la noche, las cosas habían cambiado; y al
otro día hubimos de mendigar materialmente algo con que suplir como se pudiera la miseria
poca y mala que se nos servía del Hotel de las Damas. Ni más, ni menos.
287
Según lenguas, la Junta de recepción parece que no escatimó los recursos. ¿Quién era, pues, el
que nos estaba sitiando por hambre? Algo larde llegamos a sospechar que la mano del diablo
anduviera por allí en forma de clérigo excomulgado, a quien ciertamente no podía convenir
nuestra presencia y permanencia en Los Taques. Porque por aquel rincón del mundo había
venido a ocultar su triste vida el degraciado Padre Ollarves, hijo de Coro, seminarista en Caracas, dogmatizante en Pueblo-Nuevo y excomulgado y retirado en Los Taques, en traje seglar y con una escuelilla privada de mala muerte. Tal era y tal se andaba por allá en aquellas
fechas aquel a quien personaje muy enmotado y también muy engañado, llamara en otros
días, la perla del Seminario.
–¿Ha visto usted a Ollarves? —me dijo mi buen Padre Ulises cuando regresamos de la
capilla la primera noche de misión.
–No, señor; le contesté.
–Pues ahí estaba el individuo en la puerta, oyendo el sermón, muy atento.
Y el sermón de aquella noche había sido sobre la «importancia de la salvación», quid
prodet homini.
Me alegró la noticia y pensé si el Señor me concedería aquella buena presa.
A la noche siguiente, predicaba yo sobre el pecado y sus terribles efectos en el alma; las
tinieblas de la mente, el endurecimiento del corazón... Luzbel, perdiendo la gracia... Saúl,
reprobado por su desobediencia... Judas, sacerdote y apóstol... tan duro… tan obcecado... El
Dante lo pinta entre los duros dientes de Satanás que no lo acaba de devorar... Ollarves estaba
allí debajo, en la puerta que caía a mi derecha; estaba de pie y mordía su blanco panamá. Uno
pasó junto a él y le tocó en el hombro. Cuando volvimos a casa, me lo dijo todo el P. Ulises.
¡Ojalá y que Dios quisiera!...
Poco después entró un niño con un sobre de oficio en las manos.
–Esto traigo para el Padre predicador.
–¿De parte de quién, niño?
–De parte del P. Ollarves.
–Está muy bien. Trae acá.
–Vamos, P. Ulises, aquí tenemos al hombre. ¿Qué será? ¿Le habrá tocado Dios el corazón? Pudiera ser y ojalá fuera así; pero...
288
qué se yo. No me huele a conversión este mamotreto que se tienta por aquí dentro. Tome usted y ábralo. ¿Qué es? ¡Ah, hombre sinver...! ¡La Parábola del sembrador!
Era, en efecto, uno de sus folletos o esperpentos heréticos lo que me enviaba, sin duda,
como contestación a mis palabras de aquella noche y manifestación clara de sus hermosas
disposiciones para volver a Dios. Y no venía otra cosa más en el sobre, fuera de eso. Al respaldo le escribí unas breves palabras que es posible no haya olvidado aún. Aquella misma
noche le evitamos un conflicto serio con un individuo que marchaba muy mal dispuesto contra él. Al otro día, al salir de celebrar, lo vimos a la puerta de una pulpería, como un pobre
quidam, y después no volvimos a saber más de él. Me pareció un hombre pequeño y de color
bastante atezado.
FR. J. MORENO DE SAN NICOLÁS
(Continuará)
TIP. DE SANTA RITA. – MONACHIL
Año XI
Mayo de 1920
Núm. 119
BOLETÍN
DE LA
PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
DE FILIPINAS
de la Orden de Agustinos Recoletos
BULLARIUM ORDINIS NOSTRI
1
(Conclusio)
269.- Clemens X: Ad f. r. m.=Nuper pro parte...=Romae apud S. Petrum, 15 Aprilis
1701.
Auctoritate Apostolica duo confirmantur statuta, nempe, 1: Quod Procuratores generales
Provinciarum Philippinarum et Terrae-Firmae suffragari possint in Capitulis Provincialibus.
2: Quod eligantur Definitores Generales, unus ex qualibet dictarum Provinciarum, quemadmodum eliguntur ex Provinciis Hispaniae.
1
Vid. pag. 243.
290
270.- Clemens X: Ad f. r. m.=Nuper pro parte...=Romae apud S. Petrum, 15 Aprilis 1701
Patribus Commissariis Provinciarum S. Nicolai et B. M. V. de Candelaria exemptiones et
privilegia Ex-Provincialium conceduntur.
271.- Clemens X:=6 Julii 1702.
Quod Rvmus. P. Vicarius Generalis in sua absentia Visitationis causa, constituere possit
Commissarium Generalem.
272.- Clemens X: Ad f. r. m.= Nuper pro parte...=Romae apud S. Petrum, 13 Februarii
1704.
Confirmatur Decretum S. C. EE. et RR., quod declaratur Provinciales assumptos (Rectores Provinciales) omnibus privilegiis Provincialium absolutorum gaudere.
273.- Clemens XI: Ad f. r. m.=Sacrosancti Apostolatus…=Romae apud S. Petrum, 16
Decembris 1705.
Nostrates ad aliam religionem transeuntes prohibentur commorari in territorio Provinciae
in qua primam professionem emiserunt.
274.- Clemens XI: Ad f. r. m.=Exponi Nobis…=Romae apud S. Petrum, 10 Februarii
1708.
Confirmat duo decreta Capituli Generalis Recollectorum Discalc., Ord. S. Augustini,
Borgiae celebrati d. 20 Maii 1706, videlicet: 1: Quod Magistri primarii novitiorum Matriti,
Caesaraugustae et Hispalis ius suffragandi habeant in Caspitulis Provincialibus. 2: Quod decedente Vicario Generali Congregationis morte sive naturali sive civili, in eius locum succedat Prior Provincialis illius Provinciae cuius fuerit filius Vicarius Generalis.
275.- Clemens XI: Ad p. r. m.=Cum sicut accepimus…=Datum in Arce Gandulphi, 14
Decembris 1715.
Confraternitati B. M. V. de Monte Carmelo in nostra ecclesia S. Sebastiani extra muros
Manilae canonice erectae, Indulgentiae conceduntur.
276.- Clemens XI: Ad f. r. m.=Cum sicut dilecti…=Romae apud S. Mariam Maiorem 13
Februarii 1716.
291
Indulgentiam plenariam Confraternitati B. M. V. de Monte Carmelo nostrae ecclesiae S.
Sebastiani de Manila concessam pro die 21 Januarii, ad octo sequentes dies exendit.
277.- Decretum S. R. C. sub Clemente PP. XI, 21 Martii 1716.=Cremonen.
Licere Fratribus Excalceatis Ord. S. Augustini celebrare Festum eiusdem Sancti die 28
Augusti cum musicis, absque tamen cedulis invitatoriis (Augustiniani Calceati civitatis Cremonae, qui Festum celebrabant, sese opponebant ut Excalceati eiusdem civitatis praedictum
Festum in sua ecclesia solemniter celebrarent. Quae controversia per praesens Decretum fuit
dirempta).
278.- Decretum S. R. C. sub Clemente PP. XI, 24 Aprilis 1717.
Praetensum Decretum S. R. C. (19 Dec. 1637) prohibens quominus Imagines Sanctorum
Ordinis nostri in habitu reformato depingantur aut sculpantur, iterum suspenditur. Vid. supra
n. 256=«Ssmus. Dominus noster Clemens Papa XI iterum mandavit suspendi huiusmodi Deretum, nec amplius consignari».
279.- Benedictus XIII: Ad p. r. m.=Cum sicut accepimus…=Romae apud S. Petrum, 22
Januarii 1726.
Stabilitur uniformitas inter Congregationes Discalceatorum Italiae et Germaniae, Galliae,
Hispaniae et Indiarum, et Lusitaniae, circa cantum Gregorianum, rasuram et caputium (sic),
quod non acuminatum sed rotundum esse debet.
280.- Sacra Rituum Congregatio, sub Benedicto PP. XIII, die 16 Februarii 1726.
Ad preces R. P. Procuratoris Generalis Ordinis Excalceatorum Sancti Augustini, Congregationis Hispaniae et Indiarum, indulget ut communibus Suffragiis Sanctorum addatur commemoratio S. Joseph, et in Festo Desponsationis B. M. V. commemoratio de eodem fieri valeat in Officio et Missa.
Apponitur «Forma Commemorationis Sancti Josephi, Protectoris Nostri».
281.- Benedictus PP. XIII: 13 Septembris 1726.
292
Confirmat altaria privilegiata existentia, et alia quibusdam conditionibus appositis concedit.
Huiusmodi concessio renovata fuit a Benedicto PP. XIV per rescriptum 7 Febr. 1749 infra adnotandum.
282.- Benedictus XIII: Ad p. r. m.=Libenter ea…=Romae apud S. Petrum, 1 Januarii
1727.
Privilegia Ordini Eremitarum a Summis Pontificibus, quorum Constitutionum praecipuarum elenchus affertur, concessa confirmantur, inter quae non pauca Augustinianis Discalceatis adversantia, ex. gr. circa Imagines Sanctorum Ordinis in habitu reformato non depingendas, etc., continentur.
Huiusmodi Constitutio abrogata fuit a Clemente PP. XII per aliam incipientem Romanus
Ponfifex…, 30 Martii 1732.
283.- Benedictus XIII: Ad f. r. m.=Exponi Nobis…=Romae apud S. Petrum, 5 Julii 1727.
Nobis indulgetur usus sandaliorum expelli nigri coloris, eiusdem tamen formae et figurae
sandaliorum ex cannabe, tum pro maiori decentia in celebatione Missae, tum pro uniformitate
cum aliis Congregationibus Disalceatorum servanda.
284.- Benedictus XIII: Ad f. r. m.=Exponi Nobis…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 3
Octobris 1727.
Confirmatur alternativa offciorum Provinciae Baeticae inter Fratres regioinis Baeticae et
eos de la Mancia.
285.- Benedictus XIII: Motu proprio.=Exponi Nobis...=Romae ex Palatio Apostolico Vaticano, 21 Martii 1729.
Confirmatio Constitutionis Libenter ea…, (1 Januarii 1727) in iis praecipue quae Augustinianis Discalceatis advesantur.
Haec Constitutio, non secus ac Libenter ea…, a Clemente XII abolita fuit per Const. Romanus Pontifex… (30 Martii 1732) ac si non emanassent.
286.- Benedictus XIII: Ad f. r. m.=Exponi Nobis...=Romae apud S. Petrum, 24 Septembris 1729.
Servandam esse alternativam electionem ad officium Provincialatus
293
Provinciae S. Nicolai inter religiosos Provinciarum Hispaniae ad Philippinas transeuntes.
Hoc Breve abrogatum fuit per Rescriptum S. C. EE. et RR. d. d. 8 Junii 1855.
287.- Rescriptum et Decretum S. C. EE. et RR. ex Audientia Ssmi. Benedicti PP. XIII, 16
Decembris 1729, derogatoria Constitutionum eiusdem Summi Pontificis Libenter ea… (1 Jan.
1727) et Exponi Nobis… (21 Martii 1729) in eo quod attinet ad Imagines Sanctorum et Beatorum Ordinis in habitu reformato depingedas. Item declaratur licere Discalceatis benedicere ac
distribuere cingulos Sanctae Matris Monicae et Panes S. Nicolai de Tolentino.
288.- Benelictus XIII: Al f. r. m.=Ea quae pro felici...=Romae apud S Petrum, 14 Februarii 1730.
Electio alternativa Vicarii Generalis reducitur ad tres Provincias Hispaniae, videlicet,
Castellae et Baeticae.
289.-Clemens XII: 16 Decembris 1730.
Capitula Provncialia B. M. V. de Candelaria, quae iuxta Constitutiones Dominica III post
Pascha celebrabantur, in postero celebranda esse Dominica infraoctavam B. M. V.
Tenor huius Brevis desideratur, sed de illius existentia non est ambigendi locus, cum solemniter promulgandum fuerit in Capitulo Provinciali anni 1733, uti constat ex actis eiusdem.
Et reipsa Capitula Provincialia subsequentia in praefata Dominica infraoctava Nativitatis B.
M. V. celebrata sunt singulis quadrienniis ad normam Apostolicarum praescriptionum, de
quibus supra, nm. 244.
290.- Clemens XII: Ad p. r. m.=Romanus Pontifex...=Romae apud S. Mariam Maiorem
30 Martii 1732.
Duodecim Constitutiones s. m. Benedicti XIII confirmatoriae privilegiorum Ordinum
Regularium, inter quas reperiuntur Libenter ea… (1 Januarii 1727) et Exponi Nobis… (21
Martii 1729, penitus abrogantur.
NOTA.- Cum in Constitutionibus Benenedicti PP. XIII a Clemente PP. XII abrogatis multa contineantur privilegia mere gratiosa et nullo modo contentiosa, Sacra Congregatio EE. et
RR. ad dubium
294
propositum a Canonicis Regularibus S. Salvatoris, videlicet utrum quaedam privilegia mere
gratiosa, v. gr. altaris privilegiati, Indulgentiarum pro quibusdam festis, etc., revocata fuissent
per Constitutionem Romanus Pontifex…, respondit, die 20 Januarii 1733: Negative. Unde
videtur quod privilegia quae nulli contentioni locum dederant, cuiusmodi est, quod ad Augustinianos attinet, Indulgentia plenaria ad instar Portiunculae Cincturatis concessa in festo S.
Nicolai de Tolentino necnon in Dominica infraoctava eiusdem S. Nicolai, non fuisse per praefatam Constitutionem abrogata. Vid. Bullarium Augustin. Discalc. Italiae (pag. 289).
291.- Sacra Congregatio EE. et RR. per Rescriptum 9 Januarii 1733 confirmat quaedam
statuta Ordinis; et praesertim quod Patres Commissarii et Procuratores ex insulis Philippinis
in Hispaniam missi ad colligendas missiones, ad Philippinas redeant suo munere absoluto.
292.- Clemens XII: Ad f. r. m.=Nuper pro parte…=Romae apud S. Mariam Maiorem 9
Januarii 1736.
Provoncialatus honorarii prohibentur.
293.- Clemens XII: Ad p. r. m.=Nuper pro parte…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 3
Martii 1737.
Quod Vicarii Generales assumpti gaudeant privilegiis et exemptionibus absolutorum.
294.- Clemens XII: Ad f. r. m.=Nuper pro parte…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 2
Martii 1739.
Si post Capitulum provinciale Definitor aliquis et Additi Definitorum provincialium defecerint, ad Vicarium Generalem cum Priore Provinciali et Definitoribus superstitibus pertinet
Definitores provinciales eligere, ut Definitorium compleatur, usque ad proximum Capitulum
provinciale.
295.- Clemens XII: Ad f. r. m.=Nuper pro parte…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 2
Martii 1739.
Deficiente Priore Provinciali morte naturali aut civili, Regens Provincialis eligatur a Vicario Generali una cum Definitoribus Provincialibus.
295
296.- Benedictus XIV: Ad p. r. m.=Commissae Nobis…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 10 Maii 1743.
Impertiendi Benedictionem Papalem in nostris ecclesiis in festis Nativiatis Dei, Paschatis,
Pentecostes, Annuntiationis et Assumptionis B. M. V., et in die qua celebretur festum eiusdem B. M. V. de Consolatione.
297.- Benedictus XIV: Ad f. r. m.=Cum sicut pro parte…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 28 Novembris 1743.
Conceditur Indulgentia plenaria Fratribus et Monialibus Congregationum Ord. Erem. S.
Augstini Discalceatorum Italiae, Germaniae, Hispaniae, Indiarum, et Portugalliae (sic) in tribus Anniversariis Defunctorum Ordinis: in Indiis ad quindecim annos, extra Indias ad septennium.
298.- Benedictus XIV: Ad p. r. m.=Reddituri…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 24
Februarii 1744.
Impertiendi Benedictionem Apostolicam ultima contione habita tempore Quadragesimae
et sacrarum Missionum.
299.- Benedictus XIV: Ad f. r. m.=Exponi Nobis…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 24
Februarii 1744.
Ad insantiam P. Commissarii Provinciae Ssmi. Nominis Jesu Philippinarum conceditur
Missionariis Augstinianis ut dum iter agunt ad Missiones ultramarinas, celebrare possit sacrosanctum Missae Sacrificium in domibus et hospitiis ad quae durante itinere divertere contigerit.
300.- Benedictus XIV: Ad p. r. m.=Cum sicut dilectus…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 8 Martii 1745.
Indulget ut quodlibet Altare qo celebretur Missa de obitu alicuius Fratris aut Monialis
Discalceatorum S. Augustini, habeatur tali casu ut privilegiatum.
301.- Benedictus XIV: Ad f. r. m.=Exemplis Praedecessorum…=Romae apud S. Mariam
Maiorem, 19 Martii 1748.
Ritus in Benedictione Papali impertienda servandus praescribitur.
Huius Epistolae encyclicae ad Patres Generales Ordinum Regularium quibus a Sancta
Sede facultas concessa est Benedictionem
296
Papalem impertiendi, exemplar exstat a Rmo. P. Priore Generali Fr. Augustino Gioja transmissum cum litteris ab ipso datis Romae die 20 Aprilis eiusdem anni 1748, in quibus inter alia
asserit quod idem Summus Pontifex per Breve d. d. 25 Septembris 1747 concedere dignatus
est ut Ordo Eremitarum S. Augustini habeat in perpetuum unum Sacrorum Rituum Congregationis Consultorem.
302.- Rescriptum ex Audentia Ssmi. Benedicti XIV, die 7 Februari 1749.
Ad preces Rvmi. P. Gioja, Generalis totius Ord. Erem. S. Augustini conceditur unum Altare privilegiatum perpetuum ab Ordinario loci designandum, omnibus ecclesiis Ordinis, revocata concessione Benedicti PP. XIII, 13 Sep. 1726. (Ordinarius Manilanus designavit pro
nostra ecclesia de Manila Alatre B. M. V. de Consolatione; pro ceteris ecclesiis Ordinis in
praefata Archidioecesi existentibus, altare cultui eiusdem B. M. V. dicatum; et, si forte unum
tantum extiterit altare, hoc tamquam privilegiatum declaravit. Ita constat ex Decreto eiusdem,
d. d. 13 Febr. 1751).
303.- Benedictus XIV: Dilecto Filio Augustino Gioja, Priori Generali Ordinis Fratrum
Eremitarum S. Augustini, s. et A. b.= Quam praeclara...=Romae apud S. Mariam Maiorem,
10 Septembris 1749.
Ut sacroanctum Missae Sacrificium, ad quodcumque altare a Rmo. P. Priore Generali celebratum, perinde suffragetur ac si ad altare privilegiatum celebraretur.
304.- Clemens XIV: Universis Christifidelibus praesentes Litteras inspecturis, s. et A. b.
=Ad augendam…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 4 Februarii 1774.
Jubilaeum Quadraginta Horarum bis in anno conceditur lucrandum in nostra ecclesia S.
Nicolai de Manila.
305.- Pius VI: Ad p. r. m.=Cum saluti...=Romae apud S. Petrum 19 Novembris 1782.
Altare B. M. V. del Pilar nostrae ecclesiae civitatis Mani!ae declaratur privilegiatum in
perpetuum.
306.- Pius VI: Ad f. r. m.=Permulta…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 18 Augusti
1795.
297
Ad instantiam Regis Catholici multa providentur pro meliore Congregationis Augustinianorum Excalceatorum Hispaniae regimine, abusibus tollendis, regulan disciplina restabilienda, pace procuranda.
Hoc Breve, cum causae ob quas datum fuit non amplius existerent, abrogatum est per Rescriptum S. C. Religiosorum ex audientia Ssmi. Pii PP. X, 18 Julii 1911.
307.- Pius VII: Ad p. r. m.=Quam singularis…=Romae apud S. Mariam Maiorem, 23
Decembris 1801.
Instante Rege Catholico, fratribus Ordinis Eremitarum S. Augustini excalceatorum recollectorum in Indiis missionum munere functis diversi dignitatis gradus statuuntur.
308.- Rescriptum S. C. de Propaganda Fide, ex audientia Smi. Leonis PP. XII, 2 Octobris
1825.
Ut alumni Provinciae S. Nicolal Tolentinatis Insularum Philippinarum sacrum Presbyteratus ordinem vigesimo tertio aetatis anno expleto suscipere possint. (Indultum confirmatum,
declaratum et ampliatum per Rescriptum eiusdem S. C., 11 Febr. 1877).
309.- Translationis Collegii-Seminarii a civitate Alfaro ad oppidum Monteagudo, die 29
Martii an. 1829.
Decem circiter annis transactis a fundatione Collegii-Seminarii peracta a Provincia S. Nicolai Tolentinatis in civitale Alfaro, dioecesis Turiasonensis, pro suis alumnis ad missiones
insularum Philippinarum profecturis, in pietate et scientia rite instituendis, praefatum Collegium translatum fuit in oppidum Monteagudo, eiusdem dioecesis Turiasonensis, atque penes
sacellum Beatae Mariae Virginis del Camino erectum; licentia ad huiusmodi translationem ab
Ordinario Turiasonensi concessa per suas patentes litteras in civitate Borgiae signatas die 25
Maii an. 1828. (In hisce litteris duo diplomala a Catholico rege Ferdinando VII data memonantur, unum, videlicet, 29 Augusti 1818, pro fundatione in civitate Alfaro, et alterum, Caesaraugustae signatum d. 24 Aprilis 1828, pro translatione in oppidum Monteagudo). Translatio
autem de qua sermo, ad finem perducta fuit d. 29 Martii an. 1829.
298
310.- Gregorius XV: Ad p. r. m.=Ad augendam...=Romae apud S. Petrum, 18 Maii 1832.
Christifidelibus vere poenitentibus, confessis ac sacra communionie refectis qui aliquam
ex ecclesiis fratrum Ordinis Eremitarum S. Augustini Recollectorum nuncupatorum dioecesis
Sanctae Fidei de Bogotá in Indiis Occidentalibus, in singulis septem B. M. V. Immaculatae
festivitatibus ac feria sexta intra hebdomadam Passionis et Dominica tertia Septembris visitaverint et preces consuetas fuderint, Indulgentia plenaria conceditur.
311.- Sacra Congregatio EE. et RR. per Rescriptum 3 Martii 1854, ex Audientia SSm. Pii
PP. IX, declarat Lectores Jubilatos et Parochos aut Missionarios Philippinarum, iis in locis in
quibus lingua tantum hispanica ahibetur, idoneos ad officia Religionis, quin examini et approbationi in idiomate indigenarum subiici teneantur.
312.- S. C. EE. et RR. per Rescriptum 8 Junii 1855 ex Audientia Ssmi. Pii Papae IX,
abrogat Breve Benedicti PP. XIII (24 Sept. 1729) circa alternativam electionem ad officium
Prioris Provincialis Provinciae S. Nicolai Tolentinatis, et statuit ut ad huiusmodi officium
Religiosus assumatur ex massa eiusdem Provinciae, nulla habita natione Provinciarum Hispaniae ex quibus Religiosi ad Philippinas transeuntes processerint.
313.- Pius IX: Ad p. r. m.=Benedictus XIV...=Romae apud S. Petrum, 23 Maii 1858.
Declaratur privilegium impertiendi Benedictionem Apostolicam a Benedicto XIV die 24
Februarii 1744 concessum, et ad tempus Adventus ampliatur.
314.- Sacra Congregatio Negotiis Ecclesiasticis extraordinariis praeposita, ex Audientia
Ssmi. Pii PP. IX, die 1.ª Februarii 1865.
Preces adhibitas a Provincia S. Nicolai Tolentinatis pro erectione canonica Collegii oppidi Marcilla, ad Revmum. Nuntium Apostolicum in Hispania transmittit, qui nomine Sanctae
Sedis pro huiusmodi erectione, die 21 Aprilis eiusdem anni 1865, licentiam concedit.
315.- Pius IX: Ad p. r. m.=Martyrum rigata sanguine...=Romae apud S. Petrum, 7 Maii
1767.
299
Beatificationis ducentorum et quinque Martyrum Japonensium, inter quos Ferdinandus a
S. Josepho, Petrus de Zúñiga et Bartholomaeus Gutiérrez ex Ordine Eremitarum S. P. N. Augustini, necnon Joannes Chucumbuco, Mancius Xizizogenon et Michaël Chimosci, in tertium
Ordonem eiusdem S. P. N. Augustini a Beato Bartholomaeo adscripti; item Franciscus a Jesu
et Vincentius a S. Antonio Ordinis Eremitarum RecolIectorum S. Augustini, et Laureutius
Sciso, Petrus et Thomas Cufioie, in tertium pariter Ordinem S. P. N. Augustini a praefatis
Beatis Francisco et Vincentio adlecti, recensentur.
316.- Ex Sacra Rituum Congregatione, die 16 Julii 1868.=Ordinis Discalceatorum S. Augustini Congregationis Hispanicae.
Officium et Missa pro festo Beatorum Martyrum Vincentii a S. Antonio et Francisci a Jesu peculiariter recolendo nobis conceduntur.
317.- Sacra Congregatio EE. et RR. ex Audientia Ssmi. Pii PP. IX, 15 Decembris 1876.
Instaurandi communitatem et aperiendi novitiatum in coenobio Deserti B. M. V. de Candelaria.
318.- Per Rescriptum S. C. de Propaganda Fide, ex Audientia SSmi. Pii PP. IX, 11 Februarii 1877.
Declaratur et ampliatur privilegium Provinciae S. Nicolai die 2 Octobris 1825 concessum, ita ut omnes eiusdem Provinciae alumni tam in Collegiis Hispaniae quam in Insulis Philippinis degentes ad Presbyteratus ordinem expIeto 23.º aetatis anno promoveri possint.
319.- S. R. Congregatio, 29 Januarii 1878, concedit indultum canendi Missam de S. Joseph (19 Martii) die 26 Novembris in ecclesia nostri conventus Manilae, dummodo non ocurrat duplex 1ae classis et Missa officio respondens non omittatur.
320.- Pius IX: Ad p. r. m.=Cum sicut accepimus...=Romae apud S. Petrum, 5 Februarii
1878.
Concedit Indulgentiam plenariam, lucrandam die 26 Novembris
300
vel alio, durante Supplicatione novendiali in honorem S. Joseph, in nostra ecclesia de Manila.
321.- Confirmationis donationis monasterii S. Aemiliani a Cuculla cum omnibus quae illi
cedunt, in favorem Ordinis nostri, necnon erectionis Collegii regularis in eodem monasterio.
Rvmus. D. Nuntius Apostolicus in Hispania, utendo facultatibus sibi tributis a Sancta Sede per Rescriptum a S. C. Negotiis Ecclesiasticis extraordinariis praeposita, ex Audientia
Ssmi. Leonis PP. XIII, die 1.ª Maii 1878 emanatum, ratam habet donationem ab Ordinario
Calagurritano factam, necnon erectionem Collegii Ordinis nostri in praefato monasterio: Matriti, die 12 Maii 1878.
322.- Leo XIII: Ad p. r. m.=Cum sicut accepimus...=Romae apud S. Petrum, 25 Junii
1878.
Indulgentia plenaria, lucranda a primis Vesperis diei 26 Novembris usque ad solis occasum diei supradicti, in ecclesia nostri conventus Manilae, conceditur.
323.- S. R. C., 11 Januarii 1879.
Ut in singulis ecclesiis nostris in Insulis Philippinis existentibus tres Missae de Requie
cantari valeant per hebdomadam ad onera tam fixa quam adventitia Missarum pro defunctis
satisfacienda, exceptis festis 1.ae vel 2.ae classis, aut de praecepto, necnon Feriis, Vigiliis et
Octavis privilegiatis.
324.- Sacra Congr. EE. et RR. per Rescriptum 26 Augusti 1881 ex Audientia Ssmi. Leonis PP. XIII, indulget Religiosis in Insulis PhiIippinis degentibus ut habitum albi coloris gestare valeant.
325.- Leo XIII: Ad p. r. m.=Quod Paulus Apostolus...=Romae apud S. Petrum, 1 Octobris
1881.
Beatificationis Servi Dei Alphonsi de Orozco.
326.- Leo XIII: Ad p. r. m.=«Hortus conclusus...»=Romae apud S. Petrum, 15 Decembris
1881.
Canonizationis Beatae Clarae a Cruce de Montefalco.
327.- Leo XIII: Ad p. r. m.=Pias fidelium sodalitates…=Romae apud S. Petrum, 26 Junii
1883.
301
Confraternitas Sancti Joseph Sponsi B. M. V., canonice erecta in ecclesia nostri conventus de Manila, titulo Archisodalitatis decoratur, cum facultate sibi aggregandi alias eiusdem
nominis confraternitates in tota Philippinarum ditione.
Revmus. Archiepiscopus Manilanus hoc Breve exsecutioni mandavit per Decretum 2
Aprilis 1885, in ephemeride officiali Archidioeceseos de Manila editum.
328.- S. Congr. Indulgentiarum, 15 Septembris 1883, approbat «Summarium Indulgentiarum et privilegiorum Archisodalitatis sub titulo S. Josephi canonice erectae in ecclesia Ordinis Fratrum Eremitarum excalceatorum S. Augustini e Provincia S. Nicolai Tolentinatis Insularum Philippinarum in civitate de Manila».
329.- Leo XIII: Ad p. r. m.=Virgineum illud agmen...=Romae apud S. Petrum, 21 Februarii 1888.
Summus Pontifex «precibus universi Ordinis Eremitarum excalceatorum S. Augustini»
permotus, Servam Dei Sororem Josepham Mariam a Santa Agnete, Beatorum albo adscribit.
330.- S. R. C., 21 Februarii 1891.=Ordinis Eremitarum S. Augustini Excalceatorum.
Celebrandi festum Beatae Josephae Mariae a S. Agnete sub ritu duplicis maioris, et in
monasterio oppidi Beniganim sub ritu 2ae classis.
331.- S. R. C., 10 Junii 1891.=Ordinis Eremitarum Excalceatorum Sancti Augustini Congregationis Hispaniae et Indiarum.
Ut Provincia B. M. V. de Candelaria adhibere possit Kalendarium perpetuum ab Apostolica Sede aprobatum d. 16. Decembris 1886 pro universa praefata Congregatione, haud exceptis festis pro tota Hispania iampridem concessis.
332.- Sacrae Rituum Congregationis Decretum: De Beata Virgine..., sub Leone PP. XIII,
21 Decembris 1892.
Concessionis Scapularis B. M. V. de Bono Consilio, cui formula illud benedicendi atque
imponendi, necnon elenchus Indulgentiarum apponuntur.
302
333.- Leo XIII.=Romani Pontifices…=Romae apud S. Petrum, 17 Julii 1893.
Erectionis Vicariatus Apostolici Casanarensis in Colombia, cuius regimen nobis, committitur. (Litterae in forma Brevis datae ad Rvmum. Delegatum Apostolicum in Colombia, qui
eas notas reddidit die 5 Aprilis 1894, atque die 10 eiusdem mensis et anni executioni mandavit).
334.- S. C. EE. et RR., 20 Februarii 1900.
Erectio domorum regularium Granatae et Motril in Archidioecesi Granatensi, et Puente la
Reina in dioccesi Pampilonensi, rata habetur et confirmatur.
335.- Leo XIII: Ad. p. r. m.=Umbria...=Romae apud S. Petrum, 24 Maii 1900.
Canonizationis Beatae Ritae a Cassia.
336.- S. C. EE. et RR., 15 Decembris 1902.
Erectio domus religiosae in civitate Pará, in Brasilia, et donatio ecclesiae S. Joannis Ordini nostro facta ab Episcopo, Auctoritate Apostolica confirmantur.
337.- Sacrae Congregationis Indulgentiarum Decretum sub Leone PP. XIII datum die 17
Decembris 1902.
Novus Indulgentiarum elenchus Sodalibus Cincturatis concessarum exhibetur.
338.- S. C. EE. et RR., 12 Januarii 1903.
Erectionis domus religiosae in oppido Sos, dioecesis Jaccensis, et confirmationis donationis ecclesiae annexae.
339.- Sacrae Congregationis Decretum, d. d. 5 Septembris 1903.
Continet elenchum Indulgentiarum Tertiariis S. P. N. Augustini concessarum, a Pio PP. X
die 28 Augusti eiusdem anni 1903 approbatum.
340.- S. C. EE. et RR., 9 Octobris 1903.
Erectionis domus religiosae in civitate Ribeirao Preto, dioecesis S. Pauli in Brasilia.
303
341.- S. C. EE. et RR., 14 Octobris 1903.
Erectionis domus religiosae in oppido Falces, dioecesis Pampilonensis, et confirmationis
donationis ecclesiae annexae.
342.- S. C. EE. et RR., Novembris 1903.
Erigendi novitiatum in domo Sos, iam canonice fundata.
343.- S. C. Indulgentiarum, 28 Novembris 1903.
Ut Directores tertii Ordinis et Sodalitatis Cincturatorum impartiri possint Tertiariis et Sodalibus Benedictionem Papalem cum indulgentia plenaria in feslivitatibus in quibus Superiores Ordinis illam impartiri possunt ex concessione Benedicti PP. XIV (vide supra, n. 296).
344.- Pius X: Ad p. r. m.=Cum sit Nobis…=Romae apud S. Petrum, 20 Maii 1904.
Instituendi Sodalitates Sanctarum Ritae a Cassia et Clarae a Cruce de Montefalco cum
lndulgentiis et pnivilegiis in Brevi expressis.
345.- S. R. C. sub Pio X, 12 Maii 1905.=Ordinis Eremitarum S. Augustini Excalceatorum.
Ut in cunctis ecclesiis nostris cantari possit unica Missa solemnis de festo Patrocinii S.
Joseph, Dominica Ill post Pascha (quotiescumque praedictum festum impediatur) dummodo
non ocurrat Duplex primae classis, neque omittatur Missa conventualis officio diei respondens.
346.- S. R. EE. et RR., 18 Novembris 1905.
Erectionis domus religiosae in civitate Seguntina.
347.- S. R. C. sub Pio PP. X: 26 Junii 1907.=Ordinis Eremitarum Excalceatorum S. Augustini.
Ad preces pro festo Patrocinii S. Joseph sub ritu duplicis primae classis cum Octava celebrando, praefata S. C. rescribit ut praedictum festum recoli valeat sub ritu duplici secundae
classis cum Octava.
348.- S. C. EE. et RR., 23 Julii 1907.
Collegia praeparatoria usque tunc fundata approbantur, iniuncto ut pro fundandis in posterum ad Sanctam Sedem prius recurratur.
304
349.- S. C. EE. et RR., 29 Julii 1907.
Erectionis domus religiosae in oppido Berlanga de Duero, dioecesis Seguntinae, et confirmationis donationis ecclesiae adnexae.
350.- S. C. EE. et RR., Augusli 1907.
Commissarius Generalis Apostolicus et quatuor Definitores Generales qni nominati fuerant ad sexennium die 10 Septembris 1901, confirmantur in officiis usque ad Capitulum Generale infra annum celebrandum pro electione Vicaril Generalis eiusque Adsistentium et Procuratoris Generalis.
351.- S. C. EE. et RR., 13 Decembris 1907.
Erectio Provinciae Hispano-Americanae sub titulo Beatae Mariae Virginis de Columna,
rata habetur et confirmatur.
352.- S. R. C.. 31 Januarii 1908.=Ordinis Eremitarum Exca!ceatorum S. Augustini Congregationis Hispaniae et Indiarum.
«Ut universa Regularis eadem Familia in festo B. M. V. de Mercede et in festo S. Teresiae Virginis adhibere valeat respectivum Officium cum Missa proprium, quod Clero saeculari totius Hispaniae iam pridem concessum fuit».
353.- S. C. EE. et RR., 2 Maii 1908.
Erectionis domus religiosae Caesaraugustae.
354.- S. C. EE. et RR., 16 Maii 1908.
Excmus. ac Revmus. D. D. Antonius Vico Archiepiscopus Philippen. et Nuntius Apostolicus in Hispania, Praeses Capituli Generails proxime celebrandi nominatur cum facultatibus
necessariis et opportunis, facta eidem potestate subdelegandi aliquem idoneum virum ecclesiasticum qui vices illius pro opportunitate gerere possit.
355.- Pius PP. X=In audientia 20 Augusti 1908.
Addendi Litaniis lauretanis, penultimo loco, invocationem «Regina Mater Consolationis»
in nostris ecclesiis. (Exstat Autographum concessionis).
356.- Pius PP. X: (Autograph.) In Audientia 20 Augusti 1908.
Celebrandi festum Patrocinii S. Joseph sub ritu dupticis primae classis.
305
357.- S. R. C., 23 Decembris 1908=Ordinis Eremitarum Sancti Augustini Excalceatorum.
Festum S. Nicolai Tolentinatis ad ritum duplicis primae classis evehitur.
358.- S. C. Religiosorum, 16 Februarii 1909.
Erectionis novitiatus in conventu Berlanga de Duero.
359.- S. C. Relig. 5 Maii 1909.
Provinciam Beatae Mariae Virginis de Columna, erectam per Rescriptum 13 Decembris
1907, a S. Thoma a Villanova, Baeticae, in posterum nuncupandam, quae sit velut praecedentis, ejusdem nominis, continuatio.
360.- S. C. Concilio, 15 Januarii 1910.
Revmo. P. Priori Generali Ord. rem. S. P. N. Aug. facultas conceditur sacerdotes tam
saeculares quam regulares subdelegandi ad Christifideles Sodalitatibus SS. Ritae a Cassia et
Clarae a Cruce de Montefalco adscribendos, iis locis in quibus Conventus Ordinis vel Sodalitas canonice erecta non existat. Huiusmodi facultas et nostro Priori Generali competit, ex
Brevi Religiosas familias... (16 Sept. 1912) infra adnotando.
361.- S. C. de Propaganda Fide, 13 Maii 1910.
Praefectura Apostolica de Palawan in Insulis Philippinis religionis nostrae curae committitur.
362.- S. C. Relig., 20 Septembris 1910.
Ut pueri, aetatis saltem 12 annorum, qui ad novitiatum praeparantur, habitum Ordinis
gestare valeant, quibusdan conditionibus servatis.
363.- Ex Secretaria Status S. S., 7 Decembris 1910. (N. 47.650).
Erectionis domus religiosae in civitate Shanghai.
(Litterae Emi. Cardinalis Praefecti S. C. Religiosorum, 8 Decembris 1910, ad Revmum.
P. N. Vicarium Generalem, in quibus continetur transumptum litterarum Cardinalis a Secretis
Emi. R. Merry del Val).
306
364.- S. C. Religiosorum, ex Audientia Ssmi. Pii PP. X, die 18 Julii 1911.
Exemptionis totalis Discalceatorum seu Recollectorum Sancti Augustini Hispaniae a iurisdictione Rmi. Prioris Generalis Ordinis Eremitarum eiusdem S. Augustini; qua exemptione
non obstante, Augustiniani Recollecti fruuntur omnibus lndulgentiis, privilegiis et gratiis Ordini Eremitarum S. Augustini ab Apostolica Sede concessis aut concedendis, et cum declaratione (quoad privilegia quibus gaudet Prior Generalis circa Sodalitia et Pias Uniones) quod si
agatur de privilegiis Ordini uti tali concessis vel concedendis, cuiusmodi sunt ea quae Tertium
Ordinem et Sodalitates Cincturatorum respiciunt, iisdem omnino privilegiis Vicarius Generalis Recollectorum gaudere similiter valeat: non vero (absque speciali Sanctae Sedis licentia) si
sermo sit de privilegiis quae non Ordinis sed peculiaris fidelium coetus intuitu concessa fuerint.
Huiusmodi declaratio causa exstitit cur in Brevi Religiosas familias… (16 Sept. 1912)
nulla mentio facta sit nisi quorundam tantum privilegiorum, quae non tam Ordinem ut talem,
quam peculiares fidelium coetus respiciunt, aut respicere videri possunt, cuiusmodi sunt ea
quae ad Sodalitates SS. Ritae a Cassia et Clarae a Cruce de Montefalco, necnon ad Scapulare
Beatae Mariae Virginis a Bono Consilio referuntur.
365.- Pius PP. X: Ad p. r. m.=Dilectus Filius...=Romae apud S. Petrum, 8 Novembris
1911.
Sodalitas Dominae Nostrae a Sacro Corde Jesu in ecclesia Ordinis Eremitarum Recollectorum Sancti Augustini civitatis Bogotensis in Columbia canonice instituta erigitur in Primariam cum facultate aggregandi in universa ditione Columbiana. (Acta Apostolicae Sedis, vol.
Ill, pag. 651).
366.- S. C. Religios., 17 Novembris 1911.
Religiosi nostri maneant in pacifica possessione ecclesiae Sancti Joseph, civitatis Panamá, et domus adnexae.
367.- S. C. Relig., ex audientia Ssmi. Pii PP. X, 7 Decembris 1911.
Disponendi de sorte capituli seu fundo piorum legatorum quae
307
Provinciae S. Nicolai de Tolentino relicta fuerant, assumptis ab eadem Provincia oneribus
huiusmodi legatis inhaerentibus, et facta Revmo. P. Superiori Generali facultate praedicta
onera in posterum reducendi et commutandi.
368.- Pius PP. X: Ad p. r. m.=Religiosas familias...=Romae apud S. Petrum, 16 Septembris 1912. (Acta Apostolicae Sedis, vol. IV, pag. 617).
Peculiaria privilegia Congregationi nostrae conceduntur, ei qulbus illud insigne, vi cuius,
«in posterum supremus eiusdem Congregationis Moderator, qui huc usque Virarius Generalis
appeIlatus fuit PRIOR GENERALIS ORDINIS EREMITARUM RECOLLECTORUM SANCTI AUGUSTINI,
vocari possit ac debeat». Eidem Priori Generali, itemque Procuratori Generali locus assignatur
in Cappella Papali, et respective in functionibus, quibus ex pontificia concessione intersunt
ceteri generales Ordinum Moderatores: ipsique Moderatori supremo Augustinianonum Recollectorum conceduntur eaedem facultates quibus ex concessione Apostolica gaudet Prior Generalis Ord. Erem. S. Augustini quod ad Sodalitia Ss. Ritae a Cassia et Clarae a Cruce de
Montefalco (vid. supra, nn. 344 et 360), nec non quod ad sacrum Scapulare Deiparae Virginis
a Bono Consilio (vid. n. 332).=Ratio ob quam huiusmodi tantum peculiarium facultatum circa
enuntiata Sodalitia et sacrum Scapulare hic mentio specialis fiat, habetur ex eo quod facultates
de quibus sermo, non tam Ordinis quam peculiarium Christifidelium coetuum intuitu Priori
Generali Ordinis Eremitarum Sancti Augustini concessae fuerant aut concessae fuisse videri
poterant, ideoque ut iisdem facultatibus Prior Generalis Ordinis Eremitarum Recollectorum
Sancti Augustini gaudere posset, speciali Sanctae Sedis licentia indigebat, iuxta declarationem
ab eadem Sancta Sede datam die 18 Julii 1911, uti vidimus in n. 364.
369.- S. C. Religios., 18 Septembris 1912.
Erectiones domus religiosae in Huetor Vega (Monachil), archidioecesis Granatensis.
370.- S. C. Religiosorum, 14 Januarii 1913.
Confirmationis donationis ecclesiae S. Francisci in civitate Coro,
308
dioecesis Barquisimeto in Venezuela, nec non erectionis domus religiosae ibidem.
371.- Litterae Secretariae Status Suae Sanctitatis sub Pio PP. X, 7 Martii 1913.
Eminentissimus Dominus Antonius Cardinalis Vico a Sancta Sede in Protectorem nostro
Ordini datur.
372.- S. C. Relig., 23 Augusti 1913.
Rvmo. P. N. Priori Generali tribuitur facultas typis edendi Breviarium et Missale propria
Ordinis nostri, non obstante Brevi Clementis PP. X, Ex iniuncto Nobis... d. d. 28 Aprilis 1673.
373.- S. C. Relig., 28 Januarii 1914.
Confirmationis possessionis paroeciarum Sancti Joseph et Virginis a Caritate, civitatis
Puerto-Cabello, nec non paroeciae de Borburata, et Capellarum ruralium de Cambur, Patanemo, Goaigoasa et Moron, quae omnes Vicariatum foraneum de Puerto Cabello, archidioecesis
Caracensis, constituunt.
374.- S. C. Relig., 3 Aprilis 1914.
Erectionis domus religiosae in oppido Ágreda, dioecesis Turiasonensis.
375.- S. R. C., 18 Januarii 1915.=Ordinis Eremitarum Recollectorum Sancti Augustini.
Kalendarium perpetuum ab Ordine nostro adhibendum praescribitur.
376.- S. R. C., 9 Junii 1915=Ordinis Eremitarum Recollectorum S. Augustini.
Propria Officiorum ac Missarum, cum appendice Martyrologio Romano apponenda, Ordini Eremitarum Sancti Augustini concessa, nostro Ordini pariter conceduntur iuxta Kalendarium die 18 Januarii 1915 approbatum, insertis additionibus et variationibus quae magis Ordinis Recollectorum sunt propriae.
377- S. C. Relig., 2 Decembris 1915.
Erectionis domus religiosae in civitate Ssmi. Salvatoris Bahiae, dioecesis eiusdem nominis in Brasilia.
309
378.- S. C. Relig., 21 Augusti 1918.
Nostri Ordinis curae committuntur sex paroeciae Archidioecesis Portus Hispaniae (cum
facultatem ad eas tradendas Rvmus. Archiepiscopus a S. C. Concilii, die 26 Julii 1918, iam
obtinuisset) videlicet: Maraval, Santa Cruz, Couva-Carapichaima, Moruga, Mayaro-Guayaguayare, Río Claro, Poole.
379.- Litterae Revmi. D. Nuntii Apostolici in Hispania, 26 Novembris 1918.
Translationis conventus Berlanga de Duero, cuius aedificii ruina imminebat, ad oppidum
Viliaviciosa de Odón, dioecesis Matriti-Compluten.
380.- S. C. Relig., 21 Maii 1919.
Ut Provincia B. M. V. de Candelaria, praeter novitiatum Sos, alterum novitiatum habere
possit in conventu de El Desierto in Colombia.
381.- S. C. Relig., 23 Januarii 1920.
Erectionis domus religiosae in civitate Omaha, dioecesis Omahen in Statibus Foederatis
Americae.
382.- S. C. Relig., 23 Februaril 1920.
Acceptandi duas paroecias, videlicet, Aragua de Barcelona et Río Caribe, dioecesis de
Guayana in Venezuela.
FR. F. S. A V. C.
O. E. R. S. A.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
SECCIÓN CANÓNICA
COMISIÓN PONTIFICIA PARA INTERPRETAR
AUTÉNTICAENTE LOS CÁNONES
Dudas resueltas en las reuniones plenarias de los Emmos. Padres
1. «¿Están todavía en vigor las prescripciones I-VIII del decreto de la Sagrada Congregación del Concilio del día 30 de Noviembre de 1910, Decorem domus Dei, sobre la disciplina
del coro que se ha de guardar en Roma?»
«Resp. Afirmativamente.»
2. «¿Los votos religiosos simples perpetuos por parte del votante emitidos antes de la
promulgación del Código en las religiones de votos solemnes, tanto de hombres como de mujeres, se han de regir en cuanto al modo de despedir a los religiosos y en cuanto a los efectos
de la dimisión por el derecho antiguo vigente antes del Código?»
«Resp.: Afirmativamente.»
Antes del Código el religioso se incorporaba a la religión, según la diversidad de religiones: a) o bien por la profesión temporal, que no obligaba jurídicamente (dejamos aparte la
cuestión de conciencia) ni al religioso ni a la religión al terminar el plazo en ella señalado; b)
o bien por la profesión perpetua, pero condicionada por parte de la religión mediante la cual
el religioso se ligaba perpetuamente cuanto estaba de su parte con la religión; pero
311
ésta no se comprometía aún en absoluto a retener para siempre al religioso, sino que se reservaba un plazo, más o menos largo, según las constituciones propias o las prescripciones comunes de la Iglesia para probar más al religioso; c) o bien por la profesión perpetua y absoluta, por la que tanto el religioso como la religión se obligaban igualmente y para siempre; esta
incorporación se podía llamar definitiva para distinguirla tanto de las temporales que se renovaban a veces periódicamente, como de la perpetua condicionada por parte de la religión y,
por consiguiente, aún no definitiva.
Ahora el Código, al imponer a toda clase de religiones por el can. 574 el trienio de votos
temporales, a los cuales ha de seguir la profesión perpetua definitiva, simple o solemne,
según las religiones, ha hecho desaparecer aquella profesión intermedia, perpetua por parle
del votante y condicional por parte de la religión.
Suprimida, pues, aquella profesión intermedia que existía en las Órdenes regulares, había
razón para dudar por qué leyes se habían de regir los religiosos que antes de entrar en vigor el
Código se encontraban en esas circunstancias. Porque las prescripciones que en él se dan para
los religiosos de votos temporales tienen como fundamento su carácter temporal, es decir, la
libertad que aún resta en el religioso de abandonar la religión en un plazo no muy largo, libertad que no existe en los religiosos de que tratamos, por estar ellos ligados perpetuamente con
la religión, con lo que ofrecen a ésta garantías de constancia en su propósito; así mismo las
prescripciones que se dan para los religiosos de votos perpetuos definitivos tampoco son a
ellos aplicables porque se fundan en el compromiso más solemne e igual por ambas partes,
que se contrajo entre el religioso y la religión, para cuya solución con razón pone el derecho
mayores trabas.
Debido, pues, a este carácter especial de los religiosos de votos simples perpetuos por
parte sólo del votante, ha creído la Comisión Cardenalicia de Intérpretes que ni debían estar
comprendidos en las leyes que se dan en el Código, cánones 647 y 648, acerca de la dimisión
y efectos de ésta, de los religiosos de votos temporales, ya que la extraordinaria facilidad que
se da para su dimisión no sería tan conforme con la naturaleza del voto perpetuo con que
están ligados
312
estos otros religiosos, ni tampoco debían incluirse en las que se dan para el mismo fin en los
cánones 649-672 respecto a los que ya hicieron su incorporación definitiva, porque entre éstos
y la religión se pactaron compromisos más formales, que exigen se restrinja mucho más su
salida, y caso de salir les acompañen obligaciones más estrechas.
Quedan, pues, sujetos exclusivamente a las prescripciones vigentes antes del Código, ya
estuviesen incluidas en sus constituciones particulares, ya fuesen simplemente leyes comunes
de la Iglesia. Pero, una vez emitida la profesión perpetua definitiva, quedarán sujetos a las
prescripciones del Código que regulan la dimisión y sus efectos de los religiosos ligados con
ella.
3. «Los párrocos, los vicarios de los párrocos y otros sacerdotes delegados para la universalidad de causas, ¿pueden, conforme a la norma del canon 199, § I, y del 874, § I, delegar la
jurisdicción para oír confesiones a los sacerdotes seculares o religiosos, o al menos a los mismos ya aprobados extender la jurisdicción ultra los límites de lugar o personas, entre los que,
según la norma del canon 818, § I, estuviere circunscrita, o bien para ello necesitan especial
facultad o mandato del Ordinario del lugar?»
«Resp.: Negativamente a la primera parte, afirmativamente a la segunda».
Antes del Tridentino podían los párrocos delegar a otros sacerdotes la jurisdicción para
oír confesiones en su parroquia; pero al exigir el Tridentino la previa aprobación del Ordinario del lugar, quedó, si no anulada, al menos muy mermada tal facultad, además de que los
Obispos no solían conceder separadamente la aprobación y la jurisdicción para confesar en
toda la diócesis, sino que las concedían siempre a la vez, con lo que prácticamente quedaba
sin poderse aplicar la facultad que aún tenían los párrocos.
Ahora el Código en el canon 814, § I, establece como principio: «La jurisdicción delegada para recibir confesiones de cualesquiera, ya seglares, ya religiosos, la confiere a los sacerdotes, tanto seglares como religiosos, aun a los exentos, el Ordinario del lugar en que se reciben las confesiones...» Este principio, si no es exclusivo, pecaría de redundante al enumerar
tan específicamente a todos aquellos a quienes puede conceder el Ordinario cumulativamente
313
con otros esa jurisdicción; puesto que es claro en derecho que el Ordinario del lugar puede
extender aun a los no súbditos la jurisdicción voluntaria. Por tanto, el sentido parece que ha de
ser: «Para tener jurisdicción delegada en orden a recibir confesiones, etc., se necesita que el
Ordinario del lugar en que se reciben la haya conferido», expresión que da sentido exclusivo,
conforme con la disciplina, práctica al menos que regía desde el Tridentino hasta el Código.
Tanto es así, que si para determinada clase de personas concede el derecho que otros
Superiores distintos del Ordinario del lugar concedan también jurisdicción para oír sus confesiones, lo declara expresamente, haciendo al mismo tiempo referencia al principio general
antes sentado. Así se determina en el canon 815, § I, por el que da potestad cumulativa con el
Ordinario del lugar a los Superiores de religiones clericales exentas para conferir también
jurisdicción en orden a oír las confesiones, tanto de los mismos religiosos de la Orden, aun de
los novicios, como de los que viven de día y noche con ellos por razón de hospicio, salud,
educación o servicio; y esta misma jurisdicción la pueden conceder aun a otros sacerdotes que
no sean religiosos de su religión, y aunque sean seglares.
La exclusividad de este principio se deduce además de los cánones siguientes, en los cuales resalta, por las prescripciones que en ellos se dan, que los únicos que pueden en el territorio conceder jurisdicción para oír confesiones son el Obispo para todos y cumulativamente
con él para determinadas personas los Superiores de religiones clericales exentas.
Supuesta esta exclusividad, no parece que pueda ofrecer dificultad el principio general
que se establece en el canon 199, § I, a saber: «El que tiene potestad ordinaria de jurisdicción
puede, en todo o en parte, delegarla a otro, si no es que el derecho expresamente lo prohíba».
Puesto que en materia de jurisdicción para oír confesiones resulta bastante claro quedar la
potestad de conferirla reservada a los Superiores expresados, entre los que no se encuentran
los párrocos ni los vicarios, ni cualquiera sacerdote delegado para la universalidad de las causas.
Con esta respuesta de la Comisión queda definitivamente disipada
314
la oscuridad que algunos canonistas de reconocida fama habían proyectado sobre principio al
parecer tan claro.
4. «¿En fuerza del canon 395, § 1, está obligado el Obispo a separar la tercera parte de los
frutos, tanto en los Capítulos Catedrales, como en los Colegiales, para las distribuciones cotidianas, aunque en dichas iglesias las distribuciones corales, bien que tenues, traigan su origen
de privilegio apostólico?»
«Resp.: Afirmativamente».
El Privilegio Apostólico a que alude la pregunta, realmente no puede obstar para que se
cumpla lo dispuesto en el canon mencionado, ya que, lejos de oponerse a éste, más bien queda
corroborado y ampliado, conforme a la misma mente del privilegio. Por tanto, el Obispo que
se encuentre en este caso tendrá que aumentar la parte correspondiente a las distribuciones
cotidianas, que ya tenían por privilegio apostólico, hasta alcanzar la tercera parte de los frutos
que se perciban en conjunto.
5. «¿La opción de que se habla en el canon 396, § 2, se considera prohibida, aun donde
está vigente por especial indulto apostólico?»
Resp.: Afirmativamente».
El canon de referencia, en su § 2, dice: «Prohibetur optio, reprobata contraria consuetudine sed salva fundationis lege».
No lleva ciertamente cláusula explícita, revocatoria de privilegios, sino sólo de costumbres, pero como al reprobar las costumbres, que pueden también tener el carácter de privilegios, las declara irracionales, se puede decir que tal cláusula equivale a la revocación de privilegios cualesquiera, porque si bien un tiempo pudo la Santa Sede conceder tal facultad, pero
desde el momento en que, cambiadas las circunstancias, la declara irracional, no puede dudarse que con tal expresión pretende revocarla. Cfr. can. 77.
Ahora bien; aunque de suyo convenga sea eliminado tal modo de proceder, no siendo
intrínsecamente malo, la Iglesia, aun con algún detrimento suyo, deja siempre a salvo la voluntad del piadoso fundador, y ésta es la única excepción que persevera en la nueva disciplina
respecto al punto que nos ocupa.
6. «¿Los canónigos jubilados están exentos del servicio del altar
315
que se ha de prestar por turno, a pesar de la costumbre en contrario?
«Resp.: Afirmativamente».
El canon 422, § 2, deja ciertamente a salvo la costumbre contraria a lo en él prescrito, pero no considera el caso propuesto a la Comisión cardenalicia. Dícese en él «Jubilatus, etiamsi
in loco beneficii non resideat, percipit tum fructus praebendae tum distributiones etiam inter
praesentes, nisi obstet expressa fundatorum vel oblatorum voluntas, ecclesiae statuta aut consuetudo».
En este párrafo se supone que el jubilado no asiste o, al menos, no está obligado a asistir
a los divinos oficios corales, lo cual supuesto, se añade que seguir disfrutando de la prebenda
y distribuciones, aunque, no solamente no asista al coro, pero ni aun resida en el lugar del
beneficio. Y solamente en cuanto a esta última particularidad deja a salvo la costumbre en
contrario.
En cuanto a la costumbre que quizá exista en alguna parte de que aun los jubilados deban
cumplir las cargas del servicio del altar formando turno con los demás, se ha de atender a lo
establecido en el can. 5: «(consuetudines)… quae quidem centenariae sint et immemorabiles,
tolerari poterunt, si Ordinarii pro locorum ac personarum adiunctis existiment eas prudenter
submoveri non posse; ceterae suppressae habeantur, nisi expresse Codex aliud caveat». Por
consiguiente, si la costumbre que se alegaba en la duda propuesta no era ni centenaria ni inmemorial, siendo opuesta a los cánones 413 y 420, y no dejándola a salvo el canon 422, § 2,
según se ha visto, por fuerza debía quedar abrogada; si empero fuese centenaria o inmemorial,
al acudir el Ordinario a la Santa Sede ha juzgado ésta que no había razón para tolerarla. Y así
en cualquiera de estas hipótesis se ha respondido que no debía obstar la costumbre contraria
que se alegaba.
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
Un capítulo de Psicología religiosa
EL INMANENTISMO Y LA CONVERSIÓN DE S. AGUSTÍN
I
Como decía nuestro oceánico Menéndez Pelayo, «dentro de cada hecho o, más bien, en el
fondo de hecho mismo, hay una idea estética y a veces una teoría o una doctrina». Estas palabras encierran una grande verdad, sobre todo tratándose de la Conversión de N. G. P. S.
Agustín. Hace un año publiqué en este BOLETÍN un pequeño estudio, encaminado a probar la
necesidad del orden sobrenatural para explicar este sorprendente fenómeno; y he aquí de nuevo tomo la pluma para volver a un asunto semejante; este nuevo estudio tira a este blanco, a
saber, a refutar las teorías de los modernos psicologistas, que pretenden hallar dentro del
hombre la razón de todos los fenómenos religiosos. Este nuevo error se llama inmanentismo
religioso. Nació, como todos los grandes errores de nuestra época, del criticismo Kantiano,
que, negando la objetividad de los conceptos, proclamó la autonomía de la razón, haciendo a
ésta la fuente de toda verdad, aun la religiosa. Para Kant, Dios, el alma, el mundo, son noumenos, eternamente ocultos a las miradas de nuestra inteligencia; las verdades metafísicas son
producto de la actividad sintética, espontánea, de nuestro espíritu, sin valor real; el orden sobrenatural es una quimera, el religioso tiene su principio y su término en nuestra conciencia,
es
317
decir, es inmanente1. Estos desvaríos del gran filósofo alemán han obtenido carta de naturaleza en la filosofía de nuestros días. «La filosofía de la inmanencia, dice el apologista D'HuIst,
comunica a la concepción filosófica del día un interés tan vivo, que puede ser mirada como el
único adversario capital del espiritualismo»2. «El racionalismo, dice también Mallet, se ha
visto obligado por el análisis del conocimiento a hacer de la noción de la inmanencia la base y
condición de toda doctrina filosófica»3. Y Buisson escribe: la inmanencia de lo divino en nosotros, de ahí el dogma fundamental de la nueva Religión. (La Religión, la Morale et la Science). Blondel se explica en parecidos términos. «El pensamiento moderno, escribe, considera la
noción de la inmanencia como la condición misma de la filosofía; es decir, que si entre las
ideas hoy reinantes hay un resultado, al que ella se somete como a un progreso cierto, es la
idea muy exacta en su fondo, de que nada puede entrar en el hombre, que no de él, y no obedezca y corresponda en algún modo a una necesidad de expansión»4. Nada, pues, más justo y
necesario que refutar tan grandes errores y tan extrañas aberraciones; por eso vamos a levantar nuestra voz, aunque humilde y apagada, contra tamaños disparates, analizándolos a la luz
que despide la grandiosa epopeya de la Conversión de S. Agustín. Y nota primeramente que
esta herejía quedó refutada en el número de Mayo del año pasado, pues allí demostré que ni
su inteligencia ni su corazón eran razón suficiente de esa metamorfosis psicológica; luego no
hay una causa inmanente en el hombre para explicarla5. Pero
1
Cfr. González, «Historia de la Filosofía», tomo 3.º
Confer. de Notre Dame.
3
Revue du Clergé Français.
4
Lettre sur les exigences de la Pensée.—Annal. de Philos chretienne.—Citado por Tanquerey, Apol.
5
Aún pudiera hacerse otra hipótesis, la de la subconciencia; pero no he querido hacerme cargo de ella, por parecerme demasiado ridícula; quien quiera convencerse de esto, lea el acabadísimo estudio del muy docto P. E.
Negrete en España y América, donde combate vigorosamente y reduce a polvo la teoría de William James
que explica las conversiones por la irrupción de las ideas e impresiones subconscientes en la zona lúcida de
la conciencia, del yo subliminal en el yo real.—Vide Esp. y America–Mayo y Agosto de 1918, «La Conversión de S. Agustín y la subconciencia.
2
318
vamos a atacarla más directamente aquí, dividiendo el trabajo en dos partes, en la 1.ª refutaré
la inmanencia absoluta del conocimiento, y en la segunda la también absoluta del sentimiento
religioso. Vamos por partes.
Defienden los inmanentistas la inmanencia absoluta del conocimiento, olvidándose de lo
que la sana filosofía enseña desde muy antiguo, (desde Aristóteles por lo menos) que sólo hay
un motor inmóvil, quien solo goza de la plenitud de la vida y por lo mismo de la inmanencia
absoluta. No hay viviente alguno creado que posea la perfección absoluta de la vida; el mismo
ángel está sometido a influencias extrínsecas, ya por parte de la inteligencia (ideas infusas) ya
por parte de la voluntad, que se siente atraída por el soberano y único Bien. Sólo Dios es Motor inmóvil, porque es la riqueza infinita y no tiene que mendigar de nadie, y las criaturas todas forman como una inmensa orden de mendicantes.
Una vez que esos señores, partiendo del agnosticismo kantiano, lanzan esa afirmación,
hacen brotar todo de las intimidades tenebrosas del yo. Síguese de ahí que aun el mismo Dios
debe tener ese origen, ha de brotar de esa profunda noria, que rueda a maravilla, manejada por
algún modernista o racionalista. Nosotros encontramos a Dios, riente y majestuoso, en los
cielos, en la tierra y en todas partes, también en la conciencia.
Ellos no; sólo le hallan en la bodega de la subconciencia, cuyas llaves guardan para embriagarse con el vino añejo del saber. Pues, figúrate, lector, a un Dios, que se ha criado en una
bodega. ¿Verdad que saldrá un poco alegrillo y con ganas de bailar? ¡Pobre de mí! ahora acabo de comprender lo que decía Nietzsche, y que tanto me hizo reír la primera vez que lo leí,
que «sólo podía creer en un Dios, que supiese bailar». Cabalmente, aquel gran loco hubiera
creído en el Dios bodeguero de los inmanentistas. Según esto, pues, es un Dios meramente
subjetivo. «No podemos persuadirnos, dice por todos el psicólogo norteamericano Stanley
Hall, que esos seres divinos personales, ora sean los dioses primitivos, ora el Dios Padre del
Cristianismo, tengan otra existencia que la puramente subjetiva»1; es decir, un Dios ilusorio e
irreal. Ahora pregunto:
1
La Psichologie des phenomenes religieux. Citado por el P. Cantera (Dis. sobre el inmanentismo y la filosofía
Suarista, pág. 53.
319
¿Se explica suficientemente con esto la Conversión de S. Agustín, o esta excluye la hipótesis
inmanentista? Creemos que no se explica ni mucho menos: y para eso consideraremos dicha
Conversión con todos sus antecedentes y consiguientes.
Y primeramente, nunca he comprendido yo, cómo siendo tan ricos, cómo esos señores,
dicen, sentimos esas aspiraciones torturantes a la verdad; y fundándome «en el profundo análisis de nuestras facultades anímicas que buscan con afán insaciable en una esfera suprasensible la satisfacción completa de sus aspiraciones y tendencias», como dice un teólogo recoleto1, he creído siempre que debe de existir esa esfera, iluminada por la verdad, donde nuestra
inteligencia será inundada de luz; de otro modo, el hombre sería un monstruo inexplicable.
Esa mi incomprensión y elevamiento crece y sube de punto, repasando la vida de S. Agustín
antes de su Conversión, que podría definirse: La historia de las ilusiones del genio más grande
y de las inquietudes más acerbas y angustiosas del corazón más gigante del mundo. La aspiración a la verdad reviste en S. Agustín un carácter singular e inconfundible; la verdad era para
él un imán poderoso que con fuerza arrolladora le arrastraba; su inteligencia no reposó un
momento, porque estuvo alejada de la verdad. Ese desasosiego tan persistente, que destrozó
su alma tanto tiempo, es inexplicable en el sistema de la inmanencia. Porque estar en extremo
sediento de la verdad, teniendo en el alma los surtidores de la misma, es cosa bien extraña y
que pone admiración. Y pasemos a considerar el proceso intelectual que precedió a su Conversión; de él se sigue que el alma no es el laboratorio de la verdad, y que ésta es independiente de nosotros y que nos viene de fuera, aunque, claro está, con el auxilio de nuestras facultades. El primer paso que dio hacia la iglesia católica, fue conocer que el maniqueísmo era
un conjunto monstruoso de errores y delirios que de ningún modo podían defenderse. Al ver
que la insigne lumbrera de aquella secta, Fausto, no bastaba a deshacer con sus rayos la oscuridad de las grandes dificultades que se le ofrecían, perdió por completo la esperanza de hallar
la verdad entre los maniqueos. «Y así aquel Fausto que, para muchos había sido lazo de muerte, fue
1
P. E. Cantera, «San José., cap. I, pag. 1.
320
sin quererlo él ni saberlo, quien comenzó a aflojarme el lazo en que antes estaba yo cogido y
preso. Porque vuestras manos, Dios mío, en lo oculto de vuestra Providencia, no desamparaban a mi alma»1.
Una vez, pues, roto este lazo que le ligaba al maniqueísmo, su inteligencia comenzó a
moverse anchamente en el firmamento de la filosofía. Y entonces dio otro paso grande, de
suma importancia en el asunto de que estamos tratando; este paso fue comprender la incorporeidad de Dios. El maniqueísmo no era más que un materialismo de lo más burdo y brutal;
Agustín, dotado de una imaginación ardiente que muchas veces le impedía remontarse a la
región de las ideas puras, no pudo concebir, mientras estuvo en él, seres que no fuesen materiales y no se difundiesen por el espacio. Mas como era observador atentísimo de la conciencia, bastante más que los psicólogos modernos, entró dentro de sí mismo, no para sacar de allí
la noción de un Dios inmanente, sino para verle radiante y esplendoroso en el santuario del
alma, para contemplarle en su inmutable serenidad en medio de los oleajes y vaivén del sacudido mar del movimiento de nuestro pobre espíritu. No puedo resistir al deseo de transcribir
aquí, ya que del inmanentismo hablamos, un párrafo de sus Confesiones, henchido de enjundia filosófica, sustancioso y elocuente, que es una refutación valerosa de ese pernicioso error.
