Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Coordinadora General Dra. Martha Sánchez Zambrano Editores Dra. Martha Sánchez Zambrano Dr. Jesús E. Isea Pérez Dra. Rita Pizzi La Veglia Dra. Mariella Bajares de Lilue Dr. Franklin Ablan Candia Dr. Nohel Castro Blanchard Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Coordinadora General Dra. Martha Sánchez Zambrano Editores Dra. Martha Sánchez Zambrano Dr. Jesús E. Isea Pérez Dra. Rita Pizzi La Veglia Dra. Mariella Bajares de Lilue Dr. Franklin Ablan Candia Dr. Nohel Castro Blanchard Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Coordinadora General Dra. Martha Sánchez Zambrano Cortesía de: Bayer, S.A. Av. Tamanaco, Urb. El Rosal, Torre Bayer, Chacao. Caracas, Venezuela. R.I.F.: J-00030445-9 No esta permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya se electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Editorial 2 MINDS PRODUCTION, C.A. Depósito Legal: If25220106101585 ISBN: 978-980-12-4480-6 Diseño: Smart Marketing, C.A. - R.I.F.: J-31081621-2 Imprime: Gráfica Astur-Venezolana, C.A. - R.I.F.: J-00218652-6 Impreso en Caracas, Venezuela 2da. edición, 3.000 ejemplares, noviembre, 2011 Editores Dra. Martha Sánchez Zambrano Dr. Jesús E. Isea Pérez Dra. Rita Pizzi La Veglia Dra. Mariella Bajares de Lilue Dr. Franklin Ablan Candia Dr. Nohel Castro Blanchard Autores (orden alfabético) Dr. Franklin Ablan Candia Médico Endocrinólogo. Consultante Honorario y Docente del Posgrado del Servicio de Endocrinología Hospital Vargas de Caracas. Miembro Titular de la S.V.E.M. Coordinador de Investigación del “ Estudio Multicéntrico Nacional de Prevalencia de Control de Diabetes”. Dr. Julio Acosta Martínez Médico Cardiólogo, Policlínica Metropolitana, Caracas. Presidente del Colegio Venezolano de Endotelio, Miembro del Comité Ejecutivo del International Task Force for Prevention of CV Diseases, Capítulo Latinoamericano. Dra. Norka Antepara Amador Magister Scientiarum en Cardiología. Especialista en Rehabilitación Cardíaca. Miembro titular de la Sociedad Venezolana de Cardiología (Junta directiva actual), Sociedad Venezolana de Hipertensión y Latin American Society of Hypertension. Dr. J. Ildefonzo Arocha Rodulfo Médico Cardiólogo, Doctor en Medicina, miembro de la directiva de la Fundación Venezolana de Cardiología Preventiva y Presidente anterior de la Asociación Venezolana de Aterosclerosis. Dra. Lina Badimón Médico Cardiólogo. Directora del Centro de Investigación Cardiovascular, CSIC-ICCC, Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Barcelona, España. Presidente anterior de la Sociedad Española de Aterosclerosis, de la Sociedad Europea de Investigación Clínica y del Grupo de Trabajo en Trombosis de la Sociedad Europea de Cardiología. Dra. Mariella Bajares de Lilue Hospital “Dr. Domingo Luciani”. Colaboradora docente del postgrado de Psiquiatría del Hospital “Dr. Jesús Mata de Gregorio” y del postgrado de Medicina Interna del Hospital “Dr. Domingo Luciani”. Dra. Mélida Bermúdez Farmacéutico. MsC Fisiología Universidad de Chile. Profesora Titular de Farmacología y Jefe del Laboratorio Clínico “Clinifar” de la Escuela de Medicina “JM Vargas”. Facultad de Medicina, UCV, Caracas. Dra. Egleé Castillo Médico Internista y Cardiólogo. Presidenta de la Fundación Venezolana de Insuficiencia Cardíaca. Dr. Nohel Castro Blanchard Médico Cardiólogo. Master of Science (Universidad de Toronto Canadá). Cardiólogo (Universidad de Sao Paulo - Brasil). Intensivista (Hospital de Clínicas Caracas - Venezuela). Jefe de la Unidad de Cuidados Coronarios - Hospital “Dr. Domingo Luciani” - Caracas Venezuela. Dr. Mario De Bastos Neurólogo. Presidente Sociedad Venezolana Neurología 1990-1992. Coordinador Unidad Cerebrovascular. Servicio Neurología Hospital Universitario de Caracas. Coordinador Grupo de Trabajo en Enfermedad Cerebrovascular de la Sociedad Venezolana Neurología. Dra. Norma Díaz de Miguez Médico especialista en Ginecología y Obstetricia. Jefe de departamento de ginecología y Obstetricia Clínica Sanatrix, Caracas. Dr. Luis Díaz Médico Cardiólogo, egresado del Instituto Nacional de Cardiología de México. Miembro del Consejo Mexicano de Cardiología. Cardiólogo clínico del Centro Clínico Santa Rosa, Cumaná, Estado Sucre. Magister Scientiarum en Ginecología. - Profesora Titular de la Facultad de Medicina. Universidad Central de Venezuela. - Coordinadora de la Sección de Menopausia de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Venezuela. - Adjunto del Departamento de Ginecobstetricia del Centro Medico Docente La Trinidad. Médico Internista. Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Venezolana de Medicina Interna y de la Fundación Venezolana de Cardiología Preventiva. Clínica El Ávila, Caracas. Dra. Norma Barreno Dr. Freddy Febres Medico Psiquiatra, Jefe de la Unidad de Psiquiatría de Enlace del Dra. Maritza Durán Especialista en Medicina Interna y Endocrinología. Ex jefe del servicio de Endocrinología, Maternidad Concepción Palacios. Director del Instituto de Prevención Cardiometabólica (IPCAM), Caracas. Dra. Lilian Lafont Médico Cardiólogo, ecocardiografista, directora del Laboratorio de Ecocardiografía del Hospital “Dr. Domingo Luciani” y de la Asociación Civil Unidad Cardiológica Latino Americana (UCLA). Médica Psiquiatra, jefe de la Unidad de Psiquiatria de Enlace del Domingo Luciani (2008). Psicoterapeuta cognitivo-conductual. Docente ad honoren del postgrado de psiquiatria del Hospital Jesus Mata de Gregorio y postgrado de Medicina Interna del Domingo Luciani, Caracas. Dr. Abdel Fuenmayor Arocha Dr. Roberto López Nouel Médico Cardiólogo. Jefe de la Sección de Electrofisiología y Arritmias, Instituto de Investigaciones Cardiovasculares “Dr. Abdel M. Fuenmayor P” de la Universidad de los Andes y el Hospital Universitario de Los Andes, Mérida. . Investigador Nivel III del SPI. Medico Cardiólogo Clinico de Adultos. Postgrado Universidad de Oxford, Inglaterra. Miembro Titular de la SVC y Exsecretario General de la SVC. Jefe del Departamento de Medicina del Centro Médico Docente la Trinidad (CMDLT), Director de Medicina Comunitaria del CMDLT. Dra. Marisol Fernández Dr. Jesús López Rivera Dra. Josefina Feijóo Iglesias Médico especialista en Ginecología y Obstetricia. Doctor en Medicina, Profesor Asociado del Departamento de Obstetricia y Ginecología, Universidad del Zulia. Dr. Carlos Galán Médico Internista y Cardiólogo. Especialista intervencionista y Tomografia cardíaca. en Cardiologia Dr. José Ramón Gómez Mancebo Cardiólogo. Profesor de la cátedra de cardiología de la facultad de medicina de a Universidad Central de Venezuela. Vicepresidente de la Fundación Venezolana de Cardiología Preventiva. Miembro de la Asociación latinoamericana de hipertensión arterial (LASH). Dr. Ricardo Granero Maestría, Universidad de Toronto y Fellow Post-Doctoral, Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento, U. de Miami; ex-becario Fundación Fogarty y PPI Nivel 2. Consultor para OPS, CDC (EUA) y OMS. Presidente de AMNET www.amnet.info y miembro permanente del Comité de Arbitraje de Trabajos de los Congresos Mundial y Europeo de Cardiología. Dr. Jesús E. Isea Pérez MSc en Cardiología. Universidad Central de Venezuela. The Armando Planchart Fellow in Clinical Science. Green College, Universidad de Oxford, Reino Unido. Especialista Clínico en Hipertensión Arterial. Universidad de Guadalajara y Sociedad Latinoamericana de Hipertensión. Presidente de la Fundación Venezolana de Cardiología Preventiva. Médico Internista - Especialista en Hipertensión Arterial. Especialista II Adjunto al Servicio de Cardiología MPPS. Coordinador y fundador del Post Grado¨Especialista en Hipertensión Arterial Clínica¨. Hospital Universitario José María Vargas, San Cristóbal - Táchira - MPPS. Vicepresidente de la Sociedad Venezolana de Hipertensión (SVH). Secretario General de la Sociedad Latino Americana de Hipertensión (LASH). Dr. Rafael Lugo Castillo Médico Internista y Cardiólogo. Lic. Diana Luna Basso Profesor Titular (J) de la Facultad de Medicina (UCV). Nutricionista Clínico Cardiovascular. Postgrado en Área Clínica y Proyectos Sociales. Asesora Nacional e Internacional en Proyectos de Seguridad Alimentaria. Dra. Livia Machado Pediatra – Puericultor. Especialista en nutrición infantil. Miembro d la FVCP y de la comisión científica de la SUPP. Profesor del Post grado UCV Pediatría Hospital Domingo Luciani. Dra. María Inés Marulanda Médico Internista. FACP/FACC. Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Venezolana de Medicina Interna. Profesor Postgrado Medicina Interna de la Universidad de Carabobo. Dr. Iván Mendoza Mujica Médico Cardiólogo, especialista en electrofisiología, Presidente de la Sociedad Venezolana de Cardiología 1987 – 1991, Miembro de la American Federation for Clinical Research, USA; Gobernador de la International Society of Holter Monitoring. Miembro Fundador de la Sociedad Venezolana de Farmacología Clínica y Terapéutica. Miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Vicepresidente de la Sociedad Interamericana de Cardiología. Fellow American College of Cardiology. Dr. José Domingo Rodríguez Dr. Carlos Mendoza Dr. Eduardo Romero Vecchione Médico Internista y Cardiólogo. Master en Gerencia. Felow Clinica Mayo Rochester Minnesota. Instructor de ACLS del American Heart Association. Coordinador del Programa Emerge Venezuela. Dr. Juan Marques Médico Cardiólogo, especialista en electrofisiología. Sección de Cardiología Experimental, Instituto de Medicina Tropical, Universidad Central de Venezuela. Dr. Eduardo Morales Briceño Médico Cardiólogo, Expresidente de la Sociedad Venezolana de Cardiología y de la Fundación Interamericana del Corazón. Miembro del Consejo de la Federación Mundial del Corazó. Dra. Dora Millar Médico Endocrinólogo. Profesor Asistente de la Cátedra de Histología y Embriología normal de la Escuela de Medicina Jose María Vargas de la UCV. Médico Adjunto y Coordinador del Post grado de Endocrinología y Metabolismo del Hospital Domingo Luciani. Dra. Teresa Padro Doctora en Ciencias Biológicas, Universidad de Barcelona (España). Cátedra de Investigación Cardiovascular, (UAB-HSCSP-Fundación Jesús Serra), Barcelona, España. Dra. Omidres Pérez de Carvelli Médico Especialista en Medicina Interna, Endocrinología y Metabolismo. Miembro titular de la Sociedad Venezolana de Medicina Interna (SVMI) y Sociedad Venezolana de Endocrinología y Metabolismo (SVEM). Miembro del American Collage of Physicians (ACP), Federación Nacional de Unidades de diabetes (Fenadiabetes) y Asociación Latinoamericana de Diabetes (ALAD). Directora y adjunto de la Unidad Endocrino Metabólica de Oriente (UNEMOR) en Cumaná, Estado Sucre. Médico Internista y Cardiólogo. Dr. Luis G. Rodríguez Plaza Médico Cardiólogo. Fellow en cardiología del Hammersith Hospital de la Royal Postgraduate Medical School, Londres. Director de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca de la Policlínica Metropolitana. Médico Farmacólogo. PhD Farmacología básica y clínica, Universidad de Oxford, Inglaterra. Profesor Titular de Farmacología UCV. Investigador del Laboratorio de Estudios Cardiovasculares, Escuela de Medicina “JM Vargas”. Facultad de Medicina, UCV. Caracas. Dra. Rita Pizzi La Veglia Médico especialista en Ginecología, Obstetricia y Reproducción Humana. Fellow en endocrinología de la reproducción del Massachussets General Hospital. Coordinadora del Curso Universitario de Ampliación en Endocrinología Ginecológica, Facultad de Medicina, Universidad Central de Venezuela. Dr. Giuseppe Pompini Médico Cardiólogo. Presidente del Capítulo de Enfermedad Tromboembólica Venosa de la Sociedad Venezolana de Cardiología. Dr. Carlos I. Ponte Negreti FLASH, MSVH. Médico Internista y Cardiólogo UCV. Especialista en Hipertensión Arterial, Universidad de Guadalajara. Profesor del Postgrado de Cardiología Hospital Dr. Domingo Luciani IVSS. Secretario de la Fundación Venezolana de Cardiología Preventiva. Dra. Virginia Salazar Matos Médico Internista, Adjunto y Coordinador Docente del Postgrado Universitario del Departamento de Medicina Interna del Hospital Militar “Dr. Carlos Arvelo”. Caracas. Fellow en Patología Médica del Embarazo. Maternidad Concepción Palacios. Caracas. Miembro de la Sociedad Venezolana, Latinoamericana de Medicina Interna y del Colegio Americano de Médicos (ACP). Dra. Martha Sánchez Zambrano Médico Internista y Cardiólogo. Fellow en Rehabilitación Cardíaca. Policlínica Metropolitana. Caracas. Presidenta Capitulo Enfermedad Cardiovascular en la Mujer, Sociedad Venezolana de Cardiología. Contenido Contenido Coordinadora del Capítulo de Prevención Cardiovascular en la Mujer de la Fundación Venezolana de Cardiología Preventiva Dr. Félix O. Sánchez P. Médico Internista y Cardiólogo. Profesor de la Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda” (UNEFM), Extensión Paraguaná. Clínica Medica VI. Dr. Iván Soltero Médico Cardiólogo, especialista en Lipidología. Fundador y Secretario General de la Asociación Venezolana de Aterosclerosis. Dr. Luis Sosa Médico Internista. Coordinador docente del postgrado de Medicina Interna, Hospital “Dr. Ricardo Baquero G.”, MTSVMI. Dra. Claudia Suárez Médico Patólogo, especialista en el área cardiovascular. Dr. José Vásquez F. Médico, especialista en Neurología, Universidad Central de Venezuela. PhD Fisiología Universidad de Bristol, Inglaterra. Profesor Titular de Fisiopatología e Investigador del Laboratorio de Estudios Cardiovasculares, Escuela de Medicina “JM Vargas”. Facultad de Medicina, UCV, Caracas. Dra. Ada Vedilei Medico Familiar, Directora Ejecutiva Adjunta de la Federación Panamericana de Asociaciones de Facultades y Escuelas de Medicina (FEPAFEM). Secretaria de Relaciones Publicas de la Federación Nacional de Unidades de Diabetes (FENADIABETES). Pastpresidente de la Sociedad Venezolana de Medicina Familiar (SOVEMEFA). Prólogo Dra. Martha Sánchez Zambrano. Capítulo I Endocrinología y metabolismo del desarrollo femenino...............17 Dr. Freddy Febres, Dra. Norma Díaz. Capítulo II Epidemiología de la enfermedad cardiovascular en la mujer........25 Dra. Martha Sánchez Z., Dr. Ricardo Granero, Dr. Giuseppe Pompini Cugno Capítulo III Endotelio y patología cardiovascular en la mujer..........................33 Dra. Lina Badimón, Dra. Gemma Vilahur, Dra. Teresa Padro Capítulo IV Fisiopatología de la enfermedad cardiovascular en la mujer........43 • Disfunción endotelial e inflamación en la génesis de la aterosclerosis. Dr. Julio Acosta Martínez. • Lípidos y endotelio en la génesis de la aterosclerosis. Dr. Iván Soltero, Dra. Claudia Suárez. Dra. Gemma Vilahur Licenciada en Veterinaria, Fellow del Cardiovascular Research Laboratory - Mount Sinai School Medicine, Nueva York. Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), Instituto de Salud Carlos III, Barcelona, España. Capítulo V Riesgo cardiovascular global en la mujer.......................................59 • Factores de riesgo. Dr. Roberto López Nouel, Dr. Félix Sánchez. • Riesgo cardiovascular en la mujer: estrategias para su estimación. Dr Luis Sosa. XI Contenido Contenido Capítulo VI Capítulo X Riesgo cardiometabólico en la mujer..............................................73 • Epidemiología de la hipertensión arterial. Dr. Jesús López Rivera. • La diabetes mellitus como factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. Dra. Omidres Pérez. • Obesidad. Dr. Rafael Lugo. • El Síndrome metabólico. Dr. Franklin Ablan Candia, Dr. J. Ildefonzo Arocha Rodulfo Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer.....223 Anticonceptivos orales y factores de riesgo cardiovascular. Dra. Marisol Fernández, Dra. Rita Pizzi, Dra Mariella Bajares de Lilue. • Riesgo cardiovascular en la perimenopausia y menopausia. Dr. José Ramón Gómez Mancebo. • Terapia de reemplazo hormonal y enfermedad cardiovascular. Dra. Mariella Bajares de Lilue, Dra. Rita Pizzi. • Trastornos psiquiátricos y su repercusión cardiovascular. Dra. Lilian Lafont, Dra. Norma Barreno. Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer.................................................................................................107 • Evaluación clínica. Dra. Marinés Marulanda. • Aspectos particulares del electrocardiograma en la mujer. Dr. Abdel Fuenmayor Arocha. • Utilidad de la exploración no invasiva en la mujer. Dra. Josefina Feijóo I. • Capítulo XI Capítulo VIII Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular..................................................................................263 • Aspectos nutricionales y recomendaciones de alimentación. Lic. Diana Luna. • Actividad física y rehabilitación cardíaca. Dra. Norka Antepara, Dr. Luis G. Rodríguez Plaza. • Tabaquismo y enfermedad cardiovascular. Dr. Eduardo Morales Briceño. Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer..133 • Enfermedad arterial coronaria. Capítulo XII • Dr. Nohel Castro Blanchard, Dr. Carlos Mendoza. • • • Dr. José Domingo Rodríguez. La insuficiencia cardiaca : epidemiología, factores de riesgo y prevención. Dra. Egleé Castillo. • Insuficiencia cardíaca: aspectos terapéuticos. Arritmias. Dr. Juan Marques. Dr. Iván Mendoza. Fibrilación auricular. Dr. Juan Marques, Dr. Iván Mendoza. La enfermedad vascular cerebral . Dr. Mario De Bastos. Capítulo IX Prevención en circunstancias especiales de la mujer ................201 • Prevención cardiovascular durante el embarazo. • XII Dra. Virginia Salazar. Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardio vascular.............................................................................................295 • Diferencias de género en la cinética, metabolismo y excreción de medicamentos con acción cardiovascular. Dr. Eduardo Romero Vecchione, Dr. José Vásquez, Dra. Mélida Bermúdez. • Tratamiento farmacológico de la obesidad. Dra. Ada Vedilei. • Farmacoterapia de la enfermedad hipertensiva. Dr. Luis Díaz. • Terapéutica farmacológica de la dislipidemias. Dr. Jesús E. Isea Pérez. • Terapéutica de las disglucemias. Dra. Dora Millar. • Estrategias en la cesación tabáquica. Dr. Carlos I. Ponte Negreti. • Antiagregantes plaquetarios en prevención primaria. Dra. Maritza Durán. • Revascularización percutánea. Dr. Carlos Galán. Prevención cardiovascular en niñas y adolescentes. Dra. Livia Machado XIII Prólogo El hombre como modelo para el estudio en las diferentes áreas de las ciencias médicas, ha permitido que la mujer sea una expectadora en el progreso médico, a la espera de la aplicación de los resultados obtenidos en el proceso de las investigaciones científicas, factores como su propia naturaleza por los cuales pasa a lo largo de la vida, embarazo, lactancia, menopausia, como los más preponderantes, pueden contribuir a que esto suceda, de la mano con el trato sin equidad en las relaciones sociales, políticas, educación. A esta realidad no escapa la enfermedad cardiovascular en la mujer, que ha dado una alarma mundial, por el problema de salud pública que significa el no reconocer como entidad de primera línea en la morbimortalidad en la mujer, incluso superando al cáncer y otras patologías. En 1991, la Dra. Bernardine Healy* acuñó el término de Síndrome de Yentl para definir a la situación de “invisibilidad médica” de las mujeres en el estudio de las enfermedades cardiovasculares, asociadas mayoritariamente al sexo masculino. Se ha impuesto incluso el término de presentación “atípica”, al no poder extrapolar los síntomas descritos en el hombre. La mujer, incorporada a los cambios de la humanidad, participa activamente de la cotidianidad, sumergiéndose más profundamente en los factores de riesgo cardiovascular, cambios nutricionales, sedentarismo, tabaquismo, estrés, favorecen el desarrollo de la enfermedad, aunados a los cambios hormonales por los cuales transita, en un momento protegiéndola para luego dejarla expuesta y vulnerable. Es necesario el conocimiento y la práctica clínica de médicos generales y especialistas, las diferencias entre mujeres y hombres de la enfermedad cardiovascular, que al extrapolar resultados puede conducir a errores en los estándares propuestos de prevención primaria, diagnóstico y tratamiento. El estudio de la mujer como ente biológico con características propias, nos acercará a una mejor práctica clínica. Este ha sido el propósito de un grupo de médicos de diferentes especialidades, altamente motivados a marcar un hito en la medicina en Venezuela, preparando un material inédito, para orientar la medicina en la mujer. Dra. Martha Sánchez Zambrano Coordinadora General * Healy B. The Yentl syndrome. N Engl J Med 1991;325:274-276. XV Capítulo I Endocrinología y metabolismo del desarrollo femenino Capítulo I Endocrinología y metabolismo del desarrollo femenino Dr. Freddy Febres, Dra. Norma Díaz. Introducción En el presente capítulo se describen las modificaciones fisiológicas que se suceden durante las diferentes etapas de desarrollo de la función gonadal en la mujer, lo que permitirá familiarizarnos con los cambios endocrinológicos y metabólicos que suceden a lo largo de su vida y que pudieran condicionar o aumentar las probabilidades de presentar eventos cardiovasculares. Niñez y pubertad a) Etapa postnatal e infancia. En el recién nacido al desaparecer la influencia de las hormonas placentarias y la retroalimentación que estas producen, se observa un incremento transitorio moderado de gonadotropinas y estradiol que cae antes de los siete días, luego puede volver a aumentar durante varios meses y desciende antes del año. En la niñez, la frecuencia de pulsos de hormona reguladora de gonadotropinas (GnRH) es más elevada (140-200 pulsos/minuto), que en la madurez reproductiva (60-90 pulsos/minuto). Hasta la pubertad se mantiene un estado de reposo fisiológico del eje Hipotálamo-HipófisisGónada; el cual obedece fundamentalmente a una disminución de la amplitud de los pulsos de GnRH producido por el generador de pulsos hipotalámico. El ovario en esta etapa de la vida aumenta lentamente de tamaño hasta la pubertad, pudiendo encontrarse folículos preantrales y antrales en ellos1,2. La adrenarquia ocurre alrededor de los seis a ocho años de edad y precede a la gonarquia en aproximadamente dos años3. Se caracteriza histológicamente por un aumento en el grosor de la zona reticular de la corteza suprarrenal y bioquímicamente por el aumento de las vías enzimáticas que llevan a la formación de andrógenos (dehidroepiandrosterona [DHEA], sulfato de dehidroepiandrosterona [DHEA-S] y androstenediona). Clínicamente se manifiesta por un cambio en el olor del sudor, que adquiere las características propias del adulto, y menos habitualmente por la aparición de vello púbico y axilar. El mecanismo de producción de la adrenarquia no se conoce3. b) Pubertad. La pubertad es el proceso de maduración sexual del 17 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento ser humano y se acompaña de un conjunto de cambios morfológicos y fisiológicos estimulados por hormonas, que ocurren durante la adolescencia, en la cual se completa el crecimiento, se desarrollan los caracteres sexuales secundarios y se adquiere la capacidad de reproducirse. La pubertad en niñas es evaluada según los parámetros de Tanner por: crecimiento y desarrollo mamario (GM), crecimiento del vello pubiano (VP) y desarrollo de genitales externos (G)4. La edad en la cual se inicia la pubertad es variable. Rangos convencionales para la aparición de caracteres sexuales secundarios han sido establecidos para las niñas entre los 8 y los 13 años y para los niños entre los 9,5 y los 14 años. En las niñas el signo más temprano de pubertad es la telarquia, seguida pocos meses después por presencia de vello púbico (pubarquia) y de vello axilar. La menarquia ocurre aproximadamente entre 2 a 2,5 años después de iniciada la telarquia. El desarrollo de la glándula mamaria y su transformación está influenciado por las hormonas ováricas (estrógenos, progesterona), mientras el crecimiento del vello púbico y axilar está principalmente estimulado por los andrógenos ováricos y suprarrenales. El crecimiento acelerado de la pubertad es complejo y en este participa el incremento de la hormona de crecimiento (GH) y del factor de crecimiento insulínico (IGF-1), los esteroides gonadales estimulan tanto la GH como el IGF-1, favoreciendo el desarrollo del cartílago y el hueso4. La pubertad se caracteriza por un aumento en la amplitud de los pulsos de LH, indicador indirecto del aumento de la amplitud de los pulsos de GnRH a nivel del hipotálamo. El bloqueo del generador de pulsos durante la infancia se debe al predominio de un sistema neuronal inhibitorio relacionado a neuronas “GABAergicas” con producción del neurotransmisor ácido gamma amino-butírico (GABA). La leptina es importante en el inicio de la pubertad actuando como un factor permisivo4. Capítulo I Endocrinología y metabolismo del desarrollo femenino Figura 1. Cambios endocrinológicos en las diferentes fases del Ciclo menstrual normal Ciclo menstrual El ciclo menstrual normal como lo podemos ver en la Figura 1, puede ser dividido en tres estadios5: la fase folicular, en donde una cohorte de folículos es reclutada para luego seleccionarse el folículo dominante que va a ovular; fase ovulatoria, cuando después del incremento de la LH hipofisiaria se rompe el folículo pre-ovulatorio y se libera al oocito; y la fase lútea, caracterizada por el desarrollo y formación del cuerpo lúteo a expensas del folículo pos-ovulatorio, responsable de la secreción de progesterona y estradiol en la segunda mitad del ciclo menstrual, destinado a preparar el endometrio para la implantación del blastocisto y mantenimiento del embarazo. 18 19 Capítulo I Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Endocrinología y metabolismo del desarrollo femenino Endocrinología del embarazo La placenta, como órgano productor de esteroide es una glándula endocrina incompleta, pues no sintetiza suficiente colesterol a partir de acetato, y depende del aporte proveniente principalmente de la circulación materna6-8. La progesterona es la hormona esencial del embarazo en los mamíferos, su función más importante es la preparación del endometrio para la implantación y el mantenimiento del embarazo; su disminución o antagonismo provoca la perdida de la gestación. Al principio del embarazo la gonadotropina coriónica (HCG) producida por el blastocisto recién implantado mantiene y estimula la producción la progesterona por el cuerpo lúteo hasta la sexta a novena semana de gestación; después de un período de transición, la placenta asume el control de su producción, con un aumento progresivo, llegando a término a niveles de 100 a 200 ng/ml. La placenta posee una capacidad de aromatización importante, utiliza como precursores andrógenos circulantes provenientes especialmente del feto y de la madre (Figura 2), siendo el principal el DHEA-S producido en las glándulas suprarrenales del feto. Durante el embarazo el principal estrógeno producido no es el estradiol sino el estriol; su concentración aumenta a lo largo de la gestación y varía desde aproximadamente 2 mg diarios en la semana 26 hasta 35 ó 45 mg diarios al final del embarazo. Esteroidogénesis placentaria La placenta por su actividad esteroidogénica impide el ingreso de corticoides maternos a la circulación fetal, convirtiendo rápidamente el cortisol a cortisona, gracias a la actividad de la 11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa, que es estimulada por el estrógeno placentario8,9. La placenta utiliza HDL-Colesterol materno y secreta a la circulación materna altas cantidades de progesterona. Recibe de la suprarrenal fetal DHEA-S y secreta altas concentraciones de estrógenos, principalmente estriol. La placenta desde el punto de vista endocrino es un importante sitio de producción de hormonas peptidicas y proteínas10, las cuales ejercen una regulación paracrina, autocrina o endocrina sobre el feto, la madre o ambos. 20 Menopausia Fisiológicamente, la menopausia resulta de una depleción funcional del aparato folicular del ovario, quedando solo el intersticio ovárico con actividad hormonal reducida. Clínicamente, la menopausia es definida como el cese de la función ovárica diagnosticada por una amenorrea de, por lo menos, un año con niveles asociados de hormona folículoestimulante (FSH por sus siglas en inglés) mayores de 20 UI/ml, un estradiol circulante menor de 30 pg/ml y caída de niveles de inhibina B11. La edad promedio de la menopausia en una muestra de 2373 mujeres en Venezuela fue de 48,7 años12. La disminución de la reserva folicular ovárica, corresponde tanto al número como a la calidad de los ovocitos que se encuentran en el ovario. Ello explica la mayor frecuencia de ciclos anovulatorios y por ende mayor infertilidad en las mujeres cercanas a los 40 años. La tasa de disminución del número de folículos se acelera en torno a los 37 años (entre 12 y 14 años antes de la menopausia) cuando, según se desprende de numerosos estudios, quedan sólo alrededor de 25.000 folículos13,14. Como consecuencia de estos marcados cambios en el ovario durante la perimenopausia, se presenta una desinhibición progresiva del eje hipotálamo-hipofisíario del control de las hormonas ováricas que se traduce en un incremento de las gonadotropinas hipofisiarias , particularmente de la FSH, como consecuencia de la disminución de la 21 Capítulo I Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento retroalimentación negativa ejercida por la disminución de los niveles de inhibina; posteriormente se inicia la elevación de la hormona luteínica (LH)11. Los niveles de estradiol circulante descienden abruptamente, hasta valores inferiores a 30 pg /ml, y la mayor parte del mismo proviene de la aromatización periférica de la testosterona en el tejido adiposo. Los andrógenos de origen ovárico también disminuyen durante la menopausia11 (Tabla 1). 22 Endocrinología y metabolismo del desarrollo femenino Referencias Bibliográficas 1. Febres F, Febres C, Terán J, Teppa A. Ovogénesis, Foliculogenesis, síntesis de esteroides ováricos y reserva folicular. 2. Pardo R. Endocrinología del desarrollo gonadal y puberal. En Endocrinología ginecológica y reproducción humana, Editores: Terán J, Febres F.Editorial Ateproca Caracas-Venezuela. 1995; 207-233. 3. Lee PA. Neuroendocrinology of puberty. Sem Reprod Endocrinol 1988;6:13-20. 4. Sileo E. Pubertad: Variantes normales, patológicas y características principales. En Endocrinología ginecológica y reproducción humana, Editores: Terán J, Febres F. Editorial Ateproca Caracas-Venezuela. 1995; 175-205. 5. 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Speroff L, Fritz M.Menopause and the Perimenopausal transition. En Speroff L, Fritz M. Clinical Gynecologic Endocrinology and Infertility. Ed. Williams & Wilkins (7th Ed), 2005; 689-778. 12. Yabur J. Menopausia. En Endocrinología ginecológica y reproducción humana, Editores: Terán J, Febres F. Editorial Ateproca Caracas-Venezuela. 1995; 235-292. 13. Tatcher SS, Naftolin F. The aging and aged ovary. Sem Reprod Endocrinol 1991;9:189196. 14. Klein NA., Battaglia DE., Fujimoto VY. et al. Reproductive aging: accelerated ovarian follicular development associated with a monotropic FSH rise in a normal older women. J Clin Endocrinol Metab 1996; 81:1038-1045. 15. Terán J, Febres F. Foliculogénesis y síntesis de esteroides ováricos. En Endocrinología ginecológica y reproducción humana, Editores: Terán J, Febres F. Editorial Ateproca Caracas-Venezuela. 1995; 43-76. 23 Capítulo II Epidemiología de la enfermedad cardiovascular en la mujer Capítulo II Epidemiología de la enfermedad cardiovascular en la mujer Dra. Martha Sánchez Z., Dr. Ricardo Granero, Dr. Giuseppe Pompini Cugno Introducción En la población estadounidense se ha estimado que el 36,9% (81 millones) de los adultos tienen uno o más tipos de enfermedades cardiovasculares (ECV), siendo que la distribución de la prevalencia de acuerdo al género es mayor en las mujeres que en los hombres (42 millones versus 39 millones, respectivamente)1. Sobre la base del estudio original de Framingham y la cohorte de datos que se derivaron desde 1980 a 2003, se obtuvieron los siguientes resultados1,2: • El promedio de las tasas anuales de los primeros eventos cardiovasculares se incrementa de 3 por cada 1.000 hombres en el grupo de 35 a 44 años de edad a 74 por cada 1.000 hombres en el grupo etáreo de 85 a 94 años. Para las mujeres, las tasas comparables se producen 10 años más tarde en la vida. La diferencia se reduce con la edad avanzada. • Antes de 75 años de edad, hay una mayor proporción de eventos de ECV por enfermedad arterial coronaria en los hombres que en las mujeres, mientras que la situación inversa ocurre con la enfermedad vascular cerebral, particularmente el ictus isquémico. El análisis de los datos del estudio de Framingham, entre participantes libres de ECV a los 50 años de edad, mostró que el riesgo de por vida para desarrollar ECV fue de 51,7% para los hombres y de 39,2% para las mujeres con una mediana de supervivencia general de 30 años para los hombres y 36 años para las mujeres3. Es bien conocido que las ECV son la primera causa de muerte en el mundo y las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que fueron respondables del fallecimiento de 17,1 millones de personas en el año 2004, representando el 29% de la mortalidad total (Figura 1). De estas muertes, 7,2 millones fueron debido a EAC y 5,7 millones a eventos vasculares cerebrales4. El 82% de las ECV ocurre en países de ingresos bajos y medianos, con una distribución similar entre hombres y mujeres1. En proyecciones de la OMS, para el año 2030, casi 23,6 millones de personas morirán por estas afecciones1. 25 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Figura 1. Distribución de las causas de muerte, a nivel mundial, según género en el año 2004. Las ECV constituyen las causas más frecuentes de muerte en la mujer en los países desarrollados: en Europa es responsable de cerca el 49% de todas las muertes y del 30% de las muertes antes de los 65 años, el ACV es una causa relativamente más frecuente en mujeres que en hombres (18 y 11%, respectivamente) frente apenas el 3% de las muertes por cáncer de mama5,6,7. En los Estados Unidos, más de medio millón de mujeres mueren anualmente por ECV, supera a las 5 siguientes causas de mortalidad en forma conjunta, esto se traduce aproximadamente en un deceso cada minuto, siendo la EAC la principal causa de ellas1. En el reporte de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Salud en la Américas del año 2007, para las 8 subregiones de este continente, las enfermedades isquémicas del corazón y la ECV, se encuentran dentro de las 4 principales causas de muerte, para ambos géneros8. Epidemiología de la enfermedad cardiovascular en Venezuela Según la información registrada en los anuarios del Ministerio del Poder Popular para la Salud y Desarrollo Social (MSDS) de Venezuela9, para el año 2005 la tasa de mortalidad por enfermedades del corazón para hombres y mujeres fue de 105,1 por 100.000 habitantes y 78,0 por 100.000 habitantes respectivamente, siendo la primera causa de muerte para ambos géneros (Figura 2). 26 Capítulo II Epidemiología de la enfermedad cardiovascular en la mujer Las enfermedades del corazón son la primera causa de muerte en la mayoría de las entidades federales que conforman el país, siendo los estados Trujillo, Táchira y Zulia, donde el porcentaje es mayor (25%, 23,9% y 22,8%, respectivamente). La mortalidad en la población venezolana para 2007, tiene cifras similares, siendo el infarto agudo del miocardio (IAM) la principal causa específica de muerte con 12,87%9. En estos datos hay varias consideraciones a tener en cuenta: a. Aún cuando, en números absolutos, la mortalidad por enfermedades del corazón es mayor en hombres que en mujeres, porcentualmente es superior en estas últimas (19,03 % vs. 22,14%, respectivamente). Igual ocurre con las enfermedades cerebrovasculares (6,10% vs. 10,21 %, respectivamente). La sumatoria de ambas entidades es de 25,13% en hombres y 32,35% de muertes en las mujeres, lo cual representa un tercio de las ocurridas en la población femenina. b. El IAM es la principal causa de muerte tanto en hombres como en mujeres (12,91% y 12,86%, respectivamente), situación que no se ha modificado en los últimos 10 años (Anuarios 1997-2007). La mortalidad por esta causas aumenta con la edad, ocupando el primer lugar a partir del los 45 años en el hombre y de 65 años en las mujeres10. c. El IAM es casi tres veces más frecuente que cualquiera de los tres principales tipos de cáncer en la mujer (Figura 3). 27 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento d. La diabetes mellitus es la cuarta causa de muerte en la mujer (8,35%), mientras que en el hombre ocupa el sexto lugar (6,17%). La tendencia de la mortalidad por causas cardiovasculares en Estados Unidos, desde 1980 ha descendido en forma constante en hombres, no así en mujeres que inició su descenso más recientemente11. La mortalidad en Latinoamérica por EAC, para el lapso 1970-2000 disminuyó en Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica y Puerto Rico y aumentó en Ecuador, México y Venezuela8. Epidemiología de los factores de riesgo Se ha demostrado que la prevalencia e incidencia de la ECV en hombres y mujeres aumenta con la edad, presentándose 10 años más tarde en la mujer12. La prevalencia de factores de riesgo permanece alta en hombres y mujeres, con algunas diferencias entre ellos13. El estudio INTERHEART realizado en 52 países para determinar el impacto de los factores mayores de riesgo cardiovascular (tabaquismo, aumento de la relación ApoB/Apo A1, antecedentes de HTA, diabetes mellitus, obesidad abdominal, factores psicológicos, consumo de frutas y vegetales, consumo de alcohol y actividad física) demostró una relación estrecha de mayor riesgo de IAM en ambos sexos, en todas las edades y en todas las regiones; más aún, la sumatoria de obesidad abdominal, HTA, diabetes, tabaquismo y alteración de los lípidos explicó prácticamente el 90% de las afecciones cardiovasculares14. Latinoamérica se encuentra en una transición epidemiológica, donde al lado de condiciones clínicas infecciosas ya superadas en los países más desarrollados se ha implantado el estilo de vida propio de ellos, lo cual predice un incremento de la prevalencia de ECV y diabetes. En el análisis de los datos de los países latinoamericanos participantes en el 28 Capítulo II Epidemiología de la enfermedad cardiovascular en la mujer estudio INTERHEART (Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Guatemala y México) se reveló que en el caso de la mujer fueron más significativos: la relación cintura-cadera anormal, la relación ApoB/ApoA1, la presencia de diabetes e HTA; mientras que en el hombre solamente el estrés permanente mostró una asociación más poderosa que en la mujer. Los demás factores (tabaquismo, depresión, ejercicio, consumo de frutas y vegetales) tuvieron una relación similar en ambos sexos15. En el estudio transversal y epidemiológico Cardiovascular Risk Factor Multiple Evaluation in Latin America (CARMELA) basado en la población se determinó la prevalencia de factores de riesgo CV en 7 países de Latinoamérica (Venezuela, Colombia, Argentina, México, Perú, Ecuador y Chile), con una muestra de 11.550 adultos (61,4% mujeres), edad entre 25 y 64 años. Los factores de riesgo más prevalentes en Venezuela fueron en los hombres: tabaquismo (32,2%), HTA (27,5%) y síndrome metabólico (26.3%) y en las mujeres: síndrome metabólico (25,6%), obesidad (23,5%) e HTA (22,9%)16. Diversas situaciones bien documentadas han revelado que existe una diferencia, tanto en las pacientes como en los médicos, en cuanto a la percepción de la enfermedad cardiovascular, su riesgo y la atención recibida, como se resume a continuación: 1. Percepción de la enfermedad por las mujeres: en entrevista telefónica realizada en Estados Unidos, en el 2003, a 1024 mujeres, el 46 % respondió conocer como primera causa de muerte a la ECV, lo cual representa un incremento en el 50% en relación a los obtenidos en 1997. Sin embargo, apenas un 38% refirió haber recibido información por parte de su médico sobre las ECV17. 2. Inclusión de la mujer en estudios clínicos: La subrepresentación de la mujer en estudios clínicos relacionados a las ECV ha sido un tema largamente discutido y en la actualidad hay una mayor participación de ellas. Sin embargo, la extrapolación de resultados obtenidos en estudios predominantemente realizados en población masculina, sigue siendo la norma y tiene sus implicaciones en la práctica clínica18. 3. Percepción del riesgo CV en la mujer por los médicos: En un estudio realizado en 500 médicos (generales, internista, obstetras y cardiólogos) se evidenció una menor percepción del riesgo en la mujer19. Es importante el conocimiento y una mayor aplicación de las guías de prevención de ECV, ya que la expectativa de vida ha aumentado particularmente en la mujer así como también se ha observado un incremento en la proporción de mujeres con ECV13,20. 29 Capítulo II Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas Conclusiones Las ECV son la principal causa de mortalidad, con alta prevalencia e incidencia en la mujer, lo que constituye un problema de salud, sobrepasando con creces al cáncer de mama y cuello uterino. En consecuencia, la prevención oportuna y desde la temprana edad con control y/o erradicación de los factores de riesgo ha de ser una conducta obligada en la atención médica. 30 Epidemiología de la enfermedad cardiovascular en la mujer 1. Lloyd-Jones D, Adams R et all. Heart Disease and Stroke Statistics—2010 Update A Report From the American Heart Association. Circulation. 2010;121:e1-e170. 2. National Institutes of Health, National Heart, Lung, and Blood Institute. Incidence and Prevalence: 2006 Chart Book on Cardiovascular and Lung Diseases. Bethesda, Md: National Heart, Lung, and Blood Institute; 2006. Available at: http://www.nhlbi.nih.gov/ resources/docs/06a_ip_chtbk.pdf. 3. Lloyd-Jones DM, Leip EP, Larson MG, D’Agostino RB, Beiser A, Wilson PW, Wolf PA, Levy D. Prediction of lifetime risk for cardiovascular disease by risk factor burden at 50 years of age. Circulation. 2006;113:791–798. 4. www.who.int 5. www.euro.who.int 6. www.who.int/bulletin/volumes/86/7/08-053728/en/index 7. Collins P, Rosano G, Casey C, Daly C, Gambacciani M, Hadji P et al. Management of cardiovascular risk in the peri-menopausal woman: a consensus statement of European cardiologists and gynaecologists. Eur Heart J 2007;28:2028-2040. 8. www.paho.org/hia/vol1regionalcap2.html 9. www.mpps.gob.ve/ms/direcciones_msds/Epidemiologia/Estadistica/Index.htm. 10. Ministerio del Poder Popular para la Salud. Anuario de mortalidad, 2007. 11. Women and Cardiovascular Diseases — Statistics 2009. American Heart Association 12. Bello N, Mosca L. Epidemiology of coronary heart disease in women. Prog Cardiovasc Dis 2004;46:287–295. 13. Stramba-Badiale M, Fox KM, Priori SG, Collins P, Daly C, Graham I, Jonsson B et al. Cardiovascular diseases in women: a statement from the policy conference of the European Society of Cardiology. Eur Heart J 2006;27:994–1005. 14. Yusuf S, Hawken S, Ounpuu S, Dans T, Avezum A, Lanas F et al; INTERHEART Study Investigators. Effect of potentially modifiable risk factors associated with myocardial infarction in 52 countries (the INTERHEART study): case-control study. Lancet 2004;364:937-952. 15. Lanas F, Avezum A, Bautista LE, Diaz R, Luna M, Islam S, Yusuf S; INTERHEART Investigators in Latin America. Risk factors for acute myocardial infarction in Latin America: the INTERHEART Latin American study. Circulation 2007;115:1067–1074. 16. Schargrodsky H, Hernández-Hernández R, Champagne BM, Silva H, Vinueza R et al. CARMELA: Assessment of Cardiovascular Risk in Seven Latin American Cities. Am J Med 2008;121:58-65. 17. Mosca L, Ferris A, Fabunmi R, Robertson RM. Tracking Women’s Awareness of Heart Disease: An American Heart Association National Study. Circulation 2004; 109: 573–579. 31 Capítulo III Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento 18. Kim E, Menon V. Status of women in cardiovascular clinical trials. Arterioscler Thromb Vasc Biol 2009;29;279-283. 19. Mosca L, Linfante AH, Benjamin EJ, Berra K, Hayes SN, Walsh BW et al, et al. National Study of Physician Awareness and Adherence to Cardiovascular Disease Prevention Guidelines. Circulation 2005;111:499-510. 20. Global Health Indicators. Part 2. Global Health Statistics 2008. WHO. Endotelio y patología cardiovascular en la mujer Capítulo III Endotelio la mujer y patología cardiovascular en Dra. Lina Badimon, Dra. Gemma Vilahur, Dra. Teresa Padro. Introducción La aterosclerosis es una enfermedad sistémica del árbol arterial que comienza en la infancia y progresa a lo largo de la vida de forma asintomática hasta que se manifiesta clínicamente. En la población actual, la patología cardiovascular es la principal causa de mortalidad y morbilidad, tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo, el tipo de manifestación clínica, su grado de severidad y prevalencia presentan marcadas diferencias entre ambos sexos1-3. La utilización de técnicas angiográficas y ultrasonografía intravascular ha puesto en evidencia que en la mujer, aún presentando un mayor número de factores de riesgo cardiovascular, hay una menor incidencia y extensión de placas ateroscleróticas a nivel de arterias coronarias y de la prevalencia de enfermedad coronaria obstructiva que en el hombre4,5. Por el contrario, la mujer tiende a presentar mayor número de resultados adversos y peor pronóstico tras sufrir un infarto agudo de miocardio y someterse a cirugía de derivación arterial coronaria6,7. Las diferencias entre hombres y mujeres en la respuesta funcional del endotelio, el tipo de lesión aterosclerótica y la capacidad de remodelado (dilatación compensatoria) vascular se han sugerido como algunas de las causas que podrían explicar las discrepancias en relación al desarrollo y manifestación de la patología cardiovascular8. Dos estudios recientes, realizados en sujetos sin evidencia clínica de enfermedad cardiovascular, muestran una mayor dilatación mediada por flujo, dependiente del endotelio, en la mujer que en el hombre, presentando este último, segmentos más largos de arteria coronaria con disfunción endotelial5,9. Hormonas esteroideas y patología cardiovascular La mayor frecuencia de patología cardiovascular en el hombre y la mujer post-menopáusica en comparación con la mujer antes de llegar a la menopausia, ha sugerido un efecto protector de las hormonas femeninas sobre el sistema cardiovascular. En este contexto, los primeros estudios clínicos de observación mostraron que mujeres que recibían terapia de estrógenos después de la menopausia, natural o quirúrgica, tenían menor incidencia de enfermedad cardiovascular10,11. 32 33 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Sin embargo, los resultados de ensayos clínicos como el Women’s Health Initiative Study (WHI) o el Heart and Estrogen/Progestin Replacement Study (HERS) no corroboraron los efectos beneficiosos de terapias hormonales sustitutivas en mujeres postmenopáusicas, ni en la prevención primaria (WHI)12, ni en la prevención secundaria (HERS)13 de la enfermedad cardiovascular. De hecho, ambos estudios clínicos (WHI y HERS) mostraron un aumento de eventos cardiovasculares en el grupo que recibía terapia hormonal. Sin embargo, un re-análisis posterior de los resultados del estudio WHI, en base a diferentes grupos de edad, mostró que los efectos beneficiosos de la terapia hormonal se observan únicamente en la población de mujeres que presentan una menopausia reciente14. Este efecto positivo se corroboró cuando se midió la calcificación intracoronaria en mujeres entre 50 y 59 años de edad15. Hasta ahora, la mayoría de estudios que relacionan las hormonas esteroideas y la patología cardiovascular se centran en los efectos del estrógeno y sus receptores alfa y beta (ERα y ERβ), mientras que hormonas como la progesterona o la tetosterona y sus receptores han recibido mucha menos atención. Receptores del estrógeno Se ha sugerido que la falta de respuesta a estrógenos en mujeres de edad avanzadas podría ser consecuencia de una menor respuesta de los receptores ERα y ERβ a nivel vascular, efecto que podría venir condicionado tanto por una disminución en la expresión de estos receptores como por una pérdida en la afinidad de ellos por el estrógeno. La expresión de ERβ está aumentada en la pared vascular de mujeres con enfermedad cardiovascular, mientras el receptor ERα predomina en sujetos control, lo que sugiere que utilizar, de forma selectiva uno de los subtipos ER como objetivo terapéutico podría tener un efecto en el estado de salud cardiovascular en la mujer16. Actualmente se conocen diversos polimorfismos genéticos de los ER, así como formas truncadas de ERα y ERβ a las que se les ha atribuido diferente actividad funcional y se han asociado a la enfermedad cardiovascular. El estrógeno induce diferentes efectos, que se han descrito como genómicos y no-genómicos, sobre la pared vascular. Así, el estrógeno difunde a través de la membrana plasmática de las células vasculares endoteliales y musculares lisas y se une directamente a los receptores nucleares ERα y ERβ, los cuales actúan como factores de trascripción y modulan la expresión de diversos genes diana al interaccionar directamente con el ADN a través de elementos específicos de respuesta a estrógenos (efectos genómicos). Evidencias recientes sugieren que la actividad trascripcional de los receptores de estrógenos puede estar 34 Capítulo III Endotelio y patología cardiovascular en la mujer regulada también por mecanismos de señalización intracelular (efectos no genómicos), desencadenados al unirse los estrógenos a receptores localizados a nivel de la membrana plasmática, lo cual ocurre como consecuencia de unión a lípidos como el ácido palmítico y ácido mirístico, así como su interacción con proteínas de la membrana (caveolina-1)17. Cada vez un mayor número de evidencias sugieren que los efectos beneficiosos de los estrógenos sobre el sistema cardiovascular se deben, en gran parte, a su acción sobre diferentes dianas moleculares y a través de vías moleculares mediadas por el endotelio vascular. Así, mujeres premenopáusicas a las que se les ha efectuado una ooforectomía bilateral con la consecuente supresión en la producción de estrógenos ováricos presentan una pérdida de la función endotelial en un intervalo de tiempo inferior al año18. En un estudio publicado recientemente en el que se compara la dilatación mediada por el flujo de la arteria branquial en una población de mujeres entre 50 y 53 años, en estado premenopáusico o con una menopausia no superior a 3 años, se pone en evidencia el efecto beneficioso de los estrógenos sobre la función endotelial19. Disfunción endotelial y aterosclerosis El endotelio vascular es un verdadero órgano multifactorial, cuya correcta función es indispensable para controlar el tono vascular y mantener la homeostasis de la pared vascular (Figura 1). Las alteraciones del endotelio se consideran como un proceso causal en el desarrollo de lesiones ateroscleróticas, y contribuyen de forma relevante en la progresión de las placas y sus complicaciones aterotrombóticas. De hecho, la disfunción endotelial se ha sugerido como un biomarcador de riesgo cardiovascular, tanto en sujetos aparentemente sanos como en pacientes con enfermedad arterial cororonaria20. La hipótesis más extendida hoy día, describe a la arteriosclerosis como una enfermedad inflamatoria crónica desencadenada por factores, tanto locales (hemodinámicos) como sistémicos (Ej. hipercolesterolemia, hipertensión, infecciones virales, inmunocomplejos, etc). Como consecuencia se induce una disfunción endotelial, que conlleva a un aumento en la permeabilidad de la capa endotelial y a una elevada adhesión de leucocitos que transmigran al espacio subendotelial, donde se diferencian en macrófagos, captan una cantidad elevada de moléculas de colesterol y ésteres de colesterol provenientes de lipoproteínas de baja densidad (LDL) y se transforman en células espumosas, uno de los constituyentes celulares característicos en la lesión aterosclerótica21. 35 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo III Endotelio y patología cardiovascular en la mujer Figura 2. Mecanismos moleculares desencadenados por el estrógeno en la producción de óxido nítrico (ON) en la célula endotelial. Los estrógenos se unen a receptores citosólicos y nucleares, activan la MAPK (proteina cinasa activada por mitógenos) y estimulan la transcripción de genes y expresión de mRNA eNOS (sintasa del oxido nítrico endotelial). La unión del estrogeno a receptores de la membrana celular lleva a una mayor actividad de eNOS y en consecuencia a un aumento en la biodisponibilidad de ON, debido a un aumento en los niveles de Ca+2 citoplasmáticos, la activación de las vías de la MAPK, del el ERK y de la PI3k-Akt y un disminución en radicales O2-. L-Arg: L-arginina; L-Citr: L-citrulina;, ER=receptor de estrógenos; HSP90: proteína de choque térmico 90; NAPDH: nicotinamida adenina dinucleótido fosfato oxidasa;PI3:fosfatidil-inositol 3; Efecto de los estrógenos sobre el endotelio vascular Gran parte de las propiedades antiaterogénicas y antitrombóticas del endotelio vascular están mediadas a través de su capacidad de producir y liberar sustancias como el óxido nítrico (ON), molécula inhibidora de la agregación plaquetaria, con elevada actividad vasodilatadora y una importante función anti-inflamatoria. El ON previene la expresión de moléculas proinflamatorias como el factor NF-kB, y de moléculas de adhesión (ICAM-1, VCAM1-), así como la adhesión e infiltración de leucocitos (12)22. La producción de ON es superior en la mujer premenopáusica que en el hombre23. La regulación de ON por los estrógenos se ha asociado tanto a efectos genómicos como no genómicos de los receptores de estrógenos que conllevan a un aumento de expresión y de actividad de la sintasa endotelial del óxido nítrico (eNOS por sus siglas en inglés) (Figura 2). 36 La unión del estradiol-17β (E2) a los receptores de la membrana celular inducen un aumento en la concentración de Ca2+ intracelular y de actividad de eNOS. El estradiol-17β facilita, además, la interacción de la proteína chaperona HSP90 con la eNOS, reduciendo la concentración de Ca2+ que se requiere para su activación24. El estradiol-17β induce, también, la fosforilación/activación de eNOS al aumentar la actividad de las vías de la MAPK (mitógeno proteína cinasa activada) y del fosfatidil-inositol 3 (PI3)-cinasa-Akt25. En este contexto, el tratamiento con raloxifeno (fármaco estrógenico no esteroideo) induce una mejora de la función vascular pulmonar en ratas con hipertensión espontánea debido a un aumento del ON basal y una reducción del tono vascular26. La dimetilarginina asimétrica (ADMA), forma metilada endógena de la amino-L-arginina inhibe la actividad de la eNOS y reduce en consecuencia la síntesis de ON. En mujeres, con enfermedad coronaria, los niveles plasmáticos de estradiol se correlacionan inversamente con los niveles plasmáticos de ADMA27 y recientemente, Monsalve y colaboradores28 han demostrado que el estradiol inhibe la secreción de ADMA en la célula endotelial debido a que induce un aumento en la expresión del enzima dimetilarginina dimetilaminohidrolasa (DDAH), responsable de su hidrólisis a L-citrulina y dimetilamina. 37 Capítulo III Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento A los estrógenos se les ha atribuido, además, una actividad antioxidante que conllevaría una mayor biodisponibilidad del ON. El estradiol17β inhibe la expresión de la enzima NADPH oxidasa (nicotinamida adenina dinucleótido fosfato oxidasa) ERK, lo que limita la generación de radicales superóxido (O2-) y peroxinitritos (ONOO-) y favorece la biodisponibilidad del ON29. En ratas ooforectomizadas, el tratamiento con estradiol-17β previene el aumento de presión arterial, asociado a un incremento de lipoperoxidos y radicales libres vasculares30. Estudios en ratones, deficientes en el receptor ERβ, corroboran que el efecto de los estrógenos sobre la expresión y actividad de eNOS está mediada específicamente por el receptor ERα31. Así, los agonistas selectivos de ERα mejoran la función endotelial en vasos sanguíneos de ratas hipertensas ooforectomizadas. Actualmente se conocen distintos isoformas del receptor ERα, los cuales han sugerido ser responsables de diferencias en la respuesta aguda (no trascripcional) a los estrógenos32. Además del efecto sobre la activación de la eNOS, el estradiol-17β induce cambios en la síntesis, secreción y bioactividad de diferentes factores de relajación vascular dependientes del endotelio. El tratamiento con E2 induce la expresión de ciclooxigenasa-2 y estimula la secreción de PGI2 en células endoteliales humanas33. Las divergencias entre sexos en la relajación vascular como respuesta a la indometacina se ha relacionado con diferencias en ciclooxigenasas34. Efecto de los estrógenos en la adhesión leucocitaria al endotelio vascular Un proceso relevante durante el desarrollo de las lesiones ateroscleróticas es la infiltración de monocitos circulantes al espacio intravascular. El aumento en la expresión y secreción de compuestos quimiotácticos solubles (proteína-1 quimioatrayente del monocito [MCP-1], interleucina-8)35 y de moléculas de adhesión como integrinas y selectinas (ICAM-1, VCAM-1, E-selectina)36,37 que quedan expuestas en la superficie de las células endoteliales activadas, favorece la adhesión, rodado, y transmigración de leucocitos (monocitos,células T), al espacio subendotelial. Estudios en modelos animales sugieren diferencias entre ambos sexos en la respuesta inflamatoria del endotelio vascular. De hecho, evidencias recientes apoyan la hipótesis de que los estrógenos pueden alterar la respuesta de los leucocitos a diversos estímulos, entre los que se incluye hipercolesterolemia e isquemia/reperfusión38,39. Un estudio realizado en hombres y mujeres postmenopáusicas con enfermedad coronaria aguda, a los que se les iba a realizar un cateterismo coronario, mostró niveles elevados de moléculas de adhesión (VCAM, 38 Endotelio y patología cardiovascular en la mujer ICAM, e-selectina) en comparación con mujeres postmenopáusicas que recibían tratamiento hormonal. Así, un posible mecanismo por el cual el estrógeno puede ejercer un efecto cardioprotector es limitando la respuesta inflamatoria al daño vascular, al modular la expresión de moléculas de adhesión en el endotelio vascular. Conclusión Las evidencias disponibles actualmente nos indican que hombres y mujeres se encuentran sometidos a similares factores de riesgo cardiovascular pero con efectos diferentes, especialmente en mujeres premenopáusicas y hombres de su misma edad. Estudios experimentales y clínicos sugieren un efecto beneficioso de los estrógenos sobre el endotelio vascular, tanto a nivel celular como molecular. El efecto de los estrógenos se refleja en una respuesta aguda que conlleva especialmente al aumento en la disponibilidad del ON vascular y otra genómica que se traduce en cambios en la trascripción de diferentes genes como elementos de respuesta a estrógenos. La variedad de isoformas funcionales para los receptores de estrógenos, así como las diversidad de respuestas y mecanismos moleculares que desencadenan como consecuencia de la unión a su ligando, sugieren nuevas dianas y aproximaciones terapéuticas en el tratamiento hormonal en mujeres postmenopáusicas. Agradecimientos Este artículo ha sido posible gracias a la financiación de CIBERobn CB06/03, SAF 2006-10091, Fundación Lilly, FIS-PI071070, REDINSCOR RD06/0003/0015 y la “Fundación de Investigación Cardiovascular. GV es contratada Ramón y Cajal (MICIN). 39 Capítulo III Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas 1. 2. 3. Shaw LJ, Bairey Merz CN, Pepine CJ, Reis SE, Bittner V, Kelsey SF, Olson M, Johnson BD, Mankad S, et al; WISE Investigators. Insights from the NHLBI- Sponsored Women’s Ischemia Syndrome Evaluation (WISE) Study: Part I: gender differences in traditional and novel risk factors, symptom evaluation, and gender- optimized diagnostic strategies. J Am Coll Cardiol 2006;47(Suppl. 3):S4–S20. Bairey Merz CN, Shaw LJ, Reis SE, Bittner V, Kelsey SF, Olson M, Johnson BD, Pepine CJ, Mankad S, et al, WISE Investigators. 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Dr. Iván Soltero, Dra. Claudia Suárez Disfunción endotelial e inflamación en la génesis de la aterosclerosis. Dr. Julio Acosta Martínez El endotelio vascular arterial posee funciones protectoras tales como: mantenimiento del tono vascular dilatado, antioxidación, antiadhesión, antiagregación, permeabilidad selectiva, control de la proliferación celular, antitrombosis y antitrombolisis. Las condiciones aterogénicas modifican tempranamente la función protectora del endotelio arterial sano, hacia un fenotipo oxidante, inflamatorio, proliferativo y protrombótico. Un mediador químico fundamental en la función endotelial normal es el factor relajante derivado del endotelio, identificado como la muy pequeña, evanescente y altamente reactiva molécula de óxido nítrico (ON), producida a partir del aminoácido L-arginina por acción de una enzima constitutiva endotelial, la sintasa del ON (SON) en presencia de sus cofactores, la tetrahidrobiopterina (4H) y el ión calcio (Ca++)1. El ON tiene una vida media muy breve (pocos segundos), pero también puede generar radicales libres que la hacen una especie reactiva de oxígeno (ERO) con propiedades oxidantes y capaz de reaccionar con otras ERO en su ambiente, como el anión superóxido (O2-), lo cual resulta en la inhabilitación química del ON, y por tanto, de sus propiedades protectoras. De allí la importancia de conocer el origen y destino de las ERO y su participación en la etiopatogenia de la enfermedad aterotrombótica. Oxidación En condiciones normales, las ERO cumplen la función fisiológica de balancear los efectos del ON, también ejercen actividad de defensa bacteriostática. En las situaciones patológicas como en la hipertensión arterial, diabetes, obesidad, dislipidemias y consumo de tabaco, se produce una síntesis excesiva de las ERO con consecuencias deletéreas para la pared arterial, tales como la inhabilitación biológica 42 43 Capítulo IV Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento del ON, producción de sustancias vasoconstrictoras y trombóticas, proliferación anormal tisular y eventualmente citotoxicidad con necrosis y apoptosis celulares2. Conviene recordar las siguientes definiciones3-5: • Estado REDOX: se refiere a la condición fisiopatológica de oxidación/reducción. • Estrés oxidativo: Condición patológica con predominio de las ERO a consecuencia de una mayor producción, deficiencia de los sistemas antioxidantes o combinación de ambas causas. • Generación de ATP: Proceso generador de energía celular que a partir de combustibles celulares y pasos de oxidación/reducción transfiere agentes reductores electrones a la molécula de oxigeno, produciendo mínimas cantidades de ERO. • Antioxidante: sustancia con capacidad de captar fácilmente partículas en desequilibrio: son la superoxido dismutasa (SOD), catalasa y glutatión. • Consecuencia del estrés oxidativo: Alteraciones deletéreas en la expresión de genes, estructuras y funciones proteicas. • ERO: molécula en estado de desequilibrio por la existencia de partículas (electrones) no balanceadas. Las especies reactivas de oxígeno fundamentales en la fisiología y fisiopatología humana son: Anión superóxidoO2 Peróxido de Hidrógeno H2O2PeroxinitritoNOOHRadical hidroxiloOHOxido nítricoON• Genes sensibles al estrés oxidativo: responden a las ERO con cambios, inhibición o incremento de su actividad reguladora. • Nicotinamida difosfato oxidasa (NADPHox): complejo enzimático ligado a la membrana celular, que se activa en respuesta al estrés mecánico (estiramiento, roce laminar, flujo oscilante) o químico (Angiotensina II, productos finales de la glicación avanzada, ambiente de alta glucosa, factores de crecimiento y otras citoquinas). Consta de un grupo regulador y uno transferidor de electrones, cuya actividad genera anión superóxido. La enzima está presente en células endoteliales, músculo liso vascular, neutrófilos, fibroblastos. • Sistema xantino-oxidasa: es un sistema enzimático ligado a la membrana que genera superóxido extracelular y peróxido, metaboliza a la hipoxantina, xantina y NADH para producir ERO; responde al balance, y participa en el daño celular producido por la isquemia/ reperfusión. • Sintasa del ON (SON): en condiciones normales produce ON a partir de L-arginina catalizada por 4H y Ca++. En condiciones 44 • Fisiopatología de la enfermedad cardiovascular en la mujer patológicas ( falta de L-arginina o 4H) se desacopla y genera anión superóxido Fuentes de generación de ERO en el macrófago: En la cadena mitocondrial de transferencia de electrones y en el sistema de la mieloperoxidasa. Estrés oxidativo y aterosclerosis coronaria La disfunción endotelial precede, inicia y mantiene al proceso aterogénico, su crecimiento y sus complicaciones. Las condiciones de riesgo reducen la función protectora normal del endotelio, principalmente mediante la disminución de la actividad biológica del ON a través de su inhabilitación química ejercida por el anión superóxido generado en cantidades superiores a lo normal: estrés oxidativo, por actividad excesiva del sistema NADPH endógeno, en respuesta a estrés químico o mecánico sufrido por la pared arterial, particularmente las células endoteliales4,5. Las consecuencias son la perdida de las funciones propias del oxido nítrico y adicionalmente, la expresión de nuevas moléculas patológicas pro-inflamatorias: molécula de adhesión vasculo-celular (VCAM-1) e intercelular (ICAM-1) que facilitan la adhesión de células inflamatorias al endotelio vascular disfuncional y apoptótico, seguido de su migración al espacio subendotelial, donde el proceso aterogénico es mantenido por la interacción sucesiva entre ellas, la célula endotelial, célula muscular lisa vascular, los fibroblastos, en un ambiente saturado de LDL-oxidada. Una de las consecuencias del aumento de las ERO es la modificación de las partículas de LDL-C por oxidación de la molécula de fosfatidilcolina en la LDL, lo cual transforma radicalmente sus propiedades estructurales y funcionales: aumenta su penetración al endotelio, adhesividad y fagocitosis por parte del macrófago a través del estímulo para la producción de receptores no saturables, que conducen a la formación de células espumosas6. Esta, llena de LDL-ox genera grandes cantidades de proteasa digestivas (mieloperoxidasas y metaloproteinasas) que fluyen a la matriz extracelular y estimulan aun más la síntesis de ERO. Las proteasas adelgazan la cápsula que cubre el lado luminal de la placa ateromatosa haciéndolas sumamente frágiles para las fuerzas mecánicas que actúan sobre ella: tensión, roce, flexión, provocando la erosión de la superficie o la ruptura propiamente de la cápsula y la exposición de los contenidos protrombóticos de la placa: colágeno de la cápsula y factor tisular de los macrófagos, células espumosas y células del músculo liso vascular (CMLV). La consecuencia será la oclusión trombótica aguda de la luz vascular seguida de isquemia y necrosis tisular o el crecimiento progresivo de la 45 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento placa de trombos no oclusivos, sucesivos, organizados, que reducen severamente el área de la luz vascular. En el territorio arterial coronario ocurrirá en el primer caso, muerte súbita o un infarto del miocardio, y en el segundo, el síndrome de angor péctoris, arritmias cardíacas, o insuficiencia cardíaca. La angiotensina II estimula a su receptor tipo 1 de la membrana endotelial y mediante pasos citoplasmáticos intermedios estimula al sistema NADPH para producir grandes cantidades de O2- y las consecuencias del estrés oxidativo: la reducción del estado de vasodilatación normal, oxidación de la LDL y, fundamentalmente el estímulo de factores de trascripción sensibles a la oxidación como el factor nuclear kapa B (FNkB) que regula la síntesis nuclear de citoquinas proinflamatorias responsables del estado de inflamación de la pared vascular7. Las placas ateromatosas pueden seguir un curso biológico estable que no genera síndromes clínicos ni condiciones potencialmente letales o incapacitantes. En cifras aproximadas, un 80% de la población adulta tiene placas ateroscleróticas, la mitad de ellos no presentará síntomas o síndromes isquémicos, de allí la importancia de conocer los factores que generan mayor estabilidad en la placa aterosclerótica. La oclusión trombótica aguda total de la luz vascular en el sitio de una placa o su crecimiento acelerado por capas trombóticas sucesivas organizadas que reducen el lumen, subyacen en la generación de los síndromes isquémicos. El contenido de la placa es trombogénico: el colágeno de la cápsula o el factor tisular en el interior del componente celular, son potentes iniciadores del trombo cuando entran en contacto con la sangre y su sistema de coagulación. La salud de la capa endotelial luminal que cubre a la cápsula de la placa para evitar su erosión y la exposición del colágeno, así como la resistencia de la cápsula para prevenir su ruptura con exposición del factor tisular, constituyen los mecanismos de seguridad de la placa misma. Los otros son los mecanismos antitrombóticos y trombolíticos efectivos (ON, prostaglandinas, plasminógeno) y la prevención de los factores mecánicos que disparan la ruptura o erosión de la placa (tensión capsular, presión arterial, alto roce, flexión cíclica excesiva)8. De lo expresado, se desprende dos derivaciones clínicas de índole practica: una es la posibilidad de reconocer a los pacientes expuestos al estrés oxidativo y/o a la inflamación subclínica, y la otra, la prevención terapéutica o la corrección de ambos, el estrés oxidativo y la inflamación vascular. Marcadores de oxidación e inflamación vascular subclínica Los radicales libres son sustancias muy reactivas difíciles de medir. El 46 Capítulo IV Fisiopatología de la enfermedad cardiovascular en la mujer estrés oxidativo puede evaluarse mediante la medición de moléculas estables generadas por la interacción entre las ERO y lípidos y proteínas: • Manolilaldehido: Producto de la peroxidacion lipídica, se mide por métodos fluoroscópicos. • Isoprostanos: Producto oxidativo del acido araquidónico, resultado de la reacción de ERO con fosfolípidos de la membrana celular por efecto de fosfolipasas; son liberados a la circulación y eliminados por la orina, donde se miden por espectrometría de masa. • Nitrotirosina: Producto de la oxidación de proteínas, puede medirse en plasma y orina por cromatografía liquida de alta resolución. También puede determinarse la capacidad antioxidante del plasma mediante la prueba de atrapamiento total de ERO. La evaluación de la capacidad vasodilatadora dependiente del endotelio, mediada por el ON (prueba de la hiperemia reactiva), ofrece un método fácil de conocer las funciones protectoras del endotelio vascular y su alteración por las condiciones patológicas que inducen estrés oxidativo e inhabilitación biológica del ON. Se obtiene por ultrasonido un promedio de diámetros de la arteria braquial antes de interrumpir por 5 minutos el flujo de sangre con un brazalete inflado hasta presiones supra sistólicas, para después compararlo con medidas obtenidas en el minuto posterior al estímulo del roce causado por el flujo sanguíneo restaurado sobre la superficie luminal del endotelio9,10. La respuesta de función endotelial normal es un incremento del 8% o mayor en el diámetro post-isquemia en comparación con el basal; una respuesta inferior se interpreta como disfunción endotelial, una vez descartada enfermedad del músculo liso vascular. Una parte de la respuesta del sistema inmunológico a los procesos inflamatorios consiste en la liberación de sustancias mediadoras, participantes, o simplemente consecuencia de la inflamación, ejemplo: VCAM-1, ICAM-1, proteína C reactiva ultrasensible (PCRus), fibrinógeno, e-selectina, proteína-1 quimioatrayente de monocitos (MCP-1 por sus siglas en inglés), ligando soluble del CD40 (CD40Ls), o un incremento en los componentes celulares del plasma11. Los pacientes que desarrollan síndromes coronarios agudos muestran previamente valores de glóbulos blancos y/o fibrinógeno en los límites superiores de lo normal. Desde el punto de vista clínico, la selección práctica de un marcador biológico de inflamación debe representar un valor agregado a los factores de riesgo tradicionales. Tal ocurre con la determinación de los valores plasmáticos de la PCRus que permite determinaciones en el rango de miligramos por litro (mg/L), cuyos valores normales, en ausencia de inflamación vascular subclínica son inferiores a 1 mg/L, y se considera de riesgo medio entre 1 y 3, y riesgo 47 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento alto para enfermedad coronaria los situados entre 3 y 10, por encima de lo cual se atribuye a otras condiciones patológicas12. Así como existe consenso acerca de la utilidad de la PCRus para la evaluación del riesgo, no lo existe en cuanto a su empleo como un objetivo terapéutico o para cuantificar efectos terapéuticos. Las imágenes están aportando información valiosa, todavía difícil de aplicar en la práctica clínica acerca de la composición tisular, tales como: “histología virtual” con ultrasonido intravascular, termometría, determinación del pH tisular coronario, resonancia magnética nuclear y tomografía computarizada de alta velocidad, procedimientos actuales en vías de desarrollo, en cuanto se refiere a la determinación del grado e inflamación parietal vascular13. Capítulo IV Fisiopatología de la enfermedad cardiovascular en la mujer En resumen, los resultados favorables de reducción de morbi-mortalidad cardiovascular, sobrepasan lo esperado de la modificación específica de los factores de riesgo respectivos para lo cual se han indicado el correspondiente fármaco; un exceso de beneficio que ha sido atribuido a los efectos pleiotrópicos antioxidantes y anti-inflamatorios, entre otros, implicados en los mecanismos de acción de los medicamentos empleados. Modificación terapéutica de la oxidación y la inflamación vascular Aceptando al estrés oxidativo y a la inflamación como elementos fundamentales en la génesis del proceso aterotrombótico, es lógico establecer la conveniencia de su corrección como una medida de terapia preventiva y curativa de la enfermedad, aspecto al cual ha sido dirigido una enorme cantidad de investigaciones epidemiológicas, básicas, clínicas y farmacológicas con resultados contradictorios en algunos aspectos y consistentes en otras. Las observaciones epidemiológicas anunciaron menor prevalencia de enfermedad aterotrombótica en grupos humanos con alto consumo de vitaminas antioxidantes, lo cual fue apuntalado por abundante información científica acerca del rol protagónico de la oxidación en la génesis de la enfermedad. Ello condujo a la planificación de estudios de intervención terapéutica farmacológica para demostrar reducción de morbi-mortalidad mediante la administración de vitamina E, que fallaron en mostrar un cambio en los objetivos primarios establecidos en los estudios14. Estas conclusiones han recibido crítica en el sentido de una intervención tardía y de corta duración para la modificación de una patología que comienza muy temprano en la vida y tiene un desarrollo de décadas. La modificación terapéutica favorable de la disfunción endotelial demuestra una sostenida evolución clínica positiva en proporción con la mejoría de la función endotelial. Las determinaciones de PCRus en intervenciones no farmacológicas – dieta y ejercicio- y con fármacos como: estatinas, inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina, antagonistas de receptores tipo 1 de angiotensina II, ácidos grasos omega 3, glitazonas, derivados del ácido fíbrico, y otras, han sido consistentemente demostradoras de la reducción de la respuesta inflamatoria subclínica medida por este método15. 