1 41. Los sistemas económicos y la economía de mercado

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41. Los sistemas económicos y la economía de mercado. Estructuras de mercado y
formas de competencia. El sistema de precios: principios fundamentales. Los
sujetos o unidades de decisión económica. Tipos básicos de agentes económicos.
Los sectores económicos.
1. LOS SISTEMAS ECONÓMICOS Y LA ECONOMÍA DE MERCADO.
En cualquier lugar y momento histórico, desde las comunidades primitivas hasta
nuestros días, los seres humanos han tenido que dotarse de una serie de normas que
regulen la vida en sociedad.
Actualmente es el poder político, representado por el Sector Público, el que
establece el conjunto de leyes e instituciones que regulan la actuación de los
agentes económicos y sus relaciones, condicionando sus decisiones y determinando el
sistema económico.
La escasez de recursos y su posibilidad de usos alternativos, obliga a la
sociedad a tomar decisiones sobre el destino de tales recursos, que pueden sintetizarse
en tres cuestiones fundamentales:
Qué bienes y servicios producir y en qué cantidad
Cómo producir esos bienes, con qué tecnología
Para quién producirlos
Las decisiones tomadas para dar respuesta a estas cuestiones tienen un claro
componente político, y configuran el sistema económico de una sociedad. No es
indiferente, por ejemplo, dedicar los recursos a fabricar armas o alimentos, a bienes
privados o a servicios públicos.
En cuanto al cómo producir, aunque es una decisión en gran parte de naturaleza
técnica, también lo es política: se produce respetando el medio ambiente o no, se
explota a la fuerza de trabajo o no, etc.
Por último, la decisión sobre quién va a disfrutar de los bienes y servicios
producidos vuelve a ser política: puede repartirse igualitariamente entre toda la
sociedad, o sólo entre los que han trabajado, o entre quienes puedan pagar el precio
correspondiente, o en función de las necesidades de cada uno.
En definitiva, lo que caracteriza básicamente a un sistema económico, es el
mecanismo por el cuál se toman las decisiones económicas anteriores, si bien cada uno
de estos mecanismos exige determinadas condiciones de propiedad de los factores
productivos, y da lugar a unas relaciones entre los agentes económicos concretas.
El capitalismo o economía de mercado
Este sistema económico se caracteriza porque el mecanismo de toma de
decisiones es el mercado, en el que se encuentran los consumidores y los productores y
se establecen los precios de todos los intercambios: factores productivos, bienes y
servicios. Estos precios juegan un papel fundamental como brújula que orienta las
decisiones tanto de los consumidores como de las empresas, y determinan los bienes
que se producen, la tecnología que se utiliza y el reparto de la producción.
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El Sector Público no interviene directamente en la vida económica, pero
establece las leyes e instituciones que permiten el libre funcionamiento de los
mercados, entre ellas la existencia de la propiedad privada de los factores de
producción, sin la cuál no podría existir este sistema económico.
Un ejemplo aclarará el funcionamiento del mercado como mecanismo de
asignación de recursos o toma de decisiones. Pensemos en el mercado inmobiliario y
su comportamiento en las dos últimas décadas, y observemos cómo se ha decidido qué y
cuánto producir, cómo y para quién.
Qué producir: numerosas familias querían comprar un piso o un adosado,
alentadas por la facilidad del crédito y las ventajas fiscales, y acudían a solicitarlos a las
agencias inmobiliarias. Éstas trasladaban las solicitudes a los constructores o a los
particulares que deseaban vender un piso. Esta información sobre los deseos de
compra actuaba como señal para las empresas constructoras, que aprovechaban la
posibilidad de aumentar sus beneficios construyendo nuevas urbanizaciones, que podían
vender a precios cada vez mayores, dado el creciente número de peticiones de compra.
La decisión acerca del tipo de vivienda y la cantidad construída cada año es el
resultado de la interacción de las solicitudes de los consumidores y la respuesta de las
empresas a través del mercado. En el momento en que los consumidores reducen sus
peticiones de vivienda, como ha ocurrido tras la crisis financiera, la respuesta de las
constructoras es reducir su producción, acomodándola a los deseos de compra.
Cómo producir: en el sistema de mercado esta cuestión la resuelven las
empresas guiadas por su objetivo de obtención de máximo beneficio, por lo que
tienen en cuenta los precios de los bienes y los factores. Así las empresas constructoras
han elegido mayoritariamente utilizar mano de obra de personas inmigrantes, dispuestas
a vender su fuerza de trabajo en peores condiciones, ya que sus posibilidades de
elección son menores que las de los nacionales.
Para quién producir: los precios resultantes de la interacción en el mercado de
compradores y vendedores determinan para quién es el producto. Todo aquel que
pueda pagar una vivienda la tendrá, pero no así los que no disponen de dinero suficiente
para su compra. En España hemos visto lo desorbitado de los precios de este bien
básico, que ha impedido que una parte importante de la población haya podido comprar
un piso.