No parece sino que aquel vidente de la filosofía, atravesando con su mirada aguileña espacios
y tiempos inconmensurables, estaba intuyendo los desvaríos todos de la razón al través de los
siglos y tenía presentes las teorías brutales de la inmanencia, cuando estampaba en sus Confesiones un capítulo como éste, en que sacando ilesa la verdad de entre las olas alborotadas de
nuestro espíritu mudable, la asienta sobre la roca firme de una objetividad incontrastable.
Ruego al lector procure asimilar la esencia metafísica que por sus invisibles poros está destilando, pues vale por sendos capítulos de psicología nervuda y sustancial. Dice así: «Indagando cuál era el principio y causa de que yo aprobase la hermosura de los cuerpos, ya sean los
celestiales, ya los terrenos y cuál era la regla por donde me guiaba cuando hacía un juicio recto
1
Conf., V-7.
321
y cabal de las cosas mudables y decía: Esto está como debe ser, aquello no lo está; indagando, pues, cual era la regla que me guiaba para formar aquel juicio, cuando juzgaba de aquel
modo tan cabal y recto, hallé que el principio de juzgar con aquel acierto era la inconmutable
y verdadera eternidad de la Verdad, que estaba sobre mi mente mudable. Fui subiendo de
grado en grado desde la consideración de los cuerpos a la del alma, que siente mediante el
cuerpo, y desde ésta a su potencia o facultad interior a la cual los sentidos avisan y participan
las cosas exteriores y todas aquellas percepciones hasta donde pueden llegar los irracionales;
desde aquí fui subiendo todavía a la facultad intelectiva, a la cual se presenta lo que han suministrado los sentidos corporales para que haga juicio de ello.
Ésta, hallándose también mudable en mí, se levantó algo más para entender del modo que
le es propio; apartó su pensamiento del modo con que acostumbra entender las demás cosas,
desviándose de la multitud de fantasmas que se le oponían y estorbaban, para llegar a saber
qué luz era la que la alumbraba, cuando con toda certeza y sin quedarle la menor duda, decía
y vociferaba que el bien inconmutable se debe anteponer a todo lo mudable. ¿Y de dónde le
venía la idea que tenía del mismo ser inconmutable? Pues si de algún modo no le conociera,
absolutamente sería imposible que con tanta certidumbre le antepusiese todo lo mudable. Y
llegó hasta lo que por sí mismo tiene ser; pero tan repentina y pasajeramente como lo que se
ve en un abrir y cerrar los ojos»1. Este párrafo en que se juntan en grado eminente la sagacidad de un profundo ideólogo y analista de la razón, y la introspección psicológica más perspicaz, es un golpe mortal, descargado por el genio de S. Agustín sobre la cabeza de la herejía
inmanentista, una reputación briosa y contundente del inmanentismo.
El argumento, como se ve, se funda en el análisis de nuestros conceptos y en lo contenido
en nuestras ideas. S. Agustín puesto en medio del mar turbulento y agitado de su alma, inquieta y atormentada y perdida en medio de sombras y de errores, ve él el flujo y reflujo del espíritu del hombre, su incesante movimiento (en sentido
1
Confes. libro 7, cap. 17. Traducción del P. Ceballos.
322
metafísico), verdadera entelecheia de Aristóteles, o moción continua; descubre por otra parte
un elemento invariable, necesario e inmutable en la verdad de los principios (incommutabile
commutabili esse praeferendum); luego esa verdad no puede depender de nosotros, ni ser producida por nuestra alma, contra la afirmación de la escuela inmanentista; lo necesario no puede proceder de lo contingente. Síguese de esto que la verdad tiene una realidad más verdadera
que nuestra misma razón contingente, sea donde sea, pues esta supra mentem nostram commutabilem, en una región trascendental, contra la famosa escuela de Le Roy y los pragmáticos, que negando la estabilidad de la verdad, hacen a esta pasar por las vicisitudes de la vida,
concediéndole un valor simbólico y una dirección práctica para vivir. Y sigamos analizando
el citado texto, tan fecundo en doctrina; a poco que nos fijemos en él, se deducen dos consecuencias importantes contra la escuela cuyas teorías esta refutando; primeramente su inteligencia se va elevando poco a poco a la verdad haciendo hincapié en las cosas exteriores; ese
proceso se presenta como ligado a elementos sensoriales, porque la mente de S. Agustín considera primero los cuerpos, en los que descubre mudanzas sin número; y por tanto no aparecen sus pensamientos como autónomos independientes de la sensación contra la escuela de
Würtzburgo y los idealistas; en segundo lugar, aparece la objetividad indestructible de la verdad, que no se altera, cuando nuestra alma se turba y desfallece, contra la antigua escuela relativista de Protágoras y la moderna sentimentalista de Jacobi contra el voluntarismo contemporáneo, que pone el criterio de verdad en la voluntad y contra el inmanentismo, según el cual
lo verdadero es emanación de nuestra mente; la verdad, según esa luminosa teoría agustiniana, es inmutable, invenit supra se esse incommutabilem Veritatem1 inveneram incommutabilem et veram veritatis aeternitatem supra mentem meam commutabilem (Conf. lug. cit.); por
tanto no puede ser hija de nuestra inteligencia voluble y caprichosa, sí hija bellísima de Dios,
que nació entre los resplandores de la Sabiduría Eterna, del Verbo increado. Y ya que la ideología agustiniana aparece en el segundo
1
Quae. 83, q. XLV n. 1.
323
paso dado por Agustín hacia la conversión, nos va a permitir el lector completarla tomando un
nuevo argumento contra el inmanentismo y que está implícito en texto arriba citado. «La Verdad, dice en otra parte, es común; no es ni mía ni tuya, ni de este o de aquel»1. Communis omnibus veritas. Non est nec mea, nec tua, non est illius aut illius.
Ahora bien, sería tuya y mía y de aquel, si de ti o de mí procediese como un producto
psicológico. Así como son míos y tuyos los pensamientos que de nosotros proceden, del mismo modo sería la verdad, si fuese efecto de la actividad de nuestro espíritu. Ésta es, lector, en
sustancia, la refutación valiente que del inmanentismo hizo aquel joven filósofo, dando un
paso gigante hacia el espiritualismo cristiano; como se ve, S. Agustín, mucho antes de empuñar victorioso el cetro de la filosofía cristiana, afrontaba los terribles problemas de la Noología e ideogenia, refutando el sensismo, el tradicionalismo, el criticismo kantiano, base del inmanentismo y otros errores perniciosos de nuestra época. Por esto se comprenderá la vitalidad
perenne de la filosofía de S. Agustín, que aun hoy día puede manejarse como arma poderosa y
formidable contra los deletéreos sistemas que surgen de las entrañas corrompidas del racionalismo y la necesidad de asimilar sus profundas doctrinas sanas y robustecedoras, para vigorizar la inteligencia y armarla contra los ataques de la herejía modernista.
Y veo que nos hemos detenido mucho en este segundo paso de S. Agustín, pero nos excusa la importancia de la materia. Descendamos, pues, al tercero. Uno de los problemas que
más le atormentaron fue el origen del mal, de capital importancia en aquellos tiempos. Rindió,
como sabemos tributo al maniqueísmo; pero, como era enemigo de todo yugo, examinó por sí
mismo el pavoroso problema; y escudriñando su conciencia, al punto conoció que estaba allí
la causa del pecado. «Así que, cuando quería o no quería, estaba certísimo de que yo mismo y
no otro era el que quería o no quería aquello; y conocía que allí estaba el principio de mi pecado»2. Mas no comprendió todavía la última raíz del pecado, que
1
2
Enarratio in Psal. 75.
Confes. 7.º, c. 10.
324
es su limitación ontológica (mal metafísico, diría Leibnitz), según escribió después en su libro
«De Vera Religione». Finalmente, dando el último paso, conoció que todas las cosas son buenas y hermosas, aun las que están sujetas a corrupcción, que ni corromperse podrían, si estuvieran privadas de todo bien1. Éste es brevemente descrito el camino recorrido por la inteligencia de San Agustín antes de su Conversión.
Ahora bien; la simple exposición y mejor la lectura de sus incomparables Confesiones,
convencen de que la verdad no es una cosa subjetiva, elaborada por nuestra mente, sino objetiva e independiente de nosotros, que se cierne y aletea en nuestra alma despertando con él su
contacto grandes pensamientos, sin manchar sus purísimas alas en el cieno de nuestras imperfecciones y mutabilidad. La inteligencia de S. Agustín, como este retrato nos manifiesta, va
pasando de un estado a otro, dejando, entre angustias trabajosas y dolores, las espinas del
error, y atravesando el bosque sombrío del maniqueísmo y elevándose poco a poco a las
olímpicas cumbres del paraíso de la verdad, esclarecidas por los resplandores del Verbo en
que ha de anidar el Águila de Hipona. A los 19 años hallóse perdido en una selva oscura e
impenetrable de errores; todos los desvaríos tuvieron entrada en su mente; pero ésta derramaba en torno lumbraradas que lograron deshacer aquella oscuridad; entonces el joven asquea
aquellos abominables errores que había seguido, arrojando eterno baldón sobre ellos; igualmente, cuanto a la verdad, primero comienza a manifestársele entre sombras, luego la conoce
y finalmente la abraza con castísimo placer y amor entrañable. Esta marcha progresiva hacia
la Verdad no se explica, haciéndola un producto de nuestra actividad mental. Porque si la verdad brota de nuestro espíritu por una generación espontánea y no necesita de un molde eterno
a que ajustarse en el mero hecho de salir de nosotros, será verdad, pues estará conforme con
nuestra naturaleza que la engendra; luego ni hay error posible en el sistema de la inmanencia
absoluta del conocimiento: ¿cómo explicar entonces las etapas por las que la mente de S.
Agustín va pasando, esos abrazos del error y luego esas repulsas y desprecios, y esos estremecimientos
1
Ib. ib., cap. 12 y sig.
325
de gozo y esos rompimientos de júbilo y esos besos honestísimos de la verdad en su gloriosa
Conversión?
Si la verdad es meramente simbólica, ¿por qué a S. Agustín no henchía de satisfacción la
solución de los dos principios, pues era un símbolo gráfico de las batallas entre las dos ciudades y de las riñas entre la parte superior e inferior del hombre? Y, si es un producto psicológico inmanente, ¿por qué aquellos errores, producto al fin y al cabo de la mente (ya lo creo,
esos si que eran hijos de inteligencias delirantes), no calmaban la sed de verdad que le consumía y aplacaban la inquietud terrible y continua de su espíritu?
Francamente, yo no comprendo esto admitiendo el sistema de los inmanentistas. Y sigamos meditando. En el inmanentismo es imposible la duda; en efecto, según ellos la materia de
los juicios (conceptos), como la forma o relación lógica entre el sujeto y predicado, es mera
elaboración del sujeto y emanación de él.
Duda es, según los lógicos, la vacilación del entendimiento entre el sí y el no1. También
podría definirse, fundándose en la definición de certeza, dada por Sto. Tomás2, que es la indeterminación de la mente en presencia de dos juicios; ella no ve la unión del predicado con el
sujeto, de ahí su vacilación y suspensión. Esto en lenguaje de los inmanentistas, para quienes
juzgar es igual a crear la verdad del juicio, equivaldría lo mismo que indeterminación en la
actividad de la mente, es decir, no producir esa unión; y así parece que en ese sistema la duda
es estar indeterminada la actividad sintética del espíritu, el sueño de éste, lo cual está en oposición con el sentido íntimo que nos atestigua que en el acto de duda despliega actividad el
espíritu, sea en la abstracción o en la mera representación. Tenemos, pues, que en el inmanentismo no se puede dudar en el sentido corriente de esta palabra.
Pues bien, hubo un momento pavoroso, en que aquel pobre mendigo de la verdad, que
había vagado por mar y tierra en busca de la esposa idealizada de su alma, jadeante y desfallecido y rodeado de obscuridad por todas partes, se arrojó en el seno de la noche del escepticismo, sentándose, aunque por breve rato, en las aulas
1
2
Rousaux–Lógica–2 parte–Cap. 3.º–n. 243.
In 3. Sentent. Dist. 23, art. 2, q. 11.
326
tenebrosas de la nueva academia y lanzándose en brazos de sus maestros, exclamando: Oh
Magni viri Academici «Se me ofreció el pensamiento, que aquellos filósofos que llaman
académicos habían sido más sabios y prudentes que los demás, porque defendían y enseñaban
que de todas las cosas debíamos dudar, y que ningún hombre podía llegar a comprender ni
una sola verdad»1. Pero como he dicho fue de poca duración el tiempo que en aquella secta
permaneció; su espíritu era demasiado grande para abrazar con tenacidad tales desvaríos. Esto
nos dice que la inteligencia de San Agustín andaba alrededor de la verdad, y no lo contrario,
que la verdad giraba alrededor de él, como quieren los inmanentistas.
Y vengamos a la última prueba. La inteligencia es facultad receptiva, y pasiva; en su estado inicial, es, dicen los aristotélicos, como una tabla en que nada hay escrito2; es menester,
pues, un determinante que la despierte.
«La experiencia atestigua, dice nuestro profundísimo Balmes, que la actividad de nuestro
entendimiento ha menester excitación. Entregado a sí propio, parece como que duerme; es
uno de los hechos psicológicos más constantes la falta de actividad en nuestro espíritu cuando
no han precedido influencias excitantes»3. Con estas palabras han exactas y verdaderas tira
por tierra el gran filósofo español la absurda teoría, que estamos refutando. Pires bien; si nos
fijamos un poco en el proceso de la inteligencia de S. Agustín, notaremos cómo va recibiendo
el influjo saludable del mundo exterior. Se convenció de que todas las cosas son buenas, y que
no hay sustancia mala en el mundo porque fue rodeando con sus ojos todo el orbe de la tierra,
y entrando en el seno de los mares, y en lo profundo de las cuevas, y vio que todas las cosas
eran buenas, no solo en sí mismas, mas también con relación al conjunto de que forman parte
(argumento de inducción que es imposible en el sistema de la inmanencia, pues eso ya sería
admitir influjo de lo extrínseco). Si en su mente se despierta la idea de un ser Inmutable,
1
Confes–V, X.
Vid. S. Núñez González. Lecciones de Psicología. Lec. 24, y Mercier. Psicología, 3 p., cap. 1, par. 2.ª, 94.
3
Filosofía fundamental. Tomo 1.º, cap. 12.
2
327
es porque asiste al teatro del mundo físico y espiritual y ve la perpetua rotación de los seres y
sus incesantes movimientos, el werden que diría Hegel. Pero ya llega casi el momento definitivo y será el Cicerón de Milán, S. Ambrosio, quien ha de descargar sobre sus oídos un torrente de elocuencia y ha de tronar y relampaguear en su espíritu atónito y avasallado, levantando
horribles tempestades y tormentas; será Ponticiano quien paseará ante sus ojos la excelsa figura de S. Antonio y de sus monjes, su vida santa y penitente infundiéndole con sus palabras
horror de su vida pasada y vergüenza de la que estaba haciendo; será S. Pablo, el Apóstol
conquistado por la gracia, cuya lectura irá remontando los nublados de su alma, bañándole en
la luz de la verdad cristiana, preparándole para la victoria estupenda; es decir, siempre un excitante extrínseco va influyendo en su inteligencia.
Y sobre lodo el último paso demuestra también la pasividad de su mente en la Conversión. Contempla al joven africano envuelto en la más recia batalla que han presenciado los
hombres: un huerto delicioso es el teatro de aquella formidable lucha; a él le condujo el desasosiego de su corazón, para que nadie impidiese la encendida guerra que contra sí mismo había comenzado. «Sentéme, prosigue, lo más lejos de la casa, y allí bramaba enfurecido e irritado contra mí mismo, reprendiéndome con un enojo inquietísimo el que retardase el ir a abrazarme con Vos, Dios mío»1. «Yo me corría y avergonzaba mucho porque todavía estaba
oyendo el murmullo de aquellas fruslerías que me tenían suspenso y sin acabar de resolverme»2. Y en el siguiente capítulo añade: «Luego que por medio de estas reflexiones se conmovió hasta lo más oculto y escondido que había en el fondo de mi corazón, y junta y condensada toda mi miseria, se elevó cual densa nube y se presentó a los ojos de mi alma, se formó en
mi interior una tempestad muy grande, que venía cargada de una copiosa lluvia de lágrimas…
y soltando las riendas a mi llanto, brotaron de mis ojos dos ríos de lágrimas, que Vos, Señor,
recibiste como sacrificio de vuestro agrado». Y después de leer las célebres palabras del
Apóstol, continúa el Santo: «No quise
1
2
Confes., libro 8.º, cap. 8.
Ib., cap. 11.
328
leer más ni era menester, porque luego que acabé de leer esta sentencia, como si se me hubiera infundido en el corazón un rayo de luz clarísima se disiparon enteramente todas las tinieblas de mis dudas»1. Estamos, lector, en presencia de un fenómeno singularísimo; prescindamos, si quieres, de lo súbito de esa conversión, que no se compadece bien con el modo de
obrar de las causas naturales que todo lo hacen con movimiento, es decir, lentitud; tienes que
convenir conmigo en que la emoción sentida por San Agustín en aquel momento, fue grande
sobremanera; así lo dicen las lágrimas que corrieron abundantes por sus mejillas.
Ahora bien: toda emoción, sobre todo cuando es fuerte, va acompañada de ese fenómeno
quemaos psicólogos modernos (Janet, W. James, Lapieque) llaman derivación de las energías, y por consiguiente de la inhibición de ciertos actos que da por resultado el estrechamiento
del campo de la conciencia2. Ley, que con admirable concisión expresó Sto. Tomás diciendo:
Una operatio cum fuerit intensa impedit aliam. Esto es lo que sucedió en el momento de su
conversión; sentía S. Agustín en sí el rugido de aquella pavorosa tempestad y el clamoreo de
las pasiones más turbias y repugnantes. De aquí la concentración de su alma entera en aquella
batalla y el anegamiento en el mar de sus lágrimas; de ahí el relajamiento de sus facultades
cognoscitivas y el predominio de la atención que llaman los psicólogos pasiva sobre la activa,
más necesaria para la contemplación pacífica de la verdad; de aquí la pasividad, la receptividad de su inteligencia en aquel momento solemne. Su inteligencia sentía el influjo suave y
amoroso de la verdad, que se le manifestaba cariñosa y riente. Él mismo, gran psicólogo, describe esa pasividad, diciendo: Luce securitatis infusa, omnes dubietates tenebrae diffugerunt.
Dice infusa para designar que aquella luz venía de fuera, ab extrinseco. Síguese de esto que su
alma recibía la verdad, y por tanto ésta es una cosa independiente de nosotros; luego es falso
el inmanentismo. Y ¡qué ósculo tan sublime debieron darse el genio y la verdad en aquel entonces!
1
2
Ib. cap. 12.
Vide N. González, ib., Lec. 19 y la Psicología experimental del P. Vaissiere, cap. 5, Psicología funcional, 3.
329
Desde ese momento Agustín será todo para la verdad, el incansable adalid del cristianismo, el
intrépido debelador de las herejías, el terrible adversario del infierno; y aquella su sincerísima
conversión fue, como dice uno de sus biógrafos, el principio de las victorias conseguidas por
la Iglesia en aquel periodo crítico, de la derrota del error y del resurgimiento de la gloriosísima Ciudad de Dios, que ha de prestar calor fecundo a aquella sociedad agonizante y corrompida.
Ahora ocurre preguntar para complemento de esta parte: Ese Dios a quien halló en su
Conversión ¿es un Dios inmanente, como quieren las escuelas modernas, o es el Dios transcedente de la filosofía cristiana? Muy fácil es la contestación, que ya adivinará el lector atento.
Oigamos al insigne Convertido: «Pasé más adelante y entré a buscaros en el mismo seno donde reside mi alma que es el lugar que ella tiene para sí dentro de mi memoria, porque también
mi alma se acuerda de sí misma; y tampoco Vos estabais en aquel seno, porque así como Vos
no sois alguna imagen corpórea ni afección alguna de las que suele en sí experimentar el alma, como sucede cuando nos alegramos, nos entristecemos, tememos y otras afecciones semejantes; así tampoco sois lo que es nuestra alma, sino una sustancia muy superior a ella,
como que sois el Señor y Dios de mi alma; pues todas las cosas son varias y mudables y Vos
permanecéis sobre todo lo creado eternamente invariable»1. «¿Dónde, pues, os hallé para
poder conoceros? ¿Dónde os hallé para conoceros, sino en Vos mismo, más arriba de mí? Ubi
ergo inveni Te, nisi in Te supra me? Pero de ningún modo hay en esto espacios ni lugares…
En todas partes estáis, Verdad eterna, presidiendo a todos los que os consultan y se aconsejan
de Vos, y a todos les respondéis a un tiempo, aunque os pregunten cosas muy diferentes» (2).
No pueden ser las palabras más terminantes y significativas; tengo para mí que el Santo
Doctor tenía presente el inmanentismo demoledor, y estaba ensañándose contra él y aplastando con fieros golpes su cabeza; en el pasaje citado no sólo excluye dissertis verbis la hipótesis
de que Dios es inmanente en nosotros, porque Dios
1
Conf. X, XV.
330
non est affectio videntes, nec animus est, sino que está en una región muy superior, supra
me, como sol colocado en el firmamento de las inteligencias que ve sin inmutarse y serenísimo las tempestades y mudanzas de todos los seres; es decir, la inmutabilidad de la verdad por
una parle y la volubilidad del espíritu por otra; he aquí el gran argumento empleado por aquel
genio de la Filosofía contra los subjetivistas, sentimentalistas, pragmáticos, modernistas e
inmanentistas1. Y pasemos a la segunda parte.
FR. VICTORINO CAPÁNAGA DE S. AGUSTÍN
A. R.
(Concluirá)
1
Esta teoría agustiniana de la verdad y de las ideas es una de las más hermosas, sólidas y profundas de S.
Agustín y la más brillantemente expuesta por él; Balmes la ha reproducido con la solidez y acierto, inseparables de su pluma, descargando rudo golpe sobre el Kantismo (Filosofía fund., libro 4.º cap. 23 y siguientes). El insigne dominico S. A. Lépidi ve también en la objetividad del idealismo agustiniano el muro de
bronce donde se estrellaría el Kantismo, base del inmanentismo. (Examen philosophico-theologicum de ontologismo). Esa teoría difunde luz abundante y clarísima sobre una multitud de problemas psicológicos, ontológicos, teológicos y criteriológicos.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
¡PROTECTOR!
Omne latet caelum nimbosaque nubila neetunt;
Jamdudum placidam condidit umbra diem.
Ventus utrinque, fremens horrendo murmure perflat
Et quidquid cohibet frondea sylva tremit.
Tunc tonitrus reboans tempestatumque tumultus
Rumpitur, et rabies fervet acerva maris.
Hac sese fluctus sinuoso vortice volvunt;
Illac altisoni sidera summa petunt.
¡Errans! proh dolor! en Petri fragilisque carina,
Obruta spumoso turbine tendit iter!…
¿Quo fugis undivagans certis exposta periclis?
¿Oceani pulsus te subigandus erit?
¡Eja revertere littora tuta! ¡Revertere velox!
¿Sucumbesve, tetro gurgite sorpta, levis?
Et crescunt stridore procelle, et marmoris unda
Exitium terris jam minitantur acres.
Navis velivolans ultroque citroque vagatur,
Sicut ludibrium triste furentis aquae.
Fessos nautarum subitus tremor occupat artus,
Et crebo gemitus pectora torquet atrox.
332
Remigium tandem Iinquunt deterrita membra,
Cunctisque aspicitur mortis aperta via.
Insignis tamen intrepide nauclerus ubique
Subsidioque subit, debilibusque juvat.
Jam miseris anceps fuerat spes abdita nautis,
Extemploque ducis tempora sacra nitent.
Ignivomo ceu fulmine sphaeris ictus ab altis,
Concidit, inflexo poplite, maestus humi.
Illucet vultus; geminasque ad sidera palmas
Tollens, sollicitus talia verba refert:
Tecla, verende Deus, qui splendens incolis alma,
Pectoris exessi suscipe vota pie.
Omnipotens qui sceptra gerens radiantis Olympi,
Arbiter aeternus, numine cuncta regis.
Cujus consilio canescunt arva pruinis;
Et tellus segetes parturit ampla suas.
Cujus ad imperiurn dispergit Iumina sidus;
Pictaque florifero vellere vernat humus.
Qui pelagum fluitare jubes, consistere montes;
Atque silere statim sibila rauca flabri;
Navigium tumidis hue illuc fluctibus actum
Respice, pontivagum perfida fata ferunt!…
Aut miserandum semper ut hauriat ima vorago,
¿Num bonitas comis desinet ipsa tua?
Fine carentis, transvehit, Urbis, manna saporum;
Dulcis terricolis omnibus una salus.
Ex lignis cruciatus Christus texuit, olim
Stipite dum vinctus, sanguine tinxit humum.
Sunt etiam validi rectores milites ejus,
Quorum Christifera ostendere signa refert.
Ex patulo Rubri barathro veluti revocasti
Israelis turmam, nos quoque solve pius.
Te, o inmense Deus, pavitans humilisque navarchus
Obsecrat, humescens plurima gutta genas».
Fervidus haec dixit; et pedetentim pectora aspirant,
Dum, spe sublapsa, post rutilare vident.
333
Eminus insolitus lumen candescere caepit,
Astro fulgidior nocte rotante polis.
Cum facili ardore dolosae bassia libet;
Se, lepido risu concita, labra movent.
Jam praeceps properat clarumve magisve decorum
Æquoreumque simul murmur ubique tepet.
Prodigio stupefactus tali naufragus haeret,
Membraque confidens aegra levanda quie.
Et jubar aurigerum nuber nimbumque facessit,
Antea saxifragis, sternitur aequor aquis.
Sedat: caeruleique renident tecta serena,
Cum navis nitido sistat operta face.
Tot pulchrae luces tantisque leporibus adstant;
Ædibus ut similat cymbra coruscat sacris.
Per medium subito quaedam resplendet imago
Quam Cherubin celsi bellior ipsa patens.
Quaenam est?... Tale animo conmoto nauta revolvit.
¿Quaenam aditus cujus gaudia tanta movet?
Virginis intemeratae Joseph Sponsus, Olympi
Vertice demisus, signifer ut rutilus.
Dulcis amoris edaci flamma cordibus ustis,
Mox pedibus figunt oscula chara suis
Ille manus clemens ad gemmea porrigit aethra,
Nautis tunc dicit tristibus atque bene.
Jam vecors maris ira procellarumque fugatur;
Caecum jam nebulis tergitur aether atris.
Jam pelagum tranat victrix ceterisque canina;
Omnes jam exiliunt laetitiaque fremunt.
Voce tryumphigerus laeta perfunditur hymnus,
Quo Joseph celebris grandia gesta colunt.
Suppetiam Joseph cum quolibet afferat almus,
Undis non quatitur caelica cymba feris...
Sistere, naucherus praecepit, postea navim
Ac cunctos modulum gutture comprimere.
Paulo post puppim supra comparuit ipse,
Cingens vittacomas igniferisque labris.
334
Conticuere omnes: arvis arguta volucris;
Aligeri proceres, terrigenique tacent.
Voxque sacratis percrepuit miranda cathedris
Et Nonus retulit dicta suprema Pius:
Solis dum radii redeuntia saecula signent,
¡Ecclesiae, Joseph Sancte, Protector eris!
FR. D. PEÑA A S. JOSEPH
In Collegio Sancti ÆmiIIiani die 6 Martii 1920
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
MAYO Y LA SANTÍSIMA VIRGEN
El mes de Mayo no sería lo que es, si no hubiera algo más que una naturaleza engalanada
con toda la pompa de una vegetación exuberante; no tendría para nosotros más atractivo que
lo que llamamos un buen día de primavera.
Pero hay algo más, hay mucho más; y es que en él honramos a la criatura más grande,
más perfecta y más hermosa que ha salido de las manos de Dios: la Virgen María.
Figura excelsa que aparece sobre todos los siglos iluminando con sus destellos a la
humanidad, anunciada por los Profetas miles de años antes de su aparición en la tierra, representada en el Antiguo Testamento por multitud de símbolos y figuras, deseada de las gentes,
¿qué puedo yo decir en su alabanza que no sea cual corona de pálidas flores sobre la cabeza
de una reina?
Dos mil años hace que la humanidad se esfuerza en arrancar al arte el secreto de encerrar
en una producción su grandeza inconmensurable; la poesía ha derramado en versos inmortales
los más puros y delicados sentimientos del corazón humano, la pintura ha sorprendido los más
ricos y variados colores de la naturaleza para trasladarlos al lienzo, la arquitectura le ha levantado hermosos templos... y la música, esa chispa de lo infinito, que hace estremecer
336
el corazón más duro, ha recogido en el pentagrama todos los trinos de los pájaros de las selvas, todos los murmullos de las fuentes, todos los rumores de las auras, para escribir el himno
debido a la grandeza de María. Pero no; es demasiado rudo el decir humano para cantar dignamente las glorias de esa criatura singular. Reina del Universo, Corredentora de los hombres,
Esposa del Espíritu Santo, Templo de la Trinidad Sacratísima, Madre de Dios, Hija del Eterno
Padre; iris de paz, estrella de los mares, alegría de los valles, sonrisa de Sión; refugio de pecadores, salud de los enfermos, consuelo de los afligidos, sostén de los que vacilan; pura como
los ampos de la nieve, hermosa como el sol, gentil como la aurora, dulce como la ilusión...; he
ahí cuanto ha sabido decir el grosero idioma de los hombres en alabanza de la Reina de los
Ángeles... ¡Pobre idioma que no alcanza a expresar debidamente glorias, que el dedo de Dios
escribió desde el principio sobre la historia de la humanidad!
Figuraos un artista, fantasía ardiente, corazón enamorado, alma tierna y delicada, pecho
cargado del fuego de la inspiración. Haced bajar a su mente despierta por los aletazos del genio el amor a María, poned después en sus manos el instrumento y que cante: un torrente de
armonía vendrá a herir nuestros oídos y hará estremecer el corazón de júbilo, vibrarán sus
cuerdas, heridas por el arco mágico, cual arrullos de palomas, aleteos de ángeles, rumores de
cascadas; cada nota será un suspiro, un ay del alma, un poema de amor; dulces y lánguidas
caerán del arpa cada vez más tenues, más arrobadoras hasta expirar sus últimas vibraciones en
el espacio cual música del cielo: ¿habréis dado con la clave del himno de María? ¿Esas notas
sonoras, esos rumores tiernos, esos arpegios delicados compendian todo cuanto puede decirse
de la grandeza de la Virgen? ¡Ah, no! Valdría lo mismo que decir que el entendimiento
humano, pobre y limitado, había llegado a comprender todo el mérito que encierra la obra
más grande salida de las manos de Dios.
Hay más todavía. El pueblo, «el primer poeta» como le ha llamado alguien, porque en su
alma franca y sin doblez se reflejan todas las ideas nobles, todos tos sentimientos generosos,
todo lo que tiene sabor a grandeza e idealidad; ese pueblo que encierra sus sentires en versos
agrestes y toscos, pero varoniles y expresivos; que sabe
337
amar y aborrecer y lo dice todo en una poesía natural, tal como sube del corazón a los labios,
¿cómo siente de la Virgen en el mes de Mayo? Echad una mirada por el mundo católico. ¡Qué
escenas más conmovedoras se presentan a nuestra consideración! ¡Qué alegría más pura inunda el alma al contemplar la fe, la fe viva que todavía late pujante y vigorosa en el corazón de
los católicos!
Millones de seres, tal vez oprimidos por la desgracia, alzan sus ojos suplicantes a esa madre amorosa que los mira sonriente; miles, quizá más, con la frente alta van a postrarse a sus
plantas para rendirle tributo de amor y pleitesía; infinidad de lenguas balbucientes le ofrecen
con su inocencia la oración tierna que brotó de labios divinos. Penetrad después en el pueblo
más ignorado, en la más pobre aldea y no os será muy fácil trasladar fielmente al papel la impresión que os producirá el espectáculo del templo.
Desde el tembloroso anciano que apoya sus pasos vacilantes sobre frágil báculo, hasta el
niño retozón que descansa en los brazos de su madre, todos contemplan embelesados la faz
dulce de la Reina de los Ángeles. Las más vistosas flores del valle engalanan su trono esplendente, ciñe su airosa imagen manto azul cubierto de pedrería, multitud de luminarias dan un
nuevo tinte de hermosura al cuadro que presenciamos. Brotan espontáneos y vibrantes los
cánticos, sencillos pero tiernos, que llamamos flores; dulces cadencias caídas de los instrumentos inundan la nave, murmuran los labios, lágrimas silenciosas humedecen las mejillas...
¿Podremos decir ahora que la excelencia de María está suficientemente sentida en esa fe sencilla, pero arraigada, en esos cánticos tiernos, delicados y expresivos? Digámoslo de una vez.
Es demasiado pequeño el corazón humano para recibir tanta grandeza.
Fiel expresión la obra del arte de los sentimientos que lo llenan como aquel, tierra y arcilla, no puede sentir en toda su plenitud todo lo bello, todo lo sublime, todo lo ideal que encierra esa obra magna de Dios, necesariamente tiene que resultar ésta pobre, defectuosa, incompleta. El himno de María
No lo rima ni lo canta
Miel de humana poesía,
Ni miel de humana garganta1.
1
Gabriel y Galán.
338
¡Virgen purísima! Imán de los corazones, embeleso de nuestras almas, Madre del DiosHombre: mientras en la tierra alienten seres dotados del admirable instinto de la belleza, no
faltará quien, anonadado por el peso de tanta grandeza, rodilla en tierra, le cante con amor
aquellos versos, que el poeta arrancó a su arpa delicada:
Dios no pudo hacer más cuando te hizo,
Yo no sé decir más cuando te canto1.
Marcilla 18-4-29
FR. MARIANO ALEGRÍA DE S. JOSÉ
1
Gabriel y Galán.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
A LA MUERTE
del Ilmo. y Rmo. P. Fr. Ezequiel Moreno
Abandona su alcázar pavoroso
La fiera Parca con semblante austero
Y al formidable golpe de su acero
Derriba al adalid más valeroso.
Que, transformado en Ángel luminoso,
Exclama con acento lastimero:
«Recibe, amada grey, mi adiós postrero»
Y salva las alturas silencioso.
Entonces, una voz llorando canta:
Hoy tiembla el corazón, lloran los ojos
Y enmudece de pena la garganta.
¿Por qué, dulce Pastor, por qué te alejas,
Y en un valle de lágrimas y abrojos
Huérfana y solitaria a tu grey dejas?
FR. CARLOS LIÑÁN DEL C.
A. R.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
PROPRIUM OFFICIORUM
ORDINIS EREMITARUM RECOLLECTORUM SANCTI AUGUSTINI
Gracias a Dios, vencidas no pocas ni pequeñas dificultades, tenemos nueva edición del
Propio de Oficios de nuestra Sagrada Orden, y con esto remediada y satisfecha una necesidad
generalmente sentida. El Propio impreso el año 1915 por la Tipografía políglota Vaticana no
servía, como es sabido, más que para breviario totum, y sus caracteres resultaban sumamente
pequeños. La edición presente, hecha en Barcelona por los Herederos de Juan Gili, Tipógrafos
de la Sagrada Congregación de Ritos, es de caracteres grandes y hermosísimos, para breviarios divididos en cuatro partes o volúmenes y adaptables a breviarios en dos tomos.
Como quiera que cada una de las cuatro partes del Propio contenga al principio las autorizaciones, decretos y Calendario, y al fin el Appendix (Benedicta, serotina, bendiciones, absoluciones etc.), débese advertir que ajustando el Propio a breviarios en cuatro partes es necesario poner íntegras las partes del Propio: pero adaptándolo a breviarios en dos partes o tomos, puede suprimirse (a fin de que abulten menos los tomos), en el primer tomo, de la pars
hiemalis el Appendix, y de la pars verna, las autorizaciones, decretos y Calendario: y dígase
lo mismo, en el segundo tomo, con respecto a la pars aestiva y pars autumnalis. De este modo se evitan repeticiones, y los tomos resultarán, como se ha dicho, menos abultados.
Esta edición ofrece, además, la gran ventaja de tener los Responsorios íntegros, sin necesidad de recurrir al Breviario Romano, lo
341
que resulta mucho menos molesto y menos expuesto a que se estropeen los libros, como sucede cuando hay que registrar los Responsorios por no estar más que indicados.
Hemos pedido a varias Casas de España y del Extranjero precios del Breviario Romano
en cuatro y en dos partes, y de nuestras averiguaciones resulta que su adquisición es sumamente difícil, y lo ha de ser por algún tiempo; y además de difícil muy costosa. Por esta razón
juzgamos lo más acertado que se adquiera el Propio de la Orden independientemente del Breviario Romano, y cada Comunidad cuidará de encuadernarlo por separado, o de proveerse
donde tenga por conveniente de Breviario Romano en cuatro o en dos partes, del mismo tamaño que el Propio, o sea, en 12.º
El precio del Propio es de 5,50 pesetas, comprendidos los gastos de remisión; y los pedidos se harán al
R. P. Superior de Agustinos Recoletos
Príncipe de Vergara, núm. 85
MADRID
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
DE VENEZUELA
La Misión de Paraguaná, en mayo de 1913
(Continuación)
Trabajamos también aquel día con buen ánimo y con hambre, y el Señor se dignó premiar
nuestros esfuerzos con frutos equivalentes a todo lo que pudo rendir el solo distrito taquero,
con bastantes confesiones, comuniones, confirmaciones y algunos matrimonios, logrando ver
la Capillita llena de gente a todas horas, ávidos de escuchar la palabra de vida con tan buenas
o mejores disposiciones aún que en ningún otro lugar. Esto fue muy hermoso, pues el hombre
malo, que a todo andaba muy atento, pudo comprobar su completa derrota y que la semilla de
perdición no ha prosperado en el campo de las conciencias y que se encuentra solo en su camino. Los misioneros del Señor hicimos cuanto nos fue posible por él; por él oramos y sufrimos, por él predicamos la palabra de vida eterna y abrimos para él también las fuentes inagotables de la infinita misericordia, donde tantos otros se han bañado y purificado. Quid ultra…?
Teníamos a nuestra guarda, cuidado y asistencia para que nada nos faltara, según nos dijo cuando llegamos, a un tal Nicomedes, que por serlo tal y por lo que de su propia esencia
nos vino a pegar a nosotros, yo creo que ese nicomedes y también nicenares y aun nidesayunares también. Hombre flaco y artista,
343
es decir, sastre, que, por no tener en qué cuidarnos ni guardarnos, ni asistirnos desde el segundo día, se dedicó a quebrantarnos los huesos con el áspero y desgarrado rugir de una máquina
de coser en perfecto estado de descomposición, como decía el insigne Padre Salom, y lo tomaba con tal empeño, que no se daba punto de reposo ni tampoco a nosotros. Como no comía,
ni tampoco nosotros, él se pasaba el tiempo «confeccionando trajes de señoras, o femeninos
como decía él». Era su especialidad. Acompañaba al ruido de la máquina el clavileño del P.
Salom que, muerto de hambre y necesidad, reclamaba en tristes y lánguidos relinchos un alimento imposible de alcanzar por aquellas fechas. Y a
SANTA ANA
se ha dicho, el jueves 28 del florido mes a eso de las ocho de la mañana, con el alma alegre, los cuerpos tristes y asendereados, satisfechos de los trabajos sufridos y los frutos conseguidos, hala para Santa Ana, en compañía de nuestros buenos amigos D. Jesús Osorio y D.
Modesto Falcón, los dos únicos a quienes después de la recepción podíamos agradecer atenciones y buena compañía en Los Taques.
BARAIBED
Y por cierto que fue acertada y nos fue grata esa visita. Baraibed había sufrido en la pasada calamidad del hambre. El pueblo, si antes fue abundante y numeroso, hoy se encuentra
muy decaído. La falta de agua, sobre otras causas de malestar, está haciendo emigrar su gente
hacia el vecindario de «Miraca», que se halla en mejores condiciones y en él tiene el Dr. Soto
sus posesiones.
Baraibed nos dio una sorpresa muy agradable y hubimos de alegrarnos de haber cedido a
las afectuosas gestiones de dicho señor y de la Junta de caballeros de aquella localidad; pues
aunque luchando con la pobreza y la miseria-ambiente, cuyas huellas podíamos descubrir
inmediatamente en aquellas casas derruidas y deshabitadas, en aquella escasez de gente y en
aquellos techos destejados para atender urgentes y gravísimas penurias, aquel pueblo nos
ofreció unas horas de buen trabajo, fruto abundante de almas, superior
344
al de Adícora y una generosa hospitalidad. El Dr. Soto nos hospedó en una tranquila y fresca
vivienda donde tomamos ratos de agradable solaz. Sobre Baraibed se descolgó el vecindario
de «Miraca» para satisfacer sus espirituales necesidades que quedaron satisfechas durante
esas horas de permanencia allí.
El pueblo está situado en una llanura de amplios horizontes y a una media hora del mar
cuyas brisas refrescan el ambiente y aumentan su salubridad. El agua, aunque muy escasa, es
excelente y si como es buena fuera abundante y que diera para regar los campos, Baraibed
cambiaría de aspecto en cuatro días.
FR. JULIÁN MORENO DE SAN NICOLÁS
(Continuará)
Una solemne festividad religiosa
Misión singular del misionero es instruir a las gentes que se han encomendado a su dirección. La instrucción, esa luz maravillosa que ilumina las inteligencias, es la llave de oro que
les abre las puertas de las verdades excelentes del cristianismo. De aquí, que siempre he creído que la primera ocupación del ministro del Santuario debe ser enseñar a los pueblos.
Muchos, sin cuento, son los medios con que cuenta el misionero para dar a las almas el
pan de la ilustración, empero, sin salir de los ámbitos sagrados del Templo, tiene en su mano
el secreto de la enseñanza. No hablo del campo amplísimo de la predicación, tampoco del
medio, entre los medios el más sobresaliente, el confesonario; hay otro medio muy fácil y
ventajosísimo «las fiestas religiosas»: ástas despiden luz, y luz clarísima para las inteligencias, que de esa manera pueden muy bien alejarse de las tinieblas de la ignorancia y hasta predisponerse al reclamo del estudio; de ellas se derivan preciosos conocimientos para tantos
infelices que, por su
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pobreza y quehaceres se les hace imposible leer las páginas de ningún libro.
Esto explica el por qué, desde que la obediencia me tiene muy grandemente ocupado en
las la labores de un humilde misionero, he tenido grandes entusiasmos por las solemnidades
del culto, y el no haber omitido nunca cosa alguna que mayor realce dar pudiere a las fiestas
religiosas que he celebrado en el seno de mi parroquia.
Con el fin muy laudable de estimular los ánimos voy a reseñar una solemne festividad religiosa que tuvo lugar en el templo de mi parroquia ayer, treinta y uno de octubre: la fiesta de
Coronación de la Virgen.
Durante los días del mes de octubre sentimos en nuestro espíritu esos arrobamientos que
la sublimidad del culto cristiano causa en sus esplendidas fiestas, y hoy, con motivo de la Coronación de la Madre del Amor Hermoso, en su advocación del Sacratísimo Rosario, casi nos
parece imposible que las letras que estamos borrajeando, puedan manifestar nada más que
algo, de lo grandioso que, en el recinto del Sagrado Templo de esta parroquia, tuvo lugar ayer,
treinta y uno de octubre.
Al compás de los dulces acordes de la música y envueltos en una nube de notas que despedían los sagrados bronces, se dirigían doce ángeles a la Iglesia Parroquial; nos pareció ver
en aquellos momentos que los cielos se abrían y, entre nubes de amarillo de ámbar y de blanco de nieve impoluta bajaban celestes espíritus; quienes la corte iban a hacer a María. Ésta,
colocada en un jardín de preciosas flores, parecía salir del cáliz de las rosas como sale la blanca espuma de las sonoras olas de un mar azul, cuando se siente rizado por el soplo de matinales auras en una mañana de la amorosa primavera.
Del Templo era tal la belleza y la majestad, que podíamos haber tenido la duda de si
algún ángel del cielo tocaría con mágica mano aquellos objetos que formaban el trono de
María. Llegó el momento de dar principio a los actos litúrgicos, y... ¡momentos sublimes!
algo tenían de extraordinario cuando nos hacían sentir dulzuras inefables. Lo primero que se
efectuó fue el Santo Rosario rezado por la señorita Celia Encarnación Mata: los misterios fueron cantados al compás de las notas del órgano e instrumentos músicos por
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las señoritas Aurora Siginani y Mata Fermín, cuyas voces parecían salir de gargantas angélicas; decir que lo hicieron con incomparable maestría, fuera decir nada. Finalizado el rezo,
alabanza de María del Sacratísimo Rosario, hizo el ejercicio del mes el que suscribe, y, cuando hubo terminado, expuso el orden de las ceremonias que aún habían de ejecutarse. Todas
tuvieron un estupendo orden y ejecutadas fueron, con delicadeza suma, por las personas en
ello comprometidas.
Llegado que fue el momento de la Coronación, apareció como por encanto, entre doce
angelitos, uno de belleza encantadora, el cual, haciendo compás con los piececitos y sedosas
alas, y al ritmo de una triunfal marcha que se tocaba en el coro, ascendió por unas gradillas
lujosamente alfombradas y cubiertas de rosas. Llegó el que parecía enviado del cielo al trono
de María, y, entre nubes formadas con finas gasas, dejó ver una corona que pausadamente iba
descendiendo hasta colocarse en las sienes de la que, en aquel momento, apareció reina coronada. Quedaron, en aquel entonces, los espíritus como poseídos de un místico estupor; nada,
empero, extrañar debe, cuando el acto de por sí era de trascendental significación, y la niña
agraciada para hacer de angelito era Adelina Rebeca Rodríguez Marcano.
Con objeto de causar una grata impresión, en tanto se coronaba a María, ocupó la sagrada
Cátedra el que suscribe y expuso brevemente «la significación de la ceremonia y enseñanzas
que de ella se desprenden».
Continuaron los cultos con una plegaria a María, letanías y Salve y una letrilla a la Virgen. Acto seguido pasaron los padrinos nombrados para el acto, quienes, después de una reverente cortesía a la «Coronada Reina» ofrendaron su óbolo.
Nuestra entusiasta enhorabuena a la Hermandad del Sacratísimo Rosario, muy especialmente a su muy digna Presidenta; y un voto de gracias a los padrinos, y, en general, a mis
hijos todos espirituales.
FR. DAMIÁN CASTRESANA ALONSO DE S. AGUSTÍN
A. R.
Tunapui (Venezuela) 1.º de Noviembre de 1919
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
UT DEUM AUGUSTINUS DOCEAT QUAERENDUM
(Continuación)
Ex altissima divinae essentiae consideratione ad vallem humilitatis et profundissimam
nihili, quod est in creaturis abyssum descendere utilissimum est. Quemadmodum enim Deus
dicit: Ego sum qui sum, sic creatura ejus comparatione dicere potest: «Ego non sum», vel
«nihil sum». Hoc ex Christi verbis eruit Augustinus. «O Domine Deus noster, quid est quod
aisti: Nisi quia credideritis quia Ego sum? Quid enim non est eorum quae fecisti? iNumquid
coelum non estt? Numquid terra non est? Numquid non sunt ea quae in terra et in caelo sunt?
Numquid homo ipse, cui loqueris, non est? Numquid Angelus quem mittis, non est? Si omnia
sunt haec, quae per te facta sunt, quid est quod tibi proprium quiddam tenuisti ipsum esse,
quod aliis non dedisti ut tu solus esses? Nam quomodo audio sum qui sum, quasi alia non
sint? Et quomodo audio, nisi credideritis quia Ego sum? Illi enim non erant, qui audiebant? Et
si peccatores erant, homines erant». (Tract. 38 in Joann.)
Sed difficultatis hujus, quarn hic insinuat, alibi clarius explanat solutionem. «Inspexi»,
inquit, «caetera infra te, et vidi nec omnino esse, nec omnino non esse. Esse quidem quoniam
abs te sunt: non
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esse autem, quoniam id quod es, non sunt. Id enim vere est quod incommutabile manet»
(Conf. l. 7, c. 11). Confirmat et alibi. «Hoc maxime esse dicendum est, quod semper eodem
modo sese habet, quod omni modo sibi simile est, quod nulla ex parte corrumpi aut mutarim
potest, quod non suhjacet tempori, quod aliter nunc se habere quam habebat antea non potest.
Id enim est, quod verissime esse dicitur. Subest enim huic verbo manentis in se atque incommutabiliter sese habentis naturae significatio. Hanc nihil aliud quam Deus possumus dicere,
cui se contrarium recte quaeras; nihil omnino est, esse enim contrarium non habet, nini non
esse» (De morib. Manich. c. 1). Sic Doctor sanctus. Quid igitur sunt, aut quanti facienda, quae
mundus admiratur sceptra, corona, regna, divitiae, honor, fama, favor, et quaelibet huius saeculi felicitas? Ipse respondeat. «Totus splendor generis humani, honores, potestates, divitiae,
typhi, minae, tumores, flos foeni est» (In Ps. 102).
«Quae est enim vita vestra?» inquit Apostolus (Jacob. 4) «Vapor est ad modicum parens». Et praeter haec omnis homo vivens, vegetus, florens, sanus et robustus, est universa
vanitas; id est, vanitatis quaedam universitas, usque adeo ut non tantum «deficiant in vanitate
dies ejus, et anni ejus cum festiatione» (Ps. 77). Nec solum vanitati similis factus sit homo,
aut vanitati subjectus, sed ipsissima quoque sit vanitas; Nam, ut Augustinus dixit: «Et quisque
conformatur, quod diligit» (De morib. Eccle. c. 21). Et si tam nihil est omnis homo vivens,
quid obsecro, est peccator secundum aninam mortuus? Minus profecto, si concipi aut dici
possit, quam nihil. «Manifestum est» inquit Agustinus, «quia peccatum nihil est, et nihil fiunt
homines cum peccant». Idem explicans Psalmum 75: «Tandiu est», ait, «aliquid homo, quamdiu haeret illi, a quo factus est homo: nam recedens ab illo, nihil est homo» (Tract. 1 in Joann.). Idipsum doctissimus et sanctissimus Antistes ex Grammaticorum eruit fodinis. «Etenim
ipsam nequitiam matrem omnium vitiorum, ex eo quod nequidquam sit, id est, ex eo quod
nihil sit, veteres dictam esse voluerunt. Cui vitio, cui contraria virtus est, frugalitas nominatur.
Ut igitur haec a fruge, id est, a fructu, propter quamdam animorum foecunditatem, ita illa ab
sterilitate, hoc est, a nihilo nequitia nominata est. Nihil est enim omne quod
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fluit, quod solvitur, quod liquescit, et quasi semper perit: ideo tales homines etiam perditos
dicimus» (De beata vita. Disp. 1).
Praeter illa quae attulimus hactenus, latet in eodem qui est aeternatis Dei significatio:
quam inde eruit et explicat non uno loco magnus in omnibus Augustinus. «In ipsa», inquit,
«aeterniate nulla spatia temporis cerno, quia spatia temporis praeteritis et futuris rerum motibus constant. Nihil autem praeterit in aeterno, et nihil futurum est; quia et quod praeterit esse
desinit, et quod futurum est, nondum esse coepit. Æternitas tantummodo est, nec fuit quasi
jam non sit, nec erit quasi adhuc non sit. Quare sola ipsa verissime dicere potuit humanae
menti: Ego sum qui sum. Et de illa verissime dicere poterat: Qui est, misit me» (De vera relig.
c 49). Idipsum alibi explicans ait: «Non aliud anni Dei, et aliud ipse Deus, sed anni Dei aeternitas Dei est. Æternitas ipsa Dei substantia est, quae nihil habet mutabile, ibi nihil est paeteritum, quasi jam non sit; nihil est futurum quasi nondum sit; sed non est ibi nisi est» (In Psal.
toto conc. 2). Mox allata scriptura: «Ego sum qui sum: qui est, misit me ad vos». «Non esset»,
inquit, «tibi nomen ipsum esse nisi quidquid alius est tibi comparatum, inveniretur non esse
vere. Magnum ecce est magnum est. Ad hoc homo quid est? Ad illud tam magnum est, homo
quid est quidquid est? Quis apprehendat illud esse? Quis ejus particeps fiat? Quis anhelet?
Quis ibi se esse posse praesumat? Noli desperare humana fragilias, audisti quid sim apud me?
audi et quid sim propter te. Verbum ante tempora, per quod facta sunt tempora, natum es in
tempore, cum sit vita aeterna, vocans temporales, faciens aeternos» (Ibid.).
Et alibi sumens illud Joannis ubi septem Assiae Ecclesiae gratiam et pacem precatur, «ab
eo qui est, et qui erat, et qui venturus est (Apoc. 1), hanc periphrasim aeternum indicari Deum
sic explicat. «Quamvis natura incommutabilis non accipiat fuit et erit, sed tantum est (ipse
enim veraciter est, quia aliter qui est, esse non potest) tamen propter mutabilitatem temporum,
in quibus versatur nostra mortalitas, non mendaciter dicimus fuit, est et erit: fuit in praeterito:
est in paesenti: erit in futuro. Fuit quippe, quia nunquam desinit: erit qui nunquam deerit: est
qui semper est. Neque enim velut qui jam non sit, cum praeteritis occidit,
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aut cum futuris tanquam non fuerit orietur. Proinde cum secundum temporum volumina locutio humana variatur, qui per nulla deesse potuit, aut potest, aut poterit tempora, vere dicuntur
de illo cujuslibet temporis verba» (Sentent. 367). «Qui erat, et erit, quia nati temporis specie
sunt, non recte aeternae substantiae assignamus. Dicimus enim de illa est, erat, et erit; sed
revera solum esse competit».
Ut fructum hinc colligamus, primo congratulemur Deo aeternum hoc esse: optemus illi
benedicere, ilIum laudare, ilIum glorificare in perpetuas aeternitates. Secundo attendenda vitae nostrae et rerum omnium brevitas et vanitas. «Totum hoc tempus», Augustino teste, «non
dico ab hodierno die uque in finem saeculi, sed ab Adam usque in finem saeculi, exigua gutta
est comparata aeternitati» (In Ps. 101). Quid est, obsecro, una aquae guttula ad profundissimum et immensum oceanum? Quid lapillus arenarius ad latum et excelsum montem?
FR. H. P. A S. F.
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
HALLAZGO IMPORTANTE EN LAS YESERAS
DE MONTEAGUDO (NAVARRA)
(Continuación)
Con las piezas que acabarnos de adquirir sin gastos de ninguna clase, sin apoyo, sin medios... y sí con un poco de paciencia, se ha formado una colección notable de fósiles que muchos de éstos pertenecen a los paquidermos y que para sí la desearían algunos Museos. Si los
Sres. Hernández-Pacheco y Dantin hubiesen tenido conocimiento de estos yacimientos, hoy
figurarían en el Museo Nacional importantísimos restos que yacen ocultos formando tapias y
muros de nuevas casas, no sin haber costado trabajo y dinero al Estado, sirviéndose de prácticos cinceles para extraer de viva roca los restos diseminados que forman un cuerpo con la
misma. Las piezas ya clasificadas, como mejor he podido, llevan su nombre y número de colocación; y aquellas que me ha sido imposible determinar su especificación, y creo importantes, tienen un papelito indicando la parte del cuerpo a que pertenecieron.
Vemos, pues, que es un hecho la existencia de los fósiles, restos de animales completamente petrificados, y que los antiguos tenían como caprichos de la naturaleza y hasta los usaban como amuletos en sus enfermedades y en las batallas. Hoy día está probado científicamente que fueron seres vivientes y salen de sus milenarias tumbas para darnos noticia de una
creación extinguida Esos fósiles son como pergaminos empolvados que el investigador arranca de las entrañas de la tierra y en ellos ve o lee con alguna aproximación,
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cuándo fueron creados, en qué época desaparecieron, qué lapso de tiempo llevan sepultados,
y, por último, los grandes cataclismos que la tierra ha sufrido desde su constitución, siendo
sumergida en los abismos de las aguas y en distintos periodos de tiempo, gran parte de ella
lenta o repentinamente, ya emergiéndose en la misma forma, como nos lo manifiestan las distintas capas terrestres con sus arenas, cascajos, canteras, y, muy en especial, la multitud variada de fósiles vegetales y animales que se encuentran a veces a centenares de metros bajo la
superficie de la tierra, pertenecientes a especies marinas que hoy día recorren los mares.
Estos restos del mundo antiguo, que se hallan extendidos con tanta profusión en todas las
capas de la tierra, pueden parecer de poca importancia al observador indiferente, pero para el
que tiene alguna instrucción son como medallas de la creación que llevan grabada en su superficie la impresión de la edad a que pertenecen y constituyen el documento más importante
de los anales no escritos, en el que la geología va a buscar la historia antigua del globo, la que
no se mide por años ni por siglos, sino por periodos de miles de años y aun de millones. El
último, único e importantísimo fósil marino que ha llegado a mis manos es una conchita
herméticamente cerrada, inequivalva, del tamaño de una castaña y color claro de la misma:
pertenece al género «Terebrátula» de las radiadas. Este molusco marino fue recogido por una
niña de corta edad que, hallándose jugando con otras compañeras en las Yeseras, llamó su
atención aquella piedrecita singular por sus rayas y color, que resaltaba entre todas las restantes que son yesíferas y calizas. La niña entrególa a su tía, y ésta después de algunos meses por
una circunstancia digna de mencionarse, me la ofreció generosamente.
(Concluirá)
TIP. DE SANTA RITA. – MONACHIL Granada
Año XI
Junio de 1920
Núm. 120
BOLETÍN
DE LA
PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
DE FILIPINAS
de la Orden de Agustinos Recoletos
CAPÍTULO GENERAL
Cumpliendo lo preceptuado por nuestras sagradas Constituciones, se ha celebrado en el
Colegio de Marcilla el Capítulo General, en los días 18 al 25 del próximo pasado Mayo, siendo presidido por el Definidor más antiguo que lo era el R. P. Fr. Francisco Bergasa de la Virgen
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de Vico. Por no haber recibido hasta la fecha noticias detalladas, nos vemos en la precisión de
retardar hasta el número siguiente la reseña de lo acaecido, limitándonos por hoy a dar a conocer los nombramientos que son como sigue:
Prior General
Nuestro Rvmo. P. Fr. Gregorio Segura del Carmen.
Definidores
Por la Provincia de S. Nicolás de Tolentino, R. P. Fr. Pedro López, del Rosario.
Por la Provincia de Ntra. Sra. de la Candelaria, R. P. Fray Manuel Fernández de S. José.
Por la Provincia de Santo Tomás de Villanueva, RR. Padres Fr. Celedonio Mateo de S.
José y Fr. Bernardino García de la Concepción.
Procurador de la Curia Romana, R. P. Fr. Juan de Dios Araiz de la Concepción.
Secretario General, R. P. Fr. Ignacio Sanmiguel del Rosario.
Cronista General, R. P. Fr. Gregorio Ochoa del Carmen.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
SECCIÓN CANÓNICA
COMISIÓN PONTIFICIA PARA INTERPRETAR
AUTÉNTICAMENTE LOS CÁNONES
Dudas resueltas en las reuniones plenarias de los Emmos. Padres
(Continuación)
7. Las palabras qui sectae acatholicae adhaeserunt del canon 542 ¿se han de entender de
aquellos que, movidos por la gracia de Dios, de la herejía o cisma en que habían nacido se
volvieron a la Iglesia; o más bien de los que abandonaron la fe y se adhirieron a alguna secta
acatólica?
«Resp.: negativamente a la primera parte, afirmativamente a la segunda».
En el canon 542 se pone entre los impedimentos, que invalidan la admisión en el noviciado de las religiones, el haberse uno adherido a alguna secta acatólica: «qui sectae acatholicae adhaeserunt». Ahora bien, entre los que pertenecen a una secta acatólica, los hay: 1) que
están de buena fe, creyendo ser aquella la verdadera religión, cual sucede a no pocos de los
que han nacido y sido educados en tales sectas; 2) otros que habiendo nacido y sido educados
en tales sectas y comenzado en ellas de buena fe, hallada luego la verdad, perseveran no obstante en su primitivo error, siendo entonces aun subjetivamente pecaminosa tal adhesión; 3) y
otros que habiendo sido educados en la verdadera
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religión dejaron su fe y se pasaron a alguna secta acatólica.
Que los primeros no quedaran comprendidos en este impedimento parecía bastante claro,
tanto porque las palabras con que se expresa suponen adhesión a una secta acatólica como tal,
es decir, conocida como falsa religión, aunque con sofisterías intente uno persuadirse de lo
contrario, como porque en la antigua disciplina ya se interpretaba en este sentido, como consta por la siguiente declaración de la Sagrada Congregación del Santo Oficio: «Utrum ex facto
quo quis natus fuerit in haeresi... oriatur, vi legis communis, impedimentum a professione
religiosa arcens, Resp.: negative, salvis constitutionibus ciuusvis religiosae familiae proptiis». Lo mismo se aplicaba a los que habían nacido en alguna secta cismática.
Asimismo era claro que estaban comprendidos los del tercer grupo, tanto en la antigua
como en la nueva disciplina del Código.
Respecto a los del segundo grupo podía dudarse si estaban o no comprendidos en el impedimento tal como se expresa en el Código, ya que suponemos que voluntariamente perseveran adheridos a la secta conocida como tal, mas por otra parte nunca ellos han pertenecido a la
religión católica. En la segunda parte de la reciente declaración se desvanece toda duda, resolviéndose en ella que el citado impedimento sólo afecta a los que pertenecieron un tiempo a
la religión católica y luego culpablemente abandonaron la verdadera fe y se pasaron a alguna
secta acatólica de infieles, herejes o cismáticos.
No basta para contraer este impedimento haber uno abandonado su fe total o parcialmente, sino que es necesario además que se haga miembro de alguna secta acatólica, pagana,
hereje o cismática.
Caso de que uno hubiera sido bautizado en la religión católica y antes del uso de razón
sus padres le hubiesen pasado a alguna secta acatólica, se le consideraría como si hubiese nacido en esa secta fuera del gremio de la verdadera Iglesia, porque en tales circunstancias no se
puede decir que haya abandonado su fe «a fide defecerunt»; palabras que, como dijimos antes,
suponen un acto pecaminoso, cual no se puede atribuir a los que antes del uso de razón se les
educó en otra religión.
8. «Los novicios y profesos de votos temporales, si mueren en
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esa condición, ¿tienen derecho a los mismos sufragios que los profesos de votos solemnes o
profesos de votos simples perpetuos, según la norma del canon 567, § 1, y del canon 578,
núm. 1?
«Resp.: Afirmativamente y según la mente.
«La mente es: Las Órdenes y Congregaciones religiosas pueden prescribir los mismos
congruos sufragios para todos, novicios, profesos temporáneos y profesos de votos solemnes
o profesos de votos simples perpetuos, en su constituciones, que están ahora por enmendar y
presentar para su aprobación a la Sagrada Congregación de Religiosos, según la norma del
Decreto de la misma Sagrada Congregación de 26 de junio de 1918».
Las prescripciones de los citados cánones 567 y 578 son claras y terminantes, sin que se
haga la salvedad que se hace algunas veces de respetar las prescripciones contrarias que acaso
existan en las constituciones de algunas religiones. Por tanto, atendido el canon 489: «Las
reglas y particulares constituciones de cada una de las religiones, que no sean contrarias a los
cánones de este Código, conservan su vigor; pero las que se opongan a los mismos, quedan
abrogadas», no parece que se pueda dudar de la prevalecencia de esta prescripción canónica
sobre las constituciones contrarias, tanto más cuanto que no se trata de materia que afecte a lo
sustancial de las constituciones de religión alguna, sino de mera extensión de un favor sin
merma del derecho que otros tuviesen.
De aquí que habiéndose de enmendar las constituciones de cada una de las religiones, para acomodarlas a las prescripciones del nuevo Código, por fuerza se habrá de corregir la restricción que quizá en algunas se hacía del derecho a sufragios para el alma; ahora bien, ya que
se haya de quitar tal restricción, la mente de la Comisión de Intérpretes es que en su lugar se
exprese el derecho de todos los religiosos; aun de los novicios, a los mismos sufragios de los
profesos.
9. «Las palabras si no es que las constituciones digan otra cosa, del canon 569, § 1, ¿se
refieren a la voz libremente, de suerte que sea lícito determinar por las constituciones a qué
fin hayan los novicios de aplicar el uso y usufructo de sus bienes?
Resp.: Las constituciones aprobadas antes del Código se han de observar, ya sea que quiten a los novicios el derecho de disponer de
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uso y usufructo de sus bienes, ya sea que lo limiten o prefijen».
Los novicios, al terminar su noviciado y antes de hacer la primera profesión, deben disponer de la administración de sus bienes y del uso y usufructo pera todo el tiempo que estuvieren ligados con votos simples, pero con esta diferencia: que la cesión de la administración
se les deja sin restricciones a su libre disposición, mientras que la disposición del uso y usufructo se les deja en principio también a su libre disposición, pero quedando a salvo las constituciones que restrinjan esa facultad. Así se expresa el canon 569, § 1: «Antes de la profesión
de los votos simples temporales o perpetuos, el novicio debe, para todo el tiempo que estuviese obligado con votos simples, ceder a quien quisiere la administración de sus bienes, y, si las
constituciones no establecen otra cosa, disponer del uso y usufructo de los mismos».
Dejando a salvo las constituciones contrarias en este punto, se ha dudado sobre si era libre determinar por nuevas constituciones el destino que se haya de dar a ese uso y usufructo,
o bien no había tal libertad, sino que en las religiones donde nada obstase por parte de las
constituciones aprobadas antes del Código, se hubiese de mantener el principio general que se
establece en el canon citado, por el que se concede entera libertad al novicio que va a emitir
los votos simples.
Siendo la mente del Código dar esa libertad al que aún conserva la propiedad de sus bienes, no parece que, en lo sucesivo, se den facilidades para revocar ese principio por medio de
nuevas constituciones que se creen para el efecto; con todo, en atención a los derechos ya
adquiridos por las constituciones ya aprobadas con anterioridad al Código que determinaban
la aplicación del uso y usufructo de esos bienes, el legislador ha creído conveniente no aplicar
ese principio a dichas religiones.
Por tanto no es libre introducir como enmienda en las constituciones reformadas, según el
Código, que han de presentarse luego a la Sagrada Congregación de Religiosos, una nueva
prescripción que regule la aplicación susodicha.
10. «El canon 621, § 1, ¿se ha de entender solamente de los religiosos mendicantes tomados en sentido estricto, o también de
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aquellos que sólo en sentido lato así se apellidan, como son los Frailes de la Orden de Predicadores?
Y en cuanto afirmativamente a la primera parte:
Los dichos mendicantes ¿necesitan licencia del Ordinario, si quieren pedir limosna en la
diócesis para la edificación, ornato, etcétera, de sus iglesias?
Resp.: Afirmativamente a la primera parte, negativamente a la segunda; lo que respecta a
la licencia que se ha de pedir al Ordinario, está previsto en el citado canon 621, § 1».
El canon 621, § 1, dice: «Los regulares, que por instituto se llaman y son mendicantes,
pueden buscar limosnas con sola la licencia de sus Superiores en las diócesis, donde está establecida su casa religiosa; fuera de la diócesis necesitan además licencia dada por escrito por
Ordinario del lugar en que desean colectar limosnas».
Trátase en este canon de los regulares que se llaman y son mendicantes, o sea, de los que
aún conservan vigente después del Tridentino su regla o constitución, según la cual no pueden
poseer bienes estables ni aun en común, de cuyos réditos se sustenten, sino que han de obtener
lo necesario para la vida y para sus ministerios por medio de las donaciones espontáneas de
los fieles o por lo que ellos colecten con la cuestación o recauden de su trabajo. Tales son, v.
gr., los Menores de la observancia de San Francisco, los Capuchinos y los Jesuitas. Además
de estas Órdenes existen otras que en su origen fueron de hecho mendicantes, pero más tarde,
especialmente después del Tridentino, quedaron sólo con el título que servía de fundamento
para ciertos efectos jurídicos, como, por ejemplo, para la comunicación de privilegios.
