Caracterización de La Guajira

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Caracterización biogeográfica, cultural, socioeconómica y política de la región de La Guajira y
la Sierra Nevada de Santa Marta
Caracterización biogeográfica de la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía de Perijá y la península
de La Guajira
Fernando Salazar Holguín
La región comprende la Sierra Nevada de Santa Marta; el extremo norte de los Andes: serranías de
Perijá , Valledupar y los Montes de Oca; los valles del Cesar y Ranchería que las separan; la península de
La Guajira y sus cerros y serranías aisladas de Macuira, Jarar, Simarúa y Cosinas, y el Cerro La Teta.
Representa un mosaico geológico, hidrológico, ecosistémico (terrestre y marino), así como cultural de
incomparable riqueza, diversidad y singularidad reconocidas a nivel mundial.
El departamento de La Guajira cubre aproximadamente 20.600 km2, que corresponden al 1.81% del
territorio continental de Colombia (1’141.000 km2, aprox.). Tiene un perímetro de 1.153 km, con 649
km de costa en el Caribe, 263 km de límite con Venezuela, 170 km de límite con el departamento del
Cesar y 71 km con el departamento del Magdalena, a lo largo del río Palomino.
El relieve de la Sierra Nevada, como macizo litoral más alto del mundo, abarca desde 5.684 m hasta el
nivel del mar, en tan solo 48 km, y hasta 4000 m de profundidad en el Mar Caribe, a cerca de 100 km de
la costa. Por su ubicación (11°N, 73°W) y gran variación altitudinal, posee todos los pisos térmicos de la
zona intertropical, desde nival hasta cálido.
La distribución espacial y temporal de las lluvias es controlada principalmente por los vientos alisios del
NE, que con la energía del sol y la rotación de la Tierra, traen grandes masas de agua evaporada del
océano Atlántico, las cuales son interceptadas por las montañas y conducidas a través de sus valles.
Hay gran variedad de microclimas y vientos locales y regionales, entre los que se destaca la “brisa”
conocida también como La Loca, que acentúan la aridez en los alrededores de Santa Marta.
En la zona se encuentran 12 de los 34 tipos de biomas terrestres de Colombia y se expresa el más
complejo mosaico de ecosistemas: desde las nieves perpetuas, pasando por páramos y bosques desde
pluviales hasta secos, montanos y nublados; manglares, matorrales, desierto, para continuar con
arrecifes coralinos, praderas y fondos marinos.
En la Sierra Nevada nacen 54 ríos con cuencas de más de 10.000 hectáreas, que llegan directamente al
mar Caribe, o a través de la Ciénaga Grande, o del río Cesar y el Magdalena. Junto con la Serranía de
Perijá son la fuente vital de caudales de agua dulce, regulados por los páramos y bosques, base de la
productividad ecológica y económica de la región seca y árida circundante.
En el área de estudio existe una gran diversidad y singularidad de especies: amenazadas, endémicas y
migratorias. Más de 2.000 spp. (subespecies) de plantas reportadas, casi la totalidad de endemismos en
los páramos. Más de 60 spp. de las 470 variedades de mamíferos en Colombia. Especialmente
amenazadas, con muy pocos individuos aislados, las más grandes como el jaguar (Panthera onca), la
danta (Tapirus terrestris) y el manatí (Trichechus manatus). También se han identificado cerca de 700
spp. de aves de las más de 1.800 en Colombia y 10.000 en el mundo. En especial peligro las más grandes
como cóndores (Vultur gryphus, cerca de medio centenar de individuos, última población silvestre en
Colombia), águilas, guacamayas, loros, paujiles, pavas. Más de 90 spp. migratorias del Norte, Canadá,
Estados Unidos y México. Existen aproximadamente 17 especies endémicas de la Sierra Nevada.
También se encuentran allí más de 100 spp. de reptiles de las aprox. 520 en Colombia y más de 8.000 en
el mundo, así como cerca de 50 spp. de anfibios, 16 endémicas de la Sierra Nevada.
Situación actual de la biodiversidad regional
La conectividad de las poblaciones es limitada en lo local, regional y nacional: con el valle del
Magdalena, los Andes, la Serranía de Perijá y con las serranías aisladas de la Alta Guajira. Se mantiene
precariamente a través de bosques de galería y pequeños relictos de vegetación natural y semi-natural,
en medio de áreas ganaderas, agrícolas, urbanas y de minería, todo lo cual amenaza seriamente la
supervivencia de las especies. Las poblaciones reducidas de mamíferos, aves y reptiles especialmente,
aisladas en endogamia y erosión genética, no son ya viables, a menos que se logre establecer corredores
efectivos entre los bosques de la Sierra Nevada y la Serranía de Perijá, y otras regiones vecinas.
El nivel del mar, por efecto del calentamiento global va en aumento y se aprecia un agudo proceso de
desertificación en los valles de Ranchería y Cesar.
La sostenibilidad de la región a treinta años, más allá de la extracción de la riqueza minera, depende de
un cuidadoso manejo del territorio, respetuoso del ambiente y de la diversidad cultural. La biodiversidad
que aún se conserva está a tiempo de ser rescatada como desafíos para la sostenibilidad de la región: se
requiere urgentemente de acuerdos sociales para la conservación y conexión de los relictos de la gran
diversidad de ecosistemas a través de las zonas medias y bajas, mayormente intervenidas.
Gobierno y territorio indígena en la Sierra Nevada de Santa Marta
Pablo Mora Calderón
La costa Caribe de Colombia fue una región a través de la cual se movieron bandas de cazadores y
recolectores y donde en forma temprana se establecieron las primeras pautas de vida aldeana de
América. La extraordinaria abundancia de recursos ofreció grandes ventajas para el asentamiento
semipermanente de cazadores, recolectores y pescadores. Estos mismos grupos se dedicaron al cultivo
de yuca y se distinguieron por la fabricación de cerámica.
La pauta de asentamiento típica de estos grupos sociales fue la de grandes aldeas nucleadas y pequeños
poblados satélites que ya no mantuvieron sus poderes autárquicos sino que quedaron integrados a una
compleja red de castas o linajes con prerrogativas hereditarias y gradación de rangos. A esta formación
social se la conoce como cacicazgo y fue la que encontraron los españoles a su llegada en el siglo XVI a la
costa Caribe colombiana.
El modelo de cacicazgo presente en los grupos asentados en Urabá convivió con organizaciones más
cercanas a la tribal, caso de los wayúu en La Guajira, y a formaciones más complejas como la de los
tayrona en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Los estudiosos han establecido una clasificación de las etnias precolombinas dividiéndolas en tres
grandes familias lingüísticas: Arawak, Chibcha y Caribe. A la primera pertenecen o pertenecieron los
grupos wayúu, quienes con otros grupos opusieron siempre una férrea resistencia bélica a los intentos
de reducción de la Corona española.
El interés colonizador de la región sólo surgió a partir de 1525 con la fundación de Santa Marta. En poco
más de dos décadas se multiplicaron las ciudades a lo largo de la costa y en el interior: Cartagena (1533),
Tolú y Sincelejo (1535), Mompox (1537), Riohacha (1545) y Valledupar (1550). Estos núcleos urbanos
fueron enclaves económicos y militares desde donde se organizó la explotación de las tierras
conquistadas y la sujeción de las poblaciones indígenas.
Para ello la Corona española se decidió a nuclear la dispersa población indígena en lo que se denominó
“pueblos de indios”. Además, se organizó el sistema de encomienda que permitió sostener la sociedad
española mediante el cobro de tributos a las poblaciones indígenas. Sin embargo, la resistencia belicosa
de los indígenas chimila y wayúu, respectivamente, impidió el funcionamiento cabal del sistema
tributario español.
La Sierra Nevada de Santa Marta
Para los indígenas de la Sierra Nevada, el mundo fue primero espíritu en la oscuridad (aluna) y desde allí
se estableció el orden de todo lo que existe. La visión ancestral que tienen los pueblos indígenas de la
Sierra Nevada de Santa Marta se fundamenta en los principios de la Ley de Origen o Ley Sé: Primero
estaba el mar. Todo estaba obscuro. No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas…
Transmitida oralmente de generación en generación desde tiempos prehispánicos, esta ley estableció el
orden de todo lo que existe espiritual y materialmente. Desde Sé se marcó el límite del territorio para
los cuatro pueblos indígenas de la Sierra Nevada.
En un relato recogido por Silvia Botero, Aluna Jaba, la gran madre espiritual, esencia de todo lo creado,
clavó su gran huso de hilar en los picos nevados más altos, desprendió la punta del hilo y trazó a su
alrededor un círculo. La región comprendida se la entregó a sus hijos mayores para que habitaran y se
procrearan. Los picos nevados quedaron entonces como el corazón del mundo y la circunferencia
trazada como la Línea Negra.
Este territorio es concebido como un ser viviente y hace referencia menos al espacio físico, como a la
confluencia de todas las cosas que existen tanto en estado material como en estado espiritual. El
territorio ancestral es entonces sagrado. En el territorio así delimitado se destacan los sitios sagrados y
los Ezwamas. Los sitios sagrados están situados en múltiples y distintos puntos de la Sierra, en colinas,
cerros, madreviejas, playas, pantanos y desembocaduras de ríos, formando una intrincada red que le da
sentido al territorio. Los Ezwamas son espacios políticos desde donde se estructura el sistema de
ejercicio de poder por parte de las autoridades tradicionales.
A cada uno de los cuatro pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta (arhuacos, wiwas, koguis
y kankuamos) le fue dejado un espacio propio y un conocimiento particular. Por eso, cada grupo
indígena tiene unas jurisdicciones y unos sitios sagrados específicos.
En la actualidad los arhuacos son unos 39 mil. El idioma oficial es la lengua Ikun, y se habla en un 90% de
la población. Los trabajos espirituales son la base más importante de la cultura ancestral. Los atuendos
personales de uso cotidiano constituyen la identidad cultural y la base de la alimentación la constituyen
productos que se cultivan en la región, cómo frijoles, plátanos, guineos, papas, malanga, frutales. La
cacería mediana es también importante.
Los wiwas son 12 mil habitantes que se encuentran asentados en las regiones suroriental y oriental de la
Sierra Nevada de Santa Marta. La base alimenticia de los wiwas consta de frijoles, plátanos, guineos,
malanga, yuca, aves y carne de especie menores, aguacates y frutales como naranja y mandarinas.
Los koguis habitan su territorio ancestral en la parte occidente–noroccidente, norte y nororiente de la
Sierra Nevada de Santa Marta, en jurisdicción de los municipios de Ciénaga y Santa Marta en el
departamento del Magdalena y Dibulla en el departamento de La Guajira. Se estima una población de
más de 12 mil koguis que poseen una gran riqueza de mitos, leyendas y ritos sagradamente protegidos.
A diferencia de los otros pueblos de la Sierra, los koguis han conservado su cultura y sabiduría
ancestrales desde tiempos prehispánicos.
La población indígena kankuama habita en la región suroriental de la Sierra Nevada. Se estiman por lo
menos 12 mil miembros de esta población, asentadas en trece poblaciones. Cuenta la historia que los
kankuamos ostentan un saber profundo sobre cómo mantener una relación entre el hombre y el medio
natural y así lograr un equilibrio de existencia entre lo humano y lo infinito del cosmos; Pese a que
perdió completamente su lengua original, es un pueblo que se ha autoimpuesto la tarea de avanzar en
procesos de recuperación y reivindicación cultural.