A. Smith, partidario del sistema de mercado libre, al que consideraba el "orden
natural" de organización económica, utilizó la metáfora de la mano invisible para
describir la asignación de recursos por el mercado, tal como se expresa en la siguiente
cita extraída de La riqueza de las naciones (1776):
“Cada individuo está siempre esforzándose para encontrar la inversión más
beneficiosa para cualquier capital que tenga ...] Al orientar esa actividad de modo que
produzca un valor máximo, él busca sólo su propio beneficio, pero en este caso como
en otros, una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no entraba en su
propósitos ...] Al perseguir su propio interés frecuentemente fomentará el de la
sociedad mucho más eficazmente que si de hecho intentase fomentarlo.”
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La metáfora de la "mano invisible" quiere decir que en el sistema de mercado no
hay nadie concreto, ningún plan central o autoridad, que decida lo que se va a
producir y en qué cantidad. Los consumidores, mediante sus intenciones de compra,
indican a las empresas lo que deben fabricar y llevar al mercado.
Junto con A. Smith, los defensores del liberalismo económico resaltan como
ventaja fundamental de este sistema la formación de los precios, que proporcionan la
información necesaria a los individuos para que tomen sus decisiones y actúan como
incentivo para lograr la eficiencia, y no despilfarrar los recursos. Si, además, el número
de empresas es suficientemente grande y existe competencia entre ellas, los precios
serán los más bajos posibles, beneficiando los intereses de los consumidores. El
resultado es el mayor bienestar social posible, a partir del egoísmo individual, de la
búsqueda del interés propio. Todo ello acompañado de la máxima libertad individual:
tanto los consumidores como las empresas eligen libremente qué consumir o qué
producir, en función de sus preferencias y de sus presupuestos.
Los detractores del mercado libre, por su parte, señalan una serie de
inconvenientes del sistema:
El reparto desigual de la riqueza, de la propiedad de los factores productivos,
conduce a una desigual distribución de la renta, que agranda las diferencias entre
ricos y pobres.

El mercado sólo es eficiente si existen muchas empresas que compiten
entre sí. La realidad, sin embargo, muestra que las empresas se
comportan estratégicamente para adquirir poder de mercado y evitar la
competencia, guiadas por el objetivo de conseguir el máximo beneficio.
La consecuencia es el dominio de los mercados por unas pocas
empresas que llevan a situaciones ineficientes desde el punto de vista
social y a un menor bienestar colectivo.
La persecución del objetivo de máximo beneficio de las empresas hace que
elijan las tecnologías más baratas, a pesar de que puedan llevar al agotamiento de los
recursos naturales o a emitir un exceso de contaminación ambiental. En este caso, el
problema es que al tomar sus decisiones las empresas sólo tienen en cuenta sus costes
económicos individuales, y no los costes sociales.
 La libertad de los consumidores es puesta en entredicho debido a dos factores: la
capacidad de persuasión de la publicidad, que crea necesidades artificiales; y la
falta de libertad de los más pobres, que no tienen dinero para acudir al
mercado.
La planificación central
En el extremo opuesto se encuentra el sistema económico de planificación
central, en el que las decisiones fundamentales las toma la autoridad económica
central, esto es, el Estado, que establece los precios de los factores productivos y de
los bienes y servicios, dirige el funcionamiento de la economía y controla el poder
económico. A través de la planificación económica se fijan los objetivos a alcanzar y se
reparten las tareas entre las fábricas y centros de producción, de propiedad estatal o
colectiva.
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Los bienes y servicios obtenidos se distribuyen entre todos los miembros de
la sociedad. Bajo este sistema, por tanto, los agentes económicos básicos del mercado,
los consumidores y las empresas, carecen de iniciativa y se limitan a cumplir con los
planes estatales.
Desde un punto de vista político-ideológico este sistema se corresponde con la
corriente marxista, y sus defensores destacan como principal ventaja una
distribución de la renta más igualitaria que en el sistema capitalista, asegurando
trabajo, vivienda, educación y sanidad gratuitos para toda la sociedad.
Los detractores del sistema, por su parte, señalan sus inconvenientes:

El control estatal de los precios y los salarios elimina los incentivos del
mercado, desmotivando a las empresas a reducir costes y a los trabajadores a
aumentar su productividad. El resultado es la ineficiencia del sistema o
despilfarro de recursos.

La necesidad de coordinar y controlar toda la actividad económica de manera
centralizada, exige un gran aparato administrativo, la Agencia Económica
Central, y lleva a una burocratización creciente, con múltiples errores en la
recogida de información y la consecuente planificación.

La ausencia de libertad individual en la toma de decisiones económicas.
Sistemas económicos mixtos
Los dos sistemas económicos descritos son opuestos. Mientras en el sistema
capitalista el protagonismo fundamental lo tienen los consumidores y las empresas a
través del sistema de precios que fijan los mercados, en el sistema de planificación
central es el Estado el protagonista absoluto de la organización económica.
Pero ambos sistema se han descrito teóricamente, en sentido puro. En la
realidad, nunca han existido tales extremos.
