44-48 FESTIVAL DE MUSICA

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44-48 FESTIVAL DE MUSICA
Orpheus
LA INCREÍBLE HISTORIA DE UNA ORQUESTA SIN DIRECTOR
POR CAROLINA CONTI*
La octava versión del Festival Internacional de Música de Cartagena, dedicada este año a la
fábula, invitó a una de las orquestas de cámara más interesantes del mundo a exponer cómo se
puede hacer música sin conducción.
P
ensar en una orquesta sin director, es casi como pensar en un avión sin piloto. Y sin embargo es el
exitoso caso de la Orpheus Chamber Orchestra, la orquesta residente del 8o Cartagena Festival
Internacional de Música que tendrá lugar del 4 al 12 de enero. La agrupación es también asesora
artística del evento que este año gira en torno a la Fábula, la narración fantástica en la música del siglo
XX que abarca un período de una riqueza inmensa con compositores tan particulares como Stravinsky,
Debussy, Prokofiev, Poulenc y Saint-Saëns entre otros. Hablamos con Jonathan Spitz, violonchelista de
la orquesta.
La Orpheus Chamber Orchestra nació en 1972, como un ensamble único sin director, como
habitualmente entendemos director. ¿Cómo fue esto, cuáles fueron las razones para crear esta
orquesta?
Los músicos son intérpretes muy experimentados, profundamente relacionados con el espíritu de la
música de cámara. En un momento pensaron que sería interesante acercarse a este repertorio en un
ensamble más grande. Cuando se formó el primer grupo, se tocaban incluso obras como sinfonías de
Beethoven o Divertimentos de Mozart, y empezaron a ver qué pasaba si en vez de un director, todos
compartían la responsabilidad en las decisiones musicales. Como resultado de esos experimentos nació
Orpheus.
Desde entonces han sido más de cuarenta años. ¿Cómo fueron los primeros años y la evolución del
proyecto?
En esa época se ensayaba muchísimas horas. Los ensayos eran realmente caóticos. Todos tenían ideas
muy concretas y casi peleaban por ellas. Eran muy ineficientes, pero al mismo tiempo extremadamente
comprometedores para los músicos. Así fuimos diseñando un sistema muy coordinado de rotación de
liderazgo que llamamos el core system, que significa que para cada pieza de un concierto hay un grupo de
líderes que ensayan separadamente del resto del ensamble y toma muchas de las decisiones importantes.
Luego en el ensayo toda la orquesta se involucra, pero es ese grupo el que toma la responsabilidad de la
obra. Para la siguiente obra sucede lo mismo, pero con otro grupo de líderes. Así todos son líderes del
grupo, y también se acaba con el caos [risas].
Además el resultado musical se enriquece…
Sí, recuerdo cuando escuché por primera vez a la orquesta desde la audiencia, estaba fascinado por el
sentido de participación que venía de cada uno de los músicos en el escenario, y eso es lo que nos
distingue. El sonido tiene tanta energía y poder como el de una gran orquesta. Pero también nos
esforzamos por lograr cierta transparencia, para que cada una de las voces sea escuchada por el público.
Creo que es el resultado de nuestro método, una energía y una claridad inusuales.
¿Y cómo son los ensayos hoy en día, más largos de lo usual, más ruidosos?
Diría que ensayamos 50 % más que en una orquesta con director. Necesitamos tiempo para discutir
nuestras ideas y resolver puntos en los que hay desacuerdo. Ya no peleamos [risas], pero sí necesitamos
convencernos de la interpretación.
Ustedes trabajan en forma habitual con nuevos compositores que escriben específicamente para
Orpheus. ¿Cómo ha sido esta experiencia?
Una parte muy importante de nuestra misión es expandir el repertorio para orquesta de cámara. Uno
de nuestros proyectos más significativos se llamó Los nuevos brandenburgueses. Le pedimos a seis
compositores reconocidos que escribieran una obra para nosotros inspirada en alguno de los
Conciertos brandenburgueses de Bach. Estas piezas utilizan las mismas fuerzas orquestales de los
conciertos de Bach, pero cada compositor asumió el reto de manera muy diferente. El resultado es
emocionante y propone nuevos desafíos. Estamos muy orgullosos. Y cuando trabajamos en una obra
que hemos comisionado, nos esforzamos en mantenerla viva, tocarla con frecuencia, y no interpretarla
solo una vez y dejarla de lado.