48 49 Capítulo IV Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas 1. Schulz R, Rassaf T, Massion PB, Kelm M, Balligand JL. Recent advances in the understanding of the role of nitric oxide in cardiovascular homeostasis. Pharmacol Ther 2005;108:225-256. 2. Siekmeier R, Steffen C, März W. Role of oxidants and antioxidants in atherosclerosis: results of in vitro and in vivo investigations. J Cardiovasc Pharmacol Ther 2007;12:265-282. 3. Geiszt M. NADPH oxidases: new kids on the block. 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Las tablas de referencias son muy claras en relación a las diferencias porcentuales genéricas cuando se combinan distintas variables o factores de riesgo, para determinar las probabilidades de presentar eventos cardiovasculares. En este artículo nos proponemos explorar la fisiopatología de la aterosclerosis en la mujer de una manera breve, y si hay una o más posibles respuestas al hecho de la menor susceptibilidad del sexo femenino a ella antes de la menopausia. Algunas preguntas surgen al respecto: ¿Es que, acaso, el endotelio se comporta de forma diferente dependiendo del sexo? ¿Hay factores de protección? ¿Las hormonas inciden definitivamente en la disminución del fenómeno aterosclerótico? ¿Las lipoproteínas, particularmente, son actoras de primer orden en la conformación o no de la patología en forma más o menos agresiva?. Hallazgos de anatomía patológica. Factores clásicos y emergentes de riesgo Si bien la aterosclerosis tiene un comienzo temprano en la vida en los dos sexos, apartando la obvia carga genética, las manifestaciones de la enfermedad no son muy relevantes, al menos en los primeros años. En niños menores de un año, es posible observar estrías lipídicas en desarrollo y en algunos casos aislados, placas de novo3. Las estrías tienen como componentes principales a las colonias de macrófagos que toman asiento en la capa endotelial. Su aparición temprana puede obedecer a diversas causas no únicamente alimenticias, sino a la disposición del mismo endotelio o a factores lipídicos. Por estudios de anatomía patológica, conocemos que las estrías lipídicas se conforman en los dos géneros, pero con más persistencia, en el femenino hasta los 20 años, aproximadamente. Después, comienza a producirse una 51 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento importante diferenciación. La distribución de estas estrías varía según el lecho arterial: en las mujeres predominan en las coronarias y en los hombres en la aorta abdominal4,5. Igual sucede con las placas ateromatosas. Las localizaciones estudiadas son varias, pero a manera de ejemplo, la afectación carotidea es más prevalente en hombres. Por otro lado, el lecho de las mismas placas en la aorta femenina, es más usual en la aorta abdominal y en las coronarias. Hay una mayor incidencia en mujeres que en hombres de accidente cerebrovascular combinados con aterosclerosis abdominal. Es remarcable que las lesiones tempranas son predominantes en el sexo femenino6. Si bien en el estudio de Framingham estableció factores de riesgos cardiovasculares para los dos sexos, las tablas originadas por ese estudio, a la luz de los avances modernos, no llenan completamente las exigencias. En el estudio INTERHEART se valoraron varios factores de riesgo tanto en mujeres como en hombres8 y se demostró que la hipertensión (HTA), la diabetes, la menor actividad física y el consumo de alcohol se asociaron firmemente con infartos del miocardio en mujeres más que en hombres. Por su parte, las anormalidades lipídicas, cigarrillo, obesidad abdominal, dieta aterogénica y estrés fueron similares al comparar los dos sexos. Estas diferencias son muy importantes al incorporar estos factores en sumatoria. La utilización del índice apo B/ apo A, no muy usado, fue primordial a la hora de establecer riesgos lipídicos9. De hecho siendo el INTERHEART una investigación realizada en 52 países de los 5 continentes, demostró que a nivel mundial, las mujeres presentan un primer evento aterosclerótico coronario en un rango 9 años más tardío que en los hombres. Esto antes de que ellas alcancen la menopausia, donde las estadísticas tienden a equipararse. Dentro de la amalgama de factores contribuyentes a la aterosclerosis, surge en este contexto, el síndrome metabólico (SMet), actualmente bastante alejado de la concepción esquemática inicial de Reaven10,11. El SMet se muestra como una entidad capaz de influenciar el desarrollo de la aterosclerosis como consecuencia de una interacción de variables. Su discusión escapa a esta revisión, pero es necesario acotar que, en el sexo femenino, el SMet tiene una alta asociación con la proteína C reactiva, aunque no exista resistencia a la insulina (RI), lo cual habla de su carácter inflamatorio12. La influencia directa de otros factores, aparte de la HTA y los lípidos, ya incluidos en el SMet, el hábito tabáquico, el sedentarismo, el estrés y el alcohol, afectan negativamente la salud del endotelio. Por ejemplo, los mecanismos para que el tabaquismo ayude a la aterosclerosis son los mismos en los dos sexos por su acción endotelial, sólo que pareciera ser que la protección dada por el óxido nítrico (ON) es mayor en las mujeres, debido al estatus hormonal estrogénico6. 52 Capítulo IV Fisiopatología de la enfermedad cardiovascular en la mujer Diferencias de géneros en la conformación de la arteria y del endotelio Si bien el árbol arterial es igual en los dos sexos, los estudios con ultrasonido de alta resolución han revelado que las capas íntima y media de las arterias de los niños tienen mayor volumen que las de las niñas13. Este hallazgo ayudaría a explicar el comienzo más temprano de la aterosclerosis en el hombre que en la mujer. En el endotelio normal, las células endoteliales regulan la mecánica vascular a través de varios agentes: la prostaciclina, la endotelina, el ON, el tromboxano A2, las especies reactivas de oxígeno (ROS) como el hidroxilo (OH-), los factores de crecimiento, las moléculas de adhesión y los factores que intervienen en la coagulación6. La HTA, las hiperlipidemias y otros factores como la menopausia y sus componentes, pueden alterar el normal desempeño del endotelio y hacerlo disfuncional y proclive a que el proceso aterosclerótico se dispare o se acelere11. En el caso de la menopausia, esta disfunción está íntimamente ligada a receptores hormonales, tanto estrogénicos como androgénicos, los cuales también se subexpresan14. Recientemente se han llevado a cabo experimentos en ratas obesas, investigando la estructura de las mitocondrias en machos y hembras. Las mitocondrias funcionales son capaces de neutralizar los ROS15,16. Si por alguna disfunción mitocondrial aumentan los radicales libres, se produce estrés oxidativo. Se ha determinado, en diversos tejidos de animales hembras, que las mitocondrias son más grandes con crestas mayores, lo que pudiera hacerlas más resistentes a la disfunción y combatir más efectivamente el estrés oxidativo11. Caracterización del perfil lipídico Desde el nacimiento, las fracciones lipídicas difieren entre los dos sexos. Las recién nacidas presentan niveles de triglicéridos menores y mayores de HDL-C que los varones. A los cinco días del nacimiento las HDL-C en las recién nacidas sobrepasan en un 15 % a los niveles de los recién nacidos17,18( Tabla 1). Estas diferencias se mantendrán, al menos hasta la menopausia. Existen oscilaciones dependiendo del ciclo menstrual, pero los niveles de LDL-C de la mujer siempre son más bajos en los hombres. Después de la menopausia, la LDL-C aumenta y la HDL-C desciende19. Es interesante señalar que los isoprenoides juegan un papel relevante en la cascada de la síntesis del colesterol, a partir de la hidroximetilglutaril coenzima A reductasa (HMG CoA). El escualeno, uno de los isoprenoides, es importante en la protección aterosclerótica pero 53 Capítulo IV Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Fisiopatología de la enfermedad cardiovascular en la mujer efectiva en la defensa endotelial, porque impulsa la endotelización e inhibe la proliferación de células musculares lisas. En resumen, los estrógenos tienden a ejercer un efecto ateroprotector en las mujeres y tienen una bioactividad reducida en las menopáusicas. Esto conduce a: un aumento de la calcificación arterial, de las moléculas de adhesión (VCAM1- ICAM-1) y a la disminución de la vasodilatación21. Se asume que los estrógenos confieren protección contra la aterosclerosis en todos los lechos arteriales (enfermedad arterial periférica). A pesar de lo ya descrito, algunos autores sugieren que las hormonas sexuales no están asociadas con la presencia de calcio coronario, ni con el engrosamiento carotideo salvo en las postmenopáusicas con bajos niveles de testosterona22. en ratas machos, aunque no evita la esteatosis hepática. Si bien en las ratas hembras las lesiones ateroscleróticas permanecen estables, no se produce esteatosis ni los triglicéridos se relacionan con el aumento de peso del hígado20. Los lípidos son regulados, en parte, por factores hormonales (específicamente, estradiol [E2], la progesterona y la testosterona), por sus efectos en el metabolismo hepático. En general, las hiperlipidemias son menos prevalentes en las mujeres y por lo tanto aunque la acción del colesterol como tal y de las lipoproteínas es igual en el lecho vascular, la presencia de AT es menor en las mujeres que en hombres, ya sea por presentar menos hiperlipidemias o por factores genéticos y /o hormonales todavía no bien definidos14. Hormonas y receptores Existen diferencias biológicas relacionadas con la enfermedad aterosclerótica, no sólo entre hombres y mujeres, sino también entre mujeres premenopáusicas y menopáusicas, probablemente por razones hormonales. Los receptores estrogénicos (RE) y de otras hormonas, como la progesterona y la testosterona, se enlazan a sus respectivos ligandos transmitiendo señales al ADN. En el caso de los estrógenos, estos promueven una mayor producción de ON a través de la estimulación de la sintasa del ON14. Parece ser que el estradiol alfa es la hormona más 54 La fisiopatología subyacente en la enfermedad aterosclerótica y cardiovascular, difiere ampliamente entre las mujeres pre y post menopáusicas. Las placas de mujeres jóvenes tienden a mostrar más denudación y porosidad y tienen más células musculares lisas y proaterogénicas6. Las placas de la mujer menopáusica son ricas en calcio con un mayor componente inflamatorio como de metalomieloproteinasas (MMP). Por otro lado, las mujeres premenopáusicas son más resistentes a la oxidación. Al ser más abundante el HDL-C, posiblemente, tienen un efecto antioxidante mayor en general, a través del paroxonasa y de la Apo A1, sobre la LDL-C23. Además, parece ser que la producción de ON, siempre es mayor, contribuyendo quizá a esto, los menores niveles de homocisteina que presentan las mujeres6. La aterotrombosis, probadamente, varía con la edad en las mujeres. En las jóvenes hay un estado de mayor hipercoagulabilidad, de reactividad plaquetaria y de espasmo coronario. Parece ser que el factor genético juega un papel muy importante en esta situación6. Como colofón, no debe olvidarse nunca la presencia de la diabetes en la mujer y su relación con la aterosclerosis. Las mujeres diabéticas tienen niveles más elevados de LDL densa y pequeña que los hombres. La diabetes disminuye el efecto protector de los estrógenos, aumentando el riesgo de IM, claudicación y ACV, en mujeres pre y postmenopáusicas24. Conclusión Es necesario recalcar que se está lejos de determinar el o los factores que promueven una protección cardiovascular más prominente en la mujer que en el hombre. La variable hormonal se consideró por mucho tiempo, determinante y aunque evidentemente es muy importante, 55 Capítulo IV Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento dista bastante de explicarlo todo. Basta con revisar lo que sucede en la terapia de reemplazo hormonal, y sus consecuencias, demostradas en diversos estudios epidemiológicos controlados25. Referencias Bibliográficas Fisiopatología de la enfermedad cardiovascular en la mujer 14. Osika W, Dangardt F, Montgomery SM, Volkmann R, Gan LM, Friberg P. Sex differences in peripheral artery intima, media and intima media thickness in children and adolescents. Atherosclerosis 2009;203:172-177. 15. Mendelssohn M, Karas R. Molecular and cellular basis of cardiovascular gender differences. Science 2005;308;1583-1586. 16. 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Dr. Luis Sosa. • • Factores de riesgo cardiovascular en la mujer Dr. Roberto López Nouel, Dr. Félix Sánchez Padilla. Introducción La historia natural de las enfermedades cardiovasculares es un continuo y define un ciclo iniciado por la presencia de una constelación de factores de riesgo en personas asintomáticas y que al transcurrir el tiempo producen alteraciones funcionales y estructurales del corazón y vasos sanguíneos. En el caso del corazón, la ulterior remodelación de su anatomía se traduce en deterioro progresivo de su función y por ende, insuficiencia cardiaca, condición asociada a un sustancial aumento de morbilidad y mortalidad1. En este contexto, servir al paciente, significa prevenir que la enfermedad cardiovascular ocurra (prevención primaria) o tratar la enfermedad ya manifiesta y su progresión (prevención secundaria). Actualmente las mujeres se ven afectadas en proporciones alarmantes, cuatro millones de ellas mueren al año por enfermedad coronaria y el 80% de estas muertes ocurren en países en vía de desarrollo2. Definición de factor de riesgo Riesgo es la probabilidad de que un hecho suceda o no en el futuro y probabilidad es un término estadístico que designa la frecuencia relativa con que un suceso ocurre. Riesgo cardiovascular puede ser definido como una característica biológica o un hábito de vida que aumenta la probabilidad (riesgo) de padecer una enfermedad cardiovascular (mortal o no) en aquellos individuos que lo presentan3. El estudio de Framingham permitió identificar y definir los factores de riesgo como precursores de distintas manifestaciones clínicas de enfermedad cardiovascular, tal y como se conciben actualmente. Cómo y durante cuánto tiempo es necesario exponerse a estos riesgos para que la 58 59 Capítulo V Riesgo cardiovascular global en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento enfermedad se manifieste no está definitivamente establecido y la presencia de estos factores de riesgo no asegura que se desarrollará la enfermedad, tampoco su ausencia garantiza una protección total contra ella. Sin embargo, la exposición prolongada a un factor de riesgo en un contexto ambiental y genético favorecedor, aumenta sustancialmente la posibilidad de presentar la enfermedad. Actualmente las enfermedades cardiovasculares son la causa más importante de morbilidad y mortalidad en el mundo tanto en hombres como en mujeres2 y por tanto, como primer objetivo, deben tratar de prevenirse. Diferencias en género en la enfermedad cardiovascular La presentación de la enfermedad cardiovascular (ECV) es diferente en hombres y mujeres, aunque los factores de riesgo (FR) sean similares en ambos, el impacto del FR individual y el resultado de su intervención difieren dramáticamente entre ellos, especial énfasis debe hacerse en condiciones de riesgo únicas en la mujer4, como en la adolescencia, embarazo y en la menopausia. Los factores de riesgo pueden ser definidos como modificables y no modificables, como se muestra en la tabla 1. Tabla 1. Factores de riesgo modificables y no modificables clásicos. Modificables No modificables Hipertensión Arterial Sistémica Edad Dislipidemia (CT, LDL-C, HDL-C bajo) Género Obesidad Historia familiar (herencia) Intolerancia a la glucosa y/o Diabetes mellitus 2 Tabaquismo Inactividad física Componentes del síndrome metabólico 60 Edad y género La ECV en la mujer se manifiesta alrededor de 10 años más tarde en relación al hombre5. Uno de los mecanismos de la diferencia de género entre hombres y mujeres en la incidencia de la enfermedad cardiovascular podría ser explicado por el efecto cardioprotector de los estrógenos endógenos. Los bajos niveles de estrógenos plasmáticos pueden explicar los cambios desfavorables en el perfil lipídico y en el metabolismo de los carbohidratos que ocurren durante la transición perimenopáusica y en la menopausia temprana, cambios similares se observan en mujeres con falla ovárica prematura (menopausia en mujeres menores de 40 años)6. Hipertensión arterial (HTA) La HTA es la enfermedad crónica más prevalente del adulto, a los 60 años alrededor del 80% de las mujeres tiene niveles elevados de TA6. En las mujeres, la HTA se desarrolla más frecuentemente en la etapa postmenopáusica. Según el meta-análisis colaborativo, los hombres hasta la quinta década de la vida tienen niveles de presión arterial sistólica mayor que las mujeres; entre los 60 y 69 años, tales valores tienden a equipararse con tendencia a ser superiores en las mujeres que en los hombres con el paso de los años7. Diversos mecanismos a nivel molecular se han propuesto como factores del incremento de la TA en la menopausia, entre ellos el estrés oxidativo, niveles de endotelina, actividad del sistema nervioso simpático y el incremento de la actividad de renina plasmática8. Colesterol y dislipidemia Se ha demostrado que las concentraciones de lípidos y lipoproteínas varían según la función ovárica. Las mujeres con menopausia natural u ooforectomizadas, tienen significativamente concentraciones más elevadas de colesterol total (CT) y LDL-C en relación con aquellas que se encuentran menstruando o histerectomizadas con ovarios funcionales9. Colesterol total. Antes de los 20 años, la concentración del colesterol es similar en ambos sexos pero luego aumenta progresivamente, ocurriendo de manera más lenta en las mujeres que en los hombres, lo que se observa hasta la sexta década; posteriormente los niveles séricos aumentan más en las mujeres, Esto es atribuido al aumento de la LDL-C en la mujer post menopáusica y a su diferencia persistente con el HDL-C10. Aunque los niveles de CT, HDL-C y LDL-C han demostrado tener 61 Capítulo V Riesgo cardiovascular global en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento valor pronóstico independiente de EAC en los hombres, es menos conocido en las mujeres el efecto de las concentraciones lipídicas sobre la misma11. HDL-C. Los niveles HDL-C se mantienen similares en ambos sexos hasta la pubertad, observándose un ligero aumento durante la etapa adulta de las mujeres, al llegar a la menopausia, los niveles de HDL-C disminuyen, mientras que en los hombres con similar edad se mantienen estables. Por lo tanto, la mujer menopáusica tiene significativamente niveles inferiores de HDL-C, independientemente de otras características biológicas, esto puede colocar a la mujer postmenopáusica en mayor riesgo de EAC12. LDL-C. Los niveles de LDL-C son mayores en las mujeres que en los hombres las primeras décadas de la vida, posteriormente, alrededor de los 50 años8, estos niveles aumentan, mientras que en los hombres permanecen estables. El estudio de Framingham ha mostrado que las postmenopáusicas tienen niveles plasmáticos mayores de LDL y apoB que las premenopáusicas, lo que orienta a una acción hormonal en el metabolismo del LDL13. Lipoproteína A [Lp(a)]. Es una lipoproteína sintetizada por el hígado, y se ha determinado su potencial aterogénico y protrombótico. Según el estudio Framingham, sus niveles séricos aumentados son un fuerte pronosticador de IM en las mujeres14. En general, los niveles de Lp(a) son mayores en las mujeres que en los hombres en todas las etapas de la vida, y se ha documentado como un marcador de riesgo significativo durante la menopausia, sobre todo cuando se asocia con niveles altos de CT y bajos de HDL-C15. VLDL-C y triglicéridos. Durante la postmenopausia, los precursores de VLDL-C son más pobres en colesterol y más ricos en TG, por lo tanto son más aterogénicos. Los TG elevados son un importante factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, siendo mayor su impacto cuando se asocia con la elevación de LDL-C. Esto puede explicar el poder predictivo de los triglicéridos para EAC en mujeres postmenopáusicas16. 0besidad Las hormonas sexuales tienen un importante rol en la distribución de la grasa corporal, por lo cual es frecuente en mujeres premenopáusicas la localización ginecoide o glúteo femoral, mientras que en mujeres postmenopáusicas es central o androide. Este puede ser un mecanismo por el cual la menopausia tiene una influencia importante en alterar potencial aterogénico del perfil lipídico. En la actualidad, los investigadores se han enfocado sobre el papel de la menopausia en el desarrollo de una serie de anormalidades metabólicas que incluyen, 62 la obesidad central y la resistencia a la insulina. Varios estudios demuestran que durante este periodo se observa un incremento en la acumulación del tejido adiposo a nivel abdominal y visceral, así mismo otros muestran que existe una disminución significativa de la obesidad central en mujeres post-menopáusicas que reciben terapia hormonal de reemplazo en relación con el grupo control que no la recibe17. Diabetes La diabetes es un factor de riesgo mayor en las mujeres postmenopáusicas que en las premenopáusicas, ya que en las primeras no existe el factor protector hormonal de los estrógenos y es un potente pronosticador de RCV e incrementa la posibilidad de presentar enfermedad coronaria de 3 a 7 veces en comparación con 2 a 3 veces en el hombre. En asociación con hipertensión, obesidad y dislipidemia el riesgo es sustancialmente mayor. Se ha demostrado que la diabetes tipo 2 es la forma más frecuente de diabetes en mujeres ancianas, con una prevalencia del 9% en mujeres > 65 años y un 25% en mujeres > 85 años18. Tabaquismo Un 23% de las mujeres adultas norteamericanas premenopáusicas actualmente tiene hábito tabáquico. Datos de estudios de observación evidencian la asociación independiente entre el riesgo del cigarrillo y eventos coronarios fatal y no fatal19. Esta asociación tiene más poder en la mujer que en el hombre. Fumar cigarrillo duplica el riesgo de eventos coronarios en la mujer, con un riesgo relativo de 2,4 para la mujer comparado con un 1,43 para el hombre20. La cesación tabáquica en la mujer está asociada con reducción del riesgo de muerte por infarto del miocardio (IM) de alrededor del 65%. En el Nurses’ Health Study, con una cesación de 2 años, el riesgo de mortalidad cardiovascular decreció en un 24% independientemente del tiempo de exposición al cigarrillo y la edad de inicio21. También existe un incremento del riesgo de ECV (IM fatal y no fatal, angina y muerte súbita en la mujer joven) y el número de cigarrillos/día. El uso de anticonceptivos orales también amplifica el riesgo por tabaquismo22. Inactividad Física La falta de actividad física es uno de los factores de riesgo mas prevalentes e independientes de ECV en la mujer. Alrededor de un 25% de las mujeres jóvenes no realiza actividad física pudiendo llegar este porcentaje a un 50% en las de mayor edad. Datos epidemiológicos revelan 63 Capítulo V Riesgo cardiovascular global en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento una asociación positiva entre el ejercicio frecuente y la disminución del riesgo de eventos coronarios en la mujer adulta, existiendo una relación inversamente proporcional entre el grado de actividad física y la mortalidad por todas las causa en la mujer postmenopáusica. En el Nurses’ Health Study se demostró que una caminata vigorosa estuvo asociada con una reducción sustancial de eventos coronarios en la mujer23. Proteína C reactiva ultrasensible (PCRus) Es un marcador de riesgo independiente para el desarrollo de ECV, pudiendo incrementarse hasta 2 veces el mismo en la mujer posmenopáusica25. El efecto de la terapia hormonal con estrógenos y progestágenos sobre la PCRus es controversial; algunos reportan un incremento26, mientras otros no lo evidencian25. Referencias Bibliográficas Niveles de homocisteína Niveles elevados de homocisteína se han asociado con un incremento en el riesgo de EAC. Se ha demostrado que en la mujer premenopáusica existen niveles más bajos comparados con los de las postmenopáusicas24. 1. 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El incremento de los niveles plasmáticos de fibrinógeno ha sido asociado con un aumento de riesgo de infarto del miocardio e ictus, a pesar de que el riesgo es similar tanto para hombres como para mujeres con niveles de fibrinógeno elevados hay algunas pequeñas diferencias en relación al sexo: el fibrinógeno plasmático aumenta con la menopausia, el embarazo y el uso de anticonceptivos orales8. Lewington S, Clarke R, Qizilbash N, Peto R, Collins R; Prospective Studies Collaboration. Age-specific relevance of usual blood pressure to vascular mortality: a meta-analysis of individual data for one million adults in 61 prospective studies. Lancet 2002;360:19031913. 8. Pilote L, Dasgupta K, Guru V Humphries KH, McGrath J, Norris C et al. A comprehensive view of sex-specific issues related to cardiovascular disease. CMAJ 2007;176:S1-44 9. Ouyang P, MicPackardhos ED, Karas RH. Hormone replacement therapy and the cardiovascular system: Lesson learned and unanswered question. 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JAMA 1998;280:605-613. 66 Riesgo cardiovascular en la mujer: estrategias para su estimación Dr. Luis Sosa Introducción Existen varias formas de calcular el riesgo cardiovascular (CV) global en la población general, utilizando algoritmos que incluyen los factores de riesgo cardiovascular tradicionales tales como: colesterol, tabaquismo, hipertensión, diabetes, etc.1,2. La mayoría de estas escalas son aplicables a hombres y mujeres, algunas por separado, otras han sido desarrolladas en poblaciones de mujeres solamente3. Las escalas más frecuentemente utilizadas son: A. Escala de cálculo de riesgo cardiovascular de Framingham Perfil de esta escala: Calcula el riesgo de sufrir un infarto del miocardio (IM) o de morir debido a enfermedad arterial coronaria (EAC) dentro de los próximos 10 años. El riesgo es determinado por factores tales como la edad, el colesterol total, colesterol-HDL, la hipertensión arterial (HTA) tratada o no y el tabaquismo (Tabla 1). Está diseñada para personas sin EAC y no se debe utilizar en pacientes diabéticos ya que ésta es considerada como un equivalente de EAC. Procedimiento para el cálculo: Se necesitan: • Edad y sexo • Los valores de colesterol total y colesterol HDL, se sugiere utilizar un promedio, cómo mínimo, de dos mediciones de estos parámetros, sin embargo la mayoría de las veces la calculamos con una sola cifra. • El valor de la presión arterial sistólica, obtenida al momento de la evaluación, independientemente si la persona se encuentra o no recibiendo tratamiento antihipertensivo, la escala contempla un puntaje superior para los tratados y se necesita un promedio de varias mediciones como lo estipula el Séptimo Comité (JNC7). • Habito tabáquico (consumo de cigarrillos) La suma y/o resta del puntaje total proporcionado por la presencia de cada uno de estos parámetros permitirá calcular el riesgo en 10 años de padecer un IM y/o muerte de causa coronaria, expresado en porcentaje. Interpretación del resultado. Si la sumatoria es 20 puntos (ver tabla1) el riesgo es del 11%, lo que significa que aproximadamente 11 mujeres de cada 100 con idéntico perfil desarrollarán EAC o tendrán un evento coronario dentro de 10 años. Observaciones y ventajas de este método: 67 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento De este método se puede obtener, tres grandes grupos a saber: • bajo riesgo (menor de 10%) • riesgo intermedio (10-20%) • riesgo elevado (mas de 20%) Sin embargo, las mujeres con 10 a 20 % de riesgo pueden padecer un evento coronario en ausencia de algunos factores de riesgo. Todas las mujeres en el estudio de cohorte de Framingham son blancas y no se incluyó población latinoamericana, ni afroamericana. Aunque hay estudios recientes que han validado dicha escala en ciertas subpoblaciones, aunque enfocados en la determinación del riesgo de EAC 68 Capítulo V Riesgo cardiovascular global en la mujer y no de otros eventos cardiovasculares. El período de estimación es de 10 años solamente; sin embargo, es la escala más validada, por un sin número de publicaciones científicas que la sustentan y el seguimiento estricto de su cohorte. Además ha sido empleada por otros estudios extensos distintos a su cohorte original. Tiene la ventaja de ser muy sencilla como herramienta en practica clínica, no necesita de calculador digital, ni ecuaciones complicadas y por último, es recomendada por el panel de expertos (ATP III) como una buena aproximación predictiva de riesgo, independiente del tipo de población. B. Guías de la American Heart Association (AHA) para prevención cardiovascular en la mujer4. Esta guía está basada en la evidencia proveniente de diversas investigaciones orientadas a la prevención cardiovascular en la mujer y fueron publicadas en el año 2007. Perfil de esta escala Clasifica a la mujer en tres grandes categorías o status de riesgo cardiovascular: alto, promedio y óptimo (Tabla 2) según la presencia de factores clásicos o según la presencia de EAC o sus equivalentes; así mismo utiliza el algoritmo de Framingham como complemento a los criterios clínicos encontrados en el interrogatorio. Tiene mucha similitud a la estimación de riesgo propuesta por el Tercer Panel del Tratamiento del Adulto (ATP III por sus siglas en inglés), sin embargo incluye otras variables como la inactividad física, enfermedad subclínica expresada por la presencia de calcificación en las arterias coronarias en el estudio imagenológico correspondiente. Comentarios sobre esta escala de riesgo Es sencilla, aplicable a prevención primaria y secundaria, incluye la puntuación del algoritmo de Framingham en su cálculo, puede dar la orientación de nivel óptimo para tratar el colesterol sérico ya que uno de los motivos para el cálculo de riesgo de estas tablas predictivas es precisamente la intervención terapéutica a fin de reducir dicho riesgo y quizás el colesterol total es el más impactante como factor aislado, colaborador en la reducción de riego global. Considera además los factores de riesgo clásicos más importantes descritos en la literatura con buen nivel de evidencia como el síndrome metabólico. C. Escala de riesgo de Reynolds (Reynolds Risk Score) Perfil de la escala Es un algoritmo desarrollado para aumentar la capacidad de predicción de riesgo cardiovascular global en mujeres. Utilizó los datos de la cohorte del Women’s Health Study (WHS), donde se evaluaron 35 factores de riesgo dentro de los cuales se escogieron los más significativos en 24.558 mujeres sanas, las cuales fueron seguidas por 10,2 años, para el desarrollo de un evento cardíaco, accidente cerebrovascular (ACV), angioplastia, cirugía de bypass aorto-coronario, o muerte de origen cardíaco, a diferencia del escore de Framingham 69 Capítulo V Riesgo cardiovascular global en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento que calcula sólo el riesgo de padecer un ataque cardiaco o muerte por causa coronaria. Lo novedoso es que incluye niveles de proteína C reactiva ultrasensible (PCRus), marcador sérico inflamatorio vascular, y los antecedentes de historia familiar de IM antes de los 60 años en padre o madre. De este modo se logró reclasificar entre 40% a 50% de los pacientes categorizados por la escala del ATP III como de riesgo intermedio cambiándolos hacia grupos de alto o de bajo riesgo. Procedimiento para el cálculo Elementos utilizados: Edad: Expresada en años. 70 Colesterol total: Expresado en mg/dL, al menos en dos mediciones obtenidas en una toma de muestra de sangre estándar, simultáneamente de la misma muestra se puede obtener la PCRus. HDL colesterol: Expresado en mg/dL, de una muestra estándar, en dos mediciones. Puede ser de la muestra anterior. Presión arterial sistólica: Expresado en mmHg en la última toma de presión arterial. Proteína C reactiva ultrasensible: Se recomienda tomar el valor mas bajo de, al menos, dos mediciones obtenidas de una muestra estándar de sangre. Los valores se expresan en miligramos por litro y van habitualmente desde 0,01 a 10 mg/L. Valores muy elevados hacen sospechar inflamación por otra causa distinta a la cardiovascular. Tabáquicos: Fumar cigarrillo al menos en el último mes o fumador habitual. Expresado en si o no. Historia familiar de enfermedad cardiaca: si el padre o la madre sufrió ataque cardíaco o accidente cerebrovascular antes de los 60 años, expresado en si o no. En caso de ser diabético se utiliza la hemoglobina glucosilada. *Una vez introducidos estos puntos, existe un calculador electrónico de riesgo a 10 años, bastante sencillo. Disponible en esta dirección electrónica: http://www.reynoldsriskscore.org. Interpretación: Riesgo de padecer un evento tipo IM, ACV isquémico, revascularización coronaria o muerte cardiovascular en porcentaje. Interpretación: por ejemplo: Si la puntuación es: 15%, serán 15 individuos de cada 100 de ese grupo, quienes presentaran un evento en los próximos 10 años. Observaciones Un solo estudio valida este escore (WHS), pero su la población predominantemente fue caucásica, requiere estimación de la PCRus, requiere calculador digital, aunque es fácil como herramienta, sin embargo es de mujeres solamente, reclasificó personas que eran catalogadas como de riesgo intermedio y que realmente se comportaron como de riesgo inferior (bajo) o superior (elevado) en la practica5. Conclusiones Las investigaciones realizadas en los últimos años han modificado radicalmente el punto de vista de la prevención cardiovascular en la mujer, ya que su abordaje ha variado de la posición contemplativa (esperando que aparezcan los síntomas) a un enfoque más temprano e incorporado dentro de la concepción del riesgo cardiovascular global. La magnitud del riesgo cardiovascular de la mujer, al igual que en el 71 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento hombre, depende, no solamente de la alteración de un parámetro sino también de la presencia de otros factores de riesgo, razón por la cual se requiere de un manejo multifactorial integral dentro del concepto de riesgo cardiovascular global. Referencias Bibliográficas 1. Wilson PW, D’Agostino RB, Levy D, Belanger AM, Silbershatz H, Kannel WB. Prediction of coronary heart disease using risk factor categories. Circulation 1998;97: 1837-47. 2. Expert Panel on Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Cholesterol in Adults. Executive Summary of the Third Report of the National Cholesterol Education Program (NCEP) Expert Panel on Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Cholesterol in Adults (Adult Treatment Panel III). JAMA 2001;285:2486-97. 3. Ridker P, Buring J, Rifai N, Cook NR. Development and validation of improved Algorithms for Assessment of global cardiovascular risk in Women, the Reynolds Risk Score. JAMA 2007;297:611-619. 4. Mosca L, Banka C, Benjamin E et al. Evidence-Based Guideline for cardiovascular disease prevention in women: 2007 Update. AHA guideline. Circulation2007;115:1481-1501. 5. Ridker PM, Paynter NP, Rifai N, Gaziano JM, Cook NR. C-reactive protein and parental history improve global cardiovascular risk prediction: the Reynolds Risk Score for men. Circulation 2008;118:2243-2251. 72 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer Epidemiología de la hipertensión arterial. Dr. Jesús López Rivera. • La diabetes mellitus como factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. Dra. Omidres Pérez. • Obesidad. Dr. Rafael Lugo. • El Síndrome metabólico. Dr. Franklin Ablan Candia, Dr. J. Ildefonzo Arocha Rodulfo. • Epidemiología de la hipertensión arterial Dr. Jesús López En el mundo la enfermedad cardiovascular y dentro de éste grupo la enfermedad coronaria, constituye la principal causa de mortalidad tanto en hombres como en mujeres; un tercio de la mortalidad femenina es secundario a ello1. De hecho, en EE.UU. más mujeres que hombres mueren por enfermedad cardiovascular cada año, circunstancia, lamentablemente, una realidad no advertida por muchos médicos2,3. La mayoría de las mujeres no perciben la enfermedad cardiovascular como un riesgo importante para su salud. En Venezuela 15 mujeres fallecen diariamente por enfermedad cardiovascular, mientras que sólo 3,5 de ellas mueren por cáncer4. Por otro lado, los accidentes cerebro vasculares (ACV) son una de las primeras causas de mortalidad tanto en hombres como en mujeres y, aunque su incidencia es ligeramente superior en los pacientes masculinos, la rata de mortalidad es mayor en mujeres5,6. El ACV representa también la primera causa de discapacidad y la segunda causa de demencia con un enorme impacto sobre el paciente y su grupo familiar, las diferencias de género han sido sugeridas, en especial en el manejo clínico y estudios realizados7. Ambos grupos de enfermedades, la coronaria y la cerebrovascular, se encuentran directamente relacionadas con la hipertensión arterial (HTA). La HTA sistémica debido a su alta prevalencia y omnipresencia en todo el globo representa una de las pandemias de nuestro tiempo. Se estima, por ejemplo, que uno de cada tres adultos (29%) en los Estados Unidos es hipertenso8, lo que representa en términos absolutos la impresionante cifra estimada de 74.500.00 personas, según datos de la encuesta NHANES. A esto debe añadírsele que hasta un 28% adicional de adultos en ese país son considerados como prehipertensos. La prevalencia de HTA se considera similar para ambos sexos; sin embargo, si se incluye también la influencia de la edad en la distribución de esta variable se observa disparidad en la prevalencia de hombres 73 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento y mujeres: El estudio NHANES ha mostrado que un porcentaje mayor de hombres en comparación con las mujeres, tiene HTA hasta los 45 años de edad; desde esa edad y hasta los 64, los porcentajes de incidencia de ambos sexos son similares. A partir de los 65 años, un porcentaje mayor de mujeres es hipertensa9. Esto ocurre porque la edad en la cual los factores de riesgo para enfermedad cardiovascular se hacen evidentes difiere con el género: más mujeres que hombres desarrollan HTA cuando envejecen; incluso, el tipo de HTA varia con la interacción de la edad y el sexo, o con otras condiciones patológicas: en las mujeres ancianas la hipertensión sistólica aislada es la forma más común de HTA10,11. Por otro lado, es 2 a 3 veces más frecuente en mujeres que toman anticonceptivos orales, especialmente si son obesas, en comparación con aquellas mujeres que no los reciben12. La prevalencia de HTA varía también con la etnia: las cifras en afrodescendientes son mayores que en latinos, blancos o asiáticos13. Esta situación de prevalencia es similar en otras partes del mundo. En China, con una población de 1,3 billones de individuos aproximadamente, la prevalencia estandarizada para hiperlipidemia en mujeres con edades comprendidas entre 35 y 75 años fue de 53% frente al 25% para la HTA14. El estudio CARMELA, investigación poblacional, de observación y de cohorte con diseño estadístico homogéneo para la comunidad latinoamericana, mostró que la prevalencia de HTA en Venezuela fue del 24,5%; siendo del 22,9% en las mujeres y del 27,5% en los hombres. Sin embargo, en el grupo etario comprendido entre los 55 y 64 años, el 54,7% ocurrió en hombres y el 59,9% en mujeres, mostrando una variación de prevalencia etaria con un punto de cruce en la década de los 50 años15. Una investigación realizada en el barrio Guzmán, parroquia de la ciudad de San Cristóbal, con diseño poblacional, de observación y de cohorte, en una muestra de personas entre los 18 y los 90 años, mostró una prevalencia de 32% de HTA (33% en los hombres y 29% en las mujeres); mientras que en el grupo comprendido entre los 60 y los 90 años, la prevalencia en mujeres alcanzó el 76%16. La HTA es un poderoso marcador de riesgo cardiovascular, con una relación lineal y continua entre los niveles de presión arterial y el riesgo: partiendo de niveles de 115 mmHg para la presión sistólica, y de 75 mmHg para la diastólica, y entre las edades de 40 y 80 años, por cada incremento de 20 mmHg en la presión arterial sistólica y de 10 mmHg en la presión arterial diastólica, se duplica el riesgo cardiovascular para mortalidad por accidente cerebrovascular (ACV), enfermedad arterial coronaria, insuficiencia cardiaca y otras enfermedades cardiovasculares 17. El uso de anticonceptivos orales, incluyendo aquellos con dosis de etinilestradiol menores a 35 microgramos, se asoció con un incremento del riesgo de hipertensión arterial y de ACV isquémico, en especial 74 en pacientes fumadoras. Un estudio británico en 5880 mujeres que necesitaron tomar anticonceptivos orales por un año, mostró un aumento del doble en la incidencia de ACV18. El estudio Women´s Health Initiative (WHI), que agrupó a mujeres sin enfermedad cardiovascular conocida, demostró que la terapia hormonal de reemplazo combinada de estrógenos mas progestágneos no protegieron, ni redujeron, el riesgo cardiovascular; es más, lo incrementaron en aquellas mujeres de edad avanzada. Los estrógenos conjugados sin progestágenos tampoco protegieron; sin embargo, en mujeres perimenopáusicas en edades comprendidas entre 50 y 59 años, se presentó una tendencia estadísticamente no significativa a la disminución del riesgo cardiovascular. A pesar de lo anterior, en ambos grupos no se observó un incremento en la incidencia de la HTA19. El comportamiento del monitoreo ambulatorio no invasivo de la presión arterial (MAPA) en las mujeres y el impacto a órganos blanco, como la hipertrofia ventricular izquierda (HVI) han mostrado que las pacientes hipertensas non- dippers, con carga sistólica diurna y variabilidad sistólica diurna elevada, desarrollaron HVI en el 100% frente al 87% observado en sus pares masculinos; lo cual puede significar que a pesar de la existencia de fenotipos iguales el impacto o daño al órgano blanco, el género puede tener una influencia relevante20. El riesgo de HTA con el embarazo está incrementado en las mujeres que son primigestas precoces, primigestas añosas, con embarazo gemelar, con polihidramnios, con antecedentes de hipertensión y embarazo en madre y hermana, con resistencia a la insulina, obesidad e hipertensión antes del embarazo11, y su identificación oportuna permite una reducción del riesgo de preeclampsia, eclampsia y síndrome HELLP. La evaluación estrecha individual y poblacional debería ser realizada, con la finalidad de reducir el riesgo cardiovascular, en especial para la prevención primaria; igualmente, se requieren estudios en la población femenina que identifiquen con mayor exactitud la naturaleza del riesgo al cual están sometidas por ser portadoras de HTA. Referencias Bibliográficas 1. Women. World Heart Federation Web site available at hppt/www.worldheart.org. Accessed on Oct 6,2006. 2. Thom T, Haase N, Rosamond W, Howard VJ et al. Heart Disease and Stroke Statistics— 2006 Update: A Report From the American Heart Association Statistics Committee and Stroke Statistics Subcommittee. Circulation 2006,113,e85-e151. 3. Mosca Lori et al, National Study of physician awareness and adherence to cardiovascular disease prevention guidelines in USA. Circulation 2005;111:499–510. 75 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento 4. Anuario de salud del Ministerio del Poder Popular para la Salud, año 2006. 5. Lloyd-Jones D, Adams RJ, Brown T M, Carnethon M et al. On behalf of the American Heart Association Statistics Committee and Stroke Statistics Subcommittee. Heart Disease and Stroke Statistics_2010 Update: A Report from the American Heart Association. Circulation 2010;121;e46-e215. 6. Appelros P, Stegmayr B, Terént A. Sex Differences in Stroke Epidemiology. A Systematic Review. Stroke 2009;40:1082-1090. 7. Di Carlo A, Lamassa M, Baldereschi M, Pracucci G et al. Sex differences in the clinical presentation, resource use, and 3-month outcome of acute stroke in Europe: Data From a Multicenter Multinational Hospital-Based Registry. Stroke 2003;34: 1114-1119. 8. Fields LE, Burt VL, Cutler JA et al. The burden of adult hypertension in the United States 1999–2000: a rising tide. Hypertension. 2004;44:398–404. 9. Health, United States, 2008, with special feature on the health of young adults. 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Omidres Pérez de Carvelli Introducción La mujer, a lo largo de su vida, se expone de forma fisiológica a situaciones especiales que favorecen la aparición de diabetes: el embarazo y la menopausia. A su vez, la diabetes es la comorbilidad más frecuente tanto en la edad reproductiva como en la posmenopausia, más aún si se asocia con el diagnóstico previo de síndrome de ovario poliquistico o síndrome metabólico1. Estas razones nos obligan a estar muy alerta en la mujer, desde tempranas edades. El embarazo, condición exclusiva de la mujer, se relaciona con la producción de hormonas con potencial hiperglucemiante (estrógeno, progesterona, lactógeno placentario humano, prolactina, hormona de crecimiento entre otras) que pueden favorecer la aparición de diabetes durante el embarazo2. La diabetes gestacional está definida como cualquier grado de intolerancia a la glucosa que inicia o es reconocida por vez primera durante el embarazo3. La prevalencia de esta entidad varía ampliamente, ubicándose entre 1 a 16% según la población estudiada y el criterio diagnóstico utilizado, y 2,6 a 70% de ellas desarrollan diabetes posteriormente, porcentaje que varía según la duración del seguimiento4. Mujeres con alto riesgo para diabetes La probabilidad de presentar diabetes, tanto gestacional como previa al embarazo que no haya sido detectada, es mayor en aquellas mujeres con cualquiera de las siguientes características: • Obesidad severa. • Historia previa de diabetes gestacional o de infantes grandes para la edad gestacional. • Presencia de glucosuria. • Diagnóstico de síndrome de ovario poliquístico. • Fuerte historia familiar de diabetes tipo 2. Mujeres con bajo riesgo para diabetes Se consideran mujeres de bajo riesgo y por tanto no ameritan descarte de esta entidad aquellas que presenten todas las características 77 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento siguientes: • Edad, mayor de 25 años. • Peso ideal antes del embarazo. • Miembro de un grupo étnico con baja prevalencia de diabetes. • Ausencia de antecedentes de diabetes en familiares de primer grado. • No presentar antecedentes de pobres resultados obstétricos3. Las mujeres con bajo riesgo de diabetes gestacional, así como a aquellas a las que no se les encontró diabetes en las etapas tempranas del embarazo, deben someterse a la prueba de descarte de diabetes gestacional entre las semanas 24 a 28 de gestación3. Según la opinión del panel de consenso de la Asociación Internacional de Diabetes y el Grupo de Estudio del Embarazo, debe realizarse la identificación de diabetes preexistente y diferenciarla de diabetes gestacional, estando la segunda limitada a los casos que se presentan durante el embarazo. A tal fin debe realizarse: • Determinación de la glucemia en ayunas, hemoglobina glucosilada (HbA1c) y glucemia en cualquier momento del día en las embarazadas durante la primera consulta al inicio de la gestación. • Si la glucemia en ayunas se encuentra mayor o igual a 126 mg/dL, HbA1c mayor o igual a 6,5% (usando el método estandarizado según los estudios del DCCT/UKPDS) o glucemia en cualquier momento del día mayor o igual a 200 mg/dL, se considera diabetes preexistente, ameritando el seguimiento y control propio de este caso. • Si los resultados no comprueban diabetes preexistente, puede suceder que: * Los valores de glucemia en ayunas se encuentran entre 92 y 125 mg/dL, lo cual es compatible con diabetes gestacional; * Si es menor a 92 mg/dL, se realizará el test para diabetes gestacional durante las semanas 24 a 28 del embarazo, mediante una prueba de tolerancia oral a la glucosa con una carga de 75 gramos, y realizando determinación de los valores de glucemia en los tiempos basal, 1 y 2 horas. Se considerara diabetes gestacional si uno o más de los valores 78 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer de esta prueba supera las cifras definidas en la tabla 15. Tratamiento de la diabetes gestacional Hoy día solo están aprobados para tratamiento de diabetes durante el embarazo bien sea preexistente como diabetes gestacional, el uso de insulinas humanas, lispro y aspart como análogos ultrarrápidos aprobados, pero existen numerosos estudios que garantizan la seguridad de metformina y glibenclamida durante la gestación. No hay reportes de seguridad con respecto al uso de análogos de insulina de acción prolongada durante el embarazo, aunque con el uso de glargina no se han descrito efectos teratogénicos y no atraviesa la barrera placentaria. Pronóstico de la diabetes gestacional La diabetes gestacional acompaña en un 12 a 20% de preclampsia6, y cede en la mayoría de los casos luego del parto, pero existe un riesgo de recurrencia en los embarazos siguientes hasta en el 45% de los casos, con mayor probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 a futuro de hasta 70% de las involucradas en los 5 años siguientes de la aparición del cuadro de diabetes gestacional7, en especial si la paciente presentó el diagnóstico de diabetes gestacional en etapas tempranas del embarazo, glucemia en ayunas durante el embarazo mayor o igual a 126 mg/dL, obesidad antes, durante o después del embarazo, antecedentes familiares de diabetes tipo 2, edad gestacional precoz, historia previa de diabetes gestacional, no dar de lactar los primeros tres meses del posparto8-10. Las mujeres con diabetes previa al embarazo así como las que presentan diabetes gestacional, tienen un aumento del riesgo de complicaciones en el embarazo y el parto, y mayor incidencia de malformaciones congénitas en el producto de la concepción, además de ser la diabetes gestacional un fuerte indicador de riesgo de diabetes a futuro, no solo para la madre sino también para el feto. En general, el riesgo de presentar sobrepeso, síndrome metabólico y diabetes a futuro es mayor si diabetes deriva de la rama ascendente materna en comparación con la rama paterna, así como si se ha estado expuesto a la hiperglucemia durante el período fetal11,12. La aparición de esta patología metabólica en poblaciones cada vez más jóvenes, incluyendo mujeres en edad reproductiva es un punto interesante a considerar, ya que su aparición antes o durante el embarazo no sólo aumenta el riesgo de acelerar las complicaciones crónicas de la diabetes en la madre durante ese período, sino que el producto de la concepción presenta aumento significativo de malformaciones fetales, trastornos metabólicos, y mayor riesgo de diabetes y síndrome 79 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento metabólico a futuro13,14, lo cual es la cuna de una generación de relevo potencialmente enferma por su programación genética in útero. al momento de la gestación16. Preparación preconcepcional en las pacientes La menopausia, donde el declive de las hormonas sexuales femeninas con mayor relación proporcional de los efectos andrógenicos y consecuente insulinorresistencia y elevación de ácidos grasos libres en la mujer, favorece el incremento del riesgo cardiovascular, igualando o incluso superando al hombre, con elevación importante de la prevalencia no sólo de diabetes, síndrome metabólico, obesidad, depresión y sedentarismo, sino también de hipertensión y dislipidemia17. La menopausia incrementa el índice de masa corporal (IMC), aumentando el porcentaje de masa corporal, favoreciendo el acúmulo de grasa a nivel abdominal (aumento del diámetro de la cintura), y disminuyendo la masa magra corporal, lo cual en conjunto, incrementa el riesgo cardiovascular en la posmenopausia. Afortunadamente se ha demostrado que todos estos aspectos indeseados de este período de la vida suele ser mitigado por la actividad física regular18. Es conocido el hecho que, en las pacientes menopáusicas con diabetes, se puede presentar confusión entre los síntomas vasomotores y los episodios de hipoglucemia, lo cual favorece el aumento de la ingesta y ganancia de peso en este grupo. A su vez, la disminución de la lubricación vaginal y la líbido se presentan en la paciente con vasculopatía y neuropatía, la cual se intensifica durante la menopausia18. En diabetes previa al embarazo es importante educar a la paciente para realizar planificación familiar, y lograr los niveles de control metabólico preconcepcional, no sólo pensando en glucemia y HbA1c, sino además considerando la evaluación previa y control de microangiopatias (retinopatía, neuropatía autonómica y gastrointestinal, nefropatía), función tiroidea, presión arterial, lípidos, enfermedad cardiovascular, complemento con ácido fólico y adherencia a los planes de alimentación y ejercicio, bajo un nivel acorde de educación diabetológica previamente ajustados a cada caso15. El siguiente esquema (Tabla 2) sirve para orientar el abordaje de la paciente embarazada con diabetes preconcepcional, Menopausia y Diabetes Morbilidad asociada En mujeres con síndrome de ovario poliquístico (SOP), así como en aquellas con diabetes en la premenopausia, la hiperandrogenemia se exacerba en la menopausia, lo cual favorece a la hiperinsulinemia, y a la hiperglucemia consecuente18. Enfermedad cardiovascular La diabetes por sí misma es considerada una enfermedad metabólica con compromiso significativo de la esfera cardiovascular, siendo esta complicación más frecuente y letal en las mujeres con diabetes que en los hombres en igual condición, con menor tasa de supervivencia y menor calidad de vida. Si comparamos los efectos de la diabetes tipo 2 y su connotación en relación a la enfermedad cardiovascular por géneros, la mujer diabética tiene hasta un 50% mayor riesgo de enfermedad cardiovascular fatal e infarto del miocardio no fatal en comparación con los hombres7. Comparada con sus pares sin diabetes, la mujer de edad media (45 a 80 81 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento 64 años) con diabetes presenta: • Tres a siete veces mayor incidencia de enfermedad coronaria7. • En general, desarrollan más signos de insuficiencia cardíaca. • Ante un síndrome coronario agudo presentan menos síntomas típicos con mayor riesgo de infarto del miocardio con onda Q y elevación del segmento ST, mayor mortalidad durante la hospitalización por esa causa debido a falla renal aguda y asistolia, así como mayor incidencia de desenlace fatal los primeros 30 días posterior al evento19. Las mujeres de edad avanzada (65 años y más) con diabetes tienen mayor riesgo de presentar enfermedad cardiovascular, enfermedad cerebrovascular, trastornos renales y ceguera comparada con sus iguales sin diabetes7. Además, la diabetes aumenta hasta 4 veces la morbimortalidad y disminuye la expectativa de vida en las mujeres que la padecen si son comparadas con sus iguales en edad y género sin diabetes7. EL riesgo de muerte es el doble en las mujeres con diabetes comparadas con sus pares sin diabetes y en las mayores de 65 años, es incluso un factor de riesgo independiente de mortalidad por todas las causas, en especial en aquellas que presentan mayor nivel de hiperglucemia20. Por su parte, el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular es 50% mayor en mujeres con respecto a hombres con diabetes, y a su vez existe una tendencia al tratamiento menos intensivo de los factores de riesgo en las mujeres. Es bien conocida la relación de complicaciones microvasculares y enfermedad cardiovascular. En diabetes tipo 1 existe mayor riesgo de complicaciones microvasculares en mujeres comparado con hombres en igual condición11. La diabetes es una enfermedad de mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares fatales en la mujer, en especial durante periodos fisiológicos como la gestación y la menopausia21,22, lo que hace crucial el diagnóstico oportuno usando cualquiera de los siguientes parámetros: • HbA1c mayor o igual a 6,5%. • Glucemia plasmática en ayunas mayor o igual a 126 mg/dL (7,0 mmol/L). • Glucemia 2 horas posterior a test de carga glucosada oral mayor o igual a 200 mg/dL (11,1 mmol/L). • Pacientes con síntomas clásicos de hiperglucemia o en estado hiperglucémico agudo con glucemia plasmática a cualquier hora del día mayor o igual a 200 mg/dL (11,1 mmol/L)3. Es de vital importancia la evaluación cardiometabólica global en la mujer, ofreciendo prevención efectiva a este grupo a fin de limitar la incidencia de diabetes y disminuir sus riesgos asociados a lo largo de su vida. 82 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer Abordaje clínico de la paciente perimenopausica El abordaje clínico debe ir dirigido a despistar la presencia de factores de riesgo de enfermedades cardiometabólicas desde la premenopausia, por lo que se aconseja que en cada visita médica se indague sobre las medidas nutricionales, hábitos, ejercicio y control de estrés: • En general, debe hacerse especial énfasis en la ingesta de vegetales a diario y la actividad física, estimulando que realice al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico moderado por semana, • insistir en la moderación de la ingesta alcohólica y la abolición del hábito tabáquico. • Indagar sobre los fármacos que usa, evaluando el potencial diabetogénico de estos (esteroides, tiazidas a dosis alta, betabloqueantes no selectivos, entre otros). • Determinación de la presión arterial, la cintura abdominal e índice de masa corporal y solicitar perfil lipídico al menos cada 6 meses. • Despistaje de hígado graso, hipertensión arterial y diabetes en especial a aquellas mayores de 45, a través de determinaciones de transaminasas, ecografía abdominal, glucemia en ayunas, HbA1c y/o determinación de glucemia 2 horas pos carga glucosada oral según el caso. Seguimiento de la paciente con diabetes Si la paciente ya presenta diabetes, es de vital importancia cumplir con los aspectos antes mencionados con respecto al estilo de vida, incluyendo de forma activa el automonitoreo ambulatorio de glucemia capilar y la educación diabetológica, así como los controles previstos de glucemia, HbA1c, perfil lipídico, al menos, cada 3 a 4 meses, con estricto registro y seguimiento de las cifras de presión arterial en cada consulta y en condiciones ideales, realizándose monitoreo ambulatorio de presión arterial por 24 horas. Todo esto sin olvidar la evaluación ginecológica correspondiente acorde a su edad. 83 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas 19. Dotevall A, Hasdai D, Wallentin T et al. Diabetes mellitus: clinical presentation and outcome in men and women with acute coronary syndromes. Data from the Euro Heart Survey ACS. 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En este problema la mujer resulta particularmente vulnerable debido a que el riesgo de sufrir sobrepeso u obesidad a lo largo de su vida está favorecido por razones de tipo hormonal y genético, aumento progresivo de peso en los embarazos y su ganancia con la menopausia. De tal forma que existe una tendencia en la mujer para el incremento de peso a todo lo largo de su vida a diferencia del hombre y esto transcurre de manera intangible. De hecho, una publicación del Grupo de Trabajo Internacional sobre Obesidad estimó que el porcentaje de mujeres obesas en América Latina es superior al de los hombres3. Prevalencia de la obesidad en las mujeres En EEUU, las mujeres entre 20 y 74 años tienen 62% de sobrepeso y 34 % de obesidad1. En el estudio MONICA europeo se evidenció 22 % de obesidad en la mujer4. La prevalencia de obesidad en la población adulta española entre 25 y 64 años, se estimó en un 15,5%, con una prevalencia más elevada en mujeres (17,5%) que en hombres (13,2%), especialmente a partir de los 35 años5. La Organización Panamericana de la Salud reportó en el año 2003 un estudio de 6 países (no incluido Venezuela) con una prevalencia global de 15%6. En nuestro país no hay información al respecto ni sobre otros indicadores relacionados a la obesidad7. Condicionantes de la ganancia de peso en la mujer Apartando las diferencias fisiológicas que serán expuestas más adelante, diversas situaciones, por razones no bien conocidas, conllevan a que en la mujer ocurra un aumento de peso mayor que en el hombre: a. Estatus socioeconómico. Existe una relación inversa entre el 86 87 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento nivel de clase social y la obesidad, siendo así más frecuente entre las personas con menor poder adquisitivo, posiblemente como respuesta a la alimentación rica en carbohidratos y grasas y con cantidad reducida de proteínas situación que favorece la aparición de obesidad. b. Edad. Como se demuestra en las tabla 3, proveniente de la encuesta del National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) realizada en EE.UU., las mujeres muestran una mayor ganancia de peso a medida que avanzan en edad8. Sin embargo, los resultados de la última encuesta del 2008 demostraron una tendencia al estancamiento aunque la prevalencia de la obesidad sigue siendo más elevada en la mujer que en el hombre (35,5% versus 32,2%, respectivamente)9. d. e. f. g. c. Etnia. En la encuesta NHANES, las mujeres afrodescendientes e hispánicas presentaron las tasas más elevadas de sobrepeso (78%) y de obesidad (50,3%) en relación a su contraparte de origen caucásico9. A nivel fisiopatológico, existen ciertas diferencias que contribuyen a explicar la mayor tendencia a la obesidad en las mujeres en comparación a los hombres, como: a. Las mujeres tienen un mayor porcentaje de grasa corporal que los hombres, y hay indicadores que la oxidación basal de grasa es menor en ellas, lo que favorece la mayor acumulación de grasa10. b. La serotonina contribuye a la regulación de la cantidad de ingesta de alimentos y a la conducta de la alimentación. Así como el IMC se incrementa la síntesis de serotonina disminuye, lo que indica saciedad a menor cantidad de alimentos. Este descenso en los hombres se observa cuando ya presentan sobrepeso, mientras que en las mujeres el descenso de la serotonina ocurre cuando ya su IMC es mayor de 30, es decir cuando ya son obesas11. c. El factor alfa de necrosis tumoral (TNFα) se expresa en los 88 adipocitos y este hecho parece estar directamente relacionado con la insulina-resistencia. Una variante del gen del TNFα está relacionada a la obesidad en la mujer pero no en el hombre12. La leptina es una adipocitoquina reguladora del apetito y de la utilización de la energía. Se considera que está directamente implicada en el control del peso corporal, pero sus niveles sanguíneos son mayores en las mujeres que en su contraparte masculina en el mismo grado de IMC. Esta podría ser la razón por la cual las mujeres son más propensas al sobrepeso. La testosterona parece tener papel en la regulación de la concentración de leptina y por eso los hombres presentan niveles más bajos13,14. El ejercicio aparentemente reduce la leptina en las mujeres, pero no en los hombres15. Cuando se disminuye de peso, los hombres tienden a perder grasa abdominal o grasa visceral mientras que las mujeres lo hacen a partir de la grasa subcutánea o periférica. Por esta razón, la mejoría del perfil lipídico, en particular el descenso de triglicéridos y elevación del HDL-C, es mayor en hombres que en mujeres en reducciones similares absolutas de peso16. La prevalencia de pacientes obesos que intentan perder peso es del 28,8% en hombres y del 43,6% en mujeres, y el mantener la pérdida alcanzada es de 35,1% en hombres y 34,4% en mujeres. Entre aquellos que intentan perder peso, sólo 21,5% de los hombres y 19,4% de las mujeres reportan utilizar la combinación recomendada de reducir la ingesta de calorías de la dieta y ejercitarse por lo menos 150 minutos a la semana17. Obesidad como factor de riesgo cardiovascular en la mujer La obesidad está relacionada a numerosas condiciones que contribuyen a incrementar el riesgo de morbimortalidad cardiovascular y disminuir la expectativa de vida (Tabla 4)18,19. Esta situación se origina como el resultado de la adaptación del organismo a la masa aumentada de tejido adiposo. La obesidad ocasiona cambios hemodinámicos, en la estructura cardíaca, que puede llegar a la cardiomiopatía por infiltración de grasa entre las fibras cardíacas (adipositas cordis)18. La obesidad en la mujeres también representa un mayor riesgo para una serie de de patologías de tipo venoso como la insuficiencia venosa crónica, la trombosis venosa superficial y profunda y el tromboembolismo pulmonar. Adicionalmente observamos riesgo aumentado para disfunción 89 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento endotelial, HTA, apnea obstructiva del sueño, hipertensión pulmonar, ACV, enfermedad arterial coronaria (EAC), insuficiencia cardiaca y arritmias, cuya explicación individual y pormenorizada se escapa al objetivo de este artículo. En resumen, de acuerdo a los resultados del estudio Framingham respecto a la obesidad, las mujeres obesas presentan más riesgo CV que sus contrapartes masculinos y por lo tanto deberán recibir atención especial por los especialistas responsables (internistas, cardiólogos, endocrinólogos, cirujanos bariátricos, etc) con la finalidad de prevenir las posibles complicaciones relacionadas en la esfera cardiometabólica20. Obesidad en la mujer: embarazos y lactancia materna En esta época de obesidad epidémica, la ganancia excesiva de peso durante el embarazo constituye un importante factor de predicción de obesidad materna, desarrollo de obesidad en la vida futura y de complicaciones obstétricas. Algunos estudios socio-demográficos reportan como factores de riesgo para ganancia excesiva de peso durante el embarazo: nuliparidad, IMC elevado antes del embarazo, bajo nivel socioeconómico y embarazo precoz. El proyecto VIVA evaluó la influencia de la dieta y la actividad física en la salud de madres y bebes. Pudo demostrase que la ingesta de energía total, el consumo de lácteos y las comidas fritas están 90 directamente relacionadas al aumento excesivo de peso durante el embarazo. En contraste, la dieta rica en vegetales, la actividad física y el estilo de vida activo se relacionaron a bajo riesgo de desarrollar sobrepeso u obesidad en el embarazo21. Independientemente del peso al inicio de la gestación, aquellas mujeres que presentan aumento significativo de peso tienen más riesgo de cesáreas, prueba no exitosa de trabajo de parto en embarazos posteriores, desarrollar pre-eclampsia y mantener el peso ganado durante el embarazo a largo plazo. Los recién nacidos de madres que ganaron peso excesivamente durante sus embarazos son más propensos a nacer pre-término, ser macrosómicos al momento del parto (> 4 kilos) y sufrir de sobrepeso u obesidad en la edad escolar, la adolescencia o la vida adulta21. Entre los múltiples beneficios de la lactancia materna se ha podido determinar que confiere una disminución significativa en el riesgo de obesidad en la vida futura del niño como lo fue reportado en el estudio de Framingham de tercera generación que incluyó 962 pacientes con edad promedio de 41 años y 54% de mujeres y 26 % de reporte de lactancia materna de, por lo menos, un mes de duración. Comparados con pacientes que no recibieron lactancia materna, aquellos que si la tuvieron mostraron un menor IMC (26,1 vs 26,9), mejor nivel de HDL-C (56,6 vs 53,7 mg/dL). No se encontró diferencia en ambos grupos respecto a otras variables como colesterol total, triglicéridos, glucemia en ayunas, presión arterial sistólica o diastólica22. Referencias Bibliográficas 1. www.americanobesityassociation/factsheets/women and obesity. 15/06/2009. 2. Indexmundi.org 2008. 15/06/2009. 3. Ford ES, Mokdad AH. Epidemiology of obesity in the Western Hemisphere. J Clin Endocrinol Metab 2008;93(11 Suppl 1):S1-8. 4. Molarius A, Sans S, Seidell J. Waist and hip circumferences and waist-hip ratio in 19 populations in WHO MONICA project. Int J Obes Relat Metab Disor. 1999;52:1213-1224. 5. Rubio MA, Salas-Salvadó J, Barbany M, Moreno B, Aranceta J, Bellido D, Blay V et al. Consenso SEEDO 2007 para la evaluación del sobrepeso y la obesidad y el establecimiento de criterios de intervención terapéutica. 