En las economías capitalistas, en menor o mayor medida, existen sectores
donde el Estado cumple una función importante como regulador y corrector del
mecanismo del mercado, y asume algunas actividades económicas a través de las
empresas públicas.
De igual forma, en las economías de planificación central suelen dejarse parcelas
gobernadas por el mercado.
Lo que tenemos en la realidad son sistemas económicos mixtos que se acercan
más o menos a los extremos expuestos.
Por ejemplo, el modelo económico de Estados Unidos se acerca más al sistema
de mercado puro que los sistemas europeos, en los que tradicionalmente el Estado ha
tenido un mayor protagonismo económico.
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Un caso destacado de sistema económico mixto es el llamado Estado del
Bienestar, dentro de las economías basadas en el mercado. Este modelo se ha
desarrollado principalmente en los países del norte de Europa después de la segunda
guerra mundial, inspirado por las ideas de Keynes. Se caracteriza por una fuerte
intervención estatal en la vida económica, que persigue la protección social de todos
los ciudadanos y una distribución de la renta más justa que la producida por el
capitalismo puro. Políticamente se corresponde con la corriente de pensamiento
socialdemócrata.
Resumen de los sistemas económicos
Una de las características relevantes que se desprende del estudio de los
sistemas económicos es el papel que adopta en el mismo el Estado. Desde el
capitalismo puro, en el que su intervención es prácticamente nula, hasta la planificación
central, en la que es el protagonista absoluto, pasando por los distintos sistemas mixtos,
más o menos próximos a los extremos.
A pesar de las diferencias existentes entre los distintos países, a lo largo de la
historia del capitalismo se han sucedido épocas de mayor liberalismo y otras de
gran intervencionismo estatal, en función de las condiciones económicas y de la
ideología
dominante.
Hasta la Gran Depresión de 1929, el Estado tuvo una intervención limitada al
establecimiento de los derechos de propiedad y la provisión de bienes públicos básicos
como las infraestructuras de comunicación y transporte o el ejército.
Después de la segunda guerra mundial, sin embargo, triunfaron las ideas
keynesianas y los gobiernos de las economías occidentales tomaron un papel más activo
en la vida económica: se nacionalizaron sectores básicos como la energía y el transporte
aéreo y se construyó un sistema de protección social de los ciudadanos más débiles.
En la década de los años 70 del siglo XX, cuando la economía en estos países
sufrió una fuerte crisis, se volvió a los planteamientos liberales y al laissez-fare,
siguiendo las teorías del Premio Nobel de Economía M. Friedman, de la escuela de
pensamiento monetarista: en mayor o menor medida los distintos gobiernos iniciaron el
proceso contrario, privatizando las empresas públicas y desregulando los mercados.
Hoy día, tras el derrumbe de las economías comunistas y con el capitalismo
mundial en crisis, estamos asistiendo a un retroceso de la protección social en la
mayoría de los países desarrollados económicamente. El "rescate" de la banca privada
por parte del Estado, ha abierto el debate sobre el funcionamiento del sistema de
mercado y el papel del sector público, pero da la impresión de que la crisis es también
ideológica. Quizás sea el momento de una renovación del pensamiento económico.
2. ESTRUCTURAS DE MERCADO Y FORMAS DE COMPETENCIA.
La teoría económica clasifica los mercados de acuerdo con su estructura, y esta
depende principalmente de la cantidad de oferentes y demandantes, además de otros
factores.
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Se llama estructuras de mercado a las diferentes formas que puede adoptar la
competencia. Se diferencian por el número y tamaño de los productores y consumidores
en el mercado, el tipo de bienes y servicios que se comercian, y el grado de
transparencia de la información. También son relevantes las barreras de entrada o
salida; en la competencia perfecta no existen barreras, mientras que en la competencia
imperfecta, sí.
En un principio, consideremos el caso de un mercado donde existe un solo
oferente de un bien. Esto puede darse cuando se produce una innovación y aparece el
oferente de un bien nuevo en el mercado. Estamos, entonces, en presencia de un
monopolio. Debido a la ausencia de una competencia directa, el monopolista puede
procurar precios relativamente más altos que en una situación competitiva. Puede
estructurar su oferta, por ejemplo restringiéndola, comparada con una situación
competitiva. De tal manera, al enfrentar una demanda dada con una menor oferta, el
precio de venta de equilibrio será mayor, y obtendrá un beneficio monopólico mayor.
Mientras que los consumidores deberán pagar un precio más alto, comparado con la
situación donde existen otros competidores.
Esta capacidad del monopolista se ve a la vez limitada por ciertos factores. Por
un lado, la existencia de competidores potenciales que puedan entrar al mercado para
aprovechar precios altos. Otro aspecto que debe tener en cuenta el monopolista es que
los consumidores siempre tienen la posibilidad de optar por comprar otros bienes que
satisfacen sus necesidades de modo similar (bienes sustitutivos). Sin embargo, los
consumidores no siempre consideran que un producto puede ser reemplazado por otro,
de modo que este proceso de mercado tiene un efecto limitado. Cuando existe libre
comercio con el exterior, el consumidor tiene, además, la posibilidad de sustituir bienes
nacionales por bienes extranjeros.