El modelo Orpheus ha trascendido la experiencia artística y musical para convertirse en modelo de
una nueva sociedad. ¿Cómo fue este paso?
El doctor Richard Hackman, investigador en psicología de la Universidad de Harvard, quien
lamentablemente murió hace poco, encontró que habitualmente en otras orquestas el nivel de
satisfacción y felicidad de sus miembros es muy bajo. Y en el caso de Orpheus es extraordinariamente
más alto. Y estudiando lo que hacemos, llegamos a trabajar con muchas organizaciones distintas,
entidades como hospitales, escuelas de negocios, para mostrar y describir nuestra forma de compartir el
liderazgo.
¿Qué necesita un músico para pertenecer a Orpheus, además, por supuesto, de la excelencia
musical?
Debe ser un instrumentista del más alto calibre, pero además alguien con fuertes opiniones sobre la
música, alguien con habilidad para colaborar, que sepa trabajar en equipo y eso es raro. Alguien con
determinación, pero que pueda trabajar con otros. Nosotros no hacemos audiciones. Tenemos una gran
cantidad de supernumerarios a los que acudimos según las necesidades de cada proyecto. Se dice que
entrar a Orpheus es extremadamente difícil, pero salir lo es aún más. Todos aman de verdad su trabajo.
Lo que sí será fácil es disfrutar del repertorio, cuidadosamente escogido y pleno de historias, que Orpheus
trae a Cartagena: Tchaikovsky, Debussy, Stravinsky, Ravel, Prokofiev, Saint-Saëns y Poulenc.
*CAROLINA CONTI: Periodista musical, realizadora radial en la HJUT 106. F.M. Colaboradora de Diners.
Para no perderse
Este dúo de hermanas pianistas ha sido un referente en el mundo musical desde hace no pocos años, en
un amplio repertorio que va desde el barroco hasta la música de hoy. Gracias a su versatilidad y carisma
han trabajado con las orquestas más renombradas y con compositores como Messiaen, Berio, Ligeti,
Boulez, Boesman o Golijov. Uno de los primeros discos de oro en la historia fue entregado al dúo, por su
versión a dos pianos de Rhapsody in blue, de Gershwin. La sincronía de estas dos mujeres y la energía de
su interpretación en escena es una experiencia inolvidable.
Casi 70 años de trayectoria confirman la excelencia de este ensamble que colaboró con Shostakovich
y tocó en los funerales de Stalin (y de Prokofiev, el mismo día). Su manera de abordar el repertorio
para cuarteto ha pasado por varias etapas de evolución, en relación cercana con la historia. Frescura,
espontaneidad y seriedad siguen siendo las virtudes de sus interpretaciones. Entre sus grabaciones
hay que destacar la integral de los cuartetos de Beethoven y de Shostakovich. El ju eves 9, a las 11:00
a. m., el escritor Héctor Abad Faciolince conversará con sus integrantes actuales sobre su historia y su
trabajo.
Sábado 4, 7:00 p. m. Teatro Adolfo Mejía. Concierto inaugural.
Para entrar en materia, tres obras que confluyeron en París: la colorida Rapsodia española de Ravel; el
divertido y sorprendente Concierto para dos pianos, de Poulenc, pocas veces interpretado, y la Suite del
mágico Ballet Pulcinella, de Stravinsky, con su temática fabulosa. Katia y Marielle Labèque, acompañadas
por primera vez por la Orquesta de Cámara Orpheus.
Domingo 5 de enero 10:00 p. m. Plaza San Pedro.