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El síndrome metabólico Dr. Franklin Ablan Candia, Dr. J. Ildefonzo Arocha Rodulfo Introducción El síndrome metabólico (SMet) comprende una constelación de múltiples factores de riesgo cardiovascular con predominio de aquellos que tienen origen metabólico y que hoy en día se ha transformado en una seria amenaza para la salud pública mundial debido a la elevada incidencia en la mayoría de los países. Además de la dislipidemia, hipertensión y alteraciones del metabolismo glucídico, condiciones típicamente asociadas con este síndrome, también se acompaña de un estado proinflamatorio y protrombótico (Figura 1). Las personas que presentan estas características tienen el doble de riesgo de presentar enfermedad cardiovascular y aumenta 5 veces la posibilidad de presentar diabetes. En esencia, el problema es la resultante del desarrollo de obesidad y hábitos de vida sedentaria1. El riesgo cardiovascular es mayor en la mujer que en el hombre. La primera manifestación de SMet puede suceder en el embarazo y se presenta como diabetes gestacional o pre-eclampsia; también es común en las mujeres con síndrome de ovario poliquístico (SOP). En la menopausia se ha sugerido que su prevalencia se incrementa debido a la deficiencia de estrógenos, así como de otros factores de 92 93 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer riesgo más prevalentes en ese período del desarrollo2. Esta amenaza también está presente en las adolescentes en una proporción que varía entre 4,2% y 38,7% de acuerdo al criterio diagnóstico de SMet utilizado, siendo la elevación en los triglicéridos el componente más frecuentemente observado3. Criterios diagnósticos Diversos estudios han informado de un riesgo similar para mortalidad cardiovascular y total asociado a las definiciones de Síndrome metabólico por la Organización Mundial de la Salud (OMS)4, Federación Internacional de Diabetes (IDF por sus siglas en inglés)5, el Tercer Panel de Tratamiento del Adulto del Programa de Educación Nacional del Colesterol de EE.UU. (ATP III por sus siglas en inglés)6, aunque ellas tengan una sensibilidad y tasa de falsos positivos diferentes7,8. Tomando como base los datos de la población libre de enfermedad cardiovascular o de sus equivalentes en el San Antonio Heart Study y empleando para ello las tres definiciones del Síndrome metabólico (ATP III, OMS e IDF), se llegó a las siguientes conclusiones8: a. Las tres definiciones tienen una capacidad similar para predecir la enfermedad cardiovascular y diabetes incidente, aunque poseen una sensibilidad diferente. b. Utilizando el ATP III, los varones con Síndrome metabólico y edad igual o mayor a 45 años tienen un riesgo similar al que posee los sujetos con dos o más factores de riesgo, es decir, del 10 al 20% de sufrir un evento coronario en un lapso de 10 años. c. En el caso de las mujeres, la situación es similar para aquellas mayores de 55 años con Síndrome metabólico. En una reunión conjunta de representantes de la IDF, la Asociación Americana del Corazón (AHA por sus siglas en inglés) y el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de EE.UU. (NHLBI por sus siglas en inglés) establecieron que la obesidad abdominal no debería ser un prerrequisito y que bastaba la presencia de tres de los cinco factores para dictaminar el diagnóstico (Tabla 5)9. Hasta no disponer de datos más específicos, el punto de corte de la circunferencia abdominal para Latinoamérica es el correspondiente al de Asia del Sur (≥ 80 cm en la mujer y ≥ 90 cm en el hombre)5. Prevalencia del Síndrome Metabólico En EE.UU., la tercera encuesta de salud y nutrición (NHANES III por Third National Health and Nutrition Examination Survey), utilizando el criterio del ATP III para el diagnóstico de SMet reportó una prevalencia 94 de 23 a 24%, como promedio, con incrementos sustanciales con la edad10: • Menos del 10% entre los 20 a 29 años. • 20% entre 40 y 49 años, y • 45% entre los 60 y 69 años. La data procedente de EE.UU. muestra una diferencia entre las etnias, siendo mayor entre los hispanos, categoría integrada principalmente por mexico-americanos con los afroamericanos en segundo lugar10. El último reporte de esta encuesta revela un incremento del 34% del promedio de los adultos con SMet, donde hombres y mujeres entre los 40 a 59 años de edad tenían una probabilidad tres veces mayor de cumplir con los criterios de SMet que el grupo entre 20 a 39 años. Mientras que la probabilidad fue cuatro veces mayor para los hombres mayores de 60 años, en las mujeres fue seis veces mayor en comparación al grupo de edad más joven11. En los países europeos, los resultados del estudio EUROASPIRE muestran una prevalencia de 56% y 72% en las mujeres encuestadas, dependiendo del criterio aplicado: el del ATP III o IDF, respectivamente. Para los hombres, estos valores fueron de 40 y 59%, respectivamente12. Más aún, la prevalencia de la obesidad fue mayor y los niveles de HDL-C más bajos en las mujeres. Igualmente, con el envejecimiento, los valores de LDL-C y lipoproteína(a) [Lp(a)] llegan a ser más elevados en la mujer que en el hombre13. Además se ha informado que la hiperactividad simpática y el incremento en la inflamación con el envejecimiento de la mujer parecen estar relacionados con una mayor prevalencia del SMet14. Igualmente, la preeclampsia es un factor adicional de riesgo para la aparición de este síndrome15. El estudio Cardiovascular Risk Factor Multiple Evaluation in Latin 95 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento America (CARMELA), realizado en siete ciudades de este subcontinente mostró que la prevalencia del SMet de acuerdo a los criterios del ATP III fue mayor en ciudad de México (27%) y menor en Quito (14%) con 26% en la muestra venezolana. La prevalencia fue mayor entre las mujeres (22%) que entre los hombres (20%) y en los grupos de mayor edad16. En una investigación realizada en el estado Zulia en 3.108 participantes mayores de 20 años procedentes de un corte transversal de una muestra representativa aleatoria de varios distritos de salud, la prevalencia del SMet y de la dislipidemia, ajustada por edad, fue de 31,2% y 24,1%, respectivamente, siendo mayor en los hombres que en las mujeres17. Dicha prevalencia aumentaba en razón de la edad y con el grado de obesidad variando entre diferentes grupos raciales dentro del estado: 17,0% en amerindios, 27,2% en negros, 33,3% en blancos, y 37,4% en mestizos17. En Colombia, Aschner y colaboradores encontraron una prevalencia de 33% del síndrome metabólico utilizando los criterios iniciales del ATP III18; por su parte, Villegas y colaboradores en Antioquia, encontraron una prevalencia global del 33,9% y ajustada por edad del 23,6%19. Síndrome metabólico y síndrome de ovario poliquístico (SOP) El SOP tiene una prevalencia entre 5 y 10 por ciento de las mujeres en edad reproductiva. Con frecuencia las mujeres con SOP son obesas con lo cual hay grados mayores de resistencia a la insulina y dislipidemia, aumentando la probabilidad de que se manifieste el SMet. Es menos claro si las mujeres sin obesidad y con SOP están en riesgo aumentado de desarrollar SMet. En un estudio de 106 mujeres con SOP, la prevalencia de SMet no estuvo incrementado en mujeres menores de 30 años con un índice de masa corporal (IMC) < 25 kg/m2; sin embargo, las pacientes con IMC >25 kg/m2 o aquellas mayores de 30 años o ambas, tuvieron una mayor prevalencia de SMet cuando se compararon con los controles pareados por edad20. Se ha descrito que el SMet y la resistencia a la insulina son más frecuentes entre aquellas que cursan con hiperandrogenismo, donde la medición de la circunferencia abdominal combinado a la determinación del índice de andrógenos libres fueron indicadores de una mayor probabilidad de SMet21. No sólo las mujeres adultas sino también las adolescentes con SOP están expuestas al milieu metabólico adverso característico de este síndrome, un hecho, por demás, que pueda cambiar en razón a la creciente prevalencia de SMet en este grupo de edad22. Adicionalmente, pocos estudios clínicos se han enfocado en la prevalencia del SMet en adolescentes con SOP; sin embargo, en uno de ellos donde se comparó 96 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer a adolescentes obesas con SOP con un grupo control pareado por edad e IMC, concluyó que en las primeras la obesidad per se, más que el SOP, era de mayor valor de predicción para SMet y que tal impacto, fundamentalmente, atribuible a la obesidad abdominal más que a la obesidad total23. Aún sin los criterios determinantes del SMet, las mujeres con SOP frecuentemente muestran alteraciones en el perfil lipídico similar al de la dislipidemia mixta (colesterol y LDL-C elevados, HDL-C bajo) junto con otros marcadores de riesgo cardiovascular como el incremento en la PCRus, deterioro de la fibrinolisis y mayor estrés oxidativo con lo cual se amplifica el riesgo cardiovascular potencial de estas pacientes en la menopausia22. En resumen, las mujeres con SOP tienen una mayor prevalencia de SMet en comparación con sus pares de la misma edad. Los dos síndromes comprenden dos entidades clínicas distintas, aunque de alguna forma comparten mecanismos patogenéticos comunes. Hasta el momento no existe ningún estudio longitudinal que confirme el incremento en la morbilidad y mortalidad cardiovascular en las mujeres con SOP. A pesar de ello, la presencia temprana de los componentes del SMet y de otros factores de riesgo cardiovascular como el tabaquismo, resalta la necesidad de la pesquisa y manejo intensivo en estos casos para evitar el daño cardiovascular futuro24. Trascendencia de la obesidad abdominal en las mujeres Desde comienzos del presente siglo, la obesidad abdominal ha sido centro de atención por su asociación con diversos factores de riesgo cardiovascular así como de marcadores de deterioro en la función de otros órganos como es el caso de la microalbuminuria y de su interacción con el sistema nervioso simpático y el sistema renina angiotensina aldosterona (Figura 2). Con la menopausia ocurre una redistribución de la grasa corporal con mayor depósito en la región abdominal, independientemente de la edad y de la adiposidad corporal total, junto con una reducción en la masa muscular (sarcopenia), lo cual contribuye al menoscabo de la capacidad física25. Al intentar predecir los cambios de la grasa visceral en un grupo de mujeres mediante la antropometría, se encontró que la modificación de la circunferencia abdominal resultó el mejor parámetro para predecir la acumulación del tejido adiposo visceral, mientras que la relación cintura cadera (RCC) se correlacionó menos significativamente con el tejido adiposo visceral26. En otro estudio de seguimiento de siete años para examinar las 97 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer cardiopatía de nueva aparición o muerte con un seguimiento variable entre los dos y 16 años según los estudios. El riesgo elativo global para eventos cardiovasculares y muerte en los portadores de SMet fue de 1,78 (IC 95% 1,58 a 2,00) y los eventos cardiovasculares fueron 33% más elevados en las mujeres que en los hombres de acuerdo a siete estudios que suministraron información del análisis de riesgo para ambos géneros29. Microinflamación y estado protrombótico en el Síndrome Metabólico asociaciones entre los cambios en la grasa corporal, la obesidad abdominal y el índice de la homeostasis de glucosa e insulina en plasma, el subgrupo de mujeres con la mayor ganancia en la obesidad abdominal mostraron el mayor deterioro en los parámetros de la homeostasis de glucosa e insulina27. En el estudio de salud de las enfermeras en EE.UU., con 44.636 participantes seguidas durante 16 años, se comprobó que las mediciones antropométricas de la adiposidad abdominal (circunferencia abdominal y relación cintura cadera) estaban fuerte y positivamente asociadas con la mortalidad total, la mortalidad cardiovascular y la mortalidad por cáncer independientemente del IMC. Aun entre las mujeres con peso normal, una mayor circunferencia abdominal estuvo asociada con una mortalidad cardiovascular significativamente superior28. Generalmente, la obesidad abdominal está asociada a la microinflamación, expresada por un incremento en la PCRus y de otras citoquinas, mientras que, generalmente, el componente inflamatorio está ausente o mínimo en las pacientes con obesidad general como ha sido descrito en mujeres postmenopáusicas aparentemente sanas pero con obesidad abdominal30. Un análisis de las 14.719 participantes en el Women’s Health Study (WHS) examinó la asociación entre la PCRus, el SMet y los eventos cardiovasculares durante el seguimiento por ocho años con los siguientes resultados31: • Cerca de una de cada cuatro participantes (24%) cumplía con los criterios diagnósticos de SMet. • Hubo una estrecha relación lineal entre el incremento en el nivel de la PCRus y el número de componentes del síndrome, así como un aumento significativo en el riesgo relativo de eventos cardiovasculares (Figura 3). Diferencia de género en el SMet En el meta-análisis de Gami y colaboradores que incluyó a 172.573 pacientes de 40 estudios publicados se analizaron los eventos por 98 99 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Durante el período de observación aquellas con SMet y PCRus >3mg/L tuvieron un incremento significativo en el riesgo de un evento cardiovascular en comparación con las portadoras de SMet y niveles más bajos de PCRus. Otros estudios han corroborado tales hallazgos, por lo que la presencia de SMet con PCRus mayor a 3 mg/dL coloca a la mujer en una situación de mayor riesgo de eventos vasculares y metabólicos que aquellas con PCRus menor de 1 mg/L32,33. La resistencia a la insulina puede afectar directamente las señales vasculares, afectando la función del endotelio y del músculo liso vascular. Más allá de este mecanismo, la resistencia a la insulina incrementa la producción del inhibidor tipo 1 del activador del plasminógeno (PAI-1), por lo tanto favorece un estado protrombótico, un hecho descrito en las mujeres postmenopáusicas, lo cual probablemente contribuya a la disfunción fibrinolítica34,35. • Implicaciones del Síndrome Metabólico Numerosas publicaciones han señalado que la presencia de SMet, además del mayor riesgo cardiovascular y metabólico implícito, se acompaña de un incremento en la aparición de otras comorbilidades o daño a órganos blanco, como se resume a continuación: • Incremento en la frecuencia de enfermedad arterial periférica (EAP) con mayor incidencia entre aquellas con SMet. Más aun, por cada criterio adicional presente de SMet ocurrió un aumento del riesgo de EAP de 21%. Otro aspecto importante fueron los mayores niveles de PCRus (4 mg/L entre las mujeres con SMet frente a 1,5 mg/dL en las no portadoras de SMet, p<0,0001) y de otro marcador inflamatorio como la molécula-1 soluble de adhesión intercelular (sICAM-1)36. • El control de la HTA es más problemático en las mujeres postmenopáusicas con SMet y la mejoría en la disfunción endotelial e inflamación es más modesta que en las mujeres sin SMet37. • Además de la dislipidemia característica (triglicéridos elevados y HDL-C bajo), existe también una mayor proporción de partículas de LDL-C más pequeñas y densas que son altamente aterogénicas38. • Mayor frecuencia de hígado graso no alcohólico, una entidad de creciente interés, vistas sus implicaciones con el daño hepático de amplio espectro que varía desde la simple esteatosis hasta la fibrosis avanzada y cirrosis39. • Incidencia elevada de fibrilación auricular que a su vez implica un riesgo alto de fenómenos tromboembólicas, especialmente 100 • • • en el área vásculo cerebral, y de insuficiencia cardíaca40. La hipertrofia ventricular izquierda es otro acompañante frecuente en el SMet que compromete, tanto a la función ventricular como al flujo coronario y a la estabilidad eléctrica del miocardio41. Se ha reportado una mayor incidencia de incremento en la masa ventricular izquierda y disfunción diastólica en las mujeres con SMet42. La aterosclerosis subclínica, explorada por la distensibilidad arterial mediante la onda del pulso o por el grosor de la íntima media de carótida por ultrasonido, ocurre con mayor frecuencia en las mujeres con SMet16. Mientras más componentes del síndrome están presentes, mayor es la prevalencia de enfermedad renal y microalbuminuria43. Abordaje terapéutico del Síndrome Metabólico Visto que esta condición clínica está asociada a un mayor riesgo de eventos vasculares y metabólicos, el interés capital es, en primer lugar, su prevención y en segundo lugar el tratamiento intensivo precoz (Tabla 6). 101 Capítulo VI Riesgo cardiometabólico en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Las mujeres en la perimenopausia deben ser informadas e instruidas sobre la importancia de un estilo de vida cardiosaludable para no arrastrar con los años una mayor predisposición a la aparición de esta condición. del SMet, basados fundamentalmente en los cambios del estilo de vida, y secuencialmente la terapia farmacológica, a temprana edad rinde sus frutos al garantizar un mejor estatus de salud a la mujer en una de las etapas más hermosas de su vida. Referencias Bibliográficas Conclusiones El SMet reviste particularidades muy importantes a tener en cuenta en relación a su prevención y tratamiento, especialmente en la población femenina, por las siguientes razones: • Es una condición decisiva en incrementar a más del doble el riesgo relativo de enfermedad cardiovascular y metabólica, así como de mortalidad total. • Su frecuencia aumenta con la edad (desde 4/100 en la adolescencia hasta 25-30/100 en la mujer joven y aún más después de la menopausia). • Las mujeres, aparentemente son más afectadas, especialmente después de la menopausia, principalmente por el incremento en la adiposidad abdominal. Lo cual significa que su prevención debe comenzar desde temprana edad. • Una serie de condiciones que influyen negativamente en la salud cardiovascular tienen una especial relación con el SMet, entre ellas la aterosclerosis subclínica, la hipertrofia ventricular izquierda, la fibrilación auricular, el daño renal, la enfermedad arterial periférica y el hígado graso no alcohólico. • Su despistaje es sencillo: basta medir la circunferencia abdominal, si es mayor a 80 cm posiblemente también existan alteraciones en los lípidos sanguíneos, glucemia y/o presión arterial. • Como existe una relación estrecha entre el estilo de vida (principalmente ingesta calórica y sedentarismo) y la incidencia de SMet, la modificación favorable irrestricta de los mismos tiene un impacto altamente positivo sobre su evolución. De hecho, un análisis proveniente del Estudio de Salud de las Enfermeras sugirió que 75% de los casos de enfermedad cardiovascular, 82% de los de enfermedad arterial coronaria (EAC) y 91% de diabetes pudieron haber sido prevenidos simplemente con el cumplimiento de los hábitos de vida cardiosaludables: no fumar, realizar una actividad física regular, mantener el peso ideal, una dieta saludable e ingerir discretas cantidades de alcohol46. En resumen, el SMet ha emergido como una condición clínica que acarrea serias consecuencias cardíacas y metabólicas después de la menopausia, razón por la cual los médicos (sea cual fuere su especialidad) deben estar alertas para minimizar todos los factores contribuyentes al riesgo cardiometabólico. La prevención y tratamiento 102 1. Grundy SM. Metabolic Syndrome Pandemic. Arterioscler Thromb Vasc Biol 2008;28:629636. 2. Kaaja R.J. Metabolic syndrome and the menopause . 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María Inés Marulanda Introducción La evaluación cardiovascular inicial de toda paciente va dirigida a: identificar factores de riesgo cardiovascular (FRCV), establecer el riesgo cardiovascular, determinar la presencia de daño a órganos blanco, y elaborar un plan de monitoreo y tratamiento individualizado. Si bien algunos aspectos requieren de la intervención del médico especialista, su pesquisa o detección, por lo general, no requiere de exámenes complejos1,2. En la tabla 1 se resumen los objetivos específicos para la detección de las condiciones o factores de riesgo en la atención primaria. Tabla 1. Objetivos específicos en la evaluación cardiovascular inicial • Identificación de los FRCV: * No modificables: Edad, sexo, antecedentes familiares * Modificables: Sedentarismo, tabaquismo, obesidad, hipertensión arterial (HTA), dislipidemia, diabetes mellitus. • Presencia de enfermedad cardiovascular o equivalente (daño a órgano blanco). • Estratificación del riesgo cardiovascular. Evaluación clínica inicial • 106 Historia clínica y examen físico: I. Antecedentes personales: Pesquisa de FRCV: Dislipidemia, HTA, DM o prediabetes, 107 Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento tabaquismo, hábitos nutricionales: evaluar el consumo de frutas, verduras vegetales, granos y cereales, actividad física (minutos por semana), depresión y/o ansiedad. Enfermedad aterosclerótica conocida: infarto del miocardio, accidente cerebrovascular, enfermedad arterial periférica. Enfermedades tromboembólicas de cualquier tipo. Condiciones de riesgo especificas de la mujer: Desarrollo de diabetes o HTA relacionada al embarazo (preeclampsia/ eclampsia), ovario poliquístico. Particularmente la histerectomía, ya que las enfermedades cardiovasculares (ECV) son más frecuentes en mujeres histerectomizadas, y esto parece tener relación con mayor incidencia de HTA, hipercolesterolemia, sedentarismo, obesidad e ingesta de grasas saturadas3. Tratamientos implementados para condiciones específicas: aspirina, diuréticos, inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (IECA), antagonistas del receptor AT1 de angiotensina II (ARA II), bloqueadores de los canales de calcio (BCC), hipolipemiantes, antihiperglucemiantes o uso de insulina. Obtención de metas con los tratamientos implementados. Otros tratamientos: Anticonceptivos orales, terapia de reemplazo hormonal, etc. II. Antecedentes familiares: Diabetes mellitus/prediabetes y ECV prematura (enfermedad coronaria en parentela cercana antes de los 55 años en los varones y de los 65 años en las mujeres). III. Sintomatología: Síntomas cardiovasculares: dolor torácico, disnea, palpitaciones, edema, claudicación intermitente, etc. Síntomas de climaterio: Thurston y colaboradores4 evaluaron en 492 mujeres menopáusicas la relación entre las oleadas de calor (“vaporones”) y la presencia de ECV subclínica, encontrando afectación del endotelio vascular, disminución de la vasodilatación mediada por flujo y aumento de placas calcificadas en aorta en aquellas con dicha sintomatología. IV. Examen físico: Signos vitales Presión arteria (PA): Medición adecuada de la PA, de acuerdo a lo establecido en las pautas internacionales5,6. Frecuencia cardíaca Medidas antropométricas como: peso, talla, índice de masa corporal (IMC: Peso en kg divido por la talla en metros al cuadrado) y circunferencia abdominal. Fondo de ojo (opcional) Exploración manual de tiroides Exploración cardiopulmonar: auscultación cardiaca, determinar presencia de soplos, palpación y auscultación de vasos del 108 • • • • • • cuello y periféricos, agregados pulmonares. Exploración del abdomen: presencia de soplo en aorta abdominal Pruebas de laboratorio: Solicitar en primera instancia un perfil de laboratorio mínimo y ampliarlo de acuerdo al contexto clínico de la paciente (Tabla 2). Dependiendo de los valores iniciales, deberían monitorizarse estos exámenes cada 3 meses cuando las alteraciones son significativas, y cada seis meses o un año en caso de valores poco alterados o normales. Electrocardiograma (ECG): No hay regla establecida sobre la frecuencia o tiempo de cuándo realizarlo y queda a consideración del médico especialista de acuerdo al riesgo cardiovascular de la paciente. Implementación de tratamiento especifico Tratamiento no farmacológico: Cumplimiento de hábitos de vida saludables: control de peso, nutrición balanceada rica en vegetales y frutas y pobre en grasas saturadas, cesación tabáquica y actividad física regular y vigorosa. Tratamiento farmacológico: Especifico para la condición de riesgo a tratar. Obtención de metas: De acuerdo a las pautas establecidas actualmente (Tabla 3). 109 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer Referir a otras especialidades I. En aquellos casos de obesidad, diabetes y dislipidemia de difícil control. Las pacientes deben ser referidas al nutricionista para evaluación y elaboración de un plan nutricional adecuado que la ayude a lograr las metas en relación al peso, IMC, valores glucémicos y lipídicos. II. Si existe evidencia de enfermedad cardiovascular establecida. Existe una amplia documentación de la carencia de adherencia a las pautas de prevención cardiovascular, aun entre las mujeres de alto riesgo. Además, es importante reconocer que si bien las causas de las enfermedades cardiovasculares son comunes en todo el mundo, existen diferencias definidas por las características sociales, culturales y económicas de cada país. Algoritmo diagnóstico Conclusiones En la práctica clínica la evaluación y pesquisa de los FRCV, permitirán el adecuado abordaje para la prevención de la ECV en la mujer, siendo de vital importancia, la evaluación inicial de diferentes especialidades: pediatras, ginecólogos, obstetras, médicos de familia, médicos internistas, otros. En el algoritmo (figura 1) se resume el abordaje clínico de la paciente para la prevención, diagnóstico y tratamiento de los FRCV de acuerdo a la categoría de riesgo. 110 111 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas 1. 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J Hypertens 2007; 25:1105–1187. 112 Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer Aspectos particulares del electrocardiograma en la mujer Dr. Abdel J. Fuenmayor A. Introducción El electrocardiograma (ECG) es una herramienta de diagnóstico clínico de gran utilidad por su aplicabilidad, reproducibilidad, bajo costo y por la cantidad y profundidad de la información que le ofrece al clínico en la atención y seguimiento de los pacientes con afecciones de la esfera cardiovascular1. A continuación, hacemos una descripción de lo que consideramos diferencias significativas en el ECG de la mujer cuando es comparado con el del hombre. Posición de los electrodos en el registro del ECG. El modo en que se produce la señal eléctrica que registra el ECG no es diferente entre los sexos, de hecho, el complejo electrocardiográfico es el resultado de la despolarización y la repolarización cardíacas que, en esencia, son muy semejantes para el corazón de ambos sexos. Sin embargo, a la hora de efectuar el registro del ECG debe tenerse buen cuidado de hacer una colocación correcta de los electrodos precordiales, en especial en la mujer, por la presencia de las mamas. En la mujer joven, la colocación de V4 no ofrece mayor dificultad por cuanto, usualmente, el quinto espacio intercostal en la línea medioclavicular coincide con el borde inferior de la mama en su unión a la pared del tórax, sin embargo, en mujeres obesas y de edad avanzada, es frecuente que esta ubicación esté oculta debajo de la mama y, en ese caso, deben colocarse los electrodos desplazando la mama hacia arriba o se colocan encima de la mama pero en correspondencia con el sitio anatómico (recordar que para el caso de V4 es el quinto espacio intercostal con la línea medioclavicular)1. La presencia de implantes mamarios contribuye a que, en ocasiones, disminuya el espacio plano que corresponde a la superficie del esternón y esto, a su vez, puede determinar contacto entre los cables y/o las perillas de succión para el registro de las derivaciones precordiales V1 y V2. En caso de que esto ocurriera, han de rotarse las perillas para evitar el contacto sin modificar la posición anatómica (cuarto espacio intercostal con la línea paraesternal derecha e izquierda, respectivamente) del sitio de registro. En ningún caso debe desplazarse el sitio de registro a otro espacio intercostal ya que puede generar falsa impresión de voltajes, de progresión de la onda R o, inclusive, de infarto miocárdico anterior1. La amplitud de las ondas electrocardiográficas. También es conocido que, en términos generales, el corazón del hombre es más grande que 113 Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento el de la mujer2. La amplitud de las ondas del ECG (P, Q, R, S, T) es una función de la suma de las fuerzas eléctricas (vectores) que ocurren a un mismo tiempo teniendo en cuenta su magnitud y orientación3. Siendo el corazón femenino más pequeño, resulta comprensible que la amplitud del QRS y de cada una de las ondas por separado sea menores3. En consecuencia, existen diferencias en los criterios de diagnóstico para hipertrofia ventricular izquierda en la mujer; así, por ejemplo, en el criterio de Cornell se considera hipertrofia cuando la suma de la S en V3 y la R en AVL es mayor de 2,0 mV para la mujer y 2,8 mV para el hombre. El eje eléctrico y sus cambios con la edad. Otra característica electrocardiográfica significativa es la posición espacial del eje eléctrico del corazón (ÂQRS). En el caso de este parámetro, se sabe que, con el proceso de envejecimiento, el ÂQRS se va desplazando hacia arriba y a la izquierda, especialmente en pacientes obesos. La diferencia determinada por el sexo es que ese desplazamiento del ÂQRS que acontece con el correr de los años es menos pronunciado en la mujer3. La transición del QRS en las derivaciones precordiales. Las derivaciones precordiales que registran el plano horizontal desde V1 a V6 comienzan mostrando un complejo QRS que se inicia con una onda R pequeña y una onda S profunda, de mayor amplitud que la R inicial (rS). En la medida que se avanza hacia las precordiales izquierdas, la onda R va ganando amplitud mientras que se reduce la onda S. La zona de transición en las derivaciones precordiales es el punto de exploración en el que los complejos positivos y negativos del QRS son de igual amplitud. En condiciones normales, dicha zona se encuentra entre los registros de V2 y V4. Una relación R/S en V1 mayor de 1, en términos generales, es considerada anormal en el adulto. Se ha reportado que 1,5% de las mujeres y 6,4% de los hombres normales tienen dicha relación en V13. Es decir, el hallazgo de una relación R/S > 1 en la primera precordial, tiene mayor valor predictivo de anormalidad (zona inactivable posterior, crecimiento ventricular derecho, etc.) en la mujer que en el hombre. La morfología de la onda T en las derivaciones precordiales. En condiciones normales, en las derivaciones electrocardiográficas del plano horizontal (precordiales), el vector de la onda T se dirige hacia la izquierda y adelante, por lo que la onda T es positiva en todas las precordiales izquierdas. En las precordiales derechas, sin embargo, se ha encontrado que hasta un 5% de las mujeres normales, muestran una onda T negativa en V1 sin que ello implique una anomalía del ECG3. La despolarización y repolarización ventricular: El intervalo QT se mide desde el comienzo del complejo QRS al final de la onda T y corresponde a la duración del proceso de despolarizaciónrepolarización ventricular. Este intervalo se modifica según la duración del ciclo cardíaco precedente y se han planteado múltiples formas de 114 corregirlo, de las cuales, probablemente la más conocida es la fórmula de Bazett3 y al aplicarla obtenemos el intervalo QT corregido (QTc). El QTc normal difiere entre el hombre y la mujer5, de hecho, se considera un valor normal de QTc menor de 0,46 seg para el hombre y menor de 0,47 para la mujer. Esta diferencia no está presente antes de la pubertad6 y se ha atribuido al efecto hormonal femenino. De hecho, en mujeres postmenopáusicas con diferentes modalidades de terapia de reemplazo, se encontró que la terapia aislada con estrógenos determinaba una prolongación significativa del QTc7. Sobre la base de estas observaciones, se ha planteado la posibilidad que la mujer esté más expuesta a sufrir arritmias como efecto colateral de drogas que favorecen la prolongación del QT8. Cambios electrocardiográficos durante el embarazo: Durante el embarazo suele ocurrir un incremento de la frecuencia cardíaca que se ha estimado hasta de 10 latidos por minuto en relación con la frecuencia de la paciente antes del estado gravídico. Este aumento puede inducir disminución de la duración de los intervalos PR, QRS y QT pero no se encuentran modificaciones significativas en la duración de la onda P. También es posible la desviación del eje eléctrico hacia la izquierda por el desplazamiento de la posición cardíaca inducida por el aumento de volumen abdominal que produce el útero grávido e igualmente se ha reportado la ocurrencia de extrasístoles supraventriculares y ventriculares9. En conclusión, a pesar de haber muchas similitudes entre el ECG de la mujer y el del hombre, al comparar las características del ECG de ambos sexos, se encuentran diferencias en la amplitud de las ondas electrocardiográficas, los cambios del ÂQRS en función de la edad, la transición del QRS y la morfología de la onda T en las derivaciones precordiales, y la duración del intervalo QTc. Referencias Bibliográficas 1. Drew BJ. Pitfalls and artifacts in electrocardiography. Cardiol Clin 2006;24:309-315. 2. Corazón. En Latarjet M. Ruiz Liard A. Anatomía Humana. Corazón. pp 916-943. 4a Ed. Editorial Médica Panamericana. Buenos Aires, 2005. 3. Normal electrocardiogram: Origin and description. en Chou’s Electrocardiography in clinical practice. pp 1-28 sixth Ed. Saunders. Philadelphia, 2008. 4. Statters DJ. QT dispersion: Problems of methodology and clinical significance revisited. J Cardiovasc Electrophysiol 1994;8:672-685. 5. Fisch Ch. Electrocardiography and vectorcardiography. In Braunwald E. (Ed.) Heart Disease. A Textbook of Cardiovascular Medicine. Philadelphia. W.B. Saunders Co. 1988, p 180-219. 6. Normal electrocardiogram in the in the fetus, infants, and children. en Chou’s Electrocardiography in clinical practice. pp 647-657 sixth Ed. Saunders. Philadelphia, 2008. 115 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento 7. Kadish AH, Greenland P, Limacher MC, Frishman WH, Daugherty SA, Schwartz JB. Estrogen and progestin use and the QT interval in postmenopausal women. Ann Noninvasive Electrocardiol 2004; 9: 366-374. 8. Yang PC, Clancy CE. Effects of Sex Hormones on Cardiac Repolarization. J Cardiovasc Pharmacol 2010 Feb 13. (Epub ahead of print). 9. Gowdaa RM, Khanb IA, Mehtab NJ, Vasavadaa BC, Sacchia TJ. Cardiac Arrhythmias in Pregnancy: Clinical and Therapeutic Considerations. Intnl J Cardiol 2003; 88: 129-133. 116 Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer Utilidad de la exploración cardiovascular no invasiva en la mujer Dra. Josefina Feijoo Iglesias. El estudio de la enfermedad cardiovascular (ECV), en particular la enfermedad arterial coronaria (EAC) en la mujer, no ha sido tan precisa como en el hombre, debido a una serie de factores que hacen que el diagnóstico precoz no sea oportuno, como se resume a continuación1: a. La EAC es una enfermedad de aparición más tardía que en el hombre, aproximadamente 10 años de diferencia. b. La sintomatología en la mujer es mucho más inespecífica que en el hombre, de hecho las mujeres con dolor en el pecho muestran una menor prevalencia de EAC (50% vs 80% en hombres). c. Alta prevalencia de dolor torácico no isquémico (enfermedad microvascular, prolapso de la válvula mitral). d. Limitada tolerancia al ejercicio debido a la edad avanzada en el diagnóstico inicial. e. Respuesta hemodinámica diferente al ejercicio que el hombre: menor elevación de la fracción de eyección ventricular izquierda, aumento del gasto cardíaco por incremento en el volumen diastólico final, liberación inadecuada de catecolaminas. f. Capacidad funcional (CF) limitada. g. Influencias hormonales de estrógenos, imitando el efecto parecido al uso de digitálicos dando falsos positivos. h. Diferencias anatómicas que afectan a los resultados de las pruebas de estrés (ventrículos pequeños, coronarias pequeñas), artefactos de atenuación de las mamas y mayor prevalencia de enfermedad de un solo vaso. i. Angina con alteraciones electrocardiográficas sin obstrucción de las arterias epicárdicas como la angina vasoespástica y el Síndrome X, mucho más común en mujeres posmenopáusicas que en los hombres, relacionadas con el déficit de estrógenos y con las alteraciones de la microvasculatura que causan disfunción endotelial. La baja prevalencia de la enfermedad en mujeres jóvenes unida a los factores antes mencionados hace que el diagnóstico inicial de EAC no siempre resulte exitoso. La determinación de la probabilidad pre-test es fundamental para los resultados post-test cuando se estudia una población con baja prevalencia de la enfermedad, la revisión de las mujeres de bajo riesgo (por ejemplo, las mujeres pre-menopáusicas con un factor de riesgo y sin angina o síntomas atípicos) se asocia con una alta tasa de falsos positivos. En las mujeres es particularmente útil establecer la probabilidad pre-test por cualquiera de las índices conocidos2,3 antes de decidir cuál es el mejor método diagnóstico a 117 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento utilizar como veremos a continuación. a) Prueba de esfuerzo La prueba de esfuerzo (PE) es un procedimiento con actividad física programada donde se hace un registro electrocardiográfico y de presión arterial (PA) antes, durante y posterior al ejercicio, así como de las manifestaciones clínicas (angina) o limitación funcional. Este método es ampliamente aceptado como evaluación inicial en el diagnóstico de EAC estable en el hombre, sin embargo en las mujeres se le reconoce una baja sensibilidad y especificidad debido a que presentan mayores alteraciones en el electrocardiograma (ECG) durante la prueba dado por cambios no concluyentes del ST, bajo voltaje, interferencias, etc.; además de otros factores no dependientes del ECG que dificultan la interpretación de la misma como: menor tolerancia al ejercicio, baja CF, alta prevalencia de dolor torácico no isquémico, influencias hormonales, mayor prevalencia de enfermedad microvascular, etc. Las guías del American College of Cardiology/American Heart Association (AHA/ACC) sobre Prueba de Esfuerzo2, reportan en la población general (hombres y mujeres) una sensibilidad del 67% y una especificidad del 77%. En el meta análisis de Kwok4 se investigó la exactitud de las pruebas de estrés para detección de EAC en 19 estudios evaluados con 3.721 mujeres, donde se demostró una sensibilidad y especificidad de 61% y 70%, respectivamente en ellas, en comparación con 72% y 77% reportados en 1977 hombres, lo que indica que al menos, el resultado en 30% de ellas son falsos positivos. Es por esto que se recomienda utilizar puntajes clínicos que mejoren la sensibilidad y especificidad del método como el índice de Duke5 que es una puntuación basada en el tiempo de ejercicio, la desviación del segmento ST y la presencia de angina, capaz no sólo de facilitar el diagnóstico sino el pronóstico de la EAC en hombres y mujeres. La probabilidad de EAC será baja (≥ 5), intermedia ( -10 a +4) o alta (< -11) según su puntuación. El índice de Duke, al combinar diversas variables para la interpretación de la PE, suministra una información valiosa y con igual rendimiento para la estratificación del pronóstico en ambos géneros, aunque funciona mejor en la mujer que en el hombre para excluir la EAC, habida cuenta que la predicción para la mujer debe hacerse en el contexto de una menor probabilidad pre-test6. Los análisis han demostrado que cuando la PE es negativa pero el índice de Duke es intermedio en mujeres, debe complementarse la información con un estudio de imágenes. La PE tiene un alto valor predictivo negativo en las mujeres con una baja probabilidad pre-test de EAC y bajo riesgo en el índice de Duke. Es de especial importancia los datos de la PE que no dependen del ECG, como el índice de Duke, la capacidad funcional, la recuperación de la FC en el primer minuto y la estimación de la competencia cronotrópica, ya que son variables que tienen un valor adicional relevante en la 118 Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer interpretación de la prueba en mujeres en la predicción de enfermedad coronaria7. Los lineamientos de la ACC / AHA2 sugieren la PE en mujeres con riesgo intermedio para EAC que tengan un ECG normal en reposo normal y una capacidad física óptima. b) Imágenes El papel de las imágenes en el diagnóstico de ECV es conocido, los consensos tradicionales americanos (AHA/ACC) y europeos son precisos en su indicación, sin embargo en la actualidad debemos familiarizarnos con un reciente instrumento de evaluación de imágenes denominado Appropriateness Use Criteria (AUC), propuesto desde el año 20058, para unificar criterios en cuanto a la indicación de los estudios de imágenes, basado en el método RAND/UCLA que establece para cada indicación posible y cada estudio en particular (eco, radionucleídos, TAC, RMN) hay tres categorías de indicaciones: “A” apropiadas, “I” inapropiadas y “U” inciertas, cada una con un nivel de concordancia entre los expertos que va del 1 al 9, como sigue: • 7 a 9: la prueba es generalmente aceptada y reconocida como una indicación razonable. • 4 a 6: hay incertidumbre acerca de la indicación y el escenario clínico. • 1 a 3: la prueba generalmente no es aceptada ni reconocida como una indicación razonable El orden numérico indica el grado de acuerdo entre los expertos, es decir, un valor A9 señala que la indicación es aceptada con un acuerdo absoluto de los expertos implicados de diferentes especialidades. b.1. Ecocardiografía El valor de este método para el diagnóstico de EAC es indiscutible e independiente del género ya que permite la evaluación anatómica y funcional del corazón y particularmente la evaluación directa de isquemia inducible a través del estudio de contractilidad global y segmentaria en adición al estrés (ejercicio o fármacos). Dentro de la cascada de la isquemia, la aparición de las alteraciones ecocardiográficas antes de la electrocardiográficas y clínicas ha dado un puesto relevante a este método en el diagnóstico de la EAC. Su valor es inigualable en relación a la disponibilidad, inocuidad y a su costo-beneficio; si a esto se le suma la dificultad del ECG en la mujer para el diagnóstico y la determinación del riesgo de EAC, el método se convierte en un herramienta poderosa. La ecocardiografía de estrés post-esfuerzo (EEP) en cinta sinfín o bicicleta supina supera la problemática del ECG y aumenta la sensibilidad y especificidad del método para el diagnóstico de EAC. Los pacientes con limitación al ejercicio pueden ser sometidos a ecocardiografía de estrés farmacológico con dobutamina 119 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento (EED), dipiridamol o adenosina. Pareciera no haber diferencias significativas entre sexos para el diagnóstico ecocardiográfico de estrés independientemente del método utilizado. Sin embargo, en el meta análisis de Kin y Kwok9 evaluaron más de 80 estudios con respecto a la exactitud de las pruebas de estrés farmacológico para la EAC. Todos los pacientes incluidos tenían EAC comprobada por angiografía. De los cinco estudios que incluyeron evaluaciones específicas por sexo, la sensibilidad y especificidad global fue de 76 y 86%, respectivamente, para las mujeres y no difirieron significativamente de los correspondientes valores para los hombres: 78 y 89%. Múltiples estudios han demostrado que la modalidad farmacológica tiene mayor sensibilidad y especificidad que la modalidad post-esfuerzo en mujeres sobre todo en enfermedad de un solo vaso9; es posible que la baja capacidad funcional y la edad, ya que la aparición de la enfermedad en mujeres es más tardía que en los hombres, tenga un papel importante en estas observaciones. Los estudios que incluyen en total cerca de 1000 mujeres con sospecha de EAC han demostrado que la ecocardiografía de estrés tiene buena precisión diagnóstica para la detección o exclusión de EAC significativa, con una sensibilidad del 81% (89% en mujeres con enfermedad de múltiples vasos), una especificidad del 86%, con una precisión diagnóstica del 84%10. La EED ha demostrado un beneficio adicional a la PE sola. En un reciente reporte en 4.234 mujeres, 1 de cada 1000 con PE negativa y 1 de cada 100 con EED negativa tuvieron muerte cardiaca a los 5 años de realizada la prueba. En comparación con 1 a 3 de 100 mujeres con enfermedad de múltiples vasos en la PE o EED que murieron dentro de los 5 años de seguimiento posterior; es decir, una tasa 10 veces mayor para aquellas con estudios negativos11. La ecocardiografía de estrés con ejercicio o fármacos es un método no invasivo eficaz de alta precisión en la detección de EAC en mujeres sintomáticas con probabilidad intermedia a alta y que tengan un ECG anormal en reposo. La EED se recomienda para las mujeres en las mismas condiciones pero con ECG anormal o con un ECG normal pero sin condiciones óptimas para el ejercicio, en este sentido existe acuerdo entre los lineamientos de la ACC / AHA2 (2) y los criterios para el uso apropiado de la ecocardiografía de estrés12. Sin embargo estos últimos recomiendan su indicación también en pacientes con baja probabilidad pre-test que tengan ECG no interpretable e imposibilidad de realizar ejercicio (nivel A7 de AUC) y ante 120 Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer una prueba de esfuerzo no interpretable o dudosa (nivel A8 de AUC). b.2. Radiofármacos Las técnicas de imágenes de perfusión miocárdica con ejercicio o estrés farmacológico empleando trazadores radioactivos están indicadas en la evaluación de mujeres sintomáticas con un riesgo moderado a alto de EAC. El SPECT (Single-Photon Emission Computed Tomography) es considerada la modalidad de imágenes de estrés más usada en Estados Unidos para el diagnóstico de EAC que se basa fundamentalmente en detectar los defectos de perfusión miocárdica a través de radionucleídos, generalmente talio-201 (Tl201), además puede evaluar los volúmenes ventriculares y la función global y regional del miocardio. Un meta análisis de SPECT-ejercicio realizado para detectar obstrucción significativa de arterias epicárdicas (21 estudios con un total de 4113 mujeres) puso de manifiesto que la exactitud de la imagen de Tl201 es mayor en los hombres, con una sensibilidad y especificidad de 85 y 85% respectivamente, en comparación con el 78 y el 64% de mujeres13. Sin embargo, en ellas se han presentado ciertas limitaciones debido a resultados falsos positivos por atenuación de la imagen por las mamas y porque el tamaño de los ventrículos es más pequeño y esférico que el de los hombres. En la actualidad la sustitución de talio por tecnecio (99mTc sestamibi) ha mejorado la sensibilidad y especificidad de la prueba en la mujer14. El estrés farmacológico con SPECT tiene un lugar importante como método diagnóstico de EAC, sobre todo en las mujeres obesas. Algunos estudios han informado su utilidad en presencia de bloqueo avanzado de rama izquierda del Haz de His (BARIHH)15. Los datos combinados de estudios en más de 7500 mujeres han demostrado una tasa anual de eventos cardiacos <1% cuando el estudio es normal16. Cuando el resultado es anormal no sólo se ha demostrado un aumento en la tasa de eventos cardiacos sino una relación directa con el pronóstico de acuerdo a la extensión de territorio implicado, su gravedad y el grado de reversibilidad, es decir, pueden obtenerse grados intermedios de riesgo (bajo, ligeramente, moderadamente o severamente anormal) con una tasa de sobrevida a los 3 años del 99% para las mujeres sin isquemia vs 85% para las mujeres con isquemia en 3 vasos17. Este método también ha demostrado ser útil en la evaluación del riesgo en mujeres diabéticas con sospecha de EAC. En un reciente informe con el uso de SPECT con adenosina, la tasa de mortalidad anual de EAC aumentó del 0,8% al 1,6% en las 121 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento mujeres diabéticas frente a las no diabéticas con SPECT normal. En esta cohorte, la mortalidad por EAC en las no diabéticas con una prueba moderadamente anormal fue del 2,8% en comparación con 4,1% en las diabéticas. La tasa de mortalidad anual de EAC es más elevadas para las mujeres con graves anomalías en el SPECT (es decir, el 6,1% y 8,5% para las mujeres no diabéticas comparadas con las diabéticas). De particular importancia, las mujeres diabéticas (especialmente las que requieren insulina) con isquemia están en el mayor riesgo para eventos cardíacos, por lo que necesitan un tratamiento más intensivo y la utilización de angiografía coronaria. En la última revisión de los Appropriate Use Criteria for Cardiac Radionuclide18 la recomendación generalmente aceptada (A9) para el método, independientemente del género, sigue siendo que el mismo debe ser indicado a pacientes sintomáticos con una probabilidad pre-test intermedia o alta para EAC en quienes el ECG es anormal o no interpretable y/o tiene limitaciones para realizar ejercicio. Sin embargo, con respecto al consenso anterior (2005) se acepta la indicación en pacientes con baja probabilidad pre-test en aquellos con ECG no interpretable o que no puedan realizar ejercicio (A7). b.3. Tomografía axial computada (TAC) Una de las aplicaciones de la TAC (sin contraste) es identificar y cuantificar la cantidad de calcio depositado en las arterias coronarias, marcador que está directamente relacionado con la enfermedad ateroesclerótica. Aunque el calcio no está presente en una arteria normal, su existencia no es indicativa de obstrucción y es por esto que su cuantificación es fundamental. Estudios de cohorte que incluyeron 539 mujeres con indicación clínica de angiografía coronaria informaron que en 220 (41%) de ellas con coronariografía normal no calcio detectable, lo que dio un valor predictivo negativo del 100%. En contraste, aquellas con escore moderado (≥ 100) y alto (≥400) de calcio tenían una prevalencia mayor de EAC obstructiva19. Una de las principales ventajas de este método es su alto valor predictivo negativo. Sus limitaciones incluyen: la lenta velocidad de adquisición, exposición marcada a la radiación y alto grado de variabilidad interobservador. La tomografía computada por haz de electrones (Electron Bean Computer Tomography, EBCT) y por múltiples cortes (por MultiSlice Computed Tomography, MSCT) que puede variar de 16 a 64 cortes con los equipos en nuestro país, aunque ya se conoce los que cuentan con 128 y 256 cortes, ha mejorado la precisión diagnóstica de la EAC y permitido un acercamiento a la morfología y composición de la placa aterosclerótica. Las 122 Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer nuevas tecnologías (mayor número de cortes) has aminorado los efectos adversos ionizantes al disminuir el tiempo de exposición. La sensibilidad y especificidad para la detección de EAC con obstrucción de las arterias epicárdicas se ha informado del 90 a 94% y del 75 a 97%, respectivamente, para los estudios con 64 cortes20. Dos estudios han comparado directamente la exactitud diagnóstica de la técnica de 64 cortes en la mujer frente a los hombres. Pundziute y colaboradores, en 103 pacientes consecutivos (52 mujeres) con EAC conocida o sospechada, no encontró diferencias significativas entre los géneros en la sensibilidad y especificidad21. La angiografía en comparación con la angiografía coronaria invasiva, según un estudio por Meijboom y colaboradores en 402 pacientes sintomáticos que incluyeron 123 mujeres, informaron en mujeres, una sensibilidad y especificidad significativamente menor en ellas (88% y 75%, respectivamente) frente a los hombres (96% y 90%), también con un valor predictivo positivo menor (81% en las mujeres vs 95% en los hombres)22. Las recomendaciones de la AUC para TAC23 consideran aceptable la indicación del método ante la sospecha de EAC en pacientes sintomáticos, independientemente del sexo; con probabilidad pre-test intermedia más ECG no interpretable o incapacidad para realizar ejercicio (A7); también es apropiada con un nivel máximo de concordancia en pacientes sintomáticos ante la sospecha de anormalidad de las arterias coronarias (A9) o en aquellos con un test de inducción de isquemia (estrés) no interpretable o equivoco para EAC (A8). El uso del método en mujeres está por establecerse, la dificultad para evaluar el grado de obstrucción debido al menor calibre de las arterias y la elevada exposición a la radiación debe ser tomada en consideración. Las nuevas generaciones de TAC de 256 cortes lucen prometedoras para la detección de EAC en mujeres. b.4. Resonancia nuclear magnética (RMN) Este método diagnóstico ha presentado gran desarrollo en los últimos tiempos por su excelente resolución espacial y temporal, la visualización directa de la arteria coronaria, la evaluación de la perfusión y metabolismo coronario en reposo y durante el estrés (similar al SPECT) y la ausencia de irradiación, la convierten en una técnica a tomar en cuenta en la evaluación de EAC en la mujer. Tiene como desventaja que requiere personal altamente capacitado y no está disponible de manera rutinaria con facilidad en nuestro país. En un estudio prospectivo se evaluaron 136 mujeres consecutivas 123 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento con síntomas sugestivos de EAC y 37 de ellas (27%) tenían EAC por angiografía. La RMN de estrés con adenosina tuvo sensibilidad del 84%, especificidad del 88% y exactitud del 87% para el diagnóstico. La exactitud se redujo cuando el grado de estenosis coronaria era menor (82% vs 87%, p <0,01 obstrucción del 50% vs 70%, respectivamente)24. La sensibilidad fue menor en mujeres con enfermedad de un vaso (71% vs 100%, p=0,06 en comparación con la enfermedad de múltiples vasos) y en aquellas con masa ventricular menor, (69% vs 95%, p=0,04 para la masa ventricular izquierda ≤97g vs >97 g). La angiografía coronaria por RMN es una tecnología que se encuentra en desarrollo desde el año 1987, sin embargo, la estimación precisa de la presencia, así como la gravedad de la estenosis coronaria, especialmente de las arterias pequeñas y tortuosas, sigue siendo difícil debido a la respiración y el movimiento del corazón. Las recomendaciones de la AUC para RMN, consideran aceptable la RMN con técnicas como el estrés con dobutamina o vasodilatadores, ante la sospecha de EAC en pacientes sintomáticos, independientemente del sexo23; con probabilidad pre-test intermedia más ECG no interpretable o incapacidad para realizar ejercicio (A7) con las técnicas, o en aquellos con un resultado angiográfico por TAC no satisfactorio (A8). También es apropiada en pacientes sintomáticos ante la sospecha de anormalidad de las arterias coronarias (A8). c. Evaluación de la microcirculación coronaria Se ha generalizado el diagnóstico de EAC a través del estudio de las arterias epicárdicas, sin embargo, hay una cantidad considerable de pacientes sintomáticos, generalmente mujeres, que obligan a buscar isquemia en territorios no tan fáciles de evaluar como es la microcirculación, responsable en muchos de los casos de “falsos negativos” en las pruebas convencionales ya que existe una creciente evidencia que en las mujeres la disfunción microvascular puede ser la causa de los síntomas. En el estudio Women’s Ischemia Syndrome Evaluation (WISE), la mitad de las mujeres con angina de pecho y ausencia de obstrucción en arterias coronarias epicárdicas tenían disfunción microvascular coronaria24, de allí que métodos adicionales como la exploración de la disfunción endotelial sean necesarios para la mejor comprensión de la enfermedad. En las mujeres con angina de pecho en ausencia de obstrucción epicárdica, la Sociedad Europea de Cardiología recomienda la prueba con acetilcolina intracoronaria para excluir la disfunción endotelial y el vasoespasmo, así como para determinar la reserva de flujo coronario dependiente de endotelio25. 124 Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer d. Dúplex de arterias carótidas y vertebrales La visualización de la pared arterial en las arterias carótidas a través del ultrasonido (Duplex) ha demostrado ser un método simple y seguro no solo para el diagnóstico de enfermedad carotidea sino también para la estratificación del riesgo cardiovascular como un marcador subrogado de aterosclerosis. El grosor de la íntima-media (GIM) es reconocido como un marcador de enfermedad aterosclerótica subclínica y ha sido extensivamente estudiado como indicador pronostico de la EAC, de la enfermedad vascular cerebral (EVC) y de la regresión de la enfermedad aterosclerótica. En la actualidad se cuenta con métodos semi-automáticos para la medición del GIM que han resuelto uno de los problemas de la técnica que era la falta de reproducibilidad. El GIM es una variable continua dependiente de la edad, siendo ligeramente menor en mujeres que en los hombres de la misma edad; sin embargo existe un aumento progresivo de su valor de acuerdo al número de factores de riesgo asociados26 y esta diferencia con los hombres desaparece con la edad (> 65 años) y en mujeres con EAC establecida. En el Cardiovascular Health Study, las mujeres de más edad en el quintil más alto de valores de GIM tuvieron 3 veces más probabilidades de sufrir un evento cardiovascular que las más jóvenes. La relación entre el GIM y la aparición eventos fue lineal con un incremento del 40% en el riesgo relativo por cada 0,15-a 0,20 mm de aumento27. No existen diferencias de sexo en cuanto a la indicación de la prueba y debe ser realizada a todo individuo de riesgo intermedio. e. Disfunción endotelial (DE) La DE definida como la incapacidad del vaso arterial de dilatarse ante la presencia de una injuria vascular y que indica una inadecuada producción de oxido nítrico es el primer evento que evidencia clínicamente la alteración de la función de la pared vascular y por lo tanto un detector temprano de aterosclerosis. En mujeres tiene un papel relevante en el estudio de dolor torácico sin evidencia de EAC significativa y está indicada precozmente en la evaluación del riesgo cardiovascular, identificando la enfermedad subclínica. f. Índice tobillo-brazo (ITB) Este índice se deriva de la relación entre la presión arterial sistólica (PAS) en el tobillo con la del brazo y está considerado como el “estándar de oro” para el diagnóstico de la enfermedad arterial periférica (EAP), siendo un método altamente específico para la comprobación del riesgo vascular en sujetos asintomáticos. La data derivada de numerosos y sólidos estudios clínicos sustenta la estrecha relación entre la EAP y la morbilidad y mortalidad enfermedad cardio y cerebrovascular, siendo su valor de predicción independiente después del ajuste de varios factores de riesgo28. 125 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento En un meta análisis colaborativo en 16 estudios de cohortes y la participación de 24.955 hombres y 23.339 mujeres con la finalidad de determinar si el ITB aporta información adicional sobre el riesgo de eventos y mortalidad cardiovascular independiente del escore de Framingham se demostró, tanto en hombres como en mujeres, que la razón de riesgo permanecía elevada después del ajuste por dicho escore con la conclusión que el ITB puede mejorar la seguridad del cálculo del riesgo cardiovascular29. Más aún un ITB igual o menor de 0,9 resultaba en una duplicación de la morbilidad y mortalidad a lo largo de las categorías de riesgo determinadas por el escore de Framingham y la combinación de ambos instrumentos podría reclasificar al 19% de los hombres y al 36% de las mujeres (es decir, una de cada tres) en otras categorías de mayor riesgo. La asociación entre EAP e incremento en la mortalidad cardiovascular es el resultado de la ubicuidad de la enfermedad aterosclerótica y si ella está presente en la periferia, muy probablemente se encontrará en otros lechos del árbol vascular. De hecho, en las mujeres se ha demostrado una asociación entre ITB menor de 0,9 y enfermedad carotidea moderada a severa30. Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer En las mujeres en donde la ecocardiografía de estrés no es factible, debe realizarse SPECT o RMN dependiendo de la experiencia local con el método. Algoritmos diagnósticos En el algoritmo (figura 1) se propone iniciar el procedimiento diagnóstico en la mujer por identificar de sintomatología seguida de la estratificación del riesgo en leve, intermedio o alto por los diferentes escore conocidos31-33. En la mujer asintomática con baja probabilidad pre-test las imágenes no son recomendadas ya que están asociadas a una alta tasa de falsos positivos. Cuando el riesgo es intermedio la utilidad de las imágenes en el diagnóstico de EAC en pacientes asintomáticas es controversial. Como alternativa se propone realizar las pruebas para diagnóstico subclínico de la enfermedad como el GIM y la disfunción endotelial, ya que permitirían identificar a las de mayor riesgo que requerirían otro estudio para descartar EAC, tales como la PE convencional o sensibilizada con imágenes (eco post-estrés, SPECT, RMN), dependiendo de las características basales del ECG o de la posibilidad de realizar ejercicio. En pacientes sintomáticas de riesgo intermedio la PE sigue siendo un método útil debido a su alto valor predictivo negativo y se considera como imprescindible en la evaluación inicial de la EAC en la mujer siempre y cuando las características basales del ECG y la capacidad funcional permitan su interpretación. De no cumplir estos requisitos o de resultar la PE no concluyente deben realizarse estudios de imágenes post-estrés. La ecocardiografía de estrés farmacológico con dobutamina se ha preferido debido a su alta sensibilidad y especificidad (tabla 1)33. 126 Una vez que la sospecha de EAC es real, la angiografía coronaria es el método de elección para la comprobación y resolución inmediata de 127 Capítulo VII Evaluación clínica y procedimientos diagnósticos especiales en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento la enfermedad. De resultar la angiografía coronaria sin enfermedad obstructiva o no significativa es imperiosa la realización de las pruebas de vasorreactividad coronaria para descartar disfunción endotelial o vasoespasmo antes de concluir el estudio. La RMN también jugaría un papel crucial en la evaluación de la enfermedad microvascular, al igual que la reserva de flujo coronario por Doppler. La angiografía por TAC cardíaco puede ser una herramienta valiosa para las mujeres con resultados de las pruebas estrés no concluyentes y con riesgo intermedio de EAC. Las mujeres sintomáticas pero de riesgo bajo tendrían una evaluación parecida a las asintomáticas de alto riesgo, es decir, debe descartarse enfermedad subclínica para justificar pruebas de inducción de isquemia. Las mujeres sintomáticas de alto riesgo deberían ir directo a angiografía coronaria, sin embargo, ante la alta inespecificidad de los síntomas en ellas, luce razonable realizar previamente pruebas de inducción de isquemia con imágenes 6. Alexander KP, Shaw LJ, Shaw LK, Delong ER, Mark DB, Peterson ED. Value of exercise treadmill testing in women. J Am Coll Cardiol 1998;32:1657–1664. 7. Gulati M, Pandey DK, Arnsdorf MF, Lauderdale DS, Thisted RA, Wicklund RH et al. Exercise capacity and the risk of death in women: the St James Women Take Heart Project. Circulation 2003;108:1554–1559. 8. Patel MR, Spertus JA, Brindis RG, Hendel RC, Douglas PS, Peterson ED, Wolk MJ, Allen JM, Raskin IE; American College of Cardiology Foundation. ACCF proposed method for evaluating the appropriateness of cardiovascular imaging. J Am Coll Cardiol 2005;46:16061613. 9. Kim C, Kwok YS, Heagerty P, Redberg R. Pharmacologic stress testing for coronary artery disease: a meta-analysis. 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J Nucl Cardiol 2004;11:171–185. Conclusiones La decisión final sobre la mejor técnica diagnóstica para la detección temprana de EAC dependerá del método disponible y de la confiabilidad de los resultados del mismo, considerando las diferencias establecidas de los métodos diagnósticos y la utilidad de acuerdo al contexto clínico de la paciente. Referencias Bibliográficas 1. Stangl V, Witzel V, Baumann G, Stangl K. Current diagnostic concepts to detect coronary artery disease in women. Eur Heart J 2008;29:707–717. 2. Gibbons RJ, Balady GJ, Bricker JT, Chaitman BR, Fletcher GF, Froelicher VF et al; American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines (Committee to Update the 1997 Exercise Testing Guidelines). ACC/AHA 2002 guideline update for exercise testing: summary article: a report of the ACC/AHA Task Force on Practice Guidelines (Committee to Update the 1997 Exercise Testing Guidelines). Circulation 2002;106:1883–1892. 3. 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Circulation 2007;115:459–467. 130 131 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad arterial coronaria. Dr. Nohel Castro Blanchard, Dr. Carlos Mendoza. • Insuficiencia cardíaca: epidemiología, factores de riesgo y prevención. Dra. Egleé Castillo González. • Insuficiencia cardíaca: aspectos terapéuticos. Dr. José Domingo Rodríguez. • Arritmias. Dr. Juan Marques, Dr. Iván Mendoza. • Fibrilación auricular. Dr. Juan Marques, Dr. Iván Mendoza. • La enfermedad vascular cerebral. Dr. Mario De Bastos. • Enfermedad arterial coronaria Dr. Nohel Castro Blanchard, Dr. Carlos Mendoza Bastidas. Introducción En Venezuela, las enfermedades del corazón son la primera causa de muerte; en el 2007 ocurrieron, por esta causa, 25.600 muertes (20,18% de la mortalidad total). La enfermedad arterial coronaria (EAC) fue responsable de 19.308 muertes (15,15% del total): 11.808 hombres y 7.500 mujeres; específicamente el infarto agudo del miocardio (IAM) fue reportado, como causa de muerte, en 16.336 casos (12,87% del total): 10.173 (62,3%) hombres y 6.163 (37,8%) mujeres1. En Estados Unidos de América (EE.UU.) las enfermedades cardiovasculares (ECV) fueron responsables de 1 de cada 2,8 muertes en el 2005; la EAC ocupó el primer lugar, tanto en hombres como en mujeres, siendo responsable de 1 de cada 5 muertes2. En el 2003 la tasa de mortalidad cardiovascular, ajustada por la edad, en los hombres fue de 307/100.000 y en las mujeres 158/100.000 y en Canadá, en 1999, fue de 288/100.000 en los hombres y 175/100.000 en las mujeres3. En cuanto a la mortalidad por enfermedad arterial coronaria (EAC) en EE.UU., en el 2003, fue de 187/100.000 entre los hombres y 77/100.000 entre las mujeres y en Canadá, en 1999, los valores correspondientes fueron 188 y 97 por 100.000. Esta diferencia por sexo es consistente a nivel internacional3. Sin embargo, las mujeres jóvenes con IAM tienen tasas de mortalidad mayores que los hombres de la misma edad3. En Norteamérica, las ECV son la primera causa de admisión en los hospitales, tanto en hombres como en mujeres, pero estas 132 133 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento últimas permanecen más tiempo en el hospital y tienen mayores discapacidades3. Estado actual de la EAC en la mujer El riesgo de desarrollar EAC, a partir de los 40 años de edad es del 49% en los hombres y 32% en las mujeres. La incidencia anual estimada de IM es de 610.000 casos nuevos y 325.000 casos recurrentes y aproximadamente un 16% muere por esta causa2. Un análisis de datos del estudio de Framingham de 1950 a 1999 mostró que las tasas de mortalidad por EAC disminuyeron en un 59% (64% de disminución en muerte no súbita y 49% en muerte súbita) y si bien esta tendencia se apreció tanto en hombres como en mujeres2, la disminución fue menor en la mujer que en el hombre y ha aumentado en las mujeres jóvenes3; otra diferencia reportada es que, si bien 50% de los hombres que murieron súbitamente de cardiopatía coronaria no tenían síntomas previos de esta enfermedad, este hallazgo se encontró en 64% de las mujeres2. La tasa de mortalidad posterior a un primer IAM, al año y a los 5 años, es mayor en la mujer que en el hombre, en todos los grupos etarios, al igual que el porcentaje de IM recurrente, desarrollo de insuficiencia cardíaca (IC) y de accidente cerebrovascular (ACV)2. En el mundo, las ECV son la primera causa de muerte en la mujer, generando un tercio de todas las muertes4. Fisiopatología de la EAC en la mujer: Una nueva hipótesis Aunque las mujeres tienen menor prevalencia y severidad de EAC y la función ventricular izquierda está más conservada, paradójicamente tienen mayores tasas de isquemia miocárdica y mortalidad que los hombres5. Las mujeres sintomáticas tienen mayor persistencia de los síntomas isquémicos requiriendo un mayor número de hospitalizaciones; además, tienen tasas menores de bienestar general y mayores limitaciones en el desempeño de las actividades diarias5. Los resultados del estudio Women’s Ischemia Syndrome Evaluation (WISE)6 y de otros estudios relacionados permiten proponer a la reactividad coronaria anormal, la disfunción microvascular7 y la erosión de la placa con embolización distal8,9 como contribuyentes de una fisiopatología específica de la EAC en la mujer5. Alteraciones vasculares, tales como la migraña, el fenómeno de Raynaud y la arteritis autoinmune son más frecuentes en las mujeres y pudieran depender de las variaciones, a lo largo de la vida, de los niveles de hormonas reproductivas asociadas a los ciclos ováricos, 134 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer embarazo, periparto y menopausia. La reactividad de las pequeñas arterias intramiocárdicas es mediada por el endotelio y el sistema nervioso autónomo simpático5. Resultados de autopsias de víctimas de muerte súbita sugieren que las mujeres tienen mayor frecuencia de erosión de placas coronarias y embolización distal que los hombres8,9. La enfermedad microvascular, evaluada a través del estrechamiento de las arterias retinianas, está relacionada con eventos cardiovasculares en las mujeres, pero no en los hombres7. La disfunción microvascular también pudiera estar relacionada con diferencias en el remodelado y reparación ante la agresión/aterosclerosis, entre hombres y mujeres. La evaluación de la pared coronaria con ultrasonido intravascular y de la reactividad arterial, en pacientes con EAC obstructiva, demuestra que los hombres tienen mayor carga de ateroma y más disfunción endotelial epicárdica y las mujeres más enfermedad de la microcirculación10. Estas observaciones pueden explicar las mayores tasas de angina, isquemia y síndromes coronarios agudos en ausencia de EAC obstructiva en las mujeres y apoyar un proceso fisiopatológico que involucra más a la disfunción microvascular, en comparación con los hombres5. La disfunción endotelial contribuye a la fisiopatología de la cardiopatía isquémica en la mujer. La dilatación anormal mediada por flujo de la arteria braquial en una cohorte de 2.264 mujeres postmenopáusicas se asoció con un aumento significativo de 1,3 a 4,4 veces del riesgo de EAC11. La disfunción de la circulación coronaria predice el desarrollo de eventos isquémicos5 y la restauración de la función endotelial, en un estudio de 400 mujeres hipertensas postmenopáusicas, se asoció con un riesgo de eventos isquémicos miocárdicos 7,3 veces menor que el de las mujeres sin mejoría de la función endotelial11. De estas observaciones se concluye que la reactividad coronaria anormal parece desempeñar un papel importante en la isquemia miocárdica en mujeres sin EAC obstructiva5. Las observaciones anteriores favorecen el planteamiento de una nueva hipótesis unificadora de la EAC en la mujer: la disfunción microvascular coronaria es más prevalente en mujeres que en hombres, como resultado de un agrupamiento de factores de riesgo, inflamación, remodelado vascular y alteraciones hormonales. Esta hipótesis explicaría la frecuente paradoja entre los síntomas atípicos, la evidencia de isquemia y los resultados adversos observados en las mujeres5. Además, este modelo fisiopatológico permite explicar por qué los métodos diagnósticos actuales para detección de lesiones obstructivas coronarias son menos efectivos en mujeres. 135 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Pruebas no invasivas de isquemia miocárdica en la mujer Tradicionalmente, el diagnóstico de EAC en mujeres con dolor torácico ha sido un complejo problema clínico ya que las pruebas no invasivas tradicionales, principalmente la prueba de esfuerzo, reportan un elevado número de falsos positivos. El advenimiento de la ecocardiografía de esfuerzo ha sido de gran ayuda por ser un método de mayor confiabilidad, ya que permite no sólo detectar los posibles cambios isquémicos en el ECG sino también las alteraciones en el movimiento de las paredes ventriculares. Numerosos estudios han demostrado que la sensibilidad y especificidad de este método es superior a la prueba de esfuerzo convencional e incluso más versátil y económico que los métodos que emplean radiofármacos (talio o tecnecio sestamibi)13-16. Síndrome coronario agudo (SCA) en la mujer Se han reportado varias diferencias asociadas al sexo, en pacientes con SCA, incluyendo los perfiles de factores de riesgo, poder predictivo de las pruebas de esfuerzo y presentación clínica como se resumen a continuación3,18-20: a. Las mujeres experimentan más síntomas atípicos que los hombres. b. La angina inestable es más frecuente inicialmente en la mujer (69%) que en el hombre (30%). c. En comparación con los hombres, las mujeres solicitan atención médica más tardíamente después del comienzo de los síntomas, el tratamiento inicial se retrasa más y tienen menos probabilidad de ser admitidas a las unidades de cuidados intensivos. d. Las mujeres, aunque con menor consistencia, tienen tasas más elevadas de complicaciones intra-hospitalarias y riesgo de muerte que los hombres. e. Las características clínicas de la población femenina con SCA difiere a las mostradas por los hombres en que son de mayor edad, la prevalencia de diabetes e hipertensión arterial en ellas es superior y con más frecuencia presentan signos de IC al ingreso. f. Los marcadores de necrosis miocárdica se elevan con menos ocurrencia en las mujeres, pero en ellas hay mayor incremento en la proteína C reactiva y péptido natriurético que en los hombres. g. En los pacientes con SCA, la severidad de la EAC en el estudio 136 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer angiográfico en las mujeres es menor que en los hombres. h. Las mujeres tienen menos probabilidad de recibir intervención coronaria percutánea (ICP) y cirugía de revascularización miocárdica. Pronóstico de la EAC en la mujer La evolución de la EAC en la mujer tiene rasgos distintivos propios como ha sido descrito en numerosos estudios clínicos5,21-26: a. En los pacientes con IM con elevación del segmento ST, la mortalidad intrahospitalaria, a corto y a mediano plazo es mayor en las mujeres que en los hombres. Dichas tasas son aún más elevadas en las mujeres con enfermedad más severa. b. Aunque la reducción absoluta de la mortalidad en los pacientes tratados con fibrinolíticos es similar en ambos sexos, hay una mayor tasa de mortalidad post reperfusión en mujeres de todas las edades. c. La frecuencia de re-infartos y complicaciones post-procedimientos es mayor en las mujeres que en los hombres. Un 30% de mujeres con dolor torácico, coronariografía normal y disfunción endotelial desarrollaron EAC obstructiva en los siguientes 10 años26. La mortalidad a los 5 años es de 16% en aquellas con EAC obstructiva de menos del 50%, del 7,9% en mujeres sin estenosis coronaria y del 2,4% en las asintomáticas, después del ajuste para factores de riesgo cardíaco27. Tratamiento de la EAC en la mujer Las guías de manejo de los síndromes coronarios agudos sin elevación del segmento ST (SCA-SEST) del Colegio Americano de Cardiología y de la Asociación Americana del Corazón (ACC/AHA) establecen que las mujeres obtienen los mismos beneficios del tratamiento médico y de la ICP que los hombres, aunque las complicaciones asociadas con el procedimiento percutáneo son más frecuentes en las mujeres. La revascularización quirúrgica también sería favorable. En las de alto riesgo, la estrategia invasiva, con uso coadyuvante de inhibidores de la glicoproteína IIb/IIIa, sería beneficiosa29. Por el contrario, las guías de manejo de los síndromes coronarios agudos con elevación del segmento ST (SCA-CEST) del ACC/AHA no establecen consideraciones particulares para las mujeres30. Estrategia intervencionista en los SCA En un meta-análisis de 8 estudios de SCA-SEST (3.075 mujeres y 7.075 hombres) se demostró que la estrategia intervencionista inicial en 137 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento comparación con la conservadora reduce significativamente el riesgo relativo de muerte, IM o SCA en los hombres (OR: 0,73; IC 95%: 0,55 – 0,98); pero en las mujeres el beneficio no fue significativo (OR: 0,81; IC 95%: 0,65 – 1,01)31. Sin embargo, en ellas la estrategia intervencionista en comparación con la conservadora se asoció con una reducción del riesgo de muerte, IM o SCA del 33% (OR: 0,67; IC 95%: 0,50 – 0,88) en las pacientes con biomarcadores positivos, efecto favorable comparable al observado en los hombres. En contraposición, este beneficio fue menos aparente con la estrategia intervencionista en ausencia de elevación de biomarcadores (OR: 0,94; IC 95%: 0,61 – 1,44)31. Aunque el provecho obtenido con los stents medicados haya sido similar en hombres y mujeres, estas últimas tuvieron una mayor tasa de mortalidad general con la ICP para IM con y sin elevación del ST5. Estrategia conservadora en los SCA La aplicación de la terapia recomendada en las guías después de un SCA se asocia con eliminación de la brecha adversa de mortalidad en las mujeres32. Las guías para el manejo de los SCA-SEST del ACC/AHA establecen que las mujeres obtienen los mismos efectos favorables que los hombres del tratamiento con: aspirina, clopidogrel, anticoagulantes, beta-bloqueadores, inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (IECA) y estatinas29. Varios estudios clínicos han reportado que los inhibidores de la glicoproteína IIb/IIIa no tienen efecto favorable sobre las mujeres, excepto que tengan elevación de troponina33 e inclusive con una mayor frecuencia de sangrado mayor34; pero las mujeres tratadas tenían menor depuración de creatinina y mayor probabilidad de recibir dosis excesiva de estos productos. Tratamiento de la EAC obstructiva en la mujer Hay evidencia de tratamiento subóptimo de la mujer con EAC obstructiva comprobada. Resultados del Euro Heart Survey de angina estable reportan que ellas tienen menos probabilidad de recibir revascularización coronaria (OR: 0,70; IC 95%: 0,52 a 0,94; p = 0,019) y tratamiento hipolipemiante a un año de seguimiento (76% versus 81%; p = 0,05)35. Por el contrario, el registro CRUSADE reveló tasas similares de ICP entre mujeres y hombres después de tomar en cuenta la severidad angiográfica de la EAC (OR: 0,97; IC 95%: 0,91 a 1,03)19. En un estudio basado en datos del registro GRACE se demostró que en EAC avanzada hubo menor uso de aspirina (95% versus 96%), beta-bloqueadores (87% versus 89%) y estatinas (75% versus 77%), en comparación con los hombres (todos los valores de p <0,001)36. El estudio COURAGE demostró que las mujeres con EAC y angina 138 estable crónica obtuvieron un beneficio similar del tratamiento médico intensivo a largo plazo sin un beneficio adicional de la ICP37. Tratamiento de las mujeres con isquemia y EAC no obstructiva La evaluación de la eficacia de la mayoría de las intervenciones farmacológicas en mujeres con EAC no obstructiva está enfocado en la mejoría de los síntomas y de la función vascular. Se ha reportado que el calcio-antagonista diltiazem reduce la reserva de flujo coronario y no mejora los síntomas37. Por el contrario, el atenolol resultó altamente efectivo en aliviar el dolor torácico39. No hay estudios controlados sobre los efectos de los nitratos en las mujeres5. Las estatinas y los IECA mejoran la disfunción endotelial y pueden ser beneficiosos en pacientes con EAC no obstructiva5. Los probados efectos favorables del entrenamiento físico en esta población apoyan el papel de los mecanismos de modulación adrenérgica5. La terapia hormonal puede mejorar el bienestar emocional en las mujeres postmenopáusicas con angina y coronariografía normal; sin embargo, no hay beneficio en los síntomas41. Rehabilitación cardíaca post infarto del miocardio en la mujer Las mujeres tienen una reducida participación en los programas de rehabilitación cardiovascular y en estudios de investigación42 y son menos referidas e incorporada a estos programas3,43. Otros autores plantean que los hombres tienen más probabilidad de morir por EAC y la mujer más posibilidad de vivir con incapacidad relacionada con la EAC44. Korenfeld Y y asociados encontraron en Latinoamérica, que en los más importantes centros cardiovasculares con todos los métodos diagnósticos modernos, solo el 56 % tiene un servicio de rehabilitación cardiovascular y que en esos centros, contradictoriamente, hay un importante déficit de servicios de atención a la mujer45. Conclusiones Las ECV afectan tanto a hombres como a mujeres. Aunque las mujeres tienen una menor tasa de mortalidad que los hombres, las que sobreviven tienen mayor probabilidad de una menor calidad de vida por discapacidades cardiovasculares y participan menos en los programas de rehabilitación cardíaca. Las mujeres experimentan más síntomas 139 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento atípicos de EAC, siendo la manifestación clínica inicial más frecuente la angina inestable, solicitan atención médica más tardíamente, esperan más para recibir tratamiento y tienen menos probabilidad de ser admitidas a las unidades de cuidados intensivos y recibir estrategias de reperfusión miocárdica, que los hombres. Sin embargo, estas conclusiones son derivadas principalmente de estudios retrospectivos, de observación y de corte transversal. Se requieren estudios bien diseñados en los cuales las mujeres estén adecuadamente representadas, para definir la probable diferenciación en EAC entre hombres y mujeres y diseñar estrategias que permitan mejorar su atención. Referencias Bibliográficas 14. Marwick TH, Anderson T, Williams MJ, Haluska B, Melin JA, et al. Exercise echocardiography is an accurate and cost-efficient technique for detection of coronary artery disease in women. J Am Coll Cardiol 1995;26:335-341. 15. Williams MJ, Marwick TH, O’Gorman D, Foale RA. Comparison of exercise echocardiography with an exercise score to diagnose coronary artery disease in women. Am J Cardiol 1994;74:435–438. 16. Alexander KP, Shaw LJ, Delong ER, Mark DB, Peterson ED. Value of exercise treadmill testing in women. J Am Coll Cardiol 1998;32:1657–1664. 17. Shaw LJ, Hendel R, Borges-Neto S et al. Prognostic value of normal exercise and adenosine (99m)Tc-tetrofosmin SPECT imaging: results from the multicenter registry of 4,728 patients. 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En Venezuela la mortalidad por insuficiencia cardiaca es del 6.7% (1.708 muertes por año) de las causas de muertes por enfermedades del corazón, con ocurrencia similar en hombres y mujeres3. Se estima que aproximadamente 81 millones de adultos americanos tienen enfermedad cardiovascular (ECV), de los cuales 5,8 millones tienen insuficiencia cardiaca (IC), y cerca del 50% son mujeres. La prevalencia de la IC aumenta con la edad en ambos sexos. En la tabla 1, se evidencia que aún cuando la prevalencia es mayor en hombres que en mujeres, la mortalidad en las mujeres es mayor4. La IC es la principal causa de hospitalizaciones en hombres y mujeres. La tasa de hospitalización por IC se ha incrementado significativamente con un aumento anual estimado de 1.20% en hombres y 1.55% en mujeres5,6. Una vez hecho el diagnostico de Insuficiencia Cardiaca se estima que en los primeros 5 años morirá 59% de los hombres y 45% del grupo femenino6. 