La situación cambia en el momento en que otras empresas inician la producción.
Un grupo pequeño de oferentes forma un oligopolio. En este tipo de mercado, por
contraste con el monopolio y la competencia perfecta, el proceso de mercado se
resuelve a través de juegos estratégicos entre los participantes. Cada acción de un
oferente, por ejemplo una baja de precios u otras mejoras de la oferta, tiene un impacto
tan fuerte sobre el éxito de los otros pocos competidores que impulsa una reacción
inmediata. Esta situación se da, por ejemplo, en mercados como el automotriz, las
bebidas gaseosas, etc.
La existencia de pocos competidores en el oligopolio y su característico
comportamiento estratégico puede dar lugar a la existencia de acuerdos de precios.
Estos acuerdos se denominan colusión, que puede ser tácita o abierta. Una colusión
abierta se denomina cártel, como por ejemplo la OPEP (Organización de Países
Exportadores de Petróleo). En estos casos, los competidores se reúnen para regular la
producción de tal modo de regular los precios. La influencia de estos acuerdos sobre los
precios y el mercado nunca es completa, pero ejercen una influencia importante. Como
limitan la competencia en el mercado, son supervisados, y en ciertos casos sancionados,
por las políticas de defensa de la competencia.
Si, por el contrario, el número de oferentes en un mercado es muy alto, las
decisiones de una empresa individual casi no afectan los resultados generales. Esta
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situación se denomina polipolio y tiene dos formas básicas, la competencia perfecta y la
competencia monopolística.
En la competencia monopolística existe un gran número de oferentes y
demandantes, existen pocas barreras de entrada o salida y no existe un control total
sobre el precio del bien o servicio. Sin embargo, el producto es diferenciado (a veces
debido a las marcas o la publicidad), por lo que se produce un cierto grado de control
sobre el precio por parte del oferente. Los ejemplos típicos de este tipo de forma de
mercado son los restaurantes, los negocios de vestimenta, calzado, etc.
La situación de competencia perfecta se da cuando ningún comprador o
vendedor tiene poder de mercado, es decir que no tienen ningún margen de influencia
sobre el precio. Las características de los mercados de competencia perfecta son la
existencia de gran cantidad de oferentes y demandantes, un producto homogéneo (es
decir que no se diferencian entre sí), y de información perfecta. Dado que las
condiciones para la existencia de la competencia perfecta son tan estrictas, existen
pocos ejemplos, como los mercados de bienes agrícolas o materias primas
(denominados generalmente commodities, en referencia a su homogeneidad de
características).
Mercados abiertos y acceso al mercado
Como hemos visto más arriba, la competencia es un requisito económico
esencial para el funcionamiento del mercado. Ahora bien, el desarrollo de la
competencia depende en gran medida de la facilidad o dificultad con la que una empresa
nueva logra acceder a un mercado existente. El acceso al mercado de una nueva
empresa puede verse impedido, por ejemplo, porque las empresas que ya operan en el
mercado son las únicas que disponen de los factores de producción requeridos (por
ejemplo, personal altamente calificado) o han conseguido fidelizara los clientes.
Sin embargo, si el acceso al mercado no implica un problema significativo, ni
siquiera el monopolista puede exigir precios excesivos. Siempre debe tener en cuenta la
posibilidad de que nuevas empresas lo desplacen con precios más bajos. En estos
mercados, la competencia nace con los competidores potenciales, que no hacen otra
cosa que esperar su oportunidad para entrar al mercado. De esta manera, aun no
existiendo competidores efectivos, se mantienen los efectos de control e incentivo de la
economía de mercado.
El carácter abierto de un mercado tiene siempre dos connotaciones: por un lado,
la posibilidad de libre entrada al mercado (sin barreras de acceso); por otro lado, la libre
salida del mercado (sin barreras de salida). Cada participante potencial debe tener la
posibilidad de entrar al mercado como nuevo competidor, ya sea a través de una
ampliación geográfica del mercado, de una diversificación de los productos o de la
creación de una nueva empresa. Además, cada empresa ya presente en el mercado debe
tener la posibilidad de volver a retirarse, sea por razones personales o aspectos
relacionados con el mercado. Es decir que en un régimen de competencia que funcione
adecuadamente, se quiere lograr que no existan barreras de acceso o de salida para los
participantes potenciales y reales del mercado.
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Se trata de un aspecto importante porque las barreras de mercado de cualquier
tipo impiden que se incremente la eficiencia generada por los nuevos competidores
potenciales, a la vez que contrarrestan el afán de rendimiento que surge con el riesgo
latente de ser desplazado del mercado. La libertad de entrada y salida del mercado, en
cambio, ejerce una presión deseada sobre la competencia de precios y costos y, por
consiguiente, los beneficios de las empresas.