Al contestarse que en el citado canon se trata de los mendicantes estrictamente tales, se
indica que a ellos solamente se les permite con sola la licencia de sus Superiores colectar
limosnas en la diócesis donde está enclavada su casa religiosa, sea en orden a su sustento, sea
para la edificación, ornato, etc., de sus iglesias. Fuera de la diócesis necesitan licencia del
Ordinario del lugar donde hayan de efectuar la cuestación.
Por tanto los demás religiosos, aunque se llamen mendicantes, necesitarán licencia del
Ordinario del lugar donde está su casa, y si no fueran regulares, sino religiosos de Congregaciones de
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derecho pontificio, les será preciso haber obtenido previamente privilegio apostólico para,
con la licencia del Ordinario del lugar, proceder a la cuestación.
Es de notar que en el canon 621 se trata de los regulares mendicantes estrictamente tales
y en el 622 de los religiosos de Congregaciones de derecho pontificio y diocesano, quedando
sin mencionar, para los efectos de la cuestación, los regulares que no sean mendicantes o no
lo sean estrictamente tales. A pesar de esta preterición, parece desprenderse la diferencia que
se establece entre estas clases de religiosos, a saber: 1) los regulares mendicantes estrictamente tales en su diócesis no necesitan más que la licencia de sus Superiores; 2) los regulares
que no sean mendicantes, o a lo menos no lo son en sentido estricto, necesitan la licencia del
Ordinario de la diócesis donde tienen establecida su casa, pero no es preciso que hayan obtenido privilegio alguno de la Santa Sede para proceder a la cuestación; 3) los religiosos de
Congregaciones de derecho pontificio necesitan haber obtenido previamente privilegio
apostólico para ello, y además han de pedir licencia al Ordinario del lugar donde residen; 4)
los religiosos de Congregaciones de derecho diocesano, como dependen en todo de los Obispos, a ellos solamente han de acudir para la licencia debida.
11. «Los que fueron bautizados por un ministro de rito distinto del de sus padres a ruego
de éstos, contra lo prescrito en el canon 756, ¿pertenecen al rito en que fueron bautizados, o al
rito en que, conforme a la prescripción del canon 756, debían haber sido bautizados?
«Resp.: Según se expone el caso, negativamente a la primera parte, afirmativamente a la
segunda».
El canon 756 prescribe:
РǤ 1. La prole debe bautizarse con el rito de los padres.
РǤ 2. Si uno de los padres pertenece al rito latino y el otro al oriental, la prole se debe
bautizar con el rito del padre, si no es que por derecho particular se prescriba
otra cosa.
– «§ 3. Si uno solamente fuere católico, la prole, con el rito de éste, debe ser bautizada».
La razón de estas prescripciones las da lo establecido en el canon
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98, § 1: «Entre los varios ritos católicos, a aquel pertenece uno, con cuyas ceremonias fue
bautizado». Por consiguiente, para no dejar al arbitrio de cualquiera la inscripción en uno o en
otro rito, lo que fácilmente traería perturbación en la disciplina eclesiástica, y sería fuente de
no pocas desavenencias entre los ministros de los diferentes ritos, muy oportunamente, se han
añadido las prescripciones del canon 756 que hemos transcrito, y la general, que se contiene
en el § 3 del canon 98: «A nadie le es lícito, sin facultad de la Santa Sede, pasar a otro rito, o
después del legítimo tránsito volver al primero». Por lo tanto tampoco podrá uno a su arbitrio
hacer pasar la prole, por medio del bautismo, a otro rito distinto del suyo, ya que tiene obligación de darle su propio rito. Esta prohibición hace nulo el tránsito, sea propio, sea de la prole
de uno a otro rito.
La nulidad del tránsito o de la inscripción en rito distinto del que debe tener, está claramente expresada en el canon 98, § 1, para los casos siguientes: «Entre los varios ritos católicos, a aquél pertenece uno, con cuyas ceremonias fue bautizado, si no es que el bautismo
hubiere sido conferido por un ministro de rito ajeno por fraude, o por grave necesidad, cuando no se tenía a mano un sacerdote del propio rito, o por dispensa apostólica, cuando se dio
facultad para que no fuese bautizado con determinado rito, sin que por ello quedase a él adscrito». En estos casos consta ciertamente de la nulidad de la inscripción del bautizado en el
rito con cuyas ceremonias se le bautizó; pero fuera del caso de estricta necesidad, o de fraude
por parte del ministro de distinto rito, cuando no por pedirlo el ministro sagrado, sino por
ruegos de los mismos padres, fuese uno bautizado con las ceremonias de otro rito distinto de
aquel en que, conforme al canon 756, debía ser bautizado, no aparecía tan claro si debía prevalecer la prohibición del canon 756 o el principio general del canon 98, aunque en ello interviniese infracción de las prescripciones de la Iglesia.
Claro está que al requerirse en el § 3 del canon 98 venia de la Serie Apostólica para pasar
a otro rito, o volver al primero, excepto en los casos que en el § 4 se expresan, caso de que sin
tal licencia se hubiere uno pasado a otro rito, sería nula la inscripción en él. Por lo tanto, como
equivalentemente es pasar de un rito a otro hacer
362
bautizar la prole en otro rito del en que debía inscribirse por prescripción del derecho, se ha de
sobrentender también en este canon 756 la necesidad de la venia apostólica para verificar
válidamente tal tránsito, o, lo que es lo mismo, en ambos cánones, si no expresamente, pero sí
equivalentemente, se declara la nulidad del acto contrario a lo en ellos prescrito, lo cual basta
para producir ese efecto conforme al canon 11.
12. «La facultad de celebrar la Misa en casa privada ¿debe ser interpretada por el Ordinario restrictivamente, conforme al canon 822, § 4?
«Resp: Afirmativamente».
El canon 822 establece, en su § 1, el principio o ley general que ha de prevalecer en esta
materia: «La Misa se ha de celebrar sobre altar consagrado y en iglesia u oratorio consagrado
o bendecido, conforme al derecho, salvo lo prescripto en el canon 1.196», a saber: sobre los
oratorios privados.
En el mismo canon se establecen algunas excepciones de este principio general, entre las
cuales se enumera la facultad que compete al Ordinario, tanto del lugar como al religioso de
religión clerical exenta, respecto a sus súbditos, de permitir la celebración de la misa fuera de
la iglesia u oratorio, con tal que se celebre sobre el ara consagrada y en lugar decente, pero
nunca en el aposento, y se haga solamente pon justa y racional causa, en algún caso extraordinario y para casos particulares, no habitualmente. Canon 822, § 4: «El Ordinario del lugar o,
si se trata de casa de religión clerical exenta, el Superior mayor puede conceder licencia de
celebrar fuera de la iglesia u oratorio, sobre piedra sagrada y en lugar decente, pero nunca en
el aposento, por justa y racional causa, en algún caso extraordinario y por modo de acto».
Además de las restricciones que en este canon se expresan para el uso de dicha facultad,
en los cánones 68 y 85 se prescribe la interpretación estricta de semejante facultad, tanto si
ésta se considera a manera de privilegio como si se la tiene como facultad de dispensar en la
ley común, por importar una excepción contra la ley en favor de personas privadas, conforme
al canon 50. Así que no podía menos de contestarse que debía tal facultad interpretarse restrictivamente.
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
EL ODIO A CRISTO PRUEBA DE SU DIVINIDAD
La Divinidad de Jesucristo es la cuestión capital de nuestros días, así como su negación
es la grande herejía de los tiempos modernos, como dice Menéndez y Pelayo. Por eso todo
cristiano, en cuyo pecho arda el fuego del amor a Jesús, debe vindicarle esa prerrogativa eminente, en cuyo derredor gira toda la Cristología, y que tratan de arrebatársela con violencia
sus enemigos.
Si Jesucristo no es Dios, adiós Cristianismo y Sacramentos, adiós todo lo grande y todo
lo sublime. Recuerdo que en uno de los números anteriores del BOLETÍN, el Trovador de Cristo, hacía esta pregunta:
Sin Cristo, ¿qué vale el mundo?
Nada; y aun menos, si cabe.
Cristo es la vida y la llave
De todo aliento fecundo.
Y tenía muchísima razón: la vida no merecía la pena de vivirse sin Jesucristo; la historia,
cuanto tiene de hermoso y de grande, de arrebatador y sublime, todo se lo debe a Él.
Y no es sola la inteligencia, la que se postra a su pies, la que se calma y sosiega, recibiendo el influjo amoroso de sy Verbo; es el corazón también, este pobre corazón de arcilla, el que
palpita por su amor, que le busca ardientemente por todas partes, y que cuando no le encuentra o le pierde, va chorreando sangre, dejando en todas partes las huellas del dolor. Yo no soy
inmanentista, lector, por lo menos en el sentido en que no se puede ser; pero sí sostengo que
el corazón humano quedaría lastimado y herido, negando la Divinidad de nuestro amable Redentor.
364
Nuestro corazón está pidiendo, en cierto modo exigiendo1 su Divinidad; pues «aun en el
orden natural, dice el jesuita P. Le Bachelet, sentimos la necesidad de un complemento para el
desarrollo de nuestras aspiraciones legítimas y la perfección integral de nuestra acción humana». Llamemos gracia a este complemento. Pues bien; si Jesús no es Dios, ya no hay Sacramentos, ya no hay gracia ni orden sobrenatural para nosotros. Si no hay orden sobrenatural, el
natural no nos basta; somos demasiado pobres y miserables. Nuestras aspiraciones son altas y
profundas y se agitan sin cesar en las intimidades de nuestro ser, con ansias de levantarnos
sobre este mundo de barro. Si Jesús no es Dios, ni existe para nosotros un ambiente sobrenatural, en que pueda nuestra alma respirar, moriremos asfixiados por la tristeza y el hastío: y si
esto fuese así, yo sería el primero en suspirar con Hartmann por el suicidio cósmico. Pero no,
no es así, digan lo que quieran esos racionalistas pedantes y palabreros; Jesucristo es Dios
verdadero, hecho hombre para salvarnos y calmar nuestras profundas aspiraciones. Y esto es
lo que intento demostrar con este articulejo; fundándome en reflexiones sobre el odio a Cristo,
inspiradas por las desgarradoras escenas de la Pasión, que la Iglesia pone ante nuestros ojos
en el tiempo de Cuaresma. No sé si serán inútiles mis esfuerzos; pero al menos ensayaré las
fuerzas. Trataré primero del odio al Salvador, y luego del carácter, que presenta y que le identifica con el odio a Dios.
I
Jesús es sin duda el más aborrecido de los hombres. Luego que nació, fue objeto de terrible persecución, fraguada allá en la antesala
1
Al hablar en estos términos, tenemos muy en cuenta las declaraciones de Pío X en su Encíclica Pascendi, sobre
el uso del método de inmanencia en Apologética: queremos decir exigencia moral y mejor necesidad moral
de la divinidad de Jesús, en cuantos tenemos necesidad de un auxilio sobrenatural, para realizar aquello a
que aspiramos. Y como en la economía del cristianismo, tan relacionada está la gracia con la Divinidad de
Cristo, que, negando ésta, viene al suelo el soberbio alcázar del subrenaturalismo, de aquí es que sentimos
la necesidad de ese atributo de Cristo, como sentirnos la necesidad de la gracia, para la perfección integral
de nuestra acción humana. Y en este sentido hemos dicho exigencia de la Divinidad. (Vid. Tanquerey,
Apolog. 56).
365
del infierno, en el palacio de Herodes. Pero sobre todo hubo en su tiempo una casta de hipócritas infames, que encarnan el odio a Cristo con su carácter satánico y cruel: eran los fariseos. Estos perversos hijos del demonio, contra los cuales dirigió Jesús tantas veces las saetas de
su reprensión, aborreció a Éste con un odio semejante al de Dios. Todas las obras y todas las
palabras de Jesús pasaron por el tamiz de su crítica apasionada y estrecha. En las acciones
más santas y admirables ven ellos el sello del demonio; su santidad paréceles hipocresía, sus
milagros obra de Beelcebub, sus enseñanzas saludables, veneno para atosigar las almas y sublevarlas contra la autoridad. Respóndeles Jesús en mil ocasiones, demostrándoles con elocuencia abrasada y persuasiva, que Él es el Mesías prometido y cantado por los vates de Israel. Nada más palpable que los milagros sin número, que obró; sin embargo aquella raza de
víboras, cegada por la pasión más obstinada y el odio más execrable, prepara asechanzas en
todas partes, hasta que en nombre de la patria, de la Religión y de la justicia, le mete el
aguijón sangriento, dándole muerte en un patíbulo, manchando así su frente con horrendo
deicidio, con la sangre de Dios. Pues bien: no pienses, lector, que desapareció de la tierra
aquella raza, no; se perpetúa al través de los siglos merced a la incubación del infierno.
¿No ves esa gigantesca serpiente del Racionalismo, tendida a lo largo de la Historia, cuyos anillos se van renovando con los tiempos y que llegan hasta nuestros días, en que ha fascinado con sus silbos seductores a tantas inteligencias y manchándolas con la asquerosa baba
del error? Esos anillos son los gnósticos, los montanistas, los arrianos, los nestorianos, los
maniqueos.
Y dejando los tiempos antiguos y medioevales, detengámonos un rato a contemplar los
modernos, en que esa serpiente ha vomitado contra Jesús toda clase de venenos, y enroscándose con furor al árbol de su Evangelio, ha querido destrozarlo y destrozar con él a Cristo.
Este odio reviste en estos tiempos un carácter más enconado y sangriento. Desde que el apóstata alemán lanzó grito de rebelión, el más horrendo y desaforado que ha lanzado la soberbia
de los hombres, ese odio ha ido creciendo con los socinianos y deístas, con los filósofos y
enciclopedistas, con los racionalistas y modernistas. Grima da pasar los ojos por las páginas
de la historia de la filosofía,
366
teología y literatura modernas, porque apenas hay una que no esté manchada con mil errores,
y que no sea lección humillante para el espíritu soberbio del hombre. Pues bien; todos estos
errores, todos esos sistemas absurdos y contradictorios no son más que una manifestación
diabólica del odio a Jesús. Si el padre del criticismo contemporáneo se presenta en el campo
de la filosofía, poniendo barreras infranqueables entre el fenómeno y la realidad neuménica,
tremolando la bandera del empirismo y agnosticismo, es para convertir a Jesús en una calidad
subjetiva, en un mero símbolo. Si el impío Renán sienta sus reales a la sombra de un teísmo
ideal, es para relegar a Cristo a la categoría de una idea; si Taine y Haeckel y los materialistas
divinizan las fuerzas de la naturaleza, acogiéndose con Vacherot a un teísmo cósmico, es para
despojar a Jesús de la aureola de su divinidad. Si Baur, partiendo de teorías hegelianas, pretende explicar el cristianismo por la síntesis del Petrinismo y Paulinismo, es con la perversa
intención de negar a Jesús el augusto título de fundador de esa divina Religión. Si los modernistas se afanan por destruir el antiguo alcázar de la dogmática tradicional y hacen de la verdad religiosa un producto vital inmanente del hombre, sujeto a las vicisitudes de la evolución
es para sostener que la Divinidad de Jesús es mero producto psicológico sin realidad objetiva,
fruto de sentimientos místicos. Si Le Roy asegura que los dogmas son mera norma de acción;
si el librepensador Buisson reduce lo sobrenatural a «una palpitación del espíritu humano que
anhela lo infinito»; si Loisy niega la inspiración y la inerrancia de los libros santos y verdad
histórica de los Evangelios, que no son otra cosa que libros de propaganda para edificación
del pueblo; si Sabatier, si, si... en una palabra, todos esos y otros mil sistemas y errores, ramas
estériles del racionalismo, que, con un leve soplo de lógica, se besan con el ateísmo, no son
sino obras levantadas por el odio profundo a Jesús, a quien quieren desterrar de la tierra, como
a un impostor1, como a un loco2, un ignorante3, reconociéndole algunos como un filántropo4,
como una de las fuerzas creadoras de los grandes ideales5 o el hombre que acertó a encontrar
1
Lessing.
Renán.
3
Harnack y Pfeiderer.
4
Harnack.
5
Chiapelli.
2
367
a Dios dentro de sí mismo y nos enseñó a los demás el modo de buscarlo dentro de nosotros1,
pero jamás un Dios, porque esos señores son demasiado orgullosos para adorar a otro que a sí
mismos.
Y la figura de Jesús, mutilada o completamente deshecha en las aulas y gabinetes, rueda
en estos tiempos por el suelo entre el escarnio y la mofa de las muchedumbres, pisoteada por
los ateos, maldecida de los incrédulos y aborrecida de los indiferentes. Y no es sólo el campo
filosófico, el en que se ha combatido tanto a Jesús, es la Historia falseada por las pasiones la
que ha querido maldecirle por boca de Strauss, de Laurent y otros; es la Literatura naturalista
y obscena, que ha querido borrar su imagen estampada en el corazón de los pueblos; son las
ciencias naturales, o, mejor, algunos sabios, los que no han encontrado lugar para Él en el
mundo; y hasta las Matemáticas quisieron alzarse un día en la rebelde cabeza de Laplace y
otros. Nunca han presenciado los ojos una guerra tan espantosa y cruel, un odio tan universal
y profundo; se le combate a Jesús con la inteligencia, buscando en sus enseñanzas la impostura y el error; con el corazón, corrompiendo las costumbres, para que adoren los hombres, en
lugar de la estatua de oro de Jesús, los ídolos de los placeres y los simulacros de la carne; con
la imaginación difundiendo una literatura degradante, que rastrea por el estiércol de la sensualidad; se le combate con la fuerza y con la idea, con las armas y la política, que pretende inicuamente raerle de la sociedad; se le impugna en el periódico y la revista, en el folleto y el
libro, en el teatro y en el templo, en la tribuna y en el campo de batalla.
Nunca la ciudad del demonio había desplegado sus fuerzas tan terriblemente, ni su feo y
horrible capitán había acaudillado ejércitos tan formidables y atrevidos, como en los tiempos
presentes; esas huestes de Satanás, que tan admirablemente están organizadas, teniendo sus
campamentos en las madrigueras masónicas, hoy luchan como nunca contra la ciudad de
Dios, cuyo Rey es Cristo, creyendo con locas esperanzas destruirla, invocando todos los poderes infernales y todas las astucias de los hombres. Veamos ahora su carácter.
1
Buisson.
368
II
En primer lugar la existencia misma de este odio es algo sorprendente; pues veinte siglos
ha que se aborrece a Jesucristo y en estos tiempos como nunca. Este hecho tan sencillo demuestra que veinte siglos de odio y persecución no han bastado para desterrarlo de la tierra;
porque si Jesús es una cosa muerta y olvidada, ¿qué cosa más necia que cebarse en su cadáver
con tan frenético furor? Y si es una cosa vital y presente, como se desprende del carácter de
ese odio, entonces hay que adorarle porque es Dios y ciego será quien no vea escritas en su
frente estas palabras: Yo soy el que soy. Y nótese la diferencia entre los grandes impostores y
este Divino fundador de la Iglesia; pues ¿quién, al oír por ejemplo el nombre de Mahoma o de
Buda, siente los hervores del odio, como sienten tantos hombres al solo nombre tan augusto
de Jesús? Y es que aquellos famosos embaucadores cayeron en la tumba del olvido, abierta
por la persecución; ya no se siente su influjo real en el mundo. Se les desprecia como cosa de
poca importancia.
Pero sobre todo el carácter y naturaleza de este odio, a nuestro modo de ver, demuestra lo
que queremos, porque primeramente es universal y profundo; no hay periodo en la Historia
del espíritu humano que no esté enrojecido con la sangre de los Mártires de Cristo. La filosofía pagana le combate en estos primeros días de su existencia, y le hacen guerra los gnósticos y
neoplatónicos, los sofistas y los emperadores romanos, con la pluma y con la espada; en la
edad media Jesús recibe cruentas bofetadas de los herejes comunistas y cesaristas, y, en la
moderna, ha subido otra vez al calvario de la deshonra y clavado allí como un malhechor por
los protestantes y racionalistas, ha tenido que sufrir hasta los sarcasmos y denuestos del vulgo
insensato y criminal. Es además, profundo, como se deduce de ese encarnizamiento y rabia
con que se le combate, con toda clase de armas y blasfemias; profundo, porque no pudiendo
poner sus manos en Cristo glorioso, las pone en sus miembros los cristianos, manchándolas
con sangre inocente; profundo, porque tiene sus raíces en el corazón y la inteligencia rebeldes,
que no quieren someterse a la ley del Señor.
Este carácter de universalidad guarda parentesco notable con el
369
odio a Dios, según aquellas célebres palabras de N. G. P. S. Agustín: "Fecerunt civitates duas
amores duo». Dos amores fundaron dos ciudades, es decir, la terrena, el amor propio hasta
llegar al menosprecio de Dios y la celestial, el amor de Dios hasta llegar al menosprecio de sí
propio1.
Estas dos ciudades tan maravillosamente descritas por el gran Poeta de la Historia, llenan
con su presencia todos los tiempos y lugares. (Véase la ciudad de Dios, de San Agustín). Pues
bien, desde que apareció Cristo en la tierra, la ciudad de Dios al verle coronado con todos los
nimbos de la santidad, sabiduría y pureza, le pidió y nombró Rey y Capitán glorioso, y colocó
en sus enhiestas torres, que se yerguen hasta el cielo, la bandera sacrosanta de su Evangelio,
blanca como las azucenas, colorada como las amapolas del campo, emblema de su pureza y
santidad. Y al contrario la ciudad del demonio, cimentada sobre la carne rebelde y orgullosa,
al ver en Él la encarnación de la justicia y humildad, le señaló para blanco de sus iras y atroz
persecución; y esas dos ciudades, capitaneadas por Jesús y Luzbel, han reñido esos combates
gigantescos que son asiento de la historia del hombre.
Y ved el argumento que me he propuesto desenvolver; ved cómo aquella ciudad rebelde
se perpetúa con idénticos caracteres, y dirige las saetas de su odio contra Jesús, sin mezclarse
con la ciudad de Dios que le adora profundamente. Antes de ha venida de nuestro Salvador,
aborrecía a Dios, amándose a sí; luego, si ahora aborrece a Cristo, es que Cristo es Rey de los
cielos y tierra, verdadero Dios; porque, si no es Dios, ¿por qué le aborrece y persigue con tanta saña y fiereza, siendo su carácter odiar a Dios? Y es verdaderamente notable este carácter
de universalidad; estamos aquí en presencia de un fenómeno constante en la historia del espíritu humano; hay que señalar, pues, una causa constante y universal. San Agustín, hablando
de la ciudad terrena, indica muy agudamente la soberbia, el egoísmo, la sensualidad. Basta
aplicar el oído a nuestro ser para percibir pronto ese grito de rebelión contra Dios, que lanza la
carne y repercute en el espíritu con estruendo. Ése es el cimiento de la ciudad del demonio.
Ahora bien; no es otra la causa del odio a Jesús.
1
De civitate Dei, libro 14, cap. XXVI.
370
Si los emperadores romanos comienzan a combatir a Cristo con tan inaudita crueldad, es porque a su presencia se tambalean inseguros los tronos levantados al cesarismo y la lascivia
gentílica. Si Lutero rompe sus relaciones con la Iglesia y esparce por el ambiente corrompido
de Europa la semilla de todas las herejías, es por la soberbia y sensualidad.
Si Enrique VIII se divorcia de la Iglesia, armándole guerra sin cuartel, es para desposarse
con la lujuria, representada por una impúdica mujer. Miles de ejemplos podría traer, pero no
es necesario. Baste decir que aquella frase de San Agustín: «Mater haereticorum Superbia
est» tiene exactísima aplicación tratándose del racionalismo, que encarna el odio con toda su
ferocidad. Porque la tesis fundamental de esa herejía es la negación de lo sobrenatural, «que
es un error, una mentira, un engaño, una ilusión de la fe», como dice Sánchez Calvo.
«El dogmatismo, dicen los racionalistas, es arcaico, humillante y depresivo para el hombre: lo sobrenatural vieja leyenda de los tiempos medioevales»1. La razón es autónoma, añaden, y nada puede recibir de fuera. Ved aquí la soberbia exaltada sobre el pedestal de una
ciencia falsa y quimérica; ved al hombre hecho Dios, norma suprema de sus acciones, y ved
por ende triunfantes las concupiscencias e inclinaciones animales. Idénticas, pues, son las
causas del odio a Dios y a Jesús.
Mas no solamente son idénticas las causas del odio a Dios y a Cristo; estos dos odios aparecen revestidos de las mismas circunstancias, quiero decir van acompañados de un inmundo
cortejo de vicios, que viene a confirmar el parentesco tan estrecho que tienen. En cuanto al
odio a Dios, no cabe la menor duda; todos sabemos lo que es el ateísmo práctico. Lo mismo
portemos decir del odio a Cristo. La experiencia se encarga de justificar nuestras afirmaciones; recorred la historia del hombre y veréis que todas las persecuciones contra Jesús se han
encendido con la tea de las pasiones perversas. Las tan horribles decretadas por los emperadores romanos tenían su origen en las hogueras de las concupiscencias en que se abrasaba el
cadáver del imperio decadente. El protestantismo no se
1
P. E. Cantera, Jesucristo y los filósofos, 325.
371
hubiera propagado y crecido tan rápidamente, si los campos de Europa no estuvieran abonados con el estiércol de los vicios. Y esto tiene que ser así, hablando moralmente. Vivir mal y
creer en las enseñanzas de Jesús, y llevar su imagen esculpida en el corazón y en la memoria,
es como poner en el hombre dos principios que combaten entre sí, la idea y la práctica, la luz
y las tinieblas. De aquí es que el hombre, llevado aun de cierto egoísmo, como busca siempre
la paz, aunque sea vergonzosa, tiende a deshacerse de uno de ellos, y alejar de sí todo motivo
de combate y división. Y, generalmente hablando, la voluntad como dueña del hombre es la
que vence y obliga a la inteligencia a capitular ante el error1. Por eso dice San Agustín que es
imposible que el lascivo no vacile en la fe. Pascal ha venido a decir lo mismo: Obrad bien y
creeréis2. Por algo dicen los apologistas que, para la producción de la fe, se requieren ciertas
disposiciones del corazón, como son la continencia, la humildad y amor a la verdad. Con esto
se comprenderá que todo rencor a Jesús nace de la mala vida. Y tenemos aquí, en el odio a
Cristo, otro lazo que le une con el de Dios.
Pero ahondemos más todavía para hallar nuevas afinidades y henos con otra muy íntima y
estrecha: los efectos, que de ambos odios se derivan, son idénticos; el principal de éstos es esa
peste detestable y asquerosa, que se llama indiferentismo, que no es distinto del ateísmo
práctico, sino, una cosa con él. Este error que en nuestros días ha tomado diversas formas,
como Latitudinarismo y, religión del espíritu, tan ensalzada por sus pontífices, como Sabatier,
no es más que el ateísmo velado y escondido en la Conciencia. Frutos de ese árbol corrompido son el ateísmo político, proclamado en algunas partes; las escuelas neutras, que son las
menos neutras, como se ha dicho con justa razón, que descuidan en la educación de los niños
el elemento más esencial, que es el religioso, fundando una Sociedad de Emilios a lo Rousseau; fruto es el culto de la humanidad, defendido por Augusto Compte, en sustitución del culto
de Dios y de Jesucristo; el naturalismo religioso, que trata de la Religión
1
2
No quiero decir quo la fe y la mala vida sean incompatibles, pues la teología enseña lo contrario.
Pensées.
372
sin nombrar a Dios, explicándola con una Psicología insensata, considerándola como un
método de vida, según Hoffding, y haciendo de los fenómenos religiosos «diversos estados de
conciencia, semejantes al histerismo», (W. Jumes)1, teorías funestas y disolventes que comienzan a extenderse por los laboratorios de Psicología Experimental. He dicho antes que el
indiferentismo no es otra cosa que el ateísmo; ser indiferente para con el Dios verdadero es
aborrecerle y negarle con necia impiedad. Por eso, todos los que han aborrecido mucho a
Jesús, propenden al ateísmo o panteísmo.
Y nótese mucho esto, que corrobora nuestros asertos, pues prueba que Cristo es Dios, y,
cuando se le niega, se cae en el ateísmo.
A esta profunda sima han ido a caer, precipitados por la lógica, los modernistas, esos
nuevos fariseos, que con tan refinada malicia han perseguido al Señor, al declararse partidarios de la inmanencia2. Loisy, como suspendido entre el teísmo, que la fe proclama y el panteísmo a que propende la razón, duda de la existencia personal de Dios. Para Buisson «nada
hay que no sea humano; lo divino reside en el corazón de la humanidad». Según Le Roy, no
puede demostrarse la existencia de Dios; es una cosa inmanente en nosotros; es lo infinito del
porvenir, un infini a devenir, que se desenvuelve según la ley invariable del progreso. Schell
dice que Dios es causado por sí mismo (autoeficiente). Según Sabatier, es el ser universal,
inmanente en nosotros. Como siente Schleiermacher, percibimos lo infinito en nosotros, y
tenemos comunicación con él. Esto mismo sostiene el famoso Tyrrell, para quien Dios se manifiesta en el hombre, y su presencia intuye nuestra alma. Y no quiero fatigar al lector con
más disparates y desvaríos, pues con lo dicho hay para hartarse, y no con longaniza. Estos
hechos claros y palpables demuestran las relaciones que hay entre la Divinidad de Jesús y el
teísmo racional, y como quien le niega la primera, viene a negar el segundo. No hay pues medio: o catolicismo o ateísmo. No hay más que el Dios católico, que es Cristo. Por eso, quien le
niega, si fuese bastante lógico para seguir su negación hasta las últimas consecuencias, iría
arrastrado por el empuje arrollador de la
1
2
L’Experience religieuse, Abauzit.
Véase el discurso del P. Cantera, sobre el inmanentismo, pág. 53.
373
dialéctica, a perderse en la región tenebrosa del ateísmo. Porque, si Jesucristo no es Dios, yo
no puedo creer en otro Dios que se complazca en hacerme víctima de tantas y de tan espantosas ilusiones1. Así lo veía el mismo terrible Proudhon: Si hay Dios, de rodillas ante el Crucificado. Sí, hay un Dios y es Jesucristo, Nuestro Señor. Así lo prueba, no sólo el amor hacia Él,
en que se han abrasado tantas almas y que ha llevado a cabo tan grandes heroísmos, más también el odio de sus enemigos, porque el odio a Jesús se identifica con el odio a Dios; tiene
idéntica naturaleza y carácter, idénticas causas e idénticos efectos.
Luego CRISTO ES DIOS. Adorémosle, pues, reverentes.
FR. VICTORINO CAPÁNAGA DE S. AGUSTÍN
A. R.
Marcilla, 3 de Marzo de 1920
1
Por aquello del célebre monje Victorino (Ricardo). Si falsum est quod credimus etc.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
UT DEUM AUGUSTINUS DOCEAT QUAERENDUM
(Continuación)
Quis non exclamet: O aeternitas abyssus gaudii sanctis, abyssus miseriarum et dolorum
impiis! Sicut enim omne bonum facis infinite melius et optabilius; ita omne malum efficis
infinite pejus et molestius. Quae mens magnitudinem tuam capere, quod robur animi pondus
tuum sustinere queat? Clare et praeclare Deo loquens Psaltes, ait: «Tu autem idem ipse es, et
anni tui non deficient» (Ps. 101). Subdit Augustinus: «Omnes dies saeculi ab initio usque in
finem, exigui sunt in comparatione aeternitatis tuae. Quare exigui sunt? Quoniam quandoque
finiendi sunt. Anni illi qui erunt in generatione generationum, ni amandi, ni desiderandi, his
suspirandum, propter hos in unitate permanendum, propter hos quidquid mali est devitandum;
propter hos perditos respondendum, propter hos lucrandi qui erraverunt, et revocandi qui perierant: illic debet esse desiderium» (In Ps. 101).
«Cogitavi dies antiquos, et annos aeternos in mente habui». «Qui sunt», ait Augustinus,
«anni aeterni? Magna cogitatio. Videte quid sibi vult ista cogitatio, nisi magnum silentium ab
omni forinsecus strepitu, ab omni rerum humanarum tumultu. Intus requiescat, qui cogitari
vult annos istos aeternos. Numquid anni in quibus sumus, aeterni sunt, aut in quibus fuerunt
majores nostri, aut in
375
quibus futuri sunt posteri nostri? Absit. Anni isti mutabiles sunt, anni aeterni cogitandi sunt,
qui stant: qui non venientibus, et abeuntibus diebus peraguntur. Anni de quibus alio loco
Scriptura dicit Deo: Tu autem idem ipse est et anni tui non deficient» (Ib.).
Sed o felix hominum conditio, qui ad hoc conditi sunt, ut et ipsi aeternitatis Dei participes
esse queant. «Est» ait Augustinus, «quaedam generatio generationum, in illa erunt anni tui,
Domine. Quae est ista? Est quaedam, et si bene agnoscamus, in illa erimus, et anni Dei in
nobis erunt. Quumodo in nohis erunt? Quomodo ipse Deus in nobis erit, unde dictum est, ut
sit Deus omnia in omnibus» (Ibid.) Quis non libenter omnia mundi hujus prospera despiciat,
ut ad hanc perveniat aeternitatem? Quis non aequanimiter toleret omnes labores, omnes aflictiones, omnia tormenta et cruces, in hoc saeculo et annis tantum paucis, ut annis aeternis cum
Deo gaudeat in saecula saeculorum? Sed, prô dolor, mentis nostrae vesania est, ignorantis suis
ponderibus aeterna haec appendere, et pro dignitate aestimare. «Inter temporalia quippe», ait
Augustinus, «atque aeterna hoc interest, quod temporale aliquid plus diligitur antequam
habeatur, vilescit autem cum advenerit. Non enim satiat animam, cui vera et certa sedes est
aeternitas. Aeternum autem ardentius diligitur adeptum quam desideratum. Nulli enim desideranti conceditur plus de illo existimare quam in se habet, ut ei vilescat cum minus invenerit:
sed quantum quisque veniens existimare potuerit, plus perveniens inventurus est» (De Doctr.
christ. l. 1, c. 38).
Progrediamur viam; et, Augustino itidem duce, jucundas statuamus inquisitiones, sive per
rerum conditarum spatiosissimas et speciosissimas indagationes, sive per angustiores abstractionum semitas, negationumque circuitus. Frequens porro fuit Augustino ea investigatio, qua
per campos hujus mundi, et recessus memoriae suae multiplices amplitudines, plenas copiarum innumerabilium discurrens, lustrabat et considerabat omnia, et in omnibus Deum suum
quaerebat. «Saepe», inquit, «istud facio, hoc me delectat, et ab omnibus actionibus necessitatis, quantum relaxari possum, ad istam voluptatem refugio» (Conf. l. 10, c. 40).
Sed enim, quomodo te, sanctissime Doctor et Pater, hoc in exercitio geris? Quid, quaeso,
consideras? Respondet: «Distinguere, et
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pro suis quaeque dignitatibus aestimare conatus sum, excipiens alia nutantibus sensibus, et
interrogans, alio mecum commixta sentiens, ipsosque nutus dignoscens atque dinumerans,
jamque in memoria elatis opibus, alia pertractans, alia recondens, alia eruens; Te, Deus, qui
lux es permanens, de omnibus consulebam, an essent, quid essent, quanti pendenda essent»
(Conf. ibid.). En studium et occupationem Praesulis sanctissimi, quoties minus erat occupatus.
Vestigia ejus sequamur, et quomodo per haec Deum quaesiverit, attentius inspiciamus.
Primo inquirit an creaturae dici possint esse, aitque Deo: «Inspexi caetera infra Te, et vidi, nec omnino esse. Esse quidem, quoniam abs Te sunt: non esse autem, quoniam id quod es,
non sunt». Sed de hoc supra diximus.
Secundo in interrogat quid sint omnia a Deo condita. «Quid autem sunt, nisi opera Dei
valde bona? Sic enim Scriptura ait: Vidit Deus cuncta quae fecerat, et erant valde bona» (Gen.
1). Et Ecclesiasticus: «Sic dicetis in confessione: opera Domini universa bona valde» (Eccli.
39). Quid enim ab illo totius bonitatis fonte emanaret, nisi bonum? Sed quid Augustinus?
«Manifestum est mihi, quoniam bona sunt, quae corrumpuntur: quae neque corrumpi possent,
si summa bona essent, neque si bona essent, corrumpi possent. Quia si summa bona essent,
incorruptibilia essent: si autem nulla bona essent, quod in eis corrumperetur non esset. Ergo
quaecumque sunt, bona sunt» (Conf. l. 7, c. 12). «Et tibi, Domine, omnino non est malum;
non solum tibi, sed nec universae creaturae tuae; quia extra Te non est aliquid quod irrumpat,
et corrumpat ordinem, quem posuisti ei. In partibus autem ejus, quaedam quibusdam quia non
conveniunt, mala putantur, et eadem ipsa conveniunt aliis, et bona sunt, et in semetipsis bona
sunt» (Ibid. c. 13). Et «non est sanitas eis, quibus displicet aliquid creaturae tuae, sicut mihi
non erat, cum displicerent multa quae fecisti. Et quia non audebat anima mea, ut ei displiceret
Deus meus, nolebat esse tuum, quidquid ei displicebat» (Ibid. c. 14). Et «sensi, et expertus
sum, non esse mirum, quod palato non sano poena est panis, qui sano suavis est: et oculis aegris odiosa est lux, quae puris amabilis est; et justitia tua displicet iniquis: ne dum vipera vel
vermiculus, quae bona creasti, apta inferioribus creaturae tuae
377
partibus, quibus et ipsi iniqui apti sunt» (Ibid. c. 16). Alibi declarans a quo fonte conditarum
rerum pulchritudo, bonitas et essentia proflueret, ait: «Tu ergo, Domine, fecisti ea; qui pulcher
es, pulchra sunt enim: qui bonus es, bona sunt enim: qui es, sunt enim. Nec ita pulchra sunt,
nec ita bona sunt, nec ita sunt, sicut Tu, Conditor eorum: cui comparata nec pulchra sunt, nec
bona sunt, nec sunt. Scimus haec, gratias Tibi, et scientia nostra scientiae tuae comparata,
ignorantia est» (Ibid. l. 2, c. 4). Quomodo autem idem sapientissimus Antistes a creaturarum
bonitate ad Deum summum bonum assurgeret, sic expressit. «Inneffabili dulcedine teneor,
cum audio, bonus Dominus; consideratisque omnibus, et coullustratis quae forinsecus video
(quoniam ab ipso sunt omnia) etiam cum mihi haec placent, ad illum redeo, a quo sunt, ut
intelligam, quam bonus sit Dominus. Rursum, cum ad illum quantum possum, ingressus fuero, interiorem mihi et superiorem invenio; quia sic bonus est Dominus, ut istis non indigeat ut
sit bonus» (In Ps. 134). Bonitas autem creaturarum omnium in hoc sita est quod et praesentis
vitae deserviant usibus, et Dei ipsius futurorumque bonorum adumbret magnitudinem et
pulchritudinem: Unde:
Tertio consideravit sanctisimus Praesul Augustinus creaturas esse Dei voces, Auctorem
suum laudantes, nosque ad ejus amorem provocantes. «Circumeat», inquit, «animus tuus per
universam creaturam, undique tibi clamavit creatura: Deus me fecit. Quidquid te delectaverit
in arte, artificem commendat, magisque si circumeas universa, consideratio concipit artificis
laudem. Circumni coelos usque ad terram, nihil relinquas, undique tibi resonant Conditorem,
et ipsa species creaturarum voces sunt quaedam Creatorem laudantium» (In Ps. 18). Alibi
idipsum inculcans: «Deus», inquit, «ordinavit et ornavit creaturam, a terra usque ad coelum a
visibilibus ad invisibilia, a mortalibus ad immortalia. «Ista contextio creaturae, ista ordinatissima pulchritudo, ab imis ad summa conscendens, a summis ad ima descendens, nusquam
interrupta, sed dissimilibus temperata, tota laudat Deum. Quare tota laudat Deum? Quia cum
eam consideras et pulchram vides, tu in illa laudas Deum. Vox quaedam est certe mutae terrae» (In Ps. 44). Inde quoque est quod Deum alloquens ait: «Non cessat,
378
nec tacet laudes tuas universa creatura tua; nec spiritus omnis hominis per os conversum ad te,
nec animalia nec corporalia, per os considerantium ea; ut exurgat in te a lassitudine anima
nostra, innitens eis quae fecisti; et transiens a te, qui fecisti haec mirabiliter; et ibi refectio et
vera fortitudo» (Conf. l. 5, c. 1). Haustus hic ex sacra Scriptura sensus, nam ut Psaltes cecinit:
«Coeli enarrant gloriam Dei, et opera manuum ejus annuntiat firmamentum» (Ps. 18).
Sed quid creaturarum voces proclamant? Ut Deum amemus. «Coelum et terra», inquit
Augustinus, «et omnia quae in eis sunt, ecce undique mihi dicunt, ut te amem; nec cessant
dicere omnibus, ut sint inexcussabiles. Alii audiunt unamquamque creaturam auribus suis
inclamantem: Accipe, redde, fuge. Accipe beneficium; redde servitium; fuge supplicium. Beneficium quod tibi in creatura sua Deus exhibet. Servitium quod ei qui dedit tibi omnia, jure
meritissimo debes. Supplicium quod ingratus incurris Deum agnoscens, et non glorificans, aut
gratias ei agens» (Conf. l. 6, c. 10).
FR. H. P. A S. F.
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
EL CANTAR DE LA CIENCIA Y DE LA HISTORIA
Salud, hija del cielo, astro brillante
Que las tinieblas del abismo alumbras:
Salud a ti, viajera rutilante
De los reinos de Dios, que el vuelo encumbras
De la mente del hombre, y las centellas
Haces rodar bajo su frágil mano,
Y abres el porvenir, y altiva huellas
Cuanto abarca el imperio soberano
De la amplia Creación:
Rayo fecundo
De la esencia de Dios, por quien los mares
Y la tierra y los orbes y el profundo
Piélago de los antros estelares,
Que nadie averiguó, fueron creados:
A ti del mar los amplios valladares,
Y el honor de los montes y collados;
Y el salmo augusto de la noche umbría;
Y el relámpago audaz de los nublados;
Y el himno de la luz del claro día;
Y el perfumado aliento de las flores;
Y el armonioso andar de las esferas;
Y el ritmo de los pájaros cantores;
Y el gracioso matiz de las praderas;
Y el amoroso arrullo de las fuentes;
Y el pavoroso hervir de los volcanes;
380
Y el grito atronador de los torrentes;
Y el soplo de los fieros huracanes;
Y el hálito del viento en la floresta;
Y el casto manto de la blanca nieve;
Y el idilio inmortal que a grande orquesta
Canta la creación, a Ti se debe.
Todo te canta a Ti, principio eterno
De belleza y de luz, de amor y vida
Que, en el principio ignoto, del superno
Seno de Dios al caos desprendida,
La nada entre tus brazos fecundaste;
Y amor y fuerza y luz y ardor y llama,
Cuanto germen de vida Tú plasmaste,
Todo en el soplo de tu amor se inflama.
Salve, divina luz, divino aliento
Que animó la mansión del Paraíso,
Donde toda ventura tuvo asiento
Y aliento todo bien, cuando Dios quiso.
En sus frondas aladas, venturosas,
Mil veces más dichosas, por perdidas,
Brotó el primer amor, nido de rosas
De dos almas, dos seres y dos vidas.
Dos almas que formaron una sola;
Dos vidas que vagaron confundidas;
Dos olas que formaron una ola;
Dos a las que bogaron siempre unidas
En un dichoso mar, en lazo eterno
Forjado por tu aliento soberano
Más fuerte que la muerte y que el infierno;
Más suave que las sedas de Eridano;
Más casto que las nieves del invierno;
Más bello que los lirios del verano
Más dulce que la miel. Sueño querido,
Visión dichosa perseguida en vano
Por cuantos hombres en el mundo han sido.
381
Adorada ilusión, dulce martirio,
Que el hombre apura en incesante anhelo:
¿Qué eres ya, oh bello Edén, sino un delirio
De su doliente aspiración al cielo?
Perdido Edén, mansión de la ventura,
Tu dicha se acabó. Mi adversa suerte
Sólo me deja ver tu lumbre pura
Tras de las negras alas de la muerte.
De tu rosada luz, mansión de gloria,
De tu eterno verdor y eterna vida,
Sólo nos resta la gentil memoria;
Sólo nos queda la ilusión perdida.
«Tu imagen hechicera
Vagaba allí conmigo,
Dichosa compañera
Del día del Edén».
………………………
Que aquellas dichas de ayer
Fueron sólo una ilusión:
Que sólo Dios pudo hacer
Aquella hermosa mansión
Donde eterno era el placer».
Pero las aguas del Fisón bendito,
No fueron las oscuras del Leteo,
Sin gloria y sin amor.
Su nombre escrito
Quedó sobre las alas del deseo,
De un deseo tenaz, vivo, infinito,
Como el recuerdo amante del proscrito:
Como el ansia inmortal de Prometeo.
Bajo el rudo anhelar de ese acicate,
De ese amargo placer, de esa contienda
Que resuelve la vida en un combate
Y hace de nuestra muerte una leyenda;
La humanidad se lanza arrebatada,
Con locura sin fin, con arduo celo,
Como águilas al sol; como bandada
382
De palomas que vieron el señuelo
De sus nidos de amor. Se lanza al vuelo
Sobre el Campo de luz tornasolada
Por donde alzóse el Paraíso al cielo
¿Quién la guía?
Una luz. Quien en su mente
Puso del genio la vivaz centella.
¿Quién la alienta?
Una fuerza omnipotente
Que la invita a seguir tras de su huella.
Todo no pereció.
Salvó el diluvio
Sobre sus encrespados oleajes
El rayo de la luz, divino efluvio
De la mente de Dios.
De los ultrajes
De un día de dolor, aunque ultrajada,
Salvó la ciencia, luna entre celajes,
Que en enfermiza luz, y albos mirajes,
Aun alumbró la tierra amancillada.
Oh diosa, oh ninfa, oh virgen, oh atenea
Sacra deidad, que en tu inmortal decoro
Tu trono asientas en la cumbre. Idea
Sobre el cielo de lumbres que atesoras.
Salud a ti, salud, rico tesoro
De gloria y bienestar: a ti que doras
La faz augusta de Solón y Homero
Patriarcas de las liras y las leyes
Por quien la Grecia fue del mundo entero
La nación de los dioses y los reyes,
Entre todos los pueblos el primero.
Tú del Gimnasio y del Liceo animas
Los amplios liminares y proscenios
Donde guarda la fama altos renombres:
Anacreonte, el de las bellas rimas;
El ciego mitilén, rey de los genios,
383
Y el divino Platón, flor de los hombres.
La docta antigüedad lleva en sus venas
El sacro luego que tu aliento inflama;
Y a ti, más qua a sus armas, debe Atenas
Su renombre inmortal.
Por ti la fama
Del alto Partenón y el sacro Foro,
Cuna de dioses y del genio amparo,
Alza en la Historia su raudal sonoro;
Brilla en Oriente como ardiente faro.
Las áureas naves de carmín teñidas
Que el jonio mar cruzaron venturosas,
Llevaron a otras playas no sabidas
Sus doctas velas de saber henchidas
Con el suave perfume de sus rosas.
Y así Roma las vio. Y así los rudos
Hijos de Dacia y de la Libia ardiente,
De fuerza llenos, de saber desnudos,
Oyeron a los hijos del Oriente
La divina canción del pueblo argivo;
La espléndida canción de islas flotantes,
De ondas azules de rumor festivo;
De arpas eolias y panidas flautas;
De bellos dioses por la Grecia errantes;
De bellas ninfas, en amor incautas;
De alegres juegos en Olimpia hermosa;
De audaces lides y atrevidos nautas;
De bellos cultos a la blanca diosa
Que yelmo viste y lanza y fuerte escudo,
Numen de Atenas, a Ilión aciago.
Cantaban de Ilión el lance rudo,
El incendio fatal y fuerte estrago
Que adverso numen infligirle pudo,
El sonoro cantar de las sirenas,
Batiendo las trirremes blandamente,
Vagaba por el mar.
Y a las amenas
384
Costas ligurias y a Cartago ardiente,
La nave que surtió playas helenas,
Llevaba el himno de la patria ausente
Al rimado crujir de sus antenas,
Tal Italia los vio. Tal los agrestes
Hijos de Túbal y de Aitor los vieron
Perderse en lontananza hacia la Aurora;
Y en su ruda visión, genios celestes
Progenie de deidad les parecieron
Y un cielo aquella Grecia encantadora.
Y abriendo sus robustos maxilares
Como leopardos que su presa otean,
Los hijos de las selvas seculares
Salieron de sus rústicos hogares,
Y al Oriente brillante se acarrean.
Sus mentes virginales de alma ciencia
Y ávidas de explorar nuevas regiones,
Se lanzan hacia el sol con la violencia
Con que asaltan su presa los leones.
Adversa no les fue Palas divina;
Ni el numen de Minerva soberana,
Bajo los verdes ramos de una encina,
Como él rugosos, y como él anciano;
El viejo Cadmo su cabeza inclina;
Y en rubia plancha de sutil resina
Los signos graba de la ciencia humana,
A Academo otro vio que, en amplia escuela,
Como un senado de divinos seres,
Los conceptos humanos escarpela;
Y encarcela el saber; lumbrosa estela
Dejando en pos de sí de altos deberes,
Y oyeron a Solón, aquel que dijo,
Como un resumen de la vida entera:
«Yo sé, que nada se».
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
HALLAZGO IMPORTANTE EN LAS YESERAS
DE MONTEAGUDO (NAVARRA)
(Conclusión)
Tuve noticia de que en la era de esta señora D.ª Julia Azagra, inmediata a la nevera, al ser
ensanchada aparecieron esqueletos humanos íntegros, colocados todos ellos de costado en
fosas muy estrechas, guardando simetría bastantes de ellas y algunas abiertas en roca aunque
algo blanda. También salen con frecuencia restos humanos al edificar casas debajo de aquella
era y falda oriental de ese montecillo y no pocas veces son descubiertos por las lluvias en la
misma calle. En la ya citada Era, que sobresale por encima de las casas todas de Monteagudillo, al llevarse a cabo la operación de ensanche, ha unos dos años, apareció una pila de alabastro boca abajo, como a un metro de profundidad y en pleno monte. Esta pila tiente cuatro pequeños salientes de la misma materia que indican claramente haber formado parte de otras
tantas asas. Su diámetro es de unos treinta y cinco centímetros, el grosor de las paredes desde
siete a quince; descendiendo, el interior se halla bien pulimentado y en el centro del fondo hay
un orificio de unos dos centímetros de diámetro que lo atraviesa de uno a otro lado. No presenta señal alguna de su destino ni época; no se ven rastros de inscripciones, figuras o jeroglíficos, ni se tiene noticia tradicional de que en ese monte haya existido templo, capilla, ni aparecen por hoy cimientos de ninguna clase.
De esa Necrópolis, olvidada por las generaciones, no puedo decir cosa alguna, porque
esas tumbas guardan absoluto silencio y mientras
386
no quebranten éste dándonos cruces, armas, monedas y otros objetos, ignoraremos su época.
En una palabra, la historia y la tradición se callan y esa Necrópolis sigue diciéndonos que
hubo un tiempo en que fue muy visitada por vivos y difuntos. ¿Quién sabe si con el tiempo es
más explícita y nos presenta objetos por los que podamos llegar al conocimiento de su origen?
Por ahora nos consta que, hasta mediados del siglo pasado, el Cementerio de Monteagudo fue
la parte del N. de nuestra huerta, obligando ésta a bifurcarse la vía de comunicación hacia el
oriente, en dirección a Malón; y hacia el mediodía sigue la carretera que conduce a Tarazona,
que fue construida el año cincuenta del siglo pasado. El vulgo atribuye la existencia de esos
restos a la guerra de la Independencia, pero no es creíble que se entretuviesen en abrir una
fosa para cada cadáver en tiempo de guerra, y algunas de ellas en piedra, máxime teniendo
abundante terreno baldío. ¿Y aquella pila de alabastro que se halló invertida y enterrada a un
metro de profundidad?…
En el Queiles
Era una de esas tardes de calor asfixiante del mes de Agosto, cuando me hallaba sentado
bajo las copas de frondosos árboles a la margen derecha del Queiles, contemplando sus escasas y cristalinas aguas que tan buen temple dieron ya a las armas romanas. A mi espalda, y
como a unos ocho metros, murmuraba la fuente vieja de Novallas, cuyas aguas son las más
apreciadas por los habitantes de esta localidad. De pronto, fijé mi vista en un objeto que apenas cubrían las tranquilas aguas, y me pareció distinguir un pedazo de tronco carcomido que
por su forma rara llamó mi atención. Procedí a su extracción y examinando a la ligera y sin
lavarlo, creí estaba completamente petrificado. Posteriormente, reconocido con detenimiento
y libre ya del limo, vi que era un gran trozo de Estalactita. Mide de largo 65 centímetros y su
circunferencia es de 53. Está formado por hacecillos de tubitos o cañitas de pequeño diámetro
y también semejan y forman parte del mismo tronco varias enredaderas y trepadoras. ¿De
dónde procede este notable y pesado trozo de Estalactitas? He recorrido algunos kilómetros
por las márgenes del Queiles y no se hallan cavernas ni reminiscencias de haber existido.
387
Sin duda alguna, ha sido arrastrado por las aguas del mismo, desde la falda norte del Moncayo
o desde la jurisdicción de Ágreda.
Doy por terminado este modesto trabajo, con una relación de los fósiles recogidos en las
Yeseras y a la vez incluyo otra relación de los pocos fósiles existentes en este Museo, de los
moluscos y de algunos trozos de madera perfectamente petrificada.
RELACIÓN DE LOS RESTOS FOSILIZADOS Y RECOGIDOS
EN LAS YESERAS DE MONTEAGUDO DE NAVARRA
Piezas clasificadas unas, y otras por clasificar.
Números correspondientes a las mismas, y en los Estantes
MAXILARES
Mastodons Hispanus. Cuvier. Maxilar derecho e inferior con el último molar
completo y dos medias muelas. La superficie de este molar tiene de largo
nueve centímetros por seis y medio de ancho. La longitud del maxilar es de
treinta y cuatro centímetros y su periferia de treinta y siete ............................
Dinotherium Giganteum. Kaup. Maxilar derecho e inferior en forma de media
luna: su reconstitución es incompleta. Tiene tres molares con trozos de coronas cogidas con cemento. Su longitud es de treinta y cinco centímetros, su
altura en posición natural, veinte, su grosor diez, su periferia es de cincuenta
centímetros y su peso es de siete kilos ............................................................
Mastodons Aurelianensis. Maxilar inferior e izquierdo. Reconstitución de las coronas incompleta ..............................................................................................
Mastodón de leche. Maxilar inferior e izquierdo. Su longitud es de treinta y tres
centímetros: posee molar y medio y un profundo alvéolo de nueve centímetros del tercer molar .........................................................................................
Mastodón... Maxilar inferior e izquierdo con tres molares sin coronas .................
1.º
2-º
3.º
8.º
7.º
388
Dos molares unidos y con las raíces al descubierto sin coronas de Mastodón: miden las raíces ocho centímetros .......................................................................
Último molar superior derecho con su talón de Mastodón viejo ............................
Tres trozos de maxilares con dientes de delante .....................................................
11
12
51, 52, 53
DEFENSAS
Tres fragmentos que pertenecen a un incisivo derecho imposible de reconstituir:
miden 46 centímetros ......................................................................................
Dos trozos correspondientes a un incisivo izquierdo de distinto Mastodón que el
anterior .............................................................................................................
Incisivo inferior y derecho, casi completo de Mastodón: longitud treinta y nueve
centímetros ......................................................................................................
Varios trozos de incisivos de animales desconocidos ............................................
13, 14, 15
16
17
19, 20
TRONCO DE MASTODÓN
Vértebra sacra e izquierda con su concavidad y articulación: longitud, cuarenta y
dos centímetros ................................................................................................
Vértebra sacra derecha en tres pedazos, reconstituida e incompleta: longitud,
treinta centímetros ...........................................................................................
4
5
EXTREMIDADES
Cabeza del fémur ....................................................................................................
Extremidad inferior del fémur ................................................................................
Húmero izquierdo del Mastodón ............................................................................
Falanges del Mastodón ...........................................................................................
6
10
9
46
PERISODÁCTILOS. ANCHITERIUM AURELIANENSE.
MAXILARES Y MOLARES
H. von Meyer. Tercero y cuarto premolares superiores unidos ..............................
Dos trozos de maxilar izquierdo e inferior con cuatro molares ..............................
Un trozo del maxilar derecho e inferior con tres hermosas piezas casi completas
y en buen estado ..............................................................................................
Tres molares izquierdos con su correspondiente trozo de maxilar perteneciente al
Rinoceros Hispánicus ......................................................................................
Ídem un cuarto premolar derecho del mismo .........................................................
24
20, 21
22
25
26
389
Tres molares y medio cortados perpendicularmente y sin raíces del maxilar superior izquierdo de ídem .....................................................................................
Un trozo de maxilar con sus molares que por su tamaño y color pertenece a otro
Architerium Aurelianense ...............................................................................
Fémures de Rinoceronte .........................................................................................
Piezas importantes y desconocidas .........................................................................
Articulaciones desconocidas ...................................................................................
Articulación del carpo del Rinoceronte ..................................................................
Cresta de omoplato de animal desconocido ...........................................................
Parte del colmillo o asta de animal desconocido ....................................................
Falanges de Rinoceronte .........................................................................................
Trozo do costilla de animal desconocido ...............................................................
23
31
47, 38
34, 36, 41
37
42
43
44
45
39
CERVICORNIOS
Testuz de ciervo blanco o Antílope, y varios trozos de astas del mismo ...............
Maxilar inferior derecho con tres molares negros ..................................................
Otro maxilar inferior e izquierdo con dos molares .................................................
Un tercer maxilar también izquierdo con cuatro molares: este parece de ciervo
común ..............................................................................................................
Maxilares desconocidos ..........................................................................................
Candil de ciervo ......................................................................................................
Dos rótulas desconocidas e iguales ........................................................................
Maxilar superior con nueve dientes y un trocito de palo petrificado adherido al
mismo: parece de algún cuadrumano, adulto, v. gr. Orangután ......................
Uno de los dos cuernos que tiene el Antílope encima de los ojos y debajo de las
astas mayores ...................................................................................................
30
27
28
29
49, 50, 57
54
55, 56
33
58
Además existen trocitos de astas aplastadas y no aplastadas, de costillas, tibias, húmeros,
fémures, y dos vértebras, quizá caudales del Mastodonte; así como otros muchos restos esqueléticos de difícil clasificación. En el actual invierno de 1920 no se dedican los vecinos de
Monteagudo a extraer piedra de esas dos notables canteras, pero las observaré, y las visitaré
con alguna frecuencia; porque todavía no se han agotado esos importantísimos yacimientos
fosilíferos; pues se ven algunos restos incrustados en las rocas por arrancar. He llegado al
final de esta breve reseña y no puedo omitir
390
la eficaz ayuda del P. Serafín Andía; no sólo por haber secundado mis deseos, sino que también por haber tomado con entusiasmo parte muy activa en la requisa de las escombreras, removiendo y separando piedras para extraer los restos petrificados.
Si de mí dependiese, haría un llamamiento general a todos los Misioneros de Filipinas y
de América, los que con un pequeño sacrificio, y quizá para algunos fuese un entretenimiento,
podían coleccionar o recoger objetos pertenecientes a los tres reinos: animal, vegetal y mineral, especialmente de los más raros y desconocidos en Europa. No importa que vengan los
ejemplares duplicados y aun triplicados, pues de esta manera podría establecerse el cambio
con otros Museos y competir el nuestro con los de nuestra Península. Es sensible ver cómo
transcurren los años sin que ingrese en nuestro Museo una sola pieza de importancia. Para
satisfacción de los PP. Misioneros que se acordaron de este muestro Museo, remitiendo tres
curiosos ejemplares con los PP. que últimamente vinieron de Filipinas, debo hacerles saber
que llegaron en perfecto estado y se hallan colocados en sus respectivas vitrinas. Uno de esos
ejemplares es Argonauta, que por su tamaño y finura es de hembra. Otro de los nuevos ejemplares es un Erizo marino, del tamaño de una pequeña naranja de las llamadas mandarinas.
Sus zonas períferas tienen más de 2.700 orificios capilares. El tercer ejemplar lo constituyen
cinco anillos de la llamada culebra de Cascabel. Éstos son como granos de maíz ligeramente
aplastados y unidos, uno por uno, con una finísima membrana que les permite algún movimiento, y agitándolos en la mano a medio cerrar, produce un sonido suave y metálico como si
fuese producido por pequeños y finos cascabeles. Esos anillos pesan muy poco, están huecos,
y son bastante transparentes y de color trigueño; semejan vesículas en la forma ya dicha, y su
sonio es claro y agradable.
FR. EULALIO LACARRA Y LLORENTE DE S. ANTONIO DE PADUA
A. R.
NOTA.- En el número de nuestro BOLETÍN, página 117, al tratar del cráneo humano, dice
«carece de muchos dientes» y en la página 118, línea 25, «no tener señal alguna de su dentición». Esto es lo cierto y el buen criterio de mis lectores habrá adivinado que lo primero fue
descuido del cajista.
391
Moluscos fosilizados encontrados en un pequeño cajón de nuestro Museo,
sin clasificar. Proceden la mayoría de Torrecilla de Cameros (Logroño)
y he hecho los posibles para clasificarlos con la mayor exactitud
Belemnites. Existen seis incompletos y todos pertenecen al género «Bellemnitella mucronata». Son recios y tienen la forma de un uso de color de pizarra con la punta recta. Este
género apareció en la época sinemúrica y termino al final del periodo cretáceo.
Lituites articulatus. Dos trocitos del final o conclusión de su concha, en forma de cayado.
Vivió exclusivamente durante el periodo silurial.
Piedra judaica. Varias bolsas fósiles de Belemnitas. Ammonites tres ejemplares.
Estalactita. Imitación de una tibia en forma y color de animal lanar. Fue recogida en la
cueva lóbrega de Torrecilla.
Conchita y media fosilizada. Pecten Leymerii. Inequivalva, con orejuelas a los lados del
corchete. Viniegra (Logroño).
Caracol pequeño. Ammonites communis. Peña Redonda. San Millán de la Cogolla.
Estalactita blanca: formada por infinidad de grumos e imitando perfectamente a la coliflor.
Terebrátula (lyra) de Vitoria, así como también dos pequeños erizos marinos del tamaño
de una nuez crecida, y un Crinoideo; fueron recogidos en el término de dicha ciudad.
Se suponen procedentes del mismo lugar.
Griphea arquata. Del género de las ostras. Concha irregula inequivalva: son diez ejemplares grandes y además hay varios de corta edad. Rhynconella, Concha triangular. Apareció en
el Silúrico. Ejemplar 12.
Melania láctea. Existen seis ejemplares del Parisien. Arca de Noé. Equivalva del Mediterráneo.
Cardium Monstrosum. Equivalva: tiene forma de corazón.
Trochus Tescopium. Cuatro ejemplares y ninguno de ellos completo.
392
FÓSILES VEGETALES. MADERAS FILIPINAS
Bulam o Molave. Vos trozos perfectamente petrificados.
Banngcal. Un trozo de unos tres kilos. Existen seis trozos más que parecen de Narra e
Ipil.
También aparecieron, en el citado cajón, pedazos de cráneo humano, y las dos mandíbulas con la mayor parte de las muelas y dientes (sin fosilizar) y un puñado de cenizas humanas:
todo esto envuelto en unos papeles, copias de las muestras que usaban los niños indios en las
escuelas. No hay duda que son de indios, por convertir la e, en i, y viceversa, v. gr., línea de
debisión... reglas priscritas. Firma uno: Anaclito Goamole, y otros: Tomás Ligsanan. 1882.
Omiten pueblo y provincia, pero es para sospechar que esos restos son de algún P. Misionero,
quizás martirizado o muerto en olor de santidad; ¿si no a qué traer esos restos? ¿No podría
algún P. Misionero dar noticias sobre este particular?
FR. E. L.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
COVADONGA
1
(Continuación)
IV
Victoria
Annales, et prisci qui aevi scribitis acta,
Omnes Hispani, bellatoresque feroces,
Vestra si honoris corda petit furiosa cupido,
Ausebam, asturica in terra, concurrite montero,
Hispanos erga desiderioque placete.
Instructi qui tantum humanis artibus estis,
Forte rudesve peremnes laudis avetis honores;
Vos increduli, honestum qui divellere vultis,
Divinamque fidem patria sejungere nostra,
Et calamo pravo laudem nomenque negatis;
Asturicos hodie mecum succedite montes,
Adversosque solo prostratos inspicietis;
Nam Domini Genitrix Hispanis sublevat illic.
Per vallem, contra juga, quae vicina patescit
Cangaonis dictum, terrae vastator iberae
Procedit tacito pede flagrans Alcaman ira.
Irrequietus equi ferro premit ilia fortis,
Saltantis circum, gyrosque trahentis
Pro ictibus, et dantis furiosas saepe querelas.
1
Véase número 116.
394
Maurorumque cohois ejus vestigia servat,
Devastans veluti torrens, sicutque lupinum
Cum praedam genus, appressum fame, conspicit, «Eja
»Laevitia truces homines, cupidique cruoris,
»Sistite cuncti, barbariemque domate furentem;
«Clara fidelis iberi, miraque noscite gesta,
»Isti de coelis Dominam constanter adesse,
»Quae non est questus humiles frustrata rogantum;
»Tamque valebunl arma, phalanx, et acinacis ipsi,
»Quam tenuis, quae sub planta cadit herba feraci,
«Ex certamini si multa cum laude redistis,
»Portantes, nobisque subastis, premia belli,
»(Illam victi Hispani neque vocare volebant),
»Ejusdem modo brachia compellata timete.
»Peridice jam vobis dixi: hisceque verbis
»Non credatis amuletum, quod fabulave adsit.
»Cedite; conflictumque fuga deponite tuta,
»Sanguineos ne forte feratis stragis acervos».
Aleamanis quasi ad aures haccine verba sonarent,
Omnia temnens hic, voces etiamque minaces,
Impatiens magis, audacterque gradum celerando,
Ingreditur montes, hostilis sanguinis ardens,
Cui minime certo disponeret ordine turmas,
(Prodigioso namque suo sic agmine fidet.)
Is quacumque viano metitur, lumina figit,
Et licet ulla quidem nec pugnae signa videutur,
Tartareus vero considit livor in ore,
Ast odium patet atrox, quod praecordia rumpit.
Tenarii quoque risus sunt quandoque labelle.
Esse propinquum retur jam sibi tempus amatum,
Quo poenis violentis ulcisatur Iberos:
Culmine sed fragor horrescens auditor ab alto
Haud secus, ac ruerent si montes impete magno;
Anteque turmae, quave creparet, lumina volvant,
Saxorum sua contunduntur grandine terga,
Invicti quam christiadae sunt mittere coepti.
Questus a Mauris penitus funduntur inanes;
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Auxilioque vocant idolum voce superba,
¡¡Alha!! vociferant, oculique furore coruscant.
¡¡Alha!! ¡¡Alha!!; crispis manibus clamare resultant.
Quinque suo Alha de thalamo succurrat eisdem,
Alter eorum lumbos saxens alteri imber.
Augetur rabies: ultrix vesania crescit:
Rugitumque frementem tollunt more leonum:
Affantur dicteria, saevitiaque vetante,
Nequaquam fugiunt, humeris sed protinus ipsi
Demittunt pharetras, frendentes dentibus ira.
Celsos in montes telorum spicula vibrant,
Unde crebris infigunt Christicolae ulcera saxis.
Pilorum pluvias iterumque, iterumque dagittant,
Tela tamen contorquentes vertuntur in ipsos,
Praeruptus scopulus nam fortiter illa remittet.
Tanto prodigio, recrescit iberica virtus.
Hispanus Dominum, dulcem clamatque Mariam;
Pectore ferventi, robustis atque lacertis,
Assidue mauros saxorum percutit imbre,
Omninoque repente perustos conterit Afros.