Durante la Colonia (siglos XVI al XVIII), los españoles introdujeron los cabildos y una serie de cargos que
todavía hoy perduran como semaneros, cabos y alguaciles que cumplen funciones de policía y
administración de justicia en cada poblado indígena. Con la creación de los resguardos en los años 70’s y
80’s, nacieron también las organizaciones indígenas representativas (Tayrona, Gonawindúa Tayrona,
wiwa y kankuama) con un cabildo gobernador a la cabeza. Fueron los mamos quienes idearon a las
organizaciones para que sirvieran como los únicos puentes válidos entre ellos y el mundo exterior. Estas
cuatro organizaciones decidieron unirse en 1999 creando el Consejo Territorial de Cabildos, CTC, un
espacio político para la definición de estrategias, políticas y acciones comunes para la Sierra desde la
visión indígena. Con la creación de estos entes la tendencia de pérdida del territorio empezó a
revertirse, ya que la recuperación de sus territorios ancestrales es un asunto en el que los pueblos
indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta están empeñados.
La Línea Negra fue reconocida por el gobierno colombiano. En el área de la Sierra también se
encuentran dos parques nacionales naturales, el Tayrona y la Sierra Nevada de Santa Marta; el parque
arqueológico Ciudad Pérdida o Teyuna; tres departamentos y 14 municipios; y tres corporaciones
autónomas regionales.
El Consejo Ambiental Regional de la Sierra Nevada de Santa Marta (CAR), es el mecanismo de
coordinación institucional para la formulación y coordinación del Plan de Desarrollo Sostenible de la
Sierra Nevada de Santa Marta. Igualmente, se creó el Fondo Ambiental para el Desarrollo Sostenible
para la Sierra Nevada de Santa Marta. Según el autor la visión ancestral de los pueblos indígenas no se
ha incluido en las políticas oficiales de planificación regional y local. Todo lo contrario, como se verá más
adelante, el CAR ha sido incompetente para pronunciarse en contra de proyectos, obras y actividades
que van en detrimento del desarrollo sostenible, ambiental y cultural de la región.
Factores perturbadores del gobierno y la territorialidad indígenas
La punta de lanza de las intervenciones no indígenas sobre el territorio de la Sierra Nevada ha sido el
establecimiento de vías y frentes de penetración que posibilitaron economías extractivas y de
explotación (lícitas e ilícitas), la pacificación de sus habitantes y la formalización de modos particulares
de conocimiento sobre el Macizo. Todo ello ha estado acompañado de formas particulares de violencia.
La primera avanzada ocurrió durante los siglos XVI, XVII y XVIII, mediante el establecimiento de ”pueblos
de indios” y de haciendas ganaderas en las cuencas medias y bajas de la Sierra. La segunda avanzada
ocurrió a finales del siglo XIX cuando se buscó transformar las tierras altas de la Sierra y recibir migración
extranjera. El contrabando se intensificó y aparecieron las primeras plantaciones de café y banano. La
tercera gran avanzada se impulsó a comienzos de la década de 1970 con la apertura de la troncal del
Caribe y la red vial que circunda la Sierra. La guaquería se intensificó y ocurrió el boom de la marihuana.
Colonos y hippies se asentaron en distintas cuencas estableciendo proyectos utópicos. En los últimos
veinticinco años se ha incrementado la presencia de empresas privadas, organismos multilaterales, ONG
y organizaciones y movimientos sociales.
El aumento de los cultivos ilícitos, primero la marihuana y luego la coca, ha supuesto una arremetida
colonizadora que ha ocasionado, entre otras cosas, la pérdida del control de muchos lugares sagrados, la
deforestación y el aumento de los conflictos sociales violentos.
En las últimas décadas distintos actores armados han cometido en su territorio asesinatos, masacres,
desplazamientos, confinamientos, retenes, bloqueos y ejecuciones extrajudiciales. Se calcula que en la
última década medio millar de indígenas han muerto violentamente. La Comisión Interamericana de
Derechos Humanos decretó hace ya varios años medidas cautelares y provisionales a favor de los
pueblos indígenas kankuamo y wiwa.
Los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta siempre se han negado a aceptar en sus
territorios ancestrales la construcción de grandes obras de ingeniería. La represa del río Ranchería, la
proyectada del río Guatapurí en Besotes, el puerto multipropósito de la empresa Brisas S.A. en Dibulla y
el proyecto de puerto de MPX en la misma zona de Dibulla, son algunos de los casos más recientes.
En relación al puerto multipropósito en Dibulla, los indígenas consideran que no se trata solamente de
que compromete al sitio sagrado de Jukulwa, sobre la Línea Negra, es decir que afecta las actividades de
pagamento, sino que debe verse en el contexto del espacio territorial de la Sierra Nevada, donde ellos
son “parte viva e inherente en esa integralidad por la tierra, el mar y sus desembocaduras”.
La agenda política indígena
Desde el mismo nacimiento de las organizaciones indígenas, la principal preocupación de las
autoridades tradicionales ha sido la defensa y el fortalecimiento de la cultura ancestral y del territorio.
No solamente han afianzado el gobierno propio sino que han buscado consolidar el territorio mediante
la implementación de estrategias complementarias como saneamiento y ampliación de los resguardos y
recuperación y conservación de los sitios sagrados de la Línea Negra.
Ellos creen que la conservación cultural y medioambiental de la Sierra no debe reducirse a los límites de
sus resguardos sino al conjunto integral de su territorio ancestral. Frente a los factores perturbadores es
previsible que actúen en bloque, de acuerdo a un solo pensamiento unificado.
Los derechos diferenciales
La Constitución de 1991 declara que Colombia es un país que reconoce, protege y respeta la diversidad
étnica y cultural, y dispone que es obligatorio proteger y conservar las riquezas culturales y naturales,
particularmente en las tierras comunales de los grupos étnicos, los resguardos, los ecosistemas de
especial relevancia dentro de ellos los parques nacionales naturales y las reservas forestales protectoras
de carácter nacional, y las zonas de patrimonio arqueológico (según los artículos 7, 8 y 9).
La Carta Política también dispone que los territorios indígenas son entidades territoriales que gozan de
autonomía en la definición de sus intereses, a través de sus autoridades legítimas, conformadas según
sus usos y costumbres. Las autoridades indígenas tienen plena capacidad para determinar su plan de
vida y para implementarlo y ninguna autoridad estatal puede desconocer ni irrespetar a las
autoridades tradicionales ni desconocer sus usos y costumbres, y mucho menos, la designación
de los órganos que las representan. Los convenios internacionales como el 169 de la OIT de 1989
(ratificado mediante ley 21 de 1991), o el artículo 32 de la declaración Universal de los Pueblos
Indígenas de Naciones Unidas han sido ratificados por Colombia. La Corte Constitucional sentó siete
reglas de la jurisprudencia constitucional, conducentes a garantizar efectivamente el derecho
fundamental a la participación de los grupos étnicos.
A la luz de estas disposiciones jurisprudenciales y constitucionales, es evidente que los proyectos que se
encuentran en etapa de planeación, trátese de iniciativas mineras, de hidrocarburos, de infraestructura
o de turismo, además de demandar la garantía del derecho fundamental a la participación a través de la
obtención del consentimiento previo, libre e informado, deben definir la forma en que se compartirán
los beneficios y, deben realizar estudios de impacto social, ambiental y cultural, elaborados por
entidades independientes de los dueños o gestores de los proyectos, que sean concordantes y
armónicos con la visión ancestral de los pueblos indígenas.
Caracterización cultural de la etnia wayúu con énfasis en el área de influencia de la mina de
carbón concesionada a MPX
María Fernanda Acosta Convers
Existen dos versiones sobre la delimitación del territorio wayúu: la primera se enmarca en la península de
La Guajira, con su correspondiente porción de tierra venezolana, presentando una extensión aproximada
de 15.000 km2, de los cuales 12.000 son colombianos y 3.000 venezolanos. La segunda incluye la migración
y su consecuente expansión de territorio hacia el Estado del Zulia en Venezuela, presentando una
extensión aproximada de 27.000km2 de los cuales 15.300 son colombianos y 12.000 venezolanos.
El pueblo wayúu, de familia lingüística Arawak, migró del Amazonas al desierto de La Alta Guajira hacia
el 150 a. c. Poco a poco fueron ocupando la península en un largo proceso de asentamiento que significó
un poblamiento disperso de acuerdo con la aridez del terreno, y la posibilidad de tener fuentes de agua
para todos.
Este territorio contiene un sistema de montañas, sierras y serranías, que guardan en sus entrañas la
memoria, la historia y la mitología; son regiones de origen de las castas, del reposo de los muertos y el
hábitat de diferentes deidades que conforman la mitología wayúu, un complejo sistema de espíritus,
mitos y leyendas que ordenan y zonifican el territorio. La ocupación territorial tiene un fundamento
cosmogónico de cuatro generaciones donde cada una interactúa en el territorio con las demás,
permitiendo convivencia y apoyo mutuo para la sobrevivencia.
El origen de la fertilidad nace de la unión del padre Juya (Lluvia) y la madre M’ma (Tierra). Juyaa recorre
todo el territorio wayúu, que representa a la vagina de la tierra, que lo espera para recibir su semen,
representado en gotas de agua que caen al suelo. En una tierra semidesértica, el agua dulce es la fuente de
vida y de alegría. Hay comida, hay fertilidad, es el resultado de todo ese encuentro de emociones y
sensaciones de las cuatro generaciones wayúu.
Esta concepción integrada determina el carácter matrilineal en su organización social y el porqué la mujer
permanece en su territorio materno cuidando a su familia, mientras que el hombre se mueve como Juyakai
por La Guajira, visitando y fertilizando a sus mujeres.
La muerte constituye una de las ocasiones más importantes de la vida. El mundo wayúu celebra dos
velorios, el primero cuando ocurre la muerte física y el segundo es la exhumación de los huesos y el
traslado a su cementerio de origen, en el territorio de su clan materno. El mundo onírico tiene tanta
importancia para la cultura wayúu, que la interpretación de los sueños puede modificar radicalmente los
planes de una persona o comunidad,
La tradición oral wayúu se alimenta día a día a través de sueños, visiones, apariciones y comunicaciones
con los wayúu de la primera generación, y de manera dinámica, se va determinando una zonificación de
uso y manejo en los diferentes sitios del territorio wayúu. Las zonas establecidas para huertas, juegos,
lugares de tránsito, lugares de caza, selección para la construcción de cementerios y viviendas están
determinadas por un complejo orden mitológico, en muchos casos por miedo a enfermedad o
desaparición. Son estos espíritus, quienes a través de sueños o visiones reales se comunican con el
wayúu y establecen restricciones y prohibiciones en la extracción de los recursos naturales
Ordenamiento territorial y clanes
La mitología afirma que Ma’leiwa (Ser Supremo), bajó en un caballo blanco y le solicitó a Juyaá que
lanzara un rayo sobre la Piedra de Aalasü y grabó los símbolos de cada casta wayúu: Los Ipuana, los
Jusayuu, los Sapuana, los Epieyuu, etc. De allí, cada casta tomó su símbolo totémico para herrar sus
ganados y señalar la procedencia de su parentela, sus tejidos, cerámicas, y sobre todo un territorio
familiar que les garantiza una fuente de agua y un orden de convivencia de un mismo pueblo organizado
en clanes que ocupan territorios específicos manteniendo el orden de su procedencia.
Cada clan familiar tiene un territorio distinto y cada uno de estos territorios posee su origen.