Esto a la vez obliga a las empresas a observar una conducta económica racional,
es decir, dar el mejor uso posible a los recursos económicos, lo que se denomina
asignación óptima de los factores. Todo ello implica la rápida adecuación de los
productos a los deseos de los consumidores y la adaptabilidad de la producción a los
datos económicos, como innovaciones en los procedimientos, productos, medios de
financiamiento, métodos de venta y conceptos de marketing. Como consecuencia, se
logra un mejor cumplimiento del objetivo propio de todo el proceso de producción y
competencia, que es el abastecimiento óptimo de la demanda final, es decir, del
consumidor.
Barreras de entrada y de salida
Sin embargo, en la realidad, el éxito de la competencia se ve frecuentemente
obstaculizado por barreras de mercado. Son de especial incidencia las barreras de
entrada. Por barreras de entrada se entiende en general cualquier factor que dificulta a
una nueva empresa hacer su ingreso en un mercado. Las barreras de entrada restringen
la competencia en un mercado. A medida que un mercado tiene mayores barreras de
entrada y de salida, tiende más fácilmente al monopolio. Y, por el contrario, en los
mercados donde las barreras de entrada no son significativas suele haber más
competidores.
Se suele distinguir entre barreras estructurales y barreras estratégicas. Entre las
barreras de acceso estructurales se pueden nombrar factores como desventajas derivadas
del tamaño de la empresa, desventajas absolutas de costos, existencia de economías de
escala (se producen más unidades de un bien, por lo que los costos unitarios son
menores), costos de investigación y desarrollo, alto monto de la inversión inicial,
situaciones irreversibles o fases desfavorables de mercado en las cuales la demanda deja
de crecer efectivamente.
Entre las barreras estratégicas que dificultan el acceso al mercado cabe
mencionar como factores importantes la capacidad ociosa, prácticas restrictivas como
acuerdos informales, el dumping de precios, los acuerdos exclusivos con distribuidores,
acceso a materias primas, la diferenciación de los productos (publicidad y marcas
establecidas) o la integración vertical. Todos estos factores contribuyen a que al nuevo
competidor se le haga más dificultoso competir con los precios existentes en el
mercado.
Las barreras de salida son obstáculos en el proceso por el cual una empresa
intenta retirarse de un mercado particular. Como consecuencia de su existencia, se
atrasa la reducción de capacidades ociosas y se impide la adaptación rápida de la oferta
a una demanda decreciente. Los recursos quedan atrapados en producciones que ya no
son necesarias para abastecer el mercado. Sin embargo, las barreras de salida aumentan
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la competencia en un mercado, puesto que las empresas están dispuestas a permanecer
más tiempo y dejar caer sus beneficios y precios por más tiempo.
Entre las barreras estructurales cabe mencionar los costos afrontados
inicialmente y de modo irreversible en las plantas de producción específicas (sunk
costs), el elevado costo de indemnización a los despedidos y la existencia de costos de
penalización por el incumplimiento de contratos. Son barreras de salida estratégicas la
imagen de la empresa, otras posibilidades de venta de los productos o el acceso a los
mercados financieros.
Además de las barreras de mercado resultantes de las decisiones directas de los
sujetos económicos, hay que tener en cuenta las barreras institucionales de mercado,
basadas en leyes estatales, decisiones oficiales o situaciones históricas. Entre las
barreras estructurales que dificultan el ingreso al mercado cabe destacar la legislación
en materia de derecho comercial y de sociedades, el régimen de patentes y licencias, y
el control de fusiones. En lo referente a la salida del mercado, las barreras estructurales
pueden manifestarse en forma de disposiciones sociopolíticas, como los subsidios
estatales en caso de insolvencia (falta de liquidez y quiebra).
Son ejemplos de barreras estratégicas institucionales los reglamentos,
prohibiciones de fusión y trabas comerciales (acceso al mercado) y las subvenciones o
una política de persuasión moral (moral-suasion) ejercida por los sindicatos, políticos e
instituciones estatales en caso de despidos inminentes de los trabajadores, por
mencionar un ejemplo.
A diferencia de las barreras de mercado resultantes de las decisiones de los
sujetos económicos privados, las barreras institucionales pueden también ser utilizadas
como instrumento de la política de ordenamiento y, con ello, de la Economía Social de
Mercado. Las barreras de mercado institucionales pueden ser levantadas y también
eliminadas por los niveles de decisión política, por ejemplo por motivos sociopolíticos.
Esta facultad obliga a la economía a evaluar la utilidad práctica o la inutilidad de
determinadas barreras de mercado institucionales.
Defensa de la competencia
No plantea ningún problema un mercado en el que cualquier oferente nuevo
(competidores potenciales) puede, en todo momento, acceder a un mercado, es decir,
cuando se trata de un mercado abierto en razón de un bajo nivel de barreras de acceso.
En estos mercados, los oferentes actuales no tienen la posibilidad de restringir la
competencia e incrementar los precios, porque se verían rápidamente desplazados por
los competidores recién llegados. Por lo tanto, en este caso no se necesita encarar una
política de competencia especial.