Tum, furiis acti, qui non sunt morte perempti,
Ardua, per montis fissuram, scandere curant,
At non in radice pedum vestigia figunt,
Cum, velut examinatae moles, artubus ictis,
Pondere saxorum foveas volvuntur in imas,
Qua sociorum foeda cadavera structa recumbunt.
Nonnulli, qui sunt liberati morte pudenda,
Eumnenidum ira rapti, dextra, et acinace stricto,
Nostrorum nihilominus arces denique scandunt:
Miscenturque manus manibus, bellumque cietur:
Nostrates, quibus ipsa favet Sanctissimna Virgo,
Fustibus armati, gladio, veluloque mecrone,
Detrudunt iterum mauros ad guttura collis,
Ac ibi functa jacent cumulatim corpora vita;
Sed manes Erebi coeci pelluntur in timbras.
Nunc huc nunc illuc clades, gemitusque dolentes,
Ista rubet bellus labentis sanguinis unda.
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Pilcoli, pharetrae, arcus, enses, atque lacernae,
Casorum rubeo fucantur ubique cruore,
Cujus decursum reprimunt. Interrilus ille
Alcaman, elatus variis festisque triumphis,
Omnia qui populans, tentabat venere nosmet,
Immensasque plagas prosternere credidit orbis,
Ut panthera ferox, quae percutere ausa leonem,
Unguibus ac ejusdem dilaniatur aduncis,
Sic, pariterque cohors, in terra vultibus uda,
Hispani gladii terris effunditur ictu;
Unde patet plerumque Deum punire superbos.
Istius hispanus doni nil immemor umquam,
Altithrono gaudens animo, Dominaeque Mariae,
Nunquam desistit meritas exsolvere grates,
Marmaricos quia toto diruit ipse triumpho.
Hisce stratis, aliorum quivit frena temere,
Hacque ruina restaurari Patria expit.
…………………………………………
Affectu si, lector, forte moveris in illos,
Montibus in quibus hispanus pius eruit afros,
Ilas, solers anima, caveas meditare profundas,
Quae, ex tunc postquam undena fuerunt saecula lapsa,
Exitii ferme manifestant signa tremendi;
Insignemque, fidelium vallum, cerne latebram,
Quae fauces aperit densas: exinde superne
Proceros in colles passus flecte citatos,
Inde sacrata celebris surgunt limina templi,
Instar inaccessae turris, speculaeque minacis.
Interius confiso, lector, corde penetra,
Effigiemque videbis, quae veneratur in antro,
Subsidii causa, Covadongae nomine dictam.
Thuricremas ante aras i, prosternere supplex,
Atque tuas Regina preces exaudiet Axis.
FR. GREGORIO ARMAS A P. CONCEPTIONE
Novitius
(Concluirá)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
CRÓNICAS DE NUESTROS COLEGIOS
DE SAN MILLÁN DE LA COGOLLA
Grande y hermosa, sobre todo encarecimiento, resultó la festividad del Patrocinio, que el
Colegio Preparatorio de ésta ha dedicado este año, como de costumbre, a ensalzar las prerrogativas de su Patrón y Abogado, el virginal esposo de María Inmaculada, el glorioso San José.
El día 24, cuando el crepúsculo vespertino despedía sus postreros y agónicos resplandores, un clamoroso volteo de campanas, acompañado de unas graves y fuertes detonaciones de
innúmeros cohetes, que cruzaban luminosos cual ráfagas pasajeras, la atmósfera serena, anunciaba a los pacíficos habitantes de este valle que se aproximaba ya la hora de abandonar sus
faenas, para ir a cobijarse bajo la espaciosa bóveda del templo del Señor, y allí prosternados
cabe las gradas del altar santo rendirle hacimiento de gracias por mediación de su purísima
Madre, que también de ellos lo es, María Santísima, a la que todos devotamente saludamos
fervorosos con el santo Rosario. Acabado que fue éste, rezóse el Triduo al excelso Patriarca
San José: en el coro interpretó la capilla del Colegio, con suma delicadeza artística, el grandioso himno del reputado compositor, el joven P. Domingo Carceller. Todavía «resonaban del
templo en la nave» los cantos que en honor del santo Patriarca se alzaran, cuando con ellos
vinieron a confundirse otros dulces, sonoros y cadenciosos, que nuevamente saludaban a la
Reina
398
de los Cielos: acentos ora alegres y triunfales ora melancólicos y tristes que elevaban el espíritu a regiones incógnitas, haciéndole gustar célicas y dulces armonías, dulzuras suaves, encantos de cielo; acentos caídos de los labios cándidos y puros de unos niños sencillos e inocentes y que se alzaban por las alturas cual tierna y amorosa plegaria demandando piedad,
misericordia para todos los mortales… eran los suaves acentos de la Salve. Ofició en ella N.
R. P. Provincial Fr. Marcelino Simonena, acompañado del R. P. Director del Colegio y del R.
P. Eduardo Abaurrea. La Capilla cantó con afinación y buen gusto la hermosísima partitura, a
tres voces, del P. Etayo, Sch. P., un inspirado Joseph, también a tres voces, del ya nombrado
compositor P. Domingo.
Amaneció el día 25 con un sol esplendente que nos brindó por todo el día sus almos rayos
vívidos. A eso de las nueve de la mañana, de nuevo las campanas a todo vuelo llamaban al
templo a las gentes: los cohetes rasgaban airosos la azul inmensidad del espacio, sembrando
en las nubes estelas luminosas a guisa de áureas y caprichosas rúbricas, que muy en breve se
disipaban y desvanecían en los aires. El templo, artísticamente engalanado e iluminado con
profusión de lucecillas multicolores, pregonaban también la solemnidad de la fiesta. Así diose
principio al incruento Sacrificio de la Misa en la que ofició de Preste el ya arriba dicho P.
Direclor y los PP. Eduardo Abaurrea y Ángel Latorre, de Diácono y Subdiácono, respectivamente. Otra vez dejó oír sus hermosas y encantadoras voces angelicales la Capilla del Colegio
en la interpretación acertadísima que supo dar a la grandiosa partitura, a dos voces, del músico francés, A. Dieriex.
Ocupó la cátedra sagrada el R. P. Gaudioso Ullate, quien con voz clara, potente y bien
timbrada, cantó en párrafos fervorosos las glorias del ínclito San José.
Acabada la Misa, organizóse una solemne procesión en la que la banda del Colegio ejecutó varias marchas escogidas de su copioso repertorio. A los cultos religiosos puso fin el
inspirado Himno del. P. Domingo Carceller.
Caminaba a su ocaso el astro-rey, cuando, ya por vez postrera, surcaban las alturas los
cohetes, anunciando que era llegada la hora, el momento por todos vivamente anhelado. Me
refiero a la Velada
399
Literario-Musical que los alumnos consagraban a su glorioso protector, velada que, resultó
brillantísima en todos sus conceptos.
El programa, como ahora mis lectores van a ver, era hermoso, grande y muy bien organizado. Muy a gusto entraría yo a dar mi opinión sobre todos sus números, mas el temor de desvirtuar las grandezas y oscurecer las dotes excepcionales que se descubrieron en la ejecución
de todos ellos me retrae de intento. Bástame advertir que fue observado con suma escrupulosidad en todos sus puntos, dejando afirmado por una vez más el buen prestigio de que goza el
Colegio por el Valle y sus dilatados contornos. Helo aquí en totalidad, y mis lectores juzgarán
de su contenido:
PROGRAMA DE LA VELADA LITERARIO-MUSICAL
Primera parte
1.º Himno a San José, cantado por todo el Colegio y acompañado por la Banda.
2.º Saludo, discurso declamado por el alumno José Sáiz-Pardo Heras.
3.º Si por ti penas. Fado del M. Lorenzo Luis, por la Banda.
4.º Poesía latina y original del alumno Andrés Pérez y Pérez, y declamada por el mismo.
5.º El Alba, de C. Cuspinera. Orfeón por todos los alumnos.
6.º Id a San José. Discurso declamado por el alumno José María Echarri Loidi.
Segunda parte
7.º Forcall. Paso doble del P. D. Carceller, por la Banda.
8.º La azucena de San José. Poesía declamada por el alumno Luis Loza Berga
9.º Canto a la Bandera del M. L. Millet. Orfeón por todos los alumnos.
10.º Esto me encanta. Vals lento del maestro Lorenzo Luis, por la Banda del Colegio.
11.º Batalla de los Castillejos. Intermedio de piano, por el P. Domingo Carceller.
12.º El Sacristán de la Aldea. Zarzuela en tres actos y en prosa, letra de Eduardo Sáiz
Noguera, música de José Dimas González, representada por los alumnos Jesús
Rodríguez Campos (Blas), Aquiles
400
Alfaro González (Anselmo), José Gurarcharri Mendivil Sargento Machete),
Alonso Urdániz Posada (D. Ruperto). José Pérez Orniazábal (Ayudante Rodas),
Francisco Aguirre Sagardoy (Benito), Luis Loza Berga (Tonio), Lorenzo Infante
de la Torre, José García Martínez, Tomás Vallarín Sáinz y Olegario Martínez
Hernando (Soldados), Vicente Blanco Alonso, Félix Bartolomé Martínez y
Moisés Ceniceros Hervías (Aldeanos).
En los entreactos de la zarzuela, dicho sea entre paréntesis, la Capilla del Convento,
siempre de muy buen gusto, cantó con mucha afinación y nimia observancia de matices la
hermosa pieza de Orfeón a cuatro voces, «El Regreso a la Patria», del M. I. Monasterio y la
otra no menos hermosa «Ausencias y Anhelos», de Sagastizábal, cosechando estruendosos y
prologadísimos aplausos de los concurrentes al acto. El joven corista Fr. Jacinto Frías, cantó
con voz potente y sonora, la rima sentimental becqueriana «Volverán»... haciéndose aplaudir
muy largamente. Y nada más que esto, si es que todo ello algo significa.
Y para dar fin a esta desgreñada crónica, permítame el enviar no afectuoso saludo a todos
los PP. y alumnos del Colegio, y en particular mi más cordial enhorabuena a los PP. Domingo
y Ángel, que han sido los organizadores de esa solemnidad que ha levantado muy por lo alto
el prestigio del Colegio, honrando de esta manera a nuestra amada Recolección, cuyo lustre y
esplendor todos sus hijos estamos llamados y obligados a ensalzar y procurar con todas las
fuerzas de nuestra alma.
FR. ÁNGEL SÁENZ DE SAN J. DE S.
San Millán y Mayo del año 1920
TIP. DE SANTA RITA. – MONACHIL
Año XI
Julio de 1920
Núm. 121
BOLETÍN
DE LA
PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
DE FILIPINAS
de la Orden de Agustinos Recoletos
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
EL CAPÍTULO GENERAL
Un acto de suma importancia y trascendencia ha tenido lugar en nuestro Colegio de Marcilla, durante los días del 18 al 2 del próximo pasado mes de Mayo; la celebración del tercer
Capítulo General de nuestra Orden, después de una interrupción de 79 años. Acto que ha revestido todos los caracteres de una gran solemnidad, que ha llenado de regocijo a todos los
que lo hemos presenciado, y que pasará a los fastos le nuestra Recolección Agustiniana entre
aromas de bendición.
El día 17 por la tarde se encontraban ya entre nosotros todos los PP. Capitulares, que son
los siguientes:
R. P. Definidor General Fr. Francisco Bergasa de la V. de Vico, Presidente.
Rvmo. P. Prior General Fr. Eugenio Sola del Carmen.
Rvmo. P. Ex-Prior Gral. Fr. Enrique Pérez de la S. Familia.
R. P. Fr. Francisco Sádaba del Carmen. Definidor General.
R. P. Fr. Pedro Fabo del C. María. Definidor General.
R. P. Fr. Jesús Fernández de San José. Definidor General.
R. P. Provincial Fr. Marcelino Simonena de S. Luis Gonzaga.
R. P. Provincial Fr. Edmundo Goñi de la V. de Jerusalén.
R. P. Provincial Fr. Francisco Orduña de S. José.
R. P. Fr. Segundo Cañas de S. Cristóbal.
R. P. Fr. Víctor Oscoz del Dulce Nombre de María.
R. P. Fr. Francisco Corral de la V. de la Peña.
R. P. Fr. Ignacio Sanmiguel del Rosario.
R. P. Fr. Federico Serrano de S. José.
403
R. P. Fr. Buenaventura Marrodán del Carmen.
R. P. Fr. Gregorio Segura del Carmen.
R. P. Fr. Bernardino García de la Concepción.
R. P. Fr. Vicente Jiménez del Rosario.
R. P. Fr. Juan Araiz de la Concepción.
R. P. Fr. Domingo Muro de la V. de Vico.
R. P. Fr. Daniel Delgado del Rosario.
R. P. Fr. Celedonio Mateo de S. José.
R. P. Fr. Eugenio Cantera de la Sagrada Familia.
Con cariño, con amor de hermanos, y como hijos de una común madre que es la Recolección, fueron recibidos los Capitulares, y era de ver la confianza, el interés y santa expansión
con que se trataban y de todos eran igualmente correspondidos.
El martes 18, cabe las plantas de la siempre pura la Virgen Santísima de la Blanca, que
cobija bajo su manto maternal las más risueñas y halagadoras esperanzas del porvenir, se dio
comienzo al Capítulo con la Misa del Espíritu Santo, que cantó el Rvmo. Padre Eugenio Sola,
ayudado de los PP. Definidores Fr. Francisco Sádaba y Fr. Pedro Fabo, con asistencia de los
Capitulares y Comunidad, todo según esta mandado en nuestras Constituciones.
A partir de este momento, el Venerable Capítulo, presidido por el P. Francisco Bergasa
de la V. de Vico, primer Definidor General, tuvo las sesiones que se creyeron convenientes, y
que se repetían por la mañana y por la tarde. En el claustro que mira al Este, preparado con
sobriedad y sencillez para el efecto, reuníanse los Venerables Padres Capitulares para celebrar
sus sesiones. Al verlos allí reunidos, contemplábamos en ellos la representación de toda la
Orden, que cual Padres de la Patria, deliberaban sobre el bienestar de la misma, que trataban
de librarla de los peligros y escollos al porvenir; parecíame ver en ellos reconcentrado todo el
amor de hijos fieles y enamorados, que buscaban el engrandecimiento, el esplendor y gloria
de la madre adorada. Y en verdad; basta leer las Actas y Determinaciones del presente Capítulo para convencerse de su trascendencia y de los entusiasmos que animaban a nuestros Padres.
Porque, ¿no habéis observado el fervor que respiran todas ellas? ¿no habéis notado la prudencia y consumada experiencia con que han sido establecidas?
404
Y no es de extrañar; Padres venerables que corren presurosos por las sendas de la virtud y
perfección; Misioneros esclarecidos y beneméritos que llevan en sus frentes la señal de sus
trabajos, de las persecuciones que han sufrido por Cristo, formaban la Asamblea. Prelados que
por largo tiempo vienen rigiendo los destinos de las Provincias con amor, componían el Capítulo, y sabios ilustres de renombradísima y merecida reputación y que hablaban la última palabra de la ciencia, que ocupan un lugar preeminente en el mundo de los sabios entraban a
constituir esta venerable Asamblea. No es de extrañar, repito, que de sus labios y enamorados
corazones hayan brotado esas leyes que en adelante nos han de regir y gobernar.
Pronto tendremos las nuevas Constituciones, corregidas, en todo conformes con las determinaciones de la Iglesia en su Código de Derecho Canónico. Veremos luego nuestro Ceremonial y Ritual acomodado también al Ceremonial y Ritual Romano y seremos testigos
además de los frutos que ha de acarrear la formación de un plan de estudios que regirá la formación intelectual de los jóvenes de la Recolección.
Llegado que fue el sábado, día destinado a la elección de los cargos generalicios, diose
principio a todo con la Misa solemne que celebró el P. Presidente, asistido de los PP. Fr. Jesús
Fernández y Fr. Marcelino Simonena Provincial de Filipinas; y procedióse después a la elección del Pastor y Jefe de nuestra Orden. Para tan elevado, a la vez que dificultoso cargo, fue
elegido el R. P. Gregorio Segura del Carmen, que en el entonces desempeñaba el de Procurador General en la Curia Romana y que en el sexenio anterior había sido Definidor General.
Cumpliéronse todas las ceremonias y formalidades que mandan las Leyes y por la tarde fueron elegidos los Definidores y demás cargos generalicios, cuyos nombramientos recibimos
con suma complacencia al ver el acierto de su elección, y al observar la competencia de los
elegidos para el cargo que se les confiaba; y que son los siguientes:
Prior General
Nuestro Rvmo. P. Fr. Gregorio Segura del Carmen.
405
Definidores
Por la provincia de San Nicolás de Tolentino, R. P. Fray Pedro López del Rosario.
Por la Provincia de Ntra. Sra. de la Candelaria, R. P. Fray Manuel Fernández de S. José.
Por la Producía de Santo Tomás de Villanueva, RR. Padres Fr. Celedonio Mateo de S.
José y Fr. Bernardino García de la Concepción.
Aditos
Por S. Nicolás, R. P. Fr. Segundo Cañas de S. Cristóbal.
Por la Candelaria, P. Fr. Samuel Ballesteros de la V. de Aránzazu.
Por Sto. Tomás, RR. PP. Fr. Vicente Soler de S. Luis Gonzaga y Fr. Pedro Corro del Rosario.
Procurador de la Curia Romana, R. P. Fr. Juan de Dios Araiz de la Concepción.
Secretario General, R. P. Fr. Ignacio Sanmiguel del Rosario.
Cronista General, R. P. Fr. Gregorio Ochoa del Carmen.
El Domingo siguiente, fiesta de Pentecostés, según lo mandado se cantó la Misa que dijo
N. P. Prior General con asistencia del Padre Fray Segundo Cañas, Adito general por S. Nicolás y del P. Fr. Celedonio Mateo, Definidor por Sto. Tomás. El sermón de laudibus ordinis
estuvo a cargo del R. P. Daniel Delgado, Postulador de las causas de Beatificación, quien con
el amor y fervoroso calor con que siente las cosas de la Orden, con el entusiasmo que le distingue, cantó de modo admirable las glorias de la misma, resumiendo todo en la santidad que
debe ser el ambiente que todo lo perfume para que una orden pueda existir y sobrevivir.
Recorrió el campo de nuestra brillante historia, recordando varones santos y joyas procreadas de nuestra Madre, exhortando a caminar a la santidad para que nuestra Madre no desfallezca y muera. La Capilla del Colegio, dirigida por el competente y aventajado organista
Fr. José Gómez del Carmen, interpretó como sabe hacerlo la Misa del Maestro Goicoechea.
Yo aprovecharía esta ocasión para hablar un momento siquiera de sus habilidades musicales,
de sus
406
conocidos triunfos en el divino arte, si no fuera tan popular el prestigio de la dicha Capilla.
Terminado que fue el Domingo, destinado todo él a celebrar dignamente la elección del
P. Prior General, llegó el lunes en que los PP. Capitulares descansaron de tan prolongadas
sesiones, y el Definitorio Pleno le consagró para sus deliberaciones y llevar a cabo algunas
disposiciones del Capítulo.
El martes 25, como último día se destinó a dar lectura a las Actas y Determinaciones,
cerrándose por la tarde el Capítulo con las preces que trae el Manual y dando nuestro P. la
absolución general.
Pero hay en este día algo digno de mención y que con gusto queremos consignar en estas
cuartillas: es la fiesta onomástica del Reverendísimo P. General y que quisimos celebrar cual
se merecía, y era deseado de todos.
Por la mañana el Rvdmo. dijo la Misa conventual y distribuyó la Sagrada Comunión a la
Comunidad. Al llegar al ofertorio el Corista Fr. Abundio Frías, cantó una plegaria a la Virgen,
con un acierto, tal soltura y buen gusto, con un metal de voz tan agradable, que produjo admiración.
Y al llegar a la Comunión, de la misma manera y igual gusto, cantó al Divino Prisionero
de nuestros Altares unos motetes, siguiéndole a continuación en sus trovas al Santísimo el R.
P. Ignacio Sanmiguel, quien con su peculiarísima gracia cantó también al amor de los amores
los suaves acentos del «O salutaris Hostia».
Después el P. General recibió la felicitación de toda la Comunidad, quienes con amor de
hijos obsequiaron a su Padre en tan fausto día con señales muy vivas y expresivas del filiar
amor y cariño hacia su Reverendísimo.
Y llegamos ya a la velada literario-musical con que los jóvenes quisimos honrar y entretener a los PP. Capitulares en retorno de la grata compañía que nos han dispensado, y honrando en ellos a nuestra Recolección que entonces representaban. Un acto muy simpático, por
cierto, en el que se manifestó muy claramente el agradecimiento de unos y de otros, en que el
entusiasmo de los jóvenes se desbordó y prorrumpió en hermosas poesías, alegres cánticos y
bien preparados discursos, y este entusiasmo llegó a conmover hondamente a los VV. Padres
quienes rompieron en nutridos y prolongados
407
aplausos en alabanzas sinceras y cariñosas a la simpática juventud que alegra este Colegio de
Marcilla.
He aquí el programa que con anterioridad se había repartido entre lo PP. Capitulares.
1.º Salutatio.- Discurso latino original del P. Juan Martínez, declamado por Fr. Daniel
Muñoz del Camino.
2.º Adiós a Granada.- Aria del M. Álvarez, cantada por Fr. Abundio Frías de la V. del
Cortijo.
3.º El Misionero Recoleto.- Discurso de Fr. Pedro Zunzarren de la Concepción, declamado por Fr. Mariano Alegría de San José.
4.º Mar adentro.- Orfeón a 4 voces. Música del M. Brull, letra de C. Navarro, por los
Coristas.
5.º Fases de una Madre.- (Crepúsculo, noche, aurora). Poesía de Fr. Carlos Liñán, declamada por Fr. Casimiro Royo de San José.
6.º Retreta austriaca a 4 manos por el M. Keler Bela. Ejecutada por Fr. Alfonso Alduán
y Fr. José Gómez del Carmen.
7.º La Recolección Agustiniana y la Civilización.- Discurso de Fr. Victorino Capánaga
de S. Agustín, declamado por Fr. Luis Arribas.
8.º La Canción del Soldado del M. Serrano por los Coristas.
9.º Discurso final por Fr. Fabián Otamendi de la Purísima Concepción.
El programa fue primoroso y magistralmente ejecutado en todas sus partes por los Coristas, y, como las composiciones han de aparecer en este BOLETÍN, nos excusamos de excesivos
y largos comentarios.
En el primer número Fr. Daniel con soltura y gracia pronuncia su saludo en la hermosa
lengua de Lacio y con decir que interpretó fidelísimamente los conceptos hermosos en él expresados, y con decir también que es original del P. Juan, está dicho todo.
Seguidamente el antes nombrado Fr. Abundio Frías nos vino a deleitar con las armonías
continuadas del Aria del M. Álvarez, y con los encantos de su preciada voz, que, derramándose por el espacioso local, llenaba nuestras almas de una suave y deleitosa alegría. Muy merecidos fueron en verdad los aplausos con que el auditorio premió
408
su labor, ahogando con ellos las últimas notas de su canto.
En el tercer número, el corista Fr. Mariano Alegría, con notable serenidad, con entusiasmo creciente y con frases robustas y periodos ardientes que emanaban de sus fervores, cantó
la grandeza del Misionero Recoleto, compendio de toda nuestra historia, internándose por los
bosques y soledades de Filipinas y por los llanos de Casanare, para sorprenderlo en sus trabajos, en sus triunfos y victorias. Muy bien, acertado, a la vez que asaz merecidos los aplausos
con que fue obsequiado.
Y llegamos al cuarto número de la velada, donde los Coristas lucieron una vez más sus
aficiones y progresos, con el Mar adentro, del M. Brull, a cuatro voces. Esta composición,
muy apropósito para conocer el poder y valía de una masa coral, fue interpretada con acierto
que no esperábamos, superadas todas las dificultades quedando gratamente impresionados los
espectadores al percibir la bellezas inimitables que encierra y al ver la valentía de los jóvenes
en su interpretación.
Acto seguido, y en el número quinto Fr. Casimiro Royo declamó con brío y calor la poesía Fases de una Madre del inspirado poeta Fr. Carlos Liñán, que puso todo su esmero en el
desarrollo de su tema. Hemos de confesar que, fáciles para sentir las bellezas de la poesía,
somos incapaces para criticarla dignamente.
Y viene el número sexto en el que los organistas Fr. Alfonso y Fr. José nos dan a conocer
el gusto que les distingue en la interpretación de los grandes maestros tocando al piano la retreta austriaca del M. Keler Bela. A continuación Fr. Luis Arribas declamó el discurso La
Recolección, etc. original de Fr. Victorino Capánaga. Creemos que con advertir que ha salido
de las manos del autor de «La conversión de S. Agustín y el Racionalismo», es muy suficiente.
En el número octavo los Coristas interpretaron la «Canción del soldado», con valentía y
el mismo acierto que antes.
Y llegamos ya al último número. Aparece Fr. Fabián y con serenidad muy marcada, con
una declamación naturalísima y elegante, pronunció el discurso final, donde con palabra fácil,
con frases tiernas y bien pensadas expone el objetivo de este acto, el amor y vida de la juventud y trae a la memoria días aciagos de la Madre querida
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hasta encontrarla representada en los Padres que tratábamos de honrar. Luego trata de darles
el último adiós y al llegar aquí arranca del auditorio entusiastas y atronadores aplausos que se
repiten por tres veces, premiando con esto su notable labor.
Y hemos terminado. Pero no. De nuevo volvemos a oír, a ruegos de la Presidencia, al tenor de nuestro convento, cantando las Golondrinas. No decayó en un punto la reputación anteriormente conquistada.
Y con este solemne a la vez que simpático acto, dimos cima feliz al Capítulo General que
acaba de celebrarse. Por la mañana siguiente, nuestros ilustres huéspedes trataron de dejarnos
para volver cada cual a su destino y en efecto, después de una cariñosa y tierna despedida, y
muestras expresivas de amor fraternal y cordial agradecimiento, partieron a sus Conventos,
causándonos con su partida cierta tristeza y pesar, pues que su compañía nos era muy grata,
muy agradable su conversación y siempre conservaremos de tan buenos Padres imperecederos
recuerdos.
Adiós, Venerables padres. Al legan a vuestros Colegios decid a vuestros súbditos lo que
habéis visto; decid a los Coristas que aquí quedan sus hermanos, unidos por el fuerte lazo del
amor, y con vosotros les enviamos el más cariñoso saludo. Decidles también que, como ellos,
deseamos y trabajamos por el bienestar de nuestra común Madre la Recolección, para quien
guardamos todos nuestros amores, para quien van encaminados todos nuestros desvelos.
FR. PEDRO ZUNZARREN DE LA CONCEPCIÓN
A. R.
Marcilla, 30 de Mayo de 1920
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
SALUTATIO
ADMODUM RVME. P. PRIOR GENERALIS:
VENERABILES PATRES VOCALES:
FRATRES OMNES DILECTISSIMI:
Juventae nomine nostrae vestris cum pareo obtulibus, caetus praestantisime, pro tenuitate
nostra non possum quim humilitatis actum demissus praeprimis exsequar. Rami virentissimi
Discalceatae nostrae Familiae, Parentis augusti magna ac nobilissima soboles, plena dierum
forte, certe meritis onusta, Vos estis, decus nostrum praeclarissimum. Honore Vos prosequi
decet nos, atque libentissime percupimns; attamen quo vestrae celsitudinis fastigium altius
extollitur honorificandae, eo profundius exiguitatis nostrae umbra ad ima descendit. En agendorum omnium fundamentum.
Utinamque ipsum superconstruendi aedificii mensurae coaequarent Iatissimae! Non tamen ita. Parvuli non aliter ac vagientes balbutiemur intimos animi affectus; juvenes, nostra
juvenabimur sensa. Inde vero sinceritas, calorque Ioquelae, promeritum nostrum, imo vobis,
non ambigo, acceptabile munus. Quidni etenim si fervens amor omnia inspirat, omnia suaviter
penetrat? Atque adest ratio causaque amoris. Cur enim meritissime non diligat juventus cum
ipsa dilectione sigilletur signeturque ac muniatur? cur jacula sui non mittat amoris radiosque
fervidissimos si vita amor ipsi, spiramen cordis animaeque cuncta? Sed est potior ratio qua
corda rapiuntur nostra vi ineluctabili, ingentique pondere atque impulsu
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certe non impari. Hodie etenim dies magnopere clarissima splendore suo omnia radianti lumine cumulanter illustrans nobis omnibus affulget. Hodie etenim, quos filios suos inclytos Mater nostra Recollectio exultatione jubilans agnoscit, hos ipsissimos ipsis oculis nosris etiam
aque etiam exultantes cernimus. Hodie etenim, quos Patres conscriptos eximiae nostrae Famiiiae jure ac merito appellare licet, harmonica varietate in unum congregatos, Vos omnes
conspicere gaudemus. Hodie etenim signum magnum in terra nobis apparuit: Mater ipsa nostra, Regina Recollectio gloriose in suis conspicitur filiis; in vobis, dico, Patres clarissimi; Mater nostra conspicitur diademate, gemmis venustissime disitis tempora cingens, triumphalemque extollens manibus palmam emeritam, aureaque veste circumamicta fulgoribus. Ecce laetissima, decorata gloria, perquam pulcherrima!! Cur ergo, quae semper diligit, non diligat
hodie juventus? cur, quae numquam satiatur amore, hodie non amet verissime? Conditione
fervet juventus ipsa; Mater celsssima coram adstat, quae inexhausti sui amoris amplexu cunctos complectitur filios; fervidissimi ipsi, juvenes equidem, cur non redament Matrem vere
dignissimam?
Erumpat igitur, erumpat amoris vehemens flamma; augeantur, concrescant, dilatentur caritatis spatia; cumulos, juvenes, addite vestri flaganti cordis incendio. Redamate, carissimi,
quos Patres gaudetis appellare conspicuos; ecce adsunt!; imo in ipsis insignem reverenter
agoscite Matrem, eamque totis praecordium medullis incallescentes diligite!
Atque exinde, Patres, de nostro labore benigne ferte judicium. Illum quodammodo perfectum appellare quid prohibet? Si, ut philosophi asseveranter dictitant, conttadicente nemine,
finem, nobilissimam esse casarum, amoremque finem, ex causis autem rerum perfectionem
esse dimetiendam, quare opus nostrum ingenue non fatebimur ex fine perfectum? Sed amor
non tantum agendorum finis, forma praeterea. Ipse etenim tanquam tenuissimus aër, subtilissimus vapor omnia pervadit, per cuncta diffunditur fluitque ea vivificans; atqui praelaudati
etiam philosophi ex forma, quae actus, unde perfectio rerum naturam definire consuescunt;
qui ergo, si flagrantissimus amor operis forma, perfectum, relative saltem, non ipsum sincere
dicemus?
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Sed pro eodem est alia ratio altiori ex fonte desumpta. Noscitis, Patres, ab humilitatis
fundamento nos exorsos omnia; noscitis aeque caritatis pro fluvio irrigari, informari omnia;
ecce in ordine supernaturali perfectionis columnae, stabilimenta; ubi humilitas et caritas rectissime adsunt, nonne perfectio? quandonam ita non docui Ascesis ipsa? Nonne Christi evangelium idipsum sono praeconatur clarissimo?
Habetis igitur, coetus insignis, si non omnibus absolutum numeris, ex quibusdam tamen
opus perfectum quodammodo; quid vobis amplius sacrabimus? Inde laetamur vobis pergratum fore atque jucundissimum nec corda nostra aliter ambiunt.
Sed volumus modo, finem facturi, tenerissimo affectu officium implere a quo nostra fandi
ratio exordium sumere debuit. Volentissime, Pâres, vobis excellentiam gratulamur eximiam,
omnesque toto ex corde libentissime persalutamus, adprecantes ut qualemcumque hoc munusculum nostrum, si humiliter, amantissime vobis oblatum, benigno ore suscipere dignemini.
Faxit Deus ut in majorem Ipsius laudem omnia cedant, ac Matri nostrae Recollectioni benevertant; Vosque omnes, ac te praesertim, Rvme. Pater, Ipsemet Deus Optimus Maximus,
largitor omnium bonorum et auctor, secundum totius Familiae nosrae optata diutissime incolumes servet ac sospites.
Quae omnia, coelestium beneficiorum ausper, prece cunctipotens, Beata Virgo Maria,
Mater dulcissima, Vobis omnibus assequi adnitetur, nuncque interea subridenti vultu affluenter Vos benedicat.
FR. JOANNES MARTÍNEZ MONJE
a Virgine de Via, A. R.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
EL MISIONERO RECOLETO
Hubo un tiempo en que un hombre, pobre hijo de artesano, recorría las tierras de Judea y
Galilea, predicando una doctrina nueva y celestial, y con su mágica palabra, con sus virtudes
y asombrosos prodigios que manifestaban la divinidad que aparecía oculta y velada bajo la
forma de hombre sencillo y humilde, arrastraba tras sí a las multitudes que abandonaban sus
pueblos y ciudades para oírle y escuchar las palabras de vida eterna que brotaban de sus labios.
Este hombre-Dios que con una palabra convertía los corazones de los hombres, y a una
señal tan sólo de su divina mano acallaban las tempestades, es llevado por los mismos a un
infame madero, donde en los tormentos más espantosos da al Padre una satisfacción condigna
y superabundante de todas las maldades de los hombres. Levantado en alto, mira desde la
Cruz la Tierra y la atrae hacia su corazón y entonces el amor de este Crucificado renueva el
mundo, encendiéndole en llamas tan ardientes, que convierte y cambia el duro corazón de los
míseros mortales y encuentra seguidores que le ayudan de cerca a llevar el enorme peso de su
Cruz.
Niños y ancianos; delicadas vírgenes y jóvenes robustos abandonan la sociedad, huyendo
del mundanal ruido y se ocultan en los más escondidos y áridos desiertos para dedicarse al
amor de Cristo crucificado que tal muestra de amor, muriendo en la Cruz, les diera.
Y los hombres corren a los desiertos, dejando abandonadas y casi despobladas las ciudades, para responder a aquellos consejos y llamadas
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amorosas del Salvador, cuando decía: «sed perfectos como lo es mi Padre celestial» y «si
queréis ser perfectos, seguidme». Y en Asia y gran parte del África y en todas las partes del
mundo conocido, fórmanse comunidades de monjes que en míseras cabañas protegidas por la
salvadora Cruz se dedican a la contemplación de la sublime locura, y que andando los tiempos
y cambiando las circunstancias han venido a constituir las órdenes religiosas de nuestros
tiempos.
Entre todas estas, tan múltiples y variadas que hermosean el campo de la Iglesia como las
más vistosas flores y que son «la porción escogida de la ciudad de Dios», «la porción elegida
del rebaño de Cristo», que según frase de San Cipriano, son el honor y aderezo de la gracia
espiritual, al mismo tiempo que el testimonio de la santa fecundidad de la Iglesia; entre estas
sociedades, repito, de varones santos que con sus virtudes y oración al mundo iluminan y que
son «gloria no menos de la Religión que de la Patria» entre estas falanges de la milicia de
Cristo, que, como sus abanderados, siguen de cerca sus huellas benditas, encontramos escondida y oculta cual la humilde violeta entre las enredadas zarzas del camino a la Recolección
Agustiniana, hija predilecta del grande Agustino y que parece brotó de las ardientes llamas de
su encendido corazón.
Fiel heredera y apasionada amante de sus ejemplos y virtudes quiso grabar en el fondo de
todos sus individuos, en lo más hondo y tierno de sus corazones, el amor a Dios. Y desde que
apareció en la tierra, y apenas tuvo aliento y vida para llevar a cabo sus fines, para llevar a
cabo su empresa, envía a sus hijos a lejanas tierras para salvar a los hombres, para conquistarlos y llevarlos al hermoso redil de la Iglesia de Cristo.
Y desde entonces sus hijos corren veloces a la viña del Señor y abandonando Patria, dejando padres queridos y seres allegados a su corazón, atraviesan los mares en medio del peligro, pasan de uno a otro continente y predican la fe de Cristo a los pobres indios e infieles y
no hay un hijo que no haya regado con sus lágrimas y sudores el campo de las misiones, y no
encontraréis tampoco un aspirante que no tenga sus ilusiones, sus amores, toda su felicidad en
imitar a sus hermanos, en derramar una lágrima para conquistar un alma y llevarla al corazón
de Cristo. Misión sublime; heroicidad
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suma la de los hijos de la Recolección que uno tras otro, con el ánimo de un apóstol y el valor
de un mártir arrostraron peligros inconcebibles, perdiendo mil veces su vida; y heroicos también nuestros hermanos que, en estos momentos, riegan el árido y desolado suelo de la viña
del Señor con el sudor de su frente y a jirones van dejando la vida entre las zarzas, espinas y
abrojos de la misión.
Observad un momento y paremos mientes en las hermosas Islas Filipinas, primer centro
de operaciones de nuestros antepasados y porción predilecta de nuestra Recolección.
Trabajaban ya con celo incansable, con anterioridad a nuestros religiosos, otras Órdenes
en viña tan inculta. Vemos allí desde el año 1565 a nuestros Padres Observantes sufriendo los
primeros sinsabores en la rendición de los indios y a los hijos de San Francisco desde el año
1577.
Igualmente en 1581 los hijos de San Ignacio arriban a las Islas desplegando todas sus
energías en la empresa y poco después, en 1587, llegan también los Dominicos. Cuando multitud innumerable de estos beneméritos religiosos consagraban sus vidas a catequizar al pobre
indio, llega también el humilde y pobre Recoleto a la hora de nona a trabajar en la viña del
gran Padre de familias. Todos sabemos la porción que tocó en suerte a nuestros religiosos al
arribar a las Islas.
Soledades inmensas, pobrísimos desiertos y bosques infranqueables, nunca pisados por
humana planta; islotes que la mano de Dios colocara en la inmensidad del ancho mar y que en
frase del Gobernador de Filipinas, señor Aguilar, «son presidios ultramarinos y solitarios sin
arbitrio a que sus Ministros puedan siquiera comunicarse por los diferentes riesgos a que se
expondrían en la navegación».
Pero ¿creéis que el intrépido Recoleto desfalleció, se desanimó tal vez ante semejantes
peligros, a la vista de tamañas dificultades?
Jamás; con el pecho devorado por las llamas ardientes de su inflamado corazón, con el
amor grabado fuertemente en su alma corre presuroso al peligro, penetra en las selvas donde
las fieras tienen su asiento, para buscar al indio salvaje, enseñarle y suministrarle el espiritual
alimento de la divina palabra; cruza los ríos, atraviesa turbulentos mares en mísera barca que
sus manos construyeran y
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anda desalado de una a otra parte para atraer siquiera una sola alma, para conquistar un solo
corazón. Y penetra en la escabrosidad de los montes y recorre las llanuras y reúne a los indios
para enseñarles a vivir en sociedad, para enseñarles a formar sus casas y sus pueblos.
Repasad nuestras Crónicas, ojead un poco nuestra brillante historia, y en cada página encontraréis un nombre ilustre, en cada párrafo una acción heroica, y un arranque loco de amor
para el pobre indio en cada línea.
Veréis allí al pobre misionero, sentado en tosco madero que catequiza e instruye a los negritos infieles; encamarado después en un andamio, enseñándoles a edificar sus viviendas, sus
pueblos y sus ciudades, desempeñando unas veces el oficio de abnegado apóstol de sus almas,
y otras el de bienhechor incomparable de sus cosas materiales.
¿No habéis contemplado con admiración esos hermosos y grandes pueblos que la mano
de nuestro misionero levantó; esos pueblos que quieren respirar vida pura, exuberante vida,
dirigidos por la sabia mano del misionero Recoleto? Y ¿no habéis sentido honda satisfacción,
alegría grande al encontrar en esos mismos pueblos fidelísimos hijos de la Iglesia en medio
del continuo peligro de las pérfidas asechanzas del protestante, del aglipayano hipócrita?
No hay un pueblo; no encontraréis un lugar tan sólo que haya visitado un Recoleto, donde
no halléis una muestra fiel, un testimonio claro de su trabajo, de su celo, de su férrea constancia.
¡Y qué nombres tan gloriosos forman nuestra brillante y hermosa historia en Filipinas!
¡Qué número sin número de gloriosos mártires, invictos confesores, fortísimos capitanes y
celosos ministros y sacerdotes del Señor que han pasado por allí, que han regado con sus sudores la tierra de Filipinas! Yo quisiera presentaros un cuadro con todas nuestras glorias, un
cuadro con todos nuestros antepasados para que de una sola mirada lo contemplarais y para
que así de una sola vez disfrutarais de tanta hermosura, de tal brillantez. ¡Y qué cuadro! Yo os
presentaría en él a los Beatos Francisco de Jesús y Vicente de S. Antonio; a los VV. PP. Melchor de S. Agustín y Martín de S. Nicolás que en su amor ardiente pasaron al Japón donde
derramaron su sangre consiguiendo la corona del martirio;
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a los PP. Juan de S. Nicolás y Francisco de Jesús María y otros que murieron a manos de los
moros antes que renegar de la fe de Cristo Crucificado. Yo os presentaría a aquellos religiosos
que perdieron sus vidas en el cautiverio; a aquellos que permanecieron fieles en sus ministerios hasta el último instante de su vida; y a aquellos también que en días aciagos, en días de la
fiera revolución filipina, sufrieron con la constancia de los mártires las más denigrantes injurias, los más bárbaros atropellos en un mísero y sórdido calabozo. Al lado de todos estos colocaría yo en el mismo cuadro a caudillos intrépidos y guerrilleros invencibles que lucharon
sin cesar contra los moros en bien de sus feligreses y en bien de la madre España y allí veríais
entre mil al P. Pascual Ibáñez de Sta. Filomena quien lucha con sus pobres indios, derrochando heroísmo y valor en sus combates y que al grito de ¡viva Jesús! y ¡viva la Reina! los lleva
al asalto de Joló, cuando una bala le hirió destrozando su corazón, perdiendo la vida pero no
la victoria que con su muerte dio a sus leales.
A los VV. PP. Agustín de S. Pedro, conocido con otro nombre por el P. Capitán y que ha
sido comparado por sus talentos y empresas militares con los más famosos héroes que ha venerado el mundo; Benito de S. José y otros que conquistaron laureles sin cuento, victorias sin
número y gloria inmarcesible para su nombre y el de su madre la Recolección. También veríais hermoseando el cuadro a otros no menos gloriosos hermanos nuestros que perdieron sus
vidas a manos de los indios alzados contra su Rey, otros a traición y a manos de sus mismos
feligreses otros. Unos víctimas del trabajo, sinsabores e ingratitud y otros en fin consumidos
por crueles enfermedades que minaron su cuerpo, dando con ellos en el sepulcro. ¿Verdad que
resultaría hermoso, cuadro semejante adornado con tantas galas de virtud, de amor, de desinterés y de sacrificio? ¡Y cuántos otros héroes anónimos que después de sacrificarse años enteros en la Misión, expiraron en un Convento en medio de sus hermanos!
Por aquella tierra bendita pasaron Prelados ilustres, Obispos esclarecidos que llenaron el
mundo con la fama de sus virtudes, con la fama de sus talentos. En las Islas Filipinas misionó,
aquellas tierras regó con el sudor de su frente, nuestro V. P. Ezequiel a
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quien muchos, para dicha vuestra, habéis conocido y tratado.
Por allí pasó aquel varón santo e inocente, aquel invicto campeón de los derechos de
Cristo y sus cosas, aquel terrible fustigador y martillo fortísimo del perverso Liberalismo que
corrompe y pierde nuestra sociedad; aquel varón que tales ejemplos a todos legó para que le
imitásemos, para que le siguiésemos. Y por allí también pasó haciendo bien N. Ilmo. P. Minguella, joya preciada y gloria muy digna de nuestra Recolección.
Al contemplar este cuadro, al fijar en él mi pobre mirada, no puedo menos de admirarme,
no puedo menos de envanecerme de tanta gloria y quiero aplicar a mi madre la Recolección
en su trabajo en Filipinas aquellas palabras que dice S. Jerónimo, hablando de S. Pablo:
«Fuiste, madre mía, la última enviada a trabajar en la viña del Señor; pero trabajaste y mereciste más que todas las demás Órdenes religiosas juntas que te precedieron».
Pero aún hay más. La influencia del Misionero Recoleto no se limita a las Islas, sino que
llega y abarca más vastos horizontes.
Llegó un día en que la fiera revolucionaria consiguió derribar al poder español de Filipinas. Nuestros religiosos que eran la garantía del orden y el mejor ejército que la España podía
poner en las Islas, vense perseguidos injustamente; unos son encarcelados, otros vagan de
aquí para allá y todos vense precisados a abandonar sus pueblos y sus queridos indios para
poder salvarse de la catástrofe que les amenazaba. Mas el Señor, que de los males sabe sacar
mejores bienes, les inspira una idea salvadora, y fieles a esta inspiración, pasan de uno a otro
continente en débiles embarcaciones y después de peligros sin cuento, de sacrificios inmensos, llegan al hermoso continente de Colón y fijan sus plantas en la nación venezolana.
Allí despliegan de nuevo sus energías, trabajan con los mismos entusiasmos y consiguen
también frutos opimos, consiguen almas para Cristo y llegan a formar la floreciente y rica
Vicaría de Venezuela que tan halagüeñas esperanzas inspira y que gratamente sonríe a nuestra
madre la Recolección.
¿Y qué diré de los religiosos que misionan en Colombia, en la católica por excelencia Colombia? ¿Y qué de los otros que derraman entusiasmos en la vasta República del Brasil? ¡Ah!
Al llegar aquí, al
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pronunciar el suave y dulce nombre de Colombia, yo quisiera subir al monte de las musas,
quisiera inspirarme en sus gracias, yo quisiera beber el dulce néctar de la sublime poesía, para
cantar en estrofas solemnes y majestuosas, en versos robustos y vibrantes, las proezas, las
virtudes de los hijos de la Candelaria, de los Padres de Colombia. Quisiera yo abarcar de una
sola mirada sus trabajos y desvelos, sus victorias y trofeos, sus triunfos y coronas, para presentarlos todos a vuestros pies, para traerlos todos a vuestra vista y con ellos recrear vuestro
ánimo al contemplar tanta gloria, al percibir tanta luz.
Cuando fijo mi vista en aquel pobre misionero que recorre solitario los desiertos y llanuras le Casanare, devorado por la sed de almas que le consume, cuando le considero después
adornado de carácter episcopal y luchando a brazo partido con los enemigos de la causa de
Dios, cuando pronuncio su nombre, que todos conmigo repetís, el nombre del P. Ezequiel,
cuando después observo que todos los hijos de la Candelaria son imitadores fieles y acabados
del apóstol de Casanare, ¡ah! entonces me parece que la mano de Dios, que extiende sus rigores sobre naciones prevaricadoras, vela singularmente por la nación colombiana; y si ella es la
nación católica por excelencia, débelo sin duda a las oraciones del P. Ezequiel y al celo del
sufrido y abnegado misionero candelario.
Y cuando después de todo esto, recorro con mi pensamiento las misiones del Brasil, de
vida exuberante y llena de frutos sazonados y preciosos, quiero formar con ello un todo hermoso, un florón vistoso, juntamente con los de mi Madre la Provincia de Filipinas, para
ofrendarlo a mi padre Agustín, quien a su vez lo presente al trono del Pastor de las almas, el
buen Jesús, y derrame sus gracias a manos llenas sobre la Recolección, su hija predilecta, y no
decaiga de su amor a Cristo Crucificado, y no se enfríe su desinteresado y fervoroso amor con
que por Cristo ama a las almas que Él con su sangre redimió.
FR. PEDRO ZUNZARREN DE LA CONCEPCIÓN
A. R.
Marcilla, 28 de Mayo de 1920
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FASES DE UNA MADRE
(Crepúsculo, noche, aurora)
¡Cuántas veces mi ardiente fantasía,
Hermosa madre mía,
La legión evocando de tus manes,
La ve envuelta en su fúnebre sudario,
Bajando del Calvario
Para seguir a Elcano y Magallanes.
Ya cruzando las pampas dilatadas
De arenas abrasadas
Penetrar por las selvas sin espanto;
Porque española sangre arde en sus venas,
La que empapó del Circo las arenas
Y enrojeció las aguas de Lepanto.
¡Cuántas veces mi mente enajenada
Te mira arrodillada
Sumida de la noche en la penumbra;
Fijando la mirada en el Calvario
Que, mudo y solitario,
Con misterioso resplandor alumbra.
Bien recorres las zonas abrasadas,
Salvas las escarpadas
Rocas, donde la mar quiebra su saña,
Infundiendo en la raza envilecida
La savia de la vida,
La fe de Cristo, y el valor de España.
Ya con tus ojos en el Cielo fijos,
Tu brazo hacia tus hijos,
En silencio tus lágrimas devoras;
Y tus plantas, intrépida amazona,
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Hollando otra corona
Que no sea de espinas punzadoras.
Mas la esperanza en tus pupilas arde;
Que en la trágica tarde
Del Calvario aprendiste, madre mía,
En silencio a apurar aquellas heces
Que repetidas veces
Te deparara la fortuna impía!
Paloma de la dicha mensajera,
Posada en la ribera
De las fértiles Islas Filipinas,
Que va a llevar el ramo de la oliva,
Y abrir los horizontes de la vida,
Para volver ceñida con espinas.
A jirones tu manto desgarrado
Dejarás enredado
En las ásperas zarzas del camino;
La impiedad y el error rugen en vano
Mientras alce tu mano
La Cruz de Cristo, tu blasón divino.
¡Quizás se enerve tu abrasada planta
Y muera en tu garganta
Tu dulce acento y tu clamor de trueno!…
¡¡¡Pero caer del mártir la aureola
Tinta en sangre española
Mientras tu corazón arda en tu seno!!!
Quizás en las profundas soledades
De roncas tempestades
El alarido estallará violento.
¿De las rocas bramando entre los huecos
Arredrarán sus ecos
A un campeón de batallar sediento;
Que en la pálida luz que inquieta oscila
Clavando su pupila
Cruzando va la ranchería inculta?
¡Ángel de amor ceñido de fulgores
Que olvida sus dolores
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Y en la mansión del llanto se sepulta!
Ya entre las brumas del error asoma,
Cual cándida paloma
Venida de la cumbre del Calvario;
Para llevar por todo el Océano
El lábaro cristiano
Mientras quede un giro se su sudario.
Podrá dejar en su áspero sendero
Un sangriento reguero
Que termine en el borde de la tumba;
Quien siente arder la sangre de mi España,
No espere que a la saña
Con que rebrama la impiedad sucumba.
Poco importa que hieran los abrojos;
¡Sin lumbre ya en sus ojos
verá a sus hijos morir entre sus brazos!
Pálido el rostro, sí, pero sereno
Oprimirá en su seno
El mismo corazón hecho pedazos.
Cuando, al rugir de pérfida canalla,
Como explosión estalla
Una revolución aterradora
Que se desborda en furibunda saña;
Hija digna de España,
Sufre en silencio y en silencio llora.
Llora, sí, mas con lágrimas tranquilas
Que empañan las pupilas
De unos ojos, que vierten desconsuelo;
Ojos por la esperanza iluminados,
Siempre al odio cerrados,
Ojos, sí, siempre abiertos para el Cielo,
Y en medio de un estrago nunca visto,
Fija en la Cruz de Cristo
Que entre las brumas del pesar asoma;
Tendiendo, como el héroe cristiano,
Al Gólgota una mano,
Y la otra al Circo de la antigua Roma.
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………………………………………
………………………………………
Alza, legión de indómitos guerreros,
Depón esos aceros,
Y entre el bullir se pérfida canalla
Lánzale, llena de viril denuedo;
Fuera cobarde miedo...
Que el mártir triunfa cuando sufre y calla.
Hoy, henchidos de vida y esperanza,
Renazca la pujanza
De mártires que ignoran lo que es saña;
Porque antes muda quedará mi lengua
Que pasar por la mengua
De ser traidores a mi Dios y a España.
Vuelva a ondear el lábaro cristiano
En tu robusta mano,
Ciña tu sien de espinas la aureola,
Huella las befas con gallarda planta,
Que Cristo en el Calvario se levanta
Y arde en tu Corazón sangre española,
Corre a la lid, hermosa madre mía,
Que indómita y bravía
No has de rendir tu cuello a la coyunda;
Tú sabes perdonar al vil tirano,
Como el mártir cristiano,
Aunque en el polvo gimas moribunda.
Si alguna vez la raza fementida
pretendiese tu vida
Ahogar ¡¡ingrata!! entre sus viles brazos;
No ha de faltar para lavar la afrenta,
Todo el valor que en nuestro pecho alienta
Y el mismo Corazón hecho pedazos.
FR. CARLOS LIÑÁN
de la V. del Carmen
Marcilla, 23 de Mayo de 1920
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
LA RECOLECCIÓN AGUSTINIANA Y LA CIVILIZACIÓN
A todos los Misioneros de nuestra
Orden, en prueba de amor y cariño.
Por el árbol del Evangelio circula la savia de la verdadera civilización; es el árbol, cargado de flores y frutos, cuya presencia basta para embellecer los panoramas más dilatados. Por
eso donde quiera que se yergue arrogante con el amplio dosel de su pompa y frondosidad,
veréis florecer allí los espléndidos oasis de la civilización; así como al contrario, doquiera no
han sido llevados por el viento de la palabra los gérmenes fecundos, allí se alzan mudos y
tristes los estériles matorrales de la barbarie. «Que se tracen, dice el insigne historiador Kurth,
las fronteras de la civilización sobre el mapamundi, y se verá, que lo que se traza, son las
fronteras del Cristianismo»1. La razón es, porque siendo la civilización, ampliamente definida,
la belleza de la sociedad, y siendo la belleza, según la hermosa definición de San Agustín: la
unidad en la muchedumbre y variedad, síguese que el Cristianismo, cuya misión es fundir
toda la muchedumbre y variedad de inteligencias en la unidad del Símbolo, y toda la muchedumbre y diversidad de corazones en la unidad del amor de los amores, el amor de Dios,
síguese, digo, que el Cristianismo es esencialmente embellecedor y por
1
Los orígenes de la civilización. Introd. VI, citado por el P. E. Cantera en Jesucristo y los Filósofos, pág. 153.
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tanto, esencialmente civilizador. De aquí que es eminentemente civilizador todo esfuerzo,
encaminado a dilatar el imperio de esa augusta Religión, por donde puede decirse con toda
verdad que los Misioneros católicos son y han sido siempre uno de los factores más importantes en la historia de la Civilización del mundo.
Supuestas estas ideas, que muy a gusto desenvolveríamos más extensamente, sería grande
injusticia negar a nuestra sagrada Recolección el honroso título de Civilizadora del mundo.
Porque ella ha formado el corazón de miles de intrépidos soldados, que han recorrido la tierra,
enarbolando la bandera de Cristo y asentándola sobre cumbres bravías y selváticas; ella ha
sorprendido la vida agreste de salvajes y montaraces y, acercándose a sus tribus y rancherías,
ha suavizado la ruda y áspera corteza de sus costumbres, y, uniendo con amorosa lazada a los
que por incultos bosques andaban monteando, los ha reunido formando los pueblos y ciudades.
Nadie puede leer sin conmoverse profundamente, al mismo tiempo que sin sentir honda
deleitación, nuestras Crónicas, cuando tratan de la evangelización de las Islas Filipinas. Esas
Islas, asiento de las tinieblas más espesas, donde no parecían ni haber resplandecido los débiles reflejos de la antorcha de la razón; cuyos fieros habitantes, que, según graciosa exageración de uno de nuestros Cronistas, dejaban tuerto al que los miraba, gemían bajo la dura esclavitud del demonio; esas Islas, iluminadas por los Misioneros Recoletos, purgadas de sus
errores y limpias de las feas manchas de la barbarie, son el gran argumento de la verdad que
voy a sostener. Y no es mi ánimo negar la intervención de las demás Órdenes religiosas (sobre todo la de nuestros grandes hermanos los Padres Calzados) en la Evangelización de aquel
país; pero sí se puede asegurar, sin temor de ser desmentido por la Historia, que nuestra
humilde Recolección desempeñó papel principal en aquella memorable epopeya, cuya grandiosa acción fue la conquista espiritual de aquel vasto imperio, sometido al férreo látigo del
tirano infernal. Imposible es tratar como merece este asunto; imposible trazar el cuadro de la
labor evangélica de nuestros ardientes Misioneros; porque para esto sería necesario zambullirme y zambullirme amorosamente en el ancho mar de nuestras Crónicas y bucear sus abismos y extraer las perlas que en su seno yacen sepultadas, y labrar
426
primorosamente una corona y colocarla sobre la venerable cabeza de nuestra Madre; y hacer
esto, la falta de ingenio, el tiempo y los límites impuestos me lo impiden. Y así huyendo de
vaguedades, que en historia poco valen, voy a ceñirme a algunos hechos, que, si no es errada
mi opinión, dan a conocer la influencia civilizadora de nuestra Orden en el mundo. Y remontándonos a lo tiempos antiguos, como más heroicos y legendarios (aunque no menos
históricos), la primera conquista evangélica de nuestros Padres fue la de Zambales y montes
de Bataan. Eran estos países inaccesibles, a causa de la barbarie de sus habitantes y probablemente no había resonado en sus bosques el clarín del Evangelio.
«Los indios, negros y mestizos de ellos que habitaban en el referido monte de Bataan y
en toda la cordillera de Zambales, en su trato y costumbres eran de los más crueles y feroces
que había en las islas. Eran idólatras y tan bárbaros e inhumanos que no admitían trato ni comunicación con nación alguna de las de este Archipiélago, ni aportaba embarcación o persona
alguna por dichos parajes que no fuese holocausto de su barbaridad y víctima de su fiereza»1.
Este era el campo tan lleno de malezas que habían de ganar palmo a palmo nuestros héroes. Y preparándose antes con ayunos, penitencias y oraciones, salieron de Manila tres Religiosos que fueron: el V. P. Miguel de la Madre de Dios, el P. Fr. Pedro de San José y el H.º Lego
Fr. Francisco de Santa Mónica, con el fin de realizar aquella conquista.
Imposible contar las gotas de sudor que humedecieron la serena frente de aquellos valientes apóstoles, las lágrimas con que regaron aquellos eriales y las gotas de sangre con que tiñeron las flores de los campos. No hay más que un libro y es el libro divino de la inteligencia de
Dios en que están escritos los trabajos y fatigas, los temores y sobresaltos, los obstáculos y
luchas para evangelizar a los salvajes y ponerlos en las floridas sendas de la civilización.
«Buscaban dichos ministros a los indios, caminando a pie y con sumo trabajo por las espesuras del monte en que habitaban... Por las
1
«Origen y progresos de la Provincia de S. Nicolás de Tolentino», por el V. P. José de la Concepción. (Manuscrito del archivo de Marcilla, pág. 5).
427
noches se retiraban a chozas pequeñas para tomar la necesaria refección, que se reducía a yerbas y legumbres y cuando mucho a un poco de arroz. Predicábanles con el incendio que ardía
en sus pechos a Dios uno y trino y enseñábanles la obligación que tenían de amarle y de sujetarse a su santa Ley, si no querían para siempre condenarse». Así habla la citada Crónica, pág.
5. Y aquellos varones apostólicos logran amansar a los fieros montaraces, sometiéndolos al
yugo del Evangelio; como Cristo, después de fundar su Iglesia la hermoseo bañándo!a en su
sangre inmaculada, así en aquella fundación, a las amargas inundaciones del sudor, siguieron
las inundaciones amargas de la sangre; y la sangre de los mártires recoletos corrió purificadora por los montes, pidiendo misericordia por los que la derramaban; y nuestra Orden tuvo un
Protomártir que, como el inocentísimo Levita, judío, fue sepultado y envuelto en un torbellino
de piedras, muriendo al poco tiempo. (El V P. Miguel de la Madre de Dios).
Y los dos compañeros, separados de tan dulce Padre, prosiguen la espiritual empresa y
mueren también poco después, «agobiados de imponderables fatigas y trabajos» (ib.)
Sin embargo, la sangre de estos tres verdaderos mártires no basta para apagar las llamas
del celo Recoleto. Enterados en Manila de aquel feliz principio de nuestras Misiones (porque
la semilla del Evangelio no fructifica sino regándola con sangre), «como todos los Religiosos
estaban llenos de amor de Dios y del celo de las almas, se ofrecieron tan gustosos para proseguir y perfeccionar la referida conquista espiritual, como si fuera para obtener las mayores
comodidades y conveniencias» (ib. 6).
Y a pesar de la resistencia y oposición de la ciudad de Manila que a nuestros Padres mucho veneraba, «empero venció la santa porfía de los Recoletos que no quisieron en manera
alguna desamparar el puesto, diciendo… que, por lo mismo que dicho V. P. Miguel de la M.
de Dios había derramado por la fe su sangre, por este medio esperaban conseguir la reducción
de los Zambales» (ib. ib.).
Y entonces partió allá el insigne P. Rodrigo de S. Miguel, «el magnánimo, el intrépido y
el máximo in salutem electorum Dei, como le llama el P. Castro. Aquel preclarísimo varón
fue como un Quijote apostólico, hambriento de aventuras religiosas que, cabalgando
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en el brioso corcel del celo de Dios y de las almas, recorrió las Molucas y varios puntos de
Borneo, y pasando por el estrecho de Ormuz, legó a Persia, donde se detuvo, predicando el
reino de Dios a idólatras muchedumbres y riñendo recias y singulares batallas con los malandrines del cisma a los que por fin venció con la espada de su elocuencia, obligándoles a postrarse humildemente a los pies de la incomparable Dulcinea de la Iglesia Católica. Él fue también el gran apóstol le Zambales; con el arma poderosa de la Cruz, entró en bosques habitados
por la negra sombra de Satanás y poblados de fantasmas terroríficos, de árboles consagrados
al demonio, cuyas frutas, como las del árbol de la ciencia del bien y del mal, causaban la
muerte a quien tenía la osadía de llevarlas a la boca. El V. Padre exorciza aquellos lugares,
destroza las ramas de los árboles, comiendo su fruta sin temor alguno de muerte, ante las atónitas muchedumbres; y entonces comenzaron a tambalearse los altares de Satanás y a quebrarse como caña débil el cetro de su imperio; en la espesura de aquellos montes sombríos
entraron alegradores los ralos del sol de la verdad, y sus habitantes, asfixiados en el ambiente
corrompido de las groserías y supersticiones, comenzaron a respirar las auras puras y saneadoras del Evangelio y de la libertad.
El P. Rodrigo, con aquel que los indios creían prodigio, gana sus voluntades, su respeto y
veneración, arrasa el bosque supersticioso y funda en breve los pueblos de Bagac, Mariveles,
Subic, Morong y Cabcaben, «siendo innumerables, dice el ilustrado autor del Catálogo, los
indios que redujo a vida civilizada y cristiana»; sigue la empresa, internándose en los parajes
del Tiguí, habitados de infieles cruelísimos; solicita del P. Vicario Provincial nuevos guerreros evangélicos, y es el V. P. Andrés del Espíritu Santo quien le acompaña y el que, a costa de
grandes sudores, reduce al conocimiento del verdadero Dios hasta 800 almas, con que funda
el pueblo de Masinloc. Y el año 1609 el Vicario Provincial, continuando el impulso dado a
nuestras Misiones, se determina a completar la evangelización y reducción de los fieros zambaleños, predicando la Buena Nueva en lo último de la costa norte, que llamaron isla de Bolinao. Y el mismo V. P. Andrés con el P. Cristóbal de Santa Mónica emprenden la jornada penosísima de convertir y ablandar
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la dureza de los corazones diamantinos de sus moradores. Con indecibles trabajos comienzan
a anunciarles la palabra de Dios, tratando de apartarlos de sus bárbaras hechicerías, del culto
de las cañas que veneraban con execrable superstición; y con gran consuelo de sus espíritus
logran ganar 1600 almas para Cristo, purificándolas en las aguas del Bautismo y fundando el
pueblo de Bolinao y después a S. José de Casborrán; luego recorren las riberas del Agno y en
sus corrientes cristalinas bañan las almas de muchos idólatras y sortílegos monteses, cavando
los cimientos de Sta. Cruz (Agno).
Pero aquel nuevo reino había que regarlo con sangre y con sangre inocente, y fue el V. P.
Alonso de S. Agustín el que abrió generoso sus venas para rociar con el estimable licor que
contienen aquellos desiertos espirituales y trocarlos en oasis apacibles y deleitosos. Este glorioso mártir, «en breve tiempo redujo a muchos infieles al aprisco del Señor y con ellos fundó
con Iglesia y Convento el pueblo de Sigayán» (ib. 12), hasta que un moro, poniendo en él sus
sacrílegas manos, cuando estaba predicando con apostólico fervor, le hirió gravemente con
una daga, muriendo poco después, coronando con tan grandioso heroísmo la épica conquista
de Zambales. De modo que sólo en seis años y sólo siete Misioneros lograron convertir aquella selva oscura de supersticiones espantosas en jardín de la Iglesia, fundando 12 pueblos y
sometiéndolos al cetro de España.
¿Qué prueba más elocuente que ésta, para probar la labor civilizadora de nuestra Recolección? Ciertamente que este hecho, tan glorioso para nuestra Religión y nuestra Patria, deberá aparecer escrito con letras de oro en la Historia de la civilización mundial, con letras de
plata en la Historia de España y con letras de sangre en la Historia de nuestra amada Recolección.
Pero hay también otro hecho a este semejante y no menos eficaz para la sensación de
nuestro aserto: es la conquista de Mindanao. Esta isla fue encomendada al celo de nuestros
heroicos Misioneros por el Ilmo. Sr. Obispo de Cebú, D. Pedro de Arce.
Sus habitantes eran de los más bárbaros que había en aquel Archipiélago: «Andaban desnudos… y su empleo era hostilizar, robar, cautivar y matar a los indios que vivían en las partes más cercanas
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a los ríos playas de la isla». (P. José de la Con. Ib. 16, número 35).
«Eran muy dados a la embriaguez y grandes hechiceros; tenían tantas y tan perversas costumbres que era menester una Historia para referirlas" (ib. ib.). Ocho Religiosos fueron destinados a llevar el fuego del Evangelio y arrasar con sus ardores aquel bosque tan zarzoso,
prendiendo la llama del amor en los corazones de sus habitantes. Lo primero que hicieron fue
ganar para Dios al cruelísimo tirano Inuc. Habíase éste enseñoreado de gran parte de la isla y
con sus crueldades sin nombre había difundido el terror por los contornos y «así a su distrito
no se atrevía a llegar embarcación alguna y especialmente de españoles, a quienes aborrecía
en sumo grado, sin querer jamás admitir tratos o conciertos de amistad y paz» (ib. 17, 36).
El V. P. Juan de la Madre de Dios creyó con razón que ganar aquella alma era ganar las
de sus súbditos; y por eso, preparándose antes con ayunos y oraciones, se propuso a hablarle;
acércase, pues, impertérrito a la temible vivienda del bárbaro y con eficacia suavísima, con
grande espíritu y fervor le da santas amonestaciones y consejos. El corazón de aquel infame
tirano no pudo menos de rendirse y ablandarse con el calor de la unción fervorosa y con el
fuego de la gracia que bajara del cielo, atraído por la oración del Apóstol Recoleto; la conquista tan suspirada se había realizado; el bárbaro se convierte al Catolicismo, despide a sus
esclavos que pasaban de 2.000, se bautiza y se casa in facie Ecclesiae, y se hace fiel vasallo
de nuestro Católico Monarca, «y a su ejemplo muchos infieles se sujetaron al yugo del Santo
Evangelio». (Ib. 17, 37).
Animados con este suceso nuestros Padres y fortalecidos con la visible protección del
cielo, comienzan con nuevos bríos y aliento a adoctrinarlos, luchando con los sacerdotes de
los ídolos, que les resistían; fundan en beve ocho pueblos, que fueron Tandag, Higagnet, Butuan, Linao, Cagayan, Camiguin, Sargao y Bislig. La labor civilizadora de aquellos ilustres
Recoletos fue, por la gracia de Dios, asombrosa y fecunda, en dos años fundaron trece pueblos y sumergieron en las fuentes del Bautismo 21.300 almas, ofreciéndolas a Dios, como
fruto de su Redención.