Generalmente el origen está representado en algún recurso natural que emana de la tierra, como
piedra, pozos naturales, ojos de agua. La mujer es la fuente de origen, es quien forja la vida de todos los
miembros, y los organiza. Los territorios ancestrales están delimitados por linderos identificados y
marcados por sus ancestros con referentes naturales como cerros, arroyos, piedras, árboles. La historia
y los límites del territorio clanil no tienen memoria escrita, se transmiten de generación en generación a
través de las historias de los viejos.
El cementerio para el wayúu es tal vez el icono más importante de marcación territorial. Cada clan tiene
el cementerio en su territorio, siempre será un sitio sagrado, como el lugar de reposo de los muertos,
de los ancestros.
En el territorio wayúu, constantemente hay acuerdos y arreglos tradicionales entre clanes que permiten
o prohíben la utilización temporal o total de sus territorios y sus recursos. Existen muchos casos en que
un grupo familiar permite a otro establecerse temporalmente en su territorio, por ejemplo, cuando
cede un pedazo de tierra por matrimonio, y el marido trae su familia apushi a trabajar en el territorio, o
cuando se pide en préstamo un territorio por ubicación de interés de alguna zona específica, como
cerca a un pozo de agua para la construcción de alambique en la producción de chirinchi (bebida
alcohólica artesanal wayúu), o frente a una bahía para la construcción de un puerto.
La ley wayúu
La estructura social y política del wayúu se basa en un sistema de reciprocidad familiar y de
redistribución de los bienes. Su sistema jurídico dice que toda familia apushii, es responsable por los
problemas entre sus miembros y con miembros de otras familias. La responsabilidad familiar se
materializa en forma de cobro por un dolor producido, y de pago en retribución para alivianar el dolor.
Para el caso de producir un dolor y no mitigarlo mediante el cobro y el pago, se acepta la venganza
como forma de retribución.
Cuando una familia wayúu decide exigir compensación suele recurrir a un intermediario especializado
llamado “palabrero”. La ley wayúu se aplica exclusivamente de manera oral, donde se mantiene el
respeto colectivo por la palabra que posibilita la resolución efectiva de un conflicto (pütchi). En esta ley,
se reconocen diversos tipos de arreglos, que son aplicados de acuerdo con el tipo de conflicto que se
presente. Al ser la Ley wayúu un acto tradicional, los pagos se realizan en collares, reses, cabras, dinero,
y en ciertos casos se da en territorio permanente o temporalmente de acuerdo con el arreglo
específico.
Para el wayúu, la autoridad tradicional, Alaülaa, o tío materno, anciano, sabio, debe ser una persona
respetable dentro y fuera de su clan, digno de confianza para pedirle orientaciones. Ejerce el control
social y los sistemas normativos propios de la cultura wayúu y cuenta con popularidad adquirida al
saber arreglar y dirigir situaciones de conflicto y de vida en su familia y en su territorio.
Aunque la autoridad tradicional es el anciano, el verdadero sabio al interior de la cultura wayúu, es
necesario contar con un vocero más joven que hable y gestione por el sentir del territorio, apoye al
cumplimiento de las decisiones internas, y se encargue de la interacción con la cultura “alijuna” o no
wayúu. Es el líder comunitario.
De otra parte, la Ley 89 de 1890 establece en su artículo 3º que “en todos los lugares en que se
encuentre establecida una parcialidad de indígenas habrá un pequeño Cabildo nombrado por éstos
conforme á sus costumbres. El Decreto 1088 de 1993 regula la creación de las asociaciones de Cabildos
y/o Autoridades Tradicionales Indígenas.
La necesidad de organizar una manera de acceder a los recursos del Estado por el Sistema General de
Participación, y representar a la comunidad en los procesos de incursión en territorio wayúu por
instituciones privadas, ha provocado la formación de una gran cantidad de asociaciones indígenas.
Como en la Alta y Media Guajira hay tantos autoridades tradicionales como territorios claniles o
familiares ocupan el territorio, las Asociaciones no cuentan con un orden socio político definido, sino
que inscriben territorios a medida que tienen el aval de una u otra autoridad tradicional. En la Baja
Guajira por el contrario, existe un proceso de agremiación de autoridades y cabildos indígenas en la
Asociación de autoridades tradicionales y cabildos indígenas Wayuu del sur de La Guajira, AACIWASUG.
En la Baja Guajira, la propiedad de la tierra wayúu está delimitada en pequeños resguardos, que
albergan pocas familias en comparación con el gran Resguardo Wayuu de la Media y Alta Guajira y los
cuatro resguardos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Su ocupación territorial es
relativamente reciente, de un poco más de 100 años. Migraron de la Alta Guajira ocupando territorios
en las estribaciones de las Sierra Nevada de Santa Marta.
En la Baja Guajira la organización del resguardo se mantiene con la forma de ocupación tradicional
wayúu: diversas fuentes de agua centralizadas en puntos específicos, lo que implica la costumbre y labor
de la jimaura de recolectar agua, un cementerio, una zona de pastoreo común a todas las familias y una
huerta parcelada por familias. Los ocupantes de estos resguardos viven una economía de subsistencia,
practican el pastoreo de caprinos como actividad económica principal, y de bovinos en menor escala y
practican la agricultura de pan coger. Su cercanía a las cabeceras municipales y a la mina de carbón del
Cerrejón ha hecho que cuenten con la posibilidad de tener acceso a servicios públicos, en particular
energía eléctrica.
Al reducir la territorialidad wayúu a los resguardos constituidos, estas familias claniles se colocan en una
posición de dependencia directa del Estado y de las empresas de explotación minera, quienes suplen sus
necesidades básicas solicitadas por los cabildos para sus comunidades.
Impacto de la operación minera de El Cerrejón en el territorio wayuu
En 1996, un diagnóstico del impacto sociocultural generado por la industria minera del carbón en las
comunidades wayúu del sur de La Guajira concluye que “… las explotaciones mineras son causantes del
mayor impacto ambiental sobre la naturaleza en la Baja Guajira y por ende sobre la vida del wayúu,
vista esta como dependiente directa de la oferta ambiental del territorio …”.
Estos relatos, dan una idea del altísimo impacto que ha significado las explotaciones de carbón sobre la
comunidad wayúu de la Baja Guajira:
"Nosotros antes, salíamos para el monte a encontrar conejo, iguana, todo lo de uno, o sea la
cacería. Uno tenía un espacio para poder salir afuera del sitio. Antes uno salía, salía a
cualquiera parte. Antes, pero ahora no, ahora no hay donde salir porque si uno sale para allá,
se encuentra con la compañía [minera].
Esto está todo trabajado y la montaña se va acabando... Eso si es prohibido para nosotros
salir por allí a cazar, buscar lo que uno encuentra. Estos lados han cambiado. La compañía
nos da un poquito de mejoramiento, pero no digamos que estemos mejor, no.
El hecho de que coexistan varios resguardos wayúu en un territorio indígena con una vasta explotación
minera en sus tierras, los relega exclusivamente a lo jurídicamente propio, el resguardo, provocando un
cambio fundamental en la concepción del territorio, donde ya no es una mina de carbón dentro de un
territorio indígena, sino unos resguardos indígenas en zona de explotación minera.
“ (…) una firma contratista, empezó a comprar tierras, a negociar el territorio ofreciendo mejor
nivel de vida y trabajos para los wayuu. Muchos se negaron a entregar el territorio y quedaron
en medio. Veían como las grandes maquinarias destruían las huertas, pero se quedaron y
aguantaron. (…) Tratamos de defenderlo (…) nos dijeron que ya no era nuestro, que
retiráramos el cementerio (…). Cuando trasladamos los restos de nuestros muertos (…)),
empezaron nuestros conflictos en el territorio. (…) El Cerrejón habló con los achonii, quienes
negociaron por nosotros y nos tocó quedarnos en este sector de yokuyokutchi, (…) negociamos
el territorio y nos quedamos sin él”.
La autora concluye que “Siempre habrá implicaciones culturales cuando se irrumpe en un territorio
indígena, y más si se trata de la extracción de recursos naturales, que hacen parte de la cosmogonía e
integralidad territorial. Por lo tanto, debido a que ya se tiene una historia de minería en la región, es
aconsejable trabajar con las verdaderas autoridades tradicionales, respetar los tiempos indígenas en los
procesos de concertación, y diseñar conjuntamente las agendas a seguir, desde el nivel espiritual según
la percepción de los viejos, así como una alta transparencia sobre las acciones a realizar, teniendo
presente las dos visiones: la productiva alijuna y la espiritual wayúu”.
La Guajira. Estado de los derechos socioeconómicos
José Eslava
Se define como pobre, desde el enfoque de derechos o de mínimos constitucionales, la persona que no
tiene sus derechos cumplidos. El enfoque de derechos facilita orientar y focalizar los recursos hacia los
programas que reivindiquen los derechos prioritarios. Se trata de pasar de manera definitiva de la
superación de la pobreza a la construcción de riqueza colectiva.
En la presente década, la pobreza en Colombia se ha reducido 8 puntos porcentuales, de 53.7% a 45.5%,
mientras la pobreza extrema baja 3 puntos, de 19.7% a 16.4%. En el mismo periodo, el ingreso per
cápita real se incrementa en 19.98%, esto es, 2% anual en promedio.
Algunos sectores son especialmente vulnerados en sus derechos: los niños y adolescentes, con derecho
preferente en la Constitución, la población desplazada y los pueblos indígenas, a quienes venimos
incumpliendo, además de sus derechos universales, sus derechos diferenciales; las mayores carencias
materiales y de capital humano se localizan en sus territorios. Pero además, en la información para las
decisiones y diseño de programas no se diferencian – todos son indígenas – aunque las diferencias entre
los pueblos son enormes. De hecho, la estructura de información estadística, diseñada para el segmento
mayor de población, en el caso de La Guajira solo aplica plenamente al 40% de la población.
Los derechos cuyo cumplimiento construyen las capacidades y oportunidades para los individuos y, por
extensión, para la sociedad son: el derecho al trabajo, el derecho a la salud, el derecho al saneamiento
ambiental, el derecho a la vivienda digna y el derecho a la educación. Para este efecto, es imperativo
que las personas logren un ingreso para el desarrollo adecuado de capacidades; el ingreso será el
resultado de la acción conjunta del Estado y del mercado, que haga efectivo en la práctica el
cumplimiento de los derechos constitucionales.
Para el efecto de medir el estado de derechos en La Guajira, se acude al índice de condiciones de vida –
ICV, que si bien “no incluye todos los bienes y servicios que la Constitución Política de 1991 garantiza a
los ciudadanos”, es la que más se acerca a los mínimos constitucionales. Por otra parte, el ICV da una
visión más acertada de la situación en áreas rurales que otras metodologías, aspecto relevante en La
Guajira, donde el 45.5% de la población es rural.
Contexto territorial
La Guajira se compone de tres zonas diferenciadas: Alta, Media y Baja Guajira. La Alta y Media Guajira
tienen primacía de población wayúu, que representa el 38% del total del departamento, siendo una
población binacional de aproximadamente 440.000 personas (en Venezuela unas 255.000 y 185.000 en
Colombia); por número de miembros, es el grupo más importante tanto en uno como en otro país. Los
otros pueblos principales, kogui, wiwa, arhuaco y kankuamo, habitan las tres vertientes de la Sierra
Nevada de Santa Marta, que se ubica en la Media y Baja Guajira.
La Alta, Media y Baja Guajira son áreas desérticas y semidesérticas, tradicionalmente zonas de pastoreo,
producción de sal, pesca y, por las condiciones del desierto, escenario de economías ilegales:
contrabando (desde especies y géneros en la Colonia hasta combustibles hoy en día); tráfico aéreo y
terrestre de drogas (marihuana en la década de los 70 y coca y amapola en la actualidad); más todas las
actividades ilegales y violentas que esta ilegalidad conlleva. La Baja Guajira, con suelos fértiles y de
aptitud agrícola, representa el territorio rico en suelos y recursos del departamento y, por tanto, el
mayor potencial actual para generar empleo y oportunidades económicas.