Sin embargo, esta política se torna necesaria cuando, por ejemplo, la fabricación
de ciertos bienes exige una inversión inicial elevada, de modo tal que un solo productor
puede proveer un mercado particular con el bien o servicio en cuestión a un precio más
bajo que si la oferta proviniera de un número mayor de proveedores. En estas
situaciones, que se denominan monopolios naturales, la forma de provisión monopólica
se convierte en necesidad económica.
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La política de competencia también es requerida cuando en la realidad los
oferentes potenciales enfrentan importantes barreras económicas y aun legales para el
ingreso a los mercados. En esta situación, lo importante es mantener la rivalidad entre
los oferentes actuales. Para lograrlo, la política de competencia tiene que impedir que
estos oferentes concluyan acuerdos que restrinjan la competencia –por ejemplo, en
forma de cárteles o fusiones.
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En caso contrario, y aun si el número de empresas en un mercado es grande,
como en el caso del polipolio, la competencia podría ser eliminada en detrimento de los
consumidores.
La competencia asimismo se ve amenazada cuando el mercado está en manos de
pocas empresas, caso llamado oligopolio, capaces de llegar a acuerdos –no formalmente
suscritos o acordados, por ejemplo mediante llamadas telefónicas o reuniones del sector.
Si el número de oferentes, en condiciones por demás idénticas, se reduce aún más,
incluso puede darse la situación de que las empresas tengan un comportamiento
solidario sin haberlo acordado anteriormente (oligopolio estricto). En caso de que uno
de los oferentes suba sus precios, los otros lo imitan espontáneamente. Así, las empresas
terminan comportándose casi como monopolios y es posible que el Estado se vea
obligado a intervenir en la estructura del mercado con el fin de incrementar el número
de oferentes. Es decir que se facilitaría el acceso a los recién llegados o, en caso
extremo, se desmembrarían los grupos económicos establecidos para restablecer las
condiciones de competencia.
3. EL SISTEMA DE PRECIOS: PRINCIPIOS FUNDAMENTALES.
El concepto de “mano invisible” acuñado hace más de dos siglos por el padre de
los economistas, Adam Smith, se encuentra la piedra angular de cualquier economía de
mercado: el sistema de precios.
Milton Friedman, figura clave de la Chicago School y Premio Nobel de
Economía en 1976, en su obra más conocida, “Libertad de Elegir” (1979), da a conocer
los principios fundamentales del liberalismo económico, poniéndolos al alcance de los
no iniciados.
Para que el sistema de precios opere adecuadamente, resulta esencial que exista
un marco institucional que salvaguarde la propiedad privada y la libre empresa; que
reconozca como pilar básico del ordenamiento jurídico los contratos voluntarios entre
ciudadanos libres e iguales. De hecho, la clave de bóveda sobre la que se asienta el
liberalismo económico es la siguiente: si un intercambio entre dos partes es voluntario,
no se llevará a cabo a menos que ambas crean que dicho intercambio les beneficiará.
Por tanto, el funcionamiento de la sociedad no se basa, en la lucha de clases postulada
por Marx y Engels, sino en la cooperación voluntaria entre individuos que buscan su
interés personal.
Las tres funciones principales que Friedman atribuye a los precios, elemento al
que sitúa como auténtica piedra angular en la organización de la actividad económica
son las siguientes.
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En primer lugar, los precios transmiten información valiosísima para los
operadores económicos interesados en utilizarla, desde los compradores finales a los
fabricantes y en sentido inverso. Datos como el nivel de demanda, la calidad relativa del
producto o el coste de los factores empleados en su producción, hacen posible que las
necesidades de los consumidores se vean satisfechas del modo adecuado, en el
momento y lugar precisos. Asombrosamente, para la correcta transmisión de esta
ingente información no se requieren complejos sistemas informáticos, ni rígidos
protocolos burocráticos que se encarguen de distribuirla. Solo es necesario un
ingrediente: el interés particular en transmitirla y obtenerla.
En segundo lugar, los precios procuran a los intervinientes en la cadena de valor
(empresarios, trabajadores, proveedores, etc.) los incentivos necesarios para satisfacer
la demanda de un determinado bien o servicio. Así, el mercado premiará a los
operadores económicos que satisfagan sus necesidades de la forma más eficiente
posible, remunerando la aportación de los recursos productivos más valiosos –trátese de
la función empresarial, el trabajo o el capital físico- mediante precios más elevados.
Ello hará que los operadores económicos, atraídos por su interés personal, tengan
motivos –incentivos– para emplear su tiempo –recurso escaso- en las actividades más
valoradas por la sociedad.
Por último, y en estrecha conexión con lo anterior, los precios juegan un papel
esencial en la distribución de la renta entre los individuos que componen la sociedad.
Como acabamos de explicar, la renta –diferencia entre ingresos y costes- consiste
fundamentalmente en un pago directo por los recursos productivos que poseemos. En
última instancia, las elecciones voluntarias de los consumidores condicionan la
distribución de la renta en cualquier sociedad, al determinar los precios de mercado para
los diferentes artículos y la consiguiente remuneración de los factores utilizados en su
fabricación.