144 145 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Factores de riesgo e insuficiencia cardiaca Los factores de riesgo para IC son similares en hombres y mujeres, pero el riesgo relativo es diferente para cada uno de ellos, en la perspectiva de la mujer, una reseña de los aspectos relevantes de los principales factores de riesgo para IC: a) Enfermedad arterial coronaria. Datos del Fragminghan Heart Study (FHS) han estimado que el riesgo total a lo largo de la vida de presentar IC fue de 20% para ambos sexos; para todas las edades el riesgo es mayor en mujeres. En hombres, en ausencia de infarto del miocardio (IM) previo, el riesgo es de 11%; y con IM previo de 20%. Mientras que en la mujer sin IM previo de 17%, y con IM previo de 20%, lo cual establece el mayor riesgo de IM en el hombre y de otros factores, como la hipertensión arterial sistémica (HA), en la mujer7. El riesgo de incidencia de IC aumenta con la edad en pacientes mayores: a los 40 años de edad la incidencia de IC en pacientes que han sufrido un IM es de 1 en 9 para hombres y de 1 en 6 para el sexo femenino8; la razón no está clara pero puede ser debido a la alta incidencia de comorbilidades9. b) Diabetes mellitus. En el paciente diabético el riesgo de presentar IC está relacionado con incremento de hemoglobina glucosilada y el índice de masa corporal (IMC). De acuerdo con el estudio United Kingdom Prevention Diabetes Study (UKPDS) por cada reducción de 1% en HbA1c el riesgo de IC disminuye en 14% ; así mismo el incremento en 2,5 unidades en IMC aumenta el riesgo en 12% de presentar IC10. La mortalidad está marcadamente incrementada en el paciente diabético que desarrolla IC, el estudio type 2 DIABETES, Hypertension, CArdiovascular Events and Ramipril (DIABHYCAR) muestra 12 veces mayor riesgo en aquellos diabéticos con IC comparado con los que no desarrollan IC11. Por su parte en el FHS, el riesgo de muerte fue 70% más elevado en las mujeres con diabetes e IC en comparación con aquellas que sólo padecían IC, aunque en los hombres no se observó tal diferencia12. La DM también resultó una poderosa variable de predicción de IC en mujeres postmenopáusicas con enfermedad arterial coronaria (EAC). En el estudio Heart and Estrogen/progestin Replacement Study (HERS II), donde se incluyeron solamente mujeres con EAC, se demostró que el riesgo de IC era tres veces mayor en las mujeres diabéticas con EAC que en aquellas que solamente padecían EAC13. c) Obesidad. Aún en ausencia de diabetes, la obesidad esta asociada con mayor riesgo de IC, tanto en mujeres como en hombres. En el FHS, un índice de masa corporal (IMC) superior a 30 duplicaba en riesgo de aparición de IC en ambos géneros. Debido a la elevada prevalencia de la obesidad y sobrepeso, el porcentaje de riesgo atribuible a la población 146 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer para la IC fue del 14% en la mujer y 9% para el hombre en el caso del sobrepeso y del 14% y 11%, respectivamente, con la obesidad14. Por otro lado, la obesidad en el estudio Atherosclerosis Risk in Communities (ARIC), reveló que la razón de riesgo para IC fue superior en las mujeres afrodescendientes que en las caucásicas15. d) Hipertensión arterial (HTA). Las mujeres presentan más comúnmente HA y enfermedad valvular, y menos comúnmente EAC16. El riesgo durante la vida para presentar IC está fuertemente relacionado con los niveles de presión arterial (PA): en hombres y mujeres con PA ≥ 160/90 mmHg el riesgo es doble comparado con aquellos sujetos con PA < 140/90 mmHg, lo cual establece la relación del riesgo entre la IC y la HTA7. Datos derivados del FHS muestran que en los pacientes con HTA, comparados con normotensos, la posibilidad de desarrollar IC en hombres es doble y el triple en las mujeres y que la HTA precede la aparición de la IC en el 59% en mujeres y en el 39% de los hombres17. e) Quimioterapia. Otras causas de IC en la mujer son las debidas a cardiotoxicidad por agentes de quimioterapia para el tratamiento del cáncer de mama, como las antraciclinas: doxorubicina (adriamicina), el riesgo parece ser dependiente de la dosis, pero el mecanismo es desconocido9,16. Miocardiopatía periparto La miocardiopatía periparto (MPP) se manifiesta en el último mes de embarazo o dentro de los 5 meses postparto, en pacientes sin enfermedad cardiaca preexistente. Las causas posibles para que se presente son miocarditis, respuesta inmunológica anormal al embarazo, predisposición genética, etc. Aproximadamente la mitad de las pacientes se recuperan en el transcurso de 6 meses18. En el último mes del embarazo, muchas mujeres experimentan disnea, fatiga y edema de una manera similar a la de la IC, lo cual exige una vigilancia más estrecha para el diagnóstico temprano de esta afección por medio de la ecocardiografía, ya que la información por este método es altamente confiable y no representa ningún riesgo para el feto. El diagnóstico de la MPP se base en los cuatro criterios establecidos por Demakis y colaboradores19: a. Desarrollo de IC en el último mes del embarazo o dentro de los primeros cinco meses después del parto. b. Ausencia de una causa identificable de IC. c. Ausencia de enfermedad cardíaca reconocible antes del parto. d. Disfunción sistólica del ventrículo izquierdo demostrada por ecocardiografía. Aunque estos criterios permanecen vigentes, estudios con un mayor número de pacientes han demostrado que la aparición de síntomas es 147 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento más temprano y no está confinado al última mes20. La incidencia reportada varía entre 1 por 100 hasta 1 por 15.000 nacimientos vivos21. En los EE.UU. se acepta una incidencia de 1/3000 a 1/4000 nacimientos vivos. Mientras que la mortalidad varía entre 25 a 50%, con la mitad de las muertes ocurriendo en los primeros tres meses después del parto21-24. El pronóstico depende de la normalización del tamaño y función del ventrículo izquierdo dentro de los seis meses después del parto18,25. Hasta el 50% de los pacientes con MPP se recupera sin complicaciones. Aunque la etiología de MPP permanece sin ser aclarada, se han identificado numerosos factores potenciales de riesgo, como22,25: multiparidad, mujer afrodescendiente, edad mayor de 30 años, embarazos con múltiples fetos, historia de preclampsia, eclampsia o hipertensión, uso de sustancias ilegales (cocaína), deficiencia de selenio, terapia tocolítica oral prolongada (>4 semanas) con agonistas beta-adrenérgicos. Por otro lado, la miocarditis (como respuesta inmune anormal), las citoquinas activadas por estrés y un factor genético, posiblemente jueguen algún papel en la patogénesis de la MPP22-24,26,27. Los síntomas de la afección son similares a los de otras formas de IC congestiva, pero con una progresión más rápida y con mayor frecuencia de fenómenos tromboembólicos28. Los principios de la terapia son digoxina, diuréticos del asa, restricción de sodio y reducción de la postcarga con hidralazina y nitratos. Debido al alto riesgo de trombosis venosa y arterial, la anticoagulación con heparina subcutánea es necesaria. Deben evitarse los IECA y ARA II durante el embarazo por el riesgo de efectos adversos sobre el feto. El tratamiento efectivo reduce la tasa de mortalidad e incrementa el número de pacientes que se recuperar satisfactoriamente con buena función ventricular. El pronóstico es peor en aquellas donde persiste la miocardiopatía o la sintomatología de IC27. IC con función sistólica preservada (ICFSP) La presencia de ICFSP es reconocida con mayor frecuencia como un problema clínico de importancia que en la actualidad representa la mitad de los pacientes que ingresan por IC29. Si bien su riesgo de muerte intrahospitalaria es similar a la de los pacientes con IC y deterioro de la función sistólica, la mortalidad a los 60 y 90 días egreso es similar (9,5% vs 9,8%), al igual que la frecuencia en la rehospitalización 29,2% vs 29,9%)29. En cuanto a la mortalidad a largo plazo, el meta análisis de Somaratne y colaboradores de 17 estudios prospectivos (24.501 pacientes) con un seguimiento promedio de 47 meses, demostró que los pacientes con ICFSP tenían una menor mortalidad que aquellos con 148 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer compromiso de la función sistólica (32,1% versus 40,6%; OR: 0,51; IC 95% 0,48 a 0,55)30. Una característica peculiar de la ICFSC es su mayor frecuencia en las mujeres, ancianos y en los pacientes hipertensos. Las diferencias de género en la distensibilidad diastólica, en la rigidez vascular y en el acoplamiento ventricular/vascular, en la adaptación del músculo esquelético a la IC y la percepción de los síntomas pueden ser factores contribuyentes en la mayor prevalencia de la ICFSC en las mujeres. Los mecanismos moleculares para explicar esta diferencia se sustentan en la diferencias en el manejo del calcio, en el sistema del óxido nítrico y de los péptidos natriuréticos31. Los estrógenos afectan la síntesis y degradación del colágeno e inhiben el sistema renina angiotensina, lo cual puede ofrecer una cierta protección en la mujer premenopáusica y su pérdida la hace más vulnerable en la postmenopausia31. A pesar de la evidencia documentada en el progreso del diagnóstico y tratamiento de la IC con disfunción sistólica en los estudios epidemiológicos y clínicos, hasta el momento tales estrategias están ausentes en la ICFSP y tan sólo existe una guía de criterios diagnósticos emitida por la Sociedad Europea de Cardiología32. Control de los factores de riesgo y prevención de la IC El estudio ARIC demostró que los adultos con factores de riesgo óptimos (bajos) tienen menor incidencia de IC, lo cual redobla el esfuerzo para prevenir el desarrollo de factores de riesgo33. Los factores de riesgo pueden ser prevenidos y tener el potencial de reducir la carga de IC en la mujer con EAC establecida: diabetes, hipertensión arterial, insuficiencia renal, obesidad y tabaquismo13. La actividad física está asociada con reducción del riesgo de IC en hombres y mujeres; tiene un efecto protector sobre el riesgo de IC; en pacientes con obesidad y sobrepeso, se observa este beneficio en los niveles de IMC34. Como la expectativa de vida es mayor en las mujeres que en los hombres, la proporción de mujeres de edad avanzada con IC será superior que en los hombres y se espera un incremento en el futuro5. Por cual se requiere mayor participación de la mujer en estudios clínicos, para el mejor manejo y control de la enfermedad. Entre las razones para explicar la sub-representación femenina en los estudios clínicos de IC se han mencionado: exclusión de pacientes ancianos, no tienen un nivel bajo de fracción de eyección requerido para ser incluidas y la presencia de múltiples condiciones comórbidas asociadas a la IC35. 149 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Conclusiones A pesar de la creciente prevalencia de la IC en la mujer, éstas son las grandes olvidadas de los ensayos clínicos sobre el tema, aun habiéndose comprobado que existen grandes diferencias entre ambos géneros, tanto en lo que se refiere a factores de riesgo como respecto al pronóstico de esta enfermedad. Por otro lado, hombres y mujeres podrían responder de forma diferente al tratamiento, lo que cuestionaría si las actuales pautas médicas son las adecuadas y pondría de manifiesto la necesidad de llevar a cabo estudios diferenciados por género. Aunque las mujeres suelen sobrevivir más tiempo con la enfermedad que los varones, lo hacen con una menor calidad de vida. Referencias Bibliográficas 1. Organización Mundial de la Salud. Las mujeres y la salud. Datos de hoy, la agenda de mañana. Resumen analítico. WHO/IER/MHI/STM.09.1. Disponible en www.who.int . 2. www.who.int 3. www.mpps.gob.ve/ms/direcciones_msds/Epidemiologia/Estadistica/Index.htm 4. Lloyd-Jones D, Adams R et all. Heart Disease and Stroke Statistics—2010 Update A Report From the American Heart Association. Circulation 2010;121:e1-e170. 5. Stramba-Badiale M, Fox K M, Priori S G, Collins P, Daly C, Graham I, Jonsson B, SchenckGustafsson K, Tendera M. Cardiovascular diseases in women: a statement from the policy conference of the European Society of Cardiology. Eur Heart J 2006;27:994–1005 6. Liu l. 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Insuficiencia cardíaca: aspectos terapéuticos Dr. José Domingo Rodríguez Introducción La mujer tiene un perfil de factores de riesgo único y diferente, y la presentación clínica de los síntomas de insuficiencia cardíaca (IC) difiere en comparación con el hombre1,2, debido a diversos factores, como: a) el remodelado del ventrículo izquierdo (VI), responsable de la preponderancia de la disfunción diastólica sobre la sistólica en las mujeres de edad avanzada; b) tanto la hipertensión como la diabetes son los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de IC en las mujeres, mientras que el infarto del miocardio previo es el de mayor prevalencia en los hombres3 y c) las mujeres se presentan con una gama más amplia de síntomas, y tienden a retrasar la búsqueda de atención médica con mayor frecuencia4. Adicionalmente tienen menos probabilidades de ser ingresadas en un protocolo de investigación, o de ser tratadas con medicamentos o procedimientos basados en la evidencia en comparación con los hombres5,6. Al igual que en otros ensayos clínicos controlados relacionados al efecto de los fármacos (por ejemplo para el tratamiento de la dislipidemia o de la hipertensión arterial), la mayoría de los participantes han sido hombres con una escasa representación de mujeres. Por consiguiente, las guías actuales de tratamiento de la IC carecen de evidencias relativas al sexo femenino y la mayoría de las conclusiones se refieren casi exclusivamente a la IC con deterioro de la función sistólica y deben ser interpretadas con cautela debido a que se derivan de estudios retrospectivos o de análisis posteriores4. Diferencias en la terapéutica de la IC según el género Diversas publicaciones han demostrado que el manejo multidisciplinario de la IC resulta en la reducción de hospitalizaciones y eventos vasculares, además de mejorar el conocimiento del paciente acerca de la IC7,8. Dichos resultados deberían ser aplicados con mayor amplitud con la finalidad de obtener beneficios más significativos en el contexto poblacional. Si bien la incidencia de IC, ajustada por edad, es mayor en los hombres que en las mujeres, la prevalencia es similar ya que la sobrevida en ellos es menor4. Aunque las diferencias en la mortalidad no tienen una explicación definitiva, se han esgrimido dos hipótesis para explicarla: 152 153 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento diferencias en la función sistólica (en las mujeres es más frecuente la IC con función sistólica conservada, aunque recientemente se han reportados dos estudios de observación9,10 que revelan una mortalidad similar a la IC con deterioro de la función sistólica) y en la etiología (en las mujeres es menos frecuente la de causa isquémica, aunque este hecho también ha sido puesto en duda por los resultados del estudio Candesartan in Heart failure Assessment of Reduction in Mortality and morbidity, CHARM)11. Es necesario destacar que existe una importante morbilidad asociada con la IC y con características distintivas entre ambos sexos, siendo que las mujeres4,12,13: a. Resultan con menor calidad de vida y mayor deterioro de la capacidad funcional. b. Estancia hospitalaria más prolongada. c. Mayor incidencia de depresión (Tabla 1). Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer mujeres; e incluso las dosis de enalapril y carvedilol que recibían, eran menores. Por el contrario, los datos del registro Improve the Use of Evidence-Based Heart Failure Therapies in the Outpatient Setting (IMPROVE HF)25 informaron que el uso de IECAs o ARA II, y betabloqueadores fue notablemente similar para hombres y mujeres, aunque particularmente las mujeres ancianas tenían una probabilidad significativamente menor de recibir el tratamiento para la IC recomendado por las guías prácticas. La discrepancia entre estas y otras numerosas publicaciones sobre el tema pueden diferir en virtud de dos razones principales: 1) La información es recogida en pacientes ambulatorios, y 2) La mayor tendencia en los médicos pertenecientes a hospitales académicos o participantes en estudios de registro a seguir las guías y pautas de las sociedades científicas. IECAs y ARA II Tratamiento farmacológico y dispositivos implantables Numerosos ensayos clínicos y en las pautas internacionales se ha establecido que los tratamientos farmacológicos, incluyendo: inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina II (IECA), antagonistas del receptor AT1 de angiotensina II (ARA II), betabloqueadores, antagonistas de la aldosterona, la combinación dinitrato de isosorbide/ hidralacina, así como los desfibriladores implantables (DCI), con y sin dispositivos de resincronización cardíaca (DRC), reducen significativamente la morbilidad y mortalidad en pacientes con IC y disfunción sistólica del VI14-18. Las actuales guías internacionales recomiendan la administración de estos tratamientos para todos los pacientes elegibles con IC, independientemente del sexo y la edad16; pero, a pesar de tales normativas, diversas estudios de observación demuestran discrepancias en el uso de estas terapias con menor aplicación en ciertos grupos de pacientes (ancianos, mujeres con IC y minorías étnicas)19-23. Además, en el registro español BADAPIC24 que analizó 62 unidades clínicas de IC y 4.720 pacientes entre los años 2000 y 2003, se reveló que los IECAs, ARA II y betabloqueadores se indicaban menos en las 154 El beneficio de uso de los IECAs en las mujeres es controversial en la literatura. Algunos análisis han sugerido que las mujeres con IC, particularmente con FEVI reducida y asintomáticas, pueden no demostrar beneficios de sobrevida con estas drogas26,27. Uno de los primeros meta-análisis con inclusión de 30 estudios realizados con IECAs en pacientes con IC con un total de 1.587 mujeres, demostró una tendencia hacia una mejor supervivencia en aquellos bajo tratamiento con IECA en comparación con aquellos que no recibían dichos fármacos (13,4% versus 20,1%) y una tendencia favorable en los puntos finales combinados de supervivencia y estancia hospitalaria en las mujeres bajo tratamiento con estos fármacos (20,2% versus 29,5%)28. En el meta-análisis de Shekelle y colaboradores29 se evaluaron 7 de los estudios más importantes en IC, donde se incluyeron 2.898 mujeres y 11.674 hombres con una duración que osciló entre 6 meses a 42 meses. La reducción del riesgo relativo (RR) de mortalidad reveló valores para los hombres de 0,82 (IC 95%: 0,74 a 0,90) y para las mujeres de 0,92 (IC 95%: 0,81 a 1,04); si se dividían las mujeres en grupos de tratamiento (sintomáticas) o preventivo (asintomáticas), no hubo relevancia estadística o beneficio con los IECAs (RR=0,90 IC 95% 0,78–1,05 y RR=0,96, IC 95% 0,75 – 1,22, respectivamente). En conclusión, las mujeres con disfunción sistólica del VI, sintomáticas o no, seguramente no tienen reducción de mortalidad al ser tratadas con IECAs. En un análisis predeterminado de subgrupos en las mujeres incluidas en el estudio Heart OutcomesPrevention Evaluation (HOPE)30 (N=2840), con alto riesgo pero sin clínica de IC o disfunción sistólica ventricular 155 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento izquierda conocida, el tratamiento con ramipril resultó simplemente en una tendencia a reducir las hospitalizaciones (RR 0,88, IC 95% 0,58– 1,34). Keyhan y colaboradores en un estudio de observación con una muestra de 27.837 pacientes con IC, de los cuales 14.693 eran mujeres (67% con IECA), y 13.144 hombres (72% con IECA) demostraron que la mortalidad al primer año fue de 19,5 % en el grupo tratado con IECAs y del 30 % en los que no la recibieron. Estos resultados demostraron que el uso de estos fármacos se asocia con mejoría de la supervivencia de la IC en ambos sexos, con una disminución de mortalidad del 20 % en las mujeres y 29 % en los hombres26. En resumen, a pesar de las discrepancias en la literatura ya comentadas, se puede afirmar que los IECAs mejoran la sobrevida en ambos sexos con IC, pero el efecto parece ser mayor en los hombres. Los ARA II han demostrado un beneficio similar en comparación con el placebo31 y con los IECAs32. También hay pruebas que los ARA II adicionados a IECAs reducen la mortalidad cardiovascular y disminuyen las hospitalizaciones en pacientes con IC33. Los resultados del estudio de observación de Hudson y colaboradores34 con casi 20.000 pacientes mayores de 65 años con IC (10.223 mujeres y 9.475 hombres), demostraron que los ARA II se asociaron con mayor porcentaje de supervivencia en comparación con los IECAs en las mujeres, hipertensas o no. En cambio, en los hombres no hubo diferencias en la supervivencia entre ambos regímenes de tratamiento. Las mujeres pueden también tener un perfil de seguridad diferente a los hombres, como se ha evidenciado, por su riesgo más alto, de presentar tos inducida por IECAs35. Betabloqueadores La actualización del año 2009 de las guías para el diagnóstico y manejo de la insuficiencia cardíaca en el adulto36 se enfocó en la incorporación de algunos aspectos tales como: mencionar los beneficios de los betabloqueadores en pacientes con y sin enfermedad coronaria, con y sin diabetes mellitus, así como en las mujeres, y los afrodescendientes, con la finalidad de mejorar la cobertura terapéutica en estos grupos y garantizar una mejor sobrevida y calidad de vida. Numerosas publicaciones respaldan los beneficios y la reducción en la mortalidad por todas las causas con el uso de los betabloqueadores en hombres y en mujeres con IC y corroborados en el meta-análisis que incluyó los estudios más importantes14,17,29. En los análisis realizados específicamente en el subgrupo de mujeres participantes, destacaron los siguientes hallazgos: a. En el estudio Carvedilol Prospective Randomized Cumulative 156 Survival Study Group (COPERNICUS)19, el tratamiento con carvedilol redujo los puntos finales combinados de muerte o permanencia hospitalaria en las 469 mujeres estudiadas con FEVI <25% y síntomas severos de IC. La mayor parte de este beneficio se derivó de la reducción en la estancia hospitalaria, debido a que los datos de mortalidad tenían un amplio intervalo de confianza. b. En el Cardiac Insufficiency Bisoprolol Study (CIBIS II)20, el betabloqueador mejoró la sobrevida en 515 mujeres que estaban en clase funcional III o IV y con FEVI ≤ 35%. c. En el Metoprolol Controlled-Release Randomized Intervention Trial in Heart Failure (MERIT-HF)21, aunque el metoprolol succinato no concedió beneficios en las mujeres, redujo la estancia hospitalaria en 42% en las 898 mujeres participantes con FEVI <40% y en clase funcional II a IV. Este efecto fue más importante en las 183 pacientes con FEVI <25% donde la permanencia en el hospital disminuyó en 72%. Digoxina El estudio Digitalis Investigation Group (DIG), con la participación de mujeres en un 22%, demostró que la digoxina no tenía efecto sobre la mortalidad pero disminuía las hospitalizaciones por IC37. Un análisis de este subgrupo mostró un incremento significativo en la mortalidad por todas las causas y la tendencia a más admisiones hospitalarias en las mujeres tratadas con digoxina38. En una evaluación posterior se demostró que las mujeres tenían mayores concentraciones séricas de digoxina, sugiriendo que este hallazgo podría contribuir al incremento en la mortalidad en ellas39. Los Comités de redacción de la pautas, en la actualización 2009, decidieron cambiar el nivel de recomendación para el uso de la digital de clase I a la clase II36. Antagonistas de la aldosterona Los beneficios en la reducción de la mortalidad obtenidos en el estudio con espironolactona fue similar en ambos géneros40, mientras que en el realizado con eplerenona aunque mayor en el subgrupo femenino en cuanto a la mortalidad total en comparación a los hombres, no lo fue en la mortalidad por causa cardiovascular41. 157 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Combinación hidralazina/dinitrato de isosorbide Los estudios iniciales de esta combinación en el tratamiento de la IC sólo incluían hombres, pero con la publicación del estudio African American Heart Failure Trial (A-HeFT) donde se incluyeron 420 mujeres que tenían contraindicación para recibir IECAs o ARA II, demostraron beneficios en la reducción de la mortalidad (HR: 0,33)42. Dispositivos electrónicos implantables Los pacientes con un paro cardíaco anterior o arritmias ventriculares sostenidas documentadas tienen un alto riesgo de eventos recurrentes. La implantación de un Desfibrilador Cardio Implantable (DCI) ha demostrado reducir la mortalidad en dichos sobrevivientes. Un DCI está indicado para la prevención secundaria de muerte por taquiarritmias ventriculares en pacientes con buena función clínica y pronóstico, cuya prolongación de la sobrevida es un objetivo. Los pacientes con IC y con baja FE que experimentan síncope de origen no precisado, tienen una alta tasa de muerte súbita y deben considerarse también para la colocación de un DCI. Los tratamientos farmacológicos antiarrítmicos como betabloqueadores y amiodarona son indicados en IC para suprimir los choques recurrentes con el DCI. Es importante reconocer que el DCI tiene el potencial de agravar la IC, y se ha asociado con un aumento de hospitalizaciones por IC, cuando los pacientes no son bien seleccionados 43,44. Se hace necesario conducir estudios multicéntricos y con un mayor número de pacientes y participación del género femenino, para establecer las diferencias de género, si existiesen, en relación al uso de estos dispositivos. Pronóstico Los métodos más actuales y novedosos para evaluar el pronóstico de la IC son los siguientes: a. Péptido natriurético tipo B (BNP). En el estudio PROBE-HF con pacientes asintomáticos (n=1012) de los cuales 486 eran hombres (48%,) y 526 mujeres (52%) en estadios A ó B de IC (HTA y DM), el cual se complementaba con EKG y ecocardiograma, se indica que la evaluación de dichos pacientes con el péptido precursor cerebral N-terminal (NT-proBNP por sus siglas en inglés) puede conducir a una determinación muy temprana de la disfunción del VI45. Incluso realizando el seguimiento clásico de esos pacientes basado en la evaluación clínica, del electrocardiograma y la 158 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer ecocardiografía, la concentración de NT-proBNP por debajo del umbral límite establecido (para el estudio 125 pg/mL) implica mejores resultados y un enfoque diagnóstico simplificado con un valor predictivo negativo de 100%. Hay evidencia que un valor > de 500 pg/mL puede ser un sólido indicativo de muerte más en mujeres con IC que en hombres46. En particular, el valor diagnóstico y pronóstico del péptido natriurético tipo B ha quedado claramente demostrado en los años recientes en múltiples análisis y se ha consolidado como un parámetro de gran ayuda en la clínica médica47. b. T3 libre y su correlación con el BNP. La función tiroidea alterada en ausencia de enfermedad tiroidea primaria ha sido descrita en pacientes con IC48,49. Esta anomalía consiste en bajos niveles circulantes de la triyodotironina biológicamente activa (T3), asociados con los valores normales de la hormona estimulante del tiroides (TSH) y tiroxina (T4). Este patrón caracteriza el “síndrome de T3 bajo” que ocurre en aproximadamente el 30% de los pacientes con IC y se asocia con pobres resultados clínicos48,49. La evolución de la enfermedad y los resultados dependen estrictamente del desarreglo del sistema neurohormonal en la IC, en adición a la extensión de la disfunción o daño miocárdico. La elevación del péptido natriurético tipo B y la disminución de la hormona tiroidea activa expresan dos aspectos del deterioro de este complejo sistema regulador, que están probablemente vinculados con dos vías diferentes, aunque complementarias entre sí. La más conocida está estrictamente relacionada con la sobrecarga hemodinámica y la estimulación simpática y del sistema renina angiotensina aldosterona. La otra vía está muy vinculada con los trastornos metabólicos multiorgánicos y sistémicos, y la activación inmuno-inflamatoria. Passino y colaboradores en un estudio prospectivo en 442 pacientes con IC sin enfermedad tiroidea demostraron que la combinación de niveles bajos de T3 libre con elevados de BNP era un marcador independiente de mayor mortalidad total y cardiovascular50. La T3 libre no puede considerarse un biomarcador cardiospecífico, sino más bien un índice de la disfunción de los tejidos periféricos (incluidos hígado, riñón y los músculos), y su relación con un pronóstico negativo en los pacientes pudieran reflejar la condición más avanzada de la enfermedad, e identificar los pacientes en la etapa pre-caquéctica51. Como conocemos, la disminución de los niveles de T3 libre tiene efectos pertinentes sobre la función cardiovascular, empeorando la hemodinamia (debido a la reducción de los efectos inotrópicos positivos y 159 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento vasodilatadores de la hormona tiroidea), así como de su acción trófica sobre el miocardio. Es sumamente interesante el análisis de la combinación de estos dos parámetros fácilmente medibles, y su correlación con la mortalidad por todas las causas, así como con la mortalidad cardiovascular, ya que con un BNP bajo o alto correlacionado con una T3 libre baja, se puede esperar una disminución de la sobrevida51. c. Proteína c reactiva ultrasensible (PCRus). En la angina estable crónica, los niveles de PCRus también han sido correlacionados con riesgo de desarrollar IC53,54. El valor pronóstico de la PCRus en la IC fue determinado en el estudio Valsartan Heart Failure Trial (Val-HeFT), donde los pacientes fueron divididos en dos grupos: mayor o menor que la mediana (3,23 mg/L) y comparados en relación a la morbilidad y mortalidad. Los valores más elevados de PCRus estuvieron asociados con IC más severa e independientemente con mayor mortalidad y morbilidad55. Un aspecto de interés está relacionado con las diferencias de género, ya que niveles más altos de PCR en las mujeres han sido descritos en la población general, y algunos autores sugieren la necesidad de puntos de corte definidos por género para determinar riesgo cardiovascular. Entre las particularidades que pueden determinar esa diferencia en los niveles de PCRus entre ambos sexos, serían la distribución de grasa corporal (central vs periférica)56, y el medio hormonal el cual también es, obviamente, especifico y distinto57. Referencias Bibliográficas 1. Hoppe BL, Herman DD. 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Cleland JGF, Daubert JC, Erdmann E, et al. The effect of cardiac resynchronization on morbidity and mortality in heart failure. N Engl J Med 2005;332:1539-1549. Conclusiones La IC ha alcanzado dimensiones epidémicas en muchos países del mundo con un incremento sustancial y sostenido en la proporción de mujeres, especialmente en aquellas mayores de 65 años. Considerando que las diferencias basadas en el género, tanto en los factores de riesgo como el remodelado cardíaco y la acción de las hormonas, hacen presumir que las terapias establecidas tengan un mismo efecto en hombres como en mujeres. Los resultados de los estudios realizados no tienen el suficiente poder para demostrar un beneficio del tratamiento en las mujeres por lo que se requiere de una mayor investigación en esta área. 160 161 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento 17. 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Estudios experimentales en animales Las variaciones electrofisiológicas relacionadas con géneros en las especies de animales de experimentación están listadas en la tabla 1. 165 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Estudios en humanos Desde el año 1920, Bazett llamó la atención sobre las diferencias ECG evidentes entre los hombres y las mujeres, reportando una mayor frecuencia cardiaca (FC) y duración del intervalo QT en las mujeres17. En la tabla 2 se resumen los principales hallazgos diferenciales entre hombres y mujeres en lo que respecta al ECG y Holter. Arritmias ventriculares y muerte súbita en la mujer Por otro lado, las desigualdades entre sexos en cuanto a la incidencia de varios tipos de arritmias cardiacas son una realidad bien documentada, si bien las causas subyacentes a esta diversidad siguen siendo en muchos casos desconocidas1,18. Diferencias en las arritmias supraventriculares (ASV) en las mujeres Esta clase de arritmia son una causa frecuente de consulta. Si bien su impacto sobre la mortalidad no es tan importante tienen, en general, un alto impacto sobre la morbilidad y calidad de vida17. La tabla 3 compara la prevalencia de diferentes ASV en hombres y mujeres. 166 El estudio de Framingham evidenció claras diferencias entre hombres y mujeres en lo que respecta a taquicardia ventricular (TV) y muerte súbita (MS)32. En el seguimiento de 2873 mujeres y 2336 hombres por un período de 38 años se demostró lo siguiente: • El 76% de las muertes cardiovasculares correspondió a MS, siendo la frecuencia similar en hombres y mujeres. • El riesgo de MS aumenta con la edad, aunque el riesgo es el doble en los hombres versus las mujeres de similar rango etáreo. • El 44% de las MS en hombres ocurrieron en ausencia de antecedentes de enfermedad cardiovascular (ECV) comparado con el 63% de las mujeres. Esta situación es especialmente importante antes de los 65 años, donde el 90% de los casos de MS ocurrieron en personas sin antecedentes de ECV. • Cuando se comparan hombres y mujeres con enfermedad arterial coronaria (EAC), el riesgo de morir súbitamente fue 50% menor en la mujer. • En ambos sexos la presencia de infarto del miocardio (IM) duplica el riesgo cuando se compara con angina de pecho. En el estudio Valsartan in Acute Myocardial Infarction Trial (VALIANT) con 17.703 sujetos incluidos no se describe el porcentaje de mujeres; sin embargo, en el seguimiento promedio de 180 días de pacientes con IM, insuficiencia cardíaca (IC) y disfunción ventricular izquierda, un 67% de las MS ocurrieron en hombres y un 33% en mujeres33. 167 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Albert y colaboradores34 en una revisión retrospectiva de pacientes referidos para estudio electrofisiológico por ser sobrevivientes de MS, encontró que el 80% de los hombres presentaban cardiopatía isquémica como sustrato en comparación al 45% en las mujeres. Cuando analizamos el riesgo de MS en presencia de arritmias ventriculares encontramos que tres estudios importantes32,35,36 no demostraron que las extrasístoles ventriculares aumenten el riesgo de MS en la mujer, lo cual si ocurre en el hombre. En estos estudios se evidenció, en pacientes post-infarto, una relación entre el número de extrasístoles ventriculares por hora y episodios de arritmias fatales en hombres pero no en mujeres. La capacidad de inducción de arritmias ventriculares es mucho más fácil en hombres que en mujeres. En pacientes con cicatriz post-infarto se pudo inducir arritmias ventriculares en el 95% de los hombres y solamente en el 72% de las mujeres. Si la mujer no sufre de EAC esta cifra se reduce al 19%37,38. Es importante resaltar que Zheng y colaboradores analizando las MS en Estados Unidos entre 1989 y 1998 demostraron en las mujeres entre 35 y 44 años un aumento del 21%, lo que significo ser el subgrupo con mayor incremento porcentual durante este período39. Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer QTc normal de 440 mseg en hombres y 460 mseg para las mujeres, el 47% de los casos portadores de mutaciones (39% de los hombres y 54% de las mujeres) tienen valores de QTc que se encuentran en el rango “normal”. Es importante notar que en este estudio, el análisis fue realizado excluyendo los pacientes menores de 15 años de edad, donde no se encontró diferencias en los valores del QTc Arritmias durante el embarazo El género masculino está asociado con mayor mortalidad y riesgo de MS en pacientes con miocardiopatía hipertrófica, displasia arritmogénica del ventrículo derecho y síndrome de Jervell y Lange-Nielsen40-45. En el caso de la miocardiopatía hipertrófica entre los 8 y los 10 años de edad, la MS tiende a ser superior en niñas que en niños, mientras que después de los 11 años de edad la mortalidad es mayor en niños46. El riesgo de MS tiene su pico entre los 10 y 11 años para las niñas y entre los 15 y los 16 años en los niños. La tendencia a la muerte por IC es mayor en mujeres (3/5 relación niños/niñas)46. En relación a la torsades des pointes inducida por medicamentos y eventos cardíacos en algunos SQTL en especial el LQT2, la incidencia es mayor en las mujeres31,32. Durante la gestación se producen algunas alteraciones ECG, tales como el aumento de la FC en reposo de alrededor de 10 latidos por minuto, disminución de los intervalos PR, QRS y QT y desviación del eje a la izquierda48,49. Tawam y colaboradores reportan que existe un riesgo aumentado 5,1 veces de taquicardia paroxística supraventicular (TSV), tanto su aparición como de su exacerbación, en la mujer embarazada en comparación con el grupo control, el cual fue independiente del tiempo de embarazo50. Brodsky y colaboradores analizaron las características de las taquicardias ventriculares (TV) que se iniciaban durante el embarazo. En la mayoría de los casos no se evidencio alteración estructural cardiaca, tendiendo la TV a ser desencadenada por el ejercicio51. La causa del incremento de algunas arritmias durante el embarazo no está clara, habiendo sido señalados factores como cambios hemodinámicos, hormonales y del tono autonómico52. Natale y colaboradores reportaron que en pacientes embarazadas con SQTL a quienes se les colocó cardiovertor desfibrilador implantable, no ocurrió un incremento de riesgo relacionado con las descargas del sistema53. Es importante recordar que no hay hasta la fecha ningún medicamento antiarrítmico que disponga de estudios controlados que demuestren que no existe riesgo para su uso en embarazadas o lactantes, de manera que de ser posible deberá evitarse el manejo farmacológico al menos durante el primer trimestre54. Efecto del género en el diagnóstico de síndrome de QT largo (SQTL) Aspectos específicos de la farmacoterapia antiarrítmica en la mujer Hofman y colaboradores reportan que el punto de corte óptimo para diferenciar portadores del SQTL de no portadores es el QTc de 430 mseg (IC 95% 426-440) en hombres y 437 mseg (IC 95% 434-438) en mujeres47. En ellas el valor de corte de 437 mseg tiene una sensibilidad de 70% y especificidad de 90%. Utilizando los valores habituales de En general, en los estudios pre-clínicos los datos globales de la población hay evidencia de que la mujer presenta diferencias importantes en cuanto a la biodisponibilidad, farmacocinética y farmacodinámica de algunos medicamentos. Situaciones especiales 168 169 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Es interesante notar que de 300 aplicaciones recibidas por la Food and Drug Administration (FDA) para la aprobación de nuevos medicamentos entre 1995 y el año 2000, sólo 163 incluyeron análisis de acuerdo al género, a pesar de que 11 de estas nuevas moléculas mostraron variaciones en la farmacocinética entre hombres y mujeres55, las cuales pueden ser responsables de las divergencias en los niveles plasmáticos con cambios en la relación riesgo-beneficio del medicamento. El origen de estas discrepancias puede estar en56: 1. Menor volumen de distribución en la mujer, debido por: a. Índice de masa corporal (IMC) más pequeña b. Menor tamaño de los órganos en la mujer 2. Mayor proporción de grasa corporal lo que origina en el caso de los medicamentos lipofílicos un volumen de distribución superior. 3. Fluctuación en el porcentaje de agua en los tejidos de acuerdo al ciclo menstrual, debido a que las concentraciones elevadas de estradiol originan retención de sodio y agua. 4. Menor tasa de filtración glomerular y de depuración de creatinina 5. Diferencias en las enzimas metabolizadoras de drogas: a. Menor actividad del citocromo P450 y de las isoenzimas CYP1A2 y CYP2D6. b. Mayor actividad del CYP3A4, el cual es responsable del metabolismo de primer paso de >50% de los medicamentos comúnmente usados, incluyendo quinidina, verapamil, diltiazem y estradiol. 6. No parece haber desigualdades en la expresión de transportadores hepáticos. 7. Posibles diferencias en la actividad intrínseca y densidad de canales de potasio en el corazón de la mujer. En el caso específico del sistema cardiovascular hay cambios que pueden modificar el sustrato anatómico o electrofisiológico donde actuaran los medicamentos, debido a56: 1. Menor masa cardiaca aún corregida por el IMC. 2. Frecuencia cardiaca en reposo, en promedio, 3 a 5 latidos mayor que en el hombre. 3. Ciclo cardíaco más corto que en el hombre. 4. Fluctuaciones del ciclo cardíaco durante el ciclo menstrual, siendo más prolongado durante la menstruación. Estas fluctuaciones desaparecen cuando se bloquea el sistema autonómico. 5. QTc más prolongado con un tiempo de recuperación del nodo sinusal más corto. 6. Mayor duración del intervalo QT durante la ovulación y la menstruación. 7. La diferencia del tiempo del QT en la pubertad puede ser 170 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer eliminada, mediante orquidectomía en los hombres o tratamiento con testosterona en las mujeres. Efectos proarrítmicos Las alteraciones en los patrones farmacocinéticos y farmacodinámicos de los medicamentos junto con las características específicas de la electrofisiología en la mujer parecen favorecer la aparición de eventos pro-arrítmicos. El SQTL adquirido tiene una incidencia mayor en las mujeres que en los hombres. Cuando se analizan los casos de torsades de pointes inducidos por medicamentos, en las mujeres ocurre el 70% de los originados por antiarrítmicos y el 67,2% de los causados por medicamentos noantiarrítmicos57-60. En la base de datos de la FDA, el 67% de los casos de arritmia inducidos por eritromicina corresponden a mujeres57. Es importante resaltar que la mayoría de los grandes estudios con medicamentos antiarrítmicos no presentan proporciones similares de hombres y mujeres y en muchas ocasiones no reportan los análisis específicos para cada género. Por ejemplo, el estudio Cardiac Arrhythmia Supression Trial (CAST) incluyó 19% de mujeres y no realizó análisis específico de género59. En el caso del Congestive Heart Failure Survival trial of anthyarrythmic therapy (CHF Stat) con amiodarona en pacientes con IC incluyó un 1% de mujeres61. En otros estudios como el European Myocardial Infarct Amiodarone Trial (EMIAT) y el Canadian Amiodarone Myocardial Infarction Arrhythmia Trial (CAMIAT) solo participaron apenas 16 y 18% de mujeres, respectivamente y no se realizó un análisis específico por género62,63. Sin embargo, en otros se han incluido dichos análisis como en el Grupo de Estudio de la Sobrevida en la Insuficiencia Cardiaca en Argentina (GESICA) que analizó los efectos de bajas dosis de amiodarona en pacientes con insuficiencia cardiaca crónica (fracción de eyección menor o igual a 35%) con arritmias sintomáticas. Aún cuando apenas el 19% de los casos fueron mujeres, el análisis no mostró diferencias significativas en sobrevida y tasas de hospitalización entre ambos géneros64. El estudio Multicenter UnSustained Tachycardia Trial (MUSTT) comparó la implantación de desfibriladores cardiovertores versus tratamiento antiarrítmico, no encontrando diferencias relacionadas con el genero en el resultado de muerte por arritmias, paro cardíaco y mortalidad total, si bien solo el 14% de los pacientes fueron mujeres65. Un análisis de más de 3000 pacientes en tratamiento con d,l-sotalol para el tratamiento de arritmias auricular o ventriculares, mostró que la torsades de pointes ocurría en el 4,1% de las mujeres versus en 1% de los hombres66. Esta diferencia fue independiente de la dosis y del QT basal67. El estudio Survival with Oral D-sotalol (SWORD) que 171 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento analizaba la efectividad del d-sotalol en pacientes con infarto previo, fue suspendido tempranamente debido a una alta mortalidad en el grupo tratado con d-sotalol68. El sexo femenino fue un factor de riesgo primario en este estudio68. El estudio Danish Investigation of Arrhythmia and Mortality on Dofetilide (DAIMOND) mostró también que el sexo femenino fue un factor de riesgo importante para el desarrollo de torsades de pointes con un odds ratio de 3,269. Un medicamento a tener en cuenta es la digoxina, con el cual se ha observado un aumento de la mortalidad cardiovascular en mujeres70. Sin embargo este dato puede estar relacionado con una mayor concentración sérica alcanzada en sangre, de manera que los valores normales no serían dañinos, pero si los valores de digoxemia por encima de 1,2 ng/ml70. En general, podemos concluir que si bien la data disponible muestra una mayor tendencia al efecto proarrítmico en las mujeres, el impacto en el pronóstico, al menos, en algunos estudios no está claro56, por lo cual es clave que el futuro diseño de estudios incluya porcentajes similares de hombres y mujeres con el fin de poder realizar análisis adecuados genero-específicos. Marcapasos en la mujer Brunner y colaboradores analizaron 6505 pacientes a los que se realizó colocación de marcapaso definitivo, con un promedio de seguimiento de 101,9 meses71. De este grupo 3087 fueron mujeres (47,3%), siendo la edad al momento del implante mayor en este grupo (73,2 +/- 11,3 versus 71 +/- 12,4 años, en los hombres, p <0,0001). A pesar de esta diferencia inicial, la sobrevida promedio fue mayor en mujeres (118 versus 91,7 meses, p<0,0001). Cuando se analizan los subgrupos, la diferencia persiste: • En el grupo de enfermedad del nodo sinusal la sobrevida fue de 145,2 meses para la mujer y 115,2 para los hombres (p<0,02). • En los casos de fibrilación auricular, la sobrevida de las mujeres fue de 93,6 meses versus 70,8 en los hombres (p<0,01). • En el grupo de bloqueo AV, la sobrevida promedio fue de 106,6 meses para la mujer y 83,9 meses para los hombres (p<0,0001). Como consecuencia, en este estudio el factor primario independiente de pronóstico de sobrevida fue el sexo femenino40. 172 Cardiovertores-desfibriladores (ICD) en la mujer Lampert y colaboradores72 compararon retrospectivamente una serie de 340 hombres y 49 mujeres con ICD, encontrando que los hombres presentaron: • Mayor ocurrencia de taquicardia y/o fibrilación ventricular (TV/ FV) sostenida: 52% versus 34% en la mujer. • Un número significativamente mayor de TV/FV tratados con descarga así como de tormenta eléctrica. Al analizar la mortalidad en un seguimiento de 90 meses no hubo diferencia significativa entre ambos grupos72. Curtis y colaboradores73 reportan una serie de 236.084 casos de beneficiarios de Medicare en Estados Unidos donde se evaluaron las diferencias de genero en cuanto a la implantación de ICD. Encontraron que en pacientes con IM previo, miocardiopatía o IC (prevención primaria) el hombre tenía 3,2 veces más probabilidad de recibir un ICD que la mujer. En los casos de prevención secundaria, en los pacientes con antecedente de paro cardíaco o TV, el hombre recibe el ICD 2,4 veces más que la mujer. Este resultado si bien sólo incluye a los Estados Unidos debe llamarnos la atención y evitar que suceda en nuestros países porque lo que han demostrado los estudios es que una vez indicado la implantación de los ICD, la sobrevida es similar tanto en hombres como en mujeres. Conclusiones Las arritmias en las mujeres presentan características específicas que deben ser consideradas por el médico tratante con dos particularidades a resaltar, 1. Existe una mayor tendencia a la pro-arritmia por lo cual ameritan recibir especial atención. 2. No deben ser subtratadas cuando existe la indicación de marcapaso o de ICD, ya que el pronóstico posterior es similar al del hombre. 173 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas 18. Bernal O, Moro C. Arritmias Cardíacas en la mujer. Rev Esp Card 2006;59:609-618 19. Chen J. Evidences of the gender related differences in cardiac repolarization and the underlying mechanism in different animals species and human Fundamental & Clinical Pharmacology 2206;20:1-8 Pham TV, Rosen MR. Sex, hormones, and repolarization. Cardiovasc. Res 2002;53:740– 751. 20. Brunet S, Aimond F, Li H, Guo W et al. Heterogeneous expression of repolarizing, voltagegated K+ currents in adult mouse ventricles. J Physiol 2004;559:103–120. Nakagawa M, Takahashi N, Watanabe M et al. 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La comparación de los datos del estudio Framingham con los del Rotterdam (Tabla 1), con una distribución etárea similar y representando dos continentes diferentes, nos permite apreciar que, en ambos, la incidencia de la FA aumenta con la edad, siendo mayor en el hombre que en la mujer para cualquier edad. En el estudio de Rotterdam, el riesgo de sufrir FA a lo largo de su vida para un hombre de 55 años fue de, aproximadamente, 24,8% y de 22,9% para la mujer de la misma edad8, mientras que en el estudio de Framingham, el riesgo para un hombre de 40 años fue de 26% y 23 % para las mujeres10. De acuerdo al estudio de Framingham, los hombres tienen un riesgo 1,5 veces mayor de desarrollar FA que las mujeres11. Por cada década de la vida el odds ratio de sufrir FA fue similar en hombres y mujeres (2,1 hombres vs 2,2 en mujeres)1. Cuando se analiza la prevalencia de la FA en la población general, esta se ubica en 4/1000 habitantes8,10. El impacto en morbimortalidad no es solamente para la FA crónica. En el estudio de Friberg donde se analizó la repercusión de la FA sobre la mortalidad, el 51% de los pacientes incluidos en el grupo de FA paroxística fueron mujeres; un 48% en el grupo de FA permanente; y sólo un 31% en el grupo de FA persistente. El estudio concluye que la FA paroxística confiere un incremento significativo de la mortalidad cuando se compara con la población general, siendo este aumento de mortalidad limitado a una mayor mortalidad cardiovascular12. El odds 178 179 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento ratio para el grupo de FA paroxística fue de 1,6 para cualquier causa de mortalidad; 2,4 para muerte por infarto del miocardio y 2,6 para muerte por insuficiencia cardiaca12. Características clínicas de la FA en la mujer Diversos estudios han permitido revelar ciertas diferencias de esta arritmia entre los géneros, entre las que se cuentan: • Las mujeres tienden a presentar episodios de FA de mayor duración, con una respuesta ventricular más rápida y una mayor incidencia de complicaciones cardioembólicas13,14. • En el hombre, la FA se asocia 5,4 veces más con cardiopatía isquémica; mientras que en la mujer se asocia más con valvulopatías e insuficiencia cardíaca11,13. • Después de la cirugía cardiovascular, la incidencia de FA también es mayor en los hombres13. • Las mujeres con FA tienen una sobrevida menor (odds ratio de 1,9 versus 1,5 en los hombres luego del análisis multivariado)11. • La probabilidad de muerte es mayor en las mujeres en el primer año posterior a la manifestación inicial de la FA, estabilizándose después en tasas de 1,6 a 4,2% al año11,15. • La FA incrementa 5 veces el riesgo de un accidente cerebrovascular (ACV)16. En mujeres, el 21 % de estos eventos se consideran directamente relacionados con la FA en comparación con sólo un 11% en hombres17. Consumo de alcohol y FA en la mujer Su consumo moderado ha demostrado un impacto positivo en la mortalidad cardiovascular18,22. Por otro lado, la ingesta aguda excesiva ha mostrado un aumento en el riesgo de FA, ACV e infarto del miocardio23-27. Por otro lado, el consumo crónico excesivo de alcohol aumenta el riesgo de cardiomiopatía alcohólica28,29. En el Cardiovascular Health Study no se encontró relación entre el consumo de alcohol y la FA en población anciana, aún cuando no se realizó análisis género-específico30. Conen y colaboradores31 mostraron, en un subanálísis del Women´s Health Study, donde se incluyeron 39.876 mujeres sanas de edad media, que el consumo de menos de dos medidas de alcohol diario no estaba asociado con un aumento de la incidencia de la FA. Una mayor ingesta se asoció con un aumento leve, pero significativo, en el riesgo de FA (HR 1,49)31. Estos resultados coinciden con los ya reportados en 180 hombres25,32,33. Obesidad y FA Tsang y colaboradores publicaron un estudio sobre la relación de la obesidad con la progresión de la FA paroxística a FA permanente34. Participaron 3248 pacientes (46% mujeres) con edad promedio 71 +/- 15 años con un seguimiento promedio de 5,1 años. El índice de masa corporal (IMC) así como el tamaño de la aurícula izquierda fueron factores independientes de predicción de la progresión de la FA paroxística a permanente. En el análisis multivariado, un IMC mayor o igual a 30 kg/m2 se asoció con un incremento de riesgo de 1,5 (p<0,0001), mientras que un IMC <18,5 kg/m2 tuvo un riesgo de 0,96 versus el grupo de IMC normal (p=0,68). Es bien conocido que la obesidad está asociada con inflamación sistémica, elevación de proteína C reactiva y de interleuquinas35-38 y también la inflamación está relacionada como factor causal del desarrollo y recurrencia de la FA39-42. Otros factores neurohumorales ligados a la obesidad son contribuyentes en el aumento de la presión de llenado diastólico del ventrículo izquierdo43-46. Se requiere de estudios de intervención entre el control de peso y la reversión del crecimiento de la aurícula izquierda para aclarar el potencial impacto en la progresión de la FA. Tabaquismo y FA En el estudio de Rotterdam47, con seguimiento de 5.668 pacientes mayores de 55 años, por un promedio de 7,2 años, para evaluar el efecto del tabaquismo sobre la aparición de FA, se observó un incremento del 50% en la aparición de FA tanto en los fumadores activos como en los ocasionales (odds ratio 1,5 y 1,49, respectivamente). Si bien los autores no indican el porcentaje de la población femenina, en el resultado final reportan que no se presentaron diferencias entre ambos sexos47. No se logró evidenciar una relación entre la intensidad del tabaquismo y la aparición de FA47. Igualmente, en el Cardiovascular Health Study tampoco se demostró una relación alguna entre estas variables48. Riesgo de ACV en la mujer con FA La FA es la causa más importante de cardioembolismo, siendo más frecuente en las mujeres que sufren de ACV comparado con los hombres49. Por su lado, el EURO Heart Survey en FA mostró que 181 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento las mujeres tienen un valor del escore de CHADS mayor que el de los hombres50. Estudios de observación han demostrado una mayor incidencia de ACV en mujeres que en hombres. En el ensayo AnTicoagulation and Risk factors In Atrial fibrillation (ATRIA) que incluyó a 15.000 pacientes con FA, el riesgo de ACV, luego del ajuste multivariado, en mujeres sin recibir anticoagulantes fue de 1,6 versus en los hombres, con una tasa interanual de embolismo de 3,5 % versus 1,8% en los hombres51. La warfarina se asoció con una disminución significativa de tromboembolismo tanto para hombres como para mujeres (0,5 y 0,4 RR respectivamente). Por otro lado el riesgo de hemorragia fue también similar 1,0 % versus 1,1%), lo cual evidencia una relación riesgo-beneficio similar en ambos sexos51. En la tabla 2 se comparan los resultados de varios estudios significativos en cuanto al riesgo relativo de tromboembolismo en mujeres que no toman anticoagulantes51,52-54. A pesar de este riesgo aumentado y el beneficio de esta terapia, menos mujeres que hombres reciben tratamiento con anticoagulantes55-57. Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Ablación de FA En los años recientes la ablación de la FA ha pasado a ser una opción terapéutica58 y en la tabla 3 se comparan diferentes estudios con esta modalidad, indicando el porcentaje de mujeres incluidas en cada uno59,63. En los primeros hubo un porcentaje reducido de mujeres por lo cual no se pueden hacer análisis entre géneros. Vale la pena comentar con detalle la publicación de Forleo y colaboradores63 quienes analizaron una población de 221 pacientes (150 hombres y 71 mujeres) sometidos a ablación por FA refractaria a medicamentos con los siguientes resultados: a. Las mujeres referidas para este procedimiento, en comparación con los hombres, presentaron un mayor perfil de riesgo, dado por la edad (61,6 vs 56,9 años), presencia de hipertensión (52,1% vs 30,7%), de enfermedad valvular (15,5 vs 5,3%), o de enfermedad estructural cardíaca (32,4 vs 23,3 %), mayor dimensión de la aurícula izquierda (44 vs 40,6 mm) y duración de la FA (60 vs 47 meses). b. Las mujeres recibían en mayor porcentaje estatinas (21,1 vs 8,7%) e inhibidores de enzima convertidora o antagonistas del receptor AT1 de angiotensina II (35,2 vs 23,3%). c. Luego de un seguimiento promedio de 22,5 meses, el 82,7% de los hombres y el 83,1% de las mujeres estaban libres de arritmia. En conclusión, a pesar de un riesgo basal mayor en la mujer, la evolución posterior a la ablación fue similar en ambos sexos. Control de ritmo versus control de frecuencia en la mujer Importantes estudios han demostrado que el control de ritmo y el de la frecuencia cardíaca son comparables como opciones de tratamiento para los pacientes con FA64-67. Un subanálisis del estudio Rate Control 182 183 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Versus Electrical Cardioversion (RACE)68 que evaluó las diferencias entre géneros demostró que en las mujeres con FA persistente, la opción de control de ritmo produce una mayor morbilidad y mortalidad (riesgo relativo 3,1; p<0,0002). Este aumento ocurrió principalmente por insuficiencia cardíaca, complicaciones tromboembólicas y reacciones adversas de los antiarrítmicos cuando se comparó con el grupo de control de frecuencia68. Es importante destacar que los eventos adversos relacionados con antiarrítmicos fueron predominantemente bradiarritmias en lugar de torsades des pointes como se observó en el Atrial Fibrillation Follow-up Investigation of Rhythm Management (AFFIRM)69. Otro punto importante del subanálisis del estudio RACE fue demostrar un menor escore de calidad de vida en las mujeres, debido especialmente a fatiga y palpitaciones68. Recurrencia de la FA post-cardioversión En el estudio de Elesber y colaboradores se evaluó la recurrencia de FA y flutter auricular en pacientes sometidos a cardioversión eléctrica. Del total de 477 casos, el 37,1% fueron mujeres. No se presentaron diferencias significativas en recurrencia o mortalidad en los análisis específicos por género. • Referencias Bibliográficas 1. Benjamin EJ, Wolf PA, D’Agostino RB, Silbershatz H, Kannel WB, Levy D. Impact of atrial fibrillation on the risk of death: the Framingham Heart Study. Circulation 1998;98:946–952. 2. 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Rev Esp Cardiol 2008;8:38D-41D. 70 Conclusiones Debido a que la mayoría de los estudios no son diseñados específicamente para evaluar diferencias entre géneros, lo más adecuado no es aplicar niveles de evidencia sino limitarnos simplemente a los resultados de las publicaciones revisadas: • La FA tiene un alto impacto en la morbimortalidad en la mujer, siendo la primera causa de ACV en ellas. • El perfil de riesgo de ACV en la mujer es más elevado. • La FA en la mujer se relaciona menos con enfermedad arterial coronaria y más con otras enfermedades estructurales cardíacas. • La mujer tiene un balance riesgo/beneficio similar al del hombre en el uso de warfarina. • La mujer tiende a ser menos tratada y más tardíamente cuando se le diagnostica FA. • El control de la frecuencia cardíaca es la primera opción en el tratamiento de la FA en la mujer presentando mejor balance riesgo-beneficio que el control de ritmo. • No se presentan diferencias de género en la evolución posterior a la cardioversión eléctrica. 184 Los resultados de la ablación, tanto agudos como en su evolución posterior, son similares en hombres y mujeres. 185 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento 18. 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La prevalencia y la incidencia ajustada por edad1, es mayor en los hombres, excepto en las edades de 35 a 44 años y en mayores de 85 años, cuando predomina en las mujeres debido al uso de anticonceptivos, el embarazo2,3 y a la mayor frecuencia de la hemorragia subaracnoidea en el primer grupo, y en las ancianas mayores de 85 años por la multiplicidad de condicionantes que favorecen su aparición y porque la esperanza de vida del hombre es menor. Sin embargo, el porcentaje de mortalidad según la Organización Mundial de la Salud es mayor en mujeres que en hombres (11% vs 8,4%, respectivamente)4. En Venezuela, la mortalidad para las EVC ajustada por edad y sexo es de 72/100.000 para las mujeres y de 85/100.000 para los hombres entre 35 y 74 años5. Su prevalencia varía, según la región del país, entre 2,52 a 17,19 /1.000 habitantes6. Para el año 2006, las EVC ocuparon el cuarto lugar entre las causas de muerte (7,76% de la mortalidad total)7, lo que permite calcular una morbilidad de 30.000 a 35.000 pacientes anuales. Al desglosarlo por sexo se aprecia que fallecieron un número semejante de hombres y mujeres, aunque con leve predominio de estas (4.682 vs 4.709). Sin embargo, representa el 10,03% de la mortalidad femenina mientras sólo el 6,32 de la masculina, asemejándose a las cifras internacionales. Diversas publicaciones informan que las mujeres que sufren un ictus egresan con un mayor grado de discapacidad y tienen mayor mortalidad que los hombres, quizás debido a que reciben con menos frecuencia las técnicas diagnósticas y los tratamientos apropiados8. La demencia vascular presenta los mismos factores de riesgo de las EVC, sin embargo es más frecuente en hombres, a diferencia de la demencia tipo Alzheimer predomina en las mujeres9. Prevención primaria de la EVC Al igual que en los hombres, la prevención primaria de la EVC se sustenta en los pilares fundamentales que representan el control o la erradicación de los factores mayores de riesgo cardiovascular como son la hipertensión arterial (HTA), la dislipidemia y el fumar que son ampliamente revisados en los capítulos correspondientes de esta guía; 190 191 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento sin embargo se hacen algunas consideraciones al respecto. HTA: Es importante tener en cuenta lo siguiente: • Existe una relación lineal y continua del riesgo de un evento vascular con los valores de presión arterial (sistólica y diastólica) independiente de la edad10. • Es el principal factor de riesgo para EVC11 y su prevalencia es mayor en hombres1 pero con la edad, tiende a igualarse, ya que las mujeres a partir de los 45 años presentan un mayor porcentaje de HTA. En las ancianas la hipertensión sistólica es la forma más común12. • Los pacientes con HTA establecida, tienen una tasa de apoplejía tres o más veces mayor que los normotensos13,14. • El riesgo de ictus es 2 a 4 veces mayor en la hipertensión sistólica aislada (HSA)15. • La importancia de la HTA como factor de riesgo viene a confirmarse con la dramática reducción de los eventos vásculocerebrales evidenciada en los estudios de tratamiento de HTA con una reducción de riesgo mayor a la comúnmente observada para los eventos coronarios16,17. • El tratamiento de la hipertensión sistólica aislada en el anciano también mostró reducción de apoplejía de hasta 40% en los mayores de 80 años18,19. • El tratamiento antihipertensivo es efectivo en ambos sexos como fue mostrado en estudios con amplia representación femenina18,20. Dislipidemia: Hasta hace pocos años no existían datos que sustentaran una relación entre colesterol y EVC, contrario a lo ya establecido para la enfermedad coronaria. Algunos puntos clave a destacar son los siguientes: • En las mujeres se ha determinado que los niveles totales de colesterol llegan a su pico entre los 55 y 65 años, casi una década después de los hombres21 y en el US Women´s Pooling Project se evidenció que el riesgo para ictus fatal aumentaba en un 25% por cada 1 mmol/L de aumento en el colesterol total en mujeres entre 30 a 54 años22. • Niveles bajos de HDL-C son de riesgo para hombres, pero no hay datos suficientes para mujeres quizás debido a las variables de confusión que modifican los valores de esta fracción23-25. • Por otro lado el tratamiento de la dislipidemia con estatinas ha mostrado disminución del número de ACV hasta de un 30% al compararlo con el grupo no tratado, al usarlo en prevención secundaria de infarto del miocardio26,27. • Un análisis combinado de 9 estudios evidenció que el tratamiento con estatinas prevenía 9 ictus por cada 1000 pacientes de alto riesgo o con cardiopatía isquémica, tratados por 5 años28. 192 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Tabaquismo: Al igual que en el hombre, los estudios de observación publicados han demostrado, en comparación con mujeres no fumadoras y exfumadoras, que en aquellas que continúan fumando existe un aumento del riesgo para eventos vasculares cerebrales fatales y no fatales en relación directa con el número de cigarrillos consumidos diariamente y su duración29. Alcohol: El abuso de alcohol es un factor de riesgo para todo tipo de ACV30,31. Sin embargo tiene un efecto protector en tomadores leves a moderados30,32,33, definidos como los que ingieren un trago para las mujeres y dos o menos para hombres por día34. Un meta análisis de 35 estudios concluyó que, comparados con abstemios, los bebedores de más de cinco tragos diarios (más de 60 gramos de alcohol) tenían un 69% de aumento del riesgo para enfermedad cardiovascular; en cambio, menos de un trago diario pero no abstemio tenía una reducción del RR: 0.80 (95%CI 0,67 a 0,96) así como los consumidores de 1 a 2 tragos por día RR:0,72 (95% CI 0,57 a 0,91)35. El tipo de alcohol podría influir ya que el Copenhagen City Heart Study encontró que el consumo de 3 a 5 vasos de vino diarios disminuía el riesgo de ictus, no evidenciándose este efecto en cerveza o licores36. Actividad física: Datos de varios estudios han demostrado el beneficio del ejercicio en la prevención del ACV en mujeres, confirmando lo ya evidenciado en otros estudios para enfermedades cardiovasculares11, 37,38 . Los datos apoyan el ejercicio moderado de, al menos, 30 minutos diarios. Aparentemente, para el ictus los beneficios se obtienen aun con actividades leves como caminar11. Un estudio reciente utilizando la aptitud cardiorrespiratoria (CRF por sus siglas en inglés)39 como un indicador de actividad física previa, evidenció que mujeres en los cuartiles superiores de CRF es decir con actividad física importante tenían menos ACV y ACV no fatales que las ubicadas en cuartiles inferiores, pero no había diferencia en cuanto a la mortalidad. Terapia de reemplazo hormonal: Se han realizado estudios tanto en prevención primaria como secundaria. En prevención primaria el estudio Women’s Health Initiative (WHI) en mujeres postmenopáusicas40 fue suspendido prematuramente por aumento de eventos vasculares, entre ellos 8 ictus por 10.000 tratadas por año (RR:1,39; IC 95% -1,77) Un trabajo publicado recientemente41 en el que se evalúa el riesgo de ACV asociado a terapia hormonal en jóvenes, menopáusicas recientes y ancianas, evidenció aumento significativo del riesgo de ACV para mujeres con terapia hormonal, tanto para estrógenos solos (RR: 1,39; IC 95% 1,18-1,63), como para estrógenos +progesterona (RR: 1.27; IC 95% 1,04-1,6) semejante a los obtenidos en WHI. El riesgo parece estar relacionado a dosis ya que con 0,3 mg de 193 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento estrógenos no aumenta el riesgo mientras con 0,625 y 1,25 el riesgo se eleva a 1,54 y 1,62 respectivamente. También el riesgo es bajo en pacientes más jóvenes o con pocos años de tratamiento. En estudios de prevención secundaria se evidenció un aumento en el riesgo de ACV en los primeros 6 meses en las que recibieron estradiol (RR: 2,3 IC 95% 1,1 - 5). Además las que tuvieron recurrencia se recuperaron menos que el grupo control42; mientras que en otro, realizado en mujeres con antecedentes de infarto del miocardio no se evidenció diferencia en el riesgo de ictus entre usuarias y no usuarias43. Embarazo y puerperio: Las mujeres en edad fértil tienen mayor riesgo para EVC que hombres de igual edad. El embarazo, parto y puerperio son los períodos durantes los cuales existe mayor riesgo. Varios estudios demuestran aumento de riesgo por probable trombofilia. El mayor riesgo parece concentrarse en el puerperio inmediato. Así en un estudio multicéntrico44, se evidenció un riesgo para infarto cerebral de 0,7 (IC 95% 0,3-1,6) en embarazo pero de 8,7 (4,6-16,7) en puerperio y para hemorragia intracerebral un riesgo relativo de 2,5 en embarazo (1-6,4) contra 28,3 (13-61,4) en puerperio. Con un riesgo de 8,1 de ictus isquémico por cada 100.000 embarazos. Otros estudios45,46 reportan incidencias de 26 a 46,2 ACV por 100.000 embarazos, siendo el riesgo más alto en pacientes mayores de 35 años, afroamericanas, o con HTA, diabetes, cardiopatía trombofilia, trombopenia, drepanocitosis, pero también las que presentaban complicaciones del embarazo como: hemorragia post parto, preeclampsia, hipertensión o diabetes gestacional46,47. Aterosclerosis de carótida: Del 5 al 10 % de los hombres y mujeres mayores de 65 años presentan aterosclerosis carotidea de más de 50% de estenosis48,49 lo que conlleva un riesgo anual para ictus de 1 a 3,4%50,51. Siendo mayor el riesgo en hombres, cardiópatas o con progreso de estenosis52. La endarterectomía carotidea, con o sin inserción de stent ha sido uno de los grandes adelantos en el tratamiento de la obstrucción de carótida con resultados favorables a corto y largo plazo. Si bien los primeros resultados señalaban menos beneficios para las mujeres, en los últimos años se ha demostrado que la evolución está determinada principalmente por la edad y por el tiempo o retardo en realizar el procedimiento53,54. Aspirina en prevención primaria Aunque el uso de aspirina está plenamente justificado para la prevención secundaria de ictus55,56, y para la prevención primaria (PP) de la enfermedad arterial coronaria en pacientes de alto riesgo57, sus beneficios no han sido comprobados en la PP de EVC en los hombres, 194 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer aunque los meta análisis y los ensayos clínicos señalan un efecto protector en la mujer58-60. En el meta análisis de Berger y colaboradores se incluyeron seis estudios con un total de 95.456 participantes (51.342 mujeres), el uso de aspirina estuvo asociado con una reducción significativa en el riesgo de eventos cardiovasculares en ambos sexos, pero con un comportamiento diferente en cuanto a los desenlaces. En PP en las mujeres, el tratamiento con aspirina fue efectivo en disminuir los desenlaces combinados gracias al mayor impacto sobre ACV isquémico sin disminución significativa en el riesgo de infarto del miocardio, mientras que en los hombres ocurrió lo contrario58. Más recientemente, el meta análisis colaborativo antitrombótico (ATT por sus siglas en inglés), a pesar de que obtuvo un reducción significativa en los desenlaces cardiovasculares, no lo fue así sobre el ACV con un mayor riesgo de sangrado en los estudios de prevención primaria59. Uno de los estudios de mayor influencia en los resultados de estos meta análisis fue Womens Health Study (WHS) con una participación de casi 40 mil mujeres asintomáticas, mayores de 45 años que fueron asignadas a recibir aspirina 100 mg o placebo en días alternos y seguidas por 10 años60. La edad modificó consistentemente el efecto de la aspirina sobre el riesgo de los eventos cardiovasculares mayores: en el subgrupo de mujeres con edad igual o mayor a 65 años al momento de ingresar al estudio, el riesgo de eventos cardiovasculares mayores se redujo en 26% frente al grupo placebo (p=0,008) y el de ACV isquémico disminuyó en 30% (p=0,05). El riesgo de sangrado gastrointestinal, incluyendo los graves, fue mayor en el grupo que recibía aspirina (p=0,02). Los análisis de subgrupo revelaron una reducción de riesgo relativo (RRR) de ACV en las mujeres con historia de HTA (RRR 24%, p=0,04), dislipidemia (RRR 38%, p=0,001), diabetes (RRR 54%, p=0,01) o con un riesgo cardiovascular a 10 años igual o mayor al 10% (RRR 46%, p=0,04). Sin lugar a dudas, el escaso número de eventos en el WHS probablemente explique la carencia de eficacia en la mujer joven. Además, la mayoría de las participantes se encontraban en la categoría de riesgo bajo: 75% no tenía factores de riesgo o solamente uno de ellos, y el riesgo calculado a 10 años era muy bajo. En consecuencia, cuando el evento clínico en cuestión es raro (como ocurre con la enfermedad cardiovascular en la mujer joven), los efectos potencialmente adversos de la intervención (tratamiento antiplaquetario) probablemente superen a los beneficios. Por el contrario, en la medida que aumenta la incidencia de la enfermedad con la edad, la relación riesgo-beneficio se inclina hacia la protección61. 195 Capítulo VIII Particularidades de la enfermedad cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas Conclusiones y recomendaciones • • • • • • • • • • • • 196 Realizar campañas permanentes de despistaje y educación de HTA en la población. Inicio precoz de tratamiento apropiado de pacientes hipertensos para prevención, que incluya cambios de estilo de vida, dieta y tratamiento farmacológico en los casos indicados. En caso de dislipidemia seguir las recomendaciones establecidas en el capítulo correspondiente. El uso de estatinas en pacientes hipertensos de alto riesgo, así como en pacientes con isquemia miocárdica, aun con niveles normales de LDL colesterol. Reducir y/o controlar la imagen publicitaria de las bebidas alcohólicas. La cesación tabáquica y el evitar ser fumador pasivo deben ser el objetivo para todos los seres humanos. En general, se recomienda para la mujer no más de una copa diaria de alcohol. La actividad física es necesaria pues está asociada a reducción del riesgo de EVC y a múltiples efectos saludables sobre distintas funciones del organismo. Se considera razonable alrededor de 30 minutos diarios con un ritmo moderado a intenso. En las embarazadas, control prenatal y post-natal con especial atención en aquellas con los factores de riesgo mencionados. Seguimiento y prevención de embarazadas que desarrollaron preeclampsia o diabetes gestacional. En pacientes con estenosis asintomática de carótida se recomienda tratamiento médico de todos los factores de riesgo probables, además del uso de aspirina u otro antiagregante plaquetario. De acuerdo a las pautas internacionales y a los resultados de diversos estudios controlados no se recomienda el uso de terapia de reemplazo hormonal como preventivo de EVC. El uso de aspirina puede ser útil en la prevención primaria de EVC en mujeres cuyo riesgo es alto y/o son mayores de 65 años. 1. Brown RD, Whisnant JP, Sicks JD, O’Fallon WM, Wiebers DO. Stroke incidence, prevalence, and survival: secular trends in Rochester, Minnesota, through 1989. Stroke 1996;27:373– 380. 2. Kittner SJ, Stern BJ, Feeser BR, Hebel R, Nagey DA, Buchholz DW, Earley CJ, Johnson CJ, Macko RF, Sloan MA, Wityk RJ, Wozniak MA. Pregnancy and the risk of stroke. N Engl J Med 1996;335:768–774. 3. Mosca L, Manson JE, Sutherland SE, Langer RD, Manolio T, Barrett-Connor E. Cardiovascular disease in women: a statement for healthcare professionals from the American Heart Association. Circulation. 