En 2010, La Guajira tenía 818.695 habitantes, el 1.8% del total nacional y el 9.16% de la población de la
región. Para 2015 y 2020 se proyectan poblaciones de 957.814 y 1’093.733 habitantes para el
departamento, equivalentes a 1.99% y 2.15% del total nacional, respectivamente. La densidad de
población es muy baja, producto del alto porcentaje de población rural, 45.5% del total, lo que dificulta
la provisión de servicios públicos y sociales.
La población femenina es un punto porcentual mayor a la masculina en el total (50.54% vs. 49.46%),
porcentaje que es mayor en las cabeceras (51.23%), mientras que en las áreas rurales es mayor el
porcentaje masculino (50.20%). En 2005, el 41.14% de la población total corresponde a población
infantil y adolescente, el 18.34% a jóvenes, el 31.51% a población adulta y el 9.01% a personas mayores
de 54 años.
La Guajira es el departamento con la mayor población indígena en el país. En el censo 2005, el DANE
registra 42.38% de población indígena, equivalente al 20.11% del total nacional; adicionalmente, el
12.82% es población afrodescendiente.
Derecho al saneamiento ambiental
La disponibilidad de agua presenta déficits importantes, en especial en las áreas rurales, tanto a nivel
nacional como regional. La cobertura de alcantarillado muestra déficits críticos en lo rural, llegando a
94.3% en 2008 para la región Atlántica, El servicio de recolección de basuras es sustancialmente más
deficitario en la región que a nivel nacional. En lo referente al combustible para cocinar, la región
también está rezagada del promedio nacional.
En 2003, en acueducto y energía ponderados, prácticamente todos los municipios de La Guajira tenían
coberturas superiores al 70%, con cinco de ellos, Barrancas, Distracción, Fonseca, San Juan del Cesar y
Villanueva, por encima de 90%, mientras la más baja era Manuare, con 63.1%. La situación de
alcantarillado y saneamiento básico era y permanece más crítica: Barrancas, Urumita y Villanueva
aparecían en 2003 en un nivel medio alto, Riohacha medio bajo y todos los demás municipios en nivel
medio, equivalente al promedio nacional.
En 2007, los déficits de acueducto urbano se concentran en Manaure y Maicao, con las mayores
concentraciones de población urbana en la Alta Guajira, seguidas por Uribia, con una población urbana
menor. En acueducto rural, la situación es crítica. Seis municipios tienen déficits por encima de 50%; de
ellos Dibulla con 98.8%. Barrancas, Riohacha y San Juan del Cesar tienen un buen desempeño.
Derecho a la educación
En la asistencia de los jóvenes, los departamentos de la región Atlántica presentan, en el total, un
comportamiento superior al nacional, con excepción de Cesar y La Guajira, éste último con una
diferencia de 16 puntos porcentuales. En la zona rural, La Guajira tiene un promedio apenas por encima
de la mitad del nacional. En la asistencia de niños de 5 – 11 años, la situación es similar para todos los
departamentos, excepto Cesar que se encuentra rezagado en las zonas rurales y La Guajira, donde la
brecha es aún mayor que para jóvenes.
En el departamento la Inasistencia total es de 28.01%. El analfabetismo en las cabeceras es de 36.88%,
mientras que en el resto es de 61.43%. En 2005, la tasa de analfabetismo muestra promedios muy altos
en Uribia y Manaure, alrededor del 50%, con Dibulla en tercer lugar. Todos los demás están bajo el
promedio departamental. Esta situación ilustra la especial vulneración de los derechos de los grupos
indígenas wayúu, mayoritarios en los dos primeros municipios, y los pueblos de la Sierra Nevada de
Santa Marta en el caso de Dibulla.
La tasa de cobertura bruta del departamento por nivel educativo muestra el cumplimiento de los
derechos, excepto en básica secundaria, donde la cobertura histórica es del orden de 60%. La necesidad
de trabajar desde esta edad parece primar sobre el derecho y la oportunidad de la educación completa.
También es relevante que la cobertura en preescolar, que venía siendo universal, cae a 88% en 2007.
En la calidad de los resultados de la educación, tanto en las pruebas Saber como Icfes, La Guajira se
encuentra bajo el promedio nacional. En las pruebas Icfes, el comportamiento es similar, con 2- 3 puntos
de diferencia negativa frente al puntaje nacional. Los más críticos son Uribia, Manaure y Dibulla.
Derecho a la vivienda digna
Con excepción del departamento del Atlántico, la región presenta niveles de hacinamiento superiores al
nacional, tanto en cabecera como en resto. La Guajira, en particular, presenta niveles cuatro veces sobre
el nacional, en el total y resto y el doble en las cabeceras. En el déficit de vivienda, La Guajira y Córdoba
son los departamentos con menor logro frente al derecho a la vivienda en la región, 4 y 2 veces sobre el
déficit nacional, respectivamente.
El hacinamiento en La Guajira es sustancialmente alto en las zonas rurales, con 9 municipios sobre 70%
de hogares en esta condición y solamente Dibulla bajo 50%. En el total, es la Alta Guajira la que
concentra la situación más crítica. La variable déficit de vivienda incluye déficit cuantitativo y cualitativo.
Manaure y Uribia concentran los mayores déficits totales. En el déficit cualitativo, los servicios sanitarios
son los que más pesan en todos los casos, con una incidencia de 78% en el total, 65% en cabecera y
78.8% en el resto.
Derecho a la salud
En la afiliación al régimen subsidiado, La Guajira se encuentra en el promedio de la región, mientras en
el contributivo ocupa el último lugar en todo el periodo 2006 – 2009. Por municipios la afiliación al
régimen contributivo es mayor en Albania en 2003, pero cae al quinto lugar en 2009. Barrancas,
Fonseca, Riohacha y San Juan del Cesar permanecen con los mejores promedios. Sin embargo, estos
están distantes de los promedios nacional y regional.
Cuadro 34. Tasas de mortalidad en 2005.
Colombia
Región
Atlántica
La Guajira
Mortalidad infantil
Mortalidad de la
niñez
Mortalidad materna
22
23
26
29
73.1
74.2
33
43
162.9
Fuente: Profamilia. Encuesta Nacional de Demografía y Salud, 2005. DANE. Estadísticas vitales.
La atención natal y prenatal es de menor calidad en La Guajira, particularmente el control prenatal,
sensiblemente más bajo que en el resto de la región.
La salud de la población parece afectada por tres factores. Primero, por gestión deficiente de los
recursos y programas; donde los municipios con mayores recursos para el sector, por regalías o
transferencias, presentan resultados más deficitarios. En especial en la Alta Guajira las distancias y
dificultades de transporte parecen ser un factor crítico frente al acceso a la prestación de servicios.
Tercero, las deficiencias del entorno en cuanto a servicios públicos, calidad del agua, condición de las
viviendas y desnutrición, explican la mayor persistencia de mortalidad y enfermedades.
Población desplazada
Los municipios de La Guajira han recibido, en el periodo 1996 – 2010, 28.299 personas desplazadas,
equivalente al 3.5% de la población total de 2010. Esta población incrementa los niveles de pobreza y
requiere inversión adicional. De este total, 28.4% tienen origen en la misma Guajira y el 10.3% en el
mismo municipio receptor. Riohacha, Dibulla y Maicao son los municipios con más recibidos, 63.4% del
total. En cuanto a expulsados dentro de la misma Guajira, Riohacha, San Juan del Cesar y Dibulla son los
municipios con mayor contribución, aportando el 41.7% del total desplazado.
El conjunto de derechos
Las encuestas de calidad de vida ECH, zonifican al país en ocho regiones, perteneciendo La Guajira a la
región Atlántica. Esta región tiene un ICV solamente superior a la región Pacífica y cinco puntos por
debajo del nacional.
En el caso de La Guajira, se avanza de 62.8 puntos en 1997 a 71.4 en 2000, pero el ICV vuelve a caer a
67.6 en 2003, lo que muestra una irregularidad en la ejecución de las políticas públicas en el
departamento. También es relevante que Riohacha y Montería son las únicas capitales con ICV menor a
los municipios (63 puntos), contrario a la norma general.
Es notable la relación estrecha entre la localización y el ICV; en efecto, como patrón general, éste se va
reduciendo de la Baja a la Media Guajira y de ésta a la Alta Guajira.
Uribia y Manaure presentan los menores ICV totales. En alcantarillado y saneamiento básico ponderado
y cobertura en salud régimen subsidiado, Riohacha y Dibulla están rezagados; en acueducto y energía
ponderados Riohacha tiene la peor situación; mientras en los indicadores de educación el nivel es medio
en toda la Alta y Media Guajira. Es en la Baja Guajira donde se presentan los mejores resultados. En esta
zona se presenta mayor nivel de aglomeración y densidad poblacional, además de ser la zona de mayor
riqueza del departamento.
En Colombia el PIB total se incrementó 43.28% en el periodo 2000 – 2007, agregado en las cuentas
nacionales. Por secciones del CIIU, la explotación de minas y canteras tiene el mayor crecimiento
(102.3%) y la construcción el menor incremento (51.4%) en el periodo. Simultáneamente, el índice de
GINI se elevó de 0.571 en 2001 a 0.576 en 2005, y a 0.585 en 2009, lo que evidencia que el crecimiento
económico es selectivo y que sus beneficios no se distribuyen generalizada y equitativamente entre la
población.
El PIB de La Guajira se basa principalmente en seis secciones del CIIU: productos agropecuarios,
construcción de obras civiles, administración pública, carbón mineral, servicios de transporte terrestre y
servicios de educación. De ellos, el carbón representa el mayor rubro, participando en el 35.4% del PIB y
constituyendo el 96% de las exportaciones departamentales. Este aporte ha sido importante, al punto
que durante la década de 1990 La Guajira se mantiene entre los diez departamentos con mayor PIB per
cápita.
Ello contrasta con los índices de pobreza ya expuestos, lo que ilustra un problema de distribución de la
riqueza, reflejado en el GINI del departamento, que sube de 0,633 en 2008 a 0,656 en 2009, mientras el
nacional baja de 0,589 a 0,578 en los mismos años.
En 1998 el GINI era 0.4818, el menor de la región Atlántica para hogares y el segundo para personas, y
disminuyendo a 0.41 en 2000, para subir a 0,656 en 2009. Así, en la última década los beneficios de la
riqueza del departamento no se han distribuido en forma equitativa, siendo necesario aumentar los
esfuerzos de focalización de recursos en el desarrollo de capital humano, especialmente en los deciles
menores, y en la generación de empleo y autoempleo de calidad para mayores sectores de la población.
Los déficits cuantificables en servicios públicos y mejoramiento de vivienda aquí expresados tienen un
costo total de 1.212 billones de pesos.
En acueducto rural, es notorio el caso de Dibulla que tiene un 98.8% de su población rural con déficit,
cuando, por su ubicación en la Sierra Nevada, aporta cerca al 40% del recurso hídrico del departamento.
La inasistencia en grados 0 – 9 es de 62.655 alumnos por distintas causas. Este faltante tiene un costo
anual de de 55.136 millones de pesos, lo que representa un 3.97% de los ingresos totales del
departamento y los 15 municipios en 2009.