Y para purificar aquellos lugares, infestados con la sangre injustamente
431
derramada, con los odios infernales y nefandos sacrificios, la sangre de cinco Mártires Recoletos, formando arroyuelos, regó aquellos páramos, fecundizando la semilla del Evangelio,
depositada con infinitas penalidades; muriendo además cuatro religiosos en el cautiverio y
tres fallecidos por indecibles trabajos, sufridos en la predicación del Evangelio. Así conquistaron para Cristo aquel bárbaro país, amansando a sus lobos, convirtiéndolos en humildes corderos, que se pusieron al amparo de la fe cristiana y bajo el escudo de nuestra querida España.
Estos triunfos memorables encendían más y más el fervor religioso de los hermanos que,
encerrados en el Convento de Manila, rogaban por el buen éxito de aquellas espirituales empresas, y cual valientes guerreros, que al oír el estruendo de las armas, arden en deseos de
lanzarse al campo de batalla y verter la sangre por la Patria, así aquellos denodados campeones de la fe se consumían con el deseo de ir allí, donde ensordece el fragor de la pelea y extender el sacro imperio de la gracia y de la libertad. Y llevados, cual de viento fuerte, de ese
deseo y noble aspiración, salieron de Manila cinco Religiosos con rumbo a las islas de Calamianes y Paragua, poblados de infieles silvestres, brujos, hechiceros, adoradores del demonio
y enemigos de toda fidelidad. Dichos Religiosos arribaron a la isla de Cuyo, cuyos habitantes
fácilmente se rindieron, abrazando e! Evangelio, y fundando con los infieles convertidos el
pueblo de ese nombre (Cuyo). De allí pasaron a la isla Agutaya y levantaron otro pueblo
(Agutaya) y, siguiendo sus viajes apostólicos, entraron en la de Paragua, atrayendo con blandura a los indios y persuadiéndoles que viviesen en poblado, lo que aborrecían en extremo, y
consiguiendo a fuerza de sudor y de trabajo la formación de un buen pueblo. Desde Taytay,
cuyo origen se debe a nuestros Padres, prosiguieron la conquista, fundando nuevos pueblos
junto al río Barbacan y en los lugares llamados Paragua, de donde la isla tomó su nombre. Y
deseosos de plantar en todas partes el estandarte ensangrentado de la Cruz, en las islas inmediatas formaron grandes ciudades, como Dumarán, Coron, Diuail, Calamián, Barbacán, Linacapán, Busuanga y otras. ¿Quién habrá, pues, que en vista de estos hechos tan claros y tan
ciertos, niegue a nuestra Madre la Recolección el glorioso epíteto de Civilizadora del mundo?
Y nótese
432
bien que no hemos hecho más que recorrer unos 17 años desde que arribó allá nuestra primera
Misión; y en tan corto tiempo ¡qué labor evangélica tan fecunda! No quiero entrar tampoco en
el soberbio panteón de nuestras Crónicas para despertar unos momentos a nuestros egregios
antepasados, que allí duermen el sueño de la gloria, y presentarlos ante vuestros ojos, como
testigos de las hazañas que realizaron.
Y ¡qué cosas nos dirían ellos, con sus frentes curtidas por el sol, con sus manos ensangrentadas, con sus pies lastimados por las espinas, con sus cuerpos quebrantados por el trabajo, y, sobre todo, con sus labios, que sólo se abrieron para decir palabras divinas y lanzar suspiros de amor o para besar amorosamente las llagas de los enfermos! Adviértase también que
pasamos por alto los esfuerzos civilizadores realizados en la conversión de los infieles de
Mindoro y las expediciones legendarias al Japón, omitimos igualmente los trabajos apostólicos de nuestros Misioneros en la evangelización de Romblón e islas adyacentes y nada decimos de los sudores para fijar la bandera de Cristo en los islotes de Marianas; dejamos a la
consideración del lector los asombrosos adelantos de la isla de Negros, debidos en gran parte
a la actividad de nuestros Padres1; pasamos en silencio los progresos realizados en Colombia
por nuestros queridos hermanos los PP. Candelarios, sobre los cuales aún aletea vigoroso el
espíritu de aquel extático varón, que se llamó Alfonso de la Cruz, y que en estos últimos
tiempos se ha derramado y como vaciado con efusión rebosante y amorosa en el alma gigante
del P. Ezequiel, que hoy hinche el mundo con la fama de su nombre; no quiero tratar del celo
de los Padres de la Provincia de Santo Tomás, ni de su influencia bienhechora en las regiones
puestas al amparo
1
Véase la Labor evangélica de los Agustinos Recoletos en Filipinas, escrita por N. Rvmo. P. Fidel de Blas de la
Asunción. Después de leerla se queda uno plenamente convencido de que nuestra Orden ha civilizado gran
parte del mundo y halla justísimas aquellas palabras del Capitán General de las islas, Sr. Hurtado de Corcuera: «Entre todas las sagradas religiones, que enriquecen estas islas, la de Agustinos Descalzos es dignísima de que V. M. la favorezca», etc. También la colmó de grandes elogios S. M. Felipe IV, Rey de España, en Real Cédula expedida en 1647. Prueba fehaciente de la influencia civilizadora de nuestros Religiosos
en aquel Archipiélago.
433
de su fervor religioso, sobre todo en el Brasil, porque todos sabemos que a sus miembros
abrasa y consume el fuego del celo divino, como quemó y abrasó a uno de sus más ilustres
hijos, al invencible Padre Melchor de S. Agustín, el fuego lento del martirio; no haré más que
nombrar a los misioneros de la Provincia de S. Nicolás, que actualmente están ejerciendo el
apostolado en América y Filipinas, y enviar un saludo cariñoso a todos los hermanos de toda
la Orden recoleta, que alejados de la patria y con grandes trabajos, están luchando denodadamente contra la barbarie del error, el enemigo más terrible de la civilización, y contra el torrente de la barbarie de la corrupción, que rotos los diques de una fe sincera, que lo contenían,
comienza a desbordarse con ímpetu por todas partes, arrastrando con su corriente inmenso
caudal de lodo, que amenaza con sepultar bajo sus olas turbulentas, los florentísimos jardines
de la civilización plantados y regados con los grandes sudores de la Iglesia católica.
Y sólo de ésta y de sus infatigables misioneros podemos esperar el esfuerzo vigoroso para
reprimir esos ímpetus de la barbarie, que, dando al traste con las instituciones sociales católicas que son los pilares sostenedores del grandioso templo de la civilización, trata de levantar
otro templo con otros pilares, que como no se asientan en la piedra angular del mundo, es
decir, en los hombros robustos y gigánteos de Jesucristo y en la roca indestructible de su
Evangelio, no podrán menos de rendirse al rudo golpe de los siglos; sí, la corriente pasajera
del tiempo los derribará y arrastrará sus escombros llevándolos a los pies de Jesús, quien solo
tiene don de inmortalidad, porque es eterno, y por eso sólo lo que Él sostiene con sus manos
puede tener esperanzas de inmortaliad.
* * *
Ésta es, venerables Padres, brevemente expuesta, la labor civilizadora llevada a cabo por
nuestros egregios antepasados; éstas son las legítimas glorias de nuestra Recolección, cuya
brillante historia habéis vos acrecentado, hinchiendo sus páginas con la luz de vuestras proezas; y por eso, al veros aquí reunidos, no puede menos de palpitar mi corazón con los fuertes
latidos de amor; porque siento su presencia arrebatadora y fascinante; sí, aquí está la Recolección viva y encarnada en sus hijos más preclaros; aquí está su historia,
434
reverberando esplendorosa en vuestros cerebros; aquí están sus mártires resucitados, pues
muchos de los presentes pueden ostentar orgullosos las cicatrices de las heridas, abiertas por
fatídica revolución; aquí los valientes misioneros, los que se rieron de las olas embravecidas
del mar, los que se burlaron de la fiereza de los hombres y de las fieras, los que abatieron la
bravura de los soberbios; aquí está la Recolección agustiniana, y al verla yo radiante y vistosa
entre los nimbos refulgentes de su sabiduría y santidad y envuelta en las rozagantes vestiduras
de su historia, y al sentir que corre por mis venas la sangre de sus venas, que riega mi cerebro
la sangre de su cerebro, y que hierve en mi pecho la sangre de su pecho, no puedo menos de
saludarla y saludarla con todo el cálido torrente de entusiasmo, que se despeña hervoroso de
mi alma, con todas las efusiones del amor más entrañable, como a la Virgen santa de mis
amores, que, dondequiera que ha fijado sus plantas celestiales, ha hecho brotar allí las espléndidas flores de la civilización. Y vos, Rvmo. Padre, en cuyas manos ha puesto la Orden el
cetro de la suprema autoridad, seguid la ruta gloriosa marcada con la sangre de nuestros
mártires. Mirad cuán anchos espacios se tienden a la vista y cuán dilatados desiertos se ofrecen a los ojos cubiertos con los zarzales de la barbarie. Los llanos de Casanare, las pampas del
Brasil y los bosques de Filipinas, están aguardando sedientos a que el cielo derrame en ellos
el rocío del Evangelio y de la gracia, seguid la obra civilizadora de nuestros Padres, poniendo
nuevas perlas en el collar de nuestras Recolección, y esta buena Madre os colocará en el mausoleo de su corazón y os levantará un trono inmortal de su historia.
FR. VICTORINO CAPÁNAGA DE S. AGUSTÍN
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
DISCURSO FINAL
Rvmo. Padre Nuestro:
VV. PP. Capitulares:
Hemos llegado ya al término de esta velada, pobre y humilde obsequio con el que hemos
intentado manifestaros dos cosas: el amor entrañable y profundo que sentimos hacia nuestra
querida Madre, y el entusiasmo ferviente y caluroso que a nuestros juveniles corazones inspiran sus glorias y grandezas. Ignoro si hemos desempeñado felizmente nuestro cometido: la
conciencia de que hemos puesto en ello todo el fuego y ardor de nuestras almas, nos hace sospechar que sí. Pero lo que realmente nos certifica y asegura el triunfo es el contemplar, con
harta consolación para nosotros, la plácida alegría y dulce satisfacción que en vuestros semblantes se dibujan. Sí; esa alegría y esa satisfacción, que nuestro amor e instinto de hijos adivinan en vuestros corazones de padres, es para nosotros el premio y galardón más grande que
pudiéramos desear y apetecer.
Por eso al cerrar con este pobre discurso el acto tan hermoso y simpático con que os
hemos obsequiado, no puedo menos de congratularme y felicitarme, felicitando en mí a todos
mis queridos compañeros que han sabido patentizar una vez más que no en vano son la nutrida falange de hijos de Agustín, en los que tenéis cifradas risueñas esperanzas de un glorioso
porvenir, a la vez que significaros nuestras más rendidas gracias y nuestro más profundo reconocimiento por los aplausos inmerecidos con que habéis acogido nuestro trabajo y por la
benevolencia con que habéis interpretado lo que nuestro sentimiento quería deciros, y nuestras palabras tal vez no
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han podido expresar felizmente. Llenas nuestras almas de sanos optimismos, de alientos vivificadores y de grandes y nobles aspiraciones, hemos cantado lo que sentimos, «porque el alma
sincera, lo que siente y no más es lo que canta», ha dicho un poeta: y vosotros, conmovidos
por las armonías de nuestros cantos, habéis sentido lo que cantado habemos. ¿A qué más?...
Hay sin embargo en el fondo de toda alegría humana un no sé qué de melancólico y sentimental, que nos hace recordar en todos los momentos de nuestra vida, aun en los más felices
y dichosos, que las lágrimas y sonrisas, los dolores y alegrías van siempre juntos en nuestra
condición de hombres. La bondad y sabiduría de Dios así lo ha dispuesto. En medio de la
alegría y satisfacción que ahora embargan todos nuestros corazones, va también mezclado
¿por qué no? algo de sentimiento y de dolor, con la diferencia empero de que este dolor y
sentimiento no acibara ni tortura nuestras almas, porque es dulce, tranquilo, resignado. No
ignoráis a qué me refiero. Con el fin de este acto viene también aparejado el fin de vuestra
estancia entre nosotros, viene la despedida, viene el ¡adiós! «palabra que, como ha dicho alguien, entre personas queridas, jamás pronuncia la alegría, porque representa siempre la triste
idea de la ausencia que separa». Sí; muy en breve partiréis todos de este Colegio y nosotros
no podemos menos de sentir la separación de Padres que como vosotros nos habéis hecho
gozar unos días vuestra amable compañía, comunicando a nuestros corazones, con vuestras
virtudes y talentos, energías y fuerzas para proseguir animosos y confiados la carrera que en
hora feliz comenzamos. ¿Parecerá exageración lo que os decimos? No; la realidad nos dice
que sois muy dignos de nuestro cariño y admiración especial. ¿Por qué así?...
Hay una fecha, triste y memorable en los anales de nuestra gloriosa historia, que jamás
podremos recordar sin horror y compasión, al mismo tiempo que sin asombro y admiración.
Era el 98 de la centuria pasada; negras nubes, preñadas de síntomas fatídicos de ruina y destrucción se cernieron sobre nuestro soberbio imperio colonial de Filipinas, que al desencadenarse en horrible y tremenda tempestad, dieron al traste con nuestra dominación en aquellas
islas, perdiéndose para nuestra desventurada España la perla y joya de las Indias orientales.
Mas no solamente dieron al traste con la dominación
437
que por espacio de tres siglos ejerciera en ellas la hidalga nación española, sino que, además,
aquellas nubes que se formaron en la corrompida atmósfera de la impiedad e irreligión que
saturaban los antros de las logias masónicas, descargaron también con furia diabólica, sobre
las tan injustamente calumniadas Órdenes religiosas, que habían sido el más firme sostén y el
más robusto cimiento de todo progreso, cultura y civilización. Los hijos de mi Madre habían
dejado sentir su bienhechora influencia hasta en los rincones más apartados del Archipiélago,
consiguiendo que, a fuerza de privaciones y sacrificios, de trabajos y fatigas, se desarrollara y
creciese lozana la semilla que por todas partes habían derramado. Contaba con un crecido y
selecto número de Misioneros y su estado a la sazón no podía ser más floreciente y satisfactorio, cuando he aquí que la nefanda revolución vino a darle un golpe que en poco estuvo que
no fuera mortal. Muchos de nuestros religiosos fueron vilmente asesinados por las hordas
revolucionarias, muchos otros más gemían entre los horrores de las prisiones, haciendo más
horrible su prisión el fanatismo y crueldad de sus carceleros, los demás, o estaban hacinados
en los conventos, o desparramados por el Archipiélago, esperando tal vez la prisión y el martirio. Pero ¿a qué pintar cuadros tan desoladores que algunos de vosotros conocéis por experiencia? ¿Qué hizo entonces nuestra Madre? Sola, muda de espanto viendo a sus hijos víctimas de tan sangrienta catástrofe, pareció que por un momento, abatida su altiva cabeza, esperaba la hora de la muerte.
Pero no; bien pronto salió de su estupor y abatimiento: acostumbrada a pasar por el crisol
de la adversidad, salió de aquella más hermosa y purificada, alzó sus ojos al cielo y serena y
majestuosa, como bravo general que después de la derrota congrega en torno de sí las diezmadas fuerzas que han sobrevivido para llevarlas de nuevo al asalto, llamó a los hijos que le
quedaron, los abrazó amorosamente contra su seno, y después de reanimados y encender en
sus pechos con sus palabras de madre la llama del amor y del sacrificio y al grito de «morir
por nuestra Madre, morir por nuestra Fe»1, lanzólos de nuevo al combate contra el poder de
Luzbel, diciéndoles:
1
P. G. Ochoa.
438
«Que suene en sus oídos el grito de ese lema
que os mueve a defenderme con júbilo filial;
que llegue a sus guaridas, cual rayo de anatema
que rápido aniquile su astucia criminal»1.
Partieron entonces sus hijos a tierras ignoradas, y calladamente, pero con más bríos y
tesón, sentaron sus reales en el nuevo mundo, y Venezuela y el Brasil fueron el teatro de sus
nuevas hazañas y allí, lo mismo que en Filipinas, bien pronto conquistaron para Cristo almas
que gemían bajo el poder de las tinieblas. Y no fue esto solo; aquellos hijos, cuyos corazones
se templaron al golpe del infortunio y del dolor, volvieron a enviar después de pocos años sus
celosos Misioneros a aquellas mismas islas que ¡ingratas! los habían arrojado de su seno, para
demostrarles que era más grande, mucho más grande, el amor que les tenían, que el odio con
que les pagaban; aquellos hijos en alas del heroísmo y de la gloria restablecieron enseguida la
extinguida provincia de Santo Tomás de Villanueva, extendiendo su acción y caridad por las
feraces y risueñas campiñas de Andalucía, y lo que es más todavía, el año siguiente, fecha
gloriosa de 1908, en un supremo esfuerzo de grandeza, reanudaron la serie de Capítulos generales, en mal hora interrumpida hacía 79 años. Dios había premiado al fin con creces los esfuerzos generosos de los hijos de Agustín.
Pues bien: aquellos hijos que sostuvieron a pulso por decirlo así nuestra amada Recolección cuando pareció que vacilaba al pasar por la dura prueba de la revolución filipina; aquellos hijos que la levantaron y engrandecieron en las Américas y en España, sin más auxilios
que su celo y su caridad; aquellos hijos que la volvieron a robustecer en el mismo Archipiélago filipino, que la dotaron al fin de un Prior General, que en una palabra la colmaron de gloria
y esplendor, añadiendo a los privilegios de su brillante Historia el de quedar equiparada en
todo a las demás Órdenes Regulares; sois vosotros, sois los que ahora os habéis reunido de
nuevo para regir en augusta asamblea los destinos de nuestra Orden.
¿No es, pues, justo y razonable que sintamos hacia vosotros un amor y admiración especial, amor porque nos amáis con afecto paternal,
1
Idem.
439
y admiración porque aparecéis ante nosotros como hijos predilectos de nuestra querida Madre? Sí, me complazco en repetirlo, os amamos y admiramos y por eso vuestra partida nos es
triste y dolorosa. Pero no; somos hijos de una Madre a la que todos debemos cuanto somos, y,
porque la amamos con todas nuestras fuerzas, queremos también vuestra partida, porque sabemos que vais a los puestos cuya guarda con sabia providencia os ha confiado.
¡Marchad, marchad! más afortunados que nosotros; id a ocupar los lugares que tenéis en
las avanzadas del Señor; id a fortalecer con vuestro ejemplo a los soldados que os han sido
encomendados; id a defender como hasta ahora el lema de nuestra Redención, pero no olvidéis que aquí quedamos nosotros rogando al Señor para que la victoria corone vuestros esfuerzos, y templando nuestros corazones al sacro fuego de la oración y del estudio, para que pronto, tal vez muy pronto, podamos reemplazaros en vuestros trabajos y fatigas, defendiendo el
lema que, como vosotros, también hemos jurado defender. He dicho.
FR. FABIÁN OTAMENDI DE LA P. CONCEPCIÓN
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
ACTAS
Fr. Ignacio Sanmiguel del Rosario, Secretario General de la Orden de Ermitaños
Recoletos de San Agustín. Certifico: Que en el libro de Capítulos Generales
que principia en el celebrado el año de 1918 y en la página 117
se hallan las Actas siguientes:
I
Anulamos y casamos todas las Actas del último Capítulo General que no fueren confirmadas por el presente.
II
El presente Capítulo renueva su adhesión constante y su obediencia incondicional a la
Santa Sede y envía a su Eminencia Reverendísima el Cardenal D. Antonio Vico, Hermano
General y Cardenal Protector de nuestra Orden, un saludo, y eleva al Cielo sus más fervientes
plegarias por la prosperidad de su sagrada persona.
III
Se confirma la que dice (IV de la anterior) «renueva y hace suya el presente Capítulo la
Determinación III del anterior por la que el glorioso Patriarca S. José fue aclamado Protector
especial de nuestra Recolección» y confirma lo que allí se mandó, acerca de los cultos que en
todas las Casas de la Orden deben tributarse al castísimo Esposo de María. Estos cultos son:
1.º Misa cantada el día 19 de cada mes. 2.º Una fiesta en el día del Patrocinio y 3.º La devoción de los siete domingos.
441
IV
Se entera este Capítulo con suma complacencia de las diligencias practicadas por el P.
Postulador General de las Causas de Beatificación y Canonización de nuestra Orden, para
promover la Beatificación de los VV. Mártires, PP. Melchor de S. Agustín y Martín de S.
Nicolás y demás compañeros mártires, y en la introducción del proceso del Siervo de Dios P.
Ezequiel Moreno, Obispo de Pasto. Este último encargo se hace de una manera especial a las
Provincias de S. Nicolás y Candelaria; y recomienda la introducción de la causa de Beatificación del H.º Juan de la Magdalena.
V
Se confirma la que dice: «Para obviar inconvenientes y aclarar graves dudas a que dan
lugar algunos puntos de nuestras Constituciones en lo concerniente a la celebración del Capítulo General, Manda el presente Capítulo que en la nueva edición que se ha de hacer de aquéllas, se cambie la forma de celebrarse el Capítulo General por la siguiente: «Congregados los
PP. Capitulares el martes Ante Octavam Ascensionis, se cantará en dicho día la Misa del Espíritu Santo y luego se tendrá la sesión de apertura; seguirán las demás sesiones que se crean
necesarias para las determinaciones Capitulares, hasta el viernes por la tarde. El sábado se
destinará para la elección del Prior General y demás cargos generalicios, como se halla en las
Constituciones, dándose por terminadas las sesiones Capitulares el sábado por la tarde y debiéndose firmar por todos los PP. Capitulares el testimonio de lo actuado hasta entonces. El
domingo se tendrá la misa del Capítulo, que cantará el Rvmo. Prior General elegido con Ministros y Orador sagrado de la Provincia de que procediere el General, y el lunes y el martes
se destinarán a las sesiones del Definitorio, llamado intra Capitulum, terminándose todo el
martes por la tarde».
VI
Se confirma la VIII del Capítulo General próximo pasado en estos términos: «No apareciendo claro el sentido de las palabras Illico finiatur que hablando de la elección traen las
Constituciones
442
en la parte 3.ª cap. 2.º, declara el presente Capítulo: si el Prior General o el Prior Provincial
elegido en Capítulo General o Provincial respectivamente se hallasen ausentes y no viniesen
intra biduum al lugar del Capítulo, sea General o Provincial, las palabras citadas deben entenderse por éstas Capitulum prosequatur ad normam numerorum 745 y 865.
VII
Se aprueban por tercera vez la de los anteriores Capítulos que manda que los cargos u
oficios Generalicios duren seis años. Y se encarga al P. Prior General con su Definitorio que
tanto para este punto como para todos los otros de las Constituciones que están aprobados o
confirmados con sanción Apostólica y han silo modificados en los dos Capítulos anteriores, o
lo fueren por el presente, se pida la necesaria aprobación de la Santa Sede.
VIII
Con respecto a las honras fúnebres mandadas celebrar por nuestras Constituciones con
ocasión del Capítulo General, ordena el presente que en el primer día hábil se celebren en la
Casa donde haya tenido lugar el Capitulo General.
IX
Habiendo correspondido a la Provincia de S. Nicolás de Tolentino en virtud de la alternativa el oficio de Prior General en el Capítulo de 1914, y a la de Ntra. Sra. de la Candelaria en
el presente, determina este Capítulo que en el de 1926 sea Prior General de la provincia de
Santo Tomás de Villanueva, y tenga dos Definidores la de S. Nicolás de Tolentino.
X
Se confirma la que dice: «Manda el presente Capítulo que tengan voz y voto, además de
los que ya lo tienen por Ley, los que tienen cura de almas intra Religionem con nombramiento de Capítulo Provincial o privado, como son los Vicarios Provinciales, Rectores, Presidentes
de las Residencias y Directores de Colegios Preparatorios, aquéllas y éstos canónicamente
erigidos, y el Maestro de Novicios
443
de la Casa principal de cada Provincia con las modificaciones o aclaraciones siguientes: 1.ª
Que tratándose de Presidentes de Residencias, en circunstancias especiales nuestro Rvmo. P.
Prior General con su Definitorio, previo Informe o Instancia del Definitorio Provincial, pueda
exceptuarlos de esta prerrogativa, salvo siempre derechos adquiridos; y una vez hecha esta
excepción provéase de Superior a la Residencia ad nutum Provincialis. Que sólo tenga voto el
Maestro de Novicios de la Casa Noviciado principal de cada Provincia.
XI
Se aprueba por tercera vez la que dice: «El presente Capítulo modifica la Determinación
16 del anterior en la forma siguiente: Deseando premiar los servicios prestados por nuestros
Religiosos en las misiones de Ultramar, manda el Capítulo que, en las Provincias de la Orden,
se haga una relación de los Religiosos que podrán llamarse Beneméritos de las Misiones». El
presente autoriza a las Provincias para que tres, o dos a lo menos, de los Religiosos de la referida Relación tengan voz y voto en los Capítulos Provinciales, los cuales serán elegidos en el
Capítulo Provincial intermedio como se hace en las demás elecciones.
XII
El presente Capítulo declara en vigor lo dispuesto en el acta 16 del Capítulo anterior, relativo al voto concedido al Regente de Estudios, cargo que se adjudicará en Capítulo Provincial o en Definitorio pleno.
XIII
Se confirma la que dice: "Con el fin de normalizar el tiempo y modo de celebrar los Definitorios, así Generales como Provinciales, manda el presente Capítulo que se observe y
guarde lo siguiente: Cada seis meses en la Congregación, y cada cuatro en las Provincias, se
celebrará Definitorio, el cual tendrá carácter de ordinario, denominándolo así en el Acta que
se levante. N. P. Vicario General en la Congregación, y del mismo modo los VV. PP. Provinciales, en sus respectivas Provincias, podrán convocar el Definitorio siempre
444
que lo creyeren conveniente, y si los PP. Definidores, bien sean Generales, bien Provinciales,
pidieren junta del Definitorio, deberá reunirse éste, denominándose en uno y otro caso extraordinario, y consignándose así en el Acta que se levante. Cualquier P. Definidor, sea de Congregación o de Provincia está facultado para proponer a su respectivo Definitorio, el asunto
que le pareciese, si se cumplen estas dos condiciones: 1.ª Que la proposición sea presentada in
scriptis. 2.ª Que la mayoría del Definitorio la tome en consideración, admitiéndose para su
examen y resolución. Por último, el P. Secretario que debe asistir a los Definitorios, pero sin
voz ni voto como verdadero fiel de hechos, autorizará con su firma el Acta, guardando el modo en uso entre los Notarios en tales casos.
XIV
Se confirma la que dice: «Admitida ya por el presente Capítulo General la autonomía
administrativa de las Provincias y Casas de nuestra Congregación; por lo que respecta a gastos extraordinarios e inversión o colocación de sus respectivos capitales, se guardará, tanto en
el primer caso como en el segundo, lo mandado sobre el particular en nuestras Constituciones,
siempre bajo la inspección de los inmediatos Superiores». Y el presente creyó conveniente
añadir que se ajustase en todo al nuevo Código de Derecho Canónico.
XV
Se confirma la que dice: «A fin de que todos los Religiosos de la Congregación conozcan
los libros de la misma y puedan consultarlos en caso necesario, encarga el presente Capítulo a
los PP. Provinciales que manden formar Índices completos y detallados de las obras que existen en todas las Casas de sus Provincias y manden imprimirlos adoptando para su formación
un modelo común. En todas las Bibliotecas habrá una Sección que se titulará Agustiniana, la
cual se clasificará del mismo modo que las secciones de la Biblioteca General; pero así como
ocupará en el local un sitio separado, así también en los Índices parciales se consignarán por
separado los libros de dicha sección Agustiniana. Con los catálogos parciales
445
se formará un Catálogo general. Se recomienda a los PP. Provinciales que anualmente destinen una cantidad para las Casas, con el exclusivo objeto de invertirla en la adquisición de
obras importantes, especialmente en las que sean de autores agustinianos.
XVI
Se confirma la que dice: «Dejando en vigor lo preceptuado en nuestras Constituciones
sobre los sufragios en favor de nuestros Religiosos difuntos, y lo que especifican con respecto
a los que han de aplicar los no sacerdotes, manda el presente Capítulo que en cada una de las
Casas de la Provincia del finado se haga el ofrecimiento de costumbre y cada Religioso sacerdote de la misma Provincia aplique cuatro misas en sufragio de su alma». Por los difuntos de
las otras dos Provincias se aplicará una misa cantada con Vigilia en cada Casa, y todos los
Sacerdotes dirán una misa, rezada, pero por los que ya habían profesado al tiempo de la celebración del Capítulo General de 1908, se aplicaran las cuatro misas que en su misma Provincia se ofrecen por cada uno de los Sacerdotes; y el presente Capítulo añade que, teniendo en
cuenta que a los Religiosos que mueren en las Misiones se les priva por falta de personal de
dos misas de las tres que nuestras Leyes mandan celebrar en los Conventos por los Religiosos
que en ellos fallecen, debe encargarse al P. Provincial respectivo que mande celebrar dos misas rezadas donde lo crea conveniente.
XVII
Se confirma la que dice: «Siendo sin ningún valor ante la Ley civil lo que dicen nuestras
Constituciones en el núm. 81 desde las palabras qua secuta, suponiendo, como de ordinario
sucede, que el que hace la profesión solemne es menor de edad, se hace necesario, para obviar
graves inconvenientes que los Religiosos al llegar a mayor edad, hagan una declaración notarial, en la que se declare que en virtud del voto de pobreza que tiene hecho, no pueden poseer
cosa alguna para sí, sino que todo lo que adquieran, bajo cualquier concepto, pertenece a la
Sociedad religiosa, que lo sustenta y provee de lo necesario: siendo además su voluntad que
todo lo que aparezca como de su propiedad redunde en beneficio de
446
esta Sociedad, con exclusión absoluta de sus parientes, aun los más próximos. Manda, por
tanto, el presente Capítulo que todos los Provinciales convengan en una fórmula que esté en
armonía con el Derecho civil y que abarque los extremos arriba indicados u otros que fuese
necesario consignar, y la pongan en práctica inmediatamente. Y el actual Capítulo recomienda
a los PP. Provinciales su más exacto cumplimiento.
XVIII
Se aprueba por tercera vez la que dice: «Nuestras actuales Constituciones dan derecho a
N. P. Prior General para remover y trasladar a los Religiosos de una Provincia a otra: mas, en
vista de que a Su Rdma. solo no le será fácil conocer ni apreciar debidamente las causas que
pueden ser justo motivo para semejantes resoluciones, manda el presente Capítulo que, tanto
para decretar motu proprio la remoción de los Religiosos, como para autorizar la traslación de
los que la soliciten, pedirá en cada uno de los casos el parecer, por escrito, del P. Provincial y
de su Definitorio, de donde ha de salir el Religioso, y el de donde ha de afiliarse, dejando
siempre a su Autoridad adoptar la resolución que en su conciencia estime conveniente».
XIX
Se confirma la que dice: «En atención al notable cambio de las circunstancias, tiempo y
lugares verificado en cuanto al objetivo principal de nuestra Congregación: manda el presente
Capítulo que se suprima en la profesión solemne de nuestros Religiosos el juramento que se
ha venido prestando de pasar a las Islas Filipinas cuando los Superiores lo ordenasen, y declara a la vez que los Religiosos de nuestra Congregación tienen obligación en virtud del voto de
obediencia de ir a las Misiones establecidas ya o por establecer apud fideles».
XX
El presente Capítulo ha visto con satisfacción los trabajos realizados por las respectivas
Comisiones para la preparación de los libros, Ritual, Ceremonial y Manual de nuestra Orden,
y autoriza a la vez
447
a N. P. Prior General para que cuando lo crea oportuno ordene la impresión o publicación de
los mismos en las condiciones más ventajosas.
XXI
Se confirma la que dice: «Determina el presente Capítulo que los Religiosos que teniendo
el título de Lector hubieren explicado en nuestros Colegios o en Seminarios Diocesanos por
algún tiempo antes de haberlo obtenido, se compute por el Definitorio General por mitad de
años que hayan explicado sin título, cuando estos pidan la jubilación».
XXII
Se confirma la que dice: «Acuerda el V. Capítulo que el P. Subprior de Manila, como tal
Subprior y no como Maestro de Novicios, tenga voz y voto en los Capítulos de su Provincia».
XXIII
Con verdadera complacencia se ha enterado el presente Capítulo de los trabajos publicados por el R. P. Cronista General de la Orden, y aplaude el celo y laboriosidad por él desplegados en el cumplimiento de su cargo, por lo que gustoso le otorga los privilegios y exenciones de Exprovincial con asiento inmediato a los que lo hayan sido, pero sin voz ni voto en los
Capítulos Provinciales.
XXIV
El presente Capítulo deja completamente al criterio y discreción de N. P. General con su
Definitorio el traslado de la Curia Generalicia a Roma.
XXV
Confírmase la que dice: «Manda el presente Capítulo que nuestro P. General no solicite
de la Santa Sede facultad alguna extraordinaria relacionada con el régimen y disciplina de
nuestra Orden, sin contar con el consentimiento de su Definitorio, extendiéndose este precepto al P. Procurador General».
Confirma asimismo la supresión del cargo de Procurador General en la Curia Regia.
448
XXVI
El presente Capítulo confirma lo dispuesto en el anterior (Acta 31) referente al sello oficial de la Orden que debe usarse en todos los documentos oficiales que por razón de su oficio
tendrá que dar N. P. Prior General y reconoce como escudo propio de la misma Orden el estampado en el Propio de los Ermitaños Recoletos de San Agustín, editado en Barcelona el año
de 1919.
XXVII
Se aprueba por tercera vez la que dice: «Declara y determina el presente Capítulo que el
fin actual de nuestra Congregación es la vida apostólica en todas sus manifestaciones, cuales
son la enseñanza y sobre todo las Misiones y a dicho fin ha de dirigir sus esfuerzos, empleando para ello todos los recursos de que pueda disponer».
XXVIII
Determina el presente Capítulo que todos los Religiosos Sacerdotes podrán aplicar mensualmente una Misa por las almas de sus padres, hermanos y bienhechores, y prohíbe recibir
estipendio por ella.
XXIX
Determina el presento Capítulo que con tiempo suficiente remita el V. Definitorio General a los PP. Provinciales y éstos lo hagan a los Definidores y Discretos de sus respectivas
Provincias un cuestionario de los asuntos dignos de estudio que deban ser tratados en el Capítulo General, y lo propio harán los Definitorios Provinciales a los Vocales de los Capítulos
Provinciales.
XXX
El presente Capítulo reconoce a los PP. Provinciales la facultad de autorizar en forma la
publicación de cualquier libro o escrito de sus súbditos, quedando siempre a salvo los derechos que al Reverendísimo le competen sobre la materia.
XXXI
El presente Capítulo declara que el P. V. Provincial nombrado
449
temporalmente en ausencia del P. Provincial por el Definitorio y con la aprobación del Rvmo.
P. Prior General, puede, si expresamente no le ha sido limitada esta potestad, reunir y celebrar
Definitorio Provincia! extraordinario para la resolución de asuntos que lo requieran, y que ni
el P. Provincial podrá resolver por él mismo, sin contar con su Definitorio,
XXXII
El Capítulo determina que se forme un Plan de Estudios para las tres Provincias, al menos
como programa mínimo, para que sea idéntica substancialmente la formación intelectual de
nuestros jóvenes; y, al efecto, el V. Definitorio nombrará una Comisión para que lleve a cabo
la realización de este proyecto.
XXXIII
Manda el presente Capítulo que en lo sucesivo, y a partir de la Congregación General Intermedia del año 1923, se redacten en latín las Actas o testimonio de lo actuado en los Capítulos Generales y Congregaciones Generales Intermedias; y recomienda que se haga lo mismo
con respecto a los Capítulos Provinciales y Congregaciones Intermedias.
XXXIV
Por cuanto el día 19 de Noviembre de 1921 se cumplirá el tercer Centenario de la celebración del primer Capítulo General de nuestra Sagrada Recolección Agustiniana, es voto
unánime del presente Capítulo que en dicho día se conmemore solemnemente por toda la Orden de Ermitaños Recoletos de S. Agustín aquel suceso tan fausto y transcendental en los anales de nuestra Historia. A este fin, N. P. Prior General dispondrá la forma que crea más conveniente en que deba realizarse esta idea en cada Casa.
XXXV
Anulamos y casamos y declaramos sin valor ni efecto todas y cada una de las Actas y Determinaciones de los Capítulos Generales antiguos, y que no hayan sido puestas en las Constituciones, antes del Capítulo General de 1908. Si alguna de ellas, aunque
450
fuere de las aprobadas por tres Capítulos Generales consecutivos, hubiere sido renovada en
los de 1908 y 1914, esta renovación deberá entenderse como una de las tres aprobaciones
consecutivas que se requieren para que tengan fuerza de Ley y sean incluidas en las Constituciones.
Certifico que las precedentes Actas y Elecciones1 están tomadas del libro Becerro a que
me remito en caso necesario y por verdad lo firmo con el V.º B.º del Rvmo. Padre General en
el Colegio de Marcilla a 27 de Mayo de 1920.=FR. IGNACIO SANMIGUEL DEL ROSARIO.=V.º
B.º del Reverendísimo Fr. Gregorio Segura del Carmen».
1
Los nombramientos van en la pág. 404.
Año XI
Agosto de 1920
Núm. 122
BOLETÍN
DE LA
PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
DE FILIPINAS
de la Orden de Agustinos Recoletos
SECCIÓN OFICIAL
Generalato de la Orden de Agustinos Recoletos.- A los Ven. Padres
Provinciales, Vicarios provinciales, Superiores locales y
a todos los Religiosos de nuestra obediencia.
Amados PP. y Hermanos en el Señor:
Al dirigirnos por vez primera a VV. RR. y CC., Nos es imposible ocultar la pena que embarga nuestro espíritu bajo la carga que Dios Nuestro Señor se ha dignado imponer sobre
nuestros débiles hombros. No ha dejado de sorprendernos que
452
nuestra amada Orden, legítimamente congregada en el último Capítulo General, se haya fijado
en el menor de la ínclita Recolección Agustiniana, eligiéndonos para gobernar tan noble porción de la grey de Jesucristo.
Ante la íntima convicción de nuestra pequeñez e insuficiencia, Nos anima el pensar que
Dios manifiesta su adorable Providencia escogiendo lo más débil y despreciable según el
mundo, para confundir lo que el mismo mundo considera como más fuerte y poderoso1. Por
esto Nos resignamos incondicionalmente a los ocultos designios de la divina Sabiduría, que
todo lo gobierna y dispone suavemente2; y juzgamos temerario el rehusar nuestra sumisión a
sus adorables disposiciones, manifestadas por los que dignamente lo representan. Nos hemos
sometido; y nuestra sumisión ha merecido las frases laudatorias que el Emmo. Cardenal Protector de nuestra Sagrada Orden nos expresa bondadosamente en carta del 9 de los corrientes:
«VD. HA HECHO PERFECTAMENTE EN ACEPTAR EL CARGO; SU SANTIDAD, A QUIEN MANIFESTÉ
LA ELECCIÓN DE VD., SE HA ALEGRADO Y LE BENDICE». Ante esta inmerecida manifestación
paternal del Pontífice reinante, Nos hemos confundido; y con espíritu agradecido damos gracias al Señor, que Nos bendice por medio de su augusto Representante y Vicario en la tierra.
Llenos de temor ante las graves obligaciones de nuestro cargo, no confiamos en cualidades que no poseemos; ni pretendemos alardear de aptitudes que honran a muchos de VV. RR.
y CC. Dirigimos los ojos y el corazón al Dios de las misericordias, que es nuestro refugio y
fortaleza3, y da a cada uno las gracias y auxilios necesarios con que pueda desempeñar el cargo para que lo ha escogido. Plenamente persuadidos
1
1. Corint. I, 27.
Sap. VIII, 1.
3
Ps. 30, 4.
2
453
de esta verdad tan consoladora, reposamos tranquilamente en el Señor, seguros de que no
quedarán defraudadas nuestras esperanzas1.
Desde el prime momento en que tomamos posesión de nuestro cargo, dirigimos la mirada
a nuestra amada Recolección Agustiniana, y experimentamos en lo más íntimo de nuestro
corazón un afecto, no nuevo, pero sí más fuerte, más hondo y más activo, que Nos mueve a
abrazar como padre cariñoso a todos y cada uno de VV. RR. y CC., que el Señor se ha dignado confiar a nuestros cuidados. Desde entonces considero a todos, sin exceptuar ni uno solo,
como tierno objeto de nuestros desvelos, y ámolos como hijos muy queridos.
En virtud de esta paternidad espiritual de que el Señor Nos hace participantes, según el
Apóstol de las gentes2, deber nuestro es, y muy grato, manifestar siempre bondad y afecto de
padre, principalmente en todo lo que se refiere a la salvación de nuestras almas; y aun tener
entrañas maternales, llenas de abnegación y ternura, no tanto para procuraros lo que al tiempo
se refiere, cuanto para realizar la grande obra de formar en VV. RR. y CC. una imagen fiel de
Jesucristo, al decir del mismo Apóstol3. Y, precisamente atendiendo a la salvación de vuestras
almas, experimenta nuestro corazón algo de aquel cuidado incesante que movía al Apóstol
San Pablo a trabajar por los fieles de la primitiva Iglesia. Y este cuidado se aumenta mucho
más ante el recuerdo de que esa misma vigilancia Nos pone en la necesidad de dar cuenta de
vuestras almas4.
No permita el Señor que Nos desviemos de aquel aviso que
1
Eccli. II, 11.
Galat. IV, 12.
3
Ephs. III, 15.
4
Hebr. XIII, 17.
2
454
San Bernardo dirige a los Prelados1: «Mirad que debéis portaros como madres de vuestros
súbditos, no como señores. A este fin, procurad con más empeño ser amados que temidos; y si
alguna vez fuere necesario manifestar severidad, sea ésta paternal, no despótica. Discite subditorum matres vos esse debere, non dominos. Studete magis amari, quam metui; etsi interdum severitate opus est, paterna sit, non tiránica». Que es lo mismo que N. P. San Agustín
recomienda eficazmente en su Santa Regla, con aquellos sublimes conceptos: «Ipse vero qui
vobis praeest, non se existimet potestate dominante, sed caritate serviente felicem... plus tamen a vobis amari appetat quan timeri; semper cogitans Deo se pro vobis reditturum esse
rationem».
Como nuestra suficiencia viene de Dios2, a Él acudimos humildemente, presentándole
nuestros deseos en favor vuestro, ya que es obligación nuestra orar por los súbditos que se
Nos han encomendado. Al Dador de todo bien elevamos incesantes súplicas que confiamos
serán oídas por los méritos de Jesucristo. Especialmente en la Santa Misa, al ofrecer la hostia
de propiciación, rogamos por todos y cada uno de vosotros, sirviéndonos de las mismas palabras del Redentor del mundo: «Pater sancte, serva eos in nomine tuo quos dedisti mihi uu sint
unum sicut et nos»3. Con esta divina súplica rogamos al Señor que todos estemos unidos por
la caridad tan estrechamente, que esta unión sea una imagen de la unidad sustancial que hay
entre el Eterno Padre y su Divino Hijo; de forma que, cumpliendo fielmente los deberes de
nuestra profesión religiosa, crezca en nosotros la caridad, formando todos una sola alma y un
solo corazón, según el encargo de N. P. San Agustín en su
1
Serm. 25 in Cant.
2 Corint. III, 5.
3
Joan. XVII, 11.
2
455
Santa Regla: «Que cada uno con generosidad y abnegación ponga de su parte cuanto sea necesario para lograr fin tan laudable; y habrá unión de voluntades que recíprocamente se aman
con amor fraternal1; sobrellevándose unos a otros en caridad; solícitos en guardar la unidad
del espíritu en vínculo de paz2 sólida y durable.
Tal es el deseo de nuestro corazón y nuestro mayor anhelo: es la súplica que incesantemente presentamos ante el trono del Altísimo. Ni permita el Señor que cometa contra Él este
pecado, exclamaremos con el Profeta Samuel3, que cese de rogar por vosotros; pues esto sería
faltar a lo más esencial de nuestro ministerio en sentir de San Gregorio Magno4.
Dígnese el Señor bendecir la caridad y solicitud con que os amamos en Jesucristo al procurar vuestra salvación. Él dé a nuestras súplicas la virtud y eficacia que da a la oración de los
humildes y sencillos, como agradable ante su divino acatamiento.
Finalmente, os rogamos con el Apóstol5, que me ayudéis con vuestras oraciones. Para
eso, seamos todos hombres de oración. Y lo conseguiremos, si en todas nuestras obras y ministerios deseamos eficazmente la mayor honra y gloria de Dios, conformándonos con su voluntad santísima, demostrándolo prácticamente con la observancia de nuestra Santa Regla y
Constituciones. Así se afianzarán nuestras almas en el bien obrar, con crecimiento incesante
en la caridad, vínculo de la perfección6.
Léase en comunidad, cópiese en el libro de su materia y vuelva obedecida.
1
I. Reg. XIII, 23.
Homil. XV. In Ezech.
3
Rom. XV, 30.
4
Colos. III, 14.
5
Rom. I, 12.
6
Ephs. IV, 2-3.
2
456
En nuestra Residencia Generalicia de Madrid, en la festividad de los Stos. Apóstoles Pedro y Pablo, 29 de Junio de 1920.– L. ✣ S.- Fr. Gregorio Segura del Carmen.- Por mandado
de N. P. Prior General, Fr. Ignacio Sanmiguel del Rosario.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
IN SANCTUM PRAESULEM AUGUSTINUM
(Himnus)
Intonent plectris camoenae, perstrepant dulces Iyrae,
Lybici hervis colentes cantico magnalia;
Pangat orbis, aethra pangant gesta summi Praesulis.
Surgit ex ustis coruscum sidus oris Africae,
Cujus obtegunt tenebrae primitus densae jubar,
Inde vero, jam subactis, splendet almum quolibet.
Parvulum noxae frementi flamen ira succutit,
Stridulo circumque fusso fascinante sibilo,
Frangeris tandem, tenella procidens ut arbustus.
Ecce pubescit juventa perpolita ludicris,
Luxus ac sordente sputo cor tuum madescuit;
Tunc, suis captum probosis aestibus, dilaberis
O protervus turpis ardor, carnis o libidines;
Illecebris quare gratis pectori patescitis,
Ocyus si illum doloris uncino rescinditis?
Haud sinis tamen cruentis percieri cladibus;
Quippe, claudens hydra leti corde virus haeresum,
Te momordit, criminosam stravit atque semitam.
Pervagaris unde vitae marmor hujus spumeum,
Orbus ut linter navarcho, vel procellae turbine
Involutus, vel minatus protinus voragine.
458
Irrita post atque inani turgidus scientia,
Per plateas per theatra cuncta tendis auxius
Veritatem corde quaerens: veritasque conditur!
Quamvis unquam, te nefandi contegente noxii
Linteo, non ejus ausis intueri lumina;
Attamen passim venustis circinat leporibus.
Tum premebaris palaestris acribus ferociter:
Spiritus hinc colliquescit veritatis nectare,
Corpus expilatur aeque carnis hinc cupidine.
Quis tui concludet ista spiritus certamina?
Noctis umbra dum peragras circumactus horridae,
Tramitis quisnam salebris fulgurabit lucifer?
Mater orato Deumque crebrius votum juvet!
Plange supplices ocellos irrigentque lacrymae!
«Fletibus numquam peribit pensus ipsis Filius!»
Salve planctus, salve mater omnium piissima;
En honores effenantur mira bis puerpera;
Sive mundo sive coelis parturisti Aurelium!…
Incubans ficus vireto frondeo sub tegmine,
Ora guttis immadebas ambiens solamina,
Voxque ter quater fenestra concinit: «Tolle lege».
Nunc ab alto claritatis ictus almo fulgetro,
Vivido Librum requiris nec moris anhelitu,
Et, lavo, deinde sugis dulcioris mel boni.
Nimbus antris delitescit obsoletus haeresum
Aureum fulgescit astrum circiter diluculi
Veritas scintillat aequa; ¡salve lumen coelicum!
Tam jubar spargit decorum, tale lucis est decus,
Ut genarum fossa pullo condita est velamine,
Ejus attritum prius cor jubili mersum mari.
Mensque subtilis thesauri sciscitatur appetens
Ejus arcanum, nec ullo termino coercitum,
Insimulque cor amoris aestuatur ignibus.
459
Ex barathris ecce moestus pergeret qua tetricis
Comptus exiit tryumpho pacis ad flaventia
Prata quae Sole excoluntur imbuenda robore
Gestiat vexilla Christi subsequens interritus,
Chrismate ergo jam novatus, quod luit peccamina,
Exstat Angustinus, heros inter omnes inclytus.
«Te Deum laudamus omnes, confitemur Dominum:
Coelitum te candidatus conclamat exercitus:
Subveni tuo redemptis glorioso sanguine».
Salve o Augustine salve, nam catenas criminis
Fortis obrumpis prementes, squalido de carcere,
Militem in Christi, resurgens, versus impigerrimum.
Frendeant Orci spelaeis dira opacis agmina;
Instruant Christi, in phalanges vinculum versutiis;
Vicit Augustinus euge, jubilemus Domino.
Ense divinae revinctus fatifro scientiae,
Enecas audax chelydrum tortilem, qui tractibus
Africae serpebat horrens cuncta virus polluens.
Lite diserens flagranti, publice proterviam
Fortunati Felicisque laude frangis inclyta,
Haeresem qui noxialem conserebant perfidi,
Arce desulto beata lucis aestu percitus,
Scribis aequam jure normam, signa pandis bellica,
Quae, diu sequuta multis, tartari horrent arbitrum.
Strenuique nempe fundunt milites nomen tuum;
Oppidi seu per plateas, trita seu per compita
Dimicant, fixa cruento mente penso stipite.
Infulatus post fuisti dignitate splendida
Sedulusque pervolasti culta Divi jugera,
Seligens verae salutis omne pingue pabulum.
Si lupi gregis quieta septa truces obsident,
Atque clamor implet auras territans pecusculae
In fugam, nervo sagitta, conjicis, torta citus.
460
Frontis illimi corona texta gemmis fulgidis,
Non modo Hipponae coloni, sed toti inmensi globi
Adstupent, tuisque saevis pelliciris hostibus.
Quare tellus te trophaeis laeta sacris excolit;
Te canunt Eous, Afer, Teuton et Hesperius,
Nam tuum nomen remugit quoslibet per ambitus.
Clauserant urbem molesto Wandali vallo feri,
Fratribus cunctis agone lectulum stipantinus,
Inter himnos se recessit vitae victrix artubus.
Macte, sertis frons olympo cincta regnat laureis,
Nec dolus, nec maeror ibi, bella, planctus, nec scelus,
Deprimunt, semperque corda gaudium pax nutriunt.
Euge, vir fidelis, euge; nescio laudem tuam.
Tu merens cognominari: summum vas scientiae,
Malleus haereticorum, firmamentum Ecclesiae.
Laudibus te concelebrent pontus, aethra, culmina;
Haec tuae testes fuerunt nobilis victoriae;
Psallat Angelus facetus gemmeis in sedibus.
Haesitantes vallis hujus nos per umbras respice,
Alea suecurre in tristi, poscimus te fervidi,
Usque tecum gaudeamus sempiternis saeculis.
FR. D. PEÑA A S. JOSEPH
A. R.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
SECCIÓN CANÓNICA
COMISIÓN PONTIFICIA PARA INTERPRETAR
AUTÉNTICAMENTE LOS CÁNONES
Dudas resueltas en las reuniones plenarias de los Emmos. Padres
(Conclusión)
13. Según la norma del canon 987, ¿se ha de contar entre los impedidos a aquél, cuyo padre o madre solamente es acatólico, siendo el otro católico? Y en cuanto afirmativamente,
¿aun en el caso de que se hubiere contraído matrimonio mixto dadas las cauciones y con dispensa sobre este impedimento?
«Resp.: Afirmativamente en todo».
Entre los impedimentos temporales que prohíben la recepción de órdenes, se enumera, en
primer lugar, en el canon 987: «Están simplemente impedidos: 1.º Los hijos de los acatólicos,
mientras sus padres permanecen en el error». Citándose a los padres en plural había razón
para dudar si para que existiera el impedimento se requería que fuesen ambos acatólicos, o
bastaba que uno de ellos lo fuese; y, si bastaba esto segundo, persistía la duda de si en la dispensa que se hubiere concedido del impedimento matrimonial de mixta religión, supuestas las
debidas cauciones, se podía entender comprendida en ella la dispensa del impedimento que a
los hijos de tal matrimonio resultase por la acatolicidad de uno de los padres.
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Como en este asunto va de por medio el peligro en materia de fe, se comprende que, en
caso de duda, la interpretación de la ley haya de ser sumamente restrictiva; por tanto, pudiendo el canon citado entenderse disyuntivamente respecto a cualquiera de los padres que fuese
acatólico, y no desapareciendo la acatolicidad con la dispensa del impedimento impediente
para la celebración del matrimonio mixto ni con las cauciones previas dadas por ambas partes,
claro está que se había de optar por la interpretación más restringida que sufre el texto; y así
ha respondido la Comisión, ateniéndose al rigor de la interpretación del canon 987. En los
países donde la herejía domina, ocurriendo con más frecuencia casos de esta índole, sin duda
se facilitará también la dispensa con facultades concedidas a los Obispos, o al menos a los
Nuncios Apostólicos.
Esta misma respuesta de la Comisión se habrá de tener presente en la admisión de sujetos
para el noviciado de cualquier religión clerical, puesto que entre los impedimentos que hacen
ilícita la admisión se enumera en el canon 542. 2.º: «Los destinados al sacerdocio en la religión, del cual estén removidos por irregularidad o algún otro impedimento canónico». Cada
religión verá hasta dónde le llegan los privilegios o facultades para dispensar con los candidatos a la religión de irregularidades o impedimentos. Si no tuvieren tal facultad, se necesitará
en cada caso dispensa apostólica.
14. «La sepultura de los fieles, que tiene lugar en iglesia subterránea, ¿se ha de juzgar
hecha en la iglesia conforme al sentido del canon 1.205, § 2?
Resp.: Afirmativamente, si se trata de iglesia subterránea que sea verdadera y propiamente iglesia destinada al culto divino».
En el canon 1.205, § 2, se prohíbe, salvo algunas excepciones en él mencionadas, que se
entierren los cadáveres de los fieles en las iglesias: «En las iglesias no se entierren los cadáveres, si no es que se trata de sepultar los cadáveres de los Obispos residenciales, de los Abades
o Prelados nullius en su propia iglesia, o los del Romano Pontífice, personas reales o Cardenales de la S. I. R.»
Por iglesia viene en derecho conforme al canon 1.161: «El edificio sagrado destinado al
culto divino con el principal fin de que sirva para todos los fieles en el ejercicio del culto
público». Por esta finalidad, de que sirva indistintamente para todos los fieles, se
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distingue en derecho la iglesia del oratorio. Éste, según el canon 1.188, § 1: «Es el lugar destinado al culto divino; pero no con el principal fin de que sirva al universo pueblo de los fieles
para practicar públicamente la religión».
Como en el canon 1.191, § 1, se establece el principio: «Los oratorios públicos se rigen
por el mismo derecho que las iglesias», aunque en la respuesta dada por la Comisión se dice
que si la iglesia subterránea es verdadera y propiamente iglesia, queda prohibida la sepultura,
entendemos que con estas palabras sólo ha querido excluir el caso en que aquella morada subterránea no estuviera abierta al culto de los fieles como iglesia o como oratorio público; por
tanto, ya sea que hubiese allí instituido algún oratorio semipúblico, ya con mayor razón si
sólo era un subterráneo independiente de toda iglesia u oratorio público, aunque en él hubiere
algún altar donde se rezasen las preces a los que allí se enterrasen, el tal lugar no quedaría
comprendido en la prohibición mencionada del canon 1.205, § 2.
16. «En la colación de las parroquias no reservadas ¿puede el Obispo imponer por una sola vez una tasa moderada, en favor del Seminario, aun en el caso de que la parroquia de que se
trata esté sujeta a pagar el tributo a este Instituto?
Resp.: Se ha de recurrir en cada uno de los casos a las Sagradas Congregaciones competentes».
Por los cánones 1.355 y 1.356 consta claramente la facultad que tiene el Ordinario del lugar de imponer en favor del Seminario un tributo o tasa, estando sujetos a pagarla, entre otros
que se citan en el canon 1,356 las parroquias o cuasi-parroquias, aunque no posean otros réditos que las oblaciones de los fieles. Y a pesar de todo se manda en esta respuesta que en el
caso expuesto a la Comisión se deberá acudir cada vez en demanda de la licencia correspondiente a aquella Sagrada Congregación que, según los casos, sea competente.
Esta anomalía aparente se desvanece si se tiene en cuenta el canon 1.441, donde se encuentra la razón de la solución dada a la pregunta propuesta; dícese en él: «Se reprueban como simoníacas las deducciones de los frutos, compensaciones y pagos del clérigo en el acto
de la provisión que se va a hacer, las cuales cedan en
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favor del que confiere el beneficio, del patrono o de otros». Por el peligro de verdadera simonía que encierra el exigir en el acto de la provisión de algún beneficio estas deducciones o
pagos, se prohíben terminantemente, aunque no cedan precisamente en favor de la persona del
que lo confiere o presenta, sino aun cuando cedan en favor de cualquier otro, y, por tanto, aun
del Seminario.
Como una vez provistos esos beneficios sin que mediase tal obligación convenida de antemano desaparece el peligro de simonía, tiene ya lugar en toda su amplitud la facultad que
los cánones 1.355 y 1.356 conceden al Obispo para imponer a los párrocos y cuasi-párrocos la
tasa moderada en favor del Seminario.
Si, empero, por cualquier causa creyese el Obispo convenir en algún caso cargar un beneficio parroquial o cuasi-parroquial con dicha tasa en el acto de la provisión, no se le prohíbe,
pero deberá acudir a la Sagrada Congregación correspondiente, la cual, vistas las circunstancias, juzgará si está libre tal provisión de todo peligro o especie de simonía.
17. «¿Puede el Ordinario, pospuestas las solemnidades del derecho requeridas en la Constitución Dei miseratione, declarar nulo el matrimonio, con la intervención, sin embargo, del
defensor del vínculo matrimonial, sin que sea necesaria segunda sentencia, en estos casos?, a
saber:
1. Si dos católicos, en lugar ciertamente sujeto antes al capítulo Tametsi del Concilio Tridentino, o después del decreto Ne temere, contrajeron matrimonio tan sólo civil, omitido el
rito eclesiástico, y obtenido el divorcio, civil, desean contraer nuevo matrimonio en la Iglesia
o convalidar en el fuero de la Iglesia el nuevo matrimonio contraído civilmente.
2. O la parte católica, que con la acatólica contrajo matrimonio, despreciadas las leyes de
la Iglesia, en el templo de una secta protestante (en lugar ciertamente sujeto antes al capítulo
Tarmetsi del Concilio Tridentino, y donde la declaración benedictina no se extendió, o después del decreto Ne temere), obtenido el divorcio civil, desea contraer nuevo matrimonio in
facie Ecclesiae con católico consorte.
3. O los apóstatas de la fe católica, que se unieron civilmente o con rito ajeno en la apostasía, obtenido el divorcio civil, arrepentidos,
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desean volver a la Iglesia y celebrar otras nupcias en la Iglesia con parte católica.
Resp.: Los casos arriba mencionados ningún proceso judicial exigen o intervención del
defensor del vínculo, sino que se han de resolver por el mismo Ordinario, o por el párroco,
consultado el Ordinario, en la propia investigación para la celebración del matrimonio, de que
se trata en el canon 1.019 y siguientes».
Tanto el proceso judicial como la intervención del defensor del vínculo matrimonial no
deben emplearse en materia matrimonial, si no es cuando el matrimonio de que se trata se ha
celebrado por lo que al exterior aparece según lo que la Iglesia requiere para la validez, aunque después aparezca ciertamente o se dude que se cometió vicio sustancial. Pero nunca tiene
lugar cuando ni siquiera en la apariencia exterior se ha guardado lo requerido por la Iglesia, y,
por consiguiente, públicamente consta que en esas circunstancias no puede haber matrimonio
admitido por ella. Lo prescrito en el canon 1.990 supone que el matrimonio se ha contraído al
modo dicho, y sólo para el caso en que conste haber de por medio un impedimento y no
haberse antes concedido la debida dispensa se permite al Ordinario que, omitidas las solemnidades del derecho, pero con la intervención del defensor del vínculo, declare su nulidad.
Ahora bien; los casos que se enumeran en la duda propuesta son tales, que no dejan lugar
a duda de que no hubo matrimonio reconocido por la Iglesia, sino mero concubinato; por tanto, para nada se requiere ni proceso judicial ni intervención alguna del defensor del vínculo.
Queda, pues, sólo la obligación de hacer la investigación previa sobre el estado libre de los
contrayentes, que queda a cargo del Ordinario del lugar si hay alguna dificultad algo notable,
y, si no, a cargo de solo el párroco, según lo prescrito en el canon 1.019 y siguientes.
* * *
«Puede retenerse con segura conciencia la doctrina enseñada por algunos autores, que
después de la publicación del Código es permitido en los días de solo ayuno comer carne más
veces al día?
Resp.: Negativamente».
Realmente no se ve por dónde puedan tales autores haber tomado pie para tal aserción, ya
que el canon 1.251, en su § I, expresamente
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deja las cosas como estaban antes del Código. Dícese en él: «§ I. La ley del ayuno prescribe
que no se tenga más de una comida al día, pero no prohíbe tomar algo de alimento por la mañana y por la tarde, guardada con todo en cuanto a la cantidad y calidad de los alimentos la
costumbre probada de los lugares». Habiendo, pues, según este canon, de observarse la costumbre antigua de cada lugar sobre la cantidad y calidad permitida en la parvedad de la mañana y colación de la noche, no puede afirmarse apoyándose en él que después del Código ya es
permitido tomar carne más veces al día de lo que se permitía antes.
Al pie de esta respuesta se añade una nota en el Acta A. S., que dice: «En la reunión plenaria del 9 de Diciembre de 1917, los Eminentísimos Padres, habiéndose propuesto la siguiente duda, las dudas que sean de menor cuantía o no tengan mucha dificultad, ¿pueden
resolverse por el Emmo. Presidente de la Comisión?, han respondido: Afirmativamente».
Y, en efecto, la respuesta dada a la duda anteriormente explanada consta en el Acta como
resuelta por sólo el Presidente de la Comisión: «L'Emo. Presidente della Comissione ha risposto il giorno 29 ottobre 1919: Negative», mientras de las restantes consta que han sido resueltas en las reuniones plenarias de la Comisión: «Soluta in plenariis comitiis Emorum. Patrum».
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
COVADONGA
1
(Conclusión)
PROTECTIO
Ut zephirus flores genitalis mulcet odores,
Sic rumor tacitus, suavis, mi mysticus ivit,
Infausta cum nocte doloribus urerer egris:
Et, nebularum nimboso velamine fracto,
Pluratis formosae vestibus agmine Nymphae
Nostrum lectum descendebant, pectore nudo,
Ambrosios dulci concentus gutture dantes.
«Vita qui in media miser anxietate labascis,
«Cotinue nos haud desistas pone subire,
«Fragrantem patera coelata sorbe liquorem.
«Laetiae num ducebare cupidine blandae,
«Idcirco ferimus tibi gaudia vera petenti.
«Nostris, tristitia pressus, requiesce sub ulnis,
«Gavisumque beate te recreabimus usque.
«Escute, quae juga cor aflictant dira furenter,
«Atque plagas pete felices, et amoena vireta,
«Delicias ubi laetis molles vocibus edes.
Hac musa calamos Nymphae flavere canoros.
Haec habuerunt suspensos modulamina sensus.
1
Véase número 120.
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Tam magico captatus, pellectusque sonore,
Has seclare cupivi: veste sed angelus alba,
Caesarie rorata, conspicuoque decore,
Obtutu placido mi constituit retinaclum.
Egregiam raptim formam mens aspiciebat,
Et pulchram faciem, divo fulgore nitentem.
Quam mira gremium plevit dulcedine nostrum!
Non tam fulgenter rutilavit Sirius umquam.
Splendorem, decus, et fugitivi nominis auram,
Luxuriem, mundanaque, quae mi saepe lubebant,
Nympharum choreae fallaciter exhibuerunt.
Heu! ratio mea debilis, imbecillaque valde,
Res iterum, delusa, caducas, fraude, petebat:
Has tentabat complecti lymphatica, moestis
Et rursum juvenis pulcher cernebat ocellis,
Ignito, mea tempora, tunc imbuta colore.
Turnque luens vidi quoque lumina moesta,
Quae pulcherrinna Virgo ferebat memet in ipsum.
Attonitus, jam materna cum luce micanti,
Illud iter, lustrata, sanctum, mente, recepi
Quod Jesus, hominum lumenque, salusque, notavit
Nobismet miseris, fraterno captus amore.
……………………………………………
Tumet eras eademque puella, piisima Virgo,
Et Custos satagentes de me, Mater amatrix.
Tu, quae filiolum delapsum ferre nequibas:
Meque reduxisti medio discrimine mortis,
Augustis precibus Natum, Dominumque, rogando.
Tunc hominum laudes animus prospexit inanes;
Immundumque fimum vidi, sumpsitque vigorem.
Paxque vocata dolentem me tranquilla revisit;
Amissamque fidem reparavi denique veram.
Ex tunc perfruitus laetans aetate beata.
O divina fides, quasi fax pellucida coeli,
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Quae fugientis in hujus splendes turbine vitae,
Et dubium peregrinum fers ad littera Portus,
Anxietatem cujus nit sedare valebit.
Non, regina fides, nostro sis corde remota;
Atque meam sancto vitam diademate cinge.
Primitus et quamvis oculis obscura patescas,
Post tamen appares animae candoribus alma:
Omnia cernis aperte: nec te quidve latebit,
Et mysteria tu reseras arcana futuri.
Pectus amore inflamasti, spe, laetitiaque.
Salve, purpureus flos, inclyta Virgo Maria.
Nequicquam te cuncta potest laudare poesis:
In te soIamen, bonitas, pietasque quiescit.
Coelicolae, ac homines tibi non benedicere cessent.
Tu nostris oculis lucem studiosa dedisti,
Cum nebulosa tendebam caligine mergi,
Tu mea floribus ornasti lutulenta viarum,
Et vitiis eduxisti tutemet eumdem,
Qui, quam noscia sint, hodie sub corde revolvo:
Quocirca memor haec tibi carmina texit amanter
Nunc mea musa: licet non dulcia, neve recuses.
Suppetias mihi largitor, noctesque, diesque.
FR. GREGORIUS ARMAS A P. CONCEPTIONE
Novitius
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
DE FILIPINAS
El novenario de S. Sebastián
Ha comenzado el solemne novenario que los RR. PP. Recoletos de San Sebastián, juntamente con la Archicofradía, dedican a Nuestra Señora la Virgen del Carmen.
Muchos fieles se acercaron a la Sagrada Mesa, queriendo honrar a María, recibiendo a su
hijo en el primer día del novenario.
El templo aparecía hermosamente engalanado, poniendo de relieve el gusto verdaderamente artístico de D.ª Rosa Roxas, viuda de Zaragoza, Camarera de la Virgen del Carmen,
quien juntamente con sus hijas D.ª Carmen de Araneta y la Srta. Margarita Zaragoza, las
Srtas. Ibáñez y de Vélez, las Madres Recoletas y las alumnas de Santa Rita, se ocuparon en el
adorno del Altar y templete de la Virgen.
El Altar mayor luce un riquísimo mantel, regalo de la Sra. doña Dorotea Flores y de su
sobrina doña Balbina Flores de Reyes.
Se cantó la Misa del Maestro Ravanello, y predicó el P. Exprovincial de Recoletos Fr.
Segundo Cañas.
Habla de la primera caída de nuestros primeros padres, diciendo que al salir desterrados
del Paraíso les acompañaba la consoladora promesa del Creador, que les anuncia el futuro
advenimiento de otra Madre de los hombres, María, la excelsa mujer que reedificaría con creces lo destruido por Adán y Eva, al dar al mundo, un Salvador.