1997;96:2468 –2482. 4. Atlas of Heart Disease and Stroke, WHO , September 2004. 5. 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Virginia Salazar Matos Introducción Los trastornos hipertensivos en el embarazo (THE) son complicaciones comunes que afectan el 10% de todos los embarazos y, abarcan un espectro de condiciones tales como hipertensión gestacional, hipertensión arterial crónica (HTA) y la preeclampsia (PE)1,2. La PE no sólo aumenta la morbilidad y mortalidad obstétrica, sino también incrementa el riesgo materno de enfermedad cardiovascular (ECV) en el futuro. Las mujeres con antecedentes de PE, son susceptibles de sufrir HTA, obesidad, síndrome metabólico e isquemia cardíaca y cerebral3,4,5. La PE ocurre más frecuentemente en primigestas y el riesgo de recurrencia en futuros embarazos es del 30 al 60%6. Se piensa que la PE se inicia por un inapropiado remodelado de las arterias espirales uterinas, que conducen a la reducción de la perfusión placentaria y fetal y que posteriormente, ésta disfunción se extiende al endotelio vascular materno7,8. La insuficiencia arterial útero-placentaria causa liberación de citoquinas inflamatorias dentro de la circulación materna, llevando a la vasoconstricción y activación del sistema de coagulación.9 Sin embargo, la hipoperfusión placentaria no siempre resulta en PE, por lo que se ha propuesto que debe existir interacción con factores maternos pre-existentes (genéticos o ambientales), que la hace susceptible a desarrollar PE u otro THE7,8. Numerosos estudios indican que componentes genéticos pueden contribuir al riesgo incrementado de PE. Esta susceptibilidad es mayor en mujeres que en hombres nacidos de madres con PE7,10,11. Dentro de los factores de riesgo ambientales para PE se incluyen: obesidad, HTA, diabetes mellitus tipo 2 (DM2); todos ellos factores de riesgo para ECV y que se caracterizan por disfunción endotelial12. Es así como la disfunción endotelial materna preexistente puede servir 201 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento como vínculo entre la hipoperfusión placentaria y la respuesta materna, generando fetos de bajo peso, THE y ECV en la vida futura13,14,15. Más aun, estudios recientes han demostrado que mujeres con historia pasada de PE, tienen concentración plasmática elevada de marcadores inflamatorios endoteliales y evidencia de resistencia a la insulina, 15 a 25 años después del embarazo, comparado con mujeres con embarazos normales16. Así mismo, las mujeres con antecedentes de hipertensión gestacional, también tienen alteración de función endotelial, al igual que la PE17-20. Jonsdottir y colaboradores21, en una población de 7.743 mujeres, encontró que las pacientes con hipertensión durante el embarazo, tienen mayor riesgo de morir por isquemia cardiaca en vida futura comparado con la población general, con un riesgo relativo significativamente predominante entre las mujeres con PE y eclampsia que aquellas con sólo hipertensión gestacional. Sin embargo, Wilson y colaboradores22, reportó riesgo incrementado de HTA y accidente cerebrovascular (ACV) en mujeres con historia de hipertensión gestacional, similar a lo observado en mujeres con PE previa. Además recientemente se ha observado que mujeres postmenopáusicas, con historia de THE, tienen mayor riesgo de presentar calcificaciones coronarias detectadas por tomografía y signos de aterosclerosis prematura subclínica, comparada con mujeres sin complicaciones del embarazo. En algunos estudios, el riesgo de ECV por calcificaciones coronarias alcanzó 57% al compararlo con mujeres sin historia de hipertensión durante el embarazo. Esto puede considerarse un significante predictor de ECV futuro23-26. La principal medida preventiva para disminuir el riesgo de ECV es identificar a las pacientes con factores de riesgo para THE, principalmente PE e iniciar en éstas pacientes, medidas terapéuticas para evitar su presentación clínica. La primiparidad es considerado uno de los más poderosos predictores de riesgo ya que aumenta la probabilidad de PE en 5 a 10 veces27. Aunque las edades extremas en el embarazo se han sugerido como factor de riesgo, la relación entre edad joven y riesgo de PE parece explicarse por la asociación entre edad joven y primer embarazo. La historia personal y familiar de PE, también es reconocida como factor de riesgo. Otras condiciones incluyen: antecedentes de DM2, enfermedad renal, trombofilia, enfermedades del colágeno vascular, síndrome de ovario poliquístico y obesidad27. El cambio de pareja en pacientes multíparas, representa riesgo de PE, ésta observación soporta la posible causa inmunológica del desorden o puede relacionarse a intervalos prolongados entre los embarazos28. Las condiciones que incrementan el tamaño placentario, como el embarazo múltiple, también aumentan el riesgo de PE29. El reposo y el ejercicio afectan la presión arterial. En mujeres con riesgo de PE, normotensas, se sugiere reposo, mayor de 4 horas al 202 Capítulo IX Prevención en circunstancias especiales de la mujer día, en casa. No hay una clara evidencia si las dietas hiperproteicas y la restricción de la ingesta de calorias, pueda proteger contra PE. Tampoco es claro si reducir el consumo de sal de la dieta durante el embarazo, tiene algún impacto30. 1.- Agentes antiplaquetarios. Aspirina Basado en la observación de existir un incremento relativo de los niveles de tromboxano con respecto a la prostaciclina en las mujeres con PE, la aspirina (AAS por ácido acetilsalicílico) y otros agentes antiplaquetarios han sido propuestos como fármacos preventivos. Aunque varios estudios pequeños han sugerido el beneficio del AAS, un estudio multicéntrico, controlado con placebo, que incluyó 6.927 mujeres con alto riesgo de PE, no encontró reducción significativa en el riesgo de PE con la dosis de 60 mg/día31. Estudios posteriores, incluso varios meta análisis32,33,han llevado a concluir recientemente que la administración de dosis bajas de AAS disminuye levemente el riesgo de PE en embarazadas de alto riesgo. Por este motivo, se recomienda su administración (< 150 mg/día), después del primer trimestre (semana 12 de gestación) hasta mediados del tercer trimestre de gestación34 en toda paciente embarazada con alto riesgo de PE. 2.- Antioxidantes El estrés o tensión oxidativa podría participar en la etiología de la PE y existen ciertas evidencias que sugieren que los suplementos de vitamina C y vitamina E, podrían reducir su riesgo. Múltiples estudios clínicos se han realizados para tratar de demostrar la efectividad de éstos antioxidantes en prevenir la PE. Recientemente se ha publicado un estudio clínico35, multicéntrico, controlado con placebo, donde participaron 25 hospitales con 2.410 mujeres identificadas como en riesgo creciente de PE. Se utilizó dosis de 1000 mg de vitamina C y 400 IU de vitamina E diarias desde el segundo trimestre del embarazo hasta el parto. Se observó que los antioxidantes no previenen la PE en mujeres con riesgo, por el contrario, aumentaron el índice de recién nacidos con bajo peso al nacer, por esto, no se justifica su uso en el embarazo. Igualmente en un meta análisis36 que involucró 6.533 pacientes, donde se incluyeron 10 estudios de alta calidad, que evaluaban la combinación de vitamina E y C, tampoco demostró beneficio con su uso. Por ello en la actualidad, no está justificada su administración en el embarazo. 3.- Suplementos de calcio La Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó un estudio37 doble ciego, controlado con placebo, con 8.322 nulíparas, normotensas, con ingesta baja de calcio (menor de 600mg/día), a quien se les administró 1,5 gr/día como suplemento de calcio. El estudio demostró que el calcio no previene la incidencia de PE, pero si redujo su severidad, en aproximadamente 25%, como es el riesgo de eclampsia, morbilidad y mortalidad materna y neonatal. Por otra parte, un meta análisis38 que recopiló 12 estudios clínicos de alta calidad y un total de 14.946 203 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento mujeres, demostró que la administración de suplementos de calcio disminuye el riesgo de PE y la morbilidad y mortalidad materna. Por esto se recomienda su administración durante todo el embarazo. 4.- Drogas antihipertensivas30 El tratamiento de elección en la PE severa es la interrupción inmediata del embarazo, sin embargo esta decisión tiene consecuencias potenciales sobre el feto, especialmente si está alejado del término (< 36 semanas), ya que se conduce a un alto índice de morbilidad y mortalidad neonatal como consecuencia de la prematuridad. Por ello, en embarazadas sin madurez pulmonar fetal, se plantea el tratamiento conservador, supervisado en un centro hospitalario, con monitoreo materno y fetal intensivo. La medicación antihipertensiva está indicada en mujeres con HTA severa o PE severa, para disminuir el riesgo materno de accidente cerebrovascular isquémico o hemorragia intracerebral. El riesgo del descenso exagerado de la presión arterial materna es la hipoperfusión de la unidad fetoplacentario, la cual ya está comprometida durante la hipertensión en el embarazo. Por este motivo, estudios en mujeres con PE leve, han demostrado escasos beneficios de la terapia farmacológica en éstos casos y sugieren, por el contrario, un mayor riesgo de retardo de crecimiento intrauterino (RCIU). Por esta razón, los grupos de trabajos sobre HTA y embarazo recomiendan iniciar la terapia antihipertensiva sólo cuando la presión arterial diastólica alcanza 100 mmHg o más39. La metildopa ha demostrado, a lo largo del tiempo, ser la droga más efectiva y segura durante el embarazo, la dosis total puede alcanzar 2400 mg diarios, de ser necesario. Los betabloqueantes y el labetalol también son usados, pero su administración puede incrementar el riesgo de RCIU. Los bloqueantes de calcio, principalmente nifedipina y amlodipina, son una alternativa. Los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) y los antagonistas de los receptores de angiotensina (ARA II), están contraindicados durante el embarazo, porque su administración ha demostrado falla renal neonatal y fetal, RCIU, oligohidramnios y muerte fetal. Los diuréticos se deben administrar con precaución, puesto que disminuyen la perfusión úteroplacentaria, con compromiso importante de la circulación fetal. El sulfato de magnesio es el anticonvulsivo de elección para la prevención de convulsiones en las pacientes con PE, con superioridad demostrada sobre la fenitoína. Después del parto o cesárea, las pacientes con PE deben seguir siendo monitoreadas durante 24-48 horas, puesto que el 25% de las eclampsias ocurren en puerperio. En la mayoría de las pacientes, la hipertensión se resuelve en las próximas horas a la interrupción del embarazo, sin embargo, existe un grupo de pacientes que puede persistir con cifras tensionales elevadas, por lo que deben ser evaluadas semanalmente, reduciendo progresivamente las dosis de la medicación antihipertensiva. 204 Capítulo IX Prevención en circunstancias especiales de la mujer Sin embargo, si la hipertensión se extiende por más de 6 semanas, se debe sospechar en un trastorno hipertensivo crónico. Resistencia a la insulina y diabetes en el embarazo La diabetes mellitus gestacional (DMG) es toda intolerancia a los hidratos de carbono, de severidad variable, que se inicia o reconoce por primera vez durante el embarazo. Este término se aplica independientemente del requerimiento o no del tratamiento con insulina, o de que la alteración persista o no después del embarazo40. Esta complicación ocurre, aproximadamente, en 14% de las embarazadas cada año. Se estima que 30 a 50% de las mujeres con historia de DMG, desarrollaran DM2 en los próximos 3 a 5 años41 y el 70% lo hará después de los 10 años42. Se estima que 10-31% de las mujeres que son diagnosticadas como DM2 tienen historia de DMG43. El diagnóstico de DMG se realiza en toda embarazada cuya glucemia en ayunas es igual o mayor a 105 mg/dL, en dos oportunidades, en cualquier momento del embarazo o en aquellas que presentan glucemia, 2 horas después de una carga de 75 gr de glucosa, ≥ 140 mg/dL40. En el embarazo normal, la resistencia a la insulina y la dislipidemia, con aumento de triglicéridos y lipoproteínas de baja densidad (LDL-C), ocurren después de la semana 20 de gestación y es debida a varios cambios hormonales como aumento en los niveles de estrógeno, progesterona, cortisol y lactógeno placentario humano. La acción de estas hormonas placentarias, contrarias a la insulina, son las responsables de la resistencia a la insulina y de la captación alterada de la glucosa por parte de los tejidos sensibles a la insulina. También son responsables de la disminución de los depósitos de glucógeno y del aumento de la producción hepática de glucosa, lo que finalmente produce hiperglucemia. Todos estos cambios hormonales y metabólicos son responsables del “estado diabetógeno” del embarazo44. La DMG generalmente se hace evidente durante la segunda mitad del embarazo (semana 24 de gestación) en mujeres que tienen algún grado de resistencia a la insulina preexistente. Las de mayor riesgo son aquellas con obesidad marcada, antecedentes familiares de DM2, recién nacidos previos macrosómicos o con elevado peso al nacer, antecedentes de abortos a repetición, mortinato, malformaciones congénitas o polihidramnios45. Las alteraciones metabólicas y cardiovasculares que incrementan el riesgo de DM2 y ECV confluyen juntas en el síndrome metabólico (SMet), caracterizado por adiposidad central, dislipidemia, hipertensión y glucemia elevada en ayunas44. Estas variables alteran la reactividad vascular, por lo que la resistencia a la insulina, hiperinsulinemia, 205 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento dislipidemia y la obesidad, afectan la función endotelial. Varios estudios han demostrado evidencia de SMet en mujeres con historia de DMG45-47. Además las mujeres con historia de DMG tienen alta prevalencia de ECV en poblaciones con historia familiar de DM y aquellas con con antecedentes de DMG, experimentan eventos cardiovasculares a una edad más joven comparado con mujeres sin historia de DMG48. Así mismo, varios estudios han demostrado un exagerado incremento de la resistencia a la insulina en mujeres con antecedentes de hipertensión gestacional, similar a lo observado en pacientes con PE previa. Estos hallazgos confirman la asociación entre disfunción endotelial y resistencia a la insulina en mujeres sanas premenopáusicas, con historia de THE49,50. Simultáneamente también tienen mayores valores de ácidos grasos libres que los controles, por lo que se afecta negativamente la función endotelial, influyendo en la reactividad vascular y aumenta el riesgo de ECV51. Las medidas para prevenir la aparición de DMG, en las embarazadas con factores de riesgo para esta enfermedad cardiovascular incluyen40: 1. Control del peso corporal y mantener una alimentación adecuada: Se recomienda evitar la ingesta de azúcares de fácil absorción y de harinas, así como evitar el consumo excesivo de grasas de origen animal. Está permitido la administración de edulcorantes durante el embarazo. Debe evitarse el aumento excesivo de peso puesto que esto aumenta aún más la resistencia a la insulina. 2. Se sugiere realizar ejercicios aeróbicos moderados, de bajo impacto, como caminar, con los brazos o parte superior del tronco, los cuales son seguros al embarazo y no causan estrés fetal o contracciones uterinas y evitan el aumento excesivo de peso. 3. Se debe mantener control de los niveles de lípidos plasmáticos, principalmente con el cumplimiento de pautas dietéticas y actividad física. La administración de hipolipemiantes no está aceptada durante el embarazo. Los suplementos de ácidos grasos poliinsaturados omega 3, son seguros y han demostrado beneficios en disminuir los niveles de triglicéridos. 4. Los hipoglucemiantes orales están contraindicados en el embarazo y el tratamiento de elección en embarazadas diabéticas (diabetes pregestacional) o con DMG, es la insulina. Estudios clínicos controlados y prospectivos han demostrado que el tratamiento en la embarazada con DM reduce significativamente el resultado perinatal adverso52,53. La principal meta del tratamiento en la DM pregestacional y DMG es prevenir la hiperinsulinemia fetal y mejorar la función endotelial materna reduciendo los niveles elevados de glicemia materna. Esto se logra inicialmente con dieta y ejercicio pero las que requieren tratamiento adicional, la elección es la insulina54. 206 Capítulo IX Prevención en circunstancias especiales de la mujer Se recomienda preferiblemente la insulina humana por el menor riesgo de generar anticuerpos antiinsulina. También se ha aprobado el uso de análogos de la insulina de acción ultra rápida e intermedia como insulina lispro y asprat. Con respecto a la insulina de acción ultra lenta glargina, se han realizado varios estudios clínicos con buenos resultados, pero no se ha aprobado su uso durante el embarazo. Se han ensayado otras opciones terapéuticas para el tratamiento de la embarazada diabética, no siendo aún aprobada su administración por la FDA. Existen estudios clínicos controlados, comparados con insulina, con hipoglicemiantes orales como gliburide (glibenclamida) y metformina, que demuestran efectividad en el control glicémico sin evidenciar efectos fetales adversos, garantizando su seguridad en el embarazo55,56. El uso de los hipoglicemiantes orales en el embarazo, especialmente la metformina, se justifica por el riesgo de la insulina de producir hipoglicemia y aumento del apetito y del peso en la embarazada. 5. En vista del riesgo de desarrollo futuro de DM2, especialmente en aquellas mujeres que ameritaron terapia con insulina, se recomienda realizar curva de tolerancia glucosada a quienes hayan tenido DMG, a las 6 semanas del postparto y luego cada año48. Enfermedad tromboembolica en el embarazo El embarazo es un factor de riesgo para tromboembolismo venoso (TEV), con un aumento 10 veces mayor comparado con el riesgo para las mujeres no embarazadas 57. Se considera que el riesgo relativo que se produzca una trombosis venosa profunda aumenta a 1,8 durante el embarazo y 5,5 durante el puerperio, en comparación con mujeres no embarazadas58,59 . El estado hipercoagulable se genera por alteraciones significativas en los factores fibrinolíticos y de la coagulación, por el daño endotelial y estasis venoso comunes en el embarazo. El fibrinógeno aumenta 50%, los factores II (protrombina), V, VII, VIII, IX, X y XII, aumentan de forma significante. El nivel y la actividad de la antitrombina III pueden disminuir y durante el tercer trimestre hay reducción de la proteína S y de su actividad plasmática. El nivel del plasminógeno aumenta pero la actividad de la plasmina está notablemente reducida57,58. Las mujeres con trombofilias heredadas o adquiridas, están particularmente en riesgo de TEV durante embarazo y la tromboprofilaxis es recomendable. La trombofilia también se asocia a otras complicaciones del embarazo, incluyendo pérdida fetal, PE, RCIU y desprendimiento prematuro de placenta34. 207 Capítulo IX Prevención en circunstancias especiales de la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento La terapia anticoagulante está indicada durante el embarazo para la prevención y tratamiento del TEV, el embolismo sistémico en pacientes con válvulas cardíacas mecánicas y, en combinación con AAS, para la prevención de complicaciones del embarazo en pacientes con anticuerpos antifosfolípidos u otras trombofilias34. Los agentes antitrombóticos que tienen utilidad en el embarazo, incluyen: 1. Heparinas no fraccionadas (HNF) y de bajo peso molecular (HBPM): Son los fármacos de elección porque no atraviesan la barrera placentaria y no han demostrado efectos teratogénicos ni mutagénicos en el feto. Las HBPM tienen potencialmente mayores ventajas que las HNF, ya que tienen mayor vida media plasmática, menor riesgo de causar trombocitopenia inducida por heparina y osteoporosis. 2. AAS, administrado en dosis bajas (60 a 150mg/día) y después del primer trimestre de gestación es segura para el feto y la madre, puede tener un papel en la prevención de algunas complicaciones del embarazo, aunque su seguridad al final del embarazo es incierto, por lo que se recomienda su retiro a mediados del tercer trimestre de gestación. 3. Los antagonistas de la vitamina K (warfarina) están contraindicados en el embarazo, puesto que tienen el potencial de causar sangrado en el feto y teratogenicidad. Su administración entre la semana 6 y 12 de gestación produce embriopatía, además de anormalidades en el sistema nervioso central fetal al exponerse a la droga durante cualquier trimestre del embarazo60. Las heparinas y la warfarina no son secretadas a la leche materna, por lo que su administración es segura durante la lactancia. Profilaxis del TEV34 En pacientes embarazadas con episodios previos de TEV sin factores de riesgo identificables o TEV desarrollado en un embarazo anterior o con antecedentes de trombofilia, se recomienda administrar durante todo el embarazo dosis profiláctica de HBPM (enoxaparina, 40 mg SC diaria o dalteparina 5000U SC diaria) o HNF (5000U SC cada 12 horas) más anticoagulación en puerperio durante 6 semanas, con warfarina ajustada al tiempo parcial de tromboplastina (TPT) (INR:2-3). En pacientes portadoras de trombofilia, con alto riesgo de trombosis en el embarazo por déficit de antitrombina III, componente homocigoto del gen de la protrombina G20210A y la mutación del factor V Leiden, con o sin historia de TEV, se recomienda dosis profiláctica intermedia de HBPM (enoxaparina 40mg SC c/12hr ó dalteparina 5000U c/12 horas) o dosis moderada de HNF ( 5000U SC cada 12 horas) durante todo el 208 embarazo, más anticoagulación oral en puerperio. En pacientes con múltiples episodios de TEV y que reciben anticoagulantes orales ajustado al TPT, se sugiere la interrupción inmediata de la warfarina y el inicio de dosis ajustadas al peso de HPBM (enoxaparina 1mg/kg c/12 horas) o HNF (SC c/12 horas hasta alcanzar INR entre 2 a 3) durante el embarazo, seguidas de la anticoagulación oral postparto prolongada. En todas las mujeres con antecedentes de TEV, se recomienda el uso de medias elásticas de compresión graduada durante el embarazo y puerperio. Tratamiento del TEV34 En embarazadas con episodio agudo de TEV se recomienda dosis ajustada de HBPM (1mg/Kg peso c/12horas) durante el embarazo o HNF vía endovenosa (bolus seguido de infusión continua para mantener INR entre 2 y 3) durante 5 días, luego se mantiene dosis ajustada de HNF o HBPM durante el resto del embarazo. Los anticoagulantes orales se administran por 6 semanas en puerperio. Se recomienda descontinuar la HBPM o HNF, 12-24 horas antes de la inducción electiva del parto. Conclusiones Los trastornos hipertensivos del embarazo no sólo aumentan la morbimortalidad materna y fetal sino también incrementan el riesgo materno futuro de HTA, accidente cerebrovascular, síndrome metabólico y obesidad. En las pacientes con antecedentes de diabetes mellitus gestacional y de preeclampsia confluyen variables que confirman la asociación entre la disfunción endotelial y la resistencia a la insulina como factores de riesgo para eventos cardiovasculares maternos futuros. 209 Capítulo IX Prevención en circunstancias especiales de la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas 19. Agatisa PK, Ness RB, Roberts JM, Constantino JP, Kuller LH, McLaughlin MK. Impairment of endothelial function in women with history of preeclampsia: an indicator of cardiovascular risk. Am J Physiol 2004;286:H1389-1393. 1. Zhang J, Meikle S, Trumble A. Severe maternal morbidity associated with hypertensive disorders in pregnancy in the United States. Hypertens Pregnancy,2003;22:203-212. 20. Landmesser U, Hornig B, Drexler H. Endothelial function: a critical determinant in atherosclerosis?. Circulation 2004;109:27-33. 2. Christiansen LR, Collins KA. 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Introducción La enfermedad cardiovascular se inicia en la etapa pre-natal, se desarrolla en las primeras décadas de la vida y se manifiesta en la etapa adulta, favoreciendo su transición a generaciones futuras, sobre todo en el caso de la mujer con enfermedad cardiovascular. La mujer no solo transmite genéticamente la predisposición al desarrollo de la enfermedad cardiovascular, sino que además puede establecer a través de la educación en el hogar patrones de alimentación y conducta inapropiados para el desarrollo de esta patología. En nuestra población latinoamericana, la mujer es parte fundamental de la educación en el hogar, y si consideramos que nuestra población es principalmente joven, la prevención en la mujer se hace imperativa y toma mayor relevancia. Estudios anatomopatológicos han demostrado que la aterosclerosis comienza en la infancia y que la extensión del daño aterosclerótico para los niños y jóvenes se correlaciona con la presencia de los mismos factores de riesgo para enfermedad cardiovascular bien conocidos en niños1. Para la mayoría de los niños, el grado de alteración cardiovascular es leve, la velocidad de la progresión de la aterosclerosis es lenta, por lo cual la terapéutica debe ser preventiva, con énfasis en hábitos saludables de vida2. Por otro lado, las investigaciones en los últimos años han puesto en evidencia, en razón de la epigenética por mutilación del ADN o modificaciones en la cromatina o ambos, que la salud materna durante el embarazo influye notablemente en el estatus de salud del producto cuando joven o adulto3,4. Actualmente la mujer tiende a realizar más labores urbanas, modificando sus hábitos de alimentación e incorporando el estrés laboral como patrón de vida con lo cual aumenta su exposición o riesgo cardiovascular. Los beneficios que se inculcan a los niños con los hábitos benéficos asociados con la actividad física, el control de peso, las cifras bajas de presión arterial, los buenos hábitos de salud, tienden a mantenerse hasta la edad adulta5. Paciente pediátrico de alto riesgo6,7 En este grupo se incorporan aquellos pacientes que presentan una enfermedad que se manifiesta con un proceso aterosclerótico 214 215 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento precoz e intenso, en ellos se evidencia la presencia de lesiones anatomopatológicas y disfunción endotelial y las recomendaciones para su identificación y control se resumen en la tabla 1. Capítulo IX Prevención en circunstancias especiales de la mujer otros, que tienen marcada predisposición en el sexo femenino. La enfermedad cardíaca tiene una etiología multifactorial, secundaria a la enfermedad de base, la nefropatía secundaria y la terapia esteroidea e inmunosupresora. Factores de riesgo no modificables En consecuencia, deben recibir tratamiento como el estimado para el adulto con enfermedad cardiovascular y prevención secundaria. Algunas enfermedades pediátricas están asociadas a un proceso muy importante de aterosclerosis acelerada y eventos cardiovasculares coronarios, inclusive en las primeras décadas de la vida. Un ejemplo típico es la hipercolesterolemia familiar homocigota, enfermedad que cursa con un marcado aumento del LDL-C asociada a una elevada mortalidad por enfermedad cardiovascular en la primera década de la vida. Otras que se inician en la edad pediátrica y pueden producir aterosclerosis severa son: la hipercolesterolemia familiar homo o heterocigota, diabetes mellitus tipos 1 y 2, enfermedad renal crónica, trasplante de órganos o cardíaco, enfermedad de Kawasaki, enfermedad cardiovascular congénita, enfermedad inflamatoria crónica, sobrevivientes de cáncer en la infancia. La enfermedad inflamatoria crónica o cualquier patología pediátrica que amerite tratamiento con esteroides a dosis alta por larga data, tiene elevado riesgo cardiovascular. Es importante resaltar patologías como la artritis reumatoidea juvenil, lupus eritematoso sistémico, entre 216 Antecedentes familiares. La presencia de enfermedad cardiovascular en los parientes de primer grado de consanguinidad [padres, abuelos (a) y tíos (a)]. sobre todo si se manifiesta antes de los 55 años, incrementa el riesgo en el paciente pediátrico Otros factores es la existencia de hipercolesterolemia familiar (valores de colesterol total mayores de 240 mg/dL en progenitores) e historia familiar de enfermedad cardiovascular diagnosticada en otras edades1. Maduración sexual y tendencias. En nuestra población la edad promedio de inicio puberal se inicia en los varones a los 11,5 años y en las niñas a los 10,7 años. La edad de la menarquia para la población venezolana se ha establecido a los 12,7 años con una variabilidad entre 10,7 y 14,6 años. En una población normal los niños maduran a diferentes ritmos y la maduración temprana es más frecuente en las niñas. Por tanto, estas maduradoras tempranas aumentan su velocidad de crecimiento con aparición de los caracteres sexuales a una menor edad y por ende una menarquia más temprana, alcanzando su talla adulta a los 14 años8, tienen mayor adiposidad que en el resto de los grupos con predominio de la grasa en el tronco y mayor riesgo a obesidad, síndrome metabólico y enfermedades CV; por lo cual es importante evaluar el estado nutricional con el fin de evitar el cierre epifisiario temprano9. Factores de riesgo modificables Obesidad y síndrome metabólico. Un 40% de las niñas y alrededor de 70% de las adolescentes con obesidad mantienen esta condición hasta la adultez. Los factores de riesgo cardiovascular son más frecuentes en los niños o niñas obesas, especialmente cuando hay antecedentes familiares, los cuales mejoran con el manejo adecuado de peso. La obesidad en la infancia incrementa el riesgo de morbilidad y mortalidad por enfermedad cardiovascular en el adulto. Existen evidencias sustanciales que el síndrome metabólico tiene su origen en la infancia y la identificación temprana de los factores de riesgo cardiometabólico en sus etapas incipientes justifica la intervención precoz, con el fin de prevenir progresión y aparición de complicaciones9. Se ha determinado que la prevalencia de síndrome metabólico es del 15,3% en niños, versus 25% en las niñas10. 217 Capítulo IX Prevención en circunstancias especiales de la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Otras patologías endocrinas de alto riesgo cardiometabólico pueden diagnosticarse en la infancia como el ovario poliquístico caracterizada por los rasgos dismórficos, estrías en piel y alteraciones en el ciclo menstrual como oligomenorrea o amenorrea. Dislipidemia. Estudios poblacionales longitudinales a gran escala establecen que los niveles de colesterol presentan una canalización a lo largo del tiempo, lo que significa que los niños portadores de niveles elevados de LDL-C son susceptibles de presentarlos también en la adultez con aparición precoz de lesiones ateroscleróticas. Se recomienda la determinación del perfil lipídico en niños y adolescentes de alto riesgo si cumplen alguno de los requisitos mencionados a continuación6,11: • En aquellos cuyos padres y/o abuelos hayan sido sometidos a intervención coronaria antes de los 55 años. • En aquellos con historia familiar de infarto del miocardio, angina de pecho, enfermedad arterial periférica o cerebral o muerte súbita antes de los 55 años. • La determinación del colesterol total debe realizarse en aquellos cuyos padres tengan valores elevados (>240 mg/dL) y completar con la medición de las otras fracciones lipídicas (LDL-C, HDL-C y TG) en aquellos con padres portadores de dislipidemia. • En aquellos donde se desconoce la historia familiar (padres y/o abuelos) o el paciente tiene dos o más factores de riesgo, incluyendo obesidad, HTA, tabaquismo, sedentarismo o diabetes. En caso de hipertrigliceridemia proceder a descartar la presencia de síndrome metabólico. • A todo niño con niveles de colesterol igual o mayor a 170 mg/ dL (percentil 75 para la población venezolana)12, se le debe realizar las fracciones lipídicas para descartar la presencia de dislipidemia, determinar la etiología e iniciar cambios de estilo de vida. La terapéutica farmacológica, excepto en el grupo de alto riesgo, debe plantearse en caso que fallen las recomendaciones no farmacológicas y sólo en caso de varones mayores de 10 años o en niñas que hayan presentado la menarquia13. Todavía es controversial si la hipertrigliceridemia en la infancia es causa de enfermedad cardiovascular, pero las patologías asociadas a ella como la obesidad y la diabetes si lo son. Actividad física y sedentarismo. La participación en la práctica deportiva es fundamental en la instauración de hábitos saludables en los niños y prevención de los factores de riesgo para enfermedad CV. El deporte induce a la práctica de buenos hábitos como la alimentación balanceada y la disminución del sedentarismo. Desafortunadamente la práctica deportiva es generalmente menor en el sexo femenino14. El aumento de la actividad física se ha asociado con un incremento de la expectativa 218 de vida y un descenso de riesgo para el desarrollo de enfermedad cardiovascular15. Las modificaciones de la dinámica familiar han ocasionado una mayor dependencia de las personas que quedan al cargo de los niños, guarderías, cuidadoras, lo cual limita la capacidad de los padres para su educación integral y restringe las actividades recreativas en las horas de ocio. A ello se suma la inseguridad social y las limitaciones de áreas para la recreación infantil en las ciudades. La atención de los niños actividades sedentarias como ver televisión, juegos de video, computadoras, internet comienza desde edades tan tempranas como la pre escolar y aumenta con el paso de los años16. Se debe enfatizar en una mayor actividad física, más que una mejoría súbita de la capacidad aeróbica, que debe alcanzar diariamente, como mínimo, 60 minutos y reducir el sedentarismo (televisión, computadoras, juegos de videos, entre otros) a menos de dos horas diarias13. Hipertensión arterial (HTA) en niños y adolescentes. Se define como la presencia de cifras de presión arterial (PA) sistólica y/o diastólica, por encima del percentil 95 para su edad y sexo, y de ser posible acorde a su estatura en, al menos, tres mediciones. La toma de la PA debe realizarse de rutina en todo niño mayor de 3 años, o en aquel que presente una patología relacionada con un incremento de las cifras tensionales. Los niños provenientes de familias hipertensas tienen cifras tensiónales más elevadas que los descendientes de familias normotensas. La PA se correlaciona en mayor grado entre las madres y sus niños que entre los padres y sus niños sugiriendo una influencia prenatal17. La PA elevada en el niño se considera un factor de riesgo para HTA y enfermedad cardiovascular en el adulto joven. El incremento de la obesidad en la población infantil ha propiciado una mayor frecuencia de HTA en niños y adolescentes. Alimentación Dietas inadecuadas, hiperproteicas y/o altas en grasas. Los trastornos alimentarios, como la bulimia y la anorexia son más frecuentes en la etapa escolar y puberal, además de ser más frecuentes en niñas, conduce a dietas no saludables conocidas como “Fad Diets”, así llamadas por ser de bajas calorías con edulcorantes y productos artificiales o mal balanceadas que producen una pérdida rápida de peso a expensas de líquidos, electrolitos y masa muscular, y el consumo de laxantes, estimulantes y diuréticos que incrementan el riesgo cardiovascular. La adopción de dietas inadecuadas favorece la deficiencia de macro y micronutrientes, algunos de ellos asociados a enfermedad cardiovascular. Por otro lado, se ha determinado que los malos hábitos de alimentación como una dieta rica en alimentos de alta densidad calórica, elevado 219 Capítulo IX Prevención en circunstancias especiales de la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento índice glucémico, grasas saturadas, bebidas calóricas no nutritivas; y baja en frutas frescas, vegetales y fibra soluble e insoluble conduce a favorecer el riesgo cardiometabólico18. La alimentación con lactancia materna, preferiblemente exclusiva durante los primeros seis meses, así como la introducción de nuevos alimentos a partir del sexto mes, ofrecen un factor protector para el desarrollo de la obesidad y otras enfermedades cardiometabólicas. Alimentación con soya. Las formulas de soya contienen fitoestrógenos, compuestos derivados de las plantas químicamente idénticos a los estrógenos humanos que estimulan la actividad de los receptores estrogénicos. Algunos estudios han cuestionado la utilización de la fórmula de soya en niñas basándose en la posibilidad de estar implicados en adelanto puberal. Se esperan estudios longitudinales más concluyentes para determinar el riesgo de adelanto puberal, riesgo cardiovascular y, por ende, envejecimiento precoz19. Intervenciones farmacológicas Algunas terapias farmacológicas están reconocidas como factores de riesgo para enfermedad cardiovascular como los esteroides e inmunosupresores entre otros. Su uso desde las edades pediátricas generalmente se asocia a enfermedades crónicas, lo cual incrementa el riesgo CV para este grupo de pacientes. Otro grupo de fármaco de uso frecuente son los anticonceptivos orales, muchas veces sin prescripción médica. Conclusiones Es necesario minimizar los factores de riesgo de la población joven promoviendo cambios en el estilo de vida y reduciendo la aparición y progreso de la enfermedad cardiovascular. Otros condicionantes El tabaquismo y el incremento del consumo de alcohol en nuestros adolescentes son considerados como factor de riesgo para enfermedad cardiovascular. El humo del cigarrillo ha demostrado disminuir las concentraciones de HDL-C tanto en fumadores activos como en pasivos20. En la tabla 2 se resumen las estrategias que se pueden poner en marcha con la finalidad de promover una mejor salud cardiovascular en la población infantil y en adolescentes. 220 Referencias Bibliográficas 1. Williams CL, Hayman LL, Daniels SR, Robinson TN, Steinberger J, Paridon S, Bazzarre T. Cardiovascular Health in Childhood. A statement for Health Professionals from the Committee on Atherosclerosis, Hypertension, and Obesity in the Young (AHOY) of the Council on Cardiovascular Disease in the Young, American Heart Association. Circulation 2002;106:143-160. 2. Cohen MS. Fetal and childhood onset of adult cardiovascular diseases. Pediatr Clin N Am 2004;51:1697– 1719. 3. 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En: Nutrición, Crecimiento y Desarrollo. L. Machado, I. Espinoza, R. Santiago (eds.). Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría. Editorial Panamericana. Caracas 2009. 20. Atherosclerosis in Youth (PDAY) Research group. PDAY Risk scores are associated with early and advanced atherosclerosis in middle-aged persons as well as youth. Atherosclerosis 2006;190:370-377. 222 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer • • • • Anticonceptivos orales y factores de riesgo cardiovascular. Dra. Marisol Fernández, Dra. Rita Pizzi, Dra Mariella Bajares de Lilue. Riesgo cardiovascular en la perimenopausia y menopausia. Dr. José Ramón Gómez Mancebo. Terapia de reemplazo hormonal y enfermedad cardiovascular. Visión del ginecólogo. Dra. Mariella Bajares de Lilue, Dra. Rita Pizzi. Trastornos psiquiátricos y su repercusión cardiovascular. Dra. Lilian Lafont, Dra. Norma Barreno. Anticonceptivos orales y factores de riesgo cardiovascular Dra. Marisol Fernández, Dra. Mariella Bajares de Lilue, Dra. Rita Pizzi. Introducción A pesar que los anticonceptivos orales (AO) son una de las prescripciones médicas más comunes en la edad reproductiva, existe preocupación acerca de sus efectos colaterales y ello constituye una de las principales razones para la interrupción de la medicación. Particularmente, las alteraciones en el metabolismo de la glucosa y lipoproteínas, así como de los factores de coagulación son motivo de estudio por su relación con el desarrollo de diabetes, enfermedad cardiovascular y riesgo de enfermedad tromboembólica Los anticonceptivos orales se usaron por primera vez en 1960 y el desarrollo de los mismos ha implicado dos cambios importantes1: 1. La disminución de la dosis de etinil estradiol de la dosis de 150 µg a 50 µg, 30-35 µg y 20 µg. Se denominan AO de alta dosis aquellos con > de 50 µg, y de baja dosis aquellos con < de 50 µg. 2. Desarrollo de nuevos progestágenos: Los AO se clasifican en primera, segunda o tercera generación dependiendo del tipo de progestágeno. Los de primera generación contienen progestinas llamadas estranos como la noretindrona o el acetato de etinodiol, los de segunda generación contienen gonanos los cuales son más potentes para inhibir la ovulación con menos dosis de progestágeno, ellos son el levonorgestrel y el norgestimato. Los de 223 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento tercera generación son también derivados gonanos, como el desogestrel y el gestodeno pero con menor efecto androgénico y menos impacto metabólico. Recientemente una nueva generación de progestágenos derivados de la aldosterona, la drospirenona se ha incorporado a la anticoncepción oral. En este capítulo se revisa el impacto de los AO en el metabolismo de los lípidos, hipertensión arterial, enfermedad cardiovascular (infarto del miocardio y enfermedad vascular cerebral), los factores de coagulación y el riesgo de enfermedad tromboembólica. Metabolismo de los lípidos Las alteraciones en el metabolismo de los lípidos asociadas al uso de AO han sido motivo de preocupación por la posibilidad de aumentar el riesgo cardiovascular. Los AO pueden modificar el perfil lipídico por vías genómicas, mediante una regulación de las apolipoproteínas hepáticas El etinilestradiol, administrado por vía oral a dosis iguales o mayores de 50 ug, produce un incremento significativo y mantenido de las proteínas hepáticas dentro de las cuales se incluyen las proteínas transportadoras de hormonas sexuales (SHBG por sus siglas en inglés), de cortisol (CBG por sus siglas en inglés), de hormonas tiroideas (TBG por sus siglas en inglés), factores de coagulación, angiotensinógeno, así como de la renina proveniente del riñón1. Los efectos estrogénicos sobre los lípidos ocurren, principalmente, por el paso hepático obligatorio al ser ingeridos por vía oral. Producen una elevación significativa de los triglicéridos, reducen el colesterol total y los niveles de LDL-C. Adicionalmente, aumentan los niveles de HDL-C2. Los progestágenos tienen un efecto antagónico al de los estrógenos a través de varios mecanismos, incluyendo un aumento en la actividad de la lipoproteína lipasa hepática, la cual degrada el HDL-C. Los componentes progestacionales inicialmente fueron los derivados de la 19 nortestosterona (19 N), los cuales por su acción androgénica intrínseca antagonizan en forma variable el efecto de los estrógenos, mientras mayor sea el efecto androgénico, mas pronunciados serán los efectos negativos sobre las lipoproteínas protectoras Los avances en la anticoncepción oral con dosis de etinilestradiol hasta 10 veces menor y la introducción de nuevos progestágenos con menor efecto androgénico y efecto antimineralocorticoide, han disminuido significativamente la influencia de estos esteroides sobre el metabolismo lipoproteico. Revisiones actuales reportan cambios mínimos del perfil lipídico, los cuales probablemente no contribuyan con el aumento de riesgo cardiovascular y protrombótico observado en algunas mujeres 224 que consumen AO3. Hipertensión arterial Diversos estudios han señalado un incremento de la presión arterial (7 a 8 mmHg en presión arterial sistólica, PAS) en mujeres normotensas usuarias de AO comparadas con no usuarias. El mecanismo del responsable parece involucrar al sistema renina-angiotensina, siendo el hallazgo mas consistente, la elevación del angiotensinógeno en plasma hasta 8 veces su valor normal con dosis alta de estrógeno1. En el “Estudio de las Enfermeras” se reportó aumento de la PA en usuarias de AO de dosis baja, con una incidencia de 41/10.0004. Se ha informado que los nuevos progestágenos con efecto antimineralocorticoide reducen los niveles de PA5. Enfermedades cardiovasculares La relación de los AO con las enfermedades cardiovasculares ha sido investigada exhaustivamente. Algunos estudios han señalado un discreto aumento de estas afecciones. En mujeres sanas menores de 35 años, no fumadoras, el riesgo de infarto del miocardio (IM) y accidente cerebrovascular (ACV) trombótico o hemorrágico no parece aumentar con el uso de AO de segunda y tercera generación, como se evidenció en el Estudio de las Enfermeras6. Sin embargo, existen publicaciones controversiales, como un meta- análisis7 de estudios realizados entre 1980 y 2002,que informa de un riesgo relativo para IM de 1,84 (IC 95% 1,38-2,44) y de 2,12 (IC 95% 1,56-2,86) para ACV trombóticos con los AO de segunda generación. Otras cuatro publicaciones de estudios de casos y controles con AO de segunda y tercera generación8-11 no encontraron aumento significativo de estos desenlaces. Varios estudios8-12 reportan un menor riesgo para IM y ACV en mujeres que previamente usaron AO de dosis baja cuando se comparan con no usuarias. La hipertensión arterial y el consumo de cigarrillos son factores de riesgo independientes y aditivos con el uso de AO para infarto del miocardio y ACV trombóticos y hemorrágicos (tabla 1). 225 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Un estudio reciente, prospectivo, realizado en Suecia, con un seguimiento de 11 años, no evidenció un incremento de infarto del miocardio en usuarias recientes o en el pasado de AO así como tampoco aumentó el riesgo en aquellas que tomaban AO por más de 15 años13. En el estudio Women´s Ischemia Syndrome Evaluation (WISE)14 el uso pasado de AO se relacionó con una reducción del 2,4% de riesgo de enfermedad coronaria aterosclerótica. Los ACV trombóticos son muy raros en mujeres en edad reproductiva (6/1.000.000 en el grupo de 20-24 años, 10/1.000.000 en 30-34 años y 16/1.000.000 en 40-44 años). Los AO de dosis baja elevan el riesgo relativo de este evento a 2,2 (IC 95% 1,9-2,7). El riesgo relativo de ACV trombótico es 1,5 veces mayor en mujeres hipertensas que usan AO15. Factores de coagulación y riesgo de trombosis venosa El uso de AO induce cambios significativos sobre casi todos los parámetros hemostáticos y desde su introducción se le asocia con un riesgo aumentado de trombosis venosa16. El tromboembolismo venoso (TEV) incluye tanto la trombosis venosa profunda, el embolismo pulmonar y la trombosis del seno venoso cerebral. Los estrógenos juegan un papel importante en diversos procesos vasculares. En el endotelio vascular sano ejercen una acción protectora cardiocirculatoria y se ha descrito que son capaces de modular la expresión genética de la síntesis de algunos componentes del sistema hemostático17. Los progestágenos también tienen un rol importante en la regulación vasoactiva incrementando la distensibilidad de las venas, disminuyendo el flujo venoso y secundariamente causan éstasis sanguíneo18. Durante muchos años los efectos de los AO sobre los sistemas de coagulación y fibrinolítico han sido objeto de estudio, sin embargo, los mecanismos moleculares o celulares por los cuales los estrógenos y progesterona producen cambios en las variables hemostáticas no han podido ser dilucidados completamente y tampoco establecer la relación exacta con el aumento de riesgo de tromboembolismo venoso (TEV). Probablemente ambos efectos son consecuencia de la acción estrogénica más que del tipo de progestina19. En general, los AO tienen un efecto procoagulante ocasionado por un incremento de los factores de coagulación, causando un desequilibrio entre los sistemas de coagulación y fibrinolísis, así mismo, aumentan los complejos plasmina-antiplasmina de los productos de degradación de la fibrina, como el Dímero D (D-D) y de los fragmentos 1+2 de la protrombina, que es reflejo de una hiperfibrinolisis, probablemente compensatoria a la hiperactividad trombínica17. 226 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer Diversos estudios reportan la presencia de niveles elevados de Factor VII, X, XIII, Protrombina, IX, Fibrinógeno, VIII y del factor von Willebrand en pacientes usuarias de AO18-21. Los niveles aumentados de fibrinógeno, protrombina y la disminución de proteína S y antitrombina III (ATIII) se consideran efectos protrombóticos. Mientras que los niveles elevados de proteína C, α1 antitripsina, plasminógeno y disminución del inhibidor del plasminógeno tisular (PAI) son efectos antitrombóticos. Muchos de los cambios hemostáticos como el efecto sobre la activación del Factor VII, fragmentos 1+2 de la protrombina, proteína S libre y total, activación de la ATIII y Dímero-D se han relacionado con la dosis de etinilestradiol (EE)21. Es importante destacar que existen diferencias interindividuales en cuanto a la magnitud de la respuesta a los AO sobre los parámetros hemostáticos. Afortunadamente todos estos efectos sobre el mecanismo de coagulación son reversibles y retornan a la normalidad tres meses después de suspender la medicación22. Un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 199523, reportó que las usuarias de AO que contenían gestodeno o desogestrel tenían el doble de riesgo de sufrir TEV que las usuarias de progestágenos de segunda generación (levonorgestrel). Catorce años después, la publicación de dos estudios retrospectivos de cohorte (el estudio de los registros danés25 y el estudio MEGA26) reportaron un incremento del riesgo de trombosis venosa profunda en usuarias de gestodeno, desogestrel, acetato de ciproterona y drospirenona comparados con levonorgestrel. Después de varios años de controversia y múltiples estudios, la comunidad ginecológica concluyó que los estudios iniciales con gestodeno y desogestrel tenían varios sesgos que llevaban a conclusiones equivocadas, a saber: 1. Sesgo por prescripción preferencial: Introducidos al mercado como menos androgénicos con lo cual fueron percibidos como drogas “mejores” o “más seguras”, por ende, prescritas a pacientes de mayor edad o con factores de riesgo. 2. Sesgo de la usuaria saludable: Las pacientes con buena tolerancia a un AO, tienden a permanecer con éste y libres de efectos secundarios (usuaria saludable). Las que suspendían otros fármacos AO por múltiples razones, eran iniciadas con estos compuestos, y se convertían en una población que estaba en su primer año de uso, por lo tanto con mayor riesgo de TEV. Así, se comparaban poblaciones disímiles con riesgos para TEV también diferentes. En la actualidad aún continua el debate, el incremento del riesgo para TEV es dependiente de la dosis de estrógenos, sin embargo las pequeñas diferencias en relación a los progestágenos se ha basado solo en estudios observacionales que no ha conducido a un consenso definitivo26-30. 227 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento El hallazgo más importante que se ha reportado en los últimos años en usuarias de AO es el relacionado con la presencia de una resistencia adquirida a la proteína C activada (PCA), mejor definida, como una disminución de la respuesta anticoagulante a la proteína C activada31. Esta alteración se hace evidente tres días después de iniciado el tratamiento y revierte fácilmente una vez suspendido. Diversas investigaciones han demostrado que este efecto es mas pronunciado en mujeres que usan AO de tercera generación comparadas con los de segunda generación, a su vez, la alteración es mayor en pacientes portadoras de la mutación factor V de Leiden, por lo tanto, la presencia de este defecto en ausencia de dicha mutación, debe ser considerado como un factor de riesgo independiente de TEV. Existen otras causas de resistencia a la PCA de origen adquirido tales como el síndrome antifosfolípido y niveles elevados del Factor VIII31-35. La incidencia de TEV es poco común en mujeres en edad reproductiva, con una frecuencia general en las menores de 50 años de 5 x 100.000 mujeres/año. Los AO, aún los de dosis baja, aumentan el riesgo relativo de TEV en 3 ó 4 veces; sin embargo, dado lo poco frecuente de la patología ésta continúa teniendo una incidencia muy baja28. Cuando se asesoran pacientes es importante saber comunicar riesgos absolutos. Decirle a un paciente que los AO aumentan en 3-4 veces el riesgo relativo de sufrir TEV puede generar alarma; tranquilizaría saber que eso mismo significa que el riesgo absoluto o probabilidad de sufrir un TEV pasa de 5 x 100.000 a 15 x 100.000 mujeres/año, sin olvidar que el riesgo de una embarazada es de 60 x 100.000 mujeres /año26-29. Actualmente, se reconoce a la trombosis como un proceso multifactorial, donde pueden estar presentes diversos factores de riesgo como edad, obesidad, HTA o diabetes. En algunos casos también se puede asociar una predisposición genética o adquirida a TEV, como es el caso de la deficiencia de ATIII, proteína S, mutación Factor V de Leiden o de Protrombina y síndrome antifosfolípido con anticuerpos circulantes. En estos casos el riesgo de TEV es mayor en el primer año de uso de los AO y persiste con el uso de AO de baja dosis en una proporción 3-4 veces mayor que la incidencia general. La alteración hereditaria de la coagulación más común es la mutación del Factor V Leiden. El portador heterocigoto tiene un riesgo de TEV entre 6 a 8 veces mayor, y puede aumentar hasta 30 veces con el régimen de AO. La aparición de TEV en los primeros meses después de iniciado el tratamiento con AO, debe hacer sospechar la presencia de este trastorno. Afortunadamente no es una mutación común, estando presente sólo en un 3-4 % de población de origen europeo. No está indicado realizar pruebas para detectar el desorden previo al uso de AO36. 228 Anticoncepción hormonal en mujeres con riesgo cardiovascular elevado El Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos37 elaboró una guía de recomendaciones para la prescripción de AO en mujeres con condiciones médicas especiales, entre las cuales están las siguientes: Hipertensión Arterial: si la paciente está bien controlada y es sana, menor de 35 años puede usar AO. Si la presión arterial no está controlada usar AO de sólo progestágenos o dispositivo intrauterino. Dislipidemia: Si el LDL-C > 160 mg/dL o con múltiples factores de riesgo cardiovascular se deben usar métodos contraceptivos no hormonales. Tabaquismo: si la mujer es fumadora y mayor de 35 años no usar anticonceptivos hormonales combinados. Mujer > 35 años: sana, no fumadora puede usar AO con dosis < 50 µg EE, y los puede continuar hasta la menopausia, evaluando el perfil riesgo beneficio periódicamente. Conclusiones38 1. Los AO de dosis baja no incrementan el riesgo de infarto del miocardio ni de ACV en las mujeres sanas, no fumadoras. 2. El cigarrillo y la hipertensión arterial tienen un efecto de riesgo aditivo para enfermedad aterotrombótica en usuarias de AO. 3. Los AO modifican los parámetros hemostáticos ejerciendo una acción procoagulante e hiperfibrinolítica. 4. Los AO aumentan el riesgo de trombosis tanto arterial como venosa. 5. El incremento de riesgo es atribuido al estrógeno de una manera dependiente de la dosis. Las progestinas no tienen un impacto significativo sobre los factores de coagulación. 6. El antecedente personal o familiar de TEV es una contraindicación absoluta para el empleo de AO. 7. Recordar el sinergismo entre los factores de riesgo al momento de prescribir AO. 229 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas 1. Petiti DB. Clinical Practice. 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Dr. José Ramón Gómez Mancebo. perimenopausia y menopausia Introducción Las enfermedades cardiovasculares se desarrollan en la mujer, en promedio 10 años más tarde que en los hombres, lo cual se atribuye a los efectos protectores de las hormonas sexuales femeninas, particularmente a los estrógenos, antes de la menopausia1 y mundialmente son la causa más importante de muerte entre ellas, representando la tercera parte de los decesos2. En muchos países, más mujeres que hombres mueren diariamente por estas causas3,4. Aunque los eventos cardiovasculares son poco frecuentes en las mujeres pre-menopáusicas, su incidencia aumenta después de la década de los 45 a los 54 años. En los países desarrollados se ha registrado una disminución de la prevalencia de la enfermedad cardiovascular general5, pero en el caso de las mujeres más bien ha habido un incremento gradual6,7 y el pronóstico de algunas de estas patologías es diferente de acuerdo al género como por ejemplo, la mortalidad a un año posterior al infarto del miocardio (IM) es mayor en las mujeres7, pero el pronóstico de IC en ellas es mejor8. Las enfermedades cardiovasculares están relacionadas con los factores de riesgo asociados, de manera que la evaluación de estos permitirá discriminar las diferencias de incidencia de las primeras, de acuerdo a los géneros. Diferencias entre los factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares de acuerdo al sexo Factores de riesgo no modificables. No se ha determinado diferencia con la historia familiar, pero la aparente relación con la edad se debe más a los niveles de estrógenos que por el envejecimiento. La presencia de estrógenos en la mujer pre-menopáusica hace la diferencia protectora en relación a los hombres de edades comparables con ellas. Inmediatamente que ocurren los cambios de la menopausia, disminuyen los niveles de estrógenos, que se reflejan en los cambios del perfil de lípidos y el metabolismo de los carbohidratos9, independientemente de la edad, pues ocurre de manera similar en la insuficiencia ovárica de aparición prematura. 232 233 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Factores de riesgo modificables Hipertensión arterial (HTA). Su frecuencia es mayor en las mujeres postmenopáusicas. En Venezuela y Latinoamérica, esta prevalencia, igualmente aumenta a partir de los 50 años, pero además es la más alta del mundo10. Como poderoso factor de riesgo que es, la elevación de cada 20 mmHg de la presión arterial (PA) sistólica a partir de 115 mmHg, aumenta en dos veces la incidencia de muerte por accidente cerebro vascular (ACV), enfermedad arterial coronaria (EAC) y otras causas de muerte vascular11. En la población adulta, la HTA es la enfermedad crónica más prevalente. A los 60 años, más del 80% de las mujeres son hipertensas12. Aparte de incrementar el riesgo de EAC y de ACV, la HTA puede producir daño vascular renal que aumenta el riesgo hasta producir enfermedad renal terminal. La PA es uno de los determinantes más poderosos del riesgo13, pero a pesar de su importancia, frecuentemente es subdiagnosticada, bien por razones de evaluación clínica o por defectos del equipo empleado14. Cuando es detectada, frecuentemente es mal tratada, por no insistir en los cambios generales del estilo de vida o por el uso inadecuado de drogas antihipertensivas15. No debe dejarse de lado la evaluación del riesgo del hipertenso, ya que aunque la HTA se define como valores mayores de 140/90 mmHg, el daño a órganos blanco (DOB) se inicia desde un umbral menor, y la asociación de factores de riesgo concomitantes, aun con valores de PA normal, aumenta el riesgo. Las guías de tratamiento, tanto del Joint National Committee en su séptimo reporte (JNC7)16, y sobre todo las guías europeas17 reconocen que el riesgo del daño a órgano blanco debe tener un umbral flexible y dependiente del riesgo total de cada individuo, de ahí las tablas de valoración del riesgo que no sólo dependen del nivel de la PA, sino que también lo hacen del número de factores de riesgo y patologías asociadas que el individuo tenga. Además de los factores que comprenden el síndrome metabólico y la diabetes mellitus tipo 2, hay varios mecanismos de nivel molecular que pueden tener un rol en la mayor incidencia de hipertensión en la mujer menopáusica18: el estrés oxidativo, los niveles de endotelina, la actividad del sistema nervioso simpático y la actividad de la renina plasmática aumentada. La disfunción endotelial resultante lleva a cambios del tono vasomotor, rigidez y remodelado arterial e inflamación, todos ellos pasos previos a la aterosclerosis y el DOB19. El sistema renina-angiotensina-aldosterona (SRAA) tiene un rol principal en la regulación del balance del sodio, del volumen de líquidos corporales y de la presión arterial20. La inhibición crónica a largo plazo del SRAA mediante inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (IECA) o de antagonistas del receptor AT1 de angiotensina (ARA II), pueden prevenir la mayoría de los efectos dañinos sobre el sistema 234 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer cardiovascular21. La aldosterona, ha estado implicada en la enfermedad cardiovascular, independientemente de la angiotensina II. El bloqueo del receptor de aldosterona impide la retención de agua y sodio, con control de hipertensión y previene el daño vascular y su fibrosis, las arritmias y la fibrosis cardíaca22. La espironolactona, un antagonista del receptor de aldosterona, ha demostrado la reducción del riesgo de morbilidad y muerte en pacientes con IC23. La eplerenona, otro antialdosterónico, ha demostrado los mismos beneficios en pacientes con disfunción sistólica del ventrículo izquierdo posterior a IM24. Una progestina, la drospirenona, es un antagonista del receptor de aldosterona con actividad antimineralocorticoide25, cuando se ha combinado con estradiol en terapia de reemplazo hormonal en mujeres perimenopáusicas, ha demostrado actividad antihipertensiva al igual que en mujeres diabéticas26. Sin embargo, no tiene efecto sobre la PA en mujeres normotensas27. La drospirenona puede ser el progestágeno de elección en la terapia hormonal, a fin de mejorar los síntomas climatéricos de las mujeres hipertensas postmenopáusicas28. La probabilidad de que la PA aumente con la terapia de reemplazo hormonal en mujeres menopáusicas hipertensas es baja29. Sin embargo, la mayoría de estas mujeres requerirá tratamiento antihipertensivo para llegar a sus valores meta. Aunque la reducción de la PA es importante y representa la causa de la mayoría de los beneficios, el tipo de antihipertensivo debe ser considerado17. En el estudio AngloScandinavian Cardiac Outcomes Trial-Blood Pressure Lowering Arm (ASCOT-BPLA), el tratamiento de amlodipina/perindopril fue superior al de atenolol/diurético en las mujeres comparado al resultado de los hombres30, sin embargo, hay que tener en cuenta el reducido número de mujeres (23%). El uso de betabloqueadores ha cambiado recientemente, aunque permanece su indicación en los grupos hipertensos posteriores a IM y los que tengan taquiarritmias y debe evitarse en las mujeres en riesgo de síndrome metabólico y diabetes mellitus tipo 2. Los inhibidores de ECA y los ARA II pueden ser muy apropiados en las hipertensas menopáusicas debido a la actividad aumentada del SRAA en este momento de la vida31, además son los agentes de elección en hipertensos con diabetes, pudiendo prevenir o demorar su aparición en individuos no diabéticos32. El evento adverso más destacado de los IECA es la tos no productiva que se hace intolerable33, la cual es rara con los ARA II. Tabaquismo. Los hombres han tenido tradicionalmente más posibilidades de fumar, sin embargo desde la década de los años 80, la brecha por el género se ha estrechado y se ha mantenido constante34. Las fumadoras tienen mayor riesgo relativo de IM que los fumadores, aún después de ajustar el resto de factores de riesgo presentes. Esto plantea la interrogante 235 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento si el fumar puede ser más dañino a las mujeres en relación a la EAC, posiblemente por los constituyentes del humo que ejercen efectos antiestrogénicos35. El tabaquismo es el responsable de la mayor cantidad de casos de EAC cuando se evaluó la asociación en conjunto con el uso de anticonceptivos36 y dicha combinación puede incrementar el número de casos de IM en las mujeres mayores de 35 años37; sin embargo, si se quitan los anticonceptivos orales, el número de casos en exceso es debido al tabaquismo38. El riesgo aumentado de trombosis asociada al tabaquismo parece deberse a un incremento de la agregación plaquetaria y a degeneración del endotelio vascular39,40. Entre las mujeres que utilizan anticonceptivos orales que contienen menos de 35 mcg de etinilestradiol, hubo un incremento significativo de los niveles de fibrinógeno y de fibrinopéptido A, tanto en fumadoras como en no fumadoras41; a diferencia de estas últimas, las fumadoras no tienen un aumento compensatorio de la actividad de la antitrombina III, por lo cual los efectos procoagulantes de los anticonceptivos orales no tienen oposición42. En consecuencia, el uso de anticonceptivos orales, tanto actual o como antecedente, no se asocia con un gran incremento del riesgo de IM en las no fumadoras43, pero se debe tener cuidado en prescribirlos en las fumadoras mayores de 34 años, y más aún en las que sobrepasan los 39 años44. El uso de anticonceptivos orales también se asocia al incremento de riesgo de ACV isquémico, especialmente en hábito de fumar intenso, aunque este riesgo aumentado debe ser considerado en el contexto de un riesgo cardiovascular absoluto muy bajo en este grupo poblacional, por ejemplo en el estudio de Mant y colaboradores, se calculó el número necesario de pacientes tratados para llegar a producir un ACV y se encontró que se necesitaban 5.880 mujeres tomando anticonceptivos orales durante un año para que apareciera un ACV45. Dislipidemia La dislipidemia confiere un riesgo relativo de cardiopatía isquémica similar para hombres y mujeres y se incrementa con la edad46. La disminución de colesterol unido a las lipoproteínas de baja densidad (LDL-C) es un objetivo primario de protección47, sin dejar de lado a la concentración del colesterol unido a las lipoproteínas de alta densidad (HDL-C), por su correlación inversa con la incidencia de enfermedad cardiovascular48. En relación a los triglicéridos, el riesgo es significativamente mayor en las mujeres y disminuye con la edad46. El Tercer Panel del Adulto del Programa Nacional de Educación sobre el Colesterol (NCEP-ATP III por sus siglas en inglés) en Estados Unidos de América (EUA), en sus guías no diferencia el tratamiento de la dislipidemia entre hombres y mujeres49. Los cambios del estilo de vida han de ser implementados y con los objetivos terapéuticos bien determinados, las estatinas son el tratamiento de elección. El valor ideal de LDL-C se considera de acuerdo a la categoría de 236 riesgo: Menos de 130 mg/dL para riesgo bajo, es decir, aquellos pacientes con uno o ningún factor de riesgo para EAC. • Igual o menor de 100 mg/dL para los de riesgo intermedio (portadores de dos o más factores de riesgo, pero con menos del 20% de posibilidad de sufrir enfermedad cardiovascular en 10 años). • Igual o menor de 70 mg/dL en pacientes de riesgo alto (portadores de EAC: historia de IM antiguo, EAC conocida o los equivalentes: enfermedad arterial periférica, aneurisma de aorta abdominal, enfermedad arterial carotídea , diabetes mellitus o riesgo para EAC mayor del 20% en 10 años) y muy alto (enfermos coronarios con más de 2 factores de riesgo que no se han controlado, o más de 3 factores de riesgo incluyendo diabetes mellitus o síndrome metabólico)50. Diabetes mellitus La prevalencia de diabetes aumenta con la edad y es mayor en mujeres que en hombres de grupos etarios mayores51. Los niveles de testosterona elevados en las mujeres aumentan la probabilidad de diabetes, mientras que el riesgo baja en hombres52. Las mujeres que han presentado diabetes gestacional están más propensas a desarrollar diabetes más tarde, a lo largo de sus vidas53. Se conoce que la diabetes aumenta significativamente el riesgo cardiovascular54. Como dato a recordar, los individuos con una curva de tolerancia glucosada a dos horas entre 180 y 200 mg/dL (10,0 – 11,0 mmol/L), posee un riesgo de mortalidad cardiovascular similar que aquellos con diabetes15. El registro europeo de eventos coronarios55 encontró que las mujeres con diabetes tuvieron más probabilidades de un IM con elevación del ST y más mortalidad que otras mujeres. El estudio EURO-ASPIRE de 4.437 pacientes con EAC demostró que la prevalencia de diabetes ya conocida, diabetes de primera aparición, o glucemia en ayunas alterada es similar en hombres (46%) y mujeres (47%)56, aunque el riesgo relativo de muerte por EAC y por IM no fatal atribuible a la diabetes es mayor en las mujeres57,58 y según el meta análisis de Kanaya y colaboradores, que incluyó 22 estudios, tal riesgo relativo por muerte por EAC se asocia con diabetes en mujeres en un 50% más57. Obesidad Es un pronosticador de gran poder para muerte cardiovascular a través del incremento del índice de masa corporal59. El registro EUROASPIRE indicó que la obesidad y la obesidad central (definida como la cintura abdominal mayor de 88 cm en las mujeres y más de 102 cm en los hombres) es más prevalente en mujeres (70%) que en hombres (46%) con EAC60. La obesidad central se asocia con la transición menopáusica61. Incluso la ganancia de peso modesta durante el período adulto, se asocia con un mayor riesgo de morir en las mujeres, • 237 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento independientemente de la actividad física. El índice de masa corporal mayor de 25 kg/m2 y menos de tres horas de ejercicio por semana se relaciona con el 59% de las muertes cardiovasculares62. Síndrome metabólico Es un grupo de factores de riesgo cardiovascular y diabetes mellitus tipo 2 que incluyen la obesidad central, la regulación alterada de la glucosa (intolerancia/ insulina resistencia), hipertrigliceridemia, HDL-C bajo e hipertensión. La coexistencia de 3 o más de estos factores de riesgo constituye el síndrome metabólico incrementa la probabilidad del desarrollo de diabetes mellitus y de enfermedad coronaria y muerte cardiovascular. Basados en las definiciones de la NCEP-ATPIII49 y de la IDF63, el registro EUROASPIRE encontró 56 y 72% de las mujeres, respectivamente, con síndrome metabólico en contraposición con 40 y 59% de los hombres60. En las mujeres, el síndrome metabólico se caracteriza por tener más obesidad y menos HDL-C que los hombres y la sobreactividad simpática y los signos de inflamación que aumentan con la edad parecen relacionadas con la mayor prevalencia de la afección en ellas64. La preeclampsia además de ser un riesgo de EAC subsecuente65, también es un factor de riesgo de síndrome metabólico66. Sedentarismo Se define como el gasto de energía menor del 10% de la ingerida al día, mediante la realización de actividades físicas de moderada o alta intensidad67, y es muy frecuente en mujeres de edad media68. La inactividad física es un factor que contribuye junto con el índice de masa corporal a la aparición de enfermedad arterial coronaria, especialmente en mujeres. El sedentarismo se combina frecuentemente con depresión69. La menopausia como un factor de riesgo cardiovascular La población femenina está envejeciendo. En los países europeos sobreviven a los hombres70; datos de Europa occidental de 2002, indican que por cada 100 mujeres mayores de 60 años, solo hay 70 hombres71. Para fines del siglo XX, la situación fue menos favorable en los países en desarrollo: América Latina, África y la mitad sur de Asia donde menos del 10% de las mujeres llegaron a los 60 años72. El futuro es provisor, durante 2006, aún en los países más pobres, las mujeres sobreviven a los hombres71 y en 2050, la expectativa de vida mejorará en todo el mundo y más del 30% de las mujeres serán mayores de 60 años72. Esto aumentará el número de mujeres en transición menopáusica. La edad de la menopausia no cambiará significativamente, por lo cual, las mujeres en el futuro vivirán más de una tercera parte de sus vidas en 238 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer post-menopausia28. La pérdida de la actividad folicular de los ovarios genéticamente programada, conlleva a la disminución de péptidos gonadales y la inhibina, incrementándose los niveles de hormona estimuladora de los folículos (FSH) y la declinación de la producción de estrógenos en la menopausia73. Uno de los síntomas más frecuentes y molestos de las mujeres perimenopáusicas son las oleadas de calor (“calorones”) y los sudores nocturnos, aún más severos entre los 6 y 12 meses después de la última menstruación74, pero pueden persistir por muchos años74,75,76. El reemplazo hormonal reduce rápidamente la intensidad y la severidad de estos síntomas77. El reemplazo con estrógenos es aún la terapia más confiable y efectiva para los síntomas vasomotores. Otras alternativas, como las isoflavonas de soya tienen menos beneficios78. Las mujeres postmenopáusicas se quejan de que su calidad de vida disminuye debido a los síntomas físicos y la aparición de ansiedad y depresión79, pero la sustitución hormonal la mejora80. A corto plazo, esta estrategia aumenta la calidad de vida de este grupo de mujeres81. Después del reporte del estudio Women’s Health Initiative (WHI)82, la Sociedad Internacional de Menopausia, indicó que no hay nuevas razones para limitar la duración de la terapia de reemplazo83 y que tampoco había justificación para el cese arbitrario de tal tratamiento en las mujeres que la habían iniciado durante la transición menopáusica y se mantenían libres de síntomas por las hormonas. La incidencia anual de enfermedad cardiovascular en la mujer varía de acuerdo a su relación con la menopausia84. En la mujer perimenopáusica que no recibe reemplazo hormonal, se produce ganancia de peso85, debido a un incremento de la grasa corporal, que se concentra en el abdomen, del tipo androide, más que en el subcutáneo, que corresponde al tipo ginecoide. Tal acumulación de grasa tiende a reducir la sensibilidad a la insulina e incrementar la PA sistólica86. En este momento se produce una disminución del HDL-C y un aumento del LDL-C, lo cual contribuye al incremento de la EAC87. En la menopausia aumenta la presión sistólica y diastólica88, aunque la primera se considera como un factor de predicción más importante que la diastólica89. Para este momento también ocurre un grado leve de resistencia a la insulina, lo cual lleva al aumento de los niveles de glucosa plasmática90. Todos estos cambios obligan al médico a mantener los valores de PA, lípidos y glucemia controlados para disminuir el riesgo cardiovascular en la mujer post-menopáusica. 