Suite de West Side Story, el histórico musical de Leonard Bernstein, basado en Romeo y Julieta. La versión
para dos pianos y percusión fue coordinada por el propio compositor para las hermanas Labèque,
quienes la interpretan junto con Gonzalo Grau y Raphael Seguinier. En la segunda parte, hacia el
romanticismo del siglo XIX, la apasionada Serenata para cuerdas, de Tchaikovsky, a cargo de la Orquesta
de Cámara Orpheus.
Lunes 6, 11:00 a. m. y 3:00 p. m. Capilla Sofitel Legend Santa Clara. Serie Oro Davivienda.
Paisajes impresionistas con dos Nocturnos, de Debussy; cuentos infantiles evocados en la música de
Ravel en Mamá Oca y la divertida Fantasía zoológica de Saint Saëns en su Carnaval de los animales (en
el que incluye a los pianistas). Katia y Marielle Labèque y Orquesta de Cámara Orpheus.
Martes 7 de enero 10:00 p. m. Plaza San Pedro. Concierto Diners Club International.
El virtuoso del arpa Emmanuel Ceysson y Lauren Verney en la viola ofrecen fragmentos de óperas de
Saint-Saëns y Bizet, y del ballet Giselle de Adam. Enseguida, la versátil mezzosoprano Cristina Zavalloni y
el pianista Andrea Rebaudengo nos traen música vocal italiana del Medioevo, pero recreada en el siglo XX
por Luciano Berio. Y siguiendo con Italia, la banda Radar nos traslada al mundo sonoro de la
cinematografía de Fellini con la nostálgica música de Nino Rota.
Miércoles 8, 11:00 a. m. y 3:00 p. m. Capilla Sofitel Legend Santa Clara. Serie Oro Davivienda.
El sonido único del pianista ruso Sergei Babayán nos guía por los Cuadros de una exposición de
Mussorgsky en su versión original. Luego, de Rusia nos lleva a Francia para explorar con Debussy la
antigua Grecia en sus Seis epígrafes antiguos. Regresamos a Rusia para terminar con tres piezas del
revolucionario ballet Petrushka de Stravinsky sobre un muñeco de trapo enamorado.
Jueves 9, 7:00 p. m. Castillo de San Felipe. Noche gitana.
La música popular de Hungría y Rumania, y la música gitana fueron irresistibles para compositores como
Liszt, Kodály, Bartók, Brahms, Hubay y Monti. Un panorama amplio, con obras que invitan a bailar la czarda,
la danza tradicional húngara. El violinista Géza Hosszu-Legocky y su grupo Los virtuosos bohemios son los
más autorizados en este seductor repertorio.
Viernes 10, 11:00 a. m. y 3:00 p. m. Capilla Sofitel Legend Santa Clara. Serie Oro Davivienda.
El Cuarteto Borodin interpreta un programa que nos muestra la diversidad de voces de la música clásica
en Rusia a finales del siglo XIX y durante el XX con obras cuidadosamente escogidas de Borodin,
Tchaikovsky y Shostakovich, definitivamente la especialidad del grupo.
Sábado 11, 7:00 p. m. Teatro Adolfo Mejía.
En la primera parte, el Cuarteto Borodin y el pianista Sergei Babayán interpretan el Quinteto n.° 1 en sol
mayor de Shostakovich, una de sus obras de cámara más importantes. La segunda parte está dedicada a la
influencia de la música gitana en obras de Sarasate, Kreisler, Hubay y Weiner, con Geza y Los virtuosos
bohemios.
Domingo 12, 7:00 p. m. Teatro Adolfo Mejía.
Primer montaje de ópera en el festival con La Cenicienta, de Gioachino Rossini, una versión mucho más real
de la fábula. Maravillosa música con alto grado de exigencia para los intérpretes. Rinaldo Alessandrini
dirige a la Orquesta Filarmónica Joven de Colombia, al Coro de la ópera y a los solistas Daniela Pini, Karolyn
Rosero, Gabriela Ruiz, Javier Camarena, Roberto Candia, Luciano Di Pasquale y Maurizio Lo Piccolo.