Compara a María con la aurora, diciendo que no sólo nos anunció
471
sino que también nos dio al verdadero Sol de Justicia. Dice que Jesucristo descendió del cielo
por nosotros y para nosotros, y como María vino al mundo por Jesucristo y para Jesucristo,
concluye hermosamente el orador, también nuestra Reina y señora vino al mundo por nosotros y para nosotros.
Con sabias y bellas pinceladas pinta la misericordia de María, su poder y deseo de socorrernos; como lo prueba la entrega del Santo Escapulario, magnífica expresión de su amor de
Madre. Termina su erudita oración exhortando a todos a acudir en nuestras cuitas a la virgen
del Carmen.
En la Iglesia, que se hallaba llena de fieles, vimos con satisfacción a varios marinos católicos postrados a los pies de su Excelsa Patrona. ¿Y dónde pudieran estar mejor los hijos de
mar que en derredor de la que es llamada Estrella de los mares? ¿Cómo no acudir a esa Madre, ellos que tal vez tendrán que invocarla como a su última esperanza en su primer viaje por
la inmensidad del mar?
Ayer, 21 por la tarde, se comenzó el Santo Rosario a las 6 con letanía cantada, y siguió la
Novena a la Santísima Virgen, con gozos cantados. Ocupó la sagrada cátedra el R. P. Provincial de Recoletos. Versó el sermón sobre el peligro que ocasionan las pasiones para la fe. Tema de palpitante actualidad; ya que las grandes apostasías individuales y colectivas de nuestros días, no reconocen otra causa que esa sed insaciable de placeres y goces prohibidos, para
cuyo logro, dice el orador, se sacrifica todo, incluso el alma. Con sólidos argumentos de Escritura, Santos Padres, y de historia, prueba su tesis el predicador, clamando contra las pasiones y exhortando a todos los oyentes a vivir la vida de la fe, resistiendo y venciendo las pasiones, y conservando esa luz divina de la fe, que en el tenebroso caos que se cierne sobre el
mundo, es el único faro de esperanza y de salvación.
Después del sermón entonóse a coros el Tantum ergo. Con la salve y despedida cantadas,
dieron fin los cultos del primer día.
Hoy jueves, por la noche, tendrán lugar los mismos cultos, predicando el R. P. Ángel Fabo.
Con gran brillantez y solemnidad se celebraron ayer, jueves, en la Iglesia de San Sebastián los cultos del segundo día del novenario a Nuestra Señora del Carmen. La afluencia de
fieles a todas las Misas
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rezadas y a la Misa solemne, y el número de Comuniones distribuidas atestiguan de modo elocuente la universalidad de esa simpática y tierna devoción a la Virgen Santísima del Carmen.
A los actos de la noche acudieron numerosísimos devotos. La Capilla de PP. Recoletos
hizo derroche de arte y gusto interpretando hermosas y variadas composiciones.
El Predicador, P. Ángel Fabo, trató, con el celo y entusiasmo que le caracterizan, de la
existencia de Dios, negada prácticamente por aquellos insensatos a quienes convendría que no
existiese el Dios vengador de tantos pecados como se cometen contra Él. Con toda clase de
argumentos prueba su tesis el orador, descendiendo a tratar también de la presencia divina,
cuyo ejercicio tanto bien causa a las almas.
Habla también de la divinidad de Jesucristo, y de su real presencia en la Eucaristía, entonando un himno de gracias por tan gran beneficio, como nos hizo Jesucristo al quedarse en el
Santísimo Sacramento. Invita a todos a amar a Jesucristo y a que jamás olvidemos que Dios
nos ve. Con la Reserva, Salve y Despedida terminó la solemne función.
Hoy viernes predicará el P. Víctor Oscoz.
Quinto día del novenario fue ayer y como los días anteriores la soberbia basílica del
Carmen viose concurridísima por numerosos devotos de la Santísima Virgen del Carmen,
notándose una vez más mucha mayor concurrencia de hombres que de mujeres, así en los
cultos de la mañana como en los cultos de la tarde. El día anterior había caldeado intensamente el corazón de sus oyentes el R. Padre Aurelio La Cruz, Secretario del Provincial de PP.
Recoletos, al tratar magistralmente el tema de la espiritualidad y de la inmortalidad del alma.
Puede decirse que ese fue el estreno en Filipinas del eminente literato y poeta latino P. Cruz,
que confirmó la merecida fama que goza de excelente orador entre los suyos.
Ayer, la misa de comunión general la tuvo el R. P. Jacinto Marticorena, siendo muchísimos los comulgantes así en esa como en otras Misas. A las ocho cantóse la Misa solemne,
oficiando en el altar el R. P. Martín Casi, ministrado por los RR. PP. Andrés Ferrero y Ladislao Moreno. En el coro, bajo la inteligente dirección del afamado profesor Francisco Santiago,
un buen núcleo de distinguidos
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aficionados a quienes había logrado congregar el entusiasta abogado don Ramón Zaragoza,
ejecutó magistralmente la Misa Te Deum laudamus del maestro Perosi. Y ¿cómo extrañar que
aquella hermosa partitura alcanzara tan esmerada ejecución cuando de interpretarla se encargaron las Sras. de Ventura, Pardo de Tavera, Zaragoza y Hyndman; las Srtas. de Osma, Velasco, Enríquez, Sequera, Matti, Azaola, Ojibie y Matute; y los caballeros Llamas, Carrión,
Sequera, García, Thile, González, Ayllón, y Ocampo, así como el joven tenor P. Jesús, del
Convento de Recoletos de Manila? El público, el inmenso público que se agolpaba ayer bajo
las bóvedas del hermoso templo recoletano, escuchaba absorto aquel torrente de armonía que
del coro descendía y que tan dulcemente lograba conmover a lo corazones. Al ofertorio, la
bella señora de Hyndman cantó, con el gusto y afinación que son en ella característicos, el
Ave María del profesor Santiago que la acompañó al órgano, mientras que el maestro Abdón
la acompañaba magistralmente al violín.
El sermón a cargo del R. P. Definidor Fr. Francisco Solchaga, fue una bellísima exposición de aquel conocido texto de San Bernardo, Ad Jesum per Mariam, demostrando cumplidamente el orador que sólo por María volverá el mundo a Jesucristo, ya que por mediación de
esa divina Madre se nos comunican las gracias más eficaces y se nos aplican los méritos contraídos por Jesús con su vida, pasión y muerte. Por la tarde, el R. P. Jacinto Marticorena disertó con gran claridad y notable competencia acerca de la providencia que Dios ejerce sobre
todas sus criaturas y principalmente sobre el hombre. El próximo jueves, día último de la novena, las señoritas Alumnas del Centro Escolar cantarán la Misa de las ocho, interpretando,
bajo la dirección del maestro Buencamino, la preciosa Misa de Gounod.
Cuantos ayer estuvimos en San Sebastián pudimos admirar el magnífico ornato del altar y
del templete de la Virgen del Carmen, en donde han lucido una vez más el gusto artístico que
atesora la rumbosa camarera de la Virgen, D.ª Rosa Roxas, viuda de Zaragoza, así como sus
hijas las Sra. de Araneta y la Srta. Margarita Zaragoza, quienes en unión de las Srtas. de Ibáñez y de Vélez y de las Madres Recoletas del Beaterio de Santa Rita, han sabido trocar en un
jardín, más aún, en un trozo de cielo aquel altar y aquel templete.
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Allí mismo tuvimos ocasión de admirar un magnífico mantel, ofrenda de la piadosa dama D.ª
Dorotea Flores y de su sobrina D.ª Balbina Flores.
El sexto día del Novenario dedicado a la Stma. Virgen del Carmen tuvo una nota en extremo simpática. La misa solemne fue a devoción de Doña Irene Mógica, señora devotísima
de la Virgen y que tanto se distingue por su amor verdaderamente maternal a las alumnas del
Colegio de Santa Rita. Las niñas del Colegio con unánime espontaneidad se ofrecieron a cantar la misa.
En la función de la noche predicó el R. P. Prior de San Sebastián disertando sobre el culto
debido a Dios.
Ayer, martes, el P. Francisco Echanojáuregui sentó la proposición de que fuera de la Iglesia católica no hay salvación.
La capilla de Recoletos reforzada con varios PP. Benedictinos estuvo a la altura de días
anteriores.
Mañana cómo último día del novenario se celebrará una misa a las 10 a. m.
Digno coronamiento del solemnísimo Novenario celebrado en honor de la Virgen del
Carmen fue la magna función celebrada el último día de la novena de que hemos venido dando cuenta a los lectores de La Defensa.
Los devotos de la Virgen, queriendo, por decirlo así, ofrendar a María en ese día todos
los amores y anhelos de su corazón, llenaron materialmente el artístico templo. Las comuniones distribuidas fueron tan numerosas, que apenas si se distinguió la Misa de Comunión general de las demás Misas rezadas, pues en todas se acercaron infinidad de fieles al Banquete
Sagrado.
La grandiosa Misa de Gounod fue escrupulosa y magistralmente cantada por las 70 Señoritas del Centro Escolar, que voluntariamente se ofrecieron a rendir ese homenaje de devoción
y amor a la Virgen del Carmen en el solemne día de su fiesta. Un diluvio de notas musicales,
cascadas gigantes de armonía, compases de enérgicos «fortes», o de rumorosos y suaves «morendos», ramilletes de dulces melodías, todo eso y mucho más admiramos en las cristianas y
religiosas artistas, que en ese día se superaron a sí mismas.
La Srta. Isabel Estrada cantó durante el Ofertorio un Ave María, compuesta por el Señor
Buencamino. La cantante hizo verdaderas
475
filigranas con su privilegiada voz, derrochando arte y gusto en la inspiradísima obra. Reciba
en unión del inspirado compositor nuestra entusiasta felicitación que hacemos extensiva a
todas las Señoritas que tomaron parte en la interpretación de la Misa. La Virgen del Carmen
premie a todas su labor.
El sermón estuvo a cargo del P. Aurelio Lacruz, Secretario Provincial de Recoletos. Su
bello discurso fue un himno de triunfo al Sto. Escapulario. Dice que la sagrada prenda de
María es nuestra salvación en los peligros de la vida, en la hora le la muerte, y nuestra Abogada en el Purgatorio. En párrafos elocuentes, que respiran unción evangélica y amor a Maria,
va desarrollando su tesis el orador, escuchándole el numeroso auditorio con marcado interés y
atención creciente. Habla del consuelo y confianza que inspira el Sto. Escapulario en los últimos momentos de la vida; y pinta con tan vivas y conmovedoras pinceladas la muerte del
soldado en los campos de batalla, que arrancan abundantes lágrimas a los oyentes, profundamente conmovidos. Defiende al Sto. Escapulario de los ataques del racionalismo y otros enemigos, y con irrefutables argumentos prueba la inconsecuencia y falta de lógica que en esos
ataques se descubre, hijos no del sincero raciocinio, sino del odio a todo lo que respira algo
del sobrenaturalismo cristiano. «Que respeten, dice el predicador, el amor y veneración que
profesamos a un recuerdo, a una prenda de nuestra Madre; que nunca les haremos nosotros la
injuria de pensar que ellos miran con indiferencia un objeto, un recuerdo cualquiera de su
madre. El mutuo amor de una madre y un hijo, por ser sagrados, deben ser intangibles». Termina el orador poniendo su confianza en María para la salvación del mundo, y dirigiendo sentidísima y tierna plegaria a la Madre de Dios y de los hombres. Reciba el P. Aurelio, por su
hermosa oración, nuestra felicitación sincera y cordial.
Al terminar la Misa fueron muchísimos los devotos que acudieron a la portería del Convento para que se les impusiera el Escapulario; esa enseña gloriosa de María que cada día
cuenta con más cofrades, debido al celo desplegado por los PP. Recoletos, incansables cuando
se trata de honrar a la Santísima Virgen del Carmen.
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La procesión
Por la tarde y a la hora anunciada tuvo lugar la magna procesión que fue la manifestación
espléndida de amor y devoción a la Virgen del Carmen. La masa ingente de fieles se dividió
en dos interminables filas, formadas por personas de todo sexo, estado y condición; y llevando muchas, muchísimas, adornado su pecho con el Santo Escapulario. La devota Archicofradía del Carmen exteriorizó una vez más el amor que siente por las glorias de su excelsa Patrona. Las niñas del Colegio de Santa Rita formaron también en el gran ejército de Cruzadas del
Santo Escapulario; a la que también mandó nutridísima representación el Centro Escolar. Que
la Santísima Virgen premie su asistencia y devoción.
La encantadora imagen de la Virgen del Carmen se paseó triunfal, en rica carroza de oro,
flores y luces; y, en el largo itinerario que recorrió la procesión, recibió como Madre y Reina
los homenajes de reverencia y amor de sus hijos, que se descubrían o arrodillaban devotos
murmurando una plegaria. Desde muchos balcones y ventanas arrojaban flores al pasar la
sagrada imagen.
La concurridísima procesión puede calificarse de verdadero triunfo para la Bella flor del
Carmelo, que de seguro no dejará sin galardón ni uno solo de los obsequios que recibió de sus
devotos en ese solemne día de su triunfo.
A las dos horas y media después de haber salido, entraba la procesión en la Basílica de
San Sebastián. Con la Salve y despedida cantadas terminaron los actos religiosos del Novenario. Al siguiente día se cantó solemne Misa de Requiem por los cofrades difuntos.
Como detalle curioso y altamente consolador, podemos afirmar con seguridad que las
comuniones distribuidas durante el Novenario han llegado a 5.300. Que la Stma. Virgen derrame los tesoros de sus gracias y misericordias sobre todos, a fin de que en cada corazón tenga un trono, donde impere como Reina y Madre.
Motivo de satisfacción es para nuestro periódico poder reseñar las fiestas celebradas en
honor de la Dulce Estrella de los Mares, y de poder aplaudir el entusiasmo desplegado por
cuantos amantes de la Virgen han tomado parte en dichas fiestas y contribuido a hacerlas todo
lo solemne que han resultado.
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EL CANTAR DE LA CIENCIA Y DE LA HISTORIA
(Conclusión)
Proverbio fijo
Que solo enseña la virtud sincera
Y el verbo de Platón, aquel divino
Talento quo pudiera ser cristiano,
Si no fuera gentil, por peregrino,
Fijó en sus mentes el final destino
Del mundo que creó Dios soberano.
Las leyes del imperio y de la ciencia;
Las leyes del pensar y la conciencia;
La ciencia del arcano y de la vida;
Los himnos del altar;
La ciencia de los astros escondida;
Las dulces Odas del divino Apolo;
Las áureas napeas del Pactolo;
Las cántigas del mar;
Las lides del amor y la hermosura;
Las bellas dichas de la mente pura;
Los trágicos misterios de Caronte;
Las glorias del valor;
Junto al Ischio, al lurotas y el Oronte,
De pámpanos y rosas coronados,
Y en mármoles y bronces consagrados,
Les contaba un pastor.
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Y un día se volvieron a sus lares
Los hijos de las selvas seculares
Vestidos de sedoso y blanco lino,
De ciencia y de virtud.
Y apoyando el bordón del peregrino,
O enjugándose el agua de los mares,
Entonaron los dilficos cantares
Bajo el amplio dosel del viejo encino
Que vio su juventud.
Y otro día se alzó radiante y bella
Cartago, la gentil, como una estrella,
Bajo un cielo cargado de esplendores
Que a Grecia emularán.
Y alzó Roma su voz a los espacios,
Trocados en tribunos sus pastores,
Y sus chozas en templos y palacios
Que al mundo asombrarán.
Y a la voz de Catón y de Tarquino
De Septimio Severo y Enio Craco,
De Cuco Scipión el numantino,
Proyectaron meter el mundo a saco
Con su esfuerzo viril.
Y a favor de la luz de su destino
Se elevó una República hasta el cielo;
La primera República del suelo
Religiosa y civil.
Que era estrecho rincón a su ardimiento
La modesta visión de sus colinas;
Y el pueblo que empezó por las Sabinas,
La Italia sometió a su mandamiento
Y abrió sobre la esfera su compás.
Y otro día los hijos de la Loba,
Sintiendo el aguijón de su fortuna
Robáronse la tierra, como roba
Tigre hircano y cruel, sin hambre alguna,
Por su furia y su fuerza y nada más.
¿Quién superó a este pueblo en su grandeza
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cuando Minerva desplegó sus alas
Sobre el alto y adusto Quirinal?
Quien primero fue pies, hoy es cabeza,
Quien fue al Oriente a mendigar sus galas,
Hoy en gala y poder no tiene igual.
Robó la ciencia, celestial tesoro;
Robó las artes, divinal encanto;
Robó las leyes, inmortal decoro;
Robó los dioses del Olimpo santo,
Y a sus templos y plazas los llevó.
Robó a Cartago, la gentil matroma,
Nueva Atenas del sur, nuevo Parnaso;
La que el curso del héspero eslabona
Desde el orto del sol hacia el Ocaso,
Como un diamante que del sol cayó.
Todo sirvió a su intento de rapiña;
De todo hizo el poder razón de Estado,
Reñir era preciso, y de la riña
Salía encadenada una Nación.
Cartago sucumbió porque era fuerte;
Por rica España y Galia por hermosa.
Que todo en buena presa se convierte
Cuando es fuerte la mano del ladrón,
Jugó Roma al azar al mundo entero
Y el mundo se perdió de la mohatra;
Metió al juego valor, fuerza y dinero
Y hasta al amor jugó con Cleopatra;
Y el Egipto llevóse en el azar.
Que esta vez fracasó de todo en todo
La fábula del «Amor venciendo a Marte».
Venció Marte al Amor; y de tal modo
Que con Venus y todo de su parte,
Venus y Amor hundiéronse en el mar.
Restaba a su ambición Grecia divina
A quien debió algún día su fortuna,
Y porque era tan bella y peregrina,
No viendo que robarle cosa alguna,
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De un lance le quitó la libertad,
Que era mucha razón el ser divina
Para ser prisionera y desgraciada;
Y estando como estaba enamorada
Del ilustre vencido en Salamina,
Era justa su injusta adversidad.
Las águilas vencieron las naciones,
Apurar las razones no es preciso;
Que el destino es un libro sin razones;
la cosa sucedió como Dios quiso,
Y ésta es una razón fundamental,
Mas si fuera preciso hacer conciencia,
De alguna causa de su impar fortuna;
Dos son clara razón de su opulencia;
La ciencia y la virtud: Virtud y ciencia,
Ellas son su razón sin duda alguna.
La Historia es una misma y siempre igual
Que era el tiempo en que el águila romana
Llevaba bajo el sol de sus pendones
La ciencia y la virtud de las naciones
Que fueron sus oráculos de ayer.
Y como ellas reinaron las primeras
En el curso ordenado de la historia;
Al venir otras razas y otras eras,
Perdieron su brillante ejecutoria
Y a otras manos vinieron a caer.
Así el Egipto suplantó a la Siria;
La Grecia llevó a Egipto sus pendones;
Cartago robó a Grecia sus blasones,
Y el romano con todas embistió.
Y al rodar las esferas y las cosas,
Rodó al suelo aquel hijo de Mavarte,
Y un diluvio de bárbaros del Norte
Sobre el inmenso muerto se arrojó.
Los Bárbaros su presa devoraron,
En cien pedazos el Imperio roto;
Y al cesar de la orgía el alboroto,
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De aquel caos saltó una inmensa luz
Fue otra nueva explosión, un nuevo génesis
Del mundo de la vida y de la historia,
De aquella horrenda bacanal de Némesis
Saltaba una explosión de luz, de gloria
Bajo los santos brazos de la Cruz.
………………………………………
Salud Atila, Crasto, Clodoveo,
Genios de la hecatombe y de la ruina:
Vuestros nombres son astros.
La divina
Diestra de sus tesoros os sacó.
Vuestra lanza fue el dedo del destino
Que el hondo porvenir llamó a la tierra,
Y a la luz del incendio y de la guerra,
El destino del mundo se cumplió,
La mano que os lanzó sobre el camino
Fue la misma que enciende las estrellas;
La mano que revuelve el torbellino
Y anima el fuego astral de las centellas
De oscura tempestad.
Vosotros fuisteis el turbión que azota:
La vorágine audaz, rauda y violenta;
Fuisteis el huracán y la tormenta
Y el trueno que los cielos alborota
Y va a la inmensidad.
Cayó el Romano Imperio a vuestro empuje,
Y al rudo batallar de vuestros brazos,
Saltó el eje del mundo hecho pedazos.
No preguntéis al báratro que ruge:
¿Qué viene de ti en pos?
Mirad al porvenir, hacia el oriente,
Por donde el sol del mundo
Nueva luz, nueva vida, nueva gente.
Son la Europa gentil que se adelanta
Caminando a la luz eternamente
Hasta que al bajo mundo vuelva Dios.
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UT DEUM AUGUSTINUS DOCEAT QUAERENDUM
(Continuación)
Quarto, creaturae Dei quaedam vestigia sunt, quae sequentes, ejus, qua fieri potest, aliquam notitiam cousequuntur, de quibus Augustinus: «In his rebus, quae infra nos sut, quoniam et ipsa nec aliquo modo essent, nec aliqua specie continerentur, nec aliquem ordinem ve
appeterent vel tenerent, nisi ab illo facta essent qui summe est, qui summe sapiens est, qui
summe bonus est: tamquam per omnia quae fecit mirabi!i stabilitate currentes, quasi quaedam
ejus alibi magis, alibi minus impressa vestigia colligamus: in nobis autem ipsis imaginem
contuentes, tanquam minor ille evangelicus filius ad nosmetipsos reversis surgamus, et ad
illum redeamus, a quo peccando recesseramus» (De civ. Dei. c. 28). Pulchre autem doctor
nosier Augustinus, non tantum creaturas vestigia nominavit Dei tanquam praeteriti, sed etiam
Dei nutus appellavit, quibus praesens taciteque omnibus intelligentibus innuat: sic enim ait:
«O suavissima lux purgatae mentis sapientia: non enim cessas innuere nobis, quae et quanta
sis. Et nutus tui sunt omne creaturarum decus: Artifex enim quodammodo innuit spectatoris
operis sui de ipsa operis puichritudine, ne ibi totus haereat, sed speciem corporis fabricati sic
percurrat oculis, ut in eum qui fabricaverit recurrat affectu» (De lib. arb. 1. 2. c. 16).
Quinto: creaturae sunt specula, in quibus Deus relucet. Sicut enim in patria Deus est quasi
speculum, in quo relucent creaturae,
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sic in via e converso creaturae sunt speculum, quo Creator videtur. Unde Apostolus: «Videmus», inquit, «nunc per speculum in aenigmate» (Cor. 13). Item: «Invisibilia Dei, per ea quae
facta sunt intellecta conspiciuntur» (Rom. 1). Hinc Augustinus explicans Davidicum illud:
«Meditatus sum in omnibus operibus tuis» (Ps. 142), «Crealura tua,» inquit, «speculum mihi
facta est: quaesivi in opere artificem, et in conditis omnibus Conditorem» (In Psalm.) «In quibus,» ut alibi docet, «non illa sed ille animo ejus placuit. Longum est, ait, commemorare diligentiorern considerationem omnium rerum. Quis illam explicet? Tamen qui oculos habent,
multa vident: cum viderint, placent; cum placuerint, laudantur: non quidem ipsa tanquam ipsa,
sed iIle qui fecit: ita omnia laudant Deum» (In Ps. 148). Alibi rursus: «Quaecumque propter
te placent, tu in eis complaces: et quae per spiritum tuum placent nobis, tibi placent in nobis.
Aliud est, ut quod bonum est videat homo, quia bonum est. Sicut multis tua creatura placet,
quia bona est; quibus tamen tu non places in ea, unde frui magis ipsa, quam te volunt. Aliud
autem, ut cum aliquid videt homo, quia bonum est, Deus in illo videat quia bonum est, ut scilicet ille ametur in eo quod fecit; quia non amaretur nisi per Spiritum Sanctum, quem dedit»
(Conf. l. 3, c. 31). Modus autem videndi Deum in speculo creaturarum, hac similitudine utcumque explicari potest. Quemadmodum is, qui ante speculum constitutus, penes se habet
hominem cujus in eodem in speculo cernit vultum, licet ipsum in se non videat: satis tamen
hoc est, ut inde veram illius intra se formet imaginem: ita ut, si illi occurrat, dicere possit: hic
vir est ille, quem in speculo vidi. Non secus, licet Deus stet post parietem carnis nostrae,
prospiciens per cancellos creaturarum: quia tamen illaemet specula sunt, in quibus divinitatis
radii repraesententur, illarum adminiculo possumus conceptum aliquem magnitudinis illius
formare.
Ut porro in certa inquisitione pergamus, sexto considerandum creaturas nomini pio esse
scalas, quibus ad Deum gradatim ascenditur. Designabat hoc mystica illa scala Patriarchae
Jacob in somnis otensa, quae a terra ad caelum usque protendebatur, eique superne Deus incumbebat. Quid enim ipsa conditarum rerum, quarum varii sunt ordines et series, aliud est,
quam totidem gradus,
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quibus ab imo terrae ad caelum usque, ipsiusque caeli et terrae Conditores aditus patet? Sciscitatur apud Augustinum quispiam: «Ubi sunt scalae? Tanta enim intervalla conspicimus inter
caelum et terram, tantam separationem, et tanta spacia locorum? Illae volumus ascendere, et
scalas nin videmus» (In Ps. 122). «Verum frustra haec quaerela et quaestio: ipse enim sapientissimus Deus in suis operibus a terra ad caelum usque diffusis, has nobis scalas erexit, ut per
eas ab inferis ad supera, ab imis ad summa progrederemur». «Creaturis», sit Augustinus,
«tanquam tabula in fluctibus neque abjiciendo tanquarn onerosas, neque amplectendo quasi
fundatas, sed tantum utamur tanquam gradibus quibusdam quibus inhaereamus Deo» (De
música. l. 6, c. 11). Unde alibi quoque monet: «Utamur gradibus, quos nobis divina providentia fabricare dignata est» (De cera relig. c. 50). Et revera nos exules filii Evae, scalis his indigemus, ut ex valle lacrymarum, et quamdiu peregrinamur a Domino, ad patriae nostrae Patrisque Dei notitiam adscendamus. Quomodo autem haec fit ascensio? «Non pedibus», ait Augustinus, «non scalis, non pennis: et tamen si interiorem hominem attendas, et pedibus, et
scalis, et pennis. Nam si non pedibus, quomodo dicit homo interior: Non veniat mihi pes superbis?» (Ps. 35). «Si non scalis, quid sunt quas vidit Jacob, ubi erant ascendentes AngeIi et
descendentes? (Gen. 28). Si non pennis, quis est qui dicit: Quis dabit mihi pennas, sicut columbae, et volabo et requiescam?» (Ps. 54). «Sed in rebus corporalibus aliud sunt pedes, aliud
pennae. Intus autem et pedes et scalae, et pennae affectus sunt, et bonae voluntates. His ambulemus; his ascendamus; his volemus» (In Ps. 38). «Quod autem modum spectat, non haerendum in gradibus, non sistendum in creaturis, sed, ut idem monet Augustinus, a visibilibus ad
invisibilia, et a temporalibus ad aeterna conscendendum. Non enim frustra et inaniter intueri
oportet pulchriludinem coeli, ordinem siderum, candorem lucis, dierum et noctium vicissitudines, lunae menstrua curricula, anni quadrifariam temperationem quadripartitis elementis
congruentem, tam vim seminum, species numerosque gignentium, et omnia in suo genere
modum proprium naturamque servantia, in quorum consideratione non vana et peritura curiositas exercenda est, sed gradus ad inmortalia et semper permanentia faciendus» (In Psalm.).
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Luculentum ex eodem Augustino paradigma lubet hic velut in quodam theatro exhibere.
Sanctum autem hunc Patrem nostrum et Magistrum artis quaerendi Deum penitissimum cum
beatissima Matre sua Monica in campum producemus, qui cum jucundissirno spectaculo mentes nostras, ut equidem arbitror, oblectabunt, suoque exemplo Deum quaerere edocebunt. Sed
non alio quam ipsius Augustini hoc exprimendum penicillo et sermone. «Inminente», inquit
(Conf. l. 9, c. 10), «die, quo ex hac vita erat exitura, Mater Monica, provenerat, ut ego et ipsa
soli staremus incumbentes ad quamdam fenestram, unde hortus intra domum, quae nos habebat, prospectabatur, illic apud Ostia Tyberina, ubi remoti a turbis post longi itineris laborem,
instaurabamus nos navigationi. Colloquebamur ergo soli valde dulciter, et praeterita obliviscentes, in ea quae ante sunt extenti, quaerebamus inter nos apud praesentem veritatem, quod
Tu es, qualis futura esset vita aeterna sanctorum, quam nec oculus vidit, nec auris audivit, nec
in cor hominis ascendil. Sed inhiabamus ore cordis in superna fluenta fontis tui, fontis vitae,
qui est apud Te, ut inde pro captu nostro aspersi quoquo modo rem tantam cogitaremus.
Cumque ad eum finem sermo produceretur, ut carnalium sensuum delectatio quantalibet, in
quantalibet luce corporea, prae illius vitae jucunditate, non comparatione, sed neque commemoratione quidem digna videretur: erigentes nos ardentiore affectu in idipsum, perambulavimus gradatim cuncta corporalia, et ipsum coelum, unde sol et luna et stellae lucent super terram. Et adhuc ascendebamus interius cogitando et loquendo de Te, et mirando opera tua: et
venimus ad mentes nostras, et transcendimus eas, ut attingeremus regionem ubertatis indeficientis, ubi pascis Isräel in aeternum veritatis pabulo; et ubi vita sapientia est, per quam fiunt
omnia ista, et quae fuerunt, et quae futura sunt: et ipsa non fit, sed sic est, ut fuit, et sic erit
semper, cum potius fuisse et futurum esse non est in ea, sed esse solum, quoniam aeterna est.
Nam fuisse et futurum esse, non est aeternum. Et dum loquimur et inhiamus illi, attingimus
eam modice toto ictu cordis; et suspiravimus et reliquimus ibi religatas primitias spiritus, et
remeavimus ad strepitum oris nostri, ubi verbum et incipitur et finitur. Et quid simile verbo
tuo Domino nostro in se permanenti sine vetustate, atque innovanti
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omnia?» Ecce per quas vias, per quos gradus ad Deum conscenderint. Nunc porro vide, ut
penitius indagaverint, quidnam aut quale hoc esset, quod deprehendissent. «Dicebamus ergo:
si cui sileat tumultus carnis, sileant phantasiae terrae et aquarum et aëris. Sileant et poli, et
ipsa sibi anima sileat, et transeat se, non se cogitando. Sileant somnia et imaginariae revelationes, omnis lingua et omne signum, et quidquid transeundo fit, si cui sileat omnino: Quoniam si quis audiat, dicunt haec omnia: Non ipsa nos fecimus, sed fecit nos, qui manet in aeternum. His dictis, si jam taceant, quoniam erexerunt aurem in eum qui fecit ea, et loquatur
ipse solus, non per ea, sed per seipsum; ut audiamus verbum ejus, non per linguam carnis,
neque per vocem Angeli, nec per sonitum nubis, nec per aenigma similitudinis, sed ipsum
quem in his amamus sine his audiamus. Sicut enim extendimus nos, et rapida cogitatione attingimus aeternarn Sapientiam super omnia manentem, si continuetur hoc, et subtrahantur
aliae visiones longe imparis generis, et haec una rapiat et absorbeat, et recondat in interiora
gaudia spectatorem suum; ut talis sit sempiterna vita, quale fuit hoc momentum intelligentiae,
cui suspiravimus. Nonne hoc est; Intra in gaudium Domini tui? Et istud quando? An cum omnes resurgemus, sed non omnes immutabimur?»
Brevis haec sacrae contemplationis descriptio. Quaeris autem quo fructu instituta? Quo
emolumento finita? Praeter inexplicabile illud quod conmemoratum est gaudium, omnium
mundanarum in cordibus eorum exortum est fastidium. Audi enim quid subjiciat: «Illo die,
cum talia loqueremur, et mundus iste nobis inter verba viIesceret, cum omnibus delectationibus suis; tunc ait illa: Fili, quantum ad me attinet, nulla jam re detector in hac vita. Quid hic
faciam adhuc, et cur hic sim, nescio, jam consumpta spe hujus saeculi» (Ibid.).
Quam modo spectavimus Augustini Matrisque ejus elationem saepius sacer ille Antistes
resumpsit. Tantam enim in ea piae castaeque oblectationis invenit copiam, ut ea non videretur
unquam posse satiari. Raptus proinde captusque Dei amore, suo stilo repetitam illam describit. Unde priorem, quam jam attulimus latius fusiusque prosequens, illius quamdam explicationem et veluti commentarium
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exhibet. Quam sane hic ad imitationis exemplum juverit proposuisse.
Primo igitur, quid quaerat, quid amet, cum Deum quaerit, cum Deum amat, inquirit.
«Quid igitur», inquit, «amo, cum Te, Deus meus, amo? Non speciem corporis, nec decus temporis, non candorem lucis, ecce istis amicum oculis; non dulces melodias cantilenarum omnimodarum, non forum et unguentorum suaveolentiam; non manna et mella, non membra
acceptabilia carnis amplexus. Non haec amo, cum amo Deum meum, et tamen amo quamdam
lucem, et quamdam vocem, et quemdam odorem, et quemdam cibum, et quemdam amplexum
cum amo Deum meum Iucem, vocem, odorem, cibum, amplexum interioris hominis mei: ubi
fulget animae meae quod non capit locus; et ubi sonat quod non rapit tempus; et ubi olet quod
non spargit flatus; et ubi sapit quod non minuit edacitas; et ubi haeret quod non divellit satietas: hoc est quod amo, cum Deum meum amo» (Conf. l. 10).
Secundo, latissimos hujus mundi ingressus campos singulas elementorum regiones pervagatur, et ex coviis quibusque percunctatur, num Deum sint. «Interrogavi», ait, «terram, et
dixit: Non sum: et quaecumque in eadem sunt, idem confessa sunt. Interrogavi mare et abyssos, et reptibilia animarum vivarum, et responderunt: «Non sumus Deus tuus: quaere super
nos. Interrogavi auras stabiIes, et inquit universus aër cum incolis suis; Fallitur Anaximenes,
non sum Deus tuus. Interrogavi caelum, solem, lunam et stellas; neque nos sumus Dens quem
quaeris, inquiunt. Et dixi omnibus his quae circurnstant fores carnis meae: Dicite mihi de Deo
meo, quod vos non estis, dicite mihi de illo aliquid. Et clamaverunt voce magna: Ipse fecit
nos. Interrogatio mea, intentio mea, et responsio eorum» (Ibid.).
Tertio, ab illa externarum rerum multitudine se deinde abducens, ad seipsum interius
conversus, in eodem pergit examine. «Et diregi me ad me, et dixi mihi: Tu quis es? Et respondi: homo. Et ecce corpus et anima, in me mihi praesto sunt, unum exterius, et alterum interius.
Quid horum est, unde quaerere debui Deum meum, quem jam quaesieram per corpus a terra
usque ad coelum, quousque potui mittere nuntios radios oculorum meorum? Sed melius, quod
interius est. Ei quippe renunciabant omnes nuntii corporales,
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praesidenti et judicanti de singulis responsionibus caeli et terrae, et omnium quae in eis sunt
dicentium: Non sumus Deus, sed ipse fecit nos. Homo interior cognovit haec per exterioris
ministerium; ego interior cognovi haec, ego animus per sensus corporis mei» (Ibid.).
Quarto, a corpore in quo Deum non invenit, ad animam introgressus, indagat num ibi
Deum inveniat. «Quid,» inquit, «amo, cum Deum meum amo? Quis est iIle, super caput animae meae? Per ipsam animam meam ascendat ad illum. Transibo vim meam, qua haereo corpori, et vitalem compagem ejus repleo. Non ea vi reperio Deum meum; nam reperiret equus et
mulus, quibus non est intellectus; et est eadem vis, qua vivum etiam eorum corpora. Est alia
vis non solum qua vivifico, sed etiam qua sensifico carnem meam, quam mihi fabricavit Dominus, jubeas oculo, ut non audiat, et auri ut non videat: sed per quem videam; huic per quam
audiam; et propria singillatim caeteris sensibus sedibus suis, et officiis suis, quae diversa per
eos ago, unus ego animus. Transivi et istam vim meam; nam et hanc habet equus et mulus,
sentiunt enim etiam ipsi per corpus» (Ibid. c. 7).
Quinto, relicta vegetatrice et sensitiva anima, ad rationalem pergit, et memoriae densissimam silvam ingressus, singula ejus lustrat, excutitque latibula. «Transibo», ait, «et istam
vim naturae meae, gradibus ascendens, ad eum qui me fecit cum ea, et venio ad campos et lata
praetoria memoriae meae, ubi sunt thesauri innumerabilium imaginum de hujusmodi rebus
sensis invectarum. Ibi reconditum est, quidquid etiam cogitamus, vel augendo, vel minuendo,
vel utcumque variando ea quae sensus attigerit, et si quid aliud commendatum et repositum
est, quod nondum absorbuit et sepelivit oblivio. Ibi quando sum, posco ut proferatur quidquid
volo, et quaedam statim prodeun, quaedam requiruntur diutius, et tanquam de abstrusioribus
quibusdam receptaculis eruuntur; quaedam catervatim se proruunt, et dum alius petitur et
quaeritur, prosiliunt in medium quasi dicentia; Non forte nos sumus? Et abigo ea manus cordis a facie recordationis meae, donec enubiletur illud quod volo, atque in conspectu prodeat
ex abditis» (Ibid. c. 8). Et ecce quae tandem adjungit. «Per haec omnia discurro, et volito, hac
atque illac, penetro etiam quantum
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possum, et finis nusquam. Quid igitur agam, Tu vera mea vita Deus meus? Transibo et hanc
vim meam, quae memoria vocatur, transibo eam, ut perveniam ad te dulce lumen. Transibo,
volens Te attingere unde attingi potest; et inhaerere Tibi, unde inhaerere Tibi potest. Transibo
et memoriam; et ubi Te inveniam, vere bona et secura suavitas? Et ubi Te inveniam? Ecce
quantum spaciatus sum in memoria mea, quaerens Te, Domine, et non Te inveni extra eam»
(Ibid.).
Sexto, tandem ubi post longam inquisitionem, praedam assecutus sit, hunc in modum
brevissime aperit: «Ubi ergo inveni Te, ut discerem Te, nisi in Te supra me? Et nusquam locus, et recedimus et accedimus, et nusquam locus» (Ibid. c. 16). Quid porro sit invenire Deum
in se, supra se, alio loco clarius explicat. «Intravi in intima mea, duce Te, et potui, quoniam
factus es adjutor meus. Intravi et vidi qualicumque oculo animae meae, supra eumdem oculum animae meae, supra mentem meam, lucem Domini incommutabilem; non hanc vulgarem
et conspicuam omni carni, nec quasi ex eodem genere. Grandior erat, tanquam si ista multo
multoque clarius claresceret, totumque occuparet magnitudine. Non hoc illa erat, sed aliud,
aliud vere ab istis omnibus. Nec ita erat supra mentem meam, sicut oleum super aquam, nec
sicut coelum super terram, sed superior, quia ipsa fecit me; et ego inferior, quia factus sum ab
ea. Qui novit veritatem, novit eam; qui novit eam, novit aeternitatem. Charitas novit eam. O
aeterna veritas et vera charitas, et chara aeternitas. Tu es Deus, meus; Tibi suspiro die ac nocte, cum Te primum cognovi, Tu assumpsisti me, ut viderem esse quod viderem, et nondum
me esse viderem» (L. 7, c. 10). Sed quanta cordis exultatio, quanta mentis jubilatio, tunc subito Augustino oborta est, cum brevissimo licet spatio ei benigne indultum fuit Deum in se
reperire, et decore ejus tantisper perfrui. Dicere poterat: «Inveni quem diligit anima mea: tenui eum, nec dimittam» (Cant. 3).
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
CRÓNICA DE CARACAS (VENEZUELA)
Nuestra reducida iglesia hase visto en todos los días de este bendito mes de Mayo llena,
muy llena de almas, de María muy amantes, quienes presurosas acudían, sin duda, atraídas
por los encantos de la más pura e inmaculada, de esos encantos que Élla hacía muy presentes
a esas almas, y llamadas dulcemente por las bellezas de su sagrada Imagen que, en altar muy
sencillo por cierto, pero muy grave y majestuoso y rodeada de luces y flores, parecía destacarse de una gruta formada por níveas gasas y cerúleo manto.
Nosotros, los que cuidamos del culto de nuestra Iglesia con un celo e interés propios de
los hijos de la Madre del Consuelo, pusimos todo empeño en que el mes de María fuese celebrado cual a Élla convenía y conforme lo pedían la piedad, el amor y el entusiasmo de los
fieles: para esto, pusimos en ello toda nuestra alma, todo nuestro espíritu, nuestro ser todo.
Y... ¡Dios sea bendito y glorificada María!… el mes de Mayo en nuestra iglesia no ha ido en
zaga al mes de María en las iglesias de esta capital.
Con muy buen acierto, nuestro Superior, el R. P. José Ibáñez, siguiendo la costumbre que
priva en esta capital, distribuyó entre grupos de piadosas personas las semanas del mes. En
elogio de ellas diremos que no sabemos cuál haya quedado mejor; pues el entusiasmo de cada
una de ellas no admitía superioridad. Dios les pague cuanto hicieron.
Dejado así, a cargo de esas personas, el adorno y demás cosas necesarias del mes de Mayo, dicho se está, por nuestra parte no había que hacer más que realzar esos actos con nuestra
activa cooperación,
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la que pusimos, y muy entusiasta, y de un modo singular en la predicación de las glorias de
María.
Predicó el R. P. José Ibáñez, los días 6, 23 y 31, día éste de la Coronación; el R. P. Julián
Moreno, los días 8 y 16; el R. P. Pablo Martínez, los días 13, 20 y 27, y el que suscribe, los
días, 1, 9 15 y 30.
Gratos recuerdos ha dejado este mes en las almas devotas de María, mucho entusiasmo
en los afectos del siempre glorioso hábito agustiniano, y ánimos muy laudables en nosotros,
para seguir conquistando almas para Dios y aumentar la estimación —muy mucha que ya se
tiene— hacia los agustinos Recoletos.
Dentro del mes de María tuvieron lugar en nuestra iglesia algunas muy simpáticas y
pomposas fiestas. Fueron éstas: la de nuestra madre Santa Mónica el día 4, con misa solemne,
de terno, y sermón a cargo del R. P. Julián Moreno; el primer viernes, con exposición del
Santísimo durante todo el día; la Ascensión del Señor con misa solemne de terno; la de Santa
Rita con misa del mismo modo que las anteriores y sermón a cargo del R. P. Julián Moreno;
la de María Auxiliadora, patrona de la iglesia, con misa solemne de terno y sermón por el que
suscribe.
Con la predicación de las glorias de María cooperaron nuestros religiosos a la solemnidad
de los cultos del mes de María en otras iglesias. El día 9 predicaba el R. P. Julián Moreno en
la parroquia de la Candelaria; el 12 en la Pastora; el 11 en el Valle, pueblo cercano a Caracas,
y el 23 en San José del Ávila. El que suscribe predicó así mismo, el día 7 en la parroquia de
Santa Teresa; el 16 en la misma; el 23 en el Asilo de La Providencia; el 31 en Rincón del Valle, pueblo próximo a Caracas, con motivo de la Coronación de la Virgen, y con el mismo
motivo el día 1 de Junio en el Amparo Infantil de esta capital.
¡Gloria a Dios y honor a nuestro santo hábito!
FR. DAMIÁN CASTRESANA ALONSO DE S. AGUSTÍN
A. R.
Caracas, 2 de Junio de 1920
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
ECOS DE FILIPINAS
1
Semana Santa
Como señal inequívoca y prueba palpable del sentimiento religioso que conserva el pueblo filipino, anota la prensa de Manila la grandiosa manifestación de fe, que con motivo de las
funciones de Semana Santa, todos hemos presenciado. Concurridísimas, en efecto, se han
visto las iglesias; cautivando poderosamente la atención la visita a los Monumentos el día de
Jueves Santo, pudiéndose afirmar sin exageración que todos los fieles de Manila desfilaron en
ese día por nuestras iglesias, hasta el punto de haber necesidad de despedir, a altas horas de la
noche, a muchas personas que aún continuaban orando en los templos. Como detalle significativo y consolador a la vez, apuntamos el hecho de no haberse apenas ocupado los carruajes
en esos días.
La procesión del Domingo de Ramos, que salió de nuestra iglesia de San Nicolás, se distinguió por el orden, devoción y concurrencia. Momentos antes de salir, predicó por vez primera ante un público numeroso el R. P. Ladislao Moreno. Suelto y con serenidad, libre y con
agradable entonación, pronunció un sermón bien compuesto y muy bien dicho. También el R.
P. Manuel Gómara nos sorprendió
1
Hubiera sido mi deseo dar principio a los trabajitos que desde estas Islas pienso enviar para nuestro BOLETÍN,
con las impresiones recibidas durante mi viaje a Filipinas, y las recibidas también en Provincias, al girar la
Santa Visita Provincial; pero hasta ahora me ha sido imposible ampliar los apuntes y notas de viaje. Si no
me falta humor y me sobra tiempo, lo haré más tarde.
493
agradablemente al predicar su primer sermón en esos días, para el que tuvo la prensa expresiones y juicios laudatorios, por su hermosa composición y un como tinte de agradable sentimiento, del que estuvo impregnada su bella oración. Felicitamos cordialmente a los dos Padres.
A las seis de la tarde salió la procesión, recorriendo el itinerario que señalaba el programa. En el trayecto recorrido, agrupábanse cientos de transeúntes que se descubrían religiosamente o se arrodillaban devotos. Dos largas e interminables filas de fieles de toda edad y sexo
hacían la corte con luces en las manos a las nueve imágenes o Pasos, que eran llevados en
andas y carros triunfales. En los balcones y ventanas de las calles recorridas se veían también
infinidad de caprichosos farolillos. La Capilla de nuestro Convento formaba dos grupos, yendo el primero tras la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, cantando a voces solas el Miserere de Eslava. La numerosa hermandad de Jesús Nazareno, formada, y con las insignias en
el pecho seguía a la Sagrada imagen, e iba presidida por el P. Custodio o P. Prior del Convenio. El segundo grupo de cantores formó detrás de la Dolorosa, cantando el Stabat Mater,
compuesto por el R. P. Nicasio Rodeles. El orden fue admirable, como admirable también el
silencio y recogimiento, tanto de los fieles que formaban en la procesión, como de las demás
personas que desde las calles o balcones la presenciaron. Varias bandas de música, a respetable distancia unas de otras, entonaban casi sin interrupción escogidas marchas fúnebres.
A las ocho entraba la procesión en nuestra Iglesia que estaba materialmente llena de fieles. Con las últimas estrofas del Stabat Mater y adoración de la Sagrada Espina, terminaron
los actos religiosos de ese día.
El Lunes Santo por la tarde, después del Santo Rosario y Septenario de Dolores, predicó
el P. Aurelio Lacruz el tradicional sermón de la Magdalena. En los días siguientes se celebraron con toda solemnidad los Oficios propios de la semana, que se vieron muy concurridos,
más que otros años, según decían los que por su larga estancia en Filipinas podían hacer comparaciones.
La procesión del Santo Entierro, que la tarde de Viernes Santo salió de la Iglesia de PP.
Dominicos, estuvo formada por numerosas
494
personas, reinando el orden, el recogimiento y la devoción. Claro está, que mirado a través del
prisma que nos suministra la afluencia de fieles a las funciones citadas, queda justificado el
optimismo de la prensa católica de Manila, respecto del catolicismo de los filipinos. Cabe,
empero, preguntar si basta el hecho apuntado para formarse idea exacta de la firmeza y estabilidad del sentimiento religioso de estas gentes o si, por el contrario, existen otros, que bien
considerados nos obliguen a atenuar ese optimismo, muy consolador justo es confesarlo; pero
quizá algún tanto prematuro y repentino; toda vez que parece fundarse, no en actos repetidos
de manifestaciones religiosas, sino más bien en un hecho transitorio, aislado, que lejos de
guardar conexión con otros de la misma especie, va acompañado de otros, muchos en número
y con frecuencia repetidos, contrarios completamente a la idea religiosa y al espíritu del cristianismo.
¿Guarda, en efecto, proporción la asistencia a las Iglesias durante el año, con la que
hemos presenciado en los Oficios de Semana Santa? Las actividades y manifestaciones de la
vida externa, ¿están en consonancia con lo que prescribe a todo católico la fe que profesa, y
en la que se deben inspirar sus actos? ¿Podremos afirmar que domina el ideal religioso,
habiendo en cuenta el culto que se rinde a otros ideales, reñidos con la religión y contrarios a
la moral? No es uno, son muchos los termómetros que a la vista tenemos para poder apreciar
la temperatura religiosa de Filipinas, y que por desgracia acusan grados muy bajos.
La fiebre que padecen los jóvenes de ambos sexos, y de la que no están libres muchos
que no son jóvenes, por asistir a diversiones franca y descaradamente inmorales: los efectos
desastrosos que se ven suceder diariamente, originados de los antros de corrupción donde
tienen lugar esas diversiones; como son los raptos, fugas e innumerables suicidios de jóvenes:
la apatía y glacial indiferencia religiosa de tantos padres, exteriorizada en esa facilidad con
que envían a sus hijos e hijas a las escuelas del gobierno, en las que está prohibido hablar de
Dios, y en las que reina y campa la coeducación; es decir, donde ellos y ellas, todos juntos, se
divierten más que se instruyen, pero con diversiones asesinas de la inocencia, ya que los bailes que se organizan en tales escuelas son abiertamente
495
inmorales, promovidos por los maestros y maestras: la lista, que va aumentando cada vez
más, de los afiliados a la Masonería, porque les falta fortaleza y energía de católicos y hasta
de caballeros para despreciar un destino o posición social que reciben, como ruin y miserable
precio de la venta de sus conciencias: la desnudez casi completa exhibida públicamente por
las mujeres que pierden el pudor ante las exigencias de la moda: el lujo excesivo ostentado en
calles y paseos, ante el cual desaparece la paz del hogar, y hasta la misma fidelidad conyugal,
como se ha hecho público en repetidos casos: la disminución de matrimonios católicos y el
considerable aumento de matrimonios civiles en la capital y en provincias: por último, el deseo insaciable de placeres y el sensualismo que todo lo invade, acusan una baja enorme de
espiritualismo cristiano e insensibilizan la actividad moral, abriendo paso franco al placer y
goces materiales.
No quisiera ser pesimista; pero temo, y mi temor está fundado en repetidas observaciones, que nubes más densas han de oscurecer los horizontes del porvenir. Se puede afirmar que
todos los organismos sociales son presa de la Masonería, que como terrible monstruo extiende
su zarpa destructora monopolizándolo todo e infiltrando en ellos el veneno de anticlericalismo
en que abunda la maldita secta. Por otra parte, los niños y jóvenes que constituyen el mañana
de la sociedad; imbuidos en el indiferentismo religioso de que hacen alarde las escuelas que
frecuentan, y que por desgracia se ven abarrotadas de alumnos, no son ni pueden ser halagüeña esperanza para el porvenir de la Religión en estas Islas; constituyendo, por el contrario, un
peligro que todos vemos y lamentamos, pero de muy difícil remedio. ¡Dios tenga compasión
de Filipinas, rociada con la sangre de tantos abnegados misioneros mártires, que la derramaron por hacerla doblemente feliz, en esta y en la otra vida!
FR. AURELIO LACRUZ DE LA CONCEPCIÓN
A. R.
Manila, Abril, 1920
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NECROLOGÍA
A los 84 años de edad, 66 de religioso y 26 de Obispo, falleció en Cintruénigo (Navarra),
el Excmo. y Rmo. Sr. Fr. Toribio Minguella de la Merced.
Previendo el fin de sus días, se había trasladado definitivamente de nuestro Colegio de
Marcilla al de Monteagudo, para morir, como él había dicho muchas veces, junto al trono de
misericordia de nuestra amada Madre la Virgen del Camino y al lado de nuestro Venerable P.
Ezequiel, cuya misma celda ocupaba.
Pero Dios, en sus inescrutables designios, había dispuesto otra cosa. Y, sin duda, por
efecto de las aguas del Colegio, sintió los síntomas de un nuevo ataque; y los médicos le prescribieron que saliese de Monteagudo para evitarlo. Y a los pocos días de hallarse en Cintruénigo, le sobrevino un fuerte ataque de uremia, que le anunció el fin de su vida.
Recibió con extraordinario fervor todos los Santos Sacramentos y demás auxilios espirituales; y tuvo el consuelo de verse rodeado en el lecho de muerte del Ilmo. Sr. Obispo de
Pamplona, de N. P. Provincial Fr. Marcelino Simonena y de varios otros Religiosos nuestros
y Sacerdotes del clero secular.
Murió el día 14 de Julio a las diez y cuarto de la noche, tan santamente
497
como había vivido; abrazando a todos con sus ademanes, bendiciéndolos y señalándoles el
cielo.
Su cadáver fue honrosamente trasladado a nuestro Colegio de Monteagudo, donde fue enterrado en el plano del presbiterio del altar mayor, junto al Venerable P. Ezequiel.
R. I. P. A.
TIP. DE SANTA RITA. – MONACHIL
Año XI
Septiembre de 1920
Núm. 123
BOLETÍN
DE LA
PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
DE FILIPINAS
de la Orden de Agustinos Recoletos
SECCIÓN OFICIAL
Provincialato de Agustinos Recoletos.- Tenemos el honor de enviar a VV. RR. el adjunto oficio de N. Reverendísimo P. Prior General y la Instrucción de la Sda. Congregación de
Propaganda Fide, a fin de que todos los Religiosos, tengan muy presentes en todo tiempo las
instrucciones, que para el mayor provecho espiritual en nuestros Ministerios se ha dignado
darnos la Sagrada Congregación.
Dios guarde a VV. RR. y CC. ms. as.
Marcilla, 10 de Agosto de 1920
FR. MARCELINO SIMONENA DE S. LUIS GONZAGA
R. P. Vicario Provincial de España y demás Religiosos.
500
Generalato de Agustinos Recoletos.- Adjunto remitimos a V. R. un documento emanado de la S. Congregación de Propaganda Fide, de fecha 6 de Enero del presente año, el cual
V. Reverencia circulará por todas las Casas de su Obediencia exhortando encarecidamente a
los Religiosos que estén al frente de Misiones y Ministerios que cumplan fielmente lo que en
el dicho documento se manda.
Léase en todas las Casas y cópiese en el libro de su materia y V. R. nos acusará recibo
dándonos cuenta a su tiempo de haber sido cumplido este nuestro encargo.
Dios guarde a V. R. ms. as.
Madrid 30 de Julio de 1920 - Fr. Gregorio Segura del Carmen. - M. R. P. Provincial
de S. Nicolás de Tolentino.
Generalato de Agustinos Recoletos.- Fr. Ignacio San Miguel de la V. del Rosario, Secretario General de la Orden de Ermitaños Recoletos de San Agustín.
CERTIFICO: Que en el Archivo General confiado a mi cuidado obra un documento de la
Sagrada Congregación de Propaganda Fide que es del tenor siguiente:
INSTRUCTIO CONGREGATIONIS DE PROPAGANDA FIDE
De abjiciendis a Missionariis rerum saecularium curis
Nemo militans Deo implicat se negotiis
saecularibus (2.ª Tim. II. 4).
Quo efficacius in diversis Missionum regionibus quaevis oppositio aut difficultas ex parte
civilis potestatis ibi existentis contra catholicos Missionarios eorumque apostolicum ministerium vitari possit; quo magis evangelica praedicatio singulis cujusvis nationis populis acceptior, necnon spiritualium fructuum faecundior evadat, oportet omnino ut catholici Missionarii,
quaecumque sit eorumdem origo vel natio, unice vacent divinae missioni ipsis concreditae.
Ad exemplar Apostolorum eorumque discipulorum meminerit
501
unusquisque Evangelii praeco se non aliam gerere personam nisi Legati pro Christo ad populos, quos per evangelicam praedicationem vel ad fidei lucem adducere vel in fide et morum
sanctitate confirmare debet: pro Christo legatione fungimur (2. Cor. V. 20). Unde Missionarius Apostolicus nullum alium finem sibi constituere, nullam aliam proponere metam debet
quam hominum ad Deum conversionem animarumque salutem.
Hanc ob rationem Sacra Congregatio de Propaganda Fide peculiaribus instructionibus
pluries inculcavit suis Missionariis ut rebus politicis nec animum ullo modo occupatum habeant nec operam qualemcumque impendant. Qui institutum sanctum evangelici apostolatus
prosequi cupit, is terrenis omnibus passionibus, praesertim vero cuivis immoderatae propensioni erga saecularia terrestris patriae negotia renunciare debet. Quae quum quidem semper
tum praecipue in hac nostrorum temporum asperitate instantioris sunt necessitatis. Numquam
enim sicut in praesenti, etiam post inmane bellum unde nuper emersimus, tam multi acrium
aemulationum et dissensionum fomites penes nationes exarserunt.
Quae quidem omnia Sanctissimus Dominus N. Benedictus divina providentia Papa XV
apostolica auctoritate confirmans per Encyclicas litteras «Maximum illud» diei 30 mensis
Novembris an. 1919 (Acta Apostoticae Sedis, XI, 440), haec, inter caetera praeclare dicta,
solemniter proclamavit: «Intelligentes igitur vestrum unicuique dictum a Domino: —obliviscere populum tuum, et domum patris tui (Ps. XLIV, 11)— memineritis non hominum debere
vos imperium propagare, sed Christi; nee patriae quae hic est, sed patriae quae sursum, cives
adiicere. Ac miserum sane foret, si qui ex Missionariis ita suae dignitatis immemor viderentur, ut potius de terrena patria quam de coelesti cogitarent ejusque jus aequo studerent potentiam dilatare gloriamque super omnia extendere. Esset haec quidem apostolatus pestis teterrima, quae in Evangelii praecone omnes caritatis animarum nervos elideret, ipsiusque vulgo
debilitaret auctoritatem. Homines enim, quantumvis barbari inmanes, satis bene intelligunt
quid sibi vellit, quid ab eis quaerat Missionarius, sagacissimeque odorando perspiciunt, si
quid aliud, hac ipsorum spirituate bonum, expetat. Fac vero eum terrenis aliqua ex parte inservire consiliis, nec se virum undique apostolicum
502
gerere, sed suae quoque patriae negotia procurare videri: Continuo omnis ejus opera in suspicionem veniet multitudini: quae quidem facile adduci poterit in eam opinionem ut christianam
religionem putet propriam cujusdam externae nationis esse, quam religionem qui amplexus sit
subjecisse se tutelae imperioque civitatis exterae, propriaeque civitatis jus exsuisse videatur…
Missionarius catholicus, hoc dignus nomine, perpetuo recogitans, se nequaquam pro sua ipsius natione, verum pro Christo laegatione fungi, ita se gerat ut quilibet sine ulla dubitatione
agnoscat ejus ministrum religionis quae, cum omnes complectatur homines in spiritu et veritate Deum adorantes, nulli est nationi extranea, atque ubi non est Gentilis et Judaeus, circumcisio et praeputium, Barbarus et Scytha, servus et liber: sed omnia et in omnibus Christus (Coloss., III, 11)».
Haec itaque S. Congregatio Christiano Nomine propagando, difficultatibus obvenire cupiens, quae ex inconsulto Missionariorum erga terrestrem patriam studio oriri facile possunt
in discrimen evangelicae praedicationis, iis quae supra dicta sunt in memoriam revocatis,
nonnulla practica monita opportunum censuit adjicere.
1.º Vitent itaque Missionarii patrii sermonis inter alienigenas propagandi studium; ne ita
videantur nationis suae commodo atque utilitati magis quam animarum saluti prospicere1.
Curent potius populorum ad quos missi sunt linguae peculiare genus addiscere; eademque
lingua vernacula sermones de rebus divinis Christianae doctrinae institutiones publicae in
scholis atque in aliis id generis caetibus sacrae allocutiones, semper fiant ut omnibus prodesse
et ab omnibus audiri atque intelligi possint. Pariter lingua vernacula preces, extra sacram liturgiam, recitentur, eodemque sermone popularia cantica himnique canantur. Vetatur autem
omnino Missionariis quominus alienigenas ad Confessionem sacramentalem alia lingua quam
eorumdem Christifidelium propria peragendam quomodolibet inducant.
2.º Caveant insuper Missionarii ne peculiares patriae suae leges
1
Per hoc tamen nullatenus prohibetur quominus in scholis missionum eae etiam linguae europeae opportune
doceantur quae alumnorum utilitati cedere queant.
503
aut consuetudines praecipue quod ad jejunii et abstinentiae, necnon festorum de praecepto
observantiam attinet, inter populos quibus evangelium annutiant inducere conentur, quasi regulam de iisdem legibus particutaribus et consuetudinibus efformando; sed omnino curent ut
ecclesiastica disciplina in omnibus prouti in universali ecclesia viget ubique inducatur sancteque servetur.
3.º Vitare pariter curent Missionarii quodlibet studium promovendi inter populos sibi
concreditos suae nationis vel imperii aut reipublicae potestatis praeposteram pervasionem; ne
videantur quae patriae suae terrestris sunt quaerere, non quae Jesu Christi regnique coelestis.
Politicarum itaque atque temporalium rerum cujusvis generis curis in favorem nationis suae
vel etiam alterius sese nunquam admisceant; sed hoc unum prae oculis jugiter habeant supremum sanctumque negotium: animarum nempe lucrum assequendum, Deique gloriam ubique
totis viribus propagandam.
4.º Quodcumque denique fuerit gubernii civilis regimen in regionibus, ad quas evangelici
operarii mittentur, populos cohortari ne negligant, ut civilibus constitutis potestatibus fideliter
pareant, eisque se subjiciant, uti Apostolus docet, non tamquam hominibus sed tamquam Domino servientes; atque in hoc exemplo sint omnibus: debitum obsequium erga cujusque loci
civiles potestates ostendentes, eorumque leges, dummodo honestas et Religioni non adversas,
probe colentes.
Circa vero populorum studia de una potius quam alia civilis regiminis forma, aliaque
hujusmodi de rebus mere politicis vota, Missionarii catholici curent omnino neutri parti se
addicere; atque iis in adjunctis semper constanterque politicorum motuum negotiis se extraneos servent; neque audeant de quaestionibus profanis, quae politicam redolent sive in ecclesia ,cathedram christianam profanantes (can. 1347 Jur. can.), sive extra ecclesiam, absque
Ordinarii venia, publice concionari.
5.º Abstineant omnino a promovendo adjuvandoque commertio sive cum patria propria
sive cum aliis regionibus memores verbi Apostoli ad Timotheum: Nemo militans Deo implicat se negotiis saecularibus.
6.º Studiose servent canonem Jur. can. 1386 quo, «vetantur clerici, sive saeculares sive
religiosi, sine licentia Superiorum, libros
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de rebus pruofanis edere, et in diariis, foliis vel libellis periodicis scribere vel eadem moderari»; quae de rebus praesertim politicis dicta intelliguntur.
7.º In commentariis quae de rebus missionum vulgantur studium appareat Dei regnum
tantum dilatandi, non autem propriae civitatis amplitudinem augendi, cum hoc quam maxime
abalienet a religione sancta animos ethnicorum. (Litt. Enc. Maximum illud).
Atque haec quidem Moderatores missionum et Superiores sive Ordinum sive Institutorum, quibus missionum cura concredita est suis subditis inculcare atque declarare studeant ut
ab omnibus pIenam circa ea obedientiam plenumque obsequium praestetur.
Hac ratione singuli populi ad quos catholica Religio evangelicos suos mittet operarios,
eorumque gubernatores facile intelligent eos non quae hujus saeculi sunt, sed quae animarum
salutem, veritatis propagationem ac gentium felicitatem respiciunt unice quaerere. Hac item
ratione auspicatissimus dies citius illucescet, quo omnes terrae populos in unum ovile sub uno
Pastore congregatos Ecelesia laetanter aspiciet. - Romae ex aedibus S. Congregationis de Propaganda Fide, die festo Epiphaniae, anno Domini 1920. - Gul. M. Card. Van Rossum, Praefectus. - C. Laurenti, Secretarius.
Es copia del original al que me remito.
Y por verdad, lo firmo, con el V.º B.º del Reverendísimo, en Madrid a 30 de Julio de
1920. - Fr. Ignacio San Miguel de la V. del Rosario. - V.º B.º Fr. Gregorio Segura del Carmen.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
SECCCION CANÓNICA
SAGRADA CONGREGACIÓN DEL CONCILIO
Catálogo de las fiestas suprimidas en toda la Iglesia
Con respecto a la obligación que impone el Código de celebrar la Misa pro populo en los
domingos y días de fiesta, aun en los suprimidos, se dividieron los autores en dos pareceres
distintos, asegurando unos que las fiestas suprimidas de que habla el Código (canon 339, § 1;
466, § 1) eran las que en él figuran ahora como de precepto, si en alguna parte se suprimieran,
y afirmando otros, por el contrario, que se deben entender de todas las que en la disciplina
anterior al Código importaban dicha obligación. Vino a dirimir esta controversia la comisión
Pontificia de intérpretes con la respuesta que dio el 17 de Febrero de 1918 a la siguiente duda:
«Quaenam sint festa suppressa de quibus in canone 399, § 1; 66, § 1, in quibus nempe ab
Episcopis et Parochis applicanda est Missa pro populo sibi commisso.
Resp.: Nihil hac in re per Codicem juris canonici immutatum esse a disciplina hucusque
vigente».
Ahora bien; en la disciplina anterior, aunque prácticamente se interpretaba la obligación
de celebrar pro populo en las fiestas suprimidas, restringiéndola a las fiestas que figuraban en
el catálogo de Urbano VIII, no aparecía del todo claro si dicha restricción era legal, o bien
quedarían también incluidas las fiestas que, v. gr., en alguna diócesis fueron un tiempo de
precepto y luego se suprimieron. A este propósito, decía el P. Ferreres.
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«Fiestas suprimidas parecen ser las mismas del Código si están suprimidas en alguna parte. De lo contrario, no sabríamos a qué atenernos, pues no sabríamos si se trata de las suprimidas en cualquier tiempo, desde que la Iglesia existe, o de las suprimidas, que estaban en el
catálogo de Urbano VIII, o si, además, en cada diócesis hay que añadir las suprimidas en ella
desde que se fundó la diócesis, etc.»
Al corregir el autor citado en la segunda edición de las Instituciones canónicas lo anteriormente dicho, atendida la respuesta de la Comisión de interpretes que hemos copiado,
añadía en nota.
«En algunas revistas se ha publicado una respuesta, firmada por el Emmo. Sr. Cardenal
Gasparri, en la que se dice que las fiestas suprimidas son las que figuran en el catálogo de
Urbano VIII».
Pero como esta respuesta, dada en ese sentido, no se promulgó en Acta A. S., no parecía
que con ella quedase resuelta, al menos autoritativamente, la duda indicada por Ferreres; de
aquí que, a instancia de algunos Obispos, la Sagrada Congregación del Concilio, para mayor
comodidad de los interesados, se ha dignado proponer autoritativamente la lista de las fiestas
suprimidas que llevan aneja la obligación de celebrar pro populo, que son las mismas que
figuraron en el catálogo de Urbano VIII, descartadas las que aun ahora se conservan como de
precepto. He aquí el texto:
SACRA CONGREGATIO CONCILII
Index festorum in universa Ecclesia suppressorum
Statim ac per responsum diei 17 februarii 1918 a Pontificia Commissione ad Codicis canones authentice interpretandos declaratum fuit, nihil per Codicen iuris canonici immutatum
esse a disciplina hucusque vigente quoad dies festos supressos, quibus in universa Ecclesia
obligatio adnexa est missam pro populo applicandi, quidam locorum Ordinarii ab hac S. Congregatione Concilii suppliciter postularunt ut, ad commodiorem quorum interest notitiam,
index festorum in universa Ecclesia suppressorum de quibus agatur denue auctoritative publici iuris fieret. His itaque votis annuens, haec
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S. Congregatio, ad normam Constitutionis Urbani VIII Universa per orbem diei 13 septembris 1642, indicem qui sequitur festorum suppressorum, quibus iuxta praescripla canonum
339, § 1, et 466, § 1, Codicis, in universa Ecelesia inest onus litandi Sacrum pro populo,
edendum stauit, idest:
Feriae II et III post Dominicam Resurrectionis D. N. I. C., et Pentecostes;
Dies Inventionis S. Crucis;
Dies Purificationis B. Mariae Virginis;
Dies Annuntationis B. Mariae Virginis;
Dies Nativitatis B. Marine Virginis;
Dies Dedicationis S. Michaëlis Archangeli;
Dies Nativitatis S. Ioannis Baptistae;
Dies Ss. Apostolorum: Andreae, Jacobi, Joannis, Thomae, Philippi et Jacobi, Bartholomaei, Matthaei, Simonis et Judae, Mathiae;
Dies S. Stephani Protomartyris;
Dies Ss. Innocentium;
Dies S. Laurentii Martyris;
Dies S. Silvestri Papae;
Dies S. Annae, matris B. M. V.;
Dies S. Patroni Regni;
Dies S. Patroni loci.