239 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Cuantificación del riesgo cardiovascular en la mujer perimenopáusica La identificación de los factores de riesgo es un punto crucial antes de cualquier terapéutica, incluyendo el reemplazo hormonal, y la mujer debe ser evaluada regularmente para identificar la aparición de cualquier indicio de riesgo cardiovascular. Puntos en contra incluyen la menor participación de las mujeres en los programas de investigación y la menor probabilidad de las mujeres que los hombres en la identificación de los factores de riesgo. Todas las mujeres perimenopáusicas que busquen ayuda médica debido a los síntomas necesitan ser evaluadas regularmente desde el punto de vista del riesgo cardiovascular y de las posibles complicaciones si ya existe la enfermedad. Es de gran ayuda una detallada historia clínica con la determinación de los antecedentes, sobre todo durante la gestación (diabetes e hipertensión), tabaquismo e ingesta de alcohol, antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular. Las mujeres con preeclampsia/eclampsia tienen más probabilidades de desarrollar hipertensión y enfermedad cerebrovascular91,92. Los síndromes placentarios maternos en combinación con los factores de riesgo cardiovascular tradicionales, tales como la hipertensión o la diabetes antes del embarazo, la obesidad, la dislipidemia o el síndrome metabólico pueden ser aditivos para definir el riesgo cardiovascular en las mujeres92. A todas debe determinársele la PA de acuerdo a las guías, la presencia de obesidad central, dislipidemia y glucemia en ayunas. Las guías de Framingham y las europeas a través de las tablas SCORE, aportan la posibilidad de determinar el riesgo cardiovascular en los siguientes 10 años93. La estratificación con la guía de Framingham tiene limitaciones en diversas poblaciones de mujeres, sobre todo cuando se trata del estrecho tiempo de proyección a 10 años para el riesgo de infarto y enfermedad arterial coronaria, falta de inclusión de historia familiar, sobreestimación o subestimación de riesgo en poblaciones de raza no blanca y la detección de enfermedad subclínica entre mujeres con riesgo determinado como bajo94. El riesgo global de Framingham >20% identifica a la mujer en alto riesgo, pero un riesgo menor no es suficiente para asegurar que tal mujer está en bajo riesgo, porque incluso la presencia de un solo factor de riesgo a los 50 años se asocia con un aumento sustancial del riesgo absoluto de por vida para enfermedad cardiovascular y a una sobrevida menor95. En el caso del SCORE, el sistema se deriva de los datos de 12 estudios europeos tipo cohorte, que involucraron a 93.298 mujeres a las cuales se les tomó la PA sistólica y el colesterol sérico, relacionándolos con la edad, con el objeto de establecer el riesgo absoluto en los países europeos de alto y bajo riesgo93. Las guías Framingham, basadas en la epidemiología de EUA, 240 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer pueden sobreestimar el riesgo en su aplicación a otras poblaciones, aunque siguen siendo adecuadas para obtener su estimación. Debido al retardo temporal en la incidencia de eventos cardiovasculares en las mujeres, particularmente los eventos fatales, la estimación absoluta del riesgo en la perimenopausia o en el inicio de la menopausia suele ser baja con la posibilidad de disfrazar grandes aumentos del riesgo relativo. Para evitar tales problemas, la tabla SCORE debe ser utilizada para estimar el riesgo proyectado para la edad de 60 años en pacientes con un perfil de riesgo no saludable, pero con un nivel absoluto de riesgo bajo. También el SCORE puede subestimar el riesgo en pacientes con HDL-C bajo, triglicéridos elevados, tolerancia glucosada alterada y elevados niveles de inflamación, que son todos elementos del síndrome metabólico, y además elementos del riesgo cardiovascular de las mujeres perimenopáusicas, pero que no son tomados en cuenta, al igual que la presencia de diabetes, que además es relativamente más importante en las mujeres que en los hombres96. Por otro lado, una mujer que tiene calcificación de las coronarias o aumento del grosor intima media carotídeo con un riesgo absoluto bajo en las tablas de Framingham o SCORE, realmente debe estar en riesgo intermedio o alto para un futuro evento cardiovascular. El estudio INTERHEART evaluó aproximadamente 15.000 pacientes, de los cuales 25% fueron mujeres, con IM agudo en 52 países. Se encontraron nueve factores de riesgo relacionados con el 90% de los casos: tabaquismo, dislipidemia, hipertensión, diabetes, obesidad abdominal, sedentarismo, bajo consumo de frutas y vegetales frescos, ingesta excesiva de alcohol y la presencia de estrés o depresión97. Un meta análisis de tres grandes ensayos que acumularon 380.000 pacientes demostró, de igual manera, que el 90% de ellos con enfermedad arterial coronaria conocida tenían como antecedente al menos uno de los factores de riesgo mayores, incluyendo hipertensión, dislipidemia, tabaquismo o diabetes98. Pruebas para detectar enfermedad cardiovascular en la mujer La evaluación de angina, mediante la prueba de ejercicio, la ecocardiografía de estrés o la gammagrafía, y la angiografía si es considerada, también es de gran importancia en la mujer perimenopáusica con dolor torácico, ya que permiten agregar predicción de muerte o IM no fatal99. Sin embargo, cada una de estas pruebas tiene diferente sensibilidad y especificidad en la detección de la EAC (tabla 1). 241 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento La literatura médica indica que muchas de estos exámenes pueden tener una precisión diagnóstica menor en las mujeres que en los hombres. La especificidad de la prueba de esfuerzo para detectar EAC es menor en las mujeres que en los hombres (64% vs 74%)100, con mayor incidencia de falsos positivos. El problema parece responder al hecho de que en las mujeres existe más posibilidad de la enfermedad de un vaso único y menor incidencia de enfermedad de tres vasos o de la coronaria principal, cuando se comparan con las mismas edades101. De acuerdo con la Asociación Americana del Corazón (AHA por sus siglas en inglés), la prueba de esfuerzo no es particularmente sensible y específica para detectar la EAC de un solo vaso, que es el tipo más común de las mujeres. En las mujeres mayores de 75 años, la presencia de una prueba positiva con angina se asocia con una mortalidad absoluta similar o aún mayor que en los hombres102. Diferencias en las respuestas al tratamiento cardiovascular de acuerdo al sexo Las mujeres han sido sub-representadas en los ensayos clínicos y la mayoría de nuestro conocimiento sobre fisiopatología de las enfermedades cardiovasculares se obtuvo a través de estudios de hombres, pero hay diferencias en el tamaño cardíaco y en los cambios en la masa del ventrículo izquierdo en respuesta a la edad y al estímulo de hipertrofia entre los hombres y mujeres103. Hay también evidencias de variabilidad en la farmacocinética y farmacodinamia72. Aún persiste la necesidad de ensayos clínicos dedicados exclusivamente a las mujeres o que ingresen suficientes mujeres que permitan un análisis predeterminado104. En subestudios como el Digitalis Investigation Group (DIG), las mujeres con IC y disfunción del ventrículo izquierdo, la digoxina se asocia a un aumento del riesgo de morir105. La aspirina reduce el riesgo de eventos cardiovasculares compuestos debido a sus efectos sobre el ACV isquémico en las mujeres y sobre el IM en los hombres106. A pesar de la importancia del reconocimiento y tratamiento rápido de la enfermedad cardiovascular y de las diferencias que se han mencionado, las propias mujeres comúnmente subestiman su riesgo. En 1997, la AHA realizó una encuesta y encontró que sólo 7% de las mujeres consideraron la enfermedad cardiovascular como su riesgo más importante de salud y muerte. Menos de una tercera parte de las mujeres pensaban que estas enfermedades eran las más importantes responsables de las muertes, porque la mayoría creían que lo era el cáncer de mama107-109. 242 Conclusiones La relación entre menopausia y riesgo cardiovascular está claramente establecida, como se resume a continuación: • El aumento de la incidencia de la morbilidad cardiovascular en la mujer, sobre todo el infarto del miocardio y la angina de pecho, coincide con la menopausia. • El riesgo cardiovascular en la mujer asociado a los factores de riesgo: HTA, hipertrigliceridemia y diabetes mellitus, aumenta en la menopausia. • El riesgo cardiovascular en la mujer, al igual que en el hombre, ha de evaluarse en todo momento. • La mujer perimenopáusica tiene mayor posibilidad de sufrir hipertensión y debe requerir medidas de control para reducir la incidencia de daño a órganos blanco, incluso en elevaciones de presión arterial leves. • Igualmente, las modificaciones en la distribución de la grasa corporal, el aumento de peso y el incremento de la resistencia a la insulina implican un mayor riesgo de síndrome metabólico y diabetes tipo 2. • Los cambios en el estilo de vida y la intervención farmacológica son necesarios para minimizar el riesgo cardiovascular en la perimenopausia. • El tratamiento de la hipertensión arterial con los IECA o ARA II puede ser particularmente apropiado. • Las estatinas deben conformar la terapia de primera línea en el tratamiento hipolipemiante con las metas claras de cada componente de los lípidos séricos • En la necesidad de descartar EAC en la mujer, es importante tener en cuenta la capacidad del método a escoger. 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La ECV es la principal causa de muerte en la mujer siendo responsables del 35,7% de las mismas Estados Unidos2. Igualmente en Venezuela, ocupa el primer lugar en las mayores de 45 años y la probabilidad de morir por infarto agudo del miocardio en ellas es 6 veces mayor que la probabilidad de morir por cáncer de mama1. Siendo el ginecólogo el médico de atención primaria de la mujer, su participación en la prevención de las ECV es de capital importancia. Cambios metabólicos durante la menopausia La falta de estrógenos en la mujer posmenopáusica condiciona la aparición de factores de riesgo adicionales para el desarrollo de enfermedad cardiovascular y los principales cambios relativos al hipoestrogenismo son3: • Incremento de la lipogénesis vinculado con el aumento de la actividad de la lipoproteína lipasa. • Aumento en el nivel de colesterol total, del LDL-C, de los triglicéridos y de la homocisteína. • Disminución de la actividad del óxido nítrico y del factor de crecimiento vascular endotelial. • Reducción de prostaglandinas con capacidad de inducir vasodilatación y aumento del nivel del tromboxano A2 con capacidad vasoconstrictora. En los primeros años de la menopausia hay un aumento de peso y un cambio en la distribución de la grasa corporal, caracterizado por un aumento de la grasa abdomino-visceral. Este patrón anormal de la composición corporal se ha asociado con diversas complicaciones metabólicas como: dislipidemia, resistencia a la insulina, síndrome metabólico, diabetes mellitus tipo 2 (DM2), hipertensión arterial (HTA) con el consiguiente aumento del riesgo de enfermedad arterial coronaria (EAC)1.La prevalencia global del síndrome metabólico aumenta después de la menopausia y alcanza hasta un 56% en la séptima década4. Algunos estudios han indicado que la terapia hormonal (TH), 250 251 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento independientemente de la ruta de administración y del progestágeno, disminuye la grasa abdomino-visceral; este efecto es más marcado en mujeres con circunferencia abdominal mayor de 88 cm2. Al mejorar la composición corporal, puede mejorar la resistencia a la insulina y disminuir el riesgo de desarrollar DM2 de novo. De hecho, en el estudio Women’s Health Initiative (WHI)5 y los subsiguientes, se demostró que la TH disminuía la aparición de nuevos casos de DM2. La DM2 también aumenta su prevalencia en la posmenopausia, probablemente relacionado a los cambios metabólicos citados anteriormente y a otros factores como la predisposición genética, el sedentarismo y los hábitos alimentarios poco saludables1. Aspectos diferenciales en la TH El efecto de los estrógenos, difiere de acuerdo a la edad y a la condición vascular. En la mujer perimenopáusica con arterias aparentemente sanas, el uso de estrógenos puede reducir la progresión de la aterosclerosis subclínica, mientras que en las mujeres de mayor edad, aumenta la hipercoagulabilidad y tendencia trombogénica favoreciendo el desarrollo de la placa y su inestabilidad con la subsiguiente producción de eventos clínicos cardiovasculares1. Diversos estudios epidemiológicos y de observación, en la década de los 90, tanto en prevención primaria como secundaria reportaron consistentemente una reducción del 40% al 50% de eventos cardiovasculares en las mujeres posmenopáusicas usuarias de TH, entre ellos el Nurses Health Study reportó una reducción del riesgo relativo del 39% (reducción de riesgo [RR]: 0,61; 0,45-0,82)3. Contrariamente, los ensayos clínicos aleatorios de intervención como WHI, Heart and Estrogen/Progestin Replacement Study I (HERS)6, Heart and Estrogen/Progestin Replacement Study follow-up (HERS II)7, no demostraron este beneficio y sus resultados indicaron que la TH no debe ser utilizada para prevención cardiovascular primaria o secundaria. El estudio WHI reportó un incremento del riesgo de ECV en el grupo de usuarias de terapia combinada estrógenos-progestinas (RR 1,29; 1,02-1,63) pero no en el grupo de terapia con estrógenos solos (RR 0,99; 0,80- 1,22)7. En análisis posteriores de diferentes categorías de edad y tiempo de inicio de la menopausia, se demostró que el inicio precoz del tratamiento (menos de 10 años) estuvo asociado con menor índice de eventos finales como infarto del miocardio (IM), revascularización de arterias coronarias y muerte coronaria (RR 0,89; IC 0,50 -1,50)9. El número absoluto de mujeres que podrían beneficiarse o ser perjudicadas por la TH en el grupo de 50-59 años fue de 0-1 caso extra/1.000 mujeres/ 252 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer año de uso hormonal (RR 1,27; 0,75-2,20); por tanto, se considera que las mujeres sanas en esta etapa temprana de la menopausia no deberían preocuparse por los riesgos atribuidos a la TH, los cuales hoy día parecen ser irrelevantes. El aumento de riesgo de enfermedad cardiovascular en mujeres de mayor edad (con más de 10 años de menopausia) junto con el mayor riesgo para enfermedad vascular cerebral, cáncer de mama y tromboembolismo pulmonar debe considerarse como una contraindicación absoluta del uso de hormonas en este subgrupo etareo. A pesar de demostrarse que el inicio temprano de la TH no está asociado con un riesgo aumentado de enfermedad cardiovascular, la misma no debe ser utilizada como prevención primaria. En relación a la prevención cardiovascular secundaria, en el HERS5 se presentó un aumento en el riesgo de eventos cardiovasculares durante el primer año del estudio (RR 1,52; 1,01-2,29), que se igualó al placebo en los años siguientes. Estos hallazgos aunque no han sido comprobados en otros estudios indican que la TH no beneficia la evolución de la enfermedad cardiovascular y por lo tanto la misma está absolutamente contraindicada en este grupo de pacientes10. Estudios aleatorios, actualmente en curso como el Early vs. Late Intervention Trial (ELITE)11, está evaluando el impacto de la TH cuando se inicia en la pacientes con menos de 6 años de menopausia vs el inicio tardío de la misma. El estudio Kronos Early Estrogen Prevention Study (KEEP)12, que finalizará en el 2010, analiza el impacto de la TH vía oral vs vía transdérmica en relación a la ECV. La Sociedad Internacional de Menopausia (IMS por sus siglas en inglés) en el 200713 y la Sociedad Norteamericana de Menopausia (NAMS por sus siglas en inglés) en el 200814, definieron su posición en relación a la TH y a la ECV: • La ECV es la principal causa de morbilidad y mortalidad en la mujer menopáusica. • Las medidas de prevención primaria deben incluir: control nutricional, ejercicio, evitar el tabaquismo, control de la presión arterial, diabetes mellitus y del perfil lipídico • Hay evidencia de que la TH puede ser cardioprotectora si se inicia cercano al inicio de la menopausia (lo que se ha denominado “ventana de oportunidad”). • La TH mejora factores asociados al riesgo cardiovascular como el perfil lipídico, la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico. • En mujeres menores de 60 años, recientemente menopáusicas y sin enfermedad cardiovascular prevalente, la TH no es dañina y puede disminuir la morbilidad y mortalidad por enfermedad cardiovascular. 253 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento • • • Datos recientes confirman la seguridad y posibles beneficios de enfermedad cardiovascular de la TH en mujeres jóvenes con falla ovárica precoz. El continuar la TH más allá de los 60 años debe ser una decisión basada estimando el perfil riesgo-beneficio de cada paciente. No debe ser utilizada la TH como prevención primaria de ECV, como tampoco sobre la enfermedad ya establecida. Conclusión 10. Rossouw J, Prentice R, Manson J et al. Postmenopausal hormone therapy and risk of cardiovascular disease by age and years since menopause. JAMA 2007; 297:1465-1477. 11. Hodis HN. ELITE trial: Early versus Late Intervention with Estradiol. Treat Endocrinol 2006;5:37-51. 12. Harman SM, Brinton EA, Cedars M, et al. KEEPS: the Kronos Early Estrogen Prevention study. Climacteric 2005;8:3–12. 13. Board of the International Menopause Society. IMS update recommendations on postmenopausal hormone therapy. Climateric 2007; 10:181-194. 14. NAMS Estrogen and progestogen use in postmenopausal women: July 2008 Position statement of The North American Menopause Society. Menopause 2008;15:584-602. La TH en mujeres menores de 60 años y con menos de 10 años de posmenopausia tiene efectos beneficiosos en diversos factores de riesgo de ECV, estudios en curso actualmente indicaran el rol de la TH y su relación con prevención cardiovascular. Referencias Bibliográficas 1. Ablan F, Velázquez E., Francis M. Cardiovascular y Metabólico, en Consenso Venezolano de Menopausia Actualización 2008. Angelino MC, Bajares M, Pizzi R editores. Editorial Ateproca. Caracas 2008, pp: 23-29. 2. AHA Writing Group. Heart Disease and Stroke Statistics 2010 Update: A Report From the American Heart Association. Circulation 2010,Marzo 20. 3. Ouyang P, Michos E, Karas R. Hormone Replacement Therapy and the Cardiovascular System. J Am Coll Cardiol 2006; 47:1741-1752. 4. Brajkovich I, Arismendi Z, Benedetti P, Escudero P, Escariza M, España M, Prevalencia del síndrome metabólico en el municipio Sucre, Estado Miranda. 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Effects of conjugated equine estrogen in postmenopausal women with hysterectomy. the Women´s Health Initiative randomized controlled trial. JAMA 2004;291:1701-1712. 9. Rosano G, Vitale C, Marazzi G, Viterrani M. Menopause and cardiovascular disease: the evidence. Climateric 2007;10:19-24. 254 255 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Trastornos psiquiátricos y su repercusión cardiovascular Dra. Lilian Lafont, Dra. Norma Barreno Introducción Hay creciente evidencia científica que la depresión aumenta de manera independiente el riesgo de aparición de enfermedad cardiovascular y empeora el pronóstico de la ya existente1,2. Muchas mujeres desconocen el riesgo real que para ellas supone la enfermedad arterial coronaria (EAC)3 y tampoco figura como parte de los programas de prevención en la mayoría de las consultas de atención primaria o de cardiología. La relación de las enfermedades cardiovasculares y los trastornos psicológicos y/o enfermedades psiquiátricas es compleja debido a su “bidireccionalidad”. Por una parte, los efectos de los factores psicosociales sobre el corazón y sistema vascular, y por otra, las repercusiones del sistema cardiovascular en los cambios en el estado mental4,5. En la actualidad se hace énfasis sobre el riesgo cardiovascular en el tiempo de vida, más que en el riesgo absoluto a corto plazo (estudio de riesgo como un espectro continuo)6. Depresión La depresión es por sí misma una variable de riesgo cardiovascular, independiente de la existencia de un evento previo2,4,6. Se han propuesto diversas hipótesis de las alteraciones fisiopatológicas presentes en el paciente depresivo que permitirían explicar la fisiopatología del aumento de la morbimortalidad cardiovascular en éstos, donde se cuentan los cambios en el estilo de vida (tabaquismo, sedentarismo, consumo de alcohol), resistencia a la insulina, cambios en la reactividad plaquetaria, falla en la regulación del sistema nervioso autónomo con hiperactividad del sistema nervioso simpático, disregulación del eje hipotalámicopituitario-adrenal y alteraciones en la respuesta inmune, inflamación y disfunción endotelial4,5,7-9. Sin embargo, buena parte de la evidencia existente para explicar los mecanismos subyacentes de la relación entre depresión y EAC provienen de estudios transversales con pocos ensayos clínicos prospectivos4,7,10. Los datos epidemiológicos reportan consistentemente, una elevada prevalencia a lo largo de la vida del trastorno depresivo mayor en la mujer: 10,2%, con respecto al hombre: 5,2%7,10,11. Además, estudios de poblaciones reportan una incidencia mayor durante el período 256 257 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento perimenopáusico, comparado con el pre y postmenopáusico. La depresión también representa el trastorno psiquiátrico más común en la EAC7,8,10. Su prevalencia se encuentra entre 15-20% y aumenta el riesgo de mortalidad en las pacientes con angina inestable o infarto del miocardio12. La depresión predispone a la pobre adherencia al tratamiento en caso de enfermedades preexistentes especialmente hipertensión arterial, diabetes, etc. Recomendaciones como guía diagnóstica de depresión En la entrevista clínica se recomienda seguir el algoritmo (figura 1)8, según: • Historia de depresión o antecedentes de depresión post-parto. • Presencia de síntomas vasomotores durante la perimenopausia (aumenta el riesgo para la depresión). • El Cuestionario Breve de Salud (Brief PHQ) es una guía validada, rápida, diseñada para facilitar el reconocimiento de los trastornos mentales más comunes en los pacientes. Identifica también algunos factores biológicos y estresores psicológicos. Su aplicación está dirigida a la Atención Primaria (es autoadministrado, sencillo y toma 5 minutos el realizarlo)8,13. (ver apéndice anexo) • Referir a Psiquiatría si hay diagnóstico presuntivo de depresión. Estados psicológicos que contribuyen a aumentar el riesgo CV o la exacerbación de enfermedad cardíaca preexistente Hostilidad: La irritabilidad, impaciencia (como respuesta cotidiana), especialmente altos niveles de rabia están asociados a morbimortalidad cardiovascular en general. No hay datos suficientes para diferencia de género. Las personas hostiles tienen un aumento de la actividad del sistema nervioso simpático y una disminución del antagonismo del parasimpático. En nuestra sociedad actual hay un aumento de los estímulos que generan respuestas agresivas. Estrés: Por dos vías aumenta el riesgo, de manera directa por la activación de la vía neuroendocrina e indirecta a través de conductas poco saludables (abuso de alcohol, tabaquismo). Los síntomas incluyen: ansiedad, insomnio, irritabilidad, fallas de atención y de memoria. 258 Por otro lado, el estrés crónico es un factor de riesgo para depresión y ha de interrogarse acerca de los factores laborales, familiares, económicos y los conflictos conyugales que lo favorecen. Tratamiento Hay evidencia acumulada que la intervención terapéutica puede contribuir a mejorar el pronóstico de la enfermedad cardiovascular. Farmacológica: El grupo de antidepresivos del tipo de los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) ha sido el más estudiado en caso de diagnóstico positivo de depresión, aunque la información proveniente de una revisión sistemática no es concluyente en cuanto a los beneficios sobre la morbilidad y mortalidad cardiovascular14. No hay datos que contraindiquen el uso de otros antidepresivos de nueva generación. Debe tenerse especial precaución con los antidepresivos tricíclicos por sus efectos cardiovasculares adversos. Psicoterapia: La terapia cognitiva-conductual es una de las modalidades de esta estrategia más extensamente investigada y con evidencia suficiente de ser efectiva en depresión y en prevención de recaídas15. Se aplica en terapia marital y sexual y también en el manejo del estrés y de respuestas de rabia e ira16. Conclusiones Existe una íntima relación entre las enfermedades médicas y la depresión como fue comprobado en una encuesta patrocinada por la Organización Mundial de la Salud en 60 países de todas las regiones del mundo con 242.404 participantes, mayores de 18 años, encontrándose un promedio entre 9,3% y 23,0% de los participantes con una o más condiciones físicas crónicas (angina de pecho, artritis, asma y diabetes) con depresión coexistente; este resultado fue significativamente mayor (p<0,0001) que la probabilidad de tener depresión en ausencia de enfermedad crónica17. Después de ajustar por factores socioeconómicos y condición de salud, la depresión tuvo el mayor efecto sobre el empeoramiento del grado de salud, en comparación con las otras condiciones crónicas. 259 Capítulo X Condicionantes de mayor riesgo cardiovascular en la mujer Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas 260 1. Barth J, Schumacher M, Herrmann-Lingen C. Depression as a risk factor for mortality in patients with coronary heart disease: a meta-analysis. Psychosom Med 2004;66:802-813. 2. Wulsin LR, Singal BM. Do depressive symptoms increase the risk for the onset of coronary disease? A systematic quantitative review. Psychosom Med 2003;65:201-210. 3. Mallik S, Spertus JA, Reid KJ, Krumholz HM, Rumsfeld JS, Weintraub WS, et al; PREMIER Registry Investigators. Depressive symptoms after acute myocardial infarction: evidence for highest rates in younger women. Arch Intern Med 2006;166:876-883. 4. Lett HS, Blumenthal JA, Babyak MA, Sherwood A, Strauman T, Robins C, Newman MF. Depression as a risk factor for coronary artery disease: evidence, mechanisms, and treatment. Psychosom Med 2004;66:305-315. 5. Taylor C.B., Conrad A, Wilhelm FH, Neri E, DeLorenzo A, Kramer MA et al. Psychophysiological and Cortisol Responses to Psychological Stress in Depressed and Nondepressed Older Men and Women With Elevated Cardiovascular Disease Risk. Psychosomatic Med 2006; 68:538-546. 6. Alonso F, Bermejo J, Segovia J. Enfermedades cardiovasculares en la mujer, ¿Por qué ahora? Rev Esp Cardiol 2006; 59:259-263. 7. Goldston K, Baillie AJ. Depression and coronary heart disease: a review of the epidemiological evidence, explanatory mechanisms and management approaches. Clin Psychol Rev 2008;28:288-306. 8. Lichtman JH, Bigger JT Jr, Blumenthal JA, Frasure-Smith N, Kaufman PG, Lesperance F, et al. Depression and coronary heart disease. Recommendations for screening, referral, and treatment. A science advisory from the American Heart Association Prevention Committee of the Council on Cardiovascular Nursing, Council on Clinical Cardiology, Council on Epidemiology and Prevention, and Interdisciplinary Council on Quality of Care and Outcomes Research. Circulation. 2008;118:1768 –1775. 9. Lespérance F, Frasure-Smith N, Théroux P, Irwin M. The association between major depression and levels of soluble intercellular adhesion molecule 1, interleukin-6, and C-reactive protein in patients with recent acute coronary syndromes. Am J Psychiatry. 2004;161:271-277. 10. Khawaja IS, Westermeyer JJ, Gajwani P, Feinstein RE. Depression and coronary artery disease: the association, mechanisms, and therapeutic implications. Psychiatry (Edgmont). 2009;6:38-51. 11. Kessler RC. Epidemiology of women and depression. J Affect Disord. 2003;74:5-13. 12. Glassman AH, Shapiro PA. Depression and the course of coronary artery disease. Am J Psychiatry 1998;155:4-11. 13. Spitzer RL, Kroenke K, MD; Williams JBW; and the Patient Health Questionnaire Primary Care Study Group. Validation and Utility of a Self-report Version of PRIME-MD. The PHQ Primary Care Study. JAMA 1999;282:1737-1744 14. Von Ruden AE, Adson DE, Kotlyar M. Effect of selective serotonin reuptake inhibitors on cardiovascular morbidity and mortality. J Cardiovasc Pharmacol Ther 2008;13:32-40. 15. Beck AT. The current state of cognitive therapy: a 40-year retrospective. Arch Gen Psychiatry 2005;62:953-959. 261 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento 16. Del Vecchio T, O’Leary KD. Effectiveness of anger treatments for specific anger problems: a meta-analytic review. Clin Psychol Rev 2004;24:15-34. 17. Moussavi S, Chatterji S, Verdes E, Tandon A, Patel V, Ustun B. Depression, chronic diseases, and decrements in health: results from the World Health Surveys. Lancet 2007;370:851858. Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular • Aspectos nutricionales y recomendaciones de alimentación. Lic. Diana Luna. • Actividad física y rehabilitación cardíaca. Dra. Norka Antepara, Dr. Luis G. Rodríguez Plaza. • Tabaquismo y enfermedad cardiovascular. Dr. Eduardo Morales B. Aspectos nutricionales y recomendaciones de alimentación Lic. Diana Luna Basso. Introducción Con la creciente concientización de las mujeres acerca de los riesgos de padecer afecciones cardíacas, surge la inquietud sobre las modalidades ligadas al estilo vida que pueden colaborar en reducir tales riesgos, donde las indicaciones nutricionales no difieren sustancialmente de las enunciadas para los hombres y se describen en el presente capítulo. Es necesario acotar que las modificaciones o cambios dietéticos deben estar acompañados de otras modificaciones en el estilo (mayor actividad física, cesación de fumar, manejo del estrés, etc) para obtener mejores resultados. Objetivos nutricionales 1. Lograr y mantener el peso saludable según las características individuales, como la estatura y complexión ósea, dentro de los rangos de peso máximo y mínimo. 2. Lograr, mantener o reducir el porcentaje de grasa corporal a valores recomendados, entre 21-35% según edad y la medida de circunferencia abdominal a menos de 80 cm para la población latinoamericana1,2. 3. Adoptar cambios saludables en el estilo de vida. I. Dieta saludable La dieta para un corazón sano no requiere sacrificio o deprivación y debe llenar ciertos atributos, como se resume a continuación: a. Adecuación nutricional de la dieta: Consiste en evitar que se excedan las necesidades nutricionales de la persona o grupo, 262 263 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento adoptando un consumo calórico optimo para lograr un peso saludable, y adecuadamente distribuida la ingesta de nutrientes según las recomendaciones establecidas por los organismos de salud nacional o internacional para la población general3,4. b. Balance Energético: Relaciona el ingreso calórico por consumo de alimentos con las calorías gastadas en la actividad física diaria y ese balance se logra cuando las calorías que se consumen son iguales a las que se gastan en la actividad física diaria. Para ello, hay que determinar el máximo que debe consumir la mujer para evitar que rebase ese límite y logre mantener el peso saludable. c. Actitudes saludables en la selección y preparación de alimentos: Es necesario resaltar como su preparación transforma alimentos naturalmente sanos en comidas dañinas y de alto riesgo cardiovascular con el agregado excesivo de grasas, como es el caso de las frituras en general. II.Recomendaciones nutricionales de energía y nutrientes Los rangos aceptables de distribución de macronutrientes (RAM) para dietas saludables, según el Consejo de Alimentación y Nutrición de EE. UU.3, se resumen en la siguiente tabla. El establecimiento de las recomendaciones nutricionales responde más a fines prácticos y tiene un enfoque meramente poblacional, mientras que los requerimientos nutricionales han sido obtenidos mediante la realización de ensayos bioquímicos, fisiológicos o clínicos. Estados fisiológicos especiales • Embarazo: La recomendación de energía se fundamento en el aumento de peso de 12,5 kg, un peso del niño al nacimiento de 3,4 kg y un costo energético de la deposición tisular de 3,32 kcal/g. Se establecieron recomendaciones de 85, 285 y 475 kcal adicionales por deposición energética para el primero, segundo y tercer trimestre del embarazo. 264 Lactancia: Se definieron recomendaciones de energía alimentaria con valores medidos en cantidad de leche producida, entre 750-780 y 600 mL en los primeros y segundos 6 meses de lactancia. Los valores de Referencia de Energía y Nutrientes para la población venezolana fueron publicados en el año 20005 y establece que las recomendaciones energéticas para los adolescentes mayores de 18 años, según sexo y actividad física, es de 2.615 calorías/día para varones y de 2.020 en mujeres, agregando 285 durante el embarazo y 500 calorías en la lactancia. III. Componentes de una dieta balanceada para protección cardiovascular Para este artículo se han tomado se han tomado como documentos de referencia las recomendaciones del Consejo de Alimentación y Nutrición de los E.E.U.U.3, el del Comité de Expertos de Energía y Proteínas de la FAO/WHO/UN6 y el del Consenso de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria7, lo que no excluye que para otros componentes nutricionales específicos se establezcan recomendaciones provenientes de estudios clínicos o sociedades internacionales. Proteínas • Porcentaje recomendado: 10%- 35% En la dieta del venezolano hay un consumo excesivo de proteínas de origen animal y visto que estas se acompañan de una mayor proporción de grasas saturadas sería deseable reducir su ingesta y así evitar el incremento en los lípidos sanguíneos. Por otro lado, es recomendable aumentar el consumo de proteínas de origen vegetal al 50% de las proteínas totales, con el aporte de leguminosas y cereales integrales. En presencia de otras alteraciones que requieran modificar el aporte de carbohidratos, se sugiere aumentar del contenido proteico de la dieta hasta niveles permitidos, salvo en caso de enfermedad renal. Grasas Totales • Porcentaje recomendado: 20 a 35% La ingestión mínima recomendada para adultos es de 15% para hombres y de 20 % para las mujeres. El límite superior de grasas totales debe ser 35% con un adecuado y suficiente aporte de ácidos grasos esenciales y reduciendo la proporción de ácidos grasos saturados por debajo del 10% de la energía diaria. Para individuos sedentarios, las grasas no deben superar el 30 % de la energía diaria. Se deben consumir preferentemente grasas líquidas y blandas a temperatura ambiente, en lugar de grasas duras y sólidas que son ricas en ácidos grasos saturados y ácidos grasos transaturados8-10. • Grasas monoinsaturadas: Porcentaje recomendado: 13 y el 23% de las grasas • 265 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento ingeridas. El mejor representante es el ácido oleico, presente principalmente en el aceite de oliva (54 a 80%). Esto lo convierte en el aceite más adecuado para las frituras por dos motivos fundamentales: 1) Por ser el más resistente a la descomposición química que provocan las altas temperaturas y 2) Es menos absorbido por la superficie de los alimentos que se fríen en él, lo que facilita la digestión de éstos y disminuye su valor calórico final. • Grasas poliinsaturadas: Porcentaje recomendado: 6-10% Estas grasas tienen el inconveniente que se oxidan con facilidad, interviniendo en procesos de formación de radicales libres. Aunque el organismo puede inactivar tales procesos por mecanismos antioxidantes, no es prudente abusar de las grasas poliinsaturadas. Se dividen a su vez en ácidos grasos de la familia omega 3 y omega 6. Los omega 3 se encuentran en alimentos de origen vegetal (ácido alfalinolénico) como las nueces o animal como el pescado (EPA y DHA). Por su parte, los omega 6 se encuentran en aceites vegetales como el de girasol, soya, maíz, sésamo y maní. • Grasas saturadas: Porcentaje recomendado: < de 10% Principalmente provienen del reino animal, excepto el aceite de coco y el de cacao. Son sólidas a temperatura ambiente. Su consumo está relacionado con un aumento del colesterol y enfermedad cardiovascular. La simple modificación en su aporte a < 7% reduce el LDL-C en 8-10%. • Grasas trans: Porcentaje recomendado: < 1% Estos compuestos se forman cuando el aceite vegetal se endurece (en el proceso de hidrogenación) y pueden elevar los niveles de LDL-C, al igual que bajar los niveles de HDL-C. Algunos estudios han demostrado la intima relación entre su mayor consumo y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Por ello, se recomienda reducir su ingesta a menos del 1% del consumo energético diario. Los ácidos grasos trans se encuentran de forma natural en alimentos procedentes de rumiantes como carne de vacuno y lácteos y en productos de origen industrial que utilizan para su fabricación grasas parcialmente hidrogenadas, como pastelería industrial o chucherías comerciales, en los alimentos fritos, productos comerciales horneados (donas, bizcochos, galletas), alimentos procesados y margarinas. Colesterol dietético La ingestión de colesterol debe ser inferior a 300 mg/día. Se ha 266 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular demostrado que la sustitución de ácidos grasos trans y de grasas saturadas por grasa no saturada puede reducir el colesterol sanguíneo, siendo los omega 6 los más efectivos. En consecuencia es necesario revisar la etiqueta nutricional de los alimentos y seleccionar los que contengan poco colesterol. A pesar del alto contenido de colesterol en la yema del huevo (250 mg por unidad de 50 g), es recomendable su consumo porque contiene proteínas de alta calidad (8 g por unidad), el contenido en grasas es de 4 a 4,5 g por unidad (1,5 gramos corresponde a grasa saturada y entre 2,5 y 3 gramos de grasas no saturadas) y cantidades apreciables de vitaminas y minerales, destacando las liposolubles A, D, E (en la yema) y otras hidrosolubles del grupo B (principalmente en la clara). Entre los minerales predominan el hierro, el fósforo, el zinc y el selenio; siendo estos dos últimos, importantes antioxidantes naturales. Carbohidratos El porcentaje recomendado es de 45 a 65%. A nivel cardiovascular son importantes, ya que al reducir el consumo de grasas totales e incrementar el de carbohidratos complejos se contribuye a disminuir los valores de colesterol total y LDL-C. Los alimentos que deben proporcionar la mayor parte de los hidratos de carbono son las frutas, hortalizas y legumbres, verduras, los cereales integrales y las leguminosas que, por otra parte, son alimentos ricos en fibra vegetal (soluble) recomendables en la alimentación de los pacientes diabéticos. Fibra dietética La ingesta diaria debe ser, al menos, 12g/1000 kcal. Además de los beneficios demostrados de la fibra a nivel intestinal, este componente ha demostrado su efectividad en la reducción del colesterol en el plasma. El consumo de 5-10 g de fibra soluble (pectinas, inulinas, gomas, mucilagos), reduce el LDL-C entre 3 y 5%, por lo que el consumo de alimentos ricos en ella, como el salvado (afrecho) y hojuelas de avena y de cebada, las legumbres, las hortalizas y frutos secos, puede ser un aliado eficaz en mejorar la salud cardiovascular al reducir la absorción de colesterol y glucosa. Por otro lado, la fibra insoluble (celulosa, hemicelulosa, lignina, almidón), presente en los cereales integrales, aunque tiene otros beneficios, apenas tiene efecto sobre el colesterol. Minerales • Sodio: La Organización Mundial de la Salud recomienda que la ingesta salina sea menor a 5 g de sal al día (2 g de sodio)11. La disminución del contenido de sodio en la dieta, sobre todo en aquellas personas sensibles a la sal, tiene una eficacia demostrada en descenderr la presión arterial. A tal efecto lo aconsejable es evitar: el uso de sal en la mesa, los alimentos ricos en sal, como embutidos, conservas y salazones, y fomentar el consumo de frutas y hortalizas, y/o utilizar la sal dietética, baja en sodio y alta en potasio. 267 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Potasio: Los alimentos ricos en potasio pueden ser una excelente arma contra la hipertensión o para prevenirla. Todos los vegetales son pobres en sodio y ricos en potasio, en particular los frutos secos, frutas naturales como el cambur, el plátano y la naranja, seguidos de las legumbres y los vegetales de hoja verde. Vitaminas • Vitamina E: Actúa como un potente antioxidante protegiendo de los radicales libres a otras moléculas, sobre todo a los ácidos grasos poliinsaturados. La Ingesta Recomendada (IR) diaria para un adulto sano es de 10-20 mg. Se encuentra principalmente en el germen de trigo, en los frutos secos y en los aceites de maíz, oliva, soya, girasol. • Vitamina D: Los bajos niveles de vitamina D pueden jugar un papel en el desarrollo de la hipertensión. Sin embargo, las evidencias no son definitivas y no se ha realizado una clara comparación con métodos de mayor solidez científica que reduzcan la presión arterial. Cerca de 90% se sintetiza en la piel expuesta al sol, lo cual puede variar con la edad. • El US Institute of Medicine de la National Academy of Sciences12 ha establecido los siguientes niveles de ingestión adecuada: * 5 microgramos (200 UI) diarios para todas las personas (hombres, mujeres, mujeres embarazadas/lactantes) menores de 50 años. * Para todas las personas entre 50-70 años, la recomendación diaria es de 10 microgramos (400 UI). * Para los mayores de 70 años, se sugiere una ingestión diaria de 15 microgramos (600 UI). Algunos autores han cuestionado si los actuales niveles adecuados que se han recomendado son suficientes para suplir las necesidades fisiológicas; particularmente en personas que están privadas de exposición a la luz solar de forma regular. El límite máximo para la vitamina D que se ha recomendado es de 2.000 UI debido a la toxicidad que pueda ocurrir con dosis mayores. Las personas con deficiencia de vitamina D tienden a tener más debilidad muscular y a perder masa ósea. Un estudio informó que las mujeres que tenían niveles más altos de vitamina D mostraban menos cambios relacionados con el envejecimiento en su ADN. La vitamina D puede obtenerse a menores niveles con ciertos alimentos, entre éstos, pescado, huevos. La suplementación demostró que efectivamente la vitamina D logró mejorar los parámetros de masa muscular y la densidad mineral ósea de los adultos mayores. • Ácido fólico y vitaminas B6 y B12: Una dieta rica en vitaminas del grupo B, concretamente en vitaminas B6, ácido fólico o vitamina B9 y vitamina B12, es una medida eficaz para prevenir el exceso de homocisteína en sangre y las patologías relacionadas. La • 268 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular homocisteína es una sustancia generada por el metabolismo del aminoácido metionina, y el aumento de sus concentraciones en sangre favorece el desarrollo de aterosclerosis y trombosis. Las principales fuentes alimentarias de vitamina B12 son alimentos de origen animal sobre todo carnes, vísceras y pescados y para la B6 son carnes rojas, lácteos, cereales, nueces, leguminosas y frutas. Otros nutrientes • Alcohol: La ingesta a niveles moderados (30 g/día en hombres y 20 g/día en mujeres) aumenta el HDL-C y tiene un efecto antitrombótico, especialmente el vino tinto13, además de mejorar la sensibilidad a la insulina. No es aconsejable recomendar el consumo de alcohol como una medida terapéutica • Cafeína: El consumo de café, en niveles adecuados menores de 4 tazas al día, no es perjudicial. Algunos estudios indican que, si se supera esta cantidad, puede provocar un aumento del LDL-C. Sin embargo, otros sugieren que el consumo de café protege del riesgo de desarrollar diabetes. • Esteroles vegetales: Los fitoesteroles son moléculas similares al colesterol y se encuentran de forma natural en frutas, verduras, aceites de semillas, frutos secos y legumbres. El consumo de 2 g/día ha demostrado reducir los niveles de LDL-C en un 10-15%, sin embargo para lograr esta ingesta se requiere ingerir productos enriquecidos en esteroles ya que con una alimentación sana y equilibrada apenas se logra consumir 400-800 mg. • Ácidos grasos omega-3: Entre sus acciones beneficiosas se encuentran el descenso de los triglicéridos, la reducción de la agregación plaquetaria, un discreto efecto antiinflamatorio y leve protección del endotelio. Estos beneficios han sido especialmente comprobados por los ácidos grasos omega-3 EPA y DHA, que se encuentran en el pescado azul (anguila, atún, boquerones, caballa, congrio, pez espada, salmón, sardina, tiburón), sus aceites, alimentos enriquecidos y suplementos farmacéuticos. • Fitoquímicos: Otros compuestos con efectos antioxidantes son el betacaroteno (tomates y zanahorias), licopeno (tomates y productos derivados, salsas y concentrados de tomate), los fenoles del aceite de oliva virgen o virgen extra. Igualmente los flavonoides de frutas (fresas, ciruelas negras, frambuesa, arándanos, uva negra, manzanas, etc) y de verduras (cebolla morada, brócoli, pimentón) o del té y del cacao. Estos fitoquímicos son potentes antioxidantes capaces de contrarrestar el estrés oxidativo que se genera en el organismo ante situaciones como el tabaquismo, ejercicio físico de alta intensidad o dietas ricas en grasas saturadas14. 269 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Algunas interrogantes alimentarias (i) Riesgos del consumo de pescado: A pesar de su valor nutricional también pueden contener mercurio y otros contaminantes que pueden representar riesgos para la salud, aunque esto no ha sido evidente en los estudios de observación a largo plazo15. El mercurio puede tener efectos sutiles en el sistema nervioso del feto. Por lo tanto, las mujeres embarazadas, las mujeres en edad reproductiva, mujeres lactando y los niños muy pequeños deben evitar los pescados que tienen un mayor contenido de mercurio. Se pueden consumir otros pescados para asegurar que los bebés reciban los beneficios de los omega 3 para su completo desarrollo cerebral y visual (http://www. cfsan.fda.gov/~dms/admehg3.html). Por tanto, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) y la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés) aconsejan a las mujeres en edad fértil, a las mujeres embarazadas, a las madres lactantes y a los niños pequeños lo siguiente16: a. Evite la carne de tiburón, caballa y pez espada. b. Puede comer hasta dos raciones (promedio) semanales de pescados o mariscos que sean bajos en mercurio como atún enlatado claro, salmón, bagre y camarones. En el caso de atún albacora, se recomienda una ración. (ii) Riesgos de la proteína de soya. El principal efecto favorable de este compuesto es la reducción del LDL-C en cerca del 10% con un incremento no significativo del HDL-C, mejora la vasodilatación secundaria a la hiperemia reactiva en las mujeres postmenopáusica pero la deteriora en el hombre17. La ingestión de alimentos con bajo índice glucémico y alto contenido de fibra como la soya ayuda a reducir la sensación de hambre entre las comidas, tan frecuente en la resistencia a la insulina. Un estudio llevado a cabo en Canadá por la Universidad de Toronto en 1991, concluyó que era necesario introducir ese tipo de alimentos en los intervalos, especialmente entre el desayuno y el almuerzo –horario en que se siente más hambre. Asimismo, la curva del hambre disminuye con meriendas que incluyan frutas (fibras y agua) y alimentos como bebidas a base de soya (proteínas) y barras de cereales con soya (proteínas y fibras). Las personas que presentan intolerancia a la lactosa se han beneficiado de esta alternativa a la leche de vaca. Tanto la leche de soya como el tofu (queso de soya), son estupendas alternativas para reemplazar a los lácteos, siendo muy digestivos, fuente de vitaminas y minerales y ricos en proteínas de óptima calidad. La leche de soya no contiene ni lactosa ni colesterol. (iii) Los beneficios del te verde: En los últimos años ha crecido el interés en el té verde y su posible papel en la disminución de los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares por su contenido de antioxidantes y polifenoles18. Los estudios revisados sugieren que un 270 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular consumo superior a 7 tazas de té verde al día (3,5 g de catequinas diarias) sería una buena elección para la prevención de enfermedades cardiovasculares, siempre que su consumo se realice en el marco de un programa correcto donde dieta y ejercicio sean complementarios. (iv) Suplementación con vitaminas y minerales: No hay suficientes pruebas para demostrar los beneficios de la suplementación con vitaminas y minerales para prevenir la enfermedad crónica. Muchos estudios afirman que es evidente que la mayor parte de la población no consume cantidades dietéticas adecuadas de vitamina E según los requerimientos. Así, ingestas adecuadas de vitamina E son imprescindibles, pero la cantidad apropiada aun no está definida. IV. Estilo de vida Los cambios en el estilo de vida dirigidos a lograr una dieta saludable hacen referencia a las actitudes y practicas a seguir en la selección (calidad) y preparación de alimentos (cantidad) apoyados en los beneficios de consumir menos grasa, menos sal, menos azúcar y más fibra. • En la selección de alimentos: • Consumir 5 raciones de vegetales y frutas enteras y con piel (día). • Reducir el consumo de jugos y batidos de frutas. • Aumentar el consumo de granos integrales altos en fibra ( 2 veces por semana) para lograr el consumo de 25 gramos cada día. • Consumir la harina de maíz precocida alta en fibra. • Consumir pescado y/o aceite de pescado (2 veces por semana); la ración de 100 g aporta 1,5 g de Ω 3 / Ω 6. • Reducir el consumo de alimentos y bebidas azucaradas • Seleccionar alimentos de baja densidad calórica tales como granos, zanahorias, manzanas, para consumir raciones más voluminosas y saciables. • Moderar el consumo de sal de mesa: evitar alimentos ricos en sal, como embutidos, conservas y salazones, y/o utilizar sal ligera, baja en sodio y rica en potasio. • Utilizar aceites vegetales líquidos en lugar de grasas sólidas, ricos en omega 3 por ejemplo, el aceite de canola que aporta 1302 mg por cucharada. • Reducir el consumo de productos de pastelería y galletas. • Utilizar carnes magras y eliminar la piel de las aves y toda grasa visible. • Limitar el consumo de carnes procesadas por su alto contenido en sodio. • Reducir el consumo de bebidas alcohólicas a dos al día. • Aumentar el consumo de proteína de soya a 25 g/día. • Consumir 4 tazas de te verde, al día. 271 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Moderar el consumo de quesos blancos altos en calorías y grasas saturada (15% aprox.) • En la preparación de alimentos: • Utilizar técnicas saludables en la preparación de los alimentos: asar, hornear y saltear, carnes y pescados. • Evitar las comidas preparadas o alimentos sin etiqueta nutricional. • Preparar y consumir porciones adaptadas a cada persona. • Seleccionar porciones cárnicas de 100 gramos, no más de dos raciones por día. • Modificar las recetas y utilizar sustitutos saludables para controlar el consumo excesivo de sodio y colesterol dietético. • Utilizar hierbas frescas para sazonar y evitar cubitos o salsas con mucho sodio, y en caso de utilizarlos, evitar el agregado de sal. • Limitar las comidas en restaurantes rápidos. • Orientar la preparación de comidas según las listas de alimentos y raciones. Y para freír correctamente se debe tener en cuenta que: • Antes de colocar el alimento en la sartén se lo debe secar bien para que no retenga el aceite. Esto permite obtener una fritura crocante e impide que el alimento se impregne de aceite. • Al freír no hay que tapar la sartén para que los vapores que se van condensando no alteren el aceite. • El aceite para la cocción debe estar “a punto”, es decir alrededor de 180 grados. A esta temperatura, la absorción de grasa es insignificante. A estas modificaciones dietarias vida deben incorporarse múltiples y saludables actitudes en la vida cotidiana, combinadas con actividad física preferentemente al aire libre y en casa: • Planificar el menú semanal: Recetas y preparaciones según hábitos familiares. • Cómo hacer un mercado saludable: ¿Qué comprar?, ¿Cómo comprar?, ¿Dónde comprar? A la hora de cocinar: ¿Qué menú preparar?, ¿Qué receta utilizar?, ¿Cómo distribuir las comidas y las raciones de alimentos? Las siguientes recomendaciones pueden ser útiles19: • A la hora de comer: Tácticas sencillas para evitar el consumo rápido de la comida. • Al momento de viajar: Planear y preparar el menú viajero. • Comiendo en la calle: ¿Dónde comer? ¿Cómo seleccionar la comida? ¿Qué evitar? ¿Qué compartir?. • Comer en el trabajo: ¿Qué preparar?. • Para los ataques de hambre: un botiquín de emergencias en la nevera de casa o trabajo. Referencias Bibliográficas • 272 1. Guias ALAD de diagnóstico, control y tratamiento de la Diabetes mellitus Tipo 2, 2006. http:// www.paho.org/Spanish/AD/DPC/NC/dia-guia-alad.pdf 2. Haffner S. Abdominal Adiposity and Cardiometabolic Risk: Do We Have All the Answers? Am J Med 2007;120 (Suppl. 1):S10-S16. 3. Food and Nutrition Board/Institute of Medicine. Dietary Reference Intakes (DRI) and Recommended Dietary Allowances (RDA) for energy, carbohydrate, fiber, fats, fatty acids, cholesterol, proteins and amino acids. Institute of Medicine of the National Academies. 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Actividad física y rehabilitación cardíaca Dra. Norka Antepara, Dr. Luis Gerardo Rodríguez Plaza. Introducción La prevención de las enfermedades arterial coronaria, vásculocerebrales y arterial periférica en la mujer es de vital importancia, pues representan su principal causa de morbilidad y mortalidad en el país. Los hábitos de vida saludables, por otra parte, son instrumentos poderosos de prevención de enfermedades, y pueden ser practicados por toda la población a cualquier edad. El estilo de vida de la población unido a los factores de riesgo, es lo que determina la aparición de la enfermedad cardiovascular (ECV). Por lo tanto, las políticas de salud ambiental y personal a través de conductas saludables como: la alimentación, no fumar y el inicio y permanencia dentro de un programa de actividad física, son la base de la llamada prevención primordial. Esta recae principalmente en las políticas de salud inherentes al Estado, mientras que la prevención primaria y secundaria son responsabilidad directa del médico1. La mayoría de las sociedades del mundo al igual que la nuestra ha fracasado en la adquisición de los hábitos de vida saludables y, por el contrario, la mayoría de la población incurre activamente en prácticas abiertamente dañinas para la salud. Diferentes intervenciones farmacológicas han demostrado que pueden reducir el riesgo de desarrollar estas enfermedades, tales como las estatinas, los agentes antihipertensivos y los antiagregantes plaquetarios (aspirina), sin embargo ellas tienen indicaciones específicas y, desde luego, no pueden ser aplicadas en forma indiscriminada. Mokdad y colaboradores hicieron un análisis de los certificados de defunción expedidos en los Estados Unidos en el año 20002. De acuerdo a la causa de muerte declarada, se estableció si había un hábito subyacente que hubiera contribuido a la misma (por ejemplo, enfisema y cigarrillo, conducta sexual inapropiada y SIDA, etc.) De los más de 2 millones de muertes ocurridas ese año, la mitad estuvo relacionada con hábitos como el consumo de tabaco y la combinación de mala alimentación y falta de actividad física (Figura 1). En el mismo sentido, Reeves y colaboradores3 publicaron los resultados de una encuesta telefónica donde se indagó la prevalencia de cuatro características saludables: No fumar, tener un peso corporal adecuado (IMC 18,5-25), consumir al menos 5 porciones de frutas y vegetales al día, y ejercitarse 30 o más minutos 5 veces por semana. De un total de más de 150.000 entrevistados, de los cuales 57% eran mujeres, sólo el 3% cumplía con los 4 criterios de hábitos saludables. 274 275 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento a. Presión arterial menor de 140/90 mmHg y en población de pacientes de alto riesgo menor de 130/80 mmHg. b. Colesterol total menor de 190 mg/dL y en población de alto riesgo menor de 175 mg/dL como valores deseables. c. Glucemia menor de 100 mg/dL. Previamente, Stampfer y colaboradores habían publicado en el año 2000 los resultados del Nurses’ Health Study4, en el cual evaluaron periódicamente a 84.129 mujeres entre 30 y 55 años y determinaron la prevalencia de cinco atributos que los autores consideraron que definían a un patrón de bajo riesgo: 1. No fumar 2. Poseer un IMC (índice de masa corporal)< 25 kg/m2 3. Consumir al menos 5 g de alcohol al día 4. Realizar 30 minutos o más de ejercicio moderado al día 5. Estar en los 2 quintiles superiores de: Consumo de fibra, ácidos grasos omega 3, folato, relación P/S (poliinsaturados/saturados) y consumir poca grasa trans y alimentación con baja carga glucémica. Es decir, elección de alimentos saludables. Luego de un seguimiento de 14 años, los autores observaron que sólo el 3% de las participantes cumplía con los 5 atributos de bajo riesgo. Estas mujeres tuvieron un riesgo relativo de desarrollar EAC de sólo 0,17, en comparación con el resto. También se determinó que la falta de practicar este patrón de bajo riesgo explicó el 82% de los eventos cardiovasculares ocurridos. Al año siguiente, los mismos autores reportaron que los mencionados componentes del patrón de bajo riesgo son protectores contra la aparición de diabetes tipo 2, ya que el riesgo relativo era de sólo 0,09 en aquellas mujeres que cumplían con los 5 criterios5. De igual modo, observaron que el 91% de los casos de diabetes tipo 2 se explica por la ausencia de estas características. En el presente año, la Sociedad Europea de Cardiología agregó los siguientes parámetros como metas adicionales1,6: 276 La Asociación Americana del Corazón recomienda limitar las grasas saturadas, el colesterol y el sodio: reducir el consumo de azúcar, comer pescado dos veces por semana, consumir abundantes frutas, verduras, granos integrales y alimentos ricos en fibra y productos lácteos sin grasa o bajos en grasa7. En vista de la enorme importancia que tienen los hábitos de vida sanos, y su poder para prevenir la aparición de enfermedades, se revisan las recomendaciones basadas en estudios clínicos, en cuanto a actividad física, alimentación y cesación del tabaquismo. En el estudio PREMIER se evaluaron las intervenciones en el estilo de vida para reducir el riesgo de EAC8. El objetivo planteado fue medir la modificación en el riesgo CV total según escala de Framingham, antes y después de cambios en hábitos de vida. Se evaluaron 810 adultos con prehipertensión no tratada o hipertensión estadio 1. De ellos el 62% fueron mujeres y 34% fueron negros, con edad promedio de 50 años y presión arterial promedio de 135/85 mmHg. La población se dividió en tres grupos: un grupo sólo recibió recomendaciones generales, otro recibió indicaciones para el control de la presión arterial que comprendió reducción del sodio, pérdida de peso e incremento de la actividad física y el tercero cumplió los cambios en los hábitos de vida junto a la dieta del Dietary Approaches to Stop Hypertension (DASH). El punto final primario fue el riesgo CV a 10 años estimado antes y 6 meses después de las intervenciones. Los resultados mostraron reducciones de 12% a 14% en el riesgo CV estimado lo cual se considera sustancial. Por otra parte, esto se traduce en beneficios importantes para la salud pública8. Ejercicio Antes de iniciar actividad física, se debe determinar el estado de aptitud física de cada mujer, así como el cálculo de su riesgo cardiovascular total. La capacidad física se puede objetivar por varios métodos, siendo el más exacto el electrocardiograma de esfuerzo, generalmente conocido como prueba de esfuerzo (PE). En general, se utiliza la Unidad Metabólica Mets para cuantificar la actividad física: un MET es el consumo de oxígeno en reposo en un adulto y representa alrededor de 3,5 mL/kg/min. Las actividades se expresan como múltiplos de este valor. En la tabla 1 se lista el consumo en METs de diversas actividades de 277 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento la vida diaria. Ejercicio y riesgo cardiovascular Numerosos estudios han demostrado que la capacidad funcional (CF) evaluada con PE, o la actividad física reportada a través de cuestionarios tiene una relación inversa con la mortalidad y el riesgo cardiovascular, sin embargo la mayoría de ellos han incluido solamente o preponderantemente a hombres. Por esta razón, nos referiremos principalmente a 2 estudios con número suficiente de mujeres o se hicieron exclusivamente en ellas. a. Blair y colaboradores5 reportaron en 1989 los resultados del seguimiento hecho a 10.224 hombres y 3.120 mujeres durante más de 8 años. En las participantes se hizo una evaluación médica al inicio del estudio, que incluyó una PE. El grupo fue dividido en 5 quintiles de acuerdo a su CF, y observaron que durante el seguimiento hubo 39,5 muertes por 10.000 personasaño en aquellas en el quintil más bajo de CF frente a 8,5 muertes por 10.000 personas-año en las del quintil superior. La menor mortalidad observada en las mujeres más aptas físicamente se debió a una reducción en las muertes de origen cardiovascular y cáncer. En términos absolutos, esta capacidad óptima se ubicó 278 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular alrededor de los 8-9 METs. b. Gulati y colaboradores6 realizaron un estudio longitudinal en 5.721 mujeres a quienes se hizo examen médico, de laboratorio y prueba de esfuerzo, con un seguimiento de 8 años. La edad promedio era de 52 años al inicio de la investigación. Observaron una relación inversa entre capacidad funcional y mortalidad que se mantuvo aún corrigiendo por otras variables relevantes. En comparación con aquellas con 8 o más METs de capacidad (riesgo relativo = 1), quienes tuvieron entre 5 y 8 METs el riesgo de muerte fue de 1,9, y de 3,1 en las que tenían menos de 5 METs de capacidad. Por cada MET ganado en capacidad funcional hubo una reducción del 17% en la mortalidad. En la tabla 1 se listaron algunas de las actividades generalmente recomendadas a los pacientes como ejercicios aeróbicos y que producen condicionamiento cardiovascular junto con el consumo energético. En años recientes se ha popularizado el ejercicio con técnica o método Pilates, el cual, integra actividad física con un componente de meditación por lo que también se le llama “yoga americano”. Este método ha demostrado ser beneficioso para mejorar la fuerza, movilidad y alineación corporal. Favorece mayormente la elasticidad y flexibilidad corporal, aportando estabilidad postural en adultos mayores. Plantea la existencia de un centro de poder corporal ubicado en abdomen y tórax. Existe evidencia de su utilidad en los trastornos de columna lumbar y sacra, así como en caderas. Sin embargo, en Cardiología no ha sido demostrado su utilidad debido a que tiene un componente isométrico muy alto por lo cual no se recomienda en mujeres con patología cardiovascular. Para las sanas puede ser una buena opción pero acompañado de ejercicios aeróbicos, cardiovasculares y deportes12,13. Es importante hacer notar que las actividades de la vida diaria también tienen un costo energético y por tanto también consumen calorías que deben ser tomadas en cuenta para determinar el grado de sedentarismo (Tabla 2). Ejercicio y síndrome metabólico Se sabe que la mejor aproximación a la prevención y el tratamiento del síndrome metabólico es multifactorial, se ha investigado el efecto de la aptitud física sobre la aparición de esta entidad. LaMonte y colaboradores hicieron seguimiento a una cohorte de 9.007 hombres y 1.491 mujeres durante 5,7 años a quienes se les había realizado una prueba de esfuerzo al inicio del estudio. En relación a las mujeres que mostraron una capacidad funcional más baja, (grupo de referencia, riesgo relativo 1,0) las que tuvieron un nivel intermedio redujeron el riesgo de desarrollar síndrome metabólico en 20%, mientras que las 279 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento que estaban en el tercio superior de capacidad funcional disminuyeron su riesgo en 63%14. Ejercicio como prevención secundaria en la mujer (rehabilitación cardiovascular) Como sucede en muchas otras áreas, la mujer está poco representada en los estudios y meta-análisis publicados sobre el impacto de la rehabilitación cardiaca en el pronóstico. El meta-análisis de Taylor y colaboradores17 reporta una reducción de 20% en la mortalidad total y del 26% en la mortalidad cardíaca. Sin embargo, estudios hechos específicamente en mujeres han mostrado que la obesidad y la depresión están asociadas a una mayor tasa de abandono en los programas18. Otro estudio mostró que luego de completar un programa de rehabilitación cardiaca, 25% de las mujeres no continuó el ejercicio, y sólo 48% mantenía ejercitándose a los 3 meses19. En el Hospital Universitario de Caracas se hizo una investigación en el año 2003 que mostró una baja adherencia al programa de rehabilitación cardiaca y una alta tasa de recaídas con síndrome coronario agudo en las mujeres en comparación con los hombres (Antepara N., observación personal). En una investigación llevada a cabo en una cohorte de usuarios de Medicare que habían sido hospitalizados por un evento coronario o que habían recibido procedimientos de revascularización, Suaya y col. Encontraron que sólo 12,2% había hecho rehabilitación cardiaca. Entre ellos, la mortalidad por todas las causas durante 5 años de seguimiento fue 34% menor en relación a los que no hicieron rehabilitación. El beneficio fue más marcado en mujeres (n=25.490, con una reducción de 42%) que en hombres (n= 44.550, con una reducción de 28%)20. 280 Ejercicio y depresión. Se han hecho muchos estudios sobre los efectos del ejercicio sobre la depresión, sin embargo la mayoría de ellos carece de calidad suficiente como para llegar a conclusiones definitivas: reducido número de participantes, seguimiento muy corto o metodología inadecuada de comparación con el grupo control. Un meta-análisis publicado en 2001 encuentra que el ejercicio es capaz de mejorar los índices de depresión, a un grado similar a las intervenciones cognitivas, sin embargo los autores hacen la salvedad que la calidad de muchos de los estudios analizados no permite llegar a conclusiones firmes21. Es bien conocido que el estrés psicosocial puede incrementar el riesgo y empeorar el pronóstico de la enfermedad arterial coronaria (EAC) en las mujeres. En el estudio Estocolmo de Intervención en mujeres con enfermedad Coronaria (SWITCHD) se utilizó un programa de control y reducción de estrés para mujeres e investigó si era capaz de mejorar la sobrevivencia en aquellas con EAC. Se evaluaron 237 pacientes de hasta 75 años, hospitalizadas por infarto agudo del miocardio, postoperatorio de puentes aorto-coronarios o revascularización percutánea. Fueron aleatorizadas a un grupo de intervención con un programa psicosocial o al grupo de cuidado usual. Después de 4 meses de la hospitalización, las pacientes fueron divididas en subgrupos de reunión de 4 a 8 mujeres, durante un total de 20 sesiones, realizadas durante un año. Se impartió educación sobre factores de riesgo, técnicas de relajación, métodos para automonitoreo y re-estructuración cognitiva, con énfasis en conductas de afrontamiento de situaciones copadas de stress en el trabajo y con la familia y autocuidado y conformidad con la recomendación clínica. Se hizo seguimiento hasta un promedio de 7.1 años y los resultados mostraron que en el grupo de intervención psicosocial, se prolongó la sobrevida, independiente de otros factores pronósticos22. Conclusiones Basadas en todas las evidencias disponibles, las guías internacionales recomiendan enfáticamente que la mujer debe realizar ejercicio de moderada intensidad al menos 30 minutos casi todos o preferiblemente todos los días de la semana, junto con la dieta saludable y cesación de fumar si lo hace, con énfasis en el ejercicio aeróbico, como una caminata vigorosa1,9,23. Estas simples medidas constituyen herramientas útiles para obtener las metas y mejorar el cuidado de la población en las áreas críticas de la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular. La reducción de los factores de riesgo agregan beneficios en la promoción de una buena salud general que debe comenzar con una excelente salud cardiovascular23. 281 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas 1. Saner H, Wood D. Practical organisation of preventive cardiology programmes: integrating prevention and rehabilitation. Eur J Cardiovasc Prev Rehabil 2009;16 Suppl 2:S37-42. 2. Mokdad AH, Marks JS, Stroup DF. Actual causes of death in the United States, 2.000. JAMA 2004; 291: 1238-1245 3. Reeves MJ, Rafferty AP. Healthy lifestyle characteristics among adults in the United States, 2.000. Arch Intern Med 2005;165: 854-857 4. Stampfer MJ, Hu FB, Manson JE. 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Introducción El uso del tabaco y sus productos se ha diseminado en la mayoría de la población, tanto en países industrializados como en los países en desarrollo, constituyéndose en una verdadera pandemia y representando un grave problema de salud pública a nivel mundial ya que está asociado con un aumento de la morbilidad, mortalidad y discapacidad, así como por los enormes costos económicos y sociales que genera. La evidencia científica permite afirmar que el consumo de tabaco es hoy día la principal causa prevenible de enfermedad y muerte en el mundo1. La prevalencia del tabaquismo tiende a disminuir en los países desarrollados y a aumentar en los países en vías de desarrollo1. Estos se encuentran en una transición epidemiológica, en la cual inicialmente los hombres incrementaron el uso del tabaco en mayor proporción que las mujeres (estadío 2) y posteriormente redujeron su consumo en respuesta al aumento de su mortalidad; mientras que las mujeres incrementaron de manera significativa el uso del tabaco, lo que traerá consecuentemente mayor morbilidad y mortalidad por dicha causa (estadío 3)2. A nivel mundial, aproximadamente 5 millones de muertes prematuras fueron atribuibles al tabaquismo en el año 20001. La Organización Mundial de la Salud (OMS) proyecta que para el año 2030 las muertes atribuibles al tabaco serán de 3 millones en los países industrializados y de 7 millones en los países en vías de desarrollo1,3,4. El tabaco mata al 50% de sus consumidores a largo plazo, lo que quiere decir que del millardo de fumadores existentes hoy día, aproximadamente 500 millones morirán a consecuencia del tabaco, independientemente del sexo1. El informe del Banco Mundial en relación a la mortalidad por tabaco, y las perspectivas en los próximos 50 años , nos muestra que para el año 2050 ocurrirán 520 millones de muertes por tabaco; si la proporción de adultos jóvenes que empieza a fumar disminuye a la mitad para el año 2020, se reducirán a 500 millones el número de fallecimientos, mientras que si la mitad de los fumadores adultos dejara de fumar para el 2020 el total de muertes se reducirá de 520 a 340 millones, por lo que es muy importante desarrollar estrategias para lograr la cesación tabáquica de la población5. Se ha comprobado que el tabaquismo es un factor de riesgo para 6 de las 8 principales causas de muerte en el mundo (enfermedad cardíaca isquémica, enfermedad cerebrovascular, infecciones respiratorias bajas, 284 285 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento enfermedad pulmonar obstructiva crónica, tuberculosis, cánceres de tráquea, bronquios y pulmón)1. Aunque potencialmente puede afectar a cualquier sistema u órgano de nuestra economía, su carácter adictivo hace difícil el abandono del consumo, y mantiene a los fumadores y fumadoras, recibiendo considerables cantidades de tóxicos, irritantes, mutágenos y carcinógenos para obtener la nicotina que satisfaga su dependencia. Estimaciones sobre el uso del tabaco y prevalencia en las mujeres Se estima que en EE.UU. el 18,1% de las mujeres mayores de 18 años de edad fuman6 con los siguientes porcentajes calculados por edad: 18-24 años (20,7%), 25-44 años (21,4%), 45-64 años (18,8%), 65 años y mayores (8,3%)6. La prevalencia del tabaquismo es más alta en mujeres que son Americanas-Indígenas o nativas de Alaska (26,8%), seguidas por las caucásicas (20%), afro-americanas (17,3%), hispánicas (11,1%), y asiáticas (excluyendo a las nativas Hawaianas y de otras islas del Pacífico (6.1%)6, evidenciando la importancia del componente étnico en la adopción del tabaquismo. Se considera que el tabaquismo es más elevado en mujeres con un mayor desarrollo general educativo: Diplomadas (38,8%) o con 9-11 años de educación (29,0%), y más bajo para mujeres no graduadas de colegio (9,6%) o con un grado de colegio (7,4%)10. Las tasas de tabaquismo en varones y hembras en el bachillerato son casi iguales (22,9% para hombres y 23,0% para mujeres)7. El tabaquismo es más alto en las mujeres que viven por debajo del nivel de pobreza (26,9%) comparado con las mujeres que viven por encima (17,4%)10. Se estima que 18% de mujeres embarazadas entre 15-44 años de edad, son fumadoras8. El uso de otras formas de tabaco diferente a los cigarrillos y tabaco sin humo entre las mujeres es generalmente más bajo: sólo el 1,9% de mujeres de 12 años fuman regularmente estas otras formas de tabaco, mientras que sólo el 0,3% usan tabaco sin humo8. Como consecuencia, más de 178.400 mujeres mueren por enfermedades relacionadas al fumar anualmente, con algunas muertes adicionales causadas por el tabaco sin humo. A pesar de que el tabaquismo daña y mata tanto a hombres como mujeres, éstas enfrentan mayores riesgos de salud que los varones fumadores9. Mûller y Wehbe en su revisión sobre la situación en América Latina, señalan que en esta región y en los países en vías de desarrollo, la pobreza y la falta de educación acerca de los peligros del fumar, hacen a la gente más susceptible de hacerse fumadores. Aún más, 286 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular muchos de los países de Latinoamérica se han hecho dependientes económicamente de la producción del tabaco, lo que hace más grave el problema10. Según estimaciones publicadas en el “Tobacco Atlas” en su segunda edición, el consumo de cigarrillos por persona en estos países varía entre 500 y 1500 cigarrillos por año11, con la excepción de Ecuador, Bolivia y Paraguay, donde el consumo es menor de 500 cigarrillos11-3. Más de 120 millones de fumadores (aproximadamente 8-10% de los fumadores en el mundo) viven en Latinoamérica, siendo las tasas de fumadores muy altas y según la OMS, la mitad de ellos morirá prematuramente debido a enfermedades causadas por el tabaco. El consumo de tabaco en mujeres mayores de 15 años, varía en Latinoamérica, y es usual que existan diferencias en la data de acuerdo a la fuente de origen, sin embargo la región es un fiel ejemplo de la tendencia mundial al aumento de la adicción tabáquica con proporciones elevadas en Chile con 34,9% de fumadoras10,14,Argentina(22,630,7%), Bolivia (28,6%), Cuba (26,5%), Uruguay (25,1%), y Venezuela (23,3%), siendo Guatemala el país con la menor frecuencia de mujeres fumadoras con una tasa de 0.9% según la Organización Panamericana de la Salud10,14. En el grupo de las fumadoras más jóvenes (15-18 años), Colombia es el país con la más alta prevalencia (31,0%), seguida por Chile (27.5%), Ecuador (27.2%), México (26,3%) y Nicaragua (25,6%), con proporciones más bajas en Venezuela (6,0%), Republica Dominicana (7,3%) y Brasil (9,1%)10,14-16. Impacto sobre la salud y la mortalidad Anualmente, el tabaquismo mata aproximadamente 178.000 mujeres en los EE.UU. por causas tales como: cáncer del pulmón (45.000), enfermedad cardíaca (40.000), y enfermedad crónica pulmonar (42.000)6. Karachi y colaboradores, después de 12 años de seguimiento en el estudio de las enfermeras, demostraron que las exfumadoras, en comparación con las que seguían fumando, tuvieron un 24% de reducción en el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular a los dos años de haber cesado de fumar. El exceso de riesgo para mortalidad total, cardiovascular y por cáncer entre las exfumadoras se acercó al nivel de las no fumadoras después de 10 a 14 años de abstinencia. Los beneficios sobre la salud estuvieron presentes independientemente de la edad de inicio y el número diario de cigarrillos consumidos17. Recientemente Kenfield y colaboradores muestran que el 64% de las muertes en fumadoras y el 28% en aquellas que dejaron de fumar, son atribuibles al fumar. Al dejar el tabaco se reduce el exceso de las 287 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento tasas de mortalidad para todas las causas mayores, eliminándose rápidamente el exceso de las muertes por causa vascular; para las enfermedades pulmonares, en las cuales los efectos dañinos del fumar son mayores, este beneficio se logra en los primeros 20 años luego de suspenderlo. La iniciación temprana de fumar se asoció con un incremento del riesgo de mortalidad, por lo que el posponer la edad de iniciación reduce significativamente el riesgo de mortalidad por las enfermedades asociadas con el fumar18. Tabaquismo y cáncer. El 90% de todas las muertes por cáncer de pulmón en las mujeres fumadoras son atribuibles al tabaquismo20. La tasa de muertes por cáncer de pulmón en mujeres se incrementó en más de 600 por ciento entre 1950 y 2003. Para 1987, el cáncer de pulmón sobrepasó al de mama como la principal causa de muerte por cáncer entre las mujeres9,21. El riesgo de desarrollar cáncer de pulmón es 13 veces más alto para mujeres fumadoras comparadas con aquellas que nunca fumaron9,22. Lamentablemente, mientras las mujeres fuman menos que los hombres, muchas mujeres no fumadoras todavía sufren el incremento del riesgo de cáncer de pulmón al ser convertidas en fumadoras pasivas por sus esposos o compañeros9,23. Tabaquismo y eventos vasculares. El Centro para el Control de Enfermedades de los estados Unidos (CD) en su publicación “Health efffects of Cigarette Smoking” refiere que los fumadores tienen 2-4 veces más probabilidad de desarrollar enfermedad coronaria comparado a los no fumadores, el fumar dobla el riesgo de una persona de padecer una enfermedad cerebro-vascular, y le confiere más de 10 veces el riesgo de desarrollar enfermedad vascular periférica, así como también de desarrollar un aneurisma de aorta abdominal25. Tabaquismo y enfermedad arterial coronaria (EAC). Las mujeres fumadoras tienen aproximadamente dos veces más probabilidad de sufrir un ataque cardíaco que las no fumadoras. El riesgo de desarrollar EAC aumenta con el número de cigarrillos fumados por día, el tiempo total de años fumando y la edad de inicio más temprano9,26. Un estudio de mujeres mayores de 44 años de edad encontró que había una fuerte relación dosis-respuesta en relación al infarto del miocardio, con un riesgo de 2,5 para aquellas fumadoras de 1-5 cigarrillos/día, comparado con las no fumadoras, dicho riesgo se elevó a 74,6 para aquellas que fumaban >40 cigarrillos/día27. Un estudio noruego observacional que incluyó 1784 pacientes ha mostrado que la edad de aparición de un primer infarto del miocardio ocurre más prematuramente en las mujeres cuando son fumadoras en que en sus contrapartes masculinos28. También las fumadoras tienen un mayor riesgo relativo de desarrollar enfermedad cardiovascular que los hombres. Las razones de esto no son bien conocidas pero se esgrime la posibilidad de un efecto adverso sobre los estrógenos29 y sobre las lipoproteínas de alta densidad ya que 288 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular por efecto del tabaquismo se reduce su concentración con menoscabo en su capacidad funcional de transporte reverso del colesterol30,31. Es importante señalar que aquellas mujeres fumadoras que usan anticonceptivos orales tienen hasta 40 veces más probabilidad de tener un evento cardiovascular que las que no fuman y que aquellas que no usan anticonceptivos orales9,26,32. Tabaquismo e hipertensión arterial (HTA). Recientemente Bowman y colaboradores en un análisis prospectivo de tabaquismo y riesgo de HTA hecho en mujeres de la cohorte del estudio Womens’ Health Study inicialmente libres de HTA, enfermedad cardiovascular y cáncer, y que fueron seguidas por un promedio de 9,8 años, se encontró que el fumar estaba modestamente asociado con un mayor riesgo de ser hipertensas, con un efecto que fue más fuerte entre las que fumaban al menos 15 cigarrillos/día, especialmente en aquellas con índice de masa corporal normal y presiones arteriales iniciales bajas. A pesar que el fumar es un factor mayor de riesgo para enfermedad cardiovascular, su relación con la hipertensión no está clara todavía. Si la magnitud del efecto es susceptible de confundir o de reflejar una verdadera asociación requiere de un mejor entendimiento de los mecanismos biológicos a través de los cuales el fumar puede llevar al desarrollo de la hipertensión. Sin embargo, el riesgo atribuible de la hipertensión asociada con el tabaquismo en la población, puede potencialmente ser sustancial, vista su alta tasa de prevalencia33. Tabaquismo y enfermedad vascular cerebral (EVC). El fumar constituye un factor de riesgo para la EVC, tanto en hombres como en mujeres34, y así mismo aumenta el riesgo de mortalidad por esta causa; sin embargo, el incremento relacionado a la dosis visto en las mujeres no es tan pronunciado como en los hombres35. En el estudio de las enfermeras, Colditz y colaboradores evaluaron más de 118.539 mujeres americanas en edades comprendidas entre 30-55 años, en un seguimiento de 8 años (1976-1984), y encontraron que las fumadoras tenían una tasa significativamente más alta de EVC, tanto no fatales como fatales, cuyo riesgo aumentaba con el número de cigarrillos fumados diariamente36. Por otro lado, Nelly y colaboradores, investigaron la relación entre el fumar y la mortalidad de EVC, en una cohorte de aproximadamente 170.000 hombres y mujeres chinos, mayores de 40 años, seguidos por un período promedio de 8,3 años. El riesgo relativo de EVC y de mortalidad por EVC asociada con el fumar, comparados con aquellos que nunca fumaron, fue de 1,28 (IC 95%: 1,19-1,37) y 1,13 (IC 95%: 1,03-1,25) para los hombres; y 1,25 (IC 95%: 1,13-1,37) y 1,19 (IC 95%: 1,04-1,36) en mujeres, respectivamente, pareciendo existir una relación dosis-respuesta con los cigarrillos fumados diariamente y la duración del tabaquismo37. También se ha encontrado que el fumar potencia los efectos de otros 289 Capítulo XI Intervenciones no farmacológicas en prevención cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento factores de riesgo, tales como la HTA, dislipidemia, obesidad y el uso de anticonceptivos orales1,14,32. Tabaquismo y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Un aspecto importante es el reciente hallazgo de un estudio noruego de casos/controles que mostró que las mujeres tenían una peor función pulmonar y EPOC más severa que los hombres en los subgrupos donde la EPOC se inicio tempranamente (antes de los 60 años) con baja exposición al cigarrillo (menos de 20 unidades/día por menos de 20 años)38. Conclusiones El tabaquismo por sus amplias cifras de prevalencia mundial y su gran impacto en la salud cardiovascular y general, representa un grave problema de salud pública. Las cifras de prevalencia de tabaquismo en mujeres son muy elevadas pero, aún cuando son menores que en los hombres, muchas mujeres no fumadoras tienen un riesgo aumentado de sufrir de manera pasiva una enfermedad cardiovascular por la exposición al humo de segunda mano, debido a que sus esposos o compañeros /socios(as) fuman39. Los beneficios de la cesación tabáquica son similares para ambos géneros y se magnifican con el transcurrir de los años de haber dejado de fumar. De acuerdo al estudio INTERHEART, la probabilidad de sufrir un infarto de miocardio antes de los 60 años es mayor en los hombres que en las mujeres; sin embargo, después de ajustar por los factores de riesgo, esta diferencia se redujo en más del 80% lo cual significa que ambos géneros deben recibir las mismas atenciones en cuanto a la reducción del riesgo cardiovascular40. 