En definitiva, los precios son un elemento insustituible en cualquier sistema
económico, no solo en los países occidentales. La mejor prueba de su eficacia en el
desempeño de las tres funciones estudiadas es que ni siquiera las economías
planificadas de la órbita comunista han logrado prescindir totalmente de él. En la
práctica, la economía sumergida ha constituido el último recurso del mercado para
operar eficazmente, al margen de las regulaciones estatales, cuando éstas imponen
trabas asfixiantes a la actividad económica.
4. LOS SUJETOS O UNIDADES DE DECISIÓN ECONÓMICA. TIPOS
BÁSICOS DE AGENTES ECONÓMICOS.
En la actividad de producción y distribución económica intervienen tres tipos de
agentes: las familias, las empresas y el Estado.
Las familias tienen un doble papel en la economía de mercado: son a la vez las
unidades elementales de consumo y las propietarias de los recursos productivos. La
palabra 'familia' hay que entenderla en un sentido amplio, no sólo la familia nuclear de
la tradición judeo-cristiana. Cada vez son más frecuentes en nuestras sociedades las
familias formadas por una sola pareja o un solo individuo. En los países
subdesarrollados y en las zonas rurales de los países en desarrollo es muy frecuente el
autoconsumo, es decir, que las familias produzcan lo que van a consumir, alimentos,
menaje de hogar, incluso vestuario; como los productos destinados al autoconsumo no
se contabilizan en las estadísticas, resultan muy engañosas a veces las comparaciones
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internacionales. También debe ser considerado autoconsumo los servicios de limpieza y
preparación de alimentos prestados en el hogar por los miembros de la familia. En
general se considera, aunque quizá no debiera ser así, que en los países occidentales
desarrollados la producción destinada al autoconsumo es muy pequeña en comparación
con el total del país, inapreciable a efectos estadísticos y despreciables a efectos
científicos. Resumiendo: las familias no producen, sólo consumen.
Las empresas son los agentes económicos destinados exclusivamente a la
producción de bienes y servicios. Para realizar su actividad necesitan los factores
productivos que les entregan las familias. A cambio de ellos pagarán unas rentas:
sueldos y salarios como contrapartida del trabajo; intereses, beneficios, dividendos, etc.,
como contrapartida del capital; alquileres o simplemente renta como contrapartida de la
tierra. Los bienes y servicios producidos por las empresas son ofrecidos a las familias
que entregarán a cambio su precio.
El estado es el agente económico cuya intervención en la actividad económica es
más compleja. Por una parte, el Estado acude a los mercados de factores y de bienes y
servicios como oferente y como demandante. Al igual que las familias, es propietario de
factores productivos que ofrece a las empresas de las que también demanda gran
cantidad de bienes y servicios. A la vez es el mayor productor de bienes y servicios. Por
otra parte, a diferencia de los otros agentes económicos, tiene capacidad coactiva para
recaudar impuestos, tanto de las empresas como de las familias. Así mismo destinará
parte de sus ingresos a realizar transferencias sin contrapartida a ciertas empresas que
considere de interés social o a algunas familias mediante subsidios de desempleo,
pensiones de jubilación y otras.
AGENTES ECONÓMICOS
Otra acepción del término dice relación con la clasificación de las unidades
administrativas, productivas o consumidoras que participan en el proceso económico.
En Cuentas Nacionales son agentes económicos a las familias, empresas, gobierno y el
exterior.
En el caso de las Transferencias, los agentes económicos son: Empresas
Públicas, Empresas Privadas, Organismos Descentralizados, Productores de
Mercancías, Instituciones de Seguridad Social, Organismos Descentralizados
Productores de Servicios Sociales y Comunales, Instituciones Privadas sin fines de
lucro, Particulares, Estados y Municipios, y el Exterior.
5. LOS SECTORES ECONÓMICOS.
La actividad económica está dividida en sectores económicos. Cada sector se
refiere a una parte de la actividad económica cuyos elementos tienen características
comunes, guardan una unidad y se diferencian de otras agrupaciones. Su división se
realiza de acuerdo a los procesos de producción que ocurren al interior de cada uno de
ellos.
DIVISIÓN SEGÚN LA ECONOMÍA CLÁSICA
Según la división de la economía clásica, los sectores de la economía son los
siguientes:
Sector primario o sector agropecuario.
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Sector secundario o sector Industrial.
Sector terciario o sector de servicios.
Sector primario o agropecuario
Es el sector que obtiene el producto de sus actividades directamente de la
naturaleza, sin ningún proceso de transformación. Dentro de este sector se encuentran la
agricultura, la ganadería, la silvicultura, la caza y la pesca. No se incluyen dentro de este
sector a la minería y a la extracción de petróleo, las cuales se consideran parte del sector
industrial.
Sector secundario o industrial
Comprende todas las actividades económicas de un país relacionadas con la
transformación industrial de los alimentos y otros tipos de bienes o mercancías, los
cuales se utilizan como base para la fabricación de nuevos productos.
Se divide en dos sub-sectores: industrial extractivo e industrial de
transformación:
Industrial extractivo: extracción minera y de petróleo.