DOS CONCIERTOS PARA RECORDAR
POR CAROLINA CONTI
Lunes 6, 11:00 a. m. y 3:00 p. m. Capilla Sofitel Legend Santa Clara. Serie Oro Davivienda.
Paisajes impresionistas, cuentos infantiles y graciosos animales son los protagonistas de este concierto
de la Serie Oro de Davivienda, inmerso en el tema de la Fábula, la narración fantástica en la música del
siglo XX.
Empezamos con Nubes y Ferias, dos nocturnos de Claude Debussy, compositor determinante en la
historia de la música. Para estas piezas, Debussy se inspiró en la pintura de Whistler. La música aquí es
atmósfera, sensación y estudio del color. Continúa el programa con una evocación a la infancia, pero
desde la visión del adulto en una delicada obra de Maurice Ravel, contemporáneo de Debussy. Pavana de
La bella durmiente, Pulgarcito, Niñita fea emperatriz de las pagodas, Conversación de la Bella y la Bestia y
El jardín encantado son las piezas que conforman la suite Mamá Oca, evidentemente basada en los
cuentos infantiles franceses de los siglos XVII y XVIII. Y para finalizar, la nostalgia se convierte en humor
con El Carnaval de los animales, de Camille Saint-Saëns. Se trata de una “Fantasía zoológica”, como la
denominó su autor, en la que aparecen, entre otros, leones, gallinas, tortugas, peces, fósiles y hasta
¡pianistas! (cosas de Saint-Saëns). El compositor prohibió que la obra se interpretara durante su vida,
pues era un músico respetado y debía cuidar su nombre. Solo permitió que se diera a conocer el número
de El cisne, que además ha pasado a ser una de las páginas más populares, gracias en parte a la
coreografía de ballet de Fokine, que bailaba de manera maravillosa Anna Pavlova. Todo esto en la
interpretación de Katia y Marielle Labèque, la Orquesta de Cámara Orpheus, el clarinetista italiano
Gabriele Mirabassi, el Cuarteto Manolov, el flautista Cristian Guerrero y el percusionista Guillermo
Andrés Ospina, de Colombia. Sin duda, un concierto de lujo.
Martes 7 de enero 10:00 p. m. Plaza San Pedro.
Concierto gratuito Diners Club Internacional. Una noche inolvidable de música francesa e italiana, con
intérpretes de primera.
El virtuoso del arpa Emmanuel Ceysson, comprometido desde hace varios años con el festival en la
enseñanza y seguimiento de nuevos talentos de nuestro país, estará acompañado por Lauren Verney en la
viola. Juntos ofrecen transcripciones de melodías que se han hecho populares por su belleza. Para
empezar, uno de los momentos más emotivos de la ópera Sansón y Dalila, de Camille Saint-Saëns. En
seguida fragmentos de la ópera Carmen, de Bizet, que siempre emociona al público. Finalmente la
transcripción del Grand pas de deux del ballet Giselle, de Adolphe Adam.
Del celestial sonido del arpa pasamos al piano de Andrea Rebaudengo, versátil músico italiano que ha
incursionado también en la composición y en el jazz. Su labor como solista la complementa con la
participación en novedosos ensambles como Sentieri Selvaggi y el Trío de Chirico. Rebaudengo ha
trabajado con Cristina Zavalloni, con quien interpretará canciones amorosas de la Italia del Medioevo,
pero recreadas en el siglo XX por Luciano Berio. Zavalloni es otra de las estrellas del festival. Su vida
transcurre entre los principales teatros de ópera y los más reconocidos festivales de jazz en el mundo.
Una artista integral, practica danza clásica y contemporánea. También es compositora y sus inquietudes
musicales han hecho de ella una versátil artista que puede ser soprano o mezzosoprano, según el
repertorio, pero igualmente una intérprete única de canciones de los Beatles, Radiohead o King Crimson.
Zavalloni también estará dictando clases magistrales durante el festival.
Para cerrar la noche, la banda Radar nos traslada al mundo sonoro de la cinematografía de Fellini con la
nostálgica música de Nino Rota para Amarcord y La dolce vita entre otras. Estupenda forma de terminar
el día.
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