290 Referencias Bibliográficas 1. The WHO Report on The Global Tobacco Epidemia 2008. The M Power package. 2. World Health Organization. Guideline for controlling and monitoring the Tobacco Epidemic. WHO Tobacco or Health Programme. Geneva WHO 1998. 3. Ezzati M, López AD. Estimates of global mortality attributable to smoking in 2000. Lancet 2003; 362: 847-852. 4. World Health Organization. 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Dr. Eduardo Romero Vecchione, Dr. José Vásquez, Dra. Mélida Bermúdez. Tratamiento farmacológico de la obesidad. Dra. Ada Vedilei. Farmacoterapia de la enfermedad hipertensiva. Dr. Luis Díaz. Terapéutica farmacológica de la dislipidemias. Dr. Jesús E. Isea P. Terapéutica de las disglucemias. Dra. Dora Millar. Estrategias en la cesación tabáquica en la mujer. Dr. Carlos I. Ponte N. Antiagregantes plaquetarios en prevención primaria. Dra. Maritza Durán. Revascularización percutánea. Dr. Carlos Galán. Diferencias de género en la cinética, metabolismo y excreción de medicamentos con acción cardiovascular Dr. Eduardo Romero Vecchione, Dr. José Vásquez, Dra. Mélida Bermúdez Introducción La respuesta farmacodinámica y los efectos adversos a un mismo medicamento entre mujeres y hombres pueden diferir bastante y esta variación, se debe en muchos casos, a la diversidad de la farmacocinética de las moléculas administradas. Estas diferencias farmacocinéticas son el producto de la disparidad en parámetros biológicos bastante bien estudiados como el peso corporal, el volumen de distribución, el metabolismo y los mecanismos de excreción propios del género y que en ocasiones son determinantes de la eficacia o la aparición de eventos adversos1. Por otra parte, el papel de las hormonas sexuales femeninas y androgénicas influye en cierta medida en la acción de algunas drogas por la acción que estas ejercen en una gran variedad de variables fisiológicas. En relación con el peso corporal y el volumen de distribución de las drogas, 294 295 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento es notorio que el hombre tiene un peso corporal promedio y volumen de distribución superiores que la mujer. Adicionalmente, la mayor proporción de grasa corporal en la mujer puede aumentar el volumen de distribución de agentes liposolubles; no obstante, esta proporción de grasa corporal aumenta en el hombre con el envejecimiento. Obviamente, las hormonas sexuales influyen en modelar la masa muscular y masa grasa entre hombres y mujeres ya que la testosterona y en general los esteroides androgénicos estimulan la formación de masa magra. Absorción de los medicamentos en la mujer La cantidad total absorbida de los medicamentos no muestra diferencias entre hombres y mujeres, aunque la velocidad de absorción intestinal es ligeramente inferior en la mujer, pero esta diferencia es tan pequeña que no tiene relevancia en el efecto farmacológico. (Tabla 1). Absorción por la piel. La nitroglicerina administrada por vía transdérmica en pacientes con angor pectoris no presenta diferencias significativas entre el hombre y la mujer. Debe mencionarse que los medicamentos administrados por vía transdérmica no sufren primer paso por el hígado ya que entran directamente a la circulación sistémica. Metabolismo de las drogas y biodisponibilidad de los fármacos en la mujer El metabolismo de las drogas dependiente de la enzima citocromooxidasa hepática del tipo CYP3A4 es ligeramente mayor en la mujer que en el hombre2. La unión de un medicamento a las proteínas plasmáticas, mediada por interacciones químicas, tiene una proporción similar entre hombres y mujeres1. Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular El metabolismo hepático de las drogas en la Fase I; es decir, por procesos de oxidación, reducción e hidrólisis a través de la actividad del citocromo P450 (CYP 450) de los tipos 1 A, 2D6 y 2 EI, es más rápido en el hombre que en la mujer. El sistema de metabolización hepático de drogas ejecutado por el citocromo P3A4 se manifiesta de manera predominante en la mujer, y la causa posiblemente se relaciona con la expresión de los genes que le sintetizan; estos son regulados por la hormona del crecimiento, la cual es secretada de forma continua en la mujer mientras que en el hombre se secreta de forma intermitente por la hipófisis3. Igualmente, es más rápida en el hombre la conjugación de metabolitos para su excreción por procesos de glucuronación y la conjugación por acción de la glucuroniltransferasas y deshidrogenasas. Es similar entre el hombre y la mujer el metabolismo de fármacos por acción de los citocromos CYP2C9, CYP2C19 y también por la N-acetiltransferasa. Función glomerular y secreción tubular en la mujer La filtración glomerular y la secreción tubular son mayores en los hombres que en las mujeres y estos parámetros pueden tener incidencia en la excreción de los medicamentos eliminados por esta vía. Por esta razón, los algoritmos para estimar la tasa de filtración glomerular incorporan el sexo como un factor en la ecuación de cálculo; obviamente, también influyen el peso corporal y el volumen de distribución, como veremos más adelante en relación con el efecto del alcohol en la mujer. En los adultos atendidos por problemas cardiovasculares, el médico titula la dosis, es decir, aumenta o reduce progresivamente la cantidad del fármaco administrado monitoreando variables hemodinámicas, electrocardiográficas, metabólicas, de coagulación u otras que le permitan alcanzar el efecto óptimo del principio activo administrado, con ausencia en lo posible de efectos adversos. Reacciones adversas a medicamentos en mujeres y hombres Estos eventos son motivo frecuente de atención médica y en muchos casos de hospitalización (5 % del total anual de hospitalizaciones por año en los Estados Unidos) o de abandono del tratamiento. Los efectos adversos dependen en buena medida de los factores de riesgo que impone la enfermedad subyacente, la edad del paciente y la polimedicación, hecho frecuente en el tratamiento de enfermedades 296 297 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento cardiovasculares. En general, las mujeres presentan mayor incidencia de reacciones adversas a los medicamentos que los hombres, en una proporción 1,5 a 1,7 veces, particularmente las de tipo dermatológico4. Los mecanismos de esta mayor incidencia en las damas no están aclarados totalmente, pero se supone que influyen las diferencias farmacocinéticas, los factores hormonales y posiblemente algunas variaciones en la respuesta inmunológica; por otra parte, podría influir la menor masa magra de la mujer, menor velocidad de metabolización hepática mediada por algunas subespecies del citocromo P450. En atención a estas diversidades en las reacciones adversas han sido detectadas diferencias farmacodinámicas según el género, en particular con medicamentos de acción cardiovascular y psicofármacos (Tabla 2) Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular estudios se venían realizando en sujetos de sexo masculino. Aparentemente, la depuración plasmática de los medicamentos, de una manera general, es menor desde la infancia en el sexo femenino, como lo revela un estudio en el cual se cuantificó la depuración de teofilina en el plasma de niños en crisis aguda de asma de diferentes edades6. En este estudio,la depuración de la teofilina administrada por vía intravenosa según el peso corporal, siempre fue 20 % más elevada en los niños que en las niñas, en todas las edades estudiadas (Tabla 3). Hipolipemiantes administrados en pacientes de sexo masculino y femenino Farmacocinética del verapamil El verapamil, un agente bloqueante de canales de calcio utilizado como antiarritmico y antihipertensivo, produce concentraciones plasmáticas superiores (a la misma dosis e índice de masa corporal) en mujeres que en hombres mayores de 65 años de edad. La administración de una dosis oral de 120 mg de verapamil de liberación normal o de liberación prolongada produce áreas bajo la curva mayores en las mujeres que en los hombres5; la depuración plasmática es de 43 ± 15 mL/min/Kg en la mujer y de 75 ± 29 mL/min/Kg en el hombre para la formulación de liberación prolongada y de 35 ± 16 mL/min/Kg en la mujer, comparado con 65 ± 31 mL/min/Kg en el hombre (media ± desviación estándar), para la tableta de liberación convencional. En vista de las diferencias farmacocinéticas que pueden observarse entre hombres y mujeres, la Food and Drug Administration de los Estados Unidos ha recomendado que no sean excluidas las mujeres en los estudios de bioequivalencia, ya que tradicionalmente dichos 298 Aparentemente no hay diferencias farmacocinéticas entre pacientes de sexo masculino y femenino que reciben medicamentos hipolipemiantes. Por ejemplo, la rosuvastatina, una estatina inhibidora de la síntesis de colesterol, no mostró diferencias según el sexo para una dosis fija administrada en condiciones controladas; la concentración máxima en plasma y el área bajo la curva de su concentración no fue diferente7. Vale la pena citar que la comida es el único factor de interferencia importante para la absorción de las estatinas sin importar el sexo del paciente. En relación con otros agentes hipolipemiantes como fibratos y niacina, no hay estudios demostrativos de alguna diferencia de eficacia y seguridad entre hombres y mujeres. Efectos adversos de los antihipertensivos en la mujer y en el hombre Varias diferencias entre el sexo femenino y masculino han sido detectadas en relación a los medicamentos antihipertensivos. Con los diuréticos, las mujeres hipertensas tienen mayor probabilidad de desarrollar hiponatremia e hipopotasemia cuando se les compara con los hombres; pero con menor probabilidad de presentar gota iatrogénica por retención de ácido úrico. En un estudio realizado en 19.889 mujeres hipertensas postmenopáusicas de 50 a 79 años de edad sin enfermedad cardiovascular y evaluadas 299 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento durante 5,9 años, el empleo de antihipertensivos reveló que la monoterapia con diuréticos era igual o superior a otro tipo de monoterapia para prevenir las complicaciones cardiovasculares de la presión arterial elevada. Es necesario destacar que las que recibieron antagonistas de calcio junto con diuréticos tuvieron mayor riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular en comparación con la combinación de betabloqueantes con diuréticos. El riesgo de mortalidad cardiovascular fue similar al combinar el diurético con un inhibidor de la enzima de conversión de angiotensina (IECA) o con un betabloqueante8. Los antagonistas de calcio son de beneficio similar en hipertensos de cualquier sexo, pero el edema periférico maleolar es más frecuente en la mujer que los recibe. Los IECA no muestran diferencias de eficacia entre hombres y mujeres hipertensos; sin embargo, es bueno recordar que los IECA son agentes teratogénicos y no pueden ser utilizados en mujeres embarazadas. Por razones poco claras, la tos desencadenada por los IECA como efecto adverso se presenta con el doble de la frecuencia en las mujeres respecto del hombre. Como precaución ha de destacarse que las mujeres que estén lactando no deben recibir antihipertensivos del tipo IECA. En cuanto a los antagonistas del receptor AT1 de la angiotensina II (ARA II), estos han demostrado igual eficacia en hombres y en mujeres. Hay que tener en cuenta que la misma advertencia sobre teratogenia mencionada para los IECA es válida para los ARA II e igualmente no deben ser administradas a la madre durante la lactancia por sus efectos tóxicos en el neonato9. Mortalidad por insuficiencia cardíaca en mujeres tratadas con digoxina En 1977, un extenso trabajo en insuficiencia cardiaca descubrió que la digoxina no reduce la mortalidad por insuficiencia cardiaca y las sociedades de cardiología de varios países establecieron normas para el uso de este medicamento. En el antes citado estudio no se evaluó si había diferencia en la mortalidad entre los pacientes según su sexo y para aclarar esta interrogante se realizó un análisis en 6.800 pacientes en el estudio Digitalis Investigation Group, controlado con placebo y doble ciego, con una duración (promedio) de 3,7 años, en el cual se detectó que las mujeres que recibieron digoxina excedían en 5,8 % (IC 95 % 0,5 a 11,1) la tasa de mortalidad comparadas con los hombres tratados con el mismo medicamento10. La dosis de digoxina empleada fue ajustada de acuerdo al nomograma conocido que toma en cuenta la edad, el peso, el sexo y la función renal de cada paciente. El riesgo de mortalidad aumentó en las mujeres por eventos 300 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular cardiovasculares y por agravamiento de la insuficiencia cardiaca. Las causas de esta diferencia no se pueden atribuir a la edad porque esta variable no modifica la eficacia de la digoxina, tampoco a mayores dosis, ya que fue similar por kg de peso y por índice de masa corporal (kg/m2). Los niveles plasmáticos de digoxina fueron ligeramente superiores en las mujeres al inicio del tratamiento y es posible que tal variación sea la causa del aumento de mortalidad. El estudio tiene la debilidad de no haber tomado información acerca del uso de terapia de reemplazo hormonal y este punto es importante porque los progestágenos inhiben la glucoproteína-P y reducen la excreción de la digoxina en los túbulos renales. Recordemos que la glucoproteína P es un exportador de drogas que funciona en sentido opuesto a la reabsorción renal, la absorción intestinal y está presente en la barrera hematoencefálica, los enterocitos, el riñón y las células cancerosas. La única ventaja del uso de digoxina hallado en este estudio fue la reducción de la necesidad de hospitalización, el cual fue un punto secundario de evaluación. Erosión de la placa y disfunción endotelial en la mujer y en el hombre Varios estudios han demostrado que la mujer presenta menos incidencia de obstrucción de las arterias coronarias que el hombre, pero en las que tienen una placa de ateroma, la erosión de la misma es mayor11 que en el hombre; así como también es más prominente la disfunción endotelial12. Sensibilidad femenina a los antiagregantes plaquetarios El uso de antiagregantes plaquetarios y antitrombóticos ha sido rutinario en pacientes con síndrome coronario agudo de sexo masculino o femenino. Con el paso del tiempo se han identificado algunas diferencias según el sexo que se describen a continuación: a. Aspirina en prevención primaria y secundaria de infarto de miocardio. La aspirina protege por igual a hombres y mujeres en cuanto a prevención secundaria del infarto de miocardio y otros eventos coronarios agudos. Por cada 1.000 hombres y mujeres tratados con aspirina se previenen 37 y 33 eventos vasculares, respectivamente; pero se ha informado en un metaanálisis que sólo el 50 % de las mujeres elegibles recibieron esta medicación13. 301 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Los cinco estudios iniciales de uso de aspirina en prevención primaria de eventos cardiovasculares agudos sólo incluyeron 20 % de mujeres en promedio, y en tres de ellos, las mujeres fueron totalmente excluidas. Aunque el primer estudio de prevención primaria con aspirina (100 mg/día) fue realizado en mujeres con bajo riesgo, se excluyó a los hombres y el estudio no demostró efecto beneficioso en isquemia cardíaca, excluyendo el infarto del miocardio y con la demostración de 17 % de reducción de accidente cerebrovascular en las mujeres tratadas14. En el Nurse’s Health Study, realizado en 79.439 enfermeras, se demostró una reducción de 25 % de mortalidad por cualquier causa y 38 % de reducción de riesgo de muerte por causas cardiovasculares15. b. Sensibilidad femenina a los antiagregantes plaquetarios que inhiben la glicoproteína plaquetaria IIb/IIIa (GP IIb/IIIa). En varios estudios clínicos, las mujeres han presentado como efecto adverso de la medicación, una proporción de sangrado que duplica a la del hombre con el empleo de los inhibidores de agregación plaquetaria GP IIb/IIIa16,17 integrilina y eptifabitida. Estos medicamentos son usados en pacientes con síndromes coronarios agudos y en estos eventos, estadísticamente la proporción de mujeres va en aumento, hecho probablemente relacionado con la mayor longevidad y a la presencia de más comorbilidades asociadas al evento agudo cardiovascular en comparación a los hombres. El estudio Can Rapid Risk Stratification of Unstable Angina Patients SuppressAdverse Outcomes With Early Implementation of ACC/AHA Guidelines (CRUSADE) investigó el riesgo de sangrado en las mujeres, comparadas con los hombres, al ser tratadas con inhibidores de la GP IIb/IIIa y las moléculas estudiadas fueron la eptifabitida (2 ug/Kg/min) y el tirofiban (0,1 ug/Kg/min). Dicho estudió reveló que 26,9 % de los pacientes recibió una dosis excesiva de los inhibidores y con mayor frecuencia las mujeres (46,4 %) que los hombres (17,2 %). Se deduce de estos resultados que la dosis de estos medicamentos debe ser ajustada de acuerdo a la edad, el peso corporal y la depuración basal de creatinina. El sangrado como efecto adverso fue mayor en los pacientes que recibieron los inhibidores GP IIb/IIIa (10,1 %) que en aquellos que no los recibieron (6,8 %); y en los primeros, los sangrados graves fueron más frecuentes en las mujeres (15,8 %) que en los hombres (7,3 %)18. Se ha sugerido que la dosis de inhibidores GP IIb/IIIa sea ajustada en la mujer, de acuerdo con la depuración de creatinina; por ejemplo, una mujer de 70 años y 70 Kg de peso, con creatinina 302 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular sérica de 1,3 mg/dL (dentro de los límites normales) requiere de un ajuste de la medicación porque su depuración de creatinina es de 42 mL/min. El riesgo más elevado de sangrado en las mujeres también ha sido observado en otros estudios con agentes trombolíticos, con heparina no fraccionada y con heparinas de bajo peso molecular19; la explicación de esta mayor susceptibilidad todavía está por ser aclarada. Farmacocinética y metabolismo del alcohol en la mujer El alcohol se convierte en un factor de riesgo cardiovascular cuando se exceden los dos tragos por día y las mujeres se exponen más frecuentemente a este riesgo porque el número de mujeres consumidoras de bebidas alcohólicas ha aumentado en los países occidentales. Por esta razón, las lesiones causadas por el etanol han ido en aumento en las damas, tomando en cuenta que entre los adolescentes el consumo se ha incrementado. No obstante, desde el punto de vista estadístico, las mujeres todavía siguen siendo menos consumidoras de bebidas alcohólicas que el hombre. El gran problema reside en la mayor sensibilidad de la mujer al efecto del etanol, porque en ellas, en comparación con los hombres, se alcanzan concentraciones mayores en plasma para una misma cantidad ingerida; por esta razón, el riesgo de lesiones asociadas al alcohol es mayor en ellas que en el hombre. Las razones han sido estudiadas y las damas tienen menor actividad de la alcohol-deshidrogenasa en la mucosa estomacal, lo cual hace que el efecto de primer paso del alcohol (intestino-hígado) sea menos intenso. En realidad, lo que conduce en la mujer a alcanzar una mayor concentración de alcohol en plasma es su menor volumen de agua corporal y plasmática en comparación con el hombre. A este hecho se suma el menor peso corporal de la mujer y su menor masa magra. Por ejemplo, un hombre de 1,70 m de estatura y 70 Kg de peso tiene 50,9 L de agua corporal y una mujer de la misma estatura y peso tiene 47,1 L, lo cual equivale a 7,34 % menos agua corporal en la mujer adulta que en el hombre. En consecuencia, en comparación con los hombres, para cualquier cantidad de etanol consumida las concentraciones en plasma en las damas serán mayores. Vale la pena destacar que las hormonas sexuales femeninas no juegan papel alguno en relación con el metabolismo del etanol20,21. 303 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Conclusión 12. Shaw LJ, Shaw RE, Radford M. For the ACC-National Cardiovascular Data Registry. Sex and ethnic differences in the prevalence of significant and severe coronary artery disease in the ACC-National cardiovascular Data Registry. 2004;110:SIII 800. 13. Berger JS, Roncaglioni MC, Avanzini F et al. Aspirin in the primary prevention of cardiovascular events in women and men: a sex specific meta-analysis of randomized controlled trials. JAMA 2006;295:306313. 14. Ridker PM, Cook NR, Lee IM et al. A randomized trial of low-dose aspirin in the primary prevention of cardiovascular disease in women. N Eng J Med 2005;352:1293-1304. 15. Chan AT, Manson JE, Feskanich D. Long-term aspirin use and mortality in women. Arch Int Med 2007;351:17551762. Agradecimientos 16. Este trabajo fue parcialmente financiado por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad Central de Venezuela, Proyecto PI-09 7287 2009/1. The PURSUIT Trial Investigators: platelet glycoprotein IIb/IIIa in unstable angina: receptor suppression using integrilin therapy. Inhibition of platelet glycoprotein IIb/IIIa with eptifabitide in patients with acute coronary syndromes. N Eng J Med 1998;339:436-443. 17. Fernandes LS, Tcheng JE, O’Shea JC, Weiner B, Lorenz TJ, Pacchian C, Berdan LG. ESPRIT investigators. Is glycoprotein IIb/IIa as effective in women as in men following percutaneous coronary intervention? Lessons from the ESPRIT study. J Am Coll Cardiol 2002;40:1085-1091. 18. Alexander KP, Chen AY, Newby LK. CRUSADE Study. Sex differences in major bleeding with glycoprotein IIb/IIIa inhibitors. Circulation 2006;114:1380-1387. 19. Berkowitz SD, Granger CB, Pieper KS, Lee KL, Gore JM, Simoons M, Armstrong PW, Topol EJ, Califf RM. The global utilization of streptokinase and tissue plasminogen activator for occluded coronary arteries (GUSTO) I investigators. Incidence and predictors of bleeding after contemporary thrombolytic therapy for myocardial infarction. Circulation 1997;95:25082516. 20. Ely M, Hardy R, Longford NT, Wadsworth MEJ. Gender differences in the relationship between alcohol consumption and drink problems are largely accounted for body water. Alcohol Alcoholism 1999;34:894-902. 21. Dettling A, Skopp G, Graw M, Haffner HT. The influence of sex hormones on the elimination kinetics of ethanol. Forensic Sci Int 2008;177:85- 89. La mujer es más susceptible a los efectos adversos de muchos medicamentos y en particular la farmacocinética de agentes terapéuticos de uso en enfermedades cardiovasculares. Estas diferencias deben ser tomadas en cuenta al indicarlos a pacientes de sexo femenino y seguir de cerca la farmacovigilancia de los medicamentos suministrados a la mujer. Referencias Bibliográficas 1. Schwartz JB. The influence of sex on pharmacokinetics. Clin Pharmacokinet 2003;42:107121. 2. Waxman DJ, Holloway MG. Sex differences in the expression of hepatic drug metabolizing enzymes. Mol Pharmacol 2009;76:215-228. 3. Rademaker M. Do women have more adverse drug reactions? Am J Clin Dermatol 2001;2:349- 351. 4. Floridia M, Giuliano M, Palmisano L, Vella S. Gender differences in the treatment of HIV infection. Pharmacol Res 2008;58:173-182. 5. Krecic-Shepard ME, Barnas CR, Slimko J, Schwartz JB. Faster clearance of sustained release verapamil in men versus woman: continuing observations on sex-specific differences after oral administration of verapamil. Clin Pharmacol Ther 2000;68:286-292. 6. Igarashi T, Iwakawa S. Effect of gender on theophilline clearance in the asmathic acute phase in japanese pediatric patients. Biol Pharm Bull 2009;32:304-307 7. Li Y, Jiang X, Lan K, Zhang R, Li X, Jiang Q. Pharmacokinetic properties of rosuvastatin after single-dose oral administration in Chinese volunteers: a randomized, open label, three way crossover study. Clin Ther 2007;29:2194-2203. 8. Samal Z, Wang TY, Frazier CG, Shah SH, Dolor RJ, Newby LK. Treating hypertension in women. Cardiology in Review 2009;16:305-313. 9. Wasserthel-Smaller S, Psaty B, Greenland P, Oberman A, Kotchen T, Mouton C, Black H, Aragaki A, Trevisan M. Association between cardiovascular outcomes and antihypertensive drug treatment in older women. JAMA 2004;292:2849-2859. 10. Rathore SS, Wang Y, Krumholz HM. Sex-based differences in the effect of digoxin for the treatment of heart failure. N Eng J Med 2002;347:1403-1411. 11. Pepine CJ. Ischemic heart disease in women. J Am Coll Cardiol 2006;47:S1- S3. 304 305 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Tratamiento farmacológico de obesidad la Dra. Ada Vedilei. Introducción Existen muchos efectos adversos de la obesidad, particularmente sobre la salud cardiovascular, por lo que es una de las enfermedades que inciden con mayor impacto sobre la salud pública a nivel mundial, cuya prevalencia ha aumentado hasta alcanzar proporciones epidémicas1-3. Siendo la obesidad una condición crónica de etiología multifactorial compleja, las bases sobre la cuales descansa el tratamiento están orientadas hacia el logro, en cada paciente, de un balance calórico negativo que conduzca a la reducción del exceso de grasa corporal, factor implícito de la obesidad. En consecuencia, el abordaje terapéutico siempre debe incluir un plan de alimentación hipocalórico equilibrado con aumento de la actividad física y la consiguiente educación nutricional, todo ello encaminado hacia la adquisición de hábitos saludables y, en los casos de fracaso, es donde está indicada la terapia farmacológica y/o cirugía. La decisión final dependerá de los resultados de la evaluación individual con respecto al tipo y grado de obesidad que padece y de los factores de riesgo o comorbilidades asociadas4. El considerar a la obesidad como una enfermedad crónica, en la que se evidencia una alteración de los neurotransmisores encargados de la regulación del apetito, ha hecho que cada día crezca más el campo de investigación de fármacos que, por diversos mecanismos, produzcan una modificación de las vías orexígenas y anorexígenas4. Identificación del paciente susceptible de tratamiento Los pacientes en los cuales está indicado el tratamiento farmacológico para la pérdida de peso son aquellos con4,5: • Índice de masa corporal (IMC) ≥ 30 Kg/m2, • IMC ≥ 27 Kg/m2, con comorbilidades o factores de riesgo cardiometabólicos asociados. • Disminución de peso <5% en los últimos seis meses con tratamiento no farmacológico. Una vez identificado el paciente susceptible de tratamiento y verificada su motivación para seguirlo, es necesario establecer objetivos reales de alcanzar, acordes con la realidad y concertados cada uno y en todo momento. 306 307 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento En el orden siguiente, los tres objetivos básicos son6: • Perder peso. • No volver a ganar peso. Los objetivos terapéuticos de la pérdida de peso deben estar primordialmente dirigidos a mejorar o eliminar las comorbilidades asociadas a la obesidad y disminuir el impacto de las futuras complicaciones médicas relacionadas con el exceso de peso2,7. Recursos terapéuticos El tratamiento del exceso de peso debe ser integral, es decir, que utilice todos los recursos terapéuticos, los cuales se pueden resumir en: no farmacológicos, farmacológico y las intervenciones bariátricas2,6,7. Este capítulo versará exclusivamente sobre el uso de medicamentos, su eficacia, reacciones adversas y contraindicaciones. Tratamiento farmacológico El empleo de fármacos para el manejo de la obesidad no debe ser ni la primera ni la única opción terapéutica. Además siempre ha de ser utilizado por un tiempo prolongado para evitar la recuperación de peso en el momento de suspenderlo y estar acompañado de un régimen regular de actividad física y alimentación balanceada. No deben utilizarse fármacos en mujeres embarazadas o en edad fértil sin métodos de planificación2,5,7-9. Al considerar el papel de los fármacos en el tratamiento del exceso de peso, se debe tener en cuenta su doble efecto terapéutico por6: • Una acción farmacológica propia y característica. • Un claro componente motivador para el paciente. El tratamiento farmacológico correcto requiere de6,9: • Estar siempre asociado a la dieta, al ejercicio y a la modificación de conductas alimentarias erróneas y nunca utilizarlos como tratamiento único. • Emplearlo sólo en pacientes con riesgo médico por su obesidad y no deben usarse en adelgazamientos “cosméticos”. • Requiere una estricta indicación y supervisión médica. • Indicaciones: las ya mencionadas Características ideales de los fármacos para el tratamiento de la obesidad4: • Disminuir el apetito. • Incrementar el gasto energético en todas sus esferas (metabolismo basal, termogénesis inducida por la dieta, efecto térmico del ejercicio y termogénesis adaptativa), 308 Reducir la absorción de aquellos nutrientes que tengan un mayor poder calórico. • Efectos secundarios mínimos y bien tolerados. • Ser capaces de actuar únicamente sobre el tejido adiposo respetando el resto de los compartimentos corporales (muscular, óseo, etc.) • Eficaces a muy largo plazo evitando el fenómeno “yo-yo” tras su suspensión. En la historia de la obesidad se han usado múltiples fármacos, desde las anfetaminas hasta los serotoninérgicos, fenfluramina y dexfenfluramina los cuales por diversas razones ya ampliamente conocidas han sido abandonados. En la actualidad, sin dejar de enfatizar la importancia de las medidas preventivas, cuando ésta falla, la terapia farmacológica puede convertirse en una necesidad y su uso ha de estar condicionado en el conocimiento de que la obesidad es una enfermedad crónica que raramente puede ser curada y que el medicamento ideal para producir un impacto significativo sobre el peso debería simultáneamente reducir la ingesta energética e incrementar el gasto energético, por lo que la terapia combinada será más efectiva que la monoterapia. El conocimiento de los sistemas de regulación del balance energético ha permitido establecer tres escalones o grupos de fármacos según actúen por2: a. Modulación de la conducta alimentaría (apetito y/o saciedad). b. Inhibidores de la absorción de nutrientes por acción enzimática. c. Aquellos con efecto termogénico que produzcan un incremento del gasto energético. De este grupo no hay fármacos disponibles en el mercado. a) Fármacos que modulan el comportamiento alimentario4: a.1. Anorexígenos con acción en sistema nervioso central4. Los fármacos que suprimen el apetito o anorexígenos, son los que modifican la saciedad (el hecho de no sentir hambre después de consumir alimentos) y el hambre, o sensación biológica que desencadena el consumo de alimentos. Al intensificar la saciedad y disminuir el hambre, dichos agentes permiten a los pacientes disminuir la ingesta calórica sin sentir que se les priva de alimentos. a.2. Anorexígenos noradrenérgicos4. Actúan a nivel central sobre la recaptación de neurotransmisores aumentando su biodisponibilidad y produciendo una disminución o supresión del apetito. En la actualidad, este grupo (anfetamina, metanfetamina y fenmetracina) se ha proscrito debido a la posibilidad de abuso y adicción. a.3. Anorexígenos serotoninérgicos, comprende los siguientes: a.3.1. Agonistas serotoninérgicos: Ejercen su acción sobre los receptores de serotonina, estimulando su liberación e • 309 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento inhibiendo su recaptación. Esta clase incluye la fenfluramina y la dexfenfluramina. Debido a sus efectos secundarios fueron retirados del mercado en 1997, tras observarse casos de valvulopatías y de hipertensión pulmonar tras la administración de la combinación dexfenfluramina-fentermina. a.3.2. Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina4. Dentro de este grupo existen: • La fluoxetina inicialmente diseñada como antidepresivo. A dosis de 60 mg diarios reduce la ingesta alimenticia y el peso corporal. Su eficacia es especialmente evidente en los primeros 4-5 meses produciéndose con posterioridad un estancamiento o incluso recuperación ponderal. Adicionalmente, el fármaco mejora la sensibilidad a la insulina en diabéticos tipo 2. Los efectos adversos suceden con escasa frecuencia y entre ellos destacan ansiedad, nerviosismo, insomnio, astenia, temblor, diarrea y mareo. • La sertralina y paroxetina son otros fármacos que pertenecen al mismo grupo funcional y que son empleados como antidepresivos. Sin embargo, la experiencia acumulada con estos dos fármacos como moduladores del comportamiento alimentario es muy inferior a la derivada del tratamiento con fluoxetina. Se han publicado casos de hipomanía en asociación con drogas antidepresivas. a.3.3. Fármacos con actividad serotoninérgica y noradrenérgica2,5,6,9,10. El único miembro de esta clase es la sibutramina, la cual es el único anoréxico aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) para utilización a largo plazo. Origina una pérdida promedio de 5 a 9% del peso inicial a los 12 meses. Se ha demostrado que subsiste dicha pérdida incluso durante dos años. Reacciones adversas: cefalea, xerostomía, insomnio y estreñimiento que suelen ser leves y las tolera adecuadamente el paciente. El principal problema es el incremento de la presión arterial y la aceleración de la frecuencia cardíaca (vinculados con las dosis) que a veces obligan a interrumpir el tratamiento. La dosis de 10 a 15 mg/día aumenta, en promedio, la presión sistólica y diastólica en 2 a 4 mmHg y de cuatro a seis latidos por minuto (lpm) en la frecuencia cardiaca. En consecuencia, es necesario vigilar estrechamiento al paciente. Contraindicaciones: hipertensión no controlada, insuficiencia cardiaca congestiva, enfermedad coronaria sintomática, arritmias o el antecedente de accidente vascular cerebral. Tampoco se debe medicar a mujeres embarazadas o en período de lactancia, ni a menores de 18 años. La sibutramina no interfiere con anticonceptivos ni tampoco potencia los 310 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular efectos del alcohol. No debe emplearse en pacientes bajo tratamiento con inhibidores de la monoaminooxidasa o inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. En forma similar a lo observado con otros fármacos antiobesidad, la disminución ponderal es mayor si el fármaco se utiliza junto con la terapia conductual, y se ha observado que el peso corporal aumenta cuando se interrumpe el empleo del fármaco. Recientemente, la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA) recomendó la suspensión del mercadeo del producto basado en los análisis del estudio Sibutramine Cardiovascular Outcome Trial (SCOUT) que mostró un mayor riesgo de eventos severos, cardiovasculares no fatales tales como accidente cerebrovascular y coronarios en el grupo bajo tratamiento con sibutramina en comparación con el grupo placebo11. Mientras que la FDA estableció la contraindicación que el medicamento no debe ser usado en pacientes con historia de enfermedad cardiovascular, incluyendo hipertensión arterial no controlada12. b. Inhibidores de la absorción de nutrientes por acción enzimática2,5,6,9,10. Comprende dos grandes grupos, aquellos que actúan por inhibición selectiva de la absorción de la grasa alimentaria como el orlistat y los que inhiben la degradación de los azúcares y reducen la absorción como la acarbosa y el miglitol. b.1. Orlistat. Al inhibir de forma selectiva la absorción de grasa alimentaria, induce perdida de peso por disminución de la grasa corporal, reducción y movilización de los depósitos de grasa (especialmente la grasa visceral). El bloqueo de la absorción de un 30% de la grasa alimentaría conlleva una reducción del 30% de la energía procedente de la grasa y, por tanto, una reducción del aporte energético total que hay que sumar a la reducción energética propia de la dieta hipocalórica. El resultado, desde el punto de vista clínico, es una mayor perdida de peso en comparación con la que se consigue con la dieta solamente. El fármaco actúa en el interior del estómago y el intestino delgado, al formar un enlace covalente con el sitio activo de las lipasas. En dosis terapéuticas de 120 mg tres veces al día, orlistat bloquea la digestión y la absorción de 30%, aproximadamente, de la grasa de alimentos. Una vez interrumpido el uso del producto, la grasa fecal vuelve a las concentraciones normales en término de 48 a 72 horas. Reacciones adversas: Flatulencia, urgencia fecal, incontinencia fecal, esteatorrea, manchas aceitosas y aumento de las defecaciones. Otros menos frecuentes, incluyen: dolor 311 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento abdominal, nausea/vómitos, diarrea infecciosa, gingivitis, dolor de espalda, artritis, mialgia, dismenorrea y fatiga. Contraindicaciones: pacientes con colestasis, síndrome de malabsorción crónica. Además hay contraindicación relativa en obesos por causas orgánicas como el hipotiroidismo y hay que tener precaución en pacientes con historia de nefrolitiasis por oxalato de calcio con hiperoxaluria. No debe ser administrado durante el embarazo ya que no existen estudios clínicos controlados en mujeres gestantes, ni en mujeres lactando, ya que se desconoce si el fármaco se excreta en la leche materna b.2. La acarbosa y el miglitol son inhibidores de las alfaglucosidasas intestinales que se encargan de degradar los poli y disacáridos y así impedir la absorción de monosacáridos. Su indicación principal es el tratamiento de la diabetes tipo 2 con el objetivo de reducir la glucemia postprandial. Su efecto no es importante en la reducción de peso, pero puede contribuir a reducir la aparición de diabetes en pacientes de alto riesgo13. Perspectivas de nuevos fármacos contra la obesidad El fracaso del rimonabant, un antagonista del sistema endocanabinoide, debido a sus efectos adversos ha obligado a la investigación de nuevas alternativas en el tratamiento de la obesidad sustentados en el mayor conocimiento de la biología del adipocito (incluyendo los mecanismos fisiopatológicos complejos de las adipocitoquinas) y de la disfunción del tejido adiposo. Conclusiones muy importante, por lo que debemos tratar aquellos pacientes con exceso de peso e inducirlos a perderlo. 5. En la actualidad, la decisión de prescribir fármacos se hace mediante el juicio clínico basado en la evaluación individual de cada paciente en términos de los beneficios potenciales teniendo en cuenta los riesgos de los eventos adversos. Referencias Bibliográficas 1. Aranceta J, Foz M, Gil B, Jover E, Mantilla T, Millán J, Monereo S, Moreno B et al. Documento de Consenso: Obesidad y Riesgo Cardiovascular. Clin Invest Arterioscl 2003;15:196-233. 2. Bellido D (Coordinador). El paciente con exceso de peso: Guía Práctica de Actuación en Atención Primaria. Rev Esp Obes 2006;4:33-44. 3. Bevacqua RJ. Sobrepeso, obesidad y riesgo cardiovascular. Rev Insuf Cardiaca 2007;2:7375. 4. Caballero R. Tratamiento Farmacológico de la Obesidad. Rev Paceña Med Fam 2006;3:2632. 5. Gomis BR. Tratamiento farmacológico de la obesidad. Rev Med Univ Navarra 2004;48:6365. 6. Lavie CJ, Milani RV, Ventura HO. Obesity and cardiovascular disease: risk factor, paradox, and impact of weight loss. 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Disponible en www.http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S079802642007000100003&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0798-0264. 11. http://www.ema.europa.eu/pdfs/human/referral/sibutramine/3940810en.pdf acceso del 02.02.2010. 12. http://www.fda.gov/Safety/MedWatch/SafetyInformation/ SafetyAlertsforHumanMedicalProducts/ucm198221.htm acceso del 20.02.2010. 13. Chiasson JL, Josse RG, Gomis R, Hanefeld M, Karasik A, Laakso M. Acarbose treatment and the risk of cardiovascular disease and hypertension in patients with impaired glucose tolerance: the STOP-NIDDM trial. JAMA 2003;290:486-494. 5,6 1. La prevención de la obesidad a través de la nutrición junto con el incremento en la actividad física continúa siendo la estrategia fundamental para reducir el riesgo de sobrepeso y obesidad. 2. La obesidad es una enfermedad que debe ser tratada, y hoy en día contamos con los recursos disponibles para poder hacerlo con éxito. 3. Bajo la premisa que los objetivos terapéuticos de la obesidad están dirigidos a mejorar o eliminar las comorbilidades asociadas, la perdida de peso de un 10% es suficiente y ha demostrado ser altamente efectiva en la reducción de los factores de riesgo cardiovascular, además de mejorar la calidad de vida. 4. La motivación del paciente para reducir de peso es un aliado 312 313 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Farmacoterapia de la enfermedad hipertensiva en la mujer Dr. Luis Díaz. Introducción La hipertensión arterial (HTA) es la enfermedad de mayor prevalencia en la mujer adulta estimándose que está presente entre el 75% al 80 % de aquellas en edad perimenopáusica y postmenopáusica1,2. La HTA no sólo representa un incremento en el riesgo a desarrollar enfermedad arterial coronaria (EAC) sino que además induce un daño vascular que lleva a la lesión de órganos blanco como cerebro, riñón y ojos, por ello la importancia en la determinación de la presión arterial (PA) por parte de los médicos de atención primaria y en este caso especial por parte del ginecólogo. La actividad estrogénica endógena de la mujer mantiene una condición vascular favorable durante la etapa premenopáusica que ha ayudado a explicar la menor incidencia de HTA en este grupo. A su vez, la caída de la actividad estrogénica se acompaña de un aumento en la PA haciendo a la mujer mayor de 60 años el grupo de mayor prevalencia de esta enfermedad. Es muy importante recordar que la HTA habitualmente se acompaña de otras comorbilidades como la diabetes, obesidad y dislipidemia, las cuales deben ser consideradas al momento de la decisión de tratar farmacológicamente a la mujer hipertensa y que determinarán el objetivo o meta final de la cifra de PA a alcanzar. A pesar de que existen diferentes clasificaciones de la HTA, en general todas coinciden que la PA igual o mayor de 140 mmHg de sistólica y 90 mmHg de diastólica se acompaña de un aumento en el riesgo a desarrollar eventos cardiovasculares y debe ser tratada tanto con medidas generales como con fármacos3,4. Si además tiene enfermedad renal establecida o es diabética la condición clínica cambia y entonces la intervención farmacológica está indicada si la PA sistólica es mayor de 130 mmHg y la diastólica de 80 mmHg, todo esto independientemente de la edad de la paciente3-5. Tratamiento no farmacológico Los cambios en el estilo de vida representan una estrategia fundamental, no sólo para el control y tratamiento del paciente hipertenso sino también deben ser considerados en la población general con la finalidad de reducir el riesgo cardiovascular. Su sola implementación y logro permite el adecuado control de la PA en un porcentaje importante de pacientes en fase prehipertensiva o con HTA estadio I y a su vez favorece al éxito 314 315 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento en el control u obtención de la meta terapéutica en aquellos pacientes en quienes además es necesario el uso de tratamiento farmacológico6,7. No es desconocido el alto grado de fracaso en la implementación de los cambios en el estilo de vida por múltiples causas, siendo una de ellas, la falta de compromiso en el médico tratante para explicar y persuadir al paciente a su cumplimiento, recordando que las medidas sugeridas como la dieta, el ejercicio, la disminución de peso se deben mantener por siempre y que repercuten no sólo en el mejor manejo y control de las cifras de PA sino que influyen favorablemente en las comorbilidades como la obesidad, trastornos en el metabolismo de carbohidratos y de los lípidos que habitualmente acompañan esta enfermedad. Tratamiento farmacológico En la actualidad se tiene claro que tanto la mujer como el hombre se benefician de manera similar de los diferentes grupos farmacológicos utilizados en el manejo de la PA elevada y de su adecuado control en lo que respecta a la morbilidad y mortalidad cardiovascular3-5,8,9. De esta manera, los algoritmos de tratamiento sugeridos en las diferentes guías de intervención terapéutica, ya sean europeas o norteamericanas, son totalmente válidos para ambos sexos. Es muy importante recordar que el objetivo principal para lograr beneficios en el tratamiento de la HTA es la disminución de la PA a las cifras ideales, independientemente del fármaco empleado. En términos prácticos una vez identificado un paciente con cifras elevadas de PA, según los criterios antes descritos, se debe iniciar tratamiento médico farmacológico: el manejo inicial puede ser con diuréticos tiazídicos, bloqueantes de canales de calcio (BCC), inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), antagonistas del receptor receptor AT1 de angiotensina II (ARA II) y/o bloqueadores beta-adrenérgicos (BB) o bien una combinación de acuerdo al caso3,4,9. Como se comentó al inicio, lograr la meta antihipertensiva es el objetivo principal mas allá del fármaco a utilizar, sin embargo existe suficiente evidencia clínica que muestra diferencias entre los grupos farmacológicos que influyen en su tolerabilidad, comportamiento metabólico y protección adicional de daño a órganos blanco en forma independiente al hecho de disminuir la PA, características estas que permitirán que el médico tratante pueda escoger el fármaco ideal según el perfil del paciente. A continuación se resumen las ventajas y desventajas de cada clase terapéutica que se emplean actualmente y están disponibles en el mercado venezolano: a. Diuréticos: la hidroclorotiazida es el diurético tiazídico más utilizado y estudiado, generalmente se emplea en combinación con otros fármacos antihipertensivos por su acción sinérgica. A 316 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular dosis bajas son bien tolerados como monoterapia. Sus principales inconvenientes lo representan sus efectos secundarios metabólicos como la hiperuricemia, hipopotasemia y el impacto negativo sobre la glucemia y lípidos sanguíneos; sin embargo estos efectos son mínimos o clínicamente irrelevantes cuando se utilizan a dosis bajas como podría ser hidroclorotiazida a dosis de 12,5-25 mg al día. Los diuréticos han mostrado especial beneficio en la HTA sistólica aislada que caracteriza al paciente senil10. b. Betabloqueadores. Los BB han demostrado su efectividad antihipertensiva así como en la reducción de eventos cardiovasculares; sin embargo, al igual que los diuréticos su tolerabilidad, efectos sobre lípidos y la glucemia han limitado su uso como tratamiento antihipertensivo inicial y los han relegado a sus indicaciones precisas: presencia de arritmias en el paciente hipertenso o de EAC, donde pasan a ser la droga antihipertensiva de elección11. En los últimos años se ha demostrado en ensayos clínicos que la combinación de BB y tiazidas, si bien disminuyen la morbi-mortalidad cardiovascular, favorece la aparición de nuevos casos de diabetes, en especial en pacientes hipertensas con síndrome metabólico, obesidad o antecedentes familiares de diabetes9,12. Los BB de nuevas generaciones como carvedilol, metoprolol succinato, bisoprolol y nebivolol muestran características y comportamiento clínico diferentes al propranolol o atenolol, por tanto sus efectos metabólicos y tolerabilidad son diferentes, aunque sus efectos a largo plazo no han sido cabalmente examinados en estudios controlados en pacientes hipertensos. c. Bloqueantes de los canales de calcio. Los BCC comprenden los dihidropiridínicos como la amlodipina, felodipina, nifedipina y lercanidipina con acción vasodilatadora fundamentalmente y los no dihidropiridínicos, como el verapamil y diltiazem, que poseen una discreta acción vasodilatadora junto a una acción depresora sobre la conducción y contractilidad miocárdica. Los BBC, en general, son bien tolerados con un perfil metabólico neutro, ya que, no influyen en el metabolismo lipídico ni glucémico. El incremento en la prevalencia de la obesidad, la diabetes y el síndrome metabólico en la población de pacientes hipertensos, ha condicionado que en las combinaciones de fármacos antihipertensivos, los BCC sean cada vez mas preferidos por estas propiedades descritas, desplazando a los diuréticos como drogas de asociación13. Publicaciones recientes han mostrado ventajas sobre los diuréticos cuando por ejemplo son combinados con IECA14. La combinación de un BCC más un ARA II representa una de las asociaciones 317 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento actuales más interesantes, ya que muestra sinergia en su acción antihipertensiva y un comportamiento neutro desde el punto de vista metabólico del BCC junto con los efectos favorables que, sobre el metabolismo glucémico, se conocen de los ARA II13,15. El principal problema de los BCC lo representa, en algunos de ellos como la amlodipina, y en menor cuantía la nifedipina y felodipina, el edema periférico (bimaleolar) y la cefalea, los dos efectos secundarios más frecuentes en este grupo farmacológico, siendo el edema su principal causa de suspensión. Los BCC son fármacos que pueden ser usados como tratamiento inicial en la HTA: a dosis bajas o moderadas como podrían ser 5 a 10 mg diarios de amlodipina o felodipina, 10 mg de lercanidipina ó 20 a 30 mg de nifedipina de liberación osmótica. La nifedipina de acción rápida (10 mg) ha sido proscrita del tratamiento de la HTA, especialmente su administración sublingual para el manejo inmediato en la crisis hipertensiva ya que las respuestas individuales son inespecíficas e impredecibles y la presencia de taquicardia refleja secundaria a su acción vasodilatadora puede desencadenar eventos isquémicos en pacientes con enfermedad coronaria. d. Inhibidores del sistema renina angiotensina (SRA). En los últimos años ha quedado en evidencia la importancia de la sobreactivación del SRA no sólo como unos de los principales disparadores de los mecanismos de inducción de la HTA sino más aún como el mecanismo mediante el cual se median los principales efectos de daño sobre los órganos diana en los pacientes hipertensos. Esto ha hecho que su bloqueo represente una de las principales vías para tratar y controlar la HTA y además para prevenir la aparición de daño orgánico por esta enfermedad16,17. El uso tanto de IECA como de ARA II o de inhibidores de la renina representa una elección ideal para el manejo inicial del paciente hipertenso, más aún en aquellos donde estén presentes las condiciones clínicas antes descritas. Estos fármacos han mostrado regresar o retardar la progresión de microalbuminuria, la proteinuria tanto del paciente diabético como la del no diabético, así como la hipertrofia ventricular izquierda (HVI) en forma más efectiva que el resto de los antihipertensivos, además de prevenir su aparición en un porcentaje sustancial de pacientes. Los IECA y los ARA II son fármacos muy bien tolerados, sólo la tos en el caso de los IECA representa el efecto secundario más frecuente y motivo de suspensión de los mismos. Estos medicamentos están absolutamente contraindicados durante el embarazo por su teratogenicidad, igualmente no se sugiere su uso durante la lactancia, por tanto deberán ser 318 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular prescritos con precaución en la mujer fértil haciéndole saber de la necesidad de suspensión ante la sospecha de embarazo. Son muchos los IECA y ARA II disponibles en el mercado, con características y propiedades individuales distintas en cada uno de ellos, sin embargo las diferencias en efectividad como antihipertensivos son pocas cuando se comparan a dosis equiparables, lo cual permite el uso de cualquiera de ellos como terapéutica inicial en el paciente hipertenso. Estos fármacos se potencian con diuréticos tiazídicos y BCC, consiguiéndose en la práctica diaria combinaciones fijas de ellos que permiten una presentación con mejor capacidad antihipertensiva y que asegura una mayor adherencia al tratamiento. Por último, los inhibidores directos de renina, representados por el aliskirén, bloquean el sistema renina – angiotensina – aldosterona en su etapa inicial, esto es en la conversión de renina a angiotensina I, representando un modelo interesante con eficacia antihipertensiva similares a los otros grupos farmacológicos descritos, pero su principal atractivo lo conforma su capacidad para combinarse tanto con diuréticos, como con IECA, ARA II y BCC lo cual no sólo mejora su eficacia antihipertensiva sino que teóricamente podría favorecer el manejo y/o la prevención de daño a órganos blanco. En la actualidad se llevan a cabo estudios de puntos finales sobre mortalidad y morbilidad18. Adherencia al tratamiento Este es un aspecto crucial para reducir el riesgo cardiovascular de los hipertensos y se refiere tanto a los cambios en el estilo de vida como a la medicación antihipertensiva. Tanto el o la paciente como el médico deben estar conscientes de que es un tratamiento de por vida. El hecho que las cifras tensionales se encuentren dentro del rango “ideal” no significa que ha desaparecido el problema, ya que hasta el momento los únicos casos “curables” de HTA son aquellos susceptibles de cirugía o tratamiento endovascular (coartación de la aorta, feocromocitoma, etc.). Por otro lado, los fármacos antihipertensivos no inducen fenómenos de tolerancia ni de acostumbramiento y su protección es mayor en la medida que transcurren los años de su cumplimiento. El impacto potencial de la falta de la observancia terapéutica en resultados de tratamiento y costes es elevado. Se ha estimado que de las más de dos mil millones de prescripciones anuales realizadas en Estados Unidos de América, sólo la mitad se cumplen adecuadamente y muchos expertos afirman que tal incumplimiento es responsable de una proporción importante del gasto sanitario y además, solamente en el tratamiento de la enfermedad cardiaca, puede ser causa de 125.000 319 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento muertes evitables cada año19. Por tanto, la falla de la adherencia al plan terapéutico a largo plazo es uno de los problemas más importantes en el tratamiento de las enfermedades crónicas en la práctica clínica diaria.20-22 Conclusiones Es importante la detección oportuna del paciente hipertenso y la estratificación de su riesgo cardiometabólico, para iniciar el tratamiento de acuerdo a las sugerencias de las diferentes guías de manejo y tratamiento de la HTA. Se debe informar al paciente que la HTA es una enfermedad silente en la mayoría de los casos y que es su prevalencia en las mujeres es mayor que la del cáncer de mama y cuello uterino. Los pacientes no adherentes al tratamiento quedan sin la protección debida y ello puede contribuir a la elevada prevalencia de la morbimortalidad cardiovascular, especialmente en los países económicamente en vías de desarrollo. Todo médico debe educar a los pacientes sobre el debido cumplimiento del tratamiento, además de informarlo sobre sus beneficios en la reducción de las complicaciones de la enfermedad hipertensiva, especialmente en la mujer postmenopáusica, más vulnerable a estos eventos. Referencias Bibliográficas 1. Barton M, Meyer M. Postmenopausal Hypertension: Mechanisms and Therapy. Hypertension 2009;54:11-18. 2. Collins P, Rosano G, Casey C, Daly C, Gambacciani M, Hadji P et al. 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Introducción En Venezuela, al igual que en el resto del mundo, tanto en hombres como en mujeres, la enfermedad arterial coronaria (EAC) constituye la primera causa de muerte, mientras que los accidentes vasculares cerebrales permanecen como la primera causa de incapacidad1,2; ambos síndromes tienen un denominador común: la presencia de la aterosclerosis como factor etiológico de primer orden. Hablar de aterosclerosis es referirse a sus factores de riesgo y, especialmente, a los niveles altos del colesterol unido a las lipoproteínas de baja densidad (LDL-C), o de su sucedáneo el colesterol total; el cual es considerado el único factor realmente indispensable y absolutamente independiente para el desarrollo de la aterosclerosis3. De hecho, esta enfermedad no se desarrolla si no hay, como mínimo, un cierto nivel de colesterol, independientemente de la presencia de los otros factores que actúan como catalizadores del proceso. Esta realidad en la asociación entre colesterol y aterosclerosis, ha sido ampliamente confirmada por evidencias epidemiológicas4 y clínicas5 y constituye uno de los pilares fundamentales del pensamiento científico contemporáneo. No obstante, la EAC ocurre con menor frecuencia, y más tardíamente, en mujeres que en hombres, hecho que se ha sustentado en las variaciones del efecto estrogénico sobre los niveles lipídicos de estas pacientes6. Variaciones del perfil lipídico en la mujer Las distintas fracciones lipídicas del plasma en las mujeres se modifican según la edad, y pueden diferir en relación a su contraparte masculina. En la edad prepuberal, los niveles de lipoproteínas son similares entre los sexos; mientras que con la llegada de la pubertad aparecen variaciones en los niveles plasmáticos de colesterol unido a las lipoproteínas de alta densidad (HDL-C): las mujeres presentan, y mantienen a lo largo de toda su vida, aproximadamente, 10 mg/dL más de HDL-C que los hombres7. Los niveles de LDL-C y colesterol no HDL son menores en mujeres jóvenes y de edad media, pero esta circunstancia se revierte con la menopausia8,9. Los niveles de lipoproteína (a) [Lp(a)] también se incrementan en las mujeres, pero no en los hombres, con el paso de los años10. En la premenopausia las concentraciones de lipoproteínas varían a través del ciclo menstrual; mientras que con la llegada de la menopausia 322 323 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento el perfil lipídico se modifica hacia un patrón proaterogénico: los niveles de colesterol total y LDL-C se incrementan, las partículas de LDL se convierten en pequeñas y densas; y se ha reportado disminución en los niveles de HDL2, aunque el nivel total de HDL-C tiende a permanecer constante11-13. Más aún, el incremento en LDL-C, apoB y colesterol total se han podido detectar en el año correspondiente al cese del período menstrual13. Adicionalmente, las mujeres postmenopáusicas tienden a presentar mayores elevaciones postprandiales de lipoproteínas después de las comidas14. Las mujeres obesas, diabéticas o con síndrome metabólico muestran un perfil lipídico mas adverso en relación al hombre, caracterizado por una mayor prevalencia del fenotipo B de LDL-colesterol, menores niveles de HDL-C y mayores niveles de triglicéridos15-17; éste último factor, la hipertrigliceridemia, podría, incluso, implicar un riesgo más alto para las mujeres que para los hombres18. El uso de productos hormonales contraceptivos modifica el perfil lipídico dependiendo de la dosis de estrógenos y progestágenos, de la androgenicidad de éstos últimos, y de la vía de administración; se han reportado disminuciones en el tamaño de las partículas de LDL-C, aumentos significativos en los niveles de triglicéridos plasmáticos, y cambios menores en los niveles de LDL-C y HDL-C7. El uso de terapia hormonal postmenopáusica reduce los niveles de LDL-C y Lp(a) e incrementa los triglicéridos y el HDL-C, dependiendo de la preparación empleada: la monoterapia con estrógenos incrementa más los triglicéridos y favorece la aterogenicidad del LDL-C, mientras que su combinación con progestágenos atenúa el aumento de los triglicéridos, pero también reduce la elevación del HDL-C19-21. Factores de riesgo y enfermedad cardiovascular en la mujer Se ha demostrado que la EAC aparece más tardíamente en la mujer; de hecho, en la edad media de la vida y durante el período perimenopáusico la prevalencia de esta enfermedad es menor en mujeres que en hombres y no es sino hasta diez años después de la menopausia que la prevalencia en ambos sexos se iguala22. Los distintos factores tradicionales de riesgo impactan de manera similar a hombres y mujeres, aunque su prevalencia y el momento de su aparición (hipertensión arterial [HTA], uso de contraceptivos en mujeres jóvenes fumadoras y obesidad) o tendencias de declinación (tabaquismo) varían23. Igualmente, en ambos sexos el riesgo de EAC o sus complicaciones está directamente relacionado a los niveles crecientes de LDL-C, e inversamente a los de HDL-C, pero la importancia relativa de cada una de estas fracciones de lipoproteínas difiere según 324 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular el sexo: El LDL-C es un predictor más potente en hombres, mientras que los niveles de HDL-C y triglicéridos parecen estar más asociados al riesgo en las mujeres18,24-26. Adicionalmente, debe mencionarse que el riesgo debido a la alteración en las fracciones lipídicas también varía, aún dentro del mismo sexo, a lo largo de la vida: así, es mayor en las mujeres jóvenes, pero en las de edad más avanzad el riesgo total está determinado por la edad27,28. La proteína C reactiva ultrasensible (PCRus) se ha asociado, en ambos géneros, con un aumento en el riesgo de eventos cardiovasculares; en mujeres, incluso, niveles crecientes de PCRus se asocian con un mayor número de elementos diagnósticos del síndrome metabólico29. Aproximación a la mujer con dislipidemia No existen diferencias esenciales entre ambos sexos en la aproximación clínica a la dislipidemia. En todo paciente en quien se haga o se sospeche una alteración del perfil lipídico deberá hacerse un interrogatorio exhaustivo de los antecedentes, un examen físico cuidadoso y una determinación inicial del perfil lipídico mínimo, con o sin pruebas adicionales, a fin de caracterizar el tipo de dislipidemia y si ésta es primaria o secundaria a otros procesos patológicos, hábitos o uso de fármacos. Una discusión extensa de estos tópicos se encuentra fuera de los límites de este capítulo, por lo que se presenta a continuación sólo los lineamientos globales; pero se le sugiere al lector interesado buscar en otras ediciones especializadas que han evaluado extensamente este tema30. En general deben investigarse los antecedentes personales y familiares tales como: dislipidemia, disglucemias, hiperinsulinismo, HTA, obesidad, tabaquismo, pre-eclampsia/eclampsia, pancreatitis, hígado graso, síndrome de ovario poliquístico, alcoholismo, sedentarismo, hábitos dietéticos, tabaquismo, uso de drogas (estrógenos, glucocorticopides, anticonceptivos orales, tiazidas, betabloqueadores) y enfermedad aterosclerótica precoz. El examen físico debe incluir los signos vitales, medidas antropométricas (peso, estatura, índice de masa corporal, circunferencia abdominal), distribución corporal de la grasa, examen de pulsos periféricos y del índice tobillo/brazo, estigmas cutáneos (xantelasmas, xantomas y acantosis nigricans), fondo de ojo, examen cardíaco y palpación de tiroides, hígado y bazo. El perfil de laboratorio básico para las dislipidemias consiste en colesterol total, LDL-C, HDL-C y triglicéridos, y se debe solicitar para descartar dislipidemias en las siguientes situaciones: al menos una vez durante la edad escolar o adolescencia, en menores de 18 años con antecedentes familiares de enfermedad aterosclerótica prematura, 325 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento en toda mujer mayor de 18 años especialmente aquellos que tengan al menos un factor de riesgo no lipídico para enfermedad coronaria (diabetes, tabaquismo, HTA), o sean portadores de enfermedad aterosclerótica, obesidad o prediabetes. Este perfil puede ampliarse según las circunstancias de cada paciente para incluir mediciones de PCRus, apolipoproteínas A-1 y B, Lp(a), fibrinógeno, microalbuminuria, homocisteína, respuesta a la sobrecarga oral de glucosa, prueba de tolerancia a las grasas y hemoglobina glucosilada. El perfil lipídico mínimo debe repetirse cada 5 años, en sujetos normales entre los 18 y 35 años de edad sin antecedentes familiares ni personales; anualmente en toda mujer mayor de 35 años y en aquellas menores a esta edad que tengan factores de riesgo; semestral o trimestral en los pacientes con enfermedad aterosclerótica y/o diagnóstico de dislipidemia bajo tratamiento hipolipemiante. Con toda esta información la paciente debe ser caracterizada en el tipo clínico y etiológico de su dislipidemia; y según existan otros factores de riesgo coronario, o la presencia de enfermedad aterosclerótica o síndrome metabólico, debe determinarse su categoría de riesgo, los puntos de corte para inicio de tratamiento, y las metas terapéuticas a alcanzar para cada nivel de riesgo. Bases para el tratamiento de la dislipidemia en la mujer Una menor progresión, inducción de regresión de lesiones coronarias y/o disminución de eventos clínicos con cambios en el estilo de vida han sido demostradas en hombres con EAC pero no en mujeres31-34. Sin embargo, el valor indiscutible de la dieta, el ejercicio, la cesación del tabaquismo y el mantenimiento de un peso ideal hacen que estas indicaciones estén presentes en la primera línea de acción en las guías de prevención cardiovascular para las mujeres de todo el mundo35, 30. Los cambios en las lipoproteínas plasmáticas obtenidos con los hipolipemiantes parecen ser similares en magnitud y dirección en ambos sexos; sin embargo, varias sugerencias terapéuticas actuales (especialmente en prevención primaria) son una extensión de las recomendaciones inicialmente hechas para los hombres. Esto se debe a la ausencia de reporte diferencial de resultados por sexo, a la ausencia36 o menor inclusión de pacientes de sexo femenino en los diferentes estudios clínicos de intervención en morbimortalidad37, y a la inclusión en éstos de sujetos en edades intermedias de la vida; y como las mujeres presentan más tardíamente las manifestaciones de enfermedad aterosclerótica que los hombres, hacían que estos estudios tuviesen un poder insuficiente para determinar la eficacia del tratamiento hipolipemiante en mujeres38. En general han sido los 326 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular inhibidores de la hidroximetil-glutaril-CoA-reductasa o estatinas, las drogas más extensamente probadas en los diferentes escenarios de tratamiento para reducir el LDL-C. Esto ha sido así por el mayor efecto hipolipemiante y mejor tolerabilidad y seguridad de estas drogas que pueden emplearse extensamente en mujeres, salvo las gestantes, que intenten quedar embarazadas o están lactando, debido a la falta de data sobre el efecto de estas drogas para el feto o niño. En los últimos años se ha considerado que no existen suficientes evidencias que garanticen la reducción de eventos cardiovasculares con el tratamiento hipolipemiante en mujeres sin enfermedad aterosclerótica39. Un subgrupo diferente lo representan las mujeres sin enfermedad cardiovascular conocida pero con diabetes mellitus o con algún otro factor de riesgo coronario como el antecedente de historia familiar de enfermedad coronaria prematura, el cual parece ser un factor de riesgo particularmente importante en las mujeres40-42; en ambos casos el uso de estatinas demostró una reducción en los eventos cardiovasculares. Estos beneficios fueron similares para hombres y mujeres e independientes de la edad y de otros factores demográficos basales43. Recientemente, un nuevo ensayo ha hecho que las anteriores consideraciones se hayan modificado. El estudio “Justificación del uso de estatinas en prevención: un ensayo de intervención evaluando rosuvastatina” (JUPITER)44, donde participó el mayor número de mujeres hasta la fecha ya que aleatorizó 6.801 mujeres con edades ≥ 60 años, y 11.001 hombres de ≥50 años sin historia previa de enfermedad coronaria, diabetes mellitus o enfermedad cerebrovascular, con niveles plasmáticos de LDL-Colesterol < 130 mg/dL y de PCRus ≥ 2mg/L. Los pacientes recibieron 20mg od de rosuvastatina o placebo y fueron seguidos por apenas 2 años, ya que el ensayo se terminó prematuramente al obtenerse significativos beneficios con el uso de la droga activa. Dentro de este estudio, el subgrupo de mujeres fue objeto de un análisis pre-especificado que mostró similares beneficios que el subgrupo de hombres en la reducción del riesgo relativo de alcanzar el punto final primario compuesto por infarto del miocardio, accidente cerebrovascular, revascularización arterial, muerte cardiovascular u hospitalización por angina inestable (relación de riesgo en mujeres: 0.54, p= 0.002 vs, en hombres: 0.58, p<0.001)45. Los resultados de JUPITER, junto con los obtenidos en otros 2 estudios realizados en prevención primaria que mostraron solo una tendencia al beneficio fueron evaluados en un meta-análisis que confirmó las ventajas del tratamiento con estatinas en prevención primaria en la mujer (reducción de riesgo relativo de desarrollar eventos cardiovasculares: 0.63; IC 95%: 0.49 a 0.82, p< 0.001)45,46. En los estudios de intervención en prevención secundaria con estatinas, y con el paso de los años, ha habido una creciente tendencia a la inclusión 327 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento de mayor número de mujeres lo que ha permitido conclusiones más concretas en este escenario de acción terapéutica. Varios meta análisis realizados39,47 han permitido