Industrial de transformación: envasado de legumbres y frutas,
embotellado de refrescos, fabricación de abonos y fertilizantes,
vehículos, cementos, aparatos electrodomésticos, etc.
Sector terciario o de servicios
Incluye todas aquellas actividades que no producen una mercancía en sí, pero
que son necesarias para el funcionamiento de la economía. Como ejemplos de ello
tenemos el comercio, los restaurantes, los hoteles, el transporte, los servicios
financieros, las comunicaciones, los servicios de educación, los servicios profesionales,
el Gobierno, etc.
Es indispensable aclarar que los dos primeros sectores producen bienes
tangibles, por lo cual son considerados como sectores productivos. El tercer sector se
considera no productivo, puesto que no produce bienes tangibles pero, sin embargo,
contribuye a la formación del ingreso nacional y del producto nacional.
Aunque los sectores anteriormente indicados son aquellos que la teoría
económica menciona como sectores de la economía, es común que las actividades
económicas se diferencien aún más dependiendo de su especialización. Lo anterior da
origen a los siguientes sectores económicos, los cuales son:
1. Sector agropecuario: Corresponde al sector primario mencionado
anteriormente.
2. Sector de servicios: Corresponde al sector terciario mencionado
anteriormente.
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3. Sector
anteriormente.
industrial:
Corresponde
al
sector
secundario
mencionado
4. Sector de transporte: Hace parte del sector terciario, e incluye transporte de
carga, servicio de transporte público, transporte terrestre, aéreo, marítimo, etc.
5. Sector de comercio: Hace parte del sector terciario de la economía, e incluye
comercio al por mayor, minorista, centros comerciales, cámaras de comercio, plazas de
mercado y, en general, a todos aquellos que se relacionan con la actividad de comercio
de diversos productos a nivel nacional o internacional.
6. Sector financiero: En este sector se incluyen todas aquellas organizaciones
relacionadas con actividades bancarias y financieras, aseguradoras, fondos de pensiones
y cesantías, fiduciarias, etc.
7. Sector de la construcción: En este sector se incluyen las empresas y
organizaciones relacionadas con la construcción, al igual que los arquitectos e
ingenieros, las empresas productoras de materiales para la construcción, etc.
8. Sector minero y energético: Se incluyen en él todas las empresas que se
relacionan con la actividad minera y energética de cualquier tipo (extracción de carbón,
esmeraldas, gas y petróleo; empresas generadoras de energía; etc.).
9. Sector solidario: En este sector se incluyen las cooperativas, las cajas de
compensación familiar, las empresas solidarias de salud, entre otras.
10. Sector de comunicaciones: En este sector se incluyen todas las empresas y
organizaciones relacionadas con los medios de comunicación como (telefonía fija y
celular, empresas de publicidad, periódicos, editoriales, etc.).
OTRO TIPO DE DIVISIÓN
Hasta hace muy poco tiempo hablábamos de tres sectores: primario,
secundario y terciario, pero las nuevas actividades del hombre han hecho
aparecer un sector cuaternario e incluso uno quinario.
SECTOR PRIMARIO
Comprende las actividades económicas relacionadas con la
transformación de los recursos naturales en productos primarios no elaborados,
que se utilizarán como materia prima en la producción industrial.
Las principales actividades del sector primario son la agricultura, la
minería, la ganadería, la pesca, la caza, la silvicultura, la apicultura y la
acuicultura.
SECTOR SECUNDARIO
Es el conjunto de actividades que suponen la transformación de alimentos,
mercancías y materias primas por medio de distintos procesos productivos cada vez más
automatizados.
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Forman parte de este sector la siderurgia, las industrias mecánicas, la química, la
textil, la producción de bienes de consumo, el hardware informático, etc. La
construcción, aunque se considera sector secundario, suele contabilizarse aparte pues, su
importancia le confiere entidad propia.
SECTOR TERCIARIO o de servicios
Son aquellas actividades que no producen bienes tangibles, pero que son
imprescindibles para el correcto funcionamiento de la economía.
Lo constituyen todas aquellas actividades dedicadas a dar servicios de apoyo al
proceso productivo, al cuidado de las personas, de los hogares, y todo lo que tiene que
ver con la cultura de la población.
También incluye todo lo relacionado con transporte, comercio, comunicaciones,
finanzas, turismo, hostelería, ocio, cultura, espectáculos y los denominados servicios
públicos, independientemente que sean proporcionados por el Estado o la iniciativa
privada (educación, sanidad, atención a la dependencia), etc.
SECTOR CUATERNARIO o de información
Es un sector de reciente concepción que complementa a los sectores
tradicionales con actividades relacionadas con los valores intangibles de la
información, la investigación, el desarrollo y la innovación, englobando la
gestión y la distribución de éstas.
SECTOR QUINARIO
Ya se está hablando de un sector quinario, en el que se agrupan todas
aquellas actividades relacionadas con la educación, la cultura, el arte y el
entretenimiento, incluyendo las actividades relacionadas con la sanidad.
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