Recursos existentes
En 2009, la gobernación de La Guajira ejecutó un presupuesto de 644.565 millones de pesos, en el que
el 8.27% son ingresos corrientes, mientras que las regalías y las transferencias del Sistema General de
Participaciones representan el grueso de los recursos. Este presupuesto representa un ingreso
departamental per cápita de $814.846 de 2009.
Los gastos de capital totalizaron 624.716 millones, destinando el 36.63% a inversión social. El déficit del
año equivale a 11.232 millones de pesos. El funcionamiento ocupó el 66% de los ingresos corrientes,
mientras que el 95.26% del gasto total se destinó a inversión. Los 15 municipios ejecutaron ingresos por
744.962 millones de pesos en 2009, provenientes de las siguientes fuentes:
Cuadro 54. Ingresos en 2009 de los 15 municipios por fuente.
Fuente
Cantidad – Millones $ 2009
Ingresos corrientes
77.300
Regalías
277.159
Transferencias nacionales (SGP, etc.)
312.539
Cofinanciación
12.353
Otros ingresos
65.611
Total ingresos
744.962
%
10.38%
37.20%
41,95%
1,66%
8,81%
100%
Fuente: DNP. Ejecuciones departamentales.
Uribia, Maicao, Albania y Riohacha concentran el 62.7% de los ingresos, por efecto de las transferencias
del SGP para Riohacha y Maicao, de las regalías para Albania y de ambos conceptos para Uribia.
El nivel de déficit es alto; en efecto, 10 de los 15 municipios se encuentran en saldo negativo y, de ellos,
5 tienen porcentajes de deuda / ingresos mayor a 20%.
El presupuesto total de los municipios más el departamento totaliza 1,389 billones de pesos en 2009, sin
duda una cifra importante para los 791.027 habitantes en ese año. Esto es un monto ponderado de
$1’756.611 per cápita.
En 2009, las regalías en Colombia totalizaron 2.634 billones de pesos, correspondiendo a La Guajira el
14.63%, esto es, $404.634’279.121 de pesos corrientes. En pesos constantes de 2008, las regalías
departamentales han venido crecido desde 36.040 millones en 1994.
Los receptores de las regalías han sido el departamento, los municipios con excepción de Villanueva, el
Corpes, Corpoguajira y el Fondo Nacional de Regalías y por cinco causas diferentes: metales preciosos,
hidrocarburos, carbón, sal e impuesto al transporte.
Los grandes aportes provienen del carbón e hidrocarburos. Los otros son marginales. En el histórico
1994 – 2009, el carbón ha participado con el 61.71% de las regalías, los hidrocarburos con 37.62%, el
impuesto al transporte con 0.41% y la sal con 0.27%, mientras los metales preciosos apenas llegan al
0,00000039% y solo participaron en 2006. En carbón los municipios tienen la mayor participación,
mientras ésta corresponde al departamento para el caso de hidrocarburos.
Cerca al 70% de las regalías a municipios se quedan en Albania, Barrancas y Uribia, seguidos por
Hatonuevo. Es evidente que este ingreso no ha tenido el impacto en las condiciones de vida de la
población en el transcurso de los 15 años en que se ha venido ejecutando, lo que evidencia que las
regalías no se han aplicado consistentemente a lo previsto en la ley. Pero también las regalías están
siendo desaprovechadas en su capacidad de planeación de largo plazo y ejecución de proyectos
estructurantes. No existe un patrón definido en la asignación de estos recursos, el pragmatismo y la
tendencia a comprometer recursos en el pago de nominas, especialmente del sector educativo, es una
constante.
En cuanto a competitividad, La Guajira supera solo a Putumayo y Chocó en el nivel de finanzas y gestión
pública, lo que se constituye en una causa central de que en el nivel de capital humano supere
solamente a Guaviare y Chocó.
¿Qué potencial tienen los recursos públicos en La Guajira? Si se compara con el ingreso público per
cápita combinado de los presupuestos departamental y municipal, es evidente que se pueden lograr
impactos importantes si se mejora la gestión pública y se focalizan los recursos en programas integrales
y concentrados.
Particular atención merecen los municipios receptores de regalías, donde es más laxo el gasto frente a lo
establecido por las leyes de regalías y transferencias y, por tanto, la eficiencia del recurso público es
menor. En efecto, Albania y Barrancas, cuyos mayores ingresos provienen de las regalías carboníferas,
destinan el mayor porcentaje de la inversión a formación bruta de capital (infraestructura) y una menor
proporción a otras inversiones, donde está incluida toda la inversión social.
Entorno económico
Históricamente La Guajira ha tenido mejores indicadores de empleo que Colombia y la región Atlántica.
Sin embargo, su ingreso per cápita está en el promedio de la región, que en 2008 es de $247.691, 22%
menos que el ingreso per cápita nacional.
En 2007 los indicadores de La Guajira caen, pasando bajo los niveles regional y nacional, en desempleo e
inadecuación del empleo. Especial atención merece el crecimiento de las tasas de desempleo y
subempleo, así como el empleo inadecuado por competencias, que pasa de 2.08% a 4.34% y 23.66% en
los años registrados.
Cuadro 71. Indicadores de Colombia, región Atlántica y La Guajira 2007.
AÑO 2007
Población total (miles)
Población en edad de trabajar
% población en edad de trabajar
Tasa global de participación
Tasa de ocupación
Tasa de desempleo
Tasa de subempleo
Insuficiencia de horas
COLOMBIA
45.978
35.549
77,32%
57,66%
51,24%
11,13%
34,86%
10,39%
REGION
10.220
7.712
75,22%
53,46%
46,57%
12,92%
36,93%
9,09%
LA GUAJIRA
544
403
74,08%
50,72%
42,79%
15,63%
34,22%
10,97%
Empleo inadecuado por
competencias
Empleo inadecuado por ingresos
18,34%
31,02%
18,46%
34,14%
23,66%
30,47%
Fuente: DANE. Encuesta Continua de Hogares
El carbón de los departamentos de la costa Caribe pasó de representar el 0.22% de las exportaciones
totales de carbón en 1980, al 69.6% en 1996. A la vez, la participación de las exportaciones de carbón
sobre las exportaciones totales del país, se elevó de 0.23% a 5.78% en el mismo periodo, con un pico de
8.39% en 1991.
Las expectativas económicas del departamento, en consecuencia, giran alrededor del mineral, que si
bien ha sido y es un aporte fundamental para La Guajira, parece que no tiene la capacidad de ofrecer
oportunidades económicas a grandes sectores de población. Ello porque, primero, tiene un límite en la
generación de empleos. En efecto, El Cerrejón, con una producción superior a 30 millones de toneladas
anuales, y cuyas áreas carboníferas ocupan un territorio de 11.593 hectáreas, da trabajo a cerca de
9.100 personas, de las cuales 5.119 constituyen su fuerza laboral directa.
Después del carbón, la administración pública y el transporte terrestre tienen un peso relevante. Las
ramas de actividad con mayor población ocupada son: servicios (transporte, servicios sociales y
comunitarios y servicios financieros) con 34.2%, comercio con 29.7% y el sector agropecuario con 17.6%,
lo que contrasta con los aportes de estas ramas al PIB departamental.
Como lo anota el Plan Regional de Competitividad se pretende iniciar un proceso de diversificación de la
estructura productiva, promoviendo y facilitando proyectos de inversión nacional y extranjera en la
producción de bienes que incursionen exitosamente en el mercado nacional e internacional. También lo
plantea la Agenda de Competitividad de La Guajira cuando afirma: “La Guajira necesita desarrollar una
base económica diversificada y fomentar encadenamientos productivos que difundan los beneficios del
crecimiento a toda la población del departamento”.
Los sectores estratégicos identificados por la Agenda de Competitividad son recursos hidrobiológicos
(pesca y acuicultura), el turismo, la agroindustria y la diversificación de recursos mineros. En recursos
hidrobiológicos la Agenda apuesta a que en 2015, La Guajira será el primer productor del país de
recursos hidrobiológicos marinos (camarón, langosta espinosa, pesca blanca, algas marinas, artemia).
En Turismo la apuesta es: En el 2020 La Guajira será el principal destino eco turístico y comunitario del
Caribe, llegando a niveles de ocupación del 70% anual en la planta hotelera y a una participación del 5%
del PIB departamental. En Agroindustria las apuestas de la agenda se encuentran alrededor del
aprovechamiento agroindustrial del cultivo del mango e incremento de la producción de malanga. Se
propone producir 7.000 toneladas al año, de las cuales 4.000 se exportarán a Estados Unidos.
Los anteriores se posicionan como los tres sectores estratégicos para diversificar la base económica de
La Guajira, generando oportunidades para el conjunto mayoritario de la población.
En materia económica el autor concluye que en La Guajira, es necesario comprender la estrecha relación
entre la geografía y las condiciones socioeconómicas y las diferencias entre los tres territorios del
departamento, como condicionante de conflictos en el territorio y de los niveles de informalidad e
ilegalidad de diversas actividades económicas.
Un propósito de todos los sectores de la sociedad civil, empresarios, comunidad organizada y
ciudadanía, tiene que ser contribuir a mejorar la gestión pública de los recursos para la garantía de los
derechos ciudadanos. La distribución de la riqueza en el departamento es concentrada y por tanto
inequitativa. Es necesario definir y desarrollar ramas de actividad económica que generen suficiente
empleo y autoempleo de calidad, como forma de construir riqueza colectiva y redistribuir los beneficios
de las riquezas naturales y culturales de la región.
Los retos, por tanto, son fortalecer las actividades económicas y dinamizar otras nuevas que sean
redistributivas de oportunidades y bienestar. Solo esta democratización permitirá superar la
informalidad y garantizar bienestar individual. Los esfuerzos en desarrollo de capacidades y generación
de oportunidades deben focalizarse en programas estratégicos de mediano y largo plazo, superando la
dispersión de la atención de acciones coyunturales.
Caracterización política y del conflicto en la región de La Guajira
Claudia López
Análisis del conflicto armado en La Guajira
Por su condición de frontera con Venezuela, por estar habitada por pueblos indígenas, afro
descendientes y poblaciones de ascendencia árabe, La Guajira es un departamento bastante particular.
La falta de infraestructura estatal, la cierta autonomía política de las comunidades étnicas y su condición
estratégica para el tráfico y comercio de sustancias ilícitas y contrabando, hacen que en el
departamento no pueda hablarse propiamente de una captura del Estado.
Son evidentes las querellas entre grupos criminales y políticos, que se disputan el control político y
militar del departamento y la representación departamental en el Congreso.
El conflicto en el departamento de La Guajira tiene raíces en el fenómeno del contrabando, pues han
predominado las disputas por el dominio de los diferentes puertos y el control de la movilidad entre los
mismos. Muchos pobladores de la región entraron en las lógicas del contrabando y de los beneficios de
la bonanza marimbera en la década de 1970. Desde entonces se presentó un conflicto entre los
contrabandistas –que conformaron grupos armados para la protección de sus intereses- y algunas
comunidades de indígenas, que también comerciaban con mercancías. Más adelante, con la irrupción
del narcotráfico, el conflicto tomó dimensiones más complejas.
Así mismo, la cosmovisión de los wayúu y la acendrada defensa de la familia, que conlleva a la defensa
del territorio, la venganza de los muertos, el respeto a los mismos y los conflictos existente entre
familias fue aprovechado por grupos paramilitares para generar discordia y lograr su fortalecimiento.