concluir que existe un claro beneficio de reducción de eventos cardiovasculares en las mujeres donde se logran reducciones entre 20 y 30% en la morbimortalidad por EAC y revascularizaciones, pero sin efecto en la mortalidad total39. Otros dos estudios que incluyeron alrededor de un 20% de pacientes de sexo femenino sugieren reducciones similares en eventos cardiovasculares sin impacto en la mortalidad total48, o del riesgo de presentar nuevo IM no fatal49. Ambos estudios dejaron claro que el tratamiento intensivo con estatinas podría beneficiar a hombres y mujeres por igual, sin incremento en la mortalidad no cardiovascular u otras reacciones adversas. Finalmente, el uso de estatinas en los síndromes coronarios agudos ha sido evaluado en varios estudios clínicos confirmando que un régimen intensivo de tratamiento produce mejores resultados en puntos de morbimortalidad que uno moderado50, pero, ambos, benefician en su magnitud individual, por igual, a ambos sexos50,51. Un escenario particular para el uso de estos fármacos lo representan los estudios de intervención en donde se ha evaluado directamente la modificación de la placa aterosclerótica con métodos no invasivos como el ultrasonido carotídeo para medir el grosor de la íntima media (GIMC), o con ultrasonido intravascular coronario (IVUS por sus siglas en inglés). En el caso del primero, existen dos estudios a considerar: uno, que comparó estatinas de alto poder liporreductor vs placebo (40% de mujeres)52; y otro que evaluó dos regímenes de estatinas (60% de mujeres), de reducción intensiva versus moderada de los lípidos plasmáticos53. En ambos casos la respuesta fue la misma, independientemente del sexo la terapia con estatinas de alto poder liporreductor es capaz de inducir regresión o retardo de la progresión del GIMC. Un patrón similar ha sido obser vado con la técnica IVUS que es más rigurosa para evaluar las placas ateroscleróticas coronarias. En dos estudios se examinó el efecto de las dos estatinas de mayor poder liporreductor: en el primero de ellos44 con participación de cerca de 30% de población de sexo femenino, el uso de atorvastatina, redujo la progresión de la placa coronaria, pero no la simvastatina que era su comparador. El segundo estudio55, también con un 30% de pacientes femeninos, se demostró que una terapia de reducción intensiva de lípidos era capaz de inducir regresión del volumen porcentual del ateroma coronario. En ambos estudios, no hubo diferencias entre ambos sexos en los resultados obtenidos. Por último, un comentario especial en relación a la información sobre el impacto de los fibratos o niacina en las mujeres. En general, la participación de ellas en estos estudios clínicos ha sido nula56-58 o muy baja y sin reportar diferencias con los hombres59,60 lo cual, obviamente, 328 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular obliga a extender a ellas los beneficios observados en ellos. Esta circunstancia es realmente paradójica, porque los niveles bajos de HDL-C y los altos niveles de triglicéridos plasmáticos tienen un mayor impacto pronóstico en las mujeres. Recomendaciones clínicas para el tratamiento de la dislipidemia en la mujer En líneas generales, las recomendaciones fundamentales pueden resumirse en30,35: I. Cambios generales en el estilo de vida: I-A) Mantenimiento/reducción de peso: A través de un programa organizado que incluya dieta adecuada y ejercicio, y eventual manejo conductual, para alcanzar/mantener un índice de masa corporal entre 18,5 y 24,9 Kg/m2 y una circunferencia abdominal menor a 80 cm. I-B) Actividad física: Realizar, al menos, 30 minutos de ejercicio aeróbico de moderada intensidad en la mayoría, y preferiblemente todos los días de la semana. Este nivel debería incrementarse a 60-90 minutos en aquellas mujeres que necesitan perder o sostener la pérdida de peso. I-C) Dieta: Preferiblemente rica en frutas y vegetales, alimentos ricos en fibra; y pescado, al menos dos veces por semana. Limitar la ingesta de grasas saturadas a menos de 10% del consumo total de calorías (y, si es posible, a menos de 7%). Reducir la ingesta de colesterol a menos de 300 mg/día, el consumo de sal a menos de 2,3 gramos/día, y la ingesta de alcohol a no más de una medida/día (una botella de 360 cc de cerveza, una copa de 150 cc de vino, o de 45 cc de alcoholes de alta graduación). El consumo de ácidos grasos trans debería ser lo más bajo posible (menos de 1% de la ingesta calórica total). I-D) Ácidos grasos omega-3: Como un complemento dietético, estos compuestos en suplemento farmacéutico (aproximadamente 850 a 1000 mg de ácido eicosapentaenoico [EPA] y docosahexaenoico [DHA]) podrían ser considerados en mujeres con EAC. Dosis mayores (2 a 4 gramos) son efectivas para el tratamiento de la hipertrigliceridemia. I-E) Suplementos de antioxidantes y ácido fólico: Tales como vitaminas antioxidantes (vitaminas E, C y betacarotenos), y el ácido fólico (con o sin suplementos de vitaminas B6 y B12) no deben ser usados para la prevención primaria o secundaria de la enfermedad cardiovascular. Es importante resaltar que tanto la dieta y la actividad física son pilares fundamentales de toda estrategia terapéutica y deben 329 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento acompañar al tratamiento farmacológico. II. Intervención farmacológica directa sobre lípidos: II-A) En las pacientes con LDL-C elevado: -Pacientes de alto y muy alto riesgo (EAC o su equivalente, con o sin otros factores de riesgo): Utilice drogas para reducir el LDL-C simultáneamente con cambios en el estilo de vida para alcanzar un valor menor a 100 mg/dL. Lo mismo para mujeres con diabetes mellitus, otras formas de enfermedad vascular aterosclerótica (enfermedad carotídea, aórtica o arterial periférica) o con riesgo absoluto mayor a 20%. Una reducción del LDL-C a valores inferiores a 70 mg/dL es razonable en aquellas de muy alto riesgo y podría requerir combinaciones de hipolipemiantes30. - Pacientes con riesgo bajo o intermedio (sin EAC o su equivalente): Utilice terapia para reducir el LDL-C si éste es ≥ 130 mg/dL a pesar de cambios en el estilo de vida, y hay múltiples factores de riesgo con un riesgo absoluto a los 10 años entre 10 a 20%. En todas las pacientes con LDL-C ≥ 160 mg/dL a pesar de los cambios en el estilo de vida, y con múltiples factores de riesgo, debe emplearse terapia con estatina, aún si el riesgo absoluto calculado en 10 años es < 10%. Utilice terapia para reducir el LDL-C en todas las pacientes con LDL-colesterol ≥ 190 mg/dL, independientemente si hay o no otros factores de riesgo. II-B) Pacientes con LDL-C en cifras promedio con PCRus elevada: Luego del estudio JUPITER se considera que las mujeres postmenopáusicas (>60 años) con, al menos, un factor adicional de riesgo, especialmente si éste es el antecedente de historia familiar prematura de EAC y PCRus elevada, deben tratarse con estatinas hasta lograr alcanzar, probablemente, los niveles obtenidos en dicho estudio45. II-C) En pacientes con HDL-C bajo o colesterol no-HDL elevado: • Pacientes de riesgo muy alto, alto riesgo o con riesgo absoluto a los 10 años entre 10 y 20%: Utilice niacina o fibratos luego que la meta de LDL-C se ha alcanzado. Estado del tratamiento y de las investigaciones sobre dislipidemia en la mujer A pesar de las evidentes similitudes en la presentación, impacto sobre morbimortalidad y beneficios derivados del tratamiento de las dislipidemias entre hombres y mujeres, éstas son frecuentemente 330 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular tratadas en menor porcentaje o hasta metas menos adecuadas. Un estudio en pacientes dislipidémicos (45% de mujeres) con diferentes niveles de riesgo, en varios continentes61, mostró que ellas tenían una edad promedio y mayores niveles de LDL-C y HDL-C que los hombres. Así mismo, recibían terapia con estatinas menos frecuentemente y tenían una menor tasa total de éxito en la normalización de los niveles de LDL-C; ésta diferencia se debía fundamentalmente al menor uso de estatinas en el subgrupo de mujeres de alto riesgo, ya que en los de bajo y mediano riesgo no había diferencia entre sexos. En el escenario de la prevención secundaria, el mismo patrón se repite: El Tercer Registro Nacional de Infarto del Miocardio62 mostró que entre los pacientes egresados con infarto del miocardio en los Estados Unidos en los años 1998 y 1999, las mujeres recibían medicamentos hipolipemiantes menos frecuentemente que los hombres, especialmente si eran jóvenes; pero esta diferencia basada en el sexo, luego del ajuste con otras variables, era solo un predictor independiente menor. También, en otros estudios de registro, hechos en pacientes con accidentes vasculares cerebrales63 o con EAC, cerebrovascular, o ambas64 los lípidos eran menos agresivamente controlados o era menos probable que se alcanzaran las metas recomendadas en mujeres que en hombres. Un problema de especial consideración lo constituye la baja representación de las mujeres en los diferentes ensayos clínicos, lo cual conlleva, implícita, a brechas significativas de información pronóstica, preventiva y terapéutica, a pesar que ha ocurrido un incremento en su participación en la última década. En los estudios de ambos géneros patrocinados por el Instituto Nacional del Corazón y Pulmón de los Estados Unidos entre 1997 y 2006, la proporción de mujeres fue del 27%65, aumentando a 38,5% en el estudio JUPITER45. Las razones para esta baja participación son muchas: edad de las pacientes, riesgos relacionados con el embarazo y la lactancia, inercia clínica, errores médicos o de las pacientes en la interpretación de síntomas o la percepción de severidad de la enfermedad, y factores sociales, psicológicos o económicos66. Resumen y conclusiones La dislipidemia, como factor etiopatogénico de la aterosclerosis, afecta por igual a hombres y mujeres, pero las variaciones inherentes a la fisiología femenina determinan una aparición más tardía de las complicaciones derivadas de esta enfermedad. Así mismo, los diferentes factores de riesgo no lipídicos concurren de manera diferencial en las mujeres haciendo aún más compleja su definición pronóstica. Por otra parte, ellas han permanecido subrepresentadas en los estudios 331 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento clínicos de intervención con drogas, lo cual significa ausencia de datos concluyentes sobre su respuesta al tratamiento en distintos escenarios clínicos, como es el caso de la prevención primaria; y en su evolución al tratamiento con drogas tales como los fibratos o la niacina. Las limitaciones de información han obligado a inferir, por extensión, que las conclusiones derivadas de estudios mayoritaria o totalmente, hechos en hombres apliquen por igual a las mujeres. Finalmente la utilización de la terapia hipolipemiante y el alcance de metas terapéuticas ideales en las mujeres no ha sido correcto, incluso en los escenarios clínicos de mayor riesgo. Se necesitan grandes esfuerzos para corregir estas limitaciones de información y de acción para ofrecer a las pacientes una optimización diagnóstica y terapéutica en el campo de las dislipidemias. Referencias Bibliográficas 13. Matthews KA, Crawford SL, Chae CU, Everson-Rose SA, Sowers MF, Sternfeld B, SuttonTyrrell B. Are Changes in Cardiovascular Disease Risk Factors in Midlife Women Due to Chronological Aging or to the Menopausal Transition? J Am Coll Cardiol 2009;54:23662373. 14. van Beek AP, de Ruijter-Heijstek FC, Erkelens DW, de Bruin TWA. 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Es importante mencionar que la diabetes es la cuarta causa de muerte en las mujeres venezolanas, siendo el riesgo de muerte mayor en ellas con respecto a los hombres, particularmente después de los 65 años de edad2. De manera, que el manejo adecuado de la Diabetes constituye una de las herramientas fundamentales de la prevención cardiovascular en las mismas. En el año 2003, se realizó en Venezuela el Consenso Nacional de Diabetes, que estableció las metas de control glucémico para adultos, exceptuando a la mujer embarazada. En la tabla 1 se comparan las metas propuestas por dicho consenso con las establecidas recientemente por la Asociación Americana de Diabetes (ADA)3 y la Asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos y el Colegio Americano de Endocrinología (AACE/ACE)4. Estas cifras deben ser individualizadas hacia metas más o menos exigente de acuerdo a la duración de la diabetes, edad/expectativa de vida, comorbilidades, complicaciones microvasculares o enfermedad cardiovascular reconocida, falla en la percepción de la hipoglucemia y consideraciones particulares del paciente3. El establecimiento de metas de control se fundamenta en numerosos estudios epidemiológicos que han demostrado el efecto beneficioso del control glucémico intensivo sobre las complicaciones microvasculares como el Diabetes Control and Complications Trial (DCCT)5 y el United 336 337 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Kingdom Prospective Diabetes Study (UKPDS)6. Existe controversia con respecto al efecto sobre las complicaciones macrovasculares. Estudios como el UKPDS han reportado reducción en el riesgo en pacientes con diabetes tipo 2, tratados intensivamente con el objetivo de alcanzar una HbA1c menor de 7%. Sin embargo, recientemente, el estudio Action to Control Cardiovascular Risk in Diabetes (ACCORD)7 encontró un aumento de la mortalidad, sin beneficio sobre el riesgo cardiovascular en pacientes que fueron tratados a objeto de reducir la HbA1c por debajo de 6,5%. En este estudio, 38% de las participantes eran mujeres. Pareciera más sensato considerar la meta de HbA1c de 7%, intensificándola sólo en pacientes seleccionados, sin complicaciones cardiovasculares y sopesando el riesgo de hipoglucemia. Este punto de corte es el sugerido por diversas guías científicas internacionales2,8. La terapia médica nutricional y la actividad física constituyen la piedra angular en el manejo de la diabetes y toda mujer diabética debe recibir, conjuntamente con las modificaciones en el estilo de vida, la farmacoterapia necesaria para mantener la HbA1c < 7%, la cual incluye las drogas antihiperglucemiantes, en su mayoría de administración oral, y la insulina y sus análogos. Drogas antihiperglucemiantes Básicamente se clasifican de acuerdo a su mecanismo de acción. En la tabla 2 se describen las diferentes categorías y su efecto sobre el control glucémico junto con algunas características que repercuten en el perfil lipídico, cuando son utilizadas como monoterapia8. Si hablamos específicamente sobre la protección cardiovascular, la metformina es quizás la única droga que en estudios epidemiológicos importantes, como el United Kingdom Prevention Diabetes Study (UKPDS), ha demostrado reducir la incidencia de complicaciones macrovasculares en los pacientes diabéticos, específicamente se reportó una reducción del 16% en el riesgo relativo para infarto del miocardio. En cuanto a las sulfonilureas, existen controversias planteándose que algunas, como la glibenclamida, pueden deteriorar el precondicionamiento isquémico, mecanismo de defensa contra la isquémica miocárdica9. Sin embargo, hay que mencionar que el estudio UKPDS no demostró incremento en la morbimortalidad cardiovascular en los pacientes tratados con sulfonilureas a lo largo de los años de seguimiento. Las tiazolidenodinas duplican el riesgo de insuficiencia cardíaca y su papel en la cardiopatía isquémica debe ser individualizado. En un meta análisis de estudios, se informó que la rosiglitazona se asoció con un incremento en el riesgo de infarto del miocardio y de todas las causas de mortalidad cardiovascular10, mientras que la pioglitazona parece tener un efecto cardioprotector11. Los inhibidores 338 de la alfa glicosidasa, particularmente el acarbose, demostraron en el estudio Study TO Prevent Non-Insulin-Dependent Diabetes Mellitus (STOP-NIDDM), realizado para prevención de diabetes, que reducían los eventos cardiovasculares12, lo cual resulta promisorio, pero amerita ser confirmado por otros ensayos. En cuanto a las otras categorías de drogas, no se les ha demostrado efecto específico sobre los eventos cardiovasculares. En la tabla 2 y 3 se listan las dosis recomendadas, la posología, así como los efectos adversos y las contraindicaciones de las diferentes drogas13,14. Adicionalmente existen combinaciones fijas de drogas que reducen el número de píldoras que consumirá el paciente, facilitando su adherencia al tratamiento. Insulina y análogos La terapia insulínica es la más antigua y por lo tanto la que cuenta con la mayor experiencia clínica. Es la más efectiva, reduciendo cualquier nivel de HbA1c y adicionalmente tiene efectos beneficiosos sobre el perfil lipídico. En cuanto a sus desventajas se reporta aumento de peso e hipoglucemia. La terapia con insulina es la única opción para los pacientes con diabetes tipo 1 y para la diabetes gestacional. Las insulinas utilizadas actualmente son de origen humano y desde la década 339 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular de los 90, se emplean los análogos, que surgen de modificaciones en las cadenas polipeptídicas de la molécula natural, con el objetivo de mejorar los perfiles farmacodinámicos y cinéticos. En la tabla 4 se enumeran las principales insulinas y análogos disponibles, con su perfil de acción posterior a la administración subcutánea. Con el conocimiento de las características más importantes de las drogas, debe plantearse una estrategia para la implementación adecuada de las mismas. En el año 2006, la ADA y la EASD publicaron un algoritmo para ayudar al médico a seleccionar el tratamiento más apropiado para el paciente con diabetes tipo 28. Este algoritmo fue revisado en el año 200913 y toma en cuenta las características de las intervenciones individuales, su sinergia y el costo económico (Figura 1). 340 De acuerdo a este algoritmo13: 1. En todos los pacientes con diabetes tipo 2 se debe iniciar el tratamiento con modificaciones en el estilo de vida y metformina al momento del diagnóstico. 2. La transición de una paso a otro debe ser rápida si no se alcanzan las metas, particularmente la HbA1c, que debe determinarse cada 3 meses. 3. Las drogas recomendadas en el segundo paso incluyen fundamentalmente insulina y sulfonilureas. La sulfonilurea 341 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento combinada con metformina conduce a ganancia de peso, así como mayor frecuencia de hipoglucemia en particular la glibenclamida en relación a las de segunda generación. 4. Si hay síntomas de hiperglucemia o la HbA1C es > 8,5%, es preferible iniciar tratamiento con insulina basal (insulina de acción intermedia o análogos de acción prolongada a una dosis de 10 unidades o 0,2 U/Kg por vía subcutánea en la noche). 5. Como drogas alternativas durante el segundo paso para los pacientes con riesgo elevado de hipoglucemia se recomienda pioglitazona o exenatide (particularmente en presencia de obesidad y HbA1c <8%). Podrían plantearse también los inhibidores de la DPP-4 que no aparecen en el algoritmo. 6. En el tercer paso es preferible iniciar el uso de insulina basal o intensificar la insulinoterapia. El uso de una tercera droga oral sólo se recomienda para pacientes que tienen una HbA1c cercana a la meta (<8%) ya que es menos efectivo y por lo general más costoso. 7. La intensificación de la insulinoterapia implica la administración de insulinas o análogos de acción rápida en relación con 1-3 comidas principales al día. Para la intensificación de la insulinoterapia, así como el manejo de los diabéticos tipo 1 y de la diabética embarazada, deben ser referidos a especialistas en la materia. Farmacoterapia de la prediabetes El tratamiento de las condiciones que incluye la categoría de prediabetes (glucosa alterada en ayunas, intolerancia a los hidratos de carbono), tiene como objetivo retardar la progresión a diabetes tipo 214, lo cual se ha conseguido con los cambios radicales en el estilo de vida15,16,17. Hasta la fecha, no existe ninguna droga aprobada para la prediabetes, sin embargo, la mayoría de las guías científicas recomiendan metformina en aquellos pacientes que se encuentran en alto riesgo de desarrollar diabetes, que son los que presentan otros factores de riesgo tales como HbA1c >6%, hipertensión arterial, niveles reducidos de HDL-C, hipertrigliceridemia e historia de diabetes en familiares de primer grado o en los obesos menores de 60 años14. 342 Referencias Bibliográficas 1. 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Diagnosis and management of type 2 diabetes and prediabetes. Prim Care 2007:34:731-759. 343 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento 15. Pan XR, Li GW, Hu YH, Wang JX, Yang WY, An ZX, et al. Effects of diet and exercise in preventing NIDDM in people with impaired glucose tolerance. The Da Qing IGT and Diabetes Study. Diabetes Care 1997;20:537-544. 16. Lindstrom J, Louheranta A, Mannelin M, Rastas M, Salminen V, Eriksson J, et al for the Finnish Diabetes Prevention Study Group. The Finnish Diabetes Prevention Study (DPS): Lifestyle intervention and 3-year results on diet and physical activity. Diabetes Care 2003;26:3230-3236. 17. Alberti KG, Zimmet P, Shaw J. International Diabetes Federation: a consensus on Type 2 diabetes prevention. Diabet Med 2007;24:451-463. 344 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Estrategias sobre cesación tabáquica en la mujer Dr. Carlos I. Ponte Negretti. Introducción De acuerdo a los más recientes datos de encuestas europeas y americanas, la prevalencia de tabaquismo disminuye de forma progresiva en los varones adultos, en tanto que aumenta en las mujeres1. Las jóvenes fuman con más frecuencia y con mayor intensidad que los jóvenes. En tanto que los niños se inician al consumo de tabaco a una edad media de 12,9 años, las niñas lo hacen a los 12,1. Además en el grupo de edad situado entre los 25 y los 45 años las mujeres fuman más frecuentemente que los hombres. En una encuesta realizada en la unidad de prevención cardiovascular del Hospital Domingo Luciani (Caracas), en 100 pacientes que acudieron a la consulta de cesación tabáquica, la edad de inicio en las mujeres fue 13,1 años frente a 14,2 años para los hombres2. Estas diferencias epidemiológicas entre sexos, también se manifiestan cuando consideramos las actitudes con respecto al abandono del consumo del tabaco. Mientras que casi el 70% de los hombres mayores de 45 años que son fumadores, quieren abandonar el hábito, sólo el 50% de las mujeres de esa misma edad lo desean. ¿Tiene el tratamiento del tabaquismo alguna particularidad en el caso de las mujeres? Varias investigaciones han demostrado diferencias en cuanto a: a) grado de dependencia física de la nicotina entre hombres y mujeres; b) causas de recaída y c) eficacia de los distintos tratamientos ligada al sexo. Algunas publicaciones sugieren que el grado de dependencia física a la nicotina es más alto en mujeres que en hombres, en tanto que otros llegan a conclusiones distintas, matizando que no existen diferencias significativas entre uno y otro género en este aspecto. No cabe duda que cuando tratamos a mujeres fumadoras, debemos pensar en controlar algunas causas de recaída que no son tan importantes para los hombres: a. El incremento de peso que se asocia habitualmente al abandono del consumo del tabaco es responsable de reincidencias en el 47% de las mujeres que quieren dejar de fumar. Y este es un factor que debe ser controlado muy de cerca para conseguir incrementar las cifras de abstinencia en las mujeres fumadoras. b. La depresión que aparece con mayor frecuencia en las mujeres. Después de 4-5 semanas de abandono, aproximadamente el 25% de los fumadores sufre un cuadro compatible con depresión 345 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento leve que suele desaparecer entre la 10 y 12 semanas. En mujeres, sobre todo, se puede hacer más intenso y prolongado y requerir de tratamiento especializado3. Resumiendo, el tratamiento del tabaquismo en mujeres tiene connotaciones especiales por el mayor grado de dependencia física, la mayor intensidad de consumo y las causas particulares de recaída, en comparación con los hombres. Tabaquismo una enfermedad mortal. El tabaquismo debe ser considerado como una enfermedad ya que se acompaña de una alta tasa de mortalidad por cáncer, accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardiovasculares. Sólo en Estados Unidos anualmente más de 170.000 mujeres mueren prematuramente por enfermedades relacionadas con el tabaquismo4. La enfermedad cardiovascular es la primera causa de mortalidad en nuestro país y el mero hecho de fumar aumenta la mortalidad en las mujeres hasta en un 32%5. Tratamiento del tabaquismo en la mujer Los beneficios de dejar el tabaquismo son múltiples, la mujer que lo logra reduce su riesgo de morir prematuramente, y ellos son mayores cuanto más temprano ocurra dicha cesación. Luego de 10 años sin fumar, por ejemplo, la mujer exfumadora tiene un riesgo de enfermedad coronaria igual a otra de su misma edad que nunca halla fumado; el mismo fenómeno ocurre para la enfermedad cerebrovascular luego de 15 años sin fumar2. El 75% de las mujeres desean dejar de fumar, pero sólo el 2,5% lo consiguen y se mantienen sin fumar durante un año6. La intervención antitabaco es menos efectiva en las mujeres que en los varones4, y las dificultades añadidas a las que ya se ha hecho referencia hacen que el tratamiento de su adicción a la nicotina requiera de un abordaje individualizado que en ocasiones implica un mantenimiento de la terapia sustitutiva con nicotina (TSN) por más tiempo del que normalmente está protocolizado7. Deshabituación tabáquica e incremento del peso Las mujeres fumadoras están dos veces más preocupadas por su peso que las no fumadoras, preocupación que predispone al inicio del consumo de tabaco en las chicas adolescentes pero no en los chicos5. Existe una evidencia importante sobre la existencia de una relación inversa entre el consumo de cigarrillos y el peso corporal, aunque los beneficios de dejar de fumar exceden sobradamente cualquiera de 346 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular los riesgos derivados del aumento medio de peso ocasionados por el abandono del tabaco8. Los fumadores pesan menos que los no fumadores pero tienen aumentada la relación cintura-cadera por el aumento de la grasa abdominal9 lo que minimiza el beneficio del menor peso. El incremento medio de peso que condiciona el dejar de fumar puede ser de unos 3 a 4 kg al año de haber abandonado el tabaquismo8, circunstancia a la que la mujer es mucho más sensible (la ganancia media de peso atribuible al abandono de tabaco en los varones es de 2,8 kg frente a los 3,8 kg en las mujeres)9 y este hecho puede ser la causa de una recaída, lo que, junto con la ganancia de peso ocurre sobre todo en los primeros meses del abandono del tabaco11, obliga, si se quiere controlar en lo posible “este efecto adverso”, realizar un seguimiento estrecho del proceso de deshabituación de cualquier fumador, y de las mujeres en particular. Este incremento de peso se deriva fundamentalmente de la pérdida de los efectos de la nicotina sobre el metabolismo graso, la pérdida del comportamiento tabáquico, del aumento de la ingesta calórica (sobre todo dulces) y de la ansiedad propia del síndrome de abstinencia nicotínica8,13, además del posible efecto que tiene la nicotina en la reducción de los niveles séricos y sensibilidad a la leptina, hormona que parece estar involucrada en la obesidad12. Algunas de las circunstancias anteriormente mencionadas no se pueden modificar pero otras sí, por lo que cuando se está ante una fumadora preocupada por su imagen corporal no se debe adoptar una actitud contemplativa durante su proceso de deshabituación tabáquica. De no existir contraindicación al tratamiento farmacológico, quizás sea éste el método más adecuado para controlar la ansiedad derivada de la supresión del consumo de tabaco6-14. En conclusión, ante una fumadora que quiera abandonar el tabaco y que esté preocupada por el incremento de peso que pueda derivarse del mismo, la terapia farmacológica con algunas de las opciones actuales ha de considerarse seriamente; sin olvidarse, por supuesto, de pautar un programa de ejercicio concreto (por ejemplo caminar durante 30 minutos cinco veces a la semana). Deshabituación tabáquica y embarazo Durante el embarazo, el consumo de tabaco supone un mayor riesgo para el feto e impacto sobre la salud del lactante, resumidos en la tabla 1. Los hijos de madres fumadoras suelen pesar entre 150 y 250 gramos menos que los de las no fumadoras y este efecto sobre el peso no tiene relación con el antecedente de tabaquismo antes del embarazo, sino durante el mismo, e incluso, el riesgo es mucho menor si la mujer 347 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular fumando y durante un tiempo corto. g. Se utilizarán preferentemente chicles mejor que parches y en fumadora embarazada dejara de fumar antes del cuarto mes21. Sería deseable que las mujeres llegasen al embarazo libre de la adicción a la nicotina, siendo por tanto el tratamiento del tabaquismo en sus diversos aspectos y opciones terapéuticas, una estrategia que debería formar parte de las actividades preventivas preconcepcionales22. Pero, ¿cómo ayudar a una mujer fumadora embarazada que desea abandonarlo?. Quizás sean las terapias conductuales y, dentro de ellas, la reducción progresiva de nicotina y alquitrán las más indicadas por su aplicabilidad y falta de efectos secundarios, asumiendo que en ocasiones puedan no ser suficientes para controlar las manifestaciones del síndrome de abstinencia a la nicotina. En estas situaciones podría estar indicada la administración de sustitutivos nicotínicos, ya que según los estudios realizados parece que la TSN durante el embarazo no está acompañada de efectos adversos en el feto23-25. La Administración Federal de Drogas de EE.UU. (FDA por sus siglas en inglés) ha cambiado la calificación de los sustitutos de la nicotina pasando de la categoría X (riesgo inaceptable para el feto; no se puede utilizar en el embarazo) a la categoría C para los chicles de nicotina (no se dispone de estudios controlados en mujeres; sólo deben utilizarse si el beneficio supera al riesgo) y a la categoría D para el resto de las formulaciones (hay un riesgo para el feto, pero el beneficio puede compensar el riesgo)26. Como consecuencia de este cambio, el embarazo no figura como contraindicación absoluta para la TSN. Advertencias sobre uso de la TSN durante el embarazo27: c. La embarazada debe ser altamente dependiente (fumadora de más de 10 cigarrillos al día y que el primer cigarrillo del día lo fume en los primeros 60 minutos después de levantarse) y estar muy motivada para dejar de fumar. d. Asumir que no va a fumar. e. Estar informada de los riesgos de la nicotina para el feto y dar su consentimiento para el tratamiento. f. Se utilizará una dosis de nicotina siempre menor que si continuara 348 caso de usar parches se recurrirá a los de 16 horas, para evitar el efecto continuo de la nicotina sobre el feto. Según las recomendaciones de la Sociedad Española de Especialistas en Tabaquismo (SEDET), en caso de emplear la TSN en mujeres embarazadas, esta debe utilizarse antes de la 18va semana de gestación, ya que posteriormente aumenta el riesgo de secuelas al aparecer los receptores cerebrales nicotínicos en el feto; y, por otra parte, las dosis empleadas han de ser inferiores a las que venía consumiendo antes del embarazo, ya que el feto se encontraría expuesto a altas concentraciones de nicotina que no podría metabolizar25. Por la falta de experiencia y desconocerse sus posibles efectos durante el embarazo no se recomienda el uso de bupropión ni de vareniclina durante la gestación. De lo expuesto queda claro que sí se puede ayudar a la mujer fumadora que está embarazada y decide dejar de fumar, siendo las opciones terapéuticas más adecuadas el consejo antitabaco firme junto a cambios conductuales y la reducción progresiva de nicotina; y en el caso de que estas no fueran suficientes o no se considerasen convenientes el tratamiento farmacológico indicado sería la TSN preferentemente en forma de chicles y siempre antes de la 18va semana de gestación. Deshabituación tabáquica y lactancia La lactancia es un período en el que el vínculo materno infantil es de tal magnitud que la mujer lactante se encuentra más que motivada en pro del beneficio de su hijo. Aprovechar esta situación es uno de los objetivos de los profesionales de la medicina y fundamentalmente de los pediatras, para prevenir el consumo del tabaco no sólo en los padres, sino también en los niños que atendemos, además de evitar la patología relacionada con la inhalación del humo ambiental en el hogar. El paso a la leche materna de la mayoría de los fármacos y, en el caso concreto que se aborda, de los sustitutos nicotínicos y del bupropión, con el consiguiente riesgo de efectos nicotínicos y convulsiones en el lactante, contraindican el tratamiento farmacológico del tabaquismo en la mujer lactante28. Durante la lactancia, en el caso que la mujer fume se debe insistir en la importancia de este período y sensibilizarla mediante un consejo firme y el apoyo psicológico correspondiente para que el abandono del tabaco sea un hecho29. La reducción progresiva sería una alternativa válida, que en el caso de que no fuera totalmente efectiva prepararía el terreno para un abordaje más intervencionista, una vez se suspenda la lactancia materna. Un aspecto importante en este período 349 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento es prevenir las recaídas de las mujeres que abandonaron el consumo de tabaco durante el embarazo para asegurar el bienestar del hijo esperado, ya que una vez nacido el bebé muchas de ellas pierden la motivación para continuar sin fumar; según algunos estudios hasta en un 56%6. Para evitar esta situación sería aconsejable ofrecer, en los días posteriores al parto, intervenciones de apoyo que reafirmasen la condición de no fumadora, haciendo hincapié en las ventajas que tiene, tanto para ella como para los que la rodean, de mantener la abstinencia tabáquica. Deshabituación tabáquica y menopausia El tabaquismo en la menopausia es un factor de riesgo muy importante para enfermedades cardiovasculares y para patologías propias de la condición postmenopaúsica como la osteopenia acelerada, osteoporosis y fracturas de cadera30. En mujeres menopáusicas, sin otros factores de riesgo asociados, no existen contraindicaciones ni para la TSN ni para el bupropión. Sin embargo, debe sopesarse su uso, debido a la falta de experiencia clínica y a varias circunstancias como: el frecuente consumo de otros fármacos para procesos crónicos, como es la osteoporosis; la propia menopausia con la terapia hormonal sustitutiva; y procesos osteoarticulares que requiere el uso de fármacos analgésicos antiinflamatorios (algunos de los cuales, como ya se ha visto, puede condicionar el uso del bupropión)30. Debido a la mayor experiencia en la utilización de la TSN, ésta pudiera transformarse en la primera opción terapéutica a considerar en el tratamiento farmacológico de la cesación tabáquica31. Podemos concluir que el abordaje terapéutico de la mujer fumadora que quiere dejar de serlo, dadas las características de algunas de las etapas vitales por las que pasa y le son propias, ha de ser individualizado. Estrategias para la cesación tabaquica No todos los profesionales de la salud necesitan transformarse en especialistas en cesación tabáquica ya que esta tarea le corresponde a consejeros debidamente entrenados. Sin embargo, todos ellos han de intervenir activamente, ya que mientras más un fumador escucha un mensaje consistente su probabilidad de abandonar el tabaquismo se incrementa. Toda adicción es un trastorno conductual: para su tratamiento se necesitae modificar la conducta. Más que controlar el consumo directamente, se requiere dotar a la persona de una capacidad de 350 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular control suficiente sobre las situa¬ciones y deci¬siones que, conscien¬te o automá¬tica¬mente, le conducen al consumo. Para conseguir este cambio, en el tratamiento del tabaquismo se dispone de recursos: • Inespecíficos: aquellos que aumentan las probabilidades de que se de el cambio de conducta sin entrenar al sujeto en una habilidad particular. • Específicos: son los que ayudan al paciente a enfrentarse o abordar conductas concretas. Entre los recursos inespecíficos más utilizados en el tratamiento del tabaquismo se encuentran: 1) aumento de la motivación; 2) aumento del apoyo social; 3) paliación de la sintomatología de abstinencia; y 4) tratamiento farmacológico, sea con TSN o con bupropión. El objetivo primordial de utilizar recursos específicos es individualizar el tratamiento, lo que en un trastorno adictivo –con toda la historia personal que subyace- es especialmente relevante. Por ello, en el tratamiento de cualquier fumador que presente dificultades para dejarlo por sí mismo, es necesario: • Conocer, reconocer y ser capaz de afrontar los estímulos que, a lo largo de los años, se han ido asociando a la conducta de fumar; no hay una forma unívoca de enfrentarse a un estímulo: haciendo uso de su bagaje personal cada uno desarrollará aquellas estrategias que le sean más convenientes. • Conocer qué aporta la conducta de fumar a cada persona concreta y decidir cuáles son las mejores maneras posibles de sustituir esos “beneficios”. Así, quien usa el tabaco como herramienta de afrontamiento de estados de ánimo negativos, necesitará formar mecanismos alternativos para enfrentarse a los mismos, ya que éstos no van a desaparecer sólo por dejar de fumar; por el mismo motivo si la nicotina se utiliza para paliar determinados déficits cognitivos, afectivos o de relación, se debe intentar encontrar sustitutivos químicos o ambientales adecuados. • Valorar adecuadamente las dificultades que salgan al paso en el proceso de cambio, dificultades –psicológicas o culturales- que pueden variar la percepción de perjuicios y beneficios, afectando indirectamente a la motivación del sujeto. Por definición, los recursos inespecíficos suelen ser similarmente útiles en hombres y en mujeres, aunque ello no implique que no existan diferencias: cada persona es muy distinta a la hora de ser motivada, la influencia y calidad de sus posibles apoyos resultan ser muy variables, y los efectos de una misma dosis de un fármaco pueden ser también heterogéneos. Por ello, los recursos inespecíficos han de ser individualizados. Como hombres y mujeres presentan diferentes patrones de estímulos 351 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento asociados a la conducta de fumar y de valoración de las posibles consecuencias de la abstinencia, la aplicación de recursos específicos –fundamentalmente, por realizar una individualización del tratamientose presta a la mejora de las tasas de abstinencia. La Guía de Práctica Clínica sobre el tratamiento del tabaquismo y su dependencia recomienda el abordaje de las 5A32: Averigüar 1. Preguntar sobre el hábito tabáquico: a.Nunca ha fumado b.Dejó de fumar antes del embarazo c.Dejó de fumar al comienzo del embarazo d.Fumadora Si responde a-b-c, felicitarla y motivarla para que continúe con dicha actitud, y la mantenga durante y después del embarazo. Si es fumadora pasar a los siguientes puntos. Aconsejar 2. Comunicar un mensaje franco y contundente de los riesgos del consumo de tabaco sobre la salud para ella y para el feto. 3. Ofrecer un consejo claro, firme y personal para abandonar el tabaco y mantener la abstinencia. Asistir 4. Facilitar material de apoyo para dejar de fumar. 5. Trasmitir la confianza de que siguiendo los consejos que se le ofrecen puede abandonar el consumo de tabaco. 6. Animar a la paciente a que busque apoyo familiar y social para cesar de fumar. Acordar 7. Fijar una fecha para la próxima visita y dejar visible en la historia la condición de fumadora. 8. Evaluar el estatus durante el embarazo: si es fumadora, aconsejar dejar de fumar. Los recursos farmacológicos se resumen en la tabla 2. Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular lo que puede ser causado por disfunción endotelial en la circulación coronaria34-36. Tabaquismo pasivo El riesgo de muerte por enfermedad coronaria aumenta en un 30% entre los individuos expuestos al tabaco ambiental en el hogar y será superior si la exposición es en el área de trabajo, donde los niveles de humo son mayores32. La probabilidad de muerte por enfermedad cardiovascular en fumadores pasivos, de acuerdo al estudio CPS-II de la American Cancer Society, fue de un 22%, el aumento del riesgo fue mas acentuado en las mujeres, que en los hombres (28% versus 10%, respectivamente)33. Ser fumador pasivo, incluso por breves períodos, disminuye abruptamente la velocidad de reserva del flujo coronario, 352 353 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas 1. 2. Centers for Disease Control and Prevention. Cigarette Smoking Among Adults—United States, 2004. Morbidity and Mortality Weekly Report 2005;54(44):1121–1124 Ponte CI, Núñez B, Viloria JL, Reverón A, Boscán J, Hernández L, Pinto J, Isea JE Need To Reinforce The Medical Concern For Smoking Cessation Results From A Survey Circulation 2008;118, No 12 September 16, [Abstract]. 19. U.S. Department of Health, Education and Welfare: The health benefits of smoking cessation: A report of the Surgeon General. U S. Department of Health and Human Services Public Health Service. C.D.C. Center for Chronic Disease Prevention and Health Promotion. Office on Smoking and Health. D.H.H.S. 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Lamentablemente, éste es subestimado en la mujer ante la falsa creencia de que se encuentra “protegida” contra eventos isquémicos y al hecho de que las manifestaciones clínicas pueden ser diferentes de las observadas en los hombres. En la mujer, el riesgo cardiovascular se retrasa en aparecer alrededor de 10 años en comparación con los hombres, pero a medida que avanza en edad las diferencias se estrechan1,2. La edad promedio de aparición del primer IM en la mujer está alrededor de los 70 años. Entre las causas de muerte cardiovascular el primer lugar es ocupado por la enfermedad arterial coronaria (EAC). Si bien la incidencia de ictus es mayor en hombres que en mujeres, su pronóstico es peor en estas últimas y va a significar la segunda causa de muerte cardiovascular en el sexo femenino3. En los últimos años la tendencia a la aparición de eventos cardiovasculares es a disminuir en los hombres y a elevarse en las mujeres, predominantemente en aquellas de mayor edad2. Todo esto resalta la importancia de implementar adecuadas estrategias de prevención primaria en la mujer, donde destaca el uso de fármacos conocidos como antiplaquetarios donde el arquetipo ha sido el ácido acetilsalicílico (aspirina) y más recientemente, han surgido otros como el clopidogrel. Bases del uso de aspirina en prevención primaria La aspirina, inhibe la agregación plaquetaria al inactivar de manera irreversible la ciclooxigenasa 1 y bloquear la generación de tromboxano A2, un potente vasoconstrictor y agonista plaquetario4. En pacientes con enfermedad arterial oclusiva no cabe duda de que la aspirina a largo plazo ha demostrado que disminuye el riesgo anual de eventos cardiovasculares serios por aproximadamente un cuarto5; pero, a pesar de los largos años de experiencia con el uso de aspirina, aún existen dudas sobre su uso en prevención primaria e, incluso, sobre cuál es la dosis más adecuada. 356 357 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Estudios de aspirina en prevención primaria Las investigaciones pioneras en esta área incluyeron solo hombres sanos o con factores de riesgo, donde se usó aspirina por un periodo de 5 a 7 años, en dosis de 75 a 500 mg/día, con resultados divergentes: en uno de éstos estudios la disminución de la mortalidad total no fue estadísticamente significativa; en otro hubo disminución significativa en el riesgo de IM, pero la evidencia para ictus y muerte cardiovascular no fue concluyente; y en el tercero, la aspirina se asoció con una disminución significativa en la incidencia de ictus, EAC fatal y no fatal y eventos cardiovasculares en comparación con placebo6-9. En los primeros dos estudios en incluir mujeres, el uso de aspirina disminuyó la frecuencia de los puntos finales; a pesar de esto, cuando se revisaron los resultados en el subgrupo de las mujeres, no se observó diferencia alguna en relación al subgrupo de hombres10,11. El ensayo clínico que sirvió como referencia para evaluar la utilidad de la aspirina en prevención primaria en mujeres fue el Estudio de la Salud en las Mujeres (WHS por Women Health Study)12. Bajo un diseño factorial, doble ciego, aleatorio y controlado, 39.876 mujeres fueron distribuidas al azar a recibir aspirina 100 mg interdiario o placebo con seguimiento por 10,1 años, con los siguientes resultados: • No hubo reducción significativa en el combinado de eventos cardiovasculares (ictus, IM o muerte por ambas causas), infarto del miocardio, muerte por causa cardiovascular o mortalidad por todas las causas. • El beneficio de la administración de aspirina se limitó a la reducción de los eventos cerebrovasculares (ictus isquémico y ataques de isquemia transitoria). • En los análisis de subgrupos no se encontró evidencia de que cualquiera de los factores de riesgo considerados, excepto el estatus de fumador y la edad, modificaran el efecto de la aspirina sobre el punto final primario de eventos cardiovasculares: -- Se observó un mayor beneficio entre las antiguas fumadoras y en las que nunca han fumado, con un mayor riesgo en las fumadoras. -- La edad modificó consistentemente el efecto de la aspirina sobre el riesgo de los eventos cardiovasculares mayores y del infarto del miocardio: * En aquellas mujeres con edad igual o mayor a 65 años al momento de ingresar al estudio, el riesgo de eventos cardiovasculares mayores se redujo en 26% frente al grupo placebo (p=0,008); y el de ACV isquémico disminuyó en 30% (p=0,05). En este mismo subgrupo etáreo, la aspirina redujo significativamente el riesgo de 358 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular infarto del miocardio en 34%, en comparación al grupo placebo (p=0,04). A raíz de los resultados de estos estudios han surgido dos importantes meta-análisis: a. En el año 2006, la publicación de Berger y colaboradores13 tuvo como finalidad evaluar si los beneficios y riesgo del uso de la aspirina en prevención primaria variaban de acuerdo al sexo. Los autores compararon 51.342 mujeres vs 44.114 hombres enrolados en 6 ensayos de prevención primaria con dosis de aspirina entre 100 mg interdiario a 500 mg/día. El uso de aspirina en mujeres estuvo asociado con una reducción significativa del 12% en eventos cardiovasculares y del 17% en eventos cerebrovasculares (principalmente por disminución en 24% de la incidencia de ACV) pero sin efecto sobre la ocurrencia de infarto del miocardio. Por el contrario, en los hombres hubo reducción en los eventos coronarios pero no en los cerebrovasculares. Con esta diferencia de los resultados entre los géneros, se abre la puerta a una interesante controversia todavía no bien aclarada. b. Posteriormente, el grupo de Antithrombotic Trialists´ Collaboration (ATT) publicó su segundo meta-análisis con la finalidad de hacer estimaciones más confiables entre el beneficio y el riesgo de sangrado y compararon los ensayos de prevención primaria con los de prevención secundaria14. En esta publicación se cuestiona el concepto de diferencias en efecto basadas en el sexo, ya que el estudio WHS presentaba importantes debilidades12, como: a) el haber incluido una población de bajo riesgo (76% de la población tenía uno o ningún factor de riesgo, y el riesgo relativo a 10 años era del 2,5%) la cual tuvo pocos eventos cardiovasculares para detectar verdaderas diferencias, si es que existen; b) la mayoría de las participantes eran menores de 65 años y solo 4097 pacientes, o sea 10% de la población total, tenía 65 años o más, y fue precisamente en este grupo donde ocurrió el 30% de los eventos cardiovasculares mayores, y además fue en el que la aspirina redujo significativamente el riesgo de un primer IM en 34%, de ictus isquémico en un 30%, y del 26% en eventos cardiovasculares mayores; c) La mayoría de los puntos finales, fueron cerebrovasculares. En consecuencia, el hecho de haber incluido una gran población pierde importancia ante la tasa muy baja de eventos ocurridos, lo que no contribuye con información relevante para el grupo que probablemente se beneficiaría más de la prevención con aspirina (aquellos con riesgo a 10 años de 10% a 19%). 359 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular ¿Cuándo usar aspirina en prevención primaria en mujeres sanas? Aspirina en la prevención primaria en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 La primera condición es evaluar el riesgo de aparición de los efectos adversos, entre los que destacan: el ACV hemorrágico, las hemorragias, gastrointestinales o cualquier otro sangrado. En los estudios de prevención primaria, el aumento de estos eventos fue de 0,10% vs 0,07% en el grupo placebo por año, en la población que recibió aspirina. Por consiguiente, se deben considerar tanto los factores de riesgo para ictus (donde hasta ahora se ha demostrado más eficacia en reducción de eventos) como para el sangrado gastrointestinal. Entre los factores a considerar para ictus, figuran: la edad, la presencia de hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo, la historia de enfermedad cardiovascular, la presencia de fibrilación auricular y la hipertrofia de ventrículo izquierdo3. El rango de edad en el que el uso de aspirina ha demostrado beneficio está entre los 55 y 79 años10-12. En relación al sangrado gastrointestinal, los factores a considerar serían: la edad, la historia de dolor gastrointestinal superior y el uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). En mujeres menores de 60 años sin factores de riesgo, el número de episodios de sangrado gastrointestinal serio asociado al uso de aspirina, es 0,4 por 1000 personas. La tasa aumenta a 0,8 por 1000 personas/año si hay historia de dolor en el tracto gastrointestinal superior, y en 2,4 a 4 por 1000 personas/ año para aquellas mujeres con historia de úlcera gastrointestinal. En relación a la edad, el riesgo de sangrado va a aumentar con la misma de 1,2 por 1000 personas/año entre los 60 y 69 años; a 1,8 por 1000 personas/año entre los 70 y 79 años; y a 3 por 1000 personas/año a los 79 años o mas. El riesgo de sangrado se triplica o cuadriplica si se usan concomitantemente AINES. Con las preparaciones con cubierta entérica el riesgo de sangrado disminuye 1 por cada 392 en 5 años de uso de aspirina3. Según lo antes descrito, podemos concluir, que la población de mujeres que obtendría un beneficio sustancial en el uso de aspirina en prevención primaria, sería aquella con alto riesgo para desarrollar un ictus, que no esté propensa a sufrir un sangrado serio. Es importante destacar que la mayoría de las participantes en los estudios realizados hasta mediados de la década del 2000 no estaban tomando estatinas, lo que podría haber contribuido a reducir el riesgo de IM e ictus. La sinergia de posibles efectos beneficiosos de ambos fármacos en combinación es una pregunta que futuros ensayos tendrán que responder15. Esta es otra área en discusión, ya que los resultados de los estudios clínicos controlados no han sido consistentes con lo premisa aceptada del uso de aspirina en prevención secundaria en los pacientes diabéticos16. En resumen, los distintos estudios y meta análisis han mostrado lo siguiente: • En el WHS12 se documentó que en 1027 mujeres con diabetes, el tratamiento con aspirina, en comparación al placebo, estuvo asociado con una reducción no significativa de un 10% en el riesgo de eventos cardiovasculares mayores cuando se compara con placebo (RR=0,9;95% IC 0,63-1,29). Este efecto se debió fundamentalmente a una reducción en el riesgo de ictus (RR=0,46;0,25-0,85). • En el estudio Prevention of progression of arterial disease and diabetes (POPAPAD), que fue aleatorio, doble ciego, multicéntrico, factorial 2x2 y comparado con placebo, se evaluó el efecto de 100 mg de aspirina una vez al día y/o antioxidantes en 1276 adultos de mas de 40 años con diabetes tipo 1 y tipo 2, y un índice tobillo-brazo de 0,99 o menos, pero sin enfermedad cardiovascular sintomática. En este ensayo no se encontró beneficio al usar aspirina o antioxidantes para prevenir mortalidad o eventos cardiovasculares. En esta población tampoco hubo diferencias en los resultados de acuerdo al sexo durante los 4,5 a 8,6 años de seguimiento17. • En el estudio Japanese Primary Prevention of Atherosclerosis With Aspirin for Diabetes (JPAD) se incluyeron 2539 pacientes diabéticos tipo 2 (cerca del 45% eran mujeres), sin enfermedad cardiovascular. Se comparó el efecto de aspirina a dosis de 81 ó 100 mg contra placebo, durante 4,37 años en la prevención de eventos ateroescleróticos. No hubo diferencias significativas en el punto final primario de todos los eventos cardiovasculares, pero si en el punto combinado de eventos coronarios e ictus isquémico fatales (P=0,0037). La incidencia de eventos ateroescleróticos fue menor en el subgrupo de pacientes mayores de 65 años (6,3% versus 9,2%, p= 0,047). No hubo diferencias en relación al sexo. Los eventos hemorrágicos (mayores o menores) ocurrieron con mayor frecuencia en el grupo que recibió aspirina18. • Un reciente meta análisis sobre el uso de aspirina en prevención primaria de enfermedad cardiovascular en pacientes diabéticos reveló que la eficacia de la aspirina para prevenir eventos cardiovasculares y mortalidad en pacientes diabéticos y no 360 361 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento • diabéticos es similar19; esto destaca la importancia de la estimación del riesgo para enfermedad arterial coronaria en un paciente individual a 10 años. La multiplicación de este valor por un factor de 0,88%, que es el 12% de reducción de riesgo relativo que se obtuvo en el meta análisis del grupo de los trialistas, daría el riesgo revisado a 10 años para un paciente usando aspirina. Se debería poner esto en una balanza con el riesgo de sangrado gastrointestinal e intracraneal y la opinión del paciente. En este mismo meta-análisis no se establecen diferencias en relación al sexo. El ensayo A Study of Cardiovascular Events in Diabetes (ASCEND, NCT00135226) es un estudio en progreso con la participación de 10.000 pacientes diabéticos sin evidencias de enfermedad cardiovascular, mayores de 40 años de edad que recibirán aspirina 100 mg/día vs placebo con o sin suplementación de un gramo diario de ácidos grasos omega-3 o placebo por 5 años; se espera que responda la pregunta de si debe usarse aspirina en prevención primaria en pacientes diabéticos. ¿Qué recomiendan las guías en relación al uso de ASA en prevención primaria en pacientes diabéticos? La Asociación Americana de Diabetes (ADA) y la Asociación Americana del Corazón (AHA), en un documento conjunto, establecen el uso de aspirina para la prevención primaria de enfermedad cardiovascular en pacientes diabéticos mayores de 40 años o con otros factores de riesgo de enfermedad coronaria20. Por el contrario, las guías de la Sociedad Europea de Cardiología y de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (ESC/EASD) no mencionan a la aspirina para la prevención primaria de infarto del miocardio o muerte cardiovascular, mientras que si la recomiendan para la prevención primaria de ictus21,22. Estado actual del uso de aspirina en mujeres no diabéticas Las pautas americanas actualizadas del ACC/AHA23 establecen que la aspirina sólo tiene indicación precisa en las siguientes situaciones: • En aquellas con alto riesgo de enfermedad cardiovascular a menos que estuviera contraindicada. En caso de ser intolerante a la aspirina se puede usar clopidogrel como sustituto. Dosis: 75 362 a 325 mg diarios. En mayores de 65 años o más se debería considerar aspirina a dosis de 81 mg/día a 100 mg interdiario si la presión arterial está bien controlada y el riesgo de ictus isquémico o infarto del miocardio sobrepasa el de sangrado gastrointestinal o ictus hemorrágico. • En mujeres menores de 65 años, considerar aspirina cuando el beneficio de prevenir un ictus isquémico sobrepase los efectos adversos de la terapia. Además, se ha de fomentar la toma de decisión en conjunto con el paciente, exponiendo claramente tanto los beneficios como los riesgos potenciales de esta estrategia de prevención; para muchas personas sería preferible evitar un ictus por su potencial de incapacidad que una hemorragia digestiva3. Actualmente está en progreso el estudio ARRIVE, un ensayo que determinará la eficacia y seguridad de 100 mg de aspirina con cubierta entérica contra placebo, en una población sin eventos previos, pero con un riesgo moderado de enfermedad cardiovascular (20 a 30% a 10 años)24. Es importante destacar que diversas investigaciones han revelado datos interesantes sobre la reactividad plaquetaria en mujeres, tanto sanas25 como con síndrome metabólico26, informando de un aumento en la reactividad y el recambio plaquetario, así como una respuesta disminuida a la aspirina. Más investigaciones serían necesarias para definir mejor este punto y si esto se traduce en mayor número de eventos. • Conclusiones La enfermedad cardiovascular es la causa líder de muerte en la mujer y además tiene peor pronóstico. Dentro del espectro de la enfermedad cardiovascular el Ictus cobra gran importancia por su potencial discapacitante. El desarrollo de adecuadas estrategias de prevención, es un aspecto fundamental y dentro de ellas el uso de aspirina ha demostrado, de acuerdo a la evidencia discutida anteriormente, ser efectivo para la prevención de eventos cerebrovasculares de origen isquémico, en el caso de la mujer, en el grupo de riesgo moderado a alto y a partir de los 55 años. De manera que la estratificación para Ictus isquémico, es primordial en el momento de la toma de decisión en la paciente individual. Así como la adecuada estimación de los riesgos de sangrado. Todo esto sin olvidar incluir a la paciente en el proceso de toma de decisiones. Mientras llega la nueva data esta es la conducta recomendada. 363 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Referencias Bibliográficas 1. Stramba-Badiale M, Fox K, Priori S, Collins P, Daly C, Graham I, Jonsson B, SchenckGustafsson K, Tendera M. 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Introducción El uso de la arteriografía coronaria en la mujer ha sido distinto que en el hombre. En un análisis retrospectivo de 80.000 pacientes se demostró mayor frecuencia de utilización de la arteriografía diagnóstica en el hombre (OR de 1,28 en Massachusetts y 1,15 en Maryland)1. En el estudio Survival and Ventricular Enlargement (SAVE)2, antes del infarto de miocardio (IM) índice que marcaba el ingreso al estudio, aunque la intensidad y frecuencia de angina así como la prescripción de antianginosos fue similar en ambos sexos, la posibilidad de referencia para coronariografía era menor en las mujeres: 15,4 % vs. 27,3 %. Sin embargo, en un centro único, que admitió a 2.473 pacientes con IM, aunque la frecuencia de uso de la arteriografía era menor en las mujeres, no había diferencias entre géneros cuando se ajustaban los números según le edad del paciente3. Si al momento del ingreso del paciente el diagnóstico de IM era más claro, no hubo discrepancia en la frecuencia de realización del cateterismo; pero cuando el diagnóstico de ingreso estaba menos definido, las mujeres fueron menos referidas para este procedimiento. El síntoma más común de enfermedad coronaria es el dolor torácico, pero las mujeres tienen a veces patrones atípicos de presentación. En 550 pacientes que fueron evaluados en la sala de emergencia (41 % mujeres), ingresados con el diagnóstico de enfermedad arterial coronaria (EAC), el dolor precordial fue el síntoma preponderante en hombres y mujeres (71 % y 70 %); pero en estas últimas, la presencia de náuseas fue más común (OR 2,43), igualmente indigestión (OR 2,13)4. Además, una encuesta de la Asociación Americana del Corazón (AHA por sus siglas en ingles) detectó que menos mujeres sabían que la enfermedad cardíaca es la primera causa de muerte, y mayor número lo atribuían al cáncer5. La disparidad en los criterios de selección de pacientes según su género estribaría en los distintos cuadros clínicos de presentación de la EAC, un menor conocimiento de los síntomas típicos de la enfermedad por parte de la mujer, y la percepción del médico tratante de que ella tiene un riesgo superior para procedimientos intervencionistas percutáneos. Este último hecho responde a datos obtenidos de ensayos y registros seminales sobre la angioplastia coronaria realizados hace varios años, antes de la utilización rutinaria de los stents y del fortalecimiento de la experiencia en el campo, no solo en las habilidades del operador sino también en los avances tecnológicos. 366 367 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento Intervención coronaria percutánea (ICP) en la mujer con síndrome coronario agudo con elevación del ST En el infarto del miocardio con elevación del segmento ST (IM-CEST), un objetivo fundamental es la pronta restauración del flujo sanguíneo en la arteria ocluida. Dos estrategias son útiles para conseguir este propósito: la trombolisis y la angioplastia primaria (AP). Existen diferencias entre hombres y mujeres en los resultados obtenidos con el empleo de cualquiera de estas medidas terapéuticas. El estudio Primary Angioplasty in Myocardial Infarction (PAMI)6 comparó el uso de AP vs trombolisis con t-PA en IM-CEST. Las mujeres incluidas tenían mayor edad con frecuencia más elevada de diabetes mellitus (DM), HTA o insuficiencia cardiaca (IC) que los hombres; y además se presentaron más tardíamente a la sala de emergencia. La mortalidad hospitalaria fue 3,3 veces mayor en la mujer que en el hombre (9,3% vs 2,8%). Después de ajustar por estas variables, solamente la edad avanzada se correlacionaba positivamente con mayor mortalidad. En el grupo tratado con t-PA la mortalidad de las mujeres fue mayor (14,0% vs 3,5%), y la incidencia de hemorragia subaracnoidea fue también más alta (5,3% vs 0,7%). En cambio, hombres y mujeres tuvieron similar mortalidad al ser tratados con AP (4,0 % vs 2,1%). Mediante la ejecución de un análisis de regresión logística múltiple de 15 variables, el tratamiento con AP en vez de t-PA, y una edad menor fueron independientemente predictivos de mayor sobrevida en las mujeres tratadas. Otro estudio en mayores de 65 años, demostró una reducción de la mortalidad a 30 días en ambos sexos con la aplicación de AP en comparación a trombolíticos (8,6% vs 10,5% en hombres, y 10,4% vs 15,4% en mujeres), manteniéndose la diferencia al año7. Otros dos estudios revelaron mayor riesgo de hemorragia subaracnoidea en mujeres tratadas con trombolíticos8,9. Sin embargo la mayoría de estudios a gran escala con agentes trombolíticos no confirman este elevado riesgo después de efectuar los ajustes de las condiciones basales10-12. En el IM-CEST, independientemente de la edad, debe considerarse la AP el tratamiento preferido para restaurar el flujo de la arteria culpable del IM. La introducción de los stents en el IM-CEST ha contribuido a mantener mayor número de arterias abiertas durante más tiempo, y éstos se implantan en la mayoría de las ICP, reduciendo sustancialmente la reestenosis y por ende, la necesidad de otra ICP. Un registro reciente estudió los desenlaces en 230 mujeres y 789 hombres quienes recibieron tratamiento con stents en IM-CEST13. El 368 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular éxito temprano fue similar y satisfactorio en ambos grupos (97% y 98% respectivamente), pero las mujeres presentaron más complicaciones vasculares (6% vs 3%). La reducción de reestenosis con el uso de stents fue similar en ambos géneros. Después de los análisis de múltiples variables, el sexo no constituyó una variable que afectase la mortalidad a 6 meses, ni el desenlace combinado de eventos cardiovasculares. Por tanto, concluimos que en el IM-CEST la realización de AP seguida del implante de stent en la arteria culpable del evento está plenamente indicada en la mujer afectada. Si se analizan los pacientes más graves con IM-CEST con choque cardiogénico (Estudio Shock), se aprecia que no hay diferencias establecidas por el sexo en cuanto a mortalidad, tanto en aquellos sometidos a tratamiento conservador (estabilización médica) como en los que fueron revascularizados precozmente. La diferencia en mortalidad entre las dos estrategias fue más evidente a los 6 meses, favoreciendo esta última alternativa terapéutica (50% vs 63%)14. Los pacientes no elegibles para este estudio fueron enrolados en el registro, en el cual se exploraron las diferencias entre hombres y mujeres en el desenlace14. Después de ajustar por variables, no hubo variación en la mortalidad hospitalaria entre ambos géneros en el grupo para revascularización precoz (38% vs 44% respectivamente). Es interesante notar que las mujeres que arriban a la emergencia con un IM-CEST tienen más comorbilidades, mayor edad y más retraso en su llegada que los hombres. Tanto en mujeres jóvenes como mayores, la AP y el implante de stent en la arteria culpable brinda menor riesgo de mortalidad que la terapia trombolítica13. El uso de stents como contemporáneamente se aplica en este escenario clínico, hace que desaparezcan las diferencias en desenlaces clínicos debidos a la edad. Un interesante cambio se ha dado en el tiempo con los resultados de ICP. Los primeros ensayos revelaban un riesgo superior en mujeres, y los más recientes no muestran diferencia entre hombres y mujeres. Los desenlaces intrahospitalarios de múltiples ensayos y registros se resumen en la tabla 1. El Instituto Nacional de Corazón, Pulmón y Sangre (NHLBI por sus siglas en inglés), acumuló datos de pacientes sometidos a angioplastia coronaria percutánea (ACP) en múltiples centros norteamericanos y en diferentes épocas. Desde 1977 a 1982 el NHLBI PTCA Registry recogió la experiencia inicial de angioplastia con balón en 3079 pacientes16. Las mujeres en este grupo solían tener mayor edad y severidad de la angina que los hombres, así como menor éxito angiográfico (60% vs 66%) y clínico (27% vs 19%) y más complicaciones (27% vs 19%), siendo esto último debido probablemente a las diferencias en el tamaño del los vasos y la composición de las placas. Las mujeres tuvieron hasta 6 veces más una mortalidad hospitalaria y peri-procedimental mayor. A los 369 Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento 18 meses, los hombres necesitaron más procedimientos relacionados con reestenosis (nuevas intervenciones), 18 % vs 10%, y la mortalidad acumulada fue mayor en mujeres, 2,2% vs 0,3%. Esto advertía una preocupación con las ICP en mujeres. Con una mayor experiencia y más avanzada tecnología, este mismo registro del NHLHBI, correspondiente a los años 1985 y 1986, evaluaron resultados a 4 años en 546 mujeres de un total de 2136 pacientes17. Las mujeres tenían un promedio de edad 4,5 años más, la severidad de la angina y el número de factores de riesgo era también mayor que en los hombres. Sin embargo, la severidad de la EAC analizada por angiografía no era diferente. El éxito angiográfico fue similar en ambos sexos, hombres y mujeres (89% vs 88%), pero las complicaciones fueron más numerosas en ellas (29% vs 20%) como: mayor número de disecciones, complicaciones vasculares en el punto de entrada así como mayor mortalidad peri-procedimiento. La talla del paciente, en hombres y mujeres tuvo una relación indirecta con el porcentaje de complicaciones. El Northern New England Cardiovascular Disease Study Group describió una tasa superior de mortalidad, cirugía de puentes aortocoronarios de emergencia o IM (5,29% vs 4,49%), sin embargo no se hizo análisis multivariable18. Los resultados de estos primeros registros destacaron mayor riesgo 370 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular en la mujer, causado probablemente por un menor rango de variedad de dimensiones de balones y de catéteres guía, así como una menor experiencia en la ejecución de las ICP. Posteriormente no se apreciaron diferencias de complicaciones o éxito angiográfico y clínico entre sexos, y a veces los resultados podían favorecer a la mujer, posiblemente por tener menor cantidad de vasos afectados comparado con el hombre. En estudios más recientes, una vez practicados los ajustes demográficos, no hay diferencias significativas entre sexos, en los desenlaces inmediatos por ICP. En el registro del NHLHBI de 1997 a 1998, a pesar que en las mujeres fue más frecuente la diabetes, HTA, IC, mayor edad, el éxito peri-procedimiento fue igual en ambos géneros19. Sin embargo, a un año de la intervención la mortalidad femenina fue mayor (6,5% vs 4,3%), igualmente el punto combinado de muerte, IM, revascularización quirúrgica (18,3% vs 14,4%). En el estudio Bypass Angioplasty Revascularization Investigation (BARI)20, un ensayo multicéntrico en el que se aleatorizaron pacientes con enfermedad de múltiples vasos para revascularización percutánea o quirúrgica, el punto final principal a investigar fue la mortalidad a 5,4 años. Un análisis posterior demostró que en ambos grupos no hubo diferencias en mortalidad e IM21. La insuficiencia cardíaca fue más prevalente en mujeres (4,8% vs 1,4%), aunque la función ventricular estuvo igualmente preservada. Intervención coronaria percutánea en la mujer con síndrome coronario agudo sin elevación del ST Esta clase de eventos coronarios incluye: angina inestable y el infarto del miocardio sin elevación del segmento ST (IM-SEST). Las mujeres con IM-SEST tienden a ser mayores que los hombres y más comorbilidades como diabetes e hipertension arterial29. Sin embargo, el tratamiento que ellas reciben, en general, es similar al de los hombres. Aunque el tratamiento invasivo se usa frecuentemente en pacientes con IM-SEST, los resultados de algunos estudios sugieren que esta estrategia puede no favorecer a las mujeres. A pesar del beneficio global a los pacientes aleatorizados a la estrategia invasiva en el estudio Fragmin and Fast Revascularisation During Instability in Coronary Artery Disease (FRISC II) y en el Randomized Intervention Trial of Unstable Angina (RITA 3)30-32, los análisis de subgrupos de estos estudios mostraron que dicha intervención puede estar asociada a un mayor riesgo de muerte o IM en las mujeres33,34. Por el contrario, la estrategia invasiva representó un mejor pronóstico, tanto en hombres como en mujeres en el estudio Treat angina with Aggrastat and 371 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento determine Cost of Therapy with an Invasive or Conservative Strategy– Thrombolysis in Myocardial Infarction 18 (TACTICS-TIMI 18)35, con un beneficio particular en las mujeres de alto riesgo identificadas por cifras elevadas de troponina. Por lo que el tema del tratamiento invasivo en la mujer continua controversial, aunque individualmente cada estudio no eran lo suficientemente numerosos para explorar confiablemente los desenlaces dentro de los distintos subgrupos. Un aporte valioso fue el meta análisis de O’Donohue y colaboradores diseñado para examinar los beneficios y riesgos de la intervención en las mujeres (n=3.075) versus hombres (n=7075) con IM-SEST en ocho estudios clínicos sugiere que, tanto en hombres como en mujeres de alto riesgo, definidos por la elevación de los biomarcadores de necrosis cardíaca, tienen un beneficio comparable en la reducción del riesgo de muerte, IM o rehospitalización36. Por el contrario, el procedimiento invasivo no estuvo asociado a beneficio alguno, antes bien se obtuvo un incremento no significativo del 35% en la probabilidad de muerte o IM en el grupo de mujeres con riesgo bajo (biomarcadores negativos). En cuanto a los participantes masculinos no se observó discrepancia alguna. Estos resultados representan un punto de apoyo para las pautas emitidas por la ACC/AHA que recomiendan la estrategia conservadora en las mujeres con IM-SEST y riesgo bajo37. A pesar de todas estas recomendaciones generales y el incremento de mortalidad, las mujeres con SCA-SEST son tratadas menos agresivamente que el hombre (33). En una revisión de la data Can Rapid Risk Stratification of Unstable Angina Patients Suppress Adverse Outcomes with Early Implementation of the American College of Cardiology/American Heart Association Guidelines (CRUSADE) National Quality Improvement de 36.000 pacientes, de los cuales 41% fueron mujeres. Entre el año 2000 y 2002, las mujeres fueron tratadas menos agresivamente que el hombre. Existen significativas diferencias en la posibilidad de recibir cateterismo cardiaco en las primeras 24 horas de admisión (42% en mujeres y 49% en hombres) y hay menos probabilidad de que la mujer sea sometida a una ICP (44/52%). Las mujeres tuvieron mayor incidencia de muerte intrahospitalaria, reinfarto e insuficiencia cardiaca, pero después de hacer un ajuste los resultados fueron similares29. especialmente después del advenimiento de los stents recubiertos con droga (SRD). Un reporte evaluando la mortalidad y la necesidad de una nueva revascularización en pacientes en quienes se implantaron stents entre 3 y 4 mm no mostró diferencias entre ambos sexos38. En estudios, utilizando stents recubiertos, hubo una reducción similar de nuevas reestenosis, revascularización y eventos cardíacos en hombres y mujeres39,40. No tenemos datos a largo plazo con los SRD, pero los resultados tempranos apuntan a desenlaces favorables41. La posibilidad de trombosis tardía intrastent en la era de las prótesis intravasculares recubiertas, aunque es poco frecuente no hay clara diferencia en su presentación entre personas de diferente sexo. En resumen, las ICP se realizan con menor frecuencia y con mayor retraso en las mujeres, por lo que es una prioridad el minimizar estas diferencias42. Las áreas específicas de interés en las potenciales candidatas a la intervención, incluyen42: 1) Mejorar las referencias para el tratamiento temprano; 2) Optimizar la terapia para pacientes con diabetes y enfermedad de pequeños vasos coronarios, lo cual es extremadamente prevalente en las mujeres y 3) Refinar las formas de tratamiento y estrategias para las mujeres con IM-CEST, en quienes las tasas de mortalidad y el riesgo de sangrado permanecen más altas que en los hombres. Referencias Bibliográficas 1. Ayanian JZ, Epstein AM. Differences in the use of procedures between women and men hospitalized for coronary heart disease. N Engl J Med 1991;325:221-225. 2. Steingart RM, Packer M, Hamm P, Coglianese ME, Gersh B, Geltman EM et al. Sex differences in the management of coronary artery disease. 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Berger AK, Schulman KA, Gersh BJ, Pirzada S, Breall JA, Johnson AE, Every NR. Primary coronary angioplasty vs thrombolysis for the management of acute myocardial infarction in elderly patients. JAMA 1999;282:341-348. Conclusiones Aún las mujeres con enfermedad de múltiples vasos en la era moderna de las ICP han mostrado igual desenlace a corto y largo plazo al compararse con los hombres. La introducción de los stents ha reducido la tasa de reestenosis, 372 373 Capítulo XII Intervenciones farmacológicas e invasivas en la terapéutica cardiovascular Enfermedad cardiovascular en la mujer: prevención, diagnóstico y tratamiento 8. 9. White HD, Barbash GI, Modan M, Simes J, Diaz R, Hampton JR et al. After correcting for worse baseline characteristics, women treated with thrombolytic therapy for acute myocardial infarction have the same mortality and morbidity as men except for a higher incidence of hemorrhagic stroke. 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