Datum Romae, ex Secretaria S. Congregationis Concilii, die 28 decembris 1919. - D.
CARD. SBARRETTI, Praefectus. - L. ✢ S. - I. MORI, Secretarius.
SAGRADA CONGREGACIÓN DE RELIGIOSOS
Duda acerca de los religiosos sujetos al servicio militar
A la Sagrada Congregación de Religiosos fue propuesta la siguiente duda acerca de la declaración sobre el Decreto Inter reliquas, dada el 15 de Julio de 1919, a saber:
«Si en las Congregaciones o Institutos Religiosos, en que por prescripción de las Constituciones después del Noviciado se emiten votos anuales, los Alumnos sujetos al servicio militar, terminado
508
el noviciado, pueden ser admitidos a las profesiones anuales».
La Sagrada Congregación, examinado el asunto con madurez, ha juzgado que debía responder:
«Afirmativamente: pero de suerte que los votos anuales cesen si los Religiosos son llamados al servicio militar, y en el día en que efectivamente sean adscritos a la milicia y queden
sujetos a la disciplina militar».
Habiéndose dado cuenta de esto al Smo. S. N. Benedicto Pp. XV, en audiencia del 30 de
noviembre de 1919, por el infrascrito Secretario, Su Santidad se dignó aprobar la misma resolución y mandó se publicase.
L. ✢ S.
Mauro M. Serafini, O. S. B., Secretario
15 de julio de 1919
ANOTACIONES.- La declaración, a que se alude en la resolución de la duda propuesta, al
determinar categóricamente que proseguía en vigor el Decreto Inter reliquas después del
Código, resolvía que los Novicios sujetos aún al servicio militar, terminado su noviciado, no
debían hacer la profesión temporal para tres años, según se prescribe en el Código (canon
574), sino hasta el día en que de hecho quedasen inscritos en la milicia y sujetos a la disciplina militar, o se les declarase inhábiles para siempre y en absoluto, cesando en ambos casos los votos que emitieron al terminar el Noviciado.
Ahora bien; como en el mismo canon 571, en que se prescribe para todas las religiones de
votos perpetuos el trienio de votos temporales al concluir el Noviciado, se da facultad para
emitir esos votos temporales de año en año, hasta completar el trienio, si así lo establecen las
Constituciones, se ofrecía luego la dificultad de compaginar con las Constituciones lo prescrito en la declaración antedicha, puesto que si la profesión se había de emitir sin plazo fijo, a
saber, hasta que fuesen llamados a la milicia, como esto podía acaecer pasado año y medio,
por ejemplo, necesariamente o se habían de omitir las profesiones anuales, o no se podía
cumplir a la letra lo prescrito por la referida declaración.
Con razón, pues, se ha acudido a la Sagrada Congregación de
509
Religiosos, pidiendo auténtica declaración de la dificultad en que se encontraban esas Congregaciones o Institutos Religiosos.
La respuesta ha sido concederles plazos anuales para sus votos, según mandan sus Constituciones; pero en la inteligencia de que, al ser llamados a la milicia, cesarán sus votos.
Dos cosas hay en esta respuesta dignas de notarse: primera, que los votos hechos para un
año no cesarán el día en que uno de esos religiosos, en vez de ser inscrito en la milicia, sea
dado por libre para siempre; segunda, que si son inscritos en la milicia los votos cesan por
dispensa pontificia, otorgada de antemano para ese día por la presente declaración.
La razón de ambas deducciones es que los votos en este caso no se emiten valederos sólo
hasta el servicio militar, sino para un año entero; por consiguiente, si en el transcurso del año
el religioso es declarado libre del servicio para siempre, continúa ligado con sus votos hasta
finalizar el año.
Si, empero, es adscrito efectivamente al servicio militar, desde el momento en que de
hecho quede ya sujeto a la obediencia inmediata de los jefes militares, cesan los votos por
disposición pontificia; pero como se emitieron valederos para un año, no pueden cesar si no
es por dispensa pontificia.
De la aplicación que tenga en España el Decreto Inter reliquas y por tanto la declaración
mencionada, dimos cuenta ya en este BOLETÍN.
SAGRADA CONGREGACIÓN DE RITOS
Dudas sobre la celebración de las tres Misas en el día de la Natividad del
Señor y en el de la Conmemoración de todos los fieles difuntos
Por el canon 806, § 1, se concede a todos los sacerdotes la facultad de celebrar tres Misas
en el día de la Natividad del Señor y en el de la conmemoración de todos los fieles difuntos;
conforme a las rúbricas que para esos días se establecen en el Misal, y habida cuenta de otras
prescripciones dadas por la Santa Sede respecto a
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la celebración de la Misa en esos días, como son, v. gr., la que consta en el canon 821, respecto a incoar la Misa a media noche en la Natividad del Señor, y las que se dieron en la Const.
Incruentum Altaris sacrificium, respecto a la aplicación de cada una de las tres Misas que se
pueden celebrar en el día de la Conmemoración de todos los fieles difuntos.
Atendidas, pues, las rúbricas a que está sujeta la triple celebración de la Misa en los días
mencionados, no podrían, sin fallar a ellas, y, por tanto, sin ulterior dispensa apostólica, celebrar tres Misas en esos días aquellos sacerdotes que, o por debilidad de la vista o por otras
causas han obtenido indulto apostólico pasa celebrar siempre la misma Misa votiva o cotidiana de difuntos. Con todo, la Santa Sede, atendiendo al consuelo de tales sacerdotes, ha extendido benignamente la concesión, permitiendo que en el día de difuntos celebren tres veces la
misma Misa cotidiana de difuntos, y en el de la Natividad del Señor la misma Misa votiva,
sea cual fuere la que acostumbren rezar, estando en lo demás sujetos a todas las otras prescripciones que para la celebración de la Misa en esos días están ordenadas.
NUNCIATURA APOSTÓLICA
Circular sobre la correspondencia epistolar de las Curias
episcopales con la Santa Sede
Por febrero del año 1919 la Secretaría de Estado pasó una circular a los Obispos, dándoles ciertas normas para remitir a la Santa Sede las denuncias que ellos, el clero o los fieles
hubiesen de dirigir al Santo Oficio. Por ella se prohibía que dichas denuncias se mandasen
directamente al Santo Oficio, y se prescribía que, en sobre cerrado, se cursasen por medio del
Ordinario del lugar, quien las enviaría al Cardenal Secretario de Estado, para que éste las
hiciese llegar a su destino.
Como la razón de esta prescripción era la situación anormal de aquel tiempo, pasada ya
ésta, y desaparecido el peligro que entonces había de revelación de secreto, se ha vuelto a
pasar otra circular
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a los Ordinarios de lugar, por medio de la Nunciatura, volviendo las cosas a su primitivo estado. Por tanto, en adelante podrán, tanto los Obispos como el clero y los fieles, dirigir directamente al Santo Oficio las denuncias que a él hayan de cursar.
Esto parece indicar la circular que, tomada del Boletín Eclesiástico de Barcelona, copiamos a continuación:
NUNCIATURA APOSTÓLICA
Madrid, 18 de marzo de 1920
Ilmo. y Rdmo. Sr. Obispo
Barcelona
Muy señor mío y venerado hermano:
El eminentísimo señor Cardenal Secretario de Estado de Su Santidad me da el honroso
cargo de manifestar a V. E. que, habiendo terminado las dificultades que para la comunicación postal existieron durante la guerra, de ahora en adelante deben los reverendísimos señores Prelados expedir la correspondencia de sus Curias en la misma forma que lo hacían antes
de la guerra, sin servirse ya de la Secretaría de Estado.
Dios guarde a V. E. muchos años. - MONS. RAGONESI, N. A. (Boletín Oficial Eclesiástico
del Obispado de Barcelona, número 1.711, página 135).
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Provincialato de Agustinos Recoletos de Filipinas.- A todos los religiosos de la Vicaría
Provincial de España.
Salud en el Señor:
Mis amados Padres y Hermanos: Terminada la santa Visita Provincial en las Casas de
España nos disponemos para volver a Filipinas, con el sentimiento de no poder visitar personalmente la Vicaría de Venezuela por falta de tiempo.
Cuáles son nuestras impresiones, al volvernos a Manila, no las manifestaremos, por lo
que pudiera haber en ellas de subjetivismos. Cuáles sean nuestros deseos, si los hemos de
manifestar, y son:
1.º Deseamos que en todos los Colegios, cada uno de los religiosos, sean superiores o
súbditos, ancianos o jóvenes, maestros o alumnos, tengan todos muy presente el fin primordial de los Colegios. Todos deben contribuir, bien sea con sus amonestaciones y mandatos,
bien con sus ejemplos, o bien con sus doctrinas y enseñanzas a que la educación científica,
religiosa y social de nuestros alumnos, no tenga por qué resentirse, y sea lo más completa
posible bajo todos sus aspectos.
2.º Hemos observado en la santa Visita, que en algunas Casas, los libros oficiales de misas o de cuentas no se llevan con la claridad que piden tales asientos, por no haber seguido los
métodos prescritos por nuestros antecesores. Deseamos, pues, la mayor claridad en dichos
libros; y los PP. de Consulta, al firmar tales libros, deben de reparar en ello.
3.º Era costumbre legítima en la Provincia y practicada hasta la impresión del nuevo breviario el añadir la oración pro navigantibus en las oraciones del Nativitas y Salve de los sábados. Esto mismo estaba sancionado en las Instrucciones, dadas a los religiosos
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de la Provincia para administrar los ministerios año 1844. Como no han cambiado las condiciones y riesgos, que en la navegación sufren nuestros religiosos en Filipinas, deseamos se
rece dicha oración como antes se practicaba.
4.º Habiéndonos autorizado el V. Definitorio General intra Capitulum el proveer a nuestros súbditos de hábitos, túnica, mantas de algodón en vez de lana, debido a la carestía de este
artículo, después con fecha 5 de Julio nos recomienda que guardemos la forma y color del
hábito y que tengamos presente el espíritu de pobreza de nuestra Orden. En virtud pues de
esto, recomendamos a los Superiores que tengan presente el encargo del V. Definitorio General y si bien las mantas pudieran substituirse por de algodón en atención a la higiene y debida
limpieza, los hábitos y principalmente las túnicas deseamos sean de estameña o lana.
5.º Teniendo presente lo que tan encarecidamente encomienda la Iglesia, canon 588, sobre la educación espiritual y religiosa de nuestros jóvenes profesos, más las terminantes disposiciones de nuestras Constituciones, números 99 hasta el 112, ordenamos: A) Que en los
Colegios de Monteagudo, San Millán y Marcilla se establezca la clausura en la parte en que
habitan tos profesos. B) Que sin licencia del P. Rector, ninguno entre en dicha parte habitada
por ellos. C) Que el P. Vicerrector cumpla exactamente lo que se ordena en los números citados sobre vigilancia, corrección, educación e instrucción de los jóvenes. D) Que al salir de la
clausura para actos de comunidad salgan juntos y acompañados del P. Vicerrector. E) Que las
relaciones con los demás, aun de la comunidad, sean las necesarias y convenientes al buen
gobierno y educación esmerada bajo todos los aspectos, obrando siempre con cierta libertad a
medida de los años que llevan de profesos. Trátase de completar y mirar por su educación y
no de sujetarlos y esclavizarlos. F) Que cuando los PP. Vicerrectores asuman el gobierno de
la Comunidad de una manera no transitoria o por breve tiempo, como al
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presente sucede en los Colegios de Marcilla y San Millán, designen a un Padre de condiciones
para que desempeñe o haga sus veces con los jóvenes.
6.º Celebrándose en nuestras Casas, como hasta el presente se celebra, la fiesta del S. C.
de Jesús en el mes de Junio, es nuestro deseo que así se practique, como recuerdo de la Consagración, que a Él hicimos de la Provincia el año pasado en Manila; pues confiado en el S. C.
de Jesús le encomendamos entonces de una manera particular el que nos atendiese para solucionar la cuestión económica y temporal de la Provincia; y a fuer de agradecidos hemos de
confesar que nuestras peticiones han sido atendidas por Él.
Finalmente, y por vía de despedida antes de marchar, haremos una reflexión y un encargo. Estamos presenciando espantados la desorganización y derrumbamiento de la sociedad, a
causa de las doctrinas y teorías más o menos especiosas, que se propagan y con tesón se defienden. Por la Iglesia, nada debemos de temer, pues está en posesión de la verdad, que jamás
le ha de faltar, según la promesa de su divino Fundador. ¿Lo están tan seguras y resguardadas
las Comunidades religiosas? Ciertamente que sí, mientras en ellas viva e impere el espíritu y
las enseñanzas de N. adorable Redentor, quien como piedra fundamental de toda su doctrina y
como principio regenerador de todas las sociedades, puso la virtud de la Obediencia con todos
aquellos tonos de suavidad y rendimiento de juicio que son debidos a las disposiciones superiores. Esto debemos de procurar con todo ahínco y no apartarnos de la verdadera senda, tan
bien marcada en el Evangelio y tan inculcada en nuestra santa Regla, o sea, el respeto, veneración y obediencia a los que Dios ha puesto para gobernarnos. Las trazas que el enemigo
inspire para apartarnos de esa senda no son más que manifestaciones del resabiado liberalismo.
Circúlese, léase a la Comunidad, cópiese en el libro de su materia
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y remítase con los obedecimientos de costumbre a nuestro Convento de Manila.
Dios guarde a VV. RR. ms. as.
Marcilla 15 de Agosto de 1920. - Fr. Marcelino Simonena de San Luis Gonzaga. - Fr.
Eleuterio Aranda de los Dolores, Pro Srio.
MOVIMIENTO DE PERSONAL
Con rumbo a Manila se embarcaron el día 31 en Barcelona los Religiosos siguientes:
M. R. P. Provincial Fr. Marcelino Simonena de S. Luis Gonzaga.
R. P. Fr. Víctor Oscoz del Dulce Nombre de María.
R. P. Fr. Paciente Corral de la S. Familia.
R. P. Fr. Domingo Carceller de la Consolación.
Fr. Félix Alonso de la Concepción.
Fr. Abundio Frías de la V. del Cortijo.
Fr. Serafín Lamíquiz del Carmen.
Fr. Rafael Villanueva de San José.
Fr. Carlos Liñán del Carmen.
Fr. Benigno Yanguas de Santa Rita.
Que lleven todos un felicísimo viaje, y que San Nicolás de Tolentino les acompañe en todo momento hasta que lleguen sin novedad al punto de su destino.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
LA ESTRELLA DE TOLENTINO
Oración y Milagro
En la torre del viejo convento
La triste campana la una anunció;
Cesó la salmodia tras corto momento,
Y el coro desierto y oscuro quedó.
Su fúnebre manto la noche tendía
Al mundo cubriendo de negro capuz;
Y sólo en el fondo del claustro lucía
De lámpara frágil la pálida luz.
Ni de ave nocturna siniestro graznido
Ni el soplo del viento que gime al pasar
Turbaban la calma del mundo dormido,
Que olvida en el sueño su triste pesar.
¡Silencio sublime!... De pronto se escucha
De víctima inerme quejido cruel,
Y golpes y ruidos de insólita lucha,
blasfemias y risas de inmundo burdel.
«Victoria!... ¡Que el mundo te llame maldito»,
Gritaba con furia la tropa infernal,
«Y vea vengado tu horrendo delito,
Mirando en tu cuerpo la odiosa señal».
Cesaron las voces:... Reposo completo
Reinó al ahuyentarse la horrible legión;
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Y un monje en su celda, más que hombre, esqueleto,
Postrado de hinojos, hacía oración.
Al débil reflejo de luz mortecina
Su escuálido rostro reía feliz;
Y, al golpe sangriento de cruel disciplina,
Sereno inclinaba su humilde cerviz.
Gigante en cien luchas, atleta invencible,
Del orco excitaba la rabia feroz:
Y al cielo invocando con rostro apacible,
Ferviente elevaba su trémula voz.
¡Dios mío! ¡Quién mide tu inmensa grandeza!
Te busco, y rendida mi planta tropieza;
Y ansío y no logro llegar hasta Ti.
¡Tú sólo eres grande, Dios justo y clemente!
Te adoro, mezclada entre el polvo mi frente:
¿Qué quieres, Dios mío, qué quieres de mí?
Yo veo que el mundo profana tu nombre;
Que pisa soberbio, tus leyes el hombre;
Que ocupa tu trono la diosa razón.
Yo veo en el hombre reinar la malicia:
Mas no, no descargues sobre él tu justicia:
Castígame, y vierte sobre él tu perdón.
……………………………………
La humilde plegaria quedó interrumpida
Por fuertes chasquidos de duro cordel;
Y el suelo besando la víctima herida,
Rindióse al exceso de pena tan cruel.
Al punto, las nubes llevadas del viento
Dejaron ver clara la bóveda azul;
Y un haz luminoso cruzó el firmamento
Rasgando su inmensa cortina de tul.
Estrella encendida por soplo divino,
Llenaba el espacio de luz celestial,
Formando del cielo a la tierra el camino
Que al monje marcaba su triunfo final.
Llenando la ruta del astro glorioso
Querubes vestidos de blanco y zafir,
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Con liras divinas un himno grandioso
De júbilo inmenso dejaban oír.
Italia escuchando tan nueva armonía,
Del cielo el milagro con gozo admiró;
Y al viejo convento que el astro envolvía
Con rápido curso sus pasos guió.
Y el grito de ¡Gloria! lanzando potente,
Del coro divino siguiendo el compás,
El cielo y la tierra tributo ferviente
Rindieron al nombre del gran Nicolás.
Entonces un ángel de rara hermosura
Del astro a la celda del monje bajó;
Y en breve coloquio de inmensa ternura
Su próxima muerte feliz lo anuncio.
……………………………………
La aurora risueña llevó al monasterio
Los suaves matices de luz matinal;
Y en coro las notas del grave salterio
Sonaban cual notas de un himno inmortal.
Y el monje, entretanto, confuso y contrito,
Con fe repetía su humilde oración:
Señor; si te enoja del hombre el delito,
Castígame, y vierte sobre él tu perdón.
FR. GREGORIO OCHOA DEL CARMEN
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
UT DEUM AUGUSTINUS DOCEAT QUAERENDUM
(Continuación)
Sed quam brevis sit haec felicitas, quam parva ejus moruIa, ipse, qui expertus est, insinuat cam ait: «Pervenisse se ad id, quod est in ictu trepidantis aspectus». Sed quid tum intuitus sit, pergit dicere: «Tunc vero invisibilia tua, per ea quae facta sunt, intellecta conspexi, sed
aciem figere non valui: et repercussa infirmitate redditus solitis, non mecum ferebam, nisi
amantem memoriam, et quasi olfacta desiderantem, quae comedere nondum possem» (Conf. l.
7, c. 7).
Ex iis, quae in creaturis magnus Pater judicabat consideranda, tertium erat: quanti pendenda essent. Rationalis enim creaturae vera perfectio est unamquamque rem tanti habere,
quanti habenda est. Nam pluris vel minoris eam habere, errare est. Unde Augustinus: «Ille
juste et sancte vivit, qui rerum integer aestimator est. Ipse est autem qui ordinatam dilectionem habet» (De Doctr. christ. l. 1. c. 27). Et consequenter rectum dilectionis ordinem tradit.
Ut autem cognoscat homo, ad quid se per amorem convertere, et a quibus amorem avertere
debeat, subtiliter alibi considerat, animam velut in quodam centro creaturarum omnium collocatam, ut nec ad dextram, nee ad sinistram, nec ad posteriora, sed tantum in interiora, id est,
Deum, amorem suum flectat. «Lignum», inquit, «vitae, plantatum in medio paradisi, sapientiam illam significat, qua
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oportet ut intelligat anima, in meditullio quodam rerum se esse ordinatam, ut quamvis subjecta sibi habeat omnem naturam corpoream, supra se tamen esse intelligat naturam Dei, et neque in dextram declinet sibi arrogando quod non est, neque ad sinistram per negligentiam
contemnendo quod est. El hoc est lignum vitae plantatum in medio paradisi. Ligno autem
scientiae boni et mali, ipsa item medietas animae, et ordinata integritas significatur: nam et
ipsum lignum in medio paradisi plantatum est, et ideo lignum dignoscentiae boni et mali dicitur: quia si anima, quae debet in ea quae anteriora sunt, se extendere, id est, ad Deum, et ea
quae posteriora sunt oblivisci, id est, corporeas voluptates, ad seipsam, deserto Deo conversa
fuerit, et sua potentia tanquam sine Deo frui voluerit, intumescit superbia, quod est initium
omnis peccati» (De Gen. contr. Manich. l. 2. c. 9).
Alias non raro considerat ita in medio hominem positum, ut supra se Deum, juxta se
proximum, mira se totum habeat mundum: sic autem Caelestino scribit: «Accipe», inquit,
«hoc quoddam grande et breve. Est natura per locos et tempora mutabilis, ut est corpus. Et est
natura per locos nullo modo, sed tantum per tempora etiam ipsa mutabilis, ut anima. Et est
natura quae nec per locos nec per tempora mutari potest, hoc Deus est. Quod hic insinuavi
quoque mutabile, creatura dicitur: quod immutabile, Creator. Vides profecto in ista distributione naturarum quid summe sit, quid infime, et tamen sit: quid medie majusque infimo et
minus summo sit. Summum illud est ipsa beatitas: infimum quod nec beatum esse potest, nec
miserum. Quod vero medium vivit, inclinatione ad infimum, misere; coversione ad summum,
beate vivit. Qui Christo credit, non diligit infimum, non superbit in medio, atque ita in summo
inhaerere fit idoneus: et hoc est totum quod agere jubemur, monemur, accendimus». Haec
veluti explicans alio loco ita monet: «Non inhaereamus inferioribus quam nos sumus, nos
quoque ipsos inter illa, quae infra nos sunt, et illa quae supra nos sunt, in Deo et Domino nostro opitulante, ordinemus, ut inferioribus non offendamur, solis autem superioribus detectemur. Delectatio quippe quasi pondus est animae. Delectatio ergo ordinat animam: ubi enim
erit thesaurus tuus, ibi erit et cor tuum: ubi delectatio, ibi thesaurus; ubi autem cor, ibi beatitudo aut miseria» Beatitudo
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quidem cum inhaeretur Deo, miseria autem cum inhaeretur creaturae, huic enim per amorem
et delectationem affligi, peccatum est. Unde idem Doctor alibi asserit, omnia peccata hoc uno
genere continere, cum quisque avertitur a divinis vereque manentibus, et ad mutabilia atque
incerta convertitur, «quae quamquam in ordine suo recte locata sint, et suam quamdam pulchritudinem peragant, perversi tamen animi est, inordinati eis sequendis subjici, quibus ad nutum suum ducendis potius divino ordine ac jure praelatus est» (Ibid.).
Rursus cum bona distinguit in maxima, magna, media et minima, sive infima: per maxima aeterna incommutabilia, sive Deum ipsum intelligit: per magna virtutes; per media animi
potentias; per minima species quorumlibet corporum. De singulis ita pronuntiat: «Voluntas
ergo adhaerens communi et immutabili bono, impetrat prima et magna hominis bona, cum
ipsa sit medium quoddam bonum. Voluntas autem aversa ab incommutabili et communi bono,
et conversa ad proprium bonum, aut ad exterius, aut ad inferius, peccat. Ad proprium convertitur, cum suae potestatis vult esse. Ad exterius, cum aliorum propria, vel quaecumque ad se
non pertinent, cognoscere studet. Ad inferius, cum voluptatis corporis diligit: atque ita homo
superbus, et curiosus, et lascivus effectus, excipitur ab alia vita, quae in comparatione superioris vitae mors est» (De lib. arbit. l. 2. c. 19). Ecce quo ducat inordinatus creaturarum amor.
Ecce amussim, qua se homo metiri debet, et considerare an suo consistat in ordine et quomodo recte se ad superiora, media et inferiora habeat. Quod quidem Augustini mentem sequutus,
quidam Auctor ita egregie exposuit: «In medio constitutus homo, superioribus, id est, Deo in
dilectione nec praeferre, nec aequare, nec ulla debet ex parte comparare aliquid. Aequalia, id
est, proximos, quoad animae salutem tanti facere oportet, quanti seipsum. Inferiora, id est,
reliquas post spiritum rationalem crealuras, minoris facere debet, ita ut nihil tam parvi, tam
vile habeat, sicut scriptum est: Nolite diligere mundum, neque ea quae in mundo sunt. Habebit itaque talis superiora ad gaudium; aequalia ad consortium; inferiora ad servitium. Devotus
erit ad Deum, benignus ad proximum, sobrius ad mundum. Dei servus, hominis socius, mundi
dominus. Sub Deo constitutus, erga proximum
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non elatus, mundo non subditus. Redigens inferiora ad utilitatem medorum, media ad honorem supriorum» (Guigo in Medit. c. 19).
Sed jam, ut quae de creaturis supa diximus, ad earum referamus Creatorem, illud sane
expendendum, quod opera Dei, licet universa bona siunt, et bona valde; non tamen earum
bonitati aut pulchritudini animo inhaerendum, sed ejus, a quo habent ut bona sint, et sint. Dei
voces sunt; cavendum tamen ne soni suavitas nos magis oblectet, quam significatio: ne volupte magis sit audire illas, quam qui per illas loquitur Deus. Creaturae vestigia Dei sunt, sed illis
diutius non inhaerendum, verum ultra ad Deum ipsum per ipsa pergendum: «nimirum cum
creaturis», ut Augustinus loquitur, «non habitandi electione, sed itinerandi necessitate versandum» (De Musica l. 6. c. 1.) lntelligendumque non vilis possessionis esse viam vilem, per
quam ad unum et verum Deum pietatis gressibus ambulamus, magis ipsius Patris Deique,
quam vestigiorum amore flagrantes. Et hinc idem comminatur: «Vae, qui derelinquunt Te
Ducem, et oberrant in vestigiis tuis, qui nutus tuos pro Te amant, et obliviscuntur quod innuas» (De lib. arb. l. 2. c. 16). Pulcherrima quaedam specula et spectacula, in creaturis nobis
Deus exhibet, sed mentis oculos non in earum, sed in divinam, quam repraesentant, pulchritudinem deligamus. Scalae, ut diximus, sunt haec condita, in quarum gradibus nec sedendum,
nec standum; sed ad summum Deum, summitati incumbentem, ascendendum. Liber denique
est universitas creaturarum, sed in eo non characterum ductus aut species, sed suprema, quam
utcumque explicat, attendenda veritas.
Jure igitur merito eum, qui ex universa creatura emendicat sibi viles delectationes, ad satiandas insatiabiles cupiditates, copiosae inopiae et ignominiosae gloriae Augustinus redarguit: «Quid», inquit, «amas, ut Deum non ames? Dic mihi. Ama, si potes, aliquid, quod ille
non fecit. Circunspice universam creaturam; vide, utrum alicubi cupiditatis visco tenearis, et a
diligendo Creatore impediaris, nisi ea re quam creavit ipse, quem negligis. Quare autem amas
ista, nisi quia pulchra sunt? Possuntne esse tam pulchra, quam ille a quo facta sunt? Miraris
haec, quia ilIum non vides: sed per ea quae miraris, ama quem non vides. Interroga
523
creaturam: si a seipsa est, remane in illa. Si autem ab illo est, non ob aliud perniciosa est amatori, nisi quia praeponitur Creatori» (In Ps. 79). O quanta haec perversitas, quanta indignitas!
Vero Sapiens: «Creaturae Dei in odium factae sunt, et in tentationum animabus hominum, et
in muscipulam pedibus insipientium» (Sap. 14). Fiunt creaturae in odium, sive in abominationem, quando per idololatriam divinus eis tribuitur honor. Fiunt in tentationem animabus
hominum, quia pulchritudine corporum, dulcedine saporum, honorum illecebra ad peccandum
alliciuntur. Fiuntque in muscipulam pedibus insipientium, quia murium instar dum suas sectantur voluptates, incaute capiuntur et opprimuntur. Non amandae igitur creaturae, nisi eo
modo moderationeque, quam ipse praescribit Augustinus. «Si autem illa diligis, ait, ut subjecta dilige, ut famulantia dilige, ut arrham sponsi, ut munera amici, ob beneficia Domini: sic
tamen ut memineris semper, quid illi debeas, nec ista propter se, sed ista proter illum diligas,
nec ista cum illo, sed ista propter illum, et per ista illum, et super ista illum diligas» (In
Psalm.). En praeclaram regulam, secundum quam noster erga creaturas, ipsumque Creatorem
moderandus amor. Christianae perfectionis aemulator strenuus, juxta hace puncta suam examinet, dirigatque conscientiam. Inveniet facile, quam rectam arbiltrabatur, plerumque detortam et pravam esse creaturarum dilectionem; et quod eas non in Creatore, et propter Creatorem, sed in seipsis, proh dolor! et propter seipsas, amore prosequatur. Haec, mi Lector, attende et expende, pave et cave.
Sacra hujusmodi perquisitio multas secum affert delicias, quae cum multos, tum Sanctissimum Patrem nostrum et Magistrum Augustinum, in quaerendo Deo fecere diligentissimum,
et pene assiduum. Inde est, quod toties suis in libris memoriam abundantiae suavitatis hujus,
quâ plenus erat, eructet, suasque cum pia quadam voluptate commemoret investigationes.
Utiliter sane: ut tanti Ducis pene saltem, quamvis nec passibus aequis, sequi liceat vestigia.
Hoc fine nonnulla ejus Deum per abstractionis semitas inquirentis producimus exempla.
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
RÁFAGAS
El ocaso de una estrella
¡Qué hermoso y bello es el azul del firmamento agustino! Tachonado de estrellas que semejan brillantes topacios, inundado de luz diamantina que fulgura en la inmensidad de la
bóveda turquí, circuido de soles que irradian claridades infinitas de luz, el firmamento agustino parece vivísimo foco que ilumina, con torrentes y cascadas de resplandores, la ingente mole de la tierra. En su región se mueven, siempre naciendo y siempre muriendo, pero siempre
con claridades deslumbradoras, estrellas de primera magnitud, que giran en torno de un sol,
astro rey que reúne en sí todas las bellezas y hermosuras de las demás estrellas, que a él van y
a él acompañan, rindiéndole un tributo de amor y de pleitesía. Percíbense en sus espacios ilimitados misteriosas armonías, cantos extraños y arrobadores de tonadas ultraterrenas, ecos
sublimes y majestuosos de himnos de triunfo y de victoria, de adoración y de alabanza... Todo
en él es, en fin, magnífico y grande.
Pero ¡ah! no: esto fue ayer; hoy se nota en él un frío parecido al de la muerte, sombras, silencio, oscuridad... La luna parece
«lámpara sepulcral de los dolores»
y el brillo de las estrellas lágrimas rutilantes que va derramando el sol en su carrera.
¿Por qué será?
………………………………………………………………………………
Eran dos estrellas: al salir una por oriente hizo su aparición rodeada de nimbos de luz diáfana: en su albor se notaba una claridad especial que parecía indicar que cuando llegase al
apogeo de su carrera
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había de aventajar a las demás en hermosura y brillantez, con resplandores extraordinarios e
inusitados. Poco después y siguiendo en pos de aquella salió la otra, pero tan luminosa y esplendente, que, diríase, era hermana gemela de la primera, y que lo mismo que ella había de
hacer su carrera triunfal en el mundo de las estrellas. Siempre adelante en su curso la una en
pos de la otra, esparciendo en torno de sí iguales destellos de luz, llegó un día, ¡feliz día en la
región azulada del firmamento agustino!, en que ambas estrellas se encontraron allende los
mares, en aquel trasunto del cielo, en aquel país dichoso que, cual joya de rico valor, colocara
el Señor en la inmensidad del Pacífico para premiar un día la fe y el genio de Magallanes. Al
contemplarse mutuamente a través de sus claridades luminosas, sintieron sus ardientes corazones, con idéntico latir para sentir y realizar, cosas grandes, una corriente espiritual que les
hizo comprenderse y, al comprenderse, no pudieron menos de amarse, formando un solo foco,
un océano de fuego y de luz con igual, pero más potente, resplandor.
La sabia Providencia de Aquel que gobierna, con mano suave y fuerte, la máquina del
mundo y el firmamento agustino, las separó, dándoles un rumbo distinto: necesitaba guías,
lumbreras que iluminasen el porvenir de la tierra y ninguna mejor que aquellas dos estrellas,
capaces de reflejar en otras el inmenso raudal de su luz. Tomó entonces una la ruta de España,
de esta feliz España que vio sus primeros destellos, y en este bendito suelo, que tiene un cielo
más azul y un sol más hermoso que ninguna parte, derramaba a torrentes los haces de su luz,
mientras quedaba la otra en el archipiélago de Magallanes brillando con idéntico resplandor.
Sin embargo aún quiso el Señor volverlas a juntar por un momento, poniendo de por medio
una de esas casualidades, para nosotros tal vez insignificantes o misteriosas, pero sabiamente
dirigidas por Dios a un fin determinado. Porque un día torció la órbita de la estrella que quedara allende los mares y dirigióla también a España que, lo mismo que a la otra, la vio nacer.
Y fue otro día cuando, caminando ya juntas por el risueño azul de Italia, llegaron, como fundidas en una sola, a la urbe del catolicismo, a la ciudad gloriosa del Pontificado. Allí, donde la
antorcha de la fe brilla más radiante que en lugar alguno y a donde se dirigen las miradas todas del mundo católico,
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porque allí tiene su asiento el representante de Jesucristo en la tierra, se inflamaron más y
más, se sumergieron, por decirlo así, en un piélago de luz que dio a sus almas claridades más
extraordinarias. ¡Admirable Providencia! Dios, que las tenía destinadas para difundir por el
mundo la luz del Evangelio investidas de una prerrogativa muy semejante a la del Vicario de
Jesucristo, quiso postrarlas ante las plantas del Pontífice para llenarlas de la misma luz y de la
misma gracia que aquel suele derramar.
En efecto: poco después en el firmamento agustino sonaba la hora de los grandes destinos. Partió una de las estrellas a las ardientes llanuras casanareñas y allí, con el fuego de amor
que la consumía, caldeó aún más todavía las selvas vírgenes ya caldeadas por un sol abrasador. En seguida viene un día en que ambas estrellas, llegando al apogeo de su órbita, derraman a torrentes los manantiales copiosos de su luz, iluminando, de un modo peregrino e inconfundible en la historia, dos pueblos de memoria imperecedera: las Antillas y Colombia.
Pronto la que brillaba sobre las Antillas, volvió otra vez a tierra española para seguir brillando, más esplendente todavía, en el cielo bienhadado de Sigüenza.
¿Qué hizo en tanto la que quedó en Colombia? No hay palabras en el lenguaje humano
para expresarlo con plena exactitud. Siguió brillando mucho, siguió brillando con intensa intensidad, enriqueciendo, inundando en un océano de luz, de vida y calor aquella región afortunada. Y cuando la Luz que a ella se la comunicaba la abrasaba más y más, cuando el Sol de
los soles, el Rey del firmamento agustino, el divino Redentor la atraía hacia sí con fuerza irresistible, entonces se precipitó rauda y veloz en su carrera y, en un supremo deliquio de amor,
fue a consumirse para siempre en la Hoguera de amor, en la prisión donde moraba, su objeto
amado, en el sagrario de la Iglesia de Monteagudo.
Y entonces también fue cuando la estrella que le sobrevivió cantó, con bíblica inspiración, los últimos destellos de su apagada hermana, viviendo desde entonces unida siempre a
su recuerdo y dando a conocer la luminosa huella que dejara a través de su carrera, hasta que
llegó otro día ¡día de llanto y duelo! en que fue a consumirse a la misma Hoguera de amor
que abrasó a su hermana, arrastrada por el mismo Sol de los soles, por el mismo Rey del firmamento
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agustino y por la misma estrella gemela que la llamaba dulcemente con acentos de amor y de
cariño.
………………………………………………………………………………
Lectores míos: yo espero de vuestra indulgencia que habréis dispensado esta pobre fantasía de mi imaginación en gracia al sentimiento y cariño que la inspira, al mismo tiempo que
habréis comprendido su significado.
La muerte acaba de arrebatarnos a uno de los miembros más preclaros, más sabios y más
santos que tenía nuestra amada Recolección y el Episcopado Español.
¿No es cierto que N. P. Toribio Minguella, Padre y hermano del alma antes que todo, era
una estrella brillantísima que hermoseaba el firmamento agustino, donde han brillado tantos y
tantos astros de primera magnitud? ¿Y no es cierto también que al sobrevivir a aquella otra
estrella no menos brillante, al memorable y santo Obispo P. Ezequiel Moreno, vivió, por decirlo así, sólo para él y con él, elevando y esclareciendo su memoria hasta donde le alcanzaron
sus fuerzas que no eran pocas? Sí; el P. Toribio Minguella vivió, valga la frase, la vida del P.
Ezequiel, y la fama de santidad de que hoy goza nuestro venerable hermano se debe en gran
parte al P. Minguella. ¿Para qué citar pruebas que están en la conciencia de todos? Y si consideramos con justa razón al P. Ezequiel Moreno estrella de primer orden en el cielo agustiniano, no podemos considerar también estrella de primer orden al Ilmo. P. Fr. Toribio Minguella,
digno continuador de las glorias de aquél? Sí; Por eso hoy lloramos su ocaso que es cuanto
podemos decir.
Pero he dicho antes que, al eclipsarse tan luminosa estrella, se notaba hoy en nuestro firmamento un frío parecido al de la muerte, sombras, silencio, oscuridad… y he dicho mal.
Vive y vivirá para siempre el recuerdo de su nombre, que nos hará pensar en nuestro pasado
para labrarnos trabajando un brillante porvenir: queda y quedará para siempre la estela luminosa que dejó a su paso por el mundo nuestro amado P. Minguella, y esa estela nos marcará
en todos los instantes de nuestra vida el derrotero que nos ha de guiar a la gloria y esplendor
de nuestra Orden.
FR. F. OTAMENDI DE LA P. C.
Marcilla-Agosto-1920
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
¡NOS HA DEJADO EL P. MINGUELLA!
¡El día 14 de Julio nos dejó nuestro amadísimo hermano y venerado P. Minguella!
El Episcopado español ha perdido uno de sus miembros más preclaros y nuestra Orden
uno de sus hijos más ilustres. Es verdad que tenía 84 años, pero le veíamos tan bueno, tan
ágil, tan sanito, que no podíamos ni sospechar que la muerte le amenazaba tan de cerca. Llegaba, sin embargo, el tiempo, en que el Señor iba a darle el premio prometido al «siervo bueno y fiel» y su alma, libre de las ligaduras del cuerpo, voló al cielo que anhelaba. Estaba en el
Colegio de Monteagudo, de donde fue el día 2 a pasar unos días en Cintruénigo en Casa de la
Sra. de Ligués. Al día siguiente, sábado, por la noche tuvo un fuerte ataque de uremia, que le
obligó a guardar cama. No obstante, todos los cuidados y de que el médico no le abandonó un
momento, el día 9 por la tarde se agravó y él mismo pidió que le administrasen los Stos. Sacramentos. Recibió el Viático y Extrema-Unción con devoción y admirable alegría. El día 11
pudieron extraerle la orina, que tenía acumulada en grande cantidad, con lo que tuvo grande
alivio y, satisfecho el médico, dijo: ¡tenemos hombre! Desgraciadamente esta mejoría fue
pasajera; no se pudo hacer que el corazón funcionara con regularidad y comenzó a decaer. Él
mismo pidió que le leyeran la recomendación del alma, porque quería recibir todos los auxilios de la Iglesia con pleno conocimiento; a todo acompañó con una devoción y ternura, que
conmovía a los que la presenciaban. Después no volvió a hablar más. Muchas fervorosas jaculatorias decía mientras podía; ¡al cielo! ¡al cielo!; cuando ya no podía, levantaba los brazos y
así repetía ¡al cielo! ¡al cielo!
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El día 13, martes, llegó por la tarde el Sr. Obispo de Pamplona, su hermano no sólo en el
Episcopado, sino también de hábito. El enfermo ya no podía hablar, pero al hablarle el Obispo
de Pamplona, lo reconoció, se le vio la alegría que sentía y le abrazó aún. El Sr. Obispo de
Pamplona se retiró muy conmovido. Después volvió varias veces y a sus exhortaciones contestaba con movimientos y se despedía hasta el cielo. También reconoció al H. Félix Coscolín, que llegó con el Sr. Obispo; lo mismo sucedió con N. P. General, Rector de Monteagudo y Paulino Jiménez que llegó más tarde. Durante su enfermedad siempre tuvo a su lado un
familiar, P. Pedro Ibáñez y al P. Víctor Oscoz; le visitaron varios religiosos y en sus últimos
momentos se hallaba rodeado de los PP. General, Fr. Gregorio Segura, Provincial, Fr. Marcelino Simonena, Rector de Monteagudo, P. Víctor Oscoz, Paulino Jiménez y Pedro Ibáñez; los
sacerdotes de Cintruénigo, los que nunca le abandonaron y la familia de doña María, que en
vida le quiso de veras y en su enfermedad y últimos momentos le asistió con todo interés y
solicitud.
Pasadas las 24 horas se embalsamó; se colocó en la Capilla ardiente y se celebraron varias misas; el 16 se celebraron solemnes funerales en la Parroquia. Por la tarde, colocado el
cadáver en rica caja de caoba, fue trasladado al Colegio de Monteagudo, acompañado de Religiosos, Canónigos de Tarazona, parientes y varios amigos. Al entrar en el pueblo de Monteagudo, esperaba la Comunidad con Preste, ministros, clero parroquial, Ayuntamiento y multitud de fieles; se cantó un responso y fue conducido por religiosos hasta la Iglesia; puesto en
un hermoso catafalco se cantaron vísperas solemnes por toda la Comunidad. Al día siguiente
19, se celebraron solemnísimos funerales y después se enterró en el centro del Presbiterio, a
los pies de la Virgen del Camino.
El Ilmo. D. Fr. Toribio Minguella y Arnedo de la Merced nació en Igea de Cornago, Logroño, el 16 de Abril de 1836, Recibió cristiana educación y habiendo hecho los estudios de
Latín en el Seminario de Zaragoza, entró en el Noviciado de los PP. Agustinos Recoletos de
Monteagudo; concluido el noviciado profesó el 4 de Abril de 1854. En el mismo Colegio continuó ejercitándose en las virtudes y observancias religiosas y estudiando las ciencias eclesiásticas conforme al plan establecido en el Colegio. Apreciado de todos,
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lo era de un modo especial por aquel venerable anciano, P. Juan Gascón que, hijo de la
Provincia del Pilar de Aragón de Agustinos Recoletos, fue uno de los fundadores del Colegio
de Alfaro hacia el 1824 y del de Monteagudo cuando se dejó aquél el 1828. Estos Colegios
los estableció nuestra Provincia de Filipinas para formarse ella el personal; hasta entonces se
venía sosteniendo con el que le daban las Provincias de España. El año 1858 fue enviado el P.
Minguella a Filipinas: ordenado de sacerdote en Manila, fue destinado a Silang para que
aprendiese el tagalog, en que llegó a ser un maestro consumado. Ejerció el ministerio sucesivamente en Imus, Laspiñas, Silang, Salinas y Cavile Viejo, desde el 1860 hasta 1876, excepto
el trienio 1867-1870, en que ejerció el cargo de Secretario de Provincia. Fue Prior vocal y en
1873 Definidor y Vicario Provincial de Cavite.
En el Capítulo de 1876 fue nombrado Comisario en Madrid; en 1879 Rector del Colegio
de S. Millán de la Cogolla, fundado el año anterior en el antiguo y célebre Monasterio benedictino. En 1882 fue elegido segunda vez Comisario; reelegido en el mismo cargo en 1885.
En 1888 fue nombrado Cronista y en Marzo de 1890 volvió a ser encargado de la Comisaría
por muerte del P. Juan Santisteban que la desempeñaba. Otra vez volvió a ser nombrado Comisario en el Capítulo de 1891. Al terminar el trienio 1894 fue propuesto para Obispo de
Puerto Rico a principios de Mayo y preconizado por Su Santidad el 21 del mismo mes. Se
consagró en el Colegio de Marcilla el 5 de Agosto y el 11 de Noviembre hizo la entrada solemne, gobernando la diócesis basta el 24 de Marzo de 1898 en que fue trasladado a la de
Sigüenza. Tomó posesión el 18 de Junio, rigiéndola hasta el 1916 en que la renunció. El 14 de
Febrero de este año publicó la Gaceta la admisión de la renuncia por el Gobierno; pero continuó al frente de la Diócesis hasta últimos de Octubre en que fue a Madrid para no volver más
a Sigüenza.
En Filipinas se distinguió como tagalista. Escribió un «Ensayo de Gramática HispanpoTagala», impreso en 1872 y reimpreso en 1878, sin más pretensión, dice, que la de ser útil a
mis hermanos. Encargado, dice también en el prólogo, de una de las academias militares de
idioma tagalo, tropecé con el inconveniente de la carencia de texto, que, atendida la clase de
mis discípulos, satisficiese el
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método de enseñanza que yo creía más oportuno. Escribió, pues, este ensayo como más apropiado para personas ya intelectualmente formadas, formulando este pensamiento: «Comprended la estructura de un idioma y entonces ejercitad la memoria, que, apoyándose en el entendimiento, hará rápidos progresos». Tiene también un Método práctico para que los niños y
niñas de las provincias tagalas aprendan a hablar el castellano, premiado en certamen público
por la Dirección general de Administración civil de Manila y Estudios comparativos entre el
tagalo y el sánscrito. Sobresalió en el púlpito, siendo tenido por uno de los primeros oradores
del Archipiélago. Vuelto a España, luego se dejó conocer en Madrid también como predicador, adquiriendo renombre. Tomó parte activa en los Congresos católicos nacionales de Madrid y Zaragoza y su libro de «San Millán de la Cogolla» le conquistó un puesto entre los sabios, le acreditó de gran crítico y mereció que la Academia de la Historia le abriese sus puertas y le hiciese miembro suyo. Fue miembro del Consejo de Ultramar y vocal de las juntas
organizadoras de los Congresos de americanistas y orientalistas.
Cuando fue nombrado Obispo, decía la Ciudad de Dios: Virtud, celo apostólico, gran talento, palabra elocuentísima, modestia que raya en humildad, profundos y variadísimos conocimientos, pluma brillante, actividad nada común, son tantas y tan valiosas las cualidades del
P. Minguella, que no hay asomos de exageración al decir que es desde luego uno de los mejores Ornamentos del Episcopado Español. Y ello ha sido así; en ambas Diócesis se conquistó el
respeto, alta estima y veneración por su afabilidad, grandes dotes de talento y prudencia suma.
Escritor fecundo, deja numerosas obras, siendo dignas de nuestros maestros del siglo XVI.
«La Historia de Sigüenza y de sus Obispos», verdaderamente monumental, premiada por la
Real Academia de la Historia, con el premio instituido al talento por D. Fermín Caballero.
Otros escribirán con más detenimiento y lujo los brillantes hechos de una larga vida, tanto
como Religioso como Prelado al frente de ambas Diócesis de Puerto-Rico y Sigüenza. Aquí
sólo quiero dejar consignado, para que su memoria no se pierda, uno relativo a su intervención en la restauración del célebre Monasterio de Valvanera.
El año 1878 tomó nuestra Provincia el Real Monasterio de San
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Millán de la Cogolla a moción del General Don Domingo Moriones. Lo gobernó como Presidente el P. Íñigo Narro, que después fue Comisario Apostólico de nuestra Congregación. En
et Capítulo que nuestra Provincia celebró el 1879, fue nombrado Rector el P. Minguella, siendo, pues, el primero en la serie de Rectores de esta Casa. El año 1880 celebrábase muy solemnemente el mes de mayo con sermón los domingos y demás fiestas. Un día era el P. Rector que tuvo una alusión a las numerosas romerías, que se habían hecho en las diferentes regiones de España a los Santuarios más célebres de cada una y a la Santísima Virgen y acabó
exclamando con fervoroso entusiasmo:
«También la Rioja tuvo su Santuario, en donde la Santísima Virgen colocara su trono para velar desde allí por sus hijos los Riojanos y dispensar sus gracias y favores, para recibir sus
obsequios y peticiones. Ese Santuario era Valvanera; pero ¡ay! que hace muchos años que no
existe; allí, donde por tantos siglos recibió los cultos de nuestros antepasados, no hay más que
ruinas y desolación; nuestra Reina, sin casa, sin trono, está lejos del lugar que Ella se eligió.
¿Y consentirán los riojanos que ello quede así, que para siempre haya de verse su Santísima
Madre y Celestial Emperatriz, apartada de su casa, de su trono, del lugar donde se apareció?
¿No habrá quien mueva sus corazones para que tomen a pecho la resolución de restaurar el
más venerable de sus Santuarios, el Monasterio de Valvanera?» Después volvió al asunto de
su sermón. El punto ese impresionaría más o menos a los oyentes; pero entre ellos había uno,
que, emulando al glorioso San Millán, hacía vida solitaria por los montes de Suso, por lo que
le llamaban el Solitario de Suso y el Penitente, en su corazón cayeron aquellas palabras como
en tierra bien dispuesta y preparada y las tomó como dichas para él. Pocos días después desapareció de aquellos lugares. ¿A dónde había ido? A restaurar Valvanera, y todo lo que para
ello llevaba fue una azada y un cesto. Este relato se lo tengo oído al P. Fernando Mayandía,
que entonces era conventual de San Millán y estuvo en aquel sermón.
Aquel penitente era el Hermano Tiburcio, cuyo nombre será ya inseparable de Valvanera
y por Valvanera conocido en la Rioja y en toda España.
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No es para referir aquí lo que el Solitario de Suso tuvo que sufrir en los principios. Comenzó por desescombrar las ruinas del templo con una azada y un cesto. Pronto se supo en los
pueblos más cercanos con satisfacción de todos. En Septiembre tuvo lugar la primera romería;
acudieron unas mil personas de varios pueblos, que oyeron una misa rezada que se dijo en la
ermita del Cristo. Una vez terminada les dirigió la palabra D. José M.ª Escudero, entonces era
Magistral de Logroño, que los enfervorizó y, aumentando el entusiasmo en todos, convenían
en que la restauración podía ser una realidad. El H.º Tiburcio comenzó a recorrer los pueblos
llevando una pequeña Imagen de Valvanera: hacía las novenas y cantaba el Rosario de la Aurora y con esto se atraía a las gentes. Seguíanle PP. Agustinos de San Millán, especialmente el
P. Carmelo Ochoa y el P. Santiago Matute y el mismo P. Minguella que predicaban y enardecían los corazones y los movían a contribuir a la gran empresa de restaurar Valvanera. Y
unos ayudaban con sus limosnas, otros daban los materiales que se necesitaban, otros los llevaban con sus caballerías, otros iban a trabajar allí gratuitamente por devoción a la Santísima
Virgen. El P. Minguella, como Superior de los Agustinos de San Millán, envió allí al H.º
Félix Barea, notable e inteligente carpintero, para dirigir las obras del tejado. Mucho fue lo
fue se hizo en un año; se sacaron por completo los escombros de la Iglesia y se cubrió toda
echándole tejado nuevo, de modo que, aunque, con muchos deterioros todavía en el interior,
en la segunda romería que tuvo lugar en Septiembre del 81, se hizo la función en la iglesia; se
cantó la misa y predicó N. P. Minguella, que enterneció y entusiasmó más y más a los cinco
mil romeros que le escucharon.
Las obras iban, pues, adelante y su noticia traspasó los límites de la provincia y se extendió por toda España y llegó hasta las Américas. El H.º Tiburcio, con una medalla de la Virgen
en el pecho, iba por las ciudades y poblaciones y lograba interesar a las clases pudientes, a la
aristocracia y a la misma familia real y, sin duda, —la Virgen de Valvanera lo hacía— de
todas partes llovían valiosísimas limosnas y donativos y se pudieron proseguir las reparaciones en la iglesia y arreglar una parte del Monasterio para que se colocase una Comunidad.
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El día 29 de Octubre de 1883 volvían a instalarse los Benedictinos, los cuales pasaron por
San Millán donde los Agustinos les dieron cariñoso y fraterna hospedaje. Desde entonces los
nuevos moradores de Valvanera continuaron trabajando sin interrupción hasta ponerlo en el
estado en que hoy se encuentra, para lo cual han tenido medios con las limosnas, que, tanto
directamente como por medio del H.º Tiburcio, han recibido.
El día 22 de Diciembre de 1885 se bajó la santa imagen del pueblo de Brieva, en cuya
iglesia había estado 46 años, y volvió a ocupar su trono en el lugar en que se apareció. Celebróse este fausto acontecimiento con grandes fiestas en Mayo de 1886. Concurrieron numerosas romerías; celebró de Pontifical el P. Abad de Monserrat: asistió en pleno la Comunidad
de San Millán y predicaron los Padres de ésta Carmelo Ochoa y Santiago Matute; pero el día
principal lo hizo el P. Minguella, que para ello vino desde Madrid. Hubo de predicar en la
plaza porque en la iglesia no cabía tanta gente. Una hora duró el sermón; allí era de ver llorar
como niños a los PP. Benedictinos cuando el predicador refería las vicisitudes del Monasterio
y Santuario y cómo se había llegado al nuevo estado. D. Hipólito Casas, hijo de Santo Domingo y Catedrático en la Universidad de Zaragoza, dio un viva al elocuente orador al concluir el sermón que fue contestado por aquella inmensa multitud.
No es extraño que el P. Minguella haya conservado después un gran cariño a Valvanera.
Consagrado Obispo el 5 de Agosto de 1894, uno de sus primeros cuidados fue ir a visitarla en
Septiembre y celebrar de Pontifical el día de su fiesta. El último libro que ha dejado es de
Valvanera. «Valvanera. Imagen y Santuario. Estudio histórico». Otra prueba bien elocuente
de su devoción es el haber legado el más valioso Pectoral o Lignum-Crucis que tenía, con su
cadena para la Virgen de sus amores.
La Virgen de Valvanera lo habrá recibido entre sus brazos y le habrá premiado con maternal largueza lo que por ella hizo. Que ahora le pida en el cielo por nosotros.
P. VICENTE JIMÉNEZ PEÑA DEL ROSARIO
Marcilla-Julio 1920
Tip. Santa Rita Monachil (Granada)
Año XI
Octubre de 1920
Núm. 124
BOLETÍN
DE LA
PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
DE FILIPINAS
de la Orden de Agustinos Recoletos
SECCIÓN CANÓNICA
SAGRADA CONGREGACIÓN DE RELIGIOSOS
Circular dirigida a los Ordinarios de los lugares sobre reelección de las Superioras
generales en las Congregaciones religiosas y de las Abadesas
o Superioras de monasterios de monjas
Recientemente ha llegado a los Rmos. Ordinarios de lugar la circular de la Sagrada Congregación de Religiosos, que copiamos a continuación:
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Siendo el asunto de tanta importancia, copiaremos también algunos otros documentos relativos a la misma materia, que nos servirán de base para las anotaciones aclaratorias que expondremos seguidamente:
Ilustrísimo y Reverendísimo señor:
Acaece muchísimas veces, que las Superioras Generales de los Institutos, que por prescripción de sus Constituciones son elegidas para un periodo de muchos años y, de nuevo, inmediatamente pueden ser elegidas para el mismo cargo, pedidas por tercera y más veces por
sufragio capitular, tengan necesidad de acudir a esta Sagrada Congregación de Religiosos
para obtener la debida facultad.
Esta frecuente prórroga del régimen por más tiempo del establecido o permitido por las
Constituciones, parece menos oportuna, principalmente, durando, ordinariamente, el cargo de
Superiora General por seis años, con lo cual acaece que la misma persona elegida de nuevo,
por doce años continuos pueda tener legítimamente el régimen. Si, pues, fácilmente se permiten ulteriores reelecciones, queda frustrado el fin de las Constituciones, que prescriben haya
de tenerse en el Instituto por una misma persona temporalmente el régimen, en cuya temporalidad se basa toda la estructura de las Constituciones. De aquí que no raras veces, por la demasiada duración en el régimen de una misma persona, sobrevengan al Instituto inconvenientes y daños de no pequeña cuantía. Ni vale el que en muchas Constituciones de Congregaciones religiosas se diga expresamente que puede la Superiora General ser elegida aun por tercera vez, con tal que obtenga dos terceras partes de votos y la Santa Sede otorgue su confirmación, pues esto se ha de entender de forma que, si alguna vez por graves causas la misma persona por tercera y aun por más veces deba ser nombrada, no pueda hacerse si no concurren
aquellas dos condiciones. De donde se deduce que, en tal caso, ocurre verdadera inhabilidad
para semejante cargo, y cuantas veces existe alguna inhabilidad de derecho, se requieren causas graves para la dispensa, por consiguiente la simple voluntad de las electoras o la idoneidad
de la persona, no es de sí suficiente razón para obtener la dispensa. La persona, pues, afecta
de tal inhabilidad debe no elegirse, sino postularse canónicamente.
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Lo mismo, por cierto, se ha de advertir, guardada la debida proporción, acerca de las
elecciones de aquellas Abadesas o Superioras de monjas, a quienes, por la Constitución de
Gregorio XIII (1)1 se prohibió que retuvieran el régimen del monasterio por más de un trienio,
pues aunque en el Código de Derecho Canónico esta prescripción no haya sido confirmada,
sin embargo, por mandato del Sumo Pontífice esta Sagrada Congregación prescribe que se
observe en las Constituciones de los Monasterios. Con todo, como en los Monasterios la elección se ha de verificar entre los miembros de la Comunidad, que muchas veces son pocos,
más fácilmente podrá darse causa para la dispensa, a saber, por defecto de persona idónea.
Considerando todo esto en su ánimo Nuestro Smo. Señor Benedicto XV, para precaver
los abusos que en esto pueden fácilmente deslizarse, dio el encargo de avisar a cada uno de
los Ordinarios de lugar, a quienes incumbe el cuidado de presidir las elecciones, sea de Superiora General en los Capítulos de las Congregaciones, sea de Superiora en los Monasterios de
Monjas de su diócesis, para que las instruyan de la susodicha inhabilidad, y si alguna vez llegan a saber que las Capitulares van a dar su voto a la misma persona para más tiempo del que
permiten las Constituciones, inquieran si existen especiales y graves causas que parezcan exigir la postulación, y avisen a las vocales que la Sede Apostólica se muestra muy difícil en
conceder esta gracia. Además conviene que sepan que la postulación no se admite si no es
pesadas maduramente las causas, las cuales, por tanto, se han de exponer por el Ordinario en
carta dirigida a la misma Santa Sede. Lo cual, ciertamente, no requiere poco tiempo y acarrea
cierta incomodidad a las Capitulares, que deben esperar la respuesta antes de que puedan proceder a ulteriores decisiones.
Si alguna vez, con todo, se dan causas de tal manera graves que exijan la elección de la
misma persona ultra el tiempo permitido por las Constituciones, el Ordinario, para obtener la
dispensa, envíe la petición a la Sagrada Congregación, en la cual, clara y distintamente, refiera con cuántos escrutinios se haya obtenido la postulación,
1
Const. Exposcit debitum de 1.º de enero de 1583.
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cuántos votos del número de las Capitulares hayan favorecido a la elegida, principalmente
exponga las razones que parezcan exigir tal reelección, añadido también su parecer.
Entretanto pido al Señor para ti toda suerte de prosperidades.
Roma, de la Secretaría de la Sagrada Congregación de Religiosos, día 9 de marzo de
1920. - Teodoro, CARD. VALERÉ DE BONZO, Prefecto. - MAURO M. SERAFINI, AB. O. S. B.,
Secretario.
Versión en extracto de la Constitución «Exposcit debitum»
Gregorio XIII, en la Constitución Exposcit debitum, estableció que en toda Italia, y especialmente en los reinos de ambas Sicilias, las Abadesas y otras Superioras de Monasterios, de
cualquier Orden, no se eligiesen en adelante a perpetuidad, sino solamente para un trienio,
terminado el cual, se hubiesen de abstener por otro trienio, de todo régimen en el mismo monasterio, y pasado éste pudiesen ser elegidas de nuevo, guardada la forma establecida en el
Concilio de Trento (Cfr. Act. A. S., vol. II, p. 483).
De las Abadesas y otras Superioras perpetuas fuera de Italia
«Como aún persistan las dudas acerca de la extensión de la Constitución Exposcit debitum de 1.º de enero de 1583 fuera de Italia, propuesto el asunto en la Reunión Plenaria de la
Sagrada Congregación de Religiosos, habida el 3 de Junio de 1910, pesado todo con mucha
madurez, los Emos. y Rmos. Padres Cardenales juzgaron que se había de declarar: Que se han
de observar en esta materia, fuera de Italia, las reglas y constituciones aprobadas por la Santa Sede y las costumbres inmemoriales; previa audiencia con el Santísimo.
El Santísimo Señor Nuestro, Pío Papa X, en Audiencia, concedida al infrascrito Subsecretario el día 4 del mismo mes de Junio, se dignó aprobar y confirmar el parecer de los
Emos. Padres. Sin que obste nada en contrario. - Fr. C. CARD. VIVES, Prefecto. - L. ✢ S.Francisco Cherubini, Subsecretario».
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ANOTACIONES
En las constituciones de las Congregaciones religiosas suele determinarse, además de la
duración del cargo de Superiora General, la facultad que se dé de reelegirla y las condiciones
a que ha de estar sujeta la reelección. Si el cargo de Superiora General dura seis años, según
las Normas (art. 235), se permite la reelección sin necesidad de recurrir a la Santa Sede para
la confirmación; si empero el cargo dura por doce años, sólo se permite con la condición de
que la reelegida obtenga al menos dos terceras partes de votos, y la Santa Sede le otorgue la
confirmación (art. 236). Las mismas condiciones se requieren para la reelección por un tercer
trienio, en el primer caso, cuando el cargo dura por seis años (art. 235).
En los monasterios de monjas sucedía que, en no pocas constituciones, el cargo de Abadesa era perpetuo; en otras, aunque temporal, se permitía la reelección por un número determinado de veces consecutivas o indefinidamente, y, finalmente, en otras, aunque se determina
que el cargo sólo se confiere por un trienio, pero la costumbre inmemorial, que es la mejor
intérprete de la ley, permite la reelección, al menos, por una vez.
Ahora bien: cuando las constituciones permiten la reelección sin necesidad de recurso a
la Santa Sede, la ulterior designación de la misma persona para el mismo cargo de Superiora
será verdadera y estricta elección; pero si se prohíbe la reelección o sólo se permite con la
condición de que se ha de acudir a la Santa Sede para obtener la confirmación, existe inhabilidad en la persona que hasta aquel momento ha ocupado el cargo en orden a ser de nuevo
designada para el mismo, y, por tanto, si se designase, habría de ser tal nombramiento postulación, y no elección.
De consiguiente, como la postulación es un medio extraordinario de designar las personas
para los cargos de gobierno, ya que se ha de acudir al Superior competente en demanda de
dispensa del impedimento que las afecta, y toda dispensa de la ley exige para la licitud causas
más o menos graves, para toda postulación se habrán de requerir también causas proporcionadas. Y como el fin de la ley, que impide sea perpetuo el cargo de Superiora general o bien que
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dure por mucho tiempo, es evitar los graves daños que de ordinario se siguen de la perpetuidad o larga duración, necesariamente para la dispensa en esa ley se requerirán también causas
graves, sin que baste cualquier causa justa y razonable, cual sería la sola idoneidad de la persona postulada y la libre voluntad de las electoras que así lo desean. Serían, en cambio, graves, entre otras, v. gr., el que por circunstancias extraordinarias en que se hubiesen de vencer
graves dificultades de la Orden o Congregación, tal persona fuese indudablemente la única, o
la más a propósito, o la que con más seguridad podría vencerlas y evitar grave daño a la Religión o importar a ésta un gran beneficio; asimismo, el que en determinada época no se encontrase otra más apta, y si se trata de Monasterios de monjas, bastaría que esta falta de personas
aptas se restringiese al mismo Monasterio, aunque en otros Monasterios de la misma Orden se
pudiesen encontrar, porque esto último es también un medio extraordinario a que no están
obligadas las susodichas religiosas.
Alcance de las disposiciones de la circular mencionada
Esto supuesto, la circular mencionada no inmuta ni las constituciones de cada religión ni
la disciplina eclesiástica vigente sobre la materia, sino que se limita a urgir lo prescrito por
aquéllas y por ésta. Así que:
1). En las Congregaciones religiosas, las Superioras generales podrán durar por todo el
tiempo que les permitan las Constituciones sin el requisito de recurrir a la Santa Sede.
2). Si contra lo prescrito en las Constituciones que prohíben dure por más tiempo del en
ellas señalado la Superiora general, o bien si lo permiten, es con la condición de que se obtenga la confirmación de la Santa Sede, quisiesen las religiosas elegir de nuevo para el mismo
cargo a la que hasta aquel momento lo ocupaba, podrán hacerlo (no lo prohíbe la circular),
pero, teniendo en cuenta que se trata de postulación, será preciso que antes piensen si existen
razones graves que aconsejen el empleo de ese medio extraordinario en derecho, y, sólo en el
caso de que las haya, podrán proceder a la reelección.
3). Hecha la reelección, el Ordinario del lugar que presidió expondrá en carta a la Santa
Sede las razones que se aleguen y dará sobre ellas su parecer.
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4). En los Monasterios de monjas valen las mismas prescripciones; por consiguiente,
podrán proceder a la reelección de Abadesa o Superiora del Monasterio o convento sin recurso a la Santa Sede, siempre que así lo permitan las constituciones o las costumbres inmemoriales; si, empero, las Constituciones prohíben la reelección o la permiten con la condición de
que se acuda a la Santa Sede en demanda de confirmación, se habrán de observar las disposiciones que acabamos de enunciar en los números 2) y 3).
Pero, respecto a las monjas, hay algunas observaciones que hacer acerca del valor de
aquellas Constituciones suyas o costumbres inmemoriales que permiten o la perpetuidad del
cargo o sucesivas reelecciones.
Gregorio XIII, a 1.º de enero de 1583, en vista de los graves inconvenientes que se seguían a los Monasterios de la demasiada permanencia en el cargo de Abadesa o Superiora, promulgó la Constitución Exposcit debitum, por la que en su § 2 (Cfr. doc. C y D) reformaba
dichas Constituciones abrogándolas en lo referente a la duración de dichas Superioras, y en su
lugar prescribía que sólo durasen por un trienio, terminado el cual hubiesen de cesar en absoluto en el régimen del Monasterio por otro trienio, y sólo pasado éste, pudiesen de nuevo ser
reelegidas con las mismas condiciones y conforme a las leyes tridentinas. De suerte que las
religiones, o, mejor dicho, los Monasterios a que afectaba dicha Constitución no podían tener
en adelante Abadesas o Superioras por más tiempo continuado que el de tres años.
El Código, en su canon 503, establece simplemente: «Superiores maiores sint temporarii,
nisi aliter ferant constitutiones; Superiores autem minores locales ne constituantur ad tempus
ultra triennium; quo exacto, possunt ad idem munus iterum assumi, si constitutiones ita ferant,
sed non tertio inmediate in eadem religiosa domo». «Los Superiores mayores sean temporales, si no es que las constituciones digan otra cosa; los Superiores menores locales no se nombren por tiempo mayor de un trienio; el cual terminado podrán ser de nuevo designados para
el mismo cargo, si las constituciones así lo expresen, pero no por tercera vez inmediatamente
en la misma casa religiosa».