Actores y naturaleza de la violencia armada
Los municipios del oriente del departamento, en particular Maicao, son importantes por sus límites con
Venezuela, lo que los convierte en zona estratégica para todos los actores armados, los cuales buscan
obtener ventajas para captar recursos por medio de la extorsión, los secuestros, el contrabando y el
tráfico de armas y estupefacientes.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC EP, comienzan a incursionar en la región hacia
1987 cuando el frente 19 José Prudencio Padilla, con presencia en la Sierra Nevada de Santa Marta, se
desdobla para dar origen al frente 41 Cacique Upar, que operará en la Serranía del Perijá. A mediados de
1994, siguiendo la misma estrategia y con efectivos de los frentes 19 y 41, nace el frente 59 Resistencia
Guajira, siendo los tres la base para constituir el llamado “Bloque Caribe”.
En la década de 1980 y hasta la de 1990 se evidencia un gran fortalecimiento de este grupo insurgente,
directamente relacionado con su empoderamiento económico, derivado fundamentalmente de
secuestros y extorsiones. En 2002, Las FARC-EP, como consecuencia de la persecución de las AUC y del
Ejército Nacional, se ve obligada a replegarse siendo entendida esta reacción como una táctica que les
ha permitido subsistir.
La historia del ELN en La Guajira se remonta a 1995, cuando los frentes Seis de Diciembre y José Manuel
Martínez Quiroz se desdoblan gestándose de esta forma el frente Gustavo Palmesano Ojeda el cual
incursiona inicialmente desde el corregimiento de Caracolí (San Juan del Cesar) y en distintas veredas de
Riohacha. Estableció sus campamentos entre el sur de La Guajira y los límites con el Cesar, con el frente
Gustavo Palmesano, en los municipios de Dibulla, Riohacha, San Juan del Cesar y La Jagua del Pilar, entre
otros. Con una lógica idéntica nace el frente Luciano Ariza, ubicado en los municipios de Riohacha,
específicamente en su área rural, Urumita, Villanueva, Fonseca, Barrancas y El Molino.
Ya para 2002 el frente Luciano Ariza del ELN se ubica en la Serranía del Perijá, principalmente a lo largo
de la frontera internacional con Venezuela; por su parte el frente Gustavo Palmesano Ojeda hace
presencia en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta en Riohacha, extendiendo su
presencia hasta los Municipios de San Juan del Cesar y Dibulla.
Ambas guerrillas (FARC - EP y ELN) mantenían relación con el departamento mediante el corredor
establecido entre la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá.
Los grupos armados ilegales en La Guajira nacen en el marco de procesos de consolidación de
economías ilegales y con antelación a la irrupción de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). La
bonanza marimbera en auge a mediados de la década de 1970 y principios de los 80 y, la necesaria
constitución de ejércitos privados que garantizaran la vida y los intereses de los marimberos estimuló su
creación. Ya para entonces los contrabandistas veían en la tenencia de estos ejércitos privados la mejor
manera de blindar sus negocios y garantizar la supervivencia.
Mientras las guerrillas FARC - EP y ELN consolidaban su poderío, germinaba en el vecino departamento
del Magdalena uno de los frentes contrainsurgentes más poderosos en la historia del paramilitarismo.
Este frente se formó en la década de 1980, cuando su creador, Hernán Giraldo, se radicó en la Sierra
Nevada y comenzó su negocio de producción de marihuana y coca.
Las llamadas originalmente Autodefensas Campesinas del Magdalena y La Guajira, Autodefensas del
Mamey o Los Chamizos, debieron adoptar el nombre de Frente Resistencia Tayrona, en 2003, luego de
que fueran doblegadas militarmente por los hermanos Castaño y Jorge 40, cuando se decidió unificar
todas las estructuras paramilitares de la región bajo el nombre de Bloque Norte. La guerra duró tres
meses, desde diciembre de 2002 hasta febrero de 2003, cuando sellaron un armisticio y Jorge 40 quedó
a cargo de todo el control militar. El Frente Contrainsurgencia Wayúu, creado por Jorge 40 con
posterioridad a la guerra de poderes, se constituyó a partir de la confluencia de cuatro estructuras
principales.
En febrero de 2002 el Bloque Norte de las AUC penetra la Media y Alta Guajira buscando asumir el pleno
control de los corredores estratégicos que tradicionalmente fueron utilizados como rutas para el
contrabando y el narcotráfico. Por ello, los wayúu y los guajiros que controlaban esos corredores de
movilidad a través del ejercicio de la violencia y mediante distintas estrategias de disuasión y
persuasión, fueron desplazados, asesinados o subordinados al proyecto paramilitar.
Con el dominio del Bloque Norte, desde comienzos de 2004, los contrabandistas y pequeños
narcotraficantes del departamento se vieron abocados a buscar la protección del grupo paramilitar y
debieron asociarse con Jorge 40.
La confrontación entre guerrilla y autodefensas dio como resultado un desplazamiento de los primeros
hacia las zonas altas de la Sierra Nevada. El dominio de las AUC en la Alta Guajira (en los municipios de
Uribia, Maicao, Manaure y Albania) les permitió obstaculizar el aprovisionamiento de insumos y
municiones de las FARC y el ELN.
La entrada de las AUC a la Alta Guajira fue un proceso particularmente devastador para la región pues
fue tomada por un ejército de ocupación proveniente de otro departamento. Aprovechando un conflicto
entre castas de la etnia Wayuú, Jorge 40 se alió con algunos miembros de la familia Ipuana,
configurando el denominado Frente Contrainsurgencia Wayuú, pero a raíz de los hechos ocurridos en
Bahía Portete (cuatro indígenas asesinados y 12 desaparecidos), hubo un rechazo de los wayuú a la
presencia de las autodefensas, justificado principalmente por la afectación de niños, ancianos y mujeres
durante esta incursión.
Efectos del conflicto sobre la población
La Guajira registró entre 1997 y 2007, 283 muertos civiles en eventos de conflicto y 3.499 homicidios. Lo
que demuestra que el nivel de violencia asociada a la delincuencia común fue significativamente mayor
que el de la violencia asociada al conflicto armado. Sin embargo 2001 presentó una diferencia en esta
tendencia, por cuanto los muertos civiles en conflicto superaron los homicidios; esto pudo haber sido
causado por el fortalecimiento de Jorge 40 en el departamento.
Entre 1997 y 2001 y en 2002, el nivel nacional superó el departamental (tanto homicidios como civiles
muertos en conflicto), posteriormente, entre 2001 y 2002, en adelante, ambos registros muestran que
el departamento tuvo niveles por encima de los registros nacionales.
Las masacres en el departamento suman 69, comenzando el acrecentamiento en el año 2000 con seis
masacres y elevándose esta cifra en 2001 y 2002 con ocho y once masacres. En 2003 tiene lugar el
mayor número de masacres en La Guajira, trece; durante 2004 y 2005 se cuentan doce y nueve,
coincidiendo esta disminución con la génesis del proceso de desmovilización del Bloque Norte de las
AUC.
Entre el 1 de julio de 2004 y el 16 de agosto de 2006, y a pesar del compromiso de un cese de
hostilidades por parte de las diferentes estructuras paramilitares involucradas en el proceso de
negociación de Santa Fe de Ralito, el Bloque Norte de las AUC y especialmente el frente
Contrainsurgencia Wayúu, buscan ampliar y consolidar su dominio sobre Maicao y otros municipios
guajiros, acudiendo a la violencia y al terror generalizados, demostrado con 21 masacres en el contexto
de los diálogos Gobierno – AUC. Los municipios con mayor número de masacres fueron Maicao, con 18
masacres, Riohacha y San Juan con 11 masacres cada uno y Barrancas y Dibulla con 8 masacres.
El incremento del desplazamiento masivo coincidió con el fortalecimiento paramilitar que afectó de
manera dramática a las poblaciones de la Baja y la Alta Guajira. En la Baja Guajira los pobladores se
vieron afectados por la guerra entre paramilitares y guerrillas. En cuanto al secuestro, los registros
fueron relativamente bajos en el periodo 1997 a 2000. En 2001 hay un incremento, 119 secuestros, para
luego descender a partir de 2002.
El actor que más expuso a la población civil fue el paramilitarismo. Jorge 40 está sindicado de ordenar la
masacre de 60 indígenas de las etnias wayúu y wiwa, de La Guajira y el Magdalena, cometidas por el
Bloque Norte en 2004.
Entre 1997 y 2007 la tasa de homicidios por cien mil habitantes del departamento estuvo por encima del
promedio nacional. Lo anterior se debió a los constantes enfrentamientos entre grupos guerrilleros y
paramilitares en la región. Los municipios con incremento de las tasas de homicidios fueron Dibulla, San
Juan Del Cesar, Villanueva, Maicao y Urumita.
Existieron altos niveles de desplazamientos forzados en la totalidad de municipios del departamento,
debidos, principalmente a enfrentamientos entre guerrilleros y paramilitares. Los municipios con mayor
índice de desplazamientos fueron Riohacha, Dibulla, Fonseca, Villanueva, San Juan de Cesar, Maicao
Urumita y el Molino, que se mantuvieron por encima de los promedios departamental y nacional.
Dibulla, Maicao y Urumita evidenciaron aumento de las tasas de secuestros, por encima de los
promedios nacional y departamental, debido a la fuerte presencia de grupos guerrilleros. Otros
municipios con baja tasa de secuestros pero con fuerte tendencia a aumentar fueron Distracción, Uribia
y Manaure, sin registro claro del grupo armado que llevaba a cabo estas acciones.
Las FARC continúan en 2008 y 2009 con la presencia del frente 59 Resistencia Wayúu compuesto por
136 hombres en la Sierra Nevada de Santa Marta, principalmente en los municipios de San Juan del
Cesar, Riohacha y Dibulla; y en la Serranía del Perijá en los municipios de Maicao, Albania, Hatonuevo,
Barrancas, Fonseca, Urumita, Villanueva, El Molino y La Jagua del Pilar.
En el caso del ELN, es claro que a mediados de 2005 su presencia fue diezmada como clara consecuencia
de la arremetida paramilitar. En 2008, era evidente la existencia de dos frentes pertenecientes al área
estratégica Víctor Medina Morón, con tan solo 32 miembros, en la Serranía del Perijá. En 2010 el ELN en
La Guajira y el Cesar busca la reagrupación y reestructuración en comisiones mixtas que garanticen la
pervivencia y fortalecimiento del grupo.
Por su parte, las AUC a nivel nacional habían comenzado un proceso de desmovilización desde 2003,
dicho proceso se presentó en La Guajira en el 2006, con el desarme del Bloque Resistencia Tayrona y
1.166 de sus integrantes. Luego, la concentración y posterior desmovilización del Bloque Norte con el
desarme de un total de 4.759 de sus miembros, hizo que se redujera considerablemente la tasa de
homicidios departamental.
La gran mayoría de los integrantes del frente Contrainsurgencia Wayúu no hizo parte de las
negociaciones entre el Gobierno Nacional y las AUC, motivo por el cual no se desmovilizaron. Algunos
grupos ilegales conformados por desmovilizados de las AUC, bajo el mando de Arnulfo Sánchez
González, alias Pablo, que se hacen llamar Águilas Negras, al parecer, pugnaron por recobrar el poder en
la región con acciones de extorsión y sicariato. Se están adueñando de negocios en Maicao y cobrando
vacunas a los transportadores y están retomando el dominio del puerto de Portete para el envío de
cocaína hacía el exterior. Alias Pablo direccionó sus actuaciones a dos prioridades: generar alianzas con
otros grupos armados ilegales y, cooptar y articular a algunas de las redes de sicarios y gatilleros
existentes en Maicao, Riohacha y Dibulla.
Para 2008, la configuración de las nuevas facciones armadas ilegales se refleja a través de la presencia
del frente Contrainsurgencia Wayúu ubicado en la Alta Guajira y Maicao y de grupos armados ilegales en
Dibulla y Riohacha. Desde 2008 se evidencia una clara tendencia de estas facciones a focalizar su
presencia en municipios fronterizos, facilitando la apropiación de economías ilegales, específicamente el
contrabando.
Pese a las convenientes alianzas estratégicas granjeadas por alias Pablo, existió una clara oposición en su
contra a través de un grupo armado de wayúus que estuvieron conectados con el frente
Contrainsurgencia Wayúu, estableciendo alianzas con las denominadas Águilas Negras, con el fin de
romper la hegemonía de este. Este grupo, conocido localmente como Los Conoconitos, se ha encargado
de atender las guerras vigentes con grupos familiares wayúu rivales.
Para 2010, los grupos armados ilegales muestran tres facciones preponderantes: los Rastrojos, los Paisas
y los Urabeños; su accionar se evidencia en el aumento de homicidios en el departamento, y el
monopolio e incremento de economías ilegales. Dichas facciones tienen propósitos comunes que van
desde su necesidad de expansión y consolidación territorial a la evidente intensión de controlar las
economías ilegales de las zonas en las que tienen presencia;
Sin embargo, para noviembre de 2010, se presentó un fuerte golpe a la estructura de la Alta Guajira
mediante la captura de alias Pablo, quien hasta el momento tenía a su cargo un importante corredor
para el narcotráfico y aparentemente cerca de 400 hombres, quienes al día de hoy continuarían
adscritos a los Paisas tras la captura de su líder.
Cifras de 2008 a 2010
En los últimos tres años los homicidios no han tenido un descenso considerable. Para 2007, la estadística
superaba los 200 muertos anualmente, esto ocurre igualmente para 2008 y 2009. En 2009 se cuentan
210 homicidios con arma de fuego, siendo para la fecha de corte superada esta cifra en 2010, con un
total de 214 homicidios.
El Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo en Nota de Seguimiento número 023 de 12
de octubre de 2010 afirma que: “Entre las expresiones de violencia registradas en los municipios de
Riohacha y Dibulla se encuentran los homicidios, los atentados mediante la modalidad del sicariato
contra tenderos, comerciantes, prestamistas pagodiarios, mototaxistas, mecánicos, líderes sociales y
personas socialmente estigmatizadas; los atentados con artefactos explosivos dirigidos contra
inmuebles, el reclutamiento y la utilización ilícita de niños, niñas y adolescentes), las amenazas de
muerte, intimidaciones y hostigamientos contra los líderes sociales, comunitarios, indígenas (wayúu y
wiwa), representantes de población en situación de desplazamiento y de víctimas; la circulación de
panfletos amenazantes en donde aparecen listas de personas socialmente estigmatizadas; los cobros de
“vacunas” y extorsiones a comerciantes, ganaderos, finqueros y transportadores y el ofrecimiento de
servicios de seguridad y vigilancia ilegal, por parte de los grupos armados ilegales, aprovechando la
situación de inseguridad en las cabeceras urbanas”.
En los últimos tres años se encontró una fuerte disminución en el número de masacres pues en 2009 y
2010 no se presenta ninguna. El secuestro en los últimos tres años ha permanecido igual de bajo que en
los años anteriores, pues entre 2008 y 2010 se cuentan 14. Por su parte, el desplazamiento forzado en
los tres últimos años presenta un significativo descenso, pues pasa de 5.092 desplazados en 2008 a tan
solo 227 desplazados en la mitad de 2010.
La violencia en contra de los indígenas de La Guajira merece un análisis especial pues está población ha
sentido continuamente la presencia de los actores armados que en las últimas décadas se han asentado
en el territorio. Para los paramilitares, los wayúu se interponían en las tradicionales rutas de
contrabando (especialmente de gasolina) a sus rutas y propósitos de narcotráfico.
Uno de los hechos que contribuyó a la violencia de las autodefensas en contra de las comunidades
indígenas y más específicamente en contra de los kankuamos, ocurrió en 2001, cuando las FARC
asesinaron a Consuelo Araujo Noguera conocida como La Cacica, reconocida líder regional, fundadora y
gestora del Festival Vallenato y a la sazón ministra de Cultura de Colombia, pues los paramilitares
creyeron que los indígenas colaboraron con la guerrilla para su secuestro y asesinato.
En 1995 se presentaron 253homicidios en los que las víctimas fueron wayúu. Las muertes de wayúus se
incrementaron a partir de 2001, cuando el Bloque Norte de las AUC se consolidó en el departamento y
llegan a su nivel más alto en 2003 y 2004 con 37 y 36 muertes wayúu respectivamente, mostrando una
disminución para 2005, al pasar a 21 víctimas, lo que coincidió con el proceso de desmovilización de las
AUC. Desde 2006 la dinámica de homicidios en la étnia wayúu tiene altos y bajos hasta llegar a 2010
donde se cuentan 26.
El mayor número de hechos de esta índole se focaliza en Maicao, contándose 142 homicidios entre 1995
y 2010, seguido de Uribia con 40 homicidios, Riohacha con 22 homicidios y Hatonuevo y Manaure con
18 y 17 homicidios respectivamente.
Las ejecuciones extrajudiciales, de las que fueron víctimas los wiwa en el periodo comprendido entre
2002 y 2006 fueron 31, con mayor incidencia en el municipio de San Juan del Cesar, en el cual se
cuentan 16, seguido por Riohacha con siete ejecuciones extrajudiciales y Fonseca, Villanueva y La Jagua
del Pilar con cinco, dos y una respectivamente.
Entre 2002 y 2009 se dieron nueve desplazamientos de comunidades wiwa, wayúu y afrocolombianas,
de un total de quince acontecidos en ese periodo en el departamento.
Mapa político de La Guajira 1997-2010
La Guajira y Cesar se originaron como departamentos en la década de 1960, como desprendimientos
territoriales del histórico departamento el Magdalena. El primer gobernador designado para La Guajira
en 1964 fue el patriarca liberal magdalenense José Ignacio Vives, quien había sido representante a la
Cámara y luego senador por el Gran Magdalena; Vives fue autor de la ley que creó el departamento de
La Guajira. Sin embargo, sus herederos políticos continuaron su trabajo en el Magdalena.
Otro patriarca liberal, Miguel Pinedo Barros, de origen guajiro, fue diez veces concejal de Santa Marta,
capital del departamento del Magdalena. Su hijo Hernando Pinedo Vidal también fue concejal de Santa
Marta, pero cayó luego preso por narcotráfico en México. Su otro hijo, Miguel Pinedo Vidal, si se perfiló
como jefe político regional, fue Representante a la Cámara y Gobernador por el Magdalena, y también
senador. Su principal nicho de votación estuvo en el Magdalena y el segundo fue La Guajira. En 2007
Pinedo fue vinculado a la investigación de la parapolítica, por presuntos arreglos electorales con el jefe
paramilitar Hernán Giraldo.
Otro político guajiro que terminó en serios líos judiciales fue Samuel Santander Lopesierra, que hace
parte de las leyendas del contrabando en la Costa Atlántica. Conocido como el hombre Marlboro, logró
establecer con sus hermanos un imperio en Maicao y luego lo extendió en toda la Guajira. En 1994 fue
uno de los senadores con mayor votación en el norte del país por el partido Liberal. Lopesierra se ideó
un plan para transportar las ganancias de la venta de drogas en Estados Unidos a Colombia a través de
Venezuela y Aruba, por lo que cobraba un porcentaje del envío de esos embarques. Actualmente se
encuentra condenado a 30 años en EE.UU. hacia donde fue extraditado por sus vínculos con el
narcotráfico.
La Guajira se ha caracterizado a través de su historia por ser enclave del partido Liberal, aunque algunos
municipios tienen presencia conservadora. Quizás el líder liberal más recordado en la historia de la
Guajira como Departamento independiente fue Eduardo Abuchaibe Ochoa, de origen palestino;
organizó un movimiento llamado Mayorías Liberales. Fue varias veces senador de la República,
presidente del Senado y presidente del Directorio Nacional Liberal.
Por su parte el partido Conservador siempre ha sido la segunda fuerza política del departamento pero
en minoría frente al partido Liberal. Entre sus líderes más recordados se pueden mencionar Nelson
Amaya, quien ocupo varios cargos y fue congresista del departamento. Su hijo Nelson Rodolfo fue
representante en el periodo 1994-1998. Otro de los líderes conservadores reconocidos fue Rodrigo
Dangond, congresista y gobernador del departamento,
Como en el resto del país, hasta inicios de la década de 1990 los jefes políticos del partido liberal y
conservador ostentaban las posiciones de liderazgo político en el departamento y ocupaban los
principales cargos en el Congreso de la República, desde donde manejaban la burocracia estatal. Con las
reformas políticas de finales de los años 80 y la Constitución de 1991 se ampliaron los espacios de
competencia electoral con la elección popular de alcaldes desde 1988 y de gobernador desde 1992. A
partir de esas reformas y de otras circunstancias, la Gobernación pasó a ser el epicentro del poder
político departamental. Entre los factores que contribuyeron a fortalecer la posición de liderazgo
político del cargo de Gobernador estuvo el hallazgo y explotación de recursos mineros, en particular el
proyecto de El Cerrejón.
A partir de allí, ha sido la unión de dos ex gobernadores, Jorge Eliecer Ballesteros primer mandatario
departamental electo en 1992 por el partido Liberal, y Jorge Eduardo Pérez Bernier, segundo
gobernador electo en 1994 con aval liberal y actual gobernador del departamento avalado por firmas, la
dupla que ha liderado la política electoral de La Guajira. Otro factor que ha influenciado la política
electoral del departamento, especialmente en el Congreso, ha sido la injerencia de grupos armados
ilegales, en particular del narcoparamilitarismo, lo que se ha reflejado en la influencia de congresistas
del Cesar y Magdalena en la votación de congreso en La Guajira.
En las elecciones de 2002, el mapa político de la Guajira, como el del país, cambió drásticamente y en La
Guajira se hizo sentir no sólo la influencia de la dupla de ex gobernadores sino también del Bloque Norte
de los paramilitares comandado por alias Jorge 40. Ningún guajiro obtuvo una curul en el Senado. El
partido Liberal, que venía de tener tres curules, las perdió todas. Su principal candidato, Amilkar Acosta,
fue amenazado durante la campaña por grupos paramilitares del Bloque Norte y renunció a su
candidatura. La mayor votación en La Guajira la obtuvo la dirigente liberal del Magdalena, Flor Modesta
Gnecco, avalada por una coalición y no por el partido Liberal únicamente, y obtuvo 71.111 votos en el
país, de los cuales 18.296 se dieron en La Guajira. Las mayores votaciones a Senado en La Guajira fueron
obtenidas por candidatos de otros departamentos, varios de los cuales resultaron involucrados luego en
investigaciones judiciales por recibir apoyo electoral de grupos paramilitares.
En las elecciones locales de 2003 se confirmó el liderazgo de la dupla Ballesteros - Pérez Bernier y el
proceso de fragmentación de las vertientes liberales por fuera del aval oficial del partido Liberal.
En 2003 ganó la gobernación José Luis González Crespo del partido Liberal, quien dobló en votación a su
contendor con 100.842, apoyado por el senador Jorge Ballesteros y otros representantes de la clase
política como Miguel Pinedo Vidal, Rodrigo Daza Cárdenas. En ese mandato José Luis González se
fortaleció como líder del partido Liberal. Aunque la gobernación fue ganada por el candidato oficial del
partido Liberal, en la Asamblea se multiplicaron los movimientos que obtuvieron representación propia
por fuera del aval del Partido. En las alcaldías municipales la dispersión liberal fue menor que en la
Asamblea departamental.
En las elecciones de 2006 el partido Alas Equipo Colombia pasó a liderar la votación al Senado en el
departamento, donde obtuvo 28.000 votos, de los cuales 23.745 los obtuvo un guajiro de origen, el ex
gobernador Jorge Ballesteros. El Partido de la U se ubicó en segundo lugar con 20.435 votos, de los
cuales 11.388 los aportó el senador cesarense electo Mauricio Pimiento (hoy preso por parapolítica),
quien en la elección de 2002 había obtenido apenas 726 votos en La Guajira y previamente no había
tenido ninguna trayectoria electoral en este departamento. La tercera votación la obtuvo el partido
Conservador, con los senadores William Montes, de Bolívar y Roberto Gerlein del Atlántico, que
obtuvieron votaciones similares a las que obtenían desde 1998 en el departamento. La cuarta fuerza
política fue Cambio Radical, con el senador magdalenense elegido, Miguel Pinedo Vidal, que obtuvo
7.243 votos en La Guajira,
Las confesiones de paramilitares desmovilizados en el proceso de Justicia y Paz, los
computadores incautados al otrora jefe del Bloque Norte de los paramilitares, Jorge 40, revelan
que éste se tomó a sangre y fuego La Guajira entre el 2000 y 2006, y la usó como caja menor de
votación para algunos candidatos al Senado.
En la elección para Gobernador de 2007 Jorge Pérez Bernier ganó con una cifra que llegó a los 90.477
votos. El poder se alternó, debilitando a José Luis González que ya no representa un potencial político y
se encuentra retirado, y fortaleciendo a Pérez Bernier, que reagrupo sus fuerzas y es ahora el líder más
importante en la Guajira. El Senador liberal de mayor votación en La Guajira fue el norte santandereano
Juan Fernando Cristo, con 1.458 votos.
Los resultados de estas elecciones muestran la desaparición del bipartidismo como aval electoral
predominante en el departamento. En este año electoral se nota una mayor participación de los
llamados partidos emergentes y de la Alianza Social Indígena, ASI y se da la fractura y confrontación de
diferentes vertientes liberales. La Asamblea por su parte estuvo bastante diversificada. De los once
diputados electos, el partido Liberal obtuvo tres curules, el partido Conservador, ALAS, y Opción Centro
cada uno con dos curules, y Cambio Radical con un diputado electo, al igual que el Polo Democrático
Alternativo.
Tanto en las elecciones de concejos municipales como de alcaldías, si bien la mayoría son conservadoras
y liberales, los partidos emergentes ganaron espacio político local.
En las elecciones de 2010 los candidatos con mayores votaciones fueron Jorge Ballesteros, avalado por
el partido de la U, que obtuvo 26.513 votos en el departamento, Stevenson Marulanda Plata, guajiro
avalado por Compromiso Ciudadano obtuvo 8.072 votos y Jorge Eduardo Pérez Smit también guajiro
avalado por Cambio Radical obtuvo 5.500 votos. Ellos fueron la segunda y tercera votación
respectivamente al Senado en La Guajira, pero no resultaron electos. Las dos curules de Cámara de
Representantes las obtuvieron Jimmy Sierra Palacio por el partido Liberal y por el partido de la U salió
electo Alfredo De Luque Zuleta, hijo del ex gobernador Hernando de Luque Freile.
Las perspectivas de la política en La Guajira
Diferentes fuentes confirmaron que en la próxima elección de autoridades locales en octubre de 2011
podría presentarse una división entre los dos socios que dominan hoy el mapa político de la Guajira. De
una parte, el actual gobernador Jorge Pérez está promoviendo la candidatura del ex representante
conservador Bladimiro Cuello, tratando de endosarle la coalición política que ha organizado desde su
cargo, compuesta por la mayoría de alcaldes y diputados. Por su parte el senador Jorge Ballesteros
promueve la candidatura a la gobernación de su hijo, José María Ballesteros, aunque ha dejado saber
que está dispuesto a que se realice una consulta para elegir un candidato único. Así las cosas, aunque se
mantiene la alianza entre Pérez Bernier - Ballesteros, el primero mantiene a la vez una relación más
estrecha con los conservadores y el segundo con sectores liberales.
El partido de la U se encuentra en pleno reacomodo y desde ya se muestra como el partido más sólido
electoralmente, pues a él pertenece la dupla Ballesteros - Pérez Bernier. La familia Ballesteros se puede
considerar la única casa política existente en La Guajira, debido a que su poder se ha traspasado de
generación en generación. Jorge Pérez en la actualidad ejerce como gobernador y parece tener
candidatos para sucederlo en todas las toldas.
Hernando De Luque es un político de origen liberal, fue gobernador de La Guajira avalado por el partido
Liberal, pero fue destituido por el Consejo de Estado por una demanda que interpuso el ahora senador
Jorge Ballesteros, por fraude electoral. Está inhabilitado para el ejercicio de la función pública por doce
años pero promovió la candidatura de su hijo, Alfredo de Luque Zuleta, como representante a la Cámara
por el partido de la U, quien se perfila como su sucesor.
Francisco “Kiko” Gómez Cerchar, ex alcalde del municipio de Barrancas, tiene un gran poder económico
y político, principalmente en el sur del departamento, maneja varios concejales e interactúa con
recursos económicos en otros municipios como Fonseca, Hato Nuevo y Distracción. Las Farc lo
declararon objetivo militar, por lo cual se moviliza con un esquema de seguridad bastante amplio.
Rodrigo Daza Cárdenas y Ana Cecilia Castillo Parodi son esposos y conocedores de la política de La
Guajira. Tienen sus nichos electorales principalmente en Villanueva y Fonseca, de donde son oriundos
respectivamente. Daza Cárdenas labora en la empresa Cerrejón desde hace 15 años. Actúa como
estratega y siempre maneja la política tras bambalinas, con fino tacto para saber donde le puede ir
mejor. En este momento es precandidato por el partido de la U a la Gobernación. Castillo Parodi es ex
directora de Corpoguajira, de donde salió con varias investigaciones por presuntos casos de
corrupción.
El padre de Jaime Rafael Daza, diputado del partido Liberal y de la U, es un reconocido ganadero de la
región que tiene mucho dinero y ha promovido a su hijo junto con un líder liberal reconocido. En San
Juan cuenta con un gran potencial electoral y tiene el respaldo de su suegro Abraham Solano, en la
vecina población de Barrancas. Karen Cerchar, diputada del partido de la U nacida en Barrancas, cuenta
con una fortaleza electoral considerable y se rumora que puede presentar su nombre a la alcaldía.
El partido Cambio Radical tiene poca presencia en el departamento. Wilson Rojas coordina la fuerza a
nivel departamental acompañado del único diputado del partido Jorge Magdaniel Rosado, quien ha sido
diputado en 2003- 2006 y 2007-2010. Rosado es un político de mucha tradición, ostenta la única
credencial que tiene Cambio Radical en La Guajira en el periodo 2011 y tiene su bastión en Maicao, pero
vive en Riohacha, donde cuenta también con un alto grupo de votantes y líderes políticos que lo siguen.
El partido Liberal departamental lo preside Abraham Gómez Medina. En él milita José Luis González
Crespo, gobernador en 2003-2007, el más joven de los gobernadores que ha tenido La Guajira. Su
fortín electoral es Maicao. Procede de una familia muy reconocida por su tradición wayuu y porque
algunos de sus miembros se han visto envueltos en disputas relacionadas con el narcotráfico. En su
mandato como gobernador se presentaron muchas irregularidades y es posiblemente el mandatario
con el mayor número de investigaciones.
Wílmer González Brito, del partido Liberal fue representante a la Cámara en 2006-2010 y tiene como
nicho electoral la Alta Guajira, especialmente Uribía, con las comunidades indígenas. Oneida Pinto, fue
alcaldesa de Albania en el 2003, alcanzó 1.532 votos por el partido Liberal y tiene un poder político
considerable. Amílkar Acosta, ex congresista y líder guajiro es economista y un dirigente con mucha
trayectoria. La familia Hernández tiene tradición política en la cuidad de Maicao y cuenta con
considerables recursos económicos, es liderada por Francisca Sierra, una ex diputada considerada
matrona política de esa ciudad y una de las personas más allegadas al ex presidente Álvaro Uribe Vélez.
El partido Conservador se ha mantenido más ordenado en el departamento, cuenta con presencia en los
consejos municipales y en la Asamblea. Álvaro Cuello Blanchar, ex gobernador de La Guajira (1996-2000)
se ha mantenido vigente en los círculos políticos del departamento. Es muy cercano al actual
gobernador Jorge Pérez, se dice que es el gobernador en la sombra. Bladimiro Nicolás Cuello Daza, ex
representante (2006-2010) y candidato a la gobernación 2011 por el partido Conservador es natural de
Distracción y ha sido Representante a la Cámara en dos ocasiones. Deimer Marín, diputado del partido
conservador, forma parte de la coalición del gobernador Jorge Pérez, de quien es muy amigo y también
hace parte del círculo de Bladimiro Cuello. Lleva varios periodos en la Asamblea y ha acumulado un
capital político propio.
El Polo Democrático es un partido minoritario en el departamento, está constituido por trabajadores
sindicales de las empresas mineras y los empleados del magisterio nacional. El partido Verde está
gestando el concepto de colectividad participativa y existen algunos líderes que están tratando de
organizarse bajo la batuta de Luis Felipe Rodríguez, ingeniero, novato en política. El PIN no está todavía
muy organizado en La Guajira.
Actualmente el departamento no tiene representación indígena en el congreso. En la elección 2006
Orsinia Polanco Jusayu, de ascendencia wayúu, fue elegida por el Polo Democrático. En la elección de
2010 se presentó por la circunscripción especial indígena, pero después de un controvertido conteo en
el Consejo Nacional Electoral no obtuvo la curul. La ASI - Alianza Social Indígena está conformado en La
Guajira por un directorio colegiado que tiene como presidente a Edison Pérez Jusayú, de origen
indígena, pero no es un movimiento indigenista netamente, sino abierto y pluralista, según su
presidente. El partido acompaña la gestión de Jorge Pérez Bernier.
En La Guajira, además, se presenta un fenómeno que es muy usual en otras regiones, pero aquí se nota
más porque son nombrados y conocidos por la opinión; son los llamados empresarios de la política, que
invierten grandes sumas de dinero en candidatos para después obtener contratos y asignaciones
presupuestales para desarrollar obras de gran envergadura. Entre ellos están: Carlos Rojas, conocido con
el alias de “el Gallo Blanco”, viene del interior del país y tiene su fortaleza en Riohacha. Es el dueño de
las apuestas en el departamento y maneja un alto flujo de dinero. Cuando no es candidato aporta
grandes sumas a las campañas para mantener el control de sus actividades. Darío Barros, de origen
wayúu, procede de una familia con poder económico; sus aportes fueron determinantes en la campaña
para elegir a Jorge Pérez Bernier como gobernador. Libardo Pontón es un actor relativamente nuevo en
la política local; es ingeniero civil y ha tenido buena participación en contratos. Franco Ríos es un
contratista conocido en el departamento porque tiene el favorecimiento del gobernador Jorge Pérez.
Alejandro Magno Builes es contratista y empresario de la política y cuenta con muchos recursos, ya que
forma parte del equipo de contratistas del departamento y dicen que es el consentido del actual
gobernador, Jorge Pérez. En el pasado se le dictó orden de captura por peculado y celebración indebida
de contratos, escapó a Venezuela.
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