Como en estas prescripciones del Código no se conservan las restricciones
542
impuestas por Gregorio XIII, se ha dudado sobre si las religiones, cuyas constituciones quedaron reformadas por la Constitución Exposcit debitum, recuperaban su antiguo estatuto o continuaban sujetas a la restricción impuesta. A esta duda responde la circular de que tratamos, al
decir que la Constitución de Gregorio XIII se ha de observar en aquellos monasterios a que
afectaba, o sea, que las constituciones por Gregorio XIII reformadas han de continuar en
aquella forma, aun después del Código que en su canon 489 manda conserven su vigor las
constituciones y reglas no contrarias a las prescripciones en él contenidas. Ahora bien: el
régimen trienal de dichas Superioras no se opone, antes es conforme a lo prescripto en el canon 505, por el que se manda que los Superiores sean temporales.
Parece, pues, que no se trata de una extensión, ni siquiera de una reproducción de la
Constitución mencionada de Gregorio XIII, sino solamente de una simple y clara aplicación
de lo establecido en los cánones 489 y 505.
Si, pues, por la presente circular solamente se declara vigente la Constitución Exposcit
debitum, por la que quedaron reformadas las constituciones de algunas religiones, la prohibición de la inmediata reelección sólo obligará a aquellas religiones y a aquellos monasterios a
que afectaba desde un principio dicha Constitución.
A quiénes afectase lo declaró la Santa Sede en 4 de junio de 1910, a saber: a solos los
monasterios de Italia, habiéndose de guardar fuera de Italia las constituciones aprobadas por
la Santa Sede y las costumbres inmemoriales.
Por lo demás, cosa clara es que aun en Italia no afecta dicha Constitución a aquellas religiones cuyas constituciones fueron aprobadas con posterioridad a la Constitución Exposcit
debitum, o sea, después del año 1583, puesto que el Sumo Pontífice, al aprobar en ellas una
disposición contraria a dicha Constitución, la derogaba, si abiertamente no decía lo contrario.
Y si las constituciones aprobadas no permitían expresamente la inmediata reelección, si bien
no la prohibían, pero la costumbre inmemorial les dio esa interpretación, siendo la costumbre
intérprete de la ley, se habrá de observar esa costumbre como si fuese la misma Constitución
aprobada por la Santa Dede.
543
Esa declaración mencionada de la Santa Sede tiene tanta más fuerza cuanto que es correctiva de otra declaración dada en 1901 por la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares,
por la que se decía que la Constitución Exposcit debitum de Gregorio XIII se extendía a todo
el orbe. Realmente tal declaración no podía encontrar apoyo ni en el mismo texto de dicha
Constitución, como fácilmente puede uno cerciorarse leyéndolo (Véase doc. C y D), ni en la
interpretación doctrinal de los doctores, ya que la inmensa mayoría sostenía la restricción a
sola Italia.
NUNCIATURA APOSTÓLICA
Circular sobre la correspondencia epistolar de las Curias
episcopales con la Santa Sede
En el número de este BOLETÍN correspondiente al mes pasado, página 514, dimos cuenta
de una circular de la Nunciatura Apostólica, con fecha 18 de marzo del presente año, por la
que se revocaba lo prescrito en otra de 1.º de diciembre de 1918 sobre la manera de cursar las
denuncias al Santo Oficio, quedando, por tanto, ya libres los sacerdotes y fieles para mandarlas directamente por correo a dicho Santo Tribunal, sin duda porque se creía que habían cesado las circunstancias anormales que hacían peligroso tal modo de comunicación. Pero, dada la
suma inestabilidad de la cosa pública internacional, no es de extrañar que en tan breve plazo
hayan de nuevo aparecido los peligros que antes ocasionaron la prescripción de las cautelas
impuestas, y de aquí la necesidad de restablecer en su primitivo vigor la circular de 1.º de diciembre de 1918, cuyo texto puede verse en este BOLETÍN, página 582, número 113, correspondiente al mes de Noviembre del año próximo pasado. Esto es lo que se prescribe en la
reciente circular de la Nunciatura Apostólica que copiamos a continuación:
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«Madrid, 20 de julio de 1920. - Excmo. y Rdmo. Sr. Arzobispo de Tarragona. Excmo. señor: Por especial encargo de la Secretaría de Estado de Su Santidad, tengo
el honor de comunicar a Vuestra E. Rdma. que no obstante lo dispuesto por esta
Nunciatura en la circular que expidió el día 18 del próximo pasado mes de marzo, referente al restablecimiento de los trámites anteriores a la guerra, para el envío de la
correspondencia a las Sagradas Congregaciones, permanece en todo su vigor la circular que la mencionada Secretaría de Estado dirigió a los Rdmos. Ordinarios el día
1.º de diciembre de 1918, en la que se ordena que los prelados manden a los señores
sacerdotes, que se abstengan, en absoluto, de enviar denuncias al Santo Oficio directamente, ni permitan que los fieles las envíen, advirtiéndoles que deben entregarlas al
Ordinario en sobre cerrado y lacrado, dirigido «A la Suprema Congregación del Santo Olido». El pliego así cerrado y lacrado, será enviado a Roma por el Prelado en
otro sobre que dirigirá al Emmo. Sr. Cardenal Secretario de Estado.
Dios guarde a V. E. muchos años. - Por delegación de Su Excelencia Rdma. el
señor Nuncio El Auditor-Asesor».
(Del Boletín Eclesiástico, de Valencia, de 16 de agosto de 1920, volumen XXVIII, página 264.)
APLICACIÓN DE LA MISA «PRO POPULO»
Dice el Canon 466, § 1: «Applicandae Missae pro populo obligatione tenetur parochus ad
normam Can. 339, quasi-parochus ad normam Can. 306».
Párroco es el que rige una parte de la diócesis, o parroquia: y cuasi-párroco, el que administra una parle de vicariato apostólico y prefectura apostólica, o cuasi-parroquia (Can. 451 y
216).
A fin de que los párrocos y cuasi-párrocos no tengan duda alguna acerca de los días en
que deben aplicar la Misa pro populo, según las últimas disposiciones vigentes, ponemos a
continuación el
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Índice de todas las fiestas, ya de precepto, ya suprimidas, en que obliga dicha aplicación.
I. Todos los domingos del año.
II. Los días 1 y 6 de Enero: 2 y 24 de Febrero: 19 y 25 de Marzo.
III. Las ferias II y III después de la Dominica de Resurrección.
IV. Las ferias II y III después de la Dominica de Pentecostés.
V. Los días de la Ascensión del Señor y del Corpus Christi.
VI. Los días 1 y 3 de Mayo: –24 y 29 de Junio: –25 y 26 de Julio: –10, 15 y 24 de Agosto: –8, 21 y 29 de Septiembre: –28 de Octubre: –1 y 30 de Noviembre: –8, 21,
25, 26, 27, 28 y 31 de Diciembre.
VII. Los días del santo Patrón principal, tanto del Reino como del lugar.
VIII. Todos los demás días ya de precepto (por apostólico indulto concedido después de la
promulgación del Código de Derecho Canónico), ya de suprimidos en cuanto al
doble precepto, que son propios de algún lugar.
O.
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
TRICENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA
PARROQUIA DE DUMAGUETE
DUMAGUETE POR PL CORAZÓN DE JESÚS
Querer describir con detención y relatar, con todo lujo de detalles, la grandiosa solemnidad con que el pueblo de Dumaguete ha celebrado el Tricentenario de la fundación de su parroquia, es tarea de todo punto imposible; porque la más acabada descripción distaría mucho
de la realidad. Muchísimo esperábamos del católico pueblo de Dumaguete, donde muy cerca
de 7.000 personas han cumplido en este año con el precepto de la comunión pascual: conocida
nos era la robustez y lozanía del catolicismo de sus habitantes y no ignorábamos que aquí se
respira la atmósfera de la religión, en todas sus hermosas manifestaciones; pero con todo ello,
nunca hubiéramos creído que iba a llegar a tan alto grado el entusiasmo, la fe, el amor intenso
de este pueblo a todo cuanto se relaciona con el catolicismo que tan noble y abiertamente profesa. Puede afirmarse, sin exageración alguna que este pueblo acaba de escribir una de las
más brillantes páginas en la historia del catolicismo de Filipinas.
Los días 28, 29 y 30 de Julio del año actual, eran los señalados en el programa para la celebración del Triduo en honor del Sagrado Corazón de Jesús, ya que las fiestas del Tricentenario han querido fusionarlas estos valientes católicos con solemnes cultos al Deífico Corazón,
devoción favorita de las hijas de Dumaguete.
Mucho antes de dar principio la misa solemne del día 28, estaba
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la iglesia, no obstante su gran amplitud y capacidad, materialmente repleta de fieles; siendo
imposible revolverse entre aquella verda4eua colmena de gente.
Fuera de la iglesia, y en derredor de las cuatro puertas, había incontables grupos de personas que sin poder entrar, allí se mantuvieron a pie firme y con ejemplar devoción durante
los oficios. Hermosa y magnífica ostentación de fe en estos tiempos de frialdad y glacial indiferencia religiosa.
Ofició de Preste el R. P. Emiliano Mercado, Párroco de S. Nicolás, en Cebú; y de Diácono y Subdiácono los PP. Nicasio Rodeles y Aurelio Lacruz, Definidor y Secretario Provincial,
respectivamente de Recoletos.
Las alumnas del Colegio de S. Pablo tienen a su cargo el canto de la Misa y varios motetes e himno oficial del Congreso Eucarístico de Madrid que cantan al final. Las simpáticas
niñas hacen un verdadero derroche de arte y gusto en la interpretación de varios números musicales, todos de exquisito sabor polifónico, según los deseos de la Santa Sede.
Predicó el P. Bernardino Vázquez, Recoleto, un bonito sermón hablando de los beneficios del S. Corazón a los hombres, y del deber que tenemos de corresponderle. La oración
sagrada gustó mucho al numeroso auditorio.
Al terminar la misa, sonó triunfal, grandioso, con ecos de cielo, el Himno del Congreso
Eucarístico de Madrid, entonado por todas las alumnas del Colegio. Durante todo el día y en
los siguientes permanece expuesto el SSmo. Sacramento en artística Custodia, rodeada de
innumerables luces, y de caprichosos y variados ramos de flores naturales y artificiales, que
están colocados con arte y gusto estético. No hay un instante en que no se vean multitud de
fieles durante el día arrodillados haciendo la corte al Rey de los Reyes, oculto bajo los cendales de la Hostia Santa.
Una de las simpáticas notas de la fiesta, la han constituido las visitas numerosas, y las
comuniones distribuidas en todas las Misas.
Desde las 5 a. m. del día 29, se suceden sin interrupción las misas rezadas, viéndose todas
muy concurridas. Contamos hasta catorce sacerdotes que asisten a la fiesta, entre PP. Recoletos y Clérigos seculares, hijos de Filipinas. La misma afluencia de fieles,
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que el día anterior asiste a la Misa Solemne que celebra el P. Pedro Pérez, Prior de Recoletos
de Cebú, asistido de los mismos ministros arriba citados.
Nuevamente dejan oír sus angelicales voces las alumnas del Colegio de S. Pablo, manifestando la acabada instrucción artística que les inculcan las inteligentes Madres que dirigen
el Colegio.
Ocupa la cátedra sagrada el P. Melchor Ardanaz, Recoleto, Párroco de Dumaguete, y en
sentidos y tiernos párrafos habla de la gran promesa del Corazón de Jesús: «Mi amor omnipotente»... etc.
A las 5 p. m. nos impresiona gratamente y nos hace llegar a la emoción el canto del Rosario y Trisagio, que todo el pueblo que llena la Iglesia canta en grandioso y uniforme coro, con
acompañamiento de órgano y de nutrida orquesta, que ha acompañado también todos los
números musicales de los actos religiosos. ¿Por qué, nos decimos, no habían de seguir todas
las Parroquias, el ejemplo de Dumaguete, y de algunos pueblos, muy pocos por desgracia,
tomando el pueblo parte muy activa en el canto de los oficios litúrgicos?
A las siete de la noche tiene lugar, en el Colegio de las Madres de San Pablo, una gran
velada.
Y llega el día 30, último día del Triduo y de las fiestas, elegido para la pública y solemne
consagración del pueblo de Dumaguete al Sagrado Corazón de Jesús. Varias bandas recorren
la población desde la madrugada, tocando alegres dianas. A las notas musicales de los instrumentos se unen la voz de las campanas que no cesan de sonar, y las detonaciones de la pólvora que se suceden sin interrupción. El entusiasmo del pueblo está en todo su apogeo.
A las ocho, comienza la Misa solemne, oficiando de Preste e! Padre Melchor Ardanaz,
asistido de los PP. Bernardino Vázquez, Recoleto, y del Presbítero filipino, D. José Castañeda, Párroco de Ayuquitao. Imposible describir el espectáculo que la masa ingente de fieles
que asiste a los oficios y que supera a la de los días anteriores por haber acudido mucha gente
de los pueblos comarcanos. Cientos de fieles oyen la Misa desde fuera, por no poder entrar.
Las alumnas del Colegio interpretan la hermosa Misa coral de Pío X, con el arte y maestría
que pudiera exigir el más acabado maestro. Predica el P. Aurelio Lacruz. Trata de las dos vidas del hombre
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natural y sobrenatural, y dice que la gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona y
se acomoda a ella; habla de la Encarnación y Redención y otras manifestaciones externas del
amor de Jesús.
El sermón gustó mucho al numeroso auditorio, entre el que vimos con agrado a muchos
elementos oficiales del Gobierno.
Al terminar la misa, el P. Melchor Ardanaz lee en voz alta, entrecortada por la emoción,
la solemne consagración de Dumaguete al Deífico Corazón. Todo el pueblo arrodillado, va
repitiendo las palabras de su párroco, las repite con tal devoción, unción y virilidad, que a
muchos de los asistentes arranca lágrimas de vibrante y caldeado amor. Suena en el coro el
Himno del Congreso Eucarístico, semejando sus notas un diluvio de rosas, que caen al pie de
la Custodia, como otros tantos símbolos de miles de corazones ofrendados al Rey inmortal de
los siglos.
A este acto siguió otro, no menos encantador y emocionante, cual fue la entronización del
Sagrado Corazón de Jesús, en el Colegio de San Pablo.
Cuatro ángeles de la tierra, pues tales parecían las cuatro niñas del Colegio, llevaban en
hombros la bonita imagen del Corazón de Jesús, desde la Iglesia al Colegio. Las Madres y
todas las alumnas acompañaban con velas encendidas. Seguían revestidos los sacerdotes que
habían oficiado en la misa y detrás un nutridísimo grupo de fieles que llenó por completo el
Colegio. La imagen fue colocada en el altarcito preparado y adornado por las Madres y en el
que formaban admirable conjunto, oro, luces y flores. En semicírculo se arrodillaron las Madres y alumnas entonando preciosos cánticos alusivos al acto.
El párroco después de dirigirles tierna plática entronizó con las ceremonias propias del
caso, el Sagrado Corazón en el culto y afamado Colegio de San Pablo. Día verdaderamente
feliz y memorable para el católico centro docente de Dumaguete.
A las 5 p. m. después de haber cantado el pueblo el Trisagio alternando con el coro, salió
la magnífica Procesión, que constituyó una manifestación imponentísima de fe, de devoción y
amor al Sagrado Corazón.
En dos carros triunfales, artísticamente adornados y con espIéndida
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iluminación, eran llevadas las imágenes del Inmaculado Corazón de María y Sagrado Corazón
de Jesús. Dos grupos de niñas del Colegio, coronadas de flores y con alitas de ángeles hacían
guardia a la Imagen de María. Otro grupo de niños, también del Colegio, iba delante del carro
triunfal del Sagrado Corazón, vestidos de sotana encarnada y roquete.
Ambos grupos llamaron poderosamente la atención y se aplaudió el gusto con que las
Madres supieron presentarlos.
Interminables filas de toda edad y sexo formaron en la procesión, y hombres y mujeres
lucían en su pecho el escapulario del Corazón divino.
Los socios del Apostolado hacían corte de honor a ambos lados de la imagen. Todavía estaban en la puerta de la iglesia los Ministros que cerraban la procesión y apenas si se divisaban a lo lejos los primeros grupos de fieles; pues el hormigueo humano que caminaba lentamente formando tres y cuatro filas cubría por completo todo el itinerario.
Tan grande fue el concurso que no recuerdan procesión igual los hijos de Dumaguete. El
orden fue completo; y el recogimiento, silencio y devoción verdaderamente ejemplar y edificante. Sólo se oían las notas de las bandas y los misterios del Rosario cantados por miles y
miles de fieles.
Era ya entrada la noche, cuando la procesión penetraba en la iglesia que se hallaba profusamente iluminada, y cuya fachada lucía artística iluminación eléctrica, que en nada tenía que
envidiar a las de Manila.
Como acto final las niñas del Colegio cantaron el Himno oficial que el pueblo todo escuchó arrodillado.
A la misa de requiem que el día 1.º de Julio se celebró en sufragio de los difuntos de este
pueblo de Dumaguete, durante tres siglos, asistió igual concurrencia que los días anteriores.
Tales han sido, a grandes rasgos descritos, los actos religiosos con que el católico pueblo
de Dumaguete ha celebrado el Tricentenario de la fundación de su parroquia. Siga, siga decidido y valiente ese pueblo modelo por el camino que le trazaron sus mayores y que, por ser el
camino de la verdadera vida, les conducirá a la verdadera felicidad.
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No importa que en Dumaguete haya elementos disgregantes y hostiles al catolicismo,
como el instituto de «Silliman», protestante y rabiosamente anticatólico. Esos elementos
habrán podido observar que el catolicismo goza aquí de robusta vida; y si quieren sacar consecuencias lógicas del acto que acaba de realizar este pueblo, confiesen ingenuamente que
respeto de la religión son plantas exóticas; y que todos cuantos trabajos se impongan en el
terreno religioso para llevar a su estéril campo a estos dignos católicos, se estrellarán contra la
roca inconmovible de la fe de un pueblo que sabe hacer alarde de su catolicismo privada y
públicamente, sin temor al absurdo respeto humano, que tantas víctimas causa en estos tiempos de cobardes apostasías.
Felicitamos cordialmente al digno y activísimo Párroco de Dumaguete; a las Madres y
alumnas del Colegio; a todos cuantos han cooperado al esplendor de la fiesta, de un modo
especial a la señora de Miciano, D. Juan Alo y Rosario Partos y otras personas que con tanto
entusiasmo han trabajado desde un principio por el feliz resultado del Tricentenario.
Hacemos también extensiva nuestra felicitación a todo el católico pueblo de Dumaguete,
que tan grandes simpatías se ha captado por su celo y amor a la Religión que profesa.
LA VELADA
No obstante la parte activa que, como hemos anunciado, tomaron las Madres del Colegio
de S. Pablo, en los actos religiosos del Tricentenario, supieron encontrar tiempo para preparar
una hermosa Velada literario-musical, que se celebró a las siete p. m. del 29.
Con verdadero interés esperábase en Dumaguete ese acto, que ha puesto de manifiesto las
altas dotes intelectuales de Madres y alumnas.
Hay un lleno completo, e infinidad de personas no pueden penetrar quedándose fuera.
Todos los números fueron interpretados con verdadera maestría y premiados con atronadores aplausos. El coro del primer número lo cantan las niñas muy bien y matizando como
consumadas artistas.
En las escogidas y difíciles piezas de piano, que ejecutaron varias
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señoritas, cuyos nombres aparecen en el programa, hubo un verdadero derroche de ejecución,
de gusto, de limpieza y arte, demostrando todas ellas gran dominio y profundos conocimientos.
El público les tributó continuas ovaciones, bien merecidas por cierto. Los números 5, 15
y 16 gustaron muchísimo, y entretuvieron grandemente al público, que no cesaba de aplaudir
a aquellos pequeñuelos, por el aplomo y uniformidad con que ejecutaban los movimientos y
la corrección con que hablaban el inglés.
El P. Aurelio Lacruz trató en su discurso de la obra civilizadora de la Iglesia Católica a
través de los siglos, deshaciendo la objeción, tantas veces repetida y otras tantas victoriosamente contestada, de que la Iglesia es enemiga del verdadero progreso. Habla de los grandes
bienes que Filipinas ha recibido de la Iglesia, y de la labor civilizadora de los Colegios católicos, pudiendo, gracias a ellos, presentar al mundo como garantía de su independencia, la civilización y cultura que recibiera del catolicismo. El discurso gustó muchísimo y fue muy
aplaudido, recibiendo el orador al terminar una prolongada ovación.
¿Qué decir de la zarzuela «El ruego de una Madre»? Hemos de confesar ingenuamente
que dudábamos del éxito, fundando nuestra duda en la dificultad que entraña la representación
de algunos personajes de la zarzuela, con visos de verdadero drama.
Nuestra duda desapareció en las escenas del primer acto, al apreciar la soltura y gracia
con que las alumnas representaban sus respectivos papeles.
Asunción Perdices y Concepción Bernard hicieron a maravilla el papel de Agustín y Alipio respectivamente, acercándose a la realidad en los diálogos que sostienen tratando de su
conversión al catolicismo.
Concepción Filotea hizo una verdadera Pulqueria derramando energía y viveza en el papel de celosa, que tan admirablemente representó.
Rita Pérez, que hacía el papel de Mónica, venció todas las dificultades, hablando con el
sentimiento de ternura con que hablara la verdadera madre de Agustín.
Elena Niciano sostiene, sin decaer un punto, el papel de noble ciudadano de Milán: y lo
mismo sus palabras, que sus modales y
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acciones las reviste de la aristocrática grandeza que exigía su difícil y bien representado papel.
Paz Pérez encarnó muy bien el papel de criado de Agustín que ejecutó admirablemente.
El público, en todas las escenas, aplaudió con entusiasmo, y premió al final la labor de
tan simpáticas jóvenes con una estruendosa ovación que duró largo rato.
Satisfechas pueden estar las Madres del Colegio de S. Pablo, por el éxito feliz de la Velada. Una vez más nos han hecho ver la magna labor que están realizando en pro de la causa
católica, y los opimos frutos que está rindiendo el Colegio que tan acertadamente dirigen y
que tan merecida tiene la fama de que goza. Pueden estar convencidas de que las ovaciones
escuchadas iban a ellas dirigidas, lo mismo que a sus alumnas. A esas ovaciones unimos la
nuestra muy sincera y cordial.
UN CATÓLICO
Dumaguete, Julio 1920
LA FIESTA DEL CARMEN EN LA IGLESIA
DE PP. RECOLETOS
Como todos los años he asistido movido de particular devoción a la Sma. Virgen del
Carmen, que se venera en la iglesia de los Padres Recoletos de esta ciudad de Cebú y puedo
decir que este año he salido sumamente complacido de la solemnidad grandiosa que han revestido los cultos que se le han tributado.
Siempre ha sido la Virgen del Carmen el imán del corazón cebuano; todos los años vienen testimoniándolo su fe y devoción a la Sma. Virgen del Carmelo; pero este año esa manifestación de fe ha sido grandiosa, sublime, como pocas veces vista.
La hermosa iglesia de los PP. Recoletos era pequeña para el infinito número de devotos
que a ella acudían.
¡Qué conjunto más hermoso formaban la Virgen de los amores sentada en magnífico trono rodeada de potentes focos de luz, que, deshaciéndose a través de los vistosísimos ramos de
flores que le servían de escabel al mismo tiempo que de marco a su suprema belleza, semejaban rayos de oro escapándose del más hermoso de los soles, para irse a calentar el corazón de
aquella inmensa multitud de devotos, postrados a sus pies; y cómo embalsamaban el ambiente
de piedad aquellas hermosas canastillas de flores que recordaban las otras que, nacidas al calor de la devoción, ofrecía el pueblo cebuano a la Madre de los amores!
Mientras el público de rodillas los unos y sentados los otros en cómodos bancos inaugurados este año y debido también a la generosidad de algunos cebuanos que gustosos han
hecho ese donativo a la Iglesia del Carmen, la capilla, nutrida y reforzada este año por valiosos elementos, interpretaba valiente y robusta, y con un arte exquisito y en ocasiones impecables, armonías y tiernas canciones, que alentaban el espíritu y lo elevaban a regiones más altas, y lo sumían en una quietud y recogimiento de que sólo gozan los Ángeles del Cielo.
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Y únase a toda eso, a todo ese conjunto de flores, de luces y armonías, la palabra elocuente y llena de unción a borbotones de los oradores sagrados, así como brota el agua de abundosa fuente, fresca, sabrosa y agradable; aquel entusiasmo, aquel fuego sacro que despedían las
palabras, verdaderas saetas que herían dulcemente el corazón de la apiñada multitud que los
escuchaba, ecos de la grandeza de su corazón enamorado de la más hermosa de las criaturas
que repercutían sonoras cabe aquel trono de gloria que el cielo posee, una toda esto y percibirá una pequeñísima idea nada más de lo sublime del cuadro, porque hay armonías que el
oído humano no puede percibir, hay bellezas y toques en ese pequeño cuadro del corazón
humano que no le es dado ni aun al mejor pintor trasladar al lienzo.
Una multitud inmensa cabe los pies del altar en el que reside el Dios de su corazón y la
Madre del amor que sonríe, murmurando tiernas plegarias, desahogos de cariño que hacia
ellos sienten; suspiros del alma doliente que busca el agua maravillosa que calme sus angustias y gemidos de tórtola enamorada que busca y clama por el casto esposo que la colma a su
encuentro de anillos y de gracias. Una Madre todo amor y una multitud de hijos pidiéndole su
maternal bendición… imponente, grandioso, inimitable y nada comparable a ello: esto han
sido las fiestas celebradas en la Iglesia de los PP. Recoletos este año: devoto de la Virgen del
Carmen, traslado gustoso al papel mis impresiones del novenario para que todos las gusten y
saboreen, para que todos participen de mis entusiasmos y alegrías, para que todos vean que el
pueblo cebuano es un pueblo Carmelita, para que mis palabras sirvan de aliento para el bueno
y el malo.
Sigamos cantando todos los días y todos los años ese tierno himno, expresión sublime de
nuestra fe y devoción a nuestra amada Reina del Carmen: que esas notas se traduzcan en fuente de bendiciones para nosotros.
Enhorabuena a todos; a los buenos PP. Recoletos que tanto trabajan y que este año se han
esmerado para que el novenario resultase solemne, y mi enhorabuena a todos los devotos del
Carmen.
UN SUSCRITOR
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
UT DEUM AUGUSTINUS DOCEAT QUAERENDUM
(Continuación)
Primum sit dum tollit a Deo omne corpus. «Nunc», inquit, «si non potestis comprehendere, quid sit Deus, vel hoc comprehendite quid non sit Deus: multum profeceritis, si non aliud
quam est, de Deo senseritis. Nondum potes pervenire ad quid sit; perveni ad quid non sit. Non
est Deus corpus, non terra, non caelum, non luna, non sol, non stellae, non corporalia ista. Si
enim non caelestia, quanto minus terrena? Tolle omne corpus. Adhuc audi aliud. Non est
Deus mutabilis spiritus. Nam fateor, et fatendum est, quia Evangelium loquitur: Deus spiritus
est» (Joann. 4). «Sed transi omnem mutabilem spiritum, transi spiritum qui modo scit, modo
nescit; modo meminit, modo obliviscitur, vult quod nolebat, non vult quod volebat; sive patiatur jam istas mutabilitates, sive pati posslt. Transi haec omnia. Non invenies in Deo aliquid
mutabilitatis, non aliquid quod aliter nunc est, aliter pauto ante fuerit. Nam ubi invenis aliter,
et aliter facta est ibi quaedam mors: mors enim est, non esse quod fuit» (Tract. 23 in Joann.).
Secundo similem instituens gradationem, ita colligit. «Deus inneffabilis est: facilius dicimus quod non sit, quam quid sit. Terram cogitas, non est hoc Deus; mare cogitas, non est
hoc Deus. Omnia quae sunt in terra homines et animalia, non est hoc Deus. Omnia quae sunt
in mari, quae volant per aërem, non est hoc Deus. Quidquid lucet in coelo, stellae, sol et
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luna, non est hoc Deus. Ipsum coelum non est hoc Deus» (In Ps. 85). Et hactenus quidem
velut per vicos et plateas civitatis hujus universi Sulamitidis instar quaesivit quem diligebat
anima ejus. Nunc autem vigiles, qui custodiunt civitatem, inveniens, nec in illis Dilectum inveniens, ait «Angelos cogita, Virtutes, Potestates, Archangelos, Thronos, sed et Dominationes, non est hoc Deus. Addere licet: Cherubim cogita et SeraphIm, non est hoc Deus. Et quid
est hoc? Solum potui dicere, quid non sit. Verum quod Sponsa ait: Paululum cum pertransissem illos, inveni quem diligit anima mea. Idipsum quaesitor noster, diligentissimus dicere
potuit: Quaeris, inquit, quid sit? Quod oculos non vidit, nec auris audtvit, nec in cor horninis
ascendit. Quid quaeris, ut ascendat in linguam, quod in cor non ascendit? Non est similis Tibi
in diis, Domine» (In Ps. 85).
Aliud exemplum affert, quo docet in cogitatione de Deo, respuendum omne corporeum.
Additque: «In spiritualibus autem, omne mutabile quod occurrerit, non putetur Deus. Non
enim parvae notitiae pars est, cum de profundo isto in illam summitatem respiramus, si autem
scire possumus quid sit Deus, possumus jam scire quod non sit. Non est enim certe ne terra,
nec coelum, nec quasi terra, et coelum, nec tale aliquid quale videmus in coelo, nec tale aliquid quale quidquid non videmus, et est fortassis in coelo. Nec si augeas imaginatione cogitationis lucem solis quantum potes, sive quod sit major, sive quod sit clarior, millies tantum, aut
innumerabiliter, neque hoc est Deus. Nec sicut cogitantur Angeti mundi spiritus, coelestia
corpora inspirantes, atque ad arbitrium, quo serviunt Deo, mutantes atque versantes, nec si
omnes, cum sint mullia millium, in unum collati unus fiant, nec tale aliquid est Deus. Nec si
eosdem spiritus sine corporibus cogites, quod quidem carnali cogitationi difficillimum est.
Ecce, vide, si potes, o anima pergravata corpore quod corrumpitur, et onusta terrenis cogitationibus multis, et variis, ecce, vide si potes, Deus veritas est. Hoc enim scriptum: Quoniam
Dens lux est; non quo modo oculi isti vident; sed quo modo videt cor, veritas est. Noli quaerere quid sit cum audit veritas, statim enim se opponunt caligines imaginum corporalium, et
nubila phantasmatum, et penturbant serenitatem, quae primo
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ictu diluxit tibi, cum diceretur verias. Ecce ipso ictu, quo velut coruscatione perstringeris, cum
dicitur veritas, mane si potes, sed non potes. Relaberis in ista solita atque terrena. Quod tandem pondere relaberis, nisi sordium contractarum cupiditatis visco, et peregrinationis erroribus» (De Trin. l. 8, c. 2).
Similiter contemplans divinam bonitatem, removet ab ea omne bonum creatum. «Ecce
iterum, vide si potes. Non amas certe nisi bonum, quia bona est terra altitudine montium, et
temperamento collium, et planitie camporum, et bonum praedium, amaenum et fertile. Et bona domus paribus membris disposita, et ampla et lucida. Et bona animalia, animata corpora: et
bonus aër modestus et salubris; et bonus cibus atque aptus valetudini; et bona valetudo sine
doloribus et lassitudine: et bona facies hominis dimensa pariliter et affecta hilariter, et luculenter colorata. Et bonus animus amici consesionis dulcedine, et amoris fide. Et bonus vir
justus; et bonae divitiae, quia facile expediunt; et bonum coelum cum sole, et luna, et stellis;
et boni Angeli, sancta obedientia et sana locutio suaviter docens, et congruenter monens auditorem. Et bonum carmen, canorum numeris, et sententiis grave. Quid plura et plura? Bonum
hoc, et bonum illud. Tolle hoc et illud, et vide ipsum bonum, si potes, ita Deum videbis, non
alio bono bonum, sed bonum omnis boni. Neque enim in his omnibus bonis vel quae commemoravi, vel quae alia cernuntur sive cogitantur, diceremus aliud alio melius, cum vere judicamus, nisi esset nobis impressa notio ipsius boni, secundurn hoc et probaremus aliquid, et
aliud alii praeponeremus. Sic amandus est Deus, non hoc et illud bonum, sed ipsum bonum.
Quaerendum enim bonum animae, non quae supervolitet judicando, sed cui haereat amando.
Et quid hoc, nisi Deus? Non bonus animus, aut bonus Angelus, aut bonum coelum; sed bonum, bonum. Sic enim forte facilius advertitur quid velim dicere. Cum enim audio, verbi gratia, quod dicitur animus bonus, sicut duo verba sunt, ita ex eis verbis duo quaedam intelligo.
Aliud quo animus est, aliud quo bonus. Et quidem, ut animus esset, non egit ipse aliquid. Non
enim jam erat qui ageret ut esset. Ut autem sit bonus animus, video agendum esse voluntate;
non quia ad ipsum quo animus est, non est aliquid boni; nam unde jam dicitur, et verissime
dicitur corpore melior? Sed ideo
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nondum dicitur bonus animus; quoniam restat ei actio voluntatis, quâ fit praestantior, quam si
neglexerit, jure culpatur, recteque dicitur non bonus animus. Distat enim ab eo qui hoc agit. Et
quia ille Ialaudabilis; profecto iste qui hoc non agit, vituperabilis est. Cum vero agit hoc studio, et fit bonus animus, nisi se ad aliquid convertat, quod ipse non est, non potest hoc assequi. Quo se autem convertit ut fiat bonus animus, nisi ad bonum, cum hoc amat et appetit, et
adipiscitur? Unde si rursus se avertat, fiatque non bonus, hoc ipso quod se avertit a bono, nisi
maneat in se illud bonum, unde se avertit, non est quo se iterum, si voluerit emendare, convertat. Quapropter nulla essent mutabilia bona, nisi esset incommutabile bonum. Cum itaque
audis bonum, et bonum illud, quae possunt alias etiam dici non bona, si potueris sine illis,
quae partcipatione boni bona sunt, perspicere ipsum bonum, cujus participatione bona sunt,
simul enim et ipsum intelligis, cum audis hoc aut illud bonum. Si ergo potueris, illis detractis
per seipsum percipere bonum, perspexeris Deum. Et si amore innhaeseris, continuo beatificaveris. Pudeat autem cum illa non amentur, nisi quia bona sunt, eis inhaerendo non amare bonum ipsum, unde bona sunt» (Ibid. c. 3). Vident, ut ex animo ad eum converso remotionis via
ad Dei ascenderit bonitatem?
Igitur ad eamdem assurgit ex eo, quod per se, atque a Deo aversus habet animus. «Considera itaque et illud, quod animus tantum quia est animus, et jam nondum eo modo bonus, quo
se convertit ad incommutabile bonum; sed, ut dixi, tantum animus, cum ita nobis placet, ut
eum omni etiam luci corporeae cum bene intelligimus praeferamus, non in seipso nobis placet, sed in illa arte qua factus est. Inde enim approbatur factus, ubi videtur fuisse faciendus:
haec est veritas, et simplex bonum. Non enim est aliud aliquid, quam ipsum bonum, ac per
hoc et jam summum bonum» (Ibid.).
(Continuará)
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
UN ADIÓS
Dedicado a nuestros hermanos de hábito
que, con rumbo a Filipinas, salieron el día 2 de
Septiembre, de Barcelona.
Marchasteis de este Colegio, en el que habréis pasado quizá días felices y venturosos que
jamás conseguirá borrar de vuestro corazón ni el tiempo ni la ausencia; y yo, el más antiguo,
aunque el más indigno de los jóvenes que quedan, me he considerado en el deber, haciéndome
eco de los deseos y sentimientos de mis queridos hermanos, de dedicaros cuatro palabras de
despedida antes de que lleguéis a vuestro destino. Nada nuevo os he de decir, porque sé que
vais firmemente persuadidos de cuanto yo pudiera manifestaros. Solamente pretendo expresaros públicamente los sentimientos que embargan los corazones de los que aquí quedamos. Y
digo públicamente, porque ¿no es cierto que en el estrecho abrazo que os dimos en el momento de vuestra separación, adivinasteis todo lo que entonces sentíamos y no podíamos expresar
más elocuentemente que callando?
Sí; nos ligan con la mayor parte de los que marcháis, además de los sentimientos propios
de hermanos de hábito, sentimientos más hondos, sentimientos que tienen un no sé qué de
íntimo y confidencial que no pueden expresarse de otro modo que con la palabra cariño. Fuimos compañeros de Colegio cuando éramos niños, compañeros de Colegio cuando hemos
sido religiosos: juntos hemos pasado con pequeñas interrupciones la mayor parte de nuestra
vida; juntos hemos experimentado las mismas alegrías y las
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mismas penas; juntos hemos gustado de las mismas expansiones, de las mismas contrariedades de la vida, y siempre juntos nos hemos hecho hombres acariciando unas mismas esperanzas y sonriéndonos un mismo porvenir. ¿No habíamos de sentir vuestra separación como se
siente la separación de algo nuestro, muy nuestro?
Hay, sin embargo, algo que nos consuela con creces en ese sentimiento natural que tenemos, y es la consideración de la misión noble y grande que lleváis y la de que pronto, muy
pronto, nos reuniremos con vosotros para cumplir igualmente esa misma misión. Bien es cierto, ¿por qué no confesarlo?, que es muy triste y doloroso abandonar aquellas cosas y personas
que nuestro corazón más especialmente ama: los padres y hermanos, los deudos y amigos del
alma, la patria que nos vio nacer, y que tiene para nosotros un cielo más azul y un sol más
hermoso que ningún otro pueblo de la tierra. Pero también es cierto que lo sublime y grande
de la misión que lleváis os compensará de todas esas tristezas y dolores. Y la verdad: ¿qué
misión más grande puede haber que aquella que el mismo Hijo de Dios vino a desempeñar en
el mundo? Yo me he detenido a considerar muchas veces este punto y he recorrido con la
imaginación las escalas todas de la sociedad, y ni el fausto y esplendor de los emperadores, ni
el valor y el heroísmo de los grandes caudillos, ni los trofeos y laureles de los genios, ni todo
lo que en el mundo ha sido digno de cantarse en épicas estrofas o esculpirse en mármoles,
podrá jamás compararse con la gloriosa figura del misionero, que es la encarnación viva de
las más altas aspiraciones y de los más grandes ideales. ¡Misión divina la del Apostolado!
¡Qué hermosa, qué grande es la obra de la salvación de las almas, de esa obra que ha trasformado a multitud de hombres en ardientes Serafines de amor y de caridad, circuyéndolos de
una aureola inmarcesible, angélica y celestial!
Pero si es grande, si es hermosa la obra de la salvación de las almas, también es ardua y
costosa, también es tremenda y delicada. Un día dijo Jesucristo a sus discípulos, y nunca como ahora pueden repetirse sus divinas palabras: «Messis quidem multa, operarii autem pauci». Sí; la mies es mucha, muchísima, y los obreros son pocos, muy pocos: vosotros habéis
tenido la suerte inapreciable de haber sido llamados por Dios a trabajar en ese campo tan extenso,
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¿qué tremenda responsabilidad no habéis de dar de vuestras obras? ¿qué actividad tan grande,
que abnegación tan absoluta no tendréis que desplegar en el cumplimiento de vuestro deber?
Porque hoy la mies no solamente está en los pueblos sin evangelizar, no; está también, y muy
abundante por desgracia, en los pueblos a donde ha llegado la antorcha de la fe y que más
alardean de cultura y civilización. Hoy en esos pueblos se vende el alma por un puñado de
tierra, por una dignidad mezquina y miserable, por una caricia... y vosotros tendréis que rescatar esas almas con la única moneda que se cotiza en el reinado de Jesucristo, con celo y caridad, con sacrificios y abnegación, y cuando sea necesario hasta con la misma sangre de vuestras venas. Hoy en esos pueblos se han helado las creencias con el frío del indiferentismo religioso, se han hollado y pisoteado las más sacras y venerandas tradiciones, se han mutilado los
más grandes y santos ideales para dar paso al más grosero materialismo... y vosotros tendréis
que reconquistar palmo a palmo ese terreno perdido y regenerar esas costumbres y redimir
esas instituciones muertas con la predicación, con ejemplo y con las acciones todas de vuestra
vida. Ésa es vuestra misión, ése el campo donde habréis de trabajar, cuadro tétrico, es verdad,
pero que no debe engendrar en vosotros el pesimismo, sino más bien deseos de eficaces, de
acudir cuanto antes a remediar tamañas necesidades, ya que ni os ha de faltar la gracia y el
auxilio de Dios, para acometer y perseverar en vuestra empresa, ni tampoco las oraciones de
todos vuestros queridos hermanos.
Éste es otro punto sobre el que deseo hacer algunas consideraciones. Una de las causas
principales a que atribuyen los críticos militares esos grandes desastres con que suelen terminar a veces las batallas en los campos ensangrentados por la guerra, es a la pérdida de contacto entre los grandes ejércitos de uno de los bandos beligerantes. Pues bien: somos un ejército
espiritual de Jesucristo, pequeño si se quiere, pero bien disciplinado y organizado; sois vosotros los que ahora marcháis, acompañados de N. R. Padre Provincial, a quien podemos considerar como general en jefe, y, por tanto, como garantía segura de feliz éxito, a una de nuestras
líneas avanzadas en el campo filipino; quedamos nosotros aquí formando las reservas que se
instruyen, para que cuando sea llegada nuestra
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hora y sea nuestra presencia necesaria en aquellas islas, ir con vosotros a soportar las mismas
fatigas y trabajar y compartir los mismos sufrimientos; mientras tanto nos separan de vosotros
largas distancias e inmensas llanuras de mar; ¿perderemos por eso el contacto que necesitamos para ayudarnos mutuamente y no fracasar en nuestra misión secular? No; en tanto que
esperamos la hora de juntarnos con vosotros, seguiremos paso a paso todos vuestros movimientos y guardaremos siempre un contacto que en vano podrá interceptar el enemigo, el contacto espiritual de la oración que desde nuestros corazones llegará hasta el cielo y desde allí
descenderá hasta vosotros, atravesando mares y continentes, y esotro contacto, también espiritual, de nuestro recuerdo que os llevará el murmurio de las olas y que al estrellarse en el acantilado de la costa filipina murmurará dulce y cadenciosamente, amor, amor!...
Ése es el contacto que tendremos con vosotros: nuestras fervientes y continuas oraciones
al Todopoderoso para que no desmayéis en la obra que vais a emprender; a Nuestro Glorioso
Padre S. Agustín y nuestro Patrón S. Nicolás de Tolentino que, como Padres, velarán sobre
vosotros en cualquier parte que os encontréis, y también, ¿cómo no? nuestras constantes
súplicas a nuestra dulcísima Madre María. ¿Qué no hará esa bendita Madre por nosotros? No
hace aún muchos días y antes de partir uno de vosotros, con acentos supremos de ternura,
cantó a María Santísima una inspirada plegaria, composición meritísima que revela un amor a
María caldeado por inspiración oriental, original también de uno de vosotros, y entre otras
cosas le decía:
«¡Ah! no dulce recuerdo de mi vida,
siempre que luche en peligrosa lid,
siempre que llore mi alma dolorida,
al recordar mi adiós de despedida
¡te acordarás de mí!
Y en torno del amor y fe sincera
jamás sin tu recuerdo he de vivir,
tuya será mi lágrima postrera...
¡Hasta que muera, Madre, hasta que muera
¡me acordaré de ti!
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Tú, en pago, Madre, cuando llegue el plazo
de alzar el vuelo al celestial confín,
estrechándome a ti con celestial abrazo
no me apartes jamás de tu regazo,
¡no me apartes de ti!»
¡Ah! sí, queridos hermanos, os acordaréis de Ella y Ella a su vez se acordará de vosotros.
Esa purísima Madre a la que, lo mismo bajo la advocación de la Virgen del Camino que de la
Blanca, habéis amado toda vuestra vida de religiosos con entrañable cariño, a la que habéis
acudido en todas vuestras amarguras, a la que habéis hecho confidente y depositaria de vuestras amorosas intimidades y partícipe de vuestras alegrías y de vuestros cariños y de vuestras
caricias y que con su célica sonrisa ha disipado toda la nube de vuestras tristezas y de vuestros
dolores, se acordará de vosotros y seguirá siendo siempre, siempre, lo más grande que de Ella
puede decirse, Madre y Madre del alma, la más tierna, la más amorosa.
Y ya para terminar voy a citaros aquí unas palabras que, no hace mucho tiempo todavía,
dirigí a los venerables Padres que componían nuestro último Capítulo General: ¡Marchad,
marchad! más afortunados que nosotros, id a ocupar los puestos que os aguardan en las avanzadas del Señor: id a cooperar con vuestra ayuda a los soldados que os esperan peleando; id a
defender como ellos el sacrosanto lema de nuestra redención, pero no olvidéis que aquí quedamos nosotros rogando al Señor para que la victoria corone vuestros esfuerzos y templando
nuestros corazones al sacro fuego de la Oración y del estudio, para que pronto, tal vez muy
pronto, podamos reemplazaros en vuestras fatigas y trabajos, defendiendo el lema que, como
vosotros, también hemos jurado defender.
FR. F. OTAMENDI DE LA P. C.
Marcilla, Septiembre 1920
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
EL M. R. P. EXPROVINCIAL FR. TOMÁS ROLDÁN
En la tarde del día 11 de los corrientes y a los 63 años de edad, confortado con los Santos
Sacramentos y demás auxilios espirituales de que la Iglesia dispone para fortalecer a sus hijos
en la hora suprema, ha entregado el alma a Dios en Aldeanueva de Ebro, su pueblo natal, el
M. R. P. Exprovincial Fr. Tomás Roldán de la Virgen de los Remedios.
Escribimos estas breves notas necrológicas hondamente impresionados por tan infausta
nueva, y es seguro que la misma impresión ha producido la inesperada noticia, no sólo en las
Casas de la Orden, sino donde quiera que el P. Tomás era conocido, particularmente en su
pueblo donde ha fallecido y en esta ciudad de Puente la Reina, donde contaba con generales
simpatías.
Durante estos últimos meses habíase resentido notablemente su salud, ya quebrantada por
los años y por los trabajos sufridos en su campaña de misionero, muy principalmente en el
tiempo que estuvo preso de los revolucionarios filipinos; y a fin de reponer algún tanto sus
gastadas fuerzas, salió de esta Residencia para su pueblo natal el día 29 del pasado.
A los pocos días se recibió carta de su familia, anunciando que se encontraba en cama de
gravedad, prometiendo volver a escribir al día siguiente. Así lo hizo, y como la gravedad continuara, el P. Presidente de esta Residencia, Fr. Tomás Preciado, resolvióse a ponerse en camino para Aldeanueva. A su llegada, el 9 de Septiembre, encontróse allí con el M. R. P. Vicario Provincial, Fr. Juan Vicente,
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que había venido de Zaragoza y a quien habían también avisado.
El P. Preciado encontró al enfermo con todo el conocimiento en medio de su gravedad y
tuvo con él un rato de animada conversación en que le preguntó por todos los Padres de la
Residencia y de los amigos de Puente. Esto le hizo concebir no pocas esperanzas que hubieron de desvanecerse muy pronto ante la terrible realidad. Además de una rebelde tifoidea,
declaróse francamente en el enfermo una aguda bronconeumonía; y eran estos dos enemigos
demasiado poderosos para que pudiera vencerlos una naturaleza tan quebrantada ya como la
del P. Tomás.
El inteligente médico que le asistía agotó todos los recursos de la ciencia, pero la naturaleza no respondía; y en vista de que no había medio de normalizar el funcionamiento de aquel
corazón cuya vida se extinguía por momentos, declaró, al ser preguntado, que era ya tiempo
de preparar al enfermo para despedirse de este mundo. En la mañana del 11 habló a éste el P.
Vicario sobre el estado grave en que se encontraba y cómo convenía que recibiese los Santos
Sacramentos por si, aumentando la gravedad, llegaba a perder el conocimiento. Oyóle el P.
Tomás sin in inmutarse, y con la mayor tranquilidad le contestó: «Nada he querido decir por
no alarmar a la familia porque todavía Dios me conserva el uso completo de mis facultades;
pero desde un principio me he persuadido de que, si la Virgen de los Remedios no hace un
milagro, esto se va».
Confesado para morir, quedóse con él el P. Preciado, mientras el P. Juan Vicente, a invitación del Sr. Párroco, fue a traerle el Santo Viático que había de acompañarle en su viaje a la
eternidad; y como tardara un rato por haber dado lugar a que acudiera la gente, el P. Tomás
manifestó repelidas veces su impaciencia con la frase ¡Cuánto tarda! Comprendía que se
acercaba el fin y quería a todo trance recibir al Señor antes de que pudiera perder el conocimiento.
Llegó por fin Su Divina Majestad a la habitación del enfermo quien, después de responder con voz clara y firme a todas las preguntas del Ritual, recibió en su pecho el pan de los
fuertes con edificante fervor. Como su estado continuara agravándose, se le administró después la Santa Unción, hasta, que a las tres y media de
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la tarde, asistido de su familia, de su hermanos de hábito y del digno Párroco y Coadjutores de
Aldeanueva, sin que se percibiera estertor alguno, sin notarse en su rostro ninguna de esas
contracciones que anuncian la muerte, entregó su alma al Señor.
Al día siguiente tuvo lugar el entierro con misa, ofreciéndose generosamente el Cura
párroco con cuanto estaba a su disposición a fin de que el acto resultara lo más solemne posible. Ofició el P. Vicario, Fr. Juan Vicente, ayudado del mismo Cura párroco y uno de sus Coadjutores, y asistieron con capa y cetro los Padres Preciado y Pujados, jesuita éste de la Residencia de Zaragoza, que a la sazón se encontraba en el pueblo. Excusado nos parece hablar de
la asistencia de fieles que fue numerosísima, resultando el acto una verdadera manifestación
de duelo. Reciban todos las más rendidas gracias, así de parte de la familia del finado como
en nombre de la Corporación de Padres Recoletos, muy especialmente el digno Cura párroco
y demás sacerdotes que con tal solicitud han asistido al P. Tomás durante su enfermedad,
haciéndole continua compañía hasta depositar sus restos en la última morada.
También los puentesinos han demostrado el acendrado afecto que profesaban a N. P.
Tomás. Desde que se supo que se hallaba gravemente enfermo, han sido muchas las personas
que, interesándose por su salud, se han acercado a esta Residencia para enterarse del curso de
la enfermedad; y de la dolorosa impresión que les ha producido la noticia de su muerte, tanto
más dolorosa cuanto más inesperada, aparte de las sinceras manifestaciones que particularmente nos han hecho, es irrecusable testimonio la numerosa asistencia a las exequias que en
sufragio de su alma hemos celebrado en nuestra Capilla de la Soledad.
Ha oficiado de Preste el R. P. Tomás Preciado, Presidente de esta Residencia, asistido de
D. Patrocinio Jaurrieta, Capellán de las Mdres Agustinas y D. Sabino Gorricho, Coadjutor de
Cirauqui. En el Coro han sido fielmente interpretado el Oficio de Difuntos de Goicoechea y la
Misa de Perossi por la Capilla de Casa, dirigida por el joven Fr. Aurelio Galán, y reforzada
por los tiples de Santiago y varios elementos del Orfeón Pamplonés, entre los que recordamos
a D. Epifanio Trigogen, Coadjutor de Puente, Jerónimo Arrastia y
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Samuel Martínez, Organista de Enériz.
De la numerosa concurrencia no es posible citar nombres; basta decir que, además del
Coadjutor D. Pedro Vidaurre, y familias principales de Puente de la Reina, hubo representación de los Padres Alemanes establecidos en el Convento del Crucifijo, del Colegio de Madres Francesas y religiosas de Santa Ana, asistiendo por fin, de los pueblos comarcanos, el Sr.
Arcipreste; D. Salvador, Párroco de Obanos; D. Juan Segura, de Sarriá; D. Justo, de Mañeru;
y D. Constantino Ciriza, de Artazu. Págueles Dios a todos la caridad y vivan seguros de nuestra eterna gratitud.
La desconsolada familia de N. P. Tomás, que en medio de su dolor ha tenido la satisfacción de asistirle en los días de su vida, prodigándole toda suerte de cuidados con cariñosa solicitud, ha de experimentar no poco alivio ante las manifestaciones de simpatía que ha recibido después de su muerte. Pero lo que principalmente ha de ayudarles a sobrellevar con cristiana resignación pérdida tan irreparable es el haberle visto morir como mueren los justos. Así
lo deseamos y se lo pedimos a Dios al enviarles el más sentido pésame.
No es ésta la ocasión de ofrecer a nuestros lectores una semblanza del P. Tomás, que, por
incompleta que fuera, llenaría muchas páginas. Por otra parte esa figura es harto conocida de
cuantos han de leer este artículo. Al prestigio que naturalmente le daba el haber desempeñado
en la Orden importantísimos cargos, juntábanse en él un talento extraordinario de todos reconocido, una inteligencia clarísima, espíritu observador, larga experiencia de la vida y profundo conocimiento de la realidad. Compréndese con esto que sus juicios y apreciaciones fuesen
tenidos en gran estima, y en prueba de que así era, tenemos el hecho de que, antes de resolver
asuntos de importancia, acudieron muchas veces a él los superiores en demanda de luz y de
consejo. Por su carácter bondadoso adaptábase con la mayor naturalidad a todas las situaciones, y su trato franco y sencillo hacíale asequible aun a los más humildes con los cuales no
desdeñaba de alternar. Era sin disputa una de las figuras de más relieve en la Orden, y tanto
ésta como el pueblo de Aldeanueva han perdido con su muerte uno de sus más preclaros hijos.
Descanse en paz N. P. Tomás; y aunque tenemos fundados motivos
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para creer que Dios le ha acogido en su seno y ha premiado ya las virtudes que le adornaban
como religioso ejemplar, por si aún tuviere algo que purgar, terminamos esta triste crónica,
suplicando a los lectores una oración por su alma. R. I. P.
FR. B. GABASA
Puente la Reina, Septiembre 1920
✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥
CRÓNICAS DE NUESTROS COLEGIOS
DE SAN MILLÁN DE LA COGOLLA
Siempre en la celebración de una festividad cualquiera, por más que de ella se haga memoria, alguna vez por año y llegue de este modo a ser fiesta tradicional, por decirlo así, con
todo, digo, resalta alguna nota peculiar y característica, que le da ciertos visos de novedad
agradable y le imprime, cual vistoso matiz, muchas veces aun el sello mismo y el carácter
inconfundible de una palpitante actualidad. Al menos yo, acorde con la experiencia de todos
los días, así lo he creído. Y, por si tal vez alguno exigiera una prueba a esta mi aserción, paso
a dársela en muy calculadas líneas, en las que trataré de rasguear, ya que no me siento con
fuerzas para otra cosa, algo de lo ocurrido el día de N. P. S. Agustín en este nuestro Convento.
El día 27, a la hora señalada, se cantaron solemnes vísperas. Al caer de la tarde, la voz de
los bronces, alegre y bullanguera, atraía en compactas muchedumbres a las sencillas gentes de
este valle y sus alrededores; y, cobijadas bajo la espaciosa y dilatada bóveda del templo, alababan a Dios N. Señor en la santidad y virtudes de San Agustín.
En el Coro cantáronse varias composiciones religiosas: la letanía de Zubiaurre y el
«Himno a S. Agustín» del Sr. Lasheras: partituras, ambas llenas de melódica armonía, en las
que derrochó la Capilla del Convento gracias y primores sin cuento. ¡Mas donde verdaderamente lució ésta sus reconocidas aptitudes musicales, fue en la sabia interpretación que supo
hacer de la hermosa, y jamás lo
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bastantemente admirada, «Salve» a cuatro voces de A. Camaltaví; partitura inspiradísima y
modelo en el arte polifónico, llena toda de vida y animación, la cual su autor parece que logró
dar plasticidad al ruego del desterrado que gime sumido en este valle de dolor y quebranto;
sobre todo en aquel grito de súplica «O clemens O pia!» que arranca al corazón lágrimas de
arrepentimiento sincero. Grandiosa fue también la otra de «Joseph» a cuatro voces compuesto
por el joven P. Domingo, interpretada muy ajustadamente por la Capilla. Diose justo remate a
la función de la noche con la estrofa del himno mencionado del Sr. Lasheras.
Y despertó el día 28 en que lució un sol refulgente y ardoroso caldeando la tierra. Como a
eso de las nueve de la mañana nuevamente el grito clamoroso de las campanas confundido y
acompañado del fragoroso estampido del cohete, anunciaba llegada la hora de la fiesta. No me
detendré a describir con esta mi rastrera y mal cortada pluma el ornato y deliciosa compostura
del templo. Todo era en él arte y buen gusto; presentando un aspecto sencillamente encantador. En el altar mayor, y sobre alto pedestal, circuido de hermosísimas guirnaldas, destacábase, cual expresión viva del genio, la efigie soberbia y gigantesca del Águila de Hipona, a la
que hacían corte amorosa, ofrendándole sus frescos aromas, pequeños hacecillos de múltiples
y variadas florecillas, simétricamente colocadas, y acogidas a la sombra de un cielo hermoso
y transparente tachonado de estrellas. Innumerables lucecillas ardían en su rededor. Así todo,
comenzó el Santo Sacrificio de la Misa, que dijo N. Rmo. Padre Exprior General Fr. Enrique
Pérez, acompañado de los PP. Eduardo Abaurrea y Pedro de la Dedicación. El sermón estuvo
a cargo del R. P. D. Wilfrido Arnaiz, monje del célebre santuario de Valvanera, quien con voz
clara y bien timbrada, y clásica dicción, cantó las prerrogativas de S. Agustín. En el Coro, de
nuevo la Capilla nos demuestra su omnímodo y completo dominio del arte musical, cantando
admirablemente la magnífica «Missa Patriarchalis» de Perosi, muy en tono con las exigencias
y esplendidez de la festividad.
Acto seguido procedióse a una solemne procesión en la cual la banda del Colegio ejecutó
varias marchas de su abundante repertorio. Cerraron, a modo de broche áureo, la función religiosa los acentos del «Himno a S. Agustín» del P. Miguel Avellaneda.
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La nota particular y característica, de que hablé al principio, en la fiesta de N. P. San
Agustín este año, es la velada literario-musical, celebrada por los Coristas de ésta y en el
mismo refectorio.
Acabada que fue la comida se dio principio a ella, guardando en los números que la constituían el orden que señalaba el programa, al que se ajustó estrictamente. El programa era del
tenor siguiente:
1.º «Himno a San Agustín», por la Banda y todos los Coristas.
2.º «Saludo». Discurso por Fr. Manuel del Val.
3.º «La Canción del Soldado». Orfeón por todos los Coristas.
4.º «Augustinus sapiens». Discurso en Latín, por Fr. Santiago Narro.
5.º «El Suspiro del Moro», del maestro R. Chapí, cantado por Fr. Jacinto Frías.
6.º «Lucha y Victoria». Poesía castellana, por Fr. Santiago Vilda.
7.º «Intermedio de Armonium», por Fr. Pedro Aróstegui.
8.º «Ausencias y anhelos». Orfeón por todos los Coristas.
9.º «Agustín, Doctor de la Iglesia». Discurso por Fr. Benito Lozano.
10.º «¡Ay!» Balada del maestro Verdú, por Fr. Francisco Izurzu.
11.º «Fax saeculorum». Poesía latina, por Fr. Domingo Peña.
12.º «¡Navarra!» Jota de A. Brull. Orfeón por todos los Coristas.
Todos los números fueron observados escrupulosamente, y todos ellos recibieron una
admirable interpretación. De los trabajos, así latinos como castellanos, creemos decirlo todo,
con afirmar resueltamente y sin temor a ser desmentidos, que fueron muy bien compuestos y
muchísimo mejor declamados por sus respectivos autores.
Los dos solistas estuvieron muy en su punto y poseídos del papel; y el joven Fr. Pedro
Aróstegui se mostró excelente organista en la ejecución del Intermedio. Del Orfeón nada diremos, porque tal vez se nos tildara con la nota de apasionado personalismo.
Merece aquí una especial memoria, y muy gustosos se la tributamos al joven Dr. Don
Félix Flamarique, hijo de la histórica ciudad de Tafalla, quien declamó con gracia y soltura
una leyenda muy original intitulada «La Ciudad de Dios». Los concurrentes al
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acto premiaron nuestra labor, descargando por sobre todos los números una verdadera tempestad de aplausos, que, según oí decir a uno de ellos, era la mejor prueba de su hondo agradecimiento y de su entusiasta admiración.
¡Sea todo en honor de N. P. San Agustín, de ésta su hija predilecta, nuestra idolatrada
madre la Recolección, cuyas preexcelsas glorias, ensalzaremos hasta la muerte!
* * *
Al día siguiente, domingo, se celebró con mucha solemnidad la fiesta de Ntra. Sra. de la
Consolación. La misa estuvo a cargo del R. P. Felipe Robres. Predicó el R. P. Pedro Ibáñez,
quien, con frases impregnadas de unción religiosa, celebró las glorias y grandezas de la Santa
Correa, símbolo que la Virgen nos legara en la persona de N. Madre Santa Mónica, cual prenda segura de la salvación eterna. Cantóse la grandiosa Misa XII de Ravanello. Por la tarde se
celebró la procesión General, rezado que fue el Rosario, y se dio fin a la fiesta con la Salve de
A. Bierica.
FR. ÁNGEL SÁENZ DE S. JUAN DE SAHAGÚN
San Millán y Septiembre de 1920
NECROLOGÍA
El día 11 de Septiembre, a las 3.40 de la tarde, falleció en su casa de Aldeanueva, a consecuencia de una bronconeumonía, el Reverendo P. Fr. Tomás Roldán de los Remedios, después de recibir con gran fervor todos los Santos Sacramentos.
Hacía una temporada que venía sintiendo que su salud se quebrantaba visiblemente; y, a
fin de reponerla, se trasladó con permiso del Superior, de nuestra Residencia de Puente la
Reina a la casa de su familia en Aldeanueva; pero, apenas llegó allí, cayó en cama atacado de
una afección gripal que muy pronto degeneró en bronconeumonía, que es la que le ha llevado
al sepulcro.
Tan pronto como el P. Vicario Provincial tuvo noticia de su enfermedad, se presentó en
casa del enfermo, como también el P. Superior de Puente la Reina; los cuales no se han apartado un momento del lecho del enfermo, asistiéndole solícitos, administrándole los Santos
Sacramentos y haciendo allí sus funerales.
Ha muerto edificando a todos con la santa muerte del justo.
R. I. P. A.
TIP. DE SANTA RITA. – MONACHIL
Año XI
Noviembre de 1920
Núm. 125
BOLETÍN
DE LA
PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
DE FILIPINAS
de la Orden de Agustinos Recoletos
MOTU PROPRIO
De Nuestro Santísimo Padre Benedicto XV sobre las sacras
solemnidades del 50 Aniversario de la Declaración
de San José como Patrono de la
Iglesia Universal
Fue ciertamente bueno y saludable para el nombre cristiano que Nuestro Predecesor Pío
IX de inmortal memoria declarase Patrono de la Iglesia católica a San José, castísimo esposo
de la Virgen Madre de Dios y padre nutricio del Verbo encarnado; de la cual declaración en
diciembre próximo hará cincuenta años, y por lo
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mismo juzgamos será muy útil que se celebre con solemne conmemoración en todo el orbe de
la tierra.
Al volver los ojos hacia este periodo de tiempo pasado vemos ciertamente cómo una serie
y conjunto de instituciones piadosas demuestran que ha tomado incremento entre los fieles el
culto al santísimo Patriarca; mas considerando las amarguras que hoy afligen al género humano, creemos oportuno fomentar con más empeño en el pueblo esta devoción y propagarla más
ampliamente. Después de la gravísima conflagración de la guerra, estudiamos ha poco lo que
falta para volver a la tranquila normalidad del orden en Nuestra carta encíclica «sobre la reconciliación cristiana de la paz», en la cual consideramos principalmente las relaciones civiles
de los pueblos y de los individuos entre sí. Ahora urge atender a otra causa de perturbación,
más funesta aún, porque reside en las venas y en las entrañas de la sociedad humana. La
catástrofe de la guerra sorprendió a las naciones en un tiempo en que estaban absolutamente
inficionadas por el «naturalismo», esa terrible epidemia del siglo que donde prevalece debilita
el anhelo de los bienes celestiales, apaga la llama de la caridad divina, sustrae al hombre a la
acción purificadora y elevadora de la gracia de Cristo, y, finalmente, privado de la luz de la fe
y entregado a las solas fuerzas flacas y corrompidas de la Naturaleza, lo deja a merced de las
concupiscencias desenfrenadas.
Muchos se preocupaban únicamente de las cosas caducas, y entre los proletarios y los ricos se embravecían envenenadas competencias y odios; pero la magnitud y larga duración de
la guerra acreció la mutua enemistad de las clases y la hizo más rencorosa; porque de una
parte impuso a la muchedumbre una intolerable carestía del vivir, y, de otra, trajo a unos pocos aumento de fortuna. Añádese que la santidad de la fe conyugal y el decoro de la patria
potestad padecieron no escaso detrimento con la guerra, porque la separación de uno de los
cónyuges relajaba en el otro los vínculos de sus obligaciones y porque la ausencia del padre
inducía, sobre todo, a algunas jóvenes atrevidas, a permitirse ciertas libertades.
Así, pues, hay que lamentar que las costumbres estén mucho más depravadas y corrompidas que antes, y que por eso la llamada cuestión social se ha agravado de suerte que se pueden temer ya
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los males más extremos. En el criminalísimo deseo y esperanza de algunos ha madurado ya el
establecimiento de una especie de república universal basada en la absoluta igualdad de los
hombres y en comunidad de bienes y en la que no exista distinción ninguna de naciones, ni se
reconozca la autoridad de los padres sobre los hijos, ni la de los Poderes públicos sobre los
ciudadanos, ni la de Dios sobre los hombres. Si esto se realizase, necesariamente sobrevendrían terribles horrores, cuales los siente y sufre no exigua parte de Europa. Y vemos cómo se
procura que los pueblos caigan en el mismo abismo y cómo excitadas las muchedumbres por
el furor y la audacia de unos pocos se producen grandes alteraciones por todas partes.
Preocupado Nos por esta situación del mundo, no perdonamos oportunidad de recordar
sus deberes a los hijos de la Iglesia, así lo hicimos, por ejemplo, en la carla al Obispo de
Bérgamo y en la dirigida a los Obispos de la región veneciana. Así, pues, para que nuestros
fieles, de cualquier parte del mundo, que se procuren el sustento con el trabajo de sus manos,
sigan cumpliendo sus obligaciones y se mantengan inmunes del contagio socialista (enemigo
irreductible de la cordura cristiana), les proponemos con todo encarecimiento la figura de San
José para que lo tengan por guía en la vida y para que le rindan culto como a Patrono.
San José vivió un género de vida semejante al de los obreros: por cuya causa Cristo Dios,
siendo hijo unigénito del Padre Eterno, quiso ser llamado «Hijo del Artesano» y adornó aquella humildad de fortuna y lugar con tantas y tan excelentes virtudes con cuantas convenía que
estuviese adornado el que era esposo de María Inmaculada y Padre putativo de Nuestro Señor
Jesucristo; por lo cual, siguiendo el ejemplo de San José, aprendan todos a mirar lo presente y
perecedero a la luz de lo futuro y permanente, y consolándose de las incomodidades de la
condición humana con la esperanza de los bienes celestiales, procuren conseguir éstos según
ordena la divina voluntad; es decir, viviendo sobria, justa y piadosamente. Por lo que a los
obreros se refiere, nos place recordar lo que Nuestro predecesor, de feliz memoria, León XIII,
dijo en ocasión semejante, pues es tal que no se puede decir mejor: «Con la meditación de
estas cosas deben levantar sus ánimos y